Long exit previo al brexit

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1 ‘EXIT’ PREVIO AL ‘BREXIT’. Manfred Nolte El psicodrama británico-comunitario va mostrando los primeros posicionamientos, que sin duda acapararán los titulares de los medios y la concentración de los políticos y del resto de ciudadanos, en esta carrera de medio fondo –dos años- recién iniciada. No es aventurado el suponer, siempre que la musa autorice su traslado al teatro, que el tiovivo del Brexit acapare, con sus vaivenes de alegrías y decepciones, sucesivas columnas en estas páginas a lo largo de los próximos meses. Y es que Theresa May ya ha activado el articulo 50 del tratado de Lisboa, y lo que fue una familia de parientes desigualmente avenidos, pero parientes al fin y al cabo, ha dado paso a dos bandos negociadores que en esta hora hacen inventario de las heridas causadas a la otra parte en disputa. No hay lugar para los eufemismos: el plantón británico supone un desaire en toda regla a la pacífica convivencia y convicciones comunitarias y los nuevos ámbitos de negociación –aunque formalmente correctos- estarán impregnados de un profundo halo de resentimiento. Perderá el Reino Unido su condición de miembro de la Unión Europea y con ella todos los privilegios comerciales, legales y políticos que tal condición entraña. Querrá, claro está, recuperar el máximo de los referidos privilegios pero sin pagar los cánones que el Club europeo ha fijado. Deseará refundar un ‘área de libre comercio’ sin aranceles ni cupos y una buena parte de los ingredientes de un mercado común, en lo que hace a la libre circulación de servicios y capitales. Pero nunca a cambio de perder la jurisdicción nacional ya reconquistada, o a aceptar la circulación de personas, flanco que se ha revelado esencial en la consulta de junio pasado, o a contribuir positivamente a los presupuestos comunitarios. El Reino Unido sabe que tiene que pagar el precio de la negativa al restablecimiento de sus aspiraciones y ello le sitúa en un escenario de animosidad y desconfianza. Igual talante de resentimiento y recelo cabe atribuir al bloque comunitario de los 27, encabezo por Michel Barnier, quien ya ha manifestado sin titubeos que a

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‘EXIT’ PREVIO AL ‘BREXIT’.

Manfred Nolte El psicodrama británico-comunitario va mostrando los primeros posicionamientos, que sin duda acapararán los titulares de los medios y la concentración de los políticos y del resto de ciudadanos, en esta carrera de medio fondo –dos años- recién iniciada. No es aventurado el suponer, siempre que la musa autorice su traslado al teatro, que el tiovivo del Brexit acapare, con sus vaivenes de alegrías y decepciones, sucesivas columnas en estas páginas a lo largo de los próximos meses. Y es que Theresa May ya ha activado el articulo 50 del tratado de Lisboa, y lo que fue una familia de parientes desigualmente avenidos, pero parientes al fin y al cabo, ha dado paso a dos bandos negociadores que en esta hora hacen inventario de las heridas causadas a la otra parte en disputa. No hay lugar para los eufemismos: el plantón británico supone un desaire en toda regla a la pacífica convivencia y convicciones comunitarias y los nuevos ámbitos de negociación –aunque formalmente correctos- estarán impregnados de un profundo halo de resentimiento. Perderá el Reino Unido su condición de miembro de la Unión Europea y con ella todos los privilegios comerciales, legales y políticos que tal condición entraña. Querrá, claro está, recuperar el máximo de los referidos privilegios pero sin pagar los cánones que el Club europeo ha fijado. Deseará refundar un ‘área de libre comercio’ sin aranceles ni cupos y una buena parte de los ingredientes de un mercado común, en lo que hace a la libre circulación de servicios y capitales. Pero nunca a cambio de perder la jurisdicción nacional ya reconquistada, o a aceptar la circulación de personas, flanco que se ha revelado esencial en la consulta de junio pasado, o a contribuir positivamente a los presupuestos comunitarios. El Reino Unido sabe que tiene que pagar el precio de la negativa al restablecimiento de sus aspiraciones y ello le sitúa en un escenario de animosidad y desconfianza. Igual talante de resentimiento y recelo cabe atribuir al bloque comunitario de los 27, encabezo por Michel Barnier, quien ya ha manifestado sin titubeos que a

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quien abandona la casa común no cabe tratarle con especial afecto ni otorgarle prebendas solicitadas desde el cinismo. Brexit ha supuesto un mazazo para el proyecto europeo y si la razón no prevalece en los próximos comicios del continente y surge un proyecto adicional de desanexión la Unión Europea puede deshacerse en el agua del desencanto. Así, Bruselas está decidida a que Gran Bretaña lleve la peor carga de sufrimiento en la separación. Está en juego la ética de la convivencia internacional, la justicia conmutativa y la supervivencia del proyecto europeo. Después de todo, si no hay una evidencia del sufrimiento británico en el abandono de la Unión Europea, ¿qué razón ampara la cohesión de los 27? Lo que permite concluir que las conversaciones del Brexit no pueden abocar en una negociación en la que todos ganan (win-win) sino todo lo contrario: cada parte cifrará el éxito de los debates finales en el grado del daño infringido a la otra parte. Es posible que las pérdidas británicas no hayan sido debidamente anticipadas por los votantes de la secesión. También es posible que el Reino Unido comience a digerir la realidad de que no está embarcado en una negociación entre iguales ya que es mucho más dependiente del comercio comunitario que la Comunidad lo es de las Islas. Y en tercer lugar las negociaciones parecen favorecer a la Unión Europea. Si no hay acuerdo al termino de los dos años, Gran Bretaña se encontrará aislada frente a un muro de aranceles y contingentes que pueden asfixiar su economía. Teresa May quizá no valora su advertencia de que ‘mejor una falta de acuerdo, que un mal acuerdo’. El acuerdo británico será en todo caso posibilista. El Parlamento europeo ya ha puesto días atrás blanco sobre negro lo que constituye una réplica severa y en toda regla al ‘Libro blanco’ de Theresa May con las directrices de su ‘Brexit duro’. Se abre un proceso de ‘asociación’ suficientemente vago y bastantemente amplio como para iniciar el proceso. Pero los Parlamentarios europeos han dejado bien claro que dicho proceso solo se iniciará cuando haya concluido la fase del divorcio. ‘Exit’ (salida) antes del ‘Brexit’. En su resolución del miércoles de la semana pasada, por 516 votos a favor y 133 en contra, los Eurodiputados han exigido al Reino Unido el cumplimento de sus compromisos presupuestarios, un pellizco de alrededor de 60.000 millones de euros, respetar el veredicto del Tribunal Europeo de Justicia mientras mantengan la situación de miembro comunitario interino, y abstenerse de cualquier acuerdo comercial bilateral con un miembro de la Unión Europea o de cualquier otra parte del mundo. La resolución del Parlamento europeo no es vinculante pero ostenta el derecho de veto al acurdo final que requiere su aprobación. El icónico actor británico Sir Michael Caine ha manifestado que apoyó el Brexit porque “es preferible ser un amo pobre que un sirviente rico”. En uno de los filmes protagonizados por Caine titulado ‘Un trabajo en Italia’, la última escena narra el suspense de un Autobús balanceándose en el filo de un precipicio. Un ejemplo pedagógico y aprovechable.1 1https://youtu.be/x-vHknALLSI