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     JURICA, UN PUEBLO QUE LA CIUDAD ALCANZÓ:LA CONSTRUCCIÓN DE LA PERTENENCIA SOCIO TERRITORIAL

    Lorena Erika Osorio Franco,

    Facultad de Ciencias Políticas

     y Sociales, Universidad Autónoma

    de Querétaro.

     Autor para correspondencia:

    [email protected]

    Fecha de recepción: 20/08/2012

    Fecha de aceptación: 10/01/2013

    Resumen

    La incorporación de pueblosy ejidos a las ciudades es unproceso que comenzó a tener no-toriedad en el país desde ines de

    los años setenta, pero ha cobra-

    do mayor fuerza en los últimosaños debido principalmente ala urbanización y el crecimientode las ciudades. En Querétaro,la oferta inmobiliaria ha sidoun factor importante que incideen una notoria expansión delárea urbana. Con el proceso deurbanización, pueblos y ejidosaledaños se fueron incorpo-

    rando ísica y funcionalmente

    a la ciudad, Jurica fue uno deesos pueblos. En este caso, me

    interesaba analizar la relaciónentre territorio y cultura yaque a partir de esta es posibledistinguir los referentes queidentiican a un lugar (un pue-blo, un barrio, un vecindario),de otro. En Jurica, los habitan-tes identiican fronteras (reales

    y simbólicas) que les permitendistinguirlo de otros pueblos,expresan un sentimiento de

    pertenencia por el hecho deque la gente se conoce, porqueahí nacieron y porque compar-ten códigos culturales. En estecontexto, de cambios derivadosde la urbanización, me pregun-taba ¿cómo en un espacio quese urbaniza aceleradamente esposible que se mantenga y se(re)construya la pertenencia?,

    ¿cómo se logra y para qué? Para

    poder conocer y acceder a losprocesos y las formas en que lagente construye su pertenenciarequería de la etnograía ya que

    de esta manera podía observarlos contextos espaciales y tem-porales constitutivos de la ac-ción y la interacción.

    Palabras clave: identidad, per-tenencia, territorio, urbanización

     Abstract 

    The incorporation of townsand suburbs to the cities is aprocess that began to have vis-ibility in the country since thelate seventies, but has gainedmomentum in recent yearsmainly due to urbanization andthe growth of cities. In Queré-taro, the our properties hasbeen an important factor thataffects a notable expansion ofthe urban area. With the pro-cess of urbanization, towns andsurrounding suburbs were in-corporated physically and func-tionally to the city, Jurica wasone of those towns. In this case,I was interested in analyzingthe relationship between terri-tory and culture and that fromthis it is possible to distinguishthe references that identify aplace (a town, a neighborhood,

    a neighborhood), other. In Juri-ca, people identify boundaries(real and symbolic) that allow

    them to distinguish it from oth-er people, expressing a feelingof belonging that people know,

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    Introducción.1

    La incorporación de pueblos y ejidos a las ciu-dades es un proceso indiscutible. Éste fenómenocomenzó a ser observado en el país desde ines

    de los años setenta, pero cobró fuerza a últimasfechas debido principalmente a la urbanizacióny el crecimiento de las ciudades. En ese con-texto, Querétaro tuvo un importante despegueeconómico vinculado estrechamente al desa-

    rrollo industrial lo que derivó en un proceso deurbanización que requería más espacios para laindustria, para la vivienda, servicios y comer-cio, así como la dotación de infraestructura yservicios básicos. El crecimiento de la ciudadse dio a expensas del suelo de uso agrícola yde los pueblos que se ubicaban en su cercanía.

    Hasta los años treinta era reconocible todavía elantiguo núcleo urbano de la ciudad de Querétaroque contrastaba con nuevas zonas habitaciona-

    les que comenzaban a ediicarse en terrenos dehaciendas cercanas a la ciudad. Con el procesode urbanización, varias de las haciendas prácti-camente desaparecieron. Hubo otras, cuyos nú-cleos poblacionales o caseríos no desaparecieronsino que se conformaron como ranchos o pueblosadscritos a algún ejido. Con el tiempo, muchos deestos quedaron dentro de la ciudad, como fue elcaso de Jurica.2 

    Me interesó particularmente este caso porque apesar de los cambios y de que hoy el  pueblo esta

    prácticamente en la ciudad, la gente se reiere aeste espacio como un pueblo, un pueblo que ala vista de cualquier observador externo, podríafácilmente pasar por un asentamiento irregular,con viviendas de autoconstrucción, producto dela migración rural a la ciudad y no de un pueblocon una historia añeja. Se trata de un pequeño po-blado que se localiza en la zona norte de la ciudadde Querétaro -una zona que se distingue por superil industrial y su componente obrero-, es un

    pueblo en donde la agricultura era su principal ac-

    tividad, pero con el proceso de urbanización, losespacios y las actividades se han transformando.Hoy sus habitantes se dedican a las actividadescomerciales y de servicios, es decir, se incorpora-ron a la economía capitalista y mantiene una rela-ción cotidiana con la ciudad y la cultura urbana.3 

    En el devenir histórico de Jurica se pueden iden-tiicar cambios orden interno y de orden externo.

    En cuanto a los primeros, los más importantesse vinculan con el reparto agrario sucedido a i-

    nes de los años treinta y la desestructuración dela hacienda del mismo nombre, ocurrida por suventa en los años sesenta. Con el reparto agrariono todos los jefes de familia fueron beneiciados,

    los que se quedaron sin tierra siguieron trabajan-do en la hacienda, mientras que los nuevos ejida-tarios comenzaron a trabajar sus parcelas. El casode Jurica fue peculiar porque en un mismo espa-cio estaban presentes dos formas de producciónque en primera instancia eran antagónicas: la ha-cienda y el ejido. Lo que sucedió fue que a pesar

    de la resolución presidencial sobre la dotación detierras en Jurica fechada en 1939, el hacendadoCarlos Urquiza no entregó más de 400 hectáreasque eran para el ejido. El litigio fue largo, todavíaa mediados de los años sesenta había quejas porincumplimiento y los ejidatarios seguían solici-tando que se les restituyera la supericie ejidal to-tal o se hiciera una ampliación, pero no sucedió niuna ni otra cosa. En 1960 Carlos Urquiza vendióla hacienda y con esto prácticamente se “diluyo”

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    because they were born there and because theyshare cultural codes. In this context, changes re-

    sulting from urbanization, I wondered how in arapidly urbanizing area that may be maintainedand (re) construct the ownership, how and why is

    achieved? To know and access processes and the

    ways in which people construct their member-ship required as ethnography thus could observethe spatial and temporal contexts constitutingthe action and interaction.

    Keywords: cacique, federation, regions, Mexico’sNational State.

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    el conlicto. La hacienda se convirtió en hotel y las

    hectáreas que habían sido sembradíos, llamadas

    por los lugareños “los bordos” (las reclamadaspor los ejidatarios) se lotiicaron rápidamente

    para convertirse en un fraccionamiento campes-tre. La desestructuración de la hacienda llevóa varias personas a emigrar a la ciudad u otroslugares en busca de trabajo, otros se quedarona trabajar en el hotel como jardineros, bell boy,recamaristas. Y en el fraccionamiento campestrecomo empleadas domésticas, jardineros, mozos.

    El segundo orden, el externo, se relaciona con el

    proceso de industrialización ocurrido a media-dos de los años sesenta en la entidad. La cercaníade Querétaro con el Distrito Federal posibilitó ladescentralización de la industria manufactureraque se había concentrado en la ciudad de México.El arribo de la industria implicó cambios impor-tantes en el espacio local que sirvió como soportematerial de dicho crecimiento. La llegada de im-portantes trasnacionales requería espacio no sólopara la industria sino también para vivienda, deesta manera se atendió la creciente demanda de

    los diferentes estratos de trabajadores (en el casodel fraccionamiento Jurica Campestre se pensó enresidencias para los mandos medios y gerencia-les). Con los cambios señalados anteriormente,comenzó una importante oleada de inmigranteshacia Jurica, que en poco tiempo se extendió y lle-gó hasta el pueblo, que se convirtió en receptácu-lo de parte de las corrientes migratorias que lle-gaban a la ciudad, en buena medida por los costosmás bajos del suelo y la vivienda, y por la cercaníacon los lugares de trabajo (el hotel y zona indus-

    trial principalmente). Otro acontecimiento queinluyó en este orden fue el sismo de 1985 que

    intensiicó la llegada de nuevos residentes prove-nientes principalmente de la ciudad de México.

    Los cambios ocurridos en Jurica llevaron, poruna parte, a la integración funcional y ísica a la

    ciudad, lo que devino en el desvanecimiento desus fronteras geográicas, y por otra parte, la inmi-gración provocó que en un mismo espacio convi-

    vieran diferentes formas de ser, diferentes esque-mas culturales, unos propios y otros compartidos.

    En diferentes estudios se ha comprobado que,ante los avances de la urbanización, los habi-tantes de los pueblos o barrios tienden a (re)

    construir fronteras ísicas y/o simbólicas (Silva,

    2000), a revivir viejas tradiciones (sobre todo

    iestas y rituales) como referentes de identidad

    local (Portal, 1997), acciones que de alguna ma-nera sirven para contener tanto su espacio comosu forma de vida. Jurica no es la excepción. Lagente hace referencia a un pueblo con fronteras

    (reales y simbólicas), lo que permite distinguir-lo de otros pueblos, expresan un sentimiento depertenencia por el hecho de que la gente se co-noce, porque ahí nacieron y porque compartentradiciones y costumbres. En este contexto, mepreguntaba ¿cómo se construye la pertenencia aun territorio que está en constante transforma-ción por el proceso de urbanización?, es decir,

    ¿cómo en un espacio que se urbaniza acelerada-mente es posible que se mantenga y se (re)cons-truya la pertenencia?, ¿cómo se logra y para qué?

    Asumo que la pertenencia, como un atributo dela identidad, les permite distinguirse no sólo deotros pueblos, sino de los “vecinos” que han lle-gado y siguen llegando para quedarse. Para los

    “originarios” el pueblo representa el marco espa-cial y temporal a partir del cual se articulan lasrelaciones sociales que sustentan una historia yuna cultura común, y desde ahí, construyen unaidentidad que se ancla fuertemente al territorio.

    En el marco general de la antropología urbana

    mexicana esta investigación se suma a otras másque estudian los signiicados que los habitantes

    construyen sobre el espacio urbano y que sonfundamentales para comprender la pertenen-cia, las formas de usar y habitar el espacio, asícomo la construcción de la identidad local.4 Esimportante que se estudien los pueblos no sólopor las costumbres y tradiciones que se reprodu-cen como parte de la cultura local, sino porque laconstrucción de la pertenencia per se, constituye

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    una determinación sociológica y antropológicade suma relevancia. La construcción de la perte-

    nencia nos habla de los diferentes modos de ser yde estar en una colectividad, y estudiarlos, señalaSilva (2000), es buscar comprender esas estrate-gias grupales para construir la ciudad que todosqueremos y merecemos habitar.

    La ciudad se desborda, implicacionesespaciales y culturales de la irrupción en

    pueblos y ejidos aledaños.

    Durante la década de los setenta y ochenta, loslímites urbanos de las ciudades comenzaron adesdibujarse por la migración interna (campo-

    ciudad) y por la creciente incorporación de eji-dos y pueblos aledaños a la ciudad. Este procesose dinamizó de manera importante debido a laconstrucción y ampliación de redes carreteras.

    Uno de los primeros estudios que llamo la aten-ción y ijo su análisis en los efectos de esta proble-mática fue el de Jorge Durand: La ciudad invadeel ejido (1983). La importancia del planteamien-

    to de este autor se centra en el llamado que hacea que en el proceso de crecimiento de la ciudadde México no sólo se debe tomar en cuenta a lapoblación que arriba del campo y ciudades me-nores, sino también a los pueblos y poblacionesque incorpora a medida que crece.5  En este senti-do, expresa que el crecimiento de las ciudades sehace a costa de gran parte de tierras comunalesy ejidales y que los campesinos tradicionalmen-te invasores son, en este caso, los invadidos. Sinmoverse de su sitio, la ciudad les llegó y los trans-

    formó. En pocos años el ejido, el pueblo y sushabitantes tuvieron que adecuarse a una nuevaurbanización que se presentó como irreversible.

    Hasta la publicación de esta obra no se ha-bía puesto mucha atención a las implicacionessocioculturales de la urbanización en la viday el territorio de los habitantes de los pueblosy ejidos aledaños que, paulatinamente unos yrápidamente otros, perdieron grandes super-

    icies ante la expansión metropolitana. El foco

    de atención estaba puesto en los problemas

    que aquejaban a la ciudad, y no a la inversa.

    Los efectos del crecimiento urbano de las me-trópolis, así como el deterioro en las condicionesde vida de los sectores populares, los procesos demasiicación, los desastres naturales y los movi-mientos sociales vinculados a ellos fueron impor-tantes factores que inluyeron para que a lo largo

    de los años ochenta, el estudio de pueblos, barriosy colonias volviera a tener un lugar importante enla antropología urbana mexicana (Portal y Safa,

    2005). A este hecho contribuyó también la fuertemovilización y participación de diversos grupos,tras los sismos ocurridos en la ciudad de México.6

    Los antropólogos reavivaron su interés por elestudio de los espacios locales, los pueblos, losbarrios y los vecindarios. De estos lugares de laciudad tan diversos, les interesaba no sólo suhistoria, sino entender cómo la gente construyesu sentido de pertenencia y su identidad social.

    Se dieron cuenta que para abordar el estudio delos pueblos en la ciudad no era suiciente la descrip-ción de los atributos ísicos y/o límites adminis-trativos, resultaba cada vez más diícil dar cuenta

    de las fronteras ísicas a partir de las cuales se de-limitaban las poblaciones y sus límites se habíandiluido con la expansión urbana. Hoy es necesariotener presente la manera en que se establecen lasrelaciones sociales, y en esto, el papel que juega elterritorio (en muchos lugares el territorio sigue

    siendo un referente identitario de primer orden)

    El territorio no es un mero escenario de los mo-dos de producción y de la organización de lujos

    de mercancías, capitales y personas, sino quetambién es un signiicante dentro de signiicados

    y un tupido entramado de relaciones simbólicas(Giménez, 2007). En la construcción de la per-tenencia socio territorial intervienen aspectosesenciales como el arraigo, la existencia de fuer-tes vínculos sociales y una relativa homogeneidad

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    Considerar el espacio construido es importanteporque nos habla de los sujetos que lo habitan,

    no sólo es la acción de la gente que vive en el lu-gar, también está la presencia de otros actores,como los desarrolladores urbanos y el Estado.

    En segundo lugar identiiqué el espacio practica-do en términos de los usos, la apropiación de losespacios y la interacción social. En este marco esposible identiicar las fronteras (reales y simbóli-cas) y el grado de involucramiento social a partirdel cual se comparte un complejo simbólico cul-tural (como comunidad imaginada a la manera de

    Anderson)9

      y un espacio temporal (el territoriomarcado por la historicidad).10

    En tercer lugar incorporé el espacio imaginadocomo la percepción sensible y evocativa que lagente construye del espacio, la evocación emer-ge cuando la gente es capaz de manifestar lo quevaloran de él y sus atributos (lo que los identii-ca), los lugares que sirven de marco a la memoria,que son recordados individual y colectivamente,que signiican “algo” para la gente que habita en

    ellos.11

    En las evocaciones se habla también de loque no quisieran que hubiera o sucediera en eselugar, de esta manera se expresan los problemassociales más apremiantes, problemas que llevan,en el caso de algunos jóvenes, a “querer salir” ydejar ese lugar. Esos cambios representan unriesgo porque es lo que hace que un lugar pier-da su fuerza, porque deja de tener signiicación

    y relevancia en términos de referente identitariopara el grupo que lo habita.

    La construcción social del espacio en Jurica:prácticas y usos, pertenencia y arraigo.

    El espacio construido.

    Derivado del crecimiento del pueblo, se fueronperilando tres zonas claramente diferenciadas

    por su historicidad y su poblamiento: la primeraes el centro (que a su vez se subdivide en lo que

    la gente llama “los de arriba” y “los de abajo”), la

    segunda se conforma por el asentamiento de losdescendientes de las familias más antiguas cono-

    cida como: colonia Gobernantes y la tercera y úl-tima es la zona más reciente, se conformó a partirde la llegada de nuevos inmigrantes, la mayoríaproviene del Distrito Federal, conocida como: LaCampana. Derivado del rápido crecimiento en1990 Jurica se conurbó al municipio de Queréta-ro,12 es decir, dejo de considerarse como locali-dad rural.

    Durante las entrevistas, la gente identiicó el

    cambio más importante a partir de la venta de la

    hacienda y la consecuente lotiicación de los “bor-dos” (años sesenta) esas acciones dieron riendasuelta al cambio de de uso de suelo más intensi-vo del que la gente tenga memoria. En paralelocomenzó un rápido crecimiento poblacional quese dinamizó durante las siguientes dos décadas.

    Los desarrollos habitacionales que se constru-yeron en las tierras que otrora fueran parcelasdel ejido o pequeñas huertas, fueron para atenderla demanda de la ciudad, más que de los vecinos

    del propio pueblo. Esta tendencia perdura hastala fecha. El tipo de vivienda, y la infraestructuracon la que cuentan estos fraccionamientos con-trasta radicalmente con las del pueblo, que secaracteriza por viviendas de autoconstrucción ypor la precariedad de la infraestructura y los ser-vicios básicos con los que cuenta su población.

    Hasta hace algunos años, el pueblo abarcabauna pequeña dimensión que permitía que todosestuvieran cercanos a los lugares que habitual-

    mente concurrían, como sostiene Ledrut (1968):“es el mundo del peatón, que no necesita salirdel entorno de la vida cotidiana para llegar a unpunto u otro: ahí compran, estudian, se relacio-nan”. En Jurica las familias más antiguas se con-centraron en la zona o barrio de la Capilla (en el

    centro), los herederos señalan que esas tierrasson suyas porque se las dio el “patrón”. Algunosde los solares más antiguos han pasado por treso cuatro generaciones, la casa paterna se ha he-

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    redado y los predios se han dividido. La deman-da de tierra para uso habitacional ha sido uno

    de los elementos que más ha impactado; sin em-bargo, a pesar de la división, los predios siguensiendo amplios si se les compara con las vivien-das a las que pueden tener acceso en la ciudad,es por ello que muchos de juriquenses, aunquetengan derecho a un crédito para vivienda (In-fonavit o Fovissste) preieren construir en Juri-ca, ya que además les gusta el entorno, el “ver-dor” y principalmente, estar cerca de su familia.

    En los mapas mentales que la gente realizó, ob-

    servé que delimitaron claramente cada una delas zonas en las que se divide el pueblo (Centro,Gobernantes y La Campana), pero en la recons-trucción que hacen del territorio no contemplande ninguna manera Cerrada Las Rosas (que se en-cuentra dentro del pueblo), ni Rinconada Jurica olas Torres Regency (ediicaciones construidas en

    los límites del pueblo). Son lugares que a pesarde la cercanía, nada signiican para ellos. Las refe-rencias que durante las entrevistas se expresaronen relación a estos lugares fueron en términos de

    lo que eran antes, parcelas y huertas de vecinosdel pueblo. En este sentido, como apunta Hal-bwachs (2004), la memoria se desarrolla dentro

    de un marco espacial, “no comprenderíamos quese pudiera recuperar el pasado si no lo conserva-se el medio social que nos rodea”. De esta mane-ra, la gente recuerda lo que para ellos es signii-cativo: “ahí había una huerta”, “era una parcela”,espacios que ísicamente se trasformaron pero

    que perviven en su memoria porque se recuerdacómo eran originalmente. Este es un ejemplo de

    como en la memoria colectiva se preserva la me-moria espacial y como al mismo tiempo signiican

    y valoran de manera diferenciada los espacios.

    El espacio practicado

    El espacio practicado o también llamado espaciovivido,13  es un territorio que se construye por susdiferentes usos (no sirve de una vez y para siem-pre a todos los grupos por igual), es un territorio

    marcado por la cultura en donde la gente compar-te una historia común, un territorio en donde se

    delimita fronteras (reales y/o simbólicas) y don-de se reconoce respecto de otros pueblos comoun lugar que tiene una identidad propia (por sus

    atributos naturales -referentes geosimbolicos- yculturales -tradiciones y costumbres-).

    En Jurica, las calles son espacios públicos porexcelencia. La calle no sólo contribuye a la co-hesión social, sino que revitaliza la identidadterritorial cuando la gente del pueblo se vuel-ca sobre ellas para peregrinar o celebrar sus

    iestas. En este sentido, las calles del pueblo noson el prototipo de espacio público de trán-sito, como ocurre en la ciudad comúnmen-te, sino un espacio funcional que se usa y sirvede manera distinta a quienes viven en Jurica.

    Para conocer la valoración que la gente tie-ne sobre las calles de Jurica, en el formulario-encuesta les solicité que las deinieran con una

    palabra, las respuestas más reiterativas fueronen términos negativos ya que las consideran:

    angostas, pedregosas, descuidadas, sucias, fease inseguras. Sin embargo, otras personas lasconsideran: bonitas, limpias, seguras, grandes yconcurridas “siempre sale uno y encuentra conquién platicar”, es decir, son un espacio impor-tante de socialización; mientras unos enfatizan

    el aspecto material, otros valoran su uso social.

    En el centro de Jurica vive la mayor parte de lasfamilias más antiguas y las personas más lon-gevas del pueblo, su práctica del espacio hace

    referencia a recuerdos elaborados en un pasa-do remoto más que inmediato, se reieren a las

    transformaciones del espacio natural, los edii-cios según el uso que tuvieron, a las construccio-nes que sustituyeron otros espacios o los cambiossucedidos en los espacios públicos. Como señalaAlfredo Guerrero (2007) los viejos residentes

    son usuarios legítimos de las calles, de los es-pacios públicos, de los comercios. En ellos hayuna visión del espacio fuertemente anclada en

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    el pasado, mientras que para los más jóvenes lapráctica del espacio se constriñe en función de la

    experiencia cotidiana regida por la inmediatez.En Jurica en quienes se observa de manera másclara ese utilitarismo del espacio es en los “fue-reños” (los que viven en La Campana), para quie-nes Jurica es sólo un lugar dormitorio, trabajan yviven en la ciudad, más que en el pueblo; no ha-cen uso de los espacios públicos ni se involucranen la vida cotidiana que acontece en el pueblo.

    Cuando la gente es capaz de señalar o distinguirun lugar importante de su entorno es posible ha-

    blar de una identidad territorial (Flores y Salles,2001). En este sentido, cinco de cada diez de losjuriquenses a los que les pregunte ¿cuáles eranlos lugares más importantes en Jurica? señala-ron lugares relacionados a la vida religiosa (Pa-rroquia, Capilla, Ermita). La importancia de estoslugares radica en la praxis, es decir, en el uso dellugar, son lugares de reunión, de relexión e in-trospección, de morada del Santo Patrono, pero

    también de socialización, de festejo y de visitatanto de los juriquenses como de peregrinos y

    devotos de otros lugares; mientras que la plazase ubica como el centro del pueblo, el punto dereunión más importante.14

    Las rutas y los recorridos que cotidianamentela gente realiza nos hablan también del espaciopracticado, de acuerdo con Silva (2000), no es po-sible que un espacio (un pueblo, una ciudad) no

    anuncie, de alguna forma, que sus espacios son re-corridos y nombrados por sus habitantes. De estemodo, se tienen dos grandes tipos de espacios por

    reconocer: uno oficial , diseñado por las institucio-nes y otro diferencial, que consiste en una marcaterritorial que se inventa en la medida en que elciudadano lo nombra o inscribe. Existen muchasy variadas combinaciones entre uno y otro polo;

    la noción de límite puede ser útil para compren-der que lo que separa el espacio oicial del terri-torio es una frontera que descubre quién sobre-pase sus bordes. El autor sostiene que la gente nosólo se moviliza por las calles trazadas sino por

    senderos que se construyen de manera colectivay día a día en oposición con los caminos oiciales.

    Al amparo de la distinción de Silva podemos se-ñalar que en Jurica la urbanización y lotiicación

    dio origen a que la gente cambiara sus recorridos,espacios por los que antes atravesaban se ha-bían cerrado o se habían trasformado (se habían

    construido viviendas, se habían trazado calles).De esta manera los recorridos se hicieron cadavez más sobre caminos oiciales, sobre arterias

    principales por las que comúnmente hoy la gentetransita. Sin embargo, a pesar del uso de los cami-

    nos “oiciales”, la gente del pueblo conoce todoslos atajos que existen, acostumbran “recortar” sutrayecto por diferentes pasos que atraviesan el rioy que permite llegar a Gobernantes sin necesidadde ir hasta donde está el puente para poder cru-zar, de esta manera se puede decir que a través delos recorridos la gente transmite una memoria delos lugares y estos a su vez cumplen con una fun-ción pedagógica. En este sentido, como sostieneDe Certeau (2007), la práctica de caminar por el

    pueblo es desde la infancia una técnica de recono-

    cimiento del espacio en calidad de espacio social.

    Lo que se observa es que hay una superpo-sición de los senderos que la gente utilizaba,caminos que se construyeron en el ir y venircotidiano con los nuevos usos que se le dan alespacio y que lo trasforma por el trazado re-gular de las calles. Los caminos sostiene Silva(2000), son los “vehículos” a partir de los cuales

    el espacio se recorre, se pisa, por ello son impor-tantes. Por otra parte, los atajos no sólo permi-

    ten acortar la distancia de los recorridos sinotambién sirven para evitar pasar por lugaresque se consideran desagradables o peligrosos.

    Los atributos que permiten considerar a Juricacomo un pueblo son diferentes en cada grupo ge-neracional. Esta pregunta es importante porquela identidad social se construye: por pertenencia,por referencia (a ideas y valores) y por contraste(por distinción u oposición a otros) (De la Peña y

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    De la Torre, 1994). En ese sentido, las personasmayores lo signiican así siempre en comparación

    a lo que era antes, para ellos Jurica dejó de ser unrancho con callejones, organales, calles de tierray casas de adobe para convertirse en un puebloque hoy tiene mejores servicios e infraestructu-ra, es decir, se urbanizó. Los adultos lo signiican

    también como pueblo pero por la comparaciónque establecen con la ciudad. Consideran a Ju-rica como pueblo por la poca urbanización (es

    chico, hay poca gente) y el modo de vida tradi-cional (costumbres y tradiciones, trabajo en la

    milpa). Por su parte, los jóvenes lo consideran

    un pueblo por sus características materiales (espequeño, le falta urbanización, etcétera) peropara otro sector de la juventud es un lugar quese está convirtiendo en una colonia, es decir, estácambiando debido a que continuamente llegagente de fuera. En las respuestas de los jóvenesse destaca la estructura material, mientras quelos elementos culturales –que son los que másfácilmente pueden distinguir a un pueblo- prác-ticamente pasan inadvertidos para ellos, a dife-rencia de las respuestas de los otros dos grupos.

    El sentido de pertenencia y la construcción de fronteras (ísicas y simbólicas).

    Cuando la gente es capaz de nombrar diferen-cias -ísicas o culturales- del lugar donde vive

    y/o donde nació se puede asumir que hay sen-timiento de arraigo, lo que incide en la cons-trucción de la identidad local (Flores y Salles,

    2001). Bajo esta premisa, pregunté ¿qué hacediferente a Jurica de otros lugares?, la mayoría

    considera que lo que los distingue son su gente,sus tradiciones y costumbres  (el Santo Patrono,las iestas patronales). Otros elementos que se

    mencionaron son: su historia, el entorno natu-ral (paisaje y medio ambiente) y los atributos o

    valoración que ellos asignan al pueblo, como quees: grande, tranquilo, chido, tiene más servicios(respecto a los pueblos con los que colinda).

    Para reconstruir las fronteras del pueblo, los

    bordes y límites del espacio, los testimonios delas personas mayores fueron invaluables, la gente

    recuerda muy bien hasta dónde llegaba el puebloy temporalmente identiica cuáles han sido loscambios, es decir, cómo las fronteras se han corri-do conforme avanza el proceso de urbanización:

    Aquí en Jurica todo ha cambiado, para Go-bernantes era cerro, para arriba de La Cam-pana también era puro cerro. El rancho de Ju-rica llegaba hasta la tortillería “La pasadita”[Dalias esq con Rosas] hasta ahí llegaba. (Con-cepción Alvarado, jubilada Hotel Jurica, 60 años)

    Del testimonio anterior destaca lo que Silva(2000) llama las marcas del territorio, el umbraldel territorio a partir del cual la gente se recono-ce. Sostiene que las fronteras tienen una acepciónindicativa como cultural. El uso social de un es-pacio marca los bordes dentro de los cuales losusuarios “familiarizados” se autoreconocen y porfuera de los cuales se ubica al extranjero, al queno pertenece al territorio. En este sentido, el te-rritorio se “territorializa” en la medida en que es-trecha sus límites y no permite (más bien exclu-

    ye) la presencia extranjera. En Jurica las personasson capaces de distinguir los puntos importan-tes desde donde comienza el pueblo (las entra-das) y reconstruyen sus fronteras, saben hastadónde llega el pueblo y lo que está fuera de él.

    Las personas mayores han vivido toda su vidaen el pueblo, sus relatos son recursos informa-tivos importantes para la (re)construcción de

    la memoria colectiva del lugar. En sus narra-ciones continuamente hacen referencia a luga-

    res y ediicaciones según el uso que tuvieronantaño, a las construcciones que sustituyeronotros espacios o las transformaciones radica-les del espacio y el entorno natural. Los bordeso las fronteras del pueblo son los espacios quemás han cambiado (los límites del pueblo con el

    fraccionamiento o con la carretera 57), en con-traposición, la zona del centro es la que menoscambios ísicos ha tenido. La mayor parte de la

    gente que vive en este sector son los usuarios de

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    las calles, los espacios públicos, los comercios,de todo lo que hay en Jurica. En este sentido, la

    gente no sólo se identiica con su pueblo, sinoque lo mantiene vivo porque lo habita y lo usa.

    El espacio imaginado

    Por espacio imaginado me reiero a las imágenes

    y proyecciones que la gente hace de su pueblo, asícomo a la percepción sensible que se desarrollapor estar y vivir allí (Silva, 2000; Licona, 2007).

    En principio pregunté por los lugares más bellos

    de Jurica, en orden de importancia, por el númerode menciones que se hicieron de ellos, están: laplaza, la iglesia o parroquia, la Capilla, la hacien-da, el cerro, las canchas, el hotel, el Regency, laCrucita, el rio y el bordo. Estos lugares se puedenagrupar en espacios de recreación y esparcimien-to, históricos, religiosos, naturales; aunque tam-bién se hace referencia a los mejor urbanizados(Regency, la “colonia”15  y Paseo del Mesón). En

    las respuestas aparecieron signiicados asociados

    a los espacios nombrados. Por ejemplo, de la pla-

    za se subrayó no sólo la relevancia que tiene en lavida cotidiana para la gente del pueblo como cen-tro de reunión por excelencia, también destacansus atributos ísicos ya que se le considera como

    un lugar limpio y pintado, con aéreas verdes, ca-racterísticas que hacen más placentera la estancia.

    Las respuestas conducen a señalar que la bellezade los lugares está asociada a otros campos semán-ticos. Los espacios son bellos por ser históricos, re-creativos, limpios, de recogimiento (paz), además

    se valora lo bello a partir del entorno natural: porel verdor, la vegetación, los paisajes y la tranqui-lidad que se puede experimentar en esos lugares.

    Ante la pregunta proyectiva ¿cómo les gustaríaque fuera Jurica? (espacio ideal), todos respon-dieron: “más bonito”, “tranquilo” y “más unido”.Los jóvenes además señalaron que les gustaríaun pueblo más civilizado, sin ignorancia, basura,vandalismo, graiti, pleitos, borrachos ni droga-

    dictos. Las respuestas hicieron referencia tam-bién a la calidad de vida, principalmente a los

    servicios públicos, cabe señalar que estos ser-vicios están en la agenda política de todos lospartidos y del gobierno municipal y estatal peropoco se hace. Los juriquenses quisieran más par-ques, vigilancia y mejoras en la infraestructura.

    Finalmente, para conocer la opinión de los juri-quenses sobre lo que necesita su pueblo, pregun-té: ¿qué le falta a Jurica? a lo que respondieron:

    “más acomodo” (ordenamiento territorial), in-fraestructura (botes de basura, pavimentación,

    semáforos, alumbrado, topes, espacios verdes),servicios de todo tipo (salud, vigilancia, segu-ridad, una escuela preparatoria, tiendas de au-toservicio –tipo oxxo-), educación cívica (ser

    más limpios, más organizados, más unidos16),empleo (más desarrollo, trabajo) y mayor co-municación (entre familias y con los hijos).

    Conclusiones

    Los cambios territoriales afectan no sólo el as-

    pecto ísico del lugar, sino también las relacionessociales y las formas de vida. La venta de la ha-cienda cambió drásticamente la ocupación de lapoblación. Pese a los cambios en estos órdenes

    (incluido el jurídico-administrativo), Jurica para

    sus habitantes sigue siendo un pueblo, existe unsentido de pertenencia que se (re)construye coti-dianamente, que se reinventa para no morir.17  Lamayor parte de su población, a excepción de ungrupo de jóvenes (quienes señalaron que podría

    convertirse en una colonia más de la ciudad), asu-

    me que vive en un pueblo porque a lo largo deltiempo se han construido rasgos identitarios queles permiten distinguir el nosotros de los otros yuna memoria colectiva que da cuenta de un es-pació vivido, un espació en donde se reconoce lagenealogía de las familias más antiguas y las sub-secuentes inmigraciones al pueblo. El espacio sedistingue en términos de quiénes lo ocupan, porejemplo cuando reieren que “arriba” fue donde

    se asentaron los que llegaron a vivir después al

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    pueblo y en La Campana vive “pura gente de fue-ra, ni los conocemos” Una memoria que de igual

    forma contribuye a construir una historia comúny a través de la cual trasciende la cultura local.

    El pueblo es un lugar en el que están inmersoscotidianamente, con el que están en contacto, ypor ende perciben que no cambia o cambia muypoco (están familiarizados), lo que ofrece una

    sensación de estabilidad, seguridad y calma.Esta sensación se ve reforzada porque Jurica seconcibe como un lugar vivido  (Michel de Cer-teau, 2007), un lugar en donde la gente se co-

    noce, comparten una memoria colectiva y unahistoria común. Lo que la gente más valora desu pueblo es su entorno natural, sus tradicionesy su  gente  (que se conoce), de esta manera seentretejen claramente el territorio y la cultura.

    En fechas recientes algunas calles, así comootros espacios (el río, los cerros, por ejemplo),

    han dejado de tener el uso social que antes tu-vieron por la creciente degradación, inseguridad,insalubridad y contaminación. Estos son algunos

    aspectos sustanciales que se debe atender nosólo para mejorar la calidad de vida, sino tambiénpara preservar y/o reestructurar el tejido social.Al respecto, señala Borja (2003), que una de las

    formas de enfrentar la inseguridad, revertir y/olimitar los procesos de degradación y manteneráreas de carácter popular (barrios, vecindarios,

    pueblos) en la ciudad, es generar una políticaurbana activa y permanente y una gestión des-centralizada. En este mismo sentido, Ramírez ySafa (2009) sostienen que a través de las políti-

    cas públicas, se pueden consolidar “territoriosgobernables”; para lo cual resulta decisiva la

    recuperación de las calles y parques (espacios

    públicos por excelencia, abandonados por la in-seguridad), para que operen como ámbitos deintercambio y comunicación en la búsqueda deun modelo de seguridad participativo, ámbito deidentiicación simbólica y de participación cívica.

    Finalmente, los pueblos en la ciudad son espa-

    cios que se han construido a partir de su propiahistoricidad, y en eso reside su particularidad y su

    fuerza, lo que los hace diferentes de otros espacios.La heterogeneidad de esos lugares contribuye a laconstrucción de la ciudad, son los que hacen mani-iestas las distintas formas de habitar y signiicar

    un espacio que todos compartimos, dado que laciudad, como sostiene Tamayo y Wildner (2005),

    es producto de la intención humana, resultadode la acción social, escenario de conlictos socia-les y derivación de manifestaciones culturales.

    Otras fuentes.

    • Archivo histórico del Registro Agrario Nacional (RAN) delega-ción Querétaro.

    • INEGI

    Notas.

    1 El presente artículo se deriva de un trabajo de investiga-ción más amplio que realicé durante 2009 y 2010 para obte-ner el grado de doctora en antropología social.

    2 Este proceso lo describe de igual manera Andrés Medina(2007) pero en una dimensión mucho más amplia. El autor

    señala que el área urbana de la ciudad de México se consti-

    tuía en un espacio particular que crecía rápidamente y arra-saba a su paso los antiguos pueblos, asixiando a la mayoría ydeteniéndose frente a aquellos que defendían su integridad:como lo muestran actualmente los que componen los anti-guos señoríos de Xochimilco, Tlalpan, Tláhuac y Milpa Alta.

    3 No voy entrar a detalle, solo mencionaré que el origen delpueblo se remonta al siglo XVI, era una estancia de ganadomenor, propiedad de un cacique otomí quien después la ven-dió a un español.

    4  Al respecto véase, Armando Silva (2000), García Cancli-ni (2005); María Ana Portal (1997, 2001, 2007), Patricia

    Safa (2001), Safa y Ramírez (1996), De la Peña y De la Torre

    (1994), Flores y Salles (2001) y Ernesto Licona (2007).

    5 La antropología urbana había privilegiado el estudio de laciudad, la urbanización generada por el crecimiento econó-mico y su expansión a partir de la migración rural-urbana,pero poca atención se puso a la otra cara de la moneda, alproceso inverso, es decir, a los pueblos a los que les “llegó”la ciudad.

    6 La movilización y la participación llamó poderosamentela atención por el alcance político y las demandas, a ellos sesumaron otros grupos como relejo de descontento social, el

    resultado fue la revitalización de una sociedad civil que bus-

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    caba el reconocimiento y participación en la toma de deci-siones ante un Estado en crisis que buscó en la privatizacióny en la autogestión una salida a los problemas de la ciudad y

    de la sociedad en general (Portal y Safa, idem: 41).

    7 La entograia implica realizar investigacion in situ, a tra-ves de la observacion, el registro y el analisis. La etnograía

    fue el elemento sustancial que nutrió buena parte de estetrabajo, pero hubo otros aspectos en los que fue necesarioechar mano de otras técnicas. Desarrollé un formulario-encuesta compuesto por un apartado de datos de ubicacióno categorías ijas y dos apartados más sobre evocaciones y

    usos del espacio. Cabe señalar que la estancia en campo fuefundamental para detectar algunos de los temas que máspreocupan a los juriquenses y que posteriormente incluíen los ítems de la encuesta. La aplicación del formulario-encuesta fue más de orden indagatorio y cualitativo, que

    probabilístico. Para profundizar sobre la dimensión espacialen relación a la memoria y los referentes identitarios traba-je con mapas mentales. Seleccione tres grupos a partir deltercer recorte metodológico que describo en el siguiente piede página.

    8 De aquí se deriva un tercer recorte metodológico a partirdel cual distinguí tres grupos generacionales: jóvenes (de

    12 a 29 años), adultos (30 a 59 años), y mayores (60 años

    y más).

    9 También véase Silva, 2000; Hoffmann y Salmerón, 1997.

    10 Véase, Augé 1995; Lindón, 2000, 2006.

    11 Véase Silva, 2000; Licona, 2007.

    12 El pueblo se dividió en dos AGEB (INEGI, 1990).

    13 Lo que los geógrafos denominan el “espacio vivido” es laexpresión de la interacción entre la naturaleza y la cultura,señalan que el espacio con sus ríos, tierras, volcanes, barran-cos, lora y fauna, existe independientemente de que esté o

    no ocupado por grupos humanos. Cuando una porción delespacio es habitado por uno o más grupos sociales, ocurreuna “apropiación social” del espacio. En efecto, es median-te la cultura que hombres y mujeres se apropian material ysimbólicamente de porciones de espacio. Al ocurrir esto seijan límites, fronteras que diferencian un espacio de otro,

    contribuyendo a la creación de identidades (Velázquez,

    1997: 113).

    14 En este punto se llevan a cabo las juntas de Sedesol yOportunidades, las reuniones con el delegado o las eleccio-nes para los presidentes comunitarios, Junto se encuentra lacancha de basquetbol y usos múltiples, así como los juegospara los niños y en seguida está la sede parroquial.

    15 Se reieren al fraccionamiento campestre.

    16 Se reieren a las divisiones internas entre los de “arriba”

    y los de “abajo” y los conlictos familiares por la herencia de

    las tierras.

    17 Un elemento fundamental que contribuye a ello son losrituales religiosos que dan cuenta de un ciclo festivo que sesustenta en la organización comunitaria, es decir, en un sis-tema de cargos. Dentro del ciclo ceremonial, la iesta patro-nal ocupa un lugar central.

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