Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 ›...

10
Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina» - Los Moriscos de La pícara Justina Luc Torres UNIVERSITÉ DE BOURGOGNE EL TRATAMIENTO DEL TEMA morisco en la novela de López de Úbeda publicada en 1605 plantea de antemano una serie de interrogantes que contribuyen a acentuar el carácter enigmático de una obra ya de por bastante críptica y de la que Bataillon decía que era quizá la obra más dificil de toda la literatura en prosa del Siglo de Oro. En primer lugar, el lector se encuentra con un mero problema de ubicación en el texto del referente narrativo morisco, en efecto, así como la Introducción General («La Melindrosa Escribana») y los libros Primero («La Pícara Montañesa»), Segundo («La Pícara Romera») y Cuarto (<<La Pícara Novia») revisten un significado programático evidente, el Libro Tercero («La Pícara Pleitista>>) no deja prever en absoluto que la acción de sus tres Capítulos centrales («La Marquesa de las Motas», «La Vieja Morisca>>, «La Heredera Inserta»), ponga en escena a personajes, situaciones y comportamientos relacionados con el gentilicio aducido 1 Por otra parte, como ya apuntara el hispanista francés, que se sepa, no había morería en el lugar donde el autor sitúa la acción (Medina de Rioseco) 2 , y poco o nada sabemos acerca de si existieran moriscos en él que se dedicaran al hilado y a la carda de la lana 3 El barrio de San Andrés donde trabajan los pelaires barbudos y aceitosos de La Pícara Justina puede 1 Utilizo la edición siguiente: Francisco López de Úbeda, La Pícara Justina, ed. Antonio Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. El Libro Tercero se sitúa entre las páginas 623 et 683 del tomo II y los tres capítulos del pasaje estudiado entre las páginas 63 7 y 670 del mismo. 2 Véase Marcel Bataillon, Pícaros y picaresca, Madrid: Tauros, 1969, ¿En qué «Rioseco» estaba la morería de La Pícara Justina? p.115-125. 3 Según los censos arciprestales del obispado de Palencia de 1581 y 1589, había siete moriscos registrados en Medina de Rioseco (véase María del Mar Gómez Renau, La comunidad mudéjar y morisca de Valladolid (siglos XV y XVI), ed. facsímil de la tesis leída en 1987 en la U. Complutense de Madrid, Madrid: Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1988, p.121 y 199), los cuales se quedaron en tres en el censo inquisitorial de Valladolid de 1594 (véase, J. P. Le Flem, «Les morisques du Nord-Ouest de l'Espagne en 1594 d'apres un recensement de l'Inquisition de Valladolid», Mélanges de la Casa Velázquez, I, 1965, p. 223-244, en particular p. 238). En el mismo artículo el autor especifica que sólo había tres pelaires registrados por el Santo oficio en el inmenso distrito vallisoletano que abarcaba toda la zona de Castilla la Vieja y nada apunta acerca de si eran de Medina de Rioseco; no registra ninguna hilanderas pero sí, catorce costureras y dos tejedoras (cf ibíd., p. 239). 545 -1 t- Centro Virtual Cervantes

Transcript of Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 ›...

Page 1: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

Los Moriscos de La pícara Justina Luc Torres

UNIVERSITÉ DE BOURGOGNE

EL TRATAMIENTO DEL TEMA morisco en la novela de López de Úbeda publicada en 1605 plantea de antemano una serie de interrogantes que contribuyen a acentuar el carácter enigmático de una obra ya de por sí bastante críptica y de la que Bataillon decía que era quizá la obra más dificil de toda la literatura en prosa del Siglo de Oro.

En primer lugar, el lector se encuentra con un mero problema de ubicación en el texto del referente narrativo morisco, en efecto, así como la Introducción General («La Melindrosa Escribana») y los libros Primero («La Pícara Montañesa»), Segundo («La Pícara Romera») y Cuarto (<<La Pícara Novia») revisten un significado programático evidente, el Libro Tercero («La Pícara Pleitista>>) no deja prever en absoluto que la acción de sus tres Capítulos centrales («La Marquesa de las Motas», «La Vieja Morisca>>, «La Heredera Inserta»), ponga en escena a personajes, situaciones y comportamientos relacionados con el gentilicio aducido1

Por otra parte, como ya apuntara el hispanista francés, que se sepa, no había morería en el lugar donde el autor sitúa la acción (Medina de Rioseco )2

, y poco o nada sabemos acerca de si existieran moriscos en él que se dedicaran al hilado y a la carda de la lana3• El barrio de San Andrés donde trabajan los pelaires barbudos y aceitosos de La Pícara Justina puede

1 Utilizo la edición siguiente: Francisco López de Úbeda, La Pícara Justina, ed. Antonio Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. El Libro Tercero se sitúa entre las páginas 623 et 683 del tomo II y los tres capítulos del pasaje estudiado entre las páginas 63 7 y 670 del mismo.

2 Véase Marcel Bataillon, Pícaros y picaresca, Madrid: Tauros, 1969, ¿En qué «Rioseco» estaba la morería de La Pícara Justina? p.115-125.

3 Según los censos arciprestales del obispado de Palencia de 1581 y 1589, había siete moriscos registrados en Medina de Rioseco (véase María del Mar Gómez Renau, La comunidad mudéjar y morisca de Valladolid (siglos XV y XVI), ed. facsímil de la tesis leída en 1987 en la U. Complutense de Madrid, Madrid: Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1988, p.121 y 199), los cuales se quedaron en tres en el censo inquisitorial de Valladolid de 1594 (véase, J. P. Le Flem, «Les morisques du Nord-Ouest de l'Espagne en 1594 d'apres un recensement de l'Inquisition de Valladolid», Mélanges de la Casa Velázquez, I, 1965, p. 223-244, en particular p. 238). En el mismo artículo el autor especifica que sólo había tres pelaires registrados por el Santo oficio en el inmenso distrito vallisoletano que abarcaba toda la zona de Castilla la Vieja y nada apunta acerca de si eran de Medina de Rioseco; no registra ninguna hilanderas pero sí, catorce costureras y dos tejedoras (cf ibíd., p. 239).

545

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 2: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

546 LucTORRES

remitir a un descampado de Medina de Rioseco4, a la morería de Madrid sita en la costanilla

de San Andrés, o a una de las parroquias con más población de advenedizos de toda la ciudad de Valladolid5

. El arroyo de Berrueces utilizado por los moriscos para lavar la lana puede remitir a la vez a un topónimo perteneciente al alfoz de Medina de Rioseco6, al Manzanares cuya sequedad se había vuelto proverbial, o al Esgueva cuyo curso semisubterráneo pasa cerca del barrio con numerosa población morisca de San Andrés de Valladolid.

Finalmente, el propio significado enigmático de la evocación que mezcla, por una parte, la critica consabida del materialismo, de la indevoción y de la picardía moriscas y, por otra, una visión menos parcial a través de ciertos aspectos menos negativos del retrato de la vieja morisca anfitriona de Justina en la novela, no da pie a una visión unívoca de los Capítulos mentados.

Pero vayamos por partes: cuando Justina llega a Medina de Rioseco para subsanar el pleito que tiene pendiente con sus hermanas que le han arrebatado la herencia de sus padres, se encuentra con que un solicitador o intermediario poco escrupuloso la está dejando desplumada7

Como no quiere empeñar sus joyas granjeadas en picarescas lides, decide juntarse con tres moriscas hilanderas llamadas «las tres parcas», a las que va a servir de intermediaria, bajo pago de una comisión, para ir a comprar la lana a los pelaires del lugar, los cuales tenían fama de rufianes, de gente viciosa y de mal vivir ( cf el sentido de la expresión Gente de la carda o Los de la carda)8.

Ya tenemos aquí, plasmado al inicio del pasaje, el doble simbolismo de la muerte y de la sexualidad que deja presagiar la evocación de un universo moralmente degradado y francamente hostil. De hecho, las hilanderas moriscas están relacionadas no sólo con la sexualidad a través del significado cazurro del verbo hilar sino también con la muerte, dado que Justina nos dice que cada una adolece de un defecto fisico (la una es tullida, la otra gotosa y la tercera coja) y que el ir a buscar lana para ellas es poco menos que firmar su partida de defunción:

4 Véase, Marce! Bataillon, Pícaros y picaresca, Madrid: Taurus, 1969, p. 117, nota 6. 5 Se trata del barrio de San Andrés de Valladolid, véanse referencias demográficas en María

del Mar Gómez Renau, La comunidad mudéjar y morisca de Valladolid (siglos XV y XVI) .... , p.209 et p. 335 nota 67.

6 Véase, Marce! Bataillon, Pícaros y picaresca, Madrid: Taurus, 1969, p. 116-117 y acerca de los tradicionales pleitos entre Berrueces y Medina de Rioseco, Pascual Martínez Sopeña, El estado señorial de Medina de Rioseco bajo el almirante Alfonso Enríquez (1389-1430) Valladolid: Secretaría de publicaciones, 1977, «Berrueces. Los herederos de Juan F emández de Cabria», p. 61-64.

7 Véase F. López de Úbeda, La Pícara Justina ... . , «De la hermana perseguida», II, p. 625-635.

8 Véase Diccionario de Autoridades, ed. prínceps 1726, 3 ts., Madrid: Gredos, 1990, I, s.v. Carda: «Gente de la carda, o Los de la carda. Demás de significar los Pelaires que exercen el oficio de cardar la lana y los paños, metaphoricamente se dice de los que son de una cuadrilla de valentones, rufianes, o que tienen otro modo de vida malo o vicioso» (con cita de La Pícara Justina)

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 3: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

Los MORISCOS DE LA PÍCARA JUSTJNA 547

[ ... ] porque la congoja que os causa la prisa de tomar a vuestra tarea os acaba, y es lástima, madres, trocar la vida por lana de ovejas, [ ... ]9

Por otra parte, Justina presenta a los cardadores como gente viciosa dado que ella no deja de aderezar su palmito antes de ir a verlos y que ellos no paran de decirle sus remoquetes, como que en su casa nunca le faltará lana a la jovencilla, y ésta añade más adelante que las mujeres no deben recibir lana en secreto porque le salen debajo de los pies embarazos10•

Claro que la circunstancia de que la heroína vaya a salir airosa de su inmersión en ese mundo degradado no tiene por qué extrañamos ya que Justina es una pícara que tiene claros antecedentes semíticos 11 lo cual apunta hacia su materialismo y ya se sabe que «a ruin, ruin y medio». Justina se ofrece para ir a por lana en lugar de las hilanderas, pero el precio que les propone (tres cuartos o sea doce maravedíes), les parece excesivo: según ellas con tres bastaba. Sólo la intervención de la más vieja que va a ser su huéspeda, permite a Justina salirse con la suya. Esta circunstancia es bastante sugestiva, evidencia una descripción diferenciada, aun y cuando el anonimato de los representantes de la nación morisca en la novela no deje de ser una nota degradante común a otras descripciones literarias contemporáneas12

Por otra parte, en la economía de la llamada burla de las motas de jerga, es interesante resaltar que la heroína va a transformarse en el azote de toda la corporación de los trabajadores textiles, cuyos componentes están relacionados exclusivamente en la obra con la nación morisca.

A los cardadores, les engaña haciéndoles dar más lana de la que, en buena ley, el dinero de las moriscas hubiera permitido; a éstas no les devuelve la totalidad de las libras de lana que trae de casa de los cardadores y, finalmente, las motas de jerga que añade a las libras de lana que vende por su cuenta provienen de la hija de un tejedor que las vendió por un pedazo de pan que, según Justina «diz que en su casa rodaba tanto que no lo podía alcanzar, si no con las alas del corazóm>13

• Esto último puede interpretarse como que eran muy pobres pero

9 Véase F. López de Úbeda, La Pícara Justina .. .. , II, p. 645. 10 Jbíd., II, p. 644, 649. Detrás de estas alusiones está la expresión jocosa con connotación

sexual: Ir a por lana y salir trasquilado (véase Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, Madrid: Visor, 1982, p. 250b). Sobre el sentido cazurro de lana como sexo femenino, véase, Floresta de poesías eróticas del Siglo de Oro, Toulouse: France-lbérie Recherche, 1975, «Vocabulario», s. v. «lana», p. 341.

11 El padre oriundo de Castillo de Luna recuerda por su apellido al condestable converso valido de Juan 11 y la madre es de Cea lo cual designa una planta que no es ni trigo ni cebada .... (véase, Diccionario de Autoridades, 1, s.v. cea). Véase F. López de Úbeda,LaPícara . ., 1, p. 171.

12 Desde este punto de vista la descripción de la heroína de López de Úbeda, se sitúa a medio camino entre la descripción anónima e indiferenciado de la nación morisca en el Coloquio de los Perros de Cervantes, y la descripción personalizada del morisco Ricote en la segunda parte del Quijote, véase M. de Cervantes, Novelas ejemplares, ed. prínceps 1613, 2 ts, MadridMadrid: Cátedra, 1985, tomo II, p. 349-350 e id., Don Quijote de la Mancha, ed. prínceps 1615, 2ts, Madrid: Cátedra, 1994, tomo 11, 1, LIV, p. 431-438.

13 F. López de Úbeda, La Pícara ... , II, p. 648.

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 4: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

548 LUCTORRES

también como que eran cristianos nuevos ya que en aquella casa ponían frecuentemente el pan del revés (rodado), lo cual era pecado y propio de infieles. Frente a la tríada morisca (cardadores, hilanderas, hija del tejedor), Justina es Marquesa de las Motas por retruécano de la ciudad vecina vallisoletana de La Mota del Marqués y es asimismo la puta de marca mayor o «marquesa» que, por otro retruécano sugestivo, consiente aunque sea asaz simbólicamente, muchas tomas (anagrama de motas), a cambio de engañar a los pelaires moriscos14•

El universo degradado del pasaje asocia picaresca, prostitución e impureza de sangre en una ecuación que revela los prejuicios de una época que a punto está de cometer quizá el acto más bárbaro e innecesario de toda la historia vernácula: la expulsión definitiva de la nación morisca de los reinos de España15

Esta presentación negativa es refrendada por el primer retrato de la vieja, cuyos atributos quedan plasmados en una enumeración de signo claramente negativo que remite al campo semántico de una sabiduría espúrea: «[ ... ]entré a competir con el mar de una morisca vieja, hechicera, experta, bisabuela de Celestina, [ ... ]». La filiación con el personaje de Celestina no es casual, la relación entre hechicería y moriscos ha sido apuntada en numerosos estudios antropológicos, en particular en los de J. Caro Baroja16

• Esta vieja no es mudéjar sino morisca (advenediza) de Andújar, en Jaén, lo cual parece indicar que forma parte de los moriscos del reino de Granada que fueron reagrupados en Jaén y Andújar y luego fueron enviados a Guadalajara y Tierra de Campos (zona de Palencia y Valladolid) en un intento de solapado

14 Cf. neologismos creados a partir de la raíz tomar que designan a la mujer pública (<tomajona, tomasa>) en José Luis Alonso Hemández, El lenguaje de los maleantes españoles de los siglos XVI y XVII: La Germanía, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1979, p. 38-39.Sobre marca y marquesa como sinónimos de prostituta de categoría, véase, ibíd., p. 63.

15 Algunos autores autorizados hablan al respecto de <<solución final», véase Antonio Domínguez Ortiz y Bemard Vincent, Historia de los moriscos, Madrid: Alianza editorial, 1989, p. 160. Para una visión ciertamente posterior pero crítica del drama morisco, desde un punto de vista progresista de tolerancia religiosa y pragmatismo económico, muy alejada de la visión ortodoxa de P. Boronat y Barrachina, cf José Muñoz y Gaviria, Historia del Alzamiento de los Moriscos su expulsión y sus consecuencias en todas las provincias del reino, ed. facsímil 1997, Madrid: Establecimiento tipográfico de Mellado, 1861.

16 Véase, Julio Caro Baroja, Vidas mágicas e Inquisición, 1 a edición 1967, Madrid: Círculo de lectores, 1990, Primera parte. Magia y sociedad, Capítulos 3 «Las divisiones étnicas» y 4 «Grupos étnicos inferiores y antiguos», p. 61-66. En este último capítulo el autor analiza el caso de María de Padilla, la mujer del comunero Juan de Padilla, que pensó ser reina porque unas hechiceras moriscas se lo habían dicho en Granada y el de la mora que enhechizó el barco en que naufragó el rey portugués Sebastián en Marruecos (véase, ibíd., p. 64-65.). Este autor estudia también el ejemplo concreto de proceso inquisitorial impugnado contra un morisco Román Ramírez por hechicería en el tribunal de Cuenca, del cual se inspirará muy libremente Juan Ruiz de Alarcón en su obra «Quien mal anda mal acaba» (véase, ibíd., Capítulo IV p. 334-353). Sobre hechiceras manchegas y toledanas (p.e., Constanza Alonso, la «Manjirona» del Carpio, Mari Femández de Madridejos, etc.) bajo el reinado de Carlos V, véase, ibíd., capítulo XII, p. 21-33. Para un estudio sobre la herencia celestinesca, en su vertiente hechiceresca, en la literatura renacentista y del Siglo de Oro, véase, ibíd., Capítulo VI: «Magia, sexo y estatus social» (el arquetipo celestinesco), p. 125-149, con numerosos ejemplos.

.. 1- Centro Virtual Cervantes

Page 5: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

Los MORISCOS DE LA PÍCARA JUSTJNA 549

genocidio cultural y racial tras la guerra de las Al pu jarras 17• De hecho, Justina nos la presenta

como «morisca inconquistada» que parece conocer muy bien no sólo la zona oriental del antiguo reino nazarí, sino también los principales lugares donde hacinaron a los moriscos deportados:

-Preguntábala si sabía Ave María. Respondía: -Ben saber Almeria, e Serra de Gata e todo18

Lo primero que resalta la heroína es su falta de devoción. He aquí los principales reproches que le dirige la narradora relacionados con una práctica religiosa muy deficiente desde el punto de vista de la ortodoxia19

:

a) No sabe persignarse. b) Desconoce el nombre de la Virgen María. c) No se sabe las cuatro oraciones (es decir las oraciones básicas de la doctrina

cristiana y que tenían que aprender los niños y los recién convertidos: el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo, la Salve)2º.

17 Cf. Aurelio García López, Moriscos en tierras de Uceda y Guadalajara (1502-1610), Guadalajara: Exc. diputación provincial, 1992, p.87 y Bernard Vincent, «L'expulsion des Morisques du royaume de Grenade et leur répartition en Castille (1570-1571)», Mélanges de la casa Velázquez, VI, 1970, p.211-246, en particular, p. 238. Los moriscos de Granada eran vistos con malos ojos en Castilla la Vieja, se les acusaba de salteadores de caminos y de cobrar salarios inferiores a los de los cristianos viejos, cuando la antigua población mudéjar estaba perfectamente integrada. La visión negativa de la vieja morisca no es más que un fiel reflejo de las mentalidades al uso. Cf. un interesante documento municipal que plasma el miedo que se tenía a esa nueva población en M. del Mar Genau, La Comunidad mudéjar y morisca de Valladolid .... ., Normas dictadas en Valladolid para el comportamiento de los moriscos, p. 84-94. Las relaciones de sucesos apuntan hacia el miedo de que los moriscos se conviertan en la avanzadilla de una nueva invasión musulmana, véase, Augustin Redondo, «L'image du morisque (1570-1620) a travers los pliegos sueltos. Les variations d'une altérité», Les représentations de l'autre dans l'espace ibérique et ibéro-américain., sous la direction d' Augustin Redondo, 2ts., París: Presses Universitaires de la Sorbonne-Nouvelle, 1993; «Cahiers de l'U.F.R. d'Études lbériques et latino-américaines», n 9, p. 17-31.

18 Cf. F. López de Úbeda, La Pícara ... ., 11, p.653. 19 Bien parece que la vieja morisca no practica el rito musulmán, sólo la forma impía en que

cumple con el dogma cristiano puede hacernos suponer lo contrario. Un buen ejemplo de la pervivencia de prácticas muslímicas en España, en la época de publicación de La Pícara Justina, es el de los moriscos de Hornachos plasmado en una obra anónima homónima. Cf. un último estudio sobre la cuestión en Julio Fernández Nieva, «Los moriscos de Hornachos: contenidos ideológico-rituales», Las Prácticas musulmanas de los moriscos andaluces (1492-1609). Actas del JJJ Simposio Internacional de Estudios Moriscos, bajo la dirección del profesor Abdeljelil Temimi, Zaghouan: Publications du Centre de Recherches et d'Études Ottomanes, Morisques de Documentation et d'Information, 1989, p.75-85, y en particular 11, Análisis del contenido ideológico-ritual, p. 76-84.

20 El enseñar las cuatro oraciones a los moriscos era afán constante de la Iglesia Católica

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 6: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

550 Luc TORRES

d) Esta viuda no se quiere volver a casar, lo cual constituye uno de los principales reproches que se les hacía a las moriscas. Se pensaba, y Justina se ratifica en esta opinión, que no lo hacían por no estar obligadas así a convertirse y fue éste un argumento importante esgrimido por los partidarios de la expulsión21

e) No va a misa y la única vez que va, hace aspavientos y zalamerías que no vienen a cuento (se echa de hinojos mientras el cura está alzando, lo cual hace que se esté todo el resto de la misa tosiendo porque a punto ha estado de ahogarse )22

.

f) Tiene un sentido muy materialista de la práctica de los donativos y ayudas que todo cristiano debe brindar a la Iglesia (piensa que son suficientes para salvarse)23

g) Cuando ve una procesión se espanta y persigna; cuando oye truenos, en vez de hacer sus oraciones, sale a la calle; ante el paso del Santísimo Sacramento, no se arrodilla sino que huye despavorida.

El segundo gran reproche que le hace Justina a la vieja morisca, es su dedicación a las prácticas brujeriles. En eso no hace más que retomar los prejuicios de la época24

• La literatura de los siglos XVI y XVII ofrece algún reflejo de esas creencias profundamente enraizadas en las mentalidades al uso25

.

y de sus máximos prelados, véase, Martín de Ayala, Doctrina christiana en lengua Arabiga, y Castellana, ed. facsimilar, Valencia: en casa de Joan Mey, 1566. Acerca de las alharacas de la vieja morisca a la hora de persignarse, véase, F. López de Úbeda, La Pícara ... , II, p. 653: « .. Cuando se persinaba, no hacía cruces, sino tres mamonas en la cara, como quien espanta niños, y cuando llegaba al pecho, hacía un garabato y dábase un golpecito con el dedo pulgar en el estómago. Entiende por allá el persignum».

21 Ibíd.: «No sé en qué lo podía fundar, sino en que temía casarse con quien la hiciese ser christiana.». Cf. Rafael Carrasco et Bemard Vincent, «Amours et mariages chez les Marisques au XVI eme siecle», Amours légitimes amours illégitimes (XVI eme-XVII eme siecles), sous la directiond' AugustinRedondo, Paris: Publications de la Sorbonne, 1985, p. 133-146, en particular p. 143 y siguientes. El porcentaje de viudas moriscas censadas en Valladolid, procedentes de Granada, es impresionante, seguramente muy superior al de sus homólogas cristianas viejas, véase M. del Mar Genau, La Comunidad mudéjar y morisca de Valladolid ..... , «Padrón de los moriscos del reino de Granada que están en la abadía de Valladolid y su distrito, Valladolid 1589», p. 213-248, con mención de la situación, familiar, edad, y oficio de los empadronados y J. P. Le Flem, art.cit., Apéndice II, p. 239.

22 Véase F. López de Úbeda, La Pícara ... , II, p. 654. 23 Ibíd.,: «Ella pensaba que todo el toque de confesión y de los misterios de la iglesia

consistía en pagar el medio real y que con eso se apagaban cuentos. Nunca vi tal vieja». He aquí quizás un reflejo espúreo de la práctica musulmana del óbolo o limosna al pobre (uno de los pilares del Islam).

24 Cf. supra, nota 17. Sobre las relaciones entre Inquisición y moriscos, véase Catherine Brault-Noble et Marie-Josée Marc, «L'unification religieuse et sociale: la répression des minorités», L 'Inquisition espagnole, Bartolomé Bennassar ed., Paris: Hachette, 1979; col. «Marabout Université» n396 [09], p. 139-191, en particular, «Les offensives contre les Marisques», p. 163-191.

25 Quizá el ejemplo más conocido sea el de la morisca que embruja con un membrillo toledano al licenciado Vidriera, en la novela homónima de Cervantes, (véase, M. de Cervantes,

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 7: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

Los MORISCOS DE LA PÍCARA JUSTINA 551

En efecto, la vieja morisca es una gran aficionada a los ajusticiamientos. En particular gusta de visitar a los ahorcados para cogerles ora unos dientes, ora un trozo de soga o bien para hacer conjuros al pie de la horca26

• Como, por otra parte, practica muchos lavamientos y cocimientos, y pronuncia ensalmos, Justina descubre rápidamente que su anfitriona tiene trato con el diablo.

Además, ya que la morisca se dedicaba a la nigromancia, la narradora, mezclando sátira religiosa y sátira social, dice que tuvo la tentación de pedirle a su huéspeda que resucitara a su padre sólo para que le averiguara quién sufría más en el Infierno, los escribanos, los letrados o los locos confesores de ambos27•

En una alusión reveladora y paródica de los conjuros hechiceriles, Justina, propone burlescamente una receta para evitar que el diablo chupe la sangre de los muertos y se la dé a las brujas o a gente de la nación de su huéspeda: «Lo que es de más importancia es, sobre todo rezar; lo segundo traer el Evangelio de San Juan escrito, y lo tercero bendiciones santas».

Los saberes y prácticas brujeriles se heredaban de madre a hija en linaje matrilineal28, por

lo tanto Justina va a heredar también sus artes mágicas y sus prácticas demoníacas como lo deja suponer el proléptico Prólogo sumario de ambos los tomos donde Justina se nos define como futura «abortona», «santiguadera», «la enseña niñas», «estratagemera», «la del trasgo», «la conjuradora»29

Sin embargo, es importante advertir que el personaje de Justina nunca toma parte en prácticas brujeriles. Sin embargo, la heroína encubre sin condenarlas del todo las actividades de la vieja morisca: «Con todo eso, por el bien que me hacía, estaba con ella en paz, no siendo jamás fautora de sus ensayos ... ». Y no la denuncia a la Inquisición, contraponiendo de manera sacrílega los preceptos de la moral elemental a los de la Santa Madre Iglesia: «No denuncié della porque, como ignorante se me escapó la obligación que yo tenía de decirlo a los señores inquisidores, y si la hice bien, fue por la natural obligación que tiene cada cual a querer bien a quien le hace bien»3º.

Novelas ejemplares ... , El licenciado Vidriera, p. 52). 26 Véase F. López de Úbeda, La Pícara ... , II, p. 654-655. Se trata de una escena muy

representada en la literatura y pintura del Siglo de Oro. En el acto II de un entremés de Lope de Vega «El capellán de la Virgen» se habla de una vieja: «que viene a cementerios/ o las horcas que están fuera/ de la ciudad, de quitarles/ sogas, cabellos y muelas); en un aguafuerte de Goya «A caza de dientes» el pintor aragonés representa muy bien a la bruja robando los dientes de un ahorcado (c/ J. Caro Baroja, Vidas mágicas .... , I, p. 136, et II, p. 81).

27 Véase F. López de Úbeda, La Pícara ... II, p.655-656. La nigromancia siempre fue atributo masculino en la tradición cristiana desde Simón el mago y femenino en la tradición literaria con el modelo celestinesco. Véase, J. Caro Baroja, Vidas mágicas ... , I, Capítulo I, «A modo de Introducción. Hombre y mujer. El nigromante y la hechicera», p. 205-224.

28 Sobre el linaje matrilineal y femenino de la brujería hechiceril en la tradición celestinesca, cf Elicia, sobrina y digna heredera de Celestina en La Tragicomedia de LLwndro y Roselia de Sancho de Muñón, y Claudina, amiga y maestra de la famosa alcahueta en la Tragedia Policiana del bachiller Sebastián Femández (véase, ibíd., I, p.128-129).

29 Véase, F. López de Úbeda, La Pícara ... , I, p.83. 30 F. López de Úbeda, La Pícara .... , II, p. 658. Acerca de la obligación de denunciar a la

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 8: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

552 LUCTORRES

Estos apuntes establecen una relación de complicidad, aunque sea interesada y puntual, entre la vieja morisca y Justina. Esa relación venal o crematística viene reforzada por una relación de tipo orgánico que hace que Justina se considere ella misma como la hija de la vieja: «Estábamos como madre e hija .... », la cual acabará desembocando en una relación de tipo jurídico cuando Justina se transforme en nieta política de la vieja y herede de ella (cf cap. «La heredera inserta».

Esta gradación es muy sugestiva (relaciones venales, afectivas y jurídicas), la ósmosis entre Justina y la vieja morisca parece abarcar simbólicamente las tres categorías tradicionales del ser humano (cuerpo/ alma/ espíritu). Justina es la vieja y viceversa. Sólo que Justina está ante ella en la situación de un demonio inferior ante un demonio superior. En efecto, la vieja es más resabida que Justina y ésta no puede siquiera «quebrarle un ojo al diablo»: <~amás pude conquistar la bolsa porque cuando yo pensaba la cosa, ya ella iba dos leguas adelante». Hay cierta admiración de la pícara de Mansilla por las mañas de la vieja: «Confieso que me acobardó tanto su ingenio, que ya, aunque dejara el arca del dinero abierta, no me atreviera a hacerle de menos un comino ... »31 •

Aparece aquí un elemento (el materialismo de la vieja) que constituye el vértice inferior de un triángulo invertido que designa los prejuicios antimoriscos, cuyas otras dos puntas serían la indevoción y las prácticas hechicerescas.

Por otra parte, a través de la relación privilegiada de la heroína con la morisca, asistimos a una autodegradación del narrador propia de toda literatura picaresca: las relaciones entre Justina y la morisca deben ser vistas desde este entorno literario muy negativo que se compagina con el retrato de la prosapia judeoconversa de la heroína32•

Además, esas relaciones privilegiadas vienen refrendadas en el texto por el hecho de que gran parte de la comunidad morisca, el sacristán encargado de enterrar a la vieja, así como el alguacil, no caen en la cuenta de que Justina es una falsa morisca. Por otra parte, a la vieja morisca la entierran con mortaja, féretro, y no en tierra virgen o sin arar como solían hacer los moriscos33

Se establece, además, una inversión de tipo carnavalesco en que Justina la judía se ha vuelto morisca y la morisca una judía por su materialismo insaciable. Detrás de las burlas, el autor nos revela las veras de unas relaciones, ciertamente minoritarias, entre cristianos nuevos en un marco degradado.

Por otra parte, el principio del quinto capítulo del libro Tercero «De la partida de Rioseco» deja ver también un tipo de relación interesante entre una morisca deudora de la difunta huéspeda de Justina y la protagonista del relato.

Al finar su anfitriona, Justina descubre dos obligaciones, una pertenece a una morisca

Inquisición las prácticas sacrílegas de los moriscos, en un plazo de seis días, so pena de excomunión, véase, L'lnquisition espagnole ... , p. 176.

31 Jbíd., II, p.659. 32 Véase supra, nota 11. Sabemos además que los judíos por la gran tradición de la Cábala

eran asociados al universo mágico y a las prácticas hechiceras (véase, J. Caro Baroja, Vidas mágicas ... , 5 «Grupos étnicos «demoníacos», I, p. 66-68).

33 F. López de Úbeda, La Pícara .... , II, p. 663.

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 9: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»-

Los MORISCOS DE LA PÍCARA JUSTINA 553

muerta, de la que no logra heredar; otra corresponde a una morisca aún en vida, su importe es de seis mil maravedís. Ésta sabe que Justina no es nieta de la vieja. Las dos deciden callar dado que «al buen callar llaman Sancho y al bueno bueno Sancho MartíneZ». He aquí lo que le dice Justina a la morisca: «-Hermana, veis aquí una obligación de seis mil maravedís, que debéis a mi abuela. Ella me la dio y entregó para que cobrase de vos. Pero creed que yo no os he de dar pena, porque espero que me haréis merced en otras cosas.»34

Esta complicidad amasada en el interés más pecuniario implica una burla sangrienta de las leyes y la justicia del reino.

Si pensamos en la identificación de Justina como una judía se puede interpretar este arreglo como la crítica del materialismo semítico del que son víctimas los cristianos viejos, dado que en buena ley, los bienes moriscos, al quedar vacantes, deberían recaer en las arcas del estado representante de los cristianos de sangre no mezclada.

Este breve estudio que no es más que una cala y apuntamiento en el tema ya glosado de la imagen del morisco en la novela picaresca35 nos plantea tres interrogantes mayores a los que intentaremos dar una respuesta dentro del ámbito limitado de nuestro conocimiento de la novela y de su contexto históricosocial y literario.

En primer lugar. ¿Cómo se entiende que la comunidad morisca aparezca exclusivamente bajo la especie de los diferentes representantes o partícipes de una actividad textil y, en concreto, el trabajo de la lana (trabajo doméstico de las hilanderas, cardadores regidos por un maeso, hija del tejedor) a la que nos consta que no se ha dedicado públicamente?

La respuesta sólo puede encontrarse, a nuestro modo de ver, en la posible interpretación simbólica y muy connotada de la actividad lanera relacionada con la sexualidad y el mundo del hampa. Todo lo cual casa bien con el decoro de una novela en la que Justina es a menudo una representación a lo grotesco de las vírgenes locas evangélicas (véase Mateo, XXV, 1-13) y un dechado de picardía36

En segundo lugar, ¿Qué sentido podemos dar a la connivencia y complicidad explícita que se establece en la novela entre Justina la judeoconversa y la vieja morisca heterodoxa?

¿No será ello un reflejo displicente de las relaciones que existían en efecto entre ambas comunidades si seguimos los manuscritos aljamiados en particular los del Mancebo de Arévalo?37

34 !bid .... , II, p. 677-678. 35 Véase recientemente, María Soledad Carrasco Urgoiti, «Perspectivas del último cuarto

de siglo en tomo a Marcos de Obregón» en Edad de Oro, XX, Universidad Autónoma de Madrid, 2001, p. 55-67.

36 El autor resume así la tentativa de violación frustrada de Justina por parte de los estudiantes de La Bigornia: «Justina, si no quemada, tiznada» (véase, F. López de Úbeda, La Pícara Justina, I, p. 335).

37 El Mancebo visita a un judío amigo suyo de Toledo y defiende la forma que tienen los judíos de casarse con esclavos libertos a la usanza mora (véase Luce López Baralt, Huellas del Islam en la literatura española. De Juan Ruiz a Juan Goytisolo, Madrid: Hiperión, 1989, p. 149-180, en particular, p. 171et172). Véase en estas Actas el estudio de María Teresa Narváez

-1 t- Centro Virtual Cervantes

Page 10: Los moriscos de «La pícara Justina» › literatura › aih › pdf › 14 › aih_14_2_060.pdf · Rey Hazas, 2 ts., Madrid: Editora Nacional, 1977. ... oficio de cardar la lana

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Luc TORRES. Los moriscos de «La pícara Justina»

554 LucTORRES

Finalmente, ¿Qué significado puede tener el ensañamiento en los rasgos hechiceriles de la morisca, cuando sabemos que los procesos por hechicería en contra de los moriscos son bastante raros en la época?

A esta última pregunta sólo cabe una respuesta: las propias finalidades del relato picaresco que necesita ahondar en una estética de la degradación sistemática de personajes y situaciones en un afán de competencia con las novelas picarescas anteriores, y ello utilizando la tradición celestinesca.

He aquí reunidas tres fuertes finalidades del relato estudiado: divertir al lector con un estilo cazurro y escabroso, denunciar la connivencia semítica entre judíos y moriscos en detrimento de los cristianos viejos, competir con los demás relatos picarescos y, a ser posible, superarlos en la descripción degradante de la realidad.

Córdoba, «El Mancebo de Arévalo y la literatura aljamiada: una voz híbrida y contracorriente del Siglo de Oro».

--1 t- Centro Virtual Cervantes