Los Hombres Que No Se Fiaban de Las

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Los hombres que no se fiaban de las mujeres 17 MARZO, 2015 / DEMONIOBLANCODELATETERAVERDE Original por Damon Young en The Huffington Post, Men Just Don’t Trust Women — And It’s A Huge Problem Tras cinco años de matrimonio, ocho meses de compromiso y otro año de lo que diantres anduviéramos haciendo antes de comprometernos, por fin he conseguido aprender algo de mi mujer. Bueno, no me malinterpretéis, he aprendido bastantes cosas de ella durante este tiempo, como que guarda en su armario una batamanta y una camisón que suele ponerse a la vez, pero había una cosa que se me había pasado hasta ahora. Estábamos Panama, mi mujer, y yo charlando sobre la polémica del artículo de Rolling Stone sobre la violación que presuntamente se cometió en el campus de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos y por el que luego la revista tuvo que pedir disculpas cuando comenzaron a arreciar críticas en torno a su veracidad. A esto le siguió lo de Bill Cosby, para acabar dándonos cuenta de la existencia de un patrón común a todas estas historias y subsiguientes debates. La confianza, o más bien, la falta de la misma. En resumidas cuentas, los tipos no nos creemos las

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Articulo reflexivo acerca de las micromachismos, la invisibilidad de las mujeres y de sus voces

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Los hombres que no se fiaban de las mujeres17 MARZO, 2015  / DEMONIOBLANCODELATETERAVERDE

Original por Damon Young en The Huffington Post, Men Just Don’t Trust Women — And It’s A Huge Problem

Tras cinco años de matrimonio, ocho meses de compromiso y otro año de lo que diantres anduviéramos haciendo antes de comprometernos, por fin he conseguido aprender algo de mi mujer. Bueno, no me malinterpretéis, he aprendido bastantes cosas de ella durante este tiempo, como que guarda en su armario una batamanta y una camisón que suele ponerse a la vez, pero había una cosa que se me había pasado hasta ahora.

Estábamos Panama, mi mujer, y yo charlando sobre la polémica del artículo de Rolling Stone sobre la violación que presuntamente se cometió en el campus de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos y por el que luego la revista tuvo que pedir disculpas cuando comenzaron a arreciar críticas en torno a su veracidad. A esto le siguió lo de Bill Cosby, para acabar dándonos cuenta de la existencia de un patrón común a todas estas historias y subsiguientes debates.

La confianza, o más bien, la falta de la misma. En resumidas cuentas, los tipos no nos creemos las cosas si nos las cuenta una mujer más allá de nuestra madre, profesora o cualquier otro cuerpo asignado como mujer que se presente como figura de autoridad preestablecida. ¿Es que acaso nos

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pensamos que las mujeres son mentirosas compulsivas? No, no creo, pero nos cuesta más creernos algo si viene de una mujer que si viene de un hombre, sin duda.

Este texto va de cómo tras cinco años de matrimonio, otros ocho de compromiso y otro más de lo que diantres fuera lo que estuviésemos haciendo antes de comprometernos me acabo de dar cuenta de que no me fío de mi esposa.Cuando sale a colación el concepto de confianza, lo solemos ubicar contextualmente enacciones, o de lo que es capaz de hacer tal o cual persona. Si confías en alguien, es que confías en que no te va a poner los cuernos, robar, mentir o asfixiar con una almohada mientras duermes. Vamos, que si es por esto, claro que me fío de mi mujer, sin duda, pondría la mano en el fuego por ella, no fastidiéis. También me fío de su opinión sobre temas importantes, confié en el pasado en ella como esposa y madre en ciernes, y en la actualidad ni se me pasa por la cabeza que vaya a envenenarme con los canelones.¿Pero sabéis de lo que no me fío, y, además, no lo he hecho con ella ni con ninguna de las otras mujeres con las que he mantenido una relación? De sus sentimientos.

Si me viene conque está jodida con algo, primero reacciono con un ¿qué ocurre? Mi segunda reacción más común es, antes de incluso poder explicarse, es un fijo que exagera.¿La tercera, ya cuando me lo ha contado? Vale, sé lo que dices y te voy a ayudar, pero fijo que eso que te hace tanto la puñeta no es ni mucho menos para tanto.Como soy espabilado y tengo un poco de juicio, no lo digo en voz alta, pero normalmente lo pienso. Hasta que me acaba

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convenciendo de lo contrario, presupongo que su reacción emocional ante cualquier situación es inversamente proporcional a la opinión que yo tengo sobre el nivel de reacción emocional que requiere la situación. En pocas palabras, si ella está en ocho, yo digo que la situación no pasa de seis.

Hablo de mi relación, pero sé que no hablo solo por mí. El tropo de los sentimientos femeninos sobre los que uno, como hombre, no ha de fiarse ocupa un porcentaje estimado de 72,81 en las series que vemos, un 31,2 en los libros que leemos y un 98,9 en las conversaciones entre hombres sobre mujeres en sus vidas. En resumen: las mujeres están locas y nosotros no, y, a expensas de ellas, es algo que se pinta como un elemento más, inofensivo y hasta gracioso, de la guerra de sexos.

Y casi lo sería si se quedara en los sentimientos nacidos de la controversia relativa a fregar los platos o sacar la basura, pero no, ni mucho menos; esta desconfianza lo impregna todo, siendo responsable de la atmósfera de escepticismo que amenaza la veracidad de los relatos de sus propias experiencias.  Y si lo suyo es que no nos fiemos de sus sentimientos, mucho menos hemos de confiar en sus recuerdos.

Y de aquí llegamos a por qué hizo falta todo un equipo femenino de fútbol  de instituto para que empezáramos a plantearnos que igual Bill Cosby no se parece tanto al bueno de Cliff, de su querido programa. O por qué, pese a las miles de quejas de nuestras novias, colegas, primas, esposas y

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compañeras de clase, negamos el acoso callejero hasta que lo vemos con nuestros propios ojos; o por qué ponemos en duda durante añosel testimonio de miles de mujeres sobre el músico y productor R.Kelly hasta que vemos el vídeo que le incrimina.Existe un peligroso parecido entre cómo consideramos los hombres habitualmente los sentimientos femeninos y cómo lo hace la gente blanca con respecto a los de la no blanca. El otro día estuve echándole un ojo casualmente a una encuesta que mostraba que existe una mayoría de gente blanca que, hasta que no ha sido consciente por su propia cuenta, desconfía de lo que la comunidad negra opina en temas referentes a raza o racismo. Este es el trato que reciben las experiencias personales y los sentimientos: se les hace un lavado de razón; solo son válidos hechos que han sido contrastados y verificados cuidadosamente por blancos u otros negros de bien.¿Y cómo apañamos esto? ¿Tenemos alguna opción de hacerlo, en realidad? No sé. Esta desconfianza hacia las mujeres está tan enraizada y es tan común que dudo mucho que siquiera los hombres nos demos cuenta de que existe. Bueno, mira, algo sí puedo hace: la próxima vez que mi mujer me venga a contar que algo le molesta y yo crea que no es para tanto, confiaré en lo que dice. Tras cinco años de matrimonio, ocho meses de compromiso y otro año de lo que diantres anduviéramos haciendo antes de comprometernos, es lo mínimo que puedo hacer.

Entrada original en VerySmartBrothas.com.