Luis Rodríguez Mamby - Artículo ICP 2015

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La precariedad dominal de la tierra y la incorrección política de los ‘indios truchos’ Los mecanismos de la violencia en el turismo étnico de Valle Fértil, (Provincia de San Juan) Resumen En esta comunicación expongo cómo la violencia en las políticas de omisión del estado administra a los territorios periféricos y, al mismo tiempo, sostiene a la producción de sentidos de lo siniestro con que se define a la diversidad, la interculturalidad y las identidades socio-culturales. Mediante una crítica a la modernidad desde la que se piensa al cambio cultural como producto de la civilidad, explicaré algunas contradicciones con que la industria turística identifica a las etnicidades, racializando los territorios de acuerdo a las políticas de desarrollo social y económico. También observaré las contigüidades entre esta proyección de la nación sobre la soberanía cultural local y el despoblamiento que la precaria propiedad de la tierra y la espoliación económica provocan en el interior del país, demostrando lo contingente de la ley sobre el crimen y la ilegalidad, sólo como poder para trasferir estos territorios a manos privadas. Palabras claves: colonialismo – etnicidad – territorio – turismo – cultura Introducción En nuestros tiempos de modernidad y desarrollo, la línea entre la representación y aquello representado pueden ser tan tenue y difusa que en nuestras sociedades a veces no es correlativo aquello considerado como violencia y los cambios bruscos en los cuales, por ejemplo, las poblaciones rurales se movilizan hacia los conurbanos de las capitales provinciales, de acuerdo a un modelo nacional de desarrollo. En la Provincia de San Juan, siguiendo la política económica que abrió su territorio a los capitales de los agro-negocios y la mega-minería, los mismos promotores políticos de una sensación de inclusión social y de progreso económico, son los que también dejan al descubierto los mecanismos legales con que se desligan de responsabilidades jurídica, económica y cultural. 1

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  • La precariedad dominal de la tierra y la incorreccin poltica de los indios

    truchos

    Los mecanismos de la violencia en el turismo tnico de Valle Frtil, (Provincia de San

    Juan)

    Resumen

    En esta comunicacin expongo cmo la violencia en las polticas de omisin del

    estado administra a los territorios perifricos y, al mismo tiempo, sostiene a la produccin de

    sentidos de lo siniestro con que se define a la diversidad, la interculturalidad y las identidades

    socio-culturales. Mediante una crtica a la modernidad desde la que se piensa al cambio cultural

    como producto de la civilidad, explicar algunas contradicciones con que la industria turstica

    identifica a las etnicidades, racializando los territorios de acuerdo a las polticas de desarrollo

    social y econmico. Tambin observar las contigidades entre esta proyeccin de la nacin

    sobre la soberana cultural local y el despoblamiento que la precaria propiedad de la tierra y la

    espoliacin econmica provocan en el interior del pas, demostrando lo contingente de la ley

    sobre el crimen y la ilegalidad, slo como poder para trasferir estos territorios a manos privadas.

    Palabras claves: colonialismo etnicidad territorio turismo cultura

    Introduccin

    En nuestros tiempos de modernidad y desarrollo, la lnea entre la representacin y

    aquello representado pueden ser tan tenue y difusa que en nuestras sociedades a veces no es

    correlativo aquello considerado como violencia y los cambios bruscos en los cuales, por ejemplo,

    las poblaciones rurales se movilizan hacia los conurbanos de las capitales provinciales, de

    acuerdo a un modelo nacional de desarrollo. En la Provincia de San Juan, siguiendo la poltica

    econmica que abri su territorio a los capitales de los agro-negocios y la mega-minera, los

    mismos promotores polticos de una sensacin de inclusin social y de progreso econmico, son

    los que tambin dejan al descubierto los mecanismos legales con que se desligan de

    responsabilidades jurdica, econmica y cultural.

    1

  • Los gobiernos provinciales denunciados como participes de la coaccin jurdica y

    econmica no debieran compatibilizar con un Proyecto Nacional y Popular que se arroga

    soberana sobre los capitales transnacionales. A pesar de ello, el estado sanjuanino expulsa en

    general a los puesteros rurales de las tierras que habitan y, en particular, a los pueblos indgenas

    del sur de San Juan, representando una deuda del gobierno con el amplio sector rural que reside

    en tierras sin titularidad1. En el mismo sentido, crticas a la Reforma del Cdigo Civil y Comercial

    se hacen or a nivel nacional desde la organizacin indgena en respuesta al inters hegemnico

    por desvincular a las poblaciones locales de sus tierras, exponiendo el modo con que estas

    polticas omiten reconocer la diversidad de situaciones que atraviesan los pueblos indgenas y

    simplifican la legislacin de la propiedad comunal de la tierra2.

    Al mismo tiempo, el conflicto sobre la propiedad de la tierra no pareciera movilizar la

    concientizacin de la civilidad en todas partes de la misma manera. En Valle Frtil, la situacin

    irregular de la propiedad de la tierra es tan generalizada que no slo afecta a los puesteros y al

    campesinado, sino tambin a los residentes de los sectores urbanizados. La hiptesis que aqu

    trabajamos se refiere a la contigidad de los intereses por los excedentes mantenidos por las

    industrias extractivistas cuando los recursos culturales son valorados slo como productos

    tursticos dentro del modelo de desarrollo. Cuando una poblacin verncula inducida a migrar al

    conurbanos de las capitales provinciales se articula con la desterritorializacin de su cultura local,

    los sectores dominantes acceden a bienes races de los territorios perifricos.

    Siguiendo esta tendencia dominante de pensar simplistamente al turismo como una

    industria sin chimeneas, desde la declaracin de la UNESCO del Parque Provincial

    Ischigualasto como Patrimonio de la Humanidad desde el ao 2000, el estado provincial a travs

    de la gestin municipal se predispuso a promocionar la produccin artesanal, desarrollando

    proyectos EIB y elaborando un plan de turismo tnico, patrocinado por instituciones civiles como

    la Universidad Nacional de San Juan, consonantes con su proyecto de desarrollo. Sin embargo,

    al repasar las ltimas dcadas de la poltica sanjuanina, a medida que la industrializacin turstica

    1 Slo el 20% de los puesteros originarios son reconocidos como propietarios de sus tierras, en Diariohuarpe.com de 5/5/2014. Disponible en: (http://www.diariohuarpe.com/actualidad/locales/c27-interes-general/solo-el-20-de-los-puesteros-originarios-son-reconocidos-como-propietarios-de-sus-tierras/) 2 Territorio Indgena vulnerado. A Propsito de la Reforma del Cdigo Civil por Carina Jofr, en ObservatorioDDHHSanJuan.gov de 28/5/2014. Disponible en: (http://observatorioddhhsanjuan.org/sintoma-social/territorio-indigena-vulnerado-a-proposito-de-la-reforma-del-codigo-civil/)

    2

  • fue progresando, tambin quedaron patentes la relacin entre los proyectos de desarrollo

    econmico y su impacto ambiental, asistiendo como testigos del estado de excepcin permanente

    (Abram, 1988 [1977]; Corrigan & Sayer, 2007; Das & Poole, 2008; Balbi & Boivin, 2008; Shore,

    2010; Canelo, 2013) al desastre de la cuenca hdrica de las serranas vallistas3. All sera donde

    la falta de autonoma poltica de las autoridades municipales queda expuesta y los intereses

    provinciales puestos en la minera y el turismo descubren esa parte enmascarada del espritu de

    quienes piensan las leyes.

    En este espacio nos interrogamos sobre el rol que juegan las industrias culturales

    tanto en los procesos polticos con que la sociedad civil criminaliza a la violencia sobre los daos

    ambientales, como en la construccin ideolgica con que las polticas abandnicas del estado no

    son representadas como violentas, aunque a la larga permiten desarraigar a las identidades

    locales de los territorios perifricos. Cules seran los mecanismos por los que las polticas de

    desarrollo buscan inducir al segmento ms joven de su poblacin rural a migrar, concentrando

    estos territorios en manos de capitales industriales? Para respondernos retomamos la

    diferenciacin entre indio trucho e indgena permitido con que la ideologa tnica dominante

    reproduce las teoras sobre el mestizaje sanjuanino para proyectarse como turismo tnico de

    indios extintos. Mediante representaciones sobre las diferencias culturales como stas, se

    racializan los territorios vallistas, sustancializando a la cultura de los puesteros, de quienes los

    vallistas dicen que tienen mayor pureza de sangre indgena que el resto. Abordando las

    discontinuidades de proteccin estatal de las reas Protegidas, articulamos los motivos

    econmicos con que el rgimen provincial construye las identidades de los territorios

    geopolticamente perifricos. Nuestro estudio de la economa poltica de la cultura sanjuanina se

    profundizar con algunas observaciones respecto de la expansin territorial del capital mediante

    el dbil rgimen provincial de titulacin de la tierra.

    El colonialismo interno sanjuanino en los usos vallistas de lo indio.

    3 Valle Frtil declar la emergencia por el desastre ecolgico de su dique en SanJuan8.com de 16/5/2012. Disponible en: (http://m.sanjuan8.com/mobile/bb/nota.html?id=Y29udGVuaWRvcy8yMDEyLzA1LzE2L25vdGljaWFfMDAzMC5odG1s) Por la sequa en Valle Frtil declaran la emergencia agropecuaria en SanJuan8.com de 14/1/2013. Disponible en: (http://www.fmcosmos.com.ar/2013/01/14/por-la-sequia-en-valle-fertil-declaran-la-emergencia-agropecuaria/)

    3

  • La idea de un estado de excepcin permanente nos remite al oxmoron con que la

    poltica poscolonial del desarrollo formatea a los discursos sobre la cultura. A nuestro entender,

    la economa sanjuanina en las ltimas dcadas ha organizado su modelo extractivista de

    industrializacin complementndose con la industrializacin turstica, desde donde las

    producciones de una cultura tnica se vuelven recursos productivos a explotar en los territorios

    perifricos. Dentro del amplio marco de estudios con una perspectiva desde el sur planetario, el

    anlisis de las diferencias culturales aborda la ambigua produccin de sentido con que las

    sociedades civiles poscoloniales discuten sus cdigos jurdicos con sus estados, para

    universalizar la representacin de dependencia del sujeto subalterno adentro y afuera de esas

    sociedades nacionales (Spivak, 1985 [1998]; Comaroff & Comaroff, 2004 [2009], 2009 [2011];

    Troulliot, 2010; Bidaseca, 2011). En ellos se ha evidenciado las maneras con que la produccin

    de hegemonas construye las representaciones sobre el otro, volviendo a los sistemas polticos

    de las naciones del norte cmplice de los rdenes sociales de las naciones del sur, al

    relacionarlos en interdependencias asimtricas con las que las primeras condicionan el desarrollo

    de las segundas.

    De esta forma, el colonialismo interno implicara descubrir esos contrasentidos con

    que el pensamiento culturalista se vinculan a la legitimacin de violencia econmica, en la cual la

    sociedad moderna procesa la legalidad de la propiedad de la tierra en los territorios perifricos.

    El papel fetichista con que el turismo se desarrolla a travs de las intermitencias del derecho va

    en contra de la diversificacin de la soberana con que se le dara sentido a la cultura local, tanto

    como se presentan como las aspiraciones transnacionales a favor de globalizar a Valle Frtil.

    En este contexto entendemos que habiendo sido reglamentada mucho tiempo antes,

    su demora en el control ambiental contrasta con la prontitud con que se desarroll la poltica

    patrimonial gerenciada por la UNESCO, respondiendo dicha intermitencia conservacionista al

    descontrol del estado sobre la explotacin de los recursos naturales. Declarada reas Protegidas

    y Reserva de Usos Mltiples bajo la Ley Provincial 3.666 desde 1971, all tienen lugar

    emprendimientos mineros bajo las polticas medioambientales provinciales. La realizacin del

    viaducto transocenico Porto Alegre-Valparaso atravesando el norte del departamento, aparece

    como la epicrisis de la economa integradora a nivel macroregional. La transformacin que

    plantea la Ruta Nacional 150 relocaliza la geopoltica de pueblos que hoy no llegaran a los

    doscientos habitantes como Baldecitos, ubicado en la entrada del Parque Provincial

    Ischigualasto, y perjudica la centralidad gozada por la Villa de San Agustn como cabecera

    4

  • departamental en el paisaje cultural vallista localizada dentro del Parque Natural Valle Frtil

    (PNVF).

    Asimismo, la centralidad del turismo en la produccin de la imagen del pasado de

    Valle Frtil mantendra a una red con la que se ha relacionado a estos proyectos tursticos y

    culturales provinciales dentro de vnculos diplomticos con organismos transnacionales como la

    UNESCO. En este caso, la apertura de la Ruta Nacional 150, que vincula los trnsitos de

    personas entre regiones hasta ahora muy difciles de cruzar, posibilitara valorizar la activacin

    de otros proyectos de turismo tnico al quedar asociados dentro de una misma red con el Qhapaq

    an o Camino del Inca, recientemente declarado por la UNESCO como itinerario cultural de

    inters universal y Patrimonio de la Humanidad. Incluso desde la lgica multiculturalista sera

    difcil argumentar en contra de la asociacin de la poca del avance incaico en el norte de Cuyo

    y La Aguaca, antigua aldea precolombina localizada a pocas cuadras del centro de la Villa San

    Agustn. Incluso en la dcada de 1940, el petroglifo ms grande del departamento, la Piedra

    Pintada, se dio a conocer como atractivo turstico para el resto de la provincia como la Piedra

    de los incas.

    Articulado en un discurso antropolgico culturalista sobre el turismo como industria

    sin chimeneas y fuente de desarrollo econmico, sin embargo, estos proyectos no fueron

    pensados desde una definicin de la cultura como campo de la pluralidad. El fetichismo legalista

    con que los cardoneros se volvieron una amenaza ambiental como operadores tursticos de un

    circuito clandestino de consumo de psicotrpicos, es coherente al sentido de embellecimiento

    con que la poltica de la diferencia cultural disea al turismo del departamento para controlar a

    las representaciones que incomodan a los vallistas. Las primeras reacciones contra el turismo

    cardonero aparecieron durante los primeros aos del cambio de siglo. Con la reciente declaracin

    del Parque Ischigualasto como Patrimonio de la Humanidad se alert sobre el impacto en el

    paisaje y el perjuicio que acarreara al promisorio negocio turstico. En este contexto, la

    criminalizacin de los cardonero empez al circular una versin sobre el consumo del San Pedro

    en la que la mezcalina, una sustancia alucingena que, segn quienes sostienen este mito en

    Valle Frtil, mueve fortunas en el departamento y paga el silencio de quienes estn

    involucrados4.

    4 El negocio de los cactus alucingenos, en Diariodecuyo.com.ar de 13/06/2005. Disponible en: (http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=100673) Valle Frtil: contina la depredacin indiscriminada de los cactus, en Sanjuan8.com de 1/10/2010. Disponible en:

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  • Como respuesta negativa a los sentidos abirigenes del turismo tnico de los

    cardoneros, bajo el patrocinio de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), se concret el

    primer proyecto multicultural del turismo tnico vallista, cuya produccin tuvo que ver con el

    trabajo conjunto de las comunidades indgenas dentro del Programa Universitario de Asuntos

    Indgenas (PUAI). Dentro de este proceso de gestin cultural, en el ao 2011 se puso en marcha

    la Diplomatura de Operador Turstico y a partir de estas experiencias de desarrollo de la cultura

    tnica departamental, surgi el proyecto de la Ruta Ancestral Diaguita (RAD) como eco-paseo

    la Comunidad Cacique Pedro Caligua. As, este emprendimiento intercultural entre estado y

    comunidades locales en el territorio vallista logr celebrar el 1 Seminario Regional de Turismo

    tnico en los ltimos das de noviembre de 2014, contando con el aval no slo de las

    comunidades indgenas vallistas, sino tambin con el apoyo de referentes indigenistas

    reconocidos por sus luchas territoriales en el resto de la provincia.

    Buscando ir ms all de la produccin de hegemonas mediante los sentidos con que

    se diferencian culturas, el concepto de colonialismo interno busca criticar las polticas

    sanjuaninas de activacin patrimonial establecidas con la industrializacin turstica de Valle Frtil,

    dando cuenta de los sentidos insurgentes con que las prcticas sociales construye lo local

    persistiendo otros vnculos cotidianos con su pasado (Jofr et al., 2010; Jofr, 2013, 2014).

    Siguiendo la denuncia del colonialismo en el pensamiento polticos con que las naciones

    latinoamericanas niegan la representacin de lo mixturado, abigarrado y fronterizo en la

    proyeccin de sus identidades, guo nuestra crtica al multiculturalismo en la industria del turismo

    vallista (Rivera Cusicanqui, 2007)5.

    Desde el sentido de la diferenciacin cultural como proyecciones esencialistas de

    totalidades en el territorio, las construcciones de la cultura y del cuerpo habran enmascarado a

    las apropiaciones interculturales dispuestas por las instituciones civiles argentinas. En trminos

    ya sealados para caracterizar al imaginario tnico cuyano (Escolar, 2007), la sustancializacin

    espacial es un lugar comn en el que se comparan a los habitantes rurales con los residentes

    pueblerinos desde la racializacin cultural de las diferencias sociales, imaginando las contrastes

    (http://190.3.127.37/sanjuan/Valle-Fertil-continua-la-depredacion-indiscriminada-de-los-cactus-20101001-0057.html) 5 Siguiendo a esta autora, abordamos lo tnico en los mrgenes institucionalidad de las comunidades tnicas autentificadas por el pensamiento colonial, encontrando una genealoga de este estado de excepcin permanente en la violencia racial en esas construcciones esencialistas que presenta la interculturalidad establecida de la poltica boliviana, en donde los proyectos de etno y eco-turismo convierten a los indios en proyeccin de los mitos de occidente y encubren los problemas ms graves de violencia fsica y simblica que se ejercen contra ellos en los diversos escenarios de su estar y habitar, en su cruce incesante de fronteras, en sus disporas migratorias e itinerancias identitarias.

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  • entre ellos, como as la relacin de cada quien con su territorio. Construidas como simtricas y

    opuestas sendas formas del vivir, esta diferenciacin conforman una ideologa tnica establecida

    que marca a la diversidad cultural de los vallistas como distintos tipos de descendientes de los

    habitantes originarios.

    En Valle Frtil, esta violencia tambin moldea el racismo con que la cultura local se

    transforma al incorporase al dilogo intercultural entre las instituciones nacionales y las

    comunidades indgenas. Aun en poblaciones racialmente homogneas como la de Valle Frtil, la

    comunidad imaginada nacional marca indeleblemente a los cuerpos al volverlos objetos

    privilegiados de migraciones campo-ciudad y ciudad-campo. Representando sustancializaciones

    de las diferencias culturales provenientes del proceso de urbanizacin de la provincia atravesado

    a lo largo el siglo XX, la formacin hegemnica sobre la periferia medio la imagen del peligro

    como identificacin del sujeto subalterno y de la inseguridad como una caracterstica propia de

    sus modos de vida6.

    Como rgimen de produccin de representaciones sociales sobre el valor multicultural

    de los recursos territoriales, el sentido turstico de representar a la alteridad indgena permite a

    los sectores dominantes actuar en distintos procesos de produccin de hegemona y construirse

    interrelacionadas a unas dentro de otras. En tanto representaciones esencialistas de lo tnico

    como totalidades culturales, las estticas de las indigenidades se inducen dentro del rgimen de

    sentidos con que los espacios sociales de la civilidad metaforizan a esas nuevas subjetividades

    emergentes. As, las identidades del colonialismo de Valle Frtil se definen en esas

    identificaciones formadas sobre los puesteros y otros residentes precarios como parte de la

    imagen de un paisaje de frontera, en contra de reconocer el sentido de lo subalterno con que se

    produce la cultura en la vida cotidiana. El maquillaje turstico de lo peligroso, junto a la negacin

    encubierta de la cultura aborigen, raya en el racismo al representar a los consumos culturales

    dominantes.

    Construcciones tursticas sobre un paisaje cultural desaboriginalizado

    6 En localidades como Chucuma con 124 habitantes, este proceso de despoblamiento es evidente, siendo la quinta localidad menos habitadas de la provincia. Cuntos habitantes tiene Chucuma, departamento de Valle Frtil (San Juan)?, en Venio.info de 04/02/2010. Disponible en: (http://www.venio.info/pregunta/cuantos-habitantes-tiene-chucuma-departamento-de-valle-fertil-san-juan-11200.html)

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  • Nuestro examen de las disposiciones estatales en los territorios provinciales observ

    que la violencia no consiste slo en favorecer a la inversin capitalista sobre los recursos

    econmicos de los territorios perifricos y establecer un nico orden de soberana territorial

    dominado por el derecho a la propiedad privada. Mediante la poltica cultural, adems, el estado

    y la sociedad civil participan en la produccin de sentidos con que los imaginarios sobre la cultura

    local heredan la tradicin folclrica criolla y son construidos como una realidad deshumanizada y

    hostil. Dentro de este marco terico de crticas a la produccin hegemnica de diferencias

    culturales, tambin indicamos cmo la pluralidad insurgente en que la cultura subalterna

    producira otros sentidos de las soberanas territoriales, culturales y corporales, siendo lo que le

    permite a los sentidos de lo local seguir persistiendo dentro del avance global que proyecta a

    Valle Frtil como destino turstico internacional.

    Desde la industrializacin cultural, el mercado turstico ha adoptado imgenes de la

    geologa del perodo trisico para reforzar sus nuevas estticas, que van desde el turismo

    aventura hasta el turismo cientfico como representaciones modernas del territorio vallista.

    Apropiadas en la produccin artesanal, estos imaginarios multiculturales sobre el territorio vallista

    se asimilan comercialmente como modos de fomenta el circuito de paseos activado en los predios

    Ischigualasto, al norte del departamento, y de los parques colindantes Talampaya y El Chifln,

    estos dos ltimos de La Rioja.

    En la construccin de este paisaje cultural como la representacin dominante de

    geopoltica de Valle Frtil (Gupta & Ferguson, 2008), la industria del turismo ha reelaborado el

    cronotopos del aislamiento consiguiendo la sensacin de un territorio en un eterno tiempo

    pretrito e indefinido, desde donde la idea de etnicidad disputada por el mayor o menor grado de

    descendencia aborigen encontrara lugar con la representacin vallista de la extincin indgena.

    Nuestro registro de la sustancializacin espacial de las diferencias culturales en las escuelas

    vallistas7 demostrara el sentido criollo con que se ha construido el significado de mestizo y del

    mestizaje, en tanto heredero de la propiedad cultural con que una poblacin vallista ha

    sobrevivido. En su modo de producir este sentido de la diversidad cultural vallista como

    representacin de las diferencias territoriales de los modos de vida de sus habitantes, el turismo

    tnico como industria cultural construira la idea de un territorio discreto, explicndonos cmo su

    7 Podra traer ejemplos que van desde la educacin de artesanos hasta la implementacin de las TIC en las escuelas rurales (Ponencia de Guirado sobre la subestimacin escolar en Sierra de Elizondo), pasando por la activacin del patrimonio dentro del proyecto de determinadas escuelas cuando.

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  • gente se habra desarrollado a travs de procesos discontinuos y, de esa manera, porqu el

    autntico indgena ya no existira como tampoco ya no existen hoy los dinosaurios.

    Al dimensionarse la actividad turstica en la Educacin Intercultural y Bilinge (EIB),

    las relaciones interculturales pusieron a las organizaciones indgenas con poca o mucha

    visibilizacin pblica en la obligacin de oponerse a este tipo de turismo. Como carriles por donde

    se desplegara el desarrollo hacia todos los sectores de la ciudadana, esta sinergia entre turismo

    y EIB implic a las comunidades indgenas en discriminar como no propias de sus prcticas

    culturales cotidianas a ciertas costumbres vallistas que retomaban sentidos de aboriginalidad,

    cuando stas eran cometidas ya no slo por turistas, sino por los vallistas mismos, quienes

    tambin eran los consumidores de la wachuma en las sierras. Respuestas parecidas obtuvimos

    al buscar profundizar los registros locales sobre la salamanca o la curandera en la Villa San

    Agustn.

    As, recin a comienzos de esta dcada se activaron los mecanismos de control

    ambiental del PNVF para reducir el impacto turstico en el ecosistema. La principal demanda que

    se le reclam a las autoridades municipales y de la Secretaria de Ambiente y Desarrollo

    Sustentable fue disponer de recursos humanos para controlar la depredacin de los cardones

    que los turistas buscaban por sus propiedades alucingenas. La recoleccin de madera de cardn

    para fabricar artesanas tambin ha sido fuertemente restringida, ms all de la criminalizacin

    con que la sociedad vallista cargaba sobre los cardoneros y su consumo del San Pedro. En

    ambos casos el sentido de lo ominoso y de lo peligroso se volvi una poltica desde la que

    representar a esas prcticas para retomar una voz institucionalizada sobre el aborigen. En

    cambio, el estado se ausenta cuando los reclamos locales sobre el impacto ambiental denuncian

    los excesos capitalistas8.

    8 "No estamos en contra de que se realice el evento sino que no puede pasar por una reserva que est resguardada por ordenanza municipal. La Secretara de Ambiente audit el impacto ambiental despus del paso de la carrera con contaminacin en el ro, basura por el acampe y el trnsito de la gente", reclamaron los puesteros en radio. Los vallistos no quieren que el Safari tras las Sierras pase por la reserva natural, en diariolaprovinciasj.com de 27/01/2015. Disponible en: (http://www.diariolaprovinciasj.com/sociedad/2015/1/27/vallistos-quieren-safari-tras-sierras-pase-reserva-natural-25494.html ) Reclaman garantas del municipio para que el Safari tras las Sierras no pase por La Majadita, en diariolaprovinciasj.com de 29/01/2015. Disponible en: (http://www.diariolaprovinciasj.com/sociedad/2015/1/29/reclaman-garantias-municipio-para-safari-tras-sierras-pase-majadita-25586.html)

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  • A diferencia de la mercantilizacin de la cultura que estigmatiza a los cardoneros

    como indios truchos, el sentido mercantilista socialmente aceptado para la produccin de la

    cultura fomentado por el estado con las polticas pblicas de microcrditos a las marcas de la

    cultura regional financiando el comercio de los productos artesanales tradicionales. Como en la

    industrializacin de helados fabricados del excedente de la lechada de las cabras9, la propuesta

    estatal para organizar la produccin artesanal de Valle Frtil adopt las nociones modernas de

    copyright de las patentes y la propiedad cultural. Ahora bien, en contextos interculturales como la

    organizacin indigenista quiere hacer ver, el conflicto al privatizar el patrimonio cultural es la

    intermitencia con que el estado protege los recursos ambientales, colmo del colonialismo interno

    con que se beneficia a los sectores de poder con el derecho de patentar la biodiversidad para el

    agro-negocio, comparable a la reedicin de las falsas dicotomas con que el multiculturalismo

    idealiz lo cultural como opuesto a lo natural.

    La transformacin de la identidad en mercanca plantea cuestiones crticas con que

    la economa poltica de la cultura caracteriza a las influencias mutuas entre la cultura y la

    territorialidad dominante: la tendencia a legislar a la etnicidad como personera jurdica; la fusin

    global a partir de la fisin local de los principios de propiedad por sobre la culturas tnicas; y las

    nuevas tensiones entre la posesin pblica y privada, y entre la propiedad colectiva y la

    innovacin individual en las nuevas formas de derechos intelectuales como el copyright

    natural10.

    Al comps del avance turstico, los cuestionamientos a las polticas ambientales

    exceden al municipio para involucrar un alcance provincial y nacional del colonialismo interno

    9 Cap 43. San Juan. Helados Ischigualasto Audiovisual del Ministerio Nacional de Agricultura, Ganadera y Pesca. Disponibles en: (https://www.youtube.com/watch?v=RCRv9PztXYg) Fbrica de Helados con Leche de Cabra para Productores de Valle Frtil, en Produccion.sanjuan.gov.ar de 14/12/2011 Disponibles en: (http://produccion.sanjuan.gov.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=560:fabrica-de-helados-con-leche-de-cabra-para-productores-de-valle-fertil&catid=52:institucional&Itemid=29) Pequeos productores caprinos ponen en marcha fbricas de helado de leche de cabra, en Portalagropecuario.com.ar de 23/12/2011 Disponible en: (http://portalagropecuario.com.ar/index.php/ganaderia/619-pequenos-productores-caprinos-ponen-en-marcha-fabricas-de-helado-de-leche-de-cabra) 10 Desde las contradicciones en las construcciones tursticas de la cultura, estudios sobre la mercantilizacin de la identidad tnica ya han profundizado en la industrializacin cultural como propiedad enajenable, con la que la actitud de tratar la tradicin como propiedad intelectual, sujeta entonces a acciones innovadoras, va acompaada por la idea de que privatizar los productos de la invencin humana contribuye a ponerlos a disposicin del pblico (Comaroff & Comaroff, 2009 [2011]: pp. 63).

    10

  • sobre los recursos culturales vallistas. En departamentos como Valle Frtil, el cual viene

    atravesando por intensas y prolongadas sequas una crisis de su produccin agropecuaria a la

    que su poblacin histricamente estuvo ligada, las representaciones tursticas de estas

    caractersticas ambientales hacen de su cultura una parte del territorio de la periferia con que

    los mecanismos de poder tambin modernizan el paisaje privatizando su tierra y despojando a

    los sectores excluidos de la sociedad vallista. A travs de medios civiles como la regularizacin

    de la situacin dominal de la tierra, la morfologa social vallista se estructura desde el sentido de

    la territorialidad hegemnica, proyectando los desplazamientos poblacionales de la cohorte

    productiva de los puesteros como parte del desarrollo de la industrializacin de su territorio.

    Expropiacin y expoliacin

    En el cada vez ms extenuado modo de vida agropecuario, la privatizacin de la tierra

    y sus recursos territoriales son los motivos de la emigracin de los puesteros vallista que da lugar

    al despoblamiento del sector rural y profundizar la desertificacin de las sierras vallistas. Entre

    los reduccionismos etnicistas y las restricciones legales que los proyectos de turistificacin

    disponen en la produccin artesanal, la economa de las identidades y la poltica de la cultura

    constituyen disposiciones contradictorias en las economas regionales, volvindose el ejercicio

    de la ley intermitente de la proteccin ambiental de las reas Protegidas haciendo la frontera de

    lo legal y lo ilegal cada vez ms tenue de acuerdo a quines estas polticas van dirigidas. Como

    observamos ms arriba, mientras el consumo del San Pedro representa lo inefable para el paisaje

    turstico, los emprendimientos capitalistas en el PNVF parecen haber gozado de libertad hasta

    hace pocos aos.

    Esa delgada lnea desaparece definitivamente cuando la precariedad de la propiedad

    de la tierra es problemtica de gran parte de la poblacin vallista. Incluso entre los residentes

    urbanos, la escasa monetarizacin de la vida domstica de la poblacin rural vallista restringe el

    acceso a los medios econmicos necesarios para probar legalmente la presencia veinteal como

    principal medio de acceso de los a la propiedad de terrenos fiscales. Al resumir las principales

    vas de gestin de la propiedad veinteal, relevamos dos tendencias principales. En primera

    medida, la posicin de las principales organizaciones de pueblos indgenas vallista como los

    residentes histricos de La Majadita que mantienen insistentes reclamos interculturales ante

    instituciones civiles para que se atienda la problemtica de los daos con que el turismo de

    aventura perjudica a la territorialidad de las poblaciones locales. Por otro lado, la va de la

    11

  • privatizacin de la tierra como el terreno de San Antonio de Ischigualasto se volvi un caso

    paradigmtico cuando 19 familias legalizaron su propiedad bajo la forma del derecho civil en

    Condominio Baldes del Rosario, contrastando con la situacin general que afecta a la mayora

    de los puesteros. En este caso, la situacin de arraigo entre los contratantes era diversa porque

    se convoc a familias naturales del lugar desde haca dos o tres generaciones atrs, como

    tambin se sumaron familias afincadas slo desde hacas varios aos. Aun as, las

    organizaciones indgenas buscaron que stos optaran por seguir la lucha de los pueblos

    indgenas vallistas en vez de adoptar la gestin privada sobre sus tierras.

    Aunque ambas movilizaciones civiles actan en paralelo y sin afectar una con la otra,

    la va civil dispersara a las fuerzas polticas entre el sector rural de la poblacin vallista que

    apoyan a la causa indgena en esas disputas territoriales, haciendo que el reclamo por una ley

    especial regulatoria sobre los derechos de propiedad veinteal de los puesteros o como un

    colectivo tnico vaya perdiendo representatividad entre los pobladores locales detrs del medio

    civil de privatizacin de la tierra, ya sea individual o colectiva, establecindose como forma de

    gestin dominante para prevenir futuros desalojos. Por eso, la organizacin indgena no se ahorra

    en cuestionamientos para con la va civil al verse de esa manera desplazada, cargando las tintas

    contra los intereses detrs de privatizar la tierra como fruto de una fragmentacin de las

    demandas de los puesteros sobre los derechos a sus tierras, sin reparar en las limitaciones que

    la legislacin nacional impone a la soberana territorial de la forma propiedad una vez que la tierra

    es declarada como propia de los pueblos indgenas. Ese conflicto de territorio no es con el

    gobierno en s. El conflicto lo tienen ellos ah porque tienen que ir haciendo los papeles. O sea,

    es una cuestin de dejadez del ser humano (Entrevista a Carina Calivar, representante de la

    Comunidad Cacique Pedro Caligua, en octubre de 2013).

    En contraste, el discurso de la administracin del parque plantea sus propios intereses

    territoriales como Reserva de Usos Mltiples al mantenerse ajeno de esa disputa entre distintas

    formas de apropiacin territorial dentro de las reas Protegidas. A criterio de los custodios

    ambientales o guardaparques de PNVF consultados en julio de 2014, la poblacin que habitan

    dentro de la reserva est en mejor situacin que la que est fuera de sta, puesto su

    mantenimiento requiere la colaboracin de todos los agentes sociales que lo componen,

    implicando una actitud colaborativa entre los puesteros, las empresas mineras y los

    guardaparque. Para ellos, la situacin precaria de la tierra respondera a la conexin entre la

    conveniencia que cada familia tiene en un momento en particular cuando stos se deciden a

    obtener el ttulo de su tierra, en el cual existe un oportunismo individual para conseguirlo, razones

    12

  • por las cuales los pobladores locales a veces se muestran reacios a organizarse con sus vecinos

    mientras que otras veces tienen voluntad de dilogo buscando regularizar la situacin dominal de

    sus tierras. Los intereses institucionales del PNVF son evidentes cuando stos desconocen las

    demandas legales existentes de organizaciones indgenas sobre las tierras del parque. Al

    preguntarles si saban de casos en los que, en vez de apelar al derecho civil sobre la propiedad

    de la tierra, se haya apelado a la formacin de organizaciones indgenas y al derecho indgena

    para gestionar su propiedad estable, se nos respondi a esto negativamente.

    De esta manera, las polticas de Parques Nacionales y Reservas Naturales declaran

    una soberana suspendida de los habitantes del PNVF, por la cual pretende conservar estos

    territorios en dominio del estado y con el cual ya han ejecutado desalojos y expropiaciones11. En

    este sentido, el Condominio Baldes del Rosario debe entenderse como una estrategia individual

    de resguardo de la propiedad privada en virtud de los antecedentes y su relacin de estrecha

    vecindad con el Parque Provincial Ischigualasto, presentndose como un caso en el que se busc

    sortear dos modos distintos del avance hegemnico sobre las formas tradicionales de propiedad

    y de vivir en territorio perifricos. Por un lado, el estatuto condominal se adopta entre los vecinos

    contratantes como estrategia contra los mecanismos de expropiacin que conlleva acceder a

    tierras fiscales a travs de la ejecucin del derecho veinteal. Por otro lado, se busca salvar la

    situacin de expoliacin que agentes estatales y empresas privadas condicionan la territorialidad

    tradicional instalando alambrados y mesurando la sierra.

    Del primer mecanismo pudimos recolectar una amplia casustica puesto que, como lo

    afirmamos arriba, es la situacin general de las tierras ocupadas por los vallistas que carecen de

    ttulos legales. Sin embargo, difcilmente las ejecuciones terminen echando a un vallista de su

    hogar como nos han sugerido el discurso institucionalizado de PNVF. Lo que sucede es que la

    expropiacin se logra de manera indirecta desde los resquicios dejados por el estado y

    aprovechados por los funcionarios de la Oficina de Catastro como excepcin permanente para

    movilizar el negocio de Bienes Races. As, por todo el pueblo nos han llegado comentarios sobre

    11 El oportunismo de dichos intermediarios ha llegado a que se adjudicaran tierras del camping municipal de Villa San Agustn, terrenos emblemticos de los reclamos de los pueblos indgenas como un antiguo asentamiento aborigen. La representacin legal de esta escribana en el reclamo a nombre de los hijos de Benigno lvarez, reconocido referente de La Majadita y Las Juntas en el proyecto de revalorizacin de la cultura de los pueblos originarios localizados en la Sierra de Chvez a cargo de la Profesora Costa. Su titular, asociado a su hija abogada, ejerce su profesin como agrimensor en la zona de Valle Frtil al mismo tiempo que cumple funciones en el municipio, se nos presentan como el lmite de la porosidad del estado de excepcin el sistema de propiedad de la tierra no se transforme en latrocino, usufructuando un cargo pblico para acumular pequeas propiedades distribuidas a lo largo y lo ancho del rea Protegida, como as tambin en tierras fiscales del resto del departamento.

    13

  • el papel que juegan en esta disputa territorial los intermediarios legales como las escribanas, los

    abogados y los agrimensores, (es reconocida la tajada del len que oficia la Escribana Olmos

    en estas trasferencias de tierras), ofrecindole regularizar la situacin de propiedades a los

    puesteros a cambio de una parcela de las tierras, cuya forma de vida por definicin es

    desmonetarizada.

    Con respecto al segundo mecanismo, el de espoliacin sobre las formas tradicionales

    de subsistencia y transformacin del paisaje, consisten principalmente en esto ltimo, impedir el

    traslado de animales ajenos poniendo alambrado. A medida que se mesura la sierra, los ejidos

    fiscales quedan cada vez ms aislados y distantes uno de otro, dificultndose proveer de pasturas

    del ganado caprino que domestican los puesteros. Como estrategias que facilita esta tendencia

    a la expropiacin, la expoliacin de los medios econmicos tradicionales de los residentes dentro

    del PNVF entraran en accin, por ejemplo, cuando se alambr con pas atravesando el ro para

    que las tareas pastoriles de sus vecinos no interfieran con el emprendimiento de turismo rural de

    la estancia Media Luna, luego de desalojar a una familia de puesteros en 2007.

    Desde esta mirada, no seran insidiosas las polticas pblicas sobre las reas

    Protegidas al diferenciar entre los residentes reconocidos como pueblos indgenas y los que no

    lo son, tanto en el discurso polticamente correcto de la conservacin de los dispositivos

    ambientalistas como en el de la autenticidad entre las organizaciones indgenas comprometidas

    con el proyecto turstico desarrollista? Un alambrado que cada vez ms se extiende a lo largo de

    la Sierra de Rivero, en primera instancia, no slo excluira a los que no alcanzaron a regularizar

    la situacin dominal de su vivienda bajo las regulaciones de la mancomunidad del cdigo civil.

    Adems, la extensin necesaria de las propiedades tituladas para mantener una economa de

    autoabastecimiento condicionara a la territorialidad agropecuaria de los puesteros.

    Una vez que nos instalamos en Astica, nos contactamos con los referentes de la

    incipiente organizacin indgena conocida como Comunidad Cacique Astica, quienes se

    mostraron interesados en charlar sobre los problemas que los alambrados y la privatizacin de la

    tierra afecta a los integrantes de su comunidad y su forma tradicional de vida. Nuestro encuentro

    con Duilio Rivero y Alfredo Calivar ratific la situacin que venamos registrando en el resto del

    departamento. La delimitacin fsica de la propiedad privada se superpone espacialmente con el

    uso tradicional que la gente que se rigen por el derecho indgena hace de la sierra y de sus

    pasturas, acorralando al ganado en territorios ms estrechos y extenuando la calidad de esas

    tierras, base de la produccin de los recursos econmicos de los puesteros. En temporadas de

    sequa, los puesteros deben dejar a las majadas de cabras que recorran territorios cada vez ms

    14

  • amplios para ser mantenidas. En consecuencia, el desarrollo de la propiedad de la tierra bajo la

    poltica de la imposicin espacial regida por el alambrado atentara directamente contra la

    integridad de las majadas, volviendo cada vez menos rentable la dedicacin agropecuaria en

    pequea escala de estos productores.

    Segn lo que nos refiriera el Sr. Calivar, la necesidad del sector rural de asegurar la

    vivienda individual de cada familia alienta a que se organicen colectivamente, pero ya no

    movilizndose para pedir una legislacin especial con la que el estado atendera a los reclamos

    territoriales locales, sino dentro del derecho civil argentino. Las presiones legales con que las

    tierras de la comunidad se ajustan respecto a su transferibilidad y uso hace que muchos

    pobladores prefieran conservar su dominio individual -aunque solo sea de hecho- cuando tienen

    recursos para probar la posesin veinteal. Al desistir organizarse bajo un derecho comunitario

    con sus vecinos, la individualidad de las territorialidades de los agentes tiende a organizar su

    accin para conservar el lugar en que habita. Pero como el acceso a la escrituracin de la

    propiedad es econmicamente restrictivo, los residentes con posibilidades concretas de legalizar

    su tierra optan por soluciones como en el caso del Condominio Baldes del Rosario.

    Reflexiones finales

    Detrs de las promesas modernas de un desarrollo ecolgico a travs de un turismo

    multicultural, la correccin poltica del turismo vallista oculta los mecanismos econmicos,

    jurdicos e ideolgicos con que la territorialidad dominante se apropia de las instituciones civiles

    para someter a los puesteros mediante relaciones coloniales, resignificando la cultura local con

    que su territorialidad tradicional basa su economa de subsistencia y, a la vez, motivar por medios

    econmicos a que los vallistas con menos recursos econmicos se muden a la ciudad,

    concentrando la tierra en pocas manos.

    La territorialidad local es propia de la produccin de la economa domstica rural,

    como identidad subalterna con que se representa localmente el territorio padece el rgimen legal

    de acceso a la tierra, en el que no slo se le enajenara directamente a los vallistas de su derecho

    a la propiedad privada de la tierra impidindole regularizar su situacin dominal, sino tambin al

    que la economa geopoltica de las inversiones transnacionales impelera indirectamente al

    segmento de la poblacin rural a abandonar su territorio. La territorialidad dominante, instituida

    transnacionalmente dentro de las relaciones capitalistas de produccin, identifica a los territorios

    perifricos dentro de una clasificacin de paisajes discretos, desde donde la ideologa dominante

    15

  • produce los sentidos de las diferencias culturales, mercantilizando las identidades locales para

    desfolclorizar a la cultura tnica y as desterritorializar su dominio. De esta manera, siguiendo un

    proyecto moderno de soberana nacional, la sociedad civil se confabula contra la territorialidad

    local, impidindole reproducir su forma tradicional vida al influir colateralmente en sus modos de

    producir sus propias hegemonas.

    As, el fetichismo de la ley con que las naciones modernas declaran cada vez ms

    ampliamente privatiza la propiedad y se protegen de cualquier atentado a su orden social

    capitalista, responde a una economa poltica de las identidades desde la que las diferencias

    culturales representan alteridades posibles de mercantilizar, pero tambin representando al

    criminal cuando esas diferencias culturales contradicen a los valores sociales dominantes. La

    dbil distincin con que el estado controla lo legal y lo clandestino sobre el impacto ambiental las

    reas Protegidas representa al crimen de acuerdo a qu tipo de sujeto social sea criminal,

    volviendo al acceso a la propiedad de la tierra como a la soberana de la cultura local derechos

    racialmente restringidos cuando las polticas desarrollistas ya no slo se ocupan de organizar la

    produccin de la economa, sino tambin a ordenar geopolticamente el consumo en la periferia,

    favoreciendo a los sectores dominantes el acceso de los recursos.

    En un estado de excepcin as, la mercantilizacin de la identitaria no slo se ocupa

    de producir diferencias cultura para industrializarla, sino adems seala lo que de cmplice tiene

    la violencia criminal y el ejercicio de la ley, es decir, entonces, ocultar lo incmodo que hara a la

    ley impracticable dentro de la vida social o volvera al crimen un mal negocio, de la misma manera

    que tampoco habra un rgimen de produccin criminal que diferencian a los estados de las

    naciones del norte de los de sus poscolonias del sur. De la misma manera que encontramos

    violencia en la civilizacin y orden en la barbarie, vemos slo un prejuicio tursticamente til a la

    criminalizacin de la cultura local que no tena sentido en las pocas de descontrol de la

    explotacin de los recursos del PNVF porque no era econmicamente rentable. Como

    representacin de situacin de ilegitimidad con que se afecta a las identificaciones locales de la

    periferia, la tendencia a la concentracin de tierras especula con los sujetos subalternos directa

    o indirectamente expuestos a los mecanismos de alienacin territorial.

    16

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