LOS MOCHICAS, SUS HEREDEROS Y EL RESCATE DE UN TOCADO PREHISPÁNICO.

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UKU PACHA. Año 5 Nº 10, Diciembre 2006: 111-128 111 ARTÍCULOS LOS MOCHICAS, SUS HEREDEROS Y EL RESCATE DE UN TOCADO PREHISPÁNICO. Mariana Mould de Pease INTRODUCCIÓN La cultura Moche o Mochica surge y se desarrolla entre los siglos I y VII, de nuestra era teniendo como escenario la larga y angosta franja desértica de la costa norte del Perú donde se encuentran los restos de sus templos piramidales, palacios, fortificaciones, obras de irrigación y cementerios que testimonian su alto desarrollo artístico, tecnológico y compleja organización. Para los Mochicas, amantes de la vida, la muerte no constituía el final. Los hombres seguían viviendo en otra esfera del mundo con sus mismas obligaciones o privilegios, razón que llevó a sepultarlos con provisiones y bienes. Los entierros reflejaban así la función y lugar de cada hombre y mujer dentro de su sociedad. A esta brevísima síntesis introductoria al mundo mochica prehispánico, siguen algunos indispensables deslindes entre la huaquería y la investigación arqueológica tanto nacional como internacional de la década de 1990. En ese sentido tengo en cuenta que el Instituto Nacional de Cultura es el ente público peruano que tiene a su cargo la conservación y uso del patrimonio cultural de la Nación; además, que la Ley no 28296 y su reglamento aún no reconocen explícitamente que los bienes culturales que los coleccionistas consideran su propiedad privada provienen del huaqueo sancionado por la legislación peruana desde los inicios de la República. 1 Por eso, aquí va una historia inmediata de las condiciones de la investigación científica de los mochicas que durante demasiado tiempo ha soslayado los intensos saqueos masivos de las huacas/pirámides truncas/cementerios de estos antiguos peruanos, ocurridos después de las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72. La finalidad de esos saqueos -que aún persisten- era y es abastecer al coleccionismo internacional de los hermosos bienes culturales/obras de arte que acompañaron a los hombres y las mujeres de la élites mochicas en sus sepulturas para darles perpetuidad. Este esfuerzo se une a otros trabajos interdisciplinarios de algunos profesionales tanto locales como foráneos a la costa norte del Perú por diferenciarse intelectual y éticamente de la centenaria huaquería, que a menudo también incluye falsificaciones y “remodelaciones” de piezas de metalurgia. El elaborado discurso iconográfico sobre las peculiaridades de las máscaras, pectorales, braceletes, tocados, estandartes, y demás objetos de oro, plata y cobre cuya iconografía es similar a la decoración que todavía se puede hallar en las paredes de sus pirámides truncas, no incluye plenamente el cuestionarse la persistencia de esta depredación cultural aún cuando el pensamiento occidental ya ha definido a la arqueología como ciencia humanística y social. 2 La historia de un grupo social, de un pueblo, de una nación es la piedra angular de su ética y legislación, entonces urge incorporar la temática del Patrimonio Cultural de la Nación a la historia general del Perú. Estos hechos todavía están mayormente en la conversación, en las denuncias policiales y en los medios de comunicación que recogen algunas publicaciones foráneas. Por lo que ahora solo puedo decir que -en lo que a mí respecta- los recortes de periódicos nacionales así como los libros extranjeros y las informaciones electrónicas tanto nacionales como internacionales que sustentan este trabajo son ya parte de la puesta en valor de la Colección Franklin Pease G.Y. para la historia andina del Perú en la Biblioteca Nacional de Perú. La legislación peruana siempre ha prohibido la depredación cultural (Avalos y Ravines (1974), sin embargo, las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72 han sido -son- un hito en la reversión de la comercialización de los artefactos prehispánicos obtenidos por saqueo de las tumbas mochicas para satisfacer las exigencias y demandas del coleccionismo local y foráneo. Para evadir esta normativa internacional he podido comprobar que impunemente se falsea la procedencia de los artefactos prehispánicos comercializados como obras de arte afirmando que han sido huaqueados antes de 1970,

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ARTÍCULOS

LOS MOCHICAS, SUS HEREDEROS Y EL RESCATE DE UN TOCADO PREHISPÁNICO.

Mariana Mould de Pease INTRODUCCIÓN La cultura Moche o Mochica surge y se desarrolla entre los siglos I y VII, de nuestra era teniendo como escenario la larga y angosta franja desértica de la costa norte del Perú donde se encuentran los restos de sus templos piramidales, palacios, fortificaciones, obras de irrigación y cementerios que testimonian su alto desarrollo artístico, tecnológico y compleja organización. Para los Mochicas, amantes de la vida, la muerte no constituía el final. Los hombres seguían viviendo en otra esfera del mundo con sus mismas obligaciones o privilegios, razón que llevó a sepultarlos con provisiones y bienes. Los entierros reflejaban así la función y lugar de cada hombre y mujer dentro de su sociedad. A esta brevísima síntesis introductoria al mundo mochica prehispánico, siguen algunos indispensables deslindes entre la huaquería y la investigación arqueológica tanto nacional como internacional de la década de 1990. En ese sentido tengo en cuenta que el Instituto Nacional de Cultura es el ente público peruano que tiene a su cargo la conservación y uso del patrimonio cultural de la Nación; además, que la Ley no 28296 y su reglamento aún no reconocen explícitamente que los bienes culturales que los coleccionistas consideran su propiedad privada provienen del huaqueo sancionado por la legislación peruana desde los inicios de la República.1 Por eso, aquí va una historia inmediata de las condiciones de la investigación científica de los mochicas que durante demasiado tiempo ha soslayado los intensos saqueos masivos de las huacas/pirámides truncas/cementerios de estos antiguos peruanos, ocurridos después de las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72. La finalidad de esos saqueos -que aún persisten- era y es abastecer al coleccionismo internacional de los hermosos bienes culturales/obras de arte que acompañaron a los hombres y las mujeres de la élites mochicas en sus sepulturas para darles perpetuidad. Este esfuerzo se une a otros trabajos interdisciplinarios de algunos profesionales tanto locales como foráneos a la costa norte del Perú por diferenciarse intelectual y éticamente de la centenaria huaquería, que a menudo también incluye falsificaciones y “remodelaciones” de piezas de metalurgia. El elaborado discurso iconográfico sobre las peculiaridades de las máscaras, pectorales, braceletes, tocados, estandartes, y demás objetos de oro, plata y cobre cuya iconografía es similar a la decoración que todavía se puede hallar en las paredes de sus pirámides truncas, no incluye plenamente el cuestionarse la persistencia de esta depredación cultural aún cuando el pensamiento occidental ya ha definido a la arqueología como ciencia humanística y social.2 La historia de un grupo social, de un pueblo, de una nación es la piedra angular de su ética y legislación, entonces urge incorporar la temática del Patrimonio Cultural de la Nación a la historia general del Perú. Estos hechos todavía están mayormente en la conversación, en las denuncias policiales y en los medios de comunicación que recogen algunas publicaciones foráneas. Por lo que ahora solo puedo decir que -en lo que a mí respecta- los recortes de periódicos nacionales así como los libros extranjeros y las informaciones electrónicas tanto nacionales como internacionales que sustentan este trabajo son ya parte de la puesta en valor de la Colección Franklin Pease G.Y. para la historia andina del Perú en la Biblioteca Nacional de Perú. La legislación peruana siempre ha prohibido la depredación cultural (Avalos y Ravines (1974), sin embargo, las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72 han sido -son- un hito en la reversión de la comercialización de los artefactos prehispánicos obtenidos por saqueo de las tumbas mochicas para satisfacer las exigencias y demandas del coleccionismo local y foráneo. Para evadir esta normativa internacional he podido comprobar que impunemente se falsea la procedencia de los artefactos prehispánicos comercializados como obras de arte afirmando que han sido huaqueados antes de 1970,

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como hizo el traficante estadounidense de arte etnográfico Jim Haas, a través de la subasta de una Corona de Oro Mochica identificada como lote 5105 en la subasta de la galería Bonhams and Butterfields de San Francisco en junio del 2003. El 11 de setiembre del 2003 el comerciante de arte etnográfico, Jim Haas de la Casa de Remates Bonhams y Butterfields amenazaba con enjuiciarme por demostrar -a través de www.michelvanrijn.eu que la Corona Moche de Oro Lote 5105 que subastaba había sido publicada por primera vez en el libro Oro del Antiguo Perú (Lavalle 1992). Llamo la atención sobre estos hechos generalmente soslayados en la gestión de la conservación y uso de nuestro patrimonio cultural, dado que es tarea especialmente controversial, por que en el Perú aún no se toman en cuenta observaciones foráneas como esta: La gente a menudo se pregunta, ¿No es ilegal huaquear en el Perú? La respuesta es sí. Pero, paradójicamente, no es ilegal la posesión de objetos huaqueados. Esta contradicción ha sido la tabla de salvación de la industria peruana del coleccionismo durante más de un siglo. La destrucción de los sitios arqueológicos ha sido nominalmente ilegal en el Perú desde un decreto gubernamental de 1893. Los cientos de sitios existentes en todo el país, el cumplimiento de esta ley eran casi inexistentes hasta la década de 1980 y desde entonces ha sido en el mejor de los casos desigual. El cumplimiento, tal como esta, recae enteramente en los huaqueros (es decir, en los saqueadores). Es ilegal para ellos desenterrar con violencia artefactos, transportarlos o venderlos. A los ojos del Estado son delincuentes. No es así para los coleccionistas. Aun cuando es técnicamente ilegal comprar artefactos huaqueados, todo lo que un coleccionista necesita hacer es "registrar" sus piezas en el Instituto Nacional de Cultura (INC) para obtener la posesión legal. Un ceramio hoy en manos de un huaquero (es decir, un saqueador) se considera propiedad robada, mañana es perfectamente legal ya que el comprador ha conseguido su registro en el INC. Es un sistema diseñado para proteger a los ricos inversionistas coleccionistas mientras castiga a los saqueadores que los abastecen, un sistema que los coleccionistas están muy interesados en preservar. La única restricción es que los coleccionistas no pueden exportar legalmente las piezas. Es cómo si fuera ilegal cultivar hojas de coca pero legal consumir cocaína. 3 Además, en el boletín de la Sociedad para la Arqueología Americana/Society for American Archaeology se han publicado dos artículos que documentan los saqueos/huaquería de la década de 1990 en la vertiente oriental de los Andes peruanos y en el Valle del Colca, respectivamente (Church & Morales 2004; Goddard & Jennings 2003). Referencia especial merecen para la costa norte del Perú el Dr. Walter Alva, arqueólogo peruano así como el Dr. Izumi Shimada, arqueólogo estadounidense de origen japonés, por haber hecho el Museo Nacional Tumbas Reales de Sipán y el Museo Nacional de Sitio Sicán -respectivamente- para la puesta en valor de los bienes culturales mochicas recuperados de sus contextos originales mediante excavaciones científicas autorizadas por el INC. Estas líneas de trabajo arqueológico son resultantes de esfuerzos personales por diferenciarse de la huaquería.4 Las piezas procedentes del saqueo/huaquería de la Huaca Rajada de Sipán es también la base de la Colección de Arte Prehispánico de Enrico Poli, quién ya ha dado su propia versión de cómo fue que se hizo coleccionista de bienes culturales/arte mochica (Bonavia 1994). Por supuesto también están los saqueos de cientos de sitios arqueológicos de la costa norte del Perú que alcanzan su clímax a fines de la década de 1980 y que ha llevado a muchos arqueólogos a pensar que ya realmente no quedan sitios arqueológicos sin saquear en los Andes centrales, es decir, en el Perú.5 Los hermosos objetos procedentes de estos saqueos están esparcidos en colecciones privadas tanto dentro como fuera de nuestro país.6 Por ejemplo, muchos de ellos se encuentra en la Colección del coleccionista y jugador de polo costarricense Leonardo A. Patterson, como veremos más adelante. Los bienes culturales/obras de arte procedentes de Batán Grande fueron mayoritariamente comprados -probablemente desde fines de la década de 1930- por el coleccionista y político peruano Miguel Mújica Gallo (1910-2001) a la familia Aurich antigua propietaria de la hacienda del mismo nombre y son la base del llamado Museo de Oro del Perú que fuera denunciado ante el Instituto de Defensa del Consumidor/INDECOPI por exhibir falsificaciones, reproducciones y alteraciones conjuntamente con piezas originales, pero, carentes de documentación de procedencia.7 Esta posición fue defendida por el abogado y político Enrique Chirinos Soto -hoy retirado de la vida pública- quién escribía en El Comercio de Lima, del 3 de octubre de 1996: Dice bien Gaviota (el apodo limeño de MMG) en la introducción (a la tercera edición de su libro sobre su colección [1959]) que lo que se ha dicho sobre el Oro en el Perú “no es mera leyenda”; y que El Dorado fue, en cambio tangible realidad; y que la expresión vale un Perú delata la incomparable riqueza de nuestro país, salvada, en esta selección artística “a pesar de la ignorancia y el afán de lucro, la violación clandestina y empírica de las tumbas, la falta de sensibilidad y las evasiones clandestinas al extranjero”, salvado,

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repito, por coleccionistas como Miguel Mújica Gallo a quienes hemos dado firme amparo jurídico tanto en la Constitución de 1979 como en la vigente Constitución de 1993. Esta declaración explícita de Chirinos Soto motivó en su momento aclaraciones de especialistas que no fueron difundidas por los medios de comunicación en esos tiempos de colectiva restricción de la libertad de expresión. Mújica Gallo, heredero por lado materno de una fortuna minera decimonónica, también hizo una Colección de Armas del Mundo y una colección de cabezas y miembros de animales que cazó en el África y en los Andes. Estas colecciones fueron abiertas para la visita pública pagada a mediados del siglo pasado. A fines del siglo XX hubo ya intentos por redactar el paso de la huaquería a la arqueología como hizo Juan Antonio Murro, para el Banco de Crédito del Perú al presentar la historia de las relaciones entre arqueólogos y huaqueros a partir de los saqueos de 1960 en el cerro Vicús, sitio arqueológico próximo a la ciudad de Piura al norte del Perú (1994: 3-14). El coleccionismo a la manera renacentista -ejemplificado en las palabras de Chirinos Soto- todavía persiste y es la principal causa de la salvaje destrucción del Patrimonio Cultural de la Nación Peruana. El coleccionismo de objetos prehispánicos carentes de contexto cultural es también causa de la marginación los herederos de los mochicas de los beneficios económicos del turismo cultural, porque rompe el milenario vínculo generacional. Estas incongruencias fueron resaltadas por los especialistas japoneses que redactaron el Plan Maestro par el Turismo Peruano hecho por la Agencia JICA, en 1999. Allí se esboza -pragmáticamente- estas incongruencias, en sus esfuerzos por promover las visitas a los sitios arqueológicos. Sin embargo, el documento denominado PENTUR 2005- 2015 difundido por el gobierno del Alejandro Toledo -en reemplazo del referido Plan Maestro de Turismo- eliminó toda referencia a estas incongruencias. Por ello, aquí propongo que en el quinquenio 2006 - 2011 se retome la propuesta de los expertos japoneses de reelaborar las relaciones entre el INC y el MINCETUR para que los bienes culturales saqueados de sus contextos históricos sean eventualmente restituidos al Sistema de Parques Arqueológicos. Es decir, la huaquería es reversible. Consecuentemente, la defensa del patrimonio cultural requiere replantearse los estudios conservacionistas entre nosotros, con esa finalidad cito aquí a la especialista española Ana María Macarrón Miguel: Es el Renacimiento una época dorada para las artes donde se dan simultáneamente una excelente y genial producción contemporánea, que refleja el espíritu humanista e independiente, los avances de las ciencias y el pensamiento racionalista, y una admiración por la cultura de los clásicos que provoca constantes búsquedas y recuperaciones de vestigios de ese pasado, con un carácter arqueológico e historicista, viendo en él los pilares de los que aprender. Pero, quizás por la convivencia de esa cultura anticuarial y del nuevo arte, que provoca ciertos conflictos entre conservar el pasado y proporcionar espacio para el desarrollo de la nueva sociedad, quizás también por las diferencias de mentalidad de los príncipes y papas gobernantes, consecuencia de intereses materiales y políticos contrapuestos, y de restos de concepciones anteriores aún latentes, lo cierto es que, por el contrario, durante el Renacimiento también, se efectúan salvajes destrucciones del pasado (1995:51). DE LA HISTORIA INMEDIATA DE UN PULPO DE ORO MOCHE En junio del 2004 Michel van Rijn, ciudadano holandés, vino al Perú para denunciar que en la colección de Leonardo A. Patterson, de nacionalidad costarricense alemana, se incluía -entre otras piezas prehispánicas- objetos vicús que en los años ochenta se entendían como representaciones escultóricas que transmiten una valiosa información sobre el pueblo que las creó, pues con frecuencia reproducen sus viviendas, cabezas zoomorfas e imágenes humanas. Se los asocia con el estilo Mochica temprano. De esta manera el peculiar Michel van Rijn se hacía tangencialmente presente en el área de acción del Plan de política cultural del Perú en el exterior cuyo enunciado referente a la devolución de bienes culturales se aplica muy bien al caso de los materiales arqueológicos de los antiguos peruanos que todavía forman parte de la Colección Patterson ya que: La política cultural exterior debe actuar en los ámbitos bilateral y multilateral, identificando los escenarios aprovechables, especialmente en el marco de las relaciones interamericanas. Del mismo modo, debe aprovechar la creciente y renovada importancia que Estados, órganos descentralizados y organismos internacionales otorgan a la democracia, la promoción de la paz y la política de la

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tolerancia, así como en el entendimiento y la cooperación internacionales. Esta política debe, igualmente, considerar la importante presencia de las comunidades peruanas establecidas en el extranjero. 8 Sin embargo hasta el momento de publicar este texto el gobierno del Perú no ha reconocido este aporte particular a la restitución cultural peruana; más aún, el Museo de la Nación -institución tutelar dentro del INC- ha dado la sensacionalista denominación de ¡Rescate!, la exposición de este pulpo de oro Moche, en noviembre del 2006, sin mayores explicaciones por parte de su director Álvaro Roca Rey Miró Quesada. Estas explicaciones son requisito indispensable en todo museo, como veremos más adelante. Esta denuncia de Michel van Rijn comenzó a ser procesada ante INTERPOL-Lima desde agosto del 2004 en base a la documentación presentada por el Dr. Walter Alva, como director del Museo Nacional Tumbas Reales de Sipán, a partir de su sustentación en catálogo de la Colección Patterson. (Cuesta 1997). Hay que tener en cuenta que Patterson -como cientos de otros coleccionistas- sostiene que formó su colección antes de las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72, sin embargo nada dice respecto a las violaciones de la legislación peruana conservacionista que hizo para reunir, piezas paracas, vicús, chavín, mochica, incas entre otras obras de arte precolombino. Para explicar esta dolosa situación se ha recurrido a la siguiente explicación: La presencia de esta destacada colección en los ambientes del Auditorio de Galicia y Santo Domingo de Bonaval representa, por lo tanto, un acontecimiento de primer orden dentro de nuestro panorama cultural escribía el historiador español Mariano Cuesta Domínguez en su prólogo la publicación Pre Hispanic America - Time and Culture (2000B.C. - 1550 A.D.) de 1997 en Nueva York, para luego afirmar que: Es tan sólo correcto reconocer los esfuerzos del equipo del Auditorio y un grupo de profesionales competentes, quienes, por medio de diferentes compromisos y sucesivas fases preparatorias, han hecho posible esta exhibición sin precedentes. A Leonardo A. Patterson le debemos un especial agradecimiento por su generosa oferta y sensibilidad que lo llevó a Compostela como el punto de reunión ideal para revelar este vasto patrimonio artístico, que fue reunido a lo largo de décadas de paciente y ferviente búsqueda. Ciertamente, el proyecto de publicación también involucró grandes dificultades. Contiene un enorme número de ítemes arqueológicos (unos 1500) pero lo más extraordinario de esta colección es la calidad de estos tesoros arqueológicos: 10% son piezas únicas, absolutas obras maestras; 25% son extremadamente valiosas; no tienen precio; 55% son piezas excepcionales, de calidad exhibición un cualquier museo y solo el 10% puede ser considerado ítemes de coleccionista que puede encontrarse en muchas sociedades de estudio. Pero, no nos equivoquemos, hasta los núcleos más pequeños representan valiosas evidencias documentales para los estudios de especialistas. Tampoco los porcentajes deben engañar: las figuras absolutas son extremadamente altas. Cada experto que tiene el privilegio de contemplar esta colección concuerda con que para un coleccionista privado sería absolutamente imposible en estos días o incluso para una institución pública compilar material de esta calidad y abundancia. Quienes visitan el museo pueden ver que esta no es una descripción hiperbólica sino real. En opinión de algún experto, “antes que una colección es un museo”: Una colección o museo que viene a ser, en palabras del Director del auditorio, “un sinfín de imágenes, descubrimientos y revelaciones.” América es un continente fascínate donde tres culturas sintetizan, moldeadas por tres mundos muy diferentes, que ofrecen condiciones sin precedentes para la compleja aventura del sincretismo cultural. El pasado ha dejado su marca indeleble en el futuro.” Por lo que es interesante observar la producción cultural de estas civilizaciones que alcanzaron su cumbre antes de la llegada de los exploradores y conquistadores europeos, y descubrir su significado y sus secretos. Es ciertamente un museos y tomará otro museo reunir una colección de las mismas características con el mismo esfuerzo y dedicación. Pero los tiempos ha cambiado y las posibilidades son mucho más escasas. Hace años que las legislaciones nacionales se han hecho más exigentes y tal dedicación y entusiasmo ahora se invierte en actividades económicas o políticas que rinden frutos más maduros. Esos fueron los últimos años de más de un siglo de coleccionar. Científicamente hablando, pocas instituciones se comprometen con la arqueología y la etnología y el mundo simplemente se llenó de artesanías (souvenier). Más tarde, la curiosidad y el exotismo serían remplazados por la selección y especialización de aficionados (amatour) que será testigo de la aparición de algunas famosas colecciones. Leonardo A. Patterson admite él mismo que a dedicado más de 35 años a su colección, para seleccionar y asegurarse piezas maestras. Pero la perseverancia no es suficiente para reunir un patrimonio de esta calidad tan vasto. Su colección ha sido posteriormente enriquecida con la adquisición de pequeñas, sin embargo, valiosas colecciones tanto en los EEUU como en Europa. Entonces la presencia de ítemes que originalmente pertenecieron a las colecciones Guidani, Roeckl, Scheifele, Roberts, Rid, Szekeres, Ortiz, Andrade, Eppenberger, Purrmann, Geiger, y Bagussat. Este conjunto de artefactos prehispánicos seleccionados por su calidades artísticas ha sido reunido desde la década de 1960 por Leonardo A. Patterson en circunstancias que aún requieren de mayor esclarecimiento, aun que ya tenemos puntos de vista como el difundido a través de Internet por el Dr. Hugo Ludeña,

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profesor de la Universidad Nacional Federico Villareal, quién el lunes, 28 de septiembre del 2006 decía: Leonard Patterson no sólo tiene las piezas robadas al coleccionista Apesteguía, luego de su espectacular asesinato (26 de enero de 1996) en su vivienda de la Residencial San Felipe. También psee una millonaria colección de ceramios y objetos de oro y plata, procedentes de escandalosos saqueos de pirámides y tumbas reales mochicas, ocurridos en las décadas del 60 al 80 en las regiones de La Libertad y Lambayeque, según lo ha denunciado ante INTERPOL el director del Museo Tumbas Reales de Sipán, Walter Alva Alva. En su denuncia, Alva solicita la “realización de una investigación internacional para identificar al poseedor de estas piezas, determinar el origen de la colección e impulsar la recuperación de este valioso patrimonio de la Nación Peruana”, que fue exhibida como suya en 1997 en el Museo de Santiago de Compostela, Galicia (España). Walter Alva tuvo oportunidad de acceder no a la muestra, sino al catálogo de la colección Patterson, de cerca de 1,000 páginas publicado en Nueva York meses antes de ser expuestas en Galicia, por la editora Epsy Art con el título de “Prehispanic American-Time and Culture (2000 d. C- 1550 a. C.)”. Alva, el más reputado especialista en arqueología Mochica y Chavín, pudo describir, luego de observar las excelentes fotografías de las 1,173 piezas de la colección, que las piezas sudamericanas más valiosas procedían de saqueos de tumbas reales inventariadas de Trujillo, Chiclayo y Piura. El catálogo de la Colección Patterson -editado por Mariano Cuesta Domínguez, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid- lo tenía Paloma Carcedo de Murarech en Lima porque se lo habían enviado los abogados del Gobierno Autónomo de Galicia para que diera su peritaje técnico porque Leonardo A. Patterson les había propuesto venderles este impresionante conjunto de artefactos precolombinos. La doctora Carcedo, quién es profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú demostró que estas piezas originadas en el Antiguo Perú procedían de excavaciones clandestinas, es decir, de huaqueos por lo que las autoridades políticas de Galicia rechazaron su compra. La Colección Patterson fue exhibida en Santiago de Compostela, Galicia, España en noviembre de 1996 con la presencia de personalidades como la dirigente indígena guatemalteca Rigoberta Manchú y el expresidente de Costa Rica Oscar Arias, quienes para entonces ya habían recibido sus respectivos premios Premio Nobel. Estos personajes -ciertamente- son garantía de probidad y fueron recibidos por Manuel Fraga Irribarne como presidente de la Xunta de Galicia. El supuestamente exitoso jugador de polo costarricense Leonardo A. Patterson escribió al respecto: Arquitectos, escultores, ceramistas, talladores de la madera, plateros y orfebres, joyeros, pintores y tejedores de hace 3000 años (del año 2000 A.C. hasta el mismo año después de Cristo), nos han dejado su trabajo y con ello sus personalidades, sus mentalidades y lo han hecho tan intensamente, involuntariamente; que nos han dado su luz eterna. Podemos apreciar su trabajo, sus valores, sus actividades, sus técnicas e incluso sus temperamentos y pensamientos. A fines del siglo XX ya estas generalizaciones de Patterson no eran válidas para la comprensión del pasado precolombino como aquí argumento y fundamento. Por eso, la Xunta de Galicia no quiso transgredir el artículo 46° de la Constitución Española: Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que integran, cualquiera sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio.9 Por eso, cuando el coleccionista arrepentido Michel van Rijn me informó -durante su estadía limeña del 2004- que tenía datos fidedignos sobre la presencia de la Colección Patterson en Alemania, de inmediato consulté con la doctora Carcedo, quién facilitó el correspondiente catálogo para su consulta. Me es posible dar este testimonio porque Paloma ya ha expuesto estos sucesos en el 52° Congreso Internacional de Americanistas llevado a cabo en Sevilla en el simposio Hist. 15 dedicado a los “Museos de América y Europa: Origen de las colecciones y control de tráfico de bienes culturales”. 10 El panamericanismo de la colección Patterson abre -precisamente- toda una gama de posibilidades para llevar a la práctica en este Hemisferio la normatividad internacional que emana de las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72 (Martorell 1998:63-64). Además, están los principales documentos de la Organización de los Estados Americanos sobre la defensa del patrimonio arqueológico, histórico y artístico de las naciones americanas, en concreto la Convención de San Salvador de 1976. Aun cuando los EEUU no lo han suscrito también es válido tener en cuenta el convenio de UNIDROIT sobre el retorno de bienes culturales exportados ilícitamente adoptado en Roma el 24 de junio de 1995 cuyo artículo 1 sitúa el campo de aplicación, que serán las demandas de carácter internacional. De restitución de bienes robados.

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De devolución de bienes culturales desplazados del territorio de un Estado Contratante infringiendo sus normas jurídicas relativas a la exportación de bienes culturales, con miras a proteger su Patrimonio Cultural. Esta apertura ya se ha dado el 16 de agosto del 2006 cuando Scotland Yard hizo de conocimiento público que -con la colaboración de Michel van Rijn- había confiscado una excepcional pieza de oro que denominó Pulpo Moche que formaba parte de la Colección Patterson. Sin embargo, cuando este artefacto de oro prehispánico procedente de una tumba del sitio arqueológico “La Mina” fue entregado por la Embajada de Inglaterra al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú se omitió toda referencia a la colaboración eficaz de este coleccionista arrepentido, como se puede verificar en los medios de comunicación, fechados el 16 de septiembre del 2006. “La Mina” situada en el valle de Jequetepeque, fue intensamente depredada en 1988, como ha explicado reiterada -y sobre todo valientemente- el Dr. Walter Alva a los medios de comunicación. Este nombre corresponde a una pirámide mochica que debió ser contemporánea a Sipán, es decir, fueron lugares llenos de vida hacia el siglo VIII de nuestra era donde, en palabras de Walter Alva: El oro empleado presenta diverso quilataje, coloración y acabados reflejando probablemente fuentes diversas y/o complejos procesos de aleación. Estas características tendrían que ver con las propiedades necesarias para los específicos procesos de confección en los casos de piezas pequeñas que requieren maleabilidad (orejeras, narigueras, cuentas y adornos funerarios) y de ornamentos mayores que necesitan temple y dureza (sonajeros, protector coxal, corona semilunar, cetro, cuchillo, etc.). Aparte de algunas sutiles diferencias mencionadas, los ornamentos que van en pares o conjuntos presentan idéntico acabado metálico y debieron confeccionarse en la misma época y talleres, hipótesis reforzada por un estilo general bastante uniforme donde no caben piezas heredadas (1994: 127). La reacción de Michel van Rijn frente a esta omisión ha sido desacreditar -a través de El Comercio del 8 de octubre del 2005- tanto el trabajo de Walter Alva como el mío, mediante la tergiversación de los gastos en que incurrió para efectuar esta denuncia. Esta interpretación de los hechos conducentes a esta parcial restitución cultural es corolario -desde mi punto de vista- de la intervención del arqueólogo Dr. Federico Kauffmann Doig para relacionar el trabajo de este coleccionista arrepentido con algunos desenvolvimientos de la política cultural peruana. Por ejemplo, argumentar que en el portal www.michelvanrijn.eu había evidencias para demostrar que en las exhibiciones internacionales de arte precolombino y virreinal, promovidas por la doctora Eliane Karp como Primera Dama de la Nación, .se había sustituido las piezas originales que salieron del país por falsificaciones. Sin embargo, tanto Walter Alva como yo, proseguimos creando las condiciones para incentivar la colaboración privada en la restitución cultural como se puede verificar en mi comunicación ingresada por mesa de partes No. 003386 solicitando el 18 de septiembre del 2006 al Ministerio de RREE que en cumplimiento de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, se explicara al país por qué el gobierno del Perú no reconocía -y, por supuesto, no agradecía- la colaboración de Michel van Rijn, así fuera un personaje controversial. La Sub Secretaría de Política Cultural Exterior me ha respondido, mediante el Memorándum (SPC) N° SPC091/2006 del 3 de octubre del 2006 que cito textualmente: 1.- El Ministerio de Relaciones Exteriores, en relación al proceso de repatriación del tocado Moche entregado por las autoridades policiales del Reino Unido a la Embajada del Perú en ese país, policiales del Reino Unido a la embajada del Perú en ese país, ha procedido de acuerdo a lo establecido en el artículo 35, inciso 1 de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, que a la letra señala: “El Ministerio de Relaciones Exteriores es el encargado de la restitución del bien integrante del Patrimonio Cultural de la Nación en los casos en que ilegalmente se haya exportado o permanezca fuera del país:” 2.- En ese sentido, este Sector se ha abocado a determinar la forma más conveniente y segura para posibilitar el pronto retorno de tan importante pieza del patrimonio cultural peruano, una vez que fuera recuperada para el Perú, y entregada por las autoridades policiales de Londres a la embajada del Perú en ese país, el pasado 29 de agosto del 2006. Como esa Dependencia conoce, la entrega formal por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores a la dirección del Instituto Nacional de Cultura se llevó a cabo en ceremonia oficial el viernes 15 de septiembre última, como consta en el Acta de Entrega, especialmente suscrita en dicha ocasión. 3.- El procedimiento utilizado para llevar a cabo la referida repatriación, ha sido resultado de una permanente coordinación con INTERPOL-LIMA, la Embajada del Perú en Londres y el Instituto Nacional de Cultura (INC) como entidades técnicas responsables en lo que a su competencia se refiere. La urgencia y necesidad de que la denuncia de Michel van Rijn sea procesada con veracidad por la INTERPOL del Perú, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el INC es que la pieza que figura en la carátula de Uku Pacha revista de investigaciones históricas, lleva el número 87 en el aludido Catálogo de

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la Colección (1997: pagina 582 plegable) y ha sido identificada por Walter Alva como también procedente del saqueo de 1988 del sitio arqueológico denominado La Mina. Por esta misma razón es absolutamente indispensable que Álvaro Roca Rey Miró Quesada como director del Museo de Nación exhiba la pieza que ya denominamos Pulpo Moche sin sensacionalismo y recreando su auténtico contexto de restitución cultural y así hacer posible que los artefactos precolombinos coleccionados por Leonardo Patterson paulatinamente regresen a casa, ya sea al Perú u otros países de América. Michel van Rijn es un coleccionista arrepentido que pertenece a una familia holandesa de antiguos coleccionistas y comerciantes de arte que ha decidido arrepentirse y denunciar a los traficantes de arte a nivel internacional como se puede constatar en su ya mencionado portal. Así se asume siguiendo las pautas éticas de recuperación del arte europeo que era propiedad de las familias judías residentes en el Viejo Continente en torno a la 2da. Guerra Mundial así como de los museos de los países invadidos por la Alemania nazi. Ese portal quiere inscribirse en la línea de trabajo interdisciplinario e internacional para revertir el hecho que los jerarcas nazi -de Adolfo Hitler y Hermann Goering para abajo- recurrieran a argucias legales para confiscar las obras de los Grandes Maestros -que eran propiedad de distinguidas familias judías europeas- en beneficio propio afirmando que eran para el Tercer Reich.11 Además, los medios de comunicación internacional informan permanentemente sobre las querellas -así como los acuerdos- entre los descendientes de los judíos que ostentaban la tenencia de lienzos, esculturas, joyas y demás afines en ese período y los museos que actualmente ejercen su custodia como difundía el New York Times, el 30 de noviembre del 2000. Estas noticias son algunas veces reproducidas por los medios de comunicación nacionales como ya había ocurrido en la sección The Wall Street Journal, en español que trae El Comercio, de Lima del 23 de febrero del 2000, sobre las subastas de obras de arte carentes de documentación de procedencia veraz. Por razones aún por estudiar y comprender los medios de comunicación locales sacan esta información internacional, paralela y alternadamente, con información nacional tendiente a perpetuar el coleccionismo local. Véase, por ejemplo, la amplia cobertura que El Comercio de Lima dio el 28 de diciembre del 2003 a la Colección Cassinelli de Trujillo -que incluye cerámica mochica- editada con criterios éticos y científicos que difieren sustancialmente de las noticias internacionales respecto a las circunstancias en que se ensamblaron dichos conjuntos de bienes culturales muebles. El Comercio en su cobertura periodística sobre la Colección Cassinelli, emite juicios de valor sobre el trabajo de conservación cultural del INC utilizados a fines de la década de 1990, como presento en la nota 1.Esta incongruencia se me hizo evidente cuando El Comercio de Lima reprodujo la versión en castellano de la información en inglés del Washington Post del 25 de septiembre del 2003 sobre el caso del estadounidense Tadeo Barchitta, coleccionista y traficante de arte prehispánico. Estas incongruencias de El Comercio de Lima, fundado en 1839, se agudizan con la comprobación que en Internet hay comunicadores que difunden -por ejemplo- el uso turístico Museo Nacional de Sicán resaltando así el trabajo de conservación cultural que hace el Estado Peruano, al margen de la política cultural gubernamental de este período (http://amerique-latine.com/ala/fr/Sican.html.). El infograma “Los museos del Perú” que se adjunta con El Comercio de Lima del viernes 21 de mayo del 2004, constituye una recopilación y sistematización indispensable aún por profundizar detrás del enunciado “la historia detrás de la belleza”.12 La cobertura periodística -tanto nacional como internacional- sobre los coleccionistas de arte mochica nos ofrece unas pistas iniciales para comenzar a identificar a sus herederos, y muy especialmente a las personas tanto individuales como jurídicas que se benefician económicamente del uso turístico, comercial, empresarial de su legado. El uso periodístico del Patrimonio Cultural de la Nación transcurre paralelamente y sin recordar -como ya hemos visto- que el plan turístico proyectado para el Perú en 1999 trae una propuesta relativa al INC y los eventuales parques arqueológicos, es decir, las huacas o pirámides truncas donde los mochicas guardaron su historia para la eternidad. Este presente de los bienes culturales/obras de arte mochica que fueron saqueados/huaqueados de dichos parques arqueológicos puede -y, debe- participar en la recuperación de la relación entre su lugar de origen y su procedencia. Consecuentemente, siguiendo pautas internacionales aquí contribuyo a documentar -en la medida de lo posible- como y cuando se movilizan de un lugar a otro los bienes mochica, dedicando esta tarea a Craig Morris, quién desde el Museo de Historia Natural de Nueva York apoyó tempranamente mis iniciativas,

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siguiendo las pautas de la ética arqueológica estadounidense que ya cuestiona internacionalmente el coleccionismo mundial con enunciados como el siguiente: Registros y preservación. Los arqueólogos deben trabajar activamente por la preservación de, y el acceso a las colecciones, los registros y los informes arqueológicos. Con esta finalidad, deben alentar a sus colegas, estudiantes y demás personas con intereses afines a hacer un uso responsable de las colecciones, registros e informes en sus investigaciones como un medio de preservar in situ el registro arqueológico, e incrementar el cuidado y la atención dada a aquella porción del registro arqueológico que ha sido removido e incorporado a las colecciones, registros e informes arqueológicos. 7° Principio del Código de Ética de la Sociedad de Arqueología Americana. (Lynott & Wylie [ed.] 2000:30). Puesto que un significativo número de arqueólogos estadounidenses se especializa en el mundo mochica he presentado en la 69° Reunión de la Sociedad de Arqueología Americana llevada a cabo en Montreal, Canadá del 31 de marzo al 4 de abril del 2004 la historia inmediata de la colección de Leonardo A. Patterson resultante del saqueo de tumbas mochica y su delictiva comercialización. La finalidad de esta presentación era dar a conocer académicamente las contribuciones del peculiar Michel van Rijn a la restitución cultural en la costa norte del Perú, pero como ya he referido este coleccionista arrepentido prefiere la vía del escándalo periodístico. EL CASO EN ESTUDIO Y SU SUSTENTACIÓN HISTÓRICA Aún dentro del relativismo que pareciera dominar los criterios de la sociedad contemporánea, nadie duda en reconocer la importancia del Museo como entidad cultural ni se discute su rol en el campo de la defensa y protección del patrimonio cultural ni mucho menos se ve mermada la percepción referida a la labor educativa que le ha asignado la sociedad. El Museo es visto como una institución fundamental y si ésa es la realidad en cuanto a lo que pensamos, ¿qué está pasando con ellos, que no logran ocupar el sitial preferente en el que se les concibe? Y ésta es una pregunta y un reclamo que se hacen los expertos y los legos, los defensores del patrimonio cultural, el público visitante, los maestros y los escolares y hasta aquellos que se puedan sentir ajenos a las actividades de la museística (Véase otra vez, la nota 1). Cecilia Bákula, 2005, 4. Los museos -en general- no ocupan ese sitial preferente por que todavía no cumplen el Código de Ética del ICOM (Stille 2005: 96-122; Wright 1996). Durante muchos siglos el legado cultural de un pueblo fue impunemente saqueado por otro pueblo como expresión de poder político, económico y religioso formando y exhibiendo -los vencedores- colecciones estas obras de arte. En el siglo XVII proliferaron así los gabinetes de curiosidades entre los aristócratas y los burgueses prósperos del norte de Europa. En el siglo XVIII estas colecciones comenzaron paulatinamente a transformarse en Museos. Es recién después de a 2da. Guerra Mundial -como he brevemente referido- que los vencedores reunidos en París deciden revertir esta situación incluyendo en el mandato fundacional de UNESCO instrumentos que permitan evitar el saqueo de los bienes culturales de Alemania e Italia como países vencidos y recuperar los bienes culturales saqueados por los nazi de Rusia, Francia y los Países Bajos, países vencedores. El ICOM se crea -precisamente- en 1946 para mediar en esta difícil situación. La sustentación supuestamente académica de Mariano Cuesta Domingo ya citada es rebatida aquí -para concluir- con los argumentos de las publicaciones del ICOM; esta vez con el caso del conjunto de keros incaicos que sobre salen de manera especial en la Colección Patterson, cuya situación de urgencia se presenta así: Los keros son objetos especialmente interesantes no solo para el estudio de la iconografía inca, sino también para la comprensión del momento histórico relacionado a la transición entre la época Inca y la conquista española a que son imágenes de la mitología andina y pensamiento andino representados a la manera occidental. Su estudio científico, apenas en sus comienzos, es también fundamental para comprender la historia de los clanes incaicos a través del tiempo y su integración en el mundo colonial y occidental. La situación es crítica, puesto que la mayoría se encuentra en colecciones particulares lo que dificulta su control y facilita su venta en las casas de subastas. Los keros -ya sean inca o coloniales tempranos- se encuentran en colecciones particulares y su situación es de urgencia por las mismas razones que las vasijas policromas mayas procedentes de Belice, Honduras y México (también representadas en la Colección Patterson) que aquí reproduzco ya que en el Perú todavía no hemos asumido la depredación cultural que siguió a la dación de las Convenciones de UNESCO de 1970 y 72. Alrededor de 1970 se ha desarrollado un mercado en torno a este tipo de cerámica con numerosos saqueos y tráfico ilícito. Esto ha tenido repercusiones catastróficas en los sitios arqueológicos,

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ya que los saqueadores en su búsqueda de sepulturas han excavado túneles en los edificios, destruyendo monumentos y tumbas y arruinado para siempre la posibilidad de reconstruir la historia. Esta situación también es válida para numerosos museos peruanos tanto públicos como privados; en ese sentido, hay que tener en cuenta que la exposición efectuada en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú la exposición “La historia detrás de la belleza” inaugurada con motivo de la reunión limeña de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo en marzo del 2004 presenta visual e incipientemente la necesidad de documentar el origen y la procedencia de las piezas en posesión de los museos peruanos. Específicamente, en el caso de los museos privados Museo Rafael Larco Herrera en Lima y el Museo de Arte Precolombino/MAP en el Cuzco tengamos presente que los orígenes y la procedencia de sus contenidos muebles fue incipiente, pionera, y científicamente documentada por su fundador, el empresario y hacendado trujillano Rafael Larco Hoyle (2001). Sin embargo, a su muerte en 1963 sus descendientes se fueron apartando paulatinamente del entendimiento del Patrimonio Cultural de la Nación Peruana como bien vinculante que tenían tanto Larco Hoyle como su padre, Rafael Larco Herrera. El Museo del Quai Branly, París, creado para la exhibición pública de los bienes culturales no europeos reunidos por los coleccionistas franceses entre los siglos XVIII y XX constituye un valioso precedente -para retomar el trabajo enunciado en la historia detrás de la belleza-, por que en su mandato fundacional incluye el promover el cuestionamiento de la procedencia de sus piezas y dado que incluye artefactos originados en el Antiguo Perú. Además, habida cuenta que los medios de comunicación europeos de inmediato observaron que algunos de los objetos allí expuestos de procedencia africana se encontraban en la lista de las obras de arte robadas y –consecuentemente- buscadas por ICOM (2006). Iniciar el paso de la historia oral a la historia escrita del coleccionismo peruano y su presentación museográfica -pública y privada- es la tarea del INC en el quinquenio 2006 2011, siguiendo las pautas internacionales de UNESCO, ICOM, ICCROM, ICOMOS, dado que el país ha suscrito esta normatividad. Este es un requisito indispensable para incrementar el número de visitantes internacionales generadores de prosperidad a la costa norte del país que quieren ir a museo respetuosos de estas pautas conservacionistas (Wright 1996). Los visitantes prósperos quieren ser verazmente documentados sobre el saqueo de los sitios arqueológicos prehispánicos tanto de la costa como de la sierra del país, puesto que los medios de comunicación les informan que esta depredación cultural se ha incrementado a niveles equivalentes a los primeros momentos de la invasión española a los Andes. Entonces tengamos en cuenta que poco después la invasión española a los Andes, el emperador Carlos V de España comenzó a racionalizar este proceso como explica la investigadora Paz Cabello del Museo de América de Madrid en los siguientes términos: Las joyas provenientes de las Indias, de la isla del Perú aparecen en un inventario de 1542 cuyo epígrafe general es: Otras partidas de anillos y joyas pertenecientes a Su Majestad y dejadas en España, entregadas por el difunto Pedro de Corteville, guardajoyas de Su dicha Majestad de las manos de Nicolás Consart y Andrés Cuveiller, tal como consta según resguardo de ellos cuya copia auténtica está puesta con los recibos y descargos del dicho Cortewille anotado en la Cámara de Cuentas de Lille. La misma lista de joyas peruanas aparece también en otro inventario belga de 1556 bajo el epígrafe: Otras partidas de joyas y otras vajillas y otros muebles pertenecientes a Su majestad, que están en Simancas, en España. Al final de este segundo inventario, y con fecha de 2 de octubre de 1556 aparece la firma de Felipe II (1994:33). Paralelamente recordemos que John V. Murra (1916–2006) participó años atrás en los esfuerzos bolivianos encabezados por Cristina Paz Zamora cuando su primo del mismo apellido era presidente de Bolivia, conducente a la recuperación de los textiles de los ayllus de Quruma (o Coroma) que estaban siendo comercializados en San Francisco, EEUU.13 DESENVOLVIMIENTOS Y PROYECCIONES DE ESTE CASO EN ESTUDIO El trabajo académico sobre el mundo mochica precolombino de estos antecesores de los incas, ahora se enriquece con cuestionamientos sobre los vínculos que debieran tener estos antiguos peruanos con sus herederos en el largo plazo de la historia del Perú; es decir, los peruanos en general de comienzos del siglo XXI y más específicamente los habitantes de nuestra costa norte cuya apariencia física, concretamente su rostro, es similar a los rasgos de los antiguos peruanos perpetuados en la cerámica y otros testimonios

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precolombinos. Este es un trabajo de continuidad cultural que tiene como piedra angular las lujosas publicaciones: Trujillo Precolombino. 1990; Oro del Antiguo Perú. 1992 y la ya aludida PreHispanic América - Time and Culture (2000B.C. - 1550 A.D.). 1997. Habida cuenta que los objetos mochicas incluidos en estos libros provienen mayoritariamente de los conjuntos ensamblados por el coleccionista y traficante/comerciante de arte peruano Raúl Apesteguía asesinado en Lima en 1996 (Mould de Pease 2002:122-123). Apremia dar a conocer la conflictiva historia inmediata de cómo se documenta el período prehispánico de la historia peruana si queremos -pragmáticamente- que los sitios arqueológicos se transformen en recursos turísticos generadores de prosperidad en la costa norte del Perú. Así lo entendió Thor Heyerdahl cuando ya en su tercera edad se afincó temporalmente en Túcume, para reinsertar -a través del turismo cultural- este lugar en el largo plazo de la historia peruana. Túcume es una provincia del departamento de Lambayeque en la costa norte del Perú que fuera visitada en el siglo XVI, por el cronista y conquistador español Pedro Cieza de León, quién luego escribió: Dan muestra los edificios que tiene, aunque arruinados y derribados, de lo mucho que fue.14 Michel van Rijn fue vecino de Thor Heyerdahl en Palma de Mallorca, España como él mismo informa en su portal y a partir de esa amistad se involucró -con sus peculiaridades y extravagancias- en el proceso ya en marcha de la restitución cultural peruana vista desde fuera. Heyerdahl (1914 – 2002), un explorador noruego publicó su versión para peruanos de estos mismos sucesos con los auspicios del Banco de Crédito del Perú (1996). La conservación y los múltiples usos del Patrimonio Cultural en tanto bien vinculante requiere de un trabajo interdisciplinario y desde muy diversas perspectivas, que aquí tan solo puedo esbozar para alentar a asumirlo las nuevas generaciones de estudiantes de las ciencias humanas y sociales. Este texto entonces también quiere dar continuidad peruana a pautas ya editorialmente difundidas en los Estados Unidos, como es la publicación Andean Art at Dumbarton Oaks, editada por Elizabeth Hill Boone en 1996. Este libro ya documenta -incipientemente- entre sus páginas 123 a 162 la historia inmediata de las piezas precolombinas -específicamente mochica- que exhiben en las respectivas colecciones que esta institución filantrópica tiene en custodia. Paralelamente, quiero -y debo- dejar constancia que los doctores Walter Alva y Paloma Carcedo de Mufarech, quienes están familiarizados con los bienes culturales/obras de arte mochicas en posesión –presuntamente- de Leonardo A. Patterson y que han colaborado con las publicaciones peruanas que utilizan dichos objetos, me han ayudado en distintas etapas de este trabajo. Pero, la incorporación del 7° Principio del Código de Ética de la SAA, utilizado aquí como referente científico a este trabajo es únicamente mi responsabilidad. Walter Alva destaca entre los arqueólogos peruanos que han asimilado la conservación cultural y el uso social a sus investigaciones arqueológicas. Susana Meneses de Alva, su esposa ya fallecida y distinguida arqueóloga por derecho propio conjuntamente con María Ofelia Cerro Moral, ex congresista en el período 1995-2000 y propietaria del antiguo diario La Industria de la costa norte y yo; colaboramos bastante articuladamente en la defensa del Patrimonio Cultural de la Nación. Esta colaboración, está en concordancia con los principios éticos de la arqueología estadounidense y se desarrolla en el tiempo aquí tratado.15 Carcedo distinguida arqueóloga hispano peruana, lleva a cabo una tarea académica de investigación que contribuye significativamente a clarificar conceptos científicos y éticos dentro de la arqueología peruana. Esta línea de trabajo suya es instrumental para el estudio histórico de la Colección de bienes culturales/obras de arte prehispánico de Miguel Mújica Gallo que exhibe el cuestionado pero aún no histórica y éticamente procesado Museo de Oro del Perú (Riveros 2001). Carcedo trae así al Perú, -su actual país de procedencia- los principios y criterios éticos que sustenta la legislación conservacionista de España, su país de origen. Este aporte es clave para que nuestro país asuma la defensa legal del Patrimonio Cultural de la Nación cual sea su titularidad siguiendo pautas de la cultura ibérica (Ministerio de Cultura 1996). En el quinquenio 2001 2006 he podido proseguir con esta tarea por el respaldo institucional de los directores del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú doctor Enrique González Carré y el licenciado Carlos del Águila Chávez. Dentro del INC también agradezco a Blanca Alva

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Guerrero por su permanente diálogo conmigo para esclarecer principios, criterios, hechos y criterios conservacionistas. Asimismo, a Emma González Alarco así como a Carola Morales por su permanente ayuda administrativa. Pero, la responsabilidad final en la redacción de esta pequeña historia inmediata es mía. El principal hito en esta pequeña historia inmediata y personal, es el hecho que en 1996 mi esposo -Franklin Pease García Yrigoyen- tuvo a su cargo el discurso de orden para conmemorar los noventa años de creación del Instituto Histórico del Perú y los treinta y tres años de su transformación en Academia Nacional de Historia del Perú. En esa ocasión él recordaba que Eugenio Larrabure y Unanue había dicho en la ceremonia de instalación de esta corporación científica: Aquí cansados estamos de verlo, llega cualquier viajero, toma un cuadrilla de peones y se echa a desenterrar momias y objetos, sin permiso de nadie, como si estuviese en casa propia, para no dejar más que el recuerdo de su paso. Franklin añadía: Sigue siendo una preocupación hoy, cuando con frecuencia se discute el papel titular del estado sobre el patrimonio, cuando se observa la huaquería y el saqueo indiscriminados, cuando no el robo y la consiguiente alimentación del tráfico internacional de piezas arqueológicas o artísticas. En 1998, mi esposo editó para El Comercio de Lima la Gran Historia del Perú por gestiones de su director, Aurelio Miró Quesada -fallecido en octubre de ese año-, con la colaboración de numerosos especialistas. En esta publicación que aparecía por entregas semanales ya se incorporaba la problemática de la defensa del Patrimonio Cultural de la Nación al devenir histórico del país. Al año siguiente, Franklin editaba para el Banco de Crédito del Perú/BCP el libro: Los Incas. Arte y Símbolo. Aún cuando ya lo aquejaba un mortal cáncer pancreático insistía con los directivos de dicho banco -que es ciertamente el más importante y prestigioso del país- que sólo se utilizara imágenes y referencias a bienes culturales/obras de arte hechas por los incas y/o sus antecesores que tuvieran una procedencia abiertamente documentada; sin embargo, durante la impresión de esta obra intelectual suya y póstuma dichos directivos no siempre respetaron su voluntad de editor.16 Las palabras suyas publicadas en este hermoso libro son ahora lineamientos rectores para articular el pasado prehispánico glorioso con el incierto presente hispanoandino de los descendientes de los incas. Con cargo a retomar el tema cito aquí sus palabras por la repercusión que tienen sobre la representación museográfica de la vida incaica precolombina: El desarrollo de la investigación ha cambiado la versión que sobre los incas dejaron los cronistas; no solamente se discute la noción de un “imperio” dibujado con caracteres romanos por los autores españoles cultos del siglo XVI, sino la imagen de una monarquía incaica ha sido disuelta por la evidencia de la dualidad en el poder (la diarquía), se precisa cada vez más que la sociedad andina no utilizó los mecanismos de un comercio o un mercado, y que en cambio se sustentó su economía en la reciprocidad y la redistribución; se sabe hoy que el culto solar no fue una imposición de los incas a nivel popular andino, y que tuvo diferentes manifestaciones en la región. Son muchas las cosas que han cambiado en la visión histórica de los incas, y ya en el siglo pasado el nacimiento de los trabajos arqueológicos, al principio en manos de viajeros como E.G. Squier, comenzó a diferenciar el pasado andino del tiempo de los incas; el desarrollo de la arqueología ha permitido distinguir con claridad las diferentes sociedades que se organizaron en los Andes en tiempos previos a los incas. De otro lado, después de la aparición de la antropología en los Andes, específicamente en la décadad de 1950, la información etnográfica ha permitido nuevos puntos de partida que, junto con los arqueológicos, generan otras interrogantes para la investigación sobre los incas. La arqueología y la antropología han dado lugar a un renacer de los estudios andinos, específicamente cuando en la década de 1960 se hizo patente la presencia de una perspectiva integradora: la etnohistoria. (1999:L-LL). El saqueo/huaquería así como el “robo sacrílego” y las respectivas comercializaciones ilícitas son ciertamente concomitantes a la ignorancia, la codicia, el fraude y muy especialmente a la desidia ancestral inherente a los países que alguna vez fueron colonias de las naciones europeas y que subyacen a la defensa del Patrimonio Cultural de la Humanidad.17 Colofón: La participación de Michel van Rijn en la restitución cultural de este pulpo mochica debiera contribuir a derrotar a la desidia ancestral. El diario La República de Lima, del viernes 9 de mayo del 2003 informaba que Michel van Rijn estaba en Lima tras las huellas de los autores del hurto/”robo sacrílego” y subsecuente comercialización ilegal por el anticuario y coleccionista estadounidense Ron Messick del retablo del siglo XVII de la capilla de Challapamapa atribuido al jesuita italiano Bernardo Bitti.18 Pero, ¿Cómo salió del país una estructura de media tonelada de peso? Se trata -por supuesto- de una pieza desarmable y luego de sus pesquisas entre los comerciantes de arte limeños este singular coleccionista arrepentido concluyó que había salido por

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piezas sueltas como si fueran réplicas ya que el traficante de arte peruano -tanto prehispánico como colonial- Alberto Valdivia le había informado que los bienes culturales/obras de arte originales que él comercializaban podían tener como documentación de procedencia un certificado de réplica con fines de exportación firmado por Jaime Mariazza, en su condición de director del Registro Nacional del Patrimonio Cultural Mueble del INC refrendando el peritaje de Jorge Iturrino Saldaña. Michel van Rijn para obtener esta información de Alberto Valdivia le compró la pieza que he titulado “Muñecas Chancay”, que ya forma parte de la colección Franklin Pease G.Y para la historia andina del Perú que esta siendo puesta en valor en la biblioteca Nacional del Perú. Las fuentes policiales y periodísticas que sustentan estas afirmaciones para el caso del retorno al país del altar de Challapampa deben ser históricamente analizadas y procesadas siguiendo -las cartas vaticanas sobre patrimonio cultural de la Iglesia Católica, habida cuenta que los bienes culturales coloniales hispanoandinos fueron hechos para la evangelización del pueblo de Dios en los Andes. 19 Finalmente, para promover el efecto multiplicador de la restitución cultural de este pulpo moche también es necesario tener en cuenta que la Constitución Peruana es la única norma jurídica en la legislación de los países del hemisferio y de España -como válido precedente para los países de hala castellana- que garantiza la propiedad privada de los bienes culturales sin las limitaciones, como se puede verificar a continuación: La Constitución de 1979, nuestra primera Carta Magna en tratar temas de patrimonio cultural decía en su artículo 36° que es pertinente a este punto: Los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, objetos artísticos y testimonios de valor histórico, declarados Patrimonio Cultural de la Nación, están bajo el amparo del Estado, la ley regula su conservación, mantenimiento y restitución.

El artículo 21° de la Constitución de 1993 dice: Los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos bibliográficos y de archivo, objetos artísticos y testimonios de valor histórico expresamente declarados como bienes culturales y provisionalmente los que se presumen como tales, son Patrimonio Cultural de la Nación independientemente de su condición de propiedad privada o pública. Están protegidos por el Estado.

El artículo 70º de la Constitución de 1993 dice: El derecho de propiedad es inviolable. El estado lo garantiza. Se ejerce en armonía con el bien común y dentro de los límites de la ley. A nadie puede privarse de su propiedad sino, exclusivamente, por causa de seguridad nacional o necesidad pública, declarada por ley, y previo, pago en efectivo de indemnización justipreciada que incluya compensación por el eventual perjuicio. Hay acción ante el Poder Judicial para contestar el valor de la propiedad que el Estado haya señalado en el procedimiento expropiatorio.

El art. 21° del Proyecto de Ley de Reforma de la Constitución decía párale período legislativo 2001 – 2002 que: Los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, objetos artísticos, documentos bibliográficos y de archivo, así como los testimonios de valor histórico y los que se presumen como tales, se encuentran bajo el amparo del Estado. La ley regula su conservación y protección, restauración, mantenimiento, administración y restitución.

Bolivia: Art. 191. Los monumentos y objetos arqueológicos son de propiedad del Estado. La riqueza artística colonial, la arqueología, la historia y documental, así como la procedente del culto religioso son tesoro cultural de la Nación, están bajo el amparo del Estado y no pueden ser exportadas. El Estado organizará un registro de la riqueza artística, histórica, religiosa y documental, proveerá a su custodia y atenderá a su conservación. El Estado protegerá los edificios y objetos que sean declarados de valor histórico o artístico.

Colombia: Art. 8 Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.

Costa Rica: Art. 89 Entre los fines culturales de la República están: proteger las bellezas naturales, conservar y desarrollar el patrimonio histórico y artístico de la Nación y apoyar la iniciativa privada para el progreso científico y artístico.

Cuba: Art. 39 El Estado orienta, fomenta y promueve la educación, la cultura y las ciencias en todas sus manifestaciones. En su política educativa y cultural se atiene a los postulados siguientes: h) el Estado defiende la identidad de la cultura cubana y vela por la conservación del patrimonio cultural y la riqueza artística e histórica de la nación. Protege los monumentos nacionales y los lugares notables por su belleza natural o por su reconocido valor artístico o histórico.

Ecuador: Art. 62: La cultura es patrimonio del pueblo y constituye elemento esencial de su identidad. El Estado promoverá y estimulará la cultura, la creación, la formación artística y la investigación científica. Establecerá políticas permanentes para la conservación, restauración, protección y respeto del patrimonio cultural tangible e intangible, de la riqueza artística, histórica, lingüística y arqueológica de la nación, así como del conjunto de valores y manifestaciones diversas que configuran la identidad nacional, pluricultural y multiétnica. El Estado fomentará la interculturalidad, inspirará sus políticas e integrará sus instituciones según los principios de equidad e igualdad de las culturas.

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Art. 64. Los bienes del Estado que integran el patrimonio cultural serán inalienables, inembargables e imprescriptibles. Los de propiedad particular que sea parte del patrimonio cultural, se sujetarán a lo dispuesto en la ley.

Art. 65. El Estado reconocerá la autonomía económica y administrativa de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que se regirá por su ley especial, estatuto orgánico y reglamento.

España: Art 46: Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera sea su régimen jurídico y su titularidad. La Ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio.

Estados Unidos de América: Los fundamentos históricos y culturales de la Nación deben ser conservados como una parte viviente de nuestra vida de comunidad y de desarrollo para poder dar un sentido de orientación al pueblo estadounidense. [National Historic Preservation and Act (16 USC 470 et seq.) Section 1(b) (2)].

Nicaragua: Art. 28 El Estado protege el patrimonio arqueológico, histórico, lingüístico, cultural y artístico de la nación.

Panamá: Art. 81 Constituyen el patrimonio histórico de la Nación los sitios y objetos arqueológicos, los documentos, los monumentos históricos y otros bienes muebles o inmuebles que sean testimonio del pasado panameño. El Estado decretará la expropiación de los que se encuentren en manos de particulares. La ley reglamentará lo concerniente a su custodia, fundada en la primacía histórica de los mismos y tomará las providencias necesarias para conciliarla con la factibilidad de los programas de carácter comercial, turístico, industrial y de orden tecnológico.

Paraguay: Art. 81 DEL PATRIMONIO CULTURAL Se arbitrarán los medios necesarios para la conservación, el rescate y la restauración de los objetos, documentos y espacios de valor histórico, arqueológico, paleontológico, artístico o científico, así como de sus respectivos entornos físicos que hacen parte del patrimonio cultural de la Nación. El Estado definirá y registrará aquellos que se encuentren en el país y, en su caso, gestionará la recuperación de los que se hallen en el extranjero. Los organismos competentes se encargarán de la salvaguarda y del rescate de las diversas expresiones de la cultura oral y de la memoria colectiva de la Nación, cooperando con los particulares que persigan el mismo objeto. Quedan prohibidos el uso inapropiado y el empleo desnaturalizante de dichos bienes, su destrucción, su alteración dolosa, la remoción de sus lugares originarios y su enajenación con fines de exportación. La comprensión histórica de las complejidades aquí someramente expuestas de la pequeña historia de este pulpo Moche ya pasa de la memoria oral a la historia escrita y general del Perú por lo que considero que lenta, pero, inexorablemente incorporamos la veracidad a la gestión pública del patrimonio cultural peruano y su uso particular. Notas: 1. El doctor Luís Guillermo Lumbreras Salcedo, director nacional de INC entre el 2002 y el 2006, ha publicado una breve historia de la administración cultural pública peruana. (2006: 71 –111). El Comercio de Lima, Perú informaba en su primera plana el 2 de septiembre de 1998 que el INC podría desaparecer para dar paso al Ministerio de Educación y Cultura, transformándose en un reducido Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. El 8 de octubre de 1998 el entonces Ministro de Educación Domingo Palermo anunciaba luego de su presentación en el Congreso, la creación del Ministerio de Educación y Cultura. El diario La Industria de Chiclayo, Perú del 12 de octubre de 1998 informaba que Ricardo Marcenaro (C90-NM), presidente de Comisión de Turismo del Congreso de la República insistía en privatizar el Patrimonio Cultural de la Nación, mediante la modalidad de dar en concesión los sitios arqueológicos. Chan Chan, Machu Picchu y Kuélap serían los primeros en ser privatizados. Estas informaciones periodísticas recogían la política gubernamental del período tendiente a pasar al sector turismo la administración pública del patrimonio arqueológico de la Nación y reducir el sector cultura prácticamente a un restringido concepto de promoción de las artes. Estas acciones políticas del Régimen Fujimontesinista (C90-NM) que gobernó el Perú entre 1990 y el 2000 estaban en concordancia con las técnicas de manipulación de la opinión pública utilizadas en las áreas de la economía y las finanzas. En el caso de las privatizaciones de los sitios arqueológicos más representativos del Perú, como es el caso de Machu Picchu y Chan Chan, se puede verificar que El Comercio de Lima del 29 de agosto de 1995 ya anunciaba que podrían ser privatizados, a través de concesiones de entre 30 y 50 años. Este mismo diario informaba el 11 de septiembre de 1995 que la congresista María Ofelia Cerro (UPP) de oposición y de la minoría política que encabezaba Javier Pérez de Cuellar, ex Secretario General de las Naciones Unidas, había señalado que ésta era una propuesta inconveniente y desacertada. El archivo del INC fue adrede descuidado durante el Régimen Fujimontesinista por lo que documentar administrativamente estas noticias periodísticas y -por lo tanto- coyunturales, tiene limitaciones. Estos datos periodísticos y aparentemente esporádicos sobre la relación del turismo con el Patrimonio Cultural de la Nación se han transformado desde entonces en lineamientos políticos permanentes, hasta el punto que paulatinamente la sociedad civil asume que ante la inoperancia del INC -y eventualmente también del INRENA- el sector turismo siga dando prioridad al uso turístico sobre la conservación cultural y natural de este Patrimonio Nacional. Así el artículo 8, del título II, de la Ley no. 26961 para el desarrollo de la actividad turística fechada el 29 de mayo de 1998, dice:

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En Instituto Nacional de Cultura (INC), el Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), los gobiernos locales y cualquier autoridad que intervenga en asuntos que involucre el desarrollo de proyectos turísticos y solicitudes vinculadas a la actividad turística tendrán como plazo máximo (30) días calendario, bajo responsabilidad del funcionario encargado, para autorizarlas o rechazarlas, con fundamentos técnicos y legales. Transcurrido dicho plazo sin que se hubiere emitido la resolución respectiva, las solicitudes se entenderán como aprobadas. Además, hay que tener presente la Ley 24047 de Amparo al Patrimonio General de la Nación, aprobada el 3 de enero de 1985, aún cuando ya el historiador Rafael Varón Gabai, antes de su dación había dicho: Los dispositivos legales concernientes al Patrimonio Cultural de la Nación datan de la década de 1930, y están dirigidos específicamente al Patrimonio Monumental. Ley 6634 sobre monumentos arqueológicos nacionales de 1929, y su reglamento, aprobado recién en 1933, tuvieron su símil en la Ley 8353 del mismo año. Luego, en 1942 se promulgó la Ley 9630 que ampliaba la anterior, con la prohibición de salida de objetos históricos y artísticos del Cuzco. Desde entonces no se han dado leyes significativas que superen a las ya conocidas. Pero incluso esa legislación presta poco interés al patrimonio documental, que queda desplazado frente a la imponencia del patrimonio artístico y arqueológico. Se espera que la “Ley General de Protección del Patrimonio Cultural de la Nación”, actualmente en condición de proyecto parlamentario, recoja todas las expresiones del patrimonio cultural y no sólo aquella que despierta la mayor codicia de comerciantes y coleccionistas (Varón en Fomciencias 1986:80-81). La ley N° 24047 fue a su vez sustituida por la ley N° 28296 promulgada en el 2004, siendo su reglamento publicado en diario oficial El Peruano, el 2 de junio del 2006. Aun tengo pendiente dar mi testimonio personal respecto a la dación de la Ley 24047 o de Amparo del Patrimonio Cultural de la Nación, habida cuenta de que por entonces Franklin Pease G. Y. (1939-99), mi esposo, era Director de la Biblioteca Nacional (1983–86) y que la Ley 28296 fue promulgada cuando Henry Pease García, mi cuñado, era presidente del Congreso de la República (Pease García 2002; 2006). Durante el quinquenio 2001–2006 el gobierno hizo esfuerzos por minimizar la confrontación entre la política cultural y la política turística pública peruana mediante una ambigua conducción que seguía sustentada en el entendimiento de que el turismo cultural genera prosperidad, pero, la cultura no. La articulación de cultura y turismo en el país requiere del tomar en cuenta los precedentes internacionales para normar de manera equilibrada la conflictiva relación entre el patrimonio cultural y su uso turístico. La Carta de Turismo Cultural de ICOMOS -aprobada en el 2002- ofrece lineamientos que debieran resultar aceptables para los grupos interesados en el uso con fines de lucro de los sitios arqueológicos así como los centros históricos así como otros aspectos de la cultura peruana que atraen a los visitantes al país. En este período se han gestado varias propuestas para la creación de un Ministerio de Cultura, entre ellas destaca el proyecto de la entonces congresista Elvira de la Puente que incluye -además del Instituto Nacional de Cultura- al Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología, a la Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación. El arquitecto Víctor Pimentel sustenta que debiera ser un Ministerio de Cultura y Turismo. Este es un proceso que se lleva a cabo en medio de una intensa confrontación de los valores y principios éticos que sustenta la investigación histórica y su difusión, por ello, resulta pertinente citar a prominentemente a la doctora Cecilia Bákula, quién al momento de escribir y publicar este texto es directora nacional del INC, habida cuenta su especialización profesional en la problemática de los museos. Nuestras diferencias personales y profesionales respecto a la historia y la ética de las colecciones de bien cultural tanto público como privado de nuestro país, hizo que -sin ninguna explicación escrita- se me rescindiera mi contrato por locación de servicios no personales como investigadora del patrimonio histórico del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. 2. Bahn [ed.] 1995; Berry, 2006; Günduz 2001; Squier 1877; 1877; Renfrew 1997 [1993] Zevallos Quiñones 1984. 3. Atwood 2003: 48. 4. Alva 1994; Shimada 1995. 5. Church & Morales 2004: 24. 6. Torres della Pina 2000. 7. Mújica Gallo, 1959; Shimada 1995: 3-13; Riveros 2001. 8. Véase tanto el portal del Ministerio de Relaciones Exteriores como la publicación que se hiciera al respecto en el 2003, especialmente las páginas 10 –11, para ver su desenvolvimiento conceptual. 9. Ministerio de Cultura 1996: 23. 10. Universidad de Sevilla 2006: 276. 11. Felicano 1995; Nicholas 1995; Academia Universal de las Culturas 2002. 12. La primera versión de este texto fue enviada a Michel van Rijn -en noviembre del 2003- para su traducción al inglés e inclusión en ambos idiomas en su Portal de Internet, que fue debidamente remunerada. Una primera y sintética versión de texto fue presentada en la 69° Reunión de la Sociedad de Arqueología Americana gracias al apoyo económico del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología/CONCYTEC que se llevó a cabo en Montreal, Canadá del 31 de marzo al 4 de abril del 2004. La participación en esta reunión especializada del mundo académico de los arqueólogos anglo hablantes también me permitió a asistir al Simposio: Museos de Sitio en América Latina, organizado y presidido por la doctora Helaine Silverman, distinguida arqueóloga peruanista. En dicha reunión se expuso sobre el “estado de la cuestión” en la articulación entre la arqueología, la conservación y el turismo cultural tanto público como privado en: Teotihuacan,

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San Lorenzo Tenochtitlán, México; Copán, Honduras; Santa Elena, Ecuador; Kuntur Wasi, Sicán, San José de Moro, Cotahuasi; Cusco; Pukara, Perú; y, Chiripa-Tiawanaku, Bolivia. Estas exposiciones pusieron -para mí, una vez más- en evidencia la necesidad de incorporar en los países de culturas mestizas y/o criollas, es decir, de mezcla indígena y española donde la sumisión a la autoridad está como bien sabemos, fuertemente arraigada en materia de administración, custodia y propiedad cultural el debate estadounidense sobre la sociedad civil y la identidad social (Karp, 19-33, en: Karp, Kreamer & Lavine eds.1992). Las exposiciones a cargo de arqueólogos estadounidenses -salvo en el caso de Linda Manzanilla para los museos de sitio en Teotihuancán y Luis Jaime Castillo para los de San José de Moro- también hicieron evidente la urgencia de intensificar este diálogo bicultural para alcanzar una mejor compresión de la participación binacional en la investigación arqueológica y su puesta en valor. En ese sentido, la Colección Patterson al estar conformada por piezas que incluyen tanto vasijas de los anazasi hasta piezas tiahuanaco, es decir de toda la América precolombina, constituye un caso ad hoc para intensificar el trabajo en equipo –bilingüe y hemisférico- en materia de administración, custodia y propiedad cultural. Específicamente, se trata de clarificar el argumento de algunos jueces estadounidenses respecto a que los países no pueden tener “una legislación para prohibir la salida de los bienes culturales y que al mismo permita su comercialización interna”. Consecuentemente, la existencia de dos vasijas de los anazasi en la Colección Patterson posibilita un debate en torno a la vigencia del Native American Grave Repatriation Act/NAGPRA únicamente para los pueblos indígenas estadounidenses. NAGPRA es una norma legal aprobada en 1990 para la devolución de los materiales arqueológicos asociados a restos humanos a los descendientes de los habitantes precolombinos. Desde mayo del 2003 hasta diciembre del 2006, he incorporado a mis informes mensuales como investigadora del patrimonio histórico del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú las denuncias de Michel van Rijn sobre el origen doloso de la Colección Patterson, así como de obras de arte colonial/virreinal puestas a la venta en el mercado internacional de arte. Los documentos de verificación en el país de estas denuncias reitero ya forman parte de la “Colección Franklin Pease G.Y. para la historia andina del Perú”, así como de los artículos de difusión escritos tanto por mí como por periodistas profesionales, quienes consultaron específicamente este archivo, posible en gran parte porque Michel van Rijn remuneraba a precios internacionales mi trabajo al respecto, como consta en el repositorio documental del MNAAHP, tanto por responsabilidad profesional como por que es requisito indispensable para cobrar los respectivos honorarios profesionales. Ahora bien, es pertinente recordar aquí que con excesiva frecuencia los documentos de temas conflictivos suelen desaparecer de los archivos públicos. 13. Castro et.al. 2000: 128-129, 219. 14. Tauro del Pino 1987:6, 2117. 15. Nagin 1990; Kirkpatrick 1992; Atwood 2003; Alva 2003. 16. Larrabure y Unanue 1906; Pease 1995: 51-61; 1998a; 1999: 180-181, 191, 280. 17. Pease 1998b:16; Gonzáles-Varas 2000: capítulos 9 y 11. 18. Gutiérrez 1978: 415. 19. Anónimo 1996; Avalos de Matos & Ravines 1974; Brodie, Doole & Watson 2000: 32; Marchisano & Chenis 1997, 2000, 2002; Mould de Pease 2000, 2002a & b; para los indispensables precedentes jurídicos internacionales, véase, Greenfield 1996. Portales de Internet: www.michelvanrijn.com.eu www.sipan.perucultural.org.pe/mochica.htm www.icom.museum/diversity.html. www.wac.uct.za/archive/content/vermillion.accord.html www.icom.museum/diversity.html www.nmai.si.edu www.exchanges.state.gov/culprop/1pe97agr.html www.amisquaibranly.fr Video: Compañía de Radio – Televisión de Galicia. Colección de Leonardo A Patterson. Santiago de Compostela. 1997

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Pulpo Moche que fue saqueadadel sitio arqueológico cerro La Minae n l a L i b e r t a d e n 1 9 8 8 .

Estas piezas saqueadas del sitio arqueológico La Mina - La Libertad en el año 1988. Se encuentran en el poder del coleccionistaLeonardo Patterson en Londres.