Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

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    Castellote Editor Colecci6n Basica

    5

    Guy Fourquin

    os levantamientos populaTes

    en la Edad Media

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    3/134

    Basica 15

    Q

    Editions

    Du

    Seuil

    Miguel Castellote. editor

    Hermanos Mirallcs. 32 - Madrid

    ISBN 84-72590313

    Dep6sito legal M: 30.411 1 973

    Printed in Spain. Impreso en Espana

    Talleres Grflficos de ~ E d i c i o n e s Castilla, S. A.

    Maestro Alonso, 23 - Madrid

    Portada:

    AI Andalus

    Traductor: Juan Gonz..'tlez Yuste

    I

    NT

    RODUCCION

    ,La

    actitud de ind ignaci6n habi tual sig.

    no de una

    gr

    an pobreza de espiritu.

    >

    PAUL VALERY

    Si hemos elegido el

    tennin

    o de

    levantamiento

    re

    chazando

    el de revoluci6n ha sido a propio intento.

    Esta ultima palabra

    cuyo sentido

    ha sido

    modifi

    cado desde el siglo XVIII es

    ahora

    portadora de un

    Significado que

    no

    conviene en modo alguno para

    la Edad Media,

    ni

    a

    im

    para los tiempos modernos.

    En

    el

    terreno

    politico y social

    no

    se ha

    hablado

    de revoluci6n hasta

    muy

    tarde. Commynes

    es uno

    de

    l

    os primeros que

    ha evocado las revoluciones de los

    estadas)). Mas

    tarde

    Hobbes. en su Leviatan utiliza

    la expresi6n revolution o states por analog(a con

    la revaluci6n de l

    os

    planetas.

    Durante mucho tiempo el tennino se utiliz6 Unica

    mente en

    astronom

    ia 0 a veces, para calificar a

    un

    gran cambia

    que

    ponia arriba 10

    que

    estaba abajo

    o a la inversa. Un

    planeta

    en el

    curso de

    su revalu

    ci6n

    pasa

    de cierto punto de

    su tr

    ayectoria a

    otro

    que

    se

    habl

    a en el lado opuesto. As p ues. para

    Hobbes la revoluci6n en un Estado es un cambio

    5

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    de situaci6n en el curso del cual

    10

    inferior se con

    vierte en

    superior

    y 10

    superior

    en inferior J. Mon

    nerot). Antes de

    esto, la

    filosofia politica

    l a

    de

    un

    Jean

    Bodin

    un Maquiavelo, por

    ejemp

    l habla

    ba preferentemente de

    conjuras

    de

    sediciones

    0

    como en el caso de los griegos, de

    insurrecciones

    de

    cambios.

    Pero

    ninguno de

    estos

    tenninos evocaba

    en

    absoluto

    la

    idea

    de ida y vuelta orden

    antiguo

    - revoluci6n- orden nuevo). Sin embargo, Hobbes

    no tenia ninguna esperanza en la revoluci6n enten

    dida de esta forma; para el no era sino la muestra

    de la inestabiHdad de las cosas

    humanas,

    un trasto

    camiento de

    la situaci6n

    que

    no seria

    el ul timo, ya

    que la

    rueda continuaria

    girando. Era una cance >"

    ci6n

    dclica de la revoluci6n, sin juicio de valor.

    Hasta finales del siglo XVIII, para la

    teoria

    poHtica,

    no

    se trataba

    mas que

    de un

    cambia de

    situaci6n

    el cual

    no

    era considerado buena en SI

    mismo

    ni

    su contrario, por

    cnde,

    obligatoriamente

    malo.

    Aun

    no

    se trata pues del signo

    de una

    concepci6n

    lineal,

    que

    dividiese la Historia en un

    antes

    malo)

    y

    un

    despues forzosamente buena. Es cierto

    que

    hubo en la

    Edad Media milenarismos y que

    tuvieron

    un concepto lineal de la evoluci6n: un comienzo

    absoluto

    iba

    a cortar el

    tiempo

    en dos, el antes y eI

    despues.

    Pero la escatologia medieval no utiliza Ia

    palabra

    revoluci6n;

    esta

    fue

    creada

    por

    espiritus

    frustrados,

    muchas

    veces, bien

    incapaces

    de eIa

    borar

    toda

    una teoria

    que

    fuese

    realmente

    politica.

    Todo

    cambi6 can

    la

    Revoluci6n de 1789, y mas

    tarde con el marxismo. En 10 sucesivo el

    termino

    ha

    implicado

    un juicio

    de

    valor: la Revoluci6n Fran

    cesa, la revoluci6n

    vaticinada

    por

    Marx eran

    acon

    tecimientos buenos en sf

    mismos

    y capaces

    de

    cortar

    el

    tiempo

    en dos. La concepci6n ciclica desapa.

    reci6 en provecho de la concepci6n lineaL

    La

    Revo-

    6

    luci

    6n

    escrita can mayUscula, la

    pa

    labra

    se

    empa

    rienta con las alegorias de la Edad Media) es una

    mutaci6n de conjunto,

    un

    recurso supremo,

    una

    fuente

    de valores. Pero la actitud ante ella ha va

    riado.

    Primero hasta

    principios

    del siglo xx,

    hubo

    individuos

    que

    se

    atrev

    ieron a tomarla como l mal

    absoluto,

    la matriz de los errores y aberraciones;

    se consideraban

    contrarrevolucionarios.

    a

    situacion

    ha

    cambiado, y desde haee

    med

    io

    siglo 1a

    palabra

    es easi siempre

    bien

    considerada;

    10

    que se Ie opone es

    otra

    revoluciOn. Hayen esto

    una

    disposicion psko16gica difusa,

    que molesta

    al

    historiador

    por la

    misma

    raz6n

    que Ie moIesta todo

    10 que implica un juicio de valor.

    Suponiendo que

    se

    quisiera no

    obstante utilizar

    la pa labra, surgirian otras dificultades. J. Ellul ad

    vierte

    que

    una revoluci6n supone una

    doctrina

    , un

    proyecto, un programa una teOrla cualquiera

    10

    que

    especifica

    la

    revoluci6n es

    la

    existencia de

    este

    pensamiento

    previo. No basta con

    que haya

    suble

    vados, se necesita tambien Ia presencia de los

    que

    A. Decoufle llama los gerentes de la revoluci6n, es

    decir, los organizadores que

    ponen

    las cosas,.

    en

    orden tras el paso de Ia rafaga. -Asimismo la rever

    luci6n

    plantea

    un

    princip

    i no tiene nada que vel

    can las reformas, es el comienzo a

    partir

    de cero.

    EI proyecto revolucionario no consiste

    ni

    en apli

    car una doctrina

    idealista,

    como la

    de los milenaris

    tas ni en la reforma de ta l cual elemento de la

    sociedad, se

    reduce

    siempre a un comienzo... En

    caso

    contrario,

    el acontecimiento

    puede

    ser social,

    politico tragico,

    pero no

    tiene la cualidad

    de

    revolu

    cion (J. Ellul).

    Se pretende afinnar una historia enteramente nue

    va

    una historia

    jamas contada

    anteriormente.

    To

    das estas

    son cosas fundarnentalmente ajenas a la

    7

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    Edad Media. Se

    hacia

    necesario pues escoger a otro

    vocablo, nos heroos detenido

    en

    el de

    levantamiento

    prefiriendolo a1 de revuelta que

    no

    es el apropiado

    para los rnovimientos en que estan implicadas en

    primer

    1ugar l

    as

    elites.

    El calificativo de

    populares

    esta menos justifica

    do. Lo hemos

    retenido

    para

    no

    dar demasiada am

    plitud

    a la obra, para e

    liminar

    aquellos levantamien

    tos

    en los que los

    estratos no superiores de

    1a

    sociedad

    no

    han desempefiado practicamente

    papel

    a1guno. As pues, es

    arbitrario.

    Asimismo han sido

    excluidos los

    movimientos

    dirigidos

    tinicamente

    par

    los nobles de los que esperaban sacar

    pro

    vecho;

    por ejemplo, los que precediero n a la

    Gran Carta

    bajo Juan Sin Tierra 0 los que siguieron a la muerte

    de Luis

    VIn

    en Francia, tras la

    primera

    regencia en

    1a historia del pais.

    Lo que nos ha in teresado es aquello que

    puede

    agitar estratos bastante nwnerosos

    .

    Pero todos

    los

    levantamientos

    retenidos no han sido populares

    en

    el

    mismo

    grado. La obra hubiese quedado truncada

    si no hubiesemos evocado mas que las sublevacio-

    nes unicamente populares, aquellas

    en

    las que

    no

    obraron mas que los pobres y los marginados,

    no

    el pueblo

    el cua l,

    en su

    totalidad

    no puede

    suble

    varse

    mas que en las ciudades-estados. POl otra

    parte y con la

    mayor

    frecuencia, numerosos estra

    tos, situados de roaneras

    muy distintas

    en Ia escala

    social,

    han

    estado

    comprometidos

    en los Ievanta

    mientos. Hemos conservado pues, preferentemente,

    a estos

    cada

    vez

    que

    los

    estratos

    inferiores h

    an

    par

    ticipado en estas acciones como agentes 0 como

    masa

    de

    maniobra: casi

    siempre

    se

    han

    mezc1ado

    en

    ellas

    estratos superiores,

    pertenecientes

    no

    a

    ]a elite.

    a obra, dividida en dos partes

    -Problematica

    y

    8

    Tipo ogia- esta obligada a dar algunas advertenci

    as

    sobre su

    metodo.

    No

    hemos

    separado la Edad Media de

    todo

    10

    que 1a

    ha

    precedido ni de todo 10 que la ha seguido.

    De

    esta forma

    ,

    en

    10

    relativo a los

    mitos,

    cuyo peso

    sobre

    1a

    mentalidad

    colectiva ha sido olvidado

    con

    excesiva volubili

    da

    d, heroos hecho algunas incursio

    nes

    en

    la hist

    oria mas antigua,

    si

    guiendo

    esos

    mitos

    hasta nu

    estros

    dfas. Sin embargo, las referencias a

    la Historia Modema son las mas abundantes. No

    hay diferencias

    sus

    t

    anc

    iales entre los levantamientos

    medievales y los de

    la

    epoca

    modema.

    Al mil

    enarismo

    de finales de la Edad Media res

    ponde

    el de la

    guerra

    de los

    campesinos en

    tiempos

    de Lutero; a las iras campesinas del siglo XIV res

    ponden otras

    parecidas del siglo

    XVII.

    EI creciroien

    to

    del

    Estado

    como

    fuente

    de conflictos sociales es

    un fen6meno de finales de la Edad Media, antes de

    serlo

    de

    los

    tiempos modernos

    . Despues

    como

    antes

    de 1500, las mismas causas han producido los mis

    mos efectos capitales.

    No existe una equivalencia obligada: 1evantamien

    to

    =

    conflicto social procedente de

    causas sobre

    todo econ6micas. Lo cierto

    es

    que no hay causas,

    series causales que sean privilegiadas {(cn ultimo

    amllisis.

    Un J

    evantam

    i

    ento es en

    general un hecho hist6-

    rico total y,

    a priori

    ninguna rama de la historia

    debe

    ser

    desdefiada subestimada, el hi

    storiado

    r de

    los levantamientos no debe incluso dudar en acudir

    a otras disciplinas

    que se

    ocupan de las mentalida

    des co1ectivas, la psicologia y la mitologia sociales,

    sobre todo

    l

    as de

    las

    multitudes.

    a

    sociologia

    en particular puede

    prestar los rna

    yores servicios. Inclu

    so

    1a etnografia, el psicoana

    isis

    ...

    y la ista

    no

    es limitativa.

    9

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    Muchos aspectos no

    han

    podido

    ser tratados mas

    que superficialmente no tanto a causa de

    su

    i

    mpor

    -

    tancia por pequefia que sea como porque en esta

    6ptica hay mucho por hacer en el terreno medieval;

    eUo

    ha

    n\

    que

    este

    libro pueda

    dar

    al lector

    una

    im-

    presi6n de .m e

    tomentod

    o. Pero hemos

    corrido

    el

    riesgo voluntariaroente y los trabajos mas a fondo

    vendran

    posterionnente

    ya que

    no dependen sola-

    mente de los historiadores sino tarobien de los espe-

    cialistas de tantas otras disciplinas indispensables .

    Estamos aqui

    ante un intento para

    desempotrar

    la historia de los levantamientos de la Edad Media a

    fin de

    poner

    la historia m

    ed

    ieval

    al

    alcance de nues-

    tro

    s contempon\neos cultos. Dicho can otras pala-

    bras esta ohra es una silltesis abierta

    10

    PRIMERA

    PARTE

    PROBLEMATICA

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    I

    LA

    PERSISTENCIA DE

    LOS

    MITOS

    EN

    LA

    EDAD MEDIA

    a

    teona seglin Ia eual los mitos no son, como

    parece suponer el

    sentido usua

    l del termina sino

    fabulas, invenciones,

    ya no

    es valida. Mircea Eliade,

    por ejempl

    o

    ha mostrado que el mito des igna tam

    bien una ,historia verdadera sagrada. ejemp

    J

    ar

    y

    significativa

    tanto

    en las sociedades primitivas

    como cn las

    mas

    evo lucionadas, las de la

    Edad

    Me-

    dia, e incluso, scg(m cree las de nuest ro tiempo. No

    se

    trata

    pues,

    de

    simple ficci6n.

    En

    la mayana de

    las sociedades el mito esta vivo, de manera conti

    nuada

    por simples resurgimientos.

    No

    es

    tini

    ca

    mente en las sociedades

    muy

    primi-

    tivas dande

    dertes

    cultos profeticos anuncian Ja

    rouy cercana

    lI

    egada de una rnaravillosa era de abun

    dancia y felicidad. La

    edad

    de oro es un

    mito

    cono

    cido de los an t iguos, de los hombres de la Edad

    M

    ed

    ia, y

    no ha

    sido

    probado

    que las

    sociedades ac

    tuales se hayan desembarazado de el. Es

    un

    mito

    que

    va emparejado con

    el

    de

    evuelta a los origenesJo,

    ligado al prestigio de los comienzosJo. De esta for-

    13

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

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    rna, muchos c r o n ~ s t 3 : s medievales

    empezaban

    su re-

    lata can la descnpc16n

    de

    la creaci6n del

    mundo.

    Par ~ s t a

    alusi6l obli

    gada

    a la Creaci6n?

    Porque

    sentian, aun mconSClentemente, la necesidad de

    r -

    novar peri6dicamente

    el mundo.

    I.

    LOS AUTOS ANTES DE LA EDAD MEDIA

    El

    Oriente

    Pr6ximo

    antiguo

    sinti6 con gran fuerza

    este deseo de renovaci6n, tanto entre los egipcios

    como

    en

    Mesopotam

    ia, por no hablar aUn

    de

    l

    os

    israelitas. Necesidad de renovaci6n que M.

    Eliade

    llama

    el mito

    de

    l etemo retorno.

    . Para los

    ~ e s o p o t a m i c o s

    e l comienzo estaba orga-

    mcamente

    hgado

    a un

    fin

    que Ie precedfa

    fin

    que

    era.

    de la mism3: naturaleza

    que

    el caos que pre-

    a la Creac16n y era necesario para

    todo

    reco-

    mle.nzo,

    10

    que demuestra su rito

    del Ano Nuevo.

    De .lgual

    forma

    para los egipcios, el Ailo Nuevo sim-

    bohzaba

    Ja

    Creaci6n.

    ASl

    el fin estaba implicado en

    el comienzo y viceversa.

    Encontramos

    un eco hasta

    en

    el.

    j t o r n ~ r ai prin ipi

    de Maquiavelo. Asi el

    paso

    del tJempo lITlplica el

    alejamiento

    progresivo de los

    comienzos .. la

    perdida de la

    perfecci6n inicial . de

    la

    edad

    de oro.

    Asi pues,

    para

    que

    pueda comenzar

    algo verda-

    deramente nuevo es necesario aniquilar par com-

    pleto

    los restos y las

    ruinas

    del cicio antiguo: Como

    no se

    puede

    regenerar

    10

    que ha

    degenerado,

    hay

    que hac

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    a la recreaci6n de un universe nuevo.

    Ella

    es tanto

    mas

    posible cuanto

    que

    los mitos camuflados

    han

    sobrev

    ivido hasta nuest ros dias.

    No

    es 11nicamente en el arte clande se inspi ra la

    escato

    logia revolucionaria

    actual

    de las prediccio

    nes

    venidas de la Antigiiedad. En la hi

    stori

    a social

    los fanaticos del Apocalipsis -como los llama

    N.

    Cohn- han

    desemp

    e

    nado

    un gran

    papel desde

    los hebreos

    ha

    s

    ta

    nues

    tros

    dias, y no solarnente en

    el

    transcurso

    de la Edad Media, tan penetrada par

    el Antigua Testamento.

    Para los hebreos, Dios

    habia

    encargado a Israel

    de extender

    Ia

    luz entre los gen tiles y de llevar

    la

    sa lvaci6n ha

    sta

    los confines de

    la

    tier ra.

    Pueblo

    elcgido por Yahve,

    Israel

    ha

    opuesto

    a Jas calami

    clades. a la opresi6n, la

    certidumbre

    del

    triunfo

    final.

    Los lib ros profeticos del Antiguo

    Te

    sta

    mento

    evo

    ca

    n la inmensa catastrofe c6smica de la

    que

    emer

    ger

    fa

    una

    Pal

    estina que

    no

    seria

    nada

    menos

    que un

    nuevo Eden, un

    Parai

    so reconquistado. Por sus pe

    cados, el pueblo elegido da ra lugar al

    Di

    a de Y a ~ v e

    dia

    de c6lera. No sobreviviran

    mas que

    los Elegldos

    cuya

    fe

    ha permanecido intacta. Instrumento de Dios,

    el pueblo

    depurado

    de

    esta forma

    y regenerado

    vera

    al li bertador establecerse en Palestina rodeado por

    los justos.

    Jerusalen sera

    reconstruida. Si6n

    se

    con

    vertil a en la capital espiritua l del mundo

    que

    sera

    un mundo de justicia en el que los pobres estaran

    protegidos,

    un mundo

    de paz y de

    armonia

    . . Y

    de

    estos

    textos,

    que

    calificamos con N. Cohn de apo

    caifpticos (ya que el Apocalipsis es el descubrimien

    to

    de

    10

    que

    estaba

    oculto)

    el

    mas impresionante

    es

    e Sueiio del

    profeta

    Daniel.

    Se podrfa facilmen te desviar estas profecfas de su

    scntido

    mistico para dades

    un

    a significaci6n mitica ,

    16

    loda vez que los

    antiguos

    mi tos sobrcvivian ocu lta

    mente.

    Tamb ien era posible utilizarios para ha cer de e llos

    cl tema

    central

    de la cscatologia revolucionaria , en

    la

    que

    apenas dejaroi de aparecer el mito del fin del

    mundo. Desde este punto de vista, el

    Ir

    an de Zoroas-

    11 0 tuvo

    una

    influencia capital; como en

    otl OS

    lu

    gares de Oriente, el

    mito

    del paso de

    un mundo

    a

    otro estaba vivo. a religi6n iraniana afirmaba con

    gran precisi6n

    que

    los mundos succsivos

    seda

    n con

    trari os, por cambio del

    uno

    al otro (asi halla

    ron

    el

    sentido etimol6gico de revolucioI1 . U na

    la r

    ga espe

    ra

    debe precedeI a las

    terribl

    es prueb

    as

    que conduci

    ra

    n al triunfo final de l Bien. Esta

    larga espe

    ra es

    la

    que se convertira en el chiliasme 0

    milenarismo,

    en

    que

    la cif

    ra

    mil significa, no

    una

    precisi6n c

    uan

    ti tativa sino todo 10 co ntra rio; el minima perfodo

    de

    tiempo qu

    e falta hasta el gran acolllecimiento.

    Mil es

    una

    cifra fatidica

    para

    sefia

    lar

    el fin del

    tiempo.

    Pero

    el Dia llegara. Un Di a que no se parece

    a los otros y que, mas tarde, servira p

    ara

    div i

    dir

    el

    tiempo

    en

    un

    antes y un despues. La rep resentaci6n

    de ese

    comienzo absolulQ

    que

    lI

    ega tras un

    fin abso-

    Jutp, precedido a

    su

    vez par una

    arga

    espera, es

    ca

    pital (J. Monnerat).

    EI tennino Ap ocaJipsis

    adq

    uiere asi

    un

    valor nue

    vo; mas que una

    simple

    profecia

    que

    revela cosas

    misteriosas,

    es el anuncio del [m del mundo, de

    la

    nueva distnbuci6n de los seres y las casas,

    un

    fin

    que

    no

    es sino un comienzo.

    Escato logia y apocaliptismo estan Jigados al me

    sianismo.

    Idea

    quiza

    pelmanente

    en la his toria , atin

    la

    pagana

    , la redenci6n

    poria

    venida del

    reino

    anun

    ciado pOI

    un

    Sa l

    vador

    es una de las representacio

    nes re ligiosas mejor ancladas en la re

    li

    gi6n de

    Zo-

    roastro. Pero si empleamos el termino mesianismo

    17

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    10/134

    para ev

    ocar

    la venida del

    Salvador

    , es evidentemente

    porque

    el

    Antiguo

    Testamento

    desp ues .de la

    d e p ~ r -

    taci6n de Babilonia, Ie llam6 a este

    ungldo

    es decil',

    mesias . .

    Mas

    tard

    e

    habra

    quien afirme

    que

    eI Anl1cnsto

    debe venir

    antes que

    el Mesias y ella por la influencia

    del paganismo

    iraniano

    para el

    que

    el Ma l deJ >e pre-

    ceder

    al Bien. De

    todas

    formas

    l

    mal exceslvo re

    vela cua n pr6xima

    esta

    la venida del Bien, del Me

    slas.

    Asi

    pue

    s, la mentalidad colectiva, en el pueblo

    breo no se ha librado siempre de la mezcla de

    mlto

    y

    quimera caracteristicas

    paganas. Los hebreos. creen

    que el universo esta

    dominado

    por una

    poten

    cla rna

    lefi

    ca

    , cuya

    tirania

    hace

    empeorar

    incesantemente

    los sufrimientos de las victimas. Pero sonara la

    hora en

    que

    los

    santos

    se l

    evantan\n

    para

    abatirla.

    Entonces lIegara el apogeo de la historia y los santos

    her

    edaran

    la hegemonia del

    tirano aplastado. Este

    reino

    de los

    santos

    cuyo

    esplendor sobrepasara

    al

    de todos los reinos del pas ado, no tendni sucesor,

    ya que

    sera al

    mismo

    tiempo comienzo y_fin. .

    Durant

    e la ocupaci6n

    romana

    los suenos meSlam

    cos fueron

    un estimulante

    para los judios.

    Pero

    la

    concepci6n

    judia

    del Mesfas

    ha

    evolucionado. Si para

    los

    profetas

    --como

    mas tarde

    para

    los discipulos

    de Jes

    us

    - el

    Salvador

    era Dios en

    persona

    algunos

    judios habian

    hec

    ho mas

    tarde un

    simple m O I ~ a r c a

    pero muy sabio y

    muy

    poderoso. Luego, en el s l ~ l o

    antes

    de

    nuestra era

    ,

    por ejemp

    io en los Apocalipsls

    de

    Baruch

    y de Ezra,

    un guerrero sobrehumano

    do-

    tado de pod

    er

    milagroso. .

    El historiador

    Josefo quiza

    estaba

    en

    10

    e r t ~ al

    pensar

    que

    es po:que

    cre

    tan en la e g ~ d a

    pr6xlma

    de

    un rey mesiamco pOl

    10 que

    los

    JUdlOS

    se lanza

    ron a 1a _guerra suicida .

    que

    tennin6 el

    ano

    70 des-

    18

    pues de Cristo con la dcstrucci6n del Templo. Aqui

    ac

    ab6

    la fe apocaIiptica de los

    judios. Entonces

    las

    profecias mesianicas pasaron a los

    cristianos.

    De

    cierta forma

    las imagenes

    compensadoras

    proyecta

    das hacia el

    futuro

    son cultivadas

    para haccr mas

    soporta

    ble

    el

    presente

    a los oprimidos.

    A partir de Ner6n, los cristianos, utilizando hasta

    la

    deformaci6n

    el Apocalipsis de

    San

    Juan proda

    maran su

    fe

    en

    la

    inminencia

    de la era mesianica

    que derribara

    a s

    us

    perseguidores. EI milenio as

    fundado

    no

    acabara

    ma s

    que

    con la

    resurrecci6n

    de

    los muertos y el juicio final.

    La

    fuerza de este tema

    se

    en

    cuentra

    a partir del siglo

    II

    en el

    montanismo

    que

    vela la parousia

    inminente

    pOI'que

    San Juan

    la habia anunciado

    como

    muy pr6xima.

    Sin

    em

    bargo, los

    cristianos que

    no

    eran

    visionarios recor

    daban que la segunda

    Epistola

    de San Pedro no

    anunciaba

    la vuelta

    de

    Cristo como algo inminente.

    Tampoco

    pensaban

    lodos

    los cristianos

    que

    a1

    final

    de los tiempos los

    santos

    vivirian mil

    anos

    en una

    Jerusalen

    nueva; 10

    qu

    e no impide

    qu

    e algunos vic

    ran el reino de los santos de forma casi materia

    lista; pal'a ellos se

    tra

    taba de la e

    dad

    de oro de los

    antiguos

    paganos, ti

    cmpo

    de

    abundancia

    material

    sin

    apenas

    perfecci6n espiritual.

    La idea

    del milenio

    cristiano

    0

    impregnado

    de pa

    ganismo se introdujo en la Ga

    li

    a desde finales de l

    siglo

    I con

    la lIega

    da

    de

    San

    Ireneo a Lyon.

    Su

    obra

    COntra las herejias

    es euna excelente antologia

    de las profecias m e s b ~ n i c s y rnilenaristas conteni

    da

    s en los dos Testamentos. Pero

    tambien

    los es

    critos

    del frigio P

    ap

    ias,

    que

    habia

    atribuido

    a Cristo

    profecias

    milenaristas totalmente

    fa lsas e

    in

    spi ra

    das en

    escritos

    judaicos. De igual modo los suenos

    compensadores .

    impuls

    an

    a

    San

    Ireneo,

    ante

    las

    dificultades de su tiempo, en la

    misma

    direcci6n

    que

    19

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    11/134

    los judios. En el siglo IV, Lactancio

    no

    hallad

    nada

    mejor para convertir a los

    judios

    que el alabarles

    la valia del milenio. Sin duda en el siglo v, Como.

    diana fue mas Iejos, y los hombres de la Edad Media

    no ol

    vidaran

    sus amenazadoras cprofecias;

    para

    el,

    aun mas que para sus predecesores. la venganza es

    inseparable del triunfo.

    En

    efeclo, Cristo

    no

    volvera

    acompanado

    por los angeles,

    sino

    al frente de los

    supervivientes de las diez

    tribus

    dispersas de

    Israe

    l,

    que habran sobrevivido en lugares ignorados del

    mundo.

    Estos

    santos

    seran una

    com

    unidad que ignorara

    el odio, perc no por ello dejaran de

    ser

    guerreros.

    EI Anticristo es derrotado . sus ej ercitos

    pasan bajo

    el yuga del

    pueblo

    santo que las sojuzga y que, do-

    tado

    de

    una

    juvcntud inm

    ortal

    vive en

    una

    JerusaJen

    santificada, ignorando todos los

    males y

    gozando de

    todos

    los bienes terrenos. He aqui

    un

    rasgo

    que no

    olvidanin

    muchos

    sub

    levados de la

    Edad

    Media

    y

    que

    han

    vuelto a tomar las doctrinas totalitarias del

    siglo xx:

    La dictadura

    de l

    os

    po res es la

    dictadura

    de los buenos sobre los ma los, como la victoria

    de los justos es la

    dictadura de estos sobre

    los

    ma los.

    Los Padres de Ja Iglesia asi

    como

    otros

    autores

    cristianos

    de finales de la Antigiiedad y

    principios

    de la Edad Media no aceptaron este tema quimeri-

    co. Ya en el siglo III, Origenes

    habia

    escrito

    que

    el

    advenimi

    ento

    del reino no se si t

    uaria ni en

    el espa-

    cio

    ni

    en

    el

    tiempo sino en el a lma de los cristianos.

    Al leer a San Agustin se

    advierte

    que la Iglesia dese6

    cada

    vez

    mas

    distanciarse respecto a las

    teorias

    ch

    iliasticas.

    Nada

    es

    mas contrario

    al

    mito que

    la

    Ciudad de Dios, cuando afinna que el Apocalipsis

    de San

    Juan

    no debe ser

    interpretado mas que como

    una

    alegona espiritual, ya que el nacimiento del

    20

    I ris lianismo y de la Iglesia han senalado el adveni-

    rnicnto del milenio.

    Asi,

    desde

    el 431, el concilio de

    Efeso

    en

    perfecto

    ac

    uerdo

    con el

    pensamiento

    agustiniano, conden6

    l:omo una

    superstici6n

    la creencia en el miienio que

    habia de venir. Los te61ogos habian comprendido el

    pcligro de an tiquisimo

    mito

    que vivia camuflado.

    2

    LOS UTOS EN

    LA

    ED O

    MEDIA

    EI mito del mi len io futuro iba a subsistir a pesar

    de la condena eclesiastica en el mundo oscuro y

    subternineo de la re ligion popular (N. Cohn); es-

    tames an te uno de esos

    ra

    sgos paganos 0 semipaga-

    nos

    que

    1a evangelizaci6n

    no

    siempre conseguira ex-

    tirpar.

    Las creencias en eI milenio

    mantuvieron

    la idea

    judia

    del pueblo elegido, considerado

    este

    , al

    correr

    de los siglos y J

    as

    circunstancias ya como el con-

    junto

    de l

    pueblo

    cr i

    stiano

    ya unicamente 10 que

    fue socialmente

    gr

    ave como

    un

    gropo de ens-

    tianos.

    Estas creencias

    ejercieron

    una fascinaci6n rea l

    sobre el pueblo, en particular sabre los

    oprimidos

    105 desplazados 0 105 desequilibrados y con mayor

    fuerza en los periodos mas dificiles, aquellos

    que

    al-

    gunos soci610gos Haman periodos de efervescencia.

    Cada epo

    ca angustiada

    se ha vuelto hacia el Apoca-

    lipsis, y aun mas,

    hacia

    una sel ie de

    escritos

    apoca-

    Iipticos, los oniculos sibilinOSIl de la Edad Media,

    inspirados por el judaismo helenizado.

    ASI

    es

    como

    dos

    personajes han

    fascinado

    durante

    mucho

    tiempo la

    mentalidad

    popular; el del Anti-

    cristo

    y el del emperador de los ultimos Dias EI

    reinado de este

    emperador

    muy

    lar

    go,

    sera

    una

    era

    2

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    12/134

    de abunrlancia

    que

    asistini al

    triunfo

    definitivo de l

    cris tianismo, debienclo elegir los paganos entre el

    baut ismo

    0

    1a muer te.

    La

    figura de este emperador

    anu

    lan

    rlo

    un

    tanto

    la

    de Cris to, evoc

    ani

    la eda

    d

    dorada

    y

    1a

    neces

    aria

    violenc ia pa ra a1canzarla. Perc, e s p u ~ de su

    re

    i-

    nado,

    eI

    Anticristo

    instalara su trona

    cn el Templo

    de Jerusalen;

    enganara

    a la

    mullitud

    con sus mila

    gros y cuando los justos se nieguen a dejarsc en

    gafiar scrim perseguidos. Afort

    un

    adarnente, el Senor

    acorta

    d . este odioso

    re

    inado envi

    ando

    a

    San

    Miguel a

    derrotarl e; cntonces tendra lugar cl segundo adve

    nimiento

    de Dias que, de

    este

    morlo,

    habra ida

    pre

    ceclido de dos reinaclos bruta les ; el de l Bien y el

    del Mal.

    Tocla la Edad Me

    dia

    estuvo fascinada por la figura

    del Anticristo,

    confund

    ida con la del

    dragon

    de las

    entrafias de la

    Tierra

    con Satan.

    E

    ste

    Satfm-Antic

    risto

    fue

    para

    la

    Edad

    Media cia

    encarnaci6n gigantesca de todas las potencias des

    tructo

    r

    as

    y anarquicas. No es pues por el simple

    gusto

    de ins

    ultarse

    por

    10 qu

    e en el

    sig

    lo X

    ]

    Ino

    cencio IV y Federico

    II

    por ejempl o, se trataran

    muluamenle de Anticri sto, 0 pOl' 10 que, tres siglos

    m

    as

    tarde, los protestan tes calificaran as at Papa.

    Apenas hemo s

    dejado

    pues de avizorar l

    os

    signos

    precu

    l

    sores de ]a venida del emperador

    0

    del Anti

    cri

    sto, esperanzas y temores de los

    quc

    se hacen

    cco lantas cr6nicas medievales. La polftica vino a

    mezclal"se. Se esforzaban en de scifrar l

    os

    sig

    no

    s pre

    cursores de

    la

    armonia entre los cri stianos, de la

    victoria sobre los impios, de Ia extraordinaria abun

    dancia

    que

    habia de

    caracterizar

    a la

    edad

    de

    oro.

    Mas de un rey,

    a1

    Il

    egar

    a l

    pod

    er , se vio asimilado

    al

    ultimo

    emperador y de ahi l

    os

    e

    pitetos

    m

    es

    ia

    nicos con

    que

    se Ie gratificaba

    levo

    David rex jus

    22

    I

    l lS. . Luego, al llegar l

    as

    des ilu siones, se

    e t r a s a b

    cI

    advenimiento de la edad de oro al

    remado

    51-

    guiente.

    Mas de

    un prin

    cipe

    permiti6

    al menos

    qu

    e se Ie

    r onsiderase como el pr

    ec

    ursor

    que debia

    abrir el

    camino al ultimo emperador. Esperanzas falaces

    pera tan arraigada

    s que, al igual

    que

    los emperado

    res bizantinos, algun

    os

    s

    oberanos

    de

    Fra

    ncia 0 de

    Germania

    se dejaron ten ar a veces, y se apoyaron

    en las

    pro

    fe

    cias de los

    iibrf s sibilinos

    para

    t i f i

    tal

    0

    cual pretensi6n

    a1

    poder supremo. Pero al ml -

    rno tiempo, se acechaban los signos a n u n c i a d ~ r de

    l

    as

    tribulaciones que acompafiarian al Antlcn sto.

    Estos signos eran numerosos; g

    uerra

    s , s t u l

    pcstes, h

    amb

    re.

    n ~ t u r a l e ~ ~ o m p r e n d l

    das las sequias graves, mundaclOnes, mVlernos

    duro

    s

    ),

    aparici6n de cometas naci

    miento de

    amma

    les

    mon

    s truosos y tam

    bie

    n los malos gobernantes.

    L

    as

    invasiones, la apro:

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    13/134

    clusividad en la men talidad colectiva

    en

    particular

    durante los periodos de e f e r v e s e n y en los pue-.

    bIos 0 c a t e ~ o r i a s sociales en tregados a la historia,

    y

    por

    la mlsma raz6n amenazados 0 que se conside-.

    ran

    amenazados en

    su superv

    ivencia misma. Pero

    la . imaginaci6n apocalfptica, la

    ima

    gen de

    este

    co

    mlenzo

    futuro que

    viene

    tras

    el final

    es

    de igual na

    r ~ l e z a

    que

    la percepci6n

    de

    los males

    que ha de

    vemr y can creces, a compensar. Y

    todo transcurre

    en la tierra

    Esperando

    la venida del reino de los

    cie l

    os . Y

    como

    todo transcurre

    en la tierra

    el sal

    vador que ha de venir despucs

    [d

    el horro lactual]

    usa las mismas annas que el

    enem

    igo. Es el Salva-

    dor de

    f

    espada

    Tales representaciones son virtual

    mente

    hereticas. Todo es en elIas

    inmanente terreno

    y literal. [Hubo una especie] de

    propensi6n

    a to

    mario

    todo

    al pie de

    la

    l

    etra. En lugar

    de concebir

    al Cristo de los Evangeiios, se concibe un

    anti Gengis-

    ~ a l .

    Los mitos e

    nmarca

    n la

    percepc

    i

    6n de

    la his to

    na.

    Se I

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    14/134

    ticularmcnte favorables para la explosion de un du

    r o n ~ una situaci6n

    que contrastase

    can la grisacea

    experienc:ia cotidiana, peligros nuevos, y par ella,

    d.esconocldos. Con t ~ d o

    no

    es seguro

    que

    un desaso

    slego general fuese slcmpre el

    motor

    necesario.

    .

    La

    Iglesia cons

    ider6 frecuentemcnte pera no

    slempre

    , al menos al principio- a

    estos

    movimien

    tos, como oleadas henHicas. a historia de las be

    r e j ~ a s como Ja de los mitos, a la del psicoamilisis

    es

    mseparable en

    parte

    de Ja de l

    os

    levantamientos

    p.opulares. Algunos berejes se complacieron en con

    slderarse como

    si fuesen los diez

    justos

    capaces de

    salvar

    Sodoma

    tras

    la

    derrota de

    l

    os

    malos.

    . Existen rasgos

    comunes

    a

    tadas

    las he reji as me

    dlevales que han dado lugar ya a insurreccianes, ya

    al menos, al u

    sa

    de la violencia.

    Proclaman

    en la

    bios de

    s ~ s gu ia s

    profetas

    la

    negativa a ~ c e p t a r

    por

    mas

    tlempo 1a ortodoxia

    cristiana sobre

    los efec

    tos del pecado

    orig

    inal.

    La

    perdida del

    estado

    de inocencia original, pro

    fesada por el estoico Posidonio, habia motivado la

    de,lo

    q le Engels

    llamara

    el comunismo primitivo;

    aSI nacl6 el aparato represivo de la sociedad (apari

    ci6n del Estado, del

    poder

    del

    hombr

    e sabre el hom

    bre, de la ley sobre el hombre) conj ugado

    con

    los

    principios de la propiedad individual.

    Se

    trata

    de ideas que

    se

    hallan en otres

    escritores

    de la antigiiedad,

    como

    Cicer

    on

    0 Seneca

    aun can

    mayor

    facilidad ya que recogian

    c o n f u s a ~ e n t e

    los

    mitos .de la pureza de los comienzos y de la edad de

    oro.

    Sm

    embargo,

    como precursores

    en cierto modo

    del

    c r i s ~ i ~ n i s m o

    Jos estoicos creian, sino

    en eI

    pe

    c ~ d o o n g m ~ 1 .

    al

    menos en

    la caida.

    Estos puntos

    de

    vIsta

    han

    sldo -c laro

    es t a

    modificados

    par

    la or

    t?doxia cri.stiana, ya q ~ e p ~ r a los Padres de la Igle

    SI a ,

    el

    conJunto

    de

    obhgaclones

    que

    el

    poder

    impo-

    26

    III

    :t cada hombre, la

    propiedad

    pr ivada, la depen

    .k llcia de algunos (ej. la esclavitud) re specto de

    1 Iros, en 5uma, todas las instituciones politicas, ceo

    Ilo

    micas soda les, tienen

    un

    valor

    correctivo Sin

    ' cr evidentemente capaces de borrar el pecado ori

    estas

    obligaciones

    atenuan

    los

    nefastos

    efectos.

    EI estado de inocencia se perdi6 tras el pecado de

    Ad

    em,

    pero

    el orden, por

    imp

    erfecto

    que este

    sea,

    cs preferible al desorden. Las instituciones

    human

    as

    son forzosamente imperfectas, pera son necesarias.

    Son c

    osas

    que, precisamente, muchas

    herejias

    me

    dicvales rechazaron, y siempre bajo la presi6n de

    los milos que "olvian a

    reasumir mas

    menos in

    conscientemente.

    Asi, pues, no ha faltado raz6n

    para

    realizar la apro

    ximad6n de

    l

    as herejfas

    a las ideologias

    que

    las han

    suplantado desde hace unos dos siglos.

    19uaJ

    que

    Ja ideoJogfa ---en el sentido en

    que

    esta

    se

    tomaba

    en

    el siglo

    X IX -

    la

    her

    ejia

    posee

    un

    va-

    lor de sfntoma cHnico

    .

    , es una desviaci6n,

    un

    tor

    cimiento

    en

    una direccion

    determinada de una

    parte l a misma

    s iempre-

    del patrimonio dogma

    tico

    de

    la cristiandad.

    Etimo16gicamente, la pa l

    abra elecci6n

    es el senti

    do mismo

    de herejia. a ideologia

    resulta

    de una

    eleccion igual

    que

    ella: La presi6n psicoI6gica

    .

    .

    acaba

    por seleccionar

    dcterminados

    elementos psi

    quicos, de e

    ntre

    otros componiendolos combinan

    dolos conjuntamente para formar una ideologia, 10

    que no

    proviene de una necesidad de verdad, sino de

    reivindicaciones afeclivas.

    Las herejias medievales son frecuentemente esca

    tol6gicas;

    e1

    bien

    esta

    a

    punto

    de

    suceder al

    mal,

    los ultimos seran los primeros. Son a

    un

    tiempo me

    sianicas (el profeta a cuya ensef'ianza se adhieren

    es el precursor del Salvador, 0 el Salvador en per-

    7

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    15/134

    sona) y violentas, ya que el Salvador es

    un Sa

    lvador

    con espada. Asimismo estan dirigidas por una elite

    de

    redentores. que arrastra a l

    as multitudes

    y obra,

    an tes despues ,

    como

    si ya

    no

    estuviese atada por

    las

    consecuencias

    del

    pecado original.

    Esta

    elite

    esta

    persuadida de estar en estado de inocencia natu

    ra

    l., 10 que es tipicamente heretico, ya que la vuelta

    a Ja

    natura

    leza seria

    para

    la Iglesia la vuelta a l pe

    cado sin la redenci6n .

    Estos

    heresiarcas son

    optimistas

    , antecesores de

    Jean J

    acques

    Rousseau; liberados de las enseiian

    zas de la Iglesia,

    no

    confian

    mas

    que en su bon

    dad. De aqui se derivan inmensas consecuencias, ya

    que esta confiam.a en su propia bondad corre pa

    r ~ j a como

    explica la psicoiogia infantil,

    con

    la cer

    tIdumbre

    de la cu lpabilidad de los

    demas

    .

    La violencia es la consecuencia 16gica de

    estas

    dos

    convicciones unidas. Indudabl

    emente

    l

    as

    violen

    cias suscitadas

    por

    algunas

    herejias

    medievales al

    gunos

    movimientos de m s incluso no hereticos

    pero mo.vidos por el mism

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    16/134

    la reivindicaci6n igualitaria de las sec tas medievales

    el cu

    rso

    ? el pe:lo?o de efervescencia

    que prec

    e-

    d16

    ,

    o m p a ~

    y ~ l g U 1 6 a Ia Revoluci6n de 1789.

    Es

    u , ~

    re VmdlCaci6n laicista segu ramente, pero

    e s t ~

    l

    alclzaC:16n

    es ta en linea

    directa can

    el secu

    la:lsmo

    nacldo

    en la

    Edad

    Media. EI cielo

    ha

    ter

    mmado su descenso sabre 1a Tierra . Despojado por

    c o m ~ e t o

    de su vest

    idura

    aparelltemente cris tiana

    el mHo. se ha reactualiz

    ado

    de hecho can o c a s i 6 ~

    de, las dlferen tes revoluciones de los siglos

    XIX y

    xx

    aSI

    cOf 1

    o en las doctri

    nas

    socia

    li

    stas incluidas l a ~

    comulllstas.

    30

    SOCIOLOGIA E HISTORIA DE LOS

    LEVANTAMIENTOS

    La

    soc

    iologia, ereaci6n del siglo

    XIX,

    cuen ta e

    nt

    re

    sus principa

    les

    fundadores

    a Saint-Simon y Augusto

    Comte. La visi6n

    bastante

    idllica que tuvieron sobre

    la Edad Media, influidos por el romanticismo, ha

    gravitado con

    gran

    peso sa bre los trabajos de sus

    sucesores, en el

    sent

    ido de que se defendi6 y si-

    guen defendiendo can frecuencia, sobre

    todo

    los mar

    xistas- 10 con

    tra

    r io de

    sus

    teorias .

    1. LA

    EDAD MEDIA VI S

    TA paR

    EL

    s rcw

    XIX

    Aunque, para SaintSimon y para Augusto Comte,

    el poder temp oral fuese esencialmente en 1a Edad

    Media un poder de caracter militar 10 que es bas

    tante seguro- ll

    uno

    ni otro han consid

    erado

    que

    el papeJ de

    la

    violencia

    en

    la hi

    storia pudiera

    expli

    carlo

    todo. Par el eontrario para elias, el sistema

    que

    ll

    am a

    n feudal

    respond

    ia a necesidades perfee

    tamente respetables.

    31

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    17/134

    Con Marx y Engels sucede todo 10

    contrario.

    Con-

    tra

    Diihring, para quien ala violencia es el mal abso

    luto, Engels, en su libra titulado

    prec

    i

    samente

    l

    papef de

    a

    violencia en

    a

    Hisloria

    prefij6 con fir

    meza la posici6n marxista. aLa violencia desempe

    iia ...

    en

    la historia . . un

    pape

    l revolucion ario .. ; es

    la partera de

    toda

    sociedad vieja

    que

    lleva una nue

    va en sus costados ... ; es el instrumento gracias al

    que el movimiento social triunfa y hace afiicos las

    formas

    politicas

    anqu

    ilosadas y

    muertas

    .. Toda vio

    lencia politica

    reposa en

    un principio sobre una fun

    ci6n econ6mica de caracter social y

    aumenta

    en la

    medida en que la disoluci6n de las

    comunidades

    pri

    mitivas

    [alusi6n al comunismo

    primitivo]

    metamor

    fosea a los

    miembros

    de la sociedad en

    prod

    u

    ctores

    privados.

    La

    id

    ea

    de la fuerza detenninante de la

    infr

    aestructura econ6mica, fundamenta l

    en eI

    mar

    ,usmo, se halla repetida

    hasta

    la saciedad en los

    escritos de Marx y Engels. De

    ahi

    se deriva la expre

    si6n

    materialismo

    his16rico,

    que

    no fue u

    sa

    da

    por

    Marx es de Kautski), pero

    que

    este

    no

    habria re

    chazado.

    Aunque el

    pensamiento

    de Marx baya variado, si

    gue siendo cierto

    que

    para e a econ6mico

    determ

    ina

    i .

    0 condiciona?- las

    superestructuras

    politicas,

    religiosas, intelectuales, etc. De esta forma, como

    ban

    dicho y repetido tantas veces los

    fundadores

    del

    marxismo, los levantamientos

    populares

    tienen una

    motivaci6n fundamentalmente econ6mica.

    Marx recogi6 la idea del advenim iento de 10 eco

    n6rnico en

    Saint

    -Simon;

    concretamente

    en la

    ara-

    bola de

    los Talelltas. La era de los

    guerreros

    y los

    sacerdotes ha terminado

    y comienza la de los

    indus-

    triales banqueros

    y sabios. El predominio de la

    economia tiene

    como

    corolario la

    preponderancia

    social de los

    hombres

    que dirigen la economia. Por

    32

    olra parte. el

    comtismo no habia

    finalmente afirma

    do algo muy diferente.

    Todo esto 10 recoge Marx, pero refractfl.lldolo,

    ya que, para sus predecesores,

    eS.ta primacia

    de ,10

    ccon6mico era una novedad del slglo

    XlX.

    Mas aun,

    no

    iba

    a afirmarse mas que el pr6ximo futuro,

    no

    en

    cl pasado.

    Por el contrario , Marx,

    qu

    e como muchos de sus

    contemporaneos cree

    e x c e s i v a m ~ ~ t e

    leyes

    natura

    l

    es .

    , considera

    que

    el dommlO eJercldo por la

    infraestructura econ6mica sobre las superestructu

    ras, la preeminencia de los

    industrial

    es en el sen

    tido saint-simoniano) sobre los demas hombres, son

    tan re trospectivas

    como

    perspectivas. Esta preerni

    nencia no anuncia

    13

    aurora de los tiempos nuevos;

    caracleriza

    tambien a toda la historia a n t e r i o ~ de

    la

    humanidad.

    Es inutil, pues,

    buscar causas pnme

    ras no

    econ6micas a

    cualquier

    l

    evantamiento

    P?PU-

    l

    ar

    de

    cualquicr

    cpoca;

    a

    ideolagia alemana

    Ilus

    tra maravillosamente esta tesis.

    Primacia

    de 10 econ6mico, y, por tan to, pr imacfa

    de

    la

    producci6n. En el t i e ~ p o

    como en

    el espacio,

    las diferencias

    entre

    las socledades

    humanas

    son las

    diferencias de las formas de producci6n. a impor

    tancia social de una dase de hombres, su situaci6n

    en la escala social

    estill

    en funci6n de la relaci6n de

    esta dase con la producci6n. Hay tambien clases so

    cia les y,

    pOl

    consiguienl.e,. l.uchas de dases. EI fac

    tor

    determinante

    de 1a divlsl6n en dases

    es

    la explo

    taci6n del trabajo de los unos por los otros:. La

    forma

    especffica bajo la cual

    un supcrtrabaJo

    n?

    pagado es estafado.al ~ r o d u c . t o ~ inmediato deternll

    na

    la

    relaci6n dOffil.llaCI6n-suJccI6n,

    esta

    es

    una

    de

    las f6rmulas mas

    claras

    de E

    Capital

    y la

    idea

    es ta

    subyacente,

    cuando

    no se la recuerda, et; t ? ~ a . la

    obra

    de

    Marx y Engels.

    Toda

    sociedad

    esta

    dlVldlda

    33

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    18/134

    gia, la del cambio social. En

    primer

    lugar, esta

    debe preguntarse si hay uno varios factores domi

    nantes que

    puedan exp licar este cambio social

    expresi6n vaga,

    por

    otra parte). Es un debate de

    primera magnitud,

    que

    ha opuesto y

    opone

    aim a

    muchas escuelas de

    pensamiento

    y que se ha crista

    lizado en

    torno

    a una cuesti6n centra

    l

    Hay

    que

    conceder mayor peso a las cosas que a las ideas, a

    las condiciones

    materiales que

    a las otras, a l

    os

    fae

    tores

    de estruetura

    que

    a los factores de

    cultura?

    Es

    un

    debate que

    aparece

    con tocla claridad

    en

    la

    oposici6n ent re la eoncepci6n inteleetualista de la

    hi

    s-

    toria - l a de Augusto Comte- y la concepci6n mate

    rialista, la de Marx. Aetualmente, ademas, la socia

    logia pareee inc1 i

    narse

    hacia un

    pun

    to de vis

    ta

    relativista; inclu

    so

    los

    que

    muestran predilecci6n

    por un factor

    particular reconoecn

    en

    general que

    el cambio social es siempre el resultado de una plu

    ralidad

    de

    causas

    que obran simultan

    eame

    nt

    e y

    reaccionando unas sobre otras.

    a sociologia,

    desde

    sus origenes, se h

    abia

    interc

    sa do por el

    cambio

    Es eier to que Comte, para quicn

    la sociologia dinamica la

    que estud

    ia el progreso,

    es decir, la transformaci6n de las sociedades) era

    mas

    importante que la sociologia estatica, consa

    grada

    al estudio del orden. itn es

    mas

    cierto ref

    e-

    rido a Marx, algunos de cuyos h

    erederos

    han lle

    gado

    incluso a

    proponer que

    la sociologia

    estudie antes

    que nada, si no exc1usivamente, a la sociedad bajo

    el aspecto del

    cambio que

    se realiza en ella.

    En

    nuestros dlas

    se

    afirma una

    clara

    renovaci6n

    de los estudios del cambio

    no

    solamente a

    ca

    usa de

    las crisis

    actuales

    de las sociedades avanzadas y

    de las del Tercer Mundo, sino tambien porque se

    dispensa desde ahora

    una

    acogida

    mas abierta

    a la

    obra de Marx, cn quien ya

    no

    se ve unicamente un

    6

    fil6sofo

    un

    profeta, sino tambien

    un

    soci610go.

    Asimismo, Marx se ha ocupado con preferencia, no

    cabe duda, de la sociologfa de los confl ictos. Con

    toda raz6n, incluso si

    no

    se eomulga con las conelu

    siones marxistas. Todo levantamiento tiene

    cierta

    relaci6n con la agresividad, instinto natural que se

    supone necesario, segun Konrad Lorenz,

    para

    Ia de

    fensa y el progreso de las especies. Pero, en el hom

    bre

    , e I pensamiento conceptual y la

    pa

    labra

    han

    tenido

    como

    consecuencia

    un

    desarrollo mas

    rapido

    de

    la

    cui lura, transmitida por

    la tradici6n,

    y de

    la

    civi

    li

    zaci6n

    material

    que de los

    instintos

    sociales 0

    las inhibiciones sociales.

    Hubo

    una gradac i6n

    que

    Ilev6 a una especie de prevcnci6n de la agrcsividad.

    En una

    sociedad bien ordenada

    todos

    los connie

    tos son arbitrados

    a fin

    de ser

    eliminados. Cuando

    el

    arbi

    traje deja de ser efieaz, el conflicto vuelve a

    sa lir a la luz y el l

    evantamiento

    amenaza.

    Ralf

    Dahrendorf

    se ha

    entregado

    a

    un

    amllisis

    exhaustivo

    de la soc iologia de Marx y de los que

    Ie

    han seguido 0 tambien, er iticado.

    Para este

    soci6-

    logo de

    or

    igen aleman, hay en Marx

    una

    importante

    contribuci6n a la soc iologia de los conflictos. Pero

    Karl Marx

    ha

    cometido

    tres

    errores. Todos los gran

    des conflictos sociales son reducidos a la c1ase. Pero

    Ia clase, incluso cuando exis te,

    no

    es si

    no

    un

    grupo

    de

    interes

    que oponen entre sf a los miembros de

    una

    sociedad.

    Segundo

    error:

    para el marxismo, el conflicto

    de

    clases

    lI

    eva ineludiblemente a la revoluci6n; dicho

    de otra

    forma, todo conflieto social se resuelve en

    una soluci6n violenta y la revoluci6n es el tinico

    momento

    dinamico de

    la

    historia.

    Empero,

    la

    solu-

    cion

    violenta es en la Edad Media, como

    en

    otros

    tiempos, la exeepci6n, y el com promi

    so

    0 la evolu

    ci6n), 1a regIa.

    EI grupo

    social que

    domina ha

    ec

    37

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    19/134

    caso

    son produ

    cto

    u..nicamente

    de

    l

    as re

    lac iones

    de

    producci6n, como

    aseguran

    los marx istas , sino de la

    historia : De la misma forma que se

    superpone

    n

    las

    capas

    geoI6gicas .. las

    mas

    an ti

    guas

    institucio-

    nes estan cercanas en la sociedad a las

    mas

    recien-

    tes.

    Es

    una constataci6n habitual

    para

    el historia-

    d

    ar

    , menos para el soci610go. Veamos dos ejemplos

    medieva les de

    10

    antedicho: Tipos

    de

    derecho de

    dos

    epocas diferentes han podido coexistir (el dere-

    cho feudal y de

    las burgues

    ias, en las ciudades);

    han podido aparecer profesiones y

    organ

    izaciones

    nuevas s in

    que

    desaparecicran las

    antiguas

    (ej., l

    os

    distintos artesanados urbanos

    nacidos

    entre

    el si-

    glo XI l xv). Generaciones de instituciones y prac-

    ticas

    sociales coexi

    sten,

    pero 10 an ti

    guo

    y 10 nuevo

    no siempre

    puedcn

    cohabitar sin que

    surjan

    tensio-

    siones y conflictos.

    3 DIFERENCIAS ENTRE REBELION Y REVQLUCION

    La sociologia con

    temporanea

    se muestra poco in-

    c1

    inada a hacer el

    distinguo

    entre el levantamiento

    o la revuelta y la revoluci6n.

    Hay

    que recordar que

    los

    hombres de

    la

    Edad

    Me-

    dia han podido ser a veces revoltosos pero, en suma,

    jamas revolucional ios.

    Precisamente

    la d i

    stinci6n

    entre los dos fen6menos

    acaba

    de ser sacado a Ia

    luz

    po

    r Jacques E llul

    Esta

    diferenciaci6n

    entre

    re-

    vue lta y revoluci6n, cuan do se las considera en la

    h i

    storia s in

    amontonar

    eoneeptos es

    ademas

    dificil,

    incierta.

    J . Ellul sostiene, con

    tra

    la

    disociaci6n

    estab

    l

    ec

    i

    da

    otrora por A. Camus en

    tr

    e la rebe

    li

    6n metafisica y

    la rebeli6n

    hi

    st6rica,

    que

    no hay mas rebeli6n

    que

    la

    hist6r

    ica, pues es la tlni

    ca que

    desemboca

    40

    _en una interrogaci6n a

    partir

    de la cual puede ser

    posible, quiza, encontr

    ar

    un elemento de respues ta

    U otro en

    una

    actit

    ud del homb

    re ante

    la vida

    En

    toda

    rebeli6n hay dos rasgos pennanentes:

    la certeza de 10 Intolerable y la Acusaci6n. Un hom-

    bre

    , u

    na

    comunidad

    ,

    se rebe

    l

    an cuando

    un ac

    to,

    una

    situaci6n, una relaci6n , alcanzan el limite de 10

    intolerab

    le in just icia, miseria, hambre, opresi6n,

    dcsprecio) . El hombre se rebela, pues, porque hay

    un

    ya no puedo agllantar mas

    Pero no es un asunto

    de sentimiento, y la psicologia social

    el

    psicoami-

    lisis

    no

    conducen a una explicaci6n

    total,

    segUn

    J. E

    ll

    ul, quien advierte, por otra parte, que es muy

    insuficien te, sino inutil, bu

    sear

    una explicaci6n 0

    una

    causa

    a 1a rebeli6n en la psicologia del jefe sublevado.

    Si se hab la de libertad en relaci6n

    con

    la revuel-

    ta,

    hay

    que recordar -cosa que no hacen habitual-

    mente

    los soci610gos- que el sentido

    de

    la liber-

    tad) esta viciado por nuestra experiencia h ist6I ica.

    Si la Iibertad

    ha

    lI

    egado

    a

    ser para nosotros materia

    de

    fi

    losofia 0 de cicncia politica,

    antes

    del sig lo ).. VIII

    tenia

    otro

    peso, directamente h

    uman

    o Antigua-

    mente

    se queria escapar a un destino que se

    habia

    hecho intolerable y la lucha contra el opresor no

    era

    mas que

    secundaria, indirecta.

    Mientras que

    la revoluci6n se consid

    era siempre

    constluctiva y

    pretcnde desembocar en un futuro risuefio, la rebe-

    li6n es

    un levantamiento

    titanico que haee cruj ir

    las cosas sin

    futuro

    previsible.

    Si la revoluci6n es siempre un acto Ileno de es-

    peranza, Ia desesperanza

    esta

    presente

    en

    el cora-

    z6n de la revuelta. ,No gritaba

    uno

    de los cabeci1las

    fl

    oren

    tinos del

    lumu

    lto

    de

    l

    os

    Ciompi: Alla

    don

    de

    existe, como entre

    nosotros,

    el ternor del hambre y

    de la pr isi6n, el

    temor

    del infiemo

    no puede

    existir?

    EI

    que

    se rebela

    no

    quiere, pues, oir hablar de la

    41

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    20/134

    ilas ~ z u l e s c o n ~ r a los nuevos tela r

    es

    , 10

    que

    hicie.

    ron, OtlOS en el slglo xv

    contra

    las tecnicas

    que

    com.

    p e t J a ~ con la seda. Otras novedades provocan iras

    t a m b J

    Los hombres de

    Ja

    Edad Media se suble.

    varon

    frecuentemente contra el sistema fiscal

    de

    los

    reyes. y principes,

    aparecido,

    seg(tn

    la

    s regiones,

    en

    los slg los XII[ a XIV. Todo ello de Escandinavia a

    A.rag6n,

    pasando por

    .Inglaterra, el Imperio y Fran.

    Cl

    Pero

    ~ o ~ t r a

    qUll n van dirigidos los levanta

    mlentos

    prmclpalmente?

    Contra los pesados im.

    puestos, contra la presencia de

    agentes

    fiscales frc.

    c u e n ~ e m . e ~ l e c ~ t r a n j e r o s a Ja regi6n, 0 bien contra

    cl

    prmCIPIQ mlsmo

    de los

    impuestos?

    Todo ello de

    pcnde

    del caso concreto,

    pero

    10

    que

    es segura es

    que

    la revuelta

    presenta

    s i

    empre

    en estos casos un

    rechazo de un poder lejana y en vfas de desarrollo.

    Para J. Ellul, el sentimiento de 10 In tol

    erable que

    a ~ a b a m o s de

    examinar,

    va

    acompailado

    de la

    A ~ u s a -

    cl6n. EI

    s u ~ l e v a d o

    ac

    u

    sa

    al

    atro

    ese

    atro

    que, a

    veces, se deja en una curiosa

    penumbra.

    Los acusa.

    d os s ~ n los "Se, los "Ellos, responsables de una

    sltuacl6n

    que

    se

    ha

    hecho intolerable y

    que

    se siente

    como tal. Pero

    antes

    0

    despues hay

    que

    dar

    un ros

    tro a estas cabezas de tu rco.

    En

    l a

    ~ i s m a medida que

    el

    sub

    levado vive el

    Apocal.lpslS de

    sus

    fines, asf es de concreto en la

    a c u s ~ c I 6 n , 0,

    par

    10 menos, 10 cree asf, puesto

    que

    t e ~ m m por dar aI rostra acusado la fonna de al

    gUien cercano:

    en

    eI siglo

    XVII R.

    Mousnier), e in.

    ~ I u s o

    a."tes del final de Ia Edad Media, el cnemigo

    ImpreCISO es l Estado, pero se acaba dandole el

    rostra de su agente mas pr6ximo; incIuso si este

    no es mas que un pobre suba

    lterno.

    Se

    arremete

    Ta

    ramcnte

    contra el rey a eI principe, y a

    menudo

    contra

    su representante

    en la comarca. La

    moda

    actual entre muchos historiadores 0 soc i610gos quie-

    44

    rc

    interpretario

    todo en

    terminos

    de conflieto de

    dases,

    pero

    el sublevado tiene poco en cuenta las

    c1ases

    -suponiendo

    que existan- e incluso los

    cstratos sociales . Hasta tal punta es cierto 10 ante

    ,-jor, que hay en tre grupos sociales muy diversas

    so

    lidarid

    ades verticaleslt,

    que

    aparecen

    en

    las re

    vueltas y entre los revoltosos cuando hay insumisi6n

    generalizada. Dicho de

    otro

    modo, la

    desigualdad

    social

    no

    es forzosamente la causa de las revueltas

    tradiciona

    les ,

    anteriores

    al final del siglo XVITl

    Asi-

    mismo, la noci6n de Iibertad no tiene en las revuel

    tas la resonancia a

    que estamos acostumbrados

    y

    que

    utilizan los soci610gos. La libertad consiste en

    tonees en luchar con tra el impuesto

    como

    tal y con

    tra

    los agentes del

    Estado,

    cual

    esquiera

    que sean, en

    cuanto

    a tales.

    Es

    curioso

    advertir

    que esta reso

    nancia

    antigua parecc haber

    sido recogida en nues

    tros dias por los movimientos Ilamados .dzquierdis

    tasll. Para 1 Ellul, la sublevaci6n

    no estalla

    h

    asta

    que no se establecc

    cierta

    situaci6n

    con

    tendencia

    a durar. Pero, una vez mas, las estructuras sociales,

    el desfase

    entre

    la situaci6n social

    y

    la

    situaci6n

    eco

    n6mica, no expliean

    bien

    las revueltas.

    Pueden

    existir, no

    obstante,

    causas econ6micas

    (recesi6n,_carestia, etc.),

    juridicas

    tal como un re

    parto

    desigual de los impuestos entre los grupos

    sociales 0

    entre

    la ciudad y eI campo),

    pero no

    deben

    omit irse

    la

    s

    causas

    religiosas, que no

    son en

    abso

    lu to, contrariamente a 10

    que

    opinan los marxistas.

    un reflejo de los facto res socioecon6micos.

    Perc i es necesario lIevar

    hasta

    el limite la antino

    mia

    revueltarevoluci6n? Ni siquiera los

    autores mas

    sensibles a

    esta

    antinomia estan completamente

    can

    vencidos. Segun

    J.

    Ellul,

    una

    revoluci6n

    puede

    salir

    de

    una

    revuelta. y en tal caso, esta asume

    en 10

    sucesivo los carac teres de aquella. Sin embargo, an-

    45

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    21/134

    QUIENES SON LOS AGENTES

    DE

    LOS LEVANTAMIENTOS?

    Tras

    el

    examen de los factores, las condiciones y

    aspectos generales del cambia_

    y

    la revuelta bay

    que

    hablar de los actores. Pregunta

    principal

    : que

    hay en

    el origen de

    un

    l

    evantamicnto un

    cabecilla.

    uno

    0

    varies

    grupos 0 todo ella a un

    ti

    ernpo? Si

    hay mas de un I

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    22/134

    loriadores

    que

    no

    em pl

    ean

    las mi

    smas

    pal

    abras

    en

    el mismo sentido. Es un a

    constataci6n

    singular

    mente oportuna

    en 10 que concierne a la historia

    de los levant am ien tos populares, tan turb ia

    pO l

    el

    concepto

    de clase,

    que aceptan

    sin discusi6n algunos

    medievali

    stas

    y que,

    par

    ella mismo, parecen acep

    tar can raz6n sin ella, la idea marxista de 13 lucha

    de clases. En realidad, la existencia de clases, la de

    una insoslayable y general lucha de clases, son de

    ma s

    i

    ado

    a menudo consideradas

    como

    eviden tes.

    Sin

    embargo una

    evidenc ia no se demuestra se la

    ;;lcepta.

    Pcro

    l sc trata ver d

    aderamente

    en este caso,

    de evidencias?

    Par

    otra

    par

    te, el tennino de clase

    se utiliza con excesiva frecuencia, y

    para

    cualquier

    fin. con signilicados

    que

    varian de un autor a

    otro.

    Seg(m R Mousnier, . en el trabajo del

    historiador

    ,

    aun cuando el

    concepto

    de clase

    no pucde

    ser

    mas

    que una abstracci

    6n

    supone

    el

    examen de la tota

    lidad

    del hombre cn u

    na

    epoca y en

    l pais

    dados

    en la totalidad de los grupos sociales diversos a los

    que

    pertenecc y en la tota lid ad de cada u n ~ de

    esos grupos sociales Hay que buscar Ia

    totahdad

    del

    hombre

    en la totalidad social.

    Seguiremos a R. Mousnier en las consecuencias

    que saca de es

    ta

    s observaciones. No es posiblc ~ m i -

    tir la opini6n de los

    que

    piensan que Ia totahdad

    se comp

    one

    de una serie de niveles disti

    nto

    s y rela

    tivamcnte aut6nomos econ6micos, politicos, religio

    sos ideol6gicos , fllos6ficos, artfsticos, cientificos y

    q u ~ dependen finalmente de l nivel econ6mico, que

    seria el

    do

    minante, para los que, en todas l

    as

    for

    mas de

    sociedad,

    una

    producci6n

    determinada

    y las

    relaciones que

    engendra

    conceden a

    las

    relaciones

    engendradas

    pOl las otras

    p r o d u c ~ i o n e s su r ~ n g o y

    su importancia, red uciendose el obJeto de la hlst

    ona

    a conceptual ,da est ruct ura

    y

    el

    proceso de

    una for-

    so

    maci6n social

    determinada pro

    cedente de

    un

    a forma

    de producci6n

    definida.

    como afirma Luis Althus

    ser. En esta enum era ci

    6n

    de niveles, 10 social des

    aparece el

    hombre tamb

    ien y, consiguientemente

    1 vivo.

    POl

    otro

    lado, el

    concepto

    de clase enci

    erra una

    je r

    arq

    uia de conceptos. Es

    cierto

    que se pasa en los

    escritos de Marx, pOI

    toda esta ser

    ie

    de

    Jas en

    um

    e-

    rac

    i

    ones

    de c1ases sociales a la definici6n de la c1ase

    misma .

    B)

    xamell de las tesis marxistas

    Si la pa labra c1ase es anterior a Karl Marx d., por

    ejemplo, su utilizaci6n pOl H

    en r

    i de Saint-Simon ),

    su concepto naci6 en el espiritu del

    amigo

    de En

    gels del analisis de las

    re

    laciones de producci6n

    capitalista entre 1838 y 1867 en Inglaterra particu

    larmente en Manchester. Mas tard e, Marx se extra

    Iimit6, no

    sin

    gran temeridad y

    sin

    perder de

    vista

    los

    postu

    lados materialistas e incluso el viejo me

    sianismo.

    Una de las nociones mas importantes del marxis

    rno es la de

    pro

    l

    etariado

    Ia de c1ase

    obrera. Esta

    ultima es el agente del proceso hist6rico, la elegida

    de la Historia.

    Pero

    para llegar a esta noci6n de

    proletariado procedi6 Marx a

    una

    recensi6n exhaus

    tiva, en el tiempo y en el espacio, de l

    os estratos

    inferiores de la historia universal?

    Fuera de la historia

    que

    estaba viviendo,

    Karl

    Marx no estudi6 a fondo

    mas que una

    historia de

    gra

    n

    importancia

    es

    cierto

    pero

    a

    pesar de todo

    limitada en

    cuanlo

    al espacio: la de la Revo luci6n

    franccsa. Lo que Marx llama tras otro s

    mu

    chos, Ia

    burguesia es quien

    Ie

    ha aportado el modelo i (y

    51

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    23/134

    el contraste) de la clase revolucionar ia que leva

    a cS;ho un l e v a n t a ~ i e n t o en provecho propio. Marx

    habla leicle

    a

    los hlstonadores

    cburgueseslt

    de

    t iem

    pas de la Restauraci6n y de la Monarquia de Ju lio'

    los g u ~ t i n i e r r Guizot, Miguet. Thiers, as c o m ~

    a

    Henn

    MartIO.

    Todos

    estos h

    ombres estaban

    im

    buidos

    de u

    na

    especie de mesianismo burgues.

    Crefan qUe. el acceso a la funci6n de grupos domi

    nantes,

    dlngentes,

    de la burguesla censataria era

    como el fin del

    proceso

    de tada

    la

    historia de

    Fran

    cia, concebida como una ascensi6n, no sin vicisitu

    des, desde la Edad Media, de esta burgues{a.

    Marx recogi6 de estos h i

    storiadores

    la idea de una

    categoria social ascendente la eual, a

    medida que

    va ascendiendo,

    encauza

    cada vez mas los intereses

    generales de la sociedad y la esperanza de un

    futuro

    mejor. Los burgueses de las comunaS

    1

    medievales

    son

    los

    que

    llevaban el porvenir y el progreso, y e Y

    tas

    comunas_,

    y

    sus

    jefes

    -incluido

    Etienne

    Mar

    cel-,

    eran

    los

    precursores de

    la Revoluci6n. Antes

    de los historiadores marxistas, los historiadores

    burgueses no

    vieron mas que

    una diferencia de

    grado, no de naturaleza, entre los levantam ientos

    medievaies 0 modernos y las revoluciones de los

    tiempos actuales.

    Pero Marx es un hegeliano, y la

    victoria

    de la bur

    guesia

    no

    podria ser ni un

    absoluto

    ni

    un

    termino.

    Esta

    victoria no puede

    ser

    definitiva, ya que esta

    burg.uesfa,

    que

    es mundo del capita l y posee los

    medlos

    de produccl6n e i

    ntercambio

    destina a la

    mayoria de la poblaci6n - una m a y ~ r i a

    destinada

    a engrosarse

    cada

    vez mas - a una exp lotaci6n cre

    ciente. Los

    campesinos

    , asf

    como

    otros

    grupos inter

    medios, se proletarizan. Ei proletariado es cada vez

    mas numeroso

    y

    mas

    explotado por

    una burguesia

    en la que aumenta la concentraci6n del dinero. Man-

    52

    c

    hester

    es a

    un tiempo

    el cjemplo y el prototipo

    de 10 que pronto ocurrira en todas partes . Este pro

    letariado se 10 representa Marx como la cIase ascen

    dente que sustituira

    a la c1ase burguesa, cuya caida

    es fata l tras

    un

    proceso revolucionario. En el fonda,

    la filosofia de Hegel, de

    la

    que

    Marx,

    co

    mo

    mu

    chos

    de sus con

    tempon'

    meos , estuvo muy

    imbuido,

    aun

    que la haya crit cado a veces, se considera que justi

    fica

    mucho

    meJor esta

    fatalidad

    de la

    sustituci6n

    de Ia burguesfa par el proietariado, la tambien fatal

    lucha de

    estas

    dos dases, que algunos escasos ejem

    plos hist6ricos.

    a

    diaIectica

    no es una

    creaci6n

    de

    Hegel.

    a

    rea

    hdad,

    tal

    como la percibia Heraelito,

    es

    un devenir

    una sucesi6n, ya que, transcurriendo en el tiempo:

    se opone a s i misma: uEI

    devenir

    parece que esta

    en lucha consigo

    mismo,

    y las oposiciones son ya

    discordantes, ya el

    ermino

    de

    un

    acuerdo

    que no

    deja sustituir nada de elias,

    pero que encuentra

    en

    t?nces una

    nueva oposici6n.lO Asi, pues,

    hay

    contra

    nos, bien

    que

    contradicciones (termino que tan

    to ut lhzan los marxistas).

    En el devenir, la lucha tiene un papel motor, y

    los elementos

    que luchan

    son llamados

    contrarios

    precisamente porque

    luchan, siendo

    eI mismo

    ser un

    p r o c e ~ o

    He aqui el alma de la dialectica, que, desde

    los

    gnegos,

    ba t e ~ t a d o a mu chos fil6sofos, e incluso

    en la Edad Media, como muestra, entre otros el

    ejemplo

    de Nicolas de Cues. Pero los neodiaIecti'cos

    de los sig los

    XIX

    Y xx no se

    han inspirado

    mas que

    en Hegel.

    Para

    Hegel, el

    error cometido

    por sus predeceso

    res era hacer de la antinomia, del contrario una

    propiedad

    del

    hombre que

    habla y

    piensa y no

    de

    Ia c o s ~ de

    que

    habla; en la

    que

    piensa, no de 10

    real mlsmolO

    Para

    el y

    para SllS

    seguidorcs en este

    S3

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    24/134

    aspecto Marx, Engels, Lenin entre ellos), la con

    tradicci6n

    Hegel sustituy6 cOlltrario

    pOl'

    este

    ter

    m i n ~

    es la ralz de

    todo

    movimiento y de toda vida,

    se mueve, tiene impulso y actividad. En tanto en

    cuanto

    tiene

    una contradicci6n

    en sl misma.

    a

    negaci6n,

    es decir, la oposici6n, es la fuente inte

    rior de todo movimiento espontfmeo vivo y espiri-

    tual. Si la oposici6n es real, la indisolubilidad de l

    os

    opuestos,

    su unidad,

    pu

    es, es tambien real, ya

    que

    la existencia es

    una unidad que

    une a aquellos.

    Con respecto al

    primer

    t

    erm

    ino, el segundo es ne

    gaci6n. Pero

    bay

    forzosamente

    un

    lercero que

    forma

    con ellos la td d hegeliana y que es la negaci6n

    de

    la negaci6n: los

    componentes

    mayores de las te-

    sis la antitesis precedentes son

    superado

    s conser

    vadas

    a

    un

    tiempo en la sintesis. As , en el tiempo,

    un ente

    no sigue s iendo el

    mismo mas que

    convir

    tiendose en otro gracias a sus

    contradicciones

    in te

    dores. EI

    ser

    y la

    nada estan

    en

    estado

    de lucha

    permanente

    y

    10

    que

    constituye

    su un

    i

    dad es

    el de-

    venir.

    Todo esto

    es

    seguramente

    una

    forma

    de pen

    sar de

    un

    hombre

    que ha

    tornado conci encia de la

    hi storia.

    ,

    Pu

    ede haber un final en este

    proceso continua

    mente renovado de la

    td d

    hegeliana? En princi

    pio, no, ya que toda

    si

    ntesis se

    transforma

    inmedia

    tamente

    en tes is y el cicio vuelve a

    empezar,

    renovandose sin cesar. Sin

    embargo

    , Hegel

    contra

    dice ya su propia dialectica al preyer un fin para

    este

    proceso, fin

    que

    se

    producira cuando

    el Espi

    ritu se

    conozca a sf mismo.

    Pero J

    os marxistas

    han ido

    mucho

    mas Jejos en

    este camino, utilizando la diaIectica

    ,

    no

    es su doc

    trina el

    materialismo

    diaiectico?

    e insertando)a

    en su sistema. Ahora bien, la dialectica

    esta

    fatal

    mente en contracl icci6n con todo sistema, en par

    54

    licular con

    un

    sistema que

    preve

    como

    fin

    de

    la

    historia una sociedad sin cJases en la que, digan 10

    que digan a veces los marxi

    stas

    , las contradicciones

    cstarian

    entonces

    todas superadas. Habria un

    esta

    dio de la hi

    storia

    , el

    estadio

    fina l, en

    que

    la tltriada

    hegeliana

    no

    t

    endria

    ya raz6n de

    ser

    .

    a filosofra de Hegel debe mucho al

    examen

    de

    la

    historia

    de fines del siglo XVIII y

    princ

    ip i

    os

    del XIX,

    no se puede incluso comprenderla bien sin refe

    rencia al contexto

    hist6ri

    co. La filosofia de Heracli to

    debfa

    ya

    mucho a Ja

    historia

    de su

    tiempo

    , tiempo

    de cr isis,

    scmbrado de

    convulsiones sociales,

    un

    mundo,

    pues, en l

    ucha

    consigo mismo.

    En cuanto

    a Hegel, intent6 realizar una

    uma

    en la que querfa

    exprcsar

    todo 10

    que

    habfa

    para

    ci de

    verdadero

    en el

    pensamiento

    de

    su

    epoca

    la

    ultima de l

    as

    cpocas, para

    el l

    , pOlque

    su

    ti

    empo

    habfa

    negado,

    aUo conservandolas en SI mismo) a todas las cpocas

    precedentes. EI

    pensamiento

    critico,

    que habia

    pro

    porc

    i

    onado armas tan

    eficaces a l

    os

    burgueses de

    1789,

    habia

    permitido

    ccha

    r abajo

    todo

    aquello

    que

    ya no se sos tenfa

    qUiZ3

    mas que por la fuerza de

    Ia costumbre. Pero

    el

    pensamiento

    tlconservador

    de un De Bonald

    0 un Burke

    habra

    recordado

    poco

    despues

    que

    no hay derecho, religi6n, ni sociedad

    mas que

    en 10 hi

    st6ric

    o, pOlque la

    naturaleza huma

    na es hist6rica. Hegel capt6 en este paso de una tesis

    el

    pensamiento

    revolucionario) a la

    antitesis

    el

    pensamiento con trar revolucionario y p o s i t i v ~ la

    marcha

    misma

    de

    su

    tiempo. A 10 tlnatural es de

    cir, a 10

    abstracto) de

    l

    os

    fil6sojos del siglo

    XVIII

    se oponen la positividad y 10 hist6rico,

    es

    10 que

    Augusto Comte debia

    advertir

    igualmente .

    Los

    marxistas

    han retenido en particular, de la

    diaJectica hegeliana, la

    idea

    de

    que todo

    es

    re

    lativo.

    Asi, para Engels, se

    tendra

    siempre concicncia en

    55

  • 7/26/2019 Los Movimientos Populares de La Edad Media (G. Fourquin)

    25/134

    10 sucesivo... de la relatividad necesaria de todo

    conocimiento

    adquirido,

    de

    su

    dependencia con res

    pecto

    a las condiciones en que

    ha

    sido adquirido.

    N.ada es fijo,

    un

    bien puede

    convertirse

    en

    un

    mal y

    v l c e v ~ r s a

    .'0

    verdadero se

    .convierte en faIsa y 10 ne

    cesano deja

    de serlo.

    Gra

    clas al devenir, el bien reve

    lara eI

    mal

    que

    lleva consigo y eI mal dCjara

    ver

    sus buenas

    cualidades. Las consecuencias sociales

    (par no hablar

    de las consecuencias morales) de

    estas afinnaciones son, indudablemente de

    primor

    dial

    importancia.

    Hay

    una salida

    para

    las contradiccioncs

    que una

    sociedad lleva consigo;

    esta

    salida

    es

    una

    nu

    eva via

    que conduce

    a

    un estado

    nuevo de la sociedad en

    que

    los c

    omponentes

    de los terminos precedentes se

    ran

    superados y

    conservados al rnismo tiempo. Sin

    embargo, para el marxismo, esto no se vol vera a

    producir indefinidamente, y habra un saito, una mu

    taci6n decisiva, ya

    que pasara

    de 10 relativo a 10

    absoluto

    10

    que, repitamoslo, es

    contrario

    a la dia

    Icctica misma). J.

    Monnerot

    ha escrito con precisi6n

    que un

    arquetipo fijador

    se

    transpal enta

    en el mar

    xismo con el anuncio

    de que

    la sociedad sin

    c1a

    ses

    pondra fin a la

    historia

    en la

    medida

    -seguramente

    mlly

    amplia-

    en

    que

    la

    historia

    de los

    hombres no

    es

    sino

    la

    historia

    de

    sus

    luchas de c1ases

    como

    proclama

    el Manifiesto del Partido Comullista

    Si la dialectica tiene raz6n, la

    historia

    de los

    hom

    bres no

    es

    mas

    que la

    historia

    de

    sus

    luchas de da

    ses. Pero la dialectica no es la tinica en sugerirlo ..

    EI

    marxismo puede parecer

    infiel a

    su

    prapio me

    todo

    dialectico al afirrnar la

    primada

    de 10 econ6-

    mica. Es una

    contradicci6n

    de la

    interdependencia

    diaIectica general el

    introducir

    la

    idea de que

    cier

    tos

    el

    eme

    n

    tos sena

    n en

    suma siempre detenninan

    les

    nunca

    d

    eterm

    inados, siendo

    siempre

    la econo-

    56

    mla tinicamente determinante de la jerarquia social,

    sin sel'

    nunca determinada. Es cierto

    que se pueden

    advertir en

    Marx

    sobre este asunto

    aJgunas acila

    ciones , quiza pOl habcr

    se dado cuen

    ta

    de que su

    materialismo

    era, en wtimo analisis, poco diaIectico.

    En

    la noci6n

    marxista de

    la sociedad

    ha

    y relaci6n

    entre

    las fuerzas, 10

    que es

    verdad

    en

    sf.

    Pero para

    Marx y Engels, una fuerza hist6rica no es vencida y

    rechazada hasta que

    sus posiciones se

    escapan,

    cuan

    do una nueva fuerza

    hist6rica,

    en cuya

    construcci6n

    ha tI'abajado incon

    scientemente

    la

    anterior,

    es has

    tante

    po te

    nte para suplantarla. Esta claro que

    me

    diante

    la lucha, y

    no

    de otra forma. La lucha de

    clases es en verdad

    una

    necesidad diaJectica

    para

    el marxismo, segun eI cual hay siempre contradic

    ciones

    internas

    en

    una

    sociedad, la cual es

    siempre

    una

    sociedad de

    dases, mientras

    no

    se

    ha llevado a

    cabo

    un retorno al

    comunismo

    pr imitivo

    que

    asis

    tira

    al advenimiento de la socicdad sin dases.

    Pero

    la dialectica, modificada pOl el

    marxismo,

    va

    acompaiiada, segtin algunos, por

    un

    col'tejo de es

    pejismo

    que

    revigoriza los viejos mitos. No,

    DOS

    dejamos impresionar --escribfa

    Enges

    par

    los an

    tago

    nismos irreductibl

    es de

    Ja

    vieja

    metafisica

    .. ,

    antagonismos

    de la

    verdadero

    y 10 falso, del bien y

    del ma l, de 10 identico y 10 diferente. Pero

    eslos

    can

    tagonismos., que respond

    en a unos

    arquetipos

    y

    que

    tienen

    siempre

    tendencia a

    reaparecer bajo

    masca

    ras

    diferent es no se l

    es vera resurgir

    en el mantis

    mo? EI antagonismo

    de

    las

    da s

    es,

    el de

    la burguesia

    y el proletariado l no podrfan ser

    cuna nueva

    forma

    del

    antagonismo