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    Literatura: teora, historia, crtica 6 (2004): 75-107

    Los das terrenales y el escndalode las izquierdas

    Los das terrenales and the Scandal of the Left

    Marco Antonio CamposInstituto de Investigaciones Filolgicas

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    El centro de este ensayo lo constituyen la obra y el pensamiento pol-

    tico del escritor mexicano Jos Revueltas. Respecto a la obra se destacan

    las novelas fundamentales de Revueltas, as como las piezas de teatro, en

    las que el escritor mexicano proyect un ideario poltico de origen marxis-

    ta, pero con el esmero de privilegiar el realismo crtico ms all del realis-

    mo socialista o del panfleto poltico. Respecto al pensamiento, se expone

    el proceso vivido por revueltas como escritor militante del partido comu-

    nista mexicano, dando seales sobre las diferencias que el autor tuvo con

    la orientacin del partido en la dcada del 50 y, sobre todo, las relaciones,

    tambin crticas, con el escritor chileno Pablo Neruda, comunista ortodoxo

    por entonces.

    Palabras claves: Jos Revueltas ; Literatura mexicana ; Marxismo ; Rea-

    lismo socialista en la literatura ; Esttica ; tica ; Movimiento estudiantil.

    The core of thi s essay is the literary work and pol iti cal though t of the

    Mexican writer Jos Revueltas. Among his works, the article highlights the

    fundamental novels and plays in which the Mexican writer put forward a

    political doctrine of Marxist origin, but which nevertheless privileged the

    use of Critical Realism over Socialist Realism and political pamphlet-writing.

    Wit h reg ard to his tho ugh t, the art icl e pre sents the process experi enced by

    Revueltas as a militant writer belonging to the Mexican Communist party,

    and gives hints about the differences that the writer had with the orientation

    of the party during the fifties and, especially, about the problematic relations

    with the Chi lean wri ter Pablo Neruda , an or tho dox communi st at the time.

    Key words: Jos Revueltas ; Mexican literature ; Socialist Realism ;

    Aesthet ics ; Eth ics ; Stude nt movement.

    Primera versin recibida: 22/07/2004; ltima versin aceptada:27/08/2004.

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    Desde adolescente, Jos Revueltas ( 1914-1976)

    cuando asista a leer a la Biblioteca Nacional fue introducindose en lecturas marxistas y leninistas.

    Esto, y quiz el ejemplo y la influencia de sus hermanos, elmsico Silvestre y el pintor Fermn, lo llevaron a ingresar alPCM (Partido Comunista Mexicano), hacia 1930. Hasta el dade su muerte, en junio de 1976, Revueltas nunca dej de sermarxista leninista pero estuvo profundamente escindido a lolargo de los aos entre ser un escritor militante y un escritormarxista independiente. Sera una u otra cosa en distintosperiodos, queriendo creer, no sin inocencia pura, cuando era

    miembro del partido, que poda ser escritor militante e inde-pendiente a la vez. La realidad le mostr que no. Debemosdecir, sin embargo, que su conducta, pensamiento y literatu-ra, sobre todo su narrativa, donde destac en especial, no seentiende en su conjunto sin su condicin de comunista, y anms, de comunista crtico. El ejemplo extremo lo representansus dos novelas mayores (Los das terrenales, 1949, y Los erro-res, 1964), que son una reprobacin despiadada de la vida delpartido y en particular de los militantes rabiosamente dogm-ticos. La crtica ms profunda a los comunistas mexicanos nola fundamentaron o retrataron los escritores burgueses, sinoun ex miembro del PCM.

    En agosto de 1949 se public en la editorial Stylo unanovela, Los das terrenales, y en abril de 1950 se estren unaobra de teatro, El cu ad rant e de la so le da d, que incendiaronla polmica dentro de la izquierda, y ms, dentro de la iz-quierda comunista. Sin embargo, Revueltas por ese enton-ces tena seis aos de no pertenecer al PCM. Haba renuncia-do, luego de trece aos de militancia (1930-1943), entre otrasrazones, como relata en varios artculos que Andrea Re-vuel tas y Ph il ippe Cheron re cogieron en el pr imer libro desus Es cri to s Po l ti co s (1984), porque su es p ri tu cr t ico loenfrentaba con el esquematismo y el oportunismo de las

    dirigencias histricas. En la dcada de los treinta y princi-pios de los cuarenta, Revueltas tuvo profundas diferenciascon el Comit Central del partido por sus estrategias err-

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    neas, el verticalismo jerrquico y el dogmatismo a ultranza,los cuales, en vez de acercar a la clase obrera al partido, lahaba alejado. Primero, de 1929 a 1935, porque la directivahaba roto con sus aliados naturales (la pequea burguesa,la burguesa liberal, el campesino medio), dejando al parti-do aislado y con menguada capacidad de accin. Y despus,de 1935 a 1939, por dejar los comunistas la iniciativa al go-bierno de izquierda cardenista, y porque la dirigencia, enca-bezada por Hernn Laborde y Valentn Campa, se haba hun-dido paulatinamente en el oportunismo y la corrupcin, yen la que rganos dirigentes en cada una de sus instancias, a

    partir de la ms alta hacia abajo (sic), eran un semillero deintrigas, fracciones e intereses personales. Desde entonces,hasta su muerte salvo en el perodo cuando estuvo denuevo en el PCM (1956-1960) Revuelt as co ns ider que elpartido no era nunca lo fue en sus sesenta y dos aos devida (1919 a 1981), la vanguardia de la cl ase obrera . Antesde volver a entrar al PCM, luego de doce aos difciles deexclusin, milit en el grupo El Insurgente y en el PartidoPopular de Vicente Lombardo Toledano.

    En este trabajo queremos ver el ciclo que sigui la novela:el proceso de escritura, los contenidos, la publicacin, las pri-meras crticas positivas, la polmica, la abjuracin del autorde la novela, las consecuencias perniciosas que tuvo esta ab-juracin en su vida, en su literatura y en su pensamiento y, dealgn modo, en la conducta y el pensamiento de las izquier-das en los siguientes diez aos, y finalmente, la recuperacinrevueltiana de su conducta y pensamiento libres dentro de laizquierda pero lejos del PCM.

    En un momento, cuando empezaban a hacer las acusacio-nes y cargos al estalinismo sovitico por sus grandes crme-nes, entonces y poco despus, Arthur Koestler, MargareteBuber-Neumann, Albert Camus y Ernesto Sbato, entre otros,un mexicano, sin saber mucho de lo que ocurra en otras par-

    tes del mundo, realizaba una crtica de la izquierda comunistadesde la izquierda comunista. Si bien la crtica de Revueltasestaba dirigida contra los comunistas de nuestro pas, y en

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    especial contra miembros del partido comunista mexicano,y los arriba citados sealaban ante todo las atrocidades delestalinismo en la URSS, incluyendo sus gigantescas falsifica-ciones y deformaciones ideolgicas, haba, menos en el fon-do que en la superficie, en una escala infinitamente menor,una perturbadora coincidencia en conducta, mtodos y fi-nes entre ambos partidos.

    Guardando las proporciones, la polmica de Revueltasen 1949 y 1950 con el poeta chileno Pablo Neruda, y con doscomunistas amigos de l, Enrique Ramrez y Ramrez y AntonioRodrguez, prefigura la que tendran Albert Camus y Jean-Paul

    Sartre en 1951, una controversia moral e ideolgica que sera lagran discusin de las izquierdas en el siglo XX. Si bien, en unprincipio, los pontfices del comunismo, los inquisidores ideo-lgicos del Bien, parecen triunfar en el debate, muy pronto lahistoria, sobre todo luego de la muerte de Stalin en 1953 y delXX y del XXII congreso de la URSS, daran la razn a aquellosque crean, por un lado, que los grandes crmenes cometidospor una ideologa u otra, llmese nacional socialista, comunis-ta o capitalista, eran igualmente espantosos y despreciables, y,por otro, que el fin no justifica los medios delictivos de estado.

    A fines de 1943, Revueltas empieza a escribir Los das te-r r e n a l e s .

    Gracias a unas cartas a su primera esposa y a las libretasde apuntes que Revueltas escriba, es posible seguir, en pe-queos detalles y perfiles, el nacimiento y desarrollo de lanovela.

    El arranque coincide de hecho con su salida del partidocomunista mexicano. Como comunista independiente, ya nolo sujetan los grilletes partidistas y puede escribir con todalibertad, sobre todo de lo que conoce ms de cerca: la vida delos camaradas y de los guas del partido. En cartas fechadas el23 , el 26-27 y el 31 de diciembre de 1943 (est de viaje por el

    Per), enviadas a su primera mujer, Olivia Peralta, dice que sehalla muy despejado y con gran vigor intelectual, que haempezado a escribir la novela. Y con intachable optimismo,

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    aade: conforme al plan trazado puede resultar realmenteuna cosa extraordinaria (1987, 21 9).

    Ha logrado establecer el desarrollo y cree que puede ter-minarla a mediados de 1944. Calcula que ser de 40 0 o 50 0cuartillas. Le explica la lnea de la novela, que, como se ver,no es la lnea argumental definitiva, la cual no resulta tan am-biciosa. Escribe: Mxico tiene una intuicin sobrenatural paraentender su destino. Sin embargo, parece ser un pueblo ciegoy es, por otra parte, tremendamente escptico y fatalista. Ycon una valoracin y estima exageradas, que tuvo siempre porla conducta y el destino de los comunistas, observa: Los co-

    munistas tal vez hayamos sido o quiz lo continuemos sien-do una fraccin equivocada del pueblo mexicano. Pero nues-tra vehemencia hacia el bien y el hecho de que representemosuna parte de la intuicin apasionada, terrible, de Mxico, noshace ser una de las mejores entidades de su conciencia [Elsubrayado es mo]. Ya anuncia que sus personajes se desen-volvern dentro de una trama violenta, dura, llena de luces ysombras (1987), lo que en efecto as fue, salvo quiz que hubomuchas ms sombras que luces.

    En la libreta de apuntes que redacta en los aos de 1945 y1946 hay unos renglones sugestivos, los cuales sern recreadosreflexivamente en la novela y despertarn la ira de sus amigosde izquierda: La vida del hombre es limitada e intil, indivi-dualmente. Slo acta y se manifiesta a travs de la clase y lasociedad. El hombre no tiene un fin, as como la naturaleza notiene un fin. La conservacin del hombre constituye su propiaesencia. Y luego de hacer unas observaciones sobre el hombredespersonalizado, dice que su intencin en la novela es expre-sar todo eso a travs de la vida cotidiana, comn, antiheroica,de hombres vivos y reales, que luchan por dar un significadoapersonal a su existencia, as como a travs de los que no quie-ren o no pueden darle ese sentido (1987, 245-246).

    Por dos esquemas y un croquis de abril de 1945 sabemos

    que el primer ttulo de la novela fue El rbol de oro. Est to-mado de unos versos reflexivos que Goethe pone en boca deFausto: Gris es toda teora y verde es el rbol de oro de la

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    vida. Un t tulo y un epgrafe que auguraban slo augura-ban una novela vitalista.

    Como se sabe por sus manuscritos y papeles marginales,Revueltas gustaba de hacer no slo planes y esquemas de no-velas, sino tambin listas de nombres para que los personajescreados se parecieran o se identificaran naturalmente a losojos del lector con su nombre o con su nombre y apellido. Porprimera vez en el croquis de 1945 aparecen nombres de perso-najes de la novela: unos, que permanecern en las pginas(Fidel, Julia, Gregorio, Rebeca), otra, Lucrecia, una prostitutaque tendr una vida bullente en Los errores (1964), y ot ro,

    Andrs, que transformado se convierte en la versin def initivaen Rosendo. Vctor y Blanca sern al final Jorge Ramos y suesposa Virginia. En el plan de trabajo, Rebeca y no Julia es laesposa de Fidel Serrano. Como en el caso de los personajespoderosamente vvidos de las ficciones de Juan Rulfo o deGabriel Garca Mrquez, tenemos la impresin de que losrevueltianos slo pudieron ser as y llamarse as. Por el cro-quis y uno de los planes de trabajo sabemos asimismo que ellugar donde ocurre el primer captulo (en el plan de trabajoes el segundo) es Acayucan, Veracruz.

    Resulta revelador descubrir en estos apuntes unas pala-bras que dijo Jean Rostand en una entrevista, que Revueltasreproduce, y las cuales servirn de epgrafe definitivo a Losdas terrenales (ya no el bello verso de Goethe): Hay unacierta lgica, una lnea que cada uno debe dar a su destino. Yosoporto solamente la desesperanza del espritu.

    Desde esos aos, desde antes, Revueltas busc distanciar-se con claridad del llamado realismo socialista, el arte quesistematiz tericamente Georg Lukcs, y que sirvi de baseesttica a los artistas de los pases del socialismo burocrtico.Un arte basado en un optimismo programado, comprometi-do en ayudar a la formacin de la clase obrera y en enaltecersus avances y triunfos que juzgaban innegables. Desde una

    perspectiva distinta o contraria, pero con la felicidad y el opti-mismo como raz y mensaje, los productos social-realistas separecan a la fbrica de sueos hollywoodense de los dece-

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    nios de los treinta, cuarenta y cincuenta. En sus desmesura-das falsificaciones de la realidad, las estticas de dos ideolo-gas contrarias se tocaban.

    Revueltas crey encontrar una nueva va en lo que llamrealismo crtico, como lo muestra un apunte de esos aos.Apoyndose en una reflexin de Gorki, escribi que el realis-mo crtico consista en crear tipos literarios, siguiendo elprocedimiento de la abstraccin y la combinacin, o sea,primero se destacan los rasgos sobresalientes de un grupo,para combinarlos en un solo personaje, sin traicionar por ellola realidad (1987, 223). No se daba cuenta, o no quera darse,

    que sa es una base tcnica para escribir casi cualquier clasede novela y no slo del realismo crtico: fantstica, policial, dehorror, poltica... Muchos aos despus, en una entrevista de1972 pero publicada hasta 1977, un ao despus de su muerte,dara una definicin mucho ms precisa: es un realismo quetoma el mundo exterior, el mundo circunstante, para some-terlo a una crtica artstica, a una depuracin de elementos, yas buscar ciertas esencias estticas.

    El 14 de enero de 1947 escribe a sus hijos Andrea, Fermn yPablo que est mal de dinero, pero trabaja mucho. Se ilusionadicindoles que la novela estar lista en un mes. En agosto deese ao escribe a Mara Teresa Retes, quien ser su segundaesposa. Sobre la pelcula de la que est escribiendo el guin,le dice que cree haber encontrado el hilo, y que tiene en men-te tres o cuatro obras ms de teatro. Y se lamenta respecto ala escritura de la novela: la pobre ha de estar enojada por miinfidelidad aunque todos los das la acaricio suavemente (286).

    La segunda libreta de apuntes va de 1947 a 1951. En ellaaparece, por segunda vez, el posible ttulo, o mejor dicho, losposibles ttulos. Piensa llamarla El an cl a te rr en al o Los aosterrenales. Una cosa es clara: la obsesin por lo telrico do-min siempre como idea en la narrativa del escritorduranguense. No slo titul dos libros de cuentos Dios en la

    tierra y Dormir en tierra y una novela Los das terrenales,sino quiso aun que el conjunto de su obra de ficcin se titula-ra as: Los das terrenales. Aunque el ateo Revueltas estuvie-

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    ra pegado a los elementos terrenales del planeta, citas, re-ferencias, imgenes, pasajes bblicos y cristianos, el sentidoprofundo del sufrimiento y la idea del sacrificio extremo exis-tentes en sus cuentos, novelas y piezas teatrales, lo traslada-ban tambin al otro polo: el cielo catlico. Incluso en estosapuntes hallamos una frase que define en sustancia a mu-chos de sus personajes: El hombre naci para la santidad,para el sufrimiento horrible de s mismo (1991, 47).

    En otro apunte posterior vuelve al sentido de libertad den-tro del comunismo. Dice que el hombre y la humanidad debenluchar por ste pero sin quitar al hombre su funcin cons-

    ciente. Al escribirlo, Revueltas quiz pensaba en la caracteriza-cin que realizaba en la novela de Gregorio Saldvar y de Bau-tista Zamora. La novela se publica en agosto de 1949. Lasreacciones, para bien y mal, a favor y en contra, son inmedia-tas. Si bien la crtica no izquierdista elogia con entusiasmo ellibro, las izquierdas, en especial la comunista, rumian lentapero implacablemente su furia.

    El gran poeta chileno Pablo Neruda, despus de que elpresidente Miguel Alemn y el secretario de Relaciones Exte-riores Jaime Torres Bodet, en nombre de la guerra fra, le nie-gan asilo en enero de 1948, viene a Mxico en septiembre de1949 a participar en el Congreso de la Paz. Neruda es el prime-ro que abre fuego en su alocucin en el Congreso contra elantiguo amigo y camarada. El ataque nos parece despropor-cionado y, desde luego, injusto. Revueltas en la novela no im-pugnaba el comunismo, sino a los fundamentalistas de izquier-da que creen ganar el paraso marxista erigindose en juecesde todo el mundo, principiando por sus compaeros de parti-do, y dictaminando, desde su falso nicho de pureza y desdesus escuetos esquemas, qu est bien y qu mal y quin estbien y quin mal. La alusin de Neruda a la novela es clara:

    Acabo de leer un libro de Jos Revueltas. No quiero deci r

    cmo se llama. Para algunos de los que aqu estn, este ape-llido puede no tener significacin. Para m la tiene y muygrande. Es el nombre de una dinasta del pensamiento ame-

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    ricano, es el nombre de una familia del pueblo que ha tra-ducido en un alto lenguaje en la pintura en la literatura yen la msica las victoriosas luchas de un pueblo. Y hoy estenombre me trae, en las pginas de mi antiguo hermano encomunes ideales y combates, la ms dolorosa decepcin.Las pginas de su ltimo libro no son suyas. Por las venas deaquel noble Jos Revueltas que conoc circula una sangreque no conozco. En ella se estanca el veneno de una pocapasada, con un misticismo destructor que conduce a la naday a la muerte. (cit. en Revueltas 1978a, 330-331)

    En los aos cuarenta, cuando Neruda representa a Chilecomo cnsul general en Mxico (agosto de 1940-agosto de 1943)dos jvenes muy talentosos, ambos comunistas, Jos Revuel-tas y Efran Huerta, son muy prximos a l. Les lleva diez aos.La relacin de ambos con Neruda la han relatado con excelen-te informacin una hija de Jos (Andrea) y una hija de Efran(Raquel) en los nmeros 3 y 18 del antiguo Peridico de Poe-s a que publicaban la Universidad Nacional Autnoma deMxico y el Instituto de Bellas Artes. El ataque de Neruda, aquien Revueltas vea como un querido y admirado hermanomayor, lo deja paralizado, y an ms, inerme. Su hija Andrearecuerda en el artculo Dos intelectuales comunistas, quecuando su padre oa el nombre de Neruda guardaba un silen-cio doloroso. No profera palabra alguna, acaso un gemido.En su libro Los Revueltas (1980), Rosaura, en cambio, recuer-da que muchos aos despus Jos coment que la crtica deNeruda lo da enormemente.

    Andrea cuenta en su texto que Neruda y Jos nunca volvie-ron a encontrarse. No fue as. En 1966, cuando Neruda visitanuestro pas por cuarta y ltima vez, la noche que da el recitalen el auditorio de la facultad de Ciencias de la UNAM, haydespus una reunin en casa de Javier Wimer. Esa noche Re-vuel tas y el poeta Eduardo Liza lde conver saron la rgamente

    con Neruda tratando de convencerlo de que no poda seguirengandose y engaando, conociendo muy bien como esta-ba la URSS, y que deba, con base a su gran prestigio, denun-

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    ciar la existencia criminal de los Gulags, de la persecucinsin fondo contra los disidentes, de la falta asfixiante de liber-tades y de la economa maltrecha de las repblicas. Nerudaescuchaba, me dice Lizalde, no sin cierta aprensin.

    En noviembre de 1968, Revueltas es apresado luego delos sucesos de Tlatelolco. Como si actuara de personaje deuna de sus novelas de grandes sacrificados por la causa, comosi fuera el Gregorio Saldvar del final de Los das terrenales,se declara cristiana y, en un sentido camusiano, absurdamenteresponsable de cuanto delito se incriminaba a los participan-tes del movimiento estudiantil. Tres meses despus, en febre-

    ro de 1969, Neruda enva una preciosa y conmovedora carta alentonces presidente Gustavo Daz Ordaz, que despus se pu-blica con el ttulo de La familia Revueltas en el libro Paranacer he nacido , donde habla de Silvestre, de Rosaura y deJos y reclama la libert ad de s te , porque tiene la seguridadde su inocencia, y adems apunta, porque tiene lagenialidad de los Revueltas, y tambin, lo que es muy impor-tante, porque lo queremos muchsimo (1978, 129). Profunda-mente emocionado, Revueltas dedica a Neruda una de susobras maestras, El ap ando , una novela vertiginosa y cruel,impresa ese mismo ao. El abrazo de la reconciliacin haballegado muy tarde pero haba llegado. Ya no se encontraranms. El 23 de septiembre de 1973, Neruda muere en condicio-nes tristsimas. En octubre de ese ao, el poeta scar Olivaorganiza un homenaje a Neruda en el vestbulo del palacio deBellas Artes. En unas palabras finales, que son un grito, Re-vueltas reclama al her mano mayor: Te lo pedimos, te lo llo-ramos, Pablo Neruda, no descanses en paz!

    Pero en 1949 y 1950 las cosas eran distintas. Si bien Revuel-tas ya haba escrito dos desconsoladoras novelas (Los murosde agua y El lu to humano) y una comple ja y honda se rie decuentos de marginales y desesperados (Dios en la tierra), esen Los das terrenales donde encuentra su esplndida madu-

    rez y se convierte en un gran narrador. En sus dos primerasnovelas, sobre todo en Los muros de agua, aparecen perso-najes comunistas. Por qu las izquierdas mexicanas no pro-

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    testaron a principios de los cuarenta contra estas novelasque estaban muy lejos de dibujar al hroe positivo y a ensal-zar el dominio victorioso de las masas?

    Los muros de agua, su novela inicial, publicada en 1941,tiene como escenario siniestro las Islas Maras, adonde semandaba a la peor ralea de criminales pero tambin presospolticos, en especial comunistas. El muy joven Revueltas es-tuvo dos veces, en 1932 y 1934 , es decir, en aos cuando elgobierno del general Abelardo Rodrguez mantena una per-secucin implacable contra los comunistas. Si bien no estescrita segn los cnones literarios, la breve novela es de tal

    manera violenta, y en ocasiones tan escalofriante, que apenasse puede seguir leyendo porque falta respiracin. Las escasasluces, incluyendo la final, que surgen ante todo por los sacri-ficios y los actos de solidaridad conmovedores e inesperadosde los criminales, no logran iluminar lo suficiente la casa delalma como para equilibrar los continuos hechos que lindancon el horror. En la novela aparecen por primera vez persona-jes comunistas, o an ms preciso, miembros de las Juventu-des Comunistas, pero no estn tratados como la viva imagende la fraternidad y de la pureza, sino como vctimaspropiciatorias de un entorno de violencia inicua. Son cincomuchachos (cuatro varones y una mujer), cuyos nombres, sal-vo Ernesto, tienen ya resonancias religiosas: Marcos, Prudencio,Santos y Rosario. En las Islas, en vez de ser tratados con msestima por su juventud y por su estatus poltico, son vistoscomo la encarnacin del demonio y tratados como bestias.

    En los meses finales de 1949 y hasta mediados del 1950 ,decamos, la novela conmocion a la izquierda mexicana, enespecial a los miembros del Partido Comunista. En 1949, lanovela despert la admiracin de algunos crticos, ayunos defanatismo ideolgico, destacando en especial dos poetas yperiodistas notables: Salvador Novo y Al Chumacero. En ano-taciones en su diario pblico del 30 de septiembre y del 2 de

    octubre, Novo escribe que Jos le parece la sntesis de sus doshermanos: con las palabras, pinta como Fermn y componecomo Silvestre. El 2 ya la ha terminado. La juzga magnfica y

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    unido para el entierro porque un muerto puede esperarpero no el peridico Es pa rt ac o, rgano de las JuventudesComunistas, que debe enviarse a provincia y pagarse conese dinero. Es quien cree que el sentimentalismo no cabeen las tareas revolucionarias y que con tal de conseguir losfines es vlido aun utilizar los medios ms atroces. Ese justo,ese puro, que es, sin embargo, para otras personas que hanconvivido con l como su esposa srdido y por dentrovaco y helado, un horrible fariseo del demonio, un san-to capaz de cometer los ms atroces pecados de santidad,o como para Gregorio, un seminarista rojo, alguien que

    habiendo perdido el alma la ha sustituido polticamente porun esquema de ecuaciones, una mquina sin dudas, unfenmeno de deformacin, de esquematismo espiritual. EseSerrano que sola juzgar a los otros como pequeos bur-gueses con desviaciones a la derecha, como conspiradores(ests deconspirando, le reprocha a Bautista Zamora), quedespreciaba cualquier arte que no estuviera destinado a lasmasas, y de quien su camarada Bautista Zamora se horrori-za, porque si tuviera el poder en las manos Bautista estseguro se convertira en una pesadilla inenarrable.

    En una anotacin imaginativa, que hubiera encantado aLuigi Pirandello, escrita en dos tarjetitas sin fecha, Revueltashabla de la rebelin de los personajes villanos, o sea, de queestos ltimos, en un momento determinado, se vuelven con-tra su creador en la realidad diaria hacindole la vida imposi-ble. Emblemticamente era lo que le suceda entonces y lesucedera por aos a causa de su novela y su obra teatral. Odicho con sus propias palabras: en una obra en exceso con-tempornea, el novelista, el dramaturgo no slo tiene que res-ponder por las ideas y la conducta de sus personajes, sino queha de hacer frente a una rebelin de los mismos en la vidareal. Tales personajes saltan de la escena o se desprenden delas pginas del libro para increpar al autor, para cubrirlo de

    insultos, para organizar en su contra toda clase de conspira-ciones. Suponemos que escribi estas lneas hacia los pri-meros meses de 1950 , antes del retiro de la novela, porque

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    todava dice: lo grave del caso es que el escritor no debetraicionarse, ni gratuitamente ni porque lo fuercen a ello.Ningn personaje se rebel tanto contra l, lo acorral tan-to, lo humill de tal manera y lo oblig a desdecirse con lacabeza baja en el baile de disfraces de los sacerdotes rojosdel Santo Oficio, como Fidel Serrano, quien por cosa de diezaos le puso su mscara estalinista al propio Revueltas.

    Me parece que hay dos cosas ms en la novela que sacaronde quicio al aparato del partido comunista mexicano: una, eldibujo sin concesiones de la miseria moral de los personajes,y la otra, sus crticas al Comit Central, en particular el retrato

    de Hernn Laborde (Germn Bordes en la novela), antiguosecretario general del PCM.De una u otra manera, cada personaje, detrs de la pureza

    de sus sueos o de su trabajo perseverante para alcanzar esossueos, es detallado en varios pasajes con sus debilidades,sus alevosas, sus ingratitudes y pequeas atrocidades mora-les. Quin se salva? Ni siquiera, como en Los muros de agua,existe el saludo ltimo de la fraternidad constructiva, un salu-do donde Revueltas pareca decir a sus lectores: un comunistaes distinto : es una de las reservas morales de la humanidad.Pero en Los das terrenales, las historias estn inficionadas detraiciones al amigo queriendo simular que no se hacen, deenvidias sin estilo que buscan aniquilar, aun si son camaradas,a los que no piensan como nosotros, de sacrificios extremos yabsurdos, de infidelidades conyugales (no hay casi de hechoesposa de los protagonistas ms visibles de la novela que nohaya sido adltera o haya buscado serlo). Desde luego no fal-tan en la novela los personajes revueltianos tpicos: prostitu-tas, lesbianas, sifilticos, mutilados fsicos, no excluyendoempleadillos, opacos burcratas que nos recuerdan a perso-najes nfimos de Gogol o Chjov, o entre nosotros, de SalazarMalln o, ms adelante, de Sergio Galindo.

    Pero ciertos miembros del Comit Central del partido,

    empezando por su secretario general, no eran menos intran-sigentes y espantosamente puros que Fidel Serrano. Gregoriose deca que no llegaban a comprender, no por falta de hon-

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    radez, sino simplemente porque no podan ver las cosas atravs del compacto tejido en que estaban envueltos; nopodan razonar sino dentro de la aritmtica atroz que aplica-ban a la vida. Dos y dos. Siempre e innumerablemente dosy dos, dos y dos. Nada se poda con ellos, a menos que se lessustituyera por seres que no fueran el equivalente a ellos, esdecir, algo como piedras o cadveres.

    Evodio Escalante ha demostrado, con base en detalles dela narracin, que la novela sucede a principios de los aostreinta y que tiene un fondo vivamente autobiogrfico. En eseentonces Hernn Laborde (Germn Bordes) era secretario del

    PCM. Si bien en sus escritos polticos Revueltas lo haba trata-do sin ninguna conmiseracin, en la novela es ms condes-cendiente, aunque termina describindolo como un serdeshumanizado, sin sentimientos y menos sentimentalismos,un actor poltico que acta muy bien su personaje ante suscorreligionarios en sus puestas en escenas de todos los das.

    De 1928 a 1935 fueron algunos de los peores aos en lahistoria de los miembros del partido comunista mexicano,debido ante todo a la poltica detalladamente equivocada quedictaba la cpula: persecuciones, exilios, crcel, asesinatos.Presionado por las decisiones internacionales del Cominternen 1928, se decide en Mxico no pactar en nada con la burgue-sa y buscar que el partido asuma del todo la integracin delas masas campesinas y obreras. De eso habla Germn Bordesen el denso captulo VIII en casa del arquitecto Jorge Ramos(con voz filosa, de navaja, sin ningn matiz de afecto), cuan-do refiere en su discurso ilusorio que la burguesa del pas haclaudicado y es tarea del partido comunista formar un blo-que campesino, bajo la direccin del proletariado (1991, 137),para que los campesinos tomen la tierra y los obreros las f-bricas. Asimismo, en otra parte del discurso, se refiere al opor-tunismo de derecha dentro del partido, una tendencia quesignifica no creer en la claudicacin de la burguesa, y supo-

    nerle an reservas revolucionarias, al grado de creer posible,y hasta necesario, un entendimiento con ella, so capa derealizar las aspiraciones de la Revolucin Democrtica (139).

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    La alusin es clara en la novela a Gregorio Saldvar y, porextensin en la vida real, a lo que pensaba y combata elentonces muy joven Jos Revueltas. Visto por Bordes,Gregorio Saldvar es un izquierdista desesperado, unanarcoide, un pequeo burgus irredimible.

    Contra el blanco fijo de Hernn Laborde y Valentn Campa,Revueltas enderezar en particular sus flechas emponzoadasen sus escritos polticos de fines de los aos treinta y princi-pio de los cuarenta.

    Pero Revueltas no imaginaba ni en sus peores pesadillas loque ocurrira en 1949 y 1950, y cmo esa crtica se volvera con-

    tra l como un afilado boomerang.

    Dos artculos en especial conmocionaron en 1950 a Revuel-tas: uno, el de Enrique Ramrez y Ramrez, Sobre una literatu-ra de extravo, que aparece el 26 de abril de 1950, y el otro, delluso-mexicano Antonio Rodrguez, del 8 de junio de 1950. Entreambos artculos, el 28 de mayo, se publica una magnfica entre-vista de Daz Ruanova con Revueltas, donde ste responde conlucidez y hondura lo que en verdad pensaba.

    Al margen del largo texto de su amigo y camarada Ramrezy Ramrez, Revueltas escribi unas notas de contestacin queslo se publicaron despus de su muerte, en las que reconocealgunas observaciones crticas pero descalifica otras y descali-fica en momentos al mismo Ramrez y Ramrez como calum-niador o se mofa de sus opiniones y consideraciones. Comodicen Andrea Revueltas y Philippe Cheron en las notas finalesde Cuestionamientos e intenciones: En unos casos estas no-tas muestran que Revueltas estaba en abierta contradiccincon la crtica que se le estaba haciendo; sin embargo, poste-riormente, como su Es qu ema lo demuestra, abandon susposiciones. Resumamos en una palabra: abjur.

    Si bien en momentos la crtica de Ramrez y Ramrez esconfusa y marxistamente pretenciosa, hay otros aspectos, al

    menos dos, que hubieran podido suscitar un buen debate,como el prrafo donde le reprocha filosofar con insistencia,con monotona, filosofar sobre todo y a propsito de todo,

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    y por haber hecho no un tratado, pero s un libelo filosfi-co, o filosofante, para decirlo con ms propiedad (quizRamrez y Ramrez no saba bien a bien lo que es una novelade tesis). Y lo anula, quiere anularlo, diciendo que desde lasprimeras lneas se siente que el novelista ha sido sustituidodel todo por el predicador.

    El otro prrafo es aquel donde Ramrez y Ramrez, toman-do unas lneas del captulo VIII en el que el novelista hablade que el hombre se inventa absolutos (Dios, justicia, liber-tad, amor) porque necesita asideros para defenderse del infi-nito y porque teme descubrir su inutilidad intrnseca , cree

    encontrar la concepcin central de la filosofa de Revueltas.El articulista reprueba que Revueltas vea al hombre como unser intil, sin ninguna razn ni fin de vivir y a quien debepreparrsele para no conocer la felicidad.

    En la esplndida entrevista del 20 de mayo de ese 1950,Revueltas busca hacer su defensa y responde lo que en ver-dad pensaba, opiniones que luego reprimi o neg duranteel siguiente decenio y que terminara retomndolas a princi-pios de los sesenta. En la entrevista toca varios asuntos funda-mentales, que con sus vaivenes, seguir debatiendo en las si-guientes dcadas: la literatura positiva y negativa, la literaturacomprometida, el realismo crtico, las izquierdas, la real o su-puesta influencia del existencialismo en su narrativa y la realo supuesta influencia de Sartre en su narrativa y en su teatro.

    Uno de los rasgos caractersticos de la crtica literaria enOccidente durante el siglo XX fue su alejamiento del criteriotico como argumento para juzgar si era bueno o no un libro;prevaleci el juicio esttico. Sin embargo, eso no ocurra enlos pases del socialismo burocrtico, donde se impuso desdelas cpulas un arte positivo que estuviera al alcance de lasmasas. Las asociaciones de escritores cumplan muchas vecesun papel inquisitorial o censor que hacan pagar caros a losherejes las desviaciones y los desafos. No qued all: los par-

    tidos comunistas occidentales, que seguan la lnea rusa, te-nan tambin, siguiendo el modelo, su tribunal sagrado. Elpartido comunista mexicano no era una excepcin.

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    Revueltas logr algn tiempo marcar distancias con elpartido y con izquierdistas fundamentalistas sin partido. Nose trataba en las novelas o los cuentos de resolver los pro-blemas, sino de presentarlos o plantearlos, ni tampoco setrataba de escribir literatura positiva o negativa, sino buenaliteratura. El artista, responda a Osvaldo Daz Ruanova, nopuede ir ms all de la denuncia o la protesta. Es una uto-pa creer que pueden darse las claves al hombre. Eso agre-ga no lo han entendido las izquierdas, que califican lasobras de positivas y negativas sin comprender ni ahondarque el Bien y el Mal conviven de manera compleja en el hom-

    bre. Puede aspirarse a hacer el bien, como Fidel Serrano, yterminar haciendo el mal.En la novela, dice en otra contestacin, que es una verdad

    a medias, no quiso hacer la crtica a la moral del partido co-munista mexicano, sino nica y exclusivamente retratar lacondicin del hombre. Niega asimismo, en otra respuesta,ser un existencialista y un heterodoxo del marxismo y se re-conoce slo como un fruto de Mxico, pas fascinante, mons-truoso y contradictorio. Desde luego no admite, como se havenido escribiendo, la inf luencia de Sartre, quien es slo undramaturgo chapucero, un autor habilidoso que traiciona asus mejores personajes para justificar una situacin.

    La cosa estaba lejos de terminar all. El 8 de junio, el crticode arte comunista luso-mexicano Antonio Rodrguez, con suseudnimo de Juan Almagre, publica su crtica contra El cua-drante de la soledad (donde en momentos se detiene asimis-mo en Los das terrenales). La nota la leemos ahora con inco-modidad por los insultos desproporcionados y su violentainjusticia. Rodrguez acusa a Pepe de buscar que se crea queel partido comunista rebaja y aniquila la dignidad humana,de parapetarse detrs de un pasado con el cual ya rompi deltodo, de haber ganado en brillantez literaria pero perdido enprofundidad filosfica y social, y de lograr (acaso citaba indi-

    rectamente lo dicho por Neruda) que el apellido de los Re-vueltas y el pueblo ya no sean uno. El cuadrante de la so ledades una gran obra, segn su juicio de valor, pero Los das terre-

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    nales son aburridsimos. En la lnea final concluye que l, ques cree en el hombre, se avergenza de su amistad.

    El cuad rant e de la so le dad se haba estrenado en febrerode 1950, en el antiguo teatro Arbeu, con un elenco de primerorden: Rosaura Revueltas (hermana de Jos), Virginia Manza-no, Prudencia Griffel, Silvia Pinal, Jos Sol, Rafael Banquells,Manolo Calvo. La escenografa fue de Diego Rivera y la direc-cin de Ignacio Retes. A decir del poeta y director de teatroIgnacio Hernndez, en el prlogo a las piezas dramticas deRevueltas, El cuad rant e de la so ledad ( y ot ras obra s de tea-tro), fue la primera obra de autor nacional que lleg a las

    cien representaciones. Poda haber durado ms pero Revuel-tas, ante el viento de flechas envenenadas, se dobl.Pero Rodrguez estaba en lo cierto cuando enalteca el

    Cuadrante de la Soledad y liquidaba Los das terrenales comoaburridsimos? Desde hace lustros la crtica considera la no-vela, no slo como una pieza mayor de Revueltas, sino comouna de las grandes novelas mexicanas del siglo XX; el Cua-drante, en cambio, ha tenido una escasa resonancia poste-rior. Debo aclarar que slo he ledo (no visto) la obra teatral,pero no siento, pese al tema de estercolero, un gran vigordramtico. Como en general en sus novelas, Revueltas dejacuadros o escenas que no necesariamente siguen una secuen-cia posterior, no siendo esto, de ningn modo, un elogio.Pongamos, al menos, un ejemplo en la novela y en la obrateatral. Si el crtico de arte Jorge Ramos y su esposa Virginiatienen una presencia vehemente en el que es quiz el captuloms denso de Los das terrenales, salvo alguna mencin, nose vuelve a saber de su vida y su destino. En el Cuadrante dela soledad tenemos la impresin de que el suicidio al final deljoven Eduardo no encuentra un antecedente o una seal a lolargo de la obra que justifique tal acto extremo.

    Antonio Rodrguez haba dicho que en el Cuadrante Re-vuel tas hall su madurez li te ra ria pero que no se cans de

    degradar, como Sartre, al hombre, y de retratar, no a los obre-ros en las fbricas, sino la vida en las calles donde vegeta ellumpenproletariat, es decir, en este caso, el dibujo inmundo

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    de la vida diaria en la calle de la Soledad, y ms especficamen-te, en un nfimo hotel de paso y en un caf de chinos dondecorre la droga al por menor. En vez de hroes positivos y degrabar un mensaje de luz para la clase obrera, segn el crite-rio de Rodrguez, el descastado amigo haba dibujado slopersonajes nfimos y repugnantes y un recado de desconsue-lo. Qu hroes positivos podan ser, segn este punto devist a, pequeos traf icantes de droga, policas cmplices deuna mafia ruin y menor, una pobre duea de hotel que havendido su alma al demonio por un joven amante unraterillo de barrio que la utiliza y la explota, un vejestorio

    de ramera que es capaz sin embargo de detalles de ternura,una bella estudiante con alma de prostituta una joya inde-cente que se acuesta con su profesor casado quien es vistoen el colegio como ejemplo de probidad, el padre de la estu-diante y el rector del colegio que, para guardar las formas,hacen un juego cmplice porque tambin son terriblementeculpables, y, en fin, un muchacho sin carcter que acaba sien-do vctima de todos. Un mundo sin salidas donde, como diceel autor al final (lo que despierta desde luego la clera deRodrguez): no amanecer nunca. Un mundo donde todos,a su manera, buscan salvarse y crear sus sueos, pero que enla superficie o en el fondo se saben predestinados para el in-fortunio, saben que han nacido sucios y que son peleles deuna mano que los sealar y los conducir a un paraso ne-gativo donde slo son reales la crcel, el cuarto de tortura, elhospital psiquitrico y el cementerio. Ms que una crtica lite-raria (de literatura pareca saber muy poco), Rodrguez hizoen sus notas, como Ramrez y Ramrez, una lectura poltica, yan ms que poltica, partidista, que l quiso llamar moral.

    Seis aos despus, en su Teatro Mexicano del siglo XX, eldramaturgo Celestino Gorostiza, quien saba de lo que habla-ba, escribi: tcnicamente ambiciosa, esta pieza alcanz unxito halageo, y si no puede considerarse como una obra

    totalmente lograda, s marc rumbos y posibilidades que au-tores de cuo ms reciente han utilizado provechosamente.Esos autores a quienes se influy, segn Ignacio Hernndez

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    en el prlogo, fueron Sergio Magaa (Los signos del zodiaco)y Hctor Azar (Olmpica).

    En un tono moderado Revueltas contesta a Rodrguez el11 de junio. Empieza por subrayar los mltiples y gravesmalentendidos que se han suscitado sobre su labor literaria.Todos han venido de compaeros de lucha. l quer a de ja rpara un momento ms apropiado su respuesta y abrir un de-bate terico pero la violencia de la nota lo oblig a adelantar-se. En efecto, nadie como t ha procedido con mayor violen-cia, mayor injusticia y mayor encono. Puntualiza que l nonecesita avergonzarse de la amistad de Rodrguez para res-

    ponderle calumnias tales como la de que l (Revueltas) busca-ba demostrar que el partido del proletariado rebaja y aniqui-la la dignidad humana y de que haba roto en definitiva consu pasado revolucionario. Ni una cosa ni otra: no pertenece alPCM pero se sigue considerando comunista, cree en el parti-do del proletariado y en el triunfo mundial del socialismo ydel comunismo y ama y defiende a la URSS y nunca ha rene-gado de su pasado revolucionario ni lo har.

    En un tono ms templado, Rodrguez vuelve a contestar el14 de junio en El Naci onal. Insiste en el divorcio que existeentre Pepe y sus libros, en el dibujo feroz que el novelistahace del partido de la clase obrera como un basurero moral,de que la obra revueltiana es la negacin de los principios delPCM, de que l (Rodrguez) y sus compaeros del partido sconfan en el hombre, mientras Jos no. Y Rodrguez terminasu crtica con frases dignas de poner en boca de Fidel Serranoen pginas de Los das terrenales: Pero no te queremos te-nerte a medias. A ti mismo no conviene servir a dos amos.Adems, no se puede. Nadie ha logrado hacerlo durante mu-cho tiempo (cit. en Revueltas 1978, 105-106).

    Pero el mal ya estaba desde poco antes hecho. Un da des-pus Revueltas escribe una carta de retractacin que se publi-ca el 16 y el 20 de junio en varios peridicos: El Nacional, El

    Popular y Foro de Exclsior, donde informa que ha decididosacar de circulacin Los das terrenales y ha pedido que seretire de escena El cuadrante de la soledad. Esa carta y las

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    sucesivas autocrticas que hizo a lo largo de la siguiente dca-da no dejan de leerse con incomodidad, con una ligera an-gustia, pero ante todo con mucha pena, en especial cuandovemos en fro el perjuicio y el menoscabo que se hizo a laliteratura mexicana, que se hizo a un hombre y que se hizo lmismo. Ya desde principios de junio lo haban convencidoVicente Lombardo Toledano y Enrique Ramrez y Ramrez enuna discusin en la que supuestamente se revis su trabajo(as lo dice creyndolo del todo) a la luz del pensamientoms avanzado de nuestro tiempo, el pensamiento crtico porexcelencia, que es el de los grandes maestros universales del

    marxismo, y de cotejar mi produccin literaria con las ense-anzas y los anuncios de la realidad. Quiz ni Revueltas ninadie, en la izquierda o no, pensaba en esos das en la poste-rior conversin de ambos crticos: Lombardo Toledano, unade las grandes inteligencias del siglo, se volvera el lder de unpartido de oposicin domesticada, de una oposicin sin co-lor ni sabor, el Partido Popular Socialista, que serva de cm-plice a las estafas electorales del PRI, y Ramrez y Ramrez a suvez sera director de un diario oficial (El Da) e idelogo prista.Sintindose solo y sin defensas, vejado y abandonado poramigos que poco antes no dejaban de buscar su compaa,Revueltas baja la cabeza.

    Vi ene la penosa dcada de los cincuenta. A part ir de ladecisin de suspender las representaciones de El cu ad rant ede la soledad y la solicitud al editor para que retire Los dasterrenales, da la impresin de que empieza en Revueltas unaterrible batalla consigo mismo para modificar sus ideas polti-cas y estticas, es decir, de autoengaarse para poder engaara los otros. Una de las tareas lesivas y nocivas que se impuso,quiz sin tener gran conciencia, fue la negacin sistemticade los valores de su novela

    El 27 de noviembre de 1953, en una conferencia titulada

    Teatro, hombre y sociedad, recuerda en unos prrafos quecuatro aos atrs haba publicado un libro irracional, negativoy desmoralizador, donde los protagonistas tipos eran gentes

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    de las cuales nadie tiene la menor necesidad social o poltica,ni en Mxico ni en ninguna parte del mundo. En la noveladistorsion la verdad, su contenido era idealizante y tena ten-dencias tericamente reaccionarias. Y conclua de maneralapidaria: Confieso sin pena alguna que me siento satisfechodel justo y merecido olvido a que conden ese libro.

    En pocas palabras, ahora vindicaba lo positivo contra lonegativo, el realismo socialista contra el realismo crtico y losdesignios del partido (al que quera volver) contra la libertadcreadora.

    Un mes y medio ms tarde, el 10 de enero de 1954, declara

    en una entrevista: Cuando yo he retirado (si c) de la circula-cin un libro mo, por considerarlo inconveniente, inadecua-do y desmoralizador, lo he hecho en justicia por considerarque la literatura en s misma . . . es totalmente intil.

    Qu es lo nuevo en esta declaracin? Algo que comenza-ba en l a volverse un conflicto ntimo profundo: su vuelta alpartido comunista mexicano. Ya no recomienda ni busca serun escritor comunista independiente; ahora seala que el es-critor debe militar en los partidos, ayudar en los sindicatos yser, en suma sin que esto implique apartarse de sus tareasliterarias un trabajador social. Aade que no ha publicadootro libro, porque est en periodo de revisin y reconstruc-cin de s mismo.

    Un ao y un mes despus, en febrero-marzo, en su cartade reingreso al PCM, al hablar del escritor comunista, se cri-tica lanzndose dolorosamente una a una las flechas de SanSebastin:

    Mis aos de contradicciones polticas y de confusin, a par-tir de mi ausencia del partido, podrn explicarles, mejorque cualquier cosa, el por qu de las deformaciones teri-cas, las inexactitudes y el cuadro de la vida, distorsionado ynegativo, que pinto en Los das terrenales. Por otra parte,

    este es un libro muerto, y yo me encargu, por los demsde conducirlo al cementerio. (75)

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    En febrero de 1956, en su declaracin poltica de reingresoal PCM, vuelve a hacer una doble autocrtica: como militante ycomo escritor. Recuerda su salida del partido en 1943 y subrayaque las diferencias se debieron ante todo a que l y un grupode amigos crean que el PCM no representaba la vanguardia dela clase obrera pero que los mtodos y las vas para hacer lacrtica dentro del partido haban sido equivocados.

    Se defiende tajantemente de la crtica negativa aparecidaen 1950 en La voz de Mxico, rgano periodstico del partidocomunista, de que el contenido de Los muros de agua y El lutohumano es profundamente reaccionario y decadente y ape-

    gado al existencialismo pero acepta que estuvo equivocado elconcepto del cual parti para escribir Los das terrenales:

    Los das terrenales parten de una consideracin negativa,antidialctica, antimarxista, que es la de considerar al hom-bre como un ser sin finalidad alguna sobre la tierra . Los dasterrenales juzgan al hombre valindose de la misma medidacon que se juzgan los dems fenmenos, como si el hombrefuera una entidad inconsciente. Aqu radica el error bsico,mecanicista, que me hizo caer de lleno en una filosofa reac-cionaria y pintar un mundo falso, de seres abyectos,deshumanizados, extravagantes, enfermos moral y fsicamen-te, para quienes no hay ninguna salida fuera del suicidio. Eslgico que una novela semejante no tenga otro resultadoque un efecto desmoralizador y que no tienda de igualmodo que la literatura decadente actual, que es inspiradapor el imperialismo y sufragada por l sino a desarmar alproletariado, calumniar a los comunistas y a predicar la di-solucin y quiebra de todos los valores. (112)

    Como se ve, Revueltas pierde el sentido de las proporcio-nes y da un exagerado poder de destruccin a su novela. Slofalt en su declaracin enfatizar que, si no la retiraba, podra

    haber servido de instrumento para una Tercera Guerra Mun-dial, porque los imperialistas estadounidenses hallaran ensus pginas la debilidad abyecta de los comunistas.

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    No slo en su vida fue su peor decenio, lo fue tambinliterariamente. Publica dos novelas breves: en 1956, En al gnvalle de lgrimas, y en 1957, Los motivos de Can. Correcta-mente escritas, las novelas conservan los personajes y temasrevueltianos, pero los personajes carecen de las complejida-des en ideas, sentimientos y emociones de las anteriores y,salvo fragmentos o pginas, no existen las atmsferas densas,los pasajes poderosos, y en momentos turbadores o escalo-friantes de novelas anteriores. Por una parte, es probable quelos aos solitarios y arduos en que ha dejado casi de escribir,que lo llenaron de confusin y de sentimientos de culpa, le

    hayan hecho perder confianza en su habilidad y fuerza narra-tivas, y por otra, que la autocensura poltica lo haya limitadosustancialmente. Ambas novelas, si no es por el autor de quese trata, estaran en el cementerio de los libros sin nombre.

    La publicacin de la primera novela en las edicionesartesanales de Los Presentes, que editaba Juan Jos Arreola,coincide con su reingreso al PCM, pero se redact antes. Porlas notas, al final del libro, sabemos que una primera versinestaba terminada en octubre de 1954 y que el autor haba pen-sado en varios ttulos antes del definitivo. Sin duda los ttulosno son muy afortunados pero tienen que ver con contenidosde la novela: Los gatos (don Braulio), El hombre de lo s ga to s,Los orines del bien, Retrato de un hombre bueno y El trono dela virtud. Tal vez el que mejor resuma el contenido de la no-ve la , en un sent ido irnico, sea el penlt imo. En el pr imerttulo aparece el nombre del personaje central pero ya en laversin definitiva de la novela, el casero el personaje cen-tral no tiene nombre, como si Revueltas, dibujndolo insig-nificante, hubiera querido borrar su identidad y volverlo cero,nada, nadie.

    El casero es un soltern, un pobre diablo de unos cin-cuenta aos que alquila cuartos y departamentos, y que porcobrar unos diez o doce das despus y donar aqu y all cien

    monedas mensuales, se siente y se piensa un hombre bueno.Pero detrs de ese menudo autoengao, no es sino un pe-queo miserable, racista, clasista, misgino, un cicatero inca-

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    paz de comprarle ni siquiera un buen atad a la ama de llavesque le ha servido largos aos con fidelidad, un hombre queejerce la crueldad innecesaria (que llega hasta una matanzade gatos recin nacidos) con animales indefensos. Como ennovelas y piezas de teatro anteriores, hay personajes que que-dan como hilos sueltos en la trama, como el del abogado de-fraudador o el de la prometida. Asimismo tenemos la convic-cin de que ayudan muy poco al brillo de su obra narrativalos pasajes que muestran la aficin escatolgica de Revueltas,en este caso, el apego del casero a los mingitorios y el WC.Dentro de una novela que nunca acaba de levantar el vuelo,

    apenas realzaramos las pginas sobre los castigos en la viejaescuela de infancia que nos hicieron sentirlos en carne pro-pia y el pasaje grotesco cuando la prometida va a su casa y lhace un teatro mediocre para no casarse con ella.

    Un ao despus publica Los motivos de Can. Quiz por-que contiene todos los perfiles caractersticos de una novelaencuadrada dentro del realismo socialista, se imprime en elFondo de Cultura Popular, la editorial del partido comunistamexicano. En ninguna de sus novelas polticas es tan claro elcompromiso militante y tan endeble el resultado esttico. Estpintada en blanco y negro. Se tiene como escenario de fondola guerra de Corea, calles pobres de Tijuana y la calle Carmeli-ta en el barrio del Hoyo en Los ngeles, California. El protago-nista central es un sargento de origen mexicano, Jack Mendoza,quien luego de una experiencia minuciosamente dura con unjoven comunista norcoreano, quien fue hecho prisionero enun campo de espas del pas asitico, decide desertar. El es-pa preso resulta tener antecedentes mexicanos (su familiavivi en Culiacn), pero por diversas razones ha vuelto a supas, donde decide luchar por la causa del comunismo. Elsargento Mendoza tena asimismo en los Estados Unidosantecedentes de fuerte sindicalismo comunista (un pasadoque en la novela pareca desconocer el ejrcito estadouni-

    dense algo escasamente creble para el lector).El prisionero es minuciosamente torturado por soldados

    estadounidenses pero no confiesa nada. A lo ms dice su nom-

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    bre, o lo que, en un principio, los torturadores suponen sunombre: Kim. Pero Kim, descubren pronto, resulta ser asimis-mo las siglas rusas de la Internacional Juvenil Comunista. Lossoldados torturadores llaman a Jack para que lo interrogue.Empieza ste a hablarle en espaol. El muchacho se conmueve.

    La palabra comunista en casi todos los idiomas se corres-ponde en su fontica. En una de las partes del dilogo, Re-vueltas, en un error elemental como escritor, hace que diga eljoven espa en cinco lneas y media cuatro veces la palabracomunista y que aun lance vivas a China, Rusia y a Corea, y sedeclare orgullosamente comunista, pero esto no es entendi-

    do supuestamente por los soldados, sino slo por una testigodel ejrcito, una doctora de nombre Jssica, una gorda ninf-mana, que descubre el doble juego de Mendoza. La doctoragorda (ya se ha quedado sola con Jack) hace que ambos tortu-ren al muchacho bajo la amenaza de denunciarlo. El final esgrotesco hasta la irrisin. Erotizada por la tortura (cada unojala de un testculo al joven norcoreano), la gorda ninfmanaapremia con desesperacin a Jack para que la posea all mis-mo. Jack, que ha perdido toda voluntad, acepta con la condi-cin de que mate al espa para que ya no siga sufriendo y paraque (esto no lo dice) no acabe de soltar toda la sopa. Es unanovela en blanco y negro: de un lado, los comunistas son losbuenos, los perseguidos que quieren ayudar a los persegui-dos y las vctimas propiciatorias de una potencia imperial. Enestas pginas encarnan en el sargento desertor Jack Mendoza,en el joven espa norcoreano y en Bob y Marjorie, amigos deJack, simpat izantes comunistas , que habitan en el barr io de lHoyo en Los ngeles y que lo ayudan a cruzar la frontera esta-dounidense y pasar a Tijuana; del otro lado, como encarna-cin del Mal, estn soldados y grupos furiosamente racistas yanticomunis tas estadounidenses. Es una novela que por eltema mereca mayor complejidad humana y poltica. Una ls-tima: parece escrita ms para el aplauso y la palmada en el

    hombro de los camaradas del partido que para un lectormnimamente crtico. En ese 1957 los miembros del tribunaldel Santo Oficio del partido comunista mexicano podan fro-

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    tarse las manos de gusto y dormir con tranquilidad. La ovejanegra, la oveja descarriada, haba vuelto al redil y pastaba denuevo pero ahora con mansedumbre.

    Pero al final de la dcada todo cambi. Rompe de nuevo yen definitiva con el Partido Comunista Mexicano en 1960, fun-da con un grupo de jvenes intelectuales la Liga LeninistaEspartaco, y publica varios libros: uno de cuentos Dormir entierra (1960), donde se hallan algunos de los mejores cuentosde la literatura mexicana, uno de ensayos polticos, En sa yosobre un proletariado sin cabeza (1961), do nde di scut e la hi s-toria de la izquierda mexicana y en especial del partido comu-

    nista, y una novela extraordinaria, Los errores (1964), dondedeja caer un cido corrosivo sobre la ortodoxia y las paranoiasde miembros del PCM. Revueltas ha regresado a la va correc-ta. Ya no la abandonara.

    Un texto definitivo para observar la recuperacin de supensamiento fue el formulario que responde por escrito alinvestigador argentino-mexicano Luis Mario Schneider en 1962.Empieza con un ajuste de cuentas con sus ex camaradas delPCM y del Partido Popular, entre otros, con los tres que loquemaron vivo en 1950 en la hoguera pblica y quemaron sim-blicamente Los das terrenales: Antonio Rodrguez, EnriqueRamrez y Ramrez y Vicente Lombardo Toledano.

    Contra Rodrguez la emprende diciendo que escribi enel mismo lenguaje convulso y escandalizado de aquellos fan-ticos clrigos de partido (1978, 105) y ci ta frases de l cr t icomostrando su saa dogmtica y su odio a lo diverso. A dife-rencia de lo dicho en 1950, subraya ahora que el paralelismocon Jean Paul Sartre lo honra, y acomete contra el cretinismodogmtico de los burcratas y arribistas (105) y en particularcontra Rodrguez por revolverse enloquecido y rabioso (106)contra l y Sartre.

    De Ramrez y Ramrez reconoce que su crtica, a pesar delas diferencias polticas, fue hecha desde mi campo marxista

    y se trat de la nica seria y justa. Sin embargo aclara que ni lni Ramrez estaban en ese tiempo en condiciones de entendera fondo y del todo el problema. Cul era la raz del proble-

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    ma? Los comunistas de Los das terrenales no eran comu-nistas verdaderos porque en Mxico no exista un verdade-ro Partido Comunista. Aos ms tarde le volara tambin lacabeza a Ramrez y Ramrez. En una entrevista concedida aAdolfo A. Ortega en 1972 pero publicada en la revista Siem-pr e! en 1977, invalida de plano la antigua crtica de Ramrezporque no era una literaria sino ideolgica.

    De Lombardo Toledano habla con dura decepcin, tantopor su crtica como por su posterior giro ideolgico. Sobre loprimero dice que las premisas para que naciera un partidomarxista-leninista deban buscarse en el terreno de la reali-

    dad ideolgica del pas, en el terreno de la lucha de clases, yno en la literatura, como parece que le dijo Lombardo en unaconversacin privada. En cuanto a lo segundo, sugiere desilu-sionado: y ya vimos de qu modo nos equivocamos los doscuando yo mil itaba en la tendencia encabezada por Ramrezy Ramrez al creer que Vicente Lombardo Toledano podraencarnar las premisas de dicho partido (111-112).

    Da la impresin de que ya en los sesenta Revueltas se hacurado del todo de la difcil y larga enfermedad y su mente harecobrado su penetrante lucidez. Revueltas ha vuelto a ser elverdadero Revueltas. Sigue siendo marxis ta pero cr t ico y yano se reconoce en nada con los sacerdotes del templo delPCM. Despus de negarla no tres veces sino muchas, vuelve ahacer suya ntimamente la novela sacrlega.

    Revueltas niega asimismo de manera rotunda que en susnovelas, en especial en Los das terrenales, se haya vueltocontra el comunismo ni contra los preceptos del partido,sino contra las falsificaciones e imposturas del PCM, y reac-ciona con irona rabiosa contra la monstruosa falsificacinde la esttica del materialismo dialctico, es decir, contra elrealismo socialista, con sus ingredientes de alegra, optimis-mo, puritanismo, fe, buenos sentimientos, esperanza, hroepositivo, medallas, condecoraciones, rosicleres y todo el

    resto de quincallera subjetiva y pragmtica del estalinismoen materia de arte (10 7) .

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    En 1967 , en el prlogo a su Obra literaria (donde, luegode 17 aos, incorpora de nuevo Los das terrenales), se que-ja, con algn resentimiento amargo, de ser, como Sartre, malledo. Recuerda el retiro de la novela: Comet esa dolorosainjusticia, de la que no me arrepiento, bajo la violenta presinde una crtica plagada de deformaciones, de equvocos deli-berados y de rabiosos ataques, provenientes todos ellos de laizquierda (1978, 126). Se trataba, como en otros casos ilust reso de poca fama, de regalarlo a los adversarios del marxismo yde la URSS con la intencin de acabarlo de pulverizar. Perol, si bien era un escritor aislado, no era un dbil. A causa de

    que sus libros estaban en el Index de las obras prohibidaspor el Santo Oficio estalinista y dogmtico, sigui con losaos siendo mal y poco ledo. Y conclua con desaliento quelos escritores marxistas independientes parecan estar senten-ciados a la incomunicacin.

    Las consecuencias de su participacin en el movimientoestudiantil de 1968 representaron para l una gran herida yuna deslumbrante reivindicacin: por un lado, un encarcela-miento injusto y errneo por ms de dos aos que minaronsu salud, pero que le permitieron realizar en su celda un ar-duo trabajo intelectual y, por el otro, una amplia y justa reva-lorizacin de su pensamiento crtico, de su conducta polticay de su fascinante e intrincada obra literaria por la intelligentziamexicana y por un amplio pblico lector. Los jvenes de en-tonces empezamos a verlo como un maestro y un modelo decmo debe ser un artista de izquierda. Luego de su salida dela crcel en 1971, a donde llegaba lo seguan los jvenes. Peroquiz Revueltas no estaba demasiado preparado para eso.

    En el prlogo a la edicin crtica de Los das terrenales,escrito en octubre de 1995, un texto inteligente y objetivo y ala vez conmovedor, Andrea Revueltas hace notar muy bien quesu padre fuerte y frgil, esperanzado y desesperanzado, erauna conciencia desgarrada. S, y aadiramos aun: una con-

    ciencia que vivi en colisin continua ante los hechos de losque fue testigo, y a veces testigo y parte, desde los aos treintahasta su muerte en 1976. Su militancia lo hizo participar en

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    huelgas y en organizacin de sindicatos. Eso lo llev, al me-nos cuatro veces en su vida, a padecer la crcel, la cual muylejos estuvo de ser un paraso, pero que le permiti escribir,con base en sus experiencias en los penales, novelas terriblesy alucinantes, como Los muros de agua y El ap ando , y algu-nos cuentos sumamente dolorosos como El quebranto o deuna intensidad grotescamente angustiosa como Hegel y yo.Los fantasmas y demonios que conoci en sus temporadas enel infierno de las prisiones mexicanas lo acosaban de prontocon ferocidad. Su hija rememora que con frecuencia soabagritando, defendindose de algo o de alguien.

    A menudo en su lucha Revueltas sinti el aislamiento y laincomunicacin. Dos hechos en especial, precisa Andrea, lecausaron una decepcin amarga: no poder publicar en vidasus escritos polticos y la falta de interlocutores de altura.

    Luch por cambiar el mundo pero en el fondo parece nohaber credo demasiado en ese cambio, quiz porque nuncaacab de creer del todo en el hombre ni en s mismo. Esto lohizo escribir una de sus frases ms terribles y desconsoladorastmese en cuenta que la deca alguien que reflexion tantoy tan profundamente sobre la vida y el destino del hombre yque padeci prisiones porque supuso que poda darse el cam-bio poltico y social en el planeta. Con esa frase permtasemeterminar estas pginas: Fe en el hombre? Quizs no puedacontestarse afirmativamente.

    Obras citadas

    Obra narrativa

    Los muros de agua [1940]. Mxi co : Los In su rg en te s, 1961 .El luto humano [1942]. Mxico: Organizacin Editori al Navarro, 1973.Dios en la tierra [1944]. Mxi co : Edic iones Era, 1979 .Los das terrenales [1949]. Edicin crtica de Evodio Escalante. Ma-

    drid: Coleccin Archivos, 1991.

    En al g n va ll e de lg ri ma s [1956]. Mxi co : Ed ic ione s Er a, 1979.Los motivos de Can [1957]. Mxico: F. de CP. AC., 1957.Dormir en tierra [1960]. Mxi co : Ed ic iones Er a, 1978.

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    Los errores [1964]. Mxico : Fondo de Cultur a Econmica, 1964.El ap an do [1969]. Mxi co : Edic ione s Era, 1978.Ma te ri al de lo s su e os [1974]. Mxi co : Ed ic io ne s Er a, 1979.Las cenizas [1981]. Mxico: Edic iones Era, 1981.

    Obra terica y poltica

    Cuestionamientos e intenciones. Obras completas.Vol . 19 . Mxi-co: Ediciones Era, 1978a.

    Mxico 68 : Juventud y revolucin. Obras completas. Vol. 15 . Mxi-co: Ediciones Era, 1978b.

    Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. Obras completas. Vol .

    17 . Mxico: Ediciones Era, 1980.Dialctica de la conciencia. Obras completas. Vol. 20 . Mxico: Edi-ciones Era, 1982.

    M xi co : un a de mo cr ac ia b rb ar a. Mxico: Ediciones Era, 1983.Escritos polticos I, II y II I. Obras completas. Vols. 12-14 . Mxico:

    Ediciones Era, 1984.Las evocaciones requeridas. Obras Completas. Vol. 1. Mxico: Edi-

    ciones Era, 1987.

    Libros sobre su obra

    Blanco, Jos Joaqun . Jos Revueltas. Mxico: Terra Nova, 1985 .Escalante, Evodio. Jos Re vu el ta s. Una li te ra tu ra de l l ad o mo ri do r .

    Mxico: Ediciones Era, 1979._____. Los das terrenales. Edicin crtica. Madrid: Coleccin Archi-

    vos, 1991.Frankenthaler, Marilyn . Jos Revueltas: el solidario solitario. Miami:

    Ediciones Universal, 1979.Negrn, Edith. En tr e la pa ra do ja y la di al c ti ca . Una le ct ur a de la

    narrativa de Jos Revueltas. Mxico: UNAM/El Colegio de Mxi-co, 1995.

    Neruda, Pablo. La familia Revueltas. Para nacer he nacido. Barce-lona: Seix Barral, 1978.

    Rabadan, Antoine. El lu to huma no de Jo s Re vu el ta s o la tr ag ed ia

    de un comunista. Mxico: Doms, 1985.

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    Ramrez Garrido, Jaime. Dialctica de lo terrenal. Ensayo sobre laobra de Jos Revueltas. Mxico: Consejo Nacional para la Cultu-ra y las Artes, 1991.

    Revueltas, Andrea y Cheron, Philippe (comp.). Conversaciones conJos Re vu el ta s. Mxico: Ediciones Era, 1977 .

    _____. Jos Revueltas: de sus das terrenales a la cada del muro deBerln. 21-09-04. .

    Revueltas, Eugenia. Jos Re vu el ta s en el ba nqui ll o de lo s ac us ad osy ot ro s en sa yo s. Mxico: UNAM, 1987.

    Revueltas, Rosaura. Los Revueltas: biografa de una familia. Mxi-

    co: Grijalbo, 1980.Ruffinelli, Jorge. Jos Re vu el ta s. Fi cc i n, po l ti ca y ve rd ad. Veracruz:Universidad Veracruzana, 1977.

    Ruiz Abreu, lvaro. Jos Re vu el ta s: lo s mu ros de la ut op a. Mxico:Cal y Arena, 1993.

    Sheldon, Helia A. Mi to y de sm it if ic ac i n en do s no ve la s de Jo sRevueltas. Mxico: Oasis, 1985.

    Slick, Sam. Jos Re vuel ta s. Boston: Twaynes Publishers, 1983.Tor res, Vi cent e Fran ci sc o. Visin global de la obra literaria de Jos

    Revueltas. Mxico: UNAM, 1985.Varios. Revueltas en la mira. Mxico: Universidad Autnoma Metro-

    politana, 1984.Var io s. No ct ur no en qu e to do se oy e. Jos Re vu el ta s an te la cr t ic a.

    Mxico: Ediciones Era, 1999.