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Matías Emiliano Casas LOS GAUCHOS DE PERÓN… PRACTICAS DE OFICIO | N° 15|Julio de 2015| Textos| ides.org.ar/publicaciones/practicasdeoficio |1 Publicación del Posgrado en Ciencias Sociales UNGSIDES Los gauchos de Perón. El Círculo Criollo El Rodeo, tradicionalistas y peronistas (1945-1955) The Perón’s gauchos. The Círculo Criollo El Rodeo, traditionalists and peronists (1945-1955) Matías Emiliano Casas * RESUMEN Los centros criollos fueron un pilar desde el cuál se sostuvo el culto al gaucho y a la tradición rural. Las primeras agrupaciones que surgieron a finales del siglo XIX promovieron una postura “apolítica”, desligada de esas disputas. El Círculo Criollo El Rodeo se fundó en 1939, en la localidad de Santos Lugares partido de San Martín, al noroeste del conurbano bonaerense y sus actividades refutaron prontamente esas consignas primarias. Si bien los primeros años de su funcionamiento estuvieron caracterizados por una “neutralidad” política y abocados a consolidar su posicionamiento como “centro madre” y referente para las agrupaciones incipientes, la emergencia del peronismo trastocó el funcionamiento de ese centro criollo que declaró su adhesión al proyecto de Perón desde los comienzos. La identificación peronista de los “gauchos” desarrolló una sistemática evocación discursiva e iconográfica. La figura de Perón se convirtió, en ocasiones, en un elemento tan protagónico como el gaucho y la tradición. El objetivo de este trabajo radica en analizar la síntesis que se materializaba en ese espacio. Para ello, se sistematizaron las referencias presentes en el vasto archivo de la agrupación: correspondencia privada, actas, invitaciones, imágenes, estatutos, y recortes periodísticos, que permiten reconstruir la dinámica de la institución y, en particular, sus vínculos con el peronismo. Lejos de consolidarse una relación unidireccional, diversas intervenciones oficiales apelaron a la figura del gaucho en tanto trabajador rural “reivindicado” por las políticas de Perón. Los socios de El Rodeo acusaron recibo de esa identificación y exacerbaron el relato presentándose como “gauchos y peronistas”. PALABRAS CLAVE: TRADICIONALISTAS – GAUCHO –PERONISMO – CÍRCULO CRIOLLO EL RODEO ABSTRACT The criollo centers were a mainstay for the cult of the gaucho and the rural tradition. The first groups that emerged in the late nineteenth century promoted an "apolitical" stance, detached from these disputes. The Círculo Criollo El Rodeo was founded in 1939, in Santos Lugares, to the northwest of Buenos Aires, and its activities promptly refuted these primary slogans. While the first years of operation were characterized by a "neutrality" policy and doomed to consolidate its position as "mother center" and reference for new groups, the emergence of Peronism disrupted the functioning of the criollo center, which declared its adherence to Perón from the beginning. The "gauchos" identified themselves as Peronists and developed a systematic discursive and iconographic evocation, in which the figure of Perón became, sometimes, as much of a leading element as the gaucho and tradition. The object of this paper lies in analyzing the synthesis that materialized in this space. In order to do this, references from the vast archives of the center were systematized, including private correspondence, acts, invitations, images, statutes, and newspaper clippings that aided in the reconstruction of the dynamic of the institution, and, in particular, its ties to Peronism. Rather than intending this to be a unidirectional relationship, several official interventions appealed to the gaucho as a rural worker "vindicated" by the policies of Perón. * Profesor Magister Doctorando en Historia (UNTreF – CONICET). Mail: [email protected]

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Los gauchos de Perón. El Círculo Criollo El Rodeo, tradicionalistas y peronistas (1945-1955)

The Perón’s gauchos. The Círculo Criollo El Rodeo, traditionalists and peronists (1945-1955)

Matías Emiliano Casas* RESUMEN Los centros criollos fueron un pilar desde el cuál se sostuvo el culto al gaucho y a la tradición rural. Las primeras agrupaciones que surgieron a finales del siglo XIX promovieron una postura “apolítica”, desligada de esas disputas. El Círculo Criollo El Rodeo se fundó en 1939, en la localidad de Santos Lugares partido de San Martín, al noroeste del conurbano bonaerense y sus actividades refutaron prontamente esas consignas primarias. Si bien los primeros años de su funcionamiento estuvieron caracterizados por una “neutralidad” política y abocados a consolidar su posicionamiento como “centro madre” y referente para las agrupaciones incipientes, la emergencia del peronismo trastocó el funcionamiento de ese centro criollo que declaró su adhesión al proyecto de Perón desde los comienzos. La identificación peronista de los “gauchos” desarrolló una sistemática evocación discursiva e iconográfica. La figura de Perón se convirtió, en ocasiones, en un elemento tan protagónico como el gaucho y la tradición. El objetivo de este trabajo radica en analizar la síntesis que se materializaba en ese espacio. Para ello, se sistematizaron las referencias presentes en el vasto archivo de la agrupación: correspondencia privada, actas, invitaciones, imágenes, estatutos, y recortes periodísticos, que permiten reconstruir la dinámica de la institución y, en particular, sus vínculos con el peronismo. Lejos de consolidarse una relación unidireccional, diversas intervenciones oficiales apelaron a la figura del gaucho en tanto trabajador rural “reivindicado” por las políticas de Perón. Los socios de El Rodeo acusaron recibo de esa identificación y exacerbaron el relato presentándose como “gauchos y peronistas”.

PALABRAS CLAVE: TRADICIONALISTAS – GAUCHO –PERONISMO – CÍRCULO CRIOLLO EL RODEO ABSTRACT The criollo centers were a mainstay for the cult of the gaucho and the rural tradition. The first groups that emerged in the late nineteenth century promoted an "apolitical" stance, detached from these disputes. The Círculo Criollo El Rodeo was founded in 1939, in Santos Lugares, to the northwest of Buenos Aires, and its activities promptly refuted these primary slogans. While the first years of operation were characterized by a "neutrality" policy and doomed to consolidate its position as "mother center" and reference for new groups, the emergence of Peronism disrupted the functioning of the criollo center, which declared its adherence to Perón from the beginning. The "gauchos" identified themselves as Peronists and developed a systematic discursive and iconographic evocation, in which the figure of Perón became, sometimes, as much of a leading element as the gaucho and tradition. The object of this paper lies in analyzing the synthesis that materialized in this space. In order to do this, references from the vast archives of the center were systematized, including private correspondence, acts, invitations, images, statutes, and newspaper clippings that aided in the reconstruction of the dynamic of the institution, and, in particular, its ties to Peronism. Rather than intending this to be a unidirectional relationship, several official interventions appealed to the gaucho as a rural worker "vindicated" by the policies of Perón.

* Profesor Magister Doctorando en Historia (UNTreF – CONICET). Mail: [email protected]

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Members of El Rodeo accepted this identification and augmented the narrative, posing as "gauchos and Peronists".

KEY WORDS: TRADITIONALISTS – GAUCHO – PERONISM – CÍRCULO CRIOLLO EL RODEO LOS CENTROS TRADICIONALISTAS Y LA REIVINDICACIÓN DE LA TRADICIÓN RURAL Los centros criollos fueron un pilar desde el cuál se sostuvo el culto al gaucho y a la tradición rural. Esas agrupaciones civiles surgieron a fines del siglo XIX con el propósito de evocar elementos camperos que se exaltaban como “auténticas” características de un pasado que se pretendía representativo para una sociedad “desvirtuada” por los avatares de la modernidad. En el transcurso de los años, esas instituciones complejizaron sus estructuras y su organización interna. Su funcionamiento fue incrementando su visibilidad en diversas manifestaciones artísticas, conmemorativas, oficiales y populares.2 Como todo lo que rodeaba a la figura del gaucho, los tiempos fundacionales de los centros tradicionalistas no estuvieron aislados de cuestionamientos. En efecto, los comienzos de “la gauchesca domesticada” despertaron inquisiciones que, para fines del siglo XIX, se oponían a la idea de cultivar la “tradición”. El periodista Carlos Blixen, escribió en el diario La Razón de Uruguay: “Ayer a la tarde llegaron hasta el centro de la ciudad los miembros de esta original Asociación. Venían a caballo […] y formaban una columna imponente de doscientos gauchos artificiales.”3 La referencia con respecto a la falta de autenticidad de los “gauchos” se vinculaba a la idea que forjaba sobre su desaparición: “El gaucho ha muerto […] Si ha muerto, ya ha llenado su misión. ¿Resucitarlo? Es prender el pasado de los faldones del presente, es pretender violar las leyes inmutables del progreso […] es contrariar la naturaleza de las cosas. Además este Lázaro no se levanta aunque lo llamen a una, Cristo y la Sociedad Criolla.”4 La profecía esbozada por Blixen sería desacertada. El “Lázaro” se levantaría, y con notoria intensidad. El llamado de “Cristo” y las “Sociedades Criollas” sería uno entre diversas convocatorias que apelaron a su resurrección. Como en el relato bíblico, las vendas que cubrían su cuerpo parecían haber “desfigurado” su fisonomía, por lo que cada “milagro” estaría acompañado por variados esfuerzos por reconstruir sus características. En continuación con la analogía propuesta por el periodista, las instituciones que operarían de “Cristo” en esa simbólica resurrección, constituirían una representación de “Lázaro” a “su imagen y semejanza”.

2 El 2 de septiembre de 1894, en Montevideo Uruguay, alrededor de 250 jinetes desfilaron por la avenida 18 de Julio, para demostrarle a una sociedad que se iba reconfigurando al ritmo de la inmigración europea lo “autóctono” y “tradicional” de la cultura uruguaya. La manifestación, seguida por un almuerzo criollo, dio a conocer la constitución del primer centro tradicionalista de América, acontecimiento que se había producido meses atrás a partir de una actuación de la compañía teatral Scoti-Podestá que se encontraba de gira con sus espectáculos gauchescos. Su fundador fue el Doctor Elías Regules, un miembro académico de la Facultad de Medicina y futuro rector de la Universidad de la República, que se desempeñó también como escritor nativista. Su obra consistió en la publicación de algunos libros del género, como Versos Criollos y Mi Pago, pero sobre todo por su colaboración en la revista El fogón, una publicación gauchesca uruguaya que congregaba diversos escritores. Sobre Elías Regules, ver, Horacio Centanino, Modernización y cultura en el Uruguay: una lectura teatral: Regules, Falco, de las Carreras, Melibea Ediciones, Montevideo, 2000. La revista El fogón convocaba diversos cultivadores del género gauchesco que incluían letrados de la urbe. Desde abogados a burócratas, todos versificaban su afición al mundo campero. Entre los más destacados se encontraban Elías Regules, José Trelles y Alcides de María. Ver, Alberto Zum Felde, Proceso intelectual del Uruguay y crítica de su literatura, Tomo III, Comisión Nacional del Centenario, Montevideo, 1930. Ver, Elías Regules, Mi Pago, C. García y Cía., Montevideo, 1924; Versos Criollos, C. García y Cía., Montevideo, 1935. 3 Citado en Carlos Guarnieri, Versos gauchescos y nativistas, DISA, Montevideo, 1970, p. 26. 4 Citado en Angel Rama, Los gauchipolíticos rioplatenses, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1994, pp. 152-153.

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Desde finales del siglo XIX, los centros tradicionalistas se constituyeron como un eje en los procesos reivindicatorios de los “gauchos” y las tradiciones camperas. En los estudios realizados por Robert Lehmann-Nitsche, en 1917, se establecieron algunas referencias sobre el funcionamiento de esas sociedades criollas que se dedicaban a “cultivar la antigua tradición”. En la descripción del antropólogo alemán se puede reconocer el carácter embrionario de esas instituciones que durante las primeras décadas del siglo XX, sólo alcanzaban escasos niveles de participación y organización interna: “Hay actualmente en Buenos Aires como cincuenta. Sus socios pertenecen a la modesta capa social […] y el número de cada centro es sólo hasta veinte jóvenes, generalmente menos.” Además, aportaba información sobre sus actividades que consistían en: “Reúnense de vez en cuando por la noche para tocar la guitarra y tomar mate; de vez en cuando, una excursión dominical a las playas del río, a una quinta de campo, etc.”5 Esos centros, como lo harían los continuadores, se preocupaban también por organizar bailes y celebraciones para las fiestas patrias. En 1921, Juan Agustín García, uno de los exponentes de la elite intelectual argentina finisecular, resaltaba algunos nombres de esos centros, como “La tapera” o “Mate amargo” y les atribuía como principales prácticas el recitado de poesías y la difusión del tango.6 En esos pequeños grupos de “gauchos”, que se convocaban alrededor del fogón imitando prácticas del pasado campero, se reproducía una atmósfera nacionalista que facilitaba la asimilación para varios extranjeros o hijos de inmigrantes que se agrupaban para recitar versos o bailar danzas folklóricas. Para Adolfo Prieto, ese ambiente rural “parecía garantizar la adquisición del sentimiento de nacionalidad, necesario para sobrevivir a la confusión cosmopolita y enfrentar los brotes xenofóbicos.”7 Las precisiones sobre los integrantes del centro “El Rescoldo” que había aportado Lehmann Nitsche favorecían las aproximaciones de Prieto. Apellidos como: Corbalán, Giovannassi, Gaudini, Bruggia, Capellini y Moreschi, podían componer la nómina de alguna de las tantas agrupaciones de la colectividad italiana, sin embargo, conformaban la lista de miembros del centro tradicionalista.8 María Cecilia Pisarello se propuso estudiar el entramado actual de los centros tradicionalistas en la provincia de Buenos Aires. En su trabajo, también adhiere a la concepción de la integración entre la población migrante y esos espacios de exaltación nacionalista: “Los centros criollistas no representaron un espacio de oposición a la inmigración, sino un esfuerzo de afirmar un lugar de pertenencia colectiva, a través de sus manifestaciones culturales.”9 Sin embargo, su investigación estuvo abocada más a generar una base de datos y establecer estadísticas sobre los centros criollos, que a analizar su historicidad en orden a la identificación del “gaucho” con la identidad argentina. Esa relación se da por sentada y se la presenta como una condición que parecería innata cuando refiere a los “paisanos-patriotas” que participaban en las fundaciones y primeros años de las instituciones, las que, según Pisarello, “defienden y transmiten el ideario patriótico.”10 Ese “ideario patriótico” era el fruto de un proceso de construcción histórico que abogó por establecer la figura del gaucho como símbolo representante de la identidad nacional argentina. Sin duda, los centros tradicionalistas resultaron núcleos fundamentales para la circulación de ese discurso. La sanción del Día de la Tradición en la provincia de Buenos Aires, bajo la

5 Robert Lehmann Nitsche, Santos Vega, Imprenta de Coni Hermanos, Buenos Aires, 1917, p. 379. 6 Juan Agustín García, “Sobre el teatro nacional”, citado en Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1988, p. 146. Sobre la obra de Juan Agustín García, ver, Fernando Devoto, “Estudio preliminar” a Juan Agustín Garcia, La ciudad indiana. Sobre nuestra incultura y otros escritos, UNQ, Buenos Aires, 2006. 7 Adolfo Prieto, El discurso…, op. cit., p. 145. 8 Robert Lehmann Nitsche, Santos..., op. cit., p. 388. 9 María Cecilia Pisarello, Presente de Gauchos, UPCN, Buenos Aires, 2004, p.12. 10 María Cecilia Pisarello, Presente…, op. cit., p.14.

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gobernación de Manuel Fresco en 1939, le otorgó a esa filiación un marco de legalidad que avalaba, a partir de allí, las manifestaciones tendientes a exaltar al “gaucho argentino”. GAUCHOS Y PERONISTAS. ORIGEN Y CONSOLIDACIÓN DEL CÍRCULO CRIOLLO EL RODEO El Círculo Criollo El Rodeo [CCER] se fundó en 1939, en la localidad de Santos Lugares partido de San Martín, al noroeste del conurbano bonaerense, casi cincuenta años después del surgimiento del primer centro tradicionalista. Sus actividades refutaron prontamente las consignas de esas pioneras instituciones que pretendían no involucrar la política ni la religión. Paulatinamente, El Rodeo se consolidó hacia mediados de la década del cuarenta como un “centro modelo” para las nuevas organizaciones. Su protagonismo se concentraba en la zona mencionada desde donde se remitían la mayoría de pedidos de asesoramiento, trabajo conjunto y demás intervenciones. El acta constitutiva explicitaba su declaración de principios: “Hacer presente en todas sus manifestaciones las costumbres tradicionales en todos sus aspectos, hacer recordación de los hechos más destacados de la Historia Patria, difundir y sostener en todo momento, y en todo lugar, la Tradición Criolla.”11 En efecto, tres elementos primordiales caracterizaron el desarrollo de esa institución: la continua evocación de los símbolos y las efemérides patrias entrelazadas a las narrativas tradicionalistas sobre el gaucho y la vida rural; la propagación de prácticas católicas; y la adhesión al gobierno de Perón a partir de su triunfo en las elecciones de 1946. Ese último componente constituye el núcleo de este estudio y determina su periodización entre los años 1945 y 1955. Esa década estuvo atravesada por la impronta peronista que trastocó muchas dimensiones de la sociedad argentina. Durante esos años la identidad política de los tradicionalistas de El Rodeo emergió con una marcada intensidad confirmando, en cada oportunidad, su ligazón con las políticas del Gobierno nacional. El fundador del CCER fue Diego Carozzo, un vecino de la localidad que había transcurrido toda su vida en el lugar desde su nacimiento en 1903. La familia del fundador se dedicaba al comercio y en 1929 habían adquirido la carnicería de Santos Lugares que luego oficiaría como sede del CCER en los primeros años de su funcionamiento. El origen de la institución encontraba como antecedentes las actividades hípicas que se desarrollaban en diversas asociaciones barriales. Diego Carozzo era un asiduo participante en corridas de sortijas y paseos a caballo. Desde esas actividades se fue constituyendo un núcleo de “gauchos” que provenían de diversos espacios: trabajadores del matadero de San Martín, vecinos de la localidad de Caseros, el raidista Marcelino Soulé, quien sería exaltado en el museo de la entidad por su viaje a caballo de la ciudad de Bolivar hasta Washington, el pintor Santiago Ferrando, luego secretario segundo de la agrupación, y varios corredores provenientes de San Isidro que años más tarde darían origen al centro tradicionalista El Lazo. En una de sus excursiones a caballo, que implicaban un día de corridas, asado y bailes, emergió la propuesta concreta de constituir un círculo criollo.12 Diego Carozzo ejerció la presidencia de El Rodeo hasta 1952 y se convirtió en el nombre propio más significativo, junto con el del secretario Orlando Binaghi, de la institución que supo consolidarse como faro referente de los centros tradicionalistas bonaerenses.13 En efecto, con el transcurrir de las décadas fueron cristalizando esa posición hasta monopolizar el “homenaje gaucho” a José de San Martín en la catedral porteña cada 17 de agosto, práctica que se sostiene en la

11 Acta constitutiva del CCER, Archivo del CCER, 7 de diciembre de 1939. 12 Javier Melo, “Acerca de la Fundación del Círculo Criollo El Rodeo”, Archivo del CCER. 13 La figura de Orlando “Fito” Binaghi será recuperada más adelante al abordar las trayectorias particulares de los “cultores de la tradición” durante el período aquí estudiado.

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actualidad, y ser los encargados del “chocolate patrio” que se servía en la residencia presidencial cada mañana del 25 de mayo.14 Con Las motivaciones que inspiraron su fundación se mantuvieron presentes en el período aquí analizado. El socio Santiago Ferrando, miembro fundador, pretendió explicitar los argumentos que habían dado origen al CCER en un poema producido en diciembre de 1939. Entre los versos esbozados se ponía de relieve: “Y aquí estoy con la intención, de por sí pobre y sencilla / de arrimar también mi astilla para este gaucho fogón. / Quiero que esta Tradición que está cuasi vencida, / esté latente, tenga vida, que en nosotros, palpitante / la llevemos adelante como una prenda querida.”15 Ese grupo de dieciocho tradicionalistas se erigía como conservador legítimo de una serie de usos y costumbres que se diagnosticaban moribundas en su sociedad contemporánea. La pretensión de revitalizar esas prácticas, exaltando al gaucho como arquetipo de la tradición argentina, disparó un continuo crecimiento en cuanto a la construcción de un tejido vincular que favoreció la difusión de sus eventos y, al mismo tiempo, contribuyó en su posicionamiento ante otras “asociaciones criollas”. El CCER generó prontamente vínculos amistosos con otras agrupaciones tradicionalistas preexistentes. Con el Centro Tradicionalista El Resero de la ciudad de Mataderos y con Leales y Pampeanos de Avellaneda participaron de modo conjunto en diversos desfiles y competiciones ecuestres.16 En esos casos, la agrupación del noroeste bonaerense se fue posicionando de modo horizontal a las asociaciones que la precedieron. Así lo demuestra, por ejemplo, el comunicado de agradecimiento de El Resero por la coparticipación en los festejos del Día de la Bandera.17 En cambio, con las incipientes formaciones de su zona de influencia fueron permanente referencia en tanto modalidad de organización y reglamento social. Para la constitución del Círculo Criollo Martín Fierro, que se fundó en 1945, resultaría insoslayable la motivación y el impulso generado por los “gauchos” de El Rodeo. El CCER, en los primeros años de su funcionamiento se organizaba a partir de una comisión directiva compuesta por un presidente, un secretario, un tesorero y socios miembros que tenían voto en sus reuniones semanales.18 Con el incremento de socios, que contabilizaban aproximadamente doscientos para 1948 –en su mayoría empleados del ferrocarril y vecinos de la zona- también se generarían nuevas subcomisiones encargadas de actividades más puntuales como la subcomisión de baile y la subcomisión de carrera de sortija.19 Esos socios no sólo se encargaban de la organización de las actividades sino que regulaban la “adecuada” realización de las mismas. Los jurados de esas prácticas hípicas, por ejemplo, exhortaron a la comisión directiva para que suspendieran a un integrante por seis meses ante su “comportamiento antideportivo y carente de ética tradicionalista”.20 De acuerdo a la apreciación de la subcomisión, el funcionamiento

14 En la publicación interna del CCER se describía la modalidad de esas actividades. Por ejemplo, el homenaje a San Martín consistía en una reunión a primera hora de la mañana en el Correo Central de la Capital Federal. Desde allí cabalgaban hasta la catedral, donde depositaban las ofrendas florales, participaban en la misa y encendían la Llama Votiva que trasladaban en la peregrinación de regreso rumbo a su sede social. Ver, Círculo Criollo El Rodeo, Año V, n° 40, septiembre de 2008, pp. 32-33. 15 Santiago Ferrando, “El bautizo”, Archivo del CCER, 16 de diciembre de 1939. 16 Por ejemplo, El Resero de Mataderos combinaba con la comisión directiva del CCER la participación conjunta para la realización de una fiesta criolla en la ciudad de Luján, ver comunicado de El Resero, Centro Tradicionalista, Cultura Nativa al CCER, Archivo del CCER, 28 de septiembre de 1944. 17 comunicado de El Resero, Centro Tradicionalista, Cultura Nativa al CCER, Archivo del CCER, 13 de julio de 1944. 18 Ver Acta constitutiva del CCER, Archivo del CCER, 7 de diciembre de 1939. 19 El componente societario del CCER se explicitaba en el Informe de Francisco Ríos a J. Carbajal, copia en Archivo del CCER, 6 de septiembre de 1948. 20 Nota de la subcomisión de carrera de sortija a la comisión directiva del CCER, Archivo del CCER, 17 de junio de 1954. El número de socios se puso de relieve en una nota del presidente del CCER a la secretaría de transportes, Archivo del CCER, 28 de julio de 1948.

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de la agrupación no sólo se correspondía a la consolidación de las estructuras organizativas sino también al sostenimiento de ese “buen comportamiento tradicionalista”. Esas premisas fueron las que se propagaron desde El Rodeo hacia las instituciones incipientes que solicitaban su colaboración en el proceso de formación y su participación en los variados eventos que iban realizando. Los centros tradicionalistas El Fogón de Tigre, Los Rastreadores de Merlo, La Telesita de Ciudadela, Ricardo Güiraldes de Luján, por ejemplo, eran algunas de las instituciones que convidaban al CCER para “jerarquizar” sus festejos.21 Al mismo tiempo, los miembros de esas agrupaciones enviaban representantes a las celebraciones organizadas por la institución “madre”.22 Así, se iba consolidando un entramado tradicionalista que se exacerbaba a partir de los continuos intercambios. Esa red que conectaba “gauchos” de diversos puntos de la provincia se constituyó como elemento embrionario de lo que sería la Federación de Centros Tradicionalistas de la Provincia de Buenos Aires.23 En 1952, Pedro Archain, el presidente de El Fogón de Tigre le envió un comunicado de agradecimiento a su par del CCER. En la nota se ponía en evidencia una solicitada anterior en la cual los tradicionalistas de la zona norte bonaerense le habían realizado un expreso pedido del estatuto de la institución y del reglamento interno para los socios en pos de ajustar su funcionamiento.24 El pedido de El Fogón evidenciaba no sólo la necesidad de regular los engranajes internos del centro tradicionalista, sino también la consideración de El Rodeo como un espacio cristalizado en su organización que serviría de referencia en tanto sustentaban su trayectoria más de diez años evocando la “tradición” en la zona. La repercusión que fueron tomando sus actividades trascendieron los límites provinciales. El mismo año, la comisión directiva recibió una nota firmada por Mercedes Ortiz, una vecina de la localidad de Mercedes en la provincia de San Luis, quien le solicitaba ayuda a los “gauchos” ante la inquietud de algunos habitantes de esa ciudad que pretendían formar un centro tradicionalista. Ante el desconocimiento de la metodología empleada para llevar adelante esa empresa, les pedía que la informaran de los “principales lineamientos” que seguía la institución y apelaba a la amabilidad de la comisión para que le enviaran el estatuto y las reglamentaciones primarias.25 Ese “modelo” que constituía la agrupación fundada en Santos Lugares también se puso de relieve a partir de la difusión que le otorgaban quienes participaban en sus eventos. Por ejemplo, un amigo de los miembros de la comisión, en particular de Fito Binaghi por lo que se advierte en la correspondencia, tenía morada en la provincia de Córdoba pero en sus sucesivos viajes a Buenos Aires se hacía presente en las fiestas de El Rodeo. Así, trasladó la organización, con el formato de programa y el orden de números que había recopilado, a la localidad cordobesa de Bulnes. Según testimoniaba en una carta, las fotografías también ayudaron para reproducir la “fiesta criolla” con los estándares incorporados en las celebraciones del CCER.26 En efecto, los vínculos trazados desde el centro tradicionalista, fuese de manera orgánica o de modo individual, compusieron un factor fundamental 21 Ver, por ejemplo, la invitación del Círculo Criollo La Telesita con motivo de su tercer aniversario, Archivo del CCER, 22 de diciembre de 1953. 22 Ver comunicado del Centro Tradicionalista Los Rastreadores de Merlo a la comisión directiva del CCER, Archivo del CCER, 9 de diciembre de 1953. 23 Si bien excede la cronología de este estudio, corresponde señalar la fundación de esa federación en septiembre de 1969. Con el impulso del CCER, se juntaron doce centros tradicionalistas de la provincia e institucionalizaron sus vínculos proclamando: “Nuestra confianza en Dios, nuestra meta la Patria misma, nuestra patrona la Virgen de Luján”. Ver, acta de fundación, Archivo del CCER, 6 de septiembre de 1969. 24 Comunicado de Pedro Archain, presidente del Centro Tradicionalista El Fogón, al presidente del CCER, Archivo del CCER, 9 de abril de 1952. 25 Nota de Mercedes Ortiz al presidente del CCER, Archivo del CCER, 10 de abril de 1952. 26 Carta de Ángel Balmaceda desde Río Cuarto, Córdoba, a Fito Binaghi, Archivo del CCER, 19 de agosto de 1951.

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para comprender su expansión que, al mismo tiempo, conllevaba la difusión de una representación particular del gaucho y la tradición nacional. ENTRE MARTÍN FIERRO Y PERÓN. EL PROTAGONISMO DE LA IDENTIDAD PERONISTA EN EL FUNCIONAMIENTO DE EL RODEO Los nexos del CCER con la política, en los primeros años desde su fundación, se caracterizaron por una cierta “neutralidad” que se evidenciaba en la ausencia de juicios axiológicos sobre el desarrollo de los gobiernos. De hecho, sus contactos con los políticos se remitían a su ámbito municipal y, en general, se circunscribían a solicitudes de permiso o consultas reglamentarias.27 Sin embargo, la emergencia del peronismo trastocó el funcionamiento de esa agrupación que declaró su adhesión al proyecto de Perón desde los comienzos. La identificación peronista de los “gauchos” desarrolló una sistemática evocación discursiva e iconográfica. La figura de Perón se convirtió, en ocasiones, en un elemento tan protagónico como el gaucho y la tradición. En el Rodeo se produjo una construida síntesis entre peronismo y tradición que tuvo su correlato en la dirigencia política del período. Por su parte, el gobierno peronista apeló a la narrativa tradicionalista y reprodujo la representación del gaucho no sólo como símbolo de la identidad nacional sino como arquetipo de trabajador rural. Los archivos conservados en la sede del centro tradicionalista permiten identificar los canales de circulación que tuvieron los discursos adherentes a las políticas peronistas. Esa opción partidaria que realizaba la agrupación de modo orgánico no dejaba intersticios, o al menos no que figuraran en sus documentos, para las expresiones de oposición a las presidencias de Perón. Por el contrario, los socios del CCER dejaron constancia de su condición de “gauchos peronistas” tanto en los niveles de comunicación privada como en las manifestaciones públicas. Al repasar la correspondencia que los integrantes de la comisión directiva sostenían con otros tradicionalistas se ponía de relieve la identidad peronista compartida. En el intercambio con Ángel Balmaceda, el “representante” del CCER en Córdoba quien llevaba los formatos y programas de la fiesta a las celebraciones que se realizaban en los pueblos que transitaba, abundaban las exaltaciones a Juan Perón que eran respondidas por el secretario Orlando Binaghi. Fuese para confirmar la importancia del Día de la Lealtad –efeméride peronista que conmemoraba el respaldo popular hacia Perón manifestado el 17 de octubre de 1945- o para celebrar las victorias electorales del partido, las epístolas dejaban constancia de la mutua filiación.28 Otro de los elementos que se destaca, al revisar la documentación que conformaba un corpus privado de cartas y notificaciones, es una solicitud de incorporación de socio. En la nota fechada el 19 de septiembre de 1951, Andrés Martínez, por lo que expresaba en el escrito vecino de la Capital Federal, pedía incorporarse como miembro al CCER. En su solicitada, que estaba dirigida al presidente de la institución, argumentaba: “De acuerdo a mis profundas convinciones (sic) de las patrióticas y muy criollas ideologías en que se nutre el Círculo que usted preside es que le ruego consederme (sic) el alto honor de ser socio activo…”. Luego de la introducción, pasaba a realizar una suerte de presentación “legitimadora” para formar parte del centro tradicionalista. En esa línea, además de adjuntar el dinero correspondiente a la inscripción y los primeros dos meses, el postulante se jactaba de haber nacido en Yapeyú, “tierra del grandioso Capitán de los Andes, José de San Martín”. Al finalizar su nota, se hacía explícita la anticipada comunión ideológica, Martínez concluía: “¡Viva la Patria! ¡Viva el Gran Capitán de los Andes Don José de San Martín! ¡Viva Perón! y ¡Viva El Rodeo!”.29 Algunos puntos significativos del

27 Ver, por ejemplo, comunicado de la Intendencia de San Martín al CCER, Archivo del CCER, 4 de septiembre de 1942; Carta del socio Sol Mentaste a la comisión directiva del CCER, Archivo del CCER, 19 de diciembre de 1941. 28 Ver, por ejemplo, Carta de Ángel Balmaceda a Fito Binaghi, Archivo del CCER, 17 de octubre de 1952; Carta de Ángel Balmaceda a Fito Binaghi, Archivo del CCER, 26 de abril de 1954. 29 Nota de Andrés Martínez al presidente del CCER, Archivo del CCER, 19 de noviembre de 1951.

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petitorio esbozado ameritan ser destacados. El interesado en asociarse reconocía dos caracteres centrales en la institución de Santos Lugares: en primer lugar, focalizaba en el componente “patriótico” al que se mostraba adherido a partir de las loas a San Martín; en segundo lugar, remarcaba la tendencia peronista de la agrupación. Esa identificación estaba delineada para El Rodeo como entidad y no hacía referencia directa a alguno de sus componentes. Por otra parte, la convicción de finalizar su solicitud vivando a Juan Perón lejos de remitir alguna incertidumbre con respecto a su aceptación, parecía utilizarse en pos de confirmar los “intereses en común”. En efecto, el futuro socio había adjuntado el dinero lo que dejaba pautado que presumía su incorporación. Al postulante citado no le faltaban motivos para reconocer el componente peronista de esos “gauchos”, ya que se habían ocupado de manifestarlo públicamente en diferentes ocasiones. En la ornamentación de su sede, al menos desde 1948, se exhibían en su secretaría: un cuadro de Juan Perón; uno de menor tamaño junto a su esposa, Eva Duarte, y diversas firmas y autógrafos del Presidente de la Nación.30 Por otra parte, algunos registros de su participación en actividades masivas también confirmaban su filiación política. En 1952, Diego Carozzo cedió la presidencia del CCER a Vicente Velaz, un socio de marcada antigüedad que formaba parte de la comisión directiva desde la década del cuarenta, oficiando como tesorero. El “vasco”, como lo llamaban los “gauchos”, fue uno de los organizadores del homenaje del campo a Perón que llevó adelante la Federación Argentina de Seccionales Agrarias. En su calidad de vicepresidente de la institución, Velaz impulsó el agradecimiento por la ley de jubilación y el estatuto del peón en 1955. El máximo dirigente del CCER fue el encargado de entregarle al Presidente una caña india con los colores argentinos. En el evento, Velaz declaró: “Perón es como decir padre de la Patria, ejemplo de la argentinidad […] ser peronista es un orgullo y demostrarlo es un honor”.31 Si bien el tradicionalista no había asistido en nombre de El Rodeo, la marcada identidad política de la cabeza de la agrupación se expandía en las actividades orgánicas de la misma. Unos años antes de la demostración del campo, una crónica periodística de una publicación zonal daba cuenta de otra manifestación pública, en ese caso de manera institucional, de los “gauchos” de El Rodeo. En el artículo se describía una peregrinación a Luján cuyo motivo principal recaía en “rogar” por el “feliz cumplimiento del Segundo Plan Quinquenal”. Fito Binaghi, quien llevaba adelante la manifestación, dirigió unas palabras en una de las paradas realizadas en Merlo, frente a un busto de Eva Perón. Allí se vitoreó al Presidente y a su difunta esposa y se concluyó cantando, con la adhesión de numerosos vecinos -según la reseña del periódico-, la marcha “Evita Capitana”.32 Lo que se visualizaba desde el diario se corroboraba en la documentación interna del círculo criollo. De acuerdo a los agradecimientos recibidos, El Rodeo se puso al servicio de la difusión del Segundo Plan Quinquenal. En 1953, el Partido Peronista de Moreno destacaba su participación en un acto de divulgación de ese proyecto político.33 Además de su intervención en ese evento, la comisión directiva hizo explicita su adhesión en un telegrama enviado al Presidente de la Nación. Ese gesto de los tradicionalistas generó la respuesta del auxiliar de la Secretaría Privada, Juan Mollo, quien les expresaba: “por encargo del Excmo. Señor Presidente, se complace en expresarle sincero agradecimiento, extensivo a los integrantes de esa entidad por la adhesión

30 Informe de Francisco Ríos a J. Carbajal, copia en Archivo del CCER, 6 de septiembre de 1948. 31 Recorte periodístico “Demostración del agro a Perón”, s/n, Archivo del CCER, libro de prensa, marzo de 1955; Democracia, “Acampo en la ciudad el trabajador de la buena tierra”, Archivo del CCER, libro de prensa, marzo de 1955. Ver comunicado de la Federación Argentina de Seccionales Agrarias a la comisión del CCER, Archivo del CCER, 10 de enero de 1955. 32 Nuevos Rumbos, Merlo-Moreno, 20 de octubre de 1953. 33 Comunicado del Partido Peronista de Moreno al presidente del CCER, Archivo del CCER, 7 de mayo de 1953.

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al Segundo Plan Quinquenal.”34 Otro de los tópicos que emergía de la crónica del diario eran los homenajes a Eva Duarte. Su trágico desenlace disparó una serie de conmemoraciones que se sucedieron en el tiempo y que pusieron de relieve la devoción por su figura que practicaban en El Rodeo. La agrupación participó en misas en su honor y contribuyó con sus danzas, recitados y desfiles en los actos que evocaban sus obras.35 Además, la comisión del CCER se contactaba con dirigentes gubernamentales, generalmente a partir de resoluciones con respecto a los alquileres de los campos de deporte. En esos intercambios, también se explicitaba la identidad peronista. Por ejemplo, en un comunicado al Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Domingo Mercante, se destacaba la “justicia social” del gobierno y se celebraban los frutos de la “revolución gloriosa del 4 de junio” en tanto “conocía de nuestras tradiciones y nuestras costumbres”.36 En 1953, el CCER participó de las demostraciones criollas al Presidente de Chile, Carlos Ibáñez del Campo. Su intervención le valió el agradecimiento del Ministerio de Salud Pública de la Nación, que en el comunicado reconocía a El Rodeo como un “simpático Círculo Criollo, netamente peronista.”37 Además de los intercambios por situaciones puntuales, desde El Rodeo se solían enviar invitaciones para la asistencia a sus festejos. En 1954, por ejemplo, el vicepresidente de la Nación, Alberto Tessaire, les agradecía a Vicente Velaz y a “todos los integrantes del Círculo Criollo El Rodeo” el convite para la celebración del “Día de la Raza” que había recibido en su despacho.38 En ocasiones, los ofrecimientos eran contestados con la presencia de funcionarios públicos, en particular de los dirigentes municipales con los que el CCER desarrolló mayores vínculos. El fomento de las prácticas tradicionalistas y las reivindicaciones al gaucho como arquetipo de las mismas no se expandió como una fuerza unidireccional apuntalada desde los círculos criollos hacia los políticos peronistas. Las narrativas tradicionalistas empleadas por el peronismo compusieron, más bien, un desarrolló recíproco con los intereses manifestados por El Rodeo desde el momento de su constitución. A partir del impulso otorgado por el decreto presidencial 3.454 para nacionalizar la Fiesta de la Tradición en 1948, las celebraciones realizadas por esa efeméride experimentaron un progresivo proceso de “peronización”. En 1949, por ejemplo, el Presidente habló por la Red Argentina de Radiodifusión homenajeando el natalicio de José Hernández y en la Plaza de Mayo se encendieron los fogones de la tradición complementando la escena con las estrofas del Himno Nacional Argentino.39 Cinco años después, la celebración se prolongaría a una semana con diversos números artísticos. Con la adhesión del Partido Peronista y de la Juventud Peronista, entre otras agrupaciones políticas, que organizaban conferencias sobre la tradición para difundir en sus unidades básicas, la fiesta culminó con el desfile gaucho presenciado por Juan Perón desde el balcón de la casa de Gobierno. Las

34 Comunicado de Juan Mollo, Presidencia de la Nación, Secretaría Privada al presidente del CCER, Archivo del CCER, 12 de junio de 1953. La adhesión al Segundo Plan Quinquenal quedaba expuesta, también, en una invitación del Centre de Residentes Entrerrianos en Buenos Aires para realizar un festival folklórico en homenaje al Día de la Tradición. En ese convite se apelaba a la comunión de intereses con el proyecto de Juan Perón para fomentar su participación. Archivo del CCER, 11 de noviembre de 1954. 35 Ver, por ejemplo, comunicado del Partido Peronista, Unidad Básica de Haedo Norte, Archivo del CCER, 3 de julio de 1952; Comunicado de la Comisión de Festejos de la Tradición de la Municipalidad de Morón, Archivo del CCER, 31 de julio de 1952; Comunicado de la Cruz Roja Argentina, filial Caseros, Archivo del CCER, 209 de mayo de 1953. 36 Comunicado de la comisión directiva del CCER a Domingo Mercante, Archivo del CCER, 28 de junio de 1947. 37 Comunicado de Federico Pelaia, Ministerio de Salud Pública de la Nación al secretario del CCER, Archivo del CCER, 7 de agosto de 1953. 38 Comunicado del Vicepresidente de la Nación, Alberto Tessaire, al presidente del CCER, Archivo del CCER, 7 de octubre de 1954. 39 El Pueblo, 11 de noviembre de 1949, p. 4.

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banderas argentinas que portaban los tradicionalistas flamearon, en esa ocasión, no sólo al compás de la “canción patria” sino también al ritmo de la marcha peronista.40 Junto con las manifestaciones públicas y masivas que pretendían identificar al movimiento peronista con los “gauchos argentinos”, una serie de conferencias y producciones escritas tributaban esa identificación. Además de las publicaciones que trazaban puentes de conexión entre el gaucho, en tanto trabajador rural, y el peronismo, durante el mandato de Juan Perón se pronunciaron algunas alocuciones auspiciadas por organismos oficiales que contribuyeron a esas interpretaciones. En 1950, la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, organismo a cargo de Raúl Apold, encargado de la producción y distribución de la propaganda peronista, publicó un breve libro titulado Dijo Martín Fierro, con la pretensión de actualizar el carácter denunciante de la obra.41 En ese caso, se recuperaba el contenido de crítica social y se afirmaba: “sus palabras [las de Martín Fierro] son como un llamado de alerta para que en la Argentina de hoy –la de la justicia social, la de la soberanía política, la de la libertad económica, la de Perón- no vuelva a ser en ningún orden la Argentina de ayer.”42 El mismo organismo, junto con el Ministerio de Educación, organizó para ese año una conferencia a cargo del poeta argentino Horacio Rega Molina. El orador era un escritor y periodista de marcada filiación peronista, colaborador del diario El Mundo, y autor de numerosos textos literarios.43 Con el título “Proyección social del Martín Fierro” se revitalizaban las palabras del gaucho y se revisitaban las condiciones de explotación y persecución en la campaña bonaerense. Ese cuadro de situación le permitía al autor tejer lazos de continuidad con la situación de injusticia social que habría pervivido hasta el gobierno de Juan Perón. Según su interpretación, la tercera y última parte del poema quedaba escrita en la jornada del 17 de octubre de 1945, en tanto el “pueblo” que se manifestó se consideraría “heredero de la inspiración y la fe” que el autor había impreso en su texto.44 La argumentación del discurso se correspondió fielmente en la tapa que introdujo su transcripción:

40 El Pueblo, 15 de noviembre de 1954, p. 8. 41 Ver, Mirta Varela, “Le péronisme et les médias: contrôle politique, industrie nationale et gôut populaire”, en Les Temps des Médias. Révue d´histoire, n° 7, Paris, Hiver, 2006-2007, pp. 48-63. 42 Lo que dijo Martín Fierro, (sin datos de autor), Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1950, pp. 3-4. 43 Ver, entre otros, Horacio Rega Molina, Patria del campo, Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1946; Sonetos de mi sangre, Buenos Aires, 1951; Antología poética, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1954. 44 Horacio Rega Molina, Proyección social del Martín Fierro, Buenos Aires, Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, 1950, p. 6.

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En la imagen se percibe de modo contundente que la “proyección social” de Martín Fierro y, a partir de él, de todos los “gauchos trabajadores rurales”, quedaba garantizada en la figura de Juan Perón. El contorno de su rostro pareciera acompañar ese trayecto hacia el futuro que se sustentaba, como lo confirmaba el texto, en las tres banderas partidarias anteriormente reseñadas. Otras conferencias se produjeron en los años siguientes con el mismo esquema interpretativo, planteando al gaucho Fierro, no sólo como modelo de lucha contra las injusticias sino como estándar de hombre.45 La confluencia entre las intervenciones “oficiales” –en tanto eran promovidas o auspiciadas por organismos estatales- que propulsaban un discurso conectado a las perspectivas de los tradicionalistas y el CCER se vio plasmado en los nexos consolidados con los intendentes y comisionados que, más allá de sus diversos orígenes políticos, desarrollaron sus funciones bajo la égida del peronismo.46 La ligazón más fuerte de todo el período la establecieron con el intendente de Morón, César Albistur Villegas. El ex radical sostuvo una proximidad notoria con los miembros de El Rodeo. El dirigente municipal asistía a los “fogones criollos” que ofrecía el centro y los agasajaba de manera recurrente con asados o visitas por la zona.47 En esa interacción se fue gestando una relación que, a los fines utilitarios, resultaba apetecible desde los dos lados. La intendencia contaba con los “gauchos” y sus números deportivos y artísticos para los eventos encargados de ensalzar sus

45 Ver, por ejemplo, Raúl de Ezeyza Monasterio, “Martín Fierro”, Conferencia pronunciada en el salón de lectura de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1951; Alberto Oteiza, Aspectos sociales y psicológicos del Martín Fierro, Eva Perón, Buenos Aires, 1955. 46 Se tornaría extenso realizar un pormenorizado repaso por los vínculos que desarrollaron los “gauchos” del CCER con los dirigentes municipales de la zona. Para reseñar se dirá que intercambiaron solicitudes de participación, donaciones, homenajes y salutaciones varias con los municipios de San Martín, de Luján, de San Isidro y de la Matanza. Ver, entre otros, Comunicado de la Intendencia Municipal de Gral. San Martín, Archivo del CCER, 6 de diciembre de 1946; Comunicado de la Intendencia Municipal de Gral. San Martín, Archivo del CCER, 9 de diciembre de 1953; Comunicado de Iris Primo Cassano, Intendente de Luján, Archivo del CCER, diciembre de 1953; Comunicado de la Municipalidad de La Matanza, Archivo del CCER, noviembre de 1954. 47 Comunicado de Albistur Villegas al CCER, Archivo del CCER, 3 de noviembre de 1954; Comunicado de la Intendencia de Morón al CCER, Archivo del CCER, 17 de mayo de 1954.

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obras de gobierno.48 Por su parte, para el CCER resultaba un firme auspiciante de todo evento tradicionalista que no sólo jerarquizaba con su presencia sino que ponía a disposición un grupo de empleados municipales para la organización, como fueron las comisiones que programaron los festejos del Día de la Tradición.49 La figura de Villegas fue insoslayable en el repaso de la red vincular política-peronista que supo tejer El Rodeo. Su trayectoria al frente del municipio de la zona oeste bonaerense estuvo marcada por un estrecho vínculo con los sectores dirigentes de la Iglesia católica zonal, elemento que también significó un punto de acercamiento con los tradicionalistas.50 A MODO DE CONCLUSIÓN La adhesión política que manifestaron los tradicionalistas reseñados no constituyó una experiencia exclusiva del CCER. Oscar Chamosa, en su estudio sobre la expansión del folklore, señala otros centros tradicionalistas del interior del país que se promulgaron apoyando al peronismo en el período aquí estudiado, por ejemplo, la entidad tucumana “Los Gauchos de la Nueva Argentina”.51 Sin embargo, el caso de El Rodeo -a partir de la conservación de su archivo- posibilita un análisis complejo de los engranajes que se pusieron en funcionamiento para erigirse como una institución tradicionalista y peronista. Es menester resaltar que los intereses primarios de los “gauchos” no remitían a ejercer un proselitismo político, empero, la síntesis producida en su dinámica interna tornó porosas las fronteras entre la exaltación de la tradición pampeana y las proclamas laudatorias para el gobierno de Perón. En el CCER, la “proyección social del Martín Fierro” se materializó en las manifestaciones públicas y privadas que la cúpula dirigente puso de relieve. De ese modo, la perspectiva oficial de consolidar una Argentina “creadora de cultura” que propiciaba la intensificación de las vivencias tradicionalistas, encontró su correlato en los miembros de El Rodeo.52 Es decir, por un lado Perón se aproximó al “gaucho” en tanto trabajador rural. En efecto, lo presentaba como uno de los sectores “redimidos” por la “justicia social” y los identificaba con sus descamisados.53 Por otro lado, los tradicionalistas que se caracterizaban como gauchos en el CCER, retribuyeron esa aproximación y desplazaron la figura del presidente de la nación al centro de la narrativa y de la iconografía institucional hasta 1955.

48 Ver, por ejemplo, la invitación para celebrar sus tres años de gestión, Archivo del CCER, mayo de 1951, o el convite a la inauguración de nuevas obras, Archivo del CCER, 15 de abril de 1953. 49 Ver el comunicado de la Comisión de Festejos del Día de la Tradición, Municipalidad de Morón, al CCER, Archivo del CCER, 10 de octubre de 1950. 50 Sobre el derrotero político de César Albistur Villegas, ver, Andrés Llinares, Actor y testigo, César Albistur Villegas, Ediciones del Oeste, Buenos Aires, 1999. 51 Oscar Chamosa, Breve historia del folclore argentino (1920-1970), identidad, política y nación Edhasa, Buenos Aires, 2012, p. 145. 52 En Radio del Estado, el 12 de junio de 1947, se pronunció una alocución del programa de la Unión Argentina de Trabajadores Intelectuales, que confirmaba el carácter telúrico de la cultura impulsada por el gobierno de Juan Perón, ver transcripción en, Francisco Timpone comp., Día de la Tradición y monumento al gaucho, antecedentes legislativos, Honorable Senado de Buenos Aires, La Plata, 1948, p. 93. 53 el Presidente de la Nación, en ocasión de fundamentar el proyecto de ley para emplazar un monumento a la figura del “descamisado”, lo identificaba al gaucho en el proceso de organización nacional y tendía la continuidad con el pasado: “Ese descamisado que fue carne de cañón en la Independencia, que fue el gaucho de las cuchillas y las chuzas en la organización nacional y el mismo que después levantó los edificios e hizo grande la patria…”. Ver, Juan Perón y Ángel Borlenghi, Fundamentos del proyecto de ley del monumento al descamisado, tomo V, CDDS, Buenos Aires, 1946, p. 391. Otra ligazón entre la figura del gaucho y el descamisado se presentó en un libro publicado en 1955. El primer capítulo de la obra se denominaba “Martín Fierro, primer descamisado”. En pos de oponer al protagonista al “régimen oligárquico burgués” se pretendía legitimar la identificación en los versos del poema de José Hernández: “yo no tenía ni camisa, ni cosa que se parezca; mis trapos sólo pa yesca, me podían servir al fin.” Ver, José Bertotto, Mi amigo Martín Fierro, Librería Ruiz Editorial, Rosario, 1955.

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A partir del golpe de Estado, las comunicaciones y los testimonios que se registran en el archivo del círculo criollo dan cuenta de lo que se consideraba “un tiempo difícil” en términos políticos. Sin embargo, ni las actividades, ni los contactos con los intendentes de los municipios cercanos, se paralizaron. Desde esos años, la agrupación experimentaría un regreso al silencio político que caracterizó sus tiempos fundacionales. En esa actitud pareciera haber primado su objetivo originario de difundir “en cualquier tiempo” la “tradición nacional”. Como demostró su derrotero posterior, la exaltación del gaucho que profesaban los socios del CCER trascendió la caída del peronismo. Las prédicas tradicionalistas y las reconfiguraciones sobre el “gaucho” evidenciarían su pervivencia ante las mutaciones políticas.

Fecha de recepción: 18 de abril de 2015 Fecha de aceptación: 17 de julio de 2015

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