Los gèneros apertura y disoluciòn del canon literario charles baudelaire

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“Los géneros: apertura y disolución del canon literario” Charles Baudelaire Baudelaire, es considerado unos de los primeros poetas de la Modernidad, también creador de esa palabra. La usa en 1859 para expresar lo que, en su opinión, caracteriza al artista moderno: la facultad de ver en la gran ciudad no solo la decadencia del hombre, sino también una belleza misteriosa y hasta entonces no descubierta. De Baudelaire partió en gran parte la renovación de la poesía moderna. Fue precursor del Simbolismo y de las Vanguardias del siglo XX, y es para muchos el fundador de la tradición poética contemporánea y uno de sus máximos teóricos. Su poesía se caracteriza por la perfección de su estilo y por la precisión, casi matemática de sus metáforas, donde manifiesta su oposición a la concepción romántica del arrebato de la inspiración. Su obra presenta un conflicto constante entre el bien y el mal y entre la fealdad y la belleza, entre lo artificial, representado por la ciudad y por el arte, y lo natural. En los versos de Las Flores del Mal (1857), su libro más representativo, se plasma la descripción del mal, la apología de lo satánico y el tratamiento del hombre como ser miserable y perverso, poseedor de un cuerpo que es el instrumento para la concreción de todo tipo de vicios. Baudelaire introduce en este libro el gusto por lo extraño, lo malsano, lo neurótico, mezclando en él la religiosidad y el pecado. En 1869 aparecen “Los pequeños poemas en prosa”, también conocidos como “El Spleen de París”. Los temas habituales en su poesía son: la melancolía, el horror al paso del tiempo, el deseo de infinito, la crítica corrosiva contra la religión y la moral, la burla de los ideales que mueven a las personas y una aversión enorme contra la sociedad burguesa y la hipocresía que la domina. Por ello podemos decir que Charles Baudelaire es considerado un “poeta de la ciudad”, en oposición a la concepción romántica, volcada hacia la naturaleza como fuente de inspiración. Además podría ser presentado como uno de los últimos románticos, ya que clausura una etapa y anuncia las escuelas poéticas que derivarán del romanticismo. Al mencionar esta parte de su obra en la que se ubica el poema que analizaremos, sería necesario referir a algunas de las diferencias que la

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Los gèneros: apertura y dislociòn del canon literario: Charles Baudelaire

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“Los géneros: apertura y disolución del canon literario”   Charles Baudelaire 

Baudelaire, es considerado unos de los primeros poetas de la Modernidad, también creador de esa palabra. La usa en 1859 para expresar lo que, en su opinión, caracteriza al artista moderno: la facultad de ver en la gran ciudad no solo la decadencia del hombre, sino también una belleza misteriosa y hasta entonces no descubierta. De Baudelaire partió en gran parte la renovación de la poesía moderna. Fue precursor del Simbolismo y de las Vanguardias del siglo XX, y es para muchos el fundador de la tradición poética contemporánea y uno de sus máximos teóricos. Su poesía se caracteriza por la perfección de su estilo y por la precisión, casi matemática de sus metáforas, donde manifiesta su oposición a la concepción romántica del arrebato de la inspiración. Su obra presenta un conflicto constante entre el bien y el mal y entre la fealdad y la belleza, entre lo artificial, representado por la ciudad y por el arte, y lo natural. En los versos de Las Flores del Mal (1857), su libro más representativo, se plasma la descripción del mal, la apología de lo satánico y el tratamiento del hombre como ser miserable y perverso, poseedor de un cuerpo que es el instrumento para la concreción de todo tipo de vicios. Baudelaire introduce en este libro el gusto por lo extraño, lo malsano, lo neurótico, mezclando en él la religiosidad y el pecado. En 1869 aparecen “Los pequeños poemas en prosa”, también conocidos como “El Spleen de París”. Los temas habituales en su poesía son: la melancolía, el horror al paso del tiempo, el deseo de infinito, la crítica corrosiva contra la religión y la moral, la burla de los ideales que mueven a las personas y una aversión enorme contra la sociedad burguesa y la hipocresía que la domina. Por ello podemos decir que Charles Baudelaire es considerado un “poeta de la ciudad”, en oposición a la concepción romántica, volcada hacia la naturaleza como fuente de inspiración. Además podría ser presentado como uno de los últimos románticos, ya que clausura una etapa y anuncia las escuelas poéticas que derivarán del romanticismo. Al mencionar esta parte de su obra en la que se ubica el poema que analizaremos, sería necesario referir a algunas de las diferencias que la crítica ha considerado entre poesía y prosa, atendiendo a los cambios o innovaciones que introduce Baudelaire en cuanto a la frontera entre esos dos géneros. De la vasta bibliografía existente acerca de estos dos géneros, elegimos el artículo de Fernando Pessoa titulado “Poesía y prosa”. En este se afirma que la diferencia entre poesía y prosa es accidental, derivada de lo que es exterior a la palabra. Lo exterior de la palabra es el sonido y lo exterior de una serie de palabras es el ritmo, esto es lo que distingue a la poesía de la prosa. El ritmo consiste en una gradación de sonidos y de faltas de sonidos, se trata de una distribución de palabras y pausas. En la prosa en cambio, las pausas están dadas por la puntuación, determinada por el sentido; toda pausa de la prosa se deriva de la significación, de lo que dice. En la poesía la pausa de fin de verso es independiente del sentido y es tan clara como si allí hubiese puntuación. El discurso poético esta expuesto en líneas precisamente para que se haga una pausa, aunque artificial, donde termina la línea. Por lo tanto el verso es la prosa artificial, el discurso dispuesto musicalmente. En el principio era el ritmo musical el que establecía las pausas, mas tarde se dio a cada verso un igual valor musical donde la voz establecía por anticipación donde acababa la línea. Después la rima “dispensa” esa base musical para que, finalmente, la rima fuera dispensada por el verso blanco (el regular). En “EL POEMA EN PROSA O LA HIDRA MODERNA”, Octavio Paz define el poema en prosa como la invención moderna por excelencia. En este trabajo se marca la diferencia entre poema en prosa y prosa poética. El primero goza del status de poesía, mientras que la prosa poética posee, según el autor, un valor añadido de dudosa procedencia.

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Podríamos preguntarnos qué características son las que hacen que un poema en prosa, como el que aquí vamos a analizar, siga siendo poesía a pesar de estar escrito en prosa. Entendemos que hay una serie de características en estos textos de Baudelaire que juegan en los límites entre ambos géneros. ¿Por qué el lector sigue reconociendo el carácter de poesía en el Spleen de París , pese a que se prescinda de repeticiones, paralelismos y asonancias (invocados por Jakobson como propias de la poesía)? Según Gustavo Valle, “híbrido" en su esencia, el poema en prosa es una especie de monstruo discursivo que nace de las mezclas. Por eso fue en muchos casos incomprendido, rechazado como poema, marginado por su carácter libre, ya que apuesta decididamente a un rasgo moderno: la individualidad. En él habita “una tensión, un cuestionamiento de los alcances y límites de la prosa y del verso y en consecuencia de la narrativa y de la poesía” encarnación literaria del mundo polifónico e inseguro del hombre moderno. Nace con esa autonomía que da la brevedad y la tensión interna, la misma expresión es un oxímoron. “Gaspard de la Nuit” (1842) Aloysius Bertrand y “Spleen” (1864) de Baudelaire son reconocidos como las primeras manifestaciones de este híbrido que “surgió no como un género sino como un lugar privilegiado de las profanaciones perpetradas contra la institución literaria, contra los géneros canónicos, contra la república de las letras, en particular aquella conformada por los puristas líricos”, o como Baudelaire la llamaba: poesía “mojigata” (Valle,…..) “Fue hojeando por vigésima vez al menos el famoso “Gaspar de la Nuit” que se me ocurrió la idea de intentar algo semejante” expresó Baudelaire. La lectura de este libro le sugirió escribir sus poemas en prosa. Baudelaire en la dedicatoria de sus obras (……..) expresa: “el milagro de una prosa poética musical sin ritmo y sin rima bastante ágil bastante flexible para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la fantasía, a los sobresaltos de la conciencia”. En “Teoría del poema en prosa”, Pedro Aullón de Haro dice que el poema en prosa es un género poético breve de ideación moderna. Junto al ensayo y el fragmento constituye la única entidad de género literario nuevo y de valor general producido en tiempos modernos: “es decir, con posterioridad o a partir de la ilustración neoclásica”.El nacimiento del poema en prosa es producto del espíritu de oposición a la “tiranía de las formas” Su existencia en Francia es inherente a la negación de un estado literario previo que lo condiciona, así como la búsqueda de una lenguaje poético individual. En Francia, el Romanticismo tuvo una manifestación particular en tanto éste implicó romper con la tradición pero que finalmente fue aceptada por poetas como Víctor Hugo y Musset. En esta época con la industrialización la ciudad de París experimentó un gran crecimiento en todos los aspectos. Por ello el artista debe alejarse de la naturaleza para comprender el comportamiento de los individuos en sociedad. Como consecuencia de todo esto aparece una poesía que se rebela frente a la modernidad y procura una respuesta ante el fenómeno de la industria. Desaparece poco a poco el misticismo frente a la obra poética conllevando un cuestionamiento general. En este contexto surgen los llamados “poetas malditos”. En sus obras presentan al hombre como ser ambiguo y son escritas no por el autor sino por el “homo dúplex” del que habla Baudelaire, mediante el cual el poeta se critica a sí mismo y ve desde otra visión el progreso y deterioro de su contexto. Es Charles Baudelaire, quien logra crear de sí mismo una imagen perversa e irritable, que en realidad manifiesta una valentía frente a la realidad siendo quizás para algunos una especie de heroísmo porque sacrifica todo para entender la condición humana. Por lo tanto, como destaca Sartre, la poesía de Baudelaire se centra en lo espiritual. Uno de los principales aportes de este poeta es la concepción de lo urbano y la inclusión de ésta en su poesía. Baudelaire realiza el estudio y reflexión de esa “modernidad” en su sociedad, rebatiendo el orden social y marcando una nueva postura vital por el cual sería criticado. Para él el mundo está hecho de partes

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donde el hombre moderno puede evaluar su visión, teniendo una sensibilidad especial para plasmar el presente y ver lo particularmente bello del mundo que lo rodea. El poeta es ante todo un sujeto que mira, que refleja, que capta imágenes al pasar para hacer que cristalice su fugacidad. Su actitud es la del receptáculo que admite todo contenido y que siempre está dispuesto a dejarse impresionar por el contacto inesperado. Pensarse como moderno implica romper con el pasado y buscar otras formas estéticas y espirituales. El ritmo y la velocidad son fundamentales en las nuevas propuestas estéticas. La naturaleza deja de ser un modelo a imitar surgiendo un nuevo concepto de belleza que dependerá del contexto social o sea empieza a depender de la moda, del gusto del momento. Su poesía es pensada desde la ciudad como creación del hombre, en un ambiente antinatural, artificial, muchas veces corrompido. Es en el tema de la ciudad donde se cumple la noción del Romanticismo propia de Baudelaire como “la expresión más reciente, más actual de lo bello”. Las imágenes bucólicas, las comparaciones y metáforas que transcurrían en parques abandonados y al borde de los lagos, dejan de usarse porque no sirven para recrear poéticamente el mundo ciudadano. Su mundo ideal está figurado como una arquitectura porque su mundo real es una arquitectura, una naturaleza urbana, es decir, una naturaleza que no es más naturaleza (otro oxímoron). Para Baudelaire el progreso no sólo lleva a la destrucción del hombre sino que también genera nuevos modelos estéticos permitiendo confirmar la búsqueda de lo bello que este poeta encuentra en lo pasajero, en lo fugaz y de lo cambiante de la vida actual. La propuesta de Baudelaire, precursor de la poesía moderna, fue continuada por autores como Rimbaud, Mallarme y Verlaine, integrantes de la escuela simbolista francesa. Si hacemos mención del legado romántico, uno de sus tópicos es la adoración a la naturaleza, mientras que Baudelaire la ignora: cuando alude a ella no es su objeto de veneración sino de desapego, su escenario va a ser la ciudad; como plantea W. Benjamín “va a hacer botánica del asfalto”, ello alude al poeta bajo la presentación del flaneur; (paseante ocioso que observa y luego describe). Aunque Baudelaire despreciase el intento pseudo-científico de los fisiólogos, al igual que ellos describe personajes de la ciudad como los asesinos, los traperos, las prostitutas o damas burguesas etc. Pero sus personajes no son tipos, sino que son reales, él los conoció y compartió seguramente sus noches de bohemia con ellos. Los lugares preferidos del Flaneur son los pasájes en la ciudad de París, comienzan a proliferar calles con techo de vidrio y paredes revestidas de mármol, en las que suceden lujosas tiendas, terrazas de café, etc. Es el hábitat ideal para el paseante, suministra temas de observación y experiencia emocional continua. En ese medio Baudelaire se siente privilegiado ya que “no a todo el mundo le es dado tomar un baño de multitud: gozar de la muchedumbre es un arte”. (Las muchedumbres. Spleen de París). El poeta siente “una embriaguez singular de esta comunión universal”, sigue diciendo “una inefable orgía”, “una santa prostitución del alma”. No hay deseo de proximidad, su orgía espiritual es de alejamiento teórico, puro material para su creación estética, así dirá "El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada." y más adelante continúa "El paseante solitario y pensativo saca una embriaguez singular de esta universal comunión". Presta atención a lo imprevisto, a lo nuevo, a lo desconocido que pasa, así lo presenta también en otro soneto de “Las flores del mal”, “A una Transeúnte” cuando dice: "La calle aturdidora en torno de mí aullaba. /alta, fina, de luto dolor majestuoso,/una mujer pasó que con gesto fastuoso/ recogía las blondas que su andar balanceaba..." Allí pretende captar lo instantáneo y fantasea con que esa imagen fugitiva podría haberle ofrecido su amor, declarando que esa mujer también lo había intuido. El poeta urbano canta a sus conciudadanos, personajes anónimos, una multitud de seres que se cruzan en sus quehaceres diarios sin conocerse, sin interesarse los unos por los otros: el estigma de la ciudad los marca; es la

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indiferencia o “el horror de indiferencia” (Marcel Duchamp). Así expresa en su poema "Las muchedumbres": "Los fundadores de colonias, los pastores de pueblos, los sacerdotes misioneros..." Modernidad para Baudelaire es una aspiración a la novedad, a la renovación en el contenido y en las formas del lenguaje poético, lenguaje que en el proceder del siglo XIX era considerado como lenguaje elevado; estilo que es conservado por los románticos. Luego, la generación siguiente (parnasianos) propugnan exaltación olímpica de calidad externa de la poesía y sentido impersonal. Baudelaire se diferencia de ellos; inmerso en esa masa abandona dicho lenguaje elevado y usa términos vulgares. Esto se aprecia claramente en las singulares expresiones como "un baño de multitud", y en la idea de que "gozar de la muchedubre" sea "un arte" y una transgresión de los ideales románticos planteados hasta ahora. Pero aún más, utilizar las expresiones como:"atracón de vitalidad",seguido de "...un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz..." nos hace preguntarnos si es que no hay una intención en Baudelaire de ridiculizar también el lenguaje elevado al que se acostumbraba y era propio de la poesía romántica. Dice Félix de Asúa en su libro "Baudelaire y el artista de la vida moderna" que se trata más que de un desafío, de una teoría de lo moderno, en la que se adivinaban un nuevo público denominado “público moderno”. El poeta urbano quiere que su poesía sea espejo de sus protagonistas convertidos a su vez en público lector de sus propias vivencias. Baudelaire intenta introducir modificaciones en los géneros (intento de ser absolutamente moderno). Así ensaya con sus poemas en prosa composiciones llamadas "Petits poemas en prose" serie de escritos reunidos en el Spleen de París (1869) en los que expresa las mismas experiencias vitales y creativas que en "Las Flores del Mal", pero sin tener necesidad de sujetarse a las exigencias del ritmo y la rima. Lo que da coherencia a toda la obra es la descripción de la vida moderna de la cuidad y con ello produce un corte en los tópicos clásicos del género poético. También supera las limitaciones del mismo, al utilizar los elementos de la prosa, permitiéndole un tratamiento más distanciado que en sus versos, como una segunda reflexión más alejada, indiferente e irónica. El poeta crea una ciudad en que hombres y mujeres son descritos como espíritus sufrientes de urbanistas que trabajan y sobreviven en el medio de la miseria cotidiana. La marca del horror, de la indiferencia es el centro que elije el poeta maldito, su novedad es dar voz a lo ruinoso, miserable, a los borrachos, asesinos y a la marginación en cualquiera de sus formas. Otros poetas contemporáneos habían tratado temas sociales tomados de la vida cotidiana de Paris. Pero el sentimiento que manejan es diferente al de Baudelaire. 

Trabajo realizado por las alumnas de 3ero de LITERATURA. CERP-Sur- Atlàntida. 2012.