Los criterios y fundamentos sobresalientes de la lectoescritura crítica académica
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Los criterios y fundamentos sobresalientes de la lectoescritura crítica académica
El camino de la lectoescritura académica parte de la necesidad de resolver una
inquietud. Dicha pregunta insta a una idea respaldada en un problema que bien podría ser
un elemento provocador. Del mismo modo, el acercamiento a un texto exige una labor
interpretativa que parta de una relación con su propio código1. Esa codificación sólo puede
diseñarse a partir de un elemento motivador capaz de incentivar un proceso de
lectoescritura enmarcado en la investigación. Es importante dejar claro que la problemática
determina la naturaleza de la hipótesis requerida en un trabajo de escritura académica. Por
ende, la interpretación propia de la lectura debe iniciar en el hallazgo del problema que
motiva el planteamiento y posterior desarrollo de una tesis. A partir de esa idea
fundamental el texto debe alcanzar una autosuficiencia tal que le abra la puerta a la
creación de esa relación lingüística que determine el tipo ideal de receptor que se convertirá
en un emisor competente.
El diálogo académico es el punto de partida para original y justificar una
problemática. La citación, en sus diferentes formas, es la expresión vívida de esa discusión
intertextual que incita al surgimiento de nuevas inquietudes manifiestas en la multitud de
hipótesis. La disposición dialógica de la lectoescritura académica está ligada con la
estructura del signo de Charles Pierce en la medida de que un texto puede derivarse en otro
desde sus compatibilidades conceptuales, temáticas o formales:
1 Hablar de un código propio implica realizar una lectura guiada por las convenciones internas de un texto específico. De ahí que, según Estanislao Zuleta, leer es descubrir los mensajes que subyacen en un escrito.
Objeto (texto: forma/contenido)
Interpretamen (idea) Interpretante (receptor-emisor)
La interpretación es el centro de contacto de diversos problemas que ofrecen la
posibilidad de originar hipótesis nuevas en cada texto, pero abordarlas, en términos
pedagógicos, como plantillas despoja al lector de una capacidad creativa. El elemento
provocador debería dar origen a un lector crítico y creador que sea partícipe de una unidad
cultural.
Para lograr el avance pleno de un problema, es necesario enfatizar en la
reciprocidad entre la lectura y la escritura. En la enseñanza se debe mantener un trabajo
conjunto que parta de un método dialéctico fundado en la respuesta a la pregunta de una
hipótesis. La interpretación es necesaria porque no se puede escribir y producir un código
propio sin hacer una lectura decodificadora: “…La interpretación no es la simple aplicación
de un saber, de un conjunto de conocimientos a un texto de tal manera que permita
encontrar detrás de su conexión aparente, la ley interna de su producción” (Zuleta, 1982, p.
15). El lenguaje, entonces, alcanza su mayor preponderancia cuando su capacidad
comunicativa aumenta al poder actuar como objeto y sujeto a la vez. Es justo ahí donde la
polisemia viene a tomar valor en el momento de ampliar el espectro de significado de la
palabra. Con cada argumento la idea principal incrementa sus conexiones para establecer
diferentes tipos de relaciones.
Tanto en la escritura como en la lectura al suceder la ampliación de su sentido las
funciones del lenguaje son necesarias, pues permiten dar una dimensión creadora al lector.
Ese tránsito hace que el lector crítico ejerza la disertación como una forma de interpretación
que delimita, aún más, el tipo de género textual y literario en la escritura académica. El
lenguaje puede tomar un cariz autoreflexivo al valerse de las funciones referencial, poética
y metalingüística2 hasta tener la providencia de proponer encuentros y desencuentros entre
su tesis y sus argumentos:
“La estructura verbal de un mensaje depende, primariamente, de la función
predominante. Pero incluso si una ordenación (Einstellung) hacia el referente, una
ordenación hacia el CONTEXTO –en una palabra, la llamada función
REFERENCIAL, “denotativa”, “cognoscitiva”- es el hilo conductor de varios
mensajes, el lingüista atento no puede menos que tomar en cuenta la integración
accesoria de las demás funciones en tales mensajes …Si se objeta que también el
metalenguaje hace un uso secuencial de unidades equivalentes al combinar
expresiones sinónimas en una oración ecuacional: A=A (“yegua es la hembra del
caballo), diremos que la poesía y el metalenguaje están diametralmente opuestos: en
el metalenguaje la secuencia se emplea para construir una ecuación, mientras que en
poesía la ecuación se emplea para construir una secuencia.” (Jakobson, 1975, p.
353; 361).
Es así cómo se requiere una forma de texto que pueda establecer una comunión entre el
lector que interpreta y el lector que crea.
2 La función referencial da cuenta del contexto que ejerce una influencia directa en el texto, su contenido y el uso lingüístico. La función metalingüística, desde las funciones del lenguaje de Roman Jakobson, consiste en hacer una reflexión profunda del lenguaje a partir de su propia estructura y la capacidad comunicativa que esta pueda tener. La función poética, por su parte, analiza la palabra desde una categoría estética que sea abordada en la selección y combinación verbal.
Todo proceso de lectura y escritura parte de un buen manejo del lenguaje. Sin
embargo, en el contexto académico no es suficiente utilizarlo para comunicar una
información específica. La palabra debe convertirse en ese puente que permite llevar a cabo
labores de reflexión y exégesis sobre un tema o una problemática determinada. Por otro
lado, el ensayo como género literario representa en sí mismo una encrucijada porque como
lo afirma Alfonso Reyes, es el género centauro al estar entre el arte y la ciencia:
De la filosofía se ha dicho que empezó en el poema, llegó al sistema o tratado, y
luego ha venido a refugiarse en el ensayo monográfico. Tal esquema no tiene
sentido estrictamente cronológico, sino meramente descriptivo. El ensayo, género
mixto, centauro de los géneros, responde a la variedad de la cultura moderna, más
múltiple que armónica. (Reyes, 1997, p. 58).
Desde el ámbito pedagógico, es también una herramienta que estimula el
desarrollo de la lectura y escritura académica al permitir el planteamiento de criterios
sociales, culturales y psicológicos. Que podría determinar los enfoques de un tema
específico.
La literatura es ese espacio en el que confluyen coyunturas cuyo objetivo es
establecer los fundamentos de una gran diversidad de formas de escrituras y lecturas
críticas. De hecho, el enfoque artístico literario va de la mano de las miradas críticas en el
sentido de que gracias a ellas es posible sugerir propuestas formales novedosas. El ensayo-
género tiene su razón de ser en la comprobación de una hipótesis. Este mismo fundamento
sustenta el proceso de la lectura crítica y su aplicación en la escritura académica. Por otra
parte, los trabajos de teoría literaria han ayudado a entender la influencia de los Estudios
Literarios en quehaceres sociales y culturales:
Las teorías literarias, por otra parte evolucionaron desde los planteamientos
formalistas y estructuralistas, tanto hacia la consideración de los factores externos
del funcionamiento social del fenómeno literario, como hacia los factores internos
de construcción del significado por parte del lector. (Colomer, 2001, p. 4)
El criterio como tal tiene la labor de definir cuáles son los grandes códigos que
deben determinar los parámetros de un tema en particular. En el caso de la lectura y la
escritura, dichas disposiciones temáticas deben hallar su forma a través de algunos
parámetros como un proceso mental conectado en una tesis cuyo vehículo de evolución es
el ensayo. Concebir un género textual capaz de sintetizar la lectura y la escritura crítica,
exige una claridad de ideas que solo es brindado por un conocimiento global de un
determinado tema. Así el lector puede convertirse en un escritor porque se desata su
capacidad disertativa.
Los lectores críticos devienen en autores debido a que pueden proponer y
justificar sus afirmaciones. En consecuencia, dicha reciprocidad les da la autoridad de ser
constructores de significado que participan en un acto comunicativo inmerso en procesos
sociales. El ensayo es el mejor espacio para hacer un doble trabajo interpretativo al dar
inicio a un diálogo basado en el lector-autor que trata de dilucidar las tesis planteadas en los
textos interlocutores, de ahí que la citación sea importante para desafiar el ejercicio de
argumentación. Después de las fases de decodificación y comprensión, la lectura crítica
exige un nivel interpretativo alto en el que se pueda descifrar el mensaje y elaborar una
respuesta acorde con una dinámica de disertación.
Para la construcción de un discurso idóneo es imprescindible manejar una sintaxis
consecuente con los planteos de la tesis. Con respecto a la escritura debe existir claridad de
la diferencia entre discurso oral y escrito, pues las disposiciones lingüísticas de tipo lexical,
sintáctico y semántico deben enfocarse en alcanzar la claridad que permita al texto
defenderse por sí solo. De estas condiciones se deriva un cuarto fundamento que consiste
en el valor de la coherencia y la capacidad de hilar las ideas. Los puntos neurálgicos de la
coherencia son las funciones textuales destinadas a dejar clara una intención en sus
proposiciones y la estructura, cuya organización lógica favorece al proceso de comprensión
del texto. La cohesión, mientras tanto, se vale de partículas de sentido como los conectores
que relacionan dos o más afirmaciones entre sí, de igual manera el ámbito cognitivo de la
asociación se hace al aplicar el recurso de la anáfora para sustituir conceptos ya planteados
y referir a otros.
La lectura y la escritura académica deben estar unidas en todo momento debido a
la necesidad de proponer conclusiones defendidas por una interpretación acorde con lo
defendido o refutado, según el caso. Es entonces cuando resulta imposible impartir de
manera separada unos fundamentos de escritura y lectura crítica. Además los fundamentos
de lectoescritura en la producción ensayística no tendrían razón de ser si no tuvieran un
marco teórico basado en criterios establecidos con anterioridad. Requerimientos como la
síntesis y la claridad en la exposición de argumentos, delimita el tipo de género textual.
En conclusión, solo es posible alcanzar habilidades en lectoescritura académica
cuando existe una reciprocidad entre el acto de leer y de escribir que finaliza en los trabajos
de exégesis y discusión. El ensayo como género textual y literario, es el punto de encuentro
ideal de las competencias en lectura y escritura crítica. Claro está, el lector siempre debe
mantener un hábito de lectura que le brinde algunas herramientas cognitivas para aplicarlas
en sus disertaciones.
Bibliografía
1. Colomer, T. (2001). La Enseñanza de la Literatura como Construcción del Sentido.
Lectura y Vida. Revista Latinoamericana de Lectura. 4, 1-19.
2. Jakobson, R. (1975). Ensayos de Lingüística General. Barcelona: Seix Barral.
3. Reyes, A. (1997). El Deslinde (1963) (XV). Mexico: Fondo de Cultura Económica.
4. Zuleta, E (1982). Sobre la Lectura [en línea]. Bogotá: Ministerio de Educación.
Disponible en: http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/articles-
99018_archivo_pdf.pdf [26 de diciembre de 2014].