LOS NUEVOS ESCENARIOS INTERNACIONALES … · ducción y de la generación de empleo estable, que...

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LOS NUEVOS ESCENARIOS INTERNACIONALES , PARA LA NEOINTEGRACION LATINOAMERICANA LuisFernando Macías M. La experiencia histórica de la América Latina de- muestra que no es posible el desarrollo con las fórmulas y bajo la hegemonía de los Estados Uni- dos, ni dentro de los actuales marcos del sistema capitalista de mercado, ni por medio de los modelos clásicos del Estado liberal. ... el Estado liberal ha servido para resguardar la hegemonía de los con- sorcios y conglomerados metropolitanos o de las élites internas de poder, pero no para construir en América Latina una sólida y coherente economía capitalista. Antonio García Atraso y dependencia en América Latina, 1972 fundamentalista del mercado, a un modelo de desa- rrollo en donde la apertura económica, la liberalización del comercio y del capital, el control del gasto y la reducción de la inflación, permitan alcanzar un rápido crecimiento del producto y una nueva propuesta de "revolución" en lo social. El modelo a establecer, que ya comienza a mani- festar sus efectos negativos, concede a la inversión extranjera un nuevo papel, como es el de estimular la entrada de capitales especulativos, alejados de la pro- ducción y de la generación de empleo estable, que sólo se benefician de las tasas de interés diferencia- les, aumentando el monto de la deuda externa y crean- do pánico en los periodos de inestabilidad financiera. En tanto, con la desregulación de la economía se busca reducir el papel del Estado a funciones de carác- ter marginal, obligándolo a asumir costos no rentables para el capital privado, induciéndolo a olvidar en lo social cualquier acción con pretensiones redistributivas de la riqueza o de la democratización de la propiedad. Este nuevo significado de la gestión económica no se puede entender como el fracaso en la solución del problema económico, bajo un pretendido papel bene- Introducción L a economía latinoamericana ha sido objeto en los últimos años de diversas reformas que, por su carácter estructural, han incidido en las es- feras de la política comercial, de inversiones y de privatización de empresas estatales. Con objetivos como los de mejorar la eficiencia y la competitividad empresarial, se pretende acceder, bajo la presencia 86

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LOS NUEVOS ESCENARIOSINTERNACIONALES ,

PARA LA NEOINTEGRACIONLATINOAMERICANA

LuisFernando Macías M.

La experiencia histórica de la América Latina de-muestra que no es posible el desarrollo con lasfórmulas y bajo la hegemonía de los Estados Uni-dos, ni dentro de los actuales marcos del sistemacapitalista de mercado, ni por medio de los modelosclásicos del Estado liberal. ... el Estado liberal haservido para resguardar la hegemonía de los con-sorcios y conglomerados metropolitanos o de lasélites internas de poder, pero no para construir enAmérica Latina una sólida y coherente economíacapitalista.

Antonio GarcíaAtraso y dependencia en América Latina, 1972

fundamentalista del mercado, a un modelo de desa-rrollo en donde la apertura económica, la liberalizacióndel comercio y del capital, el control del gasto y lareducción de la inflación, permitan alcanzar un rápidocrecimiento del producto y una nueva propuesta de"revolución" en lo social.

El modelo a establecer, que ya comienza a mani-festar sus efectos negativos, concede a la inversiónextranjera un nuevo papel, como es el de estimular laentrada de capitales especulativos, alejados de la pro-ducción y de la generación de empleo estable, quesólo se benefician de las tasas de interés diferencia-les, aumentando el monto de la deuda externa y crean-do pánico en los periodos de inestabilidad financiera.

En tanto, con la desregulación de la economía sebusca reducir el papel del Estado a funciones de carác-ter marginal, obligándolo a asumir costos no rentablespara el capital privado, induciéndolo a olvidar en losocial cualquier acción con pretensiones redistributivasde la riqueza o de la democratización de la propiedad.Este nuevo significado de la gestión económica no sepuede entender como el fracaso en la solución delproblema económico, bajo un pretendido papel bene-

Introducción

La economía latinoamericana ha sido objeto enlos últimos años de diversas reformas que, porsu carácter estructural, han incidido en las es-feras de la política comercial, de inversiones y

de privatización de empresas estatales. Con objetivoscomo los de mejorar la eficiencia y la competitividadempresarial, se pretende acceder, bajo la presencia86

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factor asumido en el pasado por parte del Estadolatinoamericano. Pretender ver también, desde otraperspectiva, los actuales procesos como consecuenciadel derrumbe del "socialismo rea!', haciéndolos equiva-lentes a una victoria de la mano invisible, es desconocero tratar de ocultar, con triunfos o derrotas ajenas, laexistencia misma de contradicciones sociopol íticas parala región latinoamericana. Las causas originarias paralos ajustes estructurales realizados durante el últimoperiodo no sólo en Colombia sino en la mayoría denaciones latinoamericanas, deben buscarse más en loscambios ocurridos en la economía capitalista mundial yen reacomodamientos regionales de las economíascentrales ante un nuevo orden económico en ciernes,que en desaciertos del rápidamente envejecido modelolatinoamericano sustitutivo de importaciones.

Se convierte en una verdad de Perogrullo el hechode que la economía mundial con el decenio de losnoventa ha traído modificaciones sustanciales al viejoorden económico internacional. El proceso de globali-zación económica ha avanzado en forma aceleradaen los dos últimos decenios, sensibilizando los merca-dos a los cambios en la productividad y la innovacióntecnológica, llevando finalmente con su liberalizacióna la formación de bloques regionales y subregionales,planteando nuevas formas de integración que conde-narían a la autarquía y el atraso a cualquier economíanacional que, más por terquedad que por principios,insista en el desconocimiento de los recientes cam-bios en la economía mundial.

Las nuevas reglas establecidas por los centros dedominación capitalista para el comercio internacional,así como la implementación del nuevo modelo dedesarrollo por parte de los gobiernos de los países dela región latinoamericana, le exigen a la integraciónregional cambios en su naturaleza y propósitos históri-cos que la llevan a convertirse en puente para laliberalización de sus mercados, en medio para ladesregulación de sus economías y en catalizador delas nuevas estrategias de la región como forma deinserción en la economía mundial.

Sin pretender abordar la multiplicidad de factoresque aparecen ante la reestructuración económica nosólo regional sino también mundial, nos limitaremos aresaltar aquellos aspectos políticos y socioeconómicosque en su perspectiva han incidido para que en elúltimo periodo los gobiernos latinoamericanos hayanoptado por un cambio de rumbo. En ese contexto esdonde el Estado latinoamericano se ha convertido enel primer damnificado, al obligársele a limitar sus fun-ciones como regulador económico, asignándole almercado el papel de panacea y la única solución alproblema económico.

A primera vista se puede afirmar que del protagonis-mo jugado por el Estado en la formación de la sociedadeconómica capitalista y de su necesidad por fortalecer-lo en las primeras etapas, se hubiera pasado a unaépoca, en donde su acción sólo puede traer efectos

negativos para el proceso de internacionalización yglobalización del capitalismo. Esto se desprende de laspolíticas practicadas en especial por los países líderesdel capitalismo mundial, que en esta fase de la globa-lización orientan la integración de las economías nacio-nales ubicadas en sus zonas de influencia a una aper-tura radical, delimitada a circuitos comerciales de tiporegional. Sin embargo, son esas mismas economías, ala par de encabezar un liderazgo por la liberación de losmercados en la periferia del sistema, las que redoblansus esfuerzos proteccionistas para sus propias econo-mías a través de diversas políticas no arancelarias,cuyos resultados manifiestos se expresan en el man-tenimiento de un sistema comercial a nivel planetario nosólo desleal sino cada vez más desigual para lasdenominadas economías en desarrollo.

Esta presión a la apertura de sus mercados la hansentido también las economías de los países del Estede Europa, que ha traído importantes restricciones ala intervención del Estado en esa región, así como unamayor permisibilidad a las leyes de la competencia. Elestímulo a la privatización de los bienes del Estado y ala supresión de servicios sociales y subsidios, ha orien-tado la atención y la acción del Estado hacia proble-mas relacionados con el readecuamiento de sus eco-nomías dentro de un nuevo marco institucional, y haciala elaboración de poi íticas para la solución del desem-pleo y el control de la inflación. Los severos desequili-brios generados por su transición al mercado no sólohan disminuido ostensiblemente su crecimiento eco-nómico, sino que han llevado a esa región a un proce-so de pauperización y violencia, típico para el periodo"salvaje" del capitalismo.

1. Reordenamiento geopolítico internacional

El fin de la guerra fría planteó severos cambios en elinterior del sistema de relaciones internacionales quehabía prevalecido desde finales de la Segunda GuerraMundial. La desintegración del COMECON y la poste-rior desaparición de la URSS no sólo generaron elrompimiento del equilibrio basado en un mundo bipolar,sino que también trajeron consigo cambios de ordengeopolítico y económico ante la redefinición de lasnuevas fronteras y los intentos de los antiguos paísessocialistas por su integración al sistema capitalista.

Por un lado los Estados Unidos, constituidos enuna fuerza económica, financiera y militar, que duran-te varias décadas dirigieron la lucha de Occidentecontra el avance del "comunismo", observaron desdelos años setentas un proceso de deterioro en suliderazgo económico y político.

A partir de la segunda posguerra la participaciónestadounidense en el comercio mundial se vio disminui-da del 40 al 20%. Este deterioro fue motivado en granparte por los avances de la tecnología japonesa en lasindustrias automotriz, de telecomunicaciones y de com-putación, que al reducir los espacios de las empresas 87

norteamericanas en los mercados mundiales compro-bó la superioridad del ingenio y la creatividad japonesasobre el anacrónico individualismo norteamericano.Conviene recordar que la costosa intervención de losEstados Unidos en Vietnam y la aceleración de la carre-ra armamentista desde los años setentas convertirían aese país en el más grande deudor mundial durante lapasada década, situación que lo obligó a aplicar seve-ros recortes a la seguridad social y al gasto público, quesólo traería aumentos en el desempleo y una mayoragudización en su déficit fiscal. Por primera vez, duran-te el periodo de la segunda posguerra, 1981 sería el añoque convertiría a los Estados Unidos en receptor netode inversión extranjera directa, resultado de su creci-miento en doce veces, observado entre 1970 y 1980. Enesa dinámica, la participación del Japón se ha hechocada vez más importante, como observa Sergio Bitarenun estudio sobre la inversión extranjera directa en Es-tados Unidos para ese periodo' Si Europa para media-dos de los años ochentas podía seguir siendo conside-rada como el mayor exportador de capitales hacia losEstados Unidos, esa participación, que se redujo de72% en 1970 a 66.8% en 1984, era ganada especial-mente por Japón que, en el mismo lapso, pasó de apor-tar del 1.7% al 9.2%2.

A su vez, el proceso de unidad europea representa-ría para Washington un debilitamiento de su influenciaen las decisiones políticas mundiales, que culminaría,a la llegada de la perestroika, con el fin del papel desuperpotencia y líder de Occidente jugado por los Esta-dos Unidos durante el periodo de la Guerra Fría frenteal peligro que representó la politica exterior de la UniónSoviética. El continente europeo no solamente encon-traría, a través de su proceso económico de integra-ción, una sólida respuesta ante el predominio tradicio-nalmente ejercido en los mercados mundiales por lasmultinacionales norteamericanas y al crecimiento agre-sivo de la política comercial nipona, sino que tambiénlograría aunar conveniencias económicas y políticas,bajo un nuevo concepto continental, por encima de lasdiferencias nacionales, regionales o locales, erigiendoa la Comunidad en un organismo paraestatal capaz deintervenir en la solución de los problemas mundiales.Su protagonismo cada vez mayor, aunque todavía nocon los resultados esperados, permite predecir unaparticipación más intensa en sus zonas de interesesvitales (el Este y el Centro de Europa, la región delMagreb, las antiguas colonias europeas y el OrienteMedio) con el fortalecimiento de su poder decisorio aexpensas de la política exterior norteamericana.

Por otro lado, el país de los soviets, habiendo ago-tado el modelo centralizado de planificación económi-ca, mostraba desde finales de los años setentas índicesde crecimiento inferiores a los esperados, obligando a

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1 Sergio Bitar, "La política de inversión extranjera de EstadosUnidos", Comercio exterior, vol. 36, No. 10, México, octubre de1986, pp. 907-918.

2 Ibid., pp. 909-910.

sus autoridades económicas a la reducción del consu-mo de la población y a la paulatina baja en la calidad delos servicios ofrecidos por el Estado. El estancamientode la economía soviética del primer lustro de los añosochentas, preludio de la era gorbachoviana, demostra-ba la incapacidad de la URSS para competir tecnológi-camente con Occidente y su imposibilidad por seguirmanteniendo por más tiempo la carrera armamentistaimpuesta con la política exterior de Reagan.

Con la llegada al poder de Mijail Gorbachov en1985 se inició el proceso de reformas, tanto al sistemaeconómico como a los aparatos ideológicos monopoli-zados por el Estado. Al romper con los dogmas enmateria económica, el estancamiento sólo podría su-perarse con el establecimiento de un nuevo mecanis-mo económico en donde el beneficio se convertiría enel centro de la actividad comercial de las empresas,acudiendo a una mayor flexibilidad en la fijación deprecios y una racionalidad en el manejo de los siste-mas financiero y fiscal, para finalmente alcanzar lanormatividad legal y jurídica con la formación de unnuevo marco lnstituclonal"

Con el cuestionamiento de la ortodoxia comunistaen el interior de su propio sistema debido a las nuevaspolíticas del glasnosty la perestroika, se produciría unrápido resquebrajamiento de todos los valores quedurante décadas habían sostenido ideológicamente elsistema. La propagación de los cambios iniciados porMoscú le harían perder a la URSS, con increíble rapi-dez, sus zonas de influencia en el Este de Europa. Supropia crisis de identidad desembocaría en un golpede Estado en agosto de 1991 que, aunque fallido,llevaría a la URSS a su disolución.

El interregno conocido como perestroika llevaría a lassuperpotencias a una mayor debilidad, diluyéndose suconfrontación mutua a través de situaciones en donde:

• La Unión Soviética pierde su control tanto del Este deEuropa como de las repúblicas bálticas, engendrandocon su propia desaparición una variada formación derepúblicas independientes, donde paulatinamente co-mienza a adquirir protagonismo Rusia, apareciendopara un futuro como el centro de influencia eslavo-ortodoxa para toda la región. Tanto el alinderamientoposicional con la dirigencia de Servia en la crisis de laantigua Yugoeslavia, como el acto de fuerza en contradel movimiento independentista en la repúblicacaucásica de Chechenia, son manifestaciones deses-peradas de los gobernantes rusos que acuden a me-dios cada vez más extremos para demostrar la vigen-cia de su liderazgo en el espacio postsoviético.

• Se replantea una nueva situación política, en dondela ideología comunista deja de ser el eje aglutinante

3 Luis Fernando Macías, "Los países del Este y la transición almercado. Hacia la formación del marco institucional", en IN-NOVAR, Revista de ciencias administrativas y sociales, No. 4,julio-diciembre de 1994, pp. 67-71.

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para el Este de Europa en sus pasadas relaciones deconfrontación con Occidente. En el presente periodoel Este de Europa ha replanteado dichas relaciones,tratando de formar parte activa de la Unión Europea.

• Los Estados Unidos, aunque mantendrían las caracte-rísticas de gran potencia, verían disminuir su potencialeconómico como resultado de sus esfuerzos armamen-tistas llevados a cabo durante la época de la guerra fría.Con el deterioro de relaciones comerciales como causade su déficit comercial con el Japón y su dura compe-tencia con Alemania, las pretensiones político-militaresestadounidenses se ven restringidas, obligando a lanación del norte a una permanente concertación consus socios para la intervención en zonas de conflicto. Loanterior también se reflejaría en las políticas económi-cas de los gobiernos anteriores al de Clinton, que con-dujeron a la reciente recesión ocurrida en los EstadosUnidos, que elevó los índices de desempleo e influyó enla caída del poder adquisitivo de su población.

• La desaparición del mundo bipolar con la disoluciónde la Unión Soviética presentaría una nueva situaciónpara el liderazgo en Occidente, que comienza a medir-se con parámetros básicamente económicos en detri-mento del factor político; elemento, este último, quehabía sido decisivo durante la confrontación Este-Oestedurante la guerra fría.

Finalmente, al hacerse innecesario el esquema deseguridad construido por las grandes potencias a sualrededor, las regiones adquieren una nueva dimen-sión para convertirse en centros de poder alternativo,marcado por el nuevo papel de los mercados que, alactuar como factor aglutinante, inician el traslado delpoder de dominación de lo político a lo económico. Sehace factible que antes de finalizado el siglo se dé unproceso de reconocimiento tácito por la comunidadmundial para la formación de un nuevo orden interna-cional, visto bajo el prisma de la multipolaridad y basa-do en bloques regionales (actualmente no claramenteestablecidos), al que se llegue a través de diversasredefiniciones, con centros de poder en donde el fac-tor económico definitivamente aparezca como el de-terminante para su conformación.

2. El posicionamiento estratégico de los nuevosbloques económicos regionales

Los nuevos bloques económicos regionales, ampa-rados en la globalización de la economía mundial, esta-blecen una desagregación territorial basada en elemen-tos tan contradictorios como la liberalización en el interiorde su región, al tiempo con el reforzamiento de un pro-teccionismo con matices extraeconómicos dirigido a losmercados externos circunscritos a su propio bloque.

Se puede observar, por su papel protagónico, quelos tres polos económicos que surgen después definalizada la guerra fría están representados por lastres economías líderes del sistema capitalista: Esta-dos Unidos, Alemania y Japón. Alrededor de ellos se

dan procesos disímiles de agrupamiento que por sutrayectoria histórica, potencial económico y experien-cia integracionista, dan forma a bloques de países dediversa estructura dentro de un entorno regional, cu-yas realidades y posibilidades de dominio e incidenciasobre el sistema capitalista para un futuro inmediatopueden ser todavía inciertas.

Así, por ejemplo, los Estados Unidos, dirigiendo lamirada hacia el sur, fundan sus expectativas en laformación de un gran mercado hemisférico, a travésde un proceso gradual de asimilación a su economíade aquella región que tradicionalmente ha conformadosu patio trasero. El primer paso en ese sentido ha sidola firma del TLC (Tratado de Libre Comercio) entreCanadá, México y Estados Unidos, propuesto para suentrada en vigor en 1994. Esto sería el inicio de futu-ros acuerdos similares, con la participación de otrospaíses latinoamericanos.

En tanto, como reflejo de esa política, se ha firmadoun tratado de liberación comercial y de complementa-ción entre Chile y México durante 1991 ;se ha aceleradola unión aduanera entre Colombia y Venezuela, am-pliándose las negociaciones para una liberación co-mercial dentro del Grupo de los Tres (Venezuela, Méxi-co y Colombia); se ha avanzado en la conformación deun mercado común entre los países del Cono Sur yprofundizado en una voluntad integracionista que em-pieza a comprometer dentro de una estrategia común alos países de América Central, a las naciones de laregión del Caribe y en especial a los países del CARI-COM y al Grupo de los Tres, todo con miras a conformaruna futura Asociación de Estados del Caribe.

Para los Estados Unidos lo anterior constituye unavance dentro de su política hemisférica, que contri-buye a la ampliación y profundización de su espacioeconómico en el continente americano, respondiendoa los propósitos expuestos en la Iniciativa de Bush ycomo una forma de llevarla a la práctica.

Por su lado, la UE (Unión Europea) concluyó enacuerdo las negociaciones que permitieron para 1995el ingreso de tres nuevos países a la Comunidad:Suecia, Finlandia y Austria, conformando el espacioeconómico más fuerte a nivel mundial por la calidad ycapacidad de sus mercados, estructuras productivas,perfil poblacional, comercio exterior y avances en elproceso de integración. Para fortalecer sus posicionesestratégicas, la UE se presenta como un eje decisivoentre Europa del Este y los países del Cercano Oriente,sur del mediterráneo y norte africano. No obstante, lasdivergencias en el seno de la UE se mantienen, dandoforma a pequeños bloques de países frente a acuerdosvitales relacionados con la unión monetaria, la políticaagrícola, el problema del desempleo, las políticas decuotas, barreras arancelarias, normas de calidad, etc.Dadas las propias diferencias con respecto a ritmos decrecimiento, estructuras productivas, innovación tec-nológica y niveles de vida, la UE no ha podido estable-cer si los ritmos para acceder a una unidad totalizante 89

deben darse a través de la Europa con una o dosvelocidades. Hay que agregar, finalmente, para la UE,que el proceso de reconversión tecnológica no sólo haincidido en la recesión económica observada en losúltimos años, sino que también ha contribuido en losaumentos en las tasas de desempleo, originando mani-festaciones de descontento social que se reflejan en elrechazo de determinados sectores políticos por el Tra-tado de Maastricht y en la defensa sindical de losderechos adquiridos por los trabajadores, que obliga ala revisión permanente de los acuerdos según losintereses de cada nación en conflicto.

Un caso diferente es el del Japón y su entornoregional, que sin presentarse de manera institucionali-zada como bloque regional, no ha perdido sus viejosdeseos de extender su zona de influencia a todo el Esteasiático. Su creciente superávit abrió para la década delos años ochentas nuevas perspectivas de internacio-nalización de su economía aumentando sus inversio-nes no sólo en Europa y Estados Unidos, sino tambiénhacia los países asiáticos que alcanzaron para 1988 el17.3% del capital japonés invertido en el mundo.

Un elemento determinante para acceder a una po-sición estratégica por parte de los bloques regionaleslo constituye el resultado de las modificaciones alSistema de División Internacional del Trabajo y laforma como los países industrializados en sus respec-tivas zonas de influencia han logrado asimilar el pro-greso técnico: modificando procesos, técnicas, perfi-les y conductas que conduzcan a un mayor dinamismoen su producción y cobertura ante el mercado mun-dial. Las innovaciones realizadas con la revolucióntecnológica en los procesos de producción, con unaactitud cada vez más racional en el uso de los facto-res, ha proporcionado a los centros industrializados laposibilidad del ahorro en los consumos de trabajo y deinsumas de origen primario. Aunque ha aumentado lainversión de capital, la dependencia, con relación afactores que proporcionaban algunas ventajas compa-rativas a la periferia del sistema, comienza a extinguir-se, agudizando las relaciones de intercambio. Aquí, elpapel de las empresas trasnacionales adquiere unagran importancia por su cobertura planetaria, bajo for-mas que estimulan la especialización de los sectoresdinámicos en los centros, estimulando la complemen-tación industrial en la periferia a través de las relacio-nes intrafirma, apoyada esta última por los procesosde desregulación y apertura que se vienen producien-do en esa zona del capitalismo.

De este modo el comercio mundial redefine estruc-turas y composición, estableciendo nuevas formas de

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4 Leonard Mertens, Crisis económica y revolución tecnológica,Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1990, p. 42.

5 La vida de La Gran Colombia, que uniría a Colombia, Vene-zuela y Ecuador, sería efímera. Del Congreso de Angostura afinales de 1919 hasta 1930, los intentos del Libertador por verla agrupación institucional de un sistema político unitario que

acceso, políticas restrictivas y criterios de participación,dándole al capital trasnacional un control desmesuradono sólo en el propio comercio sino en las actividadescolaterales, donde los servicios, el transporte, los segu-ros, las comunicaciones y el sistema financiero estánintegrados a los complejos comerciales. La generaliza-ción de la incertidumbre en la periferia ya se manifiesta,dada la imposibilidad para la inserción de nuevos pro-ductos a los mercados mundiales, con base enparámetros de competitividad dentro de una competen-cia desigual, limitada en recursos por el servicio de unadeuda "eterna". Y dentro de la periferia del sistema laregión latinoamericana esta viviendo,

... una situación inversa a la ocurrida en los paísesdesarrollados, donde la inversión creció más que laproducción. Traducida a la realidad productiva con-creta, somos testigos de un proceso bipolar des-igual: una gran desindustrialización de sectores cuyomercado es el interno cautivo, y una expansiónreducida de los sectores "modernos" que se dirigenal mercado mundial, incluyendo el nacional, "abier-to" a la competencia extraníera'.

3.América Latina y su histórico deseo por launidad regional

La dimensión unitaria de América Latina ha sidoobjeto de controversias de distinto origen dada sudiversidad geográfica, cultural y política. Sus escasasrelaciones intraregionales en más de siglo y medio devida independiente, responden a una esfera de priori-dades que se manifiestan en darse mutuamente laespalda como países vecinos, para mirar con ojosesperanzadores a Europa y a los Estados Unidoscomo las regiones portadoras de la solución a susmúltiples problemas.

La voluntad propia de Simón Bolívar por crear unaunión americana aceleró desafortunadamente el pro-pio proceso para su desintegración política. Los es-fuerzos del Libertador por identificarse con el Estadomismo, como una vía para lograr la unidad del conti-nente, lo llevaron a forzar procesos en ciernes, quecon la independencia política sólo le daba a la Américahispana la fuerza mas no la concreción real, indispen-sable para convertir la región en una liga integrada denaciones.

Ese mosaico de estados heterogéneos con desti-nos aparentemente dispares manifestaría su primerpropósito de unidad en la convocatoria bolivariana de1826 realizada por el Congreso de Panamá, que bus-caba federar las nuevas repúblicas", Dicho intento no

girara alrededor de Colombia, se verían bloqueados y final-mente vencidos por la inestabilidad e inmadurez política deuna región dominada por intereses de carácter "regionalista","caudillista" y "militarista". VéaseTulio Halperin Donghi, Histo-ria Contemporánea de América Latina, Alianza Editorial, Ma-drid, 1979,pp. 134-206.

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sería el único que fracasaría. También entre 1830 y1840, varias de las naciones recién liberadas del yugocolonial y formadas como confederaciones indepen-dientes entrarían en conflicto y desaparecerían comotales, dando paso a pequeñas repúblicas frágilmenteindependientes".

Durante el siglo XIX y hasta la Gran Depresión, enel siglo XX, la Gran Bretaña, potencia dominante en elcontinente, se convertiría en el primer cliente y provee-dor de América Latina, estimulan-do los principios del libre comercio,siempre y cuando estuvieran alservicio de sus intereses. Su acti-tud ante el rumbo político adoptadopor las nuevas naciones indepen-dientes siempre sería de indiferen-cia, preocupada únicamente porsus vínculos económicos y comer-ciales, que a través de la especia-lización de la región y su particularparticipación en el sistema de divi-sión internacional del trabajo, mini-mizaría al extremo las posibles re-laciones entre los propios paíseslatinoamericanos.

Con el crecimiento del poderestadounidense a fines del siglopasado y el desplazamiento pau-latino del imperio británico de suárea de "espacio vital", la potencia del norte refrenda-ría en 1904, las bases ideológicas del panamericanis-mo con el "Corolario Roosevelt" que reafirmaba laDoctrina Momoe del siglo XIX con la proclama de"América para los americanos". Poco antes, en 1889,con motivo de la Primera Conferencia Internacional delos Estados Americanos, las autoridades norteameri-canas ya habían propuesto la disminución de las tari-fas exteriores establecidas por los países latinoameri-canos, como un medio para ir eliminando aranceleshasta crear una unión económica que favoreciera enespecial los productos de los Estados Unidos. Durantevarias décadas América Latina no sólo estuvo inmersabajo el dominio del poder económico de los EstadosUnidos, sino también bajo la política de sus cañones.La ocupación de los marines norteamericanos se lle-varía a cabo casi sin interrupciones entre 1915 y 1934en amplias zonas de América Central y las Antillas.Durante la Segunda Guerra Mundial, la potencia delnorte arrastraría a los Estados del continente en sualianza contra la Gran Entente.

1938, a 245 millones en 1951. Mientras tanto, lasinversiones estadounidenses aumentarían de 300 mi-llones de dólares en 1897, a cerca de 4.700 millonesen 1950. De esta manera al acentuarse la presenciade Estados Unidos en la región, los convertiría en elprimer socio comercial de América Latina, situaciónque con el tiempo se haría más conflictiva, en tanto elproceso de industrialización latinoamericano y la di-versificación de las exportaciones de la región hacia elnorte del continente chocarían con las medidas de

protección establecidas por el mer-cado norteamericano, que limitabael acceso de nuevas mercaderíaslatinoamericanas. Esto contrasta-ba con las facilidades ofrecidas porlos gobiernos latinoamericanos alcapital norteamericano, que agudi-zaría la atomización de las econo-mías de la región, aumentando ladependencia tecnológica con res-pecto a los Estados Unidos.

A partir de la segunda posguerrase crean para América Latina orga-nismos regionales que independien-temente de los deseos y pretensio-nes estadounidenses, activarían laconciencia de los intereses comu-nes para la región latinoamericana.La Comisión Económica para Amé-rica Latina (CEPAL), desde su fun-

dación, se convertiría en un foro latinoamericanista,impulsador de los propósitos integracionistas. Así, porejemplo, en su cuarto periodo de sesiones celebrado enMéxico en 1951, en una de sus resoluciones manifes-taría la necesidad de desarrollar y complementar laseconomías de la región a través de la creación de unmercado común como una de las respuestas a losproblemas básicos de América Latina.

La CECLA (Comisión Especial de CoordinaciónLatinoamericana) al fundarse en 1963 y ser desligadade los Estados Unidos, plantea como propósito deli-near "una personalidad propia para América Latina"bajo el marco del desarrollo. De alcances más ampliosque la CECLA, se crea el SELA en 1975, como unorganismo de cooperación regional que agruparía a25 Estados de América Latina y el Caribe, con miras adefinir posiciones comunes ante terceros países. Yaen este contexto, comenzaría a trabajarse en la defini-ción y explicación del origen de las diferencias en lasrelaciones económicas y tecnológicas con los paísesindustrializados; para plantear estrategias, como lateoría del desarrollo de la CEPAL, que constituiríanaportes decisivos en los procesos de industrialización

Finalizada la guerra, las inversiones inglesas en laregión habían descendido de 754 millones de libras en

6 En 1823 fue creada la Federación de las Provincias Unidas deCentroamérica, conformada por Guatemala, Belice, El Salva-dor, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. La Federación, sinposeer las bases para formación de una unidad económica li-

gada a intereses comunes, fue víctima de fuerzas localistas noajenas a la injerencia externa, que culminaron con su disolucióndefinitivaen 1841. VéaseAgustín Cueva, Eldesarrollodelcapitalismoen América Latina, Siglo XXI, México, 1984, pp. 31-47. 91

para la región y en la comprensión de los procesos dedeterioro en los términos de intercambio con los cen-tros de dominación capitalista.

Para la misma época, el multilateralismo, comoproceso de cooperación e integración económica, co-menzaba a rendir sus primeros frutos en Europa con lacreación de la CEE a fines de los años cincuentas que,por sus características y logros, proporcionaría a Amé-rica Latina los instrumentos teóricos y prácticos nece-sarios para hacer más viables los esfuerzos integra-cionistas de la región. Los gérmenes embrionarios dela futura Unión Europea mostraban el papel que lostratados regionales comenzaban a jugar, ya no sólocomo medio para reconstruir una zona devastada porla guerra, sino también como una nueva forma deabordar las relaciones económicas internacionales.No es extraño encontrar dentro de los primeros objeti-vos a lograr por la integración latinoamericana esque-mas similares a los utilizados en los procesos decooperación e integración europeos.

Desafortunadamente, dichas similitudes irían a ac-tuar en detrimento de las expectativas latinoamerica-nas, al ser resultado más de las realidades de la econo-mía europea y de sus necesidades ante los cambios enla política y economía mundiales, que del producto de undiagnóstico regional de la economía latinoamericana.

4. De la integración regional a la neointegraciónde tipo TLC

Con la integración económica, vista como un pro-ceso por el cual dos o más economías nacionalesaisladas reacomodan sus dimensiones unitarias paraformar un sólo mercado", la región latinoamericanareafirma para los años cincuentas sus propósitosindustrializadores, convirtiéndose en el eco de las in-terpretaciones cepalinas formuladas entre 1949 y 1952Y que permitirían a los países de la región avanzar porel camino de la cooperación, coordinación y unifica-ción. En la década de los años cincuentas, bajo fuer-tes barreras proteccionistas y la activa participacióndel Estado, la industrialización contribuiría a dar ma-yor dinamismo a las economías de la región, adiversificar su estructura productiva y a buscar nuevasventajas que permitieran el impulso a la sustitución de

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7 El proceso de integración se da por periodos sucesivos através de los cuales se van estableciendo políticas, principiosy mecanismos que hacen posible ir adquiriendo facetas deigualdad entre las partes y una imagen de unidad frente aterceros. El principio de soberanía absoluta va siendo trans-ferido, por partes, a su nueva dimensión hasta llegar a launidad político-económica total. Véase Ramón Tamames,Estructura económica internacional, Editorial Alianza, Ma-drid, 1970, p. 174.

8 Los países inicialmente firmantes del Tratado de Montevideofueron Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uru-guay. Posteriormente se produciría la adhesión de Colombiay Ecuador en 1961, Venezuela en 1966 y Bolivia en 1967.

importaciones, más con criterios regionales que nacio-nales. Estas acciones tendrían asidero en las políticasintegracionistas que llevarían a varios países a firmarel Tratado de Montevideo, que haría realidad la Aso-ciación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC)en febrero de 19608.

Pese a su brevedad, el Tratado establecía compro-misos rígidos, encaminados a una gradual liberacióndel comercio dentro del área hasta alcanzar una zonade libre comercio, adoptando el mismo tipo de restric-ciones bajo un arancel común frente a terceros países.Con el Tratado se proponía para la región el tránsito deun bilateralismo comercial, como acción económicaaislada, a un sistema de cooperación multilateral en elcampo económico, alcanzando en doce años una zonacomercial totalmente liberada de gravámenes y restric-ciones a la importación intra-regional.

El proceso de comercialización preferencial, quese inició con buenos augurios, se tornaría cada vezmás lento, hasta estancarse casi definitivamente apartir de finales de los años sesenta. Las negociacio-nes sobre la Lista Común, destinadas al logro de laconsolidación multilateral de las desgravaciones, nofructificaron por la predisposición desfavorable de losgobiernos nacionales de llegar a acuerdos sobre pro-ductos que competirían directamente con sus respec-tivas producciones nacionales",

Aunque la integración económica no avanzó dentrode los postulados inicialmente formulados, esto no marcóel fin de los propósitos comunes que se vieron reanima-dos con los nuevos intentos que se producirían a nivelsubregional. Una respuesta sería la que se produciríacon el Acuerdo de Cartagena, que al reunir en su senoa países de menor desarrollo relativo, permitiría quesus expectativas integracionistas favorecieran aquellasactividades productivas que generaran importantes efec-tos dinámicos dentro de sus propias economías. Fueasí como en agosto de 1966 en la capital colombiana,los representantes de los gobiernos de Colombia, Chi-le, Bolivia, Ecuadory Perú firmaron el Acta de Boqotá'",Se creaba así el Pacto de integración económica entrelos países de la subregión andina.

El replanteamiento integracionista comprometeríaa la subregión andina a fijar como uno de sus objetivosa largo plazo el de elevar el nivel de vida de la pobla-

Véase Rigoberto García, F. Cordero y A. Izquierdo, Economíay geografía del desarrollo en América Latina, México, F.C.E.,1987, pp. 480-486.

9 La Lista Común incluía todos los productos negociados por lospaíses miembros de la Asociación que, de manera colectivaeliminarían, en un lapso de 12 años, los derechos, según losrecargos, y otras restricciones que pesaban para la épocasobre su intercambio dentro del área de libre comercio. Véase,Miguel Wionczek, "La historia del Tratado de Montevideo", enMiguel Wionczek, compilador, Integración de América Latina,México, F.C.E., 1979, pp. 53-94.

10 Posteriormente adheriría Venezuela.

ECONOMíA INTERNACIONAL

ción, modificando estructuras bajo el doble esquemabasado en la sustitución de importaciones y la promo-ción de exportaciones. El esquema de integración de-bería fomentar la especialización, la complementacióny el afianzamiento del poder del Estado dentro de unaestrategia de desarrollo que condujera finalmente auna unión aduanera a mediano plazo".

El tratamiento común al capital extranjero y el controlsobre la compra y transferencia de tecnología se esta-blecerían en el marco del Acuerdo de Cartagena con lafirma de la decisión 24 a finales de 197012. El estable-cimiento de políticas comunes con relación al tratamientoal capital extranjero, a las marcas, patentes, licencias yregalías, deberían armonizar con la programación con-junta y la ejecución de programas sectoriales de desa-rrollo industrial, programa marco para el proceso deindustrialización de la subregión. Para la ejecución delos programas acordados, dadas las diferencias entrelos países miembros, se establecerían formas diferen-ciales a varias velocidades, utilizando, por ejemplo,regímenes especiales para Bolivia y Ecuador.

Esta estrategia suponía que, con la presencia activadel Estado en cada país de la subregión, se cristaliza-rían los viejos anhelos de integración, contrarrestandolas barreras establecidas por los intereses externos alproceso de desarrollo en la región. Irían a ser estosintereses externos, conectados a factores internos, losque paulatinamente dilatarían la adopción de las medi-das establecidas en la estrategia. Igualmente, con lasmodificaciones al Acuerdo de Cartagena y a la Decisión24, se perdería la esencia de las posturas iniciales,abandonadas prácticamente a la acción indiscriminadadel mercado, y nuevamente se daría su subordinacióna las empresas multinacionales.

La puesta en la práctica de una estrategia, como lapropuesta en el Acuerdo, planteaba cambios en lanaturaleza y papel desempeñado por los países de lasubregión en el sistema de división internacional deltrabajo. En donde, para el último periodo, el capitalmultinacional y las formas de transferencia de tecnolo-gía habían determinado las posibilidades y alcancesde la industrialización de toda la región. Esto colocabaen entredicho la propia estrategia, debido a que laselevadas exigencias que se hacían en uso de capitalno coincidían con las propias posibilidades de la su-bregión; la elevada especialización obligaba al uso detecnologías de cierta complejidad; el tamaño de losproyectos sectoriales, exigían la utilización de econo-mías de escala y la acomodación a una escala interna-

11 Junta del Acuerdo de Cartagena, Bases generales para unaestrategia subregional de desarrollo, Junta del Acuerdo deCartagena, Lima, 1972, pp. 6-7.

12 Se proponía establecer políticas unificadas con relación amarcas, licencias, patentes y regalías. Dicha normatividad fueaprobada con la Decisión 24 de diciembre de 1970. De estamanera se evaluaba y seleccionaba la inversión extranjera, secondicionaba su participación a la formación de empresas

cional de la tradicional estructura oligopólica de laproducción industrial. Además, del desgano de quehacía gala el capital trasnacional ya instalado, para suacomodamiento intrasubregional, que lo obligaba adefender no sus intereses sino la necesidad de impul-sar un nuevo patrón para el desarrollo andino.

A lo anterior hay que agregar los factores naciona-les que se reflejarían en la ausencia de políticas unita-rias y la falta de credibilidad en los acuerdos por partede los gobiernos de los países miembros. Esto llevó ala dilatación de las negociaciones y a la reconsideraciónde los propios principios que habían dado origen algrupo subregional. Los acontecimientos acaecidos enChile durante los años setentas, que llevaron al esta-blecimiento de la dictadura militar del general Pinocheten ese país, incidieron en el condicionamiento para supermanencia en el interior del Grupo Andino. Pese a laflexibilización de los acuerdos, Chile se retiró del Pac-to generando más incertidumbre en el proceso deintegración.

Las perspectivas del acuerdo entrarían definitiva-mente en un proceso de revisión, ante las medidas deorden estructural en que se vieron comprometidas lasnaciones de la subregión con motivo de la crisis de ladeuda externa. Las propias medidas de ajuste impues-tas por el Fondo Monetario Internacional y adoptadasen particular por los países de la subregión, influirían enlos cambios que irían a producirse dentro de las regla-mentaciones que inicialmente le dieron vida al gruposubregional. En 1988 sería aprobado un ProtocoloModificatorio del Acuerdo de Cartagena, en donde elposible establecimiento de una unión económica seríarevisado para fijarse como metas la creación de unazona de libre comercio para 1991 y la formación de unmercado común andino antes de 1995.

El fomento a las exportaciones bajo un modelo decrecimiento hacia afuera desregularizaría los merca-dos nacionales, rompiendo con el marco anterior dedesarrollo armónico entre los países de la subregión yllevando a sus países miembros a un proceso deliberalización de sus economías, a una apertura a lacompetencia externa y a una eliminación de las res-tricciones existentes para la entrada de inversión ex-tranjera y transferencia de tecnología.

Con esto se darían pasos importantes en el sentidode lo que sería posteriormente la Iniciativa de Bushpara las Américas, en un mundo que exigía reacomo-dos con la reconformación del espacio económicomundial basado en bloques regionales.

mixtas o conversión futura en nacionales y fijaban montos enla remisión de sus utilidades al exterior. La decisión prohibíael establecimiento de cláusulas restrictivas en los contratos deimportación de tecnología y daba facultad a los países de laregión para seleccionar sectores productivos que por su situa-ción estratégica no debieran tener participación de capitalextranjero. Finalmente se establecían limites al uso de crédi-tos internos por parte de las empresas extranjeras. 93

5. Un balance a mitad del camino

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América Latina, al experimentar diversas formasintegracionistas a partir de los años sesentas, propicióacuerdos que, dentro del espíritu de la CEPAL, mantu-vieron por fuera a los Estados Unidos y permitieron aalgunos países de la región continuar, ya otros iniciar,un proceso de industrialización basado fundamental-mente en la sustitución de importaciones. Los escritosde la época realizados por la CEPAL mostraban que laintromisión norteamericana podría convertirse en unelemento de agudización para los ya deteriorados tér-minos de intercambio de la periferia con el centro, y deanulación de las medidas proteccionistas que envol-vían las políticas integracionistas.

Un balance preliminar de la ALALC, de su estrategiaintegracionista, basada en la pretensión de expandir elcomercio regional eliminando gradualmente las restric-ciones existentes de orden arancelario, condujo a esteorganismo a revisar su estrategia y a concentrar suspolíticas de integración en las zonas subregionales.Esta nueva estrategia, basada en rasgos de identidadsimilar, podría ofrecerle a la región mejores resultados.Las dificultades surgidas para el logro de las metaspropuestas por la ALALC mostraron que no eran sufi-cientes los buenos deseos de sus promotores, si no setenían en cuenta tanto las propias diferencias existen-tes en el interior de la comunidad de países latinoame-ricanos, como la estrecha dependencia de cada uno deellos con los centros de poder capitalista.

Resultaría incompleto el balance si no se diera unaverdadera valoración a la actitud estadounidense conrelación a estos intentos de integración, en una épocaen que el factor político, en los marcos de la confronta-ción Este-Oeste, guiaba los intereses regionales delas relaciones de Estados Unidos con América Latina.y fue precisamente desde inicios de los años sesen-tas, con la presencia de la revolución cubana, cuandolos Estados Unidos actuaron abiertamente, con la cIa-ra pretensión de impedir situaciones que permitieranla repetición de hechos como los que sucedieron enaquella isla del Caribe. La extensión del peligro comu-nista llevó a los dirigentes norteamericanos a neutrali-zar cualquier actitud nacionalista que surgiera en laregión, "recordándoles" a los gobernantes latinoameri-canos que la protección de sus economías, el comer-cio con otras regiones del mundo y las medidas encontra de la inversión extranjera, podrían dañar suimagen de buen socio ante el capital norteamericano.

Es así como en agosto de 1961 en Punta del Este(Uruguay), por iniciativa de los Estados Unidos, seformalizaría en una reunión extraordinaria de la OEAla expulsión de la república de Cuba de este organis-mo y la creación de un programa hemisférico bajo ladenominación de "Alianza para el Progreso". Dentrode sus propósitos estaría adelantar reformas, financia-das con recursos que se obtendrían bajo la modalidadde "asistencia financiera internacional", que no eraotra, sino la ayuda norteamericana canalizada a tra-vés de organismos controlados por los Estados Uni-dos, y creados para garantizar la directa injerenciaestadounidense en los asuntos latinoamericanos.

La subregionalización del proceso de integración,que adquiriría importancia desde los años setentas, sematerializaría a través de la formación de tres polos denaturaleza diversa diferenciados por sus formas, nive-les de desarrollo y metas por alcanzar. Fueron estos:el realizado entre algunos países de la subregiónandina, el que se conformó a través de un mercadocomún entre los países del Cono Sur (Mercosur) y elque revitalizó la vieja estrategia integracionista en lospaíses de América Central.

En particular para el Grupo Andino, la salida de Chileen 1976, luego de sus presiones por desmontar lasmedidas de control al capital extranjero establecidas enla Decisión 24, marca un proceso de debilitamiento ydescoordinación en la aplicación del Régimen Comúnde Tratamiento de Capitales Extranjeros. En los añosochentas con la situación de crisis estructural motivadapor el endeudamiento externo que dominó a la regióndurante la llamada "década perdida", la subregión andi-na no fue ajena a las medidas de estabilización exigidaspor el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mun-dial, que condujeron a una disminución radical delcomercio intra-andino, a nuevas prórrogas y a conce-siones para el cumplimiento de los acuerdos integracio-nistas establecidos inicialmente.

Arribar a los años noventas significó para la regiónenfrentar la formalización de la "Iniciativa (estadouni-dense) para las Américas", que remplazaría los viejosplanteamientos integrales sobre las relaciones de Amé-rica Latina con los Estados Unidos. Este país pasó deimpulsar el desarrollo de la región en términos deasistencia financiera oficial, a postulados como los dela "Iniciativa", en donde se da importancia vital alcomercio y a la inversión extranjera en espacios eco-nómicos libres de barreras arancelarias. La políticaestadounidense replantearía su cooperación con Amé-rica Latina siempre y cuando imperara a nivel conti-nentalla libre acción de las fuerzas del mercado. En elmarco de las políticas actuales dominadas por el espí-ritu neoliberal, el estrechamiento de las relacioneseconómicas en la región latinoamericana bajo la guíadeterminante de los Estados Unidos nos conduce auna nueva fase en las relaciones intraregionales quepuede ser considerada como de la neointegraciónlatinoamericana.

ECONOMíA INTERNACIONAL

Acá el papel del Estado cambia y se conviertefundamentalmente en orientador de ciertas activida-des económicas, que permite que el sector privado sefortalezca y se convierta en pieza esencial dentro de lainserción económica de la región en los mercadosmundiales bajo el modelo neoliberal de desarrollo. Ensí, el Estado nacional se transforma en instrumento desujetos supranacionales que le definen la manera comoéste debe insertar su economía a nivel internacional.Estos sujetos restringen "... la autonomía estatal demodo tal que numerosos instrumentos (política mone-taria, gasto fiscal) que antes estaban a disposición delEstado, ahora se han transformado en condiciones oparámetros externos que fijan el marco de la acciónestatal?".

6. El fortalecimiento del neoliberalismo comercialen la región

Los cambios presentados recientemente en el es-pacio económico internacional, formando bloques eco-nómicos a nivel regional, han significado revisiones decarácter estructural en los aparatos productivos de laregión, reorientando sus estrategias de desarrollo ha-cia la inserción de sus economías en los mercadosglobales. Estos procesos, fuera de coincidir, son unacontinuación de las medidas correctivas impuestaspor los acontecimientos acaecidos en América Latinaen la década de los años ochentas, que obligaron a lamayoría de los países de la región a adoptar severaspolíticas de ajuste y reformas a sus aparatos producti-vos dentro de los nuevos modelos de crecimientohacia afuera, basados en la apertura y la liberalizacióndel comercio.

Esto ha permitido que el reacomodamiento regio-nal haya traído consigo nuevos propósitos en el proce-so integracionista de la región, estimulando la concer-tación de diversos acuerdos tanto en el interior de losgrupos subregionales ya existentes, como por fuerade ellos; a través de tratados bilaterales. Se observacómo el nuevo proceso de integración latinoamerica-na avanza en esta fase por caminos inexplorados,dado el carácter que éste adquiere, con los cambiosen la situación internacional; los nuevos actores queentran a participar y el lugar central que comienza aocupar la inserción económica en los diversos merca-dos externos. Los esquemas previos de integración, alser revaluados, dirigen su atención al establecimientode acuerdos de libre comercio, bilaterales o multilate-rales, profundizando en los mecanismos de la econo-mía de mercado, que obliga al olvido del modelo tradi-cional de sustitución de importaciones. En este contextose han reactivado diversos esquemas de integraciónsubregional, como son los casos de CARICOM (Co-munidad del Caribe), el Pacto Andino, el MercadoComún Centroamericano, ALADI y Mercosur, creán-

13 Norbert Lechner, "El debate sobre Estado y mercado", RevistaForo, Santafé de Bogotá, No. 18, septiembre de 1992, p. 71.

dose además un nuevo esquema, el del Grupo de losTres, conformado por Venezuela, México y Colom-bia.

En varios de ellos Colombia ha hecho presencia, yacomo un viejo miembro a nivel subregional como en elcaso del Pacto Andino, o ya como participante deprocesos de mayor magnitud como en el caso deCARICOM, el Mercado Común Centroamericano y losgobiernos de Venezuela y México para la futura crea-ción de la Asociación de los Estados del Caribe. Sobre-sale también el interés de Colombia por fortalecer loslazos comerciales con otros países de la región, proce-so iniciado con la firma del Tratado de Libre Comercioque hace unos meses se suscribió con Chile.

Si observamos que en la estructura del comercioexterior colombiano, los Estados Unidos participancon cerca del 40% de sus exportaciones-importacio-nes, no es difícil entender la importancia que adquierepara el país un posible acuerdo bilateral con la nacióndel norte u otro de mayor amplitud, directamente conel TLC. Colombia no ha escatimado esfuerzos para elestablecimiento de una zona de libre comercio con laeconomía estadounidense, y para ello se ha apoyadoen la Iniciativa de Bush para las Américas, en el AcuerdoMarco de comercio entre Estados Unidos y Colombiay en la Iniciativa Andina con relación al problema deltráfico internacional de narcóticos. Pero seguramentees la perspectiva del Grupo de los Tres la que otorgalas mayores posibilidades para que en el contexto dela Iniciativa para las Américas se le dé a Colombia elacceso, en un mediano plazo, a una zona de librecomercio con los Estados Unidos.

Los antecedentes que sirvieron de base para lacreación del Grupo de los Tres hay que buscarlos enlos propósitos mancomunados de estos tres países,dirigidos al establecimiento de una paz duradera en elárea de Centroamérica para la década de los añossetentas. Estos esfuerzos continuarían posteriormen-te, en los años ochentas, en el marco del Grupo deContadora, no sólo para la búsqueda de la democra-cia en dicha región sino con el propósito de colaboraren su recuperación económica.

Con la desaparición de la confrontación Este-Oes-te y ante las transformaciones dadas en el espacioeconómico mundial, las perspectivas institucionalesde este grupo de tres países adquirirían una nuevarealidad. En febrero de 1989 es creado el Grupo de losTres, aprovechando los procesos de apertura que ad-quirían vigencia para la región y que podrían llevarlosa un nuevo tipo de relaciones económicas con losEstados Unidos.

La presentación norteamericana en 1990 de la Ini-ciativa para las Américas, aumentaría las posibilidades,en primer lugar, de México, para el establecimiento deun amplio espacio económico basado en el libre comer-cio que cobijaría todo el hemisferio americano. Estocolocaría a esa nación en una posición privilegiada con 95

relación a sus socios latinoamericanos. Por un lado,sería el primer país del área en firmar un tratado de esanaturaleza con su mayor socio comercial, EstadosUnidos, y con el Canadá. Por otro lado, le permitiríaservir de canal para una futura inserción de otros paíseslatinoamericanos en ese gran mercado regional. Méxi-co, además, había avanzado rápidamente desde ladécada de los años ochentas en medidas orientadas ala liberalización de su economía; gracias a un procesode reformas estructurales que se habían adoptadocomo respuesta a los graves efectos producidos por lacrisis de su deuda externa. Ya para finales de la década,México se destacaba por sus avances definitivos dentrode la apertura global de su economía, la eliminación derestricciones al capital extranjero (en especial el esta-dounidense) y por su proceso de inserción en la econo-mía mundial":

La firma del TLC en agosto de 1992 y su recienteratificación por el senado norteamericano, cambiaríadefinitivamente las expectativas del Grupo de los Tresque, al sacarlas de su inicial contexto político, lasreubicaría en el plano de la cooperación económica,creando las condiciones, a través de intensas conver-saciones a diferente nivel, para la firma de un acuerdode libre comercio que pese a la oposición del gremioindustrial colombiano, se alcanzó entre los tres países-Colombia, México y Venezuela- en junio de 199415•La entrada en vigor, para el Grupo de los Tres, delTratado de Complementación Económica, que debíahacerse efectiva el 10. de enero de 1995, se mantieneen entredicho por factores que no solamente tienenque ver con las diferencias sobre los intereses econó-micos en juego ni con los obstáculos en el manejoadministrativo y de coordinación de las negociaciones.Otros factores, como las situaciones de inestabilidadpolítica y social por las que atraviesan los tres países,marcadas por la agudización de conflictos como el dela región de Chiapas, el resquebrajamiento de la he-gemonía del PRI en México, la destitución del presi-dente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, las medi-das populistas del nuevo presidente Rafael Caldera, yla presencia de factores desestabilizadores del ordensocial en Colombia relacionados con la expansión delnarcotráfico y la acción de la guerrilla, son una mues-tra de las barreras no económicas que deberán supe-rar estos países en su inmediato futuro.

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14 Véase Gustavo del Castillo, "La política de libre comercio enNorteamérica y la falta de opciones mexicanas", en Juan An-drés Valderrama, coordinador editorial, El Grupo de los Tres.Políticas de integración, FESCOL, Bogotá, 1992, pp. 35-56.

15 Los campos de cooperación del Grupo de los Tres abarcanáreas como la cultura, el turismo, la energía y el papel delgrupo en su cooperación con la región de Centroamérica y elCaribe. Sin embargo, el espacio de mayor importancia sería eldel comercio, en donde se fijan los siguientes objetivos:-Libre circulación de capitales y eliminación de las restriccio-nes que afecten las importaciones originarias de cada uno delos tres países, iniciando con los bienes no producidos en cadapaís.

Situaciones inesperadas como la acaecida recien-temente en México, en donde, con los cambios erráticosen la política monetaria efectuados por su nuevo pre-sidente, Ernesto Zedillo, dejan al descubierto la ines-tabilidad y los peligros que traen consigo las apresura-das inversiones de capital (generalmente especulativas)en mercados emergentes, como son los casos deMéxico, Colombia o Venezuela. Y son esos capitales,seguramente más "vampiros" que "golondrinas", quehuyen con sus ganancias al exterior ante los primerossíntomas de crisis, sin haber creado durante su estadíani empleos ni producción. Para los hechos recientesacaecidos en México, surge para América Latina unnuevo peligro, denominado efecto tequila, que viene aser la reacción continental a la que se ven expuestossus mercados bursátiles con la fuga de dichos capita-les "vampiros" de aquellos países que en el últimoperiodo han abusado de políticas revaluadoras parasus monedas, como son los casos de Brasil, Argenti-na, Chile y, en menor grado, Colombia.

Otra causa para la dilatación de las conversacioneses la realización de negociaciones paralelas por partede las tres naciones con otros países o grupos depaíses dentro de sus zonas de interés. Así, por ejemplo,México, se encuentra concentrado en su futura partici-pación en el TLC y en el establecimiento de un acuerdobilateral de libre comercio con Chile. Colombia y Vene-zuela han avanzado en sus mutuas relaciones comer-ciales dirigidas a fortalecer su unión aduanera y traba-jan paralelamente en su proceso de integración andina.A su vez, los tres países han manejado en unas ocasio-nes una poi ítica de grupo y en otras políticas de carácterindividual, en su propósito de formar una futura Federa-ción de Estados del Caribe.

Por último, conviene señalar la existencia de dife-rencias en el estado de profundización de las reformasestructurales bajo el nuevo modelo orientado haciaafuera y en las políticas de apertura de los mercados,que mientras presentan grandes avances en México,gracias al papel desempeñado por el TLC, en Vene-zuela se muestran disminuidas por las fuertes presio-nes de naturaleza social y económica.

El Grupo de los Tres, no obstante sus dificultadesiniciales motivadas por sus propias limitaciones decrecimiento, se presenta como una carta fundamental

-Estimulación y diversificación del comercio entre los tres ymejoramiento para el acceso de sus productos al mercadomundial.-Eliminación de las restricciones no arancelarias.-Acción coordinada en los diversos foros internacionales enfavor de la integración latinoamericana.-Estimulación para la creación y funcionamiento de empresasbinacionales o multinacionales de los tres países.-Liberalización del transporte marítimo y aplicación del princi-pio de cielos abiertos.Véase, Grupo de los Tres, Ministerio de Relaciones Exterioresde Colombia, Bogotá, marzo de 1993.

para el fortalecimiento de los inte-reses estadounidenses en la regiónlatinoamericana, que ya había sidodelineada de manera general en laIniciativa de Bush para las Améri-cas. A medida que el reacomoda-miento económico a escala mundialse va definiendo a favor de la multipolari-dad restringida, dominada por los bloquesregionales, la reconfiguración del espacio eco-nómico en el hemisferio americano avanza comoavanzan la apertura, la liberación comercial y lasreformas estructurales en las propias economíaslatinoamericanas, cada vez más al descubierto ybajo la orientación e interés de los Estados Unidos. Esen ese contexto, y debido al valor que va adquiriendoel proceso de integración económica de los paísesque conforman el Grupo de los Tres, donde este grupopuede proyectarse a un espacio internacional másamplio. La rivalidad económica de los Estados Unidoscon otros bloques regionales podría restringir la pre-sencia de éstos en nuestra región, disminuyendo nues-tras posibilidades comerciales y las ventajas compara-tivas, tanto políticas como económicas, en nuestrasrelaciones internacionales.

7.Los riesgos del bilateralismo radical.

El avance del comercio intrarregional, a través delos numerosos acuerdos que se negocian, en especiallos bilaterales, ha marcado el paso, de la fase en quelas medidas liberalizadoras afectaban sectores pro-ductivos no competitivos u ofrecían ventajas compara-tivas a nivel internacional, a una nueva fase en dondelas medidas que se adoptan, prácticamente liberalizantodo el comercio. Sin embargo, esa tendencia marca-da en el carácter bilateral que adoptan los acuerdos, asu vez hace que se limiten las posibilidades de laliberación a nivel de toda la región.

Los acuerdos bilaterales se dan generalmente enuna cobertura geográfica restringida. En muchas oca-siones, entre países con fronteras comunes (caso Ve-nezuela - Colombia), que exigen un gran desgaste,producto de las negociaciones con frecuencia prolon-gadas, que abarcan diversos aspectos tanto económi-cos como pollticos".

Las experiencias recientes muestran los costospolíticos y económicos que llegan a contraer los paí-ses de la región, debido a los procesos de convergen-cia que en materia de negociación se deben producir,cuando no hay una afinidad política ni elementos parauna complementariedad económica o cierta proximi-dad geográfica. Los casos de Colombia-Chile o Co-

16 En los últimos años América Latina ha sido escenario de lafirma de diversos acuerdos bilaterales dentro de los cuales sedestacan para 1991 Chile-México, para 1992 Colombia-Vene-zuela, para 1993 los de Chile-Venezuela y Chile-Colombia, y

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lombia-México plantean asimetrías enlos procesos de negociación, dadaslas diferencias en sus estructuras pro-ductivas. Estas diferencias han pre-sentado un pobre balance históricoen sus cifras de comercio bilateral, ade-

más de los altos costos de administra-ción de los acuerdos que se firman, in-

cluyendo los elevados precios que se danpara el transporte, por rutas tradicionalmente po-bres en infraestructura.

Retomando el caso de los acuerdos Colom-bia-México, se presentan situaciones en queColombia se ve presionada para la realización

de ajustes a su estructura productiva, de acuerdo conlas condiciones imperantes en el mercado de México ya través de él con las condiciones que fija el TLC,perdiendo oportunidades de adaptar su estructura aventajas más competitivas dentro de la economía mun-dial. Esta situación se agudiza para países de la re-gión que tienen estructuras productivas mucho másdébiles que la colombiana, al entrar en acuerdos quesubordinan toda su economía a las condiciones im-puestas por su socio mayor.

Conviene citar las situaciones de inestabilidad eco-nómica a las que pueden verse abocadas las econo-mías nacionales cuando sus socios comerciales acu-den a la devaluación drástica de sus monedas, lo quedistorsiona la competitividad alterando los flujos decomercio, hasta obligar tanto a la adopción de medi-das cambiarias bruscas, como al uso de las salvaguar-dias del GATI o las acordadas a nivel regional ysubregional. Estos temores han sido manifestados porla parte colombiana en sus acuerdos con Venezuela yMéxico. En el caso de la devaluación efectuada oficial-mente en México a partir del 20 de diciembre de 1994,que al llegar a los primeros días de enero de 1995superaba el 50% y con la caída de su tasa de cambiopor encima del 70%, la zozobra no se hace esperarentre sus socios comerciales, que para el caso depaíses como Colombia y Venezuela los obliga a plan-tear cambios de rumbo dentro de los convenios, ha-ciendo uso tanto de las salvaguardas existentes comode las posibles modificaciones a las reglas de juegovigentes hasta el momento.

Si los acuerdos bilaterales generan hacia el sociocomercial ventajas comparativas para el momento enque se firma el Tratado, o máximo para periodos decorto o mediano plazo, las restricciones para la elabo-ración de una estrategia comercial a largo plazo pue-den ser evidentes al condicionar el futuro de sectorespotenciales a la discriminación y el trato injusto de unacuerdo bilateral, firmado más por intereses políticos

finalmente para 1994 los de Bolivia-Perú, México-Costa Ricay México-Bolivia. Véase en "Fiebre de libre comercio", TIME,tomado de SUMMA Internacional, Bogotá, No. 89, noviembrede 1994, pp. 11-14. 97

que nacionales. Es necesario recordar para la proyec-ción futura de un país como Colombia, que "".unapolítica comercial estratégica lo que hace es ubicarsectores con potencialidad exportadora o aquellos quese consideren estratégicos para el desarrollo de lasactividades futuras y que permitan sustituir las expor-taciones de hoy, en una palabra, mirar al país convisión de futuro y prepararlo para esos retos?".

Cuanto más generalizada sea la proliferación deacuerdos bilaterales, más alta es la probabilidad deque aparezcan países privilegiados, que por su posi-ción dominante en la región, logren un mayor acceso alos mercados y adquieran insumas de menor costo,favoreciendo la concentración de su inversión en detri-mento de los países económicamente débiles, incapa-ces de actuar en diversas direcciones y limitados sóloa los acuerdos limítrofes con economías de mayorenvergadura, que escasamente les pueden proporcio-nar posibilidades en la especialización de algunosproductos o en la complementariedad. Es así como"existe el peligro de que un país pequeño ajuste suestructura productiva de acuerdo con las condicionesimperantes en el mercado de su principal socio comer-cial, en lugar de adaptarla a las condiciones máscompetitivas de la economía internacional?".

En el marco de las preferencias establecidas poralgunos países industrializados, conviene resaltar lano correspondencia que usualmente se da por lasexportaciones provenientes, por ejemplo, de dos paí-ses de la periferia, que aunque sean socios mutuos noreciben un trato equivalente por terceros países. Estose da por los grados de liberalización comercial y deapertura a que cada país ha accedido, los que varíannotablemente de un país a otro y que se complicanademás por la existencia en los centros de barreras decarácter no arancelario.

Los esfuerzos dirigidos a fortalecer el bilateralismoconllevan el cuestionamiento del multilateralismo, comoun principio fundamental del desarrollo del comercio aescala intra-regional. En un mundo donde las relacio-nes económicas internacionales han creado instru-mentos: como los sistemas de compensación, las cláu-sulas de nación más favorecida, los organismos comoel GATI o los acuerdos de integración regional osubregional, entendidos como las bases de la multila-teralidad, la persistencia hacia el bilateralismo comer-cial se convierte en un acto regresivo que corroe losacuerdos de cooperación y solidaridad logrados a tra-vés de integración regional.

Estas actitudes han sido promocionadas en el pasa-do por los Estados Unidos en sus relaciones conAmérica Latina y a la luz de los últimos acontecimientos,

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17 Ricardo Bonilla,"La política comercial", en Eduardo SáenzRovner, compilador, Modernización económica VS. Moderni-zación social, Facultad de Ciencias Económicas-UniversidadNacional de Colombia, Cinep, Ismac, Bogotá, 1994, p. 56.

la bilateralidad sigue manifestándose en la políticacomercial estadounidense, agudizándola con medidasno arancelarias y retaliativas en contra de sectoresselectivos y de relativa dinámica en la economía lati-noamericana. La economía exportadora colombiana, amodo de ejemplo, ha vivido en el último período estasexperiencias con el trato discriminatorio del país delnorte a productos primarios como banano, flores y atún.

8. Sociedad e integración

Un factor importante que ha brillado por su ausen-cia en los variados procesos integracionistas que hantenido lugar en la región, es la participación de lasociedad en sus diferentes manifestaciones, restandofuerza y dinamismo a las diversas políticas y propósi-tos planteados en los acuerdos sobre integración re-gional firmados por los gobiernos latinoamericanos.

En su actitud aislada, no ajena a las buenas intencio-nes, las políticas integracionistas de los países de laregión dadas a través de la cooperación regional y laprotección de sus débiles estructuras productivas, pre-tendían convertirse en una buena oportunidad parainiciar en unos países y acelerar en otros los procesosde industrialización y diversificación de sus economías.

Estas motivaciones, aunque eran reacción al per-manente proceso de deterioro en las relaciones deintercambio, buscaban con la integración regional asig-narle un nuevo papel a América Latina en sus relacio-nes económicas internacionales. El papel asignado alcapital multinacional en este nuevo contexto, sobre eluso de la tecnología y su renuencia a adaptarse acircunstancias que no estuvieran motivadas por supropia conveniencia (dentro de su estrategia mundialdirigida al control regional de los procesos productivosy al manejo oligopólico de sus mercados), limitaría lacobertura del proceso de integración, conduciendo elproceso de industrialización a su propio agotamiento.

En esta situación contradictoria, la propia naturale-za de clase de los gobiernos de la región ha impedidoaceptar una participación social más amplia que hu-biera incluido fuerzas radicales de naturaleza naciona-lista. Los gobiernos de turno argumentaban que elproceso integracionista no debería conducirse por sen-deros peligrosos, al cuestionarse la presencia del ca-pital norteamericano en la región, alterando las condi-ciones de equilibrio establecidas en las relaciones conlos Estados Unidos. No es casual, por tanto, que lasmedidas restrictivas al capital extranjero, aprobadasen particular por el Acuerdo de Cartagena, hayan sidodesmontadas prácticamente sin haber sido aplicadasy menos aún sin haberse convertido en bandera demovimientos sociales de cobertura regional.

18 CEPAL, "El regionalismo abierto en América Latina y el Cari-be", en Notas sobre economía y desarrollo, No. 555, enero de1994, p. 52.

ECONOMíA INTERNACIONAL

De esta forma, los fracasos presentados dentro dela estrategia integracionista no pueden considerarsesolamente como producto de una actitud voluntaristade las autoridades económicas, como suele interpre-tarse durante el último período por algunos autorescepalinos". Fueron además el resultado de un proce-so que, al asignarle un papel protagónico al Estado,generando oportunidades para una presencia más de-finida del capital nacional, limitó la cobertura del proce-so al impedir la participación de amplios sectores so-ciales (organizaciones gremiales, ONGs, movimientosculturales, instituciones académicas y agremiacionessindicales). Se negó a la región la posibilidad de con-ducir el proceso hacia una verdadera proyección so-cial y política, formando en cambio tal nudo gordianoque al deshacerse, acabaría con los principios mis-mos que dieron inicio a la integración latinoamericana.Así se observa cómo:

La desarticulación entre los Estados, las empresasy los organismos independientes fomenta que, envez de un desarrollo multicultural representativo delos países latinoamericanos, se acentúe lasegmentación y la desigualdad en los consumos, seempobrezca la producción endogena y su papel enla integración lnternaclonaf".

Si la integración latinoamericana, en su primer pe-riodo con la ALALC o posteriormente con susubregionalización, no concentró esfuerzos dirigidos ala integración social o cultural del continente, menosse puede esperar que la integración de tipo TLC lologre. Ya que la actividad económica regional en tiem-pos del libre comercio se supedita al capital trasnacionaly a la competencia, convirtiendo aspectos como lacultura, la formación de una identidad continental y lamodernización de la región en objetos maleables a losgustos del mercado y al manejo de la comunicaciónpor las grandes empresas privadas trasnacionales.

9. El Estado y la integración

El debate sobre el Estado y el mercado ha sido ob-jeto de una marcada ideologización, en especial des-pués de finalizada la Segunda Guerra Mundial, dadoslos intereses políticos en juego durante la existencia delmundo bipolar, al señalarse, dentro de la confrontaciónEste-Oeste, las fronteras entre el sistema de libre mer-cado y el de planificación dirigista y central.

América Latina, unida estrechamente a los intere-ses estadounidenses y al denominado "mundo libre"de Occidente; implementó con altibajos un modelo dedesarrollo hacia adentro, en donde el Estado actuó

19 Véase Gert Rosenthal, "Un examen crítico a treinta años deintegración en América Latina", en CEPAL, Notas sobre eco-nomía y desarrollo, No. 499, noviembre de 1990.

20 Nestor García, "Políticas multiculturales e integración por elmercado", El Espectador, Magazin Dominical, No. 590, agosto

como regulador de los procesos productivos, preocu-pándose por diferenciarlo de cualquier modelo que lopudiera relacionar con el tipo de Estado que por esaépoca existía en las sociedades "socialistas". La im-portancia adquirida por el Estado durante ese período,que lo llevó a fomentar la industrialización sustitutivade importaciones, se debió más a la incapacidad quelos países industrializados tuvieron de mantener laoferta de determinados bienes de consumo en la peri-feria del sistema, que a un propósito deliberado porparte de los países latinoamericanos, de fortalecer elEstado en detrimento de la acción libre del mercado.Su acción en América Latina, en momentos coyuntu-rales, se orientó más a la búsqueda de fuerzas econó-micas internas, capaces de satisfacer las exigenciasde una demanda ya existente que a plantear estrate-gias que contrariaran las estrategias expansionistas yde dominación de los centros industrializados.

También es cierto que el tamaño del Estado en lospaíses latinoamericanos, pese a las afirmaciones dealgunos de sus críticos y a la acción del modelosustitutivo, ha permanecido históricamente por debajodel tamaño alcanzado por el mismo en la región euro-pea. Mientras que Alemania Occidental presentaba unporcentaje de gasto público con respecto al PIS duran-te el primer lustro de los años ochentas, a un nivel quese acercaba al 30% (siendo el más bajo de Europa),Colombia escasamente superaba el 13%, y Chile, quellegaba al 30%, era el país con el más alto grado deintervención estatal en América Latina".

El distractor Estado vs. mercado, manejado hábil-mente por la retórica neoliberal durante los gobiernosde Tatcher y Reagan y tan de moda en los últimosaños, ha tenido presencia y ha afectado de maneradirecta a las sociedades postsocialistas y a las econo-mías de la región latinoamericana, más que a lospaíses industrializados.

Las sociedades postsocialistas convirtieron la tran-sición al mercado en la panacea para la solución detodos los problemas heredados por el dirigismoestatista. Los resultados han sido nefastos para elnivel de vida de la población, la seguridad social y lapropia reconversión económica. Sin caer en procesosinvolutivos, la dirección del Estado ha retornado denuevo a manos de los antiguos partidos comunistascon la intención clara de armonizar las relacionesEstado-mercado, eso sí, eludiendo la posibilidad de larestauración del mal recordado pasado.

En el marco recesivo de los años ochentas, laregión latinoamericana, como resultado de la crisis dela deuda produce un agotamiento del modelo de in-dustrialización, enmarcando las expectativas de la re-

21 de 1994, p. 20.21 Véanse las tendencias en el tamaño del Estado para los bloques

regionales en las tendencias históricas dadas durante el periodo1950-1985 en Pensamiento Iberoamericano, Madrid, vol. 1, Nos.22/23, julio 1992-junio 1993, Anexo Gráfico, pp. 49-51. 99

gión a las soluciones planteadas en las recetas delFondo Monetario Internacional y los organismos decrédito internacional. Sin entrar a negar las actitudesnocivas que llevaron al proteccionismo a distorsionarla competitividad y a desviar las subvenciones dirigi-das al gasto social; los cambios en la situación políticamundial y el momento de crisis durante los años ochen-tas en la región latinoamericana, llevaron a la condenadel modelo existente, en donde el chivo expiatoriosería el intervencionismo estatal y la solución a losmales, la construcción de una economía abierta inser-tada en los mercados mundiales.

No obstante, las modificaciones que durante elúltimo decenio se han presentado en las relacioneseconómicas internacionales se sustentan en una do-ble tendencia caracterizada en primer lugar, por lanegativa de los países industrializados a eliminar losinstrumentos proteccionistas de profuso manejo, apli-cados a industrias y sectores de desarrollo retardadoo no competitivo. En los países de la OCDE, los subsi-dios agrícolas otorgados al productor para el año 1990alcanzaron la suma de US$ 175.540 millones,obteniéndose algunos éxitos relativos para el comer-cio mundial de alimentos en el último acuerdo de laRonda Uruguay del GATT, que sin embargo no conlle-va una desaparición del subsidio agrícola que traigabeneficios tangibles a la agricultura periférica. Y ensegundo lugar, bajo la óptica neoliberal, por la elimina-ción de las restricciones arancelarias entre paísessupuestamente homogéneos, por la apertura de mer-cados y por procesos de desregulación económica.

Esta situación vivida en América Latina a través delas reformas económicas durante el último periodo,

tiene como telón de fondo las actitudes en contra dellibre comercio, asumidas por los bloques económicosregionales que han disminuido las posibilidadesexportadoras de las economías más débiles. Si agre-gamos a esto el costo social, ensañado de manerabrutal en los sectores marginales, y los efectos negati-vos que ha traído la redistribución del ingreso al con-centrarse la riqueza social en cada vez menos manos,podemos explicarnos los dramáticos sucesos deChiapas y últimamente los acaecidos en las regionesindígenas del Ecuador, que abren posibilidades en unfuturo próximo para el retorno al poder de gobiernosde corte popular y progresista.

El Estado latinoamericano se ha mostrado incapazde acortar distancias con el centro industrializado ysólo ha acentuado sus tendencias a la burocratizacióny el despilfarro. Ha sido inferior a su época al noimplementar una estrategia de integración que hubie-ra creado las bases para un mercado común, al noimpulsar proyectos comunes de desarrollo y finalmen-te al no establecer los criterios necesarios para alcan-zar acuerdos cambiarios estables. Al contrario, su sub-ordinación al capital lo ha llevado en periodos de crisiso bancarrotas a asumir sus pérdidas, y en épocas debonanza a subsidiarlo.

Ante la complacencia regional del Estado y losnuevos vientos del mercado, el neoliberalismo econó-mico lo que ha logrado es la agudización de las tensio-nes sociales, dadas sus actitudes tecnocráticas queven al crecimiento como su meta prioritaria, olvidandoque los productores son ante todo seres humanos y nosimples consumidores adscritos como sujetos econó-micos a un mercado frío y calculador.

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