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UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Tesis doctoral DEPARTAMENTO DE CONSTRUCCIÓN ARQUITECTÓNICA Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias. Miguel Díaz-Reixa Suárez Las Palmas de Gran Canaria

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UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Tesis doctoralDEPARTAMENTO DE CONSTRUCCIÓN ARQUITECTÓNICA

Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias.

Miguel Díaz-Reixa Suárez Las Palmas de Gran Canaria

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TESISdeDoctorado

Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José dela Rocha, precursores de la introducción delNeoclasicismo en las capitales canarias.

Departamento de Construcción Arquitectónica. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria.

Tutora:

Rosario Alemán Hernández.

Doctorando autor de la Tesis:

Miguel Díaz-Reixa Suárez..

El Monte Lentiscal, noviembre de 2015

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Dedicatoria: A mis padres. A mis mijos, Miguel y

Alberto. A todos los que, gracias a ellos, nos sigan. Y a toda la gente que ama

encontrar la verdad.

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Agradecimientos: Son mucha las personas que ayudan a que un

documento como una Tesis doctoral pueda prosperar hasta ser concluida.

En primer lugar, los sabios anónimos que brindan su saber para que los afanosos podamos

orientar útilmente nuestras preguntas; empezando casi siempre por nuestros padres, y

siguiendo por tantos buenos estudiosos que nos iluminan gratis los primeros rincones,

facilitándonos tener referencias para redirigir mejor nuestros pasos para saber un poco de

algo. Hay amigos –cercanos y lejanos- o gente empática, a quienes hay que agradecer los

ratos que dedican a esa pubertad obsesiva que sufre un doctorando haciendo su Tesis.

Después, todo doctorando debe gratitud especialmente a los archiveros de todos los fondos

documentales. En mi caso, a los del Museo Canario, el Archivo Histórico Provincial, del

Archivo Diocesano y del Catedralicio, del Cabildo Insular, y de los privados de Acialcázar de

Las Palmas y Cullén de La Orotava.

A los correspondientes de Tenerife, y Los Llanos-Aridane en La Palma, Madrid y Cádiz. A

diversos curas párrocos, que son en sus archivos, también archiveros, celosos, pero casi

siempre generosos. Sin duda, esta lista se queda corta.

Finalmente, y no en último lugar, a los tutores y co-tutores, que fueron sugiriéndome atajos

o límites para reconducir mis dispersiones y desorientaciones: Francisco Ortega Andrade –

que dirigió los cursos de doctorado-, D. Antonio de Bethéncourt Massieu, Manuel Martín

Hernández y Rosario Alemán Hernández que dirigió el impulso final.

También mi familia ha posibilitado que pudiese hacer vida de encierro y estudio, o épocas

erráticas, alojado en la casa familiar común. A veces, prestando medios que debían ir hacia

otros esfuerzos, seguramente más provechosos que este.

A todos, mi profunda gratitud, sinceramente.

Miguel Díaz-Reixa Suárez. El Monte, noviembre de 2015.

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Índice general.

I. Introducción general. Hipótesis.

II. Estado del tema. El entorno vital –espacio-temporal- de los Coroneles.

III. El Coronel padre. D. Antonio Lorenzo de la Rocha.

– El hombre y su Casa.

– El goce local del linaje.

– Fallecimiento y sucesión en la Coronelía y Dirección de obra.

– Conclusión.

IV. El Coronel hijo. D. Joseph de la Rocha y Alfaro.

– Su vida y actividades locales.

– Su Diario de Campaña.

– Descrédito y fallecimiento; ruina del linaje

– Conclusión.

V. Sus obras de Arquitectura.

1. Antonio Lorenzo: los primeros edificios públicos autóctonos.

2. José de la Rocha: dirección de obras y posible autoría en el complejo del

Hospital de San Martín –Casa de Misericordia-, y su interés en la creación

urbana: ciudades del Sureste-Suroeste.

VI. Conclusiones.

VII. Bibliografía

Addenda documental.

Qué eran las Milicias Provinciales de las que ambos fueron coroneles?

VIII. Índices.

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I. Introducción general

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INTRODUCCIÓN

El tema central de esta investigación es la peripecia de dos coroneles-arquitectos del

Antiguo Régimen –en su etapa final- que incide en la dignidad y decadencia del linaje

grancanario que fue la Casa de la Rocha. Les hemos denominado en este trabajo Coronel

padre, D. Antonio Lorenzo de la Rocha Bethencourt (Las Palmas de Gran Canaria, 1712 -

1783) y Coronel hijo, su sucesor, D. Joseph de la Rocha y Alfaro (Las Palmas de Gran

Canaria, 1743 – Puerto de Santa María, 1800). Así se espera que quede mejor expuesta la

significación histórica de ambos personajes y se les brinde mayor visibilidad en nuestra

historiografía.

A raíz de conocer que lo que fue una saga de coroneles-arquitectos de inmejorable prestigio

y posición social al haber culminado su trayectoria erigiendo por relaciones estamentales y

empeño familiar el templo simbólico de la religiosidad de la isla –y casi lo realizan de la

misma manera en la continuación de la catedral-. Sin embargo comprobamos que sus

biografías y la de su descendencia aparecían silenciadas, como puestas en sordina

deliberadamente por la historiografía del siglo XIX y XX y con una información acerca de ellos

escasa y extrañamente superficial.

Debido a múltiples carencias, la historia local que se nos escamotea obligó a disponer un

discurso coherente y razonablemente argumentado sobre un tema tan sensible que lo

merecía y lo fue mereciendo más y más, al compás que se iba avanzando cada paso seguro, a

lo largo de años de afán por conocer mejor el tema.

Ha habido escollos que no pudieron ser superados en cuanto a las fuentes privadas de

documentación, pero se han dejado las cosas a las puertas donde otros deberán tocar con

más fortuna, o bien los tiempos derritan los candados que lo impiden y para así cerrar el

círculo del saber acerca de estos dos hombres singulares de nuestra historia local: los

Coroneles Rocha, padre e hijo: Antonio Lorenzo de la Rocha Betancourt y José de la Rocha y

Alfaro.

El reto más difícil ha sido, aparte de la necesaria constancia casi a ciegas para recabar todo lo

atinente a nuestro tema, desarrollar la capacidad de comunicar lo que se ha desvelado como

fruto de la lenta labor de archivos y la posterior elaboración textual de la que esta Tesis es

una síntesis que se abre a futuros esfuerzos.

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Se dice casi a ciegas, entre otras cosas, y no de pasada, por qué no se ha logrado encontrar,

pese a los diversos esfuerzos, una sola imagen personal que represente gráficamente a

alguno de los dos Coroneles. Y debe haberla en alguna de las dos Casas con las que entroncó

el árbol caído de los Rocha. Y es que poder mirar la cara de un personaje ayuda siempre.

Necesitamos esas imágenes.

Al comienzo del camino, y del modo más directo, este doctorando aprendió siguiendo las

migas de pan dejadas por otros estudiosos de la historia local. Al presentar ahora lo

encontrado, ese aprendizaje queda preparado para que lo valoren quienes trabajan en ese

mismo campo de investigación de modo que, en el futuro, otros puedan continuar la labor y

superar este intento. Es un señuelo que se lanza para continuar indagando ángulos muertos

que hayamos dejado.

Se ha trabajado en todos los archivos en los que se podían encontrar datos estratégicos o

significativos acerca de ambos personajes. A nuestro buen entender han sido todos los

disponibles, aunque deben quedar otros –por ejemplo en Roma, a donde emigró un Rocha-

Alfaro obligadamente-. Pero allá donde intuimos, o se nos indicó, que podría haber alguna

noticia que pudiera relacionarse con nuestro tema, nos personamos a remover ficheros,

fondos, correspondencia, protocolos, etc. Allí transcribimos, tomamos imágenes, elaboramos

textos….

Y cuanto más se fue avanzando, más y más determinante aparecía la figura secundaria del

plan inicial, el Coronel hijo. Su dura y desafortunada peripecia personal es la que explica que

su linaje fuera socialmente desbancado, de forma definitiva, de la primera fila de la historia

local, aparte de otros factores que quedan por esclarecer.

Y resulta increíble y paradójico que esta biografía, por sí sola, sea la que nos meta de lleno

en la gran historia de la época en que ambos grancanarios vivieron. El punto de encaje es

que en 1794, un batallón canario fue levado por sorteo y en condiciones de equipamiento

lamentables, al frente del cual se puso a este Coronel, con destino a la segunda campaña de

la Guerra de la Convención que había declarado en 1793 la monarquía de Carlos IV de España

y la Primera Coalición a la República Francesa. Ese batallón canario se batió en la raya de

Francia con el honor que se esperaba de él como reconocieron los jefes que mandaron sobre

nuestro Coronel y sus milicianos, bajo condiciones lamentables, en una guerra desigual.

Este fue el factor que nos decidió a historiar el tema conjuntamente, es decir, elaborar esta

Tesis con los dos protagonistas. Se espera haber alcanzado el objetivo y construido, así, un

esbozo de informaciones, abierta a elaboraciones en el futuro y que pueda ser útil

culturalmente.

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La Metodología empleada es simple pero muy laboriosa. Casi siempre hemos redactado los

bloques temáticos prácticamente en paralelo a las fuentes directas, o bien más próximas a

los acontecimientos o personajes, elaborando archivos en Word o similar en las propias salas

de los fondos documentales, e incorporando gráficos, planos o imágenes oportunas a medida

que íbamos aprendiendo acerca de cada nueva incógnita del proceso global.

Quizás así se pierda en unidad de estilo pero se gane en coherencia del argumento respecto

a las fuentes utilizadas. Los documentos originales permiten un tipo de aproximación al

asunto que no la dan las fuentes secundarias. Así, muchas veces surge ahí la chispa que

permite después la elaboración definitiva.

La Lógica interna de la investigación se ha autoconstruido por adaptaciones sucesivas y de

principio a fin. Por supuesto siguiendo el hilo argumental de partida, el del arquitecto-

coronel D. Antonio Lorenzo al que se enredó, a medio camino, la peripecia de su hijo D. Josef

de la Rocha, con iguales títulos por herencia del linaje a la muerte de su padre que iluminaba

con un potente haz reflejado la historia familiar de los Rocha y de su Casa y el propio tiempo

social o histórico que vivieron. Esa luz reflejada ilumina así la historia local del Archipiélago en

aquella época, y la propia gran historia de sus tiempos y espacios.

La tesis de la tesis de este esfuerzo de investigación se deriva de la descripción de su

articulación en capítulos, del contenido de cada uno de ellos y de la conclusión central

alcanzada.

Ambos personajes son descritos por su peripecia personal. Asimismo se establece lo que fue

el eslabón, entre ellos, de enlace y sucesión profesional y disciplinar. Y es que D. Josef de la

Rocha firmó las certificaciones de obra que, hasta días antes de fallecer, firmaba D. Antonio

para la obra de permanente ampliación del complejo sanitario del Hospital de San Martín. Y

cómo la movilización al frente pirenaico, impuesta por el capitán general de Canarias a D.

Josef que, como Coronel de Milicias y usando su condición de viudo como pretexto debió

partir al frente de un batallón de grancanariios y tinerfeños, determinó su destino vital pues

fue una misión de la que nunca pudo regresar implicando, además, en buena parte el

hundimiento del prestigio de su Casa.

Por recomendación de los tutores de esta Tesis, con acierto seguramente, se desplazó a un

Anexo, todo el bloque acerca de las Milicias Provinciales, denominado Qué eran las Milicias

Provinciales de las que ambos fueron coroneles. Tiene este apartado el interés de ahondar en

la clase de cuerpo que eran esas guerrillas populares permanentes, qué era la defensa natural

del país que ellos comandaban, adiestraban y hacían operar sobre el terreno.

Ese cuerpo miliciano fue una milicia popular heroica que, certificadamente, actuó en

primera línea de combate y que si aludimos con un punto de ironía al pomposo título de la

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más monárquica de las instituciones ‘civiles’ ilustradas, podríamos llamarla Real Cuerpo Llano

de Amigos del País Contra la Piratería. Desde luego, más frutos, en beneficio isleño y de S. M.

también, que las RSEAPs cosechó sin duda alguna. Defendió decenas de veces esta tierra de

la depredación corsaria.

La dedicación de este doctorando a la investigación de nuestra historia general, urbana, las

antigüedades y arqueología o etnografía, es de casi medio siglo atrás. La biblioteca del

Museo Canario fue uno de sus locales más frecuentados y allí hizo –y mantiene- alguno de

sus mejores amigos.

Sin un método histórico rígido pero movido por ese afán de conocer, siempre buscó una

vena principal, una gruesa como se dice en la cultura del agua, que mereciera la pena

perseguir como eje para iluminar el pasado. Sin embargo, nunca aparecía el tema lo

suficientemente enjundioso para dedicarle décadas. Esto vino a ocurrir poco antes de hacer

los Cursos de Doctorado con el Departamento de Construcción de la ETSA y el eje de esa

gruesa fue el Coronel Rocha.

Nuestra pregunta era cómo es que el autor de dos de los edificios públicos principales, y más

simbólicos de la isla y ciudad –la basílica de Teror y el Hospital de San Martín-, sea casi

desconocido ya que uno mismo sólo lo había oído nombrar esporádica y lacónicamente en la

historia.

Cuando conseguimos acceder a los Libros de Actas de la Catedral las cosas cambiaron con

fuerza creciente. El Coronel D. Antonio Rocha era un personaje frecuentemente citado y con

extremo respeto por parte de los adustos –pero humanos después de todo- Dignidades,

Prebendados y demás canónigos que desfilaban por los Libros de Actas, discutiendo y

disputando asuntos e intereses mucho más prosaicos que los litúrgicos y catedralicios.

Ellos eran los hombres cultos y pudientes de la sociedad estamental y hablaban con

adhesión de don Antonio Lorenzo de la Rocha. Por tanto, qué es lo que pasaba. En qué

momento y por qué razones este patricio –sepultado con honores, como sólo él había

merecido, y en el altar mayor de Teror, la basílica votiva principal de la isla-, cómo había sido

tachado de la historia local y patricia. Y es que ha sido en el último medio siglo

principalmente, cuando más indiferencia le ha sepultado en el olvido isleño, aún para sus

propios descendientes…

Las citas de los Libros eran pues, de respeto, …como que se trataba de un diálogo entre dos

poderes conspicuos: el de los Señores capitulares y el de unos Señores territoriales –los

Coroneles- que en el fondeadero del Castillo del Romeral tenían una industria estratégica en

la vida y en la economía insulares: las salinas, la sal. Los señores capitulares tenían ahí una

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fuente increíble de caudales por vía del diezmo eclesiástico sobre el comercio y tratos de la

sal. Unos intereses que inclinaban mucho al respeto.

La sal era vital para la conservación de la comida, carne y pescado ya que no había otra

forma de conservar los alimentos. En particular, toda la pesca de la Costa –el banco canario-

sahariano que se nos incautó hace sólo unas décadas- tenía este producto como base

esencial y toda la navegación por nuestras aguas debía, también, a la industria de los Rocha

(y de los del Castillo: un duopolio local), su posibilidad de existir.

Pero también se le veía como hombre sumamente piadoso y tan vinculado a ciertos Señores

capitulares que acabó emparentando con ellos –aparte de tener ya parientes Bethencourt,

Alfaro y otros dentro de ese cuerpo-, esto es, siendo casado con familiares palmeros de unos

Prebendados: los poderosos Lugo, en ocasiones, vicarios y visitadores en nombre de los casi

siempre ausentes Señores Obispos…

Por ello, y por sus competencias como Coronel, Antonio Lorenzo de la Rocha era uno de los

más solventes peritos en construcción de la Ciudad. Y con las citadas relaciones exclusivas

con los Señores eclesiásticos, los principales encargos de este cuerpo, le venían regalados,

como es natural.

Recuérdese: la Mesa Capitular era el mayor poder económico, solvente, contante y sonante

de la isla. En el tiempo en que no existía banca eran los prestamistas, los generosos, los

facilitadores, los grandes munificentes… Los financiadores.

Y don Antonio recibió los encargos clave, o se los fabricó cristianamente: él escogió sin duda

el solar que debía ocupar el nuevo HSM, concertándolo con parientes suyos y con los

factótum de la beneficencia en la Mesa capitular y el Cabildo ciudadano. Proyectó su edificio,

como lo había hecho para la nueva iglesia parroquial de su querida tierra de veraneo, Teror; y

como casi hace para la media iglesia-catedral, que llevaba parada dos siglos… De hecho, y

como consignan las Actas capitulares, él declinó en favor del racionero Diego Nicolás Eduardo

el encargo que ya se le había hecho. Ahí pudieron interferir las maniobras del ingeniero

militar Hermosilla.

La construcción del Hospital de San Martín (en adelante HSM) aparecía a nuestros ojos como

una pieza particularmente digna, en particular su ala antigua: un edificio de empaque público.

Con esa idea nos sumergimos en la documentación desordenada y apolillada de su archivo –

depositada hoy en el archivo central del Cabildo Insular, y empezó a aparecer la labor del

Coronel firmando verdaderas certificaciones de obra y hasta su fallecimiento en 1783.

Siguiendo por rutina esa indagación nos sorprendió que, inmediatamente, continuara esa

labor el sucesor, su hijo el Coronel Rocha. Y no sólo por unas cuantas semanas, sino a lo

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largo de más de un lustro en que construyó el ala derecha del complejo HSM, la llamada

Casa de Misericordia.

La siguientes búsquedas cruciales ocurrieron en el Archivo Acialcázar, a cuyo depositario

actual, Pedro María Pinto, debe agradecerse haber penetrado el secreto. Aparte de otros

datos del Coronel padre, apareció un Diario de campaña del Coronel hijo relatando su

movilización a la Guerra Gran –la fantochada de Carlos IV y sus cortesanos contra la poderosa

Francia insurrecta-, y su fracaso militar con sus milicianos levados de las islas en camisola y

descalzos a un frente de guerra invernal, una guerra a muerte declarada en la contraofensiva

de los republicanos contra la cruzada española sobre el Rosellón, la rendición del

inexpugnable Castillo de Figueras –cinco veces en 150 años fue sitiado y cinco veces se rindió

sin defenderse- siguiendo con su cautiverio en Toulousse, su regreso y prisión en la Ciudadela

barcelonesa durante unos 4 años, la condena en Consejo de Guerra…

La degradación y el desprecio regio, y su esfuerzo por recuperar el honor y rango, quedaron

aun en una nebulosa, que sólo en 2015 se logró desvelar parcialmente… Ahí comenzamos a

entender que esa familia Rocha había sido aplastada por la deshonra social. Los años

siguientes han pasado indagando qué ocurrió desde que se interrumpió el Diario. Así hasta

2015, cuando ya concluimos con un conocimiento razonablemente suficiente de la peripecia

de este Coronel hijo. En el cuerpo del texto se dan los datos ampliados y puestos en

contexto.

Don Josef hizo todo cuanto pudo para luchar contra el infortunio y el omnímodo poder

monárquico de los déspotas Carlos IV y su ominoso sucesor. Se enroló en las escuadras que

partían de Cádiz a enfrentar el bloqueo marítimo de la Royal Navy que incomunicaban el

Archipiélago con la metrópoli y la carrera a América. Así trataba de recuperar ante los

superiores y el rey su honor perdido.

No alcanzó ahí la muerte, sino en la epidemia de cólera de 1800 –que en realidad es lo

mismo-. Que fuera en las carnicerías navales ante los cañones ingleses o ante la silenciosa

fiebre amarilla, es indiferente.

Lo curioso del caso es que no fue en un lejano archivo donde acabamos por encontrar la

clave que dio las piezas finales de la información. Fue entendiendo que esa era la obsesión

del Coronel –recuperar el rango perdido, igual que habían tenido que hacer otros

condenados por Carlos IV- como pudimos dar verosimilitud y su justo valor histórico a una

crónica menor de la Ciudad de Canaria: el diario denominado Quadernos del comerciante de

la calle Peregrina, don Antonio Betancourt, tan utilizado por los autores, aunque demasiado

pintorescamente, por su lenguaje poco o nada culto.

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Ese tendero de la ciudad del comienzo de siglo XIX conocía perfectamente a don Josef y era

vecino de los Rocha –la casa-palacio de Rocha estaba ubicada en la esquina Norte de esa

calle Peregrina- y, probablemente se compraban y vendían insumos, intereses, favores. De

hecho, Betancourt tenía tratos normales, consignados en sus Quadernos, con el sucesor, don

Agustín de la Rocha.

Y el caso es que en un distraído comentario, el tendero consignó los datos cruciales que

iluminaron el final de la historia del Coronel hijo, un primer asiento nos fijó que el Coronel

Rocha iba a bordo de una fragata que se había refugiado en Santa Cruz de Tenerife huyendo

de una flotilla inglesa; un segundo dato daba noticia, bien tardíamente –unos 3 meses- de su

muerte, comunicada por un franciscano a su hermana, quien acto seguido ordenó cerrar las

puertas de la casa Rocha en señal de duelo, tal como era acostumbrado en la sociedad

monacal en torno a la calle Malteses palmaseña.

Sólo tuvimos que escudriñar qué choque naval habría podido ser ese. No fue fácil hasta que

la historia inglesa nos dio la clave; Ciertas fuentes –conocidas vía Internet- y basadas en las

bitácoras de los capitanes de la Royal Navy, precisaban que, en efecto, don Josef de la Rocha

debía ir a bordo de aquella fragata fugitiva –la Santa Sabina que él había consignado con

fascinación en la Carraca gaditana en su Diario-. Por no quedarse en tierra, en Santa Cruz, tan

cerca de su familia y amigos –imposible e inconveniente para él (por vergüenza) hacerlo-

siguió a bordo como era su deber, yendo a regresar a donde el cólera le esperaba. Esto

explica bastante verosímilmente la lapidación social que sufrió su apellido. Es algo que puede

ser común pero es una historia dramática que valía la pena perseguir.

Con esta pasión se ha dedicado miles de horas a tratar de completar el panorama con datos

arquitectónicos, la obra efectiva de ambos ‘arquitectos’. En este sentido, los datos obtenidos

son pírricos. Por ello remitimos nuestro trabajo a un futuro en que la documentación

histórica sea sometida a una digitalización exhaustiva. Entonces se podrá cruzar la

información y tratarla mucho más sistemáticamente. Por ejemplo, es más directo explorar

informáticamente los protocolos, actas, informes y otros documentos –cuando estén

informatizados-, en los que figuren los Coroneles contratando planes de edificación con

maestros de obras que esperar encontrar atribuciones de obra en textos de época.

En cualquier caso es muy probable que la obra que quede de ellos sea marginal pero esto no

debe apartar a nadie del intento. Será una valiosa labor, esté o no en pie una pieza creada

por ellos. El ejemplo que puede servir de muestra es la casa-palacete que fue de los

Coroneles Rocha en la calle Malteses y que fue derruida en los años 70 del siglo pasado. Una

casa de corte neoclásico que varias fuentes aseguran que el Coronel padre construyó y

acorde con los tiempos ilustrados que entraban. Me refiero al Neoclásico del remate con una

faja de piso superior ornamentada con huecos con frontones curvo y recto alternados.

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A doscientos metros de este edificio, un palacete que afortunadamente sigue hoy en pie hoy

y que fue de los Almacenes Rivero en la calle Triana, parece que copió aquel otro gesto

moderno e ilustrado del Coronel Rocha padre. Así son las cosas a veces: no está el original,

pero enfrente de donde estaba aquel, aparece un reflejo, un remedo solitario. Inexplicable.

Es inexplicable, sólo porque no lo entendemos, no sabemos que es un reflejo. Para eso sirve

la historia –incluso, la memoria de la arquitectura-: para entender las luces reflejadas, los

pliegues, los palimpsestos.

No fue la única (posible) semilla que fructificó: en su libro Biografía de una calle: La

Peregrina, José MIguel Alzola atribuye el diseño de la Casa Falcón, seguramente, a Luján

Pérez; si es así, éste habría recogido bien, y tempranamente, la semilla estilística que plantó

el coronel Antonio de la Rocha y cultivó finamente Diego Nicolás Eduardo, un racionalismo de

refundación neoclásica del oficio.

Mientras proyectaba clasicismo en arquitectura, el guíense José Luján siguió practicando el

barroquismo en la escultura, el peripatetismo barroco, probablemente mucho más solicitado

por su clientela, beata –muy milagrera-; y sobre todo, mucho más eficaz para excitar la

emotividad religiosa que el racionalismo contenido de los presupuestos neoclásicos –en

realidad paganos, pensarían los fanáticos del dolor y la cultura de la muerte-.

Este caso retrata muy bien los rasgos de la cultura isleña: normando-luso-mudéjar por

dentro, a la moda por fuera…

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II. Estado del tema. El entorno vital –espacio-temporal- de los

Coroneles Rocha.

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El estado de defensa del Archipiélago a fines del XVIII, la escuela canaria de alarifes, y la

actuación de los cadetes e Ingenieros Militares

En el ensayo La Palma, francesa1 y otros trabajos de historiografía militar en las islas se

aprecia someramente cómo eran las comunicaciones entre los oficiales de las Plazas

capitalinas y sus subordinados, y de los coroneles con su jefe superior –el Comandante o

Comandante General, residente desde 1722 en Santa Cruza de Tenerife-; en cada una de las

Islas, actuaba como Comandante, su correspondiente Gobernador de las Armas.

Y estos comunicaban con el Comandante mediante los habilidosos patrones de los barquillos

del cabotaje interinsular.

En el conjunto del texto de Cardell puede comprobarse la intensidad y regularidad de las

comunicaciones y su régimen jerárquico respecto del Comandante General en Tenerife; a su

vez, en dirección horizontal, se aprecia igualmente el ágil sistema de Postas2 o correos que

enlazaba todo el mecanismo de inteligencia, entre tenientes, capitanes, tenientes coroneles y

coroneles comarcales; muchos de ellos pudieron ser mozos (nativos) de la servidumbre de los

señores locales, hombres de la mayor confianza de sus señores, verdaderos amos.

La misión de este mecanismo era la vigilancia temprana, mediante atalayeros, Vigías y

patrullas de paisanos, de las costas en torno a todo punto de posible desembarco; asimismo,

parejas de soldados de confianza custodiaban a bordo a las tripulaciones del cabotaje isleño.

De similar forma, otras Postas enlazaban entre los jefes comarcales –Coroneles, casi siempre

cabezas de un linaje señorial- y el Comandante insular –en el caso de Tenerife, con el

Comandante General.

Estos últimos agentes de Postas, para el enlace entre la alta oficialidad y el comandante,

debieron ser soldados a caballo, y aun más, escogidos elementos de la tropa –seguramente

cabos, y probablemente en ningún caso nativos-. Un luminoso ejemplo se ve en un

fragmento del oficio dirigido el día 15.IX. 1797 por el coronel Antonio de Franchi al general

Gutiérrez:

1 La Palma y otros artículos sobre el 25 de julio (ed. 2007) es el título completo del ensayo de Juan Carlos Cardell

Cristellys, que reúne sus artículos publicados desde 1999 en el singular periódico El Día.

2 En este contexto se llama Posta al sistema de correos basado en caballerías prevenidas en los caminos, a

distancias de unas 2 ó 3 leguas, para que las noticias circularan con diligencia y seguridad de un punto a otro del territorio; también se utilizaba barcas o infantes (a pie), para lo mismo. La unidad denominada legua era ‘la distancia que una persona, a pie, o en cabalgadura, podía andar en 1 hora’, dependiendo de la naturaleza del terreno: entre 5,5 y 6 km. en orografías como las de las Islas: en 1801 fue unificada en Madrid como equivalente a 20.000 pies (5.620 m).

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«Yo Excmo [Sr]. estoy con el mayor cuidado en el cumplimiento de la Vigías, y por mí

mismo haciéndolas, subiéndome todos los días a lo alto de una montaña de donde

con un anteojo registro el horizonte, pues sin esta seguridad, no me pongo en cama, y

el día que no lo puedo hacer, por lo destemplado de los tiempos, lo ejecuta un

religioso que está en mi compañía, de quien tengo entera confianza. …(Sale el mozo a

las 2 de la tarde de este día).»3

Como ejemplo claro de esta prevención sirve muy bien el escueto capítulo Cronología de un

ataque corsario inglés a navíos y desembarco en Puerto de Santiago, un mes después del

ataque de Nelson, del mismo conjunto de ensayos de Cardell; en el cual podemos percibir:

tanto el merodeo insistente del valeroso corsario inglés Bartholomew James, en su bergantín

La Cazó ó El Corso –que el autor considera un segundo intento de ataque inglés a Tenerife-4;

cuanto por otra parte el juego de comunicaciones de los jefes milicianos isleños para impedir

todo amago de desembarco, y cualquier intento de hacer aguada o desembarcar

prisioneros...

Vemos en ese texto los informes de distintos jefes: desde Anaga a otro jefe en Santa Cruz;

desde Los Cristianos, Puerto de Adeje, Puerto de Alcalá, Puerto de San Juan, Puerto de

Santiago, Puerto de La Orotava, desde El Tanque, desde Garachico, desde La Orotava, etc.,

todos ellos al Comandante General; las exigencias y conminaciones de este a sus

subordinados para que le fuera remitido «el individual aviso de todo»; otros avisos de

oficiales (subtenientes, tenientes o capitanes, a coroneles) entre sí, etcétera.

Asimismo, vemos que también tenía el Comandante General comunicación con los puertos

marroquíes de Tánger y Safi –como el caso de una comunicación del Comisario de Guerra y

encargado consular español en Marruecos, Antonio González Salmón, llegada a través de una

goleta genovesa-.

El Corso, y dos buques más –La Minerve y La Lively-, continuaban en julio practicando el

corso a placer en el Archipiélago, sin duda como amparo de retaguardia al bloqueo a Cádiz

por el almirante John Jervis. El 15.IX, El Corso sufrió un temporal de «viento equinoccial»,5

que le desarboló y empujó al sotavento de Gran Canaria (costa NO ó SO, seguramente) hasta

el día 20…, no viendo Tenerife de nuevo hasta el 22.

Pero a la vista de las carencias severas que padecían, James ordenó «tomar el mejor camino

hacia Madeira sin enviar la bandera de parlamento a Santa Cruz»; sin embargo, el 23 todavía

3 Se refiere sin duda a uno de los correos señalados, un mozo de confianza del coronel Franchi… 4 Sus movimientos han podido conocerse gracias a la publicación en Inglaterra de su diario de a bordo: Diario del Bergantín ‘El Corso’; ver nota 84. También 5 Es decir, de Sur.

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estaban a la vista de Lanzarote, y el 24 hubo que reducir la ración diaria a ¼ de libra de pan,

habiendo espitado el último tonel de agua, y ya sin carbón ni madera, con la vela del juanete

mayor arriada para reparar, etc.

Mientras los oficiales iban soñando con las cosas buenas de la vida a su llegada a Madeira,

estalló

«un tumulto sedicioso [entre] algunos de los más destacados entre la marinería, …el

cual apacigüé administrando unas pocas docenas de aceite de gato [“se refiere al uso

del látigo”, aclara Cardell], que pronto restauraron la intimidad más cordial… Cada día

parecía una eternidad».

Pero el 27 avistaron Madeira y ese mismo día entraban en la rada de Funchal; supo entonces

que «las fragatas y la presas habían partido tres días antes rumbo a Lisboa»: se refiere sin

duda a las otras dos fragatas corsarias –La Minerve y La Lively-; como es sabido, Lisboa era

puerto amigo, más o menos forzosamente, de Londres, en el juego de alianzas y contra-

alianzas que se desató en Europa a raíz de la Revolución francesa y la contra-revolución

borbónica.

La indefensión, como camuflaje de protección

En este contexto naval, Santa Cruz no era una Plaza fortificada desde luego, ya que el recinto

amurado, comprendido entre los castillos de Paso Alto y San Juan, en sus extremos, con el de

San Cristóbal en el centro, no era 'amurallado': tal tapia no tenía más altura sobre los riscos

de apoyo que unos dos metros, y apenas se elevaba algo más de un metro sobre el 'camino

de ronda', tal como señala el autor Luis Cola Benítez, en ‘Prolegómenos del 25 de julio de

1797’6: así que no cubría de las vistas desde el mar a la tropa de centinela. Para una defensa

seria era pues más un estorbo que un obstáculo, como se reveló en las escaramuzas del

ataque de Nelson…

En cuanto a la artillería, frente a unos 400 cañones en las naves inglesas, se oponían 90 en la

Plaza –muchas de ellas en mal estado e incapaces de resistir un fuego continuado-.

Los hombres disponibles para el combate no eran mejores:

menos de la mitad eran militares con cierta preparación; el resto, eran milicianos

(paisanos y voluntarios), con escasa instrucción y participación en combates. Y esta

tropa disponía de pocas armas adecuadas y de escasos fusiles, hasta el punto de que,

como nos narra el cónsul francés Clerget refiriéndose al asalto al muelle, muchos

defensores lucharon allí con rozaderas, picos y palos.

6 http://www.amigos25julio.com

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Esta información es decisiva, referida a la ya casi capital del reino de Canarias –lo sería en

1821-, pero efectivo centro de mando del archipiélago, como hemos visto, dada la residencia

ahí del general en jefe o Comandante General. Cómo explicar esta arriesgada desprotección?

Conviene retener esta información, útil incluso cuando leamos el Anexo acerca de nuestras

milicias locales; locales, porque no merecen llevar el adjetivo de provinciales, dado que

fueron claramente un cuerpo de práctica autodefensa civil. O milicias populares, por tres

cuartos de lo mismo. Es necesario argumentarlo?

Esa primavera y verano había sido castigada repetidamente también Gran Canaria –lo cual

no merece el más ligero comentario por parte de Cardell Cristellys-…: por ejemplo, en el mes

de marzo, a cargo de un bergantín [‘Los 2 hermanos’] y una fragata ingleses en las Playas de

Arguineguín; otra situación similar era consignada en el Diario del capitán de El Corso, en

fecha 1.IX.1797, que el coronel Antonio de Franchi había aclarado mejor a su Comandante

General: las dos fragatas inglesas habían intentado desembarcar prisioneros –sin duda,

debido a su carencia de vituallas y demás, y para intentar adquirirlas (agua y víveres)-.

«Antes sí, pasé una circular para que nadie les diese cosa de alimento. Los prisioneros

constan en la lista adjunta los que son, y respecto a lo penosísimo de los caminos, y

por la gran distancia de 20 leguas, me ha parecido conseguirles un barco en que los

remito, siendo de su cuenta pagar los 40 pesos del fletamento. Prisioneros franceses

son 27, españoles 5, de Tenerife 14 y Majoreros 3,7 como constan de la referenciada

lista. Los 27 franceses y 5 españoles venían en una fragata que había salido de

Guadalupe interesada en 300.000 pesos fuertes, según me han informado. Su

cargazón consistía en azúcar, cacao, café, algodón y palo de tinta,8 la cual se acogió al

Puerto del Confital de la Isla de Canaria, pero el inglés sin temor a los castillos, se

entró en dicho Puerto y la sacó. Los de Tenerife e isla de Fuerteventura fueron

prisioneros de un barco que salió del Puerto de la Orotava para aquella isla…»

Pero según una carta de 20.IX del cónsul francés en Tenerife, el “abate”9 Mr. Pierre François

Clerget, al ministro de Asuntos Extranjeros Mr. Charles de la Croix, la situación de Gran

Canaria era aun más indigna e incomprensible:

«El desembarco de los Ingleses ha servido para abrir los ojos sobre la necesidad de

poner el pueblo y el puerto en estado de defensa. Se debe esta justicia al Capitán

General que no ha descuidado medio alguno para inspirar confianza a este respecto.

Pero al mismo tiempo que se ocupa de salvar la Isla de Tenerife que probablemente

7 Es evidente la forma de distinguir las distintas naciones de la gente… 8 Es decir, una magnífica remesa de artículos de consumo suntuario. 9 Según C. Gaviño de Franchi: http://lopedeclavijo.blogspot.com/2010/07/pierre-marie-auguste-broussonnet.html

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los Ingleses no atacarán más, se descuida y se abandona la Gran Canaria que ellos

hostigan todos los días. La despreocupación sobre este punto acaba de costar a los

negociantes de Marsella la pérdida de un buque armado en corso de cuarenta

cañones, con un rico cargamento, procedente de Guadalupe. Este buque, atacado por

dos fragatas inglesas, se había refugiado bajo las baterías de tres castillos de la Isla de

Canaria, donde no se halló ni pólvora ni artilleros. La tripulación francesa, viendo que

no recibía ayuda alguna de parte de los castillos, resolvió bajar a tierra para el servicio

de las baterías, pero estuvieron obligados a esperar la pólvora que se halló en muy

mal estado. El Inglés tuvo todo el tiempo para amarinar el navío francés que acababa

de soltar en una costa de esta Isla el resto de la tripulación que yo procuraré hacer

volver a Europa lo más pronto posible con la tripulación del navío bordelés El Pez

Volador, armado en corso que iba a Guadalupe, capturado por los ingleses a la altura

del cabo Finisterre. En este momento hago partir la goleta americana La Ruthy para

transportar a Cádiz otros 70 marinos franceses procedentes de las tripulaciones de La

Bella Angélica y de La Mutine. Espero que esta segunda expedición tenga buen éxito

como la primera.

Salud y fraternidad. (Clerget)»

Es difícil que esta información sea tendenciosa por muy inconcebible que resulte: la

tripulación francesa, viendo que no recibía ayuda alguna de parte de los castillos [de Ciudad

de Canaria], resolvió bajar a tierra para el servicio de las baterías, pero estuvieron obligados a

esperar la pólvora... Asombroso.

Tal operación en el Puerto de la Isleta de Gran Canaria, sobre el buque de corso (“de 40

cañones”) que era llamado Marsellais, fue realizada –a la vista de los castillos de Sª Ana, Sª

Catalina y el de La Luz- “por los navíos ingleses La Libely y La Minerve al mando del capitán

Hallowell”; parece ser el mismo buque que el capitán B. James, ordenó quemar el 8.IX.

Sin embargo, tras los apresamientos consignados –más 4 barcos de pesca de los que

operaban en La Costa, etc.-, y la sucesión de descalabros sufridos por la Marina española en

el periodo 1782-1797 –fracaso en la recuperación de Gibraltar, derrota en San Vicente10,

bloqueo de Cádiz, asaltos al Archipiélago canario: …todo presagiando el desastre de Trafalgar

(1805)-, España siguió careciendo de capacidad de reacción.

10 Unos 1.300 tripulantes murieron en las aguas gaditanas. La marinería superviviente –compuesta de vagos y maleantes que fueron forzados a enrolarse- fue acusada de traición “por su falta de pundonor, desobediencia y poco espíritu marcial”, y la propia oficialidad de la Marina era ridiculizada mediante coplillas y tonadillitas satíricas por parte de las damas gaditanas en los paseos por las alamedas y murallas; el alto escalafón de mandos fue objeto de consejo de guerra y severamente castigado –y declarados “ineptos”-, cosa exigida incluso por el aliado francés: “Hasta el Directorio de la República Francesa requirió al Príncipe de la Paz el castigo para

los responsables de la derrota” (http://www.mgar.net/var/cadiz.htm)

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Y es que el principal objeto del corso dispuesto por el almirante inglés Jervis sobre las

capitales canarias, a propuesta de Nelson, era Santa Cruz de Tenerife –residencia del

Comandante General- y las rutas en relación con ella: se trataba de dañar a España.

Esencialmente, porque era punto de escala de las fragatas y buques de la Compañía de

Filipinas: en abril de 1797, ya había sido capturada allí, en anterior golpe de audacia, la

fragata Príncipe D. Fernando11; y lo que realmente estaban esperando era el arribo de otra, la

poderosa y fabulosamente cargada de tesoros llamada Virrey de México –que al parecer, se

escabulló hacia el Norte, probablemente conociendo antes el peligro-; también le pareció

deseable a Jervis capturar la corbeta de corso francesa La Mutine …y mantenerse a la espera

de La Princesa.

En tales condiciones las gentes de mar canarias –de la pesca y el cabotaje interinsular-,

dejaron de salir a navegar. Los ingleses aprovechaban toda ocasión favorable para acercarse

–siempre fuera del alcance de la artillería de las Plazas-, para reconocer los puertos y otear

qué barcos acogían.

En definitiva; cómo se explica o puede entenderse tal carencia de medios generalizada? No

tiene explicación más que si era una política deliberada de camuflaje12 y/o de distracción –o

ambas cosas-: dejar en un abandono calculado a las Islas para que no parecieran valiosas –

disimulando su obvio valor logístico en la Carrera de Indias- y como objetivo alternativo a los

ataques contra la preciadísima Bahía gaditana (distracción).

La escuela canaria de alarifes, y la actuación de los cadetes e Ingenieros Militares

El ingeniero Lope de Mendoza

Buena parte de las obras de fortificación que defendían las capitales isleñas fue obra

reformada, diseñada o supervisada por el Ingeniero Mendoza –que en realidad no tenía

titulación académica, oficial, como tal-. Esta obra fue la fase posterior a los diseños de

Leonardo Torriani y Próspero Casola, que habían sido creadas a raíz de las piraterías de fines

del XVI-comienzos del XVII.

Tinerfeño de nacimiento (1615 ó 16, ¿Garachico?), Lope de Mendoza vino al mundo en una

familia de los más rancios señoríos –marqueses de Lanzarote, condes de La Gomera y Señores

11 Ocurrió en la madrugada del 18.IV.1797; solo su cargamento estaba valorado en 600 a 700.000 pesos, pero tenía sólo 3 hombres de guardia (y 14 más durmiendo); ambas fragatas se habían refugiado en Sta. Cruz al ser informados por la fragata Washington del estado de guerra España-Inglaterra y la situación en el golfo de Cádiz… Pero salvaron el cargamento de la otra fragata –La Princesa- y ella misma, valorados en doble cantidad. 12 Técnica o estrategia de ocultación por imitación del entorno o desdibujado de la propia figura;

habilidad mediante la cual los objetivos pasen desapercibidos a la mirada del ejército enemigo.

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de Fuerteventura-13; su servicio del cargo de Ingeniero Militar de Canarias, a raíz de la muerte

del célebre y talentoso Próspero Casola en junio 6 de 1647, fue resultado de ciertas

circunstancias singulares; desaparición en posible naufragio o secuestro del Ingeniero titular,

el capitán Conrado Ferrante; de su aplicación al estudio y un gran compromiso militar; de su

lucha contra opositores poderosos –Audiencia de Canarias-; y de las carencias defensivas

increíbles que sufría el Archipiélago –para lo que se propuso la supresión del empleo de

Ingeniero por el Cabildo grancanario, que debía pagarlo-.

Cierto que pudo haberse capacitado en materias del oficio mientras estudió cánones entre

1631 y 1639 en Sevilla –aunque regresando ya en 1640 a Ciudad de Canaria para casarse allí-;

posiblemente por este enlace,14 accedió a la alcaidía de su Fuerte de San Pedro y fue capitán

de una compañía de milicias –de Agaete-, ocupando después el empleo de Veedor y

Contador de las Islas, es decir, de la gente de guerra del Archipiélago.

Parece un carrera de bajo perfil, pero después fue nombrado para el cargo de Ingeniero en

abril13 de 1651 –ante la desaparición del italiano Ferrante- por el Comandante General

Alonso Dávila, merced a considerarle

«persona de práctica y experiencia en la materia de fortificación, haber asistido a las

que se han hecho en aquellas Islas más de 20 años15 y servido los oficios de Veedor y

Contador y otros empleos con aprobación, juzgándole merecedor de esta merced».

Al ser aprobado su nombramiento por el Rey –condicionadamente a una reaparición del

ingeniero Ferrante-, mediante esta vía, y ante el recurso motivado que elevó la Real

Audiencia de Canarias, el general Dávila amplió sus argumentos para depositar su confianza

en Mendoza, en 31.X.1656 de la manera tan rotunda que sigue:

«Digo Señor, que este sujeto es abil y inclinado a la fortificación y procura saber lo

que le toca y en las ocasiones que se han ofrecido después del rompimiento con

Inglaterra ha obrado bien y con mucho cuidado lo que le he ordenado a satisfacción

mía se habrá visto por las plantas que remití de la fortificación de Canaria, y de

Lanzarote y Fuerteventura y Gomera, y ahora por la que mando de La Palma, donde

asistió muchos días a obrar y disponer lo que Vuestra Majestad mandara ver por ella,

que me ha parecido bien; no le tengo por grande y consumado Ingeniero pero espero

que con lo que se trabaja hoy se habilitará mucho, y con el estudio se aprovechará en

la profesión por que es buen Aritmético; y así no viniendo uno de los grandes y me

13 Las Islas de señorío por definición, para la historiografía colonial. 14 Con Leonor Quintana de Betancourt –viuda de Juan Benítez Coronado-, con quien tuvo 4 hijos. 15 La documentación desmiente tan prolongado servicio, que se reduciría a algo más de la mitad…

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hallo bien con este, si bien para tantas Islas es poco y convendría hubiese dos por lo

menos.»

A este alegato cabe hacer diversas consideraciones, aparte de considerarle buen Aritmético

aunque no uno de los grandes y consumados ingenieros, le era útil y puntual. Vemos que el

Comandante General consideraba al Ingeniero Militar de Canarias como un colaborador

estrecho personal, de su entorno más directo en las labores defensivas –de los que lo ideal

sería contar con dos-.

Además, deja entrever que en esos momentos –1656- Mendoza estaba en plena auto-

capacitación, y ello es de interés aquí porque puede entroncar coetáneamente con los

comienzos de la trayectoria vital del historiador y patricio canario Pedro A. del Castillo Ruíz de

Vergara –la que nosotros hemos entroncado a su vez con la de Antonio Lorenzo de la Rocha

Bethencourt (y por tanto, con su hijo José de la Rocha Alfaro): los Coroneles Rocha padre e

hijo-.

Al morir Mendoza (15.X.1689) a los 73-74 años, P.A. del Castillo tendría ya 20 años, y por

tanto pudo y debió conocer al no anciano aun Ingeniero, pudiendo haberle tratado a lo largo

de unos 5-6 años al menos, porque desde los 14-15 años los primogénitos de los linajes

estamentales eran ya cadetes en activo –a veces, como tenientes del cargo que ostentasa su

padre-…; tramo de coincidencia ese en que por 1685, cercano a cumplir 70 años, aun

navegaba y dirigía las obras de defensa, como lo demuestra que el Comandante General

Varona le enviara a reparar el castillo Principal o de Santa Catalina de La Palma.

Su obra célebre Discurso y Plantas de las Yslas de Canaria, como respuesta a la orden en

1669 del Comandante General Lasso de la Vega, está firmada en 20.XI.1669, y podemos decir

que ese catálogo de las defensas del Archipiélago le faculta ante la historia como ingeniero

militar, tal como anticipaba el Capitán General Dávila al monarca español. Hay un aire de

continuidad en la concepción de los temas, y hasta en el dibujo, con la obra de Del Castillo.

Por supuesto, su obra no fue un plan de nueva planta, concebido por un personaje genial; al

contrario, era precisamente la continuación rigurosa de una escuela de prácticas de defensa

del territorio que hundía sus raíces en la experiencia acumulada por los jefes castrenses

canarios frente a las agresiones piráticas y corsarias derivadas de las contingencias

diplomático-bélicas que envolvieron los intereses de la monarquía española con los de las

europeas, mediterráneas y norteafricanas.

Es decir, una tradición o usanza de gobierno local, en la que Torriani, Spanocchi y Casola

hubieron de integrarse –a duras penas a veces- para ser los Ingenieros Militares de Canarias

verdaderamente fundadores de esa planeación competente de la defensa.

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Ello fue así, por imperativo de fuerza: a raíz de la enorme dureza del ataque holandés de

1599 a Ciudad de Canaria; por dos órdenes de 12.IV y otra de 17.X de 1600, Próspero Casola

recibió instrucciones para ejecutar las trazas propuestas por Torriani –el conocido catálogo

obrante hoy en la Universidad de Coimbra-.

En concreto: 1) reparar el castillo del puerto de La Luz y el Torreón de Santa Ana; 2) construir

el castillo sobre el cerro de San Francisco; 3) cerrar o amurar la Ciudad.

Y acto seguido, fortificar mejor las Islas, empezando taxativamente por Canaria –“por ser la

primera” y la más castigada por van der Doez-, con el obvio orden antedicho; o sea, reforzar

el castillo del Puerto para impedir desembarcos, hacer la Ciudadela en el ápice dominante, y

amurar el recinto urbano: es obvio que era considerada la Plaza capitana del sistema español

de bases marítimo-urbanas en el Archipiélago.

Y seguidamente se le ordenaba pasar, a lo mismo, a Tenerife: enmendando el fuerte de

Santa Cruz, y flanqueándolo a sus dos lados con dos torreones: en Paso Alto, y en Puerto de

los Caballos (Barranco Hondo) –conforme a trazas ya diseñadas-. En La Orotava y Daute,

levantar sendas fuerzas que auto-protegieran esa costa y ayudaran a Garachico.

En La Palma, enmendar la batería del barrio del Cabo. En el Puerto de la Gomera, fortificar

“la puerta de Nª Sª del Buen Paso”. En Fuerteventura, hacer un reducto en la Villa de Sª Mª

de Betancuria. En Lanzarote, poner defensa al fuerte de Teguise y reparar el fuerte de

Arrecife.

Ese fue el encargo que recibió Casola y que heredaron sus sucesores en el cargo de Ingeniero

Militar de Canarias.

En 1636 aun no se había completado tan vasto plan defensivo, pero Casola asistió como

Ingeniero Militar de las Yslas [de Canaria], al informe de esa fecha a la corte española

denominado Visita de las Yslas y Reino de la Gran Canaria, hecha por Íñigo de Briçuela

Hurbina …Capitán General de Mar y Tierra de las Yslas de Canaria… Ahí, en su descripción y

trazas, comprobamos el talento como Ingeniero Militar de Próspero Casola; en 6.VI.1647

fallecía este, y como hemos señalado le sucedió Mendoza, ante la desaparición de Ferrante

en alta mar.

El citado Informe o Visita… se conoció bien en su tiempo, al menos en 1771, ya que lo citó

Viera y Clavijo en su Noticias de la Historia… –aunque pudo verlo en Madrid, donde quizá

escribió parte de la misma-. También lo conoció el Ingeniero Amat de Tortosa en 1779 –

aunque quizá reservadamente: en el gabinete de los Ingenieros Militares de Canarias…-,

quien le denominó “sabio Yngeniero”; y es el verdadero eslabón entre la Descrittione (c.1590)

torrianiana, y el Discurso y Plantas de las Yslas de Canaria (1669) de Mendoza, que enlazaría

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después con la Descripción… de P.A. del Castillo (acabada en 1737, aunque no se publicó

hasta un siglo después), en la señalada saga, escuela y aula de capacitación de hombres

prácticos en las obras constructivas locales…

Es decir, hay un correlato entre los manuales defensivos siguientes:

Descrittione (c.1590) → Visita (1636) → Discurso y Plantas (1669) → Descripción (1737)

Evidentemente, la Visita y el Discurso son dos etapas de su mismo entendimiento de las

cosas de la defensa.

Durante su intensa vida, Lope de Mendoza y Salazar16 hubo de luchar –y vencer- no sólo

contra el parecer rigorista de la Real Audiencia, sino también contra la precariedad de fondos

del Cabildo de Canaria, que se sumó al recurso de aquella, alegando que las obras del Plan

defensivo podían encomendarse

“a maestros de cantería y albañilería [locales], sin que fuera necesaria la presencia

permanente de un ingeniero militar.”17

Esta manifestación de autosuficiencia por parte de las autoridades locales es reveladora de

la conciencia de tener que –y deber- defenderse por sí mismas, que se poseería en las Islas

por tradición –incluso yendo demasiado lejos en su necesidad de no pagar el sueldo del

ingeniero-.

Además, como se verá más adelante la escuela de prácticas de defensa del territorio que

hemos definido anteriormente, era no sólo como se dijo, una tradición o usanza de

autodefensa, que fuera teórica, sino que fue esencialmente práctica: un aula de capacitación,

en la que se formaba a los maestros y albañiles hábiles en obras de entidad, y

16 Ejerció continuadamente desde su vuelta a Canaria (1640) hasta su fallecimiento (1689), salvo un importante paréntesis que le marcaría de por vida: su apresamiento en 22.XI.1656 entre Tenerife y Gran Canaria –de vuelta de una visita de su competencia a La Palma- por un corsario berberisco que lo condujo a Argel (junto a 96 pasajeros más); permaneció cautivo allí 3 años –sin dejar de actuar como ingeniero-espía, observando todo para informar a su vuelta-, hasta que el Cabildo catedralicio pagó su rescate (600 ducados). En este penoso interín se produjo la expedición de bloqueo (primavera de 1656- primavera de 1657) del Almirante inglés Blake a la cabecera de la Carrera de Indias: a Cádiz en 1656, y Santa Cruz de Tenerife en 1657, al saber que aquí se había refugiado la Flota de Indias… En el ataque a Tenerife –una verdadera lluvia de balas (más de 1.200 se recogieron después)-, Blake sufrió más de 50 bajas y 120 heridos, pero no perdió ningún navío; las bajas locales debieron ser más de las 5 declaradas, aparte de los 2 navíos apresados y luego incendiados, 3 incendiados directamente, y 4 encallados; …con un interesante beneficio para el monarca: “ganó más con las multas y las confiscaciones de plata clandestina descubierta…, de lo que había perdido con los galeones incendiados” (A. Cioranescu, Historia del Puerto de Santa Cruz de Tenerife). Quién no robaba, entre los fieles súbditos del monarca? 17 F.co J. González Reyes: Vida y época de Lope de Mendoza y Salazar (1615-1689), en ‘Actuación de los Ingenieros Militares en Canarias. Siglos XVI al XX’, Cátedra Cultural ‘General Gutiérrez’. S.ª Cruz de Tenerife, 2001.

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particularmente, las de cometido defensivo. No podemos dejar de barruntar además, que las

funciones del ingeniero debían ser muy disputadas entre los coroneles –hereditarios- locales,

que presidían el mando de las milicias…

La relación de obras de defensa en que Lope de Mendoza intervino es reveladora de su celo

y esfuerzo en el cometido defensivo, aparte de su ejercicio durante medio siglo, 50 años

entre 1640 y 1689; no sólo ejecutó la dirección o supervisión de las de la Ciudad de Canaria,

sino que cumplió lo encomendado:

- en las de La Palma –reparación del castillo de Sª Catalina, inicio de la segunda

muralla-, y reconocimiento y propuestas de reparación de baluartes en Argüal y Tazacorte.

- en las de Tenerife –diseño y supervisión de las torres S. Miguel y de Candelaria,

batería de S. Antonio, del Calvario, de Roncadores y de S. Pedro: es decir, el abastionamiento

y refuerzo del muro de mar; además, diseño y edificación-ampliación del castillo de Paso Alto

(para evitar las entradas piráticas en El Bufadero y S. Andrés); terminación del castillo de S.

Felipe en La Orotava.

- en las de S. Sebastián de la Gomera, ejecución de la Plataforma de Los Remedios y

batería de Nª Sª del Buen Paso.

- y en las de Arrecife, reedificación del castillo del Puerto (quemado y derruido desde

1586).

El Discurso y Plantas…, fechado el 20.XI.1669 en Las Palmas, es no sólo un catálogo de

propuestas constructivas, tras 30 años de funciones como ingeniero efectivo, sino que como

la Descrittione… de Torriani, reflexiona sobre las consideraciones históricas, enumera los

ataques e invasiones pirático-corsarios desde la incorporación, y como consecuencia formuló

sus propuestas en el contexto en que se ubicaban los escenarios de la defensa; para ello

aportó una batería de datos civiles, religiosos, etc., y análisis territoriales y militares, y una

serie de mediciones y cálculos derivados de la observación personal in situ.18

Además, aportó los 26 Mapas y planos (Archipiélago, más Argel) con los que ilustraba el

contenido previo. Sin embargo se presenta con la humildad del profano –ilustrado por

esfuerzo personal, pero no avalado por la academia de los cultistas-:

«No pongo nada por preseto sino con deseo que se adelanten las defensas de esta

provincia y que las ofensas las teman los enemigos».

18 A lo largo de 20 años de servicio, incluyendo su espionaje de la Plaza de Argel, que era de la importancia más relevante en su época; él mismo revela la obsesión existente en su tiempo:

«…quiera la divina magestad que algún día se yntente esta ymbasión para el sosiego de la cristiandad [y el servisio de mi rey y señor]».

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Por último, en su representación, que entregaría dedicada al Capitán General G. Lasso de la

Vega, conde de Puertollano –en respuesta a un requerimiento de este-, y quien la trasladaría

a S.M. española-, proponía el traslado de la Capitanía General a Sª Cruz, en la Isla de Tenerife

«Porque como parece del mapa …es la que está en medio de ellas. La más fuerte por

arte y naturaleza. La de más trato. La más poblada… Y a qualquiera isla que el

enemigo aga punta puede aplicar uno y más socorros de jente y navíos para resistir el

que no aga asiento ni se fortalesca.»

No fue sólo esta querencia por su solar natal lo que le acompañó mientras se ganaba la vida

en Ciudad de Canaria; también le acompañó, como ayudante-ingeniero, el paisano suyo –

natural de Tacoronte- Miguel Tiburcio Rossel y Lugo –capitán e ingeniero militar “vuelto de

Flandes en 1687”, según H. Capel-: y que le sucedió como Ingeniero Militar de Canarias…

En efecto, diversos mapas de Tenerife, desde comienzo mismo del XVIII (1701), sitúan al

Ingeniero Rossel y Lugo ya en el Puerto e Isla tinerfeños, seguramente en la cercanía de los

Capitanes Generales de ese momento19, e influyendo en estos acerca de la inclinación

patriótica que su maestro le habría inculcado. Fue él quien rubricó los mapas al uso en el

Archipiélago hasta que A. de LaRiviere comenzara a firmar sus mapas e informes.

Tantas recomendaciones estratégicas no eran más que ecos de querencias mucho más altas

que ellas, salidas de la corte centralizadora-borbónica, sin que quepan dudas razonables: en

el año 1723 se trasladó la Capitanía General a Sta. Cruz de Tenerife, en el seno de un

crecimiento urbano explosivo.

Y fue con este auge capitalino, como entró la querencia estilística oficial, el neoclásico, y

algunas hebras de la Ilustración –apodada en España Las Luces-, que controlaban los señores,

estamentalísimos, de la Tertulia de Nava-. Pero siguieron teniendo prohibido leer en español

su Libro sagrado –la Biblia-. Como todo aquello que invitara a controversias excesivas.

19 Su mapa denominado Descripción Topográfica de la Marina y Puerto de Santa Cruz fortificada de orden del Excmo. Sr. D. Miguel González de Otazo Gobernador y Capitán General de estas Yslas de Canaria está fechado en 1701 por J. Tous Meliá en su obra Santa Cruz de Tenerife a través de la Cartografía (1588-1899). Ed. Museo Militar Regional de Canarias, 1994; donde se dice: “El plano fue remitido con casi toda seguridad por medio de carta al Rey Felipe V, a través del Cardenal Arzobispo de Toledo D. Luis Manuel Fernández de Portocarrero, por D. Miguel González de Otazo, Caballero de la Orden de Santiago, Gobernador y Capitán General de las Yslas de Canaria y Presidente de su Real Audiencia. El General González de Otazo desembarcó en Santa Cruz el 21 de julio de 1701, fijó su residencia en la Casa de los Capitanes en La Laguna, falleció el 18 de agosto de 1705, y fue sepultado en el presbiterio de la capilla mayor del convento de San Francisco de La Laguna. …La carta iba acompañada de la relación del reconocimiento de la Artillería realizado en las islas por el Capitán Miguel Tiburcio Rossel, certificado por Joseph Carriazo, veedor, y contador de la gente de guerra de la isla de Tenerife.”

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26

Como se deduce de la cita en nota al pie, el Ingeniero Rossel estaba ya en 1701 a las órdenes

de Otazo, en la Isla de Tenerife. En 1723 volvió a levantar un mapa de la bahía, puerto y

caserío urbano, algo acrecentado respecto al mapa de 1701, con las sierras santacruceras

hacia los Valles de Valleseco y de S. Andrés («ayer denominado [Valle] de Salazar»), y por el

lado contrario los caminos a la capital lagunera, fortificación, etc.; esta vez hizo su diseño

para el Capitán General marqués de Valhermoso; la Descripción de la Marina y Lugar de Sta.

Cruz…:

“Se puede observar además la modificación de la

planta del Castillo Principal de S. Cristóbal realizada

por el marqués de Valhermoso al objeto de fijar su

residencia en Santa Cruz. El traslado fue debido al

auge que había tomado el puerto por haberse cegado

el de Garachico a raíz de la erupción de 1706. Esta

circunstancia es la que hace que el núcleo urbano de

Santa Cruz sea el que más se desarrolle en Canarias en

el siglo XVIII.

Este plano estaba incluido en carta enviada el [27 de

octubre de 1723] por el Marqués de Valhermoso al

Marqués de Castelar. Se encuentra en el Archivo

General de Simancas (Valladolid).” (J. Tous Meliá, op.

cit.)

Ese año 1723 fue el del traslado de la Capitanía desde La

Laguna a Santa Cruz de Tenerife; el poblado de pescadores,

mercaderes y estrangeros que había sido Santa Cruz –al decir

de Lope Mendoza- hasta la erupción que cegó el Puerto de

Garachico (1708), proliferó hasta merecer la condición de sede

de Aduana y Capitanía general… Se multiplicó

poblacionalmente por un factor 6 en medio siglo (entre 1723 y

1780) “superando en número a La Laguna y equiparándose a Las Palmas”;20 pero esto es algo

que no se ha estudiado cualitativamente aun lo suficientemente a fondo.

¿Una escuela de coroneles de la defensa miliciana del Archipiélago?

20 Aquí da como fuente a Rumeu de Armas, lo que nos indica su lectura de la Historia, la “evocación de un lugar” que realizó para este ensayo…

1. B. Bianco: Colegio Jesuita

de Génova (c.1634).

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27

Es aconsejable a la vista de todo lo seguido hasta aquí, que para detectar de verdad la

arquitectura pro-neoclásica de la segunda mitad del siglo XVIII sea necesario acercarse

(mucho) a la Arquitectura de los Ingenieros (militares), y más en particular, la de la escuela de

coroneles de la defensa miliciana del Archipiélago. Ellos fueron los actores de una vasta labor

constructora de las obras no particulares que se realizaron entonces; y sólo a veces, fueron

diseñadas por Ingenieros Militares de S.M.: fortificaciones, muelles, cuarteles, fábricas,

puentes, templos, hospitales, etc., es decir edificios singulares de todo orden –aparte de

caminos y primeras vías carreteras, maquinaria para la manipulación de todo ello, etc.-.

Pero es difícil encontrar que a esta constelación canaria de obras, fueran públicas o no, las

informara el estilo neoclásico, como tal; lo que se percibe es más bien el coleteo de un

barroco clasicista –más italianizado que anglo-lusitano-; es decir, quizá genovés, transeúnte

luego por Cádiz y otros puertos mediterráneos, para viajar luego hasta las Islas a impulsos

traídos por ilustrados, fueran nativos en viajes de estudio, o bien foráneos –ingenieros,

jesuitas, etc.- destinados al Archipiélago, o de paso hacia América y Filipinas.

Génova –ciudad marítima, comercial y financiera (sus

banqueros financiaban a la corona española)- fue un

importante polo emisor del barroco final –pintura,

escultura, arquitectura-, y aun era punto de encuentro de

los genios europeos –Caravaggio, Rubens, van Dick-…-, que

no se truncó sino con la irrupción de la peste de 1657 –que

acabó por ejemplo con su más señalado arquitecto

(Bartolomeo Bianco)-; esa influencia de la ciudad-puerto

italiana sobre la española se mantuvo después merced a la

importante colonia genovesa que siempre residió en la

cabecera de la Carrera de Indias.

Muchos artífices y artistas genoveses residieron en España

debido a esta influencia sólida, con preferencia en Cádiz; y

cuando no, sus obras eran importadas a esta ciudad-puerto

bajo-andaluza, como es el caso de la importante presencia de obras del máximo exponente o

caposcuola de la escuela imaginera genovesa, Di Marigliano; otra vía de influencia no menor

fue el típico belén barroco genovés, realizado con figuras esculpidas en madera y

policromadas. Es algo que se percibe a ojos de cualquiera en la arquitectura religiosa

gaditana…

Es obvio que los primeros profesionales de la arquitectura, en sentido de trabajar para la

sociedad y de acuerdo a tipos arquitectónicos, fueron los ingenieros del siglo XIX; ellos fueron

quienes metabolizaron los avances de la ciencia, el racionalismo y la ingeniería en el

2. B. Bianco: Colegio Jesuita de

Génova (c.1634). Planta.

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28

nacimiento de la Revolución Industrial; y por ello dieron el empujón final a la transición entre

el racionalismo barroco y el neoclasicismo pleno, que no obtuvo tal nombre, como hemos

insistido, hasta mucho más tarde.

Los arquitectos de Academia –la Real Academia de San Fernando se inició bajo Felipe V y

Fernando VI desde 1752- permanecían enfrascados en diatribas acerca de la Belleza y la

pertinencia de someterse a cánones estilísticos para alcanzar aquel Ideal en la práctica

constructiva… La enseñanza de una y otra especialidades constructivas –Arquitectura e

Ingeniería-, era distante; se había adelantado mucho ya a finales de los años ’80 del XVIII, con

el plan propuesto por Agustín de Betancourt para los ingenieros civiles; quien en su

exquisitez no olvidó recomendar a los cadetes de su Escuela

«tener una educación no vulgar, la cual no solamente hace recomendable los

hombres en el trato con los demás, sino también de aquel discernimiento y aquel

tacto fino que, en ciertas casos, suele servir más que la ciencia».

Obviamente tuvo que irse muy lejos a hacer realidad estos principios, porque era un talento

que no cabía en la España de la generación de las revoluciones –dos décadas que cambiaron

el mundo21-, y lamentablemente tampoco cabía, en primer término, en el Archipiélago.

En las mentalidades, cambió efectivamente, en esos 20 años, la concepción del Estado, de la

sociedad, de la cultura y las ideas, de las leyes, de la religión –desde el luteranismo-, de la

ciencia, de la economía y de la geopolítica: la razón se ubicó en el centro de todo ello –no

para lapidar, pero sí para contener la teología y metafísica del pasado estamental-.

Deriva

La modernización borbónica escogió derroteros despótico-ilustrados para suplantar la

iniciativa privada –que era lo que inspiraba a las revoluciones-, quedando a remolque de la

gravitación parisina y más tarde europea.

Se importó hasta el modelo prusiano de organización de los ejércitos, la cultura de salones y

tertulias científicas o literarias, el periodismo…: las fuerzas externas a los poderes

estamentales; se copió (de Francia) hasta las sociedades de amigos del país, sólo que

coronadas, esto es tuteladas por el rey –un verdadero aparato ideológico-integrador del

Estado (monarquía)-.22

21 Revoluciones norteamericana (1773-1783) y francesa (1789-1792); tiempo que vivieron los Coroneles Rocha, padre e hijo: desde un final de vida –en la cima de su prestigio-, y una toma de las riendas –bajo el peso de tal herencia-, respectivamente. 22 Y como tales recibieron la delegación regia de funciones asistenciales: de enseñanza, saneamiento y ornato público, racionalización económica, promoción agroindustrial, beneficencia…

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29

Los artistas extranjeros importados por la nueva dinastía acarrearon el estilo de los tiempos:

el Palacio real, a raíz del incendio del Alcázar secular, sería la primera escuela de arquitectura

de las Españas; F. Juvara, J.B. Sacchetti y F. Sabatini23 (ingeniero militar) fueron nombrados

sucesivos Arquitecto Mayor del rey. Ellos formaron a los primeros arquitectos españoles.

Ellos idearon el nuevo escenario cortesano a escala urbana de capital del reino. No sólo

fortificaciones, cuarteles, fábricas, puentes, templos, hospitales, etc., como se señaló; sino

también observatorios, gabinetes de ciencias, jardines botánicos, alamedas y canales o

estanques y jardines, nuevos palacios de altos personajes y embajadas, villas de recreo,

teatros, lonjas y mercados, puertas emblemáticas de acceso a la corte desde la gran red

viaria radial… Un festín de encargos.

Un iconograma para un nuevo poder: Sabatini

Aunque realizó los más exquisitos encargos reales –que resolvió dentro de vaivenes desde

un barroco-clasicista al neoclásico y viceversa-, la conmemorativa Puerta de Alcalá (¿1764-

1776?, realizada en 1778), es seguramente la obra más conocida de F. Sabatini: un programa

neoclásico bifronte, totalmente «alla’antiqua», como se decía entonces. Toda una

declaración programática del estilo a la moda –un iconograma24 por tanto-: un lema del estilo

al gusto de la corte –según Carlos III, que era ya el mecenas por definición en su tiempo

(palacio de Caserta, obra de Vanvitelli; Asilo de Pobres, de Fuga; excavaciones romanas en

Nápoles, etc.)-.

23 Carlos III no pudo convencer a Vanvitelli ni a Fuga –los arquitectos de moda en Italia- que le acompañaran a Madrid, así que se trajo al yerno del primero –ingeniero militar-, formado junto a él como arquitecto. 24 La Monarquía promulgaba así una conceptualización del nuevo poder borbónico en construcción –que se auto-modernizaba: para equipararse a las cortes palaciales y capitales de las demás monarquías-, formalizándose a través del complejo programa iconográfico del arco imperial. Era parte de una vieja tradición de arquitecturas efímeras…

3. Puerta de Alcalá: Versiones, barroca y neoclásica de Sabatini,

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30

Su diseño fue escogido o cooptado personalmente por el monarca, frente a las propuestas

de los arquitectos madrileños de máximo prestigio –aunque anclados aun en un racionalismo

barroco-, pertenecientes a la RABASF: Ventura Rodríguez y José de Hermosilla.25

Se pretende que era el primer arco de triunfo que se erigía después de la caída del imperio

romano, pero en realidad no es cierto: era resultado de la procedencia de Carlos III (Nápoles-

Caserta), y fruto de la influencia artística romana, como señala algún historiador de la

Arquitectura clásica francesa (L. Hautecoeur, ed. Picard, 1952): en distintos puntos de

Francia, los arcos de triunfo fueron concebidos ya tiempo antes de 1778,

“destinées à rappeler un fait glorieux, évoquent à l’esprit des contemporains les arcs

triomphaux gravés par Piranèse et ses émules. Les architectes en fournissent des

modèles dans leurs recueils, Blondel en son Cours (I, XIX, XX), Contant d’Ivry,

Neufforge en laurs publications. Ces edifices jusqu’en 1775 conservent le décor

ronflat et chargé de l’époque antérieure. A Toulon la porte de l’ Arsenal (1758)

supporte des figures couchées, des trphées. En 1770, pour

le mariage du Dauphin, Couture projette un arc compose de quatre massifs don’t les

colonnes accouplées sont séparées par des statues; la porte s’ouvre au centre; entre

les massifs extrêmes se trouvent des fontaines. Au-dessus de l’arc s’érige une

colonnade circulaire à coupole, toute fleurie de guirlandes. La même année, Delafosse

dessine un arc précédant une place royale: les colonnes sont remplacées par des

canons et sont acompagnées des mêmes trophjées, bas-reliefs, motifs allégoriques.

Le goût de la simplicité l’emporte bientôt. Deux types sont alors en usage: l’arc

triomphal d’une arche et celui de trois arches. L’arche unique, que nous avons vu

employee déjà à l’epoque antérieure, par exemple à Nevers, Beaune, Bordeaux, était

justifiée par de nombreux examples antiques. Piranèse et les gravures avaient

reproduit les arcs de Titus à Rome, de Rimini, de Bénévent, d’Ancone. Les portes qui

25 Ingeniero militar y arquitecto.

4. Distintos ensayos de Puertas-Arco de Triunfo francesas

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furent alors construites en France renoncent, en général, aux colonnes, se contentent

de fortes piles ornées de refends…

La porte à trois arches, qui avait eu la faveur de Lebrun et de Perrault et qui rappelait

les arcs de Septime-Séverère et de Constantin, est employée à Nancy, mais en cette

porte Saint-Louis ou Desilles les colonnes disparaissent, remplacées par des pilastres.

Les trois arcades sont de même dimensión; les arcades latérales sont à demi-fermées;

leur tympan est occupé par des médaillons et seule la partie base libre passage…”

Estas consideraciones se hacían en el contexto siguiente; el autor señalaba que el estilo que

se conocía bajo el nombre de estilo Luís XVI, no fue un estilo uniforme, como señalan los

manuales, porque nada deja de evolucionar a lo largo de 30 años; durante un primer periodo

–de 1750-1755 a 1760-1765-, los enemigos de la rocalla o de la achicoria, como decía Cochin,

se contentaron con eliminar las formas caladas, para regresar a las tradiciones académicas

que permanecían en los grandes monumentos de los maestros del siglo XVII, en las plantas

de villas, castillos e templos –con naves abovedadas y cúpula sobre el crucero-.

Pero ya comenzaba una doble tendencia a modificar las distribuciones y los tipos: el estudio

de la construcción gótica impulsó a buscar más ligereza, gusto por lo antiguo, que se hace

muy general hacia 1755, inspirando el gusto por los edificios griegos y romanos: hacia 1760

es el tiempo de la moda ‘griega’ en las artes arquitectónica, decorativa y pictórica. Un gusto

por la sobriedad, la simplicidad (Gabriel, Soufflot, Contant d’Ivry).

Pero ese retorno a ‘las reglas’ no era suficiente para restablecer el gran gusto, la traducción

de la antigüedad quedaba muy lejos de los modelos… La idea de la superioridad de los

Griegos y Romanos, implantada durante el Renacimiento en el espíritu de los artistas y

escritores, era combatida por los partidarios de lo moderno a favor de los progresos de la

razón; pero según la razón se iba identificando con la naturaleza, el culto a la antigüedad

recuperaba sus argumentos.

Cuanto más predicaba Rousseau la moral natural, la religión natural, la educación natural, los

teóricos derivaban sosteniendo que el templo griego era el tipo natural constructivo, ya que

derivaba de la cabaña primitiva; cuanto más predicaban los blondelistas el gusto por la

Antigüedad, más reclamaba de l’Orme la libertad de juego y el respeto a la competencia del

arquitecto…

Después de 1765 aparecería una nueva generación –surgen obras de Arquitectura de Peyre-,

y obras basilicales de Trouard, Chalgrin, Potain, las nuevas villas de Ledoux y Boullée:

mostraban la determinación de imitar más fielmente la Antigüedad. Se auxilian de peristilos,

suprimen resaltes de cornisas, sustituyen las columnas por pilastras.

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Pero había una tradición de arcos triunfales como arquitecturas efímeras, que se remontaba

a siglos atrás en España, con vetustas raíces godas, monárquicas, ultra-católicas: toda

celebración festiva de entidad regia, debía ser representada –por orden regia expresa que

recibían por separado el Cabildo municipal, el Obispo y especialmente el Cabildo

catedralicio,26 mediante una teatralización semejante; en acción de gracias, naturalmente; un

tema este que ha sido bastante estudiado, y que merece ser entroncado a nuestro asunto, en

referencia a las prácticas de aquellos iconogramas, dentro de la catedral de Santa Ana y las

calles de Ciudad de Canaria, por parte de nuestros Coroneles Rocha... Es probabilísimo que

tuvieran que ver con esas construcciones efímeras, dada su religiosidad y gran frecuentación

de la catedral de Santa Ana.

¡Miralá!

Como punto de acceso a Madrid desde los reinos del Norte y Europa (Francia, Aragón, los

Puertos cantábricos, Cataluña)-, la Puerta de Alcalá fue por ello mismo concebida para

sustituir a la vieja puerta, vetustamente barroca, que se aprecia arriba conjuntamente con la

imagen actual.

¿No era el máximo sello que podía acreditar a una obra? Era un hito prácticamente

procesional:

«la ruta oficial para la celebración de los actos ceremoniales más importantes, entre

los que destacaba sobre el resto las entradas de las reinas a la Corte, estableciéndose

el frente oriental de la Villa como el punto de partida del solemne itinerario, un

acontecimiento que convirtió el entorno inmediato a la confluencia del camino de

Alcalá con el Prado Viejo en el principal acceso a la Villa.»27

Es decir, era el umbral prestigioso –recurso propagandístico-, la Puerta del Imperio, en el

sentido más simbólico-cosmogónico que pueda conceptuarse. Ese iconograma marcaba un

Norte-Sur muy concreto, era un letrero arquitectónico taxativo. Lo demás eran edificios –más

o menos palaciales-, pero la Puerta de Alcalá fue una pancarta iconográfica.

Los nuevos Ingenieros militares españoles

Con la labor extensa y enérgica de Jorge Próspero de Verboom se superó la crisis de la

ingeniería militar de finales del XVII y su decadencia escolar; una bocanada de racionalismo

26 que gobernaba el templo en el que debía hacerse la función, y era el anfitrión que invitaba a los otros dos estamentos. 27 C. LOPEZOSA APARICIO, http://revistas.ucm.es/ghi/02146452/articulos/ANHA0404110181A.PDF: Precisiones y nuevas aportaciones sobre la primitiva Puerta de Alcalá. Del Arco de Cajés a la propuesta de Ardemans.

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flamenco entró con aquel: perfeccionamiento científico de las técnicas y las formas

poliorcéticas para superar el esfuerzo, valor y catolicidad heroicos de los defensores frente a

los nuevos ejércitos que estaban surgiendo en Europa. En este contexto –proliferación de

Academias de Matemáticas y Fortificación-, se afirma que

“En Santa Cruz de Tenerife habrá también una [Academia de Matemáticas] durante

un periodo de tiempo.”28

Y continúa con otra información de interés:

“Las enseñanzas estaban divididas en cuatro clases de nueve meses, estudiándose el

primer año, Aritmética, Geometría, Trigonometría, Topografía y la Esfera Celeste. El

segundo año, Artillería, Fortificación, Ataque y Defensa de las Plazas, y Táctica. Según

expone Juan Carrillo de Albornoz, ‘al finalizar este segundo curso, los alumnos volvían

a sus destinos con la obligación de enseñar Matemáticas a los demás oficiales,

recibiendo además un título, al igual que los alumnos civiles , que también se admitían

y que acreditaban sus conocimientos.’ Los que querían ser Ingenieros realizaban un

tercer curso donde estudiaban Mecánica y Máquinas, Hidráulica, Construcción,

Perspectiva y formación y uso de Cartas Geográficas, y posteriormente un cuarto

curso de carácter básicamente práctico en que, en el llamado Curso de Dibujo,

realizaban proyectos de edificios civiles y militares.”; los que deseaban ingresar al Real

Cuerpo aun debían realizar un examen de ingreso ante la Real Junta de Ingenieros en

Madrid.

Es interesante resaltar esa obligación para los cadetes de enseñar a los demás oficiales, a la

vuelta a sus destinos, tras 2 cursos de enseñanzas; adiestrados en esa panoplia de

conocimientos, que incluían nociones en obras públicas, arquitectura civil, desarrollo

territorial y económico, etc.: sus clases al resto de oficiales, no se limitarían a inculcarles sólo

Matemáticas…

La evocación del lugar, por parte de Combarros, presenta a Santa Cruz con toda lógica, como

una pieza pasiva en el sistema de instituciones administrativas, y el sistema de defensas

concebidos para la protección del “sistema portuario hispánico del comercio colonial …en sí

mismo una frontera organizada”.29 Entre el primero señala, con su autor-fuente –Guimerá-, la

Casa de Contratación, el refuerzo de las armadas, guardacostas y el corso hispánico, los

arsenales, milicias provinciales y compañías privilegiadas…

28 No tenemos más información por ahora: esta es de A. Combarros Aguado: Una evocación del siglo XVIII en Tenerife: La vida y obra de los ingenieros militares Amat de Tortosa y Samper. En Actuación de los Ingenieros militares en Canarias, siglo XVI al XIX. Santa Cruz de Tfe., 2001. 29 Aquí su apoyo fue en Agustín Guimerá, en su conocida obra.

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Sobre el segundo cita el reforzamiento de las Plazas marítimas. Se puede bien estar de

acuerdo con lo siguiente

“El Archipiélago Canario sirvió de escala a los barcos en su viaje a América, en donde

se avituallaban de agua y distintos productos, frutas, hortalizas, y servía a la

reparación naval. Su importancia estratégica era clara. La fortificación de las islas se

realizó según un diseño estratégico en el que las defensas se concretaban en los

principales puertos y ciudades portuarias.”;

¿no es esto una colonia? Totalmente de acuerdo; esto es: importancia estratégica …para

otros –la metrópoli-; es decir, ninguna en sí misma, para sí.

Pero seguidamente lo recalca –implícitamente-, porque por supuesto no le merece el menor

comentario explícito:

“En un proceso imparable a lo largo del siglo XVII, pero sobre todo en el siglo XVIII,

con la fijación en Santa Cruz de Tenerife de la Capitanía General de Canarias (en el

año 1723), esta ciudad se convierte en el principal puerto comercial y plaza militar del

archipiélago. Además de la Comandancia General de Canarias, se asientan en Santa

Cruz, el Juzgado de Indias, la Administración de la Real Hacienda, los cónsules

extranjeros, y los comerciantes más destacados

... la vida en Tenerife obedece a las pautas ilustradas del resto de España. En 1765 se

forma la Tertulia de Nava, compuesta por ilustrados como Tomás de Nava y Grimón,

Lope Antonio de la Guerra Peña, Juan Antonio Franchi, José de Viera y Clavijo y

otros…”

Esta Tertulia mantenía a los ilustrados plenamente al día ¡gracias al correo mensual con La

Coruña! –no a las conexiones con todos los centros difusores europeos, al parecer-. Algo

bastante normal entre colonialistas: el propio A. von Humboldt reveló su falta de

conocimiento del mundo al sorprenderse –siendo huésped de los Cólogan en La Orotava- de

“encontrar en un grupo de islas situadas tan cerca de la costa africana, un amabilidad

social, afición a la instrucción y sentimiento artístico que imaginaba reservado para

una pequeña parte de Europa...”;30 él, ya un prestigioso científico en Europa, era el

ignaro.

De ese clima se derivó en 1777 la fundación de la RSAP de Tenerife, totalmente estamental:

formada por eclesiásticos, militares y aristócratas laguneros a quienes el monarca

30 carta al barón de Forstall; Combarros no da su fecha, pero era casi medio siglo después (c. 1799, que es cuando Humboldt hizo escala en Tenerife).

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encomendó tal obra, centrados en regenerar la economía ante la crisis del comercio vinatero,

y emplear productivamente a las mujeres mediante la industria textil; en 1781, se estableció

una Academia o centro de sentido muy concreto:

“en tiempos del comandante general marqués de la Cañada (1779-1784), encargado

de formar oficiales para que adquirieran los conocimientos básicos que les

permitieran ejercer la función de ingenieros.”

Claro, que no se olvida de consignar que

“el primer centro específico de enseñanza de las tres nobles artes (arquitectura,

escultura y pintura), es la Academia de Arquitectura fundada en Las Palmas en 1782

por Jerónimo Roó (sic.), canónigo de la Catedral de Canarias. Academia que no dura

mucho y que tiene su continuidad en la Escuela de Dibujo, creada por la Real Sociedad

Económica de Amigos del País de Las Palmas en 1786 y dirigida por Diego Nicolás

Eduardo.”

Conviene consignar aquí que este canónigo lagunero –D. Gerónimo Róo- fue el promotor o

intermediario que encargó el proyecto de iglesia de Santiago de Gáldar al arquitecto Antonio

José Eduardo, que dirigiría el racionero y hermano suyo, D. Diego Nicolás.

La imagen que presentaba a la vista lo que hoy es ciudad de Santa Cruz desde el mar era la

de una pura “Plaza fuerte marítima” –supuestamente “casi inexpugnable”-, parapetada tras

sus someros muros, torres y castillo principal y otros baluartes, y arbolada por dos torres-

campanario –parroquia de la Concepción y convento franciscano-; dentro, el caserío crecía

para albergar hacia 10.000 vecinos a fines del XVIII, tramándose según ejes de cierto orden:

en paralelo al litoral, y en perpendicular hacia la vía de unión con La Laguna y resto de la Isla;

se enriqueció con la adición –junto al castillo de San Cristóbal- de la Alameda de Branciforte,

que había sido “una petición de los comerciantes y cosecheros al comandante general” –

como lugar de paseo de las clases más pudientes de la ciudad-, y proyectada por el ingeniero

(Tte. coronel) A. Amat de Tortosa.

Apoyándose en la conocida obra de A. Darias Padrón –Arquitectura en Canarias (1777-1931)-

, y en comentarios desinhibidos de este autor, Combarros celebra una “extraordinaria labor”

de los ingenieros militares en el Archipiélago, pero sobre todo, claro está, en Santa Cruz de

Tenerife, donde habrían sido “muy abundantes”; probablemente, fueron los verdaderos

urbanistas de la Plaza marítima, de su conformación como ciudad-puerto bajo la alta

dirección de sus Capitanes Generales sucesivos,31 ya que la Plaza no obtuvo su condición

31 Cosa que Combarros ponderará con conspicuas palabras algo más adelante, apoyándose en el arribismo y adulación de perfecto colonizado, que tanto prodigó Rumeu de Armas -¡comparando a los Capitanes Generales

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municipal hasta 1803: carecía de instrumentos políticos y presupuestarios para gestionarse y

construir sus infraestructuras... Dieciocho años después (22.X.1821, acuerdo de Cortes a

iniciativa de Murphy y Meade)32 era convertida en capital de la Provincia de Canarias.

También Darias Padrón ponderaba su fuerte influencia en lo más florido de “los maestros de

obra insulares”:

“gracias a la vinculación de estos militares con las milicias provinciales, estas últimas

fueron auténticas escuelas de maestros de obras canarios, ya que a través de esta

relación, muchos de los pequeños técnicos de aquella época se iniciaron en los

conocimientos de la construcción, primero como colaboradores y ayudantes de los

militares, independizándose más tarde.”

Es posible que para algunos fuera así –jóvenes sin formación o posibilidades, reclutados por

vez primera-; sin embargo, para otros muchos sería más bien que los ingenieros militares les

aportaron (a los maestros isleños) la oportunidad de intervenir en grandes obras u obras de

entidad singular o innovadora.

Seguidamente continúa:

“En las Islas, durante este siglo [XVIII], no solo se reconstruyeron y reforzaron castillos

y cuarteles sino que abundaron las obras ejecutadas fuera de este ámbito.

Recordemos a Francisco Lapierre interviniendo en la construcción de la iglesia de los

jesuitas de Las Palmas en la primera mitad del siglo XVIII; Antonio Lorenzo de la Rocha

dirigiendo los trabajos de la basílica del Pino de Teror en la mitad del siglo XVIII o a

Juan Samper realizando los planos de la torre de la Concepción de Santa Cruz… en el

último tercio de esta centuria.”

Es singular y significativo este párrafo; enlaza a tres personajes, que efectivamente hicieron

arquitectura civil, en tres etapas sucesivas de la formación de las capitales isleñas y del

patrimonio tardobarroco-neoclásico canario…

Pero sin embargo Antonio Lorenzo de la Rocha no era ingeniero militar, ni civil, ni arquitecto

titulado;33 sin embargo su relación con las milicias provinciales, sí que sin la menor duda le

con Carlos III (el mejor alcalde de Madrid)!-; ignorando y contradiciendo así, para escarnio de la historia, las denuncias de brutal corrupción y despotismo de aquellos jefes y su entorno. 32 http://www.constitucion1812.org/ficha.asp?id=40&tipo_libro=3: En el ‘Diario de las Sesiones de Cortes: legislatura extraordinaria’ (esta legislatura dio principio en 22 de Setiembre de 1821 y terminó el 14 de Febrero de 1822). 3 tomos. (Madrid: Imprenta de J.A. García, 1871), debe figurar la Representación sobre Capitalidad de José Murphy y Meade. 33 Cosa que Darias probablemente sabía bien…

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37

hizo eslabón angular en ese complejo de producción del patrimonio construido –en este

caso, sólo de Gran Canaria-.

Y por otra parte, enlazaría personalmente con el primero, porque merece la pena añadir que

es probable que Antonio Lorenzo conociera y/o frecuentara –si no a los dos ingenieros- sí al

menos a Lapierre: durante su estancia en Ciudad de Canaria (Las Palmas de G.C.) mientras

ejerció su dirección de obra en la iglesia de los jesuitas –porque la pieza fue diseñada por el

padre Vicentello-.

También debió enlazar, con nuestro Antonio Lorenzo, el ingeniero militar Andrés Amat de

Tortosa –hombre de carácter “osado y díscolo” para algunos: quizá simplemente reacio a las

corruptelas y arbitrariedades-. Formado en la Academia de Matemáticas de Orán (cadete en

1755), y habiendo servido destinos a ambos lados del mar de Alborán,34 en noviembre de

1775 estaba ya en Santa Cruz, con unos 42 años (capitán e ingeniero ordinario), casado ya

desde 1765; tendría por tanto varios de sus hijos en la Plaza canaria…

Su llegada coincidió casi con la del capitán general Tabalosos, por lo que formó parte de su

visita general de reconocimiento de las Islas: se plasmó en el Plan Militar (30.XI.1776) y

Político (4.V.1777) –poblacional, etc.-, a los que acompañan un mapa y vistas de las Islas

firmados (3.IX.1777) por Amat, lo que parece indicar que navegó entre todas ellas. Este

informe, y sus talentos “como profesor sobresaliente en las facultades militares”, así como su

elaboración del Mapa geográfico, político, histórico y cronológico de Canarias (en

colaboración con José de Tolosa y Grimaldi), que se repartió con el Semanario Misceláneo

Enciclopédico Elemental –primer periódico impreso del Archipiélago35-; le reportarían en

19.X.1782 su recepción como “socio amigo del País” por la RSEAPT.

También coincidió entonces con los ingenieros Luís Marqueli y Josef Arana, que seguramente

contribuyeron a la elaboración de dicha u otra cartografía. Arana y Amat colaboraron al

menos en el proyecto para la reparación de la Plataforma de Paso Alto, que el primero

llevaba adelantado. En los años siguiente continuó sus trabajos de diseño y construcción,

como el del muelle de Santa Cruz –dañado en el mismo temporal que arruinó Paso Alto

(18.XII.1774)-, entre 1776 y 1787 –mediante “lícitos y suaves arbitrios” impuestos por

Branciforte (llegado en 1784), y con aportaciones y préstamos a bajo interés de los

comerciantes santacruceros (Power y Cía, los Carta, etc., 1784)-: se le añadió un martillo con

batería, artillada con 7 piezas.

34 Almería, Adra, Vera; Melilla, Orán, Mazalquivir. 35 La Gaceta de Daute, de Viera y Clavijo era manuscrita. El Semanario fue editado (La Laguna) entre los años 1785-87, hasta que Amat partió para Guanajuato.

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38

También diseñó y dirigió en Lanzarote la batería de Puerto de Naos, o sea, el castillo de San

José (1776-1779), con entidad de verdadera fortificación; según Combarros fue “conocido

también como la Fortaleza del Hambre, …un medio de procurar trabajo a cuenta del Estado a

un centenar de braceros, …en época de gran penuria económica”.

En 1778 llevó a cabo la recluta para el Regimiento de la Provincia de Luisiana; su éxito –

desastroso para nosotros- le reportó más adelante, en 1787, el nombramiento de Corregidor-

Intendente de la ciudad y provincia de

Guanajuato; al año siguiente ascendió a

teniente coronel de Infantería e ingeniero en

segundo.36

Es justamente el momento anterior a la

formación de un potente equipo de

ingenieros, a raíz que en 1779 se decidiese

potenciar la Comandancia de Ingenieros, de la

mano del marqués de la Cañada.

Por 1780 llevó a cabo el proyecto y dirección

del castillo de S. Joaquín, plantado sobre una

vieja plataforma, con 4 bastiones en las

esquinas.

Después de la llegada de Branciforte en 1784, realizó el proyecto para la Alameda de la

Marina en Santa Cruz, encabezado por un modesto arco de triunfo de tres ojos, de estilo

barroco con orden toscano…, muy del gusto burgués entonces.

Cuando recibió el nombramiento regio como Corregidor-Intendente de la ciudad y provincia

de Guanajuato (abril de 1787), se produjo al mismo tiempo, inconcebiblemente y en un acto

que no está estudiado, su apartamiento de la carrera militar por tal motivo…

“y ninguna gestión puede rehabilitarle. Su carrera frustrada le lleva a un estado de

melancolía y depresión, y a un intento de suicidio, en mayo de 1790. Es cesado y

muere poco después.”

Pero ni Tous ni Combarros aclaran más: nos dejan sin más indagación que unos versos-

trabalengua de José Hierro.

36 Es decir, que hasta ese momento tenía una graduación inferior a la del coronel Antonio Lorenzo.

5. Torre iglesia de la Concepción, Sta. Cruz de

Tenerife

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39

Por último, el tercer eslabón es A. Samper; ingresó en el Cuerpo de Ingenieros en 1762, con

24 años, después de haber servido ya en combate (guerra con Portugal). En 1770, era

ayudante de ingeniero en Barcelona, y en 1779, ya ingeniero extraordinario y capitán; ese

año fue destinado a la Comandancia de Santa Cruz, para sustituir a Hermosilla en la jefatura

de Detall: intervino en el reconocimiento de

Tenerife junto a A. Amat (1780) y el capitán

de Artillería A. Falcón.

En estos años no aparece su firma en los

documentos conocidos, pero debió participar

en los firmados “por el teniente coronel

Andrés Amat y sucesores.” A partir de fines de

1780, en que fue destinado a Fernando Poo,

ya no volvió al Archipiélago.

Fue tenido como ingeniero prestigioso en su

tiempo, y alcanzó el grado de comandante

general interino del Real Cuerpo de Ingenieros

en 1808. En Tenerife dejó varias obras de

notoriedad: en Santa Cruz, la torre-

campanario de la iglesia de la Concepción y el

edificio El Globo en la c/. Castillo; y en La

Laguna la torre del convento de S. Agustín. En

todas ellas se percibe su gusto por un barroco

clasicista, con ciertas “notas regionales o que se tienen por tales” (Combarros).

Un punto de enlace del ingeniero Antonio Samper con Antonio Lorenzo lo encontramos en

este edificio sacro y en el obispo Juan B. Servera: en 1776, este fue el promotor –donativo de

1.000 pesos para iniciar la colecta- y autor del encargo de nueva torre al ingeniero, como lo

había hecho a Antonio Lorenzo para el Hospital de San Martín de Las Palmas, etc. Pedro

Tarquis –en su obra Diccionario de Arquitectos, Alarifes y Canteros- propuso que era la torre-

campanario “más bella y elegante” de cuantas se erigieron “en las islas durante los pasados

siglos” –lo que corroborarían “arquitectos de la talla de un Teodoro Anasagasti”37, señala

Combarros-.

Su interés aquí es constatar que es de un evidente estilo barroco clasicista, en piedra de

cantería azul (basalto); de planta cuadrada y base de sillería con 4 potente arcos, en orden

toscano, es de gran esbeltez, al ir disminuyendo su planta en cada piso de las cuatro repisas

37 catedrático de Proyectos en la ETSA de Madrid.

6. Torre del Convento de S. Agustín. La Laguna,

Tenerife

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que la elevan hasta el arranque de la linterna octogonal que la remata como templete sobre

el campanario-reloj.

La torre del Convento de San Agustín es también de cantería maciza casi totalmente, con

planta cuadrada, pero de solo 3 cuerpos o pisos con repisas –por lo que el efecto de esbeltez

se acentúa igualmente, hasta soportar el campanario; al estar este rematado con pináculo

agudo, se refuerza tal efecto; los arcos de portada y

primer cuerpo son escarzanos por contra, y un óculo

(hoy con reloj) parte en dos la cornisa, con el mismo

efecto de empuje vertical. Es muy del gusto local –

como en la Isla de La Palma- su balcón con vuelo en el

segundo piso.38

En el edificio de almacenes El Globo, de la calle del

Castillo de Santa Cruz, Samper acudió como en

ningún otro caso al lenguaje local –tal vez al tratarse

de la clásica casona canaria de patio-, para definir

una fachada principal mediante el típico acento

canario-portugués del uso de cantería azul en el zócalo y las pilastras de extremo y esquina,

rematados con baquetón corrido y cornisa sin parapeto; las calles o fajas de hueco/vacío –

que también se remataron con cornisas (guardapolvos)-, obtienen un marcado empuje

vertical, al unirse verticalmente los cercos de huecos con la misma cantería, aunque la planta

baja –como basa del bloque- quedó definida mediante un baquetón lineal que define una

horizontal muy intencionada. Pero se le dio cierto efecto de contra-éntasis a estas fajas –al

ser más estrechos los huecos de la planta intermedia-; quizá se deba a que por entonces esa

2ª planta fuera destinada a oficinas, siendo considerada planta noble la 3ª.

Los tres edificios son, notoriamente, signos de identidad bien significativos de las ex-

capitales La Laguna y Sta. Cruz de Tenerife.

Era la presencia del gusto cortesano en la colonia. Y es cuanto queda de Las Luces.

Una Tesis de arquitectura o de historia?

Como quiera que a los arquitectos nos pone nervioso las tesis de Historia –sobre todo las

malas y las cursi o manieristas-, y a los historiadores les pone nervioso las tesis de

Arquitectura –en particular las racionalizantes y trans-dimensionalistas-, nosotros

intentaremos hacer una tesis más divertida, a pesar de poseer escasas dotes en el terreno de

la escenificación, cuando se trata de trabajos tan personales como el presente, que es un

38 Sin embargo, Combarros lo atribuye a gusto propio –“muy peculiar”- de Samper.

7. Almacenes Globo. Sta. Cruz, Tenerife

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monólogo a ciegas tratando de traspasar tanto la auto-represión y la suscripción de la

comodidad del intelectual instalado, cuanto las lagunas pesadas de la ejercitación

autodidacta... De qué terreno se está hablando, para empezar a preguntar (nos)?

Ese terreno es el territorio de la des-hierarquía, del librepensamiento, situación –y/o

circunstancia- siempre electiva e inevitablemente personal, terreno movedizo que todo

aventurero debe atravesar –alguna vez, y cuantas veces más después, mucho mejor-. Se trata

de una operación exploratoria, y ni siquiera: es una exploración, un olfatear las brasas que

rodean las hogueras –los confines- del orden, del pacto de pertenencia.

Entonces, cómo hacer de esto algo divertido –eligiendo la etimología latina o griega, como se

prefiera-; cómo explayarnos o parrandearnos –es una palabra castellana- con este asunto?

Nuestra elección ha sido asumir que no vamos a resultar divertido, digamos lo que digamos;

y por lo tanto se ha tratado de que sean los hechos los que revelen que todo puede

entenderse de muchísimas maneras…

Aunque nos reservamos una opción de entre todas las posibles, la que está fundada en

haber escuchado hablar a los actores de la historia y de la arquitectura. Y aun a un tercer

testigo más neutral que todos ellos: la obra que les ha sobrevivido.

La obra arquitectónica y las trazas históricas son muchas veces inapelables –sobre todo

cuando las interpretan mentes desprejuiciadas, esto es: intelectos situados por encima de las

convenciones que lo subordinan todo-, y por ello llegan, tarde o temprano, a entender e

interpretar qué pasó en un tiempo indescifrable unos siglos atrás, cuando las mentes estaban

en un estado anterior que nos puede parecer reptiliano: hoy nos resulta –a algunos- servil,

irritantemente vasallático.

Pero así eran las cosas entonces: se creía en las llamas del infierno para los disidentes, y que

los señores tertuliaban con los héroes, y con Padre Dios, para recibir con legitimidad el

derecho a mandar.

La arquitectura era un modo de contar todo esto. Una portada barroca, un programa de

fachada, era un slogan del ‘misterio’ de la Misa, que luego era desmenuzado dentro, en el

opulentísimo retablo de los altares –¡no sabían nada de esto los jesuitas!-.

Intermediando todo ese itinerario, estaba una cúpula coronando las mentes, o sea el

mundo, que era también el lugar de descenso –porque todo se nos representaba venido del

cielo- de los dioses –la Luz- a la realidad; quién podría no emocionarse ante esa forma gestal,

ese embarazo del terreno, esa imagen de la trans-vida, de la preñez de la forma –la de ahora,

…para nacer a la futura vida ‘verdadera’, de la unidad indivisible –atómica- del Todo eterno?

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Eso, para muchos, sería una necedad creerlo hoy; pero entonces no, porque el truco

consistía en que todo estaba muy bien –elementalmente- trucado.

Hay quienes aseguran y tratan de convencernos de que todo “siempre ha sido así, y así será

siempre”; pero esos son los que fracasan ante sí mismos, ante su propia incontinencia

verbal. Y las simples frases escénicas les deslumbran y ciegan, y enduermen –o sea,

adormecen en castellano- en la comodidad de creerse instalados en el saber o la aceptación.

Porque esta es la meta de todos: instalarnos.

La intención aquí es por tanto divertida, al menos solo porque está o quiere ir más allá.

Como el agua construye el paisaje, la Historia construye la Arquitectura. El Poder no es ahí

más que la LEY DE LA GRAVEDAD. O es ahí, dicho de otro modo, no más que la fuerza de los

hechos (concertados). La Historia erosiona los constructos estéticos, o bien los espuma y

vulcaniza en nuevos caprichos…

Pero hay momentos culturales que hacen surgir creadores especiales, algún Arquífex –

Artífices Mayores, maestros de la disciplina, de lo clásico-, que alcanzan a hacer paradigma de

lo correcto de todo un conocimiento, y diseñan un racionalismo, el espíritu de su época,

como un compendio, hasta allí, de toda la civilización; a veces una síntesis de toda la cultura

conocida de la humanidad.

Son los autores de Stonehengue, Fidias y sus colaboradores en el Partenón, los matemáticos

de la disposición de las pirámides de Giza, el anónimo-ubicuo inventor de las casas-templo de

Petra, o Palmira, las basílicas de Rávena; del patio en la casa meridional de todo el planeta,

Palladio en el Veneto renacentista, los racionalistas del fundido del clasicismo barroco con el

neoclásico cuasi-romántico –Guarini, etc.-, Le Corbusier y Mies Van der Rohe en la primera

mitad del siglo XX, Glenn Murcutt en la Australia de fines de siglo XX, …y algunos héroes

locales por todos lados.

Pero poco serían esos gigantes si no se hubieran encabalgado a hombros del trabajo de los

artífices cultos que dan todos los pequeños pasos, necesarios al sentido práctico en la

construcción del hábitat, del espacio común de la civilidad. Por supuesto, ellos son los

primeros, y generalmente los únicos, que comprenden que es así. Ese tipo de grandes

hombres corrientes, existen; y marcan su época cuando esta se mira desde el tablero del

gran tempo histórico.

Entre mitad del siglo XVIII y el primer cuarto del XIX, esos racionalistas de la fusión entre el

clasicismo barroco y el neoclásico cuasi-romántico, fueron algunos, pocos, casi como

luciérnagas en torno a las primeras farolas cuando las calles de las ciudades carecían de

alumbrado público: entre ellos eran muy raros los que supieron pensar arquitectura –

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inventarla, como descifró MMH-, en ciudades alejadas de París; y secundariamente, de

Londres –cómo de London, pudo resultar Londres?-, Roma, Nápoles, Viena, Lisboa.

En Las Palmas de Gran Canaria, y en otras capitales archipieleñas –Santa Cruz de Tenerife y

Santa Cruz de La Palma- se cruzaban corrientes culturales que trasegaban en sus pesados

baúles los ingenieros militares, que eran consideradas con razón como los portadores del

saber técnico más avanzado de su tiempo; podían llegar tanto de Italia –merced a la voluntad

italiana de la monarquía católica: cuestión de familia (borbónica) y/o del imperialismo

hispano-universal-, cuanto de América –las fuentes de la plata y el oro-, o aun de Flandes –

tierra de luteranismo, pero también de anti-luteranismo-.

Pero también había luminarias: los hijos (primogénitos, por lo general) de las grandes casas

nobiliarias formadas en aquellas tres grandes incubadoras de la casta estamental de la

colonia durante el Antiguo Régimen que España imponía en el Archipiélago: las ciudades-

puerto de Canaria, Tenerife, y La Palma.

Una casa nobiliaria tipo, debía poseer una especie de casa-fuerte –qué otra cosa creemos

que es una casa-patio de Vegueta, La Laguna o Santa Cruz de La Palma-, donde debía haber

un importante archivo de trascendentales documentos de respaldo, no solo de la

ascendencia y posición social, sino de la propiedad de la tierra y los derechos sobre las

aguas, y de administración de los asuntos relativos a ese patrimonio y sus mayorazgos.

También, debía haber una biblioteca con libros y manuscritos concernientes a las materias

clave para estar-en-el-saber de la época, y mejor equipar así las haciendas para un rédito

creciente de las posesiones. Y muchos de ellos, en efecto, manuscritos –trasladados de otras

bibliotecas o de los trabajos de miembros estudiosos de la Casa-; desde unos simples

'Secretos de Artes liberales y Mecánicas' (obra de un Licenciado Dn. Bernardo Montón),

acerca de múltiples remedios caseros, hasta tratados de matemática y/o fortificaciones.

El heredero debía ser educado, en efecto, en esos diversos conocimientos esenciales y

generales; pero en el asunto que nos ocupa, también era taxativo ser adiestrado en el saber

constructivo, como un ramal fundamental del conocimiento militar, la defensa de la tierra y

el combate contra los mejores ejércitos de entonces, siempre en competencia con la

hegemonía española, ejercida en los mares desde el siglo XIV; la formación social de

entonces, era una ‘sociedad’ en pie de guerra: connatural a la amenaza permanente pero

cambiante de la piratería, el corsarismo, y en suma, la sorpresa –de imprevisible crueldad-

tanto de los moros, cuanto de otros cristianos.

De ese patrón o catadura eran los Coroneles de la Casa Rocha; no por compra reciente de

títulos de nobleza, sino por tradición secular, descendientes como eran de una saga de

corsarios del XVI a sueldo de la corona española, casi desde los reyes católicos.

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Pedro Agustín del Castillo y Antonio Lorenzo de la Rocha

Cuando nacía Antonio Lorenzo en 1712, D. Pedro Agustín del Castillo y Ruíz de Vergara era

un experimentado y muy maduro caballero de 43 años, que era Regidor perpetuo de la Isla

desde 1700, habiendo sido ya corregidor y capitán a guerra de la Isla en 1701, y redactado

con tal oportunidad unas Prevenciones políticas y militares para la defensa de la GC; era

además Alférez mayor de GC (1698) y Alcaide del castillo de La Luz (1697); desde 1686 con

unos 17 años, comprobamos que era ya un excelente analista y recreador del medio físico –y

en particular del espacio urbano-, que estaba realizando planos de puertos, radas y

poblaciones principales del Archipiélago –como el bien conocido de Ciudad de Canaria-.

Puede que esto no fuera de dominio público para la generalidad de la población; sólo sería

de conocimiento –y muy somero, porque por entonces estas materias eran secretas- para el

reducido grupo de poder estamental del Archipiélago, así como en los organismos realengos

y católicos, y posiblemente en la corte española; porque, como consecuencia de aquel

carácter reservado, sus trabajos descriptivos no fueron publicados hasta mucho más tarde,

en 1848.

Al morir D. Pedro Agustín en 1741 a los 72 años, debía encontrarse aun en plenitud de

facultades, o al menos así parece haberse encontrado cuatro años antes (1737) si

consideramos que terminaba entonces de redactar su Descripción histórica y geográfica de

las Islas Canarias –aunque no sería publicada, como se anticipó, hasta 111 años después-.

Antonio Lorenzo tenía en aquel momento (1737) 25 años, y cuando murió el historiador

(3.V.1741), cumplía 29; esto es, el arquitecto era ya un hombre maduro, y además

plenamente formado, puesto que debió madurar muy joven por la fuerza de sus

circunstancias, al asumir el mando de su Casa señorial desde muy pronto, lo que incluía –por

línea materna- su rango y empleo militar en las Milicias Canarias. Esta dedicación hace

obligado el trato entre ambos próceres; la intensidad del mismo es lo que permanece en

incógnita.

Pero demos algunas fechas más, para que situemos nuestra cronología en aquel tiempo

común: Antonio Lorenzo cumplió 15 años –momento importante como adolescente y

estudiante- en 1727, teniendo D. Pedro Agustín 58 –un hombre ya en su plenitud, que pudo

ser así un perfecto preceptor (si es que así fue) para Antonio-; este cumplió 23 años –mayoría

de edad legal plena por entonces- en 1735, cuando D. Pedro contaba ya con 66 años… Y ya

vimos que antes de cumplir 30 años Antonio Lorenzo, D. Pedro pasó a mejor vida, lo que

pudo ser una significada pérdida para el primero.

Así pues, se trata de personajes relativamente coetáneos; el primero, eso sí, como cadete, y

el segundo como figura de referencia, jerarquía, y autoridad para el primero.

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Sus cronologías son, en primer término, compatibles. Añadidamente, resulta obligado que se

conocieran, por su común dedicación a la milicia y sus obligaciones estamentales como

cabezas de las dos principales Casas de linaje de Gran Canaria, y de sus intereses

patrimoniales en los ámbitos de Telde y Canaria (Las Palmas de GC). Finalmente, no

teniéndose noticia que Antonio Lorenzo viajara a España o Europa para capacitarse en las

materias de cálculo y diseño que dominó competentemente, es legítimo especular (con

reserva, hasta su confirmación), que las aprendiera del brillante Alférez Mayor, Alcaide,

Regidor perpetuo, Corregidor y Capitán a guerra grancanario. Esto es, del hombre que lo

había sido todo en la defensa estratégica de la Isla, en nombre de la monarquía.

La clave de confirmación de esta especulación –como hemos visto, muy verosímil-, esto es,

que se trataran, etc., ya que no ha trascendido en la literatura local de curso conocido, está

sin duda en el fondo relativo al gran patricio o los papeles dejados por él mismo, en el

Archivo condal –sito suponemos en la casa del linaje Del Castillo en Las Palmas de G.C.-.

Al respecto, y hasta el momento, nos ha sido denegada o disuadida nuestra petición de

acceso –por parte de su titular, D. Alejandro del Castillo-, con el argumento de que en el

citado Archivo sólo constaría documentación de carácter mercantil privado y de

administración de la propia familia…

Pero es evidente que alguna porción del fondo debe referirse al gran patricio, entre las

cuales está el manuscrito de su célebre Descripción…, que ha sido recientemente editado en

facsímil con la dirección del historiador y catedrático D. Antonio de Bethéncourt Massieu;

quien es, por otra parte, descendiente de Antonio Lorenzo –por lo que ha sido frecuentado

por este doctorando, a tal efecto, y para los de orientación general de esta Tesis-. La

necesidad de acceder a este fondo documental, es por tanto ineludible, y por nuestra parte

nunca desistiremos de intentarlo.

En conclusión, el tramo vital común que interesa directamente a nuestros efectos es el de

1727-1741, entre los 15 y los 29 años de Antonio Lorenzo, teniendo D. Pedro Agustín del

Castillo 58 a 72 años.

La ¿carencia de titulación? de Antonio Lorenzo de la Rocha

La Academia de Bellas Artes de S. Fernando fue concebida como prolongación y apoyo de

técnicos para la construcción del Palacio Real de Madrid. Los primeros estatutos de la

Academia de San Fernando fueron aprobados en 1744 –confirmando "antiguas pretensiones

de Menéndez y del viejo Juan de Villanueva" (C. Sambricio: 'La Academia de San Fernando en

la Casa de la Panadería', 1973); en esa ubicación se inició la actividad en julio de 1745-, pero

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su constitución definitiva data de 1752; el rey Fernando VI la llamó 'Real Academia de las

Tres Nobles Artes de San Fernando'.

De hecho el monarca, aparte de hacer regalos a la entidad (“el volante para grabar”), siguió

con relativa regularidad la vida de la Academia, porque desde sus balcones asistía a las fiestas

anuales de la Ciudad y a las corridas de toros que se daban en la Plaza Mayor, siendo recibido

en la sede con gran pompa por una comisión nobiliaria de académicos39, y recibía frecuentes

Memoriales acerca de distintos extremos, lo que indica que él mismo incitó a los

responsables a mantenerle al tanto.

En un principio las actividades se impartieron sobre las materias de Pintura, Arquitectura y

Escultura. Se trataba de convertir lo artístico en materia universitaria. Solo tan tarde como

1873 se abrió una nueva sección de Música. Pero la Academia tenía además ligado a sí el

Gabinete de Historia Natural, otra concepción ilustrada igual de reciente.

Desde 1757 la Academia impartió los estudios y expidió el título de arquitecto como

culminación de los mismos. En 1847 tales estudios pasaron al 'Estudio Especial de

Arquitectura', que evolucionó hasta resultar la actual Escuela Técnica Superior de

Arquitectura de Madrid, de la que luego se derivaron las restantes, en ciertas capitales.

Esta cronología deja claro cómo Antonio Lorenzo se vio incurso en intrusismo por carencia

de titulación competente para ejercer la concepción y dirección de obras civiles, ya desde el

mismo momento de concebir el proyecto y ejecución de una de sus más conspicuas

realizaciones: la basílica terorense –comenzada en 1760 y concluida en 1766-.

Sin duda, alguna mano bien enguantada debió manejar tal asunto cerca del rey –patrono de

la basílica, y persona interesadísima en que tal obra saliera adelante, como vemos en otro

punto-, porque de otro modo no puede entenderse su intervención: por supuesto, mucho

tuvo que ver el Obispo canariense y el lobby canario en la corte.

Convendrá saber en todo caso si el proyecto fue remitido por el prelado a la Academia de

San Fernando para ser convalidado. Y lo mismo, el proyecto de la Casa-palacio Episcopal en la

trasera de la misma basílica –a la que sustituyó la actual a mediados del XIX-. Y lo mismo

convendría explorar acerca del proyecto del Hospital de San Martín, etc.

39 En las de 1765 lo hizo una comisión tan conspicua como “el Marqués de Sarriá, el Duque de Alba, el de Béjar, el Marqués de Villafranca, el Conde de Baños y el Duque de Bourmonville” según Sambricio; y ello, entre continuas rencillas, por los motivos más banales, con los munícipes de la ciudad, al ser edificio compartido: se siguió una tradición genuinamente española. De la casa de la Panadería se trasladaría la Academia a su primera ubicación permanente: en la que había sido Casa del marqués de Goyanes, en la calle de Alcalá –fue escogida aunque fuera mucho menos céntrica que la inadaptable del duque de Alba-, y con una fachada churrigueresca –fuente quizá de muchas inconscientes contradicciones venideras-.

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Cabe imaginar asimismo, que fuera esa la razón de base para que Antonio Lorenzo no llegara

a presentar nunca el proyecto de culminación de la catedral de Sª Ana, como tenía

comprometido con el Cabildo Catedralicio.

Al respecto hay que considerar probable que tanto Viera cuanto Eduardo, por sus relaciones

y conocimiento directo de las esferas cortesanas y académicas de Madrid, tendrían

informado a Antonio Lorenzo de las dificultades que en todos los extremos entrañaba ya el

ejercicio sin titulación de la disciplina, incluyendo el delicado aspecto de la imposición de la

norma estilística bien vista40desde el poder.

Es algo que podemos considerar hoy como despótico-ilustrado desde nuestro punto de vista

actual, pero que sería recibida en su día como orden jerárquica bastante arbitraria -aunque

inapelable, venida desde el entorno del rey- y 'modernizadora', esto es, casi llamando

'fósiles-fuera-de-moda' a los que hasta entonces se considerarían a sí mismos guardianes de

las esencias del arte..., como sentiría el propio Antonio Lorenzo. En la Oración de 1753,

Tiburcio Aguirre señalaba:

"... ya no hay especie de obra que no se someta, que no se rinda gustosa a la amable jurisdicción del dibujo ni que éste no convierta ni en más vistosa ni en más acomodada; por lo que debe de considerarse principio del buen gusto, aseo, proporción y simetría que el hombre procura o debe procurarse en cuanto hace o necesita".

Es evidente que esto no podía ser obviado por él, ni por nadie, porque de ello se encargarían

las autoridades enviadas a los centros coloniales de mando -Real Audiencia, Obispado,

Corregidores, canonjías capitulares, Ingenieros militares y Capitán general, y hasta los

ministros del STOI u otros ministros en visita de inspección-; y ello, por disposiciones

explícitas de las cámaras y la corte borbónica, ya que la nueva Arquitectura se concibió como

principal herramienta de fomento del desarrollo económico y de modernización general de

los reinos.

Entre el anacronismo y el cosmopolitismo

La formación del patrimonio canario construido, fuera particular o religioso –porque el

militar estuvo a las órdenes de los ingenieros del rey (lo que fue escuela para todos los oficios

concernidos)-, estuvo siempre condicionado por las circunstancias de la anexión católica y las

premuras de una rápida colonización: uso de materiales de ocasión o provenientes de

40 “buen gusto y aseo, proporción y simetría” sería el trío de valores a tener presentes, tomados de Cordemoy, Blondel, etc., los académicos pensionados en Roma o los rigoristas italianos, y enarbolados p.e. por T. Aguirre en la Oración de la Academia de 1753.

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industrias incipientes, financiación precaria, frágil capacitación de los operarios y débil

organización de los gremios, pobre presencia de artífices y diseñadores, y ello en una

sociedad absolutamente militarizada regalista-teocrática.

Las ermitas erigidas en el XVI fueron consecuencia de ello; ese atraso, debido a sus

condicionantes alógenos, no se resolvió durante los siglos subsiguientes, y los mismos están

en la base del anacronismo estilístico que los especialistas en Bellas Artes e historiadores de

la colonización atribuyen a nuestras arquitecturas del Antiguo Régimen –si denominamos así

al régimen colonial que rigió hasta las Cortes de Cádiz41-. Después, y durante poco más de un

siglo (c.1812-1936), se conoció el eclecticismo y la sincronía internacionalista –modernismo y

racionalismo-, así que puede decirse que sólo entonces –siglo XIX y primer tercio del XX- se

alcanzó una actualización cosmopolita estilísticamente en el patrimonio histórico.

Durante el XVI-XVII y comienzos del XVIII, se consolidó el empleo de las técnicas de la

madera y la piedra –mampostería y labra-, aplicadas al simplificado contenedor basilical

canario, que en este proceso retrógrado de formación logró su factura mudéjar-barroca

atlántica tan característica que le conocemos –sin ábside y siempre en torno a una nave axial,

hasta sumar 3 ó 5 naves, diafanizadas mediante pilares y pilastras ornamentadas

(generalmente en estilo toscano), con arcadas de

medio punto y techados por costosos artesonados

de armadura lignaria y cubierta de teja árabe-.

Dos elementos emblemáticos resaltaron esos

progresos artesanales de nuestros artífices,

protagonizando los programas iconográficos: la

portada y los retablos, singularmente el del altar

mayor.

La norma, fue la reedificación para ampliar o

sustituir las viejas ermitas erigidas austeramente

por los patronos-conquistadores, por lo que la clasificación sincrónica es inviable; de modo

que los análisis estilísticos que hacemos hoy suelen tener que presentar un método

diacrónico, basado en el estilo más conspicuo o dominante en la pieza, y centrado más en el

41 Entre esos años (en torno a 1812) y hasta 1936 –comienzo de la autarquía, que duró hasta 1975-, se

desarrolló un patrimonio que puede ser identificado en referencia al término cosmopolita, que cuando no

puede ser adscrito al modernismo ni al racionalismo internacional, suele ser denominado eclecticismo –esto es,

cierta mezcla no muy afortunada de estilemas varios-. Esa categoría o cualidad ecléctica, curiosamente puede

ser empleado para definir el barroco formulado por Antonio Lorenzo, el Coronel Rocha, en su programa de

fachada en la basílica de Teror.

8. Cúpula de la Concepción en la Orotava.

Fines del XIX.

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49

ornamento que en la espacialidad –petrificada generalmente en el salón basilical tripartito-.

Es el aspecto disciplinar del problema anacronístico –una especie de paralaje o ‘pársec’ que

sufren los especialistas en bellas artes-.

Dos casos luminosos al respecto, son el templo parroquial de la Concepción de La Orotava y

el de la Concepción de La Laguna.

El primero fue iglesia matriz de la Isla de Tenerife, es decir primera parroquia española en su

suelo tras la anexión, con muros de tapial y típico

techado en madera; ya para 1511 fue necesario

reedificarla en emplazamiento desplazado del anterior,

con 3 naves y arcadas de sólo 4 arcos, que fueron

aumentados en uno más en 1566, rehaciendo también

su crucero hasta 1720; el obispo Cervera señaló

entonces la necesidad de reconstrucción total, pero

para esquivar los recurrentes problemas estructurales

no se siguió su decreto, sino que se encargó la

reposición de la cabecera, lo que dio ocasión a la

intervención de Diego Nicolás Eduardo. El sello

destructivo final lo puso la política de intervenciones de

finales del franquismo, tras un derrumbe en 1972.

Así que puede encontrarse en la pieza, desde las basas de estilo gótico de la segunda ermita, hasta

los estilemas propuestos por los arquitectos del ministerio de la Vivienda en los ‘70s; se adjunta unas

9. Iglesia de la Concepción de la La Laguna, y su restauración.

10. La Cocepción, La Orotava

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imágenes acerca del empobrecimiento que sufrió la pieza, que para cierta

feligresía42

ofrece desde entonces una impresión de soledad y frialdad.

Por su parte, la iglesia parroquial de la Concepción de La Orotava es

considerada una pieza extraña, por el especialista en Bellas Artes Eugenio A.

García de Paredes –en la enciclopedia en 5 tomos Patrimonio Histórico de

Canarias, t. 4 Tenerife-; ello sin duda por su rasgo más neoclásico, el de ser

templo abovedado, capítulo muy corto en Canarias.

Tiene una historia paralela a la anterior, comenzando como ermita

servida por la parroquia de Santiago del Realejo Alto –títulos de

hondos ecos anexionistas-, y estaba ya erigida para 1516; en 1546 fue

ampliada, pero tras siglo y medio de uso, los sismos asociados al

volcán de Garachico (diciembre de 1704 a marzo de 1705) le dañaron

seriamente, debiendo ser demolida en 1756.

El 1766 el ingeniero militar Francisco Gozar diseñó un templo

neoclásico que no fue asumido –aunque puede ser el primer

responsable del abovedamiento que exhibe-, y desde 1768 a 1778 se

confió al maestro local Patricio García la erección del templo –hasta su

marcha a Gran Canaria para hacer lo propio en el de Santiago de

Gáldar, obra de Antonio José Eduardo (que dirigiría su hermano Diego

Nicolás)-; en el templo de La Orotava continuó el maestro-carpintero

Miguel González de Chaves, hasta concluirlo en 1788.

En otro punto de esta tesis se consigna cómo el arquitecto de la

RABASF Ventura Rodríguez –formado en las obras del palacio real

junto a Sachetti y Juvara-, remitió un proyecto –de aire neoclásico sin

duda-, que llegó tan avanzada la fábrica

auto-construida, que seguramente sólo fue

tomado en cuenta para realizar el

tabernáculo de espíritu neoclásico que

preside el altar mayor, y apoyar quizás la

solución abovedada-cupulada…

Con estos datos vemos que el proceso de

introducción del neoclásico en el

Archipiélago fue paradójico, cuando menos. La potente elite de La Orotava –seguramente la

42 según la página http://www.semanasantadelalaguna.com

11. La Concepción,

La Orotava

12. Cabildo antiguo –siglo XVIII-, La Laguna

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más abierta a las corrientes del gusto europeo y mediterráneo- no adoptó el ideal ilustrado

de forma tan apasionada y precozmente como a veces se hace creer; ese racionalismo

chocaba con las ideas barroquistas de la elite orotavense que debían estar muy identificadas

con el contrarreformismo o trentismo más espeso de aquellos tiempos. Y las hizo imponer en

el edificio más emblemático de su Villa: su portada es un programa parlante muy claro de tal

mentalidad.

Que el programa racional neoclásico, tan innovador, tuviera su

entrada por Gáldar en las Islas capitalinas, debe significar que

fue un ensayo, un gesto de afirmación –ubicado en el punto de

paso, nada infrecuente, entre las dos capitales principales-, que

impusieron los déspota-ilustrados del Cabildo catedralicio –con

el deán Róo a la cabeza (lagunero de cuna) y el racionero

Eduardo (también lagunero) a su zaga-, contando claro está,

con la aceptación de los elementos caciquiles de la Villa

grancanaria; en especial el Capitán Quesada, patrono esencial del citado proyecto, y sus

parientes los Tobar –el cura-párroco y su sobrino don Isidro (importante terrateniente

comarcal también)-. La inmolación de la ‘Casa-palacio del Guanarteme’ para financiar el

comienzo de la obra ha quedado como un símbolo indeleble y cuasi-secreto –en cualquier

caso, vergonzante- del carácter de aquella ilustración católica…

Conviene consignar, que la entrada del estilo en La Laguna no tuvo lugar hasta el siglo XIX,

con el proyecto de Juan N. Verdugo Da Pelo

para las Casas Consistoriales (el Cabildo-

Ayuntamiento lagunero, en su fachada a la

Plaza del Adelantado) –y más plenamente con

la erección de la catedral lagunera-43. Pero

aquella consistió en poner una piel neoclásica

de fachada a un concepto-tipo arquitectónico

tan anacrónico como los edificios para cabildos

del siglo XV –planta baja con atrio porticado, y

segunda con logia o deambulatorio-, inspirados

por los cortesanos de los reyes católicos… Sin embargo, la espadaña del Ayuntamiento

lagunero concuerda en intenciones formales con la de Santiago de Gáldar: paradojas de

copiar sin presupuestos tipo-arquitectónicos.

43 Las tres imágenes info-gráficas adjuntas de las Casas Consistoriales y la catedral laguneras, proceden de

http://lgmarquitectura.blogspot.com.es/

13. Espadaña neoclásica:

Cabildo ant.º, La Laguna

14. Basílica-catedral La Laguna.

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Queda por dejar señalados algunos rasgos que insisten en el parentesco entre los tres

templos:

1) los capiteles de La Orotava recuerdan mucho los de la basílica terorense –y de los que

carece Santiago de Gáldar (simples aretes)-, y lo mismo las gárgolas de monstruos de

ambas series de contrafuertes exteriores;

2) la espadaña central de Teror y la de Gáldar, guardan una resonancia también

indiscutiblemente neoclásica, mientras en La Orotava la iconografía y el

cornisamiento quedaron anclados en el barroco más rancio;

3) los tres templos se concibieron con la –para algunos-, extraña cubrición abovedada-

cupulada; sin embargo, otros consideran esta solución para un salón de tres naves,

muy neoclásica.

Todo conspira a atribuir unas mismas fuentes formales a la mano de los arquitectos

responsables de aquella transición entre los modos estilísticos del barroco y el neoclásico: los

catálogos serlianos y otros manuales que han sido repasados en otros puntos de esta tesis.

Cómo engarza el tema del Patio con la Tesis sobre Antonio Lorenzo.

Planteamos que en la cultura instrumental de la arquitectura de mediados del XVIII, la forma-figura

Patio se constituyó en célula nuclear de ordenación/organización de los objetos/entidades

arquitectónicos, y que Antonio Lorenzo participó de esa cultura; esta herramienta espacial, había

venido haciéndose más consistente –y más consciente en la producción formal- a medida que

avanzaban los siglos desde la iniciación del clasicismo a mediados del XVI.

Consideramos que fue una suerte de re-invención figural, que estaría en el origen de la metodología

proto-tipológica; así, presumo que gracias a la clarificación operada en la concepción de los

objetos/entidades arquitectónicos, con el Patio concebido como núcleo generador de la axialidad y el

orden en planta, fue posible entender y distinguir otros objetos/entidades menos y más complejos: el

15. Tres remates de transición: Teror, Gáldar, La Orotava

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patio central/cuadrado habría actuado como unidad de orden/medida, el módulo 1, en la teoría de la

invención arquitectónica a la antigua en el siglo de arranque del clasicismo.

La extendida digresión que hemos desarrollado en el apartado en cuestión no es por mi parte una

divagación con mayor o menor ánimo de originalidad, sino la exploración personal fundada en la

sospecha de que se trata de una figura de los orígenes, que ha sido re-inventada numerosas veces en

el hábitat a lo largo de la trayectoria antrópica, en los momentos de clasicidad –cuando las culturas

sucesivas han supuesto haber alcanzado una cima en el proceso civilizacional-; entonces, los

arquitectos han respondido con óptima sofisticación proyectual a las demandas de las elites

correspondientes.

Y por ello planteo que las ramas que alcanzaron el Archipiélago portando el Patio con tal contenido –

figura de los orígenes- son diversas, con múltiples ancestros, desde esos focos de clasicidad.

Sin embargo de esas raíces plurales del tema o cuestión Patio, a la altura cultural del tiempo y

entorno que educó los ojos y la mentalidad de Antonio Lorenzo, el tronco principal de la influencia

sobre su producción arquitectónica tiene que haber sido el desarrollo histórico-teórico franco-italo-

germano acerca de la arquitectura que se iba produciendo coetáneamente, y que fue a la postre el

que fundó la disciplina con el meollo tipológico como encrucijada metodológica: el Patio estaba en el

centro de esa pirámide del conocimiento matemático-constructivo.

Esto no puede dilucidarse en el ámbito de una Tesis general, que tiene el objetivo de

apertura/estreno del avatar ‘profesional’ de este proto-arquitecto; deberá ser objeto de desarrollos

específicos posteriores.

Lo señalado se percibe en sus obras-emblema: en las plantas de la Casa-Fuerte o Fuerte de Castillo

del Romeral; la Basílica de Teror (el crucero de un templo es un patio cupulado), el Hospital de San

Martín, y domésticamente en las casonas de Vegueta, Telde o Teror que se le atribuyen. Y esto ha

quedado repetidamente recalcado en el contenido de ese apartado; resumiéndolo, Antonio Lorenzo

sintonizó con los hallazgos teóricos de su tiempo en los centros clasicistas europeos, pero actuó sobre

el ‘material’ patrimonial e intelectual de su peripecia personal local –nuestra arquitectura mudejar-

barroca-, que traía en su seno una cargada tradición –más o menos irregular- de arquitectura con

Patio; eso sí, con múltiples linajes culturales que hundían sus raíces más allá de la colonización

castellana.

Mucho más que lo normando-andaluz en el siglo XV –probables portadores del arco conopial-, pienso

en lo mallorquín en fusión a lo nativo a lo largo del siglo XIV (ciudades de Telde y Agüímes).

Pero la pregunta clave sería; si Antonio Lorenzo estuvo sujeto a la Isla (Gran Canaria) por su condición

y obligaciones socio-militares –sin haber viajado nunca a Europa, por lo que sabemos-, ¿de qué fuente

bebía su intelecto para estar en sintonía con el centro del mundo arquitectónicamente hablando? En

los años ‘60s al 83 de su siglo –los de su madurez y más conspicua producción-, parece ser que fue la

relación con los círculos del conde Pedro Agustín del Castillo y de los canónigos más ilustrados del

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Cabildo Catedralicio. Pero también en su propio círculo doméstico debió contar con una línea directa

con Flandes, suponemos; la relación con La Palma a través de su esposa.

Ella pertenecía a un ilustrado linaje de la elite palmera. En La Palma gobernaba la sociedad una elite

flamenca naturalizada, que vivió siempre semi-feudalmente con una autonomía aristocrática respecto

de la sociedad archipieleña y las autoridades coloniales de las dos cabeceras competidoras.

Supremacismo ese que, en su cómodo aislamiento y contando con su riqueza material significativa,

incluía una sofisticada educación –al nivel y estilo sub-cortesano, digamos-, ya que siempre hubo hijos

de esos linajes que fueron enviados a estudiar y/o formarse comercialmente en las capitales

flamencas o británicas con las que se mantenían relaciones mercantiles, para mantenerse adiestrado

y perfectamente informado de las tendencias económicas convenientes para los negocios de familia.

De alguna forma, habiendo ido a residir en un rincón del Atlántico que ellos equiparaban con las

Yndias o Perú o las Californias, esos flamencos todavía muy poco palmeros y menos aun canarios,

escaparon –ellos mismos y sus creencias y patrimonio- en el verano de 1566 a la oleada destructiva

iconoclasta, que en Gante arrasó prácticamente toda la imaginería católica de “ocho iglesias

parroquiales, veinticinco conventos, diez hospitales y siete capillas”44, a lo que siguieron crudísimas

guerras de religión: los flamencos tienen que ver hoy el arte religioso flamenco, producido por los

maestros y talleres belgas de aquel tiempo, en las colecciones y patrimonio artístico atesorado por

esa elite palmera como parte de aquel intercambio mercantil basado en el azúcar y poco más.

Una importante parte de aquel patrimonio palmero son tallas y tablas elaboradas –por sus maestros

y talleres gremiales de producción en serie y para la rápida venta por encargo, pero bajo un alto

control de calidad-, en la ciudad de Amberes. Un arte para el intercambio: su parangón reciente

vendría ser la cerámica de Sevres, si el trueque lo hiciéramos a puerta de fábrica.

Allí convergieron los intereses del comercio azucarero subtropical45, con los del poder y el gusto de

las cortes de Felipe el Hermoso y Carlos V; floreciente villa, que conoció –con otras ciudades

flamencas (Malinas, Bruselas)-, un empuje y prestigio paralelos al de las ciudades italianas del 400,

incluyendo la devotio espiritual moderna basada en la humanización de los rasgos y atributos de las

imágenes sagradas para reproducir una piedad individual y/o familiar, una religiosidad doméstica.

Las clásicas escenas de Sª Ana, la Virgen y el Niño, son emblemáticas de ello: sirvieron, en la nobleza,

el funcionariado y la burguesía altos, como aglomerante de casta frente a las contradicciones de un

mundo en plena dilatación colonial a través de las rutas del Atlántico. Se apelaba a su sensibilidad e

imaginación virtuosa, no a su reflexividad intelectual, y de ahí la composición escénica/espacial, la

teatralidad de gestos y la exquisita policromía.

44 Sas van Rouveroij, Tte. de Alcalde y concejal de Cultura y Turismo de Gante, en El fruto de la fe (2005)

45 Como convergieron también los escandinavos y germanos.

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Eran las capitales del mundo del arte, centros del ideario nuevo basado en la reproducción fiel de la

naturaleza, en sus mínimos detalles, por artistas que habían conquistado cierta independencia

intelectual para desplegar su ansia de creatividad. Ese universo de intimismo, narratividad, verismo y

suntuosidad46 en las piezas es el que educó los ojos y la mente –ya en el siglo XVIII- de la esposa -

Antonia Alfaro Monteverde- y la familia política de Antonio Lorenzo de la Rocha, así como los de su

círculo palmero de amistades ilustradas (los capitulares Monteverde –de origen antuerpiense-, Alfaro,

Massieu –nacido en Rouen, pero representante del flamenco Pieter van Dale, con cuya hija Anna se

casaría-, Lugo, etc.) en Vegueta, que debieron ilustrarle a él mismo y acabaron casándole –cosa harto

frecuente por entonces47-.

Por entonces –aun en el XVII- la elite palmera se articulaba en torno al linaje Monteverde; este había

sido establecido y fundado en el XVI por el alemán/flamenco Jácome de Groennenberghe –quien

castellanizó su apellido como Monteverde-, tras hacerse el hombre más poderoso de la Isla mediante

compra del heredamiento de Tazacorte-Argual (que acrecentó por diversos medios), aunque acabó

sus días acusado de luterano en la cárceles trianeras de la Inquisición (Sevilla) –se dijo que por

maniobras del adelantado de

Tenerife, que compitió

violentamente con él por sus

intereses en el heredamiento de

Los Sáuces, etc.-, quedando así

indiviso su patrimonio.

Una cerrada red de lazos

endogámicos iniciada por sus 5

hijos, basada en el interés

azucarero, condujo a que en el

XVII las casas de linaje en La

Palma tuvieran todas ellas

relación de sangre con aquella

cepa adueñada de la Isla:

Massieu-Vandale, Sotomayor-Vandale, Poggio-Monteverde Vandale, Vélez de Ontanilla-Monteverde,

Guisla Boot-Monteverde, Fierro-Monteverde, Lorenzo-Monteverde, etc.; algunas de las cuales

además enlazaron con los linajes de casta en las Islas capitalinas, practicando el mismo juego de

acaparación patrimonial.

46 En 1642 fue adornado un San Sebastián flamenco (h. 1510-1520) de su homónima ermita de Santa Cruz de La

Palma con 13 saetas de plata (“traídas de Indias” por el capitán Marcos de Urtusuástegui; Catálogo op. cit.); de

uso excluso en días de fiesta, se trataba de sustituir las anteriores de palo sobredorado que le atravesaban las

carnes –según la visitó el obispo Deza (1558)-: puede imaginarse la expectación/morbo sangrantes que

produciría tal hecho en el vulgo y la propia elite, y la consecuente veneración que se derivaría de ello…

47 Lamento no poder añadir detalles acerca de esta presunción de otro estudioso que ha explorado en su

biografía, Miguel Rodríguez Díaz de Quintana.

16. Basílica de Teror, abovedada y cupulada: años ‘70s del s. XX

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Uno de esos casos es, ya en el XVIII, los Alfaro Monteverde; pertenecían a ese círculo cerradísimo,

aunque quizá no al más estrecho núcleo de poder/patrimonio.

Un verdadero milagro (técnico): el descimbrado de bóvedas

La característica más eminente espacialmente del neoclásico es el abovedamiento y

cupulación del contenedor basilical, ya que retrotrae el concepto espacial al tipo basilical con

esa tectónica romana; ese era el caso de la Basílica de Nª. Sra. del Pino, de Teror, obra del

Coronel Rocha padre, Antonio Lorenzo: en el antealtar de la misma tiene él su cripta personal

por especial concesión eclesiástica, lo cual no deja de ser un hecho singular e infrecuente,

arquitectónicamente. Sin embargo, la basílica es una obra que responde en realidad,

estilísticamente, a un programa barroco, pre-neoclásico. Muy personal de su autor, por otra

parte.

Así, el alzado principal se compone de dos cuerpos que se diferencian por su composición y

elementos de lenguaje, y por el color de los materiales –la piedra-. Los elementos

ornamentales del cuerpo principal son barrocos y se mantiene cierto atavismo –que hemos

adscrito siempre a la influencia portuguesa- en la alternancia del paramento encalado con la

piedra en las aristas estructurales.

Sin embargo, hay elementos novedosos, como la ventana central que dobla la cornisa. Este

alzado se articula en vertical a través de pilastras, dando lugar a una composición tripartita –

típica de la retablística-, en la que destacan el

cuerpo central por su proporción, la dimensión

del cuerpo puerta-ventana en un mismo paño

de cantería, el remate con un paño de cantería

entre ménsulas, y el campanario.

Además de todos los elementos compositivos

del alzado, también están fabricados en cantería

el zócalo, las pilastras en esquina, la cornisa y el

paño bajo esta, la balaustrada entre pretiles y

los jarrones. Todos los huecos del alzado

principal son de medio punto y se le superponen

otras líneas con cornisamiento, que dan ese

carácter ornamental al alzado. El papel representativo del alzado-frontispicio tiene que ver

con ceremonias dedicadas a la patrona en el exterior del templo, de ahí que la fachada

juegue a ser el escenográfico telón de fondo en la perspectiva de la calle principal.

Por su parte, los alzados laterales se componen sin voluntad simbólica y con variedad de

huecos: ventanas de arco rebajado o adintelado y puertas en arco de medio punto, y en un

17. Altar mayor, basílica de Teror: lápida

del Coronel Rocha padre

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juego de simetrías y disimetrías, según los paños, que se enmarcan con pilastras y

contrafuertes. Pero se repite la combinación de paños encalados y paños con cantería

alternados. Hay unas inquisitivas gárgolas zoomórficas y cúbicas, que acechan a los devotos y

romeros contrastándose con el cielo48, conminándole a pasar al templo a pedir clemencia.

Lo que marca y da rango a la basílica es el frontispicio y su espacialidad: uno es barroco y la

otra es neoclásica, a pesar de los desvaríos ornamentales: desmadre vaticano en los equinos

y ábacos de los capiteles, especialmente los de los arcos torales, etc.

Pues bien; poco se ha reparado en el alarde que fue construir las bóvedas –si es que llegaron

a serlo realmente-, y cúpula. Esta lo es, con toda entidad estructural de una cúpula. Sin

embargo, las bóvedas parecen; verosímil la central, y falsas las laterales; pero como no

disponemos del proyecto original del arquitecto, no sabemos mucho más de sus intenciones.

Y debido a una restauración totalmente inasumible –la del franquismo final, por decreto y

sin proyecto ni control alguno por parte de los organismos locales, es decir, con la

connivencia de las administraciones del régimen-, se perdió esa característica singular del

templo. Un gesto de Estado –que dicen salió del propio tenebroso palacio del Pardo (el de la

lucecita encendida)-. Colonialista49.

Ciertamente, el neoclasicismo fue una corriente despótica, de cariz modernizador, que

intentó implantar el borbonismo –desde su propia instauración, tras una guerra de sucesión-

contra el gusto popular, que era plenamente barroco, y gótico-mudéjar de fondo, a pesar del

viejo renacentismo herreriano. Así que Antonio Lorenzo estaba en sintonía con su medio

local, aunque debió ser sensible –como aristócrata provinciano- a las tentaciones que se le

hacían y venían de arriba…

Diseñar al modo romano –a lo l’age classique, se decía en francés50-, debía considerarse

‘ilustrado’ –porque era ese el gusto de los cortesanos, de los prestigiosos ingenieros militares

y del propio rey-. Este, Carlos III, llegó a sacrificar a su genio de cámara –Mengs- en 1769 para

no debilitar el poder político-estamental en la RBASF que ejercían los consiliarios –las familias

48 Mira que te has de morir/ mira que no sabes quando/mira que te mira Dios/ mira que te esta mirando; así

rezaban ciertos dichos devotos del siglo XVII, como en un cuadro del Árbol de la Vida y laMuerte, en la catedral

de Sevilla; el papel de un demonio en la escena es tirar de una cuerda que puede tumbar en un instante el

Árbol, a medio cortar, de la Vida. Fuente: Iconografía del Árbol de la vida en la península ibérica y América,

Benito Navarrete Prieto; pdf en la red, consultado 2015.

49 En 1976, declaró la Basílica Monumento Nacional, y en 1979, Conjunto Histórico Artístico todo su entorno

urbano. En el seno de estas loables iniciativas, se enmarcó la restauración sumarísima.

50 Recuérdese: el monarca fundador de la nueva dinastía era nieto del borbón francés Luís XIV.

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Alba, Osuna, Berwick y Liria, Medinaceli, Aranda y otras-. Algo más tarde (1786) se instituyó la

Comisión de Arquitectura, el sutil aparato de la RABASF para fiscalizar las obras a realizar con

fondos públicos en todas las capitales de la monarquía: esta comisión fue la que más

eficazmente logró implantar el neoclásico.

La obra de Antonio Lorenzo es anterior a estos hitos administrativos; a alguno similar en el

entorno de la corte debió de encomendar la autorización de sus proyectos; es muy posible,

que lo hiciera por conducto del capellán real en Madrid D. José de la Rocha, su hermano y

apoderado en la corte; no es difícil que su enlace al respecto fuera Iriarte o Clavijo y Fajardo,

etc. Pero no conocemos que D. José dejara un archivo personal a su muerte; hay ciertos

indicios de que haya algunos documentos en el AHN.

Un alarde local

Aquel alarde tectónico local tiene sumo

interés, porque el cimbrado y

descimbrado de las bóvedas y cúpulas

era un momento mecánico crucial en la

definición de un espacio basilical, quizá

el de mayor exigencia y delicadeza

arquitectónica, por el riesgo que

implicaba para la fábrica.

Sin embargo –dejando a un lado otros

aspectos del tema51-, era un

problema técnico

inquietante; aunque desde

tiempos romano-imperiales

se elevaron bóvedas y

cúpulas, hasta el propio siglo

XVIII no existió una literatura

técnica solvente que sirviera

de apoyo a la confección de

cimbrados: los franceses e

ingleses formularon/divulgaron la teoría: Pitot, Couplet, Frézier en la 1ª mitad del XVIII, y

Müller ya avanzada la 2ª mitad.

51 Ya señalamos que era un movimiento estilístico exógeno, impositivo e uniformador. Aristocrático.

18. Fuerzas que actúan sobre un arco: Müller, 1769

19. Cimbras para arcos de fábrica: Müller, 1769

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59

Pero hacía falta un centro de técnicas y maestrías competentes, con sólida tradición, que

aseguraran los ensayos y alardes formales y estructurales; ese centro-laboratorio solían serlo

los palacios y catedrales, los edificios públicos; y Ciudad de Canaria tenía parada su catedral –

pocos otros edificios públicos podía haber, en una administración local famélica, sin recursos,

totalmente dependiente del rey-, desde hacía dos siglos…

Toda esta técnica estaba siendo desarrollada y pensada para arcos-bóveda de puentes; la

referida a bóvedas y cúpulas basilicales era una idéntica materia –un caso particular-, y no

era estudiada aparte en la tratadística. Porque era lo mismo.

Para final de siglo, dos españoles importaron y/o tradujeron aquellos estudios, el ingeniero

militar Sánchez Taramás y el arquitecto (y profesor plagiario) B. Bails52 –que estudió en

Francia y tradujo a los enciclopedistas53, haciendo (pocas) aportaciones propias…; a él se

atribuye la cita54 que sigue, de fecha c. 1796:

«El modo de quitarlas [cimbrias] es un punto sumamente esencial. Algunos maestros

aconsejan que se vayan quitando desde luego las tablitas y los egiones debaxo de la

clave, después los de las dovelas inmediatas, prosiguiendo á este tenor hasta los

almohadones; pero es mejor lo que aconsejan otros, es á saber, que se quiten

primero las tablitas y egiones de los almohadoes y de las dovelas inmediatas al

arranque de las bóvedas, prosiguiendo la misma maniobra de mano en obra hasta la

clave; dando por razón que la parte que obra de la bóveda y la clave se halla así más

apretada, que el asiento se hace con más igualdad, que la parte superior de la bóveda

baxa menos, y corre menos riesgo de desfigurarse su curva.» (el subrayado y la cursiva

son nuestros)

52 Un español como tantos delatado por otro español a la inquisición (1791), por leer libros prohibidos: no eran

otros que los originales de temas técnicos que traducía él, sin atribuirlos por cierto a sus autores franceses; fue

preso de sus cárceles 9 meses, que consiguieron acabar de malograrle debidamente la salud –ya era

hemipléjico-, y el final de su vida. Esta vergüenza fue aun rematada con crueldad increíble por su antiguo amigo

conde de Aranda, que al nombrársele primer Secretario-, le desterró, sin audiencia, de la corte, en medio del

pánico al proceso constituyente: había empezado la campaña contra la Revolución, que veremos en otro

apartado.

53 Su muy celebrada Arquitectura Civil (1783) es ¡una trascripción del Curso de Arquitectura (1750-77) de

Blondel, copiando asimismo sus láminas!; no fue un descuido (sistemático): lo mismo hizo con Frézier, Palladio,

Vignola, Milizia o Patte; así lo demostró P Navascués en su Estudio crítico a la Arquitectura Civil (1983) del

plagiario Bails.

54 Puentes de arco de ladrillo en la región del alto Cauca, Colombia; pdf consultado (2011) en la red

http://www.bdigital.unal.edu.co/3436/6/jorgealbertogalindodiaz.2008_Parte3.pdf

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60

El autor de la cita añade lo siguiente:

“Bails (1796) desarrolló el tema a partir de dos situaciones: una cimbra para bóveda

de medio punto y otra para del tipo rebajado, elíptico o carpanel.55 Como premisas,

establecía algunas pautas a seguir por el carpintero a cargo de las obras relacionadas

todas con el ensamble de las piezas de madera; acto seguido, entraba a calcular el

peso de la bóveda, el que debía reducirse en proporción de 14 a 11 para tener en

cuenta qué parte de él había de cargar la cimbra [nota al pie 67: Se consideraba que la

parte inferior de las bóvedas no cargaban sobre la cimbra, ya que podían sostenerse

por sí solas durante el proceso constructivo]. Retomando a Parent (1713) y Pitot

(1726), con el apoyo de sus experiencias en torno a la resistencia de materiales (en

especial la madera), Bails lograba establecer una relación entre carga máxima y

capacidad resistente de las piezas de la cimbra.” (el subrayado es nuestro)

En el momento en que se concluye el proceso complejo de montea y labra de la estructura

alámbrica –que abordaremos con detenimiento después-, es necesario acudir a un nuevo

arte constructivo: el de la carpintería de armar, para la disposición y armado de las cimbras.

Pero al iniciar el levantamiento de la cubrición basilical, ya se había cimbrado una estructura

previamente en la obra: los arcos formeros –los que sostienen el extradós que sirve para

formar la directriz horizontal de los tramos de la bóveda-. Ahora debía atacarse el cimbrado

de los arcos fajones, más espectaculares, con mayor luz y función, que iba más allá de la

estructural.

Es otro proceso anticipatorio, proyectual, obligadamente, puesto que no sólo se trata de

soportar los pesos de la piedra formera de los arcos hasta su terminación y espera, sino que

deben responder en la contra-operación que supone el descimbrado para su entrada en uso

mecánica o puesta en servicio.

En ese momento de retirada de los calzos o cuñas, el arco fajón o el elemento completo –

cúpula o bóveda-, entraba en carga, y sus riñones ‘se hinchaban’ por empuje hasta asumir su

posición mecánica. Cuanto mayor era la luz del elemento, el descimbrado era más crítico, ya

que habría más pares de calzos, lo que necesitaba una estrecha coordinación en el descalce,

pues una acción desigual produciría la distorsión y/o alabeo de los nervios, raíz del posible

derrumbe de la estructura.

Hay numerosos ejemplos de esta clase de fallos en la literatura, que podían conllevar

enormes secuelas, al ser un fracaso escandaloso.

55 En párrafos cercanos hemos aludido a la cuestión estructural de estos arcos, en relación con el uso de este

tipo por el arquitecto Rocha en el Hospital de San Martín de Ciudad de Canaria.

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61

Levantamiento de la nervadura

Desde finales del gótico se seguía los consejos56 de disponer una plataforma (de andamiaje)

a la altura de las jarjas –pieza de reunión de los arranques de los nervios de la bóveda o

cúpula-, superficie sobre la que se dibujaba el trazado de montea plana, completo, de la

cáscara. En la vertical de los cruceros, se disponía un pie derecho que mantuviera el punto

geométrico de la clave en su lugar teórico57, impostado por un conjunto de cuñas –ubicadas

por pares, para simetrizar los descalces-, desde donde se componía cada cimbra hasta los

distintos arranques, atando todo entre sí para fijar el conjunto, comprobando así la

corrección del montaje; entonces se colocaba las dovelas una a una y la clave –dovela axial, si

la hubiera-, ajustándose seguidamente de modo proporcional todas las juntas, con galgas,

para absorber las diferencias de labra y armonizar así su vista. Dispuestas así, eran rellenadas

con mortero rico de cal hidráulica/arena, y muy fluido.

Formada así la nervadura, se procedía al relleno de la plementería, generalmente con

mortero de piedra-pómez o picón, que aligeraba mucho la masa –a ejemplo de las soluciones

utilizadas en las bóvedas de la ‘media Iglesia’ catadralicia u otras58-; la plementería actuaría

como forjado cohesionando las partes, aportándole enlace esférico o cilíndrico al elemento.

En caso de no disponer plementería, cada arco quedaría a sus expensas –una frágil

estabilidad propia-.

El descalce del conjunto de pares de cuñas que impostaba el pie derecho bajo la clave, sería

el sistema de descimbrado, que permitía hacer entrar en carga a todos los arcos fajones al

mismo tiempo. Entonces, los pesos, hasta ese momento verticales, empezarían a actuar

como fuerzas y tensiones recorriendo los arcos; y si la línea de empujes había sido tenida en

cuenta correctamente –alojándose dentro de la sección del arco (criterio de auto-

estabilidad)-, la resultante de empujes actuaría sobre el enjarjado con unos 45o hacia fuera –

ver figura al final de este apartado-, el cual debería ser zunchado para afrontar esos

esfuerzos.

56 R. Gil de Hontañón, p. e.

57 En la construcción de ábsides y cúpulas con descompensación de esfuerzos, se llegaba incluso a disponer un

pilar auxiliar, de obra pero sólo ‘de servicio’ para vertebrar todo el andamiaje de cimbrado, el cual era

desmontado –de arriba abajo- tras el descimbrado, pavimentándose su base. Muchas veces no quedaba rastro

alguno, ni siquiera literario, del mismo: sólo las evidencias derivadas del estudio estructural posterior, al hacerlo

necesario, pueden desvelar su obligada –aunque indocumentable- existencia. Es una situación parecida a la que

nos ocupa en este apartado: el cimbrado/descimbrado de la cubrición de la basílica de Teror.

58 en caso de usar ladrillo, se hacía en ‘vuelta de horno’ (hiladas sucesivas) o ‘a la francesa’ (“en lechos paralelos

a los ejes x e y.” Op. cit.

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62

Si todo había sido prevenido así, el colapso solo podría ser resultado de un defecto de

construcción; ¿cuál defecto?: especialmente cualquiera que permitiera el pandeo lateral de

las dovelas –cosa no difícil que ocurriera, puesto que era casi imposible lograr el perfecto

paralelismo entre caras sucesiva de las piezas-. La plementería debía impedir esos probables

pandeos. En ese momento del descalce o descimbrado, la entrada en carga de los arcos

produciría el subsiguiente descenso de algunos centímetros de la clave y un tensionado hacia

afuera del círculo o polígono de jarjas, con una característica deformación, inmedible pero

cierta: era el momento crítico, en que la bóveda o cúpula debía comportarse como

estructura autónoma –o colapsar-.

Milagro (arquitectónico)

En consecuencia, el descimbrado y retirada del andamiaje, que dejaba la cubierta

suspendida en sí misma, era siempre un acto seguido de ceremonial social, político y religioso

específicos, objeto de una consideración cercana al acontecimiento sagrado, casi mágico o

milagroso: era en cualquier caso, para los menos crédulos, un portento arquitectónico. Y por

ello solía ser oficiado con presencia de príncipes, al rango de obispo y/o monarca, y por tanto

con presencia de numeroso y exquisito público cortesano –al que el estado llano se sumaba,

a curiosear-: un acto multitudinario.

Así ocurrió en el descimbrado del

Puente de Neuilly sobre el río Sena

(París), obra de un grande entre los

ilustrados del foco de Las Luces, el

premier ingénieur du roi desde 1763

Jean-Rodolphe Perronet –educado

por un arquitecto, principal entre los

parisinos, Beausire, y cooptado luego

por el rey59-; vale la pena reproducir

aquí el puente de Pontypridd, ya que

revela un adelanto técnico considerable.

59 En sus memorias (Oeuvres o una memoria de 1792), Perronet señaló qué puentes amaba: no sólo

realizaciones francesas –los de Gignac, Lavaur, Vizille, y más antiguos como el de Céret de 1330, o el de Vieille-

Brioude (1454)-, sino italianos como el de Verona (1354), o británicos como el de Pontypridd, 19 km al N de

Cardiff, País de Gales: tiene un arco de 45 metros de luz (1750, William Edwards).

20. Pontypridd, 43 m. de luz: William Edwards, 1756

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63

Evento este –el descimbrado, ocurrido el día 22.IX.1772-, que recogió de modo realista, muy

vivo, Hubert Robert “el último pintor rococó”: fue “la celebración de una obra humana

extraordinaria, fruto de su inteligencia”60, que nació del génie d’une nation, dentro del plan

que en 45 años (1747-91) habilitó 2.500 km de vías para articular París a su periferia

metropolitana, mediante puentes cuyos arcos tuvieran gálibo, de modo que no impidiera la

importante navegación por el Sena, que abastecía a diario a París, sin comportar mayor

pendiente, de entrada y salida, del tablero.

Pero no se limitaba al aspecto técnico su concepto de ingeniería-arquitectura, sino que

estaba inscrito en una amplia reflexión urbanística de vías visuales/perspectivas, bien

conocida en la literatura de la disciplina, que implicó la renovación de diversos tejidos

urbanos o periurbanos.

Pero ese empeño y compromiso técnico, fueron lo que puso en valor el arco escarzano –en

anse de panier (‘asa de cesta’), se dice en Francia-, que marcaría para siempre los paisajes

fluviales del mundo; aturdiendo a sus convencionales colegas, en Neuilly-sur-Seine, Perronet

dispuso 5 arcos de 39 m sobre pilas de 4,2 m, con una relación flecha-luz de 1/9, que

pulverizaba la 1/5 máxima hasta entonces. Enorme acontecimiento por tanto..., como

demostró la presencia del propio monarca francés en el acto.

El funcionamiento de los puentes de Perronet era una evolución, una mutación superior del

concepto de puente renacentista –cada tramo equilibrado en su arco/pila, de estática

autónoma, con grueso dovelaje y pesadas pilas para encajar las tensiones fugantes de los

arcos-: los arcos escarzanos, en cambio, deslizaban los esfuerzos horizontales hacia los

contiguos, formando así un mecanismo solidario, cuyas resultantes debían ser

contrarrestadas en los extremos por unos potentes estribos de contrafuerza (las pilas sólo

debían asumir las resultantes de los pesos muertos).

Como consecuencia, los puentes obtenían pureza de líneas y gracilidad, con gran economía

de materiales colaborantes.

Era un avance, un nuevo concepto de artefacto, una proeza técnica; pero por el contrario,

estos puentes eran costosos por su complejidad no sólo constructiva sino proyectual,

estereotómica y de cimbrado, logística, etc. Aunque el factor económico era secundario bajo

las monarquías absolutas, se anteponía en Francia la utilidad como emblema de ilustración

para el propio desarrollo de las ciencias y las artes, y para divulgar el genio nacional –frente al

utilitarismo práctico de que alardeaba p. e. la ingeniería-arquitectura inglesa-. Formas

tempranas de la grandeur de esa nación.

60 Ingeniería de ríos: Juan P. Martín Vide.

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64

Pero todo este progreso

avanzó bajo una visión muy

religiosa, amparada en la

catolicidad y, por descontado

poniendo las obras bajo la

protección divina; se acudía

además a un gremio ultra-

religioso, el de la marinería

del lugar, por la necesaria

implementación de fuertes

arboladuras para el manejo

de grandes pesos y de las cimbras…

Para el cimbrado, todo el personal de obra oía¡ misa cada

amanecer antes de comenzar el tajo, y este se hacía bajo un

clima, duración, y cánticos, de novenario (durando 9

días)61… Perronet mandó gravar las distintas fases de las

operaciones, por lo que están visibles, en 4 imágenes muy

clarificadoras, en la red.

El descimbrado era siempre un acto fuertemente simbólico

y por ello multitudinario: la importancia del ceremonial se

descubre en el ángulo derecho abajo en la escena, junto al

estribo del fondo; mientras la masa popular ocupa las orillas

y algunas barcazas, en ese ángulo, una serie de grandes

pabellones y tiendas de lona fueron dispuestas en la orilla

para todo aquel público principal, cortesano.

En algún lugar de ese dispositivo, estarían el grupo de

ingenieros que darían con toda solemnidad las órdenes de

descalce a los operarios, quienes actuarían supuestamente

en perfecta coordinación para el décintrement o

descimbrado del fabuloso puente; cuyas cimbrias –en

español- vemos en algún punto, caer pesadamente al agua y levantar salpicaduras

espectaculares…

61 Así fue en el caso del puente de Neuilly, p. e. Así se afirma en Perronet et la Seine, de Judith Förstel (pdf en la

red)

21. Descimbrado de Neuilly-sur-Seine, Perronet

22. Cúpula s. pechinas con

linterna, basílica de Teror

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65

Pero no sólo fue esto, echando mano del artificio, el histriónico Perronet dispuso que las

cimbras fueran soltadas sucesivamente a redoble de tambor –el chasquido de tal volumen de

madera dicen que se oyó en París (a 8 km)-, mientras ninfas vestidas de blanco sembraban

pétalos de flor sobre la nueva ruta abierta, que cruzó en primer lugar sa Majesté en su

carroza62…

El célebre Mercure galant –periódico del público joven y mundano, de activa curiosidad

política e ideológica-, que circuló entre los ilustrados españoles desde comienzos de siglo

XVIII (desde la entronización y guerra borbónicas), se hizo eco de este gran espectáculo

nacional –y probablemente también lo hizo el Mercure historique el politique-, y alguno de

ellos pudo ser leído poco más tarde, por el Coronel Rocha –o por cualquiera en todo el

imperio español-.

Este tenue campo de librepensamiento –las gacetas63- fue otro frente de entrada de lo

romano-neoclásico, por medio de la ilustración gráfica y desde la propia base gráfica: la

tipografía Baskerville, p. e., frente a la Caslon, ambas diseñadas a partir de los tipos romanos.

Pero también ahí se hubo de librar duras batallas para arramblar los corsés gremiales –a un

tipógrafo no se le permitía practicar el grabado-, etc.

Una laguna local

Nadie parece haberse interesado en cómo se hacían las operaciones de descimbrado en

nuestra tierra; no faltaron ocasiones. En el caso de la basílica terorense, el diseño de la

cúpula contaba con la disposición de un óculo cenital con linterna como clave; la cual, si bien

era semejante a la realizada una década atrás en la cúpula de la iglesia jesuita, no dejaba de

tener complicaciones técnicas, por lo infrecuente aquí de estas complejas operaciones

constructivas.

62 Misma fuente citada

63 Renaudot creó La Gazette en 1641: el primer periódico conocido. Antes de ello, circulaban en los puertos los

fogli a mano, avissi o gazette, circulados por los menanti –mercaderes de noticias-: 4 páginas en cuartilla, sin

titular ni firma, con data y ciudad de edición, eran noticias tomadas de marineros, peregrinos, militares…

Venecia, potencia comercial en el siglo XIII, fue el foco de partida hacia Occidente; nouvelles se les llamó en

Francia. Las monarquías y el papado se significaron en la censura de ellas, en particular Pío V, papa de la

contrarreforma, su sucesor Gregorio XIII y también Sixto V: las bulas Constitutio contra scribentes et dictantes

monita vulgo dicta avissi et ritorni y Ea est fueron un colofón persecutorio contra los menanti. La imprenta

absorbió parte de ese mercadeo, pero el género manuscrito pervivió hasta el siglo XVIII, gozando de notable

consideración, gracias a un cierto desarrollo técnico y oficinas de corresponsalía fija en cortes y puertos

principales, de los que salían avissi para suscriptores fijos (mercaderes, agentes papales, espías, etc.)

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66

Cómo se construyó esta cúpula? No tenemos información técnica, ni anecdotario, al

respecto. Pero debió ser un aparejo costoso y espectacular, y por tanto es de esperar que su

descimbrado tuviera alguna trascendencia ciudadana,

notoria con seguridad: con mucha probabilidad, las

Actas del Cabildo catedralicio –que sólo hemos

podido consultar parcialmente-, deben informar de

ese evento.

Podemos constatar que nuestra bóveda la forman 8

arcos fajones esféricos, montados sobre un anillo –o

juego de anillos- formero, montado sobre pechinas

cóncavas, quedando coronado por el óculo-anillo que soporta la linterna con cupulín. Al

parecer, tal conformación mediante arcos fajones, según la foto-documentación anterior a la

intervención de los años 70, también se dispuso en la bóveda que cubrió la nave central, y

quizá también en las bóvedas rebajadas laterales –que parecen más bien cáscaras sub-

cilíndricas o pseudo-bóvedas-.

Por tanto, todo ello hubo de ser cimbrado. Y descimbrado. Y proyectado y calculado

resistentemente… Y construido concienzudamente, esto es, bajo la dirección atentísima del

Coronel Rocha. Sabemos que el Antonio Lorenzo se desvivió por esa fábrica, durante sus 6

años estuvo a pie de obra, casi sin interrupciones.

Por supuesto, se hubo de programar y dibujar, por trazado de montea, todo el trabajo de

labra –por los labrantes de Arucas-, considerando con precisión la concurrencia geométrica

de las 8 dovelas-cruceras con el anillo cenital; la relación entre la longitud/diámetro del anillo

zunchante, el tramo de los arcos fajones y el diámetro del anillo cenital debía ser –o

responder a- una ecuación muy concreta…

Y todo ese mecano, hubo de ser reconstruirlo sobre plataforma ubicada en el plano de

cimbrado –o sea, del anillo de arranque, una vez consolidado este juego de elementos,

naturalmente-.

Es seguro –no cabe especular otra forma de ejecución- que el anillo cenital debió ser

presentado con toda precisión geométrica en su replanteo, hecho mediante trazado de

montea sobre plataforma, con puntales acuñados bajo el óculo o anillo, y montados los arcos

fajones, etc., como ya describimos… Y una pregunta oportuna es si la linterna con cupulín, fue

en ese momento dispuesta ya, o bien –como parece más prudente- después: una vez

plemetada la nervadura de la cúpula –esto es, los segmentos esféricos de inter-nervadura-,

por completo.

23. Cúpula basílica de Teror

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Todas estas prevenciones, no eran sólo una cuestión estética, para un buen acabado que

fuera percibido más o menos por el ojo; era también una cuestión estructural y de

estabilidad-seguridad: el plano del anillo cenital y su posición esférica, así como los puntos de

entrega de los arcos fajones, debía tener una perfecta disposición alámbrica y conforme –en

sí misma-, equilibrada en todas direcciones, para que los empujes sobre los arcos fueran

compartidos en ocho fracciones, y descendieran establemente de forma vertical hacia su

enjarje al anillo, y de este al crucero y al suelo.

Y eso iba a comprobarse inmediatamente al hacerse el descimbrado, aflojando los pares de

cuñas, momento en que el anillo cenital descendería unos centímetros, en perfecto plano

horizontal… Es obvio así, que todas las piezas debían encajar milimétricamente, de acuerdo al

diseño trazado por Rocha previamente.

Es francamente milagroso (técnica, mecánicamente) que esta cúpula no haya caído nunca, a

lo largo de siglos de deslizamientos y asientos erráticos del sistema estructural de la basílica.

Es posible que ello se deba a que está semi-apoyada o encastrada en el bloque trasero del

volumen, mucho más masivo que el salón basilical.

Sin pena ni gloria

Si no tenemos descripción técnica, tampoco nos ha llegado la cronística; esto es, no

conocemos fiesta o celebración de la culminación de la fábrica –que no la de Dedicación del

templo, que sí hemos desarrollado en otro punto de esta Tesis-: ahí puede rastrearse la

huella dejada por el portento arquitectónico, que los eclesiásticos leyeron en clave celestial.

Aparte de la sobrecarga milagrera que trasmitieron los cronistas, como Álvarez de Silva,

colocar la clave de cúpula de una iglesia era siempre un suceso de potente simbolismo, que

era ocasión para un ceremonial eclesial, asambleario, hecho a los ojos de la ciudad y sus

estamentos, un acto de participación colectiva. Y por ello, se escogía una festividad señalada

para ello…

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68

III. El Coronel padre. D. Antonio Lorenzo de la Rocha.

– El hombre y su Casa.

– El goce local del linaje.

– Fallecimiento y sucesión en la Coronelía y Dirección de

obra.

– Conclusión.

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D. Antonio Lorenzo de la Rocha. El hombre y su Casa.

En el tomo III del Nobiliario de Canarias de Fco Fernández de Bethencourt y Junta de Especialistas, La

Laguna 1959, en la página 686 encontramos la filiación nobiliaria de Antonio Lorenzo de La Rocha y

Béthencourt. En la sección del apellido Béthencourt,64 se presenta la historia del mismo, y en el

apartado CASA DE BÉTHENCOURT-CASA MELIÁN DE BÉTHENCOURT –descendiente esta sub-rama de

un Capitán Melián considerado gran cavallero francés, y situado en la primera conquista entre los

más inmediatos segundos de Jean de Bethencourt-, figura la filiación IX. Doña Ángela Teresa Lorenzo

de Béthencourt y Ayala (n. 1674-?): es la madre de Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt.

Esta señora –Ángela Teresa- había heredado por muerte en combate de su hermano José65 –el

mismo año de nacimiento de Antonio Lorenzo-, la Casa y Alcaidía Perpetua de Santa Cruz del

Romeral; de su casamiento en 1696 con el Coronel Cristóbal de La Rocha y Béthencourt –sería por

consiguiente, su padre-, nace Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt (?-27.III.1783, a los 75

años): nació en 1708?.66

Así es, su partida de nacimiento la da J. Sánchez en el artículo Los Rocha de Telde, 2009. Su

testamento, según el Nobiliario...: 12 agosto de 1782, ante el escribano de Las Palmas Antonio Miguel

del Castillo.* (Ver extensa nota al final)

Esta composición parece no parte de nombre compuesto, sino apellido –y nuevo-: Lorenzo de

Béthencourt, Lorenzo de La Rocha67. Parece que nuestro Coronel don Antonio escogió como apellido

el Lorenzo de proveniente del apellido de su madre para componerlo con el la Rocha proveniente de

su padre, resultando de ello el Lorenzo de la Rocha, y Béthencourt suyo. La razón de esta operación

con su apellido debe ser que, con la muerte de su madre -como explica el texto de Fernández de

Bethencourt-

"terminó la rama agnada de esta ilustre familia de la Gran Canaria, en la que había recaido la

representación de la de Melián de Béthencourt en dicha isla, y pasaron ambas y la Alcaidía

Perpetua de Santa Cruz del Romeral a su hijo mayor el Coronel del Regimiento de Telde Don

Antonio Lorenzo de la Rocha....".

64 que figura al cargo de Sergio Fernando Bonnet y Suárez y Leopoldo de la Rosa y Olivera 65 "Alcaide Perpetuo de la Casa-Fuerte de Santa Cruz del Romeral, falleció soltero en Agüímes, el 18 de abril de 1712, a consecuencia de las heridas que recibió al reventar uno de los cañones de su castillo, en lucha con barco pirata". 66 Al ser dudoso, pregunto: Miguel R. Díaz de Quintana me dice que nació en 1712.

67 Puede que también lo fuera en el caso de un Antonio Lorenzo de Quintana, Cura de Teror que hizo información de hidalguía en mayo10 de 1745 (Anales de Millares).

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70

Sus 23 años de mayoría de edad llegaron en 1735: por esta fecha debe comenzar la actividad pública

de D. Antonio... Pero fijémonos en el detalle importante: no se sabe la fecha de su entrada en el

gobierno de la Casa Rocha, pero debió ocurrir a la muerte de su padre –no la tenemos simplemente

porque F.dez de Bethencourt no la da; cuándo fue?; la dá D. Julio Sánchez?-.

La filiación paterna anterior de Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt es:

I. El capitán Domingo de La Rocha y Mariana Rodríguez Ferrer casados en 1641, fueron padres de

II. José de La Rocha y Ferrer (nacido en Sta Cruz de Tfe.), Regidor perpetuo de Gran Canaria, capitán

de las Milicias y Sargento Mayor de la Isla. Casó con Josefa Simona de Béthencourt Castrillo (hija del

Regidor de Gran Canaria Fco de Béthencourt Camacho: )por esta vía le llegó la regiduría?), y fueron

padres de

III. Cristóbal de La Rocha y Béthencourt -su padre-, coronel del Reg. de milicias de Telde y Alcalde Real

de Telde (1706), y después coronel del Reg. de milicias de Las Palmas (1740); ejerció por su esposa, al

casar con la citada Ángela Teresa Lorenzo en 1696, la Alcaidía Perpetua de Sta. Cruz del Romeral.

Ambos son los padres de solo 2 hijos:

IV.

1. Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt y

2. Doctor José de La Rocha Lorenzo de Béthencourt, capellán mayor en Madrid.

Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt casó (cuándo?) con Antonia Xaviera de Alfaro y

Monteverde, hija también de un Coronel, "de Caballos Corazas", (Francisco Tomás de Franchi-Alfaro y

Valcárcel, casado con Beatriz Monteverde y Brier), y tuvieron 3 hijos: José Lorenzo, Francisco Nicolás

y Ángela. El mayor es quien continuó la línea.

V. José Lorenzo de La Rocha Béthencourt y Alfaro, también Alcaide Perpetuo, coronel del Regimiento

de Telde y Síndico Personero general de Gran Canaria en 1779, de quien lo heredó su primogénito

VI. Agustín ...68

En Antonio Lorenzo de La Rocha y Béthencourt convergió la titularidad de varias casas nobiliarias,

por su madre (Melián de Béthencourt) y por su esposa (marquesado del Sauzal y de la Candia).

Descendiente tataranieto de él fue el Alcalde de Las Palmas José Eustaquio de La Rocha y Lugo,

también senador; su hija M.ª Dolores fue merecedora "por sus virtudes" de que el Ayuntamiento

diese su nombre a una calle conocida de Vegueta.

68 Es el Agustín María de Pino de que habla Díaz de Quintana; 3 días después de cuyo nacimiento, murió su

madre.

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71

Las nietas –siguiendo el Nobiliario...- de este Alcalde fueron las señoras que donaron al Obispado,

según J. M. ALzola, la casa-palacio de La Rocha ubicada en la calle Malteses de Triana. Según el

Nobiliario... fueron –en tanto hijas de Mª Dolores de La Rocha y Casabuena y su primo Diego

Manrique de Lara y Casabuena, diputado provincial-, las tres siguientes:

1. Cayetana Rafaela Manrique de Lara y de La Rocha (1.XII.1872-21.VI.1937, soltera).

2. Rafaela (6.I.1875-?), sin descendencia de su matrimonio con Santiago de Ascanio y Montemayor.

3. Mª de Rosario (14.VII. 1879-?), viuda de Gustavo de Bascaran y Reina. Padres de

Mª Dolores de Bascaran y Manrique de Lara (6.II.1902-), soltera.

Pero D. Antonio Béthencourt Massieu, descendiente del Coronel, señala que la casa matriz de los

Rocha era en realidad la que se encuentra en la Plaza de Sta. Ana entre la Regental y el callejón de

Frías; él mismo pasó toda su infancia y juventud en ella. También dice que Alzola puede estar

equivocado, y que la Escuela de Industria estaba realmente en la edificación que Alzola llama de

servicio (de la casa-palacio Rocha) y que da frontis a la Peregrina.

Pero un plano de la conocida ENCICLOPEDIA ESPASA que figura en la voz PALMAS (CIUDAD REAL DE

LAS) señala inconfundiblemente como ubicación de la Escuela Superior de Industria toda la parcela en

escuadra que se apoya en la esquina hacia naciente de la confluencia de las calles Peregrina y

Malteses, dando sus dos frontis uno a cada calle, y dejando exenta en efecto la propia esquina que

aparece rayada en rojo; según el INDEX, la publicación de los tomos del Cuerpo alfabético de la obra

(70 unidades), se extendió desde 1908 y 1930.

[En las hagiografías fascistas de los años 50 y 60 –prensa falangista- se le atribuye procedencia

portuguesa, sin duda, por la línea Rocha]

[* (aquí la nota correspondiente al asterisco).

pero esto no es así (parece un error): en torno a esa fecha sí hay en el Legajo correspondiente del

citado escribano (año 1781-1782, signatura 1.844), un "Ajuste y combenio" –con fecha "dies y nuebe

de Agosto de mil Setecientos ochenta y dos años"-, pero es entre "Nos D.ª Josefa Benitez, y D.n Josef

de la Rocha Alfaro, Teniente Coronel de Milicias Provinciales del Departamento de Telde, y vecinos

ambos de esta Ciudad", y por un litigio referido al arrimo de una cocina a "unas Casas Altas,

sobradadas, q. fueron del D.r D.n Nicolás de Alfaro y Monteverde, que se hallan lindando p.r una

parte con la Hermita de S.r S.n Antonio Abad, y p.r la otra, con Casas de mi la d.ha D.ª Josefa, q.e

heredé de D.n Miguel Benitez Xuarez mi Padre; y haviendose entablado pleito entre este y el d.ho D.r

D.n Nicolas de Alfaro sobre la construcción de una Cocina...". Otorgan y Firman ambos.

En el índice alfabético o ABCD de este Legajo 1.844 –que pone la notaría al comienzo del mismo-, no

figura su nombre.

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En el Legajo 1.842, del año 1779, folio 106, figura el coronel protocolando su Poder otorgado por D.ª

Manuela Rodrig.z Benero y Lobatón, viuda del Señor D.n Miguel Martinez de Escobar, Oydor fiscal q.e

fue de la Real Audiencia de las Charcas de la Ciudad de La Plata para que le administre sus bienes, a

mayo 21 de 1779. Firma y rubrica el propio coronel asi: Ant1 de la Rocha Betancourt.

En el folio 86 del mismo Legajo 1.842 del año 1779, figura citado con igual nombre -Coronel D.n

Antonio de la Rocha Betancourt, vez.1 de esta Ciudad- comprando 2 fanegadas y media de tierras

labradías "donde dicen las Rosas de Montaña cercada en d.ho Pago [Carrizal]" lindantes con tierras

suyas, a Miguel de Artiles vecino del Pago de Carrizal, jurisdicción de Agüímes, "en precio y cantidad

de ciento y diez y ocho pesos corr.s" según habían tasado los peritos que se nombran; fecha 22 abril

1779.

El goce local del linaje.

En el Legajo 1.843, del año 1780, figura en el folio 96 b.º como apoderado del mismo Miguel

Martínez de Escobar y su viuda... Por este documento se nos aclara o podemos deducir algo que no

estaba evidenciado para este doctorando, pero que así lo entendian desde Indias entonces: que el

coronel tenía residencia en Madrid (también); y es que en realidad era cierto, porque allí tenía casa, y

le servía de hombre en la corte, su hermano José, capellán mayor [[folio 143 del testamento de

Antonio de la Rocha] "D.n Josef de la Rocha Betancourt Capellan Mayor de S.M. de la Ygl.0 del Refugio

de Madrid su Tio, Hermano entero de d.ho S.r difunto"]... La viuda citada le encomendaba que

cobrase cuanto se debiera a su marido en España, de cualquier especie.

D. Antonio era por tanto un hombre muy bien articulado en lo político, a la escala de la metrópoli y

también en las Américas; si la mente se dejara correr, parecería tal vez un agente de la corte (y/o

personalmente del monarca) en la Isla, e imaginar que de ahí se derivara la carencia total de biografía

suya. No hay fundamentos para afirmarlo, pero…

Ello resulta coincidente con la misma desaparición total de documentos en la época de los prelados

Morán y su sucesor, que fueron expurgados del archivo episcopal a principios del XIX con el

flaquísimo argumento de que embichaban el mobiliario de palacio...

Demasiado coincidentes resultan estas sublimaciones de información delicada, si se añaden al uso

directo de las llamas en el archivo vital del Ayuntamieno-Audiencia regental...: este expurgo total de

evidencias personales y políticas en una época de polarizaciones y decisiones muy comprometidas,

resulta cada día más sospechoso, porque además nadie lo investigó (ni lo investiga).

Una época realmente oscura.

Y sin embargo los Coroneles eran la cúspide de ese andamiaje señorial; y como se puede entrever en

las disposiciones testamentarias y en el relato de su hijo acerca del entierro de su padre en la basílica

de Teror, la pompa fúnebre lo representó adecuadamente: su féretro fue escoltado por 12 pobres

con cirios, cual 12 apóstoles que siguieran a un Jesucristo de 1783.

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Pero los indicios de un control social poderoso son constantes, mucho más vastos en la

documentación notarial.

En el folio 42 bº vuelve a figurar para una obligación que le hace al coronel, doña Ygnes Montesdeoca

viuda de Josef Díaz, vecina de Tenoya –en fecha 7.III.1780-, acerca de arrendamiento por el S.r

Coronel de una tierras por 3 años, de las que recibirá por el mes de Agosto 20 fanegas de trigo bueno,

limpio por año...]. Cierra el acuerdo con la fórmula clásica:

"quedan á las Justicias y Jueses de S.M. para que se lo hagan guardar y cumplir como si fuese por

sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, con renunciac.n de la Ley de la esperas, las de los

casos fortuitos; las de la mancomunidad, y las demas q.e en este caso les favorecen; y la suso d.ha las

de Toro, Madrid y partidas, y la g.ral en forma". No firmaron por no saber, lo hace un testigo habitual,

Josef Ant.º de S.ta Anna.

En el folio 86 y siguiente figuran los tenientes coroneles D.n Josef de la Rocha y D.n Pedro Huesterlin,

acerca de 510 pesos de a 15 reales corrientes, puestos a censo con la Hermandad del Santísimo

Sacramento en mayo 12 de 1790.

En el folio 87 figura un acuerdo de mayo 15 de 1780 que firma el coronel Antonio de la Rocha

Betancourt como Secret.º de la V.e Hermandad del Santis.º Sacram.to cita en la Parroquia de esta S.ta

Ygl.ª Catedral, acordando lo anterior en Junta particular; los 510 pesos ["que hasen reales vellon

corr.s siete mil seiscientos y sinquenta" en 1779a] había sido redimidos por Juan Lorenzo Ramos, que

había sido impuestos a favor de la citada Hermandad por sus abuelos D.n Josef Cabrera y Dª Leonor

de Osorio.

Se le vuelve a citar en el folio 94 en razón de poder y acuerdo de intercambio de fecha mayo 18 de

1780 entre los vecinos de la ciudad Juan de Cardenes y Salvador Socorro y el coronel, en referencia a

la testamentaría de D.n Bernardino Carbonell.

Hay algún otro en que aparece D.n Antonio, sobre misas de cierto matrimonio Suárez, sin

descendencia, vecinos de La Vega, de este mismo año 1780.

En el legajo 1.845, correspondiente al año 1783 folio 23 bº, vuelve a figurar D. Antonio arrendando

tierras en Teror sembradas de millo y trigo, a Luís Suárez, que no sabe firmar.

Fallecimiento y sucesión en la Coronelía.

Y por fin, el Abecedario de este, dice "El coronel D.n Anton.º de la Rocha su testamento, folio 136

b.to": lo he transcrito exactamente como viene en el Legajo, esto es, inserto en el Testamento-poder

que otorga su hijo. Dice así:

[folio 136 vº]

al márgen:

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Testam.to. En la Ciudad de las Palmas Ysla de Canaria a dies y seis de Agosto de mil Setecientos

ochenta y tres años, estando en las Casas de su havitac.n, ante mi el Ynfrascrito escr.no pu.co y t.gos

comparecio D.n Josef de la Rocha Betancourt y Alfaro Teniente Coronel del Regimiento de Milicias

Provinciales del Departamento de Telde, y vecino de esta d.ha Ciudad, de cuyo conocim.º doy fee, y

Dixo, que/

[folio137] (se intercala el testamento de su padre –folio 137- que va a renglón seguido)

Sepase como yo D.n Antonio Agustin de la Rocha Betancourt Coron.l de Milicias Provinciales

del Regimiento de Telde vecino de esta Ciudad, hallandome como de presente me allo sano y en mi

entero y caval Juicio, aquel que la Divina Mag.d por su infinita misericordia a sido servido darme, y

creyendo como frimisimamente creo en el alto y soberano misterio de la santísima Trinidad, Padre,

Hijo, y Espiritusanto y en todos los demas q.e nos enseña la santa Yglesia Catolica, y vajo cuia feé he

vivido y espero morir, queriendo como mortal tener dispuesto en devido t.po las cosas temporales y

que puede llegar en ocasión q.e me lo impida, precaviendo qualquiera acontesim.to lo hé

comunicado con el ten.te coron.l d.n Josef de la Rocha mi Hijo de este mismo vesindario y para q.e

este lo haga por mi, Por el presente otorgo que le doy y confiero todo mi Poder bastante el q.e por

d.ro se requiere y sea

[folio 137 v.º] necesario para q.e a mi nombre haga y disponga mi testamento en el modo y forma

que se lo tengo explicado, no obstante q.e sean pasados los terminos q.e las Leyes de estos Reynos

par su extencion le conceden; mandando pagar mis Deudas, y demas cosas de descargo de mi

conciencia, haciendo las Mandas, legados, y Declaraciones, con el señalam.to de sufragios q.e le

tengo ynsignuado, no obstante q.e en este Poder no ban expresadas, pues sin embargo de ello quiero

que balga todo lo que ordenare y dispuciese lo que desde aora para quando llegue el caso apruebo,

revalido, y ratifico como si por mi propio fuese dictado y hecho especial mencion. Declarando, como

declaro q.e si acaeciese mi fallesim.to en esta Ciudad o en la jurisdicion de Telde, u otro paraje de esta

ysla mi cadaver sea sepultado en la Ygl.ª Parrochial del Lugar de Teror en el Sepulcro que tengo en su

Capilla mayor, vien entendido que esto se abra de executar, no

[folio 138] impidiendolo los tiempos de Llubias o q.e mi cadaver no de lugar para d.ha translacion,

porque en ese Caso, devera darsele sepultura, si fuere en esta Ciu.d en la Ygl.ª del Sagrario en una de

las q.e tiene señaladas para sus confratres, la ven.e Hermandad y Esclavitud del Ss.º, Y si subsediese

en el Lugar de Telde se hará en el sepulcro que en su Parrochia tengo de mis mayores. Nombrando,

como nombro por mis Albaseas testamentarios al dho mi Hijo, a los Doctores d.n Lorenzo Viña

Dignidad de Prior en esta S.ta Ygl.ª Cath.l, a d.n Phelipe Alfaro Canonigo en la misma, a d.n Sancho

Figueroa de la Serda Cap. de Ynfantería mi Yerno, a todos juntos, y a cada uno insolidum

confiriendoles el pod.r para el cumplimiento de mi Testam.to, prorrogandoles el t.po q.e nesesiten

ademas del q.e esta prevenido por d.ro. Instituiendo, como instituio por mis unicos y universales

herederos en el remaniente de todos mis vienes, d.ros, acciones, y futuras subseciones, al ya

[folio 138 v.º] mencionado ten.te Coronel d.n Josef de la Rocha y a D.ª Angela de la Rocha y Alfaro mis

hijos lexitimos, y de la Sra. D.ª Antonia de Alfaro mi difunta y amada consorte por yguales partes Y

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revoco, anulo, y doy por ningunos, y de ningun valor, ni efecto qualesquiera testam.tos, cobdicilos,

poderes para testar, y otras disposiciones que tenga hechas, q.e toda, ni alguna de ellas quiero q.e

balgan, ni hagan feé, salvo esta, y la q.e en virtud de el hiciere y otorgare el predicho mi Hijo que

habra de guardarse por mi ultima y postrimera voluntad, para todo lo que incid.te y depend.te le

confiero este sin limitasion; En cuio testim.ª otorgo el pres.te en esta Ciu.d de Canaria a veinte y uno

de otu.re de mil setecientos setenta y ocho años: Y el S.r otorgante a q.n Yo el infrascripto esc.no

pu.co doy fee q.e conosco, y de hallarse en su entero Juicio segun lo concretado de sus rrasones asi lo

dijo y firmó siendo t.gos Antonio Piris, Pedro Mig.l Navarro, y Josef de Sta Anna vesinos de esta Ciu.d.=

Antonio dela Rocha y Betancourt = Ante mí = Anto

[folio 139] nio Mig.l del Castillo es.no pu.co. =

Es copia de su origin.l q.e ante mí pasó y queda, a que me remito y signo y firmo el pres.te oy dia de

su otorgasion

EN TESTIMONIO DE VERDAD

Antonio Mig.l

del Castillo, s.no pu.co (rúbrica).

(dos folios en blanco, inutilizados)

[folio 140] (ahora continúa el texto del otorgante, su hijo)

el S.or D.n Antonio de la Rocha Betancourt Coronel que fue del mismo Regimiento su Padre, por su

poder que otorgó ante mi en veinte y uno de Octubre del año pasado de mil sett. y ochenta, se lo

confirió a este otorgante para q.e a su n.bre hiciese y ordenase su Testamento en el modo y forma q.

se lo tenia comunicado; Y haviendo pasado d.ho S.r Coronel de esta presente vida a la eterna, desde

el dia veinte y siete de Abril pasado del corr.te año; Y queriendo cumplir con lo q.e le dejó

comunicado, en fuerza del citado Poder, que para la validacion de este se incerta aqui en tres foxas, y

su tenos a la letra es el sig.te.

Aquí el Poder

En cuyo uso aceptandolo, como lo acepta, y poniendo en execucion la referida disposicion, otorga por

el pres.te q.e fue la del referido S.r Coronel D.n Antonio de la Rocha su Padre la sig.te.

Declara haver dispuesto, que su Cadaver fuese sepultado en la Yglesia Parroquial de N.ra Sra. del Pino

en el Lugar de teror, en el Sepulcro q.e tenia señalado con Lapida, en su Capilla m.or; y con efecto

haviendo acaecido su fallecim.to en esta Ciudad, fue llevado a d.ho Lug.r

[folio 140 v.º] de Teror con todo aquel aparato y desensia correspondiente a su caracter y persona,

yendole acompañando quatro Religiosos Sacerdotes de cada una de las Comunidades desta Ciudad, y

dadocele Sepultura al sig.te dia en la d.ha Capilla Mayor de la citada Ygl.ª, con toda aquella pompa de

Sera, Misas, y demas q.e dejo dispuesto y comunicado; lo que asi se ejecutó sin faltar a lo minimo;

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antes sí atendiendo a lo Yl.tre de su persona, procuro el otrog.te el q.e se atendiese d.ho funeral a

todo aquello q.e redundara en benficio de su Alma.

Declara haver asi mismo dispuesto, que luego q.e falleciese se le trasladase a su Cadaber á d.ho Lug.r

de Teror, y enterrase en elSepulcro q.e ya queda d.ho, y le fue señalado, y donado por el

Eminentisimo por el S.or Cardenal Patriarca D.n Fran.co Xavier Delgado y Venegas Dignisimo Ob.po

que fue de esta Diocesis, poniendocele en lo interior del Cuerpo el Avito del Serafico Padre S.or S.n

Fran.co, aplicandocele por los doce Religiosos Sacerdotes que le fueron acompañando en los dos dias

de Cuerpo pres.te y honrras, pagandoseles por cada una medio peso corr.te; todo lo q.l asi se executó

y por haver intermediado el dia de la festividad del

[folio 141] S.or S.n Pedro Martir y no poderse haver hecho en este las honrras, fue presiso haver de

pagar á cada uno de d.hos Religiosos la Misa dee ese dia, que aplicaron p.r el Anima de d.ho S.r

Coronel, dandoceles la propia limosna señalada; ademas de lo qual se pagaron a cada uno de los

Prelados de las tres referidas Comunidades, veinte pesos, para el costo de los d.hos quatro Religiosos

en el modo y forma q.e lo dejó dispuesto.

Declara haver sido voluntad del citado S.r su Padre, se le mandasen aplicar quatrocientas Misas

resadas, Ciento p.r la Colecturia de esta S.ta Ygl.ª Cathedral, y Ciento p.r cada uno de las tres

Comunidades de S.or Sto. Domingo, S.n Fran.co y S.n Agustin de esta propia Ciudad, haciendocele un

Oficio menor en cada una de las Yglecias de d.hos Conv.tos, pagandoceles la limosna acostumbrada

de tres rs v.n corr.tes por cada Misa, y quince p.r el Oficio; lo q.e igualm.te se practicó sin retardacion

alguna, haviendocele hecho otro Oficio en la Ygl.ª del Sag.º de esta Cath.l con todo aparato, como si

fuera de Cuerpo presente en el mismo dia a su enterramiento, y con el propio aparato se hicieron

otros dos Oficios en el citado dia en la Yglª Parroq.l

[folio 141 v.º] del Pueblo de Telde, y en la del Conv.to de S.n Francisco de él, aplicandocele por los

Sacerdotes Seculares, que alli havia las Misas de ese dia, y a todos se les pagó la limosna

acostumbrada por uno y otro.

Declara haver tambien dispuesto, que por todos los Sacerdotes, q.e a la sason de su enterram.to,

honrras, y Cabo de año, se hallasen en el citado Lug.r de Teror se le aplicasen p.r su Anima las Misas

de d.hos tres dias, dandoceles de limosna p.r cada una quatro r.s v.n y m.º; lo que igualm.te se

practicó y satisfizo.

Declara haver sido voluntad del predicho S.r su Padre se le dixesen en la d.ha Ygl.ª Parroquial de Teror

a la mayor brevedad las Misas de S.or S.n Visente, pagandocele al Sacerdote que las dixera dies p.s

por su limosna; las que prontam.te se le aplicaron, y satisfizo el otorg.te.

Declara tambien haver ordenado, que fuesen doce Pobres con Sirios ensendidos acompañando su

Cuerpo a la d.ha Yglecia, donde se le dio sepultura, dandoceles de limosna Tres pesos; lo que

practicaron y se les pagó.

Declara haver dispuesto asimismo, que se repartiesen

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[folio 142] Ciento y sinquenta p.s entre Pobres, los Ciento a los de esta Ciudad, y los Cinquenta á los

que recidiesen en d.ho Pueblo de Teror; y prontamente se distribuyeron en esta Ciudad p.r orden de

le otorg.te en diferent.s Pobres de solemnidad, y ademas se repartieron otros dies entre los

mendigos, y los Sinquenta se executó el mismo repartim.to por el Cura de aquella Parroquial entre

Pobres de solemnidad.

Declaró, que todos los Domingos de un año despues de su fallecim.to se le dixese una Misa resada en

la d.ha Parroquia de d.ho Pueblo de Teror, con quatro Sirios ensendidos sobre su Sepulcro,

pagandoce de limosna p.r cada una de ellas Tres r.s v.n; lo q.e asi se está executando.

Tambien dispuso, que se le diese a la Fabrica de d.ha Ygl.ª de N.tra S.ª del Pino Cien libras de sera, por

el gasto que pudiera tener en la q.e havia de poner en los tres dias de Cuerpo pres.te, honrras y Cabo

de año, y el de los Sirios q.e havian de arder en los Doming.s del año; lo que asi tiene ya executado el

otorgante.

Declara haver mandado se diese de limosna a las Mandas forsosas, y Snatos Lugares de Jerusalem,

quince r.s v.n

[folio 142 v.º] por una ves con que las ceparó de sus bienes.

Declaró haver sido Casado y Velado segun orden de N.tra S.ª MAdre Ygl.ª con la S.ra D.ª Antonia

Alfaro y Monteverde, con quien durante su sociedad conyugal procrearon por sus Hijos lex.mos á este

otorgante y a D.ª Angela Josefa de la Rocha y Alfaro, y por tales sus Hijos lex.mos, y de su lex.mo

Matrimonio los dejó declarados.

Ordenó y dispuso, que cada uno de sus dos Hijos, tomasen Cien p.s para los costos de Lutos,

dandoceles a sus cirvientes para el mismo efecto Sesenta; lo que asi está executado.

Declara haver Casado el expresado S.or Coronel D.n Antonio de la Rocha a la d.ha su hija D.º Angela

Josefa de la Rocha y Alfaro con D.n Sancho Figueroa de la Serda Cap.n de Ynfanteria, y Ayudante

Mayor del citado Regimiento de Telde, a la que señaló por razon de su Docte, y p.r quenta de su ha de

haver en las legitimas Paterna y Materna y demas futuras subcesiones Ciento veinte y siete mil

doscientos ochenta y tres r.s v.n, y veinte y seis mrv.s de la moneda antigua, ademas de la donacion

vitalicia que le hixo el D.r

[folio 143] D.n Josef de la Rocha Betancourt Capellan Mayor de S.M. de la Ygl.ª del Refugio de Madrid

su Tio, Hermano entero de d.ho S.r difunto, en los bienes raises, alhajas de Plata, Perlas, Piedras, Oro,

con otras de su adorno y uso, segun p.r extenso, y con toda individualidad contra de la es.ra Doctal, se

le otorgó p.r ante mí en doce de Octubre del año pasado de mil Setecientos setenta y ocho, a la q.e se

remitia, y manda quede a arvitrio de la d.ha D.ª Angela, el contentarse o no, con los bienes alli

señalados, por rason de sus legitimas, o de nó el que las traiga á colacion con los demas sus bienes,

para la devida igualdad, con el otorg.te segun lo disponen las Leyes de estos Reynos.

Declaró haver comprado los bienes raises siguientes=

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Media fanegada de tierra en Montaña sercada en el Carrizal de Aguímes, a Rosalía de Medina, viuda

de Balthazar de la Cruz, en quarenta pesos, por es.ra ante Josef Montesdeoca es.no pu.co del Pueblo

de Telde, en once de Febrero de mil Settecientos sesenta y nuebe= Dos fanegadas de

[folio 143 v.º] tierras en d.ho Carrizal donde disen el Aljulagar a Rosalía García de aquel vesindario en

precio de Treinta y ocho pesos, por es.ra ante Pablo de la Cruz Machado en Catorrce de Julio de d.ho

año de setecientos sesenta y nuebe= Un pedaso de tierra de Sinco Zelemines mas o menos en d.ho

Carrizal, y en el propio Pago del Aljulagar, que compró a Fran.co y Cath.ª Ramirez en Catorce pesos,

p.r es.ra ante Juan Agustin de Herrera en nuebe de Novieembre de d.ho año de Sett.s sesenta y

nuebe= Media hora de Agua del heredam.to de d.ho Carrizal de Aguímes por la Acequia que se

nombra de D.ª Luisa, que compró a Julian Gonzalez Baterra, en precio de nobenta y siete rsv. antiguos

libre de la pencion con q.e se halla gravada, segun se advierte de la es.ra que pasó por ante el d.ho

Josef Montesdeoca, en treinta de Marzo de mil Sett.s y setenta= Dmas tierras, que seran Dies

fanegadas mas o menos montuosas en el d.ho Carrizal de Aguímes, donde llaman las Chosuelas, que

huvo de Rosalía Garcia viuda de Balthasar de la Cruz, por ante Juan Agustin de Herrera en

[folio 144] veinte y uno de Junio de Sett.s setenta y uno, en precio de Cien p.s corr.tes= Un pedaso de

t.rrade quatro Zelemines donde llaman las Rosas en d.ho Carrizal, que compró a d.ho Luis de la Cruz,

en precio de quarenta y quatro p.s, por es.ra ante d.ho Herrera en doce de Junio de d.ho año de sett.s

setenta y uno= Una septima parte de tres oras de Agua del heredam.to del Carrizal de Aguímes p.r la

Acequia de D.ª Luisa, q.e compró a Ysabel Suarez, viuda de Miguel de Morales, en presio de nobenta y

siete rsv. antiguos, seg.n la es.ra que pasó ante d.ho Josef Montesdeoca en ocho de Noviembre de

d.ho año de Sett.s setenta y uno= Por otra es.ra ante el mismo Montesdeoca, en veinte y tres de

No.bre de d.ho año, compró a Nicolas Perez de Artiles siete fanegadas de t.rra en d.ho Pago del

Aljulagar en precio de mil quince rsv. y treinta mrs. de la citada moneda antigua= En cinco de

Diciembre del año que antecede, y p.r ante el mismo es.no compró á Felipe Lorenzo Dies oras de

Relox de Agua del heredam.to de d.ho Carrizal, en Doscientos y treinta p.s= A Phelipe Lorenzo ante

Juan Herrera en Siete de febrero de Sett.s setenta y dos, dos oras mas de agua en el ante d.ho

Heredam.to, en precio de quarenta y seis p.s=

[folio 144 v.º] A Luis de la Cruz p.r es.ra ante Carlos Vasq.s en dies y siete de Sept.re del año q.e

antecede, dos oras de Relox de Agua en d.ho Heredam.to del Carrizal, en quarenta y seis p.s= A Maria

Falcon Zavallos mug.r de d.n Antonio Gon.z de Fortiñan, una suerte de t.rra en las Rosas, en Cinqueta

p.s, por es.ra ante d.ho Montesdeoca en veinte y dos de Octubre de Setecientos setenta y dos= A

Domingo Morales y Cathalina Lorenzo, dos fanegadas y media de t.rra en d.ho Carrizal de Aguímes, en

precio de treinta y tres p.s por ante d.ho Montesdeoca, en nuebe de Nov.re del mismo año de Sett.s

setenta y dos= A Nicolas Ramires y Maria Ant0 Guedes, p.r es.ra ante Juan de Herrera en dies y seis

de Diz.re del ante d.ho año, un pedaso de t.rra de una fanegada en el d.ho Aljulagar del Carrizal de

Aguimes en presio de Trese p.s= A Juan Viera y Dominga Ojeda v.s de d.ho guímes, unas t.rras en el

Pago de las Rosas, en precio de ochenta y dos p.s y m.º por es.ra ante d.ho Herrera en veinte y quatro

de Diz.re de d.ho año de Setenta y dos= A Ysabel Peña Viuda de Pedro Guerra Siete fanegadas de t.rra

en d.ho Aljulagar, en precio de nobenta y dos p.s y m.º seg.n la es.ra que pasó ante el citado Herrera,

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en tres de Marzo de Sett.s setenta y tres= A Luis Suares Ximenes v.º de d.ho Carrizal de Aguímes, tres

fanegadas de t.rra en d.ho

[folio 145] Aljulagar, en precio de quarenta y dos p.s seg.n la es.ra q. pasó p.r ante d.ho Herrera en

tres de Abril de Sett.s setenta y tres = A Luis Ag.n de Morales, p.r es.ra ante Josef Montesdeoca en

doce de Abril de Sett.s setenta y tres, dos fanegadas de t.rra en d.ho Aljulagar, en precio de Treinta

p.s= A Miguel de Artiles p.r es.ra ante d.ho Montesdeoca, en seis de Febrero de Sett.s setenta y

quatro, media fanegada de t.rra en las Rosas, con dos oras de Agua del heredam.to del Carrizal en

precio de sesenta y tres p.s= A Barth.e Caballero y Maria Artiles p.r es.ra ante Juan Herrera en veinte

de Abril del anteced.te año, una [), roto] ora de agua del heredam.to de D.0 Luisa, en veinte y tres

p.s= A Miguel Artiles p.r es.ra ante d.ho Montesdeoca en cinco de Mayo de d.ho año de Sett.s setenta

y quatro, un pedaso de t.rra de media fanegada, en las Rosas de Montaña sercada, con una ora de

agua del heredam.to del Carrizal en precio de Sinquenta p.s= A Julian Gon.z Baterra p.r es.ra ante mí

en quince de Junio del propio año, un pedaso de t.rra en d.ho Aljulagar, en presio de treinta y seis p.s

y m.º= A Luis Ag.n de Morales y Juana Lorenzo, p.r es.ra ante Josef Dom.º Aguilar en veinte y dos de

Junio de Settecientos setenta y quatro, ora y media de Agua de d.ho heredam.to del Carrizal p.r la

Acequia de D.ª Luisa, en Treinta y quatro p.s y m.º; y asi mismo vendieron los suso d.hos otra media

ora

[folio 145 v.º] de Agua del mismo heredam.to de la q.e no se encuentra la es.ra, y p.r cuia rason no se

annota aquí= A Bartholome Cantero [), roto] y Maria de Artiles p.r es.ra ante d.ho Herrera en veintey

uno de Julio de Sett.s setenta y quatro, media fanegada de t.rra donde disen las Palmas en d.ho

Carrizal de Aguímes, en treinta p.s= A Maria de la Asumpcion Artiles p.r ante el mismo Herrera en

veinte de Julio del mismo año, Cinco fanegadas y m. de t.rra en las Rosas de Montaña sercada en d.ho

Carrizal en precio de Ciento un p.s y m.º.= A Pedro Martin p.r es.ra ante d.ho Montesdeoca en veinte

y seis de Sept.re de d.ho año, una ora de Agua del heredam.to del Carrizal en veinte y tres p.s= A Mig.l

de Artiles, p.r es.ra ante el citado Montesdeoca en d.ho dia mes y año q.e antecede, dos oras de agua

del propio heredam.to, en quarenta y seis p.s= A Gregorio y Luisa Peña p.r ante el mismo

Montesdeoca en quatro de Nov.re de d.ho año, una ora de d.ho heredam.to del Carrizal, en veinte y

tres p.s= A Phelipe Martin, p.r es.ra ante el citado Montesdeoca en tres de Diz.re de d.ho año, un

Sercado de t.rras labradías en d.ho Carrizal en Sinquenta y cinco p.s= A Juan Lopes y Consortes v.os de

d.ho Pago del Carrizal, quatro oras de Agua de aquel heredam.to en precio de noventa y dos p.s p.r

es.ra ante d.ho Montesdeoca en dies de Diz.re de d.ho año

[folio 146] de Sett.s setenta y quatro= A Barth.e Ramires p.r es.ra ante el d.ho Montesdeoca en quince

de d.ho mes y año, una ora de agua de d.ho heredam.to del Carrizal, en veinte y tres p.s= A Juan

Ramires p.r es.ra ante Josef Domingo de Aguilar en siete de Enero de Sett.s setenta y cinco, media ora

de Agua del propio heream.to en once p.s y m.º= A Fran.co Ramires y Consortes p.r es.ra ante d.ho

es.no Aguilar, en veinte de Feb.º del antecedente año, una ora de agua de d.ho heredam.to, en veinte

y quatro p.s= A Miguel Artiles una ora de Agua del citado heredam.to p.r es.ra ante Juan de Herrera

en veinte y uno de Marzo de dho año de setenta y cinco, en veinte y tres pesos.= A Josef Perera y

Maria de Sta Anna, p.r es.ra ante Fran.co de Palenzuela es.no de Telde en diez y ocho de Diz.re de

d.ho año de Sett.s setenta y cinco, dos zelemines y m.º de t.rra en el Sercado frente de la Ygl.ª de d.ha

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Villa de Aguímes en cinquenta y un p.s.= A Nicolas Artiles, p.r es.ra ante d.ho Palenzuela en veinte y

uno de Marzo de Sett.s setenta y seis, un sercado en las Rosas, y seis oras de agua, menos una tercera

p.te de ora en d.ho Carrizal en precio de quatrocientos cinco p.s y m.º, y seis mrs.= A Mig.l Artiles p.r

es.ra ante mí en ocho de Julio de d.ho año de sett.s setenta y seis, un sercado en las Rosas jurisd.n de

d.ho Aguímes, en precio de Ciento y quince p.s= A Juan Viera, p.r es.ra ante d.ho Herrera en treinta de

d.ho mes y año, una ora de agua en el heredam.to de d.ho Carrizal en veinte y tres p.s= A Maria

[folio 146 v.º] Melean Baterra como tutora de sus hijos menores, y de Phelipe Martin su difunto

Marido p.r es.ra ante el mencionado Palenzuela en doze de Diz.re de sett.s setenta y seis, un pedaso

de sercado de media fanegada donde disen las Rosas, con una ora, y tercera p.te de otra ora de agua

del heredam.to p.ral de Aguímes en sett.s sinquenta y seis rv. y doce mrs. moneda antigua.= A Maria

Ruiz mug.r de Pedro Ramirez v.ª de Aguímes, p.r es.ra ante Carlos Varg.s en prim.1 de Mayo de Sett.s

setenta y siete, media fanegada de t.rra en las Rosas, con tres oras de Agua en el heredam.to del

Carrizal en presio de Ciento veinte y quatro p.s = A Fran.co y Cath.ª Ramirez p.r es.ra ante d.ho

Palenzuela en vainte de No.bre de sett.s set.0 y siete, dos fanegad.s cinco zelemines y m.º de t.rra, y

siete oras y media de Agua de d.ho heredam.to del Carrizal en presio de trescientos ochenta y dos p.s

y m.º= A Berth.e Morales p.r es.ra ante d.ho Josef Aguilar en dies y nuebe de En.º de sett.s setenta y

ocho, Tres oras de agua en el heredam.to de d.ho Carrizal, en sesenta y buebe p.s = A Matheo

Rodrig.z y Lorenzo Morales, como Albaseas de Gabriel Rodrig.z un zelemin de t.rra en d.ho pago del

Carrizal p.r es.ra ante mí en quatro de Abril de sett.s setente y ocho, en presio de trenta y un p.s.= A

Maria de la Asempcion Artiles p.r es.ra ante mí en once de Ag.to del anteced.te año, una ora de Agua,

y una tercera p.te de otra de d.ho heredam.to del Carrizal, en precio de quatrocientos sinquenta y

nuebe rv. y veinte y quatro mrs. de la moneda corr.te. = A Miguel Artiles Cinco oras de Agua de d.ho

heredam.to, en Ciento y quince p.s por es.ra ante mí en nuebe de Sept.re del antecedente año. = A

Lorenzo Morales y Josefa de la Cruz v.s de Aguímes, quatro Cacitas terreras con su Citio

[folio 147] y Corrales en d.ho Carrizal, en precio de Cinquenta y quatro p.s por es.ra q.e paso ante mí

en veinte y ocho de Sept.re del citado año de Setenta y ocho. = A Salvador Ruís y Sebastiana Ximenez,

una suerte de t.rra en el Aljulagar, en quarenta y siete p.s p.r es.ra ante Josef Dom.º Aguilar, en veinte

y tres de Marzo de Sett.s setenta y nuebe. = A Ysabel de Morales un pedaso de Sercado en las Rosas,

en Cinquenta p.s p.r es.ra ante Pedro de Alvarado es.no pu.co de Aguímes, en diez y nuebe de Sept.re

de mil Sett.s Set.e y ocho. = A Miguel Artiles, dos fanegad.s de t.rra en las Rosas de Montaña sercada,

en precio de Ciento dies y ocho, p.r es.ra ante mí en veinte y dos de Abril de Sett.s setenta y nuebe. =

Al mismo Mig.l Artiles, un pedacito de Sercado con una Cacita y Alpender, en las Rosas de Montaña

sercada, en treinta p.s p.r es.ra ante Juan Reyes Cabrera, en dies y ocho de Ag.1 de mil sett.s y

ochenta; Y al referido Mig.l Artiles otro pedacito de t.rra donde llaman las Palmas en d.ho Aguímes, en

Cinquenta p.s p.r es.ra ante Thomas Alvares oramas es.no de Telde en veinte y uno de Marzo de mil

Sett.s ochenta y uno.=

Declaró haver asimismo comprado el d.ho S.r Coron.l d.n Ant.º de la Rocha al Cap.n d.n Pedro de

Quintana y Aguilar v.º desta Ciu.d un Sercado de t.rra labradía en el Lug.r de Teror, con dos Casas, la

una de alto y vajo, y la otra terrera, p.r es.ra ante mí en treinta de Julio de mil Sett.s setenta y quatro,

en precio de Dies y seis mil doscientos seis rsv. y dies y seis mrs. de la moneda q.e entonces corría; y

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revajadas las cargas R.s resultaron nectos, y que se exivieron al contado Nuebe mil Ciento setenta y

tres rsv., p.ª cuia compra exivió el otorg.te de su propio Caudal Quinientos p.s; y el d.ho S.or su Padre

los quatro mil ciento setenta, y tres mrs. de la propia moneda, q.e es la unica cantidad q.e en el dia se

concidera a favor de sus hered.s en el predicho sercado.=

Declaró, q.e Juan, y Pedro Guerra, y Luís Falcon v.s de d.ho Lugar de Teror en

[folio 147 v.º] el Pago de Sumacal, por es.ra otorgada en veinte y quatro de Nobiembre de mil Sett.s

setenta y tres, ante Josef Montesdeoca es.no de Telde, vendiera (?, carcomido) al d.ho S.or Coronel

su Padre, un pedaso de t.rra labradía, en el Pago de la Cantarilla en el citado Lug.r de Teror, q.e seran

quatro fanegadas, y quatro zelemin.s, con el d.rº del agua q.e le pertenese, en precio de Doscientos

ochenta y nuebe p.s, cuia compra aunq.e resulta haverse hecho p.r el d.ho S.r su Padre, este dejó

annotado como correspondia, q.e el exivo ()) de d.ha Cant.d fue hecho p.r el otorg.te y de su propio

caudal sin haver tenido en el asumpto mas parte el citado S.r Coronel, q.e el haver prestado su

personalidad, y nombre, y en esa virtud declara p.r bienes proprios de este otorg.te el expresado

pedaso de t.rra y Agua=

Declaró asi mismo haversele hecho venta [), carcomido] p.r Andres Jil v.º del Valle de Casares

jurisdicion de d.ho Pueblo de Telde de un pedaso de t.rra labradía en el Pago de Tabaibal, en precio

de Cinquenta y quatro p.s seg.n resulta de la es.ra q.e pasó ante mí en nuebe de Mayo de mil Sett.s

setenta y cinco, cuyo exivo ()) fue hecho asi mismo por este otorg.te de su proprio caudal, y como tal

ordenó y dispuso d.ho S.r Coronel su P.e, que asi este pedaso de t.rra como los dos antecedentes

fuesen suios, sin tener en ellos p.te alg.ª los demas sus hered.s a excepcion de los quatro mil ciento

setenta y tres r.s v.n del Sercado comprado a d.n Pedro de Quintana p.r haver sido esta cant.d caudal

proprio del d.ho S.r D.n Antonio de la Rocha=

Declaró, q.e en el Testam.to q.e otorgó ante y con pod.r de la S.ra D.ª Antonia de Alfaro y Monteverde

su Muger p.r ante Josef Ag.n de Alvarado es.no pu.co en doce de Abril de mil Setecientos sesenta y

ocho, manifestó haver inbertido quinientos pesos en la

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[folio 148] fabrica de las Salinas, Casa, y aun su (?) de Cocederos, en el pedaso de t.rra

nombrado la Mejora; cuyo Caudal fue adquirido durante su sociedad conyugal, y en el previno

d.ha S.ra, q.e mediante a ser aquel fundo libre de Vinculacion, hera su voluntad, q.e la mitad q.e

le correspondia en esos mejoram.tos, quedasen a beneficio de la Vincilac.n; y como tal los dejó

incorporados a ella. Y el d.ho S.r Coron.l d.n Ant.º de la Rocha, ordenó y dispuso igualm.te q.e

así el d.ho fundo de la Mejora, como los Doscientos y sinquenta p.s q.e le correspondian de por

mitad en d.ha impensas (?) y beneficios, quedase lo uno y lo otro incorporado y agregado a la

Vinculacion q.e poseyó en el Pago del Romeral, siguiendo las subcesiones y llamamientos de

esta =

Dsipuso y declaró, q.e en las demas fabricas de reedificaciones, y aumento, q.e hizo en d.has

Salinas del Pago del Romeral, gastó de Caudal proprio de este otorg.te Once mil trescientos un

rsv. y siete quartos de la moneda antigua, como q.e havia de subceder en ellas como

Primogenito de la Casa, y recaer en la d.ha Vinculacion, lo q.e advierte p.ª los efecto q.e pueda

haver lug.r en la posteridad =

Manifestó y declaró tamb.n, q.e en la fabrica, y compra q.e se hizo en parte de la Casa q.e se

halla en el Pueblo de Telde, imbirtió siete mil novesientos ocho rsv. y mº de la citada moneda

antigua, proprios y pertenecientes del otorg.te por ser la d.ha Casa igualm.te vinculada; y para

los proprios efectos advertidos en la anteced.te clausula lo annota así mismo en esta =

Declaró igualm.te, que p.r lo q.e hacia a quentas, y creditos, q.e acaso

[folio 148 vº] deviera ó le puedan dever, se esté y pase por lo q.e resultare de sus Libros, y

apuntes, de q.e se hallan inteligenciados vastantem.te sus Herederos, mandando se pagase lo

q.e estubiese adeudando, y se cobre lo q.e se le deviere =

Nombró p.r sus Albaseas testamentarios á el otrogante y a los Doctores D.n Lorenzo Viña

Dignidad de Prior en esta S.ta Ygl.ª Cath.l de Canaria (quien premurió a d.ho S.r Coronel) á d.n

Phelipe Alfaro Canonigo en la misma S.ta Ygl.ª y al citado Cap.n d.n Sancho de Figueroa, p.ª el

cumplim.to de esta su disposicion: Y en el remaniente de todos sus bienes, derechos, accion.s, y

futuras subcesion.s, instituyó p.r sus unicos y unibersales herd.s á este otorg.te y a la

mencionada (), roto) D.0 Angela Josefa de la Rocha, sus unicos Hijos, para q.e entren en sus

bienes (), roto) dicvidiendolos de p.r mitad, calidad, y bondad, y q.e en la misma conformidad se

cumpla y execute lo demas contenido en este testamento, q.e es lo que dejó comunicado y

mando hiciese este otorgante, y que todo valiese como su Testamento, y en caso que sea

necesario, revoca todos los otros Codicilos, disposiciones y Poderes para testar, que antes del

q.e queda incerto huviese hecho, asi por escrito, como de palabra, para que no valga, salvo el

citado poder, y este testam.to, y asi lo dijo, y firmó siendo t.gos Antonio Piris, Josef Antº de S.ta

Anna, y Miguel Sanches v.s desta Ciudad ----

ante mí

firma José dela Rocha, y Antonio Mig.l

Alfaro (rúbrica) del Castillo (rúbrica)

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* Hasta aquí el Testamento.

Señala D. Antonio Bethencourt que los Rocha tenían importante patrimonio en Fírgas y las

Madres del Agua. Lugar, añade, donde practicaron siempre la táctica/técnica de construirse el

llamado "coto redondo", que consistía en comprar una zona completa a partir de una propiedad

determinante en la riqueza de un comarca, e ir adquiriendo luego las colindantes, y rodeando y

aislando a los resistentes, llevando siempre a la baja los precios de las mismas: se acababa

teniendo el control dominante de las Aguas y las mejores tierras, y con ello controlando la gente

de la zona y consecuentemente el poder eclesial y la política del lugar.

El negocio de la Sal –que había sido importante monetariamente a lo largo de toda la historia

antigua y medieval- era también de una significación considerable económicamente en la época

de los Coroneles, al ser un producto de uso estratégico para la conservación de alimentos en la

navegación y un importante elemento asimismo en la dieta alimentaria y en la elaboración de

quesos, etc.

Eran más allá de su valor lucrante, un sector estratégico de la economía y de la geopolítica para

los imperios y los magnates de cada época. Al condicionar el control de las rutas -muy en

particular, las marítimas, en la época expansiva de los descubrimientos- quien controlara tal

elemento crucial, no podía ser cualquiera, sino precisamente (y exclusivamente) los agentes de

los príncipes de la Tierra. Agentes locales; quienes por tanto, eran responsables de la defensa

de tales puntos estratégicos de producción y suministro del producto.

Por ello el monopolio de la sal proporcionó a los Rocha la liquidez de capital y una solvencia

muy envidiables, envidiable en el grado suficiente para que la casa del Castillo se resolviera a

hacerle la guerra, socialmente, a los Rocha por el control terrateniente y político del Sureste;

esa guerra no pudo hacerse contra el agente local del rey sólo en el espacio local, sin la otra

mano puesta en la corte -y a un lado mismo del trono-.

Y sin duda tal guerra -que dió con los huesos del jefe de los Castillo en la cárcel, generó un

motín peligroso, etc.-, no se limitaba a una contienda social (...que acabaría por absorberles

como tal apellido, hasta casarles con una de sus hijas), ni de escala local; tuvo que ser una

guerra por la preeminencia en la consideración del rey, como agente de sus intereses en el

punto estratégico archipieleño. Pronto la ganaría la casa del Castillo.

De tal envergadura como negocio, es buena muestra el acuerdo notarial de Venta [folios 208 a

210 Leg. 1.845 (años 1784-84), Antonio Miguel del Castillo] a que llegan los vecinos Bartolomé

Suáres y su mujer Anna Cabral para venderle al Teniente Coronel Josef de la Rocha y Alfaro en

29.X.1783, la mitad de la propiedad del Barco que había heredado de su madre D.ª Anna –

"nombrado La Concepcion", con todos sus pertrechos, jarcias y velamen, "fondeado como se

halla en las Quemadurías de este Puerto de la Luz"-, además de otra cantidad que les debía, en

relación con el mismo negocio, el Presbítero de La Laguna D. Cristóbal Padrón; se trataba de

enjugar la cantidad de 1.007 pesos y 3 r.s v.n plata antiguos, que le adeudaban a De la Rocha

por suministros de Sal para sus barcos del tráfico de la Costa de Pesquería.

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Habiéndose peritado el valor de tal mitad del barco, por los peritos convenidos –el Capitán de

Mar Bartolomé Morales y el Maestro de Ribera Miguel Farías-, en 360 p.s y 16 q.tos corrientes

"y no más", se acordaron los plazos de pago, y proceden los otorgantes a hipotecar el navío

para llevar a efecto la primera parte del pago.

Una cuantía de 1.007 pesos significaba un montante considerable, ya que como se aprecia,

representaba alrededor de 1,4 veces el valor de un barco de Pesquería para los caladeros

saharianos –La Costa-; señal clara de que el deudor –acuciado por el Coronel para liquidarla- no

esperaba recuperar tal cifra con su producción pesquera.

Otras referencias a ambos Coroneles que figuran en la serie notarial de Antonio Miguel del

Castillo

La Serie de este escribano público se inicia el año 1773, con el legajo nº 1.836, y se prolonga

hasta el año 1806 con el legajo nº 1.852. Se hace a continuación un vaciado de sus referencias a

ambos coroneles.

En el folio que parece nº 317 comienza una extensa referencia a ambos personajes, derivada

sin duda del reciente fallecimiento de D. Antonio.

Comienza con un Poder al coronel D. Josef de la Rocha fechado en Canaria a 28.VII.1773,

"estando en las casas de su habitación", dando fe de haber sido nombrado -por renuncia de su

anterior titular D. Pedro Huesterlin- Mayordomo de la Hermandad de S.mo Sacramento de la

Catedral con fecha 19.II.1773, insertándose Certificación de su nombramiento por el Secretario

de la H.dad dada en 26.VII.1773, que firma el coronel-padre D. Antonio de la Rocha.

Otorgándosele por este Poder plenas facultades para manejar los créditos de que goza la

Hermandad para el cobro de Tributos adeudados, y todas las facultades que en derecho

convengan, judiciales y extrajudiciales, etcétera: se apunta para ello a los "Procuradores del

causas del número de esta Ysla" Salvador Romero, Carlos Perez Lopez, Fran.co Hernandez

Ortega, Dom. Josef Pastrana, Miguel Geronimo Alvarado, Sebastian Antonio de Quintana,

Antonio del Manzano, y Valentin Vasquez Naranjo.

Firman el coronel D. Josef y el escribano público Antonio M. del Castillo.

Sigue en el mismo folio 317 v.º la "Venta r.l" que efectúa el coronel-padre:

"Sepase como Yo el Coronel D.n Antonio de la Rocha Betancourt vezino deesta Ciudad, y

Apoderado del S.r D.n Miguel Martinez de Escobar y Coronado Del Consejo de S.M. Fiscal

Protector de Yndios en la R.l Aud.ª de las Charcaz Reino del Perú, por virtud del que otorgó en la

Villa y Corte de Madrid a los dies y ocho de Julio del año passado de mil setecientos sesenta y

cinco por ante Felix Rodriguez, a favor del S.r d.n Josef de la Rocha Betancourt mi hermano

recidente en d.ha Corte de Madrid, por quien me fue substituido en dies de Septiembre de el

mismo año, cuya Copia para que conste se incerta aqui en nuebe foxas, y su tenor el siguiente"

.-----------------

Aqui el poder

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(encabezada por fecha de julio 23? de 1773, se antepone solicitud al escribano para que de

Testimonio de un Poder dado a su favor por M. M. de Escobar a 18.VII.1775 "inzerto en una

Ess.ra de Ventta que en virtud de el otorgue a favor del Capitan D.n Esteban Ruiz de Quesada

Vesino de la Villa de Galdar").

Por el Poder que a continuación aparece, declara M.M. de Escobar y Coronado ser "natural de la

Ysla de Canaria Ciudad de las Palmas: Digo q.e hallandome proximo á hacer ausencia a los

citados Reynos de las Yndias a mi Destino desde esta Ymperial Villa y Corte de Madrid, en la que

al presente resido"...

Etcétera. Lo que antecede es sólo un pálido esbozo de las catas que hemos realizado en la

documentación notarial el AHP de Las Palmas, en busca de la significación patrimonial y

caudalosa de los Coroneles.

La transmisión, por último, se extendió a la Dirección de obras en las que actuaba el patricio.

Dado su carácter más técnico, los detalles de la misma, en el contexto de la Casa de

Misericordia del complejo del HSM, las expondremos en el apartado de las Obra de ambos

Coroneles, padre e hijo.

Conclusión

Es incuestionable la significación estamental de los Rocha en la sociedad isleña. Verdaderos

señores de la tierra y la economía, aparecen como uno de los poderes más caudalosos de Gran

Canaria en la segunda mitad del XVIII.

Su poderío estaba además en camino de adueñarse de las aguas de uno de los arroyos clave de

la isla; el de Guayadeque, que pretendían minar para reservarse en exclusiva su recurso hídrico,

como se conoce por expedientes obrantes en al archivo de la Real Audiencia y otras fuentes –

Archivo Histórico Nacional (Madrid)-.

Desconocemos en extenso otras maniobras territoriales de la Casa Rocha, pero parecen

apuntar a una toma de control del abasto y cultivos de unas futuras Nuevas Poblaciones en los

llanos costeros a la salida de las corrientes de aguas cumbreras. Entonces nuestros valles del

Norte o el Sur –debido a la estructura cónica de la isla-, no eran barrancos desecados, sino

aguas corrientes, cuasi-estacionales –lo que indicaba una capa freática pletórica-; aguas

corrientes, que desaparecieron por la perforación pocera, que es una proeza patricia de finales

del siglo XIX y comienzos del XX-.

Resaltemos por último, la total confianza de D. Antonio Lorenzo de la Rocha, en su hijo D. José,

que se manifiesta en las disposiciones que le daban la transmisión plena de los intereses y la

conducción de la Casa Rocha. La transmisión debió ser inmediata desde el momento del

fallecimiento del Coronel padre.

Queda la sensación de contemplar una escena cubierta por cierta neblina.

Pero ninguno de los dos podía imaginar que ese edificio de potentes muros iba a caer en

menos de una década. Ni la forma en que iba a hacerlo.

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IV. El Coronel hijo. D. Joseph de la Rocha y Alfaro.

– Su vida y actividades locales.

– Su Diario de Campaña.

– Descrédito y fallecimiento; ruina del linaje

– Conclusión.

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A raíz del fallecimiento de su respetado padre y superior jerárquico, Don Josef de la

Rocha aparece como un patricio a la altura de su progenitor, pero adaptado igualmente

a los tiempos que le correspondió vivir, asumiendo importantes roles estamentales y

sociales, siguiendo así la condición de su linaje por tradición de familia.

Él se cartea con el obispo, con corresponsales en La Palma, ejerce como Síndico

personero en el Cabildo, Justicia y Regimiento insular, eleva memoriales a S. M., manda

como Coronel de las milicias insulares de Telde, o gestiona los poderosos intereses

patrimoniales y comercial-mercantiles que ha heredado de sus progenitores.

Era miembro asimismo de importantes entidades, como la RSEAPLP o la Cofradía de

San Telmo, una especie de sindicación gremial-financiera de los asuntos del principal

sector económico de la sociedad isleña.

Aparece en suma en un escalón superior, el más alto logrado por su Casa. Estaba en el

goce del imperio local de su linaje, al que su padre había puesto los cimientos.

El Coronel Rocha hijo en la Cofradía de Mareantes de San Telmo

En 1786, Ciudad de Canaria, con unos 10.000 habitantes, era una población marítima69

de servicio a la Plaza –o sistema de plazas- militar formada por todas las defensas del

Archipiélago; la población pesquera y subsidiaria era en torno a 1/3 de aquella

población, y sus hombres más laboriosos faenaban en la Costa canario-sahariana en la

captura y salazón del salado, que era no sólo el sector económico más productivo de la

Isla –unos 100.000 pesos/año (desplazando de nuestro mercado las importaciones de

bacalao, arenque y sardina)-, sino el alimento básico, por sus proteínas, en la dieta de

canarios y madeirenses –incluso de áreas del campo-

«es costumbre inalterable en que se halla la mayor parte de las Yslas del uso de dicho abasto con que se mantienen los labradores pobres y ricos, Hornaleros y en gran número de menestrales y aún gente de otra condición.» 70;

Así lo señaló nuestro Coronel Rocha hijo –José Agustín de la Rocha y Alfaro-, que en ese

momento era también Síndico Personero del Cabildo-Ayuntamiento de Gran Canaria, al

redactar su Información testimoniada abierta por don José de la Rocha, en fecha

9.XII.786, que estaba avalada por una serie de testimonios de paisanos. Esa serie de

factores esperanzaban a los dirigentes de Gran Canaria en la posibilidad de establecer

69 La información en que se fundamenta este apartado está tomada de La Cofradía de Mareantes de San

Telmo en Las Palmas de Gran Canaria: proyecto de un Montepío textil (1781-1805), obra del catedrático

emérito D. Antonio de Bethèncourt Massieu –descendiente de los coroneles-. Su existencia fue dada a

conocer por Bonnet: AHN, Leg. 2448/4.

70 El Coronel Rocha padre –Antonio Lorenzo de la Rocha Bethencourt- había fallecido en 1783.

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tres Nuevas Poblaciones en el SE a SW de la Isla: como esos dirigentes eran al mismo

tiempo los capitanes de la economía –en particular, los Rocha, en el suministro de

enorme consumo de sal marina de esas faenas-, no puede extrañar su liderazgo en

ambos frentes del tema…

A pesar de su significación económica, esa población de unos 600 pescadores-marinos

operando en unos 22 bergantines, apenas pintaba en los terrenos social y político,

aunque estaba organizada desde fines del seiscientos en la poderosa Cofradía de

Mareantes de San Telmo; a muchos les sirvió la experiencia para enrolarse luego en los

buques del comercio de la Carrera de Indias a tratar de hacer las Américas.

Cada patrón junto con los tripulantes –pescadores-marineros- se constituían antes de

partir en una “compañía” o “pequeña sociedad comercial” en la que «iban al interés

común y a la parte», financiados por el dueño y armador del bergantín como socio

capitalista, que arbolaba el buque con todo su aparejo y lo proveía de los víveres

precisos. Esa tripulación se escalonaba en marineros, grumetes y pajes de escoba,

liderados por un mandador de las faenas, con el patrón como responsable de la

navegación en exclusiva; todos cobraban según su grado, habilidad y rendimiento.

Según la cantidad de cahíces de sal empleados en la extracción, el producto de ella era

dividido en soldadas; el dueño apartaba su cuota por el riesgo-capital expuesto y

beneficio mercantil –que el autor no cuantifica-, y la tripulación recibía por su esfuerzo

–valorado por el mandador-, una soldada, media soldada, una cuarta o media cuarta:

de la cual, cada uno reintegraba al armador la barcala –fondo común que era la parte

proporcional consumida en alimentación, vestido y aparejos-, además del adelanto de

sostén familiar anticipado antes de partir a la zafra –o temporada de pesca-. No era una

economía social, con satisfacción elemental del operario por su durísimo trabajo;

insubordinaciones, críticas por liquidaciones fraudulentas y pequeñez de las soldadas,

propuestas de ejercer a salario o aparcería, revelan la injusticia e incivismo del régimen.

La compañía era manejada totalmente por el dueño-armador, a quien asistía en las

cuentas un contador profesional designado por la Junta del Gremio o Cofradía de S.

Telmo; todas esas cuentas eran sometidas a aprobación individual en Junta General a

celebrar “por Pascua de Resurrección” en que finalizaba la zafra. Con esta ocasión, cada

hermano –fuera propietario o mareante-, depositaba un 3 % de sus beneficios (y al

parecer un 1,5 % anual) en un arca común.

Este fondo era repartido por mitades: al culto de San Telmo y su ermita; y a la

asistencia a los hermanos por enfermedad, invalidez o fallecimiento: en este caso, el

derecho a 50 pesos (que se gastaba en cera y ceremonial de entierro), se lograba una

vez alcanzada esta cifra en aportaciones-; en caso de invalidez, o enfermedad, el criterio

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principal para una limosna era también la aportación acumulada por el mareante y sus

antecesores…

Además, el fondo dedicaba un capital a dotación de doncellas para su matrimonio,

sostén de una escuela y esencialmente el aseguramiento de los buques.

“Si alguna embarcación se perdiera o sufriera grandes averías, el dueño estaba

capacitado para recibir un préstamo proporcionado, con calidad de reintegro y

afianzamiento hipotecario.” (A. de Bethèncourt)

La Hermandad era presidida por un Mayordomo, especie de ‘Hermano Mayor’, con 50

pesos de salario anual, más 200-300 para gastos del oficio. Los cofrades dirimían sus

pendencias ante el Capitán de Puerto, juez particular ajeno a toda otra jurisdicción,

aunque a aquellos no les satisfacía de pleno, aspirando a disponer de un oidor para

resolver pronto y barato.

El gobierno de la Cofradía se hacía por 12 diputados, elegidos entre los propietarios de

buques en la Junta General, constituyentes de la Junta Particular, en la que tomaban

acuerdos por mayoría; estos eran asentados en un libro de actas por un asalariado: el

escribano más antiguo del Cabildo de la Isla. Esta eran toda la constitución o reglamento

que regía la Cofradía de Mareantes, porque carecía de todo Estatuto o beneplácito de

autoridad superior:

“Los acuerdos eran de suma importancia, pues la cofradía desde su fundación

carecía de estatutos y aprobación de alguna autoridad civil o eclesiástica.”

Las condiciones económico-productivas eran serviles: la soldada, en el grado que fuere,

apenas daba para cubrir la existencia y vestido esenciales. Era la gente residente en las

casas-cueva de Los Riscos de Ciudad de Canaria: inmigrantes de los campos o las Islas

de naciente, tras los azotes de hambrunas…; el abandono doméstico era frecuente, por

el espíritu de busca de horizontes en Indias, quedando los hijos desamparados y las

esposas abocadas a la prestación servil: las miserias que produce de suyo la flaqueza

humana, dirá el corregidor Eguiluz (15.VII.1786) en representación al monarca Carlos III

en petición del Montepío que veremos enseguida.

Para qué existió ese Montepío?

Esas terribles condiciones de vida en Los Riscos eran la motivación de fondo de la idea

caritativa-política –muy en la línea de los ilustrados católicos- de creación del Montepío

de Mareantes en la Cofradía de San Telmo, para ocupar a esas mujeres ociosas –madres

e hijas, separadas durante la zafra de sus padres y hermanos, maridos e hijos71- en tejer

71 Con gran disposición por tanto al servicio a la soldadesca colonial; fueron frecuentes los rasgamientos

de vestiduras de algunos déspota-ilustrados católicos –oidores, regentes, militares, inquisidores,

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«lino, lana, cáñamo y algodón [y elaborar] utensilios para la navegación y pesca», de

donde obtendrían vestidos «a precio cómodo». Por otro lado, así se sobrepasarían; los

‘riesgos económico-laborales’ ya insinuados en la Cofradía, y la ausencia de industria

alguna en el Archipiélago…, poniendo en utilidad los miles de pesos que dormían en el

arca común de San Telmo. Y todo ello sería el “núcleo inicial y modelo que permitiera la

industrialización de la isla”… (A. de Bethèncourt)

El proyecto del corregidor Eguiluz se hubo de desarrollar antes de 1781 –fecha en que

lo comunicó al Consejo de Castilla, como capítulo agregado al plan de pesca en el

Archipiélago-, por tanto en vida del Coronel padre, Antonio Lorenzo de la Rocha; trataba

de establecer una compañía de pesca de ballena, con un proyecto de la RSEAPLP para el

fomento de la pesca de ribera, y supresión de la postura municipal. En fecha 1.II.1782 el

Real Consejo le dio vía libre, y meses después le encareció de nuevo a él y a la Audiencia

de Canarias, a llevarlo adelante…; pero la idea durante un tiempo, fracasó

«porque no estaban de acuerdo los principales del gremio», según informó el

personero –dice De Bethèncourt-: no es otro que el Síndico José de la Rocha y

Alfaro –por lo que debemos suponer que él mismo no intervino en ello-.

El historiador Antonio de Bethèncourt relata –fundándose en el acta de la Junta

General, con explicaciones y datas en notas al pie- la gestión del corregidor: en 1783,

“Con el beneplácito de Madrid, Eguíluz72 fue convenciendo a los elementos de

más peso y luces de la cofradía, utilizando la carta del Consejo «con alguna

viveza». Entre sus interlocutores se contaban Bartolomé Morales, Ildefonso de

Santa Ana y José Flores. El 30 de septiembre acuerdan llevar adelante el

«proyecto, de la mayor utilidad para el gremio» y el 5 de octubre, bajo la

presidencia del Corregidor, se celebra una Junta General extraordinaria en el

salón de la ermita de San Telmo a las tres y media de la tarde.”

Tras acordarse en la Junta constituir el Montepío de Mareantes y estudiar su fórmula

contestando por escrito, las resistencias reflotaron nuevamente en el momento de

considerar el capital obrante en el arca –cuyos fondos el corregidor se opuso a

comprobar-, que superaba los 3.000 pesos...

obispos…-, ante la plaga de prostitución a que se dedicaba la población más desprotegida de la Ciudad –

los inmigrantes conejero-majoreros, que huyeron de las hambrunas severas que azotaron nuestras Islas

de Naciente a lo largo del XVII y XVIII-.

72 D. Joseph Eguíluz fue corregidor de Ciudad de Canaria en el periodo 1781-1786. Su ideario se fundaba

en los «autores más clásicos político-cristianos», como expresó años después en su Discurso de posesión

como corregidor de Córdoba, advirtiendo a los miembros de su Ayuntamiento acerca de «las principales

obligaciones del magistrado político», a semejanza de Moysés, «primer Gobernador, elegido por el

mismo Dios para su pueblo.» (1796)

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Quién iba a negarse ya, careciendo de constitución alguna, y conminados por las cartas

de mandato real? Conminación esta, por cierto, que muestra la inquietud y molestia

que los focos de miseria severa producían en la corte borbónica…; perentoriedad

provenida del amor o desamor que los súbditos del monarca pudieran sentir por su

nuevo dueño y señor –cosa que un buen ilustrado-católico sabía bien, se derivaba en

último término de la mayor o menor fortuna de las condiciones existenciales de

aquellos...-

Los diputados Bartolomé Morales e Ildefonso de Santa Ana –los que ya vimos, eran

“interlocutores” del corregidor, al ser algunos de los “elementos de más peso y luces”-,

presentaban un mes más tarde, la contrapropuesta de la Cofradía, tomando en cuenta

la situación contable de la misma; la oferta de capital se reduciría al sobrante del arca

del 3 % producido por los buques y soldadas del salado, y el monto exiguo de la pesca

de ribera, ya que el resto estaba comprometido: 400 pesos para el dorado de 3

retablos, otra cantidad para hacer 18 candelabros de plata, pues los antiguos habían

sido fundidos para hacer la lámpara que iluminaba la ermita, y 1.200 para hacer frente

al gasto ordinario del año –entierros y dote de doncellas-...: sólo se podía disponer de

1.000 pesos, pareciéndoles posible destinar en el futuro 1/3 de los ingresos “siempre

que contribuyeran a los mismos «los barquitos de Telde y Gáldar».”

Pero otro problema sería las materias primas: no se producía cáñamo y era muy corta

la colecta de lino; y la lana se consumía toda –inclusa la producida en Fuerteventura-,

elaborando tejidos, sombreros y burel –“de uso general entre los campesinos”- en los

telares de Arucas, Teror, Gáldar… ¡Estos quedarían desabastecidos!

¿Se iba a desnudar a un santo para vestir a otro? ¡No se había estudiado el problema

más allá de las portadas de Triana, Vegueta y San Francisco!

Y la solución que aportaban los cofrades era importar “lana peninsular”, rebajando los

derechos de entrada para que las manufacturas fueran competitivas con los géneros

importados semejantes… Se confeccionarían cordoncillo y jerga –la ropa usada

habitualmente por los mareantes y familia-, además de los efectos útiles durante las

faenas de la zafra, …importando lino, cáñamo y algodón peninsulares.

De esa contrapropuesta se derivó 4 meses y medio después, un proyecto de Estatutos

o Reglamento del Montepío a beneficio de la Congregación de Mareantes de San

Thelmo, en 5 capítulos con 61 artículos –con uno preliminar acerca de los fines de la

institución-, y la mitad de artículos dedicada a la administración del Montepío, 19 al

destino de los beneficios, y 12 a la dotación y aplicación de los fondos corporativos.

Qué estaba ocurriendo? Hacia el interior de la hermandad, la vieja Cofradía quedaría

reformada e instituida en términos jurídicos y funcionales; hacia el exterior, la única y

más potente organización gremial de Ciudad de Canaria era conminada a generar una

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artesanía manufacturera –salvo que importando las materias primas al efecto-, para

reformar las costumbres y actividad de un tercio de la población de la capital

grancanaria. Toda una operación despótico-ilustrada católica, con nada que ver con una

política de industrialización, y mucho menos con “un proceso de industrialización,

sector del que carecían las islas” –como quiso ver por los años 1989 el emérito

catedrático y co-tutor de nuestra Tesis-.

Como institución benéfico-social, se esperaba el ingreso de mandas, legados y

donaciones que eran característicos del Antiguo Régimen, por parte de cofrades y

particulares…

A partir de aquellos 1.000 pesos de a 15 reales, con el incremento anual del 3 % de

cuotas y un 6 % por materias primas adquiridas, gastos de almacén, gestión y paga del

depositario y distribución, y ventas de los efectos manufacturados…, se esperaba

alcanzar un fondo o masa crítica no desmembrable –salvo en caso de siniestro…-,

indispensable para lanzar el proyecto, de 10.000 pesos.

Así se atendería además a pensiones de entre 2 y 4 pesos mensuales por invalidez,

vejez o enfermedad, y ayudas de costa –por una sola vez- ante enfermedades

ocasionales. A las mismas tendrían derecho las viudas –en función de los méritos de sus

maridos cofrades-, sobre todo si quedaban con infantes o hijos en edad de aprender

oficios; si tenía menos de 30 años, la viuda que quisiera contraer nuevas nupcias recibía

en dote 50 pesos.

También para la educación de los hijos menores de 10 años, se dotaría una plaza de

maestro y otra de maestra “que aprenderían además de lectura, escritura y cuentas,

labores propias de su sexo.”; a partir de los 11 años, los jóvenes aprenderían un oficio:

se dotaba incluso a los superdotados, si fuera menester al extranjero «donde más

florezca su especialidad», pero la generalidad de los mejor dotados y dispuestos

“embarcarían rumbo a la Península para ilustrarse en la «Escuela de Pilotaje»,

con lo que podían navegar a la Península y especialmente a Indias, que era

donde se hacía el principal comercio, en manos extranjeras por aquellas fechas.

Para navegar entre las islas o alcanzar la costa de África bastaba manejarse con

la práctica.” (A. de Bethèncourt)

El pensamiento del corregidor apuntaba también a extender la actividad a los sectores

textiles de la seda –se había plantado «considerable número de morales»- y el algodón

–también se había plantado mucho en «varios pueblos»-; disentimos sin embargo, de

que esto significara un pensamiento de industrialización; D. José de Eguíluz era tan

colonial-anexionista como fueron, son y serán hasta el fin de los tiempos, los despótico-

ilustrados católicos.

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Adquirida la lana, cáñamo y algodón, se importaría también telares e instrumental

adicional –tornos, plomadas, etc.-; se distribuirían aquellas a los domicilios, donde se

hilarían y tejerían –en los telares puestos en préstamo por el Montepío-: a las

manufacturas se pondría valor y arancel a la vista del público, y tendría preferencia la

elaboración de las ropas de mayor uso por los mareantes y sus familias

“«coleta» para sábanas y camisas, «cordoncillo» y «bayeta» ordinaria para la

ropa de faena; medias de lana y algodón para tiempos de descanso y «liña» para

la pesca.”

También sería esencial la elaboración de lonas, cabos, cordelería y cables marinos, no

sólo para la flota cofrade, sino creando excedentes para vender a la navegación de

escala; incluso, adquiriendo aquellos efectos “a precios mejores en la península o en el

extranjero” y teniéndolos en depósito para la eventualidad de guerra: “durante la

última con Inglaterra se llegó a pagar el quintal a cuarenta pesos”; he aquí la mano que

mece la cuna inspirando al corregidor: el interés puramente especulativo de la

burguesía comercial canaria –indiferenciable del estamento nobiliario, por supuesto-,

sólo capaz de concebir productos de rápida exportación (vinos, etc.), o de bajo

impuesto a la importación (cordelería), siempre para especular, manteniendo un capital

fragmentado, sin diversificación, frágil.

Manfred Kossok ha expuesto con claridad estas contradicciones esenciales del sistema

colonial durante el XVIII:

«La Corona podía dejarse arrancar concesiones con facilidad tanto mayor

cuando que, a costa de sus posesiones coloniales, poco explotadas, contaba

siempre con la posibilidad de desarmar el antagonismo fundamental entre

nobleza y burguesía, entre el orden feudal de la sociedad y el Estado y la difusión

de las formas capitalistas. Dado que la burguesía española contaba en las

colonias con un mercado asegurado se conformó durante un tiempo con que en

la Metrópoli prevalecieran las condiciones feudales. Desde el comienzo, el punto

central de la actividad económica de la burguesía comercial, espina dorsal al

mismo tiempo de toda la burguesía, no correspondió al mercado interno, sino al

externo, o sea al colonial americano. Con esta dislocación del centro de

gravedad, y más allá de una prosperidad transitoria, la burguesía aceptó una

hipoteca cuyas funestas repercusiones se harían sentir después de la pérdida de

las colonias... Semejante proteccionismo comercial e industrial, como

contrapartida de la moderna teoría colonial, impuso al Imperio colonial español

una carga funesta, puesto que la aparición de cualquier rama de la manufactura

se consideraba como una competencia desleal a los ojos de la burguesía

metropolitana y también de la Corona. La nueva política económica confirió

nuevo sentido a las leyes que, desde los tiempos de la Conquista, prohibían la

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producción y exportación de bienes que debían producirse en España o mejor

dicho, les dio por primera vez aplicación efectiva. Hasta fines del Siglo XVII, las

restricciones se extendían principalmente a las ramas más nobles de la

agricultura (vino, olivetos, etc.), y sobre todo trataban del comercio inter-

colonial. En el Siglo XVIII (bajo la dinastía borbónica) se trató ante todo de

medidas que impidieron el surgimiento de una manufactura colonial. »

“La burguesía española y sus economistas representativos, como Ulloa,

esbozaron el plan de ocupación económica del imperio colonial, ideando las

limitaciones que juzgaron indispensables para que la América española redujera

sus actividades productivas a aprovisionar la Metrópoli de materias primas y

metales preciosos y servir de mercado comprador de las manufacturas

peninsulares. «España puede, por sí sola –escribía Ulloa- con los productos de

sus manufacturas, satisfacer el consumo de todas sus posesiones americanas».

Para el logro de este objetivo proponía "prohibir terminantemente todos los

productos extranjeros para el conjunto de América". [tomado de Biblioteca

Virtual Luis Angel Arango]73

En suma, la política colonial no tiene jamás otro objeto que provocar el rápido

desplazamiento de la riqueza nativa hacia la Metrópoli.

El catedrático emérito –y co-tutor de nuestra Tesis-, quiso ver, en todo momento de su

texto, un “esfuerzo trascendente”; en particular, por la dedicación que Eguíluz puso a la

redacción del Reglamento; los artículos 9 al 19 se ocuparon de los cofrades, hasta

entonces integrados por novicios –abonadores del 1,5 % anual a la caja de entierros, sin

haber alcanzado los 50 pesos que daban el derecho pleno-, y los cofrades tales. Los

propietarios y/o armadores “al aportar el 3 por 100 anual de sus beneficios, resulta que

contribuían al «arca de tres llaves» ciento cincuenta pesos.”

El benemérito corregidor proponía en sus Estatutos que a estos últimos se les

considerara, según una nueva figura –«adscritos»-

“después de contribuir durante dos años si poseyeran un barco, o al ingreso del

primer año si armara dos o más.”;

En cuanto a la marinería, la cuestión era más compleja, dada la disparidad de ganancias

en soldadas y la cantidad de años como «novicios» que habían de pasar al 1,5 %, hasta

alcanzar 50 pesos hasta obtener el derecho de entierro; y Eguíluz propuso dejarlo tal

como estaba «pues se ha observado muy equitativo a favor de los pobres», aunque

73 http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/cseiii/cseiii03.htm, en Los grandes conflictos

sociales y económicos de nuestra historia, por Liévano Aguirre, Indalecio, 1917-1982. Bogotá: Imprenta

Nacional de Colombia, 1996-03.

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dando flexibilidad para efectuar aportaciones y causar baja –con devolución de sus

cuotas-.

Por tanto se llevarían dos libros-abecedario de registro; uno de novicios y otro de

adscritos. Cada armador llevaría un libro por barco o compañía, con cuenta individual

de los tripulantes, donde se anotaba toda incidencia del cofrade hasta su fallecimiento,

con anotación de su fecha y lugar de sepultura. Todo ello se hacía público y se sometía a

fiscalización por los cofrades en dos Juntas Generales sucesiva por Pascua de

Resurrección…

“Para la administración y gobierno del montepío fue diseñada una organización

compleja, con contrapesos y controles. Iba dirigida a lograr una eficaz, sana y

responsable gestión. Procuraba, sin embargo, conservar al máximo el viejo

organigrama de la cofradía, pues había demostrado un alto nivel de eficacia a lo

largo de casi una centuria. Funcionaría el montepío bajo la dirección de una

«Junta Particular», integrada por seis miembros: tres «diputados», un

«contador», un «depositario» y el «secretario». Serían designados por la «Junta

General» de la cofradía, que como ya vimos, estaba compuesta por la totalidad

de los dueños de barcos dedicados a la pesca del «salado». Se reunía ésta cada

tres meses en el salón levantado en la ermita de San Telmo.”

Como se ve, el gobierno de la hermandad quedó reducido a 6 individuos, sólo 3 de ellos

diputados, salidos de la Junta General, formada por los propietarios de barcos. Eran los

responsables de las adquisiciones de materia prima y efectos navales, fletamientos,

pólizas de seguro, operaciones de muelle y pago de aduanas. Los libramientos y cobros

seguirían siendo función del mayordomo; pero estaba auxiliado por el contador, el

depositario y el secretario.

El único cargo remunerado era el del depositario: cobraría 100 pesos anuales hasta

alcanzar el montepío un capital de 6.000 pesos, y después, 200; sacados del recargo del

6% sobre los productos adquiridos y vendidos. Era “el cargo más delicado”, al manejar

los fondos, distribuir las materias primas, dirigir la elaboración de productos,

comercializar localmente y dar salida a los excedentes, abonar los salarios, etc. Su labor

era vigilada –en especial la comodidad de los precios de venta- por los dos diputados

más antiguos.

Muchos de los aspectos funcionales –incluyendo horarios de almacén, etc.- del

montepío quedaron estipulados en los Estatutos de Eguíluz.

El corregidor hubo de esperar más de 2 años sin respuesta del Real Consejo de Castilla;

entonces se dirigió “directamente al Soberano” en 15.VII. 1786, insistiendo en la

conveniencia y utilidad del montepío para el gremio y la Isla,

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«mayormente si el depósito de Expolios y Vacantes le agrega alguna cantidad»,

con lo que se podría extender la distribución de materia prima a los que no fueran

confrates.

“Por decisión de Carlos III, el conde de Floridablanca ordenó a Rodríguez de

Campomanes que procediera la Sala del Gobierno a separar el expediente del

montepío del resto referente a la pesca en aguas de Canarias y tramitarlo con

prontitud. Al tiempo el Conde daba las mejores esperanzas a Eguíluz. El Fiscal

califica el proyecto de «sumamente útil y muy preciso» para conservar y

aumentar la matrícula del mar en Canarias. Sin embargo, recomienda como

precaución consultarlo con los Amigos del País de Las Palmas. Idea que fue

tergiversada por el Consejo, al acordar que la Audiencia hiciera comparecer a

cuantos se consideraran interesados en el montepío o resultaran afectados por

la creación del mismo. Equivalió a remitirle ad kalenda graeca.

Estas disposiciones se cruzaron con un memorial elevado a Carlos III por el

síndico Personero del Cabildo de Gran Canaria, nuestro Coronel hijo74.

Adjuntaba al mismo una información testimoniada de algún interés, abierta

precisamente a petición de los mareantes. En nombre de la Isla solicitaba del

monarca la aprobación del montepío tal como había sido diseñado y que fuera

acogido bajo su patrocinio. Al igual que Eguíluz, pedía una ayuda inicial sobre

Expolios y Vacantes, así como que confirmara al capitán de puerto o capitán de

mar, «que regularmente era de confraternidad», para que continuara ejerciendo

justicia entre los del gremio en casos de poca importancia, mediante juicios

orales. Los más graves deberían en el futuro ser fallados por un «Juez

conservador privativo, para evitar los costes». Al juez conservador le sería

encomendada una especial vigilancia sobre la disciplina de las tripulaciones, así

como consentir que se pudiera enrolar un marinero con un armador, sin haber

reintegrado el adelanto al anterior. Floridablanca lo remitió a Campomanes

«para que con la posible brevedad informe al Consejo», pero la Sala ordenó su

agregación al expediente, a la espera de la opinión de la Audiencia.

La Audiencia mantuvo silencio a pesar de una nueva requisitoria. Asombra la

desidia burocrática, si no es que el Tribunal recibiera presiones en Las Palmas.

Pero más asombro causa al historiador comprobar, cómo dieciséis años más

tarde, o sea a fines de 1803, la Sala de Gobierno haga memoria del tema a la

Audiencia, conminándola al cumplimiento de lo ordenado en el plazo perentorio

de dos meses.”

74 Como ya advertimos, era D. José de la Rocha y Alfaro. La fecha de su memorial: 10.II. 1787

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Efectivamente, ahí hay razones para sospechar un llevarse a ‘vía muerta’ el expediente,

pero este acarreo se hubo de producir a lo largo de muchos momentos de trámite,

probablemente, pero también desde el primer minuto: ¿engañaron las más altas

instancias del poder al propio Eguíluz –un idealista militante-?, o ¿fueron los

retrógrados del Consejo de Castilla –cuna de los tradicionalistas-, quienes lo

embarrancaron? Ambas entidades tenían sobradas razones de peso para abortar el

proyecto de desarrollo de la población marítima de servicio a la Plaza militar formada

por todas las defensas del Archipiélago.

A la altura de 1805 era un buen momento de crisis de los que necesita el poder para

justificar sus aberraciones; la Cofradía de Mareantes estaba ya al borde de la quiebra: ‘a

punto de caramelo’; un comisario regio enviado por el fulgurante Generalísimo de

Carlos IV

“acabó, en virtud de la legislación hacendística de Godoy, canjeando el valor de

las propiedades en tierras de la cofradía y el depósito en el arca, por ocho mil

pesos en vales reales.” (A. de Bethèncourt)…

A nuestro co-tutor ya se había adelantado Álvarez Rixo, que seguramente es su fuente:

«a fines de 1805 aportó a estas Yslas uno de tantos empleados de los que con

pretexto de buen gobierno nos han solido mandar de Madrid a despedazarnos

las entrañas: que así puede decirse de quien destruye lo poco útil y necesario

establecido en el país a costa de tanto tiempo y trabajo. Llamábase D. Juan

Báñez..., y como tales vendió los pertenecientes a los mareantes, llevándose más

de 8.000 pesos para su amo, dejando a los pobres nautas canarios en el

desamparo que aquí vemos.»

Así de fácil le quedó a la Realísima Audiencia dar un “inclemente informe denegatorio

del montepío, …que por otro lado, alguno de sus oidores no debió contemplar como

negocio redondo en los años anteriores” (solo D. Antonio podrá decirnos a quién se

refiere)

«sin embargo de que el Ramo de Pesquería, se considera y ha considerado

siempre por el más importante, así porque el pescado salado es en ella y en las

otras un abasto de primera necesidad, como porque es el que constituye la

única negociación o granjeria que se reconoce entre estos naturales» (Informe

denegatorio de la R. Audiencia, Canaria 20.V.1804), y a pesar de valorar el

proyecto así

«el pensamiento es grande, el método, prevenciones y reglas muy oportunas y

proporcionadas del ingenio y meditación de su autor»;

pero los Sr. oidores no podían dejar de manifestar

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«los estorbos invencibles que impedirían los progresos de unas ideas tan bastas,

como ventajosas al parecer»,

porque

«...el establecimiento del Montepío es impracticable, atendiendo a las

circunstancias destas islas, y que si quisiere llevar adelante, además de que

nunca se lograría verle realizado, se malograrían con seguridad cuantos gastos y

diligencias se hicieran con semejante designio…

… Y para que los rezelos de la Audiencia no aparezcan infundados, basta

manifestar a V.A. que entre todos los dueños de barcos no hay quizás uno que

dexe de valerse de persona extraña para que le ajuste la cuenta de los gastos y

utilidades que ha tenido la Pesquería en la zafra, que es cuando se entera a los

marinos en los que, como partícipes, les toca y tienen que recibir porque

muchos de aquellos no saben leer ni escribir, o lo hacen muy mal…

… En una palabra la rusticidad e ignorancia son los accidentes que con más

frecuencia se ven en estos naturales, porque la instrucción pública ha estado

siempre abandonada y por lo mismo en el día han fixado toda su atención y

vigilancia los actuales Ministros en formar expedientes sobre Escuelas Públicas y

promover otras que estaban atrasadas.»

Dejemos que sean las palabras de A. de Bethèncourt las que interpreten esta felonía

“Los tres inconvenientes máximos que se ofrecen a los oidores se reducen a: 1.°,

la Cofradía ha consumido con el tiempo el fondo prevenido para constituir el

montepío; 2.°, en ninguna de las islas se produce ni siquiera uno de los géneros

que se proponen elaborar; y 3.°, los dueños de embarcaciones llamados a actuar

como directores y agentes del montepío, carecen de la «instrucción y aptitud

necesarias» para realizar «los cálculos de Economía» precisos para el manejo de

empresa tan compleja…”

Al parecer –de creer a los Sr. Oidores-, los propios armadores se consideraban ineptos

para abordar lo que sus padres habían soñado o asumido conminados por Eguíluz;

algunos habrían comparecido ante la Audiencia –afirma su Informe- para presentar

«formal solicitud, separándose del seguimiento del expediente, y pidiendo se

sobresea»;

Pero veamos el motivo de su comparecencia ‘voluntaria’: una transacción asombrosa

con los (¿venales?) oidores

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“por preferir a cambio la protección del Tribunal en la demanda que realizaron

ante la Secretaría de Marina para obtener unos estatutos y entrar en

dependencia de la jurisdicción de un juez privativo, que recaería en uno de los

oidores” (en nota al pie del texto del catedrático, figura el original);

de esos ministros ¡dependería así, en todo, la gobernación y economía del gremio!

El trámite había durado 2 décadas de silencio por parte del poder borbónico:

“Dictamen del Fiscal. Madrid, 21.12.804. «Entiendo debe escusarse al Montepío

de Mareantes». El 3 de enero pasaba el expediente a la Sala del Consejo, que en

1.3.805 decretaba: «excúsese».”

Así mantuvo su lánguida decadencia la vida de supervivencia servil de los pescadores-

mareantes en el banco canario-sahariano, con la vía única de las Indias de Su Magestad

como horizonte, y la servidumbre calamitosa de sus madres, hermanas, esposas e hijas,

frente a los merodeadores en Los Riscos de Ciudad de Canaria.

El emérito catedrático Bethéncourt concluyó su texto de 1989 rindiendo homenaje a

dos protagonistas del contencioso que tenía tan terrible telón de fondo

“En este proyecto, como en otras realizaciones suyas, brilló con luz propia la

iniciativa original del corregidor ejemplar que fue don Joseph Eguíluz, máxima

figura entre los muchos buenos corregidores que durante el setecientos

prestaron servicio tanto en Gran Canaria, como en Tenerife-La Palma.

También merece destacarse la importancia y el poder de este grupo de

mareantes de San Telmo. Gracias a su eficaz y original gestión del negocio de la

salazón, lograron acumular un capital con el que se realizaba una labor social de

gran transcendencia, incluso permitió acudir sólidamente en socorro de sus

paisanos, y realizar obras de ornato, como el pilar o el ajardinamiento inicial de

lo que hoy es el parque de San Telmo.”

No merecería la población de nuestros Riscos también un homenaje por su resistencia

ante tanta indignidad e injusticia.

Y nuestro Coronel Rocha hijo, ¿era tan estúpido que avalara con su criterio –por mucho

que fuera a petición de los mareantes-, la constitución en 1784 de un montepío

inviable, gestionado por hombres ignorantes? O se trataba en 1804 de los hijos de unos

padres humillados repetidamente por la máquina del poder despótico-borbónico local?

Un segundo capítulo de interés en la trayectoria local del Coronel hijo, es su interés en

la implantación de Nuevas Poblaciones en el SE-SO de la isla; es un asunto que, al tenor

de su actividad, le ocupó e interesó hasta el final de sus días, en el entorno gaditano. Allí

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aparece como preparándose exhaustivamente para aterrizar más tarde en los ámbitos

estamentales –una vez recuperado su honor-, como un estratega disponiendo de sus

grandes propiedades en Gran Canaria, para promoverlas como benéfico patrono.

En efecto, él era un piadoso católico, que podría soñar ser una especie de virtuoso

colonizador –en gran parte para mitigar la gran miseria e incultura que podía apreciar

en el estado llano-. Y con rejo de genuino ilustrado, promover la riqueza general

mediante la puesta en cultivo de nuevas tierras hasta entonces baldías…

Los Rocha, ¿promotores de Nuevas Poblaciones en el Sureste grancanario?

La colonización interior del Sur grancanario, explicada en términos económicos y bajo

la interpretación también del catedrático emérito D. Antonio de Béthencourt75, estaría

motivada por la inmovilización de capital en la elite estamental insular, derivada de los

dos renglones primarios de la economía.

En primer término, el suministro a Tenerife de más de 60.000 fanegas anuales de

cereales –debido a su mono-cultivo exportador de vinos-, de donde la acumulación de

diezmos de la Iglesia en las mesas episcopal o capitular.

En segundo término, el superávit de 100.000 pesos anuales de la salazón de la pesca en

el banco canario-sahariano, que enriquecía a la fracción de burguesía comercial que

sesteaba a la sombra del estamento nobiliario; y ello, en un contexto social de

crecimiento demográfico, alza de precios y rentas de la tierra, agotamiento de las

tierras irrigadas, control de las reservas de agua, e inmigración calamitosa de población

isleña, pero pobre e inculta.

Don Josef tenía una visión propia de todo aquel panorama calamitoso, acumulado por

generaciones y rompiendo los mimbres del buen orden.

El Coronel Rocha hijo, a quien nuestro catedrático emérito –descendiente directo de él-

titula “arquitecto”, además de personero general –síndico personero-, afirmaba76 que

ese pequeño continente circular pero tan quebrado en altura, con una mitad montuosa,

una cuarta desértica y distante a entre 8 y 10 leguas de la capital de ásperos caminos

que recorrían las medianías, y sólo la otra cuarta parte poblada y cultivable, no podía

«alimentar a sus 45.000 moradores.» (el énfasis es nuestro)

75 En su ensayo Colonización interior en el SW de Gran Canaria a fines del siglo XVIII. (texto de 1975; con notas añadidas más adelante). 76 En su Expediente formado en virtud de… un Memorial del Ayuntamiento de la Ciudad de Canaria sobre que se le conceda facultad para hacer tres Poblaciones a la banda del Sur. Los datos que añade D. Antonio de Béthencourt son: “Archivo Histórico Nacional. Consejos suprimidos, Leg. 4061, núm. 13. Toda la información expuesta a lo largo del presente trabajo, de no hacerse referencia en contra, procede de este voluminoso expediente.”

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De ahí se derivaba la incomodidad, la pobreza, los desórdenes y la transmigración a

América, con el “lamentable abandono de sus casas y familias, que por lo regular queda

siendo pesada carga para la república.”77

Sobre arrendadores, medianeros, aparceros y colonos, pesaban la exigencia de los

propietarios y además los «tributos, mandas, capellanías, pensiones, hipotecas, etc.»

con que estaba recargada la tierra productiva; el Coronel Rocha hijo afirma que el precio

del agua no bajaba de 16 pesos en los pueblos de dos cosechas, y la fanegada de

terreno bajo riego, de 30 a 50: el agua era ya ajena a la tierra, un mercado de la

especulación –“enajenable, vendible, partible, arrendable, hipotecable”-.

Sólo la feracidad de 2 y hasta 3 cosechas en algunas vegas y cauces de barrancos,

hacían posible la rentabilidad agropecuaria; la captación de aguas era creciente pero

costosísima. Ante la petición de remedio por el personero Rusell en 1776, el monarca

respondió con dos sisas sobre los impuestos únicos que pagaban los canarios –motivo

de una enérgica protesta de la RSEAPLP en 1782-.

Hacia 1770 se cifraba en 400 a 500 las “familias ociosas, sin ocupación”, un 4 a 6 % de

la población insular: unas 2.000-2.500 “personas condenadas a la caridad pública”,

dentro de una población campesina que “sólo alcanzaba un nivel de vida de mera

subsistencia”. Para esas 500 familias fue concebido el proyecto de poner en cultivo

tierras baldías, satisfaciendo el hambre de tierras de que dio muestras el campesinado –

que estuvo tras la sucesión de motines del XVIII-.

El Procurador del Común Rusell y otros enviaban “infinidad de solicitudes sobre el

Consejo de Castilla” en petición de conceder nuevas datas sobre montes realengos, sin

afectar a las masas forestales del Monte de Doramas, El Lentiscal y El Pinar –que

estaban siendo diezmadas por las roturaciones subrepticias-; el sabio Coronel Rocha hijo

temía ya “con fundamento su total desolación” a pesar de «los clamores de toda la

isla.» Pero en el Consejo de Castilla anidaba, como es sabido, lo máximo de la conciencia

feudal, mercantilista, imperial monárquica, y estas súplicas debían sonar a gimoteo que

no merecería sino algo como ¿y Vd. qué pretende? Eso son minucias; que pueblen

América!

D. Antonio de Béthencourt atribuye al recordado obispo Juan Bautista Servera (1769-

1777), muy relacionado con la Casa de Rocha, la “idea feliz” de lanzar hacia 1773 el

proyecto de asentar las 400-500 familias ociosas, en las tierras del SW colindantes entre

las “controvertidas posesiones” del marqués de Villanueva del Prado en el barranco de

La Aldea, y las del conde de la Vega Grande en el barranco de Arguineguín, comarca

realenga entonces muy poco poblada, estableciendo 3 poblaciones en los valles de

Mogán, Veneguera y Tasarte. Esos nuevos colonos serían «vecinos útiles a sí, a la isla y al

77 Léase ‘las instituciones civiles’, o sea, sin nada que ver con el civilismo ilustrado anti-monárquico.

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estado», recibiendo parcelas de secano y regadío, aperos y simientes, etc. “a cambio de

romperlas y abonar un moderado canon anual” a la Real Hacienda. Los promotores

realizarían las costosas minas de captación y conducción de aguas. El obispo financiaría

con 24.000 pesos de sus rentas a fondo perdido, el desembolso inicial.

El Cabildo de Ciudad de Canaria anduvo perfeccionando el proyecto y lo llevó a plenos

en las sesiones de 26.IX y 20.X.1773, y luego tras una primera pérdida de tiempo, en

25.XI.1776. En 1777 volvieron las presiones del obispo que al ser trasladado a Cádiz,

veía un momento óptimo para que el rey dedicara al plan colonizador los 80.000 pesos

de sus rentas por sede vacante (estuvieron durmiendo como expolios en las arcas de la

catedral hasta 1784)

“Sin embargo, el momento para dirigirse al rey estuvo bien elegido. A los

100.000 pesos de expolios retenidos en el tesoro de la Catedral, vendrían a

sumarse los producidos por sede vacante, con motivo del fallecimiento del

obispo Fray Joaquín Herrera.

Este proyecto estuvo a punto de verse potenciado con la financiación por parte

del Cabildo catedralicio. Tiene razón Millares Torres, aunque Rumeu de Armas lo

niegue, que cuando afirma que hubo discusiones entre los canónigos entre

destinar sus cuantiosos fondos a promocionar la población en el Sur de las islas

[de Canaria y Tenerife] o al aumento de parroquias y adquirir objetos piadosos

para avivar la fe. Es más, fue el canónigo Róo quien convenció a sus compañeros

para dedicar tan cuantiosos fondos a ultimar las obras de la catedral.”

En efecto, así fue; y como consecuencia del acuerdo, el Coronel Rocha padre fue

contratado por ese Cabildo para concebir el proyecto de continuación de la media

catedral restante, al que más tarde renunció en favor del racionero Diego Nicolás

Eduardo –de más sólida y acorde a los tiempos formación arquitectónica (neoclásica)-.

Al respecto, cabe especular la posibilidad de un debate entre ambos arquitectos –

incluyendo la presencia como tercer tertuliano del Coronel Rocha hijo-, acerca de la

concepción del proyecto, sus implicaciones, las dificultades técnicas, etc.; en otro punto

de esta Tesis se comenta la probabilidad de que esos tres arquitectos colaboraran en

cierto grado: el plano de planta para la ampliación del Hospital de San Martín –su

primera concepción era obra del Coronel padre- hacia Poniente, tiene la mano de Diego

N. Eduardo, y sin embargo las certificaciones de obra semanales subsiguientes al

fallecimiento de aquel, fueron firmadas por el Coronel hijo…

Triple circunstancia que, haciéndoles coincidir en esa emblemática obra, permite

deducir la supuesta colaboración que hemos propuesto.

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En todo caso, a pesar de ser acuciado el Cabildo de Canaria también por la RSEAPLP,

aquel no lo elevó al monarca (Carlos III), hasta 2.XI.1782; entonces, tratando de

prevenirlo todo –incluso ventajas fiscales municipales (“censo enfitéutico perpetuo”)-,

el Cabildo-Ayuntamiento añadió los argumentos convenientes de defenderse mejor el

sector SW ante posibles desembarcos, y el servicio de apoyo que podían hacer las

nuevas poblaciones a la Compañía de Pesca de Ballenas que se proyectaba en

Arguineguín…

“El expediente fue evacuado en tiempo récord. Salió de Las Palmas el 9 de

agosto y el rey firmaba las instrucciones el 10 de diciembre. Floridablanca

remitió la propuesta de Gran Canaria a Campomanes, Presidente del Consejo,

quien se conformó con el dictamen del fiscal…”

Se recomendaba en ese dictamen una visita de inspección del corregidor Eguíluz

acompañado de ediles y técnicos, elaborando un mapa con localización de los poblados,

señalando

“las suertes, los cultivos idóneos, obras de captación y conducción de aguas,

dehesas para el ganado, edificios públicos y privados, presupuesto, etc.”,

y la Real Audiencia debía

“perfilar el proyecto acompañándolo de «un paño pintado» para una mayor

claridad.”

Floridablanca añadió 3 condiciones de su parecer:

“las nuevas poblaciones se ajustarían al modelo del Fuero publicado para Sierra

Morena; el producto del moderado canon se destinaría a propios de las nuevas

comunidades; y sólo recibirían lotes, pobres de solemnidad de la isla.”

La segunda condición no debió gustar lo más mínimo ni convenir a los potentados del

consistorio capitalino; era un pérdida de competencias, de poder y de fiscalidad… El

corregidor Eguíluz cumplió con su celo característico estas instrucciones, y haciéndose

acompañar por el regidor Cerpa y un escribano “cruzó la cumbre y se dirigió a la Aldea

para realizar un «prolixo examen técnico» al efecto.

Pero no le acompañó dibujante alguno ni ingeniero (militar) que levantara el mapa

zonal que se pedía; se guió por conocedores lugareños, con los que los datos resultaban

vagos; y finalmente, inspeccionó terrenos fuera de los valles de Mogán, Veneguera y

Tasarte –realengos- que eran privativos de personajes poderosos –marqués de

Villanueva del Prado (la Aldea) y José Quintana (Amurga)-.

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Tal vez llevado del celo por delimitar los lindes de las tierras realengas, municipales y

privadas (y posibles usurpaciones), describir “el estado moral, espiritual y político”, y

evaluar sus posibilidades productivas, el error de Eguíluz resultaría fatal, dando pie a

pleitos, de posible legítimo fundamento, pero al cabo dilatorios para el proyecto;

también lo consideraba como “modelo de otras [colonias] a establecer” para nuevos

colonos más numerosos… Pero resultaba que

“Las tierras realengas se reducían a EL Furel, Inagua, Güigï Chico y Grande,

Tazartico, Tazarte, Veneguera, Mogán, Macizo de Tauro, Taurito y Lechugal, así

como La Solana de Arguineguín, Ayagaures, Amurga, Aldea Blanca, parte de

Sardina y el Barranco de Balos.”

Es decir, que esa bolsa de terrenos era lo más montuoso y hacia el interior del

cuadrante SW: en realidad, salvando los arroyos-barranco de Tasarte, Veneguera y

Mogán –que arrancan de la cumbre de Inagua a Pajonales-, eran los riscos inaccesibles y

cuencas, carentes de potencial irrigabilidad, que la colonización de más de dos siglos

había dejado virgen –aunque eran terreno de pastoreo por las sagas de cabreros

hereditarias del Sur-.

“En la zona colonizable se hallaban establecidos 163 labradores permanentes,

que habían roturado y beneficiado tierras, así como tierras, así como otras 106

familias de pueblos y pagos más o menos próximos que acudían temporalmente

para sembrar y recoger sus cosechas de millo, granos menudos, frutales y

ganados. En consecuencia, las tierras cultivables, una vez roturadas, admitirían

solamente 290 nuevos colonos…”,

ya que, habiendo ya en producción 198 fanegadas de regadío y 3.825 de secano –que

daban unas “1.420 fanegas de maíz y 12.400 de trigo y centeno”-, y una vez

descontados los terrenos para roturar, construir y disponer infraestructuras para las

colonias, sólo quedarían 5.940 fanegadas cultivables. Es decir, sólo había espacio para

algo más de la mitad de lo necesario (58% de las 500 familias).

El Ayuntamiento interpretó esta información en clave gubernativa: las roturaciones

espontáneas habían densificado los Mogán, Veneguera y Tasarte de 10 años atrás, pero

era “urgente prestar a aquellos vecinos asistencia espiritual y política” para prevenir

querellas entre labradores y pastores… Ya no era viable el proyecto.

Y de inmediato se debía acometer obras acuíferas y equilibrar las actividades de pastos,

agricultura y montes, para proteger estos últimos –tan necesarios “para la construcción

naval y urbana”-. Se criticó además “la falta del mapa”.

En cuanto a los condicionantes del Consejo de Castilla, se declaró la imposibilidad de

aplicar en la isla el Fuero de Sierra Morena y discrepó respecto a los censos, y propuso

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hacer una escala de tipos de cánones (3 reales v.n por fanegada para cereales, 5 pesos

para las de regadío, ...) Pero los síndicos personeros de 1785 y 86, Rusell y La Rocha,

hicieron suyo el informe, pero previniendo que no se hicieran con datas los hacendados

o los eclesiásticos...

El 23.VI.1786 conocieron el dictamen del fiscal de la Real Audiencia:

“La comarca no estaba deshabitada, no se señalaba el régimen de policía,

desconocíase el monto total del presupuesto, ni cómo se financiarían los

edificios78, templos, captaciones de agua, etc., y menos las fórmulas

amortizadoras.”

Ese dictamen negativo fue corroborado por el informe “abandonista pragmático” de la

RESEAPLP: ante las inobservancias del expediente, propuso solucionar lo urgente, en

suma repartir los tres valles sin crear asentamientos –ya que las gentes de Tirajana,

Tejeda, Artenara, La Aldea, vivían en caseríos, no en poblaciones arruadas-.

El censor de La Económica, canónigo Jerónimo Róo, trató de demostrar al aplicabilidad

del Fuero de Sierra Morena en el SW sin tocar las esencias forales canarias, y salvar el

espíritu del proyecto frente a los serios problemas de financiación, proponiendo

realizarlo por etapas a empezar por Mogán, pero haciéndolo con vaguedades y cifras

soñadoras que revelaban no conocer el terreno… El Ayuntamiento escurrió el bulto a su

vez, por no litigiar en los pleitos interpuestos por los dos poderosos propietarios del SW.

La reacción del Ayuntamiento fue muy poco ilustrada, ante el varapalo del fiscal –

propio de la atmósfera de inferiorización que cultivaron las autoridades realengas (la

misma suerte corrió el Montepío de Mareantes)-.

Todo conspiró rápidamente a favor del desánimo. Y se hizo dejación de la tenacidad

indispensable para toda nueva empresa pública, que era vital para el bienestar civil,

auto-corrigiendo vicios, respondiendo a cada exigencia del trámite o desafío de las

circunstancias; sin insistir por supuesto, en el interés indisimulable en las posturas de

algunos regidores del Ayuntamiento…

En 1792 –año fatal para las Islas, por lo que iba agravándose el problema de los

ociosos- entró en el Ayuntamiento-Cabildo como nuevo Síndico personero José Antonio

Gómez, con nuevas ideas para reavivar el proyecto, dirigiendo en fecha 22.I a la Real

Audiencia una solicitud al respecto; en tres partes, planteaba:

1) una crítica “acerba” a los actuantes en el proceso anterior –incluyendo al censor de

la RESEAPLP, canónigo Róo, poniendo al descubierto la falacia de sus valoraciones-;

78 Debía referirse a los públicos, porque los hogares de colonos era norma en las nuevas poblaciones que se las construyeran ellos mismos…

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2) se debía volver al terreno, levantar el plano, hacer un plan de financiación…, para

que el proyecto entrara por los ojos;

3) que la Real Audiencia se limitara a sus funciones, dividiendo el expediente en tres,

separando

a) los pleitos de las tierras de realengo con los terratenientes de Aldea y Amurga,

b) las lindes de realengo, pues los tres valles estaban dentro sin duda alguna, y

c) que se elevara el expediente completado al Consejo de Castilla.

Pero esta iniciativa de des-bloqueo quedó poco después paralizada debido a “una

respuesta ambivalente del propio Cabildo”. Muy poco ilustrado; apreciamos más anti-

civismo aun.

La dormidera del asunto duró hasta 1799 –con el Coronel Rocha hijo sufriendo su

calvario particular en las cárceles catalanas del rey, y ya casi en camino hacia toparse

con la peste y la muerte-.

Mientras, no de oficio, sino por ilustración –católica, por supuesto-, el fiscal de la R.

Audiencia, Zuasnavar intentó reavivar el plan de colonización: al engordamiento natural

del problema de los ociosos, se venía a sumar el acantonamiento en la capital de cientos

de soldados, teniendo que «alimentar dos regimientos veteranos, que nunca ha habido

guarnición en las islas», y el hecho de haber cesado por la guerra (con Francia-

Inglaterra) la emigración a América –la válvula de escape de la colonia-…: la situación le

parecía «insostenible …en ningún tiempo había [habido] más escasez que en el

presente», pues tras 6 años de guerra (bloqueo el Estrecho de Gibraltar) y sin

expectativas de finalizar «tiene interrumpido el comercio, parados los caudales».

El fiscal alude a que en La Laguna se había puesto en marcha un repartimiento de datas

de tierras de propios con ese efecto; pero para el SW de Gran Canaria proponía un

nuevo plan, de lo más liberal –se diría hoy-:

1º) no habiendo dinero en los pobres y en la hacienda, repartir a quienes tuvieran

capital para romper tierras y captar aguas;

2º) favorecer en las costosas grandes captaciones de aguas, el proceso creciente para

¡desvincular la propiedad de las aguas y la tierra! 3º) que los repartimientos los realizara

la propia Audiencia…

Béthencourt se pregunta si Zuasnavar habría leído a Adam Smith; si así fue, tal vez lo

hiciera demasiado aprisa: parece más bien ‘¿porqué no me pagan un canon, y yo

reparto bien lo juro por mi madre (o lo más sagrado)?’

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Tras la paz (Amiens, 1802), el Consejo de Castilla –sin duda debido a noticias de la

iniquidad en las Islas- recordó a la Audiencia en 23.III.1803 el plan de dos décadas atrás,

concluyendo el expediente (mapa, conclusiones, proyecto de fuero para esas nuevas

poblaciones…) La aportación el obispo Verdugo se adelantó a todo, proponiendo erigir

las parroquias –con el caudal enviado por el tirajanero-habanero Matías Sarmiento, se

empezaría una a S. Antonio de Padua-.

La Audiencia encargó el plano al único perito inteligente que en la actualidad se conocía

en toda la ciudad, pero –al perderse con el expediente- hubo de ser repetido por el

artista José Ossavarry, paño o pintura mejor y más exacto al efecto. Y aquella elaboró un

informe con su historia del proyecto, y un fuero adecuado para una población de sólo

300 “propietarios censalistas acomodados” –a sumar a los labradores ya residentes-,

invirtiendo 40.000 pesos –lo que parecía “caro con respecto a Sierra Morena”-.

El cuadro social-religioso que pinta el informe es muy (católico) ilustrado, por supuesto,

aunque es muy dudoso que en los otros riscos, los de Ciudad de Canaria, viviera mucho

mejor la gente marinera –las familias de los rocotes costeros-:

«bien los hombres sin gobierno político ni moral, derramados por los riscos y

valles, habitando, sin cultura alguna, en cuevas y entre peñascos.»

Lo escandaloso es el territorio que describe tras 3 siglos de colonización –en palabras

de Béthencourt-:

“una pésima organización administrativa centralizada en Las Palmas y la

compleja orografía insular, carente por entonces casi de caminos. Desasistidos

espiritual y políticamente, se comprende que vivan «sin ideas, ni instrucción,

faltos de todo auxilio». Al margen de la productividad, del establecimiento de

colonos y cualquier otra motivación económica, sólo el atender «estos vasallos

del rey» es lo que hace imperiosa la fundación de las tres poblaciones.”

Aunque se propusieron varias fórmulas mediante fondos civiles o eclesiales, se optó

por desvestir a un santo para vestir al de la procesión:

“las rentas reservadas para la fundación de la Universidad de Canarias: estas

rentas de dos canogías, congeladas 12 años atrás, a 2.000 ducados anuales, que

hacían 48.000, así como una pensión sobre rentas del obispado, ascendiendo el

total depositado en la catedral a 75.000 duros.”

Acerca del fuero, las nuevas poblaciones se denominarían Carolina, Luisiana y

Fernandina de Canarias –con unos 80 a 100 colonos cada una-, que gobernaría un

intendente; se describía todos los aspectos de la vida comunal, se asignaba a colonos e

hijos trabajos para levantar los hogares, en la captación y conducción de aguas,

servicios generales…, y “serviría de modelo a nuevos poblados.”

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Se instalarían “cerca de las playas, en boca-barranco” para facilitar el embarque de los

productos, etc., y dispondrían de templo y casa parroquial; casa del concejo –que

compondrían el alcalde pedáneo, dos regidores, un síndico electos, y un escribano- y su

cárcel; hogares para el maestro, escribano, cirujano-sangrador, y otros para inspector,

artista, y campesinos…

Y todo debía quedar reflejado en un libro de registro de la propiedad, con mapa muy

preciso levantado por «un ingeniero, agrimensor o facultativo» donde figuraran las

suertes y solares repartidos: 14 fanegadas de secano y 4 de regadío, más terreno

colgado (en ladera) para arbolar o plantar viñas, para deslindar las piezas, y disponer de

leña...

La superintendencia gestionaría las obras hidráulicas, así como establecer los sitios

para molinos de agua o eólicos, horno, dehesa comunal..., y hasta establecer las

ordenanzas municipales.

Era condición inviolable la residencia por 10 años, sin vender la data, sólo heredable por

hijo o hija casada con labrador, etc.; tras 2 años sin poner la tierra en cultivo, sería

“calificado de vago y destinado a la Marina.” El canon se pagaría desde la primera

cosecha (1, 2 ó 3 reales v.n por fanegada según calidad, y 30 por la de regadío), para el

fondo de obras comunales.

Las suertes serían indivisibles, pignorables pero no hipotecables ni quedar sujetas a

cargas civiles o eclesiales. Se fijaban los aperos, simientes y ganado que percibiría cada

colono, antiguo o nuevo: 2 ovejas, 1 cabra, 6 gallinas y 1 gallo; más, comunalmente, 150

vacas, 100 cerdas, 50 burras y algunos machos. Artesanía doméstica-femenina: recogida

de barrilla para hacer jabón, y tejer lino, cáñamo y lana.

No se instalarían en la comarca conventos, hospicio u hospital… Sólo se dictaría

enseñanza de primeras letras –obligatoria y gratuita-, pero no enseñanza media ni

universitaria…: sólo labradores, «nervio de la fuerza del estado». EL aparato burocrático

se instalaría …”en los bajos de la casa Regental, en la plaza de Santa Ana.”

Toda esta labor se concluyó el 8.VIII.1804, con un expediente que Bethéncourt piensa

fue enviado –y sucumbiría a un percance naval-; en 4.VI.1806, el Consejo de Castilla

reiteraba su pronta remisión al regente Hermosilla: a mediados de septiembre el

duplicado viajó a Madrid, y 3 meses después lo recibía para informar, su fiscal. Los

acontecimientos de 1808 en España atropellaron ese tren tan demorado por el mal-

hacer de los regidores y la incompetencia del concejo, etc., y del expediente nunca más

se supo administrativamente.

Bethéncourt concluye su ensayo preguntándose qué habría sido de esa comarca SW –

hoy turística-, si hubiera sido poblada “a tiempo” mediante aquella “planificación

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comarcal”, por “tres o más pueblos de pequeños propietarios”, restados a la ociosidad y

satisfaciendo el hambre de tierras –expresión muy cara a los historiadores locales-.

Y tras ensalzar a “nuestros hombres ilustrados… ejemplos vivos de Ilustración” –

Servera, Verdugo, Eguíluz, Róo, Rusell y Rocha, Ossés y Zuasnavar-, critica lo que le

parece una pauta

“Una constante: casi todas las grandes ideas aquí nacidas, naufragan a causa de

una administración central lenta, burocratizada y pobretona, pues la falta de

recursos fue retrasando estos sueños hasta reducirlos a nadería. Sin embargo,

en este caso concreto, como en otros, es de justicia subrayar que parte de la

culpa radicó aquí, ya que el estudio y la planificación no fue ni exhaustiva ni clara

desde sus principios.”

Considero que esto es una crítica muy blanda, tanto hacia la metrópoli cuanto hacia los

regidores locales, y oidores y fiscales de la R. Audiencia.

Como epílogo podemos añadir que el documento permite más preguntas, al menos

esta: qué otras Nuevas Poblaciones –a las que sirviera de modelo el intento del SW- se

había pensado por las mentes ilustradas de la Ciudad? Y dónde. Nos parece obvio que la

alternativa no puede ser sino las tierras del SE, donde se desarrollaba una guerra de

posiciones entre las dos casas más poderosas de la época en Gran Canaria: los Rocha y

los Del Castillo.

Como ninguna de las dos, ha permitido a este doctorando acceder a sus fondos –acerca

de los primeros, nos referimos a sus depositarios actuales, el marquesado de Arucas; un

título de 1911, por cierto, esto es, que entroncó con estos intereses mucho después-,

nos permitiremos especular que el Coronel Josef de la Rocha, en particular, tendría

pensado promover, por cuenta propia, de su Casa quizás, alguna o varias nuevas

poblaciones en los Llanos de Sardina-Arinaga, y que ese fuera el sentido de la política de

compras de suelo realizada por su padre Antonio Lorenzo, en los márgenes del arroyo-

barranco de Guayadeque –zona de Carrizal, especialmente-, así como el proyecto,

también del Coronel Rocha padre, de minado en este cauce, para una captación

importante de aguas.

Pero nada en el ensayo de Bethéncourt ha permitido sospechar que pueda figurar

noticia alguna, al respecto, en el expediente al que él nos remite –obra de don José de

la Rocha, siendo Síndico Personero-: el Expediente formado… AHN, Consejos suprimidos,

Leg. 4061, núm. 13.

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Por último: estando en Puerto de Santa María (Cádiz), el que escribe intuyó por

diversos elementos de juicioque don Joséf de la Rocha79, tal vez planeaba alguna

operación comercial con Indias (con cuyo producto financiar las presuntas nuevas

poblaciones en la zona de Carrizal o el SE), o quizás sólo reunía elementos –en sus

visitas meticulosas a nuevas poblaciones del entorno-, para su más certera

planificación…

En todo caso, nuestro Coronel Rocha hijo, en vida (fines de 1800) sólo alcanzó a

conocer la torpe y fracasada fase primera del expediente, no su reapertura a partir de

1802; en 1792 había sido sustituido además por otro síndico personero, José Antonio

Gómez… Así que cuando fue movilizado para la Guerra de la Convención en 1794, ya

viajó, al frente de su unidad, estando al parecer medio fuera de la primera línea de los

asuntos municipales, y en particular quizá también del expediente y planes de nuevas

poblaciones.

Resulta algo turbador, quizás relevante a este respecto, que el corregidor Eguíluz no

contara con él –persona entendida en estudios territoriales, topográficos- para hacer la

visita a la comarca del SW. Quizá, debido a los intereses particulares directos de Rocha80

en el asunto? Tal vez, por diferencias de criterio? Por escasa sintonía entre ellos? La

pérdida del Archivo del Concejo de Canaria se muestra aquí como la certera desgracia

que nos cayó el día (29.III.1842) que ocurrió ese incendio…

La rueda de la desventura toca a la puerta de la Casa Rocha

Desconocemos, entre tantas otras circunstancias, los prolegómenos de la vida de don Josef hacia los días en que fue movilizado a la Guerra Gran –así llamaron los catalanes a la guerra de Carlos IV contra la Convención parisina-; como quiera que él mismo presenta los hechos tal como le afectaron, le dejamos la palabra a su pluma. El original, como es sabido es una copia, que figura en el Archivo Acialcázar.81 El frontispicio que sigue bajo estas líneas, trata de recordar que es (una copia a mano ¿de Don Frasco?) de un manuscrito, original de don Josef: su Diario de Campaña.

Diario del Coronel Don José de la Rocha

desde

la salida de su casa en 25 de Mayo de 1794 mandando una columna

79 Tras el Consejo de Guerra (sería de enorme interés contar con su sentencia), siguió siendo Coronel, ya que sabemos al menos dos cosas; por su testamento militar, que tenía esa calidad, y esa graduación; y que frecuentó en sus últimas semanas al Capitán General Príncipe de Monforte, y las dependencias de su despacho en la Capitanía gaditana, tal como testificaron tras su muerte en la epidemia, los escribientes de aquella, acerca de su firma y rúbrica en aquel testamento. También sería de mucho interés localizar la naturaleza de los documentos que, parece ser, firmó en esas dependencias. 80 En el supuesto de que fuera conocida la política de compras de terrenos en Carrizal y el proyecto de minado de Guayadeque por parte de Antonio Lorenzo de la Rocha, como parece probable y sería lo normal. 81 Debemos a su depositario actual haber dispuesto de todas las facilidades para su consulta y demás.

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de Granaderos prov.s de las Canarias para el Ejército de operaciones de Cataluña.82

El Diario se inicia directamente con la exposición de su partida; la recluta se realizó por orden de 19.V.1794 del comandante Gral. de las Canarias D.n Antonio Gutiérrez, afectando a los solteros de los 11 Regimientos de las Islas. Embarcó para Tenerife el día 25 en el barco costero San José, al mando de la oficialidad y tropa de los de las Palmas y Telde, llegando a Santa Cruz al rayar el día 26, acuartelándose a la tropa en el Hospicio santacrucero, que estaba entonces desocupado; tras llegar el resto de Regimientos isleños, se pasó revista-inspección el día 13 de junio, y en el navío de S.M. Santiago la América (en número de 450 hombres con 23 oficiales) y en una fragata mercante catalana (40 hombres con 2 oficiales), se dieron a la vela en la tarde-noche del día 18. En el primero, que comandaba el cap. de navío D. Antonio Cañedo, navegó el Coronel Rocha rumbo al frente del Rosellón.

Como se ha señalado, en nota al pie, el Diario se interrumpe en la pág. 291 con un

comentario –de otra letra- que evidentemente, por su sentido, no es del Coronel hijo:

“Aquí termina el Diario del coronel don José de la Rocha, que como puede

observarse y sin que se explique, no llegó a su fin.”

Era unos días después o la misma tarde del 22 de agosto de 1795, la fecha en que el

Coronel hijo concluyó su narración. Se trata pues de un diario-narración a lo largo de

más de un año, a distancia de unos 12 años después de la muerte del Coronel Antonio

Lorenzo (1783); exploraremos, en cualquier caso, este Diario…, a la búsqueda de alguna

referencia, por parte de su hijo, a los Coroneles que biografiamos.

Dado que se trata de una copia del original, como quiera que no se dice en ella de qué archivo se obtuvo, ni por quién, ni otra noticia alguna, todo lo que podemos hacer es seguir la pista a este Diario…: con ayuda del citado depositario del Archivo Acialcázar, y comparando caligrafías obrantes en sus legajos, es fácil concluir que se trata de una copia sacada a mano por el abuelo de D. Pedro María –Don Frasco, como le llama este-, esto es, D. Francisco de Asís de Quintana y León, X marqués de Acialcázar, puesto que se trata de la misma letra que aparece en decenas de notas tomadas a vuela-pluma por él.

¿Por medio de quién pudo Don Frasco obtener el original o copia de la cual él sacó el Diario… obrante en su Archivo? Gracias a la ayuda del genealogista D. Juan Gómez-Pamo y apoyándonos en el Nobiliario de Canarias, sabemos que D. Esteban José Cipriano de Quintana y Llarena (Las Palmas, 26.IX.1816), tío de D. Frasco, casó en 6.VIII.? “con Dª Francisca de Sales de la Rocha y Lugo, hija de D. Antonio de la Rocha Carvajal Lorenzo de Bethéncourt y Lugo, Señor y Alcaide Perpetuo de su castillo y casa-

82 Así se intitula el Diario…, que se inicia con una página ya ella misma escrita a pluma estilográfica; este detalle no se hizo notorio hasta la segunda visión del original; y comprendido esto, reparamos también en que la propia letra no correspondía a una caligrafía de final del XVIII. Además, va encabezada por un sello de agua de la Casa Acialcázar, lo que nos confirmó el propio depositario actual (enero de 2011) del archivo, D. Pedro Mª Pinto; por último, el Diario se interrumpe en la pág. 291 con un comentario que evidentemente no es del Coronel D. José de la Rocha, como señalamos en el cuerpo del texto.

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fuerte de Santa Cruz del Romeral –según señala el Nobiliario…- y de Doña Cayetana de Lugo Viña y Herrera-Leiva” († en Las Palmas, a fecha 30.VI.1901).

Probables depositarios antiguos del fondo Rocha: Dª Francisca de Sales de la Rocha y Lugo, y su esposo D. Esteban J. C. de Quintana

Es decir, esta señora Dª Francisca de Sales de la Rocha y Lugo era biznieta del Coronel D. Antonio Lorenzo de la Rocha, y tía política de Don Frasco, autor de la copia del Diario… obrante en el Archivo Acialcázar. Dª Francisca de Sales de la Rocha y Lugo no tuvo descendencia en su matrimonio con D. Esteban J. C. de Quintana –según el Nobiliario…-; a partir de aquí no sabemos quién heredó –o recibió en donación o se hizo con-, el original del Diario…

Con estos datos que hemos consignado, no es difícil inferir que esta pareja sin descendientes tuviera aun en su poder cierta parte o la totalidad del fondo documental de la Casa Rocha, o acceso a algún pariente que fuera entonces su depositario, ...y entre esa colección incierta de documentos, el Diario… del Coronel hijo que venimos comentando. La detección de estos pormenores podría dar la pista de quién pueda tener todavía (2011) algunos papeles relativos a –o autógrafos de-, D. Antonio Lorenzo, el Coronel Rocha-.83 Aquí los dejamos para el futuro; nosotros no hemos podido conseguir más.

Quizá por supuesto, ese fondo documental sea el que acabó depositado en el Archivo del marquesado de Arúcas –que fue citado en el libro de Quintana y Cazorla-, pero ello no está por ahora evidenciado.

Otro dato de mucho interés a este respecto es la presencia, en la copia de Don Frasco –

que así vamos a denominar a partir de aquí al ejemplar del Diario… obrante en el

Archivo Acialcázar-, de un certificado del teniente general Arias de Saavedra sreñalando

que el Coronel Rocha (D. Josef) estuvo a sus órdenes “en el puerto de Vivre adelantado

a la línea del Lampurdan”, el día 29.XI.1794,

“en el ataque general que dieron los Enemigos en d.ho día, en el cual

desempeñó su dever, con Onor, serenidad, y valor recomendable; así en la

acción que fue muy viva, defendiendo el Pueblo y llegando a batirse su tropa

hasta a la Balloneta, como en la retirada en que cargaron los enemigos con

summo empeño; y fue el cuerpo de su mando, uno de los últimos que por mi

orden la verificaron; y para que conste en crédito del interesado doy la presente

a su petición en la Ciudad de Ezija a veinte y ocho de Julio de 1796. Ildefonso

Arias De Saavedra.”

El documento, en folio pegado a la página del libreto –en que fue estilografiado el

Diario… por Don Frasco (¿)- y mecanografiado, revela dos cosas, al menos; que siendo

mecanografiado es necesariamente copia a su vez del certificado que libraría el

83 Aparte de los que sabemos se encuentran en poder del marquesado de Arucas.

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teniente-general en 1796; y ello da pie a volver a especular con que ese escrito procede

también de algún fondo documental o archivo privado, al que tuvo acceso Don Frasco –

¿a través de su tía?-, en el mismo momento –o no- que accedió al original del Diario...

La segunda consideración es que la tropa canaria a cuyo mando iba el Coronel Rocha

hijo, fue utilizada en aquel frente contra Napoleón como ‘carne de cañón’…: como se

sabe, Don Josef nunca regresaría a su tierra, por razones que no habían sido aclaradas

nunca –en la historia local conocida-; las preguntas, ¿vergüenza ante las familias

canarias (buena parte de los solteros quedó en el campo de batalla)?, ¿motivos

personales (como haber contraído alguna enfermedad de campaña)?, ¿ambos móviles?,

¿u otros motivos?; han circulado de forma recurrente para argumentar tal dilema.

Nadie conocía la verdad de ese final trágico que ahora conocemos.

Si toda guerra destroza la mente de los hombres, aunque D. Josef era militar de

tradición familiar y largo ejercicio en su tierra, porqué como hombre significado desistió

de volver a encabezar la Casa de la cual era titular, con no poco patrimonio e intereses

que atender?

Fue esta la razón en la sombra, de que la brillante biografía familiar tras la actuación

civil del gran Coronel padre, quedara a partir de D. Josef apagada por el tiempo y se

mantuviera tan oculta hasta el siglo XXI? El propio Diario… concluye dando parte de las

respuestas implícitamente; la –por ahora- enigmática estancia prolongada de D. Joseph

en Cádiz-Puerto de S.ª María, y la epidemia de fiebre amarilla de 1800 dan la rotunda e

inapelable razón última. Lo que no sabíamos era su final heroico.

¿Alguna referencia, por parte de su hijo en su Diario…, al Coronel Rocha?

La navegación resultó dificultosa en la Punta de Anaga, por lo que los patrones desanduvieron el rumbo, curiosamente, para intentarlo por la banda del sudeste de Tenerife el día 21, lo que lograron alejándose tanto como para dejar atrás La Palma el 23 a la noche, pasando luego por Madeira sin verla, ni ver más tierra que la africana y portuguesa hasta el 14 de julio84, cuando yendo a pasar el Estrecho de Gibraltar, un levante hizo prudente aportar a Cádiz, a mediodía del 15; el Ayudante D. Pascual de Castro bajó a la petición de autorización y comunicaciones oficiales; pero el Gobernador teniente-general Fondeviella –atendiéndole personalmente bien, dice-, impidió la estancia nocturna de la tropa en la plaza, recomendando que se detuvieran allí lo estrictamente necesario...

Consignó Rocha que Cádiz (75.000 almas, 58.000 vecinos) le gustó –templos e importantes edificios bien servidos (como su Academia de Bellas Artes), Teatro y Alameda concurrida de población devota e industriosa, con mujeres honestamente vestidas-, abundante de todo, aunque caro. En una de sus numerosas muestras de religiosidad, el día 18 fue –junto con “D. Joaquín Córdova, capellán en Medina”- a 84 Nada menos que 3 semanas en alta mar!

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Puerto Real en bote a visitar al obispo D. Antonio de la Plaza85, con quien comieron, para tomar esa tarde una calesa para ir a visitar en la Isla “al general Marqués de Casa Tilly, y la familia del Jefe de escuadra Tofiño”.86

Sofisticadas relaciones sociales, que debían tener antecedentes sólidos…

El día 24 zarparon para Gibraltar, pero el 29 todavía bamboleaban aun en una calma frente a Málaga –describe su perfil, con la catedral dando espaldas al mar “como la de Canaria”- y Vélez Málaga, todo rodeado de viñas y olivares; luego el 30, Almuñécar y Motril –que “presenta una cortina de pueblo grande”-, y el 31 pasaron el Cabo de Gata y Vélez Blanco –“una mancha blanca en la tierra como una sábana”-. El 1º de agosto rebasaron el cabo de Palos, donde recuperaron la compañía de la fragata catalana, cuyas velas habían perdido al entrar en el Mediterráneo. Luego siguieron ya por Alicante y Valencia, –costa que describe someramente-, pero el 3 a la noche sopló un Norte tormentoso de mar y viento –que rompió un mastelero a la fragata catalana-, llevándoles a Ibiza entre un mareo e incomodidad generales, seguido a la noche por una tormenta eléctrica; no alcanzaron Barcelona hasta el día 6, es decir, casi 2 semanas más tarde.

Describe la gran ciudad, su fortificación de Monjuí, y su agradable vista desde el mar, con detalle, en un territorio muy cultivado, arbolado y poblado hacia Rosas… De nuevo su Ayudante desembarcó para dar parte y recibir permisos, regresando a las 11 de la noche sin haber encontrado al general al mando, teniente-general Conde de Baños; sin embargo, el Gobernador mariscal de campo Cambiaso –que dirigía por todo ejército una tropa de paisanos armados- le ordenó, una vez que la oficialidad se proveyera de lo imprescindible para el ejército embarcado, continuar para Rosas; el Coronel se hospedó “en la posada del Escudo de Francia, de la calle nueva de San Francisco”, permaneciendo en tierra sólo hasta el día 10. De lo poco que pudo ver de la ciudad, prefirió referirse a la laboriosidad de los ciudadanos, dispuestos por “calles para cada clase” de artesanos, trabajando estos bulliciosamente “en los portales y en las mismas calles al público”; y de nuevo, los templos –“los más góticos y muy antiguos”- y sus clérigos...

85 que había sido obispo de la diócesis canaria hasta 1791. Lo relata con total naturalidad: sin duda, él y su familia habían sido comensales frecuentes del ex-obispo canariense en Ciudad de Canaria. 86 Nueva expresión de las importantes relaciones sociales, suyas y/o de de su Casa. El marqués de Casa Tilly –título dado por Carlos III en 1761-, fue un significado marino (1712-1795) que tuvo una trayectoria paralela al Coronel Rocha padre (1712-1783); guardiamarina en Cádiz en 1727, actuó en las campañas del Estrecho y toma de Orán –ya alférez de navío-, alcanzando la capitanía en 1744 y la jefatura de escuadra en 1767. Comandante general en 1773 y teniente general al año siguiente, en 1776 mandó la escuadra de 16 buques que condujo al ejército reconquistador de la colonia de Sacramento, tomada por Portugal. En 1790 fue nombrado capitán general de Cartagena y en 1792 de Cádiz. En 1794, capitán general de la Armada, muriendo al año siguiente en Cartagena. Tofiño (1732-1795) por su parte, era un marino equivalente en sus saberes físicos, matemáticos y astronómicos, que fue profesor y director de la Real Compañía de Guardiamarinas gaditana, amigo de otro sabio marino, Jorge Juan, en cuya casa se celebraba la tertulia Amistoso-Literaria donde se puso cimientos a la Academia de Ciencias española; Tofiño fue célebre por sus levantamientos de cartas náuticas. Y ambos personajes fueron influyentes en el largo proceso de conformación –todo el siglo XVIII- de la Real Armada de los reinos de España como marina única e ilustrada… (La Marina de la Ilustración; ver http://www.armada.mde.es) Les visitó pues en sus últimos días.

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Resalta que le fue a visitar el Regente de la magnífica Audiencia, por recomendación de sus oidores D. Ignacio Mostí y Romero Valdés.87 Nueva expresión de altas relaciones estamentales…

Refiere la construcción de nuevos edificios para Aduana y Bolsa de Comercio, y resto de dotaciones –“hay buenas botillerías y cafées, teatro de Comedia y opera italiana-. La llegada al puerto de Rosas fue al amanecer del día 12, y el gobernador dio parte a Figueras al general en jefe –lo que aprovechó Rocha para adjuntar parte del estado de su tropa: “estropeada y descalza…”-; por la tarde desembarcaron todos, con sus equipajes.

“Rozas es un lugarejo como San Lorenzo en Canaria, y como lo habitan catalanes no hay quien haga caridad a la mayor necesidad; tiran a robar cuanto pueden en cuanto venden, y su codicia, es superior vicio en todos; me vi por primera vez y Dios quiera que la última, en el caso de darme una boleta como a los demás, para que me admitieran en una casa. Llegué a la señalada y encontré dos enfermos, por lo que me volví a salir y lo dije al Bayle, cuyo nombre tienen en Cataluña los Alcaldes, y me llevó a otra que me recibieron con malos modales, y era gente malísimamente educada y ordinaria; fui a cenar con otros muchos a una casa donde nos pusieron por mucho dinero malísima cena, y di muy mal en mi hospedaje en medio de gentuza.”

Tuvo respuesta del general en jefe a medianoche, ordenándole descansar al día siguiente –que pasaron con mucho calor- y marchar para Figueras el día 14, lo que efectuaron al amanecer siguiendo por Castellón de Ampurias –de donde admiró su “iglesia magnífica, en retablo, puerta y arquitectura, por su antigüedad…”- hasta Figueras, desde donde el Ayudante partió a dar parte; el general ordenó dejar la tropa fuera –“sin comer, ni tener ni aun sombra”-, entrando sólo algunos soldados para levantar el campamento, mientras invitaba al Coronel y la oficialidad al comedor...

En el Cuartel General –que le pareció una enorme confusión, “más confusión que ningún puesto de Cádiz”-, trató inútilmente que el Conde y el Mayor (General Mendinueta) comprendieran la situación de su tropa…, pero las 4 de la tarde acabaron la comida –“los dos Urtus, Nuñez y Betancurt”-, pasando luego a intentar ubicar su campamento a media legua del pueblo, pero les cogió la noche sin localizarlo, “cansadísimos y angustiados”; en un carro que pasaba, pagaron por montar sobre unos costales, volvieron a Figueras, donde durmieron miserablemente.

Sin embargo, muy temprano –“ohí misa por día de N.ra Señora”-, consiguió dar con el campamento, ubicado a ¾ de legua sobre “un lomo tan airoso y pedregoso como el Pico de Viento”; allí encontró la tropa y oficialidad agotados, levantando tiendas de la más baja calidad, en particular frente al sol y el viento…, céfiro que no calmó hasta el día 23: cayeron enfermos 23 hombres, y el resto poca instrucción hizo por falta de espacio. La acción bélica estaba en marcha –el mismo día de llegada tuvieron los españoles

87 Nueva expresión de su relevancia social, que debe resultar de sus relaciones en la de Las Palmas (quizá, esos oidores habrían estado destinados en la Audiencia canaria, etc.).

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escaramuzas con el enemigo-, y sólo en bajas propias habla de 2.500 (“entre muertos, prisioneros y heridos”)-.

Dos días después de la llegada aun no había aparecido el teniente D. Agustin Jaquez, que se había quedado en Figueras…; comenzaron las sospechas de deserción, y el Coronel dio parte. El General pidió informe completo, y Rocha contestó “en verdad su distinguida calidad y distinguido casamiento, y su mala conducta. Es de advertir, que D. Agustín Jaquez vino pagado por el que llaman en Tenerife el Mayorazgo de Tacoronte”, señalando que ya en Santa Cruz, el resto de oficialidad le había rechazado, impidiéndolo el Comandante general… Durante la navegación, sólo molestó “con sus puerilidades mal dirigidas”; en Cádiz, se juergueó bien…, debido quizás a lo cual, en el trayecto a Barcelona le presentó un memorial diciendo estar “quebrado”, lo que certificó el cirujano de a bordo, pidiendo se le separara del servicio…

Rocha adujo que carecía de esa facultad –privativa de los Inspectores-, advirtiéndole lo impropio de hacerlo en tales circunstancias, y recomendándole que lo hiciera ante los mandos del destino y sus cirujanos. Tal vez siguiendo ese mal ejemplo, 3 soldados más siguieron el mismo camino, pero los capturaron; no está claro si el General atendió la solicitud de clemencia hecha por Rocha.

La oficialidad misma se resintió del duro viaje y las incomodidades del campamento –sobre todo los más achacosos y maduros-, por lo que el Coronel representó al General señalando el bajo ánimo y desazón de su tropa. El campamento se mudó de sitio el 1º de septiembre, más hacia la montaña –“a la inmediación de Yers”-, con un regimiento de suizos por el frente y el de Irlanda por la derecha, “pero como extranjeros, sin haber de parte a parte, trato ni correspondencia”; sus hombres permanecían harapientos:

“Aquí se vistieron, habiendo llegado el vestuario por Rosas, pero sin fornituras, cajas de guerra, ni sables. Se mandó un Sub.te de Burgos y 8 sargentos para la instrucción, a mis instancias de que no tenía arbitrios.”

Pero siguieron cayendo, muchos, enfermos; el día 7 comenzó la fiebre a Rocha, y tras 3 días recluido en su tienda, se le autorizó ir a un hospital en Figueras “a lo que me vi precisado para salvar la vida, y fui al convento de Capuchinos a ocupar una de sus reducidas celdas, y a experimentar lo que son los Hospitales Militares, aun de Oficiales”; a cuya cabeza estaba “un frailito de S. Juan de Dios, murciano, que tenía manejo de Brigada de Mulas en el Ejército, y mucha cabida para hacer lo que le acomodaba”, sufriendo Rocha, en consecuencia, toda clase de carencias.

Mientras se recuperaba, aun en el mismo mes –el día está en blanco en el texto-, cuenta una acción ridícula: la toma del Monte Montroche, ubicado entre los dos frentes, a lo que se destinó 4.000 hombres “al mando de Taranco”; estando ya arriba todos, alguien vio a unos 400 franceses siguiendo a algunos que se había quedado rezagados, y sin saberse porqué se produjo una estampida monte abajo a través de los campos encepados…, llegando al llano muchos heridos y todos sin aliento. Mientras, los franceses alcanzaron sin oposición la cima; en consecuencia, varios soldados fueron pasados por las armas, y otros fueron degradados –“se pasearon por el frente de los cuerpos, con ruecas y sin vestuario de soldados”-.

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No fue la única ridiculez de que tuvo conocimiento…; entonces llegó al Hospital su teniente coronel, también enfermo y con “cierta confusión de mente”, comprendiendo el desorden en que debía encontrarse su campamento, que había quedado al mando del “capitán que los señores de la Orotava mandaron a representar su distinguida Villa”, quien se condujo en la tienda de mando “con la gravedad y circunspección que lo ejecuta un Alcalde en los tres días primeros de su nombramiento”; mientras la tropa seguía perdiendo empuje y se quejaba por todo… Asistió Rocha una madrugada a la agonía de un oficial en celda contigua, a quien ante la muerte reconvenía un capuchino: una vez cadáver, se le abandonó hasta la tarde siguiente a celda cerrada.

El 27 de octubre fue dado de alta por propia petición, yendo a presentarse al General en Jefe –el Conde de la Unión-, quien dijo ser consciente de que se reintegraba por pundonor, asegurándole que no se le “comprometería hasta tanto que estuviera en estado de obrar, lo que expresó a presencia del Conde del Puerto, su sobrino”; se dirigió a su campamento –“en la inmediación de la ermita del Roure, hacia la parte del río”- y luego al jefe de su división –“marqués de las Amarillas, que mandaba en Pont de Molins”-. La llegada de Rocha a su unidad conmocionó a sus milicianos –él escribe “mis milicianos”-, que le informaron de maltratos, lo que dio pie al Coronel a explayarse en expresiones de no fácil comprensión hoy… Parece ser que algunos no llevaban a bien

“reconocer por Gefe a quien no era Conde y de la Ciudad que graduaba por la Roma, señora del mundo, [y] procuraba separarse cuanto podía, y no lo vi hasta que se ofreció a asunto del servicio.”, quizás ¿en referencia al capitán de la Orotava?

En ese mismo día siguió enterándose de las novedades, constatando que el cabo de los sargentos de Ceuta, que fue asignado a la fuerza canaria, había estropeado “a varios milicianos con el uso abusivo del palo en la instrucción de manejo de arma y gestura del cuerpo” y otros excesos de indisciplina o despotismo entre los propios oficiales y sub-oficiales…:

“con principios y escuela tan equivocada para instruir racionales, manchando a la par el honor que se merece nuestra especie, y el excederse a los preceptos que el Rey tiene puestos en sus Reales Ordenanzas en esta parte: bien que se va desterrando mucho este atroz método en varios cuerpos que han logrado gefes de educación e instrucción, que tratan al soldado como hombre, tal como va sucediendo en las escuelas de primeras letras, aunque aun queden algunos maestros Gamillo y P.e Travieso que para entrar las letras a una criatura, les bajaban los calzoncitos y levantaban la falda de la camisa trabando con alfiler (¿?, sic.)”…

Pero el Coronel, disculpándose por la digresión en un “compendioso diario, escrito bajo de una tienda, y ya con sol, ya con rocío, que traspasan sus murallas”, siguió arremetiendo contra el militar elegido por el General, conociendo su afición al “rigor del palo y otros arbitrarios excesos”, con lo que comenzó a presentarse el primero en los ejercicios, y marcharse el último, mandando por su voz a “mis milicianos” durante buena parte de los mismos…, necesitados más de consuelos que de rigores, tras sólo dos

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meses de desembarcados y después de otros dos meses de embarque, habiendo dejado por primera vez sus casas y familias.

Muy dura debía ser la situación, porque el Coronel insistía que sus milicianos

“pensaban aun sin distracción, contando los unos por las estaciones el estado de las frutas de sus árboles, otros, la cría de sus ganados; aquel la fiesta de su lugar, este las luchas y bailes, entre los que no faltaban quienes les parecía oír las campanas de la Catedral, y la hora de llevar el chocolate a su amo canónigo, o ir a la Pescadería a comprar pescado, etc.”88

Las melancolías de sus milicianos debían ser muy fuertes para que Rocha se enterneciera ante las confidencias de los que recordaban que su vaca, preñada a la partida, debía estar pariendo –y por ello tomaba del bosque trozos de corteza de sauce “proporcionados para hacer aros para formar quesos”, o recogían ¡piedras planas y lustrosas de mármol “para mandar al cura de Teror dentro de una carta”!: entendemos que trataban de contribuir así a la finalización de algunos complementos del templo-basílica o su entorno.

Pero entonces, a últimos de Octubre, partieron del Roure los regimientos de Nápoles y las Milicias de Guadix, “y se dejó aquel punto con sólo la Columna de Canarias p.ª hacer el servicio de guarnecer tres baterías con oficial, otra de sargento con menor fuerza, almacén de municiones, prevención y retenes por la noche”: seguía aumentando el número de los que estaban enfermos (unos 80 en Hospitales), y de los que se destacaban para otros servicios, por lo que sólo hacían instrucción cada día unos 50, con la oficialidad igual de mermada…

Pero concluye que; a palos, en su ausencia, o con amor delante de él, primero desnudos, después vestidos…, sus milicianos aprendieron disciplina militar …Y no así ocurrió con sus tres oficiales, que “entraron como salieron, porque ni de voluntad a impulsos de su propio honor, ni por violencia a mis instancias de que se aplicaran, pude conseguir lo practicaran”…

Luego, el 12 de noviembre, llegaron otros canarios –sin comer, descalzos y estropeados- en la división de Rebolledo y otros oficiales, con el capitán D. Antonio Magdaleno, etc.; también aquí expresó Rocha su mucha lástima: “dispuse se les hicieran ranchos de arroz y tocino por mi cuenta y mandé a la Provisión por pan. Más tarde arribaron los milicianos de D. Vicente Rebolledo con divisa de Sargento Mayor y el capitán D. Domingo Marrero, al tiempo que el Coronel Rocha con sus hombres entraba en acción en el lugar de

88 Aquí comprobamos a un Coronel Rocha muy canario y conocedor de sus milicianos isleños, esto es, no un veterano castrense, sino miliciano popular; o sea, un lugareño que tomaba las armas a rebato, cuando había que afrontar un ataque pirático: siendo movilizado por días o semanas, pero regresando luego a su arado y/o sus labores cotidianas como labriego. Nada que ver con el colegio de sargentos de Ceuta. No puede tratarse de blandura de nuestra idiosincrasia –como dirá algún ‘godo’ en cualquier tiempo-; el error estaba en llevar a una guerra de ejércitos ya sofisticados, a labriegos solteros de la colonia incipiente que España venía acunando en el Archipiélago.

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“Viure, donde mandaba el Mariscal de campo D. Ildefonso de Arias,89 el que me mandó cargaran mis milicianos de herramientas de gastadores para subir luego que amaneciera a la altura de las Arcas, inmediata al pueblecito, y en donde se iba a formar una batería en la noche por la inmediación de los enemigos, y Monte de Mont Roche…”, lo que efectuaron dejando artillada la batería antes de amanecer.

Era una de las 34 baterías con 200 bocas de cañón y morteros que hacían frente de choque a los franceses en una sucesión de valles y hondonadas entre montañas (entre La Magdalena y Expolla), sin caballería en el llano, ni segunda línea, ni cuerpo de reserva, etc.: “todo el ejército estaba empleado en esta situación”; y a sus espaldas, quedaban las llanuras que corrían 4 leguas hasta Rosas, y luego a otras 3 leguas la plaza de S. Fernando de Figueras.

La tan inveterada disciplina heroica española, frente al ejemplar ejército napoleónico, tuvo la consecuencia esperable: cayó la Magdalena, aunque se mantuvo la derecha del frente. Todo fue yendo a peor día tras noche “hasta el desgraciado 20 de Noviembre de 1794”, no soltando las armas de la mano en espera de la catástrofe que todos anunciaban; desde el anochecer del 19 comenzaron las operaciones francesas, de fuegos, caballería, y cañoneo finalmente. Las pequeñas guarniciones tras las baterías fueron abandonando sus puestos, “dejando la artillería en el estado de servicio que tenían”, lo que dejaba a tiro enemigo las sucesivas posiciones…

En el pueblo de Viure quedaron para la defensa el regimiento de voluntarios de Castilla y la columna del Coronel Rocha, a defenderlo tras los paredones y barricadas hechas en las avenidas; a pesar de la orden que tenía del General de retirarse en cuanto lo hiciera el regimiento de Castilla, cuando este lo hizo al ser levemente herido su Coronel, el Duque del Infantado, Rocha y sus milicianos resistieron mientras protegían la retirada del General que se encontraba en su Plaza de Armas, y aguantaron hasta la llegada de los soldados veteranos para el combate cuerpo a cuerpo a la bayoneta…

Siguieron al General en su retirada, perseguidos por el cañoneo de las baterías ocupadas impunemente, ofendidos por el enemigo “con nuestros mismos cañones y obuses, con nuestras municiones, y con las mismas cargas que habían atezado nuestros artilleros…: las piezas cargadas por los españoles fueron disparadas por los franceses”, …contra los españoles y desde la espalda. Una caótica retirada general valles abajo fue el escenario que vio Rocha, en total desorden y ya sin persecución del enemigo, camino de Peralada porque la toma de Pont de Molins impidió seguir por el camino real de Figueras. Estas fuerzas en retirada entraron en el pueblo a la 1-2 de la tarde con el General y el General en Jefe a la cabeza –había muerto el Conde de la Unión-, que ordenaron entrar en la Plaza de San Fernando, con el General Arias como guía. Hubo gran confusión dentro del recinto, al entrar a montón, sin método ni previsión alguna de artillado para la defensa, etc.

89 Este es el Jefe que emitió la certificación que encabeza la copia del Diario, como consignamos al comienzo…

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Rocha se presentó a los Jefes ofreciendo a sus 500 milicianos –reclutas, pero con una “presencia de espíritu, conteniendo al enemigo”, demostrada esa misma mañana-, y fueron repartidos como asistentes para los cañones, en lugar de los artilleros de reglamento.

A las 4 de la tarde, nada se había comido, y el Coronel logró se le diera pan, que fue repartiendo a sus milicianos por los diversos rincones de la plaza, seguido por su sombra, el capitán D. Domingo Marrero. Ya de noche repararon en no haber comido, ni tener asignado aposento; las gestiones no dieron resultado, y se acercaron al portal del pabellón del Gobernador, donde había luz y guarnición de guardia,

“y en la escalera nos sentamos [Marrero y yo], y al sacar el rosario para rezarlo entre ambos, me encontré en la faldriquera media docena de higos pasos, los que nos sirvieron a los dos de desayuno, comida y cena de aquel memorable día”;

Al regresar a su pabellón el General, consiguieron se les asignara uno a las 11 de la noche: llegó el Mayor con linterna y un aro de llaves, y les abrió el portón de una caballeriza sin luz… Tras hacerse con una vela, descubrieron que era un pabellón bajo, con el suelo cubierto de estiércol fresco como si lo hubieran ocupado ese mismo día.

“Tendimos la mitad de las capas sobre él, luego nuestros cuerpos, y encima la otra mitad de capa; y dando gracias a Dios de que nos daba resistencia p.ª vencer tantas incomodidades, nos dormimos tranquilamente por algunas horas y hasta que los huesos se quejaban de la dureza y frialdad del baldosado. Supe por mi compañero Marrero, como había muerto en el Roure el Ten.e Cor.l, aunque sin saber precisamente cómo, porque su ejercicio había sido en la Ermita, sacando municiones; que habían muerto algunos de nuestros soldados, defendiendo el puesto que ocupaban, y que se habían retirado de los últimos que abandonaron aquella situación, y después de haber muerto en él el General en jefe Conde de la Unión.”

Por la mañana localizó el pabellón donde se alojaba la unidad de D.n José de Armiaga “y nos vimos por primera vez desde S.ta Cruz”, quien le ofreció equipaje y le mandó una cama y una camisa; seguidamente se reunieron en el pabellón equino los 16 oficiales y asistentes de su unidad, con suma estrechez y con sólo, para comer, una “ración en crudo de carne un día, y legumbres con tocino otro, cocinándose mal y comiendo sin mesa ni manteles”.

A mediodía del día 22, el Coronel fue designado por el Gobernador para ir con 5 piquetes –400 hombres- a la Villa a relevar a la tropa que había quedado allí, y si eran hostilizados por los franceses, debían replegarse en buen orden a la Plaza… Sabio o bien avisado encargo, porque ya antes de la Villa, la citada tropa venía en retirada por su cuenta, lo que no pudo contener el Coronel; dando él también la vuelta

“hubo una confusión de voces que decían, que vienen, que vienen!, y echaron a correr sin poderlos contener los oficiales, que corrimos bastante p.ª poderles ganar la cabeza y contenerlos. Se advierte que de la Columna [nuestra] no iba ni

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uno, por que ya estaban este día destinados p.ª los trabajos. Formados ya cerca de la entrada de la Plaza, y serenos del alarma que habían padecido, quedaron sonrojados cuando vieron que lo que venía era el primer oficial francés que intimó la Plaza, escoltado por una partida de húsares. Nos mantuvimos todos fuera de la estacada hasta que volvió a salir el oficial parlamentario, que tuvimos orden de entrar; se levantaron los puentes y quedó la Plaza cerrada, di parte al Gobernador de mi comisión y del desorden que había habido.”

Al llegar a su pabellón, alguien se había tragado su ración (que le había guardado D. Domingo Marrero) a la hora del café… Entre muchas incomodidades –algunos estaban sin zapatos aun-, la mala comida fue la más dura: no había ollas, calderos ni útiles de cocina; se hacían los ranchos para sus 514 hombres en 6 ollas de 12 raciones cada una “que por casualidad logré”, por lo que hacían la comida fuerte unos al desayuno, otros al almuerzo siguiente, otros a la cena posterior... Pero sus milicianos, “macilentos y estropeados …y con mucha pena” trabajaban duro y con admiración de todos, en especial “a disposición de los ingenieros”, supervisados y atendidos “en continuas vueltas” por el propio Rocha.

El 23 por la noche hubo la primera alarma general: igual de ficticia que las anteriores, lo que revela el grado de desorden e incompetencia general que reinaba. Simplemente, había salido una partida de mulas sin ser avisados los centinelas “de las obras exteriores” contra el sitio, por lo que alguno de ellos dio el alto, y al no responder lo propio, disparó a bulto; continuó toda la fusilería, se sumó la artillería en toda la circunferencia, y fueron sumándose a los muros las compañías con sus oficiales a la cabeza para la lucha cuerpo a cuerpo… ¡Cómo sería la carcajada de los franceses ante esta salva general!, …disparándose entre sí las obras exteriores y los muros propios de la Plaza, en cuya acción murieron “dos o tres soldados y estropeado a otros”: alguno “de la Columna90, que habían ido al foso a llenar sacos de tierra”…

El día 24, el Gobernador reunió a toda la oficialidad, jefes, ingenieros y comandante de Artillería, para discutir la defensa frente a los franceses “dueños sin disputa de todo el campo” en derredor; el Comandante de Artillería propuso abandonar las obras exteriores, tanto por sus defectos, cuanto por la pobre calidad de la tropa que no dejaba satisfacción, pero el Comandante de Ingenieros, sostuvo con nervio y vigor que a pesar de estar de acuerdo en ambas críticas, esas obras debían mantenerse como fuera para proteger de sorpresas la Plaza… La Junta de jefes cerró filas en torno a este parecer, disponiendo dotar las obras exteriores de una guarnición adecuada.

El día 25-26 Rocha fue designado Jefe de día, lo que le permitió comprobar mejor el estado de desorden creciente, incluso en las guardias de las puertas; a mediodía del 26, de nuevo se concentró en el Pabellón del Gobernador a la alta oficialidad –“de Teniente Coronel arriba”, y cita en particular a los Brigadieres, Comandante de Artillería D. Marcos Kietling y de Ingenieros D. José Arana-, y a puerta cerrada se les puso en conocimiento a todos que ya había llegado la intimación por tercera vez de los franceses “en los términos más fuertes”, ante una situación de la Plaza con tanta

90 Doy por hecho que el Coronel Rocha denominaba así –la Columna-, a sus milicianos, es decir los canarios.

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penuria y poca y pésima munición, …”con que no era defendible la Plaza”. Tampoco había posibilidad de montar hospitales, etc.

Alguno de los jefes señaló que para ser defendible y dominar los alrededores se necesitaban al menos 8.000 hombres de guarnición..., lo cual había sido puesto en conocimiento del General para que enviara refuerzos, pero sin obtener resultado; por lo que sospechaban que ya estaban interceptadas las comunicaciones –probablemente a raíz de capturar la recua de mulas de la falsa alarma-: serían unos 25.000 los que cortaban el paso91, de un total de 70-80.000 del total.

Entonces continuó un palabreo a dos y corrillos entre los asistentes la Junta, hasta que

“se dijo: el tiempo estrecha; a las 3 de la tarde se cumple el plazo y ha de ir la resolución, no hay más tiempo sino p.ª que cada uno ponga en una cedulilla su voto, reducido solamente a defensa, capitulación, y se pusieron sobre la mesa las cedulillas preparadas p.ª este fin.”

Don Josef Rocha dice que explicitó entonces en su cedulilla correspondiente: Si es cierto que la Plaza no se puede defender, capitulación.

Se contó el número de asistentes y de cedulillas y se realizó un estadillo de votación, realizado por Allende Salazar y el Capitán de Dragones D. Diego Arnedo, secretario sin voto; resultado: “5 votos de defensa y 36 de capitulación”. Entonces, como quiera que nadie había defendido tal defensa suicida ni de viva voz ni en su cedulilla, estalló Allende, que rompió esos 5 votos e insultó a sus autores con expresiones como “ahora no se sabrá quienes han querido hacerse guapos, y decir lo que no sienten”; tampoco nadie habló a raíz de esto. Un pequeño grupo quedó para arreglar los artículos de la capitulación “poniendo por principal y primero, que la guarnición habría de salir con los honores de la guerra, camino de España a incorporarse a nuestro ejército”…

El tono del texto comienza a ponerse extraño; parece como si nuestro Coronel estuviera consignando cuanto pasó esos días por sus ojos, con intención de exculparse de toda responsabilidad; véase:

“No fui llamado en este día ni el siguiente 27 p.ª junta ni otra gestión correspondiente, y habiendo entregado las Cajas de varios cuerpos, las que se hallaban depositadas había algún tiempo por expresa orden del General en la Plaza, llevé la de la Columna a mi pabellón y un baúl que de la Villa de Figueras y Casa del vestuario, decía en su tapa Rebolledo, con algún otro de los oficiales que los tenían en dicha Villa, entre ellos uno mío que me proveyó de camisas, sábanas p.ª mí y algunos otros, por lo que devolví la camisa y ropa de cama a mi favorecedor Armiaga, quedándome con el colchón hasta que me provehí en Francia.

El 27 por la noche entendí que estaba firmada la capitulación y que íbamos prisioneros, entregando á los enemigos las Cajas de Reg.tos; pasé al pabellón del Gobernador, y enterado de que era así y de que a las 8 de la mañana se haría la

91 Cantidades dadas por el oficial Ortuzar, que había ido como parlamentario.

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entrega y saldría la guarnición, le representé al Gob.or que la Caja que tenía mi Cuerpo no era de fondos de Reg.to, sino sólo un depósito perteneciente a la tropa, pues dimanaba solamente de su prest.; y que hallándose ahí la mayor parte de los interesados, parecía justo su reparto en cantidad a cada uno que no llamara la atención, y que los oficiales tomaríamos de ella el préstamo que se ofrecía de otras cajas. El Gob.or convino en mi pensamiento…”

Así que esa noche se contó en presencia de todos los oficiales el dinero obrante –“48.789 reales 26 maravedís”-, repartiendo a cada oficial –“5 capitanes, 4 tenientes, 6 subtenientes y yo”-, 3 pagas según su clase –en total 24.960 r.s-, entregando a cada comandante de compañía para su reparto cantidades correspondientes para sargentos, cabos y soldados –que quedaron como espacios en blanco en este manuscrito-, con lo que “sobrando 102 duros 18 r.s que no tenían cómoda partición por falta de monedas, recogió esta cantidad D. Domingo Marrero, capitán cajero.”

Luego hicieron lo propio con el baúl de Rebolledo, “y se encontró un taleguillo que contenía 102 onzas de oro, empapeladas cada una separada; y en otro, 42 pesos corrientes, y un realito de 50 ½ cuartos que llamamos en Yslas, monedita”; estos valores los conservó Rocha en su baúl –así como el monto de las pagas de sus oficiales-, señalando a todos que conservaran las cuentas en su memoria, por no apuntar nada ni dejar indicio alguno aprovechable por el enemigo…, y la ropa y otro baúl, quedó en poder y a nombre de D. Domingo Marrero, que no tenía uno propio. El resto de papeles y contenido se puso “en la chimenea del pabellón” –para su quema, se supone-. Casi amanecieron haciendo este arreglo.

Rocha consigna expresamente que muchos de aquellos “muchachos” solteros sintieron entonces el temor a perder “la primera peseta de que ha sido dueño”; y la angustia del avaro que sacrificaba su descanso por custodiarla… Él mismo viviría a partir de ese momento bajo el peligro de que le fuera descubierta durante su prisión…

Tocada la generala para formar armados, entró la fuerza francesa, y acto seguido

“salió la guarnición con armas al hombro, tocando marcha, banderas desplegadas, con 4 cañones con mechas encendidas y la caballería espada en mano hasta Pont de Molins, donde se dejó todo. La tropa siguió p.ª Francia, camino de la Junquera, y los oficiales se volvieron a la Plaza hasta la mañana del 29 en que pudieron juntar los franceses 250 carros que ocuparon los oficiales con sus equipages y personas de los que no tenían caballo.”

Esta enorme cuantía de carros, la explica el texto como debida al saqueo completo del Cuartel General de Figueras por muchos oficiales, que llegando sin una maleta, se equiparon “con 2 y 3 baúles”, lo que les dio incluso para vender géneros en Tolosa, según le contaron… Este convoy embarazoso –a cuyo paso fue el Coronel en su caballo, “y ojo siempre al [carro] que llevaba mi baúl” señala-, salió a las 10 para la Junquera –“Cuartel General francés”-, que cruzaron a las 4 de la tarde para continuar hasta Portús –ubicación del castillo de Bellegarde, ocupando toda una altura-; en esas inmediaciones durmió, bajo los carros, toda la oficialidad; pero Rocha fue, para su fortuna, confundido con el Gobernador:

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“yo no sé con qué motivo urgente me separé luego que nos apeamos, del circo que formaba el convoy en una llanura junto al camino que subía a la fortaleza, serían las 8 de la noche y había oscuro, y llegándose a mí un oficial francés, de los de bigote largo, gorro de la libertad, pantalón de paño con cuchillos de cuero y sable que arrastraba por el suelo, me preguntó en su idioma, si era yo el Gob.or, lo que pude percibir aunque no entendía el francés hablado92, y respondiéndole que no, me replicó mirándome los galoncillos de la manga, si era Coronel, le dije que sí, y siguiendo palabras que yo no comprendía, me instaba tomándome por el brazo, siguiera una (sic.) ordenanza que tenía a su lado; y a la que prevenía según las acciones, me condujera al Castillo; aquí de los apuros; yo pensando si sería arresto, y cuanto de él se podía deducir; me empeñaba en explicarle tenía ahí cerca a mis compañeros y que les iba a avisar; no me creía y creía eran excusas urbanas a su convite, y se empeñaba más con sus vivas expresiones y acciones de su nación á que siguiera a su ordenanza; pero como yo no entendía las expresiones, y las acciones son equívocas por sí solas, no salía de la perplejidad en que me hallaba. En este estado y siguiendo nuestra reyerta en la que ya me vehía vencido por la fuerza, quiso la buena suerte que un oficial de suizos se acercara, y habiéndose inteligenciado de las intenciones del oficial francés, me dijo que era el gobernador de Bellegarde que quería hospedar a los jefes que cupieran en su pabellón, y que me pedía admitiera su obsequio y subiera con aquella ordenanza, entre tanto que solicitaba algunos otros: le dije agradecía su obsequio y que yo me quedaría gustoso con mis compañeros, siguió su insistencia y determinó fuéramos dos oficiales suizos y yó a la fortaleza y nos guió a ella. Entramos en su pabellón donde estaba su mujer con una niña de pecho, y un anciano, su suegro; nos hizo sentar a la chimenea, y nos dio licor entre tanto se asaban dos piernas de carnero; pero lo más particular que había en esta tertulia era que uno de los suizos acababa de llegar de sus Cantones y no entendía una palabra español, pero si hablaba el francés; el otro suizo hablaba español y no entendía el francés; yó sólo entendía mi lengua española, de lo que resultaba que el primer suizo contestaba con los franceses y pasaba sus discursos en alemán al segundo, y este los trasladaba en español p.ª que yo los entendiera, y entre las especies que por este juego de idiomas llegaron a mí, me acuerdo, fue una que aquella niña se llamaba Viña porque había nacido cuando ya se había derogado por la República el estilo de poner nombres de santos.”

Después de haber comido en todo el día sólo “alguna friolera a caballo”, devoraron “las piernas de carnero, queso, frutas, pasas, y alguna especie de uvate o arrope que parecía jalea”.

Se le colocó una cama frente a la del Gobernador y señora, acomodando a los suizos en otro cuarto; el Coronel durmió tranquilamente, a pesar que le costó conciliar el sueño a causa de las preocupaciones –la situación de rendición y ya en particular el carro con su baúl, lógicamente-. Al amanecer se levantaron, dio las gracias por medio del intérprete, y el gobernador “me las correspondió con dos besos franceses”.

92 D. Josef reconoce no hablar francés, pero se deduce, de ello mismo, que sí conocía el idioma, escrito. Esto es, por haber leído en esa lengua…

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Localizó a su grupo y el deseado carro –“en qué si no tenía puesto el corazón”, exclama-, y siguió la columna cautiva, con su pesadez e interrupciones, hacia “el Bolo”; en este lugar “no encontramos alojamiento, provisiones, ni otra disposición sino que siguiéramos hasta Perpiñán, a donde sin haber comido, entramos a puesta del sol”; el convoy fue a instalarse en una plaza céntrica –“era con más de una hora de noche”-, echando cada cual por su lado: los curiosos a una comedia, otros a fondas y bodegones a cenar y/o dormir, y Rocha y Marrero a la Municipalidad a tomar alojamiento..., donde sólo encontraron más confusión –y no sólo por el idioma- que la que traían como rehenes, por lo que desistieron..., para acabar cenando en la cocina de una posada.

Allí les localizó D. Juan Antonio Domínguez, muerto de hambre…, “y le dí de cenar.” Pero volvieron a la Municipalidad, …para que a las 11 de la noche “un municipal con banda tricolor y hachos de viento” les condujera a alojar en la misma posada en que habían cenado. Sólo hubo para ellos un mal jergón de paja tirado en el suelo; y esto sin saber en absoluto de sus baúles, cuyo contenido tanto les importaba, y que a su vez, más les comprometía aun ante los franceses.

Pero amaneciendo el día 1º de diciembre pudieron comprobar la honradez francesa, encontrando todo según lo habían dejado “sin nadie haber intentado contra ellos”; condujeron todo al campamento que había sido dispuesto para los prisioneros fuera de la ciudad, junto a las murallas y ciudadela, cosa que “cuando lo supimos yá se hallaban nuestros baúles en otro nuevo peligro, cuál era nuestros soldados, a quienes temíamos más que á los enemigos” al respecto.

Uniéndose a ellos Armiaga, localizaron y reunieron los carros con sus equipajes y los de otros amigos, para llevarlos a sus posadas; localizado los conductores gracias a “la eficacia de Armiaga”, al dar vuelta hacia el camino el primer carro, volcó sobre los caballos rompiendo también el fondo del comprometedor baúl de Rocha: los oficiales hicieron como que aquello no iba con ellos temiéndose lo peor, pero la gente circundante ¡ayudó al carretero a recuperar todo y llevarlo a su lugar!, y Rocha, astuto, tapó el agujero con un manojo de estropajo “igual que se tapa el de un costal de trigo”, salvando así la honradez gentil, de nuevo, otra arriesgada situación.

“Armiaga se hallaba [alojado] en una casa inmediata á la posada donde yo estaba tan mal asistido con Marrero, acompañado de Cleraco (¿?), Bataller y dos oficiales jóvenes, el uno llamado D. Alejandro de Silva, de Art.ª y D. Alejandro Orea, de Guadalajara, y siguiendo su genio y afecto que siempre le he merecido, propuso a sus compañeros la unión mía y de Marrero p.ª comer el rancho que a la española hacían en su casa por sus asistentes y criados; y admitido el partido por todos nos unimos en sociedad, para mantenernos bajo un gasto y cuenta a prorrata.”

Así estuvieron hasta el día 4, en que comenzó el reparto de prisioneros para Tolosa y Monpeller; Rocha se asistió de Cleraco para entender el francés y gestionar pasaportes y ruta a seguir, etc.; pero después de varias indecisiones de Cleraco, este y los suyos partieron para Montpellier, y Rocha siguió el rumbo tomado por “los de mi columna”: Tolosa. Hicieron noche en una posada aislada en el camino, habiendo dejado por la izquierda Rivesaltes

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“aquí empezamos a experimentar el nuevo sistema republicano, pues habiendo pedido Baltasar a la mesonera que nos pusiera una mesa separada, le dijo que en la República francesa no había distinción, y que todos habíamos de cenar juntos, como con efecto se puso una mesa indecentísima, y en ella se sentaron con nosotros los carreteros, arrieros y cuantos habían de cenar. Bataller no habló palabra en la cena, y mostraba su enfado, lo que dio motivo a reir y divertir tales penas.”93

Las camas se dispusieron junto a la mesa; al apuntar del día salieron para Narbona, y hacia el mediodía comieron en un mesón que servía “anguilas cocinadas de diversos modos …cocidas en salsa y fritas” –las que comieron-, y conservadas en vinagre y/o en sal en orzas de barro otras, así como gran cantidad mantenidas vivas en balsas de madera con agua, de donde se sacaban para las sartenes. Luego siguieron para Sigean y Narbona, a donde llegaron anocheciendo el día 5; allí se reanudó la discusión con Cleraco y con las autoridades, acerca de si ir o no a Tolosa, pero finalmente se les adjudicó un oficial de custodia.

Salieron después de comer al día siguiente, por Saint Mari –a una legua larga-, estación de partida de la barca de posta en el canal a Tolosa (salida a las 5 de la mañana desde ambos extremos, y llegando por las tardes): en su posada despidieron los carruajes, y afrontaron ásperas discusiones; pero cenaron bien –dos piernas de cordero- y durmieron “mejorados en cama”, cargándose a las 4 sus baúles y equipaje en la barca de posta94 y partiendo “a la campana de las 5 …con más de 40 personas”.

El canal del Languedoc fue toda una sensación para D. Josef de la Rocha, por lo que lo describe en su aspecto más funcional –dado que plumas adecuadas lo habían hecho ya de forma más literaria, dice-; ancho suficiente para el cruce de 2 barcas –que tenían “la manga de nuestros barcos de pesca del salado, cortados estos por la cinta”, con cámara corrida con ventanas de unas 2 y ½ varas de alto y en su techo cubierta elevada –“la toldilla”- para carga y gente. Un camino a cada lado del canal, permitía que circulara una-dos caballerías guiada por un arriero, que era la fuente de impulso, mediante una cuerda, de la barca, mientras esta era timoneada al costado opuesto por el patrón barquero, manteniéndola por el centro del canal; una fila de árboles exactamente distanciados separaba esta senda de un “camino más espacioso”… Los cruces del canal con caminos terrestres eran salvados por medio de puentes de piedra arqueados, cuyo seno dejaba gálibo para el paso de las caballerías; “este carruaje anfibio” alcanzaba en determinados puntos las correspondientes esclusas: estas permiten a D. Josef recrearse en la descripción de sus portones de represa (“4 ó 6 varas de [des]nivel”) y mecanismos –movidos por un solo hombre, en unos 10 minutos-.

Las esclusas eran numerosas hasta Tolosa, a donde se tardaba 3 días en arribar –que se hacían pesados por las continuas bajadas y subidas de gente (incluso junto a los puentes citados), y las paradas para las comidas-; en una de ellas cayó al agua D. Juan Ant.º Domínguez, al tratar de subir de la mano del patrón, y a pesar de ser la primera vez que

93 simpático pasaje este, donde se percibe la adaptabilidad, casi campechana, a las circunstancias democráticas, por parte de D. Josef… 94 El embarcadero estaba a la puerta de la posada.

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había “entrado en agua”, supo mantenerse a flote y mediante un palo que le lanzaron arrimarse a la embarcación, pero quedando casi helado “del frío de Diciembre”, debiendo desnudarse y cubrirse con el capote marsellés del patrón…

Este día 7 del suceso habían salido de Carcasona, comieron en “la posada del mediodía”, y fueron a dormir a Castelnaudary; el día 9 hicieron lo mismo, llegando “a las 7 de la noche” a Tolosa, sin guía ni el menor conocimiento del lugar:

“El oficial francés conductor no había estado jamás en Tolosa, y sólo sabía fumar y comer á nuestra cuenta”-;

Mientras docenas de los que llegaron sin hablar palabra de francés encontraron alojamiento cerca, un lugareño condujo al grupo de Rocha y del intérprete Cleraco, desde el arrabal hacia el centro, y tras larga caminata, a la posada Grand Soleil, donde no obtuvieron nada, yendo a intentarlo a la Municipalidad y de allí al cuartel de la Plaza (“Caserna? de San Cárlos”) donde alojaban prisioneros, pero no les respondieron ya dadas las 10 de la noche; al pasar de regreso frente a una puerta, Rocha vio salir a uno de los oficiales suizos que conoció en Bellegarde, que pudo informarles que allí se comía –como en otras “innumerables donde se da de comer”-.

Allí pudieron cenar –“dos capones asados, una pierna de carnero, y una sopa, con vino, pan y algún postre del tiempo”-, pero no había dónde dormir, así que hubieron de desandar el camino bajo la lluvia hasta la barca del canal, para dormir sobre sus equipajes…: apenas entrados en el sueño, les despertaron para la carga de salida de la barca, así que cobijaron sus bártulos junto a un muro, y antes de amanecer estaban caminando por la ciudad hacia la Municipalidad, pasando antes por la plaza principal “hoy de la Libertad, [donde] tomamos café con leche y bizcochos en el Café de la Libertad”95, para de nuevo constatar que cada cual se había resuelto como pudo: a las 11 de esa mañana, día 10, llegaron con sus equipajes a la posada de Albi, para alojarse por 3 ó 4 días –siempre guiados por Cleraco- hasta

“encontrarse casa donde vivir nuestra cuadrilla, que además de los siete nombrados anteriormente, se hallaba aumentada con D. José López, oficial de Art.ª y buen mozo de prendas, a que se agregaban 8 ó 9 entre asistentes y criados. Nos mudamos por el 15 de Diciembre a la calle de la Poma, hoy de la Caba, a un primer piso de la casa de Mr. Pescayre”.

Allí disfrutaban de cierta comodidad, pero sin mueble alguno ni soleamiento, dando a un patio “sumamente sombrío”, y rodeados de nieve por todas partes –primera mención a la misma-: sufrieron “un frío insoportable”… La escasez y carestía de alimentos debido a la situación, se doblaba con el frío –que hacía convertirse en piedras las gotas de agua dentro de los rizos de la escarola-.

Todos comenzaron a buscarse mejor acomodo en cuartos para 2 ó 3, y Rocha quiso mantenerse junto a Armiaga –“y no nos era incómodo Marrero”-; así que estos

95 Es obvio que Rocha subrayó estas palabras con la ironía propia de un monárquico, o sea, enemigo de la Revolución de 1789, es decir, tal vez no absolutista, pero sí aristócrata y estamentalista. No podía ser más explícito, por supuesto, en aquellas circunstancias.

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encontraron en la plaza de Calais uno “doble, con despensita y cocina, y dos camas colgadas muy decentes, buena chimenea, cómoda y ropero; sillas, mesas y vidrieras en sus ventanas” –que ocuparon Rocha y Marrero- y otro mejor aun a corta distancia en la misma plaza –que tomó Armiaga-, comiendo y cenando todos en el primero.

Tiempo después se reunieron los tres de nuevo en uno sólo mejor aun –“segundo [piso] de la de Mr. Roustte, calle de los Carmelitas, y en la que habían tomado el tercer piso Ore y Silva”-, alcanzando así la comodidad y el contento gracias a la “satisfacción del carácter de los dueños de la casa”:

“Escalera magnífica, cocina excelente en lo espaciosa y clara; antesala con un cuartito p.ª una cama; luego un buen cuarto con chiminea (sic.), cama y cómoda; otro también con cama, cómoda, ropero, chiminea y buenas sillas y mesas, como se hallaban también en el antecedente; un tránsito ó galería cerrada y con ventanas a cuyo extremo hacia el jardín había un gabinete con puerta de cristales sobre el mismo y persianas p.ª impedir el sol cuando no acomodaba, y una despensa bastante p.ª nuestras provisiones.”

Todas las habitaciones estaban empapeladas o enteladas; con camas que, a pesar de muy bajas de pies –se queja D. Josef que apenas era suficiente para que cupiera “un orinal”96-, poseían colgaduras y tapa de damasco, jergones de paja, más colchones de lana y otro de plumas…

“Mr. Ruostte (sic.), había sido empleado en el Consejo Supremo de Tolosa, es natural de la isla de Sto. Domingo donde tenía a su padre del que recibía parte de su subsistencia hasta que tuvo su padre que emigrarse a la América inglesa; había estado en arresto 18 meses en la prisión de la Visitación bajo el reinado de Robespierre y sus satélites; su familia se componía de él, su mujer, una señora del mejor carácter y amabilidad; una hermana de Madame, que había sido religiosa, y otra también de edad, que había sido muger de uno a quien habían guillotinado, y de cuyas resultas estaba demente, y la tenían con la mayor caridad en su casa; y una criada por toda servidumbre. Siendo muy escasas sus subsistencias, y no poseyendo sino la casa propia suya con un pequeñito jardín, y otro jardinito ó huerto, á alguna distancia de Tolosa. La religión católica, era el fuerte de esta familia, y, aunque se veían precisados a ocultar sus devociones y preceptos de culto, procuraban cumplir con ellos; y cuando nos mudamos a su casa hallamos proveydas las cabeceras de las camas de pilitas de agua bendita, y adornados los cuartos con varias láminas de pinturas de la Virgen y santos, y relicarios con varias reliquias.

Era la Cuaresma cuando nos mudamos a esta casa; y los domingos y días festivos, nos proporcionaban oir Misa, yendo a una casa donde habita un canónigo oculto, y que tenía un cuartito donde conservaba el Viático dentro de un cajoncito y formaba así un altar p.ª decir misa y comulgar varias personas que se reunían a este fin: íbamos separados, cada uno con una de las señoras; se

96 Es evidente en sus descripciones que no se imaginaba siquiera aun un cuarto de baño…, porque tal pieza, simplemente, aun no se había concebido o mucho menos generalizado.

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daban rodeos, y entrábamos en la casa cuando no podía causar sospecha a los malévolos. En el primero día me acuerdo que entré con una de las S.ras, y hallé á la chimenea (sic.)97 varios hombres y mugeres, y después entraron más, todos vestidos al estilo del día, y sin apariencia de que alguno fuera capellán. Llamaron p.ª que entráramos a otra pieza y me encontré se estaba vistiendo las vestiduras sacerdotales el que me había parecido más petimetre, más bien peinado y empolvado. Abrió el cajoncito que estaba sobre el Altar, sacó dél una custodia de madera plateada, que parecía verdadera plata, con algunos relieves dorados, y la colocó sobre el mismo cajón con la Hostia consagrada que había en un viril. Dicha la Misa con la mayor devoción, y oída del mismo modo por 15 ó 20 personas, comulgaron algunos, y después, rezando algunas preces, y dando la bendición con la custodia, la reservó en el cajoncito, quedando tan equívoco lo que contenía, que más parecía encerrar un peluquín, ó cosa semejante. En otros días se presentaron algunas madres con sus tiernos hijos a cumplir la obligación que había en Francia de presentar los recién nacidos sus madres al Templo de Dios; y se hacían en la Misa las ceremonias de este caso y oferta de vela al sacerdote. En el domingo de Ramos, hubo la bendición de ramos, en pequeños vastaguitos de arrayán y otros arbustos y se hicieron oficios de Semana Santa todos a proporción.”

He preferido dejar la palabra textual a su autor, para que se escuche en directo la vibración de su espíritu y mentalidad originales… Del texto se podrá deducir multitud de inferencias; de entrada resalto que D. Josef transcribió, esta parte al menos, más tarde, puesto que dice estar recordando –“me acuerdo”-, etc. Es una variación notable en el pulso del texto, que anteriormente parecía ser una crónica diaria de sus peripecias…

Dado que el edificio estaba ocupado ya solamente por católicos y monárquicos, veamos cómo fue convertido en territorio liberado –para unos católicos-: en una pieza de recibidor en el piso de los dueños fue instalado un altar “bastante decente y adornado”, y en el propio piso de los prisioneros españoles, desde el miércoles santo estuvo instalada la Magestad con una hostia consagrada en un cáliz cubierto, y todo ello flanqueado por 4 bugías de cera fina…, sintiendo todos ellos la compañía de la “presencia Real y verdadera” de su Dios, celebrando toda clase de ceremonial salvo los que precisaban la presencia de sacerdote, hasta las 10 de la noche –cuando quedaba encendida un lamparín hasta la mañana siguiente-.

Las 3 rectoras de una escuela de niñas –con unas 30 pupilas-, colindante con la de los prisioneros, tenían turno a las 3 de la tarde, yendo de 2 en 2 con sus pupilas, a hacer su visita y demás, con máxima compostura y a la francesa, a la iglesia clandestina así montada!98

97 Es posible que esta correcta ortografía, o las erratas anteriores, se deba –la que fuere- a la pluma de D. Frasco… 98 D. Josef pretende que ninguna “Catedral, Capilla Real ni Vaticano” conocería devoción más tierna que la de aquella habitación, de la que el Sr. Ruostte fue el “párroco, como buen padre de familia”, entonando vísperas, leyendo “un discurso …sobre el Misterio del día”, etcétera.

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Pero D. Josef –que admiró continuamente la devoción y correcta liturgia francesas- señala que en Tolosa las cosas así eran bastante generalizadas, porque estaba “manejada por gentes de mejor pensar [que el] abatido partido terrorista de los Malvados”; dice que en su barrio había al menos 14 altares como el suyo, con gran seguimiento especialmente de mujeres, que iban de uno a otro, algunas cantando en bajo, etc.

“entre tanto que la República con sus partidarios, representaban Jueves y Viernes Santo en los teatros, piezas profanas, cuando no burlescas de la Religión. A proporción que caía el partido terrorista, iban tomando alguna vitalidad los buenos franceses, esto es, los religiosos; y constantes en la fé, aunque cobardes, al extremo de tener mayor valor las mugeres; y proveídos los empleos de la República en personas de religión, y por consiguiente de honradez, se fue extendiendo el culto privado, y se hacía con mayor franqueza”…

Llegó a haber alguna detención, pero sin consecuencias. Luego llegaría un decreto de la Convención, tolerando el culto en privado; y entonces se empezó a ver más “casas hechas iglesias”, y hasta hubo sus maravillas bíblicas: en la primera que se hizo con publicidad, sus dueños probaban su descendencia (aunque D. Josef lo cuestiona) de la tribu de Leví –y así se apellidaban-.

En el Corpus del año 1795 ya se oyó desde las calles “el Pange lingua, y misas que oficiaban cantando”. En vista de lo cual, los prisioneros españoles dispusieron tener en su ‘iglesia doméstica’, ceremonial oficiado por “un religioso dominico de Puigcerdá que había sido [hecho] prisionero con su pueblo, acompañado de una monja, también prisionera”, y también confesor. Sin embargo, estos debían vestir traje republicano en público; en ocasiones, el propio D. Josef ayudaba en la misa.

D. Josef continuó en varios párrafos su derivación litúrgica –que nos lo revela como un buen vecino, muy monaguillo o meapilas, del ceremonial catedralicio santanero (recuérdese que los Rocha eran residentes, desconocemos hasta qué momento, en la esquina de Poniente de Plaza de Santa Ana de Ciudad de Canaria)-; llegó el decreto del Gobierno republicano para que los católicos tuvieran su iglesia en cada uno de los 13 “Secciones o barrios” en que se había dividido la ciudad: se reveló que la mayoría de los tolosanos conservaban su catolicismo, aunque hubieran aparentado indiferencia, etc.

En este punto interrumpimos el relato del Diario…, que relata la estancia cautiva en Toulousse. Parece suficiente cuadro de situación el que nos ha presentado D. Josef…

“ … se pasaba el tiempo, cuando el 4 de agosto de 1795 llegó99 la primera noticia de la paz hecha entre nuestra Córte y aquel gobierno, la que en breve se confirmó, y tratamos de restituirnos a España…”

El Diario…, que va sólo comenzando su segundo tercio –pág. 102 de 290-, entra en la fase anunciada; esto es, el regreso a Cataluña. Rocha continúa presentándose como

99 Sigue confirmándose que todo este tramo fue escrito ya Rocha preso en España.

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uno de los factótum del contingente y de su suerte: compró un coche de caballos por 16 ½ onzas –“precio muy cómodo según sus circunstancias”-, cuyas bestias eran “cuatro grandes caballos frisones”, y un carro con otros 4 alquilados hasta Figueras, disponiendo la salida para el 28 de agosto, y contando con D. Domingo Marrero, D. Simón Ascanio (que contribuyeron a los costos) y D. Silvestre Pinzón –“muy delicado de salud”-, cuya parte dice Rocha que pagó de su bolsillo –igual que hizo con la de 4 soldados de la Columna, también demacrados, que viajaron en el carro sobre los equipajes-.

Es decir, el cautiverio en Francia había durado unos 9 meses.

A jornadas regulares iniciaron el camino “á Perpiñán por Carcasona y Narbona”, acompañados por otros 4 coches de alquiler con otros oficiales. En Carcasona hicieron noche, y en un café donde desayunaban vieron entrar a 2 oficiales que parecieron franceses, pero que usaron alguna palabra en castellano, “é hice seña á los míos p.ª que hablaran con recato”; los de Rocha se despidieron con la misma cortesía que habían usado los otros al entrar…

En Narbona volvieron a coincidir en una fonda –donde tenían mesa separada-, y los otros ya comentaron que ellos también eran españoles y oficiales de la Marina, que habían estado prisioneros…; hablando esto, se dieron cuenta que todos eran canarios, y los marinos añadieron que ellos, hermanos, eran de madre canaria; de qué apellido, preguntó Rocha, respondiendo ellos: D.ª Mariana de Alfaro. ¿Hija de D. José de Alfaro, oficial de la Marina Real?, repreguntó Rocha. Por supuesto…

– Pues yo soy primo hermano de su madre, dijo el Coronel; reconociéndose así como parientes, se abrazaron los tres.

Contaron que habían sido apresados por los franceses en el golfo de Valencia –junto con el barco que conducía a la Compañía de Abona de Tenerife a Figueras-, cuando regresaban a casa cruzando el Mediterráneo, de permiso de seis meses tras haber dado la vuelta al mundo en la expedición de Malaespina. Contaron que habían sido maltratados y hasta puestos “á la cadena al descubierto, nevando y sin ninguna ropa de abrigo”, por haber denunciado que habían sido robados, …rechazando luego en tierra la invitación a la mesa del comandante apresador, etc. Pero la prisa mandaba y se despidieron, sin saber Rocha ni sus nombres, ni nada más de ellos…

Figueras seguía ocupada por los franceses, permaneciendo allí 3 días, al haberse llevado el puente de barcas una avenida del río; dejaron el coche y tomaron otros carruajes, yendo a dormir el 4 de septiembre al campamento de la Cruz de Tallinas, donde seguía

“la parte de la Columna que había quedado en España, agregada a la división de Granaderos de Castilla: nos dio chocolate el Conde de Encinas, su comandante, y desocupó una de sus tiendas p.ª que pusiera yo mi cama.”

En este punto –pág. 105- estableció Rocha un renglón final para el año 1794.

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1795.

Segundo tomo del Diario del Coronel D. José de la Rocha, que principia con su regreso de Francia al camp.to de nuestro ejército que ocupaba parte de la Columna de su

mando.

“Amaneció el 5 de Sept.e de 1795 y me encontré rodeado de ciento y pico soldados de los que habían quedado en España, y los que habían ya llegado de Francia, que eran un corto número; pero si los que venían de Francia causaban por su desnudez y macilento color, no presentaban menor aspecto p.ª mover á compasión los que se hallaban haciendo servicio y acampados: los más descalzos, y con reliquias sólo del vestuario; sin fornituras, ni armamento que diera ____100 y sin ninguna disciplina.”

Al tomar conocimiento supo que había quedado por Comand.te, por antigüedad, D. José Falcón, sin oficiales para asistirle; había dispuesto de los equipajes de todos a su arbitrio, apoyado en algún compinche, “y total silencio de otros de los que guardan lo suyo y abandonan lo ajeno”; con tal “inesperada herencia”, dejando a “muchos enfermos y estropeados” y a todos desnudos, se marchó a Barcelona con 100 hombres bien pertrechados a integrarse en la Columna agregada al Batallón de Canarias, destinado a guarnición de Barcelona y Montjuich por el General. Por el camino, quiso desfilar en la procesión del día del Corpus de Calellas, dando un espectáculo patético

“sin haber hecho ninguna instrucción; no supo mandar, ni ellos obedecer, y anduvo al palo á troche y moche. Quiso el Sr. capitán de [La] Laguna, Fonseca, enmendar la plana, no supo cómo hacerlo, y cayeron ambos sobre los infelices soldados, con las espadas dándoles cintarazos á una mano y otra, de forma que movida la compasión de aquel paisanaje, tomaron la mano y contuvieron á los Capitanes, precipitados en sus desórdenes; y el Oficial que mandaba en aquel pueblo les mandó no maltrataran á los soldados. Este pasaje lo supe en el mismo pueblo, donde se mantenía muy presente, á mi paso por él después de cuatro meses.”

El tal Falcón comerciaba con el abastecimiento en arroz y tocino, mercadeados personalmente en el campo de Gerona, para los ranchos de la tropa, teniendo pesas y medidas a tal efecto en su propia tienda…; por esas fechorías llegó a ser arrestado por el General en jefe Urrutia “que lo conocía de Ceuta” y puesto a disposición por 3 días de la avanzada de presidiarios y forajidos que operaba en Báscara, dirigida por D. Pablo Echevarría… Los oficiales de la Columna se habían dispersado

“unos en Barcelona, arrestado alguno y con causa deshonrosa pendiente, y divirtiéndose los demás; otros en Gerona, y pocos en el campo, y ni unos ni otros miraban por el pobre soldado.

En el mismo día hice cerrar la cantina de Falcón y dispuse que hicieran los ranchos de los efectos que en las provisiones del Rey se franqueaban á precios corrientes y mandé a Gerona á comprar zapatos p.ª los descalzos, ollas y otros

100 Así (en blanco) en la copia de D. Frasco.

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menesteres de que carecían; y empezé a presenciar las comidas y su reparto; y los oficiales que iban llegando de Francia reconocían en la tienda de Falcón, el uno su colchón, otro la colcha y este otro los pantalones.”

El día 6 ya fue a Gerona –le acompañó todo ese día, con afecto, y comió con él, D. Antº Gallardo-; iba a solicitar a Urrutia reunir en Barcelona a su Columna, pero lo denegó porque carecía de instrucciones; sabiendo que se había nombrado Sub-inspector de Milicias al Mariscal de Campo D. Gregorio de la Cuesta, bajo quien caía la Columna de Canarias, se presentó a él en petición que se cumplieran las órdenes de S.M. para proveer al menos de camisas y zapatos a sus hombres; el Mariscal no vio necesidad de ello, y D. Josef lo consigna así textualmente

“respondió estas expresas palabras: no puede ser la propuesta, ni el Rey tiene p.ª ello, y una tropa que se va a disponer que no se necesita ya, no se ha de ir á vestir.”

El goteo de prisioneros de la Columna que regresaba de Francia continuó por días; también continuaba el goteo de la lógica española-militar, con el más sublime sarcasmo imaginable: un oficio del Mayor General Mendinueta le ordenaba recoger y repartir 854 gorras de Granaderos hechas para la Columna de Canarias; Rocha le respondió lo ridículo que estaría su unidad con gorras nuevas y sin camisas ni zapatos, ni arma ni fornitura algunas… Le respondió que bien101, …que hablaría al respecto con su superior en el asunto.

El día 13, siempre con la tropa canaria con sus carnes al aire, se le ordenó a Rocha marchar al puerto de Palamós “p.ª embarcarnos” junto con los que estaban en Barcelona; sin tiempo nadie para recoger los equipajes dispersos ni ultimar asuntos en marcha, etc. Se despachó dos oficiales en posta con encargos a Barcelona, y sin encontrar carros en Gerona por estar en fiesta al haberse recibido correo con grados, ascensos y laureles…, salió la Columna canaria “y á la madrugada del 15, la seguí con los carros de los equipajes.” Durmieron en el pueblo de La Bisbal, y la noche siguiente en el lugarcito costero de San Antonio, “inmediato a Palamós”; antes de embarcar, Rocha se previno mandando

“un oficio al Sr. Ministro de la Guerra, expresándole el estado en que los soldados se hallaban, y que era de temer un contagio si no se les provehía de alguna ropa; como asi mismo que el armamento que habían traído de sus regimientos se había casi todo perdido y que haría falta este en aquellos, etc.”

Habiendo despedido ya a los carros, se le ordenó marchar a Barcelona, por dificultad de navegar los buques más allá, debiendo lograr del bayle de Palamós algunos otros, saliendo al amanecer del día 19 por los pueblos costeros de; S. Feliú, La Guitera, Vidreras, Malgrat, Pineda, Calella, Canet, Arenys y Mataró –“muy bonitos, con buenas casas y muy industriosos, trabajan todas las mujeres y niñas desde tierna edad en puntas y blondas y á las puertas de las casas se las vé trabajando con bolillos”-, llegando

101 vería los cielos abiertos: otro negociete posible a la vista.

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la tarde del 24, continuando 2 horas más por el camino de Madrid hasta el pueblecito de San Justo, donde se alojaron.

El carácter de las gentes “tiene los rasgos de la ferocidad y secatura catalana”; el mejor agasajo tuvo lugar en Canet, donde Rocha fue alojado, un día y dos noches, en casa de los Lloret –abuelo, hijo de unos 30 años casado con mujer de unos 20, con hijo de unos 3-, que se desvivieron con él. En el más escondido San Justo, le alojó el cura, andaluz sensato –muy racional y político- “y que tenía noticia hasta de los quesos de Barranco Hondo de Canaria.”

El tráfico marino era grande (y vio astilleros con frecuencia), la industria trabajaba el corcho y otras producciones, viéndose mejor que por otras rutas la cantidad y calidad de Cataluña.

La llegada a Barcelona fue el 25 al mediodía “con calentura y una dejazón de estómago que me incomodaban mucho …por la falta de digestiones en que estaba”, pesar y desánimo estos que arrastraba desde Mataró, y pasando por casa de Armiaga “p.ª averiguar si tenía lugar en su cuarto p.ª mi cama” y no poder acomodarse allí, se fue a presentar al General-Gobernador S.ta Clara y luego a apalabrar un cuarto, tras lo cual volvió a casa de su amigo; allí recibió a los oidores Mosti y Romero, y ya tomó “puchero de enfermo”.

El día 26 le esperaba la sorpresa clave de su vida –sobre la que él no da en el texto la menor pista previamente102-: después de tratar las cuentas de la Columna y escribir al Ministro sobre el armamento y vestuario para la tropa en la travesía de mar, comió y tomó posesión de su cuarto “en la calle del Conde del Asalto”, cerca de la travesía en que tenía el suyo Armiaga.

No había más que empezado a desembalar su equipaje, armado su catre y cama, y desabrochado la casaca –sólo ya, porque sus ayudantes Pino y Bataller habían salido103-, cuando

“se me presentó un Ayud.te de Plaza el cual me dijo: de orden del Sr. General entrégueme Vm. sus papeles y venga conmigo: cuantos papeles tenía se hallaban sobre una mesa acabados de sacar de una maleta con motivo de buscar entre ellos y entregar á un oficial de Guardias Españolas una obligación que me empeñó en Tolosa de tres onzas de oro que le presté y las que me devolvió; y así es, que no tuve más que hacer que darle la misma maleta p.ª que los recogiera,

102 Aunque algo debía barruntar D. Josef, porque la rendición del castillo de Figueras constituyó desde el primer día una ignominia de circulación constante… 103 El primero a casa de Armiaga; el segundo, a buscar el médico de su mismo regimiento.

24. maqueta Ciudadela de Barcelona.

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indicándole estaba con calentura, me iba a poner en cama y esperaba al médico; me respondió que en cualquiera estado, era preciso fuera con él; inmediatamente me vestí y salí en su compañía, sin haber dado tiempo á que mi asistente Pino llegara, ni que pudiera saber á donde me llevaba.”

Le habían localizado preguntando por “el Coronel de Canarias”104. Su destino era la Ciudadela, y por varios años, fruto de las ignominias del poder o alguna delación inconfesable. El gobernador de la Ciudadela, Mariscal de Campo D. Juan Daban, le interrogó mucho para lograr comprender su identidad: en sus palabras,

“para poder entender mi patria y empleo, y me dijo: no se engañó el Rey en la elección de mi persona p.ª gobernador de Figueras, donde no pude ir, pero tengo dos hijos en el Ejército que han sido el honor de él, ya se vé tal padre tienen!”

Si entendemos bien estas palabras, el juicio ya estaba hecho: el mensaje era insinuante, tal vez alusivo pero ya denigratorio… Un Mayor, subsiguiente militar que le interrogó, “tuvo aun más dificultades para entender que había Canaria en el globo terráqueo, a pesar de los 83 años que contaba”; este, tras diversos rodeos le tomó el sable a Rocha, y acompañado de un Ayudante de semejante edad, le condujo a la mazmorra inmunda que le sirvió de prisión durante varios años, en una galería bajo el terraplén de la muralla. A ciegas, reconoció el cuarto palpando sus muros y comprobó que el suelo estaba alfombrado de estiércol y los huecos habían sido tapiados:

“me puse á reflexionar y dar gracias a Dios por todo, y á poco tiempo no pudiéndome ya sostener, me eché por tierra y apoyé la cabeza á la pared sobre un faldón de la casaca.”

José Pino le llevó su catre y equipaje a la mañana siguiente, después que le llevaran chocolate de desayuno y una mesa mínima, en presencia del centinela –oficial de Murcia-, y entonces comprobó que el cuarto medía 5 x 2,5 varas –son 4,18 x 2,09 m-, y la ventana tapiada casi hasta el dintel, 3 varas de alto (2,5 m); cerraron la puerta tras ello, hasta las 8 de la noche. Así pasaron algunos días –sin ser curado del padecimiento “del estómago y de tercianas”-, y sin más novedad que el relevo, del guardián de las llaves, por guardias Suizos; sólo Pino le atendía, hasta que cayó también en cama, y una chica de la posada que le traía comida “fría y mal servida.”

Entonces, “me puso a morir de la dolencia”, sin poder comer cosa sólida, y hubo de suprimir el caldo de la posadera; quedó tan sumamente débil, que sufría alucinaciones105. Nada de sol entraba por la lumbrera que se había dejado a la ventana (por lo que esta daría al Este o Norte, aunque Rocha dice ignorarlo); sólo oía continuo pasar de carros: era junto a la entrada principal, según le informó Pino. No existiendo ventilación, aquellos cuartos con “vasos inmundos e innumerables pulgas (que habían

104 Lo mismo hicieron a las 10 de la noche con Armiaga. 105 “muchas noches se me representaba que había alguna persona á mi lado que me alargaba sus brazos como para tocarme y la fuerza de la imaginación hacía que la separara yo con los míos, y yá se vé no encontraba nada.”

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dejado los prisioneros franceses que con ventanas y puertas abiertas106 los habían ocupado)”, tampoco recibían luz ni ventilación de la galería que comunicaba los 9 cuartos con el mundo. Los vapores llegaron a alarmar a los responsables, y en 1º de Noviembre, S.ta Clara ordenó destapiar algo las ventanas…

La luz permitía ahora perseguir y matar las pulgas… Sumiéndose en su degradación, se aplicó a consumir “la quina en polvo, usando de las papelinas que había traído de Francia” para curarse, intercalando “refrescos de limón”; por entonces comenzaron los cuestionarios de cargos contra él. No se vigilaban ya las comidas, y se permitía barrer y componer los habitáculos. Comenzó a hacer uso de los “efectos americanos”107 para suavizar al guardián: “conseguí que mi puerta fuera de las primeras que se abrieran y de las últimas en cerrarse.” El 3 de noviembre saludó al pasar a Armiaga, que salió a declarar al pabellón en que estaba en Coronel D. Francisco de Alonso, comandante del regimiento de Navarra; Rocha declaró el 5 de diciembre108, acompañado por el Ten.e Cor.l D. Tomás O’Donnghue, capitán de Hivernia, como secretario, haciéndole los cargos el comisionado Alonso. Supo que las declaraciones eran remitidas a Madrid según eran hechas por los prisioneros.

Por Navidad recibió visita del oidor Mosti,

“y D.n Juan Nuñez como encargado de la Columna no lo hizo nunca p.ª entender de los asuntos del cuerpo, al paso que D. Juan García, encargado con respecto al Batallón, frecuentaba el cuarto de Armiaga y le servía en cuanto necesitaba. Después, en las pocas ocasiones que Nuñez pareció por mi cuarto, le acompañó García por verme, lo que le agradecí.”

Las declaraciones se concluyeron el 21 de abril; sin entender todavía la trampa en que los jefes superiores habían empantanado la ignominia de Figueras, Rocha señalaba:

“Cuando se vea el proceso saldré de la grande confusión en que me hallo sobre el empleo de 7 meses en tomar 36 declaraciones que son los arrestados que ha habido aquí, hallándose los demás en otras plazas, donde se recibieron las declaraciones por otros comisionados.”

Llegadas las lluvias de octubre, Rocha –que padecía ya “hinchazón de piernas”- descubrió una inquietud más para su salud: una gotera copiosa “que más parecía torrente”, bajaba por una esquina, inundando el cuarto y generando así una humedad inhumana en un habitáculo cerrado y sin ventilación; de nada sirvieron los partes que dirigió a los responsables, incluyendo al “Ayud.e de plaza llamado D. Fernando Marquesi, que hacía de Habilitado”, ni siquiera la visita (5 de mayo) de una Diputación formada por el Ingeniero Comandante Folgueras, el Ayud.e de plaza Marichal, el Médico cirujano Riñé –que dio “terminantes dictámenes”, advirtiendo que no se podría

106 Rocha trata de resaltar que las celdas fueron tapiadas por los oficiales de Murcia para albergar a los oficiales españoles –considerados sin duda los traidores de Figueras-, con obvio afán denigratorio… 107 “empezando por el polvo negrillo, siguiendo las onzas de chocolate, y demás provisiones, cosecha de aquellas regiones”… 108 Es decir, tras 10 días de prisión denigrante e incomunicada.

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vivir sin ventilación- y el Maestro de obras de la Comandancia, para ver de ventilar los cuartos.109

A primeros de mayo comenzó el Mariscal de Campo D. Manuel de Arista la comisión fiscal ordenada por el Rey para ser vista en Consejo de Guerra de Generales –excluyéndose a los que hicieron la retirada del 20.XI.1794 en Figueras-

“y el 31 de mayo me tomó declaración dicho fiscal, o sea confesión. Me ratifiqué en la anterior; añadí una aclaración que se halla en papel separado; y habiéndome dicho que nombrara defensor, me encontré en el mayor embarazo por no conocer ni uno de los cientos que contenían las listas que me demostraba; y instándome a la elección, le dije que cerraría los ojos y pondría el dedo sobre el que por suerte cayera. Ultimamente, enterado de que D. José Aguilar, 2º teniente del Reg.to voluntarios de la Corona, me pondría sin sofisterías la relación sencilla que yó apetecía, hice en él el nombramiento.”

El 1º de junio sustituyeron la guarnición de la Ciudadela, de Guardias Españolas hasta entonces, por Guardias Walonas; y el sargento llavero pasó a ser uno llamado París, que con un pelotón armado redobló hasta el exceso los controles de seguridad para prevenir fugas...

“La incomodidad que me causó este proceder no sólo en mi persona sino en el espíritu ha sido de las mayores que he avido: yo había visto en Francia varios escritos en que se pintaban las inhumanidades y mal proceder de los carceleros110 de aquellas prisiones; y tenía noticias del célebre Simón, guarda del desgraciado Delfín, y no hallaba diferencia en el obrar de este Cómitre de galeotes, y mi melancolía se aumentó cuando supe que su ascendencia la contaba entre francés y catalán.

Quiso la buena suerte que solo durara cinco días su dominio, y o bien porque se practicaron diligencias porque se supusiera cómo este bribón nos tratara; o que él vió que no pararía en bien su conducta…”

Por fortuna, otro sargento de Walonas, ya anciano111, asumió las llaves, aliviando la situación a los prisioneros.

Pero el 9 de julio moría en su prisión el colega de Rocha, Coronel D. Ant.º Polo –teniente Coronel del regimiento provincial de Bujalance-, que perdió la razón

109 Atribuyó el fallo a que “un ingeniero había dispuesto aquellas obras, dando sus disposiciones á un maestro de obras; este á los albañiles y carpinteros, estos a sus oficiales, y estos últimos á sus obreros, que es como se sirven las obras del Rey; y como todos ganan sueldos, y los últimos son los que trabajan, sin dignarse las más de las veces los primeros ni de ver las obras los que deben ser responsables; y de este desorden resultó que los obreros hicieron cuanto la desconfianza de los Oficiales de Murcia proyectó á favor de su responsabilidad.”; más adelante lo justificará de otro modo muy distinto… 110 Aquí comienzan las comparaciones que fue estableciendo Rocha con la situación que conoció en la república francesa pos-revolucionaria; curiosamente, su cautiverio en Toulouse –Tolosa para él- sirvió para que un canario conociera comparativamente ambas situaciones de deshumanización… 111 Debe ser el que más adelante reiteró la necesidad de composición de las goteras del cuarto de Rocha, al que este apellidará “sargento Fons” (o Fous).

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“inhumanamente y a impulsos del mal trato”, y a raíz del desfalco de su caudal que le hizo su criado de confianza…: al conocerlo, comenzó a “melancolizarse y cavilar, y tras la fiebre que se le metió se le desordenó la cabeza, y tuvo retoque en el cerebro.”. Permaneció encerrado y sin el socorro adecuado, excusándose el Gobernador Daban de remediarle: sólo se puso un centinela en su cuarto para contener sus frecuentes accesos de locura. Daban tuvo a bien “ir a ver el cadáver que no había visto animado, y al día siguiente se le hizo el entierro con los honores militares.”

Este hecho hizo mella en D. Josef Rocha; no sólo por lo que delatan las crudas líneas precedentes, sino por las amargas y coléricas que siguen:

“Estos hechos son verídicos y me constan por más que se ponga la ilustración de nuestro siglo, la brillantez de Barcelona y la humanidad del Monarca a quien servimos y de cuyas entrañas no es posible creer resista a una inhumanidad tan manifiesta.”112

El día 16 de julio fue fecha señalada: “se me abrió la ventana de mi cuarto” –como al resto de habitáculos de la galería-, quedando “con vista a la entrada y plaza”. Pero permanecieron sin ventilación comunicante: no se abrieron las proyectadas el 6 de mayo, al considerar lo hecho suficiente…

El 19 se “concluyeron las declaraciones de los testigos y confesiones de los procesados, siendo todos en número de 40, en la Ciudadela 26, 10 en Atarazanas y cuatro en Canaletas.”

Retrasos en los nombramientos de defensores, peticiones para ir a tomar vitales baños, etc., cubrieron ese verano largo –unos 82 días-.

A comienzo de septiembre corrió la falsa especie de que un oficial había cometido el delito de ir a oír misa, por lo que el general Lancaster ordenó al Gobernador Daban que castigara a los involucrados; entonces se enteró Rocha de que “parece que hay privilegio entre los militares para omitir” el precepto de cumplir con la Iglesia, cuando hubiera causas como la de traición, lo que no ocurría con los soldados en calabozo “pues parece que no todos son iguales ni en los preceptos de Religión.”

Interrumpimos aquí la relación de la prisión del Coronel en la Ciudadela barcelonesa, dada la extensión de la misma, a pesar del interés que tiene al consignar las increíbles anomalías del Consejo de Guerra, irregularidades, interferencias del la corte y del propio rey, etc.

1797.

Tercero tomo del diario del Coronel D.n José de la Rocha principiado en la Ciudadela de Barcelona en.

112 Rocha continua dando muestras de un rechazo reactivo a todo lo que sea ilustración; pero quizás para él no tuviera más significado que despotismo gubernativo...

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En un tercer tomo inició Rocha su relato el 1º de Marzo de 1797 filosofando al hilo de la autorización para que eligiera un amigo que le entretuviese “en medio de la soledad que sufro”; algo hamletianamente, reflexiona él con hondura, incubada en cierta ilustración pespunteada con alguna cita clásica, acerca de la amistad, las amistades y los amigos y sus diversas clases:

“No se habla en el Mundo sino de la amistad; cada uno se alaba de tenerla, y si se juzgara a los hombres por sus discursos, se creería que el universo se compone de una sociedad de amigos. Se abusa también de los vocablos, y se prostituyen los sentimientos que expresan, confundiéndolos con las estrecheces que no tienen muchas veces por fundamento sino los vicios. Cuáles son en efecto los motivos de las pretendidas inclinaciones con que la mayor parte de los hombres se adorna? En la juventud es el gusto de los placeres, y por lo regular del libertinaje; pero en este comercio el Amigo es el objeto que interesa menos, y no tiene otro mérito por lo ordinario que aquel de ser el confidente del aprobador y el compañero de sus flaquezas. En una edad madura, el interés y la ambición son las principales ligaduras que unen a los hombres. Timócrates quería casar a su hija con el hijo de Polidoro: este último era muy rico, y esta alianza sería muy ventajosa para Timócrates que no tenía sino nacimiento y pocos bienes. Para llegar a la execución de sus proyectos, él cultiva a Polidoro, y tiene para con él hasta los cuidados más exquisitos de la amistad; pero es tan distante de tener sus sentimientos, que si Polidoro casa a su hijo con otra que su hija, pierde en un instante todas las cualidades estimables que le hacían tan querido a Timócrates.

Un otro sabe que un hombre a quien conoce apenas de nombre tiene crédito cerca de un ministro, solicita al instante unirse con él, y en poco tiempo se lo vé por este amigo ficticio todas las expresiones y las señales exteriores de la amistad, entre tanto que su corazón permanece libre en medio de todas las apariencias de la inclinación la más tierna.

Otro en fin, ve en un hombre de dignidad el objeto el más digno de ser amado: él es como ha dicho un hombre de espíritu el amigo nato de todos los contralores113 generales sin que cueste el más ligero esfuerzo del sentimiento. Hay del mismo [¿modo?] algunos hombres sagaces de los que el espíritu penetra hasta la oscuridad de lo futuro, y se extiende sobre todos los posibles, su perspicacia en este género les hace ver claramente que un hombre de su conocimiento se verá un día colocado en dignidad y contribuirá a su fortuna. A ellos esta verdad se les demuestra por cálculos de ambición, y después que lo establecen su amigo, lo alaban con exceso por todas partes, no hay persona que les sea tan querida, le siguen a todos lugares, y llegan en fin a hacer creer a este protector anticipado, que tienen para él la amistad la más tierna, porque nada es más fácil que el engañar a los hombres desde que se lisonjea su amor propio. También puede ser suceda algunas veces que queriendo persuadir a los otros un

113 Contralor (del fr. Contrôleur: oficio honorífico en la corte de Borgoña): cargo equivalente al castellano veedor: interventor en las cuentas de gasto, libranzas, alhajas y mobiliario, etc., en las cortes, cuerpos de ejércitos, hospitales, cabildos...

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sentimiento que no se tiene, se llegue hasta persuadírselo a sí mismo. Esta pintura, aunque fiel, no parecerá puede ser a muchas gentes, sin la crítica amarga de un misántropo melancólico que derrama sobre todo lo que toca la hiel de que él está abrevado; pero yo convoco a aquellos que fatigados del mundo se han retirado o por disgusto, o porque han sido bastante sabios para sentir el vacío: ellos convendrán conmigo que el hallar amigos es muy raro: que la vanidad e inutilidad que reina en ellos, el poco respeto en los modales, el torrente de los placeres que arrastran, todo concurre a enervar el alma, y hacerla incapaz de un sentimiento que exige todo su vigor. Cómo hacer un amigo en medio del torbellino del mundo donde no hay lugar para conocerse, estudiarse, ni aun verse, apenas se tiene tiempo para existir.

Se corre sin cesar, sin saber dónde se vá, o a lo menos porqué se vá; las ideas fútiles se suceden aun más rápidamente que los momentos; y parece que el día es muy corto para hacer la nada que se ha empezado la víspera. Si la amistad pudiera brotar en medio de este delirio, sería sofocada desde su nacimiento: el sabio sólo puede darse un alivio digno de ella, y este es muy prudente para retraerse de los peligros a que el comercio del mundo deja para la virtud.

Que elija un amigo se me previene por lo que continúa.114 Si la amistad de elección fuera siempre guiada por la estimación cuando no derramara en el corazón la felicidad de que se goza cada día de un nuevo placer cuando el gusto es el principio, no tendría jamás motivo de arrepentirse de la estrechez que se hubiera contratado; pero muchas gentes toman amigos a la ventura, como si esta elección fuera indiferente: parece que este empeño del que debe depender el bien de la vida no es sino un contrato de educación que la sociedad exige de nosotros para ponernos al nivel de otros, y que como no enfade, es siempre bueno. En una palabra, hacen la compra de un amigo como se hace la adquisición de una casa donde no se tiene intención de habitar. Es preciso tener diferentes especies de bienes en la fortuna; es menester tener distintas suertes de inclinaciones. Los grandes y pequeños señores tienen damas que los arruinan, y no las aman, pero ellas hacen parte de su lujo. Hay también gentes del mundo que quieren ponerse sobre el buen tono, les es preciso amigos para que no les falte nada a su reputación; pero es preciso sobre todo, uno constituido en dignidad, o en el Ministerio para poderle estar en toda ocasión, o decir con un aire importante y misterioso que él está en proporción de saber cosas que todo el mundo no sabe y que cuando asegura un hecho el público puede añadirle fé. Otros toman un amigo como un hombre a lo menos con el cual puedan partir los engaños que le consumen. Otros en fin, sacan vanidad de sus amigos, creyendo que su mérito o sus talentos resaltan sobre ellos y les dan más peso y consideración en el mundo. En consecuencia, es el grado de reputación de un hombre quien le determina a la elección, y cualquiera otro examen le es superfluo. Como el amor propio es el único sentimiento que les

114 Ahora empieza a parecernos cadalsiano; lo que no dejaría de tener su interés: por curiosidad propia? Por lecturas en la biblioteca familiar? Alguna obra de Cadalso, el autor-militar por antonomasia de la ilustración, debió circular por (Gran) Canaria…

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ocupa, con tal que sea satisfecho quedan contentos, y Damon115 es tan glorioso de alabarse de ser amigo de Lisandro116 porque hace bien versos, como un agradable por estar bien con la más bonita mujer de París. Su placer en efecto es del mismo género, porque no tienen más gusto real el uno que el otro para el objeto de su inclinación aparente. No es el corazón quien elige en semejante caso, es la vanidad, y aunque hay de todo género, después de la del hijo no hay otra más común que la de tener amigos célebres: es una especie de reputación que no exige ningún mérito real, y muchas gentes no tienen ningún otro; pero nuestras pasiones son muy interesadas en entretener la ceguedad general para no cubrirse con la apariencia del sentimiento, a fin de gozar sin turbación y hacerse al mismo tiempo respetar: la vanidad bajo este aspecto engañador recibe muchas veces los homenajes que no son debidos sino a la virtud.”

Después de tal excurso, repleto de amargura –nótese que por ejemplo la mujer, el amor, la verdad…, no aparecen por ningún rincón ni se entrevé por ninguna rendija-, vemos regresar el texto de D. José a la realidad del decurso de aquellos días, para hacer cuentas de como se dilataba todo: era 1º de marzo –miércoles de ceniza- y “se han concluido las diversiones de Carnaval, habiendo durado los bailes hasta esta mañana”; …pero la “imprentación”117 de las declaraciones, que era la fuente de exasperación para los apresados, aun no se había concluido y debían esperar una semana más, porque nadie se dio cuenta de que el mes concluía con 3 días festivos…

“El Carnaval en esta ciudad es una locura que abraza a todas las clases, y desde los más indigentes menestrales hasta los más opulentos, todos a proporción gastan, y se cansan haciendo de las noches y días una seguida diversión. Entre un sinnúmero de bailes se distinguen algunos de los pudientes y acaudalados, única circunstancia para atraer a ellos a las personas más visibles y condecoradas, y los más principales, y asistidos de Generales y otros personajes han sido en la casa del fabricante Canaletas, y del carpintero de la Ciudad, Planas. En la casa del primero hubo el Domingo cena, y en una primera mesa cenaron el General de la Provincia acompañado de otros cuatro generales con seis damas que habían sido las convidadoras; y sus maridos los pagadores en compañía; y después se sirvieron las mesas para las damas convidadas y hombres, entre los que había de todo género, pero muy pocas conocidas porque no convidando la nobleza a sus funciones, a las que daban esta función no las convidaban tampoco; lo que no mira a los hombres que lo corren todo: y a las dos de la mañana de anoche estaba en casa de Planas nuestro Presidente tan despabilado como si fueran las diez de la noche. Sigue otra costumbre muy laudable, y es que toda la gente menestrala van hoy miércoles de Ceniza a enterrar las carnes tortas al campo, y en compañía a los alrededores de la

115 Damón: Filósofo pitagórico siciliano del s. IV; el tirano local había condenado a muerte a Pitias, ante lo que este pidió como último deseo salir a arreglar asuntos importantes; Damón se ofreció a morir por él si no regresaba, pero Pitias volvió puntualmente y el tirano los perdonó a ambos. 116 Posible error, por Pitias. El Lisandro clásico fue un héroe espartano del s. IV a.d.e., que causó la primera gran derrota naval a los atenienses, de grandes consecuencias posteriormente para Grecia; no parece haber relación. 117 Es un hermoso ‘palabro’, que no deja de tener lógica gramatical y etimológica.

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Ciudad en francachela y a consumir los redrojos de las prevenciones de Carnaval, así es que para ella empieza la Cuaresma el jueves.

También acompañan a los bailes de Carnaval, donde se hallan las más distinguidas personas, juegos de naipe muy fuertes, y en el que se ha dicho hubo el Domingo en casa de Canaletas con asistencia del general de la Provincia había una banca cuyo banquero tenía delante de sí 250 onzas de oro, y un Alférez perdió 400 duros, que serían tal vez sus asistencias para un año.

Estamos en el 2 de Marzo, jueves día después de Ceniza, y ha habido un precipitado Consejo o Junta de Vocales, porque nuestro gobernador Daban ha ido sin peinar y con el pelo suelto, y de resultas se ha citado a los defensores para mañana a las once para que concurran a la casa del Presidente para tomar el cuarto tomo del proceso…

Urgido el tribunal por órdenes reales para que se prosiguiera sin más dilaciones, consultas, etc.; las que sólo pudieron llegar el martes y mantuvieron en sordina hasta el jueves, y que incluían recrudecer la incomunicación de 8 o 9 de los presos… Cuando esperaban a 3 de marzo la entrega de las declaraciones anuladas e impresas, la Real orden (Aranjuez, febrero 21 de 1797), firmada por Álvarez y dirigida a D. Gregorio de la Cuesta. Autorizaba la celebración de careos entre los reos, el cotejo de lo impreso con los originales en presencia del Fiscal, y la inclusión de copias de documentos que se estimasen sustanciales…, y todo lo conducente a concluir ya con un veredicto. Se acordó fuera expresado por escrito, con exposición de motivos, el lunes 6…

Somos 3 de Febrero y no se ha comunicado la orden sobre comunicación con apoderados o amigos los que no tienen aquí sus familias, sin embargo de haberla tenido también el Consejo y leídola en Junta de 1º del corriente

Valiente emboscada tenían armada los mismos que aparentaban deseos de que la impresión se acabara para seguir con la causa a su terminación, y cuánto lugar tienen los caprichos para hacer tantos juicios como se pueden deducir del contexto de la R.O. Con efecto, sin entrar yo en opinar la verdadera causa de este fenómeno, tanto por su rareza, como por su tardanza en parecer, se deja conocer que habiendo perdido el tiempo el Consejo que de orden de S.M. se reunió desde el 15 de Abril de 1796 y empezado sus juntas desde 22 del mismo, no habiendo tomado entero conocimiento…, …pero hoy se ve que en el 26 de consultó á la Corte el Consejo que faltaban careos, citas que evacuar, documentos que unir, declaraciones, … resultando muy comprobado y confesado el cargo de rendición de la Plaza, único y sólo de esta causa.

Son muy varios los juicios que se forman de tal paso: unos opinan que habiendo determinado vario vocales y defensores echar por tierra al Fiscal por no ser de su devoción y tener enemigos de su conducta, y celosos desde campaña por haber merecido particular estimación del General en Jefe Urrutia, habían fomentado los defectos del proceso que todos estiman solo de formalidad; otros, que hallándose los vocales ligados por varios respetos para no echar el

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fallo sobre algún recomendado, quisieron eximirse proponiendo de terminarla a S.M.; otros, que viendo lo que hablaban varios defensores de la opinión de abogados juristas con quienes han consultado, se vieron perplejos e incapaces de construir las órdenes generales y Reales, leyes del caso. Séase lo que fuere, el resultado conseguido es gravísimo, alargándonos el penar por un tiempo indefinido, y que siguiendo el obrar de las pasiones no se le vería término. Sin embargo de las expresiones de a la posible brevedad, de ponerle la cartilla en la mano, y autorizar a los defensores y reos para que les adviertan lo que debían según ordenanza haber previsto, se les manda que sentencien según anteriormente se les ha prevenido, lo que dá motivo a la sospecha de que pretendieron no hacerlo, y como se ve en el proceso que habiendo D. Andrés de Torres representado al Cuartel Maestre General que se pusiera otro Gobernador en la Plaza, confesando su insuficiencia, y este dice que no lo hizo ni representó al General porque sería dar un disgusto a sus parientes, yo no sé qué juicio hacer a lo que veo y padezco por respetos, intrigas, etc.”

Aquí volvemos a hacer un corte extenso del Diario…, ya que relata la distracción de don Josef en sus querencias litúrgicas y conservadoras, a la par que su desengaño del mundo; consciente de que manos negras dilataban su estancia en prisión, meses después de saberse que ya había resolución por S. M. del infame Consejo de Guerra, acaba,

“Aseguran de Madrid la finalización de la causa en el Supremo Consejo, y su pase al Despacho de S. M. ¡Dios lo quiera!”

Y punto y seguido, da cuenta de otra situación de afrenta que debió ver

“Hoy hace ocho días que se aparecieron cinco barcos grandes y otros transportes menores ingleses, parlamentarios, conduciendo la guarnición de Mahón, libre, por haberse entregado sin haber hecho defensa en el 15 de noviembre por capitulación que corre separada; al día siguiente desembarcaron todos con sus equipajes y pertenencias: con este motivo se habló terriblemente, y los oficiales que no tuvieron parte ni se comprometieron son los mayores acusadores del proceder de sus Jefes: estoy viendo repetida la escena de S.n Fernando, tan idéntica que me persuado se repetirá la comedia misma en cuantos teatros se formen: se toman ya declaraciones al Gobernador y demás Jefes, y estos deben ya saber la suerte que se les espera durante cuatro o cinco años: válgate Dios, por desgracia de que los grandes hombres se han ocupado en los cafées en hablar; y los pequeños, en los puestos donde se necesitaban las obras que los primeros vociferan sin haberlas jamás ejecutado.”

La siguiente entrada del Diario deja perplejo al lector, que comprueba cómo el Coronel seguía escribiendo para sí mismo o sus incondicionales, con un desprecio evidente, aunque muy cauto hacia el mundo…

“Enero 11 de 1798.- En este día se ha hecho saber la sentencia aprobada por S. M. en la causa de Figueras; y como no hay zapatero de viejo que no la sepa, no

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me parece del caso ensuciar más este Diario con relaciones de tal causa, y dándole fin y punto redondo, seguiré con mi viaje a Madrid.

Es evidente su indignación y desprecio por su injusta condena. Unas 3 semanas después, anota

Febrero 4 de 1799.- El 30 de Enero salimos de Barcelona a las dos y cuarto de la tarde, don José de Armiaga y yo con nuestros dos criados, ocupando los cuatro asientos de un coche, y nuestros equipajes en la zaga y pescante, ajustado hasta Madrid en 34 doblones…”

Sigue así una relación de los lugares que atravesó el carruaje por Cataluña hacia el Sur, reino de Valencia, Castellón de la Plana “en donde empieza camino nuevo”, llegando a Valencia atravesando “sin número de pueblos, que se tocan unos a otros”, el 6 por la noche. La descripción vuelve a enfocar su mira en las buenas iglesias y en la catedral “muy hermosa y moderna”…

Las calles, sin empedrar, los edificios bajos y pobres; la plaza de mercado, muy buena y bien provista; buenos puentes y alameda, e igual el palacio del General; se estaba construyendo un esperanzador muelle. Salieron el día 8 a las 2 de la tarde hacia Albacete, y luego por La Mancha “hasta Antibosa, a un cuarto de legua de Aranjuez”, siguiendo sin detenerse a Valdemoro…, “y a las 5 de la tarde del 16 de Febrero entramos en Madrid por la puerta de Atocha y Prado.”

Dejemos por un momento la impresión primera de Madrid –que no le admiró demasiado: “su primera vista no ofrece lo que se conceptúa antes de verlo”118-, para pensar en el hombre y su amigo…

Cómo imaginar el sentir de estos hombres, huyendo de su presente destruido, a lo largo de 15 días de duro viaje, con tantas horas para hablar? No se pondría uno, quien escribe o el lector, con gusto, en la piel del más perspicaz de aquellos dos criados, para sentir lo que pasaba por las mentes de los coroneles?

Aunque en su tiempo la tinta debió correr abundante para emborronar las vidas de estos hombres, no fue de tanta trascendencia históricamente. Este permanece en la recámara de la historiografía, como una más de la ignominias del siglo XIX español y canario.

Cuando todavía quedaban cosas por contar (aún llenaría 28 ó 30 páginas más) del Diario…, Don José dio aquel sonoro portazo, como desistiendo de defender su honra ante quién le leyera –¿para quién escribió, concretamente, aparte de para sí mismo y huir de la decepción?-. Como ignorando ya su propia biografía, que debió sentir mancillada por la miseria de unos jefes y unos ejércitos sin honra, y un gobierno corrupto y subordinado a una voluntad absolutista –en realidad, del ‘generalísimo’, primer dictador de los tiempos modernos-, dio abruptamente la espalda a la humanidad: sus lectores en la posteridad.

118 Puede deducirse que nunca había estado antes…

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Es decir, hacia finales de año 1798 debió ser cuando S. M. dictó sentencia condenatoria, –en Aranjuez o en Madrid-. A qué iban, precisamente a la Corte, estos dos milicianos deshonrados y ya bajo sospecha de por vida…

Nuestro Coronel Rocha está entonces en el gran mundo, y esto es esencial para que se explique porqué ocupa tanto lugar su peripecia en esta Tesis. Madrid, capital de un imperio –todavía, aunque a punto de desmoronarse sobre sus patas de barro- se le presenta así:

“Hay muchos edificios grandes, arrogantes y nuevos, pero interpolados de casas viejas y despreciables, de las que no carece calle alguna, y como son desiguales en todo, y desaseadas muchas, no encuentra la vista uniformidad ni grandeza. La policía está hoy abandonada, y las calles son desaseadas –repite-, por llenas de estiércol, escombros y basuras, porque se barren y limpian poco.”

Es el paisaje físico, o es el paisaje humano lo que describe? Es lo que estaba viendo, o ese que le había arrinconado y desviado de un destino honorable –que gozaba por herencia familiar, y curtido él vital, religiosa y milicianamente a base de rectitud-, de forma injusta e injustificada?

Su juicio cambió a continuación, sin dejar de ser severo, cuando mira para su refugio de la beneficencia:

“Las iglesias, son muchas, buenas y todas con aseo y religiosidad adornadas. El Hospicio contiene más de 1.000 personas: su edificio es de extensión pero mal dispuesto, y se hace en él obra para mejorarlo; hay algunas manufacturas de telares, paños bastos y tintes, y la fábrica del Rey de sedas para medias, pantalones, etc.; pero los hospicianos y hospicianas hacen poco, y no hay la mejor organización en la casa; no se parece en nada al de Cádiz, y considero mejor el de Barcelona.

Si no andamos descaminados en el foco al que aplica su examen, es una crítica directa a la Iglesia cortesana…

“El Hospital General, contiene hoy 900 enfermos y muchos dependientes, pues sólo practicantes de medicina y cirujía hay de ello 170, diez y seis capellanes, ect. etc. El nuevo edificio es magnífico y sus salas dobles contienen 140 camas cada una, siendo de largo cada sala 110 varas y de ancho nueve a diez; y hay tres altos de las mismas enfermerías, con cuarto de capellán y practicante a la entrada, o ante sala de cada una; pero no habiendo en tan largo edificio, y para tantas personas enfermas y sanas, sino una reducida cocina en lo bajo, se puede mal o imposiblemente atender a tan largas distancias, las enfermerías, y el tener que hacer en una misma cocina, regular en tamaño de una casa particular, tanta comida como exigen los dependientes de diversa especie que la de los enfermos, y además la variedad de pucheros y sustancias según sus calidades y hospitalidades que pagan, hacen que los verdaderos pobres miran con tedio el Hospital, y sólo van a él destituidos de toda facultad; y el que cura de la enfermedad que le obliga a presentarse en este establecimiento, queda tan

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desfallecido, que su convalecencia es otra nueva enfermedad, tal vez de mayor cuidado y peligro.”

Demoledora y lúcida opinión. Y se insiste, parece que habla, bajo el velo del paisaje nacional, del paisanaje y su entramado. De España. Pero no había hecho más que empezar;

“La Semana Santa, es muy indecente en sus procesiones por sus efigies, poca seriedad y mucha disolución en las gentes, y en ninguna parte hay más motivos para prohibirlas: los Monumentos no ofrecen cosa particular…”

Está claro que D. Josef no había viajado por el mundo. Unas veces, su espacio mental quería un telón de fondo retrógrado y conventual; otras, denigraba ceremonias de culto a la muerte, como la introducción de una hostia por el oficiante en el costado de un Cristo sedente en una procesión...

En ese punto llegó al palacio que podemos denominar escuela de arquitectura, la primera ‘fábrica de arquitectos’ de entonces –exterior sobre el que él pasa de puntillas, sin ocuparle lo más mínimo-; en cambio, si se interesó más por la arquitectura del interior, eso sí, para calificarla de vulgar, pasada de moda y atrabancada:

“El Palacio Real, es un buen edificio, bien que no correspondiente a una larga familia, y resulta hoy todo estrecho y de poca comodidad: sus muebles son muy buenos, aunque no en toda especie, pues las camas son muy ordinarias, y algunas tan antiguas, como que siendo damasco encarnado las colchas, se encuentran guarnecidas de fleco blanco y encarnado; hay grandes y primorosas pinturas, muy amontonadas en los cuartos hasta de dormir, y lo mismo sucede con mesas, relojes, etc., de forma que poniendo el palacio al estilo del día, habría con qué adornar tres semejantes y de igual número de piezas.”

Luego continuó con los otros emblemas de la ilustración borbónica:

“La Biblioteca Real, es muy grande en edificio y en contenido; sus piezas muy largas, pero no corresponde su ancho, y queda poco intermedio para mesas cómodas dejando paso; y sobre todo me ha chocado mucho ver en ella aún el uso de escaleras de albañiles para bajar los libros.

En el Retiro hay de particular un estanque por su tamaño y verja de hierro que lo circunrrodea: tiene de largo 141 varas y de ancho 154; y en su inmediación está el juego de mayo del Rey. También es muy digno de examen un caballo de bronce apoyado sólo en las patas de atrás, de una magnitud gigantesca, y la mejor proporción en todas sus partes.

El Gabinete de Historia Natural, es lo más completo en todos conceptos, así en lo material, como en lo que contiene de primores, y toda clase de producciones de la naturaleza; es diversión capaz de entretener una vida, siempre descubriendo objetos nuevos y del mayor mérito y reflexión.

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La fábrica de tapices y alfombras es muy buena: los tapices se tejen por el revés, y son del primor que desde antiguo se han trabajado; pero las alfombras se han adelantado a un grado del mayor gusto, en la variedad de sus dibujos y colores, bien que estos no tienen el punto de firmeza para que permanezcan firmes y brillantes.”

Hasta aquí los signos arrogantes de la política de ennoblecimiento de la Villa y Corte; en seguida volverá al paisaje social, al paisanaje mesetario

“Los entierros en Madrid son por lo común entre las primeras clases por la noche; y tanto estos como los de día son muy ridículos, porque llevando una cruz con manga y sin ciriales, un acólito con sobrepelliz, y su pelo atado o con castaña, todo el clero vá con sus manteos y sotanas, los sombreros puestos y embozados en el manteo, y en esta conformidad cantan y siguen la fúnebre procesión.

Aun más extraño es, que para llevar el viático a los enfermos, se presenta el párroco en el altar con manteo y sombrero, pone el relicario al pecho, se encasqueta el sombrero en el mismo altar y embozado en el manteo y alumbrado por muchas luces y al son de campanilla sigue a la casa del enfermo, regularmente en coche; todos adoran la Magestad públicamente, y solo el párroco se hace el disimulado de lo que lleva.”

El día 21 de mayo (1799), acompañado de don Domingo Poggio, se trasladó a Aranjuez a visitar el real sitio y sus equipamientos; parece evidente que entre el 16 de febrero y el 21 de mayo pasaron unos 100 días de estancia en la capital del reino, de cuyas vicisitudes Rocha no cuenta demasiado –ni siquiera acerca de su hermano capellán real allí-:

“salí de Madrid a las seis de la mañana en el faetón, que es un gran coche se 12 asientos, ocupados por ocho mujeres, un capellán, un paisano y nosotros, y tirado por ocho mulas, llegamos a Aranjuez a las dos de la tarde, y habiendo comido salimos a ver los jardines de la Isla, y los tránsitos y capilla del palacio; después los de la calle de la Reina, canal, astillero, fortalezas, y cuanto de particular contiene este Real y primoroso sitio; y a la mañana siguiente salimos en calesa para Toledo, a donde entramos a la una y media del día; comimos en el parador magnífico que fabricó el actual arzobispo Sr. Lorenzana, y nos fuimos a la Catedral a las vísperas de Corpus. Esta iglesia es a la verdad digna de ver y admirar su grandeza, tanto en lo material del edificio, como en su servicio: es obra gótica y habiéndola enlucido este Arzobispo dándole color de perla a toda, desde sus bóvedas, está clara y hermosa; sus adornos son magníficos, en pinturas, estatuas y altares, y nada de colgaduras a excepción de la capilla mayor que está entre magníficas rejas de bronce. Sus órganos son excelentes; hay varios… La capilla de música y su ejecución es soberbia…”

Describiendo las procesiones deja esta perla: delante de un numerosísimo clero, seglares, tribunal de la Inquisición, Ayuntamiento, y en primer término de todo, iba un personaje muy católico-español

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“uno con un palo muy largo, y en el extremo una cuchilla curva, con el fin de si hay en la carrera alguna pintura indecente o persona mal vestida, quitarla de la vista con la guadaña.”

El domingo de Corpus ya estaba de vuelta en Madrid, donde esboza la función en la Real Capilla, donde admiró la colgadura en corredores y galerías por donde pasaba la procesión: “son paños de Corte representando pasajes de historia, mapas geográficos generales y particulares de provincias y países.” Comenta las funciones de las iglesias de las Descalzas Reales y San Martín –la de más feligresía, con párrocos frailes benitos-, pero insiste: “las procesiones son indecentes, y como de villas sin nombre.”

Al día siguiente volvió a salir con Poggio “en mulas” hacia el Real Sitio del Escorial, llegando “a las oraciones”, para ver la parte de monasterio a la mañana siguiente –“contiene muchas preciosidades, así de alhajas como de pinturas, panteón de los Reyes y biblioteca”-, y por la tarde la de palacio y casa de Príncipe –“que es de mucho mérito.”-. El miércoles 29 de mayo salieron al amanecer para la Granja llegando a las 11 y media, para ver esa tarde “la fábrica de cristales y sus máquinas y una sierra movida por agua.”; el día siguiente –“San Fernando”-, vieron la función en la Colegiata, y las fuentes del Real Sitio –que “se echaron” esa tarde, espectáculo en su especie de lo mejor que se conoce”- y el palacio.

El día 31 fueron a Segovia; examinó cuanto contenía su catedral gótica, edificio “de mérito”, el Alcázar, academia y colegio de cadetes de artillería119, la casa de moneda, el puente romano y la gran fábrica de paños…; y por la tarde volvieron a dormir a la Granja. Desde la cartuja del Paular da una ecuación perfecta para valorar la velocidad en los medios de transporte en esa fecha:

“Hay para Madrid por camino de carretas 12 leguas; y habiendo salido de la Cartuja a las 4 de la mañana, y comido en el pueblo de Colmenar viejo, llegamos a Madrid a las 7 de la tarde del día 3 de Junio.”

Seguidamente se tomó otros quince días de asueto ante el lector, retomando el Diario para dar una interesante noticia, sucinta pero completa:

“El 20 de Julio se celebró la junta general de la academia de Bellas Artes de S.n Fernando, la que sólo hay cada tres años para entregar los premios a los que han sido anteriormente acreedores a ellos en virtud de exámen de sus obras por los jueces: es función muy lucida y de un gran concurso; la presidió el príncipe de Parma y asistió el ministro de Estado; concurrieron muchas señoras, individuas de la Sociedad de Señoras, que fueron convidadas; se leyeron las actas en compendio o extracto de ellas; los elogios de los académicos muertos en el trienio; la asignación de premios que entregó el príncipe de Parma, sentándose después los premiados en un estrado de gradas que había para este efecto; y se concluyó con una oración que leyó un académico de mérito, en elogio de las

119 Alguno de sus paisanos estudió allí, y creo que su tío D. José fue capellán.

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artes, y moviendo a procurar sus adelantamientos. Había una grande orquesta de música en los intermedios.”120

E inmediatamente la política en la Corte en el enderezamiento de las mujeres, sin duda con un ojo puesto en la Casa de Misericordia de su ciudad…:

“Hay una asociación de señoras para cuidar de las cárceles de mujeres, tanto la que llaman Galera donde se las destina por sentencia, como las de las cárceles de Villa y de Corte, que no están rematadas. En estas últimas, hay departamento separado para las jóvenes que no han incurrido en graves delitos, y se llama corrección; y otro para dar socorro a las embarazadas ocultas, para que no se infamen en el público. Llevo las constituciones de todas entre mis papeles;121 y puedo asegurar que se cumplen exactamente por las señoras que sirven estas obras, de la mayor recomendación y cuya fundación se debe al célebre P. Portillo de Salvador, y a los Reyes que por su influjo atendieron su plan poniéndolo en ejecución. La señora protectora de la casa de socorro de embarazadas, es hoy una señora viuda, doña María Andrea Moreno, cuya caridad es superior a todo pensar. Cuando fui a ver este departamento acompañado de la condesa de Montijo,122 individua de la asociación, nos esperaba con una criatura en sus brazos que había pocas horas que había nacido, tan contenta como si fuera primogénito de su casa; y me dijo que si le quitaran esta comisión, por no desempeñarla bien, sería la mayor pesadumbre que podría experimentar.

He visto en la Galera las grandes de España adornadas de sus insignias de distinción entre aquellas infelices mujeres, como madres entre sus hijas, enseñándolas por sí mismas las labores, la doctrina cristiana, los buenos modales, y haciéndolas de fieras indómitas unas criaturas racionales y devotas, lo que se experimenta en la frecuencia de sus confesiones, y la paz que muestran en sus semblantes; y con saber que no hay en la Galera rectora, ni persona alguna que no sean las destinadas; y sólo un portero Alcaide, que tiene su departamento inmediato a la reclusión, y que viven con arreglo; se percibirá cuánta debe ser la frecuencia de las señoras, y sus cuidados: les ha debido a todas tanta confianza, que me han enseñado con satisfacción todos sus establecimientos, sin el reparo que hay para que no entre en ellos ninguna persona.”123

120 ¿se trata del Discurso de Jovellanos?

121 Me parece indicación muy clara de que aun tenía en mente estar trabajando “para su país” y sus pobres. Esto es, pensaba volver a Canaria; a ocuparse en concreto, de la atención a los necesitados en los establecimientos del complejo de San Martín. 122 Es de resaltar esta relación, ya que expresa muy bien qué relaciones llegó a mantener durante su estancia en el Villa y Corte. Que era lo de esperar, ya que el lobby canario allí la tuvo siempre como una de sus valedoras (desde los Clavijo, su tío el capellán real Rocha …hasta Agustín de Bethèncourt, etc.). 123 Cosa que dice mucho de la consideración que merecía D. José ante desconocidos –ayudado desde luego por el amparo de la condesa-.

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Igualmente significativa es la última parte de este periplo, por la que se comprueba que su destino de término no era la Villa y Corte; de la cual se despide con un anónimo punto y aparte, como una etapa más, dejada atrás –porque le esperaran intereses más atrayentes-.

Sin duda estuvo relacionada con los planes de nuevas fundaciones en tierras del Sureste de Gran Canaria –como señor territorial de primer orden-, que implicaría una ingente tarea124 de planeación, construcción y urbanidad: sin duda, sería difícil colmar mejor la ambición de un señor durante el Antiguo Régimen…

“Salí de Madrid el 17 de agosto, y después de atravesar La Mancha, entré en la nuevas poblaciones del Puerto y Sierra Morena, obra grande y precisa en las circunstancias en que se hallaba aquel recinto entes de emprenderla. La capital, que es la Carolina, es un pueblo muy bien delineado, hermoseado de bellos paseos, alamedas y fuentes, buenos edificios, famosas posadas para coches y carros, con separación; buena fonda, mucha provisión de caza y hermosos edificios. Se dan la mano otras varias poblaciones dependientes. Seguí la carretera por la Carlota, también nueva, en Andalucía, Córdoba, Xeréz de la Frontera hasta el Puerto de S.ta María, donde entré el 26 del mismo Agosto por la tarde.”

Nótense los comentarios: “muy bien delineado” y la valoración de toda una serie de elementos urbanos para hacer de las nuevas poblaciones villas acogedoras y prósperas…; véase también que describe un recorrido monográfico por diversas de ellas hasta el Puerto de Sta. María.

Como es habitual, sigue una somera descripción de esta ciudad; al igual que en sus anteriores visitas de ciudades, mide sus principales recintos o recorridos, cubica, valora. Después de señalar que estaba en “situación hermosa” y resaltar que las mareas eran notadas más de 3 leguas río arriba, en una campiña frondosamente arbolada, señala muy urbanísticamente

“tiene al Norte una grande alameda, y grande naranjal, con huerta, todo del público, con emparrados, fuente, noria, y cuanto contiene la hacienda de un particular pudiente y de gusto y puede reunir: es el paseo general, y para llegar a él desde el extremo del Sud de la ciudad, hay una calle que tiene 1.105 varas, empedrada en el medio y con aceras de lozas de dos y tres varas de ancho, con buenos edificios. El tamaño de la ciudad de levante a poniente tendrá la mitad que su extensión. La Alameda…, que sigue a la calle larga, tiene de largo 433 varas, con cinco calles, y entre los árboles canapés; y al costado derecho está el naranjal, emparrados, etc., en un hermoso cuadro con estacadas de madera dadas125 de verde, y paseos en cruz con una fuente en medio. En el centro de la ciudad y a la inmediación del río, hay otra alameda que llaman el vergel, cuyos árboles son de los que llaman paraísos: es una calle con jardín de varias flores y

124 Sorprende la parquedad de D. José, porque no aparece como un olfato de estricto arquitecto; puede que la época obligara a ser muy comedido…, pero se puede entreleer que estaba actuando desde por encima de esta profesión, como patricio (católico) y señor de sus dominios… 125 Sic. en el texto.

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yerbas por sus costados y fuentes: tendrá de largo como 200 varas, y cerca se halla el muelle por donde se embarca y desembarca para Cádiz y otras partes.

Tiene el P.to de S.ta María 14.000 vecinos: es la residencia del Capitán General de la Región126; Ayuntº con Gobernador militar y Político, Alcalde Mayor; una iglesia prioral, que es parroquia, con sólo una ayuda que llaman S.n Joaquín, cinco conventos de frailes, tres de monjas, Hospital de S.n Juan de Dios, la Caridad para convalecientes, y otro hospital de mujeres, cuna de niños, pero de pocas facultades.”

Y como era de esperar, pasa a deplorar la religiosidad de los eclesiásticos y describir la de la población –dirigida por seis curas (de nombramiento del Arzobispo de Sevilla), que oficiaban en turno de semana -; y como si hubiera superado ya la antipatía ante la conducta castellana, empieza diciendo (para calentar motores poco a poco) que aquel clero es numeroso pero poco asistente, salvo en lo novelero –entierros y demás-; andaban medio revueltas las cosas entre ellos, porque se pretendía que fueran curas natos los que sirvieran, y nombrados por oposición…

Pero esto, siempre que estuvieran sometidos a las costumbres locales antes que a las devociones y disciplina de la Iglesia universal: “no tener superior que obedecer, y que se queden las cosas no solo como se estaban, sino cada día peores.”; así es como habían logrado entronizar al memo Ocaña –aprovechando una ausencia del Vicario-, en perjuicio del legítimo cura, que había ganado el puesto por oposición y virtudes personales y religiosas…

“siempre con sotana y cuello y bonete, y la llave del sagrario al cuello para acudir con la mayor prontitud a lo que ocurra… Son muy aficionados a novenas y fiestas votivas, y dejan desierta la iglesia los domingos y otros días de primera clase en que no haya santito, novenita, procesioncita”.

Y en seguida toma la vara de juzgar e instruye uno de sus veredictos tridentinos:

“Tienen varios abusos en la disciplina eclesiástica y ceremonial: no estando S. M. manifiesta, se presentan en el coro con sobrepelliz, y no sólo con solideos, sino con gorros negros encasquetados hasta las sienes, cuyo uso es tan general, y las cabezas están tan acostumbradas, que aun estando la Majestad manifiesta, he visto a varios ponerse el gorro desde que salen de la puertilla del coro, he visto ir con la Majestad por viático con el gorro puesto el cura que llevaba el relicario; y en esta parte he visto lo que con dificultad en el orbe católico se habrá presentado, y es en una procesión solemne de la Majestad, domingo después de la octava de Corpus, en que iba la custodia en el trono del mismo día del Corpus, con más de 2.000 personas con velas, ir el Vicario eclesiástico delante de la cruz con el Gobernador presidiendo al pueblo y con un gorro encasquetado hasta sobre los ojos; sería capaz el cura más idiota de las Islas hacer otro tanto? Pues este mismo Vicario es tan cuidadoso de que le guarden decoro que grita y alborota el coro si no se ponen de pie cuando él entra y sale; y aún si por

126 Detalle este que explica su residencia allí, y la razón de ser de su relación con el Príncipe de

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descuido en la calle no se le hace cortesía, siendo al mismo tiempo su sombrero de los clavados en la cabeza.”

Dice que se llamaba Ocaña, sin obligaciones de cura pero presidente del coro, buen hombre pero muy limitado, manejado por los de su facción: “todos los que quieren tener la jurisdicción en la mano.” Luego presenta una muy gráfica imagen de la conducta eclesial que revela la indisciplina y arbitrariedad de estos indómitos sacerdotes, tan impenitentemente aferrados al “prurito por el bonete en cabeza”, que sólo se lo retiraban en la grada del altar al hacer la genuflexión:

“Son tan inclinados a dar porrazos estos clérigos, que llevan el palio en las procesiones dando porrazos con las varas a cada paso, pues llevadas con una sola mano, van como bordoneando, lo que hace un ruido desagradable: en cada ocasión que se sientan en el coro se hace el ruido que al acabar Tinieblas, porque dejan caer el asiento de las sillas de golpe, y sin acompañarlo con la mano, y se alborota la Iglesia a cada sentada de los clérigos. Se guarda poca ceremonia en el coro, se habla en alta voz, se reza particularmente, no se ponen de rodillas en las misas con manifiesto cuando se da incienso a la Majestad por el preste, no se mantiene de pié en las misas solemnes de Requiem al Domine Jesucristo del ofertorio, entran y salen en el coro y andan por la iglesia a tiempo de estar cantando el Evangelio.”

La sentencia de Rocha –ya más metido a clérigo que coronel-, continúa criticando las prácticas de incensación en los entierros y oficios…

Luego nos describe Xeréz de la Frontera –a 2 leguas del Puerto-, de una manera estadística y sin detalles autobiográficos: 3.420 casas, 573 haciendas con viñas y lagares, 23 fincas de olivar con molino de aceite; 103 cortijos grandes, 77 pequeños. 9.000 vecinos, 16 con títulos de Castilla, …50.000 personas en total. 13 conventos de religiosos, 6 de religiosas, 2 beaterios, 1 colegio de huérfanas, 1 cuna de expósitos; 4 hospitales, 8 parroquias e Iglesia colegial, además de 2 ayudas y 4 iglesias más.

“Goza el privilegio de excepción de alojamiento, tiene el de M. N. y M. L.127 con dosel y señoría, y todas las demás que goza la ciudad de Sevilla.”; y añade las estadísticas de productos, recursos, etc., así como las rentas de diezmos (cuyos principales beneficiarios eran: la Iglesia de Sevilla y su prelado, la Iglesia y obispo de Cádiz, y la colegiata de Xeréz y beneficiados de sus parroquias); también las tercias reales, donde destaca que “todo el diezmo al aceite…[60.000 arrobas anuales] …es privativo de S. M.”:

“Excusadas se entienden las ocho mayores casas, una por cada parroquia que corresponden al Rey, como casas diezmeras y está concordado por un tanto con el clero. Las segundas ocho casas mayores, son privativas de la fábrica Catedral de Sevilla por costumbre o privilegio.”

Incluye también producciones y cifras de manufacturas diversas, incluso consumos diarios de trigo, reses (8 vacunas, 10 carneros, 40 ovejas…). Salían unas 5.000 botas de

127 M[uy] N[oble] y M[uy] L[eal]

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vino de 1ª clase, más “otras 1.000 para la América española y pueblos de la Península, que es el principal ramo de comercio activo.”

Y nos da su fuente: “La relación antecedente es sacada de los autos sobre erección de obispado en Xeréz y formada por don José Eguiluz siendo Corregidor.”128

También estuvo, sólo por algún tiempo, en Sevilla –“Asistí a la función de Concepción de este año de 799”-, razón por la que renunció a describirla, estando “tan examinada por mis paisanos, que no puedo yo hacer digna relación en el poco tiempo que la he visto: es el mayor casco de ciudad del reino…, todo es magnífico, grande, ostentoso”;

“la política de aquel Cabildo para con las personas condecoradas es muy particular: se da silla alta a todo caballero de órdenes militares y títulos de castilla y oficiales militares desde Coronel arriba; y baja, a todo oficial desde capitán a teniente coronel: me señalaron una silla alta, gocé los maitines desde ella, me dieron una bujía de cera para si quería encenderla para tener luz más inmediata, sin embargo de la mucha iluminación del coro, pues sólo cirios en blandones había 15…”; y describe muchos de los usos del coro –¡sólo se ponían en pie al entrar o salir el presidente!-, ceremonial, etc.

También estuvo en Puerto Real –“una muy bonita población”, al estilo de Cádiz, y paso hacia ella por tierra-, con algún templo promovido por el Sr. Obispo Plaza129, conventos y beateríos, etc. También era punto de partida para la Carraca e isla de León y Cádiz por mar:

“Con mi paisano don Cristóbal Calderín, estuve en la Carraca el 17 de Julio de 800, convidados del Jefe de Escuadra don Tomás Muñoz, inspector de aquel Departamento: fuimos en una calesa desde este Puerto al de Puerto Real, donde nos esperaba la falúa del Inspector, nos embarcamos y llegamos a la Carraca en media hora; presenciamos la salida de la fragata Sabina130 de uno de los tres diques que hay para carenas, y luego entró en el mismo el navío Santiago (la América), y seguidamente cerrado el dique, empezaron las bombas de vapor a sacar el agua: son tres bombas que sirven para los tres diques, y en cada movimiento o chupido, sacan 36 arrobas de agua, repitiendo en cada minuto 14 movimientos cada una; es máquina digna de verse, y admirar la potencia del vapor de agua caliente, que es a lo que se reduce el agente de tanta fuerza. En 12 horas de tiempo se deja en seco el dique, que contiene la masa de agua que necesita un navío de 120 cañones para mantenerse boyante.”

Es evidente que le emocionó tamaña tecnología, y continuó describiendo los almacenes y talleres de armado de cables y jarcias, todos de arquerías y cubierta de

128 Este enérgico y emprendedor Corregidor estuvo como tal cargo en nuestra Ciudad de Canaria, en el periodo 1781-86. 129 Que estaría más tarde en Ciudad de Canaria ¿? 130 Esta fragata es, con casi total seguridad, la que le llevaba a él –y su tío D. José, el capellán real- a bordo

cuando escapó a la persecución de otra fragata de la Royal Navy que le persiguió hasta Sta. Cruz de

Tenerife.

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madera –“porque no hay firmeza en el terreno, todo arena y fango.”, en 5 naves de 500 varas de largo; y sigue,

“la nave de arboladura tiene de largo 79 1/3 varas y ancho 31 2/5 varas; es obra de Muñóz y cubierta también de armadura de madera. Los almacenes y obradores para todo lo correspondiente a marina, son por el mismo término respectivamente.”

A esta visita técnica, siguió una reunión hospitalaria y familiar, que Rocha debió agradecer mucho:

“Nos dio de comer Muñóz muy bien con su familia que es muy buena; y por la tarde nos acompañó a Pto. Real en la falúa: vimos una huerta que tiene en este pueblo; a las oraciones tomamos la calesa y a las 9 de la noche llegamos al Puerto.”

Luego siguió días después otra de carácter particular: una visita a unas salinas –su negocio familiar- con su primo Poggio, las que describe con cuidado y evidente interés:

“Domingo 10 de Agosto, día de San Lorenzo, acompañado de Poggio131, salí en calesa para Pto. Real y seguimos dos leguas más delante de este pueblo camino de Cádiz hasta dar con las primeras salinas de que está lleno el intermedio de terreno hasta la Isla, y de esta hasta las inmediaciones de Cádiz. Son por el mismo método que las de Canaria, en cuanto a los tajos, dimensiones y carreras, bien que no hay cocederos, sino sólo unos caños que serpentean y circunvalan las salinas, los que llenos de agua naturalmente en las mareas grandes proveen los quince días de marea a marea, y algunas veces un mes; y no es preciso ninguna máquina para que entre el agua a los tajos, porque en los caños está superior. Hay caños que serpentean la extensión de una legua, y así el agua se cuece mucho hallándose tan dividida y batida. No hay ninguna obra de argamasa; el terreno todo es igual en calidad: todo es fango sin ninguna piedra y tan fácil para contener el agua que en cualquiera parte se mantiene, sin otra disminución que la natural por el sol; y ahí no es preciso curtir la tierra ni salar los tajos; abiertos se les echa el agua y su natural fondo no necesita ni pisón para hacer la sal sobre él: se echa el agua a un tajo, y cuando ha hecho la sal, sin sacarla, se le vuelve a dar agua; lo que se repite hasta que el tajo está tan lleno de sal que no puede entrar el agua; entonces se saca del mismo modo que en Canaria, con ruedas: y dá un tajo un par de caices, y en buen tiempo sucede cada 20 ó 30 días.”

Luego refiere el Coronel la feria del Puerto, del 15 al 25 de agosto, con una población de barracas erigida en la Alameda dejando una calle en medio, a cuyos lados iban “tiendas de abanicos, pañuelos, quincalla, etc.”, así como otras de juguetes, dulces y confituras, café y fonda, botillería, mistelerías, puestos de frutas y frutos secos, agua, turrones, etc., terminando con los puestos de “las buñoleras con sus freideras”; todo

131 Se pregunta uno si estuvo todo este tiempo por Andalucía acompañado por su pariente, o este se incorporó en las vacaciones de verano…

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ello abierto y bien iluminado hasta las 11 de la noche –cada puesto ponía 1 peseta para los faroles y otro tanto para los guardas-; ¡y todo ello animado con música militar!

Desde las 11 hasta el amanecer, 4 bailes públicos en esos 10 días de feria, a 10 reales la entrada –aquellos que fueran decentemente vestidos-. No faltaron los excesos cómicos o en la falta de ropa en mujeres, etc., que Rocha reprueba con puntillosidad…, o una rifa “particular en su método” mediante una arca, siempre vigilada por el Gobernador o un diputado del Ayuntamiento, de la que “el Rey, se toma la sexta parte del todo por la ley establecida para rifas.”

Después estuvo los días 21 y 22 de agosto en San Lúcar, a 4 horas de camino a buen paso de ruedas del Pto. de S.ª María; pueblo a orillas de la desembocadura del río Guadalquivir y más grande que este, con un barrio alto y otro bajo –con arboleda, Jardín con fuentes y huerta entre uno y otro-, de buenas casas y malas calles; las iglesias, “sólo alguna por el estilo del día132, las más cubiertas con armaduras de madera.” Pero ese oasis de verdor en medio de los barrios no era otra cosa que la hacienda medio campera, de “don Ignacio (oidor de ¿trazas?), caballero rico”.

“El puerto o desembarcadero, se halla a un cuarto de legua del pueblo, es playa, y lo forma una ensenada desde la cual empieza el primer recodo del río para Sevilla. Fui acompañado de don Silvestre Somera, y su familia compuesta de su mujer doña Inés Retortillo, hija del conde de Torres,133 y cinco hijos que hoy tienen, para cuya conducción de todos se juntaron una berlina y dos calesas, en las que regresamos la tarde del 22 con felicidad.”

Con este apunte de placidez y despreocupación, pero siempre muy bien relacionado socialmente, concluyó la referencia a la larguísima estancia del Coronel Rocha hijo en tierras españolas, seguramente ya olvidada en parte su dura experiencia en el exilio y como condenado sin sentencia clara en su Diario en el ejército borbónico.

A renglón seguido, parece haber sido ya Don Frasco –a quien consideramos copista del Diario original del Coronel Rocha hijo- quien escribió en la página final del texto:

“Aquí termina el Diario del coronel don José de la Rocha, que como puede observarse y sin que se explique, no llegó a su fin.”

Es decir, se interrumpe a finales de agosto del año 1800.

La rendición ‘de Figueras’ –del castillo de S. Fernando de esa localidad-

Sería de mucho interés realizar la reconstrucción de las jornadas de Figueras, que

parece haberse esfumado de las responsabilidades historiográficas; tanto en la parte

Norte de la frontera pirenaica –ya que iría en desdoro de Napoleón-, cuanto en la parte 132 Referencia al neoclásico. 133 En los Libros de Actas del Cabildo de Santa Ana –y también en documentación notarial y en papeles de los archivos particulares y públicos aportados en esta tesis-, figura Retortillo –el conde de Torres-, un gaditano agente de confianza con su Casa para todo tipo de transacciones comerciales y financieras…

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Sur –ya que delataría el episodio moderno más vergonzoso de los jefes del ejército

español, salpicando a los borbones-.

En cambio, para el pueblo (catalán) fueron momentos de orgullo, auto organización

social y política y heroísmo popular, frente al intento de anexión napoleónica,

arrancando de la ‘guerra de guerrillas’ al grito, de signo afectivo-religioso, Patria, Dios y

Monarquía –opuesto al muy racional y político Nación, Igualdad y Libertad, de

connotación republicana y liberal-.

El dúo Monarquía-Iglesia ha sido

históricamente un tándem maestro en el

manejo de las conciencias, por vía de la

creencia y credulidad populares, apelando a

sus emociones primarias: madre-virgen-vida,

muerte-castigo-infierno, padre-dios-rey,

bondad-caridad-servidumbre, obediencia-

orden-seguridad, felicidad y justicia en-la-

otra-vida, etc.

Esta gran diferencia determinó el futuro de

Cataluña, cimentado no desde una guerra

convencional en la que se enfrentaran dos

ejércitos, sino desde la victoria de un ejército del pueblo que vencería finalmente a un

ejército regular y bien equipado...

El combustible de esa lucha fue el sentimiento popular mayoritario anti-francés, anti-

ateo y anti-regicida, frente a la minoría afrancesada estamental, que consciente del

monarquismo visceral español, creía ingenuamente que José Bonaparte sería un factor

modernizador mejor que el cobarde-déspota Fernando VII.

El resultado ha sido unas raíces del nacionalismo catalán muy singulares, que le hacen

aparecer como el reverso del nacionalismo castellano, cara y cruz de la patria española.

En la red internet, entre lo mejor que se encuentra está la Historia del Ampurdán

(Barcelona, 1883), por José Pella y Forgas, que aunque incompleta134 es de gran interés,

porque está escrita por un nieto de los que vivieron los acontecimientos en cuestión,

por lo que el juicio popular estaba aun relativamente vivo; en el Capítulo XXXV de la

misma, Orígenes de la Historia contemporánea de Cataluña. La Revolución Francesa y la

«guerra gran» en el Ampurdán, que va encabezado por el alto campanario de San

Llorens señoreando el orbe rural y el universo de unos humildes paisanos –imagen

134 por los típicos anuncios para supuesta protección de derechos de autor, ‘la página xxx no forma parte

de la vista previa de este libro’.

25. San Llorenç de la Muga

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adjunta-, se suceden tres apartados en su página 741, que nos da el resumen de lo

acontecido en esta Guerra Gran:

“Curiosas Memorias sobre la situación de España bajo el dominio de los

Borbones, por un monje de Vilabertrán.- Las milicias castellanas pasando por

Figueras.-Rarísima estadística del dinero que pasó por Figueras para sostener las

guerras de Italia.- Ideas e influencias que de Francia entraron en el Ampurdán.-

Los enciclopedistas de Gerona y la costa.- Gran número de emigrados

franceses.-La familia de Montalembert en el Ampurdán.- Proyecto tramado en

Figueras por los emigrados franceses.- Agitación creada en la Cerdaña Vallespir;

orden del Obispo de Urgel; franceses expulsados de las ferias de Figueras.-

Suplicio de Luis XVI y declaración de la guerra gran entre España y la República

francesa.- Campo de batalla el Ampurdán de los dos colosos: el antiguo régimen

y la Revolución.- Donativos del clero ampurdanés; varios sacerdotes al frente de

la democracia rural de los pagesos contra el ejército republicano.

Campaña de 1793.- Invasión del Rosellón; el general ampurdanés Escofet;

aturdimiento de las tropas republicanas; los delegados de la Convención

francesa.- Expedición de Rosas; combate y dispersión en Espolla; levantamiento

del Alto Ampurdán contra los republicanos franceses.- Desembarco de un

ejército portugués auxiliar en Rosas.

Campaña de 1794.- Retirada de los aliados del Rosellón; muerte del general

Ricardos135; se apoderan los republicanos de la fundición de San Llorens de la

Muga; su importancia y riqueza; La guerra en el alto valle de la Muga.- Combate

de la fundición y sus peripecias.- Líneas de trincheras para cerrar los pasos de las

montañas á la invasión y varios combates.- Batalla de San Llorens de la Muga, y

plan del conde de la Unión y sus defectos; muerte del general Mirabel en

Terradas, y otros sucesos.- Combate de Montroig ó de la montaña negra.-

Construcción de las famosas líneas de trincheras; su descripción.- Castigo a los

fugitivos paseados con ruecas ante el ejército, y consecuencias que á esto se

atribuyen.- Órdenes de la Convención francesa; grandes batallas de los días 17 y

20; muerte en el campo de Dugommier y conde de la Unión, generales en jefe

135 D. Antonio Ricardos es un ejemplo del militar ilustrado del siglo XVIII español, admirador de los

enciclopedistas, quien siempre anduvo en la estela del secretario de estado Aranda, y cuyos enemigos

más temibles no fueron por tanto otros generales, sino los ministros del Santo Oficio y el adversario

Floridablanca… Ricardos fue el gran reformador y reorganizador del ejército borbónico, siguiendo el

modelo prusiano. Murió a los 66 años, cuando estaba en la corte exigiendo mayores fuerzas a Godoy; un

retrato de Goya le presenta el mismo año de su muerte, ya enfermo: puesto en pose, con una fuerte

oquedad en la mirada y una bruma de angustia en el rostro, acentuada por el pelo encanecido y

cadavéricamente estofado.

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de los dos ejércitos.- Monumento del conde de la Unión en Pont de Molins.-

Famosa retirada del general Vives.- La noche del día 20 de diciembre.-

Asombrosa noticia de la rendición de 10.000 hombres en el castillo de Figueras.-

Descripción de la gran fortaleza, una de las mayores de Europa, y opiniones

diversas cundo se trató de su emplazamiento; pormenores de su capacidad y

medios de defensa.- Manera como se averiguó la rendición en la vanguardia del

ejército establecida en Báscara.- Curiosa declaración que prestó un soldado

fugitivo acerca de lo sucedido.- Opinión de haber influido en este suceso la

masonería; precio de la traición; el traidor guillotinado.- Importante manifiesto

que escribió el jefe de artillería del castillo y revelaciones.- Crítica de este

suceso; desmoralización del ejército monárquico: influencias revolucionarias.-

Misteriosa carta que recibió Dugommier.- Todo facilitaba la traición; graves

cargos contra Torres.- Parte de este suceso leído en la Convención francesa y

pormenores.

Es notorio enseguida desde qué polo entre los colosos –el antiguo régimen y la

revolución- escribió Pella y Forgas, a la distancia de dos generaciones de la “llamada por

nuestros abuelos la ‘gran guerra’ (la guerra gran)”; mientras criticaba el vaciamiento

borbónico de las galeras de oro llegadas de América para cubrir desastres y sostener

injusticias en otros reinos europeos, juzga los reinados de Fernando VI y Carlos III como

propicios a la fiebre revolucionaria surgida del coqueteo con las reformas, las novedades

de la Enciclopedia y las luces de la ilustración, alentadas por el filosofismo y las letras

francesas…; incluso la calificaba de una más de las mareas político-religiosas francesas,

remitiéndose a la herejía albigense, el luteranismo, etc.:

“(la guerra gran) empezó colosal, como cruzada del espíritu católico y

monárquico contra la Revolución. Los parques se abrían, las arcas de las

comunidades se vaciaban136 y parecieron los primeros cabecillas salidos de la

clase sacerdotal; el canónigo de Gerona Dr. Martín Cuffi, los presbítero Juan

Salgueda, Bartolomé Gispert y otros, dejada la estola, empuñaron el fusil, y

asimismo los rectores de Bagur y Argolell y otros al frente de la democracia rural

de los pagesos congregados a los sometenes.”

Nosotros iremos directos a conocer la descripción de los sucesos en el castillo de San

Fernando de Figueras, pero para realizar todos los apartados antedichos, Pella y Forgas

da sus fuentes de argumentación y enjuiciamiento, siguiendo luego literariamente un

relato muy castrense: las Gazetas de Barcelona de 1794 y 95, el Mercurio de España de

1794 y 95, que publicaron los partes de guerra del ejército borbónico, Le Moniteur,

136 En nota al pie, se da una lista de los abades de monasterios, beneficiados y canónigos, etc., que

contribuyeron con sumas al levantamiento.

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sendas obras de Fervel, Marcillac y Roffignac, las Memorias de D. Manuel Godoy, etc.

(nota al pie 3, página 745).

No cabe aquí incluir diversos textos que nos sirvieron para entender qué fue esa Guerra

contra la Convención, que comenzó fulgurante con la invasión del Rosellón por el

general Ricardos, pero que se empañó al año siguiente, tras su muerte por quien le

sustituyó en la jefatura, Carvajal, cuando ante una desbanda ante el más equipado

ejército republicano, ordenó una diezmación de los que huyeron tirando su arma…

Desde ese momento todo fue de mal en peor, hasta la rendición del inexpugnable

castillo de San Fernando, orgullo de los borbones españoles y sus heroicos ejércitos.

Tampoco figurará en nuestra bibliografía la serie de textos que para ello fueron

consultados.

El Castillo de Figueres, ¿inexpugnable?

Cinco asedios, cinco rendiciones sin resistir. Esa es la triste hoja de servicios de ese castillo inexpugnable; lo que revela que en realidad fue un error histórico militar: se había construido una ratonera, dados los avances de la táctica militar y su logística. Así lo reconocieron otros jefes del ejército español hace pocos años, en voz baja.

¿Es una ratonera? ¿Una flamante trampa? Todo indica que sí, en un genérico análisis espacial, en abstracto. Es una isla. Y como sabemos los canariios, no hay isla que sea inabordable, inexpugnable, si se tiene buenos adalides. Solo se la defiende desde adentro, mediante guerra de guerrillas, somatenes, etc. –que existen desde que el mundo es mundo-.

Eso eran las Milicias canariias –de las que don Joseph de la Rocha era coronel, es decir, jefe-adalid, maniobrero, maestro de astucias sobre el terreno-: sus hombres eran comandos de fugaz y feroz acoso y hostigamiento; eso les hacía superar a todas las piraterías, …salvo si se le planteaba una invasión para permanecer y anexionar –que es lo que nos pasó en el siglo XVI-, y pudo ocurrir otras...

Posiblemente ha sido la táctica de nunca revelar cuáles eran nuestras armas, lo que mantiene en un limbo, ahora de ignorancia, el modo de operar y la naturaleza de los milicianos del país. Es muy probable que fueran comandos de lanceros liquidadores, apoyados por una línea de fusileros de ofensa, y más bien de distracción que de gran puntería.

Cuando hostigaban una posición, fuera en avance o retirada, la escaramuza comenzaría con disparos de los veteranos artilleros, haciendo un simulacro de enfrentamiento de fuego convencional; tras cada descarga, cuando parte de la línea de fuego enemiga estuviera recargando sus fusiles –unos 90 segundos-, los lanceros del país caerían bordón en ristre al cuerpo a cuerpo sobre los soldados uniformados y equipadísimos del invasor, haciendo la inevitable carnicería entre las filas de este, y al aterrorizar al resto poniéndole en desbandada, disuadir la operación de desembarco.

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En la defensa, debían ser no menos dañinos, disponiéndose probablemente en forma de trampas de lobo, donde quedarían ensartados los asaltantes con fusil y bayoneta, empujados entre sí contra un paquete de afiladas estacas mortales.

Debían ser demonios, muy cruentos y expeditivos; y alguna descripción de su modus operandi habrá quedado consignada en las relaciones manuscritas por los jefes corsarios que lo intentaron… Es sospechoso el silencio al respecto, vistos los resultados; o qué pasó?; ¿se asustaban de nuestras fintas y simulaciones, y salían espantados?

Y ello, fuera en el entorno de ciudad –Las Palmas, Santa Cruz, Tuineje…-, o en bosquetes como el Lentiscal; el laberinto a donde se solía atraer al invasor, …para meterle en terreno favorable a los combatientes del país, que conocían como la palma de su mano, como pastores, caminantes y leñadores seculares del mismo. Ante una carga en comando con sus bordones con regatón en ristre –arma sanguinaria-, los fusiles con bayoneta eran un arma inferior, simplemente; añádase a ello la destreza en la esgrima que es el juego del palo137 del canariio. El resultado era un soldado letal, simple y ligero, pero mañoso, armado lo justo y necesario. Sencillamente decisivo.

Esa fue la misión a la que fueron llamados a los Pirineos, armados sólo con palos y piedras. Pero fueron dirigidos por jefes incompetentes, enredados en transacciones que serpenteaban por detrás del telón y toda su escena de sangre y carne de cañón. De poco servían nuestros milicianos dentro del castillo de Figueras; su papel estuvo en la montaña, mientras se luchó por el terreno ampurdanés. Dentro del castillo, su protagonismo determinante había terminado. Estaban en la misma ratonera que el resto de cuerpos de los ejércitos de S. M.

La división en el estado mayor español fue otro factor que descoordinó su defensa del Ampurdá.

Al general Carvajal, general en jefe –que disponía de la Légion Panetier, formada por 400 aristócratas franceses entre sus mejores tropas- no le quedó al parecer otra opción que tratar de restablecer la disciplina y reorganizar el ejército dislocado en aquella jornada de los comienzos, ya orientado a militarizar el Principado en base al somatén y una ley marcial furibunda; habiendo sido un gran general de división junto al general Ricardos, fue un mal general en jefe frente a su homónimo republicano, Dugommier: bueno para obedecer, malo para mandar.

Ignoró las leyes de honor en la guerra, burlando los pactos de rendición de sus subordinados; a consecuencia de ello, Dugommier, que no sólo era un héroe de la defensa de Toulon frente a la escuadra combinada hispano-inglesa, sino que ya había protagonizado en 1789 el alzamiento en Guadalupe a favor de la Revolución, y era un rebelde de primera línea, aquel gesto innoble entre caballeros lo debió tomar como una ofensa. Porque es la razón real, que se da por los autores, para la petición de guerra a

137 de fuerza y de destreza, decían los viajeros del XIX-XX acerca de las supervivencias de luchas en el país.

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muerte que pidió, y obtuvo de la Convención parisina. A esa guerra a muerte es a lo que se enfrentaron los milicianos del Coronel Rocha.

Consciente de la desmoralización y tensiones en el ejército español, buscó aprovechar el momento para acercarse a la inexpugnable Figueras, desalojando rápidamente, al conde, del Ampurdá, pero sin mucho éxito.

Y aun fue generoso Dugommier, una vez más. Un contraataque del general La Unión intentó abrir un impasse de salida a la guarnición ocupante de Bellegarde –fortaleza obra de Vauban en el formidable mirador natural del cerro granítico que mira hacia las dos Cataluñas, dominando el paso natural de La Jonquera y Le Perthus/El Portus (Los Límites)-; y en un ulterior esfuerzo, hacer repasar los Pirineos a los franceses. Pero no lo consiguió, y aquella guarnición tuvo que rendirse el 18 de septiembre, en fatales condiciones ya; su guarnición se libró del decreto de la convención por la generosidad de los franceses: no fueron pasados a cuchillo, como había jurado su general.

El contorno de Figueras fue quedando casi a disposición de aquellos; y no les fue difícil

ya seguir adelantando posiciones, aunque un cañonazo fortuito alcanzara mortalmente

al general Dugommier, porque esto no fue determinante. Dos comisarios republicanos

que acompañaban al estado mayor reaccionaron serenamente: rehicieron el mando,

sustituyendo al caído por el general Perignon y reanudaron la carga –no sin antes llamar

a Toulon a los camaradas de Dugommier, para que vinieran al frente a vengar su

muerte…

Empecinado Carvajal personalmente en tomar o recuperar por su audacia heroica las vitales alturas del Roure y Montroix –ya que dominan Figueras-, en las subsiguientes refriegas de repliegue, una bala, o, según las fuentes francesas dos, le mató también a él –se afirmó que por disparo(s) salido(s) de sus propias filas-, lo que debió espantar a su guardia, porque dejaron su cuerpo atrás –algo bastante insólito; o significativo, si es que fue sacrificado por fuego amigo-.

Aprovechando de nuevo y fingiendo la operación masiva de invasión, Perignon recargó el flanco derecho envolviendo la izquierda española, cuando en realidad se proponía estrechar el cerco a la plaza fuerte de Figueras, lo que consiguió por su centro y empujándoles hacia el río Fluviá, resultando su maniobra en otra huida desalada de las tropas españolas y la población, valle abajo a lo largo de la mañana, hasta media tarde…

El vecindario de los pueblos comarcanos, como de la propia Figueras, huyó a refugiarse en las murallas de Gerona, …a la que el capitán general se había negado repetidamente a armar.

Esa riada caótica, humana y militar –aparejos, bestias y armas incluidos- inundó la ciudad haciendo intransitables sus calles, y creando una situación hacinada de seguro riesgo sanitario, y un problema de subsistencia, colectivos. Había pánico explícito, a morir ante las bayonetas republicanas, aquella semana final de noviembre de 1794.

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El marqués de las Amarillas –nuevo gobernador-, también llegó a esta ciudad, pero ante la solicitud de las autoridades para cumplimentarle, dijo estar cansado y difirió el encuentro para 2 ó 3 días más tarde…, revelando así su falta de ánimo y de conciencia de su autoridad y liderazgo.

El miedo civil cundió más aún con este gesto absentista; muchos pudientes, así como el obispo y todo el cabildo de canónigos, se apresuraron a huir a sus propiedades rurales, de lo que les parecería una ratonera, dando por hecho que el ejército no querría hacer frente al enemigo y entregaría también Gerona –como había hecho con la plaza fuerte-; el gobernador anunció el 2 de diciembre que quien no dispusiera de víveres para 6 meses, se marchase de la ciudad…

Las autoridades municipales resolvieron en cambio con mucha entereza no abandonar al vecindario, pero sus súplicas de socorro a la superioridad –el general Urrutia, sucesor de Unión- y Su Majestad, no recibieron otra cosa que las gracias del monarca –por defender Su patrimonio, parece ser-, y …una promesa de defensa fechada 15 días después.

Sea como fuere, hay poca información acerca de la actuación de los milicianos canarios

en aquel frente y sus escaramuzas, pero en archivos como el del Castell de Peralada

podría encontrarse más información acerca de la presencia y actuación del batallón

canariio que comandó nuestro coronel D. Josef de la Rocha. Esperamos consultarla

algún día, y despejar esas sombras –si fuera posible-.

Esta Tesis no debe dedicar más espacio a esa invasión; se ha llevado hasta el punto en

que esclareciera lo suficiente el teatro en que se vio inmersa la milicia canariia que fue

levada como carne de cañón para acudir a una insensatez fronteriza por motivos

familiares: dinásticos y contra-revolucionarios. Tan sólo para dar una idea de los efectos

de aquel proceso, anotamos la siguiente referencia acerca del despoblamiento:

“Agullana que en 1790 tenia 600 habitants va passar a 49 en 1794. Això

s’explicaria per un abandonament general de terres i hisendes durant l’ocupació

francesa.”138

Una tierra quemada. Buena parte del Ampurdá –especialmente la ruta de La Jonquera

a Gerona, y de Figueras a Rosas o al Roure o la Muga-, debió sufrir parecida situación.

Este es el teatro mental que los milicianos canariios que pudieron sobrevivir, llevaron,

primero al exilio, y después, por el resto de sus días, a su tierra.

Algunos intelectuales, al banquillo

138 Una breu crònica de la Guerra Gran, referida a Agullana, por Pep Vila, pdf en la red (visto en junio de 2015)

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La posición institucional de los primeros ‘intelectuales’ de Las Luces en el Reino de

España era una hechura del rey Carlos III, que había accedido al trono al morir su

hermano Fernando VI –un demente, que por tanto no reinaba- en 1759; Carlos de

Borbón procedía de su reino de Nápoles, en el que había reinado con rara sensatez

aunque con un absolutismo incuestionable, donde ya gustaba dejar que gobernaran los

hombres más brillantes en cada rama del conocimiento, que situaba él en los puestos

de mando clave en sus cercanos o remotos dominios.

La propia elección de su punto de entrada en su nuevo reino fue ya un cálculo

personal, orientado a los réditos políticos que reportara a su gobierno: Barcelona;

deseaba suavizar las irritadas aguas en la relación de los catalanes con la dinastía

impuesta en la Guerra de Sucesión y los decretos de Nueva Planta, para re-inspirar el

amor de sus vasallos a su rey, en esta exacta visión del amor paterno-filial cristiano en

que él creía, con su consejo privado, como un dogma de designio divino.

Eso además prepararía convenientemente su llegada a su indiscutible corte, Madrid, ya

en loor de multitudes. Algo que atravesó no sólo su tiempo y los reinados de sus

sucesores inmediatos, sino que inspiró hasta a ciertos juglares del mismísimo siglo XX

cuando se estaba realizando otra transición –igual de despótica y menos ilustrada,

aunque igual de europeísta…139

Dejar gobernar a los mejores…, siempre que estos no tuvieran ideas demasiado propias

en política, que eso era prerrogativa exclusiva suya: reinar. Hacerlo en Su real nombre,

por Su servicio, en cualquier caso por la gracia de Su real Piedad –y otros misterios del

mismo estilo-. Carlos III, y el IV –su hijo heredero-, gustaron encabezar sus despóticos

reales decretos con un «Impelido del paternal amor a mis vasallos...», seguido de un

ordeno o mando tal o cual determinación.

En el momento en que la ciudadanía parisina se preparaba y daba el salto mortal –más

bien vitalista- de la modernidad, auto-constituyéndose como tal ciudadanía y ejerciendo

su identidad genuina –tomar decisiones, esto es inventar la política democrática

moderna-, en España ese acto de soberanía que es hacer política solo era posible

reinando –siendo rey-; el resto era sacrilegio, literalmente. Todo lo demás era

revolucionario, esto es insurrecto, sedicioso, desacato al orden regio, monárquico-

divino. Sólo el monarca hacía o podía hacer política. Sus súbditos solo tenían, como

papel, amar esta real providencia, regia disposición, etc.

139 Míralá, miralá: la Puerta de Alcalá. No, no fueron sus autores los exitosos, sino Suburbano, un grupo

vallecano de rock/folk surgido durante La Movida, que siguió en el anonimato tras el boom dicen que

mundial de aquellos guapos oficiales. Los exitosos sólo se apuntaron el tanto.

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Esos ilustrados colocados en los puestos clave de la administración regia por Su Real

Piedad, debían implementar, en sus ramos, los avances más notorios en las ciencias y

las artes, para mayor realización de la gloria de Su Majestad. Así fueron creados todos

los centros de formación que proporcionasen los profesionales necesarios para realizar

la modernización de España: así fue articulado el complejo científico-artístico español,

matriz de la arquitectura institucional moderna. Despóticamente.

El Laboratorio de Química segoviano, la Escuela de Guardiamarinas gaditana, el Jardín

Botánico y el Observatorio Astronómico madrileños, la Escuela de Veterinaria, el Real

Cuerpo de Ingenieros, la Academia de Bellas Artes, etc., fueron eso y para eso. Una

Ilustración de castas: todo por la sociedad, pero sin la sociedad: por La real Piedad.

Como un milagro traído a la tierra por el representante de los cielos aquí.

Y para crear, literalmente, las primeras camadas de profesionales, se instituyeron becas

en todas esas ramas, para pensionados o becarios del Rey, que fueron enviados a

formarse en los centros ciudadanos punteros en Europa: Roma, París, etc. Ellos fueron

los instructores y profesores de las camadas o promociones subsiguientes de

profesionales. Estos becarios eran la cara del Estado, del Rey, la fachada de la

administración, el espejo de Las Luces. Daban la imagen del poder, manifestaban el

prestigio de S. M. La bondad de la Monarquía.

Si Carlos III fue elevado por el cariño burgués madrileño al rango de Mejor Alcalde de

Madrid, a su hijo Carlos IV sus méritos en el banco carpintero le debieron haber

convertido en el Mejor Ebanista de la corte, aunque no se le conoce así, sino por su

papel como cornudo perfecto –dicen que posiblemente consciente-.

Este bondadoso pero completamente absolutista monarca continuó el rol de hacer

gobernar a quienes le acreditaran una competencia solvente en su universo cortesano,

en lo cual se llevó la palma suprema el primer generalísimo de las Españas, Manuel

Godoy, que con sólo unos 26 años fue capaz de humillar a antiguos servidores de

primera línea, hombres fuertes para varios reyes como el conde de Aranda, y asumir el

control total del Consejo de Estado y de la voluntad de los reyes. Especialmente de la

reina.

El Consejo de Guerra contra el Coronel Rocha y todo el Estado Mayor de Figueras

Bajo este caudillaje desde las alcobas reales es como se instrumentó el Consejo de

Guerra contra los 42 oficiales de alta graduación que fueron responsables de la entrega

del castillo de Figueras. Es un elenco modélico de aquella ‘intelectualidad’ criada por el

calor del amor al rey: un calor paternal que se heló en las venas de esos vasallos ante el

clima de odio bélico que se formó a raíz del fraude del estado mayor español a los

términos de la capitulación de Colliure, el 26 de mayo de 1794, y el consecuente

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decreto de guerra a muerte dado por la Convención francesa. Esa decisión se considera

un factor que aceleró el fin de la guerra.

Las consecuencias de esa situación o cuadro carnicero fueron minimizadas en los

medios españoles –como forma de ignorar aquel descalabro integral de la existencia de

las gentes-, pero eso es inhumano y empobrecedor; aquel decreto de la Convención

implicaba no hacer prisioneros, sino sacrificar a todo enemigo vencido: así, hubo

testimonios de haberlo practicado con prisioneros enfermos, y moribundos

abandonados en el campo de batalla…

Por tanto, el aquelarre sanguinario y virulento en que se vieron inmersos los milicianos

canariios que fueron llevados al Ampurdán debió ser dantesco, visto desde su condición

de bajísimo adiestramiento militar y nulo equipamiento individual para entrar en

combate…

La mayoría de esos 42 oficiales eran ingenieros-profesores salidos de la Real Academia

de Matemáticas de Barcelona –precedente indiscutible de la Real Academia de Bellas

Artes y en especial de la Facultad de Arquitectura-, que había fundado a principios de

siglo Felipe V, el instaurador de la dinastía, empleando para ello a los prestigiosos

artilleros hechos en las guerras de Flandes e Italia; y en esa propia ciudad de Barcelona

fueron retenidos a su regreso de la cautividad en el sur de Francia, para ser juzgados

por alta traición e inteligencia con el enemigo.

El frontispicio de esa exclusiva Academia de elite exaltaba la mitología clásica de la

guerra y el heroísmo, y los cadetes de ella eran seleccionados entre los más brillantes

de las elites de los reinos españoles; su plan de estudios de 7 años –con estudios de

óptica, geometría tridimensional y perspectiva- estaba a la vanguardia europea,

incluyendo la Academia de Bruselas, que era su modelo.

Eso cambió las teorías de la geometría plana, para ver el mundo tridimensionalmente,

algo esencial para las representaciones de cosmografía, los cálculos en navegación, y el

proyecto y construcción de fortificaciones. En los combates en el río Fluviá del 2 de

diciembre, murieron su director Félix Arrieta y su adjunto Sebastián Sánchez-Taramas –

llevándose a la tumba parte de la verdad de la capitulación-: varios de los sentados en el

banquillo en el consejo de guerra eran discípulos de ellos.

El tribunal que les juzgó estaba formado por 12 militares –casi todos vascos, alguno

catalán-, bajo la presidencia del mariscal de campo Gregorio Cuesta, el oficial que había

sido nombrado jefe de las fortalezas de la costa catalana al entregarse Figueras…

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Bernard Prats en 8.VIII.2007 expuso140 sus estudios al respecto: era un proceso

plagado, desde su inicio, de irregularidades. En el banquillo no se sentaron ciertos

oficiales, y se intentó no contar con los informes que emitieron 2 expertos, sobre las

deficiencias de la inconclusa Plaza de Figueras –comunicados a los generales en jefe

Ricardos y al conde de La Unión, en 1794-, y acerca del desvío de los fondos para la

reparación de estas hacia otras fortalezas –las de Gerona y Rosas-. Varios miembros del

tribunal, ante el carácter confuso y escandaloso del asunto, dimitieron o pretextaron

enfermedad.

El 8.IV.1796 el tribunal emitió su sentencia, condenando a los 4 oficiales principales a

muerte, etc., como ya se sabe.

Una de las consecuencias más severas de esa rendición, traición, corruptelas e

incompetencia por parte del Real Cuerpo de Ingenieros, fue la supresión en 1803, por

orden de Carlos IV, de la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, cuyas

enseñanzas quedaron asumidas por las Academias de Artillería de Zamora y Alcalá de

Henares.

¿Puede considerarse este episodio uno de los que hicieron el tránsito desde los modos

de lucha del Antiguo Régimen al Industrial? Posiblemente es así, aunque nuestra

posición –no siendo historiador, y menos aun militar-, no es la más autorizada para

sentar conceptos tan audaces. Pero resulta atractivo, verosímil, verlo así.

El resumen de toda la extensa incursión en una lejana guerra para los canariios, es que

fueron metidos en una guerra religiosa, en una guerra de reconquista territorial, y en

una guerra ideológica anti-democracia; y desde luego una guerra equivocada

políticamente, que desembocó por todos estos ingredientes diabólicos en una guerra a

muerte, un festín de odio y persecución hasta la destrucción del contrario. El error fue

atacar a una nación que poseía el doble de población y un espíritu revolucionario recién

levantado, por una cuestión de familia y honor mancillado. Los canariios fueron metidos

en una lejanísima guerra de familia borbónica.

Ante esos elementos de juicio, el coronel Joseph de la Rocha votó en conciencia,

pensando en su unidad miliciana, y en sus hombres en singular –como paisanos suyos-,

de cuyas vidas era responsable; capitulación condicionada, declaró en el consejo de

guerra previo a la capitulación, a valorar un riesgo cierto; la cual, gracias a ser votada

positivamente –como era su obligación- por el coronel Joseph de la Rocha, permitió

salvar a la mitad del batallón de canariios que salió del Archipiélago, a pesar de la

140 http://www.prats.fr/pratsv2/dotclear/index.php?post/2007/08/08/107-condamnes-a-mort-par-le-

tribunal-militaire-de-barcelona

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cautividad y el regreso un año después, a cuidar sus tierras, sus mujeres, padres e hijos

y sus vaquitas –como describía el coronel en su Diario-.

De haberse combatido aquel sitio por numantismo, es decir por encima de las

deficiencias defensivas de la Plaza de Figueras y de la inferioridad militar de las unidades

frente al poderío cuantitativo y cualitativo republicano, la masacre habría sido dantesca,

sin la más remota posibilidad de victoria.

Unos jefes insensatos, acostumbrados a las elites de salón y guiados por el amor a los

altares y el trono, habrían sacrificado centenares de vidas canariias –y otras muchas-.

Como seguirían haciéndolo hoy, con un patriotismo cínico e igual de insensato.

Por todo ello, el nefasto generalísimo Godoy no sólo mereció del rey cornudo el título

de Príncipe de la Paz, sino que lo sigue ostentando en la historia de España –lo que les

hace partícipes de sus desvíos-; mientras el juicioso y realista coronel D. Joseph de la

Rocha fue despreciado por aquel, y desapareció del mundo. Esta Tesis trata de

remediar eso.

Domingo de Iriarte: el diplomático de lo imposible

¿Cómo se deshizo aquel magno y sanguinario embrollo –aquella guerra de familia-?

Fue obra de un canariio. Un paisano de D. Joseph de la Rocha resolvería el desaguisado.

Es Domingo de Iriarte, hermano del fabuloso Tomás, el fabulista mayor de Occidente en

esta era, que fue educado también por su tío Juan, el prestigioso jesuita a quien la corte

de Fernando VI había confiado la Biblioteca Real y el Colegio de S. Pedro y S. Pablo de

Madrid…

Él, D. Domingo, fue el pacificador verdadero, utilizando sus relaciones y su saber

diplomático y su poli-lingüísmo. Él –un ilustrado, como todos en su familia- aplicó en

especial su erudición a hablar las cinco lenguas clave (europeas) de su tiempo, aparte

de las clásicas.

D. Domingo era amigo personal del marqués François de Barthélemy –un grandullón

afable y sensato-, que era el representante de la Convención ante la Confederación

Helvética, por lo que residía en Basilea; este ya había negociado la firma en abril del

tratado de paz prusiano –Prusia, como Estado, había entrado en quiebra contable, por

lo que se retiró de la Coalición anti-republicana-. Y, sobre todo, fueron las condiciones

de entorno las que condujeron a la firma por el Reino de España.

El barullo de familia había desatado una frustración roedora bajo una fachada de

entusiasmo militante español, despertando los resentimientos vasquista y catalanista

derivados de la ocupación francesa de ambos territorios; el desastre militar, la quiebra

financiera, y la sustitución de Robespierre en julio de 1794 por republicanos

moderados, fueron finalmente rematados por la muerte del delfín Luís XVII en prisión

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(8.VI.1795): un punto de inflexión y no retorno para la corte española, que ya venía

instando secretamente a un arreglo que no le hiciera aparecer indigna.

Francia se mostraba comprensiva, ya que anhelaba reeditar la alianza contra Inglaterra

que tanto le había beneficiado durante un siglo; y eso tenía una proyección colonial en

el Caribe…

Don Domingo de Iriarte, que había sido encargado de negocios en la embajada parisina

con el último embajador español ante Luís XVI, conocía a Barthélemy desde mucho

antes de su empleo en la embajada de París –a través del ministro duque de Choiseul-, y

siendo en 1795 embajador en la corte de Varsovia, aunque era un protegido del conde

de Aranda –rival en el Consejo de Estado del todopoderoso generalísimo-, él tenía en las

manos todos los hilos para alcanzar el arreglo, siempre que Godoy le diera plenos

poderes diplomáticos; fueron obtenidos el día 2.VII.1795, y entonces Domingo Iriarte

viajó a Basilea a encontrarse con su amigo.

Esa cordial relación fue decisiva; Iriarte, que desaprobó la caída de Luís XVI y salió a

escape de París el 20.VIII.1792, fue sustituido por el ministro Ocariz, a quien Aranda

encargó la loable tarea de comprar voluntades, en efectivo, entre los demócratas de la

Convención para salvar al monarca.

Al ser nombrado plenipotenciario en Varsovia (en 6.V.1793, aunque no llegó hasta

diciembre), nuestro paisano D. Domingo llevó la consigna de Carlos IV de sostener en

las reuniones aristocráticas de Nápoles, Viena, Roma y Varsovia la causa de los

huérfanos de Luís XVI. Pero la revuelta reaccionaria de los señores prusianos, que

abortaron la segunda constitución del mundo tras la estadounidense, e hicieron volar el

estado prusiano al involucrar a las potencias europeas, le hizo huir también de Varsovia,

hacia Berlín (14.VI.1794), por lo que Godoy no lograba contactarle; sólo al refugiarse en

Venecia (6.IV.1795), supo de la misión que se le encomendaba en Basilea.

Las instrucciones de Carlos IV/Godoy eran cambalachear con la entrega del delfín a

cambio de un tratado secreto que le impidiera reinar y ejercer toda acción política

durante su vida. En mayo 5 del 95 llegó a Basilea en medio de una confusión total; con

su carácter optimista, sangre fría y presencia sonriente –según la visión de Prats-,

esperaba no hacer dejación de los objetivos monárquicos.

Poco más de un mes después, al conocerse la muerte del delfín, las condiciones

cambiaron radicalmente: las instrucciones de Godoy a fecha 2.VII.1795 fueron concluir

un acuerdo incluso si las ofertas son menores que las de un mes atrás... Barthélemy, sin

descuidar no ofender a España, arrancó su puja exigiendo Cataluña, Navarra, Guipúzcoa

y la restitución de Louissiana, aparte de la venta de la colonia de Sto. Domingo. Iriarte

debió guiarse por el antiguo conocimiento de su amigo y debilidades coloniales de París

al responderle ofreciendo entregar Sto. Domingo y abandonar la Coalición…

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Obteniendo el acuerdo inmediato, a pesar de algunos obstáculos. Porque mientras París

y Madrid peleaban, Londres se adueñaba del Atlántico, si no de todos los mares.

El 22.VII.1795, tras diversos desencuentros por las presiones ultramontanas –los

príncipes italianos y el Vaticano se negaban a reconocer a la Convención republicana-,

se firmó el tratado –o sea, 20 días después-, y sucedió abruptamente…

Un mes después, al mismo tiempo que era aprobada la Constitución francesa, se

detenía aquella guerra ruinosa: la urgencia de contener la expansión en los océanos de

la marina inglesa era lo primordial. Para todas las potencias; Gran Bretaña ha venido

desarrollando una política moderna mediante la que no sólo no pierde ninguna guerra –

aunque sí alguna batalla-, sino que aprovecha siempre las de las demás potencias.

No ha sido posible siquiera evaluar –señalaba Prats en 2007- un monto creíble de las

pérdidas humanas y materiales que se sufrió en la Guerra Gran, y la gente y la mayoría

de historiadores no quieren oír hablar de victoria o derrota, ya que no fue sino un

trauma odioso y frustrante –no recuperaron la Cataluña del Norte-. Todo aquello les

resulta indeseable hoy, para olvidar desde que terminó el desastre.

En el Tratado de Basilea, aparte de otros artículos secretos más escatológicos e

inconcebibles para las víctimas –importación de yeguas y sementales-, el reflejo de esos

manejos entre las casas de la familia borbónica con las vidas humanas y los pueblos,

brilla en todo su esplendor por la salvaguarda de la integridad y orgullo de las dos casas;

los costos hubieron de ser pagados con la debida amputación del imperio colonial

español que habían heredado los Borbón del Sur, …pero sobre posesiones lejanas; y

sobre sabidas apetencias coloniales del vencedor. Carlos IV tragó incluso ¡no recuperar

siquiera a la hija de Luís XVI!, que era su matraquilla para no firmar un armisticio.

Así se saldó la cesión de la colonia española en la Isla dominicana –su parte occidental-,

dado que la otra parte ya era colonia francesa por otra concesión española en el tratado

de Ryjswick (1697), que el acceso borbónico en España, cuatro años después, facilitó

aun más...

Por eso la tierra dominicana es un engendro muy europeo: una isla, dos colonias. Es

una de las joyas de la historia colonial del Atlántico –la nausea político-diplomática

suprema-; una afrenta a las bases del derecho y la jurisprudencia internacionales: el

agujero negro haitiano.

Iriarte, que probablemente nunca pudo portar en su pecho la Cruz de la Orden de

Carlos III que Carlos IV le otorgó por esa paz –y menos ejercer su confirmado empleo

como embajador en París-, murió de tuberculosis a sus 56 años; ocurrió sólo 4 meses

después (22.XI.1795) de aquella firma, en los brazos del obispo Tomás de Lorenzana –

amigo personal, como su hermano arzobispo, desde que se encontraron en la

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Universidad-Colegio de S. Ildefonso-; aterrorizado sin duda, en el infierno asediado de

Gerona.

Según Prats, Iriarte debió ser contagiado en Basilea por alguno de los invitados en la

ceremonia de despedida (14.X.1795), tras la firma. El tratamiento en el Hospicio a base

de sangrías y sanguijuelas, uvas y leche de burra, no le ayudó a vencer al virulento

contagio.

“Domingo Iriarte est enterré dans la partie haute de Gerona au cloitre des

moines jésuites du couvent Sant Doménec entre la tour Gironella et l'église Sant

Marti Sacosta, au Sud de ‘la casa des Aligues’.”141

Los cambios del siglo XIX indujeron la exhumación de sus huesos al Cementerio General

de Gerona, en la tumba 4, donde le honra hoy una lápida de mármol rosa.

Una víctima cualquiera por tanto, de aquella guerra de familia y sus batallas

diplomáticas, que solo favorecían a Inglaterra; una víctima dignificada discretamente

por su monarca, pero sin comparación posible con la “loca distinción” –dice Prats- al

rango de dignidad de Su Alteza Real, como Príncipe de la Paz, para Godoy y la merced

de la hacienda Soto de Roma cerca de Granada, que había sido de los jesuitas...

Fue la gestión de D. Domingo lo que salvó la vida de la última huérfana de Luís XVI, Mª

Teresa Carlota, que fue liberada poco después. En su carta testamental para Carlos IV,

Domingo Iriarte le recomendaba trabajar un tratado de alianza contra Inglaterra; y así

se materializó en agosto (19) de 1796.

Los manejos secretos

Conviene apuntar sucintamente, que desde septiembre (25) de 1794, el castillo de

Figueras era sede de una conspiración muy singular, promovida por Carlos IV: unas

conversaciones de paz, entre el conde de la Unión y el general Dugommier –que era

representado por un tal Domingo Simonin-; las bases de las conversaciones eran,

inconcebiblemente, un cambalache:

1) España reconocería a la República francesa. 2) Francia entregaría los hijos de Luís XVI al reino de España. 3) El Rosellón, Navarra y Cataluña se convertirían en un reino exento y serían

transferidos a Luís XVII con el título de Rey de Aquitania.

Obviamente, ese engendro –crear un reino títere- era una hechura monárquica

(española), y/o de una mente que buscaba complacer a Carlos IV, a la casa borbónica.

En torno a ello, se venía creando un enigma acerca del delfín Luís, divulgando que había

141 Página web citada.

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sido suplantado, en la celda parisina del Temple en que sufría prisión y maltrato, por

otro niño; el verdadero en cambio, se aseguraba haber sido trasladado al Castillet de

Perpignan para un potencial canje –aunque eso más parece un cebo táctico...

Este cambalache pareció ridículo al Comité de Salud Pública de la Convención,

confirmándole que sólo la guerra se presentaba como vía factible en la situación. El

general Urrutia intentó una nueva fórmula en enero (13) de 1795 –con igual moneda-, a

lo que se negó Perignon. Y aun un tercer intento promovió Carlos IV, un mes después,

por Bayona, mediante el negociador vasco Arcangues con la invariable divisa: canjear a

los huérfanos, a cambio de una firma en 24 horas. Los comisionados se levantaron sin

firmar nada, y la Convención, sabiendo el estado moribundo del delfín, lanzó una

dilación amenazadora: Los tratos no pueden seguir a los pies de los Pirineos, sino en

Madrid. La corte española debió temblar durante semanas…

Godoy quedaba en situación crecientemente angustiosa, ya que la vía del diplomático

José Ocariz con Jean-F. Bourgoing –deudor de Godoy, que le había salvado la vida en el

93-, se rompía una y otra vez ante la Convención; esta fue la razón, y quien tomó la

iniciativa, de acudir a Barthélemy, y a su amistad con el canariio Domingo de Iriarte,

como plenipotenciarios en el caso.

Juzgue el lector de esta Tesis por qué intereses era derramada la sangre canariia –y

desde luego catalana, etc.-. Eso dará a nuestra historia y a la biografía de algunos de sus

próceres, otra dimensión que el ignominioso silencio en que fue enterrado el coronel D.

Joseph de la Rocha, por ejemplo.

Si su padre –el coronel Antonio Lorenzo de la Rocha- yace con honores en el altar de la

basílica terorense por mérito propio –aunque la incultura de algún párroco y de sus

tutores del Cabildo catedralicio, lo mantenga lapidado en pleno siglo XXI-, él quedó sin

embargo borrado de la sociedad grancanaria por decreto lapidario de uno de los más

imbéciles borbones que reinaron en el Reino de España: yace sin duda en alguna fosa

común de apestados por la epidemia gaditana de 1800.

Es un lugar común en la historia poco o nada crítica de esta colonia pasar de puntillas

sobre esta figura. Sobre las de ambos, para ser más exacto.

La fulminación regia contra el Coronel Rocha

A comienzos de 1799 fue divulgada una de las fulminaciones regias más demoledoras

de la historia española; es la R. O. de 4.I.1799 contra los jefes que capitularon en

Figueras. Y debió correr como la pólvora en todo el imperio; este es su texto:

“INDIVIDUOS que contribuyeron a la rendición de la Plaza de San Fernando de

Figueras. Real Orden de 4 de enero de 1799.

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Al capitán General del Exército y Principado de Cataluña comunico con esta fecha lo

siguiente.

El Consejo de Guerra de Oficiales Generales formado en la Plaza de Barcelona por la

rendición de la de San Fernando de Figueras, remitió el proceso de esta causa; y

fundado en los méritos de ella en los artículos 2º y 3º del título 7º tratado 8º de la

Ordenanza general del Exército, en el art. 24 del título 5º tratado 3º tomo 4º de la

misma, y en los de las órdenes generales para Oficiales, impuso las penas que se

especifican á los sujetos que por menor se expresan.

Habiéndose enterado S. M. muy por menor del proceso, y de la sentencia referida; y

habiendo tenido á bien oir acerca de uno y otro á su supremo Consejo de Guerra, se ha

servido decretar en este día lo que sigue.

«Apruebo la sentencia del Consejo de Generales, que con fecha de 8 de abril de

1796 mandé formar en Barcelona para examinar la conducta del Gobernador, y

demás sujetos que concurrieron á la indecorosa vil entrega de la Plaza de San

Fernando de Figueras: y no obstante que la justicia clama porque se lleve á

efecto la execución de la pena de sangre, precedida la degradación que muy

justamente les impone el Consejo á los quatro reos principales; en uso de mi real

clemencia, y sin que de modo alguno pueda servir ni citarse por exemplar en

causas de tan ignominiosa criminalidad, perdono la vida á los dichos quatro reos,

quienes desde luego por este mi real Decreto quedan despojados del uniforme

militar, fuero y demás preeminencias, y qualquiera otra distinción a él anexas,

recogiéndoles todos mis reales despachos, y borrados los nombres de estos

delinqüentes en todos los estados, y qualesquiera apuntamientos del Exército en

que hubiesen sido escritos ú anotados. Mando, que á las dos horas de habérseles

leído esta mi real sentencia, en los términos y con las formalidades que

prescriben las Ordenanzas generales del Exército, salgan desterrados por toda su

vida con total extrañamiento de mis dominios: y si por desgracia fuesen después

aprehendidos, sufrirán la pena que les impuso el Consejo sin ser oídos. Prohibo

que en ningún paraje de mis dominios se les dé por persona alguna de qualquier

condición ó clase que fuese, acogida ni auxilio, sino el que exige la humanidad

para con un pasagero de forzoso tránsito, baxo la pena de mi real indignación,

procediendo al castigo que mereciese el contraventor ó contraventores; y

prohíbo baxo la misma pena, que persona alguna me pida ni fable en favor de

estos desgraciados hombres. Mando que se publique inmediatamente este mi

real Decreto, sacándose quantas copias fuesen menester para la notoriedad

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pública con que debe constar en todos mis dominios de Europa, América, Asia y

África.»”142

Estas fueron las condiciones que decretó el rey –Carlos IV-, y eran 1.000 veces más

infamantes que el propio fusilamiento –dicen los autores pertenecientes al cuerpo

castrense-; parece que se emitió con clara voluntad ejemplarizante, pero está cargada

de soberano desprecio. Los altos oficiales Torres –el gobernador de la fortaleza-,

Keating, Allende y Ortuzar, fueron esos 4 jefes conmutados. Pero la fulminación era

hacia todos ellos, los 43 encausados –«desgraciados hombres» se les tilda-; entre ellos

el coronel de la fuerza canariia, D. José de la Rocha.

Ya vemos que nada se dice acerca de ellos individualmente, ignorándolos en su

graduación, como jefes, para alargar el gesto de desprecio. Es cierto que allá, pocos

conocían a Rocha –no se ignore en todo caso, cómo hizo uso de relaciones ilustres en

Madrid, quizás porque su tío era o había sido un personaje en la corte (capellán real)-;

pero aquí, en su tierra –todo el Archipiélago-, era una de las personas más conspicuas

de aquella sociedad ultra-clasista y militarizada-. En esas condiciones, ser declarado

proscrito –traidor al rey, de entrada-, era condenarle a la muerte en vida –por parte del

bando social clerical, y todo aquel que quisiera estar a bien con este-. O sea, todo el

mundo.

Sin embargo, son de considerar las condiciones en que D. José se manifestó en aquella

difícil situación: conocía dolorosamente la inferioridad relativa; entre sus tropas y las

republicanas; y al conocer los informes de los ingenieros militares y la caótica e incierta

situación organizativa, condicionó su voto a esa prueba: si se demuestra que la plaza es

indefendible, capitulación.

O qué debía haber hecho?; llevar a su tropa –y arrastrar a toda la guarnición- a una

inmolación numantina, en un baño de sangre?; obligar a sus paisanos a pelear descalzos

y con precarias armas frente a soldados modélicos?

Todo esto se tuvo que conocer en Ciudad de Canaria, como lo fue en América, tal como

se ve en la GAZETA DE MEXICO del sábado 25 de abril de 1795 –disponible en la red-.

Sin duda es copia de la de Madrid.

Así que fue bien conocida también en Canarias, puntualmente; en la isla, en el

Archipiélago, se debió seguir las noticias de la Guerra del Rosellón, desde sus inicios,

con una ansiedad permanente, aunque las condiciones sociales impidieron que los

autores se hicieran eco del caso.

142 Prontuario de don Severo Aguirre… en https://books.google.es/books. Ver nota 3 posterior.

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La historia militar española está muy basada en típicas historias locales plagadas de

batallas y anécdotas épicas, donde se resalta las legendarias proezas o ignominias de

héroes y guerrilleros justicieros, siempre que compaginen con el integrismo, regalismo

y/o clericalismo más venenosos.

La guerra en España fue siempre una guerra de sitios, debido al subdesarrollo viario y

de la organización de las comunicaciones en un territorio compartimentado; incluso

cuando el poderoso ejército francés impuso nuevas condiciones, con su armamento de

fuego y apoyo masivo, los sitios tuvieron un lugar clave para el control de los sistemas

de vías, de ciudades y puertos, y de los territorios. La propia tradición española de

reducción a una plaza y su sistema de defensas por sorpresa, como estrategia ante el

enemigo –invasión o partido contrario-, condicionaban a ese tipo de guerra.

Por ello, la entrega de Figueras constituyó una vergüenza general, nacional –en

especial para la mentalidad clerical-integrista-: de la plaza más inexpugnable de Europa

se esperaba una defensa numantina, sí o sí. De los rasgamientos de vestiduras a que dio

pie aquella anti-gesta se percibe que no se esperaba otra opción que el heroísmo, todo

lo demás era anatema; que pudieran haber sido fritos vivos por un bombardeo y

minado sistemático desde posiciones circundantes, no contaba: era su obligación dar la

vida por Dios y el Rey.

Estaban ante el ejército que venía poniendo fuera de juego toda la poliorcética

renacentista, de la que la propia Figueras era ejemplo mayor, último, …y ya obsoleto –

como se vio en el disenso entre los ingenieros del rey durante su erección: Vauban

cedía ante Wellington-. Pero no, daban igual estos tecnicismos.

Los avances en alcance, precisión y potencia de la balística y cañones franceses venían

siendo demoledores, como conocieron todos los campos de batalla de Europa. Por ello,

la resistencia del castillo de Figueras habría sido una carnicería. Y con toda probabilidad

inútil, porque el marqués de las Amarillas nunca habría podido hacer mucho frente a

Perignon –salvo el papel fanfarrón de Ricardos: ganar ventaja y tiempo, hasta la llegada

de un aliado o la firma de una paz honrosa-; y esta es otra cara de la cuestión: la

inferioridad del ejército español, amasado con un hato de cuerpos descoordinados y

con mal equipamiento y pobre logística, frente a la más sofisticada máquina de

combate de su época.

Pero admitir esto es otro anatema. Ambos, uno y otro anatema, están en la fuente de

los ríos de sangre, civil y soldadesca, que han bañado los suelos del imperio monárquico

español.

Una carnicería. Esa era la alternativa heroica. Don José de la Rocha votó en conciencia y

bien –se puede afirmar-, honorablemente como jefe responsable de su unidad y sus

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posibilidades frente al enemigo; pero es muy peligroso tener razón bajo el poder de la

sinrazón…

Pero nosotros seguimos hasta aquí sin saber cuál fue la condena final de nuestro

coronel Rocha hijo.

Esto es importante porque de ello depende en qué condiciones vivió en Pto. de Sta.

María y Cádiz, y porqué; la intuición dice que se ubicó allí para estar más inmediato a las

noticias de su tierra y su familia. Pero, por qué no volvió a su cuna y su Casa? La

vergüenza, seguramente; pero para ello debemos saber el contenido de la sentencia, y

por tanto de su condición social –proscrito o no-.

No había sido expulsado del ejército, según su propio criterio –y al parecer también el

del cuerpo español-, porque emitió su propio testamento militarmente. Entonces, ¿fue

absuelto –a pesar de caerle, o rozarle, la fulminación regia-? Y dando un paso más en

esta especulación, ¿estaría esperando su rehabilitación militar?; así, quizás su vuelta a

Canariia sería (más) llevadera…

Por fin, encontramos una nueva pieza del lapidamiento del Coronel Rocha: el

preámbulo de la condena del rey, que lleva el texto completo de la sentencia del

Consejo de Guerra tan esperado.

El MERCURIO DE ESPAÑA, Enero de 1799, tomo I (Madrid, en la Imprenta Real), en su

página 111 consigna:

“El Rey se ha servido mandar comunicar al Capitán general del exército y

Principado de Cataluña la Real órden que sigue:

El Consejo de Guerra de Oficiales generales formado en la Plaza de

Barcelona por la rendición de la de San Fernando de Figueras, remitió el proceso

de esta causa; y fundado en los méritos de ella…, y en los de las ordenanzas

generales para Oficiales, se impuso la pena de muerte, precediendo degradación,

á los Brigadieres D. Andrés de Torres, Gobernador de la plaza, y Coronel del

regimiento de dragones de Sagunto, y á D. Marcos Keating, Coronel y

Comandante de artillería, al Teniente Coronel del mismo cuerpo D. Joseph

Allende, y al Capitán de minadores, graduado de Teniente Coronel, D. Vicente

Ortúzar.

Al Brigadier D. Joseph de Arana, Ingeniero Director, y Comandante de los

de la referida plaza, y al Coronel D. Antonio Claraco, Comandante del batallón

fixo de Canarias, la de privación de empleos, y que no puedan volver al servicio

de las armas.

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Al Brigadier D. Terencio O-Neille, Coronel de Hibernia; al coronel D.

Henrique Garcia de la Huerta, Capitan de Granaderos del de Mallorca, y al

Comisario de guerra, Ordenador honorario, Ministro de la Real Hacienda que fue

de la misma plaza D. Joaquin Alfonso Monjardin, la de suspensión de empleos, y

arresto por 2 años.

Un año de arresto á mas del sufrido á D. Antronio Garcia Conde, Capitan

de Reales Guardias de infanteria Española.

A D. Joseph de Várgas, Coronel del regimiento de infantería de Soria; D.

Antonio Solana, que lo es del provincial de Málaga; D. Juan Nagthen,

Comandante del tercer batallón del de Irlanda; y a los Tenientes Coroneles D.

Eugenio Dana y Dávila, C apitan de granaderos del regimiento de infantería de

Mallorca; D. Joseph Antonio Quixano, Capitan del del Príncipe, y D. Pedro Paylhe,

Sargento mayor de la plaza, que han purgado sus faltas con el arresto sufrido, y

que sean apercibidos de ellas y puestos en libertad.

A los Coroneles D. Joseph

de la Rocha, del regimiento de

milicias de Telde en Canarias; D.

Joseph de Armiaga, comandante

del batallón fixo de infantería de

las propias islas; D. Pedro de

Henestrosa, capitán de granaderos

del provincial de Ecija; D. Joseph

del Rio, Capitan del de dragones de

Villaviciosa; D. Lorenzo Plood,

Sargento mayor del de infantería

de Hibernia; y D. Diego Brett,

Capitan del mismo; y á los

Tenientes Coroneles D. Salvador de

Toro, de Artilleria; D. Joseph María

Carvajal y D. Nicolas de Villalonga,

Capitanes, el primero de

granaderos del regimiento de

infantería del Principe; D. Luis

Varona, Sargento mayor del

provincial de Bujalance; D. Antonio

Ortiz, Capitan de granaderos del

de Plasencia; D. Antonio Moya,

Capitan del de infantería de Soria; D. Antolin Lopez, Capitan de granaderos del de

26. Sentencia Consejo de Guerra por rendición

del castillo de Figueras. R.O. de 4.I.1799 en el

Mercurio Hco y Político Español, enero 1799.

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dragones de Almansa; D. Antonio Astolfi, primer Teniente del de infantería de

Malaga; D. Carlos O-Donel, Capitan del de Irlanda (*); D. Miguel Shelly, primer

Teniente de granaderos del de Hibernia; y D. Henrique Rodriguez, Sargento

mayor del provincial de Xerez, que han purgado sus faltas con el arresto que han

sufrido, y que sean puestos en libertad.

A D. Diego Arnedo, Capitan del regimiento de dragones de Pavía, que ha

purgado sus faltas, y que sea puesto en libertad, sin que le perjudique para sus

ascensos.

A los Coroneles Marques de Casa Villavicencio, del Provincial de Xerez; D.

Pedro Roca, Comandante del de Dragones de Almansa; y al Baron de Montagne,

Capitan de Reales Guardias de infantería Walona, que ha purgado su falta con el

arresto sufrido, y que son acreedores a las gracias del Rey.

Al Coronel de Artilleria D. Joaquin Mendoza libre de culpa, y acreedor á

las gracias de S. M.

Al Contralor interino de Artilleria Don Francisco Olea libre de culpa, y

acreedor á la Real piedad por la prisión que ha sufrido.

Y que dejando ilesa la memoria de los difuntos el Brigadier D. Gaspar

Alvarez, Coronel del Provincial de Bujalance; D. Antonio Polo, Teniente Coronel

del mismo, graduado de Coronel, y el Teniente Coronel D Francisco Wyrtz,

Capitan de granaderos del regimiento Suizo de Schwaller, si viviensen deberían

sufrir el primero suspensión de empleo, y arresto por dos años; el segundo

purgada la falta con el arresto hasta que murió; y el tercero el mismo arresto que

han sufrido los demás implicados, y ser apercibido.

Habiéndose enterado S. M. muy por menor…”

Aquí (página 115 del MERCURIO) sigue el texto que encabeza este apartado, es decir, el

despectivo Real Decreto de 4.I.1799.

Es decir, el Coronel Rocha sí fue penado, esto es, declarado culpable de sus faltas, con

el arresto que ha sufrido, aunque fuera puesto en libertad.

Así partió de Barcelona, hacia una nueva vida, pero corta, y es probable que dolorida.

Es decir, D. José siguió siendo militar, pero de algún modo quedó desacreditado como

tal y como hombre, como español, por este fallo del Consejo de Guerra y el Real

Decreto validándolo. Los términos en que el bondadoso monarca Carlos IV despreciaba

a sus brigadieres, al condonarles la pena de muerte, alcanzaba, inevitablemente, al resto

del Estado Mayor que fue sentado en el banquillo, tras años de arresto escarmentador,

ninguneador, en la tenebrosa Ciudadela barcelonesa.

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Sólo como trazo de muestra recordemos una frase que resume todo el anatema regio:

«prohíbo baxo la misma pena [de mi Real indignación], que persona alguna me

pida ni fable en favor de estos desgraciados hombres.»;

y seguidamente, mandaba que «inmediatamente» se publicara ese R. D., obviamente

para escarnio de todos ellos.

Esto es, en la GACETA y el MERCURIO españoles, que eran los media universales –la

internet- de entonces; lo que quería decir que en unas pocas semanas, se conocería en

los cinco continentes y todas las rutas marítimas. El Real Decreto señala expresamente,

debe recordarse, que ordena se le de

«notoriedad pública …en todos mis dominios de Europa, América, Asia y África.»

La intención era, y es, obvia. No dejar otra opción al apestado que internarse en el

mundo no conocido, el Islam –pero incluso allí, mantenerse lejos del Mahzen donde

quiera que eligiese, porque de igual modo habría sido injuriado de conocerse su

condena…

En aquellos tiempos absolutistas, en que todo en la vida dependía del amor del rey, del

cursus honorum ligado a su Real piedad, aquello era el deshonor, la vergüenza, la

soledad: demasiado peso para un hombre,

por muy fuerte que él fuese, o mucha la

razón que, él creyera, le asistía.

En todo caso, esa forma de hacer recuerda

las fulminaciones de tiempos post-

medievales, bajo Felipe II, cuando indultó a

los participantes en las Turbaciones de

Aragón –origen de la Leyenda Negra

española, que no fue obra de la Pérfida

Albión, sino de una borrascosa traición muy

cortesana-; en ese indulto, se excluyó a 22

destacados traidores (que encabezó el

secretario real Antonio Pérez) y a 125

participantes notorios. Carlos IV lo hizo con

4 destacados traidores y una treintena de

participantes notorios…

Es una mejora…; pero igual de ejemplarizante y fulminadora. De lo cual tampoco

fueron culpables los enemigos de España, los franchutes, etc., sino el genio ibérico.

27. Votos que dieron los jefes en la Junta del

día 26… En rojo, D. José de la Rocha.

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Algo, cuyas verdades que nunca se aclaró: otra constante del nacional-catolicismo.

¿Leyenda Negra, o ‘Del Rey y la Inquisición, ¡chitón!’143?

Es plenamente lógico que, si era hombre de honor, como quedó acreditado en su

Diario, D. Joseph no deseara regresar ya a su tierra. Probablemente hizo bien. Eligió

bien; quizás en esa y anteriores ocasiones. Pero todo tiene sus consecuencias, incluso

cuando se tiene la razón.

Por cierto, no parece necesario aclarar que las faltas por que se le castigó eran, casi sin

duda –hasta que podamos consultar en el expediente del Consejo de Guerra la

valoración por el tribunal de su actuación-, haber dado pie a la capitulación, pero que –

recordemos- él condicionaba a que se demostrase que la plaza era indefendible –como

se puede comprobar por el cuadro que pertenece al sumario; véase imagen adjunta144-:

«Votos que dieron en la Junta del 26 sus Vocales, sacados de sus Declaraciones,

único Documento que los Declara, respecto haverse [¿?] los originales.

...

Dn. José de la Rocha {Si es cierto que no puede Defenderse la Plaza,

Capitulación.}»

Una rehabilitación, sospechosa, que reorientó nuestras pesquisas sobre el Cornel

Acerca de este caso, hay más aun. En el Diario de las discusiones y actas de las Cortes

de Cádiz, Volumen 20145, encontramos lo que sigue:

«Sesión del día 27 de junio de 1813.

… página (358)

Se dio cuenta de una representación de Doña María de la Concepción Medinilla

de Torres, mujer de Don Andrés de Torres, brigadier que era de los exércitos

nacionales, en la qual expone que dicho su marido fue despojado de su empleo y

deportado á consequencia de la rendición del castillo de San Fernando de

Figueras en el año de 1794, de que era gobernador: dice que no quiere distraer

la atención de la Córtes con la documentada exposición de los hechos que

precedieron á la rendición de aquella plaza, hechos que acrisolan el

143 Dicho popular, que imponía la sumisión a los dos poderes absolutistas del Antiguo Régimen.

144 Es una imagen escaneada de la página 4.063 del expediente, que sufrió un incendio en los archivos

militares, y ha sido recientemente restaurado. Fuente: Boletín Informativo del Sistema Archivístico de la

Defensa nº 21, Junio 2012.

145 Consultado en la red. (abril de 2015)

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procedimiento del gobernador, al mismo tiempo que comprometen á otras

personas de alta graduación, que resultan culpables, y sacrificaron á aquel para

quedar indemnes: manifiesta enseguida las tropelías, duro tratamiento y /(359)

todo el cúmulo de vexaciones con que el despótico gobierno de Carlos IV

pretendió perderle, instigado de la incansable astucia de los enemigos de Torres:

los trabajos que en la expatriación sufrió; los riesgos á que se expuso para venir

desde el interior de la Italia á defender á su patria, y servirla en la clase de

soldado, cuya gracia obtuvo de la junta Central, y á cuyo servicio se prestó

voluntariamente, no habiendo cesado de dar en él á sus compañeros de armas

grandes exemplos de virtud y constancia, y al mismo tiempo una prueba la más

convincente de su acendrada fidelidad y amor patrio &c. &c. Concluía pidiendo

que las Córtes, ó bien la Regencia autorizada por ellas, determinasen lo

conveniente acerca de la restitución á su marido del empleo de brigadier, á fin

de que pudiera terminar su gloriosa carrera con tranquilidad y honor. Pasó esta

representación á la Regencia del reyno para que en uso de sus facultades

tomase la providencia que juzgase oportuna.»

Esto es todo. Así es como parece se inició el proceso de restitución del brigadier a su

grado y empleo en el ejército del ominoso monarca Fernando VII.

Autores como M. A. Príncipe –con su estilo decimonónico pero ya muy periodístico-

resaltan que el brigadier Torres se había significado en la toma de Toulon, en octubre

de 1793; ¿por qué habría tenido que cambiar de bando súbitamente? Y ¿por qué una

década después simulaba su esposa una total inocencia, señalando el encubrimiento de

otras personas de alta graduación, que resultan culpables? ¿Toscas mentiras de viejos

golpistas? El muy crítico, con Godoy, M. A. Príncipe le condena, pero tibiamente;

«un borrón de que la posteridad no es fácil que le justifique».

Es todo cuanto condena el acto que significó la derrota definitiva –aparte de derrumbe

ignominioso- del Ampurdán. Y no muestra estar enterado de que Fernando VII

rehabilitase al brigadier supuestamente traidor –algunos autores de aquel tiempo le

relacionaron con una conspiración masónica para inducir una revolución-.

Pero no parece haber figurado mucho en la opinión pública. En el MERCURIO histórico

y político de octubre de 1793 se le cita dos veces, la primera para relatar cómo fueron

colocadas el día 13 por tropas españolas e inglesas, en el Arsenal, casa de la

Municipalidad, teatro y otros sitios públicos de Toulon, las flores de Lis y armas Reales

con general aplauso y vitores del pueblo, y debatiéndose acerca de aniquilar la guillotina

por mano de verdugo como medio de borrar de la historia la ejecución del mejor de sus

reyes, para sustituirla por la horca como género de muerte que se diese a los reos de

pena capital…, mientras los intercambios artilleros se sucedían desde aquel día hasta el

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181

18…; en la vanguardia naval de desembarco, la falúa del comandante General Gravina

contaba con la presencia, entre otros altos oficiales españoles e Ingenieros franceses,

del Coronel D. Andrés de Torres.

Dirigían a una tropa paritaria de españoles e ingleses a la que los generales en jefe

Lángara y Hood ordenaban tomasen con el mayor sigilo y durante esa noche una altura

por la parte del NO de la rada; dejados en posición, los jefes reembarcaron y regresaron

a la escuadra conjunta; en los días siguientes se hicieron fuertes allí… Luego siguieron

los intercambios artilleros entre la escuadra y la plaza. Etcétera.

La segunda mención en el MERCURIO se hizo para señalar que era comandante de toda

una columna, tomando buenas disposiciones en coordinación con el resto de fuerzas, se

dice después… Él había brillado en ese sitio y toma (Tolón)146. La toma de Toulon era

una importante maniobra táctica de distracción para dividir las fuerzas republicanas,

con la que facilitar la acción del general Ricardos en su avance por el Rosellón para

intentar tomar Perpignan, su entorno, y posiciones convenientes al este de esta capital

regional para dejar el río l’Agly como foso natural frente al Languedoc…

En otro punto hemos visto que en 1814, había recuperado su graduación, ya que

“Fernando VII por R.D. de 6/6/1814 nombró nuevamente brigadier a Torres,

quién se había vuelto a alistar como soldado en el ejército.”,

según la Memoria del Plan Director de la fortaleza-castillo de San Fernando en Figueras

(Girona). Barcelona, Abril 2001; pero no hemos podido encontrar ese Real Decreto en

las fuentes aquí aludidas. Así dejamos cerrado el círculo de esa historia militar –la del

brigadier Torres, responsable de la suerte de los embotellados en Figueras-, tan sublime

y misericordiosa por parte de Fernando VII, que no sabríamos explicarla aquí –entre

otras razones porque no es del caso-.

Pero ni el antiguo MERCURIO histórico y político ya que había desaparecido en 1808, ni

el nuevo que renació en 1814 como MERCURIO GADITANO Periódico absolutista –

cambiando a formato folio marquilla con 4 páginas-, dan noticia de ese Real Decreto;

pero como botón de muestra de su absolutismo, vemos en uno de sus primeros

números, el 19, cómo dedicaba al monarca esta variante del ¡vivan las caenas!:

A FERNANDO EL DESEADO

España contra el corso enfurecida De la guerra tremola los pendones; Y arma Cádiz también sus batallones Por volver con FERNANDO á cobrar vida.

146 Es M. A. Príncipe quien le señala (op. cit.).

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Al fin, huyen los galos escuadrones… Y pues tamaño triunfo es tu venida Que al punto disipó las opiniones. Vive SEÑOR feliz, reina y olvida. Tampoco en la red hay rastro de ese documento; con esto es suficiente función

poética. Y creemos que tampoco figura en la GAZETA de MADRID.

Los oficiales a que puede referirse la velada acusación de la esposa del brigadier

creemos apuntan al brigadier Keating y al capitán de artillería Vicente Ortúzar; a este

último se le juzgó también, en el mismo Consejo de Guerra, por la rendición de Pont de

Molins –según la directora técnica del Archivo General Militar de Segovia, donde se

guarda ese expediente147, quien ha sido la responsable de una delicada restauración,

debido a que sufrió las consecuencias de un incendio “en alguna de sus fases de

archivo”-.

Recapitulación. Acerca de las consecuencias del desafío a la República.

La Guerra del Rosellón concluyó en un vergonzoso desastre militar y estratégico para el

Reino de España. La República recuperó todas las plazas fuertes ocupadas por el

ejército heroico del difunto general Ricardos, rindió la joya de la defensa militar en

Europa –que quedó ridiculizada como La Belle Inutile-, e invadieron el territorio agresor

por sus dos flancos principales, tomando no sólo el Ampurdán, sino también las

provincias vascas, y sin oposición las capitales de San Sebastián, y luego Bilbao y Vitoria,

como lo habían sido Figueras, Gerona y Rosas. Derrota completa y terminante.

Bajo ese desastre nacional, el Secretario de Estado español, Manuel Godoy, Príncipe de

la Paz ya en el papel, había negociado rápidamente un tratado con la República para

tratar de recuperar cuanto antes los territorios y plazas ocupadas, convencido que el

débil ejército hispano era incapaz de asegurar la defensa nacional, y que los franceses

podrían proclamar en un acto audaz pero legítimo la anexión de ambos territorios

ocupados.

España renunció expresamente a recuperar el Rosellón francés, pero a cambio de ver

una primera amputación de su imperio: cediendo a Francia la mitad de la isla de Santo

Domingo, y derechos tan insólitos en una debacle semejante como el de importar 200

caballos andaluces –considerados los mejores del mundo-, y un millar de ovejas,

anuales durante 6 años; además, el reino de España se comprometía a no perseguir a

sus súbditos simpatizantes con las ideas de la Revolución Francesa.

Obviamente, el gobierno de Inglaterra desaprobó la partición y cesión de la isla de

Santo Domingo, al considerar que constituía una flagrante violación del Tratado de

147 Cf. BOLETÍN INFORMATIVO del SISTEMA ARCHIVÍSTICO DE LA DEFENSA nº 21 Junio 2012 pp. 23 y sigs.

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Utrech. La enemistad entre ambos reinos, nuevamente enemigos, tendrá coletazos

letales para el imperio español, pronto.

Este tratado –de Basilea- concluyó la intervención española en la Guerra de la Primera

Coalición; se restableció así, de forma impuesta, la relación de estrecha de amistad que

existía entre España y Francia desde hacía casi un siglo. Godoy, que era firme partidario

de refundar el Pacto de Familia borbónico –que no era otra cosa que una alianza militar

y diplomática mutua contra Inglaterra-, acordó reunirse más tarde con los republicanos

para concretar los términos de la misma.

Para los ampurdaneses y los catalanes en general resultó preferible después no volver

a hablar, nunca jamás, del asunto. Barcelona no fue herida por ese golpe; pero algo más

al norte fueron defraudados de cabo a rabo por la corte del Reino, y machacados por la

República francesa. La fuerza canariia que había sido arrastrada al frente como carne de

cañón, regresó a su país demediada, y su jefe destruido personal y físicamente.

Fin de la debacle. Sin embargo, no había sido sino el preludio del nacimiento del

gigante. Ese mismo año, el general Bonaparte, defensor del Directorio, disparaba sus

cañones sanguinariamente contra el levantamiento monárquico del 5 de octubre, y

comenzaba su carrera fulgurante hacia el poder absoluto.

Retortillo, un recurrente amigo de la casa Rocha

En la amplia documentación manejada para esta Tesis ha aparecido con alguna

frecuencia un tal Retortillo, comerciante de Cádiz, por quien, dada la naturaleza de

nuestra investigación no parecía interesante indagar; pero hay momentos en la vida en

que son citadas las personas realmente importantes, como son los testamentos y

documentos de última voluntad. Y eso hizo don Jose de la Rocha en el suyo Militar…

Al hacer una búsqueda en Google con rótulo 'conde de Torres', personaje citado por D.

Josef de la Rocha en su Testamento Militar, nos condujo al tal Retortillo. Supimos

enseguida que era un comerciante de la Carrera de Indias; y no es un excurso tratar

acerca de la metrópoli real que fue Cádiz para el Archipiélago en todo su devenir bajo la

corona española… Como que no ha hecho sino reforzarse hasta hoy. Y significaba lo

mismo para todo particular que tuviera relaciones comerciales exteriores, como la Casa

Rocha.

Aparecía en la Guía de Cádiz, el Puerto de Santa María, San Fernando y el

Departamento para el año de 1867, por D. José Rosetty (Cádiz, Imp.ª y Litog.ª de la

Revista Médica), entre los Caballeros de la Real Orden Americana de Isabel la Católica,

instituida por el Sr. Rey D. Fernando VII en 24 de Marzo de 1815, como Gran Cruz y

título de conde de Torres vizconde de Retortillo. También entre las Distinciones del

Reino. Aparecía también un Título del Reino, como Marqués de Angulo, de nombre D.

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Fernando de la Rocha y Torres, propietario (domicilio: Isabel la Católica 20).148. También

en la Real Junta de Damas de Cádiz y su Provincia, aparecía D.ª Adelaida Pareja de

Retortillo Condesa de Torres...; y se da una dirección: Duque de Tetuán 16.

En el Comercio con América y títulos de nobleza: Cádiz en el siglo XVIII, de Lidia Anes149,

en su apartado Procedencia geográfica de los titulados, aparecieron otros datos

confirmando la identidad y significación del personaje:

"El conde150 de las Torres, don José del Retortillo era originario de Berlanga, en

Soria."

Y más adelante,

"Don José Retortillo, conde de Torres desde 1798, tuvo dedicadas al comercio

con Indias varias embarcaciones. (Nota 60 al pie: Todos ellos eran de poco

tonelaje, ya que ninguno sobrepasa las 188 toneladas, En el expediente de

solicitud de título nobiliario se menciona una fragata, llamada Nuestra Señora de

la Piedad y Santa Ana, que no aparece en la relación de García Baquero (AHN.

Consejos...; García-Baquero, Cádiz y el Atlántico,1717-1778, tomo II)."

En los cuadros finales de ese estudio figura Retortillo como matriculado en el

Consulado de Cádiz, sin Hábito de Órdenes ni empleos honoríficos, y carecía de cargos u

oficios estamentales en el Ayuntamiento de Cádiz.

Estos son los puntos en que aparece Retortillo. Por una astucia –buscando por ‘Torres’-

, descubrimos además que

“El conde [sic.]151 de Torres, en 1790, desvió el rumbo de una fragata de su

propiedad, que desde Cádiz debía dirigirse a Veracruz, para llevar hasta Puerto

Rico a los oficiales de la isla y a los del regimiento de infantería de Cantabria.

AHN. Consejos… AGS. Tesoro.”

Dada la calidad de datos que aparece en el citado trabajo, vale la pena caracterizar el

mundo mercantil gaditano en que se insertó D. Josef de la Rocha hasta su muerte.

Según la autora, Retortillo aparece como acreedor en préstamos y seguros marítimos, y

148 Podría ser el tío del coronel Rocha que le acompañaba en la fragata Sta. Sabina en el encuentro con a

Royal Navy.

149 Univ. de Castilla-La Mancha. Documento en PDF en la red (septiembre 2015).

150 Ver nota más adelante.

151 Seguramente error, en vez de marqués, …que era previamente vizconde de Retortillo. Posiblemente

de ahí viene el error.

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como exento perpetuamente en el pago de medias annatas y lanzas en la obtención de

títulos nobiliarios, al haber depositado caudales estipulados para ello –podía ascender a

unos 160.000 reales, parece ser, sólo por el servicio de lanzas-.

Es bien conocido que las ingentes fortunas que se hizo en el comercio de Indias se

concentraron en Cádiz durante el siglo XVIII. Buena parte de esos negociantes,

españoles o extranjeros, trataron de satisfacer ambiciones nobiliarias –logrando incluso

algún título de Castilla-, y adoptaron comportamiento de nobles castellanos.

La acumulación de títulos resulta patética a ojos de hoy, pero eso sería quedarse en la

superficie del problema; mientras los aires de Europa soplaban hacia la democratización

de las clases sociales, la corona borbónica se aplicó a contra-democratizar la sociedad

española a base de este mecanismo: ennoblecimiento de ciertos magnates a cambio de

una generosa financiación a la Real Hacienda. Y así fue como consiguió ir directa a la

bancarrota; ella y la economía española, también.

Naturalmente, cierta historiografía sigue interpretando ese proceso en clave ilustrada

católico-española: Campomanes152 y su teoría de una nobleza útil, ilustrada, que

alimentara las RSEAPs con hombres ejemplares para el resto de súbditos, haciendo

política económica, ensayos de cría y cultivos, experimentos e indagaciones en las

diversas ciencias y oficios, para que fueran los promovedores de la industria.

El ataque generalizado de estos fisiócratas mesetarios iba no contra la alta nobleza,

sino contra la pequeña nobleza, casta menor que consideraba menos indigna la miseria

que el trabajo y, evitando dedicarse al comercio o la manufactura como impropio de su

hidalguía, emigraba de provincias a la corte con ambición de prosperar en cargos,

milicia o iglesia-. Por ello, es que sobraba tanto fraile, abogado, escribano, procurador,

agente, escribiente, paje y otros… en la corte y villa.

El corolario de esta revolución cultural made in Spain sería dignificar el oficio comercial

e industrial dandoles acceso a la hidalguía, órdenes de hábito y títulos nobiliarios.

Señuelo perfecto, lanzado desde la corte y su Real Tesoro para los magnates del alto

comercio de los ramos; marítimo –incluyendo capitanes mercantes-, cambiario, lanero,

del hierro, sedas, labra de plata y oro, granos, vinos y todo noble fruto del país. Pero

claro, sólo para aquellos que no tocaban las mercancías, ni las pesaban, medían ni

cobraban –como expresaban diversas disposiciones oficiales-; se propuso incluso que a

aquellos mercaderes que abandonaran el comercio una vez ennoblecidos, sin real

permiso, se les multase con 25.000 pesos…

152 Como Jovellanos, Ward, Gándara, Larruga, De los Heros, Campillo y otros, señala la autora Lidia Anes.

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Ante este señuelo, la nobleza andaluza fue comparativamente liberal al respecto,

frente a la adusta castellana. El alza de precios, la vida cortesana y de representación

social permanente, dar estado a sus hijos, la reforma y equipamiento de sus casas-

palacio, etc., puso en dificultades a mucha de la nobleza española del XVIII, por

incapacidad de aumento de sus ingresos tradicionales.

Mientras tanto, otros más innovadores lograron consolidar importantes fortunas en

pesos, con fuentes de alimentación constantes; y detrás llegaron los títulos del más

peregrino pelaje, con el ascenso social adosado al mismo, en una realimentación

constante. El comercio americano fue el combustible de esa carrera.153

Los castellanos –cántabros, vascos, navarros- solo necesitaban ser admitidos en las

ciudades andaluzas –Cádiz- como hidalgos por naturaleza que eran… Qué nobleza.

Llega un momento en que los estudiosos ya no saben si es que aquella nobleza patria

se había volcado al comercio, o que tantos magnates habían accedido a los empleos

necesitados de probar limpieza de sangre, que…

Casi la totalidad de los títulos fueron de nueva concesión regia, en compensación de los

méritos –actuaciones a favor de la Corona-, que los propios solicitantes detallaban en

sus representaciones a S. M. Pero también hubo compras a nobles, conventos,

instituciones –que eran concesiones regias antiguas, también-; sólo que necesitaban la

autorización expresa del monarca. E incluso, donación de títulos a congregaciones –

jesuitas-, para vender (al mejor postor, se supone).

Un abundante mercado pues, pero en el que para entrar, había que tener una fuente

de caudales muy sólida, para el pago anual de lanzas y la media annata. Porque se exigía

garantías para llevar el título con decoro.

La ayuda o actuación a favor de la Corona no se refería a otra cosa que préstamos

financieros –para las campañas militares-. Y los negocios en las colonias americanas –

oro, plata, cacao, azúcar, esclavos- rendían caudales increíbles, sólo por cruzar el

océano, a la plaza adecuada; operaciones de financiación o donación, que podían ser

individuales o sindicadas, o más exactamente ambas formas a un tiempo o todo el

tiempo. Aparte de tener disponibles sus flotas para toda urgencia naval que se

presentase –transporte de personal militar, cargos regios, pertrechos, acciones militares

o cuasi-corsarias, etc.-; y toda pérdida era, por supuesto, por cuenta del propietario.

153 “El 90% de todos los nuevos expedientes de hidalguía que se mencionan en las actas capitulares

gaditanas del siglo XVIII, corresponden a individuos que aparecen matriculados como comerciantes en el

Consulado.” Da como fuente a García- Baquero, op. cit. Y aporta otros diversos indicios.

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Incluso, la prorrogación de la deuda regia –los servicios de millones- eran alegados

como méritos, naturalmente. Pero también eran servicios a S. M.: la beneficencia, el

socorro a familiares o pobres, las dotes a doncellas para tomar estado, la manutención

para estudios –tanto para primeras letras, números y rudimentos de latinidad, cuanto

para universitarios, eclesiales-, o la donación a hospitales y hospicios, casas de

misericordia y casas cuna; es decir, todo lo que reprodujese el sistema semi-feudal, de

dependencia estamental: reproducir la dependencia Estado llano v.s. Nobleza.

El Comercio de Cádiz –así era citado oficialmente-, era reconocido como una cuasi-

institución financiera de la dinastía española, la banca semi-gratuita del monarca.154 A

algún comerciante gaditano, el monarca o el Tesoro o Real Hacienda, podía deberle un

millón de pesos, sin que fuera cosa extraordinaria; y siempre, a interés muy, muy bajo;

tan bajo que nunca sería repuesto. Un sumidero en definitiva, de la riqueza generada

comercialmente. Colonialmente.

La mayor parte de estos comerciantes ennoblecidos no eran sevillanos ni gaditanos

naturales, sino casi todos llegados del norte español, y un 40% extranjeros –genoveses

hasta 5, algún toscano, flamenco (pero muy poderosos y ubicuos), irlandés, etc., fenicios

unos y otros llegados al panal de la rica miel (americana). La presencia extranjera

estricta era combatida por los comerciantes españoles propiamente, porque eso les

impedía actuar como testaferros de extranjeros en la carrera de Indias.

Si hemos de dar crédito a alguien tan informado como el ministro Cabarrús, la mayor

parte del comercio español con Indias era de géneros extranjeros, y los españoles

amparaban este comercio ilegal prestando su nombre para darle cobertura, señala Anes

citando como fuente legajos del AHN.155 Había un tercio de la carga reservado para

productos agrícolas –el restante 2/3 para textiles-, que naturalmente aprovechaban los

más potentados finqueros andaluces.

El cursus dentro de la carrera comenzaba desempeñando algún oficio relacionado con

el tráfico, junto a algún familiar o compatriota, hasta dar el primer golpe de capital

importante, en que si no estaba sólidamente comprometido –en general por

matrimonio con alguna de las féminas del mercader-, se separaba con su trabajada red

de relaciones para transar con bienes contratados por sí mismos.

Ya vimos que estos comerciantes, los más sólidos, acababan teniendo barcos propios,

hasta ocho alguno de ellos; en torno a cinco la mayoría; y Retortillo, como otros, “varias

embarcaciones”.

154154 Casi como actúa hoy el Comercio de Algeciras, explotando el suministro colonial –12 millones de

turistas/año más 2 millones de residentes fijos- del Archipiélago Canariio.

155 Vid. nota 45.

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El mayor potentado del Comercio de Cádiz entonces, un flamenco –hijo de un capitán

de Flandes156-, llegó sin fortuna personal, y se empleó con un compatriota. Pero,

advierte él, nunca pesó ni midió las cargazones que transó para Indias, sino que las

entregaba a un encomendero, que le pagaba su valor en mano…; esto es, nunca se

manchó las manos, siendo por tanto apto para el ennoblecimiento. Y gracias a esa

prevención, obtuvo el hábito de Santiago y un título después. No tanta suerte como

Colarte, tuvieron los Jácome compatriotas suyos, no sólo por haber sido calvinistas, sino

por haber poseído en Brujas una tienda de textiles –indicio claro de haber medido o

pesado alguna vez-…

Estos personajes diversificaron sus negocios; a veces, contratando servicios

administrativos. De suministro a instituciones –hospitales (de beneficencia o de la

armada), arsenal de la Carraca (víveres, medicinas, madera para todo tipo de oficios),

abastecimiento a la fábrica de tabacos de Sevilla, limpieza de caños –arroyos en

Andalucía-, muchos de ellos con el laboreo financiero, como ya señalamos, papel de

intermediarios de extranjeros; alguno había iniciado su fortuna en minas de Nueva

España…: ventajas tuvo que descubrir para instalarse en la meta de salida de Puerto de

Santa María.

Muchos títulos nobiliarios traían aparejado oficios –regidores, veinticuatros,

escribanías; diputado del comercio, priorato, fiscalía, director de pósito, o del Asiento

General de Negros en La Habana157, etc.-, y rentas públicas.

Lidia Anes, al exponer las formas de vida de los comerciantes de Indias, afirma que los

viajeros de la época y los historiadores de ese periodo gaditano coinciden en señalar el

afán de lujo, la magnificencia de su comportamiento y de exhibición de su poderío

económico, hasta el derroche. Los excesos suntuarios y la malversación de caudales –

que a veces conducían a quiebras, que deberían ser castigadas-, se podían ver, no sólo

en lo privado –entre ellos, las fincas rústicas, especialmente dehesas, olivares y viñas158,

156 Casi un título de nobleza en sí mismo, verdad?

157 “Jerónimo Enrile Guerci, de familia de origen genovés, aunque nacido ya en Cádiz, cuando obtuvo, en

1778 , título de marqués de Casa Enrile, era director del Asiento General de Negros en la Habana… Su

padre, José María Enrile tenía buena parte de las acciones en que se dividió la Compañía Gaditana de

Negros, que logró de la Corona un asiento para abastecer de negros procedentes de Guinea los mercados

americanos.”, señala Anes citando a otro autor. (vid. nota 82) Pero el Asiento de Negros gaditano feneció

en 1779, por deudas antiguas acumuladas, etc., a pesar de operar con harina, azúcar, café…, aunque sin

cubrir nunca los 1.500 negros/año contratados (alguna vez alcanzó 985). El centro de operaciones era

Puerto Rico; la esclavitud, que fue abolida en el territorio metropolitano en 1837, continuó en las colonias

hasta finales de siglo: en Puerto Rico hasta 1873, en Cuba hasta 1880.

158 Ya que podían dar salida comercial fácil a la producción en el comercio con América, actuando como

cargadores-cosecheros directamente, además de comerciantes y propietarios. Algunos llegaron a dejar

atrás su faceta de comerciante…

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de antiguas cepas a poder ser, con cocheras, tahonas, hornos, graneros, pajares, pozos,

molinos, casas menores, caserío con ermita y varias casas principales-, sino asimismo,

en los excesos y extravagancias de la ciudad –ornamentación de la catedral, 3 teatros

públicos, edificios y mobiliario sagrados, etc.- Alguno llegó a realizar el sueño que

suponemos albergaba Josef de la Rocha:

“El marqués de Atalaya Bermeja poseía la villa del Algar, en términos de Jerez de

la Frontera y distintas propiedades en Puerto Real. …Quizá lo más destacado de

su propiedad sea el término conocido como dehesa del Algar y Mesa de

Sotogordo, comprado a la ciudad de Jerez. Pretendió levantar aquí poblados a

imitación de las nuevas poblaciones de Sierra Morena, tal como relata Antonio

Ponz. Levantó noventa vicviendas, en las que pensaba establecer otras tantas

familias de colonas, a los qe les entregaría 33 aranzadas de tierra y 90 pesos,

para que con ellos, adquiriesen los animales necesarios para la labranza. [nota al

pie 91: Los colonos pagaban al marqués un octavo del producto de las tierras.159

Tenían la obligación de sembrar anualmente la mitad del terreno que se les

había entregado, pudiendo aprovechar la otra mitad para el pasto de sus

ganados, sin pagar nada por ello. Cita a Antonio Ponz: Viaje de España.] Tenía el

marqués la jurisdicción civil y criminal en estas tierras. Suproyecto parece que

fue continuado por su hijo, Ventura López de Carvajal, que se ocupó

especialmente de la mejora urbana del poblado. [nota al pie: Levantó, además

de las casas de la cárcel y ayuntamiento, viviendas para médico, escribano, cura

pósito y una casa de carnicería. Parece que gastó en todo ello más de 30.000

pesos. Ibidem.]”160

Cádiz era además una ciudad en crecimiento dentro de sus murallas, y por tanto con

poco suelo para expandirse, por lo que actuaba el mecanismo clásico de gran

especulación urbana. Los halcones del comercio atlántico no podían de mirar ese juego

inactivamente. La compra de fincas urbanas, y todas las formas especulativas del

negocio, fue naturalmente otro de los renglones preferidos de inversión.

Pero Retortillo no suele aparecer en estas valoraciones, quizá por la menor cuantía de

sus actuaciones. De muchas de estas inversiones o transacciones se beneficiaban las

manos muertas –en general conventos o cofradías-, a través de los viejos censos

redimibles…

Por supuesto, en plena época de desamortización, quienes estaban más interesados en

actuar mediante prácticas endogámicas de distinto grado y escala, y fundar

159 No iría por ahí el cálculo de don José de la Rocha?

160 Parece ser que la población se denominó (nota al pie nº 110) Santa María de Guadalupe del Algar.

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mayorazgos, eran estos magnates …A veces fundando dos: el mayor para el heredero

del título, otro menor para otro hermano; algún patricio llegó a imponer enlaces entre

sus nietos-primos, …y lograron que se cumpliera su dictado. Y si recaía en mujer, esta

debía casar con un varón de la línea troncal del patrono.

Ni que decir tiene, que vivían en las mejores casas de las principales calles de la ciudad

o villas porteñas, en cuyo frontis se apresuraban a colocar los aparatosos escudos de

armas a que les daba derecho la concesión nobiliaria, a veces con otros aditamentos

estrafalarios de grandeza. La posesión, y disposición ante el portal, de coches de cuatro

mulas con cochero, era otro signo distintivo de señorío. Y por supuesto, nunca faltó la

posesión de oratorios privados (alguno con reliquias), capillas y otras expresiones

religiosas, en las parroquias, los conventos o la catedral...; y más si había sospechas de

antepasados flamenco-calvinistas…

Sólo algunos de estos magnates fueron miembros de la RSEAP –primer indicio dentro

de esta casta acerca de ilustración hispano-católica161-, y algunos añadieron otra seña,

el interés por la cultura y el arte –incluso poseyendo biblioteca162-; por una tendencia

clásica, las primeras generaciones ennoblecidas y sus hijos continuaron en el comercio

durante el ascenso, pero a partir de cierto grado de estándar social, los patricios se

dedicaron a actividades nobles más ligadas a las rentas de sus mayorazgos, mientras las

ramas colaterales asumían las acciones comerciales farragosas y arriesgadas.

“Se puede afirmar que el comercio con América fue el origen de una gran

cantidad de títulos nobiliarios, ya que dio a los individuos que lo practicaban

méritos, por lo beneficiosa que resultaba económicamente su actividad para un

país con problemas financieros, y capitales, con los que pudieron adquirir bienes

y rentas seguras, que les permitían mantener una vida acorde con lo que se

debía esperar de un título de Castilla.”

Cuantifica 21 títulos de nobleza concedidos al Comercio de Cádiz en la segunda mitad

del XVIII; ninguno en la década de los ‘80s, y seis en la de los ‘90s. Era un grupo mirado

con indiferencia o algo peor por la vieja nobleza española, y la autora confirma que no

161 Representada entonces por el abate Ponz, el paladín de una Ilustración contenida y respetuosa con la

Iglesia, la monarquía y el orden estamental, adalid del ‘buen gusto’ neoclásico en unos nobles selectos

amantes de su señor natural. Fue figura esencial de la política cultural de instauración borbónica: él se

horrorizaba ante las libertades estéticas o sociales de ingleses y holandeses, sin sospechar lo que venía

cabalgando dentro de los franceses. Expresó estas ideas no sólo en su Viaje de España, sino en su Viaje

fuera de España (1785), testimonio de un recorrido que hizo por Europa en 1783 para defender la

españolía herreriana, etc.

162 7.000 libros, la del marqués de la Cañada, con obras de arte, alguna muy antigua.

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se observa enlaces matrimoniales, de los vástagos de estos magnates de nueva nobleza,

con aquella.

En Una comunidad de comerciantes: navarros y vascos en Cádiz163, la Tabla (nº 22) Los

mayores inversores en riesgos marítimos –citando a Bernal 1992-, nos da una idea del

potencial financista de J. Retortillo por su inversión en pesos: entre los 37 hombres de

negocios de Cádiz que más capital invirtieron en préstamos marítimos –seleccionados

de una relación de 2.648 individuos (del Consulado gaditano, entiendo)-, Retortillo

ocupa el puesto no 11; si el primero, Landaburu, pesaba 1,28 millones, y Sisto 1,21,

Terry 0,98, Palomo 0,95, Jiménez 0,69, Langton 0,54, Aguado 0,48, Álvarez 0,44,

Fuentes 0,48, Prasca 0,47; nuestro Retortillo pesaba 0,45, …y así continúa 26 más en

cuantía descendente muy suave hasta el nº 37 con 0,22 mill de pesos.

A pesar de significar sólo el 37,5% del príncipe de las finanzas Landaburu, Retortillo era

un importante personaje en el Comercio de Cádiz, más exactamente alguien vital como

financista de la Carrera de Indias –no había banca entonces, recordemos siempre-.

En los ‘60s (1768) aparece José Retortillo como Diputado del Común; en los ‘70s (1773)

como Regidor electivo. Es decir, era un patricio gaditano, no un oscuro comerciante.

Esa posición en el ranking, es lo mismo que decir que Retortillo era el décimo financiero

mundial de la época; porque Cádiz concitaba las finanzas del tráfico marítimo entre el

Mediterráneo y la Europa atlántica por un lado y la América colonial por el otro, en la

era del despegue de la primera globalización: la comercial.

Cádiz quant fuit…

Esta actividad, el Comercio de Cádiz –una vez usado, esquilmado y llevado contra las

rocas por la corte borbona- finalmente acabó degenerando en el siglo XIX a

consecuencia de la decadencia española, y su relevo por el poderío inglés, francés y

holandés: una consecuencia de lo inservible de todo aquel montaje colonialista, su

despilfarro y fatuidad.

Resulta una curiosidad histórica consignar que una nieta de este tocayo, amigo de los

malos tiempos164 y albacea de D. Josef de la Rocha, casara (Irún, 1881) con un canario

teldense –como los Rocha-: el marqués del Muni, D. Fernando de León y Castillo. El

padre de su esposa, José M.ª, había nacido en Cádiz en 1786 –por lo que en 1800

tendría 14 años (un cadete, en su tiempo): debió conocer a D. Josef-. Esta Retortillo

163 Victoria E. Martínez del Cerro González. Publicaciones CES.A

164 D. José, primer conde de Torres, en Berlanga (Sigüenza, 18.II.1735). Esta fecha la da Tabares de Nava.

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parió al II marqués del Muni, D. Agustín.165 ¿Fue este un enlace con miras atlánticas,

también? Sin la menor duda; sólo que ya no había vuelta atrás.

El colapso de la Real Hacienda ocurrió no por la acumulación insostenible del gasto o la

reducción de los ingresos tributarios corrientes, sino por la ruptura del sistema español

de rapiña colonial que mantenía a flote el Tesoro de la metrópoli.

Inglaterra atacó deliberadamente donde más daño hacía: el comercio colonial con las

Indias, bloqueando las salidas del comercio peninsular al Atlántico; provocando la

disminución de caudales arrancados a América entre 1791 y 1807 y la reducción de

ingresos aduaneros, dos capítulos decisivos de las rentas ordinarias del Tesoro

borbonista.

El presupuesto del reino, de diciembre de 1793, quedó desbordado muy rápido por los

gastos de guerra, y se adoptó la medida compensatoria de dejar sin cubrir Obispados y

Prebendas –ahorrando así unos 4 mill de rs. por año-; pero esto sólo perseguía el efecto

psicológico de sostener la confianza de los súbditos en los valores de la deuda o vales

reales, frente a la propaganda francesa.

Tres factores –urgencia de la Corona, riqueza del clero y cuantía del patrimonio

eclesiástico, y necesidad de equilibrar el erario-, impusieron acudir a unas fuentes

celestiales de ingreso. No quedó otra opción –con el reino empobrecido e inservible por

su atraso estructural- que financiar a la sacrosanta monarquía por vía eclesio-papal –

una especie de ‘recurso a divinis’, lógica alianza por cierto, frente al 'demonio francés'-,

gravando las rentas eclesiásticas decimales.

A divinis, pero peligroso

Concedido el empréstito por el Papa, se llamó primero 'subsidio' (Breve de 25.VI.1794:

7 mill de rs.) y luego noveno decimal extraordinario, que se sumaba a las tercias reales

del diezmo. Se trataba de incrementar el Fondo de amortización con 4 a 5 mill de rs. año

sobre bienes eclesiásticos, el clero regular y manos muertas, que se sumaran a otro par

de fuentes –papel sellado, y 2% sobre caudales ingresados a Tesorería-.

La petición se realizó a través del eficiente Plenipotenciario español en Roma, José N.

de Azara. En septiembre ya estaba en ejecución administrativa, por R. O., en el Tribunal

de Cruzada, que lo cuantificó en 157,5 millones de reales, y lo prorrateó mediante un

165 Datos tomados de Tomás Tabares de Nava: Ascendencia de Don Agustín de León y Castillo y Retortillo,

Marqués del Muni (1945). Revista de historia, Tomo 11. Año 18. Número 071. Páginas 394-396.

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Repartimiento166, entre todas las diócesis españolas: Toledo 21,7 mill, Sevilla 14,1 mill,

Burgos 6,2 mill, Cuenca, 6 mill, Córdoba 5,1 mill, Palencia 4,9, Aragón 4,6 mill, Ávila 4,5

mill, etc., entre las más poderosas; y entre las más precarias, Mallorca 0,995 mill, Cádiz

0,987 mill, Canarias 0,768 mill, Prov. Andalucía 0,762 mill, Tuy 0,725 mill..., aunque las

hay de mucho menor entidad (0,1 a 0,2 mill): Alfaro, Olivares, Huéscar, etc. No

aparecen las diócesis colonial-americanas, lógicamente.

A pesar que la orden del tribunal era terminante y sin descuento ni dilación alguna

admisibles, las dificultades fueron planteadas de inmediato: el estudio de Iturrioz

indaga con extensión el caso de Calahorra...; entre unas cosas y otras (prórrogas, con

recursos o no), el clero español fue gravado "a lo largo de siete años y medio." Quien

escribe cree recordar –en una cata que hizo en las Actas capitulares- que la diócesis de

Canarias también apeló esta disposición…

El noveno decimal extraordinario supuso –según estimación de Núñez Roldán167-, un 5

% de los ingresos totales de la Real Hacienda en la década 1788-1797, y aumentó hasta

el 13 % en el lustro 1803-1807, último período de gobierno de Godoy.

Tanta presión por parte del generalísimo –para eso están los validos, para echarles la

culpa-, debería explicar por sí sola su impopularidad entre el clero, e incluso su

derrocamiento político finalmente.

Pero no sólo fue este daño particular a un estamento decisivo. Por lo que respecta a los

ingresos aduaneros, la evolución fue tan negativa cuanto drástica: la recaudación

durante el período 1801–1808 llegó a alcanzar la mitad –según valoración del mismo

profesor Núñez- de lo alcanzado en los años anteriores al encumbramiento de Godoy,

lo que también explica el fracaso de su política belicista –¿un poco emuladora del

delirio de Bonaparte?-, sin considerar lo tosca y fatua que fue militarmente.

Se puso en contra así al estamento sacerdotal –el aristocrático ya lo tenía-, y aun

enfureció el ánimo elemental de los súbditos prohibiendo su circo atávico –las corridas

taurinas y otras quijotadas rituales-, mientras el comercio no veía otra cosa que

pérdidas, deudas, parálisis, y humillaciones en el mar.

Y así, su compadreo en las alcobas regias acabó siendo inútil. Tanto, que acabó por

desfondarse a los pies de los caballos –palaciegos-: los del partido fernandino, una

166 cuyo original está en la Contaduría Gral. de S. M. de la Santa Cruzada; ver referencia de archivo en

nota al pie 5, pp. 113, de Subsidio de siete millones de reales anuales, del Dr. Angel Iturrioz Magaña, 1989.

(Complemento de su tesis),

167 Godoy, el gran ‘dictador’ (PDF en la red, agosto 2015).

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cuadriga conspirativa fustigada por la reacción aristocrática, soberbiamente beata, de

una vieja aversión monacal al reformismo ilustrado.

¿Todos estos fuegos artificiales no fueron ‘responsables’ de la decadencia que se inició

en la derrota de Trafalgar?

Desde tierra, debieron entenderlo muy bien los patricios del Comercio de Cádiz,

conscientes de haber sido, hasta el día anterior, el centro financiero-comercial del

mundo.

El Testamento Militar del Coronel D. José de la Rocha

En mayo de 2011, quien escribe reconoció in situ el Testamento del Coronel José de la

Rocha, en el Archivo Histórico Provincial de

Cádiz, sito en dicha capital andaluza; se trata de

un legajo conteniendo otra serie de

documentos, entre ellos el de Escrituras

Públicas del Esc.º D.n Antonio Jph...: uno de

ellos dice: “Testam.to Militar de D.n Jose de la

Rocha Coronel de los R.s Exercitos y de la

Provinc.s de Canarias”.

«En el Nombre de Dios otorgo mi ultima

voluntad usando del privilegio de Militar

Yo D.n Jose de la Rocha y Alfaro nat.l de

la Ysla de Gran Canarias, y recid.te en esta Ciudad de P.to de S.ta Maria en ocasión

de haver muerto mi tio el D.r D.n Jose de la Rocha Betancourt en el prim.o del

corr… [roto] …se en mi como ¿heredero? su equipage, y dineros que se… [roto]

…sigo hamas de los intereses que existen en el S.r Conde de Torres vecino de

Cadiz, y D.n Fran.co de Mosteles de Mad.d. Y padeciéndose actualm.te en esta

Ciudad una Epidemia de las mas perniciosas, y precabiendo en sanidad ser

atacado ignorando sus resultas; por este declaro ser mi Hered.o lexitimo mi Hijo

D.n Agustin de la Rocha vecino, y Capitan en la citada Ysla de Gran Canaria y

hallándome mui satisfecho de su conducta asi á su Muger D.a Rosalia de Lugo, y

al respeto de mi Herma.a D.a Angela de la Rocha faltaría Yo a mi carácter, y

confianza si señalara legados a d.has Personas que supongo coherederas

también.

Y para en caso de que yo fallesca en esta cituacion que corra co[n]

recoger, y hacerse entrego de los Bultos de Baules Ca[¿x?]ones, y demás de mi

pertenencia, nombro a mi Paysano y fiel Am.o el S.r D.n Christoval Fern.z Calderin

vec.o de esta Ciudad para que librem.te y sin que se le ponga ningún reparo

recoja y disponga h.ta en mi funeral como le dejaré comunicado: y por Albaseas

28. Legajo que contiene el Testamento

militar del Coronel hijo.

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testamentarios hademas de d.ho S.r nombro al S.r Conde de Torres, y por su

defecto a los dos S.res sus Yernos D.n Angel ¿Ma?[roto] Yribarren, y D.n Silvestre

de la Somera para que juntos o separados dispongan quando el tiempo lo

permita la remicion de todo lo q.e consideren útil a mi Casa en Canaria, obrando

en qualquiera insidente que ocurra [roto] de esta mi declaración de mi puño, y

[roto] …a Sr.s deig[roto] respecto de ser Cor.l de Ex.to y del provinc.l de ¿Telde?168

en Canaria [roto]

Están entre mis papeles diferentes vales, y ¿a[justes]? de Cantidades que he

dado prestadas para remediar personas que la actual constitución tenia sin

recursos, todo lo que queda a cargo de d.hos S.res su cobro por cada uno de los

nombrados los que separados pueden obrar seg.n el plan que formen, respecto a

que le doy por esta el mas amplio poder sin q.e ninguna Just.a ni Gobierno tome

ningún conosim.to p[roto] …drá ser si la intentan causar costos poner

embarasos, y visisarse (sic.) con crecidos d.ros.

Puerto de S.ta Maria Octubre 8 de 1800.-

José de la Rocha (rúbrica).

Dos rúbricas más.

En este testamento militar vemos que el coronel estaba acompañado en Puerto de

Santa María por su tío el capellán real del Refugio y Piedad de Madrid, Dr. D. José de la

Rocha Betancourt –grafiado así, exactamente-, hermano de su padre, el fallecido en

1783 Coronel y arquitecto D. Antonio Lorenzo; el Sr. capellán murió al parecer el día

primero de ese mes, probablemente por contagio de la peste que aquejaba a todo el

área gaditana, que estudiamos en otro punto. Lo que no sabemos es si viajaron juntos

desde Madrid, porque ningún pasaje del Diario del Coronel, que analizamos en otro

apartado, nos permite afirmarlo; sin embargo, es lo más probable: a sensu contrario,

nada parece descartarlo categóricamente.

A este testamento sigue un documento en folio de oficio sellado AÑO DE MIL

OCHOCIENTOS, que certifica:

«En la Ciu.d del Puerto de Santa Maria á quince de Oct.e de mil y ochocientos

¿será? como las nueve de la mañana compa[roto en las Casas y morada del Sr.

D.n Ant[roto] Olivares de la Peña del Consejo de S. M. Auditor gen.l de Guerra

del Ex.to, y Prov.a de Andalucia, y mi ¿presonña? D.n Christoval Fernandez

Calderin v.no de esta Ciu.d y del Comersio de la Carrera de Yndias, y manifestando

haver fallecido, á las cuatro de la mañana de este día el Coronel de Ex.to D.n Josef

168 Aunque está roto, parece leerse Telde.

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de la Rocha, y Alfaro, q.e también lo era del Regim.to Provincial de Canarias en la

Ciu.d de Telde én las Casas de su habitación calle de San Bart.mé presento una

carta serrada Rubricada su Oblea cuyo sobre de letra algo tremula dice=

testam.to militar de D.n Josef de la Rocha Coronel de R.s Ex.tos, y del provincial de

Canarias= que remitió d.ho S.r Auditor, y havierta á mi presencia se hallo en un

Pliego blanco escrito en llan[roto] …misma letra ser [roto] voluntad…

Expresado D.n Josef de la Rocha [roto] …da en esta Ciu.d en ocho del corriente al

parecer del mismo: Cuyo sobre, y disposición, mandó d.ho S.r se ¿puñese? Por

cabeza de estas diligencias rubricándose por S. S.ma y del presente Esc.no

hasiendose saber en este acto al suso d.ho D.n Christoval indique Sujetos q.e

puedan deponer el conocim.to de la letra del referido oficial, á fin de dar la

Providencia correspondiente con arreglo á Or.nes , y enterado Dijo: Que quien

podrá conocer d.ha letra será D.n Joaquin Ximenez de Velasco [roto] secretario

de la Capitania gen.l donde [roto] despachado d.ho Coronel algún tiempo, los

Sargentos escribientes de ella, y D.n Domingo Garsia Quintana: En vista de lo

cuál el nominado S.or Auditor mandó se resivan las declaraciones suficientes de

los expresados, con lo q.e digan se traiga: habilitando en cierta … [roto] y en

cuanto á lugar en d.ro ál mes no [roto] …nado D.n Christoval para q.e disponga

[roto] …del citado oficial [roto] y demás de la ¿presonña? hasta nueva

Providencia: Y por auto asi lo proveyó d.ho S.r Auditor y firmó con el sitado D.n

Christoval Fernandez Calderin, de q.e doy feé.=»

Dos firmas (Auditor y C. Fernandez Calderin) y la de Carlos Hurtado Mauleon (¿el

escribano?).

Siguen las diligencias en el mismo folio.

«En la Ciu.d del Puerto de Santa M.a en diez y seis de oct.e de mil, y ochocientos:

El referido S.r Auditor, respecto de comprobar la letra de la disposición militar

que va por cabeza por ante mi el Esc.no resivió juramento de D.n Joaquín

Ximenez de Velasco Secretario de esta Capitanía general, y haviendolo echo

como se requiere ofreció desir verdad, a cuyo efecto le fue demostrada la

Expresada disposición con la firma q.e dice: Josef de la Rocha, y vista y

reconosida expuso: No le queda la menor duda q.e la suso d.ha su f.ha ocho del

corr.te es de puño, y letra del Expresado Coronel D.n Josef de la Rocha, por el

conocimiento q.e ha adquirido della como de su Rubrica en el timpo q.e ha

estado despachando algunas cosas en la Secretaría de ord.n del Exc.mo Sr.

Principe de Monforte169: Que es cuanto sabe, y puede desir en razón de lo q.e a

169 Este personaje estuvo presente an las campañas de la Guerra Gran; se ignora si de aquella convivencia

se derivó cierta amistad o acuerdos comunes.

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sido preguntado, es la verdad en cargo de su Juram.to q.e es de edad de cuar.ta y

ocho a.s, lo firmó y &.»

Firman y rubrican: Olivares; Joaquin Ximenez de Velasco; Josef Antonio Quintana.

«Ynmediatam.te el nominado S.r Auditor, al mismo efecto por ante mi el Esc.no

resivió juramento de D.n Domingo [Garsia] Quintana el que haviendolo echo

como se requiere, ofreció desir verdad en lo que supiere, y [roto] fuere

preguntado, y haviendolo sido [roto] corresponde con demostrasion de la

disposición militar q.e esta por [roto] Dijo: Que la suso d.ha disposición como la

misma q.e a su pie se halla, y dice: Josef de la Rocha: es de puño y letra del

Expresado Coronel, su f.ha ocho del corriente lo q.e le parece por haverse

[tachado] cierto [roto] alg.s vezes al d.ho sin tener conocimiento de la Rubrica por

haver por haver tenido motivo para ello: Y que lo q.e á declarado es la verdad en

cargo de su juram.to que es de edad de más de Cuarenta a.s, y firmó con el

mencionado Señor Auditor.=»

Firman: Olivares (rúbrica); Domingo García Quintana (rúbrica) y Josef Antonio Santana

(rúbrica; ¿el escribano?)

Continúa el expediente en el mismo folio con la siguiente diligencia.

«En la Ciudad de Puerto de

Santa María en veinte y siete

de Oct.e de mil ochocientos:

El mencionado S.or Auditor al

expresado efecto hizo

comparecer a D.n Santiago

Belaustegui, Sarg.to Seg.do

del Rexim.to de Infant.a de

Napoles escribiente de la

Secret.a del Ex.mo S.or Cap.n

gen.l de esta Prov.a q.e se

halla restablecido de esta

epidemia por cuya causa no

se ha evacuado antes esta

dilig.a á quien por ante mí el

Es.no le resivió juramento q.e

lo hizo como corresponde

ofreció desir verdad en lo q.e

supiese, y fuere preguntado y havi[roto] …demostrasion de la disposi[roto]

militar [roto] esta por cabeza ent.do Dijo: No le queda la menor duda en q.e la

29. Principio y final del Testamento Militar del Coronel

Rocha hijo, de su mano

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expresada disposición, y la firma q.e se haya a su final y dice Josef de la Rocha es

todo echo de puño y letra del Coronel del mismo nombre de R.s Ex.tos, y de

Provinciales de Canarias su f.ha ocho del presente mes y año, lo que sabe por el

conosim.to q.e á adquirido en el tiempo q.e estuvo el mensionado Coronel

despachando alg.s cosas en la citada S.ría de o[rde]n del Ex.mo S.r Cap.n gen.l: Y

que lo q.e á declarado es la verdad en cargo de su juram.to. que es de edad de

veinte y [d]os a.s lo firmó y S. S.ria».

Firman: Olivares (rúbrica); Santiago Belaustegui (rúbrica); Carlos Hurtado Mauleon

(rúbrica).

Continúa el expediente en el mismo folio con la siguiente diligencia.

«En la Ciudad de Puerto de Santa María en treinta y uno de octubre de mil

ochocientos: El Señor D.n Antonio Olivares de la Peña del Consejo de S. M.

Auditor gen.l de Guerra del Ex.to de Andalucia [roto] …de la R.l Audiencia de

Sevilla. Haviendo [v]isto este Expediente; Disposición, y última voluntad su f.ha

ocho de oct.e de este año firmada del Coronel de Exercito D.n Josef de la Rocha,

y del Provincial de Telde en Canarias vajo (sic.), q.e falleció Dijo: Que

comprovandose lexitimamente q.e la letra de d.ha Disposición és de Puño, y

letra del referido Rocha lo mismo que la firma, y Rúbrica, en conformidad de los

artículos de ordenanza, R.s Or.nes señaladam.te la de veinte y cuatro de oct.e

del año de mil setecientos setenta y ocho: Devia Declarar, y declaró por

testam.to puram.te militar la Expre.da Disposición, y con la misma fuerza, y valor

q.e si estuviese otorgada anta Esc.no pp.co y suficiente número de trestigos, y

en su consecuencia mandava, y mandó se Protocole en la Esc.nia m.r de Guerra

de este Tribunal, dándose a D.n Christoval Fernandez Calderín, Albacea, las

copias feasientes, legalisadas q.e pidiese, á quien se continua la havilitasión

absoluta q.e interinam.te se le confirió en Provid.a de [tachado] del citado oct.e

y en uso de las facultades que le concede el expresado Coronel ¿recoja? Los

Baules, Bultos, y demás efectos de su pertenencia remitiéndolos (cuando el

tiempo lo permita) á la Casa én Canarias del mensionado Testador: Y por este su

Auto así lo proveyó, mandó, y firmará? S. S.ría de q.e doy feé.=…»

Firman: Olivares (rúbrica); Carlos Hurtado Mauleon, (rúbrica).

Continúa el expediente en el mismo folio con la siguiente diligencia.

«En sinco de Nov.e de d.ho año hice saber el auto ¿anexo? a D.n Cristoval

Calderín en su persona».

Firma Martinez (rúbrica).

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Continúa el expediente en el mismo folio con alguna otra diligencia menor para D.

Cristobal Calderín firmada por Martinez.

Es decir, quedó autenticado el testamento militar del Coronel hijo; el único nuevo dato

que nos aportan estas declaraciones de los escribientes de la Capitanía General de Cádiz

es que D. Josef estuvo un tiempo haciendo ciertas gestiones en la secretaría de la

Capitanía por orden del Capitán General Príncipe de Monforte.

Esto tiene el interés de que puede quedar rastro en los archivos andaluces de la

actividad última del Coronel en aquel despacho, cerca del Príncipe de Monforte; no

deberá dejarse de escudriñar ese hilo, porque quizá aporte alguna relación de actividad

o reconocimiento de unidades o edificios o entornos…

También nos aporta una inferencia que podemos hacer: el hombre que D. Josef

consideraba amigo, el comerciante de la Carrera de Indias D. Cristóbal Calderín, debió

remitir a la Casa Rocha de (Gran) Canaria –cuando el tiempo lo permitió-, todas las

pertenencias del Coronel: entre ellas debió viajar el Diario que él había escrito sobre su

larga peripecia en España y Francia, desde su partida para la Guerra de la Convención

hasta que el bloqueo naval de la competencia franco-británica, y luego la negra peste

bubónica, le arrinconaron en Cádiz y su bahía.

Y que alguien –Don Frasco, seguramente-, copió y archivó en su Fondo particular –hoy

Archivo de Acialcázar-.

Como ya hemos visto en otro apartado, D. Josef concluyó su Diario… el día 22 de

Agosto, describiendo una excursión a Sanlúcar, acompañado de personas que aparecen,

como hemos visto, en su última voluntad: D. Silvestre Somera y su familia, su esposa

Inés Retortillo, hija del conde de Torres, y sus 5 hijos; viajando todos ellos en una berlina

y dos calesas. D. Josef consigna que estaba distante de Puerto de Sª María “cuatro

horas a buen paso de ruedas”, lo que indica que estaba instalado en sus casas de la

calle San Bartolomé y no en Cádiz ya; y que al parecer su tío D. Josef no se sumó al

paseo (o quizá aun no había llegado de Madrid).

Incluso en este último reporte, D. Josef no dejó de dar su parecer sobre el lugar: más

grande que el Puerto, con dos barrios –alto y bajo- y entre ambos el gran Jardín-

Alameda de “don Ignacio, …caballero rico”, las casas buenas, las calles malas, “y las

iglesias solo alguna por el estilo del día, las más cubiertas con armaduras de madera”. El

estilo del día no era otra cosa que lo que se vino en llamar a partir del XIX,

neoclasicismo.

No fue obtenido por don Josef, en esta estancia andaluza de 1800, el documento que

antecede al Diario…, en el cual el Tte. Gral. de los R.s Exércitos, & D. Ildefonso Arias

Saavedra certificó la honorabilidad del Coronel y sus hombres en la acción del

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200

20.N.1794 en el “puerto de Vivre” –el choque más cruento con los franceses en la

Guerra Gran o de la Convención-, que defendieron hasta el último momento y a la

balloneta, antes de la desastrosa retirada al castillo de Figueras y su rendición

subsiguiente; la citada certificación fue emitida a su petición [del Coronel] “en la Ciudad

de Ezija a 28 de julio de 1796.”, y por tanto en el momento más duro de su prisión en la

Ciudadela barcelonesa, mientras su defensor –adornado no de bordados, galoncillos y

dragones, sino “de las verdaderas divisas del hombre que son un espíritu cultivado y

bien aplicado…”-, preparaba la defensa personal de De la Rocha; seguramente, fue

solicitado al Tte. General para acreditar el valor militar de la unidad que mandaba el

Coronel, y la suya propia.

Pero volvamos a la situación en la Bahía de Cádiz según arreciaba la entrada del

invierno de 1800; vimos que las diligencias del expediente derivado del testamento

militar emitido en sus últimos momentos por el Coronel, aludieron a que las

pertenencias de este fueran remitidas a su Casa de Rocha en Canaria, cuando el tiempo

lo permitiera. La alusión no era trivial ni formulista, naturalmente. Veamos cómo se

percibió desde la ensenada exterior de los puertos de la comarca gaditana, la situación.

El bloqueo a que habían sido sometidos los puertos andaluces ante la epidemia –que

hemos analizado en otro apartado-, mantuvo anclados a los navíos llegados tras la

orden, en las mismas condiciones en que habían arribado, sin hacer distingos de

procedencia, etc. En el mismo Legajo del Archivo Provincial de Cádiz en que está

catalogado el testamento militar, va adjunta una solicitud desde la «Bahia de Cádiz á

Bordo del Bergantín Experim.to y Diciembre 15, de 1800», que firman 5 personajes del

estamento noble de la sociedad de la época, dirigida a los «Señores de la junta de

Sanidad de la Ciudad de Cádiz»:

«D. María Candearia Rubalcava de Creagh Viuda del Auditor de G.rra de Puerto

Rico, el R. P. Fr. Felix de Betolaza, D.n Juan Mig.l de Erice, D.n Man.l La-Cruz, y D.n

Domingo de Heras del Comercio de esta Plaza; Pasajeros a bordo del Bergantín

Americano nombrado el Experim.to su Cap.n Janmes Leving…»;

Ponían en conocimiento de la Junta que ya le habían dirigido un memorial el día 6

donde informaban que habían salido de la Habana para por Nueva York, «su estada allí»

y salida para Cádiz el día 3, sin que en estas navegaciones se hubiera detectado

enfermedad alguna, ni hubo conocimiento de peste en sus puertos; como quiera que

cargaban Duelas, opinaban que no debían estar sujetos a Quarentena, y pedían la

Gracia se les permitiera

«desembarcarnos en un paraje sano y sin mezcla de enfermo como se

acostumbra en todas partes …pues de lo contrario nos exponíamos á contraer

alguna ó algunas enfermedades ya p.r lo rigurosa de la Estación de Ymbierno,

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como por la incomodidad que ocasiona la pequeñez del Buque y p.r aquel medio

asegurar nuestras vidas de los temporales que se experimentan y hemos

experimentado en esta Bahia…»

Al día siguiente, insistió en solicitud personal, pidiendo a los mismos Señores la miraran

con humanidad, compasión y piedad, pues tras 43 días de navegación y 14 de fondeo

en quarentena, siendo obvio que no tenían contagio, y vieran su desamparo sola, con

sus criados esclavos todos, sin una sola persona en este buque q.e la mire ni trate con la

menor consideración, sufriendo las mayores vejaciones, impensables no ya una señora,

sino una mujer mediocre, comiendo mal y pasando fríos insufribles… Debía además

trasladarse a Madrid a atender sus interesantes asuntos.

Y finalmente, el día 17 otra representación ampliaba los detalles de la durísima vida a

bordo del bergantín, volviendo a suplicar, todos los personajes, se les dejara

desembarcar… Los Dependientes de la Junta de Sanidad que inspeccionaron con esta

ocasión el buque, dejaron certificado al pie de la instancia que vieron

“una pequeña cámara con “cinco Catres donde duermen quatro y el Cap.n con

un Criado, y un Pequeño Departam.to de ella una Señora con su Criada, y como

en ambas partes tienen sus Baules, Comida, y otras pequeñas cosas, están en la

mayor incomodidad igualm.te pasamos al rancho donde duermen dos Pasajeros

el Piloto, Cosinero y sinco Criados cuya pequeñez no obstante de lo que han

sacado no es suficiente p.a que quepan acostados, a que se agrega estar los

últimos en la mayor miseria p.r falta de ropa. Es igualm.te cierto que esta

sumam.te embarazada la Cubierta como ella lo manifiesta, y que la pequeñez de

la Cosina, no proporciona el que la comida tome el cocimiento suficiente…”, por

lo que certificaban que estaban abocados a enfermar “inrremediablemente”.

La muerte del Coronel Rocha hijo en la epidemia de 1800 en Puerto de Sª María

Como hemos visto, don José de la Rocha y Alfaro murió en la epidemia de peste de

1800 que afectó a Puerto de Santa María, su lugar de residencia entonces –en su calle

de San Bartolomé-; así se desprende de su Testamento Militar y especialmente de las

diligencias posteriores de reconocimiento de su Testamento, firma y rúbrica por varios

testigos que se habían relacionado o habían trabajado con él… Don José había testado

precisamente previniendo la posibilidad de perder la vida por dicha causa, y de este

conjunto de diligencias se obtienen los preciosos datos del final de su biografía.

Todo ello figura en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, en el Legajo de Protocolos

P. 829 (06779) del Notario Antonio José Martínez, P.S.M. (Guerra), Año 1800, págs. 368-

372. Puerto de Santa María, el cual consultamos in situ en fecha 24.V.2011.

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Haremos un rápido acercamiento a las circunstancias de este suceso. Acerca de esa

epidemia, en el citado AHPC, y entre los fondos del Inventario de la Junta de Sanidad

(1754-1860), sólo parece útil un legajo del Libro de Actas de las juntas de Sanidad, el de

signatura nº 2930, ya que el resto de la documentación es posterior o de carácter

puramente contable. Desde su primer asiento, los miembros de la Junta de Sanidad

constituida en Cádiz declaraban haberse decretado desde el 17 de abril una “rigurosa

Quarentena a la Embarcaciones que procediesen …de la Plaza de Gibraltar [donde se

padece la enfermedad] conocida con el nombre de Fiebre amarilla”, según se informaba

desde el Consulado general de España en Tánger…

Asimismo debían prevenirse todos los puertos de la Bahía de los patrones, marineros y

demás individuos de la mar, que proviniesen de las “plazas de Algeciras, Marvella,

Manilba y Estepona”; dando desde luego por segura la enfermedad, también “en los

Dominios de Marruecos”, se advertía a los pescadores españoles no pescar en los

mares, puertos y costas apestados, prohibiéndoles salir a pescar. Etcétera.

Sin embargo, con fecha 4.IX.1800, la Junta de Sanidad declaraba en el acta de ese día,

que la enfermedad que se padecía en Cádiz era una “fiebre epidémica no contagiosa,

que ha acometido al crecido número de Yndividuos de esta Plaza”, por lo que

recomendaba se diera salvoconducto a la gente, y no se actuase como se venía

exigiendo de unos días a esa fecha, pidiendo “Papel de Salud” a “las personas que salen

de la misma a los Pueblos inmediatos”…

Para esos días, habían evacuado ya la Ciudad más de 20.000 personas. Se recomendaba

además que fueran disparados con profusión

“Cañones con Pólvora, tomando la parte del Barlovento, que sigan las hogueras,

de Leña de Pino, el hebro y otras Maderas recinosas nomº tomillo, juncia, & a fin

de que purifiquen el Ayre, mudando la Atmósfera, intimando a los vecinos

continúen el riego de las calles, y bertir Aguas en los Husillos y pavimentos de las

dichas calles”.

El escenario de tragedia está suficientemente esbozado con estas distraídas

pinceladas…

En Cádiz, a día 5.IX se informó a la Superioridad, por el Médico Interino de la Junta de

Sanidad D.n Nicacio de Igartuburu, que

“La epidemia continua sus estragos en toda la estensión de este Pueblo,

habiendo fallecido de este mal, inclusos los de los Hospitales, el día dos 144, el

día 3 139, y 190 el día de ayer”, lo que participaba a la Suprema del Reyno.= Sr.

D.n Gregorio de la Cuesta.

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Este último personaje era según el acta de 18.XI.1800, “Governador del Real y Supremo

Consejo, y Presidente de la Suprema Junta de Sanidad”; se trata por tanto de un

informe oficial, y por ello muy verosímil.

Los siguientes asientos en este Libro son; no Actas de la Junta, sino solicitudes de

empleo de escribano y otros cargos públicos por muerte de sus titulares… Así hasta el

Acta de fecha 18.XI.1800; la cual era encabezada por una serie de individuos que

sustituían a fallecidos, enfermos y sobre todo “ausentes”. Lo cual dio pie a cierta

controversia o “conferencia muy política …con recíprocas urbanidades y atenciones ”

por la preeminencia en el acto.

Se solicitó que se librase oficio al Provisor y Vicario General de la Diócesis, para que se

obligase a los Curas a notificar cada noche

“nota circunstanciada de los que fallezcan en cada [parroquia] con explicación

de los que sean por efecto de de la epidemia, siendo de nuevo acometidos de

ella, por recaida, o que hayan venido fuera del Pueblo”,

haciendo la misma exigencia a los “Comisarios de Barrio”, controlados por el

Gobernador de la Plaza…

La Junta de fecha jueves 20.XI.1800 se dedicó a la toma de medidas de prevención para

que la epidemia no rebrotara en el verano siguiente… Quiere decirse que habría ya

remitido? No del todo, a lo que parece…; se trataba, eso sí, de eliminar todo residuo de

la misma, con lavado de ropas y colchones con agua salada, albeo de fachadas y patios,

uso o perfumado con azufres, etc.

El caso es que, como resultado de una dramática elección que le llevó a ser

concurrente con una conjunción de factores históricos –espaciales, familiares,

profesionales-, el Coronel Rocha hijo fue a dar con su ya castigada persona –por las

infames e inhumanas circunstancias de su presidio en la Ciudadela barcelonesa-, al lugar

donde iba a presentarse el virulento impacto inicial de un ciclo epidémico que abarcó

todo el primer tercio del Ochocientos: la pestilencia en el complejo portuario-mercantil

gaditano del año 1800; esta epidemia de 1800 está considerada como su inicio y quizá

por ello, su episodio más virulento.

Don José de la Rocha consumió así sus últimos días en el contexto de tiempo y espacio

donde se reunieron los bloqueos navales (guerras, tensiones comerciales, etc.), las

epidemias y calamidades naturales, el comienzo de las independencias americanas, etc.

El final de un mundo y un orgullo imperiales. En Puerto de Santa María murieron 3.693

almas, de un total de unas (¿Padrón Municipal de 1797?).

Tal como describe Blanco White en Cartas de España, después de la calamidad, Cádiz

dejaba ver su rostro más gélido: las caras revelaban la palidez del sufrimiento y la

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mortandad, las miradas huidizas y enlutadas vagaban por las calles, vaciándolas aun

más, y cohibiendo todo arranque de alegría al encontrar parientes o conocidos…; era

como asumir una cuota de vergüenza y culpabilidad por la nueva calamidad sufrida por

decreto divino –como proponían los crédulos y los frailes-, esto es, lo que hoy

denominamos una ‘enfermedad social’, que siempre deja un duro impacto en las

mentalidades –aspecto bien estudiado también para este caso, mediante los

testamentos, como se verá más adelante-.

La muerte generalizada siempre resulta devastadora: fallecieron apestados más de

61.000 efectivos, entre un 10 y un 15%170 de su población anterior, en menos de 3

meses (para toda la Andalucía del Guadalquivir), lo que es una hecatombe verdadera. Es

como un maremoto: cambia la mentalidad colectiva para varias generaciones, y pronto

hay que aplicarse a la reconstrucción y empezar de nuevo, bajo renovados propósitos y

principios más puros. Para el Puerto de Santa María –como para el resto de centros

importantes como Cádiz y Rota también-, el autor da por buena una pérdida del 14-15

% de la población.

Qué razones explican la altísima incidencia de la epidemia? El estado higiénico-sanitario

de la población siempre está en una ecuación delicada respecto a las condiciones

económico-alimentarias. En 1797-1801 se conoció uno de los momentos oscuros de esa

ecuación: la guerra comenzada el año anterior con Inglaterra, y como consecuencia del

automático bloqueo del Golfo de Cádiz, que indujo la ‘libertad’ de comercio en las

colonias americanas y canarias: otorgada por la metrópoli, era en realidad una ‘libertad’

odiada por ella; lo que ocurre es que no podía abastecerlas.

Todo ello deterioró duramente las condiciones

económico-alimentarias de los estratos más

bajos de la sociedad de la bahía gaditana. Los

bloqueos y cuarentenas contra-epidémicos

redundaron en la retracción del comercio bajo-

andaluz y la quiebra del aparato económico,

retroalimentando las condiciones favorables a

la difusión epidémica.

La estúpida actitud anti-alarmista por parte de

los médicos y cargos públicos de la Junta de

Sanidad, que hemos comprobado al comienzo

–negando el carácter contagioso del mal-,

encubría el interés económico particularísimo de los regidores, etc.: fue la rúbrica

170 Ni siquiera ha sido posible establecer porcentajes verosímiles. Este y otros muchos datos y citas, tomados de J. J. Iglesias Rodríguez: La epidemia gaditana de fiebre amarilla de 1800 (el caso de Puerto Real), 1987.

30. Ejército francés en la toma de Rosas el

3.II.1795.

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definitiva que aportó el elemento oficial –no sólo el más comprometido con el trasiego

mercantil, sino el menos afectado higiénico-alimentariamente por el contagio-.

En definitiva, la que era principal área económica-financiera de las Españas, pronto

hubo de sentir que el centro de gravedad –fundado en el comercio colonial/inter-

comarcal de Baja Andalucía-, migraba hacia otros puertos-ciudad y otros territorios o

grandes ciudades capaces de absorber los excedentes laborales.

Cádiz había ya sufrido epidemias en 1705, 1730, 1733, 1744, 1753, 1764. En 1730 ya

había habido un éxodo repentino por parte de la corte de Felipe V,171 que se había

instalado en el Puerto de Santa María con motivo de las dobles bodas reales, en

Badajoz, entre los príncipes de España y Portugal desde abril de 1729…

En 1741, Málaga había perdido 3.000 paisanos e importante cantidad de población

flotante…: esto es, la epidemia fue castigando a las poblaciones no inmunizadas

anteriormente; la población flotante de carácter militar era abundante en la Baja

Andalucía por entonces...

Debemos preguntamos –en particular, a los historiadores canarios- por el contingente

de milicias canarias que había sido movilizado con D. José de la Rocha al frente para la

Guerra de la Convención –aquella guerra levantada por el rey Carlos IV [contra la

Revolución francesa] por motivos tan justos como el bien de la religión, de la fe y de la

patria-172, y si aquella tropa fue presa de estos u otros contagios, y cómo regresó –y en

qué parte- a Canariias al quedar cautivo su coronel en Barcelona...

Al parecer, llegaron en abril de 1796 a Sta. Cruz de Tenerife, en los navíos Brillante y

Esmeralda; el Dr. Pedro C. Quintana A. da como fuente Romero y Ceballos.173 Pero no es

así: en el folio 30 v.-31r. de su Tomo II174 lo que dice es: «en este año se restituió a Santa

Cruz la colunna [de granaderos milicianos y batallón fijo que pasaron al Rosellón]…,

trageron de menos quinientos hombres, entre uno y otro cuerpo, que faltaron unos por

muertos y otros por estraviados y enfermos que quedaron en los hospitales.» Y no da los

nombres citados, ni de navío alguno.

171 Así fue consignado en el manuscrito del hidalgo y mercader portuense del XVIII José Miguel Bernal, que relató sus relaciones mercantiles y sociales en la capitalidad del sistema colonial que ejerció la bahía gaditana. Ver “Memorias de un mercader a Indias”, de Juan-José Iglesias Rodríguez (2004), acerca de las denominadas Memorias de José Miguel Bernal. INTENTAR CONSULTARLO de nuevo! 172 Así se expresa la Relación Notícias relativas a la guerras movidas contra la Francia en el año 1793, y daños consecutivos causados al manso Viñas del lugar de Agullana, perteneciente a la casa de Veray del lugar de Salrrà. Una breu crònica de la Guerra Gran, referida a Agullana, per PEP VILA. PDF en la red. 173 La Milicia de Telde y su presencia en la guerra del Rosellón, en Guía Histórico cultural de Telde, nº 25. 174 La transcripción, como se sabe, es de Vicente J. Suárez Grimón (2002).

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Parece ser que la columna volvió –con 603 hombres- al mando, como teniente-coronel,

del capitán D. Juan Guinter175. Fue miembro del tribunal que investigó la desaparición,

durante la entrega de la plaza, del arca de caudales para la paga de los milicianos; la

citada página dice que existen documentos referidos a esos interrogatorios a un

sargento y varios soldados que estuvieron con él en Figueras “para saber a qué mandos

obedecieron éstos para portar el arca de una habitación a la otra parte del Castillo de

Figueras, y qué propinas recibieron.” A consecuencia de esa desaparición, se dice que

“varios oficiales [quedaron] detenidos en la península que tenían que haber venido con

el Batallón de Canarias.”

Romero y Ceballos fue un cronista que hoy resulta en muchos aspectos fiable, y se hizo

eco en su Diario cronológico histórico del conflicto desde su inicio (22.IV.1793)-;176 así,

en mayo del 73 consigna que fue nombrado nuevo coronel y gobernador de las Armas

don Juan del Castillo Olivares, hasta entonces teniente-coronel del regimiento de

Milicias de Telde; en agosto fue enviada a Las Palmas desde Sta. Cruz una compañía del

batallón de infantería de tropa viva formada con 400 presidiarios que se dignaba

enviarnos el rey como protección;177 en febrero del 94 se sacó leva de bagos y quinta

parte entre los solteros de los marineros de La Costa –más de 300 grancanarios-.178

Y en mayo salían para el Rosellón las compañías de sus Milicias y alguna gente de

Mar…, además del batallón de tropa viva.179 La defensa de la capital y costas se apañó

turnando quatro hombres de cada una de las compañías de Milicias de los tres

regimientos insulares. Inquietante fuerza de defensa ante cualquier plan de saqueo…

Y en octubre, después de un rebato por falsa alarma de desembarco francés en La Laja,

hubo una acción bélica más potente, pero de carácter socio-religiosa: la milagrosísima

175 Según http://amigos25julio.com; parece su autor J. C. Cardell Cristellys. Considera a Juan Guinter –que era de origen franco-alemán y entró (1752) en el ejército español como soldado en la Guardia Suiza de Nápoles -, “uno de los militares más destacados, por su comportamiento, en la defensa del Lugar y Plaza de Santa Cruz de Tenerife en la Gesta del 25 de julio de 1797.” Es el ataque de Nelson. Guinter era en 1769 teniente de las Compañías de Infantería de Canarias, y en 1778, capitán; en 1794 fue al Rosellón con el contingente canariio, siendo valerosa y serena su acción en la batería de La Pedrera (20.XI.1794) como Sargento Mayor, retirándose el último con su comandante, el teniente-coronel José Arriaga –que tanto cita Rocha en su Diario-. 176 En esa fecha «se publicó la guerra en esta isla entre nuestra monarquía y la de Francia por haverse sublevado dicho reino contra su rey y señor natural, a quien ignominiosa y cruelmente quitaron la vida en un cadaalso… Y con este motivo y orden que hubo real para rogativas, se hizo procesión general con la imagen de Nuestra Señora de la Antigua.» dice. Luego dará datos sobre la ejecución de la reina y una princesa. 177 «como quiera que dichos presidiarios eran de los más traviesos, dieron que hacer bastante para contenerlos, ia en la puñaladas y embriaguez y ia en otros vicios en que estaban manchados.» O sea, en el pabellón de contagiados del Hospital, suponemos. 178 «de suerte que en cada barco tomaron en unos sinco, en otros tres y quatro hombres», que fueron confinados, «con los demás bagos», en un navío de guerra en Sta. Cruz de la Real Armada de Su Majestad. 179 Romero da los nombres de los jefes isleños que comandaban esas tropas.

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Virgen del Pino fue bajada el 14 de octubre a la Ciudad en rogativa por la guerra en la

raia de Francia –en lo que fue diputado, elegido entre los regidores, el propio Romero-.

El prodigio que obró la imagen en esa ocasión, dice, fue no confirmarse la maior

sosobra y consternasión que produjo la vista, al tiempo de su entrada en la Ciudad, de

un convoy de 25 velas, 3 de ellas de guerra, que se creyó invasión francesa, …siendo en

realidad holandés; Ella estuvo en la Ciudad hasta el 4 de diciembre: 51 días de rogativas,

misiones y procesiones. Y obró fuera de tiempo otro milagro: reventar la esobasión del

sigarrón en enero-febrero siguientes…, señala el cronista.

En 26.IV.1795, consigna, se hizo funeral, por el Cabildo eclesiástico y de orden real, por

todas las bajas de la guerra con la Francia: en julio se hizo eco de la paces de Basilea,180

con devolución de lo invadido en el norte de España, y sin el menor comentario rubrica:

«y España les cedió la media isla de Santo Domingo.»

No es el único indicio de (auto)censura que deja traslucir el texto: véase en octubre de

1794 la desaparición de los folios 17 r.-v. y 18 r.-v., acerca seguramente de las violencias

del «señor regente» por motivos frívolos contra todos los señores del Aiuntamiento...; al

consignar su muerte en noviembre del 76, dice de Ruíz Gómez que fue «su gobierno

mui violento, inmaturo y por tanto, mui a disgusto de todas las yslas, especialmente de

los ayuntamientos a quienes oprimió sobre el manejo de propios y vilipendió en gran

manera.» Podemos deducir, así, el clima de sumisión que debió conocer el Archipiélago

bajo aquel regente.

A la vista de Romero no se escaparon otros detalles, como el nuevo rumbo, de pocos

tiempos a esta parte (septiembre 1794), pasando entre Fuerteventura y esta isla, y a la

vista de esta Ciudad, que ahora tomaban los convoyes ingleses y franceses –por

iniciativa de estos últimos-, de paso para India o África; esto era motivo de inquietud,

siempre, dadas las continuas discordias españolas con esos reinos, en pleno festín

marítimo-colonial, con plena virulencia del corso.

En su Diario da detalles personales, como su nombramiento como juez Subdelegado de

Yndias y Marina 1.IX.1975, cargo que le trajo disgustos, arrestos, etc., por motivos de

protocolo –uso de bastón, siendo sólo capitán-; pero al hacer la obligada visita a todo

navío que aportara aquí, recibía las noticias del exterior de primera mano. Es curioso

que no consignara noticias de Cádiz, acerca de D. José de la Rocha, como veremos…

En aquellos tiempos de guerra –empezando por la ideológica: de ilustrados (luego

llamados intelectuales) frente a presbíteros (fueran canónigos o curas), y casi siempre

180 Prusia se desmarcó a firmar en Basilea algo antes (5.III.1795) que España (22.VII.1795) de la Primera alianza, exhausta financieramente: no podía costear la guerra; no cabe aducir este factor en el caso español, que seguía contando con las venas abiertas de América Latina, aun.

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viceversa-181, el resto de referencias de Romero a aquella son difusas; en abril del 95

llegaron dos oficiales, de Artillería e Ingenieros, con motivo de rumores de invasión

francesa, a indagar el estado de defensa de los castillos de S.M. y del Ayuntamiento,

declarando estos últimos «inservibles»; con el mismo motivo, nos da noticia que en esta

isla estaban reclutando, desde hacía más de 10 años, 2 vanderas de Cuba y Habana;

fueron movilizadas por el señor comandante para ir a defender a Sta. Cruz. Se ahondaba

el calamitoso estado y disposición a la defensa de Gran Canaria.

En las elecciones del Cabildo-Ayuntamiento para el año 1797 –como siempre el 1 de

enero-, cita la elección como síndico personero general de «el capitán don Simón

Ascanio, uno de los que fueron en la columna de granaderos milicianos que fue al

Rosellón»; ¿cómo es que nunca habló D. Isidoro con este compañero del Cabildo acerca

de la guerra, ni acerca del coronel que era el jefe de aquel en el frente y en su unidad?

Al menos no se conoce que lo haya puesto por escrito… Por otra parte, don Isidoro se

permitió no consignar el ataque a Sta. Cruz de Nelson el día 25 de julio de 1797, en que

la historia de su tierra pudo cambiar radicalmente.

Entre milagros y nombramientos, la muerte de una esclava suya de casi 90 años criada

en su casa, plagas anuales de sigarra, epidemias de virgüelas182 o de tabardillo, o presas

de navíos entre ingleses y españoles y franceses –fragatas inglesas patrullaban los

rumbos hacia los puertos tinerfeños-, o por último, fragatas grancanarias para La

Guaira con más de trescientas personas (19.XII.1799) y levantamientos o motines frente

a las carestías o entradas a los Montes (Lentiscal) para salvar a los ganados…; se pinta el

panorama después de la razzia de manos jóvenes canariias para la guerra contra la

Revolución francesa. Dos compañías de veteranos envió España para asegurar las plazas

de Sta. Cruz y Canaria; lo que faltaba para el salvar al perro flaco.

La solución, nuevos novenarios a la Virgen del Pino –y llovió, a 24.XI.1800, dice Romero,

crédulo más allá de la Señora soberana reina de los ángeles…: también S. Vicente Ferrer

en Valleseco le hacía creer en su mano intercesora-; seis meses después, habría

desaparecido la penuria, tras una temporada de bulla y gritas en los repartos de pan

que debía hacer la Cabildo en la recoba, escoltado por la tropa-. Pero en diciembre llegó

181 Los fanáticos del Trono y el Altar surgieron innumerables, masivos –incluso los delincuentes pedían morir por la patria; de donde obtuvieron un perdón real al alistarse-; si se ha de creer al general Foy, los donativos de particulares a la República en 1790 ascendieron a 5 millones, los de Inglaterra en 1793, a 45, los de España a 73, sin contar lo que llegó de América. Y Jovellanos, en una oda á Vargas Ponce, cantó que España era depositaría de la cólera celeste y portadora de la divina venganza. Ángel Ossorio: El pensamiento político catalán (1793-1795), Madrid, 1913. 182 Tratamiento: se le puso a sus hijos, «por tres veces, y cada ves por dose horas, medio pichón acabado de abrir vivo en cada pie y haverle echo veber por tres meses en dos días leche cosida y después mesclada con agua de toronjil cosida aparte y haverle untado por tres ocasiones la cara, pecho y hombros y espalda con aseite de oliva, en que fueron fritos tres lagartijas que se hechan vivas a freir y el agua de berdolaga…»; aparte se les practicaron purgas y sangrías, agua de cuerno de siervo o pan quemado contra los despeños de sangre, entre otros remedios.

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una tartana de Sevilla a costa del rey, de las que traían provisiones no para sus vasallos,

sino para sus tropas de Sta. Cruz, con la noticia de que había peste en Sevilla y Cádiz: la

epidemia que mató a D. José de la Rocha en Puerto de Sta. María. Sin que nadie se

hiciera eco –según los documentos- de ella…

Ya estaba aplacada dijeron, pero había matado 24.000 almas en Sevilla y 15.000 en el

entorno de Cádiz; tras mantener en cuarentena 12 días a la tartana, luego «se les

admitió a plática.» Romero supo entonces que había perdido a 4 parientes allá. Pero

nada supo seguramente de D. José de la Rocha, por lo menos en ese momento –no hay

rastro alguno en el texto-. Silencio, por supuesto, también acerca de su condición de

traidor, de desterrado o proscrito.

Hacía 14 meses que no se recibía correo de España –Nelson bloqueaba Gibraltar y las

rutas al Archipiélago-, y se presumía una invasión inglesa, advierte Romero; la corte

había declarado la guerra también a Portugal, y afrontaba una crisis fiscal, déficit e

insolvencia, derivados de las guerras y el bloqueo británico (caída de derechos de

aduanas, contracción comercial), que era el peor de los riesgos de supervivencia de la

monarquía…

La guerra contra Inglaterra comenzó en octubre de 1796: un error capital de Godoy –

derivado de la intriga de Basilea-, que arruinó a España y le desprestigió ante ‘sus’

colonias; preso el gobierno del partido clerical que apoyaba la reina, no pudo impedir

que estos se cargaran los ministerios ilustrados que debían modernizar el vetusto

imperio, sus finanzas y anquilosamientos…

Y ante semejante crisis estructural, el Cabildo grancanario puso en juego su mejor

resorte: traer a la Virgen del Pino; logrado esto, ese mismo día llegó correo,

prodigiosamente dice Romero, entre media docena de otros portentos (para el trono y

el altar)-. La grey tuvo ocasión en su delirio mariano de desobedecer –por dos veces- la

orden del obispo Antonio Tavira de no sacar imágenes el día del Corpus: le hizo

procesión solemne por toda la Ciudad, y poco después por la Plaza de Santa Ana,

acompañando a Su Majestad Sacramentado…

Por estos mismos días de 1801, la guarnición de veteranos de Ultonia183 y América

encontró oportuno hacer un desfile patriótico de publicasión de la guerra contra

Portugal, como nunca se había visto en Canaria; saliendo de la Plaza Mayor a tambores

batientes y fuego de fusilería, los veteranos fueron fijando carteles, sin pararse a

publicar, en los puestos de costumbre, hasta volver al mismo punto. Es curioso que esto

no se hiciera en las declaraciones contra Inglaterra o Francia…

183 Será Hibernia?

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210

Y semanas después –si no querías caldo…-, saltándose las preeminencias, la inmediata

paz asentada con Portugal fue publicitada con el mismo aparato marcial, y por el

juzgado militar –ignorando al corregidor político, que lo había hecho siempre, dice

alarmado Romero; lo que provocó el correspondiente litigio ante la corona-… En

diciembre fueron licenciados los milicianos y evacuada a Sta. Cruz la compañía de

veteranos, cerrándose un presidio o vibác que se había dispuesto en la Plaza de Santa

Ana. Qué pueblo más militarmente violado... La inquietud no cesó hasta 1802.

La pobre verdad de mucha historia que se hace hoy es más adormecedora y dañina que

la peor mentira: las versiones parciales pero ultra-patrióticas de aquellos tiempos

oscuros, engordan la necedad, la vacuidad del paisano.

La guerra del Rosellón se desenvolvió en tres campañas; y sólo la inicial fue exitosa para

España –lo que disparó la euforia patriótica-; pero para la milicia teldense y canariia, fue

catastrófica siempre. Era imposible que fuera de otro modo, dada la penuria material de

su equipamiento y condiciones frente al mejor ejército de Europa en aquel momento.

Fueron, sencilla y miserablemente, carne de cañón.

Unos 65.000 hombres puso la monarquía bajo el mando de tres sucesivos generales,

unos 32.000 en su campaña inicial al del general Ricardos, que hizo el viejo papel del

legionario español184; entre ellos, los milicianos canariios –no sólo teldenses o

grancanarios-. Una entrada fulgurante, que acabó, tras la muerte lejos del frente de

aquel, en una sucesión de derrotas estrepitosas, concluyendo en desbandada y entrega

ignominiosa de la más poderosa plaza fortificada de Europa –según los generales

franceses-; y en el trasfondo de toda esa sangre inútil, los manejos político-diplomáticos

del primer generalísimo que tuvo las Españas, Godoy: la guerra era erosiva para su

prestigio, porque nunca podría ganarla –y lo sabía-185. Y negoció una paz a espaldas –lo

que no quiere decir que no estuviera al tanto- de su aliado principal, Inglaterra.

Lo mejor del estudio de historia local que hace el Dr. Quintana Andrés en La milicia de

Telde… citada (Guía histórico-cultural de Telde nº 25, nov. 2014), es la sección

documental en su segunda parte; la primera es un lamentable ejercicio que ampara el

ultra-derechismo peor de esta tierra, el insularista: divisionismo pro-colonial.

184 Señaló Thiers: «la Corte de Madrid prefirió un ataque por el lado de Perpignan, porque allí tenía una base más sólida en plazas fuertes; porque contaban con los realistas del Mediodía, según las promesas de los emigrados; y últimamente porque nunca olvidó sus antiguas pretensiones al Rosellón.» (Historia de la Revolución, t. III, p. 17., señala Ossorio, op. cit.) Muchos de esos emigrados eran clérigos que no juraron la Convención, y vivían por cientos en el Noreste español: muchas familias distinguidas les tomaban como profesores para sus pupilos. La reocupación bélica de Cataluña fue una reacción también a las proclamas seductoras de la República hacia el regionalismo catalán, del que tanto recelaba Madrid. 185 Escribió a Iriarte, su diplomático ante el gobierno revolucionario francés: Necesitamos la paz cueste lo que cueste.

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Yendo a esa segunda parte, conmueve el que denomina estoicismo de los milicianos,

atrapados por la triple rueda combinada del destino: el colonial, la ceguera marcial y la

obediencia al rey. En realidad, tres caras de una sola verdad, como el misterio trinitario.

Se resuelve en la condena a muerte del que no sabe salirse de ese engranaje de

misterios.

Los datos que aporta la documentación que suministra Quintana comienzan con el

testamento de D. José de la Rocha, a quien una mano del destino escogió como jefe de

la expedición; sólo los dioses saben cómo hizo el comandante general la elección de ese

hombre, para esa condena al fracaso y a la extinción de su Casa. El 19.V. 1794 había

recibido la fatídica orden, y el 22 deponía ante el escribano, sin más tiempo para otras

voluntades antes de cumplir siegamente con su presentación ante el jefe español en

Sta. Cruz, a fin de conocer las órdenes para mandar a la tropa y la organización de su

embarque.

Cedía la gestión de sus bienes a su hermana, viuda como él mismo, Dª. Josefa de la

Rocha y Alfaro, y a su hijo Agustín de la Rocha y Carvajal, teniente-capitán de la misma

Milicia. Así de fácil se descabezó ese linaje: no se volvieron a ver nunca.

Es extraño que siendo viudo y cabeza de una Casa importante, fuera escogido para

mandar la expedición peor equipada que podía enfrentarse al poderoso ejército

francés; también eran viudos otros soldados, entre ellos algún capitán –e incluso alguno

era casado-, pero no eran poderosos. Porqué fue escogido él por el comandante

general A. Gutiérrez. O, ¿es que era el mejor capacitado?

Es desgarrador leer las mandas que hacen los milicianos ante el escribano: alguno

declara «me ha tocado pasar en la compañía que del regimiento se saca a la

campaña…», dando a creer que se hizo por sorteo, cuando de siempre las ruletas han

estado marcadas: aquí, en Tenerife, en España; sin embargo, el Dr. Quintana les

denomina, en algún punto, “voluntarios” –no puede ser una broma macabra; ¿un

desliz?-.

Después, pasan a dar disposiciones para su entierro, convencidos de adónde iban –sin

ignorar las contingencias del mar, no sólo las de la guerra-. En hábito franciscano o en

uniforme; pero piden a sus compañeros que les acompañen en el duelo allí dónde

pudieran caer; y a su parentela de aquí –como si lo fueran a saber-, que en su

parroquia, se les haga duelo como si estuviesen de cuerpo presente –oficio de la media

cera-.

Eso sí, pagándose de sus bienes la debida limosna a la Iglesia; eran todos pequeños

labradores o ganaderos, arrendadores de tierras, artesanos, pequeña nobleza rural,

llamaríamos hoy por los bienes que declaran en esos testamentos; unos cortos bienes,

de los que alguno manda dar 8 reales de plata a la Virgen del Pino y una libra de cera al

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señor del Altar Mayor de Guía, como ofrenda para que no les dejen morir en tierra

extraña…: es Antonio Sánchez Álvarez, soldado raso de un lugar tan áspero como Los

Montes de Santidad en Telde.

Qué tenía que hacer este buen hombre en la guerra de Carlos IV contra la República

francesa; ¿el sentimiento popular, hondamente religioso y monárquico, que acogió

entusiasmado esta guerra con el carácter de una cruzada, como sueñan los cruzados, de

cuartel o de sacristía? ¿Volvió Antonio Sánchez Álvarez a Santidad? Silencio, desde

luego: nadie nos podrá contestar.

La estancia de don José de la Rocha en el Puerto de Sta. María gaditano se debió

probablemente, a su degradación y destierro de su residencia natural y posesiones, por

la real orden (4.I.1799) de indulto de las penas dictadas –cuatro de ellas a pena capital-

contra los jefes del Estado Mayor que entregó el castillo de Figueras –en su estreno en

la defensa del territorio; a partir de entonces, la más inexpugnable se convirtió para los

franceses en ‘la belle inutile’- al general Perignon.

En su Diario no constan esos detalles, naturalmente, y no es fácil el acceso a

información acerca de ese consejo de guerra, al menos por Internet, o desde las

bibliotecas canarias…; ha sido así hasta ahora (2015), en que hemos podido

documentarlo mejor, como se ve en el texto.

Sólo teníamos una fuente bien informada, dada su condición militar; según el general

de división Sepúlveda (ElPaís.com, 11.IV.2001), las sentencias de fusilamiento fueron

sustituidas por destierro y las no capitales por degradación y/o prisión; añade que en

1814, el mismísimo brigadier Torres, pusilánime jefe del castillo que había solicitado su

sustitución por no sentirse apto para defenderlo, y principal acusado, recuperó el grado

en el ejército. ¿Sarcasmo? Así es:

“Fernando VII por R.D. de 6/6/1814 nombró nuevamente brigadier a Torres,

quién se había vuelto a alistar como soldado en el ejército.”186

Debe suponerse que en los archivos del ejército figurará la hoja de servicios completa

del coronel D. José de la Rocha, donde se supone que debe consignarse todos sus actos

dentro del régimen militar, hasta su deceso; sería interesante confrontar esa

información. Pero nada puede sustituir lo que pueda conocerse en el propio expediente

del consejo de guerra celebrado en Barcelona, y en la real orden de conmutación de

penas (4.I.1799).

Pero ¿había acariciado entonces, y en tal situación deshonrosa, el Coronel Rocha hijo, la

idea de dedicarse al comercio colonial?; o bien, ¿iniciar una carrera personal en América

186 Memoria del Plan Director de la fortaleza-castillo de San Fernando en Figueras (Girona). Barcelona, Abril 2001.

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o El Caribe, bien fuera como mercader, o agente comercial; o quizás, como Juez

Comisionado para la fundación de Nuevas Poblaciones, en América?187

El vector transmisor de la enfermedad fue el mosquito caribeño-americano, que se

hace adulto en los meses de agosto-septiembre; en el momento de propagación de la

calamidad de 1800, se dieron las condiciones climáticas óptimas para su expansión en

las costas bajo-andaluzas (y también lo fueron en su desaparición, después).

El foco primario fue el Barrio de Santa María de Cádiz, que se hizo ya alarmante a fines

de agosto, cuando se reunió el cabildo secular; se había detectado fiebre amarilla en

navíos llegados en marzo 28, junio 30 y julio 6. A principios de agosto había alcanzado

ya en el barrio de Triana de Sevilla: el eje del río Guadalquivir, sus orillas, pudo ser un

frente de propagación importante; La Carlota –núcleo situado también en el valle del

Guadalquivir, limítrofe entre Sevilla y Córdoba-, fue el punto extremo de difusión de

este episodio.

En Puerto Real, la primera cita documental data de 21.VIII.1800, y comenzaron ese

mismo día las alarmas, enviando agentes y médicos a conocer la situación en Cádiz y

Puerto de Santa María: e inmediatamente se ordenó regar las calles con agua-vinagre

al ¾, así como toda una batería de prácticas preventivas públicas y privadas, con los

usos en aseo y desechos, el régimen de los ganados, la matanza, los alimentos, la

carpintería, etc. Pero ante las indagaciones de Puerto Real, los grandes puertos

comarcanos manifestaron que estaban limpios, no había contagio, desde luego…

A fines de septiembre, la situación de parálisis y crisis calamitosa era generalizada,

tomando Madrid disposiciones centrales para su control188. Pero las poblaciones

flotantes –en particular la soldadesca- no pudieron ser controladas, y desde Cádiz se

deslizaron hacia el interior del territorio. Se redobló en algunos puntos la dureza de las

medidas, y se puso a la cabeza de las guardas (muchos de ellos marineros) del cordón

187 Estos personajes eran los comisionados regios para efectuar los actos de fundación de las citadas Nuevas Poblaciones mediante el procedimiento de Visita General, fundando impuestos a la navegación en los puertos y el comercio, destinados a la construcción de los edificios públicos esenciales –Iglesia, Casas Consistoriales y Cárcel, oficinas de la Real Hacienda, Conventos (otro elemento diferencial de calado respecto a las fundaciones metropolitanas-, a recursos municipales, y a obras de defensa y ornato: “El acto de fundación responde a un ritual muy similar al efectuado en el periodo colonial temprano. En la fundación de La Concepción, el Visitador relata: «Y los ampare en nombre de su majestad Católica, expresando su real nombre y poniéndole [a] este lugar el de la Purísima Concepción de la Virgen Mª Nuestra Señora… e hicieron en el los actos acostumbrados de posesión, esparciendo tierra y entrando por las calles delineadas y Plaza, todo en sentido de la verdadera, real, actual, civil y natural posesión».” (Isaac D. Sáenz. Arquitecto FAU. URP. Maestría en Historia. UNMSM: Territorio y urbanismo borbónicos. Las Nuevas Poblaciones durante el siglo XVIII en el Perú colonial. http://www.arqandina.com/docs/articulo_nuevaspoblaciones_saenz.pdf.) A veces, estos Jueces Visitadores quedaban como Gobernadores e Intendentes de una jurisdicción, como gracia regia en pago de sus funciones. 188 Es obvio que esta debió ser una de las razones principales de la ubicación de la capital y corte española en el centro equidistante de los puertos de la península (Madrid).

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sanitario en Puerto Real, a los capitulares y la gente distinguida, pero el coladero en el

resto de vías era inevitable…

Es de suponer que las mismas precauciones tomaría el Puerto de Santa María, respecto

de Cádiz y sus desembarcaderos; porque los capitulares de Cádiz –pese a la amenaza de

la corte madrileña con durísimas penas- protestaron del bloqueo impuesto por los

pueblos, debido a su desabastecimiento de productos comarcales, y hasta de la

necesidad de esparcimiento de los individuos para mitigar la depresión colectiva.

Una ‘fe de sanidad’ o salvoconducto de ser ‘limpia’ la dolencia –esto es, no contagiosa-,

fue el principal mecanismo de la ósmosis mortal: la controversia de pareceres entre los

médicos y cirujanos, dio pie a que adoptara su forma más blanda. Así, la exigencia de

inter-comunicación por parte de los puertos –singularmente, el mayor (Cádiz)-, se

convirtió en marco de difusión de la epidemia…

Hay que considerar que Puerto Real, como es sabido, poseía jurisdicción regia directa,

lo que le daba posición fuerte en el cumplimiento de lo dictado desde Aranjuez; pero

Cádiz poseía la capacidad de convicción que dan las leyes del mercado, más aun en un

clima de desgobierno, confusión y pánico como el que nos ocupa.

Además, la carencia de personal médico se hizo notar pronto, cayendo en el contagio

los propios facultativos. Los cargos públicos comenzaron a no asistir a las Juntas de

Sanidad, como ya se vio, quedando al frente de los asuntos gente de segunda fila;

empezó la competencia por contratar a los escasos médicos no sólo gaditanos (se buscó

en Medina Sidonia, etc.), sino sevillanos (Arcos, Jerez), …incluyendo alzas de sueldos en

cuantía creciente: la prioridad de las acciones de gobierno eran atender a la gente, a los

más desasistidos, buscar asistencia por medio de personas influyentes (Capitán General

príncipe de Monfort, marqués de Tamarón, etc.), disponer miles de sahumerios y

fumigaciones (incluso con “ácidos minerales”)189 de purificación de la ciudad-puerto –

en ocasiones frente a una oposición violenta por parte de ciertos vecinos-.

Hacia el día 18 de noviembre se habla ya acerca de “la pasada epidemia”, después de

unos 7 meses; conclusión esta, certificada por una comisión médica francesa. Y se

restablecieron relaciones con todo el país, las flotas de todo el mundo, etc.

Pero en 1801, tras varios rumores de vómito negro, la epidemia rebrotó en Medina

Sidonia “a fines de verano y principios del otoño”: el óptimo estacional, nuevamente. Y

surgieron nuevas cuarentenas de los pueblos comarcanos respecto de ese último. En

189 “consistiendo en quemar azufre o muriático oxigenado (ácido clorhídrico) dentro de las habitaciones de las casas, hospital y panteones de las iglesias”, sin olvidar los conventos e iglesias, así como también “gas nítrico” J.J. Iglesias Rodríguez: La epidemia gaditana de fiebre amarilla de 1800 (el caso de Puerto Real), 1987.

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1803 ocurrió lo propio en Málaga. En 1804, se repitió en Cádiz y Málaga, pero

alcanzando también a Cartagena y Alicante. De nuevo se reprodujo en 1805 y 1807…

En 1810 atacó de nuevo a Cádiz, hacinada por una fuerte inmigración (incremento de

1/3 de efectivos humanos). Había mejores condiciones climáticas y de abastecimiento

con América, pero ocurrió en pleno inicio de las Cortes de Cádiz; muchos de ellos eran

militares y civiles huidos de Madrid (no inmunizados, por tanto), debido a la guerra con

Francia; y la epidemia alcanzó de nuevo hasta Cartagena, y también ...Canarias : unas

1.500 almas cayeron en el Archipiélago. ¿Las razones?: los mismos fallos en las

cuarentenas.

De nuevo se reprodujo el contagio en 1813 –siendo además asediada Cádiz por los

ejércitos napoleónicos, siendo este otro elemento de devastación comarcal importante-

. Y finalmente, un gran rebrote en 1819, que sufrió toda la comarca, pero

especialmente el gran contingente de 20.000 hombres destinado a reprimir los

movimientos independentistas americanos –y haría saltar la sublevación liberal de

Riego-190: porque brotó entre él mismo.

Todo parece indicar por tanto que la plaga estaba enquistada en las Costas andaluzas –

occidentales y orientales-, y/o era retroalimentada por los navíos españoles, franceses y

anglo-americanos de la Carrera atlántica…

Es decir, la epidemia que mató al Coronel Rocha hijo fue la trompeta de exterminio que

inauguró un ciclo de verdadera devastación poblacional y económica andaluza –urbana,

esencialmente- no sólo se la cabecera y capitalidad de la Carrera de Indias, sino de las

formaciones nacionales –los reinos o monarquías- de Occidente: fue un factor

importante en el final de era que aceleró y determinó –en el caso español- la caída del

Antiguo Régimen.

190 El de Málaga de 1821 y otros resultaron ser poco virulentos.

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El rastreo final: el Diario D. Antonio Betancourt, a la búsqueda de noticias sobre la

coronelía de Rocha.

I.

Este texto-crónica de más una década –aunque hay un paréntesis de un año- fue

extractado, comentado y publicado por D. Agustín Millares Cubas, procedente de la

testamentaría del Dr. Chil, que obra en El Museo Canario.

Don Antonio Betancourt (1743-1810) fue un personaje singular. Nació en la calle de Los

Reyes, o del Agua o de La Acequia (Real), la que bajaba por el Lomo de S. José-Sta. Ana

hasta el Callejón de S. Marcial junto a La Huerta catedralicia y giraba en la Plaza del Pilar

Nuevo enfilando hacia la Vega de S. José –traza que daría lugar a la calle misma, y

abastecía hasta comienzos del siglo XX a Vegueta y a las tierras de cultivo inferiores a

esa cota-.

Él era el menor de siete hermanos; sus padres le pusieron a edad temprana en el coro

de voces de la Catedral, donde aprendió algo de música. Pero con el dinerillo que

ganaba en el coro se inició en el comercio, prestando dinero aquí, arrendado tierras

allá, para después comprar barcos de pesca o cabotaje, metiéndose también a

constructor de casas para arrendar o vender, haciendo así su primera fortunita.

Puso el negocio comercial de La Peregrina, y su texto revela cómo ayudó a crear otras

pequeñas tiendas y almacenes en Ciudad de Canaria –dice él siempre-: digamos, la

primera cadena comercial, en la urbe del XIX. Vendía tejidos, comestibles, efectos

marinos, etc., que importaba de Fuerteventura y las otras islas, tabaco de La Habana -

con su hijo Amaro como factor en Cuba-, y maderas para la construcción y reparación

de naves, con pino y tea que encargaba a cuadrillas contratadas por él mismo para

"jalar la madera en el Pinal", que debía designar toda La Cumbre grancanaria.

Ciertamente parece haber en su texto una ortografía perversa, pero resulta que D.

Antonio escribía como hablaba, porque eso se nota cuando se es canariio: hay gente

nuestra que habla así –canariio- y lo hace en pleno siglo XXI –y no son ‘del campo’, sino

vecinos de La Peregrina-; lo que ocurre es que luego tiene la disociación mental que

obliga a escribir en el español reglado, es decir sin faltas de ortografía en la medida que

cada cual puede.

Él no tenía ese problema. No me parece que fuera enemigo de la Gramática, y bastante

mérito es que supiera escribir –lo hacía lo mejor que sabía, aunque a Millares le sonroje,

como pasa a todos los intelectuales (cuanto más españistas, peor)-; y es de sospechar

que si se hubiese encuestado a sus paisanos del paso XVIII-XIX, sólo un 3 ó 4% habrían

escrito mejor, y en ningún caso tanto, en cantidad, como hizo él. Y que fuera de tanto

interés después, incluso más de 2 siglos después.

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Hace mucho más que “entretener y divertir a los isleños” este texto. Es puro saber

cultural. Conocimiento hondo de la identidad propia. Y tiene la inteligencia más insólita:

haberlo trasmitido, cosa que se debe agradecer sin descanso, presumo que ya para

siempre. Estará por ahí dentro de un milenio, si hay suerte, aun fresco y auténtico,

oliendo a mar y lluvia, a pócimas elementales y a muerte. A todo. Vivo.

4.II.96: “llegó el barco que fue mío Sta. Bárbara a Canaria del primero viaje que dio

después del de Cadis donde vino el hijo de D. Josef Verdugo, que vino de la guerra del

francés. …trajo también …carta de D. Roberto Madan y de D. Sebastian Bordón, en que

me notician de la cojida del barco de Siprianito Avilés, que se lo tomó el francés.”

Jueves 14.IV.96: “D. Manuel de la Cruz el pintor, nombrado para hacer el mapa de las

aguas en el pleito de los de Tafira y Saltutejo…”

8.XI.96: “se pregonó la guerra con España y el Inglés, á horas de las 10 del día.”

17.XII.96: “á la oración se me tomó una declaración ante el Sr. Gobernador de las

Armas, a fin que declarase si tenía trato con algún comerciante de nación inglesa, y solo

declaré el tenerla con D. Guillermo Mas Daniel…; so hera, lo siento.”

18.IV.97: ataque a los barquillos del Puerto de la Luz por 4 lanchones ingleses, que en

una fragata de las dos de la Compañía de Filipinas que estaban fondeadas, mataron a 2

marinos y se llevaron al piloto y a otro, soltando al resto…

24.IV.97: en el Ganin (¿Arguineguín?), el Inglés se cojió el barco de Juan de Telde que

venía de la costa; los barqueros lo encallaron habiendo marea baja, pero esperaron que

llenara, y lo sacaron.

Más adelante (misma fecha) dice que se extendió la voz que había desembarcado por

Maspaloma y formado campo, saliendo de la Ciudad varios oficiales “á unirse a sus

compañías en Telde.”

27.IV: se corrió la voz que “se cojió el barco Sto. Domingo de Domingo Suáres y el barco

de la Vera Cruz, de Antonio Melián.”

(29.IV.97: señala que denunció un robo en una lonja vecina de la Peregrina, entre las 2

y las 3 de la madrugada “con el motivo de averme levantado á misa.”)

2.V.97: anota que al día siguiente, día de la Santísima Cruz les dí de comer una comida

de pan y otra de gofio, carne y demás, a 27 palmeros que hera la compañía del barco

del Gallito, que los avía prisionado el Inglés en la guerra de este año 97, y los cojió el

sábado 29 de abril sobre los puertos del Ganiguín y Maspaloma.

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12.V.97: a las 5 de la tarde, nuevo apresamiento por una fragata del Inglés del barco de

Galinda S. Caetano. Por la noche enviaron a pedir rescate y refresco. Al negarlo el maior

de plaza, le dieron fuego, echando a tierra a la gente.

Ese mayo fue un mes duro, en que hubo sarampión, de que murieron “algunos niños.”

28.V.97: nueva entrada del Inglés, en el Puerto de Sta. Cruz; 8 lanchones atacaron a un

bergantín francés de 30 cañones con 150 tripulantes, pero con 30 de ellos en tierra

junto con el comandante y oficiales: una batalla a degüello, que acabaron ganando los

agresores, llevándose el buque; el comandante francés pidió al español “ocurrir al

Madrí, al Rey” a pedir satisfacción…

7.VI.97: “se embarcaron los Ingleses que desertaron en el Ganiguín para Santa Cruz.”

En este mes se levantaron los vecinos de Vega de Arriba, S. Mateo y Madroñal,

cortando las aguas de Saltutejo y demás; al ordenarse mandar compañías en li(d) de

guerra, los prebendados Sumbado, Nabarro y Alfaro y otros dignidad y ciudadanos

visibles, fueron a predicarles: el S. Sumbado “consiguió la victoria”, y los vecinos –que

fueron los informantes luego de D. Antonio- liberaron las aguas. Debieron declarar los

cabecillas ante el Governador D. Juan del Castillo y el Sr. Virgil que hera oidor.

Defensivamente, este mes se empesó a haser una Planada para poner cañones junto a

la Carnesería.

23.VII.97: el Inglés avía enpesado a bonbiar la plaza de Sta. Cruz, continuando el fuego

vivo hasta el 26, día de Sta. Ana: defendiéndose la plaza tan baronilmente que ganaron,

matando a unos 800 ingleses por sólo 16 españoles más o menos.

1.IX,97: aparecieron 3 navíos Ingleses a la caza de una fragata francesa que venía

cargada de Mérica por valor de 9 millones de ptas. con 80 personas, hasta meterse en la

barra del Confital, donde dio fondo a media tarde, mientras era cañoneada por aquellos

a pesar del cañoneo desde los castillos de Cabrón y del Puerto; varios lanchones la

tomaron, tras huir a tierra unos 50…

4.IX.97: dice haber hecho una visita a distintas dependencias del Convento Bernardo,

cuya Abadesa con mucho onor le mostró las imágenes, seldas de distintas profesas, y

“una imagen que estaba de nuestra Sra. de la Rocha, que dice avia sudado el año del

diluvio, la que estaba en la selda de la Sra. Güertas.” Tiempo después, cuando le dio un

dolor de pecho, el convento le envió “una fuente de vollos de alma y rosquillas de

masapán.”

No dejemos pasar esta información –porque D. Antonio era un asiduo del Convento

que cita-: “nuestra Sra. de la Rocha”… Virgen de la que no hay muchas noticias hoy.

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Obviamente debía estar relacionada con la Casa de los Coroneles: “avia sudado el año

del diluvio, …[y] estaba en la selda de la Sra. Güertas”.

Marzo de 1798: “se cojió el Inglés el barco del Carme de mi compadre D. Roque de

Torres, que salía de la Orotaba.”

Verano del 98: hay grupos de franceses y moros, que crearon distintos problemas y

algún enfrentamiento –poniendo guardas finalmente a los segundos, hasta que se

fueran los franceses-.

28.VIII.98: dice haberse concluido el Sinborrio de la santa iglesia, sentándose la

santísima Cruz en el farrol de aquel, por lo que se hizo fuegos, repiques y embanderados

interiores…

27.X.98: aparecieron enfrente de la ciudad 4 embarcaciones Inglesas que habían

apresado otras francesas, entre ellas la que había apresado una de moros, y acababa de

salir de este puerto; echaron bandera parlamentaria, yendo a hacerlo el hijo del maior

de la Plaza…; desde tierra dieron algún refresco y soltaron a los franceses.

20.III.1799, miércoles santo: “se tocaron las cajas a rrebato, a causa de averse abistado

un convoy que se ccomponía de 55 velas, que fueron las que se pudieron contar y

pasaron para Sta. Cruz.”

“En esta semana 1ª de abril [1800] y semana de Dolores hubo una falta grande de

pescado salado y se vendieron muchos barriles de arenques que estaban podridos, de

un francés, D. Miguel Canal.” Parece indicar la eficacia del bloqueo inglés, incluyendo la

no llegada de barcos isleños desde La Costa… Días después (día 11) se confirma esto, al

consignar que llegaron 10 balones de papel de Sta cruz para el boticario, en tiempo que

avía falta, para que se surtieran los tribunales y el resto para abasto del público de

orden del comandante General, “cuio papel fue de una presa portuguesa que cedió el

francés.”

Por fin, damos en este rastreo con la siguiente anotación:

“En este día, 17 de abril, martes tercero día de pascua de Espíritu Santo del año

de 1800, llegó a Can.ª la noticia de que cinco buques ingleses se estaban

batiendo con quatro buques españoles, dos de guerra, en que venía el coronel

Rocha, y su tío, y dos mercantes en que venía D. Reymundo el maltés, y D.

Agustín Perez, asta aqui no se sabe otra noticia mas que esta, que la dio una

fragata ó tartana que escapó del combate y llegó a Sta. Cruz.”

Es necesario preguntarse en primer término: qué coronel Rocha era este. ¿Se trata de

D. Agustín Mª del Pino, último del título? Pudiera ser, tal vez porque D. Joseph ya no lo

fuese, tras su caída en desgracia y degradación; este murió el a las 4 a.m. del 14.X.1800

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–como sabemos, en la epidemia de peste de Puerto de Santa María de ese verano-. Así

que estaba aun vivo aquel 17 de abril.

El Testamento Militar o última voluntad de D. Josef parece deshacer la confusión: dice

en él de sí mismo que es Coronel –y lo mismo dicen otros documentos adjuntos-, y de

su hijo Agustín que es Capitán. Señala además, que

“en ocasión de haber muerto mi [tío] el Dr. Dn. José de la Rocha Betancourt en

el prim.º del corri[ente]”.

La fecha de esta última voluntad es “Pto. de Sta. María octubre 8 de 1800”, firmado y

rubricado con trazo firme y decidido, de su mano sin duda posible. Su tío, el capellán

real D. José, murió por tanto allí el 1º de octubre –víctima igualmente del contagio,

parece ser-.

Se plantea así la posibilidad que el Capellán Real, hermano menor de D. Antonio

Lorenzo, sea “su tío”, al que alude la noticia de D. Antonio en su Quaderno; en cuyo

caso, habría embarcado también en la fragata Sta. Sabina, como tal capellán –o si no,

como soldado raso, que no es probable le fuera permitido-…

Pero no: todo parece cuadrar; D. Joseph volvió desde Sta. Cruz a Cádiz –sin duda

ostentando aun el título de coronel-, y lo haría por necesidad o voluntad de continuar

sus gestiones allí y Puerto de Sta. María... En tal caso, ese navío ¿podría ser el que llegó

a Sta. Cruz con el medio millar de milicianos que regresaron de la guerra del Rosellón-

Ampurdán –aunque no podemos precisar en este punto en qué fecha tuvo lugar ese

retorno, que parece aquí muy tardío-? Hay posibilidad que en el archivo militar del

cuartel de Almeida pueda encontrarse noticia de este buque; Cardell Cristellys191 y

otros, citan algunos datos al respecto en la página web de la Tertulia Amigos del 25 de

julio.

En relación a nuestra inquietud y búsqueda, señala Francisco Tovar Santos, en la citada

web (c. 24 de julio de 2015):

“Tras la Paz de Basilea, ya en 1796, regresan los combatientes al mando del Teniente

Coronel Guinther, añadiéndose al júbilo por el retorno el aumento de la capacidad

defensiva de las islas con la incorporación de soldados veteranos y curtidos, ante unos

191 A pesar que no parece un cronista fiel a los documentos; en la web de esta Tertulia, dice: “El

Comandante General de las Islas Canarias, Don Antonio Gutiérrez da cumplimiento a la Real Orden de 29

de marzo de 1794, por la que se le manda conformar “tres compañías de gente soltera y robusta”,

entresacadas de la Milicia, con destino a la campaña del Rosellón. Setecientos soldados forman el grupo

expedicionario al mando del Coronel D. Antonio Rocha.” Aunque se nota que escribe de memoria, no se

exculpa que diga D. Antonio, porque fue D. Joseph de la Rocha, el Coronel Rocha.

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tiempos que se prevén inciertos, como reiteradamente advierte el prudente General

Gutiérrez.”

Asombroso panegírico patriotero este, para unos combatientes que volvían del frente

humillados; lo peor es que aun habría de sufrirse un nuevo desvarío de la corte de

Carlos IV, su segunda insensatez: declarar la guerra a Inglaterra; en vez de por ejemplo

emplear los recursos en desarrollar pacientemente una poderosa marina española que,

sólo de paso, protegiera debidamente de las razzias de las potencias marítimas, al

Archipiélago.

Así, los canariios –como todos los súbditos españoles- se vieron combatiendo, en el

curso del mismo conflicto –como el propio Tovar apunta-, a las dos grandes potencias

europeas, sucesivamente. Mientras ellas, Francia e Inglaterra, se aplicaron a adueñarse

de los mares...

Volviendo a los Quadernos, el día siguiente 18.IV.1800, consigna D. Antonio que murió

el conde de Vega Grande D. Francisco, de una enfermedad de sólo 24 ó 30 horas;

posiblemente le visitara, sin poder hacer nada, el médico del Sr. obispo, como se dice

en otras anotaciones de D. Antonio. Un ictus entre tantos?

5.V.1800: motín á la noche de todo el pueblo de Arucas á causa de la necesidá tan

grande que padecían, asaltando el maiorazgo de Arucas, donde había 400 fanegas de

trigo que el Comandante General había ordenado a la tropa enviar a Sta. Cruz, y se lo

repartieron con su dinero; la Audiencia mandó oficios, pidió auxilio de compañías y

artillería al Gobernador de las Armas, corrió la voz que otros lugares se les habían

sumado, etc. Pero al tercer día se apaciguaron los ánimos.

12.VII.1800, sábado a la noche: entró un vergantín inglés en las Comedurías de La Luz, y

sacó 2 barcos (La Serena y S. Miguel) fornecidos para salir al día siguiente para La Costa,

así como el Las Angustias que llegaba cargado de pescado salado. Al día siguiente, a la

vista de la ciudad persiguió también al Las Flores, aunque escapó por caminar bien;

pusieron bandera parlamentaria ofreciendo devolver la presa y tripulación por 800

duros y algún refresco. Dice que todo lo compuso Dominguito el del Terrero. Ese

vergantín era el que había quemado en Fuerteventura 2 barcos y otro de los Galderos

cargado de madera. También cogió el Las Angustias en Las Calmas de Canaria, que venía

de La Costa cargado de pescado.

6.VIII.1800: volvió el Sr. obispo de la visita a Lanzarote y Fuerteventura.

18.VIII.1800: llegó a la ciudad el Piloto Sebastián Barrera con el barco del cojo maltés,

que venía de Buenos Ayres y recaló por las Salinas de Canaria (¿Caleta del Romeral?),

por no poder llegar al puerto de la Luz.

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20.VIII miércoles: entró en Canaria las compañías de soldados de América; se

repartieron entre la casa de Martínez en la Plaza de S. Bernardo y el cuartel de los

Reyes.

31.X.1800, viernes: se embarcó para Sta. Crus en el varco de Carabajal el Inquisidor D.

Candido y los tres hijos del conde de la Vega Grande y su paje, para de hally aser viaje á

España en un barco de la China que hía con vandera parlamentaria y llevaba 300

ingleses prisioneros. Salió este barco de Sta. Cruz á su viaje el día jueves 6 de noviembre

siguiente, y á las 24 horas. Salidos á la mar, se levantaron los ingleses y botaron una

lancha á la mar, y embarcaron al Inquisidor y los hijos del conde, paje y algún otro

pasajero, y sin más marineros que el Inquisidor, hijos del conde y demás …y

milagrosamente llegaron al ligar de galdar, al puerto de las Nieves, con parte de

hequipaje…”

10.XI.1800 lunes y amanecer del martes: moría su hermano Josef Alonso; D. Antonio

costeó su entierro: debía ser mando en las milicias, porque se le vistió de uniforme,

recibió honores de una compañía con tambor y armas y fue cargado por 4 sargentos.

4ª semana de enero de 1801: “se puso a repartir en casa D. Félix Verlanga un poco

sebada de Lanzarote, y fue tanto el tomulto de las gentes que se agolpiaron en parte.

Vino la Justicia y también piquetes de soldados para repartirla, y aun con todo no se

podían contener.”

Invierno frío quizá, pues en 13.II.1801, viernes, nevó fuerte –una granizada muy grande

que cubrió la cumbre quanto larga es-: “en la edad de 60 años que me hallo no he visto

otra” igual.

Y por fin una noticia muy directa acerca de nuestra búsqueda: “En este día, 2 de marzo

de 1801, lunes, se le dio, por medio del [religioso franciscano] Padre Montesdioca, la

noticia de la muerte del coronel Rocha á su hermana Dª Angela y demás de su familia,

quienes desde hesa misma ora serraron sus puertas. En el día jueves, 9 de dicho mes, se

le hisieron los oficios en la Parroquia y en todos los combentos.”

Cabe decir que era casi necesario que D. Antonio Vetancourt consignara este evento

luctuoso ocurrido en el Puerto se Sta. María de Cádiz, porque él debía conocer

personalmente al coronel Rocha, puesto que era vecino de la misma calle; se trata de D.

Josef, necesariamente, por los datos disponibles. Por tanto, la noticia de su estancia en

Sta. Cruz en el barco que trajo a los milicianos, tiene todos los visos de ser también

cierta: habla en los dos casos de la misma persona, que conocía perfectamente.

5.III.1801, jueves: “se tocó a rebato á causa de unos Nabíos que se avistaron; disparó el

castillo del Rey baros cañonazos para juntar las gentes de los campos, pero se sosegó

esta tormenta, porque los navíos tomaron otro rumbo y todo calmó.”

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A pesar de la situación de bloqueo, el día 6.III.1801 se estableció un récord: “vendí en

mi tienda á dinero al contar cerca de 4.500 rrs., cosa que nunca avía vendido.” Pero

luego hay un dato que confirma la crisis, el 18.III hubo cabildo [secular, con oposición

del eclesiástico] para traer a la Virgen del Pino, que vino el miércoles 22, “por la seca y

ambre que avía, y á los 8 días, miércoles a la noche, llovió mucho, que corrieron los

barrancos [atribuyéndolo á Ntra. Sra. este milagro].” En la ciudad sólo hubo una

ventolera y rosíos cortos todo el día ¿Cómo lo hacían –sólo mediante barruntos y

cabañuelas-? Estuvo puesta en la sala del cabildo, “…asta el día 16 de junio, que fue pa

Teror.”

Hubo el recibimiento por el máximo público nunca visto, y él fue a hacer compañía a la

Sra. a Las Regoyas, como el regimiento de Utoña; días después, hubo las procesiones de

costumbre, con descargas de la tropa, y la despedida habitual con 15 cañonazos de

salva por el castillo del Rey.

(En anotación posterior señala que el día anterior a la vuelta de la Virgen, lunes, salió

para Caracas el barco de D. Fco. Dias, con Febles de capitán, habiendo tiempo de calma

y cargamento principal pasajeros, entre ellos el músico D. Josef Martín, arpista y

organista menor de la Sta. Iglesia, y su familia.)

El mismo 22.IV.1801, hubo otro milagro de Nra. Sra.: entró el barco costero El Músico,

de Sta. Crus trayendo la valija de La Coruña con cédula de arreglamento de peso y

medía de todas las Islas que arreglasen por las de Canaria –con lo que había habido

diversos conflictos según anotaciones anteriores-; orden al Regente Mier apeándole de

todo por varias causas que se le acumulaban, en particular dice, la de la viudez de Josefa

Martos hermana del Iltmo. obispo…; y otra orden para que se continuase á la venta de

patronatos, vínculos y capellanías, y otros impuestos a los canónicos…

Que los clérigos estaban también en pie de guerra lo demuestra la anotación del

14.VI.1801: el diácono D Manuel de Vetencourt –probable pariente del comerciante-

mató un gato que era muy goloso, “con un tiro de escopeta de munición.” Del mismo

carácter debía ser el paisano Pepe Ayala: “En este dia, 2 de Julio de 1801, se le mandó

por el Corregidor á Pepe Ayala que matase un perro que tenía, porque avía mordido á

dos ó tres, y se rresistió el dicho Ayala, dijeron, con una escopeta y un sable, y se le hizo

una sumaria.”

Consigno dos noticias personales de D. Antonio, que tienen que ver con La Vega: “En

19 de Agosto de 1800, fué mi hija á velarse á la Vega y se veló en la hermita de S. Juan,

que está junto al Galión en la hacienda de Josefa Nuez.” El 26.VII.1801, “día de Sta. Ana,

fui á Saltutejo ó Engostura que llama en la Vega, á ver á mi hija y á pasar su día con ella,

que estaba en ese paraje [á la casa de D.* Cathalina Sumbado, con su marido y criada],

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restableciéndose de su salud.” Nuestras Medianías, como lugar tradicional de reposo y

restablecimiento.

12.VIII.1801: “se hiso esercicio por las calles con los cañones violentos de fuego, con el

motibo de haver su ecelencia mandado orden que se hisiera, á causa de que se desía

que venían los ingleses sobré las Islas, ques quanto se puede decir asta este dia de la

fecha.” Resulta que ese día “llegó á Canaria él Gobernador de las Armas y también con

el empleo de Comandante de Artillería que mandó el Comandante general para la

dirección de lo que se avía de haser para la guerra con el inglés, el que usa de todas

políticas con los que aquí exercían sus empleos.” Parece querer decir que era bastante

déspota –que parece confirmarlo el ejercicio callejero con artillería violenta de fuego-.

19.VIII.: aparecieron en la boca del barranco 3 palos de navío de 80, lingados al modo

de jangada, con restos de velas y cabos y otros restos de un naufragio, lo que formó

una curiosa comidilla entre los súbditos; fueron traídos a tierra con un barco de

descarga y yuntas por dirección del Teniente de Capitán de mar D. Domingo Jil.

23.VIII.1801, Domingo: “se biso rebista general por el Governador que mandó el

General de Sta. Cruz para que interviniese en todo lo tocante á la Isla, como se biso en

la calle de Triana, empezando por enfrente de la casa de Arvoniés á ir al pilar de Triana,

y asimismo se hiso registro de todos los castillos, disparando, algunos cañones y fijando

sus banderas. Y llovió el día de la rebista.”

9.IX.1801, a las 10 de la noche: hubo alboroto al disparar el castillo del puerto y

responder el del Rey, alarmados por el barco La Rosca de los que andaban a flete, que

se hizo a la mar… No hubo más novedad.

30.IX.1801: una fragata inglesa cogió “al barco de D. Francisco Días, llamado la Pita, su

capitán Antonio Miguel, el que venia bien interesado de las islas, de trigo, animales y

demás velülos de pasageros. Lo sacaron de Melanara por debajo de Telde, á las 5 de la

tarde; pidieron 2.000 duros; no permitió el govemador que se diera el dinero, y al día

tersero, que fué el dia 2 de Otubre, se retiró de estas vistas la fragata, junto con el

vareo, llebando consigo algunos hombres, como fueron uno el hijo de la Gaga, un piloto

que venía de Sta. Cruz.”

24.X.1801: “En este día murió la esclaba del Sor. Conde.” Y 5 días después el barranco

corrió arrastrando a una familia teldense, con tres hijos, que habitaban un cuevacho

junto al cauce.

4.XI.1801, miércoles: “llegó á Canaria la noticia más fija de las Pases.” Parece el final de

la guerra con Inglaterra.

18.XI, miércoles: los habitantes del Pinal molieron a palos al procurador y diputado D.

Jacinto y otro diputado, al ministro Padilla y al escribano D. Fco. Reyes y al –según

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entiendo- ¿perito en la madera? Pedro Tobar, por una denuncia de las maderas del

Pinal; el peor parado fue D. Jacinto, que “lo pusieron como Cristo en la Coluna”, el

menos maltratado, el escribano.

27.XI.1801, viernes: este día murió el Sor. Magistral D. Josef de Icacia, de idropesía; un

día después fue “el primero que se enterró en el Panteón de la Nueba Iglesia; se le

hisieron sus oficios en el Colegio que en hese entonses estaba sirbiendo de parroquia y

asían también sus oficios el Cabildo”, mientras se habilitaba definitivamente la catedral.

Ya vimos que en 28.VIII.98 anotó “haberse concluido el Sinborrio de la santa iglesia”, es

decir, se culminó la fábrica; más de 3 años después seguía la labor secundaria, con

intención de inaugurar al año siguiente.

Noticia cierta de la paz con Inglaterra –y final del corso, que nos mantenía asediados-:

“en este dia, 13 de Diziembre de 1801, entró en este puerto, día sábado, al amanecer,

una goleta de Sebilla cargada de aseite, losa, aseitunas y otras muchas cosas; esta fué la

que dio maior sertesa de la paz.” ¡Cuarenta días después aun no había seguridad en las

noticias acerca de “las Pases”!

En consecuencia, el “26 de Diziembre de 1801, 2.° dia de Pascua, se embarcó la

Compañía de Otoña para Santa Cruz, la que se retiró con orden del Comandante

General con el motibo de la Paz.” Pero 24 días más tarde no se había completado la

marcha: “martes 19 de Enero de 1802, salió de Canaria los últimos soldados de la

Compañía de Utoña, en que fué también el Gobernador que vino á esta Isla por

recomendación del Comandante General. Esta tropa fué toda la que vino con los dos

regimientos y salió de Can.ª en tres partidas.”

4.I.1802: honores regentales para las más eminentes autoridades de la colonia; al llegar

el nuevo Regente y un oidor con sus esposas, el Iltmo. Sr. obispo D. Manuel Verdugo

envió su coche a la Regenta y Oydora, que entraron ese lunes, a las once del día en la

ciudá.

Pero la noticia, traída sin duda por estos eminentes Señores de la colonia, tardó aun 11

días en ponerse en conocimiento de los súbditos:

“En este día, martes, 12 de Enero de 1802, á oras entre las 9 y las 10 de la mañana, se

pregonó la paz con el inglés y demás potencia, en esta forma: sale la tropa por las

principales calles y plaza á toque de cajas, sin más sircunstancias que estas.” Una

sociedad militarizada, señoreando un estado llano en la cuasi-miseria y analfabetismo

general; el control social era tal, que como botón de muestra vale aportar la anotación

siguiente:

“En este mes de Enero de 1802, á mediado, pusieron en la carsel á Roque el palmero

González, y se casó á los cinco dias después de puesto preso.”; o también: “13 de Julio

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de 1802, sacaron un hombre por las calles por aver tenido trato inlícito con una

entenada y demás que se le acumuló; este hera vezino del lugar de Tirajana; se le

perdonaron los azotes.”192 Algunos señores tenían más que autoridad impunidad:

“13 de Julio de 1802, dio D. Bartholomé boca de cabrilla y castellano del castillo del Rey

una calda de palos á una chica criada de Pepa Juana, llamándola á su casa con engaño,

de suerte que la sangre le reventó por los oydos, á causa de que dise que la chica le

atoriaba boca de cabrilla y le sacaba la lengua.” Y se tomó la justicia por su mano; pero

algo le debería él a la criada, para que ella le ridiculizara.

Sin embargo se dieron hechos puntuales de irreverencia: “En 28 de marzo de 1802,

Domingo, á las diez del dia, se leyó en Sto. Domingo un apenitenciado por la Inquisición,

por blafemo irreverente, en aver tomado la magestad al tiempo de comulgar y escupirla

en el suelo y averla pisotiado, cuio soldado hera del regimiento de los soldados de

blanquillo; á éste se le perdonaron los azotes por el Sor. Alarilla, Inquisidor.”

Los riscos eran lugar arriesgado, en ocasión de velas, bailes de parida y otros saraos: el

lunes 29.III.1802 murió “el hijo de la Cangreja, gran tocador de viguela”, a resultas de

una paliza que le dieron en el risco de S. Juan, en casa de un cojo zapatero.

Fue un invierno frío también: los días 12 y 13 hubo tormenta de rayos y truenos, “vino

el barranco y cayó una granizada muy grande que regó toda la cumbre.” El 11.III cayó

otra gran nevada como nunca se había visto.

23.I.1802, sábado: volviendo de un paseo a las 5:00h sufría un accidente, del que moría

horas después (9:30h), el Sor. Deán D. Gerónimo Róo, quien sería el segundo dignidad

enterrado en la Cripta catedralicia, 34 horas después de fallecer. Fue el hacedor de la

Iglesia neoclásica por antonomasia de Canariias: la de Santiago de Gáldar, obra de su

paisano Antonio José Eduardo, hermano mayor del racionero-arquitecto de la catedral.

El tercer enterrado en el Panteón, parece haber sido el canónigo D. Nicolás Viera, sujeto

mui bueno y capas, aunque le juía a la muerte, a las campanas y a la sepulturero, ni

quería que se le administrare.

25.I.1802, lunes á ala tarde: D. Pedro el francés con la hija de D. Juan el francés, su

mujer, embarcó “para Sta. Cruz, para de allí hacer viaje para Lanzarote.”

Entre diversos ahogamientos, anoto el siguiente:

9.II.1802, lunes: una hijita de la mujer de Pepe el Tonelero, que ella llevaba al quadril –

la forma característica de la mujer del país-; se las llevó el barranco al tiempo de pasarlo

192 Por la Inquisición sin duda, todo este espectáculo.

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por junto a la banda del mar. Distintos hombres junto con su marido se tiraron al mar

por la parte de Triana, pero sólo pudieron sacarla a ella.

¿Emigración?

“En este dia, lunes, á las i de la tarde, 22 de febrero de 1802, salió de viaje el

Barco de los Panaderos para la Habana, el que llebó mucha gente, y entre ellas

muchas mugeres y niños y niñas, con advertencia que fué Agustina la Cajera y su

prima Bárbara, y las de Ojeda y Venitez, Juan. En este barco fué el hijo de D.

Miguel Herrera y el muchacho D. Antonio Brito, que llevó mis cartas.”

Y cuando poco esperábamos ya de estas anotaciones, aparece un eco de la Guerra que

hundió a nuestro coronel y tantos milicianos:

“En este dia, sábado, 6 de marzo de 1802, se recibió el Prebendado D. Andrés Herrera,

Capellán que fué del Exército que fué á la guerra con el francés de rosas193, y por su

mérito consiguió esta prevenda, y fué la única hasaña que hisieron los españoles.”

Nótese cómo D. Antonio estaba bien informado del papel penoso hecho por España

ante Francia en esa Guerra…

1.IV.1802: marcha del corregidor D. Juan Ibañez, que “llevó mucho rrl., pero no hiso la

menor obra en el pueblo.” Debió sustituirle pronto o al mismo tiempo, el corregidor

Aguirre, quien, en entrada del día 15.VII., dice D. Antonio que ante la falta de trigo, se

fue a Telde y cogió una partida con la que llenó una lonja de la recoba.

El 18.VIII.1802, miércoles, pasó a pie por delante de la casa de D. Antonio, el Iltmo. Sr.

obispo, que se detuvo a hablarle y dar el anillo a besar, …acompañado del corregidor

Aguirre, que también le saludó “haciéndome un gran besamano, pues me estimaba”; 3

días después, le prestaba “quatrocientos pesos corrientes en duros y oro, de lo que me

hiso vale.” ¿Los llegaría a cobrar algún día D. Antonio?194

Como expresión de la fuerza con que podían correr los arroyos grancanarios –antes de

la fiebre del agua del XIX- en invierno vale la pena traer la siguiente anotación:

“En este día, martes, 8 de Enero 1803, por la mañana, por el barranco del Dragonal, se

agogaron dos mugeres, la una yá de más de quarenta años, y la otra, sobrina de ésta,

que hera una mucbacba. Y de cinco que hían solo se agogaron las dos, pasando por el

barranco de la Angostura.”; en ciertos puntos arriscados, como ocurre en alguno del

pago Dragonal, el Guinigüada –barranco de la Angostura-, encajonado, podía formar

193 Rosas fue el puerto por el que arribó el barco que llevó al Batallón que comandaba D. Josef de la

Rocha, como coronel.

194 Generalmente, cuando no esperaba volver a ver el préstamo, escribía: Requiecat in pace, amén.

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rápidos de corriente muy traicioneros…, y ahí un resbalón o una actitud temerosa podía

ser fatal.

Este año parece por la anotación que sigue, que D. Antonio decidió construir su propio

barco del tráfico de la pesca; quien controlaba ese cometido en el Pinar era uno que

parece portugués o madeirense, Sebastián Quevedo de Agalves:

“En 8 de Marzo de 1803 fué mi compadre Miguel Farias á cortarme el barco del tráfico

de la pesca de compañía con Francisco Carme el Viato, al piñal, ganando doce rrta, y

mantenido. Se presentó Sebastián Quevedo de Agalves, que está en medio del piná á

jalar la madera.” Más adelante hay alguna anotación en que parece haber vendido esa

madera, y en 29.III.1805 viernes, ya dice que fue al Puerto a ver “el barco Sto. Domingo

del herrero Miguel Sánchez, con el fin de comprarlo.”

El tráfico porteño parece haberse recuperado mucho en estas fechas, y la entrada de

buques –malteses u holandeses…- y aun de pequeñas escuadras, no era infrecuente.

Las partidas de migración hacia Cuba y América, tampoco. D. Antonio aprovechaba para

hacer pequeños tratos o enviar regalos. El 11.IV. entró una fragata de 3 palos en la que

llegó el (nuevo) Sor. Regente.

Parece que entre el 2.V.1803 y el 8.IV.1804 no hizo anotaciones D. Antonio. Aquel era

un asiento de arreglo de cuentas por 100 pesos con Angélica la de D. Sipriano, que fue

despedida para siempre, y que debía estar por encima de cualquier otro que pudiese

aparecer en sus Libros…; y el segundo es un asiento muy masculinamente asertivo –“ En

el día 1.º de Abril de 1804 estrené los calsones de añascote.”-. Ignoro si ambos tuvieron

que ver con su sequía repentina.

Al reanudarse su crónica, parece más interesado por las muertes, naturales o por

dolencias, disparos o apuñalamientos, trifulcas, robos, pasiones de amor, destierro,

etc.; así como partos y preñeces –estar ocupada, en meses maiores o menores, se decía-

, en particular los referidos a Las Higueras...: su comadre Manuela Higuera salió de vivir

en casa de D. Antonio el 9.VII.1804 para vivir con su madre en la casa nueva. Cuando el

parto salía mal, o había aborto, la expresión podía ser brutal: “se dijo que parió un

animal 4 días antes de morir y no se conoció lo que hera” (Estebanita Galindo,

28.VIII.1804).

En fin, anotaba todo lo que entonces estuviera fuera de lo tedioso. Pero sigue

habiendo datos útiles, fecundos, a la historia doméstica y general.

Maestro mayor de la Iglesia Catedral. En una anotación del 29.V.1804, al referir una

Pericia judicial acerca de un muro medianero con Antonio Melián, en el cual D. Antonio

estaba concernido (nombró como perito al maestro Vizente Falcón), el autor nombra al

que podemos considerar –en traslación a la actualidad-, aparejador-jefe de obra

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“Agustín Hernández, m[aes]tro. maior de la Iglecia Cathredal”; era el perito de la parte

contraria, pero en la fábrica catedralicia, debía estar a las órdenes del arquitecto-

racionero Eduardo. El muro era medianero de la casa que [D. Antonio] estaba

fabricando en la calle de Triana junto al caño de Munguía. Se mandó a la parte contraria

derribar el muro.

Es de anotar aquí que la visita pastoral del obispo Verdugo a Tenerife duró casi un año:

del 17.VII.1804 –en que salió de su palacio entre repiques de campana para embarcarse

por la caleta de S. Telmo en el barco Las Flores, que lo esperaba a la vela-, al 29.VI.1805.

El 9.X.1804 se empezó rogativa en la catedral de orden de S. M. por la peste que había

en la costa andaluza –Cádiz y Málaga-, con enorme solemnidad… Desde 1800 –cuando

hubo el primer brote en que murió el Coronel Rocha-, había continuos rebrotes, y en

esta ocasión la peor parada era Málaga “que bubo día que morían asta 250 cuerpos

Valiéndose de haser sanjas y en carros lleban los cuerpos para enterrarlos en las

sanjas.”

Quizá por este motivo, cuando se preparó luminarias y festines al haber sido nombrado

el arcediano D. Luís de la Encina obispo de Lima, se publicó un pregón –presumo que

por el Regente prohibiendo se “tocasen gitarras ni otros istrumentos por las calles”;

cosa que este agradecería, si es cierto que recibió la noticia “con mucha melancolía y

nada de gusto, según manifestó”.

Estancia prolongada de la Virgen del Pino en la Ciudad, en medio de sombríos

presagios, parece ser: 3 meses y 9 días. El proceso para traerla empezó el 30.X.1804,

con oficios entre ambos cabildos…; llegó un sábado de noviembre y volvió a Teror el

martes 19.II.1805. Naturalmente, se produjo el milagro: “…y desde que se empezó la 1.ª

misa de Ntra. Sra. del Pino [17 de Noviembre] se preparó el tiempo para llober y estuvo

llobiendo más de 48 oras y aguas de consideración.”

El martes 20 de noviembre murió el maltés Frasquito Parlar, de muerte muy peñosa en

quanto a sus fatigas, tras larga enfermedad: “disen que se castigaba ha si mismo y aún

se mordía la lengua, … no se atribuió á cosa buena esta muerte.” El 27 se repitió una

tormentilla con truenos y relámpagos, y el 14.XII. en que se había determinado que

regresara a Teror el jueves día 20, los cielos se encabritaron de nuevo y llegó una

barranquera de bote en bote mui grande , con que se imposibilitó la hida de Ntra. Sra.

Maestro de escuela de muchachos por el Rey: D. Pedro Carros, que cita al morir en la

calle de los Reyes, el 2.X.1804.

Novedá de averse cospirado la compaña del Barco de D. Sipriano contra su mandador

Esteban todo el viaje. Llegó de la costa a Can.ª el jueves 13.XII.1804.

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230

21.I.1805: una fragata de bandera americana echó dos botes con gente armada, que

corsearon a los barcos costeros en la Comedurías y otros frente al barranco, llevándose

cosas de poco valor; los cañones fueron alistados, pero sólo uno del castillo de Sta.

Isabel disparó a la fragata, y sin bala, “á tiempo que ya hía larga y no hera menester.” El

miércoles 23 a la tarde se pregonó ya “la guerra en Canaria con el Inglés.” Los días 5 y

6.II.1805, “bajaron las compañías de Telde, Guia y la Vega, con el motivo de la guerra

del inglés. Estos se aquartelaron asta en el combento de Sto, Domingo.”

El domingo 10.II.1805 ya apareció una balandra inglesa con bandera francesa; tomó

control de las aguas y registró todos los barcos que había, de la pesca costera y un

bergantín fornecido para la Mérica, o los que iban llegando; mientras la balandra hacía

bordadas hasta S. Cristóbal o la Luz, las compañías milicianas formaron en la Portada de

Triana, llevando los cañones violentos: el corregidor Aguirre se puso en camino, “con

todos los que le quisieron seguir al Puerto, con el maior ferbor.” Puso bandera para

parlamentar, y trataron de transar;

“Para ver si se contenía este destrozo, se determinó abilitar dos barcos para cosarios, y

para ello ofrecí yo 700 pesos, una pipa vino, quatro garrafones agte. de Mérica, quatro

botijas aceite y dos libras jilo carreto y mi persona.”

Ante noticias de haberse batido el castillo de Gando con una fragata, “al dia sigte.,

Domingo, 17 Febrero, salí de mi casa a las dos de la tarde para hír á Gando á tomar

noticias, y de buelta llegué á mi casa á la una de la noche, abiendo gastado en hida y

buelta 11 oras.” El miércoles 20,

“salieron de esta plaia de S. Telmo los dos cosarios que se armaron aquí y los dos

barcos de carga salieron á las 8 del día con el mismo fin del corso, pero no se verificó el

fin, por averse unido otros barcos ingleses, en que fué preciso retirarse y volverse al

Puerto á los quatro días de su salida. Estos ingleses saltaron por Alganiguín y allí tomó

algunos animalillos, guebos, gallinas y demás, pues uno disen robado y otro comprado,

sin embargo que hallí dicen formaron su campo.”

Los de la zona tomaron cautivo al 2º comandante y otros, al haber ido a parlamentar,

trayéndolos a presencia del Gobernador de las Armas Coronel D. Juan del Castillo;

este195 les obsequió grandemente, despidiéndoles para la balandra, cuyo comandante

1º escribió dando las gracias y prometiendo no hacer más daño. Y en efecto, se retiró.

Quizá gracias a ello, “un barco grande que venía de Montevideo cargado de asúcar,

suela y sebo… [que] traiha su batería”, escapó de la presa, porque entró en el puerto de

la luz ese mismo día 20 “á oras de las dos de la tarde”.

195 que el 9.IV. sufría “un grande asidente…, y al día siguiente lo aministraron.”

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Aqui vibe un hombre casado con dos hermanas. Insidia, o no, él anotó:

“En este día, 5 de abril de 1805, viernes de Dolores, amaneció un papel de mui buena

letra puesto en la puerta de D. Manuel Alfonso, marido de Caitanita Galindo, en que

decía: aqui vibe un hombre casado con dos hermanas. Yo quité este papel á ora de las

ocho del día.”

Delicada debía ser la situación de abastecimiento de la Isla, porque el 22.IV.1805,

“se presentó en mi casa D. Rafael Pastrana, escribano de Cabildo, de mandado

del Sr. Corregidor D. Antonio Aguirre, para ver si quería dar una declaración del

estado en que se hallaba el pueblo de trigo, millo y sebada, para que echa esta

información remitida al Comandante General, á causa que todos los granos que

venían de la Isla de Fuerteventura y Lanzarote no querían descargar en Can.ª,

sino llebárselo para Santa Cruz.”

Dos días después, nuevo apresamiento inglés:

“miércoles, 24 de Abril de 1805, a la madrugada, se cojió sobre el Puerto de Sta. Crus el

Inglés al barco Las Flores, de fletes de los Sres. Russeles, su mandador Bernardo

Barranquilla, su mtro. de tierra el Viato Andrés Diepa.” Sin embargo, no estaban del

todo bloqueadas las islas: “En este día, sábado al amaneser, entró correo de España, dia

27 Abril de 1807, y salió de este Puerto oy viemes, 10 de maio de 1807.” El 3.V. al

amanecer aparecieron frente a Arenales y S. Telmo 2 balandras, una goleta y un

bergantín, que echaron 4 botes frente al barranco, pero fueron alejados por tiros de los

castillos; lo mismo ocurrió por la Luz, pero castigaron a algunos barquillos, y cogieron

una goleta y un barco...

Días después, tomaron la goleta de Pedro Tovar que venía de Lanzarote cargada de

granos, y se asistió con admiración desde la ciudad a la fuga hasta el puerto del barco

del Carme del herrero que llegaba de Fuerteventura también con granos, perseguido y

tiroteado por una balandrilla inglesa. El castillo de S. Fernando le disparó, pero sin daño.

El jueves 16 de mayo salió el tío Francisco Concón para Sta. Cruz a llevar un memorial

de D. Antonio al Comandante general sobre la oferta que hizo para hacer una explanada

de artillería en la salida de la calle Clavel y para intentar cobrar todo lo que se le debía,

todo respaldado por informes del Gobernador de las Armas –D. Josef Verdugo-, del

comandante de artillería –D. Julián Bermúdez- y el corregidor –D. Antonio Aguirre-, por

intermedio del comandante del Resguardo de Sta. Cruz –D. Antonio de Silva, a quien

dice envió un queso y unas ligas y un bolso (¿para su señora?)-. Resultado:

“dijo el comandante quel no tenia facultades para ello y que por mi ocurriere al

Consejo, lo que tube á bien dejarle en silencio para siempre...”

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Asombroso. Pero normal. Una desvergüenza antigua. Botón de muestra de un estado

corrupto irreformable. Otra muestra eminente de esa corrupción e inseguridad jurídica

fue la suspensión (2ª semana de agosto de 1805) como abogado de D. Josef Romero

por la Real Audiencia, que se embarcó a pleitear al Consejo (de Castilla, se supone),

obteniendo una resolución favorable, resultando apartada la Audiencia de asuntos

eclesiásticos…; y D. Josef, que había salido de aquí como capellán real, regresó como

prebendado (10.IX.1806).

Así que D. Antonio aprendió a valerse por sí mismo:

“En este día, domingo, 9 de Junio, á oras de las onse del día, me robarón dos mugeres

de Telde una piesa de sarasa de seis pesos, y por indicio disen fueron la una la hija más

vieja del Perrero y la otra una que llaman María del Pino, la una y la otra todas de mala

conduta y viben en Telde, en la calle que llaman de Cubas. Pase á Telde y hallé ya hecho

el vestido y me lo traje.”

El domingo 26.V.1805” á la tarde, fui a ver el Castillo, del Rey, el que aun no avía visto

en la edad de 63 años que tengo.” Es decir, D. Antonio había nacido en 1742; por tanto,

no pudo conocer a P. A. del Castillo (1669-1741) por ejemplo, pero sin duda sí a Antonio

Lorenzo, coronel padre; cuando este murió en 1783, D. Antonio Vetancourt tenía 41

años; ignoro desde cuando vivió en la calle Peregrina, pero fueron poco menos que de

la misma generación. D. Antonio debía ser uno de los personajes más bien vestidos de

la Ciudad, y algo coqueto: suele anotar las prendas, importadas, que estrenaba.

“En este día, 1º de Junio de 1805, miércoles, víspera de Corpus por la mañana, se

bendijo la obra nueba de la Sta. Iglesia Cathredal…”; hubo honores militares, claro –“el

primer año que marchó todo el regimiento, [lo] que fue muy lucido.”- el 1.VII. se puso el

reloj “en la Sta. Iglecia, y empesó a dar las oras.”

Intercesión de Ntra. Señora del Pino:

“En el dia martes, á la prima noche, tres de Junio de 1805, encalló el barco del Brillante

de D. Agustín Roriiero eñ la Costa, y lo sacaron á todo milagro, según quentan por

intercesión de Ntra. Señora del Pino.”

Muerte de “una mui afamada costurera”: la Batista vieja, bordando en su telar

(4.VII.1805).

Siguieron los sobresaltos del corso; el peor, el del domingo 27.X.1805: una corveta

inglesa, que echó un bote para las Comedurías y otro para La Laja, tomando dos barcos,

sin que lograran nada los cañonazos desde S. Cristóbal, Sta. Isabel y el de Mondongo.

Los llevó hacia Fuerteventura y vendió a un portugués; luego se cogió otros dos, E Angel

y el de Pedro Tovar: se parlamentó por 7.000 o 5.000 duros. y no se concedió el trato

por la plaza. El sábado 2.XI se cogió otros dos (de D. Juan Carrós y del Losero), y el

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domingo descargaron a toda la gente por la caleta de S. Telmo. El sábado 8.XI un

bergantín de Rey de 20 cañones sacó una goleta grande (de D. Juan des Cubet) y el

bergantín de Blas Miranda, pero que al llevar bandera portuguesa la soltaron.

Parece que a la gente de los Riscos no gustaba la presencia de autoridades: el domingo

18.V.1806 el corregidor Aguirre se llevó una pedrada y un palo –“que aún se dijo que lo

derribaron, estando soto sin escribano ni ministros”-, en un baile de parida en S. Nicolás

junto al farrobo. No era el primero.

1.VI.1806: llegó el barco El Pájaro con el correo de Caracas y España, entre ello pliegos

del consejo para que el fiscal Abias y el Regente se presentaran sin demora al

Comandante general “para que allí el fiscal le justificase siertas palabras que por escrito

bosiferó dicho fiscal –D. José Osse-; y el regente –D. Venito Juan- para que diera

satisfacción al Comandante de otros agrabios”; y al fiscal anterior –D. Josef María

Asnabos- apresarlo con destino a España, para entregarlo a corregidor del puerto a que

se arribara para remitirlo al consejo. Los 3 salieron en la madrugada del miércoles

“víspera del Corpus 20” hacia Sardina, para embarcarse en el barco de Carabajal; para

este último “se suspendió la hida á Sta. Cruz para salir de Can.ª para España en la

primera embarcación.”. No salió hasta el día 25 –según anotación de ese día-, con su

esposa, Dª MARÍA Pepa Asofra y Dª Teresa Madalenos…

Más adelante hubo otras resultas de orden del Comandante general: el jueves 26.VI

salió con mucha caballería para el puerto de la Luz para embarcar en el barco de

Carabajal para Sta. Cruz, el Coronel y Governador de las Armas D. Josef Candelaria

Berdugo, siendo sustituido en el empleo por D. Juan Crea… También había en curso una

pendencia de otro conspicuo personaje –D. Nicolás Maciud- con su señora –Dª Luísa

Maciud, acompañada de Antonio Jardín-, que salieron el martes 8.VII.1806 en el barco

S. Lorenzo de Gladary de Cruz, a presentarse ante el Comandante general.

16.VI.1806 lunes a las 5 de la tarde: 2 navíos ingleses –de a 74 y de a 80- se juntaron

ante la calle del Claver, “y sin más alboroto, se sacaron del puerto todos los barcos que

avía, que fueron 6 = el uno las Flores = el otro el barco de Blas Miranda = el otro de un

capitán portugués Gabaro = el otro S. Miguel, de D. Gerónimo Cardoso, y los otros dos

de Miguel el herrero, que se llamaba el uno el Carme y el otro la Parado. A estos le

quitaron todo el cargamento, y en la misma mañana les soltaron libres.”

27.VII.1806: nuevo bergantín inglés a la vista por la punta; era de 18 cañones, llevando

3 barcos costeros que había tomado –dos de D. Josef Serdeña y uno de D. Domingo

Suárez-. Les dieron fuego enfrente de la Carnesería.

Falsa ilusión. “En 20 días mas ó menos de Agosto de 1806 vino el barco de D. Juan Vidal

de Caiz, y fueron las primeras noticias que se dieron de la paz, que las trajo dicho barco,

aunque no fueron con la realidá.”

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“ Vino avilitado y graduado para oponerse disen que á la dotorala, año 1806.”; o sea,

quiere decir D. Antonio: vino titulado para opositar a doctoral.

Nuevo avistamiento corsario, el 14.III.1807, de una fragata inglesa de guerra: a las 2 de

la madrugada largaron un lanchón y un bote hacia el fondeadero de barcos, “y se

sacaron seis, los quales fueron el uno palmero cargado, el otro el del Soco cargado, las

Flores, el Pájaro, S. Felipe y el barco el a Venus (sic.), los dos últimos costeros, y al dia

mismo, Domingo en la mañana, delante de esta misma Ciudá, le dieron fuego al barco

las Flores y al barco el Pájaro y soltaron á S. Felipe con toda la gente de los demás

barcos.”

El día 8.V.1807, nuevo ataque inglés, de una corbeta de 3 palos de 40 cañones. Hubo

escaramuza entre los lanchones ingleses y una barca española que hacía viaje para

Buenos Aires y llevaba preso un cercke inglés; fue ataque sangriento –sable en mano-,

de que murieron el capitán –cuerpo que devolvió el mar a Sta. Catalina-, el piloto y 3

soldados, con algún os heridos más, etc. Lograron sacar los buques, y tres días después

soltaron a la gente que había apresado…

Sin embargo, un mes después parece haber casi normalidad:

“En este día, lunes, 6 de Julio 1807, salieron del Puerto de la Lus el barco de D. Juan

Gabaso para Mogador y Cayz, y el de D. Juan Vidal para la Madera.”

Aparición de lo que parece un cometa:

“En este día, 26 á la noche, sábado de Setiembre de 1807, se notó una señal de un

planeta reducido en el sielo sobre el castillo del Rey, y lo confirmo por yo averlo bisto,

que hera como una estrella apagada con un rayo con tres quartas de largo.” A pesar de

lo extraordinario, D. Antonio no dejó el menor comentario.

El Diario del comerciante concluye con la anotación del domingo 18.X.1807, “día de S.

Lucas, [en que] fué la colocación de la Iglecia de S. Gregorio en los Llanos de Telde.”

La guerra con Inglaterra no finalizaría hasta el año siguiente. Y la isla y el Archipiélago

debió padecer los mismos sobresaltos casi semanales que hemos visto, pero ya no

estaba D. Antonio para anotarlos.

Debió ser un hombre valiente pero sensato en aquella sociedad arbitraria e impune, sin

seguridad jurídica ni mercantil: ofreció sus recursos, medios y su persona, y las

autoridades coloniales le volvieron la espalda y nunca le pagaron las deudas contraídas.

Es muy fácil imaginar al Comandante general diciendo por lo bajo, aquí todos tienen que

arrimar el hombro por la Patria, mientras hacía y deshacía empleos, etcétera.

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Gracias a él se hizo una flotilla de 2 navíos para contra-corsear, ¡qué ridículo!: los

súbditos levantando la nariz ante la soberbia inglesa más y más dueña de los mares,

mientras España, el Reino dueño de medio mundo, miraba para su propia corte de

cretinos y meapilas. Para sus fortalezas obsoletas, que daban risa a los castillos flotantes

artillados y habilidosos de las potencias marítimas.

Así fue siendo arruinado, en medio siglo, uno de los sectores económicos en que se

invirtió el poco fruto que daba el comercio urbano al burgués canariio: la construcción

naval. Los ingleses lo sabían. Lo sabían ya los holandeses 2 siglos atrás: Van der Doesz;

lo sabían todos lo corsarios del Atlántico. Los únicos que eran indiferentes a la suerte de

estas “parcelas modestísimas” –modestísimas por la erosión secular desde el mar y la

metrópoli-, eran los imbéciles de Madrí.

II.

La edición que hemos seguido hasta este punto es la de Millares Cubas (1931, Madrid)

–en un pdf disponible en la red-, pero la de 1996 del Cabildo I. de Gran Canaria, hecha

sobre los 5 Quadernos de algunos apuntes curiosos que el Dr. Chil encuadernó con el

rótulo «Manuscritos - Crónicas - 1796 - 1807»196, es más meticulosa, al dar el texto

completo, pero menos auténtica, al normalizar la ortografía, con la socorrida suposición

de llegar, descartando que tenga un interés literario ni filológico, a un público de

lectores no profesionales.

La crónica de D. Antonio Vetancourt –que debiera ser editada en facsímil, para que los

sabios oficiales no sigan interfiriendo en la formación de criterio del lector-, es una

historia –sin línea argumental- de la Ciudad, y una fuente de la historiografía, ya para

siempre, desde ese tiempo de tránsito de los siglos XVIII-XIX hacia adelante.

Una crónica y una fuente, para nosotros más grandes que pequeñas –por mucho que

se intente dejar como lo segundo-; y lo primero, mucho más, precisamente, por ser

popular, …que las otras historias ya sabemos que fueron pagadas, cómo, y a quién. Lo

segundo, no precisa insistencia aquí, porque es demasiado obvio: más que una fuente,

es un manantial monumental para esa década y nuestra Ciudad. Que nada podría haber

sustituido, ni siquiera la mejor de las historias mayores.

Es cierto: D. Antonio no aparece en el texto, en absoluto, al tanto de la vida culta, ni

alta ni baja; ni la RSEAPLP ni Viera ni Eduardo, ni la enseñanza local, aparecen más que

puntual y anecdóticamente; tampoco los sermones, ni las obras urbanas ni la política ni

actividad inquisitorial o cabildicia; sólo parece consignar aquello que le llegó al oído por

196 Transcrita por la legendaria –por su pericia, meticulosidad y laboriosidad- conservadora de El Museo

Canario, Aurina Rodríguez Galindo, con estudio introductorio del catedrático Antonio Bethencourt

Massieu, que dedica la obra así: ‘A Las Palmas de Gran Canaria, su hijo predilecto. 24 de junio de 1995.’

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la puerta de su tienda o por vía doméstica o de su círculo social –especialmente su

vecino y amigo, el maltés Miguel Sortino-; y se muestra más atento, en ciertas fases, al

ceremonial mágico-mítico-milagrero en torno a la Virgen del Pino, y a los miedos de una

mentalidad monacal, meapilas y supersticiosa –aunque sin excesiva convicción-. Cuenta

aquello de lo que hablaba la gente (en las calles La Peregrina-Malteses-Triana).

Por tanto, no hay una línea narrativa de interés amplio socialmente y de conjunto que

permita denominar tal masa de noticias como historia. D. Antonio se enraizaba en su

pueblo, tenía su misma cultura, aunque su ascenso económico le posibilitara cierto

trato –condescendiente, desde luego- por parte de los poderosos locales o autoridades

coloniales –que tanto préstamo (oficial o personal) le dejaron a deber-. Ya vimos como

acostumbró a zanjarlo.

Aparte de los Sortino, el resto de sus relaciones eran; la más conspicua de su círculo,

con la familia Madán: el canónigo D. Agustín, y los importantes negociantes D. Ricardo

en Tenerife y D. Roberto en La Habana; en cuya hacienda de La Vega, singularmente,

trató a D.ª María Volcán y debió hacerle los (dos) hijos; y por último, los Márquez-

Higuera, que merecen un cuento aparte.

Estos tenían una casa de comidas y celebraciones en la panza de Triana, junto al

Callejón de la Vica, lo que les daba conexión con los roncotes que controlaban otra

muralla-frontera de la Ciudad: la que corría por ese Callejón, desde el Risco de S.

Nicolás-S. Lázaro y la Casamata a la Caleta de S. Telmo; dominio, todo este sector

urbano de los roncotes-marinos de La Costa y el cabotaje isleño. Y la matriarca de los o

las Higueritas, era el ama de su casa –la de D. Antonio-; lo que dio pie a suponer

cosillas, con más o menos fundamento. En esa casa vivían con él, que era el menor de

ellos, varios de sus hermanos, además de varios sirvientes o criados que les atendían,

hacían los recados, etc.

Es decir, si estos Márquez-Higuera eran su clientela197, los Sortino eran los de su nivel

social o clase –la adquirida mercantilmente-, y por último, los Madán, su techo social.

Naturalmente, eran numerosos los conocidos –“como comerciante que ofrece y

necesita favores”-; y también la gente y los menestrales de confianza de la casa, etc. Era

hombre generoso puntualmente, con interés o no. Además de emprendedor. Y este era

su árbol de relaciones, de abajo a arriba.

Un ascenso labrado por sí mismo

D. Antonio nació en 1743, el 14 de mayo –según sus propias cuentas-. Llegada del

campo a Vegueta baja –junto a la Acequia Real- su modesta familia, entró como

197 Así les llama Millares Cubas, que sospechó que con alguna de sus hembras tuvo amoríos discretos D.

Antonio; y también lo especula Bethencourt Massieu.

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monaguillo en la catedral, y tras aprender sólo lo básico –es obvio-, pasó a mozo de

coro; aprendió desde 1765 a tañer el bajón, el cual dominó en un año –lo que le aportó

el desahogo de un sueldo de 30 ducados anuales-; y además se defendió con el oboe, la

trompa, las chirimías y el sacabuche, lo que le hacía poli-funcional en el coro

catedralicio.

Ya allí supo manejarse en el crédito y el prestamismo. Desde joven ya aportó fondos a

la reanudación de los cimientos de la catedral; en 1775, llegó a ganar la no despreciable

cantidad198 de 262,5 ducados más 18 fanegas de trigo/año. Debió mantenerse con su

menudeo comercial y prestamista, aparte de que su condición de ministril le facultaba

para contratar créditos con la contaduría, que irían creciendo en cuantía desde los 100

pesos para apuros puntuales, a 250 en 1775; y llegó a hipotecarse al cabildo para

obtener la casa de La Peregrina, contra la retención de su sueldo. Y es que el cabildo era

la entidad crediticia y financiera más solvente de la época, incluyendo a la

administración local o del archipiélago, cuyo raquitismo presupuestario era uno de los

males crónicos que arrastró secularmente el régimen católico-imperial. En 1784 hubo

un salto hasta 1.500 pesos, que tomó para comprar199 la casa de La Peregrina. Señal

evidente de que poseía ya recursos (comerciales) con qué responder, mereciendo

plenas garantías a la contaduría eclesial.

Sin embargo, se hubo de jubilar del Coro forzado por un extraño mal crónico de

forúnculos en el pecho –una especie de ántrax-, que sufría ya desde 1765, de que hay

diversas anotaciones en el texto más tarde. En 1788 se encomendó incluso a una

curandera prestigiosa de Gáldar, pero el mal siguió arreciando, y sus licencias se

convirtieron en demasiado frecuentes y prácticamente en prórrogas, por lo que el

cabildo le redujo sus emolumentos a la mitad al año siguiente. Hasta que finalmente,

con tal cuantía obtuvo la jubilación del cabildo, mediando un certificado de cirujano,

acreditando su necesaria inhabilitación para tocar el bajón, en 1791.

Pero él no anota hasta unos 5 años después el 26.I.1796 que cobró por 1ª vez su

pensión: seguramente porque justo antes terminó de redimir los 1.500 pesos del

préstamo.

En suma, sus empleos musicales en el Coro le obligaban a acudir a las procesiones y

todo tipo de funciones religiosas, incluyendo la ida anual a Teror, a la fiesta patronal del

7-8 de septiembre –y las venidas a la Ciudad- de la Virgen del Pino… Conviene tener

presente que por entonces las festividades religiosas podían alcanzar hasta casi un

tercio de los días del año. Así que de ahí debe datar su devoción mariana, y ese calado

198 Expresión de Bethencourt Massieu.

199 a Jacinto Cejas.

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relativo que exhibe su religiosidad. No era especialmente devoto: todo el mundo era

así, poco más o menos. Sólo que él era pudiente, y podía sembrar, para recoger o no.

Desde los ‘70s –“desde 1774 al menos, con 31 años”200, en los tiempos de los créditos

de entre 100 y 200 pesos-, él venía atendiendo a un círculo de necesitados más bien

beato y poco cumplidor, en el que supo esparcir un prestigio de súbdito “piadoso,

caritativo, solidario y patriota”; como favorecer a los conventos con donaciones -al de S.

Francisco, pero también aunque menos, al agustino-; asimismo fue administrador del

monasterio de las madres bernardas –que le honraban mucho y obsequiaban con

dulces y oraciones, correspondientemente-.

Un hombre generoso, a pesar de solterón (con hijos)

Siempre costeó con buena disposición curaciones, medicinas, entierros, estancias

hospitalarias de gente modesta, incluso reos, así como subsidiar ayudas ante toda

calamidad pública –sigarra, avenidas del barranco, reparo de caminos, trincheras contra

ataques del corso-, eventualidades para las que –insistamos- no existía prevención

administrativa alguna; todo ello acreditado por informaciones testificales ante hombres

públicos y escribanos, etc., de plena solvencia para nosotros hoy. Tampoco descuidaba

regalar oportunamente cosas especiales a personas distinguidas, o hacerles visitas de

cortesía en los días en que él mismo estrenaba piezas de ropa singulares… Esto le

acredita como hombre muy equilibrado y consciente de su capacidad para remediar lo

que otros no podían, en vez del avaro que puede parecer un poco a distancia.

Si aparece algo aprehensivo ante los eventos climáticos, fue más por lo que pudieran

influir en la capacidad adquisitiva de la gente, que por amor científico a la meteorología:

la lluvia o la seca le mantuvieron siempre alerta; gracias a ello, anotó 18 venidas del

barranco201 en los 11 años de su crónica; las granizadas en La Cumbre también

quedaron puntualmente recogidas. Y también más de una centella, etc.

Era un fumador impenitente, del mejor tabaco habanero. Y un solterón acicalado pero

empedernidamente soltero, tal vez retraído por su lacra en el pecho; dolencia, cuya

peor crisis fue en 1789, cuando le aquejó durante 4 meses y medio; después, fueron

remitíendo más rápidamente, gracias a los remedios de un médico seguramente

italiano-.

Este solterón tuvo hijos, tres, dos de D.ª María (Comins) Volcán; los que, nacidos como

expósitos, sacó él después de la Casa Cuna: seguramente gracias a los oficios de

convicción por oportunos frailes, que luego vieron sus conventos agraciados con

200 afirma con convicción Bethencourt Massieu.

201 Esa cantidad cuenta el catedrático –pero no resta el año sin anotaciones-.

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dádivas, todo lo que también explicaría sus brotes esporádicos de contricción… Sólo

legitimó a su hija preferida, Ana María –nacida en 1772-, que continuó regentando la

tienda de La Peregrina hasta su propia muerte. Los dos varones emigraron a La Habana;

Amaro, ya de antiguo; y Pepe –que al parecer fue hijo de otra madre-, después (c.

1798).

D. Antonio Betancourt, hombre hecho a sí mismo, amaneció muerto el 25.VIII.1810, ab

intestato. De lo que se siguió el correspondiente pleito, que aportó algunos datos más

para nuestra historia.

El catedrático Bethencourt Massieu se arriesga a hacer un párrafo de lo más asertivo

acerca de la personalidad de este músico devenido en comerciante clásico, titular de

una tienda de todo, típica del antiguo régimen desde el medievo al final del siglo XVIII,

esto es, no-especializada, que compraba y vendía desde granos, quesos y vino del

Monte, a objetos de lujo, o daba a crédito sobre alhajas en depósito, etc.:

“Don Antonio era religioso, solterón, meticuloso, hipocondríaco, activo,

emprendedor, arriesgado con prudencia, estricto, con sentido moral, caritativo,

amigo de sus amigos, dadivoso, orgulloso y bastante curioso. Dotado de carácter

recio, le gustaba el orden en los asuntos y con escepticismo pragmático, pensaba

que la justicia no realizaba su misión. Temeroso con las fuerzas de la naturaleza,

a la vez sensible con los animales y tierno con los niños y los desvalidos.”

Que la justicia no realizaba su misión, es obvio en una entrada que ya vimos: las

máximas autoridades se desentendieron de las abultadas deudas contraídas, que no

fueron fruto de otra cosa que de la dadivosidad de D. Antonio, su llana filantropía, y de

los préstamos concretos que les había hecho personalmente –y alguna vez casi delante

del obispo, y siempre a la vista de todo el frontispicio de nuestra elite-. Sinvergüenzas

de siempre; cosa que él comprendió más rápido que despacio, no dándoles siquiera el

gusto de mendigarles durante años.

Supongamos que fue la inteligente forma y mejor manera práctica, terminante, de que

no le dieran más sablazos institucionales.

Finalmente, haremos un rápido estudio para finalizar el rastreo de este manantial de

datos, a la busca de nuevas anotaciones sobre los Rocha, dado que esta edición del

Cabildo de Gran Canaria lleva el texto completo de los 5 Quadernos: se supone que

debe haber alguna entrada más, relativa a la Casa de nuestros coroneles, o noticias,

etc., de estos vecinos singulares de las calles La Peregrina-Malteses.

III.

En la monografía más que introducción que regala Bethencourt Massieu acompañando

al texto completo –transcrito como se señaló por D.ª Aurina-, pocos datos más puede

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añadirse a los antecedentes. Cita el catedrático a dos D. Antonio posibles, propuestos

por sendos investigadores; Millares C. lo hizo hijo de Francisco Betancourt y Bernarda

Teresa ¿?; y luego Rodríguez DdQ, que sin fuente de respaldo, hizo a sus padres Antonio

Alonso y Ana Mª Rodríguez dB., oriundos de Arucas y Teror, donde serían modestos

campesinos202; seguramente es la misma fuente de que pasara su infancia en la calle del

Agua o Los Reyes… (mientras Millares C. proponía la calle Arena).

Como se hace necesario enterrar de nuevo a uno de los dos D. Antonio203, la más segura

es ninguna de esas dos fechas, sino la propia cuenta del cronista: en 7.VII.1798 dice

tener 55 años y 52 días, o sea que nació el 14.V.1743, pero no dijo dónde. Así que

nosotros no sabemos en qué entorno pasó su infancia-mocedad.

Acerca de su religiosidad cabe aportar que vivió impregnado de simbología tétrica: los

13 cuadros y grabados que formaron su pinacoteca, peritada en 294 pesos, eran de la

temática siguiente –habla Bethencourt Massieu-: “Un crucificado, La Virgen, San Juan,

San José, San Cayetano, Santa Brígida, La Muerte, y un retrato de la madre Bernarda

San Esteban, entre otros –todos con motivos religiosos-. [Había además] una reliquia, y

una urna con un cristo crucificado…”

Esto se denomina, no alto nivel de religiosidad, sino atmósfera irrespirable de culto a la

muerte y fobia al espíritu libre; ¿es eso un ambiente burgués, la casa de un patricio de

una burguesía urbana? Pues bien, es el que hemos visto, en otro punto, se respiraba en

la casa-palacio de los coroneles Rocha; por lo que no es descabellado imaginar era

dominante en el barrio de S. Francisco-Triana-Peregrina. Era un enorme convento, todo

el barrio; más bien, la ciudad entera propiamente.

Y lo confirma de modo rotundo el ceremonial de purificación que sufrió la joven

Manuela Márquez Higuera, medio criada en la casa de D. Antonio, que poco antes le

había descubierto una carta de amor con 14 años: aparece el ritual completo ordenado

por Trento y su Contrarreforma, con el Ritual Romano (1614)204 en mano, para

identificar enfermedad y pecado en un mismo eje del mal, que sólo Cristo vencería

sobre los demonios del error, etc.; quien lo reprodujo fue Millares, que debió conocerlo

en su generación y estudios. Se desarrolló mediante una purga-sangría-ayuno en cama

durante 7 días, asistida ella por una madrina, seguidos de confesión-comunión, más 3

202 Aparte de ser bautizado con un padrino solterón y acomodado de quien habría heredado la casa de La

Peregrina, fincas diversas por toda la isla y el propio negocio incipiente… Iremos viendo que todo eso es

ficticio.

203 La expresión es de J. Méndez, que respondió en La Provincia de 15.I.1977 al artículo de Rodríguez DdQ

en el mismo media de 9.X.1976.

204 Que utilizaron los exorcistas hasta hace dos décadas.

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unciones médico-sacras en sendos días, y cama limpia a los 9 días; y finalizó con una

celebración festiva –como las de paridas, bautizo o casorio-. Sólo después, ella pudo

salir a la calle. Obviamente lo haría transmutada, como todo el ambiente social-

monacal le exigía.

Pero Manuela persistió en sus tendencias propias, ya que 2 años después D. Antonio

recibió la visita del rocote o marino costero Manuel Anaya con su madre a pedirle al

cronista la mano de La Higuerita –que le eligió entre 4 ó 5 novios-, de lo cual aquel se

desentendió, remitiéndoles a sus padres...: curiosa confusión; a lo cual se añadió que el

hijo inmediato de la parejita fuera apadrinado por el comerciante, …lo que no impidió

que este rompiera con Anaya sus relaciones más tarde por enrolarse en un barco

costero sin contar con su venia. Todo un padrino, D. Antonio; un verdadero botón de

muestra de la mentalidad que se ventilaba a la calle La Peregrina a comienzos del XIX.

Entre la clientela de D. Antonio cabe añadir al importante personaje capitán de mar de

Gáldar, Juan Rodríguez: Gáldar era primera tierra en el tráfico insular, y esta amistad

aseguró muchos negocios, en primer término con Sta. Cruz de Tenerife, es decir con sus

corresponsales en ese puerto floreciente, lanzado a convertirse en capital colonial,

donde además eran necesario hacer escala y gestiones para comerciar con La Habana y

Caracas.

No se debe obviar a pilotos como Claudio de la Vega o Cipriano Avilés que cerraban el

todo de los negocios personalmente, y otros…, tanto los que cruzaban el Atlántico,

cuanto algunos locales, menos activos. Los que circulaban a La Palma, La Habana205,

Fuerteventura; aquí siempre hubo problemas de morosidad –con Lansarote el comercio

fue de tono menor, siempre: era feudo de tinerfeños-. No era raro añadir lazos de

refuerzo de esos intereses compartidos, como el compadrazgo –apadrinando recién

nacidos, etc.-.

Conviene añadir cómo se hacía los encargos –peines de carey, cajas de suela para

tabaco como la mía, pacas de esparto, todo en poca cantidad-, por ejemplo los que hizo

a Manuel Falucho y su hermano Jaime206, del grupo del citado Avilés, que viajaban a

Puerto de Sta. María. Pero fue en 11.VIII.1802 –ya fallecido D. Josef de la Rocha-; sin

embargo, podría haber habido visitas anteriores.

205 Con su amplio conocimiento historiográfico, el catedrático Bethencourt resalta una serie de perlas

que sólo él puede emitir: “La única mercancía remuneradora para los armadores isleños, con el libre

comercio, se reducía a esta mercancía[: el tráfico de pasajeros, o sea emigrantes.]” El resto de productos

canariios perdieron toda competitividad. Más adelante veremos otras perlas.

206 “previne al chico que en alguna cosa que trajere me prefiriese, y dejé al Falucho un peine de hueso en

tres y medio reales plata.”

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Los lazos mercantiles mayoristas-y-minoritas, se extendían a otros personajes locales

con sus propias redes de relaciones; cita en varias ocasiones a D. Agustín de la Rocha

como veremos al final, pero quienes reciben regalos suyos de gratitud o apremio, son el

coronel Russell, el provisor D. Diego Toledo –que sabía hacerse regalar para agilizar los

asuntos que dependían de él207-, el propietario de fuera de la Portada D. Antonio

Navarro, “el poderoso Casalón”208, o D. Antonio Viña, que regresó con lo puesto de

Madrí –le ofreció mesa, pero le remitió con su baúl y colchón a otra samaritana-.

D. Antonio, ayudado por su dispuesta hija Ana María, instaló una media docena de

tiendas en los barrios urbanos –S. Juan, Sto. Domingo, calle de Los Reyes, Triana…, una

de ellas llevada por la madre de su hija, D.ª María Volcán-, y suministraba a otras

tiendas, en particular la tan bien situada de Gáldar, del capitán de mar ya citado.

Completaba el sistema comercial de nuestro tendero una pequeña banda de

vendederas y vendedores –que eran también milicianos-, quienes recorrían los caminos

rurales de las tres islas con su mercancía a cuestas, o a lomo de burro. A veces, para

eludir deudas, esos hombres tendían a refugiarse en un supuesto fuero militar, hasta

que D. Antonio logró untar al Comandante general para atajar esa picaresca: este opinó

fácilmente que nuestros milicianos no merecían esa condición, y mandó impedirla.

También aborda la monografía de Bethencourt, los productos, qué géneros manejó

nuestro tendero –para el catedrático, un burgués-; los cereales en primer término, de

los que dependía todo, la existencia misma, incluso la bolsa de los canónigos y la propia

diócesis vía diezmos, y el mismo orden social: eso es lo que explica su preocupación

meteorológica. Llegaban a funcionar como moneda.

En segundo término el vino –que sirvió para untar a D. Ramón Madán209 para que a su

vez engrasara al comandante general para que dejara sacar de Fuerteventura todo el

trigo diezmal del canónigo D. Agustín Madán… D. Antonio era un experto elaborador –

que llegó a diseñar su propio alambique- y distribuidor vinatero –mosto, vinos nuevos o

añejos, aguardiente-, de lo que obtuvo mucho caudal. El aguardiente tuvo como destino

dominante exportar a La Habana y Caracas…; pero él comerció hasta con la tonelería:

duelas, arcos metálicos, pipas, toneles y tercios. Hasta sus propias herramientas fueron

alquiladas para trabajos externos, como en las obras de la catedral…

207 Este pastor fue responsable de una de las crisis de liquidez de que no se recuperaría D. Antonio.

208 señala el catedrático Bethencourt.

209 La compañía de este apellido la dirigía D. Martín.

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En tercer término, el aceite –andaluz, vía Cádiz-, la miel –mucho uso en repostería,

botica y sanaciones-, y la sal –artículo vital para salazones, etc.-, que compraba a los

Amoreto o los Rocha, en las salinas del castillo de Romeral.

Pero el renglón principal fue los tejidos y medias; pero es difícil de cuantificarlo porque

él no anotaba las ventas al por menor, muchas veces hacía a fiado –aunque con límite

en 50 pesos-; o bien, los admitía como garantía de préstamos en metálico –con

autorización de venta (modo de enjugar el riesgo)-. También creó una red de artesanos,

que recibían de él la materia prima –desde chocolate y miel, a cera y pabilos para velas

(vitales en la iluminación doméstica y los omnipresentes oficios religiosos), o medias, o

esteras de lona para catres y colchones-. Estos confeccionaban en sus casas-taller los

pedidos.

Y las maderas, que recibía desde los puertos de Agaete o Arguineguín: era aquella una

era técnica de la madera210, puesto que se usaba en construcción de casas o barcos,

maquinaria, acequias, escaleras o pipas, útiles agrícolas o de cocina y mesa o armas, o

cuadros y retablos, o muebles de todo tipo, o cureñas para cañón o yugos de campanas,

tronos procesionales o féretros, cunas, camas o cofres y arcones… Qué no se hacía de

madera entonces…

Hay un artículo estrella en su comercio exterior; los molinos de mano y las tahonas para

elaborar gofio –“casi iguales a los fabricados por nuestros aborígenes” (sic.), dice el

catedrático, contabilizando en el texto más de 650 unidades, que le reportaron mucho

beneficio-; debió venderlos en las islas, pero muchos fueron hasta La Habana y Caracas

–allí donde hubiera una colonia de canariios-. Llegó a montar una sociedad211 para

comerciarlos y recuperar de paso las deudas dejadas por el anterior socio, Sebastián

Bordón.

En fin, también fue inversor inmobiliario – acumuló entre 8 edificios y una docena-, y

pequeño armador de buques –que legó a entrar al final de su vida como hermano en la

Cofradía de S. Telmo-.

De más rentabilidad sería si cargo de clavero de las reverendas madres bernardas –ese

convento de linajudas damas, que no dejaban fuera el tratamiento de Señoras o Doña,

antepuesto a su católico nombre, ni las criadas ni aposentos de rango-; para ellas, fue D.

Antonio el comisionista, en todo: prestamista personal o colectivo, administrador de

bienes e inversor inmobiliario, aparte de una sustanciosa renta anual por el conjunto…

¿Burgués-mercader o tendero isleño?

210 Bethencourt recuerda que Braudel le denomina Civilización…

211 Con D. Antonio Galván Osorio (1805).

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El propio catedrático Bethencourt le describe como un experto en obtener moras y

créditos a lo largo de su vida; su seriedad mercantil debió ser muy sólida para quienes le

prestaron metálico y aplazaron sus obligaciones de cualquier índole. Al morir, se

comprobó un descubierto exorbitante, de más de 8.000 pesos, que gracias a la

intervención del leal D. Miguel Sortino se equilibraron vendiendo ciertos activos, así

como renegociando el pleito de herederos que se suscitó por los legítimos sobrinos

contra la hija natural, inseparable de su padre...

Si bien se atravesó entonces los terribles años212, cuesta con estos datos, integrar a este

tendero canarión entre una burguesía mercantil, si quisiéramos que nuestra historia se

ponga a la escala de su tiempo y espacio atlántico; sin ir más lejos, comparémosle con

los Bethencourt de la Orotava, que hemos considerado en otros puntos de esta tesis –a

cuento de D. Josef o D. Agustín de la Rocha-. Pensamos que su escala es esa: un tendero

local de cierto éxito comercial; más adelante veremos que su negocio adolecía de una

silenciosa carencia de liquidez, que gracias a su previsión inversora pudo revertirse con

su patrimonio y seriedad.

En aquel mundo en que algunos despegaban hacia la primera globalización, la estampa

urbana-portuaria y social de la Ciudad que nos presenta Betancourt-Bethencourt es un

Macondo colonial y sacramental, ceremonioso, conventual y supersticioso; carencial y

desabastecido, insalubre y raquítico, aislado por mar y entre islas –consecuencia de las

guerras integristas españolas213 con las revoluciones globalizadoras-; un universo

analfabeto e incapaz –por anulación de casta- de comer el saludable pescado fresco214

que le rodeaba o la carne lechal de que podía disponer, en abundancia en ambos casos.

Sumido en conflictos interinstitucionales peripatéticos, y apagando motines y hambre

de tierras que acechaban a los urbanos, todos practicando una depredación crónica del

manto forestal, …como preparándose para convertirse en seguida en el territorio con el

subsuelo más perforado por km2 del mundo. Ignorancia y atraso.

Eso no era una sociedad burguesa: ¿la que condujo a la población a la morbilidad a

consecuencia de la vorágine precio-postura-reparto de alimentos esenciales –las

fuentes de proteínas-, imponiendo bajo multas impagables215 la venta abierta y a precio

212 Señala que Antonio Macías (Las Palmas al final del Antiguo Régimen, 1994), los denomina “difíciles

años”.

213 El autor de la monografía señala a las guerras como responsables de intensificaciones concretas de la

morbilidad en el periodo de la crónica de D. Antonio.

214 Esta es otra de las perlas del catedrático: el consumo de salazones es con toda probabilidad el motivo

de fondo de la cantidad exorbitante de insultos cardiacos en aquella época, algo así como la mitad de las

muertes repentinas.

215 Su cuantía: 4 ducados y confiscación.

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libre; o lo que es lo mismo asegurar, por doble vía, la precedencia efectiva de compra –

a precio mínimo- en las lonjas por los criados de canónigos e inquisidores y oidores y

regidores –verdaderos obstruccionistas, estos últimos- sobre el público? Era una

sociedad de casta. De una misma casta: la colonial.

Había desaparecido la pesca de pescado de ribera, sólo un par de barquillas lo hacían.

De nada sirvieron los proyectos de reforma durante décadas.

El derrumbe del precio-postura-reparto se debió a un portillo jurídico lateral: el recurso

ganado por pescadores malagueños, secundado por valencianos, y que el Consejo de

Castilla resolvió generalizar en 1788, dando pie a una real orden para que

“bajo pretexto alguno la autoridad municipal embarazara «dentro de sus barcos

y en las playas vender libremente y en todos tiempos» el producto de su esfuerzo,

así como obligarles a utilizar las lonjas municipales.”

En Las Palmas se liberó la postura en 1790; en 1804 pescaban ya 20 barquillas en las

islas216, alcanzando un monto del 12% de las capturas en La Costa.

Era la madre de la hecatombe que vendría después; copadas las aguas de subsuelo,

quedaban las playas y el clima perfecto por explotar, hasta alcanzar una presión sobre

el medio que triplicó a fines de siglo XX la tasa promedio en la metrópoli. Un clásico

modelo Isla de Pascua.

Pero volvamos a comienzos del XIX, ya corriendo su 2ª década; fue entonces cuando la

muerte sorprendió a D. Antonio a los 67 años, amaneciendo el día 27.VIII.1810, en que

seguía al frente de su casa-matriz y de sus negocios. La causa concreta fue una

gangrena, tal vez relacionada con su propensión al ántrax217; había dejado sus

anotaciones el 30.IV.1807, es decir 3 años y 4 meses antes –quizá no le convenía ya a su

salud permanecer sentado escribiendo-.

Al morir ab intestato, su yerno Esteban Laguna solicitó al alcalde mayor Juan Bayle que

se personara en La Peregrina, y este –que encontró el cadáver ya amortajado, en el

suelo-, acompañado de escribano, se posesionó de los papeles, dinero y llaves de las

casas y almacenes, para levantar acta e inventario.

Este trámite se alargó hasta octubre, apareciendo 3 casas más en su patrimonio; de ese

inventario ha salido muchos de los datos que sirven para conocer la interioridad de la

casa-tienda y los géneros y cantidad, y otros extremos del negocio y hogar-almacén de

D. Antonio.

216 Bethencourt alude a cifras estadísticas de Escolar y Serrano.

217 Datos, estos y los siguientes, del catedrático Bethencourt.

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Cuando se conoció el pasivo total de su situación mercantil –algo más de 8.662 pesos-,

se esparció un nerviosismo entre sus acreedores y herederos. Autoridades y deudos

confiaron la gestión a Sortino, que supo reconducirla y evitar una demanda en los

tribunales; dos años después había rebajado la cuantía en 1.523 pesos, y los 7.139

restantes se concentraban en 10 acreedores que confiaban en la seriedad de la casa-

tienda y la propia heredera Ana María.

Se remató todo lo prescindible en subasta, logrando que el establecimiento y las dos

casas de La Peregrina quedaran a salvo, aparte de contar con un remanente que sirvió

para contentar a todos los herederos brotados a la muerte del comerciante, que

concitaron un pleito por la herencia, disputando a Ana María –reconocida por D.

Antonio como hija natural-, que fuera declarada heredera universal.

Bajo su batuta, el negocio continuó su andadura de modo que le permitió a ella hacer

un legado testamental (1832) de 1.400 pesos líquidos de los efectos para sus herederos

–cuatro sobrinos, entendemos-. Desconocemos la singladura posterior del negocio,

pues con este colofón concluye la monografía más que introducción de D. Antonio

Bethencourt218 acerca de los Quadernos de D. Antonio Vetancourt, el de la calle La

Peregrina.

Rastreo final ‘Rocha’ en la edición 1996 Dª Aurina R.-A. Bethencourt

10.II.1796, día de Ceniza: repasa su correspondencia y encargos a D. Roberto Madán y

al socio Sebastián Bordón…: se trata de 2 tahonas que tiene para este, por las que le

pedían 15 pesos, aunque quejándose puesto que

“estamos ya en once lo que todo tengo consultado con don Agustín de la Rocha

y acordes lo tengo hecho. Y que solo pienso mandarle seis tajonas y no doce

como me pide hasta que las venda si le gustan y también sus precios, que

entonces le mandaré las otras y que estas las mando en don Manuel Abreud

Viscocho, también le incluyo al dicho don Sebastián una carta para mi hijo…”

De este apunte y otros siguientes, como veremos, se deduce con toda claridad que él

distinguía perfectamente a; D. Agustín de la Rocha –que evidencia haber quedado como

apoderado-administrador de la Casa familiar, ante la marcha al frente de su padre-, del

coronel Rocha, su padre D. Josef.

La siguiente entrada Rocha –ya la anotamos en su grafía antigua- es de 4.IX.1797:

cuenta su visita al convento bernardo de segundas, contando que la abadesa Doña

Josefa de Santa María Jesus Gonsáles le enseñó el refectorio, la huerta y le descubrieron

en su oratorio las imágenes, así como algunas celdas nuevas, de las señoras Falconas,

218 “Con the, Reixa, escriba siempre Bethencourt”, nos repitió unas cuantas veces.

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de la señora Carrasco y la señora Guertas –donde vio “una imagen que estaba de

Nuestra Señora de la Rocha que dice había sudado en el año del diluvio”-. Seguimos sin

saber mucho acerca de esta Virgen singular.

La siguiente también había sido comentada; transcrita por D.ª Aurina reza así:

“En este día, 15 de abril, martes, tercero día de Pascua de Espíritu Santo del año

de 1800, llegó a Canaria la noticia de que cinco buques ingleses se estaban

batiendo con cuatro buques españoles, dos de guerra en que venía el coronel

Rocha y su tio, y dos mercantes en que venía don Reymundo, el maltés y don

Agustín Péres, hasta aquí no se sabe otra noticia más que esta que la dio una

fragata o tartana que se escapó del combate y llegó a Santa Cruz.”

La transcripción es fiel al sentido original, y permite hacer algunos comentarios que

pueden ser decisivos; D. Josef podría estar reivindicándose como soldado del monarca –

tal como hizo el gobernador Torres, el general que entregó Figueras; este, tras ser

condenado a muerte y conmutado-desterrado por Carlos IV en un terrible decreto,

marchó a Italia como soldado raso, y años después fue rehabilitado plenamente por el

ominoso rey, por su participación en la guerra de la Independencia española-. D. Josef –

partícipe del mismo decreto de desprecio regio- debía estar haciendo lo mismo: iba,

según la noticia, en el buque de guerra que escoltaba a dos mercantes canariios, en que

venían dos conocidos:

don Reymundo, el maltés y don Agustín Péres…

Todo indica que D. Josef estaba tratando de verse redimido de su degradación –en el

consejo de guerra-, junto a “su tío”, que debe ser el marqués del Buen Suceso,

residente en Puerto de Sta. María-Cádiz219. La noticia la dio la fragata o tartana que

219 Nosotros habíamos localizado a este pariente en una búsqueda en visita presencial realizada en el

Archivo Histórico de Cádiz –gracias a la amabilidad de su personal-. En su catálogo hay al menos 1

documento de fecha 3.VII.1823 que debe ser un Protocolo Testamentario (PT), y su nº (Prot.) entiendo es

5.407. Se trata de D. Fernando de la Rocha; Rumeu de Armas estudia en El Marqués del Buen Suceso

(1712-1783) –publicado en el AEA Num. 29 (1983)-, sus ascendientes y trayectoria patrimonial en la

emigración. No se explica uno cómo este gran conocedor de nuestra historia, al repasar los catálogos

genealógicos caraqueños, pudo sorprenderse “al comprobar el extraordinario número de familias criollas

de arraigo con progenitores procedentes del archipiélago canario”, etc.

Esa nómina incluye al primer grancanario que alcanzó un título de Castilla, el terorense Bernardo

Rodríguez del Toro, vizconde de S. Bernardo y marqués del Toro. Es uno de los pocos que llegó a ser rico

de verdad: instalado en Caracas en una hacienda de cacao, café y azúcar, obtuvo una inmensa fortuna; ya

se supondrá así cómo fue obteniendo, del instaurador de los Borbones, sus títulos; lo que no fue óbice

para que sus descendientes contribuyeran a la emancipación de la colonia, e incluso su bisnieta fuera la

esposa del Libertador…

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Pero el que obtuvo el título de Marqués del Buen Suceso de parecida forma fue Bartolomé Hernández

Naranjo, otro terorense (Valleseco), bisnieto del célebre Médico-curandero de Las Monagas, y capitán de

barco en la carrera de Indias –como otros que hemos visto en las anotaciones de D. Antonio, pero de

éxito-; Bartolomé instaló su propia casa de comercio en Caracas y logró amasar la ingente fortuna, como

para que trasladado a Madrid en 1778 obtuviera de Carlos III ese título (14.III.1783): era el tercer

grancanario que obtenía un título de Castilla, puesto que el segundo había sido el conde de la Vega

Grande (23.IX.1777)... La introducción de la dinastía parece que ofreció oportunidad más amplia de

beneficios compartidos a los linajes canarios.

Bartolomé había casado muy alto en Caracas, con una La Madrid hija de regidor, primero, y en segundas

nupcias, con una Monasterios, también hija de regidor, y prima del 2º marqués del Toro; él mismo fue

regidor, y en el ejército hizo carrera desde abajo –como teniente salió de Gran Canaria, donde había

ingresado como cadete-, y pagó de su bolsillo el uniforme y armamento de la compañía de Milicias de 70

hombres de que logró ser capitán tras servicios delicados frente a un falso anuncio de emancipación de

los esclavos negros… También realizó empréstitos de miles de pesos, para cubrir urgencias y escaseces a

la Real Hacienda… De dónde salió tanto dinero, apunta al tráfico atlántico, pero Rumeu desconoce esta

faceta de Bartolomé; Lope A. de la Guerra le calculó 400.000 pesos a su vuelta a España.

Con parte de ese fondo y a través de su representante el presbítero Domingo J. Naranjo compró entre

otras propiedades la hacienda del Buen Suceso, en Arucas, que dio nombre al título –una conocida quinta

del mayorazgo de Arucas, que trataba de comprar íntegramente al marqués de la Fuente (un florentino)-,

mientras él se mantenía en Cádiz con intención de llegar más tarde a Gran Canaria. Cuando lo hizo en

1778 fue solo por unas semanas, volviendo a Cádiz –para gestiones financieras y mercantiles- y Madrid –

para batallar en la corte por su ansiado título de Castilla-. Ante una primera denegación muy sujeta a

rigores de limpieza de sangre etc., recurrió tercamente, recordando su opulentos fondos y generosidad

prestamista a la Real Hacienda, …a lo que ofreció 4.000 pesos más en el momento al mismo tesoro y

2.000 adicionales para el Consejo de Indias, todo ello apadrinado por el ministro Machado y Fiesco y el

fiscal Porlier y Sopranis, paisanos o algo así (conseguidores canariios en Madrí). Y a eso Madrí no iba a

cerrarse nuevamente: Carlos III firmó el 21.II.1781, otorgando el título previo –impagable para la historia

futura- de vizconde de los Naranjos, precedente al de marqués del Buen Suceso.

Lo publicó la Gaceta de Madrid de 1.V.1781, así que unas semanas después pudo conocerse en todos los

puertos del Atlántico –y Mediterráneo-. Y detrás –el trámite nobiliario- vino otro reguero de caudal o raya

canela –unos 270.000 rs. vn.- por costas y pagos en redención perpetua de lanzas y media annata, etc. Su

hijo Juan Domingo fue casado con la jerezana Mana Consolación de la Serna y Martínez de Hinojosa,

sobrina del virrey del Perú, etc.; y fue esa escala lo que llevó al entronque con los Rocha, como veremos.

Bartolomé, ya apoplético y ciego, volvió a Las Palmas en 1783, y testó ese mismo año para fundar un

vínculo ligado al título para su hijo y heredero, disponiéndose así a morir (30.XI.1783). Así que murió unos

meses después que el Coronel Rocha D. Antonio Lorenzo, de quien era coetáneo casi exacto.

El segundo marqués, Juan Domingo, se estableció poco después en Jerez, patria de su esposa, falleciendo

el 3.X.1800; desconozco por la coincidencia de fechas, si fue a consecuencia de la misma epidemia que D.

Josef de la Rocha.

Rumeu de Armas aporta finalmente el entronque con los de la Rocha, que tuvo lugar a través de la nieta

de Bartolomé:

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escapó del combate y llegó a refugiarse bajo los cañones de Santa Cruz de Tenerife. Por

tanto, llegó a Ciudad de Canaria en solo dos pasos: verosímil, por tanto.

En el curso de la investigación para esta Tesis, antes de encontrar la partida de

defunción de D. Josef en el Archivo Histórico de Cádiz, este doctorando leyó –aunque

no puede precisar ahora en qué fuente-, una vaga noticia de que el coronel Rocha había

muerto en un combate naval; puede que la cuna de ese error sea esta noticia, desde

luego una vez malinterpretada… No fue así, como hemos visto. Mientras no tengamos

otros elementos de juicio, no hay indicios de duda, y estos son los datos, así como la

explicación más probable.

La siguiente entrada de D. Agustín es esta:

“En este día, 5 de enero de 1801, pagué a don Agustín de la Rocha 36 duros de 3

caises sal que me vendió en las salinas.”

Algunos comentarios son pertinentes acerca de este día de reyes de ese año: con

diferencia de 8 meses, el tan meticuloso D. Antonio distingue perfectamente al coronel

Rocha –enrolado para quien escribe en la marina real, como soldado raso sin duda, tal

como vimos en el párrafo anterior, del hijo del coronel, D. Agustín, a quien fue a

comprarle 3 cahices220 de sal; es posible que fuera en alguno de sus barcos a la Caleta

de Romeral –o que tan solo fuera una expresión difusa-.

Y con diferencia de 4 a 5 años tenemos tres noticias acerca de estos personajes: D.

Antonio el de La Peregrina debió estar plenamente al tanto de la peripecia de D. Josef,

como se reveló, con lamentable discreción –para nosotros- al hacerse eco en 1801 de

su deceso, cuando el Padre Montesdeoca anunció al barrio su fallecimiento, dando

“III marquesa, doña Rita Hernández Naranjo y de la Serna (1801), casada con don Fernando de

la Rocha y Torres Ayllón, marqués de Angulo y maestrante de Sevilla; IV, don Fernando de la

Rocha y Hernández Naranjo (1851), casado con doña Inés de la Fontecilla y Vera; V, don

Fernando de la Rocha y de la Fontecilla (1863)”.

Con toda probabilidad, era don Fernando de la Rocha y Torres Ayllón, marqués de Angulo y maestrante

de Sevilla –o bien el siguiente-, quien acompañaba a D. Josef como “su tío” en la fragata Sta. Sabina, en la

batalla naval The Action of 7 April 1800.

En el momento de publicación del estudio de Rumeu (1983), el título estaba vacante. Indagaremos si

quedó archivo de esta casa y linaje, o algún escrito que pueda esclarecer los días de residencia de D. Josef

en Puerto de Sta. María y Cádiz. Una búsqueda en Google ha sido infructuosa.

220 El cahíz –unidad que desaparecería pronto con la unificación de medidas decretada, equivalía en las

canteras minerales, a unos 666 a 690 kg: compró unos 2.070 kg. Los 36 duros dejaban el kg a 0,28 duros a

la puerta de las salinas. Un estudio económico del texto debe revelar qué ganaban los intervinientes, y si

era artículo caro, siendo tan imprescindible, para el público.

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detalles de vecino respetuoso –cerraron las puertas de la Casa-. Es la siguiente noticia

de los Rocha en el Diario de La Peregrina.

“En este día, 2 de marzo de 1801, lunes, se le dio por medio del padre

Montesdioca, la noticia de la muerte del coronel Rocha, a su hermana doña

Angela y demás de su familia quienes desde esa misma hora cerraron sus

puertas. En el día, jueves, 5 del dicho mes se le hicieron los oficios en la

parroquia y en todos los conventos.”

Resaltemos con reiteración: con sólo dos meses de diferencia, D. Antonio distinguió al

Coronel Rocha, de su hijo D. Agustín; identificando también a su hermana Ángela [de D.

Josef, que era viudo, desde el nacimiento de D. Agustín], así como los demás de su

familia.

No puede caber duda de su conocimiento de ambos personajes, lo que da consistencia

definitiva –por el momento -, a nuestros asertos respecto al coronel D Josef.

Quizá no sean imprescindibles las siguientes palabras, pero ahí queden.

Qué hacía un ex-coronel –degradado, proscrito y desterrado del reino donde no se

ponía el sol-, enrolado en un buque de guerra de S. M.? Nuestra respuesta es:

rehabilitarse, parece obvio. Como logró el general Torres del ominoso Fernando VII.

Queda por indagar por tanto, en los archivos –gaditanos o donde pueda hallarse

papeles del marqués del Buen Suceso, o de la propia marina real, etc.-, algunas noticias

de los últimos tiempos de D. Josef. Pero eso ya no será labor de esta Tesis.

En todo caso, parece que estamos ante un gesto heroico, de honor (militar): ponerse

en la primera línea de fuego de la peor o más macabra y arriesgada de las formas de

guerra, la marina; y en plena disputa naval frente a la más poderosa armada de la

época: la inglesa. Puede recordarse las batallas de S. Vicente (14.II.1797) y Trafalgar

(21.X.1805), por poner dos términos extremos entre la docena larga de batallas navales

que se dieron entre la Armada española y la Royal Navy; posiblemente, esa escaramuza

pertenece a las operaciones derivadas de la derrota de Nelson en Sta. Cruz (16.X.1799)

cercanas la batalla menor del 7.IV.1800.

Como este doctorando no es estudioso de la guerra marítima, queda para los

especialistas, cuál pudo ser esa escaramuza. Pero vamos a adelantar esa labor; hemos

acudido a la Wikipedia inglesa, porque en la española no está, ni falta que hace221.

Y el resultado es el siguiente.

221 y cuando llegue seguirá con su indoctrinación-manipulación por el imperio hacia Dios on-line.

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The Action of 7 April 1800

Los historiógrafos ingleses denominan este evento The Action of 7 April 1800, part of

the French Revolutionary Wars –nótese la precision: parte de las Guerras

Revolucionarias Francesas-:

“a minor naval engagement fought between a British squadron blockading the Spanish

naval base of Cadiz and a convoy of 13 Spanish merchant vessels escorted by three

frigates, bound for the Spanish colonies in the Americas. The blockade squadron

consisted of the ships of the line HMS Leviathan and HMS Swiftsure and the frigate HMS

Emerald, commanded by Rear-Admiral John Thomas Duckworth on Leviathan. The

Spanish convoy sailed from Cadiz on 3 April 1800 and encountered Duckworth's

squadron two days later. The Spanish attempted to escape; Emerald and succeeded in

capturing one ship early on 6 April. The British captured a brig the following morning

and the British squadron divided in pursuit of the remainder.

Calm winds delayed both pursuer and quarry and it was not until the morning of 7 April

that Leviathan and Emerald came up on the bulk of the Spanish convoy, which was still

under escort from the Spanish frigate squadron. Swiftsure had been detached south in

pursuit of the rest of the convoy. Two Spanish frigates, Nuestra Señora del Carmen and

Santa Florentina mistook Duckworth's force for part of their convoy, came too close and

had to surrender after a short but fierce resistance. The third frigate Santa Sabina

managed to escape Emerald's pursuit but the rest of the convoy was left unprotected

and the British seized four more ships. In all, the British captured and sent into Gibraltar

13 vessels of the 16-ship convoy.”

La traducción es muy obvia, y para quienes tengan dificultad disponen de traductores

on-line. Resumiendo, el convoy salió el día

3.IV.1800 y el día 5 topó con la escuadra de la

Royal Navy: la fragata que escapó de la cacería

hacia Sta. Cruz, junto con 2 ó 3 mercantes más,

fue la Sta. Sabina –típico buque de guerra de

diseño francés, cuyo casco iba forrado de

cobre, y armada con 40 cañones-, porque los

otros 13 de 16 –incluyendo las fragatas Ntra.

Sra. del Carmen y Sta. Florentina222, que fueron

alcanzadas en sus aparejos al amanecer del día 7-, fueron capturados, en una maniobra

de embolsamiento del experto contralmirante inglés. Entre los pasajeros de la primera,

dice la fuente inglesa que iba el obispo de Buenos Aires, Pedro Inocencio Bejarano,

222 Comandadas, señala la web, por “Don Fraquin Porcel y Don Manuel Norates”; perdieron 23 hombres y

28 heridos, por ninguna de los ingleses. Ambas fragatas fueron incorporadas a la Royal Navy, con los

nombres HMS Carmen y HMS Florentina; una forma muy inglesa de ofender a los católicos españoles. Las

mercancías de los mercantes se subastaron en Gibraltar.

31. Fragata de 40 cañones.

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granadino, nombrado desde hacía 2 años223 –parece ser que fue liberado224 sin rescate,

pero el erario español perdió los 4.000 pesos de costa que obtuvo de S. M. (28.II.1798,

R. O. en el Archivo de Indias), para sus bulas y ayuda de costa para el traslado de su

familia a América-.

La fragata Sta. Sabina debe ser el buque en que se dice iba el coronel Rocha –y que él

dice en su Diario haber visto en la Carraca de Cádiz-; es decir, si estamos en lo cierto –

no ha aparecido ningún dato que haga tambalear esa posibilidad-, escapó de

manganilla del HMS Emerald y compañía: 3 de los 16 blancos de caza. Quizá eso le

hubiera salvado la vida a D. Josef –esquivando la peste-, aunque supusiera un segundo

cautiverio…

Hemos intentado una búsqueda de la escala de la fragata Sta. Sabina en la web de la

muy militar y acogedora Tertulia Amigos del 25 de julio – http://amigos25julio.com-, con

resultado negativo. El blog del mismo estilo blog.todoavante.es, dice que logró entrar

en Cádiz el 9 de abril, aunque esconde las capturas –lo que le hace tambalearse como

fuente-. Y la web http://www.todoababor.es presenta lo que parece una gran laguna

para esas fechas…

Cómo explicar esta supremacía, que tan bloqueados por mar nos dejó en Canariias? La

potencia de los factores ofensivos de una fuerza naval se compone no solo del número

de unidades y su tonelaje, blindaje anti-hundimiento, número de cañones por unidad y

artillería del conjunto –aparte de la inteligencia, voluntad, valor y adiestramiento de la

marinería-; sino principalmente, del 'peso de andanada', que es el monto cualitativo de

la artillería.

Este factor es lo que resulta decisivo en la guerra naval: la combinación de longitud de

cañón y peso de proyectil (en hierro), junto con la disposición de baterías mono-calibre,

determinan la eficacia de fuego y su capacidad de concentración –casi puede decirse, la

puntería destructiva conjunta de cada unidad en cada andanada, que es el disparo

simultáneo de todos o gran parte de los cañones de uno de los dos costados (andana)

de un buque artillado-.

Los buques españoles del XVIII-XIX estuvieron siempre infradotados en artillería -por

'peso de andanada'- respecto a su tonelaje, como un 30% inferior al de los navíos

equivalentes de la Royal Navy; a veces, las fragatas capturadas e incorporadas a la Royal

223 Como hizo el grancanario Luís de la Encina, retrasó la travesía cuanto pudo…

224 Bejarano se dice que fue desembarcado en Algeciras y ya no saldría de nuevo para Buenos Aires: en

noviembre de 1800 falleció el obispo de Sigüenza, y en diciembre Vejarano fue nombrado para sucederle,

sede a la que llegó en mayo del año siguiente.

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eran artilladas con más del doble de peso de andanada (HMS Margarita, c. 1780) – pese

a las continuas quejas de los comandantes y mandos-.

Esto no es nimio: los navíos españoles eran trampas flotantes para su dotación en tales

condiciones relativas, ya que lo que paralizó a los círculos del almirantazgo fue el temor

ignaro a sobrecargar el buque en detrimento de sus cualidades marineras y duración; la

inopia técnica hacía temer los efectos que tuviera el shock de retroceso de un mayor

peso de fuego sobre la estructura, cubiertas y flancos, ignorando algo tan elemental

como que la diferencia de peso ganado con piezas más ligeras era inversamente

proporcional a dotaciones más numerosas que imponían mayor peso muerto de víveres

y de aguada embarcados.

Las piezas más ligeras eran además más fáciles de maniobrar, y por tanto, de realizar

una cadencia de fuego mayor; mientras los 'grandes marinos-científicos' españoles

continuaban centrando la teoría del tiro en la distancia media, las nuevas tácticas

británicas eran para el combate a muy corta distancia, casi a bocajarro: ahí el problema

de la precisión era irrelevante y predominaba la rapidez de recarga, la eficacia de las

llaves de fuego (sin la peligrosa mecha) y la cadencia final de fuego. Era además, un

arma disuasiva y decisiva frente al abordaje convencional para ganar la unidad enemiga

al cuerpo a cuerpo.

En conjunto, todo aparece como un despropósito pusilánime225, basado en una

ingeniería naval obsoleta e inamovible –actitud que no cambió hasta algún reglamento

después de 1803-. Consecuencia de la insuficiencia técnica, industrial, financiera226 y

sistémica, en suma; puede añadirse una desviación ideológica-imperial: pensar

militarmente sólo en términos estratégicos, nunca en escala táctica, práctica, efectiva.

Desviaciones del absolutismo e integrismo institucional.

La Royal Navy, que acababa de enfrentar la guerra de Independencia norteamericana,

había hecho una poderosa serie de innovaciones técnicas –dentro de su ‘práctico’

espíritu revolucionario-industrial, especialmente en artillería, pero también

innovaciones tácticas, junto con un corso que cambiaba las relaciones de fuerza casi

diariamente, al incorporar a su flota lo mejor de los competidores: dándole superioridad

numérica.

En lo individual, era superior también la actitud británica: el ataque era preferible a la

táctica defensiva clásica ‘a la Hoste’, y en él prevalecía el arrojo personal y la decisión o

225 Es de lamentar que sobre montañas de cadáveres flotando en la historia tras derrotas determinantes,

se siga erigiendo monumentos historiográficos al patriótico quehacer del régimen absolutista y su Real

Armada. Así es España.

226 Considérese la bancarrota de Carlos IV.

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determinación, la iniciativa para cortar la línea enemiga y aislar unidades, y el apoyo

mutuo de los comandantes en el ataque combinado a estas. La marinería española era

en cambio, inexperta y escuálida, con baja reacción ante las reparaciones frente a

destrozos; y sus jefes, sometidos siempre del sistema clásico de señales exclusivo del

almirante-jefe para actuar; una actitud española, ordenancista y pasiva, que resultaba

mortal frente al Nelson touch –la táctica menuda practicada por cada comandante-

unidad-.

En cambio, para la Real Armada española –en su tradicionalismo católico-estamental-,

la guerra de 1796-1802 significó una severísima derrota, en beneficio de la Royal Navy y

la Marina imperial francesa. Concretamente, la carronada escocesa fue la boca de fuego

estrella de ese avance destructivo, devastador a corta distancia (disparando metralla);

las otras dos marinas un pugna nunca consiguieron una respuesta que neutralizara su

eficacia.

Esto explica la cacería que pudo permitirse la escuadra de la Action of 7 April 1800:

desarboló a las dos fragatas capitanas, escapando por velocidad relativa respecto a su

cazadora, la Sta. Sabina. Y explica también para los especialistas el desastre de Trafalgar

y sus adláteres.

Final

Estamos ante un final de vida de lo más honorable, el de don José de la Rocha, uno de

los muertos del armario del rey cornudo227 y su caterva de generales; no parece caber

duda, a pesar que no fuera abatido por un cañón inglés, sino por la fiebre amarilla, en

su embate de 1800 en Puerto de Sta. María y todo el litoral andaluz.

Esta pestilencia acabó rematando aquí, con un contagio severo, aquellos años terribles

de comienzos del XIX para la Ciudad. Uno de esos brotes aquejó a la familia Rocha, que

hubo de huir –tras morir algún sirviente, y contagiados muchos: el propio D. Agustín y

señora- de la calle Los Malteses infectada, a la finca Las Buenas Vistas –hoy de las

Javerianas-, en La Vega de Sta. Brígida de Gran Canaria.

En suma, D. Josef parece haber muerto en si no en acto de servicio, sí en el servicio

activo de S. M. –bajo el padrinazgo, parece ser del vizconde de los Naranjos, singular

personaje de la historia dieciochesca-, y debería figurar así en su hoja de servicios,

oficialmente; eso explica que expidiera su última voluntad como testamento militar –

cosa que hasta ahora nos había intrigado-. Al menos quedará así para nuestra historia –

de modo provisional (sometido a mejores argumentos), claro está-.

227 todos los reyes lo tienen; este pensaría, porque no era de mente muy brillante, que el propio César

compartía las matronas romanas con sus cónsules (o más cerca aun, Fernando el católico)…

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Desde luego, así asumiremos su persona en nuestro caso. Fue un señor de siervos, y

gran terrateniente, un Coronel al que hemos visto el plumero humanitario en tiempos

aún muy duros, que vivió una vida dramática: casó y enviudó en poco más de 9 meses –

al morir su esposa unos días después de parir a su hijo y heredero Agustín Mª del Pino-;

y dado que era viudo, fue movilizado a una guerra de familia, religión y reacción ante la

democracia moderna. El resto, lo estamos conociendo poco a poco.

Un paisano, en fin, que no tuvo buena estrella ni le sonrió la suerte, pero que lo intentó

y aguantó todo, y frente a la peor de las condenas: el desprecio regio, que significaba el

de todos sus congéneres. Así lo muestran las parcas referencias de dos cronistas, como

Romero o Betancourt.

Una anotación última, acerca de D. Agustín también, parece que a cuenta de los citados

molinos y tahonas de gofio; pero que comienza desvelando algo que no podemos dejar

de resaltar: la tragedia del hambre isleña –las muchas mujeres, niños y niñas no

emigraban de excursión-; la extensión de la cita se justifica porque se refiere a la

correspondencia con sus hijos:

“En este día, lunes, a las 4 de la tarde, 22 de febrero de 1802, salió de viaje el

barco de Los Panaderos para la Habana, el que llevó mucha gente, y entre ellas

muchas mujeres y niños y niñas, con advertencia que fue Agustina la encajera y

su prima Bárbara, y las de Ojeda y Veniles Juan. En este barco fue el hijo de don

Miguel Herrera y el muchacho don Antonio Brito, quién llevó mis cartas para don

Sebastián Bordón, junto con la cuenta de que dejé en mi poder tanto de la

cuenta de tajonas y molinillos; también llevó el dicho Brito otra carta y cuenta, la

misma que ya en esta ocasión mandó don Agustín de la Rocha, también escribí

al don Sebastián una cartita con un compadre de Telde, que fue en dicho barco.

En esta ocasión escribí a mi hijo Pepe dos cartas: la una la llevó Antoñico Brito y

la otra Pepa la de Salbador del Truco, y el Brito llevó otra para Amaro; en este

barco se fue el maestro Antonio Padilla y Francisco, el hijo mi compadre Días.”

Con esta anotación terrible concluimos nuestro rastreo de los Quadernos de la calle

Peregrina.

Conclusión

El resultado del rastreo de los Quadernos de D. Antonio Vetancourt es altamente

positivo, en nuestra opinión, por muy modesto que parezca. Nos ha aclarado el

significado de la residencia en Cádiz del Coronel Rocha proscrito: sin la noticia de D.

Antonio el comerciante de La Peregrina, no habríamos tenido posibilidad verosímil de

rehabilitarle.

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Es un significado que cambia radiclmente la valoración humana y militar de D. Josef de

la Rocha. Y por ello ha valido la pena tanto esfuerzo, y tan prolongadamente –llevando

al límite, o más allá si se quiere, la especulación para encontrar una respuesta-. Ese dato

nos apareció en 2015, unos meses antes de la entrega obligada de esta Tesis.

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V. Sus obras de Arquitectura

1. El Coronel padre. D. Antonio Lorenzo de la

Rocha.

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Al Coronel Antonio Lorenzo de la Rocha se le puede asignar con plena seguridad las siguientes piezas de arquitectura:

- el Castillo o Casa-fuerte de su Casa Rocha en Santa Cruz del Romeral, en el

Sureste Gran Canario (desaparecido). Se verá al final de este capítulo.

- La Basílica de Nra. Sra. del Pino de Teror.

- El Hospital de San Martín nuevo (HSM).

- Su casa-palacete de la calle Los Malteses (desaparecida).

- La casa de la Cilla en Teror (desaparecida). No hay documentación gráfica, pero

es citada en las Actas capitulares del Archivo catedralicio.

Una de las exhibiciones más claras de su competencia como arquitecto fue, aparte de

la utilización más tarde de la tipología clásicamente hospitalaria en el caso del HSM, el

uso de bóvedas y cúpula en la construcción de la basílica de Teror en 1760-67.

Sólo había un precedente en Gran Canaria de esas técnicas: la Iglesia del Colegio de la

compañía jesuita, obra del padre superior Vicentello, quien en enero de 1724 se reunió

–según el padre Escribano228- con los maestros de cantería y albañilería Juan Miguel y

Eugenio González y tomaron los acuerdos jurídicos pertinentes para la construcción,

por los que ambos se habrían de encargar de la dirección y ejecución de las obras.

Vicentello debió supervisar las decisiones de obra de los maestros, pero consta que

consultó con los profesionales competentes para tomar decisiones importantes. El 25

de febrero siguiente se colocó la primera piedra de la Iglesia, y el acuerdo remitió a los

maestros a consultar las trazas con el arquitecto catedralicio Antonio Narváez, haciendo

el arco de la capilla mayor según el de la iglesia de las monjas Claras siguiendo el molde

que aquel les diere, y a copiar la Portada de acceso a la iglesia proyectada siguiendo la

Puerta del Aire catedralicia, salvo dotándola de columnas enterizas y salomónicas, y

poniéndole dos gradas de ingreso.

También se consultó con otro arquitecto para algo más importante: el techado con

bóveda –que Escribano no dice quien le sugirió al superior-. Fue el “arquitecto H.

Francisco Gómez” –del que se conoce pocos datos-. Este profesional se negó a validar

los tapiales de barro y piedra que estaban levantados, exigiendo aparejo de cal y ciertos

estribos… En 1732 se había incorporado otro maestro: Alonso de Mújica, que

renunciaría 10 años después.

En 1746 se trabajaba en la techumbre y cúpula. Intervienen entonces en la obra el

ingeniero Francisco Lapierre y el maestro Juan Fernández de Torre (uno de los mejores

arquitectos que trabajaron en el archipiélago). La Iglesia se finalizó, en una sola nave, en

1754; su acabado en 3 naves es actual, y se realizó en 1944. 228 ESCRIBANO GARRIDO, Julián. “Los Jesuitas y Canarias 1566-1767). Ed. Facultad de Teología. Granada.

1987

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259

En esos tiempos se trataba de un alarde constructivo, según veremos por la relación

que sigue.

Una experiencia constructiva española reciente

Los Vandelvira fueron una familia de arquitectos del siglo XVI, artífices del renacimiento

español, desde el plateresco imperial-delirante, al geométrico desnudo: a lo largo de

uno y otro, superaron el gótico en el panorama cultural español.

Alguno de los Vandelvira229 estudió en Italia –que era, a través de su patrimonio y/o de

su tratadística, el faro continuo de la arquitectura de Occidente entonces-; y si bien

todos fueron competentes maestros mayores de obras, se vieron circunscritos a Jaén,

al trabajar para nobles locales y funcionarios reales en su capital, y en Úbeda y Baeza.

Alguno inventó incluso soluciones constructivas novedosas –Andrés: la bóveda baída, y

otras-

Frente a la tradicional preferencia italiana por la albañilería, España llegó a hacerse

referente de la estereotomía y la labra de cantería en Europa –quizás aprendida por

ingenieros del Rey en Flandes-; una parte del mérito de ello se debió a esta saga de

maestros mayores. Alonso de Vandelvira escribió un tratado, el Libro de traças de

cortes de piedras, donde asumió la exposición de la teoría de bóvedas de planta

irregular a partir de la canónica de crucería; utilizó así “mecanismos de control

geométrico propios de la tradición gótica [nervaduras], en un tratado de cantería

renacentista”230, con objeto de definir las curvas formeras y arcos rampantes, y

controlar después el desarrollo especial de la superficie reglada.

Así, a una bóveda que era romana (la de crucería), le impuso una estrategia de control

geométrico que era gótica, para alcanzar un objetivo espacial (bóveda baída) innovador,

que fue plenamente renacentista. Eso es lo que revela su dominio o maestría.

Se demuestra en su tratado algo que nos interesa aquí: la necesidad anticipatoria del

proyecto era ineludible –algo en lo que abundan todos los especialistas-; el tracista con

sentido constructivo necesitaba, para levantar una cubrición abovedada/cupulada, la

herramienta de control que era el trazado geométrico y de montea, y era del todo

imprescindible en el acto de levantar una bóveda y/o cúpula –mucho más si se trataba

de una planta deformada (romboide)-. Explícitamente:

“la única forma de controlar una superficie es a partir de líneas contenidas en

dicha superficie” (op. cit.: Rosa Senent)

229 Pedro de Vandelvira, padre de Andrés de V.

230 Las bóvedas irregulares del tratado de Vandelvira. Estrategias góticas en cantería renacentista. Rosa

Senent Domínguez (Actas del VII Congreso de Historia de la Construcción. Santiago, 2011).

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Haciendo un homenaje a estos sabios maestros renacentistas, en el departamento de

Construcción de la ETSA de Madrid se llevó a cabo (c. 2008) una experiencia de taller

consistente en levantar y someter a rotura231 una bóveda esférica del tratado citado –

que

nunca llegó a ser levantada por su autor-, y que fue fabricada para este caso en

escayola enriquecida con fibra de vidrio232; no se trata de una gran la diferencia de

materiales –por su comportamiento mecánico-: la escayola se usaba ya en tiempos

renacentistas para crear maquetas y modelos estereotómicos…

El levantamiento geométrico básico se hizo en AutoCAD y otras herramientas

informáticas, y el proceso de montea se realizó mediante la misma técnica y sistemas

gótico-renacentistas –pudiéndose rememorar mediante el trabajo de taller, la unión y

solidaridad que se vivenciaba en las logias y gremios canteros medievales-.

“La bóveda que muestra Vandelvira en su manuscrito es una bóveda singular,

por así decir, un prototipo; su estudio geométrico revela una interesante

sorpresa, la bóveda es esférica. Su forma redonda permite una novedosa traza

de combados en forma de ruedas concéntricas, dibujo este imposible de

ejecutar en los quebrados témpanos de plementería de una bóveda gótica

tradicional. La bóveda se forma con diecisiete claves y tres tipos de arcos: ojivo,

tercelete y perpiaño. Las jarjas de la bóveda son también interesantes ya que, en

lugar de que el arranque se forme con un protuberante haz de nervaduras, por

231 En Youtube puede accederse a un video que muestra la espectacular operación de carga y rotura.

232 Existe pdf en la red, http://www.sedhc.es/biblioteca/actas/CNHC6_%20(78).pdf

32. Montea de bóveda de Vandelvira. ETSAM, c. 2008

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entonces la solución más frecuente, Vandelvira propone que los arcos se fundan

entre si hasta desaparecer fuera de los límites de la bóveda”233

Ya que el contenido del proceso constructivo está perfectamente descrito en el citado

documento on-line, lo interesante de resaltar aquí es lo que nos compete en este

apartado de esta Tesis: al abordar las monteas de la pieza, el profesor responsable de la

experiencia advierte

“El dibujo a escala natural era absolutamente imprescindible en una época en

que el cambio de escala [entre el plano en papel y la labra en piedra] era una

operación en extremo arriesgada, un error en forma o curvatura de una dovela

podría acarrear la talla de cientos de piezas incorrectas, para evitarlo, sobre las

monteas a escala real, se tomaban las medidas de longitudes, ángulos y

curvaturas con la certeza de no cometer error alguno. Al llevar a cabo las

monteas se aprecia la destreza de los maestros de cantería medievales en el uso

de esa herramienta geométrica que hoy conocemos como sistema diédrico de

proyección. Durante la larga Edad Media, este sistema de proyección que

relaciona el dibujo en

planta de un objeto con su

alzado o sección, fue

desarrollándose en las

logias y talleres de

cantería nacidos a la

sombra de las grandes

catedrales. …En el siglo

XVI, la metodología está

completamente a punto y

permite resolver

complicados abatimientos

de arcos así como el

dibujo detallado de las

piezas más complejas; como entonces, los datos necesarios para construir las

diversas piezas que componen la bóveda se van a extraer de las monteas a

tamaño natural.” (lo subrayado es nuestro)

Pero ¿de qué herramientas físicas se valían para resolver las curvaturas de las dovelas y

la continuidad incurvada según las trazas proyectadas? De herramientas muy simples,

como no podía ser de otro modo

233 Se cita en este final a Palacios 2003.

33. Línea de empujes dentro de la sección del arco

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“La construcción comienza con la labra de dovelas. Para empezar, a partir de la

montea, se dibujan y confeccionan los baibeles, herramienta ésta imprescindible

para controlar la talla. Se trataba de unas escuadras de dos brazos no

articulados, uno de ellos cortado con la curvatura del intradós del arco y el otro,

recto, orientado hacia el centro geométrico del arco (figura 5)234. Como la

bóveda tiene tres arcos diferentes, hemos de construir tres baibeles: para el

ojivo, el tercelete y el fajón. En la bóveda de Vandelvira, la sección de los tres

arcos es diferente, y su autor explica escrupulosamente cómo revirar las

secciones de los mismos para que se adapten mejor a la sección de la bóveda;

sin embargo, en este caso, por simplificar, se ha decidido que la sección de los

tres arcos sea idéntica, es decir que los tres arcos tendrán una única plantilla

para su sección. En la confección de esta plantilla de testa, se ha respetado la

forma y, sobre todo, la escala que esta sección tiene en el dibujo de Vandelvira;

también se ha respetado la cola, es decir la protuberancia que lleva el trasdós

del arco para que éste quede encastrado en la plementería. Finalmente, con el

correspondiente baibel y la plantilla de testa, se pueden comenzar a tallar las

dovelas. La escayola nos permitirá el uso del serrucho, el formón y la lima para

alcanzar con bastante rapidez la forma deseada.”

Por último, después de exponer la ingeniosidad constructiva y utilidad estructural del

sistema de enjarjado que innovó Vandelvira, el documento completa la exposición de la

experiencia constructiva comentando las labores de cimbrado y descimbrado, que tanto

hemos resaltado aqui. En este apartado pudieron intuir otra de las sorpresas que

esconden las técnicas

constructivas góticas: una vez

que toda la nervadura de

crucería está montada, ya

comienza a trabajar

estructuralmente cuando se

procede a disponer la

plementería entre nervios, por

lo que las cimbras no tenían

que asumir toda la carga de la

cáscara, sino sólo parte del

peso propio de la nervadura –

esto es, los arcos de piedra de

la montea-.

234 Hemos adjuntado algunas de las imágenes del citado documento, tomadas de su edición electrónica

en pdf.

34. Espadaña y cúpula, polos espacial-simbólicos. Teror

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En conclusión, estos comentarios de estudio estático-constructivo nos han acercado a

la dificultad técnica y constructiva de concebir espacios y elementos arquitectónicos

sofisticados, y la necesidad, de forma imprescindible, de disponer de conocimientos

proyectuales y competencia en la dirección de fábrica.

El Coronel Rocha tuvo que contar con un círculo de técnicos castrenses nativos, así

como una nómina de operarios de las Milicias Provinciales –las que que guarnicionaban

la Isla-, y debieron formar y constituir una mano de obra organizada y competente, bien

dirigida por aquel y sus mandos auxiliares, para abordar aquellos desafíos por sí

mismos. Esto es lo que queríamos, si no demostrar, empeño imposible debido a la

carencia de documentación fehaciente, sí en cambio evidenciar. Porque debió ocurrir

así, necesariamente; por imperativo físico y mecánico.

Y uno de sus discípulos, fue con toda probabilidad, su hijo don José, debido a otra

evidencia: era su heredero, el futuro coronel de las Milicias por línea de su Casa. Don

Antonio Lorenzo de la Rocha debió inculcarle, sin duda posible, los conocimientos de

ingeniería militar y arquitectura civil que eran de rigor en su condición militar y

estamental, de forma ineludible, por el reglamento de coronelía.

Por esa razón, al fallecer don Antonio en primavera de 1783, aparece la firma de su hijo

don José al frente de los documentos de gestión de pagos de la obra del Hospital de San

Martín, que anteriormente firmaba su padre: había asumido la coronelía que le

correspondía por herencia; y ello implicaba el cometido de arquitecto local.

Fue la guerra gran –o de la Convención- contra la República francesa en 1794 lo que le

arrancó de su destino local, para conocer las humillaciones de la ineptitud castrense, de

la cobarde derrota y el cautiverio, y la deshonra militar derivada de la corrupción de

estado más impune; y lo que finalmente le condujo a sufrir una muerte atroz bajo la

epidemia de fiebre amarilla de Cádiz en 1800, cuando intentaba rehacer su vida. Como

hemos estudiado en otro apartado, esa cadena trágica de hechos cercenó su trayectoria

como arquitecto (neoclasicista) y coronel de las Milicias locales…

Ese era el nivel de competencia disciplinar de ambos, como arquitectos. Como padre e

hijo, eran al mismo tiempo, coronel y teniente del mando de las Milicias populares;

durante la obra de Teror, don José debió de asumir la coronelía sobre la tropa y suplir la

ausencia del primero en el puesto de mando y en la jefatura de los asuntos familiares,

por lo que no es verosímil suponer otra actividad…

La misma o parecida situación debemos imaginar en la erección del Hospital de San

Martín. Al morir don Antonio, don José hubo de afrontar además el rol de arquitecto,

aunque para esos años comenzaba a estar muy interferida desde la corte, por los

decretos de imposición del ornato y la exigencia de titulación en la Academia, etc.

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Los campos y mundos respectivos de lo rococó (barroco) y lo neoclásico eran el espacio

cortesano, frívolo y refinado de los estamentales –aristocracia-, y el espacio social,

virtuoso y útil, racional, de los ilustrados.

Los Rocha se movieron entre ambos espacios: el cortesano por su condición de Casa

principal de la nobleza colonial –con deudos y amistades entre los godos ministros del

rey (obispo, oidores, corregidor, mandos militares)-, y el popular por su liderazgo de la

Milicias populares-nativas, …que incluía la alta dirección del gremio de la construcción –

alarifes y carpinteros, artistas, poceros y marineros, etc.- Y debieron sentirse atrapados

–o mejor, alimentados- por estas dos posiciones –e inclinaciones propias-, sociales,

culturales, políticas, e ideológicas…

El arte rococó era un arte amable, fresco y frívolo, colorista y alegre, que podía llegar

hasta ser caprichoso: decorativo y ornamental, curvilíneo; el neoclásico, era en cambio,

lo exigente y virtuoso, matizado y contenido, utilitario: estructural, arquitectónico,

lineal.

A Antonio Lorenzo de la Rocha le vemos fluctuar entre ambas tensiones. Al fallecer en

1783 el coronel, estaba ocurriendo la rebelión que haría nacer la nación y democracia

norteamericanas ese año mismo, porque al luchar contra ellas compañías de jóvenes

franceses, la victoria colonial fue un referente de rebelión contra Dios y el Rey para los

revolucionarios, que desde los años de H. Walpole en los salones de París (1765) –que

lo testimonió-, clamaban contra ambos símbolos del poder estamental…

A pesar de la censura inquisidora, estas noticias llegaron a don José, sin duda, …si no a

su padre; lo mismo ocurriría con las del verano de 1789235..., y si no, pronto las iba a

conocer de primera mano, cuando hubo de afrontarlas al caer el castillo de Figueras y

pasar como prisionero a Francia, como describió en su Diario.

La fachada de la ampliación hacia Poniente del Hospital de San Martín, que nosotros

hemos atribuido a su hijo don José –quizá en colaboración con Diego N. Eduardo-, tiene

que ser anterior a su partida al frente pirenaico (1794), es una muestra notable de

aquella sobriedad236. Nos parece que la misma no puede atribuirse a Eduardo, por su

excesivo laconismo y hechura apresurada –sí parece en cambio, ser el autor de la planta

235 Algunos republicanos norteamericanos, como Franklin, viajaron a París donde defendieron sus ideales

en los círculos parisinos, contagiando a los nobles y damas titulares de los salones…

236 Como hemos señalado, su destino no dio para más…, por lo que no cabe aludir a otras obras de su

mano. Sólo puede quedar la cuestión en el aire, de si fue autor de alguna, en nuestra ciudad o en Telde,

que no tiene aun respaldo documental que conozcamos…

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de esa parte del proyecto237-. En cambio, el hecho de que don José de la Rocha firmara

algunos documentos de la dirección de la ampliación, nos autoriza a suponer que pudo

ser autor de ese diseño de fachada. Todo dependerá de más estudios en el futuro.

Manual del lugar: Teror

Al llegar a la plaza de Teror, encontramos tres cosas mayores: un entorno, un

frontispicio y un espacio interior; un salón público, una portada pétrea y un templo.

Estas dos últimas piezas están superpuestas: el salón interior es basilical –era

abovedado-, y antepuesto a él hay un tapiz labrado, un cortinón iconográfico complejo

y al mismo tiempo simple. Barroco, aunque sereno. Asertivo, elocuente, pero

doméstico.

Pero es capaz de acallar el ronquido gótico-mudéjar de la Torre Amarilla, que es una

bisagra con el pasado; porque cuando se le mandó reconstruir el santuario, su autor

abrió el libro del espacio –su manual del lugar-, en torno a ese lomo, por esa costura

vertical: la torre-campanario que iba a ser lapidada en la catedral con la reforma

neoclasicista, fue encomendada al imaginario de la Villa-santuario, hacía unas décadas.

Él hizo girar por ahí el mundo, horizontalmente 295 grados, para forzar al santuario a

encontrarse la mirada del devoto o visitante, y convertirle a un nuevo credo simbólico-

arquitectónico, que era el mismo en realidad, pero densamente tejido en piedra azul.

Sutil artificio, porque lo que trataba era dejar en posición presidencial al propio edificio y al

trono de la Virgen en sus apariciones públicas.

Es evidente que la pieza intermedia está concebida como telón previo al salón litúrgico,

como un tapiz-retablo para los días de la Virgen, y de paso para todos los días: para el

orgullo local. Decir que es un fachada, es dejarla desvestida; porque es una portada-

cortina, el tapiz arquitectónico de la patrona.

Todo objeto de culto en cualquier religión es siempre la sociedad sustanciada en algún

material noble: la fachada de la basílica del Pino es un trasunto en basalto del manto de

la Virgen y su discurso simbólico; es patrona hoy de la tribu insular por obra de la magia

del obispo-conquistador Frías, que fue allí a encontrársela: aquel era el centro cultual

nativo y necesitaba cristianarlo mediante la Madre Mensajera del Cielo238 para

anexionarse las mentes isleñas.

237 En otros puntos de esta Tesis hemos argumentado su autoría, en base a la mano que revela su diseño,

es decir, al dominio del dibujo que se observa en un plano de la planta que obra en el Archivo de la

Catedral.

238 Se sigue extendiendo hoy la corriente que identifica el manto estrellado de las imágenes de la Virgen

con escogidos sistemas de constelaciones celestes, buscando el objetivo de reforzar la credulidad de los

más devotos en esta función mediadora, como Madre de Dios y por tanto intercesora ante Él de las

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En este esquema, el ventanal central del alzado es la clave, 'la' hornacina –su concepto-

, ya que hace vibrar el ojo pineal para aludir al camarín, para remitirte a la Madre. Así,

desde el mismo umbral hasta el camarín, la emoción está vibrando en la serie armónica

hornacina-baldaquín-manto de la Virgen.

En esa labra en alzado hay una inteligencia, algo del aplomo del iniciado, del que está

seguro de su gusto algo raro, libertad astuta para encontrar morfemas infrecuentes,

disonantes por sencillos, todo en un discurso especular pero que llega a su destino, a la

forma prevista; vemos variedad desafiante a la norma, que indica imaginación fresca

aunque un punto ácida, pero que termina siendo digerida.

Hay una voz acostumbrada a mandar, a obedecer a su manera. A acatar, pero no

cumplir a ciegas: a realizar. Hay ilustración, pero no la oficial, la rígida del ingeniero real:

hay talento, y nunca vulgaridad.

Hay diseño, originalidad, un juego de la luz y la sombra para la airosa piedra azul, con el

que el cantero no tuvo problemas. Sencillo de labrar, rápido. Eficaz, por sus contrastes,

escénicamente.

La impronta global que deja vibrando en el cerebelo es un claroscuro sin igual; nadie

dirá 'se parece a -', y mucho menos 'es copia de -'. Ya han pasado por allí muchos siglos

y millones de visitantes. Dirán: es la basílica de aquel sitio en Canariias, ¿cómo se

llama...? (Teror).

Lugar natural y Lugar’ barroco: la imaginación del lugar

Todo este artificio cultual abstrae al devoto o visitante del Lugar natural; ha creado

otro Lugar’. Se ha hecho una homotecia arquitectónico-simbólica, que es la que hemos

descrito atrás, obra de Antonio Lorenzo. Pero no es el original; ni siquiera la imagen

venerada es la misma que veneraron los canariios –Nra. Sra. de Therore, de mediados

del siglo XV- hasta que el decreto brutal del obispo Suárez (1590) –enterrar todas las

imágenes medievales del Archipiélago-, la escondió de los lapidadores. Sobrevivió.

No tiene mayor sentido ahora pensar en un Lugar cero: el mundo ahí sin nosotros –

para qué-. Lugar natural y Lugar’ barroco, en cambio, sí lo tienen; tiene tanto sentido

que no hay que explicarlo: sirve para entender lo que pasa ahí, en el Lugar actual.

Imaginemos (cómo se imaginó). El Lugar nativo era un espacio de nacientes, de

curativas aguas sulfuradas o agrias –para muchas enfermedades de la piel y digestivas-,

súplicas humanas. Cómo se podría concitar esa visión plana en 2D con la inmensidad multidimensional

que permite vislumbrar la astrofísica actual, es algo que no parece fácil. Lo más patético es que se viene

manipulando los indicios más peregrinos para asegurar a los ya crédulos que la ciencia confirmaría los

cimientos de la fe.

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probablemente alimentado por gravedad por aguas filtradas desde La Laguna de

Valleseco –un pequeño lago entre laurisilva-: un milagro natural, un don de la Madre

Tierra; abajo, el Lugar de Therore era el dominio de un bosquete o grupo de añejos

Pinus Canariensis, donde brotaban aguas sanadoras. Un Lugar mágico, benéfico; y por

tanto, sagrarizado inmemorialmente.

En el más eminente de esos Pinus, y/o en aquel señalado por surgir bajo su tronco uno

de aquellos manantiales, los canariios del siglo XV veneraron, primero un podomorfo

pétreo, sobre el que luego se dispuso una Virgen de colgar239, quizá llegada con los

mallorquines del obispado de Telde (1351) o por la acción misional-silenciosa de los

franciscanos andaluces (un siglo después)…

Esa debió ser la que fue a encontrarse, y decir que había aparecido, el obispo Frías. Su

gente –los conquistadores y colonos-, por supuesto, le crearían, pie en tierra –bueno

fuera que no-. Quizá ni siquiera lo inventase aquel santo varón, sino estos otros

escritores de la historia. Da igual; seguramente nunca apareció milagrosamente: estaba

ahí, en su Pinus.

Lugar natural –incluso ya bajo Nuestra Señora de Therore-, y Lugar’ barroco –bajo

Nuestra Señora del Pino-, son dos capas de significado superpuestas; ninguna de las dos

tiene sentido sin la otra. A pesar que hoy, difícilmente, pueda ya percibirse o imaginarse

la primera. Siempre que entremos en el espacio ceremonial de la Villa –incluso si somos

devotos-, deberíamos recordar que estamos en un axis mundi natural y cultural.

Un eje del mundo, que fue creado por una tradición con raíces en el territorio tan puras

y recias como que son los elementos esenciales: el agua, la tierra, el árbol; …que aquí es

Árbol de la Vida: la invención de la identidad del Lugar.

En un principio fue un Pinus Canariensis, que por intermedio de una operación de

significado –devoción cosmo-religiosa a la Madre-, fue suplantado a lo largo de medio

milenio respirándolo, por una singular arquitectura: la portada-manto luso-barroca,

para una basílica normando-mudéjar. Bien o mal, es lo que hemos hecho hasta hoy.

Estos elementos, entre otros, son las claves de un Manual del Lugar, uno de los muchos

posibles sobre el milagro de la aparición. La instrucción nº 1 de este manual es que no

hubo aparición, y por tanto ningún milagro –si los conquistadores con su obispo Frías, y

el prebendado Álvarez de Silva, nos permiten contradecirles-. Lo que ha habido es una

desaparición –y eso sí ha sido un prodigio, de aculturación-: el Lugar cero, incluyendo a

la propia Nª Sra. de Therore, ha sido esfumado –gracias a nuestra intervención-.

239 Proponemos que se trata de una imagen de navegar; ese sentido tendría que tenga un orificio trasero,

que se ha identificado como que fuera para colgar. ¿En qué lugar una imagen carece de estabilidad –y

necesita ser colgada para que no ruede al suelo-?: en un navío.

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El alegato oportuno

Hoy queda la ortografía geométrica del frontispicio –académicamente se denominaba

así a principios del siglo XIX a los alzados arquitectónicos-: un programa iconográfico en

piedra azul calado sobre un paño blanco de fondo, obra del singular pre-neoclasicista

Antonio Lorenzo, nuestro Coronel Rocha. Él supo exprimir al máximo los recursos

estéticos de que disponía: una panoplia gótico-normanda y luso-barroquista, alternativa

al incipiente neoclasicismo oficial de la corte en la colonia. Recordemos que se trata de

una obra de nueva planta de principio a fin, obra toda del mismo autor.

Si se confronta al manifiesto de este estilo y sus secuelas, la fachada de la catedral de

Canariias240, obra de Eduardo-Luján-Arroyo, no sale malparada, sino que es el alegato

oportuno.

El Coronel Rocha había hecho como haría décadas después Eduardo en la catedral:

sobre un salón gótico al interior, aparece la rienda suelta al neoclásico en el exterior;

pero salió muy malparada la ortografía geométrica del frontispicio, al sufrir las secuelas

románticas e historicistas que siguieron a la muerte del neoclásico, debidas a la

intervención de Luján y de Arroyo: el imafronte especialmente, que constituye lo más

desafortunado del mismo. Fue un infortunio, y un despropósito de proyecto, que

Eduardo no dejara una fachada plenamente de su mano.

El alegato luso-barroco de Antonio Lorenzo es la pancarta del Lugar’ hoy; es nuestra

noción del lugar sagrado actualmente, del que fue Lugar cero 250 años atrás. Un

acertijo iconográfico de difícil lectura, y de más infructuosa aun interpretación.

Este Manual del Lugar trata de servir como libro de instrucciones para ese laberinto.

Levantamiento de la Basílica241

Este estudio de Bello Cárdenes, dedicado a Diego, comenzó a realizarse por el autor por

curiosidad y su amor a la Villa242 y a la Virgen del Pino y Patrona de la diócesis canaria,

con el objeto de proporcionar “el conocimiento histórico de la basílica como obra

arquitectónica artística y con especial énfasis en la última restauración del templo”,

dada su condición de “centro geográfico del pueblo” de Teror “y espiritual de la isla” tal

como la definió el investigador Ignacio Quintana Marrero –La Virgen del Pino en la

historia de Gran Canaria-, en 1971.

240 Que «del gran templo Hispalense es un retrato» (B. Cairasco de Figueroa). Sólo podía referirse a la

media catedral que en su tiempo existía.

241 Seguimos en todo el estudio de Ildefonso Bello Cárdenes titulado Basílica de Nuestra Señora del pino, Teror (1.VI.1986). 242 su familia está ligada a Teror desde generaciones atrás; algunos de sus miembros me honran con su amistad.

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Los límites temporales del estudio abarcan “desde las primeras apariciones de la Virgen

antes de la conquista castellana hasta el día de la terminación de la última intervención

en la reforma del Templo en el año 1968.” Algo después, el autor afirma que “este es un

trabajo de historia del arte, no de historia en general”; y que hará incapié en los datos

gráficos, pero no en la interpretación de los mismos –por considerarse no competente

“como historiador o crítico artístico”-, análisis que dejará a los especialistas…

Aunque el autor agradece en el texto a Ildefonso Bello Doreste su ayuda y el aporte de

la documentación gráfica, señala con tímida claridad que este –padre del autor- fue

colaborador o facultativo en la citada restauración, en su condición de aparejador en

plantilla de la delegación territorial del Ministerio de la Vivienda, en una posición muy

cercana –según nos ilustró el propio Bello Doreste en entrevista personal- a los

arquitectos enviados por el citado Ministerio que dirigieron la restauración; de ahí que

el autor pudiera disponer de los documentos gráficos esenciales que la definieron –ya

que la citada restauración no se sujetó a un proyecto director normalizado y

meticuloso-.

Según la información aportada por el aparejador, la obra se rigió por medio de órdenes

directas del entonces jefe del estado, el dictador, a sus ministros, y de estos a los

técnicos que se verá en su momento.

Esta fue nuestra vía de acceso a este documento: la información lograda a base de

indagaciones entre técnicos municipales y arquitectos, relativas a los trabajos acerca de

la basílica; fue el propio Bello Doreste, al exponerle el motivo de nuestro interés –

nuestra tesis sobre el autor del edificio-, quien nos aportó el ensayo de su hijo –

compuesto para un trabajo de fin de curso-. Le agradezco por tanto, ya desde este

punto, su amabilidad y generosidad al cedérnoslo para obtener una copia.

El entorno

Bello Cárdenes enclava adecuadamente Teror en la comarca montuosa de nuestras

Medianías, fresca y lluviosa en invierno, seca y calurosa en verano; zona de fuentes

variadas –“unas amargas, otras dulces, todas muy saludables”-, suelo ubérrimo en suma

a donde alcanzaba generaciones atrás el pinar del casquete superior insular, uno de

cuyos pinos es el protagonista de la comarca: “un majestuoso pino muy alto …conocido

como el Pino de la Virgen, y esta a su vez La Virgen del Pino.”

Los primeros datos documentales que conoce son los de las Actas del Cabildo

catedralicio (1514), cuando este tomó posesión de la iglesia de Santa María de Terore;

en 1590, el asentamiento tomaría el título de Villa. En 1629 el obispo Dávila dice que su

antecesor Cámara la denominaba Terori; en aquel año tenía el importante número de

563 vecinos, incluyendo los asentamientos de El Palmar (60), El Álamo (20), Los

Arbejales y Madre del Agua (80), etc.; servidos por 4 ermitas –Nª Sª de Las Nieves, San

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Matías (El Palmar), San Joseph (El Álamo), San Isidro (Los Arbejales)-. Uno de los

manantiales, la fuente agria, era “de tal actividad, que cualquier carne que le echen la

consume sin dejar más que el hueso.”

Consigna que el templo de la Villa es “muy buena iglesia” con la Milagrosa imagen, la

que habría hecho, y hacía, muchos milagros; pero previamente que era “llamada así por

haberse aparecido en un [pino], de cuyo corazón salía un árbol llamado Drago”, que

parece un portento mucho más fundado para explicar la veneración ancestral que

practicaban ya los nativos antes de escribir los cronistas católicos. Sigue el obispo su

relato: todos los isleños vivían por tal maravilla bajo su patrocinio –y en sus

tribulaciones era llevada a la capital en silla de manos a lo largo de 3 leguas de duro

camino-, donde recibía un tratamiento honorífico singular por los Cabildos.

Acerca del topónimo, atribuye al “cronista franciscano” que “llegó [el que fuera

comandante conquistador Pedro de Vera] a un término llamado Terori, porque se

llamaba así el canario, cuyo había sido, del cual tomó el nombre aquel terreno suyo, el

cual apacentaba sus ganados cerca de la fértil y frondosa selva de Doramas.”243

Por la fecha en que se realizó el trabajo de Bello Cárdenes, Teror era un municipio de

27,40 km2, con 9.604 habitantes, con su núcleo a una altitud de 543 msnm, rodeado

por los pagos de El Álamo , El Hoyo, El Pedregal, El Rincón, Los Arbejales, Espartero,

Guanchía, Huerta del Palmar, Las Rosadas, Los LLanos, Miraflor, Osorio, y San Isidro.

II.

El problema de la cristianación de las raíces canarias preocupó al autor, y por ello el

capítulo 2º fue dedicado a ello: “El pino, los Dragos, la Piedra.”

Atribuye a “los historiadores del siglo XVII”, que los canarios contaron al comandante

Vera “que hacía más de 100 años que veían la imagen de la Madre de Dios en un pino

muy alto de aquel Valle. Unas veces como una estrella de mucho resplandor, otras

como un personaje maravilloso”, unas veces en lo alto del pino, otras señalando un

círculo donde luego estaría el templo, para volverse luego a su lugar…

Este relato fue puesto en conocimiento del obispo Frías en el Real de Las Palmas, quien

viajó a Terori y no contempló resplandores, pero sí la imagen: “Estaba sobre una piedra

rodeada de culantrillos.”, por lo que el prelado se arrodillo y rezó en silencio. Al día

243 También da eco a otros significados más fantasiosos –terror que daban las caídas debidas a la costumbre de escalar el altísimo pino, valle del terror por el pánico que sembraron los canarios en las huestes de aquel jefe, etc.- (del canónigo Diego Álvarez de Silva, en 1771; e Ignacio Romero –quizás errata por Quintana-).

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siguiente, la imagen había descendido a ras de suelo…, y le hicieron una iglesuela “de

piedra solas arrimadas al árbol”244

Sin decir en qué fecha, señala que el árbol medía 42,10 cm de altura, se bifurcaba a los

25,26 m de la base, y la circunferencia de su tronco era 6,70 m.; “majestuosidad de

aquel impresionante pino” en el entorno entero del Valle, que avala aquella veneración

ancestral; cayó “un lunes de Pascua tres de abril de 1684.”, pero había sido “escalado

varias veces”.

Por ello pudo comprobarse el arraigo de varios dragos en su arboladura –cosa no

infrecuente en esta tierra, advierte el bien informado autor-; cuando cayó el pino, ya

sólo quedaban dos o uno: uno habría caído “entre los años

1621 a 1631”, y otro ya seco, “en octubre de 1681”, cuyas

astillas fueron repartidas en reliquias245. Asimismo, se

comprobó que “la piedra que había servido de base a la imagen

tenía marcadas las plantas de los pies.” No es probable que de

haber intervenido la Providencia, necesitara piedra alguna para

sustentar la imagen; dado que había un soporte físico, parece

que es obra humana al menos esa bandeja.

O sí, en cuyo caso debemos atribuir a fuerzas sobrenaturales la

oradación de esa superficie; lo que a su vez, plantea si fue

producida por la potencia telúrica de la centelleante imagen, o

porque simplemente era una piedra muy singular –con tales

perforaciones casuales-, y que la misma fuera adecuada para sustentar un icono

proporcionado al caso; o porque fuera una piedra sagrada usada para el culto por los

canarios, o un soporte para un icono cultual aborigen; o alguna combinación de los

anteriores supuestos…

O sea, que fue colocada allí por mano cristiana o nativa –tal vez para cristianar ritos o

ceremonial cultual canario-; pero también se dijo cuándo: un siglo antes de pasar por el

Valle el Atila castellano –lo que podría valer: mucho tiempo atrás-. ¿Del tiempo de

residencia de los misioneros mallorquines y sus descendientes?

Lo cierto es que la piedra desapareció al caer el Pino de la Virgen; y hay especulaciones

que la sitúan “en México”, lo que no hace el autor es decir en manos de quién fue, o allí

permanece.

III.

244 Lo cual atribuye confusamente a Marín y Cubas. 245 Es admirable que o hayamos conocido, sólo unas generaciones después, ninguna de ellas… Así somos con nuestro propio pueblo.

35. Primera Virgen del

Pino, s. XVI

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La imagen es otro misterio encantador. A pesar que su “verdadera historia …no está

clara”, Bello nos encabeza su capítulo 3º con una imagen que dice: Talla de la Virgen

del Pino tal como apareció en el árbol. Va adjunta, a mitad de tamaño que en el original.

Nada hay claro sobre si se hizo en la Isla o fuera –aunque es muy obvia una factura

andaluza, aunque el autor prefiere “gótica”-; porque parece que los eclesiásticos se

esforzaron siempre en mantenerla en un hechizo límbico, y todo intento de aclararlo un

intento vano, que además, deslustraría “cosa tan celestial”, “graciosísima”, y de

“excelente perfección”… Mide 110 cm de alto, y no de la misma materia que el pino

como se pretendió secularmente, sino

“de madera de peral, …toda dorada, grabada y estofada.

El manto es azul y el fondo de oro y cae del cuello de lo anterior de los hombros hasta

los pies; más por el lado derecho; por debajo del brazo derecho de la Santa Imagen

dobla un poco hacia el lado siniestro.

La túnica es roja, el fondo dorado , hace sus dobleces, o plegados sobre el pecho¡ del

cuello de la túnica que tiene un dedo de ancho, a la raíz de la garganta de la Santa

Imagen, caben tres dedos y algo más, en el cual espacio se descubre la camisa blanca,

que lo llena tan sutil, que se trasluce todo el oro del fondo.

No se descubre cíngulo porque los brazos teniendo al niño ocultan la cintura. El cabello

tendido y todo dorado de puro oro, sin algún

esmalte, ni otro matiz del cual caen por lo anterior

de los hombros por cada lado del rostro una madeja

de ondas haciendo punta que llega más baja que el

pecho, todo lo demás del cabello cae por la espalda,

y del cuello abajo queda debajo del manto que lo

encubre de suerte que no se puede ver más.”

A partir de este punto la cita del autor –creo que la

fuente es Álvarez de Silva, ya citado-, describe el

rostro de la efigie; aquí se percibe bien el

fundamento emotivo de una religiosidad popular

que los monarcas trataron de fomentar –y hasta el

último dictador era consciente de ello-, para

asegurar la cohesión y adhesión de la colonia a la

jerarquía estamental, y de esta al poder

metropolitano

“El admirable y celeste rostro lleno sin exceso: el color cándido: la mejilla rosada

propiamente: la frente proporcionada y hermosamente espaciosa. Los ojos azules y con

prudencia rasgados, y en punto que miran a todas partes. La nariz perfectísima, derecha

36. Esquema 1ª iglesia de Therore, s.

I. Bello Cárdenes

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y delgada; las cejas delicadas y la preciosísima boca con muy notable gracia algo rasgada

y menos al lado izquierdo, que apenas se

conoce; parece quiere reírse, o principios que

demuestran una prudente risa. La barba

redonda no gruesa ni aguda. La sacra cabeza

algún poquito inclinada hacia el lado siniestro

sobre el niño. El semblante graciosísimo con el

mirar alagüeño, poderoso imán de los más

azerados corazones, dulce atractivo de los más

tibios afectos, fuerte arrobo de las voluntades y

celestial encanto de las almas.

Todo este Angélico aspecto de la sacratísima

imagen está espirando gracia, afabilidad y

dulzura. En otras imágenes suyas suele ostentar

esta reina la magestad, la grandeza y señorío

con que mueve al temor reverencial; pero en

esta provoca sólo el amor, mostrando afable la

clemencia, la dulzura, la suavidad y la gracia."

El secretismo cómplice alcanza a los

especialistas en arte, que al parecer no desean

enturbiar la credulidad popular:

"La verdadera procedencia de la imagen no la

sabe nadie con exactitud. Lo cierto es que es una

figura gótica que en los libros como la "Historia

del arte en Canarias" publicado recientemente y

que trata temas de recopilación, nuestra Virgen

del Pino esta sin clasificar."

IV.

En este capítulo, Bello aborda el estudio de la primera iglesia, no la de piedra seca

adosada al Pino de la Virgen –que opina, “pertenece a la prehistoria”-; sino a “la Iglesia

de Santa María de Terore” que citan las Actas catedralicias en 14.XI.1514, al consignar

su toma de posesión por el canónigo Juan de Troya246, comisionado por su Cabildo para

decir allí 3 misas; templo que –junto con su correspondiente huerta propia- había sido

246 Un hermano de este canónigo, o un médico de igual nombre y apellido, escribió, según L. Torriani, una historia de las Islas que desapareció después.

37. Planta 2ª ermita de Therore. La Torre

de 1700 sirvió a Antº Lorenzo de charnela

para fijar la basílica actual

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anexado a la Iglesia Catedral por el obispo Vázquez de Arce “por justas causas”247,

anexión reafirmada en la constitución 136 de su sínodo en fecha “15 de abril del

siguiente año” (1515)248. Esa anexión se mantuvo hasta 9.X.1583, coincidiendo con el

arreglo que se hizo de la techumbre, como veremos.249

Estaba erigida junto a la huerta de Falcón o ‘Halcón’ y las tierras calmas de Juan Pérez

de Villanueva, que este luego donaría a la Iglesia. Bello Cárdenes da en su texto los

pormenores de ese edificio y ornamentos, etc., que no son oportunos aquí; sólo

adjuntaremos la planta supuesta que él aporta.

En ella puede apreciarse la separación del altar respecto al resto de la nave, “por una

reja de madera; señal inequívoca de ser de patronato”, señala en referencia al

patronazgo que ejercían los Pérez de Villanueva, cuyo patricio D. Juan impuso en su

testamento de 23.XI.1551 que se le diera sepultura en la misma, por haber construido

él esa capilla mayor. Al parecer pasó muchos años con suelo de tierra apisonada, o

nunca llegó a ser enlosada, porque en la visita del obispo Deza en 12-21.IV.1558 había

en la sacristía “nuevecientos ladrillos para enladrillar la iglesia.”

En 15.X.1582 el edificio estaba apuntalado ya por la capilla mayor250, y se iban abriendo

los cimientos del segundo edificio del templo; ubicado este en posición tal, que “el Pino

estaba a sólo una braza de la puerta principal” –medida que solía equivaler a 1.67 m

(ambos brazos extendidos)-; sin embargo, parece ser que aquel fue reparado a partir de

1583, según se comprometió a hacer D. Diego P. de Villanueva (patrono entonces como

hijo del anterior), en la visita del obispo Rueda. Pero en 23.V.1599 había sido derruido

ya, mientras el culto parroquial se efectuaba en el templo de San Matías, unos 800 m al

NE de ese punto.

V.

Esa 2ª fábrica de tres naves fue inaugurada en 1600 y estuvo en funcionamiento hasta

1760 en que fue iniciado el edificio diseñado por el Coronel Antonio Lorenzo de la

Rocha.

247 Esas “justas causas”, cuáles pudieron ser? No puede haber alguna más conspicua que una cristianación más rigurosa de la religiosidad popular, en una sociedad que debía ser despaganizada. 248 No debía ser fácil mantener el culto con regularidad, porque en 7.X.1521 y 3.IV.1528 el Cabildo catedralicio ofreció –según rezan las Actas citadas-, 5 doblas para el clérigo que fuera allí a decir misa los domingos, fiestas de la Virgen, y de los Apóstoles; era a súplicas de los residentes... 249 Posiblemente, por imposibilidad material: la catedral interrumpió su construcción en el corpus de 1570 –dejando el edificio en “media iglesia”, por falta de caudales-, y no pudo iniciar la continuación de la segunda mitad hasta 1785, tras un primer encargo al Coronel Rocha –que no llegó a entregar-, un segundo al ingeniero Hermosilla –que el Cabildo desechó-, y el que sería aceptado y ejecutado, con exigencia regia de tramitación a través de la Academia de S. Fernando, que cumplió Diego Nicolás Eduardo (proyecto de 1781); a su muerte en 1798, José Luján Pérez continuó la dirección de la obra según aquel, aportando algunos elementos.

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Fue una fábrica levantada lentamente por fases –en mayo de 1601 estaban terminadas

“la [capilla] mayor y las dos del crucero”, el resto de las tres naves se fueron techado

después: entre 9.IV.1603 y 16.XII.1606-. La fábrica estuvo cuasi-terminada –sin sacristía

aun- en 1606, con una portada realizada por los canteros Ruíz Morales e hijo; aunque

no tuvo coro hasta noviembre de 1628, ni reloj hasta 23.I.1687, el obispo De la Cámara

y Murga la denominó “linda” iglesia. Pero en 19.VIII.1718 se incendió, y entre 1736 y

1742 se realizó una reparación profunda que afectó a capilla mayor, nave, capillas

colaterales y medias naves; y fue pavimentada y se puso vidrieras en los ventanales.

Hasta la caída del Pino (1684) y desde que se desplomó el campanario de la 1ª fábrica,

las campanas habían pendido de la rama más a propósito de aquel; en 1700 se dotó a

esta nueva fábrica de un elemento muy singular, en un destacado dispendio de

significado icónico y ceremonial bien obvio, que marca un hito en la voluntad de

monumentalización del centro de la Villa: una réplica de las torres-campanario de la

Catedral –acabada en 1708-, que es de planta octogonal y escaleras de caracol

ascendiendo sus ocho pisos baquetonados. Al rematarse con un pináculo, tiene una

acentuada esbeltez junto a un ejemplar de pino canario; de estilo gótico-mudéjar

portugués –el modelo es obra del arquitecto de la Catedral y de las Casas de Cabildo,

Juan de Palacios (c. 1500)-, y fue

realizada por los labrantes en el

basalto amarillo típico de ciertas

canteras de Teror.

Su acento luso-manuelino ha dado

pie a remarcar mucho las

características atlánticas del gótico

mudéjar de nuestra tradición

arquitectónica, que lejos de ser un

anacronismo está más identificado

a los estilemas brasileiros y

portugueses que a los españoles,

como que fueron artífices luso-

canarios quienes lo manufacturaron…

De ello fue plenamente consciente el Coronel Rocha, cuando acometió el plan para

reordenar el centro ceremonial de la Villa. A la derecha puede observarse la planta que

él mismo dibujó de esa 2ª fábrica de tres naves –con las dos fases de su cabecera-,

donde él ubica la Torre de 1700, y también el Pino de la Virgen. ¿Era necesario hacer

esto último, para alguna operación constructiva? De ninguna manera, parece obvio que

38. Ángulo Sur-Este del contenedor mudéjar clasicista

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no; pero Antonio Lorenzo fue consciente que ese era el fulcro espacial del lugar, la

razón de ser de la religiosidad y del centro ritual.

El Pino estaba situado a una distancia, respecto al plano de la fachada actual, de 7 varas

al Este, y de 3,5 varas desde su contacto con la arista de la Torre: es decir delante de la

portada izquierda. La ‘vara castellana’ o del marco de Burgos –la utilizada por el Coronel

en sus planos, y por entonces generalizada, como mostró con meticulosidad gráfica

Diego N. Eduardo en sus planos de la catedral-, valía 0,8359 m; es decir, el Pino Santo

estaba a unos 2,925 m desde la arista de contacto de la fachada con la Torre Amarilla, y

desde este punto en perpendicular al Naciente, a doble distancia (5,85 m).

Sin embargo, pocos como él podían ser conscientes además, y consecuente en su caso,

de la importancia ceremonial del hito que se había sentado en 1700-08. Al elegir este

como elemento determinante de la operación, su decisión es arquitectónica: usó ese

elemento clave del lugar como gnomon de la operación ordenadora-urbana, haciendo

girar la fachada 360-65 = 295o, en el sentido de las agujas de reloj, para encarar la

llegada procesional de los peregrinos, y dejar en posición presidencial al propio edificio

y al trono de la Virgen en sus apariciones públicas.

Podemos afirmarlo así, porque su mano dejó gráficamente las huellas de esa decisión,

como se apreciará en la imagen adjunta.

VI.

Al llegar a la tercera fábrica –la basílica actual obra de Antonio Lorenzo-, Bello Cárdenes

se apoya en la interpretación convencional que mantienen muchos acerca de nuestro

proceso estilístico:

“En una fase de transición entre el barroco tardío y las primeras manifestaciones

neoclásicas se sitúa la basílica de la Virgen del Pino de Teror.”

Esto no es cierto; esa fase de transición no existía: no había “primeras manifestaciones

neoclásicas” algunas, como revelamos más adelante. No hay crítica que hacer a alguien

que se ha declarado no especializado en crítica de arte; pero revela la falta de

autoafirmación cultural generalizada acerca de nuestro singular (y valiosísimo)

patrimonio, de lo cual es responsables no él –que es compañero de profesión de quien

escribe-, sino el pensamiento dominante en nuestra cultura.

Esa pieza –la basílica menor251- es un hermoso ejercicio de creación original, de

recreación del repertorio formal que era circulante en su tiempo; y barroca, dentro de

una línea racionalista, pero no algún anacronismo canario más. Sólo había que hacer la

confrontación más simple posible: analizar el manifiesto iconográfico que plantea el

251 Tiene esa categoría por decreto papal de 1916.

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edificio en su diálogo con la Torre Amarilla –manifiesto por su parte del gótico-mudéjar

canario luisitano-...: es una contradicción interesante cuyos significados vale la pena

penetrar.252

Por otra parte, tiene interés señalar que las circunstancias históricas en que se

desenvolvió esa nueva fábrica eran también muy singulares, aunque con toda

probabilidad el Archipiélago fue mantenido ajeno a la crudísima información que

llegaría de la metrópoli del Imperio… Un nuevo impulso reformista había surgido con el

acceso al trono de Carlos III, acentuada con la llegada de sus consejeros italianos a

partir de 1763, que situó al marqués de Squilacci en el Ministerio de Hacienda.

La limitación de fundación de mayorazgos, la disminución de los privilegios de la Mesta,

el intento de liberalizar el comercio de granos, la concesión a diferentes puertos de

comerciar con las colonias antillanas, etc., levantaron la protesta combinada de la

aristocracia, el clero y los ganaderos castellanos.

Con la coartada de la subida del precio del pan, derivada de las malas cosechas sufridas

entre 1760 y 1766, aquellos conspiradores –utilizando la xenofobia anti-italiana-

consiguieron el apoyo popular en más de una veintena de ciudades españolas, y

provocando en Madrid el llamado Motín de Esquilache (1766), durante el cual Carlos III

–que hubo de huir a Levante-, se vio obligado a destituir a su ministro de Hacienda. En

1767 el rey expulsaba a los jesuitas, quienes habían manifestado su oposición a dichas

reformas ilustradas... Fue un momento de crisis profunda en toda la metrópoli, en

suma; y de llamada a la oración generalizada...

Parte de la religiosidad crédula típicamente canaria consiste en hacer del obispo de

turno el responsable de cada avance en los terrenos constructivo y de beneficencia que

se conoció hasta el desmantelamiento del Antiguo Régimen; es una simple traslación

del tic típico español de hacer al rey tal o cual, artífice de cada cosa buena que ocurrió

en la economía, la política o la cultura; estos señores solían estar cazando o cosas más

peregrinas aun, y los autores de los avances solían ser el talento y temple de sus validos

o ministros de estado, en lucha a brazo partido frente a la reacción latente apoyada en

otros pilares del poder cortesano…

Ciertamente, los obispos en nuestra diócesis eran actores necesarios para impulsar con

determinación a las fuerzas más laboriosas entre el patriciado frente a los

conspiradores –más favorables al medro de sus intereses de clan, etc., cerca de ellos, y

del Capitán General, Presidente de la Audiencia y Corregidor-; …y lo eran,

esencialmente por razones financieras: los descomunales emolumentos del prelado

comparados con el poder pecuniario de la mayor parte de los canarios, y la condición

252 A lo que invitamos a los especialistas.

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determinante que significaba la masa de caudales de la Mesa Capitular, eran el poder

capitalista de la diócesis, del país en suma.

Cuando el obispo llegaba a residir aquí –gobierno que casi siempre ejercían sus

Vicarios-, naturalmente podían dar un golpe de timón e inflar las velas de los proyectos

que necesitaba el país para avanzar unos pasitos. Y por ello eran recibidos como padre

munificente, claro! El Puente de Verdugo, que cualquiera con un poco de interés en el

país conoce, es el ejemplo de libro: lo financió tan tarde como el XIX, el canario D.

Manuel Verdugo y Albiturría.

Pero vayamos al relato de Bello Cárdenes. Sirva esta disquisición para entender que

habrá que demostrar si fue el prelado Morán, como plantea el autor siguiendo a los

especialistas, quien

“urgió al coronel D. Antonio de la Rocha para que las obras dieran comienzo.”;

Aunque no podemos descartar que las instrucciones del monarca fueran la primera

nota de inspiración para Morán –porque la Corte vino fomentando desde la Guerra de

Sucesión las manifestaciones patronales, dentro de la política de afirmación borbónica

en el trono-, debe saberse que la Casa de Rocha era muy terorense-mariana, con un

apego celoso a la Virgen del Pino –y tuvo siempre en Madrid su legatario activo: el

Capellán Real D. José de la Rocha, hermano menor del Coronel-; y debe suponerse por

tanto, que la dirección del influjo fuera la inversa: esta Casa y el Cabildo Catedralicio

debieron ser confluyentes con aquella encomendación regia, …deseos locales, que

recibieron el beneplácito del prelado.

Por supuesto, este venía a eso, precisamente: redoblar el control eclesiástico sobre la

religiosidad popular que era la corriente galvanizadora de la jerarquización estamental y

del orden político.

Para supervisar todo el proceso de construcción del 3.er edificio, fue comisionado o

designado un personaje de primer orden de cara a la efectividad material; amigo y

familiar político en cierto grado del Coronel –tío de su esposa, y compadre de él porque

arregló esa boda con la palmera Dª Antonia Xaviera Alfaro-: el tesorero Lugo. Tesorero

del Cabildo Catedralicio, pero que era además uno de los eclesiásticos más conspicuos

como dirigentes de la sociedad en Ciudad de Canaria –lo fue todo, menos obispo por

supuesto, en esta diócesis-.

Los cimientos de la nueva fábrica, según el proyecto de Antonio Lorenzo de la Rocha,

comenzaron a abrirse en 14.VII.1760 y la primera piedra fue bendecida por el Tesorero

el 5 de agosto –día de la Virgen de las Nieves, no sabemos si por alguna razón litúrgica-.

Siete años después, el 28.VIII.1767, el templo estaba concluido, y fue inaugurado. En

1784 –el año anterior había fallecido Antonio Lorenzo- se encargó a Diego N. Eduardo el

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diseño de una escalera digna para el acceso al camarín de la Virgen, con lo que vemos

cómo Diego N. –que había llegado en 1777 de sus estudios en Madrid a su cargo en el

cabildo catedralicio en Ciudad de Canaria- sustituyó en los diseños a Antonio Lorenzo,

en su obra más emblemática.

Recién acabada la fábrica ya se había detectado las primeras grietas, y a comienzos del

XIX –en 1801 el obispo Verdugo hubo de ordenar el cierre al culto de la iglesia-, ya

fueron necesarias obras de reparación, que se desarrollaron entre 13.III.1803 y

12.III.1812; los problemas de estabilidad de la pieza eran tales que –tras el dictamen de

Luján Pérez de que la ruina era irreversible- se pensó en levantar un nuevo templo,

distanciado253 de las arcillas expansivas del emplazamiento, pero de nuevo las fuerzas

vivas marianas de Teror movieron sus hilos y las protestas llegaron a la Audiencia,

mientras el culto hubo de ser trasladado a la Casa de la Diputación en el Palacio

Episcopal.254

En 1918255 se hizo arreglos al suelo, que era el elemento que primero sufría

asentamientos y deslizamientos diferenciales, pero pronto se partió nuevamente. Por

los años 1929 se realizó la inyección de importantes cantidades de cemento en el sector

sureste del edifico –tras la portada izquierda-, porque por ahí corría una grieta principal

de los asentamientos.256 Pero las cosas iban a ir a peor inconteniblemente, y en el

siguiente capítulo se hace la descripción de ese proceso, que dejaremos en la voz del

autor; el resto del capítulo VI es una descripción física arquitectónica-artística del

edificio, que no transcribiremos aquí.

VII.

En este último capítulo, Ildefonso Bello se ocupa de la Restauración de los años 1962-

1971; nos servirá para aportar el levantamiento del edificio, basada en sus mediciones y

planos para la consolidación. Como continuación de aquellas intervenciones de 1918 y

1929, el autor resume:

“En 1934 mientras se renovaba las pinturas fue preciso llamar urgentemente al

arquitecto porque la clave del arco central se hundía.

En 1959 se observa una rotura vertical del arco que está sobre el púlpito así

como la abertura del artesonado de escayola de toda la nave central

amenazando caerse las planchas. Se llamó a un arquitecto y este ordenó que se

253 En el punto conocido como Las Capellanías. 254 “Se sabe que el 12 de agosto de 1801 Luján cobró por su trabajo 200 reales y para su pavimento empleó losas de la iglesia. De esta Casa de la Diputación salió el artesonado del camarín de la Virgen, adquirido por el cura D. Antonio Socorro Lantigüa, que aprovechó la estancia en las Palmas de la Virgen del Pino para colocarlo en su nuevo lugar.” (I. Bello). 255 En 1917, señala el Informe del arquitecto (véase al final, referencia al Anexo documental). 256 “las grietas eran tan enormes, que, una vez descarnadas se entraba el brazo.” (I. Bello).

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pusieran testigos pero como era inminente la caída, fue necesario inyectar

cemento y que un yesista restaurara las grietas del artesonado.

En 1961 un pequeño temblor de tierra en Teror afectó al estado precario del

templo, abriéndose más las grietas en el coro, en los camerinos y en el

baptisterio.

Quizá este pequeño temblor de tierra fue el detonante que pusiera en marcha

todo el proceso de restauración siguiente. D. Antonio Socorro Lantigua enterado

del grave problema que acontecía empezó a mover influencias hasta que

consiguió hablar con el mismo jefe del Estado y convencer a este de que debía

solucionarlo.

En febrero de 1962 visitó el santuario el ministro de la Vivienda y crear (sic.) una

comisión para estudiar los problemas. Esta comisión estuvo presidida por el

subdirector general de Arquitectura, D. Fernando Ballestero.

Entonces se encargó a D. Juan del Corro el informe sobre las lesiones de la

basílica, firmado este en Julio del 62. En los años 64 y 65 siguieron las visitas de

ingenieros y arquitectos y hasta se encargó un estudio a una compañía sueca

especializada en el tema. Se llegó como antaño a decir que la única solución

posible era hacer un templo nuevo. Con todos los datos obtenidos de los

informes se hizo un concurso que fue ganado por ‘Entrecanales y Távora S.A.’,

que presentó un proyecto de consolidación del templo con un presupuesto de

22 millones seiscientas mil pesetas, el estado había presupuestado antes otro de

27 millones. Aprobada la subasta empezaron los trabajos el 3 de mayo del 68,

abriendo alrededor de todo el templo unos bataches de cuatro metros y medio

de profundidad por 80 [cm] de ancho, que fueron rellenados de hormigón

armado; lo que después se realizó exactamente igual por todo el interior.

Después se hizo igual consolidación en cada una de las columnas uniéndolas a

igual profundidad y espesor unas con otras, para terminar la consolidación se

rellenó el piso con una capa de hormigón armado de cuarenta centímetros de

espesor dejando así la fábrica consolidada para muchos siglos.

Luego se inició la restauración y la decoración interior del templo.

El techo fue totalmente renovado. Se colocaron cerchas de hierro y encima de

ellas un encofrado. Bajo las cerchas, un falso artesonado de madera, proyectado

por los arquitectos Boyer y Pons de gran conocimiento artístico en este tipo de

actuaciones.

Las columnas fueron despojadas de su pintura y quedaron al descubierto las

canterías que en el fuste eran de cantería azul y en los capiteles de piedra

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amarilla de Teror. El suelo fue recubierto de piedra natural, en algunos lugares

de importancia se colocaron losetas de mármol. El altar fue puesto debajo de la

cúpula sobre una loseta de mármol.”

En su Conclusión, el autor da algunos detalles más acerca de este proceso, como que el

principal artífice del mismo fue el Cura D. Antonio Socorro, que acudió a “una vecina del

pueblo la cual se codeaba con gente de muy altas esferas”257, quienes le conectaron

con ministros y con “el Caudillo …y convencerlo para que esta fuera una obra ejemplar”.

En suma, Bello Cárdenes opinaba que

“Por supuesto, no se le puede achacar nada a Ignacio Quintana y a Santiago

Cazorla, el que no considerasen este hecho, ya que son fieles devotos de la

Virgen (yo también) y que el libro está escrito en 1971 año en el que todavía no

se podía ser objetivo y científico en ciertos aspectos relacionados con la política.

Así, la restauraci6n de la Iglesia de Teror fue una obra, podíamos decir en cierta

manera, política, ya que no hay mejor manera de ganarse a un pueb1o –y me

refiero a toda la provincia de Las Palmas- que poco menos que reconstruyendo

el templo más querido y visitado de todos los existentes. Que por otra parte no

era mi mucho menos una catedral y los presupuestos, aunque grandes para los

del lugar, imagino, no sería tanto en relación con los del poder nacional.”

Finalmente, resaltaba el hecho de que el templo había conseguido así permanecer

siempre cercano –en el mismo sitio y alrededores- al Pino de la Virgen, el árbol santo

donde apareció la primera imagen.

257 Se refiere, con toda probabilidad, a Dª Pura Bascarán; descendiente, si no me equivoco del Coronel Rocha.

39. Artesonado neo-mudéjar de la restauración de 1962-71. Una regresión desafortunada.

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282

Un Apéndice documental aporta el Informe del arquitecto-funcionario D. Juan del

Corro, donde se hace una descripción del edificio en sus Antecedentes, señalando al

respecto de su cubrición, que

“La iglesia se cubre con bóveda artesonada de escayola construida al parecer,

entre los años 1920 a 1922, sobre otra anterior de cinc, que fue construida a

principio de siglo [XX] y que sustituyó a su vez a un cielo raso de cañizo sobre

madera.

La cubierta del edificio está formada con pares de madera probablemente con

un falso tirante de pequeñas dimensiones. Presume el que suscribe que dicha

cubierta debió ser en forma de artesa con tirantes de madera en la nave central,

como es muy frecuente en las Iglesias de la Isla, prolongándose los pares para

cubrir las naves laterales. Sobre dichos tirantes apoyarían las viguetas de madera

que soportaban el cielo raso de cañizo, y serían suprimidos al construir la

primera bóveda falsa de cinc.

El crucero se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas, de fábrica y sin

protección de cubierta al exterior.

Según la información recogida, el edificio está cimentado sobre vigas (?) de

madera. Debe tratarse de un pilotaje de madera, lo que indica una calidad

dudosa del terreno de cimentación ya apreciada por los constructores de hace

dos siglos.”

Es decir, que por lo que parece, el templo nunca llegó a ser abovedado con fábrica

mampostera, quizás al observarse al coronar muros el agrietamiento de sus paramentos

y pavimento; prefiriendo tal vez hacer una cubrición muy ligera, para mantener

descargados todo lo posible los elementos murarios de apoyo... Sin embargo, se le dotó

de una falsa bóveda –bóveda visualmente, al fin y al cabo, como conocemos por alguna

imagen fotográfica anterior a la restauración de 1962-71-; o bien estuvo ya realizada así

en 1776, o bien se tomó esa decisión en 1920-22.258

Sin embargo, en una decisión reaccionaria característica del régimen que se soportó 4

décadas, la basílica fue techada arbitrariamente mediante un artesonado neo-mudéjar;

este debe verse como una regresión más, a la medievalidad gótica –según pretenden

todos los revivals neo-canarios, inviolable seña de nuestro patrimonio-, por parte del

gusto dominante entre el clero y los patronos de la feligresía en la Iglesia canaria.

Recuérdese cómo lo mejor de otro racionalismo, el del Movimiento Moderno de los

arquitectos canarios de mediados de los años ‘30s –tan admirado después por la crítica

por su singularidad-, fue forzado por aquel régimen a reinventar el nefasto estilo

258 En cualquier caso, es un extremo que debe ser aclarado por la investigación, en el futuro.

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283

canario durante los tiempos de post-guerracivil, con unos estilemas fascistoides que

afortunadamente fueron remitiendo con el tiempo, para reencontrar en los años ‘50s

sólo las migajas funcionalistas de aquellos ensayos del movimiento racionalista.

Volviendo al estudio que nos ocupa, el técnico facultativo pasa a describir las lesiones

observadas:

“Al parecer el edificio presentaba lesiones desde antiguo. En el año 1917 hubo

de hacerse una reparación en el suelo de la basílica que presentaba numerosas

grietas. He podido hablar con uno de los obreros que en aquella fecha intervino

en las obras y que las describe del modo siguiente: En la nave izquierda (¿y

central?) que era la más afectada se tendió una solera de hormigón armado de

15 cm de espesor con armaduras formadas con φ 22 mm, y en la [nave] derecha

de 10 cm de espesor con φ 8 mm.

A pesar de ello, diez años después, en 1927, ya existen grietas en los

pavimentos, al tomar posesión de su cargo Monseñor Socorro.

Las claves del arco izquierdo de entrada a la Iglesia y otro en el muro exterior de

la nave derecha están muy caídas y es preciso costituirlas (sic.) en 1960.

En 1955 se hace un pavimento de mármol en los altares central y los dos

laterales de la Basílica259 en algunas de cuyas juntas entre losas se aprecian

ligeras aberturas.

Lesiones observadas.- Las lesiones que hemos observado se localizan en el suelo,

muros y arcos y dinteles de huecos, describiéndolas a continuación.

Lesiones en suelos.- En el piso de la Iglesia se observan grietas, de mayor

importancia en la nave lateral derecha que en el resto del templo y

fundamentalmente en la línea de separación de la nave central con la nave

derecha.

Igualmente aparecen grietas que separan el pavimento de los muros laterales de

la Iglesia.

La escalinata que corre por el exterior a lo largo del muro lateral izquierdo del

templo, presenta también ondulaciones debidas a asientos en el terreno.

Lesiones en muros.- Se observan grietas de carácter vertical en muros de

sentido perpendicular al eje longitudinal del templo, fundamentalmente en su

parte izquierda.

259 La categoría eclesial que posee el templo es “basílica menor”, según Bello Cárdenes. En efecto, es así por decreto papal de 1916.

Page 286: Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, …€¦ · la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias. Departamento de Construcción

284

Como más características señalamos las situadas junto a la jamba de la puerta

de entrada a la nave izquierda del templo, la que existe en el camarín de la

Virgen, las que se localizan en una de las salas del tesoro en dos muros paralelos

y sobre el suelo que los une y la que aparece en el muro que limita el coro en su

testero.

Dignas de señalar son las grietas en

muros que pueden verse en la

capilla bautismal. En los muros

normales al eje de la Iglesia

aparecen grietas de carácter

vertical, y en los dos muros que

completan su recinto se han

producido grietas de carácter

parabólico en forma de arco de

descarga.

Lesiones en arcos y dinteles.- Se

observan roturas y deformaciones

en el arco de entrada a la nave

lateral izquierda, cuya clave hubo de

sustituirse, y cuyo peldaño de

entrada ha sido preciso recrecerlo,

por haber aumentado la luz del

hueco.

Las grietas en muros, afectan a

dinteles y arcos de huecos, con una

situación casi siempre en su tercio

central.

Carácter de las lesiones.- Las

lesiones apreciadas que acabamos

de describir son típicas de

rotaciones y asientos.

En efecto los síntomas

característicos de las rotaciones son los siguientes…

Diagnóstico.- De la doble naturaleza de rotaciones y asientos en los movimientos

que han causado las lesiones descritas se deduce inmediatamente que dichos

fenómenos se producen por un deslizamiento de terreno sobre el que está

fundado el edificio ya que la coexistencia de aquellos fenómenos con los que

40. Patología de agrietamientos en el templo

Page 287: Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, …€¦ · la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias. Departamento de Construcción

285

caracterizan dicho movimiento, fenómeno que tal vez fue agravado por la

desaparición de los tirantes de la cubierta, si nuestra hipótesis, respecto a su

supresión, fuera cierta.

El deslizamiento se produce hacia el valle de la ladera donde está ubicada la Villa

de Teror, y al parecer con carácter lento, por lo que la urgencia en la

consolidación del edificio no es muy apremiante.

Otras observaciones.- Para confirmar la anterior hipótesis se han inspeccionado

otras edificaciones próximas al templo que nos ocupa.

En el denominado Palacio, aparecen igualmente lesiones típicas de este

movimiento.

En una casa, con dos fachadas, aparecen igualmente lesiones del tipo descrito

en el muro situado en el sentido de la pendiente del terreno.

Las mismas lesiones pueden verse en otra construcción próxima al templo.

Resumen.- En consecuencia, creemos poder afirmar que el terreno donde se

asienta el templo de Nuestra Señora del Pino, sufre un deslizamiento sobre una

capa de terreno inferior, a las que

soportan el edificio.

Esta hipótesis deberá confirmarse con

las debidas investigaciones del

subsuelo, realizando las perforaciones

y estudios procedentes.

Como consecuencia a la vista de los

resultados que se obtengan, podría

formularse un plan para a

consolidación del templo.

Madrid,

30 de julio de 1962.

El Arquitecto-

Jefe de la Sección de Técnica de la

Construcción,

Juan del Corro (rúbrica).”

A continuación, el estudio de Bello Cárdenes aportó información muy valiosa acerca de

las lesiones que se percibía en los años 1962-71, que reunimos en imagen adjunta. Se

41. Carta de García-Lomas al Gobernador

C.

Page 288: Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, …€¦ · la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias. Departamento de Construcción

286

puede apreciar que las mismas afectaban longitudinalmente a todos los elementos

estructurales en ese eje o plano axial que corre de poniente a naciente, incluyendo

suelos y pavimento, , el muro de separación del templo y el coro y la fachada en su

tramo adjunto a la portada izquierda, y a la propia cúpula y baptisterio.

Además, incluía una serie de imágenes en blanco y negro que recorrían todos los

indicios de la patología responsable de esas lesiones; esas imágenes eran relativas a: la

cúpula y su disposición en el edificio, el arco coronante de la portada izquierda y el de la

propia puerta de entrada correspondiente a esa nave, a la clave del arco rebajado

correspondiente a la “puerta de entrada” (parece referirse a la principal) y al peldaño

de acceso a la anterior (que hubo de ser recrecido al quedarse corta la jamba respecto a

su basa.

Las imágenes seguían su reflejo del estado del muro del baptisterio, la deformación

ondulante de la escalinata exterior que salva el desnivel topográfico (cara sur del

templo), y finalmente, de las edificaciones circundantes al templo, incluso el interior del

Palacio y Casas de la Diputación, también atacadas por la misma acción del terreno, en

el sentido de la pendiente hacia el fondo de

valle.

Lamentablemente, la calidad de las fotografías

–debido a la repetida reproducción de las

mismas, creemos- aconseja no incluirlas aquí.

En suma, parece evidente que fue la

disposición escogida por Antonio Lorenzo, el

Coronel Rocha, lo que posiblemente salvo al

templo –esta 3ª fábrica del santuario mariano-,

de la destrucción segura; porque de haber sido

dispuesto en posición más o menos

perpendicular a la actual, el templo habría

resultado partido por la mitad. Cabe desde

luego especular acerca de la influencia que el

punzonamiento de la torre habría hecho en

esos tiempos sobre el terreno… Pero el tema –aunque interesante- no es objetivo de

esta tesis.

Como expresión irrefutable de qué criterios circularon acerca de la supervivencia de la

basílica menor terorense, adjuntamos otro documento del mismo estudio: una carta al

gobernador civil del momento, de Miguel A. García-Lomas, arquitecto y político

42.Partida de 22 mill. Ptas par la Basílica

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287

influyente del franquismo260 –desconocemos qué cargo ocupaba en ese momento, pero

vale la pena leer el fragmento que damos en nota al pie, tomada del blog de Antón

Capitel-. En resumen: entre los funcionarios de Madrid no se veía otro remedio que

derruirla.

Puede que fuera la mano del dictador quien decidiera que había que salvar el templo

fuera como fuera.

Aun el autor del estudio aportó un documento más, sin contar con los planos que

veremos más adelante; se trata de un documento de la delegación de Las Palmas del

Ministerio de la Vivienda, en que se relacionan las inversiones en proyectos de ese

ministerio en la provincia –Basílica de Nuestra Señora del Pino en Teror, Centro

parroquial Nuestra Señora del Pilar en Guanarteme (Salón de Actos y Colegio),

Reparación de la iglesia de Santa María de Betancuria, y Castillo de la Luz-. Su fecha

debe ser 1969 ó 70, pues aunque se da por terminada la obra principal en la basílica,

con una descripción somera de las actuaciones realizadas, otras informaciones en el

documento permiten creerlo así.261

La imagen adjunta es el fragmento del documento relativo a la basílica de Teror.

Así concluye el contenido del estudio. A continuación reproducimos los planos que nos

fueron facilitados por el autor.

Una consideración final

Conviene dejar patente en este punto, no ya la singularidad de la expresión

arquitectónica, personalísima, de nuestro patrimonio –representada por el proyecto de

nuestro Coronel Rocha-, sino la plena coetanidad de sus propuestas con las de las

corrientes europeas; parece que la tesis del anacronismo de nuestra arquitectura no

260 Co-autor del edificio de los Nuevos Ministerios de Madrid, ocupó varios cargos en el ministerio de Fomento, y ya involucrado en la política municipal, llegó a ser el sucesor de Arias Navarro como alcalde de esa ciudad (1973). Acerca de él es jugosa la información que ofrece Antón Capitel en su blog, referente a unas expulsiones en la ESTSAM, típicas del franquismo: “No sabíamos lo que había pasado pero un día Fernández Alba se enteró –no sé si por el propio [director] Arangoa o por otras vías- que cuando se había propuesto echar a un numeroso grupo de profesores de la Escuela de Arquitectura, el Ministro, o alguien importante del Ministerio, donde no se fiaban de Arangoa, pues era un desconocido para el régimen, pidieron informe a Miguel Ángel García-Lomas, que había sido Director General de Arquitectura y que entonces no era nada –era antes de ser Alcalde-, pero que era hombre de confianza del enano del Pardo, y algo así como el sheriff franquista de la arquitectura. García-Lomas llamó a Arangoa y le dijo –según Alba- que si creía que el hijo de Antón Capitel era rojo es que él era un gilipollas y le iba a romper la cara. No es textual, desde luego, pero debió de ser algo así. El caso es que a mí no me echaron. Yo lo supe muchos años después, y pensé, que mi padre –que de aquella ya había muerto- había recibido muy pocas cosas de su precario historial franquista, pero que, al fin, algo era algo.” http://acapitel.blogspot.com/2009_05_01_archive.html 261 “se tendrán que incorporar los créditos para el año 1970.”, se señala respecto a la consignación para Betancuria; y líneas antes se dice que el Salón de Actos del Pilar “ha sido ya terminado y recibido con fecha 3 de julio de 1969”.

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288

hace más que desvelar el complejo de auto-desprecio de algunos especialistas de

nuestra cultura. Presentaremos un ejemplo

claro, concisamente.

La Seo zaragozana tiene una historia que se

remonta a los emotos orígenes de la ciudad,

pues en su solar se ubicaba el ‘Foro romano’ de

Cesaraugusta, luego lo hizo la Mezquita-Aljama

de Saraqusta, y en fin la catedral cristiana

correspondiente a su conquista, cuyas obras

comenzaron en 1166, en un románico que luego,

hasta el siglo XVIII, fue acumulando un singular

potpourri de estilos.

Su planta era en origen de 3 naves, pero se le

añadieron otras 2 en el siglo XV, y aun después,

unas capillas laterales, y también 2 tramos hacia

los pies de acceso; por lo que fue necesaria una

nueva portada: pues bien, esta fue realizada en

1763 en un estilo barroco clasicista, casi

raspando ya el neoclasicismo, como se aprecia en la imagen adjunta. Este es el

elemento e imagen que debe quedar explicitado, con toda rotundidad.

Valga este ejemplo, en un foco tan céntricamente situado en los caminos del Sur de

Europa como era Zaragoza –una etapa del camino entre París y Madrid262-, para

comprender que cuando estaba siendo casi concluida la 'basílica menor' de Teror, no

era aun el neoclasicismo el estilo dominante en la cultura general europea ni española.

Nada de anacronismo en esta pieza en la Villa de Teror, por tanto; sino adecuación

completa de la mano y la cabeza de Antonio Lorenzo a las corrientes del momento.

Pero de paso, nótese sin embargo la rotunda distancia tectónica y significante, más allá

de las coincidencias dentro de la misma corriente, entre el mudéjar canario y el barroco

riojano… El acento luso-atlántico es, sin duda alguna, exultante en Teror.

PLANOS

262 Así lo revela p.e. nuestro Viera y Clavijo en su vuelta de la capital francesa en 1778-79: París-Blois-Burdeos-San Sebastián-Zaragoza-Teruel-Valencia-Madrid. Igualmente recalaron en Zaragoza, de paso hacia Barcelona y Perpignan, en el segundo viaje con el marqués de Santa Cruz, a las cortes europeas, iniciado en 1781.

43. Barroco clasicista, en 1763, de la

Seo zaragozana.

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289

Las fiestas patronales de

septiembre podrían tener

mucho más sentido si

siempre recordásemos que

celebran tanto el regalo de

la tierra y la naturaleza –las

cosechas y vendimias-,

como nuestro esfuerzo para

gobernarlas y hacer

presentes así a nuestros

antepasados –recordados

por su legado en bienes y

saberes agropecuarios-. La celebración del final-comienzo de un nuevo ciclo de la

vegetación y el clima, la esperanza en buenas lluvias y la gratitud anticipada a la

naturaleza por futuras cosechas, debieron ser móviles originarios…

Por eso están llenas de colorido, de alegría y derroche. Se usan las mejores ropas y

perfumes, se cocina las comidas típicas, aparece la música y el baile; se llama a todos

mediante pirotecnia, para que abandonen sus preocupaciones personales, creando una

locura y transformación colectiva, que es cohesionadora, y por ello necesaria.

Esas fiestas son el meollo de las Villas, y expresan y transmiten la identidad de su

cultura originaria y su evolución. Es identidad expresada de la forma más mágica y

sublimada.

44. Planos con que fue realizada la rehabilitación de los años ‘70s

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290

El día 8 de septiembre la iglesia católica celebra la Virgen de Septiembre, la Natividad

de María. El culto judío celebra en esas fechas el Yom Kipur, y eso no debe ser

coincidencia, en absoluto: ambas creencias se articulan en torno al eje de 50 días que va

entre dos fiestas principales: Pascua (Pésah) y Pentecostés (Sabbuot); y comparten

otras afinidades y convergencias, con similares elementos de tensión y distensión

penitencial y promesas de cambio de conductas.

La fiesta de Teror fue la fiesta romera tradicional por antonomasia en Gran Canaria, y el

poder se ocupó siempre de manejarla estrechamente. Cuando la fiesta desborda los

confines de la Villa, hay un momento en que esta debe adaptarse para acoger y

gestionar la riada de romeros que participan del ceremonial cultual y festivo. Eso es lo

que ocurrió a Teror en la segunda mitad del XVIII.

La intervención de Antonio Lorenzo en el tejido de la Villa

En el plano adjunto de la Planta de la ordenación del entorno central de la Villa en

torno al santuario propuesta por el coronel Antonio Lorenzo de la Rocha –es autógrafa

suya, fechable algo antes de 1760-, vemos que trata de formar una plaza con carácter

de salón urbano y uso ceremonial-votivo: la grafió como Plasa. Esto es, pretendió sin la

menor duda convertir Teror en Villa mariana efectiva.

Se aprecian en el mismo; los ejes viales de la trama, que son los estructurales de

articulación del Lugar en el sistema insular de asentamientos –desde la ciudad

45. Plano de ordenación del centro de Teror, de mano del Coronel Rocha padre (¿e hijo?), para girar

el templo, abrir la plaza y salón ceremonial , y dar cara a la llegada de peregrinos.

Page 293: Los Coroneles Rocha, Antonio Lorenzo y José de la Rocha, …€¦ · la Rocha, precursores de la introducción del Neoclasicismo en las capitales canarias. Departamento de Construcción

291

(importante destino procesional con carácter periódico), hacia la montaña, y hacia

Arucas-; las casas de los patricios de la devoción mariana, y la de la Cilla diezmal y la

Casa de la Virgen, así como las ausentes –pero ubicadas en el extremo del eje de fondo-

: la Casa-palacio episcopal y la de la Diputación catedralicia. A la nobiliaria Casa de

Rocha y allegados correspondían las señaladas con los apellidos Matos y Carbajal, a la

derecha de la imagen.

La operación espacial queda expuesta con claridad muy gráficamente, en torno a las

líneas de puntos; no sólo por una mano segura, sino competente, como revela la escala

gráfica en varas castellanas o del marco de Burgos, a la izquierda –tal como hizo años

después D.N. Eduardo en sus magistrales planos de reanudación de la Catedral-. El

autor señala la atrabiliaria y forzada posición de la vieja fábrica del templo –en

disposición canónica sin embargo, de Naciente á Poniente-, y la ubicación relativa del

legendario Pino de la Virgen, marcada con un aspa. Utilizando esta dirección como

brújula, escogió sin embargo la Torre Amarilla –verdadero fulcro mentalitario del clero y

patriciado palmaseños-, como centro gnomónico para hacer el giro de fachada de 360 -

65 = 295o hacia ese elemento legendario de gravitación cultual.

Vale la pena resaltar que en el otro extremo del frente de fachada elegido, se ubicaba

la Casa de la Virgen, donde permanecería el culto litúrgico mientras se fabricaba el

nuevo templo. Y en el ancho-mitad de ese frente, como arranque de una suerte de

crucero virtual de este salón urbano creado ex-novo por su mente de arquitecto-

urbanista, apoya el eje direccional del entorno, y también su eje vertical de fachada: el

foco procesional, votivo y sacro. Las escalinatas-zócalo y las portadas de la fachada

quedaron así convertidas en estrado externo o tribuna de recibimiento para los

peregrinos y las ofrendas de los romeros el día 8 de septiembre de cada año.

De este modo el Palacio clerical quedó ubicado, en la gran escala, como en el ábside-

deambulatorio virtual del espacio de este contexto urbano concebido –casi como un

templo exterior- para dar sentido y funcionalidad espacial al ceremonial: es una

operación muy racionalista y clara geométricamente. Neoclásica. Y que ha sido

sancionada por 250 años de uso masivo –y de defensa cerrada por la población de

Teror, frente a los informes facultativos-.

Toda esta operación implicaba llevar a alineación no sólo las casas de Quintana –

gestión que debió llevarse a cabo con habilidad, porque fue realizada con éxito-, sino

también las propias del cercado y casa de Matos; y también despejar el entorno Sur del

templo nuevo, lo que se hizo en varios pasos a lo largo del XIX y XX…

Es evidente que un maestro de obras no realiza una operación compleja así, …ni mucho

menos la dibuja. Carece de sentido hacerlo sin una necesidad arquitectónica; porque

revela una voluntad de justificación para una comprensión y creación de lugar. Es el

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292

gesto, el plano de un arquitecto, de un arquitecto-urbanista –antes ciertamente de que

se inventara esta palabra-.

En efecto, consideramos que esta creación de espacio-lugar –como elemento

constitutivo del proyecto arquitectónico (Norberg-Schulz)263-, está más inspirada en las

propuestas barrocas de Borromini-Guarini264 y del barroco clasicista de Bonavia-Juvarra-

Sachetti a partir de 1735, que del decadente e hierático barroco español de los

Austrias265, a pesar del anclaje indudable del edificio en sí en el cajón mudéjar-atlántico;

este tradicionalismo se arrimaba más al mudo mascarón de la portada y el retablo

rimbombantes, sin fluencias espaciales ni el dinamismo de las naves y la tectónica

abovedada en las propuestas cultas y académicas.

No hay desde luego el menor asomo de ondulaciones longitudinales en la pieza de

Teror –como si lograron materializar en su barroco Bonavía, Guarini y Juvarra-: se

reducen a las tectónicas transversales de las tres seudo-bóvedas. Y mucho menos un

doble eje de simetría espacial, limitado al clásico longitudinal…

Pero de hecho y dentro de sus limitaciones, Antonio Lorenzo parece haber sido

consciente de que la espacialidad de su templo debía tener implicaciones exteriores en

la arquitectura de la ciudad, ordenando con sus proyecciones la Villa mariana. Cuando

sea posible estudiar mejor los documentos obrantes en el archivo del marquesado de

Arucas y sus dataciones, podrá entenderse más este diálogo interior-exterior y sus

direcciones –bien de la ciudad al templo, bien de este hacia aquella-; pero hoy por hoy,

del plano anterior parece poder deducirse que ideó su proyecto urbano (ordenación

central de la Villa) y su

proyecto arquitectónico

(templo o basílica menor) con

coincidencia de objetivos y un

erudito ejercicio compositivo

conjunto, destinados a

manifestar a la ciudad la

tipología interior de su edificio.

Sin embargo, su propuesta

puede considerarse cauta y

austera, a pesar que se estaba

tratando de hacer un milagro que dejara boquiabierto y sumiso al paisanaje de la

263 Así lo define, en Arquitectura barroca. 264 Las obras del arquitecto Guarini –proyectó y dirigió decenas de obras para el príncipe F. de Saboya-, Disegni d’architettura civile ed eclesiástica y Architettura Civile, que fueron publicadas en 1737 (había muerto en 1683), eran de uso general entre los arquitectos e ingenieros militares españoles. 265 que venía siendo “un arte puramente ornamental” (Schubert, Historia del Barroco en España).

46. Un trazado regulador típico clasicista.

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293

colonia en unos momentos de enorme crisis institucional e internacional, como ya

advertimos; no hay efectos de teatralidad ni excesos verticalistas de supremacía

respecto a la horizontalidad uniforme del caserío circundante. Es una solución

doméstica, local.

Una cuestión clave: ¿utilizó Rocha trazados reguladores en sus proyectos?

En el presente apartado indagaremos en una cuestión que es, arquitectónicamente,

interesante: ¿utilizó el autor algún trazado regulador para elaborar su diseño? Nos

referimos a la utilización de algún modulor, del tipo 'sección áurea', o similares; aparte

de la larga tradición desde Alberti, en la tratadística de la época –mediados del XVIII-, ya

era habitual que el espacio arquitectónico global, y ciertas de sus partes, quedaran

controlados por una serie de relaciones proporcionales, para asegurar la corrección –

'simetría' o 'armonía', se decía- del resultado...

En todo caso, si Rocha no hubiese

utilizado de modo evidente ninguno de

esos trazados clásicos de control, quizás

podamos desvelar qué relaciones

geométricas gobernaron su propuesta.

Una vez realizado el laborioso

levantamiento de la fachada del templo –

que no existía, según nos informamos a

través del arquitecto municipal del

Ayuntamiento de la Villa-, ya que se trata

del documento más rico que poseemos de

la mano del coronel Rocha, podemos proceder a hacer una serie de comentarios

orientados en esa dirección, que culminarán con la discusión de la pregunta formulada.

Una fachada atípica

El caso de la fachada de la 'basílica' terorense es atípico; hay en este frontispicio un

estilo renacentista-mudéjar canario –esto es, luso-canario- de fondo, que es patente,

pero que fue erigido con aires si no catedralicios, sí al menos basilicales, es decir de

santuario territorial.

O sea, conscientes o anhelantes sus promotores de la significación que en la ritualidad

de la religiosidad mariana grancanaria habría de asumir; significación esta, como basílica

insular –de la devoción isleña a los milagros de su patrona-, que fue confirmada por

sanción vaticana siglo y medio después (de fecha 1916 es la declaración papal como

'basílica menor').

47.La propuesta de Wolfflin para frontispicios

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294

Dado ese carácter atípico, su análisis será atípico, porque no se puede realizar por

semejanza a los cánones académicos, o 'artísticos', convencionales; sino que más

operativamente, lo haremos por comprobación consigo misma, de su coherencia

interna.

La propuesta era poderosamente localista, aunque probablemente eso no fue

percibido por sus promotores ante el diseño que Rocha les presentó dibujado;

posiblemente, ellos, encabezados por el factótum que debía ser el Tesorero Lugo,

creyeron que era un diseño dentro del más puro gusto tradicional barroco, con el

empaque requerido para el propósito, y que compaginaba muy bien con un gesto

poderoso –la implantación de la Torre Amarilla-, efectuado medio siglo atrás como

expresión de la inamovibilidad que representaba el todopoderoso Cabildo catedralicio –

un cuerpo ultra-regalista, pero que solía agenciarse una línea directa propia con el

confesor de la reina de turno, para que le sirviera como contrapeso a los tribunales

regios locales, que controlaba férreamente el Consejo de Castilla-.

Pero aquí plantearemos, acerca del uso de trazados reguladores, el más poderoso que

significa la autoridad tratadística.

Cuando un patrón estamental como Antonio

Lorenzo afrontaba la concepción de un templo,

aparte de encomendarse a los cielos, tomaba en

sus manos un tratado de arquitectura; hay un

ejemplo que pudo ser común –aunque lo hemos

seleccionado por su obviedad en cómo debía

calcularse la planta- :

El texto está tomado del "Compendio de

Architectvra y Simetría de los templos conforme a

la medida del cuerpo humano con algunas

demostraciones de geometría. Año de 1681" de

Simón García.266

CAPITULO I. que trata de la Composizion de los

templos.

LA composiçion Consta de medida, la Raçon de la qual todo arquitecto es

obligado a saber, diligente, y justamente, y con ella la analogía de la misma

composiçion porque es proporçion; proporçion es, vna comodulaçion de las

partes de todos los mienbros, de la qual se saca la Raçon detodas las medidas, Y

así diçe bitrubio, que no sera echa con raçon de composiçion si careçiese de

266 Fuente: http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=1137

48. Portada del Compendio de

Architectura de S. García,1681

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295

medida, ningun edifiçio, todos los miden y açen sus pies y mesura, dandole sus

tamaños y Gruesos, y anchos, y altos. Aunque si les preguntan porque raçon lo

hacen no lo diran. aquí se prueba lo que el dice en el Capitulo primero que a

menester fabrica y raçioçinion y que el que alcançare la vna sola, es como el que

alcança la sombra de vna cosa, y no la cosa. Para esto es de saber que entre los

antiguos hubo un conçilio y ayuntamiento, deseosos de saber por que raçon

fabricaban tanto, que nosotros negligentes, y enemigos del saber que es nuestra

profesion, y arte, y en este aiuntamiento. Segun Arquitecto rentisno, se aliaron

de Grecia y de egipto, ebreos, y caldeas, y latinos, Y siendo todos Juntos,

binieron a deçir que los edifiçios fuesen repartidos por el menor mundo que era

el cuerpo del hombre, porque en el allauan todas las raçones, y medidas de

machinas organicas, y en el hallaron dos cuerpos regulares, que es cuadrado, y

redondo, Y así diçe Bitrubio que fue mandado en este conçilio que desde allí

adelante, todos los artistas labrasen Y rijiesen por la medida, del Cuerpo

humano, Y que el que saliese de quadrado, Y redondo fuese amonestado Por

inabil porque el tal cuerpo contiene en si la dicha medida y para dar Reglas y

raçones del vso midieron el dicho cuerpo, Y le dibidieron en diez tamaños que

hallaron, tener diez rostros, y cuatro codos, y ocho cabezas, y ocho palmos, y

seis pies, Y tanbien llamaron Rostro a la mano porque tiene la deçima parte de la

altura, en la qual tiene dos quadrados de largo, Y uno de ancho. Tiene el cuerpo

desde los pies o plantas, asta la trasbersa de los hombros, quatro anchos de los

que tiene de un ombro a otro, el pie es de un ancho y tres de largo, la Cabeza es

quadrada, y el ardo es çentro, el rostro es partido en 3 partes, a la nariz desde la

barba, desde el entreçejo, al naçimiento del cabello. Y aquella deRiuaçion, Y

aquella deribaçion, que haçe la calavera es otro terçio, esta medida nos enseña

bitrubio que diçe fueron hordenados en aquel conçilio, Y así entre ellos fue

dibidido el cuerpo de vna estatua. Y cada vno llebo su parte que haçer, y que de

allí a çierto tiempo se juntasen y cada vno lleuase su parte que le abia cabido.

vno llebaba media cabeza otro vna mano, otro vn braço, otro vna pierna. Asi fue

biniendo a juntarse alIaron que benia tan justo como si en vna pieza fuera

escultado, fue cosa tenida de los Grandes en mucho el trabajo que abian

tomado, Y mandaron que se hiçiesen monedas que ubieren los mismos

nombres, como fue que por el rostro que tiene vna decima parte del cuerpo, se

hizo mandar haçer vna moneda que balga 10 blancas. = Y porque el pie tiene

seis partes hiçieron que tubiese el mismo balar, esta moneda. Pues si esta claro

que el numero fue sacado de los articulas del cuerpo, y que significan a el con

justa causa deuemos que sea significado, a el repartimiento de los templos

bitrubio en el terçero libro de arquitectura.

CAPITULO 2. que trata de estas medidas para componer los Templos. Y le

rreparte en Rostros de la altura Y anchura

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Filandro en el un terçio que son 30 a 3 cada

Rostro, Alberto durero le Reparte en 4 cada

un terçio, que son cada Rostro 12 y toda la

figura 120 minutos. El tiene raçon porque

ay medidas que no caben en un rostro, ni

en vn terzio, Y en los dichos minutos caben

tod'as. Asi muchos escultores, Guiandose

por lo de bitrubio le dan el braçito yGual

con el brazo, diçiendo que le cabe cada

rostro y medio, Y no lo haze. tambien le dan

la pierna con el muslo, y no es ygual, y por

aber çiertos Yerros, pondre aqui las ciertas

medidas, las quales para las nabes y largos de

templos, y altos, y Gruesos, de pilares, y estribos, serbiran y aunque aqui en

pequeño estan, no por eso dejaran de ser para en grande vsando de la reGla de

tres.

Medida de la cabeza.

Por esta figura podemos probar la medida de la cabeza como es quadrada, Y el

ardo es çentro. Por esto tomo el nombre el capitel Y la cabezera de un templo, Y

si es quadrado que su

eligimiento, significa a la

traza que ha menester para

ser hecha, Y si es redonda, a

toda la cabeza compuesta

de pelo, o cabello, Y si

ochauada, a los ochabos

que haçe el perfil por las dos

siguientes figuras se

muestra como es quadrado,

y redondo el hombre, Y como es çentro el hombligo Y en la figura del cuadrado

es zentro el jenital.

Aora pues e Mostrado la figura, sera bien diuidir los tamaños que tienen por los

dichos quartos de rostro. Ya e dicho que tiene de alto 10 Rostros Y cada rostro

3/3, y cada terzio se diuide en 4 partes de suerte que tiene cada rostro 12

quartos.

49. La cabeza humana como

módulo arquitectónico.

50. El Modulor de Simón García.

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Y toda la figura 120. Pues digamos que la cabeza tiene 15, desde la barba a lo

alto de la coronilla, los quales 3/4 tiene lo que es de la cabeza, y los 12 el rostro,

esto es lo que vna capilla cabeçera requiere de pared y estribo, teniendo 12 de

hueco 3 de salida en cada angula. Ay de la barba a lo alto del pecho 9 quartos.

Ay asta do diçen la penilla, a un hueso que esta debajo de las tetas 14/4. Y a la

linia de las tetas 12 de esta linia, asta el hombligo otros 12. Ay de alli asta el

jenital otros 12 quartos. de manera que tiene 60. quartos la mitad. Los huesos

de la pierna son yGuales los de arriua y los de avajo. tiene mas la pierna 4/4 que

es lo que tiene del tubillo, a la planta del pie, mas si se mide del jenital tiene 2/4

mas el muslo. mas no es zierta medida porque si tubiese mas çierra das las

piernas, no bendria bien. asi que la natural medida es la de los huesos. tiene de

junta 4/4, los otros 56 tienen las cañas el hueso de la cadera 6/4; Ni este ni el de

las Rodillas, no ocupan a la grandeça. Por este se saca que si se haçe zinborrio

los pilares torales an menester mas Grueso, Asi como ha menester este mas

fuerça para el çimborrio del Cuerpo. Asi lo ha menester en un templo, Y asi se le

da respectivamente. No tendremos neçesidad de tratar de la medida de las

espaldas, pues para lo que pretendemos, no haçe a el caso. El cuerpo como

dicho es, tiene de ancho 2 Rostros, medido desta manera, que, puesta la punta

del Compas entre las 2 presillas del pecho, hasta donde se liga el hueso de la

espalda Ay 12/4, Y de alli a la punta del codo ay 19/4, Y de alli a la muñeca ay 17/

4. tiene la mano 12/4, tienen los dedos la mitad; digo el de el medio. todo esto

se entiende en los huesos de manera que tiene el

brazo desde la punta del dedo maior asta donde se

liga el hombro 48/4. tiene los otros 12, la mitad del

cuerpo. tiene de junta el hombro 4/4, que es un

terzio de los tres en que se divide el Rostro. tiene

el codo 3/4 la moñe 2/4 en la qual estan ligadas

cabezas de huesos. Estos sirben de pilares para la

Naue Mayor, Y colaterales y hornaçinas, Y de no

llebar pilar, pared. Por manera que diremos que el

cuerpo es nabe maior, Y asta el codo colaterales. Y

de alli a la moñeca, horneçinas, Y la mano asta las

raias de los dedos, para capillas particulares. Y los

dedos pared y estriuos. De aqui y por estas

medidas se pueden fabricar qualesquier templos.

Asi de vna naue como de 3. y 5. Y 7. Y tomar de las dichas medidas como mas

hiçiere a el proposito de la disposiçion de tal templo, Respecto del pueblo en

que se haçe. Porque no abran menester en vn pueblo de 100 veçinos vn templo

de 3 nabes ni de 5, sino de vna naue. Y aquella Con su brazo de cruçero para

donde se recoja la gente, sera bien. Algunos abisados modernos suelen mirar la

51. Su aplicación a la

planta de templos.

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gente que ay en el tal pueblo, y si es de trato, que tengan entendido que se

aumentaran, y conforme a la regla de Ganançias de 10 a 20 o de 30 por 100.

Suelen diuidir la Grandeza dando a cada vecino su sepultura de 7 pies de largo, Y

3 de ancho, Y mas otra tercia parte de los que assi salen. Supongo que es para vn

pueblo de 100 vezinos que son aora. Y sacase que en 100 años aumentarán 30,

son 130, pues cada vno de 7 de largo, y 3 de ancho son 3640 quadrados,

Abiendole añadido la vna tercia parte para la disposicion Y paseos. Pues de esta

manera se podra ver que aya de tener vn templo para el tal pueblo, porque si

fuere como paraleloGramo, puedese saber que pies quadrados tiene, Y la

longitud, y la latitud que a menester; diremos que le Cabran treinta de ancho y

120 de largo su lado o nabe y mas vn terzio de pie. En esto no será menester

mirar destos Rostros. Asi que por esta Regla se podran haçer otros qualesquier.

Por la figura presente se podra, digo, se muestra de la manera que se haçe vn

templo de vna naue con su braço de cruzero, que es para qualquier pueblo

mediano.

A de tener este templo de largo 150 pies; tiene de ancho 60 la nabe maior tiene

30, que es tanto como 2 Rostros. las Colaterales que son 2, tienen a 15 pies; las

4 capillas de cruçero avajo tienen a 22 pies y medio; a de subir a la claue del arco

pripiaño 60. Alto de la torre sin aguja 100 pies.»

Es decir, se trata de una teoría completa de proporciones, que no es gráfica, pero sí

literariamente geométrica. No parece necesario añadir mucho: las implicaciones para el

diseño concreto, hablan por sí mismas.

El denostado barroco

El barroco surgió como sabemos en Italia; su desarrollo en estrecha adulación de las

monarquías absolutistas, del catolicismo más delirante –contra-reformismo, lucha de

poder papal por señorear y 'equilibrar' el poder temporal, etc.- y de los imperios

nacientes –incluido el napoleónico-, hizo que después de la dilución del Antiguo

Régimen, no haya tenido casi nunca, 'por anticlásico' –como el gótico-, el favor de la

crítica histórica –salvo para algunos diletantes con ánimo epatador-.

Hay en ese 'estilo' una ensimismada tendencia a dotar de elementos clásicos derivados

(partidos, ovalados, etc.), relieves y profundidades, alabeos, juegos de proporción y de

claro/oscuro, movimiento-incurvación en el cornisamiento y de ondulación cóncavo-

convexa en los planos de fachada-retablo –eso es lo que presenta a la ciudad el

barroco-...; todo eso y la profusión ostentosa de elementos decorativos, produce el

dinamismo inestable, de pesadas masas/formas movedizas, que ofrece su arquitectura.

En el proyecto de manos de Rocha no hay grutesco, ni ostentación alguna, salvo

algunos alardes de monumentalidad y oficio de labra, en busca de solemnizar el

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santuario de la devoción popular y erigir el segundo templo de la diócesis, como es

bastante obvio; quizás para sobrepasar el templo erigido por la recién expulsada

Compañía de Jesús –aunque Rocha tenía debilidad personal por este instituto-.

La composición tetrástila del 'orden mayor' –la preferida de los romanos para sus

edificios públicos o singulares-, que ordena la fachada, establece el patrón clásico

dentro del nudo de significados que encierra este programa iconográfico de Rocha.

Es decir, toma el modelo o tipo mudéjar de tres calles, con su alternancia cromática,

etc., y lo encastra o mete en la horma del más puro orden clásico por definición: la

composición tetrástila, de orden corintio.

El concepto renacentista-mudéjar luso-canario en este caso, tiene matizaciones de

importancia: porque hay elementos de barroquismo sutil, pero que no aciertan a

dominar en el conjunto; esto se aprecia en el modo de esculpir la ornamentalidad del

encuentro entre el orden básico (portales) y el subsiguiente (portadas), en los capiteles

fajados de los órdenes 2 y 3, de difícil adscripción (capiteles fajados, los hay desde el

románico hasta el egipcio), o en ciertos detalles, como el remate curvo y contra-curvado

del ápice de ambas portadas –que fueron ‘revisitados’ por su autor en las ventanas del

ático del Hospital de San Martín de Las Palmas de GC-.

Esa propia composición mediante órdenes yuxtapuestos, al menos cinco –aunque se

añaden otros cambios de escala-, es un barroquismo muy patente en sí mismo, que

podría ser considerado, también, aportación poco académica por parte de Rocha...

Pero así fue el barroco, sobre todo en su apoteosis: un capricho acumulante, donde

cabía antojos personalísimos dentro de un permanente esfuerzo por 'inventar

novedad', y toda clase de efectismos aturdidores de los sentidos.

Para situar el estilo de esta arquitectura singular –la de Teror-, sugerimos comparar el

edificio con la retablística que reside en su interior: cinco importantes retablos

elaborados entre 1767 (inauguración del templo) y 1783 (coincidiendo con el

fallecimiento del arquitecto Rocha): ahí vemos que el barroquismo del ambiente

cultural-eclesiástico, era profundo e indiscutible; no hay duda que la propuesta y

factura del edificio son mucho más cercanas a una racionalidad, mucho más próxima ya

al neoclásico.

Calles y portadas mudéjares

En cambio, son de dominante presencia para adscribirlo a un estilo renacentista-

mudéjar, de identidad luso-canaria, la ordenación global mediante tripartición en calles

verticales separadas por pilastras de cantería con remates extremos en el mismo

material, o la presencia rotunda de las portadas monumentales alfizadas que se dispuso

a ambos lados, enmarcando los huecos de los ejes secundarios: toda la enjuta o

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albanega –el extradós desde los marcos hasta el alfiz curvilíneo-, es aplacado de

cantería basáltica.

El paño central situado en el eje principal, que funge como bisagra de la simetría

espacial, está protagonizado por, o es en sí mismo, una portada también, igualmente

monumental y alfizada, de escala preponderante respecto a sus dos subordinadas

laterales y con igual ejecución; pero esta es el tronco formal y estructurante del cuadro

arquitectónico, que parece querer 'soportar' el potente friso de cornisamiento.

En el plano original de Rocha, las portadas no engloban a los huecos superiores, y esto

es muy de resaltar: fue una solución adoptada durante la ejecución –o en un plano

posterior al original que desconozcamos (quizás los hubo para la dirección de la obra)-;

y fue una solución acertada, puesto que elimina algo del carácter excesivamente

'doméstico' o civil que presenta el diseño original, sustituido por esos (tres) elementos

enterizos que unifican las verticalidades de la composición y la refuerzan, mejorando la

unidad de lectura del programa geométrico-iconográfico y arquitectónico: son como los

‘ojos de cerradura’ de los espacios que anuncian: las naves.

Además, los huecos laterales superiores fueron estilizados y reducidos de escala; y se

dotó de arcos de medio punto mucho más altos a los huecos bajos, esto es, las portadas

efectivas laterales.

Desabrochamientos

Pero en esta pieza central hay una anomalía, una nueva heterodoxia -que también nos

parece una licencia excesiva-: la portada alfizada pierde en su ápice el 'dintel' curvo-

mixtilíneo y alfizado, al encastrarse en el friso potente al que aludiremos varias veces;

en otro punto hacemos la crítica respecto a que, a causa de ello, cada capitel topa

toscamente contra la pletina denticulada de ese friso, en una entrega inasumible

'clásicamente' –aunque quede enmascarada en la complejidad visual-.

Y es censurable, nos parece, pues está ya así –como se puede observar en la imagen-,

en el original de mano del proyectista...: no es un fallo de obra, ni un compromiso de

labra-ejecución.

Los huecos bajos de las tres portadas (las puertas del templo) están sobre-montadas

por sendos tímpanos coronados por un arco de medio punto, motivo antiquísimo

(románico), que solía estar ocupado por ángeles portantes de la Cruz cristiana –

dominando a sendos monstruos representativos del dominio del Bien de la enseña

cristiana sobre el Mal de la herejía-, y que en Teror fueron sustituidos por los emblemas

crísticos y marianos que presidían la religiosidad popular isleña. Estos tímpanos semi-

circulares están también arquivoltados y alfizados, de modo mixtilíneo.

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Pero a todo ello hay yuxtapuesto una especie de entablamento mixtificado: un grupo

de elementos de horizontalidad enérgica –el potente friso, en esencia-, que vuelve a

llevar nuestra razón crítica hacia el alba del clasicismo, como aludiendo al neoclásico

floreciente en las grandes capitales de entonces –con las que nuestras elites tenían

conexión directa: Roma, París, Amberes, Sevilla/Cádiz-, o al menos el barroco

racionalizado previo a este. Ese friso con remate curvado de ventana mediante

arquivoltas, puede leerse como representación del inamovible –para el diseñador-

orden social/político establecido; pero un orden que empezaba a ser desafiado, en

coyunturas difíciles, por los cotizantes del diezmo.

La ventana central –con arco de medio punto, igual que sus subordinadas-, ha sido

incrustada en el friso –una solución potente y novedosa-, que se transforma

rigurosamente, con todos sus componentes, para 'arquivoltearle', no sin dificultad

constructiva y para el labrante, en el esfuerzo para adaptarse al recorrido curvo; sin

embargo, fue resuelto con éxito formal aparente.

Sin embargo, esta solución se resolvió de forma muy heterodoxa 'gramaticalmente': los

capiteles de orden corintio (son de hojas de acanto sin caulículos y astrágalos, y aunque

los fustes son lisos, de nuevo las basas presentan toros y escocias), que rematan el

ventanal central, topan directamente con una platabanda que antecede al friso

denticulado (que debe simular el viguetado primordial), elementos que resultan

notoriamente frágiles, y desde luego inapropiados, en un despiece clásico greco-latino

(lo suyo es que ahí gravitase un sólido arquitrabe, seguido de friso y cornisa): es así, una

solución 'decorativa', nada culta y pobre arquitectónicamente, que decepciona.

Y esto lo hace casi ser solución barroca –en exceso-, claramente muy poco racional en

el oficio: parece más una licencia ornamental, que una solución técnica aceptable.

El orden que hemos llamado 3, es también una variante posterior al proyecto original

de mano de Rocha: en su alzado se puede percibir bien cómo los capiteles planos eran

de orden corintio –collarín + paquete de hojas de acanto + ábaco de remate-; sobre

estas grandes pilastras, formando el orden mayor de la composición y 'estructura'

simbólica, gravitaba un arquitrabe corrido, que se cuasi-partía en dos para dejar paso al

ventanal axial; y como cornisamiento, el friso corrido dotado de triglifos, etc. –aunque

no aparece denticulado alguno-: y ya se incurvaba, en el plano original del autor, para

dejar paso al arco del ventanal central. O sea, era ya ´leit motiv’ del icono que vendió a

sus promotores, tal vez su gesto de genialidad u originalidad decisiva.

Porque el verdadero arquitrabe es el que se dispuso justo desde estos pilaretes

corintios hacia abajo, en voladizo a ambos lados, puesto que están 'sustentados' por las

pilastras del orden 3, cuya adscripción podría definirse como tardo-renacentista (¿estilo

'reyes católicos'?), que dividen la fachada en calles verticales y son expresión externa de

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los columnarios-arquerías que forman las naves y reciben la entrega gravitante de las

bóvedas. En este despiece sí puede distinguirse dos platabandas y el arquitrabe

canónico, seguido del friso denticulado y en voladizo, arquivoltado en su hueco/eje de

simetría.

A este grupo se suma una especie de ábacos supletorios o sobre-capiteles aupados

mediante una especie de equinos planos o elementos a modo de triglifo, sobre cada

uno de los capiteles de las pilastras; ábacos, que no son asiento de nada, sino remates a

modo de orfebrería, puramente entretejedores del friso corrido; porque sobre ellos no

encontramos más que el barandal abalaustrado de remate. La paradoja es que su

entidad formal resulta más potente que la de los propios capiteles de las pilastras de

orden 3.

Lo que importa es que el conjunto de elementos fajados constituye una especie de

entablamento canónico pero heterodoxo, y eso sí, singular, muy personal del autor –al

menos en nuestro entorno cultural-. En todo caso, este entablamento resulta partido

por el empuje hacia arriba del ventanal axial: este divide en dos el arquitrabe e incurva

el friso-cornisa, cuyo denticulado debe adaptarse a un trayecto forzado, aunque

efectista: es como un alarde de trazado y labrado de la piedra azul; su fuente probable:

la portada de la citada iglesia jesuita y la catedral de la Ciudad, también en su

frontispicio –aunque con incurvación más somera-.

Porque al estar dispuesto en visera o cornisa, el curvamiento del friso resulta

abocinado, lo que es un problema de montea que debe ser entendido muy bien

previamente por el tracista para que pueda ser ejecutado con solvencia.

Uso incuestionable de la tratadística

El uso, en todos estos juegos de molduras, de golas o cimas y talones, cavetos y

escocias, etc., delata, una vez más, el manejo por el proyectista, y por los tracitas o

ejecutantes, de manuales de labra y tratados de órdenes arquitectónicos, sin discusión

posible.

Desde este horizonte 'proyectual' hasta el sky-line, sigue una cuerpo-cornisa corrido

que fue añadido al diseño de proyecto –según delata el original de Rocha, porque no

aparece-, sin que podamos precisar hoy ningún extremo más; dejando sólo como

posible que la obra fuera culminada así en 1776 (sobre lo cual advertimos a los

investigadores en el futuro), se trata de un cuerpo aligerado formado por sendas

balaustradas que quedan pautadas por cuatro pilones que son rematados por sendos

copones –sustituyendo a los pináculos o agujas del proyecto de Rocha-, con obvia

intención del ejecutante de continuar la disposición vertical en los parte-calles del

frontispicio.

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Ambos semi-cuerpos confluyen desde los lados en una espadaña, donde se aloja el

reloj –parece concebida para ese propósito, pero no en el original-, y sobre ella una

delicada y esbelta espadaña-campanario, rematada por la concha simbólica –que

tampoco figuraba en el proyecto original-; en este mismo cuerpo-barandal

abalaustrado, y sobre los ejes de calle laterales se ubican sendos escudos nobiliarios,

que corresponden a los obispos donadores y co-patrocinadores de la erección del

templo –y por ello van equipados por los motivos de sus linajes-: ambos escudos de

armas empujan, de forma incurvada, pero levemente, el barandal, dando movimiento

vertical, muy barroquista, al sky-line del edificio: sin embargo, tampoco estos detalles

aparecían en el original de mano de Rocha.

¿Promotores?: una fe ciega

Cabe recordar, para comprender el entorno de este nudo de significaciones, que los

que debemos considerar verdaderos promotores, no fueron otros que la comunidad de

creyentes en las benéficas aguas medicinales que permitían el tratamiento de diversas

dolencias cutáneas y digestivas –y su prescripción por la naciente medicina ilustrada-,

que se empeñaban en atribuir a la milagrosa intercesión de la Virgen del Pino la

curación de los dolientes que mostraran su rendida devoción; y como telón de fondo, la

devoción al Pino y la Virgen 'aparecida' en el mismo.

Recordemos que situado el viejo santuario de 1760 en un terreno de arcillas

(expansivas) con deslizamientos y que actuaban como reservorio subterráneo de esas

aguas, le aquejaba a aquel cierta amenazaba de ruina, que fue raudamente

aprovechada por algunos factotum de los altos estamentos, conectados con la corte

borbónica, para sustituirlo por un edificio acorde con la proyección grandilocuente que

anhelaba la propaganda de la fe del clero local.

A la cabeza de todos ellos, el tesorero Lugo y Viña –frecuentador de la Villa, y gestor

económico exclusivo de la obra (hasta el punto de no existir asientos en el libro de

fábrica del templo- y su pariente Antonio Lorenzo de la Rocha, nuestro proyectista –

cuya religiosidad y relación con el círculo íntimo de la catedral canaria, hemos tratado

en otro apartado-. Ambos, miembros, no ya destacados, sino principales de la elite

estamental de la diócesis-Archipiélago.

Una fachada/retablo urbano

La fachada principal –y la espacialidad de la propia 'basílica'-, fue concebida como

retablo público, como frontis urbano; es la entidad que debía corresponder al segundo

templo isleño-diocesano después de la catedral, esto es, de claro carácter monumental.

Es innegable el carácter parlante que adoptó este constructo ante el espacio central de

la Villa, ya que es el elemento verbal en torno al que gira el interesante salón urbano-

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ceremonial para los ritos de la fiesta popular anual, que fue concebido por el tándem

Lugo/Rocha.

La fachada de la basílica es el elemento verbal de la frase que enuncia el lugar urbano

terorense: sin ella, el lugar sería un espacio amorfo y vacío. Parece como si se quisiese

sorpasar –y desde luego, controlar-, la enorme fuerza de significación naturista,

primordial, de sacralidad ancestral, que el lugar cargaba: el Pino, las fuentes, su

potencia sanadora, el ritual popular anual dentro de una religiosidad primaria, etc.

También sobre esto, cabe solicitar reflexión a los especialistas; aquí sólo cabe insistir en

el hecho obvio que proporciona la ordenación del centro de la Villa y la formalización

que impuso la basílica: un adiós radical al conjunto esencial o sistema Fuente-Pino-

Podomorfo-Virgen-Templo. Aquel lugar, los símbolos que lo cargaban de significado y de

sentidos cultuales, de raíces inmemoriales, fue extirpado mediante esta operación culta

de los ilustrados canarios. El crudo olvido ha hecho el resto: no están ya en la cultura ni

siquiera las imágenes de aquellos símbolos.

Al propio tiempo, parece que el propio autor se reconoció, entre las dos categorías –no

en el primer escalón (la continuación de la catedral), sino en el segundo escalón (el

templo mariano)-, y auto-definió el lugar que su propia categoría como proyectista

debía ocupar en el rango de los arquitectos primeros de esta Isla: capacitado para un

segundo templo, pero incapacitado para el de primer orden, como era la catedral –que

presentaba grandes desafíos estructurales, como p. e. su cimborrio, etc.-.

Parece poder deducirse esto, de su declinación de la propuesta de encargo, que hizo

efectivo el Cabildo catedralicio, de la segunda 'media Iglesia'; y se puede deducir

posiblemente, que declinó esa alta responsabilidad para que fuera encomendado a los

hermanos Eduardo –el mayor de los cuales era arquitecto de carrera. Luego volveremos

sobre ello.

¿Es posterior la balaustrada/espadaña?

Hemos resaltado la presencia de un remate que no aparecía en el diseño original; quizá

sea pertinente plantear la posibilidad de que el cuerpo aligerado que aparece

rematando el edificio sea un añadido que se dispuso en alguna de las reparaciones a

que fue sometido. La primera fue realizada ya a comienzos del XIX –en la que pudo

intervenir el racionero-arquitecto Diego Nicolás Eduardo, o más adelante J. Luján Pérez,

ya que esa fue la secuencia de proyectistas que encabezaron o capitalizaron las

decisiones arquitectónicas que estaban bajo control del cabildo-obispado (en particular,

todos los templos de la Isla)-.

Aun, se podría sugerir una especulación más: la espadaña-campanario podría ser parte

de la diseñada por Rocha, ya que la que figura en el original de su mano parece más

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compleja y rica, ...pero con toda evidencia, parece 'la misma' en composición, detalles y

estilo. Quedó una pieza humilde aunque elegante, pero de clara traza neoclásica o

barroco-racionalista, en todo caso.

Sin embargo no es 'la misma': les diferencia la escala, que si nos guiamos por la entidad

del arco que lo vacía, es 1,3 veces mayor en la original diseñada por Rocha –y fue

desechada en un momento que desconocemos-; pero ello, sin contar con todo el

cuerpo de remate que le corona... Entonces podría caber otra cuestión: la mano que

diseñó la realmente existente hoy, respetó con toda evidencia el espíritu de la espadaña

diseñada por Rocha; ¿fue él mismo, o sus citados 'sucesores'?.

Queremos decir: si llegó a ser montada la espadaña original diseñada por Rocha, quizás

esa zona izquierda del entablamento sufriese desperfectos cuando se produjeron los

primeros asientos –derivados del punzonamiento de la Torre Amarilla-, y la espadaña

fuera desmontada para evitar riesgos; después, una vez reforzada la estructura de

techos y dispuesto ese remate –que insistimos no diseñó originalmente Rocha-, y que

se corresponde con el plano de arranque de los tejados o pseudo-bóvedas, tal vez fuese

repuesta parte de aquella espadaña sobre la franja aligerada que acoge la espadaña del

reloj.

En la reposición, la espadaña habría perdido dos columnillas adicionales, y todo su friso

de remate, que en el plano original esta coronado por un semi-arco montado por una

cruz sobre pedestal, como se aprecia en la imagen adjunta.

Es interesante discutir otro extremo; el reloj, fue la máquina que debe considerarse el

mayor invento del siglo XVIII, la verdadera piedra angular de la técnica, la revolución

industrial y la expansión naviera –junto con el piano, en el terreno socio-cultural-, y

obviamente mereció ocupar sitio propio y central muy pronto en las arquitecturas…; en

el tiempo de concepción de este tercer santuario, y su erección (1760-67), aun no se

había desarrollado la relojería moderna, así que quizá sea aventurado dar por hecho

que Rocha previese el óculo que alojaría el artilugio antiguo –aunque parece

expresamente concebido para ello-.

En concreto, el reloj actual de la basílica, ubicado en la espadaña arropada en el centro

de ese cuerpo-barandal abalaustrado –que creemos es un significativo añadido-, nos da

la fecha probable de su instalación: 1853.

Pero la web del Ayuntamiento de Teror es más explícita:

"El reloj de la fachada de la Basílica procede de Valencia y fue donado por el

Obispo Codina en 1853, sustituyendo a otro de 1687, [cuya esfera] se encuentra

actualmente en el Patio del antiguo Palacio Episcopal."

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¿Ubicó entonces Rocha en este o anterior óculo el reloj de 1687, y en 1853 fue

sustituido por el actual? No tenemos una respuesta segura a ello, por lo que dejamos

para otra oportunidad la relectura de las fuentes para aclarar lo que dejamos apuntado.

El frontispicio carece por

completo, en el proyecto de

Rocha, de guardamuro.

Trazado regulador y estructura

de la Villa

Es interesante determinar si el

proyectista utilizó alguna clase

de trazado regulador –lo más

probable es que lo hiciera

siempre-, por cuanto ello ilustra

acerca de su erudición técnica y

competencia en el oficio, amén

de confirmar su cultura de la

tratadística de nuestra

disciplina, y en consecuencia del

control geométrico que

implementó en este diseño –y

posiblemente en los demás de su mano-.

Y no solamente el conocimiento de clásicos como S. Serlio, como parecen anunciar los

pináculos extremos, que intentan señalizar el ámbito de fachada dentro del campo

visual del observador.

El frontispicio fue pensado por Rocha para que recibiera al visitante, ya fuera desde el

viejo camino real desde la Ciudad –que accedía por la calle de La Escuela o la Del Pino

desde Hoya de San Lázaro después de vadear el Barranco de Ojero en la zona del

Puente del Molino-, o bien desde la Calle Real de la Plaza –a partir de la construcción

del Puente mediado el XIX y apertura de la 'carretera general' décadas después-; esta ha

sido el gran eje ceremonial en la celebración anual: el recorrido por ese eje, como

experiencia de penetración del espacio –atravesar la vía vertebral intra-urbana-, es el

que va dialogando con la fachada basilical.

Debemos insistir que ese eje ceremonial es singular, supralocal, no 'es' de la Villa -

aunque 'está' emotiva y jurídicamente en la Villa-, sino que es 'de' la Plaza/Basílica,

pertenece al espacio sacro isleño: en el espacio simbólico y morfológico, la Calle Real

forma unidad con la Plaza/Basílica (y con el Palacio Episcopal, complementariamente).

Teror fue convertida en Villa episcopal, o con mayor precisión, en Villa catedralicia (de

52. Esquema fotogramétrico obtenido merced al topógrafo

municipal para realizar nuestro levantamiento. 2012.

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'los Señores Deán y Cabildo catedralicio', que es el tratamiento que exigieron

protocolariamente)-, aunque nunca fuera señorío de la cámara episcopal.

La fachada basilical de Rocha, predica al peregrino –da igual si es creyente o no-,

porque este telón escénico le focaliza la mirada según el caminante avanza, sin cerrarle

absolutamente la perspectiva; y cuando ya se encara el gran paramento, el individuo se

mide con el objeto, tomando nota sensorialmente de la relación de escala y simbólica

que se está estableciendo: hoy sabemos que tal cosa ocurre cuando saca la cámara para

hacer la foto; aunque ese punto siempre fue junto a la esquina que insinúa la plaza,

puesto que es el umbral de esta; y mientras el actor se mide, es el programa

iconográfico y espacial/tectónico el que le habla. El objeto, la cosa, llena al actor, lo

quiera o no; y

gestiona el espacio

que imanta con su

simbolismo.

Para todo ello es que

el arquitecto utilizó el

trazado regulador:

debía crear un

dispositivo resonante.

Y las armonías

geométricas y

simbólicas eran lo que

le proporcionaba esa

resonancia al objeto. En las imágenes y comentarios que siguen se desvela que ese

trazado oculto fue manejado para definir los elementos que 'sonaran' armónicamente.

En otros puntos de esta tesis se expone cómo la restitución de este levantamiento se

ha hecho mediante método semi-fotogramétrico y elemental, esto es, tomando con

taquímetro y sobre fotografía digital, una medida-base de anchura, y siete puntos de

altura en su calle/eje de simetría, que permitieron escalar en AutoCad la citada

fotografía y restituir su deformación perspectiva por el objetivo de la cámara. Se

complementó este sistema con una medición y croquizado bastante precisos de todo el

juego de composición que está a la altura de una persona, básicamente los conjuntos

de piezas que forman las basas de pilastras, y sus relaciones geométricas, etc.

Y desde este horizonte hasta la coronación, se procedió a realizar un reportaje de tele-

fotografía de alta resolución, para restituir cada bloque de componentes del complejo y

exquisito trabajo de labra que exhibe el santuario; finalmente, se realizó una meticulosa

inspección y levantamiento fotográfico de la balaustrada de coronación, que es

accesible a través de la Torre Amarilla.

53. Base según proyecto y remate clasicista, recursos del autor.

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Esta operación ‘menos métrica’, se encajó sin embargo dentro de la retícula básica

definida mediante la horma fotogramétrica citada, por estimación; no es, por lo tanto,

de alta exactitud métrica, pero ofrece una imagen todo lo precisa que se deseaba a los

efectos del propósito y objetivos mencionados.

El levantamiento que ha

resultado, es por tanto,

sin ser materialmente

exacto, altamente

manejable para valorar el

juego de relaciones

geométricas que

pretendemos indagar –

además de valorar con

gran certidumbre el

programa iconográfico

que presenta en

frontispicio-.

El resultado es

rotundo, y confirma la

tesis planteada: Rocha

utilizó un trazado de

control sistemático de

su propuesta.

El alzado está

contenido en un

cuadrado perfecto,

cuyo centro se ubica en

la semialtura del

ventanal central-axial,

esto es, en el centro de

este: y este elemento se encuadra a su vez en un doble cuadrado; al superior se inscribe

el semicírculo que forma el arco de medio punto. Es decir, el centro constructivo-

geométrico es el 'centro de masas' del telón escenográfico, se ubica en el centro del

elemento de vacío axial de la simetría.

Es el centro de gravedad que imanta el conjunto ceremonial Calle Real-Plaza del Pino-

Santuario. Ese 'centro del vacío' –semialtura del ventanal central-, es el corazón de

simetría de la composición –y por tanto, centro de donde parte la voz del programa

simbólico dirigida a la sensorialidad del espectador-: en nuestra opinión, alude al

54. Algunos elementos geométricos del trazado reguladror

55. Las relaciones geométricas son significativas de cierto intento.

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camarín de la patrona. Y forma parte desde luego de la estructura espacial, junto con la

demasiado a menudo olvidada cúpula que posee el templo –y

las eliminadas pseudo-bóvedas-.

Las diagonales del gran cuadrado global, generan cuatro sub-

cuadrados: esta semi-altura define la cara superior del gran

pórtico o arquitrabe del tetrástilo267 público que identifica al

objeto como edificio canónico: es decir, el alzado fue definido por un doble cuadrado

adosado. El resto de huecos está regido también por relaciones estrechas con el todo, y

en sus medidas particulares: los ventanales laterales fueron definidos mediante 'sección

áurea' perfecta; los portales laterales, lo fueron

mediante lo que definiremos como 'sección

peraltada u ojival'; y el portal principal es fruto de

una sección áurea 'compuesta' –esto es,

utilizando los dos vértices opuestos para alzar el

lado mayor-.

Esto no es sino lo más evidente; cuando se

continúa ahondando en las posibles relaciones, el

juego de círculos concéntricos y triángulos

ocultos comienza a desvelar otras pautas

probables de control por parte del autor. Todo

indica que el artefacto fue concebido con una

partitura dibujada con control de trazado

perfectamente seguro y, es obvio, del todo

consciente por parte de Rocha. Tampoco esto es

nada extraordinario, puesto que se trata del

proceder normal en nuestro oficio, mucho más si se recorre hacia atrás la trayectoria de

la disciplina.

Nuestra disciplina es proyectual, anticipatoria, y debe ser ejecutada 'con partitura';

porque lograr racionalidad en un sistema complejo de componentes cuya interrelación

es una red de funciones que no son independientes ni azarosamente inventivas, debe

hacerse de modo sinfónico. La estructura no es opcional, sino imprescindible: es la

forma que toma la organización para funcionar como un todo.

Esta arquitectura de Rocha tiene proyecto, como no hacía falta demostrar –o tal vez sí,

para muchos-; pero resulta que este, a su vez, tiene actividad y proceso proyectual, y

267 Ya señalamos acerca del edificio de pórtico tetrástilo, que “los romanos prefirieron el pórtico de cuatro columnas para sus santuarios, como el de Portuno, y para templos como el de Venus y Roma, y para los pórticos de entrada de grandes edificios públicos, como la Basílica de Majencio.” (Wikipedia)

56. El fulcro en torno

al que gira todo.

57. Delicadeza y sofisticación del

diseño

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está desarrollado con prácticas, técnicas y método que son los ancestrales de nuestra

disciplina.

Ahí están implementados mediante un control áureo, los componentes funcionales,

constructivos, simbólicos y compositivos que interesaban al autor y a sus clientes, para

lograr el resultado que morfológicamente se buscaba: el trazado regulador ha servido

como instrumento para gestionar tensiones entre vacíos (transparencias) y sólidos

(opacidades), entre huecos y masas, entre luces y sombras, para "fijar con precisión

posiciones y relaciones ya aparecidas [en el plano], no para crear" (Quetglas, 2002), tal

como ya advertía Le Corbusier un siglo antes.

Pero como quiera que somos tan dados a infravalorar lo que desconocemos, valía la

pena recordar dos puntos, al menos; de entrada, que la pieza que nos ocupa es un

objeto resonante armónicamente bien logrado y de valor mucho mayor que el

puramente emotivo-popular; y seguidamente que su autor fue un competente

proyectista, aunque no ostentara la titulación académica pertinente; que esta no se le

puede exigir hoy a un paisano que debió asumir, en su primera adolescencia, la

coronelía de las milicias provinciales, como obligación de linaje y casta estamental, a lo

que estaba forzado por nacimiento: de ese modo, no pudo viajar a las capitales de

entonces a titularse y hacer luego el 'viaje de estudios' que era de rigor entre la elite

dieciochesca... Lo de verdad lamentable, es que haya sido nuestra larga capacidad de

olvido –o de desprecio de lo nuestro-, lo que ha desautorizado tanto su figura.

El primer (buen) arquitecto canario

Antonio Lorenzo de la Rocha fue un técnico solvente, muy útil a su tiempo –y el más

competente posible-. Fue, aunque algunos lo cuestionen, buen arquitecto. El mejor que

era posible para entonces en Gran Canaria, hasta que llegó Diego Nicolás Eduardo con

un ideario y talento, más acorde con los tiempos, e idóneos para una nueva

arquitectura.

Debemos hacer hincapié, por último, en esa materia, tan sutil, que es el vacío. Es

importante no perder de vista la secuencia de horadaciones y macizamientos practicada

por el autor en el continuo público de la Villa: todo el sistema de piezas que se

vertebran desde la Calle Real, la Plaza del Pino, el vaciado abovedado-cupuliforme del

santuario, la Alameda y las Casas/Palacio episcopal; porque todo eso fue lo que Rocha

concibió conjuntamente.

Nuestra mente de arquitectos –e historiadores-, debe tenerlo presente: Rocha

manipuló el equilibrio de masas que encontró en la Villa –articulado en torno al Pino

Sacro-, para hacer de ella una nueva ecuación espacio vs. forma. El gran frontispicio de

Rocha es el telón iconográfico que gestiona el nuevo equilibrio de esa ecuación, una vez

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caído el Pino sacro. Un nuevo tiempo-espacio, un espacio-tiempo de otra escala (urbana

e industrial).

Algo de análisis estructural, en su contexto grancanario

En la reforma radical de la Villa-Santuario que realizó Rocha, hemos estado

sobrevolando por encima de varios conceptos encadenados: retablo, portada,

frontispicio, fachada... No es tema de esta Tesis la descripción de los elementos

ornamentales que conforman este dispositivo –o su adscripción estilística, alarifes

intervinientes o dataciones y proceso constructivo, etc.-, sino el análisis estructural de la

pieza en su función simbólica y urbana-territorial.

El elemento 'portada' es obviamente el diseño que ornamenta o compone, en términos

arquitectónicos, el extradós del vano de ingreso al templo. El término 'frontispicio'

alude a lo mismo en el ámbito de conjunto, pero siendo casi lo mismo que 'fachada',

este término designa más arquitectónicamente el plano principal.

El ejemplo de referencia para toda iniciativa arquitectónica entonces en Gran Canaria,

era, debía ser –por imperativo sacro-, la Catedral diocesana; así solio ocurrir en todas

partes: y todas las del mundo cristiano, a su vez, por referencia a la sede de la 'silla de

Pedro' –como primer sacerdote de la cristiandad-: la Plaza de San Pedro en Roma, el

paradigma del barroco. Pero aquí se sumó un elemento de retranca cultural muy

propio: la querencia lusa –casi innombrable, si nos fijamos-, que hizo sobrevivir el

elemento renacentista más significativo que iba a perderse en la forzosa modernización

barroca: la Torre ochavada.

La presencia de la Torre Amarilla en Teror, que Rocha debió asumir –o se le forzó a ello:

nótese que el diseño original del frontispicio dejó a la Torre, por completo, al margen-;

esto se interpreta por muchos autores como reacción a la desaparición de las torres

octogonales (con escaleras internas de caracol), que iban desapareciendo del

frontispicio mudéjar de la Catedral. No es difícil descubrir otros elementos de referencia

para el diseño de la pieza terorense…

Cabe por tanto resaltar la enorme autoridad con que se procedió, por Rocha, a

imponer el orden barroco-racional, en esa década crucial para nuestra arquitectura que

fue la de 1760-70: la Basílica (1760-67) y el Hospital –cuya primera piedra se puso en

1765-...; es posible que a estas dos piezas señeras, se sumara la casa-palacete de los

Rocha, en la Ciudad –con aires neoclásicos rotundos, que discutimos en otro punto de

esta Tesis-.

En suma, el templo terorense no era en esto independiente, y esas tres piezas mayores

de nuestro patrimonio –catedral, basílica, hospital-, fueron concebidas y erigidas en una

unidad estructural de estilo, conjuntamente... Y ello, hasta que irrumpió Diego Nicolás

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Eduardo, que supuso un salto adelante para la pieza madre, al desarrollar su segunda

'media iglesia' para completar el monumento, dejando atrás a las otras dos, ancladas en

el final del barroco. No es realista pensar de un modo desagregado este proceso

conjunto de fábricas.

Entonces, los principales edificios de una ciudad eran los religiosos: por entonces

comenzaron a aparecer en las capitales los edificios públicos no-religiosos –alguno de

ellos, civil-, que es uno de los logros tenues del neoclásico en el equipamiento urbano,

frente a un pasado de oscuridad casi total. Salvando los edificios regios –sin ser la

Catedral, las Casas consistoriales y de Audiencia-, claro está.

Ya advertimos en varios puntos de esta Tesis que lo barroco en la arquitectura que nos

ocupa, es el diseño ornamental, nunca la espacialidad –más que levemente: p. e., el

abovedamiento-cupulamiento de la basílica-, ni la volumetría –que es netamente luso-

mudéjar canaria-. Fue un fenómeno decorativo, por tanto; lo que también es, al fin y al

cabo, por su arte de persuasión, muy barroco.

Por eso, esta arquitectura nos parece 'retablista': uso de 'calles', 'cuerpos', 'pisos',

'vanos', etc.; la calle central aloja el vano de ingreso, y sobre ese mismo eje aparece el

tema clave: la hornacina, elemento central, centro de fuga compositivo.

Pero el diseño de Rocha en Teror, ¿es una fachada-retablo, o una fachada no-retablo?

–un concepto que manejan p. e. para el caso de Lima, especialistas como E. Vásquez

Relyz-. En nuestro caso, no está claro. Las tres portadas mudéjares luso-canarias de

nuestro templo, en tres calles independientes, 'dicen' que es fachada no-retablo; pero

el 'orden mayor' de la composición 'afirma' que el conjunto es un frontispicio-retablo.

Hay así un equilibrio entre ambos extremos, y eso da armonía al original concepto

compositivo: en verdad, hay pocos ejemplos o referencias a que acudir, para ayudarnos

en el análisis de la pieza.

Es ciertamente original, y eso lo revela el nulo elenco de referencias a que han acudido

los especialistas canarios para valorarlo: por nuestra parte, no hemos conocido muchas.

A pesar de la partición en tres calles (y del uso de pilastras y sobre-pilastras en el

entablamento), ya están los elementos clave del último tercio del XVIII, cuasi-

neoclásicos: economía de elementos y austeridad clasicista en el 'orden mayor' –uso de

pilastras, etc.- y supresión de volumetría o voluminosidad. Comparémosla por ejemplo,

con la portada del templo jesuita de la Ciudad –que es otro referente que, no

olvidemos, estaba muy en el aire-, con sus columnas salomónicas.

Y sumemos a ello, la potencia innovadora definitiva que impone la cornisa voladiza-

cóncavada en su centro –dándole al todo un enérgico impulso ascendente-: una flexión

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curva que no deja fuera de su control la verticalidad que insinúa, sino que la contiene

en el poderoso entablamento.

Este gesto no es barroco, a pesar de su dificultad y tendencia hacia arriba. Es clasicista,

sin discusión; y en línea totalmente con la instauración del 'buen gusto' clasicista que

decretó la corte borbónica –fachadas urbanas, de 'gusto romano', como se denominaba

entonces-: era la imagen que dieran a la ciudad, lo que importaba al monarca –

abrumado por la bajeza cualitativa de la arquitectura que mostraban las ciudades y

villas de su nuevo reino-. Él, que llegaba a España desde sus refinados palacios

napolitanos…

Frailes arquitectos (ajenos al desarrollo del neoclásico parisino)

Y entre los primeros soldados de esta cruzada, estuvieron los frailes arquitectos,

muchos de ellos jesuitas –aunque los franciscanos también abrazaron pronto y con

entusiasmo la 'innovación romana' impuesta por el regalismo borbónico-; casi todos se

formaron bajo las teorías del jesuita Andrea Pozzo –cuya obra 'Perspectiva pictorum et

arquitectorum' (1693, con varias ediciones después), fue un arsenal de imágenes para

arquitectos que tuvo universal difusión en Europa y América-.

Como es sabido, estos frailes hicieron una constante circulación 'misional' hacia

América –lo que incluyó la erección material de las 'misiones' y reducciones de indios-,

en cuyo periplo pasaron por las capitales-puerto canarias... Los españoles –como Mosén

Juan Pérez, hijo del arquitecto valenciano J. Pérez Castiel-, le llamaban 'Padre del Pozo'

o Andrea del Pozo, considerándole la última luminaria de la estela de los

"Alberti, Vitrubio, Paladio, Michael Angelo, Fray Laurencio de San Agustín (sic),

Sebastiano Serlio, Caramuel, Jacobo de Viñola, Jerónimo Coco, Agustín Galo en el

convento de Vitrubio", etc. (citado por P. Cisneros Álvarez, en 'La arquitectura de la

portada y retablos de S. Miguel Arcángel de Burjassot.', pdf en la red).

Es interesante pensar, una vuelta de tuerca más, el tema de fachada/portada y retablo

–las dos unidades portantes de la iconografía en un centro ceremonial sacro-. Son

elementos esenciales del recorrido o trayectoria –espacio atravesado-, desde el espacio

urbano-público al espacio cultual/litúrgico. A veces, como sabemos, en eventos

señaladísimos, el ceremonial o rito de masas puede trasladarse al frontispicio, de modo

que la fachada, aunque 'está' en el espacio urbano, no deja de 'ser' retablo 'externo' del

templo, una pieza intermediaria de la maquinaria procesional/conmemorativa

hacia/desde el santuario.

Dar, dotar de, condición equiparada al rango del templo –según la especie que fuera:

catedral, basílica, parroquia, iglesia conventual-, era asunto de decoración y programa

iconográfico, aparte de espacialidad y volumetría, como teorizaron los tratadistas desde

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muy antiguo: los fieles debían sentirse sobrecogidos de santo temor o veneración al

poder (de Dios) a la puerta de 'su Casa' –la portada-; para el altar mayor/retablo, se

reservaba la magnificencia, el máximo decoro: allí residían las imágenes devocionales y

quizás las reliquias incluso. Los propios teóricos neoclásico-parisinos, contenidos por el

esfuerzo de racionalidad, reclamaron «décence» (Blondel) para concebir los templos.

Los efectos teatrales y otros artificios escénicos pertenecían al altar mayor y su retablo;

sus oficiantes son los sacerdotes. A las fachadas y portadas, correspondía lo

monumental expresado arquitectónicamente, con sus valores de ornamentación y de

exhibición del arte de labra: los órdenes clásicos, y los frontones, arquitrabes y vanos,

arquetipos instrumentales de la disciplina.

La escultórica y relieves, aparecerán subordinados al lenguaje arquitectónico. Su

oficiante es el arquitecto y los labrantes; estos han de entablar el diálogo con el entorno

urbano-profano. Los campos visuales son diferentes; los tránsitos de significado

también.

Dentro, ocurre el trasiego mistérico entre el acá y el allá, con olores (incienso),

atmósfera (música, rezos cabálicos) y sentidos transidos...: el fiel goza de la

contemplación rendida al celebrante –que le asegura llevarle a compartir lo celestial-,

llevándose en premio por creer, la paz recobrada. Pero en la fachada, el olor es externo

y profano, el ambiente, comercial y/o social, los sentidos están de nuevo alerta... Las

emociones que se experimentan ante el retablo y la portada son radicalmente

desiguales.

En el umbral de portada, ocurre el paso al espacio –comienzo del rito-; concluido el

camino ritual ante el retablo, el fin del trayecto atravesado: el alma debe estar

dispuesta a viajar con el celebrante.

Es normal que la geometría y diseño de retablos sea más compleja y dinámica que la de

portadas y fachadas, así como más plásticas, libres y ricas en luces y sombras, detalles,

inflexiones y profundidades en la 3ª dimensión –donde el camarín puede ser una

especie de corazón vivo del dispositivo-.

En general, la composición de fachadas es siempre más sobria, contenida en

movimientos y simple en su articulación –pero también animada por un elemento tan

vivo y concomitante como el ventanal terorense-.

No hay duda que el artista culto era –y es siempre-, el que sabe encontrar la referencia

idónea a su propósito, la alusión ideal que sepa fascinar el ánimo de sus patronos. La

que logre escoger mejor entre la sopa de influencias que es todo 'ambiente cultural',

incluso para la arquitectura, siempre cargada de modelos tipificados de antemano.

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A veces, el diseño (más) culto no es el que resulta innovador, porque el tiempo no sea

el oportuno; pero entonces –década 6ª del XVIII-, y desde el ingreso de la dinastía de

linaje parisino –ya sólida desde la 2ª década del siglo-, el gusto navegaba con rumbo y

viento 'romanos'. ¿Era eso más culto que el rococó? Las opiniones se dividen aquí: es

imposible sentar un dogma.

Pero una licencia singular que se tomó Rocha fue la relación que dispuso entre su pieza

y la Torre-campanario: eje-gnomon de giro espacial –en los templos barrocos de

Londres, reconstruidos tras el macro-incendio de 1666, los campanarios se utilizaron

como eje de simetría de las fachadas-.

Cómo interpretar tal solución de Rocha? ¿Originalidad o talento? Lo fácil es ser

diferente, lo difícil es ser mejor; si Rocha hubiese utilizado la Torre Amarilla como fulcro

de simetría, qué habría hecho: ¿neoclásico o rococó? Lo segundo casi con toda

seguridad, si nos guiamos por los recursos y repertorio empleados en sus planos... Él

eligió utilizar la Torre como asta de su bandera (racional, y por tanto pro-'romana';

¡faltaría más!).

Otra clave del nacimiento del romano …en la Campania napolitana

Recordemos de una vez, que 'lo romano' conoció un impulso decisivo, en todos los

dominios del imperio borbónico, por arte del destino, al deber acceder a la corona

española (1759) como Carlos III/Mª Amalia de Sajonia, quienes habían sido reyes de las

Dos Sicilias; y como tales, patronos y mecenas de las excavaciones de las ciudades

romanas Herculano, Pompeya y Estabia –ubicadas en sus posesiones-.

Estas importantes ciudades romanas resurgieron así, en pleno siglo XVIII, cuasi-intactas,

tal como quedaron carbonizadas en la catástrofe del Vesubio (año 79 de la era). Esa

extraordinaria fortuna –hallar unas ciudades enteras, en que se podía revivir la vida

cotidiana-, y el implícito desarrollo de los estudios arqueológicos desde 1735-47,

merced a la afición de ambos esposos por los estudios de las 'antigüedades', impulsó un

acelerón decidido de los métodos de investigación, reflexión histórica y todo arte

científico...

Fue un factor decisivo para abortar el delirio rocaille…, los paroxismos formales de todo

tipo.

Las Academias de todas las cortes europeas comenzaron a becar en Italia a los más

brillantes alumnos pintores, escultores y arquitectos, creciendo exponencialmente los

levantamientos y repertorios iconográficos..., los cuales volvían luego con ellos a sus

capitales de origen. Los viajeros y eruditos carteaban a sus corresponsales contando las

maravillas que iban surgiendo 'in situ' o veían en las colecciones formadas en el Museo

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Ercolanese, y los debates entre sabios que fundaron la historia del arte como ciencia

moderna.

Obviamente, sobre el terreno se practicó lo que debe considerarse un expolio –que

luego reprodujo el mismo monarca en la excavación de la ciudad maya de Palenque-,

por la falta de método y experiencia en ese tipo de operaciones: los trabajos fueron

desacreditados fuera de los dominios españoles y napolitanos, entre otros por

Winckelmann –considerado fundador de aquella disciplina-.

Pero el dueño de los tesoros (Carlos III), se sentía satisfecho con la dosis diaria de

conocimientos que le reportaba en el desayuno su ministro Tanucci, y consideraba las

críticas extranjeras como injerencias en un 'asunto de Estado', suyo personal...;

costumbre de cada mañana esa, que trascendía a todo su reino, dándole un prestigio de

rey culto y sumo protector de las artes. Algo que le envidiaban los príncipes romanos,

los cardenales y el propio papa –muchos de ellos, mecenas compulsivos...

Por ello, Nápoles –y toda la Campania, ya que se localizó una decena de ciudades más-,

se convirtió en una 'segunda Meca', tras Roma, para los viajes de Grand Tour que

emprendían los ilustrados de la elite del siglo –artistas, eruditos y coleccionistas,

aristócratas-; "Roma es un vasto museo: pero Pompeya es una antigüedad viva", se

decía, y eso debió oír decir todo ilustrado –como p. e. Antonio Lorenzo, Diego Nicolás

Eduardo, o viajeros efectivos como José de Viera y Clavijo-...

Los realizadores de esta tarea inaudita científicamente, fueron ingenieros militares –

logrando cartografiar topográfica y algo ordenadamente las excavaciones-, cuyo cuerpo

español (Real Cuerpo de Ingenieros) estaba muy bien informado de los progresos de la

misma; al recalar tales ingenieros militares, por destino, en el Archipiélago, debían ser,

sin duda, 'ametrallados' por la curiosidad de los ilustrados locales, como nuestro

coronel Rocha, quien por oficio hereditario tenía rango equiparable a ellos y debió ser

anfitrión de cualquiera de los que llegaron a Canaria...

Una propuesta culta, por respuesta cultural y por auto-exigencia de proyectista

Volviendo a Teror, el diseño del santuario fue una propuesta culta, por respuesta

cultural –al reto de los frailes arquitectos (jesuitas): iglesia de san Francisco de Borja de

la ciudad-, y por auto-exigencia de proyectista. Hay un dominio de los órdenes y

sistemática arquitectónicos, frente al medio cuasi-artesanal y cuartelero –clima en que

se formaban los maestros y alarifes de la construcción entonces-, en que se movía la

arquitectura local.

No resultó un diseño puro, es cierto: aunque es una fachada articulada, hay ciertos

destrabes o fallos de hechura; piezas 'desabrochadas' –que ya hemos señalado-. Pero

son puntuales, y no logran convertir el diseño en arquitectura fingida o efectismo

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teatral, lo que lo acercaría al rococó: los recursos son limpiamente arquitectónicos,

nunca escénicos.

Y culta, entiéndase, de la manera más cruda: utilizando exclusivamente el contraste

encalado/piedra convencional del lugar –el basalto 'piedra azul' (piedra más noble de la

corteza oceánica)-, y no la piedra noble de la tratadística –el mármol, por definición

(piedra más noble de la corteza continental)-: materiales para expresar intenciones de

orden ornamental, retórico o simbólico, dentro de un completo programa iconográfico

(mariano), iconológico (racional-arquitectónico), y técnico-constructivo (maestría en el

diseño y la dirección de obra y labra).

En este apartado -los materiales constructivos-, está otra gran diferencia entre portada

y retablo: lo pétreo frente a lo pictórico-escultórico –puesto que la madera, aunque

fuera noble, habitualmente tenía función estructural (sin dorar, la madera se secaba,

rajaba y oscurecía por el humo de la cera, etc.)-; estas artes plasmaban un trabajo de

rico colorido visual-simbólico y fuertes brillores (rojos, celestes, blancos, jaspeados, y

oros, esencialmente), para lograr un fuerte valor decorativo y ornamental, ya que a lo

largo del siglo, la suntuosidad se persiguió hasta el punto de manipular el pan de plata o

de bronce, en zonas distantes de la vista, para que pareciera oro...

Eso estaba a tono con el clima general, ya que en el propio ámbito urbano se

generalizó la moda de policromar, y sobre todo, lo que se olvida frecuentemente,

jaspear –imitando materiales nobles (mármol, madera, etc.)-, las fachadas: se adujo

para ello razones incluso higiénicas. Muchas de las imitaciones de almohadillado o

aparejo de sillería isódomo, los alto-relieves de guirnaldas, medallones, cartelas, etc.,

que aparecieron en muchas ciudades de la mano de los ilustrados pudientes, son de esa

época de fines del XVIII.

La tradición barroca 'mandaba' dorar las maderas retablísticas, y la R.O. de 1777 de

Carlos III –firmada por Floridablanca, inspirado a su vez por la Academia de B. A. de San

Fernando-, no fue cumplida hasta décadas después, en lo relativo a fabricar los retablos

en estuco –como prevención contra incendios y carcomas-, como en el resto de

extremos (estilo Romano).

Los retablos que fueron incorporándose a la fábrica de Teror hasta 1783, fueron todos

de madera –dorada o no-. Los 'ojos acostumbrados a los relumbrones y maderajes

dorados', a los paroxismos rococó, se negaban a admirar la 'sencillez y seriedad' del

'estilo Romano' inspirado por la Academia, como se quejaba un crítico sevillano de

comienzos del XIX (J. Matute); las primeras experiencias en estuco fueron sometidas a la

más dura indiferencia, tanto por parte el público y el clero, como incluso por los

entendidos en arte incapaces de hacer frente al tradicionalismo popular…

Con ese clima tumefacto hubo de luchar el neoclasicismo.

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Así se formaron dos campos de especialistas, cada vez más diversificados –y

gremializados- a medida que avanzó el siglo: pedreros, peones, alarifes, labrantes,

escultores, en las portadas; ebanistas, tallistas, escultores, pintores y doradores, en los

retablos; pero compartiendo, en general ambos campos, el arquitecto o maestro

mayor, en la función de diseño y dirección de obra.

La portada es, era, sólo el telón de preparación psicológica de la feligresía; el retablo, es

en cambio el de tránsito cultual efectivo. Entre ambos umbrales, el transeúnte pasará la

experiencia espacial de atravesar la frontera entre ambos estados, a través de un pasaje

delimitado por un par de hileras columnarias que sustentan la nave-bóveda, rematadas

por unos elementos fuertemente simbólicos: los capiteles del orden arquitectónico

elegido, que aportan el rango específico que detenta el templo-santuario.

Potencia de los elementos arquitectónicos

Los capiteles de Teror son potentes, casi potentísimos –llegan a parecer casi excesivos

estructuralmente, si no tuvieran una función exaltadora como la señalada-. Ahí es

donde estaba fundamentalmente la competencia arquitectónica del proyectista –en la

concepción espacial-; en cambio, en la definición del programa iconográfico del

imafronte, el encargado de imponer los elementos solía ser un dignidad del Cabildo

catedralicio, el señor secretario capitular p. e., que trasladaba el arquitecto un informe

basado en consultas a autoridades jerárquicas eclesiales, y a documentos fundacionales

del propio archivo secreto –aparte de los repertorios patronales del santuario-, en su

caso.

En el caso de Teror, el personaje en cuestión debió ser, para todo ello, el tesorero Lugo,

tan cercano siempre al coronel Rocha –muy conscientes ambos de la advocación que

presidía el santuario-. Podemos suponer –con las reservas que se quiera-, que él inspiró

las volutas marianas y crísticas que adornan los tímpanos de las tres portadas, y los

escudos heráldicos que aluden a los dos obispos benefactores del nuevo templo, y que

preludian la presidencia mariana de la Virgen del Pino.

No deja de resultar llamativo que no aparezca manifiestamente el patronazgo regio –

cuando sabemos que operó de forma efectiva, al menos en la sombra, esto es, a través

de sus ministros, los obispos ("del mi Consejo", decían sus intitulaciones por el rey)-,

como tampoco el papal... En cambio, sí aparece manifiesto y explícito el reconocimiento

otorgado por el obispo consagrante al arquitecto: la lápida que sella su sepultura, está

blasonada por su escudo de linaje

«las armas en nuestros tiempos son lenguas mudas que dicen señorío sobre

todo lo que están», como rezaba un dicho en el siglo XVI (citado por De la Peña,

C. y Hernández, E., en 'De la fachada al retablo', pdf en la red)-.

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Tampoco aparece explicitado el papel del tesorero Lugo –quizás esté en las

advocaciones laterales del retablo, u otro lugar-, ni del cabildo catedralicio –también

poderoso benefactor-. Tal vez se trató de evitar acumulación de concurrentes y posibles

agravios...

En suma, una misma ideología actuaba en portadas y retablos, que por tanto tienen

una misma clave de lectura; al parecer, había sido superado el mensaje teatral-barroco,

secuencial y narrativo, del XVI-XVII –basado en la magia sincrética de la-aparición-sobre-

el Pino-sacro-; o mejor, estaba tratando de ser superado por decreto regio (Real Orden

de 1777) e imperativo racionalista.

El paroxismo decorativo rococó dejaba de tener pie donde enraizar: 'lo romano' –a

veces se dice explícitamente "el estilo romano" o "a la Romana, ...la que manda a las

Órdenes de Arquitectura"268-, estaba tomando posesión de las mentalidades –religiosa,

'política', de la vestimenta, etc.-, y lo hacía apoyándose en un discurso potentemente

visual, escultural-arquitectónico como soporte nuevo del mensaje cultual, que

transformaría radicalmente por tanto, el lugar –casco central de la Villa-, pero

quedando subordinado a su posición, después de la Catedral, en la jerarquía

monumental de escala diocesana, claro está.

Se aventura por nuestra parte esta interpretación de la evolución mentalitaria, sin

olvidar que todavía duró siglos la inercia más tozuda en diversos rincones de las

mentalidades, como los enterramientos en los templos (y la resistencia a implantar

cementerios municipales

apartados de los núcleos

habitados y aireados por los

vientos dominantes, tal como

exigió la Real Cédula de

Carlos III en 3.IV.1787),

cuando la medicina era

consciente de las inferencias

directas en la morbilidad

social...

O la creencia en milagros e

intercesión mariana ante la

justicia divina en asuntos sanitarios: sólo gracias a esa intervención en epidemias,

enfermedades, y toda clase de percances, conseguían "los pueblos el conservarse libres

de las plagas con que la divina providencia les aflige en muchas ocasiones"...como

señalaba un párroco aun por 1849.

268 informes en 1788 en Sevilla del pintor-dorador J. del Barco, citado por J. Roda en 'El ayuntamiento de Sevilla y el retablo mayor neoclásico de la parroquia de San Roque', pdf en la red.

58. Atrio y frontispicio de ingreso al Hospital nuevo HSM.

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No se puede ignorar que el gusto neoclásico en la retablística española no se impuso

hasta bastante después del primer tercio del siglo XIX: el espacio-tiempo de los

santuarios católicos permaneció aún muchas décadas bajo un espeso aire viciado.

Otros gestos arquitectónicos: primer edificio de uso civil en la Ciudad

Ya hemos señalado que muy poco después de la construcción de la basílica de Teror, se

puso la primera piedra del Hospital de San Martín de la Ciudad (26.VI.1775), también

diseñado su proyecto por Rocha, que pudo verlo casi acabado e instalados los enfermos

en 1781, y dirigió la continuación de la obra hasta su muerte (1783).

Su atrio de ingreso es un ejercicio de órdenes arquitectónicos, de nuevo –como en

Teror-, con toda obviedad; en otro punto de esta Tesis lo hemos interpretado como

experimentación barroca –pero específicamente arquitectónico- por parte del coronel-

arquitecto, porque en realidad el escarzano es un arco propiamente más gótico que

neoclasicista; este arco, de tres centros –y muy próximo al trazo de media elipse-,

puede responder de modo estructural obviamente, pero es menos estable en las zonas

de cambio de curvatura, cuanto más rebajado sea, y en todo caso, más inestable que el

de medio punto o romano, ya que transmite tensiones comprometidas en la vertical y

mayores empujes laterales: el problema -o ecuación de empujes-, es trasladado a los

estribos.

En seguida veremos que era un 'tema' de honda actualidad entonces, de alto interés

arquitectónico, mecánico, y teórico-científico, mucho más que estilístico. Un problema

estructural, por definición; y que atañía a ciencias que estaban tanteándose,

buceándose, aun: estática, resistencia de materiales, formulación físico-matemática,

etc.

Al ser elemento más gótico propiamente que neoclasicista, los arcos rebajados

generalmente fueron relacionados con intencionalidad esteticista; sin embargo, se

obvia que así se obtienen mayores luces, si se atiranta adecuadamente el extradós. Se

trae esto a colación, porque cabría la posibilidad que los arcos de nervadura de las

pseudo-bóvedas que al parecer cubrieron en tiempos el templo, fueran escarzanos –y

hasta podrían haber sido no de cantería, sino simplemente de madera-...

Una fuente posible de diseño y cálculo podrían ser manuscritos como el de Antonio

Ramos (Sobre la gravitación de los arcos contra sus estribos y sobre el cálculo para la

resistencia de estos), quien era maestro mayor de la catedral de Málaga, y que

circulaban entonces, relativamente bien ilustrados mediante figuras geométricas, entre

quienes estaban relacionados con la Academia de San Fernando… Rocha habría

mantenido ese contacto, a través de su hermano D. José –capellán mayor en Madrid-;

sin embargo este manuscrito en concreto parece que no fue acabado hasta c. 1776, y

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sólo llegó al fondo de la Academia cuando fue remitido por el 'protector' Floridablanca

en 1786.

Y esto debemos ponerlo en contexto: el problema estructural que estaba en discusión

por esos años de 1760-80 era la definición de una teoría científica de arcos y bóvedas

de fábrica, hasta entonces guiada por la teoría tradicional fundada en la observación y

comprobación prueba/error, con métodos geométricos de cálculo de estabilidad,

siempre bajo 2 condiciones: el arco debía ser estable en sí mismo, y el estribo debía

absorber los empujes una vez descimbrado aquel.

En el caso de los arcos carpaneles –resuelto el ancho de dovelas para la 1ª condición-,

esa ecuación era una importante incógnita relacionada con la luz –y en eso la audacia

fue corriendo a lo largo del XVIII desde flecha = 1/3 de la luz, hasta 1/10-.

Consecuentemente, los estribos cobraron creciente papel en suministrar estabilidad a la

fábrica.

Sabemos que el asunto estaba lejos de estar resuelto científicamente –lo resolvieron

después las leyes de la estática y de resistencia de materiales-, por lo que hace muy

interesante considerar su utilización o tratamiento por Rocha...: si no hay seguridad que

pensara los arcos carpaneles para las pseudo-bóvedas, sí tuvo que hacer en cambio un

estudio por necesidad para la más que generosa cúpula del crucero; disponía, sólo

como ejemplo de observación empírica, de la implantada en la iglesia del Colegio jesuita

en Las Palmas (san Francisco de Borja), primera estructura de esta naturaleza (bóveda-

cúpula) en la Isla-.

El mayor milagro de la Virgen del Pino

Y en ella, la basílica de Teror, fueron necesarias también, por tanto, las operaciones de

descimbrado... Estas se realizaban en esa época, a pelo, directamente, esto es, con alto

riesgo: bajando un poco las cimbras y observando la reacción inmediata de los arcos,

bóvedas o cúpula –ajuste lateral o vertical, agrietamiento, etc.-, y con ella el asiento

general del sistema y reacciones de los contrafuertes...

El fallo catastrófico en ese momento de entrada en carga, no dejaba de ser una

posibilidad real, que fue objeto sin duda del mayor de los milagros de la Virgen del Pino,

durante la erección del templo, aunque en las Fiestas de Dedicación no fuera percibido

o identificado por los crédulos... Es indudable que sí fue un momento crítico para

Rocha, aunque no dispongamos de referencia alguna al respecto.

Todo el mundo puede observar que el edificio posee un sistema completo de

contrarresto, mediante potentes estribos, que están dimensionados para responder

isostáticamente –dentro de la sección del estribo-, esto es, sin respuesta a tracciones

por parte de este elemento. A nuestro modo de ver, la presencia de estos vestigios

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demuestran que el edificio fue concebido para ser abovedado, en concreto para los

arranques de los arcos formeros (o fajones o perpiaños) de las bóvedas; carecería de

sentido pensar ese espacio y su techado, con sólo la cúpula, y el resto en labor de

techumbre mudéjar atirantada, de 'par y nudillo' (hilera y nudillos, sobre pares y

durmientes atirantados)…

De hecho, entendemos que un estudio exhaustivo del dimensionado y disposición del

sistema de estribos debería permitir evaluar la clase y entidad de la techumbre pseudo-

abovedada que Rocha pensó para cubrir el templo. Sin embargo así es como ha

quedado tras la estrafalaria intervención (sin proyecto normalizado) realizada en los

años '60s de siglo XX por técnicos del ministerio de la Vivienda, bajo órdenes directas

desde la lucecita insomne que decían animaba el Palacio de El Pardo.

Pues bien, en esos años de 1760-67, esta 'teoría de arcos' estaba aun sin ser formulada

(Belidor, Perronet, Chezy, Lecreulx, Navier, etc., pugnaban por esclarecerla, en concreto

para los arcos carpaneles y escarzanos)...: los arcos rebajados (para los puentes

franceses) eran el juego de desafíos que sirvió para impulsar esa teoría, y Rocha sólo

pudo conocer quizás las tesis de La Hire, que eran incompletas, y su teoría por sí sola

conducía a posible colapso en el momento de descimbrado; ello llevaba a que

arquitectos e ingenieros –y el propio La Hire-, dispusieran un sobredimensionado

preventivo de los estribos por el método geométrico tradicional, además de una

disposición vertical de las juntas del aparejo y el uso de morteros ricos (aunque

tardarían años en fraguar), para evitar posible fallo por deslizamiento en la cabeza de

fábrica.

La resolución completa del problema no llegó hasta décadas después, y algunos

aspectos son de reciente descubrimiento (superficie de rotura p. e., etc.), como debe

saber todo el que se haya interesado, no sólo por la formulación técnica y normativa del

problema de los arcos, sino por la historia de la teoría estructural –rama importantísima

de la historia de nuestra disciplina, para evitar caer en la deformación filo-estilística-.

El adjunto levantamiento de la fachada del citado Hospital de san Martín ilustra bien

estos argumentos. Ha sido levantado personalmente por el autor de esta Tesis, con los

mismos métodos presentados respecto al de la basílica de Teror, ya que los existentes

resultaban descuidados para un serio estudio, tal como exige un documento como el

presente. En otro lugar de esta Tesis nos ocupamos de la consideración tipológica del

edificio, caracterizándolo dentro de la arquitectura del patio –propia de todas las

culturas meridionales del planeta-.

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El diseño iconográfico. La osatura del territorio

Posiblemente, los dos elementos que son más permanentes a lo largo de la

antropización del medio, son el sistema vial básico y los nodos sacralizados del

territorio.

Pero el medio pone antes unos condicionantes elementales: esencialmente, la

orografía –que limita los trazados practicables para el homo y los semovientes-, y el

sistema hidrológico de evacuación –que determina la red de los cursos de agua y forma

ensenadas que suelen ser puntos de ancladero para las vías marítimas (puertas de

entrada de toda colonización)-.

Aquí vamos a comenzar directamente por la incógnita mayor de lo planteado atrás: los

nodos sacralizados del territorio. Y en particular, los templos rurales, que son una pieza

esencial en la formación del paisaje –que como se sabe es una recién descubierta

construcción humana-.

La parroquia/templo rural

La parroquia/templo rural asume en el medio al menos los siguientes roles: 1) función

de culto y necrológica, 2) de arruamiento y polarización del hábitat, 3) económica-fiscal

y diezmal, 4) polo de encuentro social y debate-pleiteo, y 5) puesto de referencia

territorial en el sistema.

Esta función de polarización espacial, como una de las materializaciones del poder

(episcopal) a escala local, no implicó siempre una posición nuclear respecto al tejido

arruado, y su articulación geométrica ha sido frecuentemente un problema de diseño,

de tensión entre la trama parcelaria y esa pieza sacra, entre malla arruada y templo-

necrópolis: cuando tuvo que ir creciendo la cabida del templo, su entera disposición

debió girar o 'morder' el parcelario, para acomodarse al espacio central que nucleaba –

a expensas del cementerio que tenía asociado, muchas veces-. Ese es el caso de los

santuarios exitosos, como la basílica de Teror.

El salón urbano + templo

Así resultó reforzada la posición central y articuladora que poseía con respecto al

poblamiento, al formalizar un espacio de salón urbano + templo; y finalmente, a

comienzos del XIX, las necrópolis –al interior o exterior de la ermita-parroquia-, fueron

alejadas del tejido urbano...

La parroquia

Cuando maduró esta red de templos, una parroquia se dotó de sus elementos

característicos: un lugar de culto –para liturgia y asistencia y actos fúnebres-, un

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territorio propio delimitado respecto a las demás, una feligresía como grupo humano

que asume su pertenencia a aquella mediante el pago del diezmo y las preceptivas de la

vida parroquial, un presbítero que los dirigía, y un patrimonio que financiara o cubriera

las necesidades del culto, la atención a los laicos y el sostén del clero.

Lo aceptado en aquellos tiempos de traslado a pie o a lomo de bestia, para asistir a la

obligación de misa dominical, era una distancia entre templos, de tres cuartos de hora a

una hora de camino (entre un tercio y media legua, unos 3,5 km). Eso envolvería una

superficie circular, en torno al centro, de unos 25 km2 (un radio de unos 3 km): la

dimensión promedio de la cabecera de un valle-sistema de nuestras medianías.

El tendido articulador

El sistema de los llamados caminos reales es el tendido articulador-base de esta

estructura de valles-sistema, y es sobre él que se instalan los lugares cultuales, aquellos

cargados sacralmente: las necrópolis –que son la ciudad de los muertos, como los

asentamiento son ciudad de los vivos-; aquel sistema vial y los polos cargados

sacralmente, vertebran y son la osatura del medio y de los paisajes históricos que llegan

hasta la actualidad.

Como hojas de papel vegetal

La red parroquial actual, sólo es el estadio ulterior –hasta hoy- de una serie de capas

que se han superpuesto en el territorio –como hojas de papel vegetal-, tal como se

comprobará cuando se labore interdisciplinarmente en esa dirección; y será confirmado

así porque ninguna decisión en el territorio es milagrosa... Siempre tiene una razón

práctica hasta la saciedad, porque era una red de sanación –física y espiritual- y de

control, el más eficaz instrumento de gobierno y defensa del país para las elites.

Pero lo expuesto es un terreno virgen aun para la arqueología y la historia urbana

canarias, que deberá aplicarse en el futuro a la definición original, evolución y

patrimonio, y elementos constitutivos, de las parroquias e iglesias rurales de la Isla –y

del Archipiélago-, como una de las piezas estructurantes de nuestro territorio y

patrimonio, y de la historia social y de las relaciones de poder.

Como una primera aproximación a esta línea de investigación, estudiaremos en lo que

sigue el caso concreto del santuario/basílica de la Virgen del Pino de Teror, el más

singular de Gran Canaria, que nos da oportunidad de ir tocando la constelación de

temas y sistemas de la escala insular y archipielar que rodean este asunto.

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Los actos e comunidades e gentilidad que solían

No se puede dudar que los canarii tuvieran una religión estructurada –con rituales de

adoración a las deidades en la cima de los montes, bailes y ritos de lluvia, trato con

entidades del inframundo, etc.-, hasta el punto que el cronista y capitulador de la

Guerra de Canaria, Alonso de Palencia escribió una obra expresa al respecto –De las

costumbres e falsas religiones, por cierto maravillosas, de los Canarios que moran en las

yslas Fortunadas, según él mismo-269.

Pero no sólo esto, también la practicaron los canarii cuando fueron deportados fuera

de patria: los reyes católicos dictaron una cédula en 1485 ordenando al alcalde mayor

de Sevilla que reprimiera –sin duda, tras una delación-, a los canarios –seguramente, los

engañados por Pedro de Vera-, “que sigan juntándose en las casas que les señalaron,

haciendo los actos e comunidades e gentilidad que solían.”

El santuario de la Virgen del Pino

El diseño iconográfico que compone la fachada de la basílica, en cuanto programa

simbólico y arquitectónico, no ha sido bien estudiado, o al menos no forma parte de la

cultura cotidiana de nuestro pueblo. Menos aun, lo ha sido en relación con lo que la

casta dirigente de la Isla en la 2ª mitad del XVIII –con el coronel Rocha como autor y

mano experta en su concepción y ejecución-, quiso simbolizar, como representación de

poder y contraseña ideológica para los católicos: siempre es oportuno no olvidar que él

yace presidiendo el altar mayor del templo.

Si bien este templo es uno de los centros patronales del Archipiélago –el foco principal

de la devoción mariana en Gran Canaria-, su culto está muy ligado a una religiosidad

elemental: la propia de una veneración ancestral a la diosa-madre universal –que

practicaron todos los pueblos antes de la imposición de los cultos monoteístas-. Esa

religiosidad está ya desligada de la cosmogonía agropecuaria que le sostuvo hasta el

cambio económico y tecnológico desde los ‘70s hasta la actualidad, cuando el fuerte

crecimiento de la cultura urbana, turística y del automóvil270, que trajo detrás el

equipamiento electrodoméstico y luego toda la telemática, divorciaron al individuo

canario de la tierra y los animales simbióticos. 269 Cómo no!, está perdida; debe ser la Crónica en latín –lengua preferida de Palencia, quizá para enviarla directamente a los monarcas- o Tratado sobre la conquista de las Islas de Canaria, que citó Millares Torres en su Historia General de las Islas Canarias (1881), “Otro libro en latín, escrito de mano, en papel de a cuarto, encuadernado en tabla”, tomándolo de una Relación de los libros que se llevaron al Escorial, procedentes de la Capilla Real de Granada. Citado por J. Álvarez Delgado (AEA, no 9, 1963). También fue conocido por fray Bartolomé de Las Casas (1470-1566), a mediados del XVI… 270 Este fue el cambio más estructural de la Isla: el Centro y Norte perdió la mitad relativa de su población entre los años ‘50s y los 2000; la gente que era piquero en las galerías, o vivía de elaborar loza y hacer quesos en las Medianías húmedas, salió de sus cuevas para migrar a las cuarterías del tomate y edificar el parque turístico del Sur: su hábitat es, actualmente, la gran ciudad del Sureste, Sardina-Vecindario-Doctoral.

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Hasta entonces, Teror había sido una cabecera productiva de las medianías húmedas

de Gran Canaria, que debía ser ya un polo de importancia ritual entre los canarii,

nuestros antepasados soberanos: en la red de caminos reales de la Isla, la Villa ocupa

una posición de encrucijada del espacio Centro-Norte, vertebrada hacia los 4 puntos

cardinales, tanto hacia el contorno litoral, cuanto hacia el casquete cumbrero, y desde

éste hacia los sectores circulares restantes de la Isla.

Durante el proceso desbaratador del equilibrio primario por la colonización azucarera y

pobladora, resultó reforzado el eje que unía Teror a la nueva capital, la Ciudad-Puerto

Real de Las Palmas –mercado principal y creciente de demanda y fuente de oferta-, a

través del camino real que desde el recinto murado Vegueta-Triana iba hasta

Tamaraceite, donde se bifurcaba en dos: uno seguía hacia el Norte (Jacomar-Cuevas

Blancas-Tenoya, para bifurcarse nuevamente hacia el interior, por Portichuelo-Arucas-

Firgas-Moya, o hacia la Costa por Trasmontaña-Cruz de Pineda-Bañaderos-Guía-Gáldar),

y el otro trepaba hacia el Centro por La Divisoria y S. José del Álamo hasta Fuente Agria

y Teror. Y desde Poniente recibía los caminos reales cumbreros, etc.

Sirva este pequeño excurso para entender el árbol de enlaces en que Teror –enclavado

en el fondo de saco de un valle muy abrupto-, se relacionó con el territorio

históricamente; hasta 1752 no está documentado que hubiera hospedería formal para

peregrinos271. Así fue creciendo, hasta la fabricación del Puente del Molino en 1827,

financiado este por la Mayordomía de la Virgen y las aportaciones materiales y laborales

de los terorenses, y es el más antiguo de la Isla –desde que se derribó el de Verdugo,

que unía los núcleos de Triana y Vegueta-.

Esta iniciativa municipal tuvo por emblemas: las bajadas de la Virgen a la capital en

rogativa y los pagos de promesas y romería del 7-8 de septiembre, y la llegada de

enfermos a los tratamientos en las aguas agrias de la Fuente de Teror. Es decir, el

devocionario de la Virgen del Pino es lo que relanzó a Teror en el mapa de los nuevos

viarios –las carreteras locales-, impuestos por los tiempos primeros del automóvil,

aunque la apertura al tránsito reglado no llegó hasta fines de siglo, al concluirse la vía

con Las Palmas en los ‘90s del XIX.

Si regresamos al meollo generador del santuario –el relato mariano del Pino-, en las

últimas décadas se han planteado diversas tesis acerca de su génesis: aparición entre

los canarii y proceso de síncresis, cristianación de una deidad nativa, o aceptación del

milagro tradicional –obrado por iniciativa divina para beneficio de los conquistadores,

271 En su Las iglesias de Ntra. Sra. del Pino y las ermitas de Teror (2008), don Julio Sánchez Rodríguez señala, al respecto a los canteros labrantes actuantes en Teror, un asiento tomado de los Libros parroquiales: “* 1752: “46 reales y 2 cuartos de las basas (pedestales de columnas), que se trajeron de Arucas para el corredor de la hospedería”.

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en la persona del obispo-comandante Juan de Frías, …nada menos que a 8 de

septiembre de 1481, además: en plenas operaciones de asedio final al estado insular-.

Como quiera que debemos entender el repertorio simbólico e iconográfico que porta el

edificio, es necesario discutir estos cimientos del hecho cultural. Así, debemos consignar

que la práctica de una adoración divina femenina entre los canarii, está bien

documentada ya a mitad del siglo XIV: 1341, siglo y medio antes de la Guerra de Canaria

desencadenada por los católicos. Da Recco y Del Tegglia di Corbizzi informaron a

Boccaccio que los canarii tenían reyes y sacerdotes, y adoraban a una Diosa, aunque lo

único que pudo robar su tripulación (florentino-genoveses, portugueses y españoles),

tras violar con una piedra la puerta de un templo en la costa Norte de Canaria (la Isla no

había conquistado todavía el Gran, frente a los bethencures), fue una imagen de piedra

representando a un dios con una bola en la mano, la cual se llevaron a Lisboa.

Testimonio ese, que avalaría una situación de convivencia de diferentes religiones,

nada extraña pues este es el tiempo de la instalación de los mallorquines en la colonia

episcopal de Telde, tras su pacto con el poder canarii.

Pero el cronista de los reyes católicos, Bernáldez, coetáneo y colega del obispo-

comandante Frías y de los sucesos de la Guerra de Canaria, confirmó que los canarii

tenían una casa de oración llamada Toriña (?), donde era venerada

“una imagen de palo tan luenga como media lanza, entallada, con todos sus

nervios de mujer desnuda, con sus miembros fuera, y delante de ella una cabra

de un madero entallada, con sus figuras de hembra, que quería concebir, y tras

ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que quería subir a

engendrar sobre la cabra.”

La arqueología canaria relaciona este cuadro cultual con los rituales fenopúnicos y

paleo-bereberes, a pesar de las dificultados de establecer certezas de datación, y otras;

se identifica con la diosa Tanit –de la que hay numerosas representaciones en grabados,

en enclaves como Balos, etc., que son considerados santuarios-, aunque debió haber

una adaptación del cosmo-panteón norafricano para articularse a las estructuras etno-

políticas de cada formación isleña.

Esta misma ciencia local ha avanzado como tesis lógica y casi necesaria, que uno de

esos santuarios, sería el Pinus que nos ocupa: el Pino de la Virgen de Teror.

Los elementos que se conciertan en el relato tradicional, montado sobre el vehículo

católico, invitan a pensarlo así; una potente piedra singular (basalto verde),

verdaderamente un ara cultual en sí misma, pero dotada además de un grabado

podomorfo (pies labrados), elevada a una altura considerable de un Pinus gigante –

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generalmente considerado sagrado272- y adornada con 2 ó 3 ejemplares de Dracaena, a

cuyo pie brotaba un sanador manantial de agua agria, usada habitualmente como

remedio para diversas dolencias de la población… Esto es una suma de portentos

particulares, totalmente potente cada uno en sí mismo, como para no entender que es

un mecanismo prodigioso pensado para articular, en torno a él, prácticas

trascendentes. No puede haber duda lógica que era un santuario.

El hecho de que en medio de todo este aparato prodigioso aparezca una imagen

católica, es algo que queda para la creencia en la honestidad de los conquistadores, y

ahí es poco lo que puede hacer la razón. Pero los católicos jamás construyeron aparatos

cultuales de ese cariz, ni siquiera santuarios naturales: al contrario, los condenaron

expresamente como idolatría, y los persiguieron hasta su destrucción física …O los

cristianaron cuando convino en una operación asimiladora, en alguna oportunidad

anexionista...

Creer por tanto al controvertido obispo Frías273 –autor del hallazgo/colocación de la

imagen-, es cuestión ardua, que cada cual resolverá hoy –siglo XXI- como prefiera; tras

medio milenio de creencia impuesta a sangre, horca y hogueras, diezmos y dogmas, que

ha devenido en una ingenuidad mansa y piadosa entre la feligresía –uno de los atributos

del cristiano que la jerarquía católica más ha exigido a la grey-, ¡allá cada cual con su

conciencia! Para los no sumisos, el obispo Frías no es creíble como alma inocente; y

tampoco sus pastorcillos, unos canariis seguramente inventados por él para adoctrinar

a los que estuviera evangelizando en el Real y en el territorio ganado al estado insular.

272 En Tenerife, donde junto con el Dracaena, era adorado también el Acebiño, tuvimos también esa veneración por el Pinus: el Pino de la Victoria –donde los católicos impusieron su primera ermita-, el Pino del Cristo en Arafo. Y en La Palma: el Pino de la Virgen –“el más alto de Canarias”- en el Paso, que da sombra a la ermita de la Virgen del Pino. En Gran Canaria hay otra referencia: el lugar de Pino Santo, ubicado en la divisoria del sistema-barranco terorense con el de Guiniguada, cerca de la Caldera del mismo nombre. El Pino es tan singular en su estatura que de ello se deduce la “tan vulgar hipérbole de comparar a los Pinos las otras cosas altas.” (fray Diego Henríquez, 1714: Verdadera fortuna de las Canarias…; vid. más adelante) 273 El propio cronista de los reyes católicos cuestionaba su integridad, y lo retrató con : culpó al cándido segundo asistente, Diego de Merlo, de haber elegido para ocupar el “mando supremo” de la 2a expedición a Canaria, «a cierto hombre imbécil y nada religioso, fray Juan de Frías, obispo de Rubicón…, como experimentado durante mucho tiempo en las costumbres de los canarios y como viejo habitante de aquélla y de las otras islas, merced a lo cual el año anterior pudo encontrar la trayectoria de un camino más seguro. Yo, que conocía su vanidad y la irregularidad de su vida, buscada por él espontáneamente, hice alguna resistencia diciendo que sería una enorme torpeza confiar el mando supremo de una empresa bélica a un hombre educado desde su infancia en un claustro y desconocedor en absoluto de los asuntos militares, cuando sus compañeros, los otros frailes, son rechazados y considerados entre los militares de profesión como mensajeros de todo lo peor y siniestro, al paso que los marineros no los admiten en su compañía por atraer las tempestades y constituir señales de mal agüero, y de un modo especial aquel fraile conocido por su natural rudeza.» Cuarta Década, libro 32, capítulo II. Trad. J. López de Toro (AEA, no 16, 1970).

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Casi es hasta presumible, en la lógica del argumento conquistador, que ese 8 de

septiembre de 1481 que propone el relato, señale la ocupación física del sistema-valle

terorense por un contingente castellano guiado por Juan de Frías, quizás

personalmente: la instalación de un presidio permanente o cuartel (Puesto, dirían en las

crónicas), en el flanco de Naciente del bosque de Doramas –este jefe canarii seguía

haciendo frente desde su interior a los invasores-, para estrechar el cerco a que

sometían progresivamente a la corte galdárica...

Pero la evidencia interna del artefacto que rodeaba a esa imagen aparecida, es otra

muy lejana al milagrismo: el Pínus era un icono canarii, que presidía un dispositivo

religatorio complejo, que era objeto de prácticas venerables por la población nativa. Un

Axis Mundi, que en seguida precisaremos con mayor amplitud.

Ubicándonos de nuevo en el tiempo anterior a la aparición, no podemos alcanzar a

exponer cómo se hacía funcionar un podomorfo; si fuera situándose el oficiante con sus

plantas sobre la incisión en el ara, tendríamos que ello entroncaría con la afición de

ciertos canarii a colocar grandes maderos u objetos inmanejables en lugares increíbles a

riesgo de la vida, como forma de desafiar todo lo convencional; eran muy pocos los que

osaban hacerlo en ese Pinus –y se precisaba permiso del obispo (¿faicag?), remacha el

relato-.

Entonces, habría una orientación apropiada que adoptaba el oficiante autorizado a

realizar el ritual: ¿el Naciente? ¿el Poniente? ¿O ambos? Probablemente, la primera

opción274.

Pero, ¿y si no fuera una pieza cultual, sino funeraria?; dice el eminente Marín y Cubas

“Lo qe piadosamente se tiene es qe en aquellas piedras, i tierra onde estaban

plantados los dragos, devia estar el cuerpo de algún Varón Sancto que en la Ysla

muriesse...” (1687: 93r);

Es decir: ¿podría ser que la piedra/ara cultual, fuera en realidad un lecho de soporte de

los huesos de un antepasado significado, cubierta por tierra –y tal vez uno o más

dragos-, que fuera colocada en un lugar sacral –como quizás en Tindaya-, en posición

orientada al Naciente o Poniente?: las plantas de pie del difunto señalarían el punto

cardinal que fuere, con o sin precisión –guiando el camino del difunto en el Más Allá-…

Entendemos que es más razonable pensarlo así –como urna funeraria-, que como un

molde-brújula para que un oficiante hiciera un ritual –algo innecesario para orientarse-.

274 Se afirma en el caso del Pino del Cristo en Arafo (Tenerife), que los kankus (sacerdotes guanches) acudían cada mañana a dar la bienvenida a la Diosa Magek; obviamente la orientación es al Naciente –salida del Sol-, no sólo porque lo señala el relato –cada mañana-, sino porque hacia esa vertiente insular se ubica Arafo.

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O tal vez, ambas fórmulas, sucesivamente… Pero en todo caso, el testimonio que da

Marín y Cubas es muy verosímil, porque él fue médico y un eminente autor, que basó

su conocida obra, con valentía arriesgada en su época, en la historia oral que logró que

le relataran los canarii descendientes de los vencidos.

Sería inútil rastrear cien veces las crónicas coetáneas que han sobrevivido275, porque

ninguna registró un portento tan extraordinario, en plena Cruzada contra el

Archipiélago –y Canaria en concreto-: la Virgen María personada en apoyo a los Frías,

Rejón, Vera, Lugo, etc. Como ocurre con las crónicas de las operaciones militares, su

datación sitúa las primeras referencias en el siglo XVII, unos 160 años más tarde, esto

es, unas 8 a 9 generaciones después…; en verosímil que esas crónicas militares fueran

reescrituras de relaciones anteriores, amañadas por los frailes expedicionarios para

encubrir la actuación, nada religiosa –Alonso de Palencia dixit, que fue un conocedor de

primera mano de los actores de la Guerra de Canaria-, de Juan de Frías en las

operaciones de campaña de la conquista.

Pero acerca de ello hay varias versiones.

El XVIII canario: Siglo de la Virgen

«En muchas ocasiones, una persona intuye que está siendo manipulada

pero no puede descubrir el mecanismo que está operando en sus valores,

ideas o creencias. Para que la manipulación sea eficaz, no debe haber

prueba de su presencia, si un individuo intuye o comprueba que está

siendo manipulado ...está en situación de alerta para descubrir algunos

de los procedimientos, mecanismos o acciones que intentan actuar sobre

él. La manipulación se vale de diferentes técnicas con el fin de lograr un

poder de convocatoria determinado. Los mensajes manipulativos se

basan en no permitir que un individuo se defienda. Están estructurados

por una serie de normas extrínsicas a la [audiencia], que le son impuestas

a través de pautas culturales, políticas y sociales.» ('Medios de

Comunicación y Manipulación', curso en http://www.uned.es/curso.pdf)

Resulta que uno de los más apostólicos frailes de que ha gozado esta tierra, fray Diego

Henríquez, compendió ya iniciado el XVIII (c. 1713)276, la variante del relato mariano que

275 a lo mejor, la del doctor Troya sí registró el suceso de alguna forma…; quizás esta aparezca algún día. Por supuesto, los cronistas de los reyes católicos no se enteraron, ni los de Roma tampoco. ¿No es raro? 276 Se titula: ‘Verdadera fortuna de las Canarias y breve noticia de la milagrosa Imagen de Ntra. Sra. del Pino de Gran Canaria. Dedícalo a la misma Reina de los Cielos, y tierra, en todos instantes de su Concepción, Purísima, y siempre Inmaculada. El Reverendo Padre fray Diego Henríquez Minorita. Hijo de la Provincia de Sant Diego de Canaria, Lector Jubilado ex-Definidor, y calificador del S. Oficio de la Inquisición de estas Islas, y examinador synodal deste obispado.’ En su dedicatoria al Oidor decano de la R. Audiencia de Canarias González de Barcia (presidente interino quizás), la fecha así: Canaria, y de

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veremos enseguida; el siglo XVIII, que en la historia general tenemos por el Siglo de Las

Luces, fue realmente en Canaria –y por extensión en todo el Archipiélago-, el Siglo de la

Virgen –de la Virgen del Pino en concreto-, de una exaltación mariana directamente

ligada al control de la población, de vigilancia del pensamiento popular para su

represión, ya que el pueblo estaba intentando liberarse de la presión tributaria que

ejercían los estamentos y el aparato colonial sobre el pueblo llano –que ni siquiera era

tal estamento, sino 7 rebaños coloniales-.

Y la primera aldaba que decidió descerrajar el campesinado fue el pago de los

diezmos…, a lo que se sumó la conflictividad de masas expresada en motines diversos,

numerosos y ubicuos a lo largo de esos años. La Iglesia canaria era el primer poder –

patrimonial, financiero, ideológico, propagandístico…-, salvo en la tenencia de las armas

–que ya no portaba a la cintura-; y reaccionó para contener la marea libertadora, que

amenazaba su statu quo, y quizá la estabilidad integral del régimen colonial. Las brasas

iniciales del pleito insular estaban ya prendiendo, y las sotanas supieron galvanizar la

reacción de defensa insular, canario-mariana frente al rupturismo tinerfeño-

candelarista… Todo ello puede percibirse en la construcción del discurso y en el relato

del fraile que nos ocupará a continuación.

El Compendio

Vale la pena advertir, para presentar al fraile, que al exhibir su obra a la censura, y ser

calificada por el Lector de Prima fr. Thomas de Castro, señala este

“…y no hallo en el [compendio] cosa contra nuestra fee y buenas costumbres,

antes hallo ser obra útil y estimable a la devoción, y en especial la noticia de n.ra

milagrosa Patrona poco conocida hasta estos tiempos de la qual puedo ser

testigo por los favores q. experimentado… en este Convento de n.ro Seráfico Sr.

san Fra.o de Canaria en 14 de henero de 1714.”

Muy revelador: el relato y el propio milagro, eran poco conocidos en estos tiempos.

Podría deducirse, por este y otros extremos, que la iniciativa de marianización de

Canaria, provino de los monjes, de los frailes de los conventos –tan ligados al pueblo

por su asistencia en las más diversas dolencias, y tan dependientes de sus limosnas-; y

no, desde luego, de los clérigos –dignidades, prebendados, presbíteros, curas de

parroquia-.

Muchos datos permiten descubrir que la devoción y mantenimiento del ceremonial

mariano –las bajadas de la Virgen-, eran una peregrina y costosa incomodidad para el

aparato eclesiástico…

Agosto 15 de 1725 años. B.L.P. d.V.S., ...Su mas afecto y rendido Capellán. Pero diversos datos señalan que estaba escrito en 1713.

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El texto de este apóstol recibió otros espaldarazos, como el del deán y canónigo Benito

de Loreto, que propuso, al quedar inflamado por el relato, el cambio de nombre del

Archipiélago;

“estas Yslas …más propiamente se debían llamar Yslas de María Santísima, que

de Canaria; pues tantos años antes de Conquistarlas apareció en estas en los

admirables simulacros de N. S.ra del Pino y de la Candelaria…”

Las razones de estos delirios se dicen en la petición para imprimir “este compendio”:

“para aumento de la devoción de los fieles, culto, y veneración de las sacras

imágenes…”; y naturalmente, quedó autorizada su impresión, por la R.

Audiencia, en fecha de julio siguiente.

Es obvio que Canaria estaba bajo el clima de una re-evangelización radical. Fray Diego

no sólo cree, sino que dedica interminables párrafos a sostener como cosa que cae por

su propio peso, una ciencia infusa de que los ángeles habrían sido dotados para escribir

letra gótica…, o cualquier otra habilidad humana –con objeto de refutar que los letreros

de la imagen de la Candelaria güimarense fueran hechos por árabes (según proponía un

Padre Athanacio)-; ninguna fortuna mayor, que esa advocación, poseía Tenerife.

Parecida rememoración hace de la fortuna que tendría La Palma: el patrocinio de la

Virgen de las Nieves, con dos decenas de milagros. Y para ello comienza un periplo de

aparecimientos Isla a Isla, todo un milagrario metódico.

Un milagrario archipielar

Empieza por “Lançarote …la primera conquistada por los Catholicos …el año del

nacimiento de N.ro Redemptor de mil quatrocientos y veinte y siete”; a un inocente

pastorcico se le apareció N.ra Señora de las Nieves, ordenándole dijese a los párrocos

isleños que le construyesen casa en aquella colina –fray Diego no conoce, porque no lo

da, el topónimo del enclave-.

Y sigue por Fuerteventura, cuya máxima fortuna sería haber sido rendida a España (en

1450) –de donde el Fuerte-, en el día de san Buenaventura: o sea, Fuerte-Ventura; sigue

su relato con la evangelización de san Diego de Alcalá y sus frailes españoles, el corazón

de fray Torcaz277 (por orden del cathólico monarca, en El Escorial de España), etc.

Dedicáronse esos apóstoles, dice, a

277 Es el descubridor de la Virgen de la Peña. Refiere sus vicisitudes milagrosas en la charca del Malpaso –lugar que se puso a sí mismo tal nombre-, en Río Palmas (Betancuria); donde, tras caer, levitó en rezo mientras se retiraron las aguas…; buscado por su caudillo (fray Diego) y hermanos, de nuevo aparecen unos inocentes pastores, que antes del alba habrían percibido luces astrales que señalaban hacia Malpaso... Recuperaron a fray Juan del fondo de la charca, que seguía rezando con su breviario, sin que las aguas le mojasen; dijo que le había salvado alguien que yacía en La Peña frontera al charco: los picos

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“hazer guerra al tirano enemigo del género humano, lanzándole a aquellos

paisanos con las armas evangélicas, y subyugando con el yugo de la fe al Rey

eterno aquellas almas, cuyos cuerpos eran ya vassallos obreros del Rey

temporal.”; curioso lenguaje de guerra total, de asalto militar a las almas.

Tras el relato de las penurias de fray Torcaz, fray Diego depone una relación de los

incontables milagros obrados por la Virgen de la Peña –todos ellos protagonizados en

devotos tributarios de la advocación dirigida por los franciscanos-.

Sigue la serie en Gomera, Isla que no fue olvidada por N.a S.ra, en la figura de N.a S.ra del

Buenpaso. Pero no habría memoria alguna del origen de esta imagen ni de la ermita en

que se guardaba (en el peñasco inmediato al puerto); la tradición era que su aparición

habría sido en ese mismo lugar. Sin embargo, no era menos portentosa que las demás:

despedía de su frente “un suave resplandor, o rayo de luz templado” en forma de

estrella, notorio a todos los que la miraran…

Otra de sus maravillas sería la de saber desatar la bolsa de los devotos que aunque

potentados, fueran más bien tacaños! Asombroso. Su celebración, el 8 de septiembre:

coincide con la de la Virgen del Pino de Teror (Natividad mariana). La relación de

milagros es más corta. ¿Tal vez consecuencia de que la Isla nunca fue formalmente

conquistada?

Hierro no podía estar más satisfecha de su ventura, sin merecerla por supuesto por

tanto pecador, “quando ella más descuidada y lexos de merecer tal fortuna” estaba: la

Virgen de la purísima Concepción se ocupaba en un portento para ella.

Los vientos impedían alejarse de la Isla a una nave, sufriendo una rémora que no

comprendían sus maestres, viéndose una y otra vez volviendo a puerto; al fin,

barruntaron que se trataría de ¡un arca que iba a bordo!, y decidieron dejarla arrimada

a un risco vecino al mar, …logrando al fin seguir su singladura.

Apareció entonces el Pastor278 ubicuo que custodió en aquellos siglos el Archipiélago

todo, alcanzando a ver el arca…; bajó a indagar, calculándole 8 palmos de largo, pero no

la abrió, sino que inocente siempre, avisó a la justicia: “los oficiales y magnates” se

personaron allí, para descubrir en su interior, todos regocijados y llenos de gozo, una

del vecindario cavaron guiados por él, y localizaron “una arquitectura de proporción tan perfecta” que, cual tabernáculo, guardaba en su altar la imagen de la Virgen con el Niño –la que años después fue trasladada al templo fabricado al efecto...- Fue profanada después por “una Mora dementada, y de varoniles fuerzas” esclava de unos devotos, que hizo desaparecer su cabeza… Y le fue hecha una réplica a la imagen –que debe ser la que conocemos actualmente-. Es admirable: aquellos franciscanos obtuvieron alabastro del basalto. Tiempos miserables los actuales; cómo no pasan ya estas maravillas? 278 Tema tan recurrente merece un estudio detenido: es la representación modélica del canario-pastor de inocencia bondadosa, aliado natural en los descampados de los sacerdotes –puente de los hombres con el cielo (y la Virgen)-…

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imagen de N.a S.ra, “representando en su rótulo el Misterio de su purissima

Concepción”…

Siendo obvio que Ella quería quedarse en la Isla (sic.), fue trasladada en procesión a la

villa capital hasta la parroquia, titulándola Patrona de Hierro; por el camino, rehabilitó a

todos los mancos, cojos y enfermos diversos que salieron a suplicarle, pudiendo soltar

las muletas y báculos que hasta entonces precisaban.

Raramente, los anales de aquellos tiempos no recogen este suceso, y sólo se puede

rastrear algo así en tiempos crísticos… De hecho, los que hemos dedicado algunos años

a estudiar el pasado, no hemos encontrado noticias históricas ni legendarias de

semejante prodigio por nuestros caminos, en tierra herreña y canaria.

Fray Diego vuelve a presentar la pieza, como una de dos; o bien obra de los Ángeles, o

bien de un artífice que estuviera en estado de gracia, porque pareciendo “copia del

Original” –lo que parecería un tanto irreverente-, “es cierto que la gracia es quien causa

la perfección de las obras.” Esta Virgen tenía también su traumaturgia279 particular: la

gente de la Villa habría intentado serruchar la pieza única de madera que constituye la

pareja –la Virgen y el Niño- “para hacerla de vestir”…; consecuencia lógica: el oficial que

lo intentó, vio su brazo baldado.

¿Motivo?: según el fraile, la Señora y Maestra de virtudes “aborrece la división y ama la

unión de nuestras voluntades”. ¿Simplón (pueril)? Puede ser que fuéramos imbéciles. Y

en este caso, no hay listado de milagros; tan sólo relatos de favores marianos, ya para

atraer la lluvia, ya para repeler el fuego en que se consumió parte de la techumbre del

templo parroquial…

Ni rastro se hallará, en este Compendio, de la actual devoción a la Virgen de los Reyes,

donde la religiosidad popular herreña ha desbordado los carriles diocesanos…

Origen de la Imagen del Pino, según fray Diego

De tal modo, que esta primera parte de su compendio –nada menos que 132 páginas-,

es un milagrario archipielar. Que nos ha servido para conocer al menos, el ideario

motriz –o ideología- del fraile, cuya intención efectiva era hacer del Archipiélago –las

“Yslas de María Santísima”- un solo redil, unificado en la Virgen, de la grey cathólica;

aunque cada uno de sus perímetros, con su propia aparición mariana.

Llegamos pues a Canaria. Aquí, fray Diego recuerda, de pequeño, haber leído en las

sinodales de Cámara, que el obispo Carrionero, por 1618, le hizo dádivas a la Virgen del

Pino; esta era de mucha devoción y muy visitada en rogativas, “por los muchos milagros

279 Término obviamente inventado: podría definirse como facultad de enfrentar extraordinarias agresiones de forma milagrosa o prodigiosa.

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que ha hecho, y haze”… Pero cuando cita las sinodales, comprobamos que el mito no

era muy espectacular, y sobre todo poco milagroso; habría una tradición, pero entre

otras diversas:

“Apareció en Un Pino alto, que está junto a la iglesia, en el cual están dos árboles

de Drago parejos, cosa maravillosa, plantados en el mismo Pino, cerca de los

quales están señalados los pies de la Virgen, según dicen, que yo no los vi, por

ser el Pino tan alto. …Ay en este lugar una fuente agria dicen que es muy sana, y

haze muy buenos efectos.”

Estas noticias del obispo, tan cortas –“y muy vulgares”-, defraudaron al fraile,

proponiéndose dar pasos para remediarlo. Dice haber visitado diversas veces el lugar y

templo, a predicar o decir misas, y más expresamente, a tomar aguas de “las fuentes

agrias”

“es eficaz medicina para obstrucciones, crudezas, hydropesias, y para todo

humor frío, tomada con moderación, y dieta; aunque para toda enfermedad,

que procede de calor, y humor picante mata en pocos días lo fuerte, y violento

de su intrínseco virtual calor, como ha mostrado en algunos la experiencia.”280;

ya vimos que también las gozó el calificador del Compendio, el Lector de Prima

fr. Thomas de Castro –quizás porque también eran llevadas al convento

franciscano de la Ciudad-:

Respecto a la Virgen, dice haber indagado entre ancianos y personas hábiles, seculares

y eclesiásticas…, las tradiciones, noticias y origen de la milagrosa imagen, y su

aparecimiento, así como libros, instrumentos o escritos que existiera...

“no hubo otros, que los libros de la fábrica, o mayordomía de aquella iglesia, e

imagen, y sus visitas”;

todo lo cual leyó con atención: la cesión de las tierras por los Pérez de Villanueva281 y la

posesión de la Huerta de Halcón, la unión del templo al cabildo de S. Ana decretada por

280 Una mayoría significativa de la población padecía entonces dolencias cutáneas, derivadas de la convivencia con animales, de la falta de aseo, de los vicios culinarios y descomposición de alimentos (que derivaban en indigestión, toxicidad…, manifestadas en erupciones), de los contagios llegados por mar…, y de la ausencia de medicinas para todo ello. Como los remedios y mejunjes convencionales eran preparados por ciertos frailes de los conventos a cambio de gratificaciones, las y los yerberos genuinos eran perseguidos, cuando sin duda eran los entendidos y eficaces sabios… Ante tales lacras, ciertas aguas, mineralizadas en suelos jóvenes volcánicos, eran realmente desinfectantes y cauterizantes… Acerca de las condiciones sanitarias durante el antiguo régimen en las Españas, ver, entre muchos otros estudios, http://www.monover.com/noticias/medieval.htm 281 En Teror, la importancia de este linaje tiene tal reconocimiento, que en uno de los cuatro cuarteles del escudo municipal, figura, junto a otros motivos de la anexión católica, una cinta con la leyenda MALO MORI QUAM FOEDARIA [Antes morir que la deshonra]: son las “armas y divisas de los Pérez de Villanueva, pobladores de Teror y primeros patronos del Santuario de la Santísima Virgen del Pino”; celebración anexionista muy reciente, a propuesta del cronista de la Villa don Néstor Álamo en 1954, que fue

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el obispo Arce en 1514 –en acuerdo con deán y cabildo-, que imponía al templo acordar

con el cabildo catedral toda necesidad que apareciera…

Pero estos lazos eclesiales se fueron desvaneciendo, entrando en abandono al fallecer

algunos capitulares, y a pesar de gozar, el cabildo, la renta terorense de 9 doblas

anuales del censo que pagaban los Halcón…; de modo que para 1584 el obispo Rueda

encomendó discutir este asunto al deán y cabildo de S. Ana, que decidió proponer la

rescisión de la unión –trabajosa y muy gravosa para ellos- y devolver a Terori (sic.) parte

del censo citado.

El obispo absolvió seguidamente del vínculo a ambas iglesias, ordenando se devolviese

la última paga del censo –quedándose así el cabildo con las 69 percibidas-... Sólo se

mantuvo la costumbre de acudir 3 prebendados, con los músicos e instrumental, a

cantar misa en la festividad del Pino; pagando el mayordomo282 la conducción, viandas y

hospedaje de aquellos.

Aquí se discutía algo esencial en un templo rural, un juego de equilibrio en la

organización de la vida comunal: la iglesia rural basculará entre ser obra de una ofrenda

personal con fines espirituales, económicos y de prestigio social para un linaje, y ocupar

renovado por varios acuerdos democráticos hasta los años 2000... Este linaje era heredero importante de patrimonio del repartimiento conquistador, descendiendo seguramente de ambas ramas familiares: a) de la rama y Casa de Quintana, según F. F.dez de Béthencourt (Nobiliario…, p. 683), que se inició con Juan de Quintana: “conocido generalmente por Juan de Soria, era natural de Buberos [Soria] y vino a la conquista de Gran Canaria con las tropas de Juan Rejón en 1478, donde figuró a la edad de diecisiete años con escuderos, armas y caballos a su costa,”, y su hermano menor N. de Quintana que “murió en la Conquista de Gran Canaria”. Aquel obtuvo “en premio a sus singulares servicios, grandes repartimientos de aguas y tierras”, y está directamente ligado al mausoleo que sirvió de tumba a los vizcaínos de Ajódar: la Iglesia de Santiago de Gáldar – él construyó su capilla de S. Miguel, donde estaba enterrado-; “su privilegio más notable era presidir uno de los [seis] bancos que la Nobleza conquistadora tenía en la capilla mayor de la iglesia parroquial de Santiago de la villa de Gáldar”, cuyos puestos se reservaban a 32 apellidos al menos (Nobiliario…, p. 684): además de los béthencures y semidanes, los de los caídos en Ajódar. b) de la rama descendiente de Bartolomé de Villanueva, “Conquistador de la Gran Canaria en 1486, según consta… de la carta dotal que otorgaron sus padres a Doña Isabel [Pérez de Villanueva Peñaranda y Campos, Patrona de la capilla mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pino], en 1580, ante Luis de Béthencourt”. Su hermano era “el Licenciado Don Mateo de Villanueva Peñaranda, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Canarias, Capellán de Honor de su Majestad y Ministro calificado del Santo Oficio de la Inquisición, y ambos terceros nietos de [aquel] Bartolomé de Villanueva.” (id.). Según aquella fecha, 1486 –la anexión se había consumado 3 años antes-, podría tratarse de un heredero de conquistador –caído en Ajódar o no-, llegado a la Isla en esa fecha post quem. 282 Dirá más adelante –sección de Milagros de la Virgen del Pino-, que era mayordomo el alférez Joseph Enríquez –quien atendía “con sus tenues caudales al culto desta Señora”-; y que fue, por su parte, protagonista de varios milagros (1709), cuando transportaba vigas de madera, alguna de ellas para el convento franciscano, desde las cumbres a lomos de bestias (bueyes): se despeñaron estas, en varias ocasiones, sin daño alguno... Y es que la Señora siempre favorecía a quienes se mantenían a la sombra de su amparo; no sólo a ellos, sino también a sus bestias (“brutos que les ayudan …y miesses”), etc. Y a quienes hacían promesas y ofrendas en tragos difíciles, de llevarle Missas, azeyte para su lámpara, limosnas, etc., quienes se convertían entonces en perpetuos predicadores de los portentos desta prodigiosa Ymagen.

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el centro oficial de la vida religiosa de una comunidad rural, con dependencia del obispo

y su catedral –cuerpo canonical, que fue el verdadero polo de gobierno efectivo (debido

a la frecuente ausencia del obispo)-.

Por fin, en la página 142 (fol.130) topamos el capítulo Origen y Antiguedad desta

Milagrosa Imagen, que introduce lentísimamente a la aparición. Maravillosa y

graciossisima, la imagen tendría como mejores avales la fuerza de la tradición, “donde

no ay instrumentos más auténticos y expressos que puedan hazer más fe.” Incluso el

hecho de la unión del año 1514, le parece que avalaría la certidumbre, ya que ese acto

no se había establecido con ningún otro de los maravillosos santuarios del obispado…

“Es muy antigua noticia, como tradición muy cierta, que el origen, y primero

punto del aparecimiento desta celestial Ymagen, no fue el tiempo, en que los

Españoles, y con ellos la fe, entraron en estas Yslas283; ni fueron ellos los

primeros que la vieron y hallaron, y a quien primero se manifestó; muchos años

antes que ellos, la vió, y la veía aquella pagana gente, y gozaba en medio de sus

tinieblas deste celestial regalo, pues fueron estos infieles, quienes después de

rendidos lo participó a los españoles, los guió a aquel sitio, les dio la noticia, para

ellos antigua, para los otros nueva, diciéndoles, avía muchos años, que en lo

hermoso, y descollado de aquel árbol veían una rara y estupenda maravilla que

ellos no sabían ni alcanzaban que fuesse, ni podían discurrir, ni hazer otros

pensamientos, sino que era cosa del Cielo. Sucedíales a estos lo que a el que no

sabe leer, que atónito con la hechura de las letras, admira la figura de los

caracteres, y alaba la diestreza del artífice, pero qué significa no alcanza.

Explicáronse más aquellos Canarios diciendo a los Conquistadores, que de

tiempo inmemorial hasta aquel veían a la mitad de aquel árbol una continuada y

agradable claridad, un resplandor sobresaliente, y un personaje ostentoso, y

admirable, y que muchos de ellos la avían visto algunas noches baxar de lo alto

del árbol donde tenía su continua habitación al suelo, y sitio donde está oy su

templo acompañada de muchas luces, y en aquel distrito, que ocupa su Yglesia,

hazían un Círculo, ó procession en contorno, y se volvía a su lugar.”284

283 Sabemos que esto es falso: al menos, había habido siglo y cuarto antes, no ya algunos frailes, sino toda una colonia y sede episcopal, papal/mallorquina, en Telde (1352) –que luego se malogró por deslealtades de los mallorquines-. Lo que ocurrió a partir de 1478, fue una guerra de anexión y apropiación católica, extirpadora y excluyente –una cruzada de conquista-. 284 (El párrafo continúa así: No es necesario decir, porque por sí se está dicho, que la compañía de luces era ordenado choro de Ángeles, y que en esta procession no avían de ir mudos, quando las perennes alabanzas, Suavissimos motetes, y elevadas Armonías, es su incessable exercicio; aunque no llegaran las voces a los infieles; o aunque estos no lo hayan dicho, o aunque, si lo dixesen, no aya de ello memoria, ni tradición. No se nos passe en silencio, que aquella copia de luces, y función procesional celebrada en lo llano de Aquel suelo que servía de plaza al Pino, parece fue señalar sitios, y cimientos, para fábrica del templo, donde gustava tener su perpetua habitación; y aviendo significado su voluntad esta Reyna, y

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El análisis de textos, en este extracto de la memoria del suceso, arroja obviamente dos

partes; un relato, y sumado a él, una interferencia –que se ha señalado en cursiva-; una

primera, recoge la tradición que recibió el fraile, y una segunda, contaminadora de la

primera con su dogmática católica…

Por supuesto, esta es mucho más larga que el párrafo recogido –ponderando la

“indecible clemencia, y imponderable piedad de esta Reyna Universal” para con los

canarii, a quienes curaba ya antes que a los cathólicos, sin merecerlo aun “que tan de

acierto se estaban en sus tinieblas y en la sombra de la muerte”, por carecer de “la luz

de la Iglesia, la soberana Señora…”, ni pertenecer al “cathólico aprisco y christiana ley”.

Etcétera; aquí, el supremacismo cathólico del fraile, como en muchos pasajes del texto,

es recalcitrante, una desviación mental clásica bien conocida; según él, los canarii “tan

promptos abrazavan [los divinos misterios y la christiana ley] a los primeros Avisos, que

en las Capitulaciones, que algunas vezes hizieron con los Conquistadores, aunque

negaban las otras, admitían solamente la de ser Christianos”. Y para apoyo de esa

propensión, trae a colación la venida a las Islas de San Brandano, Brandón o Borondón,

como apéndice de la evangelización implantada en “Ibernia, antigua Scotia” en el siglo

6o (año 544) por san Patricio, acompañado bien por san Macrobio o bien por san

Patricio –los dos mártires de la cruz en Palestina, etc.-, para permanecer 7 años en las 7

Islas.

Aquí se permite meter en juego un elemento mítico-legendarrio de la misma saga:

“Estuvieron pues estos dos Apostólicos varones san Brandano y san Macrobio

siete años en estas siete Yslas de Canaria (entonces eran ocho, pues la que oy

está encubierta es la que hasta oy se apellida la Isla de san Brandano, por aver

en ella detenidose este santo mucho mas tiempo que en las Otras, resucitado en

ella el difunto para convertir los Vinos, y obrado otras maravillas, y trabajado

mas en ella, como pedía su mayor dilatación, porque es la mayor de todas).”

Vemos que la creencia en la Isla de san Borondón está programada en el relato para

servir de peana a la resurrección del santo mártir irlandés, y para explicar la cristiandad

de parte de los canarii. Pero la investigación no debería despreciar o menospreciar esta

saga, ya que la arqueología británica viene descubriendo muchos aspectos de cómo las

culturas tardo-neolíticas del mundo céltico abarcaron intercambios extensísimos por vía

marítima entre centros ceremoniales del litoral atlántico.

No debemos descartar dar cierta verosimilitud a que los monjes, en su labor de

cristianación de los santuarios de aquellos cultos hicieran un periplo guiado, consistente

mostrado el sitio con tanta copia de luces, muy ciego yerro hubiera sido, si se hiziera en otra parte. Hemos detenido allí la cita, por brevedad)

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en seguir algún itinerario ancestral por los centros ceremoniales del litoral atlántico,

donde estaría incluido el Archipiélago. Él mismo se asombra de que “de troncos tan

remotos se huviessen estendido a Ramas tan distantes las huellas de Christiandad”…

Según fray Diego, después pasarían 930 años285 sin la salvífica fe, “hasta que el año de

mil quatrocientos y ochenta fue conquistada Canaria por España”, perdiéndose el uso y

memoria de las christianas costumbres…; ya hemos señalado que fray Diego ignoró por

completo la historia escrita hasta entonces –y él mismo hizo referencia alguna a

haberse preocupado de ello-..., porque lo que él hacía en el Compendio es recoger una

tradición, por lo que su ciencia doctrinal le bastaba como método operativo para

encontrar su verdad o al menos compilar cathólicamente el texto.

Con ella puede creer, como dice, que las sepulturas canarii iban provistas de una cruz

formada con piedras, que las cuentas de cerámica eran de sus rosarios, etc.: todo ello,

“vestigios claros de la fe que profesaron sus ascendientes”, es decir, de lo sembrado por

san Brandano y sus monjes escoceses…

La Virgen del Pino también había dado otras órdenes celestiales en el interior del

estado insular canarii:

“El imperio desta Soberana y Suprema Emperatriz, que en aquel Pino, como en

elevado solio imperava, fue quien ordenó y dispuso que de Lanzarote ya de años

conquistado, pasase a Canaria aquella mujer ya christiana, que introducida en el

Palacio del Rey le enseñó la lengua española, que ella savia muy bien, le instruyó

y dio noticia cierta de la fe, y costumbres, que professan los Christianos, a que se

aficionó tanto el Rey de Canaria, que apenas llegaron a ella los españoles les

habló amigablemente diciéndoles con excelentes, y pacíficas razones, no

pusiesen tan a peligro Sus Vidas con aquella gente Gigante, y Monstruosa en

fuerzas, valor, estatura, y corpulencia; que por el deseo, que él tenía de ser

Christiano les entregaría la Ysla, para que todos lo fuesen; cumpliolo assi a fuer

de su Real palabra, y afecto a la christiandad; aunque el tiempo, que tardó en

aguardar la mejor, y más prudente ocacion de hacerlo, fue a los españoles

motivo de desconfianza, y de echar mano a las armas con grande pérdida suya, y

fuera total la ruina, si la nobleza del Rey Semidán con su prudente industria,

aventajado valor, y fuerzas mas que de Tigre, no los hubiera favorecido.”

El compendio continúa atribuyendo a la Virgen del Pino, su intervención como

“inexpugnable escudo” de los vizcaínos –no está claro a quién se refiere con “aquella

285 Totalmente falso –como no debemos cansarnos de repetir-, quizás deliberadamente: es difícil que no conociera a Abreu, Torriani, Del Castillo ó Marín, que aluden a los mallorquines, etc.

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gente Gigante, y Monstruosa en fuerzas, valor, estatura, y corpulencia”286-: es obvio que

fray Diego debe referirse a aquella encrucijada, determinante en la Guerra de Anexión,

que pudo haber tenido resultados exactamente opuestos, y conocida como ‘batalla de

Ajódar’…

Y vuelve a afirmar la anterioridad del culto en el Pino, a la Virgen:

“Tuvieron todos, aquellos españoles y Canarios la fortuna de ver esta

graciosissima Patrona elevada en aquel verde, y elevado Trono… Ninguna cosa

se halla de quantas miran a esta portentosa y graciossissima Ymagen, que no sea

graciosa maravilla, o maravillosa gracia. Todos son admirables misterios, y

misteriosos prodigios. No eran los menores los de aquel admirable Pino tanto

tiempo consagrado con la presencia y dilatada asistencia de la soberana

Reyna…”: y pondera entonces la memoria de todos sus aspectos dimensionales

–la altura del espléndido ejemplar se estimó al caer a tierra en 224 palmos

naturales (con palmo de 21 á 23 cm: entre 47 y 51,50 m)-.287

Después de añadir la fantasía de las piñas naturales y otras diminutas –por supuesto

obra de la Señora…-, concreta:

“A la mitad deste famoso árbol, en el recodo de uno de sus robustos brazos, ó

en lo más inmediato de el al mástil principal, tenia asiento una piedra laja, ó

Losa, que fue Peana desta santissima Ymagen. Guarnecian y cercaban esta

piedra tres dragos juntamente con tan frescas, y amenas mazetas de culantrillo,

que representavan un breve deleitoso Parayso”; en el entorno, “muy pocos

passos distantes” había dos Pinos más aunque menos esbeltos –“que cortaron

después para fábricas”-, sin que hubiera más especímenes “en aquel parage”.

Por tanto, fray Diego intuye que el grupo de “tres Pinos y tres Dragos” significaban en sí

mismos un misterio axial –“es sagrario o templo”- en el lugar –claro que, a su manera...-

Pero tenía razón, de fondo al menos: ese cerro allanado, más terroso que rocoso,

conformado de arcillas almagrosas, de las que manaba una serie de manantiales, sobre

el que señoreaba un conjunto de tres Pinus, residuales quizás de una formación más

populosa, era un locus singular, con un particular genius, para quien supiera leer el

286 La historiografía moderna no ha estudiado, que conozcamos, que el contingente de vizcaínos traídos a la Guerra de Anexión fueran gigantones soldados; no sería difícil escudriñar en Sevilla el reclutamiento de ese cuerpo de elite, por su líder, Jáimez de Sotomayor, por esos años de 1478-82. 287 Otras fuentes dicen que midió 42 m de altura, 7 m de circunferencia en su base, y que se ramificaba a unos 25 m del suelo. Marín y Cubas señala que la gente tomaba resina de su tronco, y las piñas enanas y secas que producía el Pino, para engastarlas en oro o plata, como reliquia contra enfermedades, riesgos y peligros. Y él, que vio el ejemplar vivo, y no se olvide, era médico, añade “al pie de este árbol había un zarzal, de donde salían unos manantiales de agua, que recogida en un pozuelo, la llevaban los canarios para dar de beber a sus enfermos y otros tullidos y de diferentes achaques; venían a lavar la parte enferma y verdaderamente sanaban.”

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medio. Un locus, cuyo axis había sido implantado y manipulado por los canarii, para

reforzar su potencia simbólica y cultual: tres dragos, vegetación de culantrillo, losa

ceremonial, e imagen matriarco-gónica.

Tal era este cúmulo de prodigios en el conjunto, que consideraba necesario separar sus

maravillas para exponerlas de una en una. Así, considera; Los Dragos, que describe bien

para sus medios naturalistas, y señala:

“Herido este árbol [drago] en la corteza, distila un humor, rubio muy semejante

a sangre, y por esso el nombre proprio, y común deste humor es Sangre de

Drago; esta se Ardurece (sic.), y se conserva mucho tiempo; liquidase en el

fuego, y tíñense, ó cubrense con ella assi caliente unos palillos delgados de

madera muy tierna, que limpian, y blanquean mucho la dentadura, y la

fortifican; por este efecto de limpiez, y fortificación de los dientes se llevan

cantidades destos palillos cubiertos con este humor deste árbol a muchas

tierras, donde no lo ay, y como no lo han visto, ni tienen del noticia, oyendo que

lo que entinta aquellos palillos es sangre de drago, es animal o fiera, de cuyas

venas procede; para desterrar este error, de quien no ha visto estos arboles, doy

esta noticia de ellos.”

Luego apostilla que aquella convivencia no podía tratarse de injerto, pues eran árboles

de naturalezas diversas, el Pino de qualidad cálida y seca –de donde la tea era tan fácil

para arder-, y el Drago, por el contrario muy húmedo y fresco… Lejos de hacerse uno,

por el contrario, las raíces de los dragos corrieron por la corteza del pino, abrazándole; y

llega a describir que los desmembradores que despejaron el lugar cuando cayó el árbol

santo, desprendieron esa madeja de raíces, a base de fuertes tirones –ahora hablando

en singular: “se apartó el drago del Pino”-; al final de este parágrafo, y al margen,

consigna que D.n Yn.o de Quintana apartó una serie de raíces con formas humanas (“dos

brazos, codo, manos y dedos, tan perfectos q.e dezían ¿parecer? de el Artífice q.e los

formó”), que se llevó el cura a su casa, y luego pasaron a personas devotas...

Obviamente para fray Diego, sólo la Omnipotencia había podido juntar tan opuestas

naturalezas, y hacer estos prodigios. Y después de atribuir el origen o principio de los

dragos, al mismo soberano, da ciertas dimensiones y otros detalles

“crecieron los Dragos mas de dos varas en alto288; y el grueso es mas de dos

palmos. De los tres perseveró el uno en su hermandad con el Pino sin dexar su

compañía y asistencia con la Piedra.” Ciertamente, así lo presenta –solitario-, el

dibujo de Marín y Cubas289.

288 Dos varas: 0,836 m x 2 = 1,67 m. Dos palmos: 0,23 cm x 2 = 0, 46 m. 289 Es muy probable que haya habido a lo largo de la historia del Pinus diversos tocones en esa rama: la laja pudo funcionar como obstáculo cálido, destilador de la tarosada –agua precipitada como fruto del

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Como fueron cayéndose los otros dos dragos?; también lo consigna, citando un asiento

del “Libro de las Visitas y Mayordomía …en el segundo libro al fol. 35”:

“en este mes de Octubre de mil seiscientos y Ochenta y un años, con un grande

Vendabal viento del Poniente, que hubo en dicho mes, se cayó el segundo

Drago, que estaba en el Santo Pino …el qual avía quatro, ó cinco años que se avá

secado por aver el cogollo llegado a encontrarse con un ramo del Pino, y no aver

podido pasar…”; del arbolito caído se hicieron pedacitos, que se repartieron

entre los allegados, reservando el pedazo mayor para enviarlo al obispo García

Ximenez, en Tenerife –que fue quien entonces ordenó el asiento que estamos

citando-.

“Y se anota como en el Santo Pino, en la parte donde está la Piedra, en que

están señaladas las plantas de la Santísima Ymagen de N.ra Señora, ay en circuito

de dicha piedra algunas yerbecicas frescas como culantrillo; Y así mesmo, que

hubo tres Dragos iguales, los quales aun al presente ay algunas personas, que se

acuerdan muy bien averlos visto todos tres verdes en el Pino; y avrá cinquenta, ó

sesenta años, que se cayó el primero; de que no ay por escrito en los libros

memoria, no annotacion. Los dos permanecieron hasta que cayó este segundo,

como está dicho: Y se guarda en esta Santa Yglesia el pedazo de una bara de

largo, para que más verdaderamente conste esta relación; aviendose dado

algunos pedacicos, por reliquias a algunas personas devotas como a los Señores

Provissor, Oydores, y Prebendados.” Y concluye, además

“y para que del todo no perezca la memoria desta rara maravilla, están

colocados en las dos cornisas del crucero de la Yglesia de N.ra Señora los Ultimos

dragos (del primero no ay reliquia alguna) …”

Nueva demostración de las miserias humanas: hasta donde sabemos, nadie, entre los

descendientes de estos individuos, ha tenido el valor, la nobleza, de compartir esos

vestigios con el público, con el pueblo canario, que es el titular legítimo de ellos… Eso

mismo ocurrió, por ejemplo, con diversos fósiles que fueron descubiertos en la

fabricación de la basílica –como consigna Álvarez de Silva en su relación sobre la

dedicación de esta-.

La Laja, denominada Piedra, por fray Diego, no fue pasada por alto ni pasó sobre ella de

puntillas: él sabía que era uno de los prodigios, esto es, uno de los elementos cargados

de potencia significante, del conjunto, por lo cual señala enseguida

punto de rocío-, de cuya humedad frecuente nacería el culantrillo, etc.; y algunos pájaros –mirlos, etc.-, debieron usar esa piedra como bebedero, depositando allí excrementos, con semillas de drago. Esa es una forma muy habitual de difusión de la especie Dracaena.

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“Lo que aquí puede sin temor decirse es, que la piedra, que sirvió de Peana a

esta santíssima Ymagen quando apareció en el Pino, es Una de sus grandes,

admirables y venerables reliquias; es el mapa mas evidente, y seguro del

maravilloso Aparecimiento, y muy gracioso, discreto y fidedigno testigo de las

otras maravillas. Nada he dicho de lo mucho que ella dice, y manifiesta a todos

en sus notas, cifras, y señales.”

Lo sabía muy bien, pero no así lo mucho que siglos después estaría de acuerdo con él la

ciencia, o más bien la evidencia, arqueológicas. Para él, obra de la Omnipotencia –“el

diestro lapidario que crió y formó entonces la Piedra solo para el ministerio de Peana, y

escabel de los pies de la celestial Ymagen …así es de creer excluyendo toda duda.”-, en

un largo y retórico excusatio.

Porque el alambicado y abstruso excurso que sigue –que no llega a teológico,

realmente-, es un alegato no pedido, que expresa una culpa de ocultación manifiesta:

revela una necesidad de explicación sobrenatural, a algo que un sacerdote debía saber

muy bien era una fusión, aunque muy contradictoria; no un sincretismo –una

conciliación cultural espontánea: los dos cultos se mantienen-, sino un allanamiento

religioso –y eso es algo que no iba a reconocer un fanático cathólico como él-: el pasado

religioso canarii –aquellos gentiles bárbaros-, sencillamente no debía existir.

Dos imágenes adjuntas explican bien que sincretismo no es concepto aplicable al

fenómeno grancanario tras la catolización.

Ahora sabemos que la laja debió ser una suerte de ara cultual, dotada de un sema

rotundo: un podomorfo canarii. Una pieza cargada de voltaje religioso-cultural. Fray

Diego, como tantos después y aún, cree que es un cincelado hecho por y/o desde el

cielo: y para Peana de la imagen: ¿raro no? Pues el fraile católico lo argumenta así.

Pero aun nos dice que la pieza es azul “y su especie parece ser la común”; llevando

impresas: una cruz, el nombre de Jesús, el de María, los pies de la Señora, y en medio

de estos ”un piesito del Niño, a petición de su Madre.” Pasando por alto la última

puerilidad, y descartando que fuesen los conquistadores quienes colocaron la obvia laja

basáltica, si todo ese grupo de inscripciones hubiera estado realmente en la pieza,

merece una consideración seria, por cuanto los canarii que colocaron la laja en el Pinus

serían cristianos plenos.

La imaginación podría volar y preguntarse fríamente si ese acto habrá sido obra de

misioneros mallorquines o posteriores, y ya de cualquier procedencia; lo más verosímil

es que fuera subida hasta unos 20 m o más de altura por un canarii, en tiempo

indeterminable, y que en tiempos de cristianación, la imagen mariana sencillamente

fuera llevada a esa peana por otro canarii, más o menos cristianado; eso sí habría sido

un acto de sincretismo real.

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Y hasta se podría hacer un bucle más: que la imagen fuera dejada ahí por alguno de los

canarii de paces que residieran ya en el Real católico, en el periodo 1478-1482; y aun,

por último, que lo hiciera en el curso de la maniobra de razzia por el valle terorense que

realizó el comandante Vera en fecha que veremos pronto: poco antes de la aparición.

Finalmente, confirma que la pieza, tras la caída del árbol santo, tomó un siniestro

camino propio –“dio lugar la Omission, ó inadvertencia, que caminase tan lejos, y fuesse

a dar a las Yndias.”- Ese es el tema de sus siguientes párrafos, descartando de entrada

que las yerbas y dragos pudieran haberla tapado. Y no era fácil ni frecuente llegar hasta

ella; pero en dos ocasiones, habían subido sendos marineros –ejercitados en escalar las

arboladuras de los veleros-; uno de ellos debió ser, dice, antes de 1628, para que el

obispo Cámara pudiera decir que tenía señalada la figura de los pies; y el otro lo habría

hecho más de 12 años después, lo que fray Diego explica algo confusamente

“llevó consigo una pequeña Cruz para colocarla arriba290; llegó al lugar de la

sagrada Piedra; registró bien con los ojos, lo que pudo con las manos; y pasando

de allí a lo más alto del Pino, al ir a fixar la Cruz en su remate se halló, o sin clavo,

ó sin martillo; llevó consigo la barrena, y viendo que en aquella ocacion solo ella

podía suplir la falta, torciola en la Cruz, y el Pino, y dexandola en vez de Clavo,

quedó la Cruz colocada en lo mas alto de aquel excelso árbol. ”

El robo de la piedra por “un sacrílego” astuto, lo atribuye a que ocurrió al tiempo de

estar sacerdotes y fieles en rogativa en el templo; luego hubo un fuerte alboroto –

encontrándose la Cruz y la barrena-, pero a pesar de las admoniciones y rigurosas

censuras que se divulgaron por el juez eclesiástico –con pesquisa entre unos 30

testigos-, nunca fue restituida. Dice que bien escondida por “la rústica y bárbara

ignorancia”, y de mano en mano, llegó

“al puerto de Campeche, en cuyo territorio para al presente en la Parroquia, de

quien es titular la Concepción, que parece ser la Metropoli ó Cathedral”, donde

era venerada, protegida por “decentes vidrieras”;

Esa sede se habría excusado siempre de restituirla a la basílica “sacrílegamente

usurpada”, encubriendo con ello a los autores de esta piratería, etc. Fray Diego elude

dar el nombre del autor; pero que ha circulado en otras fuentes: según la tradición, un

paisano-emigrante llamado Pérez Quevedo.291

290 Así parece confirmarlo el dibujo de Marín y Cubas. 291 Según Gustavo A. Trujillo Yánez en http://terorhistorico.blogspot.com.es, habrían sido los hermanos Sebastián y Fernando Pérez de Quevedo, descendientes de los Pérez de Villanueva, o más exactamente parientes políticos de estos, por vía de la esposa del segundo; la declaración del oficial cantero Nicolás Hernández, les señaló como autores, al arrancar y llevarse a casa del segundo el drago, entre cuyas raíces se aseguraba que estaba oculta la laja que contenía las plantas de la Virgen. Es más, el declarante afirmó que “a la reprimenda del citado oficial de cantería Nicolás Hernández, preguntándoles «¿Quién lo metía

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Sigue La fuente Milagrosa. Aquí achaca de nuevo, a la ignorancia o malicia, que no haya

sido eterna la fuente virginal, de “aguas dulces como cristalinas”, señala, al haber sido

estancadas; eran bebidas –“si era interior el achaque”- o lavando la piel –“si era exterior

la dolencia”-, pero una vez más, abre a los pueriles fieles la duda:

“quien sabe, si de la celeste imagen como de fuente admirable, haziendo

aqueduto el Pino, baxaba por su centro a manifestarse en sus rayzes? Puesto

que afirman algunos, que aplicando el oydo al Pino han percibido sonido del

agua, como que baxa de lo alto.”

Consigna que se intentó poner a censo el uso del agua; por lo que enojada la Señora,

habría secado sus mercedes, de forma ostensible además… Pero no por ello, a pesar

que no manó ni una gota más, ¡cesó el murmullo por el interior del Pino, que

continuaba oyéndose!

Y concluye fechando en 1684 ú 83, “uno de los días de Pasqua de Resurrección”, su

caída;

“Tenía en lo gruesso de su pie una gran concavidad, que ocultaba muy bien una

persona, originada del tiempo, ó enfermedad de polilla, de que con los muchos

años suelen enfermar los árboles, y por allí se rindió; pero parece, que no fue

essa la Causa, sí la que dixe poco á, pues con su fazilidad se acabaron, y

perdieron tantos bienes, y remedios corporales, y espirituales…

Estava este grande Arbol delante de la puerta principal de la Yglesia, algo menos

de tres baras distante de ella, y estando tan cerca, sólo con el movimiento de sus

largas, y robustas rayzes corría el templo mucho riesgo…”;

Que no cayera sobre el templo, habría sido otro milagro; es más, el poder de la Señora

había avisado

“de su desmayo, y ruina, con la espaciosa inclinación, y estallidos de su

rompimiento; acudieron luego al templo el Parroco, sacerdotes, y otros del

pueblo, que se hallaron presentes hizieron patente el Sacramento Altissimo

suplicando fervorosos por la libertad del sacro templo: la dueña de aquella casa

usando se su dominio y poder dio orden al sacro árbol, que avía sido trono suyo

inclinase hazia un lado, y rompiesse llana, y concisamente sin mover raíz alguna

para que su sacra casa no padeciesse el menor detrimento…, …[el qual] ni en un

ápice faltó al orden que se le dio…”

en eso? ¿Qué si le tocaba algo?»”, contestaron “«Que aquello [se refiere al drago y a la laja] había sido de sus padres y abuelos” (misma fuente citada). El drago fue devuelto, pero no así la laja. En tal caso, presumían, y nuestra fuente no les contradice, que el terreno que se ha considerado público junto a la basílica, era propiedad de sus antepasados, es decir, parte del repartimiento hecho por el comandante Vera a ¿qué conquistador?

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Del tronco quedó sobresaliendo una porción de 1 vara unida a la raíz, pero se

determinó que junto con la arboladura toda del ejemplar, fuese reducida a astillas, que

fueron repartidas entre devotos feligreses grancanarios, archipieleños y de “tierras muy

remotas”. Nueva decisión dilapidadora.292

Nótese, en todo el relato, cómo nada se dice de la imagen que se ubicaba allí; nunca

tenemos claro si continuaba estando sobre la laja, ni que pasó, en caso positivo, con

ella, cuando cayó el Pinus…

En este punto, fray Diego dice haberle llegado a la mano “de onde no puede

imaginarse, ni avía noticia dellos, unos manuscritos antiguos de la conquista desta Ysla”,

cuyo contenido llama “antiguedades”, bien dilatados aquellos en extensión; y “porque

las antigüedades, y mas de la propia patria, deben ser apreciables”, transcribió a

continuación textualmente ciertos capítulos atinentes al asunto.

«Discurso 109. Aparecimiento de la Virgen ss.ma del Pino, y razón del

repartimiento de las tierras de Canaria.

Quando el Cap.n General Pedro de Vera fenecida la Conquista, andava

por los campos repartiendo las tierras, aguas y cortijos entre los conquistadores,

Capitanes y Soldados, y demás Cavalleros Ventureros, dándoles parte también a

los que avía muerto en las pasadas batallas, para lo qual con maduro acuerdo

avían hecho lista de todos, cuya herencia vinieron después de España a gozar en

gran Canaria sus hijos, hermanos y herederos: prosiguiendo Pedro de Vera en el

repartimento, llegó a un término llamado de Terori, porque se llamava assi el

Canario cuyo avía sido, del qual tomó el nombre aquel terreno suyo, en el qual

apacentava sus ganados, cerca de la fértil y frondosa Selva de Doramas.

No avían llegado hasta entonces los españoles a aquel sitio, por ser lo

mas fresco y llovisnoso de la cumbre, a la parte del Norte de la Ysla, y para llegar

a el en esta ocacion fue necesario que fuesen de aquellos Canarios guiados los

Españoles Conquistadores que iban en aquella tropa; aviendoles antes los

Canarios informado, que en aquel sitio de Terori estaba un árbol muy alto, y

admirado que contenía en si una rara maravilla, cuya noticia tenían de sus

mayores y ancianos, y avía cien años que venía de Unos en otros.

Dixeronles, que en aquel territorio avia muchas fuentes de aguas muy

claras cercanas las unas a las otras, copiosas, y corrientes, unas muy sabrosas, 292 En su sección o apartado de los Milagros de esta Señora, consigna que el ejemplar, después de rendido, estuvo en tierra sin deshacerlo “quatro ó seis años”; y que 6 meses después de su caída, cuando el sobrino del Cura, el capitán Juan Rodríguez, tenía unos 6 ú 8 años, cavó en lo corrupto del pie del árbol, y del corazón de su tronco manó –“la sudó”, precisa fray Diego- un brazo de agua que duró algún tiempo…; claro que era ya entrado el invierno… Esa agua habría sido milagrosa nuevamente, haciendo recuperar la vista al vecino Álvaro Yanez.

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dulces y frías, y otras de agua agria, aunque medicinal, y saludable; pero que al

pie del coposo árbol nacía una, que lavándose con su agua sanaban las

enfermedades, que padecían, y por eso la usaban mucho en sus necesidades, y

faltas de la salud, y que en las ramas de aquel árbol asistía tan continua una

estrella muy resplandeciente, y clara, que ellos la tenían ya por vezina: y aunque

muchos avían intentado subir a las frescas ramas donde estaba, por ver su

hermosura, nunca les fue posible llegar a ella porque todos perdían las fuerzas, y

se deslizaban por el pie de aquella planta, donde habitava.

Luego que los Conquistadores oyeron esta nueva, deseosos de ver tal

maravilla apresuraron el paso, y aviendo llegado al sitio acercaronse al puesto, y

vieron en medio de los gruessos ramos de un alto, y fértil Pino muy perfecta

hermosa y bien tallada al Ymagen y verdadero retrato de la Virgen Santissima

María Reyna esclarecida de los Cielos, a quien todos con grande reverencia

adoraron en el ameno trono donde estaba con su beatissimo hijo, que tenía en

el pecho, y brazos; manifestándoles el prodigio, que miraban los hermosos

Dragos, que en la misma parte donde veían a esta Señora, por sus lados

procedían del mismo Pino como engertos en la aspera corteza de aquel árbol,

con tan crecidas ojas frescas y tan verdes como si estuviesen arraygados en la

mas fértil tierra, y plantados en el mas fresco Jardin; donde cada instante los

regassen; los quales hasta oy permanecen en el mismo Pino, y lugar con la

misma frescura, que los hallaron, sin disminución alguna, ni perder la oja;

brotando allí mismo fertil culantrillo, que servía de alfombra al divino oráculo; en

medio de cuya frescura esta una piedra llana á modo de laja, adonde N.ra Señora

de Pino se mostraba en pie; y están en esta piedra los pies de la Virgen

señalados o impressos; la qual esta cubierta con el fresco culantrillo, por cuya

causa no se determina del suelo mas que la suerte dicha.»

La transcripción continúa con la entrada en escena del obispo-comandante Frías, pero

nosotros interrumpiremos aquí el texto, para releer críticamente este episodio.

Este es encabezado en primer término por el comandante Vera –es de notar que

resaltando el repartimiento a los herederos en España de los caídos aquí en combate-:

ahí puede haber una referencia involuntaria al desastre de Ajódar, a los caídos de la

especie de tropa de elite que los cronistas (todos ellos, franciscanos y dominicos)

denominan los vizcaínos293 –comandados por Alonso Jáimez-; pero el relato está hecho

293 Aunque ese contingente pudo ser reclutado de forma general con hombres de las Asturias, Cantabria, Vizcaya y Navarra –montañeses-, las notas constitutivas del tipo vizcaíno hacia el XVI-XVII eran las siguientes –según pdf Ideología Española del Siglo XVII. Concepto de los vascos (M. Herrero Garcia)-: 1. Aferramiento a su nobleza de linaje (no contagio de moros ni judíos): "Nuestra hidalguía y antigüedad es desde el principio del mundo: ...somos los primeros habitadores de España" (Castellanos y Vascongados..., Potosí, Perú); "Vizcaya, archivo/Del valor que España encierra" (Lope de Vega). 2.

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de un modo obviamente romanceado, no crono-histórico: cuando dice «fenecida la

Conquista», posiblemente expresa la creencia de que con el suicidio del guanarteme

Bentejuí y su faicag –la entrega de la guayarminda (29.IV.1483) no se habría efectuado

todavía-, se habría derrotado al estado insular, por lo que habría fenecido la guerra de

conquista.

Pero sabemos que todo ello está en contradicción con que todas las historias primeras

desconocieron el milagrario mariano que nos ocupa. El caso es que el relato es un

monstruo de dos cabezas irreconciliables: unos vasallos canarii que guían a sus nuevos

amos a conocer un portento hidrolátrico –el más alto Pinus de la comarca- con

elementos zoolátricos de su antigua creencia, por un lado…, que por el otro lado, tras

un momento mágico transformante, les lleva a acelerar sus pasos, para desembocar sin

anestesia, en la aparición de una Virgen, que parece haberles estado esperando

disfrazada de estrella avecindada, entregándose allí mismo a su adoración... ¿Hay mejor

forma de justificar el allanamiento ilegítimo del estado insular, su anexión, y con ello

lograr la sumisión del pueblo grancanario al estamento anexionista, dominado (siglo

XVII) por los herederos de los Conquistadores? Claro que no.

La Virgen se habría ‘aparecido’ pues a Los Conquistadores, sin intervención siquiera de

su obispo. Y ya están ahí todos los elementos del portento. Antes de la presencia de

Juan de Frías.

Todo indica que estamos ante la fundación del asentamiento de Terori, el acto de

colonización del centro fertilizante las medianías del Norte insular: la implantación de

un asentamiento-encrucijada de control del territorio.

Sencillez de espíritu, o bienintencionados y alejados de dobleces. 3. Testarudez y cortedad de carácter, de ingenio, de razones, de palabra (al menos en castellano: 'medio mudos' según Fernán Pérez de Guzmán, s. XV) y de modales, ...hasta que son cultivados ("Vizcaya, tierra sin poetas..., tan fuertes de manos como el hierro." (Salas Barbadillo) 4. Aptitud como secretarios de todos los príncipes y tribunales (ser vizcaíno era condición casi imprescindible): además de habilidad caligráfica extendida (siempre con el cartapacio y pluma consigo…; con las escribanías en la pretina, …como los suelen enviar sus padres a esta corte a valerse por sí), fidelidad y lealtad con las cosas de gabinete, al estar dotados del don preciadísimo de saber guardar un secreto, condición contraria a la de los gallegos. 5. Aptitud para la marinería (arte reputada por baja, por otros vanidosos; desprecio continuo contra la gente de mar). 6. Afición al vino, muy extendida. 7. Humor colérico y abrupto. En conjunto, cierta vanidad prepotente: Vizcaíno; hombre, en efecto/De los del duelo en la mano/Y la razón en el pie,/Muy señor de un mayorazgo,/Y que trae lo presumido/Junto a lo desconfiado (Un bobo hace ciento, Solís). Y la pretensión más añeja: "Venir de los godos", aunque los eruditos se lo negaran por no tener nombres propios como "Pelayo, Payo, Fernando, Nuño, Rodrigo, Toribio, Mendo, Gonzalo, García, Ramiro, Bermudo, Alonso, ni otros" (Castellanos y Vascongados); con ello, además perdían antigüedad, y contradecían su pretensión de no haber sido contaminados siquiera por los romanos... Eran así, grandes peones-soldados y colonos –“no de grande estatura sino medianos, alegres, afables, conversables, de grandes fuerzas y ligereza, algo jactanciosos deso” (Pedro de Medina)-: nada poetas; muy marineros, esto es resolutivos, obedientes, buenos vasallos del rey.

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«Los Conquistadores todos llenos de gozo con la experiencia, y dichosa vista del

portento, que los Canarios les habían dicho; acatando la dignidad despacharon

luego Posta294 con tan alegre nueva al obispo D. Juan de Frías, que avía quedado

en el real de Guiniguada el qual apenas recibió el aviso del milagroso

aparecimiento desta Señora del Pino, partió de allí saliendo al punto del Real, y

tomando sin dilación295 el Camino guiado de la Posta llegó al puesto296 de Terori;

y mostrándole el portento llevándole a la presencia de la Virgen levantó los ojos

al Pino y viendo297 aquella hermosa y grave Reyna, las rodillas en tierra la adoró,

y hizo devota oración, dándole infinitas gracias a Dios N.ro S.or por tan gran

portento y maravilla…», quedándose un rato admirado contemplando» a la

imagen con el Niño298. Dice que continuaron allí «algún tiempo», y días después

«en lo mas baxo del Pino, le fabricaron una pequeña Yglesia colocando

en su altar esta Santíssima Ymagen con la reverencia, devoción, y

decencia debida»,

continuando después, en un tosco párrafo, rememorando de nuevo la subida de los

marinos –“testigos y nuncios”, les denomina, que entraban en temblor y cuasi-desmayo

294 Correo especial: estos correos, conductores, postas y postillones que iban 'de oficio', iban armados y no podían ser detenidos por las justicias ni siquiera con motivo de delito, como no fuera extremo o alta traición (debiendo nombrar sustituto, en tal caso). 295 En estas dos frases se confirma muy expresivamente el carácter romanceado del relato, o también el tono aparatoso-retórico del narrador: se entrega de forma untuosa a la épica del tema, pero sin datos de situación. El obispo-comandante saldría sin duda rodeado de un contingente de protección, a lomo de bestia; e iría, ¿con mitra y casulla, o bacinete y armadura; con báculo, o lanza; con cruz o espada? 296 Esto es un término militar, sin duda posible razonablemente: el hecho que en ese lugar se encontrara Vera, indica que estaba establecido en ese punto el puesto de mando español en campaña, y junto a él estaría el grueso de su cuerpo de mando y oficiales, auxiliares y medios de transmisión e información; junto con un pequeño cuerpo administrativo, para la ejecución jurídica, y medición sobre el terreno, de las suertes del repartimiento; sin duda, para nombrar también una jerarquía de gobierno local, con su capellán. 297 Fray Diego nos acababa de decir que desde abajo apenas se distinguía la imagen en pie… Enseguida nos dirá, fundado en las antigüedades que dice consultar, que fue colocada en el altar de la pequeña Yglesia que le construyeron los conquistadores. 298 Otras versiones afirman que ordenó a un paje suyo, portugués, subir al Pino, para colocar allí una imagen católica. Esto entronca con otra pieza del puzle que aportó el impagable Marín y Cubas: “Lo qe piadosamente se tiene es qe en aquellas piedras, i tierra onde estaban plantados los dragos, devia estar el cuerpo de algún Varón Sancto que en la Ysla muriesse...” (1687: 93r); Según ello, lo que entonces residía en el Pinus habría sido las reliquias de… ¿Terori o Aterura? Podría entroncar con cultos imazighen –y semitas y griegos-, la concepción dualista del alma; dos ánimas habitan al humano: una vegetativa, nefs, y otra sutil rruh. Nefs guía las pasiones y el comportamiento emocional, circula con la sangre (idamen) y reside en el hígado: principio madre, femenino y húmedo. Rruh gobierna la voluntad, fluye por los huesos, reside en el corazón y sólo se esfuma con el último suspiro: principio masculino y seco. (Laura Mouzai: Le féminin pluriel dans l'intégration. Trois générations de femmes kabyles. Karthala, 2006). La unión de esas dos entidades se simboliza en la imagen de una pareja árbol-peñón. El árbol da sombra y humedad a nefs, pero es ante todo el soporte de rruh, que se posa en sus ramas como un pájaro. Nefs está presente en el peñón, en la piedra; los manantiales que brotan son símbolo de la fecundidad venida del mundo de ‘abajo’. (fuente: )

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cuando intentaron medir los pies impresos de la Virgen, etc.-, confundiendo lo

transcrito con su propio sermón predicatorio, refiriendo la discusión acerca de los

«grandes milagros» que experimentaron «el obispo y conquistadores referidos»299, y si

la imagen la habría fabricado allí el poder de Dios, o transportado desde algún lugar

sagrado, o «baxado del cielo», o si era «obra Angelica divina y milagrosa»…; no es

ocioso plantear si el obispo llevó una imagen del Real, de entre las que tuviera en su

bagaje catedralicio o personal, traídas de Sevilla, y celebraría allí un ceremonial

consagratorio para la soldadesca.

Es obvio que estos actos son la fundación de Teror como asentamiento colonial,

aunque muy singular; porque se trata de la cristianación de uno de los polos cultuales

canarii, para establecer la segunda parroquia de la Isla anexionada… El primer párroco

que se conoce de ella es también pieza singular, que ayuda a conocer el espíritu de los

tiempos aquellos...

Se trata del canónigo Juan de Troya, cuya más antigua noticia es del año 1514. Era hijo

(como su hermano Diego) de Ursula de Troya, llegada de Sevilla con esos dos hijos

pequeños, en el servicio del obispo Muros; ambos fueron significados clérigos, pero

Juan llegó a la posición clave de Tesorero Dignidad de la catedral y comisario general

del tribunal de la Santa Cruzada de Canaria.

Juan de Troya debió pensar, como el cardenal-papa Borgia300, que el mejor modo de

sembrar colonizando sería darle hijos al rebaño de la mestización, y tuvo así varios hijos

299 Señala que aparte de asistirles en los naufragios o despeñamientos, en concreto, «otros que lavándose con el agua de la fuente eran luego libres de todas sus dolencias.» 300 Rodrigo Borgia era cardenal –desde 1456 hasta el decanato del collegia en 1484- y vicecanciller de la Iglesia de Roma desde 1467 –cuando con 27 años soñó que su destino era sentarse en el ‘trono de San Pedro’-, aparte de innumerables títulos, dignidades, etc. Por todo lo cual, manejó con firmeza los hilos de la ‘sede de san Pedro’, bajo 4 papas, a partir de su tío, el primer Borgia, papa Calixto III –de quien aprendió los métodos nepóticos y simoníacos-, y finalizando con su apoyo a su predecesor, el primer papa cazador-pirómano de brujas, Inocencio VIII; este le dio el arzobispado de Valencia y obispado de Mallorca en acuerdo con Isabel y Fernando, y fue el otorgador formal del título Católica Majestad a estos, por su impulso conjunto a la Inquisición en los reinos de Aragón y Castilla y a las Cruzadas de Canarias y Granada. Asimismo, se repartió (Edicto de Granada, 31.III.1492), con Fernando e Isabel, unos 200.000 judíos de España: los bienes de los judíos fueron transferidos a dos beneficiarios; 1) la corona española; y 2) el Vaticano, que además aceptó el asentamiento de aquellos en Roma, a cambio de un tributo anual, percibiendo así unas enormes ganancias adicionales. Inocencio VIII murió matando, tras un torpe intento de transfusión –usando oralmente la sangre de tres niños de 10 años de edad, que murieron por shock hemorrágico-. Gracias a lo cual, y a ese reinado de guerra santa, el ‘partido aragonés’ de Alejandro Borgia en el Vaticano, le llevó al papado, con su propio voto y en medio de rumores de simonía y sobornos de voto (Alejandro VI, 1492-1506). El poderosísimo vicecanciller ya era padre, con la condesa Vannozza Cattanei (su pareja desde 1470 –aunque tuvo otras muchas amantes; y conocidas, como la «Bella Farnese», p. e.-), de cuatro hijos; 1) Juan (1474-1497), al que nombró capitán general de la Iglesia Católica, y casó con la hija del mayordomo de Fernando el católico –murió arrojado a las aguas del Tiber-; 2) César (1475-1507), el sifilítico capitán general de la Iglesia Católica, cardenal, arzobispo de Valencia y obispo de Pamplona, etc. antes de los 20 años (su divisa: O CÉSAR O NADA); 3) Lucrecia (1480-1519), modelo renacentista de incestuosa (con

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con la canarii bautizada Antonia Ramírez, con la cual hizo pareja conocida, y ostentación

de familia al atreverse a asistir a las bodas de sus hijas –por lo que fue procesado por la

inquisición (1524)-; nuestra paisana sufrió peor castigo que el canónigo: fue paseada a

lomo de asno por la ciudad y encarcelada para escarmiento público.301

Continúa apoyándose en el manuscrito a que aludió, para señalar que la fuente se

agotó –«no ha muchos años, …afirman muchos ancianos ser assi esto verdad, y assi ha

corrido la voz…, puedo afirmar aver visto las paredes del carco.»302-, debido al afán de

vender su agua «un cura de aquella Yglesia… [que] para ello cercó de alto mampuesto

con caballete la fuente y el Pino, echando a todo puerta y llave».

Finalmente reafirma que el obispo Cámara certificó que la imagen estante en el templo

era la misma aparecida a los españoles en el Pino «y no otra.» Porque en los años del

«curioso Político» había habido una polémica pleitista –“sueño, que corrió entre

algunos vulgares”-, con las Vírgenes patronas como disputa: que la aparecida en el Pino

“fue N.ra Señ.a de Candelaria…, y que de allí se fue a la Ysla de Tenerife”. Dice que son

quimeras, fábulas, sueños…; no es así: son viejas astucias de los pro-anexionistas de uno

y otro bando para abrir brechas pasionales en la unidad archipieleña; juego del montón

que tanto regocija a los españistas –autoridades coloniales y otros elementos oficiales-,

que corren a apoyar incondicionalmente contra la otra parte, por separado, los orgullos

locales heridos.

Aquí le interesa el dato de que los canarii –“los Canarios Gentiles”- decían haber

convivido largamente con ella

“Mas digno de atención es el dicho de los Canarios de aver entonces más de cien

años, según venía la noticia de los antiguos a los que iban sucediendo, que

César), maquiavélica, corrupta sexual y célebre envenenadora de eminentísimos maridos –el 2o de ellos, hijo de los reyes católicos-, y de su padre y su hermano; quizá por tales méritos, fue algún tiempo administradora general de la Iglesia y del Vaticano; su hijo con Alfonso de Aragón vivió en la corte de Isabel la católica; 4) Jofré (1481-1516), que el papa supo siempre no era hijo suyo...; casado con una amiga de Lucrecia –Sancha de Aragón, hija ilegítima de Alfonso II de Nápoles-, aquella tenía por amante a su cuñado Juan, el hermano de Jofré: tras la muerte de su padre y la consiguiente caída de César -de quien Jofré era ‘sombra’-, se retiró a Nápoles, donde su esposa se hizo amante de Gonzalo Fernández de Córdoba, el gran capitán español, captor de César y directo alfil de Fernando e Isabel en Italia. Con estos negros mimbres –que manejó en beneficio de sus políticas impunes y sanguinarias, para el reparto del mundo-, este papa valenciano estuvo en el meollo de todo el montaje jurídico-diplomático que indujo la toma católica de Canarias, en la disputa de España con Portugal, a favor de Isabel y Fernando, los católicos… Un envenenamiento masivo tras un banquete, le llevó a la tumba; lo que evitó que le sucediese en la silla de Pedro su hijo César... 301 Su hermana Jacobina fue matriz de los Arencibia de Teror, al casar con ¿el escribano? Miguel de Arancibia ‘el viejo’.Ver http://www.infonortedigital.com/reportajes/docs/151.pdf 302 Quién la vio?; ¿el amanuense del manuscrito, o fray Diego?: parece tratarse del primero, porque este último mantiene el entrecomillado, y al final del parágrafo reitera que todo es del primero –«Hasta aquí es del autor referido en su historia y conquista de Canarias»-, pero no da fecha alguna de referencia ni nombre del autor, al que llama líneas después «curioso Político»…

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aparecía, y veían a esta Señora en el Pino, pareciéndoles de estrella los rayos

que despedía; prueba y testimonio cierto, que de las Ymagines aparecidas en

todas estas Yslas, la que apareció primero, fue esta señora del Pino.”

En suma, la Virgen del Pino llegaría alrededor del año 1380 a ocupar su posición sobre

la laja basáltica con podomorfo, en el Pinus de Terori –si es que ya era ese su topónimo-

. Con esta ocasión, dice que fue “el año de la conquista, que fue el de mil quatrocientos

y ochenta.”303 Y eso aventajaría en dos décadas la aparición de la Virgen de Candelaria

(1480):

“mostrándose en esto la Justissima señora exemplar de acciones bien

ordenadas, guardando orden en aparecer primero en la Ysla, que desde sus

principios, y primeros habitadores fue constituida y estaba de tantos siglos en la

possession de primera y cabeza de las otras.”

Asombroso aquí fray Diego. Él también resulta ser un hábil político; en seguida retoma

su lenguaje predicador para insistir en el testimonio certificado por los conquistadores

sobre la bajada segura desde el cielo de la imagen…, y haciendo una pirueta suprema

dice que los canarios no pudieron conocer a otros cathólicos que a los santos Brandano

y Macrobio…

“[y] a estos [no] se puede atribuir la fabrica desta Ymagen, ya porque no sabían

de escultura como exercicio extraño a su profession; ya porque a la Mision que

vinieron, es cierto avian de venir apotolicam.te sin la carga, y embarazo de

instrumentos de ese oficio, ni en la Ysla los avía; ya porque aunque fuera fácil la

subida al Pino, no avian de subir a el, sino hacerle casa ó templo, y colocarla en

su altar, assi por ser esta la costumbre de católicos…; y finalmente porque el

aparecimiento desta Señora en el Pino fue quasi ochocientos años después…”; y

además cómo iban a haber sido los canarios, que no sabían arte, ni arquitectura,

ni hacer más que criar su cebada y ganados, y vestirse con pieles: cuánta

ignorancia del pasado!

En este punto, el sermón, cuando parece que iba a relatar indudables milagros de

obtención de la lluvia, derivada por supuesto de las rogativas hechas cuando fue bajada

al real de Las Palmas –“a la Ciudad”304- en 1711305 y 1712 “por lo estéril de ellos”, donde

le recibió un ángel o “contemplativo Espíritu” –debió ser alguna decoración al efecto-;

303 La llegada a Canaria del comandante Vera –nombrado el 4.II.1480 (AGS), según Aznar Vallejo- se ha situado en 18 de agosto de 1480 (J. Álvarez Delgado, en Alonso de Palencia (1423-1492) y la historia de Canarias, AEA no 9, 1963). Pero ha sido discutida… 304 Nótese: era la sede del obispado y audiencia (del consejo de S. M.), catedral (canónigos, nombrados por S. M.) y residencia de los Conquistadores (vasallos de S. M.), y su ejército (de S. M.)... 305 En este año la Señora varió el modo de sus prodigiosas mercedes: “no quiso dar gota de agua”, …atribuyéndose “a lo inorme de las culpas”; pero la cosecha fue tan buena que el precio del trigo tuvo un “muy baxo precio.” Misterio.

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pasa en cambio a reafirmar –“no se puede dudar”, “es forçoso no negar”, etc.-, temas

puntiagudos de la ecuación milagrosa rubicense306: la sacra reina habría revelado varios

misterios; que ella era hechura de los Ángeles, tomando la materia del mismo Pinus;

que la laja-peana “esta excelencia …último quilate de su precio y corona de sus

maravillas todas”, por contener los pies de la Virgen y el Niño, se encontraba “en

Yndias”; que esos mismos santos querubines (sic.) la habían descendido al suelo para

señalar el sitio donde quería se fabricase su casa: nada de ello podía dudarse.

Todo ello, declamado con la parafernalia predicatoria que hace profusos, confusos y

difusos los sermones, para nublar el entendimiento y aturdir la docilidad de la feligresía:

pía voluntad, liberal patrocinio, etc.

Este debate reiterado es larguísimo, y muy (peregrinamente) argumentado: es obvio

que esa ecuación milagrosa debía ser objeto de debates en la población, y los frailes,

entonces en el apogeo de su poder ideológico –y los más influyentes de ellos, miembros

del tribunal de la santa inquisición-, se aplicaban a tapar resquicios débiles, creando

mensajes y discurso canónico.

Siguiente parágrafo es Copia desta graciossissima y maravilllosa Ymagen. Se aplica aquí

a dejar una descripción física –ya que un dibujo no haría justicia a una efigie celestial-,

“Lo alto desta Santa Ymagen es Una Vara y Una tercia307. Su materia ya está

dicho por su boca (sic.), es el mismo Pino, en que apareció. Es toda dorada,

granada, y estofada308. El manto es azul en fondo, de oro; y cae del Cuello por lo

anterior de los ombros hasta los pies; más por el lado derecho, por debaxo del

brazo derecho de la Santa Ymagen dobla un poco hacia el lado siniestro.

La túnica es roxa, el fondo dorado, haze sus doblezes, o plegados sobre el pecho;

del cuello de la túnica, que tiene un dedo de ancho, a la raíz de la garganta de la

Santa Ymagen caben tres dedos y algo más, en el qual espacio se descubre la

camisa blanca, que lo llena tan sutil, que se trasluce todo el oro del fondo. No se

descubre cíngulo, porque los brazos teniendo al niño ocultan la cintura.

El cabello tendido, y todo dorado de puro oro sin algún esmalte, ni otro matiz,

del qual caen por lo anterior de los ombros por cada lado del rostro una madeja

306 Hasta 1483 no trasladó el papa Sixto IV la diócesis de Rubicón, a la Ciudad Real de Las Palmas, con el nombre de diócesis de Canaria, englobando a todo el Archipiélago, hasta que en 1819 se desgajó la diócesis de Tenerife. La consagración de la catedral de Canaria (Santa Ana) tuvo lugar en noviembre de 1485, según Viera y Clavijo, citado por J. Álvarez Delgado. Juan de Frías falleció antes de 25.I.1486 (id.). 307 En SMD, 1,11 m. (una vara y una tercia: 1,333 x 0,836 m). 308 La etimología parece partir del italiano stoffa, ‘tela rica’. Es la técnica que se usa en la elaboración de figuras religiosas, con su apogeo en la escultura barroca, y de esta destaca la escuela andaluza; marca los pliegues de vestiduras de las imágenes para simular que se utiliza oro macizo, utilizando pan de oro –y también, pan de plata o de cobre-, láminas que imprimen brillo metálico, dando un toque decorativo valioso.

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en ondas haciendo punta, que llega mas baxa, que el pecho, todo lo demás del

cabello cae por la espalda, y del cuello abaxo queda debaxo del manto, que lo

encubre de suerte, que no se puede ver mas.

El admirable, y celeste rostro, lleno sin excesso: el color cándido: las Mexillas

rozadas propiamente: la frente proporcionada, y hermosamente espaciosa. Los

ojos azules, y con prudencia rasgados, y en punto que miran a todos lados. La

nariz perfectíssima, derecha y delgada. Las sejas delicadas. La preciossissima

boca con muy notable gracia algo rasgada, y menos al lado izquierdo, que

apenas se conoce; parece querer reírse ó principios que demuestran una muy

prudente risa. La barba redonda, no gruesa ni aguda. La sacra Cabeza algún

poquito inclinada hacia el lado siniestro sobre el niño. El semblante

graciossissimo con el mirar halagüeño, poderoso imán de los más azerados

corazones, dulce atractivo de los mas tibios afectos, fuerte arrobo de las

voluntades y celestial encanto de las almas…”

Y señala que fue muy ponderada por el obispo García Ximenez; este habría respondido

a un prebendado del coro catedralicio que le preguntó por sus afectos a las vírgenes

patronas:

“N.ra Señora de Candelaria es la Madre de Dios; esta Señora del Pino es la

Madre de la Gracia…”: frente al claro conocimiento del gracioso y dulce aspecto

de la del Pino, el grave y majestuoso de la de Candelaria, interpreta fray Diego.

Seguidamente describe cuidadosamente el Niño, que formaba pieza única, del mismo

madero, con la Imagen de la Virgen (que le sostiene con la mano siniestra), y porta

aquel en la mano también siniestra “una flor rubia como rosa”. Esta imagen fue

convertida con el tiempo en de vestir309, yendo de mucha, en cada vez mayor, pompa;

un obispo que llegó a verla sin vestir –y la consideró “obra tan admirable y perfecta”-,

ordenó se le dejara así, auténtica… Los encargados de la basílica obedecieron, pero la

feligresía –“los opidanos”310- se entristecía de verla sencilla, hasta que volvieron a exigir

que fuera ricamente vestida, lo cual fray Diego compartió, señalando que así:

309 “se documenta vestida desde 1558”, según Juan Sebastián López García: El programa iconográfico del

retablo mayor de Teror (Gran Canaria), en http://www.fuesp.com/revistas/pag/cai0350.html; es decir, podría ser de vestir casi desde su llegada; si debe descartarse que bajara vestida del cielo, quizá fuera vestida desde que se construyó su primer templo y fue bajada del Pinus –extremo que también nos hurtó el relato original-. Además de este artificio, se le dota de una peana de madera para exagerar su altura, así como de unas manos postizas que esconden las originales tras los pesados ropajes de lujo –desde 1707, por mandato del obispo Ruiz Simón, sólo el cura, la camarera y el sacristán, están presentes en el vestido o desvestido de la imagen, y se efectúa dentro de su camarín-. 310 Suponemos que usa este etnónimo (pueblo antiguo ibérico), como sinónimo de vernáculo, la gente del pueblo llano –hombres y mujeres-. Debe entenderse también: los que laboran; oppidus era la fábrica –de un puente, de un templo-: por tanto, los que lo laboran materialmente, los obreros en el sentido antiguo de la palabra.

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“mueve mas a la devoción, y veneración ese Real adorno y decente aceo, como

mas proporcionado con la materialidad de nuestros corpóreos sentidos.”

Y después de quejarse de la inconstancia de la feligresía en “las obras” –financiar el

mantenimiento del culto de la Imagen-, admite

“Tiene esta Santa Ymagen vestidos suficientes de diversas telas, y colores, y

nuevamente el obispo D.n Bernardo de Vicuña y Zuazo le dio uno de rica tela

encarnada de todo costo con guarnición de puro y fino oro, tres cadena de fino

oro, unas mas gruesas que otras…”, y otras muchas joyas… (donación de D.a

Luisa Antonia Trujillo, con gravamen de no poderse enajenar), pero le faltaban

candeleros y andas de plata, y otras prendas, como colgaduras, que no había

querido remediar la avaricia de todos –porque “ninguno se hallará que no se

diga muy devoto” de ella-; lo que no cubrían las limosnas, ofrendas y promesas,

lo suplía el mayordomo.

Luego describe el edificio de la basílica, empezando por sus tres naves, orden de

columnas, puertas, capillas, un órgano donado por el coronel D. Francisco de Matos,

etc., y admite que también se le había hecho tabernáculo o camarín nuevo, de cantería

y sobredorado…: se trata del segundo templo, hay que advertirlo –no el de Antonio

Lorenzo de la Rocha, que es el tercero-. Pero confirma

“No tiene fabrica esta Yglesia, ni otros tributos ni rentas que las tierras y huerta

que están dichas. Los vecinos de aquel pueblo con su trabajo, y labranzas, y

algunas cortas limosnas, y la solicitud del el Pr. D. Juan Rodríguez Cura de

aquella Parroquia ya quasi quarenta años, suplen lo necesario a la santa Ymagen,

y su templo; y ahora nuevamente han hecho, y costeado una muy buena torre a

las Campanas de fuerte y durable canto de color amarillo, que se halla cerca de

aquel sitio, que ha sido de mucho lucimiento al templo…”

Opiniones! En realidad, esta sentencia revela el anacronismo diocesano-canariense: la

forma canaria de la recurrencia retrógrada de la cultura católica. La torre amarilla es

una antigualla, una reminiscencia gótica injertada a un tiempo barroco final, que en

unas pocas décadas iba a luchar por racionalizar las formas y espacios, para desembocar

en un nuevo concepto de la arquitectura –lo que en el XIX se bautizó, y conocemos hoy,

como neoclásico-.

En este punto sigue el apartado Viage desta Santa imagen a la Ciudad. Cuando la falta

y tardanza de las lluvias augura el peligro de pérdida de las mieses, una vez que “las

experiencias y observancias de los naturales” desisten que aquellas lleguen a tiempo,

entrarían en juego las fuerzas vivas del poder insular, nombrando sendas parejas de

comisarios

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“determinan y decretan los dos Cavildos ecclesiastico y secular el recurso a la

clemencia desta prodigiosa Ymagen como refugio seguro, cierto, y eficaz

remedio; acordando que se traiga a la Ciudad…”

Así, nombrando sendas parejas de comisarios, se iniciaba el ceremonial, la catarsis

preventiva de los malos tiempos, la purga colectiva anticipatoria del estado de

emergencia, de gobierno despótico para superar contingencias de riesgo para el orden

que ambos cabildos custodiaban; el resto del párrafo entra de nuevo en un delirio

taumatúrgico y adoratorio, en el que la hipnosis de la señora debía arrobar a los

paisanos

“mirándolos a todos con su muy graciosa Vista y benigníssimos ojos tan prodiga

dilata esparce y infunde los copiosos raudales de su suavissima gracia aun en los

mas pedernales y rebeldes corazones, que mas tiernos que la cera detestan las

maldades y abandonan los vicios con que se hacen aptos al beneficio.”

Fray Diego lo presenta como un acontecimiento, un evento insular, que movilizaba, en

cuanto se fijaba el día de la venida a la Ciudad, desde el Gobernador abajo en el control

del camino entre ambos núcleos, para velar con sus ministros

“por la quietud y concierto del numeroso concurso, y evitar las alteraciones, y

desordenadas licencias, que suele ocacionar la confusión de la gente...

Pasan todos la noche [de la víspera] en aquel Pueblo, unos en las casas de el,

otros velando en la Yglesia, gozando de la dulçura de aquella suave presencia y

amable afabilidad rezando a choros sus tercios, y acompañando…”; seguirán

llegando allí gente de todos los puntos de la Isla, de modo que “finalmente esta

noche en aquel sagrado templo es segunda noche buena.

A los últimos crepúsculos, y primeras luces del día311 se agrega la gente al sacro

templo, y sus plazas; y porque gasta y llena el día todo, este viaje, se canta luego

311 Es evidente que entonces la concepción del tiempo –ya lineal-, se basaba en la alternancia del día y la noche, comenzando el día con las luces del alba y concluyendo con los crepúsculos vespertinos, no como en nuestro tiempo cronométrico-tecnológico –que hace comenzar el día a las 24 horas, medianoche-: sus seis primeras y últimas horas son nocturnas. Así era ya para los romanos, pero no para pueblos emparentados y vecinos de ellos (etruscos, etc), o para los germanos y judíos, que situaban el inicio del día con el final de cada atardecer –sigue siendo así a efectos cultuales-; y entre los bereberes hay una difusa conjunción cíclica-lineal. En aquel tiempo del siglo XVIII, la articulación del día, laboralmente, era de sol a sol: se iniciaba al alba y concluía con la puesta de sol. Los templos eran el cronómetro o reloj de sol –metafóricamente-, de esa articulación temporal, pero también lo eran de articulación territorial: eran un espacio de control de los ritmos, de encuentro e intermediación entre el poder de las elites y las pautas productivas y sociales de los paisanos-campesinos. La red insular de templos católicos está instalada sobre la red de santuarios canarii –¿cómo iba a ser de otro modo, en una cultura que llevaba 2.500 años sobre un territorio manejable en 2 días?-; la red parroquial católica fue escogida sobre los puntos más estratégicos de esa red de templos rurales, de acuerdo a su posición en los sistemas-valle de la Isla –que eran el campo espacial-vivencial para el

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solemnemente la Missa; diciéndose en el interín y antes, otras muchas rezadas

por los sacerdotes que en esta ocasión concurren”; tras la misa solemne, se

celebraba ante el altar y trono la ceremonia de encomienda de la Imagen a los

Comisarios, ante el Juez eclesiástico, Provisor y Vicario G.ral del obispado, y el

Párroco, Alcalde, Ancianos y gente del pueblo, por ante escribano público y del

Cabildo, “dan caución juratoria, hazen pleito omenaje, y juran en las manos

consagradas del Prebendado más antiguo de los Comisarios” prometiendo

restituir la Imagen porque sólo se trae a la Ciudad por pública necesidad y bien

común y general de toda la Isla. Los cuatro Comisarios, Prebendados (del cabildo

catedralicio) y Regidores (del cabildo secular), tomaban la Imagen312, en

procesión con Cruz alta, etc. hasta un trecho fuera del Pueblo –“en la parte

acostumbrada, que es antes del Varranco”-, donde se cubría con una funda y se

entregaba a “los Opidanos” –todos los que cupieran en la longitud de los

largueros de “las andas” o Silla-, y ahí comenzaba la bajada hacia la Ciudad, para

llegar a las 10 ú 11 horas al

“paraje o sitio llamado el Álamo por aver allí estos Arboles, y es quasi la

mitad del viaje; están allí quatro o cinco casas de labradores, y una

hermita del glorioso S.n Joseph, que avrá quarenta años la mandó hazer

D.n Juan Coello de Portugal siendo Governador y Capitan a Guerra desta

Ysla, solo para estas ocaciones destos viajes.” Se hacía allí descanso y

comida pagada por los Comisarios, y reparto de limosna de plata a los

más necesitados presentes...

Fray Diego continúa con todos los detalles del trayecto: los encuentros conlas

procesiones con Cruz Alta de los Patronos de los Pueblos de Arucas, de la Vega Santa

Brigida, y San Lorenzo313; la gente de la Ciudad –especialmente la mujeres descalzadas

en promesa-, salía a recibir la bajada, etc. Hacia las 4 ó 5 horas de la tarde, asomaban al

lomo que hace espaldas a la Ciudad, junto al castillo del Rey, que permanece “en viva

campesinado en Gran Canaria-. Obviamente, la historia conquistadora quiere que esa red sea considerada obra suya, o sea, creada de golpe y en su tiempo, porque ello le hace más dueña del estado insular anexionado. Pero no es así: la evidencia lo denuncia –las contradicciones de la historiografía, cruzadas con las pautas comunes de implantación espacial de los templos y santuarios en su entorno-, y las ciencias del pasado le desautoriza. Estos templos y santuarios han de estar vinculados con los espacios de enterramiento preexistentes, ecuación que adquiriría un valor sacral de carácter comunitario otorgado por las elites locales: cada sistema-valle tendría una necrópolis central, que serviría a los difuntos de sus distintos asentamientos. En el caso de Terori, hemos visto que hay indicios en el XVII –Marín y Cubas, que escuchó a los biznietos de la cultura canarii-, a pesar de la lapidación exterminadora en el momento anexionador por parte de los conquistadores. Son los lugares cargados sacralmente, cuya función religiosa debió ir madurando paso a paso. 312 En los maderos delanteros los regidores, en los traseros los capitulares. 313 Son nombrados, en el pleito omenaje, como “lugar de Arucas, Lugarejo [de San Lorenzo]”. No cita el saludo militar del castillo real.

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centinela” para avisar a la guarnición, que entonces, “en vez de saludarla y darle la

enhorabuena” hacía una

“real salva con los horribles estruendos de sus fuertes bronces, cuya Violencia

no solo estremece toda la magnitud de aquel monte, sí [no] también (hablo de

experiencia) el llano de sus rayzes”, donde está la mayor parte de la población…

P asaba luego la comitiva a la orilla de los fosos del Castillo, siguiendo hasta la vista de la

Ciudad; en el momento de asomar a ella, las Campañas de la Catedral eran soltadas en

“incessables repiques”, a las que seguían las de conventos, monasterios e Iglesias de los

barrios, “y es este de los mas festivos días, que celebra esta Ciudad.”

Bajando la cuesta hasta la ermita de S.n Nicolás, era recibida por este santo,

incorporándose a la procesión; allí –en la azequia, que está en el risco desta Ciudad en

el Altar que para su recibimiento se haze”314-, tomaban de nuevo los cuatro Comisarios

en sus hombros la Imagen, y cien pasos más adelante la depositaban en un altar donde

se ubicaban ya “los otros santos”315, donde acudían en forma los cabildos, con sus

insignias, etc., y es curioso y oportunísimo

“si ay Obispo presente en la Ciudad asiste con su Cavildo con capa Pluvial, Baculo

y Mitra, saliendo de su Yglesia luego que las Campanas avisan con sus

repiques…”, celebrando ritos en los altares y saliendo en procesión hacia la

ermita de los santos Justo y Pastor, que estarían fuera para saludar a la Patrona

e incorporarse a la comitiva. Antes de llegar al puente que unía los barrios de

Triana y Vegueta, le esperaban escuadradas en una bocacalle316, unas

compañías militares que le hacían “repetidas salvas de fusilería”; luego seguía

hasta la Plaza de S. Ana, sede de la catedral y palacio episcopal a Naciente, y de

la Real Audiencia y Casas de Cavildo a Poniente, donde, bajo sus pórticos, estaba

formado el “cuerpo de Guardia del Presidio”, haciendo nuevas salvas, coronadas

por otras de cañón expresamente para el caso. Y sólo tras este aparatoso

recibimiento, entraba en la catedral; donde comenzaba otro complejo

ceremonial, litúrgico y popular, que es también tema para otro estudio…

Es obvio que estos honores desbordan toda jerarquía litúrgica: era el ritual mayor de la

religión en la Isla, en que todos los signos de la catolicidad se subordinaban a la Virgen

del Pino. Era considerada la matriarca y virgen-madre cosmogónica,

incuestionablemente. No es de extrañar la inquietud enorme con que el Tribunal de la

Santa Inquisición contemplaba estos actos de delirio popular e institucional –¡la Virgen

314 Así se señala en el pleito omenaje de rigor, que aporta fray Diego Henríquez en el apartado Forma y exemplar del pleito omenage, según los originales que se guardan en el Archivo del Cavildo, que va en el folio 97 del manuscrito que comentamos. 315 El pleito omenaje cita además a S. Sebastián y S. Roque. 316 “una encontrada calle”.

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local, por encima de Dios católico, apostólico y romano-español!-, como veremos en

seguida.

Una carta dirigida 7 décadas más tarde por la Santa Inquisición española en Canarias al

rey de la metrópoli, un par de décadas después que fuera dedicado el templo del

coronel Antonio Lorenzo (1766); reza así

«Muy Poderoso, Señor:

Con ésta y en nueve fojas útiles, remitimos á V. A. testimonio de la

denuncia, que en este Tribunal hizo el Doctor D. Rafael José Ramos Perera,

Canónigo de la Santa Iglesia catedral de esta Ciudad, por haber mandado su

Cabildo, que la Imagen de Nuestra Señora del Pino se le den tres golpes de

incensario, ó tres incensaciones, y que en sus procesiones vayan los Capitulares

y Clero con el bonete la mano.

Para que V.A. se pueda, enterar bien del caso, debemos decir, que esta

santa Imagen fue aparecida el año de 1483 recién conquistada esta Isla, en un

Pino en el Lugar de Teror, distante dos leguas de esta Ciudad, como V. A. verá

por la estampa que incluimos. Allí tiene, un Templo, el mejor que hay en toda la

Isla, y han llegado á juntarse tantos capitales de las limosnas y legados de los

isleños, que pocos años hace, se fundaron seis ú ocho Capellanías cuyos

individuos asisten todos los días á cantar vísperas, tercia y misa, y en el templo

hay ricos ornamentos y alhajas, con lo que se celebran las funciones con la

mayor magnificencia.

El cuidado de este Templo y administración de rentas está á cargo del

Cabildo de esta Catedral, de modo que un canónigo es administrador principal;

hoy lo es el Doctor D. Andrés Domínguez Vélez, y este tiene de sustituto un

clérigo residente en Teror que llaman Mayordomo. El día de la Natividad de

Nuestra Señora se celebra la función de esta Santa Imagen del Pino, y para ello

van de diputados un Dignidad, un Canónigo y un Racionero, con el numero

competente de Capellanes, músicos y sirvientes, todos á costa del Cabildo, que

tiene allí una casa, que llaman de la Diputación.

Esta Santa imagen no se trae á la ciudad, sino en caso de urgentísima

necesidad y antes de traerla, que siempre es á petición del Pueblo y Ciudad, se

hacen tres días rogativas con misa en la Catedral, al Santísimo Sacramento;

después nueve, á Nuestra Señora de la Antigua, que se venera en una Capilla de

la misma Catedral; luego otra a San Pedro Mártir, Patrono de la isla; y el ultimo a

Santa Ana, que lo es de la Catedral; y concluidos estos días de rogativa, se hace

procesión por varias calles de la Ciudad, con la propia imagen de la Antigua; y no

consiguiendo el remedio de la necesidad porque se pide, decreta el Cabildo la

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venida de Nuestra Señora del Pino y se señala día. En esto van á buscar la

imagen del Pino un Dignidad y un Canónigo, como Diputados de la Ciudad y

pueblo.

Sale por la mañana la Santa imagen de Teror procesionalmente; y luego,

a corta distancia del Pueblo la cubren, y la traen en una silla de manos, que para

esto tienen preciosamente adornada, El Cura de Teror con su sacristán y cruz

parroquial, Alcalde y Regidores, vienen acompañando hasta la Ciudad, y lo

mismo todos los Curas, por cuyos territorios pasa. Desde Teror llegan á una

Ermita, que llaman San José del Álamo, distante como una legua: allí dejan la

imagen en la Capilla con seis hachas, y comen los Diputados del Cabildo en una

casa propia: lo mismo hacen los de la Ciudad, y dan de comer á cuantos

concurren a conducir la imagen y sus adornos, que es una turba.

Salen de la dicha Ermita de San José del Alamo: como á las dos de la

tarde, y ya de allí, sigue á la Imagen de Nuestra Señora la de S. José. Al pasar por

el término del lugar de la Vega sale el Cura con capa pluvial y cruz a recibir á

Nuestra Señora con la Imagen de Santa Brígida, que es su titular, y siguen. Luego

en el término del lugar de Arucas, sale el Cura de su parroquia del mismo modo,

y con la imagen de San Juan, que acompaña á la de Nuestra Señora; y por

último, en el término del Lugar de San Lorenzo sale el Cura con la misma

ceremonia, y la Imagen del dicho Santo Martir su titular. Con todo este

acompañamiento llega la imagen de Nuestra Señora del Pino [al] Castillo del Rey,

que está en dicha altura dominando la Ciudad. En cuanto da vista, el Castillo

dispara sucesivamente hasta trece piezas de cañón; y desde el Castillo bajan la

Imagen en hombros, los oficiales de primera graduación de Milicias y guarnición

de la Plaza hasta la Ermita de los Santos mártires Justo y Pastor. A la primera

pieza de cañón que dispara el Castillo echan á vuelo las campanas de la Catedral,

de todas las Capillas y conventos de la Ciudad, y sale el Cabildo con la Parroquia,

todo el clero, todo el Clero de la Ciudad y Comunidades religiosas, que obligan a

esto, á recibir la Santa Imagen en una plazuela que hace, ante la dicha Ermita de

San Justo y Pastor, cuyas Imágenes también sacan al recibo de la Virgen. En esta

plazuela hay una mesa cubierta de damascos, con sus a almohadones al pié, y

allí hace el Corregidor, Regidores diputados, obligación ante escribano, al

Alcalde y Pueblo de Teror, de devolverles la Santa Imagen después de la

rogativa.

Concluido este acto, descubren la Imagen de N. S. del Pino, la dejan los

oficiales y la reciben Clérigos. La música del Cabildo entona la antífona con sus

versículos, y el Preste, que regularmente es el Deán, ú otra Dignidad, inciensa la

Imagen y canta la oración. Hecho esto, se dirige la procesión a la Iglesia de

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Religiosos agustinos, donde está en una Capilla de Patronato de la Ciudad,

donde está la Imagen del Santo Cristo de la Vera Cruz: sale este Señor

presidiendo la procesión, después de la Virgen del Pino y demás efigies. A esta

procesión concurre, no solamente la mayor parte de gentes de la Ciudad, sino

de toda la Isla; de modo que es el concurso mayor que aquí se ve. Desde San

Agustín van a la Catedral, en donde al pié de las gradas del Presbiterio se

forman tres altares, y se colocan las Imágenes de este modo: el SS. Cristo de la

Vera Cruz en medio; á la derecha, la Imagen de N. S. del Pino, y seguidamente

San Juan y San Lorenzo; y a la izquierda, San José, San Justo y Pastor y Santa

Brígida. Regularmente hay sermón, luego que entra la procesión en la Catedral,

y muchas ocasiones misión por nueve días.

La mansión de la Imagen del Pino en la Catedral, suele ser lo menos de

un mes durante el cual, desde que se abre la Iglesia hasta las diez de la noche,

está siempre llena de gentes de toda la Isla, y á la mañana se dicen muchas

misas en los tres altares, y recogen cuantiosas limosnas; volviendo, cuando llega

el caso la Virgen del Pino á Teror con el mismo acompañamiento y ceremonias

que la traen.

El Pueblo ignorante, que ve todo este aparato cree, que el remedio de

todas las necesidades, es la Vírgen del Pino, QUE PUEDE MÁS QUE DIOS y que no

trayéndola, no hay remedio para su miseria; y si el Cabildo tarda en determinar

la venida, después que se pide claman contra los Canónigos.

En el presente año se trajo por falta de agua. Lo pidió la Ciudad; el

Cabildo hizo sus acostumbradas rogativas, como dejamos dicho, al SS.

Sacramento, á N. S. de La Antigua, á San Pedro Mártir y á Santa Ana; y después la

procesión con N. S. la Antigua.

El Pueblo empezó a clamar, que no habría remedio, si no venia la Virgen

del Pino, y se determinó el traerla. El Cabildo rehúsa la venida de esta Sta.

Imagen por los crecidos costos que se le siguen y los más cordatos, porque ven

que no sirve, sino de haber concurrencia del Pueblo; y muchas solo por diversión

y porque ven también QUE SE DA MAS ADORACION POR LAS GENTES Á LA VIRGEN DEL

PINO, QUE AL ADORABLE SACRAMENTO.

El tiempo en que se acostumbra traer esta Señora, por falta de agua, es

la primavera; y de este modo suele hallarse en la Catedral el día y octava del

Córpus. Entonces llevan la Imagen del Santo Cristo de la Vera Cruz ‘á la Iglesia de

su Convento’ y retiran las de los demás Santos á Capillas privadas, dejando la

Imagen del Pino entre el Coro y Presbiterio, á la mano derecha; y con este

motivo se ha visto muchas veces entrar bastante gentes indiscretas, volver la

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espalda al Sacramento, y orar en voz alta á la Virgen del Pino, por cuya razón,

alguna vez se ha tratado en Cabildo, retirar la Virgen del Pino á una Capilla, pero

no se han atrevido á determinarlo, por miedo al Pueblo y en este año, después

de varias disputas, dispusieron volverla á Teror, cuatro días antes del Córpus, de

cuya determinación se habló mucho contra los Canónigos.

Cuando ha estado en la ciudad el día del Corpus, salió en la procesión

inmediatamente después del Sacramento, pero dentro del cuerpo del Cabildo, y

se ven, ir mas gentes rodeando á la Virgen del Pino, que al Sacramento, además

de esto se nota, que cuando no va en dicha procesión la Imagen del Pino, y la de

N.tra S.ra de los Reyes, y entonces la llevan muy adelante, fuera del Cuerpo de

Cabildo; cuya diversidad de cultos á Imágenes de N.tra S.ra, se mira

melancólicamente por los sujetos de instrucción, al mismo tiempo que los

ignorantes profieren, que todo se lo merece la Virgen del Pino; y de esto han

nacido varias pandillas y disputas, sobre el culto de la Imagen del Pino.

En este año observaron, que algunos Capitulares iban en la procesión con

el bonete puesto, otros le llevaban en mano; que unos, estando de semana,

incensaban tres veces á la imagen del Pino, como á la del SS. Cristo de la Vera

Cruz, y otros daban tres incensaciones al Cristo, y dos á la Virgen, y por esta

razón se tuvo el Cabildo espiritual, en que se mandó dar solamente dos veces

incienso á la Imagen del Pino, y todos fuesen con bonete puesto en sus

procesiones.

A este Cabildo asistió el Racionero D. Francisco Enríquez, natural del

mismo Lugar de Teror, y apasionado, según él dice, de la Virgen del Pino, y para

anular el Cabildo, discurrió pedir su bolilla ó voto; y apenas salieron de el Cabildo

se extendió por la Ciudad lo que habían tratado, y empezaron las pandillas entre

los Capitulares, y toda la clase de gentes; de modo que se les decía en los

estrados á los Canónigos, que no llovía, porque no trataban a la Virgen del Pino

como se merecía, y que breve tendrían el castigo, los que habían mandado que

se pusiesen el bonete en sus procesiones; y que no se la incensase como á Dios y

con estos gritos del Pueblo, se celebraron después los Cabildos, de que hace

mención el Canónigo Ramos en su denuncia y declaración después de que en el

Pueblo se haber mandado dar tres veces á la Virgen del Pino, y llevar el bonete

en mano en las procesiones, se les burlaba públicamente y mas por las mujeres

á los Capitulares del voto contrario, diciendo, que la Virgen no había ganado el

pleito y otras palabras á este tenor.

Antes de estas disputas, siempre en el Lugar de Teror, llevaban los

diputados del Cabildo, Cura y Clerecía, el bonete puesto en las procesiones, que

allí se hacían con esta imagen dándola solamente dos veces incienso, pero ahora

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se les ha mandado hagan como el Cabildo; y con efecto, le salieron á recibir,

cuando volvió, con bonete en mano, y la dieron tres veces incienso.

Nos consta por conocimiento y trato que los Capitulares que han votado

–por que solamente se dé dos veces incienso-, y se lleve el bonete puesto en las

procesiones-, son los sugetos más hábiles y timoratos del Cabildo, y por esto

solían decirles vulgarmente que la Virgen del Pino había ganado pleito contra los

beatos.

Sabemos también, que al Reverendo Obispo se ha escrito, y dado parte

de el caso por varios Capitulares, pero se ha desentendido por no sufrir un

pleito. Los canónigos dicen, que al Cabildo pertenece solamente el ordenar

procesiones y demás ceremonias dentro de su Iglesia.

Para que al Dr. D. Domingo Alfaro, Dignidad de Prior, se le admitiese su

protesta, que va al fin del testimonio, y pusiese en los libros Capitulares, fue

preciso acudiese á la Real Audiencia por vía de fuerza, y de este modo se le

admitió, lo que se le había denegado en dos Cabildos, poniéndole en el segundo

perpetuo silencio.

El Tribunal ha creído, que este lance, por los alborotos y pandillas que ha

causado, tanto entre los Canónigos, como en el Pueblo, necesita de remedio, y

más, por la disonancia que causa la diversidad de cultos á la Imagen de N.tra S.ra,

dentro de una misma Iglesia, porque á la del Pino han de incenciar, según el

nuevo mandato, tres veces, y llevar bonete en mano en sus procesiones, y á la

de la Antigua solamente dos, y bonete puesto y aunque también le pertenece,

se debían calificar los hechos y determinaciones que se denuncian, no la ha

mandado, porque uno de los dos calificadores que hay, es Canónigo, y porque

temen no hallar sujetos imparciales para esta calificación, porque unos están por

un bando, y otros por el otro.

V .A. nos mandará sobre todo, que debemos ejecutar para acertar, como

lo deseamos = Nuestro Señor guarde á V. A. etc. = Inquisición de Canaria 10 de

Setiembre de 1788 =Licenciado don Cándido Toribio de Alarilla = Doctor D.

Francisco Javier Sains Escalera.»317

No hace falta resaltar la disidencia e intranquilidad que el ceremonial y los usos

populares inspiraban en las instituciones coloniales, porque la carta del inquisidor

Alarilla es una delación en toda regla... En definitiva, vemos que los 75 años que separan

el Compendio de fray Diego y la carta del inquisidor Alarilla –que contienen también los

317 Citado por http://elcanario.net: Correspondencia de la Inquisición en Canarias. Libro 8.º pág 272 v.to

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de construcción del templo del coronel Antonio Lorenzo de la Rocha- son los de

explosión de la devoción mariana a la Virgen del Pino.

El obispo de la Plaza, sin duda cumpliendo directrices dadas por la corte, zanjó la

cuestión (1791) tras consultar a la Sagrada Congregación de Ritos: se anularon los usos

que había ido imponiendo el pueblo y los dignidades canarios, y en concreto la Virgen

del Pino sólo recibiría 2 inciensaciones.

Regresando al ceremonial en la Ciudad de la bajada de la Virgen, tras todo el novenario

y misas con bendiciones episcopales, etc., se desandaba todo el camino, custodiada

siempre la Imagen por los cuatro Comisarios, seguidos por el pueblo, etc., hasta la

basílica de Teror, donde “se levanta y chancela el pleito omenaje con que se fenece el

viaje.” Fray Diego aporta copia del “Pleito omenage, según los originales que se

guardan en el Archivo del Cavildo.” Este documento pone a nombre de “los S.res

Capitanes D.n Diego Machado Espinola y D.n Blas de Carvajal Aguilar Regidores

perpetuos desta Ysla”, la petición de traer a la Ciudad la Imagen

“para por medio de su intercession alcanzar de la Magestad divina levante el

azote de su justicia, usando de su misericordia en el grave achaque que se

padece”,

apareciendo los otros concurrentes –“los S.res Doctor D.n Francisco Martínez de Escobar

canónigo Doctoral… y Don Juan Velez racionero”- como simples Comisarios; el primero,

como decano, hizo en el altar ante el Párroco –“Bachiller Don Juan Rodríguez de

Quintana Venerable Cura”-, el juramento en la forma acostumbrada –poniendo sus

manos entre las del Alcalde-, eso sí, tras una polémica incordia iniciada por el Machado,

en la que intervinieron, con altas voces muchos vecinos, etc.; este personaje volvió a

polemizar, en la entrega en la acequia del risco de S. Nicolás, con el Deán esta vez

(quizás no estaba impuesto del protocolo acostumbrado).

Polémicas peligrosas…; porque el origen del pleito omenaje estuvo, dice el fraile más

adelantge, en una alarma tiempo atrás, “fuesse ociossa o verdadera”, que había

intención de dejar la Imagen fija en la Ciudad, ante lo que los opidanos se amotinaron

con armas y ahuyentaron del pueblo a los Comisarios con las manos vacías… Sólo la

garantía del citado juramento, les volvió a pacificar… En otra ocasión, habría sido

necesario, por un olvido, hacer el pleito omenaje en El Álamo; y aquí recuerda fray

Diego, que también es ejemplar, oportuno al caso, el de la Virgen de Candelaria, robada

por los españoles en Tenerife “reinando aun en ella los infieles” y llevada a Lanzarote;

fue colocada en su templo, pero al día siguiente apareció vuelta hacia la pared, y cada

vez que era volteada, volvía a dar la espalda (hasta que fue devuelta): demostración de

que la voluntad divina era clara

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“porque estas Santas Reliquias milagrosamente halladas, assi como se muestran

en el lugar que aparecen …no [tienen voluntad de] aparecer en otro sitio y lugar,

que aquel en que quieren asistir, mostrándolo con milagro.

Si quieren ser trasladadas a otro lugar de aquel en que aparecieron, lo hacen

también por milagro; como lo hizo el glorioso San Eugenio discípulo de san

Dionisio…”318;

por tanto, concluye que no puede calificarse de “irracional” la reacción de los opidanos

de Terori. Fray Diego ha aprovechado bien la oportunidad de enaltecer la celosa fe y

“justa defensa del pueblo de Terori contra el intento de privarles de su Celestial

Tesoro…”: eso alejaba al pueblo de ahondar en las raíces del fraude original. Parece

atribuir, también a ello, la costumbre de estar presentes los Ancianos, en la ratificación

del juramento.

En la Ciudad, desde el altar de la acequia hasta la catedral –de nuevo fueron ignorados

por el notario los honores militares-, la Imagen estuvo llevada a hombros por dos

racioneros y dos canónigos. Está firmada así

“en esta Ciudad Real de las Palmas Ysla de gran Canaria, a dos días del mes de

Abril de mil setecientos, y quatro años = Pedro Alexandro de Medina escribano

publico, y de Cavildo.”

Fray Diego anota estos desencuentros entre ambas instituciones –que, anotemos,

frecuentemente polemizaban por causas de protocolo, y eran terciadas por el tribunal

de la inquisición (cuando no los fomentaba)-, culpando por su parte al escribano, que

habría encontrado si lo necesitaba diversos ejemplares en el archivo capitular,

aportando como muestra uno del escribano Gerónimo del Toro y Noble de 1689…

La perorata de los Milagros, que conviene ser leída pero no es oportuna aquí319, se

desarrolla a continuación, comenzando por reiterar, una vez más, que sus gracias

primeramente “lo experimentaron los Canarios”, antes que “los españoles”…

318 No se entiende porqué ya en los siglos XX y XXI no pasan estas cosas, estos desplantes (y favores) divinos, etc. que ocurrían continuamente en el florido siglo XVII… 319 Se trata de los mismos favores que consignó acerca de las Matriarcas isleñas de las otras Islas: partos, diversos cautivos, accidentes y naufragios, recuperación de la vista con el agua manada del árbol ya caído, etc. Y añade la asistencia a las gentes de Fuerteventura y Lanzarote, con ocasión de las secas rigurosas, como la calamidad del año 1703: “su remedio a esas tribulaciones es refugiarse a Canaria, que es su Ciudad de refugio…” Pero no encontraron embarcación en que huir…, hasta que aparecieron algunas fragatas en 1704, que sacaron a las gentes agolpadas a las playas (así eran las cosas entonces: ni la comunicación de emergencia entre las Islas era segura): muchos supervivientes, moría enseguida en el propio barco, de debilidad, señala... Aparecieron las epidemias, para lo que se bajó a la Imagen, …con lo que el cielo hizo desaparecer todo.

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Sin embargo puede ser oportuno –ya que toca a la arquitectura del templo-, el milagro

ocurrido con la piedra clave del pináculo piramidal que corona la torre amarilla (1700),

base de la veleta original: fue movida de su posición por un soberbio huracán de

cumbres, amenazando caer sobre el techo del templo…; el pueblo y sacerdotes

imploraron clemencia y remedio milagroso…, y en respuesta, el cielo o los ángeles

castigaron al viento su osadía de atreverse a cosa que mira al culto de la portentosa

Imagen o…: la piedra volvió a su lugar, con mayor perfección que antes.

Convendría saber porqué no hizo lo mismo con la esquina SE de la nave izquierda, que

se fue hundiendo tanto por asientos acumulados, y fue necesario el atado integral de

hormigón armado que se hizo en los años ‘70s para impedir que se abriera

irremediablemente esa esquina…; ¿para dar oportunidad de intervenir en el edificio al

propio generalísimo?

Otra referencia a la arquitectura del edificio:

“Estan pendientes de los tirantes de la Yglesia algunos Navichuelos, de dos ó tres

palmos bien enjarciados, y adornados hechos solamente para señal, y memoria

de los naufragios, de que han sido libres los navegantes… En las paredes de el ay

pedazos de maromas, figuras de Cera, y otros instrumentos, que muestra las

restituciones de saludes, los peligros y conflictos, de que esta prodigiosa Reyna

ha librado…”

El Compendio concluye con apartados sobre N.a S.ra de la Antigua del convento seráfico

de Telde, la de la Concepción del pago de Ginamar, y el Cristo de La Laguna.

N.a S.ra de la Antigua era Imagen de 1 palmo o una tercia de alto,320

“muy morenica y muy hermosa, es tenida por aparecida en aquel terreno o

distrito; no ay otra tradición, ni memoria del origen desta Santa Ymagen, es tan

antigua en aquella Ciudad, que desde los primeros años de conquistada estaa

Ysla tuvo su hermita, que es oy la iglesia del Convento, su fabrica y Mayordomo

cuios libros y cuentas de los tributos y caudal, Ymagen, y hermita se dio y

entrego a los Religiosos para la fundación del Convento, en cuyo archivo se

guardan hasta oy dichos libros en cuenta Castellana, que usa en lugar de

números las letras, y era antiguamente la mas usada en Castilla.”;

había sido de mucha devoción en Telde. También tenía su milagro, sí, en singular: una

pueril fábula de un cautivo –que frecuentaba fray Diego-, quien advirtiendo a su amo

moro en África que iba a ser liberado por la Virgen de Antigua, fue engrillado y

encerrado en un arca, y se acostó sobre ella para custodiarla; a la madrugada

aparecieron todos en una playa desconocida, …que era Gran Canaria –trocándose el

320 27,6 cm (1/3 de vara: 0,33 x 83,6 cm).

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cautivo en libre y el amo en esclavo-, y celebrando todo el pueblo la piedad de N.a S.ra

de Antigua; luego el moro pidió el bautismo, por supuesto, y vivió y murió con firme

observancia...: y regaló a la iglesia

“los grillos moriscos que son solas dos Argollas ligadas, y están hasta oy en el

templo …en el crucero tan limpios y lustrosos como si todos los instantes se les

diera nuevo lustre, aviendo mas de cien años, que sucedió este Milagro, y que

están en la pared de aquel templo, con otros instrumentos de otros milagros.”

¿Se conoce alguna referencia a este suceso en los anales de Telde?; ¿mentiroso o

crédulo; o ambas cosas?

N.a S.ra de la Concepción residía en Ginamar –“en medio de las dos Ciudades de la Ysla

de Canaria quasi a la mitad del camino en un espacioso valle [árido, y estéril]”-; era

venerada casi todo el año, “expecialmentre el verano”, por numerosa gente de todos

los puntos de la Isla. Y no era aparecida allí, sino “quasi aparecida” dice textualmente,

“pues milagrosamente fue allí colocada según la antiguada tradición; traíala en

su Navio un Capitan, o fuesse por titular, y Patrona, como suele acostumbrarse

en las embarcaciones, o fuesse por especial devoción…”,

que se encontró en medio de una fiera tormenta o/y con falta de mantenimientos…,

llegando a una situación de canibalismo inmediato; y echándose a suertes “quien avía

de morir para sustentar [a] los otros”, le tocó al capitán, que pidió al menos 24 horas de

plazo para la ejecución…

Él prometió a la citada Virgen construirle su ermita en la playa a donde arribara si les

guiaba a tierra, y vinieron a dar a la playa de Jinamar: “hizo fabricar la Yglesia y colocó

en ella la santa Ymagen.” Aquí tenemos otro santuario canarii cristianado, sin duda; en

aquel principio del siglo XVIII –“en este año de trece”321, dice páginas atrás-, el conjunto

tenía un aspecto que fray Diego describe sucinta pero claramente:

“alegría de aquel Valle, pues siendo tan arido, y esteril, le da tal hermosura aquel

devoto Santuario, que desde que alcanza a verse las almenas de sus casas, y su

cerco infunde en los corazones Jubilos…”;

La Imagen

“es bien esculpida y graciosa; tiene mas de tercia de alto322. Está colocada en su

altar particular, y nicho proporcionado cerrado con rexa por la que se mira; y en

321 Es decir, este último apartado del manuscrito a cerca de los milagros de la Virgen del Pino, se estaba redactando en 1713. 322 En torno a 30 cm.

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el altar mayor se puso otra de una vara, o más de alto323. Desde su origen ha

sido siempre de mucha devoc.on venerada y visitada generalmente de todos, así

de los de la Ysla, como de extrañas Provincias. Han sido muchos los milagros

desta muy devota Ymagen…, así con los Navegantes como con los demás

afligidos, enfermos y necesitados, de los quales prodigios se ven en las paredes,

tirantes y rexa deste santuario algunos signos, como son pedazos de cabos de

Navios, espadas del Pez llamado espadave…”

Se cierra el capítulo reafirmando que la dicha de las Yslas Canarias era y debía su

fortuna a la Reyna de los Cielos quien las hizo afortunadas a todas y a cada una de ellas,

regalándoles las admirables y milagrosas Imágenes “halladas y aparecidas”, sin olvidar

otras muchas muy devotas y milagrosas que dilatarían mucho el compendio…

El Santissimo Christo de la Ciudad de la Laguna. Prodigiosa, antiquíssima, verdadera

efigie, de admirable, tremendo y venerable aspecto, milagrosa, que contaba con

excelente y decente culto, “con que le atiende, y venera su devotíssima y noble

esclavitud”: la Nobleza de aquella Ciudad é Ysla, y los cuidados solícitos de los religiosos.

Dice que es de madera de “Terebinto, nombrado árbol de bendición”, con citas bíblicas,

etc.,

y su “forma y artificio es de San Lucas, Joseph, y Nicodemus; todos tres

cooperaron a la fábrica desta efigie; y como quienes le vieron en la Cruz y le

baxaron de ella, y tenían tan reciente en sus potencias y sentidos la viva y clara

idea de lo que los ojos vieron”, pudieron reproducirlos en la efigie.

Es de entender que fray Diego lo dice, porque lo cree, materialmente. ¿Pensábamos

que no diría cómo llegó a La Laguna? Nos equivocaríamos, porque sí lo hace: la imagen

fue escondida por disposición divina en una cueva de la Ciudad de Damasco, en las

faldas del monte Líbano

“donde estuvo oculta esta Santíssima Ymagen tantos siglos hasta que por

voluntad del mismo Señor, la pasaron de allí los Santos Ángeles a la Ysla de

Tenerife, y Conv.to de Religiosos donde hasta oy se venera. De lo qual parece

cierta la tradición, que siempre a dicho aver llegado una noche desde los

principios de la Conquista a la portería del Convento dos jóvenes con esta

santíssima Ymagen, y entrándola los religiosos a que la viesse el Prelado, y los

demás, y vístola volviendo a los Jovenes no les hallaron, ni parecieron mas ni

hasta oy se ha sabido ni conocido quien fuesen; ni ay duda fueron los Ángeles.”

Asombroso; a veces, cuando no interviene la aportación fantasiosa del pueblo, los

relatos ni siquiera tienen ni portento, ni milagro alguno, sino credulidad franciscana o

323 Unos 90 cm.

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pura mentira o invención. Si en esas décadas del XVIII estaba amaneciendo en

Occidente la claridad de Las Luces, cómo denominar a esto: ¿el Agujero Negro de

Trento?

Añade una copia de unos epigramas en distintas y “varias lenguas, y idiomas”, que

colocó “el Adelantado D. Alonso Fernandez de Lugo su principal Conquistador”, en un

paño que rodea la cintura de la imagen.

La traducción de esos letreros advierte que 1) la imagen es verdadera Imagen de N.ro

Señ.or y Redemptor…; 2) que es Hijo de la Virgen y Rey de los Judíos…; 3) que en el día

del Juicio vendrá a juzgarnos...; 4) que cumplirá su promesa de que todos

resucitaremos… El resto da los nombres de los fabricantes de la efigie, y el lugar de

fabricación.

Aquí concluye el Compendio, en su página 247 del digitalizado.324

De nuevo el bucle cultural nos remonta a la Conquista y a uno de sus pretores: el

conquistador vandálico Alonso de Lugo –llegado en la primera arribada rejonista, hasta

hacerse Adelantado merced a su expeditiva acción en La Palma y Tenerife-, quien

aparte de deudo del comerciante de orchilla e intrigante cortesano Juan de Lugo, fue

cómplice de métodos del depredador jerezano Pedro de Vera, llegado en el verano de

1480.325 Siempre debe tenerse presente que este y el devastador jerezano pertenecían

al bando isabelino-aragonés en plena guerra civil frente al bando trastamárico-

portugués, mientras De la Algaba se decantaba por este último bando.

Ambos formaron un tándem carnicero, orientado a liquidar por la vía tajante la

resistencia nativa326: lo cual supuso un cambio de tendencia en los métodos de la

Guerra de Conquista. Ese espíritu déspota es el que ensalza el fraile en su Compendio, y

el que la elite canaria de ese siglo XVIII enarbolaba como ideología y seña de identidad.

Y eso no es ilustración, sino una realidad militarizada-clerical, sin tejido civil.

324 http://mdc.ulpgc.es

325 las fuentes jerezanas dicen que partió de allí el 1.VII.1480, y una semana después hacia Gran Canaria, desde el Puerto (¿de Sª María?). Fue escogido como jefe resolutivo por Alonso de Palencia para reducir Gran Canaria a los católicos, en base al prestigio que obtuvo como adalid en la toma de Montánchez, bajo mando del clavero de Alcántara Alonso de Monroy, según el texto o “epístola del secretario Hernando del Pulgar” Letra para el condestable, “escrita en la primavera de 1479” (citada por Ana Isabel Carrasco Manchado, en Isabel I de Castilla y la Sombra de la Ilegitimidad: Propaganda y ..., 2006). La significación de este momento es clave: Hernando del Pulgar, que fue embajador a Enrique IV ante los reyes católicos, justamente en 1480 fue elevado por la reina a secretario y cronista real, …en detrimento de Alonso de Palencia, que ya era se consideraba él mismo anciano, aunque también se sentía así el primero (Letra contra los males de la vejez (1482) al Señor doctor Francisco Núñez, físico). 326 Eran hombres cuyo carácter describe así Hernando del Pulgar: «vuestra condicion, …que en las otras cosas que por vos han passado, prosperas o aduersas, ni os vimos mouimiento en la cara, ni sentimiento en la palabra»… Jefes impasibles, despiadados, sólo movidos por el servicio al rey: «por ensalçamiento de la corona real e por el honor», por duro o largo que fuera.

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Hemos visto que no hay indicios de una andadura hacia Las Luces, no aparece en

ningún instante; la situación de la colonia era férreamente dependiente de la existente

en la metrópoli: la Guerra de Sucesión –que se encaminaba a su fin en los años de

elaboración del Compendio (hacia 1714)-, en la que el púlpito tomó una parte muy

activa en defensa del integrismo católico y el regalismo más feroz –del lado borbónico e

inquisitorial-.

Si el ilustrado español, como librepensador, debe tomarse con muchas reservas, en el

caso de Canarias hemos planteado que ni siquiera llegó a existir un Siglo de las Luces

como dinámica de modernidad, desarrollo económico-cultural, liberación clerical, etc., y

mucho menos un movimiento que pueda reconocerse como tal. Lo que se observa en

nuestro entorno es un Siglo de la Virgen: una forma de contra-integrismo mariano,

vestido de religiosidad elemental e infantilizada; la Diosa-Madre antes que, casi sobre,

el Dios-Padre. El fiel católico canario, era así, manso hasta el hueso, el más madrero, y

mejor de los vasallos, el perfecto colono, obediente y ahijado.

Ni siquiera se percibe un tenue amanecer en la arquitectura, …hasta las propuestas,

algunas gotas en un océano de tendencias retrógradas, de Diego N. Eduardo. Y el

predecesor de ese amanecer, afirmamos, fue Antonio Lorenzo, que en la Basílica ya

apuntó a una racionalización barroca, que se afianzó en el Hospital de San Martín

sutilmente.

Y así, el desarrollo cultural canario de fondo careció de una fase de maduración crucial

hacia el mundo actual: la ilustración europea de mediados del XVIII. A lo que se sumó el

convulso siglo XIX, y el salvaje XX; tiempo en que nuestras elites han seguido cambiando

de atavío según soplasen los vientos mesetarios, que acaban influyendo en nuestro

clima civil, 2.000 km al Sur.

Una visita a los fondos fotográficos del Archipiélago ilustra muy bien cómo las elites

isleñas, anglófilas y puerto-franquistas a comienzos del siglo XX, fueron sustituidas en el

escenario que se abría al objetivo de los fotógrafos, por las hordas militarizadas que

arrinconaron a nuestra población en el fondo de sus casas y sus mentes en los años

‘30s, ‘40s y ‘50s; el rey Alfonso XIII y su dictador Primo de Rivera, tras su visita a

Mussolini y al rey Vittorio Enmanuele, se llevaron a España el modelo de régimen

fascista que lograra enderezar las veleidades democráticas y civilistas, poniendo los

cimientos del autarquismo católico-español moderno.

Una década después, el golpista fusilador y demócrata-orgánico se apoyó en aquellas

milicias para sembrar el terror y concluir la obra. Tras 4 décadas de aturdimiento

policial, cuartelero y catequético, la rauda acomodación de las generaciones al

neoliberalismo de consumo y sustitución de valores, deja a la vista un paisaje social

desertizado. La desforestación civil no podía acabar de otro modo.

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Una de las grandes obras de Ciudad de Canaria

Muy avanzado el siglo XVIII, Ciudad de Canaria seguía languideciendo del mal que se

derivó de las represalias de las potencias marítimas contra la monarquía católica: la

escuadra del holandés Van der Doesz había quemado la urbe, sus edificios principales,

justo antes de comenzar el siglo XVII.

La política de la monarquía española

para conservar la colonia fue sencilla:

mantenerla tan pobre que ninguna

potencia viera beneficio posible en

poseerla, debido a la inversión radical

que precisaría para ponerla en

camino de desarrollarse por sí misma

en unas generaciones; en realidad es

la misma que la actual: hacerla tan

dependiente de la metrópoli, que

cambiar el sistema completo resulte

algo que desanime a cualquiera. En

las dos circunstancias hay una misma estrategia,

pero diferente táctica.

La posición que ocupa el Archipiélago en las

rutas del alisio o trade winds, que llevaban en

volandas hasta América –que Castilla había

convertido en su cueva del tesoro-, era nuestra

fortaleza; la extrema estrechez económica era la

debilidad que debía equilibrar aquel atractivo.

La invasión holandesa indujo más de un siglo de

postración y dejadez, estado al que se sumó la

larga Guerra de Sucesión para imponer la

dinastía borbónica, justo en el comienzo del

siglo XVIII, que prolongó aquella convalecencia.

A la entrada del rey ilustrado –despótico

ilustrado, claro está: educado en Nápoles, muy

lejos de París o London-, las cosas comenzaron a

moverse en un impulso sostenido.

59. El atrio de ingreso del HSM hacia el exterior

60. El atrio hacia los tres ingresos del

HSM: en el eje, la portada del oratorio.

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La señalada extrema estrechez que era nuestra debilidad que debía equilibrar el

atractivo atlántico327, se obtenía merced al control absoluto de la tierra por una exigua

casta de dependientes directos del rey, a lo que se sumaba la amortización y vinculación

estrechísima de los recursos; de modo que los tercerones328 de los linajes todos, debían

emprender la emigración –siempre al imperio americano- junto con lo mejor de la

mano de obra campesina. Ese fue nuestro tributo de sangre verdadero, que la

historiografía paisana restringe abstractamente al río humano que huía en barquillos de

vela, asumiendo el cuento de las cagadas de mosca de Pepe Monagas…

Esos dependientes directos del rey debían asumir la auto-defensa del país, mediante

una articulación de los labriegos serviles como milicia permanente, y financiando con

los réditos de diezmos y quintos reales –y sus hijuelas-, el conjunto de una economía de

resistencia patriótica, que incluía la fortificación física, eso sí, siempre a las órdenes de

veteranos enviados desde la corte a capitanearnos –y en su caso a fecundar a la hembra

más conspicua de la casta local, que alguna siempre tuvimos a mano-.

Es en este marco que tuvo lugar la llegada de los obispos que enviados por el rey –este

eclesiástico podía asumir la capitanía general del reino de Canarias y presidencia de la

Real Audiencia, en caso de fallecimiento

de su titular-, asumían la beneficencia

pública, y por tanto la provisión de

hospitales. Es un detalle revelador de

cómo se organizaba el estado del Antiguo

Régimen: la Iglesia era uno de los dos

brazos estamentales –junto con el

aparato de la corte real- de aquel poder.

Estos prelados elegidos personalmente

por Carlos III –un hombre muy piadoso- y

su confesor Eleta, y que debieron pasar

audiencia directa con el monarca antes

de partir hacia la colonia, para

expresarles qué se exigía de su ejercicio,

llegaron imbuidos del afán constructivo,

modernizador y sobre todo saneador, de

aquel monarca –ejercitado en la modernización en su reino napolitano-.

327 Hoy es el turismo de sol y playas versus total dependencia exterior.

328 El primogénito heredaba los mayorazgos y título, el segundón iba para cura –bien dotado con una

capellanía de la gruesa-, y las hembras –con una dote generosa- eran casadas con lo mejor posible de los

linajes competidores.

61. En línea roja, al N de la catedral, el HSM del

siglo XVI, que pervivió hasta el XVI.

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Este es el sentido de la iniciativa para proveer a Ciudad de Canaria de un hospital

acorde con su población, y con las necesidades más perentorias. Unos 300 años

después de la fundación del Hospital de San Martín –hecha como hospital de campaña

para atender a los heridos de la guerra de conquista y sus secuelas-, la Ciudad seguía

teniendo el mismo local, ubicado a las puertas de la vieja catedral o Iglesia de los

Conquistadores, una casona dando a la Plaza de los Álamos –ya que la plaza de Santa

Ana estaba vuelta de espaldas a ese punto al estar paralizada la construcción

catedralicia-.

Esta formaba como una ciudadela unida a la Vegueta profunda, en donde dominaban

el palacio episcopal, el Cabildo secular-Real Audiencia, el Cabildo eclesial y el tribunal

del Santo Oficio, etc., cercados más al Sur por la muralla y los monasterios de Sto.

Domingo, S. Agustín y S. Ildefonso –actual manzana del Museo Canario-…

Fue en este entorno, y dentro de una iniciativa de reanudación de la obra de la

catedral, donde se eligió ubicar una nueva sede para el Hospital de S. Martín –en

adelante HSM-. Casi un nuevo bastión fronterizo en el recinto de la ciudadela

veguetera.

El solar elegido se encontraba en un punto exterior secundario de Ciudad de Canaria,

pero no marginal: era uno de las portadillas de la Ciudad con su hinterland insular,

como umbral hacia dos direcciones importantes; las Vegas del Centro insular y punto de

repliegue defensivo ante invasiones –donde las Casas más importantes tenían

haciendas emblemáticas-, y la Vega de S. José, para la que se proyectó la ermita que ha

quedado como emblema del neoclásico diocesano más puro. De esa encrucijada

partieron las dos carreteras del Estado, hacia el Centro y el Sur, lo que refleja que ya fue

la encrucijada de esa parte de la

Ciudad.

En esa esquina exacta fue ubicado el

nuevo edificio del HSM. Sin ningún

espacio urbano de antesala que lo

vertebrara al sistema de salones

públicos urbanos, como nueva pieza

del sistema de centros y salones

urbanos: y quedó como una pieza más

del parcelario colmatando lo ya

compartimentado.

Por tanto, nació sin espacio

perspectivo o visualización. Sin su propia plaza delantera, lo característico de todo

edificio público –cívico o religioso-. Fue una mala decisión.

61. Patio articulador derecho del HSM, vista hacia

el oratorio.

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Pero el edificio erigido por el Coronel Rocha padre, Antonio Lorenzo, ha sobrevivido no

sólo gracias a su discreción –casi nadie en la ciudad sabe algo acerca de su paternidad o

biografía-, sino al hecho de que el antiguo régimen español nunca muriera en realidad.

No fue sino hace unas décadas que el Cabildo Insular grancanario dejó de asumir las

funciones asistenciales sanitarias a la población grancanaria –y provincial-…

Y lo hizo casi de perfil, al haber sido ubicado como esquina. Como diedro en esa

encrucijada de la salida urbana, hacia el Centro y el Sur. El edificio nos recibe con su

esquina, desde su pilastra izquierda.

La fachada a Naciente, en la salida antigua hacia Telde y el Sur, es nueva –del siglo XIX-,

y nada puede contar respecto a la consideración actual del edificio original de Antonio

Lorenzo; y lo mismo ocurre con sus otras dos fachadas, volcadas al Sur y Poniente: son

anodinas y de puro cercamiento respecto al barrio con que linda el complejo sanitario.

De la fachada al Norte es de lo que podemos hablar, sin olvidar que sigue articulada a la

concepción del edificio en cuarteles con patios al modo clásico renacentista, con

oratorio en su eje, dentro de una fábrica general mudéjar dando acceso a sus salas

mediante galerías y una escalera de concepción barroca-clasicista. En otro punto se ha

tratado esta faceta del edificio; ahora nos detendremos en el esquema iconográfico que

presenta esta propuesta estilística de Antonio Lorenzo, al hilo del levantamiento que

realizamos para estudiarla.

Como ignorando que iba a carecer de espacio visual, Antonio Lorenzo proyectó un

esquema perfectamente ordenado. Probablemente, en el momento inicial fue

concebido para dos plantas, a las que luego se añadió un ático, que quedó casi

embutido en una altura muy similar a la preconcebida: los ventanucos de sabor lusitano

logran hacerlo olvidar –porque casi lo expresan con su curiosa éntasis-, pero a poco que

se detenga la mirada analítica, esa condición de añadido parece evidente.

De ser así, habría existido un diseño anterior con dos plantas, que se remataría

posiblemente apoyándose sobre la cornisa de piedra que sobremonta la fila de

frontones partidos con su concha respectiva que rematan los ventanales del segundo

62. Una idealización de la posible fachada original de Antonio Lorenzo, en dos plantas.

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piso. No deja de tener interés hacer este ejercicio, para imaginar el posible propósito

estético de Antonio Lorenzo, su idea pura del edificio.

Quede bien claro que la imagen anterior es una Idealización, que trata de imaginar cuál

fue el propósito original de don Antonio

Lorenzo.

Creemos que la astucia ha valido la pena,

aunque sea sólo como divertimento: revela

una armonía extrema. No tiene mayor

mérito; en realidad es fruto del trabajo de

croquización para realizar el levantamiento

de esta fachada única en la Ciudad histórica:

por medio de ese ejercicio pudimos sentir la

lógica estrictamente simétrica de todas las

partes de la composición. El resto ha sido

atreverse a jugar.

Es sobre esta base de partida –muy

verosímil-, que procederemos a seguir el

análisis iconográfico. Porque el edificio real

es el adjunto bajo estas líneas:

La dis-armonía es evidente. Sin embargo, las necesidades de espacio debieron ser

perentorias, y el Coronel debió hacer lo menos malo que pasó por su entendimiento.

Siempre con un ojo puesto en nuestra Idealización –una argucia que debe

disculpársenos-, planteamos cómo el edificio presenta una sobriedad clásica rotunda.

63. La fachada actual, con el tercer nivel, quizá forzado por necesidades de espacio.

62’. El cuerpo de ingreso del HSM

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376

En esta austera pero elegante composición, hay tres cuerpos nítidos de huecos, con un

ritmo básico regular, divididos por un sistema de elementos de simetrización del

conjunto: el cuerpo central, compuesto por el atrio columnado –marcando el eje

funcional-compositivo-, más el eje del ventanal axial, que recibe un tratamiento

iconográfico de elementos heráldicos para reforzarlo –las armas estamentales del

obispo-patrono-.

Pero como elementos auxiliares no debe olvidarse que los

dos cuerpos laterales del programa, con sus huecos y llenos

de igual regularidad, fungen en conjunto como contrapesos

uno del otro, porque masiva y compositivamente contribuyen

a balancear el conjunto. Los elementos de remate lateral –

pilastras- y de distribución en niveles –cornisas- son también

muy nítidos. El proyecto, el esquema proyectual, es por

tanto, muy claro.

Hay un defecto extraño en este conjunto, en sí cuasi-

correcto: es la discordancia entre las columnas extremas del

columnar del atrio y el descuelgue de las dos ventanas

correspondientes del 2o nivel. No parece ortodoxo que esos

dos huecos apoyen en un punto aleatorio sobre el arranque

del arco rebajado que tiene bajo sí, aunque lo haga muy

cerca del eje de la columna sobre la que carga. Quizá plantear

esto sea un exceso de rigurosidad geométrica, pero mejor es

dejarlo descubierto; hay ahí un punto de debilidad

estructural-constructiva y compositiva, que sin

embargo no ha generado con los siglos ninguna

patología a los arcos en cuestión.

Acerca del uso del frontón partido

El uso del frontón curvo partido, variedad del

frontón tradicional que corona la fachada de un

edificio o un elemento de ella –ventana, etc.-,

cortándose o rompiéndose en su tramo central para

acoger algún aditamento decorativo, es muy

frecuente en la arquitectura barroca, por ser un

artificio ideal para sus fines: se conjuga el movimiento ondulante horizontal de la línea

curva en los sucesivos huecos, con la inserción de una mayor ornamentación en el

programa icónico.

64. Eje de simetrización.

65. El frontón partido y la concha.

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En el caso de la fachada del HSM, hay dos singularidades, acerca del uso del ‘frontón’

partido; el propósito es ideológico, propagandístico: marcar la concha jesuita-lorenziana

–una especie de firma del Coronel Rocha, como arquitecto Antonio Lorenzo-; y en

segundo lugar, los frontones son, digamos, curvilíneos, partidos pero con el tramo curvo

alejado del vértice, lo que contiene el manierista efecto ondulante, tanto

horizontalmente, cuanto en vertical –donde queda muy afirmado el centro y eje del

hueco-. E indudablemente es una solución austera, y por ello más adecuada al encargo

del HSM. En realidad, no es un frontón, sino un artificio para ornato y caracterización

del edificio como centro de beneficencia.

Es decir, el gesto es más clasicista que barroco, más 'racionalista' –aunque su móvil se

puede atribuir a economía de ejecución y costes, es válido como argumento racional-:

es casi neo-clasicista, o como ellos dirían, más puramente 'romano' que barroquizante.

No puede darse por hecho que el propósito fuera obedecer a cánones impuestos desde

la corte, en último término; hay que atribuir el mérito de modernidad al autor, que se

pone con ello en frontera con los aires internacionales –si no, inmerso de lleno en ellos-

. Su fecha: 177X.

Salvando las distancias, si Le Vau (1612-1670) creó el clasicismo francés –el estilo Louis

XIV-, que él supo combinar brillantemente con el barroco euro-cortesano, nuestro

Antonio Lorenzo parece haber hecho algo parecido en su trayectoria local, como vemos

en sus dos fachadas emblemáticas –Teror y Ciudad de Canaria-, sin olvidar la que

perdimos en la calle Malteses –su residencia familiar-; en la del HSM, concretamente,

combinando una panoplia de elementos barroco-locales con un clasicismo propio –

aunque tratadístico-.

Louis Le Vau es el reconocido creador del clasicismo francés; no es un arquitecto

célebre, al que hayan dedicado párrafos los historiadores del arte fuera de Francia –ni

siquiera los enciclopedistas-, pero su trayectoria es paradigmática –y exitosa-, pero

principalmente dejó formalizado el clasicismo sobre el que se teorizó el neoclásico

europeo. 329

329 Él descendía de una saga familiar de canteros; su padre dejó atrás el tallado de la piedra para hacerse

albañil, y después maestro de obras; el aprendiz-hijo trabajó con su padre haciéndole los diseños y

presupuestos, dicen las fuentes biográficas. Esto es, se inició como aprendiz, para hacerse arquitecto

práctico; carrera que luego consolidó él mismo, integrándose en las obras de urbanización de la Isla de

San Luís para hacerla área residencial parisina.

Allí comenzó haciendo casas sencillas, luego haciendas de campo, mansiones y palacetes, con lo que

impuso cierta unidad clasicista en la arquitectura a aquella Isla fluvial del centro parisino; en 1654 fue

nombrado Primer arquitecto del Rey, para reformar o adaptar los palacios reales –Vicennes, Tullerías,

Louvre, Versalles-, o el Hospital de La Pitié-La Salpêtrière de París –un macro-sanatorio de la capital para

más de 10.000 plazas (niños, hombres y mujeres), 300 de ellas carcelarias-, etc.

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De nuevo salvando distancias de gran escala, sobre todo en segunda parte de su vida, la

carrera acomodadiza de los

arquitectos barrocos era un hacer las

cosas bajo el criterio de buen gusto

asumido por la casta estamental;

algo, que no era controlado por otra

instancia que el consenso en el círculo

de poder dominante efectivo. Los

únicos referentes eran la tratadística

y los doctores titulados en

Quadrivium, aparte de los arquitectos

afianzados por su currículo, que solían ser; o militares –artilleros o ingenieros-, o

eclesiásticos, y en todo caso los tocados por una sensibilidad hacia las bellas artes –y

materias conexas-, muy poco generalizada.

Regresando a nuestro arquitecto barroco-clasicista y la

escala de su encargo, el HSM es un manifiesto, un pequeño

manifiesto. Para valorarlo, se podría hacer una lectura de su

imagen siguiendo las categorías que estableció Quatrêmère

de Quincy en su Diccionario de Arquitectura; este señala el

estado del pensamiento en la capital de Las Luces en el

tiempo napoleónico, así que debían ser ideas que estarían en

el ambiente y los textos más o menos teóricos, aunque hay

que manejar todo ello con cuidado para evitar anacrónicas

valoraciones…

Cuando se contempla el frontispicio del HSM, se puede

recorrer el texto categorizado por voces o términos conceptuales del gran teórico –el

Wilklemann francés-, reconociendo que Antonio Lorenzo logró plasmar aquellas

Mientras mucha de su obra es ostentosa, no es así el complejo de edificios Instituto de Francia –que

acoge las 5 Academias francesas, varios museos, colecciones y bibliotecas-, o la Orangerie de Versalles,

un palacete-belvedere –o altana que se recorre tectónicamente, esto es, por su techo, para visualizar los

jardines-, que son contenidos y casi clasicistas.

En realidad, Le Vau fue un maestro de la puesta en escena arquitectónica, siendo más un director de

equipos de artesanos, que un artista laborioso y de talento. Su salto de oportunista le llegó con el

encargo por Fouquet –superintendente real y el hombre más rico de Francia-, del proyecto de su palacio

en Vaux-le-Vicomte, donde integró tres cuerpos unidos sobre un salón ovalado central con el urbanismo

de jardines –que deslumbró la vanidad de los cortesanos-, y esplendorosas ornamentaciones…; también

fue su despeñadero, pues para inaugurarlo dio un festín de tal derroche de lujo, con el monarca como

invitado, que este ordenó su prisión semanas después –el cardenal Mazarino le había denunciado en su

lecho de muerte por malversaciones, corrupción, etc.-.

66. Remate de la esquina en el tercer nivel.

67. Croquis para nuestro

levantamiento del HSM.

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precisiones formalmente en su obra. Hay Armonía, hay Carácter, hay Conveniencia,

Corrección, hay Euritmia; hay Gusto, hay Práctica, Principio y Proporción; hay Proyecto,

Simetría, hay Sistema, Teoría y Tipo. Con mayor o menor fortuna, el autor logró

caracterizar esta propuesta como pieza singular, comprendiendo que era uno de los

edificios emblemáticos mayores para su Ciudad.

Eclecticismo: recurso para un añadido

Incluso, cuando asumió incorporar el elemento añadido –la tercera planta-, dotó a esta

de carácter propio –con algo de sabor popular- y cierta gracia eclecticista. Para el autor

de esta Tesis, hay ahí un portuguesismo declarado, tanto en el adorno de cantería que

acompaña la transición de la terraza al arranque del tejado, como en la curvilínea

guarnición de cada uno de los huecos de la franja de ventanucos del ático. Ese par de

soluciones no fueron dos descuidados plumazos, sino un gesto de sutileza para dar un

remate digno a su pieza y que resultara airoso, cuando menos, para el espectador.

Será necesario en el

futuro que se lleve a

cabo muchos otros

estudios para

sustanciar más

fundadamente las

afirmaciones que

aquí se hace; sólo

podíamos abrir los caminos, conscientes que

algunos de ellos podrán ser cerrados sin

encontrar salida, quedar desautorizados por

datos nuevos en investigaciones más

meticulosas; o en último término no puedan

ser esclarecidos nunca. Pero hasta el

momento, y como resultado del levantamiento

que hemos realizado personalmente para esta

Tesis, podemos valorar positivamente el

trabajo dl Coronel Rocha.

La ejecución muestra que, como en la basílica

de Teror, hubo un trabajo riguroso con el

equipo de canteros, albañiles y maestros que

intervino en la obra. Hay una más que correcta

ejecución de los elementos y componentes de

la cantería, lo cual implica la presentación de

diseños de detalle para los ejecutantes,

68. Fragmento de nuestros crioquis de levantamiento del HSM.

69. Escalera original de A. Lorenzo: tema

de barroco mudéjar-clasicista que resuena

con otras de Vegueta.

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etcétera. Y debe imaginarse que el ayudante directo del Coronel padre –Antonio

Lorenzo-, en todo ese trabajo gráfico fuese su hijo adolescente, Josef de la Rocha –

aunque solo dispongamos del respaldo de una única firma por su parte, al fallecer

aquel-.

Entre los elementos que identifican muy propiamente el HSM está su escalera barroco-

mudéjar clasicista, que es el elemento de articulación vertical del conjunto, casi en su

globalidad hasta mucho después de la terminación de la primera parte del complejo

hospitalario. Se encuentra junto al patio izquierdo de la planta, y conduce a la galería

del segundo nivel; esta sobrevuela el acceso al oratorio o ermita del HSM desde el atrio

en planta baja, en una solución muy arquitectónica.

La escalera tiene una fuerte resonancia con la que hace la misma función en el patio

del Colegio jesuita en el mismo barrio de Vegueta, y nos llevó siempre a especular si se

trata de un elemento que el Coronel repitió como tema propio o bien copió –no hemos

logrado conocer el autor de ese edificio, quizás Visentello-.

La autoría de la Casa-Palacio de Rocha

La autoría de la casa-palacete de la calle Malteses nº 12 –con un ala también dando a

la Peregrina-, fue residencia de los titulares de la Casa Rocha desde algún momento en

la trayectoria del Coronel padre, que fue el autor de su fisonomía neoclásica según por

lo menos dos testimonios.

Él se llamaba realmente Antonio Agustín Lorenzo de la Rocha y Béthencourt, y según el

genealogista Rodríguez Díaz de Quintana había nacido el 24.IV.1712 y muerto el

27.IV.1783 –lo que es del todo exacto, si se contrasta con otras fuentes-.

Antonio Agustín había sobrevivido y alcanzado la mayoría de edad y la primogenitura

de su familia y su casa nobiliaria, después de que nada menos que tres hermanos –

Francisco (n. 1700), José Nicolás (n. 1703) y José Antonio (n. 1708)- no lo consiguieran,

pues murieron todos en su infancia o adolescencia, sucesivamente.

Este es sólo el comienzo una historia familiar de fatalidades, en el que al menos uno de

ellos murió en el ejercicio de la alcaidía del castillo del Romeral, al reventarle un cañón

de aquella casa-fuerte –desaparecida después en esa fatalidad del linaje-; pero muy

poco más sabemos acerca de ellos, lamentablemente. Hasta ahora.

La tormentosa historia del XIX del imperio colonial español debe tener mucho que ver

en ello, pero también la intrahistoria local…; nunca podrán esconderse las duras

relaciones entre su padre –don Cristóbal de la Rocha Bèthencourt- y el jefe de la casa

del Castillo –Amoreto- por el control del SurEste grancanario, ya que la documentación

del motín de Agüímes las desveló, y también está documentado que ambos fueron

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citados a presentarse ante el capitán general en Santa Cruz de Tenerife para ser

llamados al orden por soliviantar a sus partidarios rspectivos…

Era una agria disputa intrafamiliar –o al interior de una parentela antigua-, porque

como veremos, una antepasada de la Casa Rocha fue el tronco del que surgieron el

condado y resto de marquesados de Gran Canaria. Para rematar todo ello, las

conductas necias de los auto-engrandecidos, acabaron de enterrar literalmente la

factoría/casa-fuerte de Santa Cruz del Romeral, con cierta ayuda del fascismo en los

tiempos de su empoderamiento en la Isla a raíz del golpe del 36 –no sabemos si para

lucro particular o para financiar la guerra de exterminio-.

Y también después de la absorción por el condado de la Vega Grande de la Casa Rocha,

se dejó languidecer ese conjunto patrimonial, hasta lapidar con el mismo la poca

documentación que generaría aquel castillo-industria del Romeral; parece como una

consecuencia física del descalabro nobiliario que sufrió el linaje con todos estos golpes,

en cuyo centro debió estar el descrédito en que la hundió el rey Carlos IV, en la persona

de don José, el Coronel hijo. Coconjunto patrimonial aquel un poco insólito en aquellas

soledades del sur grancanario antes del monopolio turístico, pero perfectamente lógico

en su función vital para las pesquerías y el abastecimiento a las flotas de paso: la sal de

sus salinas…, que hoy sigue siendo de una deliciosa calidad.

Naturalmente, también esta importante producción fue objeto de una sorda guerra

entre ambas casas, que ha dejado rastros sobrados en la documentación de nuestros

archivos históricos; seguro que también en los fondos particulares de ambas casas, pero

estos están por ahora hurtados a la vista de los especialistas en su estudio…

Será necesario –es un reto cultural- acabar con ese aldeanismo algún día!

Política endogámica de enlaces

Antonio Agustín debió ser un niño no sólo muy deseado por sus padres, sino también

mimado por la jefa real de la Casa, doña Ángela Teresa Lorenzo de Bèthencourt –que a

mediados del XVIII sería ya una pre-anciana (unos 75 años)-, con el objeto de que

corriera mejor suerte que sus hermanos.

Casó, como ya sabemos, con la ilustre palmera Antonia Joaquina de Alfaro

Monteverde, en un matrimonio de pura conveniencia –al parecer la novia era mayor

que el Coronel-, enlace arreglado por sus conspicuos tíos Lugo –potentes líderes en el

Cabildo catedralicio y el poder episcopal-, también oriundos de esa misma sociedad

palmera-. Acerca de Antonia Joaquina no conocemos casi documentación que ilustre

algo acerca de su vida, ni en La Palma ni en Gran Canaria, hasta el momento.

Una vida doliente, típica del Antiguo Régimen

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El Coronel hijo tiene aun características similares a sus padres, en cuanto a la carencia

documental que padece toda esta saga familiar –en parte, según ya hemos consignado,

por la cerrazón de sus descendientes-.

José Antonio de la Rocha nació en 27.II.1743 y murió el 14.X.1800 –como ya sabemos,

en la epidemia de peste de Puerto de Santa María de ese verano, pues allí residía en tal

momento-; había casado, según los citados genealogistas, en Telde el 22.XI.1761, con

Marcela Carvajal y Matos (m. 4.IX.1762). Es decir, el Coronel hijo se vio casado, padre y

viudo en el curso de algo más de nueve meses; es decir, el periodo de un embarazo de

doña Marcela.

La probable razón de la muerte de su esposa –que debió quedar encinta

inmediatamente después del enlace- fueron las complicaciones tras el parto de su único

hijo, Agustín María del Pino de la Rocha Carvajal –que es en buena parte el protagonista

de este epígrafe-, nacido dos días antes del fallecimiento de aquella (2.IX.1762).

Lo cual da una explicación acerca del temperamento tan estoico y descreído –pero

piadoso- que muestra don José en su Diario…, al enfrentar la injusta situación y

condiciones que hubo de padecer, entre su cautiverio en Toulousse y su encausamiento

en el consejo de guerra por la entrega de la super-mega-fortaleza de Figueras, y luego

los días anteriores a su encuentro

con la peste –o fiebre amarilla-.

Agustín Mª del Pino –que sería el

último Alcaide perpetuo del castillo y

casa-fuerte de Santa Cruz del

Romeral-, fue casado con Rosalía de

Lugo-Viña y Molina –hija de los

marqueses de Villafuerte, como

vimos (y prima segunda suya, según

el Nobiliario de Canarias)-, natural de

La Orotava, el 23.I.1785.

Estos fueron padres de otro hijo

único, Antonio de la Rocha y de Lugo-

Viña, que casó por poderes al

parecer, en 5.IX.1813 con Cayetana

de Lugo Herrera Leiva –prima suya

también, según la misma fuente-, y fueron padres ya de cuatro hijos al menos

Acerca de aquel matrimonio, de Agustín Mª del Pino y Rosalía, hay en Gran Canaria

menos documentación aun; y abundando en ello, el genealogista D. Miguel Rodríguez –

que atribuye aquel atípico segundo apelativo (Mª del Pino) a la gran devoción de su

70. La casa-palacete de los Rocha en la c/. Malteses,

vista desde la del Cano. Puede apreciarse la factura

neoclásica que inspiró a sus seguidores, Luján p. e.

(cortesía de la familia Bello)

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abuelo, el Coronel padre, a la patrona grancanaria y a su ascendencia en la basílica de

Teror-, afirma que no se ha encontrado su testamento.

Quienquiera que fuese de todos ellos, fue uno de los introductores del más nítido

neoclásico en Gran Canaria y el conjunto del Archipiélago…

Ya sabemos que esa autoría se le atribuye al Coronel padre, pero es de una forma algo

inconsistente: esa atribución la hizo el autor del Nomenclátor de Las Palmas Navarro

Ruíz (1943) –que era a comienzos de siglo XX una especie de cronista oficial municipal-,

aunque confundiendo las biografías de padre e hijo y dando una identidad difusa al

personaje… Por razones de cronología, suponemos que esta propuesta fue anterior a la

que dió más adelante Sebastián Jiménez Sánchez, cuando la casa-palacete iba a ser

derruida para septuplicar su valor en planta…

Si pudiéramos dedicar unos párrafos

a los enlaces preacticados por las

familias Lugo y Rocha se haría

evidente que hubo una sistemática

de entroncamientos estamentales y

de optimización del linaje clara y

programada. Transitaríamos por el

núcleo duro de los poseedores de la

tierra y el patrimonio: no otro

sentido tenía esa política recurrente

y sistemática de entronques entre

primos. Crear mayorazgos y

vinculaciones, muchos hilos de los

cuales acababan en manos muertas.

El enlace de Agustín Mª del Pino de

la Rocha y Carvajal con Rosalía de

Lugo-Viña y Molina tuvo lugar,

según el genealogista Miguel

Rodríguez, el 23.I.1785

presuntamente en La Orotava –

aunque ya hemos visto que el

Nobiliario… dice contradictoriamente que fue, ora en La Orotava, ora en Las Palmas-; ya

hemos aclarado –al encontrar nosotros la partida de matrimonio en La Orotava-, que lo

correcto es lo primero.

Es de suponer que los padres, o al menos algún familiar, de Agustín se trasladaran

desde Ciudad de Canaria a la sofisticada Villa de La Orotava (Norte de Tenerife) para tan

70’.Imagen parcial de la Casona Rocha, en la

c/. Malteses nº 12.

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especial ceremonia de entronque de la nobleza orotavense con los Rocha; obviamente

esto no es un cotilleo social, y quizá algún día pueda localizarse noticias literarias o

simplemente básicas referentes a este evento, despejando un poco la niebla que

encubre todo ese tiempo, no tan lejano... Por la siguiente razón: como expresa la

partida de matrimonio, asistió, como testigos a los novios, lo más granado de la

sociedad orotavense; en particular, personajes como el padre del gran ingeniero

Bèthencourt330, por lo que vale suponer que estuvieran presentes tanto este, cuanto su

hermano José, que actuaba por entonces en Tenerife como arquitecto prestigioso331.

La Casa-palacio familiar de los Lugo-Viña es de una obvia similitud formal y

compositiva, casi plenas, con la que fue idéntico tipo doméstico para la de los de la

Rocha: la Casa-palacio de la calle Malteses. Cuál de ellas es el referente estilístico de la

otra? Interesante cuestión. La información urbana que da el propio municipio de la Villa

acerca de este inmueble es rotunda: su autor fue José de Bèthencourt y Castro: el

hermano arquitecto del célebre ingeniero del zar ruso. La pregunta consecuente es,

insistiendo: ¿hubo una confluencia de líneas intelectuales y formativas paralelas, de

Ciudad de Canaria hacia La Orotava, o al revés?

Pero lo más destacable –para una tesis de arquitectura e historia del patrimonio-, es la

presencia de la ilustrada familia del gran ingeniero D. Agustín de Béthencourt y Molina –

su padre D. Agustín de Béthencourt y Castro, aun con el grado de simple capitán, pero

ya con el alto rango social-institucional como caballero de Calatrava-; ya resaltamos que

debió constituir todo un evento familiar-social-estamental, al que debió asistir el

arquitecto neoclasicista D. José, hermano del célebre ingeniero D. Agustín.

Al parecer, no debió asistir este último: según sus biógrafos, el que sería ingeniero e

inventor-desarrollador de éxito en los comienzos de la industrialización europea, en

1785 debía andar por París (estaba allí en 1784) o recién vuelto de allá. Después de

abandonar la isla en 1778, a la edad de 20 años –había nacido en 1758- para comenzar

sus estudios en los Reales Estudios de S. Isidro, ya no volvió a la Isla; le había llamado a

ello, según S. Padrón Acosta (1958)332

330 Como es sabido, los de este apellido en Tenerife grafiaron Bethancourt –en particular, los de esta familia, como sabemos por la correspondencia familiar entre el ingeniero y sus padres-; yo he seguido la recomendación de D. Antonio Massieu, descendiente de ellos, para grafiar Bèthencourt, al parecer fiel al uso original. 331 Por supuesto, sin título académico hasta donde sabemos; hemos de insistir que por entonces una profesión reglada y liberal de arquitecto –salido de una ETSA y colegiado, etc.- tal como después se desarrolló hasta el presente siglo XXI, era simplemente inconcebible entonces, porque los cambios de estructura socio-económica y disciplinar eran impensables –incluso, inasumibles e indeseables para aquella casta, realenga y ultra-católica-. 332 Citado en La familia de Agustín de Betancourt y Molina. Correspondencia íntima. Juan Cullen Salazar (2008), depositario del ‘fondo Betancourt-Castro’.

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“el Marqués de la Sonora…, mediando en esto la influencia del docto tinerfeño don

Estanislao de Lugo y Molina, a la sazón director de los Reales Estudios” citados.

Obsérvese que ese docto tinerfeño don Estanislao de Lugo y Molina era hermano de Dª

Rosalía…

Un arquitecto pre-académico local

Respecto al arquitecto neoclasicista D. José, hermano del ingeniero D. Agustín y

poseedor del mayorazgo de la Casa de Castro, vale resaltar aquí ciertos datos que

aporta Juan Cullen Salazar, depositario del ‘fondo Betancourt-Castro’ en su libro La

familia de Agustín de Betancourt y Molina. Correspondencia íntima (2008).

A primeros de 1797, el gran botánico Andre Pierre Ledru hizo una escala de más de 4

meses en Tenerife, al regreso de la expedición científica oficial francesa a Las Antillas, y

la tarde del 13 de febrero visitó los jardines de la Villa de La Orotava con don José de

Betancourt, consignando en sus notas:

«este español, que dice pertenecer a la familia de Bethencourt333, conquistador

de Canarias, es uno de los hombres más instruidos y amables de la isla. Amigo de

las artes y especialmente de la arquitectura, ha viajado por Francia, Inglaterra y

España; posee una buena

biblioteca, habla nuestra lengua

con bastante corrección y es

miembro de varias sociedades

literarias de Europa. En su casa

he visto una colección preciosa

de cuadros de Rubens, Van Dick,

El Españoleto y Miranda.»

Cullen atribuye, con otros especialistas,

a D. José –al ser el poseedor del

mayorazgo de Castro-, la formación de

tal colección pictórica, con la

colaboración de su hermano el

ingeniero; es interesante además

retener que D. José realizó el clásico

viaje de estudios ilustrado por los

centros europeos de su época, aunque

no se acercara hasta los focos greco-

romanos del clasicismo, y que su especial inclinación fuera hacia la arquitectura, algo

poco frecuente entre sus paisanos –en general, la inclinación de los personajes

333 Adviértase cómo grafía el apellido este francés.

71. Casona de los Coroneles y Casa Rocha, en c/.

Malteses nº 12: desde la c/. del Cano en 1962: lo

que se apreciaba en la foto de los Bello es los dos

ventanales derechas de su fachada.

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ilustrados era hacia las artes y/o las ciencias-. Lo cual quedó ejemplificado muy bien en

el diseño de su propia casa; pero también se debe consignar una relación muy

significativa:

“la amistad de José de Betancourt con los escultores Luján Pérez y Fernando

Estévez”334.

Asimismo, debemos consignar su dedicación común a

“proyectos artísticos… entre los que citamos tabernáculos, expositores, etc.”

Esa relación y dedicación común es muy interesante por cuanto establece un puente en

varias dimensiones entre los artistas y arquitectos que ejercían en las distintas

generaciones e Islas, y que venía y fue pasando desde Pedro A. Del Castillo a Antonio

Lorenzo de la Rocha y su hijo José, José de Betancourt y Fernando Estévez, José y Diego

N. Eduardo y Luján Pérez, y otros, en un

decurso temporal que fue desde mediados

del XVIII a mediados del XIX; sólo entonces,

las distintas profesiones se acabaron de

profesionalizar, al ser de-construidos los

gremios y liberalizarse los oficios,

establecerse oficialmente las titulaciones,

etcétera-.

No apareció en Tenerife dato alguno

relativo a la casa-palacio de Malteses, 12.

El edificio cayó en el año 1977, según

muestra la fotografía aérea disponible en

SITCAN; una de 1962 va adjunta;

afortunadamente, puede reconocerse la

presencia del edificio en la textura urbana,

y reconocer el proceso de destrucción

patrimonial que se ensañó con la calle Malteses. Alguna imagen permite incluso

reconocer su entidad como casona canaria con patio y su formalidad de fachada con

lenguaje neoclásico especialmente explícito.

Parece ser que, en general, era conocida como Escuela de Industria, como puede verse

desde la información referente a la convocatoria de elecciones del año 1933, pues allí

quedó ubicado el Colegio electoral correspondiente a la Sección 2ª ‘General Bravo’ –los

334 Este artista es tan querido por la sociedad orotavense, que la calle estructurante de la Villa se denomina hoy ‘Carrera de Fernando Estévez’ (antes La Carrera).

73. Artículo de crítica por el derribo de la pieza.

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electores residentes a fines de 1932 en las calles Travieso, Cano, Enmedio, Cairasco del

nº 1 al 45, Dr. Déniz, Clavel, Malteses335 y G.ral Bravo (La Provincia, viernes 17.XI.1933).

Igualmente, en el anuncio de la venta del inmueble en el año 1961 (7.X.1961),

dispuesto por la última heredera –doña Rafaela Manrique de Lara y de la Rocha-,

leemos una denominación similar –Escuela Industrial-; al mismo tiempo, vemos que era

también propietaria de las dos casas adjuntas hasta la calle Peregrina: la última de estas

funcionaba parece ser como talleres de la Escuela. La operación se realizaría en el

despacho del abogado D. Antonio Limiñana (c./ S. Agustín, nº 19), unos días después.

Finalmente, adjuntamos un valioso artículo de advertencia escrito por el ínclito

falangista Sebastián Jiménez Sánchez –El Eco de Canarias, sábado, 16.III.1968- exigiendo

Respeto y atención a los monumentos histórico-artísticos, en reacción a la demolición de

dos piezas esenciales de la Ciudad: una de ellas, la casa-palacio de los Rocha. Y atribuye

su autoría al Coronel Rocha, es decir Antonio Lorenzo de la Rocha Béthencourt; no dice

en qué fuente se fundaba –esperemos que no fuera (sólo) D. Carlos Navarro Ruíz, autor

del Nomenclátor…-, pero debía tener información fidedigna, porque él sí era un

conocedor del patrimonio y otras muchas cosas canarias.

Aunque él sólo era Maestro Nacional de formación y titulación, y funcionario de la

Junta de Obras Públicas de oficio, había sido designado en 1941336 Delegado o

Comisario de Excavaciones Arqueológicas de la Provincia de Las Palmas, y era estudioso

bien informado al respecto, como es sabido, y se desprende muy bien del contenido del

artículo; movido quizá, por resentimiento, pues había sido destituido –o lo iba a ser ya-.

Era académico correspondiente de la española Real Academia de la Historia, también

tenía carnet de periodista profesional, y dirigió varias revistas, aparte de ser articulista

frecuente, mantener una ingente correspondencia con cuantos significaban algo en el

mundo cultural, y de elaborar varios libros y actuar infinidad de veces como asesor de

autoridades, párrocos, etc., y ejercer como solicitado conferencista y pregonero sobre 335 Conviene tener presente que a fines del XIX se decía: “calle del General Bravo, antes Malteses…” (Diario de Las Palmas, 27.I 1898) 336 El resultado de esa labor es el Fondo Jiménez Sánchez, donado al Museo Canario tras su defunción en 1984; se expone muy en extenso la misma en: Sebastián Jiménez Sánchez y la investigación arqueológica en la provincia de Las Palmas (1940-1969): un balance historiográfico, por Manuel E. Ramírez Sánchez (XIV Coloquio de Historia Canario-Americana). Considerado en 1941 “persona debidamente capacitada” al respecto de las cuestiones patrimoniales, sus funciones –nunca remuneradas- dependían de la CGEA, dirigida por el falangista amigo del general Franco, catedrático Martínez Santa-Olaya, dependiente a su vez del Director General de Bellas Artes y este del Ministerio de Educación Nacional. En 1955 fue reordenado todo el servicio arqueológico español, poniendo a la cabeza de las delegaciones provinciales a catedráticos de las Universidades correspondientes: Elías Serra Ráfols en La Laguna, que se conformó con los arqueólogos no profesionales que eran Cuscoy y Jiménez, a pesar que la Ley de aquel año exigía mayor capacitación. En 1968, ya forzado Serra por una nueva Ley, sustituyó a Jiménez por José M. Alzola, dada su condición de directivo del Museo Canario, como Consejero Provincial de Bellas Artes. Es en esos momentos cuando Jiménez escribió su artículo reseñado, razón probable de que pudiera ser crítico con los responsables-autoridades.

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temas del país... Como dato estimativo: la Colección S.J.S. obrante en El Museo Canario

–no es otra cosa que su archivo personal-, tiene un inventario de catalogación que

abarca la enormidad de 303 folios mecanografiados clasificatorios de unas cien cajas de

documentos; pocos archivos personales podrían equipararse al suyo en el Archipiélago.

Es el de una persona meticulosa e informada, como buen policía que era337.

Así que debemos dar por creíble su atribución acerca de la Casa-palacio de Malteses

12, aunque insistiremos en encontrar un testimonio declarativo, en el entorno directo

de los Coroneles.

Obviamente, las cartas estaban echadas y bien marcadas en la Ciudad de los ‘60-70s:

para regocijo de los promotores de uno de los edificios más vulgares y rentables de la

Ciudad, fue derruida la joya de arquitectura doméstica que había inaugurado la

introducción del neoclásico en el Archipiélago –y quizás fuera el modelo de influencia

que trasplantó ese racionalista e ilustrado estilo a la Orotava: la Casa Bethancourt y

Molina; ¿por vía de Agustín Mª del Pino?-.

En todo caso, en los testamentos de los descendientes de Antonio Lorenzo se evidencia

que ninguno de ellos adquirieron el inmueble y/o erigieron la casona neoclásica que nos

interesa. Todo parece apuntar que lo tuvo o debió hacer el Coronel padre, D. Antonio

Lorenzo de la Rocha y Bethencourt…; quizás lo hiciera tras la compra de una casa

terrera –como era la que lindaba por poniente con el nº 12 y hacía esquina a la calle

Peregrina-, la cual reformó añadiendo una segunda planta, etc., y que presumimos

convirtió en el delicado y rotundo manifiesto fundador de la presencia neoclásica en el

Archipiélago: pudiera ser tal vez que ese inmueble fuera el almacén salinero de la Casa

Rocha desde antiguo... O cualquier otra posibilidad, por supuesto.

Durante las pesquisas para descubrir la adquisición de Malteses 12, sí aparecieron las

importantes compras –ya señaladas en otro punto, en torno al Barranco de

Guayadeque y de Las Majoreras-Carrizal, que pensmos tenían la intención de fundar allí

una Nueva Población:

“Veinte cercados, cituados en la Banda, Las Rosas, Machos del Ajulagal, y Cantarilla, con

Cuatro días y media hora de agua, de á veinte y cuatro horas el día, del heredamiento

del Barranco de Guayadeque y Mina, con más Doce horas del de las Majoreras, Un

Grande Estanque, Un Granero, Pajares, Alpenderes, y Cinco Casas, todos estos bienes

han sido comprados, y el ALvercon, Granero, Alpenderes, y Pajares fabricados por los

Coroneles Dn Antonio, Dn José, Dn Agustín de la Rocha, y el otorgante, quien ha

invertido en sus compras tres mil treinta y seis p.s corr.s, se advierte que ademas de los

Cuatro días y media hora de agua referidos hay vinculada Dos días y medio p.r Dn

337 Su archivo revela que fue un delator político vocacional, desde bastante antes del golpe fascista de 1936.

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Antonio Lorenzp, y Un día y una noche, ó lo q.e es lo mismo Dos diaz, p.r el Presbº Dn

José de la Rocha, siendo el total de agua entre vinculada y libre á esta f.ha ocho diaz

doce y media horas, con Doce horas del heredam.to del de las Majoreras.” Así como en

diversas localidades del Sur, el Cantro y el Norte de la isla.

Hemos terminado suponiendo que la razón de nop encontrar su origen es que habría

pertenecido a los bienes entrados en la masa patrimonial por vía del Presbítero D. José

de la Rocha. Con tal fin obtuvimos en el Colegio de Notarios de Las Palmas –gracias al

buen hacer del oficial de su archivo Antonio Cárdenes, con autorización oportuna-, tras

dificultosas gestiones en el Registro de la Propiedad nº 1, datos que pueden permitir

alcanzar la trayectoria de esa finca y edificio. Van a continuación.

Al morir D. Diego Manrique de Lara y Casabuena el 20.II.1903 en Las Palmas de GC sin

haber otorgado voluntad, el juzgado de 1ª instancia emitió auto de 21.VI.1906

declarando únicos y universales herederos ab intestato a sus hijas Dª Cayetana, Dª

Rafaela –asistida esta por su esposo D. Santiago de Ascanio y Montemayor- y Dª María

del Rosario, procediéndose a una Partición de Bienes efectuada por el licenciado D.

Tomás de Zárate y Morales. Todo ello, según escrituras obrantes por ante D. Agustín

Millares Cubas en 16.XI.1918.

De la misma obtuvimos –apartado Treinta y cinco de la citada Partición-, que la “casa

de planta alta señalada con el número doce de gobierno, situada en el barrio de Triana,

calle de los Malteses, hoy General Bravo, que linda…”, que medía 470 m2

aproximadamente y se encontraba libre de gravámenes, “la adquirió Doña María de los

Dolores de la Rocha por iguales títulos que las dos anteriores [casas]” –dando sus datos

registrales-; esos títulos eran, se dice en la nº 33 (porque la nº 34 también remite a

ella), “por adjudicación que se le hizo en la partición de los bienes que pertenecieron á

Don José de la Rocha y Lugo, protocolada ante el Notario Don Vicente Martínez el diez y

nueve de mayo de mil ochocientos ochenta y cuatro” –y da los datos de Registro de la

Propiedad-. Su signatura de catalogación en el AHPLP es la nº 3.502.

Del testamento de un heredero de los Coroneles –D. José Eustaquio- quedaron

líquidas en Metálico, 12.600 pesetas; en el apartado de Alhajas de todo tipo –desde

palmatorias a escribanías o espejuelos de plata, cubiertos de lo mismo, cáliz y

vinagreras, medallas y crucitas, leontina de oro, lente de aro y bastón con puño de lo

mismo; un reloj inglés y una caja de oro para rapé,338 unos candeleros y trozos de plata,

etc.-, unas 3.254 ptas.

En el apartado de Muebles se relacionan 2 relojes de sobremesa, una licorera de

platina, una cigarrera de id., 18 sillas de caoba forradas de damasco, un sofá de id., dos

bandejas de charol, 8 esquineros de caoba, 12 sillas de rejilla, 2 mesas de caoba de

338 Nuevos pinceladas pictóricas del cuadro histórico: es fácil adivinar el porte de don José…

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arrimar, una mesa redonda de caoba, dos jardineras, dos jarras de China, un sofá de

pinsapo con cojines, un catre de caoba, diez marcos de id., un velador y un tocador de

id., 12 sillas de rejilla, un sofá de pajilla, un sillón de madera, una mesa escritorio, un

sillón de caoba u rejilla, un esquinero y una cómoda de caoba, una carpetita de cedro,

un veladorcito de caoba, una caja de cedro, una bañadera y otra pequeña de caoba, una

mesa redonda de caoba, un tocadorcito de caoba, un juego de bañaderas, dos burras

para un cofre, una banca con su lebrillo, una mesa de caoba, otra de moral, un ropero

de pinsapo, un aparador y estante, una silla de madera, una bañadera de pinsapo, una

banqueta antigua, una arquilla antigua, una mesa tocador, una silla cama de rejilla, un

catre de acero, una cajita de cedro para papeles, una caja de pinsapo para plata y otra

para papeles, dos mesas de juego, 12 sillas pintadas y otras 12 de escamilla, dos

rinconeras doradas, un sofá de rejilla con cojines, dos sillones de mimbre, 4 cajas de

tresillo, dos palmatorias de cristal y una de platino339, una lámpara de colgar, una

mesita de pinsapo, una espátula, una escalera de pié, un mortero de mármol, un reloj

con su repisa, una caja de música, un anteojo antiguo (15 ptas.), un anteojo moderno

(125 ptas.), una silla de montar (80 ptas.), otra de cuero de cochino (40 ptas.), otra muy

destrozada, unas cabezadas con sus frenos, un baúl maleta de cuero, una sombrera de

cuero, un carpeta de cuero, ocho pipas (en la bodega del Palmital) y 6 más pequeñas, y

6 más para liña (sic.), los canteros de la bodega, 1 bolsa (¿) y dos tercios y medio, un

juego de café, dos mesas de pinsapo, una caja y un esquinero de tea, una banqueta

antigua, una percha de pinsapo-: en total unas 3.293 ptas.

Esta relación nos permite un recorrido virtual por las estancias de la casa de la calle

Malteses en los tiempos de D. José Eustaquio, es decir un siglo después que los

Coroneles Rocha padre e hijo circularan por ellas; es incuestionable que algunos de esos

enseres debían proceder de los tiempos de estos… Sería lícito preguntarnos si ese baúl

maleta de cuero o esas dos burras para un cofre, pudieran ser parte de los enseres que

se enviaron a la Casa del Coronel D. José de la Rocha desde Puerto de Sª María tras su

fallecimiento; es posible que las autoridades sanitarias grancanarias impidieran la

entrada de aquellos bultos, pero...

A continuación veremos su apartado de Cuadros, que completarán la escena.

Son casi todos de tema religioso: un marco antiguo de S. José, otro de la Virgen, otro

de S. Juan340, dos paisajes antiguos, dos modernos, 6 cuadritos con grupos de niños,

uno grande grande (sic.) del Corazón de María, uno antiguo del Señor, 2 paisajes de

Carrión y 2 más menores, uno de las bodas de Canaán, uno de la Virgen de Belén, uno

339 en el apartado de Alhajas se había incluido “un velón para aceite”, la pieza de más alto valor (413,08 ptas.), por encima del de un juego de 18 sillas de caoba forradas de damasco (360 ptas.), o el juego de afeitado de plata (363 ptas.). 340 Todos estos por valor de 150 ptas., como el conjunto de 6 cuadritos de niños; los demás oscilan entre 30 y 50 ptas., menos el de las bodas de Canaán (10 ptas.).

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pequeño ovalado de S. José, un paisajito del Descanso en Egipto, uno de S. Jerónimo,

otro de la Magdalena y otro de la Anunciación, otro de un Calvario, y otro de la Oración

en el Huerto. Eso es todo: una densa atmósfera monacal que domina por completo;

aparte de ello, contrasta muy fuertemente con el nivel de calidad y valor de la

pinacoteca que exhibía en la Orotava la familia Bethancourt Molina.

Entre los Inmuebles aparecen las dos casas de calle Peregrina y la de la de Malteses, que

formaban la casa-palacete familiar.

“Ciento cincuenta y tres. Una casa de planta alta situada en esta Ciudad de Las Palmas,

barrio de Triana, y calle de la Peregrina, señalada con el número tres de gobierno, que

mide de superficie doscientos metros cuadrados aproximadamente. Su valor siete mil

quinientas pesetas.

Ciento cincuenta y cuatro. Otra casa de planta baja ó terrera en la misma situación

señalada con el número primero de gobierno, que mide de superficie ciento quince

metros cuadrados aproximadamente. Su valor cuatro mil novecientas pesetas.

Ciento cincuenta y cinco. Otra casa de planta alta situada en la calle de los Mateses,

señalada con el número doce de gobierno, en dicho barrio de Triana, que mide de

superficie cuatrocientos setenta metros cuadrados aproximadamente. Su valor diez y

ocho mil pesetas.”341

Entre las consideraciones que cabe hacerse al respecto de los bienes considerados, no

es una menor la de que, como parece obvio, el equipamiento doméstico de la casa

familiar no presenta el menor indicio de ser el de una familia ilustrada –o bien lo había

dejado de ser-: no hay rastro alguno de biblioteca o instrumental de cualquier tipo –

salvo los anteojos-, ni de algún libro suelto siquiera; y su misma colección de cuadros

carece por completo de la menor veleidad cultista. Esta es la cruda verdad que

presentan los datos.

Y lo cierto es que nada nos aclara el origen y la trayectoria patrimonial, ni tampoco por

otra parte la autoría de la casona de la calle Malteses.

Recapitulando acerca del contenido de todo el bloque de información que aporta la

Nómina del testamento conjunto, tenemos que la masa de bienes procedía de cinco

Vinculaciones:

-la fundada por D. Francisco José de Carvajal y su mujer Dª Bernarda Manuela de Matos

y Coronado, con facultad real, por ante Pablo de la Cruz Machado en 7.IX.1765, donde

se describe el conjunto de fincas rústicas y urbanas que la componen.

341 Es decir, se valoró a 38,30 ptas./m2; mientras que en la calle Peregrina fue a 42,60 ptas./m2 en el nº 1 y 37,50 ptas./m2 el nº 3. Desconocemos el criterio seguido para obtener estas cifras.

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-la fundada por Dn Antonio Lorenzo Bethencourt, Sargento Mayor342, según testamento

por ante Lucas de Bethencourt y Cabrera en 19.III.1669, íd, íd.

-la fundada por Dª Paula de Bethencourt y Castrillo, según testamento por ante José

Cabrera Bethencourt en 14.VIII.1738, íd, íd.

-la fundada por el Presbº Dn Manuel de Soza Bethencourt por ante Diego Hurtado en

11.VII.1727, haciendo este una agregación al mismo patronato, por ante el mismo

escribano en 5.III.1730.

-la fundada por el Presbº D. José de la Rocha Bethencourt para el hijo segundo de la

Casa de Rocha por ante Felix Rodríguez escº púbº de la Villa y Corte de Madrid a

12.I.1779, donde se hace la habitual descripción de bienes rústicos y urbanos. Es decir

esta es la fundada por el aquí citado, en realidad Capellán Real343 del Refugio y Piedad

de Madrid, hermano segundo del primogénito y titular de la Casa de Rocha, el Coronel

padre, a la que aludió en primer término la Nómina ya que no debía entrar en la

partición.

El Nobiliario da como fecha de muerte del Capellán Real “en Las Palmas el 14 de marzo

de 1704”, cuando debe ser 14.III.1804, seguramente; pero no dice ante quien testó.

Pues bien, en alguno de estos cinco documentos debería estar la información que

buscamos; o bien la casona de Malteses fue un bien trasmitido de antiguo, o bien una

adquisición del Coronel padre, el arquitecto D. Antonio Lorenzo de la Rocha

Béthencourt. Pues ya vimos que no aparecieron indicios de que lo hicieran ni su hijo

José, ni su nieto Agustín Mª del Pino.

Muchas circunstancias hemos encontrado en la exploración testamental del linaje

Rocha, aunque las hemos eliminado del texto, para explicar el temperamento estoico y

descreído que muestra D. José, el Coronel hijo, en su Diario… Pero ahora podemos

añadir que explican también, una vez que hemos conocido toda la serie de luctuosas

342 Este personaje induce algo a duda o error; pero se trata, según el Nobiliario de Canarias, de Antonio Lorenzo de Acosta y Béthencourt –descendiente de los Lorenzo defensores de Canaria frente a corsarios por mar con naves propias, y en las defensas en tierra contra Drake y Van der Doez-; merced a tan nobles antepasados heredó el oficio de Sargento Mayor de Gran Canaria por S.M., Regidor Perpetuo Preeminente de la Isla y Alcaide perpetuo del Castillo del Romeral por merced de Carlos II en 22.III.1677; si bien casó primero con Beatriz Espinosa de los Monteros y Cabral (3.I.1649), en 30.VII.1673 volvió a enlazar con la mejicana Lorenza Mª de Ayala y Rojas del Castillo, lazo este del que proceden, el condado de Vega Grande, y los marquesados de Villanueva del Prado, de Acialcázar, de Guisla-Guiselín y de la Florida. Su hijo 3º, José, murió en 18.IV.1712 al reventar un cañón en el castillo del Romeral ahuyentando a un pirata, por lo que –habiendo ingresado su hijo 2º fray Luís en la Compañía de Jesús-, la hija 4ª Ángela Teresa continuó la línea del linaje (casando con Cristóbal de la Rocha y Béthencourt); su hija 7ª Rosa fue Abadesa de las Clarisas de Las Palmas, y también fue religiosa allí su hija 8ª, Blanca… Altas varas en Canaria, como vemos! 343 Aunque todos los instrumentos otorgados por la familia, sólo dicen Presbítero...

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circunstancias que conoció la familia, el ambiente monacal y ultra-creyente que hemos

podido detectar en la Casa de Rocha a lo largo de décadas.

También las vivió su abuelo, el Coronel padre, D. Antonio Lorenzo de la Rocha –

primogénito después de ver morir a tres hermanos mayores-, nuestro arquitecto y

autor del proyecto de la Basílica y el Hospital de S. Martín, entidades que vemos

aparecer repetidamente en la documentación debido a las actitudes ante la religión, la

vida y la muerte por parte de quienes eran sus protectores.

Cuando a fines de siglo XVIII, el Coronel hijo hubo de pasar por la dura prueba que le

arrancó de la Isla y de su hijo y familia, para llevarle a la muerte en la epidemia de Cádiz,

Agustín María del Pino era ya un hombre con más de 30 años, que debemos suponer en

pleno uso de su mayoría de edad desde muy joven, ya que fue Teniente Coronel de

Milicias, Alcaide del Castillo del Romeral –último de ellos, por cierto- y Regidor de Gran

Canaria, casado en 23.I.1785 en la Orotava, y ya con su descendencia asegurada por el

nacimiento de su hijo único, D. Antonio.

Debemos suponer también que D. José, al partir hacia la Guerra del Rosellón al frente

de las Milicias grancanarias, tomaría disposiciones para ceder en su hijo la

administración de sus asuntos en la Ciudad y la Isla, y ya no los debió recuperar –ya que

se mantuvo en Puerto de Sª María, sin llegar nunca a volver a Gran Canaria-.

Recapitulación

La inferencia que estos datos parecen señalar, es que alguno de los tres coroneles

revistió de una fachada neoclásica el contenedor que debemos suponer de vieja fábrica

mudéjar –una típica casona canaria de patio con galerías-, que los Carvajal-Matos

legaron en la masa patrimonial del mayorazgo que venimos transcribiendo aquí (año de

1765). Pero, ¿quién de ellos…?

Queda como conclusión por tanto, que después de haber explorado todos los hilos

razonables durante meses de laboriosa búsqueda en los fondos documentales, sin

detectar ninguna opción taxativa o indiciaria en contra, y no poseyendo más datos que

la atribución coincidente hecha sucesivamente, en 1943 por Navarro Ruíz, y en 1968

por Jiménez Sánchez; quien escribe debe dar por cierta –aunque con reservas y sin

confianza ciega en aquella-, esa autoría. Mantendremos que fue D. Antonio Lorenzo de

la Rocha, nuestro arquitecto, quien habría sido el autor de ese diseño de fachada

neoclásica; a reserva desde luego, de algún dato que indique otra cosa en el futuro.

No parece fundado pensar otra cosa. Los datos invitan a pensar la materialización de la

imagen neoclásica del inmueble de esa forma: antes de 1765 no podía traer una factura

neoclásica una casona en la ciudad –ese estilo nació en las capitales europeas hacia

1750, durando unos 70 años-. Y dado que ya era una pieza de alto y bajo entonces,

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cuando fue transmitida a la Casa de Rocha, es muy razonable pensar que fue

‘modernizada’ por el Coronel padre.

Queda así fundamentado, indirectamente, que el arquitecto Antonio Lorenzo de la

Rocha realizó al menos esta actuación arquitectónica de carácter tipológico doméstico;

una tipología en la que no tenemos más que este ejemplo seguro.

Quizá debido a que las dificultades normativas comenzaron a impedir que formulara –

parece anacrónico decir firmar- proyectos, para la sociedad abiertamente: en otros

puntos de esta Tesis planteamos que puede atribuírsele otras actuaciones; y se trata, la

casona de calle Malteses, de una propuesta particularmente luminosa, por cuanto

presenta una factura realmente clara de los cánones más característicos del estilo –

aunque con un residuo mudéjar en su planta baja-.

En cambio, lo cual es significativo, esas otras actuaciones que se le pueden atribuir,

están más ancladas claramente en el barroco tardío.

¿Poseyeron los Coroneles Rocha un Álbum o Cuaderno de gabinete, familiar?

La edición de manuscritos, cuando se trata de cuadernos de artista, tacccuinos,

álbumes de arquitectura o pintura, etc., es una labor que reviste un interés excepcional

para conocer el pasado de una sociedad, su cultura, su mentalidad, a través de sus

profesionales.

En 2013 Ediciones Nalvay editó Trazas y diseños. El manuscrito de la familia Tornés, su

aportación al arte de la Edad Moderna y su vinculación

con la tratadística arquitectónica, de la profesora del

Departamento de Historia del Arte de la Universidad de

Zaragoza Dra. Natalia Juan García; Trazas y diseños…

está basado en un Cuaderno de notas de varios

arquitectos de de la saga Tornés de Jaca (siglo XVII-

XVIII), que contiene textos de carácter técnico, planos

de plantas, alzados, detalles y tipos de órdenes

arquitectónicos, así como trazas de corte y montea de

cantería, además de datos y anotaciones de familia –

bodas, bautizos, defunciones-, etc.

En su prólogo, el director de la RABASF, D. Antonio

Bonet emparenta esta naturaleza familiar del Cuaderno

de los Tornés con la tradición que arranca del teórico

inaugural de la arquitectura, el ilustre bastardo León

Battista Alberti, cuyo I Quattro libri della familia (1433-40) circuló hasta el XIX en la

misma forma manuscrita que el Cuaderno Tornés. La familia Alberti, exilada de Firenze,

73. Portada de una tesis sobre

sagas de arquitectos del s. XVIII

–los Tornés- en Jaca, Huesca.

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debieron afrontar circunstancias delicadas, y precisamente a orientar un núcleo familiar

honorable bajo esas dificultades se orientaba esa obra344: la virtud, orientada por una

ética mercantil de la utilidad y la práctica, era lo único que podía resistir a la fortuna,

que podía mostrarse poco adicta –a veces investida de una sagacidad grosera y

mezquina-.

El Cuaderno es un libro de

taller o de estudio, no un

libreto de obra; en el que

intervinieron al menos seis

manos sucesivas a lo largo de

varias generaciones, de los

maestros de una familia culta –

médicos, notarios,

eclesiásticos, arquitectos- y

acomodada. Una familia con

esta rama típicamente gremial

de la construcción en el

antiguo régimen español, en

una ciudad, aunque episcopal,

secundaria y apartada un tanto, según la autora, de los centros emisores de escala

europea –París-Toulousse, Zaragoza-Madrid-.

La circunstancia de ser una saga gremial que se auto-reproducía no es anormal ni

excepcional en Europa ni España, y el prologuista cita los Morata, Mestres, Mazarrasa,

Churriguera, Rates, Figueroa, Álvarez...

El Cuaderno Tornés es muy amplio, en cuanto incide en la estereotomía, los teoremas

geométricos y trazados gráficos de De l’Orme o la tratadística militar –Jaca era una

ciudad fortificada-; pero esencialmente lo hace en la específica obra de Vignola, fray

Lorenzo de S. Nicolás y Serlio, acerca de órdenes clásico-barrocos para portadas, como

resaltó para la arquitectura canaria el Dr. Graziano Gasparini por los años ‘90s del siglo

XX.

Este conjunto de circunstancias y la documentación que se ha podido combinar

durante la elaboración de esta Tesis nos llevaron a formularnos una pregunta luminosa:

¿poseyeron los coroneles Rocha un Cuaderno de gabinete similar, del que habrían

formado parte el cúmulo de piezas citado?

344 sobre el matrimonio, la familia, la educación de los hijos, la gestión de patrimonio, relaciones sociales,

etc.

74. Una de las láminas copiadas de la tratadística clásica por

los Tornés, para uso interno de su taller.

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396

Nos referimos en concreto a los planos que obran en el archivo del marquesado de

Arucas, que citó –puesto que los catalogó, o más exactamente ordenó y clasificó para

uso interno- el canónigo D. Santiago Cazorla en una conocida obra acerca de la Virgen

del Pino de Teror; es decir, ¿formarían parte de un Álbum arquitectónico?

Contestaremos a esta pregunta al final de este apartado, después de conocer el

contenido de un taccuino típico de estos, cual es el Cuaderno Tornés.

Para los profesores que dirigieron la Tesis de la Dra. Natalia Juan –sobre el monasterio

del XVII-XVIII de S. Juan de la Peña (2009)-, y los trabajos derivados de la misma, el

cuaderno que ella denomina taccuino345 es “una auténtica joya documental”; una

verdadera reliquia, sacada a la luz por una alumna que realizó un trabajo de campo e

investigación y ha seguido un cursus academic –Vicenza, Milano, Toulouse, Bordeaux,

Grenoble, Beira, etc.- espectaculares... Dichos doctores resaltan la ampliación del

conocimiento acerca de los maestros de obra y arquitectos de los siglos XVII y XVIII que

permitirá esta publicación, así como de sus fuentes, métodos de trabajo, realizaciones,

etc.

Cuando se esclarece un hito de este carácter, aparece una red de relaciones en que se

conecta ese foco con una serie de mapas externos, como el de la tratadística, el de las

influencias estilísticas, el de las intensidades de conexión o el comercio, etc. Es

encender una luz en medio de los descampados del conocimiento del pasado y la

documentalística.

Entre los profesores citados, la Dra. Elena Barlés, que dirigió la Tesis de la Dra. Juan

acerca del el monasterio de la Peña, conoció la compra del manuscrito por el Gobierno

autónomo aragonés mediante derecho de tanteo, y comprendiendo la relación que dos

de los maestros Tornés había tenido con el citado monasterio, puso a la segunda en el

camino para estudiarlo, como hizo tras una “profunda reflexión teórica”, después de

concluir su Tesis.

No cabe incluir en esta reseña de Trazas y diseños del Cuaderno Tornés –que es

reproducido en facsímil con sobrada calidad-, otras consideraciones que las sumarias, y

por ello –saltando sobre los capítulos, que hemos estudiado detenidamente: Estado de

la cuestión, los Autores, el Manuscrito, y el Contenido-, nos ceñiremos aquí a una

valoración de las Conclusiones.

La Dra. Juan comienza su recapitulación A modo de Conclusión repitiendo casi

textualmente la expresión de su directora de Tesis: el Cuaderno Tornés –que tiene una

345 En realidad dice que el manuscrito “se encuentra a medio camino entre lo que los franceses

denominan libre de raison [libro de razón] y los italianos un taccuino [cuaderno de taller].” No es un

recueil factice – ‘colección de maniquíes’-, un tipo de libreto de trabajo que incluye solo patrones o

modelos de trabajo, y nunca datos familiares.

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397

encuadernación y restauración del siglo XX, con el título de Libro de trazas de la

arquitectura jacetana- es “una verdadera joya documental”; no es un block de

faltriquera –para llevar a la obra-, sino un cuaderno o libreta de apuntes y estudios de

taller o gabinete.

Aparece así como un pequeño compendio gremial-familiar de apuntes tomados de

tratados disciplinares, por maestros de obra o arquitectos habilidosos en el dibujo, que

fue siendo heredado por varias

generaciones. No parece que

fuera pensado para llevar a la

impresión, y menos aún cuanto

más manos fueron

interviniendo en sus folios.

Funge como un libro de trazas

que fue conservado para

enseñanza de los noveles y

recordatorio para los expertos.

No hay duda que los Tornés

que elaboraron las figuras del

manuscrito-cuaderno se

basaron en tratados concretos de la tradición disciplinar –manuales de órdenes,

estereotomía, arquitectura militar, poliorcética y artillería-. No puede sorprender el

embrollo de sus folios: números, líneas, ejes, operaciones –elementales, y a veces

complejas-, palabras, figuras e imágenes, tipos volúmenes, formas…, constituyen el

abecedarios del dibujo de arquitecto. Y aparecen juntas en los planos, ya que son parte

del proceso ideativo y creativo. Otras veces están simplemente superpuestas, por las

seis manos que intervinieron, en los espacios vacios de dibujo…

Era pues un manual de referencia para aprendices y cargado de conocimientos para la

consulta por veteranos, y para la resolución de dudas técnicas para el práctico de las

fábricas en que intervenían o debían peritar u opinar. Incluso un entendido, con

entendimiento claro acerca del dibujo, podría desenvolverse en lo general del

contenido. Los tratados sobre construcción arquitectónica se debían encontrar en todos

los talleres, en todo buen taller, al menos.

No se conoce inventarios que permitan conocer las bibliotecas de los miembros de la

saga Tornés, pero la autora presume que poseyeron una bien nutrida o de las más

voluminosas de Jaca y de todo Aragón –que podrían aparecer en inventarios levantados

post mortem en actas notariales aun por investigar-. Esa cantidad se refiere, para un

artista de mediana reputación, a una docena de volúmenes, de los cuales la mitad

serían disciplinares –“específicos de su profesión”-; excepcionales serían las de

75. Distintos estudios proyectuales en el manuscrito o

taccuino de los Tornés

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398

arquitectos como Juan L. Musante, que contenía 114 volúmenes, en cuyo caso lo

frecuente es que además de tratados de arquitectura346, abarcasen temas de historia,

literatura y textos clásicos,

además de religiosos –

añadimos por nuestra

parte347-. También es

posible que les llegara por

vía de préstamo de mano

de prácticos de confianza, y

realizaran las copias en su

taccuino o cuaderno de

taller.

En todo caso, al ir a

reseñar a los estudiosos

cuyas bibliotecas han sido

escudriñadas348, señala que

el caso de los Tornés “el

panorama deviene desolador.” Es decir, se desconoce aun totalmente esa faceta, tan

importante para conocer la cultura artística de los profesionales y las ideas estéticas

que intentaron aplicar a sus encargos349 o sus tendencias a lo largo de su currículo. Y lo

mismo en general para el caso aragonés, exceptuando los casos de los artistas o

maestros de obra Sariñena, Soria, Santa Cruz, Fanegas, Salcedo, Vedel, Ondarra,

Bocanegra.

Algo parecido a lo que nos pasa con los coroneles Rocha.

Solo cabe deducir, de la copia evidente de los tratados reconocidos, su conocimiento

de Vignola, De l’Orme, Vandelvira, Martínez de Aranda, Serlio, fray Lorenzo, Rojas y

Medina de Barba.

346 La autora resalta el valor que para aquellos profesionales tenían la palabra escrita y la imagen, citando

a Gombrich –a través de Bonet-: «las canteras del hombre del saber histórico son las bibliotecas.»

347 Esa es nuestra experiencia con inventarios post mortem en Canariias. También solían consultar textos

de matemáticas y de geometría, por la fuerte influencia de los ingenieros militares y los artilleros. Casi se

consideraba que un buen mathemático, era automáticamente un competente arquitecto.

348 La nómina es relativamente extensa: Herrera, Toledo, Monegro, Mora, Rada, Román, López, Segura,

Arroyo, Casas, Larrea, Ardemans, Solera, Fiter, Musante. Sin embargo, la relación que suelen hacer los

inventarios suele ser muy sumaria, sin datos de edición, etc. Confirmamos este extremo en el caso de los

inventarios canariios.

349 No infrecuentemente, en disputa con sus comitentes…

76. El célebre I quattro libri dell’architettura de A. Palladio.

Venecia, 1570.

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399

Estuviera su catálogo compuesto de caros manuscritos o tratados de prestigio, o fueran

sus Cuadernos una selección de apuntes de aquellos, aquel anaquel de referencias

canónicas debió ser un armario pedagógico-didáctico, con carácter práctico para el

maestro de obra, muy ocupado por toda la logística y las tareas de la fábrica, y sin

tiempo para la teoría; pero necesitados de ciertos conocimientos especulativos e

imaginativos, con soluciones seguras y aceptadas.

Un sólido aparato gráfico se hacía imprescindible en tal caso –a pesar de su carestía,

debido a la elaboración de los grabados y las pruebas y tiradas consecuentes-, tan

importante como el planteamiento escrito.

El buen profesional debía

hacerse con buenos medios

de respaldo, con imágenes

gráficas: la compra de

láminas era el primer paso

para llegar al conocimiento

y resolución de los

problemas espaciales,

estructurales, de corte de la

piedra, constructivos –

incluso cuando el idioma

original de las láminas no

fuese el nativo350-. Los Tornés revelan en su álbum un fuerte interés por estar al tanto

del saber disciplinar y su campo profesional; de todo lo que circulaba más allá de los

muros de su taller.

«El lenguaje del arquitecto no es la palabra sino el dibujo», defendía Vignola, cuya

obra-emblema es la Regola dei cinqui ordine di archittetura, de 1562. Frase, de sentido

relativo, en cualquier caso, que muchos hacen propia sin citar a su autor, elevándola al

absoluto.

Ya en su tiempo no era una invención propia: F. Zuccari –no sólo pintor célebre y

arquitecto, sino teórico de historia del arte-, definía el dibujo como forma expresa –

expresada- que da vida a las cosas imaginadas: expresión del intelecto. Zuccari fue

primer Príncipe de la Accademia di S. Lucca351 romana, fundada por él en 1593, bajo

control de su protector el Papa y la propia Iglesia –y así se mantuvo hasta el siglo XIX-, 350 La autora revela que no se conoce si los Tornés conocían el francés, a pesar de su cercanía a la

frontera-. Cuesta creer tal cosa.

351 Advocación debida a que según la leyenda cristiana, Lucas fue retratista de la Virgen…

76. Las Musas con los símbolos de los conocimientos propios del

arquitecto

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para elevar al rango de artistas a los practicantes de las tres nobles artes; la Accademia

era heredera de la medieval Universidad gremial de Pintores, Miniaturistas y

Bordadores de la ciudad.

A lo largo del XVII la Accademia supervisó a todos los artistas y su producción, y fue

presidida por algunos genios célebres como Bernini o Antón R. Mengs, aunque no todos

ellos engrosaron sus filas, uniéndose a otras academias privadas...

Fiel al anterior pensamiento acerca del dibujo, la Regola de Vignola no era un texto

teórico-literario especulativo sobre todas las materias que pudiesen dar autoridad

intelectual a la arquitectura, al modo de los tratados de Alberti, Serlio, Labacco, Filarete

o Palladio.

Partamos de la dificultad esencial: levantar toda una fábrica, desde su propio

replanteo, sin que se cometiera errores constructivos ni defectos técnicos, es siempre

un reto, y aun en el caso de que así fuere, siempre es preciso contar con soluciones a

problemas no definidos en el diseño, que a veces deben ser arreglos o saltos

imaginativos, soluciones improvisadas...

Las láminas de la Regola –provistas de una breve explicación al margen (y no en latín

como los teóricos, sino en lengua 'vulgar')-, se acompañaban esencialmente de medidas

grafométricas –es decir en escala gráfica y módulos (r = radio del fuste, siguiendo al

maestro mayor Vitrubio), y/o en 'palmos' (la unidad de medida por debajo del 'codo' y

la 'vara')-; así cada comprobación, cálculo o toma de dato en sus diseños, se podía

verificar directamente mediante el compás, el útil prototípico de los arquitectos, junto

con la plomada y la escuadra: así presentaba a las Musas la portada del Libro de

Labacco appartenente a l’architettura... (1761).

No era algo tan exclusivo el uso del compás: los orfebres –artífices de la mayoría de

útiles e instrumentos de precisión-; los ingenieros militares y artilleros sobre sus planos

geo-espaciales; o los pilotos sobre sus portulanos, compartían todos ellos esa forma de

control métrico seguro..., a veces vital.

No por otra razón –como resaltan diversos autores- el propio Vignola aparece en la

lámina inicial de su Regola, compás en mano, como herramienta de control de medida y

escala en el dibujo: eran su modo de expresión y medida naturales, como arquitecto

que se dirige a arquitectos. Y –acompañado también por las Musas con el mismo

equipo352-, se presenta mirando a los ojos al lector, buscando tan seria como

352 A pesar de la extendida creencia, en la Antigüedad no había correlación entre las artes clásicas, que

eran seis, y las Musas –sólo tres al principio (entregadas a la meditación, la memoria y el canto)-. Es una

asociación que fue muy posterior, durante la Edad Media; entonces, el coro de musas se compuso de

siete, asociándolas con las llamadas 'artes liberales', por oposición a las 'artes serviles'.

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Estos conceptos 'heredados', son en realidad una reinterpretación idealizada de la antigüedad clásica,

para auto-justificación del régimen feudal y servil –con su desprecio del (vil) trabajo manual-, acerca de

las artes cultivadas según dos categorías; por los hombres libres (oficios o profesiones de disciplina

académica), en oposición a los propios de los siervos o esclavos (oficios viles y mecánicos).

Así, en los siglos V y VI, Capella y Casiodoro cristianizaron el sistema enciclopédico del conocimiento, que

luego generalizarían las escuelas monásticas y catedralicias de la Alta Edad Media hasta el siglo VIII, en

que con Alcuino de York las artes liberales se clasificaron dogmáticamente en Trivium –disciplinas de la

elocuencia: gramática, dialéctica, retórica-, y Quadrivium –disciplinas matemáticas: aritmética, geometría,

astronomía y música-.

A partir del diseño educativo de Alcuino, las artes liberales pasaron a conformar la parte central del

currículo. En las universidades medievales, al trabajo preparatorio del Trivium seguían las enseñanzas

superiores del Quadrivium, currículo global conocido como 'educación clásica'; esquema que no sufrió

innovaciones hasta una nueva época de transformaciones intelectuales, el denominado 'renacimiento del

siglo XII'.

El título de 'bachiller en artes' era el grado universitario inicial, conferido en la facultad de artes; si se

continuaban los estudios, se obtenían los grados: superior de 'magíster', y supremo de 'doctor'.

A partir del Renacimiento –Quattrocento- la lucha por una consideración humanista y sublime de ciertas

artes, obviamente 'manuales', llevó a los artistas y tratadistas de arte a esforzarse –con fuerte oposición

de ciertos teólogos y Padres de la Iglesia- por definirlas como 'artes mayores', a expensas de las menos

prestigiosas, las 'artesanías' (artes decorativas o menores).

Mucho después, el término 'bellas artes' se popularizó, ya en pleno siglo XVIII, para referirse a las

principales formas de arte, que se conciben según el canon de la estética, la idealización de la belleza y el

buen uso de la técnica. El primer texto conocido que clasifica las bellas artes es Les Beaux-Arts réduits à

un même principe (1746) de Charles Batteux, en el que él estaba tratando de unificar las numerosas

teorías sobre belleza y gusto. Obviamente, este texto señala un hito en la invención de la disciplina: en su

Diccionario de Arquitectura: voces teóricas (editado por él entre 1788 y 1825; traducido al español por F.

Aliata y C. Shmidt en 2007, Nobuko, Buenos Aires), A. C. Quatremère de Quincy –uno de los patricios del

Nuevo Régimen, la Enciclopedia francesa, etc., con una gigantesca producción personal a los largo de una

extensa vida (1755-1849)-, trataba la voz ars-art-kunst (en la Encyclopédie Méthodique. Architecture

[1788], dentro del Dictionnaire historique d’architecture), ya con el sentido moderno estable acerca de la

naturaleza, medios y fines de las diversas artes, con distinción entre artes del placer y artes de la

necesidad, “derivada [del citado texto] de Ch. Batteux”.

Batteux incluyó en las ‘bellas artes’, originalmente: la danza, la escultura, la música, la pintura y la poesía,

y añadió posteriormente la arquitectura –y la elocuencia, que finalmente quedó descartada-.

Interesante cuestión –aunque poco estudiada- es cómo fue que la arquitectura pasó después a presidir

este jardín de lo sublime, pero debe tener que ver con la clasificación helénica original en seis artes. Las

artes superiores eran las que se gozaban con los sentidos superiores: vista y oído, que no necesitan

contacto con el objeto; por tanto: música y poesía; las artes menores serían las que se gozan con los

sentidos menores, gusto, olfato y tacto… En esas condiciones, lo que hacían los artistas plásticos –

además, mancillado por el pago de un estipendio-, debía denominarse, obviamente, artes menores.

La recensión de Quincy –casi 30 voces- fue definitiva, por magistral; por ejemplo acerca de la citada voz

arte: “La poesía, con medios intelectuales, vale decir con el ministerio de las ideas, nos pone bajo el ojo

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las cosas. La arquitectura, con el medio de las cosas mismas y el uso de los objetos más materiales, nos

hace vislumbrar relaciones más intelectuales.”; ante las muchas derivaciones del tema, nos remite a otras

voces del Diccionario, y advierte que cada arte es diferente por naturaleza propia, sus medios y fines…,

hasta acercarse a “la definición teórica del arte de la arquitectura”: la hondura del lenguaje revela lo

deliberada y forense que era la elaboración que estaba proponiendo; compáresela con la que realizó

Jovellanos en su Discurso por el mismo tiempo… Remítase el lector a los términos Gusto, Armonía,

Carácter, Imaginación e Invención, Proporción, etc., del mismo Diccionario, para que el abismo que se

abre entre una y otra obra, denote qué fueron en realidad la Ilustración francesa y su remedo despótico

español: la diferencia entre el eidos-idea de la cosa y eidola (ídolo), su remedo, encogido –alejado de la

esencia, de la verdad- de la cosa. Pero prosigamos:

“…considerada bajo la relación de su naturaleza esencial, la arquitectura es un arte basado en la

necesidad, cuya imitación puramente ideal no tiene nada de material o de positivo; que saca provecho de

la naturaleza y de las artes, que son una imitación sensible, así como de las analogías imitativas, pero no

imita ninguna realidad; ya que su forma no es otra para el espíritu que una combinación de relaciones, de

proporciones o de razones que cuanto más placen, más simplemente son expresadas.”

“…considerada bajo la relación de sus medios, la arquitectura emplea dos especies, esto es medios

materiales o aquellos de la construcción, que comprenden todo lo que tiene relación con la solidez, el

cálculo, la ciencia de la mecánica, etc., vale decir a la necesidad física; y los medios intelectuales, que

tienden a producir aquellos que debe dar placer; y es esto lo que la hace una de las bellas artes o artes

del genio.”

“…considerada bajo la relación de su fin u objetivo, la arquitectura participando de dos principios, de la

necesidad y del placer, tiene efectivamente un doble fin: uno, independiente del arte toma sentido

moral, aquel de procurar al hombre y a los usos diversos de la sociedad de las habitaciones y de las

cubiertas seguras, cómodas y sólidas; el otro es el de hacer servir la distribución ortográfica, la elevación,

los materiales, la disposición, la forma y las combinaciones, las relaciones, las proporciones, los

ornamentos y el acuerdo de las partes con el todo, tanto al placer de los ojos, como al que produce sobre

el alma cada conjunto que presenta una imitación de la armonía de la naturaleza en el mundo tanto

intelectual como moral. De lo que resulta que la arquitectura podría ser definida un arte mixto, …”

El texto de esta voz se extiende aun varios párrafos más, hasta concluir que ninguna cultura ha logrado

consagrar esos valores, principios y fines, como lo hizo la arquitectura Griega.

En fin, la iniciativa de traducción integral por parte argentina se derivó de la preparación que recibió un grupo de arquitectos, con el traductor F. Aliata al frente, al regreso de su compañero F. Liernur de la Facultad de Arquitectura de Venecia, formándose allí con M. Tafuri. Tradujeron el Diccionario de Quincy ya en 1991, movilizados por la necesidad de sumar la formación e investigación en los fundamentos disciplinares al ejercicio profesional, señala en el Prólogo el Dr. Arq. Jorge Sarquis. En su introito Mímesis a esta versión del mismo Diccionario, G. Teyssot, después de definir el clasicismo como el arte del eterno comienzo, titula a Q de Quincy ‘el Winkelmann francés’, antes de afirmar la condición de sistema de la arquitectura griega, donde el módulo establece el despliegue del todo; la arquitectura es una de las artes del disegno, que debemos considerar un lenguaje –figura que significa palabra-, a pesar que se fabrica con materiales; sin que estos sean nunca su esencia –como no lo son el mármol de una escultura, ni el acrílico o el puntillismo de un cuadro-. (¿A cuántos años luz pueden estar estas proposiciones de las de Jovellanos?). Toda esta construcción vino detrás del clasicismo teórico, hasta más acá de Heidegger: el arte como puesta en obra de la verdad, la Poesía; pero solo una vez salvaguardada, mediante su historización, que deben obrar los cultos –que resultan coesenciales con el autor-.

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serenamente su inteligencia disciplinar, su saber técnico, obviamente. La eficacia de la

imagen es rotunda. Es una figura que merece una

consideración detenida, porque fue un hito, una

mutación en la disciplina –casi como lo fue el Neufert

en la 2ª mitad del siglo XX, antes de la generalización

de internet-: Vignola fue el vulgarizador de las

soluciones constructivas en el oficio, el libertador de

los maestros de obra.

Porque consideremos otra faceta; estudiar

arquitectura por entonces, hacerse arquitecto, era

algo muy diferente a como creemos hoy con nuestra

orgullosa auto-complacencia académica; era un

aprendizaje gremial, de taller, con un fuerte

componente de esfuerzo personal sobre los tratados

de cálculo elemental y gráfico y de geometría en

sucesivos órdenes –hasta la geometría descriptiva-,

que se debía completar viajando –en la medida que

cada cual pudiese- a las fuentes del saber: los edificios,

irse en viaje de estudios a 'visitar monumentos'; todo

lo cual, se sometía en cierto momento a un examen en los gremios mayores o colegios y

estudios facultados para ello...

Considérese que durante el antiguo régimen, un señor territorial, fuera regio o eclesial,

era competente para facultar a los maestros de obra –arquitectos de facto-, si su reino

o diócesis disponía de universidad o colegio –jesuita- donde se pudiera cursar el Trivium

y Quadrivium; este último facultaba como bachiller o doctor en artes. Hay citas que

prueban que un obispo podía nombrar arquitecto a un maestro competente.

Y a los ingenieros militares se les daba por arquitectos, dentro de su competencia in

pectore, al haber cursado la materia denominada Arquitectura Civil: conocían los tipos

arquitectónicos a partir de los cuales diseñar cualquier encargo civil. Y finalmente, los

Coroneles por herencia eran instruidos como cuasi-ingenieros militares en su

jurisdicción –siempre subordinados a los ingenieros del rey, desde luego-. Ninguna de

estas cuestiones se osaba discutirlas entonces.

Un lenguaje. O sea, no inventado ni ejercido jamás por un sólo hombre. Un habla, una lengua madre que per se no tienen origen. Q. de Quincy era arqueólogo: no estaba elucubrando, hablaba de su tema. Y el salto, la desviación imperceptible, habría sido la imitación de la carpintería en madera por la construcción en piedra: transfiguración esta, que supuso la invención de la arquitectura (griega), “una repetición anagramática perfecta.” (G. Teyssot). Q. de Quincy creó la ecuación que relaciona el tipo arquitectónico y la escritura –el arte de escribir o literatura-, como aparece en muchas voces de su obra. En conjunto, hizo el primer tratamiento sistemático de la materia que constituye la arquitectura.

76. Vignola, compás en mano, en

acción de venta de su Regola, el

más gráfico de los tratados de

arquitectura.

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El conocimiento adquirido por aquellos maestros de obra era además un saber

reservado para ser transferido a los miembros del taller propio, transmitido de padres a

hijos y aprendices; cada maestro poseía su cuaderno de obras, y archivero o álbum de

planos..., que estaban referidos estrechamente a los tratados canónicos; conjunto de

secretos gremiales este, que desde la irrupción de la imprenta quedaron algo

desacralizados, pero nunca obsoletos.

Ese texto no era un libro de arquitectura –ni siquiera un libro-, sino un catálogo

coleccionable de diseños gráficos (grabados), de referencia para proyectar, trazar y

'saber' acerca de los 5 órdenes –los 3 griegos, más el toscano y el compuesto-: una

suerte de prontuario de taller. Un auxiliar de trabajo, del oficio. Un compendio de

modelos para uso del clasicista –que era entonces lo moderno-, o de cualquier persona

culta.

El predominio total de imágenes sobre textos hacía al compendio Regola lo equivalente

a 'más legible', o sea más visual y amigable que cualquier otro tratado para entendidos,

profesionales y oficiales practicantes, al dirigirse a ellos en el medio y lenguaje más

pedagógico para su oficio: las láminas en dibujo técnico y geométrico-espacial, claras

hasta para "cualquier ingenio mediocre", advertía Vignola, sin dejar de apostillar "…si

tiene un poco de gusto por el arte".

Es la didáctica propia de un profesional muy experimentado y sagaz. Resolutivo; de ahí

su enorme e inmediato éxito y difusión, ubicuos internacionalmente, ya que alcanzó a

centros tan secundarios como Jaca poco después de su edición. Los estudios

conventuales y colegios jesuitas fueron el vehículo, sin olvidar a los libreros más

avezados.

Fue el texto de arquitectura más leído en la edad moderna, y a veces el único que

habitaba el anaquel de un taller de arquitectura; si el siglo XVI había sido el de Serlio (y

Sagredo), el XVII –y definitivamente- fue el de Vignola. El abate Ponz, que debió visitar

muchos talleres en su Viaje de España, se quejó de que muchos arquitectos no leyeran

otra cosa, concretamente "obras más teóricas" –citado por la Dra. Natalia Juan, en

Trazas y diseños que venimos comentando-.

Concluyendo el estudio de esta pieza, es toda esta constelación de significados lo que

pone en valor este sencillo taccuino, el Manuscrito de los Tornés, una pieza algo tosca,

sin unidad artística aunque sí intelectual y profesional: es un faro en la cultura

profesional de su época y su capital lejana a las rutas principales, Jaca.

En suma, haciendo un paralelismo: ¿Poseyeron los Coroneles Rocha un Álbum o

Cuaderno de gabinete familiar?

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¿Es el conjunto de documentos que catalogó u ordenó el canónigo D. Santiago Cazorla

en el archivo marquesal de Arucas un taccuino de los Rocha? Sólo un estudio de visu y

meticuloso por especialistas puede contestar a esta pregunta.

En realidad es difícil que así sea; los Rocha eran mucho más que unos arquitectos: en

esencia, fueron unos coroneles de milicias y señores de la tierra. Su vida cotidiana debía

trascurrir ocupados en la gestión de su Casa y múltiples minifundios, y en su

reproducción y aumento en una época en que era desafiada por la ambición de los

Amoreto, que competían a golpe de numerario por el favor de los borbones en el

comando señorial-institucional de la isla.

Dentro de esa actividad, proyectar arquitectura debió ser una función muy específica,

ocasional, que podían ejercer por su condición ilustrada, como un saber más, gracias a

una competencia derivada de la tradición del linaje. Tendrían en suma un archivo-

biblioteca de la Casa Rocha, donde trazaban sus diseños, dirigiendo a algún aprendiz –

probablemente, en especial, el heredero de la coronelía de que eran propietarios-; en

este sentido, poseerían un planero o buenos cartapacios, o incluso anaquel o alacena,

específico para este tipo de documentos, junto con una biblioteca, constituida por una

docena de volúmenes –que fue lo frecuente- de la tratadística disciplinar.

No es difícil imaginarlo así; también cabe imaginar que, de haber confeccionado su

taccuino propio, este se extrajera de láminas o figuras tomadas de tratados, no propios,

sino prestados por el Colegio jesuita, que debió poseerlos en su biblioteca, como hemos

estudiado en otro apartado de esta Tesis. Aparte de ello, el Padre Vicentello, arquitecto

de la Iglesia de los jesuitas de Vegueta, pudo haber suministrado otros ejemplares de la

tratadística… Y la casa condal de Vega Grande pudo ser otra fuente de recursos de este

tipo, como ya señalamos en otro punto.

La escuela del oficio

Finalmente, veamos la fábrica en que el 4º primogénito de la Casa Rocha aprendió sus

primeros rudimentos arquitectónicos: la ingeniería militar, en su casa-fuerte de Sta,

María del Romeral, el fuerte bien artillado que defendía el fondeadero salinero de su

industria hereditaria. Los datos que van a continuación proceden del Archivo Jiménez

Sánchez, depositado en El Museo Canario.

Veamos los datos que sobre la Fortaleza de Sª Cruz del Romeral dio Romero Ceballos

en su Diario y relación de los viajes dados por el Bachiller Isidoro Romero Ceballos (pág.

135):

“Año 1778. Desta ermita (Nª Sª de Guadalupe), derechamente al mar, hay un

quarto de legua, y en su rivera hay un gran castillo propio de la Casa de la Rocha,

y entre él y el mar unas grandes y hermosas salinas; lo registré con cuidado, es

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su construcción antigua y quadrilonga, y da su frente más ancha al mar, con

siete cañones, con sus dos garitas con otros dos resguardos pª utensilios del uso

de la artillería, y pª abrigo también de la centinela. Debajo de su explanada

corren a lo largo dos órdenes de salas y debajo de ellas, otras tantos almacenes

pª pertrechos y para la sal, y en las primeras están comprendidos la sala de

armas, oratorio y otras piezas mui cómodas para vivir en él y a un lado la cocina:

un muro y varias salas terreras sueltas, vienen a formar un gran patio cuadrado,

en medio del cual estaba fabricando un algibe; la puerta principal está en ese

patio, y tiene una estacada en medio círculo con dos puertas.”

José Mª Pinto, en su magna obra sobre las Fortificaciones de Canarias apota una serie

de apuntes sobre la casa-

fuerte, siguiendo sin duda

a Hermosilla

Y en notas a vuelapluma

en su información acerca

de Castillo del Romeral,

Sebastián Jiménez

Sánchez señala que había

“un molino arcaico, …con

aletas de madera y tela”,

junto al núcleo originario

de La Caleta –“de casas

primitivas”, habitadas por

4 antiguas familias de pescadores-, donde había unos 35 barquillos y 2 falúas. Luego se

añadió el otro asentamiento –El Romeral-, con “tres calles: Conde Vega Grande, María

de la Rocha y Rafael Massieu”; su gente pescaba con unos 29 barquillos incluyendo 4

falúas, de unos 58+32 lugareños, casi todos marineros, pero que alternaban el trabajo

también con labores agrícolas a lo largo del año; el pescado cobrado –con algún arte

especial llamado traima o traiña-, que se iba a buscar a Arguineguín, San Agustín y Las

Burras, era luego llevado a vender a los pueblos, por “los arrieros y alguna mujer”.

Era gente buena, noblota, dice –siempre sin datar, como habitualmente, sus

impresiones-; y sufría carencias de decoro general, luz, sanidad, escuelas, agua –se

surtían del agua salobre de los pozos comarcanos-; había, una escuela de niñas y una

Escuela de Orientación Marítima y Pesquera. Además, ¡1 teléfono! Y señala los nombres

de los barrios aledaños –El Matorral, El Rayón, Los Rodeos, Piedra Grande, Buena Vista,

Barranco de Las Palmas, Juncalillo, y el caserío más notable, Juan Grande-: algunos,

formados por simples chabolas de piedra precedidas por cerca y toldo de cañas, aunque

alguna casa de mampostería había también.

76. Interpretación de Pinto sobre el Informe de Hermisilla, 1780.

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Asimismo, señala:

“los documentos de la familia Rocha los tiene hoy el Marqués de la Florida por ser hijo

político de don Felipe Massieu de la Rocha, ya fallecido. Entre ellos figura una Real

Cédula de Carlos III concediendo al capitán don [ ] de la Rocha la merced del castillo

de Santa Cruz del Romeral. La Casa de la Rocha estuvo en la plaza de Santa Ana, en su

última época, hoy la vive doña Carmen Wandevalle, Vda. de don Rafael Massieu de la

Rocha. La otra casa señorial de la Rocha, es donde hoy está la Escuela de Peritos

Industriales, en calle Malteses. Se cuenta de ella que el entonces Capitán General de

Canarias, don Francisco Tomás Morales, conocido por el Salinero, natural de Aguímes,

así llamado por haber sido salinero de profesión en el señorío de los Rochas, en Castillo

del Romeral, cuando llegaba de Santa Cruz de Tenerife, iba siempre a visitar a don

Antonio de la Rocha, en su casa de calle Malteses, y que al llegar al patio daba una

palmada, y contestándole ¿Quién?, él respondía ‘el salinero’”…

En fin, hay toda una serie de notas más, con los datos conocidos –y muy extensos- de

Hermosilla.

Pero además, figura una carta de Juan Ortega Guedes –en papel de carta del antiguo

Instituto Social de la Marina. Delegación Regional. Agencia Local, de fecha 7.VI.1961 y

dirigida al Sr. D. Sebastián Jiménez Sánchez. Las Palmas-, en que le relata cómo aun

quedaban vestigios diversos de la construcción

“como Vd dice desaparecido no está del todo pues están todas sus vases

además de las Fosas, unas cinco habitaciones, que hoy están habitadas, a más

de su oratorio con sus puertas igual a las casas de tea labradas, canterías…”-.

El oratorio era –dice-, de unos 7x5 m, con la cantería de la puerta “muy bien labrada” e

intacta,

“y dentro se nota donde estaba el altar y el coro, todo de tea –cortadas-. Las

llaves de esto las tiene Doña María Teresa Rivero del Castillo viuda del conde de

la Vega Grande –último propietario-.”

Y como recibiendo noticias de boca de la gente de Castillo del Romeral:

“dice los viejos que hoy tiene noventa años que desian sus padres que aquí se

decía misa pero que al abandonar el Fuerte el coronel Rocha –y un sacerdote de

la Villa de Agüímes llamado D. Sebastián trasladaron á dicha Villa todos los

ornamentos del Oratorio, recuerda que les decía un lienzo de San Cristóbal una

Virgen del Rosario un niño Jesús – caja de tea, sillas con todos los ornamentos. Si

se pudiera [¿ver?] sobre el terreno era como quedaría todo claro y detallado…”

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Dos cartas más entre uno y otro personaje acerca del mismo asunto, confirman las

noticias e informaciones vistas en la primera; de ellas puede añadirse que Ortega

Guedes informó que el comienzo de la expoliación del Castillo del Romeral tuvo lugar en

1937 –el infausto año de la victoria-; en carta mecanográfica de 2.VI.1961, S. Jiménez

Sánchez comenta a aquel –residente en el Castillo del Romeral, según la misiva:

seguramente como maestro en la Escuela de Orientación Marítima y Pesquera-, que

lleva tras esas informaciones 3 años con intención de publicar un artículo en el

periódico Falange, y que había visitado el barrio de Castillo del Romeral hacía 2 años,

con el cura-párroco de Vecindario don Manuel Guedes Quintana; que también había

hablado ya con D. Agustín Massieu de la Rocha –sin lograr de él nada más que

vaguedades acerca del oratorio, recordando un misal con atril y una custodia de palo-, y

que “toda la documentación de ese castillo” había pasado al ya difunto hermano de

aquel, D. Felipe, “marqués consorte de Arucas”:

“También me dice usted que en 1.937 fueron traídos a Las Palmas once cañones.

¡Dónde estarán a estas alturas! Seguramente fundidos. Cree usted hayan más

enterrados en los escombros[?].

Si usted me concreta estos daos que intereso vendrían a completar los que poseo y así

haríamos revivir una fortaleza que no existe.”

Sin comentarios.

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V. Sus obras de Arquitectura

2. El Coronel hijo. D. Josef de la Rocha.

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La ampliación del Hospital de San Martín y la ermita de San José

Con la salvedad de la pieza que tratamos al final de este apartado –la Ampliación del

Hospital de San Martín353-, el primer y único manifiesto físico puro y completo que pudo

plantear el neoclásico en Ciudad de Canaria fue la ermita de San José.

Un diminuto edificio parroquial, que fue diseñado por el racionero-arquitecto Diego N.

Eduardo con una discreción total, por lo que no generó el menor revuelo estilístico, al

ubicarse fuera de la portada Sur del casco histórico-colonial –a extramuros, como señala

el cronista Romero y Ceballos354-.

Aún hoy, es fácil olvidarse de su presencia en el patrimonio histórico-estilístico de la

ciudad. Nadie lleva allí al visitante a conocer esta pieza única de la arquitectura, y del

patrimonio canariio.

Mientras tanto, iba prosperando la obra de la Iglesia Mayor o catedral de la diócesis,

aunque también discretamente, ya que estaba santiguada por el visado de la Academia

de S. Fernando –de lo que no hay constancia documental, pero sí suficientes indicios-, y

su interior mantuvo prudentemente la espacialidad renacentista-mudéjar de origen,

como tan airadamente mantenía la parte más tradicionalista de canónigos del Cabildo

eclesial…

Los regocijos de estilo neoclásicos que diseñó para el exterior el racionero Eduardo

eran tan discretos y armónicos cuanto correctos y airosos, y cuando se dispuso el

bajorrelieve de Sta. Ana en mármol blanco –día 26.VII.1798- que sellaba la fachada a

naciente de la catedral, nadie protestó ya, porque el resultado era mucho más que

digno y aseado.

El motor artífice de todo este engaño a los de dentro y fuera de la mesa capitular fue el

ilustrado arcediano –hasta diciembre de 1790- que sería desde entonces deán, el Dr. D.

Jerónimo Róo, también responsable del encargo de la iglesia de Santiago de Gáldar al

hermano mayor de Diego Nicolás, D. Antonio José, el arquitecto lagunero –como él-; D.

Isidoro Romero Ceballos le llama al morir (26.II.1802)

353 Para albergar el Hospicio y Casa de Misericordia, además de la Casa Cuna, y demás dependencias del

centro de caridad decimonónico, que devino en complejo hospitalario insular –hasta el tercer cuarto del

siglo XX-.

354 Al describir las murallas de la Ciudad, señala respecto a la muralla Sur: “Dos puertas abren esta otra

muralla y las nombran de Los Reyes, y San José; a ésta última dicen así, porque se sale por ella a un barrio

adonde está una ermita con la advocación de este gran patriarca…” (¿fecha?)

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“el móvil de la empresa de la obra nueva de la conclusión de esta Santa Yglesia,

removiendo y venciendo todas las oposiciones de algunos capitulares y otros

obstáculos que la querían impedir…”

Si duda, el cronista y regidor municipal, testigo presencial de cuanto acontecía en las

instituciones, sabía muy bien qué decía con esas palabras.

¿Podemos dar por supuesto su empuje al menos, para realizar el encargo, diseño y

libramientos, para sustituir la ermita de S. José, al mismo deán Róo? Casi seguro que sí;

las Actas capitulares lo deben reflejar sin duda –aunque no tengamos el dato a mano-

El punto de inflexión

Si en agosto 16 de 1780, se renovaba355 la ermita de S. Roque, que amenazaba ruina,

“desde el arco de la capilla mayor hasta su frontera”, y se realizó en un estilo mudéjar

convencional con aire neo-renacentista en su frontispicio.

Debe ser bien resaltado que no ocurrió en cambio lo mismo siete años después en la

de S. Joseph, en junio 18 de 1787, cuando el diminuto oratorio que era la anterior

ermita –que “apenas tenía de largo 6 varas y media” (5,43 m)-: estaba siendo ya

sustituido, pues estaba construida la sacristía nueva356 y el día 20 se empezó a demoler

el resto de la ermita; parece que ya estaban construidas “las tres casas nuebas del santo

por ensima de la acequia”. Es decir, se creó un pequeño centro-núcleo urbano,

parroquial, un foco de gravitación para un espacio sub-urbano en cierta expansión.

Sin duda, Diego N. Eduardo fue el artífice de esta operación urbanística de conjunto,

en el Risco de su nombre. No ocurrió lo mismo que en S. Roque, porque el diseño de

Diego N. Eduardo era rotundamente neoclásico, de cabo a rabo; la primera y casi única

pieza completamente neoclásica –por concepción y estructura. Ya hemos visto que un

ingeniero militar había propuesto, en la variante cortesana u oficialista del neoclásico, el

proyecto para la iglesia de Ntra. Sra. de La Luz, pero nunca se llevó a efecto.

Así que es aquí, en la ermita de S. José donde está el salto de estilo en esta isla, sobre el

telón de fondo, eso sí, de la fábrica catedralicia: entre una y otra fechas, entre una y

otra ermitas, hay que datar la entrada del neoclásico a Gran Canaria.

355 La ermita antigua era hechura de los vecinos bajo el patrocinio del poderoso señor regidor perpetuo D.

Diego Ponce de León y su esposa D. Magdalena Alarcón de León, para que el vecindario que laboraba

aquella Vega oyera misa; estaba ya “hecha a su costa” en 1674. La nueva ermita de Eduardo no fue

erigida en parroquia hasta 27.II.1938. (fuente: http://www.barriodesanjose.com)

356 A esa dependencia se trasladó el cuadro de San Josef.

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Cierto que se había proyectado la iglesia de Gáldar; pero tardó décadas en terminarse.

La de S. José en cambio, se concluyó muy rápido, por lo que fue lo que vio la gente.

Contexto en que se produjo el cambio

Como índice de la intensidad de nuestra conexión con el exterior en esos momentos,

aportemos un dato de este subdelegado de Yndias –don Isidoro Romero-: en ese año

1787 entraron 12 embarcaciones, 3 maltesas y otras francesas y portuguesas –es decir,

unas 5 españolas-, al puerto-ensenada de La Luz. Y otras tantas en el año siguiente. Es

decir, un barco por mes. Desde luego, la conexión de 1ª línea era ya Sta. Cruz, desde el

traslado de los Comandantes generales, etc., y las relaciones con el exterior eran pues

de 2ª clase; mucho más numerosas, seguramente semanales o poco más, las locales

entre ambas islas.

Un autorretrato perfecto de nuestras mentalidades

Desde luego, no era Ciudad de Canaria un puertucho –aunque la Ciudad sufriera el

insulto de presenciar “un espectáculo que no se avía representado desde el año 1749,

que fue sacar al suplicio de garrote a una mujer llamada Clara Méndes, que avía matado

alevosamente a su marido”357-, como veremos por la entidad poblacional que tenía, y

que consideraremos enseguida.

357 El texto es del siguiente tenor –¿puede extrañar en este contexto que la Ilustración tuviera dificultades

para entrar en aquella sociedad?; obsérvese que no fue el Santo Tribunal quien ajustició…-:

“La sacaron en un serón suspendido por quatro hermanos de la Caridad, amarrado a la cola de

un jumento, con el acompañamiento a cavallo del alguasil maior de la Real Audiensia, un

escruivano de Cámara, ds procuradores y dos alabarderos. Y, entre la portada y la hermita de

San Sevastián, en un tablado de sinco quartas de alto que estaba armado en un palo que salía del

medio, le fue dado garrote que sufrió con la mas laudable rresignación que llenó de gozo por la

cierta esperanza de su salvación a todos los sircunstantes, y no se hizo plegaria como era

costumbre en todas las iglesias ni se dobló en todas por varios enfermos y paridas que avía a la

sasón. Quatro horas estuvo espuesta en el cadalso, desde el cual hizo una prática después de su

muerte mui elegante el señor canónigo don Rafael Ramos. Luego que la quitaron del cadalso la

metieron en una pipa para arrojarla a el mar y, quando estaba ia cerca de éste, la tomaron

(apartando a el verdugo) quatro hermanos de señor San Francisco, que desde allí cuidaron de

proporcionarle un entierro mui lusido que se compuso del clero de la parroquia, tres

hermandades de Concepción, San Francisco y Grasia y las tres comunidades, y un

acompañamiento mui lusido de nobles y plevellos y de mujeres (cosa no vista), atraídas por la

fruición de 40 días de indulgensia que concedió el señor obispo a todos los que acompañasen al

entierro. Sacaron de limosna los procuradores hasta sinquenta pesos, los que recogió el señor

regente y distribuió en misas de a peseta por el alma de la difunta y no consintió se gastase de

ello un real en el entierro, pues la ponpa nada le aprovecha a su alma, y la sepultaron en la

iglesia de Nuestra Señora de los Remedios por deseo suio.”

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Hablamos de un dato de lo más interesante que da Romero en su Diario con fecha de

junio de 1787 –ya hemos resaltado la posición institucional que gozó este patricio en

nuestra ciudad-, y que pasa casi siempre desapercibido a historiadores y estadísticos: se

hizo por orden del Rey, nuestro señor, un padrón general, cuantificando el

“número de personas que tiene esta ysla al presente en las diferentes clases de

calidad, estados, oficios, empleos y edades, inclusos los eclesiásticos y

comunidades…”;

Resumiendo su texto a lo que aquí interesa, había en la isla “48.889 almas, de cuyo

número 9.020 son avitadores de esta ciudad.” Eso significa una densidad media en Gran

Canaria de 31,34 Hab/km2; pocos territorios de Europa, África o América o isleños del

Atlántico, alcanzaban esa cifra; entonces, ¿cómo entender el aislamiento?

Analfabetismo y desposesión severas, a lo que se añadía un control militarizado-

catolizado absolutos –como revela el espectáculo elegante y resignado que acabamos

de ver-, contestamos nosotros. Respecto al padrón que se había hecho quince años

atrás, añade, había 4.000 almas más: un crecimiento fuerte y sostenido; pero dejemos

que los sociólogos interpreten estas y otras cifras jugosas que contiene esta anotación

del Diario –edades sexo, estado, etc., que permiten hacer una pirámide o varias, y

muchas otras consideraciones-.

Shock de urbanación y urbanidad: primer plan urbano de equipamiento y dotaciones

públicas para los salones, placetas y paseos del espacio vial

Ciertamente, si se ciñe nuestra mirada a las anotaciones del Diario de Romero y

Ceballos, se puede convenir que la Ciudad conoció en estos años finales del XVIII una

actividad urbana, si no intensa, sí esencial –ya que articuló los espacios públicos que

hasta entonces eran en buena medida residuales-, y los equipó; hasta entonces, la

ciudad era un artefacto primario y primitivo, sin equipamiento y dotación del servicio

esencial: abasto de agua potable.

No hablamos del domiciliario, sino del elemental de pilares públicos en las encrucijadas

viales. Era hasta entonces un arruamiento o aglomeración, de 9.000 almas, no-

equipado358. Parece tener relación con la secular y admitida aversión del español por el

Recuérdese: era 23 de abril de 1787. Sin embargo, nunca llegó a ejecutarse la condena de una década

antes a otro esposo asesino –incluyendo la orden de cortarle la mano y exhibirla en el camino de Geneto;

Estamos ante el autorretrato perfecto de nuestras mentalidades, a fines del XVIII, al tiempo que en París

iba cayendo constitucionalmente el Ancien Régime…

358 Se dirá sin duda que muchas casas de la ciudad poseían pozo propio y/o algibe; es cierto,

relativamente. Eso no es suficiente, ni señala un buen sentido de urbanidad. Todos debemos recordar

que esa función era cubierta por trabajo servil: esclavo y femenino e infantil, generalmente; casi siempre

llevando el cántaro a la acequia…, origen de tantas infecciones y parásitos.

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agua, los baños –públicos o privados- y a desnudar su cuerpo –ya que tal cosa era

deshonesta, pecado por supuesto, y por tanto un riesgo de delación ante el temible

STOI-. Por cierto, no escasean en el Diario de don Isidoro, como tampoco en los

Quadernos de don Antonio, las noticias sobre ahogados en el litoral –ninguno de mujer-

.

Estaba siendo convertida en Ciudad, urbanizada, ya que muchos ángulos y trazas del

casco entre murallas y acequias eran riscaderos, ni siquiera rurales, sino inmundos; algo

de esto debe relacionarse con la frecuencia de enfermedades de la piel y ciertos

contagios continuos, que inducían una mortandad infantil realmente vergonzosa, contra

la que apenas se hacía nada, porque ocurría en la casa-cuna –lugar de los nacimientos

de ilegítimos y demás santaneros-. Era un criadero de contagios.

Las noticias son continuas acerca de las obras públicas que se iba acometiendo, que él

–don Isodoro- como regidor y otros cargos oficiales –subdelegado de Indias y Marina,

por lo que debía visitar una docena de veces al año los puntos de embarque para

despachar ese número de buques, etc.-, estaba en posición de conocer en primera

línea; cuando no, siendo él mismo diputado para realizar alguna obra –como el vallado

de la fuente del agua de la Virgen en Teror…

Da continuas noticias también de los avances en el complejo de San Martín –para

adosar al Hospital diseñado por el Coronel padre Antonio Lorenzo, el Hospicio y Casa de

Misericordia, de la R. Audiencia –salas nuevas de audiencia, acuerdo, oratorio y archivo,

y de la nueva Academia de Dibujo en la Escuela de S. Marcial –costeada por el obispo,

como las obras hospitalarias, señala el cronista-, en diciembre de 1787.

Una nueva anotación de mayo de 1788 señala que se culminaban los ventanales,

puerta y cornisas de la ermita de S. Joseph, así como en su interior, las arcadas hasta

capiteles, principiando “la media naranja”: se refiere a la bóveda por arista –un gesto

típicamente neoclásico-basilical de Diego N. Eduardo-: se trata del elemento tectónico

abovedado que se utiliza para cubrir espacios cuadrangulares: resulta de la intersección

perpendicular de dos bóvedas de cañón, sobre la directriz de su arista-clave.

Y en paralelo señala los avances en la catedral, cual si fuera una misma obra común… Al

mismo tiempo anuncia que se había cerrado el murallón de frontera del Hospital de S.

Martín que lindaba con la acequia real, es decir, su fachada Sur, dando a S. Juan; y la

casa para el médico, enfrente del hospital –es decir, de su frontispicio de Antonio

Lorenzo-. Y poco después –octubre 16- se empezó a “sentar la puerta de la iglesia de

San Agustín.”

No es menos importante consignar la anotación referente al Muelle de S. Telmo, con la

estancia del capitán de ingenieros y teniente de navío de la Real Armada D. Rafael

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Clavijo, lansaroteño, el día 6.V.1788, cuando “se tomaron medidas”, sin duda quiere

decir topográficas para diseñar esa infraestructura.

Una anotación de septiembre siguiente (1788) informa que se cerró la bóveda de la

ermita de S. Joseph, “menos la de la media naranja”; debe referirse a la transversal de la

bóveda por arista. Y en octubre de 1790:

“El domingo 3 de octubre se vendijo y colocó la hermita nueva del señor San

José, extramuros, por dicho señor obispo que la costeó desde cimientos.”

Se percibe un plan general de equipamiento y urbanidad

Es un momento de interés, porque es el manifiesto del nuevo estilo, el que tenía el

beneplácito regio y culto-estamental, en la Ciudad. Aunque fuera una pieza modesta,

debió aparecer como un mensaje autoritario, ilustrado-despótico. Esto es lo moderno,

lo que se debe admirar. La asistencia a la inauguración de la ermita puede que no fuera

de altísimo prestigio social –alejada del centro ceremonial, sin el influjo de una tradición

procesional ni patronal-, pero cierta parte del panteón social debió acudir a la

consagración, incluyendo a su patrono, el obispo Plaza –que una semana después se

embarcaba para su nuevo destino, Cádiz-. También dejó acabado el Hospicio…

Días después de esta inauguración, la obra madre catedralicia veía culminar sus muros

“para resivir las bóvedas …de la Santa Yglesia.” Y se inició un “empedrado general de

calles y supresión de vertederos inmundos de esta ciudad.”

El clima de obras se debe resaltar, porque afecta a todos los centros neurálgicos de

Ciudad de Canaria: sus espacios públicos, como se ve. Y seguiremos viendo.

Así, en 1791 continuó otra serie de obras para dotar de agua a los espacios público

urbanos: en febrero –o quizá hay error por enero-, se concluyó “el pilarillo nuevo que

llaman de Sta. Clara, a la parte de Triana a bajar del convento de dicha monjas para

venir al puente, el cual nunca hubo allí.” Y las atarjeas de conducción de aguas y caño

subterráneo de desagües “que baja desde la plaza de S. Francisco a Terrero”. En

febrero, también se tendió la cañería “del pilar que se va a construir junto a San Telmo

para la aguada de las envarcasiones”.

Se abrió la “calle nueva de Monguía que sale de la calle Mayor de Triana al mar…”, y “la

otra de salida al mar desde dicha calle de Triana que llamaremos de Almasán, que es la

más vesina a la calle del Claver…“, y en abril fue concluido “el empedrado general de las

calles de esta ciudad… de murallas y asequias adentro…” En julio “quedaron cerrados

todos los arcos maestros que ligaron la yglesia vieja con la nueba y sus colunnas en la

Santa Yglesia.”

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Alguna que otra vez Romero359 atribuye esa actividad o iniciativa al “señor corregidor”;

y cuando en agosto 24 anota la estancia de 24 horas del comandante general, mariscal

de campo excelentísimo señor don Antonio Gutiérrez, para su toma de posesión como

Regente para seguir a residir en Sta. Cruz, dice que pasó revista a los tres regimientos

de Milicias, siguió a Teror a la festividad de la Virgen, fue agasajado con varios refrescos,

convites y saraos en sendas casas de la principal nobleza y oficialidad, y el 25 salió por el

puerto del Juncal de Guía:

“Este general era de edad de más de sesenta años, justiciero al paso que

benigno y grato, y uno de los más bien quistos que han comandado las yslas,

llano y sin altives, y de un trato mui dulce, sencillo y amable.”

En cambio, a la arribada del obispo Tabira en la fragata de guerra española Santa

Cesilia” (20.XI.1791), no da perfil alguno del personaje, salvo su desponsorio con la

Yglesia –que hubo de hacerse a la carrera debido a un aguacero, entre dos altares, en la

puerta del palacio episcopal y en la catedral-, etc. Parece haber alguna relación –algo de

antipatía- con la serie de reformas litúrgicas que ordenó observar el obispo Tavira, que

recortaban algo el boato ceremonial trentista acostumbrado (menos campaneo, menos

procesiones y misas, etc.: don Isidoro anota los cambios sin adjetivaciones –a veces

señalando: en lo que no había estilo-. Un innovador (peligro).

La catarata de nuevas obras –que nos dice indirectamente todo lo que no había habido

nunca en los descampados urbanos-, continuó (octubre de 1791) con el pilar que “está

en la calle mayor de Triana que va a la puerta deste nombre.”

En febrero de 1792, echó agua por sus chorros el pilar de los mareantes de San Telmo,

que fue costeado por “la caja” de esta cofradía. En mayo se concluyó dos pilares: “el

pilar de la plaza de las monjas bernardas, en cuio barrio no lo avía avido”, y el “de la

plaza de Santo Domingo, en donde nunca lo avía avido.”; y en julio, una pieza esencial

de este tendido:

“se sangueó el varranco, atravesándose desde la bocacalle del Toril a dar a la

que va derecha al convento de San Francisco, para conducir la cañería de el agua

de las fuentes de Morales hasta aquel barrio de Triana.”

Y en agosto, “el pilar de la plazuela del Espíritu Santo, que se construyó en lugar del que

avía en la mitad de la Plaza Mayor que está delante de la Santa Yglesia.” Y el día 25,

359 En una entrada de octubre de 1791, señala al aludir al clima tormentoso de España y toda Europa,

cómo se informaba : “según se avisava por las gasetas.”

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“entró y corrió por primera vez en las cañerías de los pilares y fuentes de esta

ciudad las saludables y christalinas aguas de las fuentes de Morales360, a resultas

de haverse concluido su encañado subterránio desde dichas fuentes, una legua

distantes de esta ciudad. Cuia empresa, proyectada de más de dos siglos y nunca

prinsipiada, la emprendió el actual señor corregidor don Visente Cano y l

concluyó con una brevedad y asierto que lo hará inmortal en los fastos de esta

ciudad.”; a cada brote de agua en los pilares citados, iban saludando con salvas

los castillos…

Curiosidades de la posición social-política de privilegio que gozaba el cronista don

Isidoro, es el apunte que sigue al anterior: cuatro días antes de esa inauguración, se

había concluido un ramal particular de cañería “al pilarillo que tengo en estas mis casas

de mi avitasión de la calle de San Antonio Abad y Herrería, cuia grasia me hizo el

Ayuntamiento en atención a mis servicios”, mediante un enjerto que se practicó desde

la plazuela del pilar nuevo361… Y en noviembre se concluía “la bóveda de la capilla

mayor nueva de la Santa Yglesia.”

Quedaba mucho por hacer. En enero de 1793 se adecentó el acceso desde el puerto a

la ciudad:

“se plantó la Alameda y tarajales que están a la entrada de la portada de Triana y

se hicieron los canapés y muro que guarnece el sercado que hace costado

derecho a dicha entrada, la cual se ensanchó hasta siete varas [5,85 m] que se le

cortaron a dicho sercado, cuio valor dél hicieron pago la ciudad. Y la dicha

Almeda tomó todo el terreno que tenía la hermita de San Sebastián que allí avía

y del campo santo que estaba contigua a ella362. …Y se hizo el paseo que está en

la marina de Triana y el pretil que la guarnece.”

Pero a continuación dejó de consignar noticias de obras públicas –coincidiendo con la

marcha del señor corregidor don Visente Cano, para atender a las noticias de la guerra

declarada a Francia quienes mataron innominiosa y cruelmente a su rey y señor natural;

ya vimos cómo se informaba –las gasetas-, y así dice que habían levantado

“una Convensión trastornando enteramente el govierno monárquico,

sustituyendo república. Y con este motivo y orden que hubo real para rogativas,

se hizo procesión general con la imagen de Nuestra Señora de la Antigua.” 360 Afloramiento en el propio cauce del Guinigüada, al pie de Lomo Blanco bajo.

361 Señala las medidas exactas en varas respecto a la esquina de la sacristía de la capilla nueva de Nra.

Sra. de la Antigua…

362 Se descubrió en esas obra “asia la marina”, unos cimientos “de castillo o batería, que hoy están entre

la Alameda y el mar, que se mandaron conservar por si acaso fuese necesario reedificarlo.”

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En octubre consignaría que lo mismo hicieron con su legítima reina y señora y la

serenísima princesa Ysabel.

El día 10 de abril se recibió como capitán don Isidoro, por real despacho, “de la séptima

compañía de fusileros del regimiento de Milicias desta ciudad.” Y ante la situación de

guerra contra la República, anota cómo la corte encontró una gran solución militar, tan

adecuada al enemigo cuanto brillante logísticamente: vaciar las cárceles, al menos con

destino a las colonias –con las consecuencias que era de esperar-; en agosto

“llegaron a Santa Cruz quatrosientos presidiarios que mandó venir el Rey,

nuestro señor, para completar con las compañías de infantería de tropa viva de

las yslas un batallón fijo, que se dignó crear para su defensa y guarnición, del

que se puso una compañía en esta ciudad. Y como quiera que dichos presidiarios

eran de los mas traviesos, dieron que hacer bastante para contenerlos, ia en las

puñaladas y embriaguez y ia en otros vicios en que estaban manchados.”

Habíamos adelantado que don Isidoro era hombre público, ejecutivo, práctico en

distintos oficios –incluso de aparejo de obras-; he aquí una muestra:

“En [septiembre] se concluió y estrenó el pilar de agua del abasto público que

está en la plaza [de Teror], hasiendo espalda al sercado de Nuestra Señora del

Pino, que linda con la plaza con la cabecera de la iglesia, con dos caños. Y se

cubrió y se hizo arca con puerta en la fuente de Santa María, que es la que

abastece dicho pilar. Y io interbine y dirigí dicha obra.”

Año 1794. Es el año horrible de la leva de carne de cañón para la guerra del Rosellón-

Ampurdá. Continuaban las obras del primer plan urbano de equipamiento y dotaciones

públicas para los salones y placetas del espacio vial; en marzo

“se concluió la calzada, empedrado y pretiles del camino que sube desde la calle

San Justo y Pastor363 y hermita de San Nicolás hasta el castillo del Rey, a

espensas, los empedrados de las casas vesinas, y el puente y resto de calsada,

del ilustrísimo señor obispo don Antonio Tabira. Y se dio prinsipio y concluió

dentre deste mismo año por el celo del señor teniente de gobernador y alcalde

maior don José Fernándes de Ocampo, natural de la ciudad de Salamanca364, al

paseo que corre desde la plaza de dicha hermita de San Nicolás hasta el castillo

de Mata, y de allí hasta la Alameda, lo que antes era una vereda y derriscadero”;

363 Se llamaba así, por la ermita de ese nombre que había en la esquina Suroeste con la escalinata de

bajada a La Fuente, la calle actual San Nicolás que baja desde 1º de mayo a la Alameda de Colón.

364 Esta pincelada revela una vez más uno de los rasgos de D. Isidoro: un adulador del godo, compulsivo.

El súbdito (colonial), el cipayo perfecto.

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la frase final de la cita es esclarecedora: señala muy bien el carácter in-urbano de todo

un frente trasero de la ciudad; es de resaltar cómo y quien debió financiar las obras: no

existía presupuesto municipal, nunca lo hubo bajo la monarquía absoluta. En cuanto al

celo del señor teniente de gobernador, era muy natural el interés de este comisario del

comandante y la corte: la sede de la Subdelegación de Gobierno estaba justo en esa vía

–actual calle San Nicolás-, en la esquina a la Alameda, y que esa vía fuera un barrizal o

un arenal polvoriento alternativamente, sería algo muy indecoroso.

En agosto se acabó

“el muro de mampuesto en el sercado de Socorro, por la parte que mira al

reducto y muralla de la portada de Triana, y el que guarnece el sercado que

esta´a la mano derechab de la iglesia del hospital de San Lázaro y el que

guarnece el sercado que está al otro costado de la plazuela de dicha iglesia, y los

demás muros de mampuesto que están lindando con el paseo que, entre la

muralla y sercados, va a dar al castillo de Matta y paseo nuevo, los cuales muros

antes eran de sarsa y piedra seca.”365

Asimismo, se erigió buena parte del convento de bernardas, que llevaba muchos años

arruinado tras un incendio, cambiándose el pilar colocado 2 años atrás en el centro de

la plaza, para adosarlo al frontis del convento con objeto de darle llave, poniéndole un

libatorio más al pilar de los 5 que tenía antes. Otra placeta urbana quedaba así,

adecentada.

También quedaron cerradas totalmente las bóvedas de la catedral, “y la media naranja

se arrasó, puso varandas y cornijamientos de su coronasión”, y también se acabó la otra

sacristía de capillas y la sala del tesoro y caudales encima de ella. Además, el obispo

Tavira, invitando al Cabildo secular –Muy Ilustre Aiuntamiento-, puso la primera piedra

de la nueva ermita de los Remedios para sustituir la vieja ya demolida por ruinosa, para

“hacerla aiuda de parroquia para el barrio de Triana.”

Culminación, cierre físico del complejo de San Martín

Y en octubre se concluyó, “y perficionó en un todo la obra del hospicio y sus últimas

habitaciones, contiguas al muro que el divide de la plazuela de la hermita de San

365 No es difícil imaginar la naturaleza de aquellos muros rurales, para quienes vivimos antes de los años

de la turistización extensiva. Eran lo que llaman los urbanitas unos criaderos de lagartos, sí: naturaleza

viva, aun, dentro de la ciudad.

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Juan”366; es interesante recalcar esta noticia: es la culminación, el cierre físico (octubre

de 1794) del complejo de San Martín.

Pero antes, ya en enero de 1794 y como primera noticia, después de la consabida

elección anual –por una variante temprana de democracia orgánica- de diputados del

Cabildo municipal, don Isidoro consigna una cruda medida de decimación, maquillada

por don Isidoro como quinta:

“Sácanse trescientos ombres de leba para la Real Armada. En este mes [enero],

por comisión que tubo para ello el señor regente, hubo leva de bagos y quinta

entre los solteros de los marineros del tráfico de la costa, de suerte que en cada

barco tomaron, en unos sinco, en otros tres y quatro hombres, los cuales, con

los demás bagos, se embarcaron de esta isla para pasar a un navío de guerra en

Santa Cruz, en número de más de trescientos, sólo hijos de esta isla, para servir

a Su Majestad, en la presente guerra, en su Real Armada.”

La siguiente anotación del Diario, en mayo, debió ser tan funesta como la anterior; a

don Isidoro no se le ocurre emitir la menor crítica, naturalmente; es interesante su

testimonio, ya que él mismo era capitán de Milicias, teniendo así las mejores y más

directas fuentes:

“Salen de estas yslas para el Rosellón, en España, once compañías de sus Milicias y alguna gente de mar. Pasa también el batallón fijo de estas yslas a la guerra en dicho Rosellón. Oficiales que fueron de Canaria. En este mes llegó orden de Su Majestad el rey para que de cada regimiento, de

los once que tienen estas yslas de Milicias, fuesen a la raia de Francia dos

compañías, a saber, la de Granaderos y la de Casadores, de gente escogida,

soltera, exceptuando aquellos hijos únicos de madre viuda, de padres ancianos

sin conveniencia o que tuviesen a su calor algunos hermanos o hermanas

pupilos y desamparados. Como no era posible completar las dos compañías de

tanto moso esento de estos inconvenientes367, sólo se sacó una compañía de

cada regimiento. Lo que se representó a Su Majestad por el señor comandante

general y por el Aiuntamiento de la ciudad de La Laguna y Su Majestad se dignó

366 Señala que el Cabildo eclesiástico reusó ir a la ceremonia de “su día, como acostumbraba, por la

indecencia de lo interior de la hermita a causa del descuido de su patrón, el capitán don Mathias de

Matos.”

367 Este es otro dato sociológico precioso para el análisis estadístico: la cantidad de adultos dependientes

era extrema: la población no daba más de sí para suministrar solteros a la reproducción; con seguridad,

en los lustros siguientes se disparó el número de hijos naturales, procreados por señores y familiares,

frailes y eclesiásticos, y la reserva de milicianos que quedó en la defensa… Otra forma de debilidad

estructural derivada del trato colonial.

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aprovarlo, mandando que en lugar de las que faltaban fuese el batallón de tropa

viva resientemente creado como fijo para las yslas. Y de coronel de las

compañías de Milicias de dichos regimientos se eligió (sic.) al coronel del de

Telde don José de la Rocha, hijo y nasido en esta ciudad de Canaria, de a donde

fueron naturales también el capitán don Simón de Ascanio, el teniente don José

Espino, natural de Telde, don Juan Antonio Dominguez, natural de Firgas, el

teniente don Diego Pino de Quintana, y en el pabellón don José Berdugo. Todos

los quales se embarcaron para España a principios del mes de junio, en Santa

Cruz, en navíos de guerra que, para este fin, aportaron a dicho puerto. Y en el

mes de agosto del mismo año se enbarcó el batallón a dicho destino con las

compañías de Milicias de Fuerteventura, de que fue de capitán don Antonio

Thomás de Madaleno, mi cuñado, y las de Lanzarote y Garachico, que no

pudieron ir con las demás en aquel entonces.”

Como consecuencia de la marcha de la tropa viva, quien hacía guardia en la Plaza de

Sta. Ana, era un vivac de Milicias, que fue turnándose cada mes con los de Telde y Guía,

que finalmente “se redujo a venir quatro ombres cada mes.” Y ello en tiempos

revueltos, desde arriba, sobre todo:

“Violencia del señor regente contra el Aiuntamiento, a quien multa. En este

año368, el señor regente, ecsediendo de sus facultades de intendente y

subdelegado de propios de estas yslas, multó por motivos frívolos a todos los

señores regidores y diputados y alcalde mayor.” Una nota, a continuación, de

Suárez Grimón, quien transcribió el texto e hizo el estudio introductorio de la

obra, señala que faltan –alguien arrancó del original- los folios 17 r.-v. y 18 r.-v.;

esto es, dos folios por las dos caras menos una parte, porque la siguiente noticia

en el folio 19 r. aparece mutilada. Lamentable decisión o imposición esta, pero

interesante anécdota acerca de cómo se hace la historia. ¿Arrancó las dos hojas

él mismo (don Isidoro)?

Una anotación subsiguiente es de interés: sin que hubiera unos tiempos muy malos,

salvo algo de sigarrón –aunque estaba como pretexto la guerra con Francia-, el Cabildo

catedralicio anduvo en misión de rogativas por todos los conventos de la ciudad, por lo

que una diputación del Aiuntamiento insular se juntó con otra de aquel para ir a Teror a

solicitar la venida de la Virgen para el día 14; fue al frente de ella el propio D.

Isidoro369…, siguiéndose todo el ritual acostumbrado, hasta devolverla el día 4.XII.1794,

368 Esta anotación está entre noticias correspondientes al mes de octubre. Debe entenderse que se

refiere al señor comandante general Gutiérrez, de quien había hecho el panegírico tan enternecedor que

ya vimos a su llegada a tomar posesión de la R. Audiencia, etc.

369 Él estaba contagiado de sarna –que le duró hasta mediados del año siguiente-, que se propagó en el

mes de agosto a todos los de su casa, contagiados al mezclar la ropa de su familia con la de una criada…

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entre diversos prodigios, naturalmente. Y entre rebatos o amagos de rebato, etc.:

estallidos del miedo a una invasión francesa.

Por febrero continuaban las obras en las bóvedas de las sacristías de la catedral; don

Isidoro sigue informando de la obra con tal precisión aparentemente, que parece haber

estado a pie de obra como aparejador o similar: en octubre informa que se acabó de

encalarlas interiormente, y textualmente

“se acabó de armar la sinbria del cerrado de la media naranja.”

Esta operación, y más aun el descimbrado de una cúpula, era un momento mágico, que

ignoramos porqué aquí, nunca aparece celebrándose…

En abril 8 informa de la llegada de una comisión de oficiales con un capitán del Real

Cuerpo de Artillería y un teniente del de de Ingenieros al frente, para reconocer el

estado de las defensas de la ciudad-puerto: los castillos de Su Majestad, al parecer

podían pasar; los del Ayuntamiento, estaban inservibles.

Parece ser que tan sobrada situación dio pie al comandante general para retirar

algunas fuerzas más, para defender Santa Cruz: dos banderas de recluta de Cuba y

Habana, que llevaban en la isla más de 10 años.

Pero eso sí, el 26.IV se celebró ya unas primeras solemnes honras fúnebres en todos los

templos de la isla, por todos los caídos en la guerra con Francia… En julio se conoció la

paz de Basilea, y los detalles generales del tratado, incluso la cesión de “la media isla de

Santo Domingo”, con toda naturalidad.

El año siguiente 1796 fue muy duro, “el más escaso que en muchos tiempos se avía

visto” en cosechas de grano y huerta:

“desde principios de marzo faltó la provisión del pan, siendo necesario el

repartirlo con la maior angustia y bulla que consternava los ánimos, por cuia

razón fue necesario comprar algunas partidas de trigo de Fuerteventura de

cuenta de la Ciudad, amasándose cada día 26 fanegas para dicho cotidiano

abasto.”

A esta angustia se sumó la llegada de un escuadra holandesa de 9 fragatas y navíos de

línea, con pocos víveres ni agua y aquejados de escorbuto y calenturas pútridas, a la que

hubo que socorrer durante mes y medio… Las mareas dejaban en las playas los

cadáveres que se largaban por la borda, por lo que hubo de exigirse que los 2 buques

hospital fueran alejados de la bahía, impidiendo también el cambuyoneo y las visitas de

ortesía, y exigiendo permitir una visita médica; admitieron las dos primeras exigencias,

pero no la tercera de ellas, asegurando que no tenían peste ni otros contagios…

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Sin embargo, los propios señores y señoras de la ciudad pasaban una y otra vez a los

convites a bordo, y hasta el gobernador local invitó en tierra, a la oficialidad holandesa,

a un banquete mui enpléndido en su casa… Al levar anclas, alguien mató, disparando

desde el último bote que abandonó la playa, de un fusilaso y por algún resentimiento

particular, al sargento José Arzola, comandante del destacamento del castillo de La Luz.

Y punto, nada se dice más; no parece que nada se hiciese –no desde luego este

flamante subdelegado de Indias y Marina370- para perseguir esa fechoría holandesa.

Después de una noticia de noviembre de este año 96, anotó el regreso de los

milicianos –sin nombrar para nada a D. José de la Rocha- que habían sido levados para

el frente del Rosellón, con 500 hombres de menos:

“Regresa a Santa Cruz la columna de granaderos milicianos que pasó al Rosellón

y el batallón fijo. En este año se restiuió a Santa Cruz la columna de milicianos

granaderos y el batallón que se envarcó y pasó a España a la guerra de Rosellón,

que fueron echos prisioneros quando se tomó por los franceses el castillo de

Figueras y llevados a lo interior de Francia. Estubieron ocho meses prisioneros

hasta que se hizo la paz y trageron de menos quinientos hombres, entre uno y

otro cuerpo, que faltaron unos por muertos y otros por estraviados y enfermos

que quedaron en los hospitales.”

En la primera entrada del año siguiente (1.I.1797), anotó al consignar los electos para

su Aiuntamiento

“…por síndico personero general el capitán don Simón Ascanio, uno de los que

fueron en la columna de granaderos milisianos que fue al Rosellón.”; ya le

habíamos visto nombrado en una entrada anterior; no ganó rango por méritos

de guerra, pero accedió en cambio al escalafón político, sin duda por su posición

socio-patrimonial.

Comenzaba un año también difícil, a juzgar por la extraordinaria convocatoria de un

cabildo general abierto. En enero había habido una seca, por lo que se puso en

novenario a la santa imagen de Nuestra Señora del Pino, …y al día siguiente llovió tanto

que no pudo salir en procesión, pero no llegó el agua sino como hasta una legua

distante de la orilla del mar. Febrero también fue de buena lluvia…

370 Don Isidoro dice haber sido nombrado en septiembre anterior (1795), según entrada expresa al

efecto; nombramiento, que le traería diversos conflictos de protocolo… En noviembre de 1796 moría en

La Laguna el Superintendente del comercio de Indias D. Bartolomé Casabuena y Guerra, cuyos cargos de

Marina y Correos asumió el comandante general hasta que S. M. los proveyera, y a D. Isidoro le continuó

en la subdelegación (29.XII.1796).

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En mayo había habido un desembarco de la tripulación de 2 corsarios ingleses –50

hombres- por las playas del Ganiguín, quemando casas y plantíos de conde de la Vega

Grande, y al acudir 4 compañías de Milicianos de Telde reembarcaron y estuvieron

capturando barcos de la pesca de costa merodeando durante 3 meses…, también entre

la isla y Tenerife. Pero siempre soltaron a los marineros –tras robarles víveres o vacas-,

volviendo estos a tierra.

Dueña del mar en suma, la Royal Navy; ¿la solución, como siempre?: rogativas y

novenarios a Su Majestad Sacramentado y la Virgen del Pino. Obviamente, llovió y nevó

como nunca en 4 años.

Pero la gente estaba un tanto alzada por una carestía no vista jamás, por lo que se

tomaron medidas que culminaron los días 13, 14 y 15 de julio en una suerte de

asamblea insular

“Con motivo de las escaseses insinuadas y carestías de los granos hubo algunos

movimientos de sedición con pasquines, de suerte que fue necesario que por el

gobierno político y militar se destinasen por más de un mes patrullas

comandadas por oficiales de Milicias que duraban toda la noche, con cuia

providencia se tranquilizó la ciudad y con un cabildo general abierto que, por ser

de corta estensión la sala capitular, se hizo en el salón de las episcopales, con

asistencia de diputaciones del Muy Ylustre Cabildo eclesiástico, Real Sociedad de

Amigos del País, abogados, prelados locales de las religiones y diputasiones de

todos los pueblos de la isla.”

Para estas sesiones la R. Audiencia dio

un bando sobre el protocolo de asiento

de esta suerte de imafronte social-

político insular –presidido por el señor

corregidor, que estuvo flaqueado a su

derecha por el señor alféres mayor y a

su izquierda por el señor alguasil

mayor-, en el que estaban también

abogados y diputados de los gremios

de oficios y artes, etc., y entre estas dos

alas, las diputaciones de los pueblos, además de los escribanos, etc. Se resolvió

representar a S. M. para que se dignase conceder…371

371 Control de precios de granos, igualación de pesas y medidas de las yslas, que se estableciese mercado,

alhóndiga y pósito provisional –todo ello elevado a través de la R. Audiencia-.

77. Cimborrio y linterna de la catedral de Sta. Ana

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Consigna que el 25.VII, Santa Cruz era atacada, tras varios intentos antes, por Nelson,

desembarcando dice Romero en el día de memoria de nuestro invicto patrón de España,

el glorioso Santiago Apóstol y, asimismo, al señor San Christóval, patrono titular de la

ciudad de la Laguna…: y claro, fracasó; entre otras cosas, porque concluye él

“No siendo de omitir… que aquella misma noche antes del ataque se vio un

meteoro luminoso que duró por algunos instantes.”

A fines de diciembre se terminó de techar los aposentos y el cornisamiento de la

fachada de dichas piesas [las sacristías] que mira al pilar nuevo y a la mar. En el curso

del año 1798 se coronó, sin estar concluido su frontispicio,

“la media naranja de la Santa Yglesia …y el farol… varandas y perillones de ella…”

También fue reformado el frontis que mira a la marina del palacio episcopal –aun no se

abrió la calle Codina-, rehaciéndose diversas salas, escaleras, patio, casa puerta, etc.

Pero la Royal Navy seguía adueñada del mar canario: en el puerto de las Salinas –o

Caleta del Romeral, para el comerciante de La Peregrina372-, capturó un barco de

costa…373 Y los corsarios ingleses seguían dominando las aguas, porque cuando en junio

de 1799 aportó el correo de Su Majestad para Sta. Cruz y La Habana, descargó aquí lo

que iba para Sta. Cruz y zarpó directo para La Habana –él debió ser quien despachó ese

buque, lo mismo que 2 más en noviembre para Montevideo y diciembre para La

Guayra-, “por recelos de dos fragatas inglesas que crusaban en aquellas aguas.”

En el año 1799 también hubo reformas urbanas; el 20.V se concluyó y estrenó el

colegio de San Marcial. Desde este momento empiezan a escasear las menos frecuentes

noticias de obras del plan de choque que hemos visto, y hay que acompañar a don

Isidoro hasta 1802 para volver a verlas, ya mucho más vagas como en este año se enlosó

de todo el piso de la Santa Yglesia Cathedral…; con igual vaguedad señala que

“se allanó y aniveló la Plasa Mayor de esta ciudad y se pusieron las filas de

cantería que la crusan y se empedraron los paseos de los costados y tubo de

costo más de mil pesos.”

La plaza de Sta. Ana había sido un revolcadero de burros hasta entonces, decían los

apuntes del cabildo catedralicio…

Pero entonces hubo que huir del Ayuntamiento

372 Cuya propiedad asigna don Isidoro al conde de la Vega grande.

373 Esta noticia parece reiteración de otra anterior…

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“se abandonaron las casas capitulares por temerse desplomasión de los techos,

y se empesaron a aser los cabildos en casa del corregidor, y después en las casas

del señor don Agustín de la Rocha,

contiguas a la hermita de San Antón.”

Se trata de D. Agustín María del Pino, el hijo

de D. Josef, y último Coronel Rocha, por vía

del castillo del Romeral y su casa nobiliaria.

Esta noticia parece querer decir que don

Agustín habitaba esta casa; o sea, que no

residía en la casa-palacio de calle Malteses…

En la ciudad sin embargo, parece que

continuó el ritmo de mejoras que

increíblemente no existía:

“En este año [1802] se pusieron

números a todas las casas de esta

ciudad, en Triana, y, en el siguiente, en

las de Begueta.”

Hay que esperar hasta octubre de 1804 para ver que se reformó el área del callejón de

San Martín y la calle que baja al puente junto al Colegio de San Marcial… Es decir, sin

descanso, todos los puntos cardinales del edificio urbano matriz –en la ciudad cristiana-,

la catedral, fueron siendo neoclasizados, rehechos y remozados a los tiempos de

reforma que se vivía, mientras las mentalidades se mantenían tozudamente en el atraso

e integrismo, pero aceptando formalmente los nuevos aires.

Hemos visto que el neoclásico –quienes lo patrocinaban- aprovechó ese momento de

reformas general en la ciudad, para colarse por su extramuros, con una pieza que es

casi, por su escala, como una maqueta ejemplificadora del programa neoclásico. La

ermita de San José, en solitario.

Manifiesto mayor del neoclásico

Pero también –a falta de completarse el frontispicio catedralicio-, hubo pronto un

manifiesto mayor, que es una nueva plaza, neoclásica, de la ciudad: la del pilar nuevo.

Fue una operación neoclásica la que le abrió el hueco urbano necesario –a través de un

complejo acuerdo urbano, parcelario y vial-, y la que la diseñó: en la trasera374 o tras-

cabecera catedralicia –sus sacristías y salas-, concluida con la colocación de la lápida de

374 Ya sabemos que el mudéjar luso-canariio prescindió del ábside basilical desde sus inicios mahorero-

bethancurianos, y esta es una de sus señas de identidad.

78. Fachada a Naciente, fuertemente

clasicista, de D. N. Eduardo.

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blanco mármol de la patrona Sta. Ana; este mismo gesto, el propio bajorrelieve de Sta.

Ana en mármol blanco colocado el día 26.VII.1798, es un gesto neoclásico en sí, si

penetramos más allá de su superficie: es una pieza de mármol blanco, que firma el

programa iconográfico entero de esa perspectiva del edificio central.

Más allá de la superficie, si llegamos hasta su significado cultural, es una cita referida a

la clasicidad, hace una referencia obvia a la Antigüedad grecorromana (vistiéndola con

la imagen cristianadora, como siempre hacen las religiones del Libro, para hacer la

síncresis). En la literatura española de la época no era raro llamar al estilo neoclásico

con el mote de romano; pues bien, esta fachada es muy romana. Neo-romana.

En sí mismo, este es el manifiesto mayor, la pancarta o rótulo del programa neoclásico.

Topos y logos

El topos –lo que solemos denominar el lugar- es neoclásico; la pequeña plaza ante el

noble frontispicio de Eduardo, es regular –tan regular cuanto recoleta: casi a la escala

de la fachada-, es urbana al cuadrado, cúbicamente neoclásica –a pesar de los

engendros neo-goticistas que se injertó en los desmandados tiempos del tardo-

franquismo-. Lo que la hace neoclásica es su espacialidad, el haz de relaciones másicas-

volumétricas y perspécticas que establece con este frontispicio a Naciente.

El logos también –la tectónica, el trazo; o mejor, la traza-; la palabra, el discurso, en

tanto meditado, reflexionado o razonado, es decir: razonamiento –arquitectónico-,

argumentación formal. La inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir, el

pensamiento y el sentido estéticos, del racionero-arquitecto Diego Nicolás Eduardo. Un

insigne discreto, otro más, que pasó por la vida sabiamente: sin hacer ruido. Qué

contraste tan fuerte con la verborrea chillona y rimbombante que coronó el frontispicio

del mismo edificio, por el Poniente…

El otro manifiesto físico de un concepto neoclásico

El otro manifiesto físico, realmente realizado de un concepto neoclásico en Ciudad de

Canaria, es el alzado que alguien levantó para la Ampliación del Hospital: para cerrar el

frontispicio Norte del complejo Hospital-Hospicio-Casa de Misericordia.

79. Alzado íntegro a Naciente del complejo HSM: a la izda. la mano del arquitecto padre, a la dcha. la

del arquitecto hijo. Clasicismo en las dos alas: toscano el primero, racionalista el segundo.

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La clave y leit motiv de todo este rodeo en torno y acerca de la figura del coronel hijo,

D. Josef es que él fue, en nuestra opinión, el presunto autor del primer ejercicio

neoclásico de Ciudad de Canaria: el alzado de la ampliación del Hospital de S. Martín,

que debía constituir la continuación del frontis clásico-barroco o neo-toscano de su

padre D. Antonio Lorenzo, el Coronel Rocha padre.

Nosotros atribuimos a este continuador de la obra de su padre, esa autoría. Nuestros

argumentos son circunstanciales –sustentando tal afirmación no categóricamente por

supuesto, sino dejándolo subordinado a documentados argumentos en otro sentido-.

Ese alzado no es –no parece- por su traza y su trazado obra de; ni Antonio Lorenzo; ni

Diego N. Eduardo. Las razones están a la vista: el esquema, casi un croquis, es de un

dibujante menor. Y como autor más probable, dada la asunción de la dirección de la

obra a la muerte de su padre, parece ser D. Josef de la Rocha, el coronel hijo.

Ya hemos planteado la probabilidad de que José de la Rocha colaborase con su padre

en toda clase de tareas de su Casa y coronelía; esta sería una confirmación de esa

presunción, que habrá de verse fundada en el futuro mediante nuevos datos, y en

particular, probatorios, documentales…

El plano-alzado presenta una disposición tan racional, o funcional-esquemática, que

resulta pobre estéticamente. No tiene más detalle que la colocación, en el eje de la

malla formal, de una parca puerta con frontón, también de una escala algo

decepcionante –que parece casi un añadido-; cabe señalar que fue desechada en el

curso de la puesta en obra –no haría falta recalcarlo, pues ha estado siempre a la vista

que desapareció-.

Pero conviene advertir que ese paño informe que hoy vemos –o más bien no-vemos-

tuvo un eje de simetría, una intencionalidad compositiva; en cualquier caso, el conjunto

puede clasificarse, calificarse más bien, como neoclásico.

Podría espetársenos: es una ampliación sumaria, lacónica y maquinal, casi instintiva y

de urgencia. Como hecha a la carrera, por apremio, etc. Esto sería indiferente: es una

pieza del paisaje histórico, de una pieza singular de nuestro patrimonio, y ello con

independencia de su valor estético-estilístico. Y no tenemos autoría cierta, documental.

Lo cierto es que el plano de que disponemos es una composición. De mayor o menor

valor. Pero una pieza que prefiguró un telón urbano ya con siglos de presencia en la

ciudad. Es memoria de la ciudad, de nuestra cultura. Es preciso estudiarla. Y no está

hecho ese estudio.

Una composición neoclásica. La cual precisa de un estudio compositivo: cómo fue

dibujada? Que reglas se usó para componerla?

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Obviamente, se apoyó –se debió remitir a-, para las correspondencias espaciales-, en

una planta que hemos atribuido a Diego Nicolás Eduardo; pero eso es todo, y el alzado

salido de esa correspondencia, no nos parece de su mano. Los arquitectos decimos

mano para referirnos a la habilidad de trazo, al estilo personal de cada cual para dibujar.

Hay gente que destaca: Diego Nicolás es uno de esos; debió ser un meticuloso –un

gusano, decíamos a veces en la ETSA de Las Palmas: los que estaban por encima de una

nota de 9,5-. Y los meticulosos no hacen un plano de alzado como el que estamos

discutiendo.

Lo más plausible es que sea obra de la mano –no muy admirable- de D. Josef de la

Rocha. Hasta que tengamos otro argumento, …y bien documentado.

Así que este es el otro manifiesto neoclasicista que conoció la ciudad.

Desde luego, su disposición espacial-vial impidió siempre que fuese un frontis a

admirar, un verdadero alzado, ya que era un plano súbito, un brusco paredón, un

precipicio junto al deambular peatonal: carente siempre de perspectiva para ser

contemplado –lo mismo o en gran parte por cierto, que el alzado o frontispicio de

Antonio Lorenzo-. Y no digamos, a partir de que esa vía fuera la entrada-salida de la

Carretera del Centro tras la llegada del automóvil a la isla, hasta que se dispuso de

circunvalaciones...

Puesto que además se decidió que todo el ala nueva –Hospicio-Casa de Misericordia,

Casa Cuna y resto de dependencias del complejo hospitalario- se sirviera por la puerta-

soportal o atrio del viejo diseño, la Ampliación se quedó sin eje de valor, sin centro o

foco de atracción visual. Así que ese cuerpo nuevo es una composición castrada –que

en origen tenía, se concibió con, su punto focal, su hueco de acceso-.

No sabemos el motivo de esa decisión; carecemos de datos para manejar hoy el

momento en que se tomó. O en todo caso, tendrá que ser dándole una vuelta de tuerca

o de rastreo meticuloso, con la correspondiente reformulación de hipótesis o certezas,

al conjunto de datos, tras concluirse esta Tesis.

Neoclásico

Cuando se desprecia una pieza por su escaso valor estético –significante-, se borra

también todo el trasfondo de significados que encierra o encerraba. Apegarse a lo más

obvio, próximo o simple, reduce el alcance de significados de una frase ideográmica,

una composición, porque se corre el riesgo de que el significante nos oculte, o no deje

ver o percibir el significado. Un alzado o iconografía carga en sí un ideograma, una

especie de crucigrama que posee unos contenidos, no un único mensaje sino un

programa iconográfico o icono-estilístico.

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Es pertinente discutir esta cuestión en el caso del alzado de D. Josef de la Rocha para la

Ampliación del HSM. Los sistemas logográficos fueron las primeras formas verdaderas

de escritura, de las que se derivó el dibujo de arquitectura; un logograma es un grafema

–unidad mínima de un sistema de escritura-, que representa una palabra o morfema

(sin indicación de su pronunciación). Contrastan con otros sistemas, como los alfabetos,

o los silabarios, donde cada símbolo representa (o lleva indicación de) un sonido o una

combinación de sonidos.

Comúnmente los logogramas son denominados también ideogramas o jeroglíficos,

pero esto es inexacto, porque los ideogramas representan directamente ideas, más que

meras palabras o morfemas, y los sistemas logográficos no son completamente

ideográficos.

Un alzado es un sistema logográfico. Un ensayo o juego, una sensata recreación, de

huecos-membrana sobre masas, un recortable: papiroflexia básica pero compleja.

Si a un banco de ahorros le ponemos como nombre Ábacus, todo el mundo entiende la

idea –por referencia al artilugio esencial de cuentas-; si denominamos Neoclásic a una

arquitectura, todo el que tenga unos rudimentos de historia del arte, sabrá a qué nos

referimos y porqué. Ese gesto simple es el que realizó D. Josef de la Rocha, con mayor o

menor ciencia, o mayor o menor talento.

Así, decimos que un programa icono-estilístico es neo-clásico cuando es revival de la

clasicidad greco-romana: una negación de la floritura, el engendro repostero o capricho

sinuoso cualquiera. Esa simplicidad, racionalidad: un grado cero del diseño. Minimal,

podría decirse, en argot posmoderno. De hecho, cuando el barroco es racional, solemos

adjetivarle como clasicista, y es expresión de respeto, de valoración positiva. Desde

luego, este prurito no suele responder a ascetismo estético, sino a practicidad y

economía de la puesta en obra.

El barroco toscano de Antonio Lorenzo en el HSM, lo es; y el alzado de la Ampliación lo

es también, sólo que en un minimal clasicista, que no cabe denominar sino neoclásico,

por su formalidad y contexto.

Josef de la Rocha supo dar un paso más respecto a las maneras de su padre, sin duda

bajo el influjo de Diego Nicolás Eduardo, a quien debió frecuentar sin la menor duda.

Ambos arquitectos fueron incuestionablemente, sus maestros.

El carácter de lo romano/neoclásico –lacónico, útil, lineal-, sintonizaba bien con el

espíritu castrense, con el hacer militar. Particularmente con un cuerpo de creciente

ilustración en las ciencias y saberes que desarrolló o fomentaba el movimiento de Las

Luces: el Real Cuerpo de Ingenieros de S.M.

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Ya hemos señalado que el gusto neoclásico efluía por todas las manifestaciones de

arte, desde las propias bases de lo culto, desde la tipografía al vestir o las actitudes

sociales, como el empoderamiento anti-diezmero, etc.; las personas que se

consideraran cultas y cosmopolitas dejaban, incluso en una ciudad colonial, que algunas

de sus inclinaciones revelaran simpatía por lo romano: siempre había un personaje

viajado –muchas veces militares, pero también clérigos venidos de Roma- que

rememoraba los avances en las capitales de mundo.

Era un pensamiento muy arquitectónico, por otra parte, que fustigaba mediante

ilustraciones muy romanas los caprichos por el paroxismo rocaille de la arquitectura

efímera sacra y los tenebrosos helicoides de la cultura de la muerte del barroco… En las

publicaciones que sustentaban esta nueva moda, dominaban las imágenes y diseños

neoclásicos.

No podemos estar seguros de su primacía absoluta, pero uno de los primeros

proyectos arquitectónicos neoclásicos que debió aparecer en Canaria por los años de

los coroneles Rocha, fue el de un templo para la ermita de La Luz, en el Puerto de las

Isletas grancanario375, obra de un joven ingeniero militar recién destinado a Canarias.

Podemos considerarlo una irrupción temprana, si tenemos en mente que eso no ocurrió

en sitios como La Rioja española hasta 1780-82376. Eso sí, bajo inspiración directa de la

propia RABASF, y no por conducto militar –diferencias de nuestra condición colonial-.

El capitán ingeniero militar Miguel Hermosilla había sido comisionado con el cargo de

Comandante de las Reales Obras de S. M. en la Isla de la Gran Canaria, por orden del

jefe del Cuerpo, el Ingeniero comandante Andrés Amat de Tortosa, fijado a la

Comandancia de Ingenieros de la Capitanía en Sta. Cruz de Tenerife, pues como

Ingeniero-jefe, debía estar siempre cerca del Capitán General.

Don Miguel debía ser orgulloso de su condición –hijo de teniente coronel y cadete él

mismo desde los 12 años, etc.-, y tuvo variada fortuna con las autoridades locales,

particularmente las religiosas. Honró el cometido que le trajo a la Isla, haciendo

reparaciones en el edificio del Cabildo insular, su Archivo y Cárcel, y las dependencias de

la Real Audiencia –mientras aprovechaba al parecer para requebrar a la hija de su

375 Toda la información procede del Plano 7.2, páginas 85 y 89 de la obra Las Palmas de gran Canaria a través de la Cartografía (1588-1899). Incluye, al final de esas 5 páginas una biografía del Ingeniero Hermosilla –basada en datos del general Pinto de la Rosa (Ingenieros Militares de España, siglos XV al XX, obrante en el Archivo de Acialcázar)-, a las que remitimos. 376 Dra. Ana J. Mateos Gil: La fachada y torre de la parroquia de Santiago de Calahorra (2006), pdf en la red. Esta desvela cómo el Cabildo de la citada iglesia –muy bien asesorado por maestros mayores de obra locales y algún maestro de edificios-, al mismo tiempo que ponía férreas condiciones de fábrica y aparejo en el pliego de condiciones, cuestionaba sin muchos miramientos las exigencias estéticas de la RABASF –mostrando al mismo tiempo una seria inquietud por el ideal de belleza vitruviano y buen conocimiento acerca de los órdenes clásicos y las proporciones-, en los extremos que se expondrá más adelante en nuestro texto…; pero acabaron limpiando su propia solución definitiva, de toda ornamentación barroca.

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presidente-. No debieron ser estas sus únicas gestiones sociales, porque algo después

recibió (1.XII.1780) el encargo del Cabildo catedralicio de hacer trazas para continuar la

media Yglesia –la obra interrumpida de la Catedral-, pero al presentar su proyecto en

mayo de 1781, este no resultó del agrado del Cabildo… Es bastante de sospechar que

debió llegar amparado por el regente.

Esos planos no han aparecido377; se presume que sus trazas serían concomitantes, en

estilo, con las del Templo que estamos considerando.

Pese a ello, al ardoroso capitán las cosas parece que le fueron yendo de bien en mejor,

al menos en un importante sentido; en 1783 casó con la hija del virrey –regente de la

Real Audiencia, P. Burriel-. Y dos años después migró para no volver nunca, con destino

a la misma Galicia –aunque era catalán hijo de una italiana- de donde había llegado…

Conviene que demos el título completo de la carátula de plano del citado templo,

porque ilustra el juego de actores que intervino en la cuestión:

«Ychonographia ó Plano, con las correspondientes Ortografias ò Elevaciones y

Perfil de una Yglesia ò Hermita Ydeado por el Capitan de Ynfanteria é Yngo.

Ordino de los Rs Extos dn Miguel Hermosilla Comandte de las Rs Obras de S. M. en

la Ysla de la Gran Canaria; En virtud de haverse pedido permiso al Coronel de

Ynfanteria Conde de la Vega=Grande Governador Militar de dha Ysla, por el

Presbo. Cappn R.l de la Sta Ygla Cathedral de ella dn Antonio Zumbado, que lo es

también de la Tropa de la misma Ysla, para redificar la Capilla en que S.M. le

manda servir su 2a Cappa en el Puerto Pral de la Ysla nombrado de la Ysleta y

comunmte de la Luz, donde se da culto a M. Sma. baxo el tito de Nra. Sra. de la Luz,

y para cuya Obra le facilitan Caudales el fervor y generosidad de los Fieles: Por lo

qual teniendo preste el Señor Governador quanto previno el Excmo. Sr Conde de

Florida-Blanca de Orden de S. M. en Dize del año 1777 en la Carta Circular

dirigida à los Yllmos Señores Arzbpos Obpos, Prelados, Religiosos y à otros Cuerpos

del Reyno: Mandó pasase dho Cappn con la Ynstana al Expresado Yngo Comand.te

para que le dispusiese el Proyecto del Templo, según está mandado por S.M. en

la citada Circular, à fin que pasando despues el Plano à la aprobación del Yngo

Director de la Provincia y precedido el permiso del Excmo. Señor Comandante

General puede procederse à la Execucn de la Obra que desea el referido Cappn

según quede dispuesto y Prescripto pr los Yngenieros.»; el Ingeniero volverá a

aludir, al final de su Explicación o leyenda del Plano, a esta Circular –en

377 El capitán Hermosilla acusó al racionero Eduardo de “copiar o pinchar” (Tous) su propuesta: «Sería esclarecedor superponer el plano 7.3 de Hermosilla levantado a escala aproximada de 1:217 y el 7.6 de Eduardo levantado a escala aproximada de 1:220, pues pienso quie se trata de la misma escala gráfica», dice que señaló en su disputa; este es todo el argumento que Tous nos aporta, y de nuevo no da la fuente que entrecomilla. Y a raíz de esa acusación, las relaciones se debieron enturbiar venenosamente de modo definitivo.

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referencia a coste, reutilización de materiales, intenciones de S. M., etc. De

modo, que alguna clase de comunicación detallada le hubo de llegar, por

conducto jerárquico, a su mano.

Este encabezamiento del año 1777 –esto es, del mismo año del decreto regalista-, es

de gran significación en la historia local de aquellos años; la enorme extensión de la

intitulación no debe esconder hoy, que revela la voluntad de hacer saber a los

actuantes como arquitectos en la Isla, que S.M. ordenaba poner bajo jurisdicción o

tutelaje de los Ingenieros militares de su Real Cuerpo, todas las obras públicas, militares

desde luego, pero también civiles, que se proyectara y ejecutara en la Isla.

Se trata de una especie de Edicto, que citando la Carta Circular –una Real Orden como

otra cualquiera-, dictada por medio del ministro de estado o secretario del consejo real

–es decir primer ministro- Excmo. Sr Conde de Florida-Blanca de Orden de S. M. en Dize

del año 1777 …dirigida à los Yllmos Señores Arzbpos Obpos, Prelados, Religiosos y à otros

Cuerpos del Reyno, advertía a los maestros mayores de obra, que supieran que estarían

vigilados y sometidos a la intendencia o inspección del Real Cuerpo de Ingenieros de S.

M. La expresión Reales Obras de S.M. eran todas, fueran públicas o militares; porque las

obras públicas o monumentales, eran; o bien episcopales –y aún así, el obispo era del

Mi Consejo, por privilegio de Patronato Real: es decir, un agente más del Rey, con

instrucciones estrictas a su confirmación al pie del trono-; o bien realengas –el

corregidor del Cabildo secular era también de designación regia, por medio del Consejo

de Castilla-. Y las militares, no es necesario argumentarlo.

En esta especie de Edicto que pretendió promulgar el Comandante de las Reales Obras

en Canaria de S.M. capitán Hermosilla, parece que había un error: la Carta Circular a

que él se remitía no sería de fecha de diciembre, sino de noviembre de ese año: 25 de

noviembre de 1777, es la fecha que da la literatura sobre la historia de la RABASF.

¿Existió dos documentos? (uno para los religiosos, otro para los ingenieros o jefes de la

milicia)… Es posible.

En ese mismo noviembre, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid

(RABASF) había recibido facultades de su Protector, el ministro de Estado, para

trascender desde sus funciones de enseñanza de la Arquitectura que ejercía desde su

apertura en 1752, hasta asumir el control superior e inspección de todas las obras y

construcciones del reino, supervisando cada proyecto que fuera a desarrollar cualquier

institución de sus dominios; en marzo de 1761 –cuando estaba comenzando a erigirse

nuestra basílica de Teror-, había suplicado ya la RABASF al monarca que obligara a los

cabildos catedralicios y municipales a escoger para arquitecto en sus nóminas, sólo

entre arquitectos formados y aprobados por la Academia…

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Pero el Consejo de S.M. no empezó a exigir hasta 1765 que los que quisieran ejercer

como arquitectos debían ser examinados por arquitectos ya formados/titulados por la

Academia. Un nuevo impasse siguió hasta noviembre de 1777 –la primera piedra del

Hospital de San Martín se había puesto dos años antes-; entonces la Academia –

dominada por orgullosos arquitectos de extracción estamental, actuando como

consiliarios378-, aprovechando que Floridablanca había sido designado Protector,

arremetió contra el gusto barroco popular, pretextando que el vulgo infamaba al rey:

parecía como si sus construcciones buscaran asestar

«una afrenta al Rey en afearle sus ciudades y Reino, a la Religión en llenar los

templos de objetos indecorosos y ridículos, a la edad presente en imprimirle

tantas y tan torpes señales que la desacreditan, y al público en poner delante de

su vista un sinfín de cosas que, en lugar de inducirle a conocer y estimar lo

bueno, le dejan con su ceguedad y en la radicada costumbre de apreciar lo

malo».

Obviamente proponían una medida de regeneración: la imposición del clasicismo

romano, en el que ellos se habían formado, becados por S. M. en Roma.

Los consiliarios consiguieron impresionar a Floridablanca, y este preparó dos nuevos

decretos impregnados de ese designio radical, con supervisión absoluta de la RABASF,

que firmó el monarca maquinalmente; uno, dirigido al nuevo gobernador del Consejo

de Castilla –cuerpo tradicional que entendía en vías y puertos, corregimiento de

ayuntamientos, etc.-, el capellán real Manuel Ventura de Figueroa; y otro decreto,

complementario, dirigido a los arzobispos, obispo y prelados –que es el que aludía

Hermosilla-.

Eso significaba el control total por la RABASF de las competencias en materias de las

tres nobles artes –pintura, escultura y arquitectura-, en consonancia con la

centralización puesta en marcha por el regalismo en estas materias, como en otras.

Aunque a ello siguió una larga reiteración de decretos exigiendo el cumplimiento de la

Carta de 1777 –lo que denota que no era obedecido-, el paso estaba dado, y la

adaptación de los profesionales a esa norma hubo de irse cumpliendo, a regañadientes,

en paralelo con el desmontaje del gremialismo.

En Ciudad de Canaria, las relaciones de don Miguel –que en 1777 tenía 27 años,

habiendo llegado a Tenerife en agosto y a Canaria en octubre-, se enrarecieron a

consecuencia de esa exigencia. No es difícil imaginar que Hermosilla era el agente real

que, respecto a su ramo, jerárquicamente debía hacer cumplir ese decreto, como

378 Inspirados a su vez por los engreídos artistas italianos y franceses cortesanos, llegados de Nápoles con Carlos III o no, protegidos por los ministros de este, naturalmente. Las opciones para los españoles eran; bien seguir ciegamente los planteamientos romanos puros de esos artistas, o bien volver los ojos hacia las glorias nacionales: el clasicismo renacentista de Herrera y especialmente El Escorial.

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Comandante de las Reales Obras de S.M. en Canaria, y quizás había sido comisionado

con tal misión específica por el Yngo Director de la Provincia.

Su jefe le había dado instrucciones muy precisas, «minuciosas …relativas al

reconocimiento de las fortificaciones de la isla de Gran Canaria», señala Tous; pero no

hay porqué ignorar –aquí no lo haremos-, que la Comandancia provincial del Cuerpo de

Ingenieros debía estar muy al tanto de las disposiciones regias al respecto de la

arquitectura y su combate contra el barroquismo… El Real Cuerpo de Ingenieros era el

florete ilustrado que usaron los borbones

para poner firme al resto de Cuerpos

castrenses –colmados de mandos

nobiliares obtenidos por compra de

rangos, una corrupción de Estado que

hemos estudiado en otro punto de esta

Tesis-.

Podría aventurarse incluso que el

proyecto de ermita de la Luz fuera

utilizado por él mismo como sensor para

pulsar la disposición de los estamentos

locales respecto a la reordenación

regalista y sus exigencias –tan difíciles

ambas de cumplir en la colonia, ya que

podía suponer un año o más, y costosos

caudales, para su completa tramitación

en la Corte-; los tribunales del Antiguo

Régimen estaban librando por otra parte

una tensa batalla por sus privilegios

seculares contra el centralismo

borbónico, y eran sumamente celosos de

su statu quo.

Asimismo, por en medio de la escena

que describe la titulación del Plano,

vemos deambular la figura del conde de

Vega Grande, que era según el capitán Hermosilla, Gobernador Militar de la Isla. No

conocemos qué relaciones mantenía este personalmente con el Coronel Rocha –activo

ejecutor de las más relumbrantes arquitecturas públicas en la Isla-; pero los jefes de

ambas Casas habían protagonizado sonados enfrentamientos por el control del Sureste

grancanario –que les habían llevado a ser llamados a presentarse en Santa Cruz de

80. Planta del proyecto de Hermosilla para Ermita

de La Luz, nunca realizado.

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Tenerife ante el Capitán General-, con los motines anti-señoriales y anti-diezmeros

como telón de fondo…

Peor aún era el hecho de que el coronel Antonio Lorenzo de la Rocha, además de ser

jefe de la Casa más conspicua de la nobleza canaria, cultivaba una estrechísima relación

con los prelados de la Catedral y con varios de sus canónigos y Dignidades –tribunal que

era no sólo el poder ideológico hegemónico, sino también económico-financiero

principal de la Isla (y conjunto de la diócesis)-, y además debía disfrutar de un liderazgo

indiscutible en las Milicias populares, con un prestigio desbordante añadido, merced a

las obras públicas que venía realizando como arquitecto, con enorme dedicación y

generosidad…

Y la casa condal de Vega Grande –un título comprado hacía 3 meses: su R.D. es de

fecha 23.XI.1777-, aunque venía creciendo en importancia, era aun la competencia

política y territorial aspirante a la hegemonía.

Los estudiosos deberán profundizar, en el futuro, en estas opacas relaciones y lucha de

poder, …cuando se les permita hacerlo en el archivo condal, como también en el

marquesal de Arucas –descendientes de los Rocha-. Este doctorando no pudo

conseguirlo.

Si seguimos elucubrando posibles tendones de aquella situación, lo último que

podemos deducir del largo encabezado del Plano del capitán-comandante Hermosilla,

es que también estuvo en la trama del asunto el Capellán Real de la Catedral don

Antonio Zumbado, que lo era también de la Tropa de guarnición insular; y por lo tanto

superior jerárquico castrense en grado incierto del ingeniero…

En todo caso, el capitán Hermosilla designa a don Antonio Zumbado como promotor de

la ermita –«la Obra que desea el referido Cappn», señala con toda claridad, y con un

cometido concreto: templo en «que S.M. le manda servir su 2a Cappa»-. Tous Meliá nos

aporta el dato del encargo por los patronos de la ermita, que tuvo lugar en diciembre de

ese 1777 –señala en la biografía del ingeniero en la obra cartográfica citada al

comienzo-; …añadiendo: “Según el parecer de la época, la ‘delineó de neoclásica

factura…’” (no cita su fuente, a pesar de las comillas).

El Capellán Real debió tener noticia por su parte, en sesiones del Cabildo de Santa Ana,

acerca de la Carta circular nominal que esta Mesa recibió de S. M. en torno a diciembre

de 1777; el capitán comandante –que por la suya, debía tener órdenes que no cita de

sus superiores en el mismo sentido- y el Capellán Real, debieron comentar estos

pormenores de la nueva situación, en una amplitud de detalles, alusiones y comentarios

que sólo podemos dejar a la libre imaginación de cada cual, y concertaron

indudablemente un plan conjunto de acción, que no es otro que la erección efectiva del

templo.

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…La cual debía realizarse con financiación popular –Caudales del fervor y generosidad

de los Fieles-, lo que posiblemente ilumina de cierta manera el asunto, también en la

medida que elija el libre albedrío del lector.

El Proyecto del Ingeniero Hermosilla, si bien pudo haber sido la primera obra neoclásica

de la Isla, nunca fue realizado. Tiene una extensa Explicación de 23 puntos, ilustrando

los distintos extremos del proyecto ideado por él, y está realizado en escala de 30 varas

Castellanas del Marco de Burgos –que nos hemos permitido anexar a la planta

adjunta379- y equivale a un 1/125 aproximadamente, según Tous Meliá, ya citado

repetidamente como editor-comisario de la citada obra Las Palmas de gran Canaria a

través de la Cartografía (1588-1899).

Se componía el Plano proyectual de una Planta basilical de 9 x 30 varas cubierta por

voveda o medio cañon executado con Malpais o Piedra Pomes y cal de un pie ó tercia de

grueso; la altura de suelo a clave de bóveda –que medimos sobre su escala- es 13 1/3

varas, y la de crucero a clave de cúpula, 19 2/3 varas. El ingeniero proponía alzar la

planta mediante relleno de 4 escalones o 28 pulgadas de alto para prevenir las

humedades capilares –que sufría la antigua ermita- y posibilitar la Sisterna bajo el patio

trasero sin que sufriera intrusión del nivel marino.

Le acompañan tres Alzados y una sección longitudinal, de los que aquí incluimos la

Fachada y Sección citada.

Además del Templo, el inmueble se componía de cuartos-havitacion para el sacristán, y

un patio con Sisterna o Algive, más dependencias menores para despensa, cocina y

Hospederia para la Pobre Gente que va de Romería al Santuario y sus caballerías, señala.

Todo ello, «señido en todo a los preceptos é intenciones de S. M. insinuadas en la

circular de Dize del año de 77»-, es decir, atendiendo al mínimo costo y reutilización de

materiales, y pensado previniendo que hubiera el mínimo de madera para combatir

incendios, y seguridad contra asaltos «por ser parage despoblado».

Concluyó su Explicación con una preocupación de inserción en el lugar:

«Otra [Nota]

Al Trazar y colocar el Templo se cuidará que la línea de la facha de él esté en la

misma en que se halla la espalda del Castillo de la Luz á fin que la Yglesia no

perturve los fuegos del Castillo estorvando como la actual que la Artilleria de dho

Castillo descubra toda la Playa del Puerto.»

379 En el original está bajo la carátula o Explicación, a la izquierda del Plano; hemos hecho otras mejoras visuales, todas de carácter menor.

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Es decir, imponía replantear el edificio de modo que la fachada del templo fuera

paralela a la fachada trasera del Castillo, con el propósito que señalaba. No hay plano de

situación, ni otra indicación de lugar –brújula, etc.-. Pero es un interesante aspecto del

pensamiento arquitectónico: la colocación de la pieza, su disposición en el lugar.

Aunque se fundamente en razones polemológicas –no estorbar el fuego amigo desde el

bastión dominante del enclave, que debía barrer la playa entera (ofreciendo también el

menor cobijo posible a una fuerza oponente)-, era una visión operativa, manipuladora

en extremo, del objeto arquitectónico: este debía ser ubicado convenientemente en el

lugar, por referencia a las líneas y ejes de posición de los elementos esenciales del

espacio. Lo que quiere que se entienda es: ‘hay que girar el elemento actual hasta la

posición x, eso es lo correcto.’

Hasta aquí la información que podemos destilar del documento.

El Proyecto del Ingeniero

Hermosilla, que pudo haber sido la

primera obra neoclásica de la Isla,

no llegó a ser realizado, como

hemos dicho. Pero sí debió ser

conocido por la casta ilustrada de

la Ciudad: la primera imagen de

una nueva forma de hacer, que se

entendería por su fachada –guste

hoy o no-. Y hecha para un

símbolo de la religiosidad popular,

frecuentada por los romeros, y

por los que agentes y operarios

que trajinaban entre el puerto

natural de La Isleta y el recinto

urbano colonial, así como por la

guarnición de su castillo de

protección –y cohorte de servicio a todo ello-. Es sabido que desde el siglo XVI

funcionaba en el lugar una fonda…

Así que a través del capellán real Zumbado, se debió conocer esa imagen, como

mínimo entre los canónigos de Santa Ana, y en el Cabildo catedralicio. No tenemos

muchas referencias –que debe haberlas en los Libros de Actas-. Qué les pareció a

nuestros antepasados? Don Antonio Lorenzo de la Rocha tenía relaciones directas con

los capellanes reales de la Catedral –por su alto respeto, devoción y compromisos

81. Alzado frontis del proyecto para Ermita de La Luz.

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feligresales380-; y probablemente, por su dedicación al arte de la arquitectura, se le

debió pedir opinión, si sus relaciones con Zumbado eran francas o este no impidió su

conocimiento…

Lo lógico es que saliera a conocimiento de la casta estamental; pero desconocemos en

qué grado. Sin embargo, una imagen puede valer como mil palabras: podemos analizar

la traza de su arquitectura, porque el plano es primoroso. Es una pieza neoclásica por

definición, aunque discreta hasta lo anodino en sus caras secundarias.

Hermosilla realizó un ejercicio sobrio, y por lo que podemos deducir, rápido: casi,

resultado de copiarlo de algún tratado que utilizara como manual de trabajo –como si

dijéramos, su libro de cabecera-. O bien, habría hecho ya algún diseño anterior; lo

evidente es que no tuvo tiempo para pensarlo mucho… Y actuó como capitán-ingeniero,

no como arquitecto estilista.

Por cierto, este es el modo en que suponemos actuó el coronel Rocha don José, a raíz

de la muerte de su padre –Antonio Lorenzo de la Rocha-, en el alzado de la ampliación

del Hospital de San Martín: no criticamos peyorativamente, señalamos una forma de

proyectar, lacónica, inmediata, castrense.

En qué medida podemos añadir que es un modo de hacer racional, que estamos ante

un racionalismo?

380 El coronel era Hermano Mayor de la Cofradía del Sagrario.

82. Sección longitudinal, proyecto Ermita de La Luz

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Su Ortografia Alzado ó Elevacion del Templo visto por la Fachada –tal es su título-, es

‘de manual’; en seguida haremos un análisis de sus estilemas… Su planta –que no lleva

otro título que el general de Ychonographía-, es más aún ‘de manual’. La hechura, su

‘dibujo técnico’, es correcta, incluso pulcra y habilidosa, con lavados y sombras

arrojadas, tanto en la planta, o la sección –que denomina con deliciosa precisión de

ingeniero Ynterseccion, Ortografía interna ó Perfil-, cuanto en los alzados, y estas son

muy realistas –aunque no exactamente definidas-.

Del sólido en su conjunto, destaca el volumen octogonal que encastra verticalmente la

cúpula. La Yntersección u Ortografía interna revela neoclasicismo normalizado: orden

jónico381 romano –volutas en las esquinas de los capiteles- para las pilastras que pautan

los tramos de la nave, orden que se refuerza mediante las cáscaras perfectamente

canónicas, semi-cilindro –medio-cañón- y semi-esfera –media-naranja-. Esta última es

maciza, ciega por completo –ambas lo son-: ello obligó a disponer sendas ventanas, casi

desproporcionadas, a todo lo alto que permitían los tímpanos de las bóvedas de los

brazos del crucero.

De nuevo aparece la necesidad del cimbrado/descimbrado en el proceso constructivo,

para la realización de los arcos fajones y la bóveda, para los arcos cruceros, y para la

cúpula; también hay arcadas en los bajos laterales externos: sus arcos son escarzanos,

yson soportantes. En cambio, toda la arquería arquitectural es canónica, es decir

esférica y circular, de medio punto: los propios arcos cruceros son idénticos –la planta

del crucero es una circunferencia inscrita, de 10 varas exactas de diámetro; los brazos

laterales tienen 4 x 10 varas, y el ábside, 5 x 10-. Esto es todo muy del romano.

El cuerpo trasero de servicio –patio y estancias-, es un simple adosado, resuelto sin

estorbos ni elucubración alguna.

381 Tal vez el antecedente esté en Sabatini (1774, Puerta de Alcalá, Madrid), o Boullée por 1763...; o con mayor probabilidad, en los libros de texto de las Academias de Matemáticas (Barcelona) donde estudiaron los cadetes de artillería y primeros ingenieros militares del Real Cuerpo…

83. Alzado lateral y trasero, proyecto Ermita de La Luz.

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Valoremos por último la Ortografía Alzado ó Elevación del Templo visto por la Fachada,

que así denomina el capitán-comandante Hermosilla el alzado principal.

Es ‘de manual’; con frontones curvos en su eje por todo juego dinamizador –adornado

con los consabidos copones, delimitadores de los ángulos-. Una hornacina diáfana –

quizás por sugerirla como campanario- refuerza el eje en el ático, donde las pilastras

aletean con triple retalle ayudadas por los cartabones curvos, y un óculo hueco hace lo

propio en el frontón curvo y partido de remate; todo ello se culmina mediante las

consabidas bola y cruz sencilla.

El esquema es simple: tres pisos –sobre zócalo de 4 escalones-, con cinco, tres y una

calles que van apocándose hasta el vértice; ningún detalle en el juego de huecos aspira

a seducir al espectador. Pero ahí no hay mudéjar luso-canario residual por ningún lado.

Es el proyecto de un foráneo, un recién llegado que probablemente sólo había tenido

contacto con la casta realenga, desconociendo por tanto las querencias del gusto local.

Pero podemos, con fundada lógica, presumir que ya debió conocer al coronel Antonio

Lorenzo de la Rocha, por conducto oficial muy probablemente; o tal vez social...: todo

agente regio recién incorporado, debía girar visitas de cortesía a todos los tribunales y

estamentos principales, y a su vez eran presentados en sociedad por las autoridades

reales.

No hemos analizado el posible estudio de proporciones que hiciera el ingeniero,

porque no es obra que se acabara insertando en la corriente cultural local, que es lo

que nos ocupa. Pero es evidente en su diseño, que se proponía respetar los órdenes

clásicos, la desnudez de formas básicas –cuadrado, círculo, triángulo- y los cánones

asociados a la belleza vitruviana, entendida como nuevo lenguaje formal, guiado por el

orden, la simetría, euritmia, proporción, armonía…: racionalismo. Pero sería imposible

interpretarlo como identificación con el enciclopedismo-ilustración que ampararían el

surgimiento de la ideología burguesa u otros extremos.

Unas veces, una arquitectura era concebida para adaptarse a un entorno que impone

su paisaje y carácter –bien de armonía, bien de modernidad, etc.- por su fuerte

monumentalidad; otras, el objeto-edificio es él mismo el que debe generar el carácter

urbano en un entorno sin definición o vacío, y a veces hasta tiene que generar el

espacio. En el centro de Teror, el artefacto hubo de generar la plaza votiva; en el

entorno de La Luz –donde no había más referente que el Castillo y alguna edificación

anodina-, la fachada debía ser la portada del ritual romero, el foco o fulcro de giro de

una acción religiosa, popular –frente al carácter adusto del bastión-, cuya individualidad

eclesial por tanto debía fungir con fuerza la pieza.

Era además una puerta de acceso a la Isla, la más importante para el viajero, sin duda.

Eso debió entenderlo, en alguna medida, Hermosilla. Para dar esa primera/última

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imagen de Ciudad de Canaria dispuso él esa arquitectura de limpieza decorativa y líneas

depuradas con un nuevo lenguaje romano, que remitiera al rey, Su Majestad –que era

de lo que en último término se trataba-.

Lo que debemos resaltar en todo caso, con respecto a esta pieza inaugurante del

designio regalista para modernizar-por-el-neoclásico –sería difícil encontrar expresión

más gráfica de ‘despotismo ilustrado’ que la arquitectónica-, es que comprobamos que

el coronel Antonio Lorenzo venía bebiendo en las fuentes de vanguardia que corrían en

esos años; más de dos años atrás, había utilizado los frontones curvos partidos en sus

ventanas del Hospital de San Martín, los arcos escarzanos como elemento soportante,

etcétera. Esto es, la transición estaba en marcha –del barroco al neoclásico-,

naturalmente desde las propias raíces locales.

Nótese otro nervio esencia de esa transición: la financiación era generalmente por

suscripción popular –según terminología actual-, esto es, por donaciones particulares o

generosidad de los Fieles: la penuria presupuestaria de las entidades públicas era en

realidad el talón de Aquiles de la cultura, lo público y el nivel de equipamiento

coloniales –una situación extensiva a toda la administración española, secularmente-.

Y si en ámbitos peninsulares el ritmo de la transición del barroco al neoclásico fue

marcado por la RABASF, en la colonia tuvo lugar vía castrense: los ingenieros del rey.

Más adelante se sumarían los eclesiásticos a la nómina de esos innovadores, como D.N.

Eduardo; la sociedad civil382 siguió muerta hasta mediado el XIX –primera república-, y

cuando nació fue matada de hambre por la misma insuficiencia presupuestaria citada...

Es decir, la influencia de la RABASF que puede reconocerse en las Islas fue débil,

sustituida por la de militares-ingenieros y eclesiásticos-arquitectos –tampoco Eduardo

fue titulado, por la Academia-. Muy particularmente en la primera fase de la RABASF, el

periodo 1742-52 extendido a la Circular de 1777, cuando estuvo bajo la influencia de los

profesionales franceses –patrocinados por Felipe V- e italianos –llegados con Carlos

III383-: Dumandre, van Loo, Bonavia, Carlier, dirigidos por Giaquinto, Olivieri y Sachetti;

aquí –y en todo el Archipiélago-, no vemos otro liderazgo que el de personajes como

Rocha.

382 No hay que alarmarse por este aparente ‘anacronismo’, porque no lo es: ya se distinguía con cierta claridad, entre «Nobleza y pueblo civil…» (carta del marqués de Mina al ministro Grimaldi, 15.IV.1766), o «personal civil», «justicia civil», refiriéndose a los “labradores honrados” armados, que colaboraron para reprimir los motines de 1766 en Barcelona, Zaragoza, Valencia, donde había poca tropa… Citado por José Luis Gómez Urdáñez, El rey, la ‘domus’ regia y los ministros. Los primeros años del reinado de Carlos III (1759-1767) y el ‘giro español’ (2009). Pdf en la red. 383 El rey beato que debía hacer olvidar a un rey loco, pero pasó de rey-vasallo del Papa (Nápoles) a rey absoluto y vicario de una teocracia como ninguno en la historia española: la máscara de rey-alcalde, rey-arquitecto, y rey-todo, escondía a un hombrecillo testarudo, tímido, supersticioso y misalero, ocioso y apenas ilustrado: sobre todo, despreciaba a sus súbditos. Como le denotan las imágenes: hueco. Y guiado por un confesor que no le aventajaba mucho

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En las segunda fase, a partir de 1777, comenzó la superintendencia neoclasicista de los

que, becados en Roma, volvieron para sustituir a aquellos pioneros: Bails, Castañeda,

Rodríguez, Hermosilla, Ponz –secretario-, etc. “bajo la dirección de Felipe de Castro”384;

ante nuestras dificultades marítimas (secuestro o pérdida de correos por el corsarismo

en nuestras costas y frecuente bloqueo británico del Estrecho…, aunque la tramitación

por la Academia era gratuita), es la época, aquí, de los ingenieros y racioneros del rey,

que desautorizaron y desbancaron a personajes del estilo de los coroneles Rocha y

otros tracistas. La corte concibió con pleno rigor –es evidente que todo inspirado por

los consiliarios- el sistema oficial de consulta, que daba por cómodo también para los

súbditos transatlánticos, ordenando:

«que los directores, ó artífices, que se encarguen de ellas, entreguen

antizipadamte á aquellos superiores los diseños con la correspondiente

explicazion; y que los agentes, ó apoderados respectivos presenten en Madrid a

la academia los divujos de los planes alzados, y cortes de las fabricas, capillas, y

altares, que se ideen, poniendolos en manos del secretario, para que

examinados con atenzión, y brevedad, y sin el menor dispendio de los

interesados, advierta la propia Academia el merito, ó errores, que contengan, é

indique el medio, que conceptue mas adaptable al logro de los proiectos, que se

formen con proporción al gasto que quieran y puedan hacer las personas que los

costeen…»

En 1787 se prohibió definitivamente la expedición de títulos de Maestro a

ayuntamientos o cabildos y gremios –es el final de un sistema tradicional, el gremial, de

enseñanza de la arquitectura-; y a los tracistas no aprobados por la Academia, proyectar

o dirigir obras; a pesar de los retardos, para fines de siglo la firmeza era ya plena. Aquí

sin embargo, a Eduardo le siguió Luján en la dirección de la obra catedralicia: señal de

que el obispo y/o el regente convencerían a la corte de la necesidad de regirse por sí

mismos en este extremo, ya que la Academia imponía la supervisión mediante dos ejes:

el control sobre la arquitectura y asumiendo la enseñanza del oficio de arquitecto; Luján

tampoco era discípulo ni titulado por ella, y el proyecto en cambio, estaba al parecer

aprobado por la corte al menos –los indicios de aprobación existentes son indirectos-.

384 Señala acertadamente (como otros varios autores, y lo hemos comprobado nosotros mismos en el Archivo de la RABASF en Madrid) Ana J. Mateos, en la citada obra (La fachada… Kalakorikos, 11. 2006), pdf en la red.

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Esto no se haría sin tensiones, infiltradas por los agentes realengos en la órbita de la

RABASF arribados a mandar en la Isla, para desautorizar

y deponer a los maestros de obra385 locales. Es

probabilísimo que la Carta Circular de 1777 y las

informaciones que le llegarían de Madrid –su hermano

D. José de la Rocha, capellán real del Hospital de los

Alemanes, debió hacer consultas más o menos discretas

cerca de la Academia, o bien de los confesores

reales386-, estuvieran en la razón de que Antonio

Lorenzo de la Rocha declinara la invitación por el

Cabildo para proyectar la continuación de la Catedral,

que el racionero Eduardo –miembro del propio Cabildo-

sí se consideró facultado para acometer.

En ese contexto de tensiones –la pólvora y el incienso

no siempre arden al unísono-, debió debatirse el

proyecto de ermita de La Luz propuesto por el

ingeniero-comandante capitán Hermosilla. El Cabildo de

Santa Ana parece haber demostrado más poderío que

él; las Actas del Cabildo deben ilustrarlo con toda

seguridad.

Otro proyecto que debió conocerse: la Iglesia de Gáldar o de Santiago de los Caballeros

Otra importante imagen del neoclásico en su expresión arquitectónica, fue evaluada

por los grancanarios. Al menos, igualmente en papel –como la del templo de La Luz de

M. Hermosilla-; la del templo de Gáldar fue dibujada por los hermanos Eduardo –al

parecer el racionero Diego Nicolás hizo ciertos cambios personales en el proyecto que

se había encargado por intermediación de D. Jerónimo Róo, asiduo de la Villa, al

arquitecto Antonio J. Eduardo--.

El plano correspondiente al Proyecto de templo parroquial para Santiago de Gáldar,

tuvo que ser conocido por todos los interesados de Ciudad de Canaria, incluyendo a

385 Nos referimos a sus numerosas variantes: maestro arquitecto, maestro de edificios, maestro mayor de obras… 386 Estos eran decisivos actores en cualquier ámbito de la corte, incluido el arquitectónico; el confesor real del monarca era en esos años el padre Eleta –desde 1761 a 1786-, con enorme influencia sobre Carlos III, a quien se conocen ‘gestiones’ para erigir templos, hospicio, seminario, universidad, ampliación de la catedral… de Burgo de Osma, de donde era natural Eleta y fue en 1786 nombrado obispo…: para la sede hizo el encargo al arquitecto real, Sabatini. Y para realizar la obra que este proyectó se valieron del maestro local Ubón y de un joven arquitecto, con menos compromisos que aquel, para dirigirla in situ: Juan de Villanueva, que modificó la traza por exigencias de espacio y ¡de ‘buen gusto’! del cabildo –cliente especial, siempre poderoso-, y luego «D. Luis Bernasconi mi Arquitecto» (R. C. 1.XII.1781), italiano discípulo de Sabatini en Aranjuez –a quien prohibieron permitir nuevas ingerencias del cabildo-…

84. Planta de la Iglesia de

Gáldar. Hnos. Eduardo.

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nuestros personajes, Rocha padre e hijo. Si la planta es de una perfección canónica del

romano, la imagen adjunta del alzado, de no perfecta precisión, da una idea de lo que

debieron tener a la vista y dictaminar los personajes de la elite estamental que debieron

decidir acerca de su aprobación.

Sin embargo, el observador de hoy debe recordar,

como hemos resaltado en otro punto de esta Tesis, que

esa imagen, ya edificada, sólo llegó a ser contemplada

por los grancanarios una vez bien entrado el siglo XIX, ya

que la obra sufrió sucesivas interrupciones por las

carencias de financiación propias de la desproporción

entre la capacidad tributaria y caritativa vecinal y el

montante que exigía lo presupuestado.

No deja de tener enorme interés realizar una lectura

comparada entre esta propuesta, netamente neoclásica –pero de mano local-, y la que

había hecho Antonio Lorenzo en Teror, de

racionalización barroco-mudéjar, desde luego

personalísima. Incuestionablemente, esta

arquitectura de Gáldar es sólidamente equilibrada,

de una autoridad, limpieza y simplicidad, que sin

embargo no deja de heredar cierta riqueza

iconográfica y ornamental, que le reporta una

gracilidad y vibración elegantes; de las que carece

del todo la propuesta cruda, castrense, de

Hermosilla para el templo de La Luz…

El factor religioso

Volviendo a las disputas por la introducción del

neoclásico, cómo entender tanta contradicción?

Porqué las buenas iniciativas aparecen ya

envenenadas, y ante toda acción, aparece una

reacción inmovilizadora?

No es ocioso recalcar cómo el factor religioso condicionaba entonces la totalidad del

mundo; las circunstancias metropolitanas eran de ese mismo tono tenso desde los años

anteriores. Las obras a que se alude en nota al pie –en Osma- son todo un símbolo:

habían comenzado en 1770 –fecha coetánea con nuestro estudio-, promovidas con

caudales logrados, en Madrid o del propio rey, por el confesor Eleta, secundado por el

obispo local. Se trataba de un asunto de Estado: dedicar la capilla principal al Venerable

Palafox, látigo de los jesuitas –por sus cartas Inocencianas-, dentro del ambiente anti-

85. Alzado de la Iglesia de

Gáldar. Hnos. Eduardo.

86. Obispos de Canarias, siglo XVIII.

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Compañía que promovían el propio Eleta y diversos obispos en la corte; la canonización

de Palafox se gestionaba ansiosamente en Roma. Aunque al final, la muerte del

pontífice Clemente XIII387 frustró las cosas, se había maquinado ‘hacer un santo’

carolino –a mayor gloria del propio rey-, español-imperial, y seguidamente

“nombrar a Palafox patrono de España, canonizando así las presuntas opiniones

jansenistas, regalista y anti-jesuitas, propias de la época ilustrada, que se querían

ver reflejadas en la vida de Juan de Palafox.”388

Es difícil entender hoy semejantes manejos de la diplomacia vaticana para fines

absolutistas, pero el monarca bajito era un supremacista delirante, que hacía creer que

era vicario de Dios –dicen que para hacerse dios hay ser muy listo: hacer que los demás

se hagan el tonto-.

La guerra intestina de los jansenistas e ilustrados, contra los trentinos jesuitas era

antigua. Los jesuitas por su parte –para quienes la doctrina de Jansenio ‘se parecía’ a la

de Lutero y Calvino- eran radicalmente anti-jansenistas, así que las tensiones hasta la

expulsión fueron bipolares e intensas. Un acto infame delata la frustración secular por la

carencia de Seminario conciliar, que la existencia del Colegio jesuita hacía más espinosa:

sólo dos días después de la expulsión, el cabildo de Santa Ana se atrevió a discutir, votar

e invitar al obispo para enviar una súplica a S. M. –mientras los jesuitas389 esperaban

incomunicados en el Castillo de La Luz a ser embarcados para Roma-, para convertir el

Colegio jesuita en Seminario... (la iniciativa fue parada, con buen tino, por el obispo

Delgado). Increíble; pero revelador: la ancestral España de las cabras despeñadas desde

el campanario, se cobraba su nueva cabeza de turco, celosamente cultivada durante

años.

Cervera (1769–1777) llegó dos años y medio después de la expulsión –una sede

vacante que debió ser enjundiosa-, cuando en los conventos y entre la gente del

Archipiélago las heridas estarían ya podridas: él ordenó la conversión del edificio, y la

387 Este era el postulador del proceso, y fue elevado por los Borbones al papado –en tándem con los Augsburgo- para que lo culminara; después, entre otras cosas, se dejó forzar por ambas Casas reales, consintiendo las expulsiones (Portugal, Francia, España) de la Compañía en 1767, y la suprimió en 1773. En 1777 fracasó todo ese plan Palafox, a instancias del papa Pío IV, que consideraba virulenta la opinión de Palafox sobre la actuación de los jesuitas en México –fue obispo de Puebla de los Ángeles (1640-53)-. Muchos mexicanos abominaban de su gobierno, pues aparte de Arzobispo, Obispo y Visitador general, fue Virrey, Presidente de Real Audiencia, Juez de residencia de 3 virreyes, gobernador general y capitán general, según coyunturas –cargos coloniales en los que Palafox hubo de actuar con mano de hierro (incluyendo ejecuciones)-. Respondía a las críticas con «Todo ese humo sale de una [misma] chimenea». 388 Inmaculada Jiménez Caballero y Carlos Montes Serrano La Real Capilla Palafox en la Catedral de Burgo de Osma, pdf en la red (del catálogo de la exposición: Francisco Sabatini, 1721-1797. La arquitectura como metáfora del poder. Comunidad de Madrid, Madrid 1993). 389 “Como dice el profesor Enrique Giménez, ‘a esas alturas, a los jesuitas se les podía acusar de todo.’ Véase su web sobre los jesuitas alojada en el Instituto Cervantes.”, señala José Luis Gómez Urdáñez, op. cit.

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preterición de la escolástica…, además del encargo a Rocha del Hospital de San Martín –

la basílica de Teror le había sido encargada por Morán-. Pero entonces se recrudeció la

vigilancia inquisidora del Santo Oficio390 en su enseñanza, costumbres, etc., combinada

pronto con el estrecho cepo envidioso de las órdenes religiosas, que se vieron sin

neófitos ni alumnos… El clima jansenista continuó bajo Herrera (1779-1783), y después

del impasse de Martínez (1785–1790), llegó a un climax con Tavira (1791-1796), el más

significado jansenista; le siguió Verdugo (1796-1816), más galicanista que jansenista –y

el único grancanario en las diócesis canarias en medio milenio-.

Es decir, el último tercio del XVIII estuvo enteramente bajo ese clima: el absolutismo

regalista. Y hemos visto que el cordón umbilical de esa voluntad de poder era el

jansenismo. Pero no es fácil entender qué era el jansenismo, qué era en la colonia…

Un asunto que lo desvela bien es el tratamiento que los jansenistas dieron a la fiesta

hacia finales del siglo XVIII. Entre los numerosos trabajos al respecto, hemos escogido el

de A. Morgado391, de donde hemos destilado las reflexiones que van en las siguientes

líneas.

Con ocasión de las numerosísimas fiestas religiosas y festividades de todo orden, el

poder bi-cefálico propio del antiguo régimen disponía de una ocasión sin igual para el

adoctrinamiento, el aleccionamiento moral y la acción auto-propagandística –en favor

del orden social y la autoridad establecidos-: la monarquía y sus tribunales y la iglesia y

los suyos, siempre interdependientes.

Eso resultó crecientemente necesario al poder absolutista, porque el final de siglo XVIII

fue un momento de fuerte desafío al orden señorial y estamental: la heterodoxia en el

pensamiento, los idearios civilistas a raíz de la independencia y la fundación de la

república norteamericana (1776 y 1788), seguida de un respaldo constitucional basado

en la Carta de Derechos, y no por la real gana o graciosa concesión regia de sus regalías

(1791), fue un proceso que se hizo contra los borbones franceses y españoles y en

nombre explícitamente de la democracia, la libertad y la igualdad ante la Ley. Lo que le

convirtió en el antecedente directo de la revolución francesa (1787), que eliminaría una

de las monarquías más sagradas y ancestrales de Europa.

El principal ritual de esa acción didáctica era lo que para simplificar representaron

siempre las procesiones –alrededor de este acto central se desarrollaban fuegos y

390 Tribunal bajo control absoluto de Carlos III, siempre, que utilizó para infundir miedo y sumisión. 391 La reforma de la fiesta religiosa en el Cádiz de fines del siglo XVIII (2009), pdf en la red. Una de las razones de apoyarnos en este trabajo es que uno de sus protagonistas fue el que había sido obispo de la diócesis de Canarias, Martínez de la Plaza, que pasó en 1791 al obispado de Cádiz. Como no hemos encontrado estudios consistentes acerca de su papel en el obispado canario, hemos rastreado su actuación en la capital-puerto que vinculaba entonces a Ciudad de Canaria a la metrópoli. Es muy probable que su actuación fuera una mera prolongación de lo actuado en la diócesis canaria.

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pirotecnia, juegos, pasacalles, iluminaciones, repique de campanas y recepciones, etc.-;

desde los púlpitos y las cátedras episcopales había mucho trabajo que hacer para

afrontar ese reto potencial.

En la procesión –en el siglo XVIII, como hoy-, se escenifica la sociedad ordenada por

estamentos y cuerpos, siempre representada por los cabildos, presididos por el obispo y

el gobernador o corregidor de la ciudad: es un acto votivo, dedicado al poder supremo

natural, a los dioses –cualesquiera que sea el nombre que se les de-. Pero está

representado para otro ente: el pueblo –público asistente- que asiste en actitud

reverente, de devoción y acatamiento. Ahí debía representarse el Orden, en particular

el orden público, vital para que el poder absoluto –el paternalismo regio- obtuviera

obediencia automática de sus (amados) vasallos.

Sin embargo, más allá del itinerario oficial, la realidad es siempre otra. Incluso, el pastor

siempre sospecha que en el interior de cualquiera de los corazones, las inclinaciones

pueden tener alas mucho más ligeras que lo que dice la apariencia… La silla episcopal y

el púlpito del lectoral deben desterrar esas tendencias de la flaqueza humana, a veces

bajo capa de la necesidad de erradicar la inmoralidad, la superstición, la ignorancia en

las expresiones populares. A mediados del XVIII –en torno a la 4ª década- hubo un

punto de inflexión por parte del “puritanismo jansenista” (op. cit.), para corregir o

enderezar las costumbres populares y la piedad barrocas, con un móvil clarísimo: “por

aversión instintiva hacia lo popular”. Porque el jansenismo, lejos de ser una variante

protestante como pretendían los jesuitas, era un puritanismo de regreso a las raíces del

cristianismo: una secuela más del trentismo.

En las diversiones y modas de la elite, los ilustrados actuaron reformando toda

expresión simbólica que no se orientara al regalismo absolutista de los borbones; pero

respecto a los rituales festivos y las costumbres populares, actuaron reprimiendo,

mediante la simple prohibición: en Canaria sabemos que ese papel fue sencillamente

dictado como prohibición de usos tradicionales, decretado por el conocido historiador

Pedro A. Del Castillo –en su condición de corregidor y capitán á guerra por sede

vacante-, en nombre de S. M., por supuesto. Se trataba de erradicar todo alcahueteo

popular, todo lo que oliera a peligrosidad social: toda expresión instintiva o espontánea

del pueblo.

Lo político: la vara

Cómo estaba lo político, cuál era el clima del último tercio del XVIII?392

Una de las obsesiones de la ilustración absolutista fue el control del orden público en el espacio público: controlar la calle.

392 Nos guiaremos en este apartado por La Audiencia de Canarias y el gobierno municipal: establecimiento de los alcaldes de barrio (1769-1803', de J. Guillamón (pdf en la red). A pesar de los consabidos errores de

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No hay un cambio ilustrado más significativo que este, en el ámbito municipal, junto

con la concesión de los diputados y personeros del común –para la ‘representación’ del

estado llano-; aparte por supuesto, de la especialización de las facultades del corregidor

hacia funciones de justicia en 1ª instancia y policía –hasta comienzos del XVIII, podían

intitularse Justicia mayor y lugarteniente de capitán general, es decir con plenos

derechos de administrar justicia y comandar fuerzas militares, como se consideró

necesario en vastos enclaves de la América colonial-: en todo caso, era un Juez

representante de la corona en el cabildo municipal393, no un alcalde electo ni

representativo del pueblo.

Actuó como tal hasta que en 1835 fueron creados los jueces letrados de 1a instancia,

para cubrir los partidos judiciales en que se subdividió las provincias creadas en

21.IV.1834.

Para el control social-policial de las capitales se creó la figura de los alcaldes de barrio o

'barrieros': y sobre el tejido urbano de Ciudad de Canaria394, se perfiló 8 barrios y 4

quarteles.

La Real Audiencia de Canaria se dirigió al Consejo de Castilla en fecha 13.XII.1766,

suplicando facultad y comisión para 'arreglar' todo lo relativo a elecciones y facultades

de diputados y personeros del común, ya que

«en nada se parecen los pueblos de las islas en sus usos, costumbres y modo de

gobierno, a los de España»;

la súplica fue motivada al recibir el mandato para que se estableciera «alcaldes de

quartel» y «de barrio» a imitación de Madrid, para una sujeción mayor de las conductas

populares395.

La Real Audiencia de Canaria obtuvo tal facultad de la corte –eso sí, dando siempre

cuenta al Consejo de Castilla, «para su aprobación o no»-...

Pero una vez obtenidas, ¿qué hizo con esas facultades la Real Audiencia? Según este

tribunal, redoblar su injerencia en el gobierno municipal y colocar a 'sus favoritos' en los

cargos –nombrándolos «de oficio»-, los cuales se dedicaron a torpedear toda acción de

los concejales:

ubicación espacial de todo 'enterado' español acerca del Archipiélago Canario, las fuentes de su estudio son fiables, y sus valoraciones casi siempre consistentes. 393 Pero en cambio era pagado por el Municipio, de las rentas reales recaudadas. 394 que Guillamón dice ser Tenerife –piensa que era la sede de la Audiencia-; el original (documentos del A. H. N.) no debe ser lo que le llevó a confusión: seguramente fue más bien el uso –desorientado- de los textos de Peraza de Ayala, como respaldo a su reflexión, sumado al desconocimiento geográfico. 395 El regente de la Real Audiencia sobre que se establezcan en aquella capital alcaldes de quartel y barrio a imitación de los de Madrid. A. H. N. Sección Consejos, leg. 2.684, exp.e 23

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«no hay día en que no entre alguno de los escribanos de Cámara o receptores, a

hacer saber providencias del tribunal», según denunciaba José de Eguiluz,

corregidor de Canaria, al Consejo de Castilla.

La Real Audiencia –que acusaba a su vez a los corregidores de «prepotencia»-, se hizo

dueña por completo finalmente, del acceso a la representación del pueblo, apoyada por

el Consejo de Castilla, que confiaba en contener mediante este tribunal los fraudes y

cohechos –que eran implementados probablemente de una u otra parte, según

dominara a la contraria-. Adueñarse de la representación era lo más coherente en un

régimen absoluto.

No cabía que tal usurpación fuera vista como aberración, porque no se trataba de

'representación popular', sino de «concesión regia», 'cesión de regalía' con objeto de

mejorar la autoridad y voluntad de orden del rey: así, lo que hoy llamaríamos el aparato,

funcionaba evidentemente mejor, más centralizado y coherente, racional, y por tanto

ilustrado. En suma, bueno: porque los vasallos no eran lo que importaba; sino conseguir

la supuesta perfección del reino, personificada en el monarca.

Pero otra forma, más poderosa, de fraude a la concesión regia de facultades –no se

olvide esto- a los diputados del común, fue la actuación de los «foristas» o exentos de

tributar: era un copioso conjunto de cuatro fueros al menos; 1) eclesiástico: frailes y

novicios, clérigos, prelados e inquisidores y sus empleados, los sacristanes, los

sepultureros, y todos los empleados catedralicios –desde el fuellista hasta el colector o

el pertiguero-; 2) militar: de toda graduación hasta miliciano; 3) funcionarial-civil del rey

(oidores, corregidor, hacienda real: aduana, renta del tabaco, gestores de la Bula de

Cruzada); y 4) noble estado –aunque según el Censo de Aranda (1769)

«aquellas islas [carecen de hidalguía] ...[en ellas] no hay formal división de

estados ni materia pública que autorice esta especie de exención [tributaria], y

únicamente se arregla por la estimación común"-; pero los encuestadores para

Aranda o Floridablanca consignan concretas cifras de 'hidalgos' en las

respectivas capitales.

En suma, en la capital grancanaria –área urbana con 2.000 vecinos, la más densa del

Archipiélago-, el regente Altamirano evaluó los «foristas o exentos» para 1787 en «la

tercera parte» del conjunto social.

Al respecto de tributación y orden público, campaban por sus respetos los foristas

militares, conscientes de que las Islas estaban bajo un régimen de ocupación,

militarizado (de presidios del Rey o plazas de Ultramar) y además corrupto desde la

médula; señoreaban el país, no sólo por la inclinación sistemática de la Comandancia

Militar a ingerirse en el gobierno económico o político de la cosa pública, sino porque

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cualquier soldado raso –bien emparentado-, podía suponerse con poder suficiente para

maltratar de palabra u obra a un diputado del común.

La situación llegó a tal grado de «humillación y desprecio» del pueblo, bajo la

omnipotencia del brazo militar, que el corregidor Eguiluz añadía que sería mejor «que

en Canarias no hubiesen magistrados civiles»396.

El corregidor hablaba naturalmente de las Islas bajo dominio realengo, pues en las

heredadas por señorío, sus titulares nombraban en exclusiva a alcaldes mayores

insulares –residentes en su capital-, y estos a los pedáneos. En las dos Islas mayores,

dotada cada una de corregidor en su capital, existían aún sendos señoríos, el de Adeje y

el de Agüímes con alcaldes mayores señoriales; en La Palma regía un teniente de

corregidor, dependiente del de La Laguna. En esos señoríos, probablemente el

despotismo clánico sería adecuadamente señorial; así que se terminó ordenando que

en ellos se duplicara los cargos.

Así que se daba un mosaico de situaciones jurídicas muy variopinto, donde la Real

Audiencia debía arbitrar en apelación, interpuesta entre este mosaico y el Consejo de

Castilla. Pero el mando superior, militar y político, era ostentado por el Capitán o

Comandante General, residente ya en La Laguna: la escala en la Carrera de Indias, ya

había sido fijada en la rada capitalina de Tenerife –y en su capital se residenciaron un

Juez de Indias, un vicario eclesiástico, los consulados, etc.

Así que la Real Audiencia logró hacerse actor central frente al resto de

fueros/jurisdicciones, con ocasión de la introducción de los diputados del común y

personeros del común –partiendo el tribunal de una situación languideciente previa-; les

supo atraer enseguida, al presentarse como poder jurídico-arbitral emanado del

Consejo de Castilla, que entendía, en nombre del rey, en la materia en disputa: las

competencias de cada cual, amparando a los más débiles frente a los abusos de los

prepotentes (los aforados militares y demás)... El tribunal se había ofrecido como tal –

como buen conocedor del país canario- también al Consejo de Castilla, explícitamente,

como vimos al comienzo.

Para 1783 –fecha clave de nuestro tema: fallecimiento del Coronel Rocha-, estallaron

los altercados verbales y escritos a la corte por parte de ambos poderes actuantes en la

esfera municipal: Audiencia y Corregidor, apareciendo luego complicada la jurisdicción

militar... Aunque finalmente el expediente fue sobreseído, la incoherencia del territorio

canario respecto al metropolitano hizo que la designación pretendida de los alcaldes de

barrio se retrasara 35 años. Estamos ante otra manifestación del anacronismo que a

veces se aduce respecto de los estilos artísticos? Probablemente así es; la condición

colonial lo ha marcado todo.

396 A. H. Nacional: Consejos, 2.685/24.

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Pero las intenciones de 1769 fueron aparcadas hasta 1784-1787, en que el regente

Altamirano –proveniente de la misma función en Granada- desempolvó el expediente y

reclamó al Consejo su validación397, dada la utilidad que se le conocía en España a los

'barrieros'. Pero él también tropezaría con la desarticulación característica del tejido

social colonial: sólo venían a estar «sujetos a la jurisdicción ordinaria» y por tanto a

tributación, los comerciantes de Triana y la gente de mar y otros pobres «proletarios» –

artesanado, seguramente- y menesterosos que vivían en los riscos –«un montezuelo»

sobre el citado barrio, señala-, «en unas como casas cuevas y agujeros»;

«de lo que resulta que en la expedición de justicia todo son encuentros y todo

competencias. Y lo peor es que faltando la obediencia y el respeto a los que l

administran, y estando las fuerzas en las manos de los privilegiados, se permiten

o toleran los excesos y desórdenes por no poderse remediar, y como están

implicados los intereses de los unos y los otros y ligados mutuamente con el

vínculo de la sociedad común y aún los mismos privilegiados entre sí, con oficios

políticos, económicos y militares, se confunden los conocimientos.»

El cuadro que pintaba Altamirano es diáfano, clínicamente colonial, una sociedad de

castas inviable en el sentido productivo-tributario. Desde 1784 se había vuelto la vista a

las medidas de control, debido a tiempos críticos de escasez y pobreza severa en las

familias –«para evitar robos y capeos», se señala-: el cabildo –"tinerfeño", asegura

Gillamón-, creó "sus propios alcaldes de barrio", comunicándolo al Consejo de Castilla

para que confirmara el nombramiento... (eso solicitaba en 1787 el regente Altamirano).

El control público incluía cualquier extremo o ámbito de policía de la vida de los

quarteles o barrios, hasta la emigración a Indias... Esos barrieros eran 6, repartidos

entre los dos grandes tejidos de Vegueta y Triana, con opción de disponer otros tres

para los pagos más cercanos a la capital: Marzagán, Tafira y (La) Calzada; todos ellos

quedaban gobernados por los 3 ministros de la Real Audiencia, como alcaldes de

quartel; se solicitaba en la súplica la creación de «juzgados de Provincia», existentes en

«otras Audiencias» de España. Esto fue al parecer lo que empantanó burocráticamente

el plan, hasta 1792; entonces, el fiscal Zuasnavar removería de nuevo el expediente en

el Consejo español: pero esa medida hubo de esperar 10 años más de informes y

consultas (1803); eso sí, sin contemplar los «tribunales de provincia»: «no ha lugar» a

esa petición, fue la resolución metropolitana.

Una humillación política más...; pero Guillamón sólo percibe la consabida matraquilla

de la peculiaridad regional de los cabildos canarios con respecto a los “peninsulares”: un

poder autónomo muy extenso en poder ejecutivo y administración de justicia... Es lo

que Peraza de Ayala –citando a Ossuna- ya pretendía relacionar con el poder de los

397 A. H. N., Consejos, nº 5.991, expe.e 111, señala el autor.

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senados de las repúblicas libres de la confederación imperial alemana..., una divina

libertad supuesta, que "al mismo tiempo estimuló su españolismo", ya que sin ellos "las

Islas Canarias hubieran quedado sin régimen y en la anarquía..." (Guillamón

entrecomilla a Peraza).

La colusión del autor con la manipulación peraziana –que hizo un panegírico mucho

más extenso, acerca del 'desinterés' de los próceres cabildantes, etc.-, es obvia, pero no

por ello menos odiosa...

En todo caso, sobre el papel, esa la poderosa autonomía municipal canaria contradecía

la política absolutista –y la razón centralizadora del sistema ilustrado- de los borbones.

Ello, en el sentido teórico de 'lo político' superior...; ya que si descendemos a la llana

arena municipal, al convertirse todos los cargos municipales en bienes de compra-venta,

estos fueron siendo acumulados por los poderosos, y agregados como juro de heredad a

sus mayorazgos... Ya se dirá por tanto qué autonomía era aquella…, sino el comedero

para los caciques coloniales: el consistorio había devenido en oligarquía cerrada,

perversión plena de la 'res publica'. El autor colige que paradójicamente –debido a esa

"desnaturalización", 'venal' y anti-popular en las Islas bajo dominio realengo-, los

cabildos de las Islas de sujeción señorial disfrutaron de una mayor y/o mejor autonomía

comparativamente.

El control público en lo religioso-eclesial: el hisopo

Pero regresemos a lo religioso-eclesial; las expresiones de lo popular-barroco –su

piedad delirada, sus exuberancias votivas, etc.-, eran motivo de disgusto y escándalo

para la jerarquía jansenista y los ilustrados en general, más cuanto más obediente al

poder absolutista fuera el sujeto.

El prohibicionismo de lo popular y reformismo del gusto elitista, no se implementaron

para recuperar la dignidad litúrgica o contener el despilfarro popular, sino para ordenar

un imperioso rendimiento al monarca y el sistema centralizador borbónico-ilustrado.

Ordenar la calle, embutiendo a la gente en sus casas, y en un ambiente de unanimidad

casi total ante la represión –sólo Jovellanos alzó su voz discordante, señala A. Morgado

(op. cit.)-; y se hizo a base de atemorizar a los súbditos por medio de rondas y patrullas,

de varas y bayonetas398; y regular la conducta en público: alojar la piedad en los

templos puros del romano y excomulgar la espontaneidad barroca y sus excesos

festivos.

398 Son expresiones de Jovellanos en 1790: Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas… Con ese prohibicionismo, concluye él mismo: “la libertad se amedrenta y la tímida e inocente alegría huye y desaparece.”

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Se abominaba del libertinaje –«la mezcla escandalosa de hombres y mujeres y frailes»-

en los tradicionales rosarios nocturnos callejeros399 –que habían nacido de la promoción

de los jesuitas y dominicos en Sevilla por 1690, que en Cádiz habían derivado en lucro e

invenciones en el rezo de la Salve y el Ave María, etc.-; también en despilfarro –todo se

hacía a base de cirios y venta de boletos-. Se abominaba también del boato en entierros

y honras fúnebres, del desorden y usos en los bautizos; …demasiados escándalos

mezclados con el culto piadoso. Qué abominable ¡lo que pensaran los extranjeros!, de

tantas naciones como residían allí –muchos de ellos herejes…

A todo ello puso coto el obispo Martínez de la Plaza (1791-1800) –proveniente del

mismo cargo en Ciudad de Canaria-, siguiendo la estela que dejó marcada su antecesor

en el obispado gaditano (Escalzo, 1783-1790)…

Los ejes de actuación fueron las cofradías, depurando sus actividades de todo lo

profano –como banquetes y bailes-, y reprimir su conflictividad haciéndolas manejables

por el poder: imponerles ser asociaciones puramente religiosas, depuradas incluso de

ciertas funciones asistenciales que ejercían, y de toda actividad callejera.

Las parroquias debían ser el teatro nuevo de la religiosidad, y los párrocos los

educadores de la piedad popular.

Pero el clima de opinión, entre algunos sectores sociales –como refleja la prensa del

entonces-, era ya sintónico con los obispos… Los edictos de estos fueron cayendo como

simiente sobre suelo ya abonado –por usar el mismo lenguaje predicador de la Iglesia-:

se prohibió en las procesiones, los azotados de sangre –que aún perviven en Filipinas-,

penitentes desnudos, y los disciplinados aspados, engrillados o encadenados... Se

amenazó en cierto momento, con suprimir las procesiones de Semana Santa –un

chantaje de segura reacción calculable-; y bajo ella, los cánticos quedaron reducidos:

“…sólo permitimos que para acompañar a las voces de los que cantan se use de

algún bajo o bajos y mandamos que en dichas procesiones no se cante otra cosa

que el salmo quinto Miserere por ser el más propio”, como dictaba un Edicto

impreso del obispado gaditano en 1789.

Y atornillando más aún el recogimiento, las procesiones debían retirarse antes de

anochecer, suprimiéndose los rituales de recibo y despedida de las hermandades –y sus

repiques de campanas- a la puerta de las iglesias, los niños de manguilla y campanilla,

los mendigos vociferantes y maledicentes, las bandas de música, los sermones del

jueves la noche de Pasión –predicándolos el viernes a las 6 a. m.-, y todo lo que no

guardara el orden canónico de los hechos de la Pasión…

399 En Cádiz, recuérdese; pero es probable que en Ciudad de Canaria fuera parecido…

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Sin embargo, lo que más dolió y levantó quejas fue la prohibición de los rosarios

nocturnos: la siempre odiosa nocturnidad para el fanático del Orden. Se odiaba la

mezcla indecente de sexos, y de algún fraile suelto, la diversión, los noctámbulos, etc.-.

Pero la presión en contra fue tal, que se restableció la costumbre, pero con limitaciones

y nunca después de las 10 p. m. en verano y las 9 en invierno –siendo ocasión a la

postre de nuevos excesos-.

El control de la calle no dejó de avanzar bajo Martínez de la Plaza, y los dos cabildos se

aliaron bajo su batuta, en la custodia del decoro y orden de toda celebración o

ceremonia en la ciudad, evitando que los súbditos se distrajeran «en diversiones

profanas, convites [y profanos recreos] y otras peligrosas [y criminales] alianzas»; había

que evitar la tendencia a

«entregarse a el ocio más criminal: para embriagarse en el corrompido cáliz de

Babilonia, haciendo como ocupación propia del día santo, el paseo, la asistencia

a los teatros, a los convites nocivos, y a todas las profanas asambleas...,

…[dejando] desiertas las Casas de piedad, y los paseos brillantes, y deliciosos, no

sólo por el gran converso, sino por la vanidad, y la inmodestia en los trajes, el

desenfreno en las conversaciones, la satisfacción más licenciosa en los sentidos,

y la disipación más inicua en los pensamientos.»400

Así se argumentaba en 1779 la urgencia del decoro cultual ante el pueblo, más pagano

que licencioso…[que no consultaba] otro oráculo que los placeres y deleites, …tragando

a sorbos continuos el veneno envuelto en la sal del chiste y del sarcasmo... La religión

pierde su fuerza pues roto el freno de las pasiones por el desprecio de las doctrinas y

elementos de la moral hecho el hábito de canonizar la razón humana en lugar del

dogma y de las enseñanzas de la religión se socavan los cimientos del estado.

Hemos destacado la frase subrayada por cuanto contrasta con el espíritu de Las

Luces…, con el objeto de que no olvidemos que la ilustración española fue una

ilustración católica.

Y siguió haciéndose todo en esta línea, con Martínez de la Plaza –paladín del

puritanismo jansenista- y después.

La vara y el hisopo

En suma, los cabildos catedralicio y secular se aliaron con objetivos varios, pero

coincidentes, en la represión de la espontaneidad festiva del pueblo y sus florituras

barrocas: el decoro cultual o el control de la calle. Y ello, cuando la propia liturgia de la

iglesia gaditana había acogido por siglos y con fervor ciego el culto a docenas de santos

400 Remitimos a las referencias documentales que se dan en el trabajo aludido.

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peregrinos: habían sido incorporados por el capricho de obispos antiguos, sin

fundamento histórico alguno, esto es ajenos a la historia propia de la ciudad…

A la iglesia gaditana le costó décadas aún deshacerse de esas excrecencias. De igual

modo, el cabildo secular podría haberse ocupado más por su financiación –talón de

Aquiles secular de la administración española- y su representatividad democrática, que

del control de la calle para asegurar el orden público, pero…

Fue el poder civil quien se llevaría finalmente el gato al agua, mientras la factura fue

pagada por el eclesial, perdiendo día a día el control social sobre la feligresía que

detentaba hasta entonces; pero a cambio, ganó con el inmovilismo del orden instituido

–que en el fondo es de lo que se trataba-.

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IV. Conclusiones

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Lo primero que quiero destacar, como colofón a estos capítulos, es que ha valido la

pena el esfuerzo de casi una década dedicada a esta investigación. El tema de los

Coroneles Rocha era un enigma en la cultura canaria, y grancanaria especialmente, e

incluso para el propio doctorando ya que los especialistas más reputados sólo

conocían, parcialmente, algunos aspectos marginales de sus biografías. Hubo quien se

preguntaba si era tema de entidad suficiente para una investigación de calado y que

mereciera la pena dedicar una Tesis. Pocas veces me hicieron dudar, a pesar de que en

los comienzos era más un largo túnel oscuro lo que se veía al fondo que alguna

pequeña luz. Lo que pasaba era que el túnel tenía cierta curvatura que impedía ver la

salida que no se vio hasta muy al final.

En cuanto a la segunda de las biografías, la de don José de la Rocha, el

desconocimiento era total. Era un nombre que había sido lapidado y su identidad

contaba con diversas confusiones como, por ejemplo, que había muerto en un

encuentro naval contra los ingleses. O sea que había un cierto ruido de fondo; sí , por

ahí iban las cosas pero mal encaminadas. Por otra parte la figura de don Antonio

Lorenzo se conocía más entre los historiadores franquistas que en la actualidad. Así, el

único civil que tiene cripta en la basílica emblemática de la isla, la del Pino de Teror, es

un completo desconocido aunque algunos crean que se le celebra una misa en la

novena posterior a cada celebración de la patrona grancanaria. Sin embargo en su

biografía la nebulosa continúa tan espesa como antes ya que las citas documentales de

su quehacer son mínimas y dispersas. Es una infamia, por ejemplo, que sus herederos

dejaran que fuera derruido un valor del patrimonio como el castillo o Casa-fuerte que

él rehízo contiguo a las salinas del fondeadero del Romeral, junto a La Caleta del

mismo nombre. Eso ocurrió durante el franquismo inicial, porque don José María Pinto

y de la Rosa aún pudo obtener en 1943 un croquis completo y un apunte del natural

bien conocidos, que figuran en su célebre obra monumental sobre las fortificaciones

de Canarias.

En esta Tesis se ha tratado de paliar todo esto documentadamente y se han

establecido importantes conclusiones que clarifican algunos de los principales ángulos.

La primera es que Antonio Lorenzo de la Rocha fue un patricio de la primera línea del

poder en la isla, un jefe de la defensa insular, que ya aprendió las consecuencias de las

armas al quedar huérfano al explotar un cañón de la Casa-fuerte de Santa Cruz del

Romeral, feudo de su familia, cuando no era mucho más que un niño. Así tuvo que

combinar la gestión de su Casa patrimonial y sus intereses salineros, pesqueros y

agropecuarios y sus funciones castrenses. Seguramente fue un hombre recio, casi

siempre a lomos de su caballo, con una pequeña cuadrilla miliciana, en una tierra

agreste carente de buenos caminos. Fue un hombre piadoso y formal, dotado de

inteligencia y capacidad de estudio, de tal manera que supo aprender el sofisticado

oficio de arquitecto. Así reconstruyó la Casa-fuerte familiar, solar principal del linaje

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Rocha y de su industria salinera-pesquera y como prolongación civil de sus estudios de

poliorcética y materias aledañas. Un hombre, en suma, que aprendió a luchar contra

los competitivos linajes eminentes, como los del Castillo, vecinos en la misma zona y

negocio.

Este hombre tenaz supo educar en sus mismos conocimientos y recias virtudes a su

hijo, don José de la Rocha, como se demuestra en la plena confianza que depositó en

él, en su poder para disponer del patrimonio de la Casa en sus últimos momentos. Don

José, el Coronel hijo, aparece como un hombre reflexivo, íntegro, señorial, muy bien

relacionado socialmente y sociable él mismo. Un político laborioso –Síndico personero

del Cabildo- integrado en todas las entidades locales, estudioso, propositivo. Un

hombre que aprendió a sufrir la soledad desde su mismo matrimonio, al quedar viudo

cuando nació su primer hijo y justo después de los 9 meses de su enlace.

Fue un hombre competente que supo dirigir durante un lustro de construcción las

obras de un edificio singular, único de la isla, la Casa de Misericordia; probablemente,

su educación como cadete a las órdenes de su superior jerárquico, su propio padre,

incluyó muchas de las nociones de arquitectura y construcción militar para la defensa.

Eso incluye, casi seguramente, un conocimiento del territorio de su defensa –la isla

entera- como hoy tienen muy pocos insulares.

Estos adalides, coroneles de las milicias canarias, debían ser cazadores natos en el

sentido más amplio -ojeadores, tramperos, astutos elementos huidizos- que atraían al

enemigo invasor hasta las ratoneras del territorio donde eran muy superiores

maniobrando. No por otra razón, ningún invasor permanecía en la isla más que lo justo

para saquear y salir a escape, sin que ninguno de ellos, o muy pocos, les vencieran.

Otra importante conclusión es que la función de este tándem padre-hijo, este equipo

de arquitectos-coroneles, fue determinante para desarrollar y hacer arrancar una

arquitectura culta en la ciudad –Ciudad de Canaria, entonces- en el patrimonio de la

isla y el archipiélago.

Así los consideramos precursores del Neoclasicismo o de un clasicismo post-barroco,

que no fue ni puro neoclásico ni una prolongación manierista del goticismo

impenitente que estaba enquistado y alimentaba el anacronismo en el gusto de

nuestras élites estamentales. Las obras emblemáticas de don Antonio Lorenzo así lo

revelan, sin mucho aspaviento pero con firmeza culta. Apoyado en las raíces mudéjar-

lusitanas autóctonas desarrolló un clasicismo propio, y sin la menor duda, singular.

Quizás don José ayudaba a su padre en la mesa de dibujo desde mucho antes de 1760

ya que, para entonces, cuando don Antonio Lorenzo inició la construcción de la basílica

de Teror era casi un hombre de 17 años. Porque esas sagas familiares eran el modo

propio de la época de afrontar los oficios, incluido el de mandar, y también, el de hacer

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arquitectura. He aquí una de las razones de la importancia de los legajos Rocha que

conserva el marquesado de Arucas.

Un Coronel del todo, no sólo señorial, debió ser don José cuando estaba en la cúspide

de su señorío local y tratando de implementar medidas públicas y entidades de

financiación para aplacar las miserias locales fue sometido a leva por el capitán general

colonial, junto con ‘sus milicianos’ –así les denominaba él- para dar la cara a una

guerra lejana, obedeciendo a su rey, contra los agravios de familia que infligió la

Revolución francesa a su primos, los reyes franceses.

Un monarca, al que creía encarnación de una ley divina, le ordenaba ir al mando de

una tropa que conocía bien en su propio terreno de guerrillas pero no en un invierno

pirenaico, sin equipamiento alguno, ante unas filas desarticuladas y mandadas por

jefes de salón sin mucha disciplina y con demasiadas connivencias, por lo bajo, con el

enemigo. En una tierra hostil, que aprovechó la guerra para esquilmar a los milicianos,

gente que ni sabía dónde, en qué universo existía un lugar llamado Gran Canaria.

Con estas cartas le tocó perder y dio un voto responsable ante una situación

desesperada en el castillo más inexpugnable de Europa –en realidad, la ratonera

perfecta ante los avances en asedio de plazas-, y pagó su inocencia con años de prisión

y retrasos y afrentas denigrantes.

Pero al salir liberado unos 4 años después, despreciando esas durísimas pruebas de la

vida, retomó sus intereses de cara a la creación de Nuevas Poblaciones para sacar a su

isla del atraso e incultura que conocía mejor que nadie, pues no debió ser indiferente a

la sangría popular hacia las Indias, ni a la calamidad interior enquistada.

Sabemos, en fin, que trataba de recuperar el honor que le había sido despojado por la

ignominia de sus jefes en el frente contra la República francesa y el despotismo del

monarca, que le despreció para que quedara afrentado ante las bajas miserias

humanas de todo el imperio que, por entonces, era el globo entero. ¿A dónde dirigirse

tras eso?

No había otro escondrijo, que purgar ante el tirano la falla supuesta. Sabemos que fue

así gracias a una merced que realizó el ominoso sucesor en el trono a la persona de

uno de los degradados en la infamia de aquel estado mayor desertor. Esa fue una de

las ecuaciones que quedaron irresueltas en las horas de estudio para esta Tesis y, sin

embargo, por ello mismo, fue la que explica –por ahora- la razón de que en Santa Cruz

de Tenerife se dijera que don Josef iba a bordo de una fragata de la marina real que

huía de la Royal Navy.

Sabemos así que estuvo enrolado en una fragata de guerra de la marina española

haciendo méritos de heroísmo en nombre de S. M. que enfrentó los bloqueos de la

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Royal Navy y escapó de sus cañoneos implacables, muy superiores al poder de

andanada de las escuadras españolas. Era ponerse a pecho descubierto cuando se

conocen las tácticas de combate innovadas por los ingleses: el sistema de ataque a

bocajarro seguido de asalto sable en mano. Pero no pudo con la epidemia de fiebre

amarilla que le esperaba al regreso a Cádiz, ya anidada en la Baja Andalucía por

entonces. Esa fue la cara de la muerte ante la que no pudo mirar para otro lado.

Una de las facetas más atractivas de esta investigación ha sido comprobar que

nuestros protagonistas supieron implementar los equipos humanos y las técnicas

constructivas, para erigir, al menos puntualmente, obras de una alta dignidad

arquitectónica. Seguramente esas formaciones del saber se desplomaban unos lustros

después ante las calamidades naturales o la torpeza económica de nuestro régimen

productivo pero, eso también, hubiera podido ser de otro modo. Es una buena lección

sobre la que reflexionar, al menos para este doctorando.

Tuvo amigos de su lado, y lo bastante conspicuos para entrar y salir de la capitanía

general de Cádiz donde se debía conocer el heroísmo con que actuaron los canarios y

su jefe ante la potencia republicana y sus armas y tácticas. E incluso, entre la sociedad

gaditana, la más liberal del reino por entonces, pudo pasear su desengaño del mundo

con la cabeza alta.

Esta Tesis ha deparado a este doctorando la panorámica de un siglo XVIII durísimo para

nuestro pueblo, cuya ignorancia por falta de medios y educación y sangría de tributo al

régimen estamental nos hizo débiles y cada vez menos emprendedores en nuestro

propio suelo.

Los dos personajes que nos han ocupado siguen sin tener, increíblemente, rostro para

nosotros. A pesar de nuestros esfuerzos en múltiples direcciones no conocemos

imagen alguna de dos patricios de hace sólo ocho o diez generaciones. Ello es una

muestra de muchas cosas que recuerda a este doctorando y le hace consciente que

apenas ha rozado la superficie de aquel tiempo y aquellos personajes en el contexto

cultural y social al que pertenecen. Pero espera haber abierto suficientes vías de

exploración para que, en el futuro, se penetre más amplia y hondamente en ese

pasado que estamos obligados a conocer o repetiremos lo peor de nuestra historia.

Como una reflexión final de esta Tesis, después del proceso de años que ha llevado la

elaboración de este documento, queda la comprensión de que las herramientas de

imagen y tratamiento de textos es hoy, respecto a hace sólo un lustro, totalmente

superior a los viejos métodos manuales de recolección de la información documental.

Los archivos y fuentes documentales acabarán por estar a disposición de los

investigadores, lo quieran o no los depositarios que se niegan aún a facilitar el acceso a

lo que es luz de todos por el propio hecho de ser patrimonio común de la sociedad: la

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necesidad de saber, de ver el pasado, que es patrimonio común de la humanidad y del

pueblo canario en concreto.

Insistimos, la luz que algunos tratan de ocultar, es de todos, aunque el soporte

material pertenezca a quienes lo han heredado, por vías paradójicas, muchas,

demasiadas veces. Sólo queremos la información, no la propiedad de los papeles

donde está aquella depositada.

Es un hecho conocido, no por ello menos denunciable, que mucha de nuestra historia

está hoy empantanada o mutilada por falta del cruce de nuevas fuentes con la antigua

información que expurgaron pacientemente las generaciones anteriores de ratones de

archivo, los documentalistas de raza, muchos de ellos buenos o grandes historiadores.

A veces, esta es la única vía que anima a las nuevas camadas de estudiosos a

reelaborar los temas, la interpretación de los hechos pasados, lo dado por hecho o

dado como cosa inmutable definitivamente.

No cabe duda que a medida que el conocimiento se continúe informatizando más y

más en el futuro, el hecho de poder localizar mediante búsquedas de programa a los

protagonistas de los hechos o actos históricos, e integrarlos en un mismo archivo o

serie temática, se descubrirá una más amplia implicación de nuestros Coroneles en la

arquitectura y decisiones urbanas de su tiempo.

En concreto, multiplicarán esas posibilidades la digitalización y tratamiento

informático de los documentos públicos, desde testamentos, escrituras públicas,

asiento de transacciones, libros de actas y de acuerdos de organismos, contratos

privados, hasta imágenes diversas y toda clase recursos de información. Y lo mismo

cabe esperar respecto a los grandes archivos privados. Y los pequeños. Y las

colecciones de estampas. Y la correspondencia de cualquier tipo.

En general, las Universidades e instituciones culturales del Archipiélago deberían

establecer una común y cooperativa estrategia documentalística con estudios de

diversa escala para conocer en todo el Archipiélago las colecciones de documentos y

correspondencia existente y poner nuestras fuentes y recursos históricos en la

perspectiva de la sociedad del conocimiento futura en que el hipertexto será el medio

de la historia.

Las tesis del futuro, con estos recursos a su disposición, podrán ser más exhaustivas en

sus aparatos de respaldo e inferencias en la investigación. También este apartado

debería ser objeto de una política planificada que fuera, además, orientativa para los

doctorandos.

Pero qué ironías tiene la información. No fue hasta que este doctorando dio de nuevo

con una o dos noticias de pasada en los prosaicos comentarios de los Quadernos de

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don Antonio Betancourt, el tendero de la calle La Peregrina –que debía conocer de

toda la vida al Coronel y a su padre- cuando el círculo se cerró y muchos de los

elementos, sin salida y que habían quedado sueltos en una década de estudio y

especulaciones para desmadejar el nudo gordiano, cobraron sentido.

La noticia de que don José iba a bordo de una fragata fugitiva de la caza inglesa que

aportó a Santa Cruz debió llegar a oídos de una barca del cabotaje interinsular –

aquellos expertos marinos que conseguían, sólo ellos, esquivar por agilidad y

conocimiento de las brisas costeras a los corsarios que merodeaban nuestras rutas- y

trajo esa noticia preciosa a Las Palmas quizás por el Puerto de Sardina del Norte.

Cualquier eventualidad pudo haberla ahogado en el mar pero llegó felizmente al oído

de don Antonio.

Y felizmente, él se sentó en el humilde escritorio de tendero en que elaboraba sus

Quadernos, a regalarla a nuestra memoria. Que Dios se lo pague a ambos, a él y al

barquero. Que los cielos les bendigan.

La vida está llena de gestas heroicas tan simples como estas. Las de los que

simplemente hacen lo que tienen que hacer. Que a nadie se le ocurra despreciar el

saber popular, la información inocente y honesta de los sabios de a pie porque, ahí, es

donde suele haber luz y está la clave de muchas ecuaciones complejísimas, la

explicación de los agujeros negros.

Luego se tuvo que echar mano de la meticulosidad y apertura cultural de las fuentes

inglesas acerca de la guerra marítima –basadas en las bitácoras de combate de los

capitanes de navíos de la Royal Navy- y poder consultarlas a través de Internet; pero

sin los pasos anteriores, el de la calle Peregrina y el de las bordadas costeras del

cabotaje, jamás hubiéramos, ni siquiera soñado, poder cuadrar los términos del

crucigrama. Todo eran incógnitas.

También la importancia de las fuentes y del azar de su manejo se ha aprendido. Y de la

paciencia hasta encontrarlas.

Miguel Díaz- Reixa Suárez, doctorando.

El Monte Lentiscal, noviembre de 2015.

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VI. Bibliografía

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*En las notas a pie del texto, se da otra serie de fuentes consultadas en asuntos concretos.

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VIII. Índices

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Índice de Ilustraciones

1. B. Bianco: Colegio Jesuita de Génova (c.1634).

2. B. Bianco: Colegio Jesuita de Génova (c.1634). Planta

3. Puerta de Alcalá: Versiones, barroca y neoclásica de Sabatini,

4. Distintos ensayos de Puertas-Arco de Triunfo francesas

5. Torre iglesia de la Concepción, Sta. Cruz de Tenerife

6. Torre del Convento de S. Agustín. La Laguna, Tenerife

7. Almacenes Globo. Sta. Cruz, Tenerife

8. Cúpula de la Concepción en la Orotava. Fines del XIX.

9. Iglesia de la Concepción de la La Laguna, y su restauración.

10. La Cocepción, La Orotava

11. La Concepción, La Orotava

12. Cabildo antiguo –siglo XVIII-, La Laguna

13. Espadaña neoclásica: Cabildo ant.º, La Laguna

14. Basílica-catedral La Laguna.

15. Tres remates de transición: Teror, Gáldar, La Orotava

16. Basílica de Teror, abovedada y cupulada: años ‘70s del s. XX

17. Altar mayor, basílica de Teror: lápida del Coronel Rocha padre

18. Fuerzas que actúan sobre un arco: Müller, 1769

19. Cimbras para arcos de fábrica: Müller, 1769

20. Pontypridd, 43 m. de luz: William Edwards, 1756

21. Descimbrado de Neuilly-sur-Seine, Perronet

22. Cúpula s. pechinas con linterna, basílica de Teror

23. Cúpula basílica de Teror

24. maqueta Ciudadela de Barcelona.

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25. San Llorenç de la Muga

26. Sentencia Consejo de Guerra por rendición del castillo de Figueras. R.O. de 4.I.1799

en el Mercurio Hco y Político Español, enero 1799.

27. Votos que dieron los jefes en la Junta del día 26… En rojo, D. José de la Rocha.

28. Legajo que contiene el Testamento militar del Coronel hijo.

29. Principio y final del Testamento Militar del Coronel Rocha hijo, de su mano

30. Ejército francés en la toma de Rosas el 3.II.1795.

31. Fragata de 40 cañones.

32. Montea de bóveda de Vandelvira. ETSAM, c. 2008.

33. Línea de empujes dentro de la sección del arco.

34. Espadaña y cúpula, polos espacial-simbólicos. Teror.

35. Primera Virgen del Pino, s. XVI

36. Esquema 1ª iglesia de Therore, s. I. Bello Cárdenes.

37. Planta 2ª ermita de Therore. La Torre de 1700 sirvió a Antº Lorenzo de charnela

para fijar la basílica actual

38. Ángulo Sur-Este del contenedor mudéjar clasicista.

39. Artesonado neo-mudéjar de la restauración de 1962-71. Una regresión

desafortunada.

40. Patología de agrietamientos en el templo.

41. Carta de García-Lomas al Gobernador.

42.Partida de 22 mill. Ptas par la Basílica

43. Barroco clasicista, en 1763, de la Seo zaragozana.

44. Planos con que fue realizada la rehabilitación de los años ‘70s.

45. Plano de ordenación del centro de Teror, de mano del Coronel Rocha padre (¿e

hijo?), para girar el templo, abrir la plaza y salón ceremonial , y dar cara a la llegada de

peregrinos.

46. Un trazado regulador típico clasicista.

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47.La propuesta de Wolfflin para frontispicios

48. Portada del Compendio de Architectura y Simetría… de Simón. García,1681

49. La cabeza humana como módulo arquitectónico.

50. El Modulor de Simón García.

51. Su aplicación a la planta de templos.

52. Esquema fotogramétrico obtenido merced al topógrafo municipal para realizar

nuestro levantamiento. 2012.

53. Base según proyecto y remate clasicista, recursos del autor.

54. Algunos elementos geométricos del trazado reguladror

55. Las relaciones geométricas son significativas de cierto intento.

56. El fulcro en torno al que gira todo.

57. Delicadeza y sofisticación del diseño.

58. Atrio y frontispicio de ingreso al Hospital nuevo HSM.

59. El atrio de ingreso del HSM hacia el exterior

60. El atrio hacia los tres ingresos del HSM: en el eje, la portada del oratorio.

61. Patio articulador derecho del HSM, vista hacia el oratorio.

62. Una idealización de la posible fachada original de Natonio Lorenzo, en dos plantas.

62’. El cuerpo de ingreso del HSM.

63. La fachada actual, con el tercer nivel, quizá forzado por necesidades de espacio.

64. Eje de simetrización.

65. El frontón partido y la concha.

66. Remate de la esquina en el tercer nivel.

67. Croquis para nuestro levantamiento del HSM.

68. Fragmento de nuestros crioquis de levantamiento del HSM.

69. Escalera original de A. Lorenzo: tema de un barroco mudéjar-clasicista que resuena

con otras de Vegueta.

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70. La casa-palacete de los Rocha en la c/. Malteses, vista desde la del Cano. Puede

apreciarse la factura neoclásica que inspiró a sus seguidores, Luján p. e.

70’.Imagen parcial de la Casona Rocha, en la c/. Malteses nº 12.

71. Casona de los Coroneles y Casa Rocha, en c/. Malteses nº 12.

72. Artículo de crítica por el derribo de la pieza.

73. Portada de una tesis sobre sagas de arquitectos del s. XVIII –los Tornés- en Jaca,

Huesca.

74. Una de las láminas copiadas de la tratadística clásica por los Tornés, para uso

interno de su taller.

75. Distintos estudios proyectuales en el manuscrito o taccuino de los Tornés

76. Interpretación de Pinto sobre el Informe de Hermisilla, 1780.

77. Cimborrio y linterna de la catedral de Sta. Ana

78. Fachada a Naciente, fuertemente clasicista, de D. N. Eduardo.

79. Alzado íntegro a Naciente del complejo HSM: a la izda. la mano del arquitecto

padre, a la dcha. la del arquitecto hijo. Clasicismo en las dos alas…

80. Planta del proyecto de Hermosilla para Ermita de La Luz.

81. Alzado frontis del proyecto para Ermita de La Luz.

82. Sección longitudinal, proyecto Ermita de La Luz

83. Alzado lateral y trasero, proyecto Ermita de La Luz.

84. Planta de la Iglesia de Gáldar. Hnos. Eduardo.

85. Alzado de la Iglesia de Gáldar. Hnos. Eduardo.

86. Obispos de Canarias, siglo XVIII.

87. Alfred Diston, por E. Murray

88. Fragmento de acuarela de Diston. La Orotava.

89. Otro fragmento de la misma acuarela.

90. Distintos tipos de las islas: todos con su garrote o lanza.

91. Damas con mantilla o saya

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92. Interior doméstico isleño. Tenerife.

93. Chasneros (Diston).

94. Mapa Puerto de la Orotava (Diston)

95. Dominico.

96. Ronda y paisanos, murallas de Sta. Cruz.

97. Miliciano armado.

98. Miliciano armado y garrote al lado.

99. Regatones

100. ¿Deporte de exhibición?

101. ¿O arte de combate?

102. De gal, y con el garrote.

103. Despiece cinético de un salto: ‘a la banda’ y ‘a regatón muerto’.

104. Salto palmero

105.De fiesta, con garrote.

106. Esperancero con su lanza.

107. Tinerfeño, con bordón y bardino.

108. Mahorero, con su palo.

109. Canarión con garrote.

110. Canarión en feria de ganado.

111. En guardia.

112. Infante del Ejército del Estado, 1794

113. Jurria de pastores en la fiesta de Teror

114. Estilista años ‘60s

115 y 116. Medidas Lanza y arteanía de regatones.

117. Esto no es un deporte, sino un arte del territorio.