LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES MODERNOS

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1 LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES MODERNOS Por Richard D. Silvera

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LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES MODERNOS

Por Richard D. Silvera

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LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES MODERNOS

Por Richard D. Silvera

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CONTENIDO GENERAL

Creo en milagros No todos los evangélicos pensamos igual Tres posturas diferentes sobre los dones

Experiencia versus doctrina Un gran factor de división; conceptos diferentes de la Biblia

Por que están aquí Que los motiva

Por que sustituir un apóstol por otro El método de Dios de poner personas bajo la autoridad de otra

Se lo veía venir A esta película ya la vimos

Idolatría En la practica; nuevos mediadores

No nos engañemos; la semilla siempre estuvo Nuevas adicciones Quien lo nombró

Desarrollo teológico Satanistas infiltrados

¿Porque crecen? Creo en un avivamiento

La palabra apóstol en el Nuevo Testamento Podemos confiar

El profeta en el Nuevo Testamento Argumentos a favor del cese de los dones profeticos y apostolicos

El fantasma de la neo ortodoxia y el misticismo Conclusión

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¡CREO EN MILAGROS! ¡Creo en milagros! Me veo en la necesidad de hacer esta aclaración desde el comienzo mismo de mi presentación, porque como con tantas otras cosas, muchos al escuchar los argumentos de quienes sostenemos una teología crítica para con todo esto de los profetas y apóstoles, livianamente nos llaman de fríos e incrédulos. Pero eso no es cierto. En primer lugar creo que no hay milagro mayor y mas impresionante que el Nuevo Nacimiento. Esto es algo que solo el Espíritu Santo de Dios puede hacer; nada ni nadie puede cambiar una vida como lo hace Dios. En segundo lugar, creo que Dios actualmente, en respuesta a la oración de los cristianos, interviene providencialmente, cambiando circunstancias, provocando giros increíbles e inexplicables al curso normal de los acontecimientos, y en ocasiones, efectuando lo que podríamos llamar “un milagro”. No creo, desde luego, que todo aquello que llaman milagros lo sean realmente; de hecho la mayoría de ellos pueden ser explicados de otra forma. Pero sí acepto que hay algunos hechos que ocurren en respuesta a la oración de los santos, simplemente son inexplicables a menos que creamos que Dios obró de forma sobrenatural. El punto de discrepancia de los que creemos en una evangelio llamémosle ortodoxo (sepan disculparme si este término pueda alguno no sentirlo el mas apropiado) es “el como” Dios obra hoy, y no el hecho en si de que “puede hacerlo”. Otra aclaración que siento la necesidad de hacer, es que no sostengo que “todos los apóstoles y profetas modernos” sean personas malas y perversas, o que sean algo así como “instrumentos de Satanás para destruir a la Iglesia”. Creo si, que sostienen una teología incorrecta sobre los dones del Espíritu Santo y especialmente sobre el lugar y sentido que tiene realmente la Biblia en la fe cristiana. Pero muchos de estos hombres, son buenos hombres; honestos y sin duda hermanos en la fe. De no creerlo así, no perdería el tiempo tratando de escribir este ensayo. Pero porque creo que muchos de ellos y de quienes le siguen, son genuinos hermanos en Cristo, es que anhelo debatir, discutir y convencer, para que podamos regresar todos a una doctrina y practica de fe legítimamente neo testamentaria. Por otra parte, entiendo que no todos los apóstoles y profetas y no todos los ministerios apostólicos y proféticos, son iguales. Algunas de las posiciones sostenidas en este sentido son francamente extremistas, se diría que sectarias. Otras, sin embargo, podríamos llamarlas moderadas y hallan mas puntos de contacto y diálogo entre los que sostenemos un evangelio conservador. Y finalmente quisiera aclarar, que durante mi presentación, expresaré pensamientos muy ardientes, que a mas de uno le resulte ofensivo. Pero no es mi intención ofender. No ataco personas, sino ideas. No cuestiono el corazón de nadie, sino los hechos. ¿Pero de que otra forma se puede predicar y enseñar lo que se cree y vive, sino con el corazón? Deben entender mis amados lectores, que me formé teológicamente en un ambiente pentecostal tradicional, fui durante mas diez años pastor pentecostal también, y un buen día (considero yo por gracia de Dios) comenzamos a descubrir en la Biblia que mucho de lo que sosteníamos era incorrecto, y fuimos “convertidos” (otra vez discúlpenme por el término) al cristianismo ortodoxo. Y lo que nos pareció mas extraño fue descubrir en el “mayor poder y unción, que la que jamás habíamos experimentado”.

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NO TODOS LOS EVANGELICOS PENSAMOS IGUAL Nuestro país siempre ha tenido la presencia evangélica. Pero reconozco que fue la andanada de denominaciones pentecostales de a partir de mediados del siglo XX, la que “hizo mas conocida entre la gente el mensaje de Cristo”. Este avasallamiento denominacional, difundió la doctrina, naturalmente pentecostal, de que todos los dones del Espíritu Santo siguen vigentes y de que Dios obra por medio de “esa forma” tan peculiar que caracteriza a los pentecostales y carismáticos. Por eso muchos cristianos, siquiera tienen idea que hay iglesias evangélicas y hermanos en la fe que piensan distinto; y no por eso dejan de ser hermanos. Esta ignorancia generalizada, fue y es ayudada por mas de un seminario teológico o instituto bíblico que a la hora de preparar a sus obreros y pastores le enseñan la doctrina “de su denominación” sin siquiera analizar los argumentos de los “otros” evangélicos. Naturalmente que esto divide a la Iglesia, innecesariamente; porque genera distancias basadas en la ignorancia sobre “el otro” y no sobre opiniones y doctrinas. Quisiera citar un par de ejemplos al respecto. En estos días un pastor que se considera pentecostal, cuando en realidad pertenece a la denominada “nueva ola”, solo que el no lo sabe, dijo que debemos ser equilibrados, medio “bautistas y medio pentecostales” (quizás dijo eso para congraciarse con migo). Y esto dando a entender que debemos ser “estudiosos de la Biblia” como los bautistas y también debemos “dar lugar al Espíritu “ como los pentecostales. Esta observación es absolutamente prejuiciosa y falsa, y por supuesto ignorante. Los pentecostales no son menos estudiosos de la Biblia que los bautistas, solo que hay puntos doctrinales a los que han llegado a conclusiones distintas a las que sostienen las iglesias conservadoras. Y los bautistas, ¡por supuesto que dan lugar al obrar del Espíritu Santo!, solo que no creen que este obre como muchos dicen que obra. Según me explicaba este hermano, lo que pretende decir además, es que en la vida cristiana, tanto la Biblia como el obrar del Espíritu Santo deben estar presentes; esta es otra confusión de conceptos. La Biblia (lo entiende cualquier evangélico de cualquier grupo), es inspirada por el Espíritu Santo, por lo que no podemos hacer esa “diferenciación” simplista de la Biblia versus el accionar del Espíritu. Son la misma cosa. Otro ejemplo de cómo se ignora sobre doctrina, es lo que le sucedió a un amigo mío que visitaba a una pastora de la zona donde trabaja nuestra Iglesia. Cuando mi amigo le pregunto ¿son ustedes calvinistas o arminianos?, la pobre mujer ni supo de lo que se estaba hablando y pregunto si acaso aquello, eran nuevas denominaciones evangélicas que ella no conocía. Pero sin duda, los que mas prejuicios tienen sobre doctrinas evangélicas son muchos de los promotores del sistema apostólico y profético moderno. Sus exponente sostienen que “su sistema es el bíblicamente correcto” mientras que los otros, son la obra de tradiciones, reglamentos de hombres y posturas denominacionales arbitrarias o a lo menos “no bíblicas”. Esto es absolutamente prejuicioso. Yo puedo decir que el otro “piensa diferente” porque entiende diferente la Biblia; las líneas denominacionales son también el intento “de hacer las cosas bien como Dios manda”. Pero no puedo acusarlo livianamente de tradicionalista y seguidor de preceptos humanos. Siempre es mas fácil pararse de este lado de la vereda y decir “nosotros somos bíblicos y los otros no”; así se corta todo diálogo presuponiendo que nosotros somos los buenos y los otros son los malos. Pero si reconocemos que tanto unos como otros buscamos en la Biblia a nuestras preguntas, podremos ayudarnos; podremos dialogar.

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TRES POSTURAS DIFERENTES SOBRE LOS DONES Fríos o calientes. Bíblicos o herejes. Legalistas o libres. Poderosos o débiles. Estas son algunas de las simplistas diferenciaciones que nos hacemos los cristianos. Surgen de quienes no se detienen ni un momento a escuchar los argumentos del otro; de quienes no se atreven a confrontar o comparar doctrinas. Sin embargo cuando prestamos atención a las voces de nuestros hermanos notamos que a lo menos hay tres posturas diferentes sobre los dones del Espíritu Santo. Los pentecostales, son los que creen que “el bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia posterior a la conversión que da poder al creyente para ser testigo y vivir en victoria”. Entienden los pentecostales que esta experiencia es invariablemente acompañada por la evidencia física de hablar en lenguas. También creen, en la vigencia de todos los dones del Espíritu de los que el Nuevo Testamento habla. Los carismáticos, son quienes creyendo lo mismo que los pentecostales, permanecen en sus denominaciones “tradicionales”, generando una verdadera “renovación” (según ellos) en el seno de sus vetustas organizaciones eclesiásticas. Hay carismáticos entre incluso, los católicos apostólicos romanos. Los evangélicos de la nueva ola (yo les llamaría neo pentecostales aunque hay autores que no compartirían este calificativo), entienden que el “bautismo en el Espíritu Santo no es una experiencia posterior a la conversión, sino que es la conversión misma, y que la glosolalía es un don que se puede o no tener. Entienden que todos los cristianos tienen un don del Espíritu Santo, y que todos los dones son vigentes, pero no enfatizan como los pentecostales, a las lenguas como una señal del bautismo en el Espíritu ni entienden a este como una experiencia posterior a la conversión. Los cesacionistas, son los que creen que el bautismo en el Espíritu Santo es la conversión misma, pero que además algunos dones del Espíritu Santo (lenguas, interpretación de lenguas, milagros, sanidades, profecías y palabras de revelación de ciencia y sabiduría) han cesado; no suceden hoy porque fueron solo para el tiempo en el que el canon bíblico no se había cerrado. Cualquiera de estas posturas “tiene sus argumentos”, dignos de ser escuchados. Los que mantienen la posición de la vigencia de todos los dones del Espíritu hoy, naturalmente aceptan la presencia de apóstoles y profetas. Pero hay casos, extraños de pentecostales, carismáticos y neo pentecostales, que no aceptan apóstoles y profetas, negando de alguna forma sus propias convicciones originales. Los cesasionistas directamente no aceptan la vigencia de tales ministerios. EXPERIENCIA VERSUS DOCTRINA Hay básicamente dos formas de “afrontar la fe cristiana”. La mas difundida es “tengo una experiencia con Dios y luego moldeo mi doctrina y mi interpretación de la Biblia en base a ella”. Este “acercamiento” a la verdad (conste que digo acercamiento y no llegada a la verdad) es muy subjetivo, intenso y profundo. No suele ser fácil confrontar doctrinas con quien ha experimentado una experiencia profunda de este tipo; los sentimientos están a flor de piel y casi siempre tienen que ver con asuntos cruciales para la vida y la felicidad del individuo. Esta forma no deja de ser

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algo racional, pero la capacidad de razonar doctrina de quien la asume, esta limitada; difícilmente podría llegar a la conclusión de que la Biblia enseña que su profunda experiencia transformadora es falsa. Un hermano que asiste a nuestra Iglesia me narraba sobre su experiencia lo siguiente. “Se encontraba en una reunión de oración, clamando a Dios por ayuda en sus problemas. De pronto sintió algo como “un fuego que le recorría el cuerpo, y un profundo gozo que le saturaba los sentidos. En su oración comenzó a expresar palabras que no comprendía. Al principio se trataba de una torpe repetición de sílabas, Pero poco a poco pareció tomar forma en palabras algo mas complejas, que aún no entendía.” No entendió lo que ocurría, sus pastores no quisieron explicarle, así que comenzó a leer en la Biblia, haber si hallaba alguna explicación. Se encontró con el libro de Hechos capítulo dos, y concluyó; -he hablado en lenguas, acabo de recibir el bautismo en el Espíritu Santo”. A muchos pastores les ha pasado algo parecido. Pasan años de ministerio “infructuoso” con pocas conversiones y sintiéndose solos y defraudados. Sus denominaciones nos les brindan apoyo (este es un factor crucial que ha permitido el desarrollo del sistema profético- apostólico) De pronto aparece un apóstol que le extiende su cobertura o un profeta que les da una palabra fresca de Dios. Y de inmediato “sus iglesias crecen” y sus ministerios florecen. Tal experiencia es tan renovadora para ellos y sus congregaciones, que no dudan en concluir que la única explicación legítima es que la interpretación que el movimiento apostólico hace del Nuevo Testamento es la correcta; los apóstoles y profetas son para este tiempo. La otra forma de afrontar la fe cristiana es la menos difundida. En mi búsqueda por la verdad, “estudio la Biblia para hallar respuestas a mis interrogantes. Por medio ella descubro cosas que luego pongo en practica. Y al poner en practica lo que la Biblia me enseña, experimento la gracia de Dios en todas sus formas”. Este acercamiento a la verdad, es menos emocional, mas racional que el anterior. La experiencia importa, desde luego, pero como un resultado de lo que descubro y pongo por obra, y no como un condicionante a mi investigación. Es posible que en mi indagación bíblica me tope con mis propios prejuicios que de alguna forma condicionan mi interpretación del texto (esto no lo podemos negar), pero por lo menos me he desembarazado de la carga de “hallar una prueba bíblica (y a veces intentar forzarla), para dar explicación y sentido a algo que experimenté sin entender. En esta postura entiendo, luego experimento. En la anterior, experimento, y luego entiendo. Un ejemplo bastará para ilustrarla. Al comienzo de mi ministerio pastoral era profundamente pentecostal. Y me sentía bien con ello. Pero siempre consideré que el estudio bíblico es crucial, de modo que continué abocado a esa tarea. Y progresivamente fui descubriendo que la Biblia no “reflejaba exactamente lo que yo pensaba”. Aquello fue un proceso traumático. Debí analizar mis experiencias pasadas desde un ángulo demasiado frío y racional, pero necesario. El Nuevo Testamento fue avasallador en sus argumentos. Llegue un momento en que pensé; “si sigo manteniendo lo que creo y ahora veo contradice al Nuevo Testamento de la Biblia, tendré que cometer suicidio intelectual y deberé negar el dogma fundamental de la fe cristiana”. Tendré que ceder –pensé- y reevaluar mis experiencias. El pretender alcanzar el conocimiento de la verdad por medio de la experiencia es incorrecto a lo menos por las siguientes razones. -Si la experiencia vivida contradice un claro mensaje de la Biblia, nos veremos forzados a concluir que la Biblia se equivoca. Y si llegamos a pensar eso, tendremos también que

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ultimar que ella no es palabra inspirada por Dios, o que es Dios quien se equivoca. Parece extraño que alguien pueda llegar a esta conclusión, pero dentro de un sistema de fe irracional, es común verlo. Una mujer, por ejemplo, de la zona donde nuestra Iglesia ministra, contaba que “Dios le había revelado en el espíritu, que su próximo hijo sería varón. Resulta que nació una niña. Y cuando la mujer fue cuestionada respecto a su experiencia, contestó; -Bueno parece que Dios se equivoco.” Entendemos a esta mujer; es mas difícil negar una experiencia espiritual como válida, que rebajar el concepto que tengamos de un Dios que todo lo sabe. -Las experiencias espirituales pueden perfectamente ser falseadas por hábiles manipuladores mentales. Si lo que la persona necesita es simplemente “experimentar algo” para creer que tal cosa es así, no faltarán los falsos predicadores del evangelio que manipulando las emociones, falsearán el accionar de Dios, con el fin de proveer “las evidencias requeridas” que confirmen sus herejías. La persona con este criterio se transforma en presa fácil de los oportunistas. -Nuestro sub consciente, puede jugarnos una mala pasada. A veces alguien desea tanto, sentir algo o experimentar algo (aunque no sea cierto) que la mente puede y de hecho habitualmente en tales casos lo hace, simular o recrear ficticiamente lo que se pretende sentir. Si no usamos a razón, caemos pues víctimas de la fantasía. -Si lo que experimenta un cristiano es diferente a lo que experimenta otro y conduce además a conclusiones teológicas dispares, no hay forma de solucionar la discrepancia. Los dos no pueden tener la razón. No hay en definitiva, una palabra final concluyente. Por eso las corrientes teológicas dentro de los grupos evangélicos que basan su fe en la experiencia mas que en el estudio objetivo de las Sagradas Escrituras, se enfrentan tanto. Dentro del movimiento profético y apostólico, lo que se difunde como verdad no surge sino de la experiencia personal del profeta o apóstol. Hablan de sueños, visiones, revelaciones y experiencias inusuales que les brindan una mejor y mas profunda comprensión de lo espiritual. A lo menos una comprensión que el resto de los cristianos no poseen. No siempre prueban con la Biblia lo que reciben como nueva revelación o experiencia. Y cuando la usan, es apenas para “citar” (no analizar) el texto pretendidamente probatorio. De hecho, no sienten necesidad de hacerlo, porque el fundamento mas recurrido de su fe y de la fe de sus feligreses, es la experiencia y no la investigación independiente y razonada de la Biblia. Y es por esto donde a veces no hallamos un campo adecuado donde debatir. Porque para un evangélico ortodoxo, la Biblia es esencial para definir y descubrir la verdad revelada. Pero para estas nuevas corrientes teológicas no lo es. Puede transformarse en una discusión de sordos realmente. Pero seríamos injustos si dijéramos que “todos” los que defienden la presencia hoy de apóstoles y profetas, lo hacen arbitrariamente, sin presentar argumentos bíblicos. Algunos pocos lo hacen. A mi juicio, no tienen tanto fundamento como pretenden y su exégesis bíblica es dudosa e inexacta. Pero como fuere en ese campo si podemos debatir. UN GRAN FACTOR DE DIVISIÓN; CONCEPTO DIFERENTES DE LA BIBLIA De modo que la gran piedra de toque en la discusión entre cesacionistas y continuistas, es el concepto que tienen de la Biblia, la palabra de Dios. Para unos, ella es la “única regla de fe y conducta suficiente y completa como palabra de Dios”, para otros es solo una “norma general” que no tiene siempre respuestas a problemas puntuales, por lo que

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se hace necesario depender de profetas y apóstoles que suplan esa falta. Dentro de esta segunda posición, hay desde luego, matices. Sin embargo tenemos pruebas mas que suficientes que solo la Biblia es palabra de Dios y que no son legítimos los reclamos de poseer y entregar revelación fresca y dirección mas “contemporánea” de los profetas y apóstoles modernos. Para contemplar tales evidencias permitámonos evocar a la aún no bien ponderada reforma protestante. En ella se proclamó... Solo la Biblia es la palabra inspirada por Dios y la única regla de fe y conducta. Esta declaración es radical. Lo primero que dice es que “solo la Biblia es “palabra inspirada por Dios para nuestro tiempo”. Dios no habla a través de otro medio, agente, o persona. Y dice también que por causa de esto, ella es “la única regla de fe y conducta del cristiano”. En otras palabras es la única con derecho de decirnos que creer y como vivir. No tiene autoridad pues, ni puede reclamar provenir de Dios toda otra palabra, profecía, sueño, visión, declaración, credo, confesión, etc. Estas cosas en el mejor de los casos son de origen humano; “pero no divino”. Esta declaración reformada golpeó duro a la creencia de la Iglesia oficial del 1600, que creía que por medio del Papa, y por medio de apariciones, sueños, profecías, visiones y tradiciones, Dios continuaba comunicándose con el hombre y emitiendo sus juicios. Pero también golpea muy duro a la creencia de la mayoría de los grupos cristianos de nuestros días que creen que Dios continúa hablando por otros medios aparte de la Biblia. Ahora bien ¿en base a que sostenemos esto? El primer argumento a favor de que solo la Biblia es palabra de Dios, es el testimonial. Los Escritores del Nuevo Testamento, conocieron cara a cara a Jesucristo o a los apóstoles suyos. Escribieron de lo que vieron, de lo que presenciaron y de lo que aprendieron directamente de la persona de nuestro Señor Jesucristo. De modo que sus declaraciones expresadas en lo que conocemos como la Biblia, merecen toda nuestra atención. Ellos no hablan de cosas que oyeron, sino de lo que vieron y experimentaron. Cristo ya no está entre nosotros de forma física ni ejerce un ministerio presencial y directo; de modo que toda pretensión de haber recibido palabra de Dios, posterior a la partida de Cristo, no puede ser comprobada. La Biblia pues supera toda supuesta revelación posterior. Pero también hay una razón practica por la cual creer que solo la Biblia es la palabra inspirada por Dios. Pablo escribe a Timoteo “Toda la Escritura es Inspirada por Dios y útil para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16). En otras palabras la Biblia cumple el propósito cabal de Dios para con el hombre, al punto de conducirlo a la perfección. Aquello que es perfecto no puede ser mejorado. Si la Biblia por si sola logra perfeccionar al hombre de Dios, obviamente no se requiere otras, o nuevas revelaciones. Con la Biblia es suficiente. Lo que necesitamos aprender, la Biblia nos lo enseña. De lo que necesitamos se nos refute, la Biblia nos redarguye. De lo que necesitamos se nos corrija, la Biblia lo hace. Y en lo que necesitamos instrucción, la Biblia sola se basta en satisfacérnoslo. Y es tan perfecta su labor que “hace al hombre de Dios perfecto y plenamente preparado para toda buena obra”. Creer que por otro

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medio (sueños, profecías, visiones, etc) o personas (profetas, emisarios, dirigentes cristianos, etc), Dios se comunica hoy, es creer que la Biblia no satisface todo lo que se necesita, y es contradecir el pasaje de 2 Timoteo 3.16. El pasaje de 1 Corintios 13. 8 al 10 nos brinda otro argumento contundente a favor de la idea de que solo la Biblia es palabra de Dios. Allí leemos: “... las profecías se acabaran, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte (de forma imperfecta) conocemos y en parte profetizamos. Pero cuando venga lo perfecto lo que es imperfecto se acabará.” El apóstol Pablo estaba hablando de los dones del Espíritu, particularmente de los dones relacionados con la revelación, aquellos que comunicaban un mensaje de parte de Dios (profecías, lenguas y palabra de ciencia). De esos dones dice que cesarán. ¿Cuándo cesarán? Pues cuando venga lo que es perfecto nos dice el texto. ¿Y que es eso perfecto que desplazará (y de hecho desplazó) todo otro medio o forma de expresar un mensaje de Dios? Pues eso es “el canon bíblico”; la Biblia. Se que hay quienes dirán que lo perfecto es el regreso de Cristo o el mundo perfecto que en dicho regreso establecerá. Sin embargo cuando en la Biblia encontramos la palabra “perfecto” es para referirse fundamentalmente “a la palabra de Dios a las Sagradas Escrituras”. 2 Timoteo 3.17 dice que la Escritura hace al hombre de Dios “perfecto”. Es como si Dios estuviera diciendo “cuando entregue mi palabra estos dones cesaran porque no serán mas necesarios. Todo lo que Dios tiene que decirnos esta en la Biblia, por lo que no se necesita nuevas revelaciones. En Efesios 4.11 se nos dice que Jesucristo constituyó a los autores de la Biblia (apóstoles y profetas) y a los que se limitan a difundirla y enseñarla (evangelistas, pastores y maestros), con el fin de “perfeccionar” a los santos. Otra vez vemos que la Biblia es aquello perfecto que esperábamos y que desplazó toda otra supuesta revelación divina contemporánea. En Apocalipsis 22.20 hallamos mas evidencia a favor de que solo la Biblia es palabra de Dios. Allí leemos “Respecto a las “palabras de las profecías de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas traerá sobre el las plagas escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida”. Sabiendo Juan que por ser el último apóstol con vida, y el último que había visto y estado con Jesús, la fuente de inspiración cesaría con su partida. Por eso al escribir su libro de Apocalipsis (el último del canon bíblico que se escribió), puso fin a la revelación con las palabras citadas. Ya no se podía agregar nada a lo revelado; la revelación divina estaba completa. Dios callaría obrando únicamente para confirmar y hacer efectiva su revelación ya entregada. Si alguien luego de eso profiriera palabra de Dios o emitiera juicios de Dios como dirigente cristiano que supuestamente le representaría, sus declaraciones deberían incluirse en canon bíblico. Pero eso no puede hacerse. Finalmente citaremos Judas 3 para demostrar que solo la Biblia es palabra de Dios. El libro de Judas se escribió por el año 80 d.C. muy poco antes del Apocalipsis de San Juan, y también son palabras que van poniendo broche final a la revelación. Y por eso escribe. “...me ha sido necesario escribirles para exhortarles que contendáis ardientemente por “la fe, que ha sido una vez dada a los santos””. Esta frase “la fe que ha sido una vez dada a los santos”, nos expresa que la fe, la doctrina, la palabra completa de Dios, fue dada “de una vez y por todas” a los santos. El término griego que se traduce “una vez” es “hapax”, el cual da la idea de algo hecho de forma definitiva. El pasaje también incorpora el término “entregada” lo cual nos da la idea de algo completo que no tiene continuación.

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Como vemos el cuerpo de fe y doctrina, toda la palabra de Dios para el hombre, “ya fue entregada”, no esta siendo constantemente entregada, ni se dice que habrá un momento en la historia que Dios entregará nuevas revelaciones. La palabra de Dios ya vino de una vez y por todas. Esta en la Biblia, y por eso solo la Biblia es la palabra inspirada por Dios. Esto implica también que la guía y dirección, la autoridad y mando sobre la Iglesia, lo ejerce la Biblia. Ningún hombre puede atribuirse ese privilegio. Debemos pues negarnos a seguir la guía de los apóstoles por no ser bíblica y la palabra de los profetas modernos por tampoco serlo. PORQUE ESTAN AQUI Las sectas siempre han tenido profetas y apóstoles modernos. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días (por ejemplo) siempre ha tenido desde su fundación a sus profetas y apóstoles. La Iglesia Católica Apostólica Romana ya es famosa por la centralidad del poder en el “papa”, a quien se le considera “el vicario de Cristo”. Pero por siglos la Iglesia evangélica no se vio en la necesidad de fundamentar su existencia. Sin embargo en los últimos años, el tema parece haberse transformado en una necesidad. ¿Por qué? Pues hay una serie de factores que han favorecido la aparición de estos nuevos ministros cristianos. La poca ayuda y presencia que brindan las denominaciones a las iglesias afiliadas a ellas, es uno de los factores. Donde quiera vemos pastores y congregaciones luchando por sobrevivir, manteniendo una identidad denominacional que solo se ve reflejada en sus carteles. En la practica están solos. De tanto en tanto asisten a alguna confraternidad o reunión de pastores, pero requieren mayor presencia. Esta situación genera un sentimiento de soledad y desamparo muy particular. Y si aparece de pronto un ministro de éxito, con una actitud paternalista y dispuesta, y un respaldo espiritual (y a veces hasta económico), el solitario pastor, tiende a ceder ante la propuesta. Este hecho es un desafío a las denominaciones “tradicionales”, que tienen por necesidad, que proveer de una estructura social mas cercana y dispuesta. Otro de los factores que favorece el surgimiento de apóstoles y profetas, es el sistema de gobierno eclesiástico de tipo episcopal. Tenemos necesidad de responder a una autoridad; esto es lo mas cristalino y correcto. Pero realmente muy pocos pastores y muy pocas Iglesias conocen que hay mas de un sistema de gobierno eclesiástico, que el episcopal. Esto se suma al hecho de que muchas Iglesias han surgido por el esfuerzo de un abnegado pastor que trabajó desde abajo levantando su ministerio. De pronto el pastor o ministro se ve al frente de un grupo, creyendo que no hay otra forma de llevar adelante un ministerio que gobernándolo como único responsable, pero que no tiene a nadie sobre el que le aconseje y mande. Si la congregación fuera democrática en su gobierno, el pastor sentiría en su propia iglesia el respaldo que necesita y ante ella misma respondería. Pero no teniendo este conocimiento, siente la necesidad de buscar quien le gobierne o a lo menos supervice, fuera de su Iglesia. Otro de los factores que he notado favorece la aceptación de los nuevos apóstoles y profetas, es la poca o mala educación teológica de los pastores. Muchos, siquiera han pisado un seminario teológico, y algunos de los institutos y seminarios bíblicos de nuestro entorno, quizás motivados por la urgencia que sienten de “enviar obreros”, los educan rápidamente, con lo esencial, y nos les brindan las herramientas necesarias para

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enfrentar los desafíos por venir. Estos mal preparados ministros, simplemente no tienen el conocimiento suficiente para identificar el error y la herejía. He tratado con mas de un pastor que siquiera comprende la Biblia que predica cada domingo. Este analfabetismo escritural, les obliga a brindar a la gente una pobre alimentación espiritual, mas basada en la intuición que en la exposición razonada de la Biblia. Esta carencia obliga a muchos a buscar en apóstoles y profetas, la palabra y autoridad de la que carecen. El surgimiento de pequeños grupos desorganizados de cristianos en todas partes, es un hecho innegable. Decepcionados de las grandes denominaciones y de pastores opresores, muchos cristianos optan por reunirse en sus casas a orar y leer la Biblia. Estos grupos desorganizados de cristianos, suelen ser presa fácil de los falsos apóstoles y profetas. El deseo de crecer. El fracaso de las estrategias misioneras y evangelísticas habituales, ha llevado a mas de un pastor al borde de la desesperación. Mas de uno siente deseos de abandonar el ministerio. Ha probado casi de todo, pero nada funciona. Comienza entonces a sospechar que debe ser un problema espiritual y no de estrategias. Entonces aparece el apóstol y profeta moderno diciendo que el sistema tradicional no es el correcto, que Dios puso apóstoles en la Iglesia para protegerla y potenciarla, y que sin ellos la Iglesia fracasa. La Iglesia y el pastor deseoso de crecer escucha además, testimonios de iglesias hermanas y pastores colegas que experimentaron un crecimiento real y sostenido de sus ministerios. Esto es una gran tentación para los pastores sinceros que quieren ver a sus iglesias crecer. La perdida de los verdaderos líderes espirituales de la Iglesia, es también otro factor que favorece el florecimiento de esta nueva casta de ministros evangélicos. Como en todos los órdenes sociales, parece que entre los evangélicos no estamos produciendo tampoco, una renovación en el liderazgo espiritual de nuestras denominaciones e Iglesias. Los ministros de antaño, sin las pretensiones de los nuevos apóstoles, eran agresivos fundadores de Iglesias, competentes y poderosos predicadores y maestros de la Biblia y arriesgados y decididos conquistadores. Estos cada día disminuyen en número. Nos hemos acostumbrado tanto el “buen vivir” que ya no estamos dispuestos como ministros del evangelio a “sufrir y entregarlo todo” por el avance del reino de Dios. Entonces aparecen los nuevos apóstoles y profetas llenando ese vacío. La tendencia al culto a la personalidad que nuestra cultura experimenta, explica también en parte la aparición de los apóstoles y profetas modernos. La sociedad mediática y global que nos subyuga tiene a levantar a hombres y mujeres de carne y hueso como ídolos y paradigmas incuestionables. El mundo esta lleno de ídolos de carne y hueso. Y la Iglesia que se ha secularizado demasiado, crea los propios. Ellos son los apóstoles y profetas modernos. Quieran o no reconocerlo, la mayoría de los seguidores de estos nuevos predicadores, los consideran “intocables” casi únicos y dotados de dones especiales de los que el resto de los mortales carecen. No dudo que haya mas de un apóstol o profeta que tenga sus argumentos bíblicos, pero la mayoría de los cristianos que los siguen no los tienen. Y uno lo nota cuando hablan; tratan a sus ídolos como intocables e incuestionables emisarios de Dios. Todos estos factores y algunos mas quizás, explican porque los nuevos apóstoles y profetas son aceptados entre los evangélicos, pero no los justifica. El que tengamos carencias, es aprovechado por el error, pero no es razón suficiente par sustentarlo. Hay

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una forma bíblica y sin duda mas poderosa y efectiva de suplir estas necesidades sin tener que caer en el error. Si creáramos y sustentáramos denominaciones cristianas más solidarias, si difundiéramos el sistema de gobierno congregacional y educáramos mejor en la Biblia a nuestros pastores e iglesias locales, si pudiéramos desear mas el ser fieles a Dios, que el crecer y ser populares, si estuviéramos dispuestos a realmente brindar el liderazgo espiritual que la Iglesia necesita y dejáramos de delegar a otros lo que debemos nosotros hacer, y si adoráramos a Cristo con todo nuestro ser, no escucharíamos tanto a los nuevos falsos ministros que florecen en nuestras ciudades. QUE LOS MOTIVA Ya hemos visto que favorece el florecimiento de este sistema. Pero, nos resta preguntarnos, ¿y que motiva a algunos a aceptar el título de apóstoles y profetas? Los sueños y visiones, y experiencias espirituales que estos hombres alegan tener, en algunos casos son reales. No con eso quiero decir que provengan de Dios. Pero para quien tiene estas experiencias, no cabe duda de que su origen es divino. En algunos casos, se percibe la acción inequívoca de los demonios, que falsificando el obrar del Espíritu Santo, logran convencer a mas de un incauto. En otros es meramente un engaño emocional, producido por el sub consiente, por delirios religiosos, que mas se parecen a una patología sicológica que una revelación divina. Quienes experimentan estos desvaríos, tienden desde luego, a interpretar la Biblia de forma muy subjetiva para que se acomode a sus experiencias de las que no tienen ninguna duda. La mente juega en ocasiones una mala pasada. Mas de un cristiano angustiado, “escucha” una voz interior que no es otra cosa que sus propios pensamientos, que le alientan o dirigen. Pero en su angustia experimenta una disociación de la personalidad, que le impide ver que es él mismo pensando; e interpreta su voz interior, como proviniendo de Dios. Esto es muy parecido a la recepción de revelación o palabra profética. Una persona así afectada, se convence y convence a otros que tiene una revelación fresca de Dios. Lo que motiva a mas de un apóstol y profeta moderno es su propio éxito ministerial. En medio de una constelación de pastores y ministros que a diario luchan por sobrevivir en un mundo que les es hostil, ellos logran prosperar en sus ministerios. Fundan iglesias que crecen e impactan a la sociedad. Predican con una unción especial (a veces con una enorme cuota de desparpajo) que sacuden las conciencias. Se dicen a si mismos en cierto momento. “–Valla, ¡como Dios me ha bendecido mas que a mis compañeros de milicia..! ¿será porque tengo algo especial que ellos no?-” Este tipo de razonamiento puede conducir a pensar que hay dones de Dios que el ministro exitoso tiene que su par no tan exitoso no tiene. ¿Qué otro don puede ser, que el profético o apostólico? No sugiero que este hombre tenga malas intenciones. Probablemente no las tiene; lo que anhela es brindar lo que cree Dios le dio, a sus compañeros de milicia. Solo que parte de una teología deformada de los dones del Espíritu Santo. En el fondo, el pentecostalismo esta presente. La perspectiva de los dones del Espíritu Santo de los pentecostales favorece el que haya quienes crean ser apóstoles y profetas. La mayoría de las denominaciones pentecostales entienden que esto es correcto. Un pentecostal coherente con su propia fe no puede negarse aceptar apóstoles y profetas. Pienso que la aparición y explosión de este movimiento, era el paso siguiente e

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ineludible, de una iglesia mediática de doctrina pentecostal. Tarde o temprano la teología continuista de los dones del Espíritu Santo conduciría a esto. Hay sin embargo, quienes son motivados por sentimientos malos. La ambición de poder, es uno de ellos. Siempre ha estado presente en las Iglesias, y esta ha encontrado siempre la forma de revelarse. En un sistema congregacional de gobierno denominacional, el que quiera perpetrarse en el poder, tendrá serias dificultades, porque periódicamente las denominaciones congregacionales renuevan a sus líderes. Pero en un sistema episcopal de gobierno, e incluso en algunas formas de presbiterianismo, esto es mas difícil de prevenir. En el pasado surgieron, obispos, reverendos, y toda clase de pastores o ministros religiosos que procuraron estar por arriba de los otros ministros, y de esa forma ejercer autoridad. El sistema apostólico y profético moderno, es una nueva forma que ha adoptado la ya añeja sed de poder del hombre. En la practica el discurso es; “yo estoy sobre ti, soy tu autoridad, debes obedecerme”. Mucha gente al convertirse al evangelio, trae consigo sus filosofías e ideas de cómo deben hacerse las cosas. Otros, en su afán de hacer las cosas bien, pueden sentirse tentados por el éxito de ciertos criterios seculares de organización social. Se acaba incorporando en el ministerio cristiano, pues, métodos seculares, a los que simplemente se les da nombre cristiano. El sistema empresarial piramidal de gobierno, es exitoso. Funciona. Por eso hay quienes pretenden aplicarlo al cuerpo de Cristo. Pero necesita este sistema la figura que sustituya al empresario mayor; esa figura es el apóstol. Hay en todo esto también la concepción del éxito en términos seculares. Según la Biblia un ministro exitoso es quien se mantiene fiel predicando el evangelio sin ceder ante las presiones del mundo. Pero según el mundo, el éxito es sinónimo de popularidad, riqueza, crecimiento y desarrollo extensivo. Este es el criterio de éxito de los modernos ministerios apostólicos. ¡Que contraste con los verdaderos apóstoles del Nuevo Testamento los cuales acabaron sufriendo el martirio por causa de su fe! Ellos no fueron exitosos según los criterios del mundo, pero si, según el criterio de Dios. ¿PORQUE SUSTITUIR UN APÓSTOL POR OTRO? Una vez un pastor me preguntó si me hallaba bajo la cobertura apostólica de alguien. Le conteste que si. Le dije que me hallaba bajo la cobertura apostólica de Pablo, Pedro, Mateo, Juan, y la del mismo Jesucristo. El Nuevo Testamento de la Biblia es el ministerio apostólico que sostiene a nuestra congregación. Le dije además que no había necesidad de sustituir aquella por alguna otra, porque la cobertura apostólica del Nuevo Testamente es cabal y suficiente. Solamente quien piensa que la Biblia es obsoleta o que su acción no es completa y deja “baches”, puede querer buscar y someterse a la acción ministradora de algo o alguien mas. Pero el ministerio apostólico y profético de la Biblia, no ha cesado. Si bien sus escritores están muertos, el Espíritu Santo que les inspiró esta vivo, y la palabra que nos dejaron es “viva y eficaz y mas cortante que espada de dos filos”. Como dijimos, si algo es completo y cabal, no necesita de nada mas. La Biblia es completa y cabal. Es suficiente. No hay necesidad de sustituirla o ayudarla de alguna forma. Algunos creerían que la comparación es innecesaria, pero no lo es. ¿Podría alguno de los apóstoles modernos ser mejor que el mismo apóstol Pablo? No lo creo. ¿O podría algún profeta moderno, superar en efectividad y pertinencia que los profetas bíblicos? Pues tampoco lo creo. Cuando estudio la Biblia, “hallo el consejo, dirección, sustento,

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ministración, y cobertura apostólica que necesito”, y de la fuente misma, que son los apóstoles originales. Cuando estudio la Biblia “hallo la revelación fresca y pertinente de Dios que guía y dirige mi vida y ministerio, y con seguridad inspirada. Alguien podría decir que se necesita alguien “vivo” y presente, que nos hable, ministre y guíe. Y estoy de acuerdo con ello. Pero agrego. El Espíritu de Dios, que inspiró las Sagradas Escrituras está vivo. Esa palabra que el inspiró dice la epístola a los Hebreos “esta viva”. No es preciso nada mas. Si se esta lleno, no se desea mas. Y la palabra de Dios expresada en la Biblia, llena realmente el corazón, y satisface todas las demandas de la vida cristiana y del ministerio cristiano. Y por que es así, es que siento que todo lo que ofrecen los apóstoles y profetas modernos está demás. De hecho, al compararlo con lo que hallo en la Biblia, encuentro toda esta nueva propuesta realmente pobre y menesterosa. Sin embargo; ¡cuánto satisface a algunos los modernos apóstoles y profetas! Me temo que es porque nunca accedieron realmente a la palabra misma de Dios. Se ve que apenas rasparon la superficie, o que fueron cegados por la incredulidad. EL METODO DE DIOS DE PONER PERSONAS BAJO AUTORIDAD DE OTRAS Mas de un apóstol, pretendiendo defender su posición, argumenta que el método de Dios es colocar autoridades, a las que hay que respetar y seguir. Agregan que la legítima autoridad de la Iglesia son los apóstoles, y que quienes no se le sometan, salen del orden establecido por Dios y serán “menos bendecidos”. Algunos se atreven a afirmar que los que no se someten caen bajo el juicio de Dios. Estoy de acuerdo que estamos bajo autoridad. Estoy de acuerdo que esa autoridad debe ser la apostólica. Pero no estoy de acuerdo en el reclamo que hacen de ser ellos los apóstoles a los que hay que someterse ni que sean sus profetas, los voceros a los que hay que escuchar. Nuestra autoridad es la Biblia, la palabra de Dios, escrita por los profetas y apóstoles legítimos, e inspirada por el mismo Dios. La autoridad que pueda ejercer una iglesia, un pastor, un predicador o una junta directiva no es una autoridad directa. Ellos solo son autoridad “en la medida que se limiten a exponer la Biblia”. Nadie hoy tiene autoridad por ser quien es, sino por limitarse a predicar o enseñar la palabra de Dios. Sinceramente no tendría problemas en escuchar, evaluar y acatar el consejo de los nuevos apóstoles y profetas, si lo que dicen y hacen se sujeta a las Escrituras. El problema es que ellos no tienen este discurso. Ellos reclaman ser autoridad en la Iglesia porque se les delegó la misma, por el propio Jesucristo. Ellos dicen que hay que escucharles y obedecerles porque “son” apóstoles o “son” profetas. Eso es lo indignante. No basan su autoridad en la palabra de Dios, sino en la presunción de que Dios “los eligió diferencialmente” del resto. Un predicador legítimo del evangelio no le dirá debe obedecerme o escucharme porque soy tal o cual cosa, sino porque “esta explicando, exponiendo o difundiendo la Biblia, la palabra de Dios”. Siendo un pueblo de hijos de Dios, no cabría de hecho otra posibilidad. Nadie puede ser mas grande que un hijo de Dios, excepto naturalmente, Jesucristo mismo. E hijos de Dios, somos todos los salvados. Este simple hecho, hace sonar absurdo el reclamo apostólico y profético. Un hijo puede aconsejar a su hermano menor, hasta que este alcance la madurez. Nunca el hermano mayor puede reclamar tener una autoridad distinta a la de simplemente tener mas experiencia. El pretendido método de Dios de colocar cristianos sobre cristianos, es en realidad una proyección del sistema de las Iglesias falsas que deben mucho de su permanencia y

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éxito numérico, al control y dominio. Siempre les digo a mis hermanos; no soy diferente a ustedes excepto solo en el hecho de que puede que sepa algo mas de la Biblia. Por eso no deben seguirme, y solo han de escucharme en la medida que les enseñe fielmente la Biblia. Nunca sin embargo, deben dejar de usar su capacidad de raciocinio –les insisto- para juzgar constantemente si lo que les predico o enseño es bíblico y si esta correctamente interpretado además. SE LO VEÍA VENIR Primero comenzó (hablo de mi país únicamente) durante la década de los años setenta, un intenso interés por los milagros que venían de la mano de los famosos evangelistas sanadores; dentro de los pentecostales. Esto dio lugar, una década mas tarde al despertar y desarrollo de la teología relacionada con el echar fuera demonios, y luego incluso de discernir el nombre y el accionar de las potestades espirituales maléficas que regían las regiones, para poder cabalmente “liberar” las regiones del poder satánico. Esto ya de forma tangente a la revelación bíblica. A esto a su vez siguió, en la década de los noventa, la irrupción de los ministerios evangélicos mas poderosos económicamente y mas agresivos evangelísticamente hablando, a los medios masivos de comunicación. Y especialmente el surgimiento de los llamados ministerios proféticos, y la andanada de predicadores que testimoniaban haber ido y vuelto del cielo, e incluso del infierno, y de haber visto y experimentado revelación increíbles. Revelaciones estas que en la practica sustituían a la Biblia. La iglesia se lleno prácticamente de profetas de todo tipo y tamaño. Y los profetas finalmente hicieron su parte, introdujeron de alguna forma al ministerio apostólico, nombrando donde quiera iban, a los nuevos dirigentes apostólicos que hoy conocemos. Hicieron esto a un pueblo que ya tenía a la Biblia como un elemento decorativo pero no como fuente indispensable de revelación divina. De alguna forma, se lo veía venir. Como también podemos aventurar lo que seguirá. Los apóstoles comenzarán a unir fuerzas, creando redes apostólicas y procurando hallar entre ellos figuras que los nucleen y además les dirijan. Este abandono masivo del congregacionalismo eclesiástico e intento de unificar al pueblo de Dios, puede que acabe procurando hallar al hombre que represente a toda la cristiandad evangélica y protestante, así como el catolicismo lo tiene en la figura del Papa. Y cuando se llegue a este punto, las bases para la unificación final del cristianismo apóstata estará establecida. Si fuera premilenial dispensacionalista me atrevería a decir, que lo único que restaría entonces es la aparición del falso profeta que nuclearía a toda la cristiandad y del mismo anticristo. Pero sin llegar a extremos tan dramáticos, no cabe duda que toda agrupación de Iglesias que acepten este criterio de gobierno eclesiástico, terminará en tal unificación del poder que solo puede acabar en la aparición de una organización religiosa semejante a la unificación de autoridad que ostenta el catolicismo romano. En épocas de comienzo de la reforma protestante, muchos cristianos se alejaron despavoridos de esto, favoreciendo la aparición de millares de Iglesias independientes, en toda Europa, y con ello, el creciente espíritu de independencia y el individualismo que caracterizo a los evangélicos. Pero con este “retornar al oscurantismo espiritual”, solo podemos esperar un nuevo criterio avasallador de las conciencias.

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A ESTA PELÍCULA YA LA VIMOS Una expresión que antes escuchaba mucho, era “a esta película ya la vimos”. La decían quienes vivían o veían situaciones que en el pasado ya se habían dado y que conducían a estados y conclusiones inevitables. San Agustín entendía que los clérigos de la Iglesia, y solo ellos, tenían el poder o la autoridad de “atar y desatar”. La declaración o sentencia de los pastores y dirigentes religiosos debe siempre ser respetada, aunque “aten o desaten” injustamente; Dios exonera al pueblo de culpa porque hizo lo que debía; someterse a la autoridad establecida. El dirigente equivocado sería quien daría cuentas por su error. El catolicismo romano se fundo sobre estas bases. Y así generaciones de cristianos fueron arrastrados a la esclavitud espiritual de hombres que aprovechándose, dominaron la fe y la vida de la gente. No niego el hecho irrefutable de que hubieron buenos hombres al frente de la iglesia institucional; pero el sistema en si, era vulnerable a la degradación. Y los falsos obispos y Papas, hicieron su parte. La Biblia fue abandonada como única fuente de autoridad. Se tomo la voz autoritaria de la dirigencia cristiana de turno como la “voz de Dios”. Y el pueblo fue tras sus cabecillas espirituales. La historia se repite. Entre cánticos de gozo y grandes concentraciones evangélicas que impresionan a cualquiera, los nuevos apóstoles y profetas repiten el error. Enseñan que “pueden atar y desatar y que deben ser respetados como mensajeros de Dios y canales de su bendición”. El pueblo evangélico antes era un pueblo de reyes y sacerdotes. Ahora han sido relegados y colocados bajo la autoridad de nuevos mediadores. Y la sentencia de muerte espiritual ha sido establecida. ¿Qué esperar? Y lo inevitable. Éxito institucional, fracaso doctrinal y catástrofe espiritual. Sin duda tendrán un enorme éxito institucional. Nada funciona mejor en este sistema fundado en los principios de Satanás de dominio y opresión, que un sistema de dirección religioso en el que la unción, el poder y la autoridad se concentren o fluyan, por medio de autoridades humanas. Aunque digan recibir su autoridad de Dios (¿que líder religioso no pretende eso?), no es mas que autoridad humana, porque Dios “no da su Espíritu por medida” y a elevado a todos los salvados a la condición de “hijos”, y no de seguidores. Pero el sistema funciona. El mundo lo favorece; y mas en un universo que brinda culto a la personalidad y necesita “super estrellas” mediáticas que le den un sentido de pertenencia y referencia filosófica. El crecimiento numérico de estos grupos apostólicos no es sorpresa. Por eso el catolicismo romano es exitoso. Lo serán también los nuevos apóstoles y profetas. Hablando a lo criollo; a la gente le gusta que le digan que hacer, y le gusta tener “sus dioses” que adorar, aunque estos hoy no sean de piedra o madera, sino de carne y hueso. A la mayoría de la gente no le gusta asumir responsabilidades personales; por eso le dan la bienvenida al sistema y los apoyarán hasta sus últimas consecuencias. Pero aunado al éxito institucional esta el fracaso doctrinal. La degradación en lo que a doctrina se refiere, apenas comienza. Abandonar a la Biblia como única palabra de Dios, es dar entrada a otras voces. La solidez doctrinal se pierde para siempre. La herejía entrará (si no ha entrado ya) avasalladoramente. El sistema post moderno en el que vivimos, parte de la base de que “no hay verdades absolutas” y que “toda idea debe ser respetada y aceptada como legitima”. “Si te hace bien, continua con lo tuyo y yo con lo mío, sin confrontar”, es el criterio post moderno. Y un sistema apostólico y profético, que no posee un cuerpo “final” de doctrina, tarde o temprano incorporará nuevas

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doctrinas. Los profetas, buenos y malos, harán sus aportes. Algunos los aceptarán otros no, pero tales aportes estarán dentro. En una fe reformada (refiriendo a la reforma protestante) si prefiere llamarla ortodoxa, es todo mas simple; si es bíblico es palabra de Dios, si no es bíblico y surge de sueños, visiones, sentimientos o lo que sea, no lo es; y fin de la discusión. Pero en un sistema abierto como el apostólico y profético, el cuerpo doctrinal es permeable y abundará la herejía. Pero acompañando el fracaso doctrinal se halla la catástrofe espiritual. La fuente misma del poder cristiano, está en la relación personal y directa que cada creyente tiene con su Señor. Esa relación esta minada irremediablemente en el sistema apostólico y profético. Sin la acción del Espíritu Santo sobre el convertido a Cristo, no podemos esperar verdadera renovación espiritual. Y no pueden pretender este sistema dar a la gente “esa relación personal con Dios” mientras que a la vez argumentan” usted necesita a este padre espiritual para ser plenamente bendecido”. Para mi la operación es sencilla; si mi relación con Dios es directa no puedo creer, que otro me sirva como mediador. IDOLATRIA ¡Miren como reaccionan! Solo observe. Cuando cuestionan la autoridad o posición del pastor, del presidente denominacional o de cualquier obrero de la Iglesia, me siento en la obligación (por supuesto) de defender la integridad de mi hermano, pero no me ofende ni mucho menos, que le cuestionen. Creo que es necesario que así sea. Están en todo su derecho de preguntarse, ¿este hombre realmente representa los intereses del evangelio? Pero los seguidores de estos nuevos apóstoles y profetas, realmente se angustian, se ofenden, y reaccionan como si uno estuviera “ entremetiéndose con Dios” cuando se cuestiona el origen de la autoridad que pretenden tener. No se puede evitar ver en la actitud de estos seguidores, la espantosa faz de la idolatría. Creo que el apóstol Juan cuando nos advierte, en sus epístolas generales, ¡cuídense de la idolatría!, tenía también en mente esto. La idolatría puede y de hecho lo hace, mutar, adoptar diferentes formas y hasta se diría que evolucionar, para acomodarse al sistema religioso presente. Y la idolatría que es un obra de la carne, ha hallado una clara forma de expresión en el sistema apostólico y profético. No se si todos los profetas y apóstoles modernos son conscientes de ello. Pero es claro, para quienes tratamos a diario con los “seguidores” de estos grupos, que los adoran. Una frase que repiten es “no toquéis a mis ungidos” para defender a sus apóstoles y profetas, mal usando un pasaje del antiguo testamento que se refiere a Cristo únicamente. Son dioses vivientes, modelos incuestionables, dirigentes inexpugnables, falsos cristos modernos. Mi relación con mis pastores siempre ha sido emancipada. Los considero compañeros de milicia, amigos de todas las horas, consejeros invaluables y por encima de todos, hermanos en la fe. Nunca los vi como superiores, como padres espirituales, o como dirigentes incuestionables. Y tiendo a desconfiar de quienes llamándose pastores del pueblo, se protegen en un halo de inaccesibilidad, por ser quienes son y estar donde están. Pero no todos pensamos así. Como cuando al anciano hechicero de barrio se le derriba un ídolo de cera al que venera religiosamente, reaccionan los que siguiendo apóstoles y profetas, escuchan de alguien poner en tela de juicio la integridad o la pertinencia de sus dirigentes religiosos. Son ídolos de carne. Ídolos de carne; nada mas.

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EN LA PRACTICA NUEVOS MEDIADORES No importa cuanto repitamos las viejas frases aprendidas de memoria. Si en la practica acudimos a alguien mas que Cristo, por bendición, hemos abandonado la fe cristiana genuina. La Biblia es clara en 1 Timoteo 2.5, al decir que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, el cual es Jesucristo. Los apóstoles modernos “gentilmente” nos extienden “su cobertura espiritual”, cosa que no hicieron siquiera los apóstoles originales, alegando que eso es una bendición. Pero si hay una “cobertura” sobre mi, estoy implícitamente aceptando que entre Cristo (que esta sentado en el trono celestial) y yo, hay alguien mas. Mas dramática se vuelve esta herejía, cuando a la cobertura pretendida, se le añade la sentencia de que sin ella, estamos desprotegidos en alguna mediada del ataque satánico. El concepto de “otro mediador” entonces, se refuerza. Lo mismo ocurre con los pretendidos ministerios proféticos de nuestro tiempo. Dios habla, dicen; pero no directamente a cada uno, sino por medio de alguien mas. Nuevamente la idea de un nuevo mediador. Dios ya no habla a cada uno directamente por medio del estudio concienzudo de la Biblia, y los predicadores han dejado de ser meros expositores falibles de la palabra de Dios. Ahora si usted necesita “palabra fresca de Dios” debe recurrir a los nuevos profetas. Protestamos durante siglos por la herejía del catolicismo romano de hacer de los cristianos muertos, santos mediadores entre Dios y los vivos. Protestamos con vehemencia contra el error de orar e interceder ante los santos difuntos. Pero hicimos algo peor. Elevamos a la categoría de mediadores a creyentes vivos. No veo la diferencia. O quizás si; es peor esto último. Pero las palabras del apóstol Pablo resuenan en el tiempo: “Hay un solo mediador entre Dios y los hombres... Jesucristo hombre”. El llamado pueblo cristiano corre tras estos nuevos mediadores. Siempre buscando algo nuevo de Dios, siempre buscando una nueva gracia o bendición. Dependen de ellos. Los necesitan. Creo que Jesucristo esta celoso por ello. Puede que algún que otro apóstol y profeta, negaría rotundamente que esa es su intención y con toda honestidad. Pero no pueden negar lo que el sistema produce. La gente los adora. NO NOS ENGAÑEMOS LA SEMILLA SIEMPRE ESTUVO Pero seríamos hipócritas si no reconociéramos que la semilla del error siempre estuvo en el ceno de la Iglesia. Cuando niño recuerdo que se acostumbraba al terminar la reunión, invitar a la gente a pasar al altar para recibir la imposición de manos y la oración del pastor. Y si era otro hermano el que oraba, no era de igual forma recibido. Recuerdo también que había temor reverente de cuestionar a los pastores; su palabra era final y decisiva. Ahora los apóstoles, dicen que “debemos obedecerlos” a toda costa; pero eso siempre se dijo. El argumento agustiniano de que de el pueblo responde al pastor y este a Dios, siempre estuvo. Por eso no tienen argumentos sólidos muchos pastores “tradicionales” que protestan contra el sistema apostólico; ellos por años hicieron lo mismo aunque llamándose solo pastores y no apóstoles o profetas. Siempre también se favoreció el temor reverente al propio lugar de reunión, a los templos y santuarios. Recuerdo que no se permitía hablar en el salón principal de reuniones, que colocaban carteles que decían “esta es la casa de Dios”, y que se diferenciaba la plataforma como lugar santísimo. Los católicos tenían sus lugares sagrados y nosotros también. Era de esperarse que con este criterio casi fetichista, que

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olvida que el verdadero templo de Dios es cada creyente y no el mero lugar donde se reúnen, no tardaran los que acostumbran a pararse en el “lugar santísimo” en contagiarse con algo de la herejía y se consideraran en alguna forma por encima del pueblo. También es verdad, que en muchos lugares, los pastores son verdaderos dictadores espirituales. Si alguno de estos se arriesga a quejarse contra el sistema apostólico, no tiene razón de hacerlo. El hace lo mismo. Y cuando les llamo dictadores no estoy diciendo que sean gente mala. Creo que hay dictadores benévolos también (entre los nuevos apóstoles y los viejos pastores), pero dictadores al fin, que minan la libertad en Cristo, que en el calvario se conquistó a precio de sangre. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que alguno de estos “super pastores” confundido por el éxito, comenzara a creer que es un apóstol o un profeta ungido? Confieso que yo mismo he luchado con esto. Durante todo este tiempo en que he trabajado como pastor de una iglesia local, no faltaron los bien intencionados hermanos que “estaban dispuestos a seguirme donde fuera” sin cuestionarme, e insistían con sus hermanos que debían hacer lo mismo. “El es el pastor”, decían; “sabe lo que hace”. Partían de la base que si no entendían algo de lo que yo decía o decidía, de igual forma debían aceptar y obedecer ciegamente, porque yo sabía lo hacía. Trataba por todos los medios de explicarle que no debía ser así. Si no entienden algo –les explicaba- y si no lo ven claro en las Escrituras, no importa quien lo diga, no deben obedecerlo ni observarlo. Pero para algunos era mas fácil obedecer ciegamente que estudiar en la Biblia. Y por momentos esta actitud era muy reconfortante para el pastor, pero peligrosa en extremo. Reconozco que perdimos mucha gente así; preferían como líder a alguien que les reclamara obediencia absoluta sin demandarles investigación bíblica, que alguien que les diera libertad pero con responsabilidad. NUEVAS ADICCIONES ¿Quién dudaría que nuestro mundo es un mundo atado a las adicciones? El alcohol, el tabaco, las drogas ilegales, los ansiolíticos, los calmantes, inundan nuestras calles. Pero también están las drogas sociales que nublan la mente y embrutecen el corazón; una de ellas es la religión. ¿Nunca se ha preguntado por que algunos grupos cristianos tienen tanto éxito en sumar a sus filas a “ex adictos”? No es porque los liberan de sus adicciones. Lo único que hacen es sustituir una droga por otra. La gente cree que es la sustancia química la que hace adicto a alguien; no es solo eso, la adicción, es en mayor medida una conducta aprendida y una enfermedad emocional y espiritual. Por eso reinciden en la droga algunos que son librados de la adicción “química”; porque nunca fueron libres de la adicción mental. Y es aquí donde los grupos religiosos adictivos, aprovechan y suman fieles, pero sin salvarlos ni conducirlos a los pies de Cristo. Es que la gente busca “escapar de sus problemas”. Para algunos una buena borrachera es un aliciente temporal. Para otros el fumar, le calma los nervios a lo menos. Para otros mas, los ansiolíticos y calmantes le dan por un breve tiempo una falsa paz. Y para un número cada vez mas creciente de gente, la religión es esa “válvula de escape”. Por eso algunos evangélicos pasan largas horas en el templo; escapando de los problemas de la casa y de su incapacidad de afrontar la vida. Se los confunde con gente espiritual, pero son gente atada. Que no nos confunda su espiritualidad superficial. Pero como ocurre con las adicciones, hay un momento que “se necesita mas”. Una droga siempre da paso a otra mas fuerte. Y el descenso acaba en la destrucción total de la persona. El sistema apostólico y profético es el siguiente paso en la cadena de la

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adicción social del cristianismo apóstata. Al principio la gente se “conformaba” con cultos “de poder” y liturgias cargadas de emoción ,dirigidas por pastores carismáticos que movieran los sentimientos. Pero al tiempo, tal cosa comenzó a dejar sabor a poco. Y aparecieron los profetas con “nuevas revelaciones” y tras ellos los apóstoles con “una nueva autoridad”. La adicción tomó entonces, una dimensión mayor. Y así como con las adicciones a las sustancias químicas, la personalidad y la individualidad del adicto se va perdiendo. Cada vez tiene menor capacidad de decisión. Cada vez se vuelve mas un autómata de lo que lo esclaviza y aprende a vivir en función de ello. La libertad es posible. El adicto social de los falsos grupos evangélicos y pentecostales, puede ser libre. Pero debe encontrarse con Cristo, y debe ser hecho libre por él. La verdad que nos imparte la palabra de Dios, nos liberta. El remedio, pues, sigue siendo el mismo; volvámonos a Jesucristo. Antiguamente los predicadores y pastores de la radio y de la televisión gritaban a viva voz “no me siga a mi, siga a Jesucristo”. Pero hoy los apóstoles y profetas dicen “sígame soy su padre espiritual y Dios le bendecirá a través de mi”. ¡Es tan claro el error! ¡Es tan evidente la diferencia! ¿Cómo es que no nos damos cuenta? Solo alguien adicto puede no notar la diferencia. Necesita algo mas, y lo busca desesperadamente. Hay un persistente sentimiento de “necesito algo mas”. Así como el adicto siempre siente que “necesita mas”. Muchos llamados cristianos sienten esto. Pero el verdadero seguidor de Cristo esta lleno (Colosenses 2.10). No necesita buscar algo “nuevo de Dios” cada día, porque lo tiene morando en su corazón. Solo alguien que esta constantemente vacío puede sentir eso. ¡Que fácil es a una persona que se siente así, introducirle la herejía del sistema apostólico y profético moderno! Pero quien realmente tiene a Jesucristo en su corazón, ¿podrá sentir como necesaria o interesante la invitación a “recibir algo nuevo”? Pues lo dudo. QUIEN LO NOMBRO Hace algún tiempo atrás, un pariente de mi esposa que es pastor pentecostal y pertenece a una denominación apostólica, me hablaba de “como hacen las cosas bien” en su grupo. En cierto momento de la charla me atreví a decirle que “los apóstoles” como lo dice la palabra, son personas “enviadas” por alguien para realizar una tarea. Por definición, continué diciendo, su apóstol es un “enviado”. Entonces pregunté: - ¿quién lo envió? Por supuesto que respondió sin dudar, que Cristo lo había enviado. Fue entonces que alegue. - Bueno. Los apóstoles del Biblia sabemos que fueron enviados por Cristo porque él en persona se les apareció vivo y resucitado y les comisiono una función. - ¿El Cristo vivo y resucitado se les apareció en persona a los nuevos apóstoles y les envió? Le pregunté. De inmediato dijo: - ¡No! ¡eso no puede pasar! Entonces volví a preguntar - ¿Pues quien lo nombro y envió pues a tu apóstol, si no fue Cristo? No supo que contestar. Finalmente concluí: - Si me dices que tu apóstol es enviado y comisionado por ustedes, entenderé que esta bajo la autoridad de la iglesia: porque mayor es el que envía que el que es enviado... por

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lo tanto no puede reclamarles que se le sujeten. Pero si me dices que fue enviado por Cristo directamente, tendrás que reconocer que la Biblia se equivoca.... decídete en que vas a creer. Creo que el Espíritu Santo llama y capacita a su pueblo sin distinción para la obra del ministerio. Pero creo que “representantes plenipotenciarios” de Cristo, ya no hay. Los pastores son los que “desean realizar la obra del obispado” (1 Timoteo 3.1). El Espíritu Santo los capacita para ello, ¿Cuántas veces hemos visto que personas que incluso no “querían ni sentían de afrontar semejante responsabilidad” obligados por las circunstancias, lo hacen, y lo hacen bien? No se trata de que Dios los llamó y ellos no lo sabían ¿Cómo podría ser Dios tan poco convincente y claro en algo tan serio? Lo que sucede es que el Espíritu de Dios capacita y suple la necesidad en el cuerpo. Creo también que de alguna forma el Espíritu de Dios llama a su servicio a todos los redimidos y no solo a algunos pocos, para que cumplamos funciones de acuerdo a nuestras capacidades y dones en una multiplicidad de áreas. Ojalá mas gente “deseara” la obra del obispado, y menos personas pretendieran ser “ungidos exclusivos de Dios! Es muy peligroso pretender ser un “apóstol” de Jesucristo, ser un “enviado directo” del Señor. Quien tenga tal pretensión, debe demostrarlo fehacientemente. Los apóstoles del Nuevo Testamento “estuvieron con Jesucristo y le vieron vivo y resucitado”. Podían demostrar eso con total facilidad. El caso del apóstol Pablo, era el que podía caer en algún tipo de duda; pero esta fue totalmente descartada cuando los apóstoles directos del Señor le dieron la mano en señal de consentimiento. Pablo también había recibido el evangelio de forma directa; de Jesucristo en persona (ver Gálatas 1.11-12) Ninguno de ellos recibió el evangelio por otro que no fuera el propio Jesucristo. Por eso eran “apóstoles” de Cristo. Sin embargo. Todos los pretendidos apóstoles modernos, recibieron el evangelio por otro. Cristo no se les apareció y reveló directamente, ni les entregó el evangelio de forma directa. No pueden pretender pues ser sus “enviados”. La pregunta persiste; ¿quién los nombró pues apóstoles? Me considero un pastor de una Iglesia local. Fue la iglesia local misma quien me nombró para la función. El Espíritu Santo me capacitó para la labor. Pero el evangelio lo aprendí y recibí por medio de los apóstoles bíblicos, por medio de la Biblia que a su vez, alguien mas, me la explicó en su momento. No pretendo, ni ningún otro ministro del evangelio que entienda bien la Biblia pretende, ser un “enviado directo del Señor”. Pero estos nuevos apóstoles con total desparpajo o con algo de ignorancia, no temen pretender semejante cosa. Pero no pueden demostrar que el Señor mismo les haya enviado... ¿quién los nombro entonces? DESARROLLO TEOLOGICO Estudios realizados sobre la moralidad de los individuos, revelan que hay a lo menos tres etapas en el desarrollo moral de las personas. En la primera nuestros valores son absolutamente egoístas; no distinguimos el bien del mal. Simplemente buscamos nuestro beneficio sin considerar al prójimo. Esta es una moralidad infantil. Aunque mucha gente adulta jamás la supera y pasa toda su vida considerando solo sus propios intereses; y por ende sufriendo toda clase de conflictos con sus semejantes. En la medida que maduramos, pasamos a una segunda fase, en la que consientes de que el prójimo también tiene deseos y derechos, aprendemos a hallar un punto medio en el

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que “pretendemos lograr nuestros fines sin afectar los derechos del otro”. Es lo que podríamos llamar una moral social, o contractual. No existen valores absolutos en esta fase del desarrollo ético. Simplemente creemos que si algo que hacemos no daña a nadie, no tiene por que ser condenado o juzgado como malo. En esta fase, la persona dice “no le hago mal a nadie con la forma en que llevo mi vida”, y con ello se siente ya justificada. Finalmente podemos distinguir una tercera fase de desarrollo moral o ético. Se trata de la etapa de la moral autónoma. En esta la persona ha adquirido valores trascendentes y no negociables. Algo es bueno o malo en si mismo. La persona con esta percepción evolucionada de la moral, vive y razona de forma libre e independiente de las presiones externas. No es arrastrada por sus pasiones, ni siente la necesidad de estar constantemente midiendo si sus acciones se acomodan o no, a la sociedad. Simplemente tiene valores y principios superiores e innegociables, en los cuales basa su vida y rige sus acciones. En el plano teológico, ocurre algo parecido. También podemos distinguir tres fases en el desarrollo teológico de los cristianos. No olvidemos que la teología y la moral y la ética están íntimamente relacionadas. Nuestra moral esta condicionada y determinada por nuestra fe. Es así que las personas con una moral infantil, desarrollan una fe o doctrina en la que Dios es una especie de “proveedor de bendiciones”. Estos cristianos reclaman sin cesar que Dios les bendiga. Puede que se frustren cuando las cosas no salen como esperan. Y por eso están llenos de dudas e insatisfacción en su vida religiosa. Quienes poseen un desarrollo moral que alcanza el nivel de “moral social o contractual”, aprenden que “Dios tiene sus derechos y ellos los propios”, por lo que pretenden “hacer un trato con Dios”. Razonan con Dios diciendo; “yo hago esto para que tu me des esto otro”. Ellos oran, leen la Biblia, asisten a la iglesia y ofrendan porque entienden que Dios así los beneficia. Y quienes poseen una moral autónoma, tienen valores espirituales y doctrinas innegociables, que valen por si mismos, cualquiera sea las circunstancias de la vida. Son verdades, en si mismas, y por lo tanto, no negociables bajo ningún concepto. Hacen lo que deben, porque creen en lo que entienden es la verdad. Y cueste lo que cueste, mantendrán sus convicciones. Estas fases del desarrollo teológico explican en parte el fenómeno moderno de los apóstoles y profetas. Nuestra sociedad post moderna forma individuos inmaduros en lo moral; que a su vez, forman cristianos inmaduros; o viceversa. La enseñanza teológica y bíblica no ha sido muy buena en muchos lugares, lo que ha favorecido esta situación. La doctrina y la moral que poseemos es infantil, o en el mejor de los casos contractual. Queremos que Dios nos bendiga y buscamos a toda costa, de forma egoísta, que nos favorezca y libre de los problemas. Y aparecen los apóstoles y profetas modernos, brindándonos una fácil salida. No habiendo verdades absolutas ante las que tengamos que responder, nos vamos sin pensarlo dos veces, tras estos hombres. Otros, poseyendo una teología contractual, creen que deben negociar con Dios, que deben cumplir algo para que él a su vez haga lo suyo. Si el someterse a los apóstoles y profetas son la condición para la bendición, se someten con facilidad. Están dispuestos a tranzar, con tal de obtener lo que de Dios esperan. Si poseyéramos una doctrina y moral autónoma, descartaríamos de plano toda conveniencia “social” en este sentido. La gracia de Dios es otorgada por la simple fe en Jesucristo; ningún otro requisito se establece en el Nuevo Testamento. Este principio es

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inviolable para quien posee un teología y moral madura y autónoma. Como es irreconciliable el concepto “salvo y bendecido por gracia y por fe”, con el “salvo y bendecido por estar bajo alguien más, además de Cristo”, el creyente maduro opta por el principio primario y bíblico. Y no negocia. SATANISTAS INFILTRADOS Algunos afirman que hay una bien y macabra organización demoníaca en todo esto de los apóstoles y profetas. Afirman de hecho que satanistas se han infiltrado haciéndose pasar por profetas y apóstoles para destruir en pocos años a la Iglesia, transformándola en mega congregaciones apostatas que en la práctica niegan los principios del evangelio. Quienes afirman esto, alegan que pueden probar la filiación de mas de uno de los predicadores de la prosperidad y del sistema apostólico, con grupos satanistas. Sinceramente no puedo decir que eso es así. En realidad, tiendo a creer que la mayoría de los auto pretendidos apóstoles y profetas son personas sinceras; engañadas pero sinceras. Los considero a muchos de ellos como hermanos en la fe, que necesitan ser convencidos del error. Pero hay un aspecto de esta acusación, en el que estoy de acuerdo. Es sin duda, en el fondo, este movimiento, una estratégica jugada del diablo, para engañar a la Iglesia. No creo que le valla a salir bien, después de todo. Pero es, lo reconozco, una de las mejores jugadas que ha hecho, en su larga tarea de engañar. Se podría decir que desde hace tiempo, el enemigo ha aprendido que la persecución directa de nada sirve. La sangre de los mártires es siempre semilla de nuevos conversos. Bajo el fuego de la persecución, la Iglesia prospera. Es como la historia de la libre que fue atrapada por el zorro. Ella le dijo que si quería realmente dañarla debía arrojarla con fuerza entre los espinos. El zorro considero aquello como una buena idea, y así lo hizo. Pero la liebre, entre carcajadas escapó diciendo: -Necio, yo me he criado entre espinos. Pues bien. La Iglesia también, se ha formado en el fuego de la persecución. Pero hoy en día, el diablo le ha dado prosperidad a la Iglesia, libertad absoluta y una comodidad originada en el modo de vida occidental. En estas “optimas” condiciones, a la mentes y corazones engordados por la buena vida, el diablo ha sugerido sus herejías. Y las mentes desprevenidas de los dirigentes cristianos post modernos, no distinguieron el error. El diablo primero llevó a muchos a buscar y experimentar “la unción y el poder de Dios” de forma sensorial. Les hizo creer a muchos que ese emocionalismo carnal, era el mover del Espíritu Santo. Luego hizo que muchos sustituyeran el estudio profundo de la Biblia por reuniones mas “populares y divertidas”, cargadas de emocionalismo y buena música. Sin la Biblia, y bajo la dependencia del emocionalismo, comenzaron los demonios a sugerir sus doctrinas, haciendo pasar su voz, como la voz de Dios al corazón de los nuevos profetas y apóstoles. La Iglesia se lleno de nuevas revelaciones, sueños y profecías. Estas fueron aceptadas como palabra de Dios. La Biblia fue devuelta a su estante en la biblioteca, y la voz autoritaria que en el mejor de los casos usa la Biblia como pretexto, sustituyó a la palabra inspirada de Dios. A todo esto, el enemigo lo barnizó con milagros y señales mentirosas. Quizás no podamos decir en todos los casos, que sean satanistas directos los promotores del sistema apostólico y profético moderno. Pero si podemos entre ver, algunas doctrinas de demonios en el sistema. He aquí algunas de las marcas:

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-Sustituyen al único mediador Jesucristo por nuevos mediadores, lo cual francamente la Biblia condena. -Hacen que el cristiano deje de simplemente confiar en la cobertura directa de Dios, para en base al miedo (de no tener ninguna) someterle a la cobertura de algo o alguien mas. ¿Qué es esto sino perdida de fe en la gracia de Dios que nos protege de todo? -Sustituye la simple fe en Jesucristo como condición para la salvación y la bendición, por el estar tras el líder correcto. Esto no es mas que culto a la personalidad, y el preludio del adoración al anti cristo. -Sustituye la Biblia, por las nuevas revelaciones de los profetas modernos, o en el mejor de los casos relegan la Biblia a un lugar secundario. Si esto no es estrategia demoníaca, dígame que lo es. ¿POR QUÉ CRECEN? Esta es una buena pregunta. Para responderla debemos primero aclarar, que el crecimiento no es señal de nada. No significa que Dios este con alguien porque su iglesia o ministerio crezca. El éxito numérico también lo tienen las sectas seudo cristianas, e incluso el espiritismo esta experimentando una avivamiento sin precedentes. Los grupos equivocados del movimiento neo apostólico y profético, han sabido usar eficazmente estrategias de crecimiento que no son malas en si mismas, aunque lamentablemente le han dado un contenido doctrinal herético. Crecen porque su predicación es fervorosa. Lo que proclaman lo proclaman con convicción. La gente no le cree a los predicadores taciturnos y melindrosos. Lo que anuncian no es verdad cien por ciento, pero lo dicen de tal forma que convencen. Crecen porque su liturgia es participativa y alegre. Mientras otros grupos religiosos celebran cultos aburridos al criterio del mundo moderno, estos presentan verdaderas fiestas espirituales. Crecen porque su liderazgo es fuerte y carismático. El mundo tiende en estos tiempos a rendir culto a la personalidad, y estos nuevos apóstoles y profetas, ejercen un liderazgo cautivante. Esto no es garantía de nada por supuesto; solo han aprendido a presentar la imagen del líder que la gente quiere tener. Crecen porque buscan ver “milagros” de Dios. Y la gente quiere eso. Lo sobrenatural e inexplicable atrae a multitudes. Y estos hombres alardean de manejar o a lo menos desatar un poder sobrenatural sin límites. Muchos de los supuestos milagros que ocurren son falsos cuando son analizados cuidadosamente. Pero la gente no se dispone a investigar cada caso. Acepta el testimonio directo de los involucrados y ya. Crecen porque buscan crecer. Son agresivos en la evangelización. No dan tanta importancia al adoctrinamiento bíblico. Por encima de cualquier otra cosa, su propósito es llenar templos y estadios. Crecen porque han sabido formar dirigentes y pastores dispuestos a todo realmente. He conocido a muchos de estos “pequeños” pastores que haciendo lo imposible inician Iglesias en los lugares mas difíciles y mantienen su testimonio allí por años. Valiéndose

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de ellos, los apóstoles suman seguidores, convenciendo a esos pastores que no pueden trabajar solos sin la debida cobertura. Crecen porque han sabido movilizar eficazmente a toda la Iglesia y no solo a una elite de ministros ordenados. El que no gana almas, no es muy bien visto en estos grupos. Y cada miembro de estas Iglesias hace lo indecible por traer a otros a la Iglesia. Crecen porque invierten grandes sumas de dinero en la evangelización a través de los medios masivos de comunicación. No escatiman en gastos, en estos menesteres. Su prioridad es contratar los espacios radiales y televisivos que sean necesarios. Este manejo de los medios, les hace populares. No tienen para nada, un bajo perfil. Crecen porque apuntan sus esfuerzos a la clase social mas numerosa, y mas vulnerable de nuestros países; los pobres. El grueso de sus feligreses son de la clase pobre de nuestros países. Por supuesto que procuran a la gente de buena posición económica y se valen de su dinero para obtener sus propósitos. Pero persiguen a las multitudes. Y la gente “trae gente”. Cuanto mas gente asiste a una iglesia, mas gente es atraída por la curiosidad a lo menos. Ninguna de estas condiciones son malas en si mismas. Creo que si los otros grupos cristianos las utilizaran, claro que con un criterio mas honesto y menos manipulador, y mas didáctico y menos popular, tendrían igual éxito en crecer. Pero debe quedarnos en claro, que los grupos apostólicos y proféticos modernos, no crecen porque “el poder y la unción del Espíritu Santo les asista” necesariamente, ni porque la “cobertura espiritual que ostentan poseer” les de algo que los otros no tienen, sino porque usan herramientas acordes a su propósito. CREO EN UN AVIVAMIENTO Necesitamos experimentar un avivamiento de los principios evangélicos propios de la reforma protestante. Si viviéramos esto, millones de almas serían liberadas, fundamentalmente liberadas de los seudos ministerios apostólicos y proféticos. Creo que ese avivamiento es posible. Pero no mientras observemos impasibles como muchos de nuestros hermanos abrazan la herejía, y nos limitamos a decir; “bueno, que cada uno haga lo que le parezca”. No creo que sea correcto permanecer en silencio, manteniendo la apariencia de ser “poco belicosos”, cuando nuestras convicciones son atacadas y desafiadas por la verborrágica predicación de los apóstoles y profetas de hoy. Nosotros mismos éramos una congregación de doctrina pentecostal. ¡Gracias a Dios algunos libros y algunos predicadores ortodoxos, expusieron con intrepidez la doctrina cristiana original, desafiándonos a dar razón de nuestra fe! Fue por eso, que comprendimos que estábamos en error. Algunos critican el tono acometedor de mis escritos. Pero no es mal intencionado ni mucho menos. Créame que la mayoría de los grupos evangélicos que abrazan los errores tratados en este libro, no aceptarían otra forma de expresarse. Entienden la predicación frontal como evidencia del poder de Dios; y quizás no estén muy errados en esto. Creíamos y creemos más aun hoy, que el evangelio hay que gritarlo, proclamarlo, y contrastarlo desafiantemente con la herejía. No hay otra forma de salvar a los que, como nosotros estábamos, se hallan hoy confundidos. Y esto no es orgullo, sino pasión. Los predicadores reformados de antaño, no estaban dispuestos a ceder. No exponían sus verdades con timidez. Lo proclamaban con voz de trueno; y conmovieron naciones

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enteras. Esto ya no se hace tanto. Son los predicadores carismáticos de los sistemas apostólicos y proféticos, quienes parecen tener la primicia en esto hoy. Pero creo que eso puede cambiar. ¡Ah, solo Dios sabe cuanto impacto se puede causar, si a través de los medios masivos de comunicación, y con voz de trueno, proclamáramos “Solo la Biblia, solo la gracia, solo la fe...”! ¡Cuantas vidas serían libertadas! En relación con esto permítame referir a una historia mas. Una señora se hallaba en la cama de un hospital. Pertenecía a uno de esos grupos evangélicos (no creo que debieran llamarse así) que enfatizaban todo eso de los milagros y prodigios. Mi madre, quien visitaba a otra persona, tuvo la oportunidad de hablar con ella. Lo primero que constató, fue que no entendía la obra de Cristo en la cruz. Le habían enseñado sobre como obtener “milagros de Dios” y respuestas a sus oraciones “de poder”, y entendía que la vida cristiana era una especie de “contrato” en el que si ella se comprometía a diezmar y asistir a las reuniones de la Iglesia, recibiría a cambio salud, prosperidad y felicidad familiar. Puesto que, los que mayor “ruido” hacen a través de los medios masivos de comunicación, hoy por hoy de alguna forma están involucrados con todo esto de lo apostólico y profético, probablemente entendía sobre eso de la cobertura apostólica y demás. Pero sobre los principios de la reforma de “solo la Biblia, solo la gracia y solo la fe”, nunca había escuchado nada. Simplemente era nuevo para ella, la esencia misma del evangelio. Entiendo perfectamente lo que sintió esta señora del hospital. En mas de una ocasión, “cristianos” de otras congregaciones visitaron nuestra iglesia y asistieron a una de nuestras reuniones, y sencillamente se mostraron asombrados e impactados por una simple presentación de lo esencial del evangelio, de los principios de la reforma protestante. Hasta cuesta creer a algunos, que el plan de salvación sea tan simple, y que la gracia de Dios en todas sus formas sea de libre fluir para cualquier hijo de Dios “si tan solo puede creer”. Creo que es posible vivir un avivamiento de los principios de la reforma. Creo que la reforma de hecho, si bien se inició en siglos pasados, aún no acaba. Ha tenido a través de su historia buenos momentos, y otros no tan buenos. Los tiempos que vivimos hoy son de esos tiempos no tan buenos. El error del clericalismo y sacerdotalismo de la Iglesia institucionalizada, vuelve a recobrar fuerzas, aunque ya no por medio del catolicismo romano. Nuevos ministros se han embanderado de la herejía. Pero podemos, como lo hicieron Lutero, Calvino y otros, levantar nuestras voces y protestar. Solo que esta vez, no contra el catolicismo romano que ha quedado ya bien diferenciado de los evangélicos, sino contra las denominaciones evangélicas que se alinean tras las nuevas autoridades apostólicas y proféticas. Así como en siglos pasados, miles de católicos apostólicos romanos se volvían al clamor de “solo la Biblia, solo la Gracia, solo la fe, solo Cristo y solo a Dios sea la gloria”, si ponemos manos al arado, creo que en breve veremos a miles de cristianos de todas las confesiones volverse a la misma consigna. Pero tenemos que predicar. Tenemos que contender por nuestra fe. Tenemos que no evitar confrontar y debatir si es necesario. Tenemos que creer que millones de almas están esclavizadas y esperan ser libertadas por la palabra genuina de Dios, incluso en las bancas de muchas llamadas Iglesias evangélicas.

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LA PALABRA APÓSTOL EN EL NUEVO TESTAMENTO La palabra “apóstol”, traducida del griego “apostolos” es una derivación de la palabra “apostello”, que se traduce siempre “enviar”. Un apóstol, pues, es simplemente alguien “enviado” por alguien mas a cumplir una misión. “Apostolos” aparece 79 veces en el Nuevo Testamento. En los cuatro evangelios aparece la palabra en Mateo 10.2, Marcos 6.30, Lucas 6.13, 9.10, 11.49, 17.5, 22.14, 24.10 En todas las ocasiones, la palabra apóstol aparece refiriéndose a los doce elegidos por Cristo para acompañarlo en su ministerio y servir como sus enviados luego de su partida. Lucas 6.13, es claro al indicar que Cristo designó “sus” apóstoles a los que el quiso, y tal designación fue personal y directa. Nadie puede pues recurrir a algún pasaje de los evangelios, para atribuirse el honor de ser un “apóstol de Cristo”, sin verse obligado a forzar el texto. En Hechos de los apóstoles, la palabra “apóstolos” aparece en: Hechos 1.2, 1.26, 2.37, 2.42, 2.43, 4.33, 4,35, 4.36, 4.37, 5.2, 5.12, 5.18, 5. 29, 5.40, 6.6, 8.1, 8.14, 8.18, 9.27, 11.1, 14.4, 14.14, 15.2, 15.4, 15.6, 15.22, 15.23, 16.4 En la mayoría de las ocasiones, el texto se refiere exclusivamente a los doce escogidos por Cristo excepto en Hechos 1.26, 14.4 y 14.14, donde se hace referencia a Matías, Pablo y Bernabé, como apóstoles. El caso de Pablo, tendría perfecta explicación en el hecho de que él fue llamado personal y directamente por Cristo al ministerio apostólico, y eso fue reconocido por los doce (Hechos 9). ¿Pero que de Bernabé y Matías (Hechos 1.26), de quienes no se tienen referencias claras de haber sido llamados por Cristo a tal función, y de Andrónico y Junias (Romanos 16.7). Bien. Recordemos que la palabra apóstol es sencillamente “enviado”. En las ocasiones en las que se hace referencia a Pablo y Bernabé, y de Andrónico y Junias, como apóstoles, se refiere a que eran “enviados” como misioneros por una Iglesia local. Allí no se dice que eran “apóstoles de Cristo”, sino apóstoles de una Iglesia local, como lo es cualquier cristiano que ejerce un ministerio o servicio comisionado y autorizado por una Iglesia local. En el caso de Matías, no faltan quienes entienden que la nominación fue un error que Cristo reparó al llamar a Pablo. Pero tal conclusión es forzada porque se dice de Matías que “fue contado entre los doce”, aún luego de que el ministerio de Pablo fue reconocido; eso no podría haber sido así, seguramente se hubieran retractado los otros apóstoles de haber entendido que fue un error la designación. Es en la serie de requisitos que imponen en la designación de Matías, y que luego veremos, que hallamos argumentos para aceptar a Matías como uno de los doce. En principio debemos preguntar a los nuevos apóstoles; “¿y quien te envió?”. A los doce y a Pablo, se les apareció en persona el Cristo resucitado y les envió. A Bernabé le envió una iglesia local y el nunca pretendió ser mas que un misionero. Pero ¿quién envía a estos nuevos apóstoles? Si entienden que el Espíritu Santo fue quien les envió, eso no les hace en nada diferentes al resto del cuerpo de Cristo que también por el Espíritu Santo hemos sido enviados a ser testigos del poder de Dios ante el mundo. Si entienden que “la Iglesia local tal o cual o la denominación tal o cual” les nombró o considera “apóstoles”, han de reconocer por fuerza que “no son enviados de Cristo” sino “de los hombres” o en el mejor de los casos, “de una iglesia local”. Y esto no les da para nada la autoridad y poder que reclaman. Y si dicen “que Cristo en persona” se les apareció, pretenden algo muy especial, que no pueden probar fehacientemente, como los doce y Pablo podían probar.

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Cuando Matías es designado se imponen las condiciones del verdadero apóstol de Cristo (Hechos 1.21-22) -Debía haber sido testigo de la resurrección -Y debía haber acompañado todo el tiempo a Cristo durante su ministerio, desde el momento de su bautismo hasta su crucifixión Ninguno de los apóstoles modernos puede pretender esto. En las epístolas aparece la palabra apóstol en Romanos 1.1, 11.13, 16.7 1 Corintios 1.1, 4.9, 9.1,2,5, 12.28,29, 15.7,9 2 Corintios 1.1, 8.23, 11.5,13, 12.11,12 Gálatas 1.1,17,19 Efesios 1.1, 2.20, 3.5, 4.11 Filipenses 2.25 Colosenses 1.1 1 Tesalonicenses 2.6 1 Timoteo 1.1, 2.7 2 Timoteo 1.1,11 Tito 1.1 Hebreos 3.1 1 Pedro 1.1, 3.2 Judas 17 Es en las epístolas donde la palabra apóstol, más claramente demuestra lo falsa de la pretensión de los nuevos apóstoles. Veamos rápidamente cada uno de estos pasajes. Un apóstol de Cristo, es llamado por Dios para ejercer tal función, no es una prerrogativa que alguien se pueda atribuir (Romanos 1.1). Pablo se consideraba apóstol de los gentiles, mientras que los doce habían sido envidos a las tribus de Israel (Romanos 11.13, ver Mateo 10.6). Romanos 16.7 es traducido; “Andronico y Junias son muy estimados entre los apóstoles”; y esto ha servido para respaldar el supuesto hecho de que había otros apóstoles además de los doce (y en la misma altura y autoridad que estos), y la legitimidad del ministerio apostólico y pastoral de la mujeres (si se entiende Junias como Junia, pues en este caso se trataría de una mujer). Pero otras versiones mas confiables, traducen el texto así: “Andrónico y Junias, son muy estimados “por” los apóstoles”. En este caso, el texto no probaría la continuidad del ministerio apostólico. Sin embargo, aunque adoptáramos la primera de las traducciones mencionadas, deberíamos interpretar la palabra “apóstoles”, como refiriéndose al enorme grupo de misioneros, de personas “enviadas” por las iglesias a predicar el evangelio a otras tierras, y no como “enviados” de Cristo, si mantenemos el sentido común de interpretar los pasajes oscuros de forma que no violenten o contradigan otros pasajes que son claros y específicos en el tema que se trata. Hay apóstoles que son apóstoles de Cristo (1 Corintios 1.1, 2 Corintios 1.1, Efesios 1.1, Colosenses 1.1, 1 Tesalonicense 2.6, 1 Timoteo 1.1, 2.7, 2 Timoteo 1.1,11, Tito 1.1, 1 Pedro 1.1, Judas 17). Puede, como dijimos, que haya apóstoles de una Iglesia local, o de un grupo de Iglesias locales. Pero los apóstoles del Nuevo Testamente distinguían claramente a los “apóstoles de Cristo”. Se dice que Dios los ha exhibido a los apóstoles en último lugar, como siervos de todos, y no como autoridad y cabeza de la Iglesia (1 Corintios 4.9). Que diferente es la actitud de los auto pretendidos apóstoles modernos que reclaman autoridad y mando mas que el último lugar.

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Pablo entiende que “ver al Señor resucitado” es una condición imprescindible para ser un apóstol de Cristo (1 Corintios 9.1,2,5). Los apóstoles de Cristo ocuparon el primer lugar en la iglesia (1 Corintios 12.28-29), como fundadores de la doctrina cristiana. Ese fundamento ya esta establecido por lo que no se necesita nuevos fundadores. El apóstol Pablo incluso hace una breve reseña de las apariciones del Cristo resucitado diciendo “apareció a Jacobo, luego a todos los doce, y al último de todos... me apareció a mi también...” (1 Corintios 15.7-9). Se aclara muy bien que “la última aparición” del Cristo resucitado, fue hecha a Pablo. No volvió y ni volverá a aparecer hasta su regreso, por lo que no puede haber nuevos apóstoles suyos. Hay apóstoles o enviados de las Iglesias también, pero se los distingue claramente de los apóstoles de Cristo (2 Corintios 8.23). Los primeros estaban bajo la autoridad de la congregación local que los había enviado, los segundos respondían solo ante el Señor. Hoy solo podemos esperar que halla “enviados” de las Iglesias que deben estar sujetos a ellas, y no al revez como algunos suponen. Pablo entiende que quien pretenda ser apóstol de Cristo y no haya sido comisionado directamente por el Señor luego de su resurrección, es “un falso apóstol, un obrero fraudulento, alguien que se disfraza como apóstol de Cristo” (2 Corintios 11.5,13). En el verso cinco incluso los trata con gran ironía, demostrando la ignorancia que ostentan Pablo se ve en la necesidad de defender su apostolado ante los falsos apóstoles que como hoy, reclamaban la eminencia en la iglesia (2 Corintios 11.11) Y también muestra los milagros, como señales de un verdadero apostolado (2 Corintios 11.12) que solo pueden ejercer los que lo vieron a Jesús resucitado y fueron comisionados por él. Esto nos da una pista de donde provienen los milagros falsos que realizan los apóstoles modernos. Hay apóstoles, sin duda, que son “apóstoles de hombres y por hombres”, es decir; enviados por un grupo de personas o por otro supuesto inminente líder cristiano. Pero deben distinguirse estos falsos apóstoles de Cristo de los que realmente fueron enviados por Jesús (Galátas 1.1) Cuando Pablo recibió su revelación (Gálatas 1.17,19) decidió no ir a los que eran apóstoles antes que el y que se hallaban en Jerusalén. Esta afirmación paulina demuestra que los apóstoles de Jesucristo que eran portadores originales del evangelio directo, eran solo los doce que se hallaban en la mencionada ciudad, y que no había apóstoles de Cristo por todas las regiones, como algunos creen. Los apóstoles, (su doctrina y enseñanza expuesta en el Nuevo Testamento) junto con los profetas (el Antiguo Testamento) son el fundamento de la fe y doctrina cristiana. Un fundamento una vez establecido no puede volverse a establecer. El ministerio apostólico y profético es cosa del pasado (Efesios 2.20) El evangelio es una revelación que fue entregada a los apóstoles y profetas (Efesios 3.5). Esta “entrega” del evangelio, es citada en este pasaje como ocurriendo dentro de un marco histórico definido. Cuando el Nuevo Testamento se estaba escribiendo, los apóstoles estaban recibiendo “su evangelio” por revelación divina. El pasaje de Efesios 4.11, ha sido muy manoseado por los auto pretendidos apóstoles modernos. Allí se dice que Jesucristo “constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas y a otros pastores y maestros”... y mas adelante se agrega en el verso 12 y 13 “para la edificación del cuerpo de Cristo... para que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”. Usando este texto algunos sostienen que aquí tenemos una lista de los dones de liderazgo que la Iglesia posee, siendo el apóstol la autoridad máxima a la que siguen por orden de jerarquía los profetas, los evangelistas los pastores y finalmente los maestros. Otros menos atrevidos reconocen como actual la

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lista en cuestión, solo que nos los jerarquizan. Lo cierto es que este pasaje “hace todo lo contrario a lo pretendido” en realidad, prueba que los apóstoles y profetas no son para este tiempo. Allí se dice “el Señor constituyó”, esta en tiempo pasado, tal designación había ocurrido ya. Si se tratara de ministerios y jerarquías permanentes diría “el Señor constituye apóstoles y profetas”, pero dice “constituyó apóstoles y profetas”. Algunos afirman que en este caso tampoco los evangelistas pastores y maestros deberían existir hoy. Y se debe concluir que este pasaje no prueba que los otros ministerios además del apostólico y profético, sean permanentes. Otros pasajes si hacen esto (y en ellos se basa la pretensión de la continuidad del ministerio pastoral), pero no hay otros pasajes que prueben que los apóstoles y profetas deberían continuar luego que el canon bíblico se cerró. Filipenses 2.25, es una prueba indiscutible de que había “apóstoles o enviados de las Iglesias” que no tenían la autoridad ni el derecho de revelación de los doce, y que por ende “estaban sujetos a obediencia a la iglesia local y no en autoridad sobre ella”. En este pasaje se dice que Epafrodito era un “mensajero” de la iglesia de Filipos. En griego la palabra traducida mensajero es “apostolos”. Pero se aclara bien que era un apóstol de la iglesia de Filipos, puesto al servicio del “apóstol de Cristo”, Pablo. Insisto que si alguien hoy quiere llamarse apóstol, debe entender que solo puede ser “enviado” por una Iglesia y sujeto a ella. Pero este entendido de la función del apóstol, no es el compartido por los nuevos apóstoles modernos. Por el contrario, ellos quieren elevarse a la altura de los doce y de Pablo, para reclamar el poder y el mando en el cuerpo de Cristo. Cristo es también un apóstol. El apóstol por excelencia. El único que fue enviado directamente por Dios Padre para revelar la voluntad del creador y redimir al hombre (Hebreos 3.1). Los doce y Pablo fueron apóstoles enviados por Cristo. Y todos los redimidos son enviados por el Espíritu Santo gracias a la obra de Cristo, como luz y sal de la tierra. Dios delego su autoridad a Cristo, Cristo a los doce y a Pablo, y el Espíritu Santo a todos los salvados. No hay lugar para otra línea de mando. Los modernos apóstoles o “son uno mas de nosotros”, o no son nada. No caben en un pueblo de “reyes y sacerdotes”. Cuando Judas escribe su carta, los apóstoles de Cristo ya estaban comenzando a ser cosa del pasado, quedando solo (y eso es mas que suficiente) sus palabras y escritos. Por eso en Judas 17 escribe: “tened memoria de las palabras que antes (note como dice antes) fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo” (Judas 17). Creo que a la luz de todo lo que hemos visto debemos adoptar el criterio sugerido en Apocalipsis 2.2; de probar a los que hoy dicen ser apóstoles de Cristo para hallarlos como mentirosos porque eso es lo que son. Debemos recordar que la santa ciudad de Jerusalén (Apocalipsis 21:14) tiene solo doce cimientos. No mas que doce. Si los apóstoles continuaran hoy, el Apocalipsis diría que habría miles de cimientos. Pero no es así. Esto es mas patente cuando reparamos en el hecho, de que los modernos apóstoles insisten en ser “fundamento de las Iglesias que ministran”. No pueden ser fundamento de nada, porque hay solo doce cimientos. Solo doce. PODEMOS CONFIAR Hablando en alguna que otra ocasión, con algunos partidarios del liderazgo apostólico, escuche el argumento de que “el pueblo (refiriéndose a la Iglesia) no puede regirse por si mismo”, que necesitan que alguien les ministre en este sentido. Según entendí, la iglesia parece no poseer la capacidad de auto gobernarse y auto ministrarse en la

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palabra, y necesita de personas con dones o ministerios especiales. Incluso algún que otro pastor congregacionalista me dio a entender en mas de una ocasión, que el sistema de gobierno democrático de la Iglesia evangélica, es imperfecto, porque la gente a veces “decide de forma contraria a la voluntad de Dios”. Quienes argumentan así, aseveran que mejor sería que alguien “guiado por el Espíritu Santo y capacitado por Dios para ello, dirigiera y ministrara el cuerpo de creyentes. De plano no veo que diferencia habría entre permitir que me dirigiera una congregación que por voto de la mayoría nombrara sus pastores y diáconos, y por un cuerpo de cristianos que en igualdad de condiciones estudien la Biblia y establezcan su doctrina, a permitir que uno solo hombre lo hiciera (o un grupo de ellos) delegando completamente en el liderazgo de estos hombres, la responsabilidad. Se requiere de hecho, mas fe en aceptar el postulado de que por medio de un solo hombre o por medio de un grupo reducido de hombres guiados por Dios, la Iglesia debe marchar, a creer que el Espíritu Santo opera en todo los creyentes guiándolos hacia toda verdad. Y esta última postura no es para nada absurda; por el contrario, lógicamente sería hasta preferible. En este concepto de que “el pueblo de Dios no se puede guiar por si mismo y necesita que alguien le diga cual es la palabra y voluntad de Dios a cada momento”, me parece ver algunas concepciones seculares de los regímenes totalitarios y estadistas. Hay una creencia en el mundo, de que el estado, representado por la clase gobernante es mas culto, mas capaz, mas bueno y mas visionario que el individuo; y que por lo tanto el individuo debe someter incluso su conciencia al mismo. Extrapolado este concepto a la Iglesia evangélica, muta en una forma de gobierno episcopal o presbiteriano, que insiste en el hecho de que la revelación de Dios y la autoridad divina fluye de forma lineal desde las autoridades hacia el pueblo. Por eso muchos creyentes no saben tomar decisiones ni pueden por si mismos estudiar la Biblia y extraer de ella la palabra que necesitan de Dios, y recurren a que alguien mas les dirija. Creen que así es mejor. Pero no lo es. Porque en definitiva es rechazar la palabra y autoridad directa de Cristo, para seguir a otro que pretende representarlo. Creo que la palabra de Dios enseña que el Espíritu Santo habita y dirige a cada persona redimida y salvada. Creo que por ende, la iglesia local, que esta compuesta por personas redimidas y salvadas, es guiada por Dios, y puede por si misma “sin temor a equivocarse” dirigir su propio destino, nombrar sus pastores y diáconos, y especialmente determinar cual es la doctrina correcta y la forma mas acertada de interpretar la Biblia. Confiar todo esto en alguien mas, y no aceptar el hecho de que el pueblo de Dios, es un pueblo de reyes y sacerdotes, es un riesgo mas grande. Por asumirlo algunos, han caído presa de los falsos apóstoles y falsos profetas de estos tiempos finales. Podemos confiar. Si estamos dispuestos a creer que Dios guía y sostiene a sus ministros, también debemos estar dispuestos a creer que Dios guía y sostiene a la iglesia. En cada reunión de asamblea de nuestra iglesia, en la que tomamos decisiones y determinamos cual es la correcta forma de interpretar la palabra de Dios (La Biblia) entiendo que esta presente y guiando el Espíritu Santo de Dios. Por eso rechazo cuando alguien quiere “quitar de la iglesia” este derecho y monopolizarlo en las manos de los nuevos apóstoles y profetas. Ellos dicen que “debemos entregar nuestra libertad en Cristo para confiar en ellos como nuestra nueva casta dirigente y nueva fuente de revelación”. No estoy de acuerdo con ello. Prefiero confiar en Dios directamente. La Biblia hasta ahora no nos ha decepcionado. Y aunque las iglesias locales a veces cometen errores al tomar sus

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decisiones, aprenden pronto, y Dios las preserva dándoles sabiduría para reponerse y continuar. El sistema apostólico y profético moderno no es bíblico, ni siquiera es mejor que lo que tenemos ya. Prefiero confiar en la palabra inspirada de Dios y en la iglesia compuesta por quienes tienen en su corazón la presencia misma del Espíritu Santo. EL “PROFETA” EN EL NUEVO TESTAMENTO La palabra traducida “profeta”, en el Nuevo Testamento, es en el original griego “prophetes”, y aparece 143 veces. La palabra profecía es en el idioma original del Nuevo Testamento “propheteia” y aparece 19 veces. La palabra profético aparece solo una vez y es en griego “prophetikos”. Y la palabra “profetizar” es traducida del griego “propheteuo” y aparece 28 veces. Analicemos brevemente los textos neo testamentarios que utilizan estos términos para tratar de descubrir si el ministerio profético, o los profetas, son para este tiempo. La palabra “profeta” es mencionado en los evangelios refiriéndose en todas las ocasiones a lo que los profetas antiguo testamentarios dejaron escrito respecto al Señor Jesucristo y su ministerio, y en relación con el ministerio de Juan el Bautista y del propio Señor Jesús. En los Hechos de los apóstoles, si tenemos claras indicaciones de que el ministerio profético continuaba activo en aquellos tiempos, en que el canon bíblico no se había completado y los creyentes por ende no contaban con toda la palabra inspirada de Dios. Estas indicaciones las hallamos en Hechos 11.27, 13.1, 15.32, y 21.10. En las epístolas, son abundantes también las referencias a los profetas en relación con los escritos antiguo testamentarios, pero son claras también las expresiones que indican la existencia en ese momento de profetas. Vea 1 Corintios 12.28,29, 14.29, 14.32, 14.37, Efesios 4.11. La palabra “profecía” se menciona en relación al ejercicio en ese momento de tal ministerio en Romanos 12.6, 1 Corintios 12.10, 13.2, 13.8, 14.6, 14.22, 1 Tesalonicenses 5.20, 1 Timoteo 1.18, y 4.14. En todas las otras ocasiones, la palabra se usa en referencia exclusivamente a los escritos antiguo testamentarios. La palabra profético aparece solo en Romanos 16.26 y 2 Pedro 1.19, refiriéndose al Antiguo Testamento. La palabra “profetizar” aparece como dijimos 28 veces, de las cuales en referencia al don ejerciéndose en ese tiempo se utiliza en Hechos 2.17, 18, 19.6, 21.9, 1 Corintios 11.4, 5, 13.9, 14.1, 3-5, 14.24, 31,39, Es claro que el ministerio profético y los profetas estaban activos en tiempos neo testamentarios. Junto con los apóstoles ejercieron una labor fundamental en la iglesia cristiana. De hecho, el apóstol Pablo anima a los Corintios a usar el don de la profecía y recomienda a los Tesalonicenses a no menospreciar dicho ministerio. Evidentemente había muchos profetas. Superaban en número a los doce apóstoles y probablemente incluso superaban numéricamente a los “otros apóstoles”, es decir aquellas personas enviadas como misioneras y que estaban sujetas y bajo la autoridad de las Iglesias que las enviaban. Pero la pregunta en cuestión, es si el profeta, sería un cargo o una función que continuaría en el tiempo, luego que el Nuevo Testamento se terminara de compilar. Y

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hay pasajes bíblicos que indicarían que el ministerio profético ceso ya con la muerte de aquella primera generación de cristianos. No todos en la Iglesia eran profetas (1 Corintios 12.10,28,29, Romanos 12.6). Debían ejercer su ministerio en la iglesia local de forma ordenada; no debía permitirse que hablaran mas de tres por reunión. Y al intervenir debían hacerlo por turno, expresándose de forma que todos pudieran entender, sin usar otras lenguas desconocidas para los oyentes (1 Corintios 14.6,22,27,29-33,37). Junto con los apóstoles, los evangelistas y los pastores, los profetas constituían un elemento fundamental en el cuidado y extensión de la iglesia (Efesios 4.11). La Iglesia debía tomar en serio las profecías (1º Tesalonicenses 5.20). En el caso de Timoteo su ministerio fue confirmado por medio de una profecía (1 Timoteo 1.18, y 4.14) En la historia narrada por Lucas, los profetas estaban ejerciendo un activo ministerio en las Iglesias locales (Hechos 2.17, 18, 19.6, 21.9) Las mujeres también podían profetizar (1 Corintios 11.4,5). Era un ministerio imperfecto. Solo brindaba parte de conocimiento; no era completo en si mismo (1 Corintios 13.9,10) y tenía una fecha de terminación que era cuando “viniera lo perfecto”. Era un don preferido y sobresaliente (1 Corintios 14.1) que edificaba, exhortaba y consolaba a la Iglesia (verso 3 al 5) Y se trataba de una expresión inteligente y controlada; el espíritu del profeta estaba sujeto al profeta (1 Corintios 14.31,39) Pero aquel ministerio profético tenía una fecha de vencimiento; por decirlo de alguna forma. La función que cumplía de exhortar, consolar y edificar a la iglesia (1 Corintios 13.1,5), sería mas adelante efectuada por las Sagradas Escrituras cuando estuvieran una vez terminadas de compilar (2 Timoteo 3.16.17). Recordemos que al momento de estos ministerios proféticos existir, la Biblia aún no estaba en manos del pueblo. Solo circulaba el Antiguo Testamento y los escritos neo testamentarios no se habían producido todos ni circulaban ampliamente. Al carecerse de los evangelios y las epístolas que exponen las enseñanzas de Cristo y sus discípulos, la Iglesia solo podía acceder a la palabra de Dios si tenían un profeta en medio de ellos. Todos los dones en ejercicio en tiempos neo testamentarios, incluso el de profetizar, no eran lo mejor ni lo ideal. Había una forma mas excelente de hacer las cosas que en breve se iniciaría (1 Corintios 12.31). Las profecías, junto con el don de lenguas y de palabra de conocimiento y sabiduría habrían de cesar (1 Corintios 13.8-10), cuando llegara lo perfecto. Y eran un don propio del período en que la iglesia era inmadura e infantil (1 Corintios 13.11-12) por no contar con toda la revelación ya entregada que mostraría cabalmente la verdad de Dios y de forma fraccionada e intermitente como hasta ese momento. ALGUNOS ARGUMENTOS MAS A FAVOR DEL CESE DE LOS DONES PROFÉTICOS Y APOSTÓLICOS Ya hemos visto algunas razones bíblicas por la que no podemos aceptar los dones de profecía y liderazgo apostólico. Pero me gustaría volver a reseñar algunas de ellas. Argumento 1º. Según Efesios 2.20, los dones proféticos y apostólicos constituyen el fundamento o cimiento de la doctrina cristiana. Como sabemos un fundamento se

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coloca una sola vez. La doctrina, la palabra cabal de Dios, fue entregada ya en un período especial y único de la historia cristiana. Ahora podemos desarrollar, aplicar y extender la influencia y poder de la revelación entregada, pero no volverla a “entregar” o “recibir”, porque ya fue dada y establecida. Si nos entretenemos “recibiendo nuevas revelaciones”, dejaremos de lado el cimiento original; estaríamos estableciendo otro fundamento espurio y corrompiendo o haciendo peligrar en el mejor de los casos la perfecta e intocable palabra de Dios. Este concepto de “fundamento doctrinal”, nos permite descubrir que los dones de servicio y aquellos que tienen que ver con la exposición y explicación de las Sagradas Escrituras, siguen vigentes, mientras que aquellos dones diseñados para entregar nuevas revelaciones o ejercer autoridad, han cesado porque la Biblia es la que cumple ahora esa función. Argumento 2º. Si aceptamos que Dios sigue entregando nuevas revelaciones y nuevas palabras a su Iglesia, y que el liderazgo de la Iglesia no reside en el pueblo mismo (un pueblo de reyes y sacerdotes) sino en los apóstoles modernos, tenemos que concluir también que el “canon bíblico” no esta completo, que la Biblia no es suficiente, y que debemos incorporar como palabra inspirada toda esa enorme cantidad de nuevas revelaciones y profecías de nuestro tiempo. Aceptar a los profetas y apóstoles modernos, es creer también que la Biblia por si misma no es suficiente y útil para enseñar, redargüir, corregir, e instruir en justicia y que no es suficiente para hacer perfecto al hombre de Dios (2 Timoteo 3.16.-17) Argumento 3º. Según Judas 3, la fe ya ha sido entregada de una vez y por todas. No es un proceso continuo. La entrega de revelación y palabra de Dios, ha cesado. Ya tenemos en la Biblia toda la palabra de Dios que necesitamos y que Dios dispuso entregar. Si se continuara hoy “entregando” palabra nueva y fresca de Dios y se siguiera ejerciendo una autoridad del tipo apostólica, entonces no se cumpliría eso de que la fe ya fue de una vez y por todas, dada a los santos. Argumento 4º. Los hechos mismos demuestran que los apóstoles y profetas modernos le hacen mal a la iglesia. Por supuesto, las congregaciones crecen numéricamente, y los medios masivos de comunicación son alcanzados por estas personas. Se hace mas ruido, sin duda. Hay mas popularidad. Y el ir a las reuniones de la Iglesia se ha transformado en una fiesta. Pero los hogares de la mayoría de las personas que se adhieren a estos movimientos, sufren, se resquebrajan y se destruyen. Los individuos sienten que experimentan grandes luchas espirituales que antes no tenían y que excusan diciendo que el diablo les ataca mas porque ahora si Dios les bendice. El nivel espiritual y moral de la Iglesia decae, y las personas caen en pecados groseros que no siempre tales iglesias pueden o saben disciplinar. Esto lo puede comprobar cualquiera que asiste a estos grupos. Basta con que examines su propia vida y su propio hogar. ¿Por qué pasa esto? La respuesta es tan simple que asusta. Cristo dijo que por sus frutos conoceríamos a las personas. Si los creyentes experimentan estos problemas es porque no están siendo alimentados debidamente de la palabra de Dios, es porque están siendo mal dirigidos, por falsos ministros del evangelio, y es porque “no son bendecidos” realmente por Dios; están engañados. Si alguien se encuentra en un grupo apostólico o profético, y esta leyendo este libro, sabe de lo que hablo. Usted sufre, porque esta en un mal lugar. ¡Salga de allí! ¡Y vuélvase a Jesucristo!

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EL FANTASMA DE LA NEO-ORTODOXIA Y EL MISTICISMO En respuesta al liberalismo teológico, que tanto mal le hizo al evangelio en el pasado, surge lo que se conoce hoy como la neo-ortodoxia. Según esta tendencia teológica iniciada por Carl Barth y Brunner, la Biblia no es la revelación misma, sino un testigo de la revelación entregada por Dios en el pasado. Según la neo-ortodoxia pues, es un error grave el que cometemos al declarar que la Biblia “es la palabra inspirada por Dios y por ende la única regla de fe y conducta”. Como sabemos, la neo-ortodoxia fue un intento por desmentir el postulado de la teología liberal de que la Biblia no es palabra de Dios en ningún sentido sino apenas una obra producida por los hombres. Pero la teología Barthiana se quedó corta, sin llegar a ser una teología ortodoxa ni menos aún reformada, dejando a medio camino el asunto, haciendo de la Biblia un mero registro de la revelación pasada de Dios. Ahora bien. Si la Biblia no es “palabra de Dios” por si misma, ¿cómo Dios se revela al hombre? Para la neo-ortodoxia, Dios se revela a cada uno de forma directa. Cuando leemos la Biblia el Espíritu de Dios nos habla por medio de ella, y entonces, y solo entonces, la revelación de Dios se da. Bajo esta interpretación, la revelación naturalmente, no fue un hecho dado en el pasado, al que podemos recurrir y debemos estudiar, sino que es un proceso constante, que se interpreta por el subjetivismo humano al momento de leer la Biblia. Esto abrió camino a toda clase de interpretaciones de la Biblia. Después de todo Dios no entregó su palabra una vez por todas y ya, sino que la entrega uno a uno. Es por eso que floreció tanto ese método de estudio bíblico en el que cada uno da su interpretación de la Biblia, partiéndose de la base de que todas son correctas y de que Dios le dice una cosa a uno y otra a otro en base a un mismo pasaje. La neo-ortodoxia, es claramente visible en la teología mística del pentecostalismo moderno. Los profetas y apóstoles con sus nuevas revelaciones y sus interpretaciones antojadizas, aplauden gozosos la postura de Barth. Aunque la mayoría de los pentecostales y carismáticos ignoran de donde surge su forma de pensar e interpretar la Biblia y el asunto de la revelación de Dios, muchos de los seminarios y escuelas teológicas que forman a los nuevos dirigentes pentecostales son fuertes promotores de la neo-ortodoxia. Pero el error se ha potenciado a limites excesivamente peligrosos, cuando el misticismo hizo aparición. El misticismo es la creencia de que Dios se revela a cada uno de otra forma además de solo la Biblia. Por eso, los místicos, cuando buscan una respuesta de Dios, se recluyen a orar y ayunar, y esperan que por medio de sueños, visiones y nuevas revelaciones, el Señor les de la respuesta. En este contexto la Biblia adquiere un nuevo significado. Debe leerse con subjetivismo y con el corazón (emocionalismo), para que realmente tenga sentido. El misticismo siempre ha estado presente entre los llamados cristianos. Pero en este tiempo, potenciándose en la neo-ortodoxia, ha prácticamente invadido a la Iglesia cristiana. Ellos nos acusan de dar demasiada atención a la “letra muerta”, insistiendo que la “la letra mata pero el Espíritu da vida” (Obviamente mal interpretando el pasaje que citan), y argumentando que debemos prestar oídos a la voz del Espíritu Santo. Pero al Espíritu que ellos apelan, no es el que inspiró las Sagradas Escrituras, sino a ese espíritu espurio que debería aparecer cada vez que alguien dejando a un lado la Biblia, se deja guiar por el corazón. El fantasma del misticismo y la neo-ortodoxia esta presente entre los apóstoles y profetas modernos. Si leyendo la Biblia, estos hombres reciben una revelación fresca, la

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aceptan sin mas ni mas. Y si esta es fortalecida por un sueño, una visión o una impresión fuerte en el corazón, pues no se dice mas, y se abraza lo revelado como si proviniera de Dios. Bajo el postulado de la neo-ortodoxia, lo que experimentan no se puede cuestionar; porque es una experiencia personal irrepetible. Esto se ha enseñado desde ya varios años; tanto que la fe ortodoxa es prácticamente desconocida. Hemos nacido en medio de la apostasía. Y tenemos incorporados estos conceptos errados como si fueran el evangelio de siempre. La ortodoxia, por otro lado, sostiene que la Biblia “es la palabra de Dios, su revelación al hombre”. Y como “palabra escrita” debe ser interpretada bajo los recaudos necesarios de la hermenéutica y el sentido común. La palabra de Dios no es lo que “Dios le dice a cada uno” cuando lee la Biblia o cuando sueña o tiene visiones, sino “lo que tácitamente esta escrito”. Lo que dice la Biblia, es lo que dice y ya. La verdad no esta en lo que entendemos nosotros liberalmente de la Biblia, o lo que sentimos en el corazón, sino en la correcta interpretación de lo que simplemente dice la Biblia. La neo-ortodoxia y el misticismo, tienen en poco a la hermenéutica y al estudio Biblico, puesto que el proceso de revelación es mas emocional y subjetivo que racional y bíblico. Pero el evangelio original deja a un lado los dictámenes del corazón “porque este es engañoso”, y usa la razón para entender cabalmente la palabra escrita de Dios. EN CONCLUSION Cuando era pequeño, recuerdo haber quedado profundamente impresionado por un cuadro representativo que se hallaba colgado en la pared de la casa de un cristiano. En ese cuadro se mostraban dos caminos. Uno angosto, transitado por muy pocas personas, que partiendo de una cruz, se dirigía en línea recta al cielo. El otro, ancho, repleto de gente, lleno de color y diversión, y nutrido de templos y predicadores, pero que terminaba en las puertas mismas del infierno. Recuerdo que observaba los detalles del cuadro, tratando de comprender ampliamente su significado. Entre la multitud que caminaba en ignorancia al infierno, notaba que muchos cargaban una Biblia y parecían ser cristianos. Supe que ellos representaban a todos los religiosos que creen ser salvos cuando en realidad creen y viven el error. Había sin embargo un detalle de aquel cuadro. que mas horror me provocaba. Muchos de los que caían en el infierno, se veían sorprendidos; simplemente no lo esperaban. Caían en el abismo preguntándose porque. Pero otros, resignados, conscientes y dóciles, se dejaban sumergir en las tinieblas. Sabían exactamente lo que estaba ocurriendo; habían sido advertidos pero escogieron continuar. Muchos de los que van tras los modernos apóstoles y profetas, lo hacen en ignorancia. Pero si me ha acompañado en este estudio, usted ya no estará entre ellos, sino entre los personajes del cuadro que mencione recién. Si es un seguidor de estos hombres, y continua con su camino, no será sorprendido al final; sabe que no hay esperanza para quien adopta para si, a otro mediador que no sea Jesucristo. Ha escuchado la voz de alerta. Por lo que no tiene otra alternativa que la de meditar profundamente en lo que ha oído. Debe necesariamente replantearse sus doctrinas y convicciones sopesándolas con la Biblia la palabra de Dios. Y debe solo retener aquello que sea bueno. Por el bien de su alma. Hay mas en juego que “dos formas de vivir la fe cristiana”. La verdad es la que esta en la balanza; y la verdad siempre es la que al final prevalece.