Los angeles

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Informática 2012 “Los ángeles “ Tipos de ángeles Leslie y Susana ESCUELAS SECUNDARIAS TECNICAS NO. 37

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I n f o r m á t i c a

2012

“Los ángeles “ Tipos de ángeles

Leslie y Susana

ESCUELAS SECUNDARIAS TECNICAS NO. 37

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Son los ángeles que por su rebeldía fueron condenados al infierno. Son, pues,

criaturas de Dios que no quisieron sujetarse a Él y, por tanto, merecieron castigo

eterno. Se llaman diablos o demonios y su caudillo es Lucifer o Satanás.

La existencia de los demonios y su acción maligna es una verdad de fe. No se

trata, pues, del modo de hablar de un pueblo primitivo que personificaba al mal

en unos seres superiores pero inexistentes. Por el contrario, estos seres reales,

personales, espirituales, aunque han sido ya vencidos por Jesucristo, tienen

(como un ejército, derrotado, en huida), gran capacidad de hacernos daño: a)

Porque no han perdido su naturaleza de ángeles, y así su conocimiento y su

poder son muy superiores a los nuestros; b) Porque su experiencia de tantos

siglos les ha enseñado el mejor modo de engañarnos; c) Porque su voluntad

perversa está siempre inclinada a toda maldad.

Los demonios procuran nuestro mal: a) Por odio a Dios cuya imagen ven en

nosotros; b) Por odio a Cristo, cuya muerte nos rescató de su poder; c) Por

envidia a nosotros pues Dios nos destinó a ocupar los puestos que ellos

perdieron en el Cielo.

"Digan lo que digan algunos teólogos superficiales, el Diablo es, para la Fe

cristiana, una presencia misteriosa, pero real, no meramente simbólica, sino

personal. Y es una realidad poderosa ("el príncipe de este mundo", como le

llama el Nuevo Testamento, que nos recuerda repetidamente su existencia),

una maléfica libertad sobrehumana opuesta a la de Dios; así nos lo muestra una

lectura realista de la historia, con su abismo de atrocidades continuamente

renovadas y que no pueden explicarse meramente con el comportamiento

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humano. El hombre por sí solo no tiene fuerza suficiente para oponerse a

Satanás; pero éste no es otro dios; unidos a Jesús, podemos estar ciertos de

vencerlo. Es Cristo, el "Dios cercano" quien tiene el poder y la voluntad de

liberarnos; por eso el Evangelio es verdaderamente la Buena Nueva. Y por eso

debemos seguir anunciándolo en aquellos "regímenes" de terror que son

frecuentemente las religiones no cristianas. Y diré todavía más: la cultura atea

del Occidente moderno vive todavía gracias a la liberación del terror de los

demonios que le trajo el cristianismo. Pero si esta luz redentora de Cristo se

apagara, a pesar de toda su sabiduría y de toda su tecnología, el mundo volvería

a caer en el terror y la desesperación. Y ya pueden verse signos de ese retorno

de las fuerzas oscuras, al tiempo que rebrotan en el mundo secularizados los

cultos satánicos" (Cardenal Joseph Ratzinger, Informe sobre la Fe. BAC, Madrid

1985, p. 153).

INFLUENCIA DEL DEMONIO SOBRE EL HOMBRE

La teología ha tipificado algunas maneras de la estrategia diabólica, más o

menos repetidas en las manifestaciones de su insidia:

a) El asedio es acción contra el hombre desde fuera, como cercándolo,

provocando ruidos nocturnos para amedrentar, haciendo llamadas misteriosas

en paredes o puertas, rompiendo enseres domésticos, etc. Un testimonio

representativo y no muy lejano es la vida de San Juan María Vianey, Cura de Ars

(1786-1859), que vivió largos períodos de su vida asediado por el demonio.

b) La obsesión es ataque personal con injurias, daño al cuerpo, o actuando sobre

los miembros y sentidos.

c) La posesión es la ocupación del hombre por el dominio de sus facultades

físicas, llegando hasta privarle de la libertad sobre su cuerpo. Contra la posesión

y la obsesión la Iglesia emplea los exorcismos.

d) Existen otros modos de seducción, tales como los milagros aparentes que él

puede realizar, y la comunicación con el demonio que se supone en algunos

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fenómenos de la magia negra, el espiritismo, etc.

e) Pero la manera ordinaria como el demonio ejecuta sus planes es la tentación,

que alcanza a todos los seres humanos. Se define por tal, toda aquella

maquinación por la que el demonio, positivamente y con mala voluntad, instiga

a los humanos al pecado para perderlos.

Es muy importante percatarse que (a pesar del indiscutible poder de la

tentación diabólica), no puede su malicia actuar más allá de donde Dios lo

permite; su poder es poder de criatura, poder controlado. "Dios es fiel, y no

permitirá que seáis tentados más allá de vuestras fuerzas (1 Coro 10,13). En

concreto, conviene, pues, situarse en el justo medio: ni olvidar su acción y su

eficacia maligna, ni perder la serenidad y confianza en Dios.