Los mitos raciales - Juan Comas

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N e NUMERO 6 FEBRERO DE 1956 E J E MP LAR: $ 1.00 LA D NACIO AL AUTO aMA DE MEXICO LOS MITOS RACIALES E una ob ervación muy común aquella de que no to los los hom- bre son semejante. En efecto, pre entan é to cierta variaciones en su aspecto físico que e transmiten to- talo parcialmente de padres a hijos, y los grupo así formados con una relativa ho- mogeneidad constituyen lo que vulgarmen- te se denominan "razas". Esta no sólo difieren entre í, ino que e sitúan en ni- distintos, debido a que unas dispo- nen de los recur os de una civilización avanzada, y otras, por el contrario, e ha- llan en un estado de mayor o menor atraso. He ahí la base inicial de todo el proce- so racista. De la superioridad real o apa- rente se pasa con facilidad a la idea de que los éxitos de un pueblo son debidos a sus cualidades inherentes. Las diferen- Por Juan COMAS clas somática individuale on la que han motivado el error que cometen CI r- tos partidos político, agrupacione na- cionali tas y i temas ociales, al fomen- tar y exalta r el prejuicio de la uperiori- dad racial de u respectivo grupo. De ahí que en la historia de la humanidad abunden tantos pueblo elegidos, orgu- I!osos de us supuesta virtude y excel- sas cualidades innatas, cada uno siguien- cl0 un camino especial que le valdrá los fayores del verdadero Dios. El mor:ogenismo ortodoxo cristiano le ha conducido naturalmente a .ser antirra- cista por principio, aunque no se puede a fi rma r esto de todos los cristianos. Re- cuérdese que. según la tradición biblica, un de lo tre reye mago era negro. El papa Pio X [ cond nó l raci mo; y ya en 193 I aticano on ideraba lo movimientos racista como una apo ta ía contraria, en e píritu y en doctrina, a la cri tiana. Tampoco los mahometanos han mani- fe tado nunca intran ig ncia ni intoleran- cia racialc hacia los otro pueblos, desde el instante en que ésto adoptaban sus creencias religio as. Frente a esto- caso deben eñalarse, in embargo, otros que de de los más re- motos tiempos revelan actitude opuesta. Hace do mil año, los griego con idera- ban como bárbaros a quienes no pertene- cían a su grupo. Y los persas, según He- rodoto. se juzgaban uperiores al re to de la humanidad. Para justificar la a piración de los grie_ ,. ,no hay ra::;a. que, guiado por la ro::;Ótl, 110 llegue o. olcon::ar la virlud, ,. . " l' . A gusto Lunel e UMARIO L 't ., J C' e 1 a feria de los díos e C; Ibriel .Vio,reel " el u",sleno ol1looglCO, por u. , S : os 11M os roelQ es, por uan amas . .'. . _? X ir Ta- Utl poema autógmfo de Carlos Pellicer e MI'. Mil/el', (fragmento de no:ela) por Jase LUIS GonCzale,z e p 6 /P,ero , . . "Z r I fOil o Reyes e 1:.1 esenlor y su t'lempo: al' os e ,eer, por . an " vera Alfara e H'lslona. doemllenlol de 1II1S 1 Jros. po . C'I V Id' L 'Irlls mc",iCOllas en 1955 . •. . . J J C de la Serna e El e'ne por alaS a es e as , hOli'eI10¡e, por Tomas Segovla e Aries P'aslleas, poT . . respo . H 'B' d I'b '1' os por Jaim García Te. ' , . d P I t d '\ndres enestrosa e araJa e ,YOS e.l rOtlJeY , por AJí Chumacero e L'lbros, por Eduardo Llzal e. re e:ros, e. . rrés e Dibujos de Julio Vidrio Fotos, de Ricardo Salazar y José Verde.

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N e NUMERO 6

FEBRERO DE 1956

E J E M P LAR: $ 1.00

LA D NACIO AL AUTO aMA DE MEXICO

LOS MITOS RACIALES

Euna ob ervación muy común

aquella de que no to los los hom­bre son semejante. En efecto,pre entan é to cierta variaciones

en su aspecto físico que e transmiten to-talo parcialmente de padres a hijos, y losgrupo así formados con una relativa ho­mogeneidad constituyen lo que vulgarmen­te se denominan "razas". Esta no sólodifieren entre í, ino que e sitúan en ni­ve~es distintos, debido a que unas dispo­nen de los recur os de una civilizaciónavanzada, y otras, por el contrario, e ha­llan en un estado de mayor o menoratraso.

He ahí la base inicial de todo el proce­so racista. De la superioridad real o apa­rente se pasa con facilidad a la idea deque los éxitos de un pueblo son debidos asus cualidades inherentes. Las diferen-

Por Juan COMAS

clas somática individuale on la quehan motivado el error que cometen CI r­tos partidos político, agrupacione na­cionali tas y i temas ociales, al fomen­tar y exalta r el prejuicio de la uperiori­dad racial de u respectivo grupo. Deahí que en la historia de la humanidadabunden tantos pueblo elegidos, orgu­I!osos de us supuesta virtude y excel­sas cualidades innatas, cada uno siguien­cl0 un camino especial que le valdrá losfayores del verdadero Dios.

El mor:ogenismo ortodoxo cristiano leha conducido naturalmente a .ser antirra­cista por principio, aunque no se puedea fi rma r esto de todos los cristianos. Re­cuérdese que. según la tradición biblica,

un de lo tre reye mago era negro.El papa Pio X [ cond nó l raci mo; yya en 193 I aticano on ideraba lomovimientos racista como una apo ta íacontraria, en e píritu y en doctrina, a lafé cri tiana.

Tampoco los mahometanos han mani­fe tado nunca intran ig ncia ni intoleran­cia racialc hacia los otro pueblos, desdeel instante en que ésto adoptaban suscreencias religio as.

Frente a esto- caso deben eñalarse,in embargo, otros que de de los más re­

motos tiempos revelan actitude opuesta.Hace do mil año, los griego con idera­ban como bárbaros a quienes no pertene­cían a su grupo. Y los persas, según He­rodoto. se juzgaban uperiores al re tode la humanidad.

Para justificar la a piración de los grie_

, . ,no hay ra::;a. que, guiado por la ro::;Ótl, 110 llegue o. olcon::ar la virlud, , .

. " l' . A gusto Lunel eUMARIO L 't . , J C' e 1 a feria de los díos e C; Ibriel .Vio,reel " el u",sleno ol1looglCO, por u. ,S : os 11M os roelQ es, por uan amas ~ . .'. . _? X i r Ta-

Utl poema autógmfo de Carlos Pellicer e MI'. Mil/el', (fragmento de no:ela) por Jase LUIS GonCzale,z ep

6/P,ero "ub0-J.O_.~' l~~a' :V~ítlj¡1I0, . . "Z r IfOil o Reyes e 1:.1 esenlor y su t'lempo: al' os e ,eer, por . an "

vera Alfara e H'lslona. doemllenlol de 1II1S 1 Jros. po . C'I V Id' L 'Irlls mc",iCOllas en 1955. •. . . J J C de la Serna e El e'ne por alaS a es e as e· ,hOli'eI10¡e, por Tomas Segovla e Aries P'aslleas, poT . . respo . H 'B' d I'b '1' os por Jaim García Te. '

, . d P I t d '\ndres enestrosa e araJa e ,YOS e.l rOtlJeY ,por AJí Chumacero e L'lbros, por Eduardo Llzal e. re e:ros, e. .rrés e Dibujos de Julio Vidrio • Fotos, de Ricardo Salazar y José Verde.

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gc,>s a la hegemonía universal, Af>is~óteles

(384-322 a. de J. C.), admitía la ideade que ciertos pueblos nacen para ..serlibres y otros para ser esclavós. Esa tesis

ué- restablecida en el siglo XVI para legi­:,\timar.I~ esd~vitud de los negros e indios'oe Aínérica.

En~a~bi_o, Cice!"ón (103-43 a. de J.C.),. sostenía una opinión contraria: Loshombres se di ferencian por el saber; más,todos son, iguales, por sus aptitudes paraconseguir eS,e saber; no hay raza que,guiada por .1a'....r.azón, no llegue a a~can-

zar la virtud:' , 'Con el comienzo'd~ la colonización en

Africa y ~I 'descub¡-¡'I~li~nto de América,el prejuicio de raza y color se incrementóconsiderablemente, lo que se explica porrazones de orden económico, por el re­surgimiento del espíritu imperialista co­lonial y otros diversos factores.

Juan Ginés de Sepúlveda (1550). enun esfuerzo por justificar la instituciónde la esclavitud. apoyándose en la tesisaristotélica, hablaba de la inferioridad yla perversidad natural de los aborígenesamericanos, afirmando que son seres irra­cionales y que los indios son tan diferen­tes de los españoles como la gente cruel loes de la benigna, o como los monos loson de los hombres. Naturalmente, frayBartolomé de las Casas defendió la doc­trina cohtraria, luchando incansablementeen favor de la idea de que todos los pue­blos del mundo se hallan formados porhombres y no por homúnculos o semihom­bres predestinados a hacer lo que otrosmandan.

La estratigrafía social en América La­tina se basó inicialmente en la discrimi­nación racial según este orden: criollos,mestizos, indios y negros. Teóricamentelas leyes eran y son contrarias a tal dis­criminación, pero hasta ahora han per­manecido sin cump~irse.

Con el antecedente de Montaigne(1533-1592) al decir, refiriéndose a losindios del Brasil, no 'hay nada de bárbaroni de salvaje en esta nación, sino que cadauno denomina barbarie a lo que está fuer:!de sus costumbres, debemos señalar la ac­titud de algunos de los más ilustres pen­sadores de los siglos XVIII y XIX, Voltaire(1694-1778), J. J. Rousseau (1712-1778)Y Buffon (1706-1788) fueron, entreotros muchos, partidarios decididos de laidentidad fundamental de la naturalezahumana y, en consecuencia, de la igual­dad entre todos los hombres. Por el con­trario, D. Hume (1711-1776) afirmaba:"Estoy dispuesto a creer que los negrosson inferiores por naturaleza a los blan­cos.",Tampoco E: Renan (1832-1892),acepto la supuesta lRualdad humana. Y.H.A. Taine (1828-1893), combatió tambiénesa hip~tesis, negando que griegos, bár­baros, hmdúes, el hombre del Renacimien­to 'y el hombre del siglo XVIII procedierande un mismo molde.

A pesar oe !a in fIuencia de algunospensadores, los prejuicios raciales se vol­v'ieron una verdadera doctrina en los si­glos X\'lI! y XIX, El progreso alcanzadopor las hilanderías mecánicas abrió a losproductores de algodón mercados, cadavez más vastos, y en consecuencia unanecesidad creciente de mano de obra ser­vir. Fuf'pqra 'defender esa famosa insti­tuciém par:ticulf\r que filósofos y sociólo­gos del sur de los Estados Unidos dieronc,u~rpo a t?da t¡na mito~ogia pseudocien­tIflca, destll1ada a justificar tal estado de

cosas. Había necesidad de convencerse,para apaciguar la conciencia, de que 'elnegro era un ser no solamente inferioral blanco, sino aun mal desasido de laani'fnalidad.

Más tarde, los blancos acogieron con'entusiasmo el darwinismo que, al procla­mar la supervivencia del más apto, veníaa afianzar y confirmar la política de ex­pansión y de agresión en menoscabo delos pueblos inferiores; el hecho de queciertos grupos humanos fueran reducidosa la esclavitud o cayeran bajo las balas delas ametral'adoras y fusiles europeos, sig­nificaba simplemente el cumplimiento deJa teoría de que un conjunto humano infe­rior está destinado a ser reemplazado porotro superior.

No es justo atribuir a Darwin -comomuchos han hecho- la paternidad de esateoria odiosa e inhumana. La verdad es

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UN~VEKSIVA~ DE MEXICO

que la existencia de grupos compuestosde hombres de color, convertidos en com­petidore~ potenciales en los mercados detrabajo, y que r~clamaban las ventajas,so­ciales que los blancos habían consideradocomo su bien exc~usivo, debía V1ecesaria­mente conducir a estos últimos a disimu­lar bajo algún pretexto el materialismoeconómico absoluto que les hacía rebusara tales pueblos toda participación en lasituación privilegiada de que ellos disfru­taban. Ese pretexto lo encontraron en par­te • en la tesi s biológica clarwiana queacogieron con beneplácito; y, después dehaberla simplificado, deformado y adap­tado a sus intereses particulares, la trans­formaron en 10 que se ha llamado eldarwinismo social., con que pretendieronjustificar sus privilegios socioeconómicos,pero que no tiene nada que ver con losprincipios estrictamente bidlógicos deDarwin. '

De este modo los progresos de la biolo­gia se uti~izaron malévolamente para su­ministrar explicaciones, en aparienciacientíficas y senci~las, destinadas a resol­ver las perplejidades anteriores relacio­nadas con la conducta humana.

Es evidente que la herencia somatopsí­quicainfluye en el aspecto y en la con­ducta de los seres humanos; pero esto noautoriza a admitir y defender, como ha­cen los racistas: a) que la herencia bio­lógica es el único factor importante; b)que se puede pasar fácilmente, despuésde hablar de las dotes heredadas por losindividuos, a ~as dotes hereditarias de loserupos.

La idea de raza hállase tan cargad:! deelementos emotivos que la discusión ob­jetiva de su significado frente a los pro­blemas sociales resulta sumamente difí­cil. No existe ninguna base científica paraestablecer una clasificación general de lasrazas según su grado de superioridad ()inferioridad, pero los prejuicios y mitosraciales permiten encontrar una víctimapropiciatoria, cada vez que la seguridady la cohesión del grupo se encuentranamenazadas.

Esta breve síntesis nos sirve de intro­ducción al análisis más detallado de al­gunos de los mitos sobre los que se apoyala teoría racista.

1. El mestizaje.-En el hombre ha si­clo y es tema de múltiples controversias yestá condicionado por la opinión que setenga de las razas y sus diferencias. Elconcepto de raza supone la existencia degrupos que prestan ciertos caracteres so­máticos similares que se transmiten segúnlas leyes de la herencia, aunque dejandomargen a la variación individual.

Los pueblos europeos se hallan tan mez­clados que cualquier intento de clasifica­cién aun tomanco como base dos caracte­res (color de ojos y pelo), excluiría losdos tercios de la población en cualquierregión escogida para el estudio.

No existen pues razas humanas puras.A lo sumo, se podría hablar de raza puraaludiendo a un determinado carácter so­mático, pero nunca a todos o a la mayoríade los caracteres hereditarios. La mezclade razas se ha realizado desde los comien­zos de la vida del hombre sobre la tierra,incluso en la más remota prehistoria;aunque, evidentemente, las mejores .co­municaciones y el aumento de la poblaciónhan faciliti.do más el mestizaje en los úl­timos siglos.

(Pasa a la pág, 8)

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U IVERSIDAD DE MEXICO 3

NO

MeHO hombres de esta época

exhiben una señalada tendenciaa significar e en términos pre­ponderantemente negativos. Pre­

fieren de truir, que no edificar. Matar,antes que dar vida. Contrariar lo ajeno,

LA FERIA

D E

DISTANCIA

PERO entre estos hechos y el defincar en el puro aniquilamientoel sentido y la justificación últim;¡de la existencia, media una distan­

Cia definitiva. La misma que separa lo

y COBARDIA

PEREZA

Ili:tc;ral, de lo monstruoso. O la que alejala gallardía razonada, del suicidio insen­sato.

PORQUE la nada, en cuanto nada,

no representa ningún valor, sinoprecisamente una ausencia total devalor. Y el luchar por ella, sólo

por ella, redunda en un combate estéril,sin objeto y sin nobleza.

J. G. T.,

LA NADA

EN el fondo de dichas anti-doctri­nas late un problema de perezamental. De fijo es más cómododerrumbar que construir. Es más

fácil decir "niego aquello", que "afirmoesto". Para lo primero basta un siníplegesto; para lo segundo hace falta un ejer­cicio mínimo de la inteligencia.

Ytambién se descubre un asomo de

cobardía. De ciega cobardía mo­ral ante los especí fico apremiosdel hombre, que son urgencias de

ser, de crear, de superar los escollos quelo limitan, mediante el enraizamiento enla propia y peculiar sustancia, y :l travésde todos los riesgos y cle toclas las ame­nazas.

DIASLOS

NEGACIONES VALIDAS

NO pretendemos la invalidez esen­cial de toda postura negativa.Hay negaciones concretas que seantojan convenientes, y aun in­

dispensables, en un momento determina-

do. Y por otra parte, no se concibe unaafirmación que no sea excluyente y ne­gadora, en mayor o me'nor grado, de afir­maciones diversas.

PARTICULAR

DOCTRINAS que, a fin de cuen­

tas, resultan anti-doctrinas. Re­chazos g~obales y sin discrimina­ción, de un sistema, de un pro­

grama, y hasta de una realidad física.Movimientos de escueta agr~sión, quesuelen agotar sus empeños en el exter­minio de un adversario absoluto, ci fraobsesiva del mal sobre la tierra; y queno reconocen la alternativa de una opo­sición fecunda: del encauzar, en suma,por vías de afirmación las posibles razo­nes originales de su antagonismo.

LAS ANTI-DOCTRINAS

• •

EN el orden del pensamiento, talactitud se traduce en la contempo­ránea abundancia de doctrinas cu­yo resorte fundamental está sim-

bolizado por la partícula "anti": el anti­semitismo, el anti-dericalismo, el anti-co­munismo, el anti-yanquismo ...

mejor que demostrar lo propio. Hab~an delo que no son, de lo malo que es ser comolos otros; y olvidan en cambio lo que síson o pudieren ser ellos mismos.

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

ESTROFA A ADAM MICKIEWICZOyeme, camarada, estás herido;

por causa de esa herida nadie muere.El que sepa tu nombre y se atrinchereen tu nombre, dará muerte al olvido.

Llamo a tu corazón y es todo oído:El cielo de la noche lo sugiere.

La historia de la luz en tí prefiere

tu oceanía de hombre desmedido.

Yo me quedo mirando tus heridasy veo cómo brotan las cien vidas

que de cien muertes desnuda y sangrante

Polonia entre tus brazos y tus cielossurge a la voluntad como un diamantellevado por magníficos deshielos.

REC1L

bilidad -repetimos- 'es simplemente unaspecto de la desesperación. La mismahumildad de Marcel no es más que unaprofesión de fe, según las palabras que élmismo subraya: "La única esperanza au­téntica es la que se dirige a lo que nodepende de nosotros, aquello cuyo móviles la humildad, no el orgullo."

Marcel concluye proclamando el amorcomo un tercer camino entre los excesosde la dog;nática y una simple clasifica­ción de los misterios. Queda así frentea un mar de reflexiones.

¿ Es comunicable el misterio? ¿ La exi­gencia ontológica no implica otras exi­gencias que rebasan el puro recogimiento?¿ N o es el amor algo cuya esfera sobre­pasa el campo del recogimiento? Si encierta manera somos el misterio o ti mis­terio es en nosotros como formando partede nuestro ser ¿no sería el orgullo, (que"consiste en no encontrar fuerza másque en sí mismo") una forma de fideli­dad a él? Así como la verdadera humil­dad considera que esperar de sí mismoes desesperar de Dios ¿ un verdaderoorgullo no sería aquel que consideraraque esperar de Dios es desesperar de símismo? Visto así el orgullo, el suicidioque es una desesperación absoluta tantode Dios como de nosotros mismos esta­ría en la tierra de nadie. ¿ Hasta dóndesomos; cuál es el límite que nos separadel mundo que nos rodea? Esperar delas fuerzas que nos unen a todo, y con lascuales somos indisolubles ¿ no es esperarde nosotros mismos? Si aceptamos queen la exigencia ontológica desaparece loen mí y lo ante mí, el ser sería un vínculo,una cópula. Su fundamento sería el amory esperar de él sería esperar de nosotrosmismos en cuanto somos, no en cuantoalgo no es, Dios por ejemplo.

GABRIEL MARCEL. Posición y.Aproximacio­nes Concretas al Misterio Ontológico.Prólogo y traducción de Luis Villoro.Ediciones Filosofía y Letras. N9 3. Im­prenta Universitaria. México, 1955.

P E LsoLR

GABRIEL

Mas la presencia no es la presencia eleun objeto -esto cabría dentro de lo pro­blemát.i~o- sin? qu~ ~s.tá conmigo. AqUÍla nOClOn de dlsp011lbllldad se hace evi­d~nte. La presencia implica una recipro­Cidad que no existe en la relación desujeto a objeto, ni de sujeto a sujeto­objeto. ;

Para Marc~l, como para Kierkegaard,'la desesperaC1,ón es el pecado. La indis­ponibilidad es un aspecto de la desespe­ración tal como la ve el filósofo danésen su Tratado. '

Encontramos en la tesis de GabrielMarcel muchos e Íntimos puntos de con­tacto con la filosofía de Kierkegaard. Elautor de Temor y Temblor define el yocomo "una rela,ción de finito e infinitoreferid,a a sí misma". El recogimientono sena otra cosa que la exaltación delJ:0. conce~ido de tal manera, y la fe suU11lca salIda. En cuanto a la disponibili­dad y la fidelidad creadora, caben perfec­tamen.te dent.r0 de la concepción de fe,que tiene Klerkegaard; y la indisponi-

Por Augusto LUNEL

ONTOLOGICO

MISTERIO

MARCELy EL

CA

EXISTE, nos dice Marcel, una exi­

gencia ontológica que tratamos ~esofocar a todo trance. Hemos SI­do limitados a la idea de función.

El amor el nacimiento, la muerte sóloson func'iones. Tanto en la actividad co­mo en el reposo el hombre realiza fun­ciones. No hay nada inexplicab.le:. Haquedado reducida a cero la pOSibIlidaddel asombro.

Sin embargo, esta vida que nos exponea la de esperación no acal1a compl.eta­mente ciertas potencias ocultas que la Ideade función no puede explicar.

Aquí aparecen las diferencias entre elámbito del misterio y el de lo proble­mático. El mundo en que vivimos estáreducido a problemas. Hay problemasresueltos y problemas sin resolver, perono hay misterio.

El misterio es meta-problemático. Laexig.~ncia ontológica nos colocaría nosólo ante el problema de si el ser es, yde qué es el ser, sino. también nos l.le­varía a preguntarnos SI nosotros que 111­

terrogamos podemos estar seguros ele ser.Quién formula el problema, no obstante,se coloca fuera de él y no ciertamenteporque el cogito cartesiano le resuelvanada. El cogito presupone la validez delsujeto pero 110 la del objeto. El yo soyes indivisible; convertir el sujeto en ob­jeto es ponerlo en duda.

Pero la posición cartesiana implicaríaa su vez un dualismo, ya que el inte­rrogante ontológico es ante la totalidaddel ser y ante el sujeto en cuanto tota­lidad. 1 o estamos pues frente a un pro­blema sino más allá de él. Quién inte­rroga tiene una importancia fundamental.El sujeto es, más bien quien interroga.Nuestra interrogación por el ser es unaafirmación. La realidad sujeto no puedeser objeto ni solución del pensamientoreflexivo. Es meta-problemática.

En efecto, lo meta-problemático tras­cendería siempre la dualidad de un sujetoque afirmara el ser, y del ser en cuantoafirmado por ese sujeto, que a la vezfunda la dualidad. "Poner algo meta-pro­blemático -dice el autor- es pensar elprimado del ser, respecto del conocimien­to (no del ser afir111.ado, sino más biendel ser afirmándose), es reconocer queel conocimiento está envuelto por el ser,que en cierta manera le es interior."

Es difícil por lo tanto refutar las in­terpretaciones que desde el punto de vistade la idea de función se hacen elel mis­terio, sin colocarse en un terreno distinto,donde pierden su sentido.

El conocer se suspende en cierta for­ma de participación: el misterio. El mis­terio sería un problema que rebasa suspropios datos. Los limites entre misterioy problema no son pues precisos. Ten­demos a degradar el misterio en proble­ma: La diferencia estriba en que el mis­tena rompe las fronteras de lo en mí vlo ante mí. La esfera de lo meta-proble­mático coincide con la del amor.. Para Mar:cel 110 hay ontología posible,

sin el recogImiento: restablecimiento in­terior, r-eflexión a la segunda potenciadispo1]ibil idad activa, fidelidad creadora:

La fidelidad creadora se refiere siem­pre a "liha presencia; y es activa porquesupone una lucha tenaz contra las fuer­zas '; de un mundo qüe nos invita y aúnnos ocoacta a la dispersión. La presenciano solo es conservada sino perpetuaday renovada, "su virtud consiste en unamisteriosa incitación a crear",

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EL GRAN OIARIO JI: MEXICO

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Page 7: Los mitos raciales - Juan Comas

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6 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Por José Luis GONZALEZ

MILLER

El criollo todavía no se decide. Espera.Con lo que ha sembrado siempre no 10pasa mal. Si la caña va a hacer lloverI:laná, como dice el yanqui, ya habrátIempo de agarrar síquiera una llovizna.Pero que se aventure otro primero. Des­pués se verá.

Pasan los años, lentos.El yanqui siempre se deja ver de rato

en rato, "a saludar nada más, don Ra­món". Los años 10 van poniendo O"ordo \'cada vez rná rojo, IQ va.n haciend; amiln-

ter a competidores de las compañías ta­bacaleras ...

-¿ y qué pasaría si se cae el preciodel azúcar, mister Miller ?-, preguntacon malicia mal disimulada don Ramón.

El yanqui sonríe, y pregunta a su vez:-¿ Qué le pasaría ... a quién?-A ustedes ... y a los cosecheros. A

todos.-Pues a nosotros nos forzaría a re­

duci r la producción, naturalmente... vquizá hasta a parar algunas centrales. Álos cosecheros, en cambio, los obliga­ría simplemente a cambiar de cosecha.¿ Qué la caña no deja mucho? Pues a sem­brar otra cosa, y se acabó. ¿ No le parece?

El criollo calla un instante, parece me­ditar sobre una idea que todavía no hamadurado, y al fin plantea:

-¿ y si el precio, en vez de bajar, su­be?

Mister Miller vuelve a sonreir y dice:Salimos ganando todos, don Ramón.

¿ Qué mej or que eso?-¿ Y cómo anda en estos días el pre­

cio del azúcar, mister Miller?-Pues depende, depende ... Depende

de una serie de cosas. Pero va tener queperdonarme, don Ramón, porque se meva haciendo tarde.

-Pero, hombre, si ni siquiera me hadejado ofrecerle una taza de café.

-No, muchas graci$ls, mi amigo. Yame tomé una en la oficina, antes de salir.y se me va haciendo tarde, créame. Bue­no, don Ramón ...

y tiende otra vez la roja manaza.-Hasta luego, mister Miller- dice

el criollo: :Un día de estos le vaya devol­ver la VISIta, y a 10 mejor hablamos unpoco de negocios, ¿ no ?

-Cuando guste, don Ramón. cuandoguste. Sabe que siempre estamos a susórdenes.

y destrenzado otra vez el camino realbajo las patas de su caballo, el yanquisonríe y se dice: "Ya 10 creo que va adevolver la visita. Estos son todos igua­les: lo que temen es perder dos pesetas.Todavía no conocen la palabra in~ciativa,j Cnsto! y nosotros no se la vamos aenseíiar de ba'de, tJz.at's for sure !"

y espoloneando a la I~ontura con vio­liencia, se lanza en un galope que resue­na sobre las vegas y el lamería idílicocomo tambor que llama :.1 un combate de­cidido de antemano.

NOVELA)D E

te de lo buenos tabacos y del denso caféprieto que otrora se le hiciera intolerable.Ya compra caballos sin necesidad de con­sejero criollo, y los vendedores no le re­gatean elogios a su capacidad de selección.Sus paisanos que trabajan en "el Norte"para la misma compañía, amiO'os de lainfancia o antiguos compañero~ de cole­gio, que vienen a la Isla por unos cuantosdías en gestiones de negocio, tratan deconvencerlo de que ya es tiempo sobradoele ir pensando en un traslado y en .("retorno a los suyos, a donde realmentepertenece. Le recuerdan que ya cumpliólos cuarenta y todavía no se ha casado. Le.cuentan de sus familias, de la buena vidahogareña, de! reposado amor conYl¡<Tal V

de los chiquitines rubios que Jos cs;era;lcon l~ pipa y las pantuflas al regreso dela oflcma cada tarde. Le recuerdan las"Navidades b!ancas" de la tierra lejana,con sus pavos asados, sus trineos sobrela nieve su árbol iluminado,' su SantaClaus para los chicos. Y el yanqui acrio­llado se enternece un instante (estimuladoel poder de evocación por la botella dtwhisky al alcance de la mano) y se rindea la nostalgia en un trance casi doloroso.Cierra los ojos y asiste a un fascinantedesfile de girls de piel de melocotón yleche, de suave oeluza de maíz en las axi­las, su girls de ~1l1a juventud todavía cer­cana, piernilargas y elásticas, que Jo mi­ran desde el recuerdo con sus ojos deagua clara y le regalan sus sonrisas igua­les y distantes. Entonces, de repente:

-Mister Mile, ¿preparo el café?La. voz cantrina de la mulata joven que

mantIene en orden su casa de soltero haceali~cos el encan.to de la evocación. El yan­qUI abre los oJos, el rostro contraído enuna mueca de disgusto que asusta por unmomento a la muchacha. Pero la visiónde la hembra joven frente a él, la esplén­di?a .es~ultura viva de su cuerpo (cuyosmas llltlmos encantos dejaron hace tiem­po ~le guardarle sus secretos), borra enun lllstante la impresión de disgusto cau­sada por la interrupción.

-Sí, María. prepara café para todos.Pero no tan fuerte como de costumbre.

Añade, sonriente, pa ra explicar.-Los señores tienen todavía la sangre

un poco rala.

La muchacha devueke la sonrisa des­cubrie:l.do una hilera de parejas perlaspequel1ltas. Y entonces es cuando misterMilJer, al volver el rostro, percibe el efec­to que la aparición de la muchacha hatenido sobre el grupo de sus paisanos. Sedivierte con la bocaza abierta de uno deellos y con la turbia mirada codiciosa del'n segundo, y de súbito los saca a todosdel embeleso con una carcajada ruidosa:-j Ja! ¿ Decían ustedes de ... ir pen­

sando en un traslado?- les lanza las pa­labras punzantes de ironía. Y ríe, feliz.contento de sí mismo.

Todo eso se lo cuenta a don Ramónque todavía no se decide a sembrar cañ~en sus trescientos cincuenta cuerdas, paradespués decirle, amigable:

T O(FRAGME

MR.DON Eamón se mantiene unos

cuantos años a la expectativa.El, a diferencia del jibaro que yavendió su tierra, sí "sabe de le­

tra", y la letra le ha enseñado varias co­sas. na de ellas: no esperaren estemundo, y menos sin pagar un precio, e!paraíso que posiblemente sólo existe enel de más allá. Otra: que sólo un desas­tre justifica un cambio de importancia encualquier aspecto de la vida. Lo que seha sembrado siempre todavía cs dir,ero,y lo otro ... Lo otro, si no se siembra,hay que comprárse'o al vecino. Y mien­tras haya tierra ...

Pero el yanqui quiere caña. El yanquiecha al suelo los viejos trapiches con susdos bueye lentos y trae de su tierra, parareemplazarlos, maquinaria poderosa quecuesta muchos dólares. Cierto que e amaquinaria es capaz de producir ·?n unashoras 10 que tomaría scmanas a un tra­piche, pero los beneficios que eso si~ni fi­ca dependen de que nunca falte qué mo­ler. De ahí que el yanqui quiera caña,caña en abundancia, mucha caña ...

y el futuro colono 10 ve llegar un día,ya mejor jinete, un tanto acriollado, consombrero alón y un tabaco en la boca, ysin intérprete porque ya no le hace falta.Lo ve llegar "como quien no quiere lacosa" :

-A saludar nada más don Ramón-.-Pase usted, mister Miller, tenga la

bondad. Encantado de verlo por aquí.y el yanqui se desmonta, con una agi­

lidad que no deja de impresionar al crio­llo, y sube hasta la galería de la casona.Tiende la roja manaza.

-A saludar nada, don Ramón, porquevoy ver una finquita que venden másallá de la propiedad de su compadre donPepe Miraba!.

-Tome asiento, mister Miller. Y ...¿quién vende, si se puede saber?

-La sucesión de don Leocadio Bení­tez. ¿Usted quizá conoce don J uan José,el licenciado? Es uno de ellos. y el abo­gado de la famil ia. El no quería vender,realmente, porque pensaba meterle cañaa la finca. Pero la viuda y otros hijos connegocios en San Juan... i en fin! Yovoy sólo por ver, porque verdaderamen­te ... ya no tenemos interés en comprar.

-¿ Cómo así, mister Miller?- tanteaclan Ramón.

-Mucho problema, mi amigo. Muchaadministración. La compañía no tiene in­terés en adquirir más tierras por ahora,sino en producir más azúcar.

-¿ y todo 10 que ha comprado hastaahora?

-¿ De quién, don Ramón? Del peque­ño propietario, porque era indisiJcncablecentralizar para reducir los costos deproducción. Pero, ¿ por qué comprarle :11propietario grande ? Nosotros 10 que que­rerilos es caiia. La tierra la comDramoscuando es necesario. pero si !la .. "... Quéganamos nosotros con hacernos de '~:.Int:.l

tierra?-Caña más barata.-No crea. Nosotros preferimos eco-

nomizar los gastos de administración ytoda esa historia. Hablándole con frari­queza, si mañana viene una crisis en elazúcar, ¿ qué vamos a hacer con la tierra?El agricultor puede cambiar de cosecha,según lo que más le convenga, pero no­sotros somos azucareros, don Ramón, ynada más que azucareros. Si se nos caeel precio del azúcar, no nos vamo a me-

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U IVERSIDAD DE MEXICO7

***Nada ni nadie detm'o el al'ance de la

marea verde.El finquero la vió llegar, la vió dete­

nerse momentáneamente :lI1te sus guar­darrayas, la ignoró unos aíios dcsel~ elfondo de su complacenCia tracilCJOnallsta,se juzgó fuerte para "usarla:' en su pro­vecho, y finalmente, con la JIlgenua con­vicción de que llegaba porque él "le dabapaso", la vió derribar SllS guardarrayas .yacabar de tragárselo todo: hasta las estrl­haciones mismas de la sIerra cafetalera.

***

-El otro día mataron en Europa alArchiduque de Austria.

Y el hacendado, católico e ignorante,comenta por decir algo:

-Los europeos como que se están ol­vidando de las en eñanzas del Señor.Ojalá que no les salga dema iado ca1'O.

A mister Miller la noticia le ha llegadomucho antes, en un cable desde NuevaYork. El hombre, solo en su oficina enese momento, abandona de un salto ~a i­lla giratoria y comienza a pasearse de unextremo al otro de la pieza, arrancándolenubes de humo denso a su tabaco. De re­pente se detiene, abre una puerta y llamaa un secretario.-j Los libros, Martínez!El secretario permanece 'cU10S instantes

en la puerta, vacilante, y el yanqui le adi­vina la duda:

-Todos, Martínez. Todos.-En s guida, mister Miller.

lope desacostumbrado en dirección de lacentral.

Mister Miller, desde la ventana de suoficina, el rostro iluminado por una son­risa, lo ve llegar y desmontar. En unasemanas, desde la decla ración de la gue­rra en Europa, las visitas de los finque­ros e han sucedido con una rapidez quesobrepasa por mucho los mejore cálcn­los del yanqui. Don Ramón ciertamente noes de los primeros, pero tampoco de losúltimos. Mister Mil\:r guarda en una dela gavetas de su escritorio la lista quepreparó de antemano, y ha ido tachandolos nombres según los finqueros han acu­dido. También ha ido anotando. junto :1

cada nombre tachado, el número de cuer­das que arropará la marea verde n lapróxima siembra. Todavía qneda más dela mitad de los nombres sin tachar, inembargo, y hay nombres que mi'ter Mi­lIer, enemigo de todo optimismo mal fun­dado, no incluye aún en la !ista. Pero elyanqui piensa en el futuro con una feinconmovible de empresario en vísperasde un boom sin precedentes.

Después de media hora de conversa­ción (ya don Ramón puede escribirle asu hermano que, después de todo, 110 eratanta la prisa y que el temor de "llegartarde" no tenia fundamento alguno), unempleado trae dos tazas de café reciéncolado y mister Miller produce de unacaja sobre el escritorio dos de sus taba­cos escogidos. Saboreando ambas cosas,don Ramón le confiesa a mister Milleruna preocupación que empieza a intran­quilizado en los momentos 110 ocupadospor problemas más inmediatos y concre­tos:

-Algunos colonos se están viendo endificultades con los trabajadores, misterMiller. Los socialistas ...

El yanqui lo interrumpe con una sonri­sa mientras da vueltas al Cigarro humean­te' entre el índice y el pulgar de la dies­tra.

-El socialismo, don Ramón -dice,con un dejo de desprecio-, el socialis­mo, bajo la bandera amel~icana, es un sa­rampión inofensivo del SIstema, en com­paración con el ti fa que ha llegado a s~r

en la Europa cansada y decadente. Y fl­jese que esa gente celebra todas sus asam-bleas con las franjas y las estrellas sobre

/~ la pared. Estamos inmunizados. No seY esa madrugada, un jíbaro trasno- preocupe.

chado que regresa a su bohío de un ba- Las pa~abras del yanqui no al~an~an aquiné en casa de un compadre, contemj)'a calmar por completo todas las lIlClplen-intrigado desde el camino la solitaria ven- tes aprensiones ele don Ramón, p.e ro, altana iluminada en el edificio de la Ad- mismo tiempo, suenan tan ... ¿ como seministración de la central. diría? ... j tan autorizadas, casi sabIas!

Aquello de "la Europa cansada y dec~­

dente", por ejemplo, es cosa como de lI­bros. Y, además, si mister Miller, quetiene tanto o más que perder a manos dela peonada salida de lugar, no se preo­cupa ...

Don Ramón le echa dos carajas al peónque ensilla el caballo y que no acaba decomprender toda aquella irritación y '~oda

aque!la prisa súbitas. El peón sabe queel hermano de don Ramón, el licenciadodon Antonio, llegó de San Juan anoche,cuando nadie lo esperaba. y de pués vol­vió a salir para la capital temprano estamañana. Pero no sabe que los dos hom­bres permanecieron en el despacho de -:\onRamón hasta los primeros claros del alba,y menos sabe en qué consistió la conver­sación que los mantuvo ocupados hastaesa hora.

El peón ve montar a don Ramón, looye echar otro caraja -esta vez el caba­llo que caracolea antes de largarse al ca­mino- y después 10 ve alejarse a un ga-

* * *

- Ya ve. Lo que son los huesos de es­te yanqui se quedan para abono de estatierra.

-Nosotros encantados de que no senos vaya, mi ter Miller - dice el fin­quera, corté .

Despué de una pausa llena de compla­cencia, durante la cual ambos dejan va­gar sus miradas obre el paisaje multiver­de, ahito de sol, el yanqui de repente seva al grano:

-¿ Así que no se decide, don Ramón?-Pues por ahora ... francamente ...

sería un poco aventurado, ¿ no le parece?l,'íjese que no me va mal con lo que heé'é'mbrado siempre.

-Ya lo sé. Pero le podría ir muchomejor. ¿ Por qué no prueba con una co­secha?

-Pero, mister Miller, usted sabe queno se cambia de cosecha como de corbata.

o es posible sembrar una cosa un año y

cúía el siguiente y otra cosa el de másallá. Esos cambios cuestan plata. " mu­cha vlata.

-¿ Y si nosotros le garantizáramosunas cuantas cosechas, don Ramón? Us­ted puede hacer sus cálculos. Cuestión denúmeros: dos y dos son cuatro.

El criollo no responde en seguida, pe­ro cuando mira otra vez hacia sus cam­pos, tratando de formular una evasiva, lavisión de los maizales y los platanales sele transmuta como por encanto, y en sulugar aparece -tan claro, tan claro quecasi lo ve- un gran océano verde, Tuti­!ante bajo el sol como una inmensa esme­ralda increíble. Y el vaivén de las rubiasguajanas al viento se le antoja un millónele olas de oro, de oro que sólo esperaque sus manos ...

-¿ Y si le garantizáramos unas cuan­tas cosechas, don Ramón?

Y cierto día, en boca de un viajero queviene de San Juan, llega a una de las ha­ciendas la noticia:

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UNIVERSIDAD DE MEXICO8

L o s M 1 T o s R A e 1 A L E s(Viene de la. pág. 2)

La historia nos enseña que todas lasregiones donde ha florecido una alta cul­tura han 'sido el escenario de la conquistade un pueblo indígena por otros grup~s

nómadas. Esas conquistas fueron segLll­da por la creación de una nue~~ amal~a­

ma considerada como una naClOn raCial­mente homogénea, aunque en realidad setratara de un nuevo pueblo integrado porrazas diferentes.

Quienes consideran el mestizaje peli­gros para el futuro de la ?~ma~lÍdad,

afirman que es fuente de debIlitamIento;que aminora la inmunidad contra ciertasenfermedades; que prostitutas y vagosson más frecuentes entre los tipos mesti­zos que entre los puros; que se observanen aquéllos la presencia creciente de latubercullosis y otras enfermedades, asícomo una disminusión del equilibrio men­tal y del vigor; y, finalmente, que el mes­tizaje hace aumentar la criminalidad.Otros muchos sostienen la tesis de que,como consecuencia de la hibridación conelementos extranjeros, la población nor­teamericana perdería el carácter armó­nico y estable que posee en la actuali­dad; y algunos han llegado a afirmarque tal desarmonía originaría toda suer­te de males sociales e inmoralidades.

Un razonamiento que anula el valor deconclusiones como las que comentamoses el que presenta M. Lundborg al probarque el mestizaje es numéricamente másfrecuente entre las clases sociales inferio­res que entre la media y superior; portanto, los efectos observados por Mjoeny Davenport se deben no ya a la supuestacorrelación entre hibridismo y degenera­ción o debilidad, sino a la mezcla de indi­viduos pertenecientes a los sectores másdepauperados en los diferentes gruposhumanos. Y esto ocurriría tanto con laendogamia como con la exogamia; es de­cir, que el mestizaje no juega aquí ningúnpapel. En realidad, las familias humanasen las que se ha practicado la endogamiade manera constante se caracterizan fre­cuentemente por un grado de degenera­ción igual o aun mayor al que se haatribuído a los mestizos. La endogamiasirve, además, para descubrir las poten­cialidades hereditarias de un grupo, yaque entonces se manifiestan externamentelas características hereditarias recesivasque permanecieron ocultas en tanto sólolas poseía uno de los progenitores. Si elcarácter de que se trata es perjudicial,resulta lógico y necesario proceder a cru­zamientos de tipo exogámico (mestizaje)que harán intervenir un factor heredita­rio dominante, capaz de anular el carácterrecesivo perjudicial. La endogamia hacevisibles o tangibles las anomalías y defec­tos de tipo recesivo que la exogamia tien­de por el contrario a anular o, por lo me­nos, a contrarrestrar.

Por eso no puede generalizarse dicien­do que la endogamia o la exogamia sonbuenas o 'malas en cuanto a sus efectossobre la descendencia, ya que todo depen­de, en cada caso, de las característicasgenéticas de los individuos que vayan acruzarse.

Ni los partidarios ni los adversarios delmestizaje han delimitado alguans cues­tiones que creemos deberían abordarse:

a) efectos producidos por el cruzamie~to

no sólo entre. grupos claramente supeno­res a la media, sino también de modo es­pecial entre grupos francamente inferio­res a la misma; b) forma que adoptan losobstáculos de orden ambiental contra loscuales tienen generalmente que luchar losmestizos.

Si la ley o la costumbre de un país re!e­ga los tipos mestizos al rango de grupopostergado (en el plano social, económicoy político), es muy prob~ble que sus.con­tribuciones culturales esten por debajO desus capacidades innatas. En un régimenrígido de castas, donde le fuera absoluta­mente imposible a un mestizo elevarse so­br el ranao social inferior de uno de susprogenit~res, ,es claro que no deberíajuzaarse la hibridación racial según elniv~l alcanzado por los mestizos. En cam­bio, en un régimen en que el mérito indi­vidual sirva, sin cortapisas, de base a lacategoría social, los éxitos de los mestizosserían una indicación muy clara de suscualidades intrínsecas.

La idea de dividir a la humanidad encompartimientos raciales totalmente se­parados es arbitraria. Se basa en premisaserróneas, es especial en la teoría sanguí­nea de la herencia, que es tan falsa comola vieja teoría racista. La comunidad desangre es una expresión sin sentido, yaque los genes o factores hereditarios notienen la menor relación con la sangre,son independientes entre sí, no se mez­clan, y aun se segregan.

Aun en la actualidad persiste ese mitode la sangre como criterio decisivo encuanto al valor del mestizaje, y se siguehablando de la sangre como del vehículode la herencia. Así se dice: de "mi pro­pia sangre", "sangre mezclada", "nuevasangre", media sangre", etc. Los térmi­nos sangre azul y sangre plebeya han ad­quirido carta de naturaleza en el lenguajecorriente para designar los supuestos de­cendientes de familias aristocráticas y delpueblo, usándose esta última palabra entono despectivo.

Las personas que siguen pensando asíse encuentran imposibilitadas de com­prender la naturaleza especial de los fe­nómenos hereditarios, y también de losfenómenos sociales en que la herenciatoma parte.

y es que muchos ignoran el hecho nosólo de que la sangre es totalmente ajenaal proceso genético, sino que inclusive lamadre no proporciona sangre al feto, sinoque éste es quien desde un principio ela­bora la suya propia. Esto explica ademáspor qué el hijo puede tener distinto gru­po sanguíneo que la madre.

Todas las grandes razas son, incontes­tablemente, de origen híbrido. En el cur­so de los milenios que han transcurridodesde que el tronco humano común sesubdividió, los cruzamientos se han suce­dido sin cesar.

He aquí un ejemplo de mestizaje refe­rente a las que llamamos naciones civili­zadas: Inglaterra, desde los tiempos másprimitivos, fué ocupada por grupos hu­manos de tipo Cro-Magnon, nórdicos, me­diterráneos, alpinos, y, más tarde, la in­vadieron los sajones, noruegos, danesesy normandos. ¿ Puede hablarse hoy deuna raza inglesa pura? Inglaterra es, por

el contrario, un magnífico ejemplo de mO­saico racial.

Todas las regiones poseedoras de unaalta cultura han sido zonas donde ha teni­do lugar la conquista de unos pueb!os porotros. Los grupos humanos aislados nohan intervenido -o lo han hecho en míni­ma proporción-, en el progreso culturalde la humanidad; por el contrario, lascircunstancias que permiten a un grupodesempeñar papel importante en la civi­lización se ven favorecidas por el cruza­miento con otras razas. Diremos para re­sumIr:

1. El mestizaje ha existido desde losalbores de la humanidad.

2. El mestizaje fomenta una amplia­ción en el campo de variabilidad somáticay psíquica, y permite la aparición de nue­vas y numerosas combinaciones de fac­tores genéticos que hacen más flexibleslas cualidades hereditarias entre la nuevapoblación.

3. Desde el punto de vista biológico, elmestizaje no es bueno ni malo y dependeen todo caso de las características indivi­duales de quienes sean sujetos de hibri­dación. Como en general el mestizaje serealiza más frecuentemente entre indivi­duos de capas sociales inferiores, con unasituación socioeconómica deficiente, es aésta y no al mestizaje propiamente dichoa la que hay que atribuir las causas deciertas anomalías que han podido obser­varse.

4. Son excepcionales los casos de gru­pos humanos aislados que hayan desarro­llado, por su propia iniciativa, una altacultura. Por el contrario, las regiones degran civilización están habitadas por gru­pos humanos claramente mestizados.

2. El mito negro.-I uestra civilizaciónatribuye particularísima importancia alcolor de la piel. Una pigmentación más omenos oscura constituye para numerososgrupos humanos un signo distintivo quelos condena al desprecio, al ostracismo ya una condición social miserable. Porinfundado que sea el prejuicio del colorno deja, sin embargo, de corresponder, enmuchos países, a un conjunto de senti­mientos y actitudes.

La explotación por los blancos de laagricultura y minería en las tierras des­cubiertas a partir del siglo XIV los condu­jo a practicar la esclavitud, especialmentede negros e indios americanos. Numero­so fueron quienes en el deseo de mante­ner la situación quisieron justificarla pro­c1amado que el negro era inferior a~

blanco. Así, el Rev. Thomas Thompsonpublicó en 1772 su opúsculo Cómo el co­mercio de esclavos negros en la costa deAfrica se atiene a los principios de huma­nidad y a las leyes de-la religión revelada;en 1852 el Rev. Josiah Priest editó ABiblie Defence of Slavery; y C. Carral,en su obra The N egl'O as a Beast or inthe 111wge of Cad (1900), consagra uncapítulo a las pruebas bíblicas y "cientí­ficas" de que el negro no pertenece a lafamilia humana, afirmando que todas lasinvestigaciones muestran la evidencia desu constitución propiamente simiesca.

Pese a la igualdad de derechos huma­nos proclamados en la Declaración deIndependencia de los Estado.s Unidos deAmérica yen la enmienda 15 de su Cons-

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

... los prejlticios raciales se volviel'on doctl'ina ... . .. identidad ftltldamental de la naturale:::a hUlJlana ...

titución, que especifica que no podrán sernegados ni limitados los derechos de lapersona, basándose en un motivo de raza,de color o de anterior condición de servi­dumbre; pese también a que iguales prin­cipios se establecen en las cartas constitu­cionales de la mayoría de los países y hansido reconocidos solemnemente en el ar­tícu!o 2 de la Declaración Universal de losDerechos del Hombre, suscrita por lasN aciones Unidas el 10 de diciembre de1948, la realidad muestra que la discrimi­nación social, económica y política en con­tra de los negros y en general de los hom­bres de color existe muy difundida en elmundo, basada principalmente en falsosconceptos raciales.

Lo que más humiEa al hombre de co­lor son las restricciones sociales y losinsultos personales: la exclusión de via­jeros negros en ciertos trenes y autobu­ses, el acondicionamiento de vehículos detipo exclusivo, salas de espera ad hoc,escuelas especiales, restaurantes y hotelesprohibidos, etc., todas las cosas que resul­tan denigrantes y ridículas. En Africa delSur, donde tan intenso es el prejuicio decolor, se dió el caso en 1944 de variosfuncionarios que perdieron su puesto pornegarse a cumplir las instrucciones delgobierno para que en los documentos ofi­ciales dirigidos a las personas de colorusaran las mismas formas de cortesía quecon los blancos.

Parece que quienes con más insisten­cia recuerdan y hacen prevalecer el crite­rio de discriminación hacia los negrosson los blancos de condición modesta.Son ellos los primeros en temer la com­petencia negra en el terreno económico.y no disponiendo de otro argumento parajustificar su orgullo ante ellos, recurrenal color de la piel, dando así una desmesu­rada importancia a la pigmentación.

En tratados de apariencia cien tí fica seha llegado a afirmar que las capacidadesintelectuales de los mulatos son directa­mente proporcionales a la cantidad de san­gre blanca que circula por sus venas; eléxito o el fracaso estarían en relación conese porcentaje.

Pretende vincular al color de la pie!ciertas características psicológicas y socia-

les no sólo es totalmente absurdo, sinoque es una idea falsa que varía según lasci rcunstancias del momento.

En cuanto a los caracteres somatopsí­quicos del negro, supuestamente inferio­res a los del blanco, hay quienes admiten,con Hankins, que el volumen cerebraldel negro es más pequeño y de este he­cho deducen que sus capacidades mentalesson menores. Igualmente, K. L. Gordon(1933), refiriéndose a los negros de Ke­nia les atribuye una deficiencia cerebralcongénita, también como resultado de sumenor volumen craneal y diferencias deforma.

Más, es sobre todo en el campo psico­lógico donde con mayor insistencia se haquerido probar la superioridad del blancofrente al negro. Desde luego es cierto quebajo ningún aspecto (físico, intelectualo emotivo) son iguales el negro y e! blan­ca; sin que por esto pueda afirmarse quetales diferencias implican superioridad deéste sobre aquél.

Los resultados de los estudios de Sergisobre los negros y de Kappers sobre loschinos destruyen las gratuitas afirmacio­nes de que los grupos de color poseen uncerebro de menor volumen y de menorcomplicación estructural que el de losblancos.

Es cierto que el prognatismo, frecuen­te en los negros, es un signo físico de evo­lución menos avanzada; pero en cambiola carencia de vello corporal, el espesorde los labios, la contextura del cabello,etc., implican una etapa evolutiva supe­rior en el negro que en el blanco. Pueoedecirse, con Ruth Bennedict y H. V. \fa­llois, que ninguna raza tiene el monopoliode haber llegado a la etapa terminal dela evolución humana; ningún argumentopermite afirmar que ciertos rasgos se­leccionados hablen en favor de la razablanca.

Bueno o malo, superior o infcrior, sone~presiones subjeti~as, y por lo tantocarentes de un sentido invariable V uni­versal. En cada caso debería especi{icarse,por ejemplo: la mayoría de negros essuperior a la mayoría de blancos por suresistencia al paludismo, o la mayor parte

de los blancos es superior a la mayor par­te de negros en su resistencia a la tu­berculosis, etc.; y así se vería que lassuperioridades e inferioridades se com­binan en cada grupo humano.

Al comparar los pueblos blancos y ne­gros, en la actualidad, cualquiera estaríatentado a admitir la inferioridad de éstos,por el hecho de que su desarrollo econó­mico, político y cultural es inferior al deaquéllos. Sin embargo, no se trata de unainferioridad racial innata, sino accidentaly debida a las condiciones de explotaciónen que actualmente viven casi todos losnegros por razón de la colonización y poruna esclavitud de hecho, si no de derecho.

Muy frecuentemente, el negro se hallatodavía en una semi-esclavitud económica,apresado en una red de restricciones unasveces legales y otras extra~egales. La po­breza, el desprecio y la enfermedad hanhecho de él lo que es hoy.

La supuesta pereza del negro (y ellose puede generalizar al indio americano)es debida sobre todo a la carencia de es­tímulos. Como Burns lo ha notado jus­tamente, la enorme producción de las co­lonias del Oeste africano, donde el negroes todavía propietario de algunas tierras,demuestra que no son perezosos por na­turaleza. Según Boo!<er T. 'Washington,el mayor daño que se hizo al negro conla esclavitud fué privarle del sentido deautonomía personal, método y espíritu deiniciativa.

Lo que la raza negra como tal, y lo quelos negros individualmente, hayan podidoaportar hasta hoy a los diversos camposde la civiilización mundial no basta paraprejuzgar lo que este grupo humano seacapaz de realizar en el futuro de acuerdocon sus aptitudes en un medio adecuadoy en circunstancias sociales y económicasfavorables. No hay que olvidar, entreotros antecedentes, que en el siglo XII

la Universidad negra de Tumbuctú podíacompararse ventaJosamente con las uni­versidades europeas de su tiempo. Igualcosa puede decirse del nivel gene~al de lacivilización en los tres grandes remos ne­gros de la época; y posiblemente el trab~­

jo del hierro, uno de los adelantos m<!,S

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importantes en la técnica actual, sea unacreación negra.

3. El mito Judío.--EI antisemitismocomo actitud social y política adoptadapor ciertos Estados y por amplios sectoresde población en otros -actitud más omenos justificada por razones de índolereligiosa y económica- es un viejo an­tagonismo cuyos antecedentes .son remo­tos. Pero, en la actualidad;le1 ,"$ítf~nitis­

mo ha recurrido al mito de la-'I'azu. judíapara tratar de justificar y de cubrir suspolíticos y económicos con argl.ilnentospseudocientíficos.

El hecho de que algunos judíos puedanidentificarse a simple vista se debe menosa los rasgos físicos heredados que :l lasreacciones y disposiciones sentimentalesy de otra índole que traducen ciertas ex­presiones del rostro, determinadas actitu­des corporales, amaneramientos distinti­vos, tonos de voz y ciertas tendenciastemperamentales y de carácter, cuyo ori­gen hay que buscarlo en las costumbresjudías y en el tratamiento inflingido a losjudíos por los no-judíos.

F:I pueblo .iudío pres~nta variaciones yesta desprOVIsto de umdad morfológica.

El pueblo judío, pese a la opinión co­rriente, es vario desde el punto de vistaracia}; sus constantes migraciones, susrelacIOnes -voluntarias o no- con lasnaciones y pueblos más diversos, le hansometido a tal mestizaje que en el llamadopueblo de Israel se encuentran rasgosde todos los demás pueblos. Basta com­parar el judío de Rotterdam de cara co­lor~da, sólid? ~ pesado, con su correligio­nano. de Salomca -por ejemplo- de ojosrelucIentes en un rostro enfermizo y cuer­po endeble y nervioso. En el estado ac­tu~l de nuestros conocimientos podemosafirmar que los judíos presentan entre síuna variedad morfológica tan grande co­mo la que pudieran presentar dos o másrazas distintas.

Si desde un punto de vista científicose acepta fácilmente la demostración dela het~roget?-eidad del pueblo judío, y lan~ eXIstencIa de tal raza ¿ cómo se ex­plIca el ~echo de que a la primera ojeadasea posIble reconocer en la actualidad

-y de manera casi infalible- cierto nú­mero de judíos? Se trata probablemente'ele los que han conservado alguno de loscaracteres ancestrales: nariz aquilina, cu­tis claro, cabello y ojos negros. Mas, esca­pan a nuestro examen e identificaciónincontables judíos -acaso en mayor nú­mero que los anteriores·- que pasan des­apercibidos por haber tomado los caracte­res del pueblo con el cual conviven.

Otra razón fundamental que explicaeste hecho es que los individuos que pro­fesan la misma religión poseen una afini­dad hecha de gestos, hábitos, indumenta­ria, etc., que permiten diferenciarlos. Yen los judíos, cuyos ritos y costumbresson muy dogmáticos, esa semejanza ex­terna -producto de afinidades etnográ­ficas, lingüísticas y religiosas-, es muyacentuada a pesar de la variedad de tiposmorfológicos que componen dicho pue­blo.

De este modo, la pretendida existenciade una raza judía carece de fundamento,y ninguna actitud antisemita puede apo­yarse sobre este mito biológico.

4. La raza aria o nórdica.-El racismono se satisfizo con decretar la superiori­dad del blanco sobre los grupos humanosde color, ni con ejercer la discriminacióncontra los judíos, ni ca nrechazar el mes­tizaje afirmando a priori que conduciríaa la ?egeneració.n racial; sino que creyóademas necesano establecer jerarquíasbiológicas y psíquicas dentro de la mismaraza blanca, tratando de justificar asín~evas prerrogativas de conquista, domi­1110 y explotación en beneficio de una cas­ta aún más exclusiva.

Así surge el arian'Ísmo o nordismo co­mo doctrina básica de superioridad racial.El error básico de esta doctrina en cual­quiera de sus varias manifestaciones. estáen u~a confusión ele conceptos, muy ge­neralIzada pero a todas luces anticientí­fica: se habla indistintamente de ra:::a co­mo sinónimo de idioma y de nación.

La raza tiene un exclusivo sentido bio­lógico. A pesar de ello es frecuente oírlas expresiones "raza latina", raza esla­va", "raza germana" y, naturalmente"raza aria". Se cae así 'en el engaño d~

UNIVERSIDAD DE MEXICO

considerar antropológicamente uniformesa grupos humanos que en realidad sóloson homogéneos en el aspecto lingüístico.F. M. Müller, uno de los primeros enu.tilizar el término raza aria (1861), reac­CIonó contra la interpretación biolóo-icadada a su expresión y, reiterando el crite­rio lingüístico. declaró: "En mi opiniónel etnólogo que hable de raza aria, desangre aria, de ojos o cabellos arios, sehace culpable de un pecado tan grande co­mo cometería el lingüísta que hablara deun diccionario dolicocéfalo o de una gra­mática braquicéfala." Pero el conceptoraza ~ria se había difundido tanto, quela valIente retractación de Müller no tuvoninguna repercusión práctica.

Las investigaciones acerca de la formacraneal y demás características de los in­dividuos o grupos considerados como au­ténticos arios, teutones, anglosajones yceltas, muestran una variación considera­ble, tanto en el curso de la historia comoen el presente. Está demostrada la exis~

tencia en Europa, desde los períodos másantiguos, de cabezas redondas y cabezasal~rgadas. L~s trabajos de Van Molder,!.:Issauer y VJrChow (1870-1880) eviden­cIaron ya que las primitivas poblacionesdel Báltico eran morfológicamente he­terogéneas y que en ellas existía un granporcentaje de braquicéfaios. En 1889Virchow afirmó que el ario típico postu~lado por la teoría no ha sido nunca des­cubierto.. El racismo no surge, pues, de la cien­

Cia, sino de la política.Está en lo justo Ruth Benedict cuando

dice: "Ninguna desfiguración de los he­chos antr.opomórficos es demasiado paraque la utilIce la propaganda, si a ésta larespaldan la fuerza de las armas y loscampos de concentración."

El último medio siglo ha visto desarro­llarse un nacionalismo exagerado que loshorrores de la guerra y las inquietudes dela paz armada contribuyen grandementea mantener. La eliminación, por conven"cimient~ individual y colectivo, de los mi­t?S raCiales, puede con toda seguridadejercer poderosa influencia en la com­prensión y mejoramiento de las relacioneshumanas.

tml mezclados ... . . no existen razas humanas puras . ..

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UNIVERSlDAD DE MEXICO,:....

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•e P'E R O HUBO PAZ •

EL eco de los disparos, la polvare­da de las cargas de caballería ode las marchas forzadas, el ato­sigante hUl)1o de la pólvora de la

revuelta de Tuxtepec fueron reduciéndo­se lentamente después de la batalla deTecoac; solamente dispersos francotira­dores de las altas montañas o .de lasabruptas si.erras surianas y los ejércitosque Antillón y Ceballos organizaban enGuanajuato y Jalisco mantenían viva lachispa de la violencia que desde añosatrás venían bloqueando la marcha delpaís. Pronto, sin embargo, la amenaza quepresentaba el iglesismo armado fué dis­minuyendo a medida que el ejército dePorfirio Díaz avanzaba por el Bajíohasta que la calma volvía por sus fuerosdando con ello una nueva fisonomía alpaís.

Sin embargo, las pugnas políticas des­atadas por la ambición del poder, dabanel aspecto, por lo que la prensa dejabatraslucir, de un tempestuoso piélago quepodría hacer naufragar la victoria reciénconquistada. Al regresar el general Díaza la ciudad de México, todos estos peli­gros parecían conjurarse, y el someti­miento de las voluntades levantiscas desus partidarios iba haciéndose notar.

Los enemigos de la administración ler­dista, simpatizadores del movimiento re­generador de Tuxtepec y, no se digan losmismos tuxtepecanos, creyeron ver enPorfirio Díaz al Mesías esperado, al Pro­meteo que trajera la anhelada paz al re­voltoso y agitado pueblo de México. Yésta la veían fácilmente realizable; creíanque lo único necesario para conquistarlaera la aplicación, casi mecánica, del sufra­gio libre y de la otra fórmula; la no re­elección de los funcionarios públicos.

A pesar de este optimismo, hijo de laeuforia del triunfo revolucionario, bienpronto, algunos de los representantes de

Por Xavier TAVERA ALFARO

la opinión pllblica, se dieron cuenta queel sufragio libre 110 operaba como era deesperarse, y que; por tanto, en materiaelectoral se caía en los mismos vicios enque incurrieron las anteriores adminis­traciones. Esto hacía decaer el entusias­mo, y, con la natural desconfianza que dael pesimismo hijo de las frustraciones, sesuponía que aquello estaba causando laruina del nuevo régimen revo~ucionario.

De esta manera vemos aparecer en laprensa de la época que, junto a las calu­rosas felicitaciones de las que fué objetoDíaz al ascender a la Presidencia de laRepública, había quienes, con tremendaacritud, comentaran que el general Díazhabía derramado la sangre del pueblo einvertido el orden institucional con lamezquina finalidad de escalar el poder yadueí'iarse del sillón presidencial, y no,como él lo decía, con el afán de restable­cer el orden constitucional avasallado porla arbitrariedad de don Sebastián Lerdode Tejada.

Mas si esta desconfianza que se adver­tía hacia el réginwn político emanado deTuxtepec era peligrosa, había aún otrosmayores peligros que realmente amena­zaban la estabilidad de la esperada paz.Entre los que presentaron oposición aDíaz durante los días de la revuelta yque más tarde tuvieron que abandonarel campo -lerdista e iglesista-, hubounos que no se resignaron a perder, asíporque sí, su antigua situación. Y aun­que, tanto don José María Iglesias comodon Sebastián Lerdo de Tejada, habíantratado de buscar la fórmula de regresaral país como presidentes constitucional­mente investidos, el segundo, o por lo me­nos sus partidarios, sí llegaron a consti­tuir una seria amenaza para la paz pú-

blica, obtenida apenas a medias en losprimeros años del gobierno del generalDíaz.

Después de haber publicado la prensalos manifiestos que desde el destierro di­rigían al pueblo mexicano Iglesias y Ler­do', y en Jos que se incitaba a la revolu­ción y al desconocimiento del gobierno,al que los autores de tales documentos re­putaban como ilegal, se pasó del dicho ala obra, y empezaron a llegar, al iniciarsela segunda mitad del mes de abril de1877, noticias alarmantes procedentes dela frontera norte. Se decía que el generalEscobedo había atravesado la frontera alfrente de un grupo de filibusteros, y aun­que días má!' tal-de se desmentía la noti­cia, al finalizar el m(:s crecían los rumo­res del levantamiento escoh~dista, asegu­rándose que había pasado al territoriomexicano por el lado de San Antonio Bé­jar, desapareciendo después misteriosa­mente. Junto a estas noticia que a todacosta trataba de desmentir la prensa ofi­cial, se sabía que angustiosamente el ge­neral Canales pedía al gobierno federalrefuerzos y dinero para fortalecer lafrontera norte, y se aseguraba que la plazade Matamoros había sido atacada por losgenerales rebeldes, Rocha y Escobedo.

Para agl-avar esta tensa situación, enGuerrero y los alvaristas se levantab::mcontra el gobierno impuesto a aquel Es­tado por los tuxtepecanos, corriendo lasangre y teniendo como uno de sus pun­tos culminantes el fusilamiento que el ge­neral Canuto N eri hizo del general Vi­cente Jiménez; en tanto que en la Huas­teca e levantaba J ulián Herrera y, en Zi­mapán quinientos hombres se ponían so­bre las armas.

Aun cuando en el año siguiente el gene­ral Escobedo es reducido a prisión se si­guen multiplicando las conspiraciones ler­distas, agravadas ahora por distintos dis-

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DOCUMENTAL

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turbios políticos que entre 1878 y 1879tienen lugar en Baja California, Sonora,Sinaloa, ,.Querétaro, Guanajuato y Gue­rrero, aSí como el descontento que se ob­servaba en el ánimo del general Juan N.Méndez y los serranos de Puebla, la re­volución del ayarit que venía a ser unaprolongación de los antiguos movimientoslozadistas, la actitud hostil del generalGarcía de la Cadena en Zacatecas y la su­puesta rebelión del general Negrete y,todo esto llega a la cima con la rebeliónque en junio de 79 emprende la tripula­ción del vapor de guerra "Libertad" yque tiene como epílogo el fusilamientomasivo y sin causa que, en el puerto deVeracruz, lleva a cabo el general LuisMiel' y Terán; a esto se agrega el temorde una nueva conflagración nacional, an­te la posibilidad de que las legislaturasde los Estados secundaran, a casi un añode distancia de la próxima elección pre­sidencial, la propuesta reeleccionista dela legislatura del Estado de MOl'elOS.

Con el transcurso de los años esta efer­vescencia de los primeros tiempos va dis­minuyendo, mas, se observan, sin embar­go, nuevos brotes revolucionarios que in­tranquilizan al país en los siguientes pe­ríodos presidenciales del general Díaz. En1885, sobresaltan a la opinión pública, elconflicto de Coahuila suscitado por lasdiferencias políticas entre Carranza y He­rrera contra Garza Galán; la revuelta deN'uevo León que cobra proporciones dealarma con el audaz asalto a Lampazos;los levantamientos de Tamazuncha~e, Si­naloa y Tuxpan Veracruz. y entre losaños de 1885 y 1886 las sublevaciones deIgnacio Martínez, Miguel Negrete, Fran­cisco Naranjo y Trinidad García de laCadena.

Pródigo también en disturbios y suble­vaciones es el lustro comprendido entre1891 y 1895 en el que ocurren los levan­tamientos de Tomóchic, de Guerrero ,Chi­huahua, la muerte violenta del generalMartínez, y la sublevación, sin duda al­guna la más importante de todas las ha­bidas en este lapso, del general CanutoN eri en el sur de la República. A todoesto habrá que agregar la oposición estu­diantil hecha al régimen de Díaz que másde una vez llevó a los dirigentes a la cár­cel de Belén? y a otras prisiones, comoaquella protesta del año de 1889 por laque, entre otros estudiantes, fué reducidoa prisión, el más tarde célebre pintor,Claussel.

Mas si todos estos años del porfiriatose encuentran alterados por dichos suce­sos, la primera década del siglo xx notiene paralelo. La intranquilidad crece seorganiza mejor la oposición, las cárc~lesse llenan de reos políticos, el número demexicanos en el destierro aumenta, se in­crementan la "ley fuga" y los asesinatosclandestinos, los conspiradores aumentanen proporción geom~trica y las huelgasde obreros que culm111an con la matanzade Río Blanco dan la tónica de la ines­table paz disfrutada durante el régimenporfírico.

Lo que no se puede establecer en todaesta larga historia de viscisitudes, es lanaturaleza y el móvil de las rebeliones vconspiraciones, que no se nos presentai1homogéneas, ni tampoco puede decirseque los métodos seguidos, por el gobiernode Díaz, para ¡-eprimirlas hayan sido losmismos e invariables.

El origen de estas frustraciones de la

paz oscila entre dos vertientes de diversanaturaleza; entre la personal ambición porel poder y la necesidad colectiva de un sa­neamiento de la organización política so­cial o económica, Por su parte, ~os siste­mas utilizados para la represión de estasmanifestaciones de descontentos recorrenuna variada gama que va desde la amis­tosa persuación y el halago, como en elcaso de la rebelión de Canuto Neri, hastala violenta y brutal represión, como en

HISTORIAD E··MI S.

LIBl~.:·OSPor Alfonso REYES

VIII. EL AÑO DE 1918

DIVIDIRE la reseña de 1918 en

estos capítulos: A) Materia eru­dita; B) Esparcimiento y poe­sía; C) Crítica, crónica y litera­

tura periodística; D) Varia; y E) Tra­ducciones.

A) MATERIA ERUDITA

Comencemos la revista por las edicio­nes y los prólogos o estudios anexos, fun­diendo de una vez en uno los conceptos39 y 49 que establecí en el capítulo IV deesta historia documental, y dándome asílibertad para ir y venir a mi gusto entremis recuerdos.

1. Teatro de Ruiz de Alarcón. ClásicosCastellanos de La Lectura, Madrid. Co­lofón: 8 de abril de 1918. El volumenconsta de un estudio preliminar y el textode dos comedias: La verdad sospechosay Las paredes oyen. Además, al final deltomo, hay apéndices y documentos alar­conianos. Se han hecho varias reedicionesde que no conservo noticia.

El estudio preliminar se ha reproduci­do bajo el título de "Tercera silueta" (deAlarcón) en la primera serie de mis Ca­pítulos de literatura espafíola. En notadel propio volumen (pág. 315), se lee:

La continuación del teatro de Alarcón en"La Lectura" fué confiada, posteriormentea mi salida de España, a un joven erudito,a qUIen tuve el gusto de proporcionar torloel material que había yo reunido, y el textoya casi preparado de Don Domingo de DonB/as. Ignoro lo que será de todo ello.

Para organizar este volumen alarconia.no, ~omo antes lo he dicho, me acerquéprecIsamente al Centro de Estudios His­tóricos de Madrid, a objeto de poder so­licitar desde allí (bajos de la BibliotecaNacional) Jos libros que me hicieran fal­ta. f\~í fué como Federico de Onís yAmenco Castro me vieron trabajar decerca, y propusieron a don Ramón Me­néndez Pidal que me incorporase a suSección Filológica. (Ver Hist. documen­tal, cap. 11 y, además, "El reverso", pá­rrafo I1I, en Pasado inmediato).

Comencé, pues, a trabajar en Alarcónpoco después de mi llegada a Madrida fines de 1914. Ya he contado que En~rique Diez-Canedo fué quien me presen­tó a los directores de "La Lectura". Des-

UNIVERSIDAD DE MEXICO

los casos de Veracruz, Tomóchic Cana-nea o Rio Blanco. '

De todos estos hechos se puede con­cluir que durante el régimen porfírico nose logró obtener' uno de los anhelos máscaros que tuvieron los mexicanos que vie­ron ascender a Porfirio Díaz al poder, yque, tanta angre, tanto luto y desolacióndejaron como saldo las revueltas de LaN aria y Tuxtepec fueron, en este senti­do, sacrificio infructuoso.

de luego, optamos' por La verdad sospe­chosa, imprescindible. El 4 de febrero de1915, R. Fou~ché-Delbosc me aconsejabadesde París:

De Alarcón' convendrá no tomar LIS pa­redes O:l'en,' ya que acaba de public:lrse enuna edición satisfactoria de Yankilanclia.

Se refería' a la' e~kión de Miss C. B.Bourla~d, New York, Holt, 1914. Sinembargo, decidí' recoger también dichacomedia en ese primer tomo, a fin d\aprovechar los textos que me parecieronya más bien fijados, dado el carácter dela colección. .

Por entonces, o poco después, hice sa­car fotocopias de la edición prínceps deAlarcón, fotocopias que todavía han ser­vido de base, en México, para el texto alcuidado de Agustín Millares Carla, quepronto publicará el Fondo de CulturaEconómica en su Bib!ioteca Americana.

Los documentos que aparecen al finaldel volumen se refieren a la biografía deAlarcón, a su testamento, a su bibliogra­fía (sobre la cual volví en mi Correo Li­terario, Monterrey, Río de J aneiro, abrilde 1931, pp. 2-5), a la cronología y re­presentación de las comedias y al catá­logo de las obras, no teatra!es. Nada deesto he reproducido aparte, ni tenía yaobjeto, después de los trabajos posterio­res: P. Henríquez Ureña, bibliografíaalarconiana selectiva, en el Boletín delInstituto de Cultura Latino-Americanade A. Giménez Pastor, Buenos Aires:enero de 1938; Y singularmente, los apén­dices al libro de A. Castro Leal, JuanR.uiz de Alarcón, su vida y su obra, Mé­XICO, Cuadernos Americanos, N9 2, 1943.

Sólo quiero recordar aquí, como unamuest.ra m~s del genio irritable de algu­nos hlspal1lstas, a que me he referido yaen estos apuntes (cap. VI, párrafo VII),que costó algún trabajo dar con el testa­mento de nuestro Alarcón ; porque -aun­que yo tenía una vaga noticia de que elacadémico Jacinto Octavio Picón lo ha­bía publicado en los Lunes de "El Im­parcial", de Madrid, por habérselo pro­porcionado el descubridor del documen­to, que lo fué el bibliógrafo CristóbalPérez Pastor-, resulta que el señor Pi­cón se consideró agraviado cuando yo lepedí el dato, y me contestó por carta entérminos despectivos, haciéndome saberCJ.ue ~a una persona entendida y de expe­nenCla se estaba ocupando en Alarcón.Pero don Francisco A. de Icaza, a quien:onté el caso, !uvo la fineza de acompa­narme a examll1ar el archivo de El Im­parcial, y al fin dimos con el deseado tes­tamento en el "Lunes" del 27 de febrerode 1899.

Artemio de Valle-Arizpe me ha llama­do recientemente la atención sobre estaslíneas de "Azorín":

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UNIVERSIDAD DE MEXICO13

De Alarcón se ha editado, también por"La Lectura", un volumen. Ha cuidado deesta edición, con su tacto y finura habilll;tie~.

Alfonso Reyes. Y de Alarcón ha hahladotambién el agudo y delicado crítico PedroHenríquez reña. (Mariposa. en el 1/.~ltI,

A.E.C., Madrid, 17 de marzo de 1924; ar­tículo recogido en "El oasis de los clási­cos", Obms completas, Madrid, Aguilar,1954, vol. IX, p. 1015.)

2. Por noviembre de 1917, la Casa Ca­lleja había comenzado a publicar una Re­vista General a la que yo di mi ensayito"Chateaubriand en América", después re­cogido en los Retratos reales e iJn~'lJina­

rios, 1920; además, los "Ejercicios de li­teratura española", por abril y mayo de1918, que luego, retocados, habían deaparecer en la revista Universidad de !VIé­xico (13 de noviembre de 1931), y des­pués, en la segunda serie de mis Capílu­los de literatura espaíiola (1945). En lapropia revista -N9 14, 15 de junio de1918-, publiqué también "De volaterialiteraria", artículo olvidado por SalvadorNovo en sus ami tologías poéticas y que

tes y no debe confundirse con los cursosde vacaciones para estudiantes extranje­ros que también estableció la Sección deFilología del Centro, durante los veranosy a los que acudían, sobre todo, norte~americanos, alemanes y austriacos. Yoheredé allí las funciones de Onís, prime­ro provisionalmente y luego de modo de­finitivo. cuando él partió para los E ta­do nidos. Recuerdo que me hice cargodel curso precisamente cuando había queexplicar La Cdestil1a: recuerdo que,cuando llegué al culti mo y al conceptis­mo, el sabio hispani ta Ernest Mérimée-autoridad en Quevedo- salió de suInstituto l'rrlncés (donde él dirigía la ec­ción de Tolosa, y Pierre Paris la de Bur­deos) y se me presentó en el aula, dán­dome la gran sorpresa y proporcionándo­me una verdadera alegría: porque, natu­ralmente, aquella tarde mi exposición seconvirtió en diálogo con el viejo maes­tro, y ambos "toreamos al alimón".

En esa aula me tocó acompañar la ini­ciación hispánica nada menos que del no-

DON JosÍ': PELLlCEK

elichos artículos, como la soñada enciclo­pedia y la edición lopesca, pararon enmero proyecto. Los publiqué después enel Boletín de la Academia Argentina deLetras, Buenos Aires, núms. v y VI ele1938. Los recogí más tarde en la egundaserie ele mis Capítulos de literatura espa­iiola. Volví a tocar los orígenes del tea­tro americano en lengua española añosdespués: Letras de la Nueva Espm'ia,México, 1948, cap. IV: "El teatro criolloen el siglo XVI".

4. El artículo sobre "Las dolencias deParavicino" y la "Reseña de estudiosgongorinos, 1913-1918" se publicaronprimeramente en la RFE, v, julio-sep­tiembre de 1918 y luego se recogieron en

1 las Cuestiones gongorinas, Madrid, 1929.. En el dicho artículo, aprovechando pa­

peles y noticias inéditas que encontré enla Biblioteca Nacional de Madrid, quisetrazar un boceto elel pred ¡cador de laCorte (hombre alambicado, precioso y"evaporado"), a quien algún día quiso

Páginas de Ul1(/. edición IJffItiglta de Alarcón

TEATRO

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velista John (Roderigo) Dos Passos,quien seguramente ni se acuerda de mí ya quien gastaba yo la broma de llamarlesiempre "Pasos Largos", nombre de gue­rra de un famoso salteador ele caminosque por entonces hacía de las suyas en nosé qué parte de España.

Tomás Javarro tenia a su cargo uncurso de fonética y, para explicar ]a pro­nunciación ele la p española a los alem;]­nes, les hacía decir: "papel", coloc2nelo­les una hoja ele papel" cerca de ]a boca.Cuando Navarro pronl1nciaba la palabra.la hoja casi rÍo se 1110v,a; cuanelo la pro­nunciaba alguno ele los estudiantes alema­nes, la hoja temblaba y se agitaba al so­plo germánico.

3. No puedo precisar mis elatos. Creoque tanto el artículo sobre "Los autos sa­cramentales en España y América" comoel artículo sobre la "Influencia elel CicloArtúrico en la literatura castellana" fue­ron escritos para una' enciclopedia lite­raria que proyectaba la Casa N elson(Edimburgo), y que ambos -así comola edición de El Peregrino de Lope, men­cionada en el cap. v de esta historia- mefueron pedidos por "Azarin". Ello es que

consta en El Cazador. Y por septiembrede ese mismo año, a petición de Satur­nino Calleja hijo (carta del 26 de agosto),se reprodujeron en aquella revista dos demis páginas de cine, firmadas en El Im­parcial bajo el seudónimo de "Fósforo" :"Noticias del Cine" ("La última evolu­ción del Cine") y "La parábola de laflor".

Los "Ejercicios" surgieron de un cursopráctico para la preparación .de profeso­res y ayudantes de lengua y literatura es­pañolas en las universidades de EstadosUnidos, curso organizado por el Centrode Estudios Históricos. A Rafael Calle­ja le interesaron estas notas y me propu­so que escribiera yo una historia en for­ma de la literatura española. Nunca medecidí, aunque el poeta Antonio Machado,cuando volvía de Soria a Madrid, meinstaba siempre a que lo hiciera. Callejallegó a más: quería encomendarme asi­mismo unas historias de las literatunsfrancesa, inglesa e italiana, lo que yo rehu­sé definitivamente en carta del 17 de ju­nio, 1918.

El curso a que acabo de referirme sedestinaba a españoles o hispanohablan-

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14 UNIVERSIDAD DE MEXICO

BALTASAR GRACrAN

,M A o !\.. I o

tD'T0I\...l.\L

Coster, en efecto, olvidó en su obra losnumerosos estudios que "Azorín" ha con­sagrado a Gracián.

Gracias muy expresivas por su amablemención de las páginas de Gracián. Me haproducido viva alegría. Sentía la preteriCiónde Coster (y así se lo dije a él).

... hacia mayo de 1918·...

que me fué concedida. Pero no recuerdocuándo di término a este trabajo.

7. Baltasar Gracián, Tratados: El H é­roe, El Discreto, El Oráculo manual yarte de prudencia. Madrid, Calleja, 1918.Seguidos de la carta-descripción de la ba­t~lla de Lérida (Gracián era capellán mi:lItar). y precedid?s del prólogo que herecogido en la pnmera serie de mis Ca­pítulos de literatura espatiola. (En estevolumen recogí también -10 he dicho enel cap. v de esta historia- la reseña so­bre el Gracián de Coster, y "Un diálogoen torno a Gracián", ficticia ch;¡.r1a con"Azorín"). Por mi correspondencia conlos .hermano~ Cal!eja veo que entregué es­te libro a la Imprenta hacia mayo de 1918.(Ver: "El reverso", párrafo X en Pa-sado inmediato.) ,

El 16 de agosto de ese año me escribió"Azorín": '

B) ESPARCIMIENTO y POEsíA

Literatura "independiente", que yo es­cribía para mi propio esparcimiento, y decarácter ajeno a la crítica y a la erudi­ción:

1. Algunas páginas de El Cazador-que se habían venido juntando desdeMéxico y París- y de El Calendario;de todo lo cual trataré al llegar a la fe­cha de las respectivas publicaciones (1921y 1924), puesto que no siempre he con­servado la fecha de elaboración. Me cons­ta, sí, que una primera organización deEl Cazador había sido ya aceptada porCalleja el 28 de octubre de 1918; pero,ante su tardanza, le pedí la devolución demi original, que en efecto me fué entre­gado el 28 de noviembre de 1919, pa~aser sometido a nuevos arreglos. .

2. Algunas páginas de recuerdos y. es­tampas de viaj e,: que he jüntado después

¿ Apostolados? Yo creo que muchas ve­ces se dicen cosas "por decir algo" y queesta antología de p.áginas alarconianas ;10es un desdoro para el editor que 10 pro­puso. Los libros escolares en todos lospueblos ¿ no estL llenos de seleccionessemejantes? Igual pasa con los fragmen­tos de Tirso de Malina recopilados ('n1848 por don Ramón de Mesonero. Ro­manos, o con la selección de máximas yaforismos, tan agradable, hecha por An­tonio Castro Leal: Ingenio y sabiduría deAlarcón (México, 1939).

El tomito que vengo historiando se pre­paraba desde el año anterior. Rafael Ca­lleja me pedía un retrato de Alarcón des­tinado a este tomo el 26 de mayo de 1917.y el 26 de julio del propio año, solicita­ba yo una prórroga hasta fines de agostopara entregar todo el material, prórroga

69 De aquí surgió mi monografía "So­bre el texto de Las lecciones solemnesde Pellicer". Hechas las investigacionesdel caso, resultó que había dos familiasde textos, y que en unos textos aparecey en otros no el discutido pasaje. Los de­más extremos relativos a estas divergen­cias entre ambas familias no nos interesanpor ahora. Yo advertí que no era la pri­mera vez que Pellicer declaraba la prio­ridad de Paravicino sobre Góngora, peroque, en una obra posterior a la muerte deParavicino y dedicada a enaltecer su me­moria, no vuelve a mencionar el punto.E interpreté que el poco recomendablePellicer -tan poco grato a sus contem­poráneos según se ve por las cartas deéstos y se explicará más adelante, en otrocapítulo de esta historia; tan desacredi­tado ante la posteridad por sus genealo­gías fantásticas, destinadas a la adulaciónde los señores, según puede estudiarse enla obra de Godoy Alcántara, Historio crí­tica de los falsos cronicones, Madrid,1868, había simplemente deseado anteshalagar en vida al. predicador del rey.Pero "muerto el perro, se acabó la rabia".

79 Mi trabajo comenzó, pues, a ela­borarse por julio de 1916. Naturalmen­te, 10 ofrecí a la Revue Hispanique, dondeapareció dos años más tarde.

(Ver : Correspondencia entre Ra'ymondFowlché-Delbosc y Alfonso Reyes, enAbside, México, XIX, 3, pp. 354-358.)

6. Páginas escoqidas de Ruiz de Alar­eón. Madrid, Biblioteca Calleja, 1918. Elprólogo fué recogido bajo el título "Se­gunda si!ueta" (de Alarcón) en la pri­mera serie de mis CaIJítulos de literaturaespañola, donde la p. 315 debe corregirse,pues la edición no corresponde al añode 1917, como allí se dijo por error, sinoal siguiente, que es la fecha del Copy­right. Escogí pasajes de Don Domingode Don Blas, La verdad sospechosa, Lasparedes oyen, Examen de maridos, Lospechos privilegiados, Los favores delmundo y Ganar amiqos, 10 que considerémás alarconiano; y llené los lugares su­primidos con pequeños resúmenes sobreel desarrollo de la acción. No sé si Gena­ro Estrada fué enteramente justo cuandome escribía:

... No nos gustó esa manera del Alarcónde sobremesa; pero este reparo no tiene im­portancia. Se ve que es necesario y que elnegocio de Calleja no tiene nada que ver conlos apostolados. Ud. está justificado seg-ura­mente. En cambio, su magnífico Alarcón de"La Lectura" es un regalo... (México, 6de noviembre de 1918.)

Joseph de Pellicer atribuir el primer pa­so en la estética cultista, como pronto va­mos a recordarlo. Con la dicha reseñaquise limpiar la mesa de todos los ante­cedentes eruditos que habían precedidoa mis estudios y dejar fijadas las conclu­síone . En Mayo de 1919 (pues sólo en­tonces salieron los mencionados númerosde la RFE correspondientes a 1918), R.Foulché-Delbosc me escribía desde París:"Recibí dos papeles gongorinos, el unomás interesante que el otro". Sin dudaponía en primer lugar la reseña. Las pá­ginas sobre Paravicino pueden interesar alos psiquiatras o a los psicofisiólogos,pues sin duda los males del célebre pre­dicador estaban en esa indefinible fronte­ra donde se pegan el alma y el cuerpo.Yo pond ría hoy el caso junto al de otroenfermo exquisito: aquel Elio Arístides,retórico griego del siglo II, a quien con­sagré un breve ensayo en el libro Juntade sombras (1949).

5. "Sobre el texto de las Lecciones so­lemnes de Pellicer" (Revue Hispanique,París XLIII, 1918 -aparecido en 1919-,también recogido en Cuestiones gongori­nas) es una monografía de larga histo­na:

19 Lucién-Paul Thomas (Le lyrismeet la préciosité cultiste en Espagne, 1909),cita un pasaje de Pellicer -que dice ha­ber encontrado en las Leccion.es solem­nes de éste, párrafo 252 (?)- en quese declara la prioridad del predicadorParavicino respecto a Góngora en el em­pleo del estilo "culto".

29 Alfred Coster (Baltasar Gracián,Revue Hispanique, XXIX; 1913) dice quetal pasaje "sería concluyente" - 10 quedista de ser exacto, dadas las mañas dePellicer-, pero que no aparece en la obramencionada.

'39 En mi reseña sobre el Gracián deCoster (RFE, 1915, n, N9 4, p. 383),yo dije a mi vez:' "El pasaje se encuen­tra, no en el párrafo 252 (?) como diceThomas, sino en el comentario a la estro­fa VIII del Polifemo, verso N~ 5, columna60. (Por cierto, en la RFE se puso, porerrata, "N9 4", errata salvada en Cues­tiones gongorinas.)

49 El 4 de julio de 1916, R. Foulché­Delbosc, desde París, me escribía: a) Enlas Lecciones solemnes no hay columna60; el impresor puso dos veces los núme­ros de las columnas 61 y 62. No importa:la primera 62 (a la izquierda) puede en­tenderse como 60. b) Lo más grave:" ... el pasaje referido NO se encuentraen el N9 4, ni en los números vecinos."

59 Yo poseo un ejemplar de las Lec­ciones sofel1mes, obsequio precisamente deR. Fou1ché-Delbosc, y, en efecto, esteejemplar corresponde a la descripciónque él hace y, por consecuencia, no con­tiene el pasaje sobre Paravicino. Peroyo había hecho la aclaración a Coster so­bre un ejemplar de la Biblioteca Nacio­nal de Maárid, ejemplar que casualmen­te había escapado a Foulché-Delbosc ensu Bibliographie de Góngora (Rev. His­panique, XVIII, 1908), según 10 adver­timos Guzmán y yo en nuestras ya cita­das Contribuciones a la bibliografía deGóngora (RFE, 1916, m, N9 2, Y Cues­tiones gongorinas, p. 95). Como 10 escri­bí en mi respuesta a Foulché-Delbosc (16de julio de 1916), en este ejemplar quea él se le había escapado sr constaba elpasaje sobre la pretendida prioridad deParavicino.

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UNIVERSIDAD DE MEXICO15

A fines de 1918 fuÍ electo miembro co­rrespondiente de la Academia Mexicanade la Lengua Española, entonces bajo l.adirección de Federico Gamboa, cuyo SI­

llón heredaría yo al ser designado miem­bro de número en México, el año de 1939.Por lo pronto, cuando vine a México .devacaciones diplomáticas, en una senClllay cordial ceremonia -un almuerzo en elCo~ntry Club-, el 24 de junio de 1924,leí el "Discurso académico" que consta enel Relo; de sol.

'de Las vísperas de España (1937). Así,en b sección de este libro que llamé"Fronteras;', los articulitos "Rumbo alSur", "Noche en Valladolid", y algunanota de "Rumbos cruzados". En el mis­mo libro incorporé las Horas de Burgos,páginas escritas también en 1918, j lue­go reproducidas como opúsculo aparte enRío de Janeiro, 1932, antes de incluirlasen Las vísperas de Espaíia (1937) JoséMaría Chacón, que me acompañó en misviajes' por la Península, ha recordadotambién nuestro paseo por Burgos. Elfragmento final de Las vísperas, "Huel­ga", data de 1917'y permaneció veinteaños inédito.

3. En Huellas (1923), aparecen, fe­chados en 1918, los siguientes poemas:"El mal· confitero", provocado por un ob­sequio de uvas en aguardiente, a la to­ledana, que me envió un día Angel Veguey Goldoni -uvas cosechadas en su pro-

. . . 1917-1920 ..

pia huerta de Toledo-, y donde hay ecosdel inolvidab!e Ventanillo, mencionado enpáginas anteriores; el soneto a la muertedel pianista Carlos Lozano, que habíahecho conmigo el viaje a Europa en 1913,a bordo del Espagne; "Voces al viento",uno de los poemas castigados o elimina­dos en el volumen Obra poética (1952);Y "Anacronismo", que en la Obra poéti­ca ha pasado a llamarse "Fonética", nom­bre mucho más adecuado. En Cortesía(1948), aparece la "Tópica". En la Minu­

·ta hay algo que se comenzó desde 1917,pero' ya no acierto a fijar las fechas an­teriores a la primera edición (Maestricht,A.A.M. Stols, 1935).

. C) CRÍTICA, CRÓNICA Y LITERATURA

PERIODÍSTICA

1. Ya iniciadas mis colaboraciones enEl Sol y en España, muchas de ellas pa­saron a las Simpatías y diferencias, sobretodo a las dos series primeras (1921).No siempre he conservado las fechas, loque me impide hacer una enumeraciónexacta. Citaré, como mero ejemplo, losartículos que llevan expresamente la in­dicación de haber sido escritos en 1918,o de' cuyo contexto se infiere claramenteeste año:

Simpatías y diferencias, I~ serie(1921): "Visiones del Japón", "El mu­seo privado de un escritor", "En los pa­raísos de la Guinea española", "La poe­sía del Archivo"; y acaso otros.

¡bid., 2~ serie (1921) : Tal vez" Sobrela nueva F edra" (de Unamuno) ; tal vez"Panorama de América"; y acaso otros.

¡bid., 3~ serie (1922): Este tomo reú­ne páginas muy anteriores. A enero de1918 corresponde el ensayo sobre RamónGómez de la Serna, que ya no sé dóndepubliqué primeramente y que, en traduc­ción francesa de la actriz Mme. More­no, hospedó la revista Hispania, París,julio-agosto de 1918, pp. 234-240, lo queme sirve de indicio para sospechar queantes lo di a alguna revista de lengua es­pañola.

Los dos caminos (4~ serie de Simpa­tías y diferencias, 1923): "Huéspedes:1. Dos italianos" (Mazzoni y Pellizzari).

... se dicen cosas "por dec·ir algo"...

Acaso también "Entre España y Améri­ca".

Reloj de sol (5~ serie de Simpatías ydiferencias; 1926): "Las representacio­nes de clásicos".

Oportunamente a la fecha de estas pu­blicaciones, volveré sobre cada una de lascinco series.

2. Igual indicación para los breves en­sayos recogidos en los Retratos reades eimaginarios (1920) Y que proceden depublicaciones en revistas y periódicosmadrileños. Parecen corresponder al año1918: "Antonio de Nebrija"; acaso el"Chateaubriand en América" de que hehablado antes; "Don Rodi'igo Calderón";"El Obispo de Orense"; "En la casa deGarcilaso", etc.

3. El tomo Entre libros (1948), yadescrito en el cap. v, nos da, para el soloaño de 1918, la mayor cosecha de rese­ñas allí contenidas: cuarenta y cuatro pu­blicadas en El Sol, y siete en la Revistade Filología Española.

4. Natas dispersas:(Sobre esta sección, y la "varia" que a

continuación aparece, hay algunas indica­ciones en el "apéndice bibliográfico" altomo IV de mis Obras completas, de pró­xima publicación.)

Rafael Arévalo Martínez, El hombre

que parecía un caballo, San José de CostaRica, 1918. (Ediciones Sarmiento, de J.García Monge.) Un prologuito formadocon un artículo de "Ricardo Arenales'" ymis frases alusivas de El Suicida men­cionadas al final del capítulo anterior deesta historia.

Julio Torri, Ensayos y fantasías, lbid.(El Convivio, de J. García Monge) : pró­logo formado con pasajes de una cartadirigida al editor y pasajes de aquel en­sayo, "Nosotro" (Revista de América,París) que sufrió varios transporte y alfin se incorporó en Pasado inmediato,cuyas emigraciones se describi rán a sutiempo.

"Luis G. Urbina", en Revista de Re­vistas, México, 1918: artículo obre laobra de Urbina La vida literaria en N[é­xico (Madrid, 1917), que se ha aprove­chado en ensayos posteriorc .

Pedro Henríquez Ureña, Antología dela vers'ificación r-íf1nica, ¡bid. (El Con­vivio de J. García Monge). Prólogo for­mado con palabras del mismo ensayo quese usó para el anterior tomito de JulioTorri.

5. En el tomo Aquellos días (1917­1920), Santiago de Chile, 1938: artículosfirmados en Madrid y en París con seu­dónimos, y que se enviaban a varios pe­riódicos de España y de América. Puedodeterminar la fecha de 1918 para los si­guientes: "Grandes anales de nuéve me­ses" (Madrid, 10 de abril), y "El Tronoy la Iglesia de Maurras". En el tomo V

de mis Obras completas, de próximapu­blicación, se incluye este libro, con notassobre las fechas y procedencias que fuéposible establecer para cada artículo.

D) VARIA

La obra varia o excéntrica se reduce aunas cuantas curiosidades, artículos deocasión, notas anónimas "al servicio delprójimo"; así una presentación, anónima, .para la revista Higiene, publicación' deunos amigos; una carta sobre el libro e,s­pañol de América para una Revista C?­mercial de Exportación Española, de Bar­celona; y la Guia del Estudiante costea­da por Fernando Pimentel y Fagoaga,para la cual hice el prólogo anónimo yque arreglamos juntamente Antonio G.Solalinde y yo, creyendo que sería exc'e­lente negocio. El hizo todavía una segun­da edición, a solas, bajo los auspicios deEspasa-Calpe.

E) TRADUCCIONES

Desde comienzos de marzo, 1918, sehabla con Calleja de otras traduccionesde Chesterton (además de la Ortodoxiaya reseñada), pero sólo aparecerán al añosiguiente.

NOTICIA FINAL

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16 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Por Mario PUGA

EL ESCRITOR Y SU TIEMPO

PELLICER

Carlos Pellicer nació el 23 de noviem­bre de 1899, en Villahermosa. Tabasco.Hijo del coronel Carlos PelIicer y deDeifilia de Pellicer. Su padre hizo lacampaña constitucionalista en las huestesde Obregón. Tenía escasamente catorceaños cuando publicó su prime.r Doema enuna revista de esa capital. "Era un poemainsufrible !", exclama. "I111a~ínese, inspi­rado en motivos romanos. Darece que re­nejaba cierta influencia' jlan:hsiana."Sonríe, añadiendo luego:

-Bueno, eso es lo que dijo ]\"fanuelToussaint, quien me conoció por enton­ces.

Hizo sus estudios de primaria en laescuela pública de VilIahermosa y la se­cundaria y e! bachillerato en la ciudad deMéxico. Tuvo por compañeros en losúltimos años de estudiante a Luis Enri­que Erro, Octavio Barreda y Carlos Chá­\'ez.

-En 1915 aprendí a hacer sonetos.Quizas lo menos malo que hago ... Pero,i cómo comencé! Acababa de leer el ¿ QuaVadis? de Sinkiewickz y obrando bajo suinfluencia, muchos jóvenes adoptamos latemática de la decadencia del Imperio. Hi­ce sonetos a Nerón, a Roma, quién sabea cuantos personajes más de esa historia.¡Horribles!

Había recibido otra gran influencia. En1912 escuchó a José Santos Chocano.Poeta oficial del régimen de don Francis­co 1. Madero, Chocano alcanzó esa desta­cada posición gracias a sus excelentes ca­'idades.

-La importancia de su obra, su tras­cendencia continental hispanoamericana,exigen la revalorización urgente. Chocanollegó invitado por un poeta mediocre, perohombre de excelentes cualidades, el Vice­presidente Pino Suárez. Escuché al vateperuano de Odas salvajes y de Alma Amé­rica en dos grandes recitales. En el Teatro

La iniciación.

otra cosa que su arte, el mismo que segui­mos admirando y que nos sorprende en surenovación inagotable.

Le observamos que sus palabras po­drían entenderse como rechazo de la na­turaleza social del arte.

--No, de ningún modo. Vea usted, encuanto el artista viva profundamente ensu tiempo, la obra revelará una actitud,que comunica al lector o espectador. Da­ría sufre las sacucEdas de su América.hollada por fuerzas yanquis en los díasdel big-stick. Protesta en versos bellos yfuertes contra e: 'lratado Briand-Chamo­rro, que humilla 3. Nicaragua; y su vozfue la más alta para anunciar el destinode nuestros pueblos. Pero, j con qué poe­sía excelente lo dijo todo! Y esta poesíade honda motivación humana, no es deningún modo, poesía de consigna o dedogma. Siempre y por encima de todo,es poesía; arte vivo, arte imperecedero ...

Hace una pausa. Camina de un lado alo~ro de la estancia. Desde el ventanal quemira al poniente, la luz le baña el rostro,los oios encendidos por la fe.

-Sin embargo, no tengo un camet delpartido de la extrema izquierda. No tengoningún camet, aunque mi vida se muevea impulsos del sentimiento de justicia y delibertad, a1in~entacos en la fuente cristia­na. El espíritu es el animador de h con­ducta. Esta es siemnre solidaria con laGUIsa de nuestros fueblos, en todo elorbe hispanoamericano.,._

to de la fraternidad, la emoción compren­siva del dolor y de la injusticia que repug­na a su espíritu cristiano. Los muros dela amplia estancia, atestados de libros;anaqueles cargados con cerámica y escul­tura precortesianas de todos los horizon­tes. Permanece de pie. Acciona con ges­tos precisos, subrayando sus palabras.

-El arte no es cosa de partidos ni dedogmas -continúa-; cuando el artistase 'somete a un régimen, a una voluntadextraña a su individualidad, deja de serauténtico. La obra de arte pierde la eter­nidad modesta, relativa, de que goza.Porque dentro de la temporalidad de lascosas humanas, la obra de arte es la quetiene más larga permanencia. No ha que­dado de los ciclos vencidos de la cultura

CARLOS"EL arte, en cuanto tal, funciona

socialmente. Logra su fin en lacomunicación. Sólo hay unarte y, ese, comunica belleza.

Quien vea el salero que Benvenuto Cellinifundió en oro para Francisco 1, sentirágoce estético; y el ateo más empecinadoadmi rará las pinturas de Fra Angélico.No es necesaria, pues, la consigna. Puedeexistir en la motivación íntima del creador,pero, entonces, ha dejado de ser consigna,para converti rse en inspiración, impulso desu obra. j Que a ésta no se vea la fábrica,para que la belleza brille con esplendor !"

Carlos Pellicer, cincuenta y seis años,estatura mediana, pleno de vitalidad ycon la sencillez del poeta de Asís, nos ha­bla entusiasta. De él emana el sentimien-

",

Page 19: Los mitos raciales - Juan Comas

. anaqueles cargados C011 ceráJllica..

UNtVERSIDAD bE MEXréO

Arbeu, cuando fue presentado por esemagnífico orador, el licenciado JesúsUrueta, y poco después, en el An fite:ltrode la Escuela Preparatoria, presentadopor don Alfonso Reyes. Aquella :loche,Chocano recitó treinta y cuatro pOen135 ...Fue una avalancha de emociones. La ima­gen de América se dibujó en mi alma sa­cudida por el verbo emotivo y vigoro.;o deChocano.

-El poeta, en impecable frac, recitabasus poemas con voz llena, de timbre fle­xible y rico. ¿ Dirigía sus versos :11 públicoque llenaba la sala? ¿Los dirigía :1 íosjefes del gobierno que ocupaban los pal­cos de honor? Estaba yo sentado en ('1pasillo, entre las butacas de la primerafila. Cerca de mí se encontraba una rlam:l.hermosa, como nunca he visto otra, de ':a­bellos rubios, vestida con elegante :ttavÍoazul. Los ojos de Chocano, jos :tdemaneselegantes que acompañaban su recitación,se dirigían a esta dama ignorada. ¿ Unromance? ¿ Una de las sonadas :1venturasde Chocano? N o se. El poeta ignoró alpúblico toda la noche. El recitaba para jadama, quizás, su dama ...

Quedé tan impresionaGo_ de la poesía

de Chocano, que su influencia fue grandesobre la obra de mi adolescencia. Procu­raba encontrarlo. Pero ero yo un niño eletrece años, tímido, sin medios para llegaral lado del poeta. Cierta vez la suertequizo que le descubriera caminando porlas calles de Tacuba. Le seguí, le seguí aunos pasos, por momentos casi pisándolelos talones. Chocano ha sentido que eraobjeto de mi persecución. Se dió vuelta,deteniéndose. "¿ Niño, quieres algo demí ?" Yo estaba mudo. N o pude :trtíctl­lar palabra alguna de las muchas que an­siaba decirle. Por fin, tras grandes esfuer­zos le he dicho: "A usted, señor Chocano,le admi ro mucho ..." Entonces el poetame acarició la cabeza. Y reemprendió supaseo.

Meses después le he oído recitar en lasgrandes celebraciones patrióticas. Re­cuerdo la polémica que se suscitó alrede­dor de su poema Las campanas. calificadopor alguien, de ser plagio de otro poemadel mismo título, de Edgar Allan Poe,

os muestra dos obras de Chocano.Poesías escogidas, primera edición, de la

casa Vda. de Ch. Bouret, fechada en Pa­rís, año de 1912; Y Alma América. Pelli­cer añade con humildad franciscana:- ifi primer canto a Cuauhtémoc, qneescribí por esos años, nació bajo la inci­tación de la obra de hocano.

Los ai"ios mozos.

En 1917 se lanza a la aventura edito­rial. sacando a luz en compar.ía de otrosestudiantes, la revista Gladios, que ::tlcan­zó dos números. l~evista de lujosa pre,sentación. contenía n'producciones a colorde obras de arte mexicanas. Recuerda consatisfacción que Gladios reveló al lectorla calidad excelente de las pinturas deSaturnino Herrán.

A aquella le sucedió la revista Sa1'I-ev­en/,' en 1918. semana rio que alcanzó vein­te ediciones. I-Ioja de combate, iconoclas­ta, causó más de un disgusto en el cuerpode profesol'es de la Preparatoria..-¡ Quéescándalo provocamos -nos dice- consus informaciones sensacionales! Al maes_tro Antonio Caso, a quien tanto debe :niformación 'espi ri tual, morti ficamos conuna malhadada nota. El maestro no nos

rectifi,có. Los muchachos habríamos to­mado pie para nuevo desaguisados.- Y,luego, añade:

-Figúrese. !La información que dimosfue que e! maestro Caso había raptadoa una joven de la sociedad de Puebla ... !

Para entonces, Pellicer había pasadopor experiencias juveniles decisivas. Loscambios provocados por la Revolución de­ja ron su huella profunda, tanto en la vidade su familia como en su concepción delmundo. Su familia se trasladó de Tabascoa México. El coronel Pellicer -retiradode! ejercicio de las armas y de la admi­nistración pública-, estableció una i110­

desta farmacia en el barrio de Guerrno.-En 1915 seguí por las calles --nos

dice-, a los dorados que escoltaban alCentuaro del N arte. Vi. fascinado. des­embocar a Villa, cabalgando belicosocorcel, en la Plaza de Armas. rumbo aPalacio Nacional. Su figura imponente,la mirada audaz, penetrante como ningu­na que yo recuerde, me galvanizó. Heechado a correr tras suyo, metiéndome en­tre el gentío. Penetré en el gran patio

17

... e/ m'le 110 es rosa de partidos ...

... no es neeeSQ1"a la consigaa ...

... la. obra revelará una. actitud ...

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i 9

de Palacio. Ahí he permanecido hastaque pude ingresar al salón, donde Fran­cisco Villa y Emiliano Zapata ocupabansendas illas presidenciales, recibiendo dsaludo del pueblo que desfilaba ante ellos.

El poeta había sufrido, también, el des­pertar de su admiración a la gran actrizy bailarina Antonia Mercé -a quien ob­sequió unos versos, recibiendo ;l cambiode ella, una fotografía ;lutografiada-;despertar que culmina en el conocimientodel arte de Tórtola Valencia. "La pl<}S­ticidad de su arte -nos confiesa Pelli­cer-, ejerció influencia definitiva en miexpresión, como antes la fuerza y gran­deza de Chocano evocó en mí la iJasiónJi'lás intensa por la poesía. Tórtola Va'en­cia había estado en el Perú, donde unjoven pintor, José Sabogal, hizo su re­trato. Absorto yo en la belleza v -:-n elarte de Tórtola, le dediqué poemas queleí emocionado en su camerino. despuésde una de sus presentaciones más impre­sionantes. Nadie ha igualado d sentidodel color y del movimiento que Tórto!aValencia derrochaba en sus ;¡ctuaciones.Esa plasticidad, ese sentido del color ('S,

quizás, lo único que anima mi poesía.Pellicer recuerda, como dato curioso de

aquellos años:-En el año de 1917 el maestro Tasé

Vasconcelos había estado en Lima, ¿'amoagente vendedor de discos fonográficospara aprender ing~és.

El delegado de la F. E. M.

Entre 1918 Y 1920, organizada la Fede­ración de Estudiantes Mexicanos, Ílledesignado su delegado. Viajó a Colombi;¡por la vía de Nueva York, donde adi}Ti¡,óen el Museo Metropolitano la obra':!~elmaestro español Joaquín Sorolla.y Ba.sti­da. Residió en Bogotft durante varios ;ne­ses. En el largo camino que hizo remon­tando el río Ma~dalena hasta ascendera la planicie de Cundinamarca, conoció aun joven alto. d"lgado. Vestía de negro.Era Germán Arciniegas. Los estudiantescolombianos carecían de organización. Sededicó a esta tarea en la que -dijo Ar­ciniegas- se había fracasado dos veces.Lograron crear la Federación de Estu­diantes Colombianos. El suceso le mal­quistó con el gobierno de ese país. Pelli­cer era un joven revo!ucionario un 'Vi­llista' -decían los periódicos ~onserva­dores- y tuvo que abandonar el suelocolombiano. Después de varios inciden­tes pasó a Venezuela.

. Cu.mp1i1ia .ahí la misma empresa orga­nl~atlva. Eran los días de Juan VicenteGom~z. D.ebió dedicar más tiempo a sustrabillaS hteranos, ante la imposibilidadde. c.ti'ínr::l,i l' las tareas de su empeño. Suadml.raclon por Bolívar le hizo reunir unade las colecciones más completas de obrassobre ~I !--ibertador, uno de Jos orgullosde fa biblIOteca elel poeta. El dictador Gó­~llez . ¡?rocur~ discretamente expulsar al1l1qUleto mexicano. Más tarde el estudian­te se ocupó de repartir hojas suéltas CO:l­tra el dictador venezolano.

A su regreso a ·México. en los finalesele 1920, conoció ~ 'José Vasconcelos, en­tonces Secretario" de Educación. Hastasus oídos habían llegado los ecos de sucampaña como delegado de la F. E. M.,en Colombia y Venezuela.' Vasconcelos lepnpleó en su Secretaría. Ahí, conoció aPedro Henríquez Ureña, el insigne po-

lígrafo dominicano, uno de los maestrosde América.

Obra inicial.

En 1921 publica su primer libro, Colo­?'es en el mar 31 otrOs poemas, que Pellicercalifica de "monstruosamente malo". Sinembargo, en este pequeño volumen se en­cuentran dos poemas de los cuales, pien­sa, parte toda su obra posterior: el Poemaa Curazao y Un pueblito de los Andes.El libro fue ilustrado por Roberto Mon­tenegro.

Publicó en 1924 Seis, siete poemas, cjue"ni son seis ni son siete", apunta el poe­ta. También de este volumen, que cO;lsi­dera de pobre calidad, sólo se salvan,según el autor, dos poemas breves, lostitu'ados El segador y El sembrador, quemerecieron del maestro Carlos Chávez

otras tantas composiciones musicales.

... fratern'idad, emoción comprensiva ....

Viaje a Europa.

En 1925 llegó a IVléxico, invitado porel gobierno, don José Ingenieros, quienhabía organizado en París una manifes­tación de obreros y estudiantes en apoyode la Revolución mexicana. El maestroIngenieros se alojó en el Hotel Mancera.Una tarde acudió Pellicer a saludarlo.Charlaba en el restarán, con Julio Torri,Roberto Montenegro y otros amigos. In­genieros comentó que nada le había im­presionado más en Europa, que la Vic­toria de Samotracia. Montenegro coin­cidió con el maestro. Pellicer guardó si­lencio. Don José Ingenieros con su dejoporteño le preguntó: "¿ Querés veria,amiguito?" "Naturalmente que sí", lerespondió.

-Al día siguiente me entregaban enmi domicilio un pasaje para Marse!la, en­viado por el maestro Ingenieros. El Se­cretario de Educación Puig Casauranc, en­terado por mí del predicamento en queme hallaba, decidió otorgarme una becade 125 dólares mensuales durante un año,para que estudiara "lo que quisiera". Así,emprendí viaje a Europa, el que por aza­res de la fortuna, se prolongaría cincoaños.

UN1V~RSlbAD DÉ M~X1CO

Residió un año en París, haciendo fre­cuentes excursiones al interior y a lascostas. Después viajó a Egipto gracias aque Alfonso Reyes embajador nuestropor esa época, gestionó la renovación desu beca. Luego, residió año y medio enItalia; recorrió a pie muchos de sus ca­minos, siguiendo al maest.ro admiradoPiero de la Francesca. Hizo, más tarde,una segunda excursión a Egipto, Sicilia,Palestina y Siria, en compañía de Vas­cancelas.

-Cuál no sería nuestro aspecto, queen Suez, el cantinero del hotel nos tomópor meseros de los barcos Cook's! - Ex­clama. Y luego añade: En el mercado deesclavas, en Siria, Vasconcelos estuvo ten­tado de comprar una bella mujer queofrecía el pregonero a precio módico com­parado con la belleza de aquélla. Mas elmaestro carecía del dinero suficiente. Así,no pudo cumplir su deseo de entrar aLyons llevando de la ,nano a su preciosaesclava para-admiración de los ci~ilizadosfranceses ...

Durante su visita a las ruinas de Lu­xar, acompañando a Vasconcelos trepópor el muro de los bajorrelieves. La policíale detuvo. - Pude pasar un mal rato-nos dice-, sin la oportuna interven­ción del maestro VasconceJos, quien de­bió exhibir sus documentos diplomáti­cos ...

Mientras residía en Italia visitó confrecuencia la aldea de Asis y sirvió a loshermanos franciscanos durante cuatrodias, para permanecer con los discípulos.

-En Roma estudió con Giovani Gentile.En la Librería de Alinari conoció a Gio­vani Papini.

Bueno, -aclara, sonriente-, le co­nocí, sin tratarlo. Aunque varias vecesme propuse buscarlo en su casa, nunca~legué a hacerlo. ¿ Qué habría podido de­cirle al maestro italiano que él no lo su­piera mejor que yo? Había tenido. unaexperiencia. En Palmira, en el desiertosirio, escuché a Berenson, el gran trata­dista de arte italiano. Poco después leconocí. ¿ Sabe qué me preguntó? "¿ Con­servan todavía en México esa gran obra,el San Juan, de Angra?"

En 1927 se editó, en París, Hora yveinte. Aparece aquí su Oda ditirámbicaa Bolívar y en el grupo de poemas Laspalomas. El volumen está dedicado a J o­sé Ingenieros. En el mismo volumen sepublica el poema Variaciones sobre temade viaje, dedicado a don Alfonso Reyes.

En el Teatro de la Opera se presentabaPeleas y Melisenda, de Debussy. El acau­dalado mexicano, Francisco Iturbe, 'sor­prendido de encontrar a un joven com­patriota en tan elegante representaciónescuchando obra tan exquisita, lo invitó. aacompañarlo como secretario. Así, viajópor tercera vez a Medio Oriente. Peroesta última en rango de gran señor comosabe hacerlo don Francisco Iturbe, me­cenas de artistas. Estuvo en Delfos. Laimpresión que sus' ruinas causaron enel poeta, la traspasó en su poema Unrecuerdo griego. Este y otros poemas querecogen sus impresiones mediterráneas,paisajes de Italia, el Adriático, Sicilia, elMedio Oriente, Grecia, los recogió en ellibro Camino, aparecido en 1929.

Recuerdos de España.

Eran las postrimerías del reinado deAlfonso XIII, cuando por primera vez

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

estuvo en España. Recorrió el país entrenes nocturnos y pasajes de tercera. Seafectó su alud, pues los compañeros deviaje, al enterarse de que era mexicano,le abrumaban de agasajos: todo era bebery comer de sus viandas.

-Estando cierta tarde, en un café dela Gran Vía, vi entrar, apresurado, a Fe­derico García Larca. Traía consigo todoel sol de su tierra andaluza. Preguntó poralguien que no estaba en el local, y semarchó. La visión fugaz del gran cantorgitano permanece en mi memoria. Supedespués, por Salvador Novo, q~e Fede­rico le había hablado con entuS13smo deunos poemas de Las palomas. Traté aE;'rique Diez Canedo, a Eugenio D'orsy a don Ramón del Y~lle-Inc1án, el ex­traordinario y benemento fabulad01> ge­neral de los ejércitos de Tierra CaJ¡e~te.Rufino Blanco Fombona me presento aManuel Machado, cuya obra dramática ypoética conocía.

Siete años después, en 1937, CarlosPellicer fue al Congreso d~ Escritore.s:en Valencia. En esta oportuIl1dad conoclOa Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez yMiguel Hernández con quien hizo par­ticular amistad.

N os unía nuestra común fe cristiana-explica- i Qué hondura de poet~, qu~desgarramiento de español el de MIguel._ exclama, conmovido por e~ recuerdo.

Después, en Madrid, cierta noche, ge­llicer leyó un romance en una ."1ctuaClon,en un cine popular. André Malraux sesintió impresionado por los versos. Du­rante su regreso, escribió en el barco lasCanciones de PeFíiscola y unos romance,s,a los que Silvestre Revueltas puso mu­sica.

El poeta en la cárcel.

En 1929 hizo la campaña presidencialde José Vasconcelos. En el jardín de. SanFernando fue muerto el joven estudIanteGermán de Campos. Pellicer dijo la ora­ción fúnebre. No era la primera vez quetomaba cartas políticas en sus manos. Susensibilidad le llevó a participar en elmovimiento universitario. Actuó en lalucha civil conspiró y fue implicado enel atentad~ contra el Ing. Ortiz Rubio,ocurrido el día mismo en que asumió elpoder. En esa oportunidad e~~uvo a pun­to de ser fusilado. PermaneclO dos mesesdetenido en la Penitenciaría, junto conmuchos otros ciudadanos apresados porla misma causa. Ahí conoció a José Re­vueltas, muy joven, detenido también, convarios ciudadanos comunistas. Ocuparonceldas de la planta alta. Pellicer y otrosciudadanos no comunistas, ocupaban se­parados del piso bajo.

-Estoy seguro que la prisión de JoséRevueltas y su largo confinamiento en lasIslas Marías, le movieron a escribir esaextraordinaria novela Los muros de agua,que no ha sido superada en su patéticanarración.

Nuevos libros.

En 1937 apareció su libro Hora deJunio editado por Xavier Villaurrutiaen la colección Hipocampo. En 1941, apa­reció Recinto, compuesto de poemas deamor. Editado por Fondo de Cultur~

Económica, este volumen inició la colec­ción Tezontle de esa editorial, bajo losauspicios de El. Col.egio de México.

En el mismo año publicó un grupo depequeños poemas de seis líneas cada uno,que tituló Exágonos. Escritos en 1922y sólo vieron la luz casi veinte años des­pués. Seis de los exágonos recibieronmúsica del maestro Carlos Chávez.

Subordinaciones que con Horas de !lt­nio y Recinto, son los tres libros másimportantes - y que el autor considerade lo más logrado y estimable de toda suobra, apareció en 1947. Tema dominantees el hombre en su proyección de puebloy de historia, en poemas que tienen fuerteacento civil. Poema singular en estevolumen es el Canto al Usumacinta. En1953 inaugura las ediciones de los Pre­sentes, creadas por Juan José Arreola,con la publicación de la plaquette Sanctas.selecto grupo de inspiración mística.

-Tengo un libro inédito, Pi'áctica devuelo que consta de 86 sonetos, origi­nalmente tracé el libro en 37 sonetos, delos cuales un grupo dedicado a José Ber­gamin, con quien me hermana el cristia-

... no tengo ningún carnet ...

nismo, es el de mejor factura, en mi mo­desta opinión.

Pellicer nos habla enseguida de susproyectos. . .

-Tengo varios proyectos, acancladosdurante años y para los cuales necesito dis­poner de tiempo, tranquilidad y medios.Uno, escribir la Oda Tropical, obra quepienso como una gran orquestación demasas corales. i Tantos años he acaricia­do este proyecto! Cada vez es más ambi­cioso y tiene menos posibilidades de rea­lización. Otro proyecto que anhelo cum­plir es El libro de mis padres y el tercero,hacer mi Canto al Valle de México.

Tres poetas.

-Nunca entenderé cómo un joven lllar­xista de tanta capacidad como era CésarVallejo cuando le conocí en París,' nopudiera librarse de su propio dolor, su­perándo!o gracias a la esperanza en unmundo menos injusto, más libre, propiodel marxista. En Vallej O pudo más sudrama interior; su dolor propio lo avasél,-

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lIó. Esto explica para mí el dejo pesimis­ta y desgarrado de u poesía excelente,incomparable. Quizá ólo en u cantoEspat'ia aparta de mi este cáliz logra u­perar su drama iDterior y avisara un mun­do de justicia y dignidad humana. Peroen lo mejor de su obra, Poemas humanos,no. Es el mismo Vallejo desgarrado, doli­do de un mundo inju to y contrahecho.

Amo la poesía de Vallejo, pero lo pa­dezco y sufro, porque yo soy u reverso.Para mi la vida es alegría. Tengo alegrí:tde vivir. Y este sentimiento lo her do demi padre, es mi actitud vital. Amo la Juz,el aire libre, la naturaleza, todo cuantoforma y hace la vida. L1nca he creído.por eso, en la oscuridad y la tristeza dela Edad Media. No, esa cdad ,'n la queel arte religioso cobra su más Jita cima,creadora de la arquitectura gótica, no pu­do ser triste. Siento en ese arte la alegríade una fe uperadora de la condición con­creta y actual de la vida.

Admiro la obra de Pablo N cruda, elPablo de años pasados, a luel dueño deun mundo subterráneo. de formas oscu­ra , de cavernas, de tristes habit:tntes yde fuerzas innominadas. Ese mundo decaos y de asombro que Neruda trajo ensus versos, y que ahora él ha abandonad·,siguiendo una consigna. No le doy la ra­zón en este cambio. La búsquee!;¡ de lasencillez, la expresión descolorida y aje-

, na con que ahora escribe. le ha privadode fuerza. Pero creo que Pablo está rec­tificando nuevamente, para retomar elhilo de su voz de gran poeta ... Es N e­ruda la mayor influencia en nuestraAmérica, a la que sólo disputa su dominiola fuerza tremenda de Vallejo, que ahoracrece rápidamente.

Sin duda alguna, Octavio Paz es elmás grande poeta joven de México yuno de los más grandes de Hispanoamé­rica. Es, además, un gran pensador. Esadmirable su capacidad de intelegir losproblemas de su tiempo y de su pueblo.Ahí está su Label-into de la soledad, quedesentraña aspectos no tocados por elmaestro Samuel Ramos en su obra fun­damental de interpretación nacional. Per­fil de México ...

Por mi generación pertenezco al grupode .Contemporáneos, que alrededor de larevista de ese nombre piloteó Xavier Vi­Ilaurrutia. Sin embargo, me hallaba enRoma cuando nació aquella publicación ysolo colaboré con poemas en un númerode sus postrimerías. Propiamente Con­temporáneos no tenía unidad de orienta­ción. Fué, como Villaurrutia la definió,un grupo sin grupo. Ahí estuvieron Novo,Torres Bodet, Jorge Cuesta -muerto enplena juventud- fueron con Villaurru­tia los mejores hombres de letras delgrupo. Pero mi generación ha sido di l' c­tamente afectada por la revolución. Po­cos logramos títulos universitarios, algu­nos ni siquiera llegaron a sus aulas.Otros, debieron abandonar las profesio­nes, sin optar sus grados. Cada uno tomóel rumbo que su sentimiento de la viday las circunstancias le señalaron.

Carlos Pellicer nos ha mostrado tinade las obras de que más orgulloso se sien­te el último Nacimiento. Los hace desdeq~e tiene memoria y los entreg:a a la de­voción de cuantos ql1leran ach11lrarlns. Alsalir de su vivienda, hemos visto un nu­meroso grupo de vecinos que ,g<;>zaban delpaisaje de este valle de Mexlco, bella­mente reproducido ,P?r el poe.ta, y en elque ha situado su ultIma NaVIdad.

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20UNIVERSIDAD DE MEXICO

MINIMOHOMENAJE

Por TOl1zás SEGOVIA

LA muerte, el año pasado, de Tho­

mas Mann, fué de esas que dejanuna aguda sensación de abandono,como cuando en una sala de tea­

tro descubrimos de pronto que todos sehan ido ya. Porque sentimos que el lugarque él ha dejado vacante es de l<?s queno podrán ser llenados en mucho tlempo.Con él se ha extinguido algo que pJrecedi fícil volver a encontrar por ahora. ;¡'Igoque más que una calidad es una estatura.En este sentido es verdad que su obraes de otra época. Pero en otro sentidosigue siendo más verdad que nunca queesa obra es la de nuestra época, y quesi no se parece exactamente a esta épocaes porque 1"5 10 mejor de ella. Tarde otemprano tendrá que verse claramente quela obra de Thomas Mann es casi 10 únicoque tenemos y que el relativo descuidoen que la hemos dejado ~lltimament.e sedebe tan sólo a que las epocas se I11te­resan más en 10 que no tienen que en 10que tienen.

Después de todos los homenaje~ máso menos concienzudos que su muerte haprovocado, resulta un poco extemporáneoponerse a escribir un pequeño artículomás bien improvisado, sin releer siquierapreviamente algo de su obra ni propo­nerse divulgar ningún aspecto nuevo deella. Pero es que hay ocasiones en quehablar de un autor es más un deber paracon uno mismo que para con el público,y en que casi no querríamos más quedar fe de una fidelidad, sin más explica­ciones. Los que conservan esta fidelidada Thomas Mann deben de sentir la ne­cesidad de dar fe de ella, porque me temoque se la mantenga actualmente a unarespetuosa distancia - que no deja de serun "segundo término". Ya sé que su pres­tigio es de los más indiscutidos, pero talvez ahí esté lo malo; tal vez muchos hu­bieran prefe'rido, por ejemplo, que el se­ñor Auerbach, en su célebre Mi·m.esis,hubiera arremetido contra él con ciertaenergía, en lugar de mencionarlo de pa­sada. relegándolo, en nombre de no sesabe qué preferencias de explorador, alplano de los buenos escritores un pocoanticuados y sin mayor importancia.

Me parece, sin embargo, que nuestrosiglo sería mucho más triste si no con­tara con esa obra. Hay épocas en lasque podemos interesarnos todo lo que 'sequiera, pero de las que no podríamosenamorarnos nunca. Puede ',1\10 enamo­rarse de Grecia, de la Edad Media, delRenacimiento; pero me parece (aunquetal vez sea sólo un sentimiento personal)que nadie puede enamorarse por ejemplodel siglo XVIII, a pesar de ser segura­mente uno de los más interesantes queexisten. Para mí la obra de ThomasMann es una de las poquísimas que pue­den hacer a nuestro siglo capaz de des­pertar amor. Buena falta le hace ser ama­do a ~ste siglo que sin duda es ya

esta época, crear un arte de gran enver­gadura; que es inútil, por supuesto, fin­gir que ignoramos nuestra famosa crisisy su gravedad; pero oue tampoco sirvede nada conocerla si es para asfixiarnosen ella. Su obra es una de las últimasgrandes porque es mía de las últimas queno nos asfixian. Sin ella sería fácil lle­gar a convencernos de que nuestra épocaes totalmente irrespirable, y que tocÍa 10que en ella es 10 bastante serio para re­nunciar a una ilusoria respiración arti­ficial, se condena y nos condena a esteangustioso ahogo.

Pero lo que distingue a esta obra deotras importantes de nuestra época esprecisamente su salud, su fuerza, su ale­gría. Es una obra creada alegremente, esdecir ni en malsanos encierro ni a laligera. Una de las pocas en que se sienteel vigoroso gusto de crear, de narrar in­c1uso; pero en que este g;;¡sto no se hacenunca ni tiránico como una especie devicio, ni vacuo como una especie de ha­lago. Una de esas obras que, como suelesuceder con las clásicas, parecen hechaspor el puro gustD de hacerlas. Porquesin duda no están hechas por puro gusto,pero tampoco con ninguna clase de <'.sco,incluso sutil. Me parece que las obrasque con menos escrúpulo llamamos clá­sicas ::on aquellas en las que siempre es­tamos encontrando coó:as que parecen irnaciendo dentro de ellas. Mientras que escaracter¡stico de casi todo nuestro arteel que por debajo de la obra nunca en­contremos más que 10 que previamentehabía sido puesto allí. Esto es 10 quehace la terrible pequeñez de los "ismos"- la terrible pequeñez de la inteligencia.Aunque sabemos mejor que nunca queestas cosas no son las que dan su valora una obra de arte, tampoco parecemoscapaces de construir esta obra sin tomarcomo punto de partida -o pretexto, oandamiaje, o hilo conductor- algo queresulta bien triste descubrir al final. Es­to es lo que se hace superfluo cuandouna obra precisamente no ha sido cons­truída, sino que ha brotado. La armazónque la sostiene no es entonces un anda­miaje, sino algo también palpitante, tam­bién misterio. Hacemos bien, natural­mente, en tomar precauciones ante el es­pectáculo de tanta obra hecha en el airehecha sin ton ni son; pero echar nuestro~cimientos rellenando con material muertono es evidentemente más que un recursodel que echamos mano a falta de raíces.

Al lado de obras como ésta, todas lasdemás parecen hechas arañando, pegando,raspando, añadiendo. Pero todo 10 quelos demás arañan y pegan está natural­mente aquí, como brotado, como na·cidoespontáneamente; no traído a la obrasino conjurado por ella. Thomas Mal1l~es en efecto, como se ha dicho, un "ma­go", uno de esos escritores cuya prosaparece irnos hechizando incomprensible­mente, como quien no quiere la cosa, sinperder nunca su aspecto inofensivo. Y almismo tiempo un escritor cargado de ex­tensos y sólidos conocimientos, un ver­dadero alemán lento y macizo, que depronto, no sabemos cómo, resulta 10 másalado del mundo. Pero este verdadero ar­tí fi.ce de la lengua, del estilo, de la inte­ligencia, del oficio, no confía nunca a sussolas cualidades la justificación de la obra,ni deja que estas cualidades enturbiensu luminosidad transparente. Allí está,por debajo de todo ('so, la más vasta vsutil gama de intuiciones y de sentimienO­tos, de experiencias y de adiYinaciones.

uT1Rps

THOMAS MANN

terriblemente interesante, demasiado in­teresante acaso. Sería bien tri ste que tam­poco él tuviera nada más caluroso queofrecer que Monsieur de Voltaire. Esmuy difícil amar a Monsieur de Voltaire,por más que despierte nuestra admira­ción.

Pero nuestro siglo no es sólo de crí­ticas y desengaños. Nadie puede negar­nos que hayamos sido exploradon:s per­tinaces, y hasta un poco vagabundos.Estamos orgullosos de haber recorridoregiones enteras desconocidas antes. Perono, parece que en ninguna de ellas ha­yamos fincado verdaderamente. hayamosrecogido cosechas suficientes para'podercontar de veras con sus riquezas. Y quépoca cosa resultan los renovadores al ladode los verdaderos creadores. Hay artis­tas que no tienen que extenuarse esco­giendo y preparando el lugar que han deocupar, porque son más grandes que ellugar que ocupan. Mientras que nosotroslos de hoy en día buscamos casi todosuna ubica.ción peculiar y calculada quepueda conferimos una importancia quesin duda no estamos seguros de merecerde otra manera. Que una obra como la deThomas Mann haya podido arraigar ennuestra época -y es evidente que estábien arraigada en ella- me parece im­portantísimo. Porque es la demostraciónde la posibilidad de un arte grande ennuestros días, y de la nobleza de estearte. Cuántas lecciones podríamos sacarde esto en un momento en que la legi­timidad y la posibilidad misma del artetorturan en mayor o menor medida a to­do el mundo. Thomas Mann nos pruebaque es posible, sin ren~1I1<;iar a ser de

EyA.RTEL

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Por Jorge]. CRESPO DE LA SERNA

PLi-\STICAS

UNlVERS1DAb DE MEXICO

La asombrosa maestría de una novelacomo Doctor Faustus no deja un soloinstante de estar al servicio de una mi­lagrosa sabiduría, de u.n increíble cono­cimiento de los personajes, de una sobre­cogedora intuición de lo diabólico, de unaprofunda perspectiva sobre la época. Yde tantas otras cosas. La visión deslum­brante del "destino" en todos sus perso­najes, de esa como melodía de sus vidas,su misterioso y último sentido, es abso­lutamente única en nuestra época - y encasi todas.

Cuando un artista así desaparece, sen-

ART.ES

UNA NUEVA PINTORA:BETTY BERNSTEIN

HACE poco más de tres .años que

esta jóven norteamencana, deorigen juelío, llegó al país. Ha­bía ganado, después de sus estu­

dios preliminares de pintura en las aca­demias de rigor, una beca para pe:fec­cionarse. Su destino era San MIguelAllende donde encastíllados en escuelasde "ton'o" los extranjeros que las fre­cuentan ~con honrosas excepciones­viven lejos de lo realmente auténtico, pormás buena voluntad que tengan.

La sensibilidad despierta de esta mu­chacha y su ardiente vocación la llevaronpronto a desertar de tal ambiente falso,para .busc~r un 31cercam~ento al arte y .alas vIvencIas mas entranables de MexI­ca. Sus primeras experiencias .en este sen­tido fueron en la hermosa capital de Gua­najuato; continuadas después..en .prolon,~gadas estancias en pueblos olVIdadoscomo el de la memorable película de esenombre que todos conocen.

En ellos, como por ejemplo en uno delvalle del Mezquital, en donde ha est~doresidiendo hasta hace poco, ha podIdorealizar lo que con gran perspíc~cia anhe­laba, después de ,ver .y. est~dlar a. losmUl'alistas y demas dlst1l1gUldos pll1to­res nuestros, a saber: conocer al pueblo,sus costumbres, sus penas, sus anhelosocultos o entreabiertos. Para ella no leha arredrado la terminación de su beca.Es mujer de recursos y de sencillas, ne­cesidades porque antes que nada l~ II1te­resa vivir la vida en su aspecto mas hu­mano y reflejarla ínteg:a en su p'int~~a.Su jovialidad, su. ~ozal1la, su d~dlcaclOnbenedictina al OfICIO, le han abIerto, depar en par no sólo las puertas sino loscorazones de la gente humilde, con la queha convivido y a la que ha comprendIdoy quiere.

Su arte se nutre de esas vidas en todassus diversas mani festaciones. Traía yaantes una buena preparación técnica queha ido afinando aún más en consonanciacon los propios temas escogidos. ~u res­puesta a los estímulos que le ha bn~dacloel ambiente es una respuesta conSCIente,cargada de emoción. Se advierte en quéalto grado se halla identificada con I.aidiosincrasia y el temperamento del mexI­cano al contemplar sus cuadros, y cómo,de e~a actitud comprensiva y de tiernaafinidad simpática l~ brota~ c.on rara es­pontaneidad sus ~nobvos plastlcos (expo­sición en la galena Arte Moderno - Pa­seo de la Reforma 34),

timos que nos hemos quedado solos, queestamos en esta tierra un poco más comoen el extranjero. Parecía que estando élnos íbamos a entender mejor con estemundo, como cuando al partir para unaciudad desconocida nos anima la idea deque allí vive algún amigo nuestro, aunqueno nos lo vayamos a encontrar nunca.En su última novela, La engaíiada, queahora se hace significativa de una maneraimpresionante, él nos ha dejado a modode adiós un verdadero canto a la vida,un verdadero testimonio ele fidelidad yde amor a la vida, cuyos engaños, aun

Betty Bernstein. Mujer del Mezqlütal

El color en ella es exuberante y rico.Corresponde fielmente <l; su te,mperat.uraanímica frente a la contll1genCla mexIca­na, de la que n~ saca únical~ente pretex­tos artísticos, Sll10 que ansIa expresa:lacomo testimonio saturado de honda sIg­nificación. Sus figuras de mujerucas y deniños indígenas, sus mineros, s~s aldea­nos y campesinos, tienen la reCIedumbrey el verismo de las co~a.s que se apo?erandel espíritu y lo sohvlantan emOCIOnal­mente al primer vistazo. Pocos han 1<;>­grado -como ella- capt3:r .con lenguajeoriginal, de mucha expresl~ldad,.los ras­gos étnicos y lo~ gestos e II1tenclOnes denuestra gente, SIl1 t~ner que hacer con­cesiones de una copIa exacta d~ la natu­raleza, sino solamente aprove~andola_ensus aspectos más salientes, mas entrana­bIes, para poder dar de todo ello la esen­cia plástica en todo su valor.

La composición de estos factores hu­manos en el campo pictórico es, en ella,casi siempre de un orden rítmico, acasoun tanto inclinada a la plenitud en oca­siones extremo éste muy natural en quie­nes a~ometen los problemas espaciales,sin las luces de una experiencia que sóloel tiempo concede. Los colores casi pu­ros o apenas atemperados en sus .tonosdelimitan bien los contornos y ejercenunos sobre otros una fuerza vibratoria de

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descubiertos, no pueden enfriar nuestroamor, y son incluso abrazados con grati­tuel en nombre de ese amor. A nadiepuede extrañarle que así se despida de lavida un gran artista, un hombre que laha miraelo a los ojo y la ha amado sinremordimientos y sin avaricia, con el úni­co amor que engenelra y que engendrahijos verelaeleramente naturales. Porquela obras naturale , como la suya, hayque engendrarla por amor a la vida yno por amor a la obra, pero con la alegríay la entrega con que se tienen hijos deuna mujer que amamo .

iluminación armónica, bien equilibradaen general. Se nota claramente la eufo­ria con que han sido hechos sus cuadrosy dibujos coloreados.

Betty Bernstein es una trabajadora in­cansable. N o pertenece a esa clase depintores que sólo se aplican a produciresporádicamente, o cuando se presenta laoportunidad de un certamen. Yo que hepodido seguir ele cerca los pasos de estanovel artista, tan efusiva y cálida, meregocijo ele que nos ofrezca ahora unaexcelente muestra ele su cosecha plástica,lograda bajo el sol y el clima humano deesta tierra, inagotable en sus elonaciones aquien la ame y comprenda ele corazón.

Otro novel artista:Raúl Gamboa Cantón

En esta misma revista hice un comen­tario admirativo de una tela que estuvocolgada en la exposición colectiva eleinauguración ele la galeria de la Ciudadele México, o ele las pérgolas ele la Ala­meela: El Cenote. Me habían llamado laatención la solielez tectónica elel tema, sufielelidad al motivo real, la excelente co­locación ele capas translúcielas ele colorperfectamente aelaptaelo al misterio y sin­gularidael elel ambiente, la representaciónele las figuras humanas con toelas sus ca­racterísticas raciales y su simbolismo ar­caico, y el uso armóni.co ele un. ritmoespacial ele rica sustancIa decorativa. Seechaba ele ver, enseguida, que el autor eletal cuadrito (era de pocas dimensiones)era alguien que tenía años. ele experie~­cia. Un retrato frontero, fmnaelo por elmismo decía de su picarelía en la resolu­ción d'el problema: no era, pues, ni unaelvenedizo ni un principiante. Si en elretrato se mostraban limitaciones un tan­to académicas, con todo se veia que quienlo había hecho sabía dibujar bien y teníanoción ele tonalielades cromáticas afinespara dar el efecto total elesea~o. ~n ElCenote había vokaelo su albedno S1l1 cor­tapisas' y por ende pensé que. éste ;ra suvereladero estilo, y no me equIvoque. Veoahora confirmaela mi impresión de su ar­te en los cuaelros (cuatro) que ha en­viaelo para la apertura ele una. o~iginalaalería o centro de arte en un nncon del~estaurante "Carmel", en la calle ele Gé­nova 73 donele también exponen tres ar­tistas jó'venes no muy conocidos aún.

Gamboa irrumpe actualmente en la pa­lestra de! arte nacional; antes eliversascircunstancias ele orelen privado, le habíanveelado hacerlo, pero hay ql~e sal1;lelar supresencia con entu~~asmo y slmpatla, pueslo que sigue ofreClendonos ahora en estapequeña exposición ~o elesm.erece en na~da ele su Cenote arnba anahzado, y estaen el mismo carácter. Un. car~cter queparticipa de varia~ sugerencIas bien apro­vechadas y digendas: formas. precol.o~­binas de códices y de estatuana, esplfltu

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moderno de estliizaci6n figurativa uni­versal, rasgos que ev?~an retablo~ popu­lares o pintura de mnos, analoglas conTamayo y con alguna época del mismoRivera y hasta de Julio Castellan?s; enuna palabra, palpitación i~confundlble delo nacional, con un ropaje formal y decolor que es entendible por todo ser hu­mano.

La combinación de colores es en élatrevidísima y sabia: Gamboa tiene unprofundo conocimiento de los valores ylos tonos. Eso se ve en el acto. Sus cua­dros son juegos de degradaciones dive~­

sas de dos o tres colores: azul y ~oJo

como en La Aguada, o magenta, .roJo Ynegro en Crepúsculo, o verde y rOJo (c,9­lores complementarios) como e,: El Banoque se asemeja mucho al ya Clt~do Ce­note. Gamboa es de Yucatan, a~l es queal decidirse a exponer los motlvos queha estado largo tiempo rúmia,:do y tra­bajando, es natural que lo pnmero. seadedicado a expresar escenas y ambientede su terruño regional antes que otracosa. Ha estado acertado hasta ahora,porque lo que .pinta no t~ene nada de anec­dótico ni de CIrcunstancIal. Es una expre­sión de un trozo de vida mexicanJ. tras­puesto a imágenes tipo~ógicas de gr.anfuerza simbólica como SIgnos de una 111­vención muy suya.

INFORMACION y COMENTARIOS

Abel Ferrater, español, mod.esto, infa­tigable, ha prese~ta~o un cont111gen~e desus óleos impreslomstas en el vestlbulode la Dirección de Turismo, que franca­mente no se presta para nada para talesempresas. En los cuadro~ pequeños deeste artista es donde mejor se puedenapreciar la pincelada espontánea, el colortransparente y el .buen gu~to con quesabe escoger sus nncones cmdadanos orústicos.

Casi inmediatamente después de la ex­posición de Mané, ~atz, estuvo a~ier!aen la Galería ExcelslOr, la de otro JUdlOde nacionalidad polaco-argentina, Rafa'<?lM andelzweig. Ha empleado siempre suarte como instrumento de solidaridad consu pueblo. Retrata en escenas y tipos todala entereza y los anhelos de sus hermanosperseguidos y humillados por siglos. has­ta culminar en el tormento que sufneronen la última guerra. Su arte es vigoros?,mezcla de impresionismo que en sus pai­sajes recuerda a Pissarro, y de un ex­presionismo muy particular que. exaltaciertos rasgos, sobre todo en sus Ílguras.Sus. cabezas en tinta china, de mucha re­ciedumbre técnica, fueron de las cosasmás fuertes observadas en su exposición.

En la Galería de Arte Mexicano se hanexhibido sendas muestras del grabado dela escuela francesa. Los nombres de losautores de mayor relieve en este contin­gente bastan para dar una id~a de la ex.ce,­lencia de lo presentado: Ptcasso, Mtro,Clavé, Chagall, Pascin, Maillol, Ma'tisse,Leger, Renoir, Rouault, Vlaminck, Vui­llard, Villon, Braque, Bonnard. Muchasde esas estampas estaban hechas en colo­nes, con todo el carácter de la paleta decada uno de los autores.

"He sentido siempre -dice el graba­dor Francisco Díaz de León- atracciónirresistible por esos paisajes que mues­tran la simplicidad de una llanura en laque crecen cactus o arbustos espinosos,mas que por aquellos en donde el sueloy la vegetación parecen estar de acuerdoen provocativa suma de elementos pinto-

Raúl Gm'llboa Cantón. E/ baíio

Di/mjo de Fmncisco Díaz de León

loan Miró. Trabajador de sol

UNIVERsf1)AD DE MEXICO

rescos." Al presentar sus dibujos en laCasa del Arquitecto añade: "se apartanpor completo del concepto topográfico.He buscado dar en ellos la sensación deatmósfera transparente, lúcida, que defi­na y modele, y al mismo tiempo eliminetodo lo accesorio y superficial."

Los cuadros de Atice Rahon -GaleríaEl Eco- son invenciones delicadas deun orden poético del color que las hacecaer de lleno en una cosa decorativa debuen estilo.

W otfgang Paalen expone, después demás de diez años de no hacerlo aquí, enla galería de Arte Mexicano. Si por unaparte sigue siendo un magnífico maneja­dor de los colores en todas sus alquimias,por otra pienso que va perdiéndose enuna maraña de formas informes, en de­trimento de la claridad misteriosa queantaño era su tónica. Apenas podríamossalvar de tal naufragio plástico, y con muybuena voluntad, aquellos cuadros comoel retrato de Einstein en que aún se ventrazas de lo humano. Decididamente ensus paisajes, en sus selvas, la pintura sereduce a pinceladas, mas o menos hábiles,pero sinning'una consistencia, ni siquie­ra la de una organización de pigmentoscon Un orden geométrico, de valor deco­rativo ...

Procedente de la Escuela de Pinturay Escultura (Esmeralda) exhibe el jó­ven Jorge Dubon primicias de escuIturaen la galería Proteo. Hay en él un futuro,sin duda. Parece tener concienc:a delproblema en sí y, dentro de una visiónmoderna de él, sabe conservar atisbosde lo ancestral, en 10 cual creo que vaacertado. Sus esculturas con motivos ani­males tiene muchos aciertos, por el ca­rácter monolítico y sencillo de la formay del gesto. ¿ Tendremos en cierne unPompon o un Marco Hernández nuestro?

Pienso que Feliciano Béjar -Institu­to Mexicano Norteamericano de Relacio­nes Culturales- tiene fantasía y planteabien sus temas. Pero está muy lejos dedesarrollarlos con la técnica y la texturaapropiadas. En consecuencia su obra tie­ne apariencia de cosa inacabada o dequien está aún dando los primeros pasos.No observo adelanto alguno de este jó­ven de quien ví en 10 pasado cosas me­jores. Hasta sus dibujos tienen caráctersuperficial y apresurado.

Yo no sé hasta qué punto tenga éxitoel centro educativo artístico que en for-

11/olj'gang Páalen. La diosa

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e 1 N E

UNIVE.RSIDAD DE MEXICO

ma de galería y de talleres ha inauguradoel INBA a la entrada del bosque de Cha­pultepec. A mi me simpatiza la idea, claroestá, pero la forma de llevarla a cabocreo que adolece de muchas fallas. Antesque señalarlas todas sólo menciono lade haber puesto, al lado de la obra de lospintores jóvenes y de algunas muestrasdignas de artistas del siglo XIX, comoLandesio, Velasco, etc., vaciados en yesodel Moisés de Miguel Angel, la Venusde Milo, la Cabeza de la Venta, etc., en

EL

LA. escasez de t~xtos cinematográ­

. f ICOS en espanol, que en ot:'osidiomas no es tan aguda, obligaa la traducción y al comentario

de los libros escritos en lenguas extran­jeras.' Por otra parte, la necesidad d,efundarrientar una estéti,ca del cine, es eVI­dente en todo el mundo. Basta ver unapelícula por semana, pa.ra darse .cuentade la inaplazable urgencIa que eXiste defomentar la creación de textos idóneos.Relativamente, son muv pocos los pen­sadores, literatos, y entendidos en la ma­teriaque han dedicado sus esfuerzos enforma seria a la elaboración de teoríasque fecunden el séptimo arte. Este pro­blema es Un círculo vicioso. Porque haypocos libros sobre esta materia, los es­critores no se inclinan a escribir acercade ella, por esto, lógicamente, la produc­ción de textos es. precaria, y a su vez,esta falta de estímulos literarios reper­cute en perjuicio de la calidad ele laspelículas. El cine, en su aspecto mercan­til, es un negocio como otro cualquiera.Mientras que los accionistas de las com­pañías cinematográficas reciban dividen­dos, la producción de películas mediocrescontinuará en forma ininterrumpida. Entanto que la literatura especializada noinfluya en el ánimo del público, de talmanera que éste se rebele contra el malgusto de los productores por medio deun boicot a las taquillas, la tiranía capi­talista gozará siempre de impunidad. Yno importa que grandes talentos artís­ticos y técnicos se ocupen en la produc­ción de películas, ya que el criterio delcapital reprime sus capacidades con impe­rativos económicos: rinden pleitesb a las

lamentable confusión. Lo que más atraeen di,cho conglomerado es el taller de losniños que hacen argumentos, dibujan, es­culpen, pintan figuras y decoracionespara el teatro guiñol "El Burro Sabio"'.Verlos hacer todo esto me conmovió. Detodos modos, es posible que de este nú­cleo salga algo realmente positivo. Por lopronto el público dominguero ha llenadolas salas del edificio que se adaptó paratal fin, yeso hay que aprovecharlo entodo su significado social y cultural ...

PROSAY

POESIA

DEL MOVIMIENTO

Por Carlos VALDES

deidades del mal gusto, o se les prohibela entrada al santuario.

Afirma don Alfonso Reyes que las re­vistas llenan el espacio que existe entrelos libros. Por mi parte, en este artículo,trataré de ocupar el vacío que hay enrededor del libro Cinematic design de

23

Leonard Hacker por medio de comenta­rios, y la versión libre -que conviene ami labor sintética- al español de susconceptos más importantes.

Hacker, en el prefacio de su libro,denuncia la aparición de la palabra en elcine como trauma cultural para las pe­lículas que apenas comenzaban a encon­trar el camino del arte.

Su observación me parece pertinente.y casi se podría aventurar una ley al res­pecto: a cada nuevo avance técnico co­rresponde un retroceso en la cal~dad, ~lr­

tística. Pero ningún adelanto C1~n~lflco

ha sido tan dañoso como el advenimientode la palabra, pues ésta hizo perder ?lcine casi totalmente, su categonade :lledio artístico independiente de laliteratura. La dificultad no sólo está enlos diálogos, de por sí contrap~,estos, alfilm, cuya esencia e' la expreslOn pl~s­

tica, sino que principia en el lIbreto 111l~­

mo. Los complejos verbales que descn­ben la acción que se realizará en la pan­talla son un elemento perturbador de lapur;za plástica,! .fuente de infini~?s, malentendidos. El unlco adelanto POSldVO alrespecto es el lenguaj~ técnico que se usaen el guión. Si un director se enfrenta,por ejemplo, al término clase 1tp, .es se-guro que sabrá cómo emplearlo S1l1 de-

l , t' de htrimento de los valores p as ICOS ,cinta; pero si debe tran~f~rma~ una aco­tación en actos, se vera 1I1validado p~rla resistencia que ofrece todo t~::,to 11­terario a convertirse en una acc~on de­terminada, ya que la palabra enC1er.ra elgermen de mil movimientos; pero ningu-no definitivo. '

El teatro hace mucho encontró la ~,a­nera de traducir las palabras en aCClOny poesía; pero el ~ine aun no enc~entra

un modó independiente d: c~)I1vertlr ~osmateriales del espíritu en Imagene~ plas­ticas. Ya se ha apuntado el camino enalgunas películas que se guard~n comoobras de arte en los n;useos clnemato~

gráficos; pero la mayona de los J?roducctares filman sin tener la menor I?ea delas posibilidades y los medios propl.o~ del. Y' en todos sus actos se mal1lÍJestacme. , . ' 1

el desprecio ya típico de la mdus.tna y ecapital por el espíritu que aspIra a labelleza.

El cine es un medio mecánico -diceHacker- capaz de captar con precisiónmatemática el ballet de la naturaleza.

El cine es un arte que en combinacióncon la ciencia puede realizar lo que nin­gún otro: presentar en movimiento eldrama de la naturaleza, tal como sucedeen la realidad, o mejor aun, superándolo,ya que en la pantalla, es posible captarla armonía que existe entre los. seres deluniverso; todo lo que se reql1lere paralograr este espectáculo, son ~nos cuan­tos objetos naturales, nubes, arbole~, es­trellas, y el conocimiento de 9ue, la me~­

te, la materia, el espacio y el tiempo, cstan;ntimamente ligados unos con otros.

Hacker llega a la con~lusión de que .elcine, al plasmar pen~~mlentos por med~ode imágenes en aCClOn, es el arte masexcelso de todos.

Creo inoperante discutir cuál es la másgrande de las bellas ~rtes. Me, basta conque al cine se le de categona de a.rteindependiente. El. he~ho de. que el cll:eesté ligado a la ciencia no 11Iega s,u ca1l­dad artística, ya que ,no d~pende esta delos adelantos de aquella, smo de la .sen~

sibilidad con que se usen sus matenales.::.

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expresivos. Un artista con una cámaray unos cuantos metros de película, sinotro escenario y actores que la natura­leza, puede lograr mej ores resultadosque una compañía que prodm:e películasen masa con amplios recursos científicosy monetarios.

La objeción de que las películas enve­jecen con las modas, y que esta caducidadniega su categoría de arte: me parece unerror de apreciación. Se acostumbra aver la película como producto de larealidad, y no, como realidad indepen­diente, conjunto estructurado de imáge­nes capaces de provocar su propia obje­tividad. Si viéramos cualquier clase deobras de arte desde el mismo punto devista con que apreciamos las películas,resultaría que las ropas de las pinturasclásicas eran anticuadas; el lenguaje dedon Quijote y Hamlet, caduco; las cate­drales góticas, inhabitables. Del mismomodo que el cine nos enseña a descubrirlos objetos consabidos, nosotros debemosaprender a mirar las películas con llUe­

vas ojos. Pero el más grave error deapreciación es considerar al cine sLlbpro­ducto de la literatura, y no, un arte plás­tico.

Hacker en el primer capítulo se refierea la importancia que tienen las formasg-eométricas dentro de! cine, y declara quela simplicidad formal debe ser su máxi­ma aspiración.

El cinema es e! único medio artístico,a diferencia de las otras artes plásticas,que funde mente y materia en un ele­mento móvil. La cámara, guiada por lainteligencia y la sensibilidad, es capaz deseleccionar formas físicas y relacionar­las entre sí, o seguirlas a través de suproceso evolutivo. El cine no sólo com­bina patrones fijos, sino por ser esen­cialmente plástico, registra tanto las for­mas estacionarias como las evolutivas.Así que, los dos procesos fundamentalesdel arte, plasticidad y permanencia, que­dan unidos en un medio único, en el queno hay límite para las intenciones filo­sóficas, satíricas y psicológicas, que sonexpresadas sin necesidad de incluir unapalabra. El cinema, con el movimientopor herramienta selectiva, traduce el caosde formas de la naturaleza en un moldearmónico, fijo e ideal.

El movimiento --opina Hacker- esen sí una historia más interesante quemuchos mitos superficiales que encon­tramos en cuentos y novelas. En el cinetodos los motivos deben transformarseen imágenes con el sólo acompañamientode la música y uno que otro ruido oca­sional. El hecho de emplear sólo e! sen­tido de la vista no es una limitación, sinouna fuerza, porque los límites de un ntesen un estímulo para acentuar sus carac­terísticas.

En el segundo capítulo Hacker habl3del ritmo. El ritmo es la estructura bá­sica de la existencia, sin él la vida pa­recería caótica y sin sentido. Este sepresenta en cada movimiento de la vidadiaria; pero como somos parte de ella,no nos damos cuenta de sus relaciones.y para apreciarlo necesitamos algún me­dio estético, como la música o el cine.

Hay la tendencia en el oyente de mú­sica clásica a transformar los sonidos queescucha en imágenes de su fantasía, ya encarnar como la danza, las notas mu­sicales por medio de movimientos plásti­cos; pero mientras que la mente hace una

labor imaginativa, imprecisa y perece­dera, y, el ballet se ve limitado al cuerpohumano, la cámara tiene todo un mundoplástico para crear un ballet con los se­res de la naturaleza.

Si se aplica la teoría cinematográficade Hacker al problema de los actores, re­sulta que estrellas y astros de la pantallaquedan reducidos a sus verdaderas pro­porciones, las mismas que ocupan en lavida diaria, simples seres de la natura­leza, sin más ni menos categoría que elresto de las criaturas. En las artes plás­ticas -a las que pertenece el cine- to­dos los motivos poseen en principio lamisma fuerza expresiva, aquí el cuerpohumano está colocado en igual nivel quelos demás objetos naturales. Mientrasque en e! teatro los actores representan,en el cine se presentan. Este arte de si­luetas no soporta a las máscaras del tea­tro. En una película e! personaje es lo queparece, es exactamente idéntico a su apa­riencia (Fernando Vela, El arte al cubo).Esta regla vale por igual para los hom­bres y los demás seres.

Ya que el cine -reflexiona Hacker­está esencialmente unido con la música,es obvio que en las películas e! acompa­ñamiento músical asegure mejores resul­tados estéti,cos. La música más efectivaes elemental, con ritmos básicos predo­minantes, como la de! tambor primitivo,insistente, perpetuo, en la que parece pal­pitar el misterio de todas las edades. Peroel tipo de música que debe elegirse depen­de de la naturaleza de! diseño que sepresente y del modo como se exprese.En e! film profesional la música se usapara suplir la falta de ritmo en las imá­genes que se presentan en la pantalla.

Hacker recomienda el uso del metró­nomo, cuando se toman películas, paraaquéllos que no perciben con facilidad elritmo de la naturaleza. Una de las venta­jas del movimiento rítmico es su virtudpara fundir escenas y motivos dentro deuna unidad, como se aprecia en la pelícu­la rusa El fin de San Petesburgo, cuandolos movimientos de las máquinas simbo­lizan la ira del obrero que denuncia alcapitalista.

Los mejores film s son los que repro­ducen e! reino de la naturaleza, porquede él se derivan todos los principios delas artes. Los elementos literarios, trama.intriga, y demás, sólo desvían al cine delritmo básico en que descansan todas lascosas. La cámara es un instrumento di­señado para registrar los ritmos natura­les y sintéticos del cosmos. T,as cintasserán en verdad cinematog-ráficas cuan­do manifiesten los nrincipios cósmicosde la forma y el movimiento.

Hacker, a propósito del papel que jue­ga la relatividad en el cine, opina queésta debe ser expresada a través de! me­dio visual, hermanando líneas, motivos,movimientos y colores, en sucesivas yux­taposiciones, hasta llegar a la composiciónele un diseño previsto. El artista debeconocer tan bien como el funcionamientode su cámara, la relación que existe cntn~

forma, y movimiento, tono y color. Elcinc es el único arte con poder plásticopara presentar los pensamientos tal comolas producciones y preservarlos en formapermanente. El límite del artista de lacámara cinematográfica está en su capa­(idad visual para ver las cosas y relacio­narlas entre si, y, con este fin puede hacerjuegos malabares con mente y materia,tiempo y espacio.

tJNIVERSIDAD DE MEXICO

En la literatura, la poesía, por su vir­tud para fundir imágenes, es la encar­g~da de revelar la secreta analogía quevl11cula al cosmos. Dentro de las artesplásticas, el cine, mejor que ninguna otra,es capaz de relacionar formas y movi­mientos que a simple vista parecen di­vorciados. Es decir, de crear metáforas ysímbolos plásticos.

Las teorías de Hacker desembocan ('J1

la creación de una poesía del movimiento.Creo que los criterios de lo abstracto

y lo concreto dentro del terreno del arteno se han deslindado en forma suficien­te. Por lo general se entiende por abs­tracto un arte deshumanizado, como lagreca ornamental, que tiene por límite lapureza de las formas geométricas. y, porconcreto, un arte que imita con fidelidadla naturaleza, como la novela realista y lafoto comercial. A mí, por el contrario,me parece que 10 abstracto en el arte esla tendencia a purificar los materiales, sindespojarlos de su esencial humanidad,hasta el momento en que las formas lle­guen a ser un conjunto estructurado ca­paz de crear por sí mismo su objetividad,y, lo concreto, la tendencia a dar vida aia obra por compilación de detalles queofrezcan la ilusión de realidad. En la li­teratura se encuentra como ejemplo deésta el relato costumbrista, y de aquélla,la poesía lírica. Asimismo, en el cine sepueden distinguir dos clases de películas:las comerciales que se acercan más a laprosa, y las que son producto de la teoríade la relatividad que se asemejan más ala poesía. Aquéllas caducan con los ac­tores y las modas, éstas son intemporalescomo las formas geométricas en que seinspiran.

Estoy en desacuerdo con el principioque establece Hacker sobre el color. N ome parece que este elemento tenga im­portancia capital. Por el contrario, creoque ocupa un segundo término, como elcolor que se emplea al pintar la superfi­cie de una escultura. El cine es, antetodo, un arte plástico y no, pictórico,excepto las cintas de dibujos animadosque forman una cateogría especial, y queen rigor no emplean el medio propio delarte cinematográfico, sino que son pin­turas animadas por la ciencia fotográfica.Un artista de la cámara de cine disponea voluntad, en todo momento, del volu­men, como e! coreógrafo de sus bailari­nes; no as: de los colores, sobre Jos cualesejerce un control superfi(ial, relativo, ynunca s"perará el dominio que el pintortiene sobre la pal~ta. Tampoco me con­venTe la razón de que e! color da realis­mo a las películas, ya que el cine pre­senta una realidad más real que la de lavida diaria (d. Fernando Vela, loe. cit. ).La tercera dimensión y el color no pres~

tan verosimilitud a las cintas. El principiadel cine se estableció para siempre cuan­do las primeras manos proyectaron susombra sobre una tela blanca,.y se volviórealidad el día en que las sombras chines­cas se perpetuaron en el invento de loshermanos Lumiere, 10 demás es litera­tura, y lo que es peor, señuelos para cazarbobos: pantalla panorámica, cinemasco-.pio, vista visión ... y todos los trucosque de tiempo en tiempo sacan a relucirlos productores para desviar la atencióndel público de la calidad inferior de laspelículas. Cuando Elie Faure afirmó queel cine había nacido para perpetuar losmovimientos de la danza, no se apartomucho de la verdad cinematográfica.

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

LAS LETRAS MEXICANASA

ÑO con año lo escritores animan,cada vez con mayor vigor, deseosde discutir, cuando no de pole­mizar, acerca de cuestiones más

o meno afines a su profesión. El año1955 fué pródigo en comentarios y pa­receres inclinados a delatar debilidadespersonales, en lugar de interesar~e, si­quiera académicamente, por los asuntospuesto a debate. Como corolario de esasdiferencias privadas, desde los periórli­cos diarios -que mejor deberían preo­cuparse por informar y limitar en lo jJo­sible el abuso de opiniones sobre asuntosespecializados-, algunos columnistasatrevieron la pluma contra poeta, cuen­tistas y novelistas que han hecho de laliteratura una experiencia constante.

Ante la escasez de obras que enriquez­can de verdad nuestras letras, se han im­provisado "teóricos" listos a enjuiciarpoemas o prosas que les son aj enos. Laconfusión consecuente, amena par:l quie­nes estamos ante el espectáculo. puedeser poco honrosa para el escritor. Le­vantados contra una saludable costum­bre, desde hace casi dos lustros los poe­tas de la radio y de las reunionesfamiliares han invadido, sin ningunadiscreción, las publicaciones que deberíanreservarse a quienes creen que la lite­ratura es un oficio modesto en que no seexige alzar la voz desmesuradamente.Hoy el poeta "de los domingos", el queen sus ratos de ocio trasvasa su tristeza,su amor a la patria o sus alegrías a bienmedidos versos, brota al tornar de cual­quier puerta y asalta a los desapercibidosoyentes con alguna "teoría" en que sedespejan, definitivamente, los problemasde la estética literaria. El nacionalismo,las inclinaciones revolucionarias de 'cmtexto, lo reaccionario como elementoconstitutivo de algún eneasílabo, le "so­fisticado" de una palabra en medi'J deuna frase, todo es motivo de acaloradasfrases en que los "espontáneos" tienen 1:1palabra. Pero si los oradores de la poe­sía, los redactores de columnas periodís­ticas o los asistentes a las mesas de cafétienen campo abierto para pontificar acer­ca de lo que no entienden, la culpa es delos escritores mismos que a una torpezaresponden con otra y que así como de­berían conocer con mayor propiedad suprofesión, deberían también reconocer endónde se hallan sus iguales. Mejor haríael escritor en no cultivar más sombra quela propia.

En fin de cuentas, el actual panoramade las letras, para quien no se halle orien­tado, puede mostrar una apariencia equí­voca, pues tal parece que las ideas pre­ponderan -aunque más de boca que depluma- entre los escritores mexicanos.Así, nada raro es que un poema, por her­moso que sea, sugiera comúnmente disla­tes en los críticos que han aprendido enla "univer idad de la vida". Y si el poe­ma tiende a provocar desavenencias, cs­crito con la intención de tocar temas queresultan bárbaros en la poesía de la so­ledad, entonces el autor se verá a puntode ser injuriado y, por supuesto, defen­dido por otros que encuentran en aquellasmetáforas parentesco con lo que ellospiensan.

La verdad es que nuestra literatura noentra todavía -por lo menos con esa

EN

1955Por Alí CHUMACERO

frondosidael aparente- en los terrcTOS delas ideas. La política, la mundial de pre­ferencia a la nacional, atrae a algunos.y como ahí los extremos no se t,:;can,estamos asistiendo a nuevas fases de ladiscusión, aplicadas, naturalmente, al fe­nómeno literario.

Dejadas ele lado estas anotaciones, queseñalan hechos pasajeros cuya evidenciaestá en razón directa a lo lamentable desu ejer,cicio, paso a indicar someramentequé es lo que produjo y con qué calidadesnue tra literatura, en sus diverso gé­neros, en el año que acaba de transcurrir.

POESIA

En edición limitada (209 ejemplares),Salvador N ovo reunió su obra lírica. Al­gunos poemas, por conveniencia del au­tor, 110 ingresaron en el volumen sino

que fueron publicados aparte o bien hanquedado escritos a máquina en manos quelos ocultan a las mil'adas profanas. Ellibro, titulado Poesía: 1915-1955, contie­ne 10 sobresaliente de la pluma de N ovo,que ha. cultivado con avidez, aunque condilatadas interrupciones, distintas formasy aspectos de 10 lírico.

Una particularidad de Poesía consisteen que agrupa, valientemente, lo escritoen la infancia, además de traduccionesde poetas norteamericanos. En breve"Consideración preliminar", Novo da "les­timonio de su trabajo al referirse a NucvoQ1IIor, que lo sitúa en la historia de lapoesía mexicana: "Cuanto pude sentir yexpresar -clice- está dicho y sentidoen esos poemas." En conjunto, N1!cVO

a1/1.0 l' marca el clímax de las experienci:lsque, en plena juventud, el poeta ha de­jado. quizá definitivamente, a la poesíamexicana. De ahí saldrán la mayor parteele las comrosicione~ con oue se rlesee

armar u antología: "Tú, yo mismo, secocomo un viento derrotado", "Junto a tucuerpo totalmente entregado al mío","Glosa incompleta", "Breve romance dausencia", "Elegía", on poemas quecuentan entre los más hondos de la poe­sía de u generación. El anterior Es/'cjo,que en parte afina a u libro inicial, XXpocmas -renovador, éste, de los cere­moniosos tratamientos que la p sía pre­cedente daba a las cosas-, incluye poe­mas cuyo interés es al mismo tiempohistórico y artístico: "Epifania". "Elamigo ielo", "La poesía", " mor" ...

De la misma generación que SalvaelorNovo, aunque no elel mismo grupo, esElías Nandino. Su Nocturna suma, sin­tetiza, sin artificios, una ctapa elistintaele su producción. Olvidado de los ador­nos, mediante una técnica que hace suge­rir elesnudamente el tema evocado, an­dino aborda problemas que, con pertene­cer a la poesía, forman parte de la vidamisma del poeta. Más que la "metafí-ica", le preocupa afrontar, sin otra ar­

ma que la palabra, las experiencia per­sonales, sostenidas por el impulso líri~o.

Entre los jóvenes, el recientemente ini­ciado Antonio Montes de Oca sobresaliócon Contrapunto de la fe, de cuyo des­orelen es posible predecir el nacimientode un poeta. La riqueza de las metáforas,en ocasiones desmedidas por lo que tocaa su eficacia, sostiene sin desmayo laintensidad de su emoción. El hombreasentará su denodada juventud y com­p:obará lo que hoy empieza a testimo­J1la r.

Con Poemas, Fernando Sánchez Ma­yans adelanta en su búsqueda interior,todavía apegada a las normas villaurru­tianas. Arturo Sotomayor, tras años deabstinencia lírica, publicó El ángel delos goces. En Valle de nada, Salvadorele la Cruz log¡'a sus mejores trabajos.Además de un poema decJi,caelo a la me­moria de Alfonso M éndez PlancaiYte(1909-1955), impreso limitadamente(100 ejemplar'es), Alfrec'o Carelona

Peña publicó su Primer paraíso, en elcual persisten las formas coloquiales queél ha sabido manejar con elestreza.

Otros libros que merecen atenciónfueron: Sueíio de la tierra mía de Jorgede Alba, Palabras inútiles de SalvadorVizcaíno Hernández, Interior de A ngeJMiquel, Azulejos y campanas ele LuisSánchez Pontón, El aire libre ele VíctorM. Saneloval, C(JI/1,to hUlllano ele HoracioEspinosa Altamirano, Poemas a la muel'­te de Inocencia Burgos, Por la ruta ini­cial de Abel Tirado Fuentes y Cantos dejuventud de El11'ique Ramos Valdés.

La poesía femenina dio algunos volú­menes: Otro libro de amor ele Guaela­Jupe Amor, Del ma'1' )' de la lnuel'te eleLuz Adoración Sánchez Randolph, Nie­bla ele Teresa ele Silva; y ele escritorasno mexicanas radicadas en lluestro país:Tu nombre Guatemala ele Líliam Jimé­nez, Pocsía' resiste de Lucila Velázquez,y Espacios de Mercedes Durancl.

Los todav;a jóvenes hi panomex;canos,además de colaborar en periódicos lite­rarios, editaron varios libros. Las Ele­pías de José Pascual Buxó hacen adver­tir nuevos caminos y diferentes hallaz­gos que establecen una posición distintarespecto ele su poesía inicial. Carlos

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Blanco dio a conocer un breve tomo dePoemas en prosa. César Rodríguez Chi­charro se muestra más seguro en Eter­nidad es barro. Ramón Xirau, en cata­lán, publicó un cuaderno con el títuloLespill soterrat.

"Canciones mínimas, simples cancio­nes: desnudas, directas, clarísimas: comonace el agua de los veneros serranos"comprende el libro Canciones de la pazdel español Juan Rejano. Lo lírico y 10político comparten la defensa de la be­lleza. No lejos de esas ideas e hallala Danza para Cuaulitémoc, del guate­malteco Raúl Leiva. Y con mucho de de­sesperación, Las imprecaciones del perL1a­no Manuel Scorza, también editadas enMéxico, recogen una incierta fe en el por­venir de su país. Del recientemente fa­llecido Andrés Eloy Blanco, poeta vene­zolano, tuvimos Giraluna, y de otro pe­ruano hoy radicado en nuestro país,Augusto Lunel, el poemario Los puen­tes, de tendencias surrealistas. PedroDuna, escribió N o callaré tu voz.

De las antologías, la de Jesús Arella­no -titulada Poetas jóvenes de M éxico­fue la que mayormente llamó la atención.En cierta forma completa la que, prep::t­rada por Rafael Aguayo Spencer -Florde 1noderna poesía-, llegaba a escritoreshoy maduros. Andrés Henestrosa, desdeel Departamento de Literatura del Insti­tuto Nacional de Bellas Artes, organizóun útil Anuario de la poesía mexicanaque abarca, en forma antológica, lo quese produjo durante eh año de 1954. Larevista Poesía de Amé1'ica, a su vez, de­dicó un número a recordar al poeta chi­leno Vicente Huidobro (1893-1948).Finalmente, se editó el volumen Poetasy prosistas de la Preparatoria, con cola­boración de ex alumnos de esa escuela.

Lugar aparte 111ierece el libro Ochopoetas mexicanos que aunque aparecidoa fines de 1954 no circuló hasta el añopasado. En sus páginas se juntan com­posiciones de Alejandro Avilés, RobertoCabral del Hoyo, Rosario Castellanos,Dolores Castro, Efrén Hernández, Ho­norato Ignacio Magaloni, Octavin N o­vara y Javier Peñalosa. Quizá sean lospoemas de este último los de mayor in­tensidad lírica.

Se reeditaron Prosas y versos de Gui­llermo Prieto y el Libro de fábulas deJ osé Rosas Moreno.

NOVELA, CUENTO, RELATO

Sin apartarse de los temas habitualesen su pluma, Juan Rulfo ensayó enPedro Páramo una técnica muy cercanaa la literartura llamada fantástica. Loshombres del pueblo, que en sus exce­lentes cuentos rozan la tierra, en estanovela son llevados y traídos a travéselel tiempo y en diversos planos. Los crí­ticos se ensañaron con esta obra de Rulfo',algunos con ataques y otros con defensas.Quién decía era un libro fracasado, quiénque era la mejor novela mexicana rielsiglo y en juicios tan contrarios sólo seadvirtió cómo el prejuicio domir.a co­múnmente al enfrentarse a una obra dearte.

Lo elemental es que, a pesar rie queRulfo no acertó del todo en la compo­sición de su novela -la primera queescribe-, en esas páginas se halla siem­pre de cuerpo entero el escritor que hallegado a ser. Su estilo per anal comoel de muy pocos mexicanos, no desvirtúaaquí el poder evoc;¡do de 1111a infancia

caela día más determinante de su emo­ción literaria. Escritor sin esperanza,Rulfo no ti,ene otra salvación qu-e elsolaz proporcionado por el mundo de labarbarie, visto al través de un árido en­cuentro con la violencia de sus entidos.En Pedro Páral'no se encierran algunasde las páginas menos contempori zadorasque haya producido nuestra literatura enel último cuarto de siglo. Lo fantásticoqueda ahí como mero procedimiento,rendido ante la evidencia de un mundo alque el escritor no podría renunciar. D~Imismo Rulfo se hIzo una segunda edI­ción de los cuentos de El llano en /lamas,libro que, a pesar de sus notables calida­des, ha tenido aceptación entre el lectorcorriente.

Mariano Azuela (1873-1952) dejó almorir dos novelas inéelitas. Se publicóuna de ellas: La 11wldición. Escritor fiela las escuelas realistas, afecto al costum­brismo, ell La maldición insiste en '~em:lS

que le fueron propicios: la vida del ran­chero y su encuentro con la ciudael. A"la obra purificadora de la provincia"opone aquí la "perversión" ele la capitaldel país, que muy rápidamente incorporaa sus peores muestras de maldad al hom­bre sencillo que llega en busca de mejo­ramiento económico. Como en pocas desu obras, Azuela aplicó en ésta procedi­mientos no tradi.cionales y logró una his­toria amena y digna de otras de las no­velas que tan amplia fama le dieron.

Además de publicar un volumen decuentos, M e lo dijo M aria Kaimlo'vá, es­critos en el extranjero y con asuntos enque lo anecdótico y lo imaginario se danla mano, José Mancisidor editó El albaen las Sil1WS. Se trata de una novela ins­pirada en un acontecimiento ele vivo in­terés para los mexicanos: la expropiaciónpetrolera. Pero más que la expropiación,a Mancisidor le importa acercar~~ almundo qu¡e la precedió. Co,n agilidada veces reporteril, la novela da la ima­gen interna de los personajes que de ver­dad actuaron en aquella época.

U n cuento largo es 114azamitla de Ri­cardo Garibay, que se aventura a usartécnicas afines a las últimas novelas enlengua inglesa. La acción se reduce pro­piamente a describir el camino que de lapuerta al fondo de un cementerio reco­rren un condenado a muerte y los solda­dos que momentos después lo habrán defusilar. En torno a ese hecho, la evoca­ción hace lo demás, y las escenas ante­riores a esos momentos, algunas a añosde distancia, contribuyen a formar elcuerpo del relato. Bellamente escrito,!vIazam.itla es el mejor cuento de los ~lpa­

recidos en el año. Gariba)' publicó tam­bién Nuestra SeFíora de la Soledad enCo)'oacán.

Un hombre desolado, en un ambienteen que reina el abandono, es el motivoele El personaje de José Alvarado. Aca­so la manera reflexiva de contempla¡-sea sí mismo empariente esta pequeña obracon las tendencias existencialistas, enespecial con las ideas ele Albert Camus.En resumidas cuentas, El personaje que­da reducido a un embrión de 10 que, conmayor desarrollo, hubiera podido ser.

Un testimonio personal, comúnmenterelacionado con la farsa de algunos po­líticos, constituye el libro Los fal.\Os nt­mores de Gastón García Cantú. Pesimis­ta en su apreciación de 10 que le ha to­cado ver, García Cantú descubre la fal­sedad en que transcurre un sector de lavid;¡ mexicana. DE'sde su provinri;¡ na-

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tal, Puebla, el escritor advierte cómo lamentira se entroniza y contrahace larealidad para provecho de quienes desco­nocen normas morales. "El barco de pa­pel", "La voz" y "El tigre y el paragua "son tres cuentos que se singularizan eneste volumen.

El primer libro ele Eelmundb Valaelés,La muerte tiene permiso, hizo que suautor entrara con pie seguro en las le­tras nacionales, sobre todo por el cuentoque le ela título. Con los ganadores enel concurso trimestral de el diario ElNacional se hizo un tomo que contienproducciones de dos mexi,cano : Ramó,nRubín y Jorge Ferrat Alday. De su pro­ximo libro, Antonio Cast:o Leal ade­lantó Una historia del s1g10 xx, queaúna ingenio e imaginación. María Lom­bal-do ele Caso dio la sorpresa con Mu­liecos de niebla, inspirados por sucedi­dos verdaderos y escritos con mucho deinvención.

Con prosa escrita desde hace tiempo,Mauricio Magdalena compuso su Ritualdel mio, que muestra su dominio en elarte de contar. El ambiente de provinci::tllevó a César Garizurieta a escribir sumejor libro; Juanita "La lloviznitaJJ

Carlos Ramos Gutiérrez juntó 4 cuentosbreves, que denotan las posibilidades desu pluma. Un primer libro de cuentos esLos mástiles, de Jorge López Páez, arma­do con recuerdos infantiles. Luis Córdovareunió cuentos de intenciones revolucio­narias en Cenzontle. Jorge Aguilar abor­dó problemas comunes a los hombres dela clase media en su Ecce H 0111,0. CarlosValdés hizo un libro en que la desespe­ración se advierte por el título: Ausen­cias. De Salvador Reyes Nevares tuvimosFrontera indecisa, con ecos de la lite­ratura de la Revolución.

La novela, el cuento y el relato dieronalgunas muestras de existencia en .T31'e­cha en la roca de Héctor Raúl Almanza,El núio y el árbol de Antonio Souza,E ng01iarr con la verdad y deleite paraindiscretos de Artemio ele Valle Arizpe,M etamorfilia de Baltasar Hidalgo, Odi­sea estudiantil revolucionaria de JoséJuan Ortega, 22 horas ele Margas deVillanueva, Cuentos para vencer ll! la'muerte de José de la Colina, Fragmentosde Eduardo N ovoa, El reloj de CarmenRosenzweig, Roquedal de Ramiro TorresSeptién, M llJqia silvestre ele Alberto Qui­rozz, La sombra del techincagüe de Ra­món Rubín, El hallazgo engmioso, Pan­cho Rizos y Las Mancuernillas de Igna­cio Helguera. Brazos que se van deMaría Luisa Mela de Remes, Redactorde guardia de Clemente Cámara Ochoa,Una voz alada y . .. de un paú inexis­tente de Margarita Mendoza López,Atitlayapan de María Luisa Ocampo,AutopsiOJ de Pablo Palomino, La muertede 1,m lago ele José Gl1adalupe Zuno,Cruces para el teocali (premio Club Es­paña 1954) ele Miguel Sainz López-N e­grete, En la sierra de Salvador Villal­pando, Complejerías de Eglatina OchoaSandoval, Lo que Dios ha ~tnido de Ma­ría Ester Arias G., Memorias de unadolescente ele Rafael Cravioto Ml1ñoz,1VIemorias de un camarero lef1'ado deFrancisco Llamosa, Sendero de milagrode Gilberto Chávez jr., Misterios de JuliaHernández Terán, Mitote de la Toloachade Xavier Icaza, B ertín de Roberto Ló­pez Algo, Girándula (crónicas periodís­ticas) de David 1 . Arce, y una biografíaanovelada de José Rodríguez A1conedorlebida a Patricia Cox.

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Los mejores cuentos policíac?s 1nexi­WIlOS fueron reunidos por Mana ElvlraBermúdez. Agustí Bartra hizo otra a.n­tología de CUelltos policíacos y de 1n1~­

terio y dio en español su excelente OdI­sea. escrito con sentido lírico.

Se reunió en yolumen una biografíapublicada antes en columnas de periódi­ca: Pancho Villa, rayo y azcte ele RafaelF. Muñoz. Fruto de reportazgos a raízde la muerte del llamado "Centau ro delNorte", proporciona una imagen vivazdel guerrillero. Franci ca L. Urquizo re­editó su Tropa vicia, y de José RubénRomero (1890-1952) se hizo otra impre­sión de Apuntes de un lugareíio, que ape al' de sus tres ediciones anterioresera casi desconocidas por la nueya ge­neración. De Francisco Rojas Gonzá!ezse imprimió por segunda vez su notablelibro El diosero. De Juan José Arreolase junt<!ron en un volumen Varia l/'l_vl'llción y CM/fabulario, que tanto pres­tiaio le han dado. Otra reedición es Al

,., lA' '-T'filo del agua, la novela ~ e gustll1.l ~l-

ñez. En inglés, traducIdo por DaVIdHeft, tuvimos el Caneh de Ermilo AbreuGÓmez.

Recolecciones o nuevas ediciones fue­ron los Relatos de José María Roa Bár­cena, con prólogo ele Julio Jiménez Rue­da: Aires de México ele Ignacio ManuelAltamirano, con prólogo ele Antonio Ace­vedo Escobedo; Los mariditos de JoséT. Cuéllar (Facundo), con prólogo deDaniel _10reno; La guerra de Tres allos(seguido de poemas inéditos y de~cono­

cidos) de Emilio Rabasa, con prólogode Emmanuel Carballo; Cuentos y otraspáginas de Enrique González Martínez.con prólogo de Ana María Sánchez; Eldonador de almas de Amado N ervo yuna antología de Fernández de Lizardi,con noticias preliminares de Barto]ol11euCosta-Amic; los Cnentas frágiles deManuel Gutiérrez N ájera, con prólogode Henrique González Casanova, El dia­blo en 11'[éxica de Juan Díaz Covarru­bias, con un prólogo. que aclara puntososcuros sobre este libro, de Peelro Frankde Andrea.

Con elos títulos opuestos -Ciertoscuentos y Cuentos cie1'tos-, Max Aub

DAN1F;1- Co Ío Vrl-LjiGA

ALFONSO MÉNDEZ PLANCARTE

JUAN RULFO

27

reunió buena porción de lo que ha escritoen ese género. Lo real y lo imi\ginado, lorecordado y lo nunca sucedido, le pres­tan material pal-a escribir estas pequeñasobras. Más libros de géneros cercanosfueron El jmeblo de Roberto Olivera-nda, la segunela edición de Paisa de J o­

sé Luis González, Plterto Cholo de Ma­rio Puga, y Los ángeles de GutierreTibÓn.

CRITICA, ENSAYO, BTOGRAFI

En tres títulos diferentes, José LuisMartínez publicó en ayos relacionaelos engran parte ,con las letras nacionales y labúsqueda ele u originalidad. La clllGlIci­pación literaria de 1I1éxico es una inves­tigación qu expone las ideas preelomi­nantes desele la époG! de la ] ndcpen len­cia hasta los finales del siglo pasado. Laliteratura COlll0 reflejo del pueblo que lacrea fue el tema constante de los ma­yores escritores de hace una centuri~1.

José Lui Martínez despeja con estocapítulo mucho de lo que se ha de estudiarpara conocer la evolución de esa ideanacionalista que todavía persiste en al­gunos de nuestros escritores.

En La expresión nacional, otro de loslibros publi,caelos por José Luis Martí­nez, se estudian varias personalidadesde nuestras letras (Fernández de Lizardi,José María Luis Mora, Altami rano, JustoSierra, Acuña, Peza, Payno, Inclán,Cuéllar, Riva Palacio, Rabasa, Pimen­tel) y se incluyen páginas sobre temasaledaños. Finalmente, Problemas liten).­ríos contiene ensayos sobre las letras na­cionales y algunas observaciones acercade teoría literaria. Aquí se halla su "Si­tuación de la literatura mexicana contem­poránea", que cuando se publicó por pri­mera vez, en 1948, promovió resonantesdiscusiones y vituperios. En enero de1949, con motivo de la cena anual deCnadernos A1nericanos, el vilipendiadoautor dio contestación a aquellos denues­tos con frases ,conciliadoras: "Mi insa­tisfacción -elijo en su discurso-, res­pecto a la literat~lra mexicana c?nten~­

poránea, parte raellCalmente de un lI1teresprofundo y constante por ella y de lacreencia de que somos capaces ele me­jorarla manteniendo al m~nos. la alturay la dignidad que ha tenido 11ldudable­mente en épocas anteriores."

Tres espíritus distintos -Stendhal,Dostoievski y Pérez Galdós- díeron te­ma a Jaime Torres Bodet para escribirTres 'inventores ele realidad. Vi::los des­de dentro estudiados como símbolos elesus puebl~s, son dise~ados ~n es~~s P:l­ginas con la p.ren:eclttacla 11ltenclol~ deseñalar el "terfltono humano de traglcamao'nitud" de que son representantes. Aestgs admirables estudios los precede undiscurso, pronunciado en El Colegio N a­ciona! acerca del escritor "en su liber­tad" ' na frase encontrada al azar pue­de ~ervir para enterarnos del porquéde Torres Bodet al elegir como asun­to aquellas figuras literarias: "Lo, queson los sentidos para la representaclOn elelos objetos que no~ circu~dan son losartistas para el afianzamiento de unacultura anhelosa ele integrirlarl."

En 1955, Torres Bodct publicó T.iel1~­

po de arena, memorias escntas con preCI­sión en donde el estilo absorbe los he­chos relatados y convierte en. mU,estrasliterarias las peripecii\s autoblOgraf~cas.Más que la viela ele Torres Bodet, TWlIl­

po de arena es la hi taria de su vQca·

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clOn de escritor. Desde las primeras pá­gina:s, 'Va formándose armoniosamenteel hombre que al correr de los años aca­bará por reconocer que en la literaturaha de cubierto la más constante de susexpresiones.

La fecundidad se cernió sobre la crí­tica. Los te'mas nacionales como es deprever e, predominaron y. en algunoscasos la teoría literaria también hizo quese p;odujeran importantes obras. Fran­cisco González Guerrero, hoy quien me­jor conoce nuestro modernismo, hizo unaRevisión de G~¿tiérrez Náfera que com­pleta otros escritos suyos acerca eleese poeta precursor. Rafael del Ríopublícó una Poesía mexicana contempo­rdnea que, salvo ciertas fallas de infor­mación, es un completo panorama d,elgénero. Alfredo Cardona Peña, ademasde Pablo N eruda y otros ensayos, dioa las prensas Semblanzas mexicanas, enque habla de artistas y escritores ac­tuales. En breves páginas dedicadas alpoeta Xavier Vil1aurrutia ,(1903-1950))transcribe una carta que este le envIoen respuesta a una pregunta acerca decómo había escrito su Décima m~¿erte.

"Mi poesía -dice Vil1aurrutia- es lapresencia de la muerte du.rante toda !avida, ya que el hombre vIve su. propiamuerte. Un poema es por esencia algoinexplicable" .

El norteamericano Ralph E. Warnerhizo públicas sus investiga.ciones sobrela Bibliografía de Ignacio Manuel /lIta­mirano, libro que agota el tema, de :lcucr­do con lo que hasta hoy se ha recabado.Con buen juicio, vVarner contribuye :l

presentar los materiales de uno de loshombres más admirables que haya pro­ducido nuestra literatura.

Alfonso Méndez Plancarte (1909­1955) dejó editado el tercer tomo de lasObras Completas de Sor Juana Inés dela Cruz que venía preparando. El \'0­

lumen inicial (1951) contiene la Líricapersonal, el segundo los Villancicos :vletras sacra'S y el tercero los A utas 'Yloas. Este, aparecido en 1955, se halbprecedido de un prólogo que es ejemplode erudición y conocimiento del tema.Méndez Plancarte también dio a conocer,antológicamente, las Déci11ws a SantaRosalía de Juan José Arriola, poeta dela Nueva España. Póstumamente se edi­taron sus ClIestiúnculas gongorinas.

De Alfonso Junco leímos este año suControversia con don Antonio Caso,fruto de una polémica sostenida en laspáginas de El Universal hace una doce­na de años. De El periodis1l10 ell Gua­dalajara (1809-1905), de Juan B. Iguí­niz, tuvimos una edición. Nuevas notasde bibliografía mexicana, complementode una serie anterior, fue un libro deGenaro Estrada (1887-1937). RubénSalazar Mallén atrevió una original tc­sis en Las ostras o la literatura. Para am­pliar su anterior libro sobre FranciscoGonzál'ez Booanegra, Joaquín AntonioPeñalosa escribió la Entraiia del HimnoNacional, en que juzga el canto patriodesde puntos de vista literarios. Un or­denado Ideario de Hidalgo, el iniciadorde la luchas por la Independencia, nosdio Alfonso García Ruiz. Otro Hidalgofue de Raúl Arreola Cortés. Optimistaes el libro Misioneros con boina, de Fe­lipe Morales, que relata la vida de losespañoles en América. Salvador de laCruz reunió notas en Nuevos novelistasiberoamericallos. Un libro atento a nues­tra cultura actual es A1e:ricanos para lahistoria, retratos periodísticos escritos

por Víctor Alba. Del español José Zo­rrilla, amigo desilusionado de nuestropaís, Andrés Henestrosa hizo la ediciónde un capítulo: México y los mexicanos(1855-1857). Referencias literarias con­tiene F~¿gas de Ernesto Tarragó M. UnaSemblanza de Altamirano publicó ~uan

R. Campuzano, y Ezequiel Coutiño editóEl pensam'iento wliversitario.

En edición mimeográfica, AdolfoSánchez Vázquez imprimió su tesis paraadoptar un título universitario. En ellaestudia el arte al través de las teoríasmarxistas y 1eninistas, y se titula C0110­

ciencia y realidad en la obra de arte.J oaquina Navarro escribió la mejor obracon que hoy contamos sobre La novelarealista mexicana producida de 1880 a1910. Sus observacione,s, apoyadas lenabundante bibliografía, se refieren aRabasa, Juan N. Cordero, Porfirio Pa­rra, Manuel H. San Juan, Salvador Cor­dero' Delgado, Micrós, López Portillo,Rafael Ceniceros, Rodríguez Beltrán,Gamboa y Quevedo y Zubieta. En F:m­dmnento de la historia del arte, ArquelesVela aplica ideas revolucionarias. JorgeAlberto V ázquez recog-e lecciones sobreliteratura en su Perfil y esencia de lapoesía mexicana.

Fueron reediciones: La liferatum es­p(J;Jtola, revisada cuidadosamente, de .T ti­

lia Torri; el ClI!1uhtémoc de Luis Gonzá­lez Obregón; las Once bioqmfím dehéroes 'Y caudillos de la Indepe'11de:¡ciade Alejandro Villaseñor y V., :>1 la His­toria de la cultura en la ..1mérica his­pánica del dominicano Pedro HenríquezUreña, escritor ele noble influencia en lahistoria de las letras y las ideas en Mé­XICO.

En cuanto a la crítica de artes plás­ticas, señalaré algunos libros: Orozco,de la norteamericana Alma Reec1, quees sobre toda una biografía apasionadade uno de nuestro mayores pintores. DeOrozco mismo, J ustino Fernández colec­cionó Textos ele importancia para cono­cer el pensamiento del pintor. TambiénJustino Fernández. con EdmundoO'Gorman. hizo un libro de Documen­tos para la historia de la litografía enM éxico. Estos dos últimos nulos loseditó la U niversidad. Víctor ManuelVillegas estudió los Hierros colonialesen Zacatecas.

TEATRO

La mejor obra del año, representadaen la temporada de la Unión de Autores,fue Las palabras cruzadas de EmilioCarballido. y la que mayores éxitos ob­tuvo fue Cada quien Sil vida de Luis G.Basurto. Otras piezas que subieron :l losforos son La paz conti(Jo ele Rafael Ber_nal, El 11ahua,l de Rafael Villegas, r.amujer no hace 11'lila.qros de n'.lestro má­ximo dramaturgo Rodo1fo Usigli, P01'el ojo de una aguja de Carlos Prieto,Lázaro ha vuelto v El Plm! de rQuala deRafael Solana, Diáloqos de SalvadorNovo, Columna Social de Celestino Go­rostiza, Despedida de soltem de AlfonsoAnaya, Breve Kermesse de TeodoroApstein, Hoy invita la C'¡¡.era de FedericoS. Inc1án, y ,de Manuel Eduardo deGorostiza (1789-1851) La pesadilla o lascostumbres de antaiio.

El periódico El Nacional premió, ensu concurso anual de teatro, a Jorge Ibar­güengoitia por Clotilde en su casa o eladulterio exquisito, a Antonio MagañaEsqui\'el por Semilla del aire y a EmilioCarballido por La hebra de oro. La hora

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de todos, de Juan José Arreola, obtuvotambién un premio en el concurso anualque organiza el Instituto acional deBellas Artes. La escenificación la hizoun grupo teatral de la ciudad de Puebla.

De las múltiples obras extranjeraque e representaron, destacó la de Al­bert Camus, Los justos, llevada a escenapor el Teatro Universitario.

La niversidad publicó el RabinalAchí, obra teatral prehispánica, con pró­logo de Francisco ifonterde. Carlos So­lórzano, director del Teatro niver ita­rio, hizo una edición de El hechicero,obra que ya anteriormente había sido lle­vada a escena. Carmen Toscano se con­virtió en la precursora de las edicionesde "telerrelatos" -teatro para la tele­visión- con Leyendas del México co­lonial.

La revista mensual Panormna del T ea­tro en México incluyó en sus páginasvarias obras teatrales, entre otras: Lailustre cuna de Rafael Solana, Provin­cia de J. Humberto Robles Arenas, Ro­salva y los Llaveros de Emilio Carballi­do, Toda una dama de Luis G. Basurtoy Mi marido es un asesino de ClementeSoto Alvarez.

IDEAS, HISTORIA,OTROS LIBROS

Un acontecimiento en la histol-ia delas ideas ha sido la publicación de Diá­noia, Anuario de Filosofía prepara.dopor el Centro de Estudios Filosóficosde la Universidad. Los propósitos de es­ta publicación consisten en dar a cono­cer los trabajos de los profesores uni­versitarios y las investigaciones filosó­ficas que en el Centro se llevan a cabo.Sin embargo, su campo es todavía másamplio, pues Diánoia- recoge asimismoestudios escritos por profesionales defuera del país. En esta primera apari­ción, colaboran Eduardo García Máy­nez, Antonio Gómez Robledo, LeopoldoZea, Eli de Gortari, Adolfo García Díaz,Eeluardo Nicol, José Gaos, Robert S.Hartman, Francisco Miró Quesada,Humberto Piñera Llera, Alfred Schütz,Christian Brunet y Agustín Basave jr.

Diánoia es un Anuario que respondeal incremento de los estudios filosófi­cos en México, y quiere contribuir :l

formar una verdadera comunidad depensamiento. "Formar escuela en estecaso -dice Nicol en la Presentación­no significa preconizar un determinadosistema; significa más bien promover yé1.creditar un estilo de trabajo."

Leopoldo Zea empieza a el;contrar te­ma para su pluma. Las ideas en Ibero­américa le han sugerido otro título,Amé1-ica en. la historia, publicado enfrancés como sobretiro de- Com,Prende,revista de la Sociedad Europea de Cul­tura. Su libro principal en el año ,~s

La filosofía en México, en dos voiúme­nes, que abarca sumariamente desde laColonia hasta los momentos presentes.

La ideologia norteamericana soh'e in­versiones extmnjeras de Pablo GonzálezCasanova estudia los orígenes y propó­sitos de los inversionistas en nuestrc país.La caricatura política de las épocas re­volucionarias que van de principios desiglo al Gobierno del general Calles fuerecogida, con abundantes muestras, porManuel González Ramírez, con un Proe­mio de Sergio Fernández. González Ra­mírez escribió también un folleto: FridaKahlo o el imperativo de vivir. La Uni­versidad inició una serie de textos, pre-

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19 Se invita a concursar a los estudiantes de la República,a partir de Preparatoria o su equivalente.

29 Telllas: "LA JUVENTUD y LA LIBERTAD DELA CULT RA. (No e admitirán trabajos de tendenCIastotalitarias) .

39 1:'.rlellsiól1 : 8 a 10 hojas tamaiío carta, a renglón abierto.

49 Los trabajos deberán presentarse a más tardar el día30 de junio de 1956.

59 Los premios serán eutregados en un acto público, durantela primera quinceua de agosto de 1956. .

69 Identi ficación de los agraciados: Se hará con una COplaal carbón de los respectivos trabajos y la presentación de sucredencial de estudiante.

]V Jurado: Será presidido por el Lic. Salvador Azuela,Director de la Facultad de Filosofía y Letras, y formaránparte de él otros cuatro maestros universitarios, miembrosde la Asociación Mexican<l. por la Libertad de la Cultura.

89 Los estudiantes que deseen mayores informes sobreeste Concurso pueden pasar a Donceles 91, Desp. 106, Mé.xi­co, D. F., en días hábiles, de las 13 a las 15 horas, o soliCI­tarlos por correo a la misma dirección.

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Posición y aproximaciones conc1'etas al misterio ontológico.Por Gabriel Maree!. N° 3.

Cartas a la pat1'ia. Dos cartas alemanas sobre el México ele1830. N" 4.

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Page 35: Los mitos raciales - Juan Comas

UNIVERSIDAD DE MEXICO 29

sada y aumentada hasta inclui r datos de1?46. Páginas sobre rincones de provin­CIa y del Valle de 1éxico y acerca dehombres de nuestro tiempo' constituyenP?lvo de historia de Jesús Galindo yV J11a. El rey de Colimán se titula unaobra de Carlos Pizano Sauceda. Variosfolletos hizo Alfonso Trueba: Retablofranáscano, Iturbide, El padre Kino . ..Gonzalo Agu irre Beltrán estudió temascientíficos y ele hechicería en M cdicinay magia dél mexicano, en una ediciónmimeografiada. Jnvestigación importanterespecto de algunos grupos humdnos delcentro del país es Las clllturas preclási­cas de la cuenca de México de RamónPiña Chan. Se hizo una segund:l impre­sión de un libro clásico: La civilizació:'¿a~!eca de. Ge.orge C. Vaillant; y en edi­Clan restnngldas la ]1..1cmoria de los ser­vicios que había hecho Nllrio de Guzmán,desde que fué nombrado gobe1'nador dePánuco en 1523.

Muy discutido fue el México bárbarode Kenneth Turner inserto en las pági­nas de la revista Problemas A orícolase Industriales de Iv[éxico. La a~ntropo­

logía física de Veracruz fue estud iada

por Johanna Faulhaber. Las investiga­ciones sobre México que desde hacetiempo llevan a cabo F rans Blom y Ger­trude Duby dieron como fruto el primertomo de su obra' La selva lacandona.Sobre Guatemala, después del triunfo delos intereses ajenos al país, en Méxicose publicaron tr:es textos de orientadoralectura: Guatemala, las líneas de su ma­no, análisis de la realidad y la culturanacionales mediante el ágil estilo de LuisCardoza y Aragón; La batalla de Guate­mala, libro explicativo de Guillermo To­riello, y finalmente Lo inexplicado en elcaso de Guatemala, ensayo crítico deIldegar Pérez-Segnini.

Contribuyen a la investigación de larealidad hispanoamericana, desde distin­tos aspectos, La minería y la metalurgiaen la América espaiiola dura11te la épocacolonial de Modesto Bargalló. América,hoy como ayer y M artí, raíz y ala dellibertador de Cuba de Vicente Sáenz, yLos incas, sociedad y Estado de MarioPuga.

La Bibliotheca Scriptorum Graecorumet Romanorum Mexicana que edita laUniversidad ha seguido adelante. Estavez publicó los dos primeros libros deDesde la fundación de Roma de TitoLivio, en versión de Agustín MillaresCarla. La economía y ciencias afines em­piezan a producir libros en México. Dig­nos de ser señalados son El mercado detrabajo: Relaciones obrero-patronales: deGuadalupe Rivera Marín. y Poblaciónde Julio Durán Ochoa.

NOTICIAS VARIAS

El acontecimiento de 1955 fue la cele­bración de los cincuenta años de activi­dad literaria pública de nuestro máximoescritor: Alfonso Reves. Salvo dos otres notas menores, drscordantes, en ge­neral la total idad de los intelectuales mos­traron su adhesión a homenaj es que lefueron rendidos. El mismo Reyes, quenunca está sin la pluma en la mano.publicó Los tres tesoros, la segunda seriede M arginalia y Quince presencias. Porotra parte, inició la edición de su obracompleta con un tomo que contieneCuestiones estéticas, Capítulos de litera­tura mexicana y Varia.

En la Universidad de Monterrey sellevó a cabo el "Ciclo Alfonsino" en quetomaron parte como conferenciantes Ma­nuel Calvillo, José Alvarado, OctavioPaz, José Luis Martínez y Alfonso iRan­gel Guerra. Este preparó un útil Catá­logo de índices de los libros de AlfonsoReyes. La Revista Mexicana de Litera­tura y el suplemento cultural del diarioNovedades le dedicaron números de ho­menaje y en varias instituciones se dieronpláticas acerca de su obra con la parti­cipación de Alfredo Cardona Peña, Ro­daifa Usigli y José Luis Martínez.

Dos colecciones que prestan especialatención a las letras mexicanas redobla­ron sus actividades: Los Presentes y laBiblioteca Mínima Mexicana. Dos revis­tas comenzaron ese año a publicarse:M etáfora, dirigida por Jesús Arellano,y Revista Mexicana de Literatura cuyosresponsables son Carlos Fuentes y Em­manuel Carballo.

Los normales ciclos de conferenciassobre temas literarios y culturales se lle­varon sin interrupción, lo mismo en laUniversidad que en el Colegio Nacionalen el Instituto Nacional de Bellas Artes'en el Instituto Francés de la Améric~

(Pasa a la pág. 32)

letras mexicanas

CUESTIONES ESTtTICAS

eAPlTULOS· DE LlTERATURAMEXICANA .

GAsrÓN GARcfA CANTÚ

OBRAS COMPLETASDE ALFONSO REYE

parados por la Facultad de Filosofía yLetras v destinados a los estudiantes deesa escúela. Se inclui rán antologías delpensamiento universal y del mexicano.En esa colección aparecieron un Schillcrdesde México, preparado por MarianneO. de Bopp, con traducciones del granpoeta alemán hechas por mexicanos, yunas Cartas a la patria de Carlos Gui­llermo Koppe, viajero por nuestro paísen el año de 1830, traducidas por JuanA. Ortega y Medina.

El mismo Ortega y Medina completósu inteligente estudio sobre NIéxico enla conciencia anglosajona cuyo tomo ini­cial había aparecido en 1953. Impresaen mimeógrafo, La perspectiva de JI/{é­xico: una democracia del pneblo de Vi­cente Lombardo Toledano trató la reali­dad nacional. Un breve cuaderno escri­bió Samuel Ramos con el título Relacio­nes entre la filosofía y la ciencia. Porsu parte, Oswaldo Robles hizo un aná­lisis concienzudo en Freud a distancia,mientras que Santiago Ramírez contri­buyó a los estudios sobre nuestro carác­ter con una Estructural psicológica delmexicano en que empleó el método psi­coanalítico.

Evangelio de la patria comprende dis­cursos sobre temas cívicos pronunciadospor oradores. México y su lucha por lalibertad es de Guillermo Ibarra. Un es­tudio .bien orientado, Especial111ente delderecho indiano, se debe a Alberto Ro­sas Benítez. Especialista en temas jurí­dicos, vistos desde el aspecto de la teo­ría de los valores, es Eduardo GarcíaMáynez, quien publicó una Lógica deljuicio juríd¡:co. Un Doctorado en peda­gogía, en que se dan normas para losestudiantes y se hacen referencias a lastécnicas de investigación más adelantadasen la materia, fue editado por J esú~ Mas­tache Román. Víctor Gallo se refirió,con datos fieles, a los Problemas educa­tivos de México. En la serie que intentadescubrir desde todos los puntos de vistaal nombre de México, María Elvira Ber­múdez publicó La vida familiar del me­xicano. Un tema especializado trató Cé­sar Sepúlveda en La teoría )1 la prácticadel reconocimiento de gobierno. Asuntono menos especializado es el de Respon­sabilidad criminal ante los tribunalesde José A. Díaz Padrón y Enrique C.Henríquez. Los conceptos fundamentales,las definiciones y los principales pro­blemas de la teoría del Estado fueronmotivo de un libro de Agustín Basavejr.: Teoría del Estado, flfndmnentos defilosofía política. Raúl Carrancá Tru­jillo publicó sus Principios de sociologíacriminal y de derecho penal.

Se hicieron nuevas ediciones de Elproblema de México :v la ideología na­cional de Antonio Caso, con prólogo deLeopoldo Zea; Las civilizaciones desapa­recidas de Raúl d'Harcourt; Los aztecao mexica de Alfredo Chavero; Once bio­grafías de héroes y caudillos de la Inde­pendencia de Alejandro Villaseñor y V.;Cuauhté111oc, el re)' heroico de los 11W­

xicanos de Luis González Obregón;Fase final de la guerra por la Indepen­dencia de Julio Zárate; Viaje a la Nue­va Espa·íia a fines del siglo XVII de JuanF. Gemelli Carreri.

Apareció el segundo volumen de losseis que comprenderá la Historia moder­na de México, investigación que dirigeDaniel Cosía Villegas. José BravoUgarte llegó a la sexta edición de suCompe'Jdio de historia de Méx~o, revi-

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30 UNÍVÉRSiDAD DE MEXICO

LIBROSDra. Marianne O. de Bopp.

Schiller (desde México). Edi­ciones Filosofía y Letras. NQ1. Imprenta Universitaria.México 1955. 100 pp.

La Dra. Marianne O. deBopp ha reunido, en home­naje al 150 aniversario de lamuerte de Schiller, todos lostextos referentes al poet:!(traducciones, críticas, etc.)aparecidos en diarios y revis­tas mexicanos, del siglo XIX.

El libro está precedido deun prólogo de la autora y en­tre todos los trabajos recolec­tados merece especial interésel que, con el título de H om­bres y Mitos. Guillermo Tell,publicara Manuel GutiérrezN ájera en la Revista Mexica­na, en 1885.

Las traducciones son en ge­neral de poemas, (en algunoscasos hay varias de un mismopoema) y aunque éstas nosean siempre muy nobles per­miten apreciar el interés quese tenía en la época, por lapoesía de Schiller. Sin em­bargo, hay que hacer notarque no se tradujo ni su tea­tro, ni lo más representativode su obra.

Algunas versiones han sidohechas directamente del ale-

mán, pero en su mayor part"han sido tomadas del francés.Fuera de las traduccionesanónimas, podemos leer en es­te libro las de Gutiérrez Ná­jera, José Sebastián Segura,'José M. Vigil, Federico Car­los J ens, M. Roa Bárcena, F.Cosmes, José González de laTorre y D. F. Vila.

ROBERTO MACLEAN y ESTENÓS.

Sociología educacional en elantiguo Perú. Imprenta Uni­versitaria. México, 1955.

En este documentado y cui­dadoso estudio, el DI'. Mac­Lean y Estenós se ocupa derecoger los datos de las másfidedignas fuentes históricaspara darnos una imagen ciertade los antiguos pueblos indí­genas del Perú y, particular­mente, de su estructura socialen su inmediata relación conlos problemas educativos y elestado de cultura de aquellassociedades precoloniales.

El investigador nos revelaasí en qué forma actuaban elpoder educativo del Estado yel de la familia y toca final­mente los distintos aspectos dela educación popular.

El trabajo del DI'. MacLeany Estenós cobrará actualidad

si se considera que, en algu­nos lugares de la AméricaLatina, subsisten numerososgrupos indígenas cuyas con­diciones de cultura son muysemejantes a las del antiguoPerú.

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA.

La ideología norteamericanasobre inversiones extranjeras.Imprenta Universitaria. Mé­xico, 1955. 190 pp.

El autor se propone en estelibro hacer un riguroso exa­men del concepto norteameri­cano de las inversiones ex­tranjeras, para revelar de unamanera igualmente metódicalas implicaciones sociales e in­telectuales de la ideología qne,en el país más poderoso deAmérica, priva sobre la cues­tión.

Tras una justa valoraciónde los ideólogos norteamerica­nos relacionados con este pro­blema y después de consultarautárizados documentos y fie­les datos sobre la materia,González Casanova concluyedescribiendo las inversionesextranjeras de los EstadosUnidos como una medida quetiende a solucionar los con­flictos económicos de esa mis­ma nación: sobreproducción,subconsumo, sobreinversión,desempleo, acumulación decapi't·ales, disminución de ~a

tasa de utilidades, etc. Las in­versiones son entonces unanecesidad del país que invier-

te, pero, por diversos moti­vos, se presentan como unaobligación moral del mismo.

Finalmente, el autor insis­te en la importancia que tienepara países como el nuestrouna visión equilibrada y pre­cisa dd movimiento inversio­nista.

Textos de Orozco. Con un es­tudio y un apéndice de Jus­tino Fernández. ImprentaUniversitaria. México, 1955.162 pp.Este libro comprende once

textos del famoso pintor me­xicano José Clemente Orozco.La Autobioqrafía del pintorno forma parte d€ la obra por­que, a juicio de Justino Fer­nández, tal texto merece porsu importancia una reediciónespecial. Aquí se intentó, co­\110 se anota en el apéndice"reunir más bien los textosmenores que se encontrabandispersos en distintas publi­caciones, así como algunascartas de Orozco", y tambiénalgunas notas escritas por elpropio J ustino F ernández conel título general de El tallerde Orozco.

El pintor, en estos brevesescritos, nos brindó ágiles es­quemas de su concepción ar­tística y humana que serviránsin duda a los investigadores,y a las nuevas generacionesde profesionales ele la pintura.para penetrar el sentido ele laobra de Orozco.

E. L:

PRETEXTOSPor Andrés HENESTROSA

EL 17 de febrero hizo un siglo de haber muerto EnriqueH eine, aquel ruiseiior alemán que anidó en la pelucade Voltaire. Se cree que vivió 56 años. Se cree. Perola verdad es que no se sabe a punto fifo cuando nació.

La fecha aceptada como buena es la del día. último de diciembrede 1800, pero no es remoto que H eine la haya dado sólo parajugar con el equívoco de que "era. uno de los primeros hom­bres del siglo", pues él, mismo daba otras fechas: diciembre de97 y diciembre de 99. Lo que no hizo nunca fué explicar larazón última de tamaíia mistificación. N o importa. Lo queimporta es que n~ció judío, un judío sui generis, es cierto, pero'Uno de los más g-randes de esa -raza extrmia :\1 desconcertante.Fué también un gran poeta que resiste el pa-rangón con Goe­the y con Schiller. La originalidad de Enrique Heine estribaen el modo cÓl1úco-serio de sentir, en la independencia de pen­sar y en la franqueza de expresarse. Su forma no revela -es­cribía Manuel González Prada- nada s·;t/Jerior a Goethe ni aSchiller, aunque se manifiesta más armo';;ioso que Tiecl?, másconciso que Rüc!?ert, más plástico que Uhland. Su poesía eraun vaso de hiel con los bordes azucarados, agregó GonzálezPrada. Según palabras del pl'opio H eine, su poesía contienefrenesí encaminado por la c01'dura, prudencia que desvaría,quejidos de m01'ibundo que repentinamente se transforman en':aI"cajadas.

No se trata, claro está, ni soy :'1'0 quien !,ued~ hacerlo, deresumir en el espacio de este bre'l'e Pretexto el significadode Enrique l-!eine, s'ino solamente de recordarlo en el centena­rio de su murrte.

Aunque muy imitado e;t A mérica, lo mismo en Méxicoque en el Perú, en Chile que en Argentina, todavía no se es­tudia con la debida extensión la influencia que Enrique Heineejerció entre nosotros el mediar e! siglo pasado, y un pocohasta los inicios del preseutf. El lector más modfsto, si tiene

cur'iosidad por estas westiones, puede ad.vertir su huella en lapoesía y en la prosa de algunos de los grandes autores hispano­americanos, lo Inismo en Manuel Gutiérrez N áfera que en Ri­cardo Palma, pongmnos p01' caso. Aunque se le tradujo poco,los escritores mexicanos lo citaban con frecuencia. -Así 1gna­cio Manuel Altamirano que e.ien'tplifica con él al hablar de lainfluencia de los escritores extranferos en nuestro país y lo men­ciona al ledo de S elgas, en lo que por cierto manifiesta unasorprendente seme.ianza con los .iuicios y las opiniones de M a­nuel González Prada, que quizá valiera la pena que algunode nuestros estudiosos explicara. No ha de.iado de leerse a Hei­ne en México, ní' de traducirse. El último qu.e lo ha3!a vertidoal espaiiol; según creo, es Julio Torre que en 1918 pubiicóLas noclies florentinas.

Enrique H eine se refiere varias veces a México y las co­sas de México, a lo largo de sus libros. Su permanencia en Es­paíia, la lectura de El Quijote que llevó a cabo en su niñez,así como su odio a soldados y tiranos -pese a su admiraciónpor N apoleón-, quizá fuera la causa de que hubiera escritoel poema Vitzliputzli, inspirado en la deidad azteca. Altmnirano-como ya está dicho- lo citaba con fl'ccuencia en todas aque­llas líneas que pudieran servirle para la afirmación de nues­tm independencia política y literaria, y para afianzar en el almamexicana la idea de que la conquista espaliola, fué en más deun aspecto, un gran mal para nuestro pueblo. H eine escribióqt¡e Cortés "Uevaba el/. su cabeza el law"el, y en sus bota-s brilla­ban espuelas de oro, pero no era un héroe, tampoco un caballe­¡·o". Palabras que el maestro mexicano hizo suyas y glosó conaquella su luminosa pasión.

Tal vez fuera btteno que la Universidad Nacional pttsieraen manos de los lectores mexicanas algunos de los. libros delgran poeta que fllé E nriqw! JIcinc,

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UNIVERSIDAD DE MEXICO ,31

BARAJA DE LIBROS EXTRANJRROSPor Jaime GARCIA TERRES

CHARLES DE GAULLE. M émoires de gue­rre. J. L'appel. (Plan. París, 1955).

En un momento determinado de uhistoria, Francia tuvo necesidad oe unhombre capaz de comprender y asumirinaplazables apremios nacionales. L() en­contró en el general De Gaulle, cuya or­auIJosa valentía pronto sostuvo sobre sí~na muy compleja responsabilidad: polí­tica, mílitar, espiritual. Este misn~'-:.o hom­bre ha comenzado ahora con vi rtuoso de­coro a entregarnos sus memorias de gue­rra, en las cuales se declaran las r;1zonesque gobernaron incesantemente :lquelJosempeños.

E! relato es sobrio, si no carente depasión; digno de un soldado de h edadclásica, con pareja destreza ~n las armasy en las letras. Y es también revelador,no sólo por cuanto nos hace seguír espe­ra\1zados anhelos, hazañas y diversos con­flicto ; sobre todo, porque al hilo de tama­ñas proezas nos va sugirierido la pintura-autorretrato, en rigor- de un caudillodominado por cierta idea de la dignidadnacional, siempre grandiosa, pero a me-nudo un poco vieja. . ".

N o hay en toda esta crónica uná so!alínea que trascienda sin equívocos eles­tricto nacionalismo; las doctrinas, los ín­timos sentimientos de los otros pueblos,especialmente de los pueblos coloniales,son para el general De Gaulle minuciasque nada signi fican, o meras anécdotasdentro de una estrategia unilateral.

Cierto: De Gaulle supo lograr el res­cate de una Francia humillada, y esto ,era10 que importaba a la sazón. N o es menoscierto, sin embargo, que una vez consu­mada la liberacién, el héroe no pudo con­solidar ese triunfo ni armonizar las nue­vas fuerzas. Quizá la lectura de las pre­sentes memorias a'cance a explicarnos, él

un tiem¡:;o, los profundos motivos de lavi.:roria y Jos del fracaso.

JULES SUPERVIELLE. Le jeu11.e ftolnmedu dimanche et des autres jOttl'S (Ga­Ilimard. París, 1955).

Algunos cuentos de Supervielle sonclaras obras maestras en su género; ha­cen brillar la suave poesía de la inven­ción y la arquitectura cabal del planteo.Pero en la novela, el francés-uruguayose mueve con menor comodidad V aun ol­vida la pericía acostumbrada. Le jeu11.ehomme du dimanche, por ejemplo, resul­ta una creación trunca: los personajesse apagan a mitad de la proeza; la tramaes débil y parece desenvolverse con pe­rezoso desgano. Por otra parte, ni el hu­morismo frecuente, ni el afán metafísicoque pregonan los editores, compensan se­mejantes vicios.

JULIEN GREEN. Journal, VI. 1950-1954(Plan. París, 1955).

A pesar de sus orígenes norteameri­canos, J ulien Green puede contarse entreJos más distinguidos prosistas de la.lite­ratura francesa. Así lo demuestra, par­ticularmente, este diario que en palabrasdel propio autor, "representa una parte

del que llevó de de 1928. He escogidolos pasajes con el deseo de interesar aun lector al que, in duda, no conoceréjamás. Allí donde hubiera sido precisoreescribir el texto, suavizarlo... c!rre­glarlo, he dejado a mis tijeras el ejerci­cio de una labor más honrada ..." (EnJournal, I. 1928-193-1-.) El sexto ,"aJumenprolonga dicha empresa por los caminoshabituales: registra inquietudes religio­sas; anota conversaciones, pensamientos,encuentros; y soslaya, o apenas insinúa,los hechos concretos de la "ida íntima. Enlas últimas páginas se incluye un índicegeneral de los tomos aparec:dos.

J ACQL'ES PlmvERT. La pluic el le bcantemps (GaJlimard. París, 1955).

Prévert era hasta hoy t1l1 :lgl"adab!epoeta de orden menor, que oscilaba pro­fusamente entrc un scntimentalismo deli­cado y libre, y el acatamiento a premiosas-aunque no menos falsas- convencio­nes retóricas. Hasta hoy; porque este li-

JULES SUPERVIELLC

,TULlF:N GRF:EN

bro viene a cancelar en definitiva aque­lla vaga actitud ambivalente. El cantorde Paroles se ha decidido al fin -por elcamino más lastimoso; hundiéndo. e, yasin contrapeso, en la total mediocridaddel guiño fácil y la broma upcrficial.Ha muerto el ligero trovador; Ic sobre­vive fatigado el cómico de carpa.

JOHN O'HARA. Ten NortJ¡ Frcdel"iclt(Random House. Nueva York, 1955).

Narrador claro y rotundo, John O'Ha­ra ha conclu ído su novela más ambiciosa.En ella relata la vida de un hombre (;ueluiso, en vano, ser "gran le"; de los otros

hombres y mujeres que 10 ci rcundaban,y del ambiente que 10 condicionó. Y hacee to en cumplidos términos de franquc­za y maestria literaria. No es una obraperfecta (aquÍ y allá se advierte ciertodesequilibrio en la armazón), pero sí u.nlibro memorable. Y una de las tentatI­vas importantes de la dctual literatur::tnorteamericana.

STEPHEN SPENDER. Collected poe11ls(Faber. Londres, 1955).

Poesía discreta. Sin muchas caídas. yde pocos encumbramientos. Como quiera,Spender ofrece todo ello con una gratalimpieza formal; y su honradez, casi hu­milde, invita a una reposada simpatía.

GRAHAM GREENE. The quiet cmerican(Heinemann. Londres, 1955).

Este es, sin duda, el Graham GreeneqL'e prefiero. N o el inerte exposit?r(The heart of the 111.atter); menos <'-unel pomposo ti'.rtamudo. (The end of theaffair). The quiet Gmel"'ican reanuda unestilo que ya parecía consumido: el diá­logo vivo el trazo malicioso, la provo­ca'ción in~esante. Hay por cierto muchnqué decir sobre la guerra de Indochina,en donde la acción se desempeña; y Gra­ham Greene no se abstiene de insinuar­lo. No cae, sin embargo, en el sermón.Sugiere; cI:,carna; salpica. De un ;nodoo de otro, hace honor al talento comoprobado en sus primeras novelas. Lo CL~al

;:0 es exiguo mérito.

STF:PJ-TF:"'l SrF:Nor:R

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LA S LE~rRAS MEXICA A 1955(Viene de la pág. 29)

Latina y en el Colegio de México. Lamá instructiva la dio Antonio Alatorreobre "El idioma de]o mexicano'''. tex­

to que luego e publicó en nue Ira revis­ta.

EMILIO CAI<!l,\LI.lDJ

M. A. MONTES IJE OCA

RIC'\IWO GAlOI\\Y

La cademia Mexicana de la lenguaadmitió nuevos ocio : el poeta Jo é Go·roztiza, el periodi ta J e Ú· Gui a y elprofe or ntonio Gómez RabI do.

Lo escándalos mayore lo u citaronOctavio Paz, con u poema El cántaroroto en el primer número de la RevistaAlC'xicana de Literatura., la belleza deus imágene re pondi ron alguno pe­

riodista con fra es de incompre i' n. coninsulto y, por otro bando, con expresio­nes alentadoras. En la revi ta Cause, unantiguo artículo del po~ta ruso \TIa limiroMaiakov ky (189-+-1930), C crito a raízde una visita a México, Jo\'antó verda­deras polvareda entre quiene cre~' ronque se trataba de un artículo rC\'oluciona­rio y denigrante para nuestro pais y losmilitares. La llegada de la segunda ediciónargentina de un libro del inglés GrahamGreene. Caminos sin ley -publicado ori­ginalmente en 1939-, que también deni­gra a México, movió las plumas <1e mu­chisimos e critores y periodistas. Tam­bién fue sorpresa la renuncia que deltitulo Honoris Callsa de una universidadnorteamericana hiciera desde México elwllezolano Rómulo Gallegos, que e hadistinguido como novelista y como hom­bre de moral inq¡;ebrantable.

En el año desaparecieron los cocrito­res Méndez Planearte, Manul'! Toussaint