Lo Mejor de Dos Mundos

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RESUMEN La vida de Roz Milroy era aparentemente tranquila y ordenada. Estaba casada con Adam, un hombre atractivo que la había rodeado de comodidades materiales. Pero las cosas entre ellos no iban bien. Tal vez porque su matrimonio se había llevado a cabo bajo unas circunstancias poco comunes. Por el bien de Roz, Adam sugirió una separación temporal, pero eso no era lo que ella quería. ¿Cómo podría reconquistar el amor de su marido? ¿Sería demasiado tarde? 1

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Lo mejor de dos mundos

RESUMEN

La vida de Roz Milroy era aparentemente tranquila y ordenada. Estaba casada con Adam, un hombre atractivo que la haba rodeado de comodidades materiales. Pero las cosas entre ellos no iban bien. Tal vez porque su matrimonio se haba llevado a cabo bajo unas circunstancias poco comunes. Por el bien de Roz, Adam sugiri una separacin temporal, pero eso no era lo que ella quera.

Cmo podra reconquistar el amor de su marido? Sera demasiado tarde?

LO MEJOR DE DOS MUNDOS

LINDSAY Armstrong

NOVELAS CON CORAZON

Editado por HARLEQUIN ESPAOLA, S. A.

Hermosilla, 21 28001 Madrid

@ 1988 Lindsay Armstrong. Todos los derechos reservados

LO MEJOR DE DOS MUNDOS. N 652. 16-8-89

Ttulo original: Reluctant Wife

Publicada originalmente por MILLS & BOON LlMITED. LONDON

I.S.B.N.: 84-396-1283-4

Depsito Legal: M-21.629-1989

Composicin: M.T., S. A. Avda. Filipinas, 48. 28003 Madrid.

Diseo cubierta: Mara J. Velasco Juez

Fotomecnica e impresin de cubierta: GAEZ, S. A.

Ctra. N. IlI, Km. 25,200. Arganda del Rey (Madrid)

Impresin: COIMOFF. Acero,!. Arganda del Rey (Madrid)

Encuadernacin: PAREDES. Ctra. Mstoles Km. 10,300. Polig. Cogullada. Nave n. o 26-

28. c./ Abedul. Fuenlabrada (Madrid)

DISTRIBUIDORES EXCLUSIVOS PARA ESPAA:

DISTRIBERICA, S. A.

Ctra. de Irn, Km. 13,350 (variante de Fuencarral). 28049 Madrid

CAPTULO 1

Roz Milroy se estremeci cuando se abri la puerta de su habitacin, pero se tranquiliz al ver que era Milly Barker la que asomaba la cabeza y deca:

-Adam est en camino, Roz. Acaban de llamar desde la oficina. Quieres que te traiga algo mientras tanto? Jeanette dice que ests lista.

-No, gracias, Milly, voy a bajar... -titube un momento-. Pensndolo bien, creo que tomar algo aqu, si no te importa - aadi.

-Estoy aqu para servirte -dijo la otra mujer con tono alegre, mientras entraba en la habitacin. Era una mujer muy bajita, de mediana edad, que llevaba el pelo castao corto y rizado y unos enormes anteojos a travs de los cuales pareca ver el mundo con dificultad; pero en los dos aos que llevaban juntas, Roz se haba dado cuenta de que a Milly Barker casi nunca se le escapaba ningn detalle. Tambin era un ama de llaves excelente-. Qu te apetece tomar? Por cierto, creo que te favorece mucho el rojo, y Jeanette te ha mirado muy bien. Vaya! Est sonando el telfono de nuevo. Un jerez?

-Prefiero ginebra con tnica -dijo Roz con cierto tono de duda en la voz, como si esperara que su peticin no fuera bien recibida. Pero la seorita Barker no dijo nada y sali rpidamente de la habitacin.

Unos minutos despus, Jeanette le llev la botella de ginebra y una tnica y le dijo:

-Han llamado otra vez desde la oficina del seor Milroy. Parece que ha surgido algn imprevisto y que se retrasar un poco. Aqu tiene su bebida.

-Gracias, Jeanette Roz acept el vaso con una sonrisa-. Supongo que hay mucha actividad abajo.

-As es -respondi Jeanette, con una mueca de su cara redonda y poco agraciada-. Ya no s dnde meterme. Ha hecho usted bien en quedarse aqu arriba. Milly est convencida de que todos lo ayudantes contratados para la ocasin no hacen ms que entorpecer su trabajo. Lo que necesitamos es que llegue el seor Milroy. Eso calmar un poco la situacin.

Roz mir a la mujer con extraeza y se pregunt por qu no le molestaba que Jeanette pensara que el sol no brillaba sin Adam Milroy y que no hiciera ningn esfuerzo por ocultar su admiracin. Pero desde que Jeanette fue contratada como ayudante de Milly y tambin para ocuparse del guardarropa de Roz, se haban hecho casi amigas; probablemente porque eran de la misma edad y ambas tmidas e inexpertas. Pero de cualquier manera, a Roz le haca gracia tanta sinceridad y dedicacin.

-Tal vez sea yo quien tenga que bajar a poner un poco de orden, no crees?

-Oh no! -Jeanette pareca sobresaltada-. Usted no tiene que preocuparse por los preparativos. Es su cumpleaos; adems es el trabajo de Milly y lo hace muy bien. Ella podra encargarse del doble de invitados sin ningn problema, pero... en las reuniones familiares... usted sabe lo especial que es la madre del seor Milroy, y tambin su hermana, la seorita Whatney -aadi Jeanette, poniendo los ojos en blanco.

Roz sonri sin ganas pero la chica continu:

-De modo que su trabajo, mientras nosotras atendemos a los invitados, es ser la anfitriona; y estoy segura de que no es fcil. Es muy importante para el seor Milroy que usted est a su lado serena y hermosa. Es como la joya de esta casa -afirm la empleada con fervor.

-Muchas gracias, Jeanette, pero no s qu hara sin ti -agreg Roz, sonriente.

Jeanette le asegur que todo saldra bien, y despus baj para ayudar a Milly.

Roz se acerc a la ventana con el vaso y reflexion sobre lo que haba dicho la criada. Ella tambin se senta juzgada en todas las reuniones familiares.

El sol se estaba poniendo en el horizonte, y los alrededores de la casa estaban iluminados con farolillos de colores. El edificio tena dos pisos y un amplio porche con columnas a su alrededor. Las habitaciones del piso superior tenan grandes balcones que se abran sobre la propiedad de ochenta acres conocida como Pequeo Werrington.

-Por qu pequeo? -le haba preguntado Roz a Adam en una ocasin. -Se llama como la propiedad familiar que perdimos a causa de una larga temporada de sequa que hizo que bajara la calidad y el precio de la carne. Pero tena ochenta mil acres.

-Fue all donde te criaste?

-S, la gran mayora de nosotros creci all.

-Nunca lo echas de menos?

-No. Fue... otra etapa de mi vida, supongo.

Ella haba pensado entonces, que quizs su matrimonio slo era otra etapa de su vida.

Bebi un trago de su vaso y record que ese da cumpla veintin aos. El cielo iba oscurecindose progresivamente y las tierras de Pequeo Werrington se iban quedando en sombra. La gran mansin estaba ubicada a medio camino entre Brisbane y la Costa Dorada, slo media hora de trayecto en coche hasta Brisbane, donde Adam tena su oficina, o media hora en direccin contraria hasta llegar a la playa, a la vida nocturna, elegante y extica de Surfers's Paradise.

-Lo mejor de dos mundos -murmur, y se alej de la ventana para mirarse al espejo, casi en la penumbra.

El vestido que llevaba era de color rojo rub, con una falda larga y un corpio ajustado con un pequeo volante sobre el pecho y los hombros. Tambin llevaba un brazalete de oro y diamantes en la mueca derecha; regalo de Adam por su cumpleaos. Roz haba empezado a conocer de cerca el lujo, cuando se cas con Adam.

A juego con el vestido, llevaba unas sandalias de tacn muy alto, y en la mano su anillo de compromiso: un rub ovalado rodeado de diamantes.

Se mir, complacida, en el espejo. Milly le haba dicho que el rojo le sentaba bien; era cierto, por el contraste del color con su piel blanca. Jeanette haba elegido la tela adecuada y el corte ms sobrio y le haba dicho:

-El seor Milroy no desea que usted lleve algo extravagante. Tena razn, pens Roz. Al seor Milroy le gustaba la elegancia sencilla, sin adornos llamativos o detalles exagerados. Y era habitual que en aquella casa siempre se intentaba satisfacer sus deseos, en especial en todo lo referente a la segunda seora Milroy.

Suspir y bebi un trago de ginebra, saba que era intil darle ms vueltas a ese asunto. Hubiera deseado no haber escuchado las palabras de Jeanette sobre su papel en la vida. La nica misin de Roz era prepararse para ser una buena anfitriona, estar siempre bien arreglada, y ser siempre vigilada por los dems y no tener nunca exceso de trabajo. Su papel era ser presentada y admirada, como una joya ms en la casa de su marido, pero...

Un ruido detrs de ella la sobresalt y un poco de ginebra se derram en el suelo de la habitacin; se dio media vuelta para mirar en la penumbra.-Adam?

-S. Por qu ests a oscuras?

-No me haba dado cuenta -contest con voz entrecortada. Oy un ruido y la luz se encendi, Roz tuvo que parpadear varias veces y entrecerrar los ojos para poder ver.

-Bueno -dijo Adam Milroy, apoyndose en el marco de la puerta-, ests estupenda, Roz.

-Eso me han dicho Milly y Jeanette, gracias -replic de manera forzada, y sus miradas se encontraron un instante, antes de que ella bajara sus espesas pestaas.

-Qu te pasa, querida?

Roz se estremeci.

-Nada -respondi y tom un trago, despus revis su vestido para ver si se haba manchado de ginebra. Adam se acerc a ella hasta quedarse a un lado y Roz pens que se pareca al Prncipe de la Noche de sus sueos de adolescente. Aunque ya tena veintin aos no poda dejar de sentirse, muchas veces, como la protagonista de un mundo irreal, igual que cuando era nia.

Se dio la vuelta para mirar a su marido. Era un hombre alto, moreno, diecisis aos mayor que ella y con bastante ms experiencia. Adam era una persona excepcional, con sentido del humor y una sonrisa brillante que a veces le quitaba el aliento y la haca sentirse aburrida y torpe. La experiencia le haba enseado que luchar contra l no tena sentido.

-Estoy bien -afirm Roz y ella misma se sorprendi por la firmeza de su voz-. Bueno, tal vez sean los nervios.

-Pens que ya habas conseguido superar esa sensacin. En especial con la familia.

Roz se encogi de hombros.

-Qu es eso? -pregunt l mirando su vaso.

-Es ginebra con tnica.

-Valenta holandesa? -dijo con burla.

-No hay nada de malo en ello, o s?

l la mir pensativamente.

-No hace mucho ni siquiera te tomabas un jerez antes de la cena.

Eso era cierto, y ella, por lo general, slo tomaba una copa de vino en la comida.

-No vaya emborracharme. Despus de todo, ya soy mayor de edad, no es cierto? As que tengo derecho a elegir lo que bebo cundo lo bebo -alz la voz-, qu ests haciendo?

-Deshacindome de esto -dijo l con calma y le quit el vaso-. No me hara ninguna gracia que te aficionaras a la ginebra -dijo mientras pona el vaso en una mesita y despus volvi a decir con suavidad-: Si realmente quieres ejercer tu mayora de edad conozco una manera mejor -su mirada la recorri de la cabeza a los pies.

-A qu te refieres? -pregunt ella-. No querrs decir que...? -retrocedi, con expresin asustada.

-Por qu no? --contest l fingiendo tranquilidad-. Sera cosa de adultos. Sobre todo si admites que te gusta hacer el amor conmigo, a pesar de lo que esperabas. O creas que no me haba dado cuenta, mi hermosa Rozalinda? S perfectamente que cada vez te resulta ms difcil estar en mis brazos de manera pasiva, como antes de... conocer el placer que hay en ello.

La chica se retorci y entreabri los labios, pero sus ojos se oscurecieron de clera.

Adam pareca divertirse y alz la mano para acariciar el contorno de la boca de su esposa con un dedo.

-Es duro tener que admitir que uno puede equivocarse, lo s -coment con tono de burla-. Pero me he dado cuenta de que es la mejor tctica, tambin -aadi, mientras su mano recorra el volante color rub que remataba el escote del traje-, no sera muy atrevido y adulto hacer esperar un momento a los invitados y acostarte conmigo ahora?

-No! No -exclam Roz con disgusto, y se apart de l-. Adems, slo es una de tus bromas.

-Ponme a prueba -se ri con cinismo.

-Tardara mucho tiempo en volver a arreglarme -pretext, sintindose confundida y tonta.

-Si es eso lo que te preocupa -le dijo, hacindola sentirse an ms tonta- estoy seguro de que Jeanette te ayudara con mucho gusto y...

-He estado peinndome durante una hora entera -lo interrumpi Roz secamente, pero ya ms serena-. No me gustara que tuviera que volver a peinarme, seguro que adems se escandaliza si se da cuenta de por qu me he despeinado.

-Crees que a ella le importara? -inquiri l, y ya no sonrea ni pareca divertirse-. Creo que te escandalizas con ms facilidad que Jeanette, Roz. De hecho, supongo que ella estara encantada. Estoy seguro de que es una romntica.

-Y yo no lo soy? -pregunt Roz con frialdad.

-No -le respondi-. Y ests en peligro de convertirte en una santurrona aburridaElla no pudo contenerse y le propin una sonora bofetada. -Te odio! -exclam Roz con los dientes apretados, el rostro encendido y los ojos brillantes de rabia.

Adam apret su boca y levant la mano para tocarse la marca roja que haba surgido en su mejilla. Despus se acerc a ella amenazadoramente y cogindola con fuerza de la mueca, le dijo: -No vuelvas a hacerlo, Roz.

-Entonces no me provoques! -exclam con indignacin, pero an tema una reaccin violenta por su parte; a pesar de ello alz la barbilla de manera desafiante.

-As est mejor -seal con una sonrisa despectiva.

-A qu te refieres? -pregunt sorprendida.

Adam se encogi de hombros.

-Prefiero verte furiosa que fra, corts y altanera. Pero hay algo que no debes olvidar. Hicimos un trato por varias razones, mi querida Roz, y yo he cumplido mi parte. Tal vez deberas recordar eso. -Tambin yo he cumplido! Yo...

-Crees que eso es cierto? -pregunt l con aspereza.

-S!

-O sera ms correcto decir que lo has cumplido aunque lo detestabas? -inquiri con impaciencia.

-No -murmur ella y le temblaban los labios-. Quiero decir...

-Entonces guarda tu orgullo y tu dignidad, Roz -le dijo l con sarcasmo-. O tendr que bajarte los humos, de la mejor manera posible -aadi con suavidad y con una mirada que la hizo ruborizarse de nuevo.

-Si te refieres a lo que estoy pensando -dijo Roz con severidad-, no hay nada que puedas hacerme que no haya... -se detuvo de manera repentina y se mordi un labio.

-No es eso lo que piensas en realidad, o s? -sonri ligeramente-. Bueno, entonces -continu Adam-, ya es hora de que te ensee de otra manera, mi amor.

-No soy tu... -pero la interrumpi con un gesto de irritacin. -No hablemos de eso ahora, Roz.

-T has sacado el tema -dijo a la defensiva.

-S, porque ests tan tensa que saltas por nada, y cualquier cosa te entristece. Creme, Roz, la otra solucin que hay para esto no te hubiera gustado. Pens que podras comprenderlo y aceptarlo sin embargo, ahora parece que me he convertido en una especie de ogro. Roz lo mir y luego baj la mirada, sintindose culpable.

-Lo siento -se disculp-, si parezco desagradecida despus de todo lo que has hecho por m es una impresin falsa. Y lamento haber sido tan tonta; tratar de enmendarme... -se ruboriz de pronto y por primera vez se dio cuenta de que poda parecer santurrona, aburrida y engreda.

-Si te relajas, te sentirs mucho mejor. No puede ser tan difcil, o s?

-No.

-Entonces olvida esta conversacin y trata de divertirte esta noche. Es tu fiesta, y aunque toda mi familia est loca, estoy seguro de que lo que quieren es verte feliz. Voy a vestirme. Termina eso -seal el vaso de ginebra mientras sala por la puerta que comunicaba con su habitacin-. Tienes razn, a los veintin aos ya puedes desenfrenarte.

Roz lo mir con ojos abiertos y confundidos.

Al principio no haban dormido en habitaciones separadas, pero con el tiempo lo haban decidido as porque Adam trabajaba muchas veces hasta muy tarde y ella tena dificultades para conciliar el sueo. Con una habitacin distinta, l no la molestaba si ya estaba dormida. Pero Roz se daba cuenta de que dormir separada de su marido no era ms que una muestra del hondo abismo que los separaba en todos los sentidos.

-Nunca -le haba dicho Adam una vez-, permitas que mi familia se acerque a ti. Todos estn locos, y yo los ignoro.

Roz haba pensado que, aunque no tena en cuenta sus opiniones, no los ignoraba, si no que ms bien los dominaba.

Roz record cmo, al principio, se haba sentido apabullada por el gran nmero de familiares de su marido, ya que ella era hurfana y tampoco tena hermanos. Margaret, la prima de Adam, se haba compadecido de ella y le haba hecho un rbol genealgico de la familia. Margaret era viuda y tena dos hijos, Amy y Richard, de dieciocho y veinte aos respectivamente.

Pero aquello no haba sido todo lo que Margaret haba hecho por ella; tambin le cont algunas intimidades de la familia, y consigui que se sintiera un poco ms acompaada. Roz recordaba bien cuando le haba dicho:

-Hay un genio en esta familia, y es Adam, como podrs haberte dado cuenta. Cualquiera que pueda conseguir un milln de dlares antes de los treinta aos debe de ser tenido en cuenta; pero desde que ramos nios l siempre destac entre todos. A pesar de ello, no debes olvidarte de que hay otras personas influyentes en la familia. La ta Flavia es una. Dirige una impresionante red de espionaje y se entera de todo lo que sucede. No me preguntes como, pero lo sabe.

-Se dedica a espiar a toda la familia? -le pregunt Roz.

-A todos, nadie se salva -respondi Margaret con tristeza-. Vers, cuando Charles se cas con ella, se la llev a vivir a Werrington, donde vivan mi madre y la ta Elspeth, ambas hermanas de Charles. Los tres hermanos haban heredado la propiedad y vivan juntos. Flavia y mi to tuvieron un apasionado idilio en Roma y despus se casaron. As fue cmo nos criamos todos juntos.

-Debi de ser muy difcil para Flavia.

-Supongo que s. Casi no hablaba ingls cuando lleg; no tena familiares propios en quienes apoyarse, y, seguramente, se sinti muy nostlgica, sin mencionar... otros obstculos -sonri Margaret.

-S?

-Mmm... mi madre se llevaba bien con ella y a m siempre me ha cado bien, pero la ta Elspeth... bueno, digamos que hubo una antipata mutua desde el primer momento y ella y Flavia estaban siempre discutiendo. Pero, volviendo al principio, la segunda persona importante de la familia, despus de Flavia, es Luca, la hermana que sigue a Adam, la mayor de las chicas.

-Yo... -Roz se detuvo.

-No te agrada? -le pregunt Margaret-. No te preocupes, a nosotros tampoco nos gusta mucho, cuando era nia no era tan... -hizo un gesto-. Bueno, de cualquier modo -continu despus de un momento-, se comporta como si fuera el juez supremo del gusto y la elegancia en esta familia; como la primera dama. Por cierto, se es ahora tu papel, no dejes que ella interfiera. Y la tercera persona importante -continu con calma-, est por nacer. Bueno, ya ha nacido, pero no creo que los dems se hayan percatado de su fuerza. Estoy hablando de Nicky.

Nicola, a la que todos llamaban Nicky, era la hermana pequea de Adam y la nena de la familia, a los diecinueve aos.

-Pero ella es muy dulce -intervino Roz, sorprendida.

-No discuto eso. Pero tengo el desagradable presentimiento de que algn da mover cielo y tierra para obtener lo que desee, tenga derecho o no; y que incluso a Adam le ser difcil controlarla.

-Creo que l la quiere mucho. En cierta medida es como su padre.-se puede ser el problema, que la quiere mucho -dijo Margaret, pero luego se encogi de hombros y continu-, espero que no te importe que te cuente las cosas de la familia de forma tan dura, pero en la ltima reunin familiar me dio la sensacin de que te sentas perdida.

-S, estaba bastante liada, es verdad -dijo Roz con tristeza-. No es extrao que todas las personas influyentes de la familia, sin contar a Adam, sean mujeres?

-Hay una ms todava. Espera a que la ta Elspeth entre en accin! Pero puedo decirte otra cosa: cuando t le des un heredero a Adam, nadie podr ganarte, Roz... -Margaret sonri con buen humor.

La irona de esa ltima frase afect a Roz, sobre todo porque ella no tena ningn deseo de ser la primera dama de la familia. Cuando Margaret le haba hecho aquellas revelaciones, Roz estuvo a punto de preguntarle acerca de la primera esposa de Adam, pero le fue imposible sacar a relucir un tema del que nunca se hablaba en la familia. A pesar de las confidencias de Margaret, evit hacer juicios basndose en ellas. Pero era obvio que Adam quera y respetaba su prima, y que se preocupaba por el futuro de sus sobrinos, Amy y Richard, hasta el punto de haberle conseguido un puesto de trabajo a Richard. Poco a poco Roz fue dndose cuenta de que las revelaciones de Margaret respondan a la realidad. Slo tena dudas respecto a Nicky, a la que no poda imaginar como persona influyente en la familia.

Nicky haba heredado los rasgos latinos de su madre y era una chica morena, como sus hermanos Adam y Angelo. Este ltimo, el quinto de los hijos de Flavia, y tan slo contaba con veintitrs aos. Algunos hijos de la familia Milroy tenan un aspecto fsico absolutamente distinto, como Luca, que era rubia.

La ms pequea posea una personalidad alegre y brillante, sola provocar algunos problemas con su madre. Nicky quera ir vivir a un apartamento con otras compaeras de la universidad, lo que era una aspiracin normal en una chica de diecinueve aos, como haba dicho Adam a su madre. Pero a Flavia le era difcil aceptar la decisin, y Roz tuvo que explicarle a Adam que no era fcil para su madre ver marchar al ltimo de los hijos del hogar. l le haba contestado que Flavia era una persona muy fuerte, como lo ha demostrado en tantas ocasiones; al apartarse tan joven de su familia, al ser capaz de convivir con los Milroy, y al sobreponerse a su viudedad. A l no le caba la menor duda de que su madre se acostumbrara rpidamente a no tener a Nicky en casa.Roz disfrut de su fiesta de cumpleaos mucho ms de lo que haba esperado. Haba conseguido no preocuparse y dejar de pensar en sus problemas. Adems recibi muchos regalos y se sinti, toda la noche, el centro de la reunin. Ella siempre haba pensado que la familia Milroy se haba llevado una gran decepcin cuando Adam se cas con ella, pero aquella noche, todo pareca distinto. Slo Flavia, su suegra, haba reaccionado como siempre, observando con descaro su cintura, para ver si estaba ya embarazada. Pero a Roz no le import demasiado porque saba que la mxima ilusin de Flavia era un nieto de Adam.

Flavia era italiana, haba tenido a Adam a los diecinueve aos y despus otros cinco hijos, a intervalos irregulares, para disgusto de la familia Milroy.

La noche de su cumpleaos, despus de cenar, Roz estaba estaba con Flavia y Luca mientras la banda de msica empezaba tocar. Mir a su suegra, y no pudo evitar sentir admiracin por ella porque en efecto, se haba adaptado a la ausencia de Nicky igual que dos aos antes, haba aceptado ser desplazada por Roz, como seora de Pequeo Werrington.

En el saln bailaban los ms jvenes; Nicky vestida de tafetn rosa bailaba con Richard, y Angelo estaba con una rubia esplendorosa en sus brazos.

-Espero que esos dos nios no tengan planes acerca de nada. No sera apropiado -coment Flavia.

-Angelo no es un nio, mam -le dijo Luca con languidez-. Planes acerca de qu?

-Nada, nada -se apresur a decir la madre y se volvi hacia Roz con una sonrisa-. Mira lo que has hecho Rozalinda!

-Yo?

-S, t! Has puesto de moda las fiestas de cumpleaos. Veamos, se aproxima la de Richard, luego la de Amy, despus la de Nicky, sin olvidar la de Julin, el nieto mayor de mi cuada. Estoy segura de que Elspeth estar furiosa si Adam no... -No se dice estar furiosa, mam -la interrumpi Luca-, se pondr furiosa, es mejor.

-Luca -Flavia, que estaba excesivamente gruesa pero que debi haber sido una extraordinaria belleza en su juventud, se enderez en la silla y continu-, desde que yo hablo en este idioma todos han comprendido siempre lo que yo he querido decir, as que no voy a cambiar ahora. Te he dicho muchas veces que si me entiendes, no me corrijas!

Luca alz la mirada hacia lo alto y Roz fingi inters por los que bailaban para disimular su sonrisa, porque pensaba que a pesar de que madre e hija pasaban mucho tiempo juntas, siempre tenan aquellas pequeas disputas.

-De todos modos... -replic Luca, pero Adam se plant frente a ellas y sac a su madre a bailar.

Despus se acerc Angelo con la intencin de rescatar a Roz de las mujeres de la familia.

-Pens que deba salvarte de Luca y de mam -le dijo con una sonrisa-. Pero en realidad tena muchsimas ganas de bailar contigo, Roz. Siempre ests muy guapa, pero esta noche te veo maravillosa y lamento que Adam te conociera antes. Sabes que oculto un corazn roto bajo este falso aire de alegra?

-S, me haba dado cuenta! -respondi Roz.

-Porque bail con otra...

-Por cierto, es guapsima.

-Lo dices para consolarme... -se lament Angelo y la mir fijamente. Luego agreg con ansiedad-, de verdad te parece guapa?

-S. Y he estado charlando con ella hace un momento y me ha parecido agradable tambin.

-Me gustara tanto que el resto de la familia coincidiera contigo! Pero los conozco demasiado bien para saber que no lo hacen.

-Bueno -titube Roz-, estoy segura de que estarn de acuerdo contigo en que es guapa y agradable, pero t debes admitir que te enamoras cada dos meses de una chica distinta.

Angelo pareca ofendido, pero despus solt una carcajada y los dos se rieron juntos.

-Supongo que eso es verdad, pero esta chica me gusta ms que otras. De todos modos ellos se opondrn; dirn que soy demasiado joven para pensar en casarme o... quin sabe qu.

-Tal vez -asinti Roz con tristeza.

-Bien -dijo el muchacho-, no echemos a perder tu cumpleaos con mis problemas, querida cuada; de hecho voy a decirte lo que har.

-Qu?

-Ahora que ya hemos cenado, creo que puedo animar un poco el ambiente. No podemos tolerar -continu con fuerza-, que degenere en una de esas veladas aburridas, propias de Luca.

-Bueno... -Roz miraba alrededor buscando a Adam.

-Pero te prometo que no me tirar por la borda! Slo cumples veintiuno, no cuarenta!

-Est bien. Qu es lo que piensas hacer? No, mejor no me lo digas -agreg ella-. As puedo alegar inocencia! -y se ech a rer con alegra.

Una hora ms tarde, Roz hizo una pausa en el baile slo para recuperar el aliento; de pronto not que alguien pona una mano sobre su hombro y, al darse la vuelta, vio a Adam detrs de ella y se dio cuenta de que era la primera vez que pensaba en l durante todo el tiempo que haba estado bailando.

-Bien -dijo Adam-, despus de todo parece que te ests divirtiendo. Me alegro.

-S, as es. La fiesta se ha animado, verdad? -dijo casi sin aliento.

-S. Me pregunto a quin tenemos que agradecrselo. Sospecho que a Angelo, lo vi charlando con los de la orquesta hace un rato.-Yo no s nada, querido -le dijo Roz con una risita.

-Ya veo-dijo su marido seriamente-. Tambin le dijiste que bajara las luces?

-Todo fue idea suya, yo no -se detuvo al ver que Adam sonrea-. Entonces no te importa? -pregunt despus de un momento.

-Por qu habra de importarme? Todos se estn divirtiendo. Hasta los Whatney -agreg l con un gesto burln, sealando a Luca y su apuesto marido que pasaron bailando a su lado.

-Lo que es ms -dijo l mirando a los dems-, la ta Elspeth est bailando.

-No! Con quin?

-Con Richard. l baila con elegancia y ella est disfrutando mucho a pesar de su torpeza; parece que trata de interpretar un vals. A propsito, me concede esta pieza, seora Milroy?

-Por supuesto -sonri ella, y se acerc a sus brazos, de manera obediente.

La banda eligi ese momento para compadecerse de los miembros ms viejos de la familia y empez a tocar una balada lenta.

Adam la estrech ms y Roz tropez, cosa que no sola ocurrirle, pues era una buena bailarina. Estaba acostumbrada a bailar con Adam, y aunque l no coment nada al respecto, Roz se dio cuenta de su mirada de burla mientras ella intentaba volver a coger el ritmo.

Ella se ruboriz, saba por qu haba tropezado y se dio cuenta de que l tambin haba adivinado la razn. Se estremeci al sentir el cuerpo de Adam tan cerca del suyo. Cerr los ojos y dio gracias por las luces tenues, ya que el contacto con su esposo no slo le haba hecho perder el paso, sino tambin recordar la ltima vez que hicieron el amor. Haba sido algunas noches antes, haca mucho viento; las cortinas ondeaban hacia dentro y la habitacin estaba en penumbra. Roz estaba tumbada sobre la cama, y Adam estaba a su lado, apoyado sobre un codo, acaricindole los senos, aprisionndolos entre sus manos, con deseo. Mientras, ella se debata en una batalla que esos das perda con frecuencia. En aquella ocasin haba vuelto a perder, bajo la luz de la luna que entraba por la ventana.

Ella trag saliva y continu bailando mientras recordaba aquella noche, y por debajo del vestido sinti un hormigueo, como si las manos de l siguieran an acaricindole el pecho.

Roz intent apartar de su mente aquella visin de ella descansando en los brazos de Adam, exhausta y con el cuerpo hmedo por el sudor, pero an estremecida por el placer. Adam le pregunt sbitamente en qu estaba pensando; se encogi de hombros y contest que en nada. Aquella pregunta consigui apartar definitivamente de su cabeza la imagen de aquella noche y pudo seguir bailando sin volver a equivocarse. De pronto, una luz se encendi y cay directamente sobre ellos. La banda inici un redoble de tambor y empez a tocar la msica de Cumpleaos Feliz. Roz se sinti indefensa.

-Oh! -suspir, pero Adam se inclin hacia ella y la bes. -Que cumplas muchos ms, Roz -le dese al apartar su boca de la de ella.

-Gracias -logr murmurar, se senta culpable-. No esperaba... quiero decir...

-Angelo y yo nos confabulamos -murmur l.

-Angelo es... los dos sois muy... -pero fue rodeada, abrazada y besada por todos-. No s qu decir! -expres al fin-. Muchas gracias a todos. Yo...

Pero no tuvo oportunidad de decir nada, porque la banda comenz a tocar Porque es una chica excelente, y todos la cantaron como realmente lo pensaran, y brindaron con champn. De pronto Roz pens que quizs no les cayera tan mal, que tal vez la queran. Mir a Adam, pero l se haba vuelto para hablar con su madre, que estaba rebosante de alegra; el sentimiento de culpa volvi a aparecer en su nimo, junto al calor y la algaraba.

Jeanette subi las escaleras con Roz cuando termin la fiesta. -No necesitas hacerlo. Yo puedo desvestirme sin ti para ir a cama -protest, pero la doncella contest que era parte de su trabajo.-Tu madre te ense bien -murmur Roz. La madre de Jeanette haba tenido un empleo similar con una amiga de Flavia, y fue sta quien le haba sugerido a Adam que su mujer podra necesitar ayuda y le recomend a Jeanette. Pero en el fondo, aunque estaba muy contenta de la compaa de su doncella, Roz pensaba que estaba desperdiciando su talento, y trataba de convencerla de que hiciera un curso de diseo de moda. Sin embargo, Jeanette tomaba sus responsabilidades muy en serio, como lo demostraba el hecho de insistir, una vez que Roz se haba puesto el camisn, en cepillarle el pelo.

-Es tan hermoso -dijo mientras deslizaba el cepillo sobre la melena rubia que casi alcanzaba su cintura-, sera una lstima no cuidarlo de manera adecuada. Se siente mejor ahora?

Roz la mir con seriedad a travs del espejo, luego le dijo con tono de broma:

-S, mam.

-Bien.-Estoy mejor. Gracias. Creo que hace unas horas te dije que no s qu hara sin ti.

-Qu tontera! -protest la doncella, pero se sinti halagada. Despus observ la habitacin con detenimiento para ver si haba olvidado guardar alguna cosa, pero todo estaba en orden-. Podr usted dormir?Quiere que le traiga algo? El seor Milroy est aqu, pero...

-Estar bien, Jeanette. Buenas noches.

De nuevo estaba sola. Roz titube antes de meterse en la cama y se pregunt si Adam ya habra subido. La puerta que comunicaba sus dormitorios estaba cerrada. Despus se encogi de hombros y apag las lmparas. Se sent en la cama, abrazndose las rodillas, y reflexion sobre la fiesta de cumpleaos y sobre su extraa mezcla de sentimientos. Pero su preocupacin principal era cmo iba a tratarla Adam despus. Sera irnico y burln como lo haba sido en su primer encuentro de la noche? Despus se haba comportado de manera muy distinta; incluso pareca contento de verla feliz. Roz se pregunt cmo reaccionara ella y qu sentira si l se presentaba en su habitacin.

Se mordi un labio y, de pronto, la puerta que separaba las dos habitaciones se abri.

CAPTULO 2

ROZ movi la cabeza hasta que su mejilla qued apoyada sobre sus rodillas y vio cmo su marido se acercaba a la cama. El se haba quitado la chaqueta y la corbata, llevaba la camisa abierta y las mangas enrolladas; su pelo oscuro le caa sobre la frente. -No ests cansada? -le pregunt.

-S -murmur ella.

-Pero no puedes dormir.

-No lo he intentado. Has venido a...? -se qued callada sbitamente, arrepentida de lo que iba a decir.

-Te gustara que lo hiciera, Roz? -su mirada era sombra. Ella levant la cabeza y mir hacia otro lado, pero algo pareci aclararse en su mente y dijo:

-Me gustara poder complacerte en todo. Quiero enmendarme por ser tan... tonta. S, me gustara hacer el amor contigo, ahora.

Adam se qued en silencio tanto tiempo que ella sinti que no iba a poder soportar la tensin de sus nervios. Pero an fue peor cuando l dijo con aspereza:

-Bueno, es un nuevo cambio. Cmo crees que te sentirs maana si hacemos el amor ahora?

-A qu te refieres? -sus ojos se abrieron ms.

Una sonrisa helada apareci en sus labios.

-Quiero decir que si crees que eso te har sentir mejor. Podrs aceptarlo de un modo diferente, o slo lo haras como si cumplieras con una obligacin?

Ella lo mir con fijeza y comenz a percatarse de que haba cometido un terrible error.

-Roz?

Ella se humedeci los labios y comenz a sentir el pulso en la garganta.

-Crees que no s cmo te sientes despus de hacer el amor? -le pregunt Adam con brusquedad-. Te odias a ti misma y a m tambin, aunque Dios sabe por qu. Pero veras -sonri con irona-, te conozco bien y aunque ests agradecida no va a ser grato para ninguno de los dos. Preferira que fueras sincera conmigo. De hecho, es lo nico que puedo esperar de ti, Roz. As que, buenas noches, querida. Si no puedes dormir, no vaciles en llamarme, te traer algo.

Ella se puso de pie con indignacin.

-Tienes razn. Te odio! -exclam, pero se contuvo para no golpearlo. Se pregunt, desesperadamente, por qu reaccionaba as.

Adam la observaba con detenimiento. La luz de la habitacin contigua iluminaba su camisn de manera que dejaba entrever el contorno de sus senos redondos, su pequea cintura y sus esbeltas piernas. Ella sinti que la desnudaba con la mirada y se dio cuenta de que su camisn se deba transparentar. Se dio la vuelta bruscamente y a la vez se sinti increblemente tonta, porque l ya conoca cada centmetro de su cuerpo; la haba acariciado con sus grandes manos expertas, y ms, mucho ms.

Roz cerr los ojos y sinti que un escalofro la recorra desde la cabeza a los pies; pens en lo que l podra hacerle sentir con slo tocarla, con mirarla, si ella se lo permitiera. Despus podra quedarse dormida en sus brazos como si nunca hubiera tenido pesadillas. Aqul era el motivo por el que, muchas veces, haca cualquier cosa por mantenerse despierta y no soar, de manera que su insomnio se haba convertido en un crculo vicioso.

-Est bien -se dio la vuelta para mirado de frente-, todo lo que dices es cierto. No puedo evitado y no voy a poder cambiar. No creas que no lo he intentado, s lo he hecho. En realidad, si quieres saberlo, me siento como... una mujer intil, a la que t mantienes, y pens que apreciaras que me ganara mi manutencin, por una vez -dio un paso hacia atrs, pero l no se movi; sus labios estaban plidos y apretados.

-As que has madurado, Roz! Hace dos aos hubiera dudado de tus palabras.

-Tampoco era tan inocente -dijo ruborizndose, - pero lo siento, no tena que haber dicho todo esto. Ha sido ridculo y melodramtico.

-Pero sincero.

-Acabas de decirme que era eso lo que queras -murmur. -Contina.

Roz levant los hombros en un gesto de impotencia.

-Los dos sabemos por qu te casaste conmigo. Yo tena tantos problemas

-As es, Roz -la interrumpi, pero su voz haba cambiado pareca ms cansado.

-Deja de seguir recordndome...

-Que yo soy el que hace que te acuerdes? Pero si eres t quien insiste en recordarme mis canalladas, como casarme contigo para conseguir un caballo y apartarte del amor de tu vida...

-Adam -intervino ella angustiada-, yo nunca pens que Michael fuese el hombre de mi vida. Pero fue un matrimonio de... de

-Conveniencia? -dijo l con sarcasmo.

-S, yo tena tantos problemas! Dijiste que despus de tu primer matrimonio te habas vuelto un escptico respecto al amor, pero que queras una familia...

-Tambin dije que te quera a ti, Roz -le dijo con suavidad.

-No es lo mismo -replic ella-. Creste que podras convertirme en la esposa ideal, verdad?, pero slo has conseguido una perfecta anfitriona. Y para empeorar las cosas, parece que no voy a poder proporcionarte una familia. No s por qu, pero no acabo de quedarme embarazada, y lo siento. Quiz un hijo solucionara nuestros problemas, creo que seras un buen padre. Pero no es demasiado tarde para ti. Slo tienes que dejar que me vaya.

-Irte? -l la mir y se ri-. Y a dnde vas a ir? Tal vez tena que habrtelo dicho antes, pero Michael Howard ya est casado.

-Cmo lo sabes? -pregunt con incredulidad.

-No tiene importancia; ya han pasado dos aos. Lo importante es que ese camino no est abierto para ti, en caso de que hubieras soado con l, mi querida Roz.

-Yo... -ella intent hablar.

-Me odias? Siempre lo he sabido, pero me temo que es algo que tendremos que aprender a soportar.

-Sabes lo que pienso? -dijo encolerizada-. Que aunque desconfas de las mujeres, no puedes soportar que haya alguna que slo sienta indiferencia por ti...

-Indiferencia? -alz las cejas. -Sabes a qu me refiero. El problema es que ests empeado en conseguir que me enamore de ti.

l se qued mirndola un momento, sin el menor asomo de enfado ante la hiriente declaracin de su esposa; despus sonri con frialdad y le dijo:

-Tal vez. Me gustan los retos. Ahora que hemos aclarado esto, podemos irnos a la cama. Juntos o separados, t eliges, Roz.

Adam se ri ante la expresin de la cara de ella; le dio un beso en la frente y murmur:

-As ser -y se dirigi a su habitacin, cerrando la puerta a su espalda. Pas mucho tiempo antes de que Roz se durmiera. Se despert casi al amanecer, temblando, y slo con un gran esfuerzo logr calmarse. Mientras amaneca, pens en Michael Howard y se pregunt con quin se habra casado; slo senta curiosidad por saberlo, nunca haba pensado en volver a su lado. Muchas veces Roz haba deseado explicarle bien las cosas a su marido. Se revolvi entre las sbanas inquietamente, saba que se ahogara si permaneca un momento ms en la cama. Aunque era muy temprano se visti rpidamente.

El aire era hmedo y fresco cuando lleg a los establos; la primera persona con la que se encontr en su camino fue Lex, el encargado de la doma de caballos.

-Pens que no madrugaras esta maana, Roz -le dijo con una sonrisa-. Fue divertida la fiesta?

-S, mucho, gracias. Has trabajado con Nimmitabel ya? -Est a punto de salir. Quieres montarla?

-Si no te importa.

-Por qu habra de importarme? Eres una de las mejores amazonas que conozco. Me gustara que estuvieras en el equipo de equitacin. Y, adems, es tuya -despus se dio la vuelta y sigui trabajando.- Calintala bien, pero viglala, est nerviosa.

-Gracias, Lex -le agradeci Roz-. Voy a salir con otro caballo?

-No, llvala sola. Quiero verla en accin. Eh, Jake -llam, y el mozo que estaba a punto de montar sobre una potranca marrn, se volvi y toc su gorra para saludar-. La seora Milroy se la lleva -dijo Lex.

-Buenos das, seora -dijo Jake-. Est muy viva esta maana, tenga cuidado.

-Bien -dijo Roz-, es justo lo que necesito -mont la yegua.

Veinte minutos despus estaba de vuelta en el establo, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes. Lex, que nunca demostraba mucha emocin por un caballo, a menos que valiera la pena, agitaba la cabeza en seal de entusiasmo.

-Vuela como un pjaro, Roz. Pienso que llegar a ser todo lo que tu abuelo esperaba de ella y ms. Haca mucho tiempo que no vea un caballo galopar como Nimmitabel.

Roz baj del animal mientras todos la observaban.

-Gracias! -dijo casi sin aliento.- Puedo cepillarla y guardarla? Cundo crees que estar lista para su primera salida?

-Dentro de un mes o algo as -respondi Lex-. Pero no tienes que...

-Quiero hacerlo -dijo Roz con firmeza.

-Pero Adam...

-Si no se entera, no puede molestarle. Vamos, Bel, slo somos t y yo, como antes -le dijo Roz con suavidad a la yegua.

Pero mientras se llevaba a la potranca, hacindola caminar para enfriarla y despus meterla en el establo para que comiera, se dio cuenta de que tena que tomar una decisin.

Se dirigi hacia un lugar solitario desde donde poda ver la pista y los caballos. Reflexion y se dio cuenta de que inconscientemente haba entrado en un terreno peligroso, y el problema ms grave pareca ser que haba estado engandose a si misma. Crea haber sofocado su tormenta interior respecto a Adam. Haba decidido dormir con su marido cuando l lo deseara y no armar ningn escndalo. Si despus de hacer el amor se senta mal, era slo problema suyo. Pero estaba sorprendida de que su marido pareciera conocerla tan bien y hubiera adivinado sus intenciones y sus sentimientos ms ntimos. Adam no saba los motivos reales que la haban decidido a casarse con l. No poda echarle la culpa de nada.

Cort una ramita y la mordisque mientras se preguntaba dnde y por qu se habra equivocado, por qu habran fracasado sus mejores intenciones...

Adam Milroy haba hecho su fortuna de varias formas. Era buen domador de caballos, y haba hecho de ellos un negocio lucrativo. Ya desde su infancia se haba sentido fascinado por los caballos, y tambin por la electrnica. Adam haba dedicado todos sus esfuerzos a esas dos aficiones y en ambas haba destacado. De hecho, haba sido su debilidad por los ordenadores lo que hizo crecer su pequeo negocio de electrnica hasta convertirlo en una gran empresa.

Y eso, para un chico de campo, era digno de admiracin, segn deca siempre Flavia. Pero Roz saba que la madre exageraba un poco. Werrington era una hacienda ganadera, pero los Milroy siempre haban procurado darles a sus hijos una excelente educacin. Charles Milroy lea en voz alta todas las tardes y les daba clase sobre diversas materias, siempre que poda. Roz estaba enterada de aquellas clases, porque Margaret se lo haba contado. Incluso deca que el seor Milroy debera haber sido maestro, en vez de ganadero, porque le interesaba mucho la literatura y la msica. Roz tambin saba que la prctica ta Elspeth tambin cooperaba en la enseanza de los nios.

Pero el xito en la electrnica haba sido la base para que Adam pudiera desarrollar su aficin por los caballos, aunque tambin provoc un tercer inters en su vida: las mujeres hermosas.

A pesar de obtener buenas ganancias con sus negocios de crianza y carreras, Adam tena la obsesin de criar un verdadero campen. Llegaba a desearlo tanto, que estaba incluso dispuesto a perder dinero por ello. Esa obsesin era la que haba unido a Roz con su marido.

-La vida es muy extraa, a veces -se dijo-. Si mi abuelo... no... si mis padres no hubieran muerto y yo no me hubiese criado con mi abuelo, que era un jugador empedernido... Si no hubiera adquirido aquella yegua, Amanda Belle, la madre de Nimmitabel, para criar sementales... Si no se hubiesen incendiado nuestros establos, y mi abuelo no hubiera muerto entonces, si yo hubiera heredado algo ms que una potranca hurfana, una hipoteca y deudas... no estara aqu. Pero las cosas han sido as; dej a Mike, sopes las oportunidades y tom una decisin... qu puedo hacer, ms que mantenerla?

-Te has levantado muy temprano, Roz.

-As es, Adam -respondi ella con calma mientras se serva un poco de caf. Record que era sbado, y aunque era todava, temprano, Adam ya estaba vestido para ir a las carreras, con un traje color azul marino y una camisa blanca aunque la chaqueta y la corbata estaban colgadas en el respaldo de su silla. Ella estaba a punto de comentar lo temprano que se haban vestido cuando l dijo:

-Lo dices con aire de resignacin, Roz.

-Te parece? Tal vez porque eres la tercera persona que me lo dice. Milly y Jeanette ya me lo han comentado... Ah!, y tambin Lex, o sea, que eres el cuarto que se asombra de que madrugue.

-Ya veo -l la miraba con atencin y ella se pregunt si habra algo malo en su atuendo. Llevaba pantaln vaquero, botas, y una camisa de cuadros azules y amarillos; adems se haba recogido el pelo con una cinta. Pero rpidamente Adam centr su atencin en el desayuno y le dijo-. As que no tratabas de complacerme?

-Complacerte?

-Como una buena esposa. Si recuerdo... la charla de anoche. -sus ojos brillaban.

-S, recuerdo -Roz le dio un trago a su caf.

-O tal vez ests esperando que yo te complazca? -le pregunt con tono amable, y empez a desayunar.

Ella se sinti impotente, dbil y se pregunt cmo poda haber imaginado que vencera a Adam Milroy. Haca slo un rato haba tomado la decisin de tratar de llevar la relacin como antes, despus de meditar por qu haba permitido que se le fuera de las manos, por qu haba demostrado sin pudor lo que senta. La nica respuesta que se le ocurra era que las palabras de Jeanette la noche anterior haban disparado todas sus emociones. Roz se pregunt si Adam an aguardaba una respuesta a su ltima pregunta. l alz la vista de repente y pregunt:

-Y bien?

-No, no esperaba que intentaras complacerme.

-Me imagino que no dormiste muy bien anoche.

Roz se humedeci los labios, lo mir de nuevo y le pregunt con firmeza:

-T s?

-No -respondi Adam y agreg-. Roz, si crees que eres estril, puede ser que ests equivocada. La razn por la que no te has quedado embarazada puede ser por exceso de tensin. No, no te sorprendas. Es una posibilidad.

-Recuerdo que el mdico mencion eso, pero dos aos -se encogi de hombros-, parece mucho tiempo, y no siempre... -se qued callada.

-Si pudieras olvidado todo, quiz fuera ms fcil.

-Oh, Adam -suspir-, es fcil para ti decir eso y no pretendo ahogarme en ese problema, pero... -se detuvo y tom aire, pensando que era la ocasin para sacar el tema otra vez-. De hecho, quera hablarte de lo que pas anoche, lo que dije y todo eso. No s -hizo una pausa y se estremeci, pero continu-, no s por qu estall todo de esa manera, pero tal vez -trat de sonrer-, fue lo mejor. Yo me he desahogado un poco y, de todas formas, t ya sabas lo que me pasaba, no es cierto? T dijiste... -titube.

-Sigue -Adam cogi la cafetera. .

-Ahora que me doy cuenta de lo tonta que he sido, creo que puedo cambiar. Prometo que no... bueno, he estado pensando en eso esta maana y me he odiado por... -se ruboriz.

-Te has odiado porque has disfrutado haciendo el amor? le pregunt l.

-S -murmur ella-. Es ridculo, no es cierto?

l sonri por un momento.

-En realidad no. No en nuestra situacin. Pero he tenido una buena idea -aadi mientras ella lo miraba confundida-. Creo que sera una sabia decisin que nos separsemos momentneamente.

-Te refieres a estar alejados el uno del otro? -pregunt muy sorprendida.

-No exactamente. Pero se acercan unos meses de mucho trabajo para m, as que estar alejado de casa bastante tiempo y...

-Quieres decir que no vamos a dormir juntos porque sigues enfadado conmigo? Es eso...

-No, Roz, no es por eso. No estoy enfadado contigo. Pero necesitamos mantenemos alejados. Podrs relajarte y dejar de preocuparte acerca de si vas a quedarte embarazada.

-Cuntos... -la voz pareca quebrrsele en la garganta - cuntos meses?

-No tenemos por qu ser tan exactos, no crees? -se encogindose de hombros.

-Pero cmo vas a...? -se ruboriz y cerr los ojos, mientras l se rea; ella le dijo con tono de reproche-, slo estaba...

-Expresando inters de esposa? -sonri con irona-. No te preocupes, estar muy ocupado!

Roz lo mir con impotencia, asombrada por el rumbo que estaban tomando las cosas. Si l le hubiese dicho aquello la noche anterior, ella hubiera saltado de alegra, y sera un alivio olvidarse por un tiempo de la obsesin del embarazo.

-No s qu decir. Tengo otra eleccin? -No, mientras te veas as.

-Cmo me ves? -pregunt ella. -Asustada -le dijo Adam.

-Estoy bien... de verdad.

-Bien, yo creo que la separacin te vendr bien -dijo su marido y ella not cierta sequedad en su voz, pero l continu-. Nicky vendr a quedarse una temporada a partir del martes, verdad? Y tambin est Nimmitabel. Pronto estar lista para su primera salida, as que tendrs algo emocionante.

-S, s -contest Roz confundida-. No te perders eso?

-No -titube l-. Acerca de lo de Michael Howard, lamento habrtelo dicho as. No soy tan viejo como para haber olvidado lo traumtico que puede ser el primer amor.

-No fue mi amor! Quiero decir...

-Yo s lo que se siente -sonri ligeramente-. Te dije que Louise me dej por un hombre mayor -se puso de pie-, seguramente ms inteligente que yo, pero sobre todo ms rico. No es que fuera difcil ser ms rico que yo entonces, pero aquel hombre tena mucho dinero.

-Y ahora? -pregunt Roz. -Ahora qu? -la mir.

-An es rico?

-No... -respondi Adam.

-Ya no lo es?

-No lo era la ltima vez que supe de l; pero eso fue ya hace aos. Quizs se haya recuperado.

-A dnde vas?

-A trabajar.

-Pero si es sbado. No bamos a ir a las carreras?

Adam la mir, se acerc a ella, se apoy sobre la mesa y tom la mano de Roz.

-No puedes tener insomnio toda la vida, querida. Tampoco puedes depender de m para que te ayude a dormir. Puedes hacerlo t sola.

-As que aprender ahora? -pregunt y sus labios temblaron.

-S, Roz. Te estoy librando de todas tus obligaciones. Yo tambin s lo tremendo que es no poderse relajar; tener que olvidar cuando todos los recuerdos parecen invadirte. No es que mi experiencia haya sido tan terrible como la tuya, pero hay algo en comn; lo que pas cuando yo perd Werrington, y t a tu abuelo, no fue culpa nuestra. Sucedi, eso es todo.

-S -murmur ella-, as lo creo.

-Y el hecho de que no hayas dormido durante las ltimas veinticuatro horas no va a cambiar nada.

-No, pero...

-Lo s, yo no te he ayudado. Pero con mayor razn tenemos que hacer esto. Debes aprender a relajarte, y sta es la mejor manera.

Roz subi a su habitacin despus de despedir a su marido en la puerta. Se mir al espejo. Encontr su imagen desmejorada; se senta mareada y cansada y tambin un poco asustada.

Suspir y entr en el bao para darse una ducha, despus se puso su bata de seda gris con estampado de aves del paraso y se tumb sobre la cama para reflexionar. Pero cuando se despert, se dio cuenta de que se haba quedado dormida profundamente durante horas.

Cuando se levant se encontr con que Nicky acababa de llegar, disculpndose porque haba adelantado su visita unos cuantos das, sin avisar. Explic que se le haba acabado el dinero y por eso haba decidido llegar antes.

-Nicky -le dijo Roz, sonriendo-, pasa y no pienses ms en eso. A Adam no le importar. No le diremos nada si t no quieres, y yo estoy encantada de que hayas llegado unos das antes. Qu tal te han salido los exmenes? Anoche pens que tena que preguntrtelo, pero se me olvido.

-Fatal -respondi Nicky-. Fueron muy difciles, as que tambin cargo con eso en mi conciencia. Si suspendo...

-No lo hars -la consol Roz-. No te preocupes, hasta ahora nunca has suspendido, Nicky.

-S, pero no he sido una buena estudiante este semestre... Roz, no hay otros miembros de la familia por aqu, que puedan cotillear? No est ta Margaret o mam o Dios no lo quiera! Luca?

-No hay nadie, y no creo que vengan -le asegur Roz. Por qu? -Nicky suspir con alivio, y dijo cmicamente: -No puedes ni imaginarte lo que significa tener una familia tan entrometida como los Milroy. Oh! -se detuvo y se ruboriz-, bueno, t tambin eres parte de ella, pero tienes a Adam como amortiguador; y supongo que no tener familia debe ser triste, aunque en este momento no pueda imaginrmelo, pero... oh, diablos, entiendes lo que quiero decir, Roz?

-Claro que s! -le respondi con una sonrisa-. Pero si te sientes acosada por la familia en este momento, aunque no puedo imaginarme por qu, ya que todos te adoran, estoy segura de que Adam estara dispuesto a actuar como amortiguador tambin para ti. l sabe cmo manejarlos -aadi ella.

Pero la cara de Nicky se entristeci:

-Si supiera de qu parte est Adam!

-Nicky -dijo con calma-, no estars pensando afeitarte la cabeza y unirte a los Hare Krishna o algo as, no? Porque...

-Te imaginas, Roz? Pero de todos modos, es una posibilidad que tendr en cuenta... -dijo con una amplia sonrisa.

-Nicky! -exclam Roz alarmada.

-No es nada -Nicola la bes en la mejilla-, slo que tengo diecinueve aos y me indigna que traten de manejar mi vida como si tuviera quince. Creo que se es uno de los problemas de ser la pequea de la familia. Bueno, sera mucho pedir que me dieras algo de comer? Ya es casi la hora y no he desayunado.-Ven por aqu -la invit Roz. Pero mientras coman junto a Milly y Jeanette, Roz se pregunt si no sera algo ms que el inters de la familia lo que preocupaba a su preciosa cuada. Record lo que Margaret le haba dicho de Nicky, y pens que haba algo detrs de todo aquello, pero no pudo descubrirlo. Luego pens que tenan dos semanas para estar juntas y que quizs la propia Nicky le contara si haba, en efecto, algo ms.

-Por cierto -le dijo Nicky mientras vean una pelcula en el cuarto de estudio y cenaban con los platos sobre bandejas-, dnde est Adam? No ha habido carreras?

-S, pero est trabajando.

-Trabajando? Querida Roz, no me digas que nos estamos arruinando, otra vez!

-Por qu dices eso?

-Porque no suele trabajar los sbados -explic Nicky-, normalmente vais a las carreras, no es cierto? A decir verdad, no esperaba encontrarte en casa esta maana, cuando llegu.

Roz no saba cmo explicar por qu Adam estaba trabajando; de pronto, oy los pasos de su marido fuera de la habitacin, respir, aliviada, al darse cuenta de que su llegaba evitaba la explicacin.

-Adam! Nos has ledo el pensamiento! Estbamos hablando de ti -Nicky pareca sobresaltada por la sbita llegada de su hermano.

-Por eso me zumbaban los odos -dijo Adam con una sonrisa; pero su mirada buscaba los ojos de Roz por encima del hombro de Nicky, que lo estaba abrazando.

Y se encontr con la sonrisa complacida de su mujer.

-Roz me dijo que estabas trabajando, pero yo no me lo haba credo, porque segn me dijo mam...

-Estaba trabajado, Nicky -la interrumpi Adam-, t qu crees? Las cosas no se manejan solas. Pero a qu debemos el honor de tu presencia dos das antes? Pens que... oh, no me digas! Te quedaste sin dinero.

La perspicacia de Adam hizo que Nicky se ruborizara y soltara una carcajada, olvidando lo extrao que era que su amado y comprensivo hermano trabajara un sbado. Pero Roz no poda olvidarlo.

-Cmo ests? -le pregunt Adam, sirvindose una copa.

Nicky los haba dejado solos.

-Bien. Quieres algo de cenar? Estoy segura de que algo habr quedado; y si no puedo hacerte un sandwich.

-No, gracias, ya he cenado -se quit la corbata y se abri el cuello de la camisa, despus se acerc a la ventana mientras Roz apagaba la televisin. En silencio, ella lo mir, estaba de espaldas, como mirando el paisaje, aunque todo estaba en sombra. Le pareci ms alto an de lo que era y pens que en muy poco tiempo su vida haba sufrido un cambio radical, pero como un iceberg, la mayor parte de l estaba debajo de la superficie. Reflexion y se dio cuenta de que gran parte de su vida juntos haba sido as.

-He conseguido dormir un rato -l se dio la vuelta y vio a su mujer observndolo-. Bastantes horas -entonces pens que quizs no debera habrselo dicho; al fin y al cabo era darle la razn.

-Bien -se sent en una confortable silla de cuero, y cuando ella hizo lo mismo frente a l, aadi-, quieres tomar algo? Ahora ya tienes veintin aos.

-No, gracias --contest Roz-. Tenas razn acerca de la ginebra de anoche. No me sent del todo bien. As que slo tornar vino en las comidas y el aperitivo -alis su larga falda azul marino que haca juego con la blusa de mangas de farol.

-Me gusta ese traje -coment Adam, despus de un momento de incmodo silencio.

-De verdad? Pues ste lo eleg yo misma, aunque Jeanette dio su consentimiento. Dijo que era perfecto para... -Roz se detuvo, luego se encogi de hombros y sonri-, para que la seora de la granja estuviera cmoda en su hogar por la tarde. Jeanette tiene unas ideas un poco anticuadas, pero tambin es muy inteligente y...

-Bueno, creo que en esta ocasin tena toda la razn pareca divertido- Eres la seora de la granja -aadi.

Roz pens que slo era la seora Milroy y la duea de la casa de nombre, pero no dijo nada. Adam prosigui.

-Siempre llevas a Jeanette de compras contigo?

-Casi siempre. Tu madre piensa que tiene buen ojo para la ropa. Adam, crees que podramos hacer algo al respecto? Me refiero a que se apunte a un curso de diseo de ropa o de sombreros. Recuerdas el sombrero que llev a la recepcin del primer ministro? Bueno, tal vez no -se encogi de hombros.

-S, lo recuerdo. Ibas de azul ese da, y tus ojos brillaban como zafiros, slo el sombrero no era todo azul, tena capullos de rosa encima. Era muy bonito.

-Bien -continu ella casi como si hubiera olvidado lo que estaba diciendo.

-Supongo que Jeanette tuvo algo que ver con el sombrero -sugiri Adam.

-S! Ella lo remodel! -dijo Roz-. Al principio tena una larga pluma amarilla, pero cuando llegamos a casa, pensamos que haba sido un fallo comprarlo, porque me haca parecer una chica de cabaret.

-No puedo imaginrmelo -Adam sonri.

-Claro que no, conocindome a m supongo que no -le dijo ella sonriendo-. Pero el caso es que...

-Jeanette sustituy las plumas por capullos de rosa.

-Los hizo ella misma. Unt la seda con clara de huevo batida para que fuera modelable y les dio forma. Luego los roci con laca para el pelo. Aprendi todo el proceso de su madre, que una vez decor una tarta con un lazo untado slo de huevo, y las hormigas lo invadieron.

-Pero quizs fuera la propia tarta, y no el lazo lo que atrajo a las hormigas -sugiri Adam.

-Quiz. Desde luego, yo no tuve problemas con los insectos, pero...

-Pero yo creo que hubieras tenido mucho xito en cualquier cabaret, aunque dudo que eso te hubiera gustado.

-No creo estar lo bastante... exuberante para ese tipo de cosas.No crees? -y solt una carcajada.

Adam tambin se ri, y agreg:

-No es cuestin de ser exuberante, Roz. Tu tipo es perfecto. Eres una chica encantadora.

-Entonces por qu...? -la sonrisa de ella se desvaneci-. Quiero decir, si crees eso por qu quieres alejarte... -se qued callada y se frot las manos como si estuviera muy nerviosa.

-Pens que lo comprendas y lo aceptabas.

-Yo...

-Roz, hace unos minutos estabas contenta y relajada, charlabas conmigo como no lo habas hecho desde hace tiempo. Adems, hoy has conseguido dormir, y de da, que es ms difcil. No te das cuenta?, ya est funcionando, querida.

-Slo me doy cuenta -afirm ella-, de que no he sido una esposa muy eficiente, como haba prometido ser. Yo... quiero que lo sepas, Adam.

-Crees que no lo s? -pregunt l.

-Entonces... -vacil.

-Roz -la impaciencia desapareci de su mirada-, todo lo que estoy proponiendo es que nos separemos durante algn tiempo. Quiero asegurarme de que lo entiendes antes de irme. No me parece que sea nada malo, no?

-Irte? -sus ojos se abrieron, con asombro.

-A Japn -dijo l-. Slo una semana, de negocios. Te dije esta misma maana que me esperaba una poca de mucho trabajo; bueno, me ha surgido la oportunidad de adquirir la licencia de importacin de un sistema de sonido electrnico japons. Hoy he decidido que lo mejor era ir en persona, as que coger el avin maana. Pero tienes a Nicky y...

-Lo s -intervino Roz secamente, y mir hacia otro lado para que l no se diera cuenta de que estaba furiosa; y no slo le molestaba que Adam pensase que necesitaba un ejrcito de invitados para no sentirse sola en casa. Hizo esfuerzos por tranquilizarse y respir profundamente; en cierta forma casi se alegraba de enfadarse, porque as no se senta tan tonta y poda mantener bajo control otras emociones ms complejas.

-Espero que te lleves bastantes koalas de peluche -le dijo-. S que a los japoneses les encantan. El otro da le que un turista japons compr catorce, y como se le cayeron al ro Brisbane, por accidente, corri a comprar otros catorce -logr sonrer; Adam la mir con fijeza, luego sonri y dijo:

-Tendr en cuenta su consejo, seora. Me pregunto si los venden en el aeropuerto.

CAPTULO 3

ESTO es una delicia! -exclam Nicky con entusiasmo mientras se acomodaba en una tumbona al lado de la piscina.

Era un da despejado y caluroso y el agradable aroma del verano flotaba en el aire.

-Mmm -asinti Roz, pero en vez de estar disfrutando del esplndido sol, pensaba que quizs estuviera nevando en Tokio.

-Roz, antes de conocer a Adam estuviste enamorada de alguien? Quiero decir, fue tu primer amor?

Aquella pregunta borr las imgenes de invierno en la tierra del Sol Naciente que Roz haba imaginado. Se enderez y alcanz un bote de crema bronceadora para untarla sobre su piel, pero todo su cuerpo estaba en tensin, alerta; pens con cuidado lo que iba a decir. Tal vez alguien tuviera alguna sospecha sobre la verdadera razn de su matrimonio con Adam.

-Mm... cre haber estado enamorada de alguien antes de conocer a tu hermano, pero...

-No me digas! -Nicky se enderez y cruz las piernas, mirando a Roz con expectacin-. Cmo era l?

-Era el vecino -dijo Roz con un matiz de tristeza-, crecimos juntos, yo viva sola con mi abuelo, un cario maternal y su madre era muy buena conmigo. Al principio ramos como hermanos, pero un da eso... cambi. Para consternacin de algunos -aadi.

-De quin? -pregunt Nicky con inters.-Su padre, principalmente; bueno, su madre tambin. -Pero, por qu?

-ramos muy jvenes y... tal vez tenan miedo de que yo hubiera heredado los hbitos de mi abuelo. Vers, l era un poco manirroto. Tan pronto como tena dinero en las manos, se lo jugaba a los caballos o a los galgos.

-Entonces, cmo pudo dejarte una yegua tan estupenda? Quiero decir, si algn da falla, tan slo en su manutencin...

-Nicky! -exclam Roz.

-Lo siento. No quise decir eso -se apresur a decir Nicky y aadi.- Su forma fsica es excelente, pero su capacidad como madre de sementales es indudable con esos antepasados que ha tenido. No es una de las teoras de Adam? -sonri de pronto-. Seguramente, aunque t hubieras sido otra mujer, de todos modos se habra casado contigo slo para conseguir a Nimmitabel... he dicho algo malo?

Roz neg con un rpido movimiento de la cabeza.

-Bien -sigui Nicky con alegra-. Me pareci que te molestaba de pronto. Pero volviendo al asunto, si tenas un abuelo manirroto, y ningn otro apoyo econmico... -se ruboriz y se encogi de hombros, sin saber cmo seguir.

Roz se ech a rer ante el gesto avergonzado de su cuada, y al mismo tiempo sinti alivio porque la conversacin no pareca ya una investigacin de los motivos de su matrimonio con Adam.

-De hecho, tus antecedentes siempre han sido un misterio para nosotros, Roz -continu Nicky-. Quiero decir que Milly nos dio una enorme sorpresa cuando nos dijo que Adam se casaba. Nunca habamos odo hablar de ti, ni sabamos que te conociera. Seguramente fue un amor a primera vista... -suspir.

-No hay ningn misterio -dijo Roz, percibiendo el peligro de nuevo, y aadi, - Adam conoca a mi abuelo, que era entrenador de caballos y todo empez por eso, particularmente por Nimmitabel; pero lo que le pas a mi abuelo es mucho ms interesante que mi vida. Es como un cuento de hadas, y de todos modos, creo que tambin forma parte de mi historia.

-Qu bien, me encantan los cuentos de hadas!

As que Roz empez a contar, con alivio, la historia de cmo la madre de Nimmitabel, una yegua campeona de carreras, haba contrado un extrao virus que pareci haberla dejado estril; finalmente fue vendida como caballo de tiro cuando su propietario muri. Fue entonces cuando el abuelo de Roz la compr.

-Fjate, querida! -le haba dicho a Roz su abuelo--. Es una yegua tan hermosa! Es una lstima que no pueda engendrar. Pero as es la vida.

Roz le haba preguntado qu iban a hacer con ella.

-La trataremos como a una campeona de carreras, que es lo que se merece -le haba contestado su abuelo y as lo haban hecho.

-Tambin era hermosa -dijo Roz con un suspiro-. Muy noble y muy aristocrtica.

-Pero si Amanda Belle era estril, cmo es que tuvo a Nimmitabel? -pregunt Nicky.

-Bueno, durante siete aos estuvieron intentando que se quedara preada, y es posible que hubieran continuado intentndolo si no hubiera muerto su dueo y sus herederos no hubieran vendido todo; debi de ser el tiempo lo que al fin la cur. Fue toda una sorpresa para nosotros que la yegua se quedase preada; si quieres te cuento cmo ocurri.

-Pero vosotros la cruzasteis con Kosciusko?

-No! No hubiramos podido pagar aunque supiramos que Belle poda quedar preada. Lo que sucedi fue que cuando llevaban el semental hacia la nueva caballeriza, el camin tuvo una avera justo delante de nuestra puerta. Entonces tuvieron que bajarlo del remolque, porque lo estaba destrozando a coces y tenan miedo que se hiciera dao; pero fue un error, ya que no pudieron con l.

-jAh!, ahora empiezo a entenderlo.

-S -continu Roz-. Rompi el freno y sali galopando por nuestro camino de entrada, lo cual, como podrs imaginarte, caus pnico, porque el animal vale una fortuna.

-Y t viste todo eso?

-Oh, s! Uno de los entrenadores haba entrado en la casa para llamar por telfono antes de que Kosciusko se escapara. De hecho, haba un gran nmero de espectadores; Michael, el chico de al lado, y su padre, y tambin un polica que haba venido a ver a mi abuelo acerca de una vaca que se nos haba perdido. Para ser breve, Kosciusko salt la cerca del corral de Amanda Belle y cuando los mozos llegaron, ya era tarde.

-Dios mo, qu romntico! -exclam Nicky, emocionada. -Bueno, a m tambin me lo pareci, pero los mozos que transportaban el caballo estaban furiosos y asustados por si el semental se haba lastimado y mi abuelo estaba lvido porque su Amanda Belle haba sido tratada con brusquedad... -sonri-. No dejaba de quejarse, porque sa no era forma de tratar a una dama.

-La lastim?

-No, pero el milagro ms grande fue que el caballo no se hizo ms que unos cuantos rasguos. Y despus de que termin todo, se dej llevar como un cordero. Todos fueron a casa a tomar un caf -hizo una pausa-. Y fue entonces cuando mi abuelo nos sorprendi.

-Contina -le pidi Nicky despus de un rato.

-Bien -se encogi de hombros-, insisti en que el incidente tena que ser anotado y testificado. No porque deseara que los mozos perdieran sus empleos, sino porque tena que ser anotado que Kosciusko haba cubierto a Amanda Belle frente a varios testigos. A todos les pareci una estupidez al enterarse de que Belle era incapaz de engendrar. Pero mi abuelo deca que nunca se sabe... y el polica dijo que estaba de acuerdo, as que los mozos no tuvieron otra alternativa. Me acuerdo que yo tambin pensaba que era una prdida de tiempo, pero l segua insistiendo; despus me cont que haba tenido un extrao presentimiento durante el apareamiento. Once meses despus, Amanda Belle dio a luz a Nimmitabel. Amanda muri, y... mi abuelo tambin, la noche anterior.

-Cuntame -le pidi Nicky.

-Nuestros establos se incendiaron. Alguien, en una granja vecina, haba quemado los rastrojos, pero el viento cambi de direccin y antes de que pudiramos reaccionar el fuego avanz hasta nuestra propiedad y los establos se quemaron. No tuvimos tiempo de sacar todos los caballos, pero mi abuelo rescat a Amanda Belle, despus volvi a entrar. l... l amaba a los caballos y no poda soportar verlos sufrir. El humo lo mat. Pero antes de morir me dijo que cuidara a la yegua y a su cra; mi abuelo estaba seguro de que el potro iba a ser un campen, desde que nos enteramos de que Amanda Belle estaba embarazada de Kosciusko.

-Oh, Roz, qu terrible! -dijo Nicky-. Lamento haberte hecho recordar. Debes tener pesadillas horribles desde entonces...

-Algunas veces -admiti Roz-. Pero me ayuda pensar que quiz mi abuelo tuviese razn. Aunque no se puede decir hasta que corra, yo creo que Nimmitabel es, en efecto, una vencedora.

-Bueno, al menos conociste a Adam despus -coment su cuada.

-Ya lo haba conocido en otra ocasin -le dijo Roz-. Cuando yo tena catorce o quince aos, pero la segunda vez, bueno... -Te enamoraste? Qu maravilloso!

-S. Lo fue.

-Y an eras muy joven -seal Nicky con entusiasmo-. Es curioso, Roz, hace dos aos que te conozco y casi no s nada de ti; no creas, eso me hace sentirme un poco culpable, pero fue mam la responsable de ello.

-S? -Roz alz las cejas.

-S. Por si no te has dado cuenta, mam adora a Adam, pero aunque t llegaste de sorpresa, creo que ella te acept enseguida porque nos previno a todos. Quiero decir que nos dijo que no quera que con nuestras preguntas te sintieras como si te enfrentaras a la Inquisicin. Eso ha provocado que haya una cierta distancia entre t y la familia, bueno, hasta ahora. Me alegro de que todo haya cambiado -dijo Nicky sinceramente.

-Yo tambin.

-Roz -le dijo con suavidad-, no pensaras que no nos gustabas? No era eso!

-No, yo lo s, bueno, as lo esperaba. Milly est llamndonos para la comida. Espero que tengas hambre, porque dice que ests demasiado delgada y piensa ayudarte a engordar un poco.

Durante la comida, Jeanette coment que la haba llamado su madre para contarle que acababa de tener otra nieta. La hermana mayor de Jeanette haba tenido tres hijos en cuatro aos y no caba duda de que la chica deseaba visitar a su hermana, y a su sobrina. Despus de comentarlo con Milly, Roz sugiri que la doncella poda coger una semana de vacaciones para ir a visitar a su familia.

-Seguro que pueden prescindir de m toda una semana?-pregunt Jeanette.

-Seguro -le dijo Roz con sinceridad, pero se senta contenta y esper que aunque por el momento no poda ser del todo complaciente con Adam, su familia y sus empleadas eran otro asunto. Y record cmo se haba emocionado ante las revelaciones de Nicky; entonces se dio cuenta de lo mucho que significaba para ella tener la aprobacin de su familia.

Aquella noche fue mucho ms animada que otras en el Pequeo Werrington, y desde luego, ms de lo que haba imaginado Roz. Richard, Amy y Angelo llegaron con la intencin de pasar all la noche y recibi una llamada de Adam desde Tokio.

-Espera un momento -dijo Roz-, lo coger en tu estudio. Aqu hay mucho ruido.

Cuando lleg a la habitacin, levant el auricular.

-Hola? -dijo-: Adam?

-Aqu estoy, Roz. Tenas razn acerca del ruido. Has hecho una fiesta?

-No! Angelo, Arny y Richard han venido a visitar a Nicky y a pasar la noche, as que esto casi parece una fiesta.

-Puedo imaginarlo! Pero no tienes por qu sentirte culpable -dijo con tono afable.

-Estoy bien -se apresur a decir ella-. Cmo ests t? -Exhausto, a decir verdad. No he parado desde que llegu. -Conseguiste la licencia de importacin?

-S, pero me llevar un par de das ms solucionar todos los detalles. Y t, cmo ests?

-Estoy muy bien. Nicky y yo nos estamos divirtiendo sin hacer gran cosa. Tu madre, va a venir a pasar el da con nosotras maana y Margaret llam ayer para decir que es probable que tambin venga esta semana. Oh, Adam, debiste haber visto a Nimmitabel esta maana! Les haba organizado una carrera de obstculos para ella y otros caballos de dos aos, pero result algo sensacional, venci a los dems sin ningn esfuerzo, no sabes cmo corre esa yegua, Adam -le relat todos los detalles.

-No hubo ningn problema? -pregunt l.

-No, Lex la vigila con mucho cuidado, no le quita el ojo de encima.

-Bien.

Hubo un pequeo silencio, luego ella le pregunt qu hora era en Tokio.

-Una hora antes que en Pequeo Werrington.

-Est nevando?

-No, pero hace mucho fro. Por qu lo preguntas?

-Por curiosidad -le dijo ella-. Qu vas a hacer esta noche? -Creo que me tratarn al estilo japons.

-Quieres decir...?

-Bueno, mis anfitriones han sido un poco misteriosos, pero me preguntaron si conoca a alguna geisha verdadera. Por cierto, Roz, antes de que te imagines...

-No estoy imaginando nada de eso -protest ella-. He ledo sobre geishas y su propsito principal es atender a los hombres, para que no les falte de nada.

-Lo has ledo?

-S. No s cmo suelen comportarse con los extranjeros, pero estoy segura de que te estn haciendo un honor. As que no te vayas a quedar dormido, aunque no entiendas una palabra.

-No, seora! -dijo l-. Me portar de la mejor manera que se me ocurra.

Roz se ech a rer y l tambin. Luego Adam dijo:

-Alguien llama a la puerta, creo que ya vienen a buscarme. Que duermas bien, querida.

-T tambin. Adis.

Cuando volvi del estudio, despus de hablar con Adam, Roz se senta inquieta y nerviosa, como si se hubiese roto su equilibrio, no poda concentrarse en la divertida conversacin de los jvenes, y decidi subir a su habitacin.

-Roz! La noche es joven -protest Nicky.

-Lo s, pero...

-Querida Roz, no nos abandones! -suplic Angelo con tono cmico-. O nos ests echando con amabilidad?

-No! Me encantara que os quedarais y os divirtierais. Slo estoy cansada.

Richard dijo con amabilidad.

-Creo que Roz echa de menos a Adam, chicos, y que adems est cansada, as que no insistis. Buenas noches, Roz, de verdad no te importa que nos quedemos?

-No, de verdad -contest con agradecimiento.

Una vez en su habitacin, tuvo que reconocer la verdad, como haba dicho Richard, echaba de menos a Adam. Aunque quera estar tranquila se le vena a la imaginacin la visin de su marido en los brazos de una hermosa y experimentada geisha...

Parpade varias veces para detener las lgrimas que afloraban a sus ojos, no saba si de soledad o de celos.

-Dios mo! -murmur-. He sido tan ciega como para no reconocer lo que me est sucediendo? Cmo es posible que me haya pasado esto? Tal vez deba volver al principio, retroceder a ese terrible da, dos semanas antes del incendio...

Tena diez aos cuando lleg por primera vez a la granja de su abuelo. Era una casa grande, de madera y con un porche alrededor, con un terreno de diez hectreas, al oeste de Beeleigh, muy cerca de Brisbane.

Roz creci rodeada de caballos, con un abuelo excntrico que la haba cuidado con amor y adems le haba contagiado su cario hacia los animales y su curiosidad por todas las cosas y aunque sus malos hbitos de jugador no le permitan vivir con mucho lujo, la casa resultaba muy cmoda; tena hermosos muebles antiguos y una coleccin de objetos de cobre y latn que coleccionaba su abuela. Tambin haba libros antiguos y Roz disfrutaba, desde muy pequea, leyendo.

Despus de reponerse de la muerte de sus padres, se adapt al estilo de vida de su abuelo y siempre estuvo a su lado, alegrando su vida solitaria.

Todo haba terminado aquella noche, por el fuego, el humo asfixiante, y el sonido de la sirena de un camin de bomberos y de una ambulancia.

Dos semanas despus de ese da, un extrao acudi a visitarla y las cosas que sucedieron despus fueron causadas, en parte, por aquella visita. Roz lo recordaba muy bien...

-No puedo, y no entiendo cmo va a obligarme -su voz temblaba-. Vyase y djeme sola!

-Seorita-Llamar a la polica si sigue molestndome, no s quin es usted, y debe estar loco si cree que le entregar a la potranca!

El hombre pareci vacilar y se qued mirndola. Tendra unos treinta aos y era alto y fuerte. A Roz le pareci mucho peor lo que haba ido a decirle, que su aspecto fsico.

-Mira, guapa -le dijo--, tu abuelo me deba mucho dinero. Apost a las carreras sin pagar en metlico y no gan mucho; es ms, su cuenta se elev un poco...

-Por qu lo permiti? -pregunt Roz y recibi una mirada burlona a cambio.

-Es mi negocio, querida. Pero -se encogi de hombros-, ltimamente se estaba excediendo, as que habl con l-continu con una sonrisa de satisfaccin-, fue cuando tu abuelo me dijo que no me preocupara, que haba una fortuna en camino. Fue entonces cuando me cont la historia de la yegua estril preada, y del potro campen.

-Apenas tiene dos semanas! -exclam Roz-. l no poda estar seguro de que sobrevivira al parto; la yegua muri. Cmo pudo l...?

-Lo hizo cario. Yo le pregunt si pensaba venderla. l me dijo que si no lograba salir de sus dificultades econmicas tendra que venderla. Ahora -Roz retrocedi ante el hombre que se le acercaba-, estoy de acuerdo con que hay una fortuna potencial en esa cra. Potencial, ya que si entiendes algo sobre caballos sabrs que pueden pasar muchas cosas desde que nacen hasta que salen a las pistas de carreras, si es que lo llegan a hacer algn da. Pero es una potranca...

-Pero...

-Djame terminar, pequea -le dijo con tono amenazador-, estoy dispuesto a llevarme el caballo a cambio de olvidar todas las deudas de tu abuelo. Creo que es una oferta generosa, pues como acabo de decirte, no sabemos qu le puede pasar al animal.

-Y mientras usted se lleva a la potranca, yo me quedar sin nada -reclam Roz.

-Ahora no tienes nada, guapa. Aparte de una montaa de deudas. De cualquier modo, cmo crees que vas a poder mantener a la cra? Todo cuesta dinero. Si aceptas mi proposicin saldars algunas deudas y no tendrs un caballo que alimentar. As que pinsalo -le aconsej l, pero luego la atemoriz aadiendo-, slo te pido que no tardes mucho tiempo, cario. Eres una joven muy deseable y puede ocurrrseme otra manera de cobrar, ya sabes a lo que me refiero.

La mirada lasciva que le dirigi no dejaba duda sobre sus intenciones. Roz se puso plida y volvi a retroceder, mientras el hombre estiraba los brazos, como si fuera a abrazarla.

-No! -exclam ella.

-Estoy de acuerdo -intervino alguien que haba detrs de ellos. Por encima del hombro de quien la acosaba, Roz se qued mirando a su defensor, con sorpresa; era la ltima persona que esperaba ver all: Adam Milroy.

-Amenazar a mujeres y nios puede ser tu costumbre, Stan, no voy a decirte que me sorprende, pero no me gusta. As que vete y si yo fuera t no volvera a aparecer por aqu.

-Bien, bien -musit Stan Hawkins-, me pregunto qu viene a hacer usted aqu, seor Milroy. Djeme adivinar.

-No te molestes, Stan -le advirti Adam. Y aunque esas palabras fueron pronunciadas con suavidad, haba algo en su tono que hizo estremecerse a Roz.

Parecieron surtir un efecto similar en Stan Hawkins, que comenz a hablar sobre los negocios legtimos que tena con Roz; pero mientras, Adam lo miraba con dureza, hasta que se qued en silencio; finalmente recogi su chaqueta y se fue.

Roz permaneci inmvil, como una estatua, hasta que oy el ruido del coche de Stan que se alejaba; luego, sali deprisa de la cocina, justo a tiempo para vomitar debajo de las escaleras.

-Yo... yo -murmur ella.

-Est bien -le dijo Adam Milroy-. Por qu no entras a enjuagarte la boca?

-Pero...

-Sin peros -le sonri--, estoy acostumbrado a esto. Tengo una hermana que siempre se marea en coche y en avin; creo que hasta en una bicicleta. Anda, ve.

Roz vacil un momento, despus acept el consejo.

Cuando volvi a la cocina, Adam haba preparado caf y haba puesto pan en el tostador.

-Yo... -empez a decir ella.

-Sintate -orden l.

-Lo har -dijo haciendo un esfuerzo-. Es lo mejor.

Adam Milroy la mir pensativamente y luego sonri. Despus se sent y dijo:

-Por cierto, me llamo Adam y creo que ya nos conocamos; pero fue hace algunos aos y no recuerdo tu nombre, me parece que era algo poco comn. -Rozalinda... pero todos me llaman Roz.

-Tena razn.

-Fue idea de mi padre. No s por qu.

-Roz -dijo l con calma.

El pan salt del tostador y ella se qued en silencio mientras l sacaba las tazas para el caf. De hecho, cuando haba empezado a hablar, Adam le indic que bebiera y comiera antes.

-Bien -dijo l al fin-, no he odo toda la desagradable charla, pero me imagino que tu abuelo estaba metido en un buen lo, no?

Roz empez a contarle lo sucedido al recin llegado; al principio de un modo vacilante, pero poco a poco fue cogiendo confianza, hasta que todo sali a flote, incluso la desmedida aficin de su abuelo por el juego.

-Es como una enfermedad, querida -le dijo Adam Milroy con tranquilidad.

-Pero l era tan maravilloso en otros aspectos!

-Lo s. As que -su mirada oscura se fij en ella-, te has quedado sola y con un montn de problemas, Roz. Cuntos aos tienes?

-Casi diecinueve -respondi y le dio un ltimo sorbo a su caf-. Y no me importa haberme quedado sin nada, pero slo pensar en darle a Nimmitabel a... ese hombre...

-Nimmitabel? -la interrumpi l-. Ah, ya entiendo. Monte Kosciusko, las Montaas Nevadas, Nimmitabel est tambin en esa zona, como Amanda Belle -sonri l-. Es un nombre bonito y bien elegido; pero no hay motivo para preocuparse, no tienes por qu entregar tu potranca a Stan Hawkins.

-Entonces por qu vino? -sus ojos azules estaban clavados en l.

-Seguramente esperaba asustarte -le dijo Adam Milroy-. Aunque legalmente... -se encogi de hombros-. Poda haber urdido un plan para avalar la transaccin. Cul es la situacin de este lugar? -mir con curiosidad a su alrededor.

-Hipotecado -dijo Roz con tristeza.

-Y tu abuelo tena otras deudas adems de las de las apuestas? -S, muchas, con la tienda de comestibles, con el veterinario... -hizo un gesto de desesperacin.

-Y te lo ha dejado todo a ti?

-l no tena planeado morirse tan pronto -respondi con tristeza.

-Lo s. Quiero decir, eres su nica heredera?

-Oh, s.

-Est bien -Adam Milroy tamborile sobre la mesa con los dedos, luego le pregunt-: Sabes lo que puede pasar ahora?

-Ha sido todo tan complicado... he recorrido toda la regin en busca de una yegua nodriza para la potranca, el funeral, los caballos lastimados... Pero ya me he puesto en contacto con el abogado que tiene el testamento. Tengo una cita con l y me ha prometido explicrmelo todo.

-Yo puedo explicrtelo. Los acreedores de... una persona fallecida tienen derecho a reclamar sobre su herencia. Pero si las peticiones superan el dinero disponible, los bienes de la herencia deben ser puestos a la venta y el producto divido entre los acreedores. Stan Hawkins debe saber todo esto, por eso est tan ansioso de poner sus manos sobre la potranca.

-Oh, s, ya veo -dijo Roz-. Eso quiere decir que Nimmitabel tendr que ser puesta en venta?

-As es -asegur con suavidad-. Me imagino, por lo que has dicho, que es casi lo nico que no est hipotecado. Supongo que no estar a tu nombre.

-El abuelo me iba a hacer su socia, pero...

-S. Bueno, es difcil pronosticar qu precio podra alcanzar. La descendencia de Kosciusko no es barata y creo que no ha habido ningn caballo, hasta el momento, que sea superior a la casta de esta potranca. El albacea testamentario, que supongo que habr sido, puede decidir... otra solucin para el animal, porque todo esto lleva tiempo.

Adam not la inquietud de la joven y continu: -Debes decidir con cuidado, Roz. Tienes trabajo?

-No. He estado trabajando por horas con un guarnicionero, en Beenleigh, pero va a cerrar pronto. Aparte yo era el mozo de cuadra de mi abuelo. Pero... -su voz temblaba-, estoy segura de que puedo encontrar algo.

l se apoy en el respaldo de la silla y dijo con escepticismo: -Tal vez. No tienes otros familiares?

-No.

-Y nunca has soado con hacer otra cosa en tu vida que ayudar a tu abuelo con los caballos y trabajar por horas el cuero?

Roz se mordi un labio ante el tono sardnico de la pregunta.

Luego dijo con calma:

-S, lo he hecho. He soado con viajar, con aprender mucho ms sobre arte, msica, cocina... Me gustara entender la economa, cmo funcionan los ordenadores y estudiar la ciencia de los antiguos herbolarios. Deseara hacer desaparecer la amenaza de guerra nuclear para siempre y tener muchos hijos. Amo los caballos y siempre lo har, pero... -se detuvo, arrebolada porque l la miraba con un curioso inters-. Quiero decir... -se encogi de hombros.

-No te avergences, lo que has dicho ha estado muy bien. Pero sobre todo eres muy hermosa, lo que ya te ha causado algunos problemas. Roz enrojeci con ms intensidad, pero no porque la mirada del seor Milroy fuese lasciva como la de Stan Hawkins; ms bien la miraba de manera totalmente desapasionada, como un entendido que juzgara a un caballo. Sin embargo, desde haca tiempo, Roz se haba dado cuenta de que gustaba ms a los hombres mayores que a los chicos de su edad; slo con Mike era diferente, porque l la conoca. Algunas veces se haba sentido molesta y lleg a comentarle a su abuelo que nadie en la escuela, salvo Mike, haba mostrado inters por ella; mientras los hombres mayores la miraban de una manera molesta.

-Se necesita mucha edad y experiencia para reconocer la clase que tienes, Roz -le haba dicho y se mordi el labio con cierta preocupacin-. Cuando eres un poco tmida, los adolescentes no saben bien cmo tratarte; se vuelven unos tmidos grandullones y no pueden manejar la situacin. Por eso prefieren a chicas ms atrevidas. Pero no te preocupes por eso. Tienes muchos aos por delante an.

Roz se haba quedado absorta en sus recuerdos y pens tambin que la primera vez que haba visto a Adam Milroy tuvo pesadillas con l. De pronto se dio cuenta de que el mismo seor Milroy estaba sentado frente a ella, mirndola con curiosidad.

-Tengo un novio -se apresur a decir.

-Bien. Y dnde est?

-Es vecino mo, vive aqu al lado. Lo conozco a l y a su familia desde hace tiempo... -dijo con nerviosismo.

-Entonces -le dijo Adam con consideracin-, no podras quedarte con ellos por el momento?-All es donde he pasado estos das -Roz mir hacia abajo. -Qu sucedi?

-Nada! Yo... fueron a una boda, una de las sobrinas de la seora Howard se casa, pero vuelven maana.

-Aprueban ellos tu relacin con su hijo?-le pregunt Adam despus de un momento.

Roz titube, luego contest con un suspiro:

-Creo que piensan que somos demasiado jvenes para, bueno...

-Cuntos aos tiene ese Mike?

-Diecinueve, somos de la misma edad. Est estudiando comercio y le faltan dos aos para terminar.

Hubo un silencio, y Roz pens que le haba contado la historia de su vida y casi todos sus problemas a un hombre que apenas conoca, que, seguramente, no estaba interesado en ella.

-Lo siento, no s por qu ha venido usted a verme, pero estoy segura de que no era para or mis problemas. Por cierto, a qu ha venido?

-Me encontr a tu abuelo en las carreras hace un par de meses. Nos conocamos desde hace bastante tiempo. Una vez le compr un caballo, por eso haba estado aqu antes. Bueno, me cont lo que haba sucedido con Amanda Belle y me invit a venir a verla. Me hubiera gustado venir antes, pero tuve que irme de viaje y... no me enter de su muerte hasta que volv, hace un par de das.

-jOh...!

-De qu muri la yegua? Por los estragos del fuego?

-No, aunque se puso de parto justo despus; tuvo una hemorragia. No pudimos hacer nada -cerr los ojos-, todo fue intil.

Adam no trat de consolada, pero su silencio era tranquilizador; despus de un rato, pregunt temblorosa:

-Le gustara ver a Nimmitabel?

-Por supuesto.

Fueron juntos hasta la cerca donde estaba la potranca y la vieja nodriza.

-Qu le parece? -pregunt Roz.

-Es encantadora -sonri.

Roz la acarici.

-Espero que no crezca con doble personalidad -coment-. Estuve alimentndola con bibern unos cuantos das y piensa que soy su madre.

Cuando se alejaron del corral la potranca pareci entristecerse por la ausencia de Roz, hasta que la yegua relinch y la cra se acerc saltando hacia su nodriza.

-Ve a lo que me refiero? -coment la chica.

-Ya veo.

Adam se march de la granja, despus de comentar que pareca acercarse una tormenta. Roz asinti un poco preocupada, mirando la gran masa de nubes negras sobre el horizonte, porque no tena establo para sus caballos. Mientras vea alejarse el lujoso coche deportivo, pens en la posibilidad de convertir el garaje en un establo provisional.

La velocidad con la que pareca acercarse la tormenta hizo que rpidamente se pusiera a limpiar el lugar, y cuando estaba esparciendo un poco de paja por el suelo, vio acercarse otra vez el coche de Adam.

-He vuelto porque acabo de or en la radio que una tormenta, de violentas granizadas se acerca hacia aqu y que ha causado estragos tierra adentro -se qued callado un momento y con una mirada rpida se dio cuenta de la situacin-. Buena idea -le dijo y la ayud a extender la paja-. Yo har esto mientras t vas a por los caballos.

Una puerta de la terraza se cerr de golpe por el viento y el cielo pareci oscurecerse por momentos.

Cuando Roz logr acorralar a la vieja yegua, que estaba muy nerviosa, haba empezado a llover; Adam se acerc al animal, le dio unas palmaditas en el cuello y la sujet por el ronzal. La llevaron hacia el garaje y cuando oli la paja entr sin op