Los Griegos HDF Kitto
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H.D.F. KITTO
LOS GRIEGOS
Captulo I - INTRODUCCIN
Captulo II - LA FORMACIN DEL PUEBLO GRIEGO
Captulo III - EL PAIS
Captulo IV - HOMERO
Captulo V - LA "PLIS"
Captulo VI - LA GRECIA CLSICA: EL PERODO PRIMITIVO
Captulo VII - LA GRECIA CLSICA: EL SIGLO QUINTO
Captulo VIII - LOS GRIEGOS EN LA GUERRA
Captulo IX - LA DECADENCIA DE LA "PLIS
Captulo X - LA MENTE GRIEGA
Captulo XI - MITO Y RELIGIN
Captulo XII - VIDA Y CARCTER
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INTRODUCCIN
El lector debe aceptar por el momento como razonable la afirmacin emprica segn la
cual en una parte del mundo, beneficiada durante siglos por un intenso proceso
civilizador, surgi poco a poco un pueblo, no muy numeroso, ni tampoco temible por su
poder, ni por cierto bien organizado, que forj una concepcin absolutamente nueva
sobre la vida humana y que mostr, por vez primera, cul deba ser la funcin del
espritu el hombre. Esta proposicin ser ampliada, y espero que tambin justificada, en
las pginas siguientes. Podemos empezar ahora mismo esta ampliacin observando que
los propios griegos se sintieron, de un modo simple y natural, diferentes de los otros
pueblos por ellos conocidos. Los griegos, por lo menos los del perodo clsico, dividan
habitualmente la familia humana en helenos y brbaros(1). Un griego preclsico,
Homero por ejemplo, no se refiere a los "brbaros" de esta manera, y no porque fuese
ms corts que sus descendientes, sino porque esa diferencia no se haba an
manifestado en toda su fuerza.
participaba en la administracin pblica -la democracia, segn el griego la entendi,
lleg a ser una forma de gobierno que el mundo moderno no ha conocido ni puede
conocer-; mas si no llenaba esa exigencia, l, por lo menos, se converta en "miembro" y
no en sbdito dentro del sistema y los principios por los cuales ste se rega eran
conocidos. El gobierno arbitrario constitua para el griego una ofensa que lo hera en lo
ms ntimo. Por eso cuando consideraba los pases orientales, ms ricos y civilizados,
vea en realidad cmo un rgimen de palacio, encabezado por un rey absoluto,
gobernaba no segn las normas de los primitivos monarcas griegos, normas procedentes
de Temis o que respondan a una ley derivada del Cielo, sino de acuerdo con su
voluntad personal, la cual no era responsable ante los dioses, porque l mismo resultaba
dios. El sbdito de tal amo viva en la condicin de esclavo.
Pero eleuthera -de la cual "libertad" es solo una traduccin incompleta- encerraba una
concepcin ms amplia que la que da a entender esta palabra moderna, aun cuando ella
significa mucho. La esclavitud y el despotismo constituyen estados que mutilan el alma,
pues, como dice Homero, "Zeus despoja al hombre de la mitad de su hombra, si llega
para l el da de la servidumbre". La modalidad oriental de la obediencia chocaba al
griego como algo no elutheron; como algo que a sus ojos afrentaba la dignidad
humana. Incluso ante los dioses oraba el griego erguido como un hombre, aunque
conoca tan bien como cualquiera la diferencia entre lo divino y lo humano. Saba que
no era dios, pero tena, por lo menos, conciencia de ser hombre. Saba que los dioses se
hallaban siempre dispuestos a castigar implacablemente al hombre que imitase a la
divinidad y que entre las cualidades humanas les complacan sobre todo la modestia y la
veneracin. Recordaba, sin embargo, que el dios y el hombre tenan la misma prosapia:
"Una es la raza de los dioses y de los hombres; de una sola madre (2) obtenemos ambos
nuestro aliento. Pero nuestros poderes son polos separados, pues nosotros no somos
nada y para ellos el refulgente cielo brinda por siempre segura morada".
As dice Pndaro en un admirable pasaje, a veces mal traducido por los eruditos que
deberan conocerlo mejor, y que le hacen decir: "Una es la raza de los dioses y otra la de
los hombres." Pero el pensamiento fundamental de Pndaro es aqu la dignidad y la
fragilidad del hombre, lo cual constituye el origen primordial de esta nota trgica que
resuena a lo largo de toda la literatura griega clsica. Y esta conciencia de la dignidad
de ser hombre es lo que infunde tal impulso y tal intensidad a la palabra que
impropiamente traducimos por "libertad".
Pero hay algo ms. Existan otros brbaroi adems de los que vivan bajo el despotismo
oriental. Estaban, por ejemplo, los pueblos del Norte, que vivan en tribus, estado del
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que no haca mucho haban salido los propios griegos. En qu resida, entonces, la gran
diferencia entre tales brbaroi y los griegos, si ello no se basaba en la superior cultura de
stos?
Era la siguiente: los griegos haban desarrollado una forma de comunidad que grosera y
errneamente traducimos por "ciudad-estado", debido a que ninguna lengua moderna
puede hacerlo mejor. La plis estimulaba y satisfaca a la vez los ms elevados instintos
y aptitudes del hombre. Mucho tendremos que decir sobre la "ciudad-estado"; baste
sealar aqu que ste, en su origen una asociacin local para la seguridad comn, se
convirti en el centro de la vida moral, intelectual, esttica, social y prctica de un
nuevo hombre, aspectos que desarrolla y enriquece como ninguna sociedad lo hizo antes
o despus. Ha habido otras formas de sociedad poltica de tipo estable; la "ciudad-
estado" fue el medio por el cual los griegos se esforzaron en hacer la vida de la
comunidad y del individuo ms excelente que antes.
Lo que un griego antiguo hubiese puesto en primer trmino entre los descubrimientos de
sus conciudadanos era, por cierto, que ellos haban hallado el mejor modo de vivir.
Aristteles en todo caso pensaba as, pues la frase suya que habitualmente se traduce
por "El hombre es un animal poltico", quiere en realidad decir: "El hombre es un
animal cuya esencia es vivir en la "ciudad-estado". Si no viva as, el ser humano se
colocaba muy por debajo de su verdadera condicin en cuanto tiene de ms elevado y
caracterstico. Los brbaros no alcanzaron este nivel de existencia; en ello resida la
valla que separaba ambas concepciones.
Al compilar esta resea de un pueblo sobre el que tantas cosas pueden decirse, me he
permitido el lujo de escribir acerca de algunos puntos que me interesan personalmente,
en lugar de intentar abarcar el mbito total de un modo sistemtico y tal vez apresurado.
Adems, me he detenido en Alejandro Magno, es decir, en el perodo de declinacin de
la ciudad-estado. Esto no se debe a que considere a La Grecia de las centurias siguientes
como carente de significacin, sino por el contrario, a que la creo demasiado importante
para resumirla en un somero captulo final, tal como suele hacerse por lo general. Si los
dioses me son propicios, me referir a la Grecia helenstica y romana en el segundo
volumen.
Me he esforzado en hacer hablar a los griegos por s mismos, siempre que me ha sido
posible, y espero que del conjunto ofrecido surja un cuadro claro y ecunime. No he
querido idealizar, aunque me refiero ms a los grandes hombres que a los pequeos y
trato preferentemente con los filsofos y no con pcaros. Los panoramas deben divisarse
desde las cumbres; los bribones, por lo dems, son casi iguales en todas partes, si bien
en la ndole del pcaro griego la dosis de malignidad parece haber sido superior a la de
estupidez.
(1) Usar el trmino "clsico" para designar el perodo que va aproximadamente desde
la mitad del siglo VII antes de Cristo hasta las conquistas de Alejandro en la ltima
parte del siglo IV.
(2) "La Madre Tierra."
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Captulo II
LA FORMACIN DEL PUEBLO GRIEGO.
Jenofonte cuenta una historia imperecedera que, precisamente por tener ese carcter,
puede volver a contarse aqu. Se refiere a un incidente en la expedicin de los Diez Mil
a travs de las terribles montaas de Armenia rumbo al Mar Negro. Estos hombres eran
soldados mercenarios reclutados por Ciro el Joven para que lo ayudasen a echar a su
hermanastro del trono de Persia. Ciro no les haba dicho tal cosa, pues saba muy bien
que ningn ejrcito griego marchara voluntariamente hacia un punto distante tres meses
del mar. Sin embargo, con engaos y halagos consigui llevarlos a la Mesopotamia. Los
disciplinados y agueridos griegos derrotaron fcilmente al ejrcito persa, pero Ciro fue
muerto. Sobrevino entonces para todos una situacin apremiante. De pronto los persas
se encontraron en posesin de un ejrcito experimentado con el que nada podan hacer y
los griegos se hallaban a tres meses de marcha de su hogar, sin conductor, sin paga y sin
propsito, como un cuerpo no oficial, internacional, que no deba obediencia a nadie
fuera de s mismo. Bien pudo esta fuerza convertirse en un instrumento de locura y de
muerte, impulsada por la desesperacin; ya degenerar en bandas de ladrones, hasta verse
aniquilada o tambin pudo incorporarse al ejrcito y al imperio persas.
Ninguna de estas presunciones se cumpli. Los expedicionarios deseaban regresar a sus
hogares, mas no a travs del Asia Menor, que a pesar de ser conocida ya no era una ruta
conveniente. Resolvieron irrumpir hacia el norte, con la esperanza de alcanzar el Mar
Negro. Eligieron general al propio Jenofonte, un caballero ateniense que result tanto
presidente de la junta de gobierno como comandante de las fuerzas, pues el plan de
accin se decida en comn acuerdo. Gracias a la autodisciplina que los turbulentos
griegos solan a veces mostrar, lograron mantenerse unidos, semana tras semana, y
prosiguieron su camino a travs de aquellas montaas desconocidas, haciendo buenas
migas con los naturales cuando podan y luchando con ellos cuando fallaban sus
procedimientos conciliatorios.
Algunos perecieron, pero no muchos; pese a todo sobrevivieron como fuerza
organizada. Un da, segn leemos en la Anbasis de Jenofonte -un relato totalmente
despojado de la tonalidad heroica-, ste se hallaba al frente de la retaguardia mientras
las tropas de exploracin trepaban hacia la cima de un desfiladero. Cuando los
exploradores llegaron a la cumbre, empezaron de pronto a dar voces y a hacer gestos a
los que venan detrs. stos se apresuraron, pensando que tenan ante s alguna otra
tribu hostil. Al llegar, a su vez, a la colina, empezaron tambin a gritar y lo mismo
hicieron despus las sucesivas compaias: todos gritaban y sealaban animadamente
hacia el norte. Hasta que por fin la ansiosa retaguardia pudo or lo que todos decan:
"Thlassa!, thlassa!". La prolongada pesadilla haba terminado, pues thlassa
significa el "mar".
A la distancia se divisaba el cabrilleo del agua salada y donde hubiese agua salada, el
griego era comprendido. El camino al hogar se hallaba expedito. Como expres uno de
los Diez Mil: "Podemos terminar nuestro viaje como Odiseo, reposando sobre nuestras
espaldas."
Refiero este relato, en parte por seguir el excelente principio de Herdoto segn el cual
una buena historia nunca est de ms para el lector juicioso, en parte a causa de un
hecho sorprendente: que esta palabra thlasa, "agua salada", tan eminentemente griega
al parecer, no es en absoluto una palabra de este origen. Para ser ms precisos: el griego
es un miembro de la familia de las lenguas indoeuropeas, junto con el latn, el snscrito
y las lenguas clticas y germnicas. Estas lenguas fueron llevadas por migraciones
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desde algn lugar de Europa central hacia el sudeste, hacia Persia y la India, de suerte
que el raj indio es pariente del rex latino y del roi francs; hacia el sur, a las pennsulas
balcnicas e itlica, y hacia el oeste hasta Irlanda. Sin embargo, la voz empleada para
designar una cosa tan griega como el mar no es indoeuropea. Dnde la encontraron los
helenos?
Un cuadro similar al de Jenofonte puede explicar el hecho, aunque la autoridad ms
primitiva para esta historia es el mencionado escritor. Unos diez o quizs quince siglos
antes de la expedicin de los Diez Mil, cierta partida de hombres que hablaban griego
emprenda su camino rumbo al sur, ms all de los montes balcnicos, ms all del
Struma o del valle del Vardar, en procura de una morada ms confortable. De pronto
divisaron frente a ellos una inmensa cantidad de agua. Nunca ellos ni sus antepasados
haban visto tanta agua.
Asombrados, se las arreglaron para preguntar a los naturales qu era eso. Los nativos,
ms bien confundidos, dijeron: "Bueno, thlasa por cierto." As fue como qued thlasa,
despus que perecieron casi todas las palabras de aquella lengua.
Sera demasiado imprudente basar sobre una sola palabra cualquier teora sobre los
orgenes de un pueblo. Los vacablos extranjeros son adoptados y pueden desalojar
fcilmente a los nativos. Pero si esta civilizacin fuese heredera directa de otras dos
anteriores, existen entonces muchos rasgos en la madura cultura griega del siglo V y los
siguientes (antes de Cristo) que podran explicarse muy fcilmente. Y no faltan indicios
de que as es en realidad.
Examinemos otros poco vocablos. Hay en griego dos clases de palabras que no
reconocen ese origen: las terminadas (como thlasa) en - -assos o -essos, por lo general
nombre de lugar -Halicarnaso, donde naci Herdoto, es un ejemplo- y las terminadas
en -inthos, tales como hykinthos, Krinthos, labrinthos,, todas conocidas por
nosotros. Son importaciones extranjeras? Fue Corinto en su origen una colonia
extranjera? Es posible. Pero hay algo an ms sorprendente que Corinto: "Atenas" no es
un nombre griego y tampoco la diosa Atenea. El sentimiento se rebela contra la idea de
que Atenas deba su nombre a extranjeros considerados intrusos entre los griegos. La
tradicin tambin, pues los atenienses eran uno de los dos pueblos griegos que
pretendan ser autkhthones, o "nacidos en la regin". El otro pueblo eran los arcadios,
los cuales se haban establecido en Arcadia antes del nacimiento de la luna.
Existen razones, segn veremos oportunamente, para considerar las tradiciones con
respeto, y hay por lo menos cierto elemento de verdad en estas leyendas arcdica y
ateniense, pues Arcadia se halla en la montaosa regin central del Peloponeso, hasrto
difcil de conquistar (como lo comprobaron mucho ms tarde los turcos), y Atica, el
territorio de los atenienses, posee un suelo pobre, poco atractivo para los invasores o
inmigrantes. Atenea, entonces, no es griega, y hay motivos para suponer que ella y su
pueblo son anteriores a los griegos, lo cual es una cosa muy distinta.
Otra leyenda ateniense puede llevarnos un poco ms lejos. Una de las historias
atenienses mejor conocidas relataba que hubo una vez un conflicto entre Atenea y el
dios Poseidn por la posesin de la Acrpolis. Atenea sali airosa, pero tambin el dios
obtuvo un lugar all. Ahora bien, Poseidn parece ser un dios griego -quiz resulte
menos confuso decir "helnico"- y Atenea no helnica. La interpretacin de tales
tradiciones no constituye un criterio de certeza, pero resulta tentador ver en esta leyenda
el recuerdo del choque, en el tica, entre un pueblo helnico que llegaba y los
aborgenes adoradores de Atenea, choque que tuvo desenlace pacfico, pues los
naturales absorvieron a los recin llegados.
Los propios griegos posteriores crean en una primitiva poblacin no helnica, a la que
consideraban pelsgica, cuyos sobrevivientes se conservaban puros en los tiempos
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clsicos y hablaban en su propio idioma. Herdoto, atrado por casi todo lo que lleg a
su conocimiento, se interes tambin en el origen de los griegos. Al referirse a las dos
ramas principales del posterior pueblo griego, los jnicos y los dorios, afirma que los
jnicos eran de ascendencia pelsgica. Y as, para distinguirlos de los jnicos, llama a
los dorios "helnicos". Prosigue con estas palabras: "No puedo decir con seguridad cul
fue el idioma utilizado por los pelasgos, pero conjeturando por los que todava existen...
parece que hablaban un idioma brbaro." "Brbaro" quera decir simplemente "no
helnico". La referencia est bastante de acuerdo con nuestras conjeturas acerca de los
atenienses, pues ellos pretendan ser los conductores y la metrpoli de los griegos
jnicos, y tambin pretendan ser indgenas.
ste sera, pues, el cuadro, si pudisemos confiar en las tradiciones. Una raza indgena
no helnica habitaba el tica y el Peloponeso. En un momento, imposible de
determinar, unos pueblos que hablaban griego procedentes del distante norte emigraron
a esta regin -sin duda muy gradualmente- e impusieron su idioma a aqullos, ms o
menos como hicieron los sajones en Inglaterra. No fue sta una invasin repentina y
catastrfica. Los informes arqueolgicos no sealan una brusca ruptura en la cultura
antes de la invasin doria, alrededor de 1100. Restos aislados de pelasgos, que se
sustrajeron a la influencia de estos recin llegados, prosiguieron hablando un idioma
ininteligible para Herdoto.
He dicho que es imposible determinar la fecha de estas migraciones; sin embargo, puede
establecerse un lmite inferior. Seguramente estos griegos dorios de alrededor de 1100
no fueron los portadores de la lengua griega a Grecia, puesto que fueron precedidos, por
lo menos en dos siglos, por los griegos aqueos, sobre los que sabemos algo, aunque no
bastante. Algunos nombres de Estos resultan ms familiares a generaciones de ingleses
que los nuestros Egbert, Egwith y Aelfric, pues los hijos de Atreo, Agamenn y
Menelao eran aqueos, y tambin Aquiles y otros hroes a quienes cant Homero unos
tres siglos ms tarde.
Fueron entonces estos aqueos los primeros que hablaron griego en Grecia? Nada nos
obliga a pensar as; nada fuera de la tradicin nos induce a pensar que se hubiese
hablado en Grecia un lenguaje que no fuese el griego puesto que es concebible, aunque
quizs no muy probable, que los nombres no helnicos como Atenas sean palabras
intrusas. Pero hay alguna razn para dar crdito a estas tradiciones? Hace cien aos, los
historiadores afirmaban que no. Grote, por ejemplo, escribi que las leyendas fueron
inventadas por los griegos, es decir que eran un producto de su inagotable fantasa, para
llenar los espacios en blanco de su pasado desconocido. As pareca necio creer que un
rey Minos haba gobernado alguna vez en Creta, o que tuvo lugar la Guerra de Troya.
Pero tambin resultaba necio negar su posibilidad. Un antiguo historiador griego,
Tucdides, trataba las tradiciones de manera muy distinta, como datos histricos -de
cierta especie- que deban ser sometidos a la crtica y utilizados de un modo adecuado.
El relato de la Guerra de Troya, en los primeros captulos de su historia, es un hermoso
ejemplo de tratamiento apropiado del material histrico, puesto que nunca se le ocurri
a Tucdides que no se estaba ocupando de un material de ese carcter. Acerca de Minos,
el legendario rey de Creta, escribe:
Minos es el primer gobernante del que tenemos noticia, el cual posey una flota y
control la mayor parte de las aguas que ahora son griegas. Gobern las Ccladas y fue
el colonizador de muchas de ellas. Puso a sus propios hijos como gobernadores. Muy
probablemente, limpi el mar de piratas, en la medida que le fue posible, para asegurar
sus propios bienes.
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Tucdides, como la mayor parte de los griegos, crea en la verdad general de las
tradiciones; los modernos escritores no compartieron esa creencia. Pero la admirable
historia de Grote no haba alcanzado muchas ediciones, cuando Schliemann fue a
Micenas y a Troya y desenterr algo tan excepcional como las dos ciudades de Homero.
Posteriormente Sir Arthur Evans fue a Creta y prcticamente exhum al rey Minos y su
imperio insular. Es, pues, bastatante claro que entre los comienzos del tercer milenio y
ms o menos el ao 1400 a.C. -un perodo tan extenso como el comprendido entre la
cada de Roma y nuestros das- Creta, particularmente la ciudad de Cnossos, fue el
centro de una brillante civilizacin que se expandi por el mundo egeo en todas
direcciones. Como Cnossos no estaba fortificada, sus amos tuvieron que vigilar los
mares, tal como dice Tucdides.
ste es un importante ejemplo de la general verosimilitud de la tradicin en el mundo
griego. No es difcil encontrar en otras partes casos anlogos. Algunas veces las
leyendas han sido corroboradas en un grado casi absurdo. La historia del Minotauro
constituye un ejemplo. Refiere esta historia -Tucdides es demasiado austero para
mencionarla- que todos los aos los atenienses deban pagar un tributo de siete
mancebos y siete doncellas a un terrible monstruo, el Minotauro, que viva en el
laberinto, en Cnossos, hasta que fueron liberados por el prncipe Teseo, quien mat al
Minotaruro, ayudado por Ariadna y el ovillo de hilo que ella le dio para que pudiese
salir del laberinto. Tal es la leyenda, pero he aqu alguno hechos. La primera mitad del
nombre "Minotauros" es evidentemente Minos, y la segunda mitad, "tauros", significa
en griego toro. De los hallazgos de Evans en Cnossos -frisos, estatuilla y otros objetos-
se desprende claramente que estos cretenses adoraban al toro. Ahora bien, si algo de la
antigedad parece un laberinto es el palano del vasto palacio desenterrado por Evans.
Adems, existe harta evidencia de que estos cretenses del tiempo de Minos utilizaban,
como smbolo de la divinidad o de la autoridad, un hacha bicfala del tipo de la que los
griegos llamaron ms tarde lbrys. Seguramente el tica estuvo sujeta a la influencia
cultural cretense y es muy posible que tambin estuviese sometida a su dominio
poltico. No es, por consiguiente, aventurado suponer que los seores de Cnossos
exigiesen jvenes de las familias nobles de Atenas como rehenes, en previsin de
cualquier eventualidad, tal como lo hicieron los turcos muchos siglos despus. En
cuanto a Teseo, parece ser una interpolacin errnea, pues procede de un perodo
posterior, y hasta ahora nadie ha verificado la existencia de la romntica Ariadna ni
encontrado el hilo; en lo dems la leyenda resulta digna de crdito.
Lo mismo sucede con Troya. De las nuevo ciudades superpuestas en aquel sitio, Troya
VI fue destruida por el fuego ms o menos por la fecha tradicional de la Guerra de
Troya (1194-1184). Uno de los constantes eptetos homricos para Troya es "la del
ancho camino": Troya VI tena una calle ancha en torno a la ciudad, en el interior de las
murallas. Estas murallas fueron edificadas por dos dioses y un mortal, y el sector
construido por este ltimo era ms dbil y result vulnerable: las murallas de Troya VI
eran ms dbiles en un punto (donde el acceso era ms difcil), y esto coincide con la
descripcin homrica.
Tambin acontece as con muchas genealogas. La mayora de los hroes homricos
podan rastrear su ascendencia a travs de tres generaciones, luego vena un dios. Con
cierta irrespetuosidad se ha sugerio que esto quiere significar: "Y solo Dios sabe quin
era el padre de l." Con mayor reverencia uno puede sugerir a su vez que esto representa
un pedio de favor divino hecho por el fundador de una dinasta: "Vuestro nuevo rey, por
la gracia de Dios." En otra direccin, estas genealogas desaparecen dos generaciones
despus de la Guerra de Troya, lo cual nos llevara a la fecha tradicional de la invasin
doria, alrededor de 1100, en cuyo tiempo (como lo han demostrado las excavaciones)
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todas las ciudades del continente fueron destruidas. Adems, las ms largas genealogas
conocidas fueron las de las casas reales de tica y de Argos, las cuales nos haran
remontar aproximadamente hasta 1700 a. C. Ya hemos visto que los atenienses, con
cierta probabilidad, pretendan ser los habitantes ms antiguos, pero hay tambin otra
cuestin: Atenas y Argos se distinguan entre las ciudades griegas en la poca clsica
por tener como deidad principal no a un dios, sino a una diosa, Atenea y Hera argiva.
Ahora bien, muchas imgenes del culto han sido descubiertas en Creta y ellas muestran
patentemente que este pueblo adoraba a una diosa. Si haba un dios, estaba subordinado.
La diosa era sin duda una diosa de la naturaleza, un smbolo de la fertilidad de la tierra.
Las deidades helnicas fueron preferentemente masculinas. Es por lo menos sugestivo
que estos dos pueblos, los atenienses y los argivos, que posean las ms extensas
genealogas, adorasen deidades femeninas, una de las cuales, y posiblemente las dos,
tenan nombres no helnicos. Zeus (latn deus, "dios") es puramente helnico.
Tana una consorte helnica muy misteriosa, Dione, cuyo nombre es semejante al suyo
propio. Pero en la mitologa griega su consorte era la argiva Hera, y un Himno homrico
nos asegura que sta se haba resistido a desposarse con l, no sin razn, segn se
expresa. Una vez ms acude una iterpretacin evidente; se trata de la fusin de dos
pueblos diferentes culturas, en apariencia de distintas lenguas, y posiblemente tambin
de otro origen racial.
Vemos, entonces, que de ningn modo deben descartarse de entrada las tradiciones que
pretenden ser histricas. Herdoto, un vido averiguador que no careca de crtica,
consideraba a los griegos jnico como un pueblo "brbaro" que haba sido helenizado.
Es posible mostrar que tena razn. En tal caso, no debe sorprendernos comprobar que
el proceso se cumpli en forma muy gradual. Slo la invasin doria presenta la
apariencia de una conquista general.
Nuestra breve exposicin ha abordado otro pundo: los dioes y las diosas. En las
observancias religiosas de la Grecia clsica existe una especie de dualismo. Esto resulta
extrao en un pueblo tan filosfico, aunque se comprende muy bien si admitimos que la
cultura griega desciende de otras dos profundamente distintas. Visto a la distancia, el
Panten olmpico de los doce dioses, presidido por Zeus, parece de una imponente
solidez, pero, si observamos ms de cerca, esta solidez se desvanece. Ya vimos que las
diosas ni siquiera tienen nombres griegos, y que el punto clave de esta construccin, el
matrimonio de Zeus y Hera, parece ser un mero matrimonio dinstico. Adems, exista
toda una zona de culto y creencia que solo mantena con el Olimpo una conexin
accidental. Los verdaderos cultos olmpicos se basaban en ideas de un dios que protega
la tribu, el estado o la familia, que tomaba al husped o al suplicante bajo su custodia.
El dios no estaba, en realidad, ntimamente relacionado con el organismo social. Era
tambin un dios de la naturaleza, pero solo en el sentido de que explicaba ciertas fuerzas
naturales: Zeus enviaba la lluvia y el rayo; Poseidn irritaba el mar y sacuda la tierra.
Atenea fue enteramente absorbida dentro de este sistema: se convirti en la hija de
Zeus, la protectora armada de la ciudad, la dispensadora de la sabidura social. Pero su
lechuza nos recuerda su origen; fue una diosa de la naturaleza y no una diosa de la tribu.
Junto a los cultos olmpicos y en abierto contraste con ellos, existan en Grecia otros
basados en los misteriosos poderes vivificantes de la naturaleza. Y as, por ejemplo,
estos misteriosos cultos interesaban el individuo, mientras que los olmpicos ataan al
grupo; aqullos admitan a cualquiera, esclavo o libre, stos solo admitan a los
miembros de la colectividad; aqullos enseaban doctrinas de reencarnacin, de
regeneracin, de inmortalidad; stos no enseaban nada: solo les concerna la
celebracin de los honores debidos a los inmortales e invisibles miembros de la
comunidad. Se trata de concepciones religiosas completamente distintas y nos
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aproximaremos a la verdad si decimos que la concepcin del dios es europea y la
concepcin de la diosa mediterrnea. Las diosas procedan en lnea recta de la Creta
minoica.
Ya es tiempo de decir algo de esta antiqusima civilizacin, que era un confuso recuerdo
para los griegos de la historia y una mera fantasa para nuestros abuelos.
Cronolgicamente, comienza en la edad neoltica, alrededor del ao 4000 a. C., ha
alcanzado la Edad de Bronce hacia el ao 2800, y posteriormente florece, con perodos
de gran esplendor alternando con pocas de relativo estancamiento, hasta que, a la
postre, Cnossos es saqueada y destruida alrededor de 1400. Geogrficamente, se inicia
en Cnossos; se extiende a otros lugares de Creta; luego en forma gradual a las islas del
Egeo y a muchas partes no solo de la Grecia meridional y central sino a las costas de
Asia Menor y hasta de Palestina. A partir de 1600 algunas zonas del continente griego
comienzan a rivalizar con la propia Cnossos como centros de civilizacin y despus de
la destruccin de esta ciudad se convierten en sus herederas. entre stas la principal es
Micenas; de aqu que a esta tarda rama de la antigua cultura minoica o egea (aunque la
primera en ser redescubierta) se la conozca por civilizacin micnica. Una antigua etapa
de esta civilizacin, imperfectamente recordada es lo que constituye el fundamente de la
Ilada.
No es posbible aqu decir mucho sobre esta civilizacin. La ausencia de fortificaciones
confirma que se asentaba polticamente en el poder martimo; los vastos edificios dan fe
de su riqueza. El complejsimo plano del palacio en Cnossos sugiere que era un centro
de administracin ms que una fortaleza. Podemos atribuir sin reparos a estos antiguos
cretenses un gobierno de palacio; es imposible descubrir entre las ruinas cualquier tipo
de gobierno popular. Los vasos pintados, los frisos, las estatuillas y otros vestigios
muestran que esta civilizacin posea gran elegancia, vigor, alegra y bienestar material.
Se cita a menudo la observacin de un estudioso francs al contemplar las damas
cretenses de un friso: Mais ce sont des Parisiennes! Y adems -para referirnos a otro
aspecto de la cultura humana- el sistema de desage del gran palacio fue aclamado
como "absolutamente ingls". La alfarera, grande y pequea, muestra en sus mejores
perodos una maravillosa artesana y sentido del diseo. Parece a veces recargada,
colmada de adornos donde debera haber espacios vacos; pero, por otra parte, suele
emplear esos espacios con una audacia y una seguridad que recuerdan al mejor arte
chino. En general, nuestra impresin es de una cultura alegre, aristocrtica, en la que se
destacan en primer plano la caza, las acometidas de toros y las acrobacias. Pero otro
aspectos de su civilizacin eran tan importantes para estos minoicos como su arte y
posiblemente an ms. En los libros sobre las civilizaciones pretritas suele darse al arte
un espacio excesivo. Ello se debe a dos razones. En primer lugar, es ms fcil
fotografiar un templo o una pintura que un credo moral o una filosofa poltica; y en
segundo lugar, muchos pueblos han sido desarticulados en todo, menos en su arte. En
realidad, los griegos y los judos fueron los primeros pueblos antiguos que no sufrieron
tal desmembracin. Eso es lo que sucede tambin con los minoicos. Su arte nos habla
directamente; las dems cosas lo hacen en forma indirecta, mediante inferencias. Sus
vestigios son abundantes e incuestionables, en ambos sentidos de la palabra. Pero lo que
pensaban sobre la vida, cmo enfrentaban sus problemas, no lo sabemos. Conocieron
por cierto el arte de la escritura; poseemos muestras de ello, pero no podemos leerla.
Esperemos que alguien alguna vez logre descifrarla y traducirla, para decirnos quizs
por qu un oficial estaba enojado con su subalterno o cul era el precio de la carne en el
siglo XVII a. C. Pero, aunque no sepamos nada, excepto por deduccin, sobre sus ideas
y experiencias, sabemos algo sobre su linaje. Han dejado representaciones de s mismos
y ellas nos demuestran claramente que pertenecan a esa raza "mediterrnea" de
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hombres delgados, de piel oscura y cabellos negros, que fueron oriundos del norte de
frica. Estos hombres ya haban pasado la era paleoltica cuando algunos de ellos
arribaron a la deshabitada Creta. Siguieron otros ms adelante y se establecieron en
regiones de Grecie? Esto es lo que en realidad desconocemos. El ltimo arte cretense
lleva directamente a la cultura "micnica" del continente, casi sin interrupciones,
aunque con el agregado de nuevos rasgos. El plano del palacio tpico era diferente. No
solo tena ste ms aspecto de fortaleza (circunstancia que explicaran las condiciones
ms turbulentas del continente), sino que los cuartos parecen haber sido menos abiertos,
como si el estilo hubiese tenido origen en un clima ms riguroso; adems, a medida que
se desarrollaba, este estilo logr una simetra sin parangn en la arquitectura cretense.
Otra diferencia es la gran importancia que adquiere la figura humana en la pintura de
vasos. Los artistas cretenses haban utilizado principalmente modelos lineales y dibujos
(sean naturalistas o estilizados) derivados de la vida animal o vegetal; los artistas
micnicos continuaron los diseos lieneales, pero utilizaron con ms frecuencia la figura
humana, como ser en escenas de procesiones y de carreras de carros.
Quines eran los hombres que forjaron esta cultura micnica? Eran artistas y
artesanos que abandonaron una Creta en decadencia y se establecieron entre los rudos
helenos ejerciendo su arte para ellos? O bien estamos (lo que parece ms probable)
ante una poblacin predominantemente no griega, ya muy influida por Creta y
semejante al pueblo cretense, pero dominada por una aristocracia griega de aurigas
recin llegados? Si esta ltima suposicin es cierta, es posible que Herdoto tenga
razn y que la masa de los "micnicos" fuesen jnicos, ya helenizados o no? Estas
preguntas podrn responderse algn da. Entre tanto, cualquiera sea el cuadro que
intentemos bosquejar, ser prudente no hacerlo demasiado ordenado, pues, sin duda, las
inmigraciones casuales y las conquistas locales han proseguido durante largo tiempo.
Algn lugar de este cuadro debe reservarse para los "aqueos de cabello rubio" de
Homero, hombres de cabellos rojizos (xnthoi), que se distinguan de los de cabellera
negra a quienes gobernaban. Los reyes nacidos de Zeus que aparecen en Homero
constituan una aristocracia casi feudal cuyos sbditos inertes desempeaban un
pequesimo papel en la guerra o en la poltica, algo as como la aristocracia normanda
que se estableci en la Inglaterra sajona. El "palacio" que Atreo edific en Micenas y
leg a su hijo Agamenn era ms una fortaleza que una residencia en el centro de un
sistema de caminos estratgicos que brindaban seguro dominio de las distintas partes
del Peloponeso y de la Grecia central: y en estas partes de Grecia haba otras
formatalezas de la misma ndole. Las armas aqueas de hierro haban demostrado ser
superiores a las micnicas de bronce, pero en general la cultura micnica era ms
elevada. Desde este punto de vista, es interesante sealar una de las inexactitudes de la
tradicin que sigui Homero tres o cuatro siglos ms tarde. En algunos aspectos, esta
tradicin reproduce la edad micnica con notable fidelidad, especialmente en su
geografa poltica. Cuando Homero escribi -quizs alrededor de 850- la invasin doria
de 1100 haba cambiado por completo el mapa de Grecia. La propia Micenas, por
ejemplo, era ya un lugar de escasa importancia, y la costa de Asia, patria de Homero, se
haba hecho griega. Sin embargo, la Ilada conserva con plena fidelidad una descripcin
de Grecia del siglo XIII; nada en ella denota la Jonia que el propio Homero conoci en
Asia. Pero lo interesante de la inexactitud es que el arte y los articulos de lujo que
describe Homero son atribuidos a los fenicios. Su fabricacin nacional se haba
olvidado por completo y hubiese parecido algo increble. Los aqueos eran rudos
conquistadores sin ningn arte y ms todava los dorios que vinieron despus. Han sido
comparados con un hombre que recibe una herencia y malgasta todo su capital.
-
Otras contradicciones apuntan en la misma direccin. En Homero los muertos son
quemados, pero la costumbre nativa -y tambin la habitual costumbre clasica- era
sepultarlos. En Homero encontramos la religin olmpica de los dioes celestiales; no
hay huellas de las diosas terrestres de Creta y del Egeo. En Homero hay caceras a
granel, pero ni rastros de luchas con toros, tan importantes en el arte micnico. Podran
citarse ms ejemplos. La tradicin homrica es exacta hasta donde llega, pero es la
tradicin de una pequea clase conquistadora, separada por un abismo de la vida de los
sojuzgados ms civilizados, aunque no destruyese bruscamente ni siquiera modificase
esta vida superior.
Cundo llegaron los aqueos? La formulacin de tal pregunta importa, sin duda,
simplificar demasiado la cuestin. Cnossos fue destruida, seguramente por invasores de
ultramar, hacia 1400 y los relatos egipcios dicen que las "islas del mar" fueron
perturbadas y las costas de Egipto invadidas por akhaiwashi, nombre que se aproxima lo
bastante- a los akhivoi homricos como para asegurar la identificacin. Ms adelante
sabemos por fuentes hititas que existen merodeadores en Asia mandados por un hombre
cuyo nombre se parece sospechosamente a "Atreo". El padre de Agamenn se llamaba
Atreo. No hay necesidad de identificarlos. El Atreo que conocemos era el rey de
Micenas, hijo de Plops que dio su nombre al Peloponeso ("isla de Plops"), y tal vez no
fuese la persona a propsito para andar cazando hititas en Asia Menor. "Plops" es un
nombre griego que significa "rostro rojizo", y l vino desde Lidia, Asia Menor, de modo
que el otro Atreo pudo haber sido de la misma familia. Todo esto sugiere dilatados
disturbios durante los siglos XV y XIV, circunstancias en que un pueblo llamado aqueo
toma la primacia. Si damos crdito a las genealogas, Plops atraves el Egeo y se uni
por matrimonio con la familia real de Elis, cerca de Olimpia, en la primera mitad del
siglo XIII, en tanto que su nieto Agamenn condujo hasta Troya a los aqueos unidos
muy a comienzos del siglo XII (tradicionalmente, 1194). Adems, si las genealogas son
de fiar, durante el mismo siglo decimotercero se fundaron otras dinastas aqueas.
Pero todas ellas sucumbieron y la decadente Edad micnica lleg a su fin, al concluir el
siglo XII. Otros conquistadores, los dorios, bajaron de la Grecia septentrional y central.
Esta vez no se trataba de aventureros prsperos que capturaban o saqueaban pequeos
reinos, sino de un destructor alud de hombres, que termin sbitamente con una larga
civilizacin e inici una Edad Oscura, tres siglos de caos, despus de la cual empieza a
surgir la Grecia clsica. Los jnicos buscaron refugio al otro lado del mar (con
excepcin de los atenienses); el nombre "Acaya" se redujo a la estrecha planicie a lo
largo de la costa meridional del golfo de Corinto, y los aqueos "de cabellos rojizos" -
junto con los dorios que los tenan de igual tono, si es que eran de ese color- fueron
absorbidos por el tipo de cabello oscuro que produce Grecia, del mismo modo como los
celtas rubios de Galia se convirtieron en los morenos franceses. Hace cien aos esta
Edad Oscura era completamente desconocida, a no ser por el subitneo e inexplicable
resplandor de Homero; y la Era Clsica que sigui representaba el milagroso
florecimiento de la civilizacin y el arte en Europa. Ahora esta oscuridad es menos
densa, ya que podemos observar a travs de ella las artes del alfarero y el forjador de
metales. Este ltimo arte realiz verdaderos progresos, estimulado por la introduccin
del hierro y la pintura de la alfarera; aunque sta perdi la elegancia, libertad e
invencin de la primera poca, produjo en el siglo IX los excelentes vasos Dpylon de
Atenas. Como la antigua alfarera minoica, estos vasos estn decorados con modelos
geomtricos; pero, adems, descubrimos un motivo que no era tan comn en Creta; la
figura humana. As encontramos temas tales como guerreros con sus carros, escenas
fnebres, hombres remando en naves de guerra. Las figuras son estilizadas, con finas
lneas en lugar de brazos y piernas, un crculo en lugar de cabeza y un tringulo en lugar
-
de torso; todo muy primitivo en cuanto a su tcnica, pero en extremo logrado en el
diseo general, que muestra, como algunos vasos micnicos, el inters tpicamente
helnico en el hombre y sus obras. Lo que antecede ha sido un examen externo y por
cierto inconcluyente, pero ha puesto de reliebe un punto importante: que el arte de la
Grecia clsica no era una creacin totalmente nueva, sino ms bien un Renacimiento.
Un Renacimiento en condiciones muy diferentes y de ndole muy diversa. Algo ha sido
agregado al arte primitivo; la confusin que acabamos de describir produjo una fusin:
un nuevo pueblo con los dones de sus dos progenitores. He sugerido, quizs un tanto
temerariamente, que tenemos indicios de esto en la predileccin que muestran los
pintores micnicos en primer lugar y luego los atenienses, por las actividades humanas
y sin duda esta simpata por el hombre es una de las caractersticas dominantes del
pensamiento griego. Pero tal vez podamos calar ms hondo. La grandeza del arte griego
-la palabra est usada en su sentido ms amplio- reside en que concilia acabadamente
dos principios que a menudo se oponen: por una parte dominio, claridad y una
fundamental seriedad y por la otra, esplendor, imaginacin y pasin. Todo el arte
clsico griego posee en grado sumo esa cualidad intelectual que se manifiesta en la
lgica y la certidumbre de su construccin. A nosotros el intelectualismos en el arte nos
sugiere cierta aridez, pero el arte griego -sea el Partenn, una tragedia de Esquilo, un
dilogo platnico, una pieza de orfebrera, la pintura que la adorna o un pasaje de difcil
anlisis en Tucdides- posee, con todo su intelectualismo, una energa y una pasin que
se destacan precisamente por estar regidas con tanta inteligencia.
Ahora bien, si comparamos el arte de la Grecia clasica con el arte minoico o egeo,
hallamos una significativa diferencia. Lo mejor del arte minoico posee todas las
cualidades que el arte puede tener, menos este consumado intelectualismo. Es difcil
imaginarse un arquitecto griego que conciba, ni aun por accidente o bajo pena de
muerte, un edificio de plano tan catico como el palacio de Cnossos. El arte griego
obtuvo algunos de sus triunfos ms brillantes en la ms rigurosa y seria de todas sus
expresiones: la escultura de gran tamao; y no es casual que, hasta el presente, entre las
obras pertenecientes a la escultura minoica solo se hayan encontrado obras pequeas.
Por cierto que todo arte digno de tal nombre debe ser serio y reflexivo; sin embargo,
uno se siente inclinado a atribuir estas cualidades al arte griego y no al minoico. A este
arte parecen convenir otros adjetivos tales como brillante, sensitivo, elegante, alegre,
pero no "intelectual".
Esta condicin intelectual del arte griego nos remite a los helenos, y no sin pruebas.
Cuando bajaron de ls montaas del norte, no traan consigo arte alguno, pero s traan un
idioma y en este idioma griego -en su ntima estructura- se encuentran esa claridad, ese
equilibrio y esa exigencia de rigor que advertimos primordialmente en el arte clsico y
echamos de menos en el anterior. En primer trmino, el griego, como su primo el latn,
es un idioma rico en inflexiones, con una sintaxis elaboradsima y delicada. Cuando ms
nos remontamos en la historia del lenguaje, lo ms elaborado son las inflexiones y (en
muchos aspectos) lo ms delicado es la sintaxis. La sintaxis griega es mucho ms
variada, mucho menos rgida que la latina. El estudiante de lenguas clsicas no tarda en
descubrirlo, con alegra o con pena, segn su temperamento. Por consiguiente, est en la
naturaleza del griego expresar con suma exactitud no solo la concordancia entre ideas,
sino tambin matices de significacin y de sentimiento. Pero ms cerca de nuestro punto
est una consecuencia de esto -a no ser que se trate de una causa-: el estilo peridico.
Tanto en griego como en latn, si una expresin es compleja, por constar de una o ms
ideas explicativas o modificadoras, todo el complejo expresivo puede formularse, y as
se hace normalmente, con la mayor claridad en una sola oracin. Esto significa que
ambos idiomas poseen una cualidad sealadamente arquitectnica. Pero existe entre
-
ellos una importante diferencia. Los romanos parecen haber obtenido el estilo peridico
a fuerza de empeo y denuedo; los griegos nacieron con l. No solo posee el griego
muchas ms formas para deslizarse dentro de una clusula subordinada -por ejemplo, el
verbo regular griego tien diez participios (si he contado bien) y el latino tres- sino que
tambin se halla este idioma bien provisto de pequeas palabras -conjunciones- que
funcionan en parejas o en grupos y cuya nica tarea es hacer clara la estructura
sintctica. stas actan, segn puede verse, como hitos indicadores. El lector habr
tenido ms de una vez la molesta experiencia siguiente. Al leer en alta voz una oracin
en ingls, llega un punto en que baja la voz, creyendo que la oracin llega a su trmino,
pero en ese momento crtico no encuentra un punto, sino un punto y como o una como,
de modo que tiene que retroceder una o dos palabras, retomar aliento y luego proseguir.
Esto no le pasara nunca en griego, porque el escritor griego habr puesto al comienzo la
palabra te, la cual significa: "Esta oracin (clusula o frase) va a tener por lo menos dos
miembros coordinados, y el segundo (y los siguientes, si los hay) ser una simple
adicin del primero", o bien la palabra mn, la cual significa lo mismo, salvo que esta
vez el segundo (y los siguientes) miembros no sern una continuacin, sino una
oposicin. En ingls puede, por supuesto, empezar una oracin con "Mientras, por otra
parte..." Pero el griego hace esto con mayor facilidad, por instinto y siempre. No
poseemos transcripciones directas de la conversacion en griego antiguo, pero hay
pasajes, en los dramaturgos y en Platn, en que el escritor se esfuerza en dar la
impresin del habla improvisada y en ellos no es excepcional una estructura peridica
magnficamente elaborada; pero, aunque no encontremos esto, hallamos un
ordenamiento de la oracin perfectamente ntido y libre de toda ambigedad como si el
hablante viese en un destello el plano de su idea, y por consiguiente de su expresin,
antes de empezar a formularla en palabras. Est en la naturaleza de la lengua griega el
ser exacta, sutil y clara. La imprecicin y la falta de clarifad en que ocasionalmente
suele incurrir el ingls (1) y de la cual a veces sale a flote el alemn, es en absoluto
ajena al griego. No quiero con esto decir que no puedan expresarse desatinos en griego,
pero el desatino se hace patente en seguida. El vicio griego en lo que respecta al idioma
no es la vaguedad o la borrosidad, sino una especie de claridad artificial, un trazo firme
donde no hay distinciones.
La mentalidad de un pueblo se expresa tal vez ms directamente en la estructura de su
idioma que en cualquier otra de sus realizaciones, pero en toda obra griega
encontraremos esta firme comprensin de la idea y su enunciado en forma clara y
econmica. Junto con esta lucidez, poder constructivo y seriedad, descubriremos
tambin una aguda sensibilidad y una invariable elegancia. He aqu el secreto de lo que
se ha llamado "el milagro griego", cuyo esclarecimiento -o una buena parte de l- reside
en la fusin de culturas, si es que no tambin de pueblos.
(1) Cuando digo "ingls" no me refiero a la lengua de los empleados, los polticos y la
gente importante que enva cartas a The Times. En este lenguaje la imprecisin suele ser
la cualidad saliente, debido a su fatigosa pomposidad y su infantil complacencia en
metforas tontas.
-
Captulo III
EL PAIS
Tal vez sea ste el lugar adecuado para considerar brevemente la geografa de Grecia.
Cul es la naturaleza del pas que atrajo a estas sucesivas bandas de rudos nrdicos,
alguna vez de orientales, y qu hizo por ellos?
El lector se hallar sin duda familiarizado con la configuracin general de Grecia -tierra
de montaas calizas, valles angostos, golfos extensos, escasos ros y numerosas islas-,
elevaciones sobrevivientes de un sistema de montaas sumergido, segn sugiere una
ojeada sobre el mapa de la pennsula. Hay unas pocas llanuras, no muy extensas pero
extremadamente importantes en la economa y la historia del pas. Algunas de stas son
costeras, tal como la angosta y frtil llanura de Acaya que se extiende a lo largo de la
costa meridional del Golfo; otras se hallan en el interior, como Lacedemonia (Esparta);
otras quizs casi totalmente aisladas del mar por cadenas de montaas, como las
llanuras de Tesalia y Beocia. La llanura beocia es especialmente feraz (1), y con una
atmsfera muy cargada; los atenienses, ms inteligentes, solan apodar a sus vecinos
"cerdos beocios".
Grecia es una regin de gran variedad. Las condiciones mediterrneas y subalpina
existen a pocas millas de distancia entre s; llanura frtiles alternan con zonas de
abruptas montaas. Ms de una emprendedora comunidad de marinos y comerciantes
tiene por vecino a un pueblo de tierra dentro, agricultor, que apenas si conoce el mar y
el comercio, un pueblo tan tradicional y conservador como lo son el trigo y el ganado.
Los constrastes en la Grecia de hoy pueden resultar sorprendentes. En Atenas y el Pireo,
uno tiene a su disposicin -o tena, antes de la guerra- una amplia y moderna ciudad
europea, con tranvas, mnibus y taxis, aviones que llegan con intervalo de pocas horas
y un puerto atestado de buques que se dirigen a los ms diversos rumbos: a Egina, al
otro lado de la baha, a la costa orientas, a la costa occidental o, a travs del canal, a
Alejandra, a los principales puertos de Europa, a Amrica. Pero pocas horas despus
uno puede encontrarse en zonas de la Grecia central o del Peloponeso, donde en muchas
millas a la redonda los nicos caminos son las huellas de las cabalgaduras y el nico
vehculo rodante es la carretilla. En Calamata, me mostraron un grande y moderno
molino harinero, al que llegaba el grano directamente, por succin, de las bodegas del
buque que lo haba trado. Dos das antes, a menos de veinte millas de all, haba visto
hacer la trilla al estilo del Antiguo Testamento, con caballos o mulas corriendo
alrededor de una era circular en un rincn del campo y el ahecho efectuado en el mismo
lugar con la infaltable ayuda del viento. En la antigedad los contrastes tal vez no
fuesen tan grandes, pero son tambin sorprendentes.
Tropezamos con la variedad por doquier y esto constituye un hecho de gran
significacin. Tiene gran importancia para el desarrollo de la cultura griega el hecho de
que la mayora de los estados tuviese su franja de llanura frtil, de tierras altas de
pastoreo, de laderas boscosas y de cumbres ridas, y adems en muchos casos acceso al
mar. No haba estados como Birmingham o Wiltshire; tampoco comunidad, es decir, no
imperaba un modo de vida uniforme; haba incluso menos uniformidad que en la
Inglaterra medieval. Estados que consideramos primordialmente comerciales e
industriales, tales como Corinto y Atenas, eran por lo menos tan agrcolas como
comerciales. El esplendor de la vida cvica ateniense en el siglo V nos hace olvidar
fcilmente que la mayora de los ciudadanos atenienses se dedicaba con preferencia a la
granja. De las primeras comedias de Aristfanes surge con evidencia que Atenas
-
conserv mucho de ciudad campesina y Tucdides subraya que los que posean tierra en
Ática vivieron en ella hasta que la guerra del Peloponeso los impuls a la
ciudad por razones de proteccin. As fue como las invasiones espartanas los
convirtieron en residentes urbanos.
Si esto es cierto para los atenienses, lo es mucho ms para los otros estados. La ciudad y
el campo se hallaban ntimamente unidos, salvo en aquellas zonas ms remotas, como
Arcadia y la Grecia Occidental, que carecan por completo de ciudades. La vida urbana,
donde la hubo, tuvo siempre conciencia de su vinculacin con el campo, la montaa y el
mar, y la vida rural conoca los usos de la ciudad. Esto foment una sana y equilibrada
perspectiva. La Grecia clsica no conoci la resignada inmovilidad de los hombres de la
estepa y experiment muy escasamente (2) las torpes veleidades de la multitud urbana.
Con tal variedad de suelo y clima, el estado griego normal se bastaba a s mismo, y
poda disfrutar una equilibrada vida social. Los griegos tenan una palabra para designar
esta autosuficiencia, autrkeia o autarqua, que hemos aprendido a utilizar en estos
ltimos aos, pero en un contexto ms deprimente; para el griego, como luego veremos,
ella era una parte esencial de la idea del Estado y las condiciones fsicas de su pas lo
capacitaban para hacerla efectiva.
Haba otra importante consecuencia de la constante variedad que se da en este pequeo
mundo griego. Aunque la mayora de los estados pudiesen bastarse a s mismos, gracias
a las variantes de altitud muchos tenan sus productos especiales, por ejemplo, la
aceituna del Ática, el mrmol de Melos, el vino de la islita de Pepareto. Esto
fomentaba un activo comercio y un intercambio incesante. Adems, las comunicaciones
por mar eran fciles y bastante seguras, salvo en el invierno. Junto a esto, debemos
considerar otro hecho de importancia decisiva: que Grecia en su conjunto mira hacia el
sudeste. Las montaas siguen en esa direccin; en consecuencia tambin los valles y los
puertos, y las series de islas, prolongacin de las cadenas de montaas, sirven de gua al
tripulante de cualquier esquife, el cual, sin auxilio de la brjula, puede arribar sano y
salvo a Asia o a Egipto, cunas de anteriores y ms ricas civilizaciones. Grecia fue as, en
sus das prehistricos, tentadoramente accesible para los comerciantes y para otros
navegantes procedentes de Creta y luego de Fenicia y ms tarde, cuando, en los tiempos
histricos, los propios helenos cobraron aficin al mar, sus derroteros los llevaron a
tierras ms antiguas que la suya. La diferencia con Italia aclarar este punto. Los
Apeninos se yerguen cerca de la costa oriental; por consiguiente, los ros y valles corren
hacia el oeste, y las llanuras frtiles y los puertos se hallan en la costa occidental. La
costa italiana del este es de lo ms inhspita. A consecuencia de esto, la civilizacin
lleg tardamente a Italia; la influencia minoica fue escasa y los griegos, cuando a su
vez establecieron colonias, prefirieron bordear la costa meridional y subir por el oeste.
Las grandes diferencias entre la civilizacin griega y la romana se debe en gran medida
al hecho de que los latinos, a la inversa de los helenos, no se encontraron con la antigua
cultura del sudeste del Mediterrneo firmemente afincada en la pennsula que
invadieron. Los Apeninos haban servido en gran parte de muralla. Otro contraste podra
establecerse entre el archipilago griego y las islas Hbridas. Las diferenicas existentes
entre ambos en cuanto a clima y fertilidad son bastante evidentes, pero hay otra
circunstancia: que los productos de una de las islas Hbridas son los mismos que los de
la otra y tambin que los del continente. Por consiguiente, en condiciones primitivas el
comercio era flojo, y no haba oposiciones agudas que ensancharan la mente; adems,
las rutas marinas llevaban o a Fenicia o a Egipto, sino a un continente escasamente
distinto, o al Atlntico norte, de donde un hombre, si tena la suerte de sobrevivir, no
volva ms sabio que cuando haba partido.
-
Otro factor de importancia es el clima. ste, en conjunto, es muy agradable y estable.
Grecia es uno de esos pases que tienen un clima y no simplemente un estado
atmosfrico. El invierno es severo en las montaas; en otras partes, bonancible y
soleado. El verano comienza pronto y es caluroso, pero, salvo en las llanuras cerradas,
el calor no es abrumador, pues la atmsfera es seca y su rigor es mitigado por la diaria
alternancia de las brisas terrestre y marina. La lluvia es casi desconocida en verano; el
final del invierno y el otoo son las estaciones lluviosas.
Entre los escritos mdicos griegos atribuidos a Hipcrates hay un breve tratado titulado
Aires, augas, lugares. Este opsculo da una triste impresin del clima griego. El
desconocido escritor nos dice que si un lugar est situado entre el sudeste y el sudoeste,
abierto a los vientos calientes y resguardado del norte, las aguas sern calientes en
verano, fras en invierno y muy saladas, porque estarn cerca de la superficie. Los
habitantes padecern de flema, y en consecuencia de trastornos digestivos; comern y
bebern escasamente; las mujeres sern enfermizas y propensas a tener abortos; los
nios se vern atacados por convulsiones, asma y epilepsia y los hombres estarn
expuestos a disenteras, diarreas, escalofros, fiebres crnicas, eczemas y hemorroides y,
despus de los cincuenta aos, quedarn paralticos a causa de humores que bajan de la
cabeza. Sin embargo, la pleuresa, la neumona y otras pocas enfermedades se dan muy
raramente. Si uno est situado hacia el lado del norte, padecer los trastornos contrarios.
Las aguas sern duras y el fsico del hombre tambin. ste ser delgado y musculoso,
comer bastante, pero beber poco, "ya que es imposible ser al mismo tiempo un
individuo de buen apetito y un bebedor resistente", y estar propenso a la pleuresa y a
los desgarramientos internos. Los partos sern difciles y la crianza de nios parece
poco menos que imposible. Lo mejor es estar situado hacia el este; lo peor hacia el
oeste.
No es un cuadro muy grato, pero los libros de medicina son siempre horripilantes, y de
todos modos este escritor es evidentemente un hombre que no controla su imaginacin,
es decir, no es el arquetipo del cientfico griego.
Busquemos otra clase de pruebas. Tomemos al azar los siguientes nombres
pertenecientes a una poca reciente: Haydn, Mozart, Beethoven, Goethe, Schubert,
Mendelssohn, Wordsworth, Coleridge, Keats, Shelley. De la poca griega, una lista
similar de nombres. Esquilo, Sfocles, Eurpides, Aristfanes, Scrates, Platn,
Iscrates, Gorgias, Protgoras, Jenofonte. La edad de la muerte de los que figuran en la
primera lista es, respectivamente: 77. 35, 57, 83, 31, 38, 80, 62, 26, 30; de la segunda,
71, 91, 78, por lo menos 60, 70, 87, 98, 95 (?), alrededor de 70, 76. Shelley muri
ahogado, pero Esquilo y Eurpides tuvieron (a juzgar por las apariencias) una muerte
accidental; Scrates fue ejecutado y Protgoras muri en un naufragio; los tres poetas
trgicos se mantuvieron activos y a su muerte estaban en la cspide de su genio (nadie
dira lo mismo de Wordsworth), y la muerte interrumpi a Platn su redaccin de las
Leyes. Si alguien tiene inters en este tema, que examine la interesante Vida de los
filsofos, escrita por Digenes Laercio, y quedar asombrado ante la longevidad all
descrita. Algunas fechas son evidentemente legendarias; nadie creer que Empdocles
vivi realmente hasta los 150 aos, pero de todos modos ste apenas si es una figura
histrica. En los dems, no hay ninguna razn para dudar de la exactitud de la mayor
parte de las cifras establecidas. Es evidente que Grecia favoreca no slo la larga vida,
sino tambin la energa prolongada. Junto a Sfocles, que compone su magnfico Edipo
en Colono a la edad de 90 aos, podemos colocar la figura de Agesilao, rey de Esparta,
peleando duro en el campo de batalla y no simplemente dirigindola, a la edad de 80. La
madurez vigorosa parece haber sido ms comn en Grecio que en cualquier pas
moderno, al menos hasta pocas recientes.
-
El rgimen tena, sin duda, mucho que ver con esto. Grecia es hoy un pas pobre; en la
antigedad era ms ms rico y sustentaba a una mayor poblacin, pero careca de lujo.
Un acemilero griego actual puede aguantar das enteros con una hogaza de pan y unas
pocas aceitunas; su antepasado de la poca clsica era igualmente frugal. Pan de cebada,
aceitunas, un poco de vino, pescado como un regalo, carne solamente en los feriados
importantes; sa era la dieta habitual. Como ha dicho Zimmern, la comida tica
corriente constaba de dos platos, el primero una especie de potaje y el segundo, tambin
una especie de potaje. Era una dieta bastante escasa, aunque debidamente interrumpida
por libaciones, pero que, unida a la vida al aire libre del griego comn, nutri una
vigorosa raza de hombres.
Por qu era Grecia tan pobre? Para poder dar una respuesta por lo menos parcial, nos
remitimos a la interesantsima descripcin de Ática que trae Platn en el
Critias. Ática, dice, es solo el esqueleto de lo que era en el pasado, "pues se
sale del continente y se interna en el mar, como como un peasco" -que es lo que
significa Ática- "y el mar que lo rodea es profundo. Durante nueve mil aos
(3) han tenido lugar muchas grandes tormentas, y el suelo inundado desde las alturas no
ha formado, como en otros sitios, una llanura aluvial digna de mencin, sino que ha sido
barrido por doquier y se ha perdido en el fondo del mar; de modo que lo que ha
quedado, exactamente com en las islas pequeas, comparado con lo que exista entonces
es como los huesos de un cuerpo consumido por la enfermedad; el suelo frtil se ha
marchitado, solo ha quedado el esqueleto de la tierra. Cuando todava no haba sido
asolado, tena altas colinas en lugar de cerros pelados, y la llanura que ahora se llama
Feleo (4)era una planicie de tierra produnda y rica. Y haba grandes bosques en las
montaas, cuyos restos an pueden verse; hay montaas que hoy no tienen ms que
abejas, pero no hace mucho que en ellas se cortaba madera para techar los mayores
edificios, y estas maderas para techos todava estn buenas. Adems, haba abundancia
de elevados rboles y las montaas proporcionaban campos de pastoreo a los
innumerables rebaos".
De aqu la manifiesta diferencia entre la dietadel griego homrico y la del griego
clsico; en Homero, los hroes se comen un buey cada doscientos o trescientos versos;
comer pescado es un rasgo de extrema miseria; en los tiempos clsicos, el pescado era
un lujo y la carne casi desconocida.
Platn se refiere a las tormentas. El clima griego tena tambin sus aspectos dramticos:
Zeus, el dios celestial, era irascible y Poseidn, el sacudidor de la tierra ya sea con olas
o con terremotos, era un ser temible. Hesodo, el segundo poeta antiguo que sobrevive,
describe cmo Hrcules derrib al gigante Cicno, y dice que cay "como cae un roble o
un peasco saliente cuando es herido por el rayo humeante de Zeus". Quien esto escribe
ha visto algo de la furiosa obra de Zeus. Iba yo por un valle de Arcadia, cuya
exuberancia ya resultaba opresora. De pronto llegu a un paraje, de unas cinco ha. de
extensin, tan cubierto con cantos rodados grandes y pequeos, que no se distingua el
suelo. Pareca una costa escarpada. En el medio yaca una casa, medio sepultada entre
escombros. Dos das antes all exista una granja, pero haba estallado una tormenta a
unas millas del lugar sobre el monte Tourtovano y esas ruinas eran el resultado. Sin
duda, dentro de dos aos, volvera a levantarse una granja, pues el esforzado y
trabajador campesino griego sabe cul es el nico remedio contra Zeus.
El propio Hesodo no tiene gran amor por el clima de su suelo natal, y como hasta ahora
hemos brindado al clima griego la ms alta calificacin, es justo que escuchemos a una
autoridad tan distinguida del otro bando. Hesodo no gusta del sofocante calor del
verano y odia el invierno, "el mes de Lenen, con sus das malos, que diezman el
ganado, cuando las heladas cubren la tierra al soplo del Breas, ste agita el vasto mar
-
de Tracia, y entonces rugen la tierra y la selva. Derriba en las gargantas de la montaa
las encinas de hojas altas y los pinos tupido, los que caen pesadamente, y a su impulso
retiembla la tierra toda. Se espantan las bestias feroces y hasta aquellas que tienen pelaje
espeso recogen la cola entre las piernas; pero el fro les atraviesa su dura piel y les
oprime con rigor. Penetra el cuero del buey, y aun la piel de la cabra velluda, pero no la
de las ovejas a causa de su abundante lana. Y el viento encorva al anciano". Hesodo
odia a cuatro de los ocho vientos. Los dems "son de la raza de los dioses y representan
una gran bendicin para los mortales. Pero aqullos son vientos intiles, soliviantan el
mar, y precipitndose sobre el oscuro abismo, terrible azote de los hombres, forman
tempestades violentas. Y soplan ac y all, dispersan las naves y extravan a los
marineros; pues no hay remedio para la ruina de aquellos a quienes sorprende en el mar.
Y sobre la superficie de la tierra inmensa y florida, destruyen los hermosos trabajos de
los hombres, llenndolos de polvo y horrible confusin (5). Pero Hesodo era granjero y
beocio, "de Ascra, un lugar penoso cerca de Helicn; malo en invierno, pesado en
verano, nunca bueno". Mas un hombre no debe escribir esto de su tierra, aunque su
padre haya llegado hasta all desde Asia Menor y le haya referido, sin duda,
innumerables veces cunto mejor se estaba en esta ltima.
Un ateniense, podemos estar seguros, le habra dicho que se lo tena bien merecido por
vivir en Beocia. En Atenas, se celebraba el primer festival dramtico del ao -al aire
libre- en febrero; para entonces ya haba terminado la estacin lluviosa, si bien an no
haba comenzado el tiempo de la navegacin. Por eso era un festival domstico, sencillo
en comparacin con la esplndida celebracin dionisaca que la ciudad realizaba a
principios de abril, cuando solan acudir visitantes de todas las ciudades de Grecia.
Evidentemente, Atenas tena mejor clima que el descrito por Hesodo; pero ya hemos
dicho que Grecia es sobre todo una tierra de contrastes.
No debemos abandonar este punto referente al clima griego, sin considerar sus efectos
sobre la vida griega y en especial sobre la vida ateniense.
En primer trmino, esa forma de existencia capacitaba al griego para reducir al mnimo
sus complicacines. En Grecia se puede llevar una vida activa con mucho menos
alimento que el que se necesita en los climas ms rigurosos; pero, adems, el griego -el
hombre griego- poda pasarse y se pasaba la mayor parte de sus horas de ocio fuera de
su casa. Esto significa que tena ms tiempo libre; no necesitaba trabajar para comprar
sillones y carbn. Despus de todo, la razn por que nosotros los ingleses hemos
inventado le confort anglais reside en que solo podemos sentirnos cmodos y tibios
dentro de las casas. El ocio que disfrutaban los atenienses suele atribuirse popularmente
a la existencia de la esclavitud. La esclavitud tena algo que ver con ello (6), pero no
tanto como el hecho de que los griegos pudieran prescindir de las tres cuartas partes de
las cosas cuya obtencin nos quita el tiempo.
De esta manera, al emplear fuera de su casa el ocio que en buena parte haba obtenido
gracias a esa facilidad de prescindir de tantas superficialidades que nosotros juzgamos
necesarias, o las consideramos as, el griego, ya en la ciudad o en la villa, logr afinar su
ingenio y depurar sus formas de convivencia mediante la asidua comunicacin con el
prjimo. Pocos pueblos han sido tan plenamente sociables. La conversacin era para el
griego el aliento vital -y lo es todava, si bien menoscabado por la persistente
inclinacin a la lectura de los peridicos-. Qu sociedad sino Atenas pudo haber
producido una figura como Scrates, el hombre que cambi la corriente del
pensamiento humano sin escribir una palabra, sin predicar una doctrina, simplemente
conversando en las calles de la ciudad que solo abandon dos veces para ir a la guerra?
En qu otra sociedad se advierte tan poco la diferencia entre el hombre cultivado y el
que no lo es, entre quien posee buen gusto y el vulgar? La verdadera educacin del
-
ateniense y de muchos otros griegos era impartida en los lugares de reunin: en las
horas de charla en la plaza del mercado, en el peristilo o en el gimnasio, en las
asambleas polticas, en el teatro, en los recitales pblicos de Homero, y en las
celebraciones y procesiones religiosas. Quizs el mayor galardn que su clima haba
otorgado al Ática era que sus grandes reuniones podan realizarse al aire
libre. Por liberales que pudiesen ser los instintos polticos del ateniense, su democracia
no se hubiese desarrollado como lo hizo -ni tampoco su drama- si hubiesen sido
necesarios un techo y unas paredes. Dentro de nuestras condiciones sociales, que
promueven la reclusin y el individualismo y exigen gastos para frecuentar cursos de
enseanza o espectculos, la existencia de la gente acomodada debe ser potencialmente
ms rica que la del pobre, y slo seiscientos consiguen tener libre acceso a los negocios
de la nacin. En Atenas la vida pblica, con su sabia estructura, era accesible a todos
porque estaba expuesta al aire y al sol. Explicar la cultura ateniense como el producto
del clima ateniense sera ingenuo, aunque no fuera de moda; no obstante, puede
demostrarse que en un clima diferente no se habra desarrollado como lo hizo. Este
detenido examen de las condiciones fsicas en que vivieron los griegos puede muy bien
concluir con algunas observaciones sobre los recursos naturales del pas y la ndole de
su economa en condiciones primitivas.
Hoy las cuatro quintas partes de Grecia son ridas; en los tiempos primitivos (segn
hemos visto), las laderas de las montaas estaban cubiertas de bosques, los cuales
producan madera y caza, tanto mayor como menor. Puede inferirse fcilmente que las
precipitaciones pluviales eran ms abundantes y menos catastrficas, y que, por
consiguiente, haba ms y mejores campos de pastoreo que hoy. Segn pruebas
evidentes -en particular brindadas por Homero y Hesodo- parece ser que Grecia se
abasteca a s misma en lo que respecta a los artculos de primera necesidad. Adems de
los productos agrcolas, haba piedra en abundancia para edificar y buena arcilla de
alfareros. Los olivos constituan una importante cosecha, entonces como ahora, y
provean aceite para cocinar y para encender lmparas, y tambin el antiguo equivalente
del jabn. Se cultivaba adems la vid.
En minerales, Grecia era pobre. Se haba encontrado oro, plata, plomo y cobre, pero no
en cantidad y careca de hierro. Tampoco haba carbn. A mi parecer, este hecho simple
de que ninguna civilizacin antigua tuviese carbn no ha sido tenido suficientemente en
cuenta por los historiadores sociales. La miel es un buen sucedneo del azcar; el vino
abundante compensa por lo menos la ausencia de t y de caf. Uno puede vivir sin
tabaco, con tal que no sepa que ste existe, pero qu puede reemplazar al carbn?
Como fuente de calor y luz, el carbn se substituye por el sol mediterrneo y por lea,
pues con carbn vegetal se cocina muy bien; pero para el carbn como fuente de energa
no exista un sucedneo satisfactorio. En esas circunstancias se contaba slo con el
trabajo de los esclavos, el cual es antieconmico desde el punto de vista mecnico y
malo por otras razones. Homero y Hesodo nos ensean algo sobre la vida econmica de
esta poca oscura. Es evidente que la agricultura estaba dirigida con gran inteligencia; el
cultivo de la vid, en particular, pese a no ser nada simple, era entendido a fondo. En la
Odisea, al describir la ciudad de los feacios, Homero nos pinta huertos y jardines bien
cuidados, abundosos y pulcros:
A la mitad del camino hallaris un hermoso bosque de lamos, a Atenea consagrado, en
el cual mana una fuente y un prado se extiende alrededor: all tiene mi padre un campo
y una via floreciente, tan cerca de la ciudad que puede orse el grito que en ella se d.
Sintate en aquel lugar y aguarda que nosotras, entrando en la poblacin, lleguemos al
palacio de mi padre. Y tan pronto como nos creas llegadas, entra en la ciudad de los
-
feacios, y busca la morada de mi progenitor, el magnnimo Alcnoo. Fcil te ser
reconocerla y hasta un nio podra guiarte, porque ninguna otra se parece a la suya. As
que entres en palacio y cruces el patio, atraviesa la mansin y ve adonde est mi madre.
En su estancia, junto al fuego, hilando purprea lana, admirable a la vista, la hallars.
Sobre una columna estar apoyada y rodeada de esclavas. A par suyo aparece el trono
de mi padre, donde l se sienta para beber vino, semejante a un inmortal (7)
As es como la princesa Nauscaa instruye al nufrago Odiseo. Cuando ste llega al
palacio, he aqu lo que ve:
En el exterior del patio, cabe las puertas, hay un gran jardn de cuatro yugadas, y
alrededor de l se extiende un seto por entrambos lados. All han crecido grandes y
florecientes rboles: perales, manzanos, granados de esplndidas pomas, dulces higueras
y verdes olivos. Los frutos de estos rboles no se pierden ni faltan, ni en invierno ni en
verano; son perennes; y el Cfiro, soplando constantemente, a un tiempo mismo
produce unos y madura otros. La pera envejece sobre la pera, y la manzana sobre la
manzana, la uva sobre la uva y el higo sobre el higo. All han plantado una viza muy
fructfera y parte de sus uvas se secan al sol en un lugar abrigado y llano, a otras las
vendimian, a otras las pisan, y estn delante las verdes, que dejan caer la flor, y las que
empiezan a negrear. All, en el fondo del huerto, crecen lios de legumbres de toda
clase, siempre lozanos. Hay en l dos fuentes: una corre por todo el huerto; la otra va
hacia la excelsa morada y sale debajo del umbral, adonde acuden por agua los
ciudadanos (8).
La tierra de los feacios tiene algunos rasgos de paisaje de cuento de hadas; pero, por
mucho que Homero haya retocado su cuadro, ste representa algo que ha visto. En el
ltimo canto de la Odisea, encontramos otro viedo y esta vez sin magia. Despus de
matar a sus rivales, Odiseo sale a buscar a su anciano padre, que en su desesperacin ha
abandonado la ciudad:
Y bajando al grande huerto, no hall a Dolio, ni a ninguno de los esclavos, ni a los hijos
de l, pues todos haban salido a coger espinos para hacer el seto del huerto, y el
anciano Dolio los guiaba. Por esta razn hall en el bien cultivado huerto a su padre
solo, aporcando una planta. Vesta Laertes una tnica sucia, remendada y miserable;
llevaba atadas a las piernas unas polainas de vaqueta cosida para reparo contra los
rasguos y en las manos guantes por causa de las zarzas; y cubra su angustiada cabeza
con un gorro de piel de cabra (9).
En la Odisea todo es grande y observamos la vida de los reyes en sus dominios, aunque
el rey de Itaca es ms bien un seor feudal. Utiliza trabajadores libres y esclavos, pero
no tiene a menos trabajar l mismo en la tierra. Laertes sabe cmo se cava alrededor de
la vid y el propio Odisio se jacta de poder abrir un surco tan derecho como el que ms.
En Hesodo encontramos al pequeo granjero, que trabaja su tierra, con sus hijos y un
esclavo, cuando puede tenerlo, o eventualmente con mano de obra asalariada. En todos
los casos, la finca, sea grande o pequea, se abastece por lo general a s misma: la
"economa domstica" es la regla. As vemos a Aret, la reina feacia, tejiendo junto a la
lumbre, en tanto que Penlope de Itaca es quizs la tejedora ms famosa, con su enorme
sudario en el cual desteja por las noches lo que haba adelantado durante el da. El
palacio de Alcnoo "tiene cincuenta doncellas de servicio: unas quebrantaban con la
muela el rubio trigo; otras tejen telas y, sentadas, hacen girar los husos, moviendo las
-
manos cual si fuesen hojas de excelso lamo, y las bien labradas telas relucen como si
destilaran aceite lquido (10)".
En ambientes ms humildes, todos los vestidos y alimentos para la casa eran hechos por
las mujeres de la familia, quizs con la ayuda de una muchacha esclava, si la familia
estaba en prspera situacin; adems, la mayor parte de los utensilios de la granja se
hacan alli mismo. Solo conocemos dos oficios especializados, el de forjador y el de
alfarero. stos eran demiourgi, "hombres que trabajan para el pueblo", que no
consumen ellos mismos el producto de su trabajo. El demiurgo es el artfice; en Platn,
el creador; de ah el Demiurgo de Shelley en su Prometheus Unbound. Es interesante
sealar que estos dos son los nicos oficios que tienen representantes divinos: Hefesto
(Vulcano), el forjador, y Prometeo, tambin dios del fuego pero en el culto del
Ática el dios de los alfareros. No hay ningn dios de la zapatera o de la
labranza o de la construccin. Resulta claro que cualquiera sabe cmo hacer estas cosas,
pero algo muy distinto acontece con los trabajos de metal labrado o con la confeccin
de una elegante pieza de alfarera. "Cmo ha sido elaborada?- Algn dios debe haberla
inventado." Por ello Hefesto, en la historia deliciosamente escandalosa de Ares y
Afrodita, que Homero cuenta en el octavo canto de la Odisea, forj una red de hierro,
tan ligera como una gasa y tan fina que ni los bienaventurados dioses podan verla; y
fingi que se iba a Lemnos; y Ares dijo: "Ven, amada ma, tu esposo ha ido a Lemnos a
visitar a sus brbaros amigos los sintios"; y Afrodita fue; pero la red cay sobre ellos y
los aprision tan firmemente que no podan mover ningn miembro, y entonces Hefesto
llam en su rabia a los otros dioses, quienes acudieron a presencial el ultraje que le
haban inferido; y cuando vieron el astuto ardid de Hefesto, los acometi una risa
inacabable. Apolo, hijo de Zeus, se volvi hacia Hermes y le dijo: "-Hermes, hijo de
Zeus, crees que aquello mereca esto?" Y el matador de gigantes respondi: "Ya lo
creo, gustoso ocupara yo su lugar en este momento". Pero tal vez nos hemos alejado un
poco de la primitiva economa griega.
En aquellos das los griegos no eran comerciantes. Los artculos de lujo que tan
profusamente encontramos en los hogares de la gente rica procedan de oriente, venan
en barcos fenicios, los cuales tambin traan esclavos. Eumeo, el fiel porquerizo de
Odiseo, fue uno de ellos. Su padre era rey de Siria, muy distante de Sicilia, y este rey
tena una esclava procedente de Sidn, comprada a los viles piratas tafios que la haban
robado. Un da lleg a Siria una nave fenicia con un cargamento de frusleras, y uno de
los tripulantes enamor a esta muchacha sidonia. Oy su historia y le insinu que se
volviera con ellos, pues l saba que sus padres vivan y eran gente pudiente. La
muchacha, por supuesto, accedi y complet el plan de fuga con una sugestin: ella
podra llevar consigo al hijo del rey, un niito muy despierto que tena a cargo suyo y l
ganara una bonita cantidad. El fenicio estuvo plenamente de acuerdo. Durante un ao
entero el barco se demor en Siria, mientras vendan sus galas y cargaban otras
mercancas: ganado, pieles, metales en bruto y vino eran los artculos de exportacin
ms corrientes. Cuando ya estaban listos para zarpar, el perverso fenicio vino a la
morada real con un collar de mbar para vender, y en tanto la reina y las otras mujeres
lo examinaban y discutan su precio, la esclava sidonia se escabulla por oscuras
callejuelas con el nio. Cuando el hecho se supo, ya estaban en alta mar. La sidonia
pag su culpa, pues se cay a la bodega, fue rescatada muerta y luego arrojada al agua.
El barco se dirigi hacia Itaca y all el nio fue vendido al padre de Odiseo, Laertes, y
criado por ste y Anticleia casi como si fuese su propio hijo. Una vez crecido, le dieron
una tnica y un hermoso manto y lo hicieron mayordomo de la granja. ste fue un
aspecto del comercio del Mediterrneo, no solo en aquella edad oscura, sino en
-
cualquier otra poca en que no haya habido un gobierno lo bastante fuerte para vigilar
las costas y controlar los mares.
El comercio internacional estaba, pues, en manos fenicias, y en ciertas regiones del
Mediterrneo sigui siendo una prerrogativa fnicia hasta fines del siglo III a. C. Cartago
era una colonia fenicia -de aqu el nombre de "Guerras pnicas"- y los cartagineses se
las compusieron para mantener a los comerciantes griegos fuera del tringulo formado
por el extremo occidental de Sicilia, el estrecho de Gibraltar y el extremo oriental de los
Pirineos. Pero -para volver al peroso primitivo- los griegos ya se venan ocupando del
trfico costanero. Hesodo da instrucciones (en Los trabajos y los das) sobre las
estaciones del aos en que se puede comenzar a navegar, y en las que es necesario
abstenerse, salvo que alguien sea demasiado necio -o en extremo codicioso- como para
hacerse insensatamente a la mar, pues Hesodo juzgaba una "aberracin congnita" el
navegar y el enriquecerse con el comercio. Hesodo era un granjero, acostumbrado al
ritomo regular y el pausado curso de la naturaleza. Posea esa slida riqueza que se
extrae de la tierra y no esa otra amasada con el comercio, ocupacin poco segura y
amenazada por toda suerte de peligros. "Mantente lejos del mar cruel", era el consejo de
Hesodo. Sin embargo, en la Odisea, poema anterior, segn parece, encontramos la
descripcin de una ciudad, evidentemente griega, que es un puerto en regla:
Al llegar a la ciudad, rodeada de algo y torreado muro, y partida en dos por hermoso
puerto de estrecha boca, donde los bajeles hallan seguro refugio, vers ante l un
magnfico templo erigido a Poseidn junto al gora, cuyo pavimento es de piedras de
acarreo profundamente hundidas. All estn los aparejos de las negras naves, las
gmenas y los cables, las antenas, los aguzados remos, porque los arcos y el carcaj no
los usan los feacios, sino los mstiles y los remos y los bien proporcionados navos,
sobre los que surcan gozosos la espumosa mar(11).
No cabe duda de que Homero ha visto esta ciudad griega; pero podemos inferir que no
haba muchas as, pues en tal caso no vala la pena descriirla tan minuciosamente, ni
tampoco el arte de navegar -al menos como lo practicaban los feacios- gozara de tan
mgico prestigio. As, mientras en un pasaje leemos que "ellos se confan a los barcos
que los llevan a travs del alborotado mar, pues Poseidn los ha hecho un pueblo
navegante y sus barcos son tan veloces como un pjaro o como el pensamiento", en otro
su rey dice: "Pues nuestras naves no llevan pilotos, ni timones como los dems bajeles,
y no por ello ignoran los deseos de los hombres; ellas conocen las ciudades y los frtiles
campos de todos los pases, cruzan velocsimas el produndo mar, cubierto de bruma o
nubes, sin temor a ningn tropieso ni prdida."
Homero era un griego jnico. Ser demasiado prosaico suponer que una determinada
ciudad jnica, ms osada que las otras, las sobrepuj en el arte de la construccin de
navos, de la nutica y de la navegacin y que las otras quedaron deslumbradas? La
Odisea est llena de referencias sobre la vida de mar, y la gran poca de la colonizacin
griega se acerca ya; pero todava falta que llegue Hesodo, el curtido granjero, con su
calendario laboral del ao y su consejo: "Ve a la mar, si debes hacerlo, pero solo entre
mediados de junio y septiembre, y an as sers un insensato", para recordarnos que hay
ms de una clase de griegos y que cualquier generalizacin sobre ellos es peligrosa.
(1) El nombre Beocia significa "tierra de vacas". No eran muy abundantes en Grecia las
buenas tierras de pastoreo para estos animales.
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(2) Hacen necesaria esta distincin algunas locuras de los atenienses durante la guerra
del Peloponeso, pero para esta fecha, ya los atenienses, segn vimos, estaban
plenamente urbanizados.
(3) No debe tomarse demasiado a la letra. Platn era aficionado a una especie de
misticismo matemtico.
(4) Significa "pedregoso".
(5) Trad. de A. W. Mair.
(6) Vase ms adelante, pg. 180 y sig.
(7) Odisea, canto VI. Traduccin directa del griego por Luis Segal y Estalella.
(8) Odisea, canto VII.
(9) Odisea, canto XXIV.
(10) Odisea, VII, trad. inglesa de E. V. Rieu.
(11) Habla Nauscaa, Odisea, VI.
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Captulo IV
HOMERO
El primero y el ms grande de los poetas europeos merece un captulo aparte por su
valor intrnseco, porque en l vemos todas las cualidades que caracterizan el arte
helnico y por la influencia que sus poemas han ejercido en muchas generaciones de
griegos.
Sobre la famosa cuestin homrica, quin fue Homero y que partes de La Ilada y de La
Odisea escribi, dir lo menos posible. La tradicin griega era muy vaga, puesto que un
primitivo escritor jnico, Helnico