Los Comunistas y La Democracia Fernandez Buey

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“Francisco Fernández Buey, los comunistas y la democracia”: Salvador López Arnal 10/01/2014Deja un comentarioIr a los comentarios Para mi maestro y amigo Santiago Alba Rico, aunque él, por supuesto, lo hubiera explicado mucho mejor, y con ese castellano admirable y casi imposible al que nos tiene acostumbrados. A la memoria de un maestro inolvidable, de un comunista internacionalista imprescindible, de un filósofo de una pieza, de un luchador socialista, palentino-catalán, hasta el final de sus días: Francisco Fernández Buey. Para Mercedes Iglesias Serrano, que amó a Paco, a nuestro Paco, con toda la fuerza y profundidad de la que es capaz “¿Qué democracia queríamos los comunistas?” es un artículo, una cuidada y larga reflexión en voz alta, que se publicó en un libro editado por Manuel Bueno Lluch y Sergio Gálvez Biseca,Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historia social, Fundación de Investigaciones

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Francisco Fernndez Buey, los comunistas y la democracia: Salvador LpezArnal10/01/2014Deja un comentarioIr a los comentariosPara mi maestro y amigo Santiago Alba Rico, aunque l, por supuesto, lo hubiera explicado mucho mejor, y con ese castellano admirable y casi imposible al que nos tiene acostumbrados.A la memoria de un maestro inolvidable, de un comunista internacionalista imprescindible, de un filsofo de una pieza, de un luchador socialista, palentino-cataln, hasta el final de sus das: Francisco Fernndez Buey.Para Mercedes Iglesias Serrano, que am a Paco, a nuestro Paco, con toda la fuerza y profundidad de la que es capazQu democracia queramos los comunistas? es un artculo, una cuidada y larga reflexin en voz alta, que se public en un libro editado por Manuel Bueno Lluch y Sergio Glvez Biseca,Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historiasocial, Fundacin de Investigaciones Marxistas/Atrapasueos, Sevilla, 2009. No era, por supuesto, la primera vez que el autor deLeyendo a Gramscise adentraba en esta temtica. Ya en la revistaMateriales, en escritos y materiales clandestinos, en conferencias y en muchos textos anteriores, Francisco Fernndez Buey [FFB] haba reflexionado sobre la democracia y la tradicin. No fue tampoco la ltima por supuesto.Empero, me centrar esta vez, bsicamente, en el trabajo referenciado.Con interesantes, hermosos y poco conocidos detalles autobiogrficos, el material, como dira el autor, est dividido en cuatro apartados.En el primero, FFB comenta que cuando entr a militar en 1963, al ao siguiente de su llegada a Barcelona -viva entonces con su hermana Charo Fernndez Buey, en Badalona si no ando errado, en cada de unos tos-, en la clula de Filosofa y Letras de la organizacin universitaria del PSUC, le hicieron un breve examen. Era entonces de rigor, para comprobar la competencia verdaderamente comunista del aspirante. Tiempos de resistencia y de tanteos!Las dos preguntas principales que se le hicieron versaron sobre la dictadura del proletariado y sobre el centralismo democrtico. Nada menos. FFB, con el mucho humor del que era capaz, seala que no debi estar muy acertado al contestar la primera de ellas porque el camarada que llevaba la voz cantante y que deba ser entonces el responsable poltico de la mencionada clula me hizo observar que lo que yo pensaba al respecto no difera gran cosa de lo que haban mantenido los socialistas y socialdemcratas durante la II Repblica y la Guerra Civil. Incluso sali a colacin all, negativamente, el nombre de Julin Besteiro antes de que el camarada responsable me instruyera sobre la gran diferencia existente entre socialdemcratas y autnticos comunistas. La diferencia radicaba, segn el responsable en cuestin, en la defensa por parte de los comunistas de la dictadura del proletariado como forma de transicin al comunismo y del centralismo democrtico como forma de organizacin.Qu se entenda entonces por dictadura del proletariado en el PCE o en el PSUC, que a efectos prcticos eran algo bastante similar, se dijera lo que se dijera posteriormente sobre les exquisiteces italianizantes del PSUC y los dogmatismos espaoles del PCE? Pues, esencialmente, la necesaria inversin de la forma de dominacin de clase existente en los pases capitalistas. Se crea que esa inversin en las formas de dominacin poltica, obligada por la previsible resistencia a ceder poder y privilegios por parte de la clase anteriormente dominante, sera, en cualquier caso, mejor, mucho mejor que lo que entonces se sola designar como democracia formal o burguesa. En realidad esa democracia, la adjetiva peyorativamente de formal, no era tal sino que era, en verdad, una dictadura de la burguesa sobre el proletariado. Esa otra cosa mejor estaba representada, admite FFB, por el rgimen existente en la Unin Sovitica desde la revolucin de octubre de 1917, la revolucin del pez cornudo a la que l mismo hizo referencia en repetidas ocasiones.Hasta ah, comenta FFB, todo iba en teora bien,. Lo que se le estaba enseando coincida sustancialmente con lo que l mismo haba ledo ya en algunos, pocos, textos de los clsicos del marxismo que haban llegado a mis manos a pesar de la censura que la dictadura franquista ejerca sobre todo lo que oliera a marxismo y comunismo (el primer libro legal en Espaa con escritos de Marx se haba publicado tres aos antes: Marx y Engels,Revolucin en Espaa, Barcelona, Ariel, Sacristn haba sido su traductor y prologuista). Lo que le sorprendi en todo caso a FFB de aquel discurso en el examen de entrada, por eso lo estaba recordando, era que en opinin del instructor los republicanos espaoles haban perdido la Guerra Civil por no haber entendido en su momento la importancia decisiva que tena la dictadura del proletariado. Por ello, para no volver a pifiarla, para no caer en el mismo error, la resistencia antifranquista tena que empezar asumiendo aquella idea, aquel concepto, el de la dictadura del proletariado como sistema poltico opuesto o antagnico a la democracia formal o burguesa.Lo sealado no le cuadraba con lo que l mismo ya haba ledo a escondidas sobre la Guerra Civil; pero como, por otra parte, y la praxis poltica, el avance del movimiento real siempre fue decisiva para FFB como buen e informado combatiente, no haba duda de que a su trmino los comunistas haban sido y seguan siendo los principales protagonistas de la resistencia antifranquista aquella correlacin establecida entre defensa terica de la dictadura del proletariado y eficacia poltica revolucionaria me pareci que poda ser plausible y lo dej pasar. Para un joven estudiante universitario que quera hacerse comunista en aquellos aos lo importante de verdad, destaca de nuevo FFB el activista y luchador, era encontrar la organizacin en que militar y hacer algo que en verdad fuera til para los explotados y oprimidos, para los de abajo, como sola decir el FFB tardo (y no tan tardo).Cmo vean la mayora de los que por entonces, a comienzos de la dcada de los aos sesenta del siglo pasado, se hicieron comunistas y eso vale igualmente para los comunistas de las dos dcadas anteriores- la situacin? Ms o menos as:en general y en lo concreto luchbamos por la democracia luchando contra la dictadura realmente existente aqu, la dictadura franquista impuesta al trmino de la Guerra Civil; y lo hacamos con la finalidad de implantar un da el comunismo, que iba a ser el reino de la libertad en una sociedad sin clases, para lo cual haba que pasar a travs de la dictadura del proletariado. Imaginbamos que esta otra dictadura no iba a ser propiamente un rgimen poltico sino ms bien una comunidad de transicin en la que se habra invertido el signo de la dominacin social.FFB admite que la idea de acabar con una dictadura, la franquista, la dictadura terrorista del gran capital, mediante el establecimiento de otra dictadura, por muchos distingos que se estableciera sobre el signo social de la misma, no le pareca a l particularmente atractiva. No acababa de ver claro adems cmo se compaginaba lo anterior con lo que l mismo iba oyendo en Radio Espaa Independiente sobre lareconciliacin nacionaly sobre la heroica lucha cotidiana de los comunistas en favor de la democracia. A pesar de todo, apunta, crea entender que una cosa es un rgimen poltico y otra el signo de dominacin que caracteriza a una formacin socio-econmica en sentido amplio. Y, como por principio l se senta identificado con la clase obrera y, por razones prcticas, con la actividad prctica de los comunistas en lucha contra el rgimen de Franco, no hizo entonces muchas preguntas. Me pareci que yo poda aceptar aquella idea aunque no me resultara particularmente atrayente el trmino dictadura. La asumi, como tantos otros (el que suscribe es tambin uno de ellos), durante algunos aos, mientras, de paso, iba buscando en los textos de los clsicos del comunismo la justificacin terica de lo que mi instructor llam plsticamente dar la vuelta a la tortilla.Al otro asunto del examen de entrada, el del centralismo, se le dedic menos tiempo. En su recuerdo, el instructor o responsable no lleg a decir en qu consista tal cosa, pero relacion el centralismo democrtico con una necesidad ineludible: la de asumir las directrices de la direccin del partido por la situacin de clandestinidad y persecucin en la que estbamos obligados a luchar. Enseguida pas a poner el acento, prosigue FFB, en la importancia que en aquellas ms que difciles condiciones tena para todos los militantes guardar silencio fuera del partido acerca de las actividades realizadas. Por alguna razn que ahora no acertara a expresar bien, relacion lo del centralismo democrtico con el misterioso final del clebre romance del infante Arnaldos: Yo no digo mi cancin sino a quien conmigo va(Curiosamente, dicho sea entre parentesis, Sacristn hizo tambin referencia al romance en sus agudas crticas finales a la gnoseologa de Heidegger en su tesis doctoral. El pasoSirva en todo caso esa discusin para mostrar cmo la interpretacin propuesta debe ser entendidacum grano obscuritatis. Y sirva tambin para proporcionar ms elementos de juicio para contemplar la andadura del pensamiento de Heidegger, el cual, en ltimo trmino y por encima de toda interpretacin, navega como la nave que vio el conde Arnaldos y cuyo piloto cantaba: yo no digo mi cancin /sino al que conmigo va, significando aqu ir con l la adhesin sin crtica -ni siquiera textual interna- al pensamiento del filsofo. Para una lectura como la presente, interesada por lo gnoseolgico o lgico en general, no hay empero himnos misteriosos, sino slo vulgares canciones al alcance de cualquier odoCierro el parntesis recomendando el captulo de conclusiones de la tesis. Est en Crtica. El prlogo de su editor, FFB de nuevo, es magnfico. Imprescindible)En el momento en que escriba FFB no crea que lo ltimo tuviera gran cosa que ver con el asunto que nos ocupaba: tal vez por eso de la parte dedicada propiamente al centralismo democrtico slo recuerdo de manera vaga la prohibicin explcita de formar fracciones o corrientes cristalizadas, cosa a la que apenas di importancia, pues en la prctica, cuando uno est a punto de entrar a formar parte de una clula clandestina (compuesta a lo sumo por cuatro o cinco personas) lo de constituir una fraccin suele sonar a chino. Efectivamente: a chino en los aos sesenta, por maosta que uno pudiera ser (como fue mi caso, no el de FFB, a principios de los setenta y de forma prolongada y ms que entusiasta). La sensata reflexin de entonces de FFB fue ms que lgica: siendo tan pocos como somos a quien se le va ocurrir dividirse encima? Tard algn tiempo en darse cuenta, comenta, de que aquella forma rgida de entender la democracia interna, sin otras especificaciones que la de seguir en todo caso las directrices del grupo dirigente y la prohibicin de constituir fracciones o corrientes, tena tambin sus importantes efectos prcticos, aunque he de confesar que ni siquiera leyendo aos despus las razonables cosas que escribi al respecto Rosa Luxemburg he llegado a identificarme con la pasin autodepuradora que siempre ha atenazado al movimiento comunista organizado.Su primera experiencia como comunista sobre eso que llamamos democracia puede ser resumida as: los comunistas constituan una especie muy particular de demcratas: ramos unos demcratas bastante especiales, pues a diferencia de aquellos que se llamaban a s mismos demcratas, sobre todo en el exilio, y apenas hacan or su voz en el interior contra la dictadura realmente existente, nosotros no parbamos de luchar contra una dictadura (fascista) y, por tanto, en favor de la democracia. Lo hacan al mismo tiempo para implantar, cuando llegase el da, una dictadura del proletariado que, segn pensbamos, iba a ser ms democrtica que las llamadas democracias (por atender a los intereses de la mayora de la poblacin) y que, adems, abrira el camino recto hacia el comunismo. S, admite FFB, sonaba a contradiccin (algunos, admitmoslo, que adems nos dedicbamos a la lgica o a la matemtica y alardebamos de ello, no nos sonaba as, en absoluto, era tan consiste como la vida y la lucha por la justicia).Pero contradiccin por contradiccin -pensaba FFB- mejor la nuestra, porque por lo menos no era contradiccin entre el decir y el hacer en el presente. La praxeologa siempre en el puesto de mand.FFB entendi tambin entonces que en las particulares condiciones de la lucha comunista de aquel tiempo, o sea, mientras la tirana franquista siguiera negando la existencia misma del partido comunista y metiendo en la crcel o asesinando a sus dirigentes, la nocin ms corriente de democracia tena que quedar limitada, tanto hacia fuera como hacia dentro. Hacia fuera, o sea, en la sociedad, porque nosotros no aspirbamos al mero restablecimiento de la democracia parlamentaria, formal o burguesa, como se deca, o a la consecucin de un tipo de estado como el existente en otros pases europeos prximos, sino que aspiraban a otra democracia: proletaria, obrera, popular, material, econmica y social. Y hacia dentro, en el interior del partido, limitada por el centralismo. Por una razn muy sencilla: no existe un partido poltico que pueda ser organizado de una manera plenamente democrtica en un contexto dictatorial. Elemental y real, que dira Watson.Hasta ah, comenta el autor, la doctrina generalmente compartida en el partido comunista sobre la democracia hacia fuera y hacia dentro. Digo doctrina porque la verdad es que en los papeles del partido, que a comienzos de la dcada de los sesenta se difundan, con dificultad y no poco riesgo, en los tajos, en las fbricas y en la universidad, de teora a este respecto, de teora de la democracia, haba poca: trozos sueltos de Marx, Engels y Lenin, la mayor parte de las veces descontextualizados para su uso en cualquier circunstancia (Algunos ejemplos de estas citas no forzosamente desafortunadas: El poder ejecutivo del Estado moderno no es ms que un comit de administracin de los asuntos comunes de toda la burguesa. Las clases obreras siempre considerar que este Estado no es mejor que un sistema de forajidos, que permite a los empleadores pasar por encima de la ley y, mediante una conspiracin indigna, crear primero las figuras delictivas que les plazcan para luego castigar esos delitos. Son, a la vez, legisladores, jueves y jurado. Son tan insensatas?)Por abajo, especialmente en las clulas universitarias, empezaban a sonar los nombres de Gramsci y de Mao y se tena cierta noticia, ms bien vaga, ciertamente, de lo que haba dicho y escrito Palmiro Togliatti en Italia sobre el entonces llamado culto a la personalidad y sobre el estalinismo a raz del XX Congreso del PCUS. En el recuerdo de FFB, los textos traducidos de losCuadernos de la crcel, los artculos de Mao sobre la nueva democracia, las reflexiones moderadamente crticas de Togliatti sobre lo ocurrido en la URSS durante la poca de Stalin slo tuvieron una difusin digna de ese nombre aos despus. Y Trotsky, recuerda con razn, que poda haber hecho pensar sobre la dictadura del proletariado realmente existente en la URSS desde los aos treinta, no era una lectura bien vista en el partido comunista entonces, Ni en otros partidos comunistas aos despus, segn mi propio testimonio (s en otros: por ejemplo, en el MCC, sin ningn problema en algunos momentos).Al escribir lo anterior, FFB no estaba queriendo insinuar que los principales dirigentes del PSUC y del PCE ignoraran por aquel entonces tales desarrollos, de inters para renovar la nocin heredada de la democracia. Los historiadores que se haban ocupado de la evolucin del partido en esos aos solan encontrar referencias y alusiones a los autores aqu nombrados particularmente a Togliatti, en distintos documentos de discusin interna y en artculos publicados desde 1957 por Santiago Carrillo, Jorge Semprn, Fernando Claudn, Francesc Vicens, Manuel Sacristn, Adolfo Snchez Vzquez y otros. Slo que, matiza, la mencin de ciertos nombres sola tener por entonces, en los documentos polticos, un carcter ritual. Basta con recordar al respecto, el ejemplo es ms que pertinente, que el nmero deNuestra Bandera(enero de 1965) dedicado a la crtica de las tesis de Claudn se abra con estas palabras de Antonio Gramsci: Los daos que puede acarrear un error del Partido unido pueden ser fcilmente superados; los daos de una escisin o de una situacin prolongada de escisin latente son irreparables y mortales.Sobre estos documentos y artculos haba que matizar dos cosas. 1: Las publicaciones en que esas referencias o alusiones podan aparecer entonces, solan llegar tarde, mal y con cuentagotas a las organizaciones comunistas del interior, y de stas, por lo general, slo a las universitarias o a los cuadros intermedios del partido. 2. La forma en que se transmita a las bases, a travs de los cuadros, la discusin recogida en las actas de las reuniones de los grupos dirigentes del PCE y del PSUC no contribuy tanto a la renovacin de la nocin de democracia cuanto a la reafirmacin de la doctrina generalmente compartida al respecto. De tal manera que sta se mantuvo invariable por abajo, al menos, seala FFB, hasta la segunda mitad de los sesenta.Para FFB, estaba convencido de ello, la falta de reflexin crtica sobre la nocin de democracia y aquel retraso en la renovacin de las ideas adquiridas al respecto fue uno de los errores que ms caro han pagado los partidos comunistas en la segunda mitad del siglo XX. No slo, por supuesto, por supuestsimo, el PCE y el PSUC. Tambin este error exige una explicacin que en nuestro caso tiene su particularidad.Varios factores deberan ser tenidos en cuenta en opinin de FFB: Es el siguiente apartado de su texto.El primero: la teora marxista y leninista de la democracia fue elaborada en momentos y circunstancias histricas muy anteriores y muy distintas a las creadas despus de la segunda guerra mundial. Fue elaborada pensando en las restricciones y limitaciones a la democracia establecidas por el liberalismo despus de las revoluciones de 1848 y de la Comuna de Pars, y, sobre todo, en el caso de Lenin, en la particular situacin de Rusia, pas en el que el absolutismo segua vigente todava en la primera dcada del siglo XX.La excepcin ms importante a todo lo anterior haba sido, claro est, la de Gramsci en los cuadernos escritos en crcel entre 1928 y 1936.El segundo: los republicanos espaoles (liberales en la mejor acepcin de la palabra (que tambin la tiene), socialistas, comunistas y anarquistas) haban pagado muy cara, entre 1936 y 1939, la traicin de las llamadas democracias occidentales ante la sublevacin franquista y ante el apoyo a sta de los nazis alemanes y de los fascistas italianos durante la Guerra Civil. Razn por la cual, la memoria bien acuada por FFB en su propia memoria- de aquella felona de las democracias segua an muy presente en la resistencia antifranquista, de la que el partido comunista era parte principal.El tercero: la constatacin, desde la dcada de los cincuenta, del apoyo directo que el rgimen dictatorial de Franco estaba recibiendo por parte de los gobiernos de la considerada principal democracia de la poca, los Estados Unidos de Norteamrica. Los acuerdos y los bases son de principios de los cincuenta. Si a eso se une, aade FFB, el que la propia dictadura franquista estaba presentndose continuamente a s misma como una democracia orgnica, se comprende que as, sin ms, la palabra democracia no suscitara por entonces particulares simpatas ni entre los veteranos derrotados republicanos ni en las generaciones ms jvenes que queran enlazar con ellos. No la suscitaba. Por debajo de las virtudes que a la nocin de democracia pudieran atribuir los tericos del tema, los de abajo (no slo, por supuesto, los comunistas marxista-leninistas) vean demasiados vicios en las democracias entonces realmente existentes.En la democracia orgnica, vean, obviamente, una farsa para lavar la cara a la tirana; en la democracia norteamericana, un amigo privilegiado del rgimen dictatorial; y en las democracias francesa e inglesa, la contradictoria amalgama entre La Marsellesa, el recuerdo de lo que haba sido la no intervencin y el apoyo ms o menos directo a Franco.A todo lo cual habra que aadir, FFB lo aade claro est, la importancia que en aquellos aos la cultura y la lucha antifranquista conceda, con razn, a las barbaridades y desmanes de los gobiernos y las clases dirigentes de las democracias realmente existentes contra los pueblos que entonces luchaban por liberarse del yugo colonial o semicolonial en frica, Asia y Amrica Latina. Baste pensar en la democracia usamericana y el golpe de Estado de Pinochet (entre quince ms) o la actitud del gobierno USA y de otros gobiernos europeos occidentales- ante la revolucin sandinista.Leen la historia de esos aos al revs quienes en el presente, seala crticamente FFB, desde una percepcin de la democracia poltica que corresponde ya a otra poca histrica, acusan de antidemcratas a los comunistas de aquellos tiempos en Espaa basndose exclusivamente en documentos doctrinarios. Entre nosotros, Francesc-Marc lvaro es un ejemplo que no es necesario destacar. Son legin. La derecha catalana, nacionalista o no, est llena de portavoces o portacoces de esta tesis indocumentada y ms que interesada.Y la tergiversaban, aade FFB, por apologa directa o indirecta del franquismo, quienes ahora escriben que los comunistas eran antidemocrticos por contagio de las ideas del rgimen que combatan. La falsaria idea pseudoliberal de que los extremos poltico-ideolgicos se tocan en el punto de la valoracin de la democracia est muy extendida pero tiene poco que ver con la realidad. Es, adems, un sarcasmo hablar de contagio ideolgico cuando la ideologa fascista impuesta y dominante liquidaba, silenciaba o censuraba en la prctica a todas las dems mediante la utilizacin funcional de todos los aparatos del estado.Pero explicar, en todo caso, matiza FFB, no es justificar.Se haba dicho muchas veces, al tratar el tema de la democracia, que los comunistas de aquellos aos vean con mucha claridad la mota en el ojo ajeno y tendan a no ver la viga en el ojo propio, el del socialismo, por lo menos hasta 1968. En gran parte, se impone el reconocimiento, eso era cierto tambin para nosotros. Salvadas importantes excepciones, fuera por ignorancia o por estrabismo, la verdad es que en las organizaciones del partido comunista sola oponerseel idealdel socialismo a las democraciasrealmente existentes; de este modo se pasaba por alto que tambin haba un socialismo realmente existente y que de ste lo menos que poda decirse es que fuera una democracia material, social, nueva o mejor que las otras. Los ideales, tambin entonces y en general siempre, han sido mejores que las realidades. Haba que reconocer, la autocrtica tambin es el motor de la historia de las ideas, cuanto menos en el caso de FFB, que al establecer esa oposicin entre ideal socialista y realidad de las democracias llamadas liberales nos lo ponamos fcil.Por lo dems, la historia y la Historia cuentan y teniendo en cuenta las condiciones en que se haba desarrollado la lucha poltica en Espaa desde el final de la Guerra Civil hasta los primeros sesenta tampoco poda esperarse aqu una batalla terico-ideolgica sobre la nocin de democracia como la que se dio, por ejemplo, en Italia a partir de un clebre artculo publicado por Norberto Bobbio enNuovi argomenti,en 1954, con el ttulo de Democrazia e dittatura, intervencin que fue considerada por los comunistas (Togliatti, Gerratana, Della Volpe, entre otros) como corts provocacin.FFB hace el siguiente resumen del artculo del jurista italiano que conoci personalmente aos antes en Madrid (contribuy a uno de sus libros sobre Izquierda y Derecha, presentndose en su comentario del libro como Paca Fernndez Buey):Sostena Bobbio que los defensores de la dictadura del proletariado deberan tomar en consideracin la forma de los regmenes liberal-democrticos. En consecuencia, juzgar a stos no tanto por su naturaleza de clase cuanto principalmente por el hecho de que en ellos se ha ido incorporando una tcnica jurdica ms refinada y avanzada. Bobbio mantena, por otra parte, que la diferencia entre rgimen sovitico y regmenes occidentales no era cuestin de mayor o menor grado de democracia sino que pasaba por la existencia de garantas en un caso y por la ausencia de libertades en otro.Todo lo cual dicho inmediatamente despus de la muerte de Stalin pero antes de las revelaciones del XX Congreso del PCUS sobre lo que haba significado el estalinismo- abra una puerta a la reconsideracin y ampliacin de la teora marxista de la democracia. Una puerta que, aunque con reticencias y algn que otro sarcasmo sobre el liberalismo, algunos comunistas italianos entreabrieron para repensar la cosa, volver a dialogar con Marx y con Gramsci, admitir explcitamente lo ms obvio (o sea, la degradacin del socialismo en la URSS) y, en algn caso, para recuperar de paso a un autor no marxista, el Kelsen deEsencia y valor de la democracia, con la consideracin de que ste an poda servir de ayuda terica en la doble crtica que se crea justa y necesaria. Por una parte, la de los lmites dela formade la democracia liberal, parlamentaria, representativa e indirecta, y, por otra, la de los lmites de una dictadura del proletariado que a todas luces se haba convertido no slo en dictadura sobre el proletariado sino en otra cosa muy distinta: la negacin de cualquier forma de democracia poltica digna de ese nombre. No siempre fuimos capaces de verlo a tiempo. El que suscribe es tambin un ejemplo de esta tarda comprensin.

De aquel dilogo italiano, nacido de la corts provocacin, para repensar la nocin o las nociones de democracia de la mano de Marx y de Rousseau, pero tambin de Kelsen y de Bobbio, prosigue FFB, apenas hubo eco entre los comunistas espaoles que conoc en los primeros aos de militancia, aunque probablemente tambin aqu haba personas que pensaban as, puesto que Bobbio, Della Volpe y Gerratana empezaban a ser conocidos en los ambientes intelectuales comunistas y Palmiro Togliatti era frecuentemente citado. Valentino Gerratana, por ejemplo, el gran editor de Gramsci, fue traducido por l y publicado en dos volmenes en Hiptesis, la inolvidable coleccin que codirigi con Sacristn para Grijalbo.De todas formas, hablando de aquellos aos de censura y clandestinidad desde el recuerdo personal, siempre haba que curarse en salud: la mayora de las cosas que las personas pensaban entonces, y ms si se era comunista, no se podan escribir o decir en pblico. Tal vez, admite FFB, haya habido ecos de aquel dilogo, en el lenguaje de Esopo, que escapan a mi recuerdo. Los historiadores haran bien consultando a este respecto, adems deCuadernos para el dilogo,RealidadoNous Horitzons(en las dos ltimas particip activamente FFB, tambin la primera),revistas de cine, teatro y cultura en general, en las que escriban intelectuales comunistas comprometidos. Jordi Mir, el discpulo por excelencia del autor dePara la tercera cultura, as lo ha hecho en su tesis doctoral.Lo ltimo que acababa de sealar poda dar una pista para estudiar mejor lo que entendan entonces los comunistas por democracia y la democracia a la que aspiraban. Pues si era verdad que antes de 1968, en comparacin con lo que ocurra en Italia, hubo aqu poca reflexin terica sobre el nexo entre democracia y socialismo, como se ha dicho tantas veces, en cambio, en la actividad prctica, en el seno de los movimientos sociales que entonces despuntaban, empujados o hegemonizados por comunistas, se dieron aportaciones de muchsima enjundia para el asunto que nos ocupa.La praxis es tambin un punto central en estas temticas. Cuando se estudiaba en detalle lo que haban sido los orgenes y primeros desarrollos de las comisiones obreras (insisto: orgenes y primeros desarrollos, de ah el dolor por nudos de su evolucin posterior), de los sindicatos de estudiantes en la universidad y de las asociaciones de vecinos en los barrios se entiende mejor aquello que dije antes acerca de la contradiccin entre la doctrina marxista-leninista de la democracia, generalmente asumida en los papeles de altura, y la prctica democrtica de los comunistas de carne y hueso que trabajaban en las organizaciones sociales antifranquistas. Del mismo modo, estudiando el funcionamiento real del PSUC, del PCE por abajo, estudiando la actividad cotidiana de las clulas, para lo cual, en su opinin, la historia oral y los testimonios comparados eran fundamentales, se entenda tambin mejor qu era aquello del centralismo democrtico en la prctica, o sea, la democracia hacia dentro.El siguiente punto del trabajo se centra en la democraciaen la prcticatomando nuevamente como punto de partida sus propios recuerdos. Empezar con lo del centralismo democrtico, expresin que, con los aos, el cambio de los tiempos, el transformismo de los intelectuales y el anticomunismo rampante, se ha ido convirtiendo en una especie de truculencia que casi todo el mundo identifica con autoritarismo, disciplina impuesta y prctica indiscriminada del ordeno y mando por parte de una direccin supuestamente alejada de las bases.Tal vez, admite FFB, l era por entonces segn dice un comunista un poco raro y despistado. Tal vez. Despistado Paco FB?. Empero, tengo que decir que as como la doctrina del partido acerca de la democracia y la dictadura del proletariado me produjo cierta insatisfaccin, en cambio la prctica del centralismo democrtico, tal como la viv en el PSUC de los aos sesenta, me pareci bastante sensata en los primeros aos de militancia. Como nunca FFB tuvo cargos responsabilidad en la direccin del Partido no cabe leer lo que iba a explicar como una justificacina posteriori.FFB se centra en el perodo 1964-1968. Al menos en Barcelona, seala, y contra lo que sola repetir el tpico del autoritarismo antidemocrtico, el centralismo era en el partido ms bien laxo. Se ha dicho a veces que en el partido comunista las rdenes y las consignas circulaban de forma jerarquizada, de arriba abajo, que eso impeda el libre pensamiento de los militantes y que de centralismo haba mucho y de democracia casa nada. Aunque sin duda era posible encontrar ejemplos de prcticas autoritarias y esos ejemplos han sido magnificados como expresin del centralismo democrtico en varias de las historias del partido que he ledo-, su impresin era otra muy distinta: los casos de autoritarismo patente tenan ms que ver con el particular carcter de tal o cual dirigente, como ocurre en cualquier otro grupo organizado, que con la forma de organizacin que se designaba entonces con aquel nombre.Uno de los recuerdos que FFB trae a colacin se refiere nada ms y nada menos- al asunto Claudn-Semprn. En una de reuniones de clula a las que asisti el autor a principios de 1965 se propuso discutir el tema. Como punto principal del orden del da. Transcurri as: vino el responsable de la direccin correspondiente; nos inform del punto de vista de la direccin del partido; critic las opiniones de los disidentes, que haban sido ya expulsados, creo; y nos pidi la adhesin colectiva a la opinin mayoritaria que era, obviamente, la de la direccin (la posicin de Sacristn en el asunto puede verse en varias de la entrevistas incorporadas a los documentales Integral Sacristn de Xavier Juncosa, El Viejo Topo, Barcelona, 2006, y la flexibilidad del Partido en el asunto, y de Sacristn ms en concreto, fue reconocida por August Gil Matemala en la entrevista que le realizamos).Como el responsable pretenda que discutieran las opiniones de los disidentes exclusivamente a partir de lo dicho sobre ellas enMundo Obrero y Nuestra Banderapor el secretario general del PCE, entonces Santiago Carrillo, alguien objet que no era esa la forma de discutir, que para discutir en serio haba que tener los informes completos de las partes, cosa manifiestamente imposible en aquellos momentos. No hubo, pues, acuerdo ni adhesin. Semanas despus se produjo una cada que pona en peligro la organizacin universitaria. No se volvi a hablar del asunto. Nadie dijo tampoco que furamos claudinistas, ni, que yo recuerde, hubo imposicin alguna desde arriba. Tampoco tuvieron los papeles que pedan que slo le muchos aos despus (los public El Viejo Topo en los setenta. Eso s, remarca FFB, seguimos trabajando en lo que tocaba, que era la agitacin en la universidad para copar el SEU desde dentro y tratar de democratizar su estructura en lo posible.Otro recuerdo de aquellos aos al que hace referencia FFB tiene que ver con el asesinato de Grimau, con la manifestacin que se convoc para protestar por ello en el cruce barcelons entre las Ramblas y la calle entonces llamada Pelayo (Pelai actualmente). Tambin a ese momento se han referido varios dirigentes del PSUC en sus memorias precisamente porque hubo cierto desacuerdo en la direccin (en este caso con Manuel Sacristn, que jugaba un papel central en la organizacin universitaria) sobre si haba que convocar el acto de protesta o no.En la clula del camarada Eloy (Eloy es el nombre del hijo de FFB y Neus Porta) se discuti el asunto. Saban que la organizacin universitaria del PSUC tambin estaba dividida al respecto. O decir que los claudinistas mantenan que no haba que ir porque aquello, aunque moralmente justificado, era mero voluntarismo y que la concentracin no pasara de ser un mero acto testimonial que pondra en peligro la continuidad del partido. Tambin nuestra pequea clula se dividi: unos fueron y otros no.FFB fue (fue, si no recuerdo mal, una de sus primeras manifestaciones, o la primera. Las ltimas: 14 de abril de 2012, 1 de Mayo del mismo ao). La concentracin en Ramblas-Pelayo para protestar por el asesinato de Julin Grimau fue, efectivamente, un acto testimonial a partir del cual la polica detuvo a varias personas con responsabilidades en el PSUC, entre ellas, como es conocido, al filsofo y profesor universitario Manuel Sacristn. Empero, que yo recuerde, no hubo ni reproches ni reparto de medallas desde arriba. Ni siquiera llegu a saber hasta mucho ms tarde, leyendo memorias de otros, cul era la posicin de la direccin del partido.Al aludir a estos recuerdos, seala, no pretende dar prioridad a la memoria personal, menos a la suya, sobre el trabajo por hacer en los archivos. Slo pretende llamar la atencin acerca de un problema que vena observando en la bibliografa sobre el comunismo de aquellos aos y a la que se haba referido el gran historiador Giaime Pala en su investigacin sobre la historia del PSUC (resuelta en una tesis doctoral enorme, excelente). A saber: que como la mayora de los documentos escritos que han quedado (incluidas las actas de reuniones) son materiales de dirigentes, se tiende a magnificar, a partir de ellos, las discusiones, polmicas y discrepancias por arriba, en las alturas, y se presta poca atencin a lo que deca y haca por abajo.Vista la cosa desde abajo resultaba -FFB volva al ejemplo ya mencionado, el de la crisis Claudn-Semprn- que esos asuntos trascendentales tuvieron menos repercusin en las clulas que tal o cual cada, que tal o cual actividad de los comunistas en las movilizaciones, en el impulso real, prctico, en los movimientos sociales. Por motivos prcticos, de la actividad cotidiana, las imposiciones y los centralismos, se notaban menos. Por eso digo que, visto desde abajo, el centralismo democrtico funcionaba razonablemente bien.Lo anterior le llevaba a otra reflexin, paralela a la anterior. Vistas las cosas desde abajo, los calificativos de tipo ideolgico, los clichs que habitualmente se emplean para justificar o criticar tales o cuales acciones prcticas, cuentan menos, mucho menos, que lo que cada uno, en su fuero interno, est en disposicin de hacer. Esta disposicin para hacer o estar en tal momento, en tal sitio, particularmente cuando hay peligro real, de alta tensin, tiene ms que ver con los hgados y con el sistema nervioso de las personas que con las ideologas con que solemos disfrazar vacilaciones, valentas y cobardas. Como dira Voltaire, seala alguien que conoci muy bien las razones praxeolgicas y el mundo que las amparaba, primero actuamos y luego buscamos la justificacin ideolgica de nuestras acciones. Desde luego: no parece que los comunistas puedan FFB escribe podamos- quedar al margen de esa regla general. Ni entonces ni ahora. Si creemos que no hay que ir o estar en, la accin que se haga ser testimonial (en el sentido peyorativo de la palabra); si, por el contrario, hemos decidido ir o estar en, la accin ser polticamente correcta. El argumento es impecable, alejado de cualquier fauna de falacias ocultadas.Luego, prosigue FFB, rebuscamos en el arsenal ideolgico heredado el clich que se supone corresponde a la correccin poltica o a la accin testimonial de carcter tico previamente establecida. Pues bien, aade: el centralismo democrticomal entendido(o sea, la eliminacin de la autonoma individual y colectiva y de la democracia interna) se caracteriza por el hecho de que el centro decide siempre qu es lo polticamente correcto y qu lo testimonial (eso en el mejor de los casos; en el peor, lo incorrecto sin ms). Esto es algo que afecta por igual, lo seala alguien con aos y aos de militancia poltica que nunca dej de considerar la importancia central de esa apuesta (de ah su admiracin y apoyo a la prctica poltica de largo alcance de compaeros y camaradas como Vctor Ros, Manolo Monereo o Julio Anguita) a todos los partidos polticos que haba conocido, antes y despus de la democracia, y eso, independientemente, de cmo llamaran a su forma de organizacin, de qu siglas usaran para designarse.Como en el caso que estaba narrando no se les dijo nada que afeara sus conductas, deduje que tenamos un centro sensato y comprensivo, nada impositivo, tolerante, digmoslo as, con la parte que estaba dispuesta a equivocarse (o a dar testimonio, si se prefiere hablar de esta manera). Poda, desde luego, recordar tambin situaciones en que esto no fue as: en alguna de esas situaciones anduve tambin metido, pero intentando hacer memoria sobre lo que fue mi militancia en el partido hasta 1977 creo poder decir sin mentir que estas situaciones, en las que el centralismo se impuso a la democracia, fueron menos que las otras. Y para decirlo todo, FFB acostumbraba a decirlo todo (que la verdad era revolucionaria era un lema querido por Gramsci y por l mismo): tambin creo que hubo ms centralismo y menos democracia en el partido comunista inmediatamente despus de la muerte de Franco, cuando se hablaba ya de legalizacin y de islas de libertad, que en los aos sesenta, a los que estoy haciendo referencia mayormente.Bastaba con pensar en la forma en que se decidi aceptar la monarqua borbnica y su bandera (que, desde luego, l nunca acept ni hizo suya) o como se firmaron ms tarde (y cmo se justificaron: como paso firme hacia el socialismo) los pactos de la Moncloa.En el ltimo apartado, FFB habla de la concepcin comunista de la democracia: hacia fuera, en la sociedad.En su opinin, la contribucin de los comunistas a la democratizacin en las fbricas, universidades, centros de enseanza en general y asociaciones de barrios a lo largo de los aos sesenta est fuera de toda duda razonable. El proceso de democratizacin del tejido social en Espaa, aguantando la represin de la dictadura franquista, fue en gran parte un mrito de los comunistas organizados. No slo de los comunistas, desde luego, no hay sectarismo en la observacin, pero s principalmente de los comunistas. As lo han reconocido, por lo dems, muchas personas de otras ideologas. Las comisiones obreras, los sindicatos democrticos de estudiantes y las comisiones de barrio, impulsados mayormente por militantes comunistas (no slo por militantes del PSUC, del PCE o de colectivos prximos), fueron en aquellos aos una escuela de aprendizaje de la democracia, o, por mejor decir, escuelas de demcratas, en tierra adversa, en territorio enemigo.De las experiencias vividas en todos estos aos la ms radical y plenamente democrtica, en su opinin, fue la del SDEUB durante los meses que van desde el otoo de 1965 hasta el otoo de 1967. Escribi un libro sobre ello (y sobre asuntos prximos):Por una Universidad democrtica,un homenaje explcito al SDEUB y al texto de su amigo, maestro y compaero.FFB seala que saba si se poda decir algo parecido acerca de los sindicatos democrticos de estudiantes que sustituyeron al SEU en otras universidades, en las de Madrid, Valencia y Andaluca por ejemplo. Pero, en cualquier caso, me parece relevante el hecho de que todas las investigaciones publicadas a este respecto hayan subrayado algo que tambin yo recuerdo bien: la Junta de Delegados del SDEUB, desde la creacin de ste hasta su prctica disolucin en 1968, pasando por su momento culminante, que fue la constitucin formal del mismo en la Asamblea celebrada en los Capuchinos de Sarri el 9 de marzo de 1966, estuvo siempre compuesta por una mayora de comunistas organizados en el PSUC. En la exposicin He mirat aquesta terra del CCCB, dedicada a Salvador Espriu (a quien Paco FB conoci y estim), hay testimonios de ello.Tal vez la palabra conveniente para caracterizar aquella situacin no sea la de hegemona comunista, que se ha usado frecuentemente, puesto que eso de hegemona es mucho decir, pero no le cabe ninguna duda de que el trabajo de los comunistas fue ah esencial para dar forma a un tipo de organizacin que, durante algn tiempo, fue un ejemplo de combinacin de democracia asamblearia y democracia representativa. El historiador/a que repase lo que fueron los estatutos del sindicato, a cuya discusin y aprobacin se dedicaron muchsimas horas y asambleas (las suyas y las de Neus Porta entre muchas otras), podr valorar en su justa medida lo que l estaba diciendo. Casi parece mentira, remarca con toda razn, que pudiera dedicarse tanto esfuerzo a una cuestin formal,la de la formade la democracia (por hablar como Bobbio), en un momento en el que la brigada poltico-social [y el temible Creix, FFB supo de sus caricias fascistodes] y la polica armada del franquismo eran omnipresentes y en un pas en el que, como he recordado antes, no haba demasiados motivos para apreciar la formalidad de la democracia. A pesar de lo cual, concluye FFB, ah estn los papeles para probarlo.En cuanto al contenido de la democracia que se quera entonces, era posible establecer una idea muy aproximada leyendo elManifiesto por una universidad democrtica, el principal documento del SDEUB, aprobado por ms de 500s delegados estudiantiles. Su redactor principal fue tambin un comunista: Manuel Sacristn.Tampoco me extender en esto porque el texto ha sido reproducido y analizado luego muchas veces. Slo querra recordar aqu que en ese texto hay tres ideas bsicas que los comunistas de entonces defendamos y compartamos, por supuesto, con otros antifranquistas, a saber: la aspiracin a una democraciaeconmica y social, avanzada yautogestionada, no slo, por tanto, poltico-jurdica; la aspiracin a una democraciapluricultural(lo que implicaba el reconocimiento de las diferencias lingstico-culturales existentes en el Estado); y la nocin del carcterprocesual, o sea, no slo procedimental, de la democracia, lo que se expresaba diciendo que las libertades y derechos por los que se puede juzgar el nivel de democracia real de un pas se conquistan, no se otorgan.Alguna consideracin absurda, algn punto obsoleto? Logran detectarlo en nuestro hoy?La pregunta ahora, comenta FFB, es entonces la siguiente: cmo compaginaban los comunistas que escriban ste y otros documentos parecidos, en favor inequvocamente de la democratizacin del pas, tal concepcin de la democracia con la doctrina del instructor de turno sobre el socialismo y la necesidad de la dictadura del proletariado? No era ociosa la pregunta: bastantes personas, dentro y fuera del PSUC y del PCE, se la hicieron entonces y, con ms fuerza an, a partir del doble aldabonazo que representaron Pars y Mayo del 68 y la invasin de Praga ese mismo ao.FFB recuerda una ancdota curiosa que vena al caso y que referir porque le ahorrar palabras. Uno de los estudiantes extranjeros que asisti como invitado a la asamblea constituyente del sindicato, al ser interrogado poco despus por un peridico francs acerca de la influencia comunista en la misma, contest sin ambages que no haba visto a ningn comunista en la asamblea ni haba observado ninguna consigna comunista en sus documentos o en sus debates. Pensando en el nmero de militantes del PSUC (o prximos a l) que haba en la presidencia de tal asamblea, en el papel que haban jugado, y pensando tambin en los redactores de sus principales documentos, recuerdo que los componentes de la Junta de Delegados del SDEUB nos remos mucho de estas declaraciones y comentamos algo as: Santa Luca le conserve la vista.Pues bien, retrospectivamente, la dialctica de FFB es excelente tambin aqu, a la hora de reconstruir la concepcin que los comunistas tenan de la democracia, habra que decir que Santa Luca haba conservado bastante bien la vista al colega extranjero y que, en cambio, muchos de nosotros no nos dbamos del todo cuenta de que, siendo comunistas, estbamos defendiendo un concepto amplio de democracia y actuando en consecuencia (al escribir los documentos y al actuar en las asambleas). Para decirlo ms claro an:[] estbamos escribiendo y haciendo lo que se supone que deberan haber escrito y hecho quienes se consideraban a s mismos slo demcratas, y no comunistas o socialistas (y en bastantes casos, dado el impulso de la ideologa de la guerra fra, anti-comunistas y anti-socialistas). Tal vez no habamos olvidado lo que nos ense el instructor marxista-leninista sobre la dictadura del proletario, pero lo cierto es que actubamos en la prctica como si esa parte de la doctrina no existiera ya para lo que haba que hacer en la prctica.De este conflicto o contradiccin interna se siguieron dos cosas que el historiador debera tener en cuenta seala FFB. 1) que tal prctica estrictamente democrtica atrajo al partido a un nmero creciente de militantes antifranquistas que no eran estrictamente comunistas si se ha de juzgar sobre la cosa a partir de la doctrina de los instructores. 2) que precisamente la manifestacin de este conflicto entre doctrina y prctica, al hacerse consciente, estuvo en el origen de varias escisiones y divisiones que iban a fragmentar la organizacin del partido e influir tambin en el posterior desarrollo de los movimientos sociales.Sin pretender reducirlo todo a la conciencia o falta de conciencia acerca de esta contradiccin entre doctrina -verbalmente mantenida por arriba- y prctica -mayoritariamente ejercida por abajo-, FFB crea que se poda decir que la aparicin primero del grupo Unidad en el PSUC, en mayo de 1967, la escisin posterior y la creacin por ltimo del PC(i) y de los grupos marxista-leninistas tuvieron mucho que ver con esto que estoy diciendo. Estos grupos vieron bien la dimensin de la contradiccin, aunque luego, como sola ocurrir, el recubrimiento ideolgico de aquella verdad de partida (la idealizacin del maosmo y la autodepuracin) hizo del remedio que se propona algo peor que la enfermedad que se pretenda curar.Los efectos y consecuencias del anterior conflicto, hacia dentro (partido) y hacia fuera (organizaciones llamadas entonces de masas), se podan observar y reseguir prcticamente hasta el inicio de la llamada transicin y la teorizacin del eurocomunismo. Esto ltimo, que tambin fue objeto de su reflexin (artculos enMaterialesymientras tantopor ejemplo, aunque no nicamente en esas revistas) rebasaba ya lo que se haba propuesto escribir.En todo caso, tras este apasionante recorrido, qu decir, qu hacer? Pues lo siguiente:Si hubiera que llegar una conclusin drstica sobre comunismo y democracia en esta historia, probablemente habra que decir que la prctica, una vez ms, fue mucho mejor que la teora heredada; que los historiadores que juzgan el papel del partido comunista en la lucha por la democracia teniendo en cuenta slo los documentos doctrinarios que se producan por arriba se pierden ms de la mitad de la cosa; y que sera interesante estudiar a fondo los intentos, pocos pero relevantes, que se hicieron en Espaa, en las dcadas de los sesenta y los setenta, por abordar aquella contradiccin real con conciencia de la misma.No est mal, nada mal. Un excelente programa de investigacin que dira Imre Lakatos, al que sin duda hubiera gustado mucho conocer algunas de estas reflexiones. Este gran filsofo de la ciencia, menos reconocido de lo que hubiera justo y necesario, supo bien de algunos nudos poco afables de aquello que llambamos socialismo real, asediado ciertamente desde mil vrtices, desde mil trincheras (nunca el enemigo muy afable ni pacfico) pero tambin con algunos dirigentes ofuscados y nada slidos en su interior, en el corazn de aquel intento que tambin tuvo sus tinieblas y sus oportunistas. Y sus grandezas por supuesto y tambin gentes admirables desde luego.PS. Hablando de democracia, de tradicin y de miradas histricas informadas y con conciencia de las situaciones y sus entornos: y si hiciramos de 2014 el ao Jaurs?Dos compaeros Francisco Xavier Pardo y Alejandro Andreassi-, cultos, sabios, solidarios, comprometidos y antisectarios por definicin vital, amigos ambos de Francisco Fernndez Buey, han escrito en este sentidoAmigo y compaero Salva,Como tengo el mdico de vacaciones y el XXX sustituido por los polvorones, me sigo barruntando (entre la perplejidad y el knock-out), y tal como me ocurre desde hace muchos aos (y desde hace un par ni te digo!), por qu la tradicin marxista catalana (y la vasca, y la de Marilaneda, y la de; o sea, la, digamos, nuestra, que no -quizs- la de la inmensa mayora de los nuestros) es genticamente -valga la expresin- incapaz de acoger en su seno, de convertirlo en un clsico y de llevarlo al liderazgo moral a un Jean Jaurs (1859-1914), por poner un interesado y bello ejemplo a propsito del centenario de su asesinato por oponerse -con sentido internacionalista- a lo que iba a ser la gran masacre, la inmensa carnicera humana que fue la 1 Guerra Mundial.Y no se me ocurre una respuesta racional al por qu de ello (al por qu Jean Jaurs, o Rosa Luxemburg) no son nadie ni nada para la mayor parte del rojero hispano, sin darme cuenta de que su enunciacin me dejara ya sin amigos ni saludados en toda estacasa nostray en las casitas de all.Dicho sea a las puertas del ao 2013+1 en que, muy probablemente, en su transcurso, ni en ICV, ni en IU, ni en el PCE, ni en el PSUC-viu, ni en EUiA, se recordar la figura de Jean Jaurs, ni se le mentar a propsito del centenario de su asesinato, por ms que, a mi entender, su figura y su alcance moral son de una enorme importancia y actualidad.[] No obstante, mi Christma con mis mejores augurios para ti y los tuyos, para ese largo ao, de antiptico guarismo casi innombrable, es esta cancin que te pongo debajo que, o la tendrs en un viejo LP [de Jacques Brel] o la podrs or en you tube.Saludos, y un fuerte abrazo.xavierJaurs parJacques BrelIls taient uss quinze ansIls finissaient en dbutantLes douze mois sappelaient dcembreQuelle vie ont eu nos grand-parentsEntre labsinthe et les grand-messesIls taient vieux avant que dtreQuinze heures par jour le corps en laisseLaissent au visage un teint de cendresOui notre Monsieur, oui notre bon MatrePourquoi ont-ils tu Jaurs?Pourquoi ont-ils tu Jaurs?On ne peut pas dire quils furent esclavesDe l dire quils ont vcuLorsque lon part aussi vaincuCest dur de sortir de lenclaveEt pourtant lespoir fleurissaitDans les rves qui montaient aux cieuxDes quelques ceux qui refusaientDe ramper jusqu la vieillesseOui notre bon Matre, oui notre MonsieurPourquoi ont-ils tu Jaurs?Pourquoi ont-ils tu Jaurs?Si par malheur ils survivaientCtait pour partir la guerreCtait pour finir la guerreAux ordres de quelque sabreurQui exigeait du bout des lvresQuils aillent ouvrir au champ dhorreurLeurs vingt ans qui navaient pu natreEt ils mouraient pleine peurTout misreux oui notre bon MatreCouverts de prles oui notre MonsieurDemandez-vous belle jeunesseLe temps de lombre dun souvenirLe temps de souffle dun soupirLa nota, excelente, de Alejandro Andreassi, dice as:Salvador,Estoy totalmente de acuerdo con Francisco Xavier Pardo. Jean Jaurs ha sido olvidado muy injustamente por las izquierdas porque fue considerado un reformista sin paliativos. Sin embargo su lucha por la democracia y por la repblica, que entenda era el continente en el que caba el socialismo, fue permanente, enfrentando a la xenofobia, fue junto con Emile Zola, un defensor inclaudicable de Alfred Dreyfuss, porque saba que ah no slo se jugaba la dignidad de un hombre sino tambin la suerte de la repblica amenazada por el antisemitismo, el autoritarismo, y a los elementos supervivientes de la aventura boulangista. As como fue la su lucha por la paz y contra el militarismo, su oposicin a la pena de muerte y a las aventuras coloniales criticando la intervencin francesa en Marruecos. Pero adems fue crtico con el revisionismo encabezado por Eduard Bernstein desde laRevue Socialiste.Stefan Zweig lo cita como una de sus esperanzas ante la amenaza de guerra en 1914: Confibamos en Jaurs, en la Internacional Socialista, creamos que los ferroviarios volaran las vas antes de cargar a sus camaradas hacia el frente como animales hacia el matadero, contbamos con que las mujeres se negaran a sacrificar a sus hijos y maridos al dios Moloc, estbamos convencidos de que la fuerza espiritual y moral de Europa triunfara en el ltimo momento crtico. Nuestro idealismo colectivo, nuestro optimismo condicionado por el progreso nos llev a ignorar y despreciar el peligro (Stefan Zweig,El mundo de ayer, Barcelona, 2001, p. 257), pero Jaurs fue asesinado. Adjunto su ltimo artculo publicado en laHumanitel mismo da en que fue asesinado, y otro artculo con motivo de su muerte del 2 de agosto de 1914.Un abrazoAlejandroSalvador Lpez Arnal es nieto del cenetista aragons, asesinado en Barcelona en mayo de 1939 delito: rebelin militar-, Jos Arnal Cerezuela.g