Los Comuneros

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Universidad Nacional de Colombia. Historia de Colombia I Jonathan Parra Guzmán. CC 1032472147. EL Virreinato de la nueva Granada en el Siglo XVIII El siglo XVIII fue un siglo turbulento y convulso para las colonias españolas. Se producen grandes cambios y reestructuraciones en ámbitos políticos, sociales y económicos. Surge el descontento, la inconformidad con el régimen y con la mala administración colonial, el germen de las ideas independentistas se multiplica por todo el territorio conquistado. Cabe resaltar los antecedentes de los conflictos sociales generados hacia el final del siglo XVIII. La organización económica y social colonial generó innumerables conflictos entre los diversos estamentos en que se encontraba estratificada la sociedad colonial neogranadina que se complejizo con las diferentes rebeliones de los diferentes estamentos inconformes tales como los indios y esclavos. Además, por su parte, los mestizos constituían un grueso número de marginados sin tierra que, junto a los españoles pobres, protagonizaron conflictos por la tierra. Todos los conflictos raciales, económicos y políticos que fueron germinando mientras corría el siglo XVII y sus reestructuraciones políticas desde España como la creación del virreinato de la Nueva Granada en 1717, vieron su culmen en 1778, cuan Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres llego a Santa Fe de Bogotá para posesionarse de su cargo como regente y visitador general de la audiencia. La función de Piñeres abarcaba una extensa revisión del gobierno en todos los ámbitos importantes de la administración y la corrección de falencias y creación de estructuras que reportaran más y mejores rentas para la corona. De esta manera empiezan a ser aplicadas las reformas borbónicas en la Nueva Granada. Con estas reformas llegaron los cambios en todos los estamentos de la sociedad colonial que terminarían de convulsionar los ánimos de las gentes. Para empezar, en el campo militar se crea un Batallón auxiliar en la capital además de milicias armadas semiprofesionales. En la administración virreinal, la corona pretende limitar la participación de los criollos en los altos cargos administrativos locales, en las audiencias y otros

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Los comuneros y la nueva granada

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Universidad Nacional de Colombia.

Historia de Colombia I

Jonathan Parra Guzmán. CC 1032472147.

EL Virreinato de la nueva Granada en el Siglo XVIII

El siglo XVIII fue un siglo turbulento y convulso para las colonias españolas. Se producen grandes cambios y reestructuraciones en ámbitos políticos, sociales y económicos. Surge el descontento, la inconformidad con el régimen y con la mala administración colonial, el germen de las ideas independentistas se multiplica por todo el territorio conquistado.

Cabe resaltar los antecedentes de los conflictos sociales generados hacia el final del siglo XVIII. La organización económica y social colonial generó innumerables conflictos entre los diversos estamentos en que se encontraba estratificada la sociedad colonial neogranadina que se complejizo con las diferentes rebeliones de los diferentes estamentos inconformes tales como los indios y esclavos. Además, por su parte, los mestizos constituían un grueso número de marginados sin tierra que, junto a los españoles pobres, protagonizaron conflictos por la tierra.

Todos los conflictos raciales, económicos y políticos que fueron germinando mientras corría el siglo XVII y sus reestructuraciones políticas desde España como la creación del virreinato de la Nueva Granada en 1717, vieron su culmen en 1778, cuan Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres llego a Santa Fe de Bogotá para posesionarse de su cargo como regente y visitador general de la audiencia. La función de Piñeres abarcaba una extensa revisión del gobierno en todos los ámbitos importantes de la administración y la corrección de falencias y creación de estructuras que reportaran más y mejores rentas para la corona. De esta manera empiezan a ser aplicadas las reformas borbónicas en la Nueva Granada. Con estas reformas llegaron los cambios en todos los estamentos de la sociedad colonial que terminarían de convulsionar los ánimos de las gentes.

Para empezar, en el campo militar se crea un Batallón auxiliar en la capital además de milicias armadas semiprofesionales. En la administración virreinal, la corona pretende limitar la participación de los criollos en los altos cargos administrativos locales, en las audiencias y otros organismos judiciales y de gobierno. Fueron enviados a América nuevos funcionarios de total confianza de la corte y el rey.

El sistema judicial fue gravemente reformado y reestructurado. El fuero eclesiástico fue abolido. La modernización de la justicia implico recopilar los expedientes y llevar una contabilidad ordenada de los procesos judiciales. Y por motivos económicos y políticos se expulsa de todo el territorio español a la compañía de Jesús y se introdujeron párrocos seculares, misioneros franciscanos, así como un nuevo obispo. Esto trajo como consecuencia un problema con los indígenas; cuando comenzaron a considerarlos como individuos, éstos aún no estaban preparados, ya que estaban acostumbrados a los cuidados que los jesuitas les brindaban. Con la expulsión de los jesuitas quedaron desamparados.

Para asegurar la mejoría de las rentas y optimización de las mismas se hacen serias reformas fiscales al sistema preexistente. Se reordena el sistema de recaudación de impuestos. Para ello: se incrementa la alcabala, se reorganiza el sistema de estancos y se implementa el libre comercio entre colonias y varios puertos españoles.

Todas y cada una de las reformas aplicadas trajeron consigo múltiples efectos y consecuencias, tanto positivas como negativas. Una de las consecuencias negativas fue la concentración del descontento colectivo con el régimen vigente expresado en el movimiento comunero. El descontento se traduciría en repudio y odio, protestas y levantamientos de comerciantes y artesanos, dueños de tierras, consumidores y todos aquellos a

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quienes afectaban están reformas. Los cargos se limitarían exclusivamente a chapetones, excluyendo por completo a los criollos; de la misma forma la corona limitaba a comerciantes y consumidores, sacando mayor provecho de la tierra y los productos obtenidos.

La revuelta en sí, estalla en 1781, principalmente asociado a la revuelta en el Socorro (entonces provincia de Santa Fe) que culmina parcialmente con las capitulaciones de Zipaquirá en junio, y continúa en una segunda etapa como un amplio movimiento que involucró pobladores de los llanos, Neiva, Nariño, Cauca (actual Valle) y la costa atlántica.

Debido a la súbita subida de los impuestos tales como de alcabala; estableció impuestos a la sal, el tabaco y los juegos de cartas; e impuso nuevos gravámenes a los textiles de algodón. Se le imponen grandes y mayores problemas y restricciones a las elites criollas. Estas decisiones, muy impopulares, sobrepasaron la paciencia de la gente por, al hacerse más ofensivas por la aplicación de métodos arbitrarios y violentos usados por los recaudadores de impuestos.

Entonces, “El l6 de marzo de l78l, en la Villa del Socorro, el común encabezado por Manuela Beltrán, en un gesto de altiva rebeldía rompió el edicto que anunciaba el aumento del impuesto de la Armada de Barlovento. Esta acción insurreccional se propagó en casi todo el territorio neogranadino ocupando extensas zonas rurales desde Mérida (Venezuela) hasta Pasto (Colombia), y esparciendo una estela de rebeldía en todo la geografía nacional: destrucción de los símbolos de la realeza colonial, desconocimiento de las autoridades españolas, rechazo a las opresivas instituciones fiscales, liberación de esclavos y recuperación de las tierras de resguardos” (Antonio García, Los Comuneros l78l l98l, Plaza Janes, l986, p.39) Los comuneros organizaron un ejército armado con un mando central unificado y un Supremo Consejo de Guerra dispuesto a desmantelar el aparato de dominación colonial. La autoridad del monarca español fue sustituida, en forma simbólica, por el establecimiento de una monarquía Chibcha encarnada en el cacique Ambrosio Pisco -que contó con el reconocimiento de todos los oprimidos-, mientras que el inca Túpac Amaru fue proclamado rey de América (García, p.77), afirmando así la soberanía del pueblo.

Luego de una sucesión de engaños y triquiñuelas políticas, el movimiento es desmantelado, sus principales líderes ejecutados y relegado al olvido por el gobierno español. No obstante, este proceso no aboga por un cambio radical en la estructura monárquica, sino quiere la búsqueda de comodidad dentro de la sociedad colonial. La revolución de los comuneros debe ser considerada como un proceso de cambio y transformación social, sin embargo, esta transformación no buscó en ningún momento un cambio en el sistema monárquico en su totalidad, en ningún momento se quiso o siquiera se pensó en una posible independencia de la metrópoli, sino se requería un espacio para la que sociedad criolla participara activamente en la política neogranadina y para ampliar y permitir a la economía local desarrollarse cómodamente. Sin embargo, este descontento se terminaría convirtiendo a la postre en una de las causas de la Independencia. Además, la forma en que las autoridades virreinales manejaron la situación creó una gran desconfianza hacia éstas, tanto entre muchos criollos (como Antonio Nariño), como entre buena parte de la población.

-Mcfarlane, Antonhy. (1997) Colombia antes de la independencia. Banco de la Republica, Bogotá.

-Antonio García, Los Comuneros l78l l98l, Plaza Janes, l986

-Jaramillo Uribe, Jaime. Ensayos de la historia social. 4a Ed, Bogotá. Alfaomega.2001

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