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Los líseres de junio Mi pueblo se llama Santiago Tuxtla, está en el estado de Veracruz, según el letrero que está en la entrada de la ciudad dice que somos veinte mil habitantes. Aunque yo creo que somos menos porque todos nos conocemos. Es más cuando llega una persona de fuera y pregunta por alguna calle, es común que le digan: “mejor dime a quién buscar”. En mi ciudad hay un museo de arqueología, con muchas piezas encontradas ahí cerca. En la escuela nos han dicho que nosotros somos descendientes de los Olmecas que fue la cultura más antigua que hubo en México; como tres mil años, unos trescientos si- glos, muchísimo tiempo. En el parque del centro hay una cabeza Olmeca muy grande como del tamaño de una casa. Esa cabeza la encontraron en Tres Zapotes. Hace sesenta años. La descubrió de casualidad un niño que quería sacar una pelota que se fue a un agujero. Dicen que la cabezas colosales son los retratos de los gobernantes de esa época. Que como no había fotos así las hacían, como esculturas. Aparte de las piezas del museo Tuxteco y de la cabeza colosal, tenemos una tradición que dicen que es de esa época. Los líseres (jaguares) de junio. Todo el mes de junio, después de las cuatro de la tarde, los muchachos se disfrazan de líseres, con unos trajes como mamelucos pero con capucha. En las manos traen un lazo a manera de látigo y corretean a la gente emitiendo gruñidos. Los señores mayores cuentan que hace muchísimos años se ponían piel de jaguar de verdad como disfraz, pero que ya no hay. Conviven con la gente en memoria de un dios de los Olmecas, el rey de la selva era el jaguar Ocelotl. Dicen que cuando el Volcán San Martín (para los Olmecas Titépetl) hizo erupción y llenó de lava todo su pueblo, los Olmecas corrieron despavoridos. Tristes se fueron al cerro del Vigía, del cual bajó Ocelotl con todos los jaguares, y a su paso hacían desaparecer la lava y con su cola dispersaban el humo. Hicieron que la tierra volviera a ser tan fértil que antes. En agradecimiento los Olmecas se hermanaron con los líseres. Y cada año los líseres bajaban a convivir con los pobladores. En recuerdo de esa hermandad cada año en el mes de junio se hace la representación de los líseres. El año pasado salí al mercado, se me acercaron dos líseres. Me gruñeron como lo hacen, me alborotaron el cabello y me agarraron la cara. Al regresar a la casa, la gente me miraba y se echaban a reír. Cuando llegué mamá también lo hizo. Me vi en el espejo y traía la cara llena de tizne. Al principio me enojé. Mamá me dijo que no valía la pena. Entonces me solté a reír también. A lo mejor era parte de las cenizas que hace muchí- simos, pero muchísimos años arrojó el volcán.

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Los líseres de junio

Mi pueblo se llama Santiago Tuxtla, está en el estado de Veracruz, según el letrero que está en la entrada de la ciudad dice que somos veinte mil habitantes. Aunque yo creo que somos menos porque todos nos conocemos. Es más cuando llega una persona de fuera y pregunta por alguna calle, es común que le digan: “mejor dime a quién buscar”.

En mi ciudad hay un museo de arqueología, con muchas piezas encontradas ahí cerca. En la escuela nos han dicho que nosotros somos descendientes de los Olmecas que fue la cultura más antigua que hubo en México; como tres mil años, unos trescientos si-glos, muchísimo tiempo. En el parque del centro hay una cabeza Olmeca muy grande como del tamaño de una casa. Esa cabeza la encontraron en Tres Zapotes. Hace sesenta años. La descubrió de casualidad un niño que quería sacar una pelota que se fue a un agujero. Dicen que la cabezas colosales son los retratos de los gobernantes de esa época. Que como no había fotos así las hacían, como esculturas.

Aparte de las piezas del museo Tuxteco y de la cabeza colosal, tenemos una tradición que dicen que es de esa época. Los líseres (jaguares) de junio.Todo el mes de junio, después de las cuatro de la tarde, los muchachos se disfrazan de líseres, con unos trajes como mamelucos pero con capucha. En las manos traen un lazo a manera de látigo y corretean a la gente emitiendo gruñidos. Los señores mayores cuentan que hace muchísimos años se ponían piel de jaguar de verdad como disfraz, pero que ya no hay.

Conviven con la gente en memoria de un dios de los Olmecas, el rey de la selva era el jaguar Ocelotl. Dicen que cuando el Volcán San Martín (para los Olmecas Titépetl) hizo erupción y llenó de lava todo su pueblo, los Olmecas corrieron despavoridos. Tristes se fueron al cerro del Vigía, del cual bajó Ocelotl con todos los jaguares, y a su paso hacían desaparecer la lava y con su cola dispersaban el humo. Hicieron que la tierra volviera a ser tan fértil que antes. En agradecimiento los Olmecas se hermanaron con los líseres. Y cada año los líseres bajaban a convivir con los pobladores.

En recuerdo de esa hermandad cada año en el mes de junio se hace la representación de los líseres. El año pasado salí al mercado, se me acercaron dos líseres. Me gruñeron como lo hacen, me alborotaron el cabello y me agarraron la cara. Al regresar a la casa, la gente me miraba y se echaban a reír. Cuando llegué mamá también lo hizo. Me vi en el espejo y traía la cara llena de tizne. Al principio me enojé. Mamá me dijo que no valía la pena. Entonces me solté a reír también. A lo mejor era parte de las cenizas que hace muchí-simos, pero muchísimos años arrojó el volcán.