Los dilemas de la práctica profesional académica

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1 LOS DILEMAS DE LA PRÁCTICA PROFESIONAL ACADÉMICA. UNA BREVE REFLEXIÓN ÉTICA SOBRE EL DESEMPEÑO PROFESIONAL DEL EDUCADOR. Por Eva Chávez Guadarrama Estudiante del segundo semestre del Doctorado en Educación, CESE-Portales, Maestra en Educación por la Universidad Insurgentes, Plantel Xola, Especialista en Perspectivas Antropológicas de la Violencia por la ENAH, Especialista en Estudios Urbanos por la División CyAD, Universidad Autónoma Metropolitana, UAM-Azcapotzalco, Licenciada en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH. Microempresaria educativa bajo la figura XOCHIQUETZALLI.- Desarrollo humano y liderazgo con humanismo. Líneas de Investigación: Procesos de Liderazgo y Violencia Escolar. E-mail: [email protected] FACEBOOK www.slideshare.com www.buenastareas.com

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LOS DILEMAS DE LA PRÁCTICA PROFESIONAL ACADÉMICA. UNA BREVE

REFLEXIÓN ÉTICA SOBRE EL DESEMPEÑO PROFESIONAL DEL

EDUCADOR.

Por Eva Chávez Guadarrama

Estudiante del segundo semestre del Doctorado en Educación, CESE-Portales,

Maestra en Educación por la Universidad Insurgentes, Plantel Xola,

Especialista en Perspectivas Antropológicas de la Violencia por la ENAH,

Especialista en Estudios Urbanos por la División CyAD, Universidad Autónoma

Metropolitana, UAM-Azcapotzalco,

Licenciada en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e

Historia, ENAH.

Microempresaria educativa bajo la figura XOCHIQUETZALLI.- Desarrollo humano

y liderazgo con humanismo.

Líneas de Investigación: Procesos de Liderazgo y Violencia Escolar.

E-mail: [email protected]

FACEBOOK

www.slideshare.com

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Dedico este breve trabajo a la Escuela Nacional de Antropología e Historia,

ENAH, en cuyas aulas crecí y maduré mis primeras reflexiones y prácticas como

científica social. Noble institución que me abrió sus puertas en 1985 y cuyos

auspicios económicos dieron sustento a mis expectativas de superación, justo en

el momento en que más lo requería.

Reciban mi reconocimiento y gratitud también el INAH y la SEP porque sin las

becas que otorgan a los estudiantes provenientes de las clases populares no sería

posible cristalizar el mejoramiento de la calidad de vida de nosotros y de nuestras

comunidades.

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Contenido 1. De principiante a especialista. ........................................................................................ 4

2) El maestro “galán”: El acoso sexual como práctica recurrente de las escuelas de nivel superior y

medio superior.......................................................................................................................... 5

3) El rival “más débil” o mi estudiante “nerd” es mi enemigo. ............................................... 6

4) El monstruo interior o el “espejo”: La autoevaluación del perfil psicológico del docente

como área de oportunidad...................................................................................................... 7

5) La importancia de la mejora del contexto: El docente como líder proactivo y la creación

de un clima laboral y estudiantil positivo y resiliente. ............................................................ 9

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1. De principiante a especialista.

Cuando ingresé a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH en

la Ciudad de México para realizar el Curso propedéutico, allá por el terrible

año del ’85 –cuyo recuerdo más vívido es la del Terremoto de Septiembre-

tenía 17 maravillosos y juveniles años y en mi perspectiva de futura

antropóloga veía con alegría las experiencias que habrían de venir.

Si bien la entrada a la Escuela no fue complicada, la experiencia de la

supervivencia en ella sí lo fue. Tropecé con muchas situaciones que me

sorprendieron negativamente ante la carencia de un arbitraje que midiera y

evaluara continuamente las prácticas docentes en las aulas de la ENAH y la

falta de supervisión y control de las incursiones al trabajo desarrollado en

campo; por lo cual, algunos docentes hacían mal uso de poder académico y

su jerarquía para entorpecer el trabajo de los mejores estudiantes a los

cuales veían como un peligro potencial y rivales próximos en el área de su

práctica. Ello crearía en mí, la permanente necesidad de autoevaluarme en

mi ejercicio docente posterior y marcaría la práctica de toda mi vida

profesional académica.

De las vivencias que he transcurrido en diferentes Universidades tanto del

sector público como privado he obtenido un enfoque muy particular sobre la

práctica académica en la vida cotidiana de la institución educativa ya que la

profesionalización en un área no sólo implica la mecánica entrega de tareas

y el registro evaluativo de las mismas, sino una evaluación ética del

ejercicio de la enseñanza y el aprendizaje.

Muchas son las lecciones que como educadora de nivel superior y medio

superior he aprendido a lo largo de más de veinte años, algunas buenas y

otras no tanto, pero todas han sido provechosas por que de ellas he sacado

diferentes lecciones que quiero compartir con mis colegas docentes y

especialistas del área de la educación, en la expectativa de que en estas

breves líneas pueda expresar ideas que se conviertan en proyectos de

mejoramiento y crecimiento organizacional y posteriormente en políticas de

expansión de la calidad educativa.

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2) El maestro “galán”: El acoso sexual como práctica recurrente de las escuelas

de nivel superior y medio superior.

En el curso de desarrollo humano y capacitación docente en detección del

bullying, comentaba con mis compañeros del Colegio SENDA 2000 Plantel

Xochimilco - institución en que implanté un Programa de Educación para la

paz en el año 2014- que es necesario sensibilizarse y conocer de cierto que

el acoso sexual dentro de una institución educativa está actualmente

penado. Recientemente en el año pasado, 2014, la Cámara de Diputados

implementó una serie de iniciativas que confrontaban el problema ante el

nada halagüeño diagnóstico de la OECD (2014) de que las escuelas de

México ocupan el primer lugar en esta problemática.

Las iniciativas de la Secretaría de Educación Pública para el combate al

bullying en la educación básica están apenas arrancando y aún no hemos

visto frutos concretos de las mismas, pero es cierto que en materia de

educación superior, no sólo en la ENAH, sino también en la UAM, en la

UNAM y en el IPN se han presentado casos de acoso sexual por parte de

docentes a estudiantes de las instituciones y esta situación muchas veces

se hace “invisible” por así convenir a las políticas e imagen de la misma,

ello se replica también en las Universidades privadas. Basta hacer una

revisión rápida a los diarios virtuales que circulan y encontraremos que no

sólo hay abuso sexual en la educación básica, sino también en la

educación media superior y en la superior… y aunque usted no lo crea

también en las divisiones de posgrado.

La conclusión, sería como afirmó el sabio y joven chef Cristian “N”, docente

del Colegio SENDA 2000, Plantel Xochimilco: “La gente crece con su

violencia” y por tanto todos los docentes de todos los grados incluido las

áreas de posgrado, requieren para su práctica efectiva de un escrutinio en

términos de exámenes psicométricos y de perfil psicológico para ver sus

áreas de oportunidad y trabajar en ellas y no sólo pruebas de aptitud

profesional, cédulas o títulos que los acrediten en un área de conocimiento.

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3) El rival “más débil” o mi estudiante “nerd” es mi enemigo.

No sólo ha sido producto de la experiencia personal el hecho de que ser un

estudiante de excelencia académica puede llegar a ser un fardo pesado,

sino que testimonio de ello existen miles de voces de estudiantes de

excelencia que han sido excluidos de proyectos de investigación, de

propuestas laborales buenas sólo porque el dictaminador coincidentemente

fue su profesor de la Universidad y ve en ellos la persona que terminará

discutiéndoles la plaza de profesor en su lugar favorito de trabajo.

Ahí, habrá que decir que los estudiantes de excelencia no son un problema,

como tradicionalmente son vistos por compañeros de escuela, superiores

inmediatos y a veces hasta por la envidiosa relación de competencia que se

establece por el prestigio y el favoritismo de los recursos familiares.

Los estudiantes de excelencia son recursos flexibles y aliados estratégicos

que con el paso del tiempo se convierten en seguidores y continuadores de

líneas de investigación, innovadores y operadores de prácticas educativas y

“brazos inteligentes” extensivos en industrias en desarrollo y,

potencialmente, en futuros jefes de sus mismos maestros o de los hijos de

ellos. Ya lo decía el mismísimo Bill Gates: “Mantén una buena relación con

los mejores estudiantes de tu clase, a la larga pueden terminar siendo tus

jefes”.

Es parte del crecimiento y maduración de un profesor universitario o de

cualquier otro nivel, dejar una línea de seguidores y continuadores. Yo diría

un “must” de la docencia. Habrá que plantearse siempre en algún punto de

la vida profesional de uno como profesor-investigador, quienes se quedarán

al frente de la cátedra que por años uno ha sustentado y que mejor que

elegir entre los nuevos frutos, entre los estudiantes de excelencia más

consistentes.

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4) El monstruo interior o el “espejo”: La autoevaluación del perfil psicológico

del docente como área de oportunidad.

Si un profesionista se mira a sí mismo se mira egocéntricamente. El ego no está

mal del todo, hace falta un buen porcentaje de autoestima para ser un líder en el

aula y proyectar calidad. Sin embargo, uno como profesionista a cargo en

instituciones educativas debe acostumbrarse a reconocer su “monstruo interior”,

sus carencias y deseos insatisfechos para detectar previamente los problemas con

los que habrá de lidiar en el aula y en la institución.

Si yo misma miro a mi “espejo interior” que cosas negativas veo: Soy egocéntrica,

soy perfeccionista, soy territorial, profesionalmente agresiva y por momentos

excesivamente autónoma, deseo siempre ir al frente y como estudiante de

excelencia mi deseo interior es que mis resultados académicos siempre sean de

diez y de alto impacto.

Como ser humano tuve muchas carencias en mi niñez, fui una niña

negligentemente “abandonada”, mis padres separados y en guerra y tuve un

padrastro que nunca movió un dedo por mi bienestar, hermanastros con los que

intenté mantener un vínculo afectivo que con las confrontaciones por los intereses

económicos de la familia materna se fueron disolviendo y volviéndose nada.

Era una persona que tuve que integrarme al mercado de trabajo a los catorce

años y aprender a sobrevivir con los recursos mínimos de alimentación y

descanso, trabajando y estudiando largas horas continuas. Para mi sobrevivencia

me convertí en un ser “antisocial”, que manipulaba a todos los actores alrededor

de mi misma en el afán de subsistencia a los problemas que confrontaba fingiendo

ser una buena persona. Me volví en un ser amargo conforme crecí, mi apariencia

bonita y mi alto desempeño laboral y de estudio me causaba más problemas que

beneficios y hube de aprender a detectar el enemigo, enfocarlo y de ser posible

“destruirlo” por muchos medios para –como dije- subsistir.

Me costó noches de lágrimas y trabajo de largos años de autoreflexión repensar

mi personalidad y concluir que ser un líder destructivo y “disruptivo” con mis

congéneres no me llevaba a ningún lado positivo, ni era benéfico para mi

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crecimiento. Ello lo concluí, después de muchos años, largos años de ayuda

profesional a la que hube de recurrir y confrontar que una parte de mi fracaso

“emotivo” o personal en otras áreas que no eran profesionales se originaban en

esa situación de carencias en la infancia.

Me pasaba que ante la gente actuaba de forma cordial, pero bastaba una pequeña

señal de agresión por parte de otras personas hacia mí, para enfocar todos mis

recursos en su destrucción y su martirio, incluso de aquellas personas que

llegaban a acercarse a mí con fines bien intencionados. No confiaba en nadie que

no fuera en mi misma, la vida me había endurecido de tal forma que era cruel con

los demás, pero era una crueldad tan “normal” y tan gentilmente disfrazada que

nadie la notaba.

Ello se tradujo en situaciones límite en mi vida profesional y personal en donde

aprendí a reconocer a otros como yo y a mantener una distancia cordial pero de

acecho constante. Siempre tenía al enemigo en la mira y cuando no me quedaba

otro remedio y me sentía en desventaja, optaba por “abandonar el barco” y

emprender la huída. Pero esa situación límite no sólo le llevé a la práctica en el

trabajo también en mi vida emocional en donde al menor intento de

enamoramiento me alejaba rápidamente para no salir herida. Mi estilo era de

relaciones sin compromiso personal, sin sentimientos profundos, el trauma de la

infancia me llevo a hacer “de la novia fugitiva” un estilo de vida pero a la larga y

con el paso de los años hube de cambiar.

Ese cambio maravilloso que me permitió ver la cara brillante de la sociedad y de la

vida fue producto de mi larga estancia en las instituciones escolares, en donde

conocí cierto malas prácticas docentes y envidias de algunos de mis compañeros

pero también conocí, de otros académicos y otros compañeros de clase el

respeto, la solidaridad y la capacidad de amistad y amor desinteresado. Fue en la

escuela que conocí el sentimiento de respaldo que no había tenido en el hogar y

luego fue que “descubrí” y tuve la capacidad de reconocer el fomento a los valores

familiares de una familia más grande que mi desgarrada unidad, la familia que

representaba mi comunidad del Barrio de San Juan, en la delegación Xochimilco.

No escribo esta líneas con el afán amarillista, autocompasivo o complaciente de

mi monstruo interior, y si alguien de mi círculo personal llegará a sentirse ofendido

aclaro que no es ese mi propósito y envío en antelación una disculpa, pero no es

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sino a la luz de las prácticas docentes de violencia en las aulas que narro mi

experiencia personal. En donde mucha gente que es brillante en su área de

conocimiento no es emocionalmente competente para estar en las mismas sino no

es bajo un estricto régimen de control y ayuda terapéutica de un especialista.

No sólo el alumno, el maestro es un ser humano en desarrollo también, no es un

producto terminado, su crecimiento no acaba con la formación de sus

competencias formales en el doctorado sino que debe continuarse en el área de

desarrollo humano y mental para que su desempeño sea eficaz y pertinente.

La práctica de la docencia requiere vocación y límites éticos, requiere la capacidad

de reconocer la alteridad y la pluralidad de orígenes y pensamientos. El hecho de

que una persona sea cognitivamente brillante no asegura que sea un buen líder en

el aula, debe haber humildad en ella, debe ser el docente un amante de la paz y el

bienestar común, el saber que como diría un empresario exitoso: “Lo que conviene

al panal conviene a la abeja”.

5) La importancia de la mejora del contexto: El docente como líder proactivo

y la creación de un clima laboral y estudiantil positivo y resiliente.

La vida es conflicto, ya lo dijo antes Alberto Melucci en relación a los movimientos

sociales que desestabilizan la sociedad y representan un área de oportunidad de

mejora común.

Un docente bien preparado, que pasa las pruebas de aptitud profesional y está

certificado no es suficiente para hacer de él un buen líder en las aulas o en la

institución. Se debe poner énfasis en el crecimiento humano del docente mismo,

no sólo en su capacidad del manejo del contenido técnico-programático.

Proactividad y resiliencia son dos palabras claves de la actuación del docente en

las aulas y las instituciones educativas. Asertividad en la toma de decisiones,

capacidad de autocrítica y autoevaluación de su perfil psicosocial para detectar

sus áreas de oportunidad en su desarrollo profesional y personal son también

necesarias. La consigna debe ser la formación y la transformación del docente en

líder positivo, innovador y creativo que represente un agente promotor de la

mejora y el crecimiento organizacional lo cual beneficiara al mismo pero también al

colectivo, es decir a la institución y en un término más amplio al país.

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La creación de un contexto escolar positivo, en donde exista la constante

autoevaluación de sus agentes en armonía con la comunidad y en comunicación

continua a través de los talleres temáticos dirigidos a los padres de familia en las

instituciones educativas deben agendarse e implementarse, especialmente en la

educación básica y media superior, sin olvidar que los educandos de educación

superior y posgrado de todas las edades también están vinculados a una

comunidad y representan círculos de pertenencia diversos, ello también necesita

ser atendido.

Aunque el presupuesto nacional apriete, especialmente en épocas de crisis

económica, ello no debe ser un pretexto para que no se implementen los

Programas de Educación para la Paz, ya que todo directivo, planificador

educativo, coordinador académico o profesor-investigador institucional puede

ajustar actividades que por mínimas, si son constantes rendirán frutos en un corto

plazo.

La lucha en el combate a la violencia escolar comienza con la capacidad de

autoreflexión de los agentes directamente involucrados en el quehacer educativo:

Docentes, alumnos, directivos, administrativos, padres de familia, la comunidad

que conforma el entorno de la institución, y naturalmente las autoridades locales

inmediatas, así como los responsables de las instituciones federales todos

deberemos de transitar juntos hacia la mejora de nuestra organizaciones

educativas y su estructura.

Me queda una última reflexión por hacer, el caso de los estudiantes de excelencia

que van dirigidos hacia el desempeño de la docencia y la investigación merece un

rubro aparte. Especialmente porque el SNI ya no es una vía tan segura para su

inserción y desempeño eficaz en el sistema nacional. Muchos de ellos debida a su

alta capacidad cognitiva y de liderazgo disruptivo incurren en malas prácticas

profesionales como es utilizar a sus estudiantes de alto rendimiento para hacer el

trabajo pesado de investigación y docencia y publicar sus resultados con su

nombre en el afán de escalar en el Sistema Nacional de Investigadores o algunos

otros llevan años trabajando sobre los mismos temas y agotan sus recursos

incurriendo en la mala práctica de ejercer la docencia para robar los temas de

investigación de sus estudiantes de posgrado y así crear “nuevas líneas de

investigación” ya documentadas.

Estudiantes de excelencia que lleguen a ser docentes en otros niveles como la

educación básica, media superior y superior (a nivel licenciatura) utilizan sus

capacidades de liderazgo para irrumpir en las instituciones creando aliados y

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grupos de poder que representan cotos y “territorios” con los cuales confrontan a

directivos o autoridades o simplemente a otros grupos académicos que tocan sus

“intereses”, sean estos académicos o no.

Especialmente en profesionistas que presentan una trayectoria de alto desempeño

académico, la lucha al frente de grupos en las instituciones educativas que se

disputan los cotos de prestigio, poder simbólico y los consecuentes recursos

económicos disponibles o los cargos ejecutivos de acceso a los mismos son

encarnizadas, violentas y desgastan la vida académica y la calidad de la

institución educativa. Por ello, si bien existen sindicatos y derechos laborales

explícitos es necesaria una política federal de permanente vigilancia y distribución

de los recursos tanto simbólicos como económicos de forma homogénea,

equitativa e incluyente, con un enfoque de género, considerando que las mujeres

profesionistas de excelencia tienen menos posibilidades en el mercado laboral de

obtener salarios competitivos al ejercer su profesión.

Por último, no se debe perder de vista que un profesionista con trayectoria de

excelencia dentro de una institución educativa o cualquier otra, debe ser

encauzado a ejercer con ética su trabajo, fomentando su resiliencia y su

capacidad de autoevaluación interior, ya que posee esa ambigüedad: Puede

convertirse en un “terrorista” o puede convertirse en un agente promotor de la paz

y el bienestar común.

Xochimilco, D.F. a 25 de enero del 2015.