Luchadores - Prodern

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CRÓNICAS INSPIRADORAS DESDE SEIS COMUNIDADES DE HUANCAVELICA, AYACUCHO Y APURÍMAC, QUE TRABAJAN POR CONSERVAR Y APROVECHAR MEJOR SU PATRIMONIO NATURAL Testimonio de trabajo del Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales PRODERN LUCHADORES 1

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CRÓNICAS INSPIRADORAS DESDE SEIS COMUNIDADES DE HUANCAVELICA, AYACUCHO Y APURÍMAC, QUE TRABAJAN POR CONSERVAR Y APROVECHAR MEJOR SU PATRIMONIO NATURAL

Testimonio de trabajo del Proyecto de Desarrollo Estratégico

de los Recursos Naturales

PRODERN

LUCHADORES

LUCHADORES

PRODERN 1

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2 - PRODERN

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LUCHADORES

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CRÓNICAS INSPIRADORAS DESDE SEIS COMUNIDADES DE HUANCAVELICA, AYACUCHO Y APURÍMAC, QUE TRABAJAN POR PRESERVAR Y APROVECHAR MEJOR SU PATRIMONIO NATURAL

Testimonio de trabajo del Proyecto de Desarrollo Estratégico

de los Recursos Naturales

PRODERN

LUCHADORES

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Concepto, diseñoedición y contenidos.

Fotografías: Daniel Silva YoshisatoTextos: Marco Avilés y David HidalgoMapas: Gigi Salas Lúcar - Víctor AguilarEditores recreativos: Qori, Maqui y Piji

Distribución gratuita. Prohibida su ventaHecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2013-18851Primera edición: Diciembre de 2013

LUCHADORES es una publicación de:Ministerio del Ambiente – Viceministerio de Desarrollo

Estratégico de los Recursos Naturales.Dirección General de Evaluación, Valoración y Financiamiento

del Patrimonio Natural.Dirección General de Diversidad Biológica.

Dirección General de Ordenamiento Territorial.Agencia Belga de Desarrollo – CTB Perú.

PRODERN – 1Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales en Ayacucho,

Huancavelica y Apurímac Erasmo Otárola Acevedo / Coordinador Nacional.Fred Prins / Asesor Técnico Internacional.

César Abad Pérez / ATN Ordenamiento Territorial.Floriberto Quispe Cáceres / ATN Gestión Ambiental - Huancavelica.

Sonia Vidalón Palomino / Comunicación e Incidencia.

Calle 2 de Mayo 1545. San Isidro, Lima, Perú. Teléfono: 421-8004http://prodern.minam.gob.pe [email protected]

Agradecimientos:Gobiernos Regionales de Ayacucho, Apurímac y

Huancavelica.Municipalidades Distritales de Cabana,

Carmen Salcedo, Huayana,Pomacocha, Santa Ana y Pilpichaca.

Comunidad Campesina de Carmen Salcedo.Comunidades de Huayana y Pomacocha.

Comunidades de los distritos de Pilpichaca y Santa Ana.

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Ordenamiento Territorial

Puesta en valor del patrimonio natural

Cantalicio el alpaquero

Cientos de años antes de la ZEE

Jóvenes ambientalistas

El retorno de los venados

Conservación y uso sostenible de la diversidad biológica

La ruta de los espejos de agua

Una despensa para los animales

Retorno de la tierra prometida

¿Podemnos sembrar el agua?

El futuro es un ovillo de lana

«Nuestra sobreviviencia es nuestro ganado»

Tenemos grandes proyectos

Quinua negra

La conquista de Mistura

Distritos de agrobiodiversidad

Sapos amarillos

El yachachiq del agua

«Queremnos evitar los daños del cambio climático»

Ajos, hierbas y orines

Guardianes de la papa

El reino de Diógenes

Prudencio anuncia la lluvia

El secreto del buen vivir

Gestores ancestrales. Por Gabriel Quijandría

Sol de mediodía. Por Guy Castadot

¿Qué es el PRODERN?

Índice

Créditos

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Había una vez seis pueblos...

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Laguna Choclococha. Huancavelica

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GESTORESANCESTRALES

La presente memoria no es un informe más de un proyecto. Es una mirada desde el otro lado, una crónica con testimonios de vida. En las siguientes páginas se documenta la voz de los verdaderos luchadores de la gestión es-tratégica de los recursos naturales que el PRODERN (Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales en Apurímac, Ayacucho y Huancave-lica) apoya en las zonas intervenidas. Guardianes de nuestra agrobiodiver-sidad, sembradores de agua, restauradores de praderas, son los gestores ancestrales de nuestro territorio.

Gabriel QuijandríaViceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales

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«Aquí hay muchas ansias de trabajar». Estas palabras finales del documento, pronunciadas por una lideresa de la Comunidad de Andamar-ca, en Ayacucho, marcan el inicio de la puesta en valor del patrimonio natural de los Andes pe-ruanos: ecosistemas de montaña, región agro-biodiversa y cuna de recursos naturales.

Dicha puesta en valor tiene el objetivo de fortalecer la gestión ambiental descentralizada para la conservación y aprovechamiento soste-nible de la diversidad biológica y del patrimonio natural del país. PRODERN desarrolla un mode-lo de gestión estratégica de los recursos natura-les, al adaptar el enfoque de la economía a los ecosistemas y la biodiversidad en los escenarios altoandinos. Este modelo y su implementación buscan generar información que retroalimente los instrumentos de gestión ambiental y permi-ta el desarrollo de políticas públicas que pro-muevan la conservación, restauración y ma-nejo del capital natural. Este nuevo enfoque

del PRODERN permitirá que las comunidades aledañas al proyecto gocen de bienestar y eco-nomías sustentables. Asimismo, esos ecosiste-mas podrán seguir brindando bienes y servicios naturales a los poblados y a las principales ciu-dades ligadas a estos beneficios.

El Ministerio del Ambiente es consciente de que las comunidades rurales con mayores índi-ces de pobreza son las que más dependen de la buena gestión de los recursos naturales y del mantenimiento del flujo de bienes y servicios ecosistémicos. Por lo tanto, son las más vulne-rables al deterioro o degradación del patrimo-nio natural.

De esta manera, los Luchadores, guardianes de nuestra agrobiodiversidad, sembradores de agua, restauradores de praderas, gestores ancestrales del territorio, serán respaldados y fortalecidos por el Estado para que sigan ejer-ciendo su primordial papel en el manejo y con-servación de los ecosistemas altoandinos.

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Guy Castadot Representante Residente de la Agencia Belga de Desarrollo

Como Representante Residente de la Agencia Belga de Desarrollo CTB en el Perú, es un gusto asociarme al Viceministro del Ambiente para pre-sentar este lindo documento que resume la labor de PRODERN.

Bélgica y el Perú trabajan juntos con tres gobiernos regionales, los gobiernos locales y la población beneficiaria para poder manejar los re-cursos ambientales de la manera más racional y sostenible posible.

Más allá de todos los discursos, prefiero dejarles dos poemitas que expresan parte de lo que estamos viviendo con sus habitantes, en esas tierras tan llenas de historia y de vida. Ellos merecen todo nuestro pro-fundo respeto y cariño.

SOL DE MEDIODÍA

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Ya viene el vuelo de la aveDel cóndor por la nubeNegra pesadilla maravillosaComo el destino, como la vida que se va

No estoy temblando, es un temblor nomásDe la tierra angustiosa, y tú me mirasNo estoy sudando, es el calor nomásSol de mediodía, se secan mis aguas

Brillante mi sangre, ya no me dueleViene la noche, todo me parece dulceNadie se pierde andando por el bosqueNi castigo ni falta, sólo una ardiente serpiente

El pasado quizás me está esperandoSombras de alas me esconden el cieloNo veo ni mal dios, ni buen diabloSólo un hombre, pero sonriendo

CÓNDOR

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¿QUÉ ES EL PROD ERN?

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¿QUÉ ES EL PROD ERN?

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En un mundo lleno de pa-

radojas como los Andes, hay una en particular que asom-bra a los que recorren sus montañas: ¿Cómo es que un territorio tan rico en recur-sos naturales puede ser a la vez el escenario donde viven pueblos aún tan pobres?

La riqueza de los para-jes andinos salta a la vista como un gran tesoro ex-puesto al aire libre. Los ecosistemas de montaña, la diversidad agrícola y la suma de todos los recursos animales, vegetales y mi-nerales son el capital natu-ral de estas regiones. Pero hasta ahora esta riqueza ha contribuido poco a una verdadera inclusión y desa-rrollo de las comunidades.

A lo largo de los siglos, las poblaciones locales han aprovechado esas fuen-tes para abastecerse de alimento, crear sus herra-mientas y para intentar, de manera esquiva, su propio desarrollo. Tales recursos (sus características, sus orí-genes) no son reconocidos ni valorados en el mercado en todo su potencial. De

esta manera, aquel desa-rrollo que ansían las comu-nidades aún es –como decía el historiador Jorge Basa-dre– una promesa.

Un ejemplo es lo que ocu-rre con las papas nativas que se producen sobre los cuatro mil metros de altura. En cual-quier restaurante gourmet serían productos de lujo por los que el comensal pagaría fuertes sumas. Pero en los mercados cercanos y vincu-lados a las comunidades pro-ductoras, las papas nativas no suelen ser apreciadas en toda su magnitud y se compran y venden a precios muy bajos, como si todos los componen-tes maravillosos que intervi-nieron en su crecimiento no tuvieran valor: los suelos, la altura, el agua, la luz, las se-millas, la tecnología, el saber ancestral de quienes produ-cen dichos tubérculos.

A paradojas como ésta se enfrentó el Programa de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales (PRO-DERN) cuando, en el año 2011, comenzó a intervenir en la zona más deprimi-da de los Andes peruanos:

Huancavelica, Ayacucho y Apurímac, las tres regiones con los mayores índices de pobreza y pobreza extrema del país, pero que a la par poseen un patrimonio natu-ral inmenso y poco valorado.

El objetivo del PRODERN es claro y a la vez comple-jo como la realidad andina. ¿Se puede reducir la po-breza local motivando a las poblaciones y a sus autori-dades a gestionar su patri-monio natural?

¿Está la llave del desarro-llo oculta en las tierras y en las aguas de las mismas co-munidades?

El PRODERN es un pro-grama que se enfoca en la zona conocida tradicional-mente como «Trapecio An-dino». Es el resultado de un convenio de cooperación firmado entre el Gobier-no Peruano y el Reino de Bélgica, en marzo de 2010. Gracias a este acuerdo se creó un fondo de 2.717.115 euros que deben ser inver-tidos hasta abril de 2013.

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El objetivo del PRODERN es claro y a la vez complejo como la realidad andina: contribuir a la reducción de la pobreza motivando a ciudadanos y autoridades a gestionar su patrimonio natural.

Dichos recursos son ges-tionados por ambas partes: el Ministerio del Ambien-te, por el lado nacional; la Agencia Belga de Desarro-llo, por el lado europeo. El PRODERN, como programa y grupo humano de trabajo, nace de esta unión. Sus ob-jetivos son dos:

El general: Reducir la pobreza en un medio am-biente caracterizado por la sostenibilidad de su patri-monio natural.

El específico: Que el Mi-nisterio del Ambiente y los tres gobiernos regionales –de Huancavelica, Ayacu-cho y Apurímac– gestionen mejor el patrimonio natural y lo hagan con una visión estratégica.

Para lograr esas metas, el PRODERN trabaja con cua-tro componentes:

1. Ordenamiento territorial.2. Diversidad biológica.3. Puesta en valor del patri-monio natural.4. Comunicación e información.

Visto de una manera am-plia, este proyecto quiere demostrar que las comuni-dades andinas pueden labrar su propio desarrollo si es que aprovechan mejor sus mara-villosos recursos naturales.

Dos años después del ini-cio de actividades del PRO-DERN, hay varias historias que contar.

El PRODERN decidió tra-bajar en seis distritos de este gran sector de los Andes:

• Cabana y Carmen Salcedo, en Ayacucho.• Pilpichaca y Santa Ana, en Huancavelica.• Huayana y Pomacocha, en Apurímac.

Estas son localidades idea-les para el desarrollo de los proyectos piloto pues pre-sentan tres escenarios di-ferentes para la gestión de los recursos naturales. Los distritos de Huancavelica

tienen como mayor patri-monio natural los servicios hidrológicos que prestan los ecosistemas de praderas altoandinas. En los distritos seleccionados en Ayacucho, están la riqueza cultural y la belleza escénica pro-pia de un valle tan antiguo como el del Sondondo. Y en Apurímac (provincia de An-dahuaylas), la gran agrobio-diversidad de papas, maíces y granos andinos.

Esta variedad de escena-rios –cada uno con su propia complejidad y retos– aumen-ta la capacidad de réplica de las experiencias de gestión estratégica de los recursos naturales que el proyecto viene impulsando.

Hay distintas maneras de entender la relación que existe entre el hombre y su medio ambiente. La natu-raleza, desde un punto de vista, es un gran sistema que nos presta servicios.

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Santa Ana

Pilpichaca

Cabana

Carmen Salcedo

Pomacocha

Huayana

Huancavelica

Ayacucho

Apurímac

Huancavelica

Huamanga

Abancay

Ica 975 habitantes

3500 habitantes

3500 habitantes

3500 habitantes

2000 habitantes Cuenca del río pampas

23.113 km2

1000 habitantes

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Cuidarla, aprovecharla o, por el contrario, desaten-derla o ignorarla son actitu-des que tendrán un efecto directo en la salud y en la economía de los pueblos.

Científicos y expertos de más de cuarenta países han evaluado cuáles son los be-neficios de la biodiversidad y los perjuicios de no proteger-la. Este gran estudio universal se gestó como propuesta de los ministros del ambiente del G8+5, reunidos en Alema-nia en el año 2007, y desem-bocó en una nueva manera de ver y entender el poten-cial de la riqueza natural. El informe TEEB (Economía de los Ecosistemas y la Biodiver-sidad, en castellano) es una iniciativa que, en concreto, quiere llamar la atención sobre los beneficios econó-micos que rinde el aprove-chamiento cuidadoso del medio ambiente.

El PRODERN ha llevado consigo este enfoque hasta los escenarios altoandinos donde interviene. El trabajo desarrollado allí se enmar-ca en una gran corriente mundial de revaloración del medio natural y de de-sarrollo humano. La meta es que las experiencias exitosas en las comunidades donde

se trabaja puedan servir de insumo para retroalimentar la Política Nacional Ambien-tal, y para que el Estado de-sarrolle nuevas y mejores políticas públicas para los Andes. Es decir:

•Que sea un hecho cotidiano apostar por conservar, restau-rar y manejar el capital natural de manera eficiente. •Que se generen economías limpias que reduzcan la conta-minación. •Que se implementen estrate-gias frente al cambio climático.

Como todo proyecto pi-loto, las iniciativas del PRO-DERN están diseñadas como si fueran semillas. El objetivo es que crezcan y se multipli-quen con el tiempo en otras regiones. Para lograrlo, es vital la cogestión o suma de fuerzas de tres direcciones generales del Viceministerio de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del Ministerio del Ambiente:

•Dirección General de Orde-namiento Territorial, DGOT.•Dirección General de Eva-luación, Valoración y Finan-ciamiento del Patrimonio Natural, DGEVFPN.•Dirección General de Di-

versidad Biológica, DGDB. Todos estos vientos soplan en la misma dirección.

Este libro es un recorrido por todos los escenarios y comunidades donde el PRO-DERN está sembrando esas semillas de cambio. Los re-sultados son consecuencia directa del compromiso de los comuneros, de los fun-cionarios del Ministerio del Ambiente y de los gobier-nos regionales y locales. En cada una de las historias que vendrán a continuación se conocerán las distintas he-rramientas que el PRODERN ha utilizado:

• Asesorías técnicas.• Consultorías para recoger información sobre el patrimo-nio natural de cada región.• Proyectos piloto imple-mentados en las comunida-des a través de fondos a los que postulan las poblacio-nes (fondos concursables).• Estudios e investigaciones.• Publicaciones y comunicación.

Y, junto a todo ello, se po-drá conocer de manera di-recta el entusiasmo que el desarrollo sostenible puede generar en los ciudadanos de los Andes.

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ORDENA MIENTO TERRI TORIAL

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ORDENA MIENTO TERRI TORIAL

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l territorio de un distrito es un capital diverso que las personas pueden usar de distintas maneras, para diferentes activi-dades. Para hacerlo de la manera más óp-tima y sostenible (generando riqueza sin depredar), es preciso que los habitantes conozcan cuáles son las potencialidades y limitaciones de cada porción de ese terri-torio. El Ordenamiento Territorial es una política de Estado, un proceso político y técnico administrativo de toma de deci-siones concertadas con los actores socia-les, económicos, políticos y técnicos, para la ocupación ordenada y el uso sosteni-ble del territorio. Gracias a ella, los líde-res y autoridades pueden tomar mejores decisiones en beneficio de la comunidad y su territorio. También les ayuda a priorizar adónde deben dirigirse las inversiones pú-blicas y privadas.

El Ordenamiento Territorial es el resulta-do de un largo proceso de trabajo y conoci-miento. Para llegar a él, deben evaluarse los aspectos físicos, biológicos, sociales, econó-micos y culturales de una localidad.

La Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) es un instrumento técnico que per-

mite la caracterización del territorio para la identificación de alternativas de uso sos-tenible, teniendo en cuenta la evaluación de sus potencialidades y limitaciones.

El objetivo final es que los distritos y sus comunidades puedan planificar la ocupación ordenada del territorio y el uso del suelo.

Gracias a la ZEE una comunidad puede saber qué riquezas y recursos tiene den-tro de su territorio. Existen conocimientos ancestrales sobre la aptitud del territorio. Esta información es también utilizada den-tro del proceso de ZEE.

El PRODERN se ha concentrado en elabo-rar las ZEE a nivel micro de cuatro distritos:

•Cabana y Carmen Salcedo, en Ayacucho;•Huayana, en Apurímac; •Pilpichaca, en Huancavelica, donde pron-to comenzarán las tareas.

Se realizaron varios estudios con gran nivel de detalle. Esto significó que:

E

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•Los técnicos tomaron y analizaron más de mil muestras de suelos.•Estudiaron la calidad del agua en todas las subcuencas de las comunidades.•Levantaron la cartografía detallada de los sistemas de producción agrícola en ande-nes. Esto permitió conocer que al menos trescientas hectáreas de esta infraestruc-tura data de épocas prehispánicas. El área total equivale a trescientas manzanas de casas de una ciudad.•Estudiaron más de 60.000 hectáreas de praderas y pastizales (agrostología).•Estudiaron las dinámicas económicas en el territorio.•Estudiaron las prácticas ancestrales de manejo del territorio e identificaron los lu-gares sagrados para la población.

Es importante que en la ZEE participen los diferentes actores locales. Son ellos los que más adelante se encargarán de em-plear el conocimiento para los fines que la localidad decida, por ello se conformaron los Comités Técnicos Locales. Sus integran-tes participaron en jornadas de capacita-ción para aprender a leer mapas, manejar GPS y también para usar el Sistema de Infor-mación Geográfica. De esta manera, tienen mejores herramientas para poder usar la información de la que ahora disponen.

El conocimiento obtenido a través de la ZEE en estas localidades se está emplean-do para implementar (con fondos concur-sables del PRODERN) algunos proyectos en zonas alpaqueras de Ayacucho, como se podrá leer a continuación.

La Zonifica-ción Ecoló-gica y Eco-nómica (ZEE) permite identificar la aptitud y limitaciones del territo-rio para diferentes alternativas de uso.

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Zonas de crianza de camélidos, protección y ampliación de bofedales.

Zonas con potencial para la acuicultura.

Zonas lineales de protección por presencia del Qhapaq Ñan.

Clausura temporal de praderas, crianza de camélidos, prácticas de crianza del agua y protección paisajística.

Unidades de posesionarios sujetas a zonificación familiar para su manejo.

Clausura temporal de praderas y crianza de camélidos.

Sistemas de rotación, prácticas de crianza del agua y protección paisajística.

Zonas de tratamiento especial por valor

arqueológico.

Conservación de praderas mediante sistemas de rotación.

Lugares sagrados intangibles.

Zonas de manejo de vicuñas.

Zonas de tratamiento especial por presencia de

corrales ancestrales.

Zonificación para el manejo de una moya

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Bofedal existente con manejo de acuerdo a su soportabilidad

Pastoreo de alpacas machos de abril a diciembre, y

pastoreo de crías.

Zona de uso especial por presencia de

corrales ancestrales

Zona de bofedales ampliada el 2013

Zona de ampliación de bofedales

proyectada al 2014

Zona de protección por producción de agua

Pastoreo extensivode vacunos

Pastoreo de alpacas hembras entre mayo - noviembre

Pastoreo de alpacas hembras entre

diciembre - abril

Implementación de corrales y cobertizos

Manejo de ccochas

Suelos con minerales para el pastoreo de

alpacas (alcaparrosa)

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Dan

iel S

ilva

Luichumarca. Cabana. Ayacucho

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AYAC UCHOCARMEN SALC EDO – CABANA

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AYAC UCHOCARMEN SALC EDO – CABANA

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Hay un hombre solita-rio llamado Cantalicio que habita las alturas de Anda-marca, en una de las zonas más alejadas de Ayacucho, y siempre está de buen humor. Es un criador de alpacas en el área de in-tervención del PRODERN (Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales), y puede dar fe de que, a pesar de su ubi-cación en el mapa, ahora es parte de un gran programa de progreso y de una reno-vada lógica de trabajo.

Para emprender el de-sarrollo y administrar bien los recursos naturales es vital que las personas co-nozcan bien el territorio donde viven, con todas sus potencialidades y también sus debilidades. El ermita-ño Cantalicio es parte de un cambio colectivo.

Su estancia es una casa de piedra en medio de la puna. Para visitarlo hay que atravesar un extenso territorio cubierto de ichu donde, de vez en cuando, es posible observar a algu-nos de sus animales. Varios parajes de ese trayecto es-

tán sumidos en una densa neblina. Pero otros sectores lucen como una alfombra de intenso color verde, pro-fanada por una encrucijada de riachuelos.

Cantalicio Tito pasa tres meses al año en ese lugar, para luego mudarse a otro que será igual de agreste, y luego a otro, de acuerdo al régimen de rotación que los alpaqueros acostum-bran para buscar pastos. La buena noticia es que ahora tiene un cerco de diez hec-táreas que ha reservado durante los próximos tres años para el futuro alimen-to de su ganado. El cerco es una especie de almacén vivo de pastos y una herra-mienta novedosa que los criadores de la zona están desarrollando dentro de un proyecto financiado con los fondos concursables (o ca-pital semilla) del PRODERN en los distritos de Cabana y Carmen Salcedo, al que An-damarca pertenece.

Parece una vida solitaria la de este hombre, pero la verdad es que Cantalicio Tito vive en estrecho con-tacto con otros alpaque-

ros que están replicando la misma experiencia. La Aso-ciación Apus de Andamarca trabaja con el PRODERN en un programa de recupera-ción de pastos naturales que apunta a mejorar la calidad de vida del ganado y, en con-secuencia, de esa comuni-dad. Parte de la ayuda ha sido la compra de los materiales que han servido para levan-tar los cercos como el que usa Cantalicio. Pero el apor-te principal de PRODERN en esta historia no son los recur-sos económicos sino la mira-da estratégica que ha logrado sembrar entre la población.

El primer paso de la in-tervención de PRODERN fue realizar estudios sobre la ca-lidad de los pastos, los suelos y el agua, entre otros análisis necesarios para establecer la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE). Con esa información, los comuneros ahora saben qué recursos tienen y cómo deben usar-los mejor. Y, por supuesto, pueden priorizar dónde y a qué proyectos deben desti-narse las inversiones. Esta historia se puede contar en dos capítulos:

1) Se inició un gran mapa de los terrenos de la loca-lidad, la llamada Zonifica-ción Ecológica y Económica, donde se podrán apreciar los diversos territorios y los recursos que en él existen.

2) Con la información que se ha comenzado a obtener a partir de ese trabajo, se ha invertido un pequeño capi-tal semilla (fondos concur-sables) en una de las activi-dades que requería mayor atención: el cuidado de los pastos naturales que sirven de alimento a las alpacas.

Veamos esta historia con más detenimiento, dejemos un momento a Cantalicio, y revisemos los conceptos. La ZEE constituye uno de los instrumentos técnicos sustentatorios para el or-denamiento territorial. Se emprende para identificar las diferentes maneras en que se puede usar un terri-torio de manera sostenible. Para eso, se evalúan sus po-tencialidades y limitaciones desde diferentes puntos de vista: físicos, biológicos, sociales, económicos y cul-

CANTALICIO, EL ALPAQUERO

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Cantalicio Tito.Andamarca (Carmen Salcedo)

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Max

Cab

ello

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Con la ZEE que el PRODERN impulsa, las comunidades tendrán una herramienta más fina para elaborar sus proyectos de desarrollo.

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turales. La ZEE produce in-formación valiosa para que las comunidades andinas tomen sus decisiones.

El PRODERN, en parti-cular, está impulsando los procesos de ZEE en los dis-tritos de Cabana y Carmen Salcedo a un nivel micro. Es decir, se apunta a obtener información a un nivel de detalle mayor. De esta ma-nera, las comunidades ten-drán una herramienta más fina a la hora de elaborar, aprobar y promocionar sus proyectos de desarrollo. De igual manera, podrán desa-rrollar planes de manejo de las diferentes áreas dentro de la localidad e incluso pla-nificar su desarrollo urbano. Antes de empezar a trabajar en este gran registro, PRO-DERN tuvo que responder algunas preguntas:

1. ¿A quiénes les serviría la información de la ZEE (de-mandantes)? ¿Cuál es el nivel de detalle que los de-mandantes requieren para tomar sus decisiones?2. ¿Cuáles son los actores que intervienen a la hora de tomar decisiones sobre el territorio dentro de la lo-calidad?3. ¿Cuáles son las variables, indicadores y metodologías más adecuadas y de menor

costo para que las personas (demandantes) obtengan la información que necesitan?

Para entender los dos primeros puntos, PRODERN realizó reuniones y talleres dentro de las localidades. Los técnicos entrevistaron a comuneros y autoridades y acompañaron a muchos de ellos en sus rutinas de trabajo. De esta manera, se pudo conocer de manera directa 1) qué información necesitan las personas para realizar sus funciones y ac-tividades económicas y 2) cómo así toman sus decisio-nes. Al final, en el caso de Cabana y Carmen Salcedo, se concluyó que, tanto los comuneros como las auto-ridades (demandantes), ne-cesitan saber:

1) Qué cultivos pueden sembrar según el tipo de suelo y el clima previsto para una campaña agrícola exitosa.2) Los precios de los pro-ductos en el mercado.

Durante la intervención del PRODERN, se observó, por ejemplo, que el tipo de propiedad determina cómo se toman las decisiones so-bre el territorio. En Cabana, en específico, existen terre-

nos comunales y terrenos de posesionarios (moyas). Los primeros dependen de las decisiones de los co-muneros y los segundos, directamente de sus pro-pietarios. La información de la ZEE deberá ser útil para ambos demandantes: la co-munidad y los individuos.

Hay una herramienta muy útil para corregir y perfeccionar el desarrollo de la ZEE: conocer lo que ocurre directamente en algunos proyectos piloto donde el PRODERN invierte capital semilla (fondos con-cursables). Allí, en la pura realidad, se puede obser-var cómo las autoridades y comuneros usan la infor-mación y a partir de ello se puede mejorar la metodo-logía de la ZEE. En Cabana y Carmen Salcedo, se eje-cutan cuatro proyectos con los fondos concursables del PRODERN:

1.«Mejoramiento de las capacidades en gestión am-biental y agrícola en el sec-tor Chimpa de la comunidad de Andamarca del distrito de Carmen Salcedo». Aquí los avances de la ZEE adver-tían que las personas tenían un conocimiento limitado de las prácticas y tecnolo-gías agrícolas; que no había

módulos de capacitación; que el agua era escasa; y que la gestión organizacio-nal y de recursos naturales era muy limitada.2.«Manejo adecuado de los recursos naturales para el mejoramiento genético de alpacas en la comunidad de Cabana». Aquí los avances de la ZEE del distrito infor-maban que los recursos na-turales y el agua se maneja-ban mal; que los suelos se perdían debido a la erosión; y que los espejos de agua tenían poca capacidad. Ade-más, el pasto era escaso y de mala calidad y, por lo tanto, la producción ganadera ha-bía decaído. En resumen: el bajo nivel de cultura am-biental se relacionaba con la deficiente producción de fibra de alpaca.

Los avances de la ZEE proporcionaban informa-ción valiosa para encontrar las soluciones. Por ejemplo, ahora se tiene un inventario de espejos de agua (lagu-nas) y se sabe en cuáles se puede aumentar la capaci-dad de almacenamiento.

El estudio agrostológico, por otro lado, permite saber cuántos animales por año pueden soportar los pastos. Así se pueden plantear las estrategias más adecuadas

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que debe seguir cada pro-pietario o posesionario.

Ahora volvamos a Anda-marca, a las vidas de Can-talicio y su comunidad. Una sensación de orden se per-cibe en el local comunal de los alpaqueros, una casa de adobe con paredes enluci-das de amarillo frente a la plaza principal del pueblo. En la habitación principal se han reunido media docena de hombres y mujeres alre-dedor de una mesa. A la ca-beza de la reunión está una mujer de contextura grue-sa. Unos anteojos ovalados enormes le dan un aire de reflexiva autoridad. Es la se-ñora Marciana Quillas Tito, la vicepresidenta de la aso-ciación y la primera mujer en ocupar ese cargo. Ella es una optimista de gestos

serenos. «Aquí hay muchas ansias de trabajar», dice so-bre el espíritu que impera entre los miembros de su organización. El vaivén de varias cabezas lo confirma.

La principal evidencia es que de los doce asociados, diez han participado en los trabajos de cercado y siem-bra de pastos. Los resulta-dos deben asegurar forra-je para mediados de año. «Somos los que sabemos responder a nuestros ani-males», dice Quillas con un gesto de seguridad.

Sobre la pared, un pape-lógrafo establece mes a mes la secuencia del calendario alpaquero: desde la apari-ción, entre diciembre y ene-ro, hasta la esquila, entre noviembre y diciembre. Un técnico agropecuario del

PRODERN llega dos veces al mes para asesorar a los pro-ductores en cada etapa.

A pesar de las evidencias, el sembrío más prometedor no es el pasto que alimenta a los animales. Es el conocimiento que circula entre las personas gracias a los trabajos realiza-dos hasta ahora para contar una ZEE, como se verá a conti-nuación. La comunidad acaba de culminar la esquila del ga-nado y el resultado ha vuelto a ser favorable.

«Antes vendíamos toda la lana junta, no sabíamos separarla», dice la vicepre-sidenta. El acopio se realiza en una habitación contigua. Allí se hace la selección de las cuatro categorías de fi-bra: extrafina, que es la me-jor y más cotizada, y a con-tinuación la fina, semifina

y gruesa. Cada alpaquero trae su producto a la sede de la asociación y llena una ficha con la información al detalle de lo que entrega. El lote completo es vendido a un intermediario. Al final, cada productor recibe el in-greso que le corresponde.

El sistema funciona bien, al punto que el ganadero Al-berto Damián Díaz está con-vencido de que ahora tiene una vida de más calidad que la que tuvo cuando trabaja-ba como panadero en Mala. Damián había emigrado por miedo al terrorismo que asoló la zona durante los años ochenta. Le tomó casi una década tomar la deci-sión de regresar a su pueblo. «Los corrales estaban aban-donados», dice recordando otros tiempos. Ahora tiene

«Aquí hay muchas ansias de trabajar»,

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doscientas alpacas con las que aspira a consolidar el bienestar de su familia. El reto de ahora es asegurar los pastos para mantener la vida en equilibrio.

«En un taller nos han ex-plicado cuántos animales podemos tener», señala Emiliano Poma Flores, un hombre de rasgos apacibles y bigotes ralos, que para mayores señas es el esposo de la vicepresidenta. Se re-fiere a la cantidad de alpa-cas que pueden pastar en una extensión determinada de terreno. Es exactamen-te lo que se desprende del estudio agrostológico de la ZEE, y ahora se ve cómo el conocimiento ha calado en la población local.

Poma tiene dos corrales, uno de setenta hectáreas y

otro de cincuenta, en distin-tos sectores de Andamarca. Con ambas parcelas puede alimentar a un máximo de quinientas cabezas de gana-do. Por ahora, él y su familia poseen alrededor de tres-cientas. Todavía les queda un margen holgado, pero ya están tomando previsiones. Poma no quiere exponer-se a una crisis como la que afecta a muchos alpaqueros de otros sectores altoandi-nos. Como la que le afecta-rá también a él si la falta de agua se acentúa.

«Necesitamos extender los bofedales», dice la señora Marciana Quillas Tito mien-tras una repentina llovizna repiquetea sobre las calami-nas. La tierra empapada y las calles lavadas son un paisaje temporal. Como advierte el

avance de la ZEE, la realidad es que hay pocas fuentes de agua. En unos meses más, el viento volverá a ser frío y habrá que estar preparados. Por lo pronto, la comunidad ha logrado sacar provecho a la humedad generada en el suelo que rodea a algunas lagunas cercanas. Mientras tanto, los estudios realizados por el PRODERN muestran que hay otras zonas con las condiciones adecuadas para ampliar los humedales me-diante canales y diques. La idea es asegurar tierra fértil para el brote de pasto en ple-na temporada seca.

«Podemos hacer mejoras genéticas, pero si los anima-les no se alimentan bien, no sirve de nada», explica la vicepresidenta de la asocia-ción de alpaqueros.

Muchos metros más arri-ba, en pleno rigor de la puna, Cantalicio Tito ya puso manos a la obra. Si todo sale como está previsto, ya no se le mo-rirán las alpacas como ocurrió hace buen tiempo, cuando fallecieron dos de las más pe-queñas. A las cinco de la tar-de, como todos los días, Can-talicio meterá a sus animales en el corral de la estancia y se refugiará en la cabaña con su esposa hasta el día siguiente, cuando volverá a salir.

«La vida de alpaquero es buena», dice con una expre-sión de complacencia que no se ve así nomás. Es como los gestos de los personajes que se aparecen en un sueño, in-mortales en la sencillez. A esta hora debe estar arriba, más allá de las nubes. Y es casi se-guro que está sonriendo.

dice Marciana Quillas, en la comunidad de Andamarca.

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Chaqu de

vicuñas. Cabana. Ayacucho

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Esquilado de lana de vicuña.

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Un día, mientras rea-lizaba un estudio para el PRODERN, el geógrafo Cé-sar Abad descubrió lo que podría ser el primer centro cartográfico precolombino del que se tenga noticia. Se trata de un lugar hasta ahora inadvertido, donde existe un conjunto de pie-dras talladas a manera de maquetas que funcionan como mapas de los territo-rios cercanos. En cada una se ve el trazo de quien in-tenta plasmar una obra de ingeniería hidráulica en un objeto perdurable: hay an-denes, ríos, lagunas repre-sentadas a la manera de la legendaria Piedra de Saywi-te, el enigmático monolito inca encontrado en Aban-cay. Aunque estas piedras no tienen el mismo nivel de detalle, la intención parece la misma. Lo extraordinario

es la abundancia de estas maquetas en la zona.

Abad encontró estos ves-tigios a mediados de enero de 2013. Ocurrió un día en que había subido desde Ca-bana al distrito de Chipao, en Ayacucho, para obser-var el vuelo de los cóndo-res y se topó con un cielo nublado que le arruinó los planes. Los amos del cielo sólo salen si el sol les calien-ta el viento. Mientras Abad decidía qué hacer, notó que en la falda del cerro donde está el mirador había una piedra en cuyo centro se distinguía una inusual cir-cunferencia. «Me dije que allí tenía que haber algo», recuerda ahora, parado en el mismo mirador, frente a los mismos acantilados. Su primer impulso fue bajar a ver qué encontraba. El camino es muy empinado,

salpicado de plantas espi-nosas y maleza. Cuando lle-gó a la piedra, la corazonada se transformó en descubri-miento: no había una, sino varias rocas talladas como mapas. Según recuerda aho-ra, contó hasta catorce. «Po-siblemente era una zona de planificación», comenta.

El hallazgo confirmaba una hipótesis que Abad es-taba trabajando para un es-tudio del PRODERN: que al ser una zona plagada de an-denes precolombinos –en especial el cercano distrito de Carmen Salcedo–, de-bían existir rastros del cono-cimiento andino acerca del manejo de los cultivos y las áreas de pastoreo.

Precisamente, en las altas praderas de Cabana existen restos de más de mil co-rrales prehispánicos para ganado. Según Abad, su

disposición indica un com-plejo sistema de crianza de camélidos sudamericanos, de grandes proporciones. «Nuestra idea era estable-cer un mejor uso del terri-torio en base a esa clase de evidencia», refiere el geó-grafo. Las maquetas de Chi-pao enriquecían la eviden-cia acerca de la zona que fue dominada por los poblado-res de la antigüedad en base a una escrupulosa planifi-cación. Estos hombres anti-guos –igual que ahora está impulsando el PRODERN– conocían su rico territorio al detalle. Las maquetas no son una casualidad.

Hay maquetas termina-das y otras que quedaron a medio hacer. Incluso pue-den verse algunas rodeadas por las herramientas con que estaban siendo trabajadas. Todas lucen un importante

CIENTOS DE AÑOS ANTES DE LA ZEE

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Vestigios de cartografía en piedra. Valle del Sondondo - Puquio - Ayacucho.Era

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desgaste. Ocurre que están hechas en ignimbrita, una roca volcánica que se ero-siona con relativa facilidad. «Podrían ser de la época Wari», dice Abad, un entu-siasta de la arqueología.

Esta mañana, él recorre otra vez la zona con el ím-petu de un muchacho ex-plorador. Es capaz de des-aparecer por un resquicio de la izquierda y reapare-cer poco después por un acantilado de la derecha varios metros más arriba. En cierto momento se le da por bajar hasta donde parece que ya no es posi-ble seguir haciéndolo sin riesgo de una caída. En ese lapso, ha encontrado varias maquetas más que no ha-bía notado la primera vez.

Si su teoría se confir-ma, este hallazgo podría abrir la puerta a un nuevo potencial turístico para la zona: una oferta para ver el vuelo de los cóndores y, de paso, un taller de ma-pas precolombinos puede

ser muy tentadora. De al-guna manera, el hallazgo es parte del esfuerzo de PRODERN por contribuir al proceso denominado Ordenamiento Territorial, que, como se puede presu-mir, se propone identificar el mejor uso, el potencial y las restricciones del patri-monio natural de que dis-ponen las comunidades. El resultado será la llamada Zonificación Ecológica y Económica (ZEE), que en este caso beneficiará a los distritos de Cabana y Car-men Salcedo. Semejante tarea ha requerido una serie de estudios: de sue-los, pastos, flora y fauna, estudios hidrológicos, eco-nómicos, socioculturales y arqueológicos. Una lectura integral cuyos resultados serán puestos a disposición de las autoridades locales.

Los primeros indicios hablan de un potencial extraordinario. «Ahora sa-bemos cuántas hectáreas tenemos con capacidad

agrícola o en qué lugares podemos sembrar quinua; esa información hace la diferencia», dice Clímaco Romero, responsable de la Oficina de Desarrollo Eco-nómico Local de la Munici-palidad de Cabana, quien también ha llegado esta mañana a recorrer la zona de maquetas antiguas.

Ha pasado el mediodía y el grupo recorre laderas, desfiladeros y hasta un bosque de queñuas cer-cano en busca de más ma-quetas. Romero, un hom-bre de expresión afable y modales respetuosos, se une a la cacería de piedras como si la persistencia pro-metiera un hallazgo mayor. El premio llega un buen rato después, en un sector de la montaña que parece un castillo megalítico o una morada de gigantes. Mu-chos metros por encima de los primeros hallazgos, aparecen otras maquetas en piedra clara que entu-siasman todavía más a los

buscadores. Por los rasgos del tallado se puede pre-sumir que el hombre que las hizo, quién sabe cuán-tos siglos atrás, debió ser un experto planificador. Clímaco Romero vendría a ser su versión moderna. Estará encargado de un sistema de información centralizado que permiti-rá, por ejemplo, sugerir a los agricultores los produc-tos más convenientes para cada campaña agrícola de acuerdo al clima. También aconsejará realizar una me-jor administración del agua o identificar los proyectos más beneficiosos.

«Es la hora del despe-gue», dirá luego sobre estos avances –en la tranquilidad de una oficina–. Pero ahora, a miles de metros por enci-ma de la realidad, ambos, geógrafo y funcionario pú-blico, miran con entusiasmo las señales del pasado. El sol ha salido y define con clari-dad el paisaje. No hay más nubes alrededor.

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Planificación territorial tallado en piedra. Cabana. Ayacucho

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En octubre de 2012, la Red de Jóvenes Ambienta-listas de Ayacucho (Redja), que son apoyados estre-chamente por el PRODERN, planteó un proyecto de re-forestación de una ladera de la comunidad de Campana-yoq. Hasta ese momento, la ladera estaba destinada al cultivo de papa y el pastoreo de vacas. «Se escogió esta zona porque es una cabe-cera de cuenca y debe ser protegida», dice el biólogo Adrián Ramírez Quispe, ge-rente Regional de Recursos Naturales y Gestión del Me-dio Ambiente de Ayacucho.

El profesor Ramírez, como también es conocido, es un

hombre en la edad de la sa-biduría, que usa guayaberas y tiene gran entusiasmo por el potencial ecológico de su región. Los miembros de la Redja reciben su asesoría para estas actividades. Aho-ra, por ejemplo, Ramírez pasea su experiencia por la ladera y avala la propuesta. La guayabera blanca de hoy acentúa su autoridad. «Lo que buscamos es mitigar el cambio climático y asegurar que el ciclo hidrológico sea regular», explica. Es decir, que el agua llueva, discurra, riegue. La especie escogida para reforestar la ladera fue el pino. Según el profesor Ramírez se adapta bien a

esta zona. La comunidad ha tenido experiencias previas con la siembra de árboles. En la parte superior de la ladera, justo donde el cerro comienza a declinar, hay una barrera de eucaliptos de va-rios metros de altura. Los plantaron en una campaña de hace varios años y aho-ra sirven para extraer leña y para ciertas aplicaciones medicinales. Hacia la salida del pueblo hay otro bosque de pinos que también ayuda a la conservación del suelo y contiene el rigor del viento. El nuevo bosque está pensa-do para contener la escorren-tía y proteger el terreno de la eventual erosión. La idea era

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colocar 1.500 plantones de pinos, aunque luego se con-siguieron 1.200. De cualquier modo, la implantación ha sido exitosa. Menos de vein-te plantones han tenido que ser dados de baja. Los demás siguen creciendo.

Cuatro miembros de la Redja conversan al pie de un plantón. El grupo luce bastante joven, aunque al-gunos ya están por egresar de la universidad. Provie-nen de las carreras de Bio-logía y de Agronomía. Días atrás cumplieron un año de haberse organizado, inspi-rados por el PRODERN, que desde su conformación les ha apoyado en la realiza-ción de campañas ambien-tales y como parte de la semana de la reforestación. Esta vez apoyó a los jóvenes en la gestión de materiales o insumos, desde los costos de movilidad hasta la dona-ción de plantones para que realicen la forestación en la comunidad. La de Cam-panayoq es su interven-ción más significativa en el ámbito de una comunidad campesina.

Lucía Ventura, quien va en su último año de Biolo-gía, explica que los planto-nes han sido sembrados de acuerdo al sistema de tres-

bolillo. Cada planta forma un triángulo en relación a otras dos de la fila siguien-te. Esta ubicación evita que se formen vías libres por las que podría escurrirse el agua, como sería el caso si hubieran colocado las plan-tas en filas rectas. «Es el sis-tema más apto para las pen-dientes moderadas como esta», dice Ventura, una mu-chacha de mejillas chaposas y voz clara, cuyos anteojos confirman su aspecto de es-tudiante aplicada.

Cada integrante de la red apoya según su especiali-dad. Bruno Villar, por ejem-plo, ha estudiado agronomía y ha sido un activo partícipe de las capacitaciones que se han dado a los comuneros de Campanayoq. Dice que el plan es que la población sea capaz de conservar no sólo el suelo y el agua, sino la fauna y la flora. Mientras avanzan en ese objetivo, ayudarán en las labores de monitoreo del nuevo bos-que. Un primer trabajo será deshierbar los plantones. Luego una poda de forma-ción. Y antes de la etapa de lluvias del próximo año, aplicarán unas hormonas de crecimiento para que las plantas estén en las mejores condiciones posibles.

«A la comunidad no le puedes enseñar nada, por-que tienen sus propios co-nocimientos. Lo que hace-mos es un intercambio de experiencias», indica Lucía Ventura. «Mi padre sabe leer las galaxias», dice Ca-bezas y mira el cielo aún a pleno día como sugiriendo que las señales están allí y que sólo es cuestión de es-perar el momento propicio para verlas. A ese ejercicio le llama «leer el Sucho», como denominan en los Andes a las Pléyades. Cabezas dice que, gracias a esta habilidad, su padre sabe en qué mes debe sembrar dependiendo de cuáles de esas siete es-trellas lucen más brillantes. Si la primera está más ilumi-nada, las lluvias empezarán en noviembre o diciembre, y por tanto debe empezar la siembra en octubre. Si la que más brilla es otra, hay que hacer los ajustes correspon-dientes para no fracasar en la cosecha. Los cálculos no fallan. «Mis profesores, que eran ingenieros, me decían: “Eso no sabemos, pero es lo que necesitamos apren-der”», recuerda el joven in-geniero. Por suerte, él sabe y depende menos de las erráticas mediciones de los servicios meteorológicos.

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EL RETORNO DE LOS VENADOS

Es casi mediodía. La comunidad ofrece un almuerzo en el local principal. Sobre la mesa se extiende un banquete de queso y papas recién cosechadas. Nunca podrá describirse con justicia el sabor de una papa sancochada que poco antes estuvo bajo tierra. Las que han servido hoy tienen una cáscara casi transparente, una textura de terciopelo amarillo.

La riqueza de Campanayoq entusiasma a los jóvenes ambientalistas, que empiezan a comentar en voz alta los proyectos futuros. «Queremos hacer un vivero para plantas aromáticas», dice una de las jóvenes es-tudiantes. El profesor Ramírez cuenta en-tonces que en el recorrido por la ladera ha visto plantas medicinales de diverso tipo y que no sería mala idea incorporarlas a ese proyecto. «Este año hemos visto temas forestales, pero el próximo podríamos ver proyectos con fauna», dice Bruno Villar. Se refiere a los venados que la comunidad quiere recuperar.

Todos los días a partir de las cinco de la mañana o a las seis de la tarde puede verse un grupo de seis venados en las tierras bajas de Campanayoq. Antes fueron abundantes, pero casi desparecieron en los años ochenta debido a la caza indiscriminada. Alguien co-menta que en medio de la violencia que ha-bía en el país durante esos años, con mucha gente armada por todos lados, el alimento más accesible para las personas era esta es-pecie silvestre que mucho tiempo atrás in-cluso llegaba hasta los linderos de la ciudad.

«Hemos reducido totalmente la caza», señala otro estudiante. La idea de los comu-neros es instalar un criadero que abra una nueva actividad económica y que además sirva como atractivo turístico. Son tiempos expectantes en este pueblo emprendedor. Campanayoq ha empezado a recuperar sus recursos. Es el mejor momento para sem-brar cualquier semilla.

Son tiempos expectantes en el pue-blo empren-dedor de Campanayoq

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El tiempo de las lluvias genera un color verde incomparable en los Andes. Algunos parajes cubiertos de ese tono serían per-fectos para organizar una sesión de foto-grafía de modas. Si el vehículo del viajero llega a detenerse en la misma puna, uno podría sentir la inmensidad de los valles como un espectáculo inofensivo, la esce-nificación de una fábula, en vez de la vo-racidad amenazante de los cerros pelados y amarillentos del tiempo seco, con esos abismos de innecesaria crueldad y que-bradas que parecen fauces de gigantes hambrientos. El tiempo de las lluvias lle-na los ojos de expectativa. Los ríos corren en torrente y uno tiende a la debilidad de creer que nada puede malograr semejan-te belleza. Y, sin embargo, ese tiempo es apenas la antesala de periodos duros para los seres que pueblan la escenografía de las cordilleras: pastos y árboles, ovejas y alpacas, zorros y hombres. Por lugares así es preciso pasar con la memoria despierta y la mirada profunda: el paisaje tiene res-puestas para todo.

La idea de los comu-neros es instalar un criade-ro que abra una nueva actividad económica.

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PUESTA EN VALOR DEL PATRIM ONIO NATURAL

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PUESTA EN VALOR DEL PATRIM ONIO NATURAL

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Cuánto vale la naturaleza? La pregunta parece una de esas interrogantes capciosas que no tienen una respuesta lógica. Pero tiene. El ambiente que rodea una localidad tiene un valor que se relaciona estre-chamente con las actividades económicas que desarrollan sus habitantes.

Las lagunas y fuentes de agua tienen una importancia vital para una sociedad de agri-cultores. La belleza escénica de un paisaje es el pilar de una economía basada en el turis-mo. La conservación de la agro-biodiversidad ha sido por siglos la estrategia de los agricultores altoandinos para adaptarse a los climas cambiantes de los Andes y la base de su seguri-dad alimentaria.

¿Cuánto valen los bienes y servicios que la naturaleza le brinda a una comunidad? ¿Se pueden aprovechar mejor los recursos naturales si se conoce

la magnitud de su importancia? ¿Para qué sirve conocer su valor?

El PRODERN ha concentrado parte de su trabajo en los dis-tritos de Santa Ana y Pilpicha-ca, en Huancavelica, donde se ha trazado un objetivo: Poner en valor el Patrimonio Natural. Para ello, produce información que permita saber cuáles son los recursos de ambas localida-des y entender cuál es la impor-tancia de cada recurso.

Santa Ana y Pilpichaca son los distritos más pobres de la región y probablemente del Perú. Pero, por esas paradojas propias de los Andes, dispo-nen de uno de los recursos más importantes en estos tiempos de cambio climático: ecosiste-mas proveedores de servicios hidrológicos que les permiten contar con inmensas reservas de agua. El agua no sólo es vida, también es un capital preciado en un mundo cada vez más po-blado y sediento. Si este líquido

es invalorable, ¿podrían Santa Ana y Pilpichaca aprovecharlo mejor para salir de la pobreza?

Para darle valor a un recurso natural primero hay que cono-cerlo bien y entender de qué manera se relaciona con la eco-nomía de una comunidad.

PRODERN apoyó el diagnós-tico de los principales ecosiste-mas de Santa Ana y Pilpichaca. La información recogida ha ser-vido para diseñar una estrate-gia para gestionar el agua en un contexto en que el clima está cambiando. Esto quiere decir que las comunidades usarán el agua de manera más eficiente: la conservarán, almacenarán y administrarán a lo largo del año, tanto en épocas secas como en aquellas de lluvia. Por ejemplo, se está desarrollando un plan para reordenar las praderas al-toandinas, de manera que los

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PRODERN apoyó el diagnóstico de los principales ecosistemas de Santa Ana y Pilpichaca.pastos se recuperen y no se degraden debido al sobre pastoreo o a las sequías.

En Huancavelica, este proceso de trabajo dará pie a la Estrategia Regio-nal de Gestión Integrada del Recurso Hídrico. En las otras dos regiones donde PRODERN actúa, ya se han iniciado estudios para va-lorar los servicios hidroló-gicos, la belleza escénica y la agrobiodiversidad. Es el primer paso para llegar a un mecanismo que permi-ta generar retribuciones por los servicios ecosisté-micos. ¿De qué manera?

Pilpichaca y Santa Ana son dos distritos de la re-gión Huancavelica con al-tos índices de pobreza (se encuentran por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar) y sus princi-pales recursos son las pra-deras y las lagunas altoan-dinas. Ambos ecosistemas

dependen estrechamente uno del otro. Si las praderas se deterioran, no brindarán servicios hidrológicos para mantener estas lagunas; y si no hay agua suficiente (caudal ecológico), las pra-deras desaparecen.

Este delicado equilibrio es el que permite proveer de agua al sistema Choclo-cocha. Sus aguas son de-rivadas mediante canales de trasvase hacia la cuenca del río Ica para el riego de la agricultura de agroex-portación del boyante va-lle del mismo nombre. Es por ello que el PRODERN busca establecer un meca-nismo de retribución por los servicios ecosistémicos que permita mantener sa-ludables estos delicados ecosistemas de praderas altoandinas. De esta ma-nera, seguirán brindando servicios hidrológicos para la agricultura y bienes am-

bientales de las comunida-des, y estas podrán mejorar sus ingresos económicos.

Al menos cinco proyec-tos de recuperación están ejecutándose con presu-puestos públicos en Pilpi-chaca:

•Recuperación y manejo de bofedales en las localidades de Picchahuasi y Pilpichaca.•Recuperación de praderas altoandinas en las comuni-dades de Huaracco, Llillinta, Santa Ana y Santa Inés.

En todos estos casos, el Gobierno Regional de Huancavelica y el Ministe-rio del Ambiente lograron que los presupuestos fue-ran aprobados. Al conocer las historias de cerca podre-mos entender que las inver-siones en recursos natura-les pueden ser tan o más impactantes que las que se realizan en infraestructura.

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HUANCA VELICASANTA ANA – PILPICHACA

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El pastor Telésforo Ramos corre a paso de maratonista en un paisaje parecido a la tie-rra prometida, y trata de reu-nir un rebaño de alpacas.

Es una mañana de media-dos de febrero y un intenso sol calienta la pradera que se extiende a la orilla derecha de la laguna Orcococha, en la co-munidad de Santa Inés, Huan-cavelica. Esta reserva natural de agua es especial no sólo por su belleza sino porque forma parte de un gran proyecto de cambio. El PRODERN ha es-tudiado y diagnosticado los ecosistemas de los distritos de Santa Ana y Pilpichaca, donde viven más de cinco mil perso-nas, como parte de su segundo componente de acción: Poner en valor el Patrimonio Natural.

La información recogida permitirá contar, en el caso del agua, con una Estrategia Regional de Gestión Integrada del Recurso Hídrico para toda Huancavelica. Pronto las co-munidades estarán en capaci-dad de conservar, almacenar y

administrar el agua de manera eficiente, ya sea en épocas se-cas y de lluvias. Esto, a su vez, hará posible que las personas manejen de manera más efec-tiva los pastos que alimentan a los animales, como ya ocu-rre en la comunidad de San-ta Inés, donde el Estado ha comenzado a invertir fondos públicos, gracias al nuevo enfoque desarrollado por el PRODERN.

El escenario donde Telés-foro Ramos se desplaza está a más de 4.700 metros sobre el nivel del mar y dejaría sin aliento a un fotógrafo de pos-tales. Un estanque natural de tranquilas aguas de color acero bordea varios cerros verdosos y parece perderse entre las montañas. Algunos operadores turísticos y ciertos amantes del turismo de aven-tura conocen estos parajes como «La ruta de los espejos de agua» porque en la superfi-cie de esta pequeña región de los Andes sur-centrales –que ocupa menos del 2% del terri-

torio del Perú– se pueden con-tar hasta doscientas lagunas.

Orcococha es una de las más grandes y puede ser foto-grafiada desde los aviones que conectan la sierra con la costa. Parece la versión altoandina de un oasis, de no ser por el silencio mortal que inunda el paraje. «Esas son aguas muer-tas. Allí no crece nada», dice un vecino de la comunidad de Santa Inés, en cuyo centro po-blado viven unos 120 comune-ros. Cuando Telésforo Ramos regresa de recoger el rebaño, confirma la noticia con una in-formación que no sale en las fotografías: las alpacas pastan allí, pero no pueden tomar el agua de la laguna. Podrían en-fermar y hasta morir.

La causa de semejante pa-radoja es la contaminación generada por una o dos com-pañías mineras que han verti-do relaves desde sus centros de operaciones en zonas cer-canas. Un comunero comen-ta que antes había aves que daban vueltas por esta zona.

LA RUTA DE LOS ESPEJOS DE AGUA

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«Cuando yo era niño había truchas», dice Telésforo Ramos mirando la masa de agua con un leve rictus de desen-canto. Tiene cuarenta y cinco años, y hasta donde recuerda, la laguna tenía vida a mediados de los años ochen-ta. «Ahora ya no hay nada», añade. Entonces, como ocurre con el cine de efectos especiales cuando ciertos de-talles de una imagen cambian de color o se hacen más notorios por contraste, uno se da cuenta de que el paisaje no es tan idílico como aparenta. El terre-no cubierto de una fina capa verde, en realidad está casi desnudo de la vege-tación que debería tener. Lo que pare-ce pasto a ojos foráneos es una especie de hierba espinosa que los pobladores llaman «Paco paco» y que los expertos conocen por el nombre científico de aciachne pulvinata. Una especie que las alpacas se resisten a comer.

Telésforo Ramos ha juntado el gana-do cerca de una línea de alambre que delimita la zona de pastoreo comunal. Los animales lucen en cada oreja unas cintas de color rosado y azul que resal-tan sobre sus pelajes blanquecinos. El rebaño consta de poco más de medio centenar de cabezas, una parte de to-das las que la comunidad tiene por esta zona. Hay alpacas tan grandes que po-drían cargar a una persona y otras pe-queñas como cachorros alargados, que resaltan todavía más porque su lana es muy clara, como si hubieran tenido me-nos tiempo para percudirse con la vida en la pampa.

Ramos señala la zona donde han es-tado pastando y cuenta que hace mu-chos años, también cuando era niño, estas praderas tenían más pastos. El ganado no tenía problemas en encon-trar alimento, estaba mejor nutrido y, por lo tanto, ofrecía más lana y más carne. No es el típico espejismo de la memoria que modera y hasta me-jora nuestra percepción del pasado. Los hombres de estas tierras «leen» y «analizan» sus campos con la misma claridad con que un poblador urbano comenta la evolución del tránsito y el boom de los edificios. En realidad las cosas eran diferentes.

La esperanza de estos días es que todo eso puede volver. Entre fines de 2012 y comienzos de 2013, la comu-nidad ha recibido asesoría y apoyo con materiales de parte del PRODERN para una serie de trabajos que se pro-ponen corregir las prácticas de pasto-reo y asegurar el futuro: el primero ha sido establecer un terreno intangible al que ningún animal entrará duran-te tres años. La idea es guardar zonas para que el pasto se recupere. En ade-lante, las alpacas y ovejas se alimen-tarán en zonas específicas y ya no en desorden, como hasta hace poco. Será una forma de evitar la depredación de las praderas, el espacio vital para un ganadero. «Con nuestros animales mantenemos a nuestros hijos», dice Telésforo Ramos con una inflexión de voz que sugiere optimismo. El cambio ya comenzó.

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La lluvia había vuelto la no-che anterior. Poco después del amanecer, alguien comentó que no se había visto algo así en varios días y que por eso era una buena señal.

Hacia media mañana toda-vía una garúa intermitente ba-ñaba los techos y las calles de la ciudad de Huancavelica, la capital de la región. «Por mu-cho tiempo hemos percibido el deterioro de nuestros recursos naturales», dijo el vicepresi-dente regional, Augusto Oliva-res, en la sala de reuniones del Palacio de Gobierno Regional, frente a los funcionarios res-ponsables de los programas re-lacionados al medio ambiente. Del otro lado de la mesa, algu-nas cabezas asienten con aire de gravedad.

Olivares es un hombre de unos sesenta años, cabello cano y modales diplomáticos pero firmes, que se reflejan en su manera de explicar las co-sas. Está convencido de que el síntoma más evidente de ese deterioro es la aridez de las praderas altoandinas. Un em-pobrecimiento de la tierra, con

proporciones de crisis, que se debe a una serie de factores: desde el sobrepastoreo que durante años consumió la ve-getación de manera indiscrimi-nada, hasta la falta de políticas para asegurar el manejo sos-tenible del agua. «El deterioro es terrible», añade con firme-za, como si observara sobre la mesa una maqueta de la zona que acaba de describir.

La falta de pastos anuncia una amenaza ambiental toda-vía más compleja: la ausencia de raíces impide la infiltración de las aguas en el terreno y la consiguiente formación de fuentes naturales que podrían ser usadas luego para la agri-cultura; el agua de las lluvias que no es retenida genera la erosión del suelo por escorren-tía. Es como si el líquido lavara el terreno en su paso hacia las zonas bajas de cada cuenca. La precipitación no controlada en las montañas puede gene-rar una sobrecarga en el cauce de los ríos y provocar inunda-ciones en pisos ecológicos más bajos, hasta la costa. Las cuen-cas que empiezan en las zonas

altas de Huancavelica termi-nan en las tierras bajas de Ica. «El 80% del territorio de Huan-cavelica es zona de pastos na-turales. Ya puede imaginarse la magnitud del problema», advierte Olivares.

El panorama es inquietante pero hay alternativas para su perar esta situación. El gobier-no regional junto al PRODERN, impulsa el programa de cerca-do de terrenos en las praderas a fin de evitar el pastoreo du-rante un tiempo y recuperar los pastos, para que esos sectores se conviertan en una reserva de alimento para el ganado.

«Le puedo garantizar que con este cerco, adecuada-mente manejado, la recupera-ción de estas praderas se pue-de dar en un plazo de dos o tres años», explica el vicepre-sidente Olivares, con la deter-minación de un veterano en recuperar el medio ambiente. Algunas experiencias previas en décadas pasadas iban por ese camino, pero quedaron truncas debido a los cambios políticos en el país. Ahora la idea es convertir estas expe-

UNA DESPENSA PARA LOS ANIMALES DE HUANCAVELICA

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riencias que viene impul-sando el PRODERN en polí-ticas públicas para la región. Es decir, incluirlas en planes que se puedan cumplir a lo largo del tiempo, más allá de las coyunturas políticas.

El gobierno regional a tra-vés de la Gerencia de Recur-sos Naturales es una de las pioneras en manejar estos temas en el ámbito regional del país. Sus funciones no se limitan a administrar los re-cursos, sino que incluyen la gestión del medio ambien-te. Cuando una experiencia es exitosa, esta oficina tiene a cargo extenderla a otras comunidades. El esfuerzo ha coincidido con la pro-puesta del PRODERN. Varios de los proyectos se reali-zan de manera conjunta: mientras éste en particular ha ofrecido apoyo técnico mediante especialistas en valoración de los ecosiste-mas y el gobierno regional ha aportado los materiales para implementar las mejo-ras. El cerco de las praderas es el mejor ejemplo.

El gobierno regional y el PRODERN impulsan el programa de clausura de praderas para recuperar los pastos.

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«El tiempo ya no es como antes», dice Fidel Chahua-llo, un hombre de 70 años que recuerda las montañas de un modo que muchos ya no podemos ver. En esa era perdida en su memoria, que confundirá a los geólogos del mañana por su acelera-da interrupción, Chahuallo podía caminar por estos campos cubiertos de nie-ve durante dos o tres días. «Cuando la nieve se queda en el campo, se filtra en la tierra y se almacena abajo. En cambio, el aguacero co-rre y se lleva todo», explica ahora, parado en la misma planicie donde Teófilo Ra-mos arrea las alpacas para devolverlas hacia la zona de pastos. El viento se lle-va algunas palabras incluso entre quienes conversan de cerca, como si quisiera man-tener el silencio del paraje.

En tiempos de verano, que para los comuneros de

Huancavelica es la época seca entre junio y agosto, los viejos nevados de los picos cercanos se derre-tían y humedecían la tierra como un sistema de riego natural. Ahora las cumbres blancas son casi un recuer-do y el campo se seca más rápido. Cuando eso ocurre, «la helada se lleva todo». Cualquier poblador de Santa Inés conoce el punto de quiebre con el mismo nombre con que la gente de las ciudades designa un fenómeno difícil de descri-bir en medio de las como-didades de la vida moder-na. Se llama calentamiento global. Una cosa es que lo veas en los noticieros y otra que los animales de tu co-rral empiecen a enfermarse por eso.

Chahuallo dice que ha tenido la suerte de ver que las cosas pueden cambiar. En el frío y verde escenario

de esta pradera salpicada de espinas sus palabras tienen la claridad de un des-cubrimiento. «Desde el año pasado estamos conservan-do [el terreno], con asesora-miento del PRODERN, y esto nos va a dar sostenibilidad para el ganado», explica. Y es cuando dice la palabra «sostenibilidad» que uno se da cuenta de la expectativa que genera una intervención como esta. Incluso hay un acta en que todos los comu-neros se comprometen a cui-dar este terreno y mantener lejos a sus animales. Se firmó de manera unánime en no-viembre de 2012. El señor Pedro Riveros, presidente de la Comunidad de Santa Inés, puede dar fe. Nadie to-cará estos pastos hasta que hayan crecido lo suficiente para arrojar sus propias se-millas y la tierra recupere el ciclo de fertilidad que nun-ca debió perder.

RETORNO DE LA TIERRA PROMETIDA

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Abelia Torres Vargas. Vicepresidenta de la comunidad de Santa Inés.

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El cercado especial está ubicado a un lado del camino que conduce a Santa Inés. El mayor signo de intervención humana en el paisaje es una hilera de torres eléctricas que conecta los poblados de la zona. El segundo es una hilera de postes de madera conecta-dos por mallas de acero que aislarán dieciocho hectáreas de pradera –el equivalente a diez campos de fútbol– du-rante treinta y seis meses. A lo largo del cerco, la comunidad ha plantado 4.400 plantones de queñua, una especie na-tiva de árbol que está siendo recuperada para repoblar la zona. En dos años, esos plan-tones habrán crecido alrede-dor de un metro. En el futuro serán una barrera de protec-ción contra los duros vientos y las heladas.

«La idea es que con este proyecto se genere un micro-clima de apoyo a las especies de pastizales de este sector

y crear un sistema silvopas-toril», dice Brian Ordóñez, técnico encargado de dar asistencia técnica a los po-bladores de Santa Inés. Quie-re decir que cuando esto ma-dure, los comuneros tendrán un espacio organizado que los proveerá de fibra, carne, ma-dera y otros productos nece-sarios para la vida cotidiana. Será una despensa natural.

Ordoñez está parado cerca de unos charcos de agua que parecen rastros de la lluvia de la noche anterior. En reali-dad, son las filtraciones de un cerro cercano. «Desaparece-rán cuando empiece el vera-no –indica–. En agosto no hay una sola gota de agua en esta pradera». Este proyecto tie-ne allí su punto neurálgico: la aplicación de un sistema de riego tecnificado. Se trata de traer agua desde una peque-ña laguna que hay en la parte alta de los cerros. La pobla-ción ha puesto la mano de

obra para abrir zanjas, insta-lar tuberías y mangueras que se han extendido en distintas direcciones para abarcar la mayor parte del terreno cer-cado. Tres tuberías sobresa-len como velas en una torta infinita. Cada una termina en un aspersor.

«Lo que no llega por fil-tración o gravedad, se está incorporando por este me-dio artificial», refiere Ordó-ñez. Cuando hace una señal, un comunero se encarga de abrir la válvula instalada a algunos metros de distancia, hacia la ladera del cerro. Se-gundos después, el aspersor empieza a arrojar un brillan-te chorro transparente que luego se vuelve una ráfaga de gotas hacia distintas di-recciones. El aparato implan-tado devuelve las cosas a su estado natural, el delicado equilibrio del agua empa-pando las planicies andinas como ocurría hace siglos.

¿PODEMOS SEMBRAR AGUA?

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Además de asegurar el riego, la comunidad de Santa Inés ha enriquecido el suelo cercado con abo-no. Es guano de alpaca, que hasta hace poco se acumulaba sin destino en las estancias donde se lle-va a dormir el ganado. Los asesores les han explicado que esa sustancia contiene elementos que favorecen la fertilidad de la tierra. Un hombre lleva una muestra en un saco de polietileno. A manera de muestra, ex-trae con las dos manos un poco de material terroso y lo lanza al viento como para espolvorear la prade-ra. La zona está cubierta casi por completo con ese providencial nutriente. El hombre tardó cerca de quince días en realizar esta tarea. Cuando lo cuenta, deja notar el orgullo de al-guien que ha contribuido con una labor que podría salvar a un pueblo. Lo tiene merecido. En tres años, el floreciente pasto que surja en esta pampa –y al que sólo entonces podrá volver el ganado– será reconoci-do como la obra de hom-bres que apostaron por la conservación. Y él habrá sido uno de ellos.

El ingeniero Reden Suárez dice que en toda la región de Huancavelica hay vestigios de proyectos del pasado que llegaron con buenas intenciones pero agonizaron con el tiempo. Suárez es el gerente de Re-

«El PRODERN hace proyectos piloto que im-plican buenas prácticas», dice el geren-te de Recursos Naturales de Huancavelica.

cursos Naturales del Gobier-no Regional. Es un funciona-rio joven, con una notoria confianza en la eficacia de sus ideas. Su mayor preocupa-ción es desarrollar propues-tas que aborden problemas de manera integral. «El PRO-DERN, por ejemplo, está ha-ciendo proyectos a nivel de piloto, pero es significativo

porque implica una experien-cia de buenas prácticas entre el gobierno regional, apoyo externo y la participación de una comunidad», explica.

Además de promover el manejo ordenado de las pra-deras altoandinas, como el sistema de cercos y el riego tecnificado, mediante proyec-tos de Fondos Concursables,

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Cerro del nevado Palomo. Naciente de cuenca del río Pampas y Opa Mayu.

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el PRODERN ha realizado diferentes estudios sobre el estado de los ecosistemas para establecer su relación ecológica y económica, es decir, conocer el valor de los servicios ambientales que prestan a las comunidades y a las ciudades de la costa. Asimismo, viene apoyando en el diseño de la estrategia de gestión integral de recur-sos hídricos y de adaptación al cambio climático.

El momento es propicio porque Huancavelica, la re-gión que concentra los índi-ces más bajos de desarrollo humano del país, ahora se preocupa en crear instru-mentos de gestión que le permitan aprovechar me-jor sus recursos naturales. La Gerencia de Recursos Naturales trabaja en un ins-trumento de gestión para áreas protegidas –urgente, pues existen diez áreas a la espera de esa califica-ción–, otro para gestionar la biodiversidad, otro para afrontar el cambio climáti-co y un cuarto instrumento que se enfocará en el ma-nejo de los recursos natu-rales con énfasis en los re-cursos hídricos. Las normas

que resulten servirán para administrar el patrimonio natural de la región duran-te los próximos cuarenta o cincuenta años.

«Estamos apostando por cambiar nuestra visión de trabajo para enfocarnos en las fuentes, en los territo-rios, en los ecosistemas», dice Augusto Otárola, sub-gerente de Recursos Na-turales y coordinador del gobierno regional para la ejecución de las activida-des que impulsa en colabo-ración con PRODERN. «Eso nos había faltado», dice con un tono entre moderado y vehemente que contrasta con su apariencia reserva-da cuando guarda silen-cio. Antes, asegura, hubo programas que tenían un sentido incluso asistencia-lista. Daban aportes aisla-dos a ciertas comunidades sin pensar en el entorno. Ahora, con el asesoramien-to del PRODERN, conside-ramos los recursos como parte de un sistema: no se puede desligar lo que ocu-rra en las zonas altas de las cuencas de lo que suceda en las zonas bajas. «Tene-mos que reforestar la parte

alta si queremos tener agua de calidad», añade Otárola en referencia a Ica, región que recibe el caudal de los ríos que bajan de Huanca-velica y sustenta con él su boom agroexportador.

Los centros poblados de las zonas altas no reciben compensación directa por los servicios ecosistémicos de sus lagunas, manan-tiales, campos y los ríos mismos. Tampoco pueden utilizar buena parte del agua que se produce en su propia tierra para, entre otras cosas, los urgentes proyectos de reforestación que detengan el deterioro de las praderas. «Estamos dejando las partes altas como un desierto», advier-te Otárola.

El agua tiene un costo de producción. Supone sembrar árboles, hierbas, vegetación nativa; también hacer obras de regadío que permitan mantener la hu-medad de los suelos. Los pobladores de las zonas al-tas llaman a eso «sembrar el agua». La frase es de un simbolismo poderoso. Sólo se cosecha lo que se siem-bra, cabría decir.

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El PRODERN ha realizado es-tudios sobre los ecosistemas para establecer su

relación ecológi-ca y económica.

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La señora Angélica Choque agita en sus manos un ovillo de lana blanca con la que quiere hacer una demostración. Para-da al centro del cerco que pro-tegerá los pastizales de Santa Inés, va a explicar cómo la presencia o ausencia de pasto cambiaría su vida. Su imagen condensa la vida de esta co-munidad: está vestida con dos chompas de lana, medias de lana, pantalón de lana, y lleva el ovillo entre las manos como para hacer evidente de dónde viene todo. En su caso, mujer alpaquera, la lana es más que un material para vestir. Es el fundamento de su existencia.

Choque es una criadora de alpacas. Tiene 150 cabezas, que es una cantidad prome-dio entre los comuneros de Santa Inés. Cada animal pro-duce en estos días unas tres libras de lana –poco menos de un kilo y medio–, cada año. Con las ganancias que obtiene de la venta, ha man-tenido ajustadamente a sus

siete hijos. Uno está en Lima; los otros seis estudian en la capital de Huancavelica.

La señora Choque estira con la mano derecha una larga hebra blanca que sale del ovi-llo y explica que si las alpacas están mal alimentadas, como ha estado sucediendo, no sólo tienen menos pelaje, sino que este se vuelve más quebradizo y liviano. Si las cosas siguieran así –indica– tendría problemas para obtener los mismos pre-cios de los intermediarios que adquieren su fibra en la ciudad de Huancavelica. Ella vende a cinco o seis soles cada libra de lana blanca, que es la más so-licitada. «La que está mancha-da no tiene precio», añade. Es decir, se la considera de me-nor valor. Si las cosas siguie-ran así, insiste, tendría cada vez menos lana que vender. Si las cosas no cambian, se puede advertir una langui-dez colectiva.

Aunque lleva apenas ocho años en el pueblo de Santa

Inés, la señora Choque sabe, como todos los alpaqueros de Huancavelica, cuáles son las causas de la crisis de este tiempo. «Antes criábamos por criar», dice al borde de unos charcos de lluvia que se seca-rán pronto. Se refiere a que por entonces nadie calculaba la carga de alpacas que podía soportar un pastizal. Nadie dejaba descansar terrenos el tiempo suficiente para que los pastos se recuperaran. Parecía que el campo era infinito, que su riqueza nunca se acabaría. Tiempo después se juntaron los cambios del clima con el agotamiento de la tierra y la escasez del agua.

Ahora la señora Choque sabe, porque así se lo han ex-plicado los técnicos del PRO-DERN, que el campo necesita un respiro. Ella es una de las más convencidas de la nece-sidad del proyecto. Reservar un área de pastos durante tres años es una manera de asegurarse el mañana.

EL FUTURO ES UN OVILLO DE LANA

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EL FUTURO ES UN OVILLO DE LANA

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El camino serpentea en descenso hacia la comuni-dad de Carhuancho. El sol brilla intensamente sobre las montañas húmedas. Media hora de distancia después –a estas alturas el tiempo es lo que te da una idea de las proporciones y la geografía–, se divisa un grupo de personas a la orilla del camino afirmado. Una veintena de comuneros ha llegado al área donde el PRODERN viene ejecutando el proyecto piloto «Conser-vación y manejo de recursos hídricos mediante siembra y cosecha de agua, pequeños sistemas de riego piloto y manejo de pastos altoan-dinos, articulado a la cade-na de valor de alpacas». El sector es pedregoso, o al menos así parece a primera

vista, pero allí también ocu-rrirá una transformación.

La comitiva está presi-dida por el alcwalde de Pil-pichaca, el distrito al que pertenece Carhuancho. El hombre, menudo y de me-diana edad, está vestido de negro. Los símbolos de su autoridad son un pequeño poncho también negro bor-dado con líneas de colores, un sombrero en el que re-saltan flores, hojas y cora-zones de fantasía, y una co-lorida chalina con diseño de pétalos de colores vivos. El alcalde observa en silencio el contacto de los comune-ros con los visitantes.

«Nuestra sobrevivencia es nuestro ganado», dice un hombre joven, de contextu-ra delgada y expresión apa-cible, que intenta explicar la

importancia del cerco para la comunidad.

La depredación de las praderas los afecta por igual. Los habitantes de Carhuancho, del mismo modo que en Santa Inés, han acordado en la asam-blea para declarar intan-gible una zona de su terri-torio hasta que la tierra se recupere. Cuando el tiempo se cumpla, dice el comune-ro, las primeras beneficia-das serán las alpacas más flacas. «Si ponemos todas de golpe, no alcanzaría». La comunidad tiene unas 35 mil cabezas de alpaca. En el renovado pastizal no po-drían entrar más de dos mil. Hay un evidente problema de capacidad que resolver.

De pronto, un comunero de mediana edad interrum-

«NUESTRA SOBREVIVENCIA ES NUESTRO GANADO»

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pe la conversación para plantear una inquietud. Se llama Máximo Guerrero Quispe, y es el presidente del Comité de acopio y co-mercialización de fibra. Su tono es cortés, pero firme. Quispe dice en voz alta algo que el grupo parece haber discutido minutos antes del encuentro: «No se han dado los resultados de lo que se ha estudiado, la co-munidad no los conoce». Varios comuneros asienten. «Usted sabe que nuestra comunidad es muy celo-sa. Tal vez el Estado tiene interés en ejecutar obras y ponernos una camisa de fuerza», advierte. El tono con que lo dice refleja el ca-rácter de su pueblo.

Carhuancho es una co-munidad conocida por su alto grado de organización y por la férrea defensa de sus recursos. Sus miembros reivindican su condición de comunidad indígena y guardan en un sitio seguro el título de propiedad que recibieron en 1712, duran-te el régimen del Virrey Diego Ladrón de Guevara. Conscientes de sus dere-chos, no solo han negado el permiso a la actividad mi-nera en las tierras que les pertenecen, sino que años atrás la comunidad acudió al Tribunal Latinoamerica-

no del Agua cuando consi-deró que la anunciada am-pliación de una irrigación cercana amenazaba con dañar su ecosistema. No es extraño que sus miembros sean escrupulosos ante cualquier propuesta.

La inquietud de ahora se explica porque entre los años 2010 y 2011, varios expertos, contratados por el PRODERN, recorrieron la zona para tomar muestras de suelo, agua y hacer es-tudios que permitirían co-nocer el potencial natural y el valor de los recursos de la zona. Máximo Guerrero dice que esperaban esos resulta-dos para decidir el futuro de los proyectos. «Acá soña-mos con tener una comuni-dad alpaquera con desarro-llo sostenible», señala. Para lograrlo, necesitan toda la información disponible.

Las miradas se posan en Floriberto Quispe, el coor-dinador regional de PRO-DERN para Huancavelica. Quispe ha trabajado desde hace varios años con las co-munidades altoandinas de Huancavelica y por eso no se sorprende con la impro-visada interpelación. «Sé que ustedes son celosos y los felicito por eso», dice con un acentuado tono de respeto. Tras un inter-cambio de preguntas y res-

puestas, sale a luz el origen de la confusión: la comuni-dad piensa que la primera etapa del proyecto ha con-cluido y que PRODERN está empezando la segunda sin haber presentado los resul-tados de los estudios.

Floriberto Quispe tiene la respuesta: los estudios se han concluido, pero los resultados están sien-do revisados para que no contengan errores. «El proyecto no ha terminado, estamos en las dos terceras partes», dice para conjurar sospechas. La idea es que, al terminar, los pobladores reciban una copia de los estudios de manera oficial, a través de la municipali-dad distrital de Pilpichaca, donde se les dará los de-talles de cada estudio: el de pastos, suelos, la eva-luación de los recursos hí-dricos (para saber cuántas fuentes de agua poseen), el geológico y el estudio socioeconómico. «Es un documento que consta de varios anillados, con sus mapas», explica Quispe.

El gesto de los comune-ros revela sin palabras que la aclaración ha sido satis-factoria. Sólo entonces, el encuentro retoma su cauce y los pobladores ofrecen sus campos como muestra de la apuesta por el cambio.

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Cerro del nevado Palomo. Naciente de cuenca del río Pampas y Opa Mayu.

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El cerco abarca unas diez hectáreas. Desde una gran roca que corona una pendiente, el alcalde de Pilpichaca observa la ex-tensión del terreno y dice que la falta de pastos ya está elevando la mortan-dad de las alpacas.

La sequía propicia la llamada fiebre de la alpa-ca, que se debe a la mala alimentación. Cuando un animal enferma, parece decaído, sus orejas caen para atrás, y se revuelca con frecuencia en el terre-no. El calor interior lo lleva a buscar tierras húmedas para echarse, pero en épo-ca seca no encuentra ese tipo de terreno. Cuando el mal llega al estado agudo, la muerte sobreviene en menos de 48 horas.

«Por ahora las lluvias están ayudando, pero ya estamos pensando qué será cuando llegue el ve-rano», dice el alcalde. Para evitar esta cadena de ca-lamidades, la comunidad quiere realizar grandes proyectos de irrigación que alimenten sus tierras en lugar de que el agua lle-gue desaprovechada a las zonas bajas de la cuenca. Este proyecto se ejecuta con apoyo del PRODERN a nivel piloto para demos-trar que funciona. Así se marcará el camino para un programa mayor; es una propuesta piloto que po-dría marcar un camino.

Un comunero de me-diana edad, enjuto pero vivaz, sugiere visitar la obra que permitirá re-

gar el terreno cercado. Se trata de un pequeño reservorio construido en el descanso de una pen-diente, a mitad de camino hacia el pico de un cerro cercano. «La comunidad hizo esto en minka», dice el alcalde en referencia al sistema de trabajo coope-rativo andino. El agujero es cuadrado, del tamaño de un departamento de ciudad. Una tubería llega a su interior desde un dique construido 250 metros más arriba, que contiene el agua de un río cuyo cau-ce está a medio kilómetro de distancia.

Dos comuneros suben para abrir la compuer-ta. Instantes después, un chorro de agua clara sale por la boca del tubo y em-

«TENEMOS PROYECTOS GRANDES»

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pieza a llenar el reservorio. El interior ha sido cubierto con geomembrana, una es-pecie de protector plástico que las mineras usan para depositar sus desechos. En este caso sirve para acoger 35 metros cúbicos de un líquido vital. La idea es au-mentar la capacidad a 200 metros cúbicos.

El agua de este reservorio se distribuye por el terreno cercado a través de cuatro ramales. Cada uno de ellos alimenta dos hidrantes con sistema de riego móvil. «En

los lugares que no están cu-biertos, se regará con man-guera», dice Miguel Ángel Curi Ramos, especialista en riego tecnificado que asesora a la comunidad por encargo de PRODERN. En la estación seca, este sistema permitirá regar todo el terreno cercado a razón de 17 minutos diarios durante dos semanas. De esta manera, el suelo man-tendrá la humedad suficiente para que el pasto pueda cre-cer. «Un sistema de captación nocturna nos permitirá regar durante el día», precisa Curi.

Proyectos de irriga-ción se de-sarrollan con apoyo de PRODERN.

La comunidad tiene todo organizado. Meses atrás la asamblea asignó al comu-nero Walder Vidalón el cui-dado de los aspersores y de cualquier pieza del sistema. También hay un responsa-ble de supervisar el riego en sí. El señor Alfredo Quispe, otro comunero, ha trabaja-do en fertilizar el campo con el guano de alpaca que se almacena en las sesenta es-tancias de los alrededores.

La idea de cercar un es-pacio de los pastizales para asegurar el alimento de las alpacas ha calado hondo en los comuneros. Varios la están aplicando en sus propios terrenos. Donde antes hubo un pastoreo indiscriminado, ahora se trabaja con orden y un sen-tido previsor.

Los desajustes del clima serán afrontados con un mejor manejo y cuidado de las fuentes de agua. En pocos lugares como este resulta tan propicio sem-brar una gran inquietud. «Nuestra visión no es sólo instalar aspersores. Tene-mos proyectos grandes que van a beneficiar a toda la comunidad», insiste Máximo Guerrero. El soni-do del agua que cae desde el dique es una prueba de lo que dice.

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CONSER VACIÓN Y USO SO STENIBLE DE LA DIVERSI DAD BIOLÓGICA

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CONSER VACIÓN Y USO SO STENIBLE DE LA DIVERSI DAD BIOLÓGICA

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uando Isabel Huilcapuma y su esposo Diógenes Carrasco llegaron a la Feria Mistura 2012, desde un pueblo alejado de An-dahuaylas, no sólo cumplieron su sueño de conocer la capital del país. Ellos caminaron por la playa, respondieron entrevistas y mira-ron asombrados los edificios de la ciudad. Pero algo menos eviden-te concentró su atención: el pre-cio que les pagaban por las papas nativas que habían llevado en un camión era diez veces más que lo que les ofrecían en el mercado de su provincia. Diez veces más. Así que, como buenos productores, descubrieron una gran oportu-nidad, luego de un largo trabajo realizado por el PRODERN en dos distritos de Andahuaylas.

La reintroducción, gracias al apoyo de PRODERN y el Centro Internacional de la Papa, de 85 variedades que se habían perdi-do en el tiempo, ahora constitu-yen una oportunidad de desarro-llo para las comunidades. Estas ahora saben que en Lima, en los mercados como Mistura y ferias orgánicas, lo que buscan los clien-tes ya no son las papas comercia-les, grandes e insípidas y cultivada con agroquímicos. Ahora se busca la diversidad, como estas papas

pequeñas, sabrosas y llenas de colores y formas y, por supuesto, libres de químicos. Son cultivos orgánicos que, en las grandes ciu-dades, tienen una gran demanda. Isabel Huilcapuma y su esposo cultivan papas siguiendo las téc-nicas ancestrales.

¿Es posible promover el desa-rrollo económico y, a la vez, con-servar los recursos naturales y las prácticas ancestrales?

No sólo eso. Para el PRODERN, la agricultura andina y el bioco-mercio tienen un gran potencial. En su tercer componente de ac-ción, el Proyecto tiene un objeti-vo: que las regiones donde actúa puedan conocer y gestionar me-jor su agrodiversidad. Sólo en las chacras de la señora Huilcapuma, por ejemplo, crecen unas ochenta variedades de papas. Ocho veces más que lo se puede encontrar en un supermercado de la capital. Para cumplir esa meta, PRODERN ha priorizado 13 productos que serán puestos en valor.

El viaje de los productores de papa nativa a la Feria Mistura sólo es el punto y final de un trabajo que comienza en las mismas par-celas de los agricultores. En los dis-tritos de Pomacocha y Huayana se aplican las siguientes estrategias:

•Rescatar las prácticas tradiciona-les para recuperar los ecosistemas altoandinos e incorporarlas a la vida cotidiana. Por ejemplo, la téc-nica para conservar el agua conoci-da como «siembra y cosecha».•Promover la agrobiodiversidad. Por un lado, el PRODERN fomenta las parcelas familiares de produc-tos nativos (papa, quinua, tarwi) y, por otro, los laymes comunales, que permiten la rotación y la con-servación de los suelos.•Fomentar la formación de Ya-chachiqs o «maestros del conoci-miento ancestral», quienes domi-nan las técnicas productivas y de conservación. La idea es que ellos asuman un papel como promoto-res rurales campesinos para pro-mover un desarrollo endógeno.•Fortalecimiento de la Gobernan-za Ambiental a partir de las ofici-nas de desarrollo económico local y ambiental (ODELAS).

Lo que busca el programa es promover un modelo de gestión estratégica de los recursos na-turales basado en paisajes fun-cionales, donde se promueven medios de vida sostenibles que permiten la conservación, res-tauración y buenas prácticas en los ecosistemas.

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El objetivo es que las regiones donde el PRODERN actúa conozcan y gestio-nen mejor su agro-diversidad. Sólo en las chacras de la señora Isabel Huilcapuma crecen unas 80 variedades de papa.

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Huayana Andahuaylas. Apurímac

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– SAN JUAN DE PATAHUASI

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APUR ÍMACPOMACOCHA – HUAYA NA – CHECCHEPAMPA

– SAN JUAN DE PATAHUASI

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QUINUA NEGRA

El enfoque de una comu-nidad con el cuidado y sos-tenibilidad de sus recursos puede tener detalles muy sorprendentes. El PRODERN enfoca su tercer compo-nente de acción en la Con-servación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica y trabaja el particular en los distritos de Huayana y Po-macocha, en la Provincia de Andahuaylas, departamen-to de Apurímac. Los vecinos, muy conscientes de su tarea, han aprendido a cuidar sus cultivos de manera natural con una sustancia que pue-de sonar a pócima de brujo, pero que en verdad es una receta recomendada por ex-pertos en técnicas agrícolas.

El preparado es una mezcla de cabezas de pes-cado, sangre de vaca, azú-car, coca, sauce, muña, ha-bas, papa, chicha, levadura y leche, entre otros ingre-dientes naturales. Todo se junta en un balde y se deja fermentar durante un mes. Luego se pasa por un cola-dor y entonces queda listo para ser rociado sobre las hojas de los sembríos. Se llama biol y es uno de los productos prodigiosos de la llamada agricultura limpia.

Suena curioso que un método así tenga lugar en

un contexto mundial donde los métodos agrícolas más sofisticados impulsan el de-sarrollo de una agricultura intensiva. Sin embargo, mu-chas veces, en agricultura, lo más sofisticado puede ser lo más tradicional y limpio. En Huayana y Pomacocha, el PRODERN promueve tres estrategias de trabajo que han calado muy hondo en las costumbres de la población:

•Rescatar las prácticas tradicionales para recu-perar los ecosistemas alto andinos e incorporarlas a la vida cotidiana.

•Promover la agrobiodi-versidad. El PRODERN fo-menta las parcelas familiares de productos nativos (papa, quinua, tarwi) y también los laymes comunales, que per-miten la rotación y la conser-vación de los suelos.

•Fomentar la formación de Yachachiqs o «maestros de la tecnología», esos sa-bios locales que dominan las técnicas productivas y de conservación.

Pomacocha ahora es un distrito libre de químicos y limpio, como muestran los carteles que adornan la plaza de armas. Sus au-toridades han establecido

ordenanzas que prohíben el uso de fertilizantes y pla-guicidas artificiales, y las asociaciones de producto-res han establecido acuer-dos inquebrantables para desterrar cualquier sustan-cia que altere la naturali-dad de sus campos.

«Nunca hemos usado quí-micos, antes sólo se deshier-baba», dice la señora Violeta Rodas, una anciana de her-mosos rasgos afilados que está parada ahora en medio de un campo de varios culti-vos. A la manera de las mu-jeres de la comunidad, ella lleva un sombrero marrón de ala corta coronado por una gran flor rosada con ho-jas verdes, la misma combi-nación que hace resaltar su chompa y blusa. El intenso color de su ropa contrasta con el laconismo de sus pala-bras, esa parquedad propia de la gente formada en una rigurosa ética del trabajo. Rodas es madre de Noemí, una activa productora de quinua que se ha convertido en un ejemplo del manejo de la chacrahuerto. Ambas cuidan solas su propiedad, aunque contratan peones para las labores más rudas, como el sembrado de papas.

Esta mañana, Noemí ha partido a realizar gestio-

nes comunales mientras su madre se ha quedado a vigilar los campos. Hasta hace unos años, trabajaban la tierra según el tradicio-nal sistema de laymes, que consiste en rotar las zonas de cultivo para permitir la recuperación de los cam-pos recién utilizados tras cada cosecha. Ahora viven de estos terrenos fijos adju-dicados por la comunidad. Tienen una hectárea y tres cuartos, y por estos días allí hay sembríos de quinua, oca, cebada, mashwa.

«Con la asistencia técni-ca nos va mejor», comenta Violeta Rodas. Con esa bre-ve frase se refiere a los nue-vos vientos que soplan en la zona. Ella creció en una época en que los agricultores de su pueblo cultivaban la tierra para el autoconsumo, pero hoy cultivan pensando en el mercado. Rodas mis-ma, como integrante de la Asociación de Productores Agroecológicos Artesanales y Derivados (APROADE), ha participado los dos últimos años en la feria agropecuaria Tejemolino, en Andahuaylas, y en 2012 mandó junto a sus asociados un cargamento de quinua a la feria gastronómi-ca Mistura. Su quinua negra voló del stand.

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Pomacocha tiene siete asociaciones de producto-res agropecuarios. Cinco de ellas ejecutan proyectos de fondos concursables con el PRODERN. Se trata de inicia-tivas para el cultivo de papas nativas y quinua, pero tam-bién para obras de cuidado del medioambiente, como la recuperación de bofeda-les y la llamada «cosecha de agua», e incluso el reciclaje de residuos orgánicos e in-orgánicos. La coordinación de estos proyectos se rea-liza mediante la Oficina de Desarrollo Económico Local (ODEL), una dependencia del municipio distrital que está dedicada a impulsar es-fuerzos para mejorar la cali-dad de vida de la población.

Pomacocha es una locali-dad pionera en estos temas. Fue el primer distrito de la zona en el que los produc-tores locales empezaron a aportar leche fresca al pro-grama municipal del Vaso de Leche, a pesar de que su situación no era óptima debido a la falta de pastos para alimentar al ganado.

Desde este municipio se empezaron a organizar las primeras asociaciones de productores agropecuarios,

en el año 2008, y la gestión de entonces se encargó de realizar las inscripciones en los registros públicos. Los primeros proyectos se en-focaron en mejorar los re-cursos locales.

Las autoridades también apoyaron iniciativas como el cultivo de papas nativas –antes del boom gastronó-mico que las hizo famosas–, aun cuando carecían de apoyo institucional exter-no para mejorar la produc-ción o vender las cosechas. El cambio de los últimos tiempos ha sido tan nota-ble, que bien podría verse a Pomacocha como un te-rritorio optimista, donde agricultores y ganaderos tienen la mira más allá de sus límites, y en especial en el gran público de la costa. La experiencia de llevar sus productos a Mistura 2012, gracias al apoyo logístico del PRODERN, fue exitosa. Vendieron el 100% de lo que llevaron.

«No estábamos acos-tumbrados a llevar nuestros productos a otros sitios», dice Mariano Ccaccya, res-ponsable de la ODEL de Pomacocha y uno de los principales promotores de

la nueva mentalidad entre sus paisanos. Ccaccya es un funcionario de carrera. Lle-va 28 años trabajando en la municipalidad, a la que ingresó tras ganar una pla-za en un concurso público. Aunque no logró realizar es-tudios profesionales como sus hermanos –un abogado y dos profesores–, se ha to-mado en serio la necesidad de capacitarse para ayudar a su comunidad: además de estudios en administra-ción, llevó un diplomado en Evaluación del Patrimonio Natural y en la actualidad cursa otro en Biocomercio, que es financiado por el PRODERN. Esta preparación le permite tener una mira-da estratégica sobre los re-cursos con que cuenta su distrito y las posibilidades de crecer si se apuesta por un manejo adecuado de los cultivos y el ganado. «Los agricultores de las asocia-ciones están abriéndose al mercado local, provincial y nacional», explica con mo-derada alegría.

Ccaccya lleva también un sombrero de ala corta color marrón, camiseta roja con cuello y una casaca de-portiva negra que corta el

LA CONQUISTA DE MISTURA

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aire frío de esta zona alta. Es un hombre con facilidad de palabra y un certero co-nocimiento de su territorio. «La gente está consciente de que esta forma de traba-jar es más rentable para to-dos», dice sobre el enfoque emprendedor que ahora im-pera en las asociaciones de productores. Todos saben que la aventura de llegar a Mistura 2012 abrió una gran puerta y quieren aprove-charla. Hasta ese momento, el mayor acceso a los merca-dos fuera de Apurímac ha-bía sido la feria agroecológi-

ca que se organiza una vez al año para los migrantes de Pomacocha que viven en Lima. Se realiza en el distrito de San Juan de Miraflores, a la altura del hospital María Auxiliadora, donde vive una buena cantidad de pomaco-chanos. El fervor nostálgi-co de ese encuentro es tan intenso que el camión de cuatro mil kilos de produc-tos que se llevan para esa fecha queda vacío en un par de horas. A Mistura, los pro-ductores agropecuarios de Pomacocha enviaron 1.500 kilos de papa y otro tanto

de quinua, en una comitiva acompañada y asesorada por el PRODERN. Los costa-les regresaron vacíos.

Las asociaciones han planteado alquilar un pues-to para futuras ferias. Como no tienen el dinero suficien-te, han pedido compartir los gastos con la municipa-lidad u otra institución que pueda poner el hombro de manera formal. «Hay mu-cha iniciativa, lo que falta es que el gobierno local dé un poco más de respaldo», dice Ccaccya muy entusias-mado.

Pomacocha es un territorio optimista, donde agricultores y ganaderos tienen la mira en el gran público de la costa.

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Pomacocha

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El día aclara un poco. Un estrecho sendero hecho a pulso permite salir hasta el camino principal. El terre-no colinda con los de varios otros de la Asociación de Productores Agroecológi-cos Artesanales y Deriva-dos (APROAADE): al lado izquierdo el de don Godo-fredo, más allá el de don Eusebio. En ambos se pue-de ver el sistema ordenado de cultivos del que hablaba la señora Rodas líneas arri-ba. Mariano Ccaccya dice que todos están compro-metidos con el esfuerzo de declarar a Pomacocha y a Huayana como distritos de agrobiodiversidad. El ex-pediente, que es trabajado con asesoría del PRODERN, la misma que será presen-tado al Ministerio del Am-biente. «Dios quiera que tengamos buenos resulta-dos», dice Ccaccya.

La comunidad confía en su tradición de respeto a la naturaleza, esa «agricultura limpia» que proclama un cartel en la fachada del mu-nicipio. A mediados de ene-ro de 2013, la asamblea de

la comunidad ratificó la pro-hibición de usar compues-tos químicos en los cultivos. El propio Mariano Caccya dice que nunca en su vida ha usado un producto de ese tipo en sus chacras.

La resistencia a usar pro-ductos químicos alcanza a varias generaciones. La prueba está en la experien-cia de Gilmer Ccaccya, un agricultor de treinta años que tiene su parcela en otro sector de Pomacocha. Para llegar a ella hay que pasar por un riachuelo de aguas claras y frías. El terreno de cultivo está rodeado de unos plantones de pino de poco más de un metro de altura, que él sembró hace unos tres años. También hay plantones que colocó hace apenas tres semanas, a sugerencia de los asesores del PRODERN.

«Hace unos cinco años, alguien quiso usar productos químicos en su chacra, pero no se le permitió», refiere sobre los desafíos de este acuerdo que tratan de cuidar con tanto celo. Si el sistema de vigilancia campesino

detecta a alguien que está usando químicos a pesar de la prohibición, la sanción es ejecutiva y contunden-te. «La comunidad viene y le destroza el producto», señala el agricultor. Es, por supuesto, una advertencia figurada, pero conviene tenerla presente: Gilmer Ccaccya es Teniente Gober-nador de Pomacocha.

El joven Caccya está ca-sado y tiene tres hijos. La mayor tiene siete años. Esta mañana, dos de los chicos están en el colegio, mientras la menor, una niña de poco más de tres años, se escon-de entre los matorrales para evitar la presencia de los extraños. Viste un buzo de polar rosado y un chaleco de lana de rayas verdes en el que resalta la figura de un árbol, una alpaca. La peque-ña tiene en las manos un ramo de flores de papa con pétalos violetas y blancos y botones amarillos. Está molesta y no quiere que le tomen fotografías. Es evi-dente que los extraños han invadido el escenario apaci-ble en que la crían. La fami-

lia lleva cuatro años de vivir en el campo a pesar de los quince años que el padre pasó en Lima. En la ciudad vivió algunas frustraciones cotidianas hasta que un día decidió regresar. Ahora, contra lo que muchos po-drían pensar, ya no sufre ca-rencias económicas. «A ver, préstame un momento las flores», dice para tratar de distraer a su hija. Minutos después, la niña, distraída, se queda en silencio.

Ccaccya se muestra com-placido de que todo lo que están haciendo en Poma-cocha será en beneficio de sus hijos. Además del mejor manejo de las chacras y los pastos para el ganado, la co-munidad está rescatando su patrimonio natural. Hasta ahora, tan solo con el PRO-DERN, han recuperado 27 puquios y tres lagunas tem-porales que han represado con terrones y piedra. Poco a poco, las aguas contenidas empezarán a filtrar y lo que en tiempo seco suele ser tie-rra amarilla, será entonces tierra húmeda que contagia-rá de verde nuevos campos.

DISTRITOS DE AGROBIODIVERSIDAD

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Con PRODERN, en Pomacocha

han recuperado 27 puquios y

3 lagunas temporales.

La tierra húmeda contagiará

de verde los nuevos campos.

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Uno de los principales tesoros de los Andes es el conocimiento que tienen los abuelos. Según ellos, la naturaleza puede leerse como si se tratara de un li-bro. Por ejemplo, el aullido del zorro. «Si el aullido es limpio, será un buen año agrícola. Pero si el aullido es ronco, el año será malo», dice un hombre llamado Santos, que suele viajar por los pueblos para conversar con los ancianos.

Al principio muchos se mostraban reacios a con-tarle sus conocimientos, pues durante mucho tiem-po esta sabiduría ancestral fue menospreciada. Pero ahora Santos ha recupera-do muchas historias y pue-de ganarse la confianza de esos guardianes de secre-tos. Con esas versiones re-cuperadas, él predica para quien quiera escucharlo y

comparte conocimientos con los ingenieros que re-corren la zona para trabajar en diferentes proyectos con tecnología moderna.

Santos les cuenta, por ejemplo, que cuando el sapo se pone negro, va a llover. Y se pone amarillo cuando escampa.

Si los huevos de la araña lucen grandes y granulados, habrá una buena cosecha de papa.

La luna marca el tiempo agrícola: cuando está en fase de menguante, favo-rece los cultivos que crecen bajo tierra, como las papas, mientras que la fase cre-ciente es más propicia para la quinua. «Si uno siembra en un día no adecuado, le va a ir mal. Eso se cumple totalmente», dice Santos. Hay que escucharlo para aprender. A través de él ha-blan los ancestros.

SAPOS AMARILLOS

La natura-leza pue-de leerse como un libro. Si el aullido del zorro es limpio, será un buen año agrícola.

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Una de las estrategias del PRODERN para la conser-vación y uso sostenible de la diversidad biológica, es la formación de Yachachiqs o «maestros de la tecnología». Estas personas transmiten el conocimiento en las loca-lidades andinas. Ahora va-mos en busca de uno que se especializa en manejar los recursos hídricos.

El sonido del látigo esta-lla en el aire y atraviesa las pampas como la explosión de una bala. El yachachiq Edgar Chipana muestra el modo en que maneja sus rebaños de alpacas. Su bra-zo derecho traza una pará-bola en el aire para agitar la soga y luego tira de ella ha-cia abajo con una fuerza tre-menda. El eco debe llevar el chasquido más allá de las montañas que nos rodean, hasta las praderas que se

encuentran al otro lado. Chipana está parado sobre una gran roca de aparien-cia ceremonial. Desde este punto domina por comple-to la laguna Osloqocha, un espejo de agua que parece un oasis en un desierto frío. Sobre esa plataforma natu-ral, la imagen del yachachiq parece más grande, con el poncho de alpaca agitándo-se al viento como la capa de un personaje mitológico. Es el hombre que sabe mane-jar el agua.

Chipana es uno de los comuneros que ha inter-venido Osloqocha para re-cuperarla. Hacia una de las riberas, el borde natural ha sido transformado en un dique de tierra y piedra que evita la fuga del agua. Lo construyó la comunidad cercana de Pomacancha, en cuatro jornadas de trabajo y

con participación de veinte hombres. «Con esto vamos a soportar la época seca», dice el yachachiq señalando el paisaje alrededor. El tiem-po de escasez empieza en abril. La laguna almacenará el líquido que llega desde un río que hay en la zona más alta, fuera de la vista de donde nos encontramos. En el momento propicio, los pobladores abrirán el dique para empapar la tierra de los alrededores. La siembra y cosecha del agua es una tarea tan importante como el cultivo de los productos que todos conocemos.

Es tarea de un yachachiq difundir sus beneficios. Lo hace de manera voluntaria y siempre que se requiera. «Nuestro creador nos ha dado mucho y debemos devolver parte en este mun-do», explica.

Estamos en el lugar pre-ciso para hacerlo. Osloqo-cha siempre ha sido una fuente de vida para los ha-bitantes de la zona.

Existe una fiesta tradi-cional para atraer la lluvia que consiste en hacer un pago en las zonas altas, re-coger una hierba de las la-gunas, bajar a toda carrera a caballo por este paraje y depositarla en un sitio ri-tual que está en una zona baja de la cuenca.

La hierba que se recoge, como el fervor de un amu-leto, se llama oslo. Es lo que da nombre a la laguna. Aunque ahora esta fuente carece de vegetación, la comunidad tienen la idea de sembrar putaja –la fa-mosa planta llamadora de agua– y totora, que podría dar pie a una nueva activi-dad económica.

EL YACHACHIQ DEL AGUA

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Edgar Chipana . Pomacocha

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Los habitantes de Pomacancha han asi-milado mejor que nadie la necesidad de recuperar su patrimonio natural. «Que-remos forestar para evitar los daños del cambio climático», agrega el yachachiq Ed-gar Chipana. En su caso, esta conciencia es un giro radical de perspectiva, el paso de alguien que buscaba un camino a alguien que está para guiar a los demás. Hasta el año 2005, su mayor emprendimiento ha-bía sido el intento de poner un puesto de venta de carne en Andahuaylas. Sus inten-tos previos por estudiar ingeniería agraria se frustraron por falta de dinero. Entonces ingresó como aprendiz en una carnicería y aprendió todo lo que hay que saber sobre ese negocio. En cierto momento, trató de independizarse, pero tampoco fue fácil. Así que un día regresó a la tierra natal, de la que había emigrado a causa del la violen-cia política. Lo que encontró fue un pueblo en tinieblas y sin agua potable. Chipana no se resignó a las privaciones y exigió a las autoridades que hicieran obras. Ahora su pueblo ya tiene servicio de agua y se alum-bra por las noches con la energía captada por los paneles solares durante todo el día. Ese mismo espíritu emprendedor lo impul-só primero a aprender y luego a difundir

conocimientos tanto sobre el agua como sobre las alpacas, que ha recibido en capa-citaciones y viajes de pasantía para conocer otras experiencias en los Andes. «Me sien-to orgulloso de incentivar a nuestra gente a cambiar de vida», dice.

Además de yachachiq del agua y las al-pacas, Édgar Chipana es presidente de la Asociación de Alpaqueros de Titayhua y Pomacocha, que reúne a veinticinco cria-dores. De ese grupo, apenas dos provie-nen del pueblo de Chipana. Entre él y su padre suman cien cabezas. A pesar de la escasez de pastos y los problemas que eso genera, hace poco hicieron una venta importante de charqui. Momentos así, al parecer, lo motivan a trabajar para mejo-rar la crianza. «Nos falta mejorar muchas cosas», dice este maestro andino con ansiedad de emprendedor. La principal, que tendría verdaderos efectos renova-dores, sería traer alpacas reproductoras que eleven la calidad genética del ganado. «La fibra que ahora tenemos es gruesa, necesitamos producir fibra más fina», ex-plica. Chipana se ha propuesto lograr ese cambio. A juzgar por las otras tareas que ha ido cumpliendo, es seguro que tarde o temprano lo conseguirá.

«QUEREMOS EVITAR LOS DAÑOS DEL

CAMBIO CLIMÁTICO»

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Un fuerte viento barre las pendientes. El yachachiq Edgar Chipana comenta que sus abuelos tenían formas de pronosticar e in-cluso de controlar el clima. «Si el arco iris sale alrededor del sol, no va a llover», refiere con la seguridad que un científico pone en sus fórmulas. Esta vez no hay arco iris cerca-no y una ligera llovizna se descuelga de im-proviso. Sobre la tierra húmeda empiezan a formarse unos pequeños charcos cristalinos. Chipana recuerda que los antiguos llenaban de agua los surcos entre los cultivos para protegerlos del frío. «Decían que la helada llega con sed», comenta. En realidad era un método para equilibrar la baja temperatura de la noche con el calor que el agua retiene durante el día. La verdadera sorpresa está en el remedio para espantar las heladas: se jun-ta en un recipiente una mezcla de ajo, hier-bas y orines. Al caer con fuerza, la granizada hace que el olor amoniacal se esparza por los aires y eso, dicen, ocasiona que el grani-zo se vaya para otra parte. Chipana recono-ce que es desagradable, pero efectivo. Los ingenieros que visitan la zona tienen mucho respeto por esos conocimientos. Basta ver-los mientras escuchan los relatos de este hombre pequeño, pero seguro. Una simple charla abre la puerta de otros mundos.

AJO, HIERBAS Y ORINES

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Campos de cultivo de la quinua y kiwicha

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Dentro de su tercer com-ponente, el PRODERN fo-menta el Biocomecio, a tra-vés de la implementación de parcelas familiares de productos nativos (papa, quinua, tarwi) y pone espe-cial énfasis en aquellos que tienen un potencial en el mercado. Es el caso de las papas nativas.

Diógenes Carrasco recoge las herramientas de la viga en que suele colgarlas, a la entrada de su cabaña, y las lleva al borde de la chacra de papas nativas para mostrar cómo labra la tierra. Las he-rramientas son un pico y tres palas cuyas asas parecen ra-mas de árboles de la zona. El pico tiene la forma de un cis-ne de cuello largo. Las palas parecen espátulas dobladas como los espejos que usan los dentistas. Con esas pie-zas, el hombre ha devuelto la vida a un campo del tamaño de una cancha de fútbol –y aún mayor– que antes había

sido el patio trasero de su casa y ahora es una chacra rebosante de papas.

Las hileras de hojas for-man líneas sinuosas sobre los camellones en que es-tán plantadas. En algunas matas se pueden ver pe-queñas flores violetas, una discreta señal de la vida que se gesta centímetros abajo. «Ahora estamos valorando más la calidad de la papa», dice Carrasco, un yachachiq (o maestro) de los cultivos en Checchepampa. Que un hombre de sus conocimien-tos –un descendiente de generaciones de guardianes de la papa–, diga una frase semejante, va más allá de un comentario casual, como aparenta. Es una sentencia: en este lugar se está cultivan-do una ilusión.

Carrasco la promueve por experiencia propia. En el año 2012, realizó junto a su espo-sa un viaje de descubrimien-to hasta Lima. Habían sido

invitados por el PRODERN a participar en Mistura, la feria gastronómica más importan-te del país. Ninguno conocía la costa. Y al principio, confie-sa ahora, ni siquiera estaban tan convencidos de que fue-ra una buena idea salir tan lejos. En el camión que los trasportaría cargaron cinco sacos de papa de distintas variedades. En el camino, el cargamento se completó con otros ocho sacos de papa y once de quinua del distrito de Pomacocha.

Aquella vez, la comitiva incluyó a campesinos, auto-ridades locales y un profe-sional del PRODERN. En el trayecto, una dura travesía de 24 horas con las comodi-dades que puede esperarse de un vehículo de carga, el grupo de agricultores discu-tió el posible precio al que venderían sus productos en la feria culinaria más gran-de de Latinoamérica. Una primera opción era poner el

GUARDIANES DE LA PAPA

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«Estamos rescatan-do algunos tipos de papa que habían desapare-cido porque no nos gus-taban», dice Diógenes Carrasco.

kilo de papa a un sol. El represen-tante de Pomacocha sugirió que fuera el doble, que tampoco era mucho, pero el objetivo de difun-dir las propiedades del producto podía compensar el esfuerzo. Una vez en la feria, la euforia del público por las novedosas papas nativas elevó el precio hasta cin-co soles. Las que Carrasco llevó se acabaron al tercer día.

Esta mañana, él recuerda la experiencia como el viaje que le abrió los ojos. Por tradición, los productores de la zona siempre han cultivado para el autoconsumo, pero ahora lo hacen con la mira puesta en el mercado que se acaba de abrir. «La gente de Lima quiere pa-pas pequeñas», dice Carrasco en relación a la demanda de las llamadas «papas gourmet» desatada a raíz del boom gas-tronómico. «Piensan que las papas grandes tienen quími-cos», comenta. El mensaje ha llegado claro a los miembros de la asociación de Checche-pampa, que él preside, y a otras asociaciones que hay en la localidad vecina de Patahua-si, con las que trabaja de ma-nera conjunta. El trabajo se ha concentrado sobre todo en el rescate de diferentes tipos de papas, que los nuevos clientes, para sorpresa de los agriculto-res, suelen pedir mezclados.

Meses atrás, el PRODERN les entregó hasta 85 variedades traí-das desde el Centro Internacional de la Papa, el laboratorio de inves-tigación sobre este producto más especializado del mundo, que fun-ciona en Lima. Esas papas ya están sembradas. A ellas se les suman las variedades que la propia comuni-dad conservaba y las que Diógenes Carrasco compró de productores de Huancavelica a los que conoció en Mistura. «Estamos rescatando bastante. Algunos tipos de papa habían desaparecido porque no nos gustaban, pero ahora los esta-mos recuperando», dice Carrasco.

El PRODERN apoya esta ini-ciativa con asistencia técnica que permita una mejor gestión del ecosistema. Checchepampa tiene un patrimonio natural por atender. En las partes altas hay pequeñas lagunas que proveen parte del agua necesaria para los cultivos, y en distintas zonas hay pastizales o pequeños secto-res con árboles que fortalecen el suelo y protegen de las heladas. El objetivo es que estos recursos sean manejados como provee-dores de servicios ambientales. La conciencia de lo que brindan debe conducir a su protección, del mismo modo que uno cuidaría una maquinaria milagrosa o man-tendría bajo control un depósito de materiales. El paisaje tiene un valor que trasciende la vista.

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Diógenes Carrasco accede a mos-trar la riqueza de su reino. Camina-mos varios metros hacia un sector de pastos ligeramente elevado que está cruzando un riachuelo y termina en un muro de piedras. Es el límite de sus tierras. Desde ese borde, las cua-tro cabañas que componen su estan-cia de estos días aparecen rodeadas de parcelas de diversas tonalidades, como alfombras gigantes sobre el suelo verdoso. Hacia el sector iz-quierdo están los cultivos de papas, hacia el sector izquierdo un pastizal y un corral cercado también con piedras y queñuales protegido por un espantapájaros. «Estas parcelas ya están cultivadas con un enfoque de mercado, de biocomercio», dice un asesor del PRODERN. Carrasco comenta algo en quechua que luego el ingeniero traduce: van a necesitar más mallas para terminar los cercos pendientes y necesitan el apoyo del PRODERN. Para ello se debe poner el tema en la agenda de la asociación y, cuando decidan algo, tienen que iniciar las gestiones necesarias. El ya-chachiq presidente debe velar por los intereses de las 17 familias de su aso-ciación y coordinar con las otras aso-ciaciones, que agrupan en conjunto a 52 familias. A veces las cosas se com-

plican un poco. Él lleva un registro de todo en un cuaderno escolar.

El punto donde estamos para-dos en este momento, al borde de la propiedad, está enriquecido por un bofedal que pasaría desapercibi-do a ojos foráneos si Carrasco no lo señalara entre la maleza. Lo que se ve es una porción de tierra oscura, humedecida por el agua que viene del subsuelo. En la cartografía del patrimonio natural campesino, este es uno de los recursos más valiosos. El bofedal se mantiene húmedo todo el tiempo y, bien manejado, puede extenderse hasta humedecer otras porciones de terreno que luego da-rán pastos o nutrirán cultivos.

Junto a un cerco de piedras puede verse una parcela con pastos creci-dos de apariencia floreciente. Es la muestra de esta mirada estratégica: un poco más arriba hay un cerco que suele ser usado para guardar las alpa-cas, de modo que cada cierto tiempo el guano se acumula en una zona es-pecífica. Está ubicado de tal manera que al caer la lluvia el agua arrastra el abono animal hasta la zona del pasti-zal y la fertiliza. Ahora es una reserva para alimentar al ganado.

Diógenes Carrasco emprende el camino de regreso a sus cabañas. A la

hora de cruzar el riachuelo, comenta que la comunidad necesita adminis-trar mejor el agua de las lluvias. «Acá no tenemos puquiales», precisa. Lo recomendable, dicen los técnicos, sería abrir zanjas de infiltración, que son hoyos en el terreno para que las precipitaciones se acumulen en lugar de deslizarse por la pendiente. Tam-bién se podrían hacer canales entre las chacras y plantar más árboles para que las raíces permitan sem-brar agua. Son ideas por trabajar. Ca-rrasco, quien lleva puesto el poncho de color fucsia que sólo se pone en ocasiones especiales, dice que la co-munidad está cumpliendo todas las tareas a las que se ha comprometido con los asesores.

Basta un vistazo al corral de piedras que está a un costado de su casa para confirmarlo. El cerco está rodeado de unas plantas es-pinosas que evitan el ingreso de los animales. Por el lado interior hay queñuales que forman una barrera de mediana altura. Justo a la sombra de estos árboles, Dióge-nes Carrasco ha plantado coles, le-chugas y hasta cebolla roja arequi-peña, a sugerencia de los técnicos. Los queñuales funcionan como un toldo natural.

EL REINO DE DIÓGENES

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La mañana avanza y la familia de Diógenes Carrasco ofrece un refri-gerio a los visitantes. En la cabaña que funciona como cocina, la se-ñora Isabel, su esposa, termina de servir unas fuentes de papas san-cochadas y jarros de leche fresca. Las papas tienen la cáscara negra, pero el interior amarillo. Es una de las variedades que arrasó en la fe-ria de Mistura. Isabel Huilcapuma sonríe al recordar que en cierto mo-mento estuvo a punto de negarse a viajar a Lima. Era demasiado lejos, no conocía a nadie y a su esposo, Diógenes, no le agradaba dema-siado la idea. «Ahora hasta me iría sola», bromea ella. Una risotada unánime inunda la cocina. Al final viajaron ambos, junto a un tercer

comunero, y la experiencia les dejó impresiones imborrables.

Hay una fotografía de los tres jun-to al chef Gastón Acurio que da tes-timonio de su triunfo. Isabel mira a la cámara como si estuviera pensando en el esfuerzo que costó llegar allí mientras Acurio abraza a Diógenes. La alianza de los cocineros y los produc-tores merecería ser un lema nacional.

El otro recuerdo imborrable es la visita al mar. Isabel Huilcapuma se tra-jo un pequeño atado de conchas que recogió en su primera caminata por la playa. «¿Y dónde las tienes?», le pregunta una voz. «Están guardadas abajo, en mi otra casa», responde al borde del fogón. Es parte de la natu-raleza humana guardar amuletos de momentos felices.

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El presidente de la co-munidad San Juan de Pata-huasi mira de reojo el cielo y anuncia que pronto va a llover. No se trata del lugar común por el cual uno mira una nube negra y presume el cambio de clima, sino de un aviso tan certero que podría medirse por minu-tos. No deja de resultar simbólico que el presidente se llame Prudencio Flores. Quedan todavía unos mo-mentos de calma y Flores aprovecha para mostrar la chacra en que ha sembrado las 85 variedades de papa que le facilitó el PRODERN.

Las semillas ocupan ape-nas seis surcos de una cha-cra que debe tener veinte líneas cultivadas o más. La idea es que ese fragmento de parcela sea un semillero

de especies variadas, una suerte de banco de ahorros vegetal. «Antes las papas se pudrían en nuestros al-macenes porque nadie las compraba», comenta so-bre tiempos no tan lejanos. Ahora los miembros de la comunidad saben que hay un mercado más allá de Andahuaylas y que mucha gente espera estas papas para usarlas en restauran-tes o en casas con buen pa-ladar. «Hasta hemos adqui-rido papas nuevas», agrega con tono entusiasta.

Prudencio Flores es un hombre joven, pero ya ha ejercido varios cargos pú-blicos: ha sido regidor dis-trital, teniente gobernador, agente municipal. Ahora comparte la presidencia de la comunidad con la presi-

dencia de la Asociación de Productores Agropecuarios Los Hijos de San Juan de Pa-tahuasi. Su caso es muestra de una sorprendente vita-lidad, porque a pesar de que ambas labores son de-mandantes, Flores las lleva adelante sin descuidar sus parcelas, sus animales o su propia casa.

Hace poco empezó a construir una cabaña de adobe para su criadero de cuyes y avanzó solo hasta que los muros casi le llega-ron a los hombros. Entonces visitó a sus vecinos para pe-dirles que lo apoyen con un trabajo en minka. Algunos, que ni siquiera recibieron el llamado, se presentaron solos porque habían visto cómo trabajaba y considera-ron justo poner el hombro.

PRUDENCIO ANUNCIA LA LLUVIA

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Con este último ambiente, su propiedad consta de seis com-partimentos y diez parcelas. «Esta es una población muy ac-tiva, bien organizada», afirma Flores, con evidente orgullo, el tono de quien cuenta una ex-periencia para enseñar a otro cómo hacer las cosas.

El aguacero cae de modo abrupto y confirma que uno debe hacerle caso al presiden-te de la comunidad cuando te anuncia una lluvia inminente. Nos refugiamos en la cabaña de cuyes. Dos tragaluces de calamina plástica permiten observar las bien modeladas paredes del interior. Hay tres sacos de guano de la isla, una carretilla, algunas herramien-tas, un poco de leña. En los próximos días, Flores colocará las bandejas para ordenar los animales. «Antes era costum-

bre tener los cuyes en casa, pero así tenemos más orden para aumentar la producción», indica. Los cuyes se reprodu-cen casi tan rápido como los conejos. Será una nueva fuen-te de ingresos para este hom-bre y su familia.

El mismo sentido de or-denamiento está difundido ahora en los territorios de la comunidad. La población ha trabajado con el PRODERN en la ampliación de bofedales, la protección de las fuentes de agua, en el cercado de pasti-zales y en la reforestación de las pendientes con queñuales y pinos. Incluso han vendido parte del ganado que estaba recargando las zonas de pas-toreo, mientras recuperan la capacidad de las praderas para alimentarlos. «Ahora la gente se va dando cuenta de lo que

tiene», dice Prudencio Flo-res, con un modesto gesto de satisfacción en su rostro de rasgos amables.

La lluvia amaina. Pequeños espejos de agua advierten que el terreno está resbaloso a pe-sar de su apariencia de alfom-bra. A mitad de una pendiente cercana se ve un cerco de malla ganadera en cuyo centro hay una especie de pozo de piedra. Es un puquial. En el ojo de ese manante, Prudencio Flores ha sembrado una planta nativa llamada putaja, que ayuda a purificar el agua y propicia su acumulación. Es una especie de arbusto de tallo alargado. En la cosmovisión andina la llaman: «planta criadora de agua». La forma en que Flores ha prote-gido su puquial le garantiza tie-rras húmedas y pastos frescos de manera sostenida.

Prudencio Flores

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Cosecha del agua para la conservación de bofedales. Cheqchepampa

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Metros más arriba, una primera estancia guarda más detalles de esta ma-ravillosa dinámica que está cambiando la vida de decenas de personas en las alturas de los andes de Apurímac. Es la parcela de Víctor Rojas, un yachachiq del chacrahuerto.

Víctor Rojas muestra su chacra como una batalla ga-nada contra el mal tiempo. «El granizo me ha malogra-do algunas plantas, pero esta cosecha va a salir», dice el hombre, seguro como na-die, sentado de cuclillas en-

tre los surcos. La gente que conoce a Rojas no puede sentir sino admiración para un hombre que ha organi-zado sus tierras y sus ani-males con la precisión de un relojero. La mayor prue-ba está en otra de sus casas, a la que se accede por un camino afirmado hasta otro sector de suave pendiente. Se trata de un ecosistema hecho a pulso.

La casa consta de cuatro construcciones juntas. Las dos principales correspon-den a la vivienda propia-mente dicha y las otras dos

son depósitos para mate-riales e insumos. En la parte trasera hay un damero de cultivos que podrían ali-mentar a una familia duran-te meses. Hay un sector de oca, otro de olluco, uno más de quinua y uno de tarwi. Hay avena, mashua y más variedades de papa –por su propia iniciativa, Rojas ha re-cuperado 23 tipos con semi-llas heredadas de su padre y su abuelo–. «Es mi siem-bra», dice Víctor Rojas con el gesto de satisfacción de un rey amable en sus domi-nios. El primer sector termina

EL SECRETO DEL BUEN VIVIR

Víctor Rojas

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La población ha traba-jado con el PRODERN en la ampliación de bofe-dales, la protección de las fuentes de agua, en el cercado de pastiza-les y en la reforesta-ción de las pendientes con queñuales y pinos.

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en un bosque de queñuales que parte sus tierras en dos. Él mismo sembró cada árbol, hace casi veinte años.

Al lado del bosque, que produce una frescura provi-dencial ante el calor del sol andino y por las noches pro-tege los cultivos del viento, hay una pequeña casa de adobe semidestruida por una explosión de raíces y vegeta-ción. Es la propiedad que le regaló su padre hace muchos años. Con el tiempo resultó insuficiente y ahora perma-nece como una reliquia fami-liar que el bosque ha de in-corporar a su geografía hasta convertirlo en el fósil de un recuerdo. El sector que co-rrespondía al patio es como un criadero de eucaliptos. Pero es la zona baja de este lado de la propiedad donde el ingenio de Víctor Rojas termina por deslumbrar a sus visitantes. Al lado de una caseta para los cuyes ha es-tablecido un huerto lleno de diversas hierbas aromáticas, especias y algunas frutas: manzanilla, orégano, fresas silvestres, tumbo. Si tiene algún malestar, Rojas viene y toma alguna yerba para pre-parar una infusión. En vez de comprar saborizantes artifi-ciales, le basta abrir la cerca y tomar la planta que le pro-voque. «Acá está el secreto para vivir feliz», dice uno de los asesores del PRODERN,

que nunca deja de sorpren-derse con los progresos de este emprendedor del cam-po. Rojas sonríe como si lo supiera desde hace tiempo.

Uno puede pasar horas escuchando sus ideas: hace poco encontró una paloma herida en el campo, la curó con remedios caseros, y aho-ra piensa hacer un criadero en uno de sus compartimen-tos; en los meses siguientes llevará su ganado a un terre-no que está frente a su casa y aprovechará el guano que arroje para convertirlo en una nueva chacra; si la ven-ta de su ganado sale como espera –y, salvo imprevistos, no tendría por qué fallar–, comprará una casa en An-dahuaylas para asegurar a la familia. «Estoy dejando todo esto para mis hijos y nietos», comenta, aunque no debe tener ni cincuenta años. Bastaría que cada uno de sus descendientes hiciera la cuarta parte de lo que él ha hecho para convertir esta región en un paraíso. Bastaría que la gente a la que enseña adquiera su optimismo sin lí-mites. «La gente piensa que somos pobres, pero yo no necesito nada», dice con una tranquilidad apabullante.

La lluvia regresa por ráfa-gas sobre San Juan de Pata-huasi y resulta inevitable la impresión de que esas gotas rebotan sobre tierra fértil.

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Aquí hay muchasansias de trabajar

Marciana Quillas Tito

Vicepresidenta de la Asociación de Alpaqueros de la Comunidad de Andamarca. Ayacucho.

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