Los monstruos en el nuevo mundo

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hace una descripción sobre la imagen que los eurpoeos tenian de los amerindios al llegar a nuestro continente y como lo relacionaron con animales fantasticos

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    TERATOLOGIA

    Los monstruos en el nuevo mundoM ALEJANDRA FLORES DE LA FLOR

    UNIVERSIDAD DE CDIZ

    Ubi Sunt? n. 26, ISSN 1139-4250, pp. 40-48

    RESUMEN: Con el descubrimiento del Nuevo Mundo se produce un Renacimiento de lasRazas Monstruosas que los autores clsicos haban plasmado en sus obras. Dejndose llevarpor obras como las de Plinio, Solino o Mandeville, conquistadores y cronistas hablaban de laexistencia de Amazonas, Sirenas, Cinocfalos, etc. Creando un nuevo continente de Mons-truos y trasladando la fantasa oriental a occidente, a un continente del que apenas se sabanada.

    PALABRAS CLAVES: Razas monstruosas, Nuevo Mundo, Amazonas, Gigantes, Cinocfalos.

    ABSTRACT:When the New World was discovered, we found a rebirth of Monstruous Raceswhich Clasic Authors wrote about. Influenced by Pliny, Solino or Mandeville, conquerors andchroniclers wrote about Amazons, Mermaids, Baboon, etc. They created a new continent ofMonsters and moved the Eastern fantasy to West, to a new continent that nobody knewabout.

    KEY WORDS:Monstruous Races, New World, Amazons, Gigants, Baboon.

    taron las fbulas orientales al Nuevo Mundo, estmuy relacionado con lo que explica John Ellioten su obra El viejo mundo y el nuevo.

    Segn ste, los escritores europeos saban algo,desde luego vago y disperso, de frica y de Asia,pero de Amrica y de sus habitantes no sabannada. Esta ignorancia hacia el nuevo continenteprovoc cierto desconcierto. Por otro lado, la au-sencia total del Nuevo Mundo en los nuevos li-bros publicados del siglo XVI dejaba ver que losautores espaoles apenas mostraban inters por elrecin descubierto mundo americano, quizs estose deba a que el conocimiento que posean estosescritores y que transmitan a travs de sus obras,se basaban en las lecturas que hacan de librosclsicos y medievales, libros en los que, como esobvio, el continente americano estaba ausente yal mismo tiempo, como no se escriba sobre ello,pues tampoco se lea sobre ello, como si fuera elciclo del pez que se muerde la cola.2 Es por eso

    Con el descubrimiento de Amrica se producelo que Miguel Rojas Mix explica como unenorme desplazamiento de lo fantstico medieval,un resurgimiento del fantstico clsico e incluso unfantstico originario.1 Y es que, el descubrimien-to del Nuevo Mundo supuso el traslado de las ra-zas monstruosas que antes se situaban en los con-fines del mundo oriental y el desplazamiento detodo el universo fantstico europeo.

    Sin embargo, no seran los tratadistas teratolgi-cos los que hicieran uso de este descubrimientopara situar a las razas monstruosas de tradicinclsica, sino que seran ms bien los cronistas ylos divulgadores de la Historia Natural americanalos que reprodujeron la imagen o los prototiposde lo fantstico que encontrbamos en Asia ofrica pero situndolos en el nuevo continente.Obviamente, el hecho de que fueran los autoresque haban viajado a Amrica, o que conocan elcontinente de alguna manera los que mejor adap-

    1 Rojas Mix, M.: Los monstruos: mitos de legitimacin de la conquista?, Amrica Latina, palavra, literatura e cultra, Vol. I,Sao Paulo, Campines, 1993. P. 125.

    2 Elliot, J.H.: El viejo mundo y el nuevo. 1492-1650. Madrid, Alianza Editorial, 1984. Pp. 21-25.

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    que, Antonio de Torquemada, Eusebio Nierem-berg, o Antonio de Fuentelapea, autores que ha-ban escrito casi ms de un siglo despus del des-cubrimiento, apenas hacan mencin al NuevoMundo. Y es que, excepto aquellos que tenan uninters profesional por la empresa, los autoreseran extraamente reticentes en lo que respectabaal continente americano.3

    Por otro lado, el descubrimiento de Amrica fo-mentara el debate de la definicin de monstruorefirindose al otro, al extranjero, al salvaje. Elmonstruo no slo era el que se sala de lo normalen cuanto al fsico sino tambin en cuanto a cos-tumbres sociales y culturales del hombre-blancoeuropeo.4 Es por ello que cuando el Nuevo Mun-do fue descubierto sus habitantes fueron inclui-dos dentro de las razas monstruosas debido a queno eran iguales que los occidentales bien porqueeran ms pequeos o porque eran ms grandes opor su excesiva decoracin.5 No fue sta, sin em-bargo, una reaccin global. Hubo una serie deconquistadores, siendo el primero Cristbal Co-ln, que al ver por primera vez a los habitantes dela India comprendieron que no era de ningnmodo monstruos ni gente anormal. Y reacciona-ron as porque, en su mayora, ya estaban familia-rizados con obras fantsticas como la de Mande-ville que ya les haba proporcionado un prototipode monstruo.

    Lo cierto es que, en lo que respecta a Amrica,muchos de los autores fueron prisionero de sulxi co ecolgico. Existan grandes dificultades paralos espaoles del siglo XVI para valorar y describirun territorio extrao. Sus mentes y su imagina-cin estaban condicionadas de antemano, de talmanera que vean lo que esperaban ver, e ignora-ban o rechazaban aquellos aspectos de la vida de

    los territorios para los que no estaban preparados.Adems, supona una gran dificultad describir loque vean y con demasiada frecuencia adornabanla realidad por lo que, en ocasiones, catalogabancomo monstruoso tal o cual ser simplementepor ser desconocido y extrao. Por otro lado, exis-ta una irresistible tentacin a contemplar las tie-rras recin descubiertas bajo el prisma de las islasencantadas de la fantasa medieval. Las tradicio-nes clsicas y medievales ayudaron a relacionar loextrao y lo monstruoso con el Nuevo Mundo ysus habitantes.6

    1. LOS CINOCFALOS

    Los hombres con cabeza canina fueron situadosen el nuevo continente desde un primer momen-to. El primero en hablar de ellos fue el mismoCristbal Coln en su Diario de a bordo.7 Y esque en las narraciones de viajes el encuentro conlos monstruos era fundamental, tal y como sealaKappler, quien no ha visto no ha viajado. Enocasiones, el encuentro no tena por qu ser di-recto, sino que bastaba con que un testigo fide-digno anunciara como cosa segura la existenciade tal o cual monstruo,8 y as se deja ver no sloen el Diario de a bordo sino en diferentes crnicasde viajes del Nuevo Mundo.

    Con respecto a los cinocfalos, el 4 de noviembrede 1492, el Almirante escribira lo siguiente:Entendi tambin que lejos de all haba hombresde un ojo y otros con hocicos de perros que coma loshombres, y que en tomando uno lo degollaban y lebeban la sangre y le cortaban su natura.9 Parecie-ra que el descubridor hubiera encontrado una es-pecie de cinocfalos canbales10 en la isla de Hai-t. El hecho de que relacionara estos indgenas

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    3 Ibdem p.26.4 Rojas Mix, M.: Op. Cit. Pp. 126-127.5 Wilson, D.: Signs and portents. Monstruous birth from the Middel Ages to the Englightenment, Londres/Nueva York, Routedge,1993. P. 4.

    6 Elliot, J.: Op. Cit. Pp. 31-38.7 Un buen estudio sobre los monstruos en el Diario de a bordo de Coln es la siguiente obra: Gil, Juan: Mitos y utopas del Descu-

    brimiento, Madrid, Alianza Universal, 1989. Vol. I8 Kappler, C.: Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media, Madrid, Akal, 1986. P. 131.9 Coln, C.: Diario de a bordo, Madrid, Edita Caja de Madrid, 1991. Edicin, traduccin y Notas de Luis Arranz. Domingo, 4de noviembre de 1492. P. 116.

    10 Con respecto al canibalismo, Kappler explica que los viajeros que se encontraban con esta costumbre no se planteaban cuestio-nes de etnologa o de historia de las religiones: el canibalismo era, a priori, un viejo monstruoso, y los dichos viajeros se reafir-maban en su opinin teniendo en cuenta que los antropfagos figuraban desde la antigedad en el catlogo de los monstruos.Por eso, quizs, Coln atribua rasgos perrunos a estos seres canbales para otorgarles rasgos fsicos monstruosos. Kappler, C.:Op. Cit. P. 188.

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    con esta nacin monstruosa demostraba que Co-ln haba tenido contacto con libros de viajes alestilo de Jean Mandeville.

    No sera sta la ltima vez que el Almirante men-cionara a los cinocfalos, el 26 de noviembre vol-vera a nombrar a unos seres con cara de perro:

    Toda la gente que hasta hoy ha hallado diz quetiene grandsimo temor de los del Caniba o Canima ydicen que vive en esta isla de Bohio [...] y decan queno tenan sino un ojo y la cara de perro; y crea el Al-mirante que mentan, y senta el Almirante que de-ban de ser el seoro del Gran Can.11

    Salamanca Ballesteros hace una interesante refle-xin sobre estos cinocfalos del Gran Can de Co-ln. Segn l, el gran parecido lingstico entrecani, genitivo de can, es decir gentes de Can, y ca-nib o carib que es como los indios denominaban alas gentes antropfagas que asaltaban las costas,sirvi para establecer el mito, pues cani tiene simi-litud con can que en latn significaba perro, portanto, gente de can, gente de perro. Tambin, jugun papel importante el miedo que haca que losprimeros visitantes al Nuevo Mundo vieran lo quequeran ver.12

    Tambin Nieremberg, uno de los pocos autores queharan referencia al Nuevo Mundo, explicara queen el apndice de la obra de Lycosthenes se contabaque los portugueses hallaron en el continente ame-ricano un linage de hombres con cabea de perro, consus pelos, orejas largas, los braos, y la mitad del cuerpode hombre, los muslos de cavallo, las uas de bbaloque no hablaban sino que ladraban.13

    2. LAS SIRENAS

    Las sirenas, entendidas como nereidas, tambinfueron un mito que estuvo presente en el nuevocontinente desde el principio. As, ya el mircoles9 de enero de 1493, se recoga en el Diario de abordo lo siguiente:

    El da pasado, cuando el Almirante iba al Riode Oro, dijo que vido tres sirenas que salieron bienalto del mar, pero no eran tan hermosas como las pin-tan, que en alguna manera tenan forma de hombreen la cara. Dijo que otras veces vido algunas en Gui-nea en la costa de Manegueta.14

    Sin duda alguna, Coln no haba visto a las bellasnereidas de las obras clsicas ya que es posible queestas sirenas fueran en realidad los manates o va-cas marinas cuya cabeza articulada y miembros an-teriores en forma de brazo tenan semejanza hu-mana.

    Al igual que las sirenas, tambin los hombres ma-rinos se situaron en el Nuevo Mundo. Fernndezde Oviedo, por ejemplo, recoga los testimoniosde navegantes que afirmaban haberlos visto en suviaje: Este hidalgo Alonso de Sacta Cru, entre lasotras cosas me dio relacin de aver visto en este viajehombres marinos.15 Asimismo, este cronista con-fesaba haber ledo sobre tales seres y admita suexistencia considerndolo pescados o generacio-nes de peces con semejanzas al hombre. La basede estas lecturas sera Plinio, lo que demuestrauna vez ms el traslado de las historias clsicas alNuevo Mundo.

    A parte de este Alonso de Santa Cruz, Fernndezde Oviedo citaba a dos marineros ms que afirma-ban haber visto a hombres marinos: Diego Martny Johan Farfan de Gaona. El primero se lo conten Panam en 1527 y el segundo en Nicaragua en1529 y ambos decan que en la Isla de Cubaguasali uno de estos hombres marinos a dormir fue-ra del agua en la playa. Casualmente, varios espa-oles con perros andaban por la costa y stos lti-mos lo detectaron por lo que el hombre marino,al darse cuenta que haba sido descubierto, volvial mar. Asimismo, Farfan cont como una serie deespaoles e indios mataron a palo a uno de estospeces en la punta de Tierra Firme los cuales des-criban de esta manera:

    E que era del tamao que es un hombre de me-diana estatura de la inta abaxo, de forma que era de

    11 Coln, C.: Op. Cit. Lunes, 26 de noviembre de 1492. P.131. 12 Salamanca Ballesteros, A.: Monstruos, ostentos y hermafroditas, Granada, ed. Universidad de Granada, 2007. P. 118.13 Nieremberg, E.: Curiosa y oculta filosofa, Alcal, imprenta de Mara Fernndez, 1649. Lib. IV. Cap. XIII. Fol. 96.14 Coln, C.: Op. Cit. Mircoles, 9 de enero de 1493. P. 184.15 Fernndez de Oviedo, G.: Historia general y natural de las indias, Madrid, Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1852.Lib. XXIII. Cap. V. P. 195.

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    la mita de alto de un hombre poco mas o menos, de-ianme estos que lo vieron, que su color era comoentre pardo y bermejo: la tez no escamosa ni de carne,sino lixa y con un vello de pelos largos ralos, y en lacabea poco pelo y negro; las naries remachadas yanchas, como hombre guineo negro, la boca algogrande y las orejas pequeas; todo cuanto en el avia,miembro por miembro considerado, era ni ms nimenos que un hombre humano, excepto que los dedosde los pies de las manos estaban juntos, pero distin-tos: de manera que, aunque estaban pegados, se de-terminaban, muy bien sus coyunturas, de las uasmuy cosnosidamente.16

    Baste ver esta descripcin para saber que lo queestos marinos encontraron no eran hombres nimucho menos, sino los ya mencionados manates.

    Por ltimo, Fernndez de Oviedo hara referenciaal ro de las Piedras donde se vieron pescados uhombres marinos que se mostraban fuera delagua de cintura para arriba y que parecan entera-mente humanos. Segn este cronista, entre estero y el Puerto de Fernanbuco haba otro al quellamaban de los Monstruos pues haba en l caba-llos y hombres marinos.17

    Otro autor que tambin situaba sirenas y tritonesen el Nuevo Mundo es Pedro Mrtir de Anglera.En la dcada quinta, este escritor hablaba de unMar Negro Cercano a la colonia de Panam don-de nadaban peces que cantaban con armonas si-milares a las sirenas. Este hecho hizo le cuestio-narse la posible existencia de tritones: acaso noes sabido que hay tritones con voz, han sido odosalguna vez, y fueron odos y hallados muertos arro-jados a la playa en la parte occidental de Espa-a?.18 Asimismo, en la dcada sptima este autorhara referencia a una regin llamada Inzingna-nn donde los indgenas contaban que en otrotiempo arribaron por el mar gente con cola:

    por el mar, una gente con cola, larga de un pal-ma y recia como el brazo, que no era movible como la

    de los cuadrpedos, sino tiesa en redondo, como la ve-mos en los peces y en los cocodrilos, y que se extiende enduros huesos; por el cual, cuando queran sentarse,empleaban asientos con agujeros, o a falta de ellos, ex-cavando en el suelo hasta hacer un hoyo de un palmoo poco ms....19

    Sin embargo, Mrtir de Anglera se mostrarabastante escptico a creer estas tonteras tal ycomo l las calificaba.

    Por ltimo, en la dcada octava situaba a los tri-tones en las costas de la Ataya donde unos espa-oles haban visto en el mar algo desconocido:

    fijando la vista y pensando qu sera, declararonhaber visto una cabeza humana con pelo, barba po-blada y brazos. Mientras lo miraban en silencio, elmonstruo admirado iba nadando a vista de la nave.Dando grandes gritos despertaros a sus compaeros, yal or las voces del monstruo, se espant y se zambull.Dej ver que la parte del cuerpo cubierta bajo el aguaterminaba en pez, habindosele visto la cola, con cuyasacudida el agua del sitio aquel estando el mar tran-quilo. Nos parece que sern los Tritones de la antiguafbula llama a los trompeteros de Neptuno.20

    3. LAS AMAZONAS

    Segn Miguel Rojas Mix, el mito de las amazonasparece ser un mito que provino directamente dela antigedad a Amrica sin que haya despertadoel mayor inters en la Edad Media, quizs porqueno eran aptas para una simbologa bblica.21 Sonnumerosos los conquistadores y los cronistas quese hicieron eco de esta historia empezando porColn. ste el 16 de noviembre de 1493 recoge-ra la siguiente noticia:

    Dijronle los indios que por aquella via hallarala isla de Martinino, que diz era poblada por mujeressin hombres, lo cual el Almirante muchos quisiera (ver)por llevar diz que a los Reyes cinco o seis de ellas.22

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    11 Coln, C.: Op. Cit. Lunes, 26 de noviembre de 1492. P.131. 12 Salamanca Ballesteros, A.: Monstruos, ostentos y hermafroditas, Granada, ed. Universidad de Granada, 2007. P. 118.13 Nieremberg, E.: Curiosa y oculta filosofa, Alcal, imprenta de Mara Fernndez, 1649. Lib. IV. Cap. XIII. Fol. 96.14 C16 Ibdem. Lib. XXIII. Cap. V. P. 196. 17 Ibdem. Lib. XXIII. Cap. V. P. 196.18 Mrtir de Anglera, Pedro: Dcadas del Nuevo Mundo, Madrid, Ediciones Polifemo, 1989. Dcada quinta. Cap. IX. P. 374.19 Ibdem. Dcada sptima. Cap. II. P. 429.20 Ibdem. Dcada octava. Cap. VII. Pp. 514-515.21 Rojas Mix, M.: Op. Cit. P. 132. 22 Coln, C.: Op. Cit. Mircoles, 16 de enero de 1493. P. 192.

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    Asimismo, Pedro Mrtir de Anglera hablara deellas en diversas dcadas de su obra. En la dcadaprimera hara referencia a una isla llamada Mada-nina la cual estaba habitada por mujeres solas:

    ...aquella isla llamaban sus habitantes Madani-na, que la habitan mujeres solas [...]. Se ha credoque los canbales se acerca a aquellas mujeres en cier-tos tiempos del ao, del mismo modo que los robustostracios pasaban a ver a las amazonas de Lesbos, segnrefieren los antiguos, y que de igual manera ellas lesenva los hijos detestados a sus padres, reteniendoconsigo a las hembras.23

    Podemos observar, en esta breve descripcin delas amazonas americanas, la fuerte influencia delmito clsico. En la antigedad stas se localiza-ban en el lejano oriente pero, con el descubri-miento de Amrica, su localizacin cambia y ser-an las islas y las selvas su nuevo emplazamiento.

    En la dcada cuarta, este cronista hara una mejordescripcin de las amazonas que habitaban enuna isla de nombre homnimo situada a los ladosde una llamada Caluacana:

    Piensan algunos que viven al estilo de las amazo-nas. Los que la examinan mejor, juzgan que son don-cellas cenobitas que gustan del retiro [...]. En ciertostiempos del ao pasan hombre a la isla de ellas, no pa-ra usos maritales, sino movidos por compasin, paraarreglarles los campos y huertos [...]. Mas es fama quehay otras islas habitadas por mujeres, pero violadas,que desde pequeas les cortan un pecho para que msgilmente puedan manejar el arco y las flechas, y quepasan all hombres para unirse con ellas, y que noconservan los varones que les nacen.24

    Tambin fue muy importante la iconografa delas amazonas. Su representacin pictrica apare-cera en diversas obras como la de Gruningerpublicada en Estraburgo en 1505 Quator navi-gationes, la de Jan Van Doesborgh publicada enAmberes en 1529 Van der Nieuwer Werelt ostLandscap y la de Thevet Les singularitez de laFrance Antarctique.

    Lo curioso de estas historias sobre las amazonas,recogidas por navegantes y marinos, es que el mi-to clsico sera respetado por completo y slo laiconografa sera modificada.25

    Cabe decir, que fue gracias al relato de GasparCarvajal cuando el mito de las amazonas en Am-rica goz de gran popularidad pues el autor no sebasaba en testimonios de odas sino que l mismose pona como testigo de visu, es decir, como tes-tigo presencial de los hechos. El relato de Carva-jal causara un gran impacto, y por ello, stas fue-ron ubicadas en diversos puntos de Amrica.26

    Las amazonas terminaran convirtindose en unaalegora de todo el continente americano. stasseran representadas con todos los atributos conque ms tarde sera representada Amrica. Laamericanidad est expresada por el arco y elcarcaj con la que va armada. Pasado el siglo XVI,por tanto, su imagen se difundira para dejar pasoo para transformarse en la alegora de la Amrica.Esta transformacin, segn Rojas Mix, es lo quehizo que la vida icnica de stas en Amrica fuerarelativamente efmera.27

    4. LOS GIGANTES

    Si para los tratadistas teratolgicos eran muy im-portante los pigmeos, para los cronistas del Nue-vo Mundo fueron los gigantes los que ms prota-gonismo tendran. Uno de los que ms informsobre la existencia de seres de tamao excepcio-nalmente grande en Amrica fue Fernndez deOviedo. En los captulos VII y VIII del libro XXde Historia General y Natural de las Indias habla-ba de una serie de gigantes que vivan en la Pata-gonia. Este cronista se haca eco de la historia re-latada por un clrigo llamado Juan de Areyzagaque contaba que durante su viaje por dicha re-gin se haba encontrado con estos gigantes. Se-gn Fernndez de Oviedo estos seres de tamaograndioso haban recibido el nombre de patago-nes por los cristianos ya que tenan los pies gran-

    23 Mrtir de Anglera, P.: Op. Cit. Dcada primera. Cap. II. P. 20.24 Ibdem. Dcada cuarta. Cap. IV. P. 262. 25 Rojas Mix, M.: Op. Cit. P. 133. 26 Ibdem. Pp. 135-136. 27 Ibdem. P. 137.

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    des, sin embargo, para l el nombre careca total-mente de sentido ya que aunque grandes no erandesproporcionados con respecto al cuerpo.28

    Este autor, adems, haca una descripcin extensade las costumbres y jerarquas de esta nacin. Asi-mismo, y haciendo caso a la historia del clrigo,Fernndez de Oviedo relataba que iban desnudoscon caras pintadas de blanco y rojo y jalda amari-llo y otros colores. Posean mucha fuerza, puescogan varas de hierro y lo lanzaban al aire por en-cima de sus cabezas. Tenan hermosos penachosen la cabeza y los pies y coman carne cruda aun-que el pescado lo asaban. No tenan pan sinounas races que coman asadas y crudas con mu-cho marisco. El clrigo, adems, deca que eranmuy ligeros hasta el punto de que no haba caba-llos que los alcanzase, muy fuertes, alegres y rego-cijados. Pero tambin eran tan salvages, que pien-san que todo es comn y que los chripstianos no seenojan de lo que hurta,29 por lo tanto, no se salande lo normal solo en lo fsico sino tambin en lascostumbres, estaban carentes de civilizacin.

    Tambin Pedro Mrtir de Anglera recogera testi-monios sobre la existencia de gigantes. As, porejemplo, cuenta la historia de Diego de Ordazquien, andando por el Atlante y aprendiendo lascostumbres de los pueblos en un templo hall unpedazo de hueso del muslo de un gigante, hue-so que l mismo lleg a tener en su casa: Yo lo tuveen casa algunos das: tiene de largo cinco palmos desdeel nudo del anca hasta el de las rodillas, y de recio enproporcin.30 Asimismo, cuenta que los hombresque Corts envi a las montaas trajeron noticiasde pueblos habitados por hombres gigantes para locual trajeron muchas costillas de los muertos.

    En general, y aunque el gigante se situaba en va-rios lugares de Amrica, la mayor parte de los ex-ploradores llegaron a un consenso y desde la po-ca en que Magallanes atraves el estrecho, stossituaron la tierra de los gigantes en la regin ms

    austral y en numerosas cartas geogrficas la reginde la plata apareca como Regio gigantum.31

    Tambin el gigante fue portador de un sentidoemblemtico que le situaba siempre en el origende las civilizaciones, tanto en las precolombinascomo en la griega y estaba presente en el Gnesis.Asimismo, representaba la barbarie, la desmesuray el primitivismo salvaje. Los gigantes eran seresque deban ser castigados pues personificaban lafalta de la civilizacin y a falta de ngeles eran losconquistadores los que deban imponer un nuevoorden moral y poltico. Por esta razn, el mito delgigante se incorpor al discurso de legitimacinque buscaba acreditar el valor de la empresa de laconquista.32

    Muy relacionado con la historia de los gigantesen Amrica sera la del Megaterio Americano.Hallado fosilizado en el ro Lujn, Argentina, enel siglo XVIII, sus huesos llegaron a identificarsecon los restos de un gigante. Segn Juan Pimen-tel, este error era muy habitual, ya que desde laAntigedad los restos seos de grandes vertebra-dos extintos haban sido interpretados con fre-cuencia como los de unos supuestos antepasadoshumanos gigantes.33 Asimismo, en el siglo XVIII,la gigantologa patagnica estaba conociendo unode sus momentos culminantes debido al apogeode las tesis sobre la existencia de gigantes preada-mitas, una raza de hombres anteriores al diluvio.Sin embargo, aunque fue descartada pronto laidea de que el Megaterio fuera un gigante, lo cier-to es que fue identificado con un monstruo yaque se trataba de un ser anmalo, una desviacin,una irregularidad de la naturaleza y, por lo tanto,un hecho singular y excepcional, capaz de suscitarel asombro y de revestir gran inters cientfico almismo tiempo.34

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    28 Fernndez de Oviedo, G.: Op. Cit. Lib. XX. Caps. VII, VIII. P. 58 y ss.29 Ibdem. Lib. XX. Cap. VIII. P. 6030 Mrtir de Anglera, P.: Op. Cit. Dcada quinta. Cap. IX. Pp. 377-378.31 Rojas Mix, M.: Op. Cit. P. 141.32 Ibdem. Pp. 145-146.33 Pimentel, J.: El rinoceronte y el megaterio, un ensayo de morfologa histrica, Madrid, Adaba editores, 2010. P. 135.34 Para un mayor conocimiento del proceso de identificacin del Megaterio Americano remitimos a la obra de Juan Pimentel cita-da anteriormente.

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    5. LOS ACFALOS

    Los acfalos fue otra nacin monstruosa que ex-periment el traslado del oriente a occidente. Se-gn Garca Arranz, la identificacin del conti-nente asitico con el americano y la creencia de lacercana entre el Nuevo Mundo y el Extremooriental facilitaron la creencia en Amrica de unaserie de monstruos heredados de la antigedadclsica, entre ellos el acfalo.35

    El acfalo sera muy importante dentro de la tera-tologa americana, Juan de la Cosa los situara ensu mapa dentro del reino de Gog y Magog repre-sentndolos desnudos y con atributos canbales.Asimismo, tambin en el mapamundi dibujadopor el turco Piri Reis en 1513 apareceran dichosmonstruos.

    Sin embargo, ms importancia tendra para la di-fusin del mito del acfalo en Amrica las memo-rias de Sir Walter Raleigh.36 ste sera un corsarioingls que durante el siglo XVI realiz varias expe-diciones a la Guayana en busca de El Dorado.Fruto de esas expediciones, el corsario, que habasido retenido en la Torre de Londres, escribi Des-cripcin... de Guayana (1596) donde hablaba detodas las leyendas existentes en torno a la ciudaddorada incluyendo, adems, la descripcin de Do-mingo de Vera del territorio legendario repitiendolas ms extravagantes fantasas. As, hizo conjetu-ras sobre la existencia de amazonas y describi auna tribu de hombres llamada ewaipanoma, queera una tribu de hombres cuyas cabezas cabezas noaparecen sobre sus hombros..., se dice que sus ojos seencuentran en las espaldas del pecho y una larga colade cabello [crece] hacia atrs entre los hombros.37

    Su relato fue tan influyente que incluso Shakespe-rare en Otelo hablaba de hombres cuyas cabezascrecen bajo los hombros.38 El uso de estas historias,adems, le sirvieron a Domingo de Vera para fi-nanciar la campaa de Guayana.

    Asimismo, tambin se encontraran acfalos enBrasil y en las ilustraciones de Theodore De Bry.39

    En el siglo XVIII los hallaremos en la obra de Lafi-tan.40

    Cabe decir que los acfalos en la iconologa ame-ricana tendran tambin una gran vinculacincon profecas apocalpticas y el demonio.41

    6. CONCLUSIN

    Con el descubrimiento de un continente total-mente desconocido se produce lo que ya en siglosanteriores se produjo con el Lejano Oriente: de-jar correr la imaginacin y poblarlo con RazasMonstruosas como Amazonas, Sirenas, Cinocfa-los, acfalos, etc. Razas que haban vivido un Si-glo de Oro con los autores clsicos como Plinio,Solino, Herdoto, e incluso, con Mandeville oMarco Polo.

    Muchos de los conquistadores y cronistas, que setrasladaron al Nuevo Mundo, conocan toda estaliteratura y no dudaron en trasladar a dichas razasa ese nuevo continente del que nada se saba. Suinters era doble: para los cronistas era el de lla-mar la atencin a un grupo de lectores no sloerudito sino tambin popular, para los conquista-dores era un modo de captar inversiones de capi-tal privado, pues nada mueve ms la curiosidad

    35 Garca Arranz, J.: Monstruos y mitos clsicos en las primeras crnicas e imgenes europeas de Amrica: los acfalos en MaraMaestre, Jos; Charlo Brea, Luis; Pascual Barea, Joaqun (Eds.) Humanismo y pervivencia del mundo clsico II.1 Homenaje alprofesor Luis Gil., Alcaiz, 1997. P. 343.

    36 Para leer en extenso toda la historia de este corsario en ingls vase Hemming, John: En busca de El Dorado, Barcelona, Edicio-nes del Serbal, 1983

    37 Ibdem. P. 225. 38 Shakespeare, William: Otelo, acto I, escena III. 39 Theodore De Bry: (1528-1598) grabador, orfebre y editor belga, incursion tambin en la cartografa. Es conocido por el grannmero de ilustraciones grabadas en sus libros, las cuales se basaban en observaciones directas de los exploradores, an cuandoel propio De Bry nunca visit el continente americano. En Espaa fue conocido principalmente por ilustrar la edicin belga dela Brevisima relacin de la destruccin de las indias del padre Bartolom de las Casas.

    40 Jos Francisco Lafitan: (1670-1740) Jesuita francs. Descubri el ginseng en el Canad, que hasta entonces solo se conoca enCorea y Tartaria. De algunas de sus obras destacan: Memoria relativa a la preciosa planta ginsen, Costumbres de los salvajes compa-rados con la de los tiempos primitivos por esta obra se le considera como uno de los primeros estudioso de la antropologa, puescomparaba las costumbres de los indios americanos con los del mundo antiguo Conquistas de los portugueses en el Nuevo Mundo.

    41 Rojas Mix, M.: Op. Cit. Pp. 130-131.

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    que lo que no se conoce y se desea conocer. Eneste sentido no es extrao encontrar en crnicasde viajes y conquistas, descripciones de gentes ta-les como Amazonas o Cinocfalos.

    Con el paso de los siglos, muchas de estas razasmonstruosas se fueron convirtiendo en todo unsmbolo del continente Americano. Amazonas y

    Gigantes fueron dotados de una serie de simbolo-ga que representaba al pueblo norteamericano ysu iconografa dej de representar la rareza o lafiereza de un ser monstruoso para representar losvalores del continente. Se puede decir que estasrazas se fueron americanizando con el fin de do-tar al continente de una identidad propia.

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