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LOS SIETE RAYOS ESTUDIO TEOSÓFICO POR ERNEST WOOD

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  • LOS SIETE RAYOSESTUDIO TEOSÓFICO

    POR ERNEST WOOD

  • ÍNDICE

    PRIMERA PARTE

    ORIGEN DE LOS RAYOS

    I. La columna de LuzII. ConcienciaIII. La potencia del pensamientoIV. La potencia del amorV. La potencia de la voluntadVI. Materia, energía y leyVII. Lo divino y lo materialVIII. ArmoníaIX. Los siete principiosX. Relaciones reciprocas.

    SEGUNDA PARTE

    LOS SIETE RAYOS

    XI. El primer rayoXII. El segundo rayoXIII. El tercer rayoXIV. El cuarto rayoXV. El quinto rayoXVI. El sexto rayoXVII. El séptimo rayoXVIII. Cuadro sinóptico de un maestro

    TERCERA PARTE

    UTILIDAD Y PELIGRODEL CONOCIMIENTO DE LOS SIETE RAYOS

    XIX. El rayo individualXX. Progreso sin peligroXXI. Etapas del conocimiento de sí mismo

    Tabla de los principales términos sánscritos usados en esta obra.

  • Primera parte

    Origen de los rayos

    Capítulo I

    La columna de luzAl escribir este libro y exponer las que espero que sean, claras ideas acerca de los

    Rayos, no veo medio de prescindir de ciertas materias de abstracto carácter y sobre todas ellas la referente a la afirmación de la universalidad de Dios o Brahman, a Quien algunos consideran como si estuviera lejanísimo, en un plano superior y en lugar allende de nuestra visión. Lo cierto es que Sachchidananda Brahman (1) está ante nosotros y diariamente con nosotros.

    Si analizamos el mundo de nuestra experiencia lo vemos compuesto de tres partes: La primera es una gran masa de objetos de toda clase, materiales en todos los planos, aún en los superiores. En segundo lugar hay un vasto número de seres vivientes con diversos grados de conciencia. En tercer lugar se ve cada cual a sí mismo.

    La primera de estas tres partes es el mundo de sat o existencia: la segunda, el de chit o conciencia: la tercera el de ananda o felicidad, el verdadero ser.

    Se comprenderá esto mejor si recordamos la historia de la gran columna de Luz. El excelso ser Narayara, Vishnu, alma y vida del universo, el de mil ojos y omnisciente, estaba reclinado en su lecho, el cuerpo de la enorme serpiente Shesha o Ananta, el tiempo sin fin, que yacía enroscada sobre las aguas del espacio, porque era la noche de la existencia. Entonces, Brahma, el gran creador del mundo de la existencia, llamado sat, llegose a Vishnu, y tocándole con la mano, le dijo: “¿Quién eres?”. Suscitóse entre ambos un debate respecto a quien era el mayor, y mientras proseguía el debate, con riesgo de enconarse, apareció ante ellos una gran columna de fuego y luz, incomparable e indescriptible, que dejó atónitos a los contendientes hasta el punto de que dieron de lengua a su disputa y convinieron en buscar los extremos de tan admirable columna. Vishnu la estuvo explorando hacia abajo durante mil años sin encontrar la base, y Brahma la estuvo explorando hacia arriba también mil años sin encontrar el capitel. Ambos volvieron contrariados. Entonces Shiva, cuya naturaleza es ananda, surgió ante ellos y explicóles que los dos eran uno en él, su Superseñor, la columna de luz, que era tres en uno; y que en futura edad, Brahma nacería de Vishnu y que Vishnu lo criaría hasta que al fin de la edad ambos volverían a ver a su Superseñor.

    Algunos se figuran que ascendiendo hallarán a Dios, pero la verdad es que aunque descendieran de su presente estado y buscaran durante mil años no podrían encontrarle fin. Esto no significa que Dios esté aquí, pero invisible y desconocido de nosotros, sino que está aquí, visible y conocido, porque el mundo que vemos es Su sat y la conciencia por la cual conocemos al mundo visible es Su chit y el yo que no podremos menos de reconocer en nosotros es su ananda. Cada uno de nosotros está en aquella columna de luz, doquiera se mueva en el espacio de la existencia o doquiera vaya en el tiempo de la conciencia. Nadie puede escapar de estas tres realidades. Nadie puede decir: “yo no soy” ni “soy inconsciente” ni dejar de conocer el mundo exterior de la existencia. Aunque hay millones

  • (1)El término Brah man, que es neutro, se aplica en conjunto a la trinidad de Shiva, Vishnu y Brahma, mientras que Brahma es masculino y corresponde al tercer miembro de dicha trinidad.de mundos en los mundos y seres en los seres, por doquiera están presentes sat, chit y ananda, y por doquiera son uno.

    Las cosa que vemos, tocamos, gustamos, olemos y oímos son sat, verdadera existencia, y que en este reino de la existencia nadie escapará de aquello en que todos confiamos, el testimonio de los sentidos, aunque su clarividencia se extienda por todos los posibles planos de la columna de la luz.

    El Universo Dios, el Sachchidananda Brahman no está compuesto del conjunto de las tres realidades sat, chit y ananda, sino que Aquello(1) se difunde en el espacio y en el tiempo, en lo que llamamos manifestación, donde y cuando las cualidades del sat y chit se actualizan entre los misteriosos cambios cíclicos que se suceden en la vida de la eternal superexistencia.

    (1)Se necesitaría un nuevo pronombre que expresara los tres géneros masculino, femenino y neutro, y sin embargo, tuviese forma de numero singular.

    EL UNIVERSO DIOSBRAHMA

    SATEl mundo objetivo

    VISHNUCHIT

    El mundo de la conciencia

    SHIVAANANDA

    (El Yo, la vida real)Tamas

    7

    Rajas

    6

    Sattwa

    5

    Kriya

    3

    Jnana

    2

    Ichchha

    1

    Representado

    por

    Maya

    4

  • CAPÍTULO II.

    CONCIENCIA

    En los libros hinduistas y teosóficos los términos ichchha, jnana y kriya indican los tres constituyentes esenciales de la conciencia. Dichas palabras se traducen usualmente y con toda exactitud por voluntad, sabiduría y actividad; pero no se comprenderá el significado de estas palabras traducidas a menos que se tenga en cuenta que únicamente se refieren a estados de conciencia.

    Estos tres estados de conciencia relacionan al individuo con los tres mundos: la voluntad con el del Yo; la sabiduría con el de la conciencia; y la actividad con el de las cosas y seres existentes. Por lo tanto jnana o la sabiduría es la genuina esencia de la conciencia.

    Al darnos cuenta de la vasta extensión de estos tres estados, advertimos la deficiencia de sus nombres traducidos, que denotan principalmente el aspecto positivo o externamente operante de cada uno de los estados. La conciencia es siempre doble, por lo receptiva y vigilante, y por lo activa e influyente, es decir, que posee potencias y facultades. Cada uno de los tres estados es a la par una potencia y una facultad.

    Ichchh es la conciencia del Yo y también la potencia de la voluntad.Jnana es la conciencia de los demás seres y también la potencia del amor.Kriya es la conciencia de las cosas y también la potencia del pensamiento.Nunca puede verse la conciencia en ningún plano, ni aun con toda clase de

    clarividencias.Solo puede verse la existencia.Pero la conciencia puede experimentarse y desde luego la experimenta todo ser

    conciente.Consideremos que por muy espléndido que entre la relatividad de las cosas sea el

    aspecto esencial de un jivatma o ser viviente en los planos superiores todavía pertenece al mundo de la conciencia o sat.

    Además, la conciencia no está sujeta en tiempo ni en plano alguno a las limitaciones de sat; o dicho de otro modo, aunque a riesgo de mala interpretación, puede estar y está la conciencia a un mismo tiempo por doquiera, y no necesita atravesar el espacio para trasladarse de un punto a otro. Únicamente recorre el tiempo.

    Si, por ejemplo, le digo a un individuo que se traslade de un lugar a otro, y después del traslado le pregunto: ¿Qué estaba usted haciendo?..¿Se movía usted?” debía esperar a que me respondiese: “ No, yo no me movía.” Y si apurando mas la materia le pregunto: “Pues entonces, ¿Qué hacia usted”?, me habría de responder: “Estaba pensando: estaba percibiendo el movimiento del cuerpo.”

    Únicamente por el resultado de la percepción sensoria conoce el ser humano la posición y movimiento de su cuerpo.

    Cuando un viajero va echado en el coche cama por la noche y el tren marcha suavemente, no sabe si la dirección del movimiento va en sentido de su cabeza o de sus pies; pero al descorrer las cortinillas de las ventanas, la vista de los objetos exteriores que parecen pasar velozmente, le da a entender y de ello infiere que el tren marcha en sentido de su cabeza, y entonces transmite a su cuerpo las imaginadas sensaciones de movimiento en dicho sentido.

  • Una vez comprendida y recordada esta libertad de las limitaciones de espacio, de que goza la conciencia, será posible tener idea de la naturaleza de la voluntad, sabiduría y actividad como operaciones de la conciencia.

    Cuando los hombres hablan de Dios, no piensan por regla general en el Dios universal, a Quien he aludido, sino a un ser a Quien consideran como la suprema conciencia de nuestro sistema solar. Es una conciencia de la que todos participamos, no en el sentido de que entre nosotros se divida, sino en el de que de ella participamos con El.

    Esta gran conciencia, llamada Logos solar por los teósofos, posee las tres potencias de voluntad, sabiduría y actividad. Esencialmente es Vishnu, pero Su voluntad lo pone en contacto con Shiva y Su actividad con Brahama. Sin embargo estos aspectos de Vishnu, se han llamado también Shiva, Vishnu y Brahma; y aunque estas personificaciones sean impropias, las menciono porque necesito referir la historia de la creación de Su mundo por nuestro Vishnu.

    Ante todo vino Brahma a gobernar el poder creador o divina actividad. Para comprensión de los hombres, refieren los libros que Brahma efectuó su obra sentado en meditación, y que según meditaba iban tomando forma los mundos por el poder de Su pensamiento. Tal fue su actividad. Después entró Vishnu en el mundo material, hinchiéndolo de su vida; y Shiva fue su superexistencia con el poder del Yo.

    El genuino Brahma trasciende la conciencia; pero el Brahma a que nos referimos no la trasciende, sino que tan solo es la personificación de Kriya de nuestro Logos solar.

    He relatado esta historia con el exclusivo objeto de demostrar que la actividad creadora no fue acción con manos y pies en el espacio, sino lo que llamamos pensamiento. La potencia de Kriya toca la materia del espacio en el mundo de la existencia y le da forma con su influencia.

  • CAPÍTULO III

    LA POTENCIA DELPENSAMIENTO

    Lo que es verdad respecto de las tres potencias o estados de la conciencia de Vishnu, lo es también respecto de la conciencia humana porque todas nuestras potencias son parte de la gran conciencia de Vishnu, así como la materia de nuestro cuerpo con todas sus propiedades está tomada del vasto océano de sat o existencia.

    Lo que el pensamiento es en Vishnu es Su actividad en el hombre.También es doble esta actividad, tanto si la consideramos en el Ser universal o en el

    aparentemente particular. Está en la facultad de discernimiento que sigue a toda percepción. Nadie recibe pasivamente .No hay pasiva recepción de modificaciones de conciencia, y toda percepción es un acto de la misma índole que el de asomarse a una ventana para ver quien pasa. Las cosas del mundo nunca entrarán exabruptamente o de sopetón en la conciencia de nadie; pero cuando la conciencia está en actividad se abre a la perfección de las cosas, y podemos percibirlas en su aspecto negativo o en su aspecto positivo, de suerte que cada pensamiento entraña el poder creador en el mundo de las cosas, el mismo poder que el pensamiento de Brahma solar ejerció en el principio del mundo.

    Esta verdad respecto de la actividad y la acción resuelve el problema que conturba a tantos estudiantes del Baghavad Gita.

    En el mundo occidental predomina una espantosa confusión sobre las relaciones entre la voluntad y el deseo, con muchas controversias respecto de cual de ambos opera en el cuerpo y lo mueve a la acción. La respuesta a este problema es que ni la voluntad ni el deseo operan directamente en el cuerpo. La única potencia que influye en las cosas es el pensamiento o Kriya. Por medio de kriyashkti o poder del pensamiento se construyo el cuerpo y se efectúan todas sus actividades no reflejas.

    Prueba de ello es que al tomar la pluma para escribir lo hacemos por virtud del pensamiento. Quien observe nuestra acción verá que tomamos la pluma con la mano, pero el pensamiento movió la mano.

    La Psicología occidental recibió un vislumbre de esta verdad con la teoría de Emilio Coué según la cual cuando en la mente humana hay un conflicto, una lucha entre la voluntad y el pensamiento (1) siempre vence el pensamiento. Así es, en efecto, si consideramos los resultados de la acción y también si tenemos en cuenta que la palabra “voluntad” está impropiamente empleada por Coué. La teoría es verdadera, pero toscamente expuesta.

    Muchos ejemplos podrían aducirse para esclarecer vividamente esta idea. Uno de los mas expresivos es el sugerido por lo que le sucedió a un negociante de automóviles de Los Ángeles, quien tenía la costumbre de enseñar a conducir el coche al que se lo compraba. Hubo un comprador que en consecuencia estaba aprendiendo a conducir el automóvil, y tardó largo tiempo en dominar la conducción porque le obsesionaban los postes del telégrafo, como a muchos les suele ocurrir en semejantes circunstancias. Salía nuestro hombre de mañana temprano por el mejor camino que podía hallar solitario, guiando vacilantemente el automóvil, con la vista puesta en la calzada y sin acordarse de los postes telegráficos, hasta que en un recodo vió uno; y dijo para sí: “Espero que no voy a chocar

    (1) Lo que está representado en la mente

  • contra ese poste. He de evitarlo”. Pero según iba repitiendo este soliloquio, el pensamiento del poste iba creciendo en su mente hasta ocuparla por completo sin dejar sitio para el pensamiento de la calzada. Entonces manifestóse notoriamente el poder del pensamiento, porque la idea del poste ocupaba su imaginación, llenaba su mente y dominaba sus acciones, aunque vivamente deseaba no chocar contra él. Sus manos, antes inseguras, se agarraron firmemente al volante y con la precisión de un experto automovilista se hubiera dirigido derechamente hacia el temido poste, si por fortuna no tuviera a su lado al instructor en la guía, pues de lo contrario, cabe dudar si hubiese tenido la suficiente serenidad de animo para detener el coche antes del encontronazo.

    Este ejemplo demuestra el poder que sobre el cuerpo ejerce una firme y clara imagen mental, y cuán posible es emplearlo para mantenerlo o recobrar la salud, como afirma Coué.

    También se nota este poder en muchas otras circunstancias desconocidas de la generalidad de las gentes.

    Clarence Underwood, el conocido pintor norteamericano de anuncios comerciales, entre ellos el de una fabrica de jabones, en el que figuraban varias niñas escolares con diversidad de coloración de tez, nos muestra cómo el poder del pensamiento modeló el rostro y aspecto de una hija suya.

    Dice a este propósito:“Hace algunos años, cesé de pronto de pintar el tipo de mujer rubia, que había

    prevalecido en mi obra, y me puse a pintar una muchacha morena. Me preguntaban la gente que quién era y en verdad no sabía decírselo, porque no era ciertamente el modelo de que me servía ni tampoco una combinación de varios modelos. Era única y al menos para mi, un tipo ideal. Mi hija Valeria, a la sazón de seis años de edad, enamoróse intensamente de aquel moreno rostro de muchacha, y con frecuencia entraba en el estudio, para desde detrás de mi silla observar atentamente mi labor, y protestó vivamente cuando al yo descubrirla le ordené que se marchara.

    Durante años pinté aquel mismo rostro con leves variaciones; y al cumplir Valeria 21 años, era la viva imagen de aquel rostro que yo había pintado tantas veces muchos años antes. Comprendí que esta semejanza era el resultado del amor y admiración que mi hija sintiera al ver la pintura de mi ideal modelo. Antiguos amigos míos notaron también el asombroso parecido, aunque en la época en que yo pinté aquel rostro, Valeria era una niña sin la menor semejanza con la pintura. Sus facciones fueron cambiando de conformidad con las del pintado rostro del que se había enamorado, y lo mismo puede sucederle a cualquiera otra muchacha.

    La joven norteamericana de hoy día, está mas cercana al resultado del ideal artístico, de lo que ella misma se puede figurar.”

    La creencia en el poder del pensamiento, y especialmente en la adquisición de la belleza corporal por el pensamiento en la belleza artística, se está difundiendo ampliamente por los Estados Unidos, y no es extraño que algunos famosos artistas de este país, consideren que al producir hermosas pinturas del rostro y del cuerpo humano, desempeñan parte importantísima en el rápido desenvolvimiento de una nueva y espléndida raza nacional. Sus pinturas están muy bien tipografiadas y circulan por centenares de millones en los ejemplares de las revistas ilustradas y en los magníficos carteles y anuncios del país, porque la belleza artística ha conquistado un positivo y permanente lugar en el comercio

  • norteamericano. Los jóvenes de uno y otro sexo, y a veces también los viejos, contemplan aquellas cromografias y anhelan “ser como ellas”.

    Dice Harrison Fisher que cuando una jovencita admira un tipo de belleza visto en un grabado, y piensa mucho en ella, acaba por parecerse algún tanto al admirado rostro, como así lo observaron muchos pintores.

    Howard Chandler Christy, cuya opinión no deja nunca de solicitarse en los concursos de belleza de los Estados Unidos, afirma que la talla de la mujer ha aumentado algunos centímetros desde que los grabados de las ilustraciones la representaron algo mas alta, y pusieron así ante ella el femenino ideal de la belleza física.

    Lo que está de continuo ante los ojos tiende a impresionar la mente que a su vez influye en el cuerpo; y tal es la razón de que marido y mujer propendan a parecerse uno al otro según pasan los años.

    Muy análogo a estos efectos es el de la prenatal influencia del firme y constante pensamiento de la madre. Tal fue la idea de las madres en la antigua Grecia, que acostumbraban a contemplar las estatuas para que sus hijos nacieran hermosos.

    La señora Rutth J. Wild, de Brooklin, cuya hija obtuvo el primer premio en un concurso de belleza en que compitió con muchas otras jóvenes hermosas, refiere que durante épocas de grandes dificultades materiales y morales, en que se había quedado sola en el mundo, determinó que si le nacía una niña llegara a ser una hermosa joven.

    Al efecto frecuentaba el museo de Brooklin y permanecía sentada contemplando las estatuas de Venus y Adonis.

    También llevaba consigo la cubierta de una revista ilustrada, con una cabeza femenina pintada por Boileau; y de continuo se representaba en la mente la imagen que de su futura hija se había forjado.

    Llegado el tiempo, nacióle una niña como esperaba y dice a este propósito la señora Wild:

    “Todos mis sueños y esperanzas se concretaron en la mas hermosa criatura del mundo. Dijeron los médicos que jamás habían visto una chiquilla tan linda; y uno de ellos al saber que todavía estaba yo en muy apuradas circunstancias económicas, me ofreció por ella veinte mil dólares; pero ni por todo el oro del mundo la hubiera vendido, porque tenia conciencia de mi éxito. Al contemplar el rostro de la niña noté que era la viva imagen de la pintura de Boileau y colegí que sus facciones se desenvolverían según las líneas de belleza de las estatuas que durante el embarazo había yo contemplado. Así sucedió en efecto, y hoy día tiene el mismo brillo de cabellos, las mismas negras y espesas cejas y la exacta expresión de la pintura de Boileau que durante tanto tiempo llevé conmigo y que tan fervientemente contemplaba.

    Otro caso es el de la señora Virginia Knapp de Nueva York, cuya hija Dorotea ganó el premio Venus de los Estados Unidos en el concurso de belleza celebrado en Madison Square Garden.

    También la señora Knapp concentraba su mente en muy bellas cosas. Deambulaba solitaria por entre las naturales bellezas, y le pedía a la naturaleza que concediera a su hija alguno de sus atractivos. Afirma esta señora que la hermosura de su hija no es de herencia, sino resultado de su propia voluntad y determinación durante su periodo prenatal.

    En estos casos influye directamente el pensamiento en el sensitivo cuerpo del feto, porque bien sabido es que entre éste y la madre no hay conexión nerviosa.

    Está ya terminantemente comprobado que el pensamiento de un individuo puede afectar las mentes ajenas y también dejar su impresión en la materia física; y yo doy testimonio de

  • haber presenciado centenares de veces estos fenómenos realizados con perfecta exactitud y a menudo bajo rigurosa comprobación en la India y en otras partes.

    No hay necesidad de detenernos en las conocidas actividades del pensamiento que gobiernan nuestra vida diaria y dan la tónica al ambiente de nuestra civilización. Bajo su dominio están todas las modalidades de la cultura y del esfuerzo humano: la filosofía, la literatura, la ciencia, la religión y el arte, aplicados todos a los nimios pormenores de la vida cotidiana. Dice Emerson que “todas las cosas son fluidas para el pensamiento” y verdaderamente en el transcurso del tiempo llegará el hombre a resolver por virtud del pensamiento muchos problemas de la vida y de la naturaleza y someterá a su servicio, fuerzas mas potentes que las hasta ahora conocidas, por lo que cabe esperar una cada vez mas creciente devoción a la confraternidad humana para realizar progresivamente el propósito de la vida.

  • CAPÍTULO IV

    LA POTENCIA DEL AMOR

    Así con Kriya o el pensamiento sirve para conocer las cosas materiales y sus relaciones, y es el poder creador de la vida material, así Jnana nos familiariza con la conciencia de los seres vivientes y ejerce el gran poder de amor en los hombres.

    Jnana es sabiduría, que no se ha de confundir con el conocimiento. Acertadamente dicen los libros que todo nuestro conocimiento de las cosas es avidya, ajnana; pero éstos dos términos se han traducido impropiamente por “ignorancia” cuando en verdad significa “insabiduria”. La palabra ignorancia se refiere exclusivamente a la carencia de conocimiento, sin relación con jnana.

    La Jnana-vijnana-sahitam, la sabiduría hermanada con el conocimiento, es la verdadera sabiduría que ha de conducir a la verdadera humanidad a la perfección, porque el Yo obtiene provecho cuando lo dirigen la sabiduría y el conocimiento.

    Shri Krishna explicó con perfecta claridad el significado de la palabra Sabiduría en dos versículos del Gita, cuando habla de las cosas que los hombres pueden emplear en servicio de Dios y en beneficio de la humanidad.

    Dice así:“Más acepto que el de cualquier ofrenda es el sacrificio de sabiduría

    ¡oh Parantapa! Porque toda plenitud de acción ¡oh Partha! está culminada en laCualquiera que sea la índole de sus obras en este mundo, se distingue claramente al

    sabio del erudito. Si por ejemplo, es maestro o estadista, no tendrá ninguna idea ni plan preconcebido a que someter a sus discípulos o a los ciudadanos, sino que será sumamente sensible a las condiciones de vida con quienes trate, a sus pensamientos y sentimientos y al estado de su conciencia, respetándolos como respeta el ingeniero en sus proyectos las propiedades de la madera y del acero.

    No el que mejor conoce un asunto es el más a propósito para enseñarlo, sino quien por ser sensible a la vida está capacitado para comprender la conciencia de sus discípulos. Porque necesita algo mas que el conocimiento adquirido por el estudio; necesita la experiencia del corazón, dimanante de la simpatía y contacto de vida con vida . ¿Quién aventaja en todo el mundo en sabiduría a la madre que inconscientemente todo lo pospone a la felicidad de su hijo?

    Por lo tanto, la sabiduría es una especie de sentimiento sublimado, o mas bien un sublime sentimiento esencial del alma, que no se transmuta en ningún sentimiento inferior. Con cierta precaución cabe decir que su aspecto negativo es la simpatía o sensibilidad respecto de las vidas ajenas, y que su positiva modalidad es la potencia del amor.

    La sabiduría es el real sentimiento humano, y su corrupción es el deseo.La sabiduría es el amor a los seres vivientes, a la vida, mientras que el deseo es el amor

    a las cosas materiales. Si un hombre desea vivamente bienes materiales, poderío o fama en el mundo, deja atrás de todo esto el anhelo de más alta vida. Pero como incurre en el error de considerarse una personalidad material, un cuerpo con una serie de pensamientos y emociones a él adscritos, su idea del acrecentamiento de la vida le conduce a desear bienes materiales y poderío personal sin darse cuenta de que sus prójimos son seres vivientes, pues para él no son mas que complejos y animados mecanismos materiales, que le placen o le disgustan según le sirvan o le estorben para la realización de sus planes o deseos.

  • Pero el sabio es sensible a la vida de los demás seres. La considera como propia en todo instante y no traza plan alguno sin tenerla en cuenta, de suerte que el amor que así llena su vida la enaltece y dilata sin codicia por su parte. Le es imposible ambicionar fama y no ansía ocupar las ajenas mentes para ampliarse y multiplicarse en ellas, sino que, al contrario, movido de universal simpatía, llenará su mente y su vida con los intereses y necesidades del prójimo.

    El amor nos trae a la vida, no solo a la física, impeliéndonos a nacer en este mundo, sino que a cada instante nos dota de más exquisita sensibilidad y nos conduce a nuevas experiencias y deberes.

    Conocida es la antigua descripción del avaro que baja a la cueva o sube al desván candela en mano y allí se encierra para deleitarse en la contemplación de su tesoro, adornándose cuello y brazos con las joyas en que se recrea con morboso placer.

    Y sin embargo, no disfruta de positivo placer, porque siempre está de temor sobrecogido, y le sobresaltan las sombras que proyecta la trémula luz de su candela y se estremece a cada ruido. Verdaderamente el egoísmo del avaro recela del contacto con el prójimo y estrecha horriblemente su vida.

    Pero el amor la explaya y disipa todo temor y hace hombre al hombre. Es el real sentimiento humano, y quien lo pierde, pierde su verdadera vida aunque prosiga el movimiento del cuerpo.

    Una narración muy frecuente en la India demuestra cuan distinto es el amor del pensamiento y como han de obedecerse los dictados del amor en todo cuanto atañe a la vida humana.

    Hace mucho tiempo vivía en una populosa aldea de la India un ricachón potentado, ya viejo, y de mal genio, pues empleaba toda su riqueza y poderío en perseguir y atormentar a quienes no eran de su gusto, por lo que tenía atemorizado a los aldeanos. El hijo de este opulento magnate era de benigna condición, y todos anhelaban el día que heredase las riquezas y el poderío de su padre y fuese una bendición para sus vasallos.

    Cierto día llegó a la aldea un errabundo sannyasi que iba por doquiera practicando el bien, y se detuvo allí algún tiempo. Muy luego se dió cuenta de la conducta del tirano señor, y se dijo tras breve reflexión:

    “¿Por qué no matar a este viejo y librar a estas gentes de su angustia y dar al hijo ocasión de prodigar el bien que seguramente prodigara en cuanto pueda? El viejo no es feliz, y nada me importa lo que haya de ser de mí mientras deje hecho el bien”. Pero después se les pregunta a lo que han escuchado la narración: “¿Qué harían en el caso del sannyasi? Lo lógico parece que es un bien matar al tiranuelo.” Sin embargo, afortunadamente, la mayoría de los preguntados responden que no matarían al viejo, como tampoco lo mató el sannyasi del cuento al seguir los impulsos del corazón.

    La sabiduría nos da a conocer que todos formamos una unidad, y tan insensato fuera creer que la dicha puede adquirirse dañando al prójimo, como alcanzar la verdad por deliberada falacia del pensamiento.

    Análogo problema está hoy planteado en Occidente por el método experimental de la vivisección. Nadie se complace en ella; a todos estremece de horror, y los investigadores que han de practicarla la repugnan al principio, hasta que se le endurece el corazón.

    Se practica la vivisección en nombre de la lógica y del bien de la humanidad, y al entendimiento le parece disculpable porque propende a disminuir el sufrimiento humano; pero aunque esta aminoración del dolor humano fuese posible, que no lo será por semejante

  • medio mientras el karma gobierne el mundo, resultaría de ello el endurecimiento de los humanos corazones y el retardo del progreso de la raza.

    Seguramente que todos nos imaginamos la futura humanidad compuesta de individuos de grande amor y poder, sin arrastrarse por las quebrajas del suelo lastimosamente esclavizados a decrépitos cuerpos que han de cuidar y mantener con grave molestia e increíble dolor del prójimo. Sin embargo, parece que nadie se da cuenta de que su insabiduría aleja tan gloriosos días.

    También se advierte la sabiduría en el ingenuo sentimiento que animaba al filosofo Emerson, quien al regresar a su casa de un viaje acostumbraba a chocar la mano con las ramas mas bajas de los árboles de su jardín, y afirmaba que le parecía como si los árboles se alegrasen de volverle a tener entre ellos. Lo mismo se nota en muchos de los escritos y poesías de Rabindranath Tagore, quien se compenetra con el espíritu de un pequeñuelo o de un arroyo, y siente la finalidad de la vida en las míseras callejuelas de una populosa ciudad.

    Jnana, la sabiduría es amor, la conciencia de la unidad de la vida.

  • CAPÍTULO V

    LA POTENCIA DE LA VOLUNTAD.

    Recordemos la experiencia de aquel sujeto de Los Ángeles que no podía aprender a guiar el automóvil, a pesar de sus esfuerzos en dominar el volante, porque le obsesionaba el temeroso pensamiento de chocar con los postes del telégrafo. Aunque este ejemplo demuestra la influencia del pensamiento, no denota la relativa flaquedad de voluntad. En aquel caso no estaba la voluntad vencida, sino en suspenso. El hombre aquel no quería; deseaba. He aquí la vulgar diferencia entre la voluntad y el deseo. La presencia de un deseo o una esperanza en la mente humana denota ausencia de voluntad; y quien cede a sus deseos, entrega interinamente su divinidad y abdica su trono. Muy sencillamente puede demostrarse la completa separación y mutua exclusividad entre desear y querer. Si tenemos el lápiz sobre la mesa, y reflexionamos sobre tomarlo o no tomarlo, podemos llegar a la conclusión de tomarlo o a la de no tomarlo. No habrá deseo respecto del asunto, porque tenemos la seguridad de que en nuestro poder está tomar o no tomar el lápiz.

    Pero si el lápiz pesara media tonelada o creyéramos que la pesara, diríamos entonces: “Desearía poder levantar este lápiz”.

    Quien desea algo, reconoce por ello su dependencia de una probabilidad externa. Se halla en estado expectante, y no aguarda voluntariamente, algo que está seguro de que ha de llegar a su debido tiempo, sino que espera que ocurra lo que desea.

    Si el pensamiento es la potencia que actúa entre las cosas materiales ¿qué es la voluntad? Es la potencia que actúa entre los pensamientos y las emociones y sentimientos. Es concentración. Es atención. Es la potencia que subdivide la mente en conciencia y subconciencia.

    Si el hombre del automóvil hubiese conocido esta sencilla verdad de seguro desechara fácilmente el temor a los postes del telégrafo. Se hubiera dicho: “No pienses en el poste. Fíjate en la calzada y piensa en ella. Olvida el poste y llena tu mente con el pensamiento del camino por donde marchas”.

    Si hubiese tratado de seguir su pensamiento en vez de sus manos, todo le hubiera salido bien.

    Análoga circunstancia habrán seguramente observado por la noche muchos inexpertos automovilistas, cuando viene en opuesto sentido otro automóvil cuya presencia señalan los faros, sino que ha de apartar su vista de la luz y fijarse en la oscuridad del camino por donde va, aunque no pueda verlo.

    El ansia no es una forma de voluntad, sino precisamente la expansión del deseo. .Mientras que el deseo es ordinariamente la apetencia de poseer algo que no se tiene, el ansia va mas allá y entraña el temor de perder lo que ya se posee o el de las varias probabilidades que amenacen estorbar la satisfacción del deseo. No es tanto el deseo un reflejo de la voluntad como un reflejo del amor; pero amor contrahecho mas allá de toda semejanza porque se apega a las cosas materiales, mientras que la peculiar esfera del amor es la vida consciente.

    Por lo tanto, la voluntad es el atma, el Yo que se conoce a sí mismo y manifiesta su poderío sobre todas sus relaciones con el mundo de las cosas y de la vida. La voluntad es el

  • Yo soy Yo, y tal se verá que es su naturaleza siempre que el hombre trate de determinar su porvenir. La voluntad está relacionada con el verbo “ser” y no con el verbo “hacer.

    Cuando un individuo toma la determinación de “trabajar de firme en su negocio para ganar mucho dinero” se está diciendo casi inconscientemente a sí mismo: “Seré rico”; y esta idea va tomando cuerpo en su mente y mueve su ánimo hasta que el pensamiento de ser rico le determina la acción.

    La voluntad conduce en definitiva a la verdadera vida superconsciente, a la bienaventuranza, felicidad o ananda. Este estado de existencia es independiente del tiempo; pero la conciencia actúa en el tiempo aunque no en el espacio, y al actuar evoluciona o se desenvuelve, si bien esta evolución o desenvolvimiento no significa forzosamente progreso. Este punto es de suma dificultad y ya trataré de él mas adelante; pero diré por de pronto que obscurece la conciencia y divide la mente, puesto que la voluntad se dirige a una parte de sí misma para el mejor conocimiento de esta parte durante algún tiempo. Es lo mismo que si un escolar concentrara durante cierto tiempo toda su afición en la clase de música y se olvidase de la geografía, historia y demás disciplinas escolares. Cuanto mas completo fuese este olvido, mejor aprendería la música.

    Así es necesario proceder mientras se esté adquiriendo este nuevo conocimiento; pero posteriormente, la conciencia será mas capaz de estudiar conjuntamente la música, la historia, la geografía, etc, en vez de concentrar toda su fuerza en una sola materia.

    Esto es lo que hace la mente subconsciente en que la voluntad, la sabiduría y la actividad operan sin que de ello se dé cuenta la mente consciente, o mejor dicho la parte consciente de la mente, puesto que no hay dos separadas mentes.

    Para esclarecer este punto referiré lo que me ocurrió con un anciano caballero de una ciudad del Sur de la India, muy hábil en el gobierno de las facultades de la mente.

    Entre los muchos experimentos que me mostró distinguióse el que hizo con una baraja. Primero escribió algo en un pedazo de papel, lo dobló y me lo dio diciendo que me lo guardase en el bolsillo. Después me invitó a que barajara los naipes y los extendiera dorso arriba sobre la tarima en que yo estaba sentado a estilo índico. Hecho esto me dijo que escogiera el naipe que se me antojase, como así lo hice al acaso. Entonces me dijo que mirase el naipe y al propio tiempo el papel que tenía yo guardado en el bolsillo, y vi que en el papel estaba escrito el nombre de la carta que al acaso yo había escogido. A petición del caballero, entregué la baraja a dos indios amigos míos que me habían acompañado a visitarlo, y repitió el experimento otras dos veces, dando a cada no de ellos un papel distinto, sin tocar él para nada la baraja.

    Entonces se me ocurrió intentar por mi cuenta un experimento de menor cuantía, y al efecto supliqué al caballero que me diese otro papel escrito, a lo que accedió gustoso porque no se limitaba a ostentar sus extraordinarias facultades, sino que tenía interés en instruirme tanto como posible fuese sobre el particular. Barajé las cartas, y las extendí como la otra vez; pero antes de escoger una, concentré mi mente en la suya y le dirigí en silencio este pensamiento: “Cualquiera que sea la carta que haya usted escogido, no la escogeré yo esta vez”. Enseguida levanté una carta, saqué el papel del bolsillo, lo desdoblé y con gran sorpresa del caballero, a quien jamás le había fallado el experimento, resultó que la carta escogida no era la misma cuyo nombre estaba escrito en el papel. Le referí entonces lo que yo había hecho, y él respondió que lo hecho por mí explicaba perfectamente lo sucedido.

    En consecuencia quiso revelarme el secreto del experimento y me dijo:

  • “Ante todo elijo una carta cualquiera cuyo nombre anoto en un papel. Después concentro vigorosamente el pensamiento en este nombre y transfiero el pensamiento a la mente del sujeto que ha de escoger la carta. Este pensamiento queda fijo en la mente del sujeto con el mismo vigor que le di al transferirlo, pero sin que se ello se de cuenta la mente consciente del que lo recibe. Ahora bien; la mente subconsciente tiene sus propias facultades de percepción, y con acierto dirigida es capaz de ver las cartas como si al descubierto estuvieran aunque el ojo físico no las pueda ver. El pensamiento fijo en la mente subconsciente mueve el brazo y la mano hacia el punto en donde está la carta por mí elegida y también la elige el sujeto en acción.

    Pero en este caso, cuando dirigió usted su voluntad contra la mía, deshizo la imagen mental que yo había forjado con mi pensamiento.”

    Dicho esto me felicitó al estilo oriental por la fortaleza de mi voluntad, aunque hubiese sido muy posible que si se percatara de mi intención hubiese realizado con éxito el experimento, como así sucedió inmediatamente después con mis dos amigos indios, quienes a pesar de no querer levantar la carta escogida, la levantaron cada vez como si se les obligase. Podría argüirse que el caballero bien pudo colegir mi intención por transferencia de pensamiento, pero me parece que estaba demasiado preocupado del éxito de su experimento.

    Tiempo después tuve una sorprendente continuación de este experimento en mi colegio de Hyderabad, provincia de Sind, a tres kilómetros de la ciudad de Trichinopoly, donde había pasado una mañana con el anciano caballero.

    Una tarde, después de un día de mucho trabajo, estaba yo sentado en mi aposento junto con dos amigos, uno de los cuales profesor de Ciencias Políticas en mi colegio. Era este profesor un indio honrosamente graduado en Oxford, que durante su estancia en Inglaterra, había aprendido algunos juegos de prestigitación muy ingeniosos con las cartas, y aquella tarde nos estaba entreteniendo con varios de ellos por vía de asueto. Mi pensamiento estaba muy lejano de cuanto se refiriese a la investigación psíquica, pues me preocupaban las graves turbulencias del momento ocasionados por la agitación política suscitada entre los alumnos del colegio, que a mi parecer comprometía gravemente su porvenir. De súbito, sin previo aviso, oí resonar en mitad de mi cerebro una voz varonil que claramente pronunció estas seis palabras: “Cinco de bastos, intentad este experimento”. Yo creí que se refería a la experiencia pasad en Trichinopoli, algún tiempo antes; pero obediente a la voz escribí: “cinco de bastos” en un pedazo de papel, lo doblé y le dije al profesor que sin mirarlo se lo guardara en el bolsillo. Después le invité a que barajara las cartas, que yo no había tocado en lo mas mínimo, que las extendiese dorso arriba por el suelo donde nos sentábamos, y que escogiese después una al acaso comparándola con lo escrito en el papel.

    Al descubrir la carta elegida resultó el cinco de bastos, y cabe imaginar la sorpresa del profesor cuando vió escrito “cinco de bastos” en el papel que yo le había entregado.

    No se ciertamente como me guió la voz en aquel caso, pero de mis conocimientos sobre el poder del pensamiento, me parece muy razonable creer que el anciano caballero residente a tres kilómetros de allí, sabedor de nuestra ocupación, me había sugerido la idea ayudándome a realizar felizmente el experimento, que por otra parte es muy valioso como manifestación del modo en que el pensamiento y la voluntad pueden actuar en la subconsciente parte de la mente.

    Al considerar el modo en que el pensamiento es la potencia operante en el cuerpo y en los menesteres de la vida diaria, debemos tener en cuenta que a veces el pensamiento es

  • subconsciente y que muchas de las llamadas vicisitudes de la vida provienen de la acción subconsciente del pensamiento dirigido a veces por la voluntad.

    Por ejemplo, puede un hombre no tener nada que hacer cierta tarde y decide salir a dar un paseo. Se pone el sombrero o el turbante y el abrigo o la prenda de calle y toma por un lado u otro su camino. Durante el paseo encuentra a un amigo que le propone un negocio o le sugiere una nueva línea de conducta cuyo resultado es dar un completo y afortunado giro a su vida. Cuando mas adelante retrospeccione este incidente, lo considerará como el punto de conversión de su vida, diciendo que fue mucha suerte salir aquella tarde de paseo y encontrar a su amigo.

    Acaso no fue suerte ni casualidad, sino que el Yo interno, su verdadero ser movió a la personalidad a salir a paseo y tomar por la calle donde encontró al amigo, de la propia manera que resultó mi mano guiada para escoger la carta entre las de la baraja extendida por la tarima.

    Todos tenemos mas o menos prueba experimental de que de cuando en cuando nuestro hombre interno logra impresionar la parte consciente de la mente, y a esta impresión, pues sabe muchísimo mas acerca de la verdadera y recta norma de vida que el yo inferior o personalidad operante en los límites de la mente vigílica.

    Así distinguimos claramente entre el ichchha y kriya, entre voluntad y actividad; y vemos que la voluntad es independiente del deseo; que la actividad es la actividad del pensamiento; y que voluntad y pensamiento son dos potencias. El pensamiento influye en el cuerpo y en las cosas de la vida. La voluntad actúa en el Yo e influye en las emociones y pensamientos.

  • CAPÍTULO VI

    MATERIA, ENERGÍA Y LEY

    Hemos observado que en el mundo de la conciencia o chit están siempre presente tres principios manifiestos en diferente grado y proporción en distintos tiempos.

    Así también en el mundo de la existencia o sat se distinguen tres principios llamados tamas, rajas y sattva que significan respectivamente materia, energía y ley.

    Los psicólogos antiguos y modernos han observado también la inseparabilidad de estos tres elementos.

    Hay estados de existencia material o principios de materia, no propiedades, que en diferentes grados y en distintos tiempos puede manifestar un cuerpo, análogamente a como la conciencia puede manifestarse en voluntad, en amor o en pensamiento, aunque las tres potencias se hallen siempre presentes.

    El mundo objetivo es un mundo de cuerpos materiales que se obstruyen unos a otros y pueden bloquear la conciencia sometida a la materia por su inmersión en un cuerpo.

    Si vemos un objeto es porque obstruye nuestra visión y el mundo está lleno de luz porque la opacidad o impenetrabilidad a la luz de su material atmósfera difunde los rayos solares. Cada átomo de materia es por decirlo así, un impenetrable punto opaco en el espacio, que solo puede ser accionado desde el exterior.

    La impenetrabilidad o interpenetración de la materia a que los teósofos se refieren, solo se entiende en el sentido de que puede haber materia sutil entre los intercisios o poros de otra grosera o densa; y así aunque en tales casos dos o mas cuerpos o masas de materia se interpenetren y ocupen el mismo espacio, no se interpenetra la materia constituyente de los ínterpenetrados cuerpos.

    A esta propiedad de opacidad, obstrucción, impenetrabilidad o resistencia que se observa en las cosas materiales del mundo objetivo la llamaron tamas los antiguos sabios. Es la propiedad de la materia que en el concepto y lenguaje vulgar se toma por la materia en sí misma, o sea la propiedad que da cuerpo y enjundia a la materia y forma en el espacio puntos a los que aplicar la energía.

    Así tiene la materia lo que podríamos llamar voluntad propia, aunque es una voluntad negativa, una obstinación o terquedad en ser lo que es y no querer entregar su existencia.

    Durante el siglo pasado predominó la idea de que el mundo estaba construido con infinitesimales ladrillos llamados átomos, de considerable variedad, que se disputaban inmutables y por tanto increados, eternos e indestructibles. Se creyó que así como con cien ladrillos se puede construir una de las muchas clases de casas, y que una vez construidas podía reformarse quitando y volviendo a poner de diversa suerte sus constituyentes ladrillos, así también el mundo constituido por átomos se estaba constantemente rehaciendo en sus mutables formas. Esta idea es verdadera en cuanto atañe a la practica de los proyectos humanos. Es la manifestación de tamas en cierto grado de seres materiales, y será verdadera en absoluto si la estabilidad fuese la única condición peculiar del mundo material que perciben nuestros sentidos.

    El segundo constituyente de la sustancia es la energía de la materia, el rajas que para la ciencia moderna es la fuente y base de la materia, aunque el tiempo evidenciará que también es material aunque sin cuerpo ni posición.

  • El concepto que de la energía natural exponen los tratados elementales de mecánica sirve muy bien para describir esta constituyente propiedad de la substancia.

    Sabido es que ningún cuerpo alterará su situación de reposo o de movimiento sin que reciba una u otra modalidad de energía, a menos que sea un cuerpo complejo en el que la operación de internas fuerzas activas altere su estado, como por ejemplo cuando un peñasco se desprende de la montaña.

    Una bola de billar no se moverá por su propio impulso del punto de la mesa en que reposa. Una vez puesta en movimiento por el golpe del taco, no se pararía si no recibiera del exterior la acción de una energía contraria, como la resistencia del aire, el roce de la mesa, el choque con otra bola. La energía de la bola en movimiento y la de la fuerza que detiene este movimiento son de igual magnitud.

    Pero todos estos fenómenos son superficiales, en los que se manifiesta rajas como en los átomos se manifiesta tamas. Y así como puede descomponerse el átomo y atenuarse su tamas hasta quedar tan solo la energía, así también puede la energía surgir y luego sumirse en sattva o la ley, que es la verdadera esencia del mundo objetivo, como jnana lo es del mundo de la conciencia.

    La energía trasciende el tiempo, como la conciencia trasciende el espacio. Por ejemplo, si levantamos del suelo una bola y la colocamos sobre la mesa, habremos empleado cierta cantidad de energía en levantarla, y la misma cantidad de energía se actualizará cuando en cualquier tiempo futuro caiga la bola de la mesa al suelo, como cabría demostrar si midiéramos el calor engendrado al chocar contra el suelo, o fuera posible que la bola efectuase algún trabajo en su caída.

    El calor, el sonido, la luz, la electricidad, el magnetismo, la cohesión y la afinidad son modalidades de una sola y única energía, y no hay partícula de materia sin alguna de dichas modalidades.

    Los recientes estudios sobre la relatividad han vuelto a plantear el problema de la conservación de la energía; pero las indagaciones realizadas profundizan las internas relaciones de las cualidades constituyentes de la substancia sin menoscabo del principio de energía.

    Basta a nuestro propósito convencernos de que hay una energía natural y que esta energía no es espontánea.

    La tercera propiedad constituyente de la materia es la ley. Ya sé que ha de causar extrañeza esta afirmación y que los cientistas dirán de golpe y porrazo que en el universo solo hay materia y energía, aunque por otra parte declaran que por doquiera reinan la ley y el orden en el universo.

    Hay algo de contradicción en este doble aserto, y los antiguos sabios de la India no incurrieron en ella, porque sin vacilar afirmaron que sattva o la ley es una de las propiedades naturales del aspecto material de las cosas y de los seres.

    Así es, en efecto, y no mas difícil de concebirlo que la objetividad de la energía. Doquiera en el universo vemos la energía y la materia acompañadas de una ley que determina la índole de la actividad del objeto físico y de sus relaciones con los demás cuerpos. Todo elemento químico, todo átomo tiene su natural propensión a brotar en una especie de planta; y la actuación de dicha ley es parte de la natural existencia o sat de los seres y de las cosas.

    Claramente comprendieron los antiguos sabios que sattva, rajas y tamas son las gunas o propiedades de la materia, y que toda materia no es mas que el conjunto de estas tres propiedades que a su vez no pueden ser mas que materia.

  • Las tres palabras sattva, rajas y tamas se usan también como adjetivos para describir el carácter de las cosas, como por ejemplo, cuando el Bhagavad Gita habla de los alimentos satvicos, rajásicos y tamásicos que contribuyen a formar el tipo de cuerpo físico en que predomina la respectiva cualidad, de modo que un cuerpo rajásico será un cuerpo enérgico y aun revoltoso y alborotadizo.

    Todo objetivo material posee las tres gunas, pero una de ellas predomina y le da su sobresaliente cualidad, así como en toda conciencia hay voluntad, amor y pensamiento, aunque no se manifiesten en el mismo grado, y una de ellas imprime carácter y guía e inspira a las otras dos.

  • CAPITULO VII

    LO DIVINO Y LO MATERIAL

    Comparemos ahora el mudo de sat con el de chit para ver como están relacionados. El primero es propiamente material y al segundo le cuadra mejor el calificativo de divino; y debemos comprender que por muchas que sean las cosas del mundo material y muchas las conciencias del mundo de chit, no hay en realidad mas que una sola cosa en el mundo de chit. Esta capital verdad es evidentísima en el mundo material y tiene suma importancia. El mundo material no está constituido por gran numero de cosas reunidas y sintetizadas como piezas sueltas a manera de ladrillos. Por el contrario, el procedimiento es inverso, pues todas las cosas que conocemos están abstraídas y como desglosadas del mundo material, pero no son mas que una sola y su unidad está demostrada por su reciproca dependencia eterna. Consideremos lo que debe suceder en la mente del niño cuando abre los ojos al mundo. Primeramente lo ve en gigantesco conjunto, cual si fuese una compacta e indefinida masa de materia. Después va distinguiendo en esta masa los objetos de mayor tamaño o vividez, y posteriormente los mas menudos objetos. Es algo semejante a la visión del viajero cuando el buque en que navega se acerca a la costa. Primero vislumbra una sombra que puede ser tierra. Después ve claramente que es tierra y aparecen los picachos de las montañas, luego los árboles y las casas, gasta que ya mas cerca percibe las gentes, los animales y aun las flores de las plantas. Para adquirir conocimiento es necesaria análoga diferenciación de la masa o conjunto de las cosas del mundo objetivo. Todo silogismo tiene su premisa universal sin la que no fuera posible el claro conocimiento, que después de todo no consiste en algo nuevo, sino en la distinta percepción de lo que antes estaba confuso e inadvertido. Bien sabemos que percibimos las cosas por analogía y comparación. Mucho mejor que si observamos separadamente a un perro y un gato, los conoceremos si los ponemos juntos y estudiamos sus analogías y diferencias. El mas pensador sobre un asunto es el que ya posee mayor número de ideas de comparación, con tal que haya digerido bien estas ideas y estén claras y ordenadas en su mente. Todo pensamiento es abstracto. La mente no puede mantener dos ideas a un mismo tiempo, pero si una idea que incluya dos o mas, que en tal caso son partes de un conjunto. Tan lógico como real es que lo menor depende de lo mayor y de la parte del todo. Característica de las cosas materiales es el no tener iniciativa ni cambiar por sí mismas, sino que su cambio depende de externas influencias. Así un libro puesto sobre la mesa, allí permanece porque está la mesa, que a su vez descansa sobre el pavimento y éste sobre las vigas que se apoyan en las paredes, y las paredes en los cimientos y los cimientos en el terreno. Además, la Tierra es un cuerpo material, sostenido en el espacio por los invisibles cables de la material energía de la naturaleza, y por lo tanto depende de su atracción, el sol. Vemos así que únicamente se sustenta y sostiene por sí mismo el conjunto del universo material y que todas las partes dependen del conjunto. No puede afirmarse en absoluto que el universo esté constituido de partes, sino mas bien que estas partes están, por decirlo así, desglosadas del conjunto en el que tienen su apoyo y raíz.

  • En el mundo de la ley existe eternamente toda objetiva realidad. Por ejemplo, cuando mezclamos dos volúmenes de hidrógeno u uno de oxígeno y hacemos pasar por la mezcla una chispa eléctrica, ambos gases desaparecen de la percepción objetiva, combinados en dos volúmenes de agua. Desde luego que en el agua resultante están el hidrógeno y el oxígeno con su misma materia y energía; pero conviene tener en cuente que no hemos producido nada nuevo, ni siquiera en relación con las propiedades. Es evidente que el agua no estaba antes allí y lo está después de la combinación de ambos gases, de modo que si solo consideramos las propiedades aparentes de las cosas, creeremos que algo nuevo hemos producido; pero todo cuanto hicimos es manifestar la realidad siempre existente en el agua. El mas apropiado símil que podemos dar de esta verdad es el de las cajas de cubos o hexaedros de madera que sirven de juguete instructivo a los niños para reproducir las láminas cromotípicas que le sirven de modelo. Cada una de las seis caras de cada hexaedro tiene pintada o grabada una porción arbitraria de los modelos, y el toque está en disponer los cubos o hexaedros unos al lado de otros de suerte que reproduzcan el modelo, para lo cual es necesario ir tanteando y discurriendo para acertar con la exacta ordenación. Una vez que ha logrado el niño reproducir una lámina, vuelve a desordenar los hexaedros para disponerlos nuevamente de modo que las caras superiores reproduzcan otro modelo. Podría figurarse el niño que es el autor de las láminas reproducidas, pero no hay tal, porque lo fue el artista que las dibujó, y todo cuanto el niño hace es ordenar los hexaedros de modo que aparezca el cuadro, escena o paisaje que compuso el artista. Así al combinar el oxígeno y el hidrógeno aparece el agua, y nada se añade ni se sustrae de la realidad. En todas las cosas ocurre lo propio, de suerte que en toda producción o invención humana rige la misma ley. Esta realidad es la que la mente percibe en las usualmente llamadas leyes naturales. La ley es una realidad existente, es sattva, el mundo de las ideas, la objetiva mente universal. También se le ha solido dar a sat el nombre del gran principio pasivo. Según ya dije, en la plenitud o conjunto del universo material no hay iniciativa, porque no hay tiempo, el cual pertenece a chit. Ya vimos la dependencia del libro respecto de la mesa, de la mesa respecto al pavimento, etc; hasta considerar la totalidad de las cosas. Esta totalidad ha de ser, existir y cambiar por si misma, pues no puede hacer nada de su misma índole que desde el exterior le infunda material energía. Por lo tanto, ha de ser divino al propio tiempo que material, Brahma alentado por Vishnu. Pero chit es lo divino en todas partes. Es el gran principio activo, consciente, que es y existe y cambia por sí mismo, independiente, omnipotente, la esencia del tiempo. He tenido especiales razones para emplear la palabra “divino” en vez de la “espiritual” que a caso se le haya ocurrido a alguien para expresar la idea. La palabra espíritu denota algo así como materia sutilísima, etérea, semejante a un aliento, pero todavía materia. En cambio la palabra “divino” deriva de la raíz sánscrita “div” que significa “brillar” y aparece en varios nombres como div ( cielo ) divacara (sol) y Deva (ser celeste). Por lo tanto, significa divino lo que brilla con luz propia o interna, y muchos pueblos antiguos consideraron al sol como símbolo de lo divino, porque del sol dimana la luz, el calor y la vida de nuestro mundo, mientras que la luna fue símbolo de la materia, porque su luz es reflejo de la del sol. Todo el que se tome el trabajo de pensar sobre este punto reconocerá que el Ser divino o Logos solar se distingue de Su mundo por Su carácter, independencia o iniciativa. Uno de

  • los nombres que mas propiamente lo describen es el de Swayambhu, que significa el Ser existente por Sí mismo. Es omnipotente, omnipresente y omnisciente porque es la totalidad del chit en toda su perfección, mientras que el hombre es parte de este chit y tiene las tres cualidades de potencia, presencia y esencia. Pero sin el prefijo omni. En rigor no debería emplearse la palabra Dios para denominar esta suprema conciencia, que es nuestro máximo Hermano. Nuestra conciencia es algo que utilizamos; no lo que somos, como nuestro cuerpo es también algo de que nos servimos. Pertenecemos al Dios universal, a la vida real mas allá de la materia y de la conciencia allende purusha y prakriti, de lo material y de lo divino.

  • CAPITULO VIII

    ARMONÍA

    La parábola de la columna de Luz nos representó a Vishnu y Brahma en oposición y reyerta hasta que Shiva restableció entre ambos la armonía con Su presencia, dándoles a entender que los dos eran uno en El, y poniendo un nuevo día en existencia.

    Así vemos que chit y sat , o en un plano inferior el hombre y el mundo objetivo de su experiencia, parecen estar en abierta oposición, hasta que descubrimos el justo motivo de su aparente hostilidad a pesar de la completa armonía de propósito en sus relaciones.

    Tras el hombre y el mundo está ananda y Shiva tiene su punto de unión.El contacto de chit con sat rebosa de ananda o felicidad, como lo evidencia cada ser

    viviente que ama su vida, pues lo que comúnmente llamamos vida es el intercambio entre chit y sat.

    Es muy general la idea de que en los reinos inferiores al humano, la vida está llena de felicidad, que en el reino animal no es frecuente ni duradero el dolor. Y que solo hay temor en el momento de ver la vida amenazada de destrucción. Los millones de reses que mes tras mes van a los mataderos de Chicago y otras ciudades no denotan temor ni tristeza hasta que ven cercana la muerte, porque ni su conocimiento ni su imaginación les dicen lo que les aguarda, y en los pastos fue la vida agradable, aunque les pareciera mezquina a los hombres. Además, en estado natural, el temor influye generalmente en las glándulas y acrecienta las fuerzas físicas con estimulo de la conciencia, como el animal tímido que tiene la habilidad de burlar y eludir el ataque de su enemigo.

    Conocida es la conseja de la corpulenta foca que hace algunos años vivía en un acantilado en la ciudad de San Francisco de California. Era la foca la reina de la manada que aun existe en aquel paraje y según tradición, lo era desde hacía ya ciento veinte años. Sucedió que un día vino del Sur otra corpulenta foca, en la flor de la vida, y pareciole que por su juventud debía ser la reina de aquellos acantilados. La advenediza trabó pelea con la foca vieja y ambas lucharon encarnizadamente por tres días hasta que la vieja murió cubierta de heridas.

    Por esto se ha dicho que la naturaleza “tiene dientes y garras tintos en sangre de la presa”; pero si lo consideramos desde el punto de vista de la conciencia, veremos que no carecía de gozo la lucha de ambas focas.

    Los irracionales viven mas por sensación que por reflexión, y la vejez no es para ellos tan provechosa como para el hombre. Cuando los sentidos del cuerpo empiezan a debilitarse, no tarda en emanciparse la conciencia, falta ya del vivo estímulo que antes la alentaba. Por lo tanto, no ha de movernos a lástima el que la conciencia de la foca se emancipara de su cuerpo en glorioso estallido entre la más intensa experiencia por que nunca pasara, sobre todo si consideramos que en la viva excitación de la pelea es sumamente improbable que el animal sufriera mucho dolor.

    Verdaderamente no es del todo dichosa la vida del hombre, porque en el mantenimiento de sus nuevas facultades se pone en discordia con el mundo. El disfrute de chit le mueve al desdén de ananda, y Shiva se le ha de revelar antes de que recobre la perdida inocencia. En la vida del hombre han de reconciliarse amistosamente Vishnu y Brahma en unión con Shiva.

  • No está generalizada en los países occidentales la idea de que la armonía entre la conciencia humana y el mundo objetivo es una de las grandes realidades de la vida. Aun quienes creen que este mundo es de Dios, se figuran que es el lugar donde pone a prueba a las almas que creó, para transcurrido algún tiempo decidir cuales son las elegidas y cuales las réprobas. Y quienes tan solo admiten la evolución de las formas, no se percatan de que la mente humana, aunque considerada como producto de la naturaleza, está en armonía con su origen, a pesar de que ha desarrollado en sí misma un indeseable parásito que como obstinado intruso se mantiene frente a la naturaleza. Sin embargo, la armonía subsiste, y se añade a la maravilla de que el hijo de Shiva, nacido por la mera complacencia de chit, es como el renacimiento del mismo Shiva para unir a Vishnu con Brahma.

    Explicado todo esto en lenguaje corriente, diré que la naturaleza se muestra amiga del hombre. Verdad es que el proceso de la naturaleza es de decadencia y que la obra del hombre no tardan en perecer; pero si así no fuese, no podría servir este mundo de escuela de Dios para el hombre. Si las cosas fuesen imperecederas y por extraña magia pudieran nutrirnos los manjares sin consumirse, pocos hombres trabajarían para producir nuevas cosas, y el extraordinario trabajo requerido para destruir las viejas que embarazarían la tierra, acrecentaría el desánimo de quienes quisieran trabajar para producir algo nuevo, y el hombre tendría escaso incentivo para ejercer sus facultades de pensamiento y voluntad. Cierto es que la naturaleza no ha hecho la vida demasiado fácil para el hombre, pero tampoco la ha hecho demasiado difícil, sino que siempre le ofrece experiencias favorables al desenvolvimiento armónico de todas y cada una de sus facultades.

    El mismo hombre atestigua esta verdad, pues ha ido progresando a través de los siglos y firmemente adelanta para gozar de mayor poder en el porvenir mediante el activo empleo de sus facultades.

    Uno de los Upanisadas da una curiosa definición del hombre diciendo que es a la par potente e impotente, sabio e ignorante. Si lo comparamos en estado salvaje con cualquier otro ser viviente, lo veremos desvalido e ignorante. Carece de ropaje y armas naturales; no es alípedo ni alígero para escapar de sus enemigos; no tiene el instintivo conocimiento que a los animales enseña lo alimenticio y lo venenoso, quiénes son amigos y quiénes enemigos; ni tampoco es capaz de construir una vivienda.

    Pudiera creerse que la naturaleza hizo una excepción en el mundo; pero no hay tal. El hombre sin naturales vestiduras aprendió a usar de su inteligencia para fabricarse ropas con que morar en cualquier clima; y también le sirvió su inteligencia para fabricar armas y herramientas que le han dado el dominio del mundo.

    Pudo el hombre primitivo quejarse de su ineptitud y rogar a Dios que la remediase; pero el hombre inteligente, reencarnación del primitivo, mira hacia atrás y da gracias a Dios por las ocasiones que le deparó y por el otorgado honor de construirlo a través de los siglos en un ser divino que a sí mismo se va formando constantemente por intususcepción de su propia obra, en vez de ser una cosa material modelada por yuxtaposición de externas influencias. Entonces ve el hombre a través del tiempo su armonía con el mundo y comprende que el mundo ha sido y es amigo, no un amigo sentimental, sino verdadero en sus necesidades.

    Como quiera que el hombre pertenece al divino y no al material aspecto del universo, desenvuelve cada vez en mayor medida divinas facultades, y Dios le auxilia encarnado en el principio de armonía. Dios es omnipotente y sin embargo hay algo que no puede hacer, como por ejemplo que un gigante sea enano o que un cuadrado sea un círculo, porque si el

  • hombre es gigante no puede ser enano y si la forma es un cuadrado no puede ser un círculo. Tampoco puede hacer que una voluntad sea dependiente, porque si una voluntad no es independiente, no es voluntad. De allí que Dios reconozca la divinidad en el hombre para la evolución de su conciencia y sus facultades, y en este concepto es el hombre por sí mismo existente y creador y divino en todo tiempo.

    La armonía entre chit y sat en nuestro mundo de experiencia es maya; llamada también ilusión, no porque sea en modo alguno una irrealidad, sino porque se la considera como verdadera vida, siendo así que la verdadera vida es ananda o felicidad. Por esto dicen los libros que para liberarse, el hombre debe emanciparse también de esta armonía una vez haya completado la evolución de su conciencia. Entonces debe destruir la llamada conjunción del vidente y la visión y permanecer en el estado de ananda, de kaivalya, de unidad, porque la unidad de Shiva no la quebranta ni aun la presencia de Vishnu y Brahma.

    En el Bhagavad Gita dice Sri Krishna Que esta armonía es su daiviprakriti. En lenguaje corriente la palabra vida denota la

    armonía entre sat y chit, porque cuando las gentes hablan de la vida no se refieren tan solo a su interna conciencia ni a la energía externa de la naturaleza, sino a la armónica interacción de ambas, y lo interno y lo externo toman en consideración.

    Creen las gentes que al tratar de filosofía, debe de tener la palabra vida un significado nuevo y distinto; pero en nuestro caso no es así en modo alguno.

    Nuestra vida es maya, es ilusión, únicamente porque no es la verdadera vida, la felicidad, la vida de Shiva, encarnado en la dualidad de sat y chit.

  • CAPITULO IX

    LOS SIETE PRINCIPIOS

    Como quiera que hay tres aspectos de conciencia y tres constituyentes del ser, cuya recíproca armonía es maya, resultan no mas ni menos que siete realidades fundamentales en toda la experiencia del mundo del hombre. Estas siete realidades no derivan de tres en nuestro sistema de maya o vida, porque este sistema es tan solo una parte de otro sistema superior en que ya existían las siete realidades; pero al constituir Shiva su Trinidad de Su séptuple ser, presta, por decirlo así, tres de los siete principios a Brahma y otros tres a Vishnu, reservando para Sí el séptimo, el ananda. De esto se infiere que las siete realidades o principios son perfectamente iguales y ninguno de ellos está constituido por una mezcla o combinación con alguno de los demás; y por tanto, se les puede denominar propiamente principios o cosas primeras. Si por conveniencia los representamos numéricamente, serán los números nombres arbitrarios sin que den relativa posición a las realidades; y si para facilitar la memoria los representamos diagramáticamente, no se han de adscribir a los principios las propiedades matemáticas del diagrama. El peligro de usar tales diagramas está en que de por sí pertenecen a un principio, y dan motivo a que desde el punto de vista de éste, se vean los demás principios, obscureciendo de tal modo su verdadera naturaleza. Sin embargo, me arriesgaré a trazar los dos diagramas siguientes:

  • El primer diagrama apenas necesita explicación porque es el de dos triángulos equiláteros entrelazados, ya conocidos de los teósofos. Es la mejor indicación de los siete principios que he señalado con las cifras 1,2,3,4,5,6,7. El triangulo con el vértice hacia arriba es chit y el del vértice hacia abajo es sat. El conjunto es un símbolo de la expresión por medio de dos relacionadas trinidades de siete principios iguales, a saber:

    1. Ichchha2. Jnana3. Kriya4. Maya5. Sattva6. Rajas 7. Tamas

    El segundo diagrama muestra la distribución de estos principios en la Trinidad pero conviene tener especial cuidado de no considerar los dos grupos como si estuvieran uno encima de otro en el espacio. En el largo camino que a la bienaventuranza conduce, todo ser humano ha de pasar en su evolución por tres grandes etapas; primero la de sat, luego la de chit, y finalmente la de ananda. Esto explica porqué todos los seres anhelan la felicidad; y los siete principios que mueven su vida en el mundo son medios conducentes a dicho fin, en el que desaparece hasta el amor, la verdadera esencia de la conciencia. Como quiera que el hombre está actualmente en la etapa chit, considera a Dios en la naturaleza externamente a sí mismo, y a Dios en conciencia o chit o como en el interior de sí mismo; pero Dios está igualmente en ambas partes, y en la practica los hombres buscan la felicidad en ambas esferas. Sin embargo, como todo hombre pertenece a Shiva, tiene como Él operantes los siete principios que ponen su conciencia en contacto con las siete fundamentales realidades de la vida, aunque a diferencia de Shiva tiene desiguales los siete principios y siempre uno de ellos mas vigoroso que los demás. Este principio predominante es su rayo. Los siete principios atraen constantemente a todos los hombres, pero cada hombre responde mayormente al de su propio rayo, que entonces deviene el supremo ideal de su vida, y puede exaltar su conciencia a la mas intensa vida de que sea capaz. He aquí los ideales que respectivamente sugieren los siete principios:

    1. Libertad2. Unión.3. Comprensión4. Armonía 5. Verdad6. Bondad7. Belleza. Iccha es voluntad, y del examen que hicimos de este principio, se infiere claramente

    que es libre la vida de en quien predomina la voluntad, pues entonces prefiere la libertad a cualquiera otro bien del mundo.

    Jnana es la sabiduría que, según vimos, pone una conciencia en perfecta vibración de simpatía con otra conciencia. Es el amor que sin cesar anhela mas intima unión, aunque la absoluta unidad, como la absoluta libertad solo es posible en ananda.

  • La comprensión significa una actividad del mental poder del pensamiento; y quien tiene kriya por rayo predominante, cifra todo su anhelo en comprender acabadamente el plan de las cosas.

    En el capítulo dedicado al cuarto rayo explicaré la influencia en el hombre del principio de armonía, demasiada compleja para mencionarla brevemente.

    También las razas y las naciones tienen como los individuos su dominante principio, y de ellos es ejemplo que en los primeros tiempos de la raza aria, y aun hoy día en la India, estuvieron y están en predicamento los tres hasta ahora citados ideales. Vemos allí quienes buscan al Dios interno, como ellos lo llaman, por medio de los tres ideales senderos que respectivamente se echan de ver con especial claridad en las grandes escuelas yógicas de Patanjali, de Shri Krisna y Shri Shankaracharya.

    Pero al llegar al promedio de la raza, al pueblo griego, vemos en señalado predominio el principio de armonía, y los sabios inducen a las gentes a que consideren a Dios como Sat, y se despierte en los hombres el vivo anhelo de descubrir la verdad, la bondad y la belleza.

    Las tres modalidades de buscar Dios exteriormente se corresponden con las de buscarlo interiormente, porque hay correspondencia entre el Dios externo y el interno, entre Dios en la naturaleza y Dios en la conciencia. Esta relación aparece entre ichchha y tamas, y por tanto, entre la voluntad en la conciencia y la estabilidad en las cosas. La voluntad es la estabilidad de conciencia, y la materialidad es como si dijéramos la obstinación, la terquedad de las cosas, en una palabra, el tamas, que según explicaremos con mayor amplitud mas adelante, es la belleza, el eterno equilibrio y ponderación de las cosas materiales perfectas, tanto en reposo como en movimiento.

    Así como tamas corresponde a ichchha , así rajas con jnana . Este último principio es amor en el hombre, la energía de conciencia que mantiene unidos a muchos seres vivientes. Rajas se muestra en el hombre como deseo que acumula todas las cosas y busca la magnificencia universal. El ideal de un Dios bondadoso mueve al hombre a buscarlo en la naturaleza o tras ella como el dispensador de dones; y le adora, por decirlo así, como la suma de todo bien.

    La correspondencia entre kriya y sattva es la misma que entre el pensamiento y las leyes de la naturaleza que constituyen la verdad acerca de las cosas. Quien busca la verdad por investigación de las cosas, comprende que en ellas hay una ultérrima verdad o realidad ante la cual todos debemos inclinarnos. El predominio de los tres últimos ideales en las postreras subrazas arias dio prevalencia en su vida a las tres grandes formas de adorar a Dios en Sat o naturaleza, a las que comúnmente se llaman ciencia, devoción y arte. Si parece obscuro el significado del segundo de éstos tres términos, recordemos que las naciones europeas en sus lugares de adoración, veneran y reverencian a Dios como dueño y dispensador de todos los bienes y lo estiman por lo que llaman Su bondad.

    El siguiente diagrama muestra la correspondencia entre senderos externos e internos, los ideales que los gobiernan y su expresión en los negocios humanos.

  • CAPITULO X

    RELACIONES RECIPROCAS

    Ya expliqué que Shiva es uno y que no conturba su unidad la presencia de Vishnu y Brahma que en Él existen y cada uno de ellos es trino. De aquí se infiere que, según ya dije, Shiva es también septenario. Al séptimo principio que por Sí retiene se le suele considerar como la síntesis de los otro seis; pero en rigor es el primer principio, no constituido por la combinación de los otros. Sino el de que derivan por deducción. Ahora bien; Shiva se relaciona por medio de Su maya con los seis principios, separadamente del suyo peculiar, pero Él permanece siendo únicamente ananda. Vishnu se relaciona con Shiva por medio de Ichchha y con Brahma por medio de kriya, pero de por sí permanece esencialmente jnana, el amor, el corazón o la conciencia universal. Brahma se relaciona con Vishnu por medio de rajas y con Shiva por medio de tamas; pero permanece esencialmente sattva, la ley o la mente universal o mundo de ideas. Vishnu y Brahma existen parejamente durante todo el periodo de manifestación o día de Brahma y Shiva los mantiene en armonía por medio de su yoga maya. Así lo esclarece el siguiente diagrama:

  • La conciencia de cada hombre es una porción de Vishnu o chit; y la evolución en todos los planos a que aluden los teósofos es la expansión de la conciencia individual para compenetrarse cada vez mas con Vishnu o Logos teosófico, llamados por algunos el Dios o Conciencia suprema de nuestro sistema planetario. No es el Dios universal, sino el Dios de la conciencia cuya trina naturaleza está constituida por Ichchha, jnana y kriya. Para comprenderlo así es necesario prescindir de planos y considerar a Vishnu como la entera conciencia del sistema. El Gran Triángulo de la Jerarquía oculta de nuestro globo es una parte importante de Vishnu, de Quien son partes menores las conciencias individuales de los hombres. Los tres miembros del Gran Triángulo de la Jerarquía oculta son el Señor del Mundo, el Buda y el Mahachohan, que respectivamente representan los principios ichchha, jnana y kriya del solar Vishnu, aunque no representan a Shiva, Vishnu y Brahma Pero como quiera que Vishnu está relacionado con Shiva y Brahma a lo largo de toda línea de conciencia y no tan solo en la sede solar por decirlo así, tenemos que los miembros del Gran Triángulo desempeñan el oficio de Shiva, Vishnu y Brahma con relación a la conciencia del mundo. Por lo tanto, el Señor del Mundo se parece, por decirlo así, a Shiva, el Dios universal, de modo que la conciencia de nuestro globo pueda conocer el Yo y cumplir su voluntad. El señor Buda mantiene la unidad de jnana de nuestro globo y la ofrece al solar Vishnu. Las funciones del Señor del Mundo y del Señor Buda son algún tanto ocultas y trasponen los reinos de maya. Pero el Mahachohan , que gobierna el kriya de nuestro globo, se vale de esta potencia para relacionarse con el trino Brahma, y por medio de maya relaciona la conciencia de nuestro globo con el trino mundo de materia. De esta suerte tiene cinco principios a su cargo. Toda vida es vida de Shiva; pero como los hombres están pasando por la fase de Vishnu, aunque cada cual pertenece a uno de los fundamentales principios de la única vida de Shiva, está mostrando por ahora su esencial naturaleza mediante una modalidad de conciencia. Pero recordemos que la conciencia, el proceso del tiempo no es su vida real, ni la mera existencia, el proceso del espacio es su conciencia. Así como el hombre utiliza en su cuerpo una porción de Brahma , así utiliza en su conciencia una porción de Vishnu; pero su vida real trasciende la conciencia. Ahora bien; como Shiva, el verdadero Dios para el hombre, es uno con Vishnu y Brahma, puede el hombre buscarlo mientras pasa por el consciente estado de vida mayavica, dirigiendo externa e internamente su conciencia hacia el universal principio expresado por medio de Vishnu y Brahma. La voluntad, el amor y el pensamiento tienen así dual aplicación, pues pueden dirigirse internamente a la conciencia o externamente a la materia, según el rayo a que pertenezca el individuo poseedor de dicha conciencia. Por otra parte, aunque todo hombre viva en la trinidad de su conciencia, es septenario porque procede de Shiva, y los siete principios están inseparablemente presentes en todo hombre, pero al predominante por mas vigoroso se le llama su rayo. Por lo tanto, el rayo de un hombre no solo no es una cosa material, ni tampoco es una distinción de conciencia, sino que le pertenece por su relación con Shiva. Así es que no se le puede ver, porque la vista es uno de los sentidos, por alto que esté el plano de visión, y su objeto son siempre las gunas, sattva, rajas y tamas. La conciencia nunca es visible y mucho menos lo es la verdadera vida o ananda.

  • Sin embargo, si un hombre actúa notoriamente en determinado sentido y tiene adecuado tipo de materia (vida en la fase de sat) para sus vehículos y propósitos, cabe inferir que su rayo le incitó a elegir su obra y determinó las características de su cuerpo. Al hablar del rayo de un hombre considerándolo como el principio en él predominante, no olvidemos que también posee los otros seis principios, y que hablamos de un hombre, es decir, de quien es dueño de sí mismo hasta el punto de gobernar su vida desde el interior de su conciencia y no dejar que sea un conjunto de actos reflejos o de respuestas sumisas a las influencias del ambiente. El hombre que busca a Dios por medio de un ideal es positivo y no está sumergido en sat ni por sat dominado como los hombres de muy atrasada evolución. Se vale del poder de su pensamiento para indagar la verdad, del sentimiento para descubrir la bondad de las cosas y de la voluntad en acción para hallar y revelar la belleza. Todas estas actividades son completamente diferentes del servilismo y negatividad del embrión del hombre que vive sin otro propósito que revolcarse en la ociosidad, en la indiferencia y en los egoístas placeres. Los rayos de los animales están claramente señalados, pero no así los de los hombres hasta que hayan adelantado lo bastante en el reino humano, pues mientras no adelanten podrán considerarse en recto y natural sentido como fracasos de hombre. Con el desenvolvimiento de sus facultades intelectuales se ha complicado de tal manera el karma y se ha abierto a tan diversas influencias, que generalmente el hombre pierde de vista por lo obscurecidos, los profundos anhelos espirituales de su verdadero ser. Sin embargo, si alguien se tomara el paciente trabajo de analizar al hombre ordinario, echaría de ver que uno de sus siete principios es mas vigoroso que los otros seis y guía las fuerzas de su alma hacia el universal aspecto de sí mismo. En un hombre de carácter que no sea esclavo de su cuerpo ni de las personales emociones con este cuerpo relacionadas, ni de ideas fijas ni prejuicios adquiridos, sino que la voluntad, el amor y el pensamiento propio guíen su conducta, puede distinguirse el rayo con relativa facilidad, y también puede formularse a sí mismo algunas preguntas que le ayuden a descubrir el rayo a que pertenece, pero reservaremos estas preguntas hasta que hayamos descrito específicamente cada uno de los siete rayos. En la vida ordinaria de los hombres, se manifiestan los rayos en los siguientes tipos generales:

    1.El hombre de voluntad que se esfuerza en libertarse por el dominio del yo y de las circunstancias. Es el gobernante.

    2.El hombre de amor que se esfuerza en lograr la unidad por medio de la simpatía. Es el filántropo.

  • 3.El hombre de pensamiento, que se esfuerza en comprender por medio del estudio de la vida. Es el filósofo.

    4.El hombre de imaginación que busca la armonía por un triple camino: el mago, el actor y el artista simbólico.

    5.El hombre de pensamiento que busca la verdad en el mundo. Es el cientista.6.El hombre de amor que busca a Dios como Bondad en el mundo. Es el

    devoto.

    El hombre de voluntad que busca a Dios como Belleza en el mundo. Es el artista y el artífice.

    Las manifestaciones y actividades de estos tipos generales son variadísimas, y en la Parte segunda de este tratado, veremos que incluyen respectivamente las características atribuidas a los rayos por los diferentes tratadistas de esta materia.

  • SEGUNDA PARTE

  • LOS SIETE RAYOS

    CAPITULO XI

    EL PRIMER RAYO

    Dice el Manú de nuestra raza: “El gobierno y dominio de sí mismo es felicidad; el dejarse gobernar por otros es desdicha.” Este sentimiento anima a quien pertenece al primer rayo, porque es el primero de los tres rayos de independencia e intuición. Se dice que las personas pertenecientes a estos tres rayos son independientes porque consideran el mundo más bien que como un maestro o una munificente madre o una hermosa mansión, como una tierra de aventuras para la denodada voluntad, de alegre corazón y la anhelosa mente, a la que llega de un lejano país con objeto de realizar hazañosas proezas.

  • Un hombre así rebosa de iniciativas, porque no espera a que circunstancias y ocurrencias le impulsen a la acción, sino que las trata, a veces sin el debido respeto, como piezas de un juego en el que está empeñado, como materiales de un proyecto que va a poner en ejecución. Se le llama intuitivo porque deliberadamente emplea sus facultades mentales y emotivas en el juego de la vida, donde las fortalece el ejercicio. Anhela en la voluntad mas sensación del Yo; en el ánimo mas sensación de vida; en la mente mas sensación de las cosas. Busca a Dios o la felicidad en su íntima conciencia y en ello emplea su vida, mientras que otros, con su poder y destreza de pensamiento, voluntad y sentimiento, ponen la confianza en el mundo externo y aprenden las lecciones que les da la naturaleza. Pero ambos senderos conducen a un mismo término: la amplitud de la vida interna y externa. Porque mientras el hombre busca a Dios en la naturaleza, la belleza, verdad y bondad de ella obran en él y actualizan las facultades de su alma; y cuando trata de dar pleno explaye a estas facultades que siente rebullir en su interior, advierte que solo puede emplearlas en el mejoramiento del mundo externo. Por lo tanto, todo hombre va retrocediendo en su interior y avanzando en su exterior a un mismo tiempo. La nota predominante en el hombre de voluntad del primer rayo es el dominio de sí mismo. Quien pertenezca a este rayo tendrá muy vigoroso sentimiento del Yo, con una firmeza ante las circunstancias y los sucesos que difícilmente logrará nada de este mundo conmover o quebrantar. Se inclinará a las acciones positivas, con valor bastante para afrontar la vida como una aventura, sin entregarse a la ociosidad ni a la indiferencia; pero si no está evolucionando en otros aspectos pueden ser desagradables las consecuencias. Quien lo esté y sea de recia voluntad y así mismo se denomine no habrá para él “patria ni hogar” determinados en el ancho mundo, sino que la dignidad del Yo será el punto céntrico y equilibrante de su existencia. Pero no es la dignidad que exige que los demás la reconozcan o que por este reconocimiento se esfuerza, pues entonces indicaría dependencia de las cosas externas. Por el contrario, es un altísimo concepto de la hombría, de la propia existencia con estremeciente horror al ajeno dedo del importuno suceso o persona que osara tocar el sagrado santuario. Así como nadie puede ver la belleza sin admirarla (aunque algunos la miren sin verla) ni ver la verdad sin reverenciarla, así todo el que siente el toque del Yo interno, no puede menos de ser celoso sacerdote de su intérrimo santuario. Esta dignidad está muy lejana del orgullo,