LOS NIÑOS PREPARAMOS LA PASCUA GUÍA … al niños y lo preparan para su vida adulta. También en...

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LOS NIÑOS PREPARAMOS LA PASCUA GUÍA DIDÁCTICA

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LOS NIÑOS PREPARAMOS LA PASCUA

GUÍA DIDÁCTICA

OBJETIVOS - Ayudar a los niños y niñas a vivir el tiempo de Cuaresma como un tiempo de gracia y de pre-paración para la celebración gozosa de la Resurrección de Jesús. - Dar a conocer el contenido de cada celebración dominical de la Cuaresma, siguiendo el itine-rario general de la Vicaría de Evangelización para este tiempo. - Preparar una vivencia más intensa de la Eucaristía dominical durante la Cuaresma. - Potenciar la oración en el tiempo cuaresmal. ESTRUCTURA DEL MATERIAL El material de Cuaresma se compone de dos láminas para cada niño que contiene los elementos que se van trabajando semanalmente. La primera lámina es un ladrillo a modo de caja para que, una vez construido, los niños van intro-duciendo cada semana la tarjeta que van preparando. El material se puede fotocopiar y repartirlo a los niños. Se encuentra en color, pero se puede trabajar igual aunque se fotocopie en blanco y negro. METODOLOGÍA 1. Cada niño debe tener su recortable en el que irá realizando las actividades. Puede utilizarse en el aula escolar o en la catequesis de infancia. 2. Las actividades están pensadas para ser trabajadas previamente a la Eucaristía dominical, por lo que el trabajo con los niños debe realizarse en la semana anterior al domingo correspondiente. 3. La secuencia de trabajo que planteamos es la siguiente: - Construir el ladrillo-caja para poner las tarjetas (al principio). - Lectura del texto del evangelio de la Misa del domingo. - Comentario del mismo y explicación a los niños. - Realizar la actividad del la tarjeta. - Escribir la oración en el reverso de la tarjeta. - Guardar la tarjeta en el ladrillo-caja.

SOMOS OBRA SUYA

Orientaciones para el uso del Material

SU OBRA ES... FORTALECERNOS

"Jesús ayuna durante cuarenta días y es tentado"

DOMINGO I

1-marzo

EVANGELIO DEL DOMINGO (Mc 1,12-15) En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los

ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: -Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

CONOCE LA PALABRA La lectura del evangelio de hoy es profundamente reconfortante pa-ra el cristiano. Contemplamos a Cristo, el Señor, sometiéndose a la experiencia humana de la tentación. También el Señor quiso pade-cer la tentación, lo apetecible que aparece ante los ojos de los hom-

bres el pecado y el egoísmo; y venció. El Señor vence en la prueba y nos muestra a los creyentes que la tentación no es inevitable. Que en la lucha contra el pecado, el hombre, con la ayuda de Dios, pue-de salir victorioso. Con la ayuda de Dios. Esto es, con la fuerza espiritual que el Señor nos da a través del don de la con-versión. Él nos hace fuertes ante la tentación de una vida alejada de Dios y lo cumple, llamándonos a acoger este regalo en nuestra vida. La conversión es el encuentro entre dos voluntades: la de Dios que me ofrece el perdón y la del hombre que lo acoge y pone todo su empeño en seguir a Cristo. Por eso, el mensaje cuaresmal de Cristo, casi un grito, es: “Convertíos y creed la Buena Noticia”. Convertíos, cambiad de vida, aban-donad el pecado y creed y confiad en mí. Se puede. Aunque a veces nos parezca que no. Que no avanzamos en nuestro camino hacia Cristo. Se puede cambiar, se puede luchar contra el pecado y se puede confiar cada día más en el Señor a través de la fe, la esperanza y la caridad. Su obra, la de Dios, es hacer posible lo que al hombre le pa-rece imposible. Se puede. Él lo puede en nosotros. No dudemos en esforzarnos cada día en colabo-rar, con nuestras palabras y acciones, en esta obra grande de Dios en nosotros. TARJETA SEMANAL En la parte izquierda de la tarjeta encontramos al niño y, rodeándolo, los buenos hábitos que lo hacen fuerte y saludable: cepillarse los dientes, comer sano, hacer deporte y estudiar. Estas cosas

fortalecen al niños y lo preparan para su vida adulta. También en el camino de la fe Jesús nos forta-lece. Lo hace a través de su Palabra, de la Eucaristía, los sacramentos, ... En la cuestión hay que indi-car cómo Jesús nos hace fuertes en la fe. La respuesta: oración, Eucaristía, perdón, ejemplo de los pa-dres y maestros, escuchar la Palabra, ejemplo de Jesús,... En el reverso, los niños escriben una oración pidiendo a Jesús que los haga fuertes para vivir la vida cristiana cada día con más alegría.

EVANGELIO DEL DOMINGO (Mc 9, 1-9) En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña

alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún ba-tanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. En-tonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: -Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: -Este es mi Hijo amado; escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

CONOCE LA PALABRA En el momento oportuno en su camino hacia la culminación de su entrega por nosotros, el Señor de-cide subir a una montaña alta acompañado por tres de sus apóstoles y, delante de ellos, mostrarles su gloria. Los apóstoles pudieron experimentar el misterio de la encarnación, puesto que, a través de la carne transfigurada de Cristo descubrieron al mismo Hijo de Dios. La experiencia de la transfiguración fue tan potente que Pedro, Santiago y Juan casi no saben lo que hacer. Quedan estupefactos y no sabían ni lo que decían. Sin embargo, era necesario que contempla-ran la gloria de Dios, que su confianza inicial en Jesús se fortaleciera con la luz deslumbrante del mismo Dios.

SU OBRA ES... ILUMINARNOS

"Éste es mi Hijo amado. Escuchadlo"

DOMINGO II

8-marzo

La proclamación de la Buena Noticia por parte de Cristo iba a tener consecuencias muy desagrada-bles para el mismo Jesús y sus apóstoles. El Señor sería rechazado, maltratado y condenado injusta-mente a muerte. Su pasión y su cruz comienzan a vislumbrarse en el horizonte. Ante el peligro de que la fe incipiente de los discípulos se tambaleara ante los sucesos que habrían de desarrollarse, decide mostrarles su gloria e infundirles certeza ante el futuro.

La vida cristiana es un camino no exento de dificultades. El camino del Señor es, en primer lugar, exigente. Recordemos como Dios pide a Abraham una entrega total e incondicional: “Toma a tu hijo único, a Isaac”. Al pedirle el sacrificio de su hijo, Dios exige de Abraham una total confianza en sus designios. La exigencias de nuestra fe nos pueden parecer excesivas y podemos sentir la tentación de rebajar su fuerza en nosotros. La obra de Cristo es iluminarnos con su Palabra para que descubramos que amarle y seguirle es con mucho lo mejor que podemos hacer en nuestra vida. Que hemos escogido el camino mejor, el co-rrecto, el acertado. El Señor ilumina nuestra fe para mostrarnos la verdad acerca de Él mismo, del propio ser humano y pone en nuestro corazón el deseo de acoger cada vez con más intensidad el camino que nos propone. El creyente, además, experimenta en muchas ocasiones momentos de oscuridad en el camino de la fe. El sufrimiento, la enfermedad, la muerte de seres queridos, las contrariedades de la propia vida hacen cuestionar nuestra confianza en Dios e, incluso, su propia existencia o preocupación por noso-tros. Y he aquí como la obra de Cristo es iluminarnos con la certeza de que Él está siempre a nuestro lado, acompañándonos, guiándonos y, sobre todo, dando sentido a nuestra vida, una vida que nace de Dios como regalo y se encamina hacia Él como meta. Es la experiencia de Pablo que nos transmi-te en la lectura de hoy: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” En la Eucaristía, memorial del sacrificio de Cristo, el mismo Señor nos ilumina, no sólo con su Pala-bra, sino también con su propia entrega. La celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús convierte la Misa en un nuevo monte donde los cristianos ascendemos cada domingo para contem-plar la gloria de Dios. Una gloria que es entrega, que es amor, que es perdón, que es piedad y que es luz para conducirnos cada día en el camino de la vida siguiendo los pasos del Maestro. TARJETA SEMANAL En la primera parte de la tarjeta nos encontramos al niño en camino hacia la meta. Para orientarse tiene una brújula, una lámpara y una linterna. Usándolos puede llegar sin dificultad a la meta que se propone. A continuación aparece un camino que lleva hacia Jesús. En ese camino Jesús nos conduce y nos ilu-mina para que no nos perdamos y lleguemos a él. Los “instrumentos” para alcanzar la meta que es Cristo son la oración, la fe, la Palabra. Hay muchos más. Se pueden recordar y leer todos juntos la frase: “Jesús me da su luz para seguir su camino”. En el reverso, los niños escriben una oración pidiendo a Jesús que los ayude a seguir el camino de la vida cristiana.

SU OBRA ES... LIMPIARNOS

"No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre"

DOMINGO III

15-marzo

EVANGELIO DEL DOMINGO (Jn 2,13-25 )

En aquel tiempo se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ove-jas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cam-bistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: -Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "el celo de tu casa me devora". Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: -¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó: -Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: -Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

CONOCE LA PALABRA

El amor misericordioso de Dios hacia el ser humano se ha expresado de múltiples maneras a lo lar-go de la historia de la salvación. Las obras del Señor nos han mostrado la preocupación, la solicitud del Padre por sus criaturas predilectas, las únicas creadas a su imagen y semejanza. Expresión de esta solicitud por el hombre, Dios nos comunicó a través de la alianza del Sinaí los diez mandamien-tos, diez palabras que son diez caminos para que el hombre sea verdaderamente humano. Los man-damientos, que todos aprendimos de pequeños en la catequesis, son expresión de lo que Dios quiere que sea el hombre. Es verdad que están escritos en forma de prohibiciones, pero podemos darles la vuelta y desarrollarlos en positivo: Dios será el centro de tu vida, le respetarás, a Él y tus padres. Serás generoso, darás vida, dirás verdad, serás honrado. Jesús, con su buena noticia, lleva a plenitud los mandamientos de la antigua alianza dándoles su versión definitiva: Amaos unos a otros como yo os he amado. En el amor al estilo de Cristo encuentra la plenitud la vida del creyente. Cada uno de nosotros, desde el día de nuestro Bautismo, fuimos constituidos templos del Espíritu Santo. El don de Dios habita en nosotros y nos va conduciendo y guiando por el camino de la vida para que, siguiendo sus inspiraciones, lleguemos a la meta de la vida eterna.

Pero hemos de reconocer que al templo de nuestra vida le ocurre lo que al templo de Jerusalén: se nos llena de actitudes, de palabras, de acciones, que no hablan precisamente de Dios, sino más bien al contrario, del poder del pecado en nuestro interior. Necesitamos, pues, la presencia de Cristo que expulse de nosotros todo aquello indigno de una vida de discípulos; que limpie nuestra vida por medio de su perdón para que la casa de Dios, que somos cada uno de nosotros, sea verdaderamente la casa del Padre desde la que se difunda el buen aroma de Cristo. La obra de Cristo en nosotros es limpiarnos del pecado y todos debemos acoger ese perdón y transformarlo en fidelidad para que la vestidura blanca del bautismo llegue sin mancha hasta la vida eterna. La purificación del templo nos dispone también a contemplar la palabra del Señor: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”. Se refería al templo de su cuerpo, nos observa el evangelista. San Pablo nos recuerda que el cuerpo de Cristo es la Iglesia, que tiene al propio Señor como cabeza. Así, pues, con su sacrificio en la cruz, Cristo ha construido un nuevo templo, la Iglesia, llamada a mani-festar a toda la humanidad el amor de Dios, a ser signo de la unidad de todo el género humano y a avanzar con sus palabras y acciones el Reino de Dios. Hemos de cuidar entre todos de la construc-ción del templo común que es la Iglesia, comunidad de los creyentes. Que no se nos adhiera, por descuido o negligencia, nada que sea indigno del evangelio que hemos recibido. Que la vida de los creyentes sea expresión nítida de Dios que es amor. TARJETA SEMANAL Cuando venimos del colegio o de hacer deporte, estamos sucios a causa del sudor, la tierra. Necesi-tamos lavar nuestro cuerpo para que este sano y, a la vez, los demás estén a gusto con nosotros. El pecado se nos cuela en el corazón cuando somos egoístas y pensamos en nosotros antes que en los demás. Para limpiarnos del pecado Jesús nos ha dado el Bautismo. En él, Dios nos perdonó el pecado y nos hizo hijos suyos. El agua, la cruz, el crisma y la vela encendida son signos que nos ayu-dan a entender como Dios ha limpiado nuestro interior para hacernos discípulos suyos y miembros de su templo, que es la Iglesia. En el reverso de la tarjeta los niños hacen una oración de acción de gracias por el regalo del Bautis-mo que los hizo cristianos.

EVANGELIO DEL DOMINGO (Jn 3,14-21)

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: -Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desiertos así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mun-do, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está con-denado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran

malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

CONOCE LA PALABRA De todas las desgracias que le sucedieron al pueblo de Israel, ninguna es comparable a lo que supu-so la destrucción de Jerusalén y el destierro de sus habitantes a una tierra extranjera. La experiencia del destierro fue muy dolorosa para Israel, sobre todo, porque Israel entendía que eso le estaba suce-diendo porque se había apartado de Dios, porque no había querido ser fi el a la alianza. Apartándo-se del que es la bendición, sólo encontró desgracia y pesar. Pero el Señor no dejó abandonado a su pueblo. Él es fi el, y suscitó en Ciro, rey de Persia, la volun-tad de hacer volver al pueblo de Israel a su tierra y reconstruir todo aquello que había sido destrui-do. Israel experimenta de nuevo el atravesar el desierto hacia la tierra prometida. Como ocurrió al salir de Egipto, Israel marcha con la certeza de que Dios está a su lado, de que todo lo que le está pa-sando es obra de Dios y, por tanto, un regalo, una gracia. Este amor providente de Dios a su pueblo llega a plenitud en Cristo. Él nos muestra cómo es ese amor de Dios y cómo quiere compartirlo, ya no con un pueblo o raza concreta, sino con toda la humanidad entera. Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo. La presencia de Jesús es el signo central de ese amor de Dios. Cristo ha venido al mundo enviado por Dios, no a cualquier cosa, sino a cumplir una misión concreta. El propio Señor nos indica cuál es esa misión. En primer lugar, no es una misión de condena, de rechazo de parte de Dios. Aquellos que se apartan de Dios reciben una condena no en tanto que Dios se la impone, sino en el sentido en que lo experimentaba Israel: lejos

SU OBRA ES... RESTAURARNOS

"Todo el que cree en Él tiene vida eterna"

DOMINGO IV

22-mar

de Dios no hay vida. No es que al hombre se le quite la salvación, es que se sitúa lo suficientemente lejos como para que no le alcance. La misión de Cristo es que todos nos salvemos por él. Una salva-ción que supone una entrega. El Señor será elevado sobre los hombres para, al igual que la serpiente de bronce, curar a la humanidad entera del poder del pecado.

Él nos restaura, nos da una vida nueva, su misma vida. Y esa entrega se convierte en luz que nos cambia, que nos permite obrar de un modo nuevo. Un aparato viejo y estropeado es incapaz de fun-cionar. Cuando se arregla, vuelve a realizar aquello para lo que estaba pensado. La obra de Cristo es restaurar a la humanidad entera con su pasión, muerte y resurrección. Restaurados por Cristo sere-mos capaces, con la ayuda de su Espíritu, de realizar las obras de la luz, las mismas obras del Señor y alcanzaremos nuestra verdad definitiva: ser hombres a la medida de Cristo, el hombre perfecto. TARJETA SEMANAL En la tarjeta semanal se ha dibujado a un obrero trabajando en la construcción. Subido a una escale-ra está poniendo ladrillos. Habría que explicar a los niños cómo, cuando un edificio se estropea, vie-nen obreros a restaurarlo para que quede igual de bonito que cuando se construyó. El Señor nos perdona el pecado en el Bautismo. Pero muchas veces, en vez de seguir el camino de Jesús preferimos vivir desde el pecado y el egoísmo. Para volver a ser amigos de Jesús necesitamos que Él nos “restaure”. Lo hace por medio del sacramento de la Penitencia. En los bocadillos habría que poner los cinco partes del sacramento: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión de los pecados, cumplir la penitencia. En la parte de atrás de la tarjeta los niños escriben una oración de petición de perdón.

EVANGELIO DEL DOMINGO (Jn 12,20-33)

En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: -Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírse-lo a Jesús. Jesús les contestó: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, que-da infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mis-mo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el

Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo. La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: -Esta voz no ha venido por mi, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a to-dos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

CONOCER LA PALABRA Los profetas hablaban de parte de Dios al pueblo de Israel. Su mensaje estaba lleno de denuncias acerca del comportamiento injusto del pueblo elegido resaltando las consecuencias negativas de es-tos actos para él. Poco a poco, los profetas van profundizando en estas infidelidades y llegan a afir-mar que la alianza entre Dios y el pueblo ha quedado dañada de modo irreversible. El profeta Jeremías, ante la imposibilidad de dar nuevo brío a la antigua alianza, realiza de parte de Dios un anuncio bien importante: Dios quiere hacer una alianza nueva, quiere hacer un pacto nuevo con la humanidad. Esta alianza se caracterizará porque Dios va a escribir su ley en los corazones de los hombres, todos le conocerán y el pecado del pueblo será perdonado.

Cristo es el centro de la nueva alianza. Él la va a realizar cumpliendo la voluntad de Dios su Padre. En primer lugar, el Señor va a dar a conocer a Dios de un modo nuevo. Llevará a plenitud el conoci-

SU OBRA ES... ATRAERNOS

"Atraeré a todos hacia mí"

DOMINGO V

29-mar

miento de Dios del testamento antiguo y nos presentará la potencia del amor de Dios por la huma-nidad. Asimismo, perdonará el pecado del pueblo, anunciando la misericordia de Dios y realizán-dola, de modo especial, en las curaciones. Finalmente, escribirá su ley en el corazón de los hombres, una ley de amor fraterno que nos hace a todos prójimos. En el misterio de la cruz, Cristo realiza la obra de la redención de todo el género humano. “Cuando yo sea elevado, atraeré a todos hacia mí”. La obra de Cristo es atraernos, conducirnos hacia él y, a través de él, llevarnos al Padre.

Esta obra de atracción de Cristo se realiza, en primer lugar por su palabra, por su mensaje. El evan-gelio de Jesús nos invita a contemplar a Dios y al propio hombre de un modo nuevo. Esta nueva ma-nera de comprender la realidad ha atraído y atrae a millones de hombres y mujeres que, guiados por la palabra del Señor, viven el camino de la vida cristiana con fidelidad. Además, en Cristo encontramos a aquel que no sólo “dice” salvación, sino que él mismo “obra” la propia salvación. El Señor, con su muerte y resurrección nos da ejemplo de entrega y de amor extre-mo. Es ese amor el que da fruto: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.” El cre-yente se siente atraído por Cristo, por su palabra y ejemplo. Comprende la sabiduría de Dios y la bondad de sus mandatos. Es la obra del Espíritu Santo en nosotros. El discípulo está llamado a con-tinuar la obra del Señor, a ponerse a su servicio siguiendo la dinámica del perder-ganar. Es verdad que, a ojos del mundo, muchos de los valores cristianos pueden parecer pérdida, pero para quien ha alcanzado el conocimiento del amor de Dios, sabe que sólo perdiendo eso que el mundo considera valioso, podrá alcanzar la plenitud del amor de Dios en Cristo Jesús. TARJETA SEMANAL En la parte izquierda de la tarjeta se han dibujado cosas que atraen mucho a los niños: caramelos, dulces, balón, móvil. Del mismo modo que están cosas nos atraen, también Jesús quiere atraernos hacia Él para que lo conozcamos y le amemos más cada día. Se han puesto rodeando a Jesús y a los niños una serie de citas de los evangelios. Se pueden leer en el aula y comentarlas con ellos. En el reverso de la tarjeta los niños escriben una oración dando gracias a Jesús por el don de su amistad.

Al finalizar el itinerario de la Cuaresma, y como preparación para la vivencia más inmediata de la Semana Santa y la Pascua, Puede leerse el texto evangélico de la resurrección de Jesús e invitar a los niños a celebrar el Triduo Pascual. El trabajo puede finalizarse cantando todos juntos un canto de Pascua. EVANGELIO DE PASCUA (Mc 16,1-7) Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro.

Y se decían unas a otras: -"¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: -"No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo."

Arzobispado de Valencia - Vicaría de Evangelización Comisión diocesana para la Infancia y la Juventud

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ÉL VA POR DELANTE

“No está aquí. Ha resucitado”

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