Los Nacionalismos Construyen Naciones

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LOS NACIONALISMOS CONSTRUYEN NACIONES, NO AL REVÉS (ERIC HOBSBAWM, 1917-2012) En pocas palabras, a efectos de análisis, el nacionalismo antecede a las naciones. Las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revés. Ayer fallecía uno de los más prominentes historiadores del siglo XX, Eric Hobsbawm (1917-2012), y al hilo de lo que está ocurriendo estos días en Cataluña he pensado hacerle un breve homenaje rememorando algunas de sus ideas sobre el nacionalismo. Judío marxista nacido en el Egipto británico, criado en Viena y Berlín, y emigrado a Londres cuando Hitler llegó al poder en 1933, Hobsbawm se convirtió en uno de los analistas más perspicaces y polémicos sobre el fenómeno del nacionalismo, heredero intelectual de un tiempo en el que el nacionalismo y el marxismo todavía eran enemigos acérrimos. Y sus ideas tanto del pasado como del futuro pueden ayudarnos a reflexionar sobre lo que está ocurriendo ahora mismo en España. En una de sus obras más conocidas, Naciones y nacionalismos desde 1870 , Hobsbawm comenzaba con la sencilla pero polémica idea de que las naciones no son reales más que como parte de una interpretación histórica. Lo verdaderamente tangible son las personas y los estados, así como los movimientos e ideologías nacionalistas que buscan cambiarlos con tanto ahínco: al igual que [Ernest] Gellner , yo recalcaría el elemento de artefacto, invención e ingeniería social que interviene en la construcción de naciones. «Las naciones como medio natural, otorgado por Dios, de clasificar a los hombres, como inherente … destino político, son un mito; el nacionalismo, que a veces toma culturas que ya existen y las transforma en naciones, a veces las inventa, y a menudo las destruye: eso es realidad». Como buen marxista, Hobsbawm estaba convencido de que las naciones no podían entenderse sólo “desde arriba”, es decir, desde la perspectiva de los líderes nacionalistas y los estados, sino que también tenía que analizarse “desde abajo, esto es, en términos de los supuestos, las esperanzas, las necesidades, los anhelos y los intereses de las personas normales y corrientes, que no son necesariamente nacionales y menos todavía nacionalistas.” Y este enfoque social le llevó a tres conclusiones claras. Primero, “las ideologías oficiales de los estados y los movimientos no nos dicen lo que hay en el cerebro de sus ciudadanos o partidarios, ni siquiera de los más leales”. Segundo, “no podemos dar por sentado que para la mayoría de las personas la

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LOS NACIONALISMOS CONSTRUYEN NACIONES, NO AL REVÉS (ERIC HOBSBAWM, 1917-2012)En pocas palabras, a efectos de análisis, el nacionalismo antecede a las naciones. Las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revés.

Ayer fallecía uno de los más prominentes historiadores del siglo XX, Eric Hobsbawm (1917-2012), y al hilo de lo que está ocurriendo estos días en Cataluña he pensado hacerle un breve homenaje rememorando algunas de sus ideas sobre el nacionalismo. Judío marxista nacido en el Egipto británico, criado en Viena y Berlín, y emigrado a Londres cuando Hitler llegó al poder en 1933, Hobsbawm se convirtió en uno de los analistas más perspicaces y polémicos sobre el fenómeno del nacionalismo, heredero intelectual de un tiempo en el que el nacionalismo y el marxismo todavía eran enemigos acérrimos. Y sus ideas tanto del pasado como del futuro pueden ayudarnos a reflexionar sobre lo que está ocurriendo ahora mismo en España.

En una de sus obras más conocidas, Naciones y nacionalismos desde 1870, Hobsbawm comenzaba con la sencilla pero polémica idea de que las naciones no son reales más que como parte de una interpretación histórica. Lo verdaderamente tangible son las personas y los estados, así como los movimientos e ideologías nacionalistas que buscan cambiarlos con tanto ahínco:

al igual que [Ernest] Gellner, yo recalcaría el elemento de artefacto, invención e ingeniería social que interviene en la construcción de naciones. «Las naciones como medio natural, otorgado por Dios, de clasificar a los hombres, como inherente … destino político, son un mito; el nacionalismo, que a veces toma culturas que ya existen y las transforma en naciones, a veces las inventa, y a menudo las destruye: eso es realidad».

Como buen marxista, Hobsbawm estaba convencido de que las naciones no podían entenderse sólo “desde arriba”, es decir, desde la perspectiva de los líderes nacionalistas y los estados, sino que también tenía que analizarse “desde abajo, esto es, en términos de los supuestos, las esperanzas, las necesidades, los anhelos y los intereses de las personas normales y corrientes, que no son necesariamente nacionales y menos todavía nacionalistas.” Y este enfoque social le llevó a tres conclusiones claras. Primero, “las ideologías oficiales de los estados y los movimientos no nos dicen lo que hay en el cerebro de sus ciudadanos o partidarios, ni siquiera de los más leales”. Segundo, “no podemos dar por sentado que para la mayoría de las personas la identificación nacional —cuando existe— excluye el resto de identificaciones que constituyen el ser social o es siempre superior a ellas”. Y tercero, “la identificación nacional y lo que se cree que significa implícitamente pueden cambiar y desplazarse con el tiempo, incluso en el transcurso de períodos bastantes breves”.

Si Hobsbawm pudiese seguir las noticias provenientes de España y Cataluña estos días, muy probablemente se sentiría vindicado en sus conclusiones. Cuando los líderes de CiU y ERC hablan de “los catalanes” o “el pueblo catalán” es tan

imposible para ellos como para cualquiera saber lo que en realidad se les pasa por la cabeza a los ciudadanos de a pie. Es más, estos líderes nacionalistas asumen convenientemente que para los ciudadanos catalanes lo más importante es su identidad nacionalista, y no su identidad como trabajadores o parados, como funcionarios o empresarios, como padres o hijos, como jóvenes o viejos, como españoles o europeos. Por último, el debate se plantea en términos de una nación histórica que ha intentado expresarse a sí misma en forma de instituciones políticas propias, cuando en realidad cabe preguntarse si la “nación” catalana era igual de fuerte ahora que hace treinta años, y qué papel han jugado los gobierno autonómicos de los nacionalistas catalanes en esa evolución.

Y frente a reclamaciones de todo tipo basadas en el pasado (como hizo Alfred Bosch recientemente con los Decretos de Nueva Planta), Hobsbawm estaba convencido de que el estudio de la historia y el nacionalismo como ideología personal eran irreconciliables: “El nacionalismo requiere creer demasiado en lo que es evidente que no es como se pretende”. Los líderes nacionalistas, en cambio, siempre están preparados para usar y abusar la historia que justifica sus ambiciones. En esto Hobsbawm simplemente citaba a Ernest Renan, quien escribió que

El olvido y, yo diría incluso, el error histórico son un factor esencial de la creación de una nación, y es así como el progreso de los estudios históricos es a menudo un peligro para la nacionalidad.

Por último, el nacionalismo catalán actual sería para Hobsbawm una incongruencia en estos tiempos que corren, una reliquia de una época que floreció a mediados del siglo XIX y alcanzó su cénit con la descolonización a mediados del siglo XX. Su libro Naciones y Nacionalismos concluía con la constatación de un cambio a escala global, y la convicción de que la historia del siglo XXI no podría escribirse ya en términos de naciones y nacionalismos. “Al contrario, tendrá que escribirse inevitablemente como la historia de un mundo que ya no cabe dentro de los límites de las «naciones» y los «estados-nación» tal como solían definirse, ya fuera política, económica, cultural o incluso lingüísticamente”. Esto no impide que las identidades y los nacionalismos lingüísticos sigan floreciendo, como en Cataluña, “pero basándose en el supuesto tácito de que sean los catalanes quienes se comuniquen con el resto del mundo por medio del español y el inglés, ya que pocas personas no residentes en Cataluña podrán comunicarse utilizando la lengua local”.

La asociación de estado con nación es algo del pasado, nos dijo Eric Hobsbawm; o por lo menos debería serlo en nuestro mundo cada vez más cosmopolita. Desde esta perspectiva el futuro no pasa por reducir las fronteras de España, sino por reducir las de Europa.

Los nacionalismos occidentales de fines del siglo XX, por tratarse de nacionalismos que aparecían en Estados ya plenamente desarrollados (España, Francia, Gran Bretaña, Canadá) eran, y son, inevitablemente nacionalismos esencialmente negativos, o mejor, divisivos. Para el autor, eran reacciones

defensivas frente a amenazas reales o imaginarias y afirmaciones de etnicidad e identidad, surgidas no como reacción frente a la opresión del Estado central, sino precisamente por lo contrario: por el carácter no nacional y no nacionalista del Estado occidental posterior a 1945. Las mismas regiones o nacionalidades etno-nacionalistas eran, y son, de hecho sociedades plurales; el resurgimiento del nacionalismo en ellos fue por eso ,factor de división política y aún de polarización interna. O si se quiere: el etno-nacionalismo no crea primariamente un conflicto entre una región y el Estado; genera básicamente un conflicto interno en el seno de la propia región nacionalista ; Asi ivan Surgiendo naciones, en Europa, pluri étnicas, pluri religiosas, y en la mayor parte de los casos pluri linguísticas. Eran agrupaciones de personas constituídas desde hacía siglos y reconocidas por evidencia empírica en sus lugares de origen y establecimiento habitacional; la aparición de un mosaico de pueblos, etnias, sociedades locales, minorías, etc. sea como se las denomine, que implicaba un complejo problema a resolver. La Sociedad de las Naciones tuvo entre sus principales temas la protección de estos grupos minoritarios surgidos de estos cambios, que si bien se venían produciendo en las décadas anteriores tuvieron su eclosión en las primeras dos décadas del siglo veinte. En este caso podremos ver que existen conflictos que surgieron en las últimas décadas del siglo diecinueve, explotaron en el período de la Primera Guerra Mundial y luego fueron de cierta manera "congelados" durante muchas décadas del siglo veinte. En la década del noventa han resurgido como situaciones políticas "inconclusas". Es el caso de Irlanda del Norte las rebeliones en las primeras décadas del siglo, los acuerdos de separación entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, constituirían un típico caso de "asunto pendiente" para Hobsbawm. El caso de los balcanes podría ser interpretado de la misma manera al igual que otras situaciones mundiales; así los nacionalismos, que supuestamente fueron un proceso de integración y construcción en los siglos XVIII-XIX se vuelven netamente negativos y divisivos a finales del siglo XX. Si construir naciones fue en una primera etapa sinónimo de unificar territorios, homogeneizar lenguas y culturas, hoy se relaciona con los movimientos separatistas al estilo irlandes y vasco o catalán en España.

En el caso del País Vasco, se sostiene la idea de que el nacionalismo se inició en forma paralela al fenómeno de la industrialización de la región, con la salvedad que la gran burguesía no compartía las aspiraciones separatistas que sí apoyaban determinados intelectuales y la clase trabajadora. “El nacionalismo vasco -explica- se desarrolló como reacción de “grupos minoritarios dentro de la minoría”contra los procesos de modernización y de mezcla étnica como amenaza”. Hobsbawm avanza un paso más y afirma que a diferencia del nacionalismo catalán, el vasco fue en sus orígenes netamente defensivo. El Partido Nacionalista Vasco fue fundado por Sabino Arana , un sujeto que apelaba

a conceptos de etnia o raza y le otorgaba una gran importancia al hecho de poseer apellidos vascos. Se trataba de construir y sostener, ya en terrenos políticos, la identidad vasca frente al fenómeno de la industrialización y al hecho de que los territorios vascos ya no podían constatarse como “paraísos perdidos” sino como tierras en que la inmigración comenzaba a transformarse en un fenómeno ineludible, como una sociedad en cambio. La lengua, el euskera, pasó a ser un fundamento de “identidad nacional”, ya que distingue lo autóctono de lo extranjero en forma inmediata sin necesidad de investigaciones profundas. Eric Hobsbawn afirma que la lengua no es más que un modo de distinguir entre comunidades culturales, pero no necesariamente el principal: “De hecho, la identificación mística de la nacionalidad con una especie de ida platónica de la lengua, que existe además y por encima de todas las versiones, perfectas e imperfectas, es mucho más característica de la construcción ideológica de los intelectuales nacionalistas, que de las masas que utilizan el idioma. Es un concepto literario y no un concepto existencial”.

El historiador británico explica que Arana era un “hispanófobo” que aprendió euskera ya adulto e, incluso, inventó el nombre del país, que no existía con anterioridad: “Se ha sugerido -sostiene- que el desarrollo del nacionalismo vasco llevaba unos treinta años de atraso respecto del movimiento catalán, aunque el desplazamiento ideológico del autonomismo vasco de la defensa o de la restauración de antiguos fueros feudales a un argumento lingüístico-racial fue repentino: en 1894, menos de veinte años después del fin de la Segunda Guerra Carlista, Sabino Arana fundó su Partido Nacionalista Vasco, inventando de paso el nombre vasco del país (“Euskadi”), que hasta aquel momento no existía”. La predica de Arana, continúa Hobsbawn, fue importante en los medios conservadores y católicos y en la pequeña burguesía urbana y costera, que reaccionaban contra la industrialización. Se trataba (en un período comprendido entre 1870 y 1914 al que Hobsbawn menciona como de “auge del nacionalismo”, en el que se generaban “nuevas formas de inventar comunidades“imaginadas” o incluso reales como nacionalidades”), de una postura adoptada por los grupos tradicionales que se veían amenazados por la llegada de la modernidad, por las clases y estratos nuevos que crecían velozmente en las sociedades en vías de urbanización de los países desarrollados y también, como se ha dicho, por las migraciones sin precedentes que distribuían una diáspora múltiple de pueblos por todo el planeta.

En fin Los supuestos peligros que se ciernen sobre la nacionalidad pueden incluirse en los tres factores que Hobsbawm señala como las condiciones sociales que explican el gran auge de los nacionalismos europeos entre 1870 y 1914:

1 -la resistencia de los grupos tradicionales que se veían amenazados por la embestida de la modernidad;

2- las clases y estratos nuevos y no tradicionales que crecían rapidamente en las sociedades en vías de urbanización en los países desarrollados;

3- las migraciones sin precedentes que distribuían una diáspora múltiple de pueblos por todo el globo, cada uno de ellos forastero para los nativos y otros inmigrantes, y ninguno de ellos, todavía, con los hábitos y convenciones de la coexistencia".

Bauman : “los problemas contemporáneos más siniestros y penosos pueden expresarse más precisamente por medio del termino “unsicherheit”, la palabra alemana que fusiona otras tres en español: ”incertidumbre, inseguridad y desprotección”. este problema un poderosísimo impedimento para instrumentar remedios colectivos" ; Una sociedad que no garantiza trabajo, estabilidad, educación, futuro a una fracción importante de sus pobladores es insegura. También lo es aquella que se caracteriza por la volatilidad de las relaciones laborales, la falta de lazos solidarios, de sistemas previsionales y de salud abarcantes. La vasta sensación de inseguridad que agobia a cualquiera que habite ese tipo de sociedad suele, por un explicable fenómeno de psicología de masas, condensarse en el temor por la inseguridad urbana , todos estos factores negativos facilitan el despertar de grupos minoristas marginales como los anti-globalización actuales o anti-industrialización como ocurrio a fines del siglo XX con el ya mencionado Pais Vasco.

Zygmunt Bauman sostiene que “entre los 4.500 millones de habitantes de los países en vías de desarrollo, 3 de cada 5 no tienen acceso a infraestructuras básicas; 1/3 no tiene acceso al agua potable, ¼ no tienen vivienda que merezca ese nombre, 1/5 carece de servicios sanitarios .En 70 u 80 de los 100 países en desarrollo, el ingreso medio per cápita de la población es actualmente inferior al de hace 10 e incluso 30 años atrás: 120 millones de personas viven con menos de un dólar por día. Por otra parte, los tres hombres más ricos del globo tienen un patrimonio privado mayor que la suma de los productos nacionales de los 48 países más pobres”.

Concluye Bauman que sacar a los pobres de su pobreza no es tan sólo un asunto de

caridad, conciencia y deber ético, sino una condición indispensable (aunque meramente

preliminar) para reconstruir una república de ciudadanos libres a partir de la tierra baldía del

mercado global”. Ese desigual reparto mundial de la riqueza, en un contexto tan globalizado, alienta los procesos migratorios que ansían esperanza y porvenir

Por otro lado Bauman analiza una serie de movilizaciones ocurridas en tres ciudades de Inglaterra, desatadas por la posible presencia de un pedófilo, apellidado Cooke. Miles de personas comunes, sin tradición política previa, poblaron las calles. Bauman concluye que esas marchas son como marchas, mitines, asambleas, experiencias colectivas que personas sin lazos colectivos jamás celebraron. Y explica que unirse contra Cooke, un enemigo común de plena maldad, es un modo de enfrentar a las desdichas de cada uno. Desdichas que “no están sincronizadas. La catástrofe llama a cada puerta, selectivamente, en diferentes días, en diferentes horas”. Nada de lo antedicho implica que no exista la inseguridad urbana, el delito callejero. Claro que existe y que en algunas sociedades prospera más que en otras. “el problema de todas estas ocasiones es que se agotan rápidamente: una vez que retornamos a nuestras ocupaciones cotidianas, las cosas vuelven, inalteradas, al mismo sitio donde estaban. Y cuando la deslumbrante llamarada de solidaridad se extingue, los solitarios se despiertan tan solos como antes, en tanto el mundo compartido, tan brillantemente iluminado un momento atrás, parece aún más oscuro que antes”

Dipesh Chakrabarty toma posición crítica frente al discurso nacionalista y anticolonialista de la clase política india y frente a la historiografía oficial del proceso independentista entre otros factores ; explora el modo en que las sociedades colonialistas europeas construyen discursivamente una imagen de las culturas no metropolitanas, especialmente de aquellas que se encuentran bajo su control territorial. Es el poder ejercido por las potencias imperialistas europeas de entrar sin restricciones a otras localidades y examinar su cultura, el que permite la producción de una serie de discursos históricos, arqueológicos, sociológicos y etnológicos sobre el "otro".

La independencia india frente al dominio británico era presentada allí como un proceso anclado en una "ética universal", traicionada por los colonizadores, pero recuperada eficazmente por líderes nacionalistas. En opinión de él, el recurso a una supuesta "exterioridad moral" frente a Occidente conllevaba una retórica cristiana de la victimización, en la que las masas, por el simple hecho de ser oprimidas, aparecían dotadas de una superioridad moral frente al colonizador. El proceso independentista indio era narrado de este modo como la realización del proyecto cristiano-humanista de redención universal, es decir, utilizando las

mismas figuras discursivas que sirvieron para legitimar el colonialismo europeo en ultramar.

Esta desmitologización del nacionalismo anticolonialista conllevaba también una fuerte crítica a la retórica imperial del marxismo , que para legitimarse políticamente en la metrópoli necesitaba recurrir a los ejemplos distantes de las luchas anti-imperialistas en el "Tercer Mundo"; la historiografía marxista quiso reconstruir el proceso liberacionista de la India en base a paradigmas humanistas europeos, que otorgan protagonismo a la escritura alfabética . Las insurecciones campesinas eran entendidas como procesos de "concientización" expresados en manifiestos, agendas escritas y programas racionalizados de acción política. Al no ser tenidas en cuenta por los esquemas homogeneizantes de la discursividad sociológica e historiográfica, las prácticas no letradas de las masas indias fueron despojadas de cualquier protagonismo. En opinión de él , todos los saberes humanísticos, incluyendo la literatura y la historiografía, funcionaron en realidad como estrategias de subalternización en manos de las élites educadas de la India. Son narrativas esencialistas, sujetas todavía a las epistemologías coloniales, que ocultan las hibridaciones culturales, los espacios mixtos y las identidades transversas.

La "Nación" revisada por Eric HobsbawmAutoras/es: Stella Maris Torre

En este brevísimo esquema punteamos las revisiones de Hobsbawm que hacen un gran aporte al debate teórico que busca estudiar y conocer a las naciones y nacionalismos  como actores políticos clave para comprender el presente. Según Hobsbawm, la nación es un fenómeno reciente en los últimos siglos. "El sentido moderno de la palabra, en principio, nos remonta no más allá del siglo XVII, con algunas excepciones precisas". Por lo tanto al hablar de Estado-Nación, debemos saber de antemano que se trata de una entidad social ligada a cierto tipo de Estado territorial moderno (Hobsbawm 1992: 12-20).(Fecha original del artículo: Octubre 2003) 

La característica básica de la nación moderna y de todo lo relacionado con ella es su modernidad. 

En torno a los orígenes de la revolución industrial

Control de lectura de ‘‘En torno a los orígenes de la revolución industrial’’La primera parte explica la crisis que atravesó Europa en el siglo XVII, fase finalen que se dio el paso de feudalismo a capitalismo.La crisis general de la economía Europea en el siglo XVIIPruebas de una crisis generalEn el siglo XVII hubo una regresión económica, diferente a la ‘‘crisis feudal’’ delos siglos XIV y XV. El mar Mediterráneo se mostro empobrecido por primeravez y solo hubo excepción en los países del noroeste de Europa y estadosindependientes donde se vio un avance decidido. Del estancamiento delMediterráneo surgió un avance en el progreso del capitalismo.Las poblaciones se estancaron o disminuyeron, hubo desindustrialización enItalia, Alemania, parte de Francia y Polonia, mientras Inglaterra y Sueciatuvieron un desarrollo rápido de la industria.El comercio en el Mediterráneo y el Báltico declinó y después de la década de1620 y cayó hasta la década de 1650 y después se estableció hasta la décadade 1680.A mediados del siglo XVII la influencia de Europa disminuyo, exceptuando enAmérica y Siberia. Hubo revuelta social, revueltas campesinas, debido a laexplotación de los campesinos en la ciudad.Donde probablemente Europa se repuso fue en el establecimiento de elrégimen absolutista, donde los estado-nación establecieron un ordengubernamental directo, terminó la época de los mercenarios y dio paso a losejércitos mantenidos por el gobierno.Las causa de las crisisCon la explicación anterior se plantea una cuestión ¿Qué obstaculizo laexpansión capitalista?La respuesta empieza con un razonamiento general: en el capitalismo eltrabajo debe tener una elaborada división del trabajo donde se requiera deproductos y no los pueda producir cualquier

persona, de ahí que la necesidaddependa de la expansión del capitalismo y ya no conviva con el feudalismo