Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de ... · el castillo feudal, y la noble dama...

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Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de Alicante 2017 Coordinador: José A. López Vizcaíno Presidente Asociación Provincial de Libreros de Alicante

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Los mejores relatos breves juveniles

de la provincia de Alicante

2017

Coordinador:José A. López Vizcaíno

Presidente Asociación Provincial de Libreros de Alicante

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La presente edición ha sido revisada atendiendo a las normas vigentes de nuestra len-gua, recogidas en la Ortografía de la lengua española (2010), Diccionario Panhis-pánico de Dudas (2005) y Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2001). Estas dos últimas están en proceso de adaptación a la Nueva gramática de la lengua española (2009) y a las normas de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española (2010).

Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de Alicante. 2017

Coordinador: José A. López Vizcaíno

Prólogo: Sandra LamraniIlustraciones: Cris Ortiz

ISBN: 978-84-16966-61-5Depósito legal: A 347-2017

© 2017 Editorial Club Universitario

Edita: Editorial Club Universitario. Telf.: 96 567 61 33C/ Decano, n.º 4 - 03690 San Vicente (Alicante)www.ecu.fm [email protected]

Printed in SpainImprime: Imprenta Gamma. Telf.: 965 67 19 87C/ Cottolengo, n.º 25 - 03690 San Vicente (Alicante)[email protected]

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede re-producirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de in-formación o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

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Prólogo

Un libro. Una historia. Una frase. Una palabra. Un senti-miento.

Escribir es un proceso similar, pero a la inversa: un senti-miento. Una palabra. Una frase. Una historia. Un libro.

Parece que fue ayer cuando leía a escondidas en clase, y puede que no exagere; desde que tempranamente aprendí a leer, es un hábito del que no he podido desprenderme. Y para qué mentir: no me arrepiento.

Leer es una sensación indescriptible, pues cada cual lo vive a su manera. Sin embargo, algo en lo que coincidiremos todos los lectores empedernidos es en la capacidad de evasión que proporciona una buena historia. ¿Cómo es posible que un con-junto de palabras insertadas en páginas y páginas de un relato o una novela pueda provocar semejantes cosas? ¿En qué mo-mento dejamos de ver lo que en realidad estamos viendo, que no es otra cosa que la página de un libro, y pasamos a ver lo que despiertan las palabras, las imágenes que evocan en nuestra mente? ¿En qué momento, en definitiva, dejamos de ver con los ojos y empezamos a ver con la imaginación?

Un libro puede generar diversas emociones: alegría, triste-za, rechazo e incluso terror. Puede estar en tu estantería du-rante décadas, pero siempre será un viejo amigo dispuesto a contarte una vez más las historias que se esconden entre sus hojas, a acogerte durante las noches en vela y a proporcionarte un descanso de la cotidianidad.

Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un ami-go que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora, como bien dice un antiguo proverbio hindú.

Escribir no se le queda corto. Es una experiencia liberado-ra, pues, inexplicablemente, lo que sientes en ese momento se queda plasmado de alguna forma inevitable. En alguna oca-sión, de hecho, he llegado a ponerme a escribir aprovechan-do que estaba extremadamente enfadada o triste, porque sé de

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buena tinta que las ideas fluyen con más intensidad cuando las emociones hacen malabares en nuestro interior.

Un libro es como un hijo, pues, al fin y al cabo, lo has crea-do tú. Un libro es como un mundo nuevo en el que todo obe-dece a tu propia voluntad, pues tienes el control absoluto sobre lo que está por pasar. Por eso mismo, verlo publicado es la ma-yor de las alegrías e ilusiones. No obstante, estás exponiendo un pedacito de ti, a pesar de que no sea autobiográfico, y eso genera expectación y dudas, inquietud y una ligera timidez.

Más de uno y más de dos me entenderán cuando digo que un escrito nunca estará perfecto a ojos del propio autor, pues somos nuestro crítico más voraz. Estoy segura de que estos jó-venes escritores han llegado a experimentar dicha frustración, pero la emoción de haber sido elegidos, de verse reconocidos su empeño y esfuerzo, opaca todo lo demás.

Por eso os invito a todos a dejaros seducir por las breves, pero, a la vez, grandes historias de los relatos juveniles. A per-deros, en definitiva, entre sus páginas.

Adelante, no seáis tímidos…

Sandra Lamrani

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Miembros del jurado

• Manuel Avilés• José Luis Ferris• Ramón Mayo• Marisol Sánchez• Mariano Sánchez Soler• Ana Pomares• Araceli Puga• Sandra Lamrani

Fecha fallo del jurado: 15 de mayo de 2017.

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Lista de premios

1.er Premio: Demasiado Magdalena Mestre Amorós. 4.º ESO Colegio Santa María Magdalena. Novelda

2.º Premio: El Quijote entre rejas Lucía Curiel Garrido. 3.º ESO Lycée Français d’Alicante. El Campello

3.er Premio: La gente grita en las calles Gemma López-Leitón Gomis. 4.º ESO IES Cap l’Aljub. Santa Pola

Accésits: Podría ser… Vicente Serna Muries. 1.º ESO IES Antonio Serna. Albatera

Mi vida es mía Lucía Zurita de Bustos. 2.º ESO IES Jorge Juan. Alicante

Por ser así Paula Rico Gómez. 4.º ESO IES Cotes Baixes. Alcoy

Premio editorial: La niña y el sabio M.ª Carmen Martínez Gómez. 3.º ESO Colegio Santa María de la Huerta. Almoradí

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Podría ser… Vicente Serna Muries. 1.º ESO IES Antonio Serna. Albatera

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Capítulo 1: Prometeo el peluche.Hace cinco horas, los dioses establecieron su hogar en la

colina del monte de al lado, cerca de los aviones. En aquel lugar cutre, llevaban una vida de lo más placentera: paseaban por los ríos contaminados y los campos llenos de excrementos.

Celebraban grandes festines de fruta con químicos, anima-les tratados como una basura, y tomaban a todas horas miel, un líquido que fabrican las abejas que te hace vivir unos cinco minutos más.

Mientras tanto, los hombres hacían su vida abajo, en la Tie-rra, el verdadero paraíso.

Habían sido creados con un espermatozoide fecundado en el útero de las vacas, y pasaban sus días cultivando videojuegos y chateando con el teléfono.

En los momentos difíciles les pedían a sus padres un billete de diez euros y se iban a cenar al kebab y después se lo agrade-cían diciéndoles lo guapos que eran.

De cada cosecha que los hombres recogían y de cada telé-fono que sacrificaban, cogían la funda y la vendían por Walla-pop, de ese modo sacaban un euro aproximadamente.

Todo iba bien hasta que un día, tras haber matado a un robusto teléfono (Nokia), los hombres empezaron a discutir sobre qué funda debían quedarse y cuál vender por Wallapop. Entonces el comprador, muy astuto, llamó a su amigo Prome-teo, un peluche que decidiría qué parte quedarse y qué parte vender.

Al cabo de un rato, los vendedores le pidieron a Prometeo que eligiese la mejor parte para ellos y la peor para el compra-dor y Prometeo así hizo.

A la mañana siguiente, el comprador recogió sus fundas elegidas por Prometeo y se las llevó a su casa. Al probarlas y ver que no encajaban perfectamente, se cabreó con Prometeo y lo ató a la parte delantera de su furgoneta, para que así los gatos de su barrio le arañasen la cara todas las noches.

El vendedor, muy convencido de su decisión, lo dejó allí para toda su vida.

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Capítulo 2: El iPhone de Troya.Los griegos habían declarado la guerra contra Troya, y lle-

vaban diez años viviendo en un albergue justo enfrente de la valla de la ciudad de Troya. Una y otra vez intentaron asaltar sus muros, pero Troya parecía inexpugnable, así que el desánimo acabó por cundir entre los soldados griegos, y entre sus mismos capitanes. Diez años lejos de casa, sin ver a sus mujeres ni a sus hijos, era demasiado tiempo.

Había un capitán, sin embargo, que mantenía la esperanza de la victoria. Era Ulises, el rey de la pequeña isla de Lanzaro-te, quien buscaba obsesivamente una estrategia para conquistar Troya.

Cierto día, por fin, se le ocurría una buena idea. En realidad fue Siri quien se la proporcionó. Ulises se reunió enseguida con los capitanes griegos y les dijo que sabía cómo conquistar Troya.

Al oír aquello, Jonathan, el jefe supremo de las tropas grie-gas, se entusiasmó.

—¿Qué es lo que vais a hacer? —le preguntó a Ulises.—Levantar el campamento. ¡Nos vamos!Agamenón quedó desconcertado.—Pero ¿es que has perdido la cabeza? —dijo—. ¿De veras

crees que debemos volver a casa? Estás bromeando, ¿no?—No —dijo Ulises—, eso es solo el primer paso de mi fan-

tástico plan.Tres días después, al amanecer, cuando los troyanos se que-

daron desconcertados al ver que los griegos se habían ido, don-de todavía sus vistas alcanzaban, podían ver los yates de los griegos marchándose.

La noticia enseguida corrió por internet y todos los troya-nos se enteraron.

Cuando bajaron a comprobar que no quedaba nadie, vieron un iPhone dieciséis con su caja, en la que ponía: «En honor a Steve Jobs».

Los troyanos, al verlo, decidieron llevarlo al templo de Apple para que Steve no se cabreara con ellos después de la buena suerte que les había dado.

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Al meterlo, todo el mundo lo celebró durante todo el día y, al llegar la noche, la gente cayó en el sueño.

—¡Es el momento de atacar! —se oyó entonces dentro de la caja del iPhone.

Era la voz de Ulises. Sonó alegre, y con toda razón, porque era evidente que su plan había funcionado. Y es que dentro del iPhone se hallaban Ulises y veinte guerreros encogidos con un invento del propio Ulises que servía para disminuir el tamaño de las cosas.

Durante todo el día, habían permanecido escondidos, con el aire acondicionado y un gran festín de carnes y frutas de la zona.

Cuando llegó el momento, todos salieron del iPhone, fue-ron rápidamente a la puerta principal y la abrieron para que pudiesen entrar los demás griegos. Cuando todos estaban den-tro, comenzó la masacre: le quitaron el teléfono a todos los adolescentes, destrozaron la tienda de Nike, dejaron el instituto intacto para que tuviesen que dar clase…

Cuando terminó la guerra, todos se fueron a su casa muy contentos de regresar con sus mujeres e hijos y a partir de ese momento reinó la paz en las ciudades griegas.

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Espada de tinta Carlos Pérez Francés. 3.º ESO Colegio José Arnauda. Alcoy

El sol imponente se alzaba sobre la montaña cuando el gallo empezó a cantar.

La vida del condado se despertaba y yo preparaba el zurrón con las herramientas del huerto. Todos los días lo mismo…, atravesar el puente del río, caminar el largo campo de rosas…, pero aquel día fue muy dife-rente.

En medio de aquel campo, una rosa sobresalía de entre todas. Era la más bella, era la doncella de mis sueños. Sus ojos me inspeccionaron de pies a cabeza, al mismo tiempo que yo contemplaba su hermosura, que inundaba mi cuerpo de alegría.

Pasados unos instantes, pensé que tendría que ir al trabajo, por lo tanto, seguí el camino. Llegué al huerto y no podía quitarme de la cabeza a mi musa, a aquella doncella. Estuve todo el día así hasta que cayó el sol.

Sin querer, se me había hecho muy de noche, pero vi como una antor-cha venía hacia mí. Cuando se acercó, vi a mi primo, que venía con un mensaje directamente escrito por la doncella. —Mi primo trabajaba en el castillo feudal, y la noble dama pensó que él era la persona adecuada para hacerme llegar su mensaje—.

La carta estaba cerrada con un sello que portaba su inicial, y en el sobre ponía: «Para el campesino de las rosas». Tenía miedo de abrirla, ya que no sabía qué es lo que podría poner, pero mi primo me convenció.

La abrí cuidadosamente, y con una correcta caligrafía redactaba así:«Al campesino de las rosas que me ha enamorado: quiero volver a

verte, cuanto antes, mejor. Ven a la medianoche a la puerta del castillo. Te espera tu doncella».

Mi primo y yo nos dirigimos apresuradamente al castillo, donde me esperaba.

Nos dejó a solas, y el silencio llenaba el momento. El miedo a fracasar nos corría por dentro a los dos, pero pensé que tendríamos que hablar. Ella empezó diciendo su nombre, pero el amor que yo sentía hacia ella me hizo querer besarla.

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Pero, cuando nuestros labios iban a juntarse… Sonó el timbre del colegio. El patio se había acabado, en-

tonces cerré mi libro y me dirigí directo a clase. Mi sitio al lado de la ventana era como un torreón, desde el cual observaba la grada donde la magia se hacía realidad…

Llegó la clase de Historia, y el profesor nos dijo las notas de los exámenes.

Aquel examen fue una catástrofe para casi todos, excepto para mí…, yo sobreviví.

Era la nota más alta de la clase, y eso se debía a la ayuda del libro que estaba leyendo, ya que se basaba en la Edad Media. Las miradas de mis compañeros de clase se centraron en el número superior de la esquina derecha de mi examen, mi nota, que llevaría a críticas y burlas posteriormente.

Sonó el timbre del segundo patio, y mis orejas se alegraron de oír aquel sonido tan espléndido, ya que era la señal de que debía continuar con el libro y aquel beso con el que me había quedado a medias. Continué por donde lo había dejado:

Ella empezó diciendo su nombre, pero el amor que yo sentía hacia ella me hizo querer besarla. Pero, cuando nuestros labios iban a juntarse, se oyó una música que procedía del condado. Nuestros labios se separaron, ya que aquel sonido fue un sobresalto.

Al final, decidimos ir a la aldea para ver qué sucedía, y fue una gran sorpresa.

La gente celebraba el comienzo de la primavera, todos bebían y co-mían, la música llenaba de alegría la plaza del condado, hasta que un mensajero feudal llegó acompañado de un grupo de caballeros. Aquel sir-viente llevaba un pergamino en la mano, que abrió y leyó:

—Por orden del conde Berenguer V, su hija Saurina d’Entença se casará con el almirante Roger de Llúria la semana próxima. Sin más di-lación, están todos invitados al convite que se realizará después del enlace.

Miré a Saurina, ya que ese era su nombre, y ella me miró con cara de tristeza.

Me confesó que no sabía nada de los planes de su padre, y que haría lo posible para que no se celebrara ese enlace. Un beso mío calmó sus lá-grimas, y el amor que surgió de ese momento fue visto por toda la aldea.

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Nadie se atrevió a decir nada, y la única palabra que sonó fue «traidora». De entre toda la multitud, surgió un caballero encapuchado, que poco des-pués se descubrió, y era Roger. Sus caballeros inmovilizaron a Saurina, y al ir yo a protegerla, todos ellos dijeron:

—¡Mirad todos! Un campesino protegiendo a la doncella.Esa fue una de las muchas burlas que recibimos, y la mayoría eran

para mí.Cerré el libro porque no podía soportar más aquella situa-

ción, ya que yo me sentía identificado con el campesino. Era como si mi historia de aquel día estuviera grabada en páginas de papel. Sonó el timbre de nuevo y era hora de irse a casa.

Salí por la puerta del colegio, caminé por la plaza de arena, atravesé el río de coches y entré en casa.

Nada más entrar, mi madre me preguntó cómo me había ido el colegio, y mi respuesta fue:

—Bien. Gracias al libro que cogí en la biblioteca, he podido evadirme de la realidad y vivir una aventura de la cual yo he escrito mi final.

Mi madre estuvo toda la tarde leyendo el libro, tratando de entenderme, cuando descubrió una anotación mía en la últi-ma página. Esta decía: «El joven campesino acabó de labrar el huerto, y huyó con su doncella. La última vez que se les vio fue cuando el gallo empezó a cantar».

Mi madre comprendió que aunque yo sea un chico muy formal, y a veces tímido, soy capaz de convertirme en un gue-rrero para luchar por mi felicidad y cambiar mi destino, siem-pre, a través de las palabras…

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¿Lo ves? María Arribas Flores. 4.º ESO

Colegio La Presentación. Alcoy

Mira. Observa con atención. ¿Lo ves? ¿Ves eso que casi nadie ve? ¿Eso que lo hace único? ¿Eso que pasa desapercibido para mucha gente? Es una chispa, una llama, que en el momen-to en que es descubierta brilla como el astro más grande, que en el momento en que estalla, es capaz de desatar torbellinos y huracanes, es capaz de arrasar con todo lo que se interponga en su camino. Es eso que, a pesar de estar escondido, siempre hay alguien capaz de verlo. Pero ¿y tú? ¿Eres capaz? Creo que sí. Si le prestas atención, lo vas a ver más claro que el agua más pura y cristalina. Y te vas a dar cuenta de que siempre ha estado ahí, sin moverse, esperando a ser descubierto, pero tú nunca te has percatado. Y dirás: «Vaya, pues es cierto. Pero ¿por qué no me he dado cuenta antes? ¿Por qué he sido tan incapaz de verlo? ¿Por qué estaba tan escondido?». Yo te respondo, no te preocupes. No estaba escondido, de hecho, ha estado luchando por salir, pero no se lo has permitido, tú mismo lo has estado escondiendo del mundo, ya sea por miedo, tristeza o vergüen-za. Y es que te vas a dar cuenta de que, por mucho que trates de evadirlo, va a haber alguien que lo va a descubrir tarde o temprano. Y ese alguien, espero, vas a ser tú. Y en ese mismo instante, en ese mismo momento, te darás cuenta de que no vale la pena detenerlo. Verás que, si lo dejas fluir, vas a tener una luz propia que nadie te va a quitar, porque es tuya, solo tuya. Es única e irrepetible, eres tú. Y contra eso, a ver quién lucha. Antes de irme deja que te pregunte algo. Ahora, ¿lo ves?

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Unas gafas para ver María Rodríguez Candel. 1.º ESO

Colegio Sagrada Familia. Alcoy

Libertad: facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad.

Derecho de pensar y expresar las propias ideas y criticar las contrarias sin ninguna presión de la autoridad.

Estamos en el año 3025, en el planeta Freedom. Nuestro gobernante es el señor presidente Gal, su vicepresidente es el señor Amil, el secretario del vicepresidente es el señor Fol y el secretario del secretario es el señor Vip.

Nuestro planeta es un lugar perfecto para vivir. Todos te-nemos nuestras necesidades básicas cubiertas (ropa, comida, agua, luz, colegio…); no existe la violencia, todos tenemos un sueldo por igual, por lo que no importa que seas abogado o ba-surero. No tenemos vacaciones porque nuestra forma de vida es lo suficientemente agradable y el estrés no existe en nuestro vocabulario. Todos nos ponemos a la misma hora a trabajar y terminamos a la misma hora; cenamos lo mismo, tenemos las mismas mascotas, conducimos los mismos vehículos, y todo esto va cambiando, dependiendo de la decisión de nuestro que-rido presidente, el Sr. Gal.

Perdón, no me he presentado; yo soy Think, el inventor. Llevo mucho tiempo trabajando en mi laboratorio; tanto tiem-po que creo que nadie se acuerda de mí.

Mi proyecto era muy ambicioso. Quería fabricar unas gafas que permitieran leer el pensamiento de las personas que nos ro-dean y saber de verdad qué es lo que piensan. Y hoy, por fin, lo he logrado. Esta idea se me ocurrió porque no creo que todos los habitantes del planeta Freedom sean realmente felices, ya que no actuamos como queremos, sino como decide el Sr. Gal.

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¿Por qué tengo que vestirme de azul, si el día es soleado?¿Por qué tengo que comer ensalada, si a mí me apetece pizza?¿Por qué tengo que tener un gato, si yo quiero tener un

perro? ¿Por qué tengo que llevar zapatos, si me apetece pisar la hier-

ba con mis pies desnudos?Todas estas preguntas que yo me hago quiero saber si los

demás también las piensan; y con estas gafas lo sabré.He salido con ellas a la calle y me he cruzado con gente que

va a trabajar, y ninguno parece contento. Todos nos saludamos cordialmente, pero me he llevado una gran sorpresa cuando he podido escuchar lo que pensaban:

«Otro día igual», «hoy toca de azul», «no me gustan los gatos», «el Sr. Gal siempre tiene razón», «me gustaría hacer novillos».

Esto me ha producido una gran tristeza. Vivimos en un pla-neta maravilloso, pero nadie es libre para decidir lo que quiere hacer.

Me siento en un banco del parque Green y guardo las gafas en un estuche especial que conserva su poder. Todo el mundo me mira, pues a esta hora nadie puede estar sentado en un ban-co; son horas de ir a trabajar. Respiro profundamente y me dirijo a la casa presidencial del Sr. Gal para hablar con él.

Primer obstáculo: el secretario, el Sr. Vip, me da permiso para hablar con el secretario del secretario, el Sr. Fol, que, a con-tinuación, me da permiso para hablar con el vicepresidente, el Sr. Amil, y este, a su vez, me concede una visita con nuestro presidente, el Sr. Gal.

He tenido suerte; como todo está planeado, tiene tiempo su-ficiente para hablar conmigo, ya que siente curiosidad por algo que no tiene controlado.

Le entrego el estuche y le digo que él tiene LA LIBERTAD de abrirlo y utilizar lo que hay dentro, pero corre el riesgo de que no le guste lo que descubra.

Como él es el presidente, está convencido de que nada po-drá perturbarlo y, después de un segundo de tensión, decide abrirlo.

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—¡Unas gafas! ¿Tanto misterio por unas simples gafas? ¿Para qué quiero yo unas gafas?

—Para ver —le respondo.—Le veo a usted perfectamente —contesta de forma con-

tundente.—Ya lo sé —le replico nuevamente—. Sr. Gal, usted me ve

por fuera sin gafas, con ellas podrá verme por dentro. Con cara de duda y sin creer lo que le estoy contando, de-

cide ponérselas y descubrir lo que estoy pensando: «Me siento infeliz por no poder decidir. Me gustaría que cada uno de no-sotros pudiera expresar sin miedo y sin coacción lo que siente».

Sobresaltado, se quita las gafas y, por fin, puedo verle con cara de asombro al no poder tener mis pensamientos bajo con-trol.

—¡Amil, Fol, Vip! ¡Todos aquí! ¡Os quiero delante de mí! —grita encolerizado el gobernante.

Acuden corriendo y, una vez delante del señor presidente, este se coloca de nuevo las gafas y puede escuchar asombrado lo que piensan de él: «¡Qué rollo! ¿Y ahora qué? ¡Siempre man-dando!».

La cara de Gal se ha entristecido. Nunca se hubiese imagi-nado que sus súbditos fuesen tan infelices y que toda la culpa se deba a su egoísmo de no dejar a su pueblo ser libre para decidir lo que quiera.

Sin dudarlo un momento, ha reunido al consejo y ha dicta-do un bando en el que se puede leer:

«A partir de hoy, le concedo a mi pueblo la libertad de de-cidir sobre sus vidas».

El mayor tesoro que una persona puede tener es ser respe-tada por sus ideas, por su estilo de vida y sus creencias.

EPÍLOGOAño 3026, ha pasado un año desde mi entrevista con el Sr.

Gal. Nuestro planeta Freedom continúa siendo un lugar mara-villoso donde poder vivir, pero ahora hay una gran diferencia: las calles tienen color, la gente está feliz, los restaurantes sirven

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un sinfín de comidas, cada uno de nosotros pasea a su mascota preferida, nos reunimos en el parque, debatimos lo que no nos gusta y, lo más importante, expresamos lo que sentimos.

FREEDOM SE HA CONVERTIDO EN UN PLANE-TA HUMANO…

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Carta a mi yo del futuro María Gregorio Sánchez. 4.º ESO

Colegio San Vicente de Paúl. Alcoy

Espero que cuando vuelvas a leer estas palabras hayas conseguido lograr todos y cada uno de tus sueños y metas. Y ahora, escúchame, siéntate y dedica una parte de tu tiempo a ti, o a mí.

Piensa en el momento en el que escribiste esta carta, du-dando sobre qué hablar en esta redacción, ¿te acuerdas? Tan solo tenías quince años. No tenías la vida hecha, ni siquiera estructurada. Tan solo dejabas pasar los días y que el destino te sorprendiera. En ese momento, para ti lo más importante eran tus padres y familiares. Cuéntame, ¿sigue siendo así? Y de los pequeños planes que tenías hechos, el de ser periodista y una popular bloguera, ¿los has conseguido? Si es así, mira hacia atrás y recuerda todo lo bueno y todo lo malo por lo que has pasado hasta llegar al punto en el que estás, ¿te ha resultado difícil?

La María de quince años sabe que le queda un largo y difícil camino, que cuando cambie y sea más constante lo irá consiguiendo poco a poco. Dime, ¿está equivocada?

Ahora háblame de tu carácter. ¿Sigues siendo tan incon-formista? La María del pasado es muy quejica y contestona, ¿has conseguido pulirlo? Si me dices que sí, sé que te habrá costado, porque a la «mini tú» le cuesta mucho morderse la lengua. Y, bueno, ¿sigues siendo igual de cariñosa y empática? Espero con todas mis fuerzas que me digas que sí, habrás fallado como persona en caso contrario.

Ahora piensa en cuántas personas has conocido desde aquel momento hasta el que estás ahora. ¿Te han hecho feliz y se han quedado en tu vida o te han hecho daño? Sé que si hay una parte que te ha hecho daño lo habrás pasado mal, a día de hoy te pasa igual. Pero sé también que si te están ha-ciendo feliz los estarás disfrutando y valorando al máximo.

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¿Y Lari e Irene? ¿Siguen en tu vida? Espero que sí, porque ahora mismo no las puedes querer más. Están siempre a tu lado. ¿Ha seguido siendo así?

Casi para acabar, ¿te has casado y has tenido hijos al final? Te recuerdo que a día de hoy decías que ni loca ibas a hacer ambas cosas. Espero que hayas logrado cambiar de opinión.

Solo me queda hacerte una pregunta más, pero antes de eso quiero decirte algo.

Seas lo que seas en el momento en el que leas esto, debes saber que tienes que sentirte muy orgullosa de ti misma. No sé a lo que habrás conseguido llegar, pero todo lo que tienes lo has construido tú misma, y es la mejor razón para sentirte así.

Mi última pregunta es: ¿eres feliz? Si me dices que no, deja de hacer lo que estés haciendo y haz una gran reforma en tu vida, algo estás haciendo mal. Y, si me dices que sí, tu tú del pasado está muy orgullosa de ti porque has logrando mantener lo que te hace y te hará sentir viva.

Con mucha curiosidad por saber de ti, tu «mini tú».MARÍA

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Lluïsa Paloma Vilaplana Matarredona. 3.º ESO

Colegio San Vicente de Paúl. Alcoy

Aquesta era una història de dos joves adolescents anome-nats Lluïsa i Ferran. Els dos eren exactament pols oposats, però tenien alguna cosa en comú, com per exemple que anaven al mateix institut. Ell tenia dihuit anys, havia repetit curs, i ella dèsset, estava acabant el batxillerat, per a complir un dels seus grans somnis, ser actriu.

Ferran i Lluïsa anaven a la mateixa classe, però no tenien quasi contacte, mai parlaven i quan es veien simplement es mi-raven i es saludaven, res més. Però els dos es cridaven l’atenció. Un dia, a l’eixida de l’institut, ell se li va arrimar per a veure com quedaven per al treball que els havia tocat fer junts, el treball d’Economia. Van decidir, després d’uns quants minuts, anar a la casa de Ferran, al vespre més o menys a les 18:30 h. La família de Lluïsa era una família que pertanyia a l’alta societat, i gaudia de bons beneficis. Però la família de Ferran no pertan-yia a eixe tipus de classe social, gaudia de pocs beneficis i eren molts, dos germans i una germana xicoteta. A l’hora de la que-dada, tot va anar perfectament, sobretot el petó que li va donar Ferran a Lluïsa en els llavis. Ella no s’ho creia, estava molt feliç.

Al dia següent, Ferran no podia parar de donar-li voltes al que va passar i va cridar a la xica quan estaven al pati per parlar amb ella. La cosa va anar bé, perquè es van donar un altre petó i van decidir eixir junts. Però passaven els mesos i ell s’estava fent molt impulsiu, tota la seua ràbia la pagava amb Lluïsa i l’assetjava en moltes ocasions psicològica i físicament. Els pa-res de la xiqueta no podien fer res, se n’havien anat a viure al centre, ells dos soles.

Però una matinada la policia va sentir crits en la casa, va entrar i va veure com ella es dessagnava en el pis. Ell no podia parar de plorar, l’havia matada a cops de puny, simplement per-què no volia que es posara una faldeta vermella.

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Ferran encara podrà tindre futur, després de la presó o sim-plement viure, cosa que Lluïsa no: mai serà actriu, mai serà mare, ni es casarà, mai es posarà la seua faldeta vermella. Mai tornarà, mai més estarà entre nosaltres, però sí serà una dona més maltractada.

NO A LA VIOLÈNCIA DE GÈNERE.

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Por ser así Paula Rico Gómez. 4.º ESO

IES Cotes Baixes. Alcoy

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Mi cuerpo tendido sobre la fría acera se sentía pesado, mi mejilla sangraba y mi pecho subía y bajaba con dificultad, mis pulmones ardían cada vez que intentaba respirar y estaba empe-zando a perder la consciencia, me encontraba mareado y el al-cohol ingerido anteriormente no ayudaba a mi dolor de cabeza.

Me encontraba tirado sobre el piso de un callejón oscuro, con seguramente más de un hueso roto. Nunca habría imagi-nado que terminaría en esta situación, a decir verdad, creo que nadie lo haría. Todo había empezado muy bien, hasta ahora.

Esta tarde, al despertar vi que los pocos trazos naranjas de luz solar se colaban por mi ventana y se dejaban posar sobre el escritorio, dando a entender que el sol ya se estaba escondiendo, por lo que opté por levantarme de la cama y meterme al baño para asearme y prepararme para la fiesta de esta noche.

Me duché y al salir simplemente opté por ponerme algo real-mente sencillo, unos pantalones negros ajustados que marcaban a la perfección mis largas y un poco rellenas piernas, una camisa blanca holgada y unas Vans rojas. Cogí el eyeliner que tenía sobre el escritorio y puse un poco en mis ojos, casi imperceptible, también me puse un poco del corrector de mi madre para ta-par un poco las manchas del acné y me eché también un poco del perfume de mi madre. Me gustaba cómo olía, era como de frambuesa, aunque mi amiga decía que me pusiera otro, que ese no era para mí.

Rápidamente bajé las escaleras para encontrarme con Jas-mín fuera de mi casa, esperándome en su coche. Subí y rápida-mente nos fuimos hacia una casa de las afueras de la ciudad, que era donde se celebraba la fiesta.

Cuando llegamos ya era de noche, y la fuerte música y el olor a alcohol fueron los que nos dieron la bienvenida al en-trar a la enorme casa. Lo primero que hice fue separarme de mi amiga con la ayuda de una tonta excusa para ir a buscar a mi novio, el cual se encontraba en una de las habitaciones de la segunda planta. Conocíamos al dueño de la casa, así que no había problema alguno con estar dentro de alguna de sus ha-bitaciones.

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Matthew rodeó mi cintura y yo, su cuello, me impulsé un poco con mis pies, pues él era bastante más alto que yo, e ini-ciamos un beso lento. Sus manos se paseaban por mi espalda, repartiendo suaves caricias que mandaban escalofríos por todo mi cuerpo. Nos besamos hasta que nos faltó el aire y tuvimos que separarnos para respirar.

Pasados unos minutos, decidimos salir al jardín para tomar aire fresco, y en un despiste me separé de Matt por un instan-te, quedándome solo y rodeado por mucha gente, a la que no conocía de nada.

Algunos ojos me miraban y otros no. Me analizaban de arri-ba abajo; unos, curiosos; otros, maliciosos; y algunos, despec-tivos, con asco.

La angustia se apoderaba de mí, no soportaba estar solo y rodeado por gente desconocida. La ansiedad me cegaba y me mareaba. Necesitaba salir de allí.

Una mano rasposa y fuerte cogió mi brazo, apretándolo con fuerza, dolía. Me quejé, intentando que me soltara, pero el hombre hizo caso omiso y empezó a arrastrarme hacia algún lugar solitario. Cuando me soltó, nos encontrábamos en alguna parte de la calle, en un callejón. Pensé en darle las gracias por haberme sacado de allí y pedirle que me llevara de vuelta, pero no me dio tiempo a formular ninguna palabra, pues un puño se estampó contra mi mejilla derecha, haciéndome caer al sucio y frío piso.

—Esto te pasa por ser así.Fue lo único que logré escuchar, pues justo después todo

lo que pude hacer fue quedarme quieto mientras gemidos de dolor salían de mi garganta al sentir los constantes golpes en mi cuerpo.

Cuando parecía que se había quedado satisfecho con su acto, se marchó, dejando mi cuerpo tendido sobre la fría acera. Se sentía pesado, mi mejilla sangraba y mi pecho subía y bajaba con dificultad, mis pulmones ardían cada vez que intentaba respirar y estaba empezando a perder la consciencia. Quería llorar, pero no lo haría.

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¿Por qué lo habría hecho? ¿Por qué a mí? Tal vez porque soy un chico.Tal vez porque los chicos no podemos amar a otros chicos.

Porque a los chicos no se les permite llorar, porque a los chicos no se les permite maquillarse, o cuidarse el físico, o porque no podemos ponernos perfume de mujer.

Tal vez porque, aun estando en el siglo XXI, alguna parte de esta sociedad no nos permite mostrar cómo somos y sigue levantando muros para no poder ser uno mismo.

Tal vez, algún día esos muros se derribarán y no habrá na-die que los levante de nuevo.

Todo en mi cabeza seguía dando vueltas, cerré los ojos y dejé que pasase lo que tuviera que pasar.

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El sueño de Steve Arnau Bernabeu Corbí. 2.º ESO

IES Pare Vitòria. Alcoy

Me llamo Steve y voy a contaros mi historia.Hace diez años que estoy en este lugar incomunicado, pero

siempre oigo voces. Es algo extraño, porque nunca puedo ver a la persona que me habla. Muchas veces escucho una voz tan dulce como el canto de un herrerillo. Otras veces oigo una voz muy robusta que me habla sin parar y también, en ocasiones, oigo una voz muy dulce, muy pequeña, que me está diciendo que salga a conocerla. Todas me suenan muy familiares, pero nunca he podido reconocerlas del todo por culpa de aquel señor borracho que me atropelló cuando iba a hacer unos recados.

Desde hace poco tiempo, hay un niño llamado Arnau que se puede conectar conmigo mediante el tacto. Nos encontra-mos cada vez que me toca en el hospital, sin nadie que nos pueda ver. Es mi único amigo. Me habla de las cosas que pasan en el mundo real y de sus amigos.

Me dijo que llegó a conocerme porque se rompió el pie y, como no le gustaban los médicos, se escapó en una silla de ruedas y por casualidad entró en mi habitación. Me tocó y ahí empezó todo. Ahora viene a verme cada vez que no tiene nada que hacer. Es muy triste que no pueda conocer el mundo ex-terior. Tengo diecinueve años, y de lo único que me acuerdo de cuando era pequeño y no estaba en coma es de una casa de campo rodeada de montañas, prados verdes y un río a lo lejos con el agua más clara del mundo.

Arnau a veces me lee algunos de sus cuentos. Me acuerdo de uno que hablaba de una persona que era capaz de escuchar con atención a todas las personas del mundo. En ese momen-to, me sentí muy identificado con el protagonista, porque yo lo único que puedo hacer en este mundo es escuchar.

A veces me pregunto por qué no me despierto. Quiero co-nocer el mundo real, quiero viajar, quiero vivir.

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Arnau me dijo que lo que tenía que hacer era pensar en cómo entré en coma y afrontarlo de verdad. De ese modo, podría su-perarlo y así podría conocer el mundo real. Fue una lección, ya que, si nunca afrontas las cosas, nunca puedes superarlas. Yo tenía muchísimo miedo. Temía no poder despertarme y temía también despertarme y encontrarme con algo peor que el silencio.

Entonces me dijo que lo tenía que intentar, que, si no lo hacía ahora, no podría visitarme más porque se tenía que ir a estudiar a Barcelona. Pero también me dijo que creía en mí, para que tu-viera el suficiente valor para intentarlo.

Esas fueron sus últimas palabras de un día como cualquier otro.

Cuando oí esas palabras, realmente me quedé muy triste, por-que yo quería poder abrazarlo y poder verlo. Tenía la sensación de que, de otro modo, me quedaría solo para siempre. Así que pensé en sus palabras y fui mentalmente al lugar del accidente. Y entonces vi cómo aquel señor borracho me atropellaba. Ese momento fue el peor. Pero luego también sentí la bondad de la gente que vino corriendo a ayudarme para llevarme al hospital. Entonces, mientras estaba viendo lo que me pasó, todo se volvió blanco, y a lo lejos podía observar una luz amarilla que me estaba cegando. Inesperadamente, intenté abrir los ojos y lo conseguí. Y al abrirlos vi unas ventanas enormes de una habitación muy grande. Observé entonces que alguien estaba dirigiéndose a la puerta, girado de espaldas. Así que con todas mis fuerzas grité como pude: «¡Arnau!».

Él se giró y me vio despierto. Así que corrió hacia mí y me dio un abrazo con tanta fuerza que casi no pude ni respirar. Justo entonces llegaron mis padres en su visita semanal y ellos junto Arnau me abrazaron durante un buen instante. Después de que los médicos comprobaran que estaba bien, me dieron el alta, y me fui a la casa de mis padres, a aquella casa de campo con enor-mes prados verdes, montañas, y vi de nuevo aquel río con el agua más clara del mundo.

Después de tres meses de reposo, mis padres me inscribie-ron en el Colegio Universal de Wernanchtau, donde me saqué

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el grado de primaria y el de secundaria, en pocos meses y, ade-más, con muy buenas notas.

Al cabo de cinco meses, conseguí ir a la universidad, don-de conocí a un montón de estudiantes muy inteligentes de mi edad. La universidad la pasé con muy buenas notas, y mi cu-riosidad me llevó a estudiar tres carreras: la de Derecho, la de Medicina (especializado en Cardiología) y también la de Neu-robiología. Después, obtuve tres másteres.

Tiempo después, conseguí ser uno de los mejores neuró-logos del mundo y me desplacé al Hospital Público Los Lau-reles, en Madrid. Conseguí, además, ayudar a las personas en coma, consiguiendo activar neuronas paralizadas, para lograr que la gente en esta situación estuviera mucho menos tiempo paralizada. Incluso conseguí formar una de las empresas más importantes del mundo, en la que diseñaba máquinas que eran capaces de detectar una enfermedad.

Por todo esto y por hacer el primer corazón a partir de una impresora 3D y ponerlo en funcionamiento, me dieron el Pre-mio Nobel de Medicina.

Ahora tengo cincuenta años, tengo tres hijos y cuatro nietos y vivo en la casa de campo de mis padres. A Arnau le compré una casa al lado de la mía. Se la compré porque salvó la vida de miles de personas salvándome a mí. Además, Arnau tuvo dos hijos y cuatro nietos. Y juntos todas las tardes nos vamos con nuestros nietos al parque temático que construí, llamado Vive Aventura Vida Land. Ahora todos nosotros vivimos felices, gracias al entusiasmo, por afrontar y superar los hechos que nos marcaron en el pasado, y nos esforzamos en comunicar ese espíritu a nuestros nietos.

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Mala vida Andrés Giménez Andérica. 2.º ESO

IES Pare Vitòria. Alcoy

¡Hola, chicos y chicas! Me llamo Alfredo, os voy a contar cómo mi vida se cayó abajo cuando yo tenía casi catorce años.

Todo empezó en segundo, a mí siempre me han gustado los juegos, así que, como podréis imaginar, soy un viciado, eso que siempre dicen de que las drogas son adictivas y todo eso, pues en realidad nunca han pensado lo que te pueden hacer los juegos; te comen la cabeza de una manera increíble, no puedes parar de jugar, es un vicio que es muy difícil de dejar.

Así es, con los juegos empezó a cambiar mi vida, por los juegos yo no estudiaba, no quedaba casi nunca y no hacía ta-reas de casa, me pasaba hasta las clases jugando, era como mi pasión, aunque, por supuesto, sabía que con los juegos no iba a tener un futuro muy bonito. Después, terminó la primera evaluación, y adivinad, sí, me cayeron muchas, ocho para ser exactos; pensáis que me da igual, como mi familia, pues os equivocáis todos. No había ni una persona en mi familia que me apoyara, ¡ah!, sí, una, mi madre, la única que yo sé que se preocupaba realmente por mí, aunque yo en ese momento no me daba cuenta.

A las dos semanas, cerca ya de Navidad, mi madre tuvo un problema en la pierna, pero no se sabía si iba a estar mucho tiempo sin poder caminar. Yo realmente tampoco la ayudaba; no le hacía casi caso, yo siempre iba a la mía, a veces me ponía nervioso enseguida por dos cosas que me pedía. Después, vie-ron que necesitaba una academia para seguir estudiando, por-que yo solo no podía estudiar, enseguida me distraía o miraba por la ventana, sí, y lo bueno es que funcionaron las clases, pero ¿qué pasó? Que un martes, que se ve que no era mi día, llegué a mi casa y me di cuenta de que no había nadie, la ver-dad, ni me inmuté. En ese momento, me enchufé la tele y yo a lo mío, pero a los diez minutos me llaman al timbre y era mi