Luis F. Aguilar Villanueva-Poltica y Racionalidad Administrativa

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  • POLITICA Y RACIONALIDADADMINISTRATIVA

  • Primera edicin: 1982

    C Instituto Nacional de Administracin PblicaCoordinacin de DifusinAve. Country Club No. 208Delegacin Coyoacan04220 - Mxico, D.F.Tel. 549-10-19

    Impreso y hecho en Mxico / Printed and made in Mxico

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    Internacional de Ciencias Administrativas

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    Mario Cordera Pastor

    CONSEJO DE HONOR:

    Gustavo Martnez Cabaas Andrs Caso

  • NDICE

    Presentacin 9Introduccin 11

    I. Estado y Proyecto Nacional 131. El Estado entre derecho nacional y espritu nacional 142. Acerca del proyecto 193. Proyecto y poltica 244. Acercamiento a una conclusin 29

    II. Racionalidad Administrativa y Decisin Polticaen el Estado Contemporneo 371. Filosofa estatalista y ciencia socialista: El programa de Marx 402. La racionalidad estatal como legalidad y burocracia 413. Racionalidad y Decisin 474. Racionalidad y poltica en el Estado contemporneo 50

    III. Estado Social y Administracin Pblica 571. Del Estado liberal al Estado social 572. Estado social y administracin pblica 593. La teora crtica de la administracin pblica 624. La teora positiva de la administracin pblica 665. Algunas orientaciones de conclusin 73

    IV. Acerca de la Crisis del Welfare State 771. Del Estado liberal al Estado social 78

  • 2. La crisis del Estado social 813. Algunas reflexiones sobre la crisis-solucin 87

    V. Racionalidad e Irracionalidad de la AdministracinPblica Mexicana 951. La crisis de la sociedad racional como sociedad verdadera 952. De la crtica marxista a la irracionalidad de

    la sociedad capitalista 993. La racionalizacin del capitalismo en el

    Estado contemporneo 1024. La racionalidad de la sociedad contempornea

    segn el concepto de Weber 1065. Notas para un debate sobre la racionalidad e irracionalidad

    de la administracin pblica mexicana 111

    VI. Los Lmites de la Refundacin slo Administrativade la Repblica Federal 1251. El replanteo de la cuestin 1262. El reflujo del Federalismo 1323. El problema del Estado social mexicano 1424. Las limitaciones de una refundacin slo administrativa

    de la Repblica Federal 146

  • PRESENTACION

    La obra que edita en esta ocasin el Instituto Nacional de Administracin Pblicase inscribe en el contexto de una profunda reflexin acerca del grado de evolucinde la teora publiadministrativa. En efecto, su lectura expresa inquietudes tericase iniciativas prcticas diferentes en este campo de las ciencias sociales, adems deofrecer marcos de referencia tiles para desarrollar su objeto de estudio. El logro deeste propsito, se construye sobre una estrategia en la que, primero, se percibeuna importante revaloracin de la filosofa poltica clsica, para despues pasar alfascinante ejercicio intelectual que, sobre la base conceptual que representan lascategoras "estado social de derecho" y "administracin pblica de masas", transitaa travs de la ciencia poltica, construida en la articulacin, necesaria e imprescindi-ble, entre teora y prctica, a la que se suman reflexiones sobre la racionalidadpoltica y la administrativa y la relacin, en ltima instancia, entre dinmica estataly proyecto nacional.

    La manera en que se identifican, describen y estudian los diferentes aspectosobjeto del anlisis del doctor Aguilar suman, a la reconocida erudicin y pulcritudcaractersticas de los trabajos del autor, una completa originalidad que dimensionanuevas expresiones del quehacer terico acerca de la administracin pblica. Ellopermite percibir, desde una perspectiva diferente, ms potente y explicativa, proble-mas puntuales que, por su especificidad misma, se tornan escurridzos para miradasmenos suspicaces.

    Consideramos que el presente documento abrir una nueva arista del anlisis ydebate sobre el lugar social de la administracin pblica. Lo anterior es posible gra-cias a su carcter cientfico, su imbricacin histrica con la realidad, y el desarrollodidctico de sus planteamientos, dignos de la ms slida contextualizacin poltica.

    Luis Garca Crdenas

  • INTRODUCCION

    El Instituto Nacional de Administracin Pblica, en ocasin de diversos eventos yactividades de difusin de la cultura y de la ciencia administrativa pblica, me hon-r con encargarme la preparacin de algunas conferencias durante 1981 y 1982. Lostextos de mis intervenciones acadmicas, quiz por no ser en sentido estricto un es-pecialista de la administracin pblica, despertaron de alguna manera cierto intersen el auditorio y empezaron a circular entre profesionales y estudiantes de esta dis-ciplina terica y de este ofcio social decisivo, sin el cual es ininteligible e impotenteel Estado contemporneo.

    Por este motivo y con gran generosidad, el INAP me pidi que revisara los tex-tos de las conferencias y reflexionara sobre la posibilidad de su publicacin. No fuefcil tomar una decisin por el respeto casi sagrado que guardo hacia el libro que,en mi opinin, debe seguir siendo el producto de una inteligencia o de una investi-gacin original y acumulativa del conocimiento. Por esto debo honestamente ad-vertir al lector que se trata de un conjunto de conferencias, que reproducen algunasde mis ideas y preocupaciones sobre las condiciones polticas actuales.

    Su hilo conductor es, casi en todos los textos, una critica a la Ilustracin, a suautointerpretacin y pretensin de haber originado y fundado la sociedad "verda-dera" y el Estado "verdadero". A esta crtica acompaan reflexiones sobre la trans-formacin del Estado. En efecto, vivimos contemporneamente un Estado socialque se estructura y funciona como administracin del bienestar de masas. Por esto,en tercer lugar, mis reflexiones nacen de una seria preocupacin, a saber, que laadministracin de masas suplante a la democracia de masas, que la razn tcnico-administrativa sustituya peligrosamente en nuestro tiempo histrico a la raznprctica-poltico-moral, tan deprimida y silenciada. En este limitado esfuerzo de

  • comprender al Estado contemporneo administrador y de sealar los riesgos socialesque se correran, si la administracin cientfico-tcnica fuera abandonada sin con-trol social a su propia inercia de operacin, me veo obligado a levantar pronuncia-mientos crticos sobre una posible burocratizacin del mundo social. Es por elloque me veo tambin obligado lgicamente a evaluar aqu y all la teora marxistadel Estado, del gobierno y de la administracin, que hoy por hoy es la teora crticams radical y contundente. Para este fin, me apoyo en Max Weber, otro tericoalternativo, cuya postura conceptual y prctica me parece, por muchas razones, noslo sugerente sino concerniente. De todos modos, tomo distancia de cualquieraceptacin dogmtica y ritualista de algunas de sus proposiciones.

    Por ltimo, quiero agradecer al licenciado Luis Garca Crdenas, actual Presiden-te del INAP, el apoyo que tan gentilmente me ha brindado en mis tareas de docenteen la Maestra de Administracin Pblica del Instituto, as como sus invitaciones aparticipar en las actividades de extensin y difusin de la cultura y de la cienciaadministrativa. Igualmente quiero expresar mi agradecimiento al licenciado CarlosAlmada, al licenciado Miguel Angel Olgun y al licenciado Jos Luis Caldern, quehan desempeado en diversos momentos el cargo de Secretario Ejecutivo del mismoInstituto y cuyo inters y pasin por el desarrollo nacional de la administracinpblica reconozco y aprecio y a los que debo mi participacin en las actividadesacadmicas de docencia y difusin del INAP. Tambin agradezco al licenciadoCipriano Flores Cruz, coordinador de Investigacin, todo el estmulo y apoyo queme ofreci para poder realizar esta publicacin.

    Espero que estas reflexiones puedan ser de utilidad terica y prctica a los lec-tores y que los seguros desacuerdos y juicios crticos sirvan para el desarrollo de lateora y del ejercicio de la administracin racional del Estado social.

    Luis F. Aguilar VillanuevaSan Jernimo, Mxico, D. F.14 de junio de 1982.

  • I. ESTADO Y PROYECTO NACIONAL

    De entrada conviene hacer una observacin, sin la cual este texto se encaminaraclaramente por el callejn sin salida de la pura ideologa y se convertira en un meromanifiesto poltico. Esta observacin, que fungir como precondicin de mis pun-tos de vista, consiste en evitar dar un contenido especfico al proyecto nacional y,ms an, en no presentarlo como un deber-ser o un poder-ser social; es decir, comoalgo que moral o jurdicamente debe ser realizado por la sociedad, invocando paraello un conjunto de criterios o valores trascendentes al proyecto (que, por cierto,habra que validar como "metanormas"), o bien como algo que se demuestra comoposible de ser socialmente realizado, alegando para ello las capacidades socialesexistentes en la historia social actual de nuestra nacin. Por deseable que sea definirun proyecto nacional y fundarlo axiolgicamente como deber-ser, o cientficamentecomo poder-ser, esto significara, cuando menos, un desconocimiento de las posibi-lidades limitadas de la axiologa jurdica y moral en poltica y, con mayor razn, dela ciencia en poltica. Con esta precondicin, mi texto apuntar, ms bien, a undiscurso formal y no material del proyecto nacional, es decir, tratar de enunciar lascondiciones sociales que posibilitan o imposibilitan el acto de proyectar y la forma-cin social del contenido del proyecto. No cualquier sociedad estatizada favorece elacto de proyectar, la formacin de un proyecto social en sentido estricto y, menosan, la realizacin concreta del proyecto. Igualmente mi trabajo tratar de debatirsobre la posibilidad misma, terica y prctica, de un proyecto nacional en una so-ciedad compleja como la nuestra, de fin y no de principio de siglo.

    El tema que me propusieron los organizadores de este ciclo de conferencias re-capitula en verdad la tensin que existi tanto en el nivel prctico como en el te-rico entre Estado y Nacin en el momento del nacimiento del Estado moderno yen su fatigoso desarrollo posterior. Dicho de otra manera, recapitula la tensin que

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    existi entre Derecho racional y Espritu nacional-popular, entre Estado de derechoy Estado-Nacin, entre ilustracin jusnaturalista e historicismo romntico, en esasu pugna prctica y terica de afirmarse como factores constituyentes de la funda-mentacin y de la sustancia del nuevo Estado postfeudal. Al mismo tiempo se debeincorporar esta tensin poltica a su horizonte terico-ideolgico, a saber, al hori-zonte de la tensin ms general y profunda entre una concepcin determinista yuna teleolgica de la historia social y poltica.del gnero humano. Esto con el finde que la tensin entre el Estado de derecho de la naturaleza humana y el Estadodel ethos de un pueblo histrico no aparezca historicistamente relativizada comouna tensin slo propia del pasado estatal, que ya no concierne en nada a nuestropresente jurdico y nacional. Por esto, hacer un breve "memorndum " de la historiaterica y prctica, ideolgica y poltica, de esta tensin puede servir, al menos,como una aproximacin ms rigurosa al tema y, sobre todo, como una advertenciarespecto de su complejidad y de sus supuestos. Esto frecuentemente se olvida porprescindir de la tradicin filosfica y politolgica que tan agudamente debati sobreeste tema, lo que ocasiona que se plantee la problemtica del Estado y del proyectonacional muy juvenilmente.

    1. El Estado entre derecho racional y espritu nacional

    El proceso de nacimiento del Estado moderno, en conexin con el nacimiento de laproduccin capitalista y de la sociedad burguesa, y sobre todo el hecho consumadode su existencia real, despus de la Revolucin (inglesa, americana, francesa, inde-pendencias latinoamericanas), se fundament con referencia a la "sociedad civil",pensada en los trminos de la economa poltica, de una produccin-mercado entreindividuos formalmente libres e iguales, o bien con referencia a la sociedad civil pen-sada en los trminos del historicismo (romntico), de una sociedad institucionali-zada sobre la base de una cultura compartida, formada histricamente y vitalmentetransmitida. Estado-mercado o Estado-civilizacin, Estado de derecho natural o Es-tado de cultura nacional histrica, Estado de la ley o Estado del "espritu" de lasleyes fue la alternativa tensa en la que se movieron la teora y la prctica polticasdesde el siglo XVIII, pero sobre todo en los aos inmediatamente postrevoluciona-rios y en los posteriores a 1848; tensin que, diversamente retraducida, llega hastanuestros das. En el Mxico Independiente, dicha tensin fue protagonizada por libe-rales y conservadores, prototpicamente por Jos Mara Luis Mora y Lucas Alamn,y hoy se renueva en la invocacin del Derecho del Estado-Rgimen'postrevoluciona-rio de 1917 o bien en la innovacin del proyecto nacional popular de una revolucin"interrumpida" o "traicionada": la tensin entre "reforma poltica y administrativa"y "disputa sobre la nacin", entre la razn de Estado y el proyecto de "otro" Esta-do racional.

    El Estado moderno naciente, de Locke y Hobbes a Rousseau y Kant, de los

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    fisicratas a Adam Smith y David Ricardo, encuentra su fundamentacin terico-prctica en la naturaleza humana y en sus atributos y derechos. Los derechos de lanaturaleza humana, que son objeto de conocimiento de la razn y verdad de razn,se erigen como el nuevo principio de la institucionalizacin de lo privado y de lopblico, de la sociedad civil y de la sociedad poltica, del mercado y del Estado.La nueva sociedad nacida de la revolucin del orden feudal aparece, entonces, comoun producto de la razn, misma que, al emanciparse de la fe, de la cultura religiosatradicional, emancipa a la sociedad en su conjunto y produce (proyecta) una nuevasociedad cuya sustancia y forma, es decir, cuya institucionalizacin se basa y se cen-tra en el valor supremo de la libertad-derecho natural: del hecho de la emancipacinlograda al valor de la libertad institucionalizada jurdicamente. Por esto, la sociedadcivil y poltica, el mercado y el Estado, en cuanto productos y expresiones de laafirmacin de la razn, de la Ilustracin racional, son a su vez realidades verdaderas.La historia social humana, entonces, ha llegado a su final, a su verdad. En efecto, losderechos-libertades naturales, que son verdades de razn, encuentran su realizacinprctica y acabada en la economa de mercado y en el Estado constitucional, en elliberalismo del mercado y del Estado: Capital y Estado soberano de derecho son laverdad de la sociedad y la sociedad verdadera. Racionalidad, laicismo, juridicidad,liberalismo, democracia, constituyen el principio y la verdad de la modernidad.

    La nueva sociedad civil es as retrotrada hacia los derechos-libertades naturalesde loe individuos, derechos conceptualizados por y fundamentados en la razn; yla nueva sociedad poltica es as retrotrada hacia la institucionalizacin jusnatura-lista-racional de la sociedad civil como el momento de su juridificacin pblica-universal y como el momento de su coaccin. En este sentido, el montaje de la nue-va sociedad se realiza de lo natural (de lo presocial) a lo social y de lo social (de loprepoltico) a lo poltico: de lo natural a lo artificial Fundamentalmente, el con-cepto racional de naturaleza humana es el factor que genera y estructura de hechoy legitima lgico-axiolgicamente la nueva sociedad civil-poltica. Esta sociedad esuna proyeccin de la naturaleza humana y de su concepto, y la clausura del proyec-to natural-racional. En esta sociedad nueva, naturaleza e historia, naturaleza huma-na y sociedad histrica coinciden y se unifican, as como clausuran y terminanenteramente esta unidad. Ahora bien, dado que la naturaleza humana es el conceptoracional y no religioso de naturaleza humana, esto significa tambin que en estasociedad nueva, razn e historia, orden lgico y orden histrico, concepto y vida,racionalidad y realidad coinciden, se unifican, clausuran y terminan enteramenteesta unidad. El proyecto de la razn y de la naturaleza se realiza o, si se quiere, seinterpreta y presenta como realizado en la sociedad civil de mercado entre privadoslibres e iguales y en la sociedad poltica constitucional, la de la juridificacin pbli-ca-universal de la libertad de acuerdo con naturaleza y razn. Produccin capitalistay poder soberano estatal, libertad de mercado y Estado liberal son el producto (elartefacto) enteramente acabado del proyecto de la naturaleza y de la racionalidad.La sociedad civil es slo una relacin social de produccin y de mercado, de carc-

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    ter libre, y no una relacin de dominacin social (a diferencia del antiguo rgimenfeudal); la sociedad poltica es la institucionalizacin jurdica de esas relacionessociales de entera libertad, y su dominacin o coaccin est slo y apenas en fun-cin de las libertades, con funciones de garanta y de castigo para las patologas desus infractores.

    Este proyecto de la Ilustracin se consideraba realizado sin residuos en, la Revo-lucin y en la sociedad nacida de la Revolucin. Naturaleza, razn y libertad habanencontrado cuerpo en la sociedad: el logos de la razn se haba hecho carne en lahistoria social. Desde esta perspectiva de la Ilustracin (la perspectiva de la filosofajusnaturalista de la sociedad civil y poltica y la perspectiva de la economa poltica),el Estado no poda ser considerado y legitimado mas que como Estado de Derecho.Dicho ms concretamente, desde el punto de vista la burguesa ilustrada, situada yactuante en un mercado capitalista en expansin, la fundamentacin del Estado seencontraba en el derecho natural-racional.

    En cambio, para el historicismo romntico, que de alguna manera coincida consociedades atrasadas en el nivel de economa de mercado libre y en el de culturaracionalista (por ejemplo, Alemania), el proyecto de la Ilustracin, como fundacinemancipadora de la sociedad a partir de la razn, resultaba en el fondo una funda-mentacin y una emancipacin con base en la razn abstracta, en el concepto abs-tracto de naturaleza y libertad. Como tal, era un programa contradictorio en smismo, que terminaba por traicionar radicalmente sus objetivos y principios mos-trando su fracaso en los aos postrevolucionarios. El fracaso era imputable a lareduccin de la persona viva y de la sociedad histrica al concepto de la pura natu-raleza humana, ya que dicho concepto genrico borra la profunda subjetividad vitale individual de la persona humana; cancela la articulacin intersubjetiva orgnica,viva y sentida, del individuo con su sociedad histricamente producida y existente,encerrndolo en el monadismo abstracto de sus inalienables derechos naturales ygarantas individuales; evapora en el cielo monocolor de la unidad de la naturalezahumana la riqueza de la multiplicidad y de las diferencias nacionales, culturales eindividuales. Al concepto escapan la realidad concreta, la historia viva, la vida social,grupal y personal y escapa la historicidad. Al considerar a la razn y a su conceptocomo lo primordial, como lo realmente esencial y valioso en el hombre y en la so-ciedad humana, se margina y se desvaloriza a otras dimensiones iguales o ms pode-rosas de la persona y de la sociedad, sobre todo a las ms profundas y activas, asaber, las dimensiones del instinto, el sentimiento, el inters, el sentido comn,etctera, que la razn ilustrada con toda petulancia redujo a prejuicio, ignorancia,supersticin, a "idola". As, en nombre de la unidad del concepto abstracto de na-turaleza, se desarticula a la sociedad concreta pluralmente integrada y al individuode sus vnculos inmediatos, concretos y vitales. En nombre del concepto universalse nivela rasantemente, perdindose la originalidad espontnea y sentimental del

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    individuo y la tradicin cultural vivida y sentida de pueblos y naciones, y sobretodo, se convierte a los individuos en tomos iguales e independientes, en seres"monsticos" y no "polticos", en seres egostas y competitivos, no comunitariosy solidarios. En nombre del concepto del derecho-libertad natural se generan socie-dades artificialmente contratadas y se sepultan comunidades espontneamente pro-ducidas, vividas y sentidas.

    Lo que el Historicismo objeta esencialmente al proyecto de la Ilustracin es queel proceso de insttucionalizacin de la sociedad se est llevando a cabo de espaldasa la tradicin cultural y en contra de los valores, ideas, costumbres, convencionesque configuran y validan las instituciones sociales heredadas y a las que se adhieren,quizs inconsciente e irreflexivamente pero sentida y vivencialmente, los actores so-ciales individuales y grupales. Es demasiado brutal una revolucin que, para asentar-se y lograrse como tal, para implantar la modernidad, exige el desgarramiento dela tradicin cultural pasada, la ruptura con la institucionalizacin que de maneraespontnea y continua se ha ido desarrollando histricamente hasta formar el ethos,el "espritu", el "temperamento" de un pueblo, de una nacin. Es demasiado pre-tencioso para ser asumido como verdadero un proyecto que se desarrolla de espaldasa lo que constituye la vida misma, la historia de una nacin. Es falso un proyectouniversal de la razn y de la naturaleza humana que va en contra de la historia na-cional particular, as como es falsa una institucionalizacin social centrada en elconcepto abstracto de libertad como derecho natural, si marcha a contrapelo delconcepto concreto y de la valoracin vivida de una libertad entendida y apreciadaen los trminos de la herencia cultural crecida y recibida, que justamente constituyela identidad y diferencia nacional, la "nacionalidad". La concepcin y la valoracinque una sociedad tiene de s misma hace referencia a y se basa en su propia historiacultural-institucional, no en un "estado natural" de derechos naturales: se funda-menta en su historia y no en la naturaleza, en su vida concreta y no en el conceptoabstracto.

    Contra el proyecto ahistrico de la Ilustracin que se presenta realizado total-mente en el mercado libre del capital y en el Estado constitucional soberano, hayque oponer el proyecto histrico de lo nacional-popular, que de ninguna manerase presenta ni puede presentarse, precisamente porque es histrico, como acabadoen ningn momento. A la falacia del concepto abstracto, "muerto y natural", hayque oponer el proceso inagotado e inagotable de la formacin de nuevos conceptosy nuevos valores que se gestan y nacen dentro de la dinmica real y concreta de lavida social, de las relaciones de produccin, de comunicacin y de poder. No hayninguna relacin social de produccin y de poder que pueda autojustificarse comoverdadera o terminal, en la medida en que las relaciones sociales estn sujetas a ladinmica viva entre actores individuales y colectivos y a las relaciones de stos conlos desafos de la naturaleza exterior. Por esta lnea del historicismo, el Estado se

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    fundamentaba en la cultura nacional-popular. Es la lnea que nace en EdmundBurke (Reflexiones acerca de la revolucin francesa) y contina en los Discursos ala nacin alemana de Fichte, en Savigny, Mller, los hermanos Grimm, los pensado-res de la restauracin y el neohistoricismo, pero que aun antes de Burke, en el sigloXVIII, estaba presente en las instancias de Montesquieu y Muralt con su nfasissobre el Esprit o Geist de las leyes e instituciones sociopolticas.

    El Estado, pues, desde su origen y fundacin, haca referencia a la sociedad civily a su previa institucionalizacin, que oscilaba entre el derecho natural-racional y lacultura nacional-popular, entre la naturaleza humana y el ethos nacional, entre elhombre y la nacin, entre la economa poltica y el historicismo cultural: el Estado,en cuanto juridificacin pblica y soberana coactiva de esa institucionalizacincivil previa (lgica, que no cronolgicamente), se fundaba entonces o como Estadode derecho en sentido estricto, o como Estado-Nacin, es decir, como juridificacinuniversal y monopolio coactivo del derecho natural o de la cultura nacional, de laidentidad de naturaleza o de la diferencia histrica de cultura. Vale la pena subrayaraqu la autointerpretacin y autopresentacin social de la burguesa emergente yrevolucionaria, que no se entiende ni se presenta como clase sino como "el hom-bre", sin ms, o como 'la nacin", sin ms, y, que en esta medida, entiende ypresenta sus intereses particulares como norma universal de la sociedad y de sus in-tercambios, es decir, logra que la lgica de sus intereses particulares ascienda a serel principio-universal de la nueva institucionalidad civil y poltica. Si el Estado esEstado de clase (Marx), resulta histricamente cierto tambin que la legitimacindel Estado se hace con referencia a un status "postclasista", a saber, al de natura-leza humana y/o al de cultura nacional. La razn de ser del Estado se basa, entonces,en que la articulacin de las instituciones polticas con las civiles (pblico-privado)se logra con referencia a la naturaleza humana y/o la cultura nacional.

    Esta doble y tensa fundamentacin del Estado se fue unificando lentamentehasta lograr esa ecuacin contempornea de Estado-Derecho-Nacin, del Estadocomo expresin real y simultnea de la soberana jurdica y de la soberana nacional.Pero esa alternativa tensa ha seguido latente y emerge poderosamente en nivelespatentes cuando la institucionalizacin civil-poltica se sacude y entra en crisis enrazn del conflicto social. Prescindiendo aqu de las causas del conflicto, convienedecir formalmente que el conflicto social tiene que ver siempre con la impotenciade ciertos intereses particulares para constituirse en los principios y contenidos de lainstitucionalidad civil y poltica o para ser reconocidos dentro de ellos, o bien tieneque ver con la potencia de los intereses particulares que, para afirmarse, quiebraninstituciones pasadas y generan nuevas que les dan cabida y los convierten en loscontenidos y principios de una nueva institucionalidad civil y poltica. Justamenteen estos momentos de crisis y conflicto social, los nuevos intereses realizan su cr-tica y su asentamiento social, invocando el derecho natural o la dignidad de la per-sona humana, o bien la cultura nacional-popular. Este proceso de bsqueda de

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    institucionalizacin de los intereses, que Gramsci llam la lucha por la "hegemona"(reforma cultural y moral) y que es el corazn de la lucha social y de la lucha pol-tica, no puede llevarse a cabo ms que dentro de la estructura y de la dinmica delos principios ("metanormas") que legitiman e inspiran las normas dadas del inter-cambio social, es decir, de las instituciones sociopolticas. Histricamente estosprincipios siguen siendo los jusnaturalistas o los culturalistas, los humanistas o losnacionalistas. As, las nuevas reivindicaciones se integran crtica y creativamentea ellos, entendindose y presentndose como los nuevos y ms avanzados protago-nistas de la interpretacin y actuacin de la cultura universal humanista o de lacultura particular nacional-popular, del "proyecto humano" o del "proyecto nacio-nal" o en nombre de "lo revolucionario", "lo mexicano", ' lo popular", "lo na-cional" (vanse las declaraciones, principios, programas de accin y hasta los mismosnombres de los partidos; la lucha poltica es una lucha desde y por la cultura, de laque emana la institucionalidad). El mismo conflicto social, a favor o en contra, haceintrnsecamente referencia a los temas universales de la naturaleza humana o de lacultura nacional, dentro de los cuales buscan cabida, legitimacin y vida social losintereses particulares de grupos que reafirman o reinterpretan su calidad de miem-bros del gnero humano o de la sociedad nacional. Descalificar esta referencia como"ideolgica" es algo que no asombrara a ninguno que haya entendido que la pol-tica es la lucha por un poder que posibilite la afirmacin real de una ideologa, deuna cultura (humanista cosmopolita o nacional). Los hombres que pugnan por unaverdad postideolgica o desideologizadora son tambin, en trminos polticos, losreintrpretes y rehacedores de una cultura dada, para los fines de una nueva institu-cionalidad que d cabida a los intereses particulares.

    En suma, en su fundacin y legitimacin el Estado ha vivido una tensa oscilacinentre derecho racional y espritu-cultura nacional; oscilacin que reaparece y serenueva en los tiempos de conflicto social, ora aludiendo de nuevo al derecho vigen-te y a sus potencialidades normativas inagotadas, ora invocando la cultura nacional-popular y a sus valores e intereses que an no han conseguido la calidad de normasocial. Es decir, el conflicto social tiende a resolverse presionando para que hayareformas en el nivel del "rgimen", reformas poltico-administrativas; o bien buscasu solucin retomando o impulsando un "proyecto nacional" y que interpretacomo descuidado, frenado y hasta traicionado en el nivel del rgimen y/o en el delejercicio gubernamental y las medidas administrativas.

    2. Acerca del proyecto

    En su artculo Proyecto, de mayo de 1981, Massimo Cacciari * se plantea la pre-

    1 M. Cacciari, "Progetto" en Laboratorio Poltico, nm. 2, marzo-abril, 1981, pp. 88-119, Ed.

    Einaudi, Torino, Italia.

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    gunta: "qu cosa se dice en el trmino "proyecto"? Responde a ella destacando,en primer lugar, la historia terico-prctica de la formacin de su campo de deno-tacin y connotacin, para, despus, resaltar su tensin y contradiccin terica ypoltica. Seguir libremente la lnea de su razonamiento.

    De entrada, en su sentido ms comn, a) pro-yecto tiene que ver con produccin,en la medida en que no slo idea con anticipacin algo, sino que lo idea comopro-ducible, como factible y, por esto, el proyecto implica tambin el conocimientoy la formulacin de los fundamentos en los que se basa su posibilidad de ser efecti-vamente producido, a saber, los medios tcnicos actualmente disponibles. En estesentido, todo proyecto es o implica una base y una formulacin cientfico-tcnica,una proyeccin de las capacidades productivas de la tcnica cientfica, en tanto quepor ella se constituye la disponibilidad del mundo, es decir, se dispone con exacti-tud de las causas y se pueden entonces calcular anticipadamente sus efectos. "Elacento fundamental del proyecto es el de la tcnica... El acento del proyecto esel de la anticipacin, la previsin y la concreta produccin". b) Pero, adems delnfasis tecnolgico, por pro-yecto se entiende tambin libertad. La capacidad deanticipar y producir lo pro-yectado significa fundamentalmente una capacidad delibertad, la capacidad de liberarse de lo pre-dado, lo pre-existente, lo pre-supuesto(Gesetz, "ley" en alemn, es lo ya puesto, lo presupuesto), y de dominarlo. No sepuede idear y realizar el futuro sin ruptura y rebasamiento del presente. "Es comosi en el proyecto se expresase una fuerza predictiva-productiva libre de todo presu-puesto". Por esto pro-yecto dice ms bien pro-greso, es decir, pone ms nfasis enel "ir hacia adelante" que en el "salir de", en el "afuera" ms que en el "fuera de",en el lanzarse o arrojarse hacia el futuro ms que en los lmites y las condicionesdel presente, de las que se parte y hay que dejar atrs para poder progresar. Sloel trmino alemn para decir proyecto, Ent-wurf, recoge y subraya este momentodel "dejar" y del "salir de" en su prefijo ent ("des-" en espaol), por lo que destacano tanto el aspecto constructivo-productvo, sino el destructivo o de superacin delo pre-establecido y pre-yacente: la descomposicin de lo presupuesto. El alemnresalta el acto fatigoso y des-gastante de la ruptura con la inercia dada, del desgarra-miento, del dejar, des-prenderse, des-hacerse de, des-atarse, des-asirse. En el Entwurf"se piensa la dureza del presupuesto que hay que quitar, el fatigoso discurrir haciala presencia a partir de lo oscuro y lo ignoto. Este presupuesto es precisamente locompacto, lo in-mediato que va des-construido, mediado, des-montado, analizado.Y en el ent- resuena exactamente el des-: el drama de un trabajo analtico, descons-tructvo, suspendido en vilo sobre ese 'ms all' que en el trmino proyecto, encambio, con tanta certeza se anuncia, se predice, se prefigura y se anticipa". 2 La

    Ibidem, p. 89-

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    reunin de este doble momento de construccin-destruccin, del "salir de" y el"salir hacia", est dada en la libertad. Libre es quien ha logrado romper las ligas olos vnculos de lo presupuesto y lo prestablecido (Gesetz-ley-lex que viene del latnligare, ligar) y se ha lanzado ms all, se ha pro-yectado (Entwurfy proyecto); librees el suelto, el solutas, el "suelto de", el absolutas y, por esto mismo, en cuantosuelto, absoluto, libre, es el "autnomo", el dotado de la capacidad de darse y derespetar su propio nomos, su propia ley, y no una ley vinculante prestablecida yprepuesta, presupuesta, no un Ge-setzt.

    c) Pero pro-yecto-infumr/ tiene culturalmente tambin hoy la resonancia de lafenomenologa existencial de Heidegger. El ente, el ser-ah (Da-Sein), est "yecto",arrojado, y su modo de ser es el proyectar. El Entwurf heideggeriano constituye elmodo de ser del ente en cuanto arrojado, es su "constitucin ontolgico-existencial".Y ese su modo de ser es el poder-ser, el ser posibilidad. Existir, "ser yectos", es pro-yectar, la pura historicidad del poder-ser. En efecto, el estar ah arrojados en elmundo-tiempo es constitutivo y, por ende, un puro y mero arrojarse, es el perma-nente salir de nuestro estado de estar arrojados y arrojarnos de nuevo, pro-yectar-nos: Ent-wurf. Menos fenomenolgicamente, es la existencia humana entendidacomo mera posibilidad e historicidad. Esto no tiene nada que ver con la libertad nicon una produccin tcnico-cientfica de carcter progresista: es la expresin de laconstitucin o determinacin de todo lo existente como historicidad y ocurrencia(Entwurf-Verfallen).

    "Tenemos, pues, tres reas posibles de definicin de nuestro trmino. En primerlugar, la definicin ms inmediatamente evidente de proyecto, la que mira a lapro-ducci de lo proyectado que se prefigura y anticipa en el pro-yecto. La segun-da que subraya el rompimiento con lo prepuesto, el lanzarse fuera de, en una ope-racin continua dee-constructiva de lo ya sucedido, lo ya urdido, de descomposi-cin de lo presupuesto. Y, finalmente, la que concibe el proyecto como lo ontol-gicamente constitutivo del ente en cuanto yecto, arrojado y, por tanto, la que dealguna manera lo reabsorbe ntegramente dentro del presupuesto. Slo en el primercaso, para la primera rea, el trmino proyecto parece ser el apropiado. Para la se-gunda rea vale, ms bien, el Entwurf. Para la tercera, Entwurf vale slo en cuantoopuesto a proyecto y en cuanto reclama y recuerda el presupuesto y no el conteni-do anticipado en el proyecto, pero asume una tonalidad propia slo dentro del mar-co del ser-arrojado, del Verftten. Es como si, en este caso, el desgarro, la ruptura,perteneciese constitutivamente a la existencia del ente y no fuese resultado de unaeleccin, de una decisin. En este Entwurf se deviene slo lo que se es. El 'ent' entanto saca hacia afuera, se educe y 'seduce', en cuanto reconduce hacia la raz, eps-trofe ausente en las otras dos reas precedentes".^

    Ibidem, p. 90-91.

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    En realidad este triple campo semntico cultural vigente (no es slo un ejerciciointelectual filolgico) ha sido engullido por la denotacin tecnolgica: "el proyectocomo construccin productiva, anticipacin de lo proyectado y estrategia para per-seguirlo". La calificacin tecnolgica ha cancelado o, mas sutilmente, doblegadohacia s el tema-problema de la libertad y tema-problema an ms profundo ysecularizado (sin teologas y filosofas fundantes y garantizadoras) de la historicidady la contingencia del gnero humano. Y eso es ya una advertencia inicial en torno alas condiciones de realizacin de cualquier proyecto nacional (el tema-problema dela libertad) y en torno a sus alcances y lmites, aun cuando el contenido de su pro-yecto est acabadamente realizado (el tema-problema de la historicidad y de la se-cularizacin). Las condiciones de realizacin del proyecto deben incluirla posibilidady la capacidad de libertad; asimismo el proyecto realizado tiene que ser crticamenteautoconsciente de su intrnseca historicidad, de su obsolescencia. Esta advertenciainicial alerta al menos respecto de todo proyecto nacional cuya factibilidad se fun-damente exclusivamente en una estrategia tecnolgico-administrativa, sin conside-racin o referencia a la libertad social; alerta tambin, y quizs sobre todo, respectode cualquier proyecto nacional que, adems de su poder-ser, se presente y consti-tuya como deber-ser y, por ende, como fin y cumplimiento de la historia nacional,sin autoconciencia de su historicidad y contingencia. La semntica cultural es asuna le roja o una luz amarilla terico-poltica contra proyectos nacionales deexclusiva o preferencial produccin tecnolgico-burocrtica, "desde arriba" y, msan, contra proyectos nacionales escatolgico-mesinicos, que estn a tono con cul-turas precrtica8, presecularizadas, todava prisioneras inconfesadamente del mundototalizador de la teologa, aunque en versin laicizada. Que en el proyecto nacional"no den gato por liebre", es la advertencia semntica de una cultura ilustrada ycrtica de su ilustracin.

    La intencin de Cacciari, despus de este planteo pluriconceptual del problemade proyecto, es mostrar muy saludablemente la contradiccin intrnseca del mismo.Esta contradiccin reside en el hecho de que todo proyecto abre y cierra el devenir,inaugura y elimina la historia social. 0, dicho de otro modo, la contradiccin delproyecto consiste en que, por un lado, implica ruptura con lo prestablecido parapoder abrir el devenir y el porvenir, pero, por otro, restaura e implica un fundamen-to que elimina el devenir-porvenir.

    Lo esencial del proyecto es su acto y contenido de anticipacin respecto delcual, como a su objetivo, subordina, funcionaliza y dispone (o hace disponible) eldevenir. "El proyecto aparece como logocntrico". Al principio est el logos, laidea, la realidad pensada y pronunciada en estado de anticipacin. Todo lo que esty sucede entre la idea originaria y su realizacin es slo y apenas un "mientras tan-to", el "nterin", la interinidad, y en este sentido es lo provisorio y transitorio, sinautenticidad y consistencia. Es decir, todo lo que est en ese entreacto, en ese espa-

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    ci intermedio, es mera "funcin de" o "medio para", cumple slo una funcintcnico-instrumental para la realizacin de lo proyectado.

    En el proyecto, el devenir es pensado y valorado slo como el despliegue o eldesarrollo de hecho de la idea, de la realidad pensada, precisamente como su pro-ceso de pro-duccin o educcin, su venir fuera a la existencia y a la presencia. Estatotal funcionalizacin y subordinacin que en el proyecto sufre el devenir respectode la idea, hace que ste no sea ms que la explicacin de lo que est implicado enel concepto originario de lo proyectado, no sea ms que la evolucin de la ideaprstina an no desenvuelta en la realidad. "Lo ideal sera la supresin de ese nterin,del mientras tanto: la perfecta coincidencia entre el punto de la idea prefiguradoray anticipadora y la lnea que lo realiza o, lo que es lgicamente lo mismo, la perfec-ta deduccin de la lnea de aquel punto: la lnea es evolucin del punto".4 El pro-yecto, pues, pertenece enteramente a "la poca del logos", a una poca en que secree o se postula que el discurso de la razn determina el decurso de la historia, queel orden lgico conduce y produce el orden cronolgico: la poca de la ilustracin,de la modernidad ilustrada, no importa si con referencia a la filosofa o con referen-cia a la ciencia-tecnologa, si al sabio o al tcnico. La poca de ' la revolucin co-pernicana".

    Este racionalismo propio del proyecto (una anticipacin de algo sin base racionales el ensueo, el deseo o, peyorativamente, la utopa) es precisamente la sustanciade su contradiccin. "Por un lado, en cuanto es eliminacin y superacin de lopresupuesto (Abschaffung ms que Aufhebung), el proyecto debe vertirse entera-mente en el devenir. El proyecto no puede entenderse ms que como libertad res-pecto del presupuesto, como libertad de todo fundamentara inconcussum, y porende sus fines no pueden entenderse nunca como re-novacin o reintegracin dealgn orden originario... Por otro lado, el proyecto no puede ser sino una elimina-cin del mismo devenir, la reduccin del devenir a un nterin destituido de todosentido propio, una meta lnea destinada a explicar y desplegar el carcter perfec-tamente logocntrico del proyecto, mera facticidad prctica, superficial y dominadapor el plan del logos. Pero esto comporta, entonces, que sea ahora pensado comopresupuesto el pensamiento mismo, que funda y fundamenta el proyecto. Por tan-to, el trmino proyecto no puede ser pensado ms que ubicado en este mbito anonto-teolgico, aunque oculte en su nombre esta solidaridad sistemtica. Por unlado, se dispone como libre fuerza productiva, constructvidad interminable; pero,por el otro, al estar obligado continuamente a reducir el devenir histrico a merosignificante del propio logos originario, no puede ms que regresar a una idea del

    Ibidem, p. 92.

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    presupuesto: convierte la idea originaria en el nuevo presupuesto, es el pensamientola fuente del nuevo fundamento ".5J

    En esto consisti y sigue consistiendo la modernidad ilustrada: el fundamento esla razn, la filosofa, la ciencia, la tecnologa, la administracin; del cogito cartesianoa la conciencia de clase, de la economa poltica a la planificacin estatal, de lasleyes deterministas a los modelos estadstico-probabilistas, de loe derechos de lanaturaleza humana conforme a razn a los objetivos y metas de la historia humanaconforme al clculo tcnico. Lo peor es que a esto se le ha llamado modernizacin ysecularizacin, interpolando a trasmano la vieja idea de un fundamento inconcuso eincondicional, un creador y dador universal de sentido, determinante y teleolgico,de toda la historia humana: del logos divino a la razn humana. Dentro de estalnea, llamada de la modernidad, se supone que el pensamiento racional (jusnatu-ralista o cientfico), como fundamento inmutable e incontrovertible, determinadeterministamente el devenir y, por ende, lo hace disponible para sus previsionesconceptuales absolutas. La modernidad se constituye con base en el principio dela omnipotencia de la razn en la historia, de la lgica en la cronologa. Sin estaomnipotencia de lo racional sobre lo real no habra proyecto que exige, para sertal, previsin, clculo, control, dominio sin fisuras. En esto radica de nuevo sucontradiccin: por un lado, el proyecto como Entwurf subraya la ruptura con todopresupuesto que se ponga como fundamento incondicional, inmutable y absolutode la historia; por el otro, el proyecto como pro-duccin y pro-greso subraya laomnipotencia de la razn en la historia, y as restaura un fundamento incondicionaly absoluto dentro del devenir de la historia social.

    3. Proyecto y poltica

    Justamente el Estado moderno expresa en forma antonomastica la pluridimensiona-lidad de significados y la contradiccin del proyecto. Su nacimiento es el sacudi-miento total del Presupuesto o Fundamento en maysculas y su ruptura ms drs-tica con l. Antes del Estado, la fuente y el sentido del poder poltico estaban onto-teolgicamente fundados, hacan referencia nada menos que al Dios eterno, creadory salvador, al logos divino. La polis y la respublica christiana estaban puestas yconstituidas por un presupuesto absoluto del que eran, en el orden de la realidadmundana-social, slo su expresin y forma: de la ley humana a la ley divina, delpoder soberano a la omnipotencia divina. Slo por medio de las guerras confesiona-les, que destruyen paulatinamente la respublica christiana, y de la crtica global dela Ilustracin a la autoridad tradicional y sus fundamentos religiosos, surge el pro-yecto y el Estado.

    5 Ibidem, p.93.

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    El proyecto surge en la medida en que el cuestionamiento radical de la ley divina,en cuanto fundamento inmutable del ordenamiento social, tiene como efecto deba-tir y destruir el carcter de permanente identidad e inalterable esencialidad de lasinstituciones sociales, abriendo as el movimiento y el futuro, el devenir y el porve-nir, la historicidad de las instituciones. Slo por esta ruptura con el presupuestoinmutable e incondicional del orden sociopoltico se inauguran la posibilidad y lalegitimidad de una sociedad diversa y futura, y, por tanto, la posibilidad y la legiti-midad del acto de proyectar, del proyecto social. Pro-fanacin y pro-yecto se aco-munan y la secularizacin que con ello se inicia pone de manifiesto que el ordensocial dado es saeculum, es decir, una realidad slo mundana, temporal, contingente,mutable, sin vestigios de eternidad y de absoluto. La ruptura religiosa, al mostrarque el orden social dado no se basa en un fundamento divino absoluto, expone deigual manera que la integracin del hombre a las instituciones sociales no es ya undeber vinculante y obligatorio absolutamente. En ese mismo momento el hombrese sabe libre y se constituye como tal, y sabe que el ordenamiento institucional dela sociedad es resultado y producto de las libertades humanas que lo han pro-yecta-do y producido. La sociedad humana hace slo referencia a la libertad humana y asu accin. No hay ya nada que ligue y condicione fundamentalmente la accin causaldel hombre y sus efectos, a no ser la accin humana misma. La sociedad civil y lasociedad poltica se revelan, entonces, como producto y construccin humanos y,por ende, como una realidad des-truible y pro-ducible humanamente, dicho de otramanera, como contenido de pro-yecto y de pro-duccin humanos. Este es el momentodel entendimiento de la sociedad civil y de la sociedad poltica como construccinartificial, como artefactum. Hobbes, al transportar el esquema de la mecnica gali-leana a la teora poltica, es paradigmtico: la sociedad como Corpus artificale cuyacabeza es Leviatn, machina machinarum y deus mortalis. Destruida su organiza-cin eterna y "csmica", el orden social es pensado como artificialidad temporal,contingente, mortal. Socialmente todo es devenir y porvenir, mera historicidad,todo est condicionado en su existencia por la accin humana libre que, justamenteen cuanto libre, no puede relacionarse con' los otros actores ms que por medio de"pactos" y "contratos" que son los que dan origen a las instituciones sociales. Poresto, en el fondo, toda sociedad es la cristalizacin de un proyecto producido.

    Pero si el desgarramiento de lo social con el fundamento divino abri la posibili-dad y la legitimidad del proyecto, ste no poda ser ms que un proyecto racional,un proyecto de razn con un nuevo concepto de razn: "El trmino proyecto signael dominio del intelecto calculador y libre' de presupuestos sobre todo el conjuntode la poltica: una poca de intelectualizacin cada vez ms exhaustiva de la acciny de la forma poltica". En efecto, libres por entero, existe ya la posibilidad de

    Ibidem, p. 99.

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    proyectar; pero para que el contenido del proyecto (lo proyectado) sea tal y no unensueo, debe mostrarse como producible, como factible. Ahora bien, su factibilidadse fundamenta slo si los medios usados aparecen de antemano como causas cuyosefectos son justamente la existencia de lo proyectado, la realizacin del proyecto.Se requiere entonces de una razn como clculo, y el clculo es posible slo si, ade-ms, puede ejercer control y dominio sobre el devenir de lo proyectado, sobre suproceso de realizacin. Pero, a su vez, esto es posible slo si todos los elementos queparticipan e integran el proceso de realizacin del proyecto, su devenir real, son per-fectamente conocidos en sus comportamientos y en las consecuencias de su com-portamiento. La condicin para lograrlo es la reduccin de todos los integrantes aunidades equivalentes, de un mismo valor: unidades monetarias que posibilitan el"clculo econmico", unidades jurdicas que permiten el "clculo social y poltico",unidades de energa que posibilitan el "clculo tcnico" (la gran intuicin deWeber). En suma, el proyecto es posible slo si la razn se vuelve cientfico-tcnica.Si lo social es un artefactum, un producto, el proyecto social es entonces, enprincipio, posible. De hecho es posible slo si se muestra su pro-ductibilidad, lo quea su vez exige una razn calculadora: a la artifcialidad de lo social le es slo conge-nial una racionalidad tcnica. En el fondo, la expresin efectiva de la libertad es sudominio tcnico sobre la naturaleza y la sociedad. En el fondo, tambin, el jusnatu-ralismo es, adems de una teora, una tecnologa social, una ingeniera social. Eljusnaturalismo puede proyectar una nueva institucionalidad social y fundarla comofactible no slo porque mediante su ruptura religiosa fundamenta y abre la libertad,sino porque, reducido todo actor social a ser slo ejemplar igual y equivalente de lanaturaleza humana y de sus derechos, a ser slo actor igualitariamente libre, puedecalcular de antemano las modalidades y lmites de la articulacin y el intercambiosocial de los actores formalmente libres e iguales, puede calcular la nueva institu-cionalidad civil y poltica basada e inspirada en la libertad: el mercado libre y elEstado liberal, es decir, puede proyectar una institucionalidad basada en la libertady mostrarla como factible en concreto (basta recordar las ingenieras constituciona-les de los primeros jacobinos).

    Pero el proyecto surge, y lo hace como proyecto racional, no slo a causa de laruptura religiosa. Con l, surge tambin el Estado; en efecto, el proyecto es proyectode Estado. Desde su origen, proyecto y Estado no son separables. Por un lado, ladesteologizacin del orden socio-poltico abre la libertad y as el proyecto. Por elotro, el proyecto social apunta al Estado no a una polis a una respubtica christiana.En efecto, el proyecto apunta a una institucionalidad social no teologizada sinolaica y secularizada, centrada en la libertad como verdad racional y derecho de natu-raleza humana; en este sentido, a un Estado de derecho natural, con referencia alhombre natural, no al creyente de una de las confesiones religiosas. Pero justamenteen esto muestra el proyecto su contradiccin intrnseca. Por un lado, la destruccinde un soporte teolgico inmutable del ordenamiento social y poltico manifiesta

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    patentemente la no fundamentalidad, la no firmeza del Estado, lo que abre la liber-tad ante el ordenamiento institucional predado y, as, su devenir y la posibilidad delproyecto. La construccin del Estado es contingente y caduca como cualquier "ar-tefacto". Por otro lado, el proyecto apunta a un Estado, a una institucionalidad quecierra el devenir, porque es entendida como la expresin racionalmente verdaderade la libertad en sociedad, como el ordenamiento propio y perfecto de las relacionessociales entre actores formalmente libres e iguales en su libertad. He aqu la contra-diccin del Estado moderno: se presenta como un proyecto que implica e inaugurala libertad humana y, al mismo tiempo, la clausura y la da por terminada perfecta-mente. El proyecto se ostenta como apertura radical al devenir y como separacinde lo ya sido o estado y, sin embargo, quiere "estado". "El carcter problemticodel Estado, ms an, su naturaleza de problema, est ya implcito, desde este pun-to de vista, en su mismo origen, aunque se despliegue y exprese slo ms tarde, du-rante y despus de la crisis del Estado liberal. En el Estado, un proyecto de equili-brio relativo, de paz profana, se articula con normas que pretenden obediencia abso-luta, validez perfecta. El Estado, que es un proyecto de sistematizacin caduca delas contradicciones, quiere ser sntesis y se organiza para durar, para existir comoalgo que tuviese que resistir eternamente".7 Por un lado, se afirma la libertad; porel otro, se la niega o se la limita, presentando al Estado moderno como Estado li-beral, como la institucionalidad propia y verdadera de la libertad, de la misma ma-nera que la sociedad civil, el mercado del capital, se presenta como las relacioneslibres de produccin e intercambio, la realizacin acabada y verdadera de la libertaden su procuracin de bienes y servicios. Y esto, que vale para el Estado liberal, esvlido con mayor razn no slo para el Estado social, sino tambin para el Estadosocialista que se autointerpreta y presenta como una profundizacin de la libertadsustancial y no formal, de la libertad efectiva y no declarada legalmente. La para-doja de un Estado de libertad total, sin la posibilidad de liberarse de l. En el fondo,se trata de una utopa.

    En efecto, el surgimiento del Estado moderno es tambin el nacimiento de laliteratura utpica, en la medida en que el nuevo proyecto poltico moderno se ex-presa bajo la forma de utopa (Campanella, Bacn, Moro...) y sta se presenta comouna conciliacin entre libertad y orden (vanse los estudios de Ernst Bloch en ElPrincipio Esperanza). La utopa, ubicada en el corazn de la Ilustracin, no es deninguna manera un gnero literario evasivo, ldico y ensoador, sino que desempe-a un rol constitutivo en el nuevo proyecto poltico, y es la expresin de la polticamoderna naciente bajo la forma de anticipacin de su realidad. Por un lado, la uto-pa es el proyecto de la libertad; por el otro, es el proyecto de sntesis, de concilia-cin, de totalidad de la libertad o libertades. Por un lado, en cuanto proyecto de

    7 Ibidem, p. 101.

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    libertad, pone nfasis en el desprenderse, desatarse, separarse de todo lo prestable-cido, lo presupuesto, lo pre-existente, para as constituirse como libertad: la uto-pa habla del futuro. M. Cacciari recuerda que libertad y decisin pertenecen a unamisma familia semntica; de-cisin viene del latn de-cidere que significa la accinde cortar tajantemente, con su efecto de despedazar, hacer trozos y pedazos unacosa compacta, es decir, de romper con todo y de constituir partes separadas. Lalibertad, la revolucin que tiene la libertad como proyecto, se desprende del todo,se separa y se constituye como parte. La libertad es fundamentalmente ruptura conla idea y la realidad de una posible totalidad social; en este sentido y al lmite, esrenuncia a una idea de Estado.

    Pero, por otro lado, la utopa moderna, es cuanto proyecto de Estado de y enla libertad, pone nfasis en la reintegracin y en la sntesis de las libertades separa-das en una totalidad orgnica, en su reordenamiento normativo, en suma, en la re-construccin de la totalidad destruida y dejada atrs. Esta contradiccin se hacepatente justamente en las utopas modernas. El carcter de destruccin, despedaza-miento, ruptura, separacin se muestra patentemente en 'la insularidad" de la uto-pa, en su aislamiento: "ciudad del sol", "New Atlantis", De ptimo re publicaestatu sive de nova nsula utopia. Pero el carcter de reconstruccin, reconciliacin,reordenamiento se ve clara y hasta pormenorizadamente en el mismo contenidosustancial del proyecto poltico utpico. "En la utopa, lo absoluto de la libertady de la totalidad, el desenraizamiento y el desprendimiento programtico, por unlado, y la voluntad de sntesis y de estado, por el otro, ponen al desnudo la estruc-tura intrnsecamente problemtica del proyecto poltico. Separacin y totalidaddominan conjuntamente en la utopa. El polo de la separacin se expresa hasta f-sicamente como isla. La libertad de la utopa manifiesta como su propia condicina prior la posibilidad de de-cidir, de cortar su relacin con la antigua tierra firme ycon su nomos tradicional. Sin embargo, esta decisin revolucionaria, aun si ya noes entendida en el sentido mtico de re-nacimiento, se presenta y piensa como fun-damento de una totalidad. La isla es vista como un todo, como autonoma. Elproyecto que rompe definitivamente con el todo, con la cultura de la totalidad org-nica y, de esta manera, funda la insularidad insuperable de lo separado, pretendeahora manifestarse y legitimarse como proyecto de Estado total. Precisamente latotalidad del separado, la imposibilidad de concebir nada que no sea separado, ellibre del todo, es lo que se expresa en la pretensin de la utopa: se yergue comonueva totalidad lo separado en cuanto horizonte insuperable del proyecto".** Ensuma, el Estado moderno no aparece ni existe sin una voluntad de libertad y libe-racin de todo lo existente, pero, a su vez, se presenta y se quiere como ordena-miento totalmente realizador de la libertad y como totalidad (funcionalizacin or-gnica de las partes libres) de las libertades.

    8 Ibidem, p. 197.

    21642

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    4. Acercamiento a una conclusin

    Los resultados de esta reflexin pueden ser enlistados, a saber, el Estado modernose funda dentro de una tensin entre derechos naturales y cultura histrica, entrederecho natural y ethos nacional. Se trata, en el fondo, de la creacin de una nuevainstitucionalidad centrada en la libertad, libertad a su vez fundamentada con refe-rencia a lo natural-humano o a lo histrico-popular. En este sentido, el Estado mo-derno es el contenido-resultado de un proyecto y encarna las condiciones de todoproyecto, o sea, libertad, factibidad tcnica e historicidad. Pero, precisamente poresto, el Estado moderno encarna tambin la contradiccin o la problemtica detodo proyecto, a saber: abre y cierra la libertad, abre y cierra el devenir, se ponesimultneamente como devenir- y Estado (del devenir), como libertad y orden,como separacin y totalidad. De esta manera, se presenta como "utopa", como eselugar no, o an no existente de reconciliacin y composicin (sntesis) de libertady orden.

    Aunque, con base en estas razones y en otros corolarios, las conclusiones po-dran ser tajantes y pesimistas, apuntando al carcter intrnsecamente contradicto-rio del Estado moderno y a su legitimacin utpica o mitolgica, conviene sin em-bargo recordar que la fuerza del concepto y la de la crtica intelectual no son, sinms, fuerza poltica. El hecho real, a pesar de la crtica intelectual a los nudos nodesatables del Estado moderno, es que el Estado existe legtimamente como institu-cionalidad de la libertad y como fuerza coactiva monoplica que se levanta podero-sa contra la negacin interna o externa de las libertades. La modernidad del Estado,y hasta la misma cultura de la modernidad, se centran en la libertad, razn por lacual la crtica estatal o la revolucin estatal no puede lograrse sino haciendo refe-rencia a la libertad. Por esto, la crtica se presentar siempre puntualmente mostran-do el carcter ideolgico, falso, contradictorio o deficiente de la institucionalidadpoltica, del Estado-rgimen y de la administracin gubernamental, que se dicebasada y centrada en la libertad. De la misma manera, toda revolucin se presentarcomo un proyecto de libertad ms sustancial y universal, como una intensificaciny una extensin de la libertad. La condicin de posibilidad de la crtica y la revolu-cin es la existencia de la libertad y viceversa.

    Esto se ha mostrado no slo en la crtica de la Ilustracin a las instituciones depropiedad y poder de la poca feudal-cristiana, que se consuma prcticamente enlas revoluciones modernas. Se ha expuesto tambin en la crtica social y socialistaa las instituciones de libertad del mercado y del Estado constitucional, es decir, enla crtica a la economa poltica y al Estado liberal. Igualmente se muestra hoy en lacrtica a los Estados socialistas realmente existentes y en la crtica a los Estadossociales de los pases capitalistas contemporneos. De esta situacin no ha escapadola historia nacional de la independencia, reforma, revolucin y postrevolucin mexi-

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    cana. Y en los ltimos aos este pathos del proyecto libertario se ha expresado enlos movimientos de masas de los sesenta y setenta, que han terminado en la res-puesta institucional de "la reforma poltica" y "la reforma administrativa" y en elreplanteo de "la disputa por la nacin". Ambas salidas se han presentado y justifi-cado socialmente como una profundizacin y una extensin de la libertad; de unalibertad pensada ora con referencia a los derechos humanos y al mbito de su ejer-cicio, tal como han sido acogidos y sancionados en la Constitucin an no agotadade 1917, ora con referencia al proyecto histrico y concreto de libertad de la Revo-lucin Mexicana, an no agotada y s "interrumpida", "aplazada" o "traicionada",como suele decirse. En ambos casos se ha hablado de un dficit de libertad o de undficit del proyecto revolucionario o de un dficit en la afirmacin de la culturanacional.

    Sin embargo, lo significativo es que el afn libertario reciente de la cultura pol-tica nacional no se basa en el jusnaturalismo de la declaracin de los derechos delhombre, sino en el historicismo del hecho de la Revolucin Mexicana, de la quecomo efecto, deriva la Constitucin de 1917. La pasin libertaria actual no tienedetrs la doctrina abstracta de la Ilustracin sino el hecho histrico, concreto de laRevolucin. Quizs, por esto, crecen juntas libertad y Revolucin, libertad y nacin,en la medida en que la nueva nacin, el Mxico moderno, se explica por el mpetu yel hecho logrado de la Revolucin y sus efectos. Por esto, tambin, toda demandade expansin de las libertades civiles y polticas va unida a una de renovacin delproyecto nacional revolucionario. Nuestro historicismo poltico es tan claro que ennuestro discurso y en nuestra cultura poltica de masas se privilegia el proyecto na-cional y no el pacto social, la movilizacin y la organizacin de masas y no el con-tractualismo, la historia nacional y no la naturaleza humana. Por esto, se deca,demanda de libertad y relanzamiento del proyecto nacional, libertad y proyecto,forman en Mxico una misma familia semntica.

    Ahora bien, respecto a las condiciones sociales de posibilidad o factibih'dad delllamado proyecto nacional hay que hacer las siguientes observaciones. En primerlugar, la condicin de un consenso y de una identificacin social en torno a un pro-yecto nacional es prcticamente imposible. En segundo lugar, la condicin de reali-zacin concreta del proyecto, es decir, la de un dominio sobre todos los elementosque son necesarios para su realizacin, es de nuevo prcticamente imposible. Entercer lugar, recordando la contradiccin intrnseca de todo proyecto, resulta queun proyecto nacional que se presente como la verdad de la nacin, y en este sentidocomo fin de la historia nacional, cae en la contradiccin de abrir y clausurar la liber-tad y la historia nacional.

    Respecto de la primera observacin, es ya hora de reconocer seriamente la "com-plejidad" de la sociedad mexicana. Por complejidad entendemos una estructura so-

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    cial fuertemente diferenciada, masivamente organizada e interdependiente. Con ellose quiere decir que en nuestra sociedad estatizada coexisten, de entrada, sistemasde produccin y de relacin social capitalistas y precapitalistas, sistemas de produc-tividad relativamente avanzada con una institucionalizacin social de carcter mo-derno y sistemas de produccin precarios, casi de sobrevivencia, con institucionessociales ancladas en conceptos y valores precrticos y presecularizados. Dentro decada uno de estos sistemas institucionalizados de accin han surgido organizacionesde inters amplias y estables, con militancia significativa. Estos grupos de intersde masas organizados, que se extienden a lo largo y ancho de la sociedad, pugnanpor convertir sus intereses particulares en normas institucionalizadas, pero, a su vez,se ven obstaculizados y limitados por la presencia y accin de otros grupos de inte-rs igualmente fuertes y estables. De la misma manera, los intereses de estos gruposno son simples sino complejos; son "constelaciones de intereses" que, en su conte-nido, apuntan a un conjunto global de condiciones sociales de vida y que, para surealizacin, implican toda una serie congruente y simultnea de medidas y accionesque afecten todos los mbitos de la sociedad; medidas que, a su vez, no se ven slolimitadas por las condiciones internas de la diferenciacin nacional, sino por con-diciones externas y exgenas de origen e inters extranacionales.

    Lo antes dicho se comprueba, por ejemplo, en la estructura productiva de nues-tra sociedad mexicana, que va de ramas industriales con una alta integracin de laciencia y de la tecnologa dentro del proceso de trabajo y con crecimientos incesan-tes en la productividad a procesos de trabajo de rendimientos casi nulos; que va deorganizaciones impersonales contractuales a organizaciones de trabajo espontneasy personales con referencia al parentesco, al linaje o a la comunidad local. Estose revela tambin en las diversas estructuras institucionales que forman nuestra so-ciedad: desde instituciones modernas cuya normatividad se basa en valores y con-ceptos racionales de mbito universal hasta instituciones encerradas en valores yconceptos tradicionales no universalizables y racionalmente precrticos. De igualmanera, se han configurado poderosos grupos de organizaciones de inters que semueven dentro del campo de lo civil y de lo poltico, como son sindicatos, organi-zaciones patronales y partidos de masas que, a su vez, se articulan inmediata o me-diatamente con las organizaciones tnicas o de produccin precapitalista. Al mismotiempo sus demandas plantean problemas pluridimensionales cuya solucin es alta-mente compleja, en la medida en que, por ejemplo, se trata ya no slo de una luchapor el salario justo o por la rentabilidad de la inversin, sino por las condicionessociales, ideolgicas y hasta polticas que aseguren y expandan con el salario o laganancia las condiciones de vida (salud, educacin, vivienda... etctera) y las dereproduccin de la relacin salario-capital. Luchas cuya solucin se consideray pondera a la luz del crecimiento econmico general con sus ingentes problemastcnicos de finanzas, moneda, comercio, pagos, etctera, y a la luz de la pacificacinsocial en su conjunto, con sus medidas de agregacin y consenso de grupos y clasessociales.

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    Estos hechos, someramente recordados, que muestran la complejidad de la socie-dad mexicana de fin de siglo, su heterogeneidad, organizacin e interdependencia,advierten cuando menos la dificultad bsica de encontrar un consenso y una inte-gracin social en torno a un proyecto nacional. En efecto, en sentido estricto, unproyecto nacional no es un pronunciamiento genrico sobre valores formalmenteaceptados (justicia social, democracia igualitaria, bienestar, libertad, soberana, et-ctera), sino un proyecto material de sociedad, una idea especfica de la institucio-nalidad civil y poltica, de la organizacin y de la administracin social. Esta ideade organizacin institucionalizada puede ser hoy por hoy objeto de consenso sloen la medida en que los intereses particulares de los grupos sociales aparezcan inte-grados y validados como normas universales del sistema social, en la medida en queel inters llamado nacional coincida con el inters particular. Creer que esto seaposible supone la posibilidad de un consenso unvoco en una sociedad plural. Y,lgicamente, se puede entrever que esto puede lograrse o mediante una reduccinde la diferencia de intereses, lo que en el fondo tarde o temprano cancela la liber-tad que es la condicin de todo proyecto, o mediante una "agregacin de los inte-reses", lo que, hablando en plata, no significa un proyecto nacional, un proyectode la sociedad en su conjunto, sino slo programas de accin, como resultado depactos y negociaciones entre los intereses de masas organizados: programas al plural,no proyecto unitario. Quizs, en la base de la idea del proyecto nacional est aga-zapada la vieja idea de una sociedad como comunidad, como recuperacin de unacomunidad perdida o como instauracin de una comunidad futura.

    Respecto de la segunda observacin, conviene llamar la atencin y decir que losfactores de realizacin del proyecto nacional, es decir, de un proyecto de sociedadque, como mnimo, debe incluir el crecimiento econmico y la pacificacin del con-flicto social, son factores de orden tcnico y de orden cultural. Slo as se puedelograr el dominio sobre los recursos naturales, materiales y humanos. La moviliza-cin activa de loe recursos humanos en un mismo sentido, en el sentido del proyec-to, hace renacer el tema-problema del consenso libre. Realistamente no se ve cmopuede logarse esta movilizacin sin integracin de los intereses particulares al pro-yecto y cmo puede logarse una integracin exhaustiva de esos intereses plurales yhasta contradictorios en el proyecto. Lo que parece ms probable para el logro deuna orientacin unitaria y activa es la necesidad de liquidar, reducir o aplazar algu-nos intereses particulares, lo que entonces hace que el proyecto ya no sea nacionalo de la sociedad en su conjunto, sino el programa social de un grupo particular que,con la cobertura de lo nacional como legitimacin ideolgica y desde la satisfaccinde sus intereses, realiza de alguna manera los intereses de los otros grupos que com-ponen la sociedad nacional.

    Con esto ya nos acercamos al meollo del asunto, la contradiccin de todo pro-yecto y, por consiguiente, el carcter ideolgico de su pretendida verdad. Proyectar

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    una idea de nacin, es decir, de una institucionalidad social (anclada en una conste-lacin de valores) como institucionalidad perfecta, significa afirmar la identidadacabada entre razn y realidad, as como la identidad entre libertad y realidad. Enel fondo, es afirmar la vieja identidad metafsica y hasta religiosa de ser-verdad yvalor; significa que lo que se piensa que es en verdad la nacin se encontrar realiza-do en un sistema institucional; significa que el contenido verdadero de los valores eintereses nacionales encontrar su forma institucional perfecta, su realidad socialconcreta. De la misma manera, significa que lo que la libertad aspira y elige comovalioso se encontrar dado y realizado en una forma social institucionalizada delibertad, cancelando con esto toda posibilidad ulterior de liberarse de esa forma yde elegir de nuevo. Esta tendencia de todo proyecto nacional a presentarse comola consumacin verdadera de lo nacional es, aunque no lo sepa, la tendencia a can-celar la posibilidad de todo proyecto diverso y posterior, la tendencia a cancelar lalibertad social.

    Ms bien hay que reconocer que el llamado proyecto nacional es en verdad laproyeccin de una cierta idea de sociedad futura institucionalizada, basada en unacierta idea de lo que se considera es la cultura nacional pasada-presente. Pero la ideade cultura nacional es siempre, si la examinamos a fondo, la interpretacin y la legi-timacin de ciertos intereses particulares que se encuentran insuficientemente asu-midos o simplemente no asumidos como criterios o contenidos de la instituciona-lidad civil y poltica vigentes. De esto se deduce que la nacionalidad o el proyectonacional, no importa si lo pensamos retrospectiva o prospectivamente, son juzgadosen su presente como interrumpidos, sesgados, incumplidos o traicionados. De ahtambin que el nuevo proyecto se presente como intensificacin, extensin y reali-zacin de la nacionalidad.

    Que esta interpretacin del proyecto nacional no sea simplemente una opinin,podra quizs mostrarse en el hecho de que no habra ya necesidad de invocar opresentar un proyecto nacional, si todos los intereses o los intereses de los gruposms relevantes que componen la sociedad nacional estuvieran ya satisfechos, esdecir, estuvieran ya incorporados y representados plenamente en la institucionali-dad social vigente. Invocar de nuevo la necesidad de un proyecto nacional significa,que uno o algunos grupos de inters no perciben que estn siendo incorporados susintereses a las normas institucionales. De ah la crtica al proyecto de sociedad na-cional existente como no nacional, en la medida en que no toda la masa de interesesactualmente existentes en la nacin han sido reconocidos y representados en lasinstituciones. De ah la necesidad de idear y lanzar entonces un nuevo proyectonacional, que ahora s se entienda y valorice como estrictamente nacional por englo-bar y representar los intereses particulares que haban sido excluidos.

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    Bsicamente, el proyecto nacional es un recurso de mtodo para dar cabida aintereses sociales excluidos o no plenamente incluidos en las instituciones vigentes,y, dicho metafricamente, es un "cajn de sastre" para fuertes asociaciones de inte-rs que consideran que las instituciones civiles y polticas no han sido "cortadas a sumedida". Esta observacin no debe ser entendida como escepticismo o agravioinsolente a la nacionalidad, a la cultura nacional, a la mexicanidad. Ms bien se tratade llamar la atencin sobre que la cultura nacional no debe ser consideradacomo una entelequia metasocial, o pre-poltica, como un cielo estable y trascenden-te a la materialidad de los intereses y de los conflictos sociales de intereses. La vi-talidad de los intereses y el conflicto social son los motores y los protagonistas deldesarrollo de la cultura nacional, a la que simultneamente hacen referencia y acre-cientan. La cultura nacional, dicho atrevidamente, es la pugna de los intereses par-ticulares por volverse valores sociales universales. Y, dicho ms complicadamente,la lgica de desarrollo de la cultura es la lgica de desarrollo del inters en institu-cin, la traduccin de lo particular en universal social, la socializacin poltica.

    En conclusin, hay que acabar con la idea de que a la poltica pre-exista un pro-yecto nacional, que se ha configurado y existe prepolticamente, respecto del cualla poltica se valida y funcionaliza incondicionalmente. Ms bien hay que pensarque la poltica, el hacer poltica en una sociedad compleja, es la lucha por un pro-yecto nacional con exclusin de otros igualmente posibles, por una cierta idea desociedad institucionalizada con exclusin de otras. Pero, precisamente por esto,el proyecto nacional no puede presentarse como "nacional" en sentido estricto,porque no puede representar vlida y exhaustivamente toda la masa de los interesesorganizados ni los proyectos institucionales de sociedad que de esos intereses sederivan. Se trata de un proyecto particular de nacin o de un proyecto particularpara la nacin, no de un proyecto nacional. Esta idea de que la poltica es hacedoray administradora de un proyecto nacional es justamente lo que permite que sepueda hablar y pueda existir el proyecto y con l la libertad. En efecto, slo si lonacional no aparece perfectamente acabado y clausurado en un nico proyecto, lasinstituciones civiles y polticas realmente existentes pueden presentarse como noposeedoras de un presupuesto o fundamento incontrovertible, inmutable, perfectoy, por esta razn, como no obligatorias absolutamente, lo que conlleva la posibili-dad del desprendimiento y de la ruptura con lo dado, a saber, la posibilidad de li-bertad y de proyecto, la de seguir abriendo el devenir y haciendo la historia nacio-nal.

    Slo para y en las sociedades que teolgica, filosfica o cientficamente se pre-sentan sin fisuras y sin residuos como acabamiento de la naturaleza humana o de lahistoria nacional, el acto de proyectar y la libertad se clausuran y desaparecen. Sloen y para ellas se expresa en la prctica la contradiccin lgica de todo proyecto:devenir y Estado, parte y totalidad, libertad y orden absoluto. Slo en ellas, cuya

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    construccin ha supuesto la movilizacin enrgica de millares de libertades compro-metidas, se extingue la libertad y el proyecto. No hay ya espacio para un ulteriorproyecto porque "todo se ha consumado"; no hay ya espacio para la libertad, por-que sta ha encontrado su realizacin -exhaustiva.

    En este contexto, debe enunciarse la advertencia de que la lucha por un proyectonacional no se traduzca en la extincin de toda posibilidad de lucha. La advertenciade que el proyecto nacional no se convierta en la construccin de una "pirmide desacrificio" (Berger) para muchas generaciones. Como se dijo antes, hay y puedehaber un proyecto nacional slo si las instituciones no se presentan como la perfec-ta encarnacin del "espritu" o del "et/ios" nacional, es decir, slo si por no dar re-conocimiento y cabida en su institucionalidad a toda la masa de intereses, son quiza su pesar expresin y ocasin del conflicto social y, gracias al conflicto, expandenla libertad y la cultura nacional. Existira cultura nacional sin los conflictos de laConquista, la Independencia, la Reforma, la Revolucin, los movimientos de masasde las dos ltimas dcadas? Por qu entonces las nuevas ideas de posibilidad de unproyecto nacional como pacificacin social eterna? Por qu, de nuevo, como alinicio de la sociedad civil burguesa y de su Estado liberal, aparece el sueo ilustradode una paz social que encubra el choque de esos intereses y apetitos que pusieronal desnudo la economa poltica desideologizada, la de Mandeville, y la ilustracincrtica, Rousseau?

    Porque hay conflicto de intereses habr proyecto y, con l, habr poltica enserio. Si algo pudiera dejar a su reflexin esta conferencia es una invitacin a lapoltica, a la poltica nacional, de la cual el proyecto nacional y la disputa por lanacin forman parte. Pero con la clara conciencia de que no hay, al menos en estostiempos, un proyecto nacional que est dado prepolticamente a la poltica como sunorma absoluta, ni se vislumbre uno con las caractersticas comunitarias y pacifistasde lo postpoltico. Por el conflicto se hace poltica, pero por la poltica se hace yvive la cultura nacional y la libertad humana.

    A pesar de la paradoja, la pluralidad de proyectos enfrentados son la condicinde posibilidad del acto del proyectar y de seguir libres. En cambio, la unicidad delproyecto, el liquidar las diferencias, lleva inexorablemente al status quo. Unnico proyecto, llevado hasta sus ltimas conecuencias, es tambin el ltimo pro-yecto.

    De la misma manera, habra que empezar a considerar hasta qu punto en unasociedad "compleja" (fuertemente diferenciada y organizada y, por esto mismo, notan fuerte como para que una sola organizacin obtenga "hegemona" y consensoen torno de su solo proyecto) puede seguir vigente y viva una "cultura del proyecto"y no una "cultura del programa", es decir, un fjstema de acciones para objetivos y

  • 36 LUIS F. AGUELAR VILLANUF.V *metas temporales, que tienen factibilidad tcnica porque obtienen consenso ideol-gico y poltico, porque los diversos intereses organizados vislumbran anticipada-mente en ellos no slo su satisfaccin utilitaria sino su traduccin y elevacin eninstituciones sociales. Cada vez ms los programas pluralmente compartidos sonpara la conciencia social el proyecto y, a pesar de su modestia, relatividad y quizhasta carcter efmero, son tambin las cristalizaciones de la cultura social y nacio-nal activa y las nuevas fronteras para iniciar la exploracin de ese mundo inex-plorado e inagotado del llamado espritu humano y espritu nacional.

  • II. RACIONALIDAD ADMINISTRATIVA Y DECISIN POLTICAEN EL ESTADO CONTEMPORNEO

    Dicho muy globalmente, dos lecturas tericas del Estado y, en particular, del Estadocontemporneo son hoy predominantes en el mbito de la sociologa poltica. Laprimera lectura conceptualiza al Estado como una "asociacin de dominacin ra-cional", la segunda como "dominacin de clase". La primera nace en Max Webery se prolonga hasta la actual "Teora General de Sistemas" aplicada a la estructurapoltica. La segunda es la propia del marxismo con toda la riqueza de sus variantesterico-prcticas. Ambas, a su manera, se insertan dentro de la gran tradicin cul-tural europea de la ilustracin racional, a la vez que recogen fragmentos de Post-ilus-tracin. En ambas escuelas zozobra y entra en crisis la pretensin enciclopdica,copemicana, de fundamentar y ordenar toda la historia social con base en la razn,en el concepto de la razn. En ambas zozobra la pretensin ilustrada, propia delsiglo XYIII, de una fundacin de la nueva sociedad con base en la filosofa, de unasociedad civil-poltica como realizacin de la filosofa y, por esto mismo, de unasociedad dotada en su estructura de verdad y valor universales y absolutos: La so-ciedad humana sin ms, la sociedad de los derechos de la naturaleza humana inmu-table. Tan grandiosa pretensin y autointerpretacin de la revolucin burguesa, tan-to de la americana como de la francesa, producen y esconden en realidad "el mun-do invertido" de la ideologa la enajenacin el fetichismo de la mercanca, segnMarx, y traicionan paradjicamente el programa del "mundo desencantado", pro-pio de la tradicin cultural de occidente, segn Weber.

    Para ambos, Marx y Weber, la crtica al programa terico de la Ilustracin, cen-trado en el concepto abstracto, carente de mediacin e incorporacin histrica, yla crtica a la pretensin del concepto abstracto de convertirse en productor y or-

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    denador del mundo social histrico, se haban consumado por y en Hegel. ParaHegel, lo abstracto no es lo verdadero-real y la pretensin prctica de lo abstractode fundar la sociedad verdadera no conduce al orden, a la libertad y a la pacifica-cin cosmopolita, sino al caos, a lo arbitrario o al terror de faccin. Abstraccin yTerror (Terror porque Abstraccin) son la sustancia de la revolucin francesa, enel Hegel de La Fenomenologa del Espritu. La instancia historicista romntica, apesar de sus desviaciones contrarrevolucionarias, restaura tonas, a pesar de sus ries-gos ant-intelectualistas, reivindica justamente el mundo vital de las sociedades, supluralidad y singularidad, su contingencia y sus espritus nacionales (Esprit des Lois,Volksgeist) sus energas y sentimientos populares. Esta instancia de la concretez, dela singularidad y la contingencia, de la vida y la historia, contra el agobio de la uni-versalidad y la absolutez del concepto abstracto, "muerto" y "natural", es la que vaa ser asumida y consumada tambin en y por Hegel. Esta materia plural y contin-gente de la vida y de la historia social no es, a la manera de la Ilustracin, a la mane-ra de Kant, materia prima y bruta disponible para ser acuada por la forma raciona-lizadora del concepto-postulado abstracto, jusnaturalista. Esta materia de la vida, alcontrario, es la realidad mediante la cual (mediacin) la representacin conceptualabstracta (Vorstellung) deviene y llega a ser Concepto real (Begff), concepto ajus-tado a la realidad en tanto sntesis repleta de determinaciones histricas concretas,en tanto concepto histrico, "concreto pensado".

    Slo este concepto, realizado inmanentemente en y por la historia viva, es elordenador y el fundador de la sociedad civil-poltica verdadera. Y lo es, porque esresultado producido por y en el movimiento auto-ordenador de la misma historiaviva en cuanto movimiento auto-desenajenador y auto-solucionador de sus contra-dicciones efectivas. Slo mediante esa gestacin y parto histrico de la razn, sepuede realizar la pretensin de la ilustracin en torno a una realidad social fundaday fundamentada conforme a la razn, de una "realidad racional y de una raciona-lidad real". Slo por el rodeo de lo romntico se logra lo clsico-lo ilustrado, slopor la vida histrica extrarracionat (el terreno de los intereses, del sentimiento, dela decisin alternativa...) se alcanza la racionalizacin total de la vida histrica. Slopor la vida llega a ser tal el concepto de razn: "la Filosofa no es sino el propiotiempo aprehendido en el pensamiento". Sobre este inolvidable esfuerzo terico deHegel de reconducir a unidad la conciencia y la vida, la norma universal racional yla vitalidad de los intereses particulares y de su poder, la razn y la decisin, en bre-ve, la racionalidad y la irracionalidad, se basan y construyen, por vas diversas, laobra de Marx y la de Weber. Marx, mediante "la inversin materialista", que recon-duce la razn terica a un momento especfico (relativamente autnomo) delmundo vital de la produccin material y de sus relaciones sociales derivadas. Weber,mediante un retomo a Kant, en la forma del neokantismo rickertiano corregido,que le permite constituir la racionalidad, la racionalidad sociopoltca, como unproducto propio de la historia sociocultural de Occidente, como un a priori no

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    "trascendental" sino especficamente cultural, histrico, desde el cual las sociedadesoccidentales y occidentalizadas piensan y actan sobre el mundo natural y el mun-do social.

    Lo Post-ilustrado de ambos pensadores polticos radica, por razones diversas, enno aceptar la razn como un factor pre-existente y externo a la vida histrica de lasociedad civil-poltica y, asimismo, en no aceptar esa pretensin ilustrada de la razny, en particular, de la filosofa (filosofa de la naturaleza humana jusnaturalista ofilosofa de la historia) de autoconsttuirse como el factor creador y el ordenadorde la sociedad, como la causa de la sociedad a su vez socialmente no causada. Enesta autoconstitucin falaz de la razn como demiurgo social consiste "la ideologaalemana", "la miseria de la filosofa", "la supersticin poltica", "el mundo inver-tido", ' la enajenacin", para Marx. Y, para Weber, el "monotesmo" providencialis-ta y "la fascinacin de la magia", que han sido reintroducidos subrepticia y con-tradictoriamente dentro del programa desmistificador de la racionalizacin e inte-lectualizacin del mundo, interpolaciones que, sin crtica contundente, nos condu-ciran inevitablemente a la "jaula de hierro", "donde la vida se extingue". El carc-ter de poet-ilustracin de estos dos grandes pensadores polticos se expresa, en suma,en su rechazo a considerar a la razn como la fuerza vital histrica fundamental,como la fuerza social bsica y estructurante.

    Esto trae congruentemente como consecuencia, en la conceptualizacin tericade ambos respecto del Estado moderno y de su estructura regimental, el rechazoa pensar sustancialmente al Estado como puro orden jurdico conforme a la verdadde razn, conforme a naturaleza humana, y a compartir el optimismo ilustrado jus-naturalista de pensar "la emancipacin jurdico-poltica" como equivalente a "laemancipacin humana". La tradicin de historicismo poltico romntico, "postilus-trado" de ambos, aunque muchos se nieguen extraamente a aceptarlo para el casode Marx, los obliga a pensar el Estado como un hecho histrico, como una condi-cin o situacin contingente y particular de sociedades histricas. No la verdad abs-tracta de la razn sino la vida concretsima de la historia origina y constituye al Es-tado. No la naturaleza humana universal y sus derechos-postulados iguales, sino losintereses, las intencionalidades y el poder de grupos sociales particulares y desigua-les (clases, estamentos, naciones...) originan y constituyen al Estado. El Estado esun hecho histrico no un hecho racional, es hecho de inters y fuerza no hecho deverdad y valor La razn no funda al Estado, es el Estado el que inventa sus razones,al sublimar en verdades universales y absolutas intereses y fuerzas histricas que sonparticulares y contingentes. Desde esta perspectiva, el Estado es fundamentalmentecristalizacin de vitalidad y fuerza, de poder y violencia histricas, de seres hist-ricos. "Dominacin de clase" en Marx, "Monopolio de violencia (legitimada)" enWeber. El orden jurdico racional, el Estado de derecho, es entonces reconducidomarxistemente a su contenido histrico de clase y weberianamente a la mera forma

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    de la legalidad "pactada u otorgada" histricamente, es decir, respectivamente, aexpresin ideolgica justificadora del dominio de clase (Marx) o a ley formal, vacay disponible a asumir vez por vez los contenidos teleolgicos de los "actores sociales"triunfantes (Weber). En ambos pensadores se invierte el esquema ilustrado, segnel cual, en palabras de Marx, "la condicin se vuelve lo condicionado, el determina-dor lo determinado, el producto