Los Estados Unidos y América Latina (1930-1965)- Hernán Ramírez Necochea

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HERNAN RAMIREZ NECOCHEA Dr. Se. PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE aDLB LOS EST A DOS UNIDOS y AMERICA LATINA (1930.1965) ES PROPIEDAD EDITORA AUSTRAL I. TD" SANTIAGO-CHlLH. 19M l NSCRIPC IO N N':' : ,H .-zn EDITORA AUSTRAL 1965

Transcript of Los Estados Unidos y América Latina (1930-1965)- Hernán Ramírez Necochea

  • HERNAN RAMIREZ NECOCHEA Dr. Se. PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE aDLB

    LOS ESTA DOS UNIDOS

    y AMERICA LATINA

    (1930.1965)

    ES PROPIEDAD EDITORA AUSTRAL I.TD" SANTIAGO-CHlLH. 19M l NSCRIPC IO N N':' :,H .-zn EDITORA AUSTRAL

    1965

  • INDlCE

    ~ITULO 1

    EL IMPERIALISMO ENTRE LA CRISIS Y LA GUERRA (1929-1945) , 1. De la crISIS al fascismo. 9 2. Am&ica Latina y la situaci6n mundial 19 3. La segunda guerra mundial 26

    CAPITULO II

    DE LA MALA A LA BUENA VECINDAD ., 33

    1. Modificaci6n de procedimientos del Imperialismo en Am6tlca Latina.. 33

    2 . La Poltica de Buena Vecindad . 38

    CAPITULO nI

    IMPERIALISMO Y GUERRA FRIA 11

    1. Algunas consecuencias de la segunda JUCrra mundial . . . 11

    2. Concentracin do) sistema imperialista llUlDdial: 01 superimperiali5mo norteamoricano. 15

    3. Los defensora de la domocracia. de la libertad ,. do la paz . 89

    4. Ocaso' del imperialismo 104

    CAPITULO IV

    AMERICA LATINA y EL OCASO IMPERIALISTA 131

    l. Am6rica Latina ea el nuovo mbito del imperialismo norteamericano. . . 131

    2. Nuovos eonteDidos del sistema interamoricano 146 3. Retomo a formas primuias de areeiviclad

    ~~a l~ ... Subordinacin militu y cultural do Am6rica

    LItina 18J

  • CAPl'fULO V '~ LUCHA EMANCIPADORA LATINOAMERICANA Y REACCION IMPERIALISTA. . 193

    1. La Revolucin Cubanr. 193 ,~ 2. Alianza para el Progreso e Intervencin Co

    lectiva : diplomacia del dlar y polltica del gran garrato modernizadas . 216

    PALABRAS FINALES . . 291

    MIRANDO HACIA EL FUTURO 291

    CAPITULO 1

    EL IMPERIALISMO

    ENTRE LA CRISIS

    Y LA GUERRA

    (1929-1945)

    1. DE LA CRISIS AL FASCISMO.

    La dcada del 30 se inicia en forma dramtica. Las esenciales contradicdones del rgimen capitalista tuvieron la ms violenta explosin de toda su historia, provocando una crisis econOmica sin precedentes por su magnitud y hondura. "La prostitucin de la prosperidad a las exigencias de los lderes financieros que slo buscaban grandes e inmediatos benefidos especulativos; el desvalijamiento de los negocios por medio de la compaia controladora; el fracaso para asegurar y perpetuar el poder de compra de las masas mediante salarios adecuados y justos, asf como por un trato adecuado a los granjeros; el incremento de los gastos extraordinarios o generales y la distribucin de las deudas debido a das tendencias especulativas de los financieros; la evasin de un justo sistema de

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  • contribuciones basado en el principio lgico de la capacidad para pagar", 1 constituyeron slo aspectos externos de un fenmeno ms fundamental e inevitable: la presencia de contradicciones insuperables en el seno mismo del sistema capitalista, contradicciones que se manifiestan cotidianamente, pero que en forma peridica asumen la forma de deteriorantes de presiones. Todos los pases, excepto la Unin Sovitica,

    sintieron el impacto demoledor de ese proceso.Los Estados Unidos, la ms vigoros'a y potente estructura capitalista, caen de una prosperidadque se consideraba eterna, y que culrnm en 1929, a los abismos de la depresin. Alli, explica Louis M. Hacker, Profesor de Economa en la Universidad de Columbia, "durante 1929-32, 85.000 negocios quebraron; la renta nacional declin de 87.400.000.000 de dlares a 41.700.000.000; la renta agrcola se redujo a la mitad. .. la renta del trabajo declin 40%. En marzo de 1933 (con el promedio mensual de 1923-25 como 100), el ndice de la produccin industrial alcanz a 61. Haba a lo menos 15.000.000 de cesantes". 2 Algo semejante a lo descrito en los Estados

    Unidos, ocurri en Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Japn, etc. Como consecuencia de la crisis y de la horren

    da penuria social que ella engendr, la lucha de clases del proletariado alcanz niveles impresio

    1 Harr~' Elmer Barnes: Historia de la eeonomla del mundo occidental hasta prinCipios de la segunda guerra mundial. Pg. 814. 2 Louis M, Hacker: American capitallsm. rlJ!~. 7778, Las

    cUras correspondientes a la cesantia. llegaron Beg1U1 otras fuentC's a 17.000.000. sin contar varios mlDones de trabajadores que quedaron en situacin de semlcesantes. ya que s6lo Be les ocupaba durante cortas jornadas diarias o semanales (parttime ...orkers).

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    nantes; los trabajadores de toda condicin, con renovados fmpetus, exigian ocupacin, subsidios para los cesantes, leyes de seguridad social, etc. Es decir, la crisis junto con exponer la debilidad intrnseca del capitalismo, comenz a crear una coyuntura revolucionaria singularmente ~ligrosa para la subsistencia misma de este regimen. La agudizacin de las contradicciones entre

    las masas populares y las clases dominantes, oblig a stas a actuar con celeridad para evitar que las perturbaciones econmicas derivaran hacia vastos e incontenibles movimientos sociales que condujeran al colapso integral del rgimen capitalista. En aquellos pases en que la burguesa conta

    ba an con cartas de reserva para controlar la situacin y en que la crisis econmico-social no se convirti en crisis politica profunda, fue posible adoptar medidas de emergencia de carcter reformista. Lanzando por la borda conceptosliberales de politica econmica, promovieron la intervencin estatal ms o menos activa para reavivar las actividades productoras y mercantiles, para auxiliar a. los cesantes y para tratar de restaurar la normalidad. Todas estas medidas eran esfuerzos encaminados a robustecer el capitalismo en un momento en que mostraba sus flaquezas y la caducidad de su estructura; tendan a encauzar la lucha de clase de los trabajadores por senderos inocuos para el capitalismo; todas se orientaban a impedir que de la crisis econmica se pasara a una crisis revolucionaria. Un buen jemplo de este reformismo en accin fue el New Deal establecido por el Presidente Franklin D. Roosevelt; tal poltica, no obstante sus proclamadas intenciones progresista, slo sirvi al capitalismo para recuperarse; "no constituy una victoria del Gobierno

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  • l~

    /'"""

    IObre loa hombres de negocios (ni del pueblo sobre el capitalismo, agregamos nosotros) sino, por el contrario, una sumisin a los mismoa".] En aquellos pases, Ct'lInO Alemania, en que las

    clases dominantes no pudieron mantenerse en el poder con los antiguos mtodos democrticoburgueses, donde resultaban imposibles las medidas reformistas ante el formidable ascenso revolucionario del pueblo, la burguesa se lanz porel camino del fascismo .. Alemania sufri con singular intensidad el caos

    econmico que prevaleca en el mundo. Ese pafs fue el centro de las ms violentas contradicciones del campo imperialista. AlU el movimiento obrero revolucionario, dotado de gran solidez, eXFerimentaba vigoroso y constante desarrollo; alh, los grandes monopolios, frustrados en sus expectativas de expansin imperialista como efecto de la primera guerra mundial, estaban posedos por ardientes anhelos de revancha que se expresaban en un nacionalismo belicoso, en la consigna de revisar el Tratado de Versailles y en el deseo de establecer un rgimen politico que, por una parte, aplastara al movimiento obrero y, por la otra, diera al constreido imperialismo germano posibilidades seguras de expansin. Por todo esto, la crisis econmica fue acompaada de una crisis de la estructura poltica de la Repblica de Weimar. Alemania neg a ser, entonces, el eslabn ms

    dbil del sistema capitalista mundial, eslabn que poda romperse para abrir paso al socialismo. Esta probabilidad puso en frentica accin a las clases dirigentes alemanas -grandes monopolistas y terratenientes. Por ello, recurrieron a una infernal carta de reserva: alentaron al

    1 Barry Elmer Barnes: ob. clt. PAgo 817.

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    roo y, finalmente, en 1933, instauraron el gimen de Hitler. I fascismo entra a la historia como un mo

    vlmjpoto agresivamente defensivo del capitalismo. rlpgHnado $l. Unlledir -con el uso de la ms dpsniadada, sistemtica e imlllacable violenciA(lilE' )a clase obrera pudiera llevar hasta Ins ltimas consecuencias la lucha de clases. El fascismo se nutri de las asniraciones sustentadas nor los sectores ms belicosos de la burguesla. Recogi toda suerte de elementog rel'lccionarios V los amalgam en monstruosa sntesis. Aliment resentbnientos ocasionados por la fonna como fue resuelta la {)rimera guerra mundial y foment6 el esnritll de revancha. Atra;o a sectores polticamente inmadnros ---es"!lectalmente a las pl'luperizadas V desorientadas canas medias-con el seuelo del "socialismo nacional". Viejos y muy V8iros conceptos como "raza", "nacin", "recuoeracin nacional". "desarrollo de la comunidad nacional", "jerarqua" y "orden", aue tenan una connotacin poltica eminentemente reaccionaria en el lenguaje de los idelogos tradicionalistas, fueron artificiosamente mezclados con los conceptos "revolucin", "socialismo", "superacin de anacrnicos antagonismos entre capital y trabajo", "ni capitalismo ni comunismo". "gobierno de los trabajadores", etc. Y asi se constituy el nacionalsociaJismo, la ms cavernaria ideologia que hasta hoy ha existido, ideologa que rindi culto a la fuerza.. que defonn y condujo a extremos enfennizos la natural conciencia nacional de los pueblos, que esthnul brutales odios raciales, que neg validez a todos los principios sustentados por las doctrinas politico-sociales ms avanzadas y que, sobre todo, hizo del anticomunismo su razn de ser, su fundamento y su finalidad primordial.

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  • Con tan menguado CUaDto abigarrado bagaje de ideas, y apelando de manera constante a los ms bajos y primitivos instintos, el fascismo realiz lo que Hermann Rauschning ~x jefe nazi del Gobierno de Dantzig- denomin la "revolucin conservadora".l En la historia del imperialismo, el fascismo

    adquiere la dimensin de un gigantesco esfuerzo que realizan naciones imperialistas insatisfechas o frustradas para producir una redistribucin del mundo a expensas de los imperialismos satisfechos y de los pueblos oprimidos por la dominacin imperialista. Para ello, "todas las energias de la nacin se dirigen en lo sucesivo al rearme; cualesquiera otras consideraciones de poltica econmica y social, se subordinan al propsito dominante de brar y ganar una nueva guerra imperialista".: Es posible reconocer que en Memania el fas

    cismo constituy una forma de solucin capitalista a la crisis que padecia este rgimen. Con su campaa ferozmente anticomunista. con el terrorismo lanzado eontra el movimiento obrero, levantando campos de concentracin, mixtificando sistemticamente y recurriendo de modo permanente a los ms deleznables e inhumanos procedimientos. el fascismo hitlerista consolid el poder de los grandes monopolios -Krupp,Farben, etc. Los intereses del pueblo quedaron totalmente subordinados a los requerimientos expansionistas del imperialismo; la consigna de "producir caones en vez de mantequilla" es reveladora. Precisamente por esto. porque Alemania qued convertida en una gran fbrica de armamentos y en un gigantesco cuartel en pie

    Hermano Rauachnln.: 'l'he eonaervative re\'oluUon. 2 l -'.ul Al. SWC2:Y: Teorla del desarrollo capitalista.. l 'A. 367.

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    de guerra, es que el fascismo cre una situacin internacional nueva, particularmente tensa. que tuvo su dramtica culminacin en la ms horrenda matanza y en la ms devastadora conflagracin que conoce la historia: la segunda guerra mundial. Sobre la base de 10 expuesto, cabe afirmar

    -en pocas palabras- que el advenimiento del fascismo en Alemania, su existencia en Italia y sus irrecusables manifestaciones en Japn y otros pases, constituy el surgimiento de imperialismos que rivalizaban abiertamente con potencias imperialistas como los Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia, Holanda y otras que se hablan repartido el mundo, haban estabilizado posiciones, gozaban de indiscutida preeminencia y usufructuaban de la explotacin a que tenian sometidos a paises coloniales y semicoloniales. En el campo imperialista, se suscitaron as nuevos y enrgicos antagonismos que se expresabancon rudeza en todos los terrenos y que se encubrian tenuemente con ropajes ideolgicos y polit icos. Mientras los imperialismos satisfechos podian mantener fundonando instituciones politicas de tipo liberal-burgus, y rendian culto formal a concepciones polticas democrticas que aJ?arecian ligadas a su propia nat'Qralez&, los imperialismos insatisfechos, aquejados por rgentes apetencias. desarrollaban una institucionalidad totalitaria que se ejerca por medio de implacable dictadura. Pero el renaciente imperialismo alemn no

    slo envidiaba las posiciones detentadas por po~ tencias imperialistas antagnicas, sino que tambin codiciaba los vastos y ricos territorios de la Unin Sovitica; para ampliar y fortalecer sus bases materiales de sustentacin, traz su meta: "Marcha al Este". Es decir, BU objetivo

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  • "'fl Il1,b I h.~ graneros de Ucrania, el pel'OIt'O del CaucaBo, las minas de los Urales, etc. POI' esle OllltlVO y tambin por su naturaleza

    I,).d, ( 1 fascismo dio formas al ms acabado I '1,,1 Ideolgico del anticomunismo; se procla

    m il d, f('DSor de la civilizacin occidentl y encubnD la defensa del capitalismo con la idea de que cm preciso sacar a Occidente de su decadencia l1a1:\ evitar que sus "superiores valores cultura.1l'!:I y humanos" fueran arrasados por el comunismo . Colocado en esta posicin, el imperialismo

    alemn pas a ser venerado por todos los reaccionarios del mundo. Pero no slo esto: esos mismos reaccionarios tambin entrevieron la posibilidad de que el desafio que entraaba la resurreccin del imperialismo aAemn pudiera ser satisfecho a expensas de la Unin Sovitica. De ah que el fascismo encontrara adeptos y simpatizantes en los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaa y otros pases. La actitud de estos elementos puede ser brevemente sintetizada en los siguientes trminos: el fascismo tena su justa ra.zn de ser, por lo que, en vez de combatirlo, haba que estimularlo; frente a l haba que observar una poltica de apaciguamiento, brindndole satisfacciones menores en Occidente y alentndolo -en cambio-- a que volcara todo el peso de su agresividad contra la Unin Sovitica.Consecuentes con. este criterio, permitieron que Hitler recuperara el Rhur y anexara Austria, no obstaculizaron a Mussolini en la conquista de Etiopa ni la invasin de China por los japoneses, permanecieron severamente neutrales y pasivos frente a la agresin de que se hizo objeto a la Repblica en Espa.Da y, finalmente, para. abrirle paso hacia Oriente, firmaron en 1938 C'l r ac10 de Munich que asegur a Hitler el do

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    minio sobre Checoslovaquia. En resumen: el imperialismo considerado como sistema mundial, imagin que el imperialismo alemn, en vez de promover una contienda interimperialista, poda quedar plenamente satisfecho con la conquista de la Unin Sovitica. El imperialismo alemn se concert, natural

    mente, con potencias afines. El imperialismo japons abrigaba el designio

    de ser potencia hegemnica en Asia; los imperialistas niDones, elucubrando sobre "la fuerza csmica que une a elementos dirigentes, genera la vida y genera al crecimiento, y que los japoneses llaman Musubi" 1 , luchaban, segn expresa Tatsuo Kawai, por "crear las condiciones que hagan posible que las naciones asiticas se unan en un sistema asitico y vivir una vida asitica":! as, con estos ropajes, en que incluan el elio racial contra el blanco, los grandes capitanes de empresas nipones justificaban una expansin imperialista que "por medio de la emig-racin y la inversin de capital, se dirige prine palmente hacia el continente asitico" . ; En Italia, Mussolini soaba con restaurar el nt:guo Imperio Romano. Teorizaba sobre el im

    TlLri::llismo as: "la tendencia al imperio, es deIr. a la expansin de las naciones, es una maifestacin de vitalidad ; su contrario, la vida dentaria, es signo de decadencia; los pueblos JI.' nacen o renacen son imperialistas" 4 Con(cuente con esto, en el Congreso Fascista de HJ34 deca: "Advierto a aquellas naciones que

    T .t,uo Kawai : l,as finalidade" d e la ex pansin japonesa . ,

  • ya estn satisfechas y a aquellas que ya han logrado su objetivo, que no obstruyan el camino de desarrollo espiritual y expansin econmica de Italia". 1 . Surgi asl esa alineacin de potencias imperialistas conocida como el Eje Roma-BerlfnTokio. Sus propsitos eran osados y ambiciosos: nada menos que producir una redistribucin del mundo. Sin embargo, su objetivo primero apareci claramente expuesto: el Eje se estableci sobre la base del Pacto Anti-Commtern; por consiguiente, su meta inicial era la destruccin de la Unin Sovitica y el aplastamiento del comunismo en esc~a mundial. Bien sablan los fascistas que en la Unin Sovitica y en los partidos comunistas, el fascismo -por todo lo nefasto que significaba- encontrara sus ms tenaces y consecuentes enemigos y la primera barricada opuesta a la consumacin de sus tenebrosos designios. De ahi que el Eje llegara a convertirse en el foco aglutinador de los reaccionarios de todas partes y alentara un movimiento internacional -poseedor de indudable influencia- que predicaba el anticomunismo patolgico y una cruzada destinada a aplastar a la Unin Sovitica. El anticomunismo adquiri una nueva dimen

    sin y mostr su real contenido: antes que nada, era elemento ideolgico manejado por potencias imperialistas como manera de justificar su politica de dominacin mundial. As qued marcada, de una vez para siempre y con caracteres indelebles, la finalidad efectiva del anticomunismo, tanto en sus proyecciones nacionales como internacionales.

    1 Citado por Tatsuo Kawal: ob. cit. PAgo 11.

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    De lo expuesto se deduce que la dcada del 30 DC inicia con una profunda crisis y con una violmta agudizacin de las esenciales contradicciones que presentaba el capitalismo en su fase Huperior y ltima: el imperialismo. Tambin se in fiere que las contradicciones entre los viejos y los nuevos imperialismos tuvieron una derivacin antisovitica y anticomunista. Dicho en otros trminos: en una etapa de la crisis general del capitalismo, el imperialismo demostr poseer una virulencia tremenda que, adems de afectar interiormente al imperialismo como sistema mundial, se proyect amenazadoramente contra el ruco Estado socialista hasta entonces existente: la Unin Sovitica. Todos estos antagonismos fueron insuperables. on ello qued preparado el camino que inexora

    b!emente condujo a los horrores de la segunda guerra mundial.

    AllERICA LATINA Y LA SITUACION MUNDIAL.

    Amrica Latina se agriet profundamente an- te la violenta sacudida de la crisis mundial. La .'Conomla dependiente de sus pases qued reducirla a sus ms bajos niveles de produccin e inlercambio. Una ola de abrumadora miseria se

    ~xlcndi por el continente alcanzando a todos loa trabajadores -obreros. campesinos. empleados, funcionarios civiles del Gobierno, militares, etc.

    agravando indescriptiblemente el pauperismo nico de los pueblos. Quedaron al desnudo las bilidades de un continente potencialmente rico.

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  • que encerraba enormes riquezas y posibilidades de progreso, pero al que la rapaz explotacin imperialista, la supervivencia de fuertes resabios feudales y la indolencia de las oligarquas locales mantenan en bajsimo grado de desarrollo. As, la estructura econmico-social y poltica

    dominante enfrent la, posibilidad de desmoronamiento completo. La ms terrible penuria se extendi por todas partes, planteando con caracteres de urgencia la necesidad de substanciales reformas de la vida econmica y social y l epudiando con energa la 3.ccin devoradora del imperialismo. Tres rdenes de fuerzas se destacaron con nitidez en el catico ambiente: a) Los ' avanzados elementos populares ---es

    pecialmente la clase obrera e intelectuales de las capas medias-- preconizaban cambios revolucionarios tales como la reforma agraria, la realizacin de medidas antiimperialistaB, el acelerado desarrollo industrial y el ascenso del pueblo al poder poltico . b) Los elementos tradicionales -debilitados

    que se aferraban al orden vigente y que trataban de mantenerlo a travs de inauditos esfuerzos , incluso la represin violenta de las manifestaciones del descontento popular, y

    e) Ciertos sectores de las clases dirigentes, apoyndose en las capas medias y poniendo en actividad a miembros de las fuerzas annadas, se orientaron a promover y a implantar regmenes dictatoriales -encabezados por caudillos militares o civiles- que mediante el empleo de la fuerza y con la adopcin de algunas reformas, aplacaran el creciente malestar social. En el fondo, estos elementos eran cartas nuevas con las que jugaban las clases dirigentes y el imperialismo para protegerse de amenazas revolucionarias; eran los llamados a realizar en el mbito latino

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    m(ricano verdaderas "revoluciones conservado"E1S" que, obviamente, podan presentar entre si Jif(, !'encias de forma y hasta de contenido ideolgico, segn fuera el pas en que tenan lugar . De las tres fuerzas mencionadas, en gran me

    (lida log raron prevalecer las ltimas. Ellas aprovQcharon la confusin poltica y los temores al cambio profundo y autntico que prevaleca enl:r,,- las capas medias; tomaron ventaja de las 1n ~uietudes que haba en las fuerzas armadas y (' 'as tendencias al caudillismo militar que se ll'ba desarrollado en muchas partes; ellas usub u ctuaron del respaldo que, un poco a regaaFentes, les brindaron las fuerzas poltico-sociaJ,.:> t r adicionales; ellas, finalmente, -contaron con 11 apoyo del imperialismo norteamericano, a quien ,irvieron sumisamente. Presentndose como nica :11 ternativa frente al "comunismo internacional", 1 que responsabilizaron de todos los males, y mpleando un lenguaje vago, contradictorio, enaoso y demaggico, en el que no escaseaban mceptos de clara ndole fascista, fl1eron ga

    n lndo el poder virtualmente en todas las repI,licas latinoamericanas. E l ao 1930, en Argentina fue derrocado el

    Fl ~idente lrigoyen; en su ll!gar, se instala el l' .~imell semifascista del general Uriburu, quien

    r.n 1932-- es r eemplazado por el general Agus_ ;. P . . ~usto. En Brasil, despus de una rebelin !litar, el ao 1930, Getulio Vargas da formas Est ado Novo", que se construye teniendo co

    mo Modelo al rgimen de Mussolini. En Chile , desJUs del derroca.miento de Ibez (julio de '1 D31 ) . se inicia un perodo en extremo catico

    (; dura hasta fines de 1932; en el cu rso de l lUll:iona la dictadura de Carlos Dvila con la l1qU( ia de Repb2ica Socialista; la inestabilidad IJoiHic,l slo pudo ser superada con el reagrupa-o

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  • mlMlto de los partidos tradicionales alrededor lt1 nl/bi{'mo derechista de Arturo Alessandri Plllrna. quien durante los primeros aos de su Administracin impuso una lnea poltica dura con ('l uso de facultades extraordinarias. En 1930,

    miz da un pronunciamiento militar, el coronel LuiR Snchez Cerro, sucede como tirano a Augusto B. Legua, quien gobernaba al Per con poder absoluto, desde 1919. Algo semejante ocurre en Cuba, donde fue depuesto el feroz dictador Gerardo Machado (1933), para ser reemplazado por gobiernos tteres manejados por Fulgencio Ba.tista. En Bolivia, el Presidente Hernando Siles es obHgado a dimitir (1930). En Guatemala, Honduras y Repblica Dominicana se establecen las tiranas de Jos Ubico, Tiburcio Carias yRafael L. Trujillo, respectivamente, y, en Nicaragt\a -despus de varios aos de ocupacinmilitar norteamericana (1927-1933)- el poder es transferido al dictador Anastasio Somoza. Venezuela y Hait lograron mantener las apariencias de estabilidad; mientras la primera permanece hasta 1935 bajo la frula de Juan Vicente Gmez, que estaba en el poder desde 1908, el segundo estuvo ocupado por los Estados Unidos desde 1915 hasta 1934, 8.110 en que el Gob~erno haitiano pas a manos de Stenio Vincent . Como dato de inters, debe precisarse que

    -por lo general- todos estos cambios polticos permitieron la exteriorizacin de rivalidades interimperialistas; de la forma concreta y directa como ellas se manifestaron en Argentina, hay la siguiente constancia documental: Cuando se produjo el golpe de Estado militar

    que derrib al Presidente Irigoyen, el Embajador Bliss envi desde Buenos Aires lJn extenso informe al Departamento de Estado en que sealaba : "Reconocimiento por el Gobierno de los Estados Unidos, no slo dara gran satisfaccin 22

    al nuevo Gobierno y a muchos adherentes, sino tambin ayudarla nuestra situacin en Argentina". 1 Tremendamente urgido y presionado por intereses norteamericanos en Argentina, Bliss reiter su recomendacin al da siguiente de despachado el informe citado. 2 A estos requerimientos, el Departamento de

    Estado dio a conocer sus puntos de vista en el sentido de que el reconocimiento se otorgara de acuerdo con Gran Bretaa y que, en consecuencia, los Estados Unidos no adoptaran una resolucin unilateral.. 3 Inmediatamente reaccion Bliss; un cable, des

    pachado el mismo da, puntualiza lo que sigue: "Con respecto al Departamento, 100, septiem

    bre 11,1 p.m., me ayudara saber si la sugestin de cooperacin anglo-americana en asuntos de reconocimiento originados con los britnicos. Me parece que Inglaterra, como la tradicional amiga de Argentina, gana manteniendo a los Estados Unidos fuera de obtener marcada ventaja al ser primero en extender reconocimiento, mientras con su propio no-reconocimiento no pierde nada mientras los Estados Unidos estn tambin sin otorgar reconocimiento. Por otra parte, con re('onocimiento simultneo, los Estados Unidos pierden una ventaja que llega a ser ganancia brit nica. Los Estados Unidos, como la ms temida y envidiada nacin, tienen una oportunidad para ayudar a Argentina en un momento en que el lpOyO moral seria particularmente apreciado, y

    1 T I", Department o, Stntc: PIlp

  • ser8 incuestionablemente beneficiosa nuestra posicin aqu. Los intereses americanos desean !'econocimiento a fin de acelerar recuperacin de los negocios" 1 Cn:3i sin excepcin, todos los gobiernos surgi

    nos en las condiciones descritas permanecieron sometidos a la influencia del imperialismo nortenmericano, aunque muchos se mostraron ms o menos sensibles a concepciones ideolgicas fascistas, sobre todo, en la odiosidad que profesaban hacia el comunismo y en la negacin que hacan de los fundamentos poHticos de la democracia burguesa; Getulio Vargas fue quien llev ms lejos esta tendencia, ya que al imponer la Const itucin de 1934, hizo del Brasil una especie de Rstado corporativo.

    L~s situaciones descr itas se complicaron con el }wcho dc' quC' Amrica Latina llegara a ser -lo miRll1 0 que a cumienzos de sigl~ campo de enrgica rivalidad intlrimped alista.

    T

  • En los Estados Unidos, el avance alemn provoc cierta inquie~ud; en los crculos mercantiles y polticos, se estim que era urgente revisar completamente la :poltica comercial que se desarrollaba en relacion con los pases latinoamericanos. 1

    3. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

    El ao 1939 estalla la segunda guerra mundial,que se prolonga hasta 1945. Este conflicto fue de naturaleza extremada

    mente compleja: en su transfondo operaban dos series de contradicciones que venan manifestndose con creciente intensidad y que envolvan directa e indirectamente a todos los pases. Por una parte, estaban los antagonismos profundos que afectaban a las potencias imperialistas entre s; por la otra, estaba la contradiccin de todas las potencias imperialistas con el nico Estado socialista: la Unin Sovitica. Relevantes eran tambin las contradicciones entre los paises coloniales o semicoloniales con las metrpolis. Desde que el renaciente imperialismo alemn

    reafirm sus pretensiones reivindicativas y expansivas, y desde que los imperialismos japons e italiano simplemente se lanzaron por los caminos de la agresin, el cuadro de -las relaciones internacionales se fue caracterizando por crecien

    1 En rE'lacln con este problema, es ele Inters un srUeulo pUbllclldo por Percy W . Bldwell: Latln America. Germany o.nd thl' H ull Prr '~nm . FOI(m Atrrlr". An AmE'rlean Quarterly Rt.>,."",. EII (' ro, 1939.

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    te tirantez y aun por confusiones de toda suerte. Todo esto no slo era el fruto de los antagonismos mencionados,. sino tambin de las posiciones que frente a ellos adoptaron las fuerzas polticosociales de cada pas; porque, a decir verdad, pocas veces antes en la historia universal, los asuntos internacionales se mezclaron tan ntimamente con las contingencias de las luchas pol.ticosociales de cada pas; los fenmenos nacionales alcanzaron alto grado de internacionalizacin y los internacionales se nacionalizaron. De este modo, entre los aos 1931 y 1939,

    la humanidad vivi un clima de dramticas tensiones que preludiaban la ms grande, desgarradora, destructiva y trascendental conflagracin que registra la historia. Despus de largos, estril,!tB y tediosos forcejeos diplomticos, en el curso de los cuales se exteriorizaron variados criterios, proposiciones e intenciones, la guerra comenz en septiembre de 1939. Inicialmente, envolvi al Tercer Reich alemn por un lado y por otro a Francia y Gran Bretaa. Ante la necesidad de lograr definiciones, de despejar el panorama poltico-militar y sobre todo -por parte de Alemania- de afianzar slidas posiciones, unas t ras otras con slo muy contadas excepciones, las naciones del Viejo Mundo fueron llev~das a la vorgine de la guerra. Desde septiembre de 1939 hasta mediados de 1940, virtualmente todos los pases europeos cayeron doblegados ante la implacable "blitzkrieg" dirigida por los vesnicos jerarcas nazis; los ejrcitos hitleristas esc1avizaron brutalmente a los pueblos vencidos contando con el respaldo de traidores quislings y quintacolumnistas reclutados principalmente entre los que haban impulsado el apaciguamiento ante Hitler y predicado la cruzada antisovitica. Luego,

    %7

  • Italia se sum al conflicto, mientras que en Asia el Japn libraba su propia guerra en conformidad a los viejos designios hegemnicos que se concretaban en la Doctrina Monroe oriental: "Asia para los asiticos", lo que equivala a "Asia para los japoneses" . En e.3OS momentos la guerra, de puramente

    imperialista que era, adquiere un nuevo contenido. Los pueblos vctimas del fascismo ya no luchaban slo por objetivos impuestos por los crculos imperialista:s, sino tambin por objetivos propios; se orientaban primordialmente a recuperar su indenendencia nacional, a zafarse del oprobioso yugo nazi. Este nuevo aspecto de la guerr a, este carcter democrtico y de liberacin nacional que tornaba, se acentu a partir de la agresin alemana a la Unin Sovitica (julio de 1941). Desde ese instante, fue posible que Gran Bretaa, Francia y la Unin Sovitica, junto con todos los pueblos, pudier an estrechar f ilas unindose en una gran coalicin antifascista. En el seno de esa coalicin, sin embargo, no lograron desaparecer -ni era posible que sucediera- las contradicciones entre los pases capitalistas y la Unin Sovitica; se logr, es cierto, una efectiva atenuacin de ellas, se las releg a un plano ms bien potencial, de donde volveran a aflorar ya por el ao 1944 ms o menos. Mientras tanto, en los Estados Unidos se ma

    n ifestaban dos tendencias polticas bien definidas, que diferan profundamente entre s, tanto por su contenido corno por su orientacin. All, algunos crculos imperialistas considera

    ron la guerra corno una coyuntura histrica propicia, que ofreca concretas expectativas para conquistar una hegemona mundial absoluta. Con su caracterstica sangre fra y espritu de clculo, vean que con la guerra las otras potencias

    imperialistas -que a ms de ser rivales entre ellas, lo eran con los Estados Unidos- se arruinaban mutuamente y desde todo punto de vista; prevean, adems, que la Unin Sovitica sa:ldra de la guerra exhausta y con sus recursos humanos y materiales severamente deteriorados. Ahora, si la guerra se prolongaba, entonces su intensidad destructora se multiplicara; con ello, la postguerra ofrecera al fortalecido imperialismo norteamericano un vastsimo campo en el que podra extenderse con la mxima libertad y el mnimo de obstculos. Sostenedores de esta lnea fueron los aislacionistas que representaban el sector ms reaccionario y agresivo de los Estados Unidos; violentamente antisoviticos, esencialmente imperialistas , s impatizaban sin ningn disimulo con el fascismo; t emeroso de que la guerra pudiera tener un desenlace popular o revolucionario que alterara en sentido progresista la evolucin de las namones, tomaban toda suerte de medidas para evitar tal cosa y asegurar ---en cambi()- no slo la supervivencia del imperialismo como sistema mundial, sino tambin para conseguir que tal sistema funcionara rgidamente bajola hegemona norteamericana. Otros sectores de los Estados Unidos enfoca

    ban la situacin que viva el mundo con criterio liberal-reformista. Tenan conciencia de que la pujante agresividad del Eje Roma-Berln-Tokio entraaba peligros reales a las posiciones que detentaba el imperialismo norteamericano. Tenan conciencia de que la guerra llevaba en s el germen de cambios profundos, desde que en uno de sus fundamentales aspectos no era otra cosa que la expresin de ,la crisis general del sistema ca:pitalista, Por otro lado, apreciaban el estado de animo del pueblo norteamericano en el que' estaban fuertemente arraigados tres sentimientos:

    29 28

  • a) aversin al fascismo; b) temor a los horrores de la guerra, y c) temor ante la expectativa de nue la seguridad y la situacin internacional dE' los Estados Unidos sufrieran menoscabo. Sobre estas ltimas bases, se dise una pol

    tica de neutralidad que conjugaba cinco elementos distintos: a) mantener a los Estados Unidos al margen de la guerra; b) obstruir la expansin fascista; c) otorgar "ayuda a aquellas naciones cuya defensa el Presidente considera vital para la defensa de los Estados Unidos" 1; d) fortalecer econmica, poltica y militarmente a los Estados Unidos; y e) proteger la posicin de preeminencia internacional de que gozaban los Estados Unidos. A costa de grandes dificultades, pues haba que

    vencer la tenaz y gil resistencia de los aislacionistas que explotaban hbilmente muy arraigados prejuicios y gracias a las necesarias transacciones, el Presidente Roosevelt logr elaborar e imponer esa poltica. Ella materializ en las actividades diplomticas que el Gobierno de Washington desarroll entre 1939 y 1941, en la transformacin de los Estados Unidos en el "arsenal de la democracia". en la interrupcin del comercio'" con los pases del Eje en estado de guerra, en la

    " dictacin de la L~ ~.erstam.Q~en- I tos y en el enorme lIDpulso que se dio a la produccin blica y al fortalecimiento del ejrcito, ' la marina y la aviacin de los Estados Unidos. Captulo importante en todo este cuadro , fue el afianzamiento de la poltica de Buena Vecindad mediante la creacin de nuevos vnculos que, sumados a los existentes, hicieron ms estrecha aun la dependencia de Amrica Latina con respecto a los Estados Unidos.

    n , l'"rltlllH'n to de Estado: Paz )' ~uclTa, La pullUca exler l ..r d ,' lo Esh dos Unidos. 1931-1941, P AVo 107,

    30

    Todo esto significaba de modo explcito, que los Estados Unidos reconoceran filas entre los beligerantes. "Hemos despejado la cubierta y tomado nuestras posiciones de combate", sealaba el Presidente Roosevelt el 27 de octubre de 1941"1 Ya slo era cuestin de tiempo y oportunidad para que los Estados Unidos fueran forzados a abandonar su particular neutralidad; esto ocurri a partir del 7 de diciembre de 1941, a raz de la sorpresiva y alevosa agresin japonesa en Pearl Harbour. La guerra continu ahora con sauda violen

    cia, comprometiendo virtualmente al mundo entero: no se daba ni pedia cuartel. Sin embargo, ya a fines de 1942 las hordas hitlerianas empezaron a morder el polvo de la derrota; gracias al herosmo del pueblo sovitico, cuyas fuerzas tomaron la ofensiva y comenzaron a desplegarse con xito, los alemanes fueron obligados a retroceder incesantemente y padeciendo cuantiosas prdidas a travs de todo el extenso frente oriental; luego, las acciones britnicas y norteamericanas en el norte de Africa, en el Mediterrneo y en Italia, la creciente actividad de los patriotas de la resistencia que se levantaban en todas partes y, por ltimo, la apertura del segundo frente en Europa occidental, marcaron el comienzo del fin de Hitler y sus tenebrosos secuaces. Producido el colapso italiano y alemn, el imperialismo japons debi seguir enfrentando solo las contingencias de la nefasta obra en que se haba embarcado. Tal esfuerzo result del todo intil. Dos bombas atmicas lanzadas por fuerzas norteamericanas en Hiroshima y Nagasaki rubricaron cruelmente el tnnino de una conflagracin que cubri poco ms de cinco sangrientos aos.

    1 Depn.rtamento de Estado : ob, dt. Pg, 125.

    31

  • CAPITULO 11

    DE LA MALA

    ALA

    BUENA VECINDAD

    1. l\IODIFICACION DE PROCEDIMIENTOS DEL IMPERIALISMO EN AMERICA LATINA.

    Todo el conjunto de situaciones descritas, demostraba la existencia de fuertes tensiones que eventualmente podran estallar echando por los suelos la dominacin que el imperialismo norteamericano ejerca en el continente. Objetivamente, hacia 1930, el imperialismo

    norteamericano haba afianzado completamente S'..l hegemona en el h emisferio; una preponderancia construida a base de penetracin econmica profunda, intervenciones annadas y abiertas pl"esiones polticas, apareca dotada de inquebrantable solidez.

    Pero no se haban salvado - ni podan serlolos antagonismos entre los intereses de las repblicas latinoamericanas y los Estados Unidos. Ellos continuaban subsistentes y se haban agu

    33 3.- Estados Unidos ...

  • dizado a causa de los deteriorantes efectos de la crisis econmica y de la consiguiente crisis polti. ca. El antiimperialismo adquira nuevos bros, involucrando a sectores cada vez ms amplios de la sociedad. La accin de los imperialismos rivales del norteamericano, se haca sentir con creciente peligrosidad. Ms todava: en los pases del hemisferio, sobre todo en aquellos que haban padecido en carne propia los abusos norteamericanos, el sentimiento antiimperialista era bastante generalizado y se haca manifiesto en muy diversas formas. Mxico, por razones histricas -las enormes mutilaciones territoriales que le fueron infligidas por Jos Estados Unidos en el curso del siglo XIX y las intervenciones que stos llevaron a cabo en distintas pocas-- y por razones polti. cas -la revolucin mexicana estaba t odava en marcha sin perder de vista sus objetivos e impulsos iniciales- era la repblica en que el antiimperialismo se presentaba con r elieves tan sobresalientes, que incluso las esferas gubernativas promovan coherentes polticas latinoamericanas destinadas a poner frenos a una expansin absorbente y avasalladora. Haba, pues, en actividad una serie de facto

    res de perturbacin que si continuaban sn libre desenvolvimiento podan tener los ms imprevistos desenlaces. Por otra parte, y esto debe ser suficientemente

    valorado, en los sectores progresistas de los Estados Unidos se exterioriz un fuerte repudio al imperialismo. E ntre e30S sectores cabe mencionar a organizaciones polticas y sindicales obreras y tambin a algunos notables crculos de intelectuales. Con referencia a estos ltimos, es preciso indicar que alrededor de 1930, un grupo de hombres de estudio acometi la valerosa tarea de denunciar la nefasta trayectoria del imperialismo a

    34

    travs de eruditos y concienzudos estudios histricos. AS, bajo la direccin de Harry Elmer Barnes se public una serie de obras bajo el ttulo de "Studies in American Imperialism"; entre las monografas que formaron parte de esa serie o que aparecieron independient emente, pueden citarse las de Scott Nearing y J oseph F reeman sobre la diplomacia del dlar, la de Leland HJamilton Jenks sobre "Nuestra Colonia Cuba" , la de Fred J. Rippy t itulada "The CapiLalists and Colombia", la de Robert W. Dunn relativa a las inversiones norteamericanas en la Repblica Dominicana, y en Hai t, la de Charles David Kepner y J ay Henry Soothil sobre el imperio bananero de la United Fruit Co. , y la de Margaret Alexander Marsh relacionada con las inversiones en Bolivia. Las obras mencionadas y muchas otras, constituyen un conjunto de trabajos -clsicos en la materia- que revelan la profunda a nimadversin con que el imperialismo era mirado por los norteamericanos honestos, que podan actuar y pensar al margen de las fuertes e interesadas presiones ideolgicas con que los crculos de Washington y Wall Street gravitaban casi irresistiblemente sobre la conciencia del pueblo de los Estados Unidos.

    La conjuncin de todos los factores reseados hizo posible que en los E s tados Unidos adquiriera formas y consiguiera ganar adeptos una tendencia orientada a suavizar las aristas y a eliminar los justos resentimientos y las desconfianzas que en su fase violenta haba provocado la expansin imperialista. Ahora, el uso de la fuerza, de la intervencin prepotente y avasalladora o de la amenaza directa o abiert a, aparecan como in apropiados y haGta contraproducentes; de ah que incluso

    35

  • viejos polticos consagrados al imperialismo, como Charles Evans Hughes -Secretario de Estado del Presidente Harding-, hicieran ostentosas autocriticas respecto de los que llamaban "errores del pasado" y expresaran su ms "profundo inter-s en la prosperidad, la independencia y la soberana de los pases de Amrica Latina". 1 De ah tambin que en 1928, el P residente electo de los Estados Unidos - Herbert Hoover- realizara un viaje por Sudamrica proclamando una buena nueva : el imperialismo ha terminado. Pero, mientr as esto aconteca, sangre lat inoamericana era derramada por los infantes de marina en Nicaragua; Haiti gema bajo la ocupacin norteamericana y por todas parles se extendan los tentculos de los gigan tescos monopolios que tenan su sede en Wall Street. Ahora se lanza una voz de orden : ganar ami

    gos. y para ello se dan satisfacciones, aunque slo extC'lior o formalmente, a los sentimientos ultrajados de los pueblos latinoamericanos. Se procura adems forjar la ilusin de que en Amrica prevaleca una armoniosa comunidad de na~ ciones soberanas, animadas por los mismos ideales de amistad, progreso, justicia y Ubertad. Pero, ms que todo esto, se desarrolla un esfuerzo cuyo objetivo consista en disimular la rapaz ex~ plotacin que llevaban a cabos los consorcios imperialistas, tejiendo alrededor de ellos una aureola que los presentaba como medios de colaboracin econmica beneficiosa para nuestros pueblos y positiva para nuestro progreso. Y junto a lo dicho, se desplegaba intensa actividad para aletargar la conciencia nacional de los pue~ blos latinoamericanos, asentando la idea de que

    1 Citado VOT Hubert Herrlng : A h is tory of Latin Amerlca ll"Orn thc begltmings to tite p resento P g. 760.

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    sus esfuerzos, potencialidades y capacidades eran insuficientes para labrar su propio desarrollo y bienestar, razn por la cual deban tener una actitud propicia a la accin de las empresas forneas. Corolario de todo lo expuesto, fue el perfec

    cionamiento del llamado sistema interamericano. Mediante acuerdos establecidos en diversas conferencias panamericanas, se avanz en la creacin de relaciones ostensiblemente muy fraternales entre los Estados Unidos y las dems re~ pblicas del hemisferio y en el establecimiento de ciertas normas jurdicas que regulaban tales relaciones; todas las naciones latinoamericanas fueron siendo unidas por una cadena interminable de tratados, convenciones y resoluciones que el Gobierno de Washington pudo imponer con astucia y espritu de previsin. El imperialismo necesitaba, pues, cambiar su

    rostro. E l viejo y hurao To Srun, que esgrima un pesado garrote y una bolsa de corruptores dlares, est aba siendo dibujado ahol'a como un hombre jovial, sonriente, bondadoso, dispuesto a ayudar desinteresadamente a sus mltiples sobrinos. Se insinuaba una nueva actitud que de vez en cuando el imperialismo ha sabido poner en prctica en sus relaciones con Amrica Latina; estaban echndose las bases de la Poltica de Buena Vecindad enunciada por el Pres idente Franklin D. Roosevelt y de la "filosofa" o "principios revolucionarios" que inspiraron la Alianza para el Progreso del Presidente John F. Ken~ nedy. En resumen: con nuevos procedimientos, em-

    pleando nuevos mtodos, el imperialismo se propona realizar dos rdenes de propsitos nti.ma~ mente ligados entre si: 1. Proteger la hegemona ya detentada en el

    3'2

  • continente, atribuyndole un carcter paternalista, benefactor, amistoso, comprensivo;

    2. Trazar lneas estratgicas de ms largo alcance que hicieran perdur able esa hegemona y la pusieran a cubierto de las contingencias de cualquier orden -algunas de las cuales ya se insinuaban claramente- que pudieran presentarse en el futuro. Esencialmente se trataba entonces de hacer

    concesiones en lo de menos valor, pero que lasti. maba ; en lo formal, que produca reacciones negativas; en lo secundario, que poda ser eliminado sin menoscabo de lo principal. Se trataba de reemplazar los tortuosos y speros procedimientos -a los cuales aparentemente se r enunciabapor otros ms sutiles: normas jurdicas que ligaban . presin poltica ms disimulada y ofrecimien tos de ayuda que resultaban atract ivos cuando no necesarios, pero que comprometan. Todo esto se haca para afianzar lo bsico, lo que realmente constitua el inters medula r del imperialismo: conservar en sujecin econmica y en subordinacin poltica a los pases latinoamericanos.

    2. LA POLITICA DE BUENA VECINDAD.

    En 1933, en su discurso inaugural como Presidente de los E stados Unidos, F rankIin D. Roosevelt enunci su Doltica de buena vecindad. Sus palabras fueron: "Dedicar esta nacin a la poltica del buen vecino - del vecino que resueltamente se respeta a s mismo y, porque hace esto, respeta los derechos de otros-- el vecino que

    38

    "('fi P '>I. sus obligaciones y respeta la santidad cl~ los acuerdos en y con un mundo de vecinos". Obviamente, al hablar en estos trminos, Roosevelt denunci que hasta entonces los Estados Unidos haban practicado la poltica del mal vecino. Los factores condcionantes de esta nueva y

    promisoria actitud fueron las renovadas y violentas cont radicciones que comenzaban a manifestarse con redoblada energa en el campo imperialista ; los graves efectos de la crisis econmica mundial y sus perturbadoras repercusiones en Amrica Latina, la l'ecia extensin del antiimperialismo en las naciones del hemisf erio incluso en los E stados Unidos, etc., eran elemento que creaban para el imperialismo una tensa y hasta peligrosa situacin, que poda significar el derrumbe de un predominio laboriosa y difcilmente construdo. Y esto era serio, porque al f in de cuentas, el hemisferio occidental era la piedra angular, la base del podero yel fundamento de la inexpugnabilidad poltica y militar del imperialismo norteamericano. Para completar el cuadro trazado, conviene

    aadir algunos detalles que sirven para determinar h asta qu pun to el antiimperialismo haba ganado terreno en Amrica Latina. E se ao, al parecer como consecuencia de un SOndeo del Departamento de Est ado, varias repblicas dieron a conocer sus puntos de vista frente al problema general de las relaciones interamericanas. He aqu una breve s ntesis de ellos.

    1. L a Repblica de El Salvador se pronunclO en favor de concepciones bolivarianas para asentar la convivencia continental; al hacer esto, rechaz la Doctrina Monroe y sus corolarios y las implicaciones de una y otros, Adems, se pro

    39

  • nunci por la creacin de una Liga de Naciones Americanas, ajustada en su espritu, en su estructura y en su funcionamiento a los preceptos del derecho internacional moderno; con este planteamiento, de hecho se insinuaba la eliminacin de la Unin Panamericana. 1

    2. Uruguay. implicando con ello el repudio al panamericanismo que funcionaba bajo la tutela hegemnica de los Estados Unidos, expres que a su juicio "panamericanismo y fraternidad deben ser lo que les corresponde ser, una afirmacin de poder concertado y una incesante voluntad de mejoramiento colectivo". !!

    3. Colombia, por su parte, adhiri a los pblicos planteamientos del Presidente Roosevelt, con lo cual pronunciaba un diplomtico repudio a lo que haba sido la poltica de los Estados Unidos hasta 1933. 3

    4. Mxico fue mucho ms lejos . Sostuvo que ( la Doctrina Monroe era un mal resabio del pasado y que en el presente resultaba inconveniente e inaplicable. Se mostr partidario de substituirla por una doctrina o norma de accin colectiva destinada a preservar la independencia e integridad de todas y cada una de las repblicas del continente. a evitar intervenciones extranjeras -europeas o de cualquier pas americano- en

    1 T llc D rpartm ',nt al Stat e : Forp1bll tdntions oC hh t United Srotes. Diploma tic papcl's. Vol. IV. The Ameri can Rcpublics. 1933. Nola del :Minl ,tcl'io de HR. BE. d e El Salvador 0.1 Secretari o d I:' E~ tc.do, 10 dI' a bril de 1933. P:l.~s . 5. 6 y 7. 2 I b lcl. Comun icacin

    al Secre tario de E stado, 3 lbid. Comuni eacin

    a l Secretari o de E s lado.

    40

    del :Minietro d e RR. EE. d e Uruguay 7 de ag-osto d e 1933 . Pgs. 9 a 11. del Ministro de RR. EE . de Colombia 10 de agosto de 1933. P.gs . 10 y 11.

    los asuntos internos de otra nacin del hemisferio . Firme en su posicin, el Gobierno mexicano

    no slo dio a conocer sus puntos de vista al Gobierno de los Estados Unidos, sino que tambin hizo circular por las cancillenas de Amrica un extenso, slido y bien document ado Memorndum que contena las siguientes proposiciones que, en su concepto, deban ser tratadas en la Conferencia P anamericana que se realizara en Montevideo a fines de 1933: a J Las naCIOnes de Ainerlca hacen suyos los

    principios de la independencia continental pro~ clamados por el Presidente Monroe y elevan este principio a la categona de doctrina americana, con los derechos y obligaciones que su mantenimient o involucra para cada Estado americano; b) Las naciones de Amrica proclaman la in~

    vioJabilidad del principio de autonoma nacional y prescriben absolutamente toda forma de intervencin externa en los asuntos internos y externos de cada una de ellas. 1 o;.

    Los expuestos eran slo planteamient os de algunos gobiernos. Qu declr del sentimiento universal de todos los pueWos? La verdad es que Amrica Latina mostraba inequvocos signos de disgusto por el tutclaje a que estaba sometida. En ella afloraban cada da ms firmemente no slo divergencias, sino tambin antagonismos con respecto a los E stados Unidos.

    Tomando en cuenta lo dicho, es nosible sentar una conclusin: los Estados Unidos no podan

    ' I 1 Thc Drpartmenl 01 Stat e : ob. clt. ::Il emol'ndum d e la Can

    cillera mexican a . 6 de octubre de 1933. P gs . 20 a 27.

    41

  • continuar aferrados a una lnea de aCClon poltica que era universalmente repudiada. Si el imperialismo quera conservar sus posiciones fundamentales, era preciso que el Gobierno de Washington modificara sus procedimientos y sus criterios, dejando de ser mal vecino para transformarse en otro bueno. Por consiguiente, la Poltica de Buena Vecin

    dad no es la expresin de un cambio int erno esencial. Tampoco es reflejo de un impulso del Gobierno de los Estados Unidos t endiente a dejar de ser lo que siempre haba sido: instrumento u rgano poltico del imperialismo. La Poltica de Buena Vecindad no surgi del amor o de la comprensin desinteresada, sino que fue engendrada por el t emor. Ms an : fue resultado de una ineludible presin externa a la que se dio una aceptacin formal. En el fondo, los Est ados Unidos comprendie

    ron que los tiempos estaban cambiando y que e! horizonte no se presentaba despejado para el imperialismo norteamericano. Se estaba en medio de una crisis para la cual no se divisaban soluciones seguras. Y as como en el plano interno fue necesario adoptar la poltica reformista del New Deal, en el plano interamericano fue forzoso adoptar otra poltica reformista: la Buena Vecindad.

    Para comprender la integridad de lo afirmado, es suficiente con tener a la vista las instrucciones que recibi la delegacin que deba representar a los Estados Unidos en la Conferencia Panamericana de Montevideo. Esas instrucciones revelan que aun cuando la Buena Vecindad haba sido voceada a los cuatro vientos , todava el Gobierno de Roosevelt segua apegado a los

    42

    conceptos de sus predecesores. Examinemos el contenido de esas instnlcciones: 1 1. Se advierte a los delegados que en sus ac

    tuaciones deben ceirse a dos principios bsicos: a) La declaracin de Buena Vecindad del Pre

    sidente Roosevelt, y b) La antigua idea de que entre los asuntos

    de poltica externa, los Estados Unidos confieren prioridad absoluta y primera importancia a los asuntos de Amrica.

    2. Frente al proyecto de Cdigo de Derechos y Deberes de los Estados que elabor el Instituto Interamericano de Derecho Internacional para ser sometido a la consideracin de la Conferencia, se instruye a los delegados en la siguiente forma: a) Se califica al proyecto como va~o e inapro

    piado; se dice que l revela la sensibilidad de los latinoamericanos respecto a problemas tales como igualdad de los Estados, intervencin extranjera, Doctrina Monroe, reconocimiento diplomtico, etc. b) Analizando algunas disposiciones del pro

    yectado Cdigo, se agrega: "El artculo IV declara que el territorio de los

    Estados ser inviolable y que los Estados son requeridos a abstenerse de ejercitar cualquier poder en el territorio de otro Estado. E sto, sin algunas calificaciones, golpeara direct amente a la Enmienda Platt y a nuest ras convenciones con Hait y Santo Domingo. El prevendra t ambin el desembarco de tropas en cualquier pas para la proteccin de Jos ciudadanos americanos du

    1 T !" o Dcpn.rtment of State : Forelgn r clo. tions of tlle United Statcs. D ip lon ,a tic papers. YoL IV. T ite American R cpub lics . ]933. Ins tr ucc iones a la d elegacIn no rteam~ !'ic.'!.na ante la Conferencia ,le :',1Qntc\' ido. 10 de n ovien1bre d e 1933. Pgs. 43 a 155.

    43

  • rante las frecuentes revoluciones en los pases latinoamericanos. En este artculo, como en va~ rios otros del proyecto relativos a otras cuestiones, el tiempo y la extensin de las medidas de emergencia quedaran sujetos al juicio de "rganos internacionales". "Es obvio que tales provisiones seran inacep~

    tabIes para este Gobierno. Hay una cantidad de situaciones que justifican la intervencin de un Estado en los asuntos de otro Estado. Por ejemplo, los Estados Unidos tienen derecho segn la Ley internacional, a desembarcar fuerzas para propsitos de proteccin cuando las autoridades locales son incapaces o estn poco dispuestas a prestar proteccin. El derecho de los Estados Uni~ dos a desembarcar fuerzas para ciertos fines en Cuba y Hait. est previsto en el Tratado de 1903 y en la Convencin de 1915, respectivamente.

    "El artculo VI del proyecto sienta la proposicin de que un Estado no puede tener una poltica con respecto a otros E stados sin el consen~ timiento de tales otros Estados. El simple enunciado de la proposicin indica su falta de solidez. Ella est indudablemente dirigida contra la oc~ trina Monroe.

    "El artculo IX se refiere a un asunto sobre el cual los Estados latinoamericanos son extremadamente sensibles, a saber: la igualdad de los Estados. No hay objecin a una declaracin so~ bre igualdad de los Estados, proveyendo que no se harn esfuerzos para especti1car con muchos detalles las situaciones en que a tal igualdad se dara efecto. El art culo corno est diseado requiere modificaciones". 3. Sobre la posibilidad de establecer relaciones

    de la Unin Panamericana con ]a Liga de las Naciones o sobre creacin de una Corte Interame~

    I

    ~~

    ricana de Justicia -cosa que preconizaba Mxica- se reiteran las instrucciones dadas a la delegacin norteamericana que actu en la Confe~ rencia de La Habana; es decir, la delegacin norteamericana fue inst ruida para que actuara negativamente frente a tales iniciativas.

    4. Respecto a la posible idea de crear una Liga de Naciones Americanas. se repiten las instrucciones negativas de 1928 y se agrega: "Los Estados Unidos sustentan el punto de vista de no considerar deseable el establecimiento de tal organizacin" . 5. Sobre la aprobacin de medidas que tien

    dan a una ms estrecha asociacin de las rep. blicas de Amrica con el f in de promover su comn inters , el punto de vist.a norteamericano es oponerse a la consideracin de este asunto y a su inclusin en la agenda de la Conferencia.

    6. Para el caso cierto de que se promueva discusin en torno a la Doctrina Monroe, se da la siguiente instruccin : "No es el deseo de este Gobierno que la Doctrina Monroe sea discutida en la Conferencia"; luego, se reiteran textualmente las instrucciones dadas en 1928 y se agrega: "No hay nada en la Doctrina Monroe que sea opuesto a la cooperacin panamericana. E lla establece las necesarias i! ms promisorias bases de esa cooperacin". Mas adelante se seala : "Se cree que el mejor camino que usted puede seguir en el caso de que se hagan esfuerzos por promover discusin sobre la Doctrina Monroe en la Conferencia, ser discuti r el asunto discreta y francamente con sus varios colegas de otras delegaciones, guindose por los criterios expresados antes , en un esfuerzo por evitar que el tema de la Doctrina sea puesto en la Conferencia para discusin". 7. Si se plantean en la Conferencia las propo

    siciones que Mxico hizo circular en su ya citado 44 45

  • Memorndum, se instruye a la delegacin no objetar el primer punto, estableciendo por supuesto "que est reservada a los Estados Unidos completa libertad de accin". En cuanto a la segunda proposicin mexicana

    se dice: "E l segundo prrafo tiende, evidentemente, a herir a los derechos que los Estados Unidos tienen segn tratados existentes con ciertos pases latinoamericanos y al derecho claramente reconocido por la Ley Internacional para que un Gobierno r ealice accin con el propsito de proteger las vidas de sus nacionales cuando ellas estn en peligro por la cada del Gobierno local. P ara los Estados Unidos, la aceptacin de este segundo prrafo necesitara una reserva da les derechos de los Estados Unidos segn los tratados y convenciones existentes y tambin los derechos reconocidos por la Ley Internacional".

    8. Sobre posible proposicin para t rasladar la sede de la Unin Panamericana a otro pas de Amrica, se reiteran las instrucciones negativas de 1928. 9. Finalmente, se explica que en lo concernien

    te a pel"Sonalidad jurdica de compaas extranjeras no hay proyectos definidos para setO presentados a la Confe rencia; pero que la delegacin debe ob rar sobre la base del siguiente criterio : "Sin embargo, nosotros desearamos estimu

    11'T t anto como fuera posible la conclusin de con venios cuyas provisiones liberalicen el tratamiento ahora acordado a corporaciones extranjeras en ciertos paises latinoamericanos".

    En buen romance, las instrucciones analizadas revelan que aun cuando ya estaba en vigenda la poltica de buena vecindad, en los gabinetes del 46

    Departamento de Estado o en los pasillos de la Casa Blanca, continuaba prevaleciendo la poltica anterior. De ah que no se acept ara : 1. Menoscabo de la Doctrina Monroe; 2. Anulacin del derecho que se atribuan los

    Estados Unidos a intervenir en Amrica Latina, incluso con desembarco de t ropas, bajo el pretexto de proteccin a las vidas e intereses norteamer icanos ;

    3. Eliminacin de la Enmienda Plati o derogacin de la Convencin con Hait de 1915, ni mucho menos --esto ni siquiera poda ser asunto sujeto a discusin- derogacin del Tratado irregular impuesto a Panam en 1903 ;

    4. Reconocimiento categrico, sin limitaciones ni reservas de la independencia e integridad de los Estados de Amrica; 5. Reconocimiento explcito, definido y tam

    bin sin reservas, del principio de no intervencin. 6. Reconocimiento de la plena igualdad pol

    tica o jurdica de los Estados americanos; 7. Creacin de una Corte Interamericana de

    Justicia, reemplazo de la Unin Panamericana por una Liga de Naciones Americanas, vinculacin del sistema panamericano con la Liga de las Naciones o siquiera cambio de sede de la. Unin Panamericana.

    En cambio, y esto es sugestivo, se expresa deseo de estimular convenios de "liberalizacin'~ que favorezcan a las empresas norteamericanas; esto es, que se les concedan mayores posibilidades y oportunidades para su expansin. Teniendo a la vista estos crit erios expuestos

    sin eufemismos de ninguna especie por el Secretano de Estado, Cordell Hull, queda en pie un hecho irrefut able : la Poltica de Buena Vecin

    41

  • dad surge por parte de los Estados Unidos slo como un atractivo aunque engaoso volador de luces. Bajo un torrente de bien elaboradas palabras -suaves, amistosas, comprensivas- seguan funcionando preceptos, corolarios y doc~ trinas agresivamente imperialistas que, en su oportunidad, tambin fueron elaboradas con buenas palabras y simulando excelentes intenciones.

    0\ :nI..., En esta situacin tiene lugar en Montevideo

    r

    \;1 / la Vil Conferencia Panamericana. All, bajo el impacto latinoamericano y la presin de circunstancias extracontinentales, la Poltica de Buena Vecindad empieza a adquirir contornos ; no con los caracteres de una ddiva norteamericana, sino como imposicin latinoamericana.

    E n Montevideo se hicieron presentes las aprensiones, los resentimientos, los enojos y las aspiraciones de las repblicas latinas. La Conferencia adquiri el aspecto de un campo en que se desarrollaba una verdadera y largamente contenida rebelin. All se plante con ardor y energa el principio de no intervencin que ya haba estado presente causando enrgicos choques en la Conferencia de La Habana. Se deseaba prohi~ bir la intromisin extranjera en los asuntos internos y externos de cada Estado americano. "En el debate de esta resolucin -escribe el historiador norteamericano Dexter Perkins- se hicieron relativamente pocas referencias a la Doctrina Monroe, pero las hechas fueron cualquier cosa. menos amistosas. De Hait, de Cuba y de Per salieron alusiones derogatorias a los principos de 1823. Y de todas las repblicas juntas, surgieron llamados a los Estados Unidos para

    . que adhirieran al principio de no intervencin. _ .As, mientras se empantanaba un poco y que

    48

    jndose de que los trminos de la frmula necesitaban una ms conveniente definicin, Mr. Hull, ) el Secretario de Estado norteamericano, consinti hacerlo". 1 No result fcil para los Estados Unidos acep

    tar esas resoluciones; pero tales como estaban las cosas, se vieron compelidos a hacerlo si es que deseaban mantener inclume una estructura muy trabajosamente levantada y que les confera dominio en el hemisferio occidental. Por ello es que despus de las intiles resistencias de Cordell HulI en Montevideo, el Senado norteamericano ratific por unanimidad los acuerdos all ado~ tados; a partir de ese momento y cediendo siempre a presiones latinoamericanas, como una especie de torrente se sucedieron los siguientes hechos: 1. En 1934 se negoci con Cuba un tratado

    aboliendo la Enmienda Platt, aunque conservando indefinidamente dominio sobre Guantnamo;

    2. Ese mismo ao, despus de diecinueve aos de ocupacin, las tropas norteamericanas aban~ donaron Hait, con lo que esa Repblica recuper su independencia; 3. En 1936 se firm entre Panam y los Esta

    dos Unidos un tratado que revisaba parcialmente el de 1903; l mantuvo bajo perpetua jurisdiccin norteamericana la llamada Zona del Canal; pero los Estados Unidos renunciaron a usar, controlar y ocupar otros territorios yaguas panameos que quedaban ms all de los lmites de la Zona; 4. El mismo ao 1936, la Conferencia Inter

    americana para la Conservacin de la Paz, reali~ zada en Buenos Aires, elabor un protocolo "que

    1 Dexter Perki ns : Hands ot!. A h i,story of the Monroe Doc' trine. Pi1g. 346.

    49 4.- Estados Unidos . . .

  • reiteraba y fortaleca la Declaracin de 1933. Este protocolo declaraba inadmisible la intervencin de cualquier Estado americano en los

    ") asuntos de otro, directa e indirectamente y por cualquier razn. Iba ms lejos. Estipulaba que

    j la violacin de tales provisiones de este artculo

    Ldar lugar a consultas mutuas con el objeto de intercambiar puntos de vista y buscar mtodos de pacfico arreglo". 1 5. En 1938, despus de haber expropiado a

    norteamericanos grandes extensiones de tierras para realizar la reforma agraria, el Gobierno de Mxico presidido por Lzaro Crdenas naciona

    ,....., liz la industria petrolera. El Secretario de Estado, Cordell Hull, declar pblicamente en conferencia de prensa que el Gobierno de los Esta~ dos Unidos "no ha intentado ni intenta cuestio

    nar el derecho del Gobierno de Mxico a realizar expropiaciones dentro de su jurisdiccin, en ejercicio de su poder soberano". 2 No obstante esta declaracin, H ull r ealiz las mils fuerles e insistentes presiones diplomticas - much as de ellas en tono agrio-- para que el pago dE las expropiaciones se hiciera al contado; adems, el Secretario del Tesoro -Morgenthau- como represalia, anul el convenio sobre compra de plata mexicana, con lo cual deprimi el valor de este metal. 3 Tambin las compaas expropiadas boicotearon en todos los terrenos al Gobierno mexicano y provocaron un fuerte movimiento de opinin en contra de ste. Con todo, y esto no puede dejar de sealarse, el Gobierno de Roose

    1 Dexter Perkins: op. cit. Pg. 347. 2 Til o Dcpartment of State: Forcign r clations of tll e 1!llited

    S Lltcs . Diplomatic papers. 1938. Vol. V. Declaracin de prensa '" Cordell Hull, de 30 de marzo d e 1938. Pg . 662.

    a Ibid. En el ,"olumen citado, hay abund ante ma.terial sobre (-,tl- 1, ~unto .

    50

    velt se abstuvo de poner en marcha contra M- xico los tradicionales mecanismos "protectores" de los intereses norteamericanos.

    6. Finalmente, en el perodo que se inicia el ao 1933 y especialmente a partir de 1938, el Gobierno de los Estados Unidos otorg emprstitos directos por un monto relativamente pequeo a los gobiernos de las repblicas del continente con el fin de que pudieran impulsar su desarrollo econmico. No obstante su exigidad, estos emprstitos carecieron del carcter de inversiones directas de empresas imperialistas.

    .: Qu significado tuvo todo este despliegue de bUfn:' vrcindad?

    Tn ClIl " tiOJUl blemenlc, l indica que los E stados (11, il1o:-. debic:ron valora r con la mxima ob jetiv irl~d las condiciones imperantes en Amrica y 1'1 mundo y las tendencias o procesos que estab:ll1 en desarrollo en una y otra partes. Con bastante sangre fra y mucho realismo, tuvieron que 10nderar los acontecimientos europeos y asitiL)S (ocupacin de Manchuria por Japn; retiro -le Alemania de la Conferencia de Desarme; reanudacin en alta escala del armamentismo alemn ; desahucio por parte de Japn del Tratado. d. Washington sobre limitacin de armamentos. navales; retiro de Japn de la Conferencia Navd de Londres; invasin de Etiopa por Italia ; d.sahucio del Tratado de Locarno por Hitler ~ l'i fol'lificacin de la zona alemana del Rhin; gue1')1 civil espaola; firma del Pacto Anti-Comint('I'11 germano-japons en 1936; nueva agresi le J apn a China en 1937; ocupacin de Austria

    pOI

  • ..zados a producir la redistribucin imperiali&ta .:lel mundo. El Gobierno de Washington dispona de sobrados elementos de juicio para saber a ciencia cierta el rumbo que ya haba tomado la vida internacional. 1

    N o era difcil prever que todo esto tendria natura] gravitacin en Amrica, toda vez que ella figuraba en la estrategia de expansin mundial trazada por Berln, Tokio y Roma.

    Semejante perspectiva contribuy decisiva~ mente a remodelar la poltica interamericana de los Estados Unidos. Surge de este modo esa lnea destinada a proteger los vitales intereses polticos y econmicos norteamericanos en el hemisferio,

    Para ello, el primer paso aconsejable consista en atenuar y tratar de extinguir los motivos de agravio que pudieran tener los latinoamericanos; slo as podran cr r adicarse focos de desconten~ to que pe rmi tieran el avance de movimientos populares antiimp

  • '), A

    \ . JI. )

    V'_ " , \

    riormente, se aprob una Convencin destinada a unificar los criterios de Amrica frente a una guerra que pudiera estallar en otras reas del mundo; en su punto medular, el artculo 2" deca: "en caso de una guerra internacional fuera de Amrica que amenazara la paz de las repblicas americanas, tambin procedern las consultas mencionadas para determinar la oportunidad y la medida en que los pases signatarios que as lo deseen, podrn eventualmente cooperar a una accin tendiente al mantenimiento de la paz continental". 1 Con esta resolucin comenzaba a gestarse un bloque poltico continental cuya finalidad era actuar en la guerra imperialista que inminentemente se vea venir y que directa o indirectamente poda envolver a los Estados Unidos. Bajo esos mismos signos, pero agudizados por

    la inminencia de la confl agracin mundial y por la firma del Pacto de Munich, tuvo lugar el ao 1938 la VIII Confereucia. Panamericana de Lima. Sus preparativos fueron largos y relativamente difcilE:s ; las tensionf"S y los antagonismos mundiales se reflejaban en Amrica con grau fuerza, avivando naturalmente las contradicciones que en ella prevalecan; no resultaba entonces una empresa liviana conciliar voluntades e intereses contrapuestos; el Secretario de Estado interino, Sumner \Velles, dando a conocer sus ansiedades y temores, escriba a Scotten, Encargado de Negocios en Brasil: "Para su informacin confidencial, sin embar

    go, puedo decirle que en mi opinin el ms importante objetivo que debe conseguirse en la Confe1 COll\'encin publicada por Textos BsicC:5 de Amric~ . ~~ _

    leccionados y anotados por J, 111. Cordero Torres. Pgs . 84 ,a 86.

    54

    rencia de Lima, es la armona y la identidad de puntos de vista y propsitos por todas las delegaciones. Considero desastrosa cualquiera ruptura que tuviera lugar en la Conferencia que hiciera pblico al resto del mundo las grandes divergencias de puntos de vista de las repblicas americanas en este momento". 1 Era perfectamente lgico que en los Estados

    Unidos reinara tal ansiedad. Al final de cuentas, para Washington era de extremada y vital urgencia la formacin de un bloque americano que garantizara la invulnerabilidad de todo el hemisferio y, por ende, la seguridad de los Estados Unidos. Esto lo dej en claro el Presidente Roosevelt en una conferencia de prensa del 15 de noviembre de 1938. AlH dijo que "los acontecimientos mundiales ocurridos en los ltimos aos y el progreso cientfico en los mtodos de hacer la guerra haban requerido un cambio en toda la orientacin de este pas con respecto al continente en el cual vivimos -desde Canad hasta Tierra del Fuego. Dijo que existe hoy da una solidaridad continental entre las veintiuna repblicas americanas y el Canad ms definida y unnime de lo que jams haba sido en los ciento veinte aos anteriores, desde que las repblicas latinoamericanas haban luchado por su independencia. Hay ahora una substancial unanimidad en la creencia de que, como una doctrina continental, debamos estar preparados para llevar adelante el esquema de solidaridad continental establecido en Buenos Aires y era por consiguiente necesario ver qu pasos podran ser requeridos para mautener esta solidaridad continental contra cual-

    The Depal' tm!'nt Df State : F oreign r elatiolls of th e Unit ed Stat!' . Diploma tie papers, 1938. Vol. V. Comunicacin de Sumner ""'elles a ScoUen, 2 de diciembre d e 1938. Pg. 48.

    55

  • quier amenaza externa... Un corresponsal pregunt si esto significaba que la defensa nacional haba ahora llegado a ser cuestin de defensa continental. El Presidente replic que ese era el caso en cooperacin con todas las otras repbli' cas americanas y el Canad. Interrogado sobre si haba sido considerada una posible defeccin en la solidaridad continental, el Presidente dijo que l no ant icipaba t al d-efeccin". 1 Las cosas estaban, pues, claras. Para el impe

    rialismo norteamericano, para la "seguridad" de Jos Estados Unidos, era preciso fomentar la solidaridad continental, la Poltica de Buena Vecindad y todo lo que ella implicara. De ah 10 perentorio del objetivo sealado por Sumner Welles; de ah tambin de conveniencia de que los Estados Unidos adoptaran una actitud flexible, realista con respecto a la organizacin poltica interna de cada pas latinoamericano, as sta fuera la abominable dictadura de Trujillo o la de Somoza, el rgimen semifascista de Getulio Vargas. el Gobierno de Frente Popular en Chile o la administracin antiimperialista y de izquierda que encabezaba Lzaro Crdenas en Mxico. Tal actitud realista la expuso con mucho nfasis Sumner Welles en un discurso que pronunci en Washington el 6 de diciembre de 1937. ~ As la situacin, la delegacin norteamericana

    a la Conferencia de Lima recibi adecuadas instrucciones. "La importancia de esta Conferencia

    1 The Depar tmcnt of Sta tes : F or ei gn r ebtions of th e Unlteill P.g . 2.

    56

    -3e deca- ha sido considerablemente aumentada por los hechos y las experiencias de los aos recientes". 1 Se seala en .seguida que los delegados americanos deben expresar a los latinoamericanos que ellos "desean, por sobre todo, su prosperidad material y su seguridad poltica y que nosotros slo abrigamos sentimientos amis tosos hacia ellos" ~ Luego se aade que en las deliberaciones "no parece oportuno que los delegados de los Estados Unidos asuman un rol dirigente en la Conferencia ni en su organizacin oficiala -en sus discusiones. Su 'actitud debe ser en favor de una amistosa expresin de puntos de vista por parte de los delegados de varios pases y, con debida consideracin de las instrucciones que aqu aparecen, apoyar solamente aquellas proposiciones que parecen ser de comn inters y que merecen la aprobacin unnime de las repblicas americanas... Con respecto a las diferen. cias polticas entre las repblicas americanas, es importante que Ud. acte con gran cautela" Es decir, los Est ados Unidos, ajustndose a

    normas altamente precavidas que hacan agudo contraste con su conducta anterior - y tambin de los aos posteriores a la segunda guerraslo buscaban frmulas de unidad hemisfrica y decisiones que les fueran tiles. y esto lo lograron; la Conferencia, despus de intensos trajines y de gran actividad diplomtica dio su aprobacin unnime a la llamada Declaracin de Lima, cuyo texto establece:

    1 Sumner Welles: ob. ci t. I nstrucci ones a los delc:gn.dos a la Conf(,rencia de Lima.. P gs. 53 " 80.

    2 l b id. 3 TlLe Departmc'nt o Statp. : F or rlgn rel!l.t iolla of tlle United

    States . Diplomatic paper!! . 1938. Instrucciones a los delegados a la Conferenda

  • l "Los Gobiernos de los Estados americanos de

    claran: "Primero, que ellos reafirman la constante so

    lidaridad y el propsito de colaboraren el mantenimiento de los principios sobre los cuales dicha solidaridad descansa;

    "Segundo, que leales a los mencionados principios y a la absoluta soberana, reafirman su decisin de mantenerlos y defenderlos contra toda intervencin extraa, t oda actividad que pueda amenazarlos ;

    "Tercero, y en caso de que la paz, la seguridad o la integridad territorial de cualquier repblica americana sea amenazada por actos de cualquiera naturaleza que puedan disminuirlas, proclama el comn inters y la determinacin de hacer efec tiva la solidaridad, coordinando las respectivas voluntades nacionales por medio del procedimiento de consulta establecido por las convenciones en vigencia y por declaraciones de conferencias interamericanas, usando las medidas que en cada caso las circunstancias hagan aconsejables" 1 Por supuesto, Washington recibi con jbilo la

    Declaracin de Lima; en reunin de consejo, el Gabinete de Roosevelt la aprob integralmente y Hull fue calurosamente felicitado por el satisfactorio trmino de una prolongada negociacin. Los, Estados Unidos haban logrado plenamente sus objetivos; se haba dado a la vieja Doctrina Monroe - detestada por los latinoamericanos-o un carcter continental, se la haba acomodado a nuevas condiciones histricas, aunque preservando su tendencia bsica: 'la proteccin de los Estados Unidos, lo que ahora -ms que nuncaentr aiiaba la transformacin de Amrica Latina

    1 U o,'tllIl.'nlo "I'P,""tlUt !tlo por Hub",'! H erring: op, cit. Pgs,

    en rea subalterna de los Estados Unidos, razn -por la cual stos deban mantener un estado de cosas que impidiera la accin de imperialismos rivales o de movimientos populares encaminada a separar a una o a todas las repblicas latinoamericanas del esquema poltico continental mon tado por el imperialismo norteamericano. En 1938, el anhelo que anim a Blaine cincuenta aos antes, era realidad. En relacin a los movimientos populares, espe

    cialmente a los de carcter socialista, diplomticos nort e y latinoamericanos sugirieron que en Lima sera posible y conveniente adoptar resoluciones anticomunistas. As por ejemplo, en un informe fechado el 2 de marzo de 1938, Wesley Frost, el Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Chile, poda decir: ,"Tengo el honor de informar que conversaciones sostenidas informalmente con diplomticos latinoamericanos, no parecen indicar ningn peligro activo para que una resolucin contra el comunismo, si se le entiende como indirecto endoso de totalitarismo, pudiera tener xito en la Conferencia (de Lima). El Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, incidentalmente expres tal punto de vista esta maana, y el Embajador brasileo adopt una lnea similar. IDl Ministro venezolano mencion muy ardientemente el dao que est siendo causado al ideal democrtico en Amrica Latina por las continuadas relaciones entre los poderes democrticos y Rusia Sovitica..." 1 Significa esto que en los preci~os momentos en

    que la agresin fascista ya se haca sentir sobre algunas reas de Europa y Asia y amenazaba

    1 T he Departmcllt 01 Stntc: F orei;n l'eJati ons of the l!nited States, DipJomat ic papers, 1938, VoL V .. Comunicac in de Fros t

    314 315, al Secr.. t ario de Estado. 2 de marzo de 1938. Pg, 2 .

    58 59

  • con descargarse de manera general sobre todo el mundo, haba quienes, colocados exactamente en la misma posicin de Hitler y hacindose cmplices de l, pretendan orientar la poltica externa de los Estados Unidos y de Amrica en un sentido fascista, vale decir, anticomunista y antisovitico. Aun cuando estas proposiciones no prosperaron explcitamente en Lima, quedaba ya insinuado un criterio que habra de madurar con posterioridad a la segunda guerra mundial: el anticomunismo y el antisovietismo de la accin poltica internacional del imperialismo norteamericano. Y junto con ella, la absurda tesis de que los movimientos populares del continente, poseedores de una existencia ms larga que la Unin Sovitica misma, reEresen a forma de intervencin extracOn mental en los sunto nOS""'""dI"emisferW:---

    En los aos cruciales de la guerra, los Estados Unidos continuaron promoviendo acuerdos interamericanos de diverso gnero. Todos ellos, en su conjunto. estableci~IL..!}ucvoS'COm.-p~tss para las iepl1:5IIcasratinoameri~.ap.,~ con vistas al.pro..pslto- de1"os EstaCiOSUnidos de formare!! el contm,enteun oroq1:le~mO~~leo quuos ~paraID'lo s.~Io ~n's contiTIgmtas de J~erra, s~ranblen-

  • 1.

    que el Gobierno de Washington poda manejar -yen efecto, manejaba- en conformidad a sus designios. Adems, los prstamos se concedan slo cuando se indicaba claramente y con todo detalle la utilizacin que se le dara; esto signi. ficaba que rganos gubernamentales extranjeros adquiran la fa cultad para calificar tales inversiones, para modificar u observar los proyectos de inversin presentados y t ambin, por supuesto, para vetar los. Todo esto no se haca conside

    } rando las necesidades del pas que trataba de pro. curarse recursos, sino tambin y principalmente, los intereses y las conveniencias de corporaciones monopolistas de los Estados Unidos. Con estos procedimientos, la tan proclamada

    "ayuda" que el Gobierno de los Estados Unidos prest a Amrica Latina, represent para sta evidente menoscabo de su soberana; un estudio minucioso de las 'peticiones formuladas al Exim~ bank y del tratamiento que ste les dio, mostra

    l'ia lICnosas y vej~iOl' ias cxneriencias vividas por cad a una de las repblicas latinas.

    ':n cuanto a inversiones dircctns , stas, despu ~,,; de cierta contraccin en los 'los ms violentos de la depresin, se reavivaron gradualmen. te. En todo caso, las inversiones norteamericanas , fueron las de mayor importancia en toda Amrica Latina y excedieron a las hechas por todos los dems pases capitalistas. En estas condiciones, pues, bajo el signo de la

    Poltica de Buena Vecindad, el imperialismo no cej en su faena de penetracin econmica, consolidando posiciones ya adquiridas. Fuera de las decisiones de Mxico en orden a nacionalizar el petrleo y algunas extensiones territoriale.s para realizar la reforma agraria, nada perturbaba el dominio que los grandes monopolios de Wall

    62

    I

    trI'{ I ejercan sobre la economa del hemisferio. 1'.10 lodava: hacia ellos se extendi la cortina pl'Olectora de una poltica que estaba diseada, ntre otras cosas, para hacer eso. E l Gobierno de Washington en su disputa con

    Mxico sobre las nacionalizaciones expresadas, dej ms de una vez establecido que no poda mirar con buenos ojos la expropiacin de bienes pertenecientes a ciudadanos o empresas norteamericano's, sobre todo si ellas no iban acompaadas de las correspondientes cancelaciones inme diatas. De no ocurrir esto, la Poltica de Buena Vecindad corra peligro de ser destruida en sus fundamentos mismos. En nota pasada por el Subsecretario de Estado Sumner Welles al Embaja. dor de Mxico, CasUllo Njera, ese punto de vista se expone claramente as: "Esa poltica implica una comunidad de veci

    nos, en la cual todos se conducen a s mismos en un comn plano de mutua confianza y trato leal. Mi Gobierno se ha esforzado por ceirse estric tamente a la lnea de tal poltica, a respetar sus propias obligaciones, a ser sociable prestando asistencia donde poda hacerlo. Est autorizado a esperar, en cambio, respeto por las obligaciones debidas bajo la ley internacional, las cuales, por supuesto, incluyen respeto por las obligaciones debidas a sus ciudadanos. Otros gobiernos han reconocido el inherente carcter recproco de la poltica de buena vecindad y han formulado sus correspondientes polticas .. . Este Gobierno cree otra vez apropiado llamar la atencin sobre el inherente carcter recproco de la poltica del buen vecino ... Pero no puede adoptar una poltica de aquiescencia frente a las expropiaciones de propiedades de ciudad'anos americanos por otro Gobierno, faltando al principio de que expropiacin y pago van juntos. Adoptar tal posicin no

    63

  • favorece la poltica de buena vecindad, que es universal en sus aplicaciones. Por el contrario, ella inevitablemente destruira tal poltica, pues amenazara los principios sobre la cual reposa". 1 Semejantes consideraciones, que descansaban

    en el falso supuesto de que el Gobierno mexicano 'r.,. realizaba la nacionalizacin de su petrleo por la , va de la confiscacin -esto es, sin pagar a las empresas norteamericanas las inversiones que stas' rea:lmente haban hecho-- fueron reiteradas posteriormente. El 21 de julio de 1938, Condell Hull deca al Embajador mexicano: "El camino ms seguro para quebrar la poltica de buena vecindad, sera dejar la impresin de que ella pennite desdear los justos derechos de los ciudadanos de un pas poseedores de propiedades en otros" 2 De esto se infiere que la Poltica de Buena

    Vecindad no era, de hecho, compatible COn medidas antiimperialistas que pudieran ser puestas en prctica en Amrica Latina para asegurar su desarrollo econmico y su independencia nacional completa. Si Mxico no hubiera actuado como 10

    " hizo en el crucial ao 1938, con toda seguridad la mano norteamericana no habra vacilado en hacerse sentir con su tradicionail dureza "protectora". Con todo, Mxico, para evitarse mayores problemas, se vio constreido a pagar a las compaas petroleras un precio muy superior a sus inversiones reales; adems, fue impotente para lograr que los grandes monopolios americanos cesaran su hostilidad, }a que se manifest de di1 The Department ol State : Foreign relatlons o( the United

    States . Diplomatic papers. 1938. Vol. V. Comunicacin de Sumner Welles a Castillo NAjera. 20 de junio de 1938. P.gs. 668 . 669 . 2 Ibid. Comunicacin de Cordell Hull a Castillo N.jera.

    21 de julio d e 1938. Pg. 677.

    64

    versas maneras: impidiendo que buques.tanques norteamericanos transportaran petrleo, dificultando la adquisicin de equipo de perforacin, tuberas y otros elementos indispensables para mantener y ampliar las explotaciones petrolferas, etc.

    Conferencias interamericanas de diverso ~ne. ro, fueron adoptando resoluciones de caracter econmico en las que, invocndose el desinteresado principio de ta cooperacin econmica entre las Amricas, se incorporaban fundamentales proposiciones de innegable corte imperialista. 'ral o.curri en las reunion~de Ministr~ ReJac'"'iO-""' ne:s--E'Xf"erores-qtle se realizaroll-en...Fan!l.m, La Hal5ana y R01Ie:1anel ro:-De esas reuniones sur gieron el ComIt Asesor F inanciero Econmico Interamericano y la Comisin Interamericana de Desarrollo ; esta ltima fue puesta bajo la direccin de Nelson A. Rockefeller, influyente poltico republicano y poderoso hombre de negocios vino culado a la St andard Oil Co. y a otras grandes corporaciones monopolistas de los Estados Unidos. En mayo de 1944, la Comisin Interamericana

    de Desarrollo realiz una importante conferencia interamericana en la que algunos oradores, entre ellos WNliam Benton, Vicepresidente de la Universidad de Chicago y hombre de negocios, hablaron con mucho nfasis de que el imperialismo era 'cosa muerta, que ahora exista comunidad de intereses y fraternidad en Amrica, etc. 1 Sin embargo, all, a propuesta de los delegados nor

    1 Discu rso ile \\'. Benton en: Proce dln gs of the Con(cr"nr... 01 Commjssions ol Imer-AmerIcan Deve' opment . New York. Mayo 9 to 13, 1944. Pgs. 56 a. 61

    5.- Estados UnMos . . . 61

  • teamericanos, se adoptaron -entre otros- los siguientes acuerdos:

    1. Creacin de condiciones econmicas y polticas que favorezcan la ,iniciativa individual y la empresa privada en la industria y el comercio;

    2. Estmulo a la empresa privada para que asuma y Ueve adeLante el desarrollo econmico en los paises del hemisferio occidental;

    3. Promocin, tanto como sea posible, de la participacin conjunta del capital extranjero y nacional en el desarrollo de todo tipo de em~ presas ; 4. Concesin al capital exh'anjero del mismo

    trato que al capital nacional ; 5. E liminacin, en el ms breve plazo posible,

    de las barreras aduaneras y de la discriminacin contra el capital extranjero ;

    6. Eliminacin de la clusula de nacin ms favorecida en las relaciones comerciales internacionales ;

    7. Eliminacin de subsidios directos o indirectos a las exportaciones, y 8. Abstencin del establecimiento de empresas

    comerciales estatales o semiesiatales. 1 Todas las proposiciones diseaban lneas de

    poltica econmica que estaban en p'ugna con las que ya desarrollaban algunas republicas latinoamericanas y que, a la inversa, respondan sa~ tisfactoriamente a los intereses norteamericanos que deseaban mantener a Amrica Latina como libre campo de explotacin imperialista. Respecto de lo primero, cabe recordar que en Mxico, Chile, Brasll y otras repblicas, se estaban po~ niendo en prctica principios contradictorios con

    1 T' 1oC'(',~dIUf!." !Ir \.h( Cnl1 r.lol nt t" 01 Cunlfu i ~ ..~ions o! InterAmcrit ,ul D"Y(h 'I"""Ti t. N \:", \'Iuk , Mal' to 13, 1944, PAgs, 5 a 13 .

    66

    los expuestos; Mxico haba nacionalizado su petrleo, Chile cre la Corporacin de Fomento a la Produccin y estaba dando vida a importantes empresas estatales, en todas partes fun~ cionaban tarifas 'aduaneras protectoras de la incipiente industria nacional, etc. Las resoluciones adoptadas en esa Conferen~

    ca son importantes por dos motivos: 1, Porque muestran claramente que durante Ia vigencia de la Poltica de Buena Vecindad, el imperialismo norteamericano no dej de mano ninguno de sus hjC'tivos de expansin econmica en Amdca Lntina. y 2. Porque el:la's constituyen el prem-J '>\11.. lul nl';'\!IdO de las que en forma mucho : 1";1 I I.,LlICgOlH'iI V n ri t i l11 flt('ron adoptadas por ,. 111 Unnl'ore llclfl d, ( 'hnpull l'Iwc, -

    1 ~11 In Con rl~1' ,Iltla dI' ChUIHl ltepec, los pases I{\Ull(~1UIlI"I'icnl1os p"puki l'!'1l1l ampliamente sus IJIIIII,Y.l ,