Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

download Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

of 878

Transcript of Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    1/876

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    2/876

    LOS MUERTOS VIAJANDEPRISA

     Nieves Abarca y

    Vicente Garrido

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    3/876

    .ª edición: febrero, 2016

    © Nieves Abarca y Vicente Garrido, 2016© Ediciones B, S. A., 2016

    Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)www.edicionesb.com

    SBN DIGITAL: 978-84-9069-329-2

    Todos los derechos reservados. Bajo las sancionesstablecidas en el ordenamiento jurídico, quedaigurosamente prohibida, sin autorización escrita de lositulares del copyright , la reproducción total o parcial desta obra por cualquier medio o procedimiento,

    omprendidos la reprografía y el tratamiento informático,sí como la distribución de ejemplares mediante alquiler oréstamo públicos.

    http://www.edicionesb.com/http://www.edicionesb.com/

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    4/876

    Contenido

    Dramatis personaePrólogo 1. CeciliaPrólogo 2. El Peluquero

    Parte I. NO MORIRÁS EN VANO

    1. El despertar de la bestia2. El Tren Negro3. Tiempo que pasa, verdad que huye4. Trapos sucios

    5. Pedro Mendiluce6. A Coruña Negra7. Un asesino entre escritores8. El tenedor de los herejes

    9. Hotel Riazor

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    5/876

    10. La última copa11. La autopsia12. Otra escena del crimen13. F de Fake14. La amenaza15. El rincón de las hojas oscuras16. La mancha negra

    Parte II. DE ENTRE LOS MUERTOS17. El espectáculo debe continuar18. Noches sin sueño19. La naturaleza esencial

    20. El Detective Invidente21. El perfil de Sanjuán22. Un hombre inquieto23. Literatura Comparada24. El miedo de Estela Brown25. Descubrimiento en Urueña26. Ese oscuro laberinto de tu alma27. De entre los muertos28. Verónica Johnson

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    6/876

    Parte III. LOS MUERTOS VIAJAN DEPRISA29. La muerte llega de noche30. Sísifo31. Movimiento arriesgado32. Yo acuso33. Sanjuán interroga a Hugo Vane34. Quis ut deus

    Epílogo

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    7/876

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    8/876

    Agradecimientos

    A Carlos Zanón, bardo laureado, por dejarnou poesía y prestarnos sus poemas. A Teres

    Cadenas, por sus comentarios acertados sobrarmamento, derecho, medicina forense procedimiento policial. A Cristina y a María, po

    u aportación literaria y ortográfica. A Rafa Pinelpor impedir un secuestro justo a tiempo en laFragas del Eume. A Claudio Cerdán, que siaberlo fue en Facebook el inspirador de est

    novela con un comentario sobre la Semana Negrde Gijón del que ya no se acuerda. A mis amigode Barna Toni, Aramys y Laura por llevarme a lMoritz. A Álvaro y Carlos por llevarme a lEstrella.

    Y a ti, lector, por haber llegado hasta aquí.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    9/876

     NIEVES ABARCA

    A todos los lectores que se toman la molesti

    de decirme cuánto han disfrutado pasando unahoras con mis libros, y a mis estudiantes dCriminología, que luchan por su sueño.

    VICENTE GARRIDO

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    10/876

     If you must write prose and poemsThe words you use should be your own

     Don’t plagiarise or take «on loans»There’s always someone, somewhere

    With a big nose, who knows And who trips you up and laughsWhen you fall.

    Cemetry Gates, THE SMITHS

    Sonreía al hablar, y la luz de la lámparcayó sobre una boca de expresión dura, dlabios rojos y dientes afilados, blancocomo el marfil.

    Uno de mis compañeros susurró a otro uverso de Leonora, de Bürger:

     Denn die Todten Reiten Schnell (Porque los muertos viajan deprisa)

     Drácula, BRAM STOKER

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    11/876

    Como Lázaro, una segunda oportunidad.Si es difícil venir de la nada y sobrevivir,imagínate llegar de la muerte y echar

    andar.

    Como Lázaro, CARLOS ZANÓN

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    12/876

    Dramatis personae

    (Por orden alfabético, principales

    protagonistas):Amaro: mayordomo de Pedro Mendiluce.Analía Paredes: comisaria de la A Coruña Negra

    Basilio Sauce: escritor de novela histórica.Carlos Andrade: profesor de instituto, aspirante escritor de novela negra.

    Cecilia Jardiel: escritora de novela negra.Cristina Cienfuegos: bloguera y empleada d

    José Torrijos.Diego Aracil: inspector de la brigada d

    Patrimonio Histórico en Madrid.Enrique Cabanas: escritor y ex convicto.

    Estela Brown: escritora de novela negr

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    13/876

    (seudónimo de Carmen Pallares).Freddy: trabaja en hostelería; hermano d

    Valentina Negro.Germán Romero: técnico de la brigada d

    Investigación Tecnológica en Lonzas.Ginés: esbirro 1 de Pedro Mendiluce.Hugo Vane  (seudónimo): autor de la novela  N

    morirás en vano.

    gnacio Bernabé: inspector del CNP destinado eGijón.

    sabel  y Garcés: forman parte de la PolicíJudicial de Lonzas.

    turriaga: jefe de la Policía Judicial en LonzaSuperior de Valentina.ván: esbirro 2 de Pedro Mendiluce.

    Javier Sanjuán: criminólogo y profesor de lUniversidad de Valencia.

    José Torrijos: dueño de la Editorial Empusa.Karina Desmonts: amiga íntima de Carlo

    Andrade.Lúa Castro: periodista de sucesos de la Gacet

    de Galicia.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    14/876

    Manuel Velasco  y Fernández Bodelónsubinspectores del CNP, trabajan con Valentiny tienen una estrecha amistad.

    Marcos Albelo: violador convicto de adolescente(también figura con el nombre de EstebaHuerta).

    Marina Alonso: miembro de la Policía Científicde Lonzas.

    Marta de Palacios: hija de la magistrada Rebecde Palacios.

    Miguel Román (el Detective Invidente): personajde ficción en las novelas de Estela Brown.

    Paco Serrano: crítico literario.Pedro Mendiluce: empresario indultado de udelito de trata de mujeres al cabo de dos añode prisión. Mecenas de A Coruña Negra.

    Ramiro Toba: experto en lingüística forense.Rebeca de Palacios: magistrada de la Audienci

    Provincial de A Coruña. Impuso la condena Pedro Mendiluce.

    Sara Rancaño: abogada de Pedro Mendiluce.

    Thalía: aspirante a escritora.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    15/876

    Toni Izaguirre: escritor de novela negra.Valentina Negro: inspectora de la Policía Judicia

    con sede en la comisaría de Lonzas, A Coruña.Verónica Johnson: detective privado.Xosé García: médico forense de A Coruña.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    16/876

    Prólogo 1

    Cecilia

    Cecilia Jardiel reposaba sobre la litera, epecho aún agitado por la intensa sesión de sexque había tenido con Toni Izaguirre. Sintió uepentino escalofrío y se levantó para recoger l

    manta del suelo. Estaba desnuda y descalzaApoyó los pies en la cálida moqueta del vagón. Eel espejo se reflejó su pequeño cuerpo, delgadocasi infantil, la media melena castaña desordenadobre sus ojos color miel, los pechos pequeño

    os pezones oscuros aún excitados, el pubis brev  depilado, húmedo por el sudor y los fluidootó cómo caía entre sus piernas un líquido tibio

    espeso, y buscó sus bragas, perdidas entre e

    evoltijo de manta y sábanas que habían caído e

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    17/876

    el fragor de la batalla erótica.Escuchó un ruido en el exterior y unos leve

    golpes en la puerta.«Será Toni. Se habrá dejado algo.»Cecilia se puso el camisón con prisa y fue

    abrir la puerta de la cabina. Asomó la cabezaonriendo, esperaba una cara conocida. Fuer

    había un hombre vestido de uniforme, barbudo, u

    evisor.Cecilia elevó las cejas con curiosidad. Iba

    decir algo cuando el hombre la golpeó en lcabeza con una porra, en un gesto muy rápido

    mientras se colaba en el compartimento con emovimiento grácil de un bailarín. Cecilia no pudeaccionar; la sorpresa dejó paso al estupor

    finalmente a la inconsciencia en fracciones degundo. Pero antes de que cayera al suelo s

    captor tuvo tiempo de recogerla entre sus brazos.

    Cecilia despertó. Abrió los ojos de repente

    ojos atravesados por punzadas insoportables. S

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    18/876

    ntentó mover, pero fue un gesto que solo durunos segundos, un gesto que la espabiló pocompleto a la vez que la enfrentaba a la terriblealidad, angustiosa, inesperada, en la que s

    encontraba tras su sueño traumático.Estaba atada. El dolor terrible laceraba su

    muñecas, sus tobillos, su cabeza. Casi no podíespirar. Tenía la boca ocluida por un trapo

    ilenciada por un trozo de cinta. El hombre de lbarba se había sentado en un taburete y lcontemplaba sin mover un músculo. De repente, sevantó y comenzó a hablar en voz muy queda.

     —«Haces bien en ocuparte de mis flores; que paguen lo que a mí no me pagaron.» ¿Quién tcrees que eres, putilla? ¿El inmortal Baudelaire¿Cómo te atreves?

    ¿Flores? ¿Baudelaire? Cecilia intentcomprender, pero lo que escuchaba no teníentido; no entendía nada. Solo movía la cabeza

    desesperada. En silencio rogaba por que alguieentrase en la cabina, que alguien sacase a aque

    hombre de ojos alucinados de su compartimento.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    19/876

    Pero nadie entró. Y el hombre volvió nclinarse sobre ella con ferocidad, susurrand

    más letanías, ininteligibles a veces, que la estabaumiendo en un miedo angustioso, agudizado poa falta de aire. Ese miedo dio paso al terro

    cuando comenzó el agresor a desnudarse delantde ella, sin dejar de mirarla con ojos de insaniaLa erección era plena y el desconocido comenzó

    masturbarse y a frotar el glande por su rostro y supechos, mientras ella intentaba en vano desasirsde sus ataduras con todas sus fuerzas. Pero edolor la venció de nuevo y no pudo hacer nad

    más que contemplar con impotencia cómo lempezaba a vejar sin contemplaciones. —¿Con cuántos has hecho esto para llega

    adonde estás ahora? Uno más no te importarázorra. Todo ha salido de tu coño de puta, nada halido de tu alma ni de tu mente. Y yo ahorambién voy a degustar lo que tantos otros ha

    disfrutado y libado. ¿Te acuerdas de cuando decíaque te habían violado? ¿Te acuerdas de t

    acusación?

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    20/876

    Se subió sobre ella y la penetró con fuerzaforzándola como un animal, gruñendo y salivandoagarrándola del pelo, mordiéndole el cuelloasfixiándola. A pesar de que aún estaba lubricadpor culpa de Toni, sintió como si un martillgolpeaba su cérvix y se abría paso hasta el centrmismo de su ser, que era ya puro sufrimientoLuego le desató las piernas y le dio la vuelta.

     —Voy a aprovecharlo todo de ti. La boca, eculo, tu coño. Voy a saborear lo que han saboreados otros. Me servirás porque es para lo único quirves.

    Cecilia sintió que se partía en dos cuando lpenetró por detrás.Al fin el intruso pareció correrse, la boc

    amiendo sus orejas, susurros de lascivia gemidos de placer repulsivo, un sapo jadeantdisfrutando de una virgen. La consciencia cada vee alejaba más de ella; su hálito vital parecí

    desprenderse de su cuerpo con el peso de aquehombre que no paraba de profanarla.

    Su violador se incorporó y buscó en una bols

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    21/876

    de lona que traía consigo. Sacó una pistola dencolar.

     —De ti no ha salido nunca nada. Eres unpersona estéril. Todo es engaño y frivolidad, lque exudas por cada poro de tu piel de rameraVendes tu obra como tu cuerpo, todo al servicio dus mundanos deseos de placer y reconocimiento

    Pero todo es una gran mentira. En ti entra todo

    pero no sale nada real. Y a partir de ahora nadentrará ni saldrá de ti. Nunca más.

    Le quitó la cinta de embalar y el trapo de lboca. Luego se subió de nuevo sobre ella y l

    penetró. Para ahogar los gemidos, la golpeprimero en la cara y puso la mano oprimiendo suabios, entreabrió los dedos y metió entre ellos l

    punta de la pistola.Cecilia notó que su boca se llenaba de un

    pasta horrible y adhesiva, el olor tóxico inundó snariz cortándole la respiración por completoahogándola. Su estómago vomitó hiel, pero la hiee quedó en la garganta mientras la pasta s

    endurecía por momentos. Aquel hombre soltó l

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    22/876

    pistola, cogió unas bragas de Cecilia que había ea maleta y se las incrustó en la boca. Luego rodeu frágil cuello con el sujetador y apretó co

    fuerza.Su orgasmo coincidió con la muerte, la car

    granate, los ojos a punto de salirse de las órbitaa explosión de placer con la contorsión agónic

    del cuerpo de Cecilia al perder la vida.

    Luego, el hombre procedió a sellar su ano y svagina.

    Cuando terminó su misión, se dirigió a lducha con la bolsa de lona.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    23/876

    Prólogo 2

    El Peluquero

     Prisión de Teixeiro, A Coruña

    Marcos Albelo, alias el Peluquero, miraba coojos entrecerrados y un cigarrillo en la boca e

    deambular de sus compañeros de patio. Él, comotros presos preventivos acusados de delitoexuales particularmente infamantes, disfrutaba de

    patio en un horario distinto al de sus compañero

    de reclusión. Sabía perfectamente que muchos dellos no dudarían en clavarle un pincho en ecuello y enviarle al otro mundo si se lo tropezarade cara.

    El Peluquero había alcanzado una gra

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    24/876

    notoriedad por secuestrar y violar a chicaadolescentes a la salida del colegio, posteriormente abandonarlas en un estadamentable, con el cabello cortado —de ahí s

    apodo— y a punto de morir por una sobredosis dun cóctel casi letal de drogas. Apuesto, dcomplexión fuerte y delgada y ojos claros, en lmitad de la treintena, su formación de químico

    enólogo le había servido para vivir sin penuriapero no le había librado de su compulsión por eexo violento, algo que le corroía el alma desde suventud. Más bien al contrario: había utilizad

    ese conocimiento para anestesiar a las chicas y, deste modo, tener vía libre para satisfacer sufantasías repugnantes en sus cuerpos inermes y ycercanos a la plenitud.

    Un preso enorme, mulato, tenía su miradpuesta en él. Wilson, de origen caribeño y lleno datuajes, compartía con Albelo la atracción por eexo con menores, pero tenía a gala decir que solos miraba, y para su desgracia había incluido e

    u catálogo un robo con homicidio, lo que le iba

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    25/876

    acarrear la pena máxima cuando se celebrara euicio. Wilson comenzó a andar muy despaci

    hasta donde estaba Albelo, apoyado indolente ea pared exterior del pequeño gimnasio. Este s

    apercibió del movimiento, tensó su cuerpo, perno se movió. El mulato continuó su camino coparsimonia, mirando con disimulo a lofuncionarios que, dispersos en un radio de uno

    cien metros, charlaban entre sí codespreocupación o con alguno de los otros presos

    Cuando estuvo a unos cinco metros de AlbeloWilson deslizó en su mano derecha un pincho y l

    aferró con fuerza. De pronto, el Peluquero svolvió y lo miró, pero rápidamente agachó lmirada. A continuación sintió que algo le quemabel hombro derecho. Lleno de rabia, se abalanzobre el mulato, derribándolo. Este, casi sinmutarse, le hizo una presa en la muñeczquierda. El dolor intenso de la torcedura le hiz

    gritar. —¡¿Eh, qué pasa ahí?! —Uno de lo

    funcionarios había escuchado el jaleo y levantó l

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    26/876

    vista, alarmado. Cuando vio a los dos presoenzarzados empezó a dar la alarma.

     —¡Te voy a matar, hijo de puta! —escupió ePeluquero, que se había arrancado el pincho ahora lo sostenía él, el gesto amenazante ante lcara tatuada de Wilson, que había levantado una das manos en señal de paz. Otros funcionario

    corrían con denuedo y ya estaban llegando al luga

    de la lucha dispuestos a detener la pelea. Parentonces ambos contendientes se habían levantadotra vez y se miraban, fieros, salivando; perAlbelo reaccionó con prontitud, soltando e

    cuchillo improvisado y levantando las manos. —¡Vale, vale! ¡Tranquilos! No pasa nadaEste cabrón me ha atacado, solo me estab

    defendiendo! —¡Albelo, sepárate y mantén las manos e

    alto! —exclamó Joan, el funcionario más joven fornido, que había intercambiado algunas palabracon él en los seis meses que llevaba preso. Eegundos, tres funcionarios habían llegado al luga

    dos de ellos rodearon a Wilson, quien se habí

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    27/876

    quedado inmóvil, mirando con furia a Albelo. —Este cabrón violador de niñas se h

    ibrado... por ahora; no hay problema —mascullcon su acento cubano mientras se rendíabiertamente.

    Albelo no respondió; aspiró hondo, miró shombro, del que manaba sangre con ciertntensidad, y se limitó a decir:

     —Duele como un demonio. Y la muñeca...Joan lo exploró con poco interés. Aquel tipo l

    producía un profundo asco. —Sí, tienes un agujero —dijo, mirando l

    herida con expresión circunspecta—, aunque nparece profundo; te llevamos ahora a lenfermería. Y procura portarte bien, Albelo. Ncauses más problemas.

    Albelo descansaba solo, tirado en una de lacamillas que estaban en una habitación de lenfermería, a unos diez metros de donde pasaba l

    noche un enfermero de guardia, que roncaba co

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    28/876

    placidez recostado en una butaca. Adormilado poun anestésico, se encontraba inmerso en uduermevela agitado. Le dolía el hombro, percomo había predicho el funcionario, la herida nhabía sido profunda. Le habían escayolado lmuñeca en previsión de que estuviese roto algúhueso. El negro se había portado, aunque habíido un palo esperar inmóvil a que le agujerearan

    Comenzó a fantasear: en sus pesadillas mántensas veía a la inspectora Valentina Negro a s

    merced. Recordaba con deleite sus manos comgarfios aferrando su cuello, su bello rostr

    congestionado, sus ansias inútiles por sobreviviTambién se perdía en la última chica que habíecuestrado, desnuda y atada, esperándole par

    que la disfrutara sin reservas. Pero a continuacióvenía el terror, lo que le atormentaba una y otrvez cada noche que podía conciliar el sueño, lque le hacía casi gritar de ira y despertarsudando de pura cólera y agitación: Valentinegro clavando las uñas en sus ojos, en la sal

    abandonada del viejo hospital, y luego los golpe

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    29/876

    brutales en la cabeza, primero con una pesadinterna y después a patadas. Sentía casi de form

    física la sangre manar de su boca, el crujir de sudientes, las costillas resquebrajadas por las botade aquella zorra, su vista desenfocada por el doloque traspasaban sus ojos; el olor dulzón del mieda morir y la sangre.

    «¡La muy puta! ¿Cómo había podido alcanza

    mi cara? ¡Si estaba ya casi muerta!», pensaba dforma recurrente, mientras recuperaba el resuello  trataba de conjurar la imagen de Valentinelajando su cuerpo y luego volviendo a resurg

    como una pantera clavando sus garras en lacuencas de sus ojos. Después, cuando intentabvolver a dormirse, procuraba recordar sumomentos especiales con las chicas, su cara derror, sus bocas amordazadas por sus braguitaus piernas abiertas ante él..., pero rara vez l

    conseguía. Su encuentro con Valentina era comuna imagen obsesiva que interfería en suensoñaciones de forma continuada, como si fuer

    un anuncio que de modo permanente se hubier

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    30/876

    nstalado en su cerebro, y apareciera cada vez quél se concentraba en alguna actividad. Se estabvolviendo loco. Aquella visión había conseguidperturbarlo de un modo absurdo, de una forma tantensa que todas las células de su cuerpo sol

    pensaban en una cosa una y otra vez: Valentinegro.

    Dos horas más tarde, apenas las cinco de l

    mañana, cayó un fuerte aguacero. Oyó carraspeaal enfermero, ruido que humanizó la sonoridadifusa de las noches en la cárcel, llenas de ruidometálicos y crujidos, como si toda la prisió

    conformara un ser vivo que, apesadumbradoansiara tener la paz que solo estaba al alcance da conciencia limpia de los hombres justos. Sevantó, más despejado, con cuidado, despacio. Y

    entonces caminó hacia la puerta, orientándose poas luces. Tenía claro adónde debía ir: el armari

    cerrado con llave donde se guardaban lomedicamentos; pero antes se dirigió sigilosamental cuarto de baño. De forma casi invisible, en e

    uelo detrás del inodoro, pegada a la pared, yací

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    31/876

    una aguja de diez centímetros de larga, luficientemente sólida como para introducirse e

    el cuello de un hombre. Y eso era suficiente parque el enfermero le abriera el armario de loespecíficos. Sabía muy bien los que deberíngerir para causar un coma controlado, sin riesg

    de muerte. Y un poco más tarde, pensó, vendría ecamino de la libertad.

    Complejo Hospitalario

    Universitario de A Coruña

    El doctor Amancio Rojas siempre se habícaracterizado por ser un hombre bueno. Su empatí

    era famosa en todo el hospital, así como sgenerosidad. Todos los inviernos se iba doemanas a África acompañado de su muje

    cirujana, a ofrecer sus conocimientos de form

    desinteresada, operar niños, anestesiar... Alto

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    32/876

    grueso, de pelo blanco y padre de dos niñogemelos de siete años, era de los contadomédicos del hospital universitario coruñés que ercapaz de mantener un matrimonio feliz con uncolega sin fisuras y con un amor a prueba dbomba.

    Tenía un sentido de la justicia exacerbado grandes convicciones religiosas, por eso, es

    misma mañana, cuando desde un número deléfono anónimo le comenzaron a llega

    fotografías de sus dos hijos y su esposa amenazas directas de muerte a los tres, se recogi

    en la capilla y meditó largamente, mientras rezabcon la mirada perdida en las espinas qucoronaban la imagen de madera de JesucristCrucificado.

    Unos minutos después de tomar la decisiódefinitiva su teléfono volvió a sonar. Rojas spersignó. Si alguien se hubiese acercado a lcapilla, lo hubiese visto secarse una lágrima dmanera esquiva con un pañuelo.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    33/876

    Marcos Albelo abrió los ojos. Estaba en emódulo de presos. El dolor le martilleaba justpor detrás de los globos oculares, invadiendo todel cráneo, como si le hubiesen apretado las sienedesde dentro hacia fuera. Ahogó como pudo unarcada salvaje que le sacudió el diafragma comuna descarga eléctrica. Levantó la mano: seguíescayolada y el corte en el hombro cubierto co

    vendas. Se incorporó levemente en la cama de lhabitación 909 del hospital penitenciario: estabolo. Se dio cuenta de que una cámara en el tech

    apuntaba hacia él. Procuró permanecer inmóvi

    Quería que pensaran que seguía inconsciente. Eabor metálico en la boca y el vacío en eestómago le revelaron que lo habían sometido a uavado gástrico.

    «No estoy atado.» La escayola impedía, comhabía previsto, que le pudieran poner los grilleteDaba igual: sabía que el módulo de presos dehospital era prácticamente inexpugnable. En lcárcel había estudiado una y otra vez los plano

    que había dibujado merced a una descripció

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    34/876

    detallada de un ex paciente. Allí fuera había uagente encargado de las cámaras y tambiéestarían los dos policías ocupados en custodiarloLas esclusas se abrían y cerraban mediante ucódigo numérico que solo conocían escogidomiembros del personal hospitalario y de locuerpos de seguridad.

    Con mucho tino comenzó a mover su

    extremidades para comprobar si estaba todo en sitio y dispuesto. Escuchó voces y pasos. A lo

    pocos segundos entraron dos personas: un médic uno de los policías nacionales, que permaneci

    alejado de la cama, junto a la puerta. Albelo nmovió un músculo. Siguió fingiendo que dormícuando el doctor Amancio Rojas se inclinó sobrél y le abrió los párpados para mirarle las pupilas

     —Sé que está despierto, Albelo... —El médicusurró mientras estaba inclinado sobre él—. Todo que voy a hacer va contra mis principios, per

    no tengo elección. —Apretó los dientes y continu—: Ahora le diré lo que haremos.

    Fuera, en el pasillo de Urgencias que daba a

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    35/876

    módulo de presos, de repente, un hombre salió duna de las habitaciones vestido tan solo con ecamisón del hospital y comenzó a correvelozmente. A continuación lanzó un gritespeluznante y se abalanzó sobre uno de lopolicías que estaban fuera del móduloconversando con una enfermera, y le clavó en lespalda unas tijeras. El otro policía miró a s

    alrededor, aquello estaba lleno de gente, no podíacar la pistola. No pensó más y se abalanzó sobr

    el hombre que parecía poseído de una rabimaníaca, la boca espumeante y llena de baba

    Varios médicos acudieron a atender al policía queentado en el suelo, apenas empezaba comprender la fuente de ese dolor tan intenso que quemaba la espalda.

    El agente que permanecía dentro lo vio todpor las cámaras que había en la sala de pantallas no dudó en abrir la puerta del módulo de segurida  salir a ayudar a su compañero, que se estab

    viendo superado por momentos por la furia cieg

    del enfermo enloquecido. Ninguno de los que al

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    36/876

    estaban se atrevía a hacer nada, ya fuera por lorpresa o por el miedo. El agente salió e intenteducir al maníaco, que había aferrado sus mano

    huesudas al cuello del otro policía, que se las veí  se las deseaba para no asfixiarse intentand

    contrarrestar con sus manos la fuerza descomunaque le estaba dejando sin aire. Pronto los trecomenzaron a danzar un baile siniestro en el qu

    ninguno parecía capaz de superar a los otros. —¡Traigan un anestésico, rápido! —alcanzó

    gritar uno de los policías en el momento en el quhabía logrado hacer presa desde atrás en el cuell

    del enfermo, al que el camisón se le habíescurrido hasta dejarlo completamente desnudo.Amancio Rojas entregó un pijama verde d

    quirófano y un gorro de colores al violador dniñas mientras no quitaba ojo de las cámaraTambién le dio un teléfono móvil.

     —Póngase eso, rápido. Tome. Es la tarjeta quabre la esclusa que da a las escaleras demergencia. —Albelo obedeció—. Váyase ahora

    nadie se dará cuenta. Están todos ocupados. —Y

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    37/876

    mirándole con desprecio y miedo, añadió—Libero a un demonio, ¡que Dios me perdone!

    Albelo lo golpeó en un acto reflejoumbándolo de un puñetazo en la cara. El médic

    cayó al suelo, conmocionado, sangrando por lnariz. Luego, el violador registró sus bolsillos y lcogió la cartera y dinero suelto.

    Cuando bajó las escaleras de emergencia co

    el traje de cirujano, nadie volvió la vista atrápara mirarlo. A la salida, un hombre sobre unmoto le hizo una señal. En unos segundos habíadesaparecido por la cuesta hacia Eirís.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    38/876

    PARTE PRIMERA

    NO MORIRÁS EN VANO

    «Graut Liebchen auch?... Der Mond schein hell! Hurra! Die Toten reiten schnell!Graut Liebchen auch von Toten?»«Ach nein!... Doch laß die Toten!»

    [«¿Te asustas, niña?... ¡La luna brilla!¡Hurra, los muertos viajan deprisa!

    ¿Te dan espanto los muertos?»«¡No... Pero deja a los muertos!»]

     Leonora, G. A. BÜRGER 

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    39/876

    1

    El despertar de la bestia

    Sara Rancaño estiró las sábanas con cuidado uego se sentó en una butaca que estaba junto a l

    cama del hospital donde descansaba el PeluqueroCruzó sus piernas torneadas, cubiertas por una

    medias de cristal finas y bordadas en plata codelicadeza, que no se molestó en tapar con lestrecha falda gris a juego con su chaqueta dArmani.

    Carraspeó ligeramente y miró con una sonris

    pretendidamente cálida al paciente, MarcoAlbelo, quien, medio recostado, con el rostrenvuelto en vendas, abrió los ojos y la contemplcon una expresión inquisitiva. Hacía dos mese

    que se había fugado de la cárcel, y ahora estab

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    40/876

    protagonizando la última parte del plan acordadcon el recluso que inició todo el proceso de huidaun tipo al que solo conocía de vista pero que ubuen día se le presentó y le explicó que, si queríapodía salir de aquel agujero. Le dijo que alguiemportante se había interesado por él, y que l

    devolvería la libertad a cambio de que luego ldevolviese el favor. Cuando preguntó qué tipo d

    favor era ese, la respuesta que recibió fue «no tpreocupes; será algo que te gustará mucho haceno te puedo decir más ahora; ya lo sabrás a sdebido tiempo».

    Albelo no lo dudó: le esperaban cerca dreinta años de condena, y aunque le ponínervioso no conocer quién y para qué le sacabdel trullo, no tenía nada que perder. Un violadode chicas como él no disfrutaba de demasiadaimpatías entre los presos.

    Tras la fuga permaneció escondido en un hoteperdido en las montañas de los Dolomitavigilado por dos tipos que no le contaron nad

    alvo que tenían que esperar el moment

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    41/876

    apropiado para ingresarlo en una clínica donde lban a arreglar la cara. Al principio aquell

    noticia le alarmó, pero comprendió con rapideque su rostro, que ya era muy popular cuando fudetenido, se iba a hacer todavía mucho máfamoso ahora que había protagonizado esa fugespectacular. Y, en efecto, pudo leer en interneque era ya considerado el «enemigo públic

    número uno», en medio de recriminaciones dardos envenados lanzados recíprocamente por loportavoces de los diferentes partidos políticoCon qué satisfacción vio su foto entre lo

    delincuentes más buscados y leyó los titulares das noticias donde el común denominador erafrases del estilo de «¿Cómo ha sido posible que edelincuente sexual más temido de Españescapara?», o «¡¿Quién tiene la culpa de que laniñas ahora vuelvan a estar en peligro?!»

    Sí, lo mejor era cambiar esa cara: con ella nba a ir a ninguna parte. Además —y de nuevintió que la ira lo dominaba—, la paliza que l

    había propinado la Negro le había dejad

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    42/876

    desfigurado, incluso después de las operaciones as que tuvo que someterse para dejar su nariz y s

    mandíbula en un estado aceptable. Así que mejoborrar esas marcas que le provocaban unoecuerdos ominosos.

    Le devolvió la mirada a la Rancañontentando sonreír a pesar de las molestias. Ellorció la cabeza en un gesto cortés. Albelo, diestr

    en el arte de las emociones subterráneas, percibique esa hermosa mujer tenía un corazón de hielen una funda aterciopelada y una mente fría comuna espada.

     —¿Qué tal se encuentra, Albelo? —lpreguntó. —Bien, mejor —contestó Albelo co

    expectación. Sentía un hormigueo en su rostrparticularmente intenso por las mañanas desde que operaron.

     —Me llamo Sara Rancaño, y vengo a ponerlal corriente de lo que tendrá que hacer cuando shalle recuperado del todo de su operación. Y

    abe, ahora viene su parte del trato. —Y sonri

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    43/876

    igeramente mientras abría el maletín que habídejado junto a la silla. Albelo no dijo nada. Lpasó dos fotos en tamaño DINA4. Albelo miró lprimera detenidamente.

     —Esa chica es Marta de Palacios, la hija de lueza Rebeca de Palacios, que puede ver en la otr

    foto. —El violador la miró—. Quizá la haya visten la prensa y la televisión: es magistrada en l

    Audiencia Provincial de A Coruña; todo ucarácter.

    Albelo asintió. En una ciudad como A CoruñaRebeca de Palacios era una celebridad

    mplacable con los delincuentes, altiva antcualquiera que no le mereciera su respeto, unmujer de semblante impávido con una bellezclásica que fascinaba a los fotógrafos. De Palaciolevaba una vida muy discreta con su hija. Era e

    espejo de un sector grande del feminismo que lveía como la perfecta mujer moderna: madroltera, profesional independiente y despreciativ

    de todo varón que pretendiera encadenarla. Lo qu

    desconocía Albelo, porque no se había hech

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    44/876

    nunca público, es que un empresario coruñélamado Pedro Mendiluce, un tipo condenado po

    corrupción y trata de mujeres, había intentadextorsionar a Rebeca de Palacios mediante eecuestro de su hija en Roma para que l

    absolviera en el juicio del que fue objeto, perhabía fracasado. Rebeca de Palacios lo habíenviado a la trena y le había vuelto a humilla

    ganando la libertad de su hija. —Bien, mi representado, el hombre que le h

    iberado de la cárcel, tiene poderosas razones parque usted haga una visita a esta jovencita... —Y

    como Albelo siguió sin despegar los labios, Sarcontinuó—: Sé que es un poco mayor comparadcon las que usted frecuentaba, pero estoy segura dque no será eso una dificultad insalvable...

     —No, no lo será. Es preciosa... —al fin hablAlbelo, después de aspirar profundamente—. Per¿hasta dónde he de llegar?

     —Hasta el final.La voz de la abogada no vaciló. Albel

    asintió. Es cierto que nunca había matado

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    45/876

    ninguna de las adolescentes a las que violaba orturaba, pero también lo era que en sus último

    ataques había actuado con tal ferocidad que lmuerte de las chicas se podía haber producido ecualquier momento, tanto como resultado de lfantasía que iba completándose poco a poco en spersonalidad psicopática necesitada de máestímulos crueles, o simplemente como u

    esultado imprevisible de la brutal agresión a laque las sometía: primero las narcotizabprofundamente y luego las vejaba con actodegradantes que cada vez incorporaban má

    violencia. —Muy bien, Marcos... —dijo Sara, al tiempque sacaba una tercera foto—. Pero ese solo es eprimer encargo. Luego hay otro... y creo que le va suscitar mayor interés —añadió con tono irónicantes de acercarle la imagen de Valentina Negro evaqueros gastados y cazadora negra de cuero, ecasco de la moto en el regazo, entrando en lcomisaría de Lonzas. Destacaba su cabello negr

    azabache, en media melena, que en la foto s

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    46/876

    apartaba con una mano dejando ver un rostro díneas perfectas.

    Albelo apretó los puños hasta clavarse lauñas. Todo su cuerpo se estremeció. ¡Allí estabaquella puta que lo desfiguró y humilló ante todel mundo! Valentina Negro, quien poblaba supesadillas agónicas desde hacía casi un año. Lmujer que lo pateó, arrestó y lo mandó a la cárce

    No podía ser! Abrió sus ojos de formespasmódica, y Sara Rancaño comprendió coatisfacción que el Peluquero se dejaría la vid

    con tal de matar a la inspectora de policía. S

    definitivamente —pensó—, ese hombre era lelección perfecta para ejecutar la venganza dMendiluce. Era un psicópata, es cierto, pero tenía inteligencia suficiente para aprender de lo

    errores; podía contener su ferocidad hasta emomento adecuado. Como todos los psicópatantegrados que no provenían de la delincuenci

    marginal —Albelo era químico y enólogo—, smayor capacidad de autocontrol suponía una gra

    ventaja a la hora de perpetrar actos de violencia

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    47/876

    Es cierto que cuando actuaba como el Peluquero afinal estaba perdiendo cada vez más el contropero Sara confiaba en que, bien adiestrado apoyado, su inteligencia sumada a su ánimpervertido y su sed de venganza lo convertiríanin duda, en un asesino imparable.

     —¿He de matarla a ella también? —preguntónquieto, aunque estaba casi seguro de que l

    espuesta iba a ser afirmativa. Y cuando Sarasintió, se le iluminó la cara—: ¿Cómo, cuándo?

     —Tranquilo, Albelo. Tómese su tiempo. Npodemos fracasar, ¿entiende? Ha de hacerse d

    forma metódica. —Albelo asintió—. Bien, dentrde unos días saldrá de aquí. Vamos a tomarnos lacosas con calma. Necesitará tiempo paracostumbrarse a la Vita Nuova, a su nueva caraTendrá que aprenderse su nueva identidad, le hpreparado un dosier para que lo estudiconcienzudamente, cuando ya no tenga molestias esté casi del todo recuperado. Tendrá que dejarsbigote o perilla... —hizo una mueca— y tíñase e

    pelo. A su debido tiempo regresará usted a A

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    48/876

    Coruña, donde tendrá que moverse como alguienormal, un ciudadano cualquiera. Y entonces serel instante de preparar el plan; todo le serexplicado a su debido momento.

    Albelo, cuya respiración seguía acelerada coa foto de Valentina delante, asintió mientrarataba de serenarse, y decidió tomarse con ironí

    que la abogada le pidiera que debía aparentar se

    alguien «normal». ¿Acaso él no era alguie«normal»? En fin, sabía que la Rancaño teníazón. Que la paciencia y la planificación era

    aspectos esenciales para que todo aquello salier

    bien. Y lo más importante: ahora que el destino lhabía dado esta segunda oportunidad, no la iba desperdiciar. Se armaría de paciencia. Sabríesperar el momento oportuno para saltar sobre spresa, o mejor, sus presas.

     —Cuídese, Albelo, descanse por ahora, lnecesita. —Y haciendo una mueca que quería seuna sonrisa, se levantó para marcharse. Pero antee dio la vuelta y dijo—: Supongo que e

    nnecesario que le diga esto, pero es mejo

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    49/876

    decirlo: si no hace bien las cosas le entregaremoa la policía, y será su final. Queda claro, ¿verdad?

    Albelo, que todavía estaba batallando con suemociones, casi no la escuchó, pero cuandcodificó las palabras de la abogada no pudo pomenos de sonreír.

     —No se preocupe. Por nada del mundo mperdería esta fiesta.

    Sara Rancaño sonrió satisfecha. Al salir hablunos minutos con Iván y Ginés, los dos guardiane  personas de apoyo del Peluquero. Cuando s

    alejó por el brillante pasillo del hospital, su

    acones dibujaron en los sonidos de los pasos scuerpo sensual, que se alejaba bajo la atentmirada de los dos hombres.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    50/876

    2

    El Tren Negro

    Sin ego, ¿qué hace un artista? Necesita ego para caminar, para respirar. La literatures el ego escrito.

     Egos revueltos, JUAN CRUZ

    Un lugar indeterminado muycerca de Gijón.

     En el Tren Negro.Viernes, 4 de julio de 2014, 10.00

    Estela se llevó con delicadeza el vaso de zumde naranja a los labios finos, perfilados de rojo d

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    51/876

    forma natural. Para Toni era un espectáculo verlcomer: sentada justo enfrente de él, meciduavemente por el traqueteo del tren, usaba su

    dedos blanquecinos para apretar con cuidado lbolsita de té negro. Estela Brown era lechosa, casalbina, con una piel que parecía absorber la luz dcualquier lugar y reflejarla con la tonalidad matde un trozo de mármol italiano. En secreto, Toni l

    lamaba la Reina del Hielo.Luego, sin dejar de mirarlo con aquellos ojo

    glaucos tan peculiares, la mujer partió un pedazde piña natural en pequeños trozos que depositó e

    un cuenco de yogur que había cogido en el bufibre. Le hizo una señal al camarero del vagóestaurante para que le llevase más leche. Toni vi

    que su café seguía intacto. Echó una ojeada a lpuerta del vagón restaurante.

     —¿Has visto a Cecilia, Toni? —Mmmm... no, desde ayer a la hora de l

    cena. —Toni obvió que Cecilia y él habían estadfollando en su cabina hasta bien entrada la noche

    La bocina del tren rompió la tranquilidad del viaj

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    52/876

     sobresaltó a una de las mujeres que desayunaben el otro lado, una librera estilosa, muy conocidaque soltó su tostada con un gritito mientras slevaba la mano al pecho y reía a carcajadas. Ton

    miró por la ventanilla y vio el paisaje húmedo verde pasar a toda velocidad, borroso como en ucuadro de Turner. No estaban ya lejos de Gijón, el Tren Negro de los escritores se acercaba poco

    poco a su destino—. Le voy a mandar un mensajeO se perderá el desayuno.

    Toni forzó una sonrisa mientras tomaba uorbo de café y cogía su Samsung para enviarle u

    mensaje a Cecilia. En cierto modo envidiaba Estela Brown. Su sonrisa perfecta, su cabelledoso y rubio, casi blanco, su capacidad par

    convencer a los medios de la calidad de sescritura con una simple mirada de profunderiedad. Aquella mujer tenía duende, y é

    pretendía aprovecharse de su rebufo cuanto fuesposible, acompañándola como un perro fiedurante toda la Semana Negra. Volvió a admirar l

    piel suave, los poros apenas abiertos de s

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    53/876

    compañera de desayuno, su aspecto de rosnglesa mientras levantaba una ceja de formnconsciente. ¿Estela Brown? Él sabía que eealidad su verdadero nombre era Carme

    Pallares, una desconocida oriunda de un pequeñpueblo coruñés que había irrumpido como ucometa en el mundo literario. A él no le iba mano, pero no era lo mismo. Llevaba ya algunos año

    en la brecha y aún no había encontrado la fórmuldel éxito rotundo. Vendía lo suficiente como parque sus libros tuvieran continuidad; sin embargono podía compararse con aquella mujer que l

    había logrado desde su segunda y sorprendentnovela, maravillosamente escrita y protagonizadpor un detective ciego. Y allí estaba, enfrente dél, en el viaje de cuatro días en tren expreso que lSemana Negra de Gijón había organizado parlevar a lo más granado del noir   español (y

    algún extranjero de renombre) por la costcantábrica como preludio del evento literario en lciudad asturiana.

     —¿Qué tal, Toni? ¡Hola, Estela! —Jos

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    54/876

    Torrijos se acercó a su mesa con uno de suhabituales ademanes amplios y teatrales. De unoesenta años, bajo, rechoncho y muy vivaz, era e

    dueño de la Editorial Empusa, especializada epoesía, literatura alternativa y también novelnegra—. ¿Y vuestra inseparable Cecilia? ¿Aún ne levantó? —Miró por la ventanilla del vagón

    corrió un poco más la cortina—. Ya estamo

    legando. Mirad ese puente tan antiguo. ¿No eprecioso?

     —Le estoy mandando un mensaje, pero ncontesta. Se habrá quedado frita —dijo Toni, qu

    oportaba con resignación los aires de gran prócede las letras de Torrijos, porque estaba seguro dque era una manera de compensar las generalmentescasas ventas que obtenían sus ediciones. Todpor la calidad era su lema; él no se rendía ante edinero fácil de una novela anodina prefabricadpara las masas.

     —Espabílala. Estoy a punto de convencerlpara que me escriba una novela para el año qu

    viene —les guiñó un ojo y se frotó las manos—,

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    55/876

    un libro de poemas. No sé. Lo que quiera. Es udiamante en bruto. Luego cuando lleguemos Gijón se me escapa, es una lagartija, la conozcoBrujilla... —Torrijos esbozó una sonrisa, scolocó cuidadosamente el cabello blanco qulevaba recogido en una coleta y tomó asiento e

    una silla de madera que cogió de la mesa de aado. Su prominente barriga se marcaba en l

    camiseta oficial del evento, pero a él no parecimportarle demasiado—. Por cierto. Tengo un

    novela negra brutal. Un autor desconocido, HugVane. Será una sorpresa. Ya os mandaré u

    ejemplar para que me deis vuestra opinión...Toni se encogió de hombros y volvió a mirar emóvil. No había respuesta de Cecilia. Apuró ecafé de un trago y se levantó, un metro ochenta ochenta kilos de peso repartidos en un cuerpesculpido a base de entrenamiento durante muchoaños. Alguna de las escritoras que desayunabacerca le clavaron la mirada en el tatuaje de la nucin demasiado disimulo. Toni Izaguirre er

    bilbaíno de pura cepa, con un envidiable cabell

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    56/876

    corto, rizado y negro, ojos oscuros, ex futbolisteconvertido en escritor, que disfrutaba a todrapo de las mieles de la soltería. Se desperez

    estirando sus músculos, se comió un último trozde jamón y se limpió los labios con la servilleta.

     —Voy a despertarla. Venga. Ya son las diez da mañana. Hora de levantarse.

    Recorrió los vagones del expreso de la Robla

    buscando la cabina de Cecilia. Por fuera parecíun tren antiguo, pero por dentro era moderno estaba acondicionado con exquisitez. Durante locuatro días que duraba el viaje, algunos escritore

    elegían dormir en el tren, otros, en hoteles de loitios en donde pasaban la noche. Cecilia habípreferido el expreso. Su naturaleza romántichacía buenas migas con aquel recorrido popaisajes húmedos, verdes, plagados de roblecastaños, olmos, ríos trucheros que discurrían coentitud por valles ignorados, y pueblos anclado

    en un tiempo pretérito que a ella, una madrileñurbanita, le parecían casi de cuento de hadas. Es

    e había comentado a Toni la noche anterio

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    57/876

    mientras bebían vodka con zumo de naranja escondidas de todos los demás. Cecilia le habígustado desde el primer momento, tan vital, taoven, tan fresca y decidida, con aquel cabell

    oscuro corto como el de un chico, y delgada comun junco a punto de quebrarse. Durante unoegundos recordó su boca saboreando su cuellnterminable y frágil, los senos breves y la perici

    de ella al recorrer su miembro con la lengua, intió una oleada de deseo repentino e inesperado

    Por el pasillo se encontró con Paco Serranocrítico literario de renombre y autor de uno de lo

    blogs sobre novela negra más importantes. Sdirigía al vagón restaurante envuelto en un aromacusador a tabaco que no se molestaba eesconder. Toni le enseñó la hilera de su dentadurperfecta: aspiraba a que le hiciera buenas reseñacosa que todavía no había conseguido, así que nenía ningún reparo en arrastrarse como un

    babosa delante de aquel personaje insoportablcon aires de divo al que nadie aguantaba, pero qu

    odo el mundo fingía adorar.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    58/876

     —Ya estamos llegando a Gijón. Este es eúltimo túnel. Estoy ya hasta los cojones del putren —dijo el crítico. El expreso hizo un extrañ

    en la vía y Serrano se apoyó con la palma de lmano en la ventana, el movimiento de ualcohólico a los ojos sagaces del escritor, quecibió al momento una vaharada del alient

    bastante cargado que le confirmó sus sospechas.

     —Voy a tomarme un Bloody Mary —continu—. Quiero estar entonado al llegar. Menudcoñazo. Sin embargo, tú tienes que aguantar al pidel cañón, colega, si quieres llegar a algo en est

    mundo de tiburones. Dientes, dientes... —Lpalmeó el hombro como si fuera un empresariarribista animando a un joven ingenuo y siguió scamino con vacilación hacia el vagón restaurantin más.

    Toni se lo quedó mirando con ganas de pegarluna buena hostia, pero su puño se cerró con fuerz  decidió golpear el revestimiento de terciopelojo de uno de los paneles del tren. «Este no es u

    pobre infeliz como Torrijos —se dijo—; este tien

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    59/876

    poder y disfruta de ejercerlo, el muy cabrón.Continuó cruzando vagones. El paisaje habídejado de ser bucólico y pronto aparecieron aquí allá naves industriales y polígonos que anunciabaa cercanía de Gijón.

    Toni golpeó la puerta, primero con timidezuego, al no recibir resultado alguno, con má

    fuerza. Volvió a consultar el móvil, nada. Decidi

    lamar. A los pocos segundos, en el interior de lcabina comenzó a sonar una canción de VetustMorla, pero nadie contestó al teléfono. Resopló.

    «Tampoco fue tan gorda la de anoche... ¿A qu

    hora terminamos? Fue temprano...»Volvió a tocar la madera, con más insistenciaEl mismo resultado. Notó una punzada dpreocupación que le pareció infantil y decidibuscar a uno de los revisores para que abriese lpuerta. El expreso estaba ya entrando en zonurbana, así que tampoco iba a pasar nada podespertar a Cecilia.

    Estela se levantó. Había visto a Paco Serran

    ambalearse hacia el bar y no tenía ganas d

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    60/876

    aguantarlo borracho ya de mañana. Quería ir a scabina y repasar que todo su equipaje estuviesbien guardado y listo para bajar. Cogió su bolso dpiel de marca exclusiva y su chaqueta blanca deda y comenzó a dirigirse con disimulo hacia e

    fondo del vagón.Fue entonces cuando se escucharon los grito

    Gritos de hombre. Los que permanecían en e

    estaurante dejaron de desayunar y se miraronorprendidos, atemorizados por la estridencia

    Estela reconoció la voz de Toni. Le temblaron lapiernas. Se armó de valor y corrió hacia el luga

    de donde provenían las voces, esquivando a loque se interponían a su paso en los pasillos deren, que cada vez rodaba más y más lentamente.

    Era la cabina de Cecilia. Toni agarraba con lamanos crispadas la puerta corredera, los ojos muabiertos miraban hacia dentro, la boca torcida eun rictus de horror. Uno de los revisores, mupálido, la agarró antes de que pudiera llegar hastél.

     —Señora, no se acerque. Por favo

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    61/876

    Tranquilícese y vuelva a su vagón —logró deccon un hilo de voz, solo audible para Estela.

    Toni la miró con angustia y se apartó de lpuerta. Dio unos pasos hacia atrás y se apoyó en lventanilla.

     —Es Cecilia. Joder. ¡Está..., está...!Y a continuación, el escritor se dobló por l

    cintura y vomitó en el suelo todo el desayuno.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    62/876

    3

    Tiempo que pasa, verdad que huye

    El inspector de la Policía Judicial de Gijóngnacio Bernabé, aspiró el aire con fuerza: la

    primeras partículas hijas de la putrefacción aún nhabían comenzado a esparcirse por la estrech

    cámara. Miró hacia el pasillo. La cara de Tonzaguirre era un poema mientras era interrogadpor su compañero, el subinspector Emilio Prieto.

    Se tocó la mascarilla, tratando de rascarse lbarba rala y oscura con la mano enguantada

    analizó la cerradura de la cabina. Luego entró mandó salir con un ademán a los de la científicque estaban haciendo fotos del cuerpo.

     —Quiero estar solo, háganme el favor.

    Miró sin parpadear el cadáver de Cecili

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    63/876

    ardiel. Luego cerró los ojos y los volvió a abrimpresionado. Respiró profundamente mientra

    empezaba a procesar lo que estaba viendo, toda lra que impregnaba aquel lugar como una espesela de araña: la joven estaba desnuda, atada a l

    cama de pies y manos, el rostro amoratado por logolpes y por la cianosis. Era la típica escena de ucrimen de naturaleza sexual, pero él nunca habí

    ido testigo de semejante despliegue violento«Estrangulada», pensó al acercarse y ver uujetador rojo anudado al cuello. Las pierna

    completamente abiertas mostraban el sexo

    cubierto por una pasta blanquecina. Bernabé saproximó hasta ponerse al nivel de la vulva. Todparecía sellado por silicona, desde el Monte dVenus hasta el ano. Nunca había visto nada igua«¿Pos mórtem?», se preguntó, mientras intentabver alguna reacción vital en la piel. Si la habíviolado, tuvo que ser antes... Luego observó laataduras, los nudos intrincados. «Se tomó siempo: trajo las cuerdas, la silicona, vin

    preparado. Sin embargo, la estranguló con su rop

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    64/876

    nterior. La puerta no estaba forzada, luego tuvque conseguir una llave. O ella misma le abrió...»

    La boca de Cecilia estaba amordazada, ademáde con la pasta de cemento, con unas braganegras, los labios marrones reventados de ugolpe. El sostén estaba dado de sí, incrustado en ecuello; habían actuado sobre él con una fuerzbrutal. Bernabé de pronto recordó al  Monstruo d

    achala, Gilberto Chamba, un asesino en serique alcanzaba el orgasmo al penetrar a la víctimal mismo tiempo que la mataba. La camiseta estabasgada, en el suelo; procuró no tocarla mientra

    e intentaba manejar por la estrechez de la cabinaObservó los golpes que Cecilia presentaba poodo el cuerpo, los antebrazos con signos de habententado defenderse. El nivel de violencia er

    muy intenso, se repitió. Alguien tenía que habeescuchado o notado algo, las paredes del vagón neran muy gruesas... Apartó la cortina, pensativo.

    Había dos posibilidades, que el asesino fuesalguien que iba en el tren, o alguien que subió en l

    ciudad de Oviedo durante la noche. ¿Y cómo abri

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    65/876

    a puerta de la cabina? Habría que interrogar odo el personal del tren. Desde luego habí

    actuado a tiro fijo: Cecilia había sido una víctimeleccionada, sacrificada en el estrecho espaci

    de una cabina de tren. ¿Quién podía haberlodiado tanto? ¿Algún colega escritor? En aqueren iban escritores famosos y no tan famosos, lo

    medios habían informado por activa y por pasiv

    de quiénes iban a estar allí. Pero tampoco podídejar de lado la posibilidad de que algún faobsesionado hubiera visto la posibilidad dvengarse por el rechazo de la escritora... Resopló

    angustiado por la posibilidad de fracasar ante ucrimen que iba a concitar el interés de los mediode forma explosiva.

    Bernabé fue al baño. Todas las cabinas teníaun servicio individual. Había minúsculos restos dangre en el lavabo. «Se lavó aquí. Quizá tambiée cambió de ropa. No puede ser la primera ve

    que este tipo actúa. Es demasiado meticulosoactuó con gran determinación. Todo est

    demasiado estudiado para ser un bisoño...» E

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    66/876

    nspector, un hombre de memoria excelente, necordó ningún crimen remotamente parecido eos últimos años ni en España ni quizás en el rest

    de Europa. Tendrían que analizar en profundidaodos los delincuentes sexuales activos en lo

    últimos tiempos, especialmente los que acababade salir de la cárcel. Y contactar con la Interpol.

     —Está aquí el forense, inspector, el seño

    Montañés. —El subinspector se asomó con cautel  lo interrumpió. Sabía que Bernabé necesitab

    estar un buen rato analizando en solitario la escendel crimen, pero el forense no podía esperar má

    Y el cuerpo tampoco. —Está bien, que pase.El forense, un hombre escuálido y totalment

    calvo, con una perilla que le hacía parecer upersonaje de un cuadro místico, le hizo un gesto daludo. Lo conocía largo tiempo y sentía apreci

    por la profesionalidad adusta del inspector. —Siento la tardanza, Bernabé. He tenido un

    noche bastante movidita con un par de accidente

    de tráfico... —Entró en la cabina y al moment

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    67/876

    oltó una imprecación—. ¡La madre que me parióPero solo fue una reacción instintiva que l

    detuvo unos segundos. Luego comenzó a analizael cuerpo siguiendo el protocolo con rigor, ante lvigilante mirada de Bernabé.

     —Voy a tener que tomar la temperatura en ehígado. —Sacó el termómetro de su maletín—. Laivideces, aunque intensas, aún no están fijada

    como te habrás dado cuenta. Y el rigor mortis nestá demasiado extendido... —Hizo una incisióminúscula en medio del abdomen para introducel aparato bajo el hígado y esperó—. Yo diría qu

    a hora de la muerte, aproximada, claro está, debide ser sobre las cuatro o las cinco de lmadrugada... estrangulación a lazo... —Le abrios ojos por completo para enseñarle las petequia

    —. Te diré más cuando haga la autopsia. —Atención preferente, Montañés. La quier

    para esta tarde, lo más tardar, mañana. Este cases de máxima prioridad. Se va a montar una buena

     —Veré qué puedo hacer, inspector. Tengo do

    fiambres pendientes en la nevera y los de est

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    68/876

    noche. Y estamos al mínimo de personal, everano, ya sabes...

     —No iba a ser tan tonto como para follármel  luego matarla en el tren. —Toni negaba con l

    cabeza mientras sus manos dibujaban aspavientode indignación—. Escribo novela negra, pero n

    oy ningún degenerado, ¿qué se cree? ¡Le tenímucho cariño a Cecilia! Cómo pueden pensar quo...

    Bernabé terminó de quitarse el traje protecto

     se acercó a su compañero, que había comenzada presionar al escritor a partir de que estconfesara que había pasado parte de la noche coCecilia.

     —¡Por supuesto que van a encontrar restobiológicos! ¡Estuvimos haciendo de todo durantun buen rato! ¡Pero una cosa es hacer el amor couna chica y otra muy distinta atarla a la cama asesinarla!

     —Cálmese. —Bernabé intervino poniendo pa

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    69/876

    en la conversación—. ¿Lo vio alguien salir? ¿Quhizo al abandonar la cabina de Cecilia? Piensbien lo que va a decir. —Le miró fijamente a loojos—. Es importante que sea muy exacto en sudeclaraciones.

    Toni se pasó la mano por los cabellonervioso y cansado, y aspiró hondo antes dcontestar. Lo hizo lentamente.

     —Salí sobre la una de la madrugada. Me fui dar una vuelta por Oviedo. Les puedo decir lodos bares en donde tomé unas copas. Estuvhablando con un par de chicas, tengo sus teléfono

    Luego me fui al hotel, yo no duermo en el tren. Mesulta incómodo. Seguro que el hotel hegistrado mi entrada y mi salida en todas esa

    cámaras que tiene instaladas. El portero de nochpuede corroborar lo que estoy diciendo.

     —Bien, de acuerdo. Imagino que no tendrnconveniente en venir con nosotros. Par

    asegurarnos. Si lo que dice es cierto, no habrproblema.

     —Como quieran. Les aseguro que es cierto

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    70/876

    Cuanto antes me lleven, antes me soltarán. Pocierto, usé preservativo. Lo tiré por el váter debaño de Cecilia, lo digo por si quiereecuperarlo. Conozco perfectamente las técnica

    policiales, mi profesión me obliga, como ustedecomprenderán —añadió e hizo una mueca quntentó ser una sonrisa, sin conseguirlo.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    71/876

    4

    Trapos sucios

    Gijón. Hotel Don Manuel 

    Estela se abrigó con el chal de Loewe. Hacícalor, pero ella sentía un frío cerval incrustado e

    os huesos. Estaba destemplada. Le dio una caladarga a su cigarrillo y expulsó el humo co

    nerviosismo. Sentía grandes deseos de regresar Madrid. Aquello era suficientemente grave com

    para abandonar. Pero por otra parte, la Semanegra era uno de los acontecimientos mámportantes del año y lo último que quería era qua tacharan de cobarde por ausentarse de allí. ¿Un

    escritora célebre de novela negra huyend

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    72/876

    asustada como un conejo cuando se tropieza con ucrimen real? De ningún modo. Por no hablar dque el inspector de la judicial la podía requerir ecualquier momento. Pensó en Toni. Aún estaba ea comisaría, prestando declaración, como todoos demás. Se había quedado de piedra cuando s

    enteró de que había pasado la noche con Cecilia.aquella arribista, con pinta de zorra barata, qu

    había publicado dos libros llenos de casquería vísceras, repugnantes, solo alabados por locríticos que, en realidad, lo que querían erfollársela.

    Caminaba por el pequeño hall   del hoteembebida en sus pensamientos, la mancubriéndole la boca, cuando vio entrar a dondividuos: una locutora con un micrófono en l

    mano y, justo detrás, un cámara. Se retiró hacia loascensores con disimulo y logró subir sin que lvieran a un salón. Allí estaba, cubata en manoPaco Serrano, sentado mientras leía un libro coostro circunspecto. Estela se fijó en que la ven

    de la amplia frente estaba más marcada de l

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    73/876

    habitual. Se acercó a él. —¿Ya te han soltado? —ironizó.Serrano se quitó las gafas de ver y parpade

    para fijar la vista. Su cara se iluminó de repentSe levantó y se puso a su lado, de una forma que ella siempre le parecía que invadía su espacipersonal. Pero él adoraba incomodarla. Aquellbelleza gélida podía volverlo totalmente loco,

    como resultado se protegía despreciándola. No erun hombre mayor, andaba por los cincuenta pocos, lucía un envidiable cabello gris abundante, y una mirada intensa que desnudó a l

    escritora a través de su falda elegante y schaqueta de Carolina Herrera mientras apuraba sin-tonic.

     —Ya, ya estoy libre —sonrió Serrano—Menos mal que tengo coartada, me he ahorrado umontón de problemas. Menudo marrón. Jodepobre Cecilia. —Su cara ahora se ensombreció—Es que no me lo puedo creer... ¿Alguien ha avisada su familia?

     —Los padres ya están de camino, viven e

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    74/876

    París. Es terrible. Terrible. De verdad, no entiendcómo alguien puede hacer algo así. —Estela supdar a sus palabras el tono contrito que requería lituación.

    Serrano levantó una ceja. —Pues en tus novelas queda muy claro

    Estela... —Ya. No es lo mismo. Entiéndeme. N

    bromees con esto, Paco. Podíamos haber sidcualquiera de las escritoras. Yo estuve a punto dquedarme a dormir en el tren.

    Serrano asintió.

     —Era una chica con muchas posibilidades; unverdadera promesa. Tenía solo 24 años y ya habíescrito dos novelas y un libro de poemas. Y coesa cara de pilla, esos labios carnosos... —squedó en silencio unos segundos—; podía habelegado muy lejos. Joder, qué desastre. ¿Tú quié

    piensas que ha sido? ¿Uno de los nuestros?Estela aguantó las ganas de replicar a aque

    comentario tan machista sobre la belleza d

    Cecilia, y algo celosa negó con la cabeza.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    75/876

     —Desde luego que no. Y si te refieres a Toncomo posible sospechoso, estás muy equivocadoVoy a tomar algo. —Serrano había conseguidponerla de mal humor—. Me hace mucha faltahora vuelvo.

    Fue al bar, se sentó y pidió un MartinMientras esperaba a que el camarero le sirviera lbebida recibió un mensaje de Toni comunicándol

    que ya estaba entrando en el hall  de hotel. Ella lexplicó dónde estaba y que tuviese cuidado coos buitres de la prensa que acechaban en busca d

    carnaza. Al poco apareció, encorvado por l

    preocupación y el cansancio. Le acompañaba otrvez Serrano, que buscaba con la mirada el bar sidisimulo ninguno.

     —Estela, querida, me temo que aquí vamos necesitar a tu detective ciego para resolver estenigma. Creo que el inspector Bernabé anda muperdido... —dijo Serrano mientras se sentaba a sado. Toni simplemente musitó un hola, mientras s

    dejaba caer como un fardo en la butaca qu

    flanqueaba la mesita del bar.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    76/876

    Estela encajó la broma, pero ya estaba harta daguantar la insolencia del crítico, siemprmolestando con sus comentarios de superioridadcomo si el muy capullo tuviera siempre patente dcorso para pontificar sobre lo que le apetecieraEstela Brown era una de los pocos autores dnovela negra con el poder suficiente como parmedirse con él, aunque, siempre pragmática

    evitaba esas escaramuzas en la medida de lposible, a pesar de que Serrano siempre la habíflagelado sin piedad en las reseñas de sus libroPero esta vez estaba cansada e irritable, y decidi

    marcar el terreno. —Bueno, con las críticas que haces taperspicaces cuando se trata de diseccionar lofallos de una novela y enviarla al infierno de loibros de saldo, no veo por qué no le brindas tuabios consejos a la judicial, seguro que serían d

    mucha utilidad —dijo con ira mal disfrazada dronía.

     —Va, dejadlo ya, por favor. —Toni intercedió

    odavía con el espíritu sacudido por la muerte d

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    77/876

    Cecilia y el duro interrogatorio de Bernabé—Esto no es una maldita novela.

    Serrano le clavó una mirada llena dhosquedad.

     —Ya veo... no te eches la culpa, chaval, eschica no tenía reparos en irse a la cama con quiefuera; y si uno no es cuidadoso, siempre puedencontrarse con alguien que no sabe encajar u

    desaire —lo dijo de forma brutal, para dejarlclaro a Toni que él no era nadie para mandarlcallar.

    Toni lo miró con semblante fiero, y por u

    momento estuvo decidiendo si levantarsdirectamente y romperle esa asquerosa boca. Peral fin, ante la mirada sostenida de Serrano, que lesperaba desafiante sabiendo que no se moveríde la butaca, bajó los ojos y comprendió que esera un enemigo temible, y que no podía permitirsel lujo de tenerlo en su contra. Sabía que con uartículo podía destrozarle aún más. Todavía no ero bastante importante como para plantarle cara

    Así que miró, herido, a Estela, como si le rogar

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    78/876

    que ella, que sí tenía ese poder, amonestara Serrano por sus palabras ofensivas a Cecilia.

     —Oh, Serrano, no seas tan enfant terrible; niquiera tú puedes ser tan cruel... —Eso fue todo que obtuvo Toni de Estela, un pase de muletleno de frivolidad que evitaba toda confrontación

    Recordó en ese instante, humillado, la furia de ellcuando, de repente, dejó de frecuentar su cama

    abía que ahora le estaba pasando la factura. Casa podía oír entre líneas: «¿No querías una putitoven? Pues aguanta ahora el palo.»

    El crítico sonrió.

     —Querida, a veces la verdad parece cruecuando es pronunciada, es lo malo que tiene, ¿nes así? —Y, devolviéndole la medio sonrisa con lque Estela lo había reconvenido, le dedicó ubrindis con el vaso.

    Seis horas más tarde Bernabé apuró un tragde whisky en el salón de su casa. Ya habí

    nterrogado junto con el subinspector Prieto

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    79/876

    veinte pasajeros; quedaban otros veinte, pero en sfuero interno sabía que, al menos de formnmediata, esas pesquisas no le iban a llevar muejos. El asesino de Cecilia había tenido much

    cuidado, y si era uno de los pasajeros del trepodía obtener fácilmente una coartada, al fin y acabo era madrugada, y cualquiera podía afirmaque estaba durmiendo o en el lavabo, o dando un

    vuelta sin que necesariamente alguien tuviera quespaldarlo. No, lo único que podía encaminarl

    era una evidencia física: un cabello de la chica, uarañazo, el ADN del asesino..., pero esa recogid

    de restos ya se había realizado, y la inspeccióocular no había hallado nada relevante. Hasta lmañana siguiente no estaría terminada la autopsia hasta pasadas unas semanas no tendrían todos loesultados forenses. Tendría que armarse d

    paciencia: el Tren Negro había hecho honor a snombre, se dijo, resignado. La experiencia ldecía que a menos que pudiese encontrar uvínculo personal entre el asesino y la víctima, l

    ba a ser muy complicado resolver el caso a cort

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    80/876

    plazo.

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    81/876

    5

    Pedro Mendiluce

     Mera, Oleiros. Viernes, 31 deoctubre de 2014

    Expulsó una bocanada de humo de sMontecristo, embriagado de placer. Luego sasomó al enorme balcón que daba a la bahía dMera. El mar golpeaba con fuerza a sus pies, efrío de la noche, el olor a algas, a salitre, la brisa

    odo le provocaba una sensación de plenitud quhacía años no sentía.

    Los años que había estado en la cárcel.Pedro Mendiluce sacó del bolsillo la págin

    del BOE que confirmaba su indulto y la leyó e

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    82/876

    alto. «Vengo en indultar a don Pedro Mendiluce Roch la pena privativa de libertad pendiente dcumplimiento a condición de que no vuelva cometer delito doloso en el plazo de tres añodesde la publicación del real decreto...»

    Acercó la punta del puro al papel y estcomenzó a arder al momento. Mendiluce vio caeos trozos como pequeñas luciérnagas que volaro

    con la brisa y se apagaron en el agua clara evuelta. Detrás, su mayordomo Amaro apareci

    con una botella de Bollinger en una cubitera y uncopa. Vertió el champán con cuidado.

     —Ah..., Amaro, gracias. Pero trae otra coppara ti. Hoy es un día especial: brindaremos poos viejos tiempos y por las sorpresas que nos va

    deparar el futuro... —La luna creciente se reflejen los ojos de Mendiluce, que relucieron coverdadera maldad, casi física.

    Bebió un sorbo y lo paladeó con fruiciómientras recordaba que, de niño, en la enormbiblioteca de su padre, había descubierto u

    ejemplar amarillento y gastado de la primer

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    83/876

    edición española de  El conde de MontecristoAquel ejemplar seguía en su biblioteca. Considerque había llegado al fin el momento de releerlpues, como Dantés, había escapado de lmazmorra perdida en el infierno para ejecutacomo único destino, una terrible venganza.

     A Coruña, barrio de Monte Alto

     —No me lo puedo creer... —Valentina Negr

    miraba con los ojos como platos la pantalla delevisión del bar Mesía, donde había quedado cou amiga Helena antes de ir a la ópera. Pedr

    Mendiluce salía de la cárcel de Teixeiro con un

    onrisa enorme en el rostro y saludando como unestrella de cine. A su lado, la abogada SarRancaño, vestida con un ceñido traje chaqueta quealzaba unos pechos duros y elevados, contestab

    con aspecto triunfal a los micrófonos que s

    apelotonaban a su alrededor. Esas imágenes s

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    84/876

    nterrumpieron, dando paso a la entrevista que uconocido presentador le estaba realizando apropio Mendiluce que, con su elegancia habituae desenvolvía ante las cámaras como u

    verdadero maestro, utilizando sus ojos claros dáguila, su ceño grueso y sus ademanes afectadopara hipnotizar a la audiencia.

    Al lado de Valentina, sentado en un taburete d

    a barra, el subinspector Manuel Velasco apurabu caña con la misma cara de estupefacción e ira

    Habían conseguido meter a un hombre corrupto, un tratante de blancas, a un verdadero degenerado

    en prisión, pero los poderosísimos contactos dque disponía el antiguo constructor habían sido dgran ayuda a la hora de conseguir aquel indultnesperado. Eso, y su silencio: Mendiluce podrí

    haber mencionado nombres de personas mumportantes como clientes de sus orgías..., lo qu

    casi hubiera podido provocar una crisis dgobierno, al menos en Galicia, pero fue luficientemente listo como para callar. Y ahor

    ecibía su recompensa: de los seis años de cárce

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    85/876

    a los que había sido condenado, Mendiluce habícumplido solo dos.

    Su voz, grave y seductora, acariciaba los oídodel público que asistía al plató.

    «... jamás he hecho trata de mujeres. Yo a esachicas las ayudaba, las quitaba de la calle, ledaba un trabajo digno a todas..., jamás se pudprobar que hiciese algo ilegal con mis empresa

    de construcción...».Valentina negó con la cabeza varias vece

    apretando los labios, demasiado enfadada compara decir algo coherente. Se acordó de la novi

    de su hermano Freddy, Irina, que había sidesclavizada y chantajeada por el lugarteniente dMendiluce, Sebastián Delgado, en las habitualeorgías que se organizaban en los chalés deempresario. La liberación de aquel sujeto era unamenaza para la sociedad coruñesa y así se lcomentó a su colega. Para la inspectora, era lmismo que haber soltado una pitón en un criaderde conejos.

     —No sé, Valentina. A lo mejor ha aprendid

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    86/876

    en la cárcel que no le conviene meterse más eíos. Tiene dinero suficiente como para no tene

    que volver a hacer nada ilegal.Valentina lo miró con intención y bebió u

    orbo de Estrella Galicia. —La cabra tira al monte, Velasco. Es corrupt

    hasta la médula, su indulto lo demuestra. Estoegura de que ha salido gracias a que sus contacto

    e deben muchos favores. Mendiluce pudo contamuchas cosas que destruirían a más de uno eayuntamientos, gobiernos autonómicos e incluso eMadrid. Pero durante el juicio no nombró a nadie

    Estoy segura de que ahora se lo han agradecido.Lo dijo con aire de profunda resignación risteza que, no obstante, dio paso a un movimient

    de sus ojos que señalaban a Velasco la llegada dalguien conocido.

    Velasco se volvió y dio la bienvenida a snovio, Pepe Marlasca, con dos besos en la mejillaValentina puso a su vez la suya para recibir el besde Pepe y señaló a la pantalla.

     —Mira a quién tenemos ahí. El pajarito se h

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    87/876

    escapado de la jaula... ¿Qué te parece?Velasco pidió otra caña y un vino para s

    novio, que abrió la boca de asombro cuando vio Mendiluce en un primer plano impactante, lmirada intensa y los labios carnosos y sensualeafirmando que dedicaría gran parte de su dinero ubvencionar actos culturales y a aliviar l

    pobreza de los desafortunados de la ciudad.

     —¡Joder! ¡Si es Pedro Mendiluce! —Se quedmudo unos segundos—. ¿Cuándo le han soltado?

     —Esta mañana temprano —dijo Valentina—Es increíble: horas después de salir ya estaba e

    un plató de televisión como si nada hubierocurrido —suspiró, resignada. Sonó su teléfonoera Javier Sanjuán. Hizo un ademán de disculpa alió del bar.

    La voz del criminólogo valenciano sonó jovia  la reconfortó un tanto. Pero ella no se podí

    quitar la imagen de Mendiluce de la cabeza. —¿Estás viendo la televisión? Es indecente.

    —Su tono era casi de furia.

     —Sí. Una vergüenza. No entiendo cóm

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    88/876

    existen programas de televisión que dan alas a lodelincuentes. —Sanjuán estaba realmentndignado, pero sabía que Valentina estaría mu

    dolida, así que decidió no seguir removiendo máesa pésima noticia—. Pero bueno, anímateMañana ya nos vemos. Llego a las ocho de lmañana al aeropuerto. ¿Me vienes a buscar?

     —Claro. ¿Acaso lo dudabas? —Valentin

    onrió. Estaba enamorada de Javier Sanjuán desdel primer día en que lo había abordado en El Cortnglés para que le ayudase a resolver el caso de

    Artista, un asesino en serie que convertía a su

    víctimas en obras de arte. La colaboración entros dos había dado paso a una relación amorosbastante compleja en la que los altibajos parecíaiempre estar a punto de vencer a los momento

    buenos. Para alegría de Valentina, llevaban unemporada en la que estos últimos ganaban l

    partida. Además, durante unos días en A Coruñestarían la flor y nata de los escritores españolegracias a la celebración de una flamante Seman

    egra, a la que Sanjuán había sido invitado par

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    89/876

    dar una conferencia y participar en varias mesaedondas como profesor de la Universidad d

    Valencia y escritor de libros científicos. Era lprimera vez que en la ciudad se celebraba uevento literario de aquellas características y todel mundo estaba muy preocupado por que saliesbien. Al día siguiente se produciría lnauguración del evento que se iba a celebrar en l

    Fundación Galicia. —¿Estás segura de que no tienes un trabaj

    que atender? —Sanjuán bromeó—. Si no puedevenir no te preocupes, de verdad, lo entiend

    perfectamente, cogeré un taxi... —Ya... mira que eres cobardica, Javier. —Ecriminólogo disfrutaba picándola y eso a ella lgustaba. Sanjuán sentía auténtico pánico cuandba en el coche con Valentina, porque ell

    conducía a una velocidad que a él se le antojabemeraria o directamente suicida.

    Conversaron un par de minutos hasta que llegHelena a buscarla en el coche para llevarla a

    Teatro Rosalía de Castro. Valentina entró en el ba

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    90/876

     se despidió de sus amigos, evitando mirar hacia pantalla de televisión.

    Teatro Rosalía de Castro

    Cuando el contratenor Philippe Jarousskerminó su hermosa rendición de «Alto Giove» deolifemo  de Porpora, dando por iniciado e

    ntermedio del concierto, Valentina se levantó du butaca en la zona de gallinero. Más de uno d

    os asistentes se dio la vuelta para verla. Con scabello negro cortado en media melena, sus ojogrises moteados, los pómulos de tártara y suabios naturalmente rojos, llamaba la atención má

    de lo que desearía. Valentina no se solía maquillademasiado. Procuraba que su estilo fuese lo máobrio posible, pero cuando se arreglaba, com

    aquella noche, no podía evitar que muchohombres se sintiesen atraídos por aquella bellez

    extraña vestida con un jersey, vaqueros ceñidos

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    91/876

    unas botas de tacón.Por desgracia, Valentina no había podid

    disfrutar lo que hubiera deseado del espectáculoLa imagen de Mendiluce la golpeaba una y otrvez. No solo se trataba de sus actividades ilegale  repugnantes: el soborno de políticos corruptoa trata de mujeres que apenas alcanzaban l

    mayoría de edad, entre muchas otras fechoría

    estaba también lo sucedido en Roma hacía doaños. Aunque nunca se pudo probar, Valentinestaba absolutamente segura de que la hija de samiga, la magistrada Rebeca de Palacios, habí

    ido secuestrada por orden suya para coaccionarl fallar a su favor cuando le llegó el momento dentarse en el banquillo de los acusados. Uecuestro que la obligó a ir a Roma para intentau liberación, y que finalmente la expuso a vivituaciones agónicas.

     —¿Tomamos algo en el bar del teatro? —Lpregunta de Helena, alta y de largo cabellcastaño, crespo, que lucía uno de los modelo

    hipster que tanto asombraban a su amiga, la sac

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    92/876

    de su ensimismamiento: ella jamás se hubieratrevido a ponerse aquella falda larga, azul, con ublusón blanco y un chaleco con flecos—. Tenged. La ópera me da hambre y sed. Y de pas

    vamos a cotillear un poco, a hacer pasillo —apostilló, con sonrisa pícara.

     —Venga, sí, bajemos. Hasta la tercera llamadhay tiempo de sobra para una cerveza.

    Las dos hicieron levantar a parte de loasistentes para acceder a los vomitorios y sdirigieron hacia la cafetería del teatro. Helenaprovechó su altura para pedir dos botellines y un

    bolsa de patatas. Poco a poco el lugar se iblenando de gente que aprovechaba el descanspara socializar y dejarse ver. Valentina vio aalcalde y a un par de concejales que le hicieron ugesto. Se acercó a saludarla también Antón Ruizel profesor de canto al que había conocido duranta investigación del caso del Hombre de l

    Máscara de Espejos.Estaba cogiendo la botella de cerveza y u

    vaso de plástico de las manos de su amiga cuand

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    93/876

    escuchó detrás de ella una voz conocida que llamaba por su nombre. Se dio la vuelta mientraa angustia se apoderaba de su estómago con un

    fuerza demoledora.Pedro Mendiluce la miraba con algo parecid

    al deseo mientras sujetaba con gracia una copa dvino blanco en la mano. Vestía de punta en blancoun traje de Hermès de color gris perla, una camis

    blanca, una corbata amarilla sujeta a la camisa coun pasador que culminaba en un diamanteValentina se fijó en lo caro que parecía y en eello de oro que lucía en el meñique y en lo

    gemelos de exquisita factura que asomaban en epuño de la camisa. El hombre sacó la punta de lengua y se relamió los labios sensuales coentitud, saboreando el encuentro.

     —Inspectora Negro. ¡Qué alegría volver verla! Está fantástica con ese nuevo corte dpelo...

    Valentina se puso en guardia de inmediatontentó que sus ojos no reflejaran las emocione

    que se habían agolpado de repente en su pecho

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    94/876

    como si hubiera recibido el impacto de un martillhidráulico: odio, rabia, impotencia; pero, incapade contenerse por completo, se dio cuenta de quu rostro había acusado el golpe. No logr

    contestar con la rapidez que hubiese deseado, y ehombre continuó con su discurso.

     —Me he acordado mucho de usted estoúltimos años. De usted y de la jueza De Palacio

    Ha sido una temporada muy larga, ValentinaEdificante —de pronto pasó a tutearla—, pero haprendido mucho. En cierto modo tengo que dartas gracias. En Teixeiro he conocido a mucha gent

    a la que jamás hubiese podido tratar. Y ahora soun hombre totalmente nuevo..., rehabilitado para lociedad. Preparado para hacer el bien. Cada dí

    un poco más sabio y más humano. —Ya lo veo... —Valentina logró articular al fi

    un discurso coherente. La presencia de Mendiluca había cogido por sorpresa, pero no podí

    permitirse mostrar debilidad—. Me alegro muchde que su estancia en prisión haya servido par

    algo. Aunque permítame dudarlo. La gente com

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    95/876

    usted no cambia, Mendiluce. Puede manipular engañar a los demás apareciendo en esoprogramas basura. Pero a mí todo eso no me sirveSé que ha salido de la cárcel de forma injustamientras otros bastante menos culpables que usteiguen dentro... —Y ella no pudo ni quiso oculta

    el desprecio que salpicaba su respuesta.Mendiluce esbozó una sonrisa casi tierna.

     —Inspectora Negro... —suspiró condolencia—. Veo que la que no ha cambiado nad

    eres tú. Sigues tan intensa y problemática comiempre. Ya vi cómo dejaste al pobre de Marco

    Albelo... un hombre tan atractivo, la cardestrozada a patadas. No sé cómo te libraste de lexpulsión del cuerpo después de semejantepisodio violento. Tienes buenas agarraderas..., alguna cosa más..., íntima quizás..., ¿algún lío coalgún jefazo? —Le guiñó un ojo—. ¿O siguecoqueteando con aquel criminólogo tan sabihondo

    Valentina sintió un estremecimiento de ira decidió cortar la conversación de raíz. Aque

    hombre tenía la capacidad de desarmarla y aquell

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    96/876

    a hacía sentir vulnerable, y lo que era peoecordar episodios que solía mantener siempr

    bien guardados en lo más profundo de su alma. —Nos veremos pronto, Mendiluce. No l

    quepa la menor duda. Y, por favor..., no se permitel lujo de tutearme.

    Pedro Mendiluce vio a Valentina escabullirse avisar a su amiga. Admiró sin disimulo su cuerp

    esbelto y sus pechos plenos que se adivinaban cofacilidad a través del jersey gris. Ambadesaparecieron camino de sus asientos. Sonó eegundo aviso. El empresario saludó con un

    onrisa a los políticos que aún remoloneaban poel bar, terminó su vino y emprendió a su vez ecamino a uno de los palcos.

    Mientras Jaroussky cantaba con su voangelical «Ombra mai fu», Mendiluce, solo en epalco, se repantingó como pudo en la silla, algncómoda, y pensó en el futuro. Durante dos año

    no había podido pensar en nada más que en salde la cárcel lo antes posible. Cada día había sid

    una tortura, un apunte en el debe. Pero ahora tod

  • 8/18/2019 Los Muertos Viajan Deprisa - Vicente Garrido

    97/876

    había cambiado: las apetencias, las ansias, todera distinto, y era necesario planificarlo cocuidado. No podía dejar nada al azar. Si habíalgo de lo que Pedro Mendiluce estaba seguro erde que no quería volver jamás a pasar un día eTeixeiro. Pero también estaba seguro d