Los Vecinos Mueren en Las Novelas

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7/17/2019 Los Vecinos Mueren en Las Novelas http://slidepdf.com/reader/full/los-vecinos-mueren-en-las-novelas-569046a3036f9 1/44 Los vecinos mueren en las novelas SERGIO AGUIRRE “¿Una ficción? Vamos, no seré yo quien crea eso.” Claude Seignolle ¡Pobre Sonia! VISITA DESPUÉS DE UNA TORMENTA Cada vez que se mudaba de casa, John Bland tenía la costumbre de presentarse a sus vecinos. Así lo habían hecho siempre sus padres, y le parecía que si no realizaba esa visita de cortesía, algo faltaba para terminar de establecerse en su nuevo hogar. Aun en ondres, cuando despu!s de casarse con Anne arrendaron el peque"o departamento en #alsey St, no de$% de intentarlo entre los indiferentes habitantes del edificio donde vivieron sus primeros a"os de matrimonio. Sabía que cuando se mudasen al campo, en las afueras de Chipping Campden, su peque"a tarea de relaciones p&blicas sería muy breve, porque s%lo tenían un vecino' la anciana que vio en el $ardín de la &nica casa cercana, la tarde que pasaron por allí con el empleado de la inmobiliaria. (ensaba visitarla algunos días despu!s de acomodarse, pero no sucedi% así. #abían llegado hacía un par de horas cuando John se encontraba en los fondos de la casa. )na fuerte tormenta, entre otros desmanes había arro$ado la rama de un *rbol sobre la casilla del $ardín. John trataba de removerla cuando vio a Anne salir de la casa. +n su epresi%n advirti% que algo había sucedido' -+s pap*, acaba de llamar, !l... no durmi% bien. o me gust% el tono de su voz, yo... lo siento. /ealmente lo siento John, pero necesito ir a verlo. John no disimul% su fastidio. o había escuchado el tel!fono, y esto lo tomaba de sorpresa' -(ero Anne, ni siquiera hemos abierto las ca$as de la mudanza... -o siento -repiti% ella, y ba$ando la cabeza dio media vuelta en direcci%n a la casa. John la sigui% con la mirada hasta que desapareci% por la puerta de la cocina y, por lo ba$o, lanz% una maldici%n. o había pensado en el tel!fono. 0ampoco podía imaginar que !l la llamaría tan pronto, el mismo día de la mudanza. Arrastr% la rama unos metros y se detuvo. 1e repente se sentía desanimado. Como en ondres, bastaba una llamada para que Anne saliera corriendo. a enfermedad de su suegro, que había enviudado hacía pocos a"os, y el hecho de que ella fuese su &nica hi$a, eran perfectas razones para que su mu$er pasara cada vez m*s noches fuera de la casa. 2 por lo visto, vivir en el campo no iba a cambiar las cosas. +lla volvi% al rato. Caminaba lentamente, cuidando que la tierra a&n h&meda no se pegara en sus zapatos. 0ambi!n se había cambiado la falda, y ahora llevaba rouge en los labios. John la mir%. A veces, cuando quería, Anne podía ser realmente hermosa' -Bueno, me voy. 3ecesitas algo de ondres4 -o, nada, gracias. 5Ah6, saludos a tu padre. Se hizo un silencio muy breve en el que sus miradas se cruzaron. Anne había percibido el tono de ironía en las palabras de John. (ero se limit% a decir' -+star! aquí ma"ana. )nos segundos despu!s se oy% el ruido del auto que partía. Cuando de$% de escucharlo, con un gesto de eno$o John arro$% la rama al costado de unos brezales, y entr% a la casa. Se sentía furioso. 7ltimamente todo parecía salirse de su lugar, como si hubiese empezado a perder el control sobre las cosas. #acía meses que no se le ocurría nada para escribir, eso lo ponía de mal humor, ya le había sucedido antes. 2 el fracaso de su &ltima novela había contribuido a 1

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Los vecinos mueren en las novelas

SERGIO AGUIRRE

“¿Una ficción?Vamos, no seré yo quien crea eso.”Claude Seignolle ¡Pobre Sonia!

VISITA DESPUÉS DE UNA TORMENTA

Cada vez que se mudaba de casa, John Bland tenía la costumbre depresentarse a sus vecinos. Así lo habían hecho siempre sus padres, y le parecíaque si no realizaba esa visita de cortesía, algo faltaba para terminar deestablecerse en su nuevo hogar. Aun en ondres, cuando despu!s de casarsecon Anne arrendaron el peque"o departamento en #alsey St, no de$% deintentarlo entre los indiferentes habitantes del edificio donde vivieron susprimeros a"os de matrimonio.

Sabía que cuando se mudasen al campo, en las afueras de ChippingCampden, su peque"a tarea de relaciones p&blicas sería muy breve, porque s%lotenían un vecino' la anciana que vio en el $ardín de la &nica casa cercana, latarde que pasaron por allí con el empleado de la inmobiliaria.

(ensaba visitarla algunos días despu!s de acomodarse, pero no sucedi%así. #abían llegado hacía un par de horas cuando John se encontraba en losfondos de la casa. )na fuerte tormenta, entre otros desmanes había arro$ado la

rama de un *rbol sobre la casilla del $ardín. John trataba de removerla cuandovio a Anne salir de la casa. +n su epresi%n advirti% que algo había sucedido'-+s pap*, acaba de llamar, !l... no durmi% bien. o me gust% el tono de su

voz, yo... lo siento. /ealmente lo siento John, pero necesito ir a verlo.John no disimul% su fastidio. o había escuchado el tel!fono, y esto lo

tomaba de sorpresa'-(ero Anne, ni siquiera hemos abierto las ca$as de la mudanza...-o siento -repiti% ella, y ba$ando la cabeza dio media vuelta en direcci%n

a la casa.John la sigui% con la mirada hasta que desapareci% por la puerta de la

cocina y, por lo ba$o, lanz% una maldici%n. o había pensado en el tel!fono.0ampoco podía imaginar que !l la llamaría tan pronto, el mismo día de lamudanza. Arrastr% la rama unos metros y se detuvo. 1e repente se sentíadesanimado. Como en ondres, bastaba una llamada para que Anne salieracorriendo. a enfermedad de su suegro, que había enviudado hacía pocos a"os,y el hecho de que ella fuese su &nica hi$a, eran perfectas razones para que sumu$er pasara cada vez m*s noches fuera de la casa. 2 por lo visto, vivir en elcampo no iba a cambiar las cosas.

+lla volvi% al rato. Caminaba lentamente, cuidando que la tierra a&nh&meda no se pegara en sus zapatos. 0ambi!n se había cambiado la falda, yahora llevaba rouge en los labios. John la mir%. A veces, cuando quería, Anne

podía ser realmente hermosa'-Bueno, me voy. 3ecesitas algo de ondres4-o, nada, gracias. 5Ah6, saludos a tu padre.Se hizo un silencio muy breve en el que sus miradas se cruzaron. Anne

había percibido el tono de ironía en las palabras de John. (ero se limit% a decir'-+star! aquí ma"ana.)nos segundos despu!s se oy% el ruido del auto que partía. Cuando de$%

de escucharlo, con un gesto de eno$o John arro$% la rama al costado de unosbrezales, y entr% a la casa. Se sentía furioso. 7ltimamente todo parecía salirsede su lugar, como si hubiese empezado a perder el control sobre las cosas.

#acía meses que no se le ocurría nada para escribir, eso lo ponía de mal humor,ya le había sucedido antes. 2 el fracaso de su &ltima novela había contribuido a

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que todo pareciese m*s... incierto. 38u! derechos tenía sobre Anne si a&n losmantenía su padre4 Sentía que debía hacer algo, 3pero qu!4 +ncendi% uncigarrillo y se adelant% apenas por el peque"o laberinto hecho de muebles yca$as de mimbre. 9ir% a su alrededor. os vestidos de su mu$er habían formadouna pila que se derrumbaba sobre el televisor. +l tel!fono, un vie$o aparato que

pertenecía a la casa, permanecía sobre la chimenea: y contra ella, sus sillonescubiertos de ropa y peque"os paquetes en los que habían guardado los ob$etosm*s chicos. Allí casi no se podía dar un paso. 1e repente sentía que esa casa, ellugar con el que había so"ado durante ese &ltimo tiempo, era un peque"oinfierno. +n ese momento se le ocurri% llamar a 1an, tal vez hablar con alguienlo sacaría de su mal humor. +staba a punto de alcanzar al tel!fono cuando seacord% de que era viernes. os viernes 1an daba clases todo el día. o estaríaen su casa hasta la noche. Se sent% en el apoyabrazos de uno de los sillones. otenía ganas de nada. +ntonces vio, a trav!s de la ventana abierta, que despu!sde todo era una espl!ndida tarde de oto"o. +l sol caía recost*ndose sobre losarces, apenas perturbados por una brisa del sur, que se etendían alcostado de la casa. 1ecidi% dar un paseo. Sus peque"as eplosiones de eno$ono duraban mucho, y caminar un poco lo ayudaría.

Busc% su chaqueta entre unas ropas que asomaban desde uno de loscanastos, los cigarrillos, que había de$ado en la cocina, y abri% la puerta. Alhacerlo una corriente de aire hizo volar unos papeles desparram*ndolos portoda la sala. #abía de$ado abierta la puerta de la cocina. Con una peque"amaldici%n se volvi% para cerrarla, y tambi!n asegurar las ventanas. ;inalmentesali%.

Comenz% a recorrer el solitario sendero cubierto de ho$as secas que corríaentre los *rboles. Aquel viento, muy suave, le daba en el rostro. +l olor del

campo era diferente. as cosas serían diferentes allí. <uard% las llaves en elbolsillo de su chaqueta, tir% la colilla del cigarrillo y levant% la vista hacia elcielo. =nspir% profundamente. +l cielo era increíble desde ese lugar. 2 al voltearla cabeza vio, a lo le$os, la columna de humo. 1ebía ser, era, la chimenea de suvecina.

+n ese momento supo c%mo ocuparía la tarde. Camin% lentamente.8uería de$arse llevar por ese paisa$e que, a medida que ascendía hasta la casade aquella mu$er, parecía abrirse mostrando el peque"o valle que los bosqueshabían disimulado. Casi llegaba al punto m*s alto cuando, ba$o el hondo cieloazul, se detuvo para ver las sombras de las grandes nubes desplaz*ndose muylentamente por los campos que se hundían y se levantaban hasta perderse en elhorizonte. 1esde donde se encontraba podía dominar todo el valle. 2 lo recorri%con la mirada para confirmar lo que suponía' su casa, que ahora veía peque"a,casi perdida entre los bosques, y esa vie$a construcci%n que ya empezaba aentrever entre las copas de los *rboles, eran las &nicas en todo el lugar.(ermaneci% de pie.

ue en ese momen!o que se "e ocurrió aque""a i#ea. O qui$%s no. &ui$%s'a()a a*areci#o aque""a !ar#e, cuan#o *asó *or a"") y "a +io so"a, en e" ar#)n.

Cruz% el vie$o port%n de hierro. 1etr*s, unos macizos de flores eran lo

&nico que parecía cuidado en el peque"o parque cubierto por enredaderas quetrepaban, a su vez, los troncos de los *rboles. 9*s adelante, se alzaba lacasona. Se notaba que en alg&n tiempo había sido hermosa, pero ahora era s%louna gran casa vie$a. 0enía una parte central con un te$ado en el que nacíanvarias buhardillas y hacia un costado se prolongaba en un ala que parecía m*santigua que el resto. 1el otro lado, una construcci%n de vidrio evocaba lo quedebi% ser, en otras !pocas, un invernadero.

John llam% a la puerta y esper%. 1espu!s de unos segundos le pareci% oírun rumor de pasos en alg&n lugar, pero no era nada. =nsisti%, y mientrasgolpeaba se escuch% la voz, desde adentro'

-38ui!n es4(ercibi% el de$o de alarma en la pregunta, y trat% de sonar cordial'

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-Soy John Bland, se"ora. Su nuevo vecino.o hubo respuesta.-(erdone, no quisiera importunarla, s%lo que hoy terminamos demudarnos

y se me ocurri% venir a presentarme. Si usted est* ocupada puedo...+l ruido de la cerradura no lo de$% terminar. 1espu!s de alg&n force$eo

con la pesada puerta de roble apareci% el rostro de una anciana'-3>ecino4 o sabía nada de eso.-Con mi esposa hemos comprado la casa que est* all* aba$o -John se"al%

con el brazo hacia el centro del valle- y pens! en presentarme. e ruego medisculpe, si soy inoportuno puedo regresar...

a mu$er lo interrumpi%'-o, por favor, s! cu*l es la casa. Sí, la conozco, he visto el letrero de

venta, pero... -la mu$er solt% una risa simp*tica- no sabía que ya tenía nuevosdue"os. Casi no salgo, lo siento. Adelante se"or...

-Bland, John Bland.John sigui% a su anfitriona por un peque"o recibidor hasta la sala. a luz

de la tarde entraba por dos grandes ventanas, cuyos cristales emplomadosde$aban ver el peque"o parque que acababa de cruzar y, detr*s, como en uncuadro, una peque"a vista de la campi"a. John ech% una breve o$eada al lugar.+l ambiente era c*lido, elegante, y un tanto abigarrado de muebles y adornos. 2de libros. (arecían dispersos por todas partes: no s%lo en la importantebiblioteca que se levantaba hasta el techo, al final de la sala. Sin embargo lepareci% agradable. Salvo por ese olor a telas a"osas que percibía desde queentr%, y la hilera de fotografías sobre la repisa de la chimenea, en cuyo centrose destacaba, con un horrible marco dorado, la reina. ?>ie$as inglesas@, pens%, ymir% a su anfitriona. 3Cu*ntos a"os tendría4, 3setenta4, 3ochenta4 unca pudo

calcular la edad de la gente anciana: tampoco le interesaba, para !l todostenían la misma edad' eran vie$os.Se sentaron en dos sillones dispuestos frente al hogar, donde un gran le"o

ardía pacientemente. #acía un poco de calor allí.-Creo que estoy muy abrigado. -John se levant% para sacarse la chaqueta.

1e pie, mientras lo hacía, vio dos libros sobre una mesita, el canasto con le"os,y el atizador, al lado del sill%n de su anfitriona.

a anciana, mientras tanto, se detuvo un momento en el rostro de suvecino. +ra irland!s, sin duda. (ero le gustaba. 0enía un aspecto descuidado, yparecía ser alguien agradable. Aunque... 3siempre tendría esa epresi%n algoidiota4

-Bland... Conocí unos Bland en Bath. Claro, de esto ya hace varios a"os.3#a estado en Bath, se"or Bland4

-9e temo que no. 1esde que llegu! de =rlanda podría decirse que no salíde ondres, se"ora... -John se dio cuenta de que no conocía el nombre de suvecina.

-5h6, 5lo siento6, olvid! presentarme. Soy la se"ora <reenold. +mma<reenold. 31ecía usted que acaba de mudarse4

-Sí, en realidad a&n no hemos terminado de desempacar.9i mu$er tuvo que ir a ondres por un asunto... familiar. 1ecidí... bueno -Johnparecía no querer entrar en detalles-, la verdad es que no quería hacer todo el

traba$o solo -sonri%- entonces pens! en venir. 3Sabe4, en el norte de =rlanda seacostumbra hacer una visita a los vecinos cuando uno llega a vivir a un lugar.

-Sí, tambi!n aquí en =nglaterra, sobre todo en la campi"a, claro -tras deciresto la se"ora <reenold hizo un gesto de desaprobaci%n con la cabeza-: perola cortesía, me temo, est* desapareciendo. 0al vez le parezca algo anticuada,pero creo que hoy en día se han perdido muchas costumbres que hacían queantes la vida fuese un tanto m*s... amable. 3)na taza de t!, Se"or Bland4

-ih, sí, me encantaría6a anciana se dirigi% a la cocina. 9ientras John la miraba desaparecer tras

una puerta pens%' ?#e aquí una abuelita inglesa. ;ea y aburrida, como

corresponde a una fiel s&bdita de la reina6 Salvo unos pocos, a John no le

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gustaban los ingleses. Se pregunt% si esa amable se"ora le ofrecería algo paracomer. 0enía hambre.

-+spero que le gusten los scons, se"or Bland.a se"ora <reenold regresaba con una bande$a que de$% sobre una

peque"a mesa, al costado de su sill%n.-5h, claro que sí6, es usted muy amable.9ientras tomaban el t! la nueva vecina de John comenz% a hablar de sí

misma, su vocaci%n por los via$es, y la decisi%n de vivir sola en ChippingCampden, aunque estuviese algo ale$ada del pueblo.

o pas% m*s de media hora. a conversaci%n iba decayendo hasta quefinalmente se hizo un silencio. a se"ora <reenold lo rompi%'

-32 a qu! se dedica usted se"or Bland4-Soy escritor: bueno, hago de todo un poco, a veces algo de crítica y he

dado clases, tambi!n, pero lo que m*s me gusta es escribir novelas, novelaspoliciales. )na epresi%n de admiraci%n apareci% en el rostro de la anciana'

-5>aya6, 5eso sí que es interesante6- se frot% $ovialmente las manos yse"al% hacia la biblioteca-. Soy bastante aficionada a esos relatos. 3#apublicado algo4

-Sí, un par de novelas, pero no me fue muy bien con ellas, a decir verdad.#oy el p&blico prefiere la acci%n, usted sabe, cosas m*s duras y espectaculares.2a nadie se interesa en los misterios, el famoso crimen como obra de artepareciera... que pas% de moda.

-+stoy de acuerdo con usted, ahora todo es violencia y seo, sí.amentable. 2 dígame' 3ya sabe de qu! tratar* su pr%ima novela4

John hizo silencio. +n ese instante pareci% cruz*rsele un pensamiento.

9ir% fugazmente a la mu$er, que a su vez lo observaba, y di$o'-o.1e nuevo se hizo un peque"o silencio. a anciana ba$% la vista y despu!s

ambos miraron hacia la ventana. Afuera, un mirlo trinaba apoyado en unarama. +n alg&n lugar de la casa un relo$ daba las cinco de la tarde. a se"ora<reenold volvi% a llenar las tazas de t!, y mir% a John a los o$os'

-3Sabe4, no todos los días una conoce a un escritor de novelas policiales.+so me recuerda... me$or dicho, me hace pensar que a usted podría interesarleuna historia, algo que sucedi% realmente hace muchos a"os y que trata de uncrimen. (ero, por supuesto, no quisiera aburrirlo, tal vez usted creer* que soyde esas vie$as que est*n esperando la oportunidad de contar sus historias y...

John la interrumpi%'-o, por favor, se"ora <reenold, quisiera escucharla.a anciana sonri% levemente y volvi% a acomodarse en el sill%n'-Bien, lo que voy a relatarle me fue referido por una mu$er con la que

compartí un via$e en tren a +dimburgo, en una noche que siempre recuerdomuy larga, en mil novecientos cincuenta y cuatro.

¿VIAJA USTED SOLA?

Comenzar! por el principio, cuando llegu! a la estaci%n. +l tren salía desde

Dings Cross, a las diez. /ecuerdo que mi relo$ se había roto, de modo queapenas ingres! mir! la hora en el relo$ del hall central. ;altaban ocho minutos.9e dirigí a las boleterías. )n grupo de pasa$eros se había agolpado en una delas taquillas. Al parecer había alg&n problema, porque se demoraban, ymientras esperaba sentí que alguien tocaba mi brazo' ?3Siemprevivas mi lady4@+ra una de esas mu$eres que vendían flores en la calle. e di$e que no. ;ui algogrosera...-como si sus &ltimas palabras se hubiesen diluido, la se"ora <reenoldhizo una pausa- +s etra"o. o primero que recuerdo son los detalles. Cada vezque intento recordar esa noche siempre aparecen los detalles... yo estaba algomolesta porque se me había corrido una media. S! que le parecer* una

tontería, pero en esa !poca, mi $oven amigo, en =nglaterra eso s%lo era bastante

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parecido a un esc*ndalo seual. 8uería estar en el tren cuanto antes. o era lamedia, en verdad... !se no había sido un buen día para mí.

/ecuerdo, tambi!n, que el tren salía del and!n n&mero cinco. 2 que entr!a ese compartimiento porque tenía las cortinas cerradas. Como a&n faltabanunos minutos para salir, supuse que alguien había olvidado correrlas, y estaría

vacío. Apenas puse un pie adentro, escuch! una voz, casi un susurro, que medi$o' ?(or favor, no abra las cortinas@. o había alcanzado a reparar en esamuchacha, sentada al borde de uno de los asientos, casi pegada al pasillo.

+staba bastante oscuro. )na sola l*mpara, apenas arro$aba una luzmortecina en el compartimiento. 9e result% raro.

as cortinas de la ventanilla tambi!n estaban cerradas. ?9e parece que hace falta un poco m*s de luz. 3puedo...4@, di$e tratando

de ser agradable, mientras encendía otra l*mpara. a muchacha, desde elrinc%n de su asiento, hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.

+ntonces la vi. +ra muy $oven. 0enía un rostro com&n, m*s bien ancho, yetremadamente p*lido. o era fea, aunque me resultaba algo vulgar. /ecuerdoque llevaba un peinado que hacía furor en esa !poca, y que no me gustaba.(ero lo que m*s llam% mi atenci%n fue esa imagen inm%vil y crispada, con loso$os muy abiertos y la mirada vacía. Su respiraci%n era muy fuerte. (ens! quepodía estar enferma. #acía calor, pero ella permanecía enfundada en un abrigomarr%n que llegaba hasta el suelo. (ara mis adentros, comenc! a lamentar queel compartimiento no hubiese estado vacío.

 ?3>ia$a usted sola4@o fue la pregunta, sino la forma en que la hizo lo que me incomod%. +s

difícil de eplicar, pero me di cuenta de que no era una pregunta de cortesía,usted sabe, de las que se hacen en esas ocasiones. (arecía otra cosa. 0al vez

quería iniciar una conversaci%n. e contest! que sí, sin m*s. >er*, nunca fue micostumbre relacionarme con desconocidos en los via$es, uno... nunca sabe aqui!n tendr* que soportar por Eil%metros. Adem*s, algo en esa muchacha meresultaba etra"o, no me gustaba. Se me había empezado a ocurrir que talvez esperaba a alguien, o le sucedía algo y $ustamente había cerrado lascortinas para no ser molestada. Al final decidí irme. o había visto muchagente en el tren y estaba a tiempo de encontrar un compartimiento desocupado,así que me puse de pie y tom! mi bolso del maletero. Cuando vio que medisponía a salir se levant% de su asiento e hizo un gesto para detenerme' ?o,por favor, no se vaya@. (arecía una s&plica. Sinceramente, por el tonohabía conseguido inquietarme. ?3+st* usted bien, querida4@, no pude de$arde preguntar. 9e contest% que sí, s%lo que no quería via$ar sola. 1adas lascircunstancias pens! que ya no me podía ir. e sonreí apenas y volví a miasiento, pero no sabía qu! hacer. 1esde afuera a&n llegaban, ahogados, elrumor de las voces y los ruidos de la estaci%n.

 ?#ace un poco de calor aquí@, la escuch! nuevamente, aunque yo me dabacuenta de que el comentario era forzado, s%lo una gentileza por haber aceptadoquedarme. o contest! nada.

<olpearon la puerta. a cabeza de la muchacha se peg% contra elrespaldar del asiento y, por un momento, toda ella pareci% quedar tensa, casiinm%vil. 0ambi!n sus o$os. >i que sus o$os se paralizaron mientras miraban

hacia la puerta, hasta que se abri%. +ra el guarda. )n hombre mayor, bastantealto, que apenas entr% la mitad de su cuerpo y nos pidi% los pasa$es. Antes deretirarse nos dio las buenas noches. Como si esa aparici%n le hubiese quitadotodo el aliento, mi compa"era de via$e pareci% desplomarse, aunque permanecíasentada. >olví a preguntarle' ?3+st* usted segura de que se encuentra [email protected] mir% intentando decir algo, pero sus o$os ya estaban llenos de l*grimas y,como si algo en ella hubiese estallado de repente, su cara se contra$o ycomenz% a llorar.

9e acerqu! para consolarla. a abrac! como si fuera un ni"o ypermanecimos un rato así, en silencio, con su rostro hundido en mi pecho.

9ientras de$aba escapar aquellos sollozos que le estremecían los hombros, sentí una s&bita vergFenza por haber pretendido irme. Aquella muchacha no tendría

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m*s de veinte a"os. =magin! un noviazgo trunco o algo por el estilo cuandoalcanc! a escuchar, entre los estertores del llanto, como si saliera de mi propiocuerpo, su voz' ?)n hombre quiere matarme... no s! si ha subido al tren@. +lsilbido de la locomotora cruz% el aire hel*ndome la sangre. +scuch! las puertascerrarse a lo largo del tren, y el primer temblor en el vag%n nos anunci% que

eran las diez de la noche.+l via$e acababa de comenzar.

ALGO ABOMINABLE HA SUEDIDO EN ESE UARTO

 ?5(or 1ios, querida6, 3qu! est* usted diciendo4@ Comenc! a oír mi propiavoz repitiendo esa pregunta entre el llanto y las palabras de la muchacha queparecían golpearme la cabeza. +l silbato son% nuevamente. )na repentinasensaci%n de irrealidad me había aturdido, como si aquella frase fuese unsue"o. Sus brazos se habían aferrado a mí con una fuerza que me asustaba.(odía sentirla, tensa, temblando de miedo. o sabía qu! hacer' ?(or favor...llamaremos al guarda y le eplicaremos la situaci%n, no se desespere...@. Creoque di$e algo así, pero ella parecía no escucharme. 2 en medio de mi confusi%nsupe que cualquier cosa que di$era no serviría de nada. +l tren comenzaba atomar velocidad. ;ue en ese momento que las l*mparas comenzaron a titilarhasta que, finalmente, la luz ba$%. Aquel lugar se convirti% en un cubículo desombras. as luces del pasillo tambi!n habían disminuido y de pronto sentí quesu mano se deslizaba sobre la mía y la apretaba, cada vez m*s fuerte. o podíaver su rostro. +n cambio, un penetrante olor a agua de colonia se desprendía desu cabello: y ese aroma dulz%n, sofocante, inundaba todo el compartimiento.Sentí que me faltaba el aire. Sin soltarme, ella trat% de decirme alguna cosa:

pero no lo hizo, como si algo se lo impidiera. ;ue en ese momento que escuch!los pasos. Alguien caminaba por el pasillo. +lla llev% su mano a la boca tratandode contener un grito, y como si de eso dependiera su vida, la vi tomar elpicaporte con tanta fuerza que creí que iba a romperlo: lo su$etaba de maneraque no pudieran abrir la puerta, aunque yo sabía que eso era in&til.

(ero los pasos se ale$aron. Cuando solt% el picaporte qued! mir*ndola, vitambi!n que mis manos temblaban, que todo mi cuerpo estaba temblando' ?5(or el amor de 1ios, dígame qu! sucede o voy a volverme loca6@ 2ocomenzaba a gritar, y como un resorte ella puso su mano sobre mi boca' ?5o6,por favor@. Sus o$os me miraban, parecían fuera de sí. o podía resistir aquello.9ir! hacia otro lado, la puerta. 0uve el impulso de salir, pero algo me decía queaquello no era posible' ?5(idamos ayuda6 ?, le di$e. +lla tom% las solapas de miabrigo' ?5o6, eso no, tengo que esconderme, se lo suplico. Gl puede estarahí...@ >olte! mi cabeza: no quería mirarla' ?58u! est* diciendo...6 5+so no tienesentido, debemos buscar...6@ o me de$% terminar' ?)sted no entiende se"ora,yo... no puedo salir de aquí, por favor, no... no lo haga usted@.

Sentí que en un instante había entrado en una pesadilla que ocurría enotro lugar, a una mu$er que no era yo. ?)n hombre quiere matarme...@ +saspalabras no de$aban de resonar en mi cabeza. 2o no debía estar allí. ;ue lo&nico que pens!.

8uedamos en silencio, y por un momento s%lo se escuch% el ruido del tren

sobre las vías. o s! muy bien cu*nto tiempo pas%, pero ella demor% entranquilizarse. 1espu!s, como si hubiese cometido una falta, apart% su manode la mía y, sin mirarme, di$o' ?1isc&lpeme se"ora, lo siento, disc&lpeme porfavor@. Su voz parecía serenarse' ?1ebo decirle qu! sucedi%, es... necesario quelo sepa@.

+stuve a punto de decirle que no. 8ue se de$ara de tonterías y quellam*semos al guarda inmediatamente. +n ese instante, como si me lo hubiesedictado un presentimiento, supe que no quería saber nada de todo aquello. (eroera tarde. Comenz% a hablar en voz ba$a, como si alguien m*s pudieraescucharla'

 

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 ?;ue algo que vi en la casa del vecino, hace unos momentos. 2o traba$o enuna casa, soy una de las mucamas, y mis patrones, ioh6, 5ellos no estaban6,via$aron a (arís ayer. a casa permanecer* cerrada hasta $ulio. 2 yo debía de$artodo en orden antes de tomar este tren, por eso... -había comenzado otra vez ade$ar escapar aquellos sollozos, pero consigui% contenerlos. Cerr% los o$os, y

despu!s de tomar aire continu%' -(erd%neme se"ora. 1ecía... como ellos vivenall* durante estos meses, el se"or <ardfíeld nos permite tomar las vacacionesen esta !poca. 9i familia es de +dimburgo, por eso estoy aquí, yo... siempresuelo tomar el tren del mediodía, pero había cosas que hacer en la casa, demodo que me qued!. o me gusta quedarme sola. Soy muy miedosa, siemprelo he sido, pero no tenía m*s remedio: la se"ora #ocEen, la cocinera, debíatomar un autob&s despu!s de almorzar.

+ran las ocho de la noche y yo estaba terminando con mis tareas. 1ebíacerci%rame de que cada cosa estuviera en su lugar, usted sabe, cubrir losmuebles, enfundar la ropa de cama, esas cosas. ;ue m*s o menos a la hora delchaparr%n, me faltaba asegurar las ventanas de la planta alta y preparar mispropias pertenencias para el via$e. 2o había comprado unos regalos para missobrinos y a&n debía envolverlos. (ero decidí terminar con mis obligacionesprimero, de modo que subí. /evis! todas las ventanas de las habitaciones. Soncinco. 2 ya estaba por ba$ar cuando pas! frente al cuarto de hu!spedes. opensaba entrar. +sa habitaci%n permanece cerrada casi siempre. +s uno de esoscuartos que se ocupan en raras ocasiones, una sabe que todo est* en orden allí.(ero de todas maneras me decidí a darle un vistazo. o quería que por undescuido... usted sabe, una puede perder el traba$o por un descuido.

Apenas entr! vi una claridad que entraba por la ventana. +nseguida pens!que debía ser de un cuarto de la casa vecina. as casas no est*n muy ale$adas

en ese vecindario, y seguramente la luz de alguna ventana había llegado hastala habitaci%n. e $uro se"ora, no soy ninguna fisgona, cr!ame, nunca fui de lasque andan espiando, eso no, yo... simplemente me acerqu!. 1e todos modostenía que hacerlo, usted entiende, para revisar las cerraduras de la ventana,pero me qued! ahí.

Allí había un hombre. +ra un hombre ba$o, casi calvo. o recordabahaberlo visto antes, pero, usted sabe, en ese barrio es com&n no conocer a losvecinos. 9e llam% la atenci%n porque su cabeza subía y ba$aba desapareciendode la ventana. 2 cuando vi su rostro me dio miedo. 9e pregunt! qu! cosapodía estar haciendo alguien que tuviera esa epresi%n en el rostro. Gl movíalos brazos, !l... estaba haciendo algo, pero no podía ver qu!. 1espu!s de unrato se detuvo, se pas% la mano por la frente y se puso de pie, siempre mirandohacia aba$o. (arecía muy agitado. o s! c%mo eplicarlo se"ora, pero sentí quealgo abominable sucedía en ese cuarto.

2a iba a salir de allí cuando sucedi%. 1e repente se qued% quieto, comocuando alguien se percata de que est* siendo observado. 2 gir% su cabeza haciala ventana hasta quedar con sus o$os fi$os hacia donde yo estaba. 9e habíavisto. o nos separaban m*s de cinco o seis metros y por un instante nosquedamos así, mirando, los dos, hacia la ventana opuesta. Atin! a retrocederpara refugiarme en la habitaci%n a oscuras. (ero !l me seguía con la vista. ;ueespantoso. Cerr! las cortinas de un golpe y salí de la habitaci%n. Aba$o comenc!

a caminar como una loca, trataba de pensar... pero lo &nico que tenía en lacabeza eran los o$os de aquel hombre. a policía, tenía que llamar a la policía.;ui a la cocina y tom! el tel!fono. +l n&mero. o tenía el n&mero. o busqu! enunas libretas que se hallan al lado del aparato hasta que aquel pensamiento mede$% sin aliento' 32 si ahora venía por mí4 3Si sabía que yo estaba sola y veníapor mí4 a puerta de calle. a se"ora #ocEen había sido la &ltima en salir, peroella no tiene llave de la puerta principal. o la había cerrado. 2 yo tampoco lohabía hecho. 3+ntiende4 Aquel hombre podía estar entrando a la casa en esemomento. 2o estaba parada en medio de la cocina. Sentí que mis piernas nome respondían, como en una pesadilla. 0enía que llamar a la policía. o. (ens!

en encerrarme, primero tenía que encerrarme. Así estaría a salvo. o s! c%mollegu! a la puerta de la cocina y la trab!. 1espu!s volví a buscar el n&mero,

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hasta que me di cuenta' la operadora, c%mo no se me había ocurrido antes...9arqu!. ?3(uedo ayudarla4@ escuch! la voz de una mu$er. a oía como siestuviera muy le$os. ?5(or 1ios ay&deme, hay un hombre en la casa6@. 9e di$oque me comunicaría con la policía de inmediato. 2o seguía mirando hacia lapuerta. 3+staría allí4 ?(olicía, dígame qu! sucede.@ ?5#ay un hombre en la

casa6@, repetí. ?0ranquilícese, llegaremos de inmediato, pero antes dígamed%nde se encuentra usted, y d%nde est* !l...@ ?2o estoy en la cocina, meencerr!...@ ?Bien, -me interrumpi%- 3y !l...4@ Abrí la boca para responderle, perono pude. 9e di cuenta de que no lo sabía. ;ue en ese momento que pens!... -suvoz se resquebra$%, y nuevamente afloraron l*grimas en sus o$os-. 5h, 1ios6,pens! que todo era una locura, en realidad yo no estaba segura, no lo sabía.3+ntiende4, todo fue tan r*pido que no tuve tiempo de pensar que no habíavisto nada en aquel cuarto, s%lo a ese hombre, eso era todo. (odían ser ideasmías, 3sabe4, yo siempre me atemorizo... 38u! podía decirles4, 3que unhombre hacía movimientos etra"os y al espiarlo tuve la impresi%n de que hacíaalgo malo4 +ra ridículo. +l auricular a&n estaba en mi mano. Colgu!. 0enía quepensar. +staba muy nerviosa por toda aquella situaci%n, y lo me$or eraserenarme un poco. 9e sent! y trat! de imaginar qu! pasaría si llamaba a lapolicía. Seguramente sería un esc*ndalo. 0al vez s%lo estaba haciendo algo,cualquier cosa, y la mucama del vecino lo acusaba de algo que no vio, y dehaber entrado a la casa. os <arfield no tolerarían eso. Seguramente perdería elempleo. Adem*s, en una hora debía tomar estetren. Cualquier cosa que hiciese hubiera significado no via$ar, y yo no pasaríauna noche sola en esa casa, adem*s... lo m*s probable era que el pobre hombrese hubiese sorprendido, eso creí.

(ero mientras pensaba estas cosas miraba hacia la puerta. a casa estaba

en el m*s absoluto silencio. 1e todos modos me acerqu! y apoy! mi oídocontra la madera. o escuchaba el menor ruido. +l ruido. 9e acord! de que lapuerta de calle hacía un ruido característico al abrirla. 2 yo no lo habíaescuchado.

Antes de salir de la cocina, entorn! apenas la puerta para ver. adie. 9eacerqu! a la entrada principal. +staba, como lo pens!, sin llave. Sin embargotrat! de abrirla y no pude. +mpu$!. +l cru$ir de la madera me pareci% m*s fuerteque nunca. Cerr! enseguida. o, por allí no había entrado nadie. 2 todas lasventanas estaban aseguradas. Agradecí no haber concluido esa llamada, y meculpaba por ser tan miedosa. Asegur! la puerta con llave y fui a la biblioteca.1esde allí quería ver la casa del vecino. o s! por qu! lo hice, tal vez para veralgo, algo que me sacase toda duda. 2o tenía que salir de la casa, 3sabe4, esono de$aba de asustarme. A medida que me acercaba a la ventana de labiblioteca comenc! a escuchar una m&sica. +ra una m&sica conocida, unatonada de moda. Charlie Croley. Ahora escuchaba la voz de Charlie Croley.+ra la radio. +n la casa vecina habían encendido la radio. 2 estaban escuchandoese programa. 9e asom!, aunque no podía ver nada. #abía una luz en la sala,pero las cortinas no de$aban ver el interior. Creo que eso me tranquiliz%: losvecinos estaban escuchando la radio. o s! por qu!, ya pensaba que nadamalo podía haber sucedido allí.

Sin embargo, antes de salir a la calle mir! para todos lados. 9e sentía

nerviosa. (ero no vi a nadie, s%lo algunos autos estacionados. a calle estabamo$ada. Salí por la puerta principal. Camin! con mi maleta hasta la esquina.+speraba conseguir un tai r*pidamente. 0enía menos de una hora para llegar ala estaci%n.

Cuando me ba$! del tai todavía me encontraba un poco intranquila. 9erepetía que era est&pido, pero no podía sacarme de la cabeza la mirada de esehombre. +ra como si a&n siguiera mir*ndome... desde alg&n lugar. 9e sentíme$or cuando subí al tren. +ntr! a este compartimento y me sent!, al lado de laventanilla.

+ntonces sucedi% de nuevo.

Gl estaba ahí, en el and!n. levaba un impermeable y un sombrero claros.Caminaba como cualquier otra persona, pero sus o$os se movían de un lado a

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otro, como si buscase a alguien. +l miedo no me de$% cerrar la cortina, mequed! paralizada, y cuando quise reaccionar !l ya estaba mirando hacia dondeyo estaba. me pareci%. o lo s!, le $uro se"ora, por momentos siento que yano s! lo que veo, pero tengo mucho miedo, creo que me sigui%, 3se da cuenta4,algo malo ha sucedido en esa casa y ahora est* por aquí, en alg&n lado... 51ios

mío6, 5qu! voy a hacer6

UNA NOHE EN EL INIERNO"

Como en un escenario, despu!s de un mon%logo a oscuras, la intensidadde la luz subi% apenas aquella muchacha pronunci% la &ltima frase. +n unsegundo, las formas y los colores, aunque mortecinos, nos situaron de nuevo enel compartimiento. /ecuerdo que lo primero que vi fueron nuestros zapatossobre el entablonado, m*s arriba, las cortinas volvían a temblar al comp*s deltren: las butacas de cuero verde seguían allí, vacías... (ero algo habíacambiado. e$os de regresar a la pesadilla, mis temores parecían diluirse $untocon la oscuridad. #abía escuchado con atenci%n ese relato, y 1ios sabe que meaque$aba una profunda compasi%n por esa chiquilla...

(ero no podía creerle.0odo aquello eran fantasías, sin dudas. o podía ser de otra manera.

38ui!n sabe qu! cosa haría ese hombre en aquel cuarto4, ella misma lo habíadicho. 2 yo estaba segura de que lo tenía en su cabeza cuando vio al su$eto enel and!n, alguien parecido seguramente. 1espu!s de vivir aquello cualquierhombre ba$o y calvo podía ser ese vecino. +s lo que pens!. 8ue lo &nico realaquella noche era su miedo. (or lo dem*s, escuchaba el producto de unaimaginaci%n viva en la mente de una muchacha demasiado asustadiza. )na vez,

en alg&n lugar había leído que muchas personas temerosas ven cosas, y quellegan, incluso, a distorsionar la realidad. 3C%mo saberlo4 ?3+st* usted segura de que el hombre que vio en la estaci%n es el mismo

hombre...4 ?Sí, estoy... casi segura@, me respondi% desviando su mirada hacia laventana. Sus o$os estaban, otra vez, llenos de l*grimas. ?o solucionar* nadallorando, tranquilícese. 2 d!$eme pensar, por favor6 9is palabras sonaron duras.Con la sospecha de que todo era ilusorio, aquella situaci%n comenzaba afastidiarme. +lla continuaba allí, apenas sentada en el borde de subutaca, p*lida, parecía a punto de desmayarse. ?3Cu*l es su nombre, querida4@ ?Julie@. ?Julie, por favor, no quisiera que malinterprete mi pregunta, pero a veceslos nervios nos traicionan. )sted venía de pasar momentos muy difíciles,3verdad4@. ?Sí, s! lo que quiere decir se"ora, pero, cr!ame, estoy segura de loque vi@. >olví a mirarla.

32 si fuese cierto4Claro que eistía una posibilidad. 2 aun en el caso de que fuesen

fantasías, de repente me percat! de que si no salíamos de la duda aquel via$ese convertiría en un infierno, ella simplemente enloquecería. o podíamosquedarnos allí sin hacer algo al respecto, s%lo esperando.

+n esa !poca el nocturno a +dimburgo era un epreso, o sea que hasta sudestino no hacía ninguna parada. +so descartaba ba$ar en la pr%ima estaci%n.

+staríamos en el tren hasta la ma"ana siguiente. Comenc! a pensar... Si elhombre que vio la muchacha en la estaci%n era realmente su vecino habíarazones para no llamar al guarda. 38u! podría hacer4, 3detenerlo acaso4, 3porqu!4 38u! podría decir Julie de aquella escena de la ventana4 ada. A cambio,la posibilidad de que ese hombre pudiese verla era, sin dudas, la peor. +llaquedaría epuesta, nada m*s. =magin! a ese hombre aduciendo que lamuchacha estaba loca, o que lo había confundido, cualquier cosa. Adem*s, 3qu!sucedería despu!s4 Si ella se mostraba, al final del via$e comenzaría a correr elmismo peligro. 0odo parecía tandifícil, incierto...

(ens! en trasladarnos a otro compartimiento, alguno donde hubiera m*spasa$eros: podríamos via$ar seguras entre otras personas. (ero desech! esa

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idea al instante. tra vez ella se de$aría ver. 0al vez permaneciese a salvodurante el via$e, pero no despu!s.

0odo nos conducía a lo mismo' era necesario saber si ese hombre estabao no en el tren. 2 había s%lo una forma de saberlo' revisando todos loscompartimientos.

 ?+scuche, vamos a hacer lo siguiente' saldremos de aquí $untas, usted seencerrar* en el toilette y me esperar* allí. 2o recorrer! el tren. Gl no me conoce.Si ese hombre est* aquí, si lo veo, haremos lo que haya que hacer para queusted est! segura. Si no est*, permaneceremos $untas hasta quelleguemos, y m*s tranquilas. 31e acuerdo4

Acept%. Antes de salir abrí la puerta y mir! hacia todos lados. o vi anadie. o nos separaban muchos metros del toilette +lla entr% y quedamos enque yo golpearía tres veces la puerta para hacerle saber que había regresado.

>olví a nuestro vag%n: la b&squeda comenzaría por allí. os doscompartimientos vecinos al nuestro estaban vacíos. +n el siguiente vi a unhombre rubio, con aspecto de etran$ero. +staba solo. Sentado en la butaca quedaba al pasillo, parecía muy concentrado en un libro que sostenía con las dosmanos. (areci% no advertir mi presencia cuando pas! por allí. o había m*spasa$eros hasta el final del vag%n.

Cuando abrí la puerta del pr%imo escuch! unos pasos. Alguien seacercaba. a luz era muy tenue, pero vi que era un hombre uniformado, elguarda.

 ?3(uedo [email protected] acercarse vi que no era el mismo que nos había pedido los pasa$es. 9e

tom% de sorpresa, y por un momento no supe qu! decir. (or encima de suhombro podía ver que aquel vag%n era diferente: parecía de literas, y estaba

casi en la oscuridad. )na peque"a lamparita iluminaba apenas unacircunferencia en la mitad del pasillo. ?5h6, s%lo quería estirar las piernas...@ ?o siento, a partir de este vag%n comienzan las literas y camarotes,

se"ora: este sector permanecer* cerrado hasta la ma"ana: no se puedecaminar por aquí.@

 ?o lo sabía, disculpe usted. 3(odría indicarme a donde est* el cochecomedor4@

 ?o hay coche comedor, me temo que ya no se ofrecen esos servicios eneste tren. adie los usa por la noche.@

 ?Claro.@ di$e, y volví sobre mis pasos. ?Buenas noches, se"[email protected] cerrar la puerta escuch! el ruido de una cerradura. 2 un tintinear de

llaves. 9e di vuelta. Alcanc! a ver c%mo su figura volvía a atravesar el círculo deluz para perderse en la sombras, al final del corredor.

Cuando se me ocurri% recorrer el tren no pensaba que pudiera encontrar aaquel hombre, realmente no lo pensaba. Sin embargo, apenas me asom! a lapuerta del vag%n contiguo sentí un ligero escalofrío. A trav!s de un vidriorepu$ado vi, de esa manera algo monstruosa en que vemos a trav!s de loslentes, las formas de un pasillo desierto. 2 en ese momento, por primera vez,no pude evitar la idea de que ese hombre estaba ahí, en alguna parte.

Cerr! los o$os. ?Gl no me conoce. Gl no me ha visto nunca@, me di$emientras tomaba la perilla.

2a estaba dentro del vag%n. as luces del pasillo no eran m*s intensas quelas del compartimiento: una peque"a l*mpara, cada tres o cuatro metros. A miderecha, la ventanilla s%lo me mostr% la oscuridad de la noche, y en unetremo, el refle$o de mi propio rostro, mir*ndome desde el vidrio. +l sonido delas vías llegaba le$ano, como ahogado por el silencio que parecía reinar en eselugar. 2 por un momento tuve la conciencia de que para quienes estuvi!semosallí arriba, ese tren era nuestro &nico mundo esa noche, un peque"o laberinto

en penumbras, estrecho, amenazante, y afuera s%lo frío y velocidad. 38u!estaba haciendo4 9e apoy! en la puerta del vag%n. 1e nuevo sentía que me

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faltaba el aire. >olví a pensar que todo era una locura: la historia de aquellamuchacha, recorrer el tren, buscar a ese hombre... +sos pensamientosacudieron a mí en un instante, y ya estaba por irme cuando algo me detuvo. 1epronto record! lo terrores de aquella chica. o volvería a encerrarme con ella.o de nuevo, sin antes acabar con esa duda. ?Gl no me conoce@, me repetí en

voz ba$a, antes de alcanzar el primer compartimiento.+staba vacío.Sin embargo, las luces iluminaban cada una de las butacas. =d!ntico al

nuestro, no había maletas ni rastros de que alguien hubiese estado en ese lugar.;ue cuando llegu! al segundo que me di cuenta. Aunque estuviesendesocupados, todos los compartimientos permanecían con las l*mparasencendidas. Atr*s de cada uno de los asientos, protegidas por una peque"apantalla color ocre, no iluminaban mucho m*s que algunas velas esparcidas, yese resplandor amarillento parecía alimentar las sombras de todo lo quetocaban. Avanc! hacia el pr%imo. 0ampoco había nadie en el tercero. ;altabandos. 3Sería posible que el vag%n entero estuviese desierto4 adie en el cuarto.1i unos pasos m*s y... el quinto tambi!n estaba vacío.

Comenz% a ganarme un ligero desconcierto. +ra posible que el vag%nestuviese desocupado por completo, pero tambi!n era etra"o. +ntr! alpr%imo. +n el primer compartimiento no había nadie. Cuando me acerqu! alsegundo vi a una mu$er. levaba un ni"o en brazos. +l ni"o parecía dormido. Alescuchar mis pasos, ella apenas me lanz% una breve o$eada. Continu!. 1oscompartimientos m*s adelante vi a un sacerdote. +ra $oven, y recuerdo queestaba recostado de una manera muy singular sobre las butacas. 9e pareci%,no s! muy bien por qu!, una postura etra"a para un sacerdote. Como si meadivinara el pensamiento, al verme se incorpor% para acomodarse r*pidamente

en su asiento. ;ingí que no lo había visto, y seguí. ;altaba el &ltimo. adie.Cuando entr! al siguiente supe que me encontraba en los vagones deprimera clase. )na alfombra amortiguaba mis pasos y el rítmico sonido del trensobre las vías pareci% enmudecer en el momento en que la puerta se cerr% trasde mí. as l*mparas eran de vidrio. as estaba mirando, se aseme$aban a unpimpollo de rosa a punto de abrir, cuando vi que su luminosidad comenzaba adebilitarse. Al tiempo escuch! cerrarse una puerta, en alg&n lugar. 9e di vueltapero ya no puede ver nada. as luces terminaron de apagarse y la oscuridad eraabsoluta. ?0ranquila@, pens!, pero las piernas me temblaban. “Un 'om(rema#uro, (ao, casi ca"+o.”. #abía repetido la descripci%n de ese hombre todo eltiempo, pero reci!n en ese momento, en medio de esa espantosa ceguera,aquellas palabras comenzaron a resonar en mi cabeza. Ahora, aunque loencontrase, no podría reconocerlo. (or un momento no me atreví a moversiquiera un brazo. Sentí lo que sentíamos en los bombardeos... usted es muy $oven, pero los que vivimos en ondres durante la guerra a&n teníamos vivo elrecuerdo de los apagones, la inmovilidad, el miedo. +sas cosas permanecenpara siempre. 3Sabe4, sabíamos que todo era in&til, cuando qued*bamos aoscuras la muerte podía alcanzarnos desde cualquier lugar. 2 me desesper!.Comenc! a etender mis brazos mientras giraba en semicírculos, hasta quepude tocar el vidrio del primer compartimiento. a puerta estaba abierta. ogr!entrar y, a tientas, me sent!.

a voz son% muy cerca... íntima, como si saliese de un confesionario'

“-or "o +is!o +iaaremos a oscuras es!a noc'e”.

9e paralic!. Su respiraci%n... allí, muy cerca de mí. +ra un hombre, unhombre estaba a mi lado.

“-or fa+or, no se asus!e”a voz era etra"a, algo aguda, no parecía $oven. ?9aduro, ba$o, casi

calvo...@. Sentí que se acababa el aire, como si, finalmente, hubiera sidoarro$ada a un vacío negro sin principio ni fin.

A >H' ?as cosas parecen estar mal aquí, 3verdad4@ISilencio.

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A >H' ?1isculpe, 3se encuentra usted bien4@2' ?Sí...@A >H' ?amento haberla asustado@2' ?+st* bien, es la oscuridad, eso es todo@A >H' ?h, sí... ?

I1e nuevo el silencio. 1espu!s escuch! un roce de telas, y un ligero ruidoen el suelo. Se movía. Se había movido. (or un momento contuve la respiraci%n,como si algo fuera a ocurrir.

2' ?9i marido. Gl... me est* esperando. Seguramente viene por míahora.@

A >H' ?Si puede verla... Iri%. +sta oscuridad no habla muy bien de lostrenes ingleses, 3verdad4@ 

 2' ?h, por supuesto, aunque... no suelo via$ar muy seguido, yo...@A >H' ?Sí, me di [email protected]' ?3C%mo4@A >H' ?>er* usted, yo no pensaba hacer este via$e. ;ue algo

precipitado. Sabía que los camarotes y las literas estarían completos. Al parecerlos que via$an en este horario hacen sus reservas. adie quiere via$ar sentadotoda la noche, sin embargo... us!e# es!% aqu)” .

2' ?+s verdad, yo... nosotros nunca tomamos este [email protected]' ?+spero que lo arreglen pronto. 2a debo volver a mi compartimiento@ ISilencio.A >H' ?)sted tiene miedo.@2' ?3(or qu! dice eso4@A >H' ?o puedo ver su rostro, pero sí la escucho. Cuando estamos a

oscuras las voces nos dicen todo, no nos pueden enga"ar. 3Sabe4, hace faltaalgo de luz para enga"ar, o para esconderse...@2' ?+s posible, pero la verdad es que no me resulta muy c%modo hablar

con alguien en la oscuridad.@A >H' ?h, cr!ame, a mí sí. +s m*s: le aseguro que si no estuvi!semos

a oscuras este di*logo no sería posible. (ero usted tiene miedo. 2 me atrevo apensar que es porque me ha visto... antes@.

2' ?5o6, no es así, yo... 5no he visto a nadie6@A >H' ?h...@+n ese punto del di*logo advertí c%mo un tenue resplandor comenzaba a

dibu$ar el contorno de la puerta hasta que, en un segundo, todas las cosasaparecieron nítidamente. >i que allí las cortinas eran ro$as. 9iraba las cortinascuando me puse de pie'

 ?Bien, creo que ya puedo irme, espero no haberle ocasionado ningunamolest...@

Cuando me di vuelta, las palabras se congelaron en mi boca. +n su lugar,un gemido de espanto se escap% mientras comenzaba a retroceder.

Ante mí, veía una horrenda careta de piel tirante y escamosa. Brillante ysurcada de estrías ro$as que parecían tener vida propia, como finos gusanosdesplaz*ndose en una materia putrefacta y sanguinolenta. )nos o$os inmensosba$o dos telas carnosas que aseme$aban los p*rpados me miraban. +l

hombre desvi% su rostro hacia la ventanilla' ?o siento...@Aquella visi%n me había aturdido de tal manera que no podía reaccionar,

hasta que logr! articular unas disculpas' ?(erd%neme usted@. ?+st* bien, no se preocupe. 3Sabe4, la guerra de$a estas cosas...@ ?1ebo... debo irme [email protected]$e sin mirar y me abalanc! sobre el pasillo. 8uería volver, terminar con

todo aquello, pero me veía a mí misma caminando hacia el final del tren.(arecía una loca. 0al vez lo estaba. Aceler! mis pasos, y ya no pensaba en nada.

o sabía si quería continuar o ale$arme de aquel monstruo, pero seguí. ada

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podía ser peor que aquello. legu! al final del vag%n' desierto. 0ambi!n elpr%imo. Aquel hombre era la &nica persona que via$aba en primeraclase.

a &ltima puerta estaba cerrada. Se podía ver, del otro lado, una luzblanca iluminando, como a un teatro peque"o y estrecho, las filas de butacas

desiertas, silenciosas... Gse era el final del recorrido.Ahora debía regresar.Al volver sobre mis pasos vi el corredor, vacío. (or alguna raz%n me asalt%

el temor de que la luz pudiese apagarse nuevamente. 0al vez fue esa idea, no los!, pero de repente sentí que me inundaba un miedo atroz y tuve la certeza deque !l estaba allí, detr*s de mí. ;ue tan real como si lo hubiese visto,agazapado entre las butacas, en alg&n lugar. Comenc! a correr. algo parecido,porque allí no se podía correr. +sos pasillos estrechos ahogaban cualquierintento, a mí misma. 9is brazos se golpeaban contra las puertas, losmovimientos eran torpes, y tenía la impresi%n de que el suelo comenzaba aoscilar a&n m*s con la violencia de mis movimientos y que las paredes yel techo fluctuaban y acababan confundi!ndose. 9i respiraci%n se tornaba m*sagitada. +scapaba. (ero no oía otro sonido que el de mis pasos. o podía ser...

9e repetía esas palabras mientras atravesaba los pasillos, siempre con lamirada fi$a en la pr%ima puerta, hasta la &ltima.

Al llegar al toilette, golpe!, como habíamos quedado, tres veces. 1espu!sde preguntar si era yo, la muchacha abri% lentamente la puerta. e di$e que entodo el tren no había rastros de ese hombre, que podíamos via$ar tranquilas.+lla se veía tensa, y me di cuenta de que había estado llorando. 0al vez yomisma no me veía mucho me$or que ella, pero al escucharme el alivio pareci%marearla, y me abraz%' ?5h, gracias6, tenía tanto miedo... y la luz... volvi% a

apagarse, 5pens! que iba a volverme loca6@/egresamos a nuestro compartimiento. e di$e que no quería volver ahablar del tema, e intentamos charlar de cualquier cosa. ecesit*bamosdistraernos un poco, aunque fuese difícil.

o pas% mucho tiempo cuando le propuse que trat*semos de dormir.Ambas nos encontr*bamos etenuadas: toda aquella tensi%n parecía haberseacumulado en mis miembros y mis p*rpados. os acostamos cada una en lostres asientos de cada lado. Apagu! la luz e hicimos silencio.

o recuerdo bien. A los pocos minutos se oy% el silbato del tren y pasamospor un t&nel, o un puente. ;ue despu!s de eso que escuch! su voz' ?3/ecuerdacuando le di$e que en la estaci%n sentí que ese hombre seguía mir*ndome...4@ ?Sí querida, lo recuerdo@, le contest!.

“An "o sien!o”, di$o, y no sospech! que !sas serían sus &ltimas palabras.

P#NIO EN LA ESTAI$N

Ahora viene la parte m*s etra"a de toda esta historia. +l tren ya entrabaa la ciudad cuando me despert!. 9ir! la hora: a&n faltaban unos minutos parallegar, y tenía urgencia por ir al toilette. +lla estaba en la misma posici%n en quela vi cuando se acost%. (ens! en despertarla pero me dio algo de l*stima, demodo que decidí hacerlo cuando el tren se detuviese. (arecía profundamente

dormida, y aqu!lla había sido una noche terrible.Abrí las cortinas de la ventanilla. 8uería ver el día. /ecord! las palabras

de mi madre' ?el &nico alivio para una mala noche es ver la luz del día.@ Antesde abrir la puerta tom! mi bolso, y tambi!n corrí las cortinas que daban alpasillo. Al salir tuve la impresi%n de estar en otro lugar: uno muy diferente delque vi la noche anterior. Cruc! a una pare$a de ancianos que no había visto y ala mu$er con el ni"o en brazos. +l ni"o continuaba dormido. A trav!s de losvidrios podían verse las calles de la ciudad, y el movimiento de la ma"ana. +lsol brillaba ese día, y, no s! por qu!, sentí una particular alegría al ver a todasaquellas personas caminando, tal vez dirigi!ndose a sus traba$os, a sus simples

quehaceres cotidianos. ?Gsta es la vida real@ pens!. +l cielo era de un azul

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intenso, y volví a recordar a mi madre. Suspir!. Sentía que las &ltimas horashabían sido s%lo una pesadilla.

Antes de entrar al toilette vi c%mo del vag%n de literas comenzaban a salirpasa$eros agolp*ndose en el pasillo, cerca de las puertas de salida. 0erminabade higienizarme cuando percibí que el tren se detenía. 9e di prisa: a&n quería

retocarme el maquilla$e y ya est*bamos en la estaci%n. Cuando salí, lospasa$eros de los coches cama parecían haber inundado los pasillos del tren. apare$a de ancianos discutía algo sobre el equipa$e. A sus pies dos enormesmaletas obstruían el paso. 1etr*s de mí, dos ni"os se peleaban mientrasuna mu$er trataba, en vano, de hacerlos callar. Al levantar el pie para sortear lamaleta casi tropiezo con el hombre rubio que salía de su compartimiento.9ascull% algo en otro idioma, parecía una disculpa, cuando reconocí, entre otrascabezas que esperaban $unto al final del vag%n, al sacerdote que había vistodurante la noche. uestras miradas se cruzaron, e inclin% su cabeza a modo desaludo. os ni"os comenzaron a gritar nuevamente y llegu!, finalmente, a lapuerta del compartimiento. Apenas si lo puedo eplicar: no me di cuentaenseguida, pero tal vez ya tenía la sensaci%n de que algo era diferente, noenca$aba...

 ?2a basta Jimmy@. +se grito me distra$o.0enía el picaporte en mi mano. ?5;ue !l, !l me las quit%6 )no de los ni"os chill%, y en ese momento las vi'/as cor!inas es!a(an cerra#as.;ue breve, un instante en el que algo me decía que no abriera la puerta,

pero no sabía qu!. #asta que aquel pensamiento me alcanz% como unrel*mpago, y apart! mis manos del picaporte. Gl estaba allí dentro. o podíaser de otra manera. as cortinas. as había cerrado. A plena luz, sentí c%mo mis

miembros se contraían, y una horrible sensaci%n de peligro pareci% adue"arsede mi cuerpo. Abrí la boca para gritar, pero s%lo escuch! un sonido *spero quesalía de mi garganta, yo... creo que hice un adem*n se"alando la puerta,pero alguien me empu$%. +l tren se había detenido. )n rumor de voces sealzaba mezcl*ndose con los sonidos de la estaci%n, y el corredor se habíaconvertido en un atolladero de personas y maletas apretu$*ndose para ba$ar.1ebía salir de allí. 1e repente, a mi lado, el hombre del libro volvía a decirmealgo en su idioma. +n medio de aquella pesadilla recuerdo su imagen. Sonreía,pero seguía empu$*ndome. 9e encontr! frente al compartimiento vecino. Aqueltumulto parecía desplazarse conmigo adentro, y de repente me encontr!ba$ando los escalones.

Cuando pis! el and!n, el suelo firme me hizo sentir segura por uninstante. (odía correr. Correr. (onerme a salvo. o s! qu! pasaba por mi cabezaen ese momento, nunca sentí algo parecido, pero sí recuerdo esto' tenía quecorrer, salvarme. 9e vi en medio de la gente, caminando, buscando la salida.>uelve mi imagen subiendo la rampa, a la salida de la estaci%n. +l temblor delas piernas casi no me de$aba caminar, recuerdo que hacía unesfuerzo para controlarlas. Alcanc! la calle. +l sol daba en mi cara, pero el fríoparecía entumecer mis sentidos y las l*grimas comenzaban a nublar mi vista.1etr*s de mí, la estaci%n: ese hombre no demoraría en salir, tal vez yaestuviese en la calle, busc*ndome. quiz*s, pens!, ya me había visto y

caminaba detr*s de mí. Comenc!, finalmente, a correr. 2 nunca, nunca volví lavista atr*s.

a se"ora <reenold, sentada en el borde de su sill%n, parecía algoperturbada, y permaneci% un instante en silencio. os rayos del sol, m*sd!biles, formaban una blanca luminosidad sobre los cabellos de la anciana.Afuera, a trav!s de los *rboles, podían verse los campos ba"ados por la dulceluz de la tarde. 1e repente, como si volviese de otro lugar, mir% a John. 2 porprimera vez en toda la tarde se mostr% algo ansiosa'

-3e interesaría escribir esta historia4

John, apenas apoyada la cabeza sobre el respaldar, permanecíaabsolutamente quieto, con una epresi%n ausente, pero aquellas palabras

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parecieron volverlo a la realidad. +scribir... Ahora entendía. Casi había caído enla trampa. a anciana, como muchos aficionados a las novelas policiales, nohabía de$ado de inventarse una historia. 2 con el preteto de que pertenecía a lavida real se las había arreglado para que !l la escuchase. 58u! granoportunidad6, pens%, ?el vecino escritor de novelas policiales@ tal vez se

interesase en escribir su historia. 1esde el principio algo le había olido mal, paracreer en ese relato. 9ientras lo escuchaba no había podido comprender por qu!esa muchacha no salt% del tren apenas vio al su$eto en la estaci%n. 0ampocohabía una verdadera raz%n para no acudir al guarda, aunque fuesen s%losospechas: cualquier cosa era me$or que morir. 2 m*s increíble a&n era que lahubiese abandonado. Abandonarla por una etra"a certeza de que el asesinoestaba allí. o, aquella historia no podía ser cierta, tenía que ser un invento.

(ero un invento maravilloso.-3Se"or Bland4-(erd%n... me qued! pensando en su relato.a se"ora <reenold sonri%, algo nerviosa'-2, 3qu! le parece4-5>aya6, por momentos tuve la impresi%n de que escuchaba el capítulo de

alguna novela... -di$o John sin epresi%n.a anciana sonri% sin poder ocultar su satisfacci%n por el comentario.

(arecía entusiasmada'-5h6, no lo creo, ya le di$e, soy s%lo una aficionada. Adem*s, es apenas

una parte de la historia, s%lo una parte. 2 !sa es la raz%n por la que se meocurri% cont*rsela. >er*, desde aquella noche siempre me he preguntado qu!fue lo que sucedi%, no s%lo en el tren, sino antes... y despu!s de ese via$e.0odos estos a"os he imaginado cientos de historias como fondo de esa noche

terrible, de lo que sucedi% -la se"ora <reenold hizo una pausa y comenz% ahablar lentamente, como si meditase cada una de las palabras-. 0al vez leresulte un poco etra"o, pero nunca quise saber si realmente se había cometidoun crimen en ese tren. 0ampoco hice nada por averiguar si en esa !poca sucedi%alg&n hecho desgraciado en alg&n barrio de ondres, algo que pudiese teneralguna relaci%n con lo que vio esa muchacha por la ventana. 3Sabe4, al díasiguiente tenía el peri%dico en mis manos, y decidí no abrirlo. o lo pens!,simplemente no lo hice. 2 así fue al otro día, y los que siguieron. Sencillamenteno podía, hasta que me di cuenta de que no quería hacerlo. unca dud! de esecrimen, pero necesitaba de$ar un margen para poder continuar mi vida, 3loentiende4 )sted pensar* que es una tontería, o que soy una especie defan*tica, pero aunque me fascinen las historias de crímenes, sigo siendo unainglesa que ha tenido una educaci%n rigurosa, se"or Bland. o me gustaríatener la certeza de que aquel día pude salvarle la vida a otro ser humano, y esapeque"a duda ha aliviado mi conciencia durante estos a"os. Gsa es la verdad,se"or Bland.

-3a verdad4a se"ora <reenold se mostr% algo turbada'-Así es -aspir% profundamente-, y me temo que uno no puede cambiar los

hechos -de pronto se mostr% animada nuevamente-. (ero lo m*s importante noes saber qu! sucedi% realmente aquella noche en esa casa, 3verdad4 i en

qu! preciso lugar pudo haberse escondido nuestro asesino en el tren. 0al vezeso no haga falta pensando en usted, que es escritor -el rostro de la mu$er seilumin% con una sonrisa-. 5h se"or Bland6, usted tiene una profesi%nmaravillosa. 3o le resulta una historia apasionante para una novela4 )stedmismo di$o que le parecieron los capítulos de una novela. (i!nselo, tal vez al finconsiga el !ito y de$e atr*s los fracasos. -Al escuchar esto John sinti% unrepentino odio hacia aquella mu$er, que continuaba parloteando'

-5Sería fant*stico6, para mí tambi!n, claro, haberlo ayudado. Sí, podría sermuy interesante, yo misma he pensado otras cosas, si usted quiere...

3Acaso esa vie$a le había visto cara de idiota4 o s%lo pretendía hacerle

creer el cuento del tren sino que ahora ?su@ historia le salvaría la carrera deescritor. (ens% que si la de$aba hablar un poco m*s seguramente escucharía el

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resto de la novela. Como si para tener !ito necesitase de las historias de unaaficionada. (ero lo peor de todo, lo que de repente lo abrumaba y sentía que nopodía perdonarle a esa vie$a, era que tal vez tuviese raz%n. Aquellas escenas deltren eran formidables. unca había escuchado un relato tan vivido, tan plagadode intrigas y posibilidades. 3Se le ocurrirían a !l cosas así alguna vez4

-Se"ora <reenold... -John, como si no hubiese escuchado aquellapropuesta, di$o'- Creo no entender muy bien por qu! usted simplemente se fue.(ermítame decirle que me resulta un tanto inverosímil.- Gstas palabras sonaroncomo si hubiese dicho' ?infantil@ 

a se"ora <reenold lo mir%'-e har! una pregunta, se"or Bland' 3(uede decir qu! sería capaz de

hacer usted si siente que la muerte est* cerca, que su propia muerte se hatransformado en una posibilidad concreta4 0al vez no sepa lo que es eso,sentirse amenazado, perdido... >er*, no es que intente $ustificarme, s!perfectamente que mi huida fue algo cobarde, aborrecible si usted quiere: enese momento no lo pens!, no pude, pero despu!s lo entendí. +ra absolutamentenecesario que huyese. 3Acaso no lo ve4

John frunci% el ce"o'-(ues, la verdad... -John trat% de sonar desinteresado.-+n la estaci%n actu! por instinto, no pude hacer otra cosa, como un

animal que huye ante el peligro. Supongo que simplemente me de$! conducirpor el miedo y le aseguro que de no ser así tal vez no estaría viva en estemomento -en ese punto hizo un silencio. Adelant% su cabeza y comenz% ahablar en voz m*s ba$a-. +scuche' s! cu*ndo alguien est* durmiendo y,cr!ame se"or Bland, esa chica estaba profundamente dormida cuando la de$!para ir al toilette. 1ebe coincidir conmigo en que nadie, ecepto ese hombre,

querría entrar a un compartimiento donde alguien duerme y cerrar las cortinascuando el tren ya ha llegado a destino. +ra el momento m*s adecuadopara matarla. /ecuerde, el tren no tenía paradas. +l asesino sabía que no podríaba$ar hasta +dimburgo. 3C%mo eponerse todas esas horas a que alguiendescubriera el cad*ver, y con !l a&n arriba del tren4 o me$or era hacerlo aplena luz del día, en medio del alboroto de la llegada y... en el &nico momentoen que su víctima estuvo sola. 3+ntiende4 +se hombre había estadovigil*ndonos todo el tiempo, y por lo tanto me 'a()a +is!o. Si entr% alcompartimiento cuando fui al toilette es porque me vio salir de allí esa ma"ana,y seguramente tambi!n la noche anterior, cuando recorría el tren. o s! c%mo,pero !l estuvo ahí, en alguna parte, acechando desde alg&n lugar. 1ebi%suponer que la muchacha acababa de contarme toda la historia. )na historiaque podía serle muy peligrosa, aunque no supiera eactamente qu! vio Julie porla ventana. o era etra"o que adivinase mis intenciones de saber si estaba!l allí. o había otra raz%n para que yo saliese de nuestro compartimiento parafisgonear por todos los compartimientos. 2 al hacerlo, era porque tenía sudescripci%n. 3o comprende4 o s%lo lo conocía, sino que ahora para !l éramos"os nicos seres que sa()an "o que suce#ió en esa casa, e" #)a an!erior.  o s! sipuede ver cu*l era la situaci%n, se"or Bland: había otro testigo ahora' yomisma. 2 tenía que ser su pr%ima víctima.

VIVIR EN EL AMPO NO AMBIAR# LAS OSAS

a tarde caía. +n la habitaci%n, todavía ale$adas de las ventanas, lassombras parecían ocupar el espacio desde el fondo de la casa, opacando con lalentitud del atardecer los contornos de los muebles y los libros. Afuera seetendían disciplinadas por los &ltimos rayos del sol y hacían perder, casiinadvertidamente, todos los contrastes en un verde difuso, aterciopelado, cadavez m*s oscuro.

-0al vez ese via$e haya sido toda una eperiencia para usted... pero debodecirle que es apenas una an!cdota.- John di$o esto en un tono vago,

impersonal, que reservaba para su m*s venenosas sentencias. K2

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personalmente no me resulta muy atractivo para escribir algo sobre eso, losiento.

a anciana, que hasta ese momento le sonreía epectante, por unossegundos mantuvo la misma epresi%n hasta que, finalmente, la decepci%n sedibu$% en su rostro'

-h, realmente lo lamento, yo pens!... que podía resultarle de alg&ninter!s.John vio que el humor de su anfitriona a todas luces había cambiado. 0al

vez para disimularlo, ella se levant% y encendi% una l*mpara que se hallaba enuna mesa $usto detr*s de John. o hizo en silencio. 1espu!s, antes de sentarsenuevamente, coloc% otro le"o en el hogar. 0odo esto dur% casi medio minuto, yparecía despreocupada cuando di$o'

-Sí, claro... esto es apenas una an!cdota. Seguramente la idea para supr%ima novela es m*s interesante, 3verdad4

-+so espero, al menos tengo la impresi%n de que podría ser una buenahistoria -di$o con falsa modestia. 2 con la &ltima palabra, John record% que ellaya le había hecho esa pregunta. 2 que !l había respondido que no. Ahora, muyh*bilmente, la hacía de nuevo. 2 esa peque"a trampa lo hizo quedar como unimb!cil. o pudo disimular una mirada furiosa. +ra una mu$er lista, sin dudas...

-5h6, sabía que la tenía. (or favor, sería un gran honor para míescucharla, se"or Bland -la voz era dulce, como siempre, aunque a John le son%como una orden.

Sin embargo John no se inmut%. Sonri% de una manera en que no lo habíahecho hasta ese momento, y pens%'

“¿&uieres "a +er#a#?, (ien... !e #iré "a +er#a#”.

(ero antes de pronunciar una palabra, hizo algo etra"o' se levant%, tom%el atizador que estaba a un costado del hogar, y removi% casi innecesariamentela peque"a fogata mientras decía'

-o me gustaría demorarla demasiado. 0al vez usted espera a alguien.-h no, temo .que recibo muy pocas visitas, yo...a anciana lo miraba algo sorprendida. John coloc% otro le"o y volvi% a su

asiento. +l atizador permanecía a&n en su mano izquierda'-Comenzar! desde el principio. 3Sabe4, la tarde en que vinimos a conocer

la propiedad pasamos por este camino y vi a una mu$er mayor en el $ardín. +rausted, es decir -hizo una peque"a pausa-... yo sabía que aquí vivía una mu$er. 2hoy, mientras subía para llegar hasta aquí, me percat! de que su casa era la&nica, aparte de la mía, en este lugar. 2 fue entonces que sucedi%.

-e confieso que desde ese momento estoy pregunt*ndome qu! historiaes !sa, que usted prefiri% no contar.

John sonri%'-Bueno, est* bien. 8uiero advertirle que es apenas la idea central, y se

me ocurri% a partir de nosotros, quiero decir, un matrimonio $oven que tienecomo &nica vecina a una anciana. Claro, no todo se corresponder* a estasituaci%n, ni siquiera a nosotros mismos, porque al contarlo necesitar! deformarmuchas cosas, inventar! otras... (ero por lo pronto digamos que algunascircunstancias de la realidad me dar*n una mano para empezar.

Comenzar! diciendo que soy el que soy' un escritor. Supongamos que soy,tambi!n, algo mediocre. )n escritor mediocre que sabe que nuncaganar* mucho dinero, ya sea porque no tiene el talento suficiente o porque lashistorias que escribe pertenecen a un g!nero agotado que ya no le interesa anadie. +ste escritor, o me$or, yo -John hizo una pausa, mir% a su interlocutora, ysin sacarle los o$os de encima, sonri%-. Si usted me permite hablar! en primerapersona, 3sabe4, me resultar* m*s f*cil, porque así fuecomo lo pens!, y mi persona$e... por el momento no es otro que yo mismo.

-h sí, por supuesto -di$o entusiasmada la se"ora <reenold.

-Bien, habría que hacer un poco de historia para empezar... -encendi% uncigarrillo, y, entrecerrando los o$os, comenz%'- digamos que me cas! con una

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muchacha que en pocos a"os heredar* una fortuna, nada eorbitante, pero queme permitir* vivir sin la necesidad de dedicarme a otra cosa. )sted sabe, en elmundo real no se puede vivir con las regalías de un par de novelas sin !ito, yrealmente lo &nico que s! hacer es escribir. 0odo fue bien durante el primer a"o.unca estuve enamorado de mi mu$er, pero era una muchacha simp*tica, que

por alguna raz%n me admiraba. 1espu!s comenzaron algunas desavenencias...intrascendentes, al principio. o le di importancia. (ens! que era lo habitualcuando una pare$a comienza a convivir, usted sabe.(ero la cosa parecía ir m*s le$os. +lla pasaba mucho tiempo fuera de la casa.+sas desapariciones, y una creciente irritaci%n por cualquier cosa que yo pudierahacer o decir, me alarmaron. o me desesperaba el hecho de que ya no meamase, por la sencilla raz%n de que yo tampoco la amaba. 0ambi!n podíasoportar la aspereza de nuestra vida en com&n, siempre que yo pudiera seguirescribiendo. (ero sus ausencias eran cada vez m*s frecuentes, y eso s%lo podíasignificar una cosa' había otro hombre.

1ecidí disimular mis sospechas. 0rat! de ser m*s d%cil y amable en lacasa, y ya no le preguntaba nada cuando ella salía. 0enía la esperanza de que loque parecía ser una aventura se muriera en un tiempo m*s o menos breve,como corresponde a una aventura. 0oleraría todo lo necesario para poner pa"osfríos en el matrimonio, que era mi &nica posibilidad de vivir m*s quedignamente el resto de mi vida aunque no vendiese una sola de mis novelas.Sabía que en ese momento cualquier discusi%n podía precipitar en lo &nico queno quería, o que no podía permitir' separarme de Anne. 9i estrategia funcion%por un tiempo. uestra vida en com&n se hizo, a mi costa, m*s f*cil. Sinembargo sus salidas continuaron. 1espu!s enferm% el padre Kun hombre que,debo decirlo, nunca me quiso- y comenz% a llamarla para que lo acompa"ara

cuando le sobrevenían peque"as crisis debidas a una afecci%n cardíaca que enno mucho tiempo -ya lo di$eron los m!dicos lo har*n de$ar este mundo. Así fuecomo Anne comenz% a estar con !l, una o dos noches a la semana. ;ue en unade esas noches, una como las otras, que decidí seguirla. Algo en su modo desalir de la casa, una cierta emoci%n que yo le conocía, me hizo saber que no erasu padre a quien vería. +ra muy f*cil corroborarlo: bastaba una llamadatelef%nica para saber si se encontraba allí. (ero eso era $ustamente lo que yo noquería: verme obligado a pedirle eplicaciones, de$ar abierta la posibilidad de laconfesi%n de una mu$er enamorada y, usted sabe, en esas discusiones lapalabra divorcio puede pronunciarse muy f*cilmente. (ero tenía que saberlo. aacompa"! hasta la puerta del edificio y ni bien parti% tom! un tai que la sigui%hasta el Soho, donde se detuvo en una esquina. Gl la estaba esperandoeactamente allí. +ra un muchacho alto que se subi% al auto y la estrech% entresus brazos. 3Sabe4, una cosa es sospecharlo con cierta certeza, m*s a&n,saberlo: y otra muy diferente es estar vi!ndolo con los propios o$os. osdos parecían como enloquecidos adentro de ese auto, cr!ame, fue como miraruna tragedia, aquello que cambiaría el curso de mi vida. 9e sentí absolutamenteimpotente y tuve, por primera vez, mucho miedo. +sa noche cuando volví acasa no pude dormir. Sabía que cualquier cosa que hiciera para salvar nuestromatrimonio sería in&til. unca, ni en los primeros tiempos, había visto a Anneasí, como esa tarde dentro del auto. +sa chica estaba perdidamente enamorada,

y me arrastraba a mi propia perdici%n.a idea de vivir en el campo era un vie$o proyecto que teníamos desde

que nos casamos. 1e modo que decidí llevarlo adelante. o iba a de$ar escaparla oportunidad de ale$arla de ondres. Creí, supongo, lo que creen todos losmaridos: que la distancia les haría todo m*s difícil a los amantes... hasta quetodo terminase, o algo, cualquier cosa que pudiera pasar era preferible antes dever c%mo mi matrimonio se derrumbaba. ;ui un iluso. #oy mismo, apenas siacab*bamos de entrar a la nueva casa, ?su padre@ la llam% por tel!fono. Atendi%ella. 2 !sa es la raz%n por la que est* en ondres ahora. Seguramente con !l. isiquiera le import% que su propia ropa est! en canastos, por ahí. ada

cambiar*. 1esde aquí, todo le ser* m*s f*cil a&n. Ahora la distancia $ustificar*las demoras, prolongar* sus ausencias... y eso eplica por qu! acept% tan

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f*cilmente mi propuesta de mudarnos aquí, a Chipping Campden. Como ver*,fui un idiota.

John hizo un peque"o silencio antes de continuar'-ecesitaba hacer algo que terminase con este asunto para siempre. (ero

no sabía qu!. o encontraba ninguna salida. (ero, como sucede siempre que

estamos desesperados, algo ocurre.#oy descubrí que los &nicos seres vivientes en este lugar encantadorsomos nosotros y... usted.

2 la idea acudi%, por así decirlo, casi sin buscarla: por pura obra de lascircunstancias. 9ientras cruzaba su $ardín no s%lo supe qu! era lo que iba aescribir, sino que esa escena, yo mismo entrando a su casa con la repentinafelicidad del escritor cuando encuentra una idea, ya era parte de la novela: y yosu protagonista. (orque todo comenzar* así' un hombre que tiene porcostumbre visitar a sus nuevos vecinos llega a la casa de una ancianaabsolutamente desconocida. Gl mismo no sabe, hasta que llama a la puerta, queha decidido matarla.

UNA NOVELA HA OMEN%ADO

-1ebo confesarle que la mía es una sensaci%n etra"a. Como sentir queaquello que invent!, de alguna manera, ya ha comenzado.

John miraba hacia la ventana. Algo en su voz sonaba diferente'-+sperar! la noche. adie me vio llegar aquí, y nadie me ver* salir.

legado el momento la muerte deber* ser violenta. 0endr! que forzar unaentrada, tambi!n, y borrar todas mis huellas, que s%lo se encuentran en esta

taza... y en el atizador, claro.#izo un peque"o silencio en el que, de reo$o, mir% el rostro de la anciana'-Cuando llegue a mi casa Anne no estar* porque, usted lo sabe, se

encuentra en ondres con su amigo. +ntonces ensayar! lo que dir! a la policíade lo que sucedi% esta tarde, cuando me lo pregunten' al irse Anne, despu!s deun rato decidí tomar una siesta. 9e sentía muy cansado, y el tra$ín de lamudanza hizo que me quedase dormido casi toda la tarde. 2o tengo el sue"opesado, mi mu$er lo sabe, y tal vez fue !sa la raz%n de que no escuchase losgolpes en la puerta, o el tel!fono. +s muy poco probable que alguien se hayaapersonado en mi casa, o que el tel!fono suene mientras estoy aquí. S%lo unpar de personas saben el n&mero, y hace apenas dos días !sa era una casadeshabitada. 3A qu! hubiera querido ir alguien allí4 (ero debo tomar lasprecauciones del caso. e hablar! por tel!fono a un amigo que vive en ondrespara recordarle una cita que tenemos pendiente la pr%ima semana' ?h, 1an,pens! que estarías... llamaba para recordarte la reuni%n de la semana pr%ima,por favor, no te olvides. 0e hablo desde la nueva casa. 0endrías que ver esto, esmaravilloso, y a $uzgar por todo lo que dormí esta tarde descansar! muy bienaquí...@. Ser* un comentario casual, claro, lo importante es que mi amigo deseguro no est* y ese mensa$e quedar* grabado por un tiempo. Al cad*ver lohallar*n al día siguiente. 1urante la pesquisa, el primer lugar al que ir*n es-seguramente- a la casa m*s pr%ima. +star! escribiendo o acomodando

a&n los muebles. #ar*n todas las preguntas y yo les dir! que estuve dentro dela casa todo el día. S%lo despu!s de que insistan, recordar! que en unmomento, mientras estaba en la cocina, vi a un hombre que parecía un $ardinero, caminando cuesta arriba. 2 ellos tendr*n un sospechoso mucho m*sconfortable que yo' una persona normal y decente que acaba de mudarse y nisiquiera la conoce. 38u! motivos tendría para matarla4 #asta aquí no habr*mayores dificultades. Buscar*n, in&tilmente, al hombre que describir!.1espu!s de un tiempo, apenas el necesario para que mi suegro finalmentemuera, la víctima ser* mi esposa. (ero en ese tiempo mi relaci%n con ellame$orar*. Ser! lo que nunca he sido' un esposo enamorado, y tendr! -me

encargar! de ello- testigos del buen momento que est*bamos pasando con

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Anne. Claro, no durar* mucho. S%lo hasta el día del asesinato, en que repetir!lo que se da en llamar el modus operandi' y ser*, como la suya, una muerteviolenta. (ero con una diferencia' para todo el mundo estar! en ondres esedía. 2o tengo una forma de probar eso. +s algo complicada, pero eiste. 2 esacoartada es la que me borrar* de toda sospecha. (or un tiempo, claro, buscar*n

al misterioso asesino de Chipping Campden... -se detuvo un momento paraencender un cigarrillo. 1io una pitada, mir% hacia el piso y sonri% apenas' -#abr* otros persona$es, y un detective que deber* complicar un poco las cosas,claro. 3Sabe4, lo curioso es que en la ficci%n el asesinato debe ser algocomplicado, y en eso no se parece a la vida real. Si yo la asesinase a usted estatarde, por e$emplo, 3cree realmente que podrían descubrirme4 3Sabe ustedcu*ntos crímenes cuyo autor se desconoce hay por a"o4 e aseguro que la cifraes escalofriante. Seamos sinceros, cometer un asesinato no es algo muy difícil,adem*s... los detectives verdaderos no son nuestros ec!ntricos ehiperinteligentes h!roes de las novelas. o se"ora. a gente no quiereasesinatos reales para leer. Son aburridos y nos recuerdan lo vulnerables quesomos al crimen de todos los días, o si no piense en usted misma esta tarde.)n absoluto desconocido llega y usted lo hace pasar. Gl podría matarla ydespu!s simplemente desaparecer. o hay motivo, conei%n alguna y nadie lovio llegar. +so no parece una novela. +so no divierte, 3verdad4

a se"ora <reenold solt% una risa nerviosa y mir% r*pidamente hacia lapuerta, despu!s en direcci%n a la cocina y finalmente a su vecino'

-Creo que hace demasiado calor aquí... me siento un poco mareada, metemo. a idea de su novela resulta un tanto perturbadora, 3no cree4 o de$a dealegrarme que se trate de una novela.

(ero John permaneci% en silencio.

a anciana, en un tono que sugería el final de la visita, di$o'-+s tarde...-Sí, es casi de noche.+lla ya estaba de pie. (ero John continu%'-a verdad es que no creí pasar una tarde tan agradable. 3Sabe4, no

todos los días uno conoce la gente adecuada para conversar sobre estostemas...-y continu% con un tono firme'

-e confieso que me encantaría tomar otra taza de t!.a se"ora <reenold qued% inm%vil. o contest%. )na d!bil sonrisa no

parecía borrarse del rostro de John'-(or supuesto, si no es una molestia -su cuerpo parecía clavado al sill%n.-Claro -contest% la anciana con un tono vacilante, y con la mirada huidiza,

como si quisiese posarla en alg&n lugar de la estancia y no supiera d%nde-...demorar! un minuto.

>olvi% a desaparecer tras la puerta por donde lo había hecho antes. Johnse levant% r*pidamente y se acerc% a la ventana. >io las &ltimas luces del díaque oscurecían las siluetas de los *rboles, y, detr*s, la bruma blanca que selevanta $unto al crep&sculo y corre entre los campos con la &ltima claridad. 9*sarriba, el cielo tenía ese azul que precede a las primeras estrellas. )na oscurasonrisa pareci% dibu$arse en su rostro.

a se"ora <reenold regres% con la misma bande$a para apoyarla, otravez, sobre la mesa. John se encontraba ahora nuevamente sentadoconfortablemente en su sill%n. inguno de los dos di$o nada en ese momento.S%lo se escuchaba, muy d!bil, el cru$ir de las ramas en el fuego. Cuandolevant% la tetera de plata para servir el t!, ambos se vieron refle$ados en ella'John, que había de$ado de sonreír, la miraba. 1el otro lado, el semblante de lamu$er se veía algo tenso, receloso, aunque trataba de disimularlo'

-#e pensado en su novela, se"or Bland -la anciana vio el atizador ytambi!n vio la mano de John, que caía distraídamente sobre el mangotorneado.- 3Sabe4, no me etra"aría que tuviese !ito, parece una buena

historia.-Creo que todo resultar* bien.

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-Sí, yo tambi!n lo pienso. Aunque no de$o de creer que aquel episodio deltren es muy interesante, tambi!n. 5h6, no se preocupe -la mu$er hizo un gestocon la mano- no le pedir! que lo tome en cuenta, s%lo... -call% un instante,como si no encontrase las palabras para seguir'

-+scuche: usted se ha sincerado conmigo y me ha dicho cu*l es la idea de

su novela. Siento que debo hacer lo mismo, yo... debo confesarle algo.John la mir% atentamente'-3Sí4-9ire, si usted se mostraba interesado en aquello que sucedi% en el tren

yo pensaba, despu!s, contarle algo que imagin!... sobre aquel día. 3/ecuerda42o di$e que me hubiese gustado conocer la historia de fondo de aquella nocheespantosa, qu! había sucedido antes, qui!n era ese hombre...-hizo una pausa-.a verdad es que yo tambi!n invent! una historia. 2 bueno, usted sabe, se meocurri% que bien podría servir para una novela. #e escrito algunas p*ginassueltas, pero temo que no es tan f*cil como pensaba y...

-Crey% que sería una buena idea que yo lo hiciese.-John le complet% la frase.-(ues sí, y le pido disculpas. 2o... quisiera que la escuche, ahora. )sted

di$o que aquello era apenas una an!cdota, y que no le había interesado eserelato. (ermítame que le cuente toda la historia, no s%lo aquello que viví,tambi!n lo que imagin!.

John la mir% algo sorprendido.-h, por favor se"or Bland, creo que tenemos tiempo.-+ntonces no hay problema- John bebi% el &ltimo sorbo de la taza,

encendi% un cigarrillo, y oy% el siguiente relato'

UN HOMBRE EN &UIEN ONIAR

=magin! que aquella historia podría haber comenzado una tarde, unatarde cualquiera, en ondres. +ran las cinco, o las seis, una de esas horas enque la gente parece apretu$arse en todos los lugares de la ciudad, las calles, lospubs, el metro... +ntre toda esa gente, entre esos rostros indiferentes, veo el deuna mu$er. o parece muy $oven, ni muy distinguida, pero tiene un aspectonatural, agradable. 0raba$a en una oficina, o probablemente en algunatienda de Bond Street. +s un traba$o como cualquier otro, tal vez algo rutinario,pero ella no se que$a, quiero decir, nunca ha sentido que las cosas podrían serdiferentes.

+sa mu$er, que imagino algo solitaria, no tenía motivos para sentirseinfeliz, o nada parecido. o porque su vida fuese algo etraordinario, s%lo eradel tipo de las que ni siquiera piensan en ello. (ero, a diferencia de otras, noesperaba conocer a alguien, casarse, y con el tiempo tener hi$os. Sentía que elamor, el romance, no eran para ella. #abía conocido algunos hombres en suvida, pero siempre una raz%n hacía que todo intento en este sentido fracasase'ella no creía en los hombres. Sencillamente no podía confiar en ellos. 0al veztenía poderosos motivos para que esto fuese así, motivos que habría que buscaren su pasado, pero el caso es que con el tiempo su historia comenz% a

parecerse a la de cualquier mu$er cuyo destino fuese la soltería.#asta esa tarde.Se había sentado en una peque"a plaza, en BerEeley St. o estaba

pensando en nada en particular, tal vez s%lo descansaba un momento antes detomar el autob&s que la llevaría a su casa, cuando ocurri% algo que cambiaría suvida por completo.

)n hombre vino a sentarse en el otro etremo del banco.+lla no volte%, pero despu!s de unos instantes se percat% de que aquel

hombre la estaba mirando. 2 ya había decidido irse, cuando escuch% su voz'-+s increíble.

+lla gir% la cabeza. 2 lo primero que vio fueron sus o$os. os o$os de aquelhombre la contemplaban de una manera muy especial. o había nada oscuro ni

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temible en ellos, al contrario: la miraba como si ella fuese una ni"a, y percibi%,a su vez, que !l $am*s podría hacerle da"o. Sentía que algo dentro de sí semovía, una emoci%n antigua, como si hubiese reencontrado algo hermoso queno veía hace mucho tiempo.

-3(erd%n4 -ella no pudo evitar una sonrisa.

-1isc&lpeme, no quiero importunarla, s%lo decía que es increíble la luz, aesta hora. 3>e usted aquel edificio4 Si lo mirase dentro de, digamos... veinteminutos, no lo reconocería. a luz le cambiar* las formas, se nos mostrar*mucho m*s severo, los bordes tendr*n otro relieve, algunos ornamentosdesaparecer*n. 2 sin embargo, ser* el mismo.

-3a luz4-5h sí6, la luz... la luz no solamente ilumina, 3sabe4 Act&a todo el tiempo,

sobre las formas, los lugares, nuestros estados de *nimo. 1e todaslas cosas invisibles la luz es la que mayor influencia tiene sobre nuestras vidas,de eso estoy seguro.

-5h6...+l hombre ampli% su sonrisa. (arecía la sonrisa de un hombre bueno:

franca, seductora... cuando etendi% una mano hacia la mu$er'-(ermítame presentarme' mi nombre es Barnes, /obert Barnes.+lla pareci% titubear, y mientras alargaba su mano volvi% a mirar los o$os

de aquel hombre. Sí, tal vez pudiese confiar en ellos.1esde ese momento y en las horas que siguieron esa tarde, un

sentimiento etra"o hizo que toda la vida pareciera concentrarse en aquellamirada, ese rostro, esa boca que sonreía...

 LAmor a primera vista@, le había dicho a su tía cuando le habl% por

tel!fono, una semana despu!s. (ero se arrepinti%. Ahora la llamaba todo eltiempo pregunt*ndole por su noviazgo. Su noviazgo... o podía decirle que/obert estaba casado, sencillamente no podía. o porque fuese un problema, nolo era, no para ellos, pero su tía no lo entendería. Gl se lo había dicho aquellamisma tarde, y creía que tambi!n por eso lo amaba' ?no te ocultar! nada,así son las cosas. Si quieres me voy y haremos de cuenta que no nosconocimos@. 0odo había sido tan r*pido... sus palabras, aquel roce en elmolinillo de la tienda que visitaron, sus rostros casi pegados cuando alguien laempu$%, su respiraci%n... y el beso. 3C%mo hacer de cuenta que no se habíanconocido4 Si tenía la impresi%n de que sus treinta y cinco a"os s%lohabían servido para conocerlo a !l, esa tarde. 2 para ninguna otra cosa.

a pasi%n lo cambia todo, es verdad. +n primer lugar, sinti% quecomenzaba a vivir: como si lo anterior hubiese sido un sue"o largo y aburridodel que ahora despertaba. Ahora estaba !l. 2 había llegado para que ella supieraeactamente lo que quería en este mundo: para que todo, finalmente, tuvieraun sentido. 3C%mo había podido vivir, antes de /obert4 3C%mo había sido suvida sin los brazos de /obert rode*ndola, mientras ella sentía, al fin, que nadamalo podría sucederle4 Gl estaría allí, protegi!ndola, queri!ndola todo el tiempo.

/obert no era, de m*s est* decirlo, feliz en su matrimonio. )n romance

de verano en Brighton /ocE, hacía ya m*s de veinte a"os, lo había lanzado a lapromesa de una vida de felicidad con aquella muchacha. a conoci% en unconcierto al aire libre, una hermosa tarde de $ulio. #elen no era bonita, pero síera vivaz, algo atrevida, y rica. Sin embargo, no fue esto &ltimo lo que lo llev%al matrimonio. ;ue la sencilla ilusi%n del enamorado: s%lo eso le hizo pensar quecon tantas diferencias podrían ser felices.

(odría decirse que desde ni"o /obert era pintor, y s%lo parecía hacerlefrente a aquello que se interpusiera entre !l y su vocaci%n. (or lo dem*s,siempre fue un muchacho inseguro, d%cil y algo tímido. 1esde su $uventudgozaba de cierta fama, y alg&n talento. (ero no el suficiente para mantener a su

esposa, no de la manera en que estaba acostumbrada. 2 ella lo sabía. o habíasabido siempre. (ero se casaba con un artista. )n artista de renombre. 2

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eso era, para la hi$a de un gran$ero de lanidloes, algo m*s que tener dinero.Compraron una casa en #amsptead, donde vivían cuando se encontraban

en ondres. 1espu!s de los primeros a"os de matrimonio, los via$es eran cadavez m*s frecuentes: hasta que no alcanzaron a disimular el infierno en el queparecía convertirse esa uni%n. )na eistencia plagada de frivolidades y un

profundo hastío no s%lo hicieron de aquella muchacha etrovertida una mu$eragria e insatisfecha, sino que, lenta e implacablemente, la atra$eron a un nuevoh*bito' el hisEy. 2 en esos momentos s%lo alguien como /obert podíasoportarla.

as pocas veces que !l había insinuado la idea del divorcio aquelloterminaba en un esc*ndalo. (or alguna oscura raz%n ella necesitaba tenerlo allí,a mano, para dar rienda suelta a todas sus locuras y ansiedades. tal vez loamaba, a su manera.

+l día anterior al crimen /obert se encontr% con su amante. ;ue el &ltimoencuentro, antes de que se precipitaran los hechos. Allí, tal vez, tuvo lugar estedi*logo'

-+s necesario que hables con ella.-0& no la conoces...-(ero no podemos seguir así, 3no lo entiendes4-5h, sí...6, claro que lo entiendo, cr!eme, nadie m*s que yo quiere eso,

pero...-/obert -lo interrumpi%- yo confi! en ti, me di$iste que todo se

solucionaría, me prometiste...-Sí querida... es cierto, pero debemos esperar, te repito, no sabes c%mo es

ella...

-5o me importa c%mo es ella6, y t& lo sabes.Gl la mir%'-Sí, lo s!. ->olvi% la vista hacia otro lado-. 9a"ana le hablar!.-39a"ana4-Sí, ma"ana.

MUHO M#S LOA &UE T'

Al día siguiente llovi% durante toda la ma"ana. 1espu!s del mediodía lasnubes se disiparon mostrando un cielo azul, absolutamente limpio. 2 un calorbochornoso se etendi% sobre la ciudad. Brotaba de las calles, de las aceras, yparecía adue"arse de todas las casas, de todos los rincones donde hubieraalguien que respirase. 1esde el almuerzo, /obert había permanecido en suatelier, sin traba$ar. o había tocado un pincel en todo el día. Cerca de las seisba$% a la cocina para prepararse un t!. a casa estaba en silencio. #elen dormía.

0enía la taza en la mano cuando la campanilla del tel!fono lo sobresalt%.-3#ola4-/obert.-8uerida... no debes llamarme aquí...-o s!, pero necesitaba saber. 3#ablaste con ella4-o siento, eso... no es posible, no ahora.

-3C%mo4, /obert, ayer me di$iste...-o s!, lo s!, compr!ndeme... hoy ha estado enferma, anoche tuvo una de

sus noches, ha dormido casi todo el día.-/obert, ella se emborracha todas las noches.-0ienes raz%n, pero ahora no puedo hacerlo. 0e prometo que lo vamos a

solucionar, confía en mí. +n la línea se escuch% un silencio.-5h6, quisiera confiar pero... tal vez no pueda, tal vez est!s minti!ndome

y...-5o6 5(or favor, no digas eso6 50& eres lo &nico que tengo, mi &nica

esperanza6

-/obert -la voz de la mu$er son% diferente-, 3me amas4-Claro que sí.

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-+s todo lo que necesito saber. Confía t& en mí.Al decir esto &ltimo se escuch% un clic del otro lado.

38u! había querido decir con eso4 a &ltima frase de la mu$er le qued%dando vueltas mientras tomaba los primeros sorbos de t!. 1istraídamente, a

trav!s de la ventana atisbo el cielo. )nas pesadas nubes presagiaban latormenta. Confía t& m mí. 38u! diablos había querido decir con eso4 Cada vezque llevaba la taza a la boca sentía que la transpiraci%n le brotaba de la frente,podía sentirla, y en la espalda, convirti!ndose en algo pega$oso entre !l y laropa. 1e pronto sinti% que se sofocaba, y unos deseos repentinos de tomar untrago. ;ue a la sala y abri% las puertas del bar. Sac% una botella de scotch, yestaba por abrirla cuando escuch% un ruido de pasos, arriba. +lla se habíalevantado. <uard% la botella nuevamente y cerr% el peque"o mueble tratandode que la puerta no cru$iera. o quería tomar en su presencia, no tan temprano.

-/obert, 3qu! hora es4a voz sonaba algo cavernosa, trasnochada. /obert se dio vuelta y la vio

ba$ar las escaleras. #elen vestía ropa de cama, y su cabello estaba revuelto.Antes había sido esbelta y muy elegante. unca fue hermosa, pero ahoraparecía una mu$er de mala vida que enve$eci% de golpe. 1escendía muydespacio, apoy*ndose disimuladamente en el pasamano'

-+scuch! el tel!fono, 3qui!n era4-&mero equivocado.-*stima. Sería bueno que alguien nos llamara invit*ndonos a una fiesta.-#ace tiempo que ya nadie nos invita a una fiesta -las palabras de /obert

de$aron oír un leve tono de reproche. +lla se detuvo y lo mir% un momento

antes de desplomarse en un sill%n.-Si t& lo dices.../obert se levant% y fue hasta la cocina. 1esde allí se escuch% la puerta de

la heladera y, un segundo despu!s, su voz'-o has cenado... 38uieres comer algo4-o, gracias -#elen había posado su mirada en el bar. (ero casi al instante

volvi% la cabeza hacia otro lado, como si no quisiera tener esa visi%n frente a sí.+lla tampoco quería empezar a tomar tan temprano. (ermaneci% sentada, perovolvi% a girar la cabeza. Ahora de nuevo miraba el bar.

-59aldita sea, /obert6, 5es que acaso no piensas decirme la hora6

9*s tarde, ya casi anochecía, la escena había cambiado. )na l*mpara allado de la escalera era, con el &ltimo resplandor del día que entraba por lasventanas, la &nica luz en la sala. #elen se hallaba recostada sobre un peque"odiv*n. +n el suelo, un cepillo que había de$ado caer despu!s de un intento depeinarse, y en su mano, un vaso de hisEy. a botella estaba sobre la mesa, alalcance de su brazo.

-3Sabes4, me gustaría bailar un poco. Anda, pon la radio, 3quieres4-o querida, hace demasiado calor todavía, así estamos bien. 9*s tarde, a

lo me$or -/obert ho$eaba una revista de barcos, que no le interesaba.-5o6, 5así t& est*s bien, no yo6 53C%mo puedes saber lo que yo siento46

-su voz era chillona./obert levant% su mirada de la revista y volvi% a posarla sin decir una

palabra.-0e hice una pregunta, /obert -#elen arremeti%. (ero no hubo tiempo para

escuchar la respuesta.+l llamador de la entrada había sonado.

+n los instantes previos a ese momento, ella se acercaba a la casa conpaso decidido, aunque algo tenso. as nubes estaban tan ba$as que parecían apunto de caerse, y en esa calle el olor que precede a la lluvia se mezclaba con el

que despedían las madreselvas de los $ardines. Se detuvo $usto en la entrada

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del $ardín y vio una peque"a luz encendida en la sala. as primeras gotas delluvia comenzaron a caer y escuch%, en alg&n lado, una ventana quese cerraba. a calle estaba desierta.

(resion% el llamador.

-30&4-Sí, /obert.-(ero... 3qu! haces aquí4-38ui!n es, /obert4 -la voz se escuch% desde atr*s./obert susurr% suplicante'-(or favor, 5vete6-o. Se lo diremos $untos, no podemos seguir así.-i/obert6 -la voz se acercaba cada vez m*s en direcci%n a la puerta.-o es nadie, s%lo... -/obert comenzaba a responderle cuando vio que su

esposa se había detenido $usto detr*s de !l. 2 apoyaba una mano en suespalda.

-5>aya6, 3y qui!n es esta se"orita40ras la pregunta se hizo un silencio en el que nadie parecía saber

eactamente qu! decir. ;ue entonces que la epresi%n de #elen cambi%'-/obert, 3vas a decirme qui!n es esta mu$er4-Se lo dir! yo misma, Se"ora Barnes. 2o... he venido a hablar con usted.

0engo... tenemos algo que decirle. -1icho esto empu$% la puerta y simplementeentr%.

+n ese momento la lluvia comenzaba a descargarse torrencialmente. Antela mirada at%nita de #elen, ella se par% en la mitad de la sala. levaba unpeque"o bolso de mano que apoy% en el suelo y mir% a su anfitriona. A !sta la

boca se le abri% para decir algo, pero evidentemente a&n no podía reaccionar./obert cerr% la puerta lentamente.-o que vine a decirle es muy breve' /obert y yo nos amamos, y vamos a

casarnos. lo que fuere. Gl no quiere lastimarla, yo tampoco, pero noesconderemos nada, esto no es algo pasa$ero.

#elen no podía creer lo que estaba escuchando.-2 tambi!n quiero decirle -ella continu%- que...-5h...6 -la eclamaci%n la interrumpi%- 3#ay algo m*s4 -la voz de #elen

destilaba un tono malicioso e ir%nico. #elen había reaccionado.- 5Cu!ntanos porfavor6, /obert y yo est*bamos un poco aburridos esta tarde, 3verdad /obert4-se dio vuelta y mir% a su esposo. Sus o$os brillaban de ira, pero sonreía./obert levant% su vista del suelo y sin mirarla di$o'

-(or favor, #elen...-1espu!s hablaremos /obert -y se volvi% hacia la reci!n llegada-. 1ecías

que te revuelcas con mi marido y... no s! qu! m*s.-5o6, 5yo no di$e eso6, 5di$e que nos amamos6-5h, claro...6 o olvidaba, el amor... -atraves% la habitaci%n y fue directo

a la botella de scotch-. (ues la verdad es que... -por un momento su vozpareci% quebrarse mientras llenaba un vaso- no esperaba esto.

Con la &ltima palabra se llev% el vaso a la boca y no lo solt% hasta queestuvo vacío.

-Se"ora Barnes, no he venido aquí a ofenderla, yo s%lo...-59e importa un bledo a qu! ha venido usted a mi casa6 5S%lo l*rguese6-#elen, por favor... -/obert se acerc% a ella y le toc% levemente el

hombro.-50& no me toques6 -su epresi%n volvi% a cambiar. 1e nuevo se mostr%

desafiante'- >amos /obert, 3acaso no quieres ver c%mo dos mu$erespelean por ti4 Aprovecha, eso no te ha sucedido antes. -len% el vasonuevamente y mir% a la mu$er: parecía escudri"arla'-(ero creí que tendríasme$or gusto. Si querías serme infiel podrías haber conseguido alguien m*s $oven. 3Cu*ntos a"os tiene usted querida4 2a anda por los cuarenta, 3verdad4

+lla no le respondi%. #elen continu% sin sacarle los o$os de encima'

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-3Sabe4, de todos modos me sorprende. 9i marido nunca tuvo !ito conlas mu$eres, ni siquiera cuando era $oven, antes de perder el pelo. 3/ecuerdascuando tenías pelo, /obert4, 3/ecuerdas cuando eras pobre, /obert4,3/ecuerdas cuando no podías pintar porque tu miserable traba$o en elcorreo no te lo permitía, /obert4 (ues recuerda esto, /obert' 5t& no eres nadie

sin mí6 52 dile a esta mu$erzuela que se largue de mi casa ahora mismo6/obert, que parecía un ni"o al que habían retado, di$o'-#elen, por favor...-32 t& qu! pensabas4 -#elen se volvi% hacia ella-3que sería tan f*cil como

venir y decírmelo4 -lanz% una carca$ada que reson% en toda la casa- 5>aya6,ustedes dos sí que me hacen reír. - >olvi% a llenar el vaso y bebi% un trago./obert y la mu$er la miraban sin decir nada.

-(ues bien, d!$ame decirte algo de /obert -prosigui% con la voz ya *sperade alcohol-. #e invertido mucho en !l para que una camarera o lo que seasvenga a insultarme a mi propia casa. o lo puedo tolerar. Así que hazte unfavor y vete. o lo podrías mantener, cr!eme, los pintores son caros: adem*s,ya no es $oven. 2 lo &nico que sabe hacer es pintar, me temo. Así son losartistas. 2... hay algo m*s.

-#elen, por favor -/obert trat% de calmarla.-38uieres de$ar de decir ?#elen, por favor@ y callarte4-o me importa nada de lo que usted pueda decir, -ella mir% de reo$o a

/obert.-5h sí...6, claro que te importar*. 3Sabes4, cuando vino la guerra yo

estaba enamorada, y no quería que a mi esposo le sucediese nada. 9i padre seencarg% de ello, cuando vivía. 0enía algunos contactos, y fraguaron un informem!dico. A&n conservo ese informe, y cr!eme, basta verlo para saber que es

falso. 3Sabes cu*l es la pena para los desertores, querida4 -hizo una pausa,bebi% otro trago, y clav% sus o$os en la mu$er. Su mirada era maligna'- (or loque veo creías que el amor lo puede todo, 3verdad4

2 dicho esto comenz% a caminar por la habitaci%n de una maneraeageradamente l*nguida, como si parodiase a una actriz representando alg&npapel. +l sarcasmo en su voz apenas se podía tolerar'

-?a amante decidida le har* frente a la perversa bru$a que tieneprisionero a su príncipe...@, -otra carca$ada brot% de su garganta. +l sonido eraahora m*s pastoso, el de una alcoh%lica-. 9e parece que has leído muchasnovelas, querida.

-52a basta, #elen6 -/obert trat% de su$etarla. +lla parecía estar a punto decaerse.

9ientras tanto ella la miraba en silencio. Su rostro no mostraba epresi%nalguna.

-51!$ame6 -#elen apart% las manos de /obert para etender un brazo yse"alar con un dedo a la amante de su marido, y rugi%'

-52 t&6 5o obtendr*s nada de aquí6 0al vez ya no ame a este hombre,5pero es mío6 3o entendiste4

a epresi%n de sus o$os era triunfante, horrible.+lla sostuvo su mirada de una manera etra"a. Se veía absolutamente

serena, como si se hubiese de$ado llevar por sus propios pensamientos, a$ena a

todos esos gritos, a toda aquella escena. Sin embargo, le respondi%'-0emo que te equivocas, #elen. 2o ser! la mu$er de /obert, y tal vez viva

aquí -le ech% una mirada al lugar-. +s m*s, ahora mismo voy a usar tu cuartode ba"o. -2 acto seguido, con la misma tranquilidad de sus palabras, se dirigi% ala escalera y comenz% a subirla.

-38u!...4 -#elen mir% a su marido- 3...8u! di$o esa mu$er4)na vez m*s, no podía creer lo que acababa de escuchar. 0ampoco /obert,

pero !l no tenía la epresi%n de absoluto desconcierto que veía en el rostro desu esposa. 38u! era todo eso4 38u! sucedería ahora4 +scuch% c%mo arribahabían abierto un par de puertas, y vuelto a cerrarlas. #asta que reconoci% la

del cuarto de ba"o.

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-/obert, 3qu! significa esto4 -vio c%mo su mu$er cerraba los pu"os y sument%n comenzaba a temblar mientras levantaba su mirada hacia el final de laescalera. Al verla así se alarm%'

-5#elen, por 1ios, no hagas nada6(ero su esposa se dio vuelta hasta quedar cara a cara con !l. Sus o$os

parecían a punto de salirse de sus %rbitas'-(or lo que veo, esta mu$er est* loca. 2o arreglar! esto...-5o6 -/obert hizo un gesto para ganar el paso a la escalera.-o te atrevas a subir /obert, porque si lo haces soy capaz de cualquier

cosa.-38u! har*s4+lla ya había comenzado a subir las escaleras con la vista siempre hacia la

direcci%n del cuarto de ba"o. Aba$o, /obert se tomaba la cabeza, parecíadescomponerse. #elen lleg% al piso y sus pasos fueron cada vez m*s veloceshasta que tom% el picaporte. )n rugido pareci% salir de su boca cuando entr%violentamente y di$o'

-3+s que acaso est*s loca4(ero no vio a nadie en el cuarto de ba"o.1io un paso hacia adelante cuando escuch% un ruido detr*s de sí. 2 antes

de que alcanzara a darse vuelta, sinti% que algo la tomaba por las piernas y laelevaba del suelo. +l alcohol, y ese s&bito v!rtigo, le nublaron la vista. ;ue uninstante. Cerr% los o$os luchando contra esa horrible sensaci%n, y cuando volvi%a abrirlos alcanz% a ver que caía, con todo el peso de su cuerpo, sobre el filo dela ba"era. a fuerza del golpe hizo que la cabeza rebotase, apenas, para volvera caer y arrastrarse hacia el fondo, donde finalmente qued% quieta, con los o$osabiertos.

Con las piernas de su víctima en los brazos, ella lanz% un bufido.Agazapada tras la puerta, había abrazado las piernas de #elen para alzarla envilo, y de un envi%n de$arla caer sobre el artefacto. Ahora escuchaba los pasosde /obert en la escalera, y sin levantarse, con una etra"a sonrisa, una sonrisaque tal vez ella misma no conocía, acerc% su rostro al de la muerta parasusurrarle'

-Sí, mucho m*s loca que t&.

ALGO SE MUEVE EN LA ASA DEL VEINO

#elen yacía boca aba$o sobre la ba"era. Sobre el esmalte blanco, lasangre comenzaba a manar marcando un surco que lentamente trataba dealcanzar el resumidero.

-38u!... es esto4+lla se había incorporado y permanecía apoyada contra una de las paredes

del cuarto de ba"o. /espiraba por la boca, y sus o$os no podían quedarsequietos cuando volvi% la vista hacia /obert. (ero !l ya estaba de rodillas, al ladode su esposa'

-#elen...-5o la toques6Gl la mir%.

-+st* muerta -ella a&n estaba agitada.-(ero... 3c%mo4 -su rostro se desfigur% en una mueca de espanto-. 51ios

mío6 3qu! hiciste4 -no termin% de pronunciar la frase cuando llev% una mano alest%mago y comenz% a vomitar sobre el piso.

+lla se arrodill% $unto a !l y lo abraz%. )na etra"a ecitaci%n hervía ba$osus palabras mientras le pasaba fren!ticamente las manos por la cabeza'

-;ue necesario, no teníamos escapatoria, t& sabes eso /obert, t& lo sabes,3verdad4 o hice por ti, por nosotros...

/obert había comenzado a gimotear mientras pronunciaba algunaspalabras ininteligibles: la conmoci%n parecía deformar todas sus facciones.

(arecía otro. +lla se dio cuenta de que era in&til hablarle en ese momento. (or

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un instante, en sus o$os pareci% brillar un atisbo de compasi%n. (ero no pas%m*s de un minuto antes de que se levantara y, con voz firme, di$ese'

-#ay que limpiar eso, despu!s... despu!s hablaremos /obert.Gl, ya en silencio, levant% su mirada del piso para pasearla por todo el

lugar, como si no lo hubiese visto en su vida.

-+sc&chame: lo hice por ti. o puedes abandonarme ahora, no puedeshacerlo. 3o entiendes4/obert, a&n con la mirada perdida, la detuvo en un punto y despu!s de un

momento asinti% con la cabeza. +lla prosigui%'-+staba borracha, como siempre. Seguramente cuando preparaba el ba"o

resbal% y cay% sobre la ba"era. +so es todo, 3comprendes4 +so es lo que ledir*s a la policía. adie me vio entrar, de modo que estaban s%lo t& y ella. osllamar*s cuando de$emos las cosas en orden. -Su voz ahora era serena yautoritaria'- 2 guardar*s las l*grimas para ese momento. Confío en tí, ahora mipelle$o est* en tus manos.

Gl no contest%.-3o entiendes /obert4A&n con la mirada fi$a, apenas moviendo los labios, le respondi%'-+ntiendo...-0enemos que darnos prisa. (or favor, limpia eso y no toques nada. 0e

espero aba$o.- 1icho esto sali% del cuarto y ba$% las escaleras. 2a era la noche.2 la lluvia había cesado. #abía sido apenas un breve aguacero. +n la sala, lasventanas permanecían abiertas. Cerr% las cortinas y repas% mentalmente susmovimientos. (ensaba en las huellas. o, no había de$ado huellas en ningunaparte. +l silencio era agobiante. Se le ocurri% encender la radio. )na bandatocaba una m&sica conocida. ?+s un día normal, un día como cualquier otro,

s%lo que... hubo un accidente@, di$o para sí. Se sent% en uno de los sillones.1ebía pensar. /evisar todos los detalles...

+n el cuarto de ba"o, /obert se incorpor% y fue al lavabo. 0odo su cuerpoestaba temblando, como si hubiese recibido una corriente el!ctrica. Se sentíaenfermo. Sin levantar la vista hacia el espe$o, se mo$% la cara. (ermaneci% unmomento de pie, con la cara vuelta hacia la puerta. +lla estaba ahí, detr*s de !l,pero no quería mirarla. ;ue al pasillo: y de un armario sac% un balde y unfregador. >olvi%, con la cabeza siempre hacia el piso, se arrodill%, y comenz% alimpiar esa cosa asquerosa. (or momentos sentía que la agitaci%n no lo de$aríaterminar, que en cualquier momento le daría un ataque al coraz%n si no secalmaba. Se detuvo un instante y respir% profundamente. 1e repente se lecruz% que era me$or de$ar los instrumentos de limpieza en el patio, despu!s. 2ese pensamiento le hizo saber que había aceptado el crimen. +n alg&n lugardentro de sí había deseado esa muerte, y ahora la aceptaba. 0ambi!n se dabacuenta, aun dentro de esa pesadilla, de que no tenía salida. Gl era, lo quisiese ono, c%mplice de ese crimen, y eso cambiaba todas las cosas. Sabía que su vidaya no sería la misma: ni el aire que respiraba volvería a ser igual que antes. 2sinti% una especie de v!rtigo al saber que !l ya era parte de una muerte' la de#elen, la que había sido su esposa por veinte a"os, y que, aun borracha, $am*sle hubiese hecho da"o a !l. 1espu!s de eso, cualquier horror era posible.

Comprendi% que acababa de entrar en el infierno.#aciendo un esfuerzo para no mirar el cad*ver, despu!s de repasar el

&ltimo mosaico, se puso de pie y se pas% la mano por la frente.2 fue cuando ba$% la vista, buscando alg&n resto de aquella sustancia, que

percibi% algo etra"o. 38u! era4 evant% la cabeza lentamente para observar ellugar, y apenas la gir% hacia un costado la vio. a ventana, eactamente a laaltura de sus o$os. #asta ese momento había sido nada, un cuadrado negro, unhueco ciego, pero ahora mostraba aquel refle$o, algo que parecía moverse delotro lado, en la casa del vecino.

Alguien lo estaba mirando.

Ahora aquel rostro comenzaba a ale$arse, sin sacarle la vista de encima. 2en esos o$os percibi% el miedo, el deseo de huir.

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#asta que cerraron las cortinas de golpe.

-5(or 1ios qu! sucede6+lla estaba parada al pie de la escalera.-9e... han visto.

-38u! dices4-)na muchacha... en la casa de los <ardfíeld.-/obert estaba p*lido, como si acabase de ver un fantasma.-(ero, 3c%mo es posible4Gl no respondi%, parecía atontado.-5/obert, por 1ios, cont!stame6-o lo s!, nunca hay nadie allí... 0ampoco me fi$! en esa ventana, yo...-31esde cu*ndo4, 3desde cu*ndo estaba allí4 -la idea de un testigo ya

tomaba forma en ella y por un momento sinti% que el piso se hundía a sus pies.0rat% de contener una sensaci%n de p*nico. (ero no podía, y el p*nico no laayudaría...

-o lo s!, no lo s!... la habitaci%n estaba a oscuras. 5h, 1ios mío6-/obert se tom% la cabeza con las manos.

-0ranquilízate -se lo decía a ella misma- 3Conoces a los vecinos4,3reconociste a la muchacha4

-+s la casa de los <ardfíeld, ellos... -en ese momento abri% los o$os, comosi acabase de recordar algo-. os <ardfíeld no est*n. Sí... me lo di$o #elen, ayer.o s! c%mo se enter% de que via$aban a (arís, mencion% algo de unasmaletas... y que nosotros debíamos hacer lo mismo.

-+ntonces es alguien de la servidumbre...-51ios, qu! vamos a hacer6

-o lo s!. o lo s!, /obert. -+lla mir% hacia todos lados, nerviosa'-0enemos que saber qui!n est* en esa casa.-(ero 3c%mo4A modo de respuesta ella se acerc% a la ventana. (ermaneci% un rato allí y

di$o'-+s posible que est! sola....-3C%mo lo sabes4-(or supuesto que no lo s!, pero la casa est* pr*cticamente a oscuras.

Adem*s, di$iste que ellos estaban de via$e. 0al vez deba ir allí.-38u! dices4-1igo que si esa muchacha vio algo por la ventana estamos perdidos. 3o

comprendes /obert4 0al vez no estaba allí cuando la mat!, pero cualquier cosaetra"a que haya visto en ti all* arriba es suficiente para una investigaci%n, oalgo, no lo s!. o s! c%mo son estas cosas.

1espu!s de un momento, prosigui%'-0oma lo que #elen usa para ba"arse y d!$alo en el cuarto de ba"o, como

si ella misma lo hubiese preparado. 1espu!s ve a su habitaci%n y pon un vestidosobre la cama, etendido. a botella -se"al% hacia la mesa donde se encontrabael hisEy- tambi!n ll!vala a la habitaci%n. o de$es huellas. #azlo, porfavor, yo pensar!...

/obert obedeci% como un ni"o, y subi% las escaleras. (arecía un

aut%mata. +lla se qued% al lado de la ventana. Si aquella muchacha había vistoalgo tal vez en ese mismo momento la policía estuviese en camino. Cerr% loso$os. +so no podía estar sucedi!ndole. o podía concluir todo tan r*pido: no lahabía matado para terminar en la c*rcel. o hizo por ella, para vivir con /obert+n ese momento le pareci% ver el refle$o de una luz en la ventana pr%imadonde se encontraba. Se corri% hacia un costado y con la punta del dedo,movi% imperceptiblemente la cortina para poder mirar. +ra una puerta que seabría en aquella casa. 2 una silueta. Alguien había entrado a uno de losambientes sin encender la luz. o podía ver muy bien, pero le pareci% que seacercaba a la ventana. Contuvo la respiraci%n, y apoy% la cabeza contra la

pared. 8uien fuera que estuviese en esa casa había percibido algo etra"o, y

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ahora quería saber algo m*s. Se le ocurri% que había hecho bien en encender laradio.

/obert ya ba$aba las escaleras. +lla di$o en voz ba$a'-+st* ahí. +st* mirando ahora.Gl se detuvo en seco, mientras tanto ella volvi% a correr la cortina muy

lentamente, de$ando una abertura donde apenas cabía un o$o.-2a no... /obert, 3hay un cuchillo en la casa4-3)n cuchillo4+lla lo mir%'-o se me ocurre otra cosa. +s esa persona o nosotros./obert no contest%. 8ued% de pie, mir*ndola, como si no la reconociese'-(ero no sabemos si realmente vio algo... no lo sabemos.-+sc&chame /obert' -se acerc% a !l y apoy% su mano sobre su me$illa- no

nos podemos quedar con esa duda.-(ero...-59ira6 -ella acerc% nuevamente su rostro a la abertura de la cortina- #a

apagado todas las luces. o hay nadie m*s en la casa.-di$o con evidente alivio-Creo... que est* por irse. 5Sí6, allí sale. +s una muchacha. /obert, trae lasllaves del auto, 5date prisa6

/obert meti% la mano en el pantal%n y sac% un peque"o llavero. +lla sedirigi% a la ventana que daba a la calle y mir% hacia todos lados: no había nadie,salvo la muchacha que caminaba en direcci%n a la esquina. 1istingui%perfectamente su figura cuando pasaba ba$o un farol, una casa m*s adelante.levaba una maleta.

->amos, tenemos que seguirla.

UN DOBLE DESUBRIMIENTO

a se"ora <reenold, arrellanada en su sill%n, parecía muy concentrada:como si recuperase, con gran esfuerzo, las palabras de un teto leído hacíamucho tiempo. as campanadas de un relo$, desde los fondos de la casa,parecieron distraerla. e sonri% tímidamente a John y volvi% a llenar la taza desu vecino, que la miraba con una epresi%n difícil de describir. 2a ba$o lapenumbra de la noche, tras el &ltimo gong, un vibrante silencioocup% nuevamente la estancia. 2 algo le decía a John que no debíainterrumpirlo. +lla recomenz%'

Siguieron el tai hasta Dings Cross. a vieron entrar y, separados,ingresaron al hall central. inguno de los dos sabía eactamente qu! harían./obert comenz% a pasearse entre los andenes. 0enía una imagen borrosa deaquella muchacha y no creía encontrarla entre todos esos rostros.

+lla fue a las taquillas. (ensaba que tal vez estuviese allí, pero no fue así.o veía a nadie parecido a ella por ning&n lado. Seguramente ya tenía el boleto,y ahora estaba subiendo al tren. A&n faltaban ocho minutos para las diez. A esahora debía partir el tren de aquella muchacha, sin dudas. 9ir% en direcci%n a losandenes. 3Cu*ntos trenes había allí4 e quedaban ocho minutos paraencontrarla. 0enía que averiguar qu! tren partía a las diez. )n grupo depasa$eros se había agolpado frente a la taquilla en la que esperaba, la &nica que

permanecía abierta, y demoraban... 1e repente tuvo la impresi%n de que todocomenzaba a salir mal... ?3Siemprevivas, mi lady4@ )na mu$er que vendíaflores le tocaba el brazo, sonri!ndole.

-51!$eme tranquila, por favor6Apenas le respondi% se dio cuenta de que estaba perdiendo el control. a

mu$er se ale$% presurosa, rumiando algo en voz ba$a. ;altaban cinco minutoscuando estuvo frente al empleado'

-38u! trenes est*n por partir4+l hombre la mir% un momento, antes de decir'-+l nocturno a +dimburgo, se"ora. +n cinco minutos.

-Claro... necesito un pasa$e, por favor.

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-0emo que los camarotes y las literas est*n todas ocupadas, se"ora, s%lohay compartimientos comunes disponibles, o... primera clase, si lo desea.

-+n un compartimiento com&n est* bien.-Como usted quiera -sell% y le etendi% un pasa$e-. And!n n&mero cinco.

9ientras se dirigía hacia el tren busc% a /obert entre toda la gente queparecía multiplicarse a medida que se acercaba al and!n. /econoci% al grupo depasa$eros que había visto en la taquilla, que ahora trataban de subir al mismovag%n. +n la puerta siguiente, un hombre mayor, algo obeso, trepaba al tren.levaba, en un estuche negro, un violonchelo. 9*s adelante, finalmente, vio a/obert.

-+st* en este tren.-Sí, acabo de verla-31%nde4-Allí, en ese vag%n, la segunda ventanilla. Creo... que ella tambi!n me

vio.-59aldici%n6 -y estuvo a punto de decirle' ?3es que acaso no puedes hacer

nada bien4, pero se contuvo'-+sc&chame, yo me encargar! de esto. 0& debesvolver a la casa y llamar a la policía. o tengas miedo, nada puede salir mal.#elen era conocida por estar siempre borracha, nadie sospechar* de esa caída.Confía en mí. 0e hablar! cuando todo esto pase. Ahora debes irte.

(ero /obert no se movi%. Su rostro mostraba signos de angustia, como sihubiese despertado de un sue"o y no supiese d%nde se encontraba. Su voz son%suplicante'

-+mma, por favor... 3qu! estamos haciendo4+lla se volvi% hacia !l, furiosa, y le di$o por lo ba$o'

-1e$a de gimotear idiota y vuelve a la casa. 38uieres que terminemos enprisi%n4+ra la primera vez que lo insultaba, que había sentido la necesidad de

hacerlo. Apenas termin% de decir esa frase, ella comprendi% que todo había sidoun error. /obert, el hombre que la protegería, en el que podría descansar detodas las miserias de su eistencia, era un cobarde, un d!bil. 2 le habíamentido. o podía confiar en !l.

(ero no fue lo &nico que descubri%.Se dio cuenta, tambi!n, de que al lanzar a #elen sobre la ba"era la

violencia había fluido de ella naturalmente. Simplemente tenía que hacerlo, y lohizo. Apenas si la había perturbado el miedo de ser descubierta, como si fueselo &nico en lo que debía reparar. (or lo dem*s, s%lo eperiment% una oscurasatisfacci%n, algo que no conocía de ella hasta ese momento. o abraz%'

-/obert, confía en mí.

Cuando subi% al vag%n fue directamente hacia la puerta que correspondíaa la segunda ventanilla. 0enía las cortinas cerradas. a abri%, y apenas puso unpie adentro, escuch% una voz, casi un susurro, que le di$o' ?(or favor, no abralas cortinas@.

+ra ella.#abía poca luz allí, pero la suficiente para distinguirla sentada al borde de

uno de los asientos, casi pegada al pasillo. o había nadie m*s en elcompartimiento.

2 las cortinas de la ventanilla tambi!n estaban cerradas.a observ% disimuladamente, y en el acto se dio cuenta de que aquella

chica se encontraba profundamente perturbada.-9e parece que hace falta un poco m*s de luz, 3verdad4 -son% simp*tica,

tal vez demasiado, pero la muchacha pareci% no darse cuenta. #izo apenas ungesto con la cabeza. ?o importante es que permanezcas aquí@, pens%, yencendi% una l*mpara.

-3>ia$a usted sola4

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-Sí... -la muchacha contest% mec*nicamente, como si sus pensamientosestuviesen en otro lugar, y por un momento la mu$er tuvo la impresi%n de quetomaría su maleta y abriría la puerta. (ens% que si había visto a /obert tal veztuviese el impulso de ba$ar del tren, o trasladarse a un compartimiento dondehubiera m*s gente, cualquier lugar que fuese seguro. )n lugar seguro...

-1isc&lpeme querida, 3est* usted bien4a muchacha la mir% como si no supiera qu! contestar'-#ace un poco de calor aquí...+lla se levant% de su asiento para sentarse $usto enfrente de la muchacha

que permanecía absolutamente quieta. e sonri%, y sus palabras de repentetomaron un tono confidencial'

-(ero no es eso lo que le preocupa, 3verdad querida4a muchacha la mir% nuevamente, algo desconcertada. +lla continuaba

sonri!ndole'-+sc&chame, tengo algunos a"os m*s que t&, y s! cuando alguien est* en

problemas. Cr!eme, he pasado por muchas cosas sola. 2 no es agradable estarsola en esos momentos. (or lo menos puedes hablar conmigo. 1espu!s de todovia$aremos $untas, 3no4

os o$os de la muchacha se llenaron de l*grimas.-a verdad, no estoy segura, pero...->amos... confía en mí.

DOS MONSTRUOS

1e repente, las l*grimas acudieron a sus o$os y se deslizaron por su rostromientras comenzaba a gemir, con sollozos que le recordaron los de un ni"o. +lla

la abraz% inmediatamente y escuch%, entonces, aquellas palabras' “Un 'om(requiere ma!arme, no sé si 'a su(i#o a" !ren”.+n ese momento la atra$o contra su pecho y la abraz% a&n m*s fuerte. o

la de$aría salir de allí. Al fin se oy% el silbato de la locomotora. a mu$er cerr%los o$os y en su rostro se dibu$% una sonrisa casi imperceptible. +l vag%n,lentamente, comenz% a moverse. +ran las diez. Aquella muchacha ya no podíaba$ar del tren.

-5(or 1ios, querida6, 3qu! est*s diciendo4(ero la chica parecía incapaz de contener el llanto: en su lugar se aferr% a

ella como una ni"a al cuello de su madre. ;ue entonces que las lucescomenzaron a ba$ar.

-+s s%lo la luz, no te preocupes. 2 escucha: no s! qu! te ha sucedido,pero puedes estar segura aquí. 3Cu*l es tu nombre querida4

-Julie.-Julie, cu!ntame, qui!n es ese hombre...

+ntonces Julie relat% lo que había visto aquella misma noche en la casadel vecino.

-... me pareci%, no lo s!, pero estoy muy asustada se"ora, tengo miedo,me sigui% hasta aquí, 3se da cuenta4, algo sucedi% en esa casa y ahora est* tras

de mí. 51ios mío6, 5qu! voy a hacer6(ronunciada la &ltima frase, las luces del compartimiento recuperaron su

intensidad. a mu$er levant% la vista del suelo, mir% hacia la ventanilla, ydespu!s de un momento, di$o'

-3+st*s segura de que el hombre que viste en la estaci%n es el mismohombre...4

-Sí, estoy... casi segura, -hizo una pausa mirando a la mu$er, como si derepente pensase que no le creía-5debe usted confiar en lo que le digo6

2 ella son% terminante'-Claro que te creo, y no te de$ar! sola. 1e todos modos, aunque te cueste

aceptarlo, lo m*s probable es que en la estaci%n hayas visto a alguien

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parecido... seguramente. (ero no tienes de qu! preocuparte, yo te ayudar! -lamir% de reo$o, y prosigui%'

-1!$ame pensar un momento... -ahora gir% la cabeza hacia la puerta.#abía estado pregunt*ndose qu! haría cuando el guarda viniese a pedirles lospasa$es. o podía demorar demasiado y... 3si aquella muchacha le hablaba

sobre el etra"o hombre del tren4, 3y si le pedía alg&n tipo de protecci%n4...Sin soltar la mano de la muchacha, volvi% a su asiento y di$o'-Creo que es importante que no digamos nada al guarda, !l vendr* en

cualquier momento. 3Sabes4, lo &nico que conseguirías es tener que salir deaquí. 2 t& no puedes hacer eso, 3lo entiendes4 Si ese hombre est* en el tren tevería entonces, quedarías... epuesta. 1e nada te servir* via$ar al lado delguarda, no podrías hacer nada para detenerlo una vez que llegues a +dimburgo.-Sinti% que le hablaba muy apresuradamente, y temi% que no le entendiese,pero no tenía mucho tiempo: el guarda podía llegar en cualquier momento'-0rata de imaginar la situaci%n, 3de qu! lo acusarías4 Si !l piensa que tratas deprotegerte entonces confirmar* que sí viste algo que no debías. +ntoncesestar*s perdida. Gl sabr* que eres su testigo.

Julie la miraba con los o$os muy abiertos. (ero no contest%.-3+ntiendes lo que te digo4-Sí... tiene usted raz%n.+lla apenas disimul% un suspiro de alivio. +sa ni"a era una tonta, y estaba

lo suficientemente aterrorizada como para hacer lo que ella le di$ese'-Bien, cuando el guarda se vaya haremos lo siguiente' saldremos de aquí

 $untas, t& te encerrar*s en el toilette y me esperar*s allí. 2o recorrer! el tren. Glno me conoce. Si ese hombre est* aquí, si lo veo, haremos lo que haya quehacer para que est!s segura. (ero, por 1ios, no puedes permanecer con esa

duda toda la noche. -#izo una pausa y sonri%'- 2 si no ha subido al tren nosquedaremos $untas hasta que lleguemos... y m*s tranquilas, 3de acuerdo4-Sí...-o te preocupes, todo saldr* bien.2 acarici% apenas la me$illa de Julie con el rev!s de su mano cuando

escucharon un peque"o golpe en la puerta. Acto seguido un hombre entr% alcompartimiento. +ra el guarda. #abía hablado a tiempo.

+ra un plan est&pido. +ncerrarla en el toilette y decirle que ella recorreríatodo el tren en busca de ese hombre. Como si eso fuese posible. Como sipudiera meterse en todos los compartimientos, las literas y los camarotes paraver si allí estaba el hombre ba$o, y casi calvo. /obert... +n ese momento debíaestar con la policía, cont*ndoles c%mo encontr% el cuerpo al regresar a su casa,despu!s de que lo demorase la lluvia. 1urante el via$e a la estaci%n habíanurdido la coartada. 0al vez no fuese perfecta, pero eso no importaba. +raimposible probar que /obert había matado a #elen. (or la sencilla raz%n de que!l no lo había hecho. Adem*s no era el tipo del que mata a su mu$er. 0odos losque lo conocían sabían eso. a eterna borrachera de #elen tambi!n estabade su parte. Sí, todo iba a salir bien, a no ser... que !l hablase. o hoy, nima"ana. Alg&n día... tal vez no resistiese la culpa por la muerte de #elen.(odía ser. #oy había visto a un hombre d!bil. o podía confiar en !l. Sabía que

de ahora en m*s, curiosamente, /obert sería una amenaza. 0rat% de no pensaren ello.

Antes de salir abri% la puerta y mir% hacia todos lados. o había nadie enel pasillo. 9ir% a la muchacha asintiendo con la cabeza y se dirigieron hacia elfinal del vag%n.

-+ntra -le di$o, y cerr% la puerta del toilette con la muchacha adentro. S%lopodía abrirla si ella golpeaba tres veces.

+lla volvi% al compartimiento. +speraría allí por un tiempo. 0enía quepensar. 0odo se había desencadenado tan r*pidamente que por momentos sesentía al borde de la desesperaci%n. ecesitaba unos minutos para meditar las

cosas m*s cuidadosamente. Sin embargo, la verdad era que se sentía guiada

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por una especie de instinto, una oscura fuerza que le dictaba sus actos,dici!ndole en cada momento lo que debía hacer, de d%nde proveníael peligro.

 ?o har!, tengo que hacerlo@, se repetía, y eso fue todo lo que pas% por sucabeza.

os minutos corrían. 1e repente la asalt% la idea de que su víctimapudiese salir de allí por alguna raz%n, un ataque de claustrofobia, o cualquiercosa. (ens% que tal vez era demasiado asustadiza para permanecer allí dentromucho tiempo. Sali% al pasillo. Se dirigía hacia el toilette cuando se percat% deque a&n no podía buscarla. +ra muy pronto. 0al vez tuviese que caminar unpoco... +staba nerviosa. ecesitaba hacer algo, pero no sabía qu!. >olvi% sobresus pasos y fue hacia el final del vag%n. 1escubri% que, aparte del suyo, s%lo uncompartimiento estaba ocupado por un hombre, un hombre rubio que no apart%la mirada de un libro cuando ella cruzaba por allí. Al llegar al final, abri% lapuerta y divis% que el pr%imo vag%n pertenecía a las literas. a cerr%nuevamente. Crey% ver a un hombre uniformado que caminaba por el pasillo.Se volvi% con paso presuroso hasta que estuvo en el otro etremo. Abri% lapuerta y se acerc% al toilette. <olpe% tres veces. o esper% a que respondiera,s%lo di$o'

-Julie, hasta ahora no lo he visto... -quería asegurarse de que no salierade allí- al parecer no est*. 39e escuchas4

-Sí...-Bien, ahora ir! hacia el final del tren, no te muevas de aquí, 3me

entendiste, querida4-Sí.;rente a ella estaba la puerta del pr%imo vag%n. 0al vez debiese entrar.

Julie sospecharía si no la escuchaba abrirse. 2 la abri%. )na vez adentro diounos pasos. )na especie de presentimiento hizo que siguiese caminando atrav!s de aquel vag%n. o se había equivocado. o había nadie. #acia el final, lagan% un ligero desconcierto. 3C%mo era posible que estuviese vacío4 o sabíasi eso era me$or o peor. )na repentina curiosidad hizo que entrase al pr%imovag%n.

+n el primer compartimiento no había nadie. (ero en el segundo vio a unamu$er que llevaba un ni"o en brazos. a mu$er apenas torci% ligeramente lacabeza cuando ella pas% por allí. Sigui%. +n el cuarto, un sacerdote se hallabarepantigado sobre las butacas. Al verla comenz% a incorporarse, pero ellaaceler% el paso. (refería que nadie pudiese mirarla por mucho tiempo. Cuandoel guarda les pidi% los pasa$es, se había cuidado de permanecer $usto atr*s de lal*mpara, algo cabizba$a, de modo que el resplandor de la luz de$ase ver susfacciones lo suficientemente borrosas para el futuro. #abía poca gente en esetren. 2 eso no era bueno. (ocos pasa$eros, pocos sospechosos. +ntr% al pr%imovag%n.

)na alfombra ahogaba sus pasos. 0odo parecía m*s silencioso allí, o m*soscuro... o alcanz% a concluir ese pensamiento cuando vio que se trataba delas l*mparas, que comenzaban a debilitarse, otra vez. (ero la oscuridad, ahora,era absoluta.

(ens% en Julie. 3Cu*nto tiempo soportaría estar dentro de ese toilette, en

la m*s cerrada de las negruras4 0enía que regresar, pero era imposible. 1ebíaesperar a que la luz retornase. A tientas, busc% la puerta del primercompartimiento.

Cuando al fin la toc%, se desliz% hacia el interior tratando de alcanzar unade las butacas. ;ue en ese momento, cuando acababa de sentarse, que laescuch%. Sonaba muy cerca de ella, como si el aliento de aquella voz pudierarozarla'

-(or lo visto via$aremos a oscuras esta noche...a mu$er sinti% que su coraz%n se detenía.

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-(or favor, no se asuste -la voz trataba de tranquilizarla, pero aquellapresencia inesperada pareci% congelarla en tal sensaci%n de peligro que no pudoproferir sonido alguno. ?1ebo salir de aquí@, fue lo &nico que cruz% por la cabezade la mu$er, como otro mandato de los que le había dictado su instinto esanoche. +lla no debía llamar la atenci%n de nadie, hablar con persona alguna, por

ninguna raz%n. (ero la oscuridad no le permitía escapar, no sin arriesgarse adespertar alg&n tipo de sospecha...-as cosas parecen estar mal aquí, 3verdad4+lla sinti% que aquellas palabras habían alcanzado sus pensamientos. o

pudo, o no quiso contestar.-1isculpe, 3se encuentra usted bien4-Sí...-amento haberla asustado-+st* bien, es la oscuridad, eso es todo.-h, sí...Ahora !l sabía que ella era una mu$er. Aquel di*logo debía terminar, no

podía ser bueno, tenía que decir algo, cualquier cosa...-9i marido, !l me est* esperando. Seguramente viene por mí... ahora.-Si puede verla... -el hombre de$% escapar una risa. -+sta oscuridad no

habla muy bien de los trenes ingleses, 3verdad4-h, por supuesto, aunque no suelo via$ar muy seguido, yo...-Sí, me di cuenta.-3C%mo4->er*, yo no pensaba hacer este via$e, fue algo... precipitado. Sabía que

los camarotes y las literas estarían completos. Al parecer los que via$an en estehorario hacen sus reservas: nadie quiere via$ar sentado toda la noche, sin

embargo usted est* aquí.a mu$er sinti% que estaba comenzando a transitar un terreno muypeligroso. Su cuerpo estaba cada vez m*s tenso, y en algunas partescomenzaba a dolerle. 8uería pensar que s%lo eran sus nervios, y la oscuridad:pero aquel hombre actuaba como si supiera algo...

-+s verdad, yo... nosotros nunca tomamos este tren.Se hizo un silencio: tras el cual, con una seguridad que le eriz% los pelos

de la nuca, el hombre afirm%'-)sted tiene miedo.Al escuchar esto, ella sinti% que el p*nico comenzaba a invadirla. 0enía la

impresi%n de que aquel di*logo se transformaba en un etra"o interrogatorio.)no donde !l ya tenía las respuestas.

-3(or qu! dice eso4-o puedo ver su rostro, pero sí la escucho. Cuando estamos a oscuras las

voces nos dicen todo, no nos pueden enga"ar. 3Sabe4, hace falta algo de luzpara enga"ar, o para esconderse...

Ahora ella se sentía pr%ima a la desesperaci%n. 38ui!n era ese hombre4,3qu! quería decir con todo eso4

-+s probable, pero la verdad es que no me resulta muy c%modo hablar conalguien en la oscuridad.

-h, cr!ame, a mí sí. +s m*s: le aseguro que si no estuvi!semos a

oscuras este di*logo no sería posible, -hizo un peque"o silencio-. (ero ustedtiene miedo. 2 me atrevo a pensar que es porque me ha visto... antes.

A pesar de toda aquella oscuridad, ella, que hasta entonces habíamantenido la cabeza hacia adelante, no pudo reprimir volverla hacia la direcci%nde la voz. Sinti% que los dos rostros se encontraban apenas a centímetros. 3Adonde quería llegar ese hombre4, 3por qu! le decía eso4

-5o6, no es así, yo... 5no he visto a nadie6-h...+n ese momento, la mu$er vio c%mo la luz comenzaba a subir

nuevamente. 0rataría de guardar alguna calma, pero tenía que salir de allí de

inmediato'

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-Bien, creo que ya puedo irme, espero no haberle ocasionado ningunamolest...

a frase qued% sin terminar. o que vio la hizo retroceder en medio de ungemido de terror. Aquella voz nacía de algo horripilante, una m*scaraabominable y putrefacta que, increíblemente, pertenecía al cuerpo de un

hombre.Gl desvi% su rostro hacia la ventanilla'-o siento.A&n presa de aquella visi%n, la mu$er apenas balbuce%'-(erd%neme usted.-+st* bien, no se preocupe. 3Sabe4, la guerra de$a estas cosas...+lla ya tenía la mano en el picaporte'-1ebo... debo irme ya -y sin m*s sali% disparada al pasillo. e faltaba el

aire. 2 se vio corriendo en medio de una conmoci%n que hacía que loscorredores fuesen ahora los pasillos de un infierno. 3Acaso era !se un castigopor la muerte de #elen4 S%lo miraba la pr%ima puerta, como si detr*s dealguna pudiese verse libre del horror de aquella noche.

8ue a&n no debía terminar.

Antes de llegar al toilette se detuvo en uno de los compartimientos vacíos.Se sent% unos instantes y se llev% las manos a la cabeza. A&n respirabaagitadamente, y sinti% que estaba a punto de vomitar. 0enía que tranquilizarse.o podía de$ar que Julie la viese así. Con seguridad pensaría que sí había vistoal hombre de la estaci%n. 2 no podía permitir eso. Si esa chica entraba enp*nico todo estaría perdido. Aquel hombre casi le había hecho perder el control.Como lo había hecho #elen, como siempre cuando se sentía amenazada.

/espir% profundamente y apoy% la cabeza sobre el respaldo. (or momentos levolvía la imagen de ese monstruo, y su voz... (ero no debía preocuparse. +ras%lo un hombre que quería charlar, era curioso, y listo. (ero no sabía nada.

o podía imaginar que !l tambi!n estaba sentado al lado de otromonstruo. <olpe% tres veces.

-38ui!n...4 -se escuch% desde adentro.-Sí querida, soy yo.a puerta se abri%. Julie apareci% con los o$os h&medos de llanto y su

rostro a&n se veía desenca$ado.-o hay de qu! preocuparse, podemos via$ar tranquilas. o hay rastros de

ese hombre en todo el tren.a muchacha la abraz%'-5h, gracias6, tenía tanto miedo, y la luz volvi% a apagarse... creí que iba

a volverme loca.-o temas querida -la mu$er volvi% a apretarla contra su pecho, y le

susurr%, muy cerca del oído'-Gl no est*, !l no est*.

Con la ecusa de que había sido una noche abrumadora, le propuso quedurante el resto del via$e no hablasen m*s de aquel hombre, ni de aquel asunto.(ens% que sería me$or así. 0ampoco ella quería volver sobre lo mismo. +staba

agotada y sentía que debía despe$ar su mente de todo eso para lo que seguía.a muchacha acept% de buena gana, y no pas% mucho tiempo antes de

que se dispusieran a dormir. Se acostaron, cada una ocupando las butacas decada lado, e hicieron silencio.

(asaron unos minutos. +l silbato del tren anunci% que pasarían por unt&nel, cuando la mu$er escuch%'

-3/ecuerda cuando le di$e que en la estaci%n sentí que ese hombre seguíamir*ndome4

-Sí querida, lo recuerdo.-A&n lo siento -di$o. 2 fueron sus &ltimas palabras.

+l resto, el final, fue f*cil y horrible.

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as primeras luces del día se colaban a trav!s de las cortinas de laventanilla. ;altaba casi una hora para llegar. +lla, que apenas había dormitado,se incorpor%. 0om% su bolso y lo de$% al lado de la puerta. Sin correr lascortinas que daban al pasillo, la abri% apenas y mir% hacia afuera. adie. >olvi%,y qued% un momento de pie al lado de la muchacha. 1ormía boca aba$o. Apoy%

apenas ambas manos sobre la nuca descubierta, y con una furia insospechada,presion% de modo tal que su propio cuerpo comenz% a temblar. #asta queescuch% aquel ruido, y al final, un que$ido muy breve.

a había matado.Sin mirar el cuerpo, se acerc% nuevamente a la puerta, con la mano se

acomod% el cabello, tom% el bolso, y sali%. /*pidamente se dirigi% al vag%ncontiguo, que había visto vacío la noche anterior. Sin embargo, ahora dos de loscompartimientos estaban ocupados. Se percat% de que algunos pasa$eros delas literas, despiertos muy temprano, habían comenzado a trasladarse haciaaquel sector del tren. a asalt% el temor de que m*s gente hiciese lo mismo. 2de que alguien intentase entrar donde estaba el cad*ver. (ero se lo sac% de lacabeza. +ra muy difícil, ella había de$ado las cortinas cerradas... y no quisopensar m*s.

Apenas el tren se detuvo se ba$%, y con paso firme y sereno camin% haciala rampa de salida de la estaci%n. o debía correr, llamaría la atenci%n. 3Cu*ntotiempo pasaría hasta que descubriesen el cad*ver4 Con la vista en el suelo, sindetenerse en ning&n momento, vio que tenía una de las medias corridas. Alsalir, lo primero que vio fue el castillo que dominaba la ciudad vie$a y, m*sarriba, el cielo azul, espl!ndido. +l sol continuaba iluminando, el mundono había cambiado. 1esde alg&n lugar de su memoria record% aquellas palabrasque había escuchado hacía ya mucho tiempo' ?+l &nico alivio para una mala

noche es ver la luz del día@. 2 volvi% sobre ese pensamiento mientras su siluetase recortaba y se perdía hasta transformarse en alguien m*s entre toda la genteque llenaba las calles, esa ma"ana.

UN HOMBRE EN &UIEN NO ONIAR

a luz de la habitaci%n había adquirido una tonalidad ro$iza que lanzaba unsucio resplandor ocre sobre la pared. Ahora toda la estancia parecía m*speque"a, como si la oscuridad de los m*rgenes los hubiese encerrado en esepeque"o círculo alrededor del fuego. 2a era de noche.

A medida que la mu$er relataba aquella historia, John había mostrado unaepresi%n pensativa: con el ce"o fruncido recorría los ob$etos m*s cercanos,volvía una y otra vez la vista sobre la peque"a mesa, las tazas, los cigarrillos...)n nuevo asombro se había abierto paso en !l mientras escuchaba a la anciana,y por momentos, aquel segundo relato había conseguido perturbarlo. +ra unamu$er muy ingeniosa. 9ucho m*s de lo que !l había pensado. +so no era obrade una aficionada. Adem*s... estaba claro que había $ugado su mismo $uego, yde una manera brillante. Aquello era etraordinario.

+ntonces se le ocurri%.

Gsa era la idea que necesitaba para su novela'+l escritor y su vecina. 0" "a +isi!a y #eci#e con!ar"e "a i#ea #e su *ró1ima

no+e"a, "a 'is!oria #e un asesina!o #es!ina#o a encu(rir a o!ro, e" +er#a#ero. Enese re"a!o su +ecina es "a +)c!ima y é" e" asesino. -ero é" #ea en!re+er que !a"+e$ no se !ra!a #e una ficción. /o 'ace *orque aque""a muer "o irri!ó esa !ar#e,o *or "a sim*"e y *er+ersa +ocación #e *ro+ocar mie#o, que !am(ién "o 'a()a""e+a#o a ser un escri!or #e no+e"as #e sus*enso. /o que é" no es*era(a, es que#es*ués e""a 'iciera "o mismo...

+sa idea le gustaba mucho m*s que la anterior. a misma se"ora

<reenold, sin saberlo, se la había dado. 2 se pregunt% nuevamente' 3acasoaquella mu$er era una escritora4

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-5>aya6, en realidad comienzo a pensar que es usted una verdaderaescritora de novelas policiales -di$o sin disimular su entusiasmo.

-9e alegra saber que se ha divertido -di$o ella, tras lo cual se incorpor%, ydando media vuelta, se perdi% en las sombras de la sala.

-0omar! lo que usted dice como un cumplido

-agreg% mientras John veía la silueta de la anciana ale$arse unos pasos y abriruna peque"a vitrina. Ahora regresaba. +n su mano izquierda sostenía dos largasagu$as de acero de las que pendía un breve te$ido color ciruela unido a su ovillo:una peque"a pelota de lana que se cay% al suelo. /*pido, como si escapase dela luz, rod% por la alfombra hasta detenerse a unos metros de donde seencontraban. 1esde allí apenas se distinguía su forma peque"a y redonda. Susmiradas se cruzaron un segundo, antes de que !l se levantase a recogerlo.

Apenas se incorpor% vio a la anciana con el atizador en una mano. +n laotra, apretadas contra su pecho, del te$ido sobresalían las agu$as. +lla sonreía'

-h, lo lamento...-o es nada -!l etendi% su mano alcanz*ndole el ovillo, pero ella no lo

tom%. +n su lugar le se"al% la mesa y di$o'-1!$elo allí, yo a"adir! algunos le"os a la chimenea. o de$aremos que el

fuego muera... -apenas inclinada, sin de$ar de mirarlo, agreg% un le"o al fuegoy apart% algo de ceniza hacia un costado- a ve$ez me ha proporcionadoplaceres que, en verdad, de $oven nunca sospech! que serían para mí tanimportantes. Sencillamente no podría imaginar mi vida sin el te$ido... y lasnovelas -di$o, sent*ndose para dar comienzo a su labor'

-+s etra"o... nos pasamos la vida deseando cosas importantes, aquelloque siempre resulta difícil conseguir. (ero cuando somos vie$os s%lo necesitamosmuy poco, peque"os h*bitos que para alguien $oven serían apenas accesorios.

John, a&n ecitado por el relato de la anciana, y tambi!n por la idea queacababa de ocurrírsele para su novela, sinti% que tenía que pregunt*rselo'-2a est* bien se"ora <reenold, ahora dígamelo' 3es usted una escritora,

verdad4a anciana sonri%'->eo que insiste usted con eso se"or Bland, pero temo que no lo soy.

3Sabe4, realmente me hubiese gustado escribir esa historia. e aseguro quetener esa ocupaci%n no estaría nada mal para una mu$er en los &ltimos a"os desu vida -hizo una pausa-. +so me recuerda que es una pena que no le hayaninteresado mis relatos.

-5h6, lamento haberla decepcionado, yo... -de repente John no sabía qu!decir. a admiraci%n que la se"ora <reenold le había despertado, pero m*s quenada un repentino sentimiento de gratitud por ser la artífice de su nuevahistoria, hacían que su fastidio ahora le resultase le$ano, absurdo. 0ampocohabía conseguido amedrentarla demasiado cont*ndole la idea de su asesinato,pens%, pero ahora sentía que aquello había sido algo cruel.

+lla hizo un gesto con la cabeza, como restando importancia a la cuesti%n'-o se preocupe, no insistir! con eso.-(ues d!$eme decirle que sus relatos han sido admirables, yo... estoy

impresionado. 0al vez no pueda escribirlos, pero tiene usted la imaginaci%n deun escritor, cr!ame.

+lla pareci% hacer caso omiso a ese halago. +n su lugar lo mir%, y despu!sde un breve silencio, di$o'

-Ahora d!$eme a mí hacerle esa pregunta se"or Bland' 3es us!e#  unescritor4

A John aquello lo tom% de sorpresa. +lla prosigui%'-Compr!ndame, no quiero decir que no lo sea, pero, debo decirlo, temo

que ha despertado mis dudas...Gl ech% la cabeza hacia atr*s, frunciendo el entrece$o'-(ero... 3por qu! le mentiría4

-h... lo mismo me pregunt! yo, se"or Bland' 3por qu! men!)a usted4

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John advirti% que algo en la epresi%n de la anciana había cambiado. o legustaba aquello, y no le gustaban las palabras de esa mu$er'

-1isc&lpeme, no s! de qu! est* hablando -trat% de que el tono de su vozfuese natural, aunque se sentía molesto'- (ero escuchar! con gusto sus razonespara pensar eso.

-e dir!. -+lla continu% distraídamente, mientras retomaba su labor'-Cuando vino a mi casa hoy y se present% como un escritor, un escritor denovelas de misterio, le confieso, me entusiasm!. )sted sabe, soy una aficionadaa esos libros y, por supuesto, se me ocurri% contarle aquel via$e, esa noche enel tren. +ra una historia fant*stica para alguien que escribe sobre asesinatos: elrelato de un misterio verdadero, algo real, contado por uno de susprotagonistas, aquello... no de$aría de entusiasmarle. +staba segura. -#izo unapausa, y su rostro adquiri% una epresi%n de etra"eza'

-(ero nada de eso sucedi%' no mostr% usted el menor inter!s por esahistoria. 3+ra posible algo así4 +n verdad no esperaba eso -alz% sus o$os y lomir%. os o$os de la se"ora <reenold eran muy azules'

-3Sabe4, la confianza no es una de mis virtudes, se"or Bland. ;ueentonces que me asalt% aquella peque"a duda' !a" +e$ us!e# no fueserea"men!e un escri!or .

John permanecía quieto, con su cabeza apenas apoyada sobre el respaldodel sill%n. +lla pareci% volver a concentrarse en el te$ido'

-S! que parece una tontería, pero ver*, la duda... la duda act&a de unamanera muy etra"a. )sted sabe, no hace falta demasiado, basta un detalle... yde repente uno cae en la cuenta de que las cosas pueden ser de una maneramuy distinta. (ens!... pens! en su visita en el mismo día de la mudanza. Ahoracomenzaba a sonar etra"o. Adem*s... aquí hay muchos libros, usted los vio al

entrar. (ara una anciana que pasa sus días leyendo, un vecino que se dedica aescribir novelas podría resultar muy atractivo. +so no es algo difícil de imaginar,3verdad4

John comenz% a impacientarse'-38u! est* tratando de decirme4-0rato de eplicarle c%mo funciona la duda, se"or Bland, eso es algo de lo

que usted sabr* me$or que yo, 3verdad4 Claro, si es que se dedica a las novelaspoliciales.

Gl decidi% no contestar. Aquello había comenzado a intrigarlo'-3+ra usted un escritor4 2 si no lo era, 3por qu! había mentido4 Gsas eran

mis dudas. ;ue entonces que me vino su epresi%n al preguntarle si ya tenía laidea de su pr%ima novela. )sted había dicho que no, pero pareci% titubearantes de responderme, lo recordaba muy bien.

-;ue usted muy observadora -acot% John, algo ir%nicamente. Claro querecordaba aquello.

-o me detuve en ello entonces -ella prosigui%-, pero ahora tenía motivospara dudar de su respuesta. (or eso decidí tenderle esa peque"a trampa, tal vezfuncionase... “se2uramen!e "a i#ea *ara su *ró1ima no+e"a es m%s in!eresan!e,¿+er#a#?” -hizo un silencio-. 2 result% que había usted mentido. o iba a de$arpasar ese descuido suyo' por supuesto, le pedí que mecontase el argumento de su novela.

Ahora John miraba las puntas de las agu$as, brillantes y veloces, queaparecían y desaparecían a trav!s del te$ido. +sas manos eran veloces. John nose había fi$ado en las manos de la se"ora <reenold' blancas y gordas, repletasde anillos que parecían incrustados en sus dedos. Se pregunt% por qu! aquellamu$er comenzaba a inquietarlo. 0ambi!n observ% que el atizador había quedadoal lado del sill%n, muy cerca de su anfitriona. +lla continu% hablando'

-Claro, tal vez eso no tuviera importancia. Supongo que hay escritoresque prefieren no hablar de lo que a&n no han escrito, sin embargo... ahoraparecía usted dispuesto a hacerlo -sus palabras se tornaron cada vez m*spausadas.- ;ue entonces que me pregunt% si esperaba a alguien. +ra una

pregunta etra"a si s%lo iba a contar apenas una idea. 0ambi!n mencion% -yreci!n entonces me enter!- que usted ya me había visto antes, aquí. 2

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finalmente supe que, seg&n el plan de su ?novela@, al final de esta visita... debíaasesinarme -en ese punto se detuvo, levant% la vista del te$ido y lo mir%directamente a los o$os'

-+ntonces pens!... si no era usted un escritor, 3qu! otro argumento podríarelatar un asesino, m*s que su propio plan para matarme4

Se hizo un silencio.+n la chimenea, los troncos se derrumbaron esparciendo una lluvia dechispas. (ero ellos permanecieron quietos por un instante, escrut*ndosemutuamente.

-1ígame se"or Bland' 3qu! supone usted que yo deba creer4

John sinti% que se quedaba sin palabras. 1e pronto, al escuchar a laanciana, a !l mismo le resultaba absurdo creer que lo que allí sucedi% había sidos%lo un peque"o acto para asustarla. (ero lo m*s etra"o, lo m*s perturbador,era descubrir la manera en que esa mu$er conseguía intimidarlo. 2 esasensaci%n parecía concentrarse en la boca de su est%mago, como si un pu"oestuviese cerr*ndose lentamente sobre !l. #izo un esfuerzo para que suspalabras sonasen normales'

-Comprendo que se haya usted inquietado cuando relat! aquello, se"ora<reenold, y lo lamento, cr!ame. A veces... temo que soy demasiado realistapara contar mis historias -sentía que era una eplicaci%n absolutamente idiota-.)sted sabe, !se es mi traba$o, el oficio de escribir sobre crímenes... -simul%una peque"a carca$ada, y de repente se dio cuenta de que no podía continuar.Se había puesto nervioso.- h, vamos se"ora <reenold, no creer* que vinepara hacerle alg&n da"o. +s ridículo...

+lla continu% mir*ndolo, impasible.

-3Acaso parezco un asesino4 -agreg% John mientras comenzaba a sentirun leve hormigueo que subía por sus piernas.-h, no... ambos parecemos incapaces de matar una mosca. K)na

peque"a mueca, parecida a una sonrisa, se insinu% en el rostro de la anciana'-(ero no es de las apariencias de lo que estamos hablando, 3verdad4

John, visiblemente inc%modo, mientras simulaba acomodarse en su sill%n,se pas% las manos por las piernas'

-o imagino adonde quiere usted llegar con todo esto.+lla se inclin% levemente hacia adelante'-1ebería hacerlo, se"or Bland. =magine... imagine usted que antes de

acostarse ve una ara"a en su habitaci%n. 0al vez lo muerda, tal vez no...1ígame -ba$% el tono de su voz convirti!ndola en un susurro'

-3+speraría usted la ma"ana para saberlo4John se qued% en silencio, como si no acabase de entender lo que la

mu$er terminaba de decir. Algo no estaba bien allí. Abri% la boca con unsentimiento de confusi%n, y quiso esbozar una sonrisa, pero no lo logr%. 2 derepente supo, como quien acaba de descubrirse un dolor, que tenía miedo.

-o comprendo... -ese hormigueo ahora subía por su espalda y alcanzabasu nuca. +staba muy tenso. 3(or qu!4 1e pronto se encontraba calculando ladistancia que lo separaba de la se"ora <reenold. 0enía que serenarse, eraest&pido tener miedo. 38u! podía pasar4

-Sin embargo, yo creo que comprende, se"or Bland, que ha empezadousted a comprender... -ella gir% la cabeza hacia los cristales de la ventana, queahora s%lo refle$aban la luz de la l*mpara, y la volvi% nuevamente hacia John.Su rostro trasuntaba una calma absoluta.- 3Sabe4, cuando salí de la estaci%nesa ma"ana, en +dimburgo, record! lo que /obert me había repetido en el auto,una y otra vez. 8ue aquella muchacha era inofensiva, que no podía haber vistonada en realidad. 2 la prueba de ello era que no había llamado a la policía...-hizo un ligero movimiento, negando con la cabeza-. o entendía que ese riesgoera inaceptable. +sa duda, por peque"a que fuese, nos podía costar muy caro sino hacíamos nada. 3+ntiende4 -hizo una pausa- 2 no me equivoqu!. +sa

ma"ana me sentía satisfecha por ello.

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-(ero eso se trataba de... algo que había usted inventado. -John abri% laboca para tomar aire. 1e repente sentía una especie de n*usea.

-h... resulta encantador escucharlo decir que poseo la imaginaci%n de unescritor -sonri%-. (ero no sirvo para inventar historias, cr!ame. )sted mismo sedio cuenta de que aquel primer relato no podía ser cierto. o crey% eso. 2 yo...

tampoco puedo creerle a usted, !sa es la verdad. 1esde que lleg% esta tarde,me temo, no me ha dado una sola raz%n para confiar en su persona -hizo unsilencio-. >er*, soy una mu$er vie$a, y usted es un hombre $oven y fuerte.+stamos aquí, solos, absolutamente ale$ados de todo. Comprender* que en estasituaci%n s%lo hay una cosa que puedo hacer, yo... -y agreg% despu!s de unmomento, casi sin epresi%n'

-1ebo matarlo se"or Bland.A John le bast% verla un instante para darse cuenta de que esa mu$er

estaba diciendo la verdad. Casi instintivamente comenz% a levantarse del sill%n.+n el acto, sin sacarle los o$os de encima, ella apoy% su mano sobre el mangodel atizador. Gl observ% ese movimiento y comenz% a correrse hacia un costado,cuidando cada paso, hasta que se dio cuenta de que no sabía qu! hacer.

-o habla en serio... -di$o lentamente para controlar el temor en su voz.-3o cree4, sin embargo tengo la impresi%n de que hemos hablado en

serio toda la tarde, usted y yo.Algo dentro de John reaccion% s&bitamente'-)sted... usted est* en un error. 5as cosas no son así6, yo no vine aquí

para matarla, 3entiende eso4, yo... s%lo pretendía que usted se asustase, esofue todo. (ens!... que aquello era un invento, su historia del tren y todo eso-su rostro se había cubierto de un sudor fino, como una capa de aceite. Se dabacuenta del esfuerzo por eplicar lo que allí había sucedido. (ero s%lo escuchaba

frases agolp*ndose torpemente, unas sobre otras' -9e molest% que quisieraenga"arme, !sa es la verdad, no había sido sincera usted conmigo. Su relatofue formidable... formidable, en verdad... tambi!n eso me irrit%.

-h... 5formidable6 -susurr% la anciana con un sarcasmo que no s%lode$aba traslucir su incredulidad, sino tambi!n una ligera burla. John continuaba'

-2 despu!s... de nuevo hizo esa pregunta, yo sentí que usted queríaburlarse de mí, eso... !sa no es la palabra, usted... -entonces se detuvo. >eíac%mo ella ahora se limitaba a observarlo con una mirada paciente y algo triste,como si escuchase mentir a un ni"o. 2 comprendi% que nada m*s podía hacer,que cualquier cosa que di$ese carecía de sentido ahora. S%lo tenía que irse, salirde allí.

-amento mucho todo esto se"or Bland.-5(ues es la verdad6 -John grit% mientras comenzaba a retroceder en

direcci%n a la puerta. evant% el brazo se"al*ndola con un dedo'- 52 no meimporta lo que usted crea..6

-0iene usted raz%n -replic% ella, tranquilamente-. 0emo que ya no importa,es !ar#e a'ora.

+sas palabras lo detuvieron'-38u! quiere decir4 -ahora ese hormigueo era un e$!rcito de d!biles

pinchazos movi!ndose en todo su cuerpo. 38u! le pasaba4-)sted mismo me pidi% una taza de t!. 3Sabe4, las sales de bario son algo

lentas, pero muy efectivas llegado el momento. o he visto. +s necesario quepase un tiempo, claro, pero pasado ese tiempo todo se pondr* rígido muyr*pidamente. -John sinti% que un horror que no conocía se apoderaba de !l.-/obert muri% así. )sted sabe, se había convertido en alguien peligroso. Aquellohabía sido demasiado para !l, y así me lo di$o una noche, poco tiempo despu!s-hizo un silencio-. 0ambi!n tomamos t! en esa oportunidad, y... aquello demor%poco menos de una hora, por lo que debo decirle que ese efecto en usted esinminente, se"or Bland.

John mir% las tazas de t!. a suya estaba vacía. A su lado la otra: intacta.+ntonces record% que ella ni siquiera la había tocado mientras relataba la &ltima

historia. Su rostro palideci% intensamente, y qued% rígido, como si hubiesede$ado de respirar por un momento'

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-38u! ha hecho...4

-o tiene mucho tiempo para preguntas, se"or Bland -di$o ella con unacalma que a John lo horroriz% a&n m*s-. o &nico que debe hacer ahora esllamar a un m!dico. Allí est* el tel!fono. (or favor... h*galo.

(or un momento John pareci% no comprender. 1espu!s comenz% a girarla cabeza mirando a su alrededor hasta que sus o$os encontraron eltel!fono, y se lanz% sobre !l. evant% el auricular. 1esde su sill%n, una d!bilsonrisa cruz% el rostro de la se"ora <reenold. 2 a John se le helaba la sangre'

a línea estaba muda, completamente muerta.-Ahora sabe por qu! no puedo creerle, se"or Bland -la calma de la mu$er

parecía inconmovible 3Sabe4, ayer por la ma"ana se aperson% aquí unmuchacho muy simp*tico. (ertenecía a la empresa telef%nica. 9e comunicabanque por un par de días a&n no podrían reparar la línea que corresponde a todaesta zona. a tormenta ha da"ado un... distribuidor, o algo así. o haytel!fonos. +n ninguna casa, me temo. Si usted fuera mi vecino tendría quesaberlo. Como ver*, lo mío no son s%lo con$eturas. 3Comprende4

#izo un silencio, y finalmente di$o'-adie pudo haber llamado a su casa esta tarde.

John, a&n con el auricular en su mano, permaneci% de pie, mirando esepedazo de pl*stico hueco e in&til, hasta que comenz% a moverse de una maneraetra"a. 1e repente sentía una inmensa necesidad de abalanzarse sobre ella ygolpearla'

-59aldita sea, pues el tel!fono sí funciona en mi casa...6-3h, de veras...4- una mezcla de burla e incredulidad se de$aba oír en las

palabras de la anciana. (ero como si reci!n en ese momento John las hubieseescuchado, ahora en !l resonaron las otras, las anteriores'3a#ie *u#o 'a(er ""ama#o a su casa es!a !ar#e.+sa tarde...“-a*% aca(a #e ""amar...”Ahora John recobraba la imagen de Anne, hermosa, caminando hacia !l

sobre la grava' “-a*% aca(a #e ""amar... /o sien!o, #e(o ir a /on#res”  ella habíadicho. (ero en ning&n momento !l oy% la campanilla del tel!fono esa tarde. 2tampoco antes. +n esas pocas horas, ahora se daba cuenta, nunca probaron lalínea de esa casa. 1espu!s ella volvía. Se había cambiado la falda, y llevabarouge en sus labios. +staba preciosa esa tarde. 3(or qu! le mentiría Anne sobreesa llamada4

-3(ara qu! vino hoy a mi casa, se"or Bland4 -la se"ora <reenold ahoralo miraba fi$amente, pero John parecía no escucharla. )nos mechones de pelooscurecidos por el sudor le caían sobre la frente, y su piel parecía de cera.Sentía que en su cuerpo sí sucedía algo, se daba cuenta. +staba respirando porla boca. Algo le impedía cerrarla. 38u! era4 Gl había inventado esa historia delamante y las llamadas. Aquello no podía ser cierto. Cerr% los o$os tratando depensar con claridad. +l relo$ dio la hora en los fondos de la casa. )n horriblesentimiento de irrealidad se apoder% de !l. o podía estar pas*ndole todo esto.a mu$er debía estar $ug*ndole una broma. +so era, un $uego, un $uego

horrible. +so lo eplicaba todo. 2 lo que sentía en su cuerpo s%lo era productodel miedo, una reacci%n normal, eso debía ser... tenía que ser. Sinti% que susfuerzas lo abandonaban'

->amos, usted no hizo eso, 3verdad4- di$o casi sin voz. (arecía a punto deromper en llanto. ot% que sus dientes comenzaban a chocarse, y los apret%.(ero a&n percibía el temblor en su ment%n.

+lla prosigui%, como si hubiese ignorado la pregunta'-Al principio s%lo sentir* un malestar en el est%mago, y un hormigueo...

algo muy molesto. 1espu!s vendr*n los temblores. +so significa que ya haavanzado sobre el sistema nervioso, y que debe darse prisa. -John cerr% los

o$os, como si no quisiera oír m*s- Cuando salga de aquí, y creo que no debeperder m*s tiempo, tratar* de correr hasta su casa y eso ser* peor porque el

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veneno se difundir* m*s r*pidamente, pero usted correr* de todos modosporque es su &nica posibilidad de tomar el tel!fono y llamar a una ambulancia.Claro, si el tel!fono funciona en su casa... -hizo un breve silencio'

-38ui!n sabe4, quiz*s sea verdad lo que usted dice, se"or Bland,entonces... entonces tal vez tenga una oportunidad de salvarse.

John ba$% la cabeza lentamente y se percat% de que tambi!n sus manosestaban temblando. 31esde cu*ndo le sucedía eso4 (arecían fuera de control.0enía que llegar a su casa. +n su casa funcionaba el tel!fono, Anne no le minti%.Claro que había eistido esa llamada.

-(ero tal vez ya sea tarde, y en algunos días, cuando llegue la policía, yoser! una vie$a medio sorda y algo est&pida por los a"os, pero que nunca lo vio austed, ni recibi% a persona alguna hoy. (ara ellos ser! cualquier cosamenos una sospechosa, 3verdad se"or Bland4

a se"ora <reenold se incorpor% de su sill%n, y lentamente se dirigi%hacia la puerta. 0om% el picaporte, la abri%, asom% apenas su cabeza haciaafuera, y ni siquiera lo mir% cuando di$o'

4¿/o creyó !o#o, +er#a#?

INAL DE UNA NOVELA

+n los siguientes diez segundos John qued% inm%vil, observando a laanciana. 38u! significaba esa pregunta4 +lla, de pie $unto a la puerta abierta,sostenía su mirada en perfecto silencio.

-Sí... lo creí todo -respondi% !l conteniendo la respiraci%n, como si algoestuviese a punto de ocurrir. (ero ella s%lo di$o'

-+ntonces es hora de que se vaya, 3no cree4 -su tono era seco y algo

impaciente, como si ya no hubiese m*s que agregar a lodo aquello. John qued%de pie un instante. Buscaba en el rostro de esa mu$er una se"al... de cualquiercosa. (ero no hall% ninguna. Comprendi%, finalmente, que ya no podía perderm*s tiempo allí. 2 sali%.

A sus espaldas escuch% cerrarse la puerta, y el ruido de un pasador que secorría.

Afuera el silencio era abrumador, como si el mismo aire se hubiesedetenido. (ero lo que confundi% a John, al principio, fue ver las formas delparque, increíblemente nítidas ba$o aquella luz blanca y etra"a.

a luna lo iluminaba todo.Su resplandor de$aba distinguir las rugosidades de los troncos y el brillo

del folla$e que a&n pendía de los *rboles. (ero por deba$o, entre los &ltimosrayos que alcanzaban las ramas y los arbustos de aquel lugar, las sombras erande una oscuridad absoluta.

Comenz% a correr.1elante de !l, veía su propia sombra reptando entre las ho$as del sendero

mientras atravesaba el parque. +n la quietud de la noche, el ruido de laho$arasca ba$os los pies y el sonido de su respiraci%n entraban a raudales en susoídos hasta aturdirlo. >io las re$as del port%n de entrada. Antes de alcanzarloestuvo a punto de caer y se dio un doloroso golpe contra uno de los pilares. Con

un breve gemido, se llev% una mano al hombro. Abri% elport%n, y se lanz% hacia el camino.

Su figura era lo &nico que se movía en esa noche.Aparecía y desaparecía ba$o la sombra de los *rboles. Sobre su cabeza,

las ramas se confundían entre sí, y a trav!s de ellas, inm%vil, la luna parecíaperseguirlo. os tramos donde penetraba su luz relucían contra las zonasoscuras, cada vez m*s etensas, que por momentos tragaban el camino,de$*ndolo con la borrosa idea del lugar por el que había caminado m*stemprano, ese día. Comenzaba a escuchar los latidos de su coraz%n, cada vezm*s fuertes, a la altura de sus sienes. 3Cu*nto faltaba para llegar4 )n violento

dolor crecía en su pecho a medida que avanzaba, hasta que sinti% que algo en !liba a estallar. Se detuvo. o podía respirar. (ermaneci% quieto un instante,

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hasta que sinti% que el aire volvía a entrar en su cuerpo. Aquello era s%lo suagitaci%n. Con la mano en el pecho, se lanz% nuevamente por el sendero,que en ese tramo se hacía m*s angosto. +se dolor no demor% en amenazarlootra vez. (ero John sabía que ya no iba a detenerse. 0enía que seguir corriendo,alcanzar el tel!fono... “-a*% aca(a #e ""amar.”  o podía faltar mucho para llegar

a su casa.;inalmente, detr*s de unos matorrales, logr% divisarla. Allí estaba sucasa. paca y silenciosa, cada vez m*s grande, m*s cerca. Se abalanz% sobre lapuerta y tom% el picaporte. (ero la puerta no cedi%. Comenz% a force$earla, apatearla, y de repente se detuvo. Antes de salir !l había cerrado toda la casa.as llaves... 3d%nde estaban las llaves4 +n la chaqueta. /a c'aque!a 'a()aque#a#o en "a casa #e aque""a muer. )n sentimiento de horror lo de$% sinaliento. Corri% hacia las ventanas, a uno de los costados de la casa. 0enía quehaber una forma de entrar. a primera ventana estaba cerrada. ;ue hacia lasegunda.

+ntonces sinti% aquello.+ra una especie de ardor, una sensaci%n nueva, desconocida. 1espu!s,

a"2o que comenzaba a desplazarse por todo su cuerpo, r*pido, invasivo, como sise preparase para atacar. 2 eso comenzaba a paralizarlo. Sinti% que perdía pie,y se apoy% con las dos manos contra la ventana.

;ue en ese momento que lo vio.=luminado por la luz de la luna que entraba a trav!s de los cristales, el

tel!fono permanecía sobre la chimenea. 8uieto, indiferente, como todos losob$etos que se encontraban en aquel etra"o museo de cosas familiares. 8uisoromper el vidrio, pero sus brazos no le respondieron. os mir%. +ran sus brazos,pero ya no le obedecían. =ntent% mantenerse de pie, hasta que finalmente se

de$% caer apoy*ndose contra el muro. Su cuerpo qued% en una posici%n etra"a,y su rostro mirando hacia el bosque. o intent% moverse. Apenas levant% lamirada, y vio los arces que se mecían al lado de la casa, esa tarde. Ahora erangrises y estaban inm%viles. 2a no soport% el resplandor de aquella noche. 2cerr% los o$os, y rog% que todo aquello fuese s%lo una novela.