Directora Agnès Varda Duració 104 minuts Gènere Documental Música Joanna Bruzdowicz, Isabelle Olivier, Agnès Bredel, Richard Klugman Fotografia Agnès Varda, Stéphane Krausz, Didier Doussin, Pascal Sautelet, Didier Rouget

“Estimulante fresco impresionista que ofrece, a la vez, un sensacional acompañamiento musical muy variado

y una luminosa visión de las miserias de las sociedades desarrolladas y de las grandezas de muchas de sus gentes”.

“Combina la reflexión y el documento social con la sugerencia poética y el lirismo”.

“Película que, sin duda, deberían regalar los fabricantes de cámaras”

2000 European Films Awards (Premio del Cine Europeo al mejor documental del año).

2000 Festival de Montreal.2001. French Syndicate of cinema critics.

17 d’octubre, 31 d’octubre, 14 de novembre, 28 de novembre, 12 de desembre

Pavelló 5 de 15 a 17 h

Le glaneurs et la glaneuseLos espigadores y la espigadoraAgnès Varda (2000) França

Un documental sobre com mirar la realitat social

i com contar una història

Projected’Innovació Educativa

Pavelló 5

Le glaneurs et la glaneuseAgnès Varda (2000) França

Ofrece una mirada crítica y ética hacia una situación que denuncia y que debiera ser objeto de debate en las aulas escolares. Vivimos en la sociedad del despilfarro donde se tira comida cuando hay personas que mueren de hambre.Ayuda a reflexionar crítica y complejamente sobre lo establecido socialmente.Retrata en el mismo gesto modesto de espigar a recicladores, a quienes consideramos mendigos, junto al chef de alta cocina así como a los artistas consagrados junto a otros artistas que consideramos locos. Presenta certeras miradas críticas formuladas por personas que ubicamos en los márgenes sociales…Es necesario que en educación se rescate del olvido el protagonismo de las mujeres que continuamente son invisibilizadas. Esta es una hermosa película dirigida por una mujer, con una mirada explícitamente subjetiva, que sabe detenerse en los pequeños detalles de la vida, observándolos de cerca, a la vez que denunciar graves problemas sociales y medioambientales; pero sin la pretensión de dar lecciones al mundo, sino mostrando con sencillez una reflexión profunda como sin darse importancia. Varda necesita dejar testimonio de las vidas de quienes recogen los desperdicios de otros y reciclan. La mirada hacia los personajes es curiosa y a la vez cómplice, nunca compasiva, ya que no hay nada de que avergonzarse; al contrario, son quienes tiran toneladas de patatas por ¡tener un tamaño demasiado grande para el mercado!, quienes deberían sentir vergüenza. Agnès Varda filmó esta película con 72 años y en ella, enlazando en un suave vaivén lo personal y lo social, habla en primera persona retratando honestamente su vejez, manifestando su preocupación por el paso del tiempo (sus canas, sus manos), mostrándonos el interior de su casa (rastros de humedad en el techo, sus gatos, regalos que recibe), …; en definitiva, desnudando su intimidad. Es una muestra de las posibilidades de las pequeñas videocámaras digitales para hacer cine; las cuales podrían ser utilizadas por las alumnas y alumnos para crear sus propias narraciones o relatos donde la cámara sea poco más que un lápiz que registre sus pensamientos y vivencias y –desde la metáfora del cine como espigueo– miren, encuentren, engarcen historias, formas de vida, …, y reflexionen sobre sí mismas/os y sobre el mundo; o bien, vinculen arte y juego (como las imágenes en las que atrapa a los camiones con la mano delante del objetivo).

Han dit que…Professora coordinadora: Nieves Ledesma

Los espigadores y la espigadora (França, 2000)

Sinopsi

“Los espigadores y la espigadora” es un “documental de camino errante” que comienza en el diccionario con la palabra espigar (“coger después de la cosecha”) y que continúa con la búsqueda de personas que dan vida, hoy en día, a esa palabra. Se retrata a espigadoras y espigadores, agrícolas o urbanos, que usan y viven de lo que otros desaprovechan, por diversas razones: – el ex-camionero sin trabajo que espiga patatas porque no tiene qué comer (“Es mejor trabajar un poco en los campos que robar en las tiendas”); – el cocinero de alta cocina que busca para su mesa las mejores hierbas, manzanas y uvas ahorrando costes (“No quiero productos que llevan tres semanas en la nevera, que han sido recogidos verdes y que se venden el día que parecen maduros”);– el artista reconocido en el mercado del arte (“Lo que para otros es porquería, para mí son posibilidades. El arte es poner orden. Yo creo frases con las cosas. Las jaulas pueden convertirse en violines”) y el pintor y el chatarrero que crean obras a partir de lo que encuentran (“Son regalos que están en la calle como si fuera Navidad”);– el chico con botas que espiga por convicción ética para cuidar el medio ambiente (“Si se pueden recoger tantas cosas es lo mismo que la marea negra del Erika”); – el viajero, acogido por el anciano, que arregla lo que todavía puede ofrecer servicio y lo regala o vende a vecinos; … Pero, a la vez, que critica el consumismo, Agnès Varda subraya el placer de la recogida y el aprovechamiento y la generosidad de algunas personas. Además, la propia película es un ejercicio de espigueo de la directora (por eso, lo de “la espigadora” del título). La directora se hace visible desde el principio con sus canas, su disfraz de espigadora y su voz en off; mostrándose como espigadora de imágenes de lo que la propia vida le ofrece. Convierte manchas de humedad en cuadros. Aprovecha imágenes grabadas que pueden parecer desechables y les pone música (construye imágenes no buscadas con la grabación, por descuido, del baile de la tapa del objetivo)…