Los centinelas del mar del sur

Cayetano Reyes García El Colegio de Michoacán

De Michoacán fueron los pobladores nativos de habla mexicana que se ubicaban en la costa y en la incógnita Sierra Madre del Sur, en el área de Maquili, Coacoman, y Motines. Pueblos que se pueden identificar y localizar en los modernos Estados de Michoacán y Colima. Los costeños michoacanos eran los vigías, encargados de observar el desplazamiento de las naves que bogaban en dirección al puerto de Acapulco o bien que se enfilaban hacia Manzanillo y Filipinas. La función de su actividad les otorgó el nombre de centi­nelas o vigías. Además, también recibieron la nominación de guarda costas del Mar del Sur o guardas de las costas. Sin tener grandes navios, ni cañoneros, ni grandes armamentos, desempeñaban la fun­ción de informantes de los movimientos humanos en las costas. Es decir, desempeñaban la función de auxiliares de guerra y de la real hacienda. Simplemente constituidos en compañías de 70 y 72 fle­cheros, “dispuestos y prontos a salir a la defensa” del territorio en caso de invasión “y armados de carcax con sesenta flechas y arco” .

Los centinelas del Mar del Sur fueron expresamente reconocidos en el siglo XVIII por las reformas administrativas que efectuaron los borbones, para tener una eficaz y rápida noticia de los movi­mientos marítimos que hicieran, tanto los comerciantes españoles como los piratas y enemigos del Imperio Español, ya sea para efec­tuar el cobro de alcabalas o bien para la defensa del territorio y la movilización militar.

Los centinelas del mar estaban asimilados al dispositivo militar novohispano, el cual era centralizado en el virrey de la Nueva Espa­

ña pues él era el capitán general de las fuerzas existentes tanto de tierra como de mar. El espacio físico de 180 leguas o 720 kilóme­tros que medían en línea recta entre la Corte de México y las repúblicas de indios costeños, además de las diferencias sociales, hicieron que los vigías michoacanos tuvieran nulos contactos con las altas autoridades. Sin embargo, los contactos directos entre los nativos y los oficiales reales, se realizaba por los oficiales de repú­blica de indios y con los subdelegados y sus tenientes. A principios del siglo XVIII los alcaldes mayores eran los representantes directos del virrey y en las últimas décadas de ese siglo, por las reformas administrativas, fueron reemplazados por los subdelegados, quienes estaban encargados de recaudar los tributos, administrar justicia y organizar las compañías milicianas; éstas compuestas especialmente por mulatos. Los centinelas del mar eran los macehuales de las repúblicas de indios y tenían trato constante y directo con sus ofi­ciales de república, los cuales se encargaban de organizar el sistema de vigilancia, determinar el lugar de observación y los hombres en servicio.

Los centinelas detectaban los acontecimientos marítimos, el go­bernador o alcalde de la república de indios enviaba las noticias al alcalde mayor o al teniente del subdelegado que se encontraba en Maquili (el cual era un español), éste las trasmitía al subdelegado que se encontraba en Ario. De ahí las noticias pasaban a Valladolid (hoy Morelia), para por fin ser trasmitidas a las cortes de México y de esa manera llegaban a las manos del virrey.

Los testimonios documentales permiten definir que los centinelas del mar se ubicaban en todas las costas de la Nueva España. Pero en el occidente y sur se localizaban en el área de mayor afluencia marítima, especialmente en la “corriente de Humboldt” , es decir en las playas que hoy pertenecen a los modernos estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco y Nayarit.

Para conocer el flujo de las noticias, de los centinelas al virrey o a la inversa, es menester observar la organización administrativa, su

tipo de población, y su jerarquía socio-política. Información que se encuentra en los documentos de tributos o de hacienda real.

El manuscrito que hoy se presenta hace referencia a las activida­des de la población costera de Michoacán. Este documento procede del Archivo General de la Nación, México, se ubica en el ramo (hoy la sección) de Historia, vol.73, fs. 169-182; lleva por título el si­guiente párrafo: “Año de 1789. d e s c r i p c i ó n t o p o g r á f i c a d e l

PARTIDO DE MOTINES DEL ORO. HECHA POR EL SUBDELEGADO DE TLAZAZALCA DON JUAN ZARATE Y MANSO, AL TIEMPO QUE VERIFICO

LA NUEVA MATRÍCULA DE TRIBUTOS” .

El documento no precisa la fecha de su elaboración, sólo indica el año de 1789, ni tampoco está rubricada por el subdelegado ni por ninguna otra autoridad española ni indígena. Lo cual indica que es una copia, posiblemente elaborada en años posteriores.

El título del manuscrito indica que fue elaborada por el subdele­gado de Tlazazalca de la intendencia de Valladolid. Si consideramos que el 4 de diciembre de 1789 la Junta Superior de Real Hacienda prohibió que los subdelegados de justicias, gobernadores de repúbli­cas de indios, y corregidores asistieran personalmente como jueces a la cuenta y visita personal de tributarios, ni formar ellos mismos los padrones “por donde se les ha de hacer cargo” ; ordenó que los subdelegados intervinieran personalmente en este asunto en cuanto les compete como partes, “ a cuyo efecto y el de dar noticias a beneficio del fisco como prácticos en sus respectivos territorios” .1 De estas premisas se puede concluir que el señor Juan Zárate y Manso escribió la descripción topográfica en el mes de diciembre de 1789 o principios del año siguiente. Es relevante señalar que la “ Descripción topográfica del partido de Motines del Oro” corres­ponde a las cabeceras administrativas de Maquili, Pomaro y Coacoman; especifica que en Maquili se ubicaba el teniente del subdelegado, y las tres cabeceras pertenecían a la subdelegación de Ario, a la intendencia de Valladolid, y a la Corte de México.

Por otra parte es conveniente observar que la nueva matrícula se realizó después que los pueblos sufrieron la gran crisis de 1785 de

escasa producción y de gran mortandad por hambre que ocasionó diversos motines en Michoacán por haberse diezmado la población y por lo cual la población nativa consideró que eran excesivos los tributos que les cobraban ya que tenían que pagar las tasas corres­pondientes a los difuntos. Hechos que aunados a las reformas admi­nistrativas impulsaron las descripciones y en consecuencia la reubicación de las cabeceras administrativas de partidos. En este caso en 1789 Maquili era cabecera del partido de Motines del Oro, Coaguayana dependía del curato de Ixtlahuacan, Colima. Era un pueblo de mulatos de 47 tributarios enteros y de 36 medios tributa­rios. En 1792 cobró relevancia ya que se constituyó en la cabecera del partido de Motines del Oro. Hipotéticamente, se puede afirmar que Coaguayana recibió la nueva categoría política de cabecera de partido por el impulso que recibió en el cultivo del algodón y en la organización de sus compañías de centinelas del mar, gracias al informe de Juan de Zárate.

Es conveniente hacer hincapié en que esta “ Descripción topográfica del partido de Motines del Oro” precedió al informe de Diego Lazaga, elaborado en 1792.2 Este último autor posiblemente tuvo en sus manos el trabajo de Juan de Zárate, lo retocó y de ahí surgió su versión. Hecho que se puede demostrar si se comparan los dos escritos. No se puede afirmar que Lazaga haya plagiado el trabajo, sino que los funcionarios podían disponer de la información a su antojo, remodelándola según los cánones que le imponía la época.

El informe del subdelegado Zárate fue “en beneficio del fisco” . Está ceñido al siguiente patrón descriptivo: categoría política de la localidad, administración española, ubicación topográfica, adminis­tración diocesana, orientación y distancias, administración india, categoría y gobierno eclesial, número de tributarios, temperamento o clima propio para siembras (uso potencial), ocupación de los indios, organización de milicias, hidrología, flora y fauna, suple­mento sobre tierras, tituladas y realengas, y cofradías: nombre, ori­gen, bienes, tierras comunales, gastos y encargados. Sin embargo,

hizo énfasis en la descripción de casi todos estos puntos en relación con las cabeceras, pero en los pueblos sujetos los dio por sobreen­tendidos.

La descripción en primer lugar presenta a las localidades de la Costa Michoacana y la tierra incógnita de la Sierra Madre del Sur: Maquili, Aquila, Ostula, Pomaro y Coyre. Posteriormente pasa a describir a la región oriental, Coacoman. Y por último presenta a las poblaciones que dependían de la subdelegación de Colima: Coaguayana, Jilotlán, Chamila y Zinacamitlán.

La descripción topográfica hizo énfasis especial en el número de enteros y medios tributarios. Todo ello se puede resumir en el si­guiente cuadro:

Tributarios del partido de Motines del Oro, 1789

Pueblos Enteros Medios FamiliasEspañolas Mulatas Mestizas Total

Maquili 68 28 1 3Aquila 21 11Ostula 65 12Pomaro 74 24Coyre 55 14Coacoman 50 18 25 30Coaguayana 47* 36* 12 50 6Jilotlán 5** 6**Chamila 6**Zinacamitlán T*

Totales 298 145 38 89 6» 576

* Congregación de mulatos. Indudablemente estos tributarios no son indios.

** Familias.

Indudablemente los tributarios representaban a una familia. Sin embargo, los medios tributarios eran los viudos y las viudas, los cuales podían representar a otra familia. Los grupos españoles, mu­latos y mestizos están señalados por familias. Por lo tanto, conside­rando estas posibilidades, en su conjunto sumaban 576. Cifra que puede indicar que la costa tenía una población total de 2 304 habi­tantes, en relación en un índice bajo de cuatro individuos por fami­lia. Y si se considera un índice alto de ocho individuos por familias, tendría unos 4 608 habitantes.

Es de notar que la población se polarizó en forma socio-econó­mica en los dos extremos del partido de Motines del Oro, por una parte en Coacoman, situado en una espaciosa cañada de “ tempera­mento caliente aunque con inclinación a templado” en donde radica­ban 25 familias españolas y 30 familias mulatas; además contaba con 50 enteros y 18 medios tributarios indios. En este lugar los españoles eran atraídos por los metales y por ser muy fértil para sembrar caña dulce “como se experimenta en los cortos pegujales que se hallan plantados que dura la planta fructificando catorce años en un propio terreno sin trasplantarla y sólo con el regular beneficio de quemar la hoja que queda después del corte y echar el riego en tiempo oportuno’ ’.

En el extremo oriente en Coaguayana “ congregación de mula­tos” con más de 50 familias de negros y 12 familias españoles. Cuyo temperamento era caliente en sumo grado, sin embargo sus riquezas naturales atraían a los extraños. Los terrenos eran propios y fértiles para la siembra de algodón y maíz “ que se da con grande abundancia, sin otro beneficio de la tierra que arrastrarla o arrasarla con una pala de fierro que llaman tarecua” . El algodón era oro blanco y comenzaba a tener relevancia por el comercio pues se exportaba a “muchos lugares de este reyno” . Por otra parte, las perlas de San Telmo eran el gran atractivo ya que ese placer era el lugar en “donde se loran del mejor oriente como se ha experimenta­do cuando se ha puesto busceo” .

En la descripción topográfica se criticó ardua y constantemente la decidia de los indios que sólo efectúan cortas siembras de maíz 6'sin otro beneficio que desmontar y sembrar la semilla a punta de estaca por la fertilidad” de la tierra.

A pesar de las intenciones y críticas del subdelegado, resulta importante su aportación al conocimiento pues pocos son los ma­nuscritos e impresos de este tipo que se cuentan en la actualidad, en relación a los costeños michoacanos de la época colonial.

Descripción topográfica de los pueblos del partido de Motines del Oro

Pueblo de Maquili

Este partido agregado a la subdelegación de Ario es su cabecera el pue­blo de Maquili, situado en una estrecha cañada, rodeada de altas montuosas serranías al margen de un río de corto caudal que toma el nombre del pueblo, es perteneciente al obispado de Valladolid, de cuya capital dista, según concepto común, ciento y diez leguas [440 kilómetros] hacia el sudoeste y ciento ochenta [720 kilómetros] de la corte de México por el mismo rumbo.

Reside en él un teniente del subdelegado para la administración de justicia, gobierno político, y recaudación de los reales tributos, por la notable distancia de ochenta leguas [320 kilómetros] que median de él a la principal cabecera de Ario; y es república de indios, con su alcalde, un regidor, un mayordomo de rey, un alguacil mayor, y dos topiles o minis­tros, cuya elección celebran el día veinte y uno de noviembre presencián­dola el juez español y puesta en forma y suscrita por el escribano de su república se remite al señor intendente de la provincia para su aproba­ción.

Tiene una iglesia parroquial con cura clérigo, en quien reside la jurisdicción y gobierno eclesiástico que da el pasto espiritual a su vecin­

dario compuesto según la nueva cuenta matrícula de sesenta y ocho indios tributarios enteros y veinte y ocho medios, del idioma mexicano, aunque ya bien instruidos en nuestro vulgar castellano, una familia de españoles y tres de mulatos.

El temperamento es caliente en sumo grado por cuyo motivo es pro­pio para las siembras de caña dulce y algodón en las que se ejercitan los indios en corta consideración así por su natural decidia como por ser el terreno montuoso y áspero, y por lo mismo son muy cortas las siembras de maíz que hacen sin otro beneficio de la tierra que desmontarla y sembrar la semilla a punta de estaca por la fertilidad de ella.

Ocúpanse también y lo más regular en colmenear en los montes de su distrito que abundan de colmenas de que sacan porción de cera que les es de considerable utilidad, siéndoles también de alguna la sal que fabrican en quince pozos que tienen en la orilla de la mar, a distancia de cuatro leguas del pueblo en donde también poseen un palmar de cocos, con quinientas palmas, cuyo fruto les es también de algún beneficio.

Todos ellos forman una compañía de setenta y dos hombres flecheros con su capitán, teniente, alférez, sargento, y cabos con el nombre de guardas de la costa y vigías del mar del sur, dispuestos y prontos a salir a la defensa de cualquier invasión y armados de carcax con sesenta flechas y arco, pasándoles revista cada año el justicia del territorio y haciéndoles en aquel acto tirar al blanco para experimentar su destreza y por este motivo gozan del privilegio perpetuo de rebajárseles la tercia parte de la importancia del tributo.

En el río que como se ha dicho corre a orillas del pueblo se crían truchas y también en algunas hondables de él los feroces animales de caimanes y cocodrilos, y en la boca que desagua en la mar se logra la pesca abudante de róbalo, mero, y cabezuda, aunque se dedican muy poco a ello los indios por su innata decidia.

Los montes que circundan el valle producen árboles de Tecomaca, Palomaria, y Mangle que estilan las preciosas y medicinales gomas o bálsamos de estos nombres y también el palo copal que estila esta resina semejante al incienso de Castilla que sirve para sahumerios aunque de nada de esto hacen el mayor aprecio los indios.

También se crían en los propios montes los especiales pájaros de loros o papagallos, pericos, urracas, faisanes y chachalas. Y las fieras de tigres, leones, guindures, gatos monteses, onzas y jabalíes. Todo lo cual se cría también y producen los montes de los demás pueblos del partido.

Suplemento

Se hallan los indios sin títulos de sus tierras, por decir se les han perdido pero según informan gozan y poseen quieta y pacíficamente las que se contienen bajo los linderos siguientes: por el oriente el puesto de Huaxustle que las divide del pueblo de Ostula. Por el poniente el del Siruelo que las deslinda de las tierras de la Coaguayana. Por el sur el mar en la falda del cerro de Tatitla, y por el norte la cumbre de la serranía que nombran Inname, midiendo de distancia estas tierras de oriente a poniente que es su longitud seis leguas [24 kilómetos] y de norte a sur que es su latitud cuatro [16 kilómetros] todas de ásperas y cuasi impenetrables montañas.

Pueblo de Aquila

A distancia de cuatro leguas [16 kilómetros] de la cabecera de Maquili por el rumbo del noroeste se halla el pueblo de Aquila, situado en la propia cañada y a linde del mismo río de dicha cabecera a cuya doctrina está sujeto. Es república de indios con sólo un alcalde y dos topiles o ministros, cuya elección celebran el día primero de enero con la misma solemnidad que en su cabecera. Se numeran en él conforme a la nueva matrícula veinte y un indios tributarios enteros y once medios del idioma mexicano, ya bien instruidos en nuestro vulgar castellano; que son admi­nistrados por el cura párroco de dicha cabecera. Tiene una iglesia a donde el párroco pasa a celebrar las funciones de Corpus Cristi, San Miguel, la de Ánimas, la limpia Concepción, y nuestra señora de Guadalupe y también en el tiempo del precepto anual de la confesión y comunión. Y no moran en él españoles, mulatos y otras castas.

El temperamento es el propio que el de la cabecera y por consiguiente a propósito para las siembras de caña dulce y algodón, pero los indios en nada de esto se ejercitan sin tener otro ejercicio ni trato que las cortas siembras de maíz que hacen para su sustento, salir a los cerros a colmenear y en la fábrica de sal que en la regular temporada hacen en doce pozos de salinar que tienen en la orilla de la mar y paraje que nombran la vigía a distancia de cinco leguas [20 kilómetros] del pueblo con que consiguen pagar el tributo y las ovenciones eclesiásticas que es únicamente a lo que aspiran.

Todos ellos están listados en la compañía de flecheros de la cabecera, por lo que gozan del propio privilegio.

Suplemento

No tienen los indios títulos de las tierras que gozan quieta y pacíficamen­te y según la relación de ellos mismos, los linderos que las comprenden son por el oriente el paraje de Cuaxustle que las divide de las de Ostula; por el poniente el paraje que llaman la Estrella que las deslinda de la cabecera; por el sur el puesto que nombran Cuaxustle de la Lagunilla que las divide de dicha cabecera y de Ostula. Y por el norte un cerro grande que nombra Choruina distante del pueblo como diez leguas [40 kilóme­tros] de barrancas, cerros y montañas, cuasi intransitables por su aspere­za y espesura, siendo las demás tierras que siguen por este rumbo incóg­nitas.

Pueblo de Ostula

Distante doce leguas [48 kilómetros] de la cabecera de Maquilí por el rumbo del sur se halla el pueblo de Ostula sujeto a su doctrina situado en una profunda barranca estrecha de altas y ásperas serranías y a linde un río de considerable caudal que tiene el nombre del pueblo. Es república de indios con un alcalde, un regidor, mayordomo de rey, alguacil mayor, y dos topiles o ministros, cuya elección celebran al fin del año con las propias formalidades que en la cabecera. Se numeran en él según la nueva matrícula sesenta y cinco indios tributarios enteros y doce medios que son administrados por el párroco de la cabecera. Y no moran en él españoles, mulatos, ni otras castas.

Tiene una iglesia y su correspondiente habitación para el párroco que viene en temporadas a asistir en el pueblo y entonces logran los indios el pasto espiritual pero cuando se retira a la cabecera se quedan sin oír misa los días de preciso por la larga distancia que hay a ella y ser el camino fragoso y de ásperas montañas.

Su temperamento es caliente en sumo grado como el de la cabecera y por consiguiente propio para las siembras de caña dulce y algodón que

pudieran conseguir en algunos planes que se registran en la barranca bajo de riego del río pero en nada de esto se ocupan los indios por su natural pereza y sólo se ejercitan en la saca de cera y copal de que abundan los montes de su territorio, en la fábrica de sal en veinte pozos de salinas que tienen a la orilla del mar y distancia de cuatro leguas [16 kilómetros] del pueblo con lo que y con el fruto de un palmar que tienen también en la orilla del mar consiguen el satisfacer el real tributo y ovenciones eclesiásticas.

Todos ellos se hallan listados en una compañía de setenta hombres con su capitán, teniente, alférez, sargentos y cabos con el nombre de flecheros, guardas de la costa y vigías de la frontera del mar del sur, en la misma disposición que los de la cabecera y gozan del propio privilegio de rebajárseles la tercia parte del tributo.

En el río que como se ha dicho corre a linde del pueblo se crían truchas y hay también caymanes y cocodrilos y en la boca de él que desagua en la mar se consigue con abundancia la pesca del róbalo a que suelen dedicarse los indios asi para su sustento como para conseguir alguna utilidad en la venta.

Celebran los indios anualmente las funciones de la Natividad, la Concepción, y la Purificación de nuestra señora, la de Corpus Christi, Todos Santos, san Juan, san Nicolás, y nuestra señora de Guadalupe. Y en las dos de ellas que son las de la Natividad y Concepción de nuestra señora, nombran dos capitanes o fiesteros con sus cuadrillas de moros y cristianos que tiene de costo a cada uno como treinta pesos a más de los derechos parroquiales que son ocho pesos que prorratean entre todos ellos y las demás sólo se reduce a la función de iglesia con el mismo costo de ocho pesos que también prorratean entre ellos.

Cofradía

Tienen una cofradía con el nombre de la Limpia Concepción del hospital de cuya erección no hay memoria alguna ni documento que lo califique. Siendo su fondo cien reses, cien bestias caballares y treinta muías apare­jadas que todas pastan en tierras de comunidad del pueblo y para el gobierno de ella y cuidado de los bienes nombran anualmente un prioste, un mayordomo, un caporal y dos vaqueros. Y de sus productos se pagan

anual digo semanariamente dos pesos al párroco por la misa del sábado. Y por cada indio que muere, una misa la pitanza también de dos pesos y cuatro arrobas de cera, cuyas cuentas de productos y gastos las toma el propio párroco al prioste al fin de cada año.

Suplemento

Los títulos de las tierras que gozan los indios (según ellos expresaron) los tienen en la real audiencia de México en donde los presentaron en un pleito que siguieron con los de Maquili, y sin embargo dieron razón que los linderos de dichas sus tierras y en que están en posesión son por el oriente el paraje de Cuaxustle que las divide del despoblado de Huitontla, tierras de Maquili; por el poniente y sur con la orilla del mar. Y por el norte el paraje de la lagunilla términos de Maquili extendiéndose dichas sus tierras de oriente a poniente diez leguas [40 kilómetros] y de norte a sur siete [28 kilómetros] de ásperas y cuasi impenetrables montañas.

Pueblo de Pomar o

A distancia de 25 leguas [100 kilómetros] de la cabecera de Maquili por el rumbo del sur se halla el pueblo cabecera y curato de Pomaro situado en una espaciosa cañada, circumbalada de cerros y ásperas montañas. Es perteneciente al obispado de Valladolid de cuya capital dista según con­cepto común ciento treinta y cinco leguas [540 kilómetros] hacia el suroeste y de la ciudad de México ciento noventa y cinco [780 kilóme­tros] por el mismo rumbo. Es república de indios con su alcalde, regidor, mayordomo de rey, alguacil mayor, y tres topiles o ministros.

Tiene iglesia parroquial y hace tres años que el cura párroco desam­paró el pueblo y curato temeroso de los indios que se le amotinaron y en el día se halla encargada la administración al cura de Maquili de donde como se ha dicho dista veinte y cinco leguas de áspero y montuoso camino, por lo que sólo logran el pasto espiritual y oír el santo sacrificio de la misa los setenta y cuatro indios tributarios enteros y veinte y cuatro

medios que lo habitan conforme a la nueva matrícula, del idioma mexi­cano aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano, un corto tiem­po que en cada año viene dicho párroco de Maquili a asistir en el pueblo, por lo que muchos de estos mueren sin sacramentos. Y no moran en él españoles, mulatos, ni otras castas.

El temperamento es caliente en sumo grado escaso de aguas el terre­no y abundante de sabandijas ponzoñosas por cuyo motivo es desagrada­ble su habitación.

No tienen otro ejercicio los indios que las cortas siembras de maíz en cuanto basta para su sustento también suelen ejercitarse en la siembra de algodón, en corta consideración, y en la fábrica de sal en las salinas que nombran de Copetino distantes del pueblo como treinta leguas por el rumbo del oriente que según informó de ellos mismos son realengas y aunque razonables y de bastante entidad sería muy costoso el desaterrarlas en el día y resultaría poca utilidad si se poblasen por lo impenetrable de los caminos para el tráfico de los arrieros que habían de sacar la sal.

Tienen los indios en la orilla del mar, y distancia de cuatro leguas del pueblo un palmar con más de dos mil palmas de coco cuyo fruto les es de poca utilidad aunque muy abundante por lo dificultoso que es el tráfico de los caminos. También la abundante pesca de róbalo en la mar, suce­diendo lo mismo con este efecto por el motivo dicho.

Componen todos ellos una compañía de setenta hombres flecheros con su capitán, teniente, alférez, dos sargentos y cuatro cabos con el nombre de vigías, y guarda costas del mar del sur, armados y dispuestos en la misma conformidad que los de la cabecera de Maquili y gozando el propio privilegio de rebajárseles la tercia parte de la importancia del tributo.

Cofradía

Tienen los indios una cofradía con el título de Nuestra Señora de la Concepción del Hospital y aunque no hay documento alguno de su fun­dación se sabe por noticias de unos a otros que los antiguos juntaron unas reses para que sus productos sirviesen para el culto de María santí­sima y en el día se compone su fondo de ciento diez y seis reses, cuatro caballos, un burro manadero, y cinco muías aparejadas, y con sus pro­

ductos se pagan al párroco diez reales semanarios para las misas del sábado y los mismos diez reales para la que se dice por cada indio que se muere y la cera que llega a dos arrobas. Las cuentas de productos y gastos de esta cofradía las toma el párroco al prioste que nombran cada año para el gobierno y cuidado de ella y está fundada en tierras de comunidad del pueblo.

Suplemento

No tienen los indios títulos algunos de sus tierras y según lo que ellos mismos informan están en posesión quieta y pacífica de las que se com­prenden en los linderos siguientes: por el oriente el paraje que nombran Siuta que las divide del puesto de Calpica; por el poniente el de Zinapa, y por el norte el paraje de la Parotita que las divide del pueblo de Coyre, y por el sur la mar. Teniendo de longitud de oriente a poniente tres días de camino (según informaron los mismo indios) de ásperos montes, cañadas y barrancas. Y de norte a sur seis leguas, en cuyo espacio de tierra estaban antiguamente fundados los pueblos de Cachan, Huistla, Tizupa, Cuilalan, Huauhua, Copetino y ahuindo, que enteramente se asolaron y arruinaron hace muchos tiempos y se infiere que los que quedaron se reunieron a la cabecera de Pomaro en donde todavía existen muchas campanas de dichos pueblos asolados.

Pueblo de Coyre

Distante cuatro leguas de la cabecera de Pomaro se halla el pueblo de Coyre hacia el rumbo del norte, situado en una montuosa loma que circundan ásperas serranías y aunque es sujeto a la doctrina de Pomara, en el día está encargada su administración al cura párroco de la cabecera de Maquili de donde dista veinte y una legua [84 kilómetros] de áspero camino, numéranse en él sesenta y dos indios tributarios en cincuenta y cinco enteros y catorce medios del idioma mexicano, aunque bien ins­truidos en nuestro vulgar castellano, administrados como se ha dicho por el párroco de la cabecera de Maquili. Es república de indios con su

alcalde, regidor, mayordomo de rey, alguacil mayor y dos topiles o mi­nistros, cuya elección celebran el día de san Mateo con las mismas formalidades que los de su general cabecera.

Tiene una iglesia y la correspondiente habitación a donde suele venir alguna vez en el año el párroco de Maquili, a administrarles los santos sacramentos y entonces logran el oír el santo sacrificio de la misa y en el demás tiempo del año se quedan sin oírla los días de precepto por la larga distancia que hay desde él a dicha cabecera de Maquili.

El único ejercicio que tienen los indios y a que principalmente se han dedicado es a la saca de la cera de colmenar y la resina de copal de que abundan los montes con cuya venta consiguen la suficiente utilidad para la paga de tributos y ovenciones eclesiásticas que es a lo que únicamente aspiran porque su alimento y vestuario sólo lo reducen a las cortas siem­bras de maíz y de algodón que hacen.

Todos ellos se hayan listados y forman una compañía de flecheros con su capitán, teniente, alférez, sargentos y cabos con el nombre de guardacostas y vigías del mar del sur armados y dispuestos como los de la cabecera por lo que gozan del propio priviligio de rebajárseles la tercia parte de la importancia del tributo.

Cofradía

Tienen una cofradía o hermandad que nombran de Nuestra Señora de la Candelaria y tuvo su principio de la devoción de los antiguos indios que para su fondo juntaron entre todos unas reses dedicando sus productos para el culto de María Santísima y en el día se halla con cincuenta y seis reses, veinte y tres yeguas, y nueve muías. Nombran para su gobierno annualmente un prioste que se encarga de pagar de sus productos al cura párroco dos pesos semanarios para las misas del sábado y otros dos para las misas que se dicen por cada uno de los indios que mueren y al fin del año da las cuentas al mismo párroco de los productos y gastos que ha tenido.

Suplemento

Los títulos que tienen los indios de las tierras que gozan se reducen solamente a una real provisión de amparo librada a su pedimento en 21 de agosto del año pasado de 1704 por la real audiencia de esta Nueva España y unas diligencias de posesión que a continuación de dicha real provisión consta haberles dado de dichas sus tierras en el año pasado de 37 don Juan Antonio Gutiérrez alcalde mayor que era en aquel tiempo de este distrito la que con citación de los colindantes aprehendieron quieta y pacíficamente y sin contradicción alguna bajo los linderos siguientes: por el oriente el puesto de Zimapa, por el poniente la bucería de Huistla siendo las tierras que siguen a estos linderos incógnitas, por el sur el mar y por el norte el río de Motines que las divide de las de Ostula. Exten­diéndose dichos linderos de oriente a poniente como cinco leguas y de norte a sur cuatro, todo es serranías, bosques y montañas.

Pueblo de Coacoman

A distancia de treinta y cinco leguas [140 kilómetros] de la cabecera de Maquili, hacia el rumbo del oriente, y por caminos de altas y elevadas montañas y profundas barrancas se halla el pueblo cabecera y curato de Coacoman, situado en una espaciosa cañada que forman las encumbra­das montañas que nombran de Aguejuio y Aguililla y fertiliza un río que tiene el nombre del pueblo. Es perteneciente al obispado de Valladolid de cuya capital dista según concepto común setenta y cinco leguas [300 kilómetros], por el rumbo del nordeste y de la ciudad de México ciento treinta y cinco [540 kilómetros] por el mismo rumbo. Es república de indios con su alcalde, regidor, mayordomo de rey, y dos topiles o minis­tros, cuya elección celebran el día de san Mateo de cada año con las mismas formalidades que en la cabecera.

Tiene una iglesia parroquial en que se mantiene un cura clérigo que ejerce la jurisdicción eclesiástica y da el pasto espiritual a su feligresía compuesta de veinte y cinco familias de españoles y treinta de mulatos avecindados unos en el mismo pueblo, otros arranchados en sus perte­nencias, y otros en los puestos de Tiqüiluca y Cópala. El primero distante

nueve leguas [36 kilómetros] hacia el oriente, y el segundo doce [48 kilómetros] por el poniente, y cincuenta y nueve indios tributarios que se han empadronado en la nueva cuenta matrícula en cincuenta enteros y diez y ocho medios del idioma mexicano, aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano.

El temperamento es caliente aunque con inclinación a templado por cuyo motivo y la abundancia de agua del río que corre por la cañada es el terreno propio y muy fértil para siembra de caña dulce como se experi­menta en los cortos pegujales que se hallan plantados que dura la planta fructificando catorce años en un propio terreno sin trasplantarla y sólo con el regular beneficio de quemar la hoja que queda después del corte y echar el riego en tiempo oportuno. Pero los indios no se dedican como debieran al beneficio, siembra y cultivo de esta planta de que les resulta­ría considerable utilidad, así por su pobreza como por su innata decidía, ejercitándose solamente en las cortas siembras de maíz y chile por ser también las tierras propias y fértiles para estas semillas y en sacar cera y la resina del copal de que abundan los montes con cuyo corto comercio logran satisfacer los reales tributos y ovenciones eclesiásticas que es a lo único que aspiran.

Las montañas y cerros que circundan el valle según la común opinión de los vecinos son por lo regular minerales de plata y en la actualidad se hallan descubiertas dos vetas vírgenes, la una en el paraje o cerrito de los Colomos distante media del pueblo hacia el poniente, con ley de plata y acero que trabaja don Francisco Caraza, vecino del pueblo de Tareta, la que tiene ya registrada. Y la otra en la montaña o paraje del Saucito distante del pueblo legua y media hacia el norte que ha descubierto pocos días hace y comenzado a trabajar con grandes esperanzas porque sus metales demuestran tener bastante ley de plata, un pobre.

Todos los indios se hayan listados y forman una compañía de fleche­ros con su capitán, teniente, alférez, sargentos y cabos, con el nombre de guarda costas y vigías del Mar del Sur, armados y dispuestos como los de su principal cabecera de Maquili, gozando como ellos del privilegio de rebajárseles la tercia parte de la importancia del tributo.

Cofradías

Tienen los indios dos cofradías o hermandades en que todos ellos están asentados por cofrades o hermanos, con el nombre la una de la Limpia Concepción del Hospital y la otra de Ánimas. De cuya erección no hay formal constancia y sólo noticias de unos a otros de que los antiguos indios dieron principio a ellas con algunas reses que juntaron entre ellos y en el día tienen por fondo. La de la Limpia Concepción trescientas reses y sesenta yeguas, de cuyos productos se pagan al párroco dos pesos semanarios por las misas del sábado, y otros dos por las que se dicen por cada indio que muere y veinte y un peso por cuatro funciones que se celebran al año- La de Ánimas se haya en la actualidad con cincuenta reses y doce yeguas de cuyos productos se pagan también al párroco los mismos derechos de misas y una arroba de cera de suerte que como no sufragan los productos a los gastos que tienen anualmente se van dismi­nuyendo los bienes. Estas cofradías o hermandades están fundadas en tierras de comunidad del pueblo. Las cuentas de productos y gastos de ellas las recibe el párroco al fin de cada año del prioste y mayordomo que nombra para su gobierno.

Suplemento

Los títulos o instrumentos de adquisición de las tierras que gozan por razón de pueblo se reducen solamente a un cuaderno compuesto de 26 fojas en que se contienen la presentación y manifestación que dichos indios hicieron de ellas en el año pasado de 1760 ante don Agustín de Castro como comisario subdelegado del señor juez privativo de tierras que lo era en aquel tiempo el señor don Francisco de Chavarri. La información de identidad que produjeron ante el mismo comisario y vista de ojos que éste hizo de dichas tierras comprehendidas bajo los linderos siguientes: por el oriente la barranca de las Nuezes, por el poniente el puesto del Saucillo, por el sur la sierra alta de Aguililla, y por el norte la de Aguejuio. Y el despacho librado, en el mismo año de 60 por dicho señor juez privativo, en que su señoría declaró que el común y naturales de este pueblo cumplieron con lo mandado en la real cédula de su comi­sión en la manifestación que habían hecho de sus tierras, en información

que habían dado conque identificaron los linderos en que se contenían y que no eran comprehendidas en dicha real cédula, dejándoles en la pose­sión quieta y pacífica que gozaban y mandando fuesen amparados en ellas en la que hasta la presente están sin contradicción alguna sirviéndo­les de título dicho despacho.

Valle de la Coaguayana

Distante doce leguas [48 kilómetros] de la cabecera de Maquili hacia el rumbo del sudueste [suroeste] por camino de ásperas cues­tas y lóbregas cañadas se halla el espacioso valle que nombra la Coaguayana, congregación de mulatos que mide de circunferencia como veinte y cinco leguas [100 kilómetros] y le fertiliza un cauda­loso río conocido por el nombre del río Grande.

Hay en él una iglesia que es ayuda de parroquia del curato de Istlahuacan, pueblo de la subdelegación de la villa de Colima en que se mantiene un vicario clérigo que da el pasto espiritual a su feligresía compuesta de doce familias de españoles y seis de mestizos y como cincuenta de mulatos de las que se han matriculado en esta nueva cuenta cuarenta y siete tributarios enteros y treinta y seis medios.

Su temperamento es caliente en sumo grado por lo que su terreno es propio y muy fértil para las siembras de algodón y maíz que se da con grande abundancia, sin otro beneficio de la tierra que arrastrarla o arra­sarla con unas palas de fierro que llaman tarecuas. También es muy a propósito el terreno para añil cuya semilla produce naturalmente la tierra en abundancia pero sus vecinos no se dedican a la fábrica de él así porque la ignoran como por que tienen puesto todo su conato en las sementeras de algodón que es su principal comercio y muy cuantioso porque se proveé de este efecto muchos lugares del reyno.

Abundan también el territorio de las frutas regionales de plátanos de todas clases, mameyes, cocos, y [zapotes] chicos, y éstos con tanta abun­dancia que hay montes de los árboles de esta especie que naturalmente produce la tierra.

En el río se pescan truchas y se ven en gran número los feroces animales de caymanes, y en la boca que desagüa en la mar se consigue la pesca del róbalo, parbo, cabezuda, mero y lisa.

A distancia de seis leguas del centro del pueblo o de la poblazón hacia el rumbo del sudoeste (sic) [suroeste] se halla el puerto de San Telmo que es placer de perlas donde se logran del mejor oriente como se ha experimentado cuando se ha puesto buceo.

El vecindario forma una compañía de lanceros de setenta hombres con su capitán, teniente, sargento, y cabos, con el nombre de guarda costas del Mar del Sur dispuesto a la defensa de cualquier invasión.

Pueblo de Jolotlan

Distante veinte leguas [80 kilómetros] de la cabecera de Maquili hacia el rumbo del poniente se halla el corto pueblecito de Jolotlan, sujeto al curato de Istlahuacan que es el obispado de Valladolid y de la jurisdic­ción real de la villa de Colima, situado en una cañada montuosa y a orillas del río Grande en temperamento caliente, habitado solamente de cinco familias de indios del idioma mexicano aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano, y seis de mulatos administrados por el cura de Istlahuacan de donde dista seis leguas [24 kilómetros] y ejercitados sola­mente en las cortas siembras de maíz para su sustento y por lo regular salen a la Coaguayana a [sem]brar algodón o trabajar en las sementeras de él en la corriente temporada para pagar los tributos y derechos parroquiales.

Son muy pobres e infelices por lo que ni aún iglesia tienen, ni bienes de comunidad, ni arbitrios algunos para poderlos exigir, ni tampoco bienes algunos particulares, por lo que es de presumir que los pocos que han quedado deserten del pueblo porque ya algunos de ellos residen continuamente en la Coaguayana, de modo que su república se compone sólo de un alcalde porque no hay indios para los demás oficios.

Suplemento

No tienen títulos algunos de sus tierras que todas son montuosas, eriazas y enmontadas, y las que poseen según ellos mismos informan se comprehenden bajo los linderos siguientes:

por el oriente el paraje del Tucuruchu que las divide de la hacienda de Chacalapa, por el poniente el [sitio] de la Calzada que las deslinda de Istlahuacan, por el sur el paraje del Chiflón que las divide de la Coaguayana, y por el norte el [sitio] de la Mina que las divide de las de Chamila.

Pueblo de Chamila

A distancia de cuatro leguas [16 kilómetros] de Jolotlan hacia el rumbo del norte se encuentra el pueblo de Chamila, situado en una loma áspera y montuosa a la falda de un encumbrado cerro, en temperamento calien­te, sujeto también al curato de Istlahuacan de donde dista cuatro leguas; que antiguamente según los vestigios que han quedado fue de numeroso vecindario de indios que hoy se ve reducido al corto número de seis familias del idioma mexicano, aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano, administrados por el cura párroco de Istlahuacan, y no moran en él mulatos, españoles, ni otras castas.

Tampoco no tienen (sic) iglesia por su pobreza e infelicidad, ni bie­nes comunes ni particulares ni menos arbitrios para poderlos tener, y es muy regular que los pocos que han quedado desamparen el pueblo por­que algunos viven ya en la Coaguayana ejercitados en la siembra de algodón conque consiguen pagar su tributo y derechos parroquiales; y otros se han pasado al pueblo de Istlahuacan de modo que solamente el alcalde de que se compone su república y dos indios tienen residencia fija en el pueblo.

Las tierras que gozan por razón de pueblo de que no tienen títulos algunos son por lo regular todas montuosas y según ellos informan se comprehenden bajo los linderos siguientes: por el oriente la Tierra Blan­ca que las divide de Jolotlan, por el poniente el paraje de Almoltilpa que las deslinda de Istlahuacan, por el sur la Peña Colorada que las divide

también de Jolotlan, y por el norte el cerro de Santa Rosa que las divide de la hacienda de este nombre.

Pueblo de Zinacamitlán

Distante tres leguas [12 kilómetros] de Chamila hacia el norte se encuen­tra el pueblecillo de Zinacamitlán, situado en una loma montuosa a las vertientes del encumbrado cerro que nombran de Santa Rosa que tiene por el oriente, en temperamento cáliente, sujeto también al curato de Istlahuacan de donde dista poco más de una legua [4 kilómetros]. Habítanlo el corto número de siete familias de indios del idioma mexica­no, aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano, administrados por el cura párroco de Istlahuacan y no moran en él familias de españo­les, mulatos ni otras castas.

Es también tanta su pobreza que ni tienen iglesia, ni bienes comunes ni particulares, ni menos arbitrios para poderlos tener, y es también muy regular que los pocos que han quedado desamparen el pueblo porque algunos de ellos viven en la Coaguayana obligados de la necesidad a donde se han ido a ejercitarse en las siembras de algodón con cuya corta utilidad logran el pagar el tributo y derechos eclesiásticos, y los demás bajan también a la Coaguayana a trabajar de gañanes en las labores para el propio fin de pagar su tributo y ovenciones eclesiásticas. De modo que sólo el alcalde y un topil de que se compone su república y dos indios habitan en el pueblo.

Las tierras que gozan por razón de pueblo, de que no tienen títulos algunos, son montuosas e infructíferas y se comprehenden bajo los linde­ros siguientes: por el oriente el paraje del Campanario que divide de Chamila, por el poniente el [sitio del] Cuaguayote que las divide [de] Istlahuacan, por el sur [el paraje de] la Cruz de san Juan que las divide [de] Chamila, y por el norte la Peña Colorada que las divide [de] Cautan.

Notas

1. Archivo General de la Nación,México. Ramo Tributos, vol.3, exp.2, fs.65- 82. “ Ordenanza para la formación de autos de visitas y padrones y tasas de tributarios de Nueva España. Hecha por el excelentísimo señor Conde de Revilla Gigedo, superintendente subdelegado de Real Hacienda, en cumpli­miento del artículo 134 de la real odenanza e instrucción de Intendentes” , 1794. “ Instrucción a que se han de arreglar los comisionados jueces de matrículas de tributarios en las que formen en las provincias de Nueva España. Art. 1. Que los subdelegados de justicias asistan a la formación de matrícula como partes” .

2. Archivo General de la Nación. México. Ramo Padrones. Lazaga, Diego. Descripción del Partido de Motines. 1792. Editado en el Anuario de la Escuela de Historia de la Universidad Michoacana, 1978, pp. 243-248.