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Los antiguos griegos entre nosotros (11) Por Juozas Zaranka "Acueducto No. 5". 1984. 1.38 mIs. Manuel Briceño Jaúregui, S.J., El genio literario griego. Ambientación y análisis. Bogotá, Bibliográfica Colombiana, Ltda., 1966, vol 1. 689 págs., vol. n. 625 págs.; Universidad Javeriana Secciona! de Ca!i, 1980, vol. I1I, 695 págs. Manuel Briceño Jaúregui, S.J., Raíces clásicasde nuestra cultura.·Bogotá Minis- terio de Educación Nacional, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, XVI. Ediciones de la Revista Ximénez de Que- sada, 1969, 388 págs. En 1959 Julián Motta Salas publicó en Bogotá Letras griegas y latinas, un ma- nual de las dos literaturas, en el cual la parte griega ocupa las págs. 8-218. En el prólogo de aquel libro el autor declara- ba: " ... me basé ... en autores o tratadis- tas de la materia cuyos nombres van ci- tados oportunamente y en mis propias modestas observaciones". En realidad, hubo en él tal exceso de citas que algu- nos colegas maliciosos concluyeron que el libro de Don Julián habia sido confec- cionado a tijeretazos. Pero donde el autor deja a un lado a los "tratadistas" y se atreve a hacer sus propias observaciones, aparecen "descubrimientos" como el si- guiente: afirma que Cornelio Nepote al escribir su libro intitulado De los varo- 57

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Los antiguos griegosentre nosotros (11)

PorJuozas Zaranka

"Acueducto No. 5". 1984. 1.38 mIs.

Manuel Briceño Jaúregui, S.J., El genioliterario griego. Ambientación y análisis.Bogotá, Bibliográfica Colombiana,Ltda., 1966, vol 1. 689 págs., vol. n. 625págs.; Universidad Javeriana Secciona! deCa!i, 1980, vol. I1I, 695 págs.

Manuel Briceño Jaúregui, S.J., Raícesclásicasde nuestra cultura.·Bogotá Minis-terio de Educación Nacional, InstitutoColombiano de Cultura Hispánica, XVI.

Ediciones de la Revista Ximénez de Que-sada, 1969, 388 págs.En 1959 Julián Motta Salas publicó enBogotá Letras griegas y latinas, un ma-nual de las dos literaturas, en el cual laparte griega ocupa las págs. 8-218. En elprólogo de aquel libro el autor declara-ba: " ... me basé ... en autores o tratadis-tas de la materia cuyos nombres van ci-tados oportunamente y en mis propias

modestas observaciones". En realidad,hubo en él tal exceso de citas que algu-nos colegas maliciosos concluyeron queel libro de Don Julián habia sido confec-cionado a tijeretazos. Pero donde el autordeja a un lado a los "tratadistas" y seatreve a hacer sus propias observaciones,aparecen "descubrimientos" como el si-guiente: afirma que Cornelio Nepote alescribir su libro intitulado De los varo-

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nes ilustres, lo hace "al estilo de los dePlutarco, a quien imita en parte". (pág.298). Pero el doctor Motta Salas se cui-da de explicarnos cómo el historiador la-tino que vive en el siglo I a.C. puede imi-tar a Plutarco quien nace unos setentaaños después de su muerte. Aqui surge latentación de aplicar al autor las palabrascon las cuales él ha calificado a Nepote:"Carece de critica, comete errores gra-ves". El hecho de que se trata del librode un aficionado nos inclina a la indul-gencia.El caso del Padre Briceño es muy distin-to: ya no se trata de un aficionado sinode un especialista que los anglosajones lla-man "scholar", de un "filósofo clásico",con una formación sólida en la Universi-dad de Oxford donde se graduó de Bac-calaureus Artium en 1953 y de MagisterArtium en 1957.También son distintos los libros en cuantoa su extensión y su contenido. Frente adoscientas páginas del libro de Motta Sa-las, el Padre Briceñ.o nos ofrece en dosmil páginas de gran tamañ.o (16 por 24cms.) no sólo la historia de la literaturagriega, sino también una antología (éstaimpresa en letra más pequeña) de susautores traducidos al español. La histo-ria literaria abarca casi mil cuatrocientosaños: va desde Homero (que nuestroautor sitúa, tal vez, un poco temprano,en el siglo IX a.c.) hasta los padres dela Iglesia de los siglos IV-V d.C. En el pri-mer tomo estudia la eP9peya, la lírica yla tragedia; el segundo está dedicado a lacomedia antigua, la historia y la filoso-fía anterior a la muerte de Aristóteles, yel tercero, a los períodos helenístico, ro-mano y comienzos del bizantino. Elautor, antes de tratar los temas literarios,en lo que él denomina con el vocablo de"ambientación" , describe las condicionespolíticas, sociales, económicas, jurídicas(para introducir al género oratorio), la or-ganización de los espectáculos teatrales vlas competencias deportivas, etc. La bio-grafía de cada autor está precedida porunas breves características trazadas ya porlos escritores antiguos, ya por los filólo-gos clásicos de la época moderna. (¿Pe-ro para qué resucitar a finales del sigloXX a Pierron, y Egger, muertos en 1878yen 1887, a los cuales ya hace años nocitan ni siquiera en Francia sus propioscompatriotas?).

Después de presentar los datos sobre lavida y la obra de un escritor, el P. Brice-ñ.opropone varios temas que deben guiaral estudiante en el análisis de los textossiguientes. En mi opinión, estos temas opreguntas deberían formularse después de

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la lectura del texto y no antes; hay querespetar la iniciativa del lector frente auna obra literaria. Además, si los temasofrecidos después de la lectura obligan alestudiante a repetirla, tanto mejor: lo queel joven debe aprender no es la lectura rá-pida de una obra clásica sino reflexiona-da y repetida, y por ende lenta.

En el prólogo el autor declara: "Era nues-tra intención de traducir personalmentetodos los autores ... Pero la versión ínte-gra de todos nos llevaría aún mucho tiem-po". Por este motivo una parte de la an-tología está formada por la recopilación

.de las versiones españolas ya existentes.No sería justo considerarlo como un de-fecto. Aunque a veces se echa de menosunas traducciones más recientes y másperfectas, deben tenerse en cuenta los obs-táculos legales que impiden la reimpresiónde un texto sin permiso del autor (en estecaso, del traductor) y de los editores. Yestos permisos generalmente no se otor-gan gratis.

A Homero lo leemos en la traducción enprosa de Segalá y Estelella. Esta data deprincipios del siglo, pero soporta bien suedad y ha sido reeditada varias veces. Pe-ro no se entiende por qué el P. Briceñoutilizó la primera edición de esta versión,en la que los nombres de los dioses grie-gos fueron latinizados. Más tarde Segalámismo reconoció el error de este proce-dimiento y, desde la segunda edición, res-tituyó a los dioses sus nombres griegos.Ahora, como el P. Briceñ.o usa en el pró-logo los nombres griegos y en la versiónaparecen los nombres latinos, puede sur-gir una confusión en la mente de un lec-tor poco experto en la mitología antigua.

Se podría preguntar, a propósito del éxi-to de una traducción en prosa de Home-ro, por qué no prosperan las versiones deeste poeta hechas en hexámetros españo-les (la última es la de Fernando Gutiérrez,1980). La explicación, según mi modestoentendimiento, debe buscarse en las ca-racterísticas diferentes que predominan enlas métricas de las dos lenguas: en elhexámetro griego la palabra empieza ge-neralmente en una unidad métrica (un pieque puede ser dáctilo o espondeo) y ter-mina en otra, entrelazando ambos pies,mientras que en español la unidad métri-ca, para que pueda ser percibida comotal, tiende a coincidir con la unidad léxi-ca, es decir, el pie separado equivale a unapalabrll (o a un grupo de intensidad). Acausa de estas dos tendencias diferentestambién las cesuras (las pausas) resultanser diferentes: en el hexámetro griego ellasse ubican dentro de un pie. mientras que

en el español, con mayor frecuencia, alfinal de un pie. Y no debemos olvidar quela métrica griega se basa ee la cantidadde las sílabas (largas y breves), mientrasque la española en la alternancia de síla-bas acentuadas y átonas. Todo esto da co-mo resultado que un verso como el si-guiente de José Eusebio Caro (En altamar):

Céfiro ¡rápido lánzate! ¡rápido empúja-me y vivo!.

suena completamente distinto, por ejem-plo, del verso trece del primer canto dela Ilíada, aunque ambos están compues-tos de cinco dáctilos y un troqueo.

Volviendo después de esta digresión a laantología objeto de esta reseña, consta-tamos que varios pasajes de Hesíodo sontraducidos por el P. Briceño mismo.También encontramos muchas versionessuyas de los liricos. Es de justicia reco-nocer que ellas son exactas. Pero tambiénhay que observar que al traducir los ver-sos líricos en prosa se pierde mucha sa-via del original, aunque una buena tra-ducción en prosa es preferible a unosmalos versos. Una estrofa sáfica cuya es-tructura ha sido conservada por el P. Bri-ceñ.o (1, pág. 301) muestra que él poseetambién dotes poéticas:

Junto a la luna, los lucerosno ya descubren su esplendor radiantecuando ella alumbra con plateado disco

la tierra entera.No sé si es mejor (tal vez, más literal) laversión de Juan Ferraté (poeta catalán,traductor, crítico y especialista en teoríaliteraria) publicada en su edición bilingüede los Líricos griegos arcaicos (Barcelo-na, Seix Barral, 1968, pág. 253):.

Las estrellas que cercan a la lunaatrás ocultan su luciente cara,cuando está llena y más que nunca brilla

sobre la tierra...

Es una lástima que entre las traduccionesde Safo el autor de la antología haya ad-mitido versos tan mediocres como los queelaboró Enrique Uribe White basándoseen el texto "reconstruido" por Edmonds.Ya en 1963 escribí sobre el safocidio quehabía cometido este hombre de letras co-lombiano al "traducir" las odas de lapoetisa de Lesbos. (No es de mi incum-bencia valorar los méritos de Uribe Whi-te que, sin duda, los ha tenido, en el cam-po de la literatura o cultura colombiana.Los mencionó mi estimado colega H. Ro-chester en una nota necrológica. Pero estono cambia en nada el hecho de que su An-tología de Safo es un desastre). En la ver-

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"Orquídea" 1978. Altura 0,78 cms.

sión del poema de aquella Antología re-tomada por el P. Briceño (1, pág. 301) selee:

Ven aquí esta noche, oh Góngula, teruego;ven aquí, te conjuro, y que te estreche,capl1lJíto de rosa,el peplo lidio de color de leche.¡Oh, cómo turba mi sosiegoeste deseo, que flotaen redor de tu forma primorosa!

Por ello te reprocha la Cipriota,por coqueta al ceñir tu vestiduray hechizar al que mira tu figura.Yo me río ...Mas no te ofendas, diosa, por tan poco,por el lenguaje mío.Humilde yo te invoco,para que, dando oído a mi querella,triunfes de su desvíoy rindas a mi amor esta doncel1a.Si miramos la reciente traducción del tex-to, hecha por F.R. Adrados (Lírica grie-ga arcaica, Biblioteca Clásica Gredas, 31,Madrid, 1980, pág. 359), encontramosdescifradas las siguientes palabras del

fragmento bastante mal conservado en unpapiro:

" ... te pido ... GÓngula... oh Abantis, co-giendo ... la lira, mientras el deseo vuelaen torno a ti / la bella; pues esa capa meha hechizado, siento placer, pues ni lamisma nacida en Chipre la habría criti-cado ... / así oro ... esto ... quiero".

¿Cómo el elogio de una capa (cosa natu-ralísima entre las mujeres, poetisas y nopoetisas) se convirtió en una invitación apasar la noche estrechándose amorosa-mente? El texto que seguia (contra losconsejos del profesor español ManuelFernández-Galiano de no hacerlo) era elde Edmonds. Este, lector de la Universi-dad de Cambridge, habla llegado a tal do-minio del griego que podia crear versosen esta lengua, por desgracia, de muy malgusto y, lo peor, era que con sus "crea-ciones" completaba los fragmentos de lospoetas helenos. Por eso sus ediciones delíricos y cómicos griegos deben usarse conmuchísimo cuidado (y más aconsejablesería dejarlos en un olvido bien mereci-do). Pero Edmonds, aunque leía con de-masiada fantasía lo que estaba casi ilegi-

ble en los papiros, tenía suficiente rigorpara indicar en las notas sus adiciones conlas palabras: "exempli gratia", mientrasque Uribe White aceptó todo el texto "re-construido" por Edmonds como obra deSafo y la tradujo adivinándola con expre-siones dignas del estilo de Agustín Lara("capullito de rosa ... primorosa"). El P.Briceño debió pensarlo dos veces antes deincluir este producto de transpiraciónpoética en su antología.

En los capítulos dedicados a la lírica grie-ga arcaica se observan dos fenómenosbastante extraños. En primer lugar, haypoetas, como Safo o Jenófanes, que sontraducidos de varias ediciones, dos de las'cuales, la inglesa Oxford Book of GreekVerse y la belga Choix de Poésies Lyri-ques Grecques, están destinadas a la en-señanza secundaria. Pero, cuando se tratade textos transmitidos en los papiros (co-mo en el caso de Safo) son más confia-bles las ediciones científicas que las esco-lares. En segundo lugar (yeso es peor),aparecen traducciones del P. Briceño he-chas no sobre los originales griegos, sinosobre las versiones francesas e inglesas,porque no de otra manera entiendo las

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traducciones bajo las cuales aparecen ape-llidos franceses o ingleses, como Croiset,Sinclair, etc. En ambos casos tenemos laprueba clara de que el P. Briceño, al edi-tar los tres tomos de la literatura griega,realizó un gran milagro porque logró lle-var a cabo su antologia a pesar de que tra-bajaba en la biblioteca paupérrima delColegio Noviciado de Santa Rosa de Vi-terbo, Boyacá. La biblioteca de la Uni-versidad Javeriana, en aquella época, noestaba mejor dotada.

Para la próxima edición de su antologíael P. Briceño tiene el derecho de reclamar-le a la Compañia de Jesús que le procureuna, dos o todas las colecciones de auto-res griegos que aquí mismo se enumeran:La colección de las Universidades deFrancia, patrocinada por la AsociaciónG. Budé y editada pór "Les Belles Let-tres" en Paris, que publica los textos bi-lingües greco-franceses; las de la Univer-sidad de Oxford y de la editorial alemanaTeubner (Leipzig y Stuttgart) que presen-tan sólo los textos griegos sin traducción;la "Biblioteca di Studi Superiori" (Firen-ze, La Nuova Italia) en la cual hay variostomos dedicados a los autores griegos quecontienen amplias introducciones, comen-tarios y textos con la traducción italiana;la "Colección Hispánica de Autores Grie-gos y Latinos" (bilingüe) editada antes enBarcelona y actualmente en Madrid porel CSIC, excelente pero todavia muy re-ducida en volúmenes; la "BibliothecaScriptorum Graecorum et RomanorumMexicana", también bilingüe, cuyo tex-to griego con frecuencia está acompaña-do de un aparato critico muy reducido.El número de sus volúmenes también espequeño. Todas estas colecciones inclu-yen tanto a autores griegos como latinos.Entre los textos de prosa que predominanen el segundo tomo, se debe subrayar laimportancia del Diálogo de Melas. Es eldiálogo entre los imperialistas y sus víc-timas. Por las preguntas que el P. Brice-ño pone en el análisis de este texto de Tu-cídides se nota que él se ha percatado desu importancia. Pero, por desgracia, esmuy difícil entender la traducción del diá-logo hecha por el padre ecuatoriano A.Espinosa Pólit, S.J., que leemos en la an-tología. Sin duda, Tucídides es un autorduro, pero en esta versión es ininteligible.Por esta razón, a mis estudiantes, que nosaben mucho griego y que confiesan en-tender menos al P. Espinosa Pólit, deboaconsejarles que acudan a las versionesespañolas de Adrados o de Alsina.El tercer tomo da cabida a varios auto-res de épocas generalmente descuidadas,inclusive en la enseñanza universitaria. Es

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digna de elogios la traducción realizadapor el P. Briceño de El cascarrabias deMenandro, obra encontrada completa re-cientemente en las arenas de Egipto.En la parte dedicada a la historia de laliteratura griega se notan los sólidos co-nocimientos del autor. Pero, como esta-mos en el campo de las "ciencias impu-ras", uno puede a veces discrepar de susopiniones o formularlas de otra manera.Por ejemplo, no es muy claro el cuadrode las invasiones aqueas (1, págs. 3-5). Pe-ro hay que reconocer que después de lapublicación de este tomo han surgido nue-vas hipótesis que trastornan lo que se con-sideraba ya establecido. Así, por ejemplo,Hampl cree que los aqueos llegaron a Cre-ta desde el Asia Menor y después pasa-ron de allí a Grecia; Chadwick niega lainvasión doria: según él los dorios llega-ron junto con los aqueos como sus vasa-llos, y hacia el año 1200 a.e. se subleva-ron contra los príncipes micénicos. Pero,en realidad, estas hipótesis tienen pocoque ver con la literatura griega o especí-ficamente con Homero. Aceptamos laafirmación de Hampl: "Homero no haescrito un libro de historia".En las definiciones del estilo del P. Bri-ceño usa un lenguaje muy lacónico. Talvez, ellas sirven para fines didácticos, pe-ro pueden resultar demasiado simplifica-das y aun inexactas. Así, no es justo afir-mar que el esti,lo de Jenófanes sea"ordinario". El pasaje de la Metafísica(A 986 B 27) de Aristóteles en que se apo-ya nuestro autor, no habla del estilo, si-no que critica a Jenófanes y a Melisa porsu deficiente lógica en la argumentacióny a causa de esto los califica como agroi-kóteroi 'bastante rústicos'.

Cuando se cita la opinión de San Jeróni-mo sobre Orígenes (IlI, pág. 585): "sólosegundo después de San Pablo" debeagregarse que más tarde San Jerónimoatacó a Orígenes como hereje.

Los tres tomos están ilustrados, pero mu-chos dibujos resultan borrosos. Algunosfantásticos, hechos por los dibujantes mo-dernos, deberían desaparecer.

Para la próxima edición recomendaría-mos un mayor número de traduccionesdel mismo Padre Briceño, una bibliogra-fía más actualizada con mayor represen-tación de los estudios publicados en es-pañol y que no excluyera los libros enalemán e italiano.

,El segundo libro del P. Briceño, Raícesclásicas de nuestra cultura, contiene en suprimera parte ensayos humanísticos en loscuales el autor aborda varios temas, con-

sagrados en su mayoría a Grecia. Nos li-mitaremos a éstos. En el primer capítuloexpone brevemente lo que Grecia y Ro-ma nos ha legado. En el tercero presentacomo hipótesis bastante dudosa la de laidentificación de la Atlántida con la islade Thera (Santorín) en el mar Egeo, cu-ya destrucción por el volcán ha sido rela-cionada por algunos con la ruina de la ci-vilización minoica. En el capítulo cuartorelata la vida de Schliemann (1822-1889)y describe sus excavaciones en Troya y enGrecia. En el quinto analiza la actitud delos griegos frente a la muerte y al más alláen cuanto ella se refleja en la lírica. Enel séptimo informa sobre la navegaciónpracticada por los griegos hace tres milaños. En el octavo explica el trasfondopolítico de la construcción del Partenón.En el noveno reseña los diversos intentosde abrir el canal de Corínto, emprendi-dos en la Antigüedad y realizados sólo enla época moderna (1893). En el capítulodécimo nos presenta el boxeo heleno entoda su crueldad. En el undécimo nos in-vita al viaje con los argonautas. En el dé-cimo tercero traza un esbozo del mismoentre los griegos y traduce uno de ellos,El zapatero de Herodas.

Es una lástima que el P. Briceño decida,desde el principio (pág. 15), no tratar elaspecto filosófico del legado griego, por-que allí hunde sus raíces toda la filosofíaoccidental de las épocas posteriores, y aúnde la nuestra. La única vez que trata eltema, cuando habla de la competencia en-tre los epicúreos y los estoicos, comete unerror de distracción, porque estos últimosno son partidarios de Zenón de Elea, co-mo lo afirma el P. Briceño, sino de Ze-nón de Citio.

En esta obra los temas son tratados conseriedad cientifica, pero también conamenidad. Es la popularización de altacalidad en la cual se destacan los británi-cos. También en esto el P. Briceño de-muestra ser un digno representante de laescuela de Oxford.

Desconozco la razón por la cual no se in-dica el lugar donde habían sido publica-dos anteriormente los ensayos recogidosen esta obra.

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Enrique Barajas Niño, Curso de etimo-logías griegas especializado en termino-logía biológica y médica, Biblioteca Cien-tífica de la Presidencia de la República,Tomos III y IV, Bogotá, 1984,2 partes,693 págs.

Durante los siete lustros que llevo en Co-lombia varios médicos me han expresa-

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Vista parcial de la exposición.

do repetidas veces su deseo de tener unmanual o un diccionario con explicaciónde los términos provenientes del griego odel latín. En cuanto a las raíces griegas,los dos tomos elaborados por el profesorBarajas, mi antiguo discípulo y actual co-lega en la Sección de Filología y Litera-turas Clásicas del Departamento de Lite-ratura de la Universidad Nacional,responden a ese deseo de los médicos ytambién de los biólogos. Hay que reco-nocer también el mérito a la Presidenciade la República que ha realizado la pu-blicación de los dos tomos vinculándolacon la Segunda Expedición Botánica.

En la introducción se da un breve bosque-jo de la historia de la terminología cien-tífica. No es muy exacta la calificación deHipócrates y Galeno como "los dos pri-meros médicos de Occidente" (pág. 7),puesto que el primero, el más famoso mé-dico de la Antigüedad, vivió en los siglosV-IV a.C., y el segundo, el último de losgrandes médicos de la Antigüedad, en elsiglo II d.C. Tampoco se puede admitirque después de los elogios muy mereci-dos a la lengua griega, se reduzca el pa-pel actual del latín al "privilegio eminentede ser madre de nueve lenguas modernas,razón por la cual se le estudia y conoceen gran parte de Europa y América"(pág. 7). No se pueden negar el interés yla utilidad del latín para aquellos que es-tudian o enseñan lenguas románicas, aun-

que se debe constatar que la América La-tina es el subcontinente en donde seestudia menos el latín. Extraña el hechode que el profesor Barajas deje a un ladola literatura latina que va desde Plautohasta los humanistas, también el pensa-miento tanto filosófico como científico,expresado en esta lengua por los autoresque van desde Cicerón hasta Descartes yLeibniz y el hecho de que el latín sirvióhasta el siglo XVII como vehículo de co-municación internacional y hasta hacemuy poco como lengua oficial de la Igle-sia Católica.

En la obra, las palabras están organiza-das según las familias semánticas. Comolos términos, en su mayoria, son com-puestos, al lado de la explicación de unelemento se indica la página en la que seinterpreta el otro. El índice alfabético,puesto al final del segundo tomo, facili-ta la consulta.

Algunas pequeñas observaciones sobreinexactitudes de menor importancia quehe encontrado en el primer tomo: no sepuede decir que la dzeta griega se pronun-cie como la z italiana (pág. 14), puestoque en italiano esta letra se pronuncia dedos maneras. El espíritu áspero no se pro-nuncia como la j española (pág. 16), si-no como la h inglesa.

Las palabras: "monasterio", "bautiste-rio", "cementerio" deberían indicarse en

sus formas originales (pág. 39) puesto queya existían en el griego de los antiguoscristianos.

En la bibliografía (págs. 692-3), están in-dicadas principalmente las obras relacio-nadas con los términos de biología y me-dicina. Sin embargo aparecen algunas quese refieren a las etimologías griegas del es-pañol en general, como la del mejicanoMateos. Entonces, resulta bastante extra-ña la omisión de tres estudios del colom-biano Félix Restrepo, S.J., que llevan lostítulos: Llave del griego, La cultura po-pular griega a través de la lengua caste-llana y Raíces griegas, las dos últimas re-cientemente (1979) reeditadas por elInstituto Caro y Cuervo.

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Andrés Holguín, Notas griegas, Bogotá,Ediciones Tercer Mundo -El MuroBlanco, 1977, 205 págs.

Su autor es una personalidad, polifacéti-ca: abogado y antiguo procurador de laRepública, buen traductor de los poetasfranceses, poeta él mismo y compiladorde una antologia de la poesía colombía-na, especialista en tortugas y filósofo quese preocupa por el problema del mal, pro-fesor y organizador de cursos de divul-gación cultural, periodista y escritor.

El libro es una amena descripción de suviaje por Grecia. Solamente en el últimocapítulo trata de un tema científico:"¿Fueron los griegos herederos de los mí-noicos?". La respuesta del autor es tajan-temente negativa. En mi opinión, debe-ría ser más matizada. Sin duda hay unhiato entre las culturas minoica-micénicay la griega posterior a la invasión (¿o su-blevación?) de los dorios, pero las rela-ciones culturales entre Creta y Micenasson innegables, como lo demuestra ya elhecho mismo de que la escritura micéni-ca (lineal B) retoma una parte de los sig-nos de la minoica (lineal A).

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