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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 8 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

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    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

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    Diego Ruiz

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    LIBRO OCTAVO.

    URANIA.

    Resea de la armada griega reunida en Artemi-sio, donde es atacada por la de Jerges, y despus dedos combates se retira hacia Salamina. -Conducenlos Tesalos a los Persas contra la Fcida: origen delas reyertas entre los Tesalos, y Focenses. -AvanzaJerges dividiendo su ejrcito, pero la columna quedeba saquear a Delfos huye a vista de los prodigiosque le suceden. -Los Atenienses abandonan su ciu-dad, embarcndose para Salamina: aumento de laescuadra griega. -Jerges se apodera de Atenas y suciudadela, incendindola. -Temstocles persuade alos Griegos a dar batalla en Salamina. -Convoca Jer-ges a los jefes de marina para or su dictamen, yArtemisa se opone a que se ataque a los Griegos.

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    -Las tropas coligadas del Peloponeso fortifican elistmo contra el cual se dirige el ejrcito Persa, y losde la escuadra se empean en abandonar a Salami-na: proyecto que combate Temstocles. Astucia deste para obligar a los Griegos a pelear en Salamina:descripcin de aquella batalla naval. -Temor de Jer-ges y su retirada a Persia, dejando a Mardonio contrescientos mil hombres. -Poltica de Temstocles.-Alejandro de Macedonia es enviado por Mardoniode embajador a los Atenienses para atraerlos a sualianza, que rehsan ellos.

    De este modo, pues, dicen que pasaron losacontecimientos; por lo que mira a la armada de losGriegos, iban en ella los siguientes: los Ateniensessuministraban 127 naves1, a cuyo armamento con-curran con ellos los de Platea, quienes, bien querudos e ignorantes en la nutica, por su valor y brose mostraban prontos a embarcarse. Los Corintiosdaban 40 naves; los Megarenses 20, y los de Clcidearmaban otras 20, que los Atenienses les habanprestado; contribuan con 48 los Eginetas; con 12

    1 Anda aqu el autor algo corto en el nmero, si bien en elcap. 44 sube hasta 180 las naves de Atenas. Diodoro les da elnmero cabal de 200 naves.

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    los Sicionios; con 10 los Lacedemonios; con ocholos Epidaurios; los de Eretria con siete; con dos losde Stira, y los de Ceo2 con dos naves y dos pente-conteros; los Locros Opuncios haban venido conotros siete penteconteros o galeotas de socorro.

    II. Estos eran los que militaban en la armada quese hallaba en Artemisio. Dije ya con cuntas naveshabla all concurrido cada una de las ciudades enparticular; aado ahora que el nmero total de gale-ras recogidas en Artemisio, sin contar las galeotas,suba a 271. El almirante general, a quien todosobedecan, era Euribiades, hijo de Euriclides, nom-brado por los Espartanos; y la causa de nombrarlehaba sido porque los confederados haban protes-tado que si un Lacon no les mandaba, antes quemilitar a las rdenes de los generales Atenienses, sedeshara la armada que estaba a punto de reunirse.

    III. Naci dicha protesta del rumor que corra yaal principio, aun antes de que pasasen a Sicilia losembajadores encargados de atraerla a la comnalianza, de que sera menester confiar el mando dela marina a los Atenienses. Viendo stos la oposi-cin declarada de los confederados, cedieron de supretensin, por el gran deseo que tenan de que 2 Los de la isla al presente Cea.

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    quedase salva la Grecia, persuadidos de que iba sinduda a perecer si se divida en bandos sobre elmando: justa reflexin, siendo una sedicin doms-tica tanto peor que una guerra concorde, cuanto espeor la guerra que la paz. Gobernados, pues, poreste principio, no quisieron porfiar por el mando,antes prefirieron cederlo por s mismos hasta tantoque viesen que los aliados necesitaban mucho desus fuerzas; designio de que dieron buenas muestrasms adelante, porque echado y rebatido el Persa,cuando se trataba ya de volverle la guerra all en sumisma casa, valindose de las violentas insolencias,de Pausanias como de pretexto, despojaron del im-perio a los Lacedemonios, cosa que Pas despusde las que aqu referimos.

    IV. Sucedi entonces a los Griegos de la armadaque se haban apostado en Artemisio, que comoviesen tantas naves juntas en Afetas, y que todoherva en tropas, cosa que les sorprendi por pare-cerles que las fuerzas de los brbaros suban depunto mucho ms de lo que se haban imaginado,posedos de miedo trataban de huir del cabo, o irsea refugiar en lo ms interior de la Grecia. Penetradoeste designio por los naturales de Eubea, suplicarona Euribiades tuviese a bien de quedarse all un poco,

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    hasta que ellos tuviesen tiempo para poner en salvoa sus hijos y domsticos; y como no viniese en elloEuribiades, pasaron a negociar con el comandantede Atenas Temstocles, con quien pactaron darle 30talentos, con tal que apostados los Griegos delantede Eubea diesen all la batalla naval.

    V. He aqu el artificio de que se vali Temsto-cles para retener all a los Griegos. De los 30 talen-tos mencionados dio cinco a Euribiades, como quese los regalaba de su bolsillo. Ganado ya y persuadi-do el general con estas ddivas, quedaba aun porconquistar Adimanto, hijo de Ocito y jefe de losCorintios, que era el nico que le resista, empeadoen querer hacerse a la vela y desamparar a Artemi-sio. Encarse Temstocles con l, y echando un ju-ramento, hablle as: -Por los dioses, que t no hasde dejarnos; yo te prometo darte tanto dinero y aunms del que te diera el mismo rey de los Medos a finde que desamparases a tus aliados. Y no bien acabde decir esto, cuando envi a la nave de Adimantotres talentos de plata. Quebrantados, pues, stoscon aquellas ddivas, mudaron de resolucin, y lsatisfizo el deseo de los de Eubea, granjeando paras, sin que nadie lo notase, lo restante del dinero,con tal disimulo, que los mismos con quienes haba

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    repartido aquella cantidad estaban credos de que lehaba venido de Atenas, destinada para aquel efecto.

    VI. Logrse por este medio que se quedasen enEubea y entrasen en combate las naves griegas, loque se verific del siguiente modo: Despus que losbrbaros llegados a Afetas vieron por sus mismosojos al hacerse de da lo que ya antes haban odo,que unas pocas naves griegas estaban apostadas cer-ca de Artemisio, tenan mucho deseo de dar sobreellas a ver si podran apresarlas. Pero con todo noles pareci embestirlas de frente, por el recelo deque los Griegos, si los vean ir contra ellos, no echa-sen a huir y la noche les librase despus de sus ma-nos, como sin duda hubiera sucedido, y tambinporque, segn ellos decan, el golpe deba ser tal,que ni uno solo se les escapase para dar noticia a losenemigos3.

    VII. Bajo este supuesto, tomaron as las medidas.Escogieron 200 naves de la armada, y las enviaron, afin de que no fuesen vistas de los enemigos, pordetrs de Sciato a dar la vuelta de Eubea, queriendo 3 El original dice con ms fuerza: ni aun el ministro del fue-go, aludiendo al uso antiguo entre los Griegos de que unministro sagrado coronado de laurel y con una hacha en lamano precediese a las filas; persona santa a quien sola per-donarse en la accin.

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    que por delante de Cafarea4 y por cerca de Gerestonavegasen hacia el Euripo. El designio que tenanera el coger en medio y cerrar a los Griegos, llegan-do por aquella parte las 200 naves que les cortasenel paso para la retirada, y embistiendo las dems dela armada por la parte contraria. Tomada esta reso-lucin, hicieron partir a las naves ms ligeras desti-nadas ha hacer aquel rodeo: las dems no tenannimo de acometer aquel da a los Griegos, ni dehacerlo absolutamente hasta que las que daban lavuelta les hiciesen seal de que ya se acercaban.Entretanto, pues, que iban a hacer su giro las 200naves, pasaban revista los brbaros, y contaban lasque restaban en Afetas.

    VIII. Mientras que se haca aquella resea de laarmada, hallndose en el campo cierto Scilias, Scio-neo5, el mejor buzo que entonces se conoca (comolo mostr bien en el naufragio sucedido en las cos-tas de Pelio, en que sacando salvas del profundograndes riquezas para los Persas, supo para s acu-mular tambin muchas); hallndose, repito, resueltode muchos das atrs a pasarse a los Griegos sin ha- 4 Cabo oriental de Negroponto, al presente Cabo de Oro.

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    ber podido hallar modo de hacerlo aprovechse,entonces de la ocasin de la resea. De qu maneradesde all se pasase a los Griegos, confieso que noacabo de entenderlo, y mucho me maravillara de loque se dice sobre la habilidad del buen buzo, si lotuviera por verdadero; pues corre la voz de queechndose al mar, y partindose de Efetas, no parhasta llegar a Artemisio, pasando bajo del agua, co-mo si nada fuera, 80 estadios de mar. Mil maravillasms son las que se cuentan de aquel hombre, queparte son muy parecidas a la fbula, parte quiz se-rn verdaderas. Mi voto acerca de este punto no esotro sino que llegara en algn barco a Artemisio.Lo cierto es que, llegado all, dio cuenta a los gene-rales griegos del naufragio padecido y de las navesdestinadas a dar la vuelta a Eubea.

    IX. Habida la noticia, entraron en consejo losGriegos sobre el caso, y entre muchos pareceres queall se dieron, tvose por el mejor el de quedarsefirmes en el puesto todo a