Los Viajes de Ulises - Robert Graves

8/3/2019 Los Viajes de Ulises - Robert Graves

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LOS VIAJES DE ULISES


Segn la Odisea, poema que muestra a Ulises bajo una luz diferente, primero parti

acia Tracia despus de dejar Troya. All saque y quem la ciudad de Ismaros. Un sacerdotede Apolo, cuya vida se comprometi a guardar le dio como agradecimiento muchas jarras deino dulce, la mitad de las cuales se las bebieron sus hombres en un almuerzo en la playa.

Algunos habitantes de Tracia, que vivan en el interior, vieron llamas elevndose de Ismaros yomo venganza cargaron sobre los marineros borrachos. Ulises embarc a la mayora de ellostra vez, aunque tuvo que abandonar a los muertos y a loseridos de gravedad. Entonces, un violento vendaval del noreste llev a su flota por el mar

Egeo hacia Citera, una isla en la punta ms meridional de Grecia. Aprovechando una calmaepentina, hizo que sus hombres remaran e intentaron doblar Citera, dirigindose hacia eloroeste, hacia Itaca, pero el vendaval soplaba con mayor furia que antes y dur nueve das.

Cuando al final ces, Ulises se encontr a la vista de Sirinx, la isla de los lotfagos, frente a laosta norteafricana. El loto es una baya dulce, sin hueso, amarilla y bastante saludable, aparte

de que quien la come pierde la memoria. Ulises desembarc en Sirinx y, mientras llenaba lasinajas de agua, envi a tres exploradores para que comprobaran qu comida poda comprarse cogerse. Los exploradores, despus de haber comido unos cuantos lotos ofrecidos por losimpticos nativos, olvidaron, inmediatamente, dnde estaban, por qu haban ido all e,

ncluso, sus propios nombres. No queran nada ms que pasar el resto de sus vidas all,omiendo lotos.

Ulises se dirigi hacia el norte hasta que lleg a la frtil, pero deshabitada isla deSicilia, llena de cabras salvajes, algunas de las cuales mat para comrselas. Despus tom unaola nave para explorar la costa por el otro lado. Esta era la tierra de los feroces cclopes, ujos-redondos, llamados as porque todos tenan un deslumbrante ojo en medio de la frente.

Los cclopes eran pastores gigantes y huraos, que vivan apartados los unos de los otros en

uevas excavadas en la roca. Ulises y sus compaeros vieron la entrada de una de estas cuevas,lta y cubierta de hiedra, detrs de un corral de ovejas. Entraron sin darse cuenta de que era laasa de Polifemo, un cclope antropfago. Al ver que no haba nadie, encendieron un fuego,

mataron y asaron algunos cabritillos que rondaban por all, acompandolos con queso delgunas cestas que colgaban de las paredes, y comieron felizmente. Hacia la tarde, Polifemoleg, condujo su rebao hacia la cueva y cerr la entrada con una piedra tan enorme que nireinta pares de bueyes apenas podran haberla movido. Algunos minutos despus, cuando

Polifemo se sent a ordear las ovejas y las cabras, levant la mirada y vio a Ulises.

-Qu se os ofrece? -pregunt bruscamente.

-Somos griegos, recin llegados del famoso saqueo de Troya -respondi Ulises-, y

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onfiamos en tu hospitalidad.

Polifemo cogi inmediatamente a dos marineros, estamp sus cabezas contra el suelode piedra y se los comi crudos. Ulises se contuvo para no atacar al monstruo, puesto que ni l

i sus compaeros eran lo suficientemente fuertes para desbloquear la entrada, poca esperanzaodan tener en escaparse matndole. A la hora del desayuno Polifemo se comi a dos

marineros ms, despus quit la piedra hacindola rodar, sac el rebao y volvi a poner laiedra en su sitio.

Ulises encontr una estaca verde de olivo, afil uno de sus extremos con la espada y lascondi bajo un montn de excrementos de oveja. Aquella tarde, a su vuelta, Polifemo volvicomerse dos marineros ms. Ulises, que haba trado una bota de vino, le ofreci un tazn. El

monstruo se lo bebi con gula, pues nunca antes haba probado el vino, y pidi otro.

-Cmo te llamas? ~pregunt.

-Me llamo Nadie -contest Ulises, escancindole vino.

~Entonces prometo comerte el ltimo, querido Nadie! Me gusta tu vino. La prximaez chame el doble!

Pronto cay en el sueo de los borrachos. Ulises prendi fuego en el extremo afiladode su estaca y lo clav en el ojo de Polifemo, retorcindolo. El ojo estall, Polifemo grit, y

os dems cclopes, al or el bullicio, se agruparon fuera de la cueva.

-Qu pasa, vecino? -gritaron.

-Socorro! Estoy ciego y agonizo! Es culpa de Nadie! -respondi gritando.

-Pobre muchacho! Si no es culpa de nadie no hay nada que decir. Adis y, por favor,az menos ruido!

Polifemo se arrastr hasta la entrada de la cueva a tientas, con la esperanza de coger ano o dos marineros, pero la luz del fuego les ayud a esquivarle.

Al alba, Ulises at a cada uno de sus compaeros boca arriba, bajo la barriga de unaveja, la que estaba en medio de tres.

-Ponedas en fila cogindolas por la lana -orden.

El mismo Ulises eligi el carnero mayor y, cuando Polifemo sac el rebao a pastar,alpndoles los lomos para asegurarse de que nadie las montaba, se acurruc bajo ese carnero,olgando de los dedos de las manos y de los pies. Polifemo detuvo al gran carnero y le habl



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Circe sirvi a Ulises el mismo tipo de comida, perocuando agit su varita pararansformarle, Ulises oli la flor de la hierba de la vida, se salv y la amenaz con cortarle laabeza. Circe cay a sus pies llorando. Ulises le perdon la vida con la condicin de que

devolviera a todos los animales su forma humana y que nunca volviera a usar tan terriblesncantos. Se hicieron muy amigos y pasaron tres aos juntos como marido y mujer.

Circe ayud a Ulises a visitar el mundo subterrneo de las tinieblas, donde lntercambi noticias con los fantasmas de Agamenn, Aquiles y otros viejos camaradas (slol gran yax frunci el ceo y se march enfadado). Entonces, Ulises dijo adis a Circe,rometindole que volvera pronto, y zarp hacia el sur, hacia Itaca. Circe le advirti sobre lasla de las sirenas. Las sirenas eran mitad pjaro, mitad mujer, y cantaban tan

maravillosamente que los marineros que oan sus voces siempre intentaban ir tras ellas, perous naves chocaban contra las rocas ocultas que guardaban la orilla. Ulises tap las orejas deus marineros con cera e hizo que le ataran al mstil para poder escuchar las canciones de lasirenas cuando la nave pasara por all.

-Desatadme -grit-, u os matar uno por uno!

Ya que los marineros no podan or ni a las sirenas ni a Ulises, obedecieron su primerarden de atarle an ms fuerte al mstil. Su nave pudo as escapar del desastre, y las sirenas seuicidaron ofendidas.

Entonces, Ulises tuvo que navegar entre dos acantilados que separaban Italia de Sicilia.En el lado siciliano viva Caribdis, un monstruo que beba enormes cantidades de agua tres

eces al da y que despus, de repente, la escupa en forma de remolino. En el lado italianoiva Escila, una perra de seis cabezas que coma marineros. Alejndose poco a poco de ellaara evitar el mayor peligro de Caribdis, Ulises perdi una cuarta parte de la tripulacin:

Escila emergi y atrap a dos marineros con cada par de mandbulas y los devorranquilamente.

Al da siguiente, atrac en Sicilia para esperar un viento favorable, pero las provisionesde Circe ya se haban acabado y los marineros tenan hambre. Mientras Ulises dorma,mataron y asaron algunas vacas que pertenecan al dios del sol, Hiperin, que se quej a Zeusodopoderoso. Cuando partieron de nuevo, Zeus lanz su rayo sobre la nave y la hundi.

Todos se ahogaron, excepto Ulises. Se agarr al mstil partido y, despus de nueve dasla deriva, fue arrojado a la orilla de la isla de Calipso, hambriento y casi muerto.

Calipso, una hermosa hechicera, se enamor enseguida de Ulises, y lo retuvo cincoos ms. El se cans pronto de su compaa, al no haber nadie ms por all, y miraba elorizonte durante todo el da sentado tristemente en la orilla. Al final, Zeus envi una ordenue Calipso no se atrevi a desobedecer: Libera al rey Ulises!. Ella fue a buscar un hacha,



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na sierra y otras herramientas que tena en un escondrijo y le dijo que construyera una balsaon troncos de rbol. Cuando la finaliz, Ulises le dio a Calipso un beso de despedida, pusoomida a bordo, arrastr la balsa hacindola rodar sobre troncos, se hizo a la mar y fue llevadoor una suave brisa. No haba recorrido una gran distancia cuando una inmensa ola volc laalsa. Ulises nunca lleg a descubrir a qu dios tena que culpar por este desastre.

Dos das despus fue arrastrado hasta la orilla, desnudo, cerca de Drpane, en Sicilia,donde la encantadora princesa Nausicaa haba llevado a sus muchachas a lavar la ropa a laoca de un ro. Mientras jugaban juntas en su descanso del medioda, la pelota fue a parar algua, cerca de un bosquecillo detrs de donde Ulises estaba oculto. Las muchachas gritaronuando apareci Ulises, pero Nausicaa le prest ropa y se lo llev al palacio de su padre, el rey

Alcinoo. Despus de escuchar el relato, no muy fiel, de las aventuras de Ulises, Alcinoo lenvi a Itaca en una buena nave. Una vez ms, al ver su propia isla, Ulises se durmi.

Los marineros no se atrevieron a despertar a Ulises; en vez de eso, le dejaron echado ena playa y se marcharon. Atenea le despert, disfrazada de pastorcillo, y Ulises se hizo pasaror un cretense al que haban desembarcado en contra de su voluntad. Atenea se ro.

- Nunca mientas a una diosa! -dijo ella-. Si quieres hacerme caso, visita a Eumeo, tuiejo porquerizo, y oirs las ltimas noticias. Puedes fiarte.

Ulises se dio a conocer, debidamente, a Eumeo y supo que ciento doce insolentesobles jvenes estaban cortejando a su esposa Penlope y organizando fiestas cada da en el

alacio a sus expensas.

-Amenazan con quedarse hasta que ella decida con cul se va a casar -explic Eumeo-.Pero la reina Penlope sabe por un orculo que volvers pronto, as que ella est haciendoiempo. Dijo a sus pretendientes que tenan que esperar hasta que acabara un complicadoordado. Aunque trabaja todo el da, deshace los puntos por la noche, mes tras mes.

Vestido con harapos, como un pedigeo, Ulises fue al palacio, y all vio a Argos, su

iejo perro de caza, acurrucado en un montn de estircol, sucio, decrpito y atormentado poras pulgas, pero todava vivo. Argos agit la poca cola que le quedaba y muri feliz; Ulises seec una lgrima. En el patio, camin alrededor de las mesas, pidiendo a los pretendientes de

Penlope que le dieran los restos de la comida. Nadie le ofreci nada; uno incluso le lanz unaburete a la cabeza. Entonces, Iros, un pedigeo de verdad, intent echarlo y, cuando seeg, le desafi a un combate de boxeo, pero qued derrotado con un solo golpe.

Mientras tanto, el hijo de Ulises, Telmaco, volva de un viaje. Al detenerse en la

ienda de Eumeo, supo que los pretendientes estaban planeando matarle y que su padrecababa de llegar disfrazado. Pronto, los tres se reunieron y planearon cmo castigar a losretendientes. Cuando Ulises visit a Penlope, ella no le reconoci, as que l le explic unaarga historia acerca de que haba encontrado a su marido de camino al orculo de Zeus en



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Dodona.

-Estar aqu dentro de pocos das -dijo Ulises.

Penlope le escuch ansiosamente y orden a Euriclea, una sirvienta muy anciana que habaido la niera de Ulises, que lavara los pies del noble forastero. Cuando Penlope sali de la

abitacin, Euriclea reconoci una cicatriz de su pierna y lanz un grito de alegra, pero Ulisesa agarr por el cuello y la hizo callar, pues no estaba seguro todava de si Penlope era dignade confianza.

A la tarde siguiente, por advertencia de Telmaco, Penlope anunci a losretendientes que se casara con el que acertara a lanzar una flecha por los aros de doce hachasuestas en fila (estos aros se usaban para colgar las hachas en las paredes). Todos deban

disparar con el propio arco de Ulises, dijo ella.

Todos quisieron tensar el arco, que estaba tan rgido por haber estado doce aos endesuso que ninguno pudo hacerlo. Finalmente, Ulises, a pesar de las muchas protestas y de los

roseros insultos, cogi el arco, lo tens con facilidad y su flecha traspas limpiamente lailera de aros.

Telmaco, que se haba escabullido en silencio, volvi a entrar blandiendo una espada.Enseguida Ulises dispar al cuello al jefe de los pretendientes. Sus compaeros saltaron paraoger las lanzas colgadas en la pared, pero Telmaco las haba quitado de ah la noche

nterior. Las flechas de Ulises alcanzaban a los pretendientes a montones; y Telmaco,yudado por Eumeo y otro sirviente de palacio armado, se deshizo del resto. Slo despus deodo esto, Ulises se dio a conocer a Penlope.

Estos mismos aguerridos hombres lucharon en una dura batalla al da siguiente contraos familiares de los pretendientes, y estaban cerca de conseguir una segunda victoria cuando

Atenea descendi e impuso una tregua. Entonces, Ulises gobern Itaca en paz hasta que muri.

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