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    OBRAS DE MARTIN LUTERO

    DISPUTACIN ACERCA DE LA DETERMINACION DEL VALOR DE LASINDULGENCIAS (LAS 95 TESIS)

    LA INDULGENCIA Y LA GRACIA

    LA DISPUTACION DE HEIDELBERG

    DISPUTACION Y DEFENSA DE FRAY MARTN LUTERO CONTRA LASACUSACIONES DEL DOCTOR JUAN ECK

    LA DISPUTACIN DE LEIPZIG -- INFORME DE LUTERO A JORGE SPALATIN

    LA NOBLEZA DE LA NACION ALEMANA ACERCA DEL MEJORAMIENTO DELESTADO CRISTIANO

    LA LIBERTAD CRISTIANA

    LA CAUTIVIDAD BABILONICA DE LA IGLESIA

    LUTERO EN LA DIETA DE WORMS

    A TODA LA CLERECIA REUNIDA EN AUGSBURGO PARA LA DIETA DEL AO1530

    PREFACIO AL PRIMER TOMO DE LOS ESCRITOS LATINO5VERSIN CASTELLANA DIRECTO DE

    CARLOS WITTHAUS

    PREFACIOHEINZ JOACHIM HELD

    ESTUDIO PRELIMINARMANFRED KURT BAHMANN

    EDITORIAL PAIDSBUENOS AIRES

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    LA LIBERTAD CRISTIANA

    Al atento y sabio seor Jernimo Mlphordt1, alcalde de Zwickau, mi muy bondadoso amigo

    y protector, yo, Doctor Martn Lutero, agustino, presento mis solcitos servicios y mejores

    deseos.

    Atento y sabio seor y buen amigo:

    El digno magster Juan Eger 2, predicador de vuestra loable ciudad, me ha ensalzado el amor yla complacencia que ponis en la Sagrada Escritura, la cual fervorosamente confesis ydelante de todos alabis sin cesar. Por esta razn quiso aquel relacionarme con vos, lo cualestoy dispuesto a hacer presto y con gozo; que es motivo de alegra para mi saber que se amala verdad divina. Por desgracia son muchos los que con toda violencia y astucia la desechan,sobre todo aquellos que se glorian de ostentar ciertos derechos sobre ella. Empero siempreser as: muchos tropezarn con Cristo, puesto como escndalo y smbolo al que es menesterdesechar, y caern y volvern a levantarse. Como principio de nuestro conocimiento y nuestra

    amistad, he querido dedicaros este pequeo tratado y exposicin en lengua alemana, despusde habrselo dedicado al Papa en latn. Con el presente escrito pretendo exponer pblicamentela causa de mi doctrina y mis escritos sobre el papado, causa que espero a nadie parecernimia. Sin ms, me encomiendo y os encomiendo a vos y a todos a la gracia divina. Amn.

    Wittenberg, 1520.

    JESS

    1. A fin de que conozcamos a fondo lo que es el cristiano y sepamos en qu consiste lalibertad que para l adquiri Cristo y de la cual le ha hecho donacin como tantas vecesrepite el apstol Pablo quisiera asentar estas dos afirmaciones:El cristiano es libre seor de todas las cosas y no est sujeto a nadie. El cristiano es servidor

    de todas las cosas y est supeditado a todos.

    Ambas afirmaciones se encuentran claramente expuestas en las epstolas de San Pablo 3: Porlo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos . Asimismo 4: No debis a nadienada, sino el amaros unos a otros . El amor empero es servicial y se supedita a aquello en queest puesto: y a los Glatas 5donde se dice de Cristo mismo: Dios envi a su hijo, nacido demujer y nacido bajo la ley .2. Para poder entender ambas afirmaciones, de por s contradictorias, sobre la libertad y la

    servidumbre, pensemos que todo cristiano posee una naturaleza espiritual y otra corporal. Porel alma se llama al hombre espiritual, nuevo e interior; por la carne y la sangre, se lo llamacorporal, viejo y externo. A causa de esta diferencia, tambin la Sagrada Escritura contieneaseveraciones directamente contradictorias acerca de la libertad y la servidumbre del cristiano.3. Si examinamos al hombre interior, espiritual, a fin de ver qu necesita para ser y poderllamarse cristiano bueno y libre, hallaremos que ninguna cosa externa, sea cual fuere, lo harlibre, ni bueno, puesto que ni su bondad, ni su libertad ni por otra parte, su maldad niservidumbre son corporales o externas. De qu aprovecha al alma si el cuerpo es libre,

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    vigoroso y sano, si come, bebe y vive a su antojo? O qu dao puede causar al alma si elcuerpo anda sujeto, enfermo y dbil, padeciendo hambre, sed y sufrimientos, aunque no loquiera? Ninguna de estas cosas se allega tanto al alma como para poder libertarla oesclavizarla, hacerla buena o perversa.4. De nada sirve al alma, asimismo, si el cuerpo se recubre de vestiduras sagradas, como

    hacen los sacerdotes y dems religiosos, ni tampoco si permanece en iglesias y otros lugaressantificados, ni si slo se ocupa en cosas sagradas: ni si hace oraciones de labios, ayuda, va enperegrinacin y realiza, en fin, tantas buenas obras que eternamente puedan llevarse a cabo enel cuerpo y por medio de l. Algo completamente distinto ha de ser lo que aporte y d al almabondad y libertad, porque todo lo indicado, obras y actos, puede conocerlo y ponerlo enprctica tambin un hombre malo, impostor e hipcrita. Adems, con ello no se engendrarealmente, sino gente impostora. Por otro lado, en nada perjudica al alma que el cuerpo secubra con vestiduras profanas y more en lugar no santificado, coma, beba, no peregrine, niore, ni haga las obras que los hipcritas mencionados ejecutan.5. Ni en el cielo ni en la tierra existe para el alma otra cosa en que vivir y ser buena, libre ycristiana que el Santo Evangelio, la Palabra de Dios predicada por Cristo, como l mismo

    dice 6: Yo soy la resurreccin y la vida; el que cree en m, vivir eternamente . Asimismo 7:Yo soy el camino y la verdad, y la vida . Adems 8: No slo de pan vivir el hombre, sinode toda palabra que sale de la boca de Dios . Por consiguiente, no hay duda de que el almapuede prescindir de todo, menos de la Palabra de Dios: fuera de esta, nada existe con queauxiliar al alma. Una vez que sta posea la Palabra de Dios, nada ms precisar; en ellaencontrar suficiente alimento, alegra, paz, luz, arte, justicia, verdad, sabidura, libertad, ytoda suerte de bienes en superabundancia. Por eso nos describen los Salmos, especialmente elSalmo 118 9, al profeta clamando slo por la Palabra de Dios. Asimismo se considera en laSagrada Escritura como el mayor castigo y como seal de la ira divina, si Dios retira a loshombres su Palabra 10. Por el contrario, la mayor gracia de Dios se manifiesta cuando l la

    enva segn leemos en el Salmo 106

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    : Envi su Palabra y con ella les socorri .nicamente para predicar la Palabra de Dios ha venido Cristo al mundo y con este exclusivofin fueron llamados e impuestos en sus cargos todos los apstoles, obispos, sacerdotes yeclesisticos en general, aunque respecto a estos ltimos hoy, desgraciadamente, no loparezca.6. Acaso preguntes: qu palabra es esa que otorga una gracia tan grande y cmo deber usarde tal palabra? He aqu la respuesta: La Palabra no es otra cosa que la predicacin de Cristo,segn est contenida en el Evangelio. Dicha predicacin ha de ser y lo es realmente de talmanera que al orla oigas hablar a Dios contigo quien te dice que para l tu vida entera y latotalidad de tus obras nada valen y que te perders eternamente con todo en cuanto en ti hay.Oyendo esto, si crees sinceramente en tu culpa, perders la confianza en ti mismo y

    reconocers cun cierta es la sentencia del profeta Oseas 12: Oh Israel, en ti slo hayperdicin: que fuera de mi no hay salvacin . Mas para que te sea posible salir de ti mismo,esto es, de tu perdicin, Dios te presenta a su amadsimo Hijo Jesucristo, y con su palabra vivay consoladora, te dice: Entrgate a l con fe inquebrantable, confa en l sin desmayar. Por esafe tuya te sern perdonados todos tus pecados; ser superada tu perdicin; sers justo, veraz,lleno de paz, bueno; y todos los mandamientos sern cumplidos y sers libre de todas lascosas, como San Pablo dice 13: Mas el justo solamente vive por su fe . Y tambin 14: Porqueel fin y cumplimiento de la ley es Cristo para todos los que en l creen .

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    7. Luego la nica prctica de los cristianos debera consistir precisamente en lo siguiente:grabar en su ser la palabra y a Cristo, y ejercitarse y fortalecerse sin cesar en esta fe. No existeotra obra para el hombre que aspire a ser cristiano. As lo indic Cristo a los judos cuandostos lo interrogaron acerca de las obras cristianas que deban realizar y agradables a Dios,diciendo 15: Esta es la nica obra de Dios, que creis en el que l ha enviado . Pues slo a

    Cristo ha enviado Dios como objeto de la fe. Se desprende de esto que una fe verdadera enCristo es inapreciable riqueza, pues trae consigo toda salvacin y quita la maldicin, comoest escrito en Marcos, ltimo captulo 16: El que creyere y fuere bautizado, ser salvo; mas elque no creyere, ser condenado . As reconoci el profeta Isaas las riquezas de esa fe 17:Dios contar un poco sobre la tierra y en ese poco entrar la justicia como un nuevo diluvio .O sea, la fe, que encierra ya el cumplimiento de todos los mandamientos, justificarabundantemente a quienes la posean, de manera que nada ms habrn menester para ser justosy buenos, como dice el apstol Pablo 18: Porque cuando se cree con el corazn, entonces sees justo y bueno .8. Pero cmo es que habiendo prescrito la Sagrada Escritura tantas leyes, mandamientos,obras y ritos, slo la fe puede justificar al hombre sin necesidad de todo ello, y ms an, puede

    concederle tantos bienes? Tocante a esto deber tenerse muy en cuenta, sin olvidarlo nunca,que la fe sola, sin obras, justifica, liberta y salva, como luego veremos. Y a la vez es precisosaber que en la Sagrada Escritura hay dos clases de palabra: mandamientos o ley de Dios, ypromesas y afirmaciones. Los mandamientos nos indican y ordenan toda clase de buenasobras, pero con eso no estn ya cumplidas: porque ensean rectamente, pero no auxilian;instruyen acerca de lo que es preciso hacer, pero no expenden la fuerza necesaria pararealizarlo. O sea, los mandamientos han sido promulgados nicamente para que el hombre seconvenza por ellos de la imposibilidad de obrar bien y aprenda a reconocerse y a desconfiar des mismo. Por esta razn llevan los mandamientos el nombre de Antiguo Testamento, y todosfiguran en el mismo. Por ejemplo, el mandamiento que dice 19: No codiciars demuestra que

    todos somos pecadores y que no hay hombre libre de concupiscencia, aunque haga lo quequiera. Aqu aprende el hombre a no confiar en si mismo y a buscar en otra parte el auxilionecesario para poder limpiarse de codicia y cumplir as el mandamiento con ayuda ajena, dadoque por esfuerzo propio le es imposible. Con los dems mandamientos nos sucede lo mismo:no somos capaces de cumplirlos.9. Una vez que el hombre haya visto y reconocido por los mandamientos su propiainsuficiencia, lo acometer el temor y pensar en cmo satisfacer las exigencias de la ley; yaque es menester cumplirla so pena de condenacin; y se sentir verdaderamente humillado yaniquilado, sin hallar en su interior nada con que llegar a ser bueno. Entonces es cuando laotra palabra se allega, la promesa y la afirmacin divina, y dice: deseas cumplir losmandamientos y verte libre de la codicia malsana y del pecado como exigen los

    mandamientos? Mira! Cree en Cristo! En l te prometo gracia, justificacin, paz y libertadplenas. Si crees ya posees, mas si no crees, nada tienes. Porque todo aquello que jamsconseguirs con las obras de los mandamientos que son muchas, sin que ninguna valga teser dado pronto y fcilmente por medio de la fe: que en la fe he puesto directamente todas lascosas, de manera que quien tiene fe, todo lo tiene y ser salvo; sin embargo, el que no tiene fe,nada poseer. Son pues, las promesas de Dios las que cumplen lo que los mandamientosordenan y dan lo que ellos exigen: esto sucede as para que todo sea de Dios; el mandamientoy cumplimiento. Slo Dios ordena y slo Dios cumple. Esta es la razn por la cual las

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    promesas de Dios son la Palabra del Nuevo Testamento y estn comprendidas en el mismo.10. Estas palabras y todas las dems de Dios son santas, verdicas, justas, pacficas, libres yplenas de bondad. Por tanto, el alma de aquel que con fe verdadera se atiene a la palabradivina, se unir a la misma de modo tal que tambin el alma se aduear de todas las virtudesde la Palabra. Es decir, por la fe, la Palabra de Dios har al alma santa, justa, sincera, pacfica,

    libre y plena de bondad; ser en fin un verdadero hijo de Dios, como dice Juan20

    : A los quecreen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios .Esto aclara por qu la fe es tan potente y asimismo cmo existen buenas obras que puedanigualarse a ella. Ninguna obra buena se atiene a la Palabra divina como la fe, ni hay obrabuena alguna capaz de morar en el alma, sino que nicamente la Palabra divina y la fe reinanen el alma. Tal como es la palabra, as se vuelve el alma, a semejanza del hierro que al unirseal fuego se vuelve rojo blanco como el fuego mismo. Vemos as que al cristiano le basta consu fe, sin que precise obra alguna para ser justo, de donde se deduce que si no ha menester deobra alguna, queda ciertamente desligado de todo mandamiento o ley, y si est desligado detodo esto ser, por consiguiente, libre. En esto consiste La libertad cristiana: en la fe nica queno nos convierte en ociosos o malhechores, sino antes bien en hombres que no necesitan obra

    alguna para obtener la justificacin y salvacin. Luego trataremos este punto con amplitud.11. Tambin se asemeja la fe a un hombre que confa en otro, porque aprecia su bondad yveracidad, lo cual es el honor ms grande que un ser humano puede rendir a otro. Por elcontrario, el mayor escarnio es que un hombre considere a su semejante como intil,mentiroso y superficial. Del mismo modo, cuando el alma cree firmemente en la Palabra deDios, considera a ste como sincero, bueno y justo, rindindole as todo el honor del que escapaz, en tanto respeta el derecho divino, glorifica el nombre de Dios y se abandona a suvoluntad, dado que no duda de la bondad y veracidad de todas sus palabras. Por el contrario,el deshonor mayor que a Dios puede hacrsele es no creerle, cosa que sucede si el alma loconsidera incapaz, falaz y superficial, negndole con tal incredulidad y haciendo de su propio

    sentir un dolo levantado en el corazn contra Dios, como si su propia sabidura pudierasuperar a la divina. Al ver Dios que el alma lo reconoce por la nica verdad y que lo honra ascon su fe, l, a su vez, honra al alma y la considera buena y sincera. Por consiguiente, por la fees el alma realmente buena y sincera, porque bueno es y conforme a la verdad que seconsidere a Dios romo bondad y verdad mismas, lo cual hace al hombre tambin justo ysincero, siendo as que es sincero y justo conceder a Dios toda la verdad. Y esto es algo queno realizan quienes en lugar de creer se esfuerzan poniendo en prctica muchas buenas obras.12. No slo obra la fe compenetrando al alma ntimamente con la Palabra de Dios, dotndolade gracia, libertad y bienaventuranza, sino que la misma fe tambin une al alma con Cristo,como la esposa con su esposo. De tales desposorios resulta, segn el apstol Pablo, que Cristoy el alma forman un solo cuerpo 21, de manera tal que todo cuanto ambos poseen, bienes,

    dicha, desdicha, todo, en fin, lo poseen en comn. Esto es, lo que a Cristo de por s pertenece,pasa a pertenecer tambin al alma, y lo que sta posee pasa a ser posesin de Cristo. As,Cristo posee todos los bienes y la bienaventuranza que pertenecen al alma. De la mismamanera no dispone el alma de maldad y pecado, los cuales se transfieren a Cristo. Aqucomienza el gozoso trueque y la alegre porfa! Cristo es Dios y hombre, pero jams hacometido pecado: su justicia es invencible, eterna y omnipotente. Al apropiarse Cristo delpecado del alma creyente en virtud del anillo de bodas de sta, es decir, por su fe, es como siCristo mismo hubiera cometido el pecado: de donde resulta que los pecados son absorbidos

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    por Cristo y perecen en l; que no hay pecado capaz de resistir la invencible justicia de Cristo.De este modo se ve el alma limpia de todos sus pecados, en virtud de las arras de boda, o sea,el alma es por su fe libertada y dotada con la justicia eterna de su esposo Jesucristo. No esacaso alegre negocio que Jesucristo, el novio rico, noble y bueno, se despose con unainsignificante ramera, pobre, despreciable y mala, sacndola as de todo mal y adornndola

    con toda clase de bienes? Ya no es posible que el alma sea condenada por sus pecados, unavez que stos tambin son de Cristo, en el cual han perecido. De esta suerte dispone el almade una justicia tan superabundante por su esposo que es capaz de resistirse contra todos lospecados, aunque ya estuviera sobrecargada de ellos. A este respecto dice el apstol Pablo 22.Gracias sean dadas a Dios que nos ha dado la victoria en Cristo Jess, en la que han sidoabsorbidos la muerte con el pecado .13. Comprenders ahora, lector, por qu motivo se concede tal valor a la fe, afirmando quecumple los mandamientos y justifica sin necesidad de otras obras. Ya has visto cmo slo lafe cumple el primer mandamiento, el cual ordena 23: Honrars al Seor, tu Dios . Aunquefueras de pies a cabeza una sola y pura buena obra , no seras justo ni daras a Dios honraalguna con ello, o sea, dejaras incumplido el primero de todos los mandamientos. Honrar a

    Dios slo es factible si se reconoce de antemano que l es la verdad y la suma de todas lasbondades, como es en verdad. Sin embargo, dicho conocimiento no cabe en las buenas obras,sino nicamente en la fe del corazn. Por eso es slo la fe la justicia del hombre y elcumplimiento de los mandamientos: pues quien cumple el primer mandamiento cumplirtambin segura y fcilmente los dems. Las obras son, por el contrario, cosa muerta; nopueden honrar y alabar a Dios, aun cuando pueden practicarse en su honor y alabanza, si la feest presente. Pero nosotros andamos buscando no aquello que puede realizarse, como lasobras, sino al autor y maestro que honra a Dios y lleva a cabo las obras. Este no es sino la fede corazn que es la cabeza y toda la sustancia de la justicia. Por consiguiente, la doctrina queensea a cumplir los mandamientos con obras, es una doctrina tan peligrosa como malvada,

    toda vez que los mandamientos han de ser cumplidos por la fe antes que por las obras, ya queestas siguen a tal cumplimiento como en seguida veremos.14. Para conocer ms a fondo lo que en Cristo poseemos y el bien tan grande que supone teneruna fe verdadera, ha de saberse que anteriormente al Antiguo Testamento y en este mismo,Dios escogi y retuvo para s el primognito viril de hombres y animales 24. Ahora bien, laprimera criatura nacida fue de valor inapreciable y aventaja a todos los nacidos 25en dosgrandes cosas, como son: la soberana y la clereca, o en otras palabras, el reino y elsacerdocio. Es decir, el nio que primero naci era seor de todos sus hermanos, y al mismotiempo sacerdote o papa ante Dios. Este smil se refiere a Jesucristo, el cual es realmente elprimognito de Dios el Padre, nacido de la Virgen Mara. Por eso es l tambin rey ysacerdote, aunque en sentido espiritual, toda vez que su reino no es de este mundo ni consiste

    en bienes terrenales, sino puramente espirituales, como son: la verdad, la sabidura, la paz, elgozo, la bienaventuranza, etc. Sin embargo, no quedan tampoco excluidos los bienestemporales, pues todas las cosas estn supeditadas a Cristo, as las del cielo como las de latierra y del infierno. Se explica que no veamos a Cristo, porque reina espiritual einvisiblemente.Asimismo no consiste su sacerdocio en actos exteriores o en vestiduras, como sucede entre loshombres, sino en un sacerdocio en espritu, invisible: de este modo Cristo est delante deDios, rogando sin cesar por los suyos, sacrificndose a s mismo, haciendo, en fin, cuanto a un

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    sacerdote bueno corresponde. Intercede por nosotros , como dice San Pablo 26, y al mismotiempo nos instruye interiormente, en nuestro corazn. Ambos menesteres, el ruego intercesory la enseanza, son propios del sacerdote: que tambin los sacerdotes humanos, visibles yperecederos, ruegan y ensean del mismo modo.15. Cristo en posesin de la primogenitura y toda la gloria y dignidad que a la misma

    pertenecen, hace participar de ella a todos los cristianos, a fin de que por la fe tambin ellossean reyes y sacerdotes con Cristo. As dice San Pedro 27: Vosotros sois reino sacerdotal ysacerdocio real . Esto sucede porque la fe eleva al cristiano por encima de todas las cosas, demanera que se convierte en el soberano espiritual de las mismas, sin que ninguna puedamalograr su salvacin. Antes al contrario, todo le queda supeditado y todo ha de servirle parasu salvacin, como ensea San Pablo 28. Todas las cosas habrn de ayudar a los escogidospara su mayor bien , sea la vida o la muerte, el pecado o la justicia, lo bueno y lo malo,llmese como quiera. Igualmente 29: Todo es vuestro, sea la vida, sea la muerte, sea lopresente, sea lo por venir , etc. Claro est que esto no significa que ya dominemos corporal omaterialmente todas las cosas, poseyndolas y haciendo uso de ellas, como hombres quesomos; no es esto posible, dado que todos tenemos que perecer corporalmente, y nadie puede

    escaparse de la muerte. Adems existen cosas a las cuales estamos sometidos, como lo vemosen Cristo mismo y en sus santos. Se trata de una soberana espiritual, ejercitada dentro de loslmites de la supeditacin corporal., Es decir, mi alma puede perfeccionarse en todas y a pesarde todas las cosas, de manera que aun la muerte y el padecimiento me estn supeditados y meservirn para mi salvacin. Qu elevado y estupendo honor! Qu soberana tan real yomnipotente! Es este un reino espiritual, donde nada hay tan bueno o tan malo que no tengaque beneficiarme, si tengo la fe, sin que nada necesite, porque con mi fe me basta. He aqucun hermosos son el seoro y la libertad de los cristianos!16. Adems, somos sacerdotes, lo que vale mucho ms que ser rey, toda vez que el sacerdocionos capacita para poder presentarnos delante de Dios rogando por los dems hombres, puesto

    que slo a los sacerdotes corresponde por derecho propio estar a los ojos de Dios y rogar. ACristo le debemos este don de interceder y suplicar en espritu unos por otros, semejantes alsacerdote que corporalmente intercede y ruega ante Dios por el pueblo. Empero, a quien nocree en Cristo ninguna cosa puede beneficiarlo, antes al contrario, estar supeditado a todascomo un siervo, y todas lo hacen alterarse. Tampoco su oracin alcanzar el agrado de Dios,ni siquiera llegar hasta l. Quin es capaz de abarcar la grandeza y el honor del cristiano?Por su reinado y soberana dispone l de todas las cosas; por su sacerdocio influye en Dios,puesto que Dios obra conforme al ruego y deseo del cristiano, como leemos en el Salterio 30:Dios cumplir el deseo de todos los que le temen y oir su oracin . Este honor lo recibe elcristiano slo por la fe, pero no por las obras. De lo dicho se colige claramente que el cristianoes libre de todas las cosas y soberano de ellas, sin que precise, por tanto, de obra buena alguna

    para ser justo y salvo. La fe es la que da de todo en abundancia. Y si el cristiano fuera tannecio de pensar ser justo, libre, salvo o cristiano en virtud de las buenas obras, perdera su fe ycon ella todo lo dems. Semejante seria el tal a aquel perro del cuento que llevaba un trozo decarne en la boca, y vindolo reflejado en el agua, quiso cogerlo de un bocado; perdi el trozode carne y adems tambin la imagen del mismo en el agua.17. Acaso te preguntes qu diferencia hay entre los sacerdotes y los laicos en la cristiandad,sentado que todos los cristianos son sacerdotes. La respuesta es la siguiente: Las palabrassacerdote , cura , eclesistico y otras semejantes fueron despojadas de su verdadero

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    sentido al ser aplicadas nicamente a un reducido nmero de hombres que se apartaron de lamasa y formaron lo que ahora conocemos con el nombre de estado sacerdotal . La SagradaEscritura no hace diferencias entre cristianos, sino que slo distingue los sabios y losconsagrados que reciben el nombre de ministri , serv , oeconomi , que significa:servidores, siervos y administradores, y cuya misin consiste en predicar a los dems a Cristo

    y sobre la fe y la libertad cristiana. Aunque todos seamos iguales sacerdotes, no todospodemos servir, administrar y predicar. As dice San Pablo : Queremos ser considerados porlos hombres nicamente como servidores de Cristo y administradores del Evangelio . Pero elcaso es que dicha administracin se ha trocado en un dominio y poder tan mundano,ostentativo, fuerte y temible, que el verdadero poder temporal no puede ya compararse con l,como si los laicos y cristianos fueran dos cosas distintas! Claro es que con ello se hadespojado totalmente de su sentido a la gracia, la libertad y la fe cristianas, as como tambina todo aquello que de Cristo hemos recibido, y hasta a Cristo mismo. Y qu se nos ha dadoen cambio? Muchas leyes y obras humanas, hacindonos as verdaderos esclavos de la gentems incapaz del mundo.18. Puede deducirse de lo expuesto que no basta con predicar superficialmente sobre la vida y

    obra de Cristo, cual si se tratase de un mero hecho histrico o una crnica; aun es peor callarsesobre Cristo y en su lugar predicar el derecho eclesistico u otras leyes y doctrinas humanas.Tambin hay muchos que al predicar o leer sobre Cristo se muestran llenos de compasin conl, pero de odio contra los judos, o se entretienen, en fin, con diversas puerilidades. Ahorabien, es menester predicar a Cristo en tal forma que la predicacin brote en ti y en mi la fe y semantenga en nosotros; una fe que slo nace y permanece cuando se nos predica por qu vinoCristo al mundo, de qu manera hemos de valernos de l y de sus beneficios., qu es lo que lnos ha trado y donado. Se predicar de este modo cuando se interpreta debidamente lalibertad cristiana que de Cristo hemos recibido, y cuando se nos dice de qu modo somosreyes y sacerdotes y dueos y seores de todas las cosas, y que Dios se complace en todo

    cuanto hacemos y lo atiende, segn hemos venido diciendo. Y el corazn que esto oye deCristo, se gozar hasta lo ms profundo, se sentir consolado, se volver blando para conCristo, y le corresponder amndolo, cosas todas en fin, a las que jams podra llegar elcorazn mediante el cumplimiento de Leyes y obras. Por lo dems qu podra daar oatemorizar a un corazn que as siente? Si el pecado y la muerte se allegan, le dice su fe que lajusticia de Cristo es suya y que sus pecados tampoco son ya suyos sino de Cristo; de estaguisa, el pecado se desvanece ante la justicia de Cristo por la fe y en la fe, como antes se dijo;y el hombre aprende a porfiar a la muerte y al pecado como el apstol, y exclama 32: Dndeest, oh muerte, tu victoria? Dnde est, oh muerte, tu aguijn? Tu aguijn es el pecado. Masa Dios sean dadas gracias y alabanzas, que nos ha otorgado la victoria por Jesucristo nuestroSeor. Sorbida es la muerte con su victoria , etc.

    19. Baste lo hasta aqu expuesto acerca del hombre interior o espiritual, de su libertad y de sujusticia esencial, para lo cual no precisa ley u obra buena alguna; ms an, sera perjudicial ala justificacin si quisiera alcanzarla mediante leyes y obras. Pasemos ahora a la otra parte, ala referente al hombre externo. Al hacerlo, replicaremos a todos aquellos que, escandalizadospor nuestros razonamientos, suelen exclamar: Est bien: si la fe ya lo es todo y por s solabasta para la justificacin, por qu han sido ordenadas las buenas obras? Vivamos, pues,alegres y confiados y sin hacer nada. No, amado hermano, eso es un error. Podra suceder loque t dices, si fueras ya del todo un hombre interior puramente espiritual e interior, cosa que

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    no tendr lugar antes del da del juicio final. En este mundo todo es comienzo y crecimiento, yel fin vendr en el otro mundo. Por eso habla el apstol de primitias spiritus, o sea, losprimeros frutos del espritu 33; y tambin por eso cabe aplicar lo que antes se dijo: el cristianoes servidor de todas las cosas y est supeditado a todos. Con otras palabras: dado que es libre,nada necesita hacer: dado que es siervo, ha de hacer muchas y diversas cosas. Veamos cmo

    sucede esto.20. Aun cuando el hombre est ya interiormente, por lo que a su alma respecta, bastantejustificado por la fe y en posesin de todo cuanto precisa, aunque su fe y suficiencia tendrnque seguir creciendo hasta la otra vida, sigue, sin embargo, en el mundo y ha de gobernar supropio cuerpo y de convivir con sus semejantes. Y aqu comienzan las obras. El hombre,dejando a un lado toda ociosidad, est obligado a guiar y disciplinar moderadamente sucuerpo con ayunos, vigilias y trabajos, ejercitndolo a fin de supeditarlo e igualarlo al hombreinterior y a la fe, de modo que no sea impedimento ni haga oposicin, como sucede cuando nose lo obliga. Pues el hombre interior va al unsono con Dios, se goza y se alegra por Cristo,que tanto ha hecho por l, y su mayor y nico placer es, a su vez, servir a Dios con un amordesinteresado y voluntario. Empero en su carne late una voluntad rebelde, una voluntad

    inclinada a servir al mundo y a buscar lo que ms la deleita. Pero la fe no puede sufrirlo y sele arroja al cuello amorosa, para apaciguarlo y subyugarlo. Dice el apstol Pablo 34: Segn elhombre interior, me deleito en la ley de Dios, mas veo otra ley en mis miembros que me llevacautivo a la ley del pecado . Del mismo modo 35: Golpeo mi cuerpo y lo pongo enservidumbre, no sea que habiendo sido un maestro para otros, yo mismo venga a sereliminado . Y asimismo 36: Pero los que son de Cristo crucifican su carne con sus afectos yconcupiscencia .21. Pero dichas obras no se realizarn pensando que por ellas el hombre se justifica ante Dios,pues tal pensamiento es insoportable para la fe, la cual es y ser siempre la nica justicia a losojos de Dios. Antes bien, se harn las obras con la sola intencin de domear el cuerpo y

    limpiarlo de sus malas inclinaciones deleitosas, poniendo toda la mira en desterrarlas.Precisamente por ser el alma pura por la fe y amante de Dios, anhela que tambin lo demssea puro, sobre todo el propio cuerpo, y que todo, juntamente con ella, ame y alabe a Dios.Por consiguiente, el hombre, a causa de su propio cuerpo, no puede andar ocioso, antes alcontrario, habr de realizar muchas buenas obras para supeditarlo. Sin embargo, no son lasobras el medio apropiado para aparecer como bueno y justo delante de Dios, sino que seejecutarn con puro y libre amor, desinteresadamente, slo para complacer a Dios, buscando ymirando nica y exclusivamente lo que a Dios le agrada en tanto se desea cumplir su voluntadlo mejor posible. Colija as, pues, cada cual la medida y la prudencia al castigar su cuerpo contantos ayunos, vigilias y trabajos como necesite para apaciguar su temeridad. Pero aquellosque buscan la justificacin por medio de obras, no se cuidan de la mortificacin, sino slo

    ponen la mira en las obras, pensando que cuanto ms numerosas estas sean, mejor es paraalcanzar la justificacin. Y a veces pierden la cabeza y malgastan sus cuerpos. Cun grandenecedad y cun falsa comprensin de la vida cristiana y de la fe demuestra la pretensin de serjustificado y salvo por obras, pero sin fe!22. Valindonos de algunos smiles diramos: las obras del cristiano, el cual por su fe y porpura gracia de Dios es justificado y salvado gratuitamente, podran tasarse como las que Adny Eva habran hecho en el paraso, segn est escrito 37, que Dios lo puso en el paraso alhombre creado para que lo labrara y guardase. Ahora bien: Adn fue creado justo, bueno y sin

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    pecado. Por consiguiente, no le era preciso labrar y cuidar para ser bueno y justificado. Sinembargo, a fin de que no anduviera ocioso, Dios encomendle el trabajo de plantar, labrar ycuidar el Edn. Tales obras de Adn habran sido hechas por l voluntariamente, slo paracomplacer a Dios, pero en modo alguno para alcanzar la justificacin que l ya posea y con lacual todos nosotros podramos haber nacido. Pues bien, este es el caso de las obras del hombre

    creyente, el cual, por su fe es puesto de nuevo en el paraso y de nuevo creado; las obras queejecuta no le sern necesarias para su justificacin, sino que le han sido ordenadas con objetode evitar su holganza, hacindolo esforzar y cuidar el cuerpo exclusivamente para agradar aDios.Adems: un obispo consagrado bendice un templo, confirma o practica cualquier otra obrainherente a su cargo, pero tales cosas no lo hacen obispo; an ms, si no fuera por tratarse deun obispo ya consagrado, ninguno de dichos actos tendran valor, sino que seran purasnecedades. A semejanza del obispo, el cristiano, consagrado por la fe, al realizar buenas obras,estas no lo hacen mejor cristiano o ms consagrado, cosa que nicamente sucede con elincremento de la fe; antes bien, de no tratarse de un creyente y cristiano, nada valdran susobras, sino que seran pecados fatuos, punibles y condenables.

    23. Estas dos sentencias son, por consiguiente, ciertas. Primera: Las obras buenas y justasjams hacen al hombre bueno y justo, sino que el hombre bueno y justo realiza obras buenas yjustas . Segunda: Las malas obras nunca hacen al hombre malo, sino que el hombre maloejecuta malas obras . Se desprende de esto que la persona habr de ser ya buena y justa antesde realizar buenas obras, o sea, que dichas obras emanan de la persona justa y buena, comodice Cristo 38: El rbol malo no lleva buenos frutos; el rbol bueno no da frutos malos .Ahora bien, est claro que ni los frutos llevan al rbol ni se producen los rboles en los frutos,sino que por el contraro los rboles llevan los frutos y los frutos crecen en los rboles. Luego,as como los rboles preceden a los frutos y estos no hacen al rbol malo o bueno, sino queson los rboles los que dan frutos buenos o malos, tambin la persona ser justa o mala antes

    de ejecutar obras buenas o malas, de modo que sus obras no lo hacen bueno o malo al hombre,sino que l mismo es quien hace buenas o malas obras. Algo semejante podemos ver en todoslos oficios manuales. Una casa bien o mal construida no hace al constructor bueno o malo,sino que ste levantar una casa buena o mala. Ninguna obra hace al artesano segn la calidadde ella, sino como es el artesano, as resultar tambin la obra. Idntico es el caso de las obrashumanas, las cuales sern buenas o malas segn sean la fe o la incredulidad del hombre. Y noal contrario: como son sus obras, as ser justo o creyente. Como las obras no hacen al hombrecreyente, as no lo justifican tampoco. Sin embargo, la fe, que hace justo al hombre, astambin realizar buenas obras. Toda vez que las obras a nadie justifican, sino que el hombreha de ser ya justo antes de realizarlas, queda claramente demostrado que slo la fe, por puragracia divina, en virtud de Cristo y su palabra, justifica a la persona suficientemente y la salva,

    sin que el cristiano precise de obra o mandamiento alguno para lograr su salvacin. Porque elcristiano est desligado de todos los mandamientos, y en uso de su libertad hace voluntaria ydesinteresadamente todo cuanto haga, sin buscar nunca su propio provecho y su propiasalvacin, porque por su fe y la gracia divina est ya harto y es tambin salvo, sino que buscanicamente cmo complacer a Dios.24. Por otra parte, a quien carezca de fe, ninguna obra buena coadyuvar a su justicia ysalvacin. Adems, no hay malas obras que puedan hacerlo malo y condenarlo, sino que laincredulidad pervierte a la persona y al rbol y es ejecutora de las obras malas y condenables.

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    Luego el ser justo o malo no procede de las obras, sino de la fe, como dice el sabio 39: Elprincipio del pecado es apartarse de Dios y desconfiar de l . Tambin Cristo ensea que nodebe comenzarse por las obras y dice 40: O haced el rbol bueno, y su fruto bueno, o haced elrbol malo, y su fruto malo . Lo mismo podra haber dicho: el que desee buenos frutos, queempiece por el rbol plantndolo debidamente. Por consiguiente, quien pretenda realizar

    buenas obras no comenzar por estas, sino por la persona que ha de ejecutarlas. Mas a lapersona nadie la hace buena sino la fe, y nadie la hace mala sino la incredulidad. No es menoscierto que las obras revelan al hombre como justo o malo ante sus semejantes, esto es, por lasobras se conoce ya exteriormente si el hombre es justo o malo, como dice Cristo 41: Por losfrutos los conoceris . Sin embargo, eso tiene un valor ms bien aparente y externo, aunquemuchos se han dejado guiar por ello y yerran, escribiendo y enseando cmo han de hacerselas buenas obras y cmo es posible ganar la justificacin, en tanto que olvidan del todo la fe.Y as van por el mundo, guas ciegos de ciegos; as se torturan con muchas obras sin llegarjams a la recta justicia. A ello se refiere San Pablo 42. Tendrn apariencia de justicia, peroles falta el fundamento; siempre estn aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento dela justicia verdadera . Quien no quiera andar vagando en compaa de esos ciegos, que mire

    ms all de las obras, de los mandamientos y de las doctrinas sobre las obras, para fijar laatencin ante todo en la persona y el modo en que puede ser justificada. Ciertamente lapersona no se justificar y salvar por medio de mandamientos y obras, sino por la Palabra deDios, esto es, por la promesa de su gracia, y la fe. Y sucede as, a fin de que la gloria divinapermanezca en todo su esplendor, en tanto Dios no nos redime por causa de nuestras obras,sino por su Palabra misericordiosa, gratuitamente y por pura clemencia.25. Despus de lo dicho, no ser difcil comprender en qu sentido deben desecharse oaceptarse las buenas obras y de qu modo habr de entenderse toda doctrina acerca de lasmismas. Aquellas doctrinas fundadas en la falsa y torcida opinin de que mediante buenasobras seremos justificados y salvos son ya en s malas y dignas de condenacin; lo son porque

    desconocen la libertad y escarnecen la gracia de Dios, la cual slo justifica y salva por la fe,cosa imposible para las obras, mas al pretenderlo estas, atacan la obra y el honor de la gracia.No desechemos las buenas obras porque lo sean, sino a causa de las malas consecuencias y laerrnea opinin que las acompaa, presentndolas como buenas cuando en realidad no lo son.De donde resulta que tales doctrinas son engaosas y engaan al hombre; son como lobosrapaces con piel de oveja. Sin la fe no es posible destruir aquellas malas consecuencias yaquella falsa creencia en las obras. Y mientras no venga la fe y las destruya, abundarn entodo aquel que busque la justificacin mediante las buenas obras. Porque la naturalezahumana no es capaz de desterrarlas, ni siquiera de reconocerlas; antes al contrario, para ellason consecuencias, y la creencia en las buenas obras algo inapreciable y salvador. Y esto es loque a tantos ya ha seducido. Por lo tanto, siendo provechoso escribir y predicar sobre el

    arrepentimiento, la confesin y la satisfaccin, si no se avanza hacia la fe, resultar de ello unamera serie de doctrinas diablicas y seductoras. No vale predicar slo una parte, sino laPalabra de Dios en sus dos partes. Predquense los mandamientos para intimar a los pecadoresy manifestarles sus pecados, de modo que se arrepientan y se conviertan. Pero esto no basta.Es preciso anunciar tambin la otra palabra, la promesa de gracia, enseando lo que es la fe,sin la cual mandamientos, arrepentimiento y todo lo dems son cosas vanas. Hay todavaalgunos predicadores que no anuncian el arrepentimiento de los pecados y las promesas deDios, como para poder aprender de dnde y cmo vienen el arrepentimiento y la gracia.

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    Porque el arrepentimiento emana de los mandamientos y la fe, de las promesas de Dios. Deeste modo el hombre que, atemorizado ante los mandamientos divinos, se ha humillado yreconocido su verdadero estado, es justificado y levantado por su fe en las divinas palabras.26. Baste con lo expuesto acerca de las obras en general y de aquellas que el cristianorealizar para dominar su propio cuerpo.

    Trataremos ahora de las obras que el hombre habr de practicar entre sus semejantes, porqueel hombre vive no slo en su cuerpo y para l, sino tambin con los dems hombres. Esta es larazn por la cual el hombre no puede prescindir de las obras en el trato con .sus semejantes;antes bien, ha de hablar y tratarse con ellos, aunque dichas obras en nada contribuyen a supropia justificacin y salvacin. Luego, al realizar tales obras su intencin ser libre y ltendr sus miras puestas slo en servir y ser til a los dems, sin pensar en otra cosa que en lasnecesidades de aquellos a cuyo servicio desea ponerse. Este modo de obrar para con los demses la verdadera vida del cristiano, y la fe actuar con amor y gozo, como el apstol ensea alos glatas 43. Tambin a los filipenses habales enseado que con la fe en Cristo ya posean lagracia y su abundancia, y aade 44. Os amonesto con la consolacin que en Cristo tenis ytoda la consolacin que guardis en nuestro amor y toda la comunin que tenis con todos los

    cristianos espirituales y justos, que cumplis mi gozo sintiendo lo mismo, teniendo el mismoamor para con otros, sirviendo uno al otro, no mirando cada cual lo suyo propio, sino cadauno tambin lo de los dems y lo que otros han menester . Con estas palabras describe elapstol sencilla y claramente la vida cristiana, una vida en la cual todas las obras atienden albien del prjimo, ya que cada cual posee con su fe todo cuanto para s mismo precisa y an lesobran obras y vida suficientes para servir al prjimo con amor desinteresado. A Cristopresenta el apstol como ejemplo, diciendo 45: Haya, pues, en vosotros este sentir que huboen Cristo , el cual, siendo pleno de forma divina y teniendo suficiente para s, sin quenecesitara de vida, obras y sufrimiento, para ser justo y salvo, se anonad a s mismo,tomando forma de siervo, hacindolo y sufrindolo todo, no mirando ms que nuestro propio

    bien; y as, siendo libre, se hizo siervo por causa nuestra.27. As tambin el cristiano, como Cristo, su cabeza, debe sentirse pleno y harto con su fe,mirando de acrecentarla, porque ella le es vida, justicia y salvacin, y le da todo cuanto es deCristo y Dios, como antes se dijo 46y el apstol Pablo escribe 47: Lo que vivo todava en lacarne, lo vivo en la fe de Cristo, Hijo de Dios . El cristiano es libre, s, pero debe hacerse congusto siervo, a fin de ayudar a su prjimo, tratndolo y obrando con l como Dios ha hechocon el cristiano por medio de Jesucristo. Y el cristiano lo har todo sin esperar recompensa,sino nicamente por agradar a Dios y dicindose: bien; aunque soy hombre indigno,condenable y sin mrito alguno, mi Dios me ha otorgado gratuitamente y por pura gracia suyaen virtud de Cristo y en Cristo riqusima justicia y salvacin, de manera que de ahora enadelante slo necesito creer que es as. Mas por mi parte har tambin por tal Padre que me ha

    colmado de beneficios tan inapreciables, todo cuanto pueda agradarle, y lo har libre, alegre ygratuitamente, y ser con mi prjimo un cristiano a la manera que Cristo lo ha sido conmigo,no emprendiendo nada excepto aquello que yo vea que mi prjimo necesite o le seaprovechoso y salvador; que yo ya poseo todas las cosas en Cristo por mi fe. He aqu cmo dela fe fluyen el amor y el gozo en Dios, y del amor emana a la vez una vida libre, dispuesta ygozosa para servir al prjimo sin miras de recompensa. Porque as como el prjimo padecenecesidad y ha menester de aquello que a nosotros nos sobra, as padecamos nosotros mismostambin gran necesidad ante Dios y hubo de socorrer la gracia. Por consiguiente, si Dios nos

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    ha socorrido gratuitamente por Cristo, auxiliemos nosotros tambin al prjimo con todas lasobras de nuestro cuerpo. Claramente se ve cun noble y elevada es la vida cristiana, aunquehoy desgraciadamente, en todo el mundo es desestimada, y ms an, ya se ha olvidado queexiste y no se predica sobre ella.28. En el captulo segundo del evangelio segn Lucas leemos 48que la Virgen Mara se

    present en el templo despus de las seis semanas prescriptas para ser declarada limpia, comoordenaba la ley a todas las mujeres, si bien la Virgen Mara no era impura como ellas, nideudora de la misma limpieza, ni siquiera la necesitaba. Mas la Virgen Mara obr as poramor, no queriendo hacer de menos a las dems mujeres, ni pretendiendo apartarse de entreellas. De modo semejante obr el apstol Pablo haciendo que se circuncidara a Timoteo 49, noporque fuera necesario, sino ms bien por no ofrecer a los judos de fe cristiana tibia laocasin de pensar mal; sin embargo, el apstol no quiso que Tito fuera circuncidado,precisamente porque se lo obligaba a ello, alegando que la circuncisin era necesaria para lasalvacin 50. En el captulo 17 51del evangelio segn Mateo discute Cristo con Pedro acercadel tributo que tambin se exiga a los discpulos, y le objet que los hijos de un rey nonecesitaban abonar tributo alguno. Una vez conforme Pedro con dicha explicacin, Cristo le

    orden no obstante que saliera al mar y le dijo: Mas para que no se escandalicen por causanuestra, ve al mar. El primer pez que sacares, tmalo y en su boca hallars una moneda, dselapor ti y por m . Qu ejemplo tan hermoso es este y cun aplicable a lo que venimosdiciendo! Cristo se da a s mismo y a sus discpulos el ttulo de libres hijos de rey que nocarecen de nada, y sin embargo, se doblega voluntariamente, sirve y abona el tributo. Tantocomo la obra de Cristo pudo serle necesaria y beneficiarle para su propia justicia o salvacin,as tambin son todas sus dems obras y las que realizan los cristianos, necesarias para susalvacin; porque en realidad se trata de servicios voluntarios en favor de los dems hombresy para su mejoramiento. Asimismo deberan las obras de los sacerdotes, conventos y captulosser hechas de manera que cada cual obrase segn su estado y su orden, pero con la mira puesta

    nicamente en auxiliar a otros y dominar el propio cuerpo, dando as buen ejemplo a aquellosque tambin necesitan gobernar su carne. Pero estn prevenidos siempre y no se proponganalcanzar justicia y salvacin con tales obras, porque justicia y salvacin slo son posibles porla fe. En este sentido amonesta el apstol Pablo 52 y 53a los cristianos a someterse al podersecular, dispuesto siempre a prestarle su servicio, mas no con miras de alcanzar justicia, sinopara servir libremente a los dems y a la autoridad secular, obedeciendo con amor y libertad.Quien entienda esto podr vivir fcilmente en medio de los innumerables preceptos y leyesdel Papa, de los obispos, de los conventos, de los captulos, de los prncipes y seores de quealgunos prelados irrazonables hacen uso y los presentan como si fueran necesarios para lasalvacin, denominndolos injustamente mandamientos de la iglesia; injustamente, porque elcristiano libre discurre as: ayunar, orar, har esto y lo otro tal como ha sido ordenado, pero

    no lo he menester ni busco mi justicia y salvacin con ello, sino que lo hago por el Papa, elobispo, la comunidad, o tambin por mi hermano en la fe o por mi seor, a fin de dar ejemplo,servir y sufrir. Qu cosas mucho mayores ha hecho y padecido Cristo por m, aunque l lonecesitaba mucho menos que yo! Y aunque los tiranos exijan lo que no les corresponde, ennada me perjudicar mientras no vaya contra Dios.29. De lo hasta aqu expuesto cualquiera puede formarse un juicio exacto y distinguir entretodas las obras y los mandamientos, as como tambin entre prelados, ciegos y locos yaquellos que son razonables. Porque toda obra que no persiga el fin de servir a los dems y

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    sufrir su voluntad siempre que no se obligue a ir contra la voluntad de Dios no ser unabuena obra cristiana. Por eso sospecho que son p!ocas las fundaciones, iglesias, conventos,altares, misas y legados verdaderamente cristianos, y asimismo los ayunos y oracionesespeciales dirigidos a algunos santos. Temo que con todo ello cada cual procura slo por losuyo, pensando expiar sus pecados y conseguir la salvacin. Este afn dimana de la ignorancia

    sobre la fe y la libertad cristiana. Pero hay tambin prelados irrazonables que empujan a lagente a obrar de tal modo ensalzndolo y coronndolo todo con indulgencias, peroolvidndose de instruir en la fe. Yo te aconsejo que si deseas hacer un legado en bien de laiglesia, o si quieres orar y ayunar, no lo hagas pensando en tu propio provecho, antes alcontrario, hazlo desinteresadamente, para que los dems lo disfruten y se beneficien con ello;si tal haces, eres un verdadero cristiano. Por qu quieres retener tus bienes y buenas obrasque te sobran para cuidar y dominar tu propio cuerpo, toda vez que ya tienes bastante con tufe, en la que Dios te ha otorgado ya todas las cosas? Sabrs que los bienes de Dios han depasar de unos a otros y pertenecer a todos, o sea, cada cual cuidar a su prjimo como a smismo. Los bienes divinos emanan de Cristo y entran en nosotros: de Cristo, de aquel cuyavida estuvo dedicada a nosotros, como si fuera la suya propia. Del mismo modo deben emanar

    de nosotros y derramarse sobre aquellos que los necesitan. Pero esto tendr lugar de talmanera que pondremos tambin nuestra fe y justicia en servicio y favor del prjimo delante deDios, a fin de cubrir as sus pecados y tomarlos sobre nosotros cual si fueran nuestros, comoCristo ha hecho para con nosotros mismos. He aqu, esto es amor cuando el amor esverdadero. Y el amor es verdadero cuando la fe tambin es verdadera. Por eso el apstolindica como propiedad del amor 54, que no busque lo suyo, sino el bien del prjimo.30. Se deduce de todo lo dicho que el cristiano no vive en s mismo, sino en Cristo y elprjimo; en Cristo por la fe, en el prjimo por el amor. Por la fe sale el cristiano de si mismo yva a Dios; de Dios desciende el cristiano al prjimo por el amor. Pero siempre permanece enDios y en el amor divino, como Cristo dice 55: De aqu adelante veris el cielo abierto, y a los

    ngeles que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre . He aqu la libertad verdadera,espiritual y cristiana que libra al corazn de todo pecado, mandamiento y ley; la libertad quesupera a toda otra como los cielos superan la tierra. Quiera Dios hacernos comprender esalibertad y que la conservemos! Amn.

    NOTAS

    1. Germn Mlphordt, no Jernimo como lo llama Lutero.2. Juan Silvio Wildenauer de Eger.3. 1 Co. 9: 19.

    4. Ro. 13:8.5. Ga. 4: 4.6. Jn. 11:25.7. Jn. 14: 6.8. Mt. 4: 4.9. Cf. Sal. 119.10. Am. 8: 11 y sig.11. Cf. Sal. 107:20.

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    12. Os. 13 913. Ro. 1:7.14. Ro. 10: 4.15. Jn. 6:29.16. Mr. 16: 16.

    17. Is. 10:22.18. Ro. 10: 10.19. Ex. 20: 17.20. Zn. 1:12.21. Ef. 5:30.22. 1 Co. 15:55-57.23. Ex. 20: 2-4.24. Ex. 13:2.25. Gn. 49: 3.26. Ro. 8:34.27. 1 P. 2:9.

    28. Ro. 8:28 y sigs.29. 1 Co. 3:21 y sigs.30. Sal. 145: 19.31. 1 Co. 4: l.32. 1 Co. 15:55 y sig.33. Ro. 8:23.34. Rom. 7:21 y sig.35. 1 Co. 8:27.36. Ga. 5:24.37. Gn. 2: 15.

    38. Mt. 7: 18.39. Eccl. 10:14-15.40. Mt. 12:33.41. Mt. 7: 20.42. 2 T. 3:5 y sigs.43. Ga. 5: 6 y sigs.44. Fil. 2: 1 y sigs.45. Fil. 2: 5 y sigs.46. Cap. 12.47. Ga. 2: 20.48. Lc. 2: 22 y sigs.

    49. Hch. 16:3.50. Ga 2:3.51. Mt. 17: 24 y sigs.52. Ro. 13:1 y sigs.53. Tit. 3:1.54. 1 Co. 13:5.55. Jn. 1:51.