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SALA 5. Compras, legados, donaciones …: Luis y Santiago Montoto. Marta Palenque Fondos y procedencias: bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla [2012] 1 LUIS Y SANTIAGO MONTOTO ¡Era otro mundo! Allí solo se olía a tabaco y a pastillas de vejez, como diría Quevedo. ¡Qué estantes! ¡Tan altos y tan señores! Tan serios y tan altos como su dueño. ¿Quién se atrevería a manejar los infolios, si el que menos pesaba una arroba! Allí dormían, como encerrados en sepulcros, Pedro de Marca, Cornelio de la Piedra, San Agustín y Santo Tomás. Dios ha permitido que aquellos libros, de mano en mano y por ley de herencia, lleguen a las mías en sus propias cárceles, en los mismos estantes que atemorizaron al niño y fueron para él, como para el viejo canónigo, si al principio temidos, después amados y reverenciados. ¡Libros en que estudiaron mis antecesores, con los cuales nutrieron su inteligencia y ensancharon su espíritu; pasto de las almas en el incesante mudar de los tiempos; comunicación que santifica… (Montoto Rautenstrauch, 1929, p. 25). Con estas palabras Luis Montoto y Rautenstrauch enlazaba el pasado y el presente de su biblioteca en el tomo I de sus memorias tituladas "En aquel tiempo": vida y milagros del magnífico caballero Don Nadie. El pasado era el de su niñez, cuando, tras la muerte de su madre, su familia se mudó a la casa del tío paterno, el doctoral de la Catedral de Sevilla don Luis López-Vigil y Pando, en la calle de los Encisos. Allí transcurrió la infancia y adolescencia de Luis, mimado por su tío, que le enseñó las primeras letras leyendo párrafos del Quijote, pues era ferviente cervantista: ‹‹Entre sorbo y sorbo [de chocolate con bizcochos] me explicaba los pasajes de la historia que yo había leído; y como varón de muchas letras y de felicísima memoria, sus comentos, según luego he inferido, se aventajaban a los del mismo Clemencín›› (ídem, p. 16). Allí estaban además los libros propiedad de su padre, también un enamorado de Cervantes, que hacía tertulia con sus amigos José María Asensio y Juan José Bueno. El Luis Montoto anciano que escribe estas memorias evoca con añoranza las habitaciones de esa casa llena de libros por las que deambulaba el niño. Recuerda uno en especial: ‹‹Los renglones, muy cortitos; las estampas, muy bonitas››, un volumen de versos que luego identifica como los Cantos del trovador, de José Zorrilla, que, si fascinaban al niño, luego serían compañeros de las ensoñaciones del adolescente 1 . Muy antipáticos le resultaban otros volúmenes de la biblioteca paterna: El Fuero Juzgo, Las Siete Partidas… y otro muy rugoso y ventrudo: Crónica de los Reyes de Castilla 2 (ídem, p. 24). Para aliviar sus penas, también acudía a la salita ‹‹de aseo y costura›› de su tía, ‹‹que olía a rosas y violetas›› y ‹‹donde tampoco faltaban libros, encerrados en un estantito, en amor y compaña de juguetes, dijes, lazos››; estos eran las Obras de Santa Teresa, la Introducción a la Vida Devota y El año Cristiano 3 (ídem, p. 25). Pero era la librería del tío abuelo la que dulcificaba su espíritu, 1 De esta obra, editada en 1840, hay un ejemplar en la donación: Cantos del trovador: colección de leyendas y tradiciones históricas, Madrid, Imp. de J. Antonio Ortigosa, 1859, 3ª ed., A Mont. 5/4/37. 2 Solo localizo en el fondo un ejemplar de Las Siete Partidas del Sabio Rey Don Alfonso el IX [sic] / con las variantes de más interés y con la glosa de Gregorio López; vertida al castellano y extensamente adicionada, con nuevas notas y comentarios y unas tablas sinópticas comparativas, sobre la legislación española, antigua y moderna... por Ignacio Sanponts y Barba, Ramón Martí de Eixala y José Ferrer y Subirana, Barcelona, Imprenta de Antonio Bergnes, 1843- 1844, A Mont. 11/1/15-18. Copio los registros tal cual figuran en el catálogo Fama. 3 Actualmente en el fondo hay los siguientes títulos: Las obras de S. Teresa de Iesus fundadora de la Reformacion de los Descalzos y Descalzos de Na. Sa. del Carmen de la primitiva obseruancia: corregidas segun sus originales autenticos..., En Madrid, Por Ioseph Fernandez de Buendia, acosta de Manuel Lopez..., 1661, A Mont. 03/4/18; Las

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SALA 5. Compras, legados, donaciones …: Luis y Santiago Montoto. Marta

Palenque

Fondos y procedencias: bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla

[2012] 1

LUIS Y SANTIAGO MONTOTO

¡Era otro mundo! Allí solo se olía a tabaco y a pastillas de vejez, como diría Quevedo.

¡Qué estantes! ¡Tan altos y tan señores! Tan serios y tan altos como su dueño. ¿Quién

se atrevería a manejar los infolios, si el que menos pesaba una arroba! Allí dormían,

como encerrados en sepulcros, Pedro de Marca, Cornelio de la Piedra, San Agustín y

Santo Tomás. Dios ha permitido que aquellos libros, de mano en mano y por ley de

herencia, lleguen a las mías en sus propias cárceles, en los mismos estantes que

atemorizaron al niño y fueron para él, como para el viejo canónigo, si al principio

temidos, después amados y reverenciados. ¡Libros en que estudiaron mis antecesores,

con los cuales nutrieron su inteligencia y ensancharon su espíritu; pasto de las almas

en el incesante mudar de los tiempos; comunicación que santifica…

(Montoto Rautenstrauch, 1929, p. 25).

Con estas palabras Luis Montoto y Rautenstrauch enlazaba el pasado y el presente de su

biblioteca en el tomo I de sus memorias tituladas "En aquel tiempo": vida y milagros del

magnífico caballero Don Nadie. El pasado era el de su niñez, cuando, tras la muerte de su

madre, su familia se mudó a la casa del tío paterno, el doctoral de la Catedral de Sevilla don

Luis López-Vigil y Pando, en la calle de los Encisos. Allí transcurrió la infancia y adolescencia

de Luis, mimado por su tío, que le enseñó las primeras letras leyendo párrafos del Quijote, pues

era ferviente cervantista:

‹‹Entre sorbo y sorbo [de chocolate con bizcochos] me explicaba los pasajes de la

historia que yo había leído; y como varón de muchas letras y de felicísima memoria,

sus comentos, según luego he inferido, se aventajaban a los del mismo Clemencín››

(ídem, p. 16).

Allí estaban además los libros propiedad de su padre, también un enamorado de Cervantes, que

hacía tertulia con sus amigos José María Asensio y Juan José Bueno.

El Luis Montoto anciano que escribe estas memorias evoca con añoranza las habitaciones de esa

casa llena de libros por las que deambulaba el niño. Recuerda uno en especial:

‹‹Los renglones, muy cortitos; las estampas, muy bonitas››,

un volumen de versos que luego identifica como los Cantos del trovador, de José Zorrilla, que,

si fascinaban al niño, luego serían compañeros de las ensoñaciones del adolescente1. Muy

antipáticos le resultaban otros volúmenes de la biblioteca paterna: El Fuero Juzgo, Las Siete

Partidas… y otro muy rugoso y ventrudo: Crónica de los Reyes de Castilla2 (ídem, p. 24). Para

aliviar sus penas, también acudía a la salita ‹‹de aseo y costura›› de su tía, ‹‹que olía a rosas y

violetas›› y ‹‹donde tampoco faltaban libros, encerrados en un estantito, en amor y compaña de

juguetes, dijes, lazos››; estos eran las Obras de Santa Teresa, la Introducción a la Vida Devota y

El año Cristiano3 (ídem, p. 25). Pero era la librería del tío abuelo la que dulcificaba su espíritu,

1De esta obra, editada en 1840, hay un ejemplar en la donación:Cantos del trovador: colección de leyendas y

tradiciones históricas, Madrid, Imp. de J. Antonio Ortigosa, 1859, 3ª ed., A Mont. 5/4/37. 2Solo localizo en el fondo un ejemplar de Las Siete Partidas del Sabio Rey Don Alfonso el IX [sic] / con las variantes

de más interés y con la glosa de Gregorio López; vertida al castellano y extensamente adicionada, con nuevas notas y

comentarios y unas tablas sinópticas comparativas, sobre la legislación española, antigua y moderna... por Ignacio

Sanponts y Barba, Ramón Martí de Eixala y José Ferrer y Subirana, Barcelona, Imprenta de Antonio Bergnes, 1843-

1844, A Mont. 11/1/15-18. Copio los registros tal cual figuran en el catálogo Fama. 3Actualmente en el fondo hay los siguientes títulos: Las obras de S. Teresa de Iesus fundadora de la Reformacion de

los Descalzos y Descalzos de Na. Sa. del Carmen de la primitiva obseruancia: corregidas segun sus originales

autenticos..., En Madrid, Por Ioseph Fernandez de Buendia, acosta de Manuel Lopez..., 1661, A Mont. 03/4/18; Las

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tal vez como traslado de la atención que su propietario dedicaba al niño y los muchos ratos

felices pasados entre lectura y sorbo de chocolate caliente. Aquellos tomos, huérfanos del

canónigo, llegaron luego a sus manos como fragmentos de su alma. El niño, ya hombre,

continuó engrandeciendo esa biblioteca con la adquisición de nuevas obras y con los regalos de

amigos e instituciones diversas, sobre todo sevillanas. Más tarde, transferida a sus hijos, sería

Santiago, el sexto de los ocho hijos de Luis Montoto y Asunción de Sedas y Viguera, el que

continuase la labor de compra de volúmenes y la actualización con referencias de su tiempo. La

intensa vida literaria y académica de Luis y Santiago Montoto añadió un importante fondo

manuscrito formado por correspondencia, los propios originales de sus muchos escritos, apuntes

y recortes varios que valoraré más adelante.

En el legado Montoto de la BUS queda huella de la historia de esta biblioteca viva y en

crecimiento a lo largo de algo más de un siglo medio, pues contiene fondos que se remontan al

canónigo López-Vigil y Pando, continúan con el padre, José María Montoto López-Vigil, y se

prolongan con el hijo y el nieto: Luis Montoto y Rautenstrauch y Santiago Montoto de Sedas. El

más pequeño de los hermanos vivo, Cástor, fue el heredero de la biblioteca y el archivo, que

pasaron luego a su hijo Luis Alfonso Montoto Pacheco, quien finalmente donó una parte a la

Biblioteca Universitaria de Sevilla en 1983.

La familia Montoto

Según consta en los documentos del Archivo de la Catedral de Sevilla, Luis López-Vigil y

Pando nació en Villaviciosa (Oviedo) en 1788. Cursó estudios de Filosofía en el Colegio de

Santa María de los Ángeles, de la Universidad de Salamanca, entre 1805 y 1808, y asistió los

dos últimos años a la cátedra de lengua griega. Tras un paréntesis causado por guerra de la

Independencia, estudió entre 1813-1816 Teología Moral en la Universidad de Oviedo. Tomó las

Sagradas Órdenes y, en 1817, se hizo cargo de la Parroquia de S. Pedro de Valladolid (con

"beneficio curado"), donde permaneció hasta 1829. Entre 1819 y 1823 siguió la carrera de

Leyes en esta ciudad y obtuvo el título de bachiller; en 1825 ganó un año de Instituciones

Canónicas y el grado de bachiller en la Facultad de Sagrados Cánones; en 1826, los de

Decretales, Historia y Disciplina General de la Iglesia, hasta alcanzar los grados de Licenciado y

doctor en la misma Facultad de Cánones en 1827. Al año siguiente opositó a la Canonjía de

Ciudad Rodrigo, fue elegido y allí residió hasta 1832, cuando logró la misma plaza en la

Catedral de Sevilla. Fue Canónigo Doctoral hasta 1853, y luego recibió las dignidades de

Vicario General, Arcediano y Maestrescuela. Falleció en Sevilla, en 18624.

obras de la S. Madre Teresa de Iesus, fundadora de la Reformacion de las Descalças y Descalços de N. Señora del

Carmen. Segunda Parte, que contiene el govierno espiritual del alma, En Anveres, En la Emprenta Plantiniana de

Balthasar Moreto, 1630, A Mont. 03/4/21, solo Parte II; Obras de Santa Teresa de Jesús, fundadora de la reforma de

la Orden de Nuestra Señora del Carmen, Barcelona, Librería religiosa, 1851-1852, A Mont. 10/7/29-30 (solo t. III);

Año cristiano, ó ejercicios devotos para todos los días del año, escrito en francés por Juan Croisset; traducido al

castellano por el P. José Francisco de Isla. Adicionado con las vidas de los Santos y festividades que celebra la Iglesia

de España, y que escribieron Pedro Centeno y Juan de Rojas, Barcelona, Librería religiosa, 1854, A Mont. 10/5/20.

La santa de Ávila está muy presente en esta biblioteca, también en ediciones modernas. 4Para esta nota biográfica he usado los siguientes documentos del Archivo de la Catedral de Sevilla: Informaciones de

genere, calidad y Limpieza de Sangre de Dn. Luis López Vigil y Pando, natural de Villaviciosa, Obispado de Oviedo,

para entrar en el goze de la Canongía Doctoral de esta Sta. Igª., Fondo Capitular, Sec. Secretaría, Serie Pruebas de

Sangre, 1832, sign. Letra L, núm. 48; Libro de las entradas de Señores Capitulares en esta Sta. Yglesia. Empieza en

el Año de 1796, Fondo Capitular, Sec. Secretaría, Serie Personal, sign. ACS 0008B, p. 29v; "Título del nombramiento

y colación del Sr. D. Luis López Vigil de la Dignidad de Arcediano", 1858, en Archivo de la S. M. y P. Iglesia de

Sevilla, Est. núm. 2, Leg. 212, nº 3, 1850-1906, "Primera Real Cédula Auxiliatoria en favor del Dr. D. Luis López

Vigil...", en Archivo de la S. M. y P. Iglesia de Sevilla, Leg. núm. 212, Carpeta núm. 5, Est. nº 2, 1853-1897; Fondo

Capitular. Secc. Secretaría. Serie Personal. Libro de Entradas de Señores Capitulares. Sign. 11130, p.7r. Agradezco

la ayuda de Nuria Casquete de Prado y Mª Isabel González Ferrín en la localización de estos documentos.

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El canónigo, cimiento de la biblioteca, era tenido en Sevilla por humanista y hombre de gran

cultura. Su sobrino, José María Montoto López-Vigil (Santa Eulalia de Cabranes, Asturias,

1818-Sevilla, 1882) vivió junto a él en Sevilla desde muy joven con su madre, hermana del

doctoral, acogidos tras la muerte del padre. Estudió Derecho en la Universidad Literaria, ejerció

como relator del juzgado eclesiástico y publicó algunos ensayos sobre materias jurídicas e

históricas: Del consentimiento que necesitan obtener los hijos de familia y menores para

contraer matrimonio (Sevilla, Imp. de Las Novedades, 1864), Reflexiones sobre el

cumplimiento de la parte piadosa de las últimas voluntades (Sevilla, Imp. de Las Novedades,

1867) e Historia del Reinado de D. Pedro Primero de Castilla, llamado el Cruel (Sevilla, Imp.

de Carlos Santigosa, 1847), solo firmado con las iniciales J. M. M. Perteneció al partido carlista

de Sevilla ("alma del partido legitimista de Andalucía", según Cástor Montoto, 1935, p. 6).

Fundó el periódico El Desengaño en 1870 y colaboró en La Platea, La Aurora, El Ateneo y El

Folk-Lore Andaluz, donde usó el seudónimo Mosén Oja Timorato. En la "Biblioteca de las

Tradiciones Populares españolas", dirigida por Antonio Machado y Álvarez, publicó su

traducción del latín ‹‹con interesantes adiciones›› de la obra De los maleficios y los demonios.

Libro quinto del "Hormiguero" escrito por el prior Fr. Juan Nyder (Sevilla, Francisco Álvarez

y Cía., 1884, ts. II y IV), también con el mismo seudónimo.

De su matrimonio con María de los Ángeles Rautenstrauch y Giovanelli nacieron tres hijos:

María Luisa, Luis y Carlos. Al morir la esposa en 1854, la familia pasó a la casa de su tío el

canónigo, en la mencionada calle de los Encisos. El hijo mediano, Luis Montoto y

Rautenstrauch (Sevilla, 1851-1929), heredó la biblioteca familiar y también el amor por los

clásicos españoles y por el estudio y la cultura en general. Estudió Derecho en Sevilla y terminó

ganando por oposición la plaza de notario mayor del Arzobispado hispalense. A lo largo de su

vida compaginó la dedicación a las leyes con la literatura y el mundo académico-cultural

sevillano, en el que tendrá una constante y notoria presencia.

Su inclinación hacia la literatura y la escritura se manifestaron muy temprano, empezando por la

poesía y el teatro. Con su íntimo amigo Manuel Cano y Cueto compuso Crónica de la capital

(Revista de Sevilla) (1870), a la manera de las revistas de José Mª Gutiérrez de Alba, y La

transmigración de las almas, disparate mayúsculo en un acto (1873), que fueron estrenadas en

Sevilla con bastante éxito. Igual ocurrió con los cuadros dramáticos que escribió con José de

Velilla: Torrigiano (1873) y El último día (1874)5. En la poesía recaló por los mismos años con

Melancolía (1872), donde hacía ya gala de su interés por la poesía popular. Siguieron otros

libros poéticos en los que combinaba su predilección por Ramón de Campoamor con el gusto

por cantares y romances, y, a partir de 1875, ejerció como redactor-jefe del periódico El

Español. Son los años de la tertulia en el café Universal, entre 1874 y 1878, con Felipe Pérez y

González, los hermanos Velilla, Jiménez Placer… En 1877 contrajo matrimonio con Asunción

de Sedas, con la que tendría ocho hijos.

La década de 1880 supuso su madurez y prestigio: en 1881 Antonio Machado y Álvarez,

Demófilo, fundó la sociedad el Folk-Lore Andaluz y don Luis perseveró en las enseñanzas de

Machado para ordenar sus investigaciones en torno a las costumbres populares. Al año siguiente

entró a formar parte de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras con el discurso La poesía

lírica de España en el siglo XIX. Asumió la secretaría de esta institución en 1884 y, en 1918,

llegó a ser su presidente. También en 1884 accedió a la política como concejal del

Ayuntamiento por el Partido Conservador, cargo al que renunció muy pronto. Volvió a ser

concejal en 1893.

5En el comentario de la extensa producción de Luis y Santiago Montoto solo menciono aquellos títulos que me parecen

necesarios para trazar sus perfiles.

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La investigación en torno al habla popular fue la base del volumen Un paquete de cartas de

modismos, locuciones, frases hechas, frases proverbiales y frases familiares (1888); poco

después publicó Tiquis Miquis. Carta en la que habla de más de doscientos personajes

proverbiales (1890), repertorio que luego amplió en uno de sus ensayos más celebrados:

Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas Castillas (1911-1913, 1ª

ed; 1921-1922, 2ª ed. aumentada. Véase ficha 178). No dejó la poesía: A la lumbre del hogar,

1890; Historia de muchos Juanes, 1891 (tuvo gran éxito, hay una bonita 3ª ed. ilustrada) y La

musa popular, 1893. En este último volumen coincidió con otros sevillanos y españoles (José

Gestoso y José Zorrilla, por ejemplo) en su deseo de distanciar la poesía popular del

flamenquismo de los cafés-cantantes tan en boga en estos años; justo al contrario del ambiente

que preferían los poetas modernistas:

‹‹[...] la Musa Popular no es la ramera que se arrastra por el lodo de la calle y

dormita sobre el banco de la taberna, suelto y enmarañado el cabello, ennegrecidos

los labios por el humo del tabaco, rasgado el vestido y al aire el seco y rugoso pecho,

no besado jamás por el niño [...]››6

La producción de Luis Montoto se sucedía incansable. En 1898 editó el interesante Fruta seca,

colección de discursos y artículos sobre muy distintos temas y, en 1902, fue elegido

correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española. Las estéticas literarias cambiaban

a su alrededor, pero su obra permanecía inalterada. Con Juan Francisco Muñoz y Pabón escribió

unas sátiras en verso sobre el Modernismo poético que vieron la luz primero en la prensa y

luego en el folleto Trébol: una carta y dos epístolas (1907).

Era también un gran aficionado a los toros, como prueba el romance ¡Toros en Sevilla! ¡Toros!

(1896) y sus numerosas reseñas de espectáculos taurinos en El Español, entre 1887-1888, con el

seudónimo Poquito Pan.

La 2ª edición de Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas

Castillas, en 1921-1922, se hizo con motivo de su nombramiento como Hijo Predilecto de la

Ciudad de Sevilla. Era tiempo de recoger premios y honores, y en esta misma fecha se cambió

el nombre de la antes rotulada como calle Oriente por el de Avenida Luis Montoto y recibió la

Gran Cruz de Alfonso XII. Como remata Higinio Capote: ‹‹Evocar la figura de don Luis es

evocar la vida de Sevilla en más de medio siglo›› (1951, p. 1).

Como literato, perteneció al grupo de Cano y Cueto, Peñaranda, Mas y Prat, Velilla y Jiménez

Placer, que siguieron afectos a los clásicos de la cultura sevillana y andaluza, pero se abrieron a

temas, estilos y pensamientos nuevos, rompiendo con el formalismo de la llamada "escuela

sevillana de poesía". Afirmaba Mario Méndez Bejarano de don Luis: ‹‹Último vástago de la

noble generación que prestó nueva savia a la entonces decadente escuela sevillana›› (1989, p.

120).

A la casa familiar de Luis Montoto, establecida primero en la calle Levíes, luego (desde 1916)

en Mateos Gago, acudían escritores, académicos, investigadores y literatos a hacer tertulia:

Joaquín Hazañas y la Rúa, el duque de T'Serclaes (a cuyas reuniones asistía a su vez

puntualmente don Luis), Francisco Rodríguez Marín, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez

Quintero, Juan Francisco Muñoz y Pabón, José de Velilla, Cano y Cueto, José Gestoso, Joaquín

Guichot, Manuel Gómez Imaz, Javier Lasso de la Vega… En el último cuarto del siglo XIX

había en Sevilla tertulias de gran importancia entre las que se contaba la mencionada del duque

de T‘ Serclaes (Juan Pérez de Guzmán y Boza) y de su hermano Manuel, Marqués de Jerez de

los Caballeros, ambos grandes bibliófilos y dueños de una riquísima biblioteca, a cuya consulta

fue asiduo Marcelino Menéndez Pelayo. Fruto de estos encuentros fue la fundación de la

6Montoto Rautenstrauch, 1894, p. 63.

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Sociedad de Bibliófilos Andaluces, dirigida por José María Asensio. Testimonios de la riqueza

bibliográfica y del afán erudito de los sevillanos de entonces, la perteneciente al marqués fue

vendida en 1902 a Archer M. Huntington y forma parte en la actualidad de los fondos de la

Hispanic Society; la del duque mudó con su propietario a Madrid. Poco a poco, cuenta Santiago

Montoto, se fueron trasladando los libros:

‹‹aquello era la muerte. Un día ayudé al Duque a meter los últimos libros en unos

cajones para su traslado a Madrid. No sé por qué me parecieron aquellas cajas

ataúdes […]›› (1948, p. XIV).

Luis Montoto contó algunas anécdotas relacionadas con estas reuniones en un curioso librito

que firmó con uno de sus seudónimos, Don Lorenzo de Miranda (véase Montoto, 1948).

La correspondencia depositada en el fondo de manuscritos de la BUS permite conocer una

amplia esfera de amistades y de intereses. No extraña así que el hijo mayor, José Luis Montoto

de Sedas (Sevilla, 1880-1964) se aventurase en el mundo del teatro componiendo al alimón con

Manuel Machado la comedia Amor al vuelo, estrenada en el Teatro Cervantes de Sevilla en

1904, el entremés Los armados (del que no hay más datos) y el sainete El Café Novedades o La

de las perlas, con música de Isidro Roselló, que se puso en el Teatro del Duque en 1922

(Catálogo, 2002, vol. II, p. 453). Cástor Montoto añade Las Guerreras, zarzuela en

colaboración con Pedro Muñoz Seca, gran amigo suyo y visita asidua en la casa familiar (1935,

p. 190). Méndez Bejarano (1989, p. 122) cita más títulos sin aportar fechas. En el catálogo

manual del Fondo Antiguo hay una papeleta de otra pieza de teatro lírico: Sevilla 1914.

Fantasía en un acto, dividido en seis cuadros y un intermedio musical, en colaboración con

Antonio R. Leonís, y música del maestro Font de Anta (1912).

Pero el discípulo y heredero directo de las investigaciones e intereses paternos fue el sexto de

los hijos, Santiago Montoto de Sedas (Sevilla, 1890-1973), que perseveró en el estudio de las

tradiciones sevillanas y andaluzas, y engrandeció, con sus indagaciones y contactos personales,

la biblioteca y el archivo familiares.

Santiago Montoto finalizó los estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de

Sevilla en 1911 y 1912, y, según Pineda Novo, formó parte de la Asociación de Estudiantes

católicos que organizó durante varios cursos las Fiestas de Santo Tomás de Aquino, en las que

se leían ensayos sobre temas diversos7. En 1910 obtuvo el primer premio de los Juegos Florales

del Ateneo por su poema "Relicario", precisamente el año en que actuaban como mantenedores

los hermanos Álvarez Quintero, quienes, en una fiesta posterior, anunciaron su proyecto de

construcción del actual monumento en honor de Bécquer erigido en el Parque de María Luisa.

Se juntaban así hilos que luego confluirían en el decurso vital del joven Santiago. Su padre,

intentando frenar sus inclinaciones literarias, influyó para que se diese de alta en el Colegio de

Abogados en 1912 y comenzó a ejercer como tal, pero, en 1916, abandonó las leyes por la

literatura.

En 1911 había publicado sus primeros libros: la traducción de Última hora de Torcuato Tasso,

de Giovanni Prati, y Poesías, ambos salidos de la imprenta de El Correo de Andalucía. Este año

es nombrado correspondiente de la madrileña Academia de la Poesía Española y, en la misma

fecha ingresó, con solo veintidós años, en la Academia de Buenas Letras con un discurso sobre

la monja escritora Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa. Siguen los honores: correspondiente

de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba en 1913, Socio de Honor

del Ateneo, correspondiente de la Real Academia de la Historia desde 1917, miembro de la

Comisión de Monumentos de la provincia de Sevilla en 1918, caballero de la Real Orden de

7En el Archivo Histórico de la US está su expediente académico (legajo 1934-75-1658). Pineda Novo (1990, p. 12)

asegura que en este expediente se guarda un discurso de Santiago Montoto titulado Modernismo, hoy perdido.

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Isabel la Católica en 1919, etc. Y accedió también a la vida política tras ser elegido concejal por

el Círculo Conservador en 1917. Uno de sus logros en este cargo fue la creación de las

bibliotecas populares. La vocación literaria le llevó a publicar un segundo libro de poesía: Las

Delicias Viejas (1921) y varias novelas (dos de ellas, La novela de mi amigo y El Marquesito de

Arenales, de 1924). Pero la investigación en materias históricas, literarias y artísticas, desde el

Siglo de Oro hasta el XIX, acapararon por completo al escritor, que fue abandonando la

creación. Comenzó así a publicar ensayos y artículos de distinta extensión en torno a Rodrigo

Caro, Luis de Belmonte y Bermúdez, Juan de la Cueva, Tirso de Molina, las crónicas de

Indias..., y su firma se hizo asidua a las páginas de El Liberal y Blanco y Negro. Asiduo a la

Biblioteca Capitular y Colombina, en la que copió numerosos documentos, ocupó el cargo de

ayudante de biblioteca en este centro desde 1915 hasta 1925 (Guillén, 2006, pp. 532-533).

La muerte de su padre, en 1929, impuso un paréntesis en su producción. Al retomar el estudio lo

hizo aún con mayor fuerza editando nuevos trabajos sobre Lope de Vega, Bécquer, Fernán

Caballero, etc. Cervantes, Mateo Alemán, Juan de la Cueva y el Padre Isla (su Fray Gerundio)

eran algunos de sus autores predilectos; el siglo XIX fue atrayéndole cada vez más como lector

y estudioso: además de Cecilia Böhl de Faber y Bécquer, se contaba entre sus favoritos Juan

Valera. Admiraba a Rodríguez Marín, amigo de su padre, por sus estudios folclóricos y su

manejo de la prosa, y gustaba de la literatura epistolar, especialmente de Madame de Sevigné y

Santa Teresita de Lisieux (Esquivias Franco, 1978, p. 94). En lo relativo al arte se interesó por

Martínez Montañés, Zurbarán, Murillo, la Catedral y el Alcázar de Sevilla, etc. Fue vocal del

Comité Ejecutivo de la Exposición de 1929, en su calidad de secretario de la Comisión

Municipal de Monumentos. En 1937 le otorgaron el Premio José María Izquierdo por el libro

Sevilla en el Imperio (que se agotó a los tres días de haberse puesto a la venta, según cuenta él

mismo a Francisco Amores, 18/6/1972, p. 5); y en 1941 fue elegido correspondiente de la Real

Academia Española de la Lengua.

La fama de la biblioteca Montoto se extendió más allá de Sevilla. Como su padre, que dedicaba

tiempo y mimo al arreglo y orden de su biblioteca y archivo, don Santiago estaba orgulloso de

sus libros y compraba todo aquel volumen antiguo o raro que le llamaba la atención (no adquiría

sin embargo títulos nuevos). Tenía pensado (no llegó a hacerlo) publicar un tomo con lo que le

parecía más interesante del epistolario: las cartas de Menéndez Pelayo, los hermanos Álvarez

Quintero y Rodríguez Marín, por ejemplo (Esquivias Franco, 1978, p. 97). Gregorio Marañón

—que había acudido a Sevilla para el Congreso Internacional Americanista— la visitó en 1936

acompañado de Jorge Guillén, catedrático entonces de la Universidad Literaria (ídem, p. 96).

En la década de 1960 su figura se alzaba como eje de una tertulia en la Punta del Diamante y se

le solicitaban artículos y conferencias. Una década después, la arteriosclerosis comenzó a minar

su salud; una primera caída en casa le retuvo sin salir, pero seguía leyendo y escribiendo, recibía

a amigos y discípulos, hasta que le llegó la muerte el 30 de octubre de 1973.

La bibliografía debida a Santiago Montoto es extensa y le reportó reconocimientos

innumerables. Sobre todo su dedicación a Sevilla deparó títulos como Las calles de Sevilla y

Esquinas y conventos de Sevilla, que se siguen reeditando como verdaderos clásicos para la

cultura local. Como antes su padre, ejerció como cronista oficial de la ciudad.

En 1972 Francisco Amores acudió a su domicilio para entrevistarle; le recibió rodeado de sus

libros: ‹‹esos libros –entre ellos, incunables–, esos cuadros, esas joyas, esos archivos que […]

posee don Santiago›› (15/6/1972, p. 15). Enfermo, casi inmovilizado, seguía escribiendo:

‹‹Papeles y más papeles. Don Santiago […] escribe en un sobre usado, en cualquier clase de

papel, en los reversos de los ‗saludas‘; en donde sea›› (18/6/1971, p. 4). Esto puede

comprobarse en el Fondo Antiguo de la BUS, adonde llegaron esos sobres, hojas recicladas,

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trocitos minúsculos de papel en los que anotó ideas para futuros proyectos, referencias

bibliográficas e innumerables cuestiones en torno a sus lecturas y curiosidades.

La recepción del legado

‹‹Unos seis mil volúmenes, aún sin catalogar, procedentes de la biblioteca de los

Montoto, han sido donados a la Universidad. En su mayoría se refieren a literatura

española y clásicos de la historia de Sevilla, y suponen aproximadamente la mitad de

una biblioteca que don Santiago consideraba ‗un rico tesoro‘ […]››.

Este era el resumen de la noticia que abría la sección "La Semana cultural" del periódico ABC

(Sevilla), el 21 de febrero de 1984. Su autor, Ángel Pérez Guerra, subrayaba que solo se había

donado la mitad de esta biblioteca, unos cinco mil títulos, además de un epistolario "de enorme

valor intelectual" y documentación diversa conservada por Santiago Montoto. El periodista

animaba a los investigadores a poner orden en este inmenso material, en su mayoría formado

por volúmenes de los siglos XIX y XX. Recogía luego las primeras impresiones de la entonces

directora de la BUS, Rocío Caracuel, quien precisaba que la colección —cuya catalogación

calculaba duraría al menos un año— había llegado a la Universidad en noviembre de 1983, en

un buen estado general. En poder de la familia Montoto quedó un número considerable de

títulos; según el periodista, "los de mayor valor sentimental", libros de los propios autores y

relacionados con la familia, además de la correspondencia y los papeles familiares. Se hacía

notar que, en los fondos globales, faltaban ejemplares, perdidos o prestados en la fecha de la

donación. La Universidad optó además por no trasladar libros ya repetidos en su fondo (por

ejemplo, según me comenta Araceli Montoto, la enciclopedia Espasa).

Pérez Guerra recurrió a Daniel Pineda Novo para que narrase la antigua ubicación y el espíritu

de la biblioteca:

‹‹Estaba compuesta de dos salas rectangulares unidas, con una buena iluminación

natural por dos puertas que daban al patio y a la ventana de la calle Mateos Gago,

junto a la que nuestro protagonista se sentaba a escribir y estudiar […]››

y respondía al sentido de la

‹‹biblioteca museo, pues en ella, aparte de las riquezas bibliográficas, se podían

admirar cuadros de Goya, Villegas, Gonzalo Bilbao y Valeriano Bécquer, entre

otros››.

En este espacio Santiago Montoto recibía a amigos y visitantes, entre ellos, Adriano del Valle,

Jorge Guillén, Eugenio D‘Ors, José María Pemán, Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, Manuel

Machado y Romero Murube. En algunas fotos publicadas de la biblioteca se advierten algunos

cuadros (el de la izquierda, un retrato de Narciso Campillo, amigo de su padre) y un busto del

Quijote.

En febrero de 1984, de nuevo Ángel Pérez Guerra ponderaba el valor de esta biblioteca que,

heredada de su padre, Santiago aumentó y enriqueció. Es imposible calibrar, seguía el

periodista, qué había quedado fuera de la donación, porque don Santiago al final dejó de

catalogar los nuevos textos. Daba además noticia de un intento de compra fallido por parte de la

Diputación de Sevilla del conjunto de la biblioteca, proyecto impulsado por Joaquín del Real

con el fin de convertirla en biblioteca pública.

Como afirman Morillo Morales yVázquez Herrero (s.a., p. 10),

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‹‹la historia de esta biblioteca no es solo de sus creadores sino de las viviendas que

los acogieron››.

La colección matriz pasó de la calle de los Encisos, a Levíes, 11 (desde 1866) y, a partir de

1916, a la actual Mateos Gago, 47. A la venta de este último domicilio se efectuó la donación a

la Universidad. Cuadros y esculturas, además de fondos especiales como álbumes, postales, etc.,

se movieron a una nueva ubicación, y con ellos parte del alma de la biblioteca.

No queda documento oficial alguno en los archivos universitarios al respecto de esta donación

que, siguiendo los comentarios recogidos por Morillo Morales y Vázquez Herrero (s.a., p. 15),

se llevó a cabo de manera poco organizada y sin "el control que se podría desear". Hay que

agradecer a la familia Montoto el que cediese a la Universidad una parte considerable de libros

y documentos, permitiendo su acceso público a lectores e investigadores. Es de desear que

puedan ser catalogados en un futuro no muy lejano los restantes libros y documentos del archivo

familiar, de tal manera que se conozca la globalidad de la biblioteca Montoto. Morillo Morales

y Vázquez Herrero inventariaron parte de los fondos que quedaron en propiedad de la familia en

Aproximación a la Biblioteca Montoto. Trabajo realizado en el I Máster en Bibliotecas sobre el

fondo bibliográfico de Luis Montoto (s.l., s.a.).

Valoración de los fondos

Como he indicado, la biblioteca de los Montoto era conocida por su riqueza. En 1959, cuando la

invadió una plaga de termitas, en el Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas

(núm. LI, julio-septiembre 1959, p. 77) se daba noticia de este suceso indicando que se trataba

de ‹‹una de las mejores bibliotecas particulares de Sevilla››. Se añadía este comentario: ‹‹Se da

la curiosa circunstancia de que las termitas han hecho presa en las ediciones modernas,

respetando los muchos libros raros y antiguos que posee el Sr. Montoto››. La prensa local se

hizo eco igualmente de esta plaga, que pudo ser detenida sin grandes daños para los libros al

haber sido advertida a tiempo, aunque se había pulverizado ‹‹más de un metro de librería y una

veintena de libros, entre los que se encontraba la colección completa de La Ilustración Artística,

de Barcelona, lujosamente encuadernada›› (Esquivias Franco, 1978, p. 126). Era la zona en la

que se encontraban las primeras ediciones de Santa Teresa de Jesús, varios incunables y las

obras completas de Lope de Vega editadas por la RAE, que no sufrieron desperfectos.

La biblioteca y el archivo legados a la BUS fueron catalogados con la signatura unitaria A

Mont., lo que permite conocer la integridad de la donación. Aunque quedaron fuera aquellas

obras firmadas por la familia Montoto o dedicadas a ellos, se encuentran en el fondo títulos

escritos por sus miembros. Probablemente la familia eligió los ejemplares únicos o dedicados y

cedió los duplicados8. El posible lector no encontrará pues la obra completa de Luis y Santiago

Montoto, tampoco de su padre (José María) en esta signatura. De Luis Montoto hay distintos

títulos, más numerosos los fechados en los años 90, a veces, como en Flores del campo

(poesías): Historia de muchos Juanes, La musa popular, Cantares, Poesías varias (1895)

constan en torno a 10 unidades e igual de Fruta seca (1899); volúmenes que el autor no llegó a

repartir entre los amigos. También se localizan muchos de sus discursos e incluso ejemplares

del periódico del que fue redactor jefe durante varios años: El Español (accesible en red, A

Mont. Rev. 87).

8Sobre todo de los títulos de Luis Montoto, hay distintos ejemplares en otras bibliotecas de la Universidad, a veces,

como en el caso que cito a continuación, con dedicatorias autógrafas: “En aquel tiempo”: vida y milagros del

magnífico caballero Don Nadie (1929), catalogado en la Biblioteca de Humanidades, lleva la inscripción "Para la

Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla / Santiago Montoto (rubricado) / 10-6-

1957" (H 8/00197).

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Pasando ahora al repaso del resto del legado, está compuesto de 5722 entradas; varias

corresponden a manuscritos, anotaciones breves, recortes y libros sin data, pero en torno a 5000

son libros, folletos y revistas. Dejando de momento fuera los manuscritos, el libro más antiguo

está datado en 1513 y el más moderno en 1980. Son los volúmenes: Institutiones imperiales:

cu[m] Casibuslongisnouiteremendatis in fine operis per ordine[m] appositis..., [Lyon],

Venundantur Lugduni ab Jacobo Huguetan..., [1513], A Mont. 01/4/15, e Historia de San Juan

de Aznalfarache, de Daniel Pinedo Novo, San Juan de Aznalfarache, Ayuntamiento, 1980, A

Mont. 14/3/07. El conjunto es heterogéneo y rico desde distintos puntos de vista y deja clara,

por la procedencia especializada y la fecha, la propiedad primera de los volúmenes, así como de

la entrada, por compra o regalo, de las sucesivas generaciones: libros de religión, historia, textos

clásicos, sermonarios, varios en latín, del canónigo doctoral;los de derecho, literatura e historia,

del padre, José María Montoto; discursos, folletos, revistas y títulos sobre varios asuntos, a

veces también relacionados con las leyes, que pertenecieron a don Luis; y luego los que va

incorporando el hijo, Santiago. A todas luces, esta es una colección privada selecta y de élite

intelectual, construida a partir del oficio y de los gustos personales de sus propietarios.

Entre los libros comprendidos entre 1513 y 1600 se observan títulos como Trogi Pompei

Externe historiae in compendium... (1525), Flavii Iosephi iudaei, historiographi graeci, opera

quaedam, quórum catologum próxima pagella indicabit (1528), Homeri poetae clarissimi

Odyssea (1538), Diogenis Laertii De vita et moribvs philosophorvm libri X... (1546), así como

obras de Ovidio, Florián del Campo, manuales de confesión, escritos de los padres de la Iglesia,

comentarios a la Sagradas Escrituras... También un ejemplar del Libro de Apothegmas que son

dichos graciosos y notables de muchos reyes y príncipes illustres... (1552; véase ficha 170), de

Erasmo, en la traducción de Francisco Thámara. Algunos ejemplares llevan notas manuscritas

que indican su procedencia de monasterios u órdenes religiosas, o de anteriores propietarios,

que podrían haber llegado tras la venta masiva de bibliotecas desamortizadas. O sellos y ex-

libris de otros poseedores: Processionarium totius anni secundum consuetudinem almae

Ecclesiae Patriarchalis Hispalensis... (1792), con nota: "Mi dueño José Mª Díaz"(ex libris ms.

en port.); Jerusalen conquistada: epopeya trágica, de Lope de Vega (1609), con "Ex libris

Eduardo Llosent y Marañon Mercedes Fomica Corai Herode", etc. Hay varios mútilos o con

daños en portadas, en distintos soportes y encuadernaciones dispares.

De 1600: Epistolas familiares de don Antonio de Gueuara... 1ª y 2ª parte (1600), Philosophia

moral de principes para su buena criança y gouierno y para personas de todos estados, por

Juan de Torres (1602), Jerusalen conquistada: epopeya trágica (1609), de Lope de Vega,

Refranes o proverbios en romance / que coligio y glosso... HernanNuñez... Y la Filosofia Vulgar

/ de Juan de Mal Lara, en mil refranes glossados, que son todos los que hasta aora en

Castellano andan impressos. Van iuntamente las quatro cartas / de Blasco de Garay, hechas en

refranes, para enseñar el uso dellos (1621), Las obras de la S. Madre Teresa de Iesus...

(Anveres, Emprenta Plantiniana de Balthasar Moreto, 1630), etc. Libros que muestran la labor

de muy distintos impresores de Bruselas, Venecia, Madrid, Amberes, Lisboa, París, Lyon,

Sevilla...y engrandecen la figura humanista del canónigo doctoral. Aunque, repito, también

podrían haber sido adquiridos con posterioridad.

Se advierten asimismo firmas o notas de propiedad; entresaco ejemplos de distintas manos:

–Breuiarium romanum ex decreto Sacrosancti Concilii Tridentini restitutum…, Matriti, Apud

Antonium de Sancha..., 1777, que lleva anotación manuscrita: ‹‹Este brebiarium pertenecio al...

Doctor D. Luis Lopez Vigil... hermano de mi bisabuela paterna, Santiago Montoto››, A Mont.

04/3/04.

–Compendium salmanticense in duos tomos distributum uniuersae theologia emoralis

Quaestiones brevi…, de Antonio de San José, Romae, Apud Benedictum Francesi, 1779: en el

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tomo I consta, ‹‹Hoy es esta obra de Dn Luis Vigil y Pando cura de S. Pedro en la ciudad de

Valladolid... ››, A Mont. 03/5/11.

Muchos relacionados con Sevilla, como Antiguedades y principado de la ilustrissima ciudad de

Sevilla..., por Rodrigo Caro, Sevilla, Andres Grande ..., 1634, con anotaciones que narran su

paso por distintas manos: ‹‹Es de la Libreria del Carmen de... ›› (mn. en port.); ‹‹Es de Dn.

Adres Delgado›› (ms. en port.); ‹‹Es de la Libreria de Dn. Mariano Caro›› (ms. en verso de la

port.); ‹‹Lo cambio el convto. por un curso de Philosophia del Pe. Rhodas año de 1534››, A

Mont. 03/5/12.

El cambio de las filosofías, las estéticas y la misma historia del libro (tipos de imprenta,

encuadernaciones, libreros, etc) va sucediéndose. Tienden a ser menores los títulos de religión,

aumentan los de historia, arte, filosofía, derecho y literatura en el paso por los siglos XVIII y

XIX. La literatura se va adueñando del fondo en el siglo XIX, cuando se suman numerosos

folletos, controversias, sueltos y cartas en periódicos por cuestiones políticas, coronas y obras

conmemorativas, discursos, actas de premios literarios, convocatorias de instituciones

académicas, etc. Hay numerosos volúmenes de historia de España y de otros países, historias de

la literatura, pronósticos, álbumes artísticos de vistas..., testimonios en fin de intereses muy

amplios. Le sigue en proporción el estudio de la lengua, los refranes, etc.

En la biblioteca de los Montoto los clásicos españoles se sitúan junto a las firmas más cercanas:

Juan de Mena, Quintana, Meléndez Valdés, Cervantes, Fray Luis, Arriaza, Ercilla, Mármol,

Fernández de Moratín (padre e hijo), Martínez de la Rosa, el Amadís, José Joaquín de Mora,

Arolas, Juan de Arguijo, Zorrilla, Martínez Villergas, Mesonero, Arnao, Espronceda, Calderón,

Hartzenbusch, Pereda, Echegaray, Eugenio Sellés, Vital Aza, Núñez de Arce, Valera,

Campoamor, Clarín, Alarcón, Pérez Galdós, Manuel del Palacio, Ruiz Aguilera…También hay

traducciones: de Camoens, Walter Scott, Buffon, Dumas, Lamartine, Milton, Sue, Ariosto,

Chateubriand, Tennyson... Menos en lengua original: Tasso, Corneille, Voltaire, Lamartine,

Byron, poesías de Hugo, Goethe y Heine en francés... Se concluye un mayor gusto por la poesía

frente a otros géneros literarios.

Del siglo XIX los fondos son interesantes, sobre todo en lo referente a discursos, actos y

ceremonias que tuvieron lugar en Sevilla o en las que estuviese involucrado Luis Montoto. En

1850 se incorporan las firmas de autores sevillanos o relacionados con Andalucía: Narciso

Campillo, Manuel Cañete, Fernán Caballero, Tubino, Latour, Amador de los Ríos, Bueno,

Cayetano Fernández, Asensio, Huidobro, Eloy García Valero, Rodríguez Marín, Gómez Imaz,

José Nogales, Eugenio Sedano, Emilio Llach, Manuel Chaves, Carlos Cañal, los Álvarez

Quintero, Blanca de los Ríos, M. de Velilla, Guichot, Díez de Benjumea, Velázquez y Sánchez,

Sánchez Arjona, Mas y Prat, Gestoso, Hazañas, Enrique Redel, etc. En la década de los 90

llegan los recuerdos fúnebres de Rodríguez Zapata y Bueno, índice del paso inexorable de

hombres y escritos. Se advierten dedicatorias manuscritas en distintos ejemplares.

En el capítulo XVI del segundo tomo de sus memorias, titulado Por aquellas calendas (1930,

pp. 287-288), Luis Montoto recuerda la visita de un amigo pesado, que le revuelve todos los

estantes de la biblioteca preguntando por cuanto ve, y anota los títulos que va tomando: una

novela de Lasso de la Vega (Javier); Barquillos de canela, de José Muñoz San Román; Migajas,

de Emilio Biach; un volumen formado por hojas con recortes... Procediendo a revolver, como

este amigo inoportuno, en el catálogo Montoto hoy en la BUS, no encuentro el volumen de

Muñoz San Román, sí el de Biach (A Mont. 13/7/25) y también ese curioso libro formado por

recortes (en el fondo de manuscritos); se trata de Poesías sobre la guerra de 1898 entre España

y los Estados Unidos [Manuscrito]: recortes de prensa (A Mont. Ms. Libro 03), en holandesa.

Sigue en sus memorias Montoto describiendo este peculiar volumen:

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—Son recortes de periódicos. Con ellos he formado un libro único… que no tiene precio…

—¡Buen título le has dado!... La Musa inconsciente. ¿Por qué lo titulas así?

—Te diré: apenas se hicieron públicas nuestras desavenencias en los Estados Unidos, a pesar de

nuestras hidalgas intenciones, y apenas resonaron aquellas fatídicas palabras ‹‹acordaos del

Maine››… […] nuestros versificadores no dieron paz a la mano […]. Pues, bien, recorté de los

periódicos todos aquellos versos, los pegué en esas hojas de papel y formé el libro que tienes en

tus manos (p. 288).

En su mayoría, los libros donados mantienen la encuadernación original, muy variada, en

distintos materiales, colores, con o sin marcas dependiendo de las fechas de los volúmenes. En

los libros del siglo XIX (labor de Luis Montoto) se encuentran distintos facticios; por ejemplo,

reuniendo los folletos con poemas de Ramón de Campoamor, al que don Luis admiraba mucho,

editados por el librero sevillano Francisco Álvarez a partir de 1880. En el facticio A Mont.

15/6/10 se coleccionaron además poemas de José Velarde (gran amigo de Montoto), Blanca de

los Ríos, Urbano Cortés (algunos con dedicatorias autógrafas)..., y del propio Luis Montoto (El

regreso, poema de 1879, con correcciones manuscritas).En cuanto a editoriales, destaco los

ejemplares de Montaner y Simón, la librería de Daniel Cortezo y la colección "Arte y Letras",

todos con hermosas ilustraciones.

El legado contiene igualmente prensa, a veces números sueltos o colecciones incompletas; cito

algunos ejemplos de la Sevilla del siglo XIX: El Gran Mundo (empieza en 1872); Perecito

(1887-1888, completa) y Revista literaria (1891). Las tres están digitalizadas.

Hacia 1890 hay una tímida irrupción del primer modernismo con Salvador Rueda (El secreto:

poema escénico, 1891) y Manuel Reina (La vida inquieta, 1894); les acompañan Emilio

Fernández Vaamonde, José de Siles, y Alma contemporánea (1899), de José Mª Llanas

Aguilaniedo. De forma casi absoluta en castellano, con irrupción de la lengua inglesa o francesa

(Anthologie des poètes français contemporains: le Parnasse et les écoles postérieures au

Parnasse (1866-1906), ¿1906? y Choix de poésies, de Paul Verlaine, 1919). Entre 1910-1920 se

agregan los gustos y regalos que llegan a don Luis con las afinidades de los hijos. Recuerdo que

José Luis Montoto era amigo de Manuel Machado y que Santiago se sintió atraído por el

Modernismo y la literatura moderna en general: hay ejemplares de Eduardo de Ory, Rubén

Darío, Enrique Gómez Carrillo, Emilio Bobadilla, Azorín, Emilio Carrere, José Nakens, José

María de Heredia, Amado Nervo, Francisco Villaespesa, Juan R. Jiménez, Rafael Cansinos

Assens... Luego asoma la nueva generación de escritores sevillanos, en donde se incluiría el

propio Santiago Montoto: Manuel Halcón, Romero Murube..., y los más jóvenes, que enlazan

con el presente: Manuel Mantero, ensayos de Francisco López Estrada, Robert Marrast... Se

echan en falta otros nombres, tal vez con libros dedicados en poder de la familia. Desde 1930

domina la impronta de Santiago, quien además recibió una parte de los libros de su amigo el

marqués de Montesión, Francisco Gamero-Cívico. No decae la presencia de los clásicos

españoles con numerosos volúmenes de o sobre Lope de Vega, Mateo Alemán o Cervantes, así

como en torno a Gustavo Adolfo Bécquer y Cecilia Böhl de Faber, y temas como la poesía

popular, los refranes y proverbios. Siempre sobresale Sevilla como tema de estudio y pasión.

La colección de manuscritos y papeles curiosos

Una de las grandes riquezas del fondo descansa en los papeles personales de los Montoto,

accesibles en el portal de Fondo Antiguo de la BUS, con la misma signatura A Mont. Para su

valoración y descripción general sigo el orden establecido en el inventario realizado por los

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Fondos y procedencias: bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla

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encargados del Fondo Antiguo de la BUS, que los organizaron en distintas cajas y carpetas

atendiendo a sus rasgos comunes.

Un nutrido y heterogéneo epistolario ocupa las Cajas 1 a 5, en la que se guarda la

Correspondencia dirigida a Luis Montoto9. Un total de 172 emisores que le remitieron sus

cartas, tarjetas de visita o postales, recortes de prensa, esquelas, reseñas impresas y autógrafos

de textos literarios entre 1895 y 1924. Desde una carta o tarjeta (las de J. Álvarez Surga, Luis

Benot, Jorge Bonsor, Campoamor…) hasta las 54 de Manuel Cano y Cueto. Varias son acuses

de recibo, nombramientos y notas de felicitación; otras, peticiones de poemas, colaboraciones o

recaban información bien sobre Montoto, bien sobre temas de su investigación o del mundillo

literario sevillano; y, al fin, quedan aquellas de mayor enjundia, útiles para conocer las filias y

las fobias de los interlocutores, sobre todo en lo relativo a la cultura andaluza. Se mezclan los

nombres de periodistas con críticos o historiadores como José Alfonso, José Cascales, Julio

Cejador, Emilio Cotarelo, etc. Entre los sevillanos o afines a este círculo están las más

prolongadas en el tiempo: Mario Méndez Bejarano, José Gestoso, Carlos Peñaranda, Gonzalo

Segovia, José María Asensio, Joaquín Hazañas... En gran mayoría permanecen inéditas o han

sido citadas de manera puntual10

. Algunas misivas están fuera de estas cajas e insertas en otras

(por ejemplo, la correspondencia con Narciso Campillo, muy extensa, que se agrupa en la Caja

8, carpeta 5, o la enviada por Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, unida a los papeles

becquerianos).

La Correspondencia dirigida a Santiago Montoto nutre varias carpetas de la Caja 6 (consta de

7). Es abundante y dispar, con comunicaciones remitidas entre 1920 y 1967 por políticos,

periodistas, academias, editoriales, televisiones y radios (la BBC y TVE, por ejemplo),

profesores e investigadores, curiosos y amigos. En general, es un epistolario puntual, con poca

cantidad de cartas por corresponsal, pero da idea cabal del grado de influencia y reconocimiento

que Santiago Montoto tenía en aquel entonces, así como alumbra acerca de sus muchos y

variados intereses. No están nombres esperados de poetas o literatos sevillanos y andaluces.

También se echan en falta en la correspondencia de su padre. A veces se conservan también los

borradores de algunas contestaciones.

La carpeta 5 junta epístolas de asunto oficial relativ a a nombramientos, acuses de recibo,

familiares y amigos, varias con firme ilegible. La 6 y 7, contienen tarjetas postales y de visita. A

partir de la Caja 7 se coleccionan manuscritos diversos, bien de los propios autores (de obras de

Luis Montoto, en Caja 10 y 14, carpeta 3; Caja 22, sobre modismos; de Santiago, Caja 12,

carpetas 5 y 6; Caja 13, con notas sueltas de asunto dispar), bien de distintas manos, tanto

originales como copias (manuscritas o mecanografiadas), a veces fuente de ensayos en torno a

Bécquer (véase ficha 179), Fernán Caballero (ficha 180), las parroquias sevillanas... Se

conservan asimismo las notas de José María Montoto López-Vigil sobre el libro ya citado de

Juan Nyder (Caja 7/2). También han pasado a esta ubicación los poemas y textos manuscritos

que acompañaban a alguna correspondencia; por ejemplo, los versos incluidos por Narciso

Campillo en sus cartas a Luis Montoto (Caja 7/8; veáse ficha 177), así como sus cartas a Juan

Valera (ídem/5 y 6; ver ficha 176) y manuscritos de los Álvarez Quintero (Caja 12). En la Caja

8 cartas de Thebussem a Juan Francisco Muñoz y Pabón, de Valera al mismo y otros tantos

papeles relacionados con el último, amigo cercano de Luis Montoto, que quedó encargado tras

su muerte de la publicación de su obra (siguen en Caja 8). De Valera se guarda más

correspondencia junto a notas y transcripciones de documentos diversos (Caja 11). La Carpeta

16 está dedicada a Bécquer, y aglutina apuntes, recortes de prensa, tarjetas, etc; la Caja 19,

papeles en torno a Fernán Caballero. En la Caja 20 están los apuntes de Santiago Montoto

9La Caja 1 contiene 38 carpetas, que corresponden a otros tantos emisores; la Caja 2, 28 carpetas; la Caja 3, 30 carpetas; la Caja

4, 40 carpetas; y la Caja 5, 36 carpetas. 10He transcrito las dirigidas a Luis Montoto por Rafael Cansinos Assens (Palenque, 2001).

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Fondos y procedencias: bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla

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relacionados con la historia de Sevilla, de la 23-25 sobre cruces de Sevilla y retablos. Y, al fin,

las 26 y 27 recopilan documentación relativa a épocas diversas, probable copia de originales

tomados de distintas bibliotecas y archivos, además de expedientes oficiales y papeles varios.

La correspondencia llegó incompleta a la BUS. Por ejemplo, hacia 1945, Dámaso Alonso

escribió a Montoto cartas que no están aquí, pidiéndole datos sobre Medrano para su discurso de

ingreso en la RAE en ‹‹cartas afectuosísimas››; en otra ocasión, ‹‹se disculpa de errores

deslizados en un artículo suyo sobre Bécquer, advertidos por Montoto, y se dirige a él

solicitando aclaraciones, en tono que más parece de discípulo a maestro›› (Esquivias Franco,

1978, p. 118). Le escribieron también Pemán, Adriano del Valle y Jorge Guillén (asimismo no

localizadas en la BUS). Sí quedan huellas de las consultas realizadas a Santiago Montoto por

parte de numerosos investigadores, aunque hay lagunas (menciona Esquivias a los profesores

universitarios Vramich, de Berkeley y Robert Marrast, de París, que no encuentro).

Haciendo un recuento global del legado Montoto (sumo todos los registros que forman el

legado, manuscritos o impresos de cualquier clase), del total de 5.722 registros, hay 332 asientos

sin data o con fecha incompleta; 680 desde el primer volumen fechado, de 1513, hasta el año

1800; y 1.922, desde 1801 hasta 1900. El resto, hasta 1980, hacen un total de 2.788. Limitando

el recuento a los manuscritos, son un total de 872 registros.

BIBLIOGRAFÍA: AMORES, Francisco, ―Entrevistas en 4 capítulos: Don Santiago Montoto, 1‖, ABC

(Sevilla), 15/6/1972, pp. 15-16. – Idem, ―Entrevistas en 4 capítulos: Don Santiago Montoto, 2‖, ABC

(Sevilla), 16/6/1972, pp. 13 y 15. – Idem, ―Entrevistas en 4 capítulos: Don Santiago Montoto, 3‖, ABC

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SALA 5. Compras, legados, donaciones …: Luis y Santiago Montoto. Marta

Palenque

Fondos y procedencias: bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla

[2012] 14

Marta Palenque