Los Lenguajes Naturales Contienen Expresiones Ambiguas

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1. Los lenguajes naturales contienen expresiones ambiguas. Esto quiere decir que una misma palabra, en tanto fonema o grafismo, puede tener distintos significados según los diferentes contextos que vaya insertada, o bien una misma palabra puede tener distintos matices de significado en función de esos contextos diversos. Quiere decir que también que tanto los usos centrales de un vocablo hay extensiones metafóricas y figurativas. Con esas características se conecta, además, el hecho importante que una misma palabra puede ser usada para designar una multitud de objetos que no tienen propiedades comunes a todos ellos. Existen reglas complejas muchas veces no desentrañables sin esfuerzo que suministran los criterios de aplicación de esa palabra. La existencia de propiedades comunes es una de las muchas razones que puede justificar el uso de una misma palabra para dirigirse a una variedad de hechos, situaciones o fenómenos concretos aparentemente disímiles. Muchas veces estos se hayan unidos por intricadas relaciones de parentesco que, por un lado no responden a la existencia de propiedades comunes a todos los objetos y por otro fuerzan a descartar la presión de todo cuando hay una mera homonimia. Pongamos un ejemplo que puede ayudar a entender mejor el fenómeno que me interesa destacar. La palabra derecho quiere decir cosas distintas – O en todo caso no quiere decir exactamente lo mismo – En las siguientes frases: I. La esclavitud es una institución contraria al derecho. II. El derecho francés se asemeja más al derecho español que al ingles. III. Los padres tiene el derecho de guiar la educación de sus hijos. IV. Mientras que la física y la astronomía son ciencias naturales, el derecho y la historia no son. V. El Dr. Eduardo A. Vásquez es el profesor de introducción al derecho. VI. Francisco Real era un hombre derecho. Sería muy interesante, sin duda, que nos detuviéramos a examinar a que difieren estos usos y cuáles son las reglas lingüísticas que justifican el empleo de la palabra derecho con significados o matices de significación distinta. La tentación es grande pero no podemos ceder a ella sin desarticular la exposición. 2. Los lenguajes naturales contienen palabra vagas. Con esto quiero referirme al siguiente fenómeno: muchas veces el foco del significado es único, y no plural ni parcelado, pero el uso de una palabra tal como de hecho se le emplea, hace que sea incierta o dudosa la inclusión de un hecho o de un objeto concreto dentro del campo de acción de ella. Hay casos típicos frente a los cuales nadie en su sano juicio dudaría en aplicar la palabra en juego. Hay casos claramente excluidos del campo de aplicación del vocablo. Pero hay otros que, a diferencia de los primeros o los segundos, no están claramente ni incluidos ni excluidos. Estos hechos u objetos, de clasificación dudosa, están ubicados, por así decirlo en una zona de penumbra que circunda el área de significado claro de la palabra. La duda es legítima y no surge de un desconocimiento de las propiedades del objeto a clasificar. No es la duda que puedo tener sobre si la sombra que veo en el jardín es proyectada por un árbol o por un visitante furtivo. A esa duda puedo disiparla examinando las cosas más de cerca. La otra duda, la que aquí nos interesa no se origina en ignorancia acerca de los hechos del mundo, sino que es producida por las características de muchas palabras periféricamente indeterminadas. Para incluir o excluir el caso marginal es menester tomar una decisión. No todas las palabras vagas lo son en la misma manera, ni la son por las mismas razones, la vaguedad de las palabras “noche” y “día” que priva de sentido a la

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1. Los lenguajes naturales contienen expresiones ambiguas. Esto quiere decir que una misma palabra, en tanto fonema o grafismo, puede tener distintos significados según los diferentes contextos que vaya insertada, o bien una misma palabra puede tener distintos matices de significado en función de esos contextos diversos. Quiere decir que también que tanto los usos centrales de un vocablo hay extensiones metafóricas y figurativas.

Con esas características se conecta, además, el hecho importante que una misma palabra puede ser usada para designar una multitud de objetos que no tienen propiedades comunes a todos ellos. Existen reglas complejas muchas veces no desentrañables sin esfuerzo que suministran los criterios de aplicación de esa palabra. La existencia de propiedades comunes es una de las muchas razones que puede justificar el uso de una misma palabra para dirigirse a una variedad de hechos, situaciones o fenómenos concretos aparentemente disímiles. Muchas veces estos se hayan unidos por intricadas relaciones de parentesco que, por un lado no responden a la existencia de propiedades comunes a todos los objetos y por otro fuerzan a descartar la presión de todo cuando hay una mera homonimia.

Pongamos un ejemplo que puede ayudar a entender mejor el fenómeno que me interesa destacar. La palabra derecho quiere decir cosas distintas – O en todo caso no quiere decir exactamente lo mismo – En las siguientes frases:

I. La esclavitud es una institución contraria al derecho.II. El derecho francés se asemeja más al derecho español que al ingles.III. Los padres tiene el derecho de guiar la educación de sus hijos.IV. Mientras que la física y la astronomía son ciencias naturales, el derecho y la historia no son.V. El Dr. Eduardo A. Vásquez es el profesor de introducción al derecho.VI. Francisco Real era un hombre derecho.

Sería muy interesante, sin duda, que nos detuviéramos a examinar a que difieren estos usos y cuáles son las reglas lingüísticas que justifican el empleo de la palabra derecho con significados o matices de significación distinta. La tentación es grande pero no podemos ceder a ella sin desarticular la exposición.

2. Los lenguajes naturales contienen palabra vagas. Con esto quiero referirme al siguiente fenómeno: muchas veces el foco del significado es único, y no plural ni parcelado, pero el uso de una palabra tal como de hecho se le emplea, hace que sea incierta o dudosa la inclusión de un hecho o de un objeto concreto dentro del campo de acción de ella. Hay casos típicos frente a los cuales nadie en su sano juicio dudaría en aplicar la palabra en juego. Hay casos claramente excluidos del campo de aplicación del vocablo. Pero hay otros que, a diferencia de los primeros o los segundos, no están claramente ni incluidos ni excluidos.Estos hechos u objetos, de clasificación dudosa, están ubicados, por así decirlo en una zona de penumbra que circunda el área de significado claro de la palabra. La duda es legítima y no surge de un desconocimiento de las propiedades del objeto a clasificar. No es la duda que puedo tener sobre si la sombra que veo en el jardín es proyectada por un árbol o por un visitante furtivo. A esa duda puedo disiparla examinando las cosas más de cerca. La otra duda, la que aquí nos interesa no se origina en ignorancia acerca de los hechos del mundo, sino que es producida por las características de muchas palabras periféricamente indeterminadas. Para incluir o excluir el caso marginal es menester tomar una decisión.No todas las palabras vagas lo son en la misma manera, ni la son por las mismas razones, la vaguedad de las palabras “noche” y “día” que priva de sentido a la pregunta “¿a qué hora precisa comenzó la noche (o el día)?”, es de distinto tipo de vaguedad de la palabra “edificio”. No hay duda que el congreso del palacio es un edificio y que le Venus de Milo no lo es. Pero ¿qué diremos de una tapera de una casa prefabricada, de un faro, de una atalaya, del coliseo romano, de igloo, de un galpón, de la pirámide de cheops, de un refugio antiaéreo subterráneo, de un palomar, del puente de Rialto, de una gigantesca brújula de material plástico dónde se aloja una exposición de la tumba de Rivadavia?A diferencia de lo que ocurre con palabras como “noche”, “día”, “joven”, “viejo”, “alto” y “bajo”, en cuyo uso normal el lenguaje recoge propiedades que se presentan de la forma de un continuo que solo puede recortarse nítidamente pagando el precio de la arbitrariedad en el caso de “edificio” el uso no determina con precisión cuales son las condiciones necesarias y suficientes que debe satisfacer un ejemplar concreto para ser “correctamente” llamado “edificio”

3. Los lenguajes naturales contienen exhiben una textura abierta. Esto quiere decir que aun en el supuesto del empleo de las palabras que no son de hecho usadas con vaguedad puede presentarse perplejidades de desconciertos legítimos. ello ocurre cuando aparece un caso lo suficientemente anómalo como para poner en crisis los criterios que ingenuamente creíamos delimitados y precisos. No es posible agotar la descripción de un objeto material. Por ello tampoco podemos prever todos los aspectos del mismo

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en que puede darse una modificación relevante ni, por supuesto, los alcances o efectos de tal modificación. No todas las características no connotadas por una palabras están por ello excluidas como irrelevantes. Algunas no han sido consideradas.