Los Cinco Sentidos de La Etnohistoria

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    Marco Curtola Petrocchi*Ponticia Universidad Catlica del Per

    LOS CINCOS SENTIDOS DE LA ETNOHISTORIA

    En el ensayo Etnohistoria, antropologa histrica o simplementehistoria? Ana Mara Lorandi hace una serie de hondas refexiones sobre lanaturaleza, los alcances epistemolgicos y las relaciones recprocas de estoscampos disciplinarios, problemticas que en parte haba ya abordado en otracontribucin publicada hace unos aos en esta misma revista (Lorandi y Wil-de 2000). De lo expresado en ambos trabajos se colige que la estudiosa, porlo dems ya coautora de un apreciable manual sobre la etnohistoria andina(Lorandi y Del Ro 1992), considera a la etnohistoria como una disciplinaanacrnica e inadecuada en el contexto actual de las ciencias histrico-so-ciales, la cual debera ser dejada de lado, a avor de la ms omnicomprensivay epistemolgicamente -y polticamente- correcta antropologa histrica, o

    sencillamente disolverse en el mare magnum de la historia, la ecumnicaciencia del pasado de la humanidad. Los cuestionamientos al nombre y a lanocin misma de etnohistoria no son una novedad. Hace ms de 60 aos,cuando el trmino etnohistoria recin empezaba a circular en el mundo aca-dmico, el historiador y antroplogo belga Jan Vansina, desde las pginasdel primer nmero delJournal o Arican History(1960), ya criticaba su uso,considerndolo del todo innecesario, y haca un llamado a que se lo des-echara y se hablara sencilla y directamente de historia, como escriba en lasconclusiones de un ensayo sobre los mtodos por l seguidos en el registro

    de las tradiciones orales de los Kuba del Kasai (Congo):Historyis a science which uses the results o many auxiliary sciences. In

    act any science can be auxiliary in a particular case. So history in illiteratesocieties is not dierent rom the pursuit o the past in literate ones, becauseit uses archaeological, linguistic, anthropological, and even (or dating

    purposes) astronomical evidence such eclipses. And there is thereore no

    * E-mail: [email protected]

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    need to coin a special term, such as ethnohistory just or this reason (Vansina1960: 53. El subrayado es nuestro).

    Pocos aos ms tarde, Henri Brunschwig en un artculo, signicativa-mente titulado Un aux problme: lEtno-histoire publicado en la prestigiosarevista de los Annales, sin medias tintas tachaba la disciplina de mala yerbaen el campo de la historia (Brunschwig 1965: 291). Anlogamente, aunquecon ms ponderacin, Shepard Krech, en una bien documentada contribu-cin sobre el estado de la etnohistoria a nes de la dcada de 1980, as comoen la entrada Ethnohistory de la Encyclopedia o Cultural Anthropology,llegaba a la conclusin de que hubiese sido desacertado -ill-advised- seguirempleando el trmino etnohistoria, sea por sus connotaciones colonialistasy discriminatorias como por ser los conceptos de ethnos, etnicidad y tnicointelectualmente obscuros -murky intellectualy. Segn el autor, esto deba serpor tanto abolido y sustituido por la denominacin ms neutra y menossusceptible de estigmatizacin de antropologa histrica o de historiaantropolgica (Krech 1991: 364-365; 1996: 426).

    A pesar de las reservas y las crticas de estos y muchos otros estudiosos,la American Society or Ethnohistory, undada en 1954 para promover lainvestigacin interdisciplinaria de las historias de los pueblos nativos delas Amricas, tiene alrededor de 500 miembros activos y su revista, Eth-nohistory, ha llegado en 2012 a su 59 ao de publicacin ininterrumpida

    (http://www.ethnohistory.org/); en la Escuela Nacional de Antropologa eHistoria de Ciudad de Mxico existe, desde 1977, una carrera de Etnohistoriaque otorga grados y ttulos acadmicos en esa especialidad (cr. Prez y PrezGolln 1987: 7-13); en junio de 2011 se celebr en La Paz el VIII CongresoInternacional de Etnohistoria;y en la Ponticia Universidad Catlica delPer, Lima, se imparten regularmente cursos de Etnohistoria Andina, tantoen el pregrado como en el postgrado. Adems, es consabido que internacio-nalmente los aportes ms apreciados de la historiograa peruana del sigloXX han venido de un nutrido grupo de investigadores volcados al estudio

    del mundo andino antiguo y colonial -como Mara Rostworowki, FranklinPease, Luis Millones, Juan Ossio, Edmundo Guilln, Waldemar Espinoza So-riano, entre otros- los cuales son colectivamente conocidos como la escuelade etnohistoria peruana. Hay entonces que preguntarse por qu, a pesar delas duras crticas y los mltiples cuestionamientos, la etnohistoria en tierraamericana est todava institucionalmente tan vigente y, desde el extremonorte al extremo sur del continente, haya tantos estudiosos que declaran quehacen etnohistoria y se reconocen como etnohistoriadores -incluido elque escribe. Quizs la respuesta radique en la misma polisemia del trmino,cuyas mltiples y complementarias acepciones terminan circunscribiendo

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    un especco campo (inter)disciplinario, dotado de un objeto, un enoque,una metodologa y toda una tradicin de estudios propios. Para intentar in-dividuar y resear los caracteres especcos de la etnohistoria partiremos de

    su historia y su relacin con la arqueologa.

    LOS ORGENES DE LA ETNOHISTORIA Y SU RELACIN CON LAARQUEOLOGA

    De hecho la nocin de etnohistoria se orj y empez a desarrollarse enestrecha conexin con la arqueologa. Clark Wissler (1870-1947), al parecerel primero hace ya ms de un siglo en utilizar el trmino etnohistoria en laorma adjetival ethno-historical(Baerreis 1961: 49), se vali de este vocablo

    compuesto al sealar la necesidad y la importancia, en el estudio de las an-tiguas culturas nativas de la regin de Nueva York, de juntar las evidenciasarqueolgicas con las inormaciones documentales. Especcamente, en laintroduccin de una compilacin de una serie de inormes, de carcter un-damentalmente arqueolgico, sobre The Indian o Greater New York and theLower Hudson (1909) Wissler escriba:

    In the main, all have ollowed the same general method o reconstructingthe prehistoric culture by welding together the available ethno-historical andarchaeological data, a method justifed by the ailure to fnd neither localevidences o great antiquity nor indications o successive or contemporaneousculture types (Wissler 1909: XIII).

    Del contexto, resulta evidente que, por datos etno-histricos, Wisslerentenda las inormaciones de carcter etnogrco que se podan hallar endocumentos histricos.

    En la americanstica -as como en la arqueologa del mundo clsico o laarqueologa bblica- la prctica de recurrir a uentes literarias, y documenta-les en general, para interpretar evidencias arqueolgicas es an ms antigua,

    posiblemente tan antigua como la disciplina misma (Willey y Sablo 1993:126). Sin embargo, el primer estudioso que se vali con cierta sistematici-

    1 Las observaciones sobre la relacin entre etnohistoria y arqueologa expuestas enel presente comentario ueron originalmente presentadas en la ponencia The Use oDocumentary Sources in Andean Protohistoric Archaeology: Some Dierent Cases, ledaen el simposio Circa 1530: Integrating Archaeology and Ethnohistory in the Andes, que

    Joanne Pillsbury organiz en el marco del 73rdAnnual Meeting o the Society or AmericanArchaeology(Vancouver, 26-30 de marzo de 2008). Nuestra participacin en dicho congresoue posible gracias al apoyo econmico del Departamento de Humanidades de la PonticiaUniversidad Catlica del Per.

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    dad de documentacin histrica para estudiar vestigios de civilizacionesamerindias, y en alternar e integrar la investigacin de campo con el trabajode archivo, ue Adolph Bandelier (1840-1914). No por casualidad este pio-

    nero de la etnologa y la arqueologa americanas, quien eectuara la primeraexpedicin auspiciada por el Archaeological Institute o America (1880) yexplorara extensamente los territorios del Suroeste americano, el Mxicoseptentrional y los Andes, haciendo del surveya gran escala un medio deprimaria relevancia en el desarrollo de la investigacin arqueolgica, lleg aapasionarse por las culturas y las antigedades indgenas a travs de la lec-tura de crnicas y documentos coloniales en la St. Louis Mercantile Library,y alleci en Sevilla, mientras realizaba pesquisas en el Archivo General deIndias (Lange y Riley 1996: 22-25). Tan solo para quedarnos en el mbito de

    sus trabajos sobre los Andes, recordaremos cmo en The Islands o Titicacaand Koati, de 1910 -considerado un clsico de la literatura antropolgica,precisamente por su sosticacin etnohistrica (Hyslop y Mujica 1992:67)- Bandelier utilizara con singular rigor una serie de uentes publicadas einditas de los siglos XVI y XVII. Sus pormenorizadas descripciones de lasruinas de las dos islas estn, en eecto, provistas de un poderoso aparatode notas, con reerencias a crnicas, documentos de la administracin co-lonial espaola y antiguos diccionarios quechuas y aymaras, que brindanindicaciones puntuales para la comprensin de la naturaleza y la uncin dedierentes sitios y materiales arqueolgicos.

    Adems, Bandelier se preocup de explicitar el procedimiento quesegua en la reconstruccin de la historia de las culturas indgenas, el cual-segn sus propias palabras- consista en proceder desde lo conocido hacia lodesconocido, paso a paso: a saber, desde contextos etnogrcos y realidadeshistricas documentadas a travs de testimonios escritos, al pasado precolo-nial dicilmente conocible nicamente a travs de las evidencias materiales.Por este mtodo de investigacin interdisciplinario y regresivo (cr. Wachtel1990), desde el presente hacia el pasado, o a contracorriente (upstreamdirection) como a veces es llamado (Krech 1996: 424), Bandelier puede ser

    considerado un verdadero precursor, adems que de la etnohistoria, tambindel direct historical approach, una metodologa arqueolgica preconizada en1913 por Ronald B. Dixon2 y ormalizada y aplicada con notables resultados

    2 En el discurso pronunciado como presidente de la American Anthropological Associa-tion en ocasin de su asamblea anual que tuvo lugar en Nueva York en 1913, Dixon llega armar sin medias tintas que it is only through the known that we can comprehendthe unknown, only rom a study o the present that we can understand the past; and ar-chaeological investigations thereore must be largely barren i pursued in isolation andindependent o ethnology(Dixon 1913: 565; cr. Lyman y OBrien 2001: 308).

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    en la dcada de 1930 por William Duncan Strong (1935, 1940) y Waldo R.Wedel (1936, 1938) en el rea de las Grandes Llanuras norteamericanas. Elmtodo prevea que en el estudio de las antiguas culturas nativas se partiera

    de realidades etnogrcas e histricas conocidas, para luego remontar, atravs de la estratigraa y/o la seriacin, progresivamente hacia atrs en eltiempo hasta las pocas ms antiguas. Siguiendo este orden, Strong pudoreconstruir con un alto grado de precisin la historia cultural de los nativosde las Grandes Llanuras.

    LA ETNOHISTORIA COMO SUBCONJUNTO DISCIPLINARIO ENTREHISTORIA, ETNOGRAFA y ARqUEOLOGA

    El direct historical approach, as como el procedimiento regresivode Bandelier y el mtodo interdisciplinario propuesto por Wissler presu-ponan evidentemente un alto grado de conormidad entre los rasgos delas culturas tradicionales, histricas, protohistricas y prehistricas de unadeterminada rea. Y, de hecho, la continuidad cultural representa una delas premisas implcitas, cuando no un verdadero axioma, de la etnohistoriaentendida como un acercamiento multi e interdisciplinario que combina ycoteja uentes documentales, orales y arqueolgicas con el n de individuarlos caracteres especcos y reconstruir los procesos de reproduccin y desa-

    rrollo de ormaciones histrico-sociales y culturales de larga duracin. Estoexplica, por lo menos en parte, el porqu del gran desarrollo y diusin de losestudios etnohistricos en Mxico y Per, pases en donde en la antigedadhubieron sociedades altamente organizadas y complejas, que han dejado unsinnmero de importantes testimonios arqueolgicos y cuyos descendientessiguen viviendo en los mismos territorios, hablando los mismos idiomas ymanteniendo, por lo menos en parte, ormas de vida y pensamiento tradi-cionales. Emblemtico, al respecto, resulta lo expresado por uno de los mseminentes estudiosos peruanos del mundo andino, Franklin Pease, quien

    en un artculo de la dcada de 1970 escriba que la etnohistoria, en cuantoterreno de encuentro de disciplinas anes -historia, arqueologa y etnologa-,representaba el instrumento por excelencia para

    comprender la historia andina como una continuidad espacial y temporalque rebasa las ronteras coloniales y nacionales; que se reere a un mundoque tiene una experiencia de milenios, maniestada -por ejemplo- en loscriterios de acceso a la tierra y la utilizacin simultnea de diversos pisosecolgicos; que mantiene y elabora de nuevo cada vez su experiencia crea-dora para intentar un acercamiento a aquellas categoras que presidieron la

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    vida material y la ideologa de las sociedades andinas antes y despus dela invasin del siglo XVI, y que son vigentes todava en nuestros das, aunen las ciudades. (Pease 1976-1977: 217-218)

    Adems, hay que sealar cmo la misma presencia en Mesoamrica yen los Andes de ormaciones polticas y econmicas autctonas muy desa-rrolladas hizo que los espaoles establecieran en esas regiones, desde losprimeros aos de la invasin, sus mayores centros de dominacin colonial,se empearan en conocer a ondo los pueblos que all vivan y tuvieran conellos una intensa y prolongada interaccin. Esto llev a que, con relacin adichos pueblos, se uera paulatinamente acumulando una enorme cantidadde material escrito -crnicas, memoriales, inormes administrativos y expe-dientes judiciales- muy superior a la de cualquier otra poblacin indgena delNuevo Mundo. Denitivamente, la existencia de esta copiosa documentacincolonial, con mltiples e importantes reerencias a hechos y acontecimientosdel pasado prehispnico, en conjuncin con la presencia de un riqusimopatrimonio arqueolgico, con una impresionante cantidad de vestigios arqui-tectnico-monumentales, a menudo teatro de eventos de la poca prehispnicarecordados o sencillamente aludidos en las tradiciones orales y las uentesdocumentales, as como la pervivencia en el seno a las poblaciones indgenasy campesinas de los modernos estados nacionales de mltiples rasgos y ma-niestaciones culturales descritos en los testimonios escritos de los siglos XVI

    y XVII han sido actores determinantes para el desarrollo de la etnohistoriacomo un subconjunto disciplinarioentre historia, etnograa y arqueologa,cuya naturaleza y orientacin interdisciplinaria resulta particularmente aptapara el estudio de historias culturales de larga duracin.

    LA ETNOHISTORIA COMOHISTORIA DE LAS SOCIEDADES COLONI-zADAS POR LOS EUROPEOS

    Pero, por qu la etnohistoria se aplica solo al estudio del pasado depoblaciones indgenas? Un motivo aparentemente razonable -pero a todasluces orzado- podra ser que la civilizacin industrial ha representado unverdadero punto de quiebre respecto de toda ormacin socio-cultural anteriory que, por lo tanto, en ausencia de testimonios y vericaciones de carcteretnogrco y de cualquier continuidad cultural con el presente, la etnohis-toria no sera aplicable al estudio de la historia cultural europea y occidentalen general. En realidad, el motivo es undamentalmente otro y se remonta almismo contexto histrico en el cual se ha ido desarrollando la disciplina. Eneecto, al margen de consideraciones de orden heurstico y epistemolgico,

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    el trmino compuesto etno-historia tiene tambin la sencilla acepcin dehistoria de grupos tnicos o, como lo expres sin tapujos el eminente mexi-canista Charles Gibson (1962: 279), historia de los indios. No cabe duda de

    que el origen de esta acepcin se halla en la ideologa evolucionista, racistay colonialista de la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, cuando laantropologa se arm como la ciencia dedicada al estudio de los pueblossalvajes, primitivos, arcaicos, como en ese entonces eran llamados -yconsiderados- en orma indiscriminada todos los pueblos extraeuropeos derica, Amrica y Oceana colonizados por las grandes potencias europeas,primera entre todas la Inglaterra victoriana. Estos pueblos eran consideradosahistricos, sin historia, porque se los juzgaba intrnsecamente incapaces,por su misma naturaleza, de todo desarrollo y evolucin o, sencillamente,

    porque eran iletrados, sin escritura, esto es, altos de un medio comola escritura alabtica que les permitiera la conservacin de la memoria, laelaboracin de un pensamiento refexivo y la adquisicin de alguna ormade autoconciencia y conciencia histrica. En cambio, para el estudio de lasdesarrolladas y complejas sociedades europeo-occidentales y su historiahaba disciplinas como la arqueologa, la historia, la sociologa; y para el delos sectores internos ms tradicionales -y subalternos- de esas mismas socie-dades, el olclor. Sin embargo, en el transcurso del siglo XX los antroplogosamericanos ueron progresivamente tomando conciencia de que los pueblosindgenas s tenan historia y, contextualmente, se dieron cuenta de que, en

    siglos de presencia europea en el Nuevo Mundo, se haba ido acumulandouna cuantiosa documentacin escrita relativa a su pasado. As, muchosde ellos decidieron adentrarse en el terreno incgnito de los archivos parareconstruir el pasado colonial y precolonial de las mismas poblaciones quehasta ese entonces haban estudiado solo en orma sincrnica, a travs deltrabajo de campo. A partir de la dcada de 1950, el estudio de la historia delos pueblos indgenas, llevado a cabo undamentalmente por antroplogos-que por su misma (de)ormacin proesional recurrieron con sistematicidadno solo a uentes documentales sino a las tradiciones orales y a la cultura

    material- se intensic y adquiri el estatus de disciplina acadmica, tantoen los Estados Unidos, como en Mxico y Per, con el nombre de etnohis-toria3. Por ser esta una disciplina practicada, por lo menos en sus primerasases de desarrollo acadmico, undamentalmente por antroplogos, y porconcernir -por tanto- exclusivamente a las poblaciones por ellos estudiadas,hacia 1960 William Sturtevant (1966: 6) lleg a denir a la etnohistoria comoel estudio de la historia de los pueblos normalmente estudiados por los an-

    3 Para una resea sinttica sobre el desarrollo de la etnohistoria en el siglo XX vase Krech(1991: 347-348 y 1996: 423-424).

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    troplogos; una denicin, esta, de hecho bastante vaga y tautolgica peroque tena el mrito de obviar la de historia de los indios, tan eurocntricay tan poco acorde al sentir de la poca de descolonizacin que sigui a la

    Segunda Guerra Mundial.De todas maneras, hay que acotar que la etnohistoria, en su acepcin dehistoria de los indios, no puede ser considerada -y liquidada- sencillamentecomo un sector disciplinar anacrnico, derivado de obsoletas y articiosasclasicaciones disciplinares decimonnicas. En eecto, precisamente en cuan-to historia de los grupos tnicos, la etnohistoria -como observ con agudezahace unos aos Pablo Macera (1977: LII)- supone el hecho colonial, a saber,que tiene como objeto el estudio de los pueblos colonizados -reducidosa indios por los colonizadores- y como punto de reerencia implcito o

    explcito de su horizonte cognitivo el momento de la invasin europea. Asentendida, la etnohistoria se congura como un campo temtico, a la vez queun campo disciplinar -historiogrco y antropolgico- especco y denido,undamentalmente volcado a la reconstruccin (1) de los caracteres socio-culturales y la situacin de los grupos tnicos al momento de los primeroscontactos con el mundo occidental, as como (2) de los procesos de cambiodesencadenados en dicho grupos por la dominacin colonial y (3) de las in-teracciones y articulaciones de estos con la sociedad hegemnica a lo largodel tiempo.

    LA ETNOHISTORIA COMOETNOGRAFA HISTRICA

    Estos ltimos dos campos de investigacin (puntos 2 y 3), que hoy po-dran ser encuadrados en la nebulosa de los as llamados estudios coloniales,pueden ser vistos como una derivacin-evolucin de los tradicionales estudiosantropolgicos de aculturacin de las dcadas de 1930 y 1940, al punto queBruce Trigger (1986: 257) lleg a decir, quizs en orma demasiado esquem-tica, que el estudio de la aculturacin ue transormado en etnohistoria. En

    cuanto al estudio de las ormas de organizacin y los rasgos culturales de lassociedades nativas al momento de la llegada de los europeos (punto 1), estese congura como una verdadera etnograa histrica (c. Krech 1991: 348;1996: 424). En eecto, consiste en la reconstruccin de los dierentes aspectosda la vida sociocultural de un determinado pueblo en un especco momentode su pasado, undamentalmente a travs del anlisis de documentos escritos.Es posiblemente en este enoque que pensaba el etnohistoriador chileno JorgeHidalgo (2004: 655) cuando deni la etnohistoria como una corriente histo-riogrca que trabaja con documentos histricos escritos, con el marco tericoy las preguntas del antroplogo. De todas maneras, excelentes ejemplos de

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    esta etnohistoria/ etnograa histrica en el campo de los estudios andinosson el clsico ensayo Inca Culture at the Time o the Spanish Conquest queJohn H. Rowe publicara en 1946 en el Handbook o South American Indians,

    la tesis de doctorado titulada The Economic Organization o the Inca State,que John V. Murra sustentara en 1955 y publicara, en castellano, en 1978, yla monograa de Tom Zuidema sobre el sistema de los ceques del Cuzco, queapareci en 1964 en la coleccin International Archives o Ethnography, de laUniversidad de Leiden. Dichos trabajos representan verdaderos estudios deantropologa cultural, antropologa social y antropologa estructural respec-tivamente, pero basados en datos sacados de las crnicas de los siglos XVI yXVII, en lugar de inormaciones recolectadas directamente sobre el terreno.En todo caso, habra que preguntarse si desde el punto de vista epistemolgico

    existe realmente una dierencia sustancial, cualitativa, entre la utilizacinhoy en da de las inormaciones levantadas en los Andes en el siglo XVI porcronistas muy bien documentados como Juan de Betanzos (1551-1557) y Polode Ondegardo (1571) o en Mxico por ese extraordinario protoetngrao queue ray Bernardino de Sahagn (1590), y el uso de las observaciones etno-grcas recogidas a inicios del siglo XX en las islas Trobriand por BronislawMalinowski, el padre de la antropologa social britnica, o en la Costa No-roeste de Norteamrica por Franz Boas, undador de la antropologa culturalnorteamericana. Es signicativo, al respecto, que Sabine MacCormack (1999)haya titulado Ethnography in South America: the rst two hundred years,

    su ensayo de introduccin al volumen de The Cambridge History o theNatives Peoples o the Americas, dedicado precisamente a las poblacionesindgenas de Sudamrica. En dicho ensayo, la autora traza una panormicade las ms representativas uentes histricas de los siglos XVI y XVII relativasa las sociedades indgenas de Amrica del Sur, reconociendo explcitamente,desde el propio ttulo, no solo el valor etnogrco sino la misma naturalezaetnogrca de la documentacin examinada.

    LA ETNOHISTORIA COMOETNO-ETNOHISTORIAEs igualmente signicativo que el mencionado texto de MacCormack

    est acompaado por otro ensayo introductorio, titulado Testimonies: theMaking and Reading o Native South American Historical Sources, en elcual Frank Salomon (1999) resea los textos coloniales escritos por ind-genas, como por ejemplo el Manuscrito quechua de Huarochir (ca. 1608;Taylor 1987), obra de un curaca de la etnia checa, de la sierra de Lima, y Elprimer nueva cornica y buen gobierno (1615) de Felipe Guaman Poma deAyala, as como las principales crnicas y relaciones espaolas que explcita

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    o implcitamente encierran en sus pginas memorias, historias y testimoniosnativos. La recuperacin e interpretacin de estas voces autctonas -ope-racin que requiere un trabajo de exgesis particularmente cuidadoso de los

    documentos, incluido su anlisis lingustico- permite una aproximacin almodo en que los indgenas vivieron y concibieron determinados momentosy eventos de su historia, o, por lo menos, al modo en que esos mismos ueronconstruyendo su discurso histrico sobre dichos acontecimientos, as comosus concepciones del tiempo y de la misma historia. Evidentemente se tratade una tarea extremadamente compleja y delicada que demanda tomar encuidadosa cuenta el entero sistema de creencias y representaciones colecti-vas del pueblo estudiado, tal cual se encuentra inscrito y expresado, inclusoantes que en textos escritos, en las tradiciones orales, en los rituales, en el

    paisaje sagrado, en las expresiones artsticas y en toda otra maniestacincultural. Este acercamiento, undamentalmente centrado en la bsqueda dela concepcin del pasado compartida por los portadores de una determinadacultura (Sturtevant 1964: 100, cr. Krech 1991: 361), es el que ha sido seguidopor estudiosos como Miguel Len Portilla (1959) y Nathan Wachtel (1971),con sus amosas visiones de los vencidos, y que ha sido llamado tambinolk history(historia popular, Hudson 1966) y etno-etnohistoria (Fogelson1974, 1989: 134). Aunque la locucin etno-etnohistoria suene redundantey caconica, expresa en orma contundente esta acepcin de la etnohistoria,entendida como disciplina antropolgica volcada a la reconstruccin y com-

    prensin de sucesos, situaciones y procesos histricos a partir del anlisis delpatrimonio de conocimientos y experiencias, del sistema de pensamiento yde los procesos lgico-empricos que condicionaron y denieron la accinde los agentes sociales involucrados. Se trata, en ltima instancia, de la bs-queda delpunto de vista de los indgenas sobre su pasado, su ser y estar enel mundo y su uturo, como clave para entender la lgica prounda de losacontecimientos y su dinmica. Y no cabe duda de que, para alcanzar esteobjetivo en el estudio histrico de poblaciones tradicionalmente o mayori-tariamente graas, las tradiciones orales constituyen una uente primordial

    en muchos casos nica e insustituible.

    LA ETNOHISTORIA COMOHISTORIA ORAL

    De hecho, por lo menos en sus primeros desarrollos, la etnohistoria sedierenci netamente de la historiograa tradicional -en ese momento todavaproundamente permeada por el prejuicio de que all donde no hay documen-tos escritos no puede haber verdadera Historia (Rigoli 1980: 273)- precisa-mente por la utilizacin, en la reconstruccin del pasado de las poblaciones

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    estudiadas, de testimonios recogidos en el campo directamente de boca dela gente. En eecto, para intentar recuperar la historia, por lo menos la msreciente, de los pueblos nativos de Norteamrica, rica y Oceana, los inves-

    tigadores se vieron en muchos casos obligados, por la ausencia total o parcialde documentacin escrita, a recurrir prioritariamente a las tradiciones orales-esto es a los conocimientos de hechos y situaciones del pasado transmitidosde una generacin a otra mediante la palabra- as como a los recuerdos deexperiencias de vida de los individuos. En el estudio de diversas sociedadestradicionales estraticadas con organizacin poltica centralizada, comociertas monarquas aricanas y hawaianas, el trabajo de estos investigadoresse vio, de alguna manera, acilitado por la existencia de historias dinsticas,a menudo muy detalladas, cuya elaboracin, memorizacin y transmisin

    estaba conada a determinadas categoras de especialistas. Sin embargo, comoha sido oportunamente sealado por el antroplogo e historiador belga JanVansina en su clsico trabajo De la tradition orale. Essay de mthode historique(1961), inormaciones parciales sobre el pasado de un grupo pueden hallarsetambin en toda otra maniestacin de la tradicin oral, desde los mitos ylos cuentos hasta los cantos y las poesas, desde las rmulas religiosas y lasadivinanzas hasta las mismas denominaciones de personas y lugares. Deniti-vamente, la tradicin oral desde los orgenes ha representado un componentemedular de la etnohistoria, sea como posible uente de inormaciones sobre elpasado ms o menos reciente de un determinado grupo grao o como medio

    imprescindible y privilegiado para acceder a la visin de sus miembros sobresu propia historia individual y colectiva. Por eso, en Francia e Inglaterra ladisciplina que se ocupa de la reconstruccin de la historia de los pueblosy grupos sociales sin escritura, esto es la etnohistoria, es comnmente lla-mada historia oral. Paradjicamente, es posible que las academias de dichospases se hayan inclinado por esta denominacin en el inconsciente intentode eludir la memoria -y exorcizar la responsabilidad- de ese trgico pasadocolonialista que el trmino etnohistoria, en tanto historia de las sociedadescolonizadas por los europeos, encierra y evoca. Sin embargo, el que entre los

    diversos posibles sinnimos del trmino etnohistoria se haya elegidoel dehistoria oral, expresa con claridad la importancia cardinal atribuida a estetipo de uente en el particular campo de estudios histrico-antropolgicosdel cual nos estamos ocupando.

    An en el caso de la etnohistoria andina -que cuenta con un consistenteacervo de uentes documentales, producto de cinco siglos de interaccin delos pueblos autctonos con el Estado colonial espaol, antes, y los Estadosrepublicanos, despus- una buena parte de su inormacin de base provienede la tradicin oral. De hecho, textos undamentales sobre los que se basannuestros conocimientos de la sociedad y la historia inca y de los caracteres

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    originales de la cultura andina, como las crnicas de Juan de Betanzos(1551), Pedro de Cieza de Len (1553) y Cristbal de Molina (1575), la Re-lacin de Chincha de Cristbal de Castro y Diego de Ortega Morejn (1558)

    o los inormes de Polo de Ondegardo (1561,1571), se basan esencialmenteen un atento registro tanto de tradiciones de carcter colectivo transmitidasverbalmente, a menudo con el auxilio de tcnicas mnemnicas o instru-mentos mnemotcnicos, de una generacin a otra, como de los recuerdospersonales del tiempo del Tahuantinsuyu de ancianos inormantes. Asimis-mo, no cabe duda de que crnicas indgenas como las de Joan de Santa CruzPachacuti Yamqui (1613) y Felipe Guaman Poma de Ayala (1615) se undanparcial o totalmente en relatos escuchados por sus autores en su entornoamiliar y social, para no hablar del Manuscrito de Huarochir, extraordi-

    naria compilacin de los mitos y cuentos de los checas que representa lams importante uente existente para el estudio del sistema de creencias yrepresentaciones colectivas de los pueblos andinos al tiempo de la llegadade los espaoles (Taylor 1987). Por otro lado, la etnohistoria andina se haalimentado constantemente tambin de las tradiciones orales acopiadas porlos antroplogos sobre el terreno. Basta pensar en el impacto tenido en losestudios de los aos de 1970 y 1980 por los mitos de Inkarr (Ossio 1973)o en la importancia que se le atribuyen a los cuentos, las narrativas y lamemoria oral en ms recientes trabajos etnohistricos como Le retour desanctres de Nathan Wachtel (1990) y Pathways o Memory and Powerde

    Thomas Abercrombie (1998).

    CONCLUSIONES

    Del conjunto de los cinco posibles signicados del trmino etnohis-toria que hemos venido evidenciando, se deriva que esta es una disciplinaque, utilizando esencialmente uentes documentales y tradiciones orales,est volcada a la reconstruccin tanto de los caracteres originales como de

    los procesos de reproduccin y transormacin a lo largo del tiempo de lassociedades tradicionales colonizadas por los europeos, con particular intersen su memoria histrica y su propia visin del pasado. Surgida en estrecharelacin con la arqueologa, que contina siendo para ella un reerente pri-vilegiado (cr. Spore 1980; Knapp 1992), la etnohistoria tiene, sobre todo enlas Amricas, una larga y consolidada tradicin de estudios, la cual, aun conla extremada variedad de los aportes, se caracteriza -como hemos visto- portener un campo de investigacin especco, un enoque undamentalmenteantropolgico, una orientacin metodolgica marcadamente historicista yestrategias de investigacin eclcticas e interdisciplinarias. De hecho, la et-

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    nohistoria ha contribuido al conocimiento de la historia cultural y social delos pueblos originarios de Amrica a partir del siglo XVI ms que cualquierotra disciplina y, por esto, no extraa que Hugo Nutini haya llegado a consi-

    derarla como acaso [] la contribucin [] ms incomparable del NuevoMundo a la antropologa general (Nutini 2001: 52). Por supuesto, es posibleusar otra denominacin en lugar de etnohistoria, quizs un poco demode,pero, a la echa, ninguna de las que han sido propuestas como sus sustitutasnos parece ms apropiada para denir el particular campo/tradicin de estu-dios que hemos venido hasta aqu examinando y que los cinco sentidos deltrmino etnohistoria circunscriben con mucha precisin.

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