LOS TROVOS - UAM
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LOS TROVOSCASIMIRO BONMATI L1MORTE
Quienquiera que pretenda aproximarse al conocimiento de un puebloha de escudriñar necesariamente sustradiciones. Y en este sentido tengopara mí que de todo el acervo de valores espirituales acumulados a lolargo de los siglos por los cartageneros, nada refleja tan especificamente su alma, como los trovos , fenómeno profundo que desborda elsimple plano folklórico-lingüístico.
Son las gentes de esta tierra dicharacheras y barrocas , con unasensibilidad a flor de piel, pronta aresponder a estímulos mínimos conun amplio repertorio; acostumbran amostrarse más bien mordaces, perosin mala intención, tan sólo por entretenimiento o como simple ejerciciodel ingenio, y aunque poseen un innato sentido del orden , suelen dejarlo todo a la improvisación... Lo que,en definitiva, equivale al esbozo decuanto debe caracterizar a un buentrovero.
l. A MODO DE DEFINICION
Al margen de cuestiones semánticas u otros signif icados históricos,aquí se llama trovar a un arte popular, propio de los naturales de la comarca conoc ida como Campo deCartagena -y especialmente arraigado en su cuenca minera , en lassierras de Cartagena y La Uniónque consiste en repentizar poesía. Nose trata , por cons iguiente , sólo deversificar, sino que hay que hacerlo-y esto es, precisamente , lo másimportante- de forma improvisada.
A los que practican este arte se lesdenomina TROVEROS ; y sus composiciones, en términos generales,reciben el nombre de TROVaS.
Y, aunque el hecho no puede atribuirse exclusivamente a nuestra tierra, es lo cierto que por estos pagosson muy abundantes los repentistasque - careciendo, a veces, de cultura y en algunos casos, incluso, sinsaber ni leer- poseen una singularfacilidad para improvisar poesía ypueden contestar en verso a cual-
quier pregunta o tema que se lesproponga . De tal forma que, dentrode lo extendida que ha estado siempre la versificación popular , declamada o cantada, por la geografía patria , este trovo del campocartagenero es, sin duda, la expresión poét ica repentizada de mayorbrío y vigencia que existe en la actualidad.
Para definir lo mejor posible la personalidad de nuestros artistas populares, conviene insistir en las diferencias entre trovero y poeta.
Porque si un trovero, en vez de improvisar, se tomara tiempo para elaborar su verso , retocándolo una yotr a vez .cuidada y parsimoniosamente, dejaría de ser trovero paraquedarse simplemente en poeta . Eltrovero ha de vencer mayores dificultades que el poeta y está obligado auna absoluta apertura, a la mayorsinceridad en su quehacer; mientrasque el poeta nunca descubre su intimidad y sólo ofrece su obra despuésde que la ha ido trabajando recatadamente hasta que la considera bienacabada y en condiciones de sermostrada en público.
El poeta es culto; el trovero popular. No se le pueden exigir mayoresaliños literarios, pero su obra es másnatural y cautiva precisamente por supureza y su sencillez. Y es que-como se ha dicho- el trovo, aunque imperfecto. tiene siempre la bellezade las flores silvestres, su aromay su color . La poesía culta , aunquemuy elaborada, puede quedar, a veces. pálida e inodora, como las floresde papel.
En su forma primigenia, los versos- por lo general para ser cantados yajustándose siempre a ciertas reglasmétr icas que luego veremos- brotan espon táneamente como expresión de un sentimiento del trovero. deuna tensión de su espíritu. Es unanecesidad casi irrefrenable: el dolorha de desahoga rse, la alegría tieneque comunicarse...
Así cantaba, hace un siglo. el hombre de nuestra sierra la amargura desu trabajo , protestando ante la explotación de que era objeto:
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«Los mineros son leonesque los bajan enjaulados ,trabajan entre peñonesy allí mueren sepu ltadospa darle al rico mlllones.»
Pero como, en medio de tanta tragedia, el alma del rudo trovero eraalegre, también cantaba sus alegríaspor aquellas veredas pardas y poraquellas cuestas de lajas:
«Tengo una novia en Portmán,otra tengo en Herrerías.Con la una me anochece ,con la otra me pilla el día.»
Muchas veces, aunque no empujeun determinado sentimiento, los versos improvisados nacen como borbotón irreprimible de la estética queahoga al hombre levantino o comorespuesta ingeniosa y ajustada a lasmás diversas situac iones que vanocurriendo. Los ejemplos son numerosos; he aquí uno reciente: acudió ami consulta del Seguro un paciente aquien debió agradarle la enfermera.Se ve que al hombre le interesabasaber si era soltera o casada y,cuando ya se marchaba, se dirigió ami así:
«Don Cásimiro: quisierade esta mujer tan bonitaque tiene usted de enfermera,que ella misma me dijerasi es señora o señoríta.»
11. FUNCION SOCIALDE LOS TROVOS
El trovero se dedica, fundamentalmente, a observar lo que acontece ensu entorno -verdadero poeta de sugente- va recog iendo en rústicascadencias sus sufrimientos e ilusiones, cantando cuanto vive y viviendocuanto canta; lo que le confiere talautent icidad, que el pueblo se reconoce a sí mismo, como si tuviera delante un espejo, cuando se ve retratado en el trovo.
Por eso, el trovero, además de repentizar sobre el amor, la muerte, lapatria y los restantes temas eternosde la poesía popular, ha ido registrando y - a modo de cronista- lossucesos locales, importantes o no:
cEI Sirio, correo italianoque para América iba,naufragó de agosto el cuatro ,frente al faro de la Horrníqa.s
Cuarte ta que recoge, efectivamente, el naufragio del mentado buque, frente al litoral cartagenero,cerca de Cabo de Palos.
O la siguiente quintilla, improv isada cuando aquel «Manco» de LaUnión enloqueció y le dio por atacarcon un cuch illo a cuantos hombresencontraba al paso:
«Como corral sin gallinasse está quedando La Unión:unos que matan las minas,otros que se lleva Diosy los que "El Manco" asesína.s
Pero, de este modo, por encimadelo puramente anecdótico, los trovostambién reflejan profundas realidades de la psicohistor ia de nuestrasgentes. Véase otro ejemplo:
«Cartagena de Levante,bien te puedes alabar,que Murc ia, con ser tan grande ,no tiene puerto de rnar.s
Versos que ponen de manifiesto elviejo orgullo de los cartageneros porsu puerto, al tiempo que muestran latradicional rivalidad entre la capital dela huerta y la del mar. Y esto, verdaderamente , es mater ia de estudiopara quienes desean adentrarse en lahistoria de los habitantes de nuestraregión.
y aún hay otra función más importante . El trovo, como el cante , haservido de desahogo lírico a numerosos oprimidos. El hombre de nuestra tierra ha resuelto muchas vecessu amargura en ironía, gracias a untrovo . Porque el auge de los trovoscoincidió con el apogeo de las minas,en plena revolución industrial, y conunas circunstancias de gran injusticiasocial, de triste explotación del hombre por el hombre . El trovo constituyó entonces un movimiento sociopolítico e innumerables coplas hansido expresión de protestas y rebeldías, desempeñando el papel de asidero dialéctico y evitando más de unareyerta. Si un minero es capaz de hacer versos, logrará vencer los impulsos de su resentimiento:
«De la entrañ a de la minasale el rico miñeralpara que tengan berlinalos hijos de don Pascual»
No se precisa el asesinato de donPascual, ni el secuestro de esos sushijos. Nuestro buen minero se vengadel mal trato que recibe, cantandosimplemente una cuarteta y queda yasatisfecho con su desahogo poético.Por eso Alberto Colao inventó un refrán: «Quien afila versos no afila navajas.»
Yerro grave sería ignorar todas estas misiones hominizadoras de lapoesía popular cartagenera. El trovohace que hombres sencillos ejerzanla función de pensar, y que vocescampesinas -que ignoran la ciencia- nos transmitan sabiduría. Y,sobre todo, el trovo -formativo, humano y apaciguador- reduce laagresividad a algo manejable e, incluso, agradable.
Memorable velada de trovas en el Barrio Peral de Cartagena en que comp itieron dos veteranos troveros , yadesaparecidos, Pepe «Picardías. y David Castejón. «Picardías» va dictando al «cantao'" «El Levantino» susimprovisaciones. Toca la guita rra Juan «El Calala».
111. LAS VELADAS
Aparte de las situaciones ya descritas, lo más frecuente en este pintoresco mundo de la poesía popularrepentizada -y lo que constituye sugenuina manifestación- es que lostrovas tengan que ser improvisadossobre temas intencionadamente impuestos (por un competidor, por unjurado o por los mismos espectadores) y que, naturalmente, no han podido ser estudiados - y ni siquieraconocidos- de antemano. De estamanera, se establ ecen diálogos enverso entre los troveros, animadascontroversias sobre los más variadosasuntos, dando lugar a las clásicasVELADAS DE TROVaS , torneos deagilidad mental y de agudezas, quesuelen durar muchas horas, por logeneral nocturnas , y que hacen lasdelicias de un público --en gran partecampesino y socarrón- que siempre acude deseoso de escuchar yaplaudir la oportunidad de una réplica, el contenido festivo -o filosófica-- de una copla y la capacidad desus ídolos para ironizar, denostar ymaltratar en verso a sus contrincantes. Porque -como se ha indicada-- las veladas de trovas son unaadmirable muestra de agresividad ritualizada en las que un trovero puedeafrentar y vituperar en verso a suoponen te, desempeñando un papelque le convierte en auténtico símboloy le exime de toda personalización enel duelo.
Son numerosas las veladas que,casi íntegras, conservan en su memoria los buenos aficionados. Tal vezla más recordad a sea la que sostuvieron en Portmán -allá por la segunda década de este siglo- Mariny «El Minero», dos famosas figuras dela historia del trovo, sobre la cuestiónsocial. A guisa de ejemplo, reproduzco una muestra a continuación.
Conviene advertir que, en toda velada, los troveros inician su actuación dedicando alguna copla para saludar a la concurrencia; pero enseguida - sea cual sea el asunto adiscut ir- empiezan las alusionespersonales en la contienda verbal:
MINERO:«Suelen en La Unión llamarte"rey de la improvisación",y yo he venido a buscartecon la intención de arrancartede tu corona un ñorón.s
MARIN:«Si de rey calificarmelos unionenses supieron,al justamente elogiarme,la gloria que ellos me dieronno podrás tú arreba tarme.•
De este modo, quintilla a quintilla,se va entrando en el tema de cadanoche (a la sazón, repito, de caráctersocial) y se van delimitando los papeles: en esta velada «El Minero»defiende al obrero; Marín al patrono:
MINERO:«Yo del rico nada quiero,ni aún la felicidad.
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Monumento erig ido por sus paisanos al troveroMarin en el pob lado cartagenero de La Palma.
De todo el que no es obrerodesprecio yo la amistadlo mismo que su dinero.»
MARIN:«Yo, cuando vaya pedirun trabajo y me lo dan,pudiendo así conseguirllevar a mis hijos pan,al burgués sé bendecir.»
Y, centrado ya el debate, continúan blandiendo sus ideas sin pararde improvisar coplas y más coplas,entusiasmando a los hombres y mujeres de esta tierra que asisten, incansables, a una lucha en que sólo seemplea el más excelso instrumentohumano: la palabra.
Y, en todos los casos, la naturalidad, la rapidez y la improvisación sonlas singulares características denuestra poesía popu lar en la que- como es obvio- nada puede llevarse escrito ni pensado previamente y en la que no caben apoyaturas ni trucos.
IV. LA «METRICAllTROVERA
Hay que afirmar que el trovo cartagenero tiene sus características individuantes y su personalidad propiarespecto a toda otra juglaría. Su estructura forma l, verbi gratia, ha deajustarse a determinados cánones yreglas. Son las llamadas «leyes» del
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trovo, que nuestros artistas siguen arajatabla. Merece la pena reseñarlas,siquiera sea someramente.
Por los ejemplos que anteceden, ellector ya habrá podido percatarse deque nuestros troveros usan exclusivamente el verso octosñabo. Y si unverso quedara corto o largo, ese insobornable tribunal popular queconstituyen los aficionados asistentes a las veladas, lo desaprobaría deinmediato. A fin de cuentas, esto esconsecuencia natural del habla espontánea de las gentes de esta tierra, cuya cadena sonora está compuesta por grupos fónicos que casisiempre tienen ocho sílabas.
Los versos (que aquí también sellaman «tercioss) se agrupan, como esnorma en poesía, formando estrofas,que en nuestro arte popular recibenel nombre común de «coplas» (eltrovo - ya lo dije- es poesía que seimprovisa para ser cantada). Las estrofas que tradicionalmente empleanlos troveros son cuartetas, quintillas.décimas y «trovas».
• En el arte de trovar se admitenlas siguientes clases de cuartetas:
Cuarteta redondilla: riman en consonante el primer verso con el cuartoy el segundo con el tercero. Lleva,pues, un pareado: esquema ABBA.
«Aún de tu tierra el filón Ano está muerto ni agotado. BIgual que en tiempo pasado Bvolverás a ser, La Unión.» A
(Marín)
Cuarteta cruzada (o alterna): noexiste pareado y por consiguiente, elesquema es ABAB, también con rimaconsonante:
«Huye noche velozmente, Asiquiera por compasión, Bdel preso que es inocente Ay no duerme, en su prisión.» B
(Castillo)
Cuartetas cojas: reciben este nombre aquellas cuartetas cruzadas enque no son consonantes todas las rimas. La condición para que resultenválidas en los trovas es que los versos pares (segundo y cuarto) han derimar siempre, sea en consonante oen asonante; pero el primero y el tercero (los impares) pueden quedar, incluso, libres. Por lo tanto , se distinguen varias modalidades. aBaB,AbAb, abab, -B-B, -b-b. Valgan unpar de ejemplos:
«Llevadme a La Unión volando,daos prisa, tartaneros, Bque ha empezado el festivaldel cante de los mineros.» B
(Alfredo Marqueríe)
«El trapo que me preparapara subir a la sierra btiene un perfume tan suyoque más que el pan me alimenta.» b
(Popular)
• Las quintillas constituyen unmolde adecuado para la versificaciónagresiva y mordaz, por lo que resultan las coplas más usadas por lostroveros y son las que siempre seemplean para las controversias, detan profundo arraigo popular. Losmás perfeccionistas suelenexigir rimaexclusivamente consonante para lasquintillas que, por lo general, adoptan dos modalidades:
Quintilla redondilla, que respondeal esquema ABAAB, es decir, con unpareado:
«Desconoce la riqueza Ami musa de campesino, Bpues tan basta es de corteza Aque, mostrando su pobreza, Amendiga por el camino.s B
(Gregorio Madrid)
Quintilla alterna, sin pareado y deacuerdo con el esquema ABABA:
«Cuando la muerte se inclina Aa llevarse a los mortales, Bno valen la Medicina Ani los grandes capitales; BilOmanda la ley dlvinal.» A
(Marín)
• Otra estrofa habitual en la poesía repentizada del Campo de Cartagena es la Décima tro vera, similara la espinela clásica, con esquemaABBAACCOOC. El trovero ManuelGonzález improvisó así cómo debecomponerse :
«Para hacer de buena tinta Auna décima cualquiera, Brima la línea primera Bcon la cuarta y con la quinta; Ay de manera distinta Arima la dos con la tres, Csexta y séptima, después, Criman con la diez en todo; Oocho y nueve de otro modo; Oy así la décima es.» C
• Empero donde esta poesía tradicional entraña la máxima dificultady alcanza, a la vez, su más alta cotaartística es en el llamado trovo. Porque, aunque esta palabra -comoquedó dicho- sirve para designar demodo genérico cualquier repentizaci ón de los troveros, antonomásticamente TROVO es el nombre que seda a una composición estrófica, formada por una cuarteta y cuatro quintillas, al modo de la glosa clásica: lacuarteta debe exponer un tema quetiene que ser explicado, ampliado yratificado a lo largo de las cuatroquintillas. Y estas quintillas han deimprovisarse de forma que cada unade ellas vaya acabando -por elmismo orden- en cada uno de losversos de la cuarteta.
Se comprenderá mejor su construcción repasando el siguiente trovo,repentizado a primeros de siglo, sobre la mujer; por cierto , muy de
acuerdo con las ideas imperantes enla época al respecto:
«HIZO DIOS A LA MUJERPARA CIRINEO DEL HOMBRE ;NO MERECE DE HOMBRE EL NOMBREQUIEN NO LA SABE QUERER.
No miréis con faz siniestraa tan delicioso ser;lIévela el hombre a su diestra,que no para esclava nuestraHIZO DIOS A LA MUJER .
Vedla siempre resignadaa sufrir, aunque le asombresaber que fue destinada,por la autoridad sagrada,PARA CIRINEO DEL HOMBRE.
No hay una que con su huellanuestro camino no alfombre.Si es buena, sea o no sea bella,el que hace escarnio de ellaNO MERECE DE HOMBREEL NOMBRE.
De ellas nace la ilusiónque nos convida al placer.O jamás sintió pasióno no tiene corazónQUIEN NO LA SABE QUERER.»
(Castillo)
Aunque un trovero puede improvisar un trovo completo , lo más frecuente, sin embargo, es que se le entregue , de pronto, una cuartetainédita para que él la glose, «le hagalas coplas.» Y preciso es reconocerque repentizar sobre la marcha, a pieforzado y en un santiamén, cuat roquintillas bien medidas, bien rimadasy con un contenido enjundioso, aunque le falten méritos literarios, es tarea harto difícil y que no está al alcance de cualquiera.
V. EL CANTE DEL TROVO
El trovo - lo he venido repitiendo- es poesía para ser cantada.y como las modalidades de trovarque han llegado hasta nosotros sonlas que tuvieron su mayor auge haceun siglo, con el esplendor minero deesta sierra , lógicamente, el soportemusical del trovo tiene que estar enrelación con la música popular denuestras gentes en aquellas fechas.
Consecuentemente, dos son loscantes que usan nuestros troveros:para las cuartetas y las quintillas emplean la «malagueña del trovo», y lasdécimas se cantan por «guajiras troveras.»
La malagueña del trovo, tambiénllamada«cante del trovo», es un cantede persona lidad bien definida, mássobrio y desgarrado que otras malagueñas y deriva de un cante autóctono, el «cante de la madrugá», queentonaban los mineros por la sierraunionense hace más de cien años.
La guajira trovera es una agrada-
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ble variante del conocido cante aflamencado de origen antillano. La guajira es un cante de ida y vuelta(<<guajiro» es el nombre de los campesinos cubanos) que, cuando nuestros «cantaores» fueron a aquellastierras, adoptaron, a su manera, delos indígenas y luego trajeron a España,.haciéndose muy popular poresta zona en el siglo pasado . Perohay que hacer notar que la auténticay tradicional guajira trovera no es tanadornada ni tiene tantos melismascomo las que actualmente se escuchan con mayor frecuencia. Y decíaPepe «Picardías» que casi todas lasque hoy se cantan son «flamenquerías.»..
El cante es imprescindible en lasveladas. Tan es así, que cuando untrovero no sabe cantar, se hace ayudar en las controversias de un «cantaor»a quien -verso a verso- le vadictando lo que improvisa para que selo cante.
Y, por lo general, se cuenta también con el acompañamiento de unaguitarra; lo que todavía añade mayorbelleza al espectáculo.
VI. UNA PINCELADA HI5TORICA
Se ha venido afirmando que eltrovo nació en nuestra cuenca minera el último tercio del siglo pasado.Sin embargo, esto no es así: el trovopertenece a la manifestación poéticaprimitiva del hombre y las coplas -enuna u otra forma- han servido paraexpresar los sentimientos de nuestros antepasados desde los tiemposmás remotos. Porque la poesía naciócon el ser humano, al menos encuanto este ser fue capaz de palabraordenada y de emociones. Y, comola escritura constituyó un logro muyposte rior , durante siglos y siglos lapoesía fue sólo oral , cantada e improvisada, sirviendo con frecuenciafines lúdicos y, entre ellos, muy tempranamente, el entablamiento decontroversias, como se ha comprobado en los pueblos primitivos actuales.
Esta primera poesía existente, estetronco único, dio lugar con el transcurrir de los tiempos a que de él seseparase una rama culta, reflex iva,compleja, que es la poesía que se haescrito. La otra rama, la popular, dela que apenas hay noticia, porque noha pasado a la escritura, ha seguidoevolucionando de forma diferente encada pueblo, de acuerdo con las características de las distintas razas ytierras.
El trovo es, en nuestro pueblo, lasupervivencia evolucionada, la continuación de aquel tronco común por
su rama popular, es decir, el trasuntoactual de la más primitiva expresiónde la poesía.
Por eso, mucho antes de la explosión minera, en la novela costumbrista del siglo XVII, «Gustos y disgustos del Lentiscar de Cartagena»,escrita por Campillo de Bayle, ya sedescriben, entre otros entretenimientos de nuestros campesinos, «diálogos de poesías cantadas.»
Tampoco es que el trovo abandonara posteriormente el campo. Eltrovo se desplazó del campo a lasminas en la medida en que nuestroscampesinos acudieron a trabajar a lasierra. Fueron languideciendo la vidasencilla y las pequeñas reuniones enel campo: las nuevas urbes se convierten en protagonistas de la vidahistórica y social y es en las tabernasdonde ahora van a reunirse y van atrovar, preferentemente, nuestrasbuenas gentes.
Las circunstancias, antes aludidas,que se dieron en La Unión hace unsiglo, impulsaron con toda fuerza atrovar y nuest ra poesía popular alcanzó entonces su máximo esplendor, adquiriendo unas modalidadesque son las que han llegado hastanosotros.
Con estas premisas ya se puedenestablecer varias etapas en la historia de los trovas:
Hay una época protohistórica queabarca toda esa larga serie de siglosdurante los que nuestras gentes trovaban - hecho sobradamente documen tado- pero de la que sólotenemos not icia anónima, sin conocimiento de obras o artistas concretos.
La primera época histórica comienza sobre la mitad del siglo XIX.
Aparte de la tradición oral sin fallo deeslabones, nos han llegado suficientes documentos escritos: es el momento de la producción de numerosas coplas populares y de la mayoríade las letras que se conservan en elcante de las minas que actualmenteescuchamos, así como de la consagración de las primeras figuras deeste arte, entre ellas, algunos troveros analfabetos - como Pedro «elMorato»- y otros cultos -comoRequena, un maestro de escuela.
A partir de la última década del pasado siglo, en pleno auge minero, sepuede hablar de la época de oro deltrovo. Coincide con importantescambios socioeconómicos y con laaparición de los más conspicuos yprolíficos representantes de nuestroarte, especialmente José Maria Marín, el más famoso trovero de todoslos tiempos, un hombre magníficamente dotado para la repentización yque había gustado el sabor de las
Los troveros de La Alpujarra almeriense suelen actuar con acompañamiento de diversos instrumentosmusicales. Pero también se ajustan a las «leyes» del trovo cartagenero en sus improvisaciones.
humanidades, porque se estuvo preparando para ingresar en el Seminario, antes de que las necesidades familiares le pusieran a trabajar, desdemuy joven, en las minas. Fue Marínquien impuso las «leyes del trovo»,cuyo cumplimiento exigía a sus contrincantes para distinguir los auténticos troveros de los que en la jerga delarte se conocen como simples «quintilleros» o «rutineros», incapaces deimprovisar correctamente esa composición estrófica llamada «trovo» porantonomasia.
En esta época dorada -que seprolonga hasta el año 1936, con elinicio de nuestra última guerra civilbrillaron , junto a Marin, numerosostroveros de extraord inaria valía, destacando entre todos ellos, José Castillo y Manuel «El Minero .» Precisamente, Marín, Castillo y «El Minero»son conocidos por todos los aficio nados a esta poesía popular como«los tres puntales del trovo.»
La época actual comienza conunos años de latencia en que -trasla decadencia de las minas, con losavatares de la guerra civil, la muertede unos, el exilio de otros y el silencio de los demás- parecía que eltrovo iba a desaparecer en este pueblo milenario.
y aunque volvieron a nuestra ciudad viejos troveros de la época anterior, como José Maria Ballesta, Pedro «Cantares» o Pepe «Picardías», yseguían, en la huerta murciana, David Castejón y, en Pacheco, GregorioMadrid, fue, sin embargo, la irrupciónde nuevos valores del campo carta-
genero , allá por los años cincuenta-y, sobre todo, el advenimiento deAngel Roca- lo que reavivó el fuegodel arte y condicionó la peculiar configuración que ahora ha adquirido eltrovo.
Efect ivamente, se ha contado enestos años actuales con una pléyadede buenos troveros: en Cartagena,junto a Roca , Serrano Nieto, Cerezuela, Fernando Pastor , «El Pulga»,«El Taxista », Baranda , «El Palmesano» , Roca 11, entre otros no menos meritorios; en La Unión, «El Conejo»; en Fuente Alama, «El Lotero»;en Totana, Ponce; en Aguilas , «ElMiope», «El Chillaeras», Rabal y Paco«el Ramonetero»; en Murcia, «El Repuntín» y «Patiñero». Y en las provincias limítrofes, Miguel «Candiota», deAlmería, o Pepe «el Santapolero», deAlicante.
y la verdad es que hoy día el panorama del trovo es bien distinto al delas épocas anteriores: nuestro artepopular ha despertado interés en losintelectuales y ha alcanzado atenciónoficial. Consecuentemente, ahoracuenta con certámenes solemnes ,mantenedores, homenajes , libros ,simposios...
Pero el auténtico trovo cartagenero, el que , como siempre, siguecautivando por el ambiente ingenuamente zumbón de sus veladas, esesa expres ión poética primitiva que- libre de intelectualizacionesmantiene la frescura de lo natural yque todav ía subyace en el alma denuestras gentes más sencillas.
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