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    EL IMAGINARIO DE IGNACIO DE LOYOLA

    AMAR, ELEGIR, BUSCAR

    Eduard Lpez Hortelano, s.j.

    PRLOGO...........................................................................................................................1. AMAR: E L AMOR DE LONH (AMOR DE LEJOS) .....................................................

    1.1. Ignacio y la misteriosa dama ...........................................................................1.2. Un amor de lejos, un amor no posesivo .....................................................1.3. Amor de lejos, la visin y la peregrinacin ...............................................

    2. ELEGIR: EL CABALLERO DE LA CARRETA.................................................................2.1. La carreta, un smbolo ambivalente ................................................................2.2. La libertad de Ignacio ....................................................................................2.3. Subirse a la carreta .........................................................................................

    3. BUSCAR: EL CUENTO DEL GRIAL..............................................................................3.1. Silencio con consecuencias ..............................................................................3.2. Bsqueda interior ............................................................................................

    EPLOGO.............................................................................................................................

    NOTAS .................................................................................................................................31

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    Edita CRISTIANISME I JUSTCIA R. de Llria, 13 - 08010 Barcelona tel: 93 317 23 38 fax: 93 317 10 94 [email protected] Imprime: Edicions Rondas, S.L. ISSN: en tr-mite ISBN: 84-9730-235-4 Depsito legal: B-44.000-09. Febrero 2010.La Fundacin Llus Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histrico perteneciente anuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el cdigo 2061280639. Para ejercitar los derechos de acceso,rectificacin, cancelacin y oposicin pueden dirigirse a la calle Roger de Llria, 13 de Barcelona.

    Eduard Lpez Hortelano es jesuita, maestro y licenciado en Humanidades por la UniversitatPompeu Fabra (Barcelona). Actualmente estudia teologa en la Pontificia UniversidadGregoriana (Roma).

    Todos los que en tu bsqueda andan, te tientan, / y los que

    de este modo te hallan, te atan / en gesto y en imagen. / Peroyo quiero abrazarte / como te abraza la tierra; / con mi madu-rez / madura tu reino. / Yo no anso de ti la vanidad / que tedemuestra. / Yo s que el tiempo / no es lo mismo que t. /

    No ejecutes por m ningn milagro. / Da la razn a tus leyes,las cuales, / de generacin en generacin, / se hacen visibles.

    Rainer Maria Rilke1

    A Michael-Paul Gallagher compaero jesuita.

    Atento en el amar, lcido en el elegir y buscador de posibilidades.

    A Felix Schaich, amigo jesuita,revelador de la pregunta: quin dice que el amor es comprensible?

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    PRLOGO

    Muchos han afirmado que Ignacio de Loyola es la bisagra entre elmedievo y la modernidad. En l se conjugan el caballero de la casa-torre de Loyola y el peregrino en busca de la voluntad de Dios. No obs-tante, resulta intil pretender disociar una identidad de la otra: las dos

    se complementan. Una no queda negada por la otra; al contrario, lasdos identidades corresponden al mismo Ignacio de Loyola: el oriundode las tierras vascas y el errante de insaciable bsqueda para en todoamar y servir a su divina majestad, autnticoleitmotiv de los EjerciciosEspirituales.

    Sobre Ignacio de Loyola se han escritomuchos libros y artculos y se han pro-nunciado eruditas conferencias. No setrata, pues, de intentar tejer una relacincausa-efecto entre las lecturas caballe-rescas y la persona de Ignacio, sinoaproximarnos a un imaginario, o lo quees lo mismo, al poder de la imaginacinen Ignacio de Loyola. De ah, el ttulode este escrito. No se trata de fantasearo de especular sobre si nuestro caballe-ro y peregrino ley o dej de leer unaobra caballeresca determinada sino dehablar del poder de la imaginacin, delintento de ir ms all de la realidad, de

    lo real. John Henry Newman lo ex-presa lcidamente en suGrammar of

    Assent al afirmar que el sentido de laimaginacin es hacer posible la expe-riencia de fe, es decir, hacer presente aDios en la propia vida de la persona. Poreso y aunque parezca una contradiccinpara nuestras mentes racionales, la pre-sencia se vuelve ausencia y la ausenciaes presencia. El imaginario del cual ha-blamos es ese tipo de conocimiento quems que teortico esexistencial,propiode toda sabidura de vida2.

    Amar, elegir y buscar

    Son esas tres metforas de la vida, esa

    sabidura o talante expresado en unasfiguras y unos prototipos latentes ya en

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    tiva, desea ser cautivo de eseamor delohnmotivo e impulsor de la peregrina-cin desde el deseo tan vivo de hacercosas grandes por amor de Dios [Aut.n.14] , pensando como siempre sola, enlas hazaas que haba de hacer poramor de Dios [Aut. n.17] , decidido avivir nicamente del amor de Dios sinapoyos humanos [Aut. n.35] hasta elgradual descubrimiento de que su amora Dios est lleno de decisin personalpero carente de humildad, caridad, pa-ciencia, discrecin para reglar y medirestas virtudes4.

    Elegir: El Caballero de la Carreta de Chrtien de Troyes

    Chrtien de Troyes naci hacia 1135.Sirvi al conde de Champagne y a su es-posa Mara, hija de Luis VII de Franciay Leonor de Aquitania, gran aficionadaa las letras. Despus pas a la corte de

    Felipe de Alsacia, conde de Flandes, ri-val de su primer protector. Muri hacia11905. El Caballero de la Carretapare-ce que fue compuesta entre 1177 y 1181a propuesta de Mara de Champagne.

    El libro plantea la siguiente situa-cin. Nos encontramos en la fiesta de laAsuncin en la corte del rey Arturo: ca-balleros, damas, el soberano La vi-sin ideal est configurada por el reyArturo, la reina Ginebra, Keu (orgullo-so, jactancioso) y Gauvain (paradigmadel modelo corts y consejero del rey).La armona de la corte se ve truncadapor un caballero extrao que humilla alrey pidiendo a la reina Ginebra a que al-guien le rete. Keu se irrita. Quiere de-fenderla pero todos saben que fracasa-r. El roman es todo el proceso de

    sacrificios del caballero , llamado poste-riormente Lancelot del Lago, en buscade su amada Ginebra, prisionera deMeleagant. La novela transcurre rpida-mente hasta el preciso momento en queel caballero se encuentra con la imagende una carreta y la presencia de un ena-no (verso 352). Lancelot tiene la opor-tunidad de poder encontrar a la reina pe-ro para ello ha de subir a la carreta,smbolo por excelencia del deshonor,del vituperio, del oprobio, de la ver-genza, y en definitiva de todo aquellocontrario a lo que representa ser caba-llero. De ah, el dilema entre subir o nosubir: tiene que elegir. Hay un carcterinfamante en la carreta. Razn y Amordiscuten y Lancelot vacila. VictoriaCirlot lo expresa diciendo: es la vaci-lacin de quien no quiere aceptar la pro-pia cruz6. El deseo de encontrar a la rei-na y su amor por ella conducen al

    caballero a subir. La carreta se convier-te ahora en camino de amor, quedandosu significado trastocado. Carreta y cruzmuestran una analoga interesante. Laeleccin ser ya una constante en la vi-da del llamado Lancelot: aqul que tie-ne que discernir y elegir entre dos vas,dos caminos, dos mundos, e intentar vi-vir en este mundo aquello que ms leayude en la prosecucin del fin para elcual ha sido criado [EE 23].

    El final de la novela, Chrtien deTroyes lo sita en el torneo de Noauz,donde Meleagant amuralla a Lancelotdestinndolo a una vida eremtica.Lancelot ha trascendido todoeros porun amor sacrificial a favor de su reinaGinebra. Hay un amor que sobrepasa to-do afecto desordenado. Es la gratuidad

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    pura. A partir del verso 6.150 continay acaba la obra un discpulo de Chrtienllamado Godefroi de Leigni, el clrigo.ste da unhappy end a la historia mos-trando a un Lancelot liberado de su pri-sin y vida eremticas estableciendo la justicia y la armona iniciales de la obraal matar al traidor Meleagant.

    Buscar: La bsqueda de Perceval en El cuento del Grial de Chrtien

    de Troyes

    El Cuento del Griales el ltimoroman

    de Chrtien de Troyes, comenzado ha-cia 1180 y que se interrumpi con sumuerte acaecida en fecha desconocida.Ciertamente, una obra enigmtica. Elinicio est marcado por la dedicatoria alconde Felipe de Flandes. Muy al estilode autores contemporneos del sigloXXcomo Italo Calvino, entre otros,Chrtien manifiesta suintentio finis, su

    intencionalidad. Y esto en pleno sigloXII resulta genialmente moderno. Heaqu el inicio tan revelador:

    Quien poco siembra, poco recoge, yel que algo quiere cosechar, eche susemilla en un sitio que le d dos-cientos por uno, pues en tierra quenada vale la buena semilla se seca ypierde. Chrtien siembra y echa lasemilla de una historia que ahora co-mienza7.En este caso la complejidad de la no-

    vela es ms notable que en la anterior.Chrtien sita al lector en la yerma flo-resta solitaria (gaste forest soutainne).No estamos en un espacio propiamentecaballeresco, es un espacio femenino

    dominado por una madre viuda y unmuchacho. En este contexto se produce

    el encuentro con un caballero. El mu-chacho, obsesionado por llegar a ser ca-ballero, quiere saberlo todo sobre caba-llera, de manera que va dibujndosetodo un camino de aprendizaje. Terco ensu deseo poco discernido, el muchachoopta por dejar a su madre cada al piedel puente (verso 620). Una imagenque ya no abandonar al aspirante a ca-ballero.

    En la corte del rey Arturo es califi-cado comoniche, salvage, fol, es decir,como alguien simple y torpe. No obs-tante, se inicia la transformacin del h-roe, su peregrinaje de conversin queviene marcado por tres experiencias:

    a. En el castillo de Goornemant,donde es armado caballero y dondetoma de repente conciencia de lamuerte de su madre.b. En Belrepeire, donde el mucha-cho recibe una formacin sobre lasarmas y el amor.c. En el castillo del Grial, donde elmuchacho ve pasar un cortejo espe-cial, es el squito con el grial y lalanza chorreando sangre que se diri-ge a la curacin del Rey Pescador.Debido a su desmedida inocencia ypor miedo a ser tenido por descorts,es incapaz de preguntar en ese mo-mento el porqu de esa escena.Prefiere esperar a otro momento, pe-rotempus fugit y ms tarde ya no po-dr preguntar. Es una experienciafundante para el muchacho que apartir de ahora recibir el nombre dePerceval, aquel que en su bsquedaatraviesa el valle. Perceval, es pues,

    la figura condenada a la bsquedapor no haber preguntado en el mo-6

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    mento justo y haber negado, en con-secuencia, la posibilidad del bienque traa consigo el grial. Esta con-ciencia el protagonista la asume apartir del dilogo que mantiene consu prima. Olvidado de Dios,Perceval cabalga errante y en abso-luta soledad por el desierto, lugar es-tril y sin vida. Ser en ese lugar yen tiempo de Viernes Santo donde elcaballero se confiese y llore arre-pentido sus pecados, relatando elmomento del cortejo del grial y susilencio delante de la pregunta sobrea quin iba dirigida la lanza, el grialy el plato (signos de salvacin parael Rey Pescador).La obra concluye con dos episodios,

    la aventura con la Orgullosa y elCastillo de las Reinas centrados en lafigura de Gauvain y mostrando ya a unPerceval movido por lasola caritasy elarrepentimiento, condiciones de posibi-lidad de retorno al castillo del Grial. Esos, si algo ha aprendido Perceval es a es-tar siempre en bsqueda.

    La cuestin del nombre

    No podra acabar este prlogo sin men-cionar la importancia esencial del nom-bre, la identidad.

    Ya sea en el caso deEl Caballero dela Carretacomo enEl Cuento del Grial,los dos personajes reciben su nombre enel justo y necesario momento en que op-tan por una vida vertebrada, ya sea porla eleccin de renunciar al honor y alprestigio caballeresco por amor, ya seapor la bsqueda como talante de vida.

    Antes de este momento, Chrtien se re-fiere a ellos como elcaballeroy elmu-chacho.

    No creo que sea casual. El nombrees la identidad, es la historia, es la per-sona definida por aquello que le mueve,aquello que siente y piensa. El nombreno es una banalidad. El nombre mueveal ser humano a un crecimiento, a estaren camino, a sumergirse y a encarnarseen un tiempo y lugar concretos.

    El nombre trasciende una conven-cionalidad. Va ms all. Ser designadocon un nombre es ser designado comoser en el universo, elser-aqu heideg-geriano ( Dasein), el Hombre proyecta-do en la realidad del universo con suspensamientos, con sus opciones de vi-da, con su plena responsabilidad, liber-tad y conciencia, es decir, el ser plena-mente Imago Dei, imagen y semejanza(Gn 1, 26). En consecuencia, tener nom-

    bre es ser, reafirmar, reconocer la pro-pia dignidad a la que todo hombre es lla-mado a respetar y a realizar. Y sin dudaalguna, estar sin nombre es ser hombresin valor (Job 30, 8)8.

    Es ms, slo es necesario traer a lamemoria el horror del holocausto parareconocer cmo ser sin nombre es unno-ser, simplemente un nmero, un co-lor y un pijama a rayas.

    Veamos las correspondencias entreel momento en que recibe el nombrepropio la persona, el momento revela-dor que posteriormente dar este nom-bre y sus consecuencias de vida. Lo ve-remos para los tres ejemplos citados, ytambin para la figura de Ignacio deLoyola y de Jesucristo.

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    El Caballero de la Carreta Nombre dado

    Hay una identidad hasta entonces velada. El nombre, el reconocimiento ser puesto en bocapor la propia reina Ginebra. Hasta ese momento Lancelot es slo uncaballero . Al ser pronun-

    ciado su nombre, el caballero reconstruye toda su andadura peregrina, su eleccin al subir a lacarreta de la vergenza y del deshonor movido por amor. La eleccin ha merecido la pena, laeleccin por amor ha dado sentido a su vida. Por eso el nombre dado casi al final delroman remite a esa experiencia clave de duda y eleccin.versos 3650-3700:

    Lo que me habis rogado dice la reina carece a mi entender de malicia y perversidad. Nohay sino bien en ello: Lancelot del Lago se llama el caballero, estoy segura [] Al or su nom-bre, Lancelot no tard en volverse. Gira sobre s mismo y ve arriba a aquella que en el mun-do ms deseaba ver.

    Momento revelador del nombre

    He aqu el momento inicial, de duda entre si subir a la carreta o no. Es momento crucial. El ca-ballero tiene que elegir movido por la Razn o bien por el Amor. Es aqu donde se forja la iden-tidad de quien ser Lancelot del Lago.versos 350-400

    El caballero a pie, sin lanza, avanza hacia la carreta, y ve a un enano sobre el pescante, quetena, como carretero, una larga fusta en la mano; y dice el caballero al enano: Enano, por Dios!, dime si t has visto por aqu pasar a mi seora la reina.[]Pero Razn, que de Amor disiente, le dice que se guarde de montar, le aconseja y advierte no

    hacer algo de lo que obtenga vergenza y reproche. No habita el corazn, sino la boca, Razn,que tal decir arriesga. Pero Amor fija en su corazn y le amonesta y ordena subir en seguidaa la carreta. Amor lo quiere, y l salta; sin cuidarse de la vergenza, puesto que Amor lo man-da.

    Consecuencias de vida

    Ya los griegos afirmaban que una vida no reflexionada era una vida que no mereca ser vivida.Lancelot tiene que elegir en un momento especfico pero crucial de su vida. Me parece que es-to no es nada ajeno a la experiencia de Ignacio de Loyola y de toda persona. Ya ahondaremosms tarde sobre este tema. No obstante, la eleccin tiene que ver con el deseo y con la accin.

    Lancelot sube a la carreta de la vergenza pero movido por Amor. En nuestras vidas, toda ac-cin conlleva una eleccin, y elegir supone optar, la cual cosa implica renunciar, porque la razlatina de decidir,scindere, significa cortar, re-cortar entre otras posibilidades, igual que hace fal-ta podar un rbol para que crezca en una sola direccin9.

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    El Cuento del Grial Nombre dado

    El muchacho sin nombre desde el inicio slo tiene una sola idea: querer ser caballero. Pero elgran fracaso en el Castillo del Grial le hace cambiar. He aqu el momento en que recibe el nom-

    bre propio.

    versos 3500-3600

    l que no saba su nombre, lo adivina y dice que se llama Perceval el Gals y no sabe si di-ce la verdad o no, y dice la verdad sin saberlo. Al orlo la doncella, se levanta ante l y le dicecomo enfadada: Ha cambiado vuestro nombre, amigo. Cmo? Perceval el Desgraciado. Ay!, Perceval, desdichado, qu infortunado eres por todo lo queno has preguntado.

    Momento revelador del nombre Unos versos anteriores a recibir el nombre, el muchacho que ser llamado Perceval el Galsha vivido la experiencia fundamental de su vida. Ha visto pasar el squito del grial, los cande-labros y la lanza con la gota de sangre. No se ha atrevido a preguntar por no querer ser des-corts.versos 3200

    [] y todos los de all vieron la lanza blanca y el hierro blanco, y desde la punta sala una go-ta de sangre que corra hasta la mano del criado. Esta cosa admirable vio el muchacho, queall haba llegado aquella misma noche, y se abstiene de preguntar cmo ocurra aquello []teme que si preguntaba se lo tomaran como simpleza, y por eso no pregunta nada [] cuan-

    do entr all con el grial que llevaba, sobrevino tan gran claridad que todas las velas perdieronsu luz como las estrellas y la luna cuando sale el sol [] igual que la lanza, pasaron por de-lante de l y fueron de una habitacin a otra. El muchacho los vio pasar y no se atrevi a pre-guntar.El muchacho recibe el nombre de Perceval. Un nombre formado por el verbopercer ( atrave-sar) y el sustantivoval (valle) e indica el destino que espera a nuestro hroe: una larga activi-dad como caballero errante hasta que sea merecedor de las aventuras que le corresponden10.

    Consecuencias de vida

    Cuntas veces no hemos odo hablar de las falsas prudencias! No preguntamos por querer sersencillos y, sin embargo, queremos tener respuestas al mal, a las injusticias, a la enfermedad.Queremos tener respuestas, en general, a situaciones lmite de nuestras vidas o de las ajenas.Pero preguntarse uno mismo pues, la verdad, no est muy de moda. En definitiva, pregun-tarse es ser profundo y esto cuesta y tiene adems un precio a pagar: la incomprensin de losque se mueven en la superficialidad. Perceval no pregunt en su momento y se vio obligado asalir a buscar lo esencial que es invisible a los ojos como repite el principito de A. S. Exupry.Una vida en bsqueda es una vida que nos adentra en nuestros sentimientos, pensamientos yacciones como tantas veces nos lo repite Ignacio de Loyola en la slita oracin preparatoria delos Ejercicios Espirituales11.

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    Ignacio de Loyola Nombre dado

    En Ignacio de Loyola y para los primeros compaeros jesuitas es importante la cuestin delnombre. Cmo llamarse? Cmo darse a conocer? En definitiva, es la pregunta por la identi-

    dad que habla de quines son y a qu se dedican. Hagamos un salto en el tiempo para situar-nos en 1537 y en 1550 cuando Ignacio de Loyola y los primeros compaeros jesuitas reflexio-nan sobre la cuestin del nombre. En Vicenza, a fines de 1537, se propuso la cuestin delnombre. Dice Polanco: que, tratando entre s cmo se llamaran a quien les pidiese qu con-gregacin era esta suya, comenzaron a darse a la oracin y a pensar qu nombre sera msconveniente, y visto que no tenan cabeza ninguna entre s ni otro prepsito sino a Jesucristo,a quien slo deseaban servir, parecioles que tomasen nombre del que tenan por cabeza, di-cindose Compaa de Jess12.En 1550, la Compaa de Jess es aprobada como orden religiosa por el Papa Julio III con labula Exposcit debitum . En ella, se encuentra la Frmula del Instituto: Todo el que quiera mili-tar para Dios bajo el estandarte de la cruz en nuestra Compaa, que deseamos se distinga conel nombre de Jess, y servir solamente al Seor y a su Esposa la Iglesia bajo el RomanoPontfice.

    Momento revelador del nombre

    Detrs de estos dos textos presentados hay una experiencia reveladora personal en Ignacio deLoyola y colectiva como Compaa de Jess en los primeros compaeros. Qu hay detrs deestas dos declaraciones de intenciones? Una experiencia profunda de Dios en sus vidas vis-lumbrada en los Ejercicios Espirituales que los primeros jesuitas haban vivido y, confirmada,en la experiencia de oracin ntima, que remite a la realidad anunciada por el profeta Oseasyo soy el Santo, que estoy en medio de ti, y no he venido a destruirte (Os 11, 9).Especficamente, Ignacio vive tambin, como en los casos de Perceval y Lancelot, un cambiorenovador en su vida: el caonazo en Pamplona, su convalecencia en la casa-torre, la anda-dura peregrina hasta Montserrat, la vigilia de armas delante de la Virgen, su vida en Manresa,etc. Son tantos los momentos ntimos de vivencia de Dios! Pero detrs del nombre de laCompaa de Jess hay un momento revelador esencial que expresa el deseo de un hombretocado por el rostro de Dios. Este momento es la llamada visin de la Storta a 16,5 km de Romaque Ignacio describe en la Autobiografa n.96:Y estando un da, algunas millas antes de llegar a Roma, en una iglesia, y haciendo oracin,sinti tal mutacin en su alma y vio tan claramente que Dios Padre le pona con Cristo, su Hijo,que no tendra nimo para dudar de esto, sino que Dios Padre le pona con su Hijo.

    Consecuencias de vida

    Para Ignacio, como para los primeros compaeros y para todo jesuita de ayer, hoy y maana,el nombre de Compaa de Jess no es simplemente un nombre corporativo, ni el de una be-nemrita sociedad de hombres altruistas. El jesuita se siente compaero de Jess, frgil perollamado a vivir hondamente elprimo Deum , a desear estar bajo la bandera de la Cruz, a sen-tirse Iglesia peregrina y caminante con sus gozos y sus sombras. El jesuita est al servicio delas almas incluso de la propia y la de sus compaeros con los que vive su vocacin comocon- vocacin .

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    En consecuencia, el caballeroLancelot y el muchacho Perceval, jun-to al amor de lejosvivido por JaufrRudel, pueden ayudar a entrar en el

    mundo imaginativo que ayud a confi-gurar el modo de estar en la vida deIgnacio: su pasin por la vida, por el

    Reino y por Cristo. Sin ms, animo allector a deleitarse en una lectura con-templativa de las siguientes palabrasen lo que los monjes llamanlectio di-

    vina (theia anagnosis), alimento y co-raje para cada una de nuestras vidascristianas.

    Jesucristo Nombre dado

    Por lo que tambin Dios le exalt sobre todo / y le otorg el nombre sobre todo nombre / pa-ra que en el nombre de Jess toda rodilla se doble, / (seres) celestiales y los de sobre la tie-

    rra y de debajo de la tierra / y toda lengua confiese / que es Seor Jesucristo / para gloria deDios Padre (Fp 2, 9-11)

    Momento revelador del nombre

    La cruz como realidad que trasciende todo tiempo y todo momento desde un tiempo y un mo-mento concretos. La cruz exprime con toda su fuerzala redencin del gnero humano [EE 107].El nombre de Jesucristo, su identidad, su fuerza redentora traspasa los clavos de la cruz sien-do as la posibilidad trascendental para el hombre de contar seriamente con el nico Dios-Hombre13.

    Consecuencias de vida El nombre de Jess. No es ningn ttulo honorfico y si de honor tiene algo es su carga de amorprofundo, significativo, reconciliador entre el Hombre y su Creador. El nombre de Jess recon-cilia, sin ninguna duda. El Cristo roto reconstruye lo irreconciliable por el pensamiento y el sen-timiento humanos. Humaniza lo deshumanizado14. Es as como la justicia de Dios se encarna.Una justicia que no es ms que la llamada a reconstruir la semejanza de hijos y de hermanos.Una justicia que nos llama a vivir una relacin personal con el Inefable que se entrega por amorhasta la muerte y una muerte en cruz. Inexplicable, es cierto. Esto es vivir el misterio de la feque debera tocar lo ms profundo del corazn del hombre y del ser cristiano. Son tantas nues-tras confusiones, las ambigedades personales, las lagunas de desorden interior entre lo que

    pensamos y lo que hacemos! El nombre de Jess nos muestra el verdadero rostro humano y,por lo tanto, la dimensin de humanidad en nuestro modo de sentirnos, pensarnos y relacio-narnos.

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    Lanquan li jorn son lonc en maim'es belhs dous chans d'auzelhs de lonh,

    e quan me sui partitz de lairemembra.m d'un 'amor de lonh:vau de talan embroncx e clis,

    si que chans ni flors d'albespisno.m platz plus que l'iverns gelatz

    Jaufr Rudel,Lanquan li jorn son lonc en mai 15 15 .

    [...] Y de muchas cosas vanas que se le ofrecan, una tena tantoposedo su corazn, que se estaba luego embebido en pensar en

    ella dos y tres y cuatro horas sin sentirlo, imaginando lo que habade hacer en servicio de una seora, los medios que tomara para

    poder ir a la tierra donde ella estaba, los motes, las palabras que ledira, los hechos de armas que hara en su servicio [...]

    Ignacio de Loyola.Autobiografa, n. 6.

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    1.1. Ignacio y la misteriosa dama

    Es de gran importancia situar este hechodentro de la trayectoria vital de Ignacio.l se encuentra convaleciente en su ca-sa, donde su primer deseo de leer nove-las de caballeras no puede ser satisfe-cho. Las largas horas frente al paisajevascuence las pasa leyendo las heroicasVita Christiy elFlos sanctorumque le

    inspiran bellos deseos an no muy dis-cernidos.

    El segundo deseo que en l va for- jndose, el de querer imitar la vida deJess y de los santos, se ve envuelto, taly como expresa el nmero 6 de la Autobiografa, por la presencia imagi-nativa de una dama a la cual quiere ren-dirle honrosamente palabras y servicio.

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    1. AMAR: EL AMOR DE LONH (AMOR DE LEJOS)

    La primera aproximacin al imaginario de Ignacio es, sin duda, el amorque siente por la ms noble de todas las damas a quien quiere ren-dir su servicio. Quin es esta seora o dama? El nico dato descripti-vo es que la seora no era de vulgar nobleza. Por lo tanto, no se

    trata de un amorvulgaris sino, como decan los autores neoplatnicos,de un amorcaelestis.

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    De esta manera, Ignacio revela su fa-ceta de amante. Un hombre que deseauna mujer pero que sabe que su amor esimposible y que, en consecuencia, debetransformarlo en una realidad trascen-dente y superior. Aqu pueden surgir nu-merosas cuestiones: Es Mara esta se-ora? Es algn amor de juventud?

    La rendicin generosa y servil delamante a su seora como acto de vasa-llaje supone una bella forma de amardonde pasin y mstica se rozan. Ursvon Balthasar lo expresar as: la bue-na intencin es la dbil designacin deuna realidad mucho mayor [] paraque Dios sea glorificado en todo (SanBenito) y acontezca todo para mayorgloria de Dios (San Ignacio deLoyola)16.

    Ignacio lee en las novelas caballe-rescas cmo el trovador o el caballerose reconocen vasallos de una Dama ele-gida. Denis de Rougemont lo expresacomo un amor al amor.

    Habra que recordar aqu el pasajedescrito en la Autobiografa15-17. Esel famoso texto sobre el encuentro deIgnacio de Loyola con un moro, caba-llero en un mulo tal y como lo descri-be. De pronto, empiezan a entablar undilogo sobre la virginidad de Mara. Elchoque de religiones deviene inevitable.Pero el moro marcha y deja en Ignacioun descontento, un desnimo. Aquellaalma inflamada en Loyola se pierde enla indignacin y la rabia por consentirque el moro hiciese tales afirmacionessobre su amada. El ultraje, la deshonraan no entraban en los esquemas deIgnacio. Le vienen deseos de irlo a bus-car y darle pualadas. Quin sabe simatarlo! De Ignacio sale el profundo

    amor caballeresco tan ledo en el Amads17 y tan presente en su imagina-rio. Cmo iba a consentir l, todo uncaballero, que el moro insultara a suamada? El verdadero caballero se de-dicaba a una sola dama y prometa ser-le fiel. Ella posea una formacin culta,saba cantar, tocar, hacer versos; apare-ca ante los caballeros con una superio-ridad moral; la consideraban rbitro desus destinos18.

    No es ste un episodio aislado, elprofundo amor a su Seora se ir repi-tiendo a lo largo de su trayectoria vital:Arnzazu y Montserrat sern dos iconosde la presencia de la Amada que le per-miten llegar al Amado. No es de extra-ar que en los Ejercicios Espiritualesuna de las notas predominantes sea lapresencia de Mara como intercesora:aqulla a quien se le pide en los famo-sos triples coloquios que ponga al ejer-citante con Nuestro Seor. O en laContemplacin del Nacimiento [EE114] donde el ejercitante se hace unpobrecito y esclavito indigno mirando,contemplando y sirviendo en sus nece-sidades a Nuestra Seora, a Jos y alNio.

    El amor a Mara es tan profundo queIgnacio de Loyola, al iniciar la CuartaSemana de Ejercicios, y habiendo con-templado los misterios de la Pasin yMuerte de Jess, sugiere como primeraContemplacin la de como ChristoNuestro Seor apareci a Nuestra Seo-ra [EE 218]. Qu inslito! Ignacioquiere poner al ejercitante entre el en-cuentro amoroso de Madre e Hijo. A-qulla que se hizo presente en la Encar-nacin, aqulla que guardaba todo ensu corazn, aqulla que sigui desde la

    14

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    humildad y la discrecin el caminoapostlico de Jess, aqulla que tuvo queescuchar los gritos pidiendo la crucifi-xin de su hijo, aqulla que llora, aqu-lla que est al pie de la Cruz resulta serel primer testigo de la Resurreccin.

    1.2. Un amor de lejos, un amorno posesivo

    El amor descrito por el trovador JaufrRudel es un amor muy presente enIgnacio. Un amor que pretende ir msall de cualquier tiempo, lugar y hora. Yque en el Peregrino hace aumentar todafe, esperanza y caridad. Petrarca dedi-car a su amada Laura un soneto en elprimer aniversario de su amor:

    Y bendigo el lugar, el tiempo y hora / que a la alteza mir que me sostie-ne / y a mi alma digo: alegre ser con-viene / quien fue de tanto bien me-recedora. / De ella te viene el nimoamoroso / que por seguirle al sumobien te gua / dejando lo que todohombre desea. / De ella es el pensa-miento venturoso / que al cielo vapor ms derecha va, / tal que de unaesperanza alta me arrea.El amor de Ignacio a su Seora le

    eleva, le lleva a nuestro Seor. Preciosoencuentro entre el Hombre y su Creador.Ciertamente, un amor que trascendertodo lmite material. As se entiende laContemplacin para alcanzar Amorde losEjercicios Espiritualeso esa co-municacin de la que Ignacio habla enel EE 231:

    El amor consiste en comunicacinde las dos partes, es a saber, en dar

    y comunicar el amante al amado loque tiene o de lo que tiene o puede,y as, por el contrario, el amado alamante; de manera que, si el uno tie-ne ciencia, dar al que no la tiene, sihonores si riquezas, y as el otro alotro.Ese amor de lejos purificado que se

    mueve entre la visin y la peregrinacincomo ms adelante veremos. Un amorde lejos, una comunicacinlejosde to-da posesin. Ya sea en una relacin depareja, en un matrimonio, en nuestras

    mltiples relaciones afectivasdebe-mos ser conscientes que quien amavuela, corre y se alegra, es libre y noembarazado. Todo lo da por todo; y to-do lo tiene en todo; porque descansa enun Sumo Bien sobre todas las cosas19.

    El amor de lejos proclamado porJaufr Rudel,lamor de lonh, no tienenada que ver con la posesin sino ms

    bien con la comunicacin ms sublime,como manifiesta Ignacio de Loyola.Tanto el trovador Jaufr como el mista-gogo Ignacio tuvieron que aprender mu-cho sobre el amor, pues no es tarea fcilamarse de igual a igual: esto es quizlo ms difcil que nos ha sido encomen-dado, la tarea suprema, la prueba y elexamen ltimos, el trabajo para el que

    cualquier otro trabajo es slo prepara-cin20. De hecho, Ignacio de Loyola lu-char a lo largo de su vida para purificarsu amor de toda vanagloria, todoafecto desordenado, como afirma elinicio de los Ejercicios Espirituales, esdecir, de todas aquellas pequeas ograndes telaraas que esclavizan nues-tro corazn, nuestra esencia de humani-

    dad y nos impiden ser personas, hom-bres y mujeres capaces de amar.15

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    Me acuerdo que un da, que iba enmetro, me detuve a observar las perso-nas que estaban enfrente de m. Unhombre de mediana edad, dos jvenesturistas mirando un mapa de la ciudad yun seor mayor con su nieto de dos otres aos. Casi todas las personas de mialrededor miraban con ternura a ese ni-o. l responda con afecto infantil, cla-ro est. Todos intentaban ser afables conaquel nio del que esperaban slo unasonrisa. Pero una persona movida porun deseo de posesin quiso acariciarle ytomarle en brazos. El nio rpidamenteempez a llorar ante el desconocido: laternura, el espacio de amabilidad, se ha-ban roto por la posesin.

    Me parece un smbolo de la realidadque vivimos en nuestras vidas.

    El amor en plena profundidad se vetruncado por el afn de posesin, queprecisamente rompe eseamor de lonh,esa posibilidad de recrear el deseo de in-finitud.

    El amor de lejos rudeliano con-verge con el deseo de Ignacio de puri-ficar todo desorden del afecto a fin deque el ser humano, la persona, viva ple-namente su sentido sin ligaduras niopresiones y viva en abundancia elencuentro cara a cara con el Inefable,con el Rostro de Dios que nos descu-bre, nos desvela nuestro rostro humano.Y es que amar, como afirmaba Rilke, esla ms sublime de las tareas de la per-sona.

    Y yo aadira, adems, el amar eslo ms sublime del ser del Hombre por-que el que no ama no ha conocido aDios, porque Dios es amor (1Jn 4, 8)

    ya que lo ms sublime del ser de Dioses amar.

    1.3. Amor de lejos, la visin y laperegrinacin

    En mi vida de jesuita he podido encon-trar diferentes personas en diferentes lu-gares y tiempos. Uno va aprendiendo noa des-afectarse de personas y situacio-nes sino a vivir en des-posesin. Elamor proclamado por Jaufr Rudel tie-ne que tener una distancia, con un espa-cio y con un tiempo. Ignacio de Loyolacrea tambin esa distancia para purificarel corazn del hombre, fruto de su ex-periencia vital. Esa distancia, ese amorde lejos, precisamente son losEjercicios Espirituales21. Una distanciadibujada por lavisiny por la peregri-nacin.

    En primer lugar,una visin. Para po-der desear amar nos tenemos que sen-tir amados, sobre todo, nosotros mis-mos. Esto no es egosmo. Tampoco megusta llamarlo autoestima, es demasia-

    do psicolgico. Hay un amor a s mis-mo que tambin habla de tomarse tiem-po y espacio para reconocerse, parasentir todo el potencial que llevamos ,como en vasijas de barro, para mostrarque ese poder tan grande viene de Diosy no de nosotros (2 Cor 4, 7). Amarsees necesario para la visin de la recon-ciliacin a la cual estamos llamados, pa-

    ra vivir pacficamente con nuestras in-coherencias, nuestras ambigedades ynuestros lmites. Quizs asumiendotambin las heridas de un pasado quenos hace sufrir. La visin delamor delejosde Dios habla de una ausencia quese hace presencia, es decir, la predilec-cin de Dios por el Hombre porque pa-ra l es un ser especial.

    Y mediante este movimiento inter-no, la persona entra en otro tipo devi-16

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    sin: la vida de Cristo. As se entiende,sin duda alguna, la repetida peticin delos Ejercicios demandar conocimientointerno del Seor, que por m se ha he-cho hombre, para que ms le ame y lesiga.

    Como Jaufr Rudel, Ignacio mues-tra ese amor de lejos que cambia a lapersona, hacindola ms libre. Para elloes necesario reconocerse como hijo e hi- ja de Dios y hermano y hermana delmundo que le rodea.

    En segundo lugar,una peregrina-

    cin.Rudel con suamor de lonhno s-lo muestra la visin sino el tema delviaje, la peregrinacin como posibili-dad de acercar la distancia del amor. Lavida de Ignacio es todo un peregrinaje ylos Ejercicios Espirituales son ese viajede purificacin, demetanoia, conver-sin y salvacin. Es el camino para vi-vir plenamente el amor que se ha de vi-

    vir ms con las obras que no con laspalabras ya que en cuestin de amor,la palabrera no tiene cabida. Por eso, elfinal de los Ejercicios Espirituales no esun final cerrado, ni tampoco un final fe-liz. De aqu que la Contemplacin paraalcanzar amor (EE 231) recuerde a lapersona la dinmica de libertad y gra-tuidad a la cual ha sido llamada duran-

    te todala visiny peregrinacin, los dosmbitos del amor de lejos. Por este mo-tivo, este amor debe ser vivido en lo co-tidiano de la persona. Un amor de lejosvivido desde la memoria del perdn, delperdonarse y del perdonar porque el

    perdn habla de una originaria bondaddel hombre, recuerda que el mal no esla ltima palabra porque precisamenteno es constitutivamente la primera22.

    No puedo acabar esta breve aproxi-macin alamor de lejossin mencionarcomo esta vivencia del amor nos re-cuerda el deseo de infinitud. El amor delejos nos abre a la posibilidad de seguircreciendo en libertad, en gratuidad enservisionariosy peregrinosen esta vi-da, la nica que nos toca vivir con susgozos y sus sombras. No podemos malsoarnos. Como dice Emily Dickinsonhabitamos en la posibilidad y vivir as nos debera hacer seres abiertos de mi-ras, seres ms comprensivos con noso-tros mismos y con los dems.

    La poesa de Rilke nos puede ayudara entender esta vivencia del amor de le- jos en Jaufr Rudel y en el imaginariode Ignacio:

    Estoy de ti tan lejos / y anhelo ir ha-cia ti. / Me oyen slo las estrellas, / que avanzan silenciosas en lo alto. / Y lo que yo te oculto / no puede es-tar velado / para ellas, pues el alma / en m contemplan hasta lo mshondo.All leen mis anhelos, / all esclare-ce el claro resplandor / el motivo demis lgrimas, / el motivo de mis pe-nas, / y el deseo, que quisiera / esca-parse por los labios. / Me oyen slolas estrellas / que avanzan silencio-sas en lo alto23.

    17

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    No se par all largo rato [Gauvain] sino que avanza con raudo paso,hasta que volvi a ver, por azar, al caballero, a pie, completamente

    solo, completamente armado, el yelmo enlazado, el escudo al cuello,ceida la espada, que haba llegado delante de una carreta. Por

    aquel entonces las carretas servan como los cadalsos de ahora; yen cualquier buena villa, donde ahora se hallan ms de tres mil, no

    haba ms que una en aquel tiempo.Y aqulla era de comn uso como ahora el cadalso para los asesi-

    nos y traidores, para los condenados en justicia, y para los ladronesque se apoderaron del haber ajeno con engaos o lo arrebataron porla fuerza en un camino. El que era cogido en delito era puesto sobrela carreta y llevado por todas las calles. De tal modo quedaba con el

    honor perdido, y ya no era ms escuchado en cortes, ni honrado nisaludado [...] Enano, por Dios! dime si t has visto por aqu pasar ami seora la reina. El infame enano no le quiso dar noticias sino que

    le contesta: Si quieres montar en la carreta que conduzco, maanapodrs saber lo que le ha pasado a la reina[...].

    Pero Razn, que de amor se aparta, le dice que se guarde de mon-tar, le aconseja y le advierte que no emprenda ni haga nada por lo

    que pueda tener vergenza ni reproche. Razn que se atreve a deciresto, no est en el corazn sino en la boca, pero Amor que estencerrado en su corazn, le ordena [y le aconseja] que suba de

    inmediato a la carreta. Amor lo quiere y l salta, pues nada le impor-

    ta la vergenza, ya que as Amor lo ordena y quiere24

    .

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    2.1. La carreta, un smboloambivalente

    Para Lancelot, como en la experienciade los Ejercicios Espirituales y en lapropia vivencia de Ignacio, la eleccines objeto de libertad y fuente de amor.La mirada del hombre es puesta en re-lacin con la mirada de Cristo en el

    cual el amor se convierte en el criteriopara la decisin definitiva sobre la va-

    loracin positiva o negativa de una vidahumana. Jess se identifica con los po-bres [...]. Amor a Dios y amor al prji-mo se funden entre s: en el ms humil-de encontramos a Jess mismo y enJess encontramos a Dios25.

    Igual que Lancelot, aquel que quie-ra poner ms el amor en las obras que

    en las palabras [EE 230] debe enfren-tarse cara a cara con su propia realidad19

    2. ELEGIR: EL CABALLERO DE LA CARRETA

    En Mt 16, 24 se advierte, en relacin al seguimiento de Cristo y a laconstruccin del Reino, lo siguiente: si alguno quiere venir en pos dem, niguese a s mismo, tome su cruz y sgame. En palabras de R.W. Emerson el nico regalo es una parte de ti mismo. Esto conlleva

    un sacrificio y una eleccin. Tambin el Caballero de Chrtien deTroyes es puesto enfrente de una carreta, aqulla que le acompaaraa lo largo de su bsqueda. Una carreta erigida como smbolo del des-prestigio y del deshonor tan propio de los reos y tan contrario a losgrandes valores caballerescos. Por eso, el caballero vacila, duda, mos-trndose reticente. Razn y Amor discuten dentro de Lancelot. La vozdel honor y del sistema de los grandes valores corteses le indica queno es el mejor camino, pues subir le llevar a la perdicin. Por otraparte, la voz del deseo y del amor lo empujan hacia la Carreta comocamino de bsqueda, libertad y amor.

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    como aquel Edipo ante la Esfinge eimaginando a Cristo nuestro Seor de-lante y puesto en cruz, preguntarse quhe hecho por Cristo, lo que hago porCristo, lo que debo hacer por Cristo[EE 53].

    2.2. La libertad de Ignacio

    Elegir es libertad que slo se afirma ensu uso. De esta manera, en toda elec-cin, por tanto, el hombre debe com-portarse como hijo, como ese hijo quees (hijo siempre nico, y como nico,unido a cada uno de sus hermanos); de-be traducir en la opcin que toma la ver-dad de su ser filial y por lo tanto frater-nal26.

    Dos son los pilares fundamentalesdonde Ignacio hace reposar esta libertad.

    2.2.1. Principio y Fundamento [EE 23]

    Creo que este himno introductorio delproceso de Ejercicios es se respirarvida a pleno pulmn27. Sin duda algu-na, es el canto que mira el mejor de losmundos posibles en el cual vive el hom-bre recordando aquella memorablefrase de Leibniz. Muchas personas handenominado este texto como la puertade entrada a los Ejercicios y, ciertamen-te, adentra al ejercitante a una experien-cia de vida y a un ejercicio de libertadrespecto a s mismo y respecto a Dios.Aqu es donde se muestra la relacin en-tre medios y fin que debe sopesar la per-sona para salvar su nima, es decir, larealizacin plena de uno mismo, del yomismo. No obstante, hay que hacer una

    aclaracin. No se trata de una autorrea-lizacin al estilo delhomo psicologicus

    proclamado por la postmodernidad. Elsecreto y la gran aportacin, desde mipunto de vista del Principio y Funda-mento, es precisamente orientar a la per-sona a vivir en libertad, encontrarseconsigo mismo y con el Dios que le crea su imagen y semejanza (cfr. Gn 1, 26).

    El ejercitante comienza losEjercicios haciendo memoria de eseamor derramado de Dios hacia l en elmismo acto de la creacin y en su his-toria de salvacin. El ejercitante, igualque el Caballero de la Carreta, encuen-tra un espacio entre la realidad y l mis-mo. Pasa por el corazn (sentido etimo-lgico de la palabra recordar) sucondicin de imagen de Dios, en ex-presin de Gonzlez Faus: semilla delo filial.

    De esta manera, la palabra hebreatselem (imagen) adquiere su sentidooriginario y fuerte en tanto que ser unasemilla, una huella del amor de Dios queni nadie ni nada podr borrar del cora-zn y de la condicin humana. Yaqu esdonde radica su libertad. Por lo tanto,el fin al cual somos criados es una in-vitacin a vivir en libertad, libres de es-clavitudes y desde el ms profundo sen-tirse imagen de Dios porque esto es loque nos ana como hijos y como her-manos. As, Ignacio de Loyola exponesu visin del hombre, una perspectivapositiva y desde la gratuidad de la pro-pia historia de salvacin. As tambin,la experiment el Pueblo de Israel en surelacin con Dios, relacin materializa-da en la Alianza.

    Con el Principio y Fundamento, lapersona renueva y recuerda el paso de

    Dios en su vida. Se encuentra a s mis-mo reafirmando el precioso tesoro del20

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    hombre: su libertad. Algo que ms seprecia y se valora cuando se carece deello, tal y como ha sucedido tantas ve-ces en la historia de la humanidad.Recordemos slo ese prlogo de PrimoLevi enSi esto es un hombre:

    Los que vivs seguros / en vuestrascasas caldeadas, / los que os encon-tris, al volver por la tarde, / la co-mida caliente y los rostros amigos: / considerad si es un hombre / quientrabaja en el fango / quien no cono-ce la paz / quien lucha por la mitad

    de un panecillo / quien muere por uns o por un no. / Considerad si es unamujer / quien no tiene cabellos ninombre / ni fuerzas para recordarlo / vaca la mirada y fro el regazo / co-mo una rana invernal28.

    2.2.2. Tres maneras de humildad [EE 165-168] o los grados de amor En algunas ocasiones he podido escu-char de quienes tienen la misin deacompaar el proceso de Ejercicios c-mo estas tres maneras o grados los handenominado grados de amor y cier-tamente la expresin resulta acertada. Elprimer grado hace referencia a la Ley deDios; el segundo remite a la vivencia de

    Principio y Fundamento y el tercero re-cuerda la identificacin29 de la personacon Jess y su mensaje de amor y sal-vacin.

    1er. grado de amor: la Ley de Dios. A la pregunta sobre el manda-miento principal, el Nuevo Testamento(Mc 12, 28 ss) contesta citando Dt 6,4ss, parte fundamental del credo judo,

    la Shema: Escucha Israel, Yahv, nues-tro Dios, es solamente uno. Amars a

    Yahv, tu Dios, con todo el corazn, contoda el alma, con todas tus fuerzas.

    Esta frase resume la idea principaldel libro quinto de Moiss: la dedica-cin total al Dios nico. Ningn otro li-bro del antiguo testamento habla con talprofundidad sobre el amor de Dios ni in-vita con tal encarecimiento a corres-ponderle y a disfrutar de sus dones30. s-ta es la Ley de Dios. No se trata slo deunas prescripciones clticas, sino deuna respuesta a su amor generoso y gra-tuito. El Declogo, de igual manera, s-lo se presenta desde el mbito delethosy no delius31. No es una legislacin, si-no un modo de estar en la vida, un mo-do de relacin con Dios y con los her-manos.

    2 grado de amor: vivir elPrincipio y Fundamento. Ya hemos he-cho referencia a este prtico que Ignaciopone a los Ejercicios Espirituales.Cuando afirma:

    El hombre es criado para alabar, ha-cer reverencia y servir a Dios nues-tro Seor, y mediante sto, salvar sunima; todas las cosas sobre la fazde la tierra son criadas para el hom-bre y para que le ayuden en la pro-secucin del fin para que es criado.

    Ignacio, en el que late con toda sufuerza la experiencia que vivi en elCardoner, quiere recordar a la personaesa apertura de ojos. Yno slo una aper-tura fsica.

    La pregunta que queda, despus dehaber estado meditando y considerandolas afecciones desordenadas y peca-dos durante la Primera Semana, es si

    Dios tiene realmente un papel central enmi vida.21

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    3er. grado de amor: identificacincon Jess y el Reino. Jess es el cami-no al Padre y ste nos muestra su amor.Dios es la sabidura del amor (intellec-tus amoris) en palabras de GonzlezFaus. Toda la Segunda Semana deEjercicios y, en general, toda nuestra ex-periencia cristiana es un ponerse cara acara con el evangelio, con Jess que ca-mina y anda de pueblo en pueblo enconstante relacin con la gente, necesi-tado de espacios de silencio y cercano alos ms pobres.

    2.3. Subirse a la carreta

    Con estos tres grados de amor, el hom-bre recupera su libertad de hijo y de her-mano. Humildad, en palabras deRafael Argullol, es vencer y olvidarsinceramente que has vencido porqueya no soy yo mismo sino en relacin conel Otro, con Aqul que ha amado pri-mero. Aqu recobra el sentido de liber-tad de la frase agustiniana: Ama y hazlo que quieras porque en el amor estla eleccin libre con Alguien y porAlguien.

    Florencio Segura sugiere que ya nobasta con una primera manera de elegir,la de los sensatos, la de lo polticamen-te correcto. Ni tampoco una segundamanera: la de los buenos pero con limi-taciones. La tercera que plenifica el co-razn del hombre y remueve las entra-as de nuestro Dios es la de darse a losotros siempre, sin pasar factura, siendoabanderados del amor.

    Al igual queEl Caballero de laCarreta, en muchsimas ocasiones laRazn molestar nuestro corazn y pen-samiento con mltiples objeciones poreste modo tan extrao de relacionar-nos con nuestro mundo. Pero el corazninsta a subir a la carretapara muchossmbolo de locura e insensatez de unmundo necesitado de aliento y vida.

    No estamos en la maana de la cre-acin del mundo. Hemos heredadoun mundo injusto: un mundo al re-vs. Vivimos en l, no nos gusta, y

    sabemos que es inviable. Desde elsentido que hemos encontrado, he-mos de resistir la lgica de lo inevi-table y actuar con fe en que otromundo es posible. Lo que propone-mos es un milagro... pero humana-mente posible32.

    Tanto la carreta como el seguimien-to de Jess son una locura. Por unaparte, la locura de la carreta, como diraGauvain, y por otra, la locura de la Cruzpara San Pablo. La locura radica en sudoble rostro paradjico, pues al tiempoque es lo ms bajo (vergenza, infa-mia), es tambin lo ms elevado33. Es,en otras palabras, lo que expresaFilipenses 2, y que en el caso de Cristoes puro acto de amor al cual el cristianoes llamado a identificarse. As lo vio unmonje de Montserrat que, al conocer aIgnacio de Loyola, lo defini sin mscomo loco por nuestro SeorJesucristo. Una locura de amor y deservicio (cfr. FN, III, 205).

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    Y el muchacho los vio pasar, y no os en modo alguno preguntar aquin se serva con el grial, pues siempre guardaba en su corazn

    las palabras del sensato prohombre. Temo yo que ello le sea perjudi-cial, porque he odo decir que a veces uno tanto puede callar dema-

    siado como hablar demasiado. Tanto si ello le tiene que traer biencomo acarrear mal-yo no lo s exactamente-, nada pregunta.

    Y mientras tanto el grial volvi a pasar por delante de ellos, y elmuchacho no pregunt a quin se serva el grial. [...] Pero se callams de lo que conviene. Ya tendr ocasin de preguntarlo, se dice

    para s y piensa, antes de marcharse34.

    Chrtien de Troyes,El Cuento del Grial

    Todo modo de preparar y disponer el nima, para quitar de s todaslas afecciones desordenadas, y despus de quitadas para buscar y

    hallar la voluntad divina en la disposicin de su vida para la salud delnima, se llaman ejercicios espirituales (EE 1).

    Es ms, siempre creciendo en devocin, es decir, en facilidad dehallar a Dios, y ahora ms que nunca en toda su vida, y siempre y a

    cualquier hora que quera hallar a Dios, lo hallaba (Autobiografa, 99).

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    3.1. Silencio con consecuencias

    Desde el silencio del Castillo del Grial,la bsqueda ser lo que configure aPerceval para el resto de su vida. Sin du-da alguna, en el imaginario de Ignaciode Loyola la bsqueda fue uno de los te-mas clave y el pilar en el proceso hu-mano-espiritual de los Ejercicios. lmismo experiment esa bsqueda, co-mo peregrino en constante movimientofsico y espiritual35. Todo un mstico ensu intensa unio mysticadonde el almase convierte en su escenario, y la tra-yectoria del alma a travs de la multi-plicidad abismal de las cosas en su ca-mino hacia la realidad divina en

    palabras de Gershom Scholem. De estemodo, Ignacio no slo se manifiesta co-mohomo sapienspor su condicin hu-mana sino que el ttulo adquirido ser elde homo quaerens sapientiamen tantoque busca y discierne, en tanto que des-de su profunda experiencia de Dios, re-conoce y relee los signos de los tiem-pos para encontrar qu es lo que Diosquiere de l.

    3.2. Bsqueda interior

    La bsqueda interior de Ignacio desdeel caonazo en Pamplona hasta sumuerte quedar plasmada en el itinera-

    25

    3. BUSCAR: EL CUENTO DEL GRIAL

    Perceval ve pasar boquiabierto el cortejo del grial y la lanza. Aquelloes asombroso y sorprendente, pero en lugar de preguntar y tener res-puesta, Perceval se decide por el silencio como si hiciera caso deWittgenstein, que en suTractatus logico-philosophicus concluye con la

    clebre frase de lo que no puede hablarse, sobre ello hay que guar-dar silencio. Ante ese acontecimiento espectacular, ante el squito delgrial y de la lanza, hay un silencio que habla. Ese silencio expresa lanecesidad de una bsqueda continuada pues ser ms importante elpreguntarse que el encontrar la respuesta. Es la dinmica del ser-en-el-mundo de M. Heidegger, esta es la condicin fundamental de la exis-tencia (ec-sistere , fuera de s). En el caminar de la vida hay una dobleapertura. En primer lugar, un horizonte ilimitado respecto a s mismo yen segundo lugar, un conocimiento de la relacin intersubjetiva.

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    Encontrarse consigo mismo viviendoabierto a una realidad que supera al mis-mo hombre, es una actitud ya presenteen el viejo Homero al escribir el viajede retorno de Ulises a su tierra, en Lascoplasde Jorge Manrique o en las be-llas palabras de Machado: caminante,no hay camino, se hace camino al an-dar. Aqul que fue bombardeado por elcan, fue alcanzado por Dios en la in-cesante pero no fcil tarea de crecer y debuscar la voluntad de Dios. La formula-cin que de ello hace Ignacio son los

    Ejercicios, legado para todo cristiano ypara la misma Iglesia Universal.

    Amar: entre un bucolismodesencarnado y una banalizacinplacentera

    Amar nunca ha sido fcil. O bien se ha

    elevado a un sentimiento o emocin su-blimes, o bien se ha reducido al humo-rismo y a la trivializacin36. En el amartoda la persona se aboca. Es una entre-ga apasionada y, por esta razn, sucedeque es complicada. En el amar, sin caeren la obsesin patolgica, la persona sepre-ocupa, en el otro, en el prjimo. Hayun apasionamiento que crea vnculos de

    una comn unin. Tres escenas delevangelio ayudan a vislumbrar este sen-27

    EPLOGO

    Ignacio no deja de ser el peregrino, ese caminante que siente la luzclarificadora, la intensidad de amar y de entregarse al prjimo, espe-cialmente a los ms desfavorecidos. De igual manera, ese caminanteest necesitado del hilo de Ariadna para salir del laberinto al cual la

    misma vida nos conduce.

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    tido profundo y frtil de la palabraamar.

    Mara y Elisabeth (Lc 1, 39-45)

    Dos mujeres movidas por amor. Y unamor que trasciende el vnculo familiar.Un amor que nace de las entraas, de loms profundo de nuestro ser, fruto de laexperiencia de Dios. Mara, despus dels a la voluntad de Dios, se dispone a vi-sitar a su prima. Y en ese encuentro esdonde se visibiliza la alegra de un apa-sionamiento.

    No es un saludo cualquiera. Es frtily fecundo. Lo viejo y lo nuevo se abra-zan para justo despus cantar elMagnificat, evocando aquel canto deAna, la madre de Samuel, que recoge elAntiguo Testamento.

    Amar es recordar, es recrear desdeesa experiencia de Dios que no deja im-pasibles a quienes se acercan con senci-llez y humildad. No es un amor de dise-o, sofisticado o hecho de apariencias.

    Jess al servicio del amor (Jn 13, 1-20)El pasaje empieza con un tono bien so-lemne. l los am hasta el extremo.Fundamentalismo? No. Ojal se ama-ra hasta el extremo! En el extremo del

    amor no se puede caer en fundamenta-lismos ni radicalismos. Es imposible,conceptual y prcticamente. No obstan-te, en esta situacin son importantes doselementos que a veces pueden pasardesapercibidos. Jess se desprende delmanto de la autoridad, el Talid, paraacoger la toalla del servicio humildepropio del esclavo en aquel tiempo.

    As es, amar hasta el extremo es des-prenderse de una autoridad reconocida

    para acoger una autoridad diferente.Amar es desprenderse para acoger. Aqu radica ese extremo. El buen samaritanose desprende de sus preocupaciones yde su camino para acoger aqul apalea-do por la vida y por la injusticia. El buenpadre se desprende de sus reprimendaspara acoger al hijo que vuelve a la casaarrepentido.

    Jess y la sed de humanidad (Jn 19, 28)En la Cruz, contemplando la ciudad,contemplando al pie de la cruz a su ma-

    dre, Mara, y al discpulo amado, en elltimo aliento de vida, Jess expresaque tiene sed. En los brazos de la Cruz,Jess ama, Jess tiene sed de humani-zar, de reconciliar a toda la humanidaddeshecha por tantas realidades opreso-ras de lucha y de mal que destruye.Amar es reconciliar, es restituir, es serfuente de salvacin. Amar es desear esa

    sed de Dios para recrear espacios ytiempos que hablen de fraternidad y re-conciliacin.

    Ntese que amar supone cruz.Dispuestos a desear amar profunda-mente? Al menos, que el deseo dedesearlo no cese, sino que se alimentefirmemente.

    Elegir: entre un todo valeposmoderno y la alienacin dela sociedad

    El Caballero de la Carreta tiene que ele-gir entre dos opciones: subir a la carretay arriesgarse a lo que alguien pueda de-cir o pensar o bien seguir acomodado no

    haciendo caso a lo que verdaderamentele mueve: el amor por la reina Ginebra.28

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    Ignacio de Loyola tiene que elegir,mientras vive la convalecencia en su ca-sa-torre, entre aquello que le llena yaquello que le deja vaco.

    El mundo actual se mueve por lonuevo y lo sofisticado, lo impostado ylo teatrero. Todo vale. En la sociedadque se autoproclama y proclama las li-bertades de derechos y deberes, de ex-presin y de igualdad, tambin es don-de late con fuerza una alienacin muyprofunda de falta de libertad.

    Si se elige, se tiene que descartar op-ciones. El lema publicitario que mueveciertas realidades es: prubese todo ydespus elija. Es una falacia. De hecho,es la seduccin del mundo del consumodonde lo nuevo es lo bello y la renova-cin ha de ser constante. El dicho ya lodice: renovarse o morir, cuando, talvez, sera mejor decir: renovarse y mo-rir. Porque en el efmero movimientodel bienestar, de los viajes, de las diver-siones, de las novedades, el ser humanose desconcierta. El vaco se hace cadavez ms profundo aunque en su interiorse autoengae afirmando que sa es sulibertad.

    Ciertamente, elegir no est de moda.Y es que, tal vez, tampoco sepamos ele-gir. Se conocen muchas cosas pero hayun vaco de sabidura para saber decir s o no. Una sabidura de criterios de dis-cernimiento. Y en el saber decir s o no,saber reconocer sus consecuencias. Enalgunos casos es posible que sean in-comprensiones, fracasos, en otros, ilu-siones y motivaciones.

    Ejercer la libertad no es admitir quetodo vale. Quien as lo ha credo o en-

    tendido ha llevado a gulags, holocaus-tos, totalitarismos, guerras mundiales de

    un bando y de otro que, en cualquiera delos casos, han destruido miles de vidas.

    Elegir no es fcil. Pero en la dificul-tad se encuentra una sabidura de pen-samiento, una profundidad de vida.

    Buscar: entre la seguridad de lasrealidades bienestantes y elvaco de un sinsentido

    Tampoco estar en bsqueda es fcil. Nitan slo consiste en cuestionarse conti-nuamente el porqu de las cosas. Estaren bsqueda es una actitud de fondo. Elmundo late con fuerza. Estar en bs-queda es salir de nuestro ser atomizadopor las ocupaciones individuales para ira una pre-ocupacin por el o(O)tro. Lanica referencia no es la propia imagensino el icono de la alteridad.

    Y aqu es donde radica el ser pro-fundo de las cosas, el preguntarse por

    qu, cmo, quin. Habr respuestas?Puede ser que s o puede ser que no. Lofundamental es vivir con esta tarea.

    Y de qu se trata? De una bsque-da espiritual que no espiritualista. Unabsqueda del deseo de Dios presente ennuestra humanidad. Una bsqueda in-agotable, sin problemas de sequedad. Elagua nos la da l, presente en el pozo de

    la vida. Es difcil la tarea de buscarcuando nuestra realidad es querer con-trolar y conocer la finitud de la vida. Esdifcil la tarea de buscar cuando nuestrarealidad es vivir uncarpe diementendi-do como la despreocupacin por un pro-yecto de vida. Es difcil la tarea de bus-car cuando uno se encuentra satisfechode todo y, a la vez de nada. Entonces,

    para qu buscar?, cmo crear la nece-sidad de bsqueda?29

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    Perceval tuvo alguien que le inst abuscar, durante lo que le quedaba de vi-da, el grial. Ignacio de Loyola tambintuvo las mediaciones que despertaronsus deseos: la vida de los santos y la vi-da de Jess, el mismo camino de pere-grinaje, su estancia en Montserrat, la no-che oscura de la vigilia de armas, suconfesin general, los vaivenes espiri-tuales y fsicos en Manresa, las relacio-nes humanas que fue haciendo... hastael mismo hecho de presentarse al Papay denominar al grupo formado Com-paa de Jess.Estar en bsqueda es re-conocer la gloria de las propias limita-ciones, como afirma San Pablo.

    La bsqueda del deseo de Dios nace justo cuando nuestra autonoma nocoincide con la autosuficiencia sinocuando reconocemos que somos ima-gen y semejanza pero no nicos.

    Para concluir, slo quisiera acabarcon un bello mito. Teseo, el hroe grie-go, debe adentrarse en el laberinto pa-ra encontrar el Minotauro. Lo que lno imagina es que Ariadna, la que msle ama, con ayuda de un hilo, podrguiar de nuevo al amado hacia el ex-terior.

    No deja de ser una metfora de vida.Ignacio, igual que Lancelot, elCaballero de la Carreta, opta por prefe-rir los caminos tortuosos para llegar ala verdad, en palabras de Nietzsche.

    Todos estamos llamados a adentrar-nos en la vida confiados que Dios es esehilo de Ariadna que nos interpela y nosayuda a descentrarnos, a salir del pro-pio amor, querer e inters para siempreamar, elegir y buscar.

    Toda una aventura: la ms noble odi-sea y la ms humilde tarea.

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    1. R. M. RILKE, Antologa potica, Madrid, Espa-sa-Calpe, col. Austral 51, Madrid,1982.

    2. Se podra hablar de una interioridad existencial(existential interiority)ya que como propugnaNewman al corazn se llega comnmente noa travs de la razn si no de la imaginacin.

    3. V. CIRLOT, Les canons de lamor de lluny, Bar-celona, Columna, 1996, pg. 16.

    4. Sobre el amor, en AAVV., Diccionario deEspiritualidad Ignaciana, Bilbao, Mensajero-Sal Terrae, 2007, pg. 152-153.

    5. Vase el prlogo de Luis Alberto de Cuenca yCarlos Garca Gual en Chr. de TROYES, ElCaballero de la Carreta, Madrid, Alianza,1998, pg. 8-9.

    6. V.CIRLOT, Figuras del destino. Mitos y smbolosde la Europa Medieval, Barcelona, Siruela,2005, pg. 87.

    7. Chr. de TROYES, El cuento del Grial, Madrid,

    Alianza, 1999, pg. 47.8. Es muy sugerente el artculo de X. LeonDUFOUR referido al nombre en la tradicinbblica enVocabulario de teologa bblica,Barcelona, Herder, 1966, pg. 520-524.

    9. Me he permitido traducir literalmente esta fraseilustrativa situada en X. Melloni,El Desigessencial, Barcelona, Fragmenta, 2009, pg.139.

    10. Vase la nota 119 de Carlos Alvar en deTROYES, El Cuento..., pg. 135.

    11. La oracin preparatoria es pedir gracia a Diosnuestro Seor para que todas mis intenciones,acciones y operaciones sean puramente orde-nadas en servicio y alabanza de su divinamajestad [EE 46].

    12. MHSI,Fontes narr . I, pg. 204.13. K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe,

    Barcelona, Herder, 2003, pg. 216.14. Ef 1, 3-11.15. Cuando los das son largos, en mayo, me es

    agradable el dulce canto de los pjaros de lejosy cuando me separo de all, me viene el

    recuerdo de un amor de lejos. Abatido mequedo y cabizbajo de deseo que ni el canto nila flor del albespino no me placen ms que elinvierno helado (CIRLOT, Les canons..., pg.59.

    16. H. U. von BALTHASAR, Slo el amor es dignode fe, Salamanca, Sgueme, 2004, pg. 103.

    17. Los ideales caballerescos del Amadsson pre-sentes en el imaginario de Ignacio de Loyola,sin duda alguna. No es el tema central de lapresente reflexin. Muy interesante sera elestudio especfico de esta obra caballerescacon todo su potencial y la figura de Ignacio deLoyola. Estudios importantes son, entre otros,J. PLAZAOLA(ed.), Ignacio de Loyola y sutiempo, Bilbao, Mensajero, 1992, pg. 129-159. O bien, la reflexin ms clsica de P. deLETURIA, El gentilhombre igo de Loyola ensu patria y en su siglo,Barcelona, Labor,

    1949, pg. 57-102.18. R. G. MATEO, El mundo caballeresco en lavida de Ignacio de Loyola. Revisin de la ima-gen militarista, en Ignacio de Loyola. Suespiritualidad y su mundo cultural, Bilbao,Mensajero, 2002, pg. 37.

    19. T. de KEMPIS, Imitacin de Cristo, Libro III,captulo V, n. 4.

    20. Cartas a un joven poeta, a Franz XaverKappus, 14 de mayo de 1904, en RILKE,Sobre el amor , pg. 11.

    21. Ntese que no son ningn manual de cmorezar o meditar. Hace poco una persona mecomentaba su dificultad de entender losEjercicios. Yo le deca la tpica pero importan-te frase: Los Ejercicios son para realizarlos,para vivenciarlos y no para leerlos puesto quedel amor no se debe tanto hablar sino que sedebe vivir. Aqu es donde reside nuestra pro-pia aceptacin como seres capaces de amar, laaceptacin del otro como ser igual pero dife-

    rente y la aceptacin del Mistero llamadoDios, un Dios-con-nosotros.

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    NOTAS

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    22. Traduccin propia de G. CUCCI, Il perdonosecondo Paul Ricoeur, La Civilt Cattolica,3.812 (2009), pg. 145-153.

    23. RILKE, Sobre el amor , pg. 14.24. TROYES, El Caballero..., pg. 22-24.25. BENEDICTO XVI, Deus caritas est, Dios es

    amor, Primera carta encclica, Madrid, SanPablo, 2006, pg. 35.

    26. Simon Delcloux, Libertad para elegir, enAAVV., Ejercicios Espirituales y mundo dehoy, Bilbao, Mensajero-Sal Terrae, 1991,pg.129.

    27. Definicin de libertad dada por R. ARGU-LLOL, Breviario de la aurora,Barcelona,Acantilado, 2006, pg. 73.

    28. P. LEVI, Si esto es un hombre, Barcelona, De

    Bolsillo, 2005, pg. 13.29. No hace mucho alguien me ilumin la distin-cin entre identificacin e imitacin. Ignaciode Loyola vivira las dos. En primer lugar, esaimitacin a Cristo ledas en lasVitae Christide donde le viene su inters por peregrinar aJerusaln y su obcecacin en quedarse all. Ensegundo lugar, la identificacin ser fruto deldiscernimiento y de la aportacin de los dones

    de la persona en la construccin del Reino deDios.

    30. W. H. SCHMIDT, Introduccin al AntiguoTestamento, Salamanca, Sgueme, 1999, pg.154.

    31. Por ethos, concepto griego, se entiende elcomportamiento, el hbito. En cambio, iuses el trmino latino para expresar norma o laley.

    32. J. A. GUERRERO- D. IZUZQUIZA, Vidas quesobran. Los excluidos de un mundo en quie-bra, Santander, Sal Terrae, 2003, pg. 200.

    33. V. CIRLOT, Figuras del destino. Mitos y smbo-los de la Europa Medieval, Barcelona,Siruela, 2005, pg. 88.

    34. TROYES, El cuento..., pg. 126-127.

    35. Me remito a la nota de la Aut n.99 de la edicinde la Ed. Mensajero-Sal Terrae en la queexpresa la definicin nominal de Ignaciocomo Peregrino en la sublime naturalidadde su unin con Dios y la devocin constantea encontrar a Dios en todas las cosas.

    36. Es de Woody Allen la clebre frase: El sexosin amor es una experiencia vaca pero comoexperiencia vaca es una de las mejores.