Los Reyes Sabios - Cultura y Poder en La Antigüedad Tardía y La Alta Edad Media

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Los reyes sabios Cultura y poder en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media

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RODRÍGUEZ DE LA PEÑA, M.A. - Los Reyes Sabios - Cultura y poder en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media

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  • Los reyes sabiosCultura y poder en la Antigedad Tarda

    y la Alta Edad Media

  • Los reyes sabios

    Cultura y poder en la Antigedad Tarda

    y la Alta Edad Media

    Manuel Alejandro Rodrguez de la Pea

    2008

  • Direccin editorial:

    Luis Valiente

    San Sebastin de los Reyes, Madrid, 2008.

    Manuel Alejandro Rodrguez de la Pea

    Editorial ACTAS, s.l. Isla Alegranza, 3 Polgono Industrial Norte 28709 San Sebastin de los Reyes. Madrid Tel.: 91 654 67 92

    ISBN: 978-84-9739-062-0EAN: 9788497390620

    Dep. Legal: M-10111-2008

    Composicin e impresin:STAR IBRICA, S.A.Madrid

    No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni su tratamiento infor-mtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por registro u otros mtodos, sin la autorizacin previa y por escrito de los titulares del Copyright.

    Esta obra ha sido publicada con una subvencin de la Direccin General del Libro, Archivos y

    Bibliotecas del Ministerio de Cultura

  • Para Mar, Miguel y Clara

  • 8 Los reyes sabios

    Agradecimientos

    Este libro es el resultado de diez aos de investigacin, primero docto-ral y posteriormente posdoctoral. La primera, fruto de la cual fue la lectura en diciembre de 1999 de mi Tesis doctoral en la Universidad Autnoma de Madrid, la realic bajo la direccin del profesor Carlos De Ayala Martnez. Justo es que mi primer y sentido reconocimiento vaya hacia l, el primero de mis maestros en el oficio de historiar. La segunda etapa de gestacin y maduracin de este libro tuvo lugar durante mi feliz estancia en la Univer-sidad de Cambridge (2000-2002), primero como investigador invitado (St Johns College), posteriormente como research fellow (profesor de investi-gacin) en Wolfson College. Durante todo ese fecundo perodo tuve el pri-vilegio de tener como mentor al profesor Peter A. Linehan, un sabio de los que ya escasean en las aulas universitarias. Para l vaya el reconocimiento de una deuda que nunca podr pagarle: thanks so much for your guidance!

    Quiero testimoniar tambin mi reconocimiento al President y los fellows de Wolfson College el haberme elegido para una research fellows-hip, dndome la oportunidad de formar parte de su honorable claustro. De la misma forma, quiero reflejar mi gratitud al profesor Istvn Bejczy por haberme seleccionado para una plaza de investigador en el proyecto de investigacin A Genealogy of Morals: the Cardinal Virtues in Mediaeval Discourse por l dirigido en la Universidad Catlica de Nimega (Holanda). Finalmente, quiero destacar el apoyo y confianza que mi trabajo siempre ha recibido, desde el Gran Canciller y el Rector al director de departa-mento, en la Universidad CEU-San Pablo en la que desde hace ms de un lustro enseo Historia Medieval.

    Dejo para el final a los ms queridos, los mos, sin cuyo cario no hubiera llegado al final de esta investigacin comenzada hace diez largos aos: mi querida esposa Mara del Mar, mis dos hijos, mis padres, herma-nos, familiares y amigos (ellos saben quines son).

  • NDICE

    Introduccin ........................................................................................... 17 El sabio, el guerrero y la trifuncionalidad....................................... 19 Realeza sacerdotal y Realeza triunfal .............................................. 24 El Ideal Sapiencial y la imagen de la Sabidura divina .................... 26 Los dos modelos de Realeza sapiencial: el platnico y el salomnico ... 27 La Realeza sapiencial en la Edad de las Invasiones ......................... 30 La Realeza sapiencial y el renacimiento carolingio ......................... 33 Los epgonos de la Realeza sapiencial carolingia ............................. 39 La crisis del discurso sapiencial de la Realeza ................................. 42

    Parte Primera: Los orgenes del Ideal Sapiencial: El Rey Filsofo en la Antigedad Clsica ............................................ 43

    I. La formulacin del Ideal Sapiencial en la Antigedad: el ideal platnico del basileus philsophos y sus secuelas .......................... 45

    La Hlade: patria del Ideal Sapiencial ............................................ 45 Platn: la Sophia metafsica y el ideal del Rey Filsofo ................... 47 Aristteles y la nocin tica de phronesis: un sapiencialismo prctico ... 55 La eloquentia ciceroniana, un instrumento sapiencial

    al servicio de la poltica .................................................................. 59

    II. Imperio y Sabidura en la Antigedad Clsica: Alejandro Magno, los csares y el topos literario del cosmocrator sabio ................................ 69 Alejandro Magno y el arquetipo del cosmocrator sabio ................... 69

    La leyenda medieval del Alexandre, un ciclo literario sapiencial ..... 71 Educacin de los reyes y espejos de prncipes

    en el mundo helenstico ................................................................. 75 La realeza sapiencial en el perodo de los didocos ......................... 77 La Historia, maestra de prncipes en la poca helenstica

    y la Repblica romana ................................................................... 82 Las formulaciones de la dignidad imperial por parte de los

    filsofos estoicos en la Roma del Principado .................................. 83 El Peri Basileias de Din de Prusa; la fortitudo imperial ................. 89 Adriano y Marco Aurelio: los emperadores filsofos antoninos ...... 94 La Imagen Sapiencial del emperador en la historiografa

    del Principado: Plutarco y Suetonio ............................................... 95 El discurso neoplatnico de la Realeza en el siglo III ..................... 99

    ndice 9

  • 10 Los reyes sabios

    Parte Segunda: El Imperio Romano Cristiano y la tradicin sapiencial de la Biblia y la Patrstica ....................................................... 105

    III. La reformulacin cristiana del Ideal Sapiencial grecorromano: la Sabidura divina en la Biblia y en la Patrstica ................................. 107

    El Ideal Sapiencial cristiano: sntesis de dos linajes culturales ......... 107 El Ideal Sapiencial bblico: los libros sapienciales

    del Antiguo Testamento ................................................................. 113 El Liber Proverbiorum y la Sabidura divina hiposttica .................. 117 El Libro de la Sabidura de Salomn y el Eclesistico ...................... 126 El sueo de Salomn: la imagen salomnica

    de la Realeza sapiencial .................................................................. 127 La cultura didasclica de la Antigedad Tarda

    y la Patrstica cristiana ................................................................... 131 La Imago sapientiae pagana, inspiracin de la

    alegora sapiencial cristiana ............................................................ 134 La Patrstica apologtica y el Ideal Sapiencial ................................. 138 La Escuela de los Padres de Alejandra:

    Dios como Maestro de la Humanidad ........................................ 140 Jerusaln contra Atenas: el rechazo de la Filosofa

    en la obra de Tertuliano ................................................................. 143 El principio de auctoritas y la Vulgata ............................................ 145 El Ideal Sapiencial en la Vulgata .................................................... 149

    IV. La Realeza sapiencial en Roma tras el triunfo del Cristianismo ............ 153 La poca de los emperadores-soldados y la crisis del imperio ......... 153 Constantino el Grande: la fundacin del Imperio Cristiano .......... 156 Lactancio: el Cicern cristiano ....................................................... 159 Juliano el Apstata: el ltimo emperador filsofo del paganismo ... 161 Los emperadores de la Roma cristiana y la cultura ......................... 164 El gnero de los espejos de prncipes en la Antigedad Tarda ....... 166 La teologa poltica de la Realeza cristiana en el

    Bajo Imperio Romano ................................................................... 169 Constantino el Grande como Emperador-Filsofo:

    el cesaropapismo sapiencial ............................................................ 175 La teologa poltica cesaropapista y la respuesta ambrosiana ........... 178 San Agustn: la Sabidura cristiana y las Dos Ciudades .................. 180 La formulacin de la doctrina hierocrtica:

    San Gregorio Magno ..................................................................... 189 La concepcin ministerial de la soberana: el Rey Pastor ................ 192

  • ndice 11

    Parte Tercera: Reyes brbaros y Reyes sabios en el Occidente germnico (siglos V-VIII) ......................................................................... 197

    V. Teodorico el Grande, philosophus purpuratus: la recepcin del Ideal Sapiencial en el Reino Ostrogodo ........................................... 199

    La voluntad de cultura de los reyes brbaros como voluntad de poder ... 199 El perfil salomnico de Teodorico el Grande ................................. 204 El cesaropapismo teodoriciano: el rey arriano y la Iglesia Catlica ....... 209 Casiodoro, ministro e idelogo de Teodorico el Grande ................ 213 Casiodoro, filsofo de la educacin cristiana .................................. 220 Enodio de Pava, un clrigo ulico en la corte de Teodorico .......... 223 Jordanes y la leyenda sapiencial de los Godos ................................ 225 El cnsul filsofo: Boecio............................................................... 230 El De Consolatione Philosophiae y la Imagen sapiencial

    de la Dama Filosofa ...................................................................... 235 Los ltimos estertores de la Realeza ostrogoda: Amalasunta y Teodato ... 241

    VI. La Realeza germnica tutelada por los obispos: el Reino Visigodo de Toledo .... 245 Barbarie y civilizacin de los primeros reyes visigodos ................... 245 San Martn de Braga y la Formula Vitae Honestae .......................... 252 Iglesia hispana y cultura en el siglo VI ........................................... 253 El aula regia de Toledo: epicentro cultural de la Hispania goda ..... 256 La imperializacin de la Realeza visigoda:

    la influencia de Bizancio ................................................................ 258 El Ideal Sapiencial cristiano de San Isidoro de Sevilla .................... 263 Sisebuto, Rey Filsofo: imitatio Imperii y amor a las Letras ........... 266 El rey visigodo: entre el ministerio pastoral y la Realeza militar ..... 272 El paradigma regio en la Historia Gothorum isidoriana .................. 278 Una Realeza tutelada por el episcopado: ms all del estereotipo ... 281 La formacin intelectual del clero hispanogodo,

    base de su influencia poltica ......................................................... 286 Chindasvinto y Recesvinto: reges litterati ........................................ 287 San Eugenio de Toledo y los Dogmata ........................................... 289 La Historia Wambae de San Julin de Toledo:

    la exaltacin de la virtus marcial .................................................... 294 Conclusin: luces y sombras del Reino Godo de Toledo ................ 296

    VII. Reyes melenudos, reyes sabios y reyes holgazanes: esplendor y crisis de la Realeza merovingia ..................................................... 298

    Barbarie y damnatio memoriae: la cultura y los Francos ................. 298

  • 12 Los reyes sabios

    La pervivencia de la civilizacin escrita durante el siglo VI merovingio ... 302 El papel del episcopado en la preservacin de la administracin

    pblica y la alta cultura en la Galia merovingia ............................. 304 Aula regia y cultura en el siglo VI merovingio:

    el rey Teodeberto de Austrasia ........................................................ 309 Nuevo Nern o Salomn merovingio?:

    el rey Childerico de Neustria ......................................................... 314 El arquetipo de los reyes sabios en la cronstica merovingia ........... 318 La crisis poltica del siglo VII, un desastre cultural:

    los reyes holgazanes..................................................................... 330 Los mayordomos arnulfingos y la cultura ...................................... 335 Pipino el Breve y los primeros intentos de reforma ........................ 340 La uncin regia de Pipino el Breve: escenografa y teologa poltica .. 343

    VIII. La clericalizacin de la Realeza en la Inglaterra anglosajona: el fenmeno de los reyes monjes .................................................................... 347

    La Inglaterra anglosajona: cultura diaboli y evangelizacin ............. 347 El pensamiento poltico anglosajn de raz pagana:

    el poema pico Beowulf .................................................................. 349 La Irlanda altomedieval, un foco insular de civilizacin cristiana ... 353 La cristianizacin de la Inglaterra anglosajona

    en tanto que proceso civilizador ..................................................... 360 La segunda Misin romana a Inglaterra ......................................... 363 El pensamiento sapiencial de San Beda el Venerable ...................... 370 Alfrido de Northumbria, Rex doctissimus ........................................ 375 La Realeza anglosajona: de la sacralizacin pagana a la santidad cristiana ... 379 El modelo del Rey clericalizado: los reyes-monjes anglosajones ....... 382 La Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum y su imagen de la Realeza .. 387 La schola de York y la transmisin del legado de Beda el Venerable .. 396

    Parte Cuarta: Carlomagno: el nuevo Rey David .................................... 399

    IX. Alcuino de York y la formulacin de la Realeza davdica carolingia ..... 401 La Cristiandad carolingia y el Ideal Sapiencial ............................... 401 El encuentro de los dos protagonistas del renacimiento carolingio . 402 El crculo de clrigos ulicos de Carlomagno

    antes de la llegada de Alcuino ........................................................ 404 Alcuino de York y la nocin de Imperium Christianum .................. 410 La Realeza sapiencial, eje de la teologa poltica

    de Alcuino de York ........................................................................ 418

  • Carlomagno, nuevo Constantino o nuevo Teodorico? .................. 420 La Realeza davdica carolingia: un modelo de dominacin carismtica ... 423 La imagen salomnica de Carlomagno .......................................... 427 La Repblica de Platn y el Ideal Sapiencial de Alcuino de York .... 433 El final del reinado de Carlomagno ............................................... 436

    X. La teologa poltica de Alcuino de York ................................................ 440 Los antecedentes boecianos del pensamiento de Alcuino de York .. 440 La Sabidura como camino hacia Dios:

    la nueva Jerusaln, Civitas Litterarum ............................................ 442 La epstola angular de Alcuino de York .......................................... 443 La teologa de la Alianza ................................................................ 446 El paradigma del Rex praedicator:

    el Imperio Franco como Monarqua misionera .............................. 447 Alcuino y las Siete Hijas de la Sabidura ........................................ 458 La correspondencia cientfica de Alcuino,

    vehculo de un discurso poltico .................................................... 464 Dungalo de Pava y su epstola sobre los eclipses de Sol ................. 465 Los lmites del Ideal Sapiencial de Alcuino: Razn versus Sabidura ..... 469 El distanciamiento del Alcuino anciano del espritu

    didasclico de la Academia ............................................................. 470

    XI. El Carlomagno imaginario: la Realeza sapiencial en la historiografa y la literatura carolingias ........................................ 476

    El gnero de los espejos de prncipes carolingios ............................ 476 Los primeros espejos de prncipes .................................................. 480 La poesa poltica: los encomia de Carlomagno

    de las postrimeras del 800 ............................................................. 484 La Vita Karoli de Eginardo: la biografa carolingia por excelencia .. 487 La damnatio memoriae de Carlomagno en la obra

    de Walafrido Estrabn ................................................................... 495 La Visio Caroli Magni: la mitificacin de

    Carlomagno como arma poltica .................................................... 500 El Carmen de Carolo Magno de Angilberto de Saint-Riquier .......... 502 Nitardo y la mitificacin del reinado de

    Carlomagno como una Edad de Oro ............................................. 509 La Gesta Karoli Magni del monje Notker de Saint Gall ................. 511

    XII. La Academia palatina de Aquisgrn: la plasmacin de la repblica de los filsofos de Carlomagno ........................................ 517

    ndice 13

  • 14 Los reyes sabios

    La translatio studii, un trascendente mito poltico .......................... 517 La Academia palatina: una respublica philosophorum

    bajo la gida carolingia .................................................................. 520 Racionalidad palatina y divulgacin cultural en los

    tiempos de Carlomagno ................................................................. 526 La schola palatina: un vehculo de cohesin

    ideolgica para las lites del imperio .............................................. 528 Movilidad social y schola palatina .................................................. 532

    XIII. El renacimiento carolingio: el sueo salomnico de Carlomagno ....... 539 Los scriptoria monsticos: motor del renacimiento carolingio ........ 539 La biblioteca de Carlomagno ......................................................... 544 Cultura latina y burocracia carolingia:

    lo escrito como medio de gobierno ................................................ 546 La legislacin educacional de Carlomagno: contexto y objetivos .... 549 Las dos encclicas de Carlomagno sobre la educacin .................... 554 El debate historiogrfico en torno a la autntica

    dimensin del renacimiento carolingio .......................................... 560 Un renacimiento avaro? Los lmites del renacimiento carolingio.... 570

    Parte Quinta: La hora de los obispos sabios: levitizacin y fractura del Imperio Carolingio ........................................................... 575

    XIV. El reinado de Luis el Piadoso y la entrada en escena de los obispos ... 577 Contubernium en palacio: la lucha por el poder

    en Aquisgrn en el 814 .................................................................. 577 El exilio de los acadmicos: la faccin de Wala y su cada en desgracia 580 El nuevo paradigma: un Ideal levtico para la civilizacin de la liturgia 583 El partido levtico y el triunvirato clerical de Aquisgrn .................. 590 El Capitulare Monastichum del ao 817 ......................................... 594 La ordinatio Imperii del ao 817 .................................................... 598 La oposicin al triunvirato clerical y a la reforma del ao 817 ....... 599 El retorno de Wala a Aquisgrn ..................................................... 601 Sacerdotium y sacra scientia durante el reinado de Luis el Piadoso .. 605 El perfil salomnico de Lotario ...................................................... 607 La formacin de las dos facciones en el 829

    y el inicio de la crisis del imperio ................................................... 610 Bernardo de Septimania: el camerarius y el poder de los guillermidas .. 612 La entrada en escena del episcopado franco ................................... 616 El Campo de la Mentira ................................................................ 619

  • La contienda de la publicstica en el marco de la crisis del imperio .. 620 Balance del reinado de Luis el Piadoso........................................... 625

    XV. Pietas et sapientia: la figura de Luis el Piadoso en la publicstica palatina ... 629 Los espejos de prncipes en tanto que espejos del clero .................. 629 El Carmen in Honorem Ludowici de Ermoldo el Negro .................. 631 Los tratados De Institutione del obispo Jons de Orlans ............... 635 La Realeza sapiencial en la Via regia de Smaragdo de Saint Mihiel ... 640 La Vita Ludovici de Thegan de Trveris .......................................... 645 El Astrnomo y su Vita Hludowici: la imago pietatis imperial ........ 649 La Vita Ludovici de Ademaro: una biografa oficial ........................ 651 Amalario de Metz y su De Ecclesiasticis Officiis ............................... 654 Claudio de Turn: la exgesis como fundamento del saber ............. 657 Walafrido Estrabn: pensador del ritualismo levtico ..................... 660

    XVI. Pensamiento poltico y patronazgo cultural en el crculo ulico de Carlos el Calvo, el ltimo Rey Sabio carolingio ........................... 663

    Las consecuencias del Tratado de Verdn para la cultura ............... 663 El efmero renacimiento del Pontificado:

    poder y cultura en la Roma del siglo IX......................................... 667 El modelo carolingio de confraternitas: la caritas como virtud poltica . 676 Carlos el Calvo: el contexto poltico de su reinado ........................ 678 Carlos el Calvo imperator: una eleccin apoyada en su perfil salomnico? . 683 Carlos el Calvo: un prncipe del renacimiento carolingio ............... 688 El patronazgo cultural de Carlos el Calvo y su perfil salomnico ... 691 Lupo de Ferrires y su humanismo teocrtico ................................ 695 Heirico de Auxerre y la imagen salomnica de Carlos el Calvo ...... 701 Heirico de Auxerre y la primera formulacin

    de la teora de los Tres rdenes ..................................................... 703 La imagen salomnica de Carlos el Calvo

    en el De Praedestinatione de Ratramno ........................................... 705 Juan Escoto Ergena: un filsofo graeco modo

    en la corte de Carlos el Calvo ........................................................ 708 Ideologa poltica e historiografa en poca de Carlos el Calvo ....... 716 Hincmar de Reims, factotum poltico e intelectual del Regnum occidentalis .. 719

    XVII. Los epgonos del Ideal Sapiencial carolingio en Alemania y Lotaringia .. 729 La creacin del Regnum Theutonicum: Luis el Germnico .............. 729 Realeza triunfal y Realeza sapiencial:

    Luis el Germnico versus Carlos el Calvo ....................................... 731

    ndice 15

  • 16 Los reyes sabios

    La actividad cultural del monacato benedictino en el Reino Teutnico .. 736 La teologa poltica de los espejos de prncipes en el Reino Teutnico .... 741 Rbano Mauro, praeceptor Germaniae ............................................ 748 El Ideal Sapiencial en la obra de Rbano Mauro ............................ 752 El panorama cultural en el Regnum Lotharii .................................. 757 Sedulio Escoto y la corte de Lotario II ........................................... 759 Religiosa sapientia: el discurso de la Realeza sapiencial en Sedulio Escoto ... 762

    Parte Sexta: Los epgonos de la Realeza sapiencial carolingia en Inglaterra y Alemania .......................................................................... 765

    XVIII. La recepcin anglosajona del Ideal Sapiencial carolingio: Weal and Wisdom en el reinado de Alfredo el Grande .................... 767

    Alfredo el Grande, imitador de Carlomagno: los rura peregrinae Sophiae ... 767 Alfredo, Rey Guerrero: la lucha sin cuartel contra los Vikingos ..... 769 El renacimiento alfrediano ............................................................. 772 La schola palatina alfrediana ........................................................... 776 El programa de traducciones alfrediano ......................................... 779 La imagen salomnica de Alfredo el Grande .................................. 783 El epgono de Alfredo el Grande: el reinado de Athelstan .............. 789 Conclusin .................................................................................... 793

    XIX. La Realeza otnida, sntesis del Ideal Sapiencial carolingio y el bizantino .... 795 El Siglo de Hierro .......................................................................... 795 Enrique I el Pajarero: una Realeza sin sacralidad ............................ 797 Otn I y la fundacin del Sacro Imperio Romano Germnico ...... 799 El aula imperialis otnida: capilla palatina y Realeza itinerante ...... 801 El significado de la coronacin imperial de Otn el Grande .......... 803 La imagen del rey en la cronstica y la iconografa otnidas ........... 805 Liutprando de Cremona: idelogo de la Realeza otnida ............... 811 Realeza y cultura en la poca otnida ............................................ 815 La emperatriz Tefano y la influencia bizantina en la corte otnida .... 822 El ejemplo de la Realeza sapiencial bizantina: la Magnaura ........... 828 El De Administrando Imperio de Constantino VII Porfirogeneta .... 832 Otn III: la renovatio Imperii en las postrimeras del Milenio ........ 836 Imperator philosophus: Otn III y su crculo intelectual .................. 841 El pontfice sabio, maestro de monarcas:

    Gerberto de Aurillac (Silvestre II) .................................................. 844

    Bibliografa ........................................................................................... 857

  • Introduccin 17

    Introduccin

    Aunque no deja de ser un tpico gastado y aejo, el caduco clich decimonnico que proyecta una Edad Media oscurantista, una Dark Ages de supersticin en la que oratores y bellatores ejerceran un dominio a la vez incontestado e incontestable, sigue operando en ciertos niveles subli-minales de la conciencia histrica actual. Ciertamente, el tpico de la oscuridad de los siglos medievales es un cadver historiogrfico que se resiste a morir1.

    Por supuesto, la Edad Media fue una Edad de la Fe, una poca teocn-trica dominada por el sentimiento religioso. A pesar de que este hecho en s mismo no tiene por qu merecernos un juicio desfavorable, ms bien al contrario, lo cierto es que esta definicin no hace del todo justicia al Me-dievo. La civilizacin del Occidente medieval produjo una conciliacin entre fe religiosa y cultura como ninguna otra antes o despus.

    Esto fue particularmente cierto durante los llamados renacimientos medievales, breves pero intensos fogonazos de ciencia y cultura a la luz de la fe cristiana. En concreto, el ltimo de estos renacimientos, el del siglo XII, hizo posible la definitiva translatio studii desde el Islam al Occi-dente y la posterior hegemona planetaria de Europa.

    1 Vid. Jacques Heers, Le Moyen Age, une imposture, Pars, 1992, ed. esp. La invencin de la Edad Media, Madrid, 1995.

  • 18 Los reyes sabios

    Ahora bien, si prestamos atencin al contexto de estos sucesivos rena-cimientos medievales2, comprobaremos que detrs de ellos se oculta una accin decidida del poder poltico y eclesistico, ms marcadamente el poltico (la Realeza) en los renacimientos carolingio (c. 800), alfrediano (c. 890), otnida (c. 960) y alfons (c. 1250) y claramente eclesistico en el renacimiento del siglo XII, si bien los monarcas no dejaron de jugar un cierto papel en este ltimo al tiempo que el clero fue la mano de obra de todos y cada uno de ellos.

    En efecto, detrs de cada renacimiento vislumbramos la sombra alargada de un Rey Sabio, ya sea financiando, premiando, reuniendo, estimulando y organizando a los intelectuales: Carlomagno, Carlos el Calvo, Alfredo el Grande, Otn I, Otn III, Enrique I, Roger II, Federico II, Alfonso X. El patronazgo regio, cuando no su propio ejemplo personal, fue decisivo en todos estos casos y creemos resulta de la mayor importancia dilucidar qu movi a estos monarcas a emprender esta aventura cultural que tan onerosa les result y tantas consecuencias acarre para el destino de Europa.

    La hiptesis de partida que intentaremos defender y argumentar en este libro, un trabajo propio de lo que podramos llamar tanto una historia cultural de la poltica como una historia poltica de la cultura, es que el motor detrs de toda esta actividad regia de apoyo a la cultura y la ciencia fue un ideal. Un ideal nacido de la teologa poltica catlica: el Ideal Sapiencial. Un ideal de amor a la sabidura similar al de los filsofos griegos pero teido de cristia-nismo dentro de una bsqueda de la Verdad iluminada por la Fe. De hecho, este Ideal Sapiencial medieval fue tan hijo de Scrates como de Cristo, ya que sus fuentes las encontramos tanto en la Filosofa como en la Biblia.

    Si la Edad Media fue la Edad de la Fe por excelencia, durante algunos de sus momentos ms brillantes tambin fue una poca en la que hombres de fe buscaron el saber con un entusiasmo comparable al de los filsofos atenienses. Y algunos de estos hombres de fe llevaban coronas. Fueron reyes filsofos. Los reyes filsofos por los que suspirara Platn en La Repblica. No en vano, la Edad Media cristiana ha sido considerada por Piganiol como el triunfo del sueo sapiencial de Platn. Y, sin duda, los filsofos gober-

    2 En torno a los renacimientos medievales, vid. Warren Treadgold (ed.), Renaissances before the Renaissance. Cultural revivals of Late Antiquity and the Middle Ages, Stanford, 1986; Armando Sapori, Moyen Age et Renaissance vus dItalie: por un remaniement des priodes historiques, Annales E. S. C., 11, 1956, pp. 434-457; Roberto Sabatino Lpez, Still another Renaissance?, American Historical Review, 57, 1951, pp. 1-21, y Friedrich Heer, Die Renaissance Ideologie im frhen Mittelalter, Mitteilungen des Instittut fr Osterreichische Geschichtsforschung, 57, 1949. En estos trabajos se comprueba cmo los renacimientos medievales fueron una tendencia de fondo del perodo antes que fenmenos histricos localizados y aislados.

  • Introduccin 19

    naron durante buena parte del Medievo occidental. Es cierto que llevaban corona o mitra o tiara pero no por ello dejaron de ser filsofos.

    El sabio, el guerrero y la trifuncionalidad

    Desde la ms remota Antigedad, descubrimos en algunas de las ci-vilizaciones mediterrneas una dupla de arquetipos que consideramos de enorme importancia para la comprensin de la evolucin del pensamiento poltico de Occidente: el arquetipo de la Realeza sapiencial y el arquetipo de la Realeza triunfal. El primero aparece vinculado a la conexin entre poder y conocimiento y estara siempre conectado de alguna forma al sacerdocio. En realidad, en nuestra opinin la Realeza sapiencial no sera sino una de las encarnaciones de la Realeza sacerdotal o sacral3.

    El segundo arquetipo estara ligado al herosmo del guerrero, a un ethos pico y a la victoria en el campo de batalla. Hacemos nuestra la de-finicin de Max Weber a este respecto: el caudillaje ha surgido en todos los lugares y pocas bajo uno de estos dos aspectos, los ms importantes en el pasado: el de mago o profeta, por una parte, y el de prncipe gue-rrero, jefe de banda o condottiero, de la otra4.

    Ahora bien, ambos paradigmas estn a su vez imbricados en la cosmo-visin de las civilizaciones en el seno de las cuales nacieron y se desarrolla-ron. Algunas teoras antropolgicas de gran proyeccin han planteado que las sociedades indoeuropeas se habran organizado de forma sistemtica en tres castas o estratos de acuerdo a tres funciones sociales: el sacerdocio, la milicia y la produccin de alimentos y bienes.

    En efecto, de acuerdo con las investigaciones del antroplogo francs Georges Dumzil, en el seno de la antigua trifuncionalidad indoeuropea (que no deja de ser un esquema terico) los dos primeros estratos, mino-ritarios y aristocrticos, asumieron el liderazgo en virtud de su identifica-cin con dos arquetipos sociales, fortaleza (fortitudo) 5 y sabidura (sapien-

    3 Vid. G. Feeley-Harnik, Herrscherkunst und Herrschaft: Neuere Forschungen zum sakralen Knigtum, Herrschaft als soziale Praxis, ed. A. Ldtker, Verffenlichun-gen des Max Planck-Instituts fr Geschichte, 91, Gottingen, 1991, pp. 195-25, y Herwig Wolfram, Methodische Fragen zur Kritik am Sakralen Knigtum, Festschrift O. Hf-ter, Viena, 1968, p. 668 y ss.

    4 Max Weber, Politik als Beruf, Wissenschaft als Beruf, Munich, 1919, ed. esp. El pol-tico y el cientfico, Madrid, 1967, p. 87.

    5 Traducible por fortaleza. Hemos optado por la denominacin latina para signi-ficar algo ms que la mera fortaleza fsica (en latn strenuitas). En su acepcin romana, fortitudo denota tambin vigor y determinacin moral.

  • 20 Los reyes sabios

    tia) 6, es decir, aptitud para la guerra o aptitud para el estudio, entonces estrechamente ligado al culto divino (no olvidemos que la ciencia naci en los templos mesopotmicos).

    Por consiguiente, en el plano terico, fuerza y conocimiento fueron desde muy antiguo las virtudes humanas que recibieron una valoracin moral ms positiva, mientras que el grueso de la poblacin se congregara en un tercer estrato inferior cuya funcin social sera meramente proveer de lo necesario a los dos estratos dirigentes7. La mentalidad social derivada del arquetipo poltico de la fortitudo se concret en fenmenos ideolgicos ligados siempre a un ethos marcial, tales como la anteriormente mencio-nada Realeza triunfal (cuyas primeras manifestaciones descubrimos en los reyes conquistadores de Akkad) o el ideal agonal griego, una ritualizacin del combate cantada por los vates de la tradicin homrica y pindrica8.

    Ambos fenmenos estn conectados con la heroarqua de que hablara en el siglo XIX el historiador ingls Thomas Carlyle, esto es, el culto al hroe (Hero-worship) como culto al gran guerrero divinizado, sea este Gil-gamesh, Melkart o Heracles9. Un culto al hroe que tendra continuidad en la veneracin catlica por los santos y los mrtires, hombres desarma-dos que haran que la fortaleza espiritual sustituyera a la militar como la virtud heroica por excelencia en el Medievo10.

    Mientras, el arquetipo poltico de la sabidura generara un Ideal Sa-piencial que quedara ligado a la cosmovisin del sacerdocio, en tanto que atributo carismtico y don de los selectos conocedores del mensaje revelado de la divinidad, un mensaje arcano en muchas religiones. Esta vinculacin la avanzaba Georges Dumzil en su clsica obra Lidologie tripartie des Indo-Europens, en donde leemos: de una parte lo sagrado y sus relaciones, sea de los hombres con lo sagrado (el culto divino, la ma-gia), sea de los hombres entre ellos bajo la garanta de los dioses (derecho, administracin)... en la otra parte el poder soberano ejercido por los reyes

    6 Traducible por sabidura. Tiene en su denominacin latina una acepcin mora-lizante que pervivir en el imaginario cristiano. Sabio no es quien sabe mucho sino aquel cuya vida es ejemplar en tanto que reflejo de su conocimiento ntimo de la Verdad. Por tanto, Sabidura aqu es diferente de ciencia, erudicin o conocimiento en la medida en que Bien y Verdad son indisolubles. En los hombres sabios hay bondad al igual que en los hombres buenos hay sabidura.

    7 Vid. Georges Dumzil, Lidologie tripartie des Indo-Europens, Bruselas, 1958; y Iupiter, Mars, Quirinus, Pars, 1941.

    8 Werner Jaeger, Paideia. Die Formung des griechischen Menschen, Berln, 1933; ed. esp. Paideia. Los ideales de la cultura griega, Madrid, 1993, p. 14.

    9 Thomas Carlyle, On Heroes, Londres, 1841, ed. esp. Los Hroes, Barcelona, 1985, p. 43.10 Vid. H. Delehaye, Les origines du culte des martyrs, Bruselas, 1933.

  • Introduccin 21

    o sus delegados de conformidad con la voluntad y el favor de los dioses. Divisin de poder a la que luego se aade la divisin, ms bsica, entre la ciencia y la inteligencia, siempre inseparables de la meditacin y la mani-pulacin de lo sagrado y, del otro lado, la fuerza fsica, brutal, y los usos de esta fuerza, uso principalmente guerrero11.

    Estamos ante un fenmeno ideolgico fundamental cuyo devenir his-trico desde la Antigedad Tarda hasta la Plena Edad Media ser el ob-jeto de esta obra: el sacerdocio estuvo asociado desde el principio a un arquetipo sapiencial devenido en funcin social y conocimiento morali-zado. Y tambin a una condicin humana concreta: la ancianidad. Por el contrario, los guerreros estuvieron asociados por lo general a la juventud y a la necesidad de ser aconsejados e instruidos.

    De hecho, en la sociedad de los aryas de la India, una sociedad paradig-mtica del modelo social indoeuropeo, las relaciones de poder entre brahma-nes y kshatriyas, entre sabios sacerdotes poseedores del dharma (conocimiento religioso) y guerreros bajo su tutela, se configur en base a un marcado dua-lismo seniores-iuniores, ancianidad sabia-juventud guerrera12. La nobleza gue-rrera indoeuropea sera as la encarnacin de una imago iuventutis 13, siendo una aristocracia tutelada por el saber de los ancianos sacerdotes, depositarios de un legado arcano que hay que venerar en cuanto que revelacin divina.

    Estos dos tipos antitticos, el del anciano sabio y el joven guerrero, sim-bolizados en la India por los dioses Mitra (Rey Sabio) y Varuna (Rey Gue-rrero), por Ulises y Aquiles en la Ilada, por Odn y Thor entre los germanos y, en los orgenes legendarios de Roma, por las figuras de los reyes Rmulo y Numa, acabaran convirtindose tras su cristianizacin en arquetipos po-lticos fundamentales para la civilizacin occidental en general y la mentali-dad medieval en particular, segn seal en su da Ernst R. Curtius14.

    Lo estricto de esta divisin dual se advierte cuando se constata que la atribucin a la casta sacerdotal de funciones propias de la fortitudo, como el ejercicio de las armas, o la caracterizacin sapiencial de alguien perte-neciente al estrato de los guerreros supona, de hecho, una grave transgre-

    11 G. Dumzil, Lidologie tripartie des Indo-Europens, op. cit., p. 18.12 En este sentido, Tcito escriba en su Germania (captulo 11) que en las deliberacio-

    nes de las asambleas del pueblo germnicas (Thing) se estableca una jerarquizacin en el uso de la palabra en base a la edad (prout aetas) y las hazaas en la guerra (decus bellorum).

    13 Vid. Claude Carozzi, Les fondements de la tripartition sociale chez Adalbron de Laon, Annales E.S.C., 33, 1978, pp. 683-701.

    14 Ernst R. Curtius, Europaische Literatur und Lateinisches Mittelalter, Berna, 1948, ed. esp. Literatura europea y Edad Media latina, Mxico, 1955, t. 1, p. 241 y ss.; vid., G. Dumzil, Mitra-Varuna. Essai sur deux reprsentations indo-europennes de la souveranit, Bibliothque de lcole des Hautes tudes, LVI, Pars, 1940.

  • 22 Los reyes sabios

    sin, una ruptura de este sistema bifronte de virtudes y, por aadidura, del sacralizado ordenamiento social trifuncional.

    De aqu derivaban las severas prohibiciones vdicas en torno al derra-mamiento de sangre por parte de un brahmn o la tradicin judeocris-tiana que apartaba al hombre de religin de la guerra, en tanto que fuente de impureza espiritual. La sangre derramada impurifica al oficiante del culto divino en muchas religiones. Y la cristiana ha sido siempre la ms radical en su rechazo a la violencia. A pesar de que la larga tradicin que guerra santa cristiana pueda indicar lo contrario, el ideal de la Cruzada, el bellum sacrum, tard mucho en implantarse en la Cristiandad occiden-tal, despertando siempre crticas, incomprensiones y suspicacias que no encontraremos nunca entre los alfaques musulmanes o los rabinos judos hacia la jihad o los zelotes de todas las pocas15.

    Un ejemplo esclarecedor del problema suscitado por la superposicin de funciones lo encontramos en el escndalo que despert en algunos clrigos del siglo XII como Isaac de la Estrella, Walter Map o Juan de Sa-lisbury un monstruum novum como las rdenes Militares, integradas por monjes-soldados que rompan con la trifuncionalidad.

    Monjes derramando sangre de infieles. Slo alguien de la talla de San Ber-nardo de Claraval pudo convencer a la Cristiandad de que eso era algo que-rido por Dios. Un escndalo no menor al de los monjes soldado lo provoc un siglo antes la pretensin del monacato benedictino vinculado a Cluny de implicarse en la poltica secular del reino, lo que despert las ms cidas crticas del obispo Adalbern de Laon en su famoso Poema al Rey Roberto.

    En esta direccin, descubrimos que en los cantares de gesta medievales la figura del sabio nunca ejerce la violencia, erigindose nicamente en consejero pasivo: el sabio es concebido como alguien intrnsecamente no violento16. A la ausencia de fortitudo se responde con la presencia compensatoria de la sapientia y viceversa. La mesure del buen consejero (homme de bon conseil), as como su sen et memoire, seran virtudes propias del anciano no combatiente.

    Por lo general, cuando hablamos de una intelligentsia (intelectualidad orgnica a partir de la conceptualizacin de Antonio Gramsci)17, estamos hablando de un grupo de pensadores (intelectuales) cuyo predominio so-bre la sociedad sera anmico y no fruto del ejercicio de la violencia. Este

    15 Vid. Palmer A. Throop, Criticism of the Crusades, Cambridge, 1993.16 Jol H. Griswald, Archologie de lpope mdivale. Structure trifonctionnelles et

    mythes indoeuro-pens dans le cycle des narbonnais, Pars, 1981, pp. 175-176.17 Vid. Antonio Gramsci, Gli Intellettuali e lorganizzazione della cultura, Roma,

    1936.

  • Introduccin 23

    predominio anmico, bautizado recientemente como noocracia 18, de los intelectuales sobre el resto de los hombres y el enorme poder social con-siguiente provendra a un tiempo de un hipermoralismo y del hecho de constituirse en la instancia suprema que otorga sentido a la realidad, esto es, que otorga una cosmovisin a la civilizacin que lidera19.

    Obviamente, este predominio anmico de los intelectuales orgnicos los asimila a una casta sacerdotal, sean coincidentes (como ocurri en la Edad Media) o no, como sucede en la actualidad. Fue Friedrich Nietzsche quien primero llam la atencin sobre el proceso de toma del poder por parte de los intelectuales en el Occidente medieval. El filsofo alemn se-al en su Genealoga de la Moral que la Iglesia catlica habra domesticado la voluntad de poder de los invasores brbaros, los rubios animales de presa codiciosos de botn, canalizndola hacia la cultura.

    El predominio anmico de los intelectuales clericales sobre los br-baros se habra obtenido a partir de la veneracin de la inteligencia y la sabidura como la ms alta condicin de la existencia en lo que fue un desplazamiento de la fuerza bruta (fortitudo). De esta forma, la cultura habra sido el instrumento de lo que Nietzsche bautiza como rebelin de los esclavos, esto es, la victoria espiritual final que alcanz el clero cris-tiano-romano sobre sus conquistadores germnicos20.

    Sin embargo, al inculcar el amor al saber a los reyes guerreros germni-cos se dio una cierta transgresin en el seno del esquema de la sociedad in-doeuropea trifuncional. En efecto, al desarrollar el clero catlico una ideo-loga salomnica que pretenda dotar de atributos sapienciales a los reyes germnicos convertidos al cristianismo la dupla fortitudo-sapientia, piedra angular de la estructura social, era violentada en lo ms ntimo: se asista al hecho inslito de que un guerrero deviniera en sabio/sacerdote. Sacerdocio y milicia eran para muchos incompatibles y vivan un conflicto sordo por la preeminencia, cuyos remotos orgenes descubrimos en la antigua Sumeria donde el Ensi y el Lugal aparecen como primeros prototipos de la Realeza sacerdotal (sapiencial) y la Realeza guerrera (triunfal).

    En la Edad Media cristiana este conflicto funcional se habra dado entre clrigos y caballeros, as como entre el papa y el emperador. Un conflicto que marc la vida intelectual a lo largo del Medievo. Al igual

    18 Benjamn Oltra, Los intelectuales como noocracia. Tendencias cualitativas en el fin de milenio, Poltica y sociedad: estudios en homenaje a Francisco Murillo, Madrid, 1987, vol. 1, pp. 135-137.

    19 Vid. Floran Znaniecki, The Social Role of the Man of Knowledge, Nueva York, 1940.20 Friedrich Nietzsche, Zur Genealogie der Moral. Eine Streitschrift, 1887, ed. esp. La

    Genealoga de la Moral: un escrito polmico, Madrid, 1972, pp. 42-49.

  • 24 Los reyes sabios

    que haba ocurrido en tiempos de la antigua Mesopotamia o en el antiguo Egipto, la cultura erudita en la Edad Media fue casi exclusivamente una cultura sacerdotal. De hecho, el saber y la ciencia slo tenan sentido en el seno de la Iglesia y en clave cristiana21. De ah que, en ltimo trmino, la Realeza sapiencial no fuera ms que otra forma ms de eclesializacin y clericalizacin del oficio regio que San Gregorio Magno transformara en ministerium pastoral.

    Realeza sacerdotal y Realeza triunfal

    Por otra parte, no es menos cierto que este proceso de eclesializacin de la monarqua cristiana se llev a cabo tanto a favor como en contra de los intereses de la jerarqua eclesistica. Y es que, a la hora de construir un es-tado teocrtico que dejara atrs la sutil tutela sacerdotal del trono, resultaba tambin preciso que los reyes guerreros se revistieran con atributos caris-mticos y funciones sociales propias del sacerdocio. La auctoritas sacerdotal proporcionaba instrumentos imprescindibles de cara a la forma de domina-cin carismtica. Ciertamente, la potestas secular no bastaba para ello.

    La forma de dominacin carismtica aparece siempre que, en una poca de cambios sociales, un lder o una lite rectora crean y movilizan formas simblicas articuladoras de nuevas relaciones de poder y est claro que nada supera a la sacralidad como vehculo de legitimacin de una au-toridad determinada22. Los reyes constructores de estados que superaron primero la atomizacin tribal de la Edad de las Invasiones y despus la descomposicin feudal del Ao Mil precisaron de esta forma de domina-cin carismtica para imponerse como referente en las conciencias.

    En este sentido, se ha hablado mucho y bien de la Realeza sacerdotal como arquetipo poltico y como modelo de liderazgo carismtico en la lnea de lo sugerido en su da por Max Weber. Dentro de los fundamentos de la legitimidad de un modo de dominacin Weber apunta los siguientes: la legitimidad de la Tradicin (el eterno ayer de la costumbre inmemo-rial), la legitimidad del carisma (la gracia divina de los profetas y los reyes sacerdotes) y la legitimidad de la Ley (que da lugar al arquetipo del Rey Legislador propio de la Realeza Iuscntrica) 23.

    21 Jacques Paul, Histoire intellectuelle de lOccident mdival, Pars, 1998, ed. esp. His-toria intelectual del Occidente medieval, Madrid, 2003, p. 34.

    22 Abner Cohen, Antropologa poltica: el anlisis del simbolismo en las relaciones de poder, Antropologa poltica, ed. J.R. Llobera, Barcelona, 1970, p. 62.

    23 M. Weber, Politik als Beruf, Wissenschaft als Beruf, op. cit., ed. cit., p. 85.

  • Introduccin 25

    No obstante, consideramos que el anlisis de la dimensin ideolgica de esta dominacin carismtica propia de la Realeza sacerdotal se ha ceido en exceso a la dimensin ritual y simblica de lo numinoso, descuidndose en cierta medida el papel que jug el conocimiento de los arcana Dei, un saber secreto sobre los misterios de la Creacin al alcance de unos pocos.

    Por consiguiente, el paradigma de la Realeza sapiencial, en tanto que fuente de legitimacin del poder, no puede entenderse al margen del lide-razgo carismtico propio del sacerdocio. Y es que el arquetipo Rey Sabio se poda asociar con la benevolencia de la divinidad de una forma privilegiada a la que nicamente el Rey Sacerdote o el rey victorioso y conquistador podan aspirar. Y la victoria suele ser ms esquiva que la sabidura y an ms extraor-dinario resulta el don de la profeca, la condicin de elegido de Dios.

    Sea como fuere, Realeza sapiencial y Realeza triunfal, combinadas o no con la Realeza sacerdotal, constituyen en nuestra opinin las dos principales expresiones del liderazgo carismtico en las edades Antigua y Media. Y es que la Realeza iuscntrica propia del imperio de la ley apenas tuvo destellos de gloria en los tiempos anteriores al siglo XIII, ya que las sociedades apoyadas en cdigos de leyes fueron estados sin rey, como la Atenas del siglo de Pericles o la Roma republicana. Las figuras de reyes le-gisladores como Hammurabi, Servio Tulio, Teodosio o Justiniano fueron siempre una rareza no menor que la de los reyes sabios.

    En definitiva, del mismo modo que Michael McCormick y otros au-tores han acuado el trmino Realeza triunfal (Triumphal Rulership) para designar al modelo poltico de la Antigedad y la Edad Media que gira en torno al arquetipo de la fortitudo victoriosa (la eterna victoria)24, nuestra intencin es perfilar un modelo ideolgico coherente al que daremos el nombre de Realeza sapiencial. Un modelo tan influyente o ms que el mi-litar en la formacin de las monarquas cristianas del Occidente medieval y el nacimiento de lo que hemos dado en llamar Europa.

    Este concepto de Realeza sapiencial lo hemos tomado del profesor ale-mn Wilhelm Berges, un estudioso de los espejos de prncipes medievales, quien acu a finales de los aos treinta del siglo pasado el trmino Ideal des Gelehrtenknigs (Ideal de los reyes sabios) para definir un lugar comn del pensamiento poltico medieval: la exigencia de sabidura de los mo-narcas cristianos25.

    24 Vid. Michael McCormick, Eternal Victory. Triumphal Rulership in Late Antiquity, Byzantium and the Early Medieval West, Cambridge, 1986.

    25 Wilhelm Berges, Die Frstenspiegel des Hohen und Spten Mittelalters, Monumenta Germanie Historica Schriften, 2, Hannover, 1938, p. 66: An die Seite des Ideal des Hoff-mannes und des hfischen Knigs tritt das Ideal des Gelehrten und Gelehrtenknigs.

  • 26 Los reyes sabios

    El Ideal Sapiencial y la imagen de la Sabidura divina

    La Sabidura divina (Hokhm bblica/Sophia platnica/Sapientia la-tina) o conocimiento espiritual de las cosas divinas, debe ser diferenciada tanto del saber entendido como una virtud moral (tushiyah bblica/phro-nesis aristotlica/prudentia latina), una de las cuatro virtudes cardinales, como tambin del conocimiento intelectual entendido como erudicin libresca o ciencia experimental, esto es la episteme/techn griega o la scien-tia/sagacitas/eruditio latina26.

    Por consiguiente, cuando hablamos del Ideal Sapiencial estamos alu-diendo a un discurso propio de la teologa poltica tardoantigua y medie-val en el que estas tres acepciones (espiritual, moral e intelectual) van de la mano, entremezclndose e incluso en ocasiones confundindose.

    El investigador alemn Hans Hubert Anton acu el concepto de Sa-pientiaideals (Ideal Sapiencial) en su monumental estudio de los espejos de prncipes carolingios aludiendo a una doble acepcin de este paradigma a partir de su definicin altomedieval por parte de Alcuino de York: en tanto que ewige Weisheit (la Sabidura espiritual tal y como aparece en la Biblia y los filsofos griegos) y en tanto que weltliche Wissenschaft (el co-nocimiento cientfico)27.

    Otra realidad diferente a estas tres, aunque sea el origen y funda-mento de ellas, lo representara la Sabidura hiposttica, una encarna-cin femenina de la Sabidura divina. Esto es, una Sabidura revestida del carcter de ser, individualizada en una suerte de personificacin, emanacin28, atributo, virtud o desdoblamiento de carcter personal y femenino29 del Todopoderoso.

    La imagen visual de la Sabidura hiposttica en la Tradicin cristiana de Occidente beber, sin embargo, de la bella alegora sapiencial de un enciclopedista romano pagano como Aulo Gelio, quien proporcionara a la Edad Media una de las imgenes ms vvidas de la Sabidura hiposttica (Imago sapientiae), personificada en su obra, las Noctes Aticas, como una divinidad femenina inspirada en la diosa Atenea, una poderosa Imago in-

    26 Vid. John Meyendorff, Wisdom-Sophia: contrasting approaches to a complex theme, Studies Ernst Kitzinger, 243, 1988, pp. 391-401.

    27 Hans Hubert Anton, Frstenspiegel und Herrscherethos in der Karolingerzeit, Bonn, 1968, p. 255, n. 555.

    28 En la versin de la Vulgata del Libro de la Sabidura (VII, 25) se define a la Sabi-dura como emanatio Dei, emanacin de Dios.

    29 Hokhm en hebreo pertenece al gnero femenino de igual modo que la Hagia So-phia (Santa Sabidura) griega.

  • Introduccin 27

    mortal que odia a los ignorantes y preside, soberana, la entrada de todos los templos.

    No obstante, la Edad Media recibir la nocin acuada por Aulo Ge-lio de Imago sapientiae tamizada a travs de la interpretacin agustiniana de la nocin de imagen en tanto que Imago veritatis por la cual el numen divino se manifiesta en el mbito terrenal, es decir, como una va ms de la revelacin mstica o, lo que viene a ser lo mismo, una especie de epifa-na de la Verdad divina.

    El De Nuptiis Philologiae et Mercurii (De las bodas de la Filologa con el dios Mercurio, circa 460) de Marciano Capella constituy un hito en la cristianizacin del arquetipo sapiencial pagano, al construir una fbula en la que la teofana pagana de una Dama Filologa asimilable a un spi-ritus Sapientiae femenino, eterno y virginal, presentaba una infinidad de variantes aprovechables para la teologa cristiana medieval (desde Alain de Lille a Chretien de Troyes). No en vano, esta obra ser de uso general en las escuelas medievales en tanto que una enciclopedia didctica del saber literario antiguo.

    En definitiva, cabe concluir que la Imago sapientiae, la representacin figurativa o literaria de una Sabidura hiposttica, se configur en la Anti-gedad Tarda a partir de fuentes paganas y bblicas en una tradicin ge-nuinamente cristiana, una tradicin que tuvo su continuidad en la Edad Media, momento en el que alcanzara su mayor esplendor, hasta enlazar con la iconografa mariana bajomedieval de la Virgen como Trono de Sa-bidura (Sedes Sapientiae) 30.

    Los dos modelos de Realeza sapiencial: el platnico y el salomnico

    Se podran establecer, con respecto al arquetipo del Rey Sabio dos tipos diferenciados de Realeza sapiencial: una que bien podramos llamar platnica y otra que denominaremos bblica. La Realeza platnica sera una Realeza sapiencial de corte griego en la cual el gobernante en cuanto que Rey filsofo que ha buscado la Verdad y la ha encontrado por s mismo, est legitimado para ejercer un liderazgo carismtico. Sera sta una Realeza en la que el arquetipo sapiencial sera jerrquico ascendente, es decir, tendra una dimensin transgresora en cuanto que depende del esfuerzo

    30 Vid. Fairy Von Lilienfeld, Frau Weisheit in byzantinischen und karolingis-chen Quellen des 9. Jahrhunderts allegorische Personifikation, Hypostase oder Ty-pos?, Typus, Symbol, Allegorie, ed. Margot Schmidt, Eichsttter Beitrage, 4, Ratisbona, 1982, pp. 146-186.

  • 28 Los reyes sabios

    humano (antropocentrismo helnico) y rompe con la atvica y ancestral sumisin de la psique del gobernante al orculo y al sacerdocio.

    Y es que el gobernante dotado de atribuciones sapienciales fruto del es-tudio podr asumir el liderazgo carismtico derivado de la obtencin de una relacin cognitiva y espiritual con la Verdad y la divinidad sin necesidad de recurrir a otras fuentes de legitimacin, un hecho que tendr ms o menos las mismas implicaciones polticas trascendentales en el perodo helenstico o en el renacimiento del siglo XII. Podramos decir que el Misterio y lo numinoso son sustituidos por el conocimiento racional como instancias de legitimacin carismtica. Es el ideal de la res publica philosophorum, la rep-blica de los sabios en la que la Razn reina para que los ciudadanos puedan alcanzar el Sumo Bien a travs del estudio y una vida virtuosa.

    El Rey Filsofo platnico dominara, adems, la ciencia del buen go-bierno (anthropon arch) que no consiste en el monopolio de la violencia, como en el caso de la Realeza militar, sino en el ejercicio pblico de las virtudes morales. Este ejercicio socrtico de las virtudes le convierte en ejemplo y espejo para sus sbditos, de forma que lo que en el Rey Gue-rrero es interdiccin y castigo, en el Rey Filsofo es incitacin a la virtud mediante la imitatio regis 31. El Rey Filsofo en tanto que maestro de s mismo, seor de sus pasiones, est capacitado para gobernar y ensear a sus sbditos el camino de la felicidad.

    En segundo lugar tendramos una Realeza bblica definida en los li-bros sapienciales del Antiguo Testamento. Sera sta una Realeza sapien-cial con atribuciones sacerdotales segn el paradigma del Melquisedek del Gnesis, arquetipo del Rey Sacerdote y prefiguracin del Rex et sacerdos cristiano32.

    De acuerdo con la cosmovisin oriental, siempre jerrquico-descen-dente, el discurso sapiencial bblico hace de los reyes de Israel monarcas sabios en cuanto ungidos del Seor, siendo su sabidura un don del Cielo y no fruto del estudio de los libros. El Rey Sabio lo es porque co-noce los arcana Dei, el Misterio, lo numinoso. Y de lo numinoso procede a su vez su sabidura, un regalo de Dios para Su elegido, ms all de sus merecimientos o capacidades intelectuales.

    El mejor ejemplo de esto lo encontramos en el rey Salomn que recibe de Dios la hokhm (sabidura) gracias a sus plegarias y piedad personal. Por tanto, en la Realeza bblica es la Fe y no la Razn la que reina sobe-rana e indiscutida. El objeto de la sabidura es una Verdad revelada, no

    31 Michel Senellart, Les arts de gouverner. Du regimen medieval au concept de gouver-nement, Pars, 1995, pp. 91-92.

    32 Vid. Franz Kampers, Rex et Sacerdos, Historisches Jahrbuch, 45, 1925, pp. 495-515.

  • Introduccin 29

    hallada racionalmente. Es ste un arquetipo teocntrico y fidesta, de legi-timacin divina del poder: sapientia a Deo data.

    Michel Senellart ha escrito que el Rey Sabio (Rex sapiens) de la An-tigedad Tarda y la Alta Edad Media dio paso, en el transcurso del re-nacimiento del siglo XII, a una nueva figura, la del Rey Letrado (Rex litteratus) 33. Por nuestra parte, asimilamos el primer arquetipo poltico a la Realeza sapiencial bblica, mientras que el segundo sera ms deudor de la figura del Rey Filsofo platnico segn comprobamos, por ejemplo, en el Polycraticus de Juan de Salisbury.

    En efecto, se comprueba fcilmente que mientras que los reyes sabios del Alto Medievo fueron discpulos de los clrigos y monjes, volcndose en el estudio del Trivium y la Sacra Scientia, en cambio los reyes letrados de la Plena Edad Media se aficionaron a las disciplinas profanas del Quadrivium y no estuvieron tan sujetos a la tutela intelectual del clero. Un buen ejemplo del primer modelo es Alfredo el Grande, rey de Wessex. Alfonso el Sabio de Castilla es, sin duda, el monarca que mejor encarn el segundo paradigma.

    Y es que la nocin altomedieval de sapiens difera de la escolstica de litteratus en algunos aspectos sustanciales. En este sentido, Peter Brown ha definido al vir sapiens de la Alta Edad Media de la siguiente manera: era ste un hombre que dominaba el latn libresco, que haba hecho suya la sa-bidura de la Biblia y la Tradicin cristiana, entonces accesible slo a travs de unas pocas obras de enorme valor. Era alguien que saba desplegar este conocimiento tan costosamente adquirido en un latn retrico calculado para comunicar toda la profundidad de semejante sabidura34.

    Con todo, dentro del primer modelo de Realeza sapiencial bblica hay que distinguir entre dos paradigmas: el davdico y el salomnico, perfilables a partir de las figuras histricas del rey David y de su hijo Salomn. En el paradigma de la Realeza davdica 35, el Rey Sabio gobierna conforme a las leyes divinas de las cuales es el principal defensor. Su sabidura se traduce en obediencia y sumisin al orden querido por Dios. Es sabio porque, ante todo, es temeroso de Dios.

    Ahora bien, ello no quiere decir que el monarca sea particularmente sumiso a la jerarqua eclesistica, ya que descubrimos el paradigma da-

    33 M. Senellart, Les arts de gouverner, op. cit., p. 107.34 Peter Brown, The Rise of Western Christendom. Triumph and diversity (200-1000),

    Oxford, 1996, p. 241.35 Para la acuacin de este trmino, vid. Robert Folz, Le couronnement imprial de

    Charlemagne, Pars, 1964, pp. 141-156, y Aryeh Gabros, Un mythe fondamental de lhistoire de France au Moyen Age: le Roi David, prcurseur du Roi trs chrtien, Revue Historique, 287, 1992, pp. 17-21.

  • 30 Los reyes sabios

    vdico combinado en ocasiones con una concepcin cesaropapista de la Realeza, como en el caso de Carlomagno.

    En el paradigma salomnico, en cambio, el Rey Sabio, conocedor de los arcana Dei, corre el riesgo de corromperse por la soberbia del intelec-tual que le lleva a desafiar la moral recibida y la tradicin heredada, sin-tindose ms all del Bien y del Mal. Esta rebelin contra la Ley de Dios aleja al soberano del orden sacerdotal y le convierte en un heterodoxo que escudria los saberes prohibidos. En la Edad Media cristiana encontramos encarnaciones de ambos paradigmas. Carlomagno, nuevo David, sera el representante por excelencia de la Realeza sapiencial davdica, mientras que Childerico de Neustria, nuevo Nern, sera un ejemplo de monarca de claro perfil salomnico en tanto que transgresor del orden eclesistico.

    La Realeza sapiencial en la Edad de las Invasiones

    Sea como fuere, el perfil davdico, el del monarca obediente a la doc-trina de la Iglesia fue ms comn en la Antigedad Tarda y la Alta Edad Media que su alternativa salomnica, ms comn en el Occidente latino de los siglos XIII y XIV, con monarcas como el emperador alemn Fede-rico II Hohenstaufen (imp. 1214-1250) y Alfonso X el Sabio de Castilla (reg. 1252-1284) como estandartes de una nueva actitud de soberbia in-telectual frente a la Iglesia. Poca soberbia intelectual podremos hallar en aquellos reyes brbaros de la Alta Edad Media que a duras penas consi-guieron hacerse con una cultura de mnimos, por no hablar de los ms abundantes reges illiterati, completamente analfabetos.

    Hay que tener muy presente que la Edad de las Invasiones (circa 400-800) fue una poca azotada por la barbarie y la ignorancia, por lo que la civilizacin surgida de la sntesis entre romanidad, germanismo y cristianismo tuvo que abrirse paso durante largo tiempo en medio de una sociedad en guerra, azotada por la rapia y un cierto caos. Una cantidad inmensa de cultura cay bajo la espada y el hacha del brbaro invasor.

    Sin embargo, una sociedad cristiana no puede ser nunca una sociedad completamente analfabeta. El Cristianismo es, en cierto sentido, una re-ligin del Libro y el acceso a la Biblia justificaba por s solo la cuidadosa conservacin de al menos las tres Artes del Trivium: Gramtica, Retrica y Dialctica. Si quera entender la Biblia Vulgata de San Jernimo, el cl-rigo altomedieval tena que familiarizarse antes con Virgilio y Cicern. La actividad de cientos de scriptoria monsticos a lo largo de los siglos altomedievales atestiguan la importancia que la Iglesia otorg a la conser-vacin y lectura de los Clsicos grecorromanos.

  • Introduccin 31

    En efecto, a pesar de la prdida de tantos y tantos libros, bibliotecas y escuelas, no todo en este perodo puede catalogarse bajo el epteto de-cimonnico de Dark Ages (Edad Oscura). La civilizacin de la Edad de las Invasiones fue tambin, por su profundo sabor clsico y cristiano, una cultura propia de lo que Marrou bautiz en su da como una Antigedad Tarda. Un fenmeno cardinal de la historia de la civilizacin europea fue esta dialctica que se produjo entre la hochkultur (alta cultura escrita) grecorromana del imperio y la cultura nmada de transmisin oral propia de los invasores germnicos36.

    Toda dialctica histrica (en cuanto enfrentamiento de una tesis y una anttesis) genera una sntesis tarde o temprano. De esta forma, el pro-ceso de asentamiento de los pueblos germnicos en la Romania propici una smosis sociocultural entre dos modelos de civilizacin. Esta smosis romano-germnica tendra como consecuencia la transformacin de las lites germnicas en portadores de cultura (kulturtrger), lo cual les per-mitira abandonar su condicin marginal de salvaje horda invasora o mer-cenariado del imperio (no hay que olvidar que muchos reyes brbaros no eran sino magistri militum mercenarios desde el punto de vista romano).

    Ello explica que algunos de los reyes brbaros de esta poca fueron tam-bin, en cierto sentido, reyes sabios que intentaron ser mulos no slo de David y Salomn sino tambin de Marco Aurelio y Constantino el Grande. En palabras de Gerhard Dobesch, la voluntad de poder de los reyes ger-mnicos se transform en voluntad de cultura 37. De esta forma, la Realeza germnica pas de ser el caudillaje carismtico de una horda (Heerknig-tum: Realeza militar) a encarnar una slida institucin romana y dotada de contenidos eclesiolgicos propios de la Realeza sacerdotal38. Se trataba, en suma, de transformar al Kunning brbaro en un Rex cristiano.

    Pero este proceso de transformacin necesit de la gua de autnticos sabios romanos que orientaran a los monarcas brbaros aspirantes a sabios. Estos sabios romanos fueron los antiguos funcionarios imperiales y el clero catlico, ltimos depositarios del inmenso acervo de la Romanidad. Ellos eran quienes posean, casi en exclusiva, los conocimientos que permitiran abordar de un modo terico las principales problemticas suscitadas por la traumtica cada del Imperio Romano39.

    36 Gerhard Dobesch, Vom usseren Proletariat zum Kulturtrger: Ein Aspekt zur Rolle der Germanen in der Sptantike, Amsterdam, 1994, p. 4.

    37 G. Dobesch, Vom usseren Proletariat zum Kulturtrger, op. cit., p. 95.38 Heinrich Von Sybel, Entstehung des deutschen Knigtum, 1881, p. 242.39 Andrs Barcala, La moralizacin de la vida pblica en los reinos brbaros. El

    proyecto de Teodorico y Casiodoro, Hispania Sacra, 51, 1999, pp. 414-415.

  • 32 Los reyes sabios

    Los dos primeros sabios romanos en guiar a un monarca brbaro en el camino hacia el sueo del Rey Filsofo platnico fueron los senado-res Casiodoro y Boecio, ministros del rey ostrogodo Teodorico el Grande (reg. 493-526), inspiradores del primer gran proyecto de civilizacin mixta romano-germnica, un proyecto de moralizacin cristiana de la vida p-blica que deba poner fin a la civilizacin de la rapia propia de la poca de las Invasiones brbaras.

    Boecio, embebido del espritu neoplatnico, supo rodear de una cierta aureola mstica a la Sabidura, como causa de todas las cosas, no ya una mera eruditio prctica. Para Boecio, la Filosofa, en cuanto amor mstico a la Sabi-dura, sera una realidad espiritual concreta y personal, no un conocimiento especulativo abstracto, pudiendo ser equiparada a la bsqueda de Dios.

    De acuerdo con esto, el principio carismtico de legitimacin sufrira una transformacin en el perodo de Teodorico el Grande, siendo susti-tuida la audacia guerrera de los caudillos militares de poca de las Inva-siones por la sapientia de unos gobernantes romanizados. No en vano, el propio rey Teodorico fue alabado como un philosophus purpuratus (filsofo coronado) por sus cortesanos y del mismo modo que utiliz la prpura imperial en sus apariciones pblicas, adopt tambin el lema imperial hu-manitas como eslogan poltico en sus monedas, transmitiendo un ntido mensaje de defensa de su civilizacin a sus sbditos romanos.

    Un siglo despus, el papa San Gregorio Magno (pont. 590-604) com-pletara la eclesializacin de la Realeza germnica al aplicarle la nocin pastoral y tutelar de la cura animarum propia de los obispos. La fun-cin pastoral del obispo catlico iba a ser entonces trasladada al mbito del gobierno secular, en concreto de la Realeza, cuando se considere que el populus precisaba ser instruido y evangelizado en tanto que ignorante (paganus: rstico). Una ignorancia que va a llevar a asimilar la condicin jurdico-moral del populus con la nocin de menor de edad, de parvulus, tal y como la haba formulado San Pablo en su Epstola a los Glatas.

    En efecto, para el papa Gregorio Magno la condicin de ministerium sagrado del gobierno cristiano, en tanto que funcin pastoral, vinculaba a ste con los dones concedidos por el Espritu Santo a los ungidos con el santo leo, entre ellos la sabidura, claro est. En ello consisti la agudeza y previsin poltica de San Gregorio Magno, en implantar la teora pol-tica hierocrtica en aquellas regiones que no alcanzaba la jurisdiccin del emperador, dada la ausencia total de cualquier perspectiva de cambio en la ideologa cesaropapista del basileus bizantino.

    En suma, se anunciaba la figura del Rey Pastor as como un arquetipo poltico que ser muy del gusto de la publicstica carolingia, encabezada por Alcuino de York: el Rex praedicator que evangeliza a su pueblo, en lo que no era sino la ensima recreacin del arquetipo de la Realeza davdica.

  • Introduccin 33

    A la muerte del papa Gregorio, se sucederan en Europa dos siglos de gran oscuridad (VII-VIII) jalonados por la imparable extensin del analfabe-tismo, la ruralizacin, la decadencia de la cultura y la amenaza islmica en el Mediterrneo, que se cobr la cada de la cultivada Espaa visigoda.

    La Realeza sapiencial y el renacimiento carolingio

    Pero la tradicin romano-cristiana, salvada a duras penas de la extin-cin por los monjes irlandeses y anglosajones en esos siglos oscuros para el Continente, ser el fermento de una nueva cultura e ideologa, la carolin-gia, que crear un nuevo paradigma a partir de la renovatio de sta.

    La sociedad y el estado francos afrontaron bajo la firma gua de Car-lomagno (reg. 768-814) en la transicin del siglo VIII al IX una radical transformacin ideolgica y la caracterstica principal de la nueva ideo-loga era su fuerte impronta eclesial, hasta el punto de ser una verdadera teologa poltica. Mientras que el estado merovingio haba sido predomi-nantemente seglar, el Imperio Carolingio ser un poder teocrtico y cesa-ropapista, siendo la expresin poltica de una entidad unitaria religiosa: la Cristiandad, que ahora empezara a ser conocida como Europa.

    Carlomagno, en principio la encarnacin ms consumada de la Rea-leza triunfal germnica en tanto que victorioso conquistador de media Europa, fue tambin el ms destacado de los reyes medievales patrocina-dores de la cultura y las artes, el ms consciente de la importancia que la educacin tena para construir una civilizacin cristiana en el seno de una sociedad barbarizada tras las Invasiones. En el gran imperio que construy con la punta de la espada desde el ro Ebro al ro Elba impuls con tesn la creacin de escuelas y bibliotecas, llamando a su corte a los intelectuales ms importantes del Occidente latino.

    En particular jugaran un papel decisivo los clrigos y monjes proce-dentes de las islas britnicas con el dicono anglosajn Alcuino de York a la cabeza, verdadera eminencia gris del renacimiento carolingio que surgira en los aos siguientes gracias al enorme esfuerzo de patronazgo regio. Y es que no cabe duda respecto al papel vital que jug Alcuino de York en la acuacin definitiva y cannica del Ideal Sapiencial cristiano en el Medievo latino. Con todo, Alcuino no era un genio de las Letras, sino fundamentalmente un maestro de escuela apegado a la Tradicin cristiana transmitida por San Beda el Venerable.

    Mas lo que la ocasin peda era precisamente un director de escuela que pudiera aplicar, con el apoyo regio, sus ideas pedaggicas a escala europea. Su principal alumno fue el propio Carlomagno, que hizo un enorme esfuerzo personal por cultivarse en todos los saberes a pesar de su

  • 34 Los reyes sabios

    analfabetismo inicial, sacando tiempo entre batalla y cacera para estudiar por las noches el clculo y la gramtica.

    Y es que fue el arquetipo bblico de la Realeza davdica, antes que el de la Realeza imperial constantiniana, el que inspir el Ideal Sapiencial propugnado por Alcuino de York en Aquisgrn. La vertiente mesinica del ministerium regis asumida por Carlomagno, su imagen sacerdotal en tanto que un nuevo David, alguien proclamado por el patriarca Paulino de Aquilea dominus et pater, Rex et sacerdos le habilitaron para desarrollar un programa cesaropapista que situaba al pontfice romano y a los obispos bajo su tutela.

    El Ideal-tipo representado por la dominacin difusa sobre Europa de un grupo gentilicio, la gens Francorum, un modelo basado en una concep-cin patriarcal y patrimonial de la autoridad, fue sustituido durante el rei-nado de Carlomagno por uno eclesiolgico, el Imperium christianum, que conjug a su vez dos modelos ideolgicos: la dominacin legal (el estado burocrtico de los funcionarios palatinos) y la dominacin carismtica (la Realeza triunfal y sapiencial cristiana que gua a un pueblo elegido, los Francos)40.

    Indudablemente, la formulacin por parte de Alcuino de York del ar-quetipo de la Realeza davdica, un arquetipo sapiencial y triunfal a un tiempo, supuso la introduccin de nuevas formas simblicas que ecle-sializaron el poder poltico franco, tratndose en nuestra opinin de un caso paradigmtico de racionalizacin por parte de una intelligentsia de un modelo de dominacin carismtica previamente consolidado.

    Por otro lado, en el fructfero crculo palatino de Carlomagno resurgi con extraordinaria fuerza la antes abandonada tradicin especular de la Antigedad Tarda, aplicada ahora de forma exclusiva a la figura del so-berano cristiano ejemplar encarnado por el emperador franco. La Europa carolingia, obsesionada por la teologa poltica, contempl el emerger de este gnero literario dedicado al tratamiento exegtico de la problemtica concerniente al buen gobierno cristiano, el de los espejos de prncipes pro-piamente dichos.

    En los aos posteriores a la coronacin imperial de la Navidad del 800 el crculo palatino de Aquisgrn produjo una autntica riada de poe-mas laudatorios (encomia) sobre la figura de Carlomagno en lo que era una campaa de propaganda sistemtica cuyo precedente directo hay que encontrarlo en el crculo de Augusto, cuyos poetas ulicos (particular-mente Virgilio y Horacio) desempearon una funcin similar al impulsar

    40 Vid. Georges Balandier, Anthropologie politique, Pars, 1967, ed. esp. Antropologa poltica, Madrid, 1969, pp. 53-55.

  • Introduccin 35

    la temtica de la Edad de Oro augustea (Aurea Aetas). En estos encomia la alabanza de la erudicin del emperador fue una tcnica habitualmente utilizada como recurso retrico, siendo el discurso sapiencial de la Realeza uno de los temas ms recurrentes en sus versos.

    En cuanto a los frutos prcticos de este discurso sapiencial de la Rea-leza en los tiempos de Carlomagno cabe sealar que nunca se insistir demasiado en el importante papel del patrocinio del emperador franco en la recuperacin de algunos autores clsicos. La deuda que la cultura oc-cidental ha contrado con los copistas carolingios se comprender mejor si se toma en consideracin que a ellos debemos la preservacin de casi toda la poesa latina (con la sola excepcin de Catulo, Tbulo, Propercio y Silio Itlico), casi todo el teatro romano (excepto las tragedias de Sneca y parte de las de Stacio y Claudiano) y el 90% de la prosa latina (nica-mente Varrn, Tcito y Apuleyo fueron rescatados ms tarde).

    Puede darnos una idea de la importancia de esta actividad de copia y difusin libraria el hecho de que para los primeros ochocientos aos de la Era cristiana conservemos 1.800 cdices manuscritos latinos, mientras que tan slo para el siglo carolingio, los cien aos que abarcan el perodo 780-880, contamos con ms de 7.000 cdices, aunque el total de la produccin carolingia fue de 50.000 segn los clculos de Bernhard Bischoff.

    Y es que para Carlomagno y sus sucesores, el apoyo a la produccin de libros era primordialmente una forma de promocin de su propia po-testad regia en tanto que reyes cristianos as como de consolidar la Fe cristiana diseminando los textos clave en los que esa fe estaba basada.

    En efecto, el renacimiento carolingio fue una fase ms en la historia de la realizacin del ideal de reforma de la sociedad dentro de la evolu-cin del Cristianismo. Ya los Padres de la Iglesia haban enseado que una reforma de las costumbres debe siempre ir precedida por la bsqueda de la verdadera sabidura. Estaramos, por tanto, frente a un intento de recrear la cultura cristiana de los siglos IV y V, antes que propiamente una recuperacin de los Clsicos per se, aspecto que sera secundario para el mundo carolingio. Por consiguiente, hay que analizar el renacimiento carolingio en tanto que la realizacin cultural y educacional de una norma rectitudinis cristiana.

    Durante el reinado del dbil sucesor de Carlomagno, el emperador Luis el Piadoso (imp. 814-840), se produjo en el Imperio carolingio una cierta evolucin hacia presupuestos eclesiolgicos, esquemas morales y di-nmicas litrgicas imbuidas de un ritualismo y un rigorismo moral de espritu levtico, esto es, inspirados en el sacerdocio del Antiguo Testa-mento.

    En el nivel del pensamiento se produjo un fenmeno sincrnico y paralelo a este movimiento ritualista y rigorista levtico. En efecto, el con-

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    cepto de especialista de la liturgia y el monopolio sacerdotal de la espi-ritualidad cristiana en este perodo (traducido en la celebracin de misas votivas sin asistencia de fieles o en la progresiva exclusin del laicado de unos oficios divinos convertidos en prerrogativa de personas especializa-das) ira unido al surgimiento de un Ideal Sapiencial levtico que exclua a los laicos del acceso a la alta cultura. Y es que esta espiritualidad levtica erosion el proceso de eclesializacin del laicado que haba iniciado el renacimiento carolingio al aumentar las distancias mentales y culturales entre el clero y el comn de los fieles laicos.

    Lo que haba comenzado en tiempos de Carlomagno siendo un pro-yecto de evangelizacin y alfabetizacin de los laicos termin por cen-trarse nicamente en la reforma espiritual del clero y el monacato. Este proceso trajo consigo el rpido eclipse de la escuela palatina de Aquisgrn como epicentro cultural del Imperio Carolingio y su sustitucin por cen-tros regionales, particularmente abadas y escuelas catedralicias.

    En realidad, esta evolucin final del renacimiento carolingio est pre-determinada, de alguna manera, desde sus inicios. No haba posibilidad ya de que surgieran sabios laicos, como lo haban sido Casiodoro y Boecio, ca-paces de ser ministros y filsofos a un tiempo. Carlomagno haba transfor-mado a los clrigos y monjes de su crculo palatino en hombres de gobierno y de accin. Impuso una actividad febril a intelectuales antes recluidos en sus bibliotecas como Alcuino de York o Teodulfo de Orlans.

    De hecho, el renacimiento carolingio dio al clrigo letrado un sitio nuevo en la sociedad y un nuevo papel poltico. En efecto, el empleo generalizado de clrigos en las cancilleras les conceder un virtual mono-polio de los cuadros burocrticos de la administracin regia que durara cuatro siglos. Por consiguiente, la clericalizacin de la alta cultura implic tambin una clericalizacin de las estructuras polticas.

    El progresivo desconocimiento del latn por parte de los laicos tuvo consecuencias no slo en la incomprensin del ritual de la Santa Misa sino incluso en las estructuras del parentesco y en general en el conjunto del ordenamiento de la sociedad. Al constituirse la Iglesia en detentadora exclusiva y casi seora de la lengua latina, cuya superioridad resida con-juntamente en su triple definicin como lengua sagrada, lengua esotrica y lengua escrita, dispuso de un instrumento susceptible de reforzar a la vez su unidad, su caracterstica de institucin separada y su impronta sobre el conjunto de la sociedad cristiana.

    En efecto, la condicin de nica portadora de la sabidura de la Igle-sia, esto es, su monopolio cultural, reforz notablemente su poder material y simblico en el seno de la sociedad altomedieval. En un futuro inme-diato, la posicin de predominio poltico del clero carolingio que ahora se inauguraba se iba a apoyar en la elevada valoracin moral e intelectual

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    que le conceda el conjunto de la sociedad franca. Este consenso social es-tuvo determinado, fundamentalmente, por dos principios fundamentales de valoracin social propios de la cosmovisin del Occidente carolingio: pietas y sapientia, virtudes ambas que el clero posea por encima de cual-quier otro estrato social.

    Se iniciaba entonces un proceso de mutabilidad social que termin por debilitar la posicin poltica y social de la Realeza y la aristocracia laica en los tiempos largos. Ciertamente, la hierocracia gregoriana estaba en camino. Y es que la hierocracia slo era posible a partir de una pre-misa bsica: el monopolio por parte del clero y el monacato de la fun-cin pensante, es decir, su condicin exclusiva de agente del pensamiento social.

    El arte de la oratoria y, ms an, el de escribir, seran a partir de en-tonces el privilegio de una pequea lite reclutada casi exclusivamente en-tre las filas del clero y de los monjes. En ellos recaa la misin del orador, ahora que el pueblo franco haba dado el paso decisivo que permita pasar de la barbarie a la cultura y de la idolatra al cristianismo. Estos intelec-tuales clericales definieron su papel en el nuevo imperio como aquel que el orador haba desempeado en la Antigedad.

    El renacimiento de la cultura antigua los reafirm en su misin de mentores del rey y gua del pueblo que asumieron ya como jefes religio-sos. Desde entonces, los obispos actuarn en su papel de filsofos gober-nantes cuando se dirijan al emperador para fijar la norma cristiana de comportamiento o para definir las caractersticas del buen gobierno.

    En el curso de las cuatro generaciones que median entre Pipino el Breve y Carlos el Calvo, los enchiridia (manuales morales) pasaron de ser elogiosos re-tratos de un monarca, a un tiempo literarios e impersonales, a convertirse en formulaciones programticas de pensamiento clerical, espejos del clero, segn los define Michel Rouche. Sus autores, miembros todos de una lite clerical, sern los intrpretes oficiales del pensamiento del nuevo orden levtico instau-rado por los obispos carolingios en los ltimos aos de Luis el Piadoso.

    Lo cierto es que raramente se aplic el discurso de la Realeza sapien-cial a Luis el Piadoso. Y es que, a diferencia de su padre Carlomagno y de su hijo Carlos el Calvo, Ludovico Po no proyect sobre sus contem-porneos una imagen salomnica. Su virtud regia principal, la pietas, fue siempre ms recalcada que su sapientia.

    Tras el Tratado de Verdn (ao 843) y el final de la unidad del mundo carolingio se perdi la existencia de un nico foco intelectual central para el Occidente cristiano, al desaparecer la schola palatina y dejar de enviar los proceres francos a sus hijos a la corte de Aquisgrn para educarse, lo cual incidi en la situacin poltica general dado que la Reichsaristokratie comenz a desvincularse mentalmente del aula palatina y de la propia

  • 38 Los reyes sabios

    Realeza, lo que, a la larga, sera parte del caldo de cultivo del surgimiento de los principados territoriales.

    Tambin se perdi definitivamente por entonces el predominio de la Realeza sobre el episcopado. Si en tiempos de Carlomagno, el emperador se permita convocar snodos y concilios, el Concilio de Ver (844) supuso el inicio de una nueva poca, en la que los obispos no slo asumieron la iniciativa en materia espiritual y definieron su papel en la sociedad (lo que siempre les haba correspondido y les haba sido usurpado por los re-yes), sino que tambin pasaron al contraataque y definieron el contenido mismo de la dignidad regia. Ahora eran los obispos los que solicitaban al rey que implementara sus decretos sinodales y los incluyera entre las ins-trucciones que remita a sus missi dominici.

    De entre los tres hijos y sucesores de Luis el Piadoso, sin duda es Car-los el Calvo (reg. 840-877) el que mejor encarn el arquetipo sapiencial de la Realeza. Ms que un mecenas fue en realidad el idelogo de su pro-pio gobierno, un maestro en la utilizacin de los smbolos y los rituales de la Realeza que fabric imgenes polticas perdurables. Un verdadero prncipe del renacimiento carolingio, no solamente en el sentido cultural, sino ms bien con la significacin maquiavlica del creador de un estado en tanto que obra de arte: el Reino de Francia.

    Lo cierto es que la construccin del edificio poltico e institucional del Regnum occidentalis no fue nada fcil. De los tres hijos de Luis el Piadoso, fue Carlos el Calvo el que ms dificultades de todo tipo tuvo que afrontar al co-mienzo de su reinado. Desprovisto de la sancin de todo liderazgo carism-tico que supone una victoria militar, acusado por muchos de dbil y timorato en el combate, Carlos se esforz por potenciar al mximo la simbologa del poder, haciendo especial hincapi en el ceremonial de la Realeza y dotando del mayor lujo y esplendor posibles su corte. En contraste con el sobrio estilo militar de la corte de su hermanastro Luis el Germnico, el ceremonial de la corte de Carlos el Calvo fue un constante ejercicio de propaganda poltica con el fin de convencer a sus sbditos de la legitimidad poltica de su joven y poco marcial soberano. De ah la permanente invocacin de la recordada figura de su abuelo, Carlomagno, como referente y modelo.

    Empero, Carlos el Calvo cay vctima de su propia propaganda incu-rriendo en una poltica temeraria de bsqueda de referencias de prestigio segn el molde de la imagen imperial de Carlomagno, un mito poltico cuyas dimensiones le venan algo grandes a su nieto, cuya cultura personal s era parangonable a la de su abuelo, pero cuya impresionante estela de anexiones deba ms a la fortuna que a un genuino genio poltico, ello por no mencionar sus enormes carencias como soldado.

    Ahora bien, Carlos el Calvo, a pesar de los fracasos de su poltica y de sus limitaciones como estadista, consigui encarnar a la perfeccin el

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    sueo salomnico del Rey Sabio carolingio alumbrado haca medio siglo por Alcuino de York. Educado desde los siete hasta los diecisiete aos por el capelln de su madre, el erudito monje alemn Walafrido Estrabn, Car-los el Calvo surge ante nuestra mirada como un verdadero Rex litteratus, un autntico prncipe del renacimiento carolingio segn la plstica definicin acuada por Wallace-Hadrill, quien le ha caracterizado como el personaje ms grande de su dinasta si exceptuamos a su abuelo, Carlomagno.

    Los epgonos de la Realeza sapiencial carolingia

    El propio Wallace-Hadrill seala que durante el siglo IX en Europa los reyes sabios, o al menos los reyes patrocinadores de la cultura, fueron la regla antes que la excepcin. De esta forma, Alfredo el Grande, rey de Wessex (reg. 871-899), artfice de la supervivencia de Inglaterra frente a los invasores vikingos, tambin se inspir en el modelo de Realeza sapien-cial carolingia que haban encarnado Carlomagno y Carlos el Calvo.

    En efecto, el rey Alfredo volvi su mirada a los sabios que pululaban en las cortes de los descendientes de Carlomagno para construir una nueva Kul-turpolitik de raz carolingia en la Inglaterra anglosajona. Lector de la Vita Ka-roli de Eginardo, Alfredo el Grande se embarc en una deliberada imitatio Karoli que no se diferenci en esencia de la poltica seguida por Carlos el Calvo en esos mismos aos: una poltica que giraba en torno al Ideal Sapien-cial y la Realeza salomnica. Ciertamente, la comparacin entre Carlomagno y Alfredo el Grande tiene un atractivo superficial aadido debido a que el rey anglosajn, al igual que haba hecho el emperador de Occidente, convoc a su corte a sabios de todos los pases, en particular de Irlanda y Francia.

    En los aos posteriores a su resonante victoria sobre los vikingos en Edington (878), aprovechando la dcada de paz que ello le proporcion, Alfredo el Grande congreg en torno a s a un nutrido grupo de intelec-tuales que pasaron largas temporadas en su palacio siguiendo el modelo carolingio. Ello, segn nos informa el obispo Asser en su biografa del rey, con el fin de que la divina sapientia y las Artes Liberales florecieran en su corte, ya que el rey habra amado el studium sapientiae desde su ms tierna infancia.

    Alfredo estaba convencido de que los terribles estragos causados por los vikingos eran un castigo por los pecados de su pueblo y la incuria del clero encargado de pastorearlo. El designio de Alfredo de educar a todos los hom-bres libres y el ambicioso programa educacional de Carlomagno reflejado en sus Capitulares guardan demasiado parecido como para que ello sea mera coincidencia. An ms llamativo, quiz, es el objetivo comn a ambos: la renovacin de la vida religiosa a travs de un renacimiento cultural.