Lo que Lituma no dijo por Eduardo Toche Medrano

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LITERATURA Y CIENCIAS SOCIALES LO QUE LITUMA NO DUO Eduardo Toche Medrano * La lectura de textos literarios desde los enfoques propuestos por la ciencias sociales casi siempre ha estado acompañada de complicaciones, cuando no de flagrantes malentendidos' que han terminado por entorpecer más que sugerir un diálogo enriquecedor' Entre nosotros' todos recordamos, por e¡emplo, cómo un mal posicionamiento de este intercambio dio moti- vo a una discusión sin"sentido, cuando cientistas sociales y críticos literarios decidieron llevar a cabo una Mesa Redonda para discutir la aparición de Todas Las Sangres, la recordada novela de José María Arguedasr' Desde entonces, hace ya treinta años, poco o nada vimos desde las ciencias sociales para reparar las deficiencias en ese entonces mostradas. Más aún, pareciera que el sometimiento a determinados esquemas y modelos de comprensión de la realidad social' terminó por abandonar el rico filón que iugería el contacto con los hechos artísticos' Sin embargo, los trazos del derrotero cultural peruano centrado en el análisis de los textos litera- rios no fue totalmente ancelado, ya que por su lado la crítica literaria siguió desarrollándose hasta entonces en los conceptos sociológicos, antropológicos e historiográficos herramientas útiles a ser incorporadas en su oficio2. Aún así, el abandono momentáneo del análisis de ciertos registros que emanan des- de la realidad, no está liquidando de antemano la posibilidad de abordarlos, desde nuestros oficios.Más aún cuando todos los discursos actuales de las disciplinas sociales de nuestro país, no dejan de considerar que vivimos una etapa de crisis, haciendo indispensable nuevas Lúsquedas para encontrar elementos de resolución. La Literatura no propone un campo novisimo erf este sentido, sino una recuperación de territorios antes explorados y por alguna razón que se hace necesario investigar, abandonadas. No se puede olvidar, por ejemplo, que la históriografía moderna de nuestro país se inaugura precisamente bajo esta óptica, con los trabajos de Riva-Agüero; o que los intentos de síntesis bosquejados porMariátegui o sánchez tuvieron en ella el elemento miís importante; sin dejar de mencionar el interés que mostraron por este intercambio, intelectuales de la talla de Jorge Basadre o Raúl Porras' VOLTEANDO HACIA LA LITERATURA Bajo esta perspectiva, como podríamos jüstificar una mayor atención a la Literatu- ra, por parte de las disciplinas sociales, actualmente? Es evidente, o debería serlo, que gran " pJe ¿" los problemas que muestra el Perú de hoy han tenido un importante tratamiento iesde este tiio de trabajt intelectual, no ocurriendo lo mismo con el caso de las ciencias sociales, cuyo panorama solo ha alcanzado signos de incertidumbre, propensos a ser inter- pretados como un colapso absoluto de sus esquemas, hasta hace venite a{os existosos' - Pero no to¿o ál material ofrecido por la Literatura ofrece un mismopatrón de adap- tabilidad al análisis social. Dentro del conjunto de expresiones que ella muestra es la novela' sin duda alguna, el género que mayores posibilidades otorga en ese sentido, pues el relato verosímil y totalizante facilitan la interpretación desde la lógica de las disciplinas sociales' + Historiador. Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos' Nunvl S¡vrnsts 142

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Artículo de Eduardo Toche Medrano para la Revista Nueva Síntesis Nº 1-2 (1994).

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LITERATURA Y CIENCIAS SOCIALES

LO QUE LITUMA NO DUO

Eduardo Toche Medrano *

La lectura de textos literarios desde los enfoques propuestos por la ciencias sociales

casi siempre ha estado acompañada de complicaciones, cuando no de flagrantes malentendidos'

que han terminado por entorpecer más que sugerir un diálogo enriquecedor' Entre nosotros'

todos recordamos, por e¡emplo, cómo un mal posicionamiento de este intercambio dio moti-

vo a una discusión sin"sentido, cuando cientistas sociales y críticos literarios decidieron

llevar a cabo una Mesa Redonda para discutir la aparición de Todas Las

Sangres, la recordada novela de José María Arguedasr'

Desde entonces, hace ya treinta años, poco o nada vimos desde las ciencias sociales

para reparar las deficiencias en ese entonces mostradas. Más aún, pareciera que el

sometimiento a determinados esquemas y modelos de comprensión de la realidad social'

terminó por abandonar el rico filón que iugería el contacto con los hechos artísticos' Sin

embargo, los trazos del derrotero cultural peruano centrado en el análisis de los textos litera-

rios no fue totalmente ancelado, ya que por su lado la crítica literaria siguió desarrollándose

hasta entonces en los conceptos sociológicos, antropológicos e historiográficos herramientas

útiles a ser incorporadas en su oficio2.

Aún así, el abandono momentáneo del análisis de ciertos registros que emanan des-

de la realidad, no está liquidando de antemano la posibilidad de abordarlos, desde nuestros

oficios.Más aún cuando todos los discursos actuales de las disciplinas sociales de nuestro

país, no dejan de considerar que vivimos una etapa de crisis, haciendo indispensable nuevas

Lúsquedas para encontrar elementos de resolución. La Literatura no propone un campo

novisimo erf este sentido, sino una recuperación de territorios antes explorados y por alguna

razón que se hace necesario investigar, abandonadas. No se puede olvidar, por ejemplo, que

la históriografía moderna de nuestro país se inaugura precisamente bajo esta óptica, con los

trabajos de Riva-Agüero; o que los intentos de síntesis bosquejados porMariátegui o sánchez

tuvieron en ella el elemento miís importante; sin dejar de mencionar el interés que mostraron

por este intercambio, intelectuales de la talla de Jorge Basadre o Raúl Porras'

VOLTEANDO HACIA LA LITERATURA

Bajo esta perspectiva, como podríamos jüstificar una mayor atención a la Literatu-

ra, por parte de las disciplinas sociales, actualmente? Es evidente, o debería serlo, que gran "

pJe ¿" los problemas que muestra el Perú de hoy han tenido un importante tratamiento

iesde este tiio de trabajt intelectual, no ocurriendo lo mismo con el caso de las ciencias

sociales, cuyo panorama solo ha alcanzado signos de incertidumbre, propensos a ser inter-

pretados como un colapso absoluto de sus esquemas, hasta hace venite a{os existosos' -

Pero no to¿o ál material ofrecido por la Literatura ofrece un mismopatrón de adap-

tabilidad al análisis social. Dentro del conjunto de expresiones que ella muestra es la novela'

sin duda alguna, el género que mayores posibilidades otorga en ese sentido, pues el relato

verosímil y totalizante facilitan la interpretación desde la lógica de las disciplinas sociales'

+ Historiador. Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos'

Nunvl S¡vrnsts 142

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cuestiónquenosucede,pordecir,conlapoesíaoelcuento,queexigenuninstrumentoanalítico para medir ronnas y contenidos, que no siempre está disponible para un cientista

social.Bajoestecriterio,creo,puederesultarinteresanteunligeroacercamientoalaúlti-

maproduccióndeMarioVargasLlosa,<<LiturnaenlosAndes''3.Lasmotivacionessonvarias, además de estar frenteá más grande novelista peruano' Lo sintomático' pra nuestro

caso, es que nuestro autor no solo practica el ensayo para dar sus opiniones sobre el aconte-

cercoyunturalsinoque,sumadoaello,tuvounaactuaciónpreponderantedentrodelapolí-tica peruana cuyo punto culminante fue su candidatura presidencial en 1990' Es decir' su

obra no puede ser reducida sólo al análisis literario sino que admite una interpretación que

excede estos marcos y bien puede ubicarse como paradigma de una visión del país' compar-

tida por considerables sectores de la sociedad peruana. En otras palabras, vargas Llosa bien

fu"d" "rru,. sistematizando un sentimiento, que muchas veces no alcanza a ser plenamente

conciente en aquellos qu" lo uru-"n, que radica en la base misma del proyecto social que

alcanzó durante su campaña presidencial'

LAS RAZONES DE LITUMA

En el caso de Lituma en los Andes existen elementos que adquieren una connota-

ción ausente en la anterior producción del autor. vargas Llosaempezó a diseñar una novela

en 1986, y la idea original áe elaborar una historia policíaca pronto dio paso a una reflexión

sobre la violencia social. El punto de quiebre para decir esta transformación fue la campañri

políticaque,aldecirdelpropioautor,lollevóporlugaresquedesconociahastaesemomen-toa. Con esta declaraciOn aé parte se abre, creo yo' un primer problema'

Enalgunosartículosquecomentabanlaaparicióndelanovelaconnotadosantropólogos fueron muy p."cisos en criticar a vargas Llosa su desconocimiento del <mundo

andino> . Salvo que me equivoque, pienso que la ciítica referida está algo fuera de lugar' Es

evidente que Vargas Llosa no "óno""

aquello que se quiere tipificar como ttmundo andino>>'

pues así lo declara y basta hacer un breve recuerdo de su obra para notar la ausencia de esta

referencia. Pero, preguntamos quién 1o conoce strictu sensu?, más aún' ¿es necesario que

cualquier peruano posea rudimientos de teoría cultural para tener una idea sobre lo que es lo

andino? Es claro que todos los que participamos en esta sociedad hemos incorporado un

sentido valorativo de los elementos que emanan de dicha cultura' tenemos visiones' algunas

mejor felexionadas que otras, pero ei evidente que sólo son aproximaciones desde un con-

texto cultural externo, q"" á"rín"u una idea de lo andino a partir de sus propias funcionalidades'

Para el caso, lo importante es descifrar la propuesta que el autor alcanz en este sentido' sin

anatematizarlu po. no "o.pa¡tir

nociones u"udé*i"ut y tratar, más bien, de reflexionar sobrc

el arraigo que pueda teneiésta en los sentidos comunicativos que entablamos los peruanos

entre sí.

La novela hace descansar su argumento en una {'""fuctura cultural dual' dondc ltl

andino y lo occidental discurren sin dar ocasión al diálógoentre ambas instancias' Partt

lograr este efecto, el autor recune a un narrador, Lituma, un cabo de policía quc lttt sitlo

transferido a un campamento serrano como jefe de línea' Si bien Lituma puede scr un parr¡o

naje propio del mundo occidental, lo cierto es que se'propone más bien como alguicn (lue fltl

Ntlllv¡ lit¡tlrs¡r l4 t

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tiene una referencia grupal precisa, es un desarraigado que siente que <nadie me está extra-ñando, nadie a quien extrañar" (p.89). De esta posición, Lituma, escuchará extasiado lasaventuras amorosas de su adjunto, el guardia Tomás Carreño y, a su vez, se interrogará porese mundo andino que <<ve)> pero no comprende.' Ambas dimensiones se le presentan como hechos extraordinarios, que han supera-do los límites de la <normalidad>y muestran facetas de irregularidad que no términa ¿eentender. Sin embargo, la reacción que le genera una y otra situación son disímiles. Mien-tras que el relato de Carreño, un policía que fue enviado por un superior a proteger a unnarcotraficante, a quien mata porque se enamora de manera fulminante de su amante-prosti-tuta, le genera expectativa y deseo por la ruptura de la regla, frente a las desapariciones, laconducta y los ritos de la gente del Ande, responde con inquietud y miedo, resumidos en unapermanente angustia, por no tener instrumentos suficientes para decodificarlos. Es decir,sabe por un lado que la norma ha sido trasgredida y se deleita con la libertad expuesta porCarreño, pero por otro lado no tiene ninguna certeza para explicar que es lo que moviliza a suentorno andino para comportarse de la manera que lo hace.

Lituma intuye que Ia explicación de estos últimos fenómenos está radicanclo t'uerade lo evidende, permitiéndole agudizar al máximo suinstinto de supervivencia. La compren-sión, entonces, tiene una utilidad crucial para nuestro personaje y este objetivo que tratará dealcanzat es la línea maestra del relato. Para clarificar su ubicaciírn, el autor expone a suslectores otros tipos de acercamiento que se procesan desde lo occidental hacia lo andino.

LOS OCCIDENTALES

Uno es el caso de la pareja de turistas franceses, Albert y la <petite> Michéle, cuyaignorancia les hace suponer reacciones lógicas de ese <<otro>> mundo, de acuerdo con susparámetros. Albert es un profesor que había experimentado su acercamiento al perú a travésde la lectura, lo que le permitió tener algunos conocimientos, más no una comprensión cabaldel país. A pesar de las advertencias de los funcionarios diplomáticos franceses, decidenhacer un viaje a la sierra utilizando la vía terrestre. Michéle, menos <cultivada> que su acom-pañante, tiene una reacción emocional frente a las recomendaciones; siente miedo frente a lodesconocido, lo que comprueba fácticarnente cuando al internarse en la geografía andina yver rostros que no le indicaban nada, asevera lúcidamente que <<no nos distancia vna razasino una cultura> (p.20). Incluso así, decide seguir aAlbert, quien no deja de lado su propiaracionalidad para <leer> lo que tenía al frente, utilizándola incluso en el momenro en que sumuerte y la de su acompañante ya estaba decretada por Sendero Luminoso: <<no re asustes,no tenemos nada que ver, somos turistas> (p.21), fue lo único que atinó a decir ante lainminencia de su ejecución.

En esta misma línea se coloca la señora Hortensia d'Horcourt, unamujer que habíaclcclicado su vida a la preservación del medio ambiente. Igual que en el caso de los franceses,olla también debe superar las objeciones que la intuición (en esta ocasión, del esposo) y lat'csptrnsabilidad de los funcionarios civiles y militares, le alcanzan para que desista de laidca dc internarse a una zona dominada por Sendero Luminoso, con la finalidad de hacer lacv¿tluacitin de una reforestación. Para ella <... las calles de Lima son más peligrosas,

Nrr,vn Sr¡l¡Lisrs 144

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o¡tadísticamente>.(p.107).Laseñorad'I{arcourttambién<<conocía>>comoAlbert,lareali-dad peruana, porque ouuíqu" era una mujer práctica, a veces se dejaba llevar por la imagina-

ción y recomponía de u"u"ido a sus deseos unarealidad que, sin embargo' conocía de sobra,

pues llevaba media vi¿a iidiando con ello. (p.10g). Según ella, nada malo podría suceder y

usf se lo manifestó ul ¡"t" l*. i" exigía ser escoltada por una patrulla' <No somos políticos

ni tenemos nada que u". "on

tu potíti-"a, "o*undante-

Nuestra preocupación es la naturaleza'

elmedioambiente,losanimales,lasplantas.Noservirnosaestegobierno,sinoalPerú'Atodoslosperuanos. Alosmilitaresytambiénaesoscabezaslocas"'>>(p'111)'

Aquítambién'

unconfiadoconocimientoparcial,culminóconunaejecuciónfinalmentenoentendidaporlavíctima.

Elcontrariodeestoscasoses<<elGringo>,<<Escarlatina>>o<elProfe>,apodosquereferían a un intelectual danés de un apellido Stirmsson, con apariencia desgarbada que no

sintonizabaconlagenialidadquetenía,segúndecíanlosqueloconocían.LitumaSeacercaa él cuando debe inspeccionar un campamento minero que había sido visitado previamente

por una columan senderista. Pronto notará que su sapiencia se basaba en la superación de la

historia oficial para encontrar la <verdad> áel mundoandino, la cual no la asimilaba a una

noción de especificidad cultural sino, más bien, a un sentido universal de la condición huamana,

proniu u."g.esiona. sin motivo aparente hacia estados de barbarie'

<ElGringo>llegóadescubrirlainmensadimensióndelossacrificioshumanosquepracticaban los antiguos peruanos, oculta.por una sistemática disimulación practicada por

los historiadores. Estos .ituul", son para éi eminentemente religiosos, es decir, se localizan

fuera del espectro de la racionalidad, teniendo en la atemporalidad su rasgo más característi-

co. Ellos, "n "onr"ru"n"ia,

siguen vigentes cubiertos con formas cristianas adoptadas luego

de la conquista española. p"rJ su cosmopolitismo le permiten informarse de prácticas igual-

mente irracionales dentro del mundo supuestamente- civilizado: <Ahí en odense' cerca dcl

barrio en que yo vivo, una secta de satanistas asesinó a un anciano clavándole alfileres' comtr

ofrenda a Belcebú -se encogió de hombros el profesor stirmsson-' ^

claro que eran un¿ls

bestias. Algún pueblo de la ántiguedad pasaría el examen? Cuál no fue cruel e intolerantc'

juzgado desde la perspectiva de ahora ?> (pp'177-178)'

Sin embargo, palece que notaba unu dife,"ncia cualitativa entre uno y otro caso. l,rl

sucedido en su Dinamarca natal no tenía cómo justificado en un ambiente donde' se suponíil'

la primacía delarazóncontrolaba exitosamenie el cumplimiento de la norma; por otro latlo'

explicaba a sus interlocutores que el sacrificio huamano en los Andes era la mancra tltr

mostrar respeto a los espíritus del monte, de la tierra, para que no tomaran represalias ctlnlrit

ellos: <Hay que entenáerlos. Para ellos no había caiástrofes naturales' Todo era dcci¿it¡r

por una voluntad superior,a la que había que ganarse con sacrificios>' (p'180)'

Stirmsson,entonces,puedecompr"nd"tpo'qu"sehadespojadodesurcfbrcriciircultural en aras d" un

"or-opolitir-o qué le permite auscultaruna_"tlu".tu.u ""iol it:.1::

naturaleza huamana, más aliá de sus formas heterogéneas y'del límite impucsto por tlllil

visión racional. Esa fue su ventaja con respecto a los franceses y la señora d'lli¡rcotttl'

quiénesnopudieronprescindirdesuejedereférenciaparaevaluaral<otro>' Porcs''l'ilttt¡t¡¡'

otro desarraigado, pudo comprender lo que decia y prestó atención a.aquello quc sttlo pt'txltr

cía sarcasmo en los oyente' d" 'ut

historias (los ingenieros de la mina)'

Nuttvir Stxn1ft¡ 141

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LOSANDINOS

En el lado opuesto a estos personajes, están aquellos que pertenecen al universo

andino. En primer lugar, tenemos la masa que conforman los peones de Naccos, sin rostros

que los individualizen pero sí compartiendo la característica de pertenecer a la sierra, naci-

áos, sobre todo, en Huancayo y Concepción, en Junín y en Pampas, en Huancavelica. Ad

diferencia de Carreño, quien a pesar de haber nacido en Sicuani y ser quechua hablante, era

fácilmente identificable como costeño, esta masa se presentaba con un aculturamiento solo

superficial que los hacía responder, finalmente, a patrones de conducta que ante los ojos de

Lituma estaban cargados de misterio. El se preguntaba., Como era posible que esos peones,

muchos de ellos acriollados, que habían terminado la escuela primaria por lo menos, que

habían conocido las ciudades, que oían ruido, que iban al cine, que se vestían como cristia-

nos, hicieran cosa de salvajes calatos caníbales?'..(pp.209-210)'

El ambiente en donde este grupo socializaba era la cantina, regentada por una pare-

ja Dionisio y Adriana, y sugerida como un espacio de libertad en donde además de consu-

mirse alcohol, se ejercía solapadamente el homosexualismo y la prostitución.

Otro grupo despersonalizado, que se ubica dentro de este conjunto, son las colum-

nas de Sendero Luminoso. Cada vez que se presentan son descritos como jóvenes y niños

pobres, que hablan <en castellano, no en quechua> (p.21) y van expresando un discurso que

iesulta ininteligible tanto para los andinos como para los occidentales, salvo la seguridad de

estar anunciando momentos <<anormales>. El relato literario les hace cumplir la función de

<emisarios>, que están comunicando algo que necesita ser traducido, a,pesar de su presencia

esporádica. Ellos son el vehículo que trasmiten la crisis y los intentos de su superación,

mediante la práctica de la violenciabárbara.Luego tenemos a los tres desaparecidos-sacrificados. Todos ellos expresan una

situación marginal en el mundo andino y , por lo mismo, son vistos como peligrosos para el

<< orden normal>>. Pedro Tinoco, es un adolescente <<opa, ido, bobo> (p.47), un <<huaccha>,

que luego de mil peripecias se convierte en un pastor de vicuñas, entablando con ellas una

relación afectiva que nunca pudo hacer con los seres humanos. En esta situación, recibe

primero a los senderistas quiénes tenían la directiva de liquidar la reserva porque era <<un

invento del imperialismo> (pp.56-57), y luego a una patrulla de la Guardia Civil que estaba

persiguiendo a los primeros, quienes lo torturanquemándole partes de Su cuerpo para que

hable, hasta que uno de sus miembros lo reconoce y advierte que es mudo. Poteriormente lo

veremos en Naccos realizando algunos servicos a Lituma y su acompañante, hasta que des-

apareció.Casimiro Huarcaya era un albino que había nacido en Yauli. Las dudas sobre su

origen y las burlas de sus compañeros despertaron en él la idea de irse hacia otros lugares. A

los quince años se enrola al servicio de un comerciante, sintiéndose feliz de no tener que

cchar raíces en ningún lugar. Un día, en Andahuaylas, se le acercó una joven a decirle que

cstaba embarazadadeéI, de lo cual no tiene certeza reaccionando con mucha culpa'

Luego vendrán los <tiempos malos>>, cargados de violencia, y su negocio se de-

rrurnba. Cuando en una ocasión estaba emborrachándose, se le acerca una turaba con la

l'in¿rlidad de lincharlo por ser <pishtaco>, salvándose porque repentinamente aparecen los

sc¡tlcrist¿rs quiénes disgregan al grupo indicándoles que no deben seguir con esas supersti-

Nrt vrr Srx¡risls 146

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Éiones. Entre los guerrilleros, Huarcaya puede distinguir aAsunta, la joven que había emba-

fgzado tiempos atrás, y es ella la que con un aÍna en la mano podía haberle dado un tiro en

lL cabeza,p".o no lo hizo. Esta actitud abruma a Huarcaya, hasta el |ímite de convencerlo

que era un <pishtaco>.

El tercer desaparecido era Medardo Llantac, quien cambió su nombre por el de

Demetrio chanca, luego que los senderistas llegaron a su comunidad y mataon a todos los

dirigentes. El era uno á" "ttor,

pero pudoescapar para luego regresar con la polícia y ayudar-

los á identificar a aquellos que habían planteado sus denuncias ante los guerrilleros'

Finalmente, tenemós a Dionisio y Adriana, la pareja que regenta la cantina de Naccos.

Dionisio era un cantinero, errante, quién,los curas pueblerinos lo mandaban expulsar' antes

de llegar allí. Decían que había matado al marido de Adriana para quedarse con ella' <<Era

bajito, fortachón y tenía la chompa azul de costumbre enroscada por el cuello hasta la

baruitta...rrlp. g1). Elsimbolismo emanado desde esta figura remite al caos generado por Ia

superación de las interdicciones culturales:

<-vaya, a usted no le parece tan malo Satanás - observó Lituma, escrutándolo'

-Sinofueraporél,loshombresnohubieranaprendidoagozardelavida-lodesafióDionisioconSusojitossardónicos-oestátambiénencontradequelos hombres se farreen, como esos fanáticos?> (p'l0a)'

En to{o caso, a Lituma le sorprendía que aún estuviera vivo. <Lo raro es que los

terrucos no lo hayan matado todavía. Ellos andan ajusticiando maricones, cafiches' putas'

degenerados de cualquier especie. Dionisio es todas esas cosas a la vez y encima otras">>

(p.201).Adriana, <la bruju, era una <<cuarentona, cincuentona' sin edad> (p.38)' de rasgos

aindiados pero de piel blanca y ojos claros. Había nacido en Parcasbamba, un lugar entre la

sierra y la selva. Su tarea era irefarar comida, tomar con los comensales y adivinar la suerte

"on náip"r, leyendo las manos ó tirando al aire hojas de coca. <Lituma sospechaba que,

además de cocinera y adivinadora, por las noches tambiénera otra cosa">(p'38)'

A ella es donde primero se remite Lituma cuando empieza a investigar sobre las

desapariciones, y cuandoios pocos indicios que manejaba le hacían sospechar que no era

una obra de Sendero Luminoso. Efectivamente, ella le dijo a Demetrio Chanca que lo iban a

sacrificar porque se debía aplacar a las fuerzas malignas que causan daño, y lo habían esco-

gido a él jo.qu" era impuro. <<por qué era impuro? porque se había cambiado de nombre...

Iambia.sé de nombre que a uno le dan al nacer, es una cobardía> (p'41)'

Aún así, a Lituma le resultaba imposible entender lo que Adriana le aseveraba, pues

establecía todo su argufrrento en algo que estaba fuera de su propio esquema mental' Decía

Adriana que <Todos estos cerros están llenos de enemigos. Viven ahí adentro' Se la pasan

urdiendo sus maldades día y noche. Hacen daños y más daños...Hay que desanojarlos,

distraerlos. No con esas ofrendas de los indios...Estará bien para tiempos noÍnales, no para

éstos. A ellos lo que les gusta es el humano> (pp'44-45)'

LITUMATOMA CONCIENCIA

LuegoquevisitalaEsperanzayhaberconversadocon<elGringo",Litumacrnpicza a ordenar la serie de signos que hasta ese momento le parecían indispensables' Duritnt¡ e I

Nulrvrr S¡l.ltlists l4,l

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viaje de regreso a Naccos, un insight le revela la clave del misterio:

<Eso tiene que haber sido, los serruchos de mierda los sacrificaron a los apus>. (p.199).

Para luego pensar en tercera persona, ya de manera reflexivu <E1 misterio se lo resolvió ese

Profe chiflado por el Perú. Ahíestaba para qué servía la historia, pues... nunca se le pasó por

la cabeza que estudiar las costumbres de los antiguos peruanos pudiera ser útil para enternder

lo que ocurría ahora en Naccos. Gracias Escarlatina, por resolverme el misterio..>(p.203).

Pero el asunto no concluyó allí. Al continuar el viaje a pie, experimentará su propia

insignificancia frente al medio que lo rodea. Un huayco de grandes proporciones podrá

salvarlo a duras penas y, bien advertido como estaba por "el Profe ", no explicó su providen-

cial salvación por el azar, ni mucho menos por mediación de la divinidad cristiana. <Como

si hubiera pasado un examen, pensó, como si estas montañas de mierda, esta sierra de mierda,

por fin lo hubieran aceptado. Antes de proseguir su camino, aplastó su boca contra la roca

que lo había cobijado y como hubiera hecho un serrucho, susurró>> <Gracias por salvarme la

vida, mamay, apu, pachamama, o quien chucha seas.> (pp'208-209).

Lituma tuvo que convertirse en un andino para explicarse cabalmente lo que pasaba

en su entorno. Pudo hacerlo, y por tanto sobrevivir, porque al igual que <el Gringo> su

desarraigo había facilitado la comprensión del <<otro>>. Esto fue 1o que no sucedió con las

pautas de entendimiento que habían realizado los franceses y la señora d'Harcourt, lo que

motivó sus violentos sacrificios.

FLPERU DE VARGAS LLOSA

En el relato que construye Vargas Llosa a partir de estas funciones emanadas de sus

personajes, est¡í claro la configuración de un mundo de crisis que intenta reslituir la norma-

lidad y para lo cual se hace necesario eliminar todos aquellos elementos que figuran como

disturbadores. Pero, contra lo que podría suponerse, no es solo una crisis que remite al

mundo andino, sino una donde se involucra a las dos partes que la cgncepción dualista del

autor construye. Carreño y su historia de amor imposible, que está señalando una pertenen-

cia más bien occidental, también parte de un <desorden>, marcado por dos relaciones anor-

males: una, la de policias cubriendo actividades flicitas y, dos, una relación de pareja entre el

jefe narcotraficante y su prostituta que no tiene nada de amor y sí de primarias pasiones.

Carreño intenta ser un agente del orden, sacríficando violentamente al narcotraficante por

verlo como la causa de las anomalías que siente, tratando de redmplazar el sentido que éste

daba a sus relaciones con Meche (la prostituta), con una de donde prime afectos más positi-

vos.Bajo el mismo sentido se entiende las desapariciones en el mundo andino. La rup-

tura del equilibrio armónico entre el hombre y la naturaleza, genera la furia de ésta última,haciéndose necesario la organización de ritos que aplaquen los castigos. Lo significatiyo en

cste caso es que los directores de la iniciativa ritual son los mismos que personifican el

dcsorden y la inmoralidad que se intenta desterrar, es decir, Dionisio y Adriana.En fin, la pauta marcada por el paralelismo de las situaciones están bajo una clara

oposición y complementaridad. Hay situaciones en donde se bifurcan las causas y dan paso

a la cspecificidad de cada mundo, pero en otras hay una evidente correspondencia frente auna rcferencia más general a la condición humana. Tal vez el efecto de lo fantástico está

Nurvn Sr¡.rrrisrs 148

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muymarcado en lo andino, y ausente en el relato de Carreño, que de buenas a primeras no

permite visualizar la alta carga de violencia que se procesa en uno y otro caso. Incluso, el

hecho de que la aventura de Carreño esté remitiéndonos más al mundo interno del personaje,

y lo andino tiene más bien una direccióir hacia lo externo. lo social, podrían estar apoyando,

t."o yo, esta equivoca consideración. Sin embargo, la cuestión es que la crisis presentada

por Vargas Llosa es algo común a todos los componentes de la sociedad peruana, y la violen-

"iu qu"!"n".u es el intento de buscar una respuesta frente al desorden, para algunos, frente al

<ilachacuti>, para otros.. i Aquí podemos hacer un aparte, para poner en relieve una incoherencia mostrada

por el relato. El nivel de confluencia de donde emerge el sentido universal de regresión

tá.bu.u, ha sido simbolizada por divinidades pertenecientes al panteón griego. Dionisio y

Adiana tienen una connotación tan clara en este sentido, que hace innecesario apoyar esta

afirmación en una declaración explícita del autor que, dicho sea de naso, la hubo' Vargas

Llosa afirmó que la novela fue influenciada por sus lecturas sobre el mito de Dionisio, la

divinidad que representaba la barbarie para los griegos5.pero, esta operación que tuvo como finalidad proponer un sentido unidad a la cues-

tión humana, presindió completamente de atributos específicos que adquieren los símbolos a

partir de su contexto histórico. ¿De cuál Dionisos nos habla Vargas Llosa? ¿ El de la Grecia

arcaica, el de la época clásica, el Dionisio helenístico? Entre ellos no hay merasdiferencias

formales, sino enormes transformaciones en su elementos estructurales, pués el contexto que

los produjo, a pesar de compartir una continuidad espacial, fueron bastante disímiles entre sí,

aún cuando las convenciones nos hagan suguerir una continuidad lineal entre estas socieda-

des.Incluso así, los inconvenientes de este artificio no quedan solo allí, ya que extre-

mando nuestras concesiones podemos aceptar incluso una visión homogeneizadora que ha-

lla condensado en Dionisio una figura perfecta, sin figuras ni contradicciones. Sin embargo,

existe otro derivado que sí resulta crusial, para el entendimiento de lo alcanzado por Vargas

Llosa. Es imposible sistematizar las funciones de un elemento religioso si es apartado del

resto de sus componentes. Dionisio no es una figura aislada, sino que responde sólo al inte-

rior de un sistema divino, en donde las otras partes están en relación, como complemento, o

posición o contradicción. Es lo que Jean-Pierre Vernant denomina <La sociedad de los

dioses>>, viéndola semejante a las estructuras lingüísticasÓ.

Al respecto, tenemos entonces que la novela registra como protagonista un símbo-

1o de la barbarie, pero una barbarie frente a qué?, ¿dónde se ubica su fuerza contraria, su

complemento y oposición?, ¿cuál es lafuerzaque le hace tensión y permite el equilibrio?

Está ausente, creo yo, y no es un dato casual esla deficiencia estructural.

Ahora bien, ¿Qué puede tener de significativo o de operativo llegar a estas consi-

deraciones? Habíamos dicho que Vargas Llosa no es sólo un novelista para los peruanos' Es

un político y, además, el sistematizadorde una visión, de una manera de asumir el Perú,

compartida por sectores considerables de la sociedad peruana. Por 1o mismo, debe soportar

que iu obra sea abordada desde una óptica que trascienda los marcos de su oficio'

Una lectura como Lituma en los Andes, resulta interesante para un cientista social

no tanto por lo que dice sino por los sintomáticos silencios que expone. La manera como

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Page 9: Lo que Lituma no dijo por Eduardo Toche Medrano

testimonia la violencia peruana, incide en lo inexplicable que resulta para todos los perua-

nos. Es increible, por ejemplo, que luego de década y media no tengamos entre manos un

serio análisis sobre las causas que componen dicho fenómeno social y su ubicación dentro

del contexto contemporáneo del país. La perplejidad frente a lo desconocido que nos resulta

en baño de sangre, alimentó como bien sabemos el sentimiento de orden, pronto a degenerar

en autoritarismo, sin medir las consecuencias de una antropofagia, esta vez simbólica nada

más, resultante de la expiación que exigía la sociedad para redimierse.

Sin embargo, no sólo es la ausencia de explicación frente a la violencia y su rol en

las conductas regresivas de barb-¿rie, si así puede llamiírsele, que procesa la sociedad para

encontrar nuevamente los otiempos anormaleso. lo único que puede extraerse de Lituma en

los Andes. Es altamente significativo que el relato alavez de no encontrar un registro que

explique la práctica de la violencia, támpoco ofrece una alternativa para su superación' Pa-

reciera que Vargas Llosa asume aquí un fatalismo pesimista, lo cual no es nada raro cuando

resulta imposible asimilar su proyecto político a una autopía que se haya enraizado en la

sociedad. El futuro armónico, esa <felicidad para todos> de la cual se burlabasarcásticamente

un ex ministro de economía, no tiene ubicación dentro de su esquema, que es el esquema de

muchos en este país. He aquí, creo, el gran silencio quc propicia aquel proyecto que fue

denotado en 1990, el mismo que encontró en su contrincante de turno a alguien dispuesto a

realizarlo. Es, para responder la preggnta p.lanteada líneas arriba. la imBosibilida! que tieneeste esquema phra señdlar. desde'su ubicaÓiÓn, un agente que reslltuya la arrnonla.

NOTAS:

1. ¿ He Vivido en Vano ? Meza Rsdonda sobre Todas las Sangres'

23 de Julio de 1965. IEP. Lima,'1985.2. Se puede mencionar aquí los tra6ajos de Antonio Cornejo

Polar: La Novela Peruana: siete Estudios. Editorial Horizonte. Lima, 1911; y

La Formación de Ia Tradición Literaria en el Peni. CEP. Lima, 1989. También

la Tesis de Efraín Kristal: Una Visión Urbana de los Andes. Genesís y Desarrollo

del Indigenismo en el Perú 1848-1930. Instituto de Apoyo Agrario. Lima, 1991.

Pero, tal vez el más sugerente y audaz en este sentido, resulta ser el Libro de Peter

Elmore: Los Muros Invisibles. Lima y la Modernidad en la Novela del Siglo

XX. MoscaAzul Editores y Ediciones el Caballo Rojo. Lima, 1993.

J.

4.

5.

6.

Mario vargas Llosa: Lituma en los Andes. Editorial Planeta. Barcelona, 1993.

Javier Parra: <Dionisos o la Regresión a la Barbarie. Mario Vargas Llosa y el Pre

mio Planeta>. En EFE REPORTAJES. Barcelona,1993. Reproducido en LAREPUBLICA Lima, 18 de Noviembre de 1993.

Javier Parra: op. sit.

Jean-Pierre Vernant: Mito y Sociedad en la Grecia Antigua Siglo XXL Madrid,

1982.

Nueve Sr¡¡rtsrs 150

*fro 1, NUMEÉo--I - 2 t994