Lo Limpio y Lo Sucio

download Lo Limpio y Lo Sucio

of 169

Transcript of Lo Limpio y Lo Sucio

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    1/169

    Georges Vigarello

    LO LIMPIO Y LO SUCIOLa higiene del cuerpo desde la Edad Media

    Versin espaola de: Rosendo Ferrn Alianza Editorial

    Ttulo original: Le propre et le sale. Lhygine du corps depuis le Moyen Age.

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    2/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    NDICE

    INTRODUCCIN ...............................................................................................................................3

    PRIMERA PARTEDel agua festiva al agua inquietante .............................................................................................................6

    SEGUNDA PARTELa ropa que lava ..........................................................................................................................................29

    TERCERA PARTEDel agua que penetra en el cuerpoa la que lo refuerza.......................................................................................................................................66

    CUARTA PARTEEl agua que protege ...................................................................................................................................120

    CONCLUSIN ...............................................................................................................................164

    2

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    3/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    INTRODUCCINAl describir los actos familiares de don Carlos, misteriosamente secuestrado

    por unos esbirros enmascarados, el roman comique (1651) evoca una escena delimpieza personal. El prisionero es noble y el marco suntuoso. Scarron describeademanes y objetos: la diligencia del servicio, claro est; el boato de ciertosdetalles, tambin; el candelabro de oro cincelado, por ejemplo, y tambin lasmuestras de limpieza que rebosan de significados, a la par tan cercanas y sinembargo tan distantes de las nuestras. El inters de Scarron se enfoca hacia ciertosindicios que hoy son accesorios, y apenas se detiene en otros que, por el contrario,son ahora fundamentales. Sobre todo, ausencias o imprecisiones, como sinuestras ms cotidianas conductas estuvieran an por inventar, cuando en eldocumento hallamos, sin embargo, algunas equivalentes. En particular, el nicoademn de ablucin que se cita es muy conciso: Olvidaba decirles que creo que se

    lav la boca, pues he sabido que cuidaba de sus dientes con esmero [...]1. Laatencin que se concede a la limpieza se enfoca ms explcitamente hacia la ropablanca y el traje: El enano enmascarado se present para servirle y le hizopresente de la ms bella ropa blanca del mundo, perfectamente lavada yperfumada2.

    En el conjunto de estas escenas no se evoca el agua, excepto el agua que lavala boca. La atencin que se concede a la limpieza est destinada a la vista y alolfato. No obstante, existe, con sus exigencias, sus repeticiones y sus puntos dereferencia, aunque primero hace referencia a la apariencia. La norma es algo quese cuenta y que se muestra. La diferencia con lo que ocurre hoy, sin embargo, es

    que antes de referirse a la piel, se refiere a la ropa: el objeto ms inmediatamentevisible. Este ejemplo basta para mostrar que es intil negar que hubo prcticas delimpieza en la cultura precientfica. Las normas, en este caso, no han surgido de unpunto cero, sino que tienen sus puntos de origen y sus objetivos. Lo que hay quedescubrir es qu cambios irn experimentando y cmo se irn volviendo mscomplejas cada vez; pero, sobre todo, tambin el lugar en que se van manifestandoy cmo se van transformando.

    Una historia de la limpieza debe ilustrar, primero, cmo se van aadiendopaulatinamente unas exigencias a otras. Dicha historia va yuxtaponiendo losdiferentes imperativos, recreando un itinerario del que la escena de don Carlos no

    es ms que un hito. Evidentemente, hubo anteriormente otras escenas an mstoscas en las que el mismo cambio de camisa, por ejemplo, no tena igualimportancia. La ropa, en particular, no es un objeto al que se preste frecuenteatencin, ni siquiera es un criterio de elegancia, en las escenas de recepcionesreales descritas dos siglos antes por la narracin deJehan de Pars3.

    La limpieza es aqu el reflejo del proceso de civilizacin que va moldeandogradualmente las sensaciones corporales, agudizando su afinamiento, aligerando susutilidad. Esta historia es la del perfeccionamiento de la conducta y la de unaumento del espacio privado o del autodominio: esmero en el cuidado de s mismo,

    1P. Scarron, Le Roman comique (1651), en Romanciers du XVII sicle, Pars, Gallimard,

    Pliade, 1973, p. 560.2Ibid.3Cf. arriba, parte II, captulo 1.

    3

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    4/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    trabajo cada vez ms preciso entre lo ntimo y lo social. Ms globalmente, estahistoria es la del peso que poco a poco va adquiriendo la cultura sobre el universode las sensaciones inmediatas4 y trata de exponer con claridad la amplitud de suespectro. Una limpieza definida por medio de la ablucin regular del cuerpo supone,sencillamente, una mayor diferenciacin perceptiva y un mayor autodominio, y noslo una limpieza que se define sobre todo por el cambio y la blancura de la ropainterior.

    En cualquier caso, para adentrarse por esta misma historia, hay que silenciarnuestros propios puntos de referencia, reconocer que hay actos de limpieza enciertas conductas hoy olvidadas. Por ejemplo, el aseo seco del cortesano, quefrota su rostro con un trapo blanco, en vez de lavarlo, responde a una norma delimpieza totalmente razonada del siglo XVII. Se trata de una limpieza pensada,legitimada, aunque casi no tendra sentido hoy en da, puesto que han cambiado lassensaciones y los razonamientos. Lo que pretendemos hallar es esta sensibilidadperdida.

    En cualquier caso, tambin hay que trastocar la jerarqua de las categoras dereferencia: no son los higienistas, por ejemplo, quienes dictan los criterios delimpieza en el siglo XVII sino los autores de libros que tratan de decoro; los peritosen conductas y no los sabios. A la lenta acumulacin de las imposiciones se va aasociar el desplazamiento de los saberes de las que se derivan.

    Por lo dems, hay que decir que representar este proceso como una sucesinde aadidos o como una suma de presiones que se ejercen sobre el cuerpo es quizartificial, puesto que no puede haber en todo ello una simple suma de obligaciones.Lo que muestra una historia como sta es que hay que conjugarla con otrashistorias. La limpieza se ala necesariamente con las imgenes del cuerpo; conaquellas imgenes ms o menos oscuras de las envolturas corporales; con aqullastambin ms o menos opacas del medio fsico. Por ejemplo, el agua se percibe enlos siglos XVI y XVII como algo capaz de infiltrarse en el cuerpo, por lo que el bao,en el mismo momento, adquiere un estatuto muy especfico. Parece que el aguacaliente, en particular, fragiliza los rganos, dejando abiertos los poros a los airesmalsanos. As pues, hay una fantasmagora del cuerpo, con su historia y susdeterminantes, que alimenta tambin la sensibilidad; las normas tienen que contarcon ella, pero no pueden, en cualquier caso, transformarse sin ella. Dichas normasvan actuando en un terreno que ya est polarizado. Si el cuerpo las adopta, nuncalo hace pasivamente. Es preciso que vayan cambiando las imgenes que setienen de ste para que puedan desplazarse las obligaciones. Es preciso que vayan

    transformndose las representaciones latentes del cuerpo, por ejemplo las queindican sus funcionamientos y sus eficacias.

    En este caso, una historia de la limpieza corporal pone en juego una historiams amplia y ms compleja. Y es que todas estas representaciones que marcan loslmites del cuerpo, que perfilan sus apariencias o sugieren sus mecanismosinternos, se hallan, primero, en un terreno social. La limpieza, en el siglo XVII, sepreocupa esencialmente de la ropa y de la apariencia inmediata por ejemplo, laque toca a la apariencia de los objetos o el detalle de los signos vestimentarios yes, evidentemente, muy diferente de la que ms tarde se ocupar de lapreservacin de los organismos o de la defensa de las poblaciones. Exactamente

    igual que una sociedad de corte, que valora los criterios aristocrticos de la4El texto de Norbert Elias, El proceso de la civilizacin, Madrid, 1988 (1.a ed. alemana,

    1939), es esencial a este respecto.4

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    5/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    apariencia y del espectculo, es diferente de una sociedad burguesa, mssensible a la fuerza fsica y demogrfica de las naciones. La preocupacin por unaapariencia totalmente externa se desplaza hacia una atencin ms compleja quevalora los recursos fsicos, las resistencias, los vigores ocultos. Una historia de lalimpieza corporal es, por tanto, una historia social.

    Finalmente, lo que adoptamos es el sentido amplio de la palabra limpieza: elque moviliza el conjunto del cuerpo o el conjunto de los objetos que puedenrepresentarla.

    5

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    6/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    PRIMERA PARTE

    Del agua festiva al agua inquietante

    1

    EL AGUA QUE SE INFILTRAEn 1546 Barcelona ha sido atacada por la peste y ya no recibe ningn

    abastecimiento. Las ciudades y los pueblos vecinos temen el contagio y rechazantoda comunicacin y todo comercio. Y, lo que es peor, el Consejo de Ciento envauna flota a Mallorca para obtener un hipottico abastecimiento, pero esta flota seve rechazada a caonazos5. Tales episodios se reproducirn con frecuencia. Elcontacto, a fines de la Edad Media y en la poca clsica, aparece con claridad encaso de epidemia como un riesgo grave. La tradicional huida fuera de las ciudadesinfectadas se convierte a su vez en algo peligroso, pues enfrenta al que huye convecinos que llegan a provocar actos de violencia declarada. Los fugitivos de Lyon,en 1628, perseguidos a pedradas por los campesinos, se ven condenados a errar oa volver a su pueblo6. Una disposicin de 1629 del Parlamento de Aix obliga a loshabitantes de Digne a que se encierren en el recinto de su ciudad bajo el control deun cinturn de guardia armada por las comunidades vecinas7 que amenazan conincendiar la ciudad en caso de que salgan sus habitantes. Las ciudades vctimas de

    la peste se convierten en verdaderas trampas condenadas al horror.En estas colectividades, temporalmente hundidas en el espanto, las

    prohibiciones exteriores aceleran la redaccin de reglamentos internos, aunque nosea ms que para aislar la tragedia. Las decisiones de los alcaldes, concejales oprebostes de los mercaderes implican una higiene social: los contactos se vanlimitando de manera progresiva, ciertos lugares quedan aislados o condenados. Lasala Lgat, del hospital Htel-Dieu, por ejemplo, queda separada y arreglada en1584 para no recibir ms que a los apestados8. En numerosas ciudades los notariosno pueden acercarse a las casas contaminadas; los testamentos se dictan adistancia ante testigos y desde lo alto de los balcones9. Los consejos tambin se

    refieren a la higiene individual: suprimir las comunicaciones es suprimir todaprctica que amenace con abrir los cuerpos al aire infeccioso, igual que el trabajoviolento que calienta los miembros, el calor que afloja la piel y tambin... el bao;el lquido, por su presin y sobre todo por su calor, puede efectivamente abrir losporos y centrar los peligros. La lucha contra la peste revela en este caso la

    5J.-N. Biraben, Les Hommes et la Peste en France et dans les pays europens etmditerranens, Pars, Mouton, 1976, t. II, p. 98.

    6J. Guiart, La peste Lyon au XVII sicle, Biologie medicale. Pars, 1929, nm. 5, p.5.

    7J.-N. Biraben, op. cit., t. II, p. 167.8M. Brile, Document pour servir a l'histoire des hpitaux de Paris, Pars, 1883, t. I, p.

    16.9J. Guiart, op. cit., p. 10.

    6

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    7/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    existencia de representaciones totalmente alejadas de las nuestras: el agua podrainfiltrarse en la piel, lo que podra cambiar algunas prcticas de limpieza.

    Una desconfianza idntica conduce a interrumpir la frecuentacin de lasescuelas, de las iglesias, de los baos y de los baos turcos. Hay que limitar losintercambios y, de esta manera, los posibles contagios. En el caso de los baos, la

    dinmica de la compartimentacin alcanza, sin embargo, a la imagen misma delcuerpo y su funcionamiento. Los mdicos, en pocas de peste, denuncian desde elsiglo XV a estos establecimientos en los que se codean los cuerpos desnudos. Lagente ya atacada por enfermedades contagiosas10 puede crear en dichos baosintranquilizadoras amalgamas, pues se pueden producir ciertas difusiones: Porfavor, huyan de los baos, de vapor o de agua, o morirn11. Estas decisiones son,en primer lugar, dubitativas. Durante la peste de 1450 Des Pars reclama en vano alos concejales de Pars que prohban estos establecimientos de baos y sloconsigue atraerse la ira de los baeros, por lo que tiene que exiliarseprecipitadamente a Tournay12 bajo su amenaza directa. El cierre temporal yrepetido en cada epidemia se impondr, sin embargo, en la lgica del aislamiento.

    En el siglo XVI este cierre se convierte en algo oficial y sistemtico. La ordenanzadel preboste de Pars, renovada varias veces entre las pestes de 1510 y 1561,prohbe a cualquiera que vaya a los baos turcos, y obliga a los baeros a quecalienten sus estufas slo despus de las Navidades, so pena de multa arbitraria13.

    Idntica decisin se toma en un nmero cada vez mayor de ciudades. Estadecisin se va generalizando; se adopta en Rouen en 151014, en Besancon en154015, ya existe en Dijon desde fines del siglo XV16. En la mayora de las epidemiases durante la estacin clida, favorable a las olas de pestilencia, cuando sepronuncia esta prohibicin.

    La abertura de la pielPor qu hay que atribuir un significado histrico a tales prohibiciones? Porquems all del temor a los contactos, estn en juego muchos otros temores, entreellos el de una debilidad de las envolturas corporales. Se trata de denunciar laporosidad de la piel, como si fuera posible la aparicin de innumerables troneras,puesto que las superficies desaparecen y las fronteras se vuelven dudosas. Ms alldel simple rechazo de ciertas contigidades, se impone una imagen muy especficadel cuerpo en el que el calor y el agua slo engendran fisuras y la peste, finalmente,puede deslizarse por ellas. Se trata de representaciones sealadas y fechadas,cuyas consecuencias sobre la higiene clsica no se han calculado an. Todo ellohace que las prohibiciones que hemos evocado tengan un mayor sentido. Los baosde agua y de vapor son peligrosos, porque abren el cuerpo al aire y ejercen unaaccin casi mecnica sobre los poros, exponiendo as los rganos a los cuatrovientos durante cierto tiempo.

    10N. de Delamare, Traite de la police, Pars, 1722 (1.a ed. 1698), t. I, p. 628.11G. Bunel, Oeuvre excellente et chacun dsirant soi de peste prserver [...], Pars,

    1836 (1.a ed. 1513), p. 17.12 J. Riolan, Curieuses Recherches sur les coles de mdecine de Pars et de

    Montpellier, Pars, 1651, p, 218.13N. de Delamare, op. cit, t. I, p. 628.

    14L. Boucher, La Peste Rouen aux XVI et XVII sicles, Pars, 1897, p. 26. Notas / 28915M. Limn, Les Mesures contre la peste Besancon au XVI sicle, Pars, 1906, p. 9.16J. Garnier, Les tudes dijonnaises, Dijon, 1867, pp. 28-29.

    7

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    8/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    Ya no se trata del tacto o de un principio de proximidad, sino de un principio deabertura. Despus del bao, el organismo se opone menos al veneno, porque, porel contrario, se le ofrece con mayor facilidad, como si fuera ms permeable. El aireinfectado amenaza con meterse en l por todas partes: Conviene prohibir losbaos, porque, al salir de ellos, la carne y el cuerpo son ms blandos y los porosestn ms abiertos, por lo que el vapor apestado puede entrar rpidamente hacia elinterior del cuerpo y provocar una muerte sbita, lo que ha ocurrido en diferentesocasiones17. La asimilacin entre el cuerpo y los objetos familiares refuerza laimagen de las penetraciones. La metfora arquitectnica desempea en este casoun papel central: el organismo se convierte en algo semejante a esas casas que lapeste atraviesa y habita. Hay que saber cerrar las puertas. Ahora bien, el agua y elvalor despojan a stas de toda accin positiva, y, al provocar la apertura, favorecenel mantenimiento temporal de esta brecha, con lo que la peste ya no tiene ms queinstalarse all: Se deber, por ello, abandonar los baos pblicos, porque al salir deellos los poros y los pequeos orificios del cuerpo, a causa del calor, se abren msfcilmente, pudiendo as penetrar el aire pestilente con mayor facilidad18.

    Este temor sigue a lo largo del siglo XVII. La peste, que renace con frecuenciacasi anual segn los lugares y los perodos, provoca las mismas prohibiciones:calentar los cuerpos sera abrirle las puertas al veneno del aire y beberlo a manosllenas19. En todos los casos, semejante encuentro del aire y del veneno20con lascarnes calentadas sugiere un desenlace casi irrevocable, transformando el peligroen sino.

    Las primeras batallas concertadas contra la peste, sobre todo a partir del sigloXVI, nos muestran una imagen temible: el cuerpo est compuesto de envolturaspermeables. Sus superficies se dejan penetrar por el agua y por el aire, fronterasque son as ms indecisas frente a un mal cuyos soportes materiales son invisibles.

    Los poros quiz posean una debilidad propia parcialmente independiente de estoscalentamientos, y hay que protegerlos permanentemente contra todos los ataques,lo que hace que, por ejemplo, la forma y la calidad de los vestidos en las pocas depeste sean determinantes: tejidos lisos, tramas compactas, ceidos firmemente alcuerpo. El aire pestilente debe deslizarse sobre ellos sin que encuentre en dndeagarrarse. El ideal de cierre no hace sino variar sus versiones: Los trajes queconviene llevar son de raso, tafetn, camelote, tab y otros semejantes que notienen pelo y son tan lisos y apretados que difcilmente el aire y cualquier infeccinpueden entrar y quedarse en ellos principalmente si se cambian con frecuencia21.El traje de las pocas de peste confirma esta representacin dominante, durante lossiglos XVI y XVII, de cuerpos totalmente porosos que requieren estrategiasespecficas en este punto: evitar las lanas y los algodones, materias demasiadopermeables; evitar las pieles cuyos largos pelos son otros tantos asilos al airecontaminado. Hombres y mujeres suean con vestidos lisos y hermticos,totalmente cerrados, sobre todo alrededor de esos cuerpos demasiado frgiles. Si

    17A. Par, Oeuvres, Pars, 1585 (1.a ed. 1568), p. 56.18N. Houel, Traite de la peste [...], Pars, 1573, p. 16.19D. Jouysse, Bref Discours de la prservation et de la cure de la peste [...], Araiens,

    1668, p. 3.20C. de Rebecque, Le Mdecin francais charitable, Lyon, 1683, p. 608.21F. Citoys,Avis sur la nature de la peste, Pars, 1623, p. 20.

    8

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    9/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    los tafetanes y tabes poseen una textura demasiado noble, quedan a disposicinde los pobres los terlices y los hules22.

    Las prcticas higinicas, y ms particularmente las de la limpieza, no sepueden considerar sin tomar en cuenta tales referencias. Un agua que puedepenetrar a travs de la piel presupone manejos particulares, pues es algo que se

    insina, que perturba. En ciertos casos (por lo menos el de las hidroterapias), elmecanismo puede ser saludable. Al sumergirse en la alberca de Spa, de Pougues ode Forges, los baistas del siglo XVI esperan realmente una atenuacin de susmales. Tanto el bao de agua termal caliente como el bao de agua simpleharan derretirse la piedra: Montaigne no trata de otra manera sus clculos 23.Tambin pueden restituir alguna densidad a los organismos demasiado secos;Rivire recurre a ellos para los cuerpos demacrados y flacos24. Tambin ejercenalguna accin sobre el color de la ictericia y apaciguan ciertas congestiones25. Loque slo hacen aqu es mezclar lquidos. Su penetracin puede, en casos extremos,corregir ciertos humores cidos o viciosos. Semejante prctica humedece muchoms que cualquiera otro medicamento26.

    Pero, en la mayora de los casos, los baos amenazan con romper un equilibrio,pues invaden, estropean y, sobre todo, dejan expedito el camino a muchos peligros,adems de aqul que representa el aire pestilente. Las primeras observacionessobre los baos de vapor y las transmisiones pestilentes ya evocan riesgos msconfusos: Baos de agua y de vapor y sus secuelas, que recalientan el cuerpo y loshumores, debilitan la naturaleza y abren los poros, son causa de muerte y deenfermedad27. Los males, en los siglos XVI y XVII, van a extenderse e incluso aproliferar. Imgenes turbias de transmisiones contagiosas, como las transmisionessifilticas28; imgenes de penetraciones ms variadas, como estos embarazos debaos debidos a la impregnacin del sexo femenino por algn esperma itinerante

    de las aguas templadas: Una mujer puede concebir a causa de la utilizacin de losbaos en los que los hombres hayan permanecido durante algn tiempo29. Losriesgos, sobre todo, se van diversificando. La piel infiltrada no slo est abierta ala pestilencia, sino tambin al aire malsano, al fro, a los males sin rostro. Se tratade una debilidad difusa; debilidad tanto ms global e imprecisa por otra partecuanto que por los poros se escapan los humores y, por tanto, los vigores. Lasaberturas desempean un papel en ambos sentidos, como si las sustancias internasamenazasen con huir... Por esto, el bao debilita30, provoca una imbecilidad31,y destruye fuerzas y virtudes32. Los riesgos no se limitan ya al solo contagio y laimagen tiene tambin un xito suficiente como para desbordar el discurso de los

    22J.-J. Manget, Traite de la peste et des moyens de s'en prserver, Lyon, 1722, p. 199.23M. de Montaigne, Diario de viaje a Italia (1.a ed. 1774), Barcelona, 1986.24L. Rivire, Les Pratiques de la mdecine, Lyon, 1682, p. 10.25C. de Rebecque, op. cit., p. 419.26L. Rivire, op. cit, p. 10.27T. Le Forestier, Rgime contre pidmie et pestilence, Pars, 1495, p. 102.28Cf. G. Barraud, L'Humanisme et la Mdecine au XVI sicle, Bruselas, 1942, p. 83.29R. de Graff, Histoire anatomique des parties genitales de l'homme et de la femme,

    Basilea, 1699 (1.a ed. 1678).

    30H. de Monteux, Conservation de sant et prolongation de la vie, Pars, 1572, p. 96.31A. Par, op. cit., p. 1154.32Ibid.

    9

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    10/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    mdicos y para que la adopten las mentalidades, hasta el punto de que se convierteen una creencia banal y, en cualquier caso, se generaliza. Es imposible considerarel bao sin rodearlo de ciertas obligaciones: reposo, permanencia en el lecho,proteccin vestimentaria. Semejante prctica no puede ms que ser inquietante ylas precauciones acumuladas, las protecciones imposibles hacen de ella unaprctica compleja y rara.

    Cuando una maana de mayo de 1610 el emisario del Louvre halla a Sully en elbao, en su residencia del Arsenal, todo se presenta de manera muy complicada:una serie de obstculos impide que Sully vaya a ver al rey, que, sin embargo,pregunta por l. Los familiares del ministro, e incluso el emisario, le ruegan que noarrostre el aire del exterior: Habindoos encontrado en el bao y viendo quequerais salir para hacer lo que el rey os peda, os dice (pues estbamos a vuestrolado): Seor, no salgis del bao, pues me temo que el rey, que se preocupa tantopor vuestra salud y tiene tanta necesidad de ella, si hubiera sabido que estabais ental estado, hubiera venido l mismo33. El emisario de Enrique IV propone regresaral Louvre: informar al soberano y volver con sus rdenes. A nadie, entre los

    testigos, le asombra ver semejante situacin que perturba las relaciones entre unrey y su ministro. Al contrario, todos insisten para que Sully no se exponga. Larespuesta de Enrique IV confirma, de todas formas, las precauciones adoptadas:Seor, el rey os ruega que acabis de baaros y os prohbe que salgis hoy, puesel seor Du Laurens le ha asegurado que ello perjudicara a vuestra salud34. De loque se deduce que hubo consejo, y que ste pidi y obtuvo ciertas opiniones. Elrecurso a Du Laurens, mdico real, es ya clara muestra de estas preocupaciones. Elepisodio toma visos de asunto de estado que moviliza enseguida a variospersonajes, y que tiene prolongaciones, puesto que los riesgos se proseguirndurante varios das: Os ordena que lo aguardis maana en bata, botines,

    zapatillas y gorro de dormir, para que vuestro ltimo bao no os siente mal

    35

    . Delo que deducimos que el lquido as aplicado puede sentar mal. Es el resultadodel bao, como tal, el que est en tela de juicio.

    Esta repercusin a propsito de una baera no es un simple comentario, sinoque subraya la fuerza, en el siglo XVII, de las asociaciones entre el agua y lainfiltracin del cuerpo, al mismo tiempo que confirma la imagen dominante deenvolturas ampliamente permeables. Finalmente subraya, y paradjicamente lohace por su misma intensidad, lo poco frecuente de las prcticas del bao.

    Medio siglo despus, cuando los mdicos de Luis XIV se deciden a baar al rey,las razones son explcitamente mdicas. El paciente ha conocido estremecimiento,

    transportes furiosos, movimientos convulsivos [...] seguidos de erupciones,manchas rojas y violetas en el pecho36. El bao interviene en la convalecencia,humedece un cuerpo que, en unos cuantos das, ha soportado ocho sangras.Pero las precauciones no faltan tampoco en este caso: purga e irrigacin la vspera,para evitar una eventual replecin que podra provocar el agua al infiltrarse, reposopara no exacerbar las irritaciones, interrupcin del tratamiento al menor malestarpara prevenir cualquier sorpresa: Hice preparar el bao, el rey entr en l a las 10y durante el resto de la jornada se sinti pesado, con un dolor sordo de cabeza, lo

    33M. de Sully, Mmoires, Pars, 1662, t. VI, p. 427.34Ibid., p. 428.35Ibid.36A. d'Aquin, G.-C. Fagon, A. Vallot, Journal de la sant du roi Louis XIV(1647-1711),

    Pars, 1862, p. 67.10

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    11/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    que nunca le haba ocurrido, y con un cambio notable en la actitud de todo elcuerpo con respecto al estado en que se hallaba los das anteriores. No quise insistiren el bao, habiendo observado suficientes circunstancias desfavorables para hacerque el rey lo abandonase37. Inmediatamente se interrumpe el tratamiento. Un aoms tarde Fagon recurre a l con gran prudencia durante unos cuantos das. Y esaser la ltima vez. El rey nunca pudo acostumbrarse al bao en la habitacin38.

    Las intranquilidades son sordas, variadas, como si el solo encuentro del agua yel cuerpo fuera ya inquietante. Las penetraciones pueden, por su misma violencia,restaurar a veces un equilibrio perdido. Pero el fondo de perturbacin al quepertenecen exige que haya vigilancia. Aberturas, intercambios, presiones sobre loshumores constituyen el principio de un desorden. Las consecuencias de ste son delo ms variado: El bao, fuera de la utilizacin mdica en caso de imperiosanecesidad, es no slo superfluo, sino tambin muy daino para los hombres [...]. Elbao extermina el cuerpo y, al rellenarlo, lo vuelve sensible a la impresin de lasmalas cualidades del aire [...]; los cuerpos ms flcidos son ms enfermizos y dems corta vida que los firmes. El bao llena de vapores la cabeza. Es enemigo de

    los nervios y ligamentos a los que afloja, de suerte que Fulano nunca sinti la gotahasta que se ba. Mata el fruto en el vientre de las madres, incluso cuando es unbao caliente [...]39. El catlogo de los desrdenes incluye, adems, la debilidaddel pecho40, la hidropesa, y diversos achaques nacidos de los vaporespenetrantes41.

    Naturalmente, en el siglo XVII hay intentos de prevenir tales peligros, perodichas tentativas slo consiguen hacer que la prctica sea todava ms compleja. Y,adems, confirman la imagen de las envolturas porosas. Guyon propone en 1615que, la vspera de un bao, sea sometido el cuerpo a los calores de la estufa seca 42:se trata de evacuar los humores para que la penetracin del agua comprima

    menos. Las manipulaciones que se le hacen al cuerpo antes del bao se vanacumulando y complicando. Pero, sea como sea, esta penetracin y estos peligrospermanecen. La sugerencia ms extrema, hasta el punto de ser extravagante, es lade Bacon, quien exige del agua, en 1623, que posea una composicin idntica a lade las materias corporales. No deber el lquido compensar las sustancias que seescapan del cuerpo y no ser agresivas por su misma mezcla? Hay que trabajar lasesencias del bao para hacerlas semejantes a las del cuerpo. Los intercambiossern as menos peligrosos: La primera y principal cualidad es que los baos secompongan de cosas que tengan sustancias semejantes a las de la carne y delcuerpo, y que puedan mantener y nutrir el interior43. Es evidente que se trata deuna quimrica esperanza que slo aade algunas variantes al principio de lasinfiltraciones.

    37Ibid., p. 7338Ibid., p. 92.39T. Renaudot, Recueil general des questions traites es confrences du bureau

    d'adress, Pars, 1655, t. II, p. 533.40N. de Blgny, Livre commode des adresses de Paris, 1878 (1.a ed. 1692), p. 184.41C. de Rebecque, L'Apothicaire raneais charitable, Lyon, 1683, p. 47442L. Guyon, Facon de contregarder la beaut [..], in Cours de mdecine thorique et

    pratique, Lyon, 1689 (1.a ed. 1615), t. II, p. 221.43F. Bacon, The Historie of Life and Death (1.a ed. 1623), 1977.

    11

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    12/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    Las epidemias de peste han ido exacerbando una imagen de las fronterascorporales penetrables, de cuerpo abierto al veneno. El contagio tan rpido y tanatroz sugera que un principio activo poda infiltrarse por el aliento y tambin atravs de la piel. El cuerpo ms amenazado deba ser el ms poroso. Estosorganismos, que se marchitaban en unas cuantas horas, eran sin duda los mspenetrables. El verdadero riesgo tena esta apariencia. La peste instal, pues,esta visin inquietante que fue tomando cada vez mayor amplitud. El temor al baofue ms all del de las solas condiciones de la epidemia, y la permeabilidad de lapiel se convirti en una preocupacin permanente. En ella piensa Hroard cuandoimpone que el nio Luis XIII permanezca en su habitacin despus de dos baosque le hizo tomar en 161144. En ella piensa Guy Patin cuando evoca el bao, detarde en tarde, en sus textos mdicos, aunque no le concede ninguna mencin ensu tratado sobre la salud45. Dominan los efectos mecnicos, con su ambivalenciateraputica. El grabado de R. Bonnard, Une damme qui va entrer au bain46, podrasugerir lo contrario, sin razn; la escena parece familiar, incluso si el marco essuntuoso. No se ve ni mdico ni droga. Una sirvienta se afana alrededor de una pila

    decorada, recubierta de encajes, rodeada de tapiceras y cubierta con un dosel. Ellquido sale de dos grifos esculpidos, empotrados en la pared. Una mujer vestida deseda se apodera de una flor que le ofrece un elegante caballero. El refinamiento dela situacin la hace parecer alegrica. El bao sera un acto distinguido y quizamoroso. Pero el comentario revela el sentido de dicho acto: una regla queconviene observar: El bao que se toma cuando conviene me sirve de medicina yamortigua la llama que va a consumirme47. A pesar del equvoco amoroso, lalimpieza no est directamente en juego, sino que se trata de restablecer ciertosequilibrios perdidos y de saber baarse a propsito. El agua, por s sola, no esms que desequilibrio.

    Antes de comprobar ms directamente el papel que han desempeado lasrepresentaciones e incluso de matizar la importancia que se les concedi, convienecalcular su densidad imaginaria, pues actan en campos muy diferentes, aplicandouna lgica idntica.

    La nueva atencin que se presta a la infancia en el siglo XVI, por ejemplo, y lainsistencia con que se habla de su fragilidad coinciden pronto con talesrepresentaciones. El tema de las infiltraciones es, tambin desde el siglo XVI,dominante. Como se piensa que el cuerpo del recin nacido es totalmente porosose impone una tcnica del modelado que ala, en algunas ocasiones, la mano y elcalor del agua. El bao debe quitar a la piel la sangre y las mucosidades delnacimiento, tanto como permitir el modelado de los miembros, segn las formas

    44J. Hroard,Journal sur l'enfance et la jeunesse de Louis XIII (1601-1628), Pars, 1868,t. II, p. 70.

    45G. Patin, Lettres, Pars, 1846 (1.a ed. 1683), t. I, p. 109, y Traite de la conservationde la sant, Pars, 1682.

    46R. Bonnard, Une dame qui va entrer au bain, Pars, 1691, grabado BN.47Ibid., Audiger muestra indirectamente la muy escasa presencia del bao en el siglo

    XVII. Cuando describe todas las actividades en las que debe mostrar habilidad una doncellaal servicio de una seora de calidad, concede especial importancia al cuidado de la ropa, alarte de disponer cintas y encajes y al adorno del peinado; finalmente cita la habilidad para

    preparar un bao de pies y pastas para limpiar las manos (p. 102). No es necesario saberlo mismo cuando se sirve a un hombre de calidad. Aqu, lo importante es saber rasurar ypeinar y cuidar de que los trajes del seor estn limpios y aseados (La Maison rgle,1691, p. 51).

    12

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    13/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    fsicas deseadas. Las comadronas utilizan el lquido para favorecer tales masajes.La inmersin pretende, entre otras cosas, la correccin de las morfologas:Recordad tambin, mientras los huesos de sus miembros han sido ablandados porel calor del bao en el que los habis lavado, que debis dar a cada uno de ellos,manejndolos con suavidad, la forma y la rectitud que deben tener para componerun conjunto perfecto48. El bao de los primeros das tiene diferentes funciones, unade las cuales, y no de las menos importantes, no es ya solamente la de la limpiezasino la que obliga a realizar ciertas manipulaciones, precisamente porque empapalas carnes y ayuda a componer los miembros en la forma debida49. Por la mismarazn, tambin la piel de los nios de pecho, ms frgil que las dems, necesita quela cierren permanentemente: Para reforzar la piel y protegerla contra losaccidentes del exterior que podran daarla y herirla a causa de su debilidad,convendr extender por toda ella cenizas de conchas de molusco que seencuentran en cualquier sitio, en los ros y en los pantanos, o cenizas de cuerno debecerro o tambin cenizas de plomo bien trituradas y mezcladas con vino50. Lassustancias ms diversas deben saturar la piel, como la sal, el aceite, la cera en

    particular, que se utilizan indiferentemente para taponar los poros. Hasta convieneencerar el cuerpo como un objeto reluciente y protegido: Los nios, al salir delvientre, deben envolverse en rosas trituradas con sal para reforzar los miembros51.

    El paal que envuelve una piel preparada de esta manera, el que sujeta losmiembros previamente ungidos con pomada de aceite de rosas o de arndano [...]para cerrar los poros52 desempea un papel explcito de proteccin. La mismarazn, finalmente, limita muy pronto la prolongacin del bao durante la infancia.No hace correr el riesgo de mantener la blandura de un organismo ya demasiadohmedo? La lenta desecacin de las carnes, en lo que consiste el crecimiento,podra quedar entorpecida. La arcilla seguira estando demasiado tierna. Cuando el

    recin nacido parece muy limpio, rojizo y encarnado por todo el cuerpo

    53

    , renovarel bao se convierte en algo casi nefasto. Las piernas del delfn, el futuro Luis XIII,no se volvern a lavar antes de los seis aos. La primera inmersin, fuera deaqulla, brevsima, que sigui al nacimiento, tendr lugar a la edad de siete aos54.

    A partir de la misma imagen de poros frgiles, las inquietudes coinciden y secomplementan. El agua caliente toca un cuerpo pasivo por el que se introduce y alque deja abierto. En el caso de la infancia tambin se le aade un elemento decomparacin con las materias flexibles y viscosas, y surge naturalmente latentacin de amasar estos miembros an dciles. Finalmente, el problema consisteen encontrar la justa proporcin entre el peligro del bao y la apertura de la piel.

    48S. de Sainte-Marthe, La Maniere de nourrir les enfants la mamelle, Pars, 1698 (1.a

    ed., siglo XVI), p. 52.49 S. de Valembert, Cinq Livres de la maniere de nourrir et gouverner les enfants,

    Poitiers, 1565, p. 46.50E. Rodion, Des divers travaux et enfantements des femmes, trad., Pars, 1583 (1.a

    ed., 1537), p. 94.51B. de Glainville, Le Propritaire des choses tres utiles et profitables au corps humain

    (siglo XVI), Pars, 1518, s. p.52A. Par, op. cit, p. 947.53M. Ettmuler, Pratique de mdecine spciale, trad., Lyon, 1691 (1.a ed. 1685), t. II, p.

    484.54J. Hroard, op. cit., t. I, p. 349: Baado por primera vez y la seora (su hermana)

    con l.13

    http://femm.es/http://femm.es/
  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    14/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    El aseo seco

    Todos estos temores, todos estos dispositivos conducen a lgicas muydiferentes de las precauciones de hoy, pues suponen puntos de referencia defuncionamientos corporales totalmente diferentes de los nuestros. Adems, pareceque se quedan en las fronteras de la higiene, cuando, por el contrario, pueden

    influir en ella. Que semejante influencia sea posible no es dudoso. Cuando loslibros que tratan de salubridad evocan, por ejemplo en el siglo XVI, ciertos oloresdel cuerpo, tambin evocan la necesidad de hacerlos desaparecer. Pero friegas yperfumes son ms importantes que el resto del lavado. Hay que friccionar la pielcon algn trapo perfumado: Para remediar este hedor de las axilas, que huelen achivo, es conveniente unir y frotar la piel con trocisco de rosas55. Secar vivamentemientras se coloca el perfume y no lavar realmente.

    Las normas de cortesa son igualmente significativas desde este punto devista. Son las que desde el siglo XVI dictan las reglas del decoro y el buen gusto dela corte. Constituyen el inventario del comportamiento noble en sus aspectos

    ms cotidianos: situaciones concretas, banales, privadas o pblicas, peroconsideradas siempre desde el punto de vista de la compostura. Los textos evocande manera sistemtica, en tal caso, la limpieza del cuerpo. El hecho de queignoren el bao no es aqu lo ms importante, sino el que llamen la atencin sobrelas partes visibles, las manos y el rostro: Lavarse el rostro por la maana con aguafra es tan limpio como saludable56. Tambin entrelazan algunas veces con mayorclaridad la compostura y la higiene: Hay un punto de limpieza y de salud queconsiste en lavarse las manos y el rostro en cuanto se levanta uno de la cama57.

    La prevencin que se tiene contra el agua se manifiesta tambin en estacategora de documentos. El lquido se convierte en algo inquietante, sobre todo

    desde el siglo XVI, puesto que el rostro es frgil. Hay varias disposiciones en lasreglas de cortesa del siglo XVII para que haya limpieza y no lavado: Los niosse limpiarn el rostro y los ojos con un trapo blanco, lo que quita la mugre y deja ala tez y al color toda su naturalidad. Lavarse con agua es perjudicial a la vista,provoca males de dientes y catarros, empalidece el rostro y lo hace ms sensible alfro en invierno y a la resecacin en verano58. Se trata de los mismos temores queprovocaba el bao y que modifican los actos y su contexto. No se trata realmentede lavar, aunque siga existiendo (y en cierto sentido se precise) unapreocupacin por la limpieza. Lo que ocurre es que un acto deja lugar a otro: norociar, sino refregar. Hay aqu evidentes puntos de referencia sobre la influencia dela imagen del cuerpo: la piel infiltrada es sensible a todos los males.

    Ya a principios del siglo XVII Jean du Chesne, describiendo como escrupulosohigienista cada uno de los actos que conviene realizar despus de levantarse,insiste en el hecho de que hay que enjugarse y frotarse. Hasta aqu no se trata deagua. La limpieza depende, para empezar, del acto que enjuga. El aseo es, almismo tiempo, seco y activo: Despus de ir de cuerpo, como primer ejercicio,hay que peinarse y frotarse la cabeza, siempre de delante hacia atrs, as como elcuello, con trapos o esponjas debidamente preparados, durante bastante tiempo,

    55H. de Monteux, op. cit., p. 265.56D. Erasmo, De civilitate morum puesilium (1530).57Annimo, Biensance de la conversation, Pont-a-Mousson, 1617, p, 34.58 Annimo, La Civilit nouvelle contenant la vraie et parfaite instruction de la

    jeunesse, Basilea, 1671, p. 69.14

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    15/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    hasta que la cabeza est bien limpia de toda basura; durante este frotamiento de lacabeza, podr pasearse para que piernas y brazos se vayan ejercitando poco apoco59. Despus viene la limpieza de las orejas y de los dientes, no interviniendo elagua ms que para el lavado de manos y boca. Finalmente, el ademn de Luis XIV,cien veces descrito, que se lava las manos por la maana con un agua mezcladacon espritu de vino, que le vierten con un lujoso aguamanil en una jofaina deplata60, no implica que se lave el rostro. El espejo, que un criado mantiene adistancia, subraya que no hay, de todas formas, ningn tocador al alcance de lamano61.

    En un contexto ms familiar, ciertos reglamentos escolares del siglo XVIIinstitucionalizan la operacin de enjugar. Las alumnas de Jacqueline Pascal, ascomo las de las Ursulinas, se lavan las manos y la boca en cuanto se levantan yenjugan, al contrario, el rostro. A este aseo se aade el cuidado del cabello: lasmayores peinan a las menores. La utilizacin del agua sigue siendo limitada.Despus de vestirse y de ordenar algunos objetos, las alumnas de las Ursulinasrocan manos y boca: Despus de vestirse y de ordenar rpidamente su labor en el

    armario, se lavarn la boca y las manos62. En el colegio de Jacqueline Pascal, quedescribe con todo detalle una verdadera orquestacin de la ceremonia del lavadoen la que el agua se mezcla con vino para obtener cierta acidez, aunque ello noimplica su utilizacin para el rostro: Mientras que las dems hacen la cama, hayuna que prepara el desayuno y lo necesario para lavarse las manos y vino y aguapara lavarse la boca63. En el siglo XVIII las reglas de Jean Baptiste de La Salletambin perpetan semejantes indicaciones; temores suficientemente importantespara que persistan: Es un acto de limpieza enjugarse el rostro por las maanas conun trapo blanco para quitarle la mugre. Menos bueno es lavarse con agua, puessta hace que el rostro sea sensible al fro en invierno y se curta en verano 64. Rtif

    efecta los mismos ademanes en la Escuela de los nios del coro del hospital deBictre, que frecuenta en 1746. El agua sigue teniendo una utilizacin limitada yprecisa: No se perda ni un instante: oracin, por la maana, despus delevantarse, y enseguida se enjuagaban la boca con agua y vinagre ydesayunaban65. El ejemplo de la limpieza es tanto ms interesante cuanto que elrechazo del agua no suprime la prctica de la limpieza. La norma sigue existiendo,con sus instrumentos y sus manipulaciones, y se sigue imponiendo, limitando sinembargo la ablucin. Si superponemos rpidamente los textos, podemos pensar enun claro retroceso de las exigencias de higiene a partir del siglo XVI. Nodesaparece el agua parcialmente? Una lectura ms atenta sugiere que ms bienhay un desplazamiento: la insistencia sobre el enjugado, la blancura de la boca, la

    fragilidad y el color de la piel son otros tantos testimonios de una mayor atencin.Los textos son ms largos, ms precisos, como si se reforzaran las precauciones.Con el tiempo, los tratados de urbanidad, por ejemplo, profundizan la mayora de

    59J. du Chesne, Le Portrait de sant, Pars, 1606, p. 361.60L. de Saint-Simon, Memorias, Barcelona, 1983.61Ibid.62 Ursulines, Rglements des religieuses ursulines de la congrgation de Paris, Pars,

    1705 (1.a ed. 1650), t. I, p. 131.63J. Pascal, Rglement pour les enfants (Pars, 1657), en Lettres et Mmoires, Pars,

    1845, p. 232.64J.-B. de La Salle, Les Regles de la biensance chrtienne, Reims, 1736, p. 11.65N. Rtif de La Bretonne, Monsieur Nicols, Pars, 1924 (1.a ed. 1794), t. I, p. 138.

    15

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    16/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    los temas. Las normas son ms enrgicas en el manual de Jean Baptiste de La Salle,en 1736, que en Erasmo, en 1530, incluso si este ltimo evoca el lavado del rostro.La Salle se detiene en el cuidado del cabello, que hay que cortar y peinar, al queconviene quitar la mugre regularmente con polvos y salvados (sin abluciones),insiste en los cuidados de la boca, que hay que lavar todas las maanas, frotandofuertemente los dientes, y detalla el cuidado que hay que tener con las uascortadas cada ocho das.66 Se trata de los mismos cuidados que encontramos enErasmo, pero descritos con ms detalle y que son tambin ms complicados. Eltexto de Erasmo enlaza rpidas imgenes y exhortaciones. Por lo menos es msbreve. La utilizacin del peine, por ejemplo, es ms elptica: No peinarse es unanegligencia, pero si conviene ser limpio, tampoco es necesario acicalarse como unania67. La Salle, en tal caso, aade a la tcnica del aseo la frecuencia de losademanes y precisa y comenta las formas que deben tener. Sus explicaciones sonsuma y refuerzo, lo que ocurre igualmente en lo que concierne al rostro. Lautilizacin del agua disminuye, pero en provecho de una vigilancia y de un sentidodel detalle que preserva e incluso refuerza la norma. Comentado de esta manera, el

    enjugado, en ltimo extremo, puede constituir una nueva exigencia. No hayabolicin del gesto de limpieza, sino que, sencillamente, se desva y se transformaen algo diferente. La representacin del cuerpo ha tenido aqu alguna influencia,aunque, naturalmente, es necesario tomarla en consideracin, alejar toda relacincon los criterios que tenemos hoy en da, admitir en particular la existencia de unalimpieza que toma otros caminos diferentes del de la ablucin.

    Sin embargo, el problema es ms complejo. Haba dos costumbres enparticular, un bao pblico y un bao privado, que desaparecen casi totalmente enlos siglos XVI y XVII, en el momento en que empieza a formularse esta angustiaespecfica que provoca la peste. Como si la economa imaginaria del cuerpo debiera

    tener un efecto realmente determinante. Semejantes prcticas merecen unaparticular atencin: son las que sirven directamente de soporte al rechazo del agua.Esta amplsima desaparicin puede hacernos pensar en un retroceso de las normashiginicas.

    2

    DESAPARICIN DE UNA COSTUMBRE

    El rechazo (e incluso la condena) del bao adquiere un relieve particular apartir del siglo XVI si se considera que era ya una verdadera institucin, con suceremonial y sus momentos. Los que los frecuentaban, tenan sus lugares y objetoshabituales. Algunos historiadores del siglo XVII ya evocan el bao, tema banal delos historigrafos. Jean de Riolan, en 1651, se refiere a l como algo casi mtico: Enrealidad, los baos de agua o de vapor eran tan corrientes en Pars que, hace cientocincuenta aos, un italiano llamado Brixianus ya alababa entre las maravillas deesta ciudad los baos de agua y de vapor68. Estos establecimientos evocan unaprctica que, en el momento en que escribe Riolan, ya se haba abolido y haba

    66J.-B. de La Salle, op. cit., p. 34.67D. Erasmo, op. cit, pp. 66-67.68J. Rioland, op. cit., p. 218.

    16

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    17/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    desaparecido69. Antes de poder entender cmo ocurre esta desaparicin, hay queevaluarla.

    Baos pblicos de vapor y de agua

    Un pregonero recorre las calles del Pars del siglo XIII para invitar a sushabitantes a que disfruten del calor de los baos de agua y de vapor,establecimientos familiares de los que hay veintisis en 129270. Negociosorganizados en corporacin, estos establecimientos se inscriben en el paisajecotidiano. Su costumbre ya est suficientemente arraigada como para que, sin quesorprenda, se pueda ofrecer una sesin de baos de vapor como recompensa aciertos artesanos, domsticos o jornaleros: A Jean Petit, para l y sus compaerosde la servidumbre, la reina les regala un bao de vapor al ao: 100 s.71. Estosreciben el bao de vapor al que, segn el precio, se aadir el bao en una tina,vino, comida y lecho72. Los cuerpos desnudos transpiran y se esponjan lado a lado,en un vapor de agua que se calienta con lea. Por lo que toca al bao, se toma enun cuarto, separado a veces, lleno de pesadas baeras redondas cercadas de

    hierro. Por lo dicho, la prctica del bao de vapor no implica siempre la inmersin, apesar de que el bao pueda tomarse all. Por ejemplo, hay seis tinas en Saint-Vivien, en 1380, tres camas y cobertores. El espacio parece hecho para que loscuerpos transpiren y se baen73. Espacio ms rico, por el contrario, es el de laminiatura de Valere Mxime, en el siglo XV, en el cual los manteles de las mesas,los tapices de los cuartos y los embaldosados son lujosos74. Prctica compleja, pues,ya que al placer del agua se aaden los servicios anexos; prctica socialmentediversificada tambin, puesto que puede ser popular tanto como refinada. El baode vapor es, en definitiva, un establecimiento frecuentado, incluso banal.

    Sin embargo, est institucin desaparece en unos cuantos decenios sin que lo

    sustituya otro. El ltimo de los cuatro baos de Dijon queda destruido a mediadosdel siglo XVI75. Los de Beauvais, Anger y Sens ya no tienen equivalentes a fines delmismo siglo76. En 1692 el Livre commode des adresses77no enumera ms que unnfimo nmero de baos pblicos en Pars, uno de los cuales est exclusivamentereservado a las mujeres, en la calle Saint-Andr-des-Arts78. Y la mayor parte de ellostienen vocacin mdica. De los trece establecimientos de Estrasburgo, parece queslo quedan cuatro79. Martin, cuyo diario de 1637 cuenta la vida de los comercios

    69Ibid., p. 219.70Guillaume de Villeneuve, Les Crieries de Paris (siglo XII), citado por M. Barbarau, Le

    Costoiement ou Instructions du pre sonfils, Pars, 1760; E. Boileau, Le Livre des mtiers(siglo XII), Pars, 1879, pp. 628-629.

    71 Cuenta de los pequeos placeres de la reina (art. 376), citado por V. Gay.Glossaire archologique, Pars, 1887, t. I, p. 683.

    72C. de Beaurepaire, Nouveaux Mlanges historiques, Pars, 1904, p. 94.73Ibid.74Valere Mxime, Faits et Dits memorables (siglo XV), Pars, BN, ms. fr., 289; fol. 414.75J. Garnier, op. cit, p. 30.76P. Goubert, Beauvais et le Beauvaisis de 1600 1730, Pars, SEVPEN, 1960, p. 232;

    F. Lebrun, La Mort en Anjou au XVIII sicle, Pars, Mouton, 1971, p. 266.77Cmodo libro de las direcciones.78N. de Blgny, op. cit., p. 183.79 A. Seyboth, Strasbourg historique et pittoresque de ses origines 1870,

    Estrasburgo, 1894. Seyboth relata minuciosamente los negocios, por calles y fechas, lo que17

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    18/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    de Estrasburgo, dice que va a algunos baos para curar una congestin fra de losdientes y otra de los ojos80. Las ventosas que le aplican en este caso en laespalda81, slo tienen como finalidad la compensacin de algunos humores. Suutilizacin es claramente teraputica. Se trata de una transpiracin forzada, que eneste caso va a purificar los humores.

    Quedan algunos establecimientos en el siglo XVII, sobre todo en Pars, quefuncionan al mismo tiempo como hoteles y como lugares de posibles baos,administrados por baeros, de uso muy aristocrtico y poco frecuente. Las visitasque se hacen a estos baos con el fin de lavarse no son nunca corrientes: antes deuna boda, o de una cita galante, o tambin de un viaje, o al regresar de l, Fulano,cortesano, va al bao como el que va a una ceremonia, cuando van a presentarle asu futura esposa82, y Mengano pasa all algn tiempo para borrar las fatigas de unviaje83. Madame de Svign encuentra que no es absurdo que la vspera de unviaje se duerma en el establecimiento del baero [...] y no en casa 84. Pero eldestino del lugar es mucho ms ambiguo: se trata sobre todo de un hotel queofrece una total discrecin. Por ejemplo, el seor de Laval se esconde en uno de

    ellos despus de un matrimonio agitado, para escapar a toda investigacin que seinicie contra l85. Otros lo emplean para ocultar secretos amores. Establecimientoslujosos, suelen estar lejos de las miradas, o retirados al fondo de un callejn, comoel del hotel Zamet, en la calle de la Crisaie, que incluso frecuent Enrique IV86. Ladesconfianza de madame de Svign se dirige sobre todo a estas prcticasdemasiado discretas en las que el bao slo tiene una finalidad accesoria. Detodas maneras solamente va a l un pblico poco numeroso, por lo que, poco apoco, estos establecimientos van desapareciendo.

    La iconografa atestigua su desaparicin. Las salas de baos pblicos concama, tapices, tinas de madera, en las que se afanan las sirvientas que transportan

    los cubos de agua, que nos muestra el manuscrito ilustrado del Decamern, en143087, o la serie de los baos de hombres y de mujeres de Durero, a fines del sigloXV88, tambin desaparecen de grabados y cuadros.

    Llenar los baos

    La otra prctica que va desapareciendo rpidamente es privada. Se trata, msparticularmente de una costumbre noble o, cuando menos, distinguida. Son losseores los que, en los Cent Nouvelles nouvelles89, a mediados del siglo XV, se

    permite hacer el recuento.80

    D. Martin, Le Parlement nouveau, Estrasburgo, 1637, citado por C. Nerlingen,

    Strasbourg, 1900, p. 125.81Ibid.82Mme de La Guette, Mmoires, Pars, Mercure de France, 1982 (1.a ed. 1681), p. 89.83G. de Chavagnac, Mmoires, Pars, 1699, t. I, p. 207.84Mme de Svign, Lettres, Pars, Gallimard, Pliade, 1972, t. I, p. 28: carta del 26 de

    junio de 1655.85G. Tallemant des Raux, Historiettes, Pars, Gallimard, Pliade, 1960 (ms. 1659), t. II,

    p. 344.86Sauval, Les Antiquits de Paris, Pars, 1724, t. II, p. 146.

    87G. Boccaccio, El Decamern, (siglo XIV), Madrid, Alianza Edit., 1987.88C. Ephrussi, Les Bains de femmes de Drer, Nuremberg, s.f. (hacia 1930).89Cien nuevos relatos.

    18

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    19/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    hacen llenar los baos90, como si el agua fuera un signo de riqueza, quedemostrara la pertenencia a una clase social y fuera una ocasin de ostentacin: elbao era un elemento que realzaba fiestas y recepciones. Las cuentas de Felipe elBueno, que no slo muestran los gastos, sino tambin los hechos del duque,enumeran los baos que toma en su hotel91, que implican siempre un acopio dealimentos y, particularmente, de carnes. Son pretexto de invitaciones, de festines,de grandes movimientos de cosas y de gente: El 30 de diciembre de 1462 elduque organiz un festejo de baos en un hotel, con monseor de Rovestaing,monseor Jacques de Bourbon, el hijo del conde de Russye y otros varios grandesseores, caballeros y donceles92. La costumbre no carece, por tanto, de prestigio yhasta ennoblece, en cierto sentido, pues el bao proporciona mayor placer orefinamiento: El duque invit a comer a los embajadores del rico duque de Bavieray del conde de Wurtemberg e hizo aportar un acompaamiento de cinco platos decarne para regocijarse en el bao93. Semejante escena puede ser adorno real. Larecepcin que ofrece el 10 de septiembre de 1467 J. Dauvet, primer presidente delParlamento, a la reina Carlota de Saboya, acompaada por otras varias damas de

    compaa, se parece en todo a las que evocan las cuentas del duque de Borgoa:Las recibieron y festejaron con gran nobleza y liberalidad, con cuatro hermososbaos ricamente adornados94. El agua sirve de refuerzo al lujo y de ilustracin a laprodigalidad del husped.

    Costumbre de gran dama, finalmente, mencionada en una Contenance desfemmes95del siglo XIV, aunque el autor demuestre cierto exceso de preciosismo:

    Muchos le mostraran desdnsi no tomase frecuentes baos96.

    El tercero de los Cien nuevos relatos explota el episodio de uno de estos baosfemeninos, bastante particular, hay que decirlo, puesto que toda la vecindad seentera cuando la gran seora se hace llenar los baos97, y, cuando se entera deello, el molinero del palacio trata de encontrar un pretexto para sorprender a lasbaistas en el bao. Ms all de esta equvoca escena y estos ecos de vecindad,tales noticias que van de boca en boca muestran por lo menos que semejante baoes algo muy especfico y hasta quiz no muy frecuente. Por ejemplo, las cuentas deFelipe el Bueno muestran que se toman los baos cada cuatro o cinco meses, pocoms o menos98.

    90 Annimo, Cent Nouvelles nouvelles (1450), en Conteurs francais du XVII, Pars,

    Gallimard, Pliade, 1979, p. 33.91L.-P. Gachard, Les comptes de Philippe le Bon, duc de Bourgogne, Collection desvoyages des souverains des Pays-Bas, Bruselas, 1876, t. I, p. 89.

    92Ibid., p. 87.93Ibid., p. 91.94J. de Troyes, Histoire de Louis unzime (1483), publicado por J. Michaud y J. Poujelat,

    en Nouvelle Collection des mmoires pour servir l'histoire de France [...], Pars, 1837, t.IV, p. 280.

    95Compostura de las mujeres.96A. Jubinal, La Contenance des fames (siglo XVI), en Nouveau Recueil des contes dits,

    Pars, 1842, t. II, p. 175.97Annimo, Cent Nouvelles [...], op. cit., p. 33.98L.-P. Gachard, op. cit., t. I, p. 87 a 99.

    19

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    20/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    Estas costumbres del bao privado han desaparecido tambin, casi del todo,en los siglos XVI y XVII. Las estufas ya no siguen el itinerario de las cortes reales,como lo haca la estufa de Isabel de Baviera, por ejemplo, que sola ir de palacio enpalacio99. Las pompas del agua irn a animar los jardines y sus fuentes, en los quePerrault ve la superioridad de los modernos, y no se refiere ciertamente a losbaos cuando habla largo y tendido del csped y de los estanques de Versalles100.Parece que los temores que se experimentan ante la infiltracin de los cuerpos hantenido consecuencias muy precisas.

    El apartamento de los baos y la baera de mrmol que hizo instalar Luis XIVen Versalles con ostentacin, para recordar un poco a la Roma antigua, deja libre ellugar para que, unos aos despus, se instale el alojamiento del conde de Tolosa,bastardo legitimado. Tras diversos avatares, la baera se convierte en estanque dejardn101, con lo que tal objeto se integra en otro circuito del agua, elaboradonicamente para el placer de los ojos. Espectculo de naturaleza disciplinada, elagua, tan costosa, cuya maquinaria determina la organizacin de los parques, seutiliza en el siglo XVII casi nicamente para mostrar cascadas y chorros, y servir de

    recreo a la vista. Su danza es signo de profusin y potencia; es signo del dominiosoberano que se posee sobre una materia particularmente caprichosa102. Estaprofusin, sea como fuere, no basta aqu para la prctica del bao. Lo que hace quesea intil la baera de mrmol no es aqu la falta de agua, sino el privilegio que seconcede al aspecto teatral de los juegos acuticos.

    Son escasos los inventarios hechos despus de una defuncin en los que semencione una tina de bao. Pierre Goubert no enumera ms que una en elBeauvoisis de Luis XIV103. Ningn mdico parisino posee una baera a mediados delsiglo XVII, a pesar de que, sin embargo, sigue existiendo la hidroterapia104. Las delcastillo de Vaux, del hotel Lambert y del hotel Conti son simples remedos del

    ejemplo real, cuya ambigedad, claro es, no hacen desaparecer105. De todasformas, slo se visitan como objetos curiosos106. Los pocos arquitectos que, en elsiglo XVII, evocan baos y estufas lo hacen plagiando los ms clsicos de Vitruvio107.Slo se trata de una referencia formal. La introduccin del captulo que trata delbao no puede prestarse a engao: Los baos de agua y de vapor no sonnecesarios en Francia, como ocurre en las provincias en las que se tiene porcostumbre tomarlos [...]. No obstante, si por una razn cualquiera un seor deseatener uno en su casa, hay que instalarlo en [...]108. El temor obstaculiza la

    99A. Vallet de Virville, Comptes royaus (1403-1423), Chronique du roi Charles VII roide France, Pars, 1858, t. III, p. 277.

    100C. Perrault, La Querelle des anciens et des modernes en ce qui regarde les arts etles sciences, Pars, 1688, t. I, p. 247.

    101C. P. de Luynes, Mmoires, 1735-1738, Pars, 1860, t. X, pp. 180-188.102Cf. B. Teyssdre, L'Art au sicle de Louis XIV, Pars, Le livre de poche, 1967, p. 145:

    Le matre des eaux.103P. Goubert, op. cit, p. 232.104 F. Lehoux, Le Cadre de vie des mdecins parisiens aux XVI et XVII sicles, Pars,

    Picard, 1976.105H. Havard, Dictionnaire d'ameublement, Pars, t. IV, p, 845.

    106Ibid.107M. L. Vitruvio, Los diez libros de arquitectura, Barcelona, 1985.108L. Savot, L'Architecture francaise, Pars, 1624, p. 102.

    20

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    21/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    utilizacin del agua. La imagen del cuerpo permeable, con su contexto de riesgosmal dominados, hace que el bao sea algo difcil de concebir. Estas imgenes vanacompaadas de una ruptura real de la prctica del bao: En estas regiones no seprepara un bao excepto cuando se trata del restablecimiento de la saludperdida109. El mismo Montaigne, baista itinerante, que suea con los extraostrayectos que va a seguir el agua infiltrada hasta expulsar ms fcilmente lasincomodidades del cuerpo, insiste ya en la desaparicin del bao en el siglo XVI:costumbre perdida que se observaba generalmente en tiempos pasados en casitodas las naciones110. Slo subsisten algunos establecimientos teraputicos. Habaun bao que posea sus tradiciones, es decir, sus instituciones, con sus espaciosfsicos y sus puntos de referencia sociales. Y eso es lo que desaparece, como si lapeste, con sus lejanas consecuencias sobre lo imaginario, hubiera suspendido elademn fsico; como si, progresivamente, las representaciones del cuerpo hubieranllevado a la supresin de una costumbre directamente unida a la higiene corporal.

    No obstante, sera errneo asimilar de modo sistemtico esta higiene corporala una prctica de limpieza y convertir su desaparicin en un simple retroceso de la

    higiene, como trata de demostrarlo, desde hace mucho tiempo, cierta tradicinhistoriogrfica111. Lo que desaparece con los baos no es forzosamente una relacindirecta con el lavado, puesto que dichos baos no son testimonio cierto de laexistencia de reglas de limpieza, cuya desafeccin habra que demostrar enseguida.No se trata, a priori, de una seriedad de la limpieza que, segn parece,retrocediera bruscamente. La propina que la reina da a Jehan Petit y suscompaeros, en 1410, presenta ms visos de diversin que de lavado112. Larepresentacin del agua no tiene siempre las mismas referencias que hoy. Quizsuponga un itinerario particular, a largo plazo, antes de alcanzar la transparenciade las higienes contemporneas. Hay una manera de vivir este contacto con el

    agua que no es forzosamente la nuestra. Ya el bao, todo ostentacin, con el queobsequia J. Dauvet a la reina Carlota113, concede mayor importancia al aspectofestivo que al de la limpieza. Un bao en el que el derivativo ldico, por ejemplo, esdominante tiene referencias culturales diferentes del bao que se consideraindispensable para la salud, y tambin otras finalidades y quiz otrasfragilidades.

    En este caso ya nos es posible comprender con mayor facilidad la desaparicinde tales prcticas. La peste ha desempeado, sin duda alguna, un papel quecomprendieron ya ciertos contemporneos: Hace veinticinco aos, nada estabams de moda en Brabante que los baos pblicos; hoy ya no queda ninguno; lanueva peste nos ha enseado a prescindir de ellos114, dice Erasmo, en 1526. Pero,para que este papel tenga tanta eficacia, quiz fuera necesaria la convergencia deotras circunstancias determinantes que tendremos que considerar.

    109C. de Rebecque, L'Apothicaire [...], op. cit., p. 473.110M. de Montaigne, Ensayos (1595), Madrid, Ctedra, 1987.111A. Franklin, La Vie prive d'autrefois, Pars, 1908; entre otros, R. Pernoud, Lumire

    du Moyen Age, Pars, Grasset, 1981 (1.a ed. 1944).

    112Cf. ms arriba, nota 71.113Cf. ms arriba, nota 93.114D. Erasmo, Les Htelleries, trad., Pars, 1872 (1.a ed. 1526), p. 18.

    21

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    22/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    3

    LOS ANTIGUOS PLACERES DEL AGUA

    Hay que regresar a las escenas de bao de la Edad Media y detenerse en suestudio para evaluar las prcticas que el siglo XVI va a ir eliminando lentamente. Sufinalidad es, primero, el juego e incluso la transgresin, porque el agua es, paraempezar, festiva, lo que significa que lavarse no es la verdadera significacin delbao.

    Cuerpos entremezclados

    Dirigindose La Riqueza al Amante del Roman de la Rose (1240), esboza enunos cuantos versos el Thlme115 del siglo XIII. Las cabezas se coronan con flores,de pronto las naturalezas se vuelven frtiles y los interiores quedan protegidos y semultiplican los encuentros, abiertos al deseo. El Hostal de la loca esplendidez no

    es sino una casa de baos. Es sorprendente?All van donceles y doncellas

    junto con viejas celestinas

    buscando prados, jardines y gozos

    alegres como unas pascuas y luego van a los baos y se baanjuntos en tinas [...]116

    El bao promete aqu contactos y placeres: baos en comn, alcobas, lechos,festines. Semejante costumbre se describe varias veces en el Roman de la Rose.

    No porque les parece gratodeben baarse juntos.117

    El tema es un motivo de la imaginera gtica. La portada de la catedral deAuxerre representa una escena de baos: varias mujeres dan masajes y enjugan alhijo prdigo, mientras que una sirvienta vierte el agua en la tina. Las sirenas y lasserpientes que rodean la escena slo sirven para poner de relieve todas lasseducciones all contenidas118. En otro sitio, por ejemplo en la casa consistorial deDamme, los cuerpos se baan en una misma tina mientras circulan alrededorcomensales y criados119. Estas mezclas de sexos, de edades, de desnudeces,muestran una sociabilidad perdida, que asombraba a Brantme cuando visitaba la

    Suiza del siglo XVI: Hombres y mujeres se hallan mezclados unos con otros en losbaos de agua y vapor, sin cometer ningn acto deshonesto120. Tal hecho tambines corriente en las piscinas termales de la Edad Media, en las que ambos sexosconfundidos, con los cuerpos desnudos, se mueven en la misma agua. Las fuentes

    115Thlme: lugar imaginario de la utopa de Rabelais.116G. de Lorris y J. de Meun, Libro de la rosa (siglo XIII), Madrid, 1986, v. 10065.117Ibid., t. II, p. 186, v. 14348.118C. Enlart, Manuel d'archologie francaise, Pars, 1902, pp. 88-89.119 L. Maeterlinck, Le Genre satirique dans la peinture flamande, Bruselas, 1907, p.

    175.120 P. de Bourdeilles (llamado Brantme), Les Femmes galantes, en Oeuvres, Pars,

    1864, t. IX, p. 290 (ras. 1585).22

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    23/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    de juventud de las pinturas flamencas del siglo XV hallan en tales escenas unainspiracin parcial: hombres y mujeres, de jvenes y grciles cuerpos, nadandesnudos alrededor de la fuente de vida para extraer ms fuerza y juventud. En Eljardn de las delicias, de Bosch121, hay una reconstitucin consciente de estos temaspaganos que asimilan erotismo dionisaco y algn paraso perdido, tambin sonilustracin de estas promiscuidades que, en el mismo momento, empiezan a serarcaicas o, en cualquier caso, menos toleradas. La emocin es aqu cmplice de laprohibicin naciente. En el siglo XV el reglamento de los establecimientos de baosno permite ya, al menos en teora, estas antiguas promiscuidades.

    La historia de los baos corre pareja con la de esta lenta instauracin dedistancias fsicas y refleja la aparicin de ciertos umbrales: con ellos, algunasmezclas son cada vez ms difciles; ciertos contactos no son ya tan evidentes.La interiorizacin de las normas que difunden las cortes seoriales va desplazandoinsensiblemente la manera de percibir la decencia y el pudor. Las sensibilidades yacasi no se avienen con estas desnudeces mezcladas en espacios cerrados. Un grannmero de baos instauran la separacin de los sexos a fines del siglo XIV. Por

    ejemplo, una regla de alternancia prevalece en Digne, Dijon, Rouen122, que reservaciertos das a las mujeres y otros a los hombres, otros a los judos o a lossaltimbanquis (lo que demuestra en este ltimo caso, por lo menos, que ladecencia no es la misma para las categoras sociales o culturales dominadas). Ladistincin de lugares prevalece en Pars y en Estrasburgo123 entre otras ciudades, loque implica la existencia de espacios diferentes para cada sexo.

    El fenmeno es lento y catico, pues ms de un siglo separa, segn lasciudades, la promulgacin de tales prohibiciones que, en definitiva, no seconseguir aplicar nunca. La miniatura de Valere Mxime124 es, en el siglo XV, elejemplo de estas promiscuidades: hombres y mujeres entremezclados en una

    misma tina, contactos y caricias, y, finalmente, lechos en los que descansan parejasenlazadas. Pogge ironiza en 1515 sobre la separacin en los baos de Bade, enlos que hay profusin de ventanillas que permiten que los baistas, hombres ymujeres, tomen juntos refrigerios y se hablen, cuando el pasillo que corre alrededorfacilita todo encuentro125. Los oficiales municipales de Avignon prohben, en 1441,la entrada a los baos de los hombres casados126, pues es oficialmente reconocidoque se trata de lugares de prostitucin. Los baos de Fontaine-le-Comte serndestruidos en 1412 a causa de los desrdenes cometidos por las jvenespensionistas de la casa127. La alusin de Eustache Deschampa es igualmente clara:

    121J. Bosch, El jardn de las delicias, Madrid, Museo del Prado, 1500.122J. Garnier, op. cit., p. 26; C. de Beaurepaire, op. cit., p. 22; J. Arnoud, tude

    historique sur les bains thermaux de Digne, Pars, 1886.123 . Boileau, op. cit., pp. 155-156 (nota); F. Piton, Strasbourg illustr, Estrasburgo,

    1855, p. 151.124Valere Mxime, manuscrito, op. cit.125G.-F. Pogge, Les Bains de Base (siglo XV), publicado por A. Meray, Pars, 1847.126 P. Pansier, Rglement de prostitution Avignon, Janus, Pars, 1902, p. 144; J.

    Rossiaud, Crises et consolidations (1330-1530), en J. Le Goff, La Ville mdivale, Pars, LeSeuil, 1980.

    127R. de Belleval, Lettres sur le Ponthieu, Pars, 1868, p. 154.23

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    24/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    Adis Bruselas, en donde los baos son bellos y las jvenesplacenteras128.

    Los regidores de Pronne atribuyen a los baos turcos de su ciudad un destinoperfectamente preciso: Se ordena a todas las mujeres pblicas que se retiren enlos lugares de baos edificados para ellas y que no sean tan osadas ni atrevidas

    como para dormir o recibir fuera de ese lugar, excepto durante el da, para beber,comer honestamente y sin ruido, ni escndalo ni confusin129. Se trata aqu de unconfinamiento, de una exclusin.

    Algunas veces se celebran en los baos ciertas recepciones muy particulares.Felipe de Borgoa alquila un da la casa de baos de Valenciennes con mujeres devida alegre para honrar mejor a la embajada inglesa que haba ido a hacerle unavisita130. En varias ciudades la expresin ir a baarse tiene un sentido pocoequvoco. Acogen al visitante azafatas provocativas y solcitas que viven en estadode vileza y son desordenadas en amor, con frecuencia pobres mozuelas oriundasdel campo y de cuerpo fcil131.

    TransgresionesY es que la historia de los baos tambin est relacionada con otra historia: la

    del tiempo ldico y festivo, la de los placeres y el juego. En este caso no podemosdejar de plantearnos el tema de la ilegalidad y las transgresiones.

    Durante las etapas de su viaje por los antiguos Pases Bajos, muy a principiosdel siglo XVI, y cuando estos lugares ya estaban desapareciendo, Durero apuntacada uno de sus gastos, un real tras otro, y asocia rigurosamente los gastos hechosen tabernas, baos y juego. Son los mismos: Aix-la-Chapelle, gasto en el bao, conamigos: 5 reales. He gastado 5 pfennings de plata en el albergue y en el bao conamigos. He perdido en el juego 7 reales132. Se trata de una prctica ldica que estrozando la transgresin. El bao est vinculado con una sociabilidad festiva, con susdiversiones, sus disipaciones y quiz sus excesos. Lo que demuestran muy bien lasdenuncias que se hacen contra tales establecimientos.

    Cuando el 29 de agosto de 1466, a Jehannotte Saignant, duea de un bao, lameten en una jaula antes de envolverla en un saco para que la ahogue el verdugode Dijon en las aguas del Ouche, sus crmenes son diversos, aunque nunca seanabrumadores. Primero se la acusa de provocar cierta agitacin en su negocio; alparecer, haba favorecido la entrada con fractura de uno de sus clientes en casa delseor de Molne, secretario del duque de Borgoa. La agresin iba dirigida contra lamujer del seor de la casa y nunca se demostr con claridad. Luego la acusan de

    prostitucin ilcita: los baos de Jehannotte estaban bien aprovisionados dejvenes y lindas camareras muy complacientes y bien instruidas133 para elservicio de la casa. Finalmente, se la acusaba de envenenamiento: la duea delbao, por lo que se deca, haba utilizado una hierba particular para preparar elvino y las comidas de una clienta a la que quera hacer dao, con el resultado

    128. Deschamps, Rondel 552, Oeuvres, Pars, 1876-1903, t. IV, p. 6, v. 4-10.129Cabans, La Vie aux bains, Pars, 1904, p. 194.130R. Kendall, Yorkist Age: Daily Life during the wars of the Roses, Norton, 1970.131J.-P. Legay, La Rue au Moyen Age, Rennes, Ouest-France Universit, 1984, p. 150.132 A. Durero, Le Journal de voyage dans les anciens Pays-Bas (1520-1521), trad.

    Bruselas, Weber, 1970, p. 71.133J. Garnier, op. cit., p. 41.

    24

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    25/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    trgico para la baista de que pareci que se volva loca [...]. Despus, durantemucho tiempo, estuvo enferma hasta su muerte, que ocurri, finalmente, sin querecobrara la salud134.

    El proceso fue largo, difcil y los testimonios raramente fueron claros. Slo laprostitucin pareca cierta. Si Jehannotte Saignant paga sus crmenes, tambin

    paga la reputacin que se han ido ganando los baos y su escandaloso comercio.Cuando en 1479, por ejemplo, contabilizando los actos violentos de los baos

    de Gante, Des Pars apunta 1.400 crmenes y heridas en el lapso de diez meses,define una realidad y tambin la va construyendo135. No es slo la cifra en s lo quees importante, sino la manera de calcularla. El simple hecho de efectuar tal clculorevela una mirada especial que considera el bao y la vida que lo anima. Cuando selocaliza en l una violencia, tal clculo la diferencia e, implcitamente, trata deexplicarla. Se trata de la violencia de los espacios licenciosos, la de losdescarros, precisamente aquella que las costumbres refinadas y el avance de lacivilizacin tratan de aislar. Como si ciertas espontaneidades, ciertos impulsos,

    hasta entonces vagamente integrados e incluso considerados como normales, sevivieran ahora como excesos. Ms que en otros lugares, se codean aqu loscomportamientos mal dominados, los gestos abruptos, las actividadesdemasiado impulsivas, todas esas palabras retadoras finalmente que incitan adesenvainar la navaja136 que enumeran con detalle los procesos que surgen en elsiglo XV alrededor de los lugares de baos.

    Lugares de placer, son los polos de atraccin para las turbulencias urbanas. Loque le reprochan a Jehannotte Saignant es tambin el clima de agitacin, e inclusode libertinaje, que rodea a su negocio: Se oa gritar, querellarse, dar tantos saltosque se quedaba uno asombrado de que pudieran sufrirlo los vecinos, disimularlo lajusticia y soportarlo la tierra137. La motivacin de los baistas, es decir, losencuentros, regocijos y festines, mantiene una complicidad con la transgresin.Como si las libertades instintivas que parecen autorizar los baos, permitieranprecisamente que se manifestase la negativa a aceptar mltiples prohibiciones. Lasmezclas provocan la imagen de un desorden latente, de posibles violencias.Parece que el lugar que se concede al deseo favorezca un ilegalismo, real oimaginario. Los baos empiezan a considerarse poco a poco como otros tantoslugares de inestabilidad. Cuando la ciudad se estructura en el siglo XV,diferenciando el centro y los alrededores, organizando ciertos barrios,emprendiendo un esbozo de control de sus periferias, tales instituciones inquietanpor el ejemplo siempre presente que dan de confusas sociabilidades o,

    sencillamente, de delincuencia. Estos establecimientos parecan autorizar unalicencia, en definitiva mal asimilada, que perturba ms de lo que equilibra ycorrompe ms de lo que protege. Lugares de disipacin son vistos como ocasin dedisturbios cada vez menos tolerados. Este modo de percepcin y la realidad de laque procede influirn necesariamente en la existencia misma de los baos pblicos.Ya a principios del siglo XV se prohben en la ciudad de Londres y cercanas. Laordenanza promulgada por Enrique V en 1411 evoca las heridas, abominaciones,daos, disturbios, asesinatos, homicidios, robos y otros perjuicios de los que soncausa los hombres y mujeres de mala vida que frecuentan los baos de la ciudad y

    134Ibid., p. 79.

    135L. Maeterlinck, op. cit., p. 180.136G. Espinas, La Vie urbaine Douai au Moyen Age, Pars, 1913, t. IV, p. 682.137J. Garnier, op. cit., pp. 27-28.

    25

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    26/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    de las cercanas138. Muchos de los cierres tienen tales orgenes penales: rias,muertes sospechosas o agitaciones diversas. Pierre Melin pierde sus baos de Aixporque ha hecho que su criado cometa en ellos un asesinato en 1478139. Los ltimosbaos de Dijon se suprimirn en 1556 por orden de la Cmara de la ciudad; EtienneBoul queda condenado a destruir sus estufas. Parece que la misma poblacininfluy en tal decisin. La ordenanza se hace eco de ciertos clamores, quejas yreclamaciones contra el nefasto y escandaloso alboroto que haba en ellos y de quediversas sirvientas estaban pervertidas y entrenadas a hacer el mal140. Finalmente,la prohibicin dictada por los Estados Generales de Orlens en 1556 contra todaslas casas de prostitucin del reino acelera la desaparicin de los baos que, enmuchos casos, quedan sometidos a tal ley. El Hostal de la loca esplendidez seconvierte en el siglo XVI en una institucin que el tejido urbano va rechazandopaulatinamente. La agitacin que provoca ya se soporta mal. La actividad y elmovimiento de su clientela ya no es hoy ms que desorden y perturbacin.

    La aventura de los baos tiene como camino obligatorio un enfrentamiento conla ley y alimenta una crnica de las transgresiones. Tales lugares no son

    equivalentes a los establecimientos higinicos que, mucho despus, impondrndisciplinas y reforzarn ciertas normas, sino que dan prioridad al mundo del placer,con lo que lo rodea y con los excesos de los que es ejemplo prosaico un adagiode los baeros alemanes del siglo XV: Agua por fuera, vino por dentro, estemoscontentos141. No se trata de una oposicin directa a los impulsos, lo que hubieraimplicado una extensin del territorio de la higiene, sino, al contrario, de unacomplicidad con el mismo mundo de los impulsos. El agua se da como unexcedente de placer y acrecienta el sentimiento de desorden. Los baistas la tomancomo un elemento de sus juegos. En el largo conflicto que la cultura opone aldeseo, los baos no estn al servicio del orden, ni desempean el papel de

    preceptos de urbanismo ni de preceptos de higiene. Lo que no quiere decir quehaya ausencia de limpieza, sino que sta se evoca raramente, puesto que loesencial es la prctica festiva, en la que la limpieza no es ms que un elementosecundario.

    El rechazo est vinculado a un lento reforzamiento de las normas sociales yurbanas. En cualquier caso, la Iglesia slo traduce dichas normas, designando almismo tiempo la profesin de baero, igualmente infame que la del dueo de unprostbulo142. Los predicadores han ido multiplicando desde el siglo XV losapostrofes violentos. Ms que su moralismo, lo que es interesante en sus sermoneses, sobre todo, la similitud con que designan a los baos y a otros establecimientos.As se van deslindando ciertos lugares peligrosos: Vosotros, seores burgueses,no dais a vuestros hijos la libertad y el dinero para que vayan al lupanar, a losbaos y a las tabernas143. Pero lo que explica directamente la desaparicin de los

    138 H. T. Riley, Memorials of London and London Life, XIII, XIV and XV centuries,Londres, 1868, p. 647.

    139G. Arnaud d'Agnel, LesComptes du roi Rene (1453-1480), Pars, 1908, t. III, p. 473.140J. Garnier, op. cit, p. 41.141C. Ephrussi, op. cit., p. 13.142 O. Maillard, Confesions (siglo XV), citado por A. Samouillan. Olivier Maillard, sa

    prdication et son temps, Pars, 1891, p. 500.143O. Maillard, Sermons (siglo XV). Pars (sermn XXVIII). Cf. tambin A. Mray, La Vie

    au temps des libres prcheurs, Pars, 1878.26

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    27/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    baos no es solamente la palabra del sacerdote, ya que de lo que se trata es,evidentemente, del propio funcionamiento social.

    Los factores que desempean un papel real en tal desaparicin tienen por lomenos una doble lgica: intolerancia progresiva del entorno urbano hacia un lugarque se concibe como algo turbulento, violento y corruptor, y temor que despierta

    una fragilidad del cuerpo a travs de una concepcin imaginaria de las aberturas ylos flujos peligrosos. La peste pudo tener tanta fuerza porque se trataba de unaprctica inestable y ya controvertida.

    El excedente de los bienes de Dios

    La prctica privada persiste, aunque su turbulencia no puede ser equivalente ala de los baos pblicos, pues los que los toman son privilegiados y poconumerosos. Las rias y las navajas no pueden tener aqu la misma importancia, nila relacin con la delincuencia urbana puede ser tan intensa. Se trata de un retiroen las casas y hoteles nobles, cuyo aspecto perturbador es difcilmenteconcebible. No se plantea en tal caso ni el problema legal de los baos pblicos ni

    su problema social. Su desaparicin se debi ms a la mitologa del agua y a lasrepresentaciones del cuerpo. El temor que provocaban los organismos atravesadostuvo, sin duda, mayor importancia en este caso y cualquiera otra explicacin podraser artificial. Sin embargo, como la costumbre precedente, nace sta esencialmentedel comportamiento festivo y pertenece al mismo principio de libertinaje y deplacer. Como la primera, su contexto es el del goce antes de ser el de la higiene. Asu vez, al ser ms fiel al deseo que a la ley, su existencia conserva ciertasfragilidades. Semejante estatuto podra ser el origen de las condiciones de suabandono.

    Ms que en otros casos, su ejemplo permite que se hagan ciertas

    comparaciones y nos permite confrontar en el tiempo ciertas escenasaparentemente semejantes que tienen lugar en el mismo marco y con el mismodecorado: medir lo que ha ido desapareciendo y medir lo que se ha conservado. Lacomparacin, punto por punto, de estas escenas privadas, separadas nicamentepor mucho tiempo, puede hacernos pensar, una vez ms, que la utilizacin antiguadel agua no implica directamente el aspecto higinico. Dos ejemplos pueden iniciarla comparacin y poner de relieve las, diferencias.

    En el primero de los Cien nuevos relatos, que se escribieron en 1450 paraFelipe el Bueno, el recaudador de Haynau intenta seducir a una vecina que lo haimpresionado por su belleza. La estrategia de nuestro hombre consiste en una serie

    de invitaciones y de fiestas a las que, al principio, invita nicamente al marido parahacer de l un amigo ntimo: E hizo todo lo que pudo para que en las comidas,cenas y banquetes con baos de agua y de vapor, en un hotel particular y en otroslugares, estuviese siempre el vecino144. La seduccin de la joven esposa llegar asu hora: entrevistas furtivas, persuasiones sutiles; como nuestro hombre es hbil ysolcito, la mujer lo escucha, lo comprende y consiente. A pesar de lo cual, hay quepreparar las citas con discrecin. Sin duda, se trata de una historia banal, pero elmarco de estos encuentros proporciona el sentido que tiene el bao. Cuando unviaje del marido de la fulana permite que el notable la reciba sola en su casa,hizo que le preparan inmediatamente los baos, que calentaran las estufas y quele llevaran tartas e hipocrs y todo el excedente de los bienes de Dios145. Y los

    144Annimo, Cent Nouvelles [...], op. cit., p. 21.145Ibid., p. 22.

    27

  • 7/27/2019 Lo Limpio y Lo Sucio

    28/169

    G e o r g e s V i g a r e l l o L o l i m p i o y l o s u c i o

    festejos se prosiguen: En cuanto bajaron al cuarto, se arrojaron al bao ante elcual se les sirvi el gape146. El bao es ciertamente una escena de fiesta social:gapes en los que los comensales comen y se divierten. Tambin es, como en elcaso que comentamos, un escenario de intercambios amorosos, un preludio ertico,en el que el agua permite que los sentidos gocen ms. Con este notable del sigloXV, esta costumbre se pone al nivel del arte de la hospitalidad, de la distraccin y,ms an, de la sensualidad. Estas fiestas pblicas o secretas confirman que el aguase utiliza primero como un placer, con su calor y su poder de comunicacin ms omenos sensual.

    Las escenas que se aparentan a sta en los cuentos, relatos y hasta en lasmemorias del siglo XVII son totalmente diferentes en ciertos puntos esenciales.Aunque, por lo menos, revelan lo que ha ido cambiando. Cuando en sus aventuraslibertinas el abad de Choisy se disfraza de mujer y promete compartir el lecho conalguna de sus protegidas, la mayora de los puntos de referencia han cambiado devalor, y si el agua est ausente, la limpieza est presente: Tena en casa, conmigo,a una vieja seorita, que ya haba acompaado a mi madre, a quien pagaba una

    pensin de cien escudos; la llam: "Seorita le dije, est aqu una joven que meproponen como doncella, pero quiero saber antes si es limpia. Examnela de pies acabeza." No lo pens dos veces y dej a la jovencita desnuda como la mano [...]147.Evidentemente, la limpieza exigida significa tambin para Choisy la ausencia deenfermedad secreta. La palabra posee un sentido social, y, a la par, mdico. Ladesconfianza del abad se carga aqu con la distancia que separa al aristcrata de laaspirante a lencera y no carece, en este caso, de cierto cinismo. Sin embargo, siguehabiendo una preocupacin especfica: un testigo va a comprobar la limpieza delcuerpo desnudo. Lo que viene despus sigue teniendo sentido: Me prepar yenseguida me acost; tena deseos de besar a aquella prenda148. La limpieza, el

    aseo, ya no dependen nunca del bao o del lavado. El agua no ocupa lugar alguno,y, no obstante, se ha hablado de limpieza.

    Cada una de estas escenas, desde la del notable lbrico hasta la del abadlibertino, posee lo que no tiene la otra. Las dos situaciones son extremadamentediferentes: en el siglo XV el recaudador Haynau se baa para dar mayor intensidada fiestas y placeres. Al aventurero del siglo XVII, sin embargo, futuro acadmico ygran seor, ni se le ocurre pensar en una escena de bao, aunque pasa muchotiempo describiendo escenas en las que l y sus amigas se peinan, se visten,calculan con cuidado la colocacin de lunares y joyas. Va desapareciendo unempleo del agua al mismo tiempo que aumentan las normas de aseo y de esmero.Pero no hay que concebir el bao con el cuidado, con que lo hacemos hoy y, alcontrario, pensar en la limpieza fuera de toda ablucin: reconocer que haba unalimpieza corporal que no llevara hoy ese nombre; hacer el censo de ciertos objetos,cuya limpieza equivala a la del cuerpo, al mismo tiempo que exclua el lavado deste: espacios, ropa blanca, trajes, accesorios diversos, etc. Hay que volver a hallarel cuerpo en donde ya no est.

    146Ibid.147 Abb de Choisy, Mmoires de l'abb de Choisy habill en femme (de finales