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Los prólogos de la literatura científica del Renacimiento: la cuestión de la lengua 1 M. a Jesús Mancho 1. MARCO HISTÓRICO En la época renacentista, desde el ámbito de la religión al del domi- nio técnico de la naturaleza brota incontenible un afán imperioso por la novedad, por un ideal utópico con una pretensión reformadora en todos los planos. «Si —en palabras de Maravall— durante los siglos de su vi- gencia la mentalidad medieval condena las 'novitates' y todas las in- venciones en nombre de la tradición, en la segunda parte del Medievo un fuerte cambio se ve ya como característica actitud de una época que empieza» 2 . Lo nuevo, en efecto, constituye un acicate que espolea la cu- riosidad intelectual de los espíritus más inquietos: Assí por cartas d'essa Corte de Vuestra Magestad como de otras mu- chas partes, tengo entendido el desseo grande que muchos tienen de saber este nuevo cuerpo que apparece en el cielo, si es estrella o si es cometa, y que hay differentes opiniones acerca d'esto. (Muñoz, Jerónimo, Libro del nuevo cometa, Valencia, Pedro Huete, 1573). La descripción de las maravillas que atesora lo nuevo causa extrañeza: Ponerlo, asimismo, en otro lenguage que nunca estuvo es cosa nueva y en algunos es causa de admiración y en otros, de me- nosprecio, porque cada cosa tanto es mas preciada y tenida, quan- to es más trabajosa y difícil de alcanzar. (Herrera, Gabriel Alonso de, Agricultura general, Alcalá de Henares, Arnao Guillen de Brocar, 1513) 3 , Este trabajo se inserta en el marco de los proyectos BFF2001-1198 —financiado por la DGICYT— y SA 070/002 —financiado por la Junta de Castilla y León. Maravall, José Antonio, Antiguos y modernos, Madrid, Alianza Editorial, 1998 2 , p. 40. Hemos transcrito la edición de Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1996. Esta edición se basa, a su vez, en la última corregida por Herrera en 1539, que fue reimpresa en Madrid en 1620. AISO. Actas VI (2002). M.ª Jesús MANCHO. Los prólogos de la literatura científic...

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Los prólogos de la literatura científica del Renacimiento:la cuestión de la lengua1

M.a Jesús Mancho

1. MARCO HISTÓRICO

En la época renacentista, desde el ámbito de la religión al del domi-nio técnico de la naturaleza brota incontenible un afán imperioso por lanovedad, por un ideal utópico con una pretensión reformadora en todoslos planos. «Si —en palabras de Maravall— durante los siglos de su vi-gencia la mentalidad medieval condena las 'novitates' y todas las in-venciones en nombre de la tradición, en la segunda parte del Medievoun fuerte cambio se ve ya como característica actitud de una época queempieza»2. Lo nuevo, en efecto, constituye un acicate que espolea la cu-riosidad intelectual de los espíritus más inquietos:

Assí por cartas d'essa Corte de Vuestra Magestad como de otras mu-chas partes, tengo entendido el desseo grande que muchos tienen desaber este nuevo cuerpo que apparece en el cielo, si es estrella o sies cometa, y que hay differentes opiniones acerca d'esto. (Muñoz,Jerónimo, Libro del nuevo cometa, Valencia, Pedro Huete, 1573).

La descripción de las maravillas que atesora lo nuevo causa extrañeza:

Ponerlo, asimismo, en otro lenguage que nunca estuvo es cosanueva y en algunos es causa de admiración y en otros, de me-nosprecio, porque cada cosa tanto es mas preciada y tenida, quan-to es más trabajosa y difícil de alcanzar. (Herrera, Gabriel Alonsode, Agricultura general, Alcalá de Henares, Arnao Guillen deBrocar, 1513)3,

Este trabajo se inserta en el marco de los proyectos BFF2001-1198 —financiado porla DGICYT— y SA 070/002 —financiado por la Junta de Castilla y León.Maravall, José Antonio, Antiguos y modernos, Madrid, Alianza Editorial, 19982, p.40.Hemos transcrito la edición de Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación,1996. Esta edición se basa, a su vez, en la última corregida por Herrera en 1539, quefue reimpresa en Madrid en 1620.

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lo que en grado sumo se aplica a la propia Divinidad:

Y hasta el último día del juicio van viendo [los hombres y losángeles] en Él [Dios] tantas novedades, según sus profundos jui-cios y acerca de las obras de su misericordia y justicia, que siem-pre les hace novedad y siempre se maravillan más. (San Juan dela Cruz, Cántico Espiritual, Declaraciones, 13, 8).

Así, pues, «la cupiditas rerum novarum es reconocida como una in-clinación constante de la naturaleza humana en el siglo xvi, y a ella seliga la capacidad inventiva y la estimación general de la misma»4. Lanovedad era también garantía de éxito editorial, y, por consiguiente, derentabilidad económica:

Ni hemos hecho como otros d'este tiempo, los quales, para queparescan sacar a luz alguna cosa nueva, no hazen sino disfra§arlas obras y trabajos de los authores, y de buenos authores muchasvezes sacan cosas no buenas, y las quieren vender al vulgo porbuenas, dissimulando el nombre del author, o poniendo el suyo, oalgún otro fingido, para aplazer al vulgo con la novedad, y parapoderla vender y allegar dineros por qualquier vía. (AbrahamOrtelio, Teatro de la Tierra Universal, trad. Cristóbal Plantino,Amberes, Cristóbal Plantino, 1588).

En este contexto histórico de exploración de ámbitos nuevos de co-nocimiento, España ocupa una posición avanzada dentro del conjuntode naciones de su entorno europeo. La monarquía española, además, es-timula y alienta el cultivo de unas disciplinas variadas y novedosas quesurgen fuera de la tradicional planificación universitaria, por encima ymás allá de los claustros, incentivadas por el auge de una activa indus-tria editorial5 que permite satisfacer una demanda social generalizada.De esta manera, este tipo de literatura científica constituye un instru-mento decisivo para el desarrollo económico y la modernización de unasociedad expansiva6, como lo era la del Renacimiento hispano.

4 Maravall, José Antonio, op. cit. (nota 2), p. 68.5 Véanse al respecto Maravall, José Antonio, «La imprenta, base de una cultura en ex-

pansión», op. cit. (nota 2), pp. 555-557 e Infantes, Víctor, «La educación, el libro yla lectura», en Historia de España. Menéndez Pidal, vol. XXI. La cultura delRenacimiento, Madrid, Espasa Calpe, 1999, pp. 5-50.

6 Sobre este concepto véase Maravall, José Antonio, «La imagen de la sociedad ex-pansiva en la conciencia castellana del siglo xvi», en Estudios de Historia del pen-samiento español, Época del Renacimiento, Madrid, Instituto de CooperaciónIberoamericana, 1984, pp. 271-315.

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En los prólogos de estos tratados7, los representantes de este huma-nismo científico ofrecen sus reflexiones personales, tanto acerca de lamateria sobre la que tratan sus propias obras como sobre la lengua enla que se han expresado, es decir, el español. Aunque planteadas desdeuna perspectiva personal y empírica, estas opiniones encierran un granvalor, a lo que se suma el hecho de ser prácticamente desconocidas, dadoel marco científico y técnico en que se insertan, tradicionalmente rele-gado por los historiadores de la Lengua Española.

2. LA ELECCIÓN DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA COMO VEHÍCULO

EXPRESIVO

Algunos de estos autores manifiestan expresamente, con concienciaplena de su originalidad, el doble orgullo de ser los primeros en tratarestos temas y declararlos precisamente en castellano8:

Mas pienso yo no aver tentado pequeña empresa en ser el pri-mero que escrivió de esta materia en nuestro castellano y abrirla puerta a otros. (Herrera, Gabriel Alonso de, Agricultura gene-ral, Alcalá de Henares, Arnao Guillen de Brocar, 1513).

En el trasfondo de tal elección se revela el sentimiento de una con-ciencia de comunidad9, por lo que el castellano se identifica con la len-gua española:

Hágola de presente en castellano, porque gozen d'ella luego to-dos nuestros españoles. (López de Gomara, Francisco, La pri-mera parte de la historia general de las Indias, que contiene laconquista del Perú, Amberes, Martín Nució, 1554).

El elenco de prólogos que constituyen la base de nuestro trabajo ha sido editado conel título Pórtico a la ciencia y a la técnica del Renacimiento (Publicaciones de laUniversidad de Salamanca-Junta de Castilla y León, 2001). Buena parte de estas obrasconfigura el corpus del Diccionario de la Técnica del Renacimiento Español, pro-yecto que actualmente se lleva a cabo en el Centro de Investigaciones Científicas dela Universidad de Salamanca.Lo cual traduce su modernidad. Maravall, José Antonio («La pretensión de origina-lidad», op. cit. (nota 6), p. 51, n. 21), recoge precisamente el testimonio de Herrera,si bien no éste mismo que ofrecemos aquí.Véase Maravall, José Antonio, «La pertenencia a la comunidad. La lengua como cre-ación», op. cit. (nota 2), pp. 400-407. Aquí se acogen más testimonios de este senti-miento, ejemplificados en escritores portugueses.

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La huella de un inequívoco nacionalismo lingüístico10 es palmaria,incluso, entre hablantes de otras lenguas o dialectos peninsulares:

Yo, ahunque lastimado también de mis primeros maestros y pocoexercitado, assí en las buenas letras (que tarde he aprehendido),como en la lengua spañola (que, allende de ser aragonés, en mu-chos años de peregrinación habré algún tanto olvidado), con des-seo de ayudar en algo a my nasgión, tuve por bien de hurtar aotros mayores estudios y occupaciones mías algunos ratos de tra-bajo para poner en lengua española la Geometría vulgar deOroncio. (Lastanosa, Pedro Juan de, trad., Los dos libros de lageometría práctica de Oroncio Fineo Delphinate, s.l., s.i., 1554).

Claramente se valora la ilustración de la lengua obtenida gracias a laaportación de las obras científicas,

Que assí, no solamente los del vulgo se podrán levantar en el en-tendimiento y razón con el conoscimiento de cosas, mas ahunnuestra vulgar lengua rescibiría gran ornamento y copiosidadtrabajando en ella doctos y sagaces ingenios, pues la prinqipalvirtud de cada lengua es la que de las doctas limas recibe.(Lastanosa, Pedro Juan de, trad., Los dos libros de la geometríapráctica de Oroncio Fineo Delphinate, s.l., s.i., 1554).

De la confluencia de estos factores se deriva la convicción del ele-vado grado de madurez expresiva alcanzado por la lengua española, cu-yas cualidades y excelencia encomian algunos escritores en párrafos queconstituyen auténticas apologías11:

Me paresce que, traduziendo estas artes en lengua española, nose prophanan, pues, entre todas las lenguas vulgares, sin per-juyzio de las otras, se puede bien dezir es la más abundante, vi-

10 Véase Alvar, Manuel, «La lengua y la creación de las nacionalidades modernas»,Revista de Filología Española, LXIV (1984), pp. 205-238. Asimismo, Ynduráin,Domingo, Humanismo y Renacimiento en España, especialmente los apartados«Humanismo y razón de estado» y «Humanismo y política», Madrid, Cátedra, 1994,pp. 115-128.

11 Sobre este asunto puede verse Ruiz Pérez, Pedro, «Sobre el debate de la lengua vul-gar en el Renacimiento», Criticón 38 (1987), pp. 15-44. Lore Terracini se refiere asi-mismo a «una tradizione, quella in cui la cultura spagnola va trovando motivo di no-biltá e d'orgoglio, che con l'inoltrarsi del Secólo d'Oro va progresivamente arretrandonel tempo» (Lingua come problema nella letteratura sapgnola del Cinquecento,Torino, Stampatori Editare, 1979, p. 126).

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ril y sonora y más común a diversas naciones y pueblos del mun-do. (Frisio, Gemma, Cosmographía de Pedro Apiano, Amberes,Gregorio Bontino, 1548).

3. LA DIALÉCTICA ENTRE EL LATÍN Y EL ESPAÑOL

A la hora de redactar sus obras, los autores se ven obligados a ele-gir entre el latín y el castellano, en tanto que instrumentos de comuni-cación científica. Quienes optan por el vulgar esgrimen diferentes razo-nes, entre las que prima el reconocimiento de la existencia de una ampliagama de lectores potenciales desconocedora de la lengua del Lacio:

La otra difficultad y de maior inconveniente es aver muchas per-sonas de mucho ingenio y curiosidad, y inclinadas a saber, que,por no saber latín, desean de emplear su abilidad y tiempo encosas que con mucho gusto los podían entretener y divertir demuchos males que la ociosidad acarrea. (Gómez, Gabriel, Librode la esphera del mundo en romance y por estilo muy claro y fá-cil a todos, con un tratado de Cosmographía mui provechoso,Ms., Biblioteca Universitaria de Salamanca, 1589).

La necesidad de difusión de los contenidos justifica la elección delcastellano, e incluso la traducción de las citas de las autoridades y delas fuentes latinas12:

Pero, con todo, para suplirlo, he procurado dar a mis razones bue-na compañía, autorizándolas con lugares de la divina Escritura,con el Derecho Civil, Canónico y Real, con autoridades y dotri-nas de filósofos e historiadores, y otros autores gravíssimos, po-niendo sus formales palabras adonde me ha parecido que es me-nester, y bolviéndolas en castellano, para que los que noentienden el latín passen, en viéndolo, adelante, sin perder el es-tilo a su declaración. (Gutiérrez de los Ríos, Gaspar, Noticia ge-neral para la estimación de las Artes, Madrid, Pedro Madrigal,1600).

12 Incluso en el ámbito de la espiritualidad. Un ejemplo paradigmático lo proporcionaSan Juan de la Cruz, quien en la segunda redacción del Cántico Espiritual (1580)traduce sistemáticamente las citas bíblicas, lo cual era una manera de difundir y di-vulgar los textos Sagrados entre quienes desconocían el latín —sus hermanas de há-bito, representadas por la Madre Ana de Jesús, a las que, evidentemente y en primertérmino, estaba dedicada la Declaración de las Canciones entre el alma y el Esposo.

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Tal postura suponía el reconocimiento de la dignidad de la lenguaespañola y su equiparación con la latina, en estricto paralelismo lin-güístico que deja al descubierto un relevante orgullo nacional:

Sería razón que, como los latinos la saben en su lengua (porqueen ella [la Arquitectura] se escrivió al principio), assí los espa-ñoles en lengua castellana la supiessen. (Urrea, Miguel de, Losdiez libros de Architectura de M. Vitruvio Pollión, Alcalá, JuanGracián, 1582).

En consecuencia, desde presupuestos que dejan al descubierto unacierta consideración de la lengua como un instrumento político13, el pa-pel del emperador latino será ahora asumido por el monarca hispano, aquien, significativamente, van dedicadas muchas de estas obras:

Y si él [Vitrubio] dedicó su libro en latín al emperador de losromanos, ¿no será más razón que yo offrezca a Vuestra Magestadeste libro en español, como el Emperador de los españoles, y delo mejor del mundo? (Urrea, Miguel de, Los diez libros deArchitectura de M. Vitruvio Pollión, Alcalá, Juan Gracián, 1582).

4. EL AUGE DE LAS TRADUCCIONES

En esta época de impronta humanística14 y generalización de unamentalidad divulgadora de raíces pedagógicas, se produce un sensibleincremento de las traducciones15. La trascendencia de estas versiones es-pañolas para la defensa y ennoblecimiento de la lengua española es pues-ta de relieve por algunos de sus principales representantes:

Una de las cosas en que más diligencia avrán de poner los vas-salios de Vuestra Magestad es en el estudio de su propria lenguay en procurar enriquecerla, no solamente con los libros escritos

13 Sobre esta cuestión véase Carrera de la Red, Avelina, El «problema de la lengua»en el humanismo renacentista español, Valladolid, Universidad-Caja de Ahorros deSalamanca, 1988, pp. 108-153; véase, asimismo González Manjarrés, Miguel Ángel,Andrés Laguna y el humanismo médico, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000,p. 262.

14 Véanse Gil, Luis, «Líneas maestras del humanismo español», en Historia de España.Menéndez Pidal, vol. XXI. La cultura del Renacimiento, Madrid, Espasa Calpe, 1999,pp. 211-303 e Ynduráin, Domingo, op. cit. (nota 10), pp. 115-128.

15 Sobre el tema de las traducciones en el Renacimiento es útil la síntesis que ofreceGonzález Manjarrés, op. cit. (nota 13), pp. 199-213.

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de su principio en ella, sino con todos los buenos que en las otrasse hallan, para que los grandes ingenios y entendimientos, queesta provincia produze en tanta abundancia, tuviessen el pastoque dessean, junto con mucho acrescentamiento. (Urrea, Miguelde, Los diez libros de Architectura de M. Vitruvio Pollión, Alcalá,Juan Gracián, 1582).

Por este procedimiento se dieron a conocer Vitrubio, Dioscórides,Euclides, Plinio y otros escritores de la antigüedad greco-latina, juntocon diversos autores extranjeros modernos. Entre las razones aducidaspara justificar la labor traductora destaca precisamente la utilidad de lasmaterias técnicas {artes útiles), así como el desconocimiento del latín ylas escasas posibilidades de aprendizaje para una extensa franja socialintegrada por personas con inquietudes y curiosidad intelectuales, peroalejadas de los muros de los Estudios Universitarios o eclesiásticos:

Y porque entre todas las gentes que agora biven en el mundo nin-guna ay que más aya navegado los mares d'él, ni costeado y ca-lado la tierra, que los naturales de España, y muchos d'ellos, pu-diendo approvecharse d'este libro, tanto a propósito de suinclinación y occupación, por carecer de lengua latina, no sien-ten el gusto y provecho que podrían sacar, determiné yo (con vo-luntad y beneplácito del autor) traduzir en castellano lo que losromancistas dessearían tener traduzido, y communicarlo con to-das naciones de España que commúnmente entienden castellano.(Plantino, Cristóbal, trad., Abraham Ortelio, Teatro de la TierraUniversal, Amberes, Cristóbal Plantino, 1588).

En una conclusión que delata, sin duda, un anhelo optimista, se con-fía en que en un futuro aumentará el número de personas capaces de ac-ceder a la lectura directa de los textos, sin ningún tipo de intermedia-rios, pues, por experiencia propia, se admiten las limitaciones de latraducción. Es decir, se sustenta el convencimiento de que, por muy bue-no que sea el traductor, en algún momento de su tarea acaba convir-tiéndose en un traditore:

Espero que con el verdadero conoscimiento de cosas bolveremospoco a poco al de las lenguas, para que pueda cada uno ayu-darse mejor de los inestimables thesoros antiguos, los quales,por bien que nos trabajemos en mudarlos de su primero lugar,pierden mucho de su ser y quillate. (Lastanosa, Pedro Juan de,trad., Los dos libros de la geometría práctica de Orondo FineoDelphinate, s.L, si., 1554).

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La moda de las traducciones no responde a una necesidad específi-ca de España, sino que deriva de circunstancias que afectan al conjun-to de las naciones europeas. Por ello, no pocas veces se reproduce la la-bor llevada a cabo con anterioridad en otras lenguas, en un evidentedeseo de emulación típico del espíritu renacentista:

Pues, por imitar a las otras naciones que tienen traduzida estaarchitectura en sus lenguas, Miguel Urrea, architecto, natural dela villa de Fuentes, de la diócesi de Toledo, y Juan Gracián, im-presor, vezino de Alcalá, desseando hazer a su Magestad algúnservicio y aprovechar a sus vasallos, tomaron trabajo de tradu-zir esta Architectura de Vitruvio de lengua latina en castellana(Urrea, Miguel de, Los diez libros de Architectura de M. VitruvioPollión, Alcalá, Juan Gracián, 1582).

La excelencia del tratamiento otorgado por autores célebres es otrode los motivos más frecuentemente alegados:

Me pareció bolver en nuestro lenguage, con mucha costa y tra-bajo, al famoso Architecto Vitruvio, tan celebrado de los roma-nos y tan señalado entre ellos, en tiempo que esta arte estuvo enla cumbre de su estimación. Movióme a no echar de ver los in-convenientes que d'esta empressa se me podrían seguir y a la dif-ficultad grande que tiene este auctor [...], el entender la exce-llencia y verdad con que trata esta materia, la importancia d'ellay la utilidad que se seguirá de que tengan tal maestro los bue-nos artífices que comiengan a florecer en España. (Urrea, Miguelde, Los diez libros de Architectura de M. Vitruvio Pollión, Alcalá,Juan Gracián, 1582).

Esta relevancia es la que promueve la consulta de manuscritos grie-gos, en un claro afán humanista por mejorar la fidelidad de los textos y,en consecuencia, la calidad de las traducciones. Así sucedió con la deDioscórides realizada por Andrés Laguna, quien se jacta de haber lle-vado a cabo la versión más perfecta realizada hasta entonces:

El doctor Juan Páez de Castro, varón de rara doctrina y digníssimocoronista cesáreo, me ayudó para la mesma empresa con un anti-quíssimo códice griego y manuscripto del mesmo Dioscórides, pormedio del qual restituy más de 7000 lugares, en los quales hasta ago-ra tropecaron todos los intérpretes de aquel author, ansí latinos comovulgares, por donde se puede justamente alabar toda España, que letiene ya transferido y más fielmente en su lengua española, que ja-más se vio en la latina, lo qual podrán fácilmente juzgar aquellos que

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quisieren conferir mi translatión con todas las otras. (Laguna, Andrés,Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la Materia medicinal yde los venenos mortíferos, Amberes, Juan Latió, 1555).

En esta tarea no faltan quienes defienden la utilización directa de losgrandes maestros de la Antigüedad y desdeñan la labor de autores coe-táneos extranjeros en el marco de la pugna entre anciens et modernes16:

El segundo y cuarto libro [s] se han comentado de otros no infe-lizmente, pero como se han dexado por declarar muchos lugaresescuras, ansí han expuesto otros fuera de lo pretendido del au-tor. No digo esto con ánimo de escurecer las vigilias agenas, queno hay cosa más lexos de mi condición, sino porque entienda elestudioso lector la poca alhaja que me han hecho los modernosescriptores y que, por la mayor parte, me he valido de los anti-guos autores y códices más castigados para hazer este servicio ala república, por mandado del invictísimo Philippo Segundo pre-sente, si alguno es, y [a quien] conviene se agradezcan los tra-bajos d'esta obra. (Huerta, Gerónimo de, Historia Natural deCayo Plinio Segundo, Madrid, Luis Sánchez, 1624).

En otros casos, sin embargo, se funden los autores antiguos con losmodernos17, en igualación o incluso primacía de los últimos, lo que pre-supone una íntima convicción optimista de progreso18, en buena medi-da cimentada en la conciencia de superioridad inherente a las nuevastécnicas y al valor otorgado al empirismo científico y a la razón:

16 Naturalmente, se trata de un concepto de antigüedad distinto al de la Edad Media yque apunta a una nueva y culta acepción, por la que se designa «el tiempo definido,cualquiera que sea la precisión con que esto se haga, en que vivieron aquellos gru-pos paradigmáticos de griegos y romanos» (Maravall, José Antonio, «La formulacióndel paradigma histórico-cultural de la Antigüedad», op. cit. (nota 2), p. 286).

17 «La exaltación de lo moderno frente a lo antiguo sobre la base del progreso técnicollegó a ser un lugar común para los tratadistas de arte militar, ingeniería, arte de na-vegar, beneficio de los minerales y agricultura, así como para los que se ocuparonde cálculo mercantil y de las «nuevas medicinas» procedentes de América» (LópezPinero, José María, «El renacimiento en la ciencias», en Historia de España,Menéndez Pidal, La cultura del Renacimiento (1480-1580), Vol. XXI, Madrid, EspasaCalpe, 1999, p. 331).

18 «La idea de progreso no significaba solamente la superioridad de lo moderno en el te-rreno técnico, sino también en el propiamente científico. La superación de los antiguossignificó, por ello, la paulatina sustitución del principio de autoridad de los clásicoscomo criterio científico por la experiencia y la razón personales». (López Pinero, JoséMana, op. cit. (nota 17), p. 332). Véase asimismo, Maravall, José Antnio, «'Progreso'y 'cultura': la dinámica del curso temporal», op. cit. (nota 2), pp. 582-586.

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Aquí está contenido el sumario de cada yerva o planta, segúnDioscórides, Galeno, Plinio, Paulo Egineta y este autor, LeonardoFuchsio, con muchos antiguos y modernos médicos,, assí por con-servar la sanidad, como por curar las enfermedades han dexado es-crito. (Járava, Juan de, Historia de yervos y plantas con los nom-bres griegos, latinos y españoles, Amberes, Herederos de ArnaldoByrcman, 1567).

En consecuencia, a la hora de enumerar a las autoridades, el desglo-se comprende, junto a los representantes de la antigüedad clásica y me-dieval, nombres de autores modernos19, constituidos así en paradigmaequivalente, e incluso superior, al atribuido a los pretéritos:

Confieso averme aprovechado de algunos libros de hombres sa-bios y muy doctos en las semencias que tracto, a los quales, porno parecer yngrato, no dexaré de publicar aquí sus nombres, yson: Joanes de Sacrobusto, Jacobo Fabro, Francisco Capuano,Joanes de Monteregio, Stoflerino, el Venerable Beda, GuillermoEgidio, Geraldo Cremonense y Georgio Purbacho, MichaelScoto, Campano, Joan Fernelio, Pedro Apiano, alemán, Oroncio,Joan Sconero, Sevastián Mostero, etc., cogiendo d'ellos y de susverdes y deleytosos prados de buena doctrina las flores que meparegió convenir para la fábrica d'este pañal de muy fina y pre-ciosa miel y s§ien§ia de Astronomía, que a Vuestra Magestad vadedicado, con título de Astronómico Real. (Santa Cruz, Alonsode, Sobre el astronómico real, Ms.).

En algún momento la que fuerza a los autores a consultar versionesen otros idiomas es la falta de conocimiento de lenguas clásicas 20:

Pues, ignorando yo la lengua latina con las demás letras huma-

nas que a otros sobran para filosophar, y no haviendo aprendido

19 «Hemos visto, en otros muchos pasajes de nuestros escritores del xvi y xvn, la voz«moderno» acompañar a personajes, hechos, obras, etc., que alcanzaban la más altaestimación y que, en consecuencia, hacían a su vez estimable la calidad de moderno.Pero llega un momento, desde mediados del xvi, en que esa calidad de por sí es esti-mable y se usa como calificación favorable, enaltecedora de personas, uso, obras, mo-das, etc., las cuales se reputan valiosas por esa condición de modernas» (Maravall,José Antonio, op. cit. (nota 2) p. 385. Sobre este aspecto y otras cuestiones derivadasvéase Maravall, José Antonio, «La continuidad, principio de las culturas europeas» y«El proceso de la cultura como un curso fluvial» (op. cit. (nota 2) pp. 373-386).

20 El sentido es el del avance de la cultura en una línea de mejora y enriquecimientoascendente, tal como defiende Maravall («Hacia una visión secularizada e inmanen-te del avance histórico», op. cit. (nota 2), pp. 581-611).

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de voz viva los elementos del solo introductor d'ellos, EuclidesMegarense, sino por sólo el estudio que con suma affición (en in-tervalos) e hecho en estos estados, de 13 años a esta parte, leyen-do en italiano y francés (los ratos desocupados) sus primeros nue-ve libros que tratan de los admirables efectos de las dos hermanasMathemáticas, y procurando rastrear lo más que he podido en eldécimo, por no ignorar el origen de la industriosa álgebra, a sidosu divina Magestad servido dexarme hallar lo que a los que conmucho estadio les ocultó. (Molina Cano, Juan Alfonso, Descubri-mientos geométricos, Anvers, Andrea Bacx, 1598).

Del mismo modo, Andrés de Poza exhibe su formación plurilingüe21,que le facilitó la tarea de poner a disposición del lector las aportacionesde otros países:

Sabré deziros, amigo lector, que aquí he juntado lo más curiosoque se halla escrito en las lenguas italiana, francesa, inglesa yflamenca, pareciéndome que nuestra nación, como más interesa-da con más justa razón, devía tener noticia de quanto en esta ma-teria se uviesse escrito. Suplicóos tengáys por bueno mi cuydadoy zelo, porque la voluntad y intención ha sido de aprovecharoscon las lenguas de que tengo noticia. (Poza, Andrés de,Hydrographía la más curiosa que hasta aquí ha salido a luz, enque demás de un derrotero general se enseña la navegación poraltura y derrota y la del este-oeste, con la graduación de los puer-tos y la navegación al Catayo por cinco vías diferentes, Bilbao,Mathías Mares, 1584).

En ese esfuerzo por llevar a cabo su empresa22, los traductores, deacuerdo con directrices humanistas, intentan aplicar ciertas reglas de rai-gambre clásica que potencien las versiones ad sensum por encima de latraducción ad verbum:

Tomaron trabajo de traduzir esta Architectura de Vitruvio de len-gua latina en castellana, en la qual tradución siempre tuvieroncuydado y principal intento de trasladar la verdad como está en

21 Sobre el ambiente plurilingüe en Flandes véase García Asensio, María Ángeles,«Testimonios españoles sobre el plurilingüismo de los Países Bajos durante los si-glos xvi y xvn», en Martinell Gifre, Elsa y Pinol, M.a Cruz, eds., La conciencia lin-güística en Europa, Barcelona, PPU, 1996, pp. 291-308.

22 Para que una traducción fuera considerada de buena calidad, debía cumplir los re-quisitos siguientes: «conocer bien el lenguaje del autor, la lengua de la que traducey la materia sobre la que trata el autor» (Flórez, Cirilo, García Castillo, Pablo yAlbares, Roberto, El humanismo científico, Salamanca, Caja Duero, 1999, p. 101).

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el original latino, como entenderán los que cotejaren el roman-ce con el latín. No se puede trasladar una palabra por otra, perotiénese intento al verdadero sentido, que es la mejor manera detraduzir, como Horacio escrive en el Arte Poética. (Urrea, Miguelde, Los diez libros de Architectura de M. Vitruvio Pollión, Alcalá,Juan Gracián, 1582).

Pero, asimismo, el estilo del autor traducido intenta reproducirse has-ta donde sea posible23:

No es poco desenterrar un tesoro escondido por tantos siglos enlas entrañas de su dificultad, y adaptar nombres tan peregrinos acosas que traemos entre las manos, y expresar en nuestra [lengua]hespañola un estilo de quien está dicho que, si las Musas habla-ran, en este lenguage y no en otro lo hizieran, exprimiendo no sólolos conceptos d'este autor, mas la fuerza de su elocuencia, el mo-vimiento de sus labios y el susurro de sus palabras [...] Excusadoserá detenernos en encarecer la doctrina y estilo pliniano. (Huerta,Gerónimo de la, Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, Madrid,Luis Sánchez, 1624J.

Y se pondera su dificultad:

Siendo cierto quán diffícil cosa sea hablar bien y rimado en es-tas artes mathemáticas, y mayormente en lengua vulgar, dondefaltan muchas de las necessarias palabras, algunas vezes he sidotambién forcado, assí por la propriedad de nuestra lengua comopor el particular stylo del auctor, trastocar, añadir y quitar algo,teniendo siempre ojo a que l'arte parezca en español la más cla-ra y cumplida que me fuere posible. (Lastanosa, Pedro Juan (tra.),Los dos libros de la geometría práctica de Orondo FineoDelphinate, s.L, s.i., 1554).

Los traductores coinciden en señalar como uno de los mayores obs-táculos la abundante presencia de tecnicismos y neologismos:

Y la intención d'este provecho me le hizo poner en romance ...Lo qual, empero, no ha causado poca dificultad, trabajando(como era necessario) de dar al romance, no solamente el sen-tido, mas aun las proprias palabras que los textos y doctores po-nen en latín. (Alcalá, Luis, Tractado en que a la clara se ponen

23 En estos aspectos, el modelo clásico de traductor lo proporcionó Cicerón, corno se-ñalan Flórez, García Castillo y Albares, op. cit. (nota 22) p. 101.

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y determinan las materias de los préstamos, Toledo, Juan deAyala, 1543).

En tanto que desempeñan funciones eminentemente designativas enun ámbito especializado, tales términos resultaban poco conocidos paraun público extenso, de donde derivaba su oscuridad:

No dexo de conocer que agora, a los principios, se hará diffícila muchos admitir algunos vocablos inusitados, pero es menestertener gufrimiento en las orejas. Porque, de que les tomamos lasmercaderías, tomamos los nombres con que se trata d'ellas.(Frisio, Gemma, Cosmographía de Pedro Apiano, Amberes,Gregorio Bontino, 1548).Movióme a no echar de ver los inconvenientes que d'esta em-pressa se me podrían seguir y a la difficultad grande que tieneeste auctor, assí por ser dificultosa la materia y poco aparejadapara eloqüencia, como por ser los términos d'ella tan escuros yescabrosos. (Urrea, Miguel de, Los diez libros de Architectura deM. Vitruvio Pollión, Alcalá, Juan Gracián, 1582).

En consecuencia, uno de los aspectos más arduos era su compren-sión y traducción, así como su adaptación a las reglas morfológicas delespañol:

Y porque todas aquellas cosas de que los doctores tratan en lasEscuelas tienen ciertos vocablos y términos propios y anejos asu manera de decir para se declarar, los guales es gran dificul-tad traerlos al castellano con aquella mesma fuerqa y significa-ción que suenan en latín. Por tanto, supla en qualquiera cosa lasfaltas el christiano lector. (Villalón, Cristóbal de, Provechoso tra-tado de cambios y contrataciones de mercaderes y reprovaciónde usura, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1542).

Como no podía ser menos, en esta tarea también era procedente emu-lar a los romanos cuando adaptaban términos del griego:

Ni dexaron los latinos de sentir fatiga al tiempo que comen§avana traduzir las artes de griego en latín, en tanto que fueron foca-dos usar de muchos vocablos que traya consigo la disciplina.Y elmesmo trabajo, si no me engaño, sienten todos los que se exerci-tan en trasladar de otra lengua en nuestra española, so cuya corre-ción y emienda sale esta obrezita a luz, y no de aquéllos que, comomal pláticos, son más fáciles a reprehender que imitar. (Frisio,Gemma, Cosmographía de Pedro Apiano, Amberes, GregorioBontino, 1548).

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Los mismos problemas se presentaban en la adaptación de términostécnicos de otras lenguas europeas:

Primeramente, se ha de saver que los nombres que digo en todaslas partes de las piezas y de las cosas necesarias a ellas, los hetomado de los que se usan en los estados de Flandes y en éste deMilán, donde he servido mandando la artillería; sin aver podidoponer los usados en España, por no aver servido en ella y por nosaverlos, aviéndolos declarado tanto, que con facilidad entenderánlo que es cada cosa, para confrontarla y por ella saver lo que es lapersona práctica en las de España. (Lechuga, Cristóbal, Discursodel Capitán Cristóval Lechuga, en que trata de la artillería y detodo lo necessario a ella, con un tratado de fortificación y otrosadvertimientos, Milán, Marco Tulio Malatesta, 1611).

En definitiva, los traductores tienen plena conciencia de que la labortraductora es una empresa más compleja que la de verter simplementeunas palabras en otra lengua, y, por consiguiente, se consideran justosmerecedores de reconocimiento público:

Y si Plinio mereció inmortal fama y que le agradeciese su edady las que le havían de suceder, sacar de tan numerosa caterva deautores en compendio tan sublime y alta docrina, hallándola cla-ra, distincta y bastentemente dilatada, ¿qué se dirá que haze elque, no sólo la tiene que trasladar, pero entender e ilustrar, apro-bar, improbar y hazer censura y juicio d'ella, hallándola tan ci-frada y desgajada de los autores de donde la sacó y apartada deotras cláusulas que havían de darle luz y hazer más inteligible?(Huerta, Gerónimo de la, trad., Historia natural, de Cayo PlinioSegundo, Madrid, Luis Sánchez, 1624).

5. CONCLUSIONES

En los prólogos de sus obras, los autores ofrecen el testimonio vivode sus inquietudes, bien acerca de disciplinas que estaban surgiendo pu-jantes y vigorosas por entonces, o bien de otras materias que ellos esta-ban contribuyendo a consolidar y a hacer progresar con su impagableesfuerzo. Pero, a la vez, los representantes de tal renovación científicaponen de manifiesto sus reflexiones sobre otra tarea, no menos ardua yoriginal, como era la de plasmar esos nuevos contenidos y modelos deconocimiento en la lengua castellana o española, elevada de rango y en-noblecida gracias a su empeño. La coincidencia —y, a veces también ladiscrepancia— en el enfoque, planteamiento y conclusiones con respecto

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a distintas cuestiones de carácter lingüístico es altamente reveladora delas tensiones propias de la apertura mental de una época vitalista. Estalabor, no por menos reconocida, es de inferior importancia desde el pun-to de vista de la historia de nuestra lengua y cultura. Las sesiones deeste VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro constitu-yen el marco idóneo para profundizar algún tanto en esta legítima rei-vindicación histórica.

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