Los Profetas Del Odio

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La Opinión al Día Los profetas del odio Publicado el 19/4/2010 Datos del Autor Francisco Abelenda Correntino - Conductor del Programa Siempre Libre, Radio Palermo, Buenos Aires - Redactor del Blog http//siemprelibrefm.blogspot.com La jungla del pizarrón El cine y las mutaciones metafísicas Los profetas del odio Hoy por la tarde, pensando y pensando, fui a parar a mi biblioteca y por esas cosas de la polisemia, o como se llame a la casualidad que nos lleva a dar con lo inesperado, me encontré con un viejo libro de Arturo Jauretche, “Los profetas del odio”, editado en 1956. El movimiento que en 1955 llevó al golpe militar contra el gobierno de Juan Perón tuvo de todo, militares liberales, comunistas, gente común de clase media, periodistas. Sin embargo, contra lo esperable, como lo advierte Jauretche en su entrañable libro, la Revolución Libertadora (como se autodenominó) contaba con una pléyade de intelectuales que ponían sus ideas, sus voces y sus textos al servicio de la Fusiladora (como la llamaron sus víctimas). Ezequiel Martínez Estrada, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y hasta Ernesto Sábato se pusieron al servicio del gobierno de facto y, sobre todo, colaboraron ampliamente para generar las condiciones y el marco conceptual que permitieron el golpe. Es sorprendente cómo los escritos de Jauretche son válidos para entender a la sociedad argentina actual. Sus reflexiones

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La Opinión al Día Los profetas del odio Publicado el 19/4/2010 Datos del Autor Francisco Abelenda

Correntino - Conductor del Programa Siempre Libre, Radio Palermo, Buenos Aires - Redactor del Blog http//siemprelibrefm.blogspot.com

La jungla del pizarrón El cine y las mutaciones metafísicas Los profetas del odio

Hoy por la tarde, pensando y pensando, fui a parar a mi biblioteca y por esas cosas de la polisemia, o como se llame a la casualidad que nos lleva a dar con lo inesperado, me encontré con un viejo libro de Arturo Jauretche, “Los profetas del odio”, editado en 1956.

El movimiento que en 1955 llevó al golpe militar contra el gobierno de Juan Perón tuvo de todo, militares liberales, comunistas, gente común de clase media, periodistas. Sin embargo, contra lo esperable, como lo advierte Jauretche en su entrañable libro, la Revolución Libertadora (como se autodenominó) contaba con una pléyade de intelectuales que ponían sus ideas, sus voces y sus textos al servicio de la Fusiladora (como la llamaron sus víctimas).

Ezequiel Martínez Estrada, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y hasta Ernesto Sábato se pusieron al servicio del gobierno de facto y, sobre todo, colaboraron ampliamente para generar las condiciones y el marco conceptual que permitieron el golpe.

Es sorprendente cómo los escritos de Jauretche son válidos para entender a la sociedad argentina actual. Sus reflexiones sobre lo que llama el “medio pelo” son una brillante relectura, a la argentina, del aserto gramsciano que indica que una hegemonía se constituye cuando una clase dominante logra que sus intereses sean considerados como propios por la clase dominada. Sin reflexionar sobre esto es imposible entender el apoyo que gran parte de la clase media ofreció sin beneficio de inventario al movimiento campestre que estuvo a punto de derrocar al gobierno de Cristina Fernández. Todavía puede verse cómo personas que no tienen un acre de tierra propia se pasean en sus desvencijados autos con calcomanías que rezan “Estoy con el campo”.

En “Los profetas del odio”, Jauretche se encarga de analizar el lugar de los intelectuales de aquella época y para ello los analiza bajo el concepto de colonialismo económico y sobre todo de colonialismo mental. Jauretche argumenta que a los intelectuales argentinos de la intelligentzia les sucede lo mismo que a los miembros de la clase media identificada perdidamente con su clase superior sin ser jamás reconocido por ella. A propósito recuerda

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una anécdota de Ricardo Güiraldes referida por Adam Diehl. Güiraldes llegó a París con el caudal de su cultura europea, bien armado de las últimas novedades, del dernier crie de las letras, pero lo invadía una profunda desazón cada vez que alternaba con sus colegas parisinos que lo aplastaban con su mayor dominio del tema y del metier. Demasiado inteligente Güiraldes como para no percibir su desubicación -cosa que no les pasa a nuestros intelectuales de la contra- reaccionaba diciéndole a Adam Diehl: “¡Yo los quisiera agarrar a estos gringos picando un novillo!” Y concluye Jauretche diciendo que “todo nuestro problema consiste en empezar a ver las cosas desde el ángulo de nuestra realidad, la individual y la colectiva”.

Hoy la cosa es similar pero mucho menos grave. Es verdad que muchos intelectuales que escriben en algunos diarios como Marcos Aguinis, Santiago Kovadloff, Mario Vargas Llosa y otros más en el rol periodístico como Morales Solá, Mariano Grondona, etc., cabrían en la categoría descripta por Arturo Jauretche. Pero sin embargo hay ahora una gran cantidad de intelectuales que han leído a Jauretche y que son capaces de pensar al país no como Martínez Estrada o el Borges del ‘55 sino como aquellos que ven las cosas “desde el ángulo de nuestra realidad”. Me refiero a los intelectuales de “Carta Abierta”.

Si es verdad que la historia es “maestra de la vida”, como dijo Cicerón, o “madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”, como escribió Cervantes, entonces basta mirar ese pasado cercano para no repetir los errores que llevaron a tanta frustración.

Cuenta Jauretche otra anécdota jugosa en la que él, junto a Homero Manzi, fueron a uno de los diarios porteños que hoy encabezan el Frente del Rechazo, “Fue en la casa vieja del diario La Nación, un día que juntos fuimos a llevar una noticia de Forja -que como todas, no publicaría-. Llovía torrencialmente y en el zaguán, contra una de las paredes, estaban cuatro hombres en fila india. Me dijo Homero: “Mirá estos hombres libres; están encadenados”. Se refería Homero Manzi a Rómulo Zabala, Eduardo Mallea, el secretario de Mallea y a Enriquel Larreta. Imagine el lector qué diría hoy Homero Manzi de Nelson Castro, Ernesto Tenenbaum, Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Marcos Aguinis, Mario Vargas llosa y Santiago Kovadloff, por citar sólo algunos de nuestros remozados profetas.

FUENTE: SIEMPRE LIBRE (http://siemprelibrefm.blogspot.com)