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Lo global y lo local

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Lo global y lo local

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DesdeelfondoCuadernillo Temático n° 44. Año xi. Paraná, agosto 2007.Producido por el Área de Comunicación Institucio-nal, Secretaría de Extensión e invesigación.e-mail: [email protected]

PropietarioFacultad de Trabajo Social,Universidad Nacional de Entre RíosDirectorElena Riegelhaupt

AutoridadesDecanaMgs. Sandra AritoVicedecanaLic. Carmen LeraSecretaría AcadémicaLic. Mónica JacquetSecretaria de Extensión e InvestigaciónLic. Diego GantusSecretario Económico FinancieroSergio Dalibón

Ley 11.723 Registro de la Propiedad Intelectual n° 362132, issn 1515-9507. Aprobado por Resolución n° 023/96 del Consejo Directivo de la Facul-tad de Trabajo Social de la uner de fecha 1 de abril de 1996. Los artículos pueden citarse siempre que se haga mención de la fuente y del autor.

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Editorial

María Rosa Felquer-María José Hernández Ross (Equipo Área de Comunicación

Institucional-Secretaría de Extensión e Investigación-Facultad de Trabajo Social-

Universidad Nacional de Entre Ríos-uner).

Comunidad y sociedad frente a la resignificación de lo local

Marcelo A. Bechara [Lic. en Comunicación Social (Facultad de Ciencias de la

Educación-uner). Docente de la uner y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos

(uader)].

Aporte universitario para el desarrollo local y la economía social. Facultad de Ciencias

Económicas-uner

Oscar Gerardo Barbosa [Profesor Titular de Metodología de Investigación, Departa-

mento Economía, Facultad de Ciencias Económicas, uner. Profesional del ceride,

Santa Fe (conicet) <[email protected]>].

Pensando el Desarrollo Local desde lo posible: la experiencia de Villa Elisa

Paula Insani (Lic. en Ciencia Política. Coordinadora del Plan de Desarrollo Local de

Villa Elisa).

La confrontación «neomalthusianismo-sustentabilidad» en el debate demografía-medio

ambiente-desarrollo

Ricardo Goñi (Profesor de Medio Ambiente y Salud, Facultad de Ciencia y Tecnolo-

gía, uader).

El plan estratégico Rosario Metropolitana. Una estrategia de desarrollo local

Luciano Durand [Lic. en Ciencia Política (Universidad Nacional de Rosario-UNR).

Master en Desarrollo Local (Univ. Autónoma de Madrid). Doctorando en CP (UNR).

Becario de CONICET. Oficina Técnica de Coordinación Rosario Metropolitana].

Un desencanto llamado Desarrollo

Foro Ecologista de Paraná

Índice

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«Las ciudades son un conjunto de muchas cosas:

memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque,

como explican todos los libros de historia de la economía,

pero estos trueques no lo son sólo de mercancías,

son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos».

CALVINO, Italo. Las Ciudades Invisibles. Ediciones Siruela-5° Edición-Madrid, 2000-Nota Preliminar-pág. 15

Tenemos la tendencia, nosotros los habitantes de la ciudad, de registrar que las trans-formaciones que en ella se dan son expresiones naturales del crecimiento tanto pobla-cional como científico-tecnológico. Y como estamos convencidas que toda naturaliza-ción es riesgosa, es que en esta edición de Desde el Fondo, les proponemos reflexionar y resignificar desde distintas perspectivas, estos espacios en los cuales transcurre coti-dianamente la vida de cada uno de nosotros.

Como sujetos históricos que somos nos interpelamos, entre otras cosas, sobre hasta qué punto las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación —ntics— impactan en la forma de concebir el tiempo y el espacio, que difiere sustancialmente del modo en que éstos eran entendidos durante el período de la Modernidad Sólida, al decir de Bauman.

No es una cuestión menor, entonces, poner en el plano de la problematización la articulación existente entre el tinte adquirido hoy por el capitalismo, caracterizado bá-sicamente por un modo de producción inmaterial, y las ntics que, a partir de la digi-talización de la información configuran un nuevo escenario. Este está signado por los flujos, por la velocidad y por el desdibujamiento de las fronteras. Cual sueño moder-no, podríamos sostener que somos todos habitantes de la Aldea Global. Sin embargo, el proceso de globalización no es equivalente al de homogeinización de cada uno de los «aldeanos». Como describe Renato Ortíz en su texto Globalización/Mundialización «Un mundo globalizado implica una multiplicidad de visiones de mundo. Lo que se observa es la consolidación de una matriz civilizatoria, la modernidad-mundo, que en cada país se actualiza y se diversifica en función de su historia particular. Eso signi-fica que la mundialización/globalización es simultáneamente una y diversa. Una, en tanto matriz civilizatoria cuyo alcance es planetario (…) Una matriz no es un modelo económico en el cual las variaciones se hacen en función de los intereses en juego o de las oportunidades de mercado. Capitalismo, desterritorialización, formación nacional, racionalización del saber y de las conductas, industrialización, urbanización, avances tecnológicos, son elementos compartidos por todas esas “modernidades”».

Es desde esta perspectiva que lo local adquiere otra configuración que puede o no estar representada con lo que significamos como ciudad. Pero para no estar Perdidos en Tokyo, es que en este constante fluir necesitamos con-prendernos en la escritura colectiva de un guión que nos permita entrar en la escena global con identidades más sólidas.

Editorial

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Pre-guión

Posible escena de cierre y/o de inicioPersonajes: Marco Polo y Kublai KanSe filma a dos cámaras, plano medio corto de ambos personajes.Locación: una de las terrazas del palacio del emperador.

«Marco Polo dice:Ocurre con las ciudades como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado

pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su in-versa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de mie-dos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.

—No tengo ni deseos ni miedos —declaró el Kan—, y mis sueños están compuestos o por la mente o por el azar.

—También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.

—O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la Esfinge»1 .

O por boca de Mendieta.

María Rosa Felquer María José Hernández Ross

Área de Comunicación Institucional Secretaría de Extensión e Investigación

Facultad de Trabajo Social —uner—

1 CALVINO, Italo (2000). Las Ciudades Invisibles. (5° Edición). Madrid: Ediciones Siruela. Capítulo iii pág. 57.

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Comunidad y sociedad frentea la resignificación de lo local Lic. Marcelo A. Bechara

Este trabajo propone repensar algunas categorías como comunidad, sociedad, identidad, localidad o globalización; con-

ceptos que aparecen en nuestra vida común de manera abstracta, y que sin embargo señalan profundas transformaciones

que afectan nuestras prácticas.

Cotidianamente hay quienes hablan de la «comunidad», ¿pero cuál? ¿la virtual?; ¿la comunidad barrial? Hay tam-

bién quienes se han ocupado de la comunidad científica, como Thomas Kuhn. Otros, como Néstor García Canclini, co-

mentan acerca de las comunidades imaginarias; algunos, mencionan las comunidades terapéuticas; también se nombra

a comunidades religiosas o deportivas, y aparecen las comunidades «cerradas». Algunas entidades, como las redes de

activistas, las redes de organizaciones de base o las organizaciones no gubernamentales, también se valen del calificativo

de comunidad, que remite a formas de organización y de interacción basadas en relaciones cara a cara, con cierta per-

manencia, jerarquía y reglas explícitas.

Estos usos no reducen su sentido a lo topográfico, van más allá de las fronteras o de territorios. El concepto de «comuni-

dad» no traduce necesariamente una entidad cartográfica, sino que localiza intereses específicos o funcionales, en lugar

de limitarse a un área geográfica. Por ejemplo, un conjunto de personas que no se relacionan por el lugar de residencia,

sino por el vínculo que significa tener intereses comunes. En este punto, sin duda, uno de los aspectos inherentes a la vida

de la comunidad está en la comunicación, entendida ésta no como información sino como interacción entre los actores.

Comunicación viene del griego koinoonia, que significa a su vez comunidad. De ahí, la estrecha relación que se ha esta-

blecido entre comunicarse y estar en comunidad. Dicho en otras palabras, se está en comunidad porque se pone algo en

común a través de la comunicación.

Pero justamente, el concepto de comunidad no es un concepto limitado y suele aplicarse a cualquier grupo que tenga

intereses comunes o que esté interrelacionado por razón de su localidad, función o administración, suponiendo que los

principios de organización son los mismos, y también los procesos, no importa si la comunidad es un pequeño grupo de

vecinos, una gran ciudad, una región o el mundo. Hoy, se hace necesario volver a discutir su pertinencia al lado de la in-

cursión de factores como los medios masivos, la informática o las redes de información. Al respecto, se pueden introducir

algunos elementos sobre la polémica relación entre comunidad y sociedad.

Comunidad y sociedad en los clásicos

Ferdinand Tönnies (1887) dejó establecida la diferencia

entre «comunidad» y «sociedad», mediante una con-

traposición de ambos conceptos. Según dicho autor,

la sociedad es lo público, es el mundo, donde la vida

está masificada y el individuo se halla despersonaliza-

do, solo y desamparado. La comunidad, en cambio, re-

presenta para él un círculo de reacciones recíprocas, en

que los individuos se sienten vinculados con lazos afec-

tivos y de solidaridad.

Los orígenes de la Sociología ligan la imagen de la

«buena sociedad» con la comunidad, percepción dada

frente a una sociedad industrial que tritura al pasado.

La revolución industrial produce un ciclo de cambio en-

tre formas sociales tenidas como propias de la comuni-

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dad (voluntad social, armonía, ritos, costumbres) a un

periodo caracterizado por las formas de asociación (in-

terés, convención, legislación y opinión pública).

Es así que esa comunidad, entendida como un órga-

no vivo, cohesionado por el afecto, la voluntad de com-

partir con consenso y espíritu de concordia con lazos

sociales visibles y uso de bienes comunes, dará lugar

a la asociación, con la impersonalidad de la sociedad

de masas; un «artefacto», un añadido mecánico cohe-

sionado mediante lazos jurídicos o de necesidad inte-

resada, regido por la competitividad y el egoísmo. En la

sociedad, las interacciones son medios para obtener los

fines. Existe un afán instrumentalizador para todo; la-

zos divisibles, afán de lucro y desigualdades extremas.

La asociación es el reino del mercado, el cual tiende a

imponer medios y modos de organización social cada

vez menos «naturales».

Durkheim, al analizar la división del trabajo, señala

que esta no tiene solamente una función económica,

sino que su tarea es la de crear una solidaridad entre los

hombres: «el efecto más notable de la división del traba-

jo no es que aumente el rendimiento de las funciones

divididas, sino que las hace más solidarias»1 . Ya se trate

de la relación entre seres con sentimientos diferentes

o de sexo distinto, la división del trabajo asegura la co-

hesión de las sociedades y la solidaridad que produce

contribuye a su integración.

En el pensamiento de Durkheim «la sociedad moder-

na no está fundada en el contrato, del mismo modo que

la división del trabajo no se explica por las decisiones

racionales de los individuos en el sentido de acrecen-

tar el rendimiento común distribuyéndose las tareas.

Si la sociedad moderna fuera una sociedad contrac-

tual, se explicaría a partir de las formas individuales

de conducta»2 .

Una vez planteada esta función de la división del tra-

bajo, introdujo la distinción entre solidaridad mecáni-

ca y solidaridad orgánica. La primera proviene de una

«cierta conformidad de todas las conciencias particula-

res hacia un tipo común (…) los miembros del grupo se

encuentran individualmente atraídos los unos hacia los

otros, porque se parecen, sino que se hallan también

ligados a lo que constituye la condición de existencia de

ese tipo de colectivo, es decir, a la sociedad que forman

por su reunión» 3. La solidaridad mecánica o por simili-

tudes hace «armónico el detalle de los movimientos (…)

1 DURKHEIM, Emile (1985). La división del trabajo social. Barce-lona: Planeta-Agostini. p. 71.2 ARON, Raymond (1996). Las etapas del pensamiento sociológico (Tomo ii). Argentina: Ediciones Fausto. p.32.3 DURKHEIM, Emile. op. cit, p.124.

Las voluntades se mueven espontáneamente y con uni-

dad en el mismo sentido»4. La conciencia colectiva co-

mún es «el conjunto de las creencias y de los sentimien-

tos comunes al término medio de los miembros de una

misma sociedad»5. Las faltas a la solidaridad mecánica

son castigadas como crímenes, puesto que constituyen

una ruptura con la conciencia colectiva.

La solidaridad orgánica es completamente diferente.

En este caso, la unión se hace no por el parecido sino

por el vínculo que las distintas personas establecen li-

bremente entre ellas. En el tipo de sociedad en la que

predomina la solidaridad orgánica, las faltas de solida-

ridad son castigadas mediante sanciones restitutivas,

es decir que hay una exigencia de que las cosas vuelvan

a su estado original y no de expiación de un crimen

contra la sociedad. Se trata de un derecho de tipo con-

tractual, y el contrato por excelencia es «la expresión

jurídica de la cooperación». Los contratos originan obli-

gaciones que pueden ser recíprocas o corresponder a

prestaciones ya realizadas. «El compromiso de una par-

te resulta, o del compromiso adquirido por la otra, o de

un servicio que ya ha prestado esta última. Ahora bien,

esta reciprocidad no es posible más allí donde hay co-

operación y ésta, a su vez, no marcha sin la división del

trabajo. Cooperar, en efecto, no es más que distribuirse

una tarea común»6.

Al respecto, «en el estudio de la división del trabajo,

Durkheim ha descubierto dos ideas esenciales, la prio-

ridad histórica de las sociedades, donde la conciencia

individual está totalmente fuera de sí, y la necesidad

de explicar los fenómenos individuales por el estado de

la colectividad, y no el estado de la colectividad por los

fenómenos»7.

El punto de vista de Max Weber, en esta materia, se

aproxima al precedente. En Economía y Sociedad, este

autor hace una distinción, en efecto, entre la comuna-

lización, que define como el sentimiento subjetivo que

los participantes tienen de pertenecer a una misma co-

munidad, y la asociación, relación social basada en un

compromiso de intereses o en una coordinación moti-

vada racionalmente.

Para Weber la comunidad es el producto del senti-

miento subjetivo de constituir un todo que tienen los

individuos; a diferencia de la sociedad, que es el resul-

tado de la voluntad orientada por motivos racionales

que lleva a los individuos a unirse para alcanzar ciertos

4 DURKHEIM, Emile. op. cit (p.124/5).5 DURKHEIM, Emile. op. cit (p. 94).6 DURKHEIM, Emile. op. cit, p.146.7 ARON, Raymond. op. cit. 30.

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fines. En cualquier sociedad se encuentran mezclados

valores afectivos y fines sociales: la unidad de los sen-

timientos crean intereses y fines comunes, así como el

propósito de atender ciertos fines crea generalmente la-

zos afectivos.

Por ello es necesario destacar que la mayoría de las

relaciones sociales tienen, en parte, el carácter de una

comunalización y en parte de una asociación. Por ejem-

plo, una agrupación familiar depende al mismo tiem-

po de los dos, en forma muy variable. Los individuos

mismos deben orientar sus comportamientos los unos

hacia los otros. No hay automatismo alguno. Weber, so-

bre esta discusión, sostiene que hay comunidad cuando

la actitud en la acción social se basa en el sentimiento

subjetivo de los partícipes de construir un todo, mien-

tras que la sociedad se asume como una relación social

que descansa en un acuerdo o pacto racional, por de-

claración recíproca, donde la acción está orientada con

arreglo a valores y fines.

¿Quiénes somos?

Una canción de la artista Laurie Anderson cuenta la

historia de una ballena criada en un inmenso acuario.

Después de mucho tiempo, el animal consigue hablar

con sus cuidadores, y pregunta: «¿todos los océanos tie-

nen paredes?».

Preguntarnos por las relaciones entre comunidad y

sociedad implica también preguntarnos por nuestras

propias paredes, por nuestra identidad.

Sostiene el antropólogo Claude Levi-Strauss que «la

identidad es una especie de lugar virtual, el cual nos

resulta indispensable para referirnos y explicarnos un

cierto número de cosas, pero que no posee, en verdad,

una existencia real».

La identidad esta en relación con el universo que las

distintas culturas construyen, la articulación de un pa-

sado con un futuro, una organización del tiempo, y por

lo tanto toda identidad está constituida en torno a una

centralidad que no es uniforme, ni fija, ni cerrada, ni

última, provocando una constante reinterpretación so-

bre sus límites. La identidad se presenta como un signi-

ficante vacío ya que «...está estructurado en torno a un

lugar vacío que resulta de la imposibilidad de producir

un objeto que es, sin embargo, requerido por la siste-

maticidad del sistema»8.

La configuración de una identidad latinoamericana

emancipada de Europa comenzó en el Caribe en el si-

8 LACLAU, Ernesto (1996). Enmancipación y diferencia. Bs. As.: Ariel. p.76.

glo xviii, en Haití, y terminó también allí, con la inde-

pendencia de Cuba y Puerto Rico, en el siglo xix. Un

negro liberto, Toussaint Louverture, comenzó el largo

proceso de liberación de las colonias de la corona espa-

ñola. «Crece una flor roja, crece una flor imperdonable

negra bella como un haitiano», dijo de él el poeta Juan

Gelman.

Los nacidos en el continente se sentían unidos por

esa condición, haciendo que la idea de construcción del

Estado fuera en América Latina posterior a la de Na-

ción. La puja política entre americanistas, como Simón

Rodríguez; y positivistas, como Alberdi y Sarmiento,

signó esta etapa.

«Somos independientes, pero no libres; dueños del

suelo, pero no de nosotros mismos. Otras fuerzas que

empleamos para emanciparnos, debemos emplear para

libertarnos: las de la razón», sostenía Rodríguez, peda-

gogo de Simón Bolívar. Pero su posición, la de Bolívar,

la de Artigas, la de los caudillos del norte argentino, fue

excluida, no sin violencia. El modelo paraguayo, que

entre 1841 y 1870 construyó ferrocarriles, altos hornos

y telégrafos, sentó las bases de una marina mercante

y de una agricultura floreciente, fomentó la educación

y el desarrollo tecnológico, fue aplastado por la triple

alianza de Brasil, Uruguay y Argentina bajo el mandato

de la banca inglesa. «La guerra del Paraguay concluye

por la simple razón de que hemos muerto a todos los

paraguayos mayores de diez años», afirmó Sarmiento.

Entre la identidad y el espacio donde ésta se despliega

se constituye el «territorio» como mediador.

Durante la Edad Media, el espacio estaba formado por

una yuxtaposición de dominios: dominios divinos (cie-

lo corporal, cielo espiritual, cielo intelectual); dominios

geograficos-espirituales (tres continentes/religión); y

dominios señoriales (distribución de feudos).

Frente a la fragmentación del feudalismo, la moder-

nidad apela en un primer momento a la figura del prín-

cipe como unificadora (el territorio como expansión del

cuerpo del soberano), para posteriormente suprimirla y

convertir lo territorial en unitario, permitiendo la apari-

ción de la nación. En lo nacional, anclado al territorio, se

presentan el modo de producción capitalista, el Estado y

la guerra; a partir de un ordenamiento discursivo, de la

permanente fijación de sentidos, de la selección de rela-

tos, a fin de ir conformando ese lugar originario, que no

es el de la identidad, pero que pretende fundirse en él.

Construir la nación implica formar un sujeto «ciuda-

dano» y establecer una soberanía, tal como testimonia

la Declaración de los Derechos del Hombre: «…la fuen-

te de toda soberanía es esencialmente la nación; nadie,

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ningún individuo puede ejercer autoridad alguna que

no proceda en claros términos de ella»; y continúa: «…

los ciudadanos (…) son igualmente aptos para ocupar

cualquier cargo, puesto y empleo público, según su ca-

pacidad y sin otra distinción que la que establecen sus

virtudes y talentos»9.

Lo nacional crea al ciudadano, libre, consciente, un

ser autónomo con posibilidades de elegir su destino;

pero subordinado a la vez a intereses que lo trascien-

den, y que están dados por ese nuevo orden que lo es-

tructura.

Este nuevo sujeto deberá entonces desarrollar sus

«aptitudes». La educación brindará el marco necesario

para relocalizar los particularismos, provocando una

reterritorialización.

En la Argentina «…las masas populares que habían

sido constituidas como sujetos políticos mediante la in-

terpelación del discurso de la Revolución de Mayo de

1810, hicieron de la revolución y de la guerra un modo

de vida y un principio de sociabilidad.(…)La transfor-

mación operada a partir de masivas campañas de al-

fabetización llevadas a cabo por maestros normalistas

significó un viraje cultural sin precedentes; se logró ho-

mologar cultura a alfabetización»10.

Así como el lema político de la generación del 80 fue

«gobernar es poblar», su lema educacional será «alfabe-

tizar es dar cultura». La lecto-escritura, la escuela como

lugar de instrucción, el maestro como poseedor de la

verdad y la transmisión, actúan sobre la diferencia re-

cluyéndola a la marginalidad, e imponiendo la unifor-

mización y el orden. Estos elementos funcionan como

homogeneizadores de las particularidades culturales,

anulando las diversidades y creando una conciencia

colectiva del «ser nacional», a través de un imaginario

compartido.

La sanción en el año 1884 de la Ley de Educación Co-

mún 1420, que prescribe como obligatoria la educación

inicial, viene a representar en el marco legal este nuevo

ordenamiento.

Los Censos Oficiales dan cuenta de este proceso: en

1869 la población total era de 1.737.076, con 310.259

mayores de 6 años alfabetizados.

Hacia 1895 el total de habitantes correspondía a

3.954.911, con 1.479.704 mayores de 6 años alfabe-

tizados. Para 1914 la población era de 7.885.237, con

9 Citado en NISBET, Robert. La formación del pensamiento socio-lógico. Amorrortu. p.56.10 DE MIGUEL, Adriana (1997). «El normalismo como factor de integración cultural y los desafíos educativos de nuestro tiempo. En: Educación para la integración». Año 2-n° 2. Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos. p.73.

3.915.949 mayores de 6 años alfabetizados. La pobla-

ción urbana aumentó entre 1869 y 1914 del 28,6 al

52,7%. El número de extranjeros varió de un 12,1% del

total de habitantes en 1869 a 29,9% en 1914.

Podemos establecer entonces una equivalencia entre

identidad y nación, ya que la nación representaría otra

totalidad ausente, un lugar mítico cargado de símbolos,

representaciones, campañas, reglas; y que tendrá por

manifestación instituciones como las fechas patrias, la

bandera, el himno, los próceres, y la lengua, posibili-

tando la aglutinación de las distintas identidades que se

asentaban sobre el territorio argentino.

La idea de lo nacional propone un modelo de articu-

lación social, a partir de los aparatos ideológicos que

despliega. Aparece así como un lugar de posibilidad

conclusiva de la imposibilidad de la sociedad, ya que

conjugando el infinito juego de diferencias, propone

lugares y nomina, distribuye saberes y riquezas, ejerce

violencia simbólica y física.

Triunfante sobre las posibilidades de desarrollo autó-

nomo se impuso la tradición iluminista europea, que

sostenía que en América no existía pensamiento pro-

pio, y había entonces que importarlo. «Necesitamos a

todo trance, por todos los medios, aumentar nuestra po-

blación. Necesitamos brazos, brazos y más brazos para

precipitar nuestro engrandecimiento…», escribía años

después Julio Argentino Roca.

Hacia 1895 el total de habitantes era de casi cuatro

millones, y llegó en 1914 a prácticamente el doble.

«Como lógico corolario de esta perspectiva de pros-

peridad y progreso, en la que predomina un criterio de

previsión por sobre las idealidades del anhelo patrióti-

co, veo la Nación en las culminaciones de su evolución

total, fuerte y grande por su poder y su civilización en

marcha hacia el ideal de sus destinos históricos», pro-

clamaba Figueroa Alcorta en 1910.

Y en lo nacional confluirán diferentes relatos, a fin de

ir conformando ese lugar originario, que pretende ser

el de la identidad. Pero el centenario de la revolución de

mayo enterró con sus faustos a la oligarquía que había

instalado a la Argentina como una de las naciones so-

bre el globo. Aparecen en escena nuevos protagonistas,

y la clase media, nacida de los hijos de inmigrantes, se

impondría luego con Yrigoyen, pateando el tablero polí-

tico. Fin de una época y principio de otra.

¿Comunitarios o globalizados?

Hoy, en un nuevo milenio y cerca de un nuevo cente-

nario, la situación es otra vez compleja. Por un lado,

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el país parece a punto de estallar en fragmentos por el

espacio, los conflictos sociales se encadenan sin inte-

rrupción, y el sistema político no parece dar cuenta a

los reclamos que se suceden. Por el otro, la certidumbre

respecto a una posición de sujeto dada por la identidad,

el territorio y la nación está puesta en crisis por los pro-

cesos de regionalización y globalización.

Siguiendo al sociólogo francés Edgar Morin, podría-

mos decir que todas las sociedades creen que sus mode-

los son perpetuos11. Sin embargo, afirma, el siglo xx ha

derruido totalmente la predictividad del futuro como

extrapolación del presente y ha introducido vitalmente

la incertidumbre sobre nuestro futuro, ya que la histo-

ria avanza por atajos y desviaciones, y todo ello obede-

ce en gran medida al azar o a factores impredecibles.

Por lo tanto, «existen algunos núcleos de certeza, pero

son muy reducidos. Navegamos en un océano de incer-

tidumbres en el que hay algunos archipiélagos de cer-

tezas, no viceversa».

Podríamos decir que hoy lo nacional se diluye frente

a nuevos localismos, y es desde lo local que se produce

la convergencia en lo regional-global. Pero, siguiendo

al antropólogo Renato Ortiz, podemos pensar en tres

espacios de transversalidad: uno dado por las particu-

laridades históricas de cada localismo; otro por la his-

toria de lo nacional, que atraviesa y resignifica lo local;

y el tercero por la regionalización, que actúa junto a los

otros y provoca nuevos desplazamientos de sentido.

Todo este proceso se mantiene en una tensión entre lo

singular y lo diverso, lo particular y lo universal, permi-

tiendo a la vez sedimentaciones y rupturas.

«Una primera implicación de la idea de tranversali-

dad está en la constitución de “territorialidades” des-

vinculadas del medio físico. Si se toma el vector de la

mundialización en su articulación interna, es posible

discernir un conjunto de reajustes espaciales que ya no

se circunscriben a los límites de la nación o las loca-

lidades. El modo de vida de varios grupos sociales es

hoy, en buena medida, desterritorializado. (…)Algunos

comportamientos, en relación con el consumo y la ma-

nera de organización de la vida, son análogos en Tokio,

París, Nueva York, San Pablo y Londres. (…) El cine, los

mass-media, la publicidad, la televisión, confirman esa

tendencia. Por eso mismo, tal vez, la insistencia en ha-

11 Nombra al Imperio Romano, que fue tan dilatado en el tiem-po, como paradigma de esta seguridad de pervivir. Sin embargo, como todos los imperios anteriores y posteriores, el musulmán, el bizantino, el austrohúngaro y el soviético, cayó y hasta hoy la cultura occidental trata de explicar la caída de Roma y continua refiriéndose a la época romana como una época ideal a recuperar. Ver MORIN, Edgar (2001). Los siete saberes necesarios para la edu-cación del futuro. Argentina: Nueva Visión.

blar de “espacio” publicitario, mediático y, más recien-

temente, ciberespacio. En todos los casos está claro: los

mensajes, los símbolos, en fin, la cultura, circulan libre-

mente en redes desconectadas de este o aquel lugar»12.

A partir del desarrollo de las telecomunicaciones y

la descentralización de la producción capitalista, la re-

lación espacio/tiempo sobre la cual se asentaban las

identidades se ha transformado aceleradamente. La re-

estructuración del espacio, la preeminencia de la au-

sencia sobre la presencia, ha organizado territorios des-

centrados. No hay dirección, sino puras ramificaciones.

A la vez los Estados Nacionales fueron erosionados

por fuerzas transnacionales, que por poseer esta carac-

terística no se encuentran bajo la órbita de ninguna re-

gulación local. No tienen domicilio, ni control, ni uni-

dad. La mayoría de las funciones que se consideraban la

razón de ser de las burocracias estatales nacionales han

quedado reducidas al poder de policía sobre el territorio

y la población, convirtiéndose en ejecutores de las leyes

y preceptos de los grupos financieros globales.

«Al separar la economía de la política, al eximirla de

la intervención reguladora de esta última, lo cual re-

dunda en su pérdida de poder como agencia eficaz, se

produce algo mucho más profundo que un cambio en

la distribución del poder social. Como dice Claus Offe,

la agencia política como tal —“la capacidad de tomar

decisiones colectivas vinculantes y llevarlas a cabo”—

está en tela de juicio. (…) Desde “que las fronteras se

volvieron porosas (…) las soberanías se han vuelto no-

minales; el poder, anónimo, y su posición, vacía”»13.

Como efecto de ello, muchos de los atributos de lo na-

cional funcionan hoy como una repetición sin sentido,

sostenidos en un discurso desprovisto de ritualización,

ya que el conjunto de prácticas con el que interactuaba

se ha modificado irremediablemente y transformando

de manera profunda los lazos sociales.

Podemos decir que «…ningún agregado de seres hu-

manos se experimenta como “comunidad” si no está

“estrechamente entretejido” a partir de las biografías

compartidas a lo largo de una larga historia y de una

expectativa todavía más larga de interacción frecuente

e intensa»14.

La formalización y organización del conocimien-

to propuesta por los Estados Nacionales está en crisis

frente a la distribución de saberes propuesta por los

12 ORTIz, Renato (1996). Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo. Universidad Nacional de Quilmes. p. 62-63.13 BAUMAN, zygmunt (1999). La globalización. Consecuencias Humanas. Bs. As.: fce. p. 92.14 BAUMAN, zygmunt (2003). Comunidad. En busca de seguri-dad en un mundo hostil. Madrid: Siglo xxi. p. 59.

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Lo global y lo local

13

medios de comunicación, que dominan la nueva espa-

cialidad de los procesos de regionalización, y en los que

nuestra subjetividad, nuestros modos de percepción y

relación, son afectados. Frente a esto, la educación y los

sistemas de enseñanza deben repensarse dentro de la

circulación de los signos y sus estructuras técnicas de

transmisión. Pensar la educación como posibilidad de

integración implica la inclusión de lo singular, no ya

para su exclusión u homogeneización, sino como reco-

nocimiento de lo heterogéneo y de lo plural. Se trata de

comenzar a pensar, como plantea Giorgio Agamben15,

no en un nuevo sujeto universal; ni en el individuo en

cuanto comprendido en una serie, sino en la singulari-

dad en cuanto singularidad cual sea, el ser tal que, sea

cual sea, importe; porque «…este término contiene ya

desde siempre un reenvío a la voluntad (…): el ser cual-

se-quiera está en relación original con el deseo».

Y la posibilidad de enunciar lo particular aparece

como resultante de la imposibilidad de enunciar una to-

talidad que lo abarque. La referencias de los sujetos en

torno a estructuras totalizantes (el Estado, la Nación, la

comunidad, la familia) parecen desaparecer, mostran-

do la contingencia y precariedad de esas instituciones.

Desde esta perspectiva, tampoco podemos suponer lo

particular constituido como puras «posiciones de suje-

to», ya que se trata de renunciar a cualquier subordina-

ción a un centro que provee a sus elementos de sentido.

No hay posiciones, porque no hay un único lugar sobre

el que esas posiciones rotarían.

Comunidad, sociedad y redes sociales

Los esfuerzos teóricos de los clásicos nos sirven enton-

ces para preguntarnos respecto a las nuevas formas de asociación, sobre las que en las últimas décadas se ha

empezado a reflexionar, y que incluyen desde grupos

de sociabilidad a grupos con objetivos establecidos que

interactúan por medio de las comunicaciones electróni-

cas, tales como los teléfonos e internet.

Al respecto, registra García Canclini: «La historia re-

ciente de América Latina sugiere que, si existe aún algo

así como un deseo de comunidad, se deposita cada vez

menos en entidades macrosociales como la nación o la

clase, y en cambio se dirige a grupos religiosos, con-

glomerados deportivos, solidaridades generacionales

y aficiones massmediáticas. Un rasgo común de estas

comunidades atomizadas es que se nuclean en torno a

15 AGAMBEN, Giorgio (1996). La comunidad que viene. España: Pre-Textos. p.9.

consumos simbólicos más que en relación con procesos

productivos».

La cuestión que plantea García Canclini conlleva a

pensar en la existencia de nuevas formas de organiza-

ción cercanas al sentido comunitario convocadas ellas

por móviles, afinidades y significaciones diversas y des-

territorializadas. Está presente también lo imaginario

o mejor dicho las comunidades imaginarias, entendi-

das como escenas de evasión y en otros casos circuitos

donde se rehacen los vínculos sociales rotos por la di-

seminación urbana o deslegitimados por la pérdida de

autoridad de los partidos y de las iglesias.

Estas nuevas formas de asociación presentan algunas

de las siguientes características:

Son efímeras. Se dan bajo la suposición de que no π

existe un compromiso permanente de asociación.

Son voluntarias. π

Sus objetivos cambian constantemente; pueden ir π

desde la sociabilidad hasta la identificación de un ob-

jetivo particular y la determinación de procedimientos

para alcanzarlos.

Su composición (número de miembros, objetivos, π

estructura) es heterogénea y constantemente cambiante.

Tienen una estructura jerárquica que se basa en la π

toma voluntaria de posiciones o roles dentro de cada

grupo.

Frecuentemente están mediadas por la tecnología π

comunicacional, de la que tienen una fuerte dependen-

cia (correo, mensajería, periódicos, teléfonos, faxes, ra-

dios de onda corta, radio y televisión, internet).

Las ideas sobre comunidad de Tönnies o de bienes-

tar asociadas con el Estado-Nación parecen no resultar

suficientes para conceptualizar este tipo de agrupacio-

nes. Estas se caracterizan por su carácter fluido, rela-

tivamente fugaz y al mismo tiempo efectivo. En la ac-

tualidad, se ha comenzado a caracterizar estas nuevas

formas de sociabilidad y solidaridad, que pueden darse

en base a la cercanía territorial o a los medios de comu-

nicación electrónica (teléfono, radio, televisión y sobre

todo internet), como tribus, comunidades virtuales o

redes.

Estos tipos de asociación «efímera», dados sobre todo

por medio de tecnologías de la comunicación, en los

que no existe (aunque pueda llegar a existir) un con-

tacto cara a cara escapan parece ser a las categorías de

comunidad y «contrato» o «sociedad» en sus versiones

del pensamiento sociológico clásico. Tampoco son for-

mas de contrato o de asociación motivada solamente

por el interés personal en las que cada quien quisiera

sacar más provecho que las otras, sino que se dan en

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Desdeelfondo N° 44

14

base a un genuino deseo de comunicación. Esta volun-

tad de comunicación, sin embargo no excluye el reco-

nocimiento de jerarquías, las diferencias de acceso a la

tecnología, a distintas bases de conocimiento y a dis-

tintas historias personales en general. En este sentido

estas son relaciones que no se basan en lo igual sino en la diferencia.

La diversidad de antagonismos, a partir de la emer-

gencia de estos movimientos sociales que no adoptan

las formas tradicionales (ya que se presentan como gru-

pos que ocupan distintas actividades e intereses ocu-

pacionales diversos), anuncian la producción de nue-

vas subjetividades atravesadas por la expansión de las

relaciones capitalistas a todos los campos de lo social;

haciendo que tanto en el espacio de lo íntimo como de

lo colectivo sea imposible escapar a su presencia. Por

ello, las disputas por un lugar para vivir o producir, el

acceso a los servicios públicos de una ciudad o el reco-

nocimiento de las particularidades culturales, pueden

constituirse en terreno de lucha contra las desigualda-

des y presentarse como reclamos sociales. Esto plantea

una permanente tensión entre el sistema de la política y

la construcción de lo político que realizan estas organi-

zaciones. Tensión en tanto la lucha de los movimientos

sólo puede ser efectiva si consigue afectar a las insti-

tuciones políticas, pero sin institucionalizarse. Los re-

clamos deben efectuarse —a la vez— como si fueran

negociables y como no negociables, mientras se vive el

riesgo de la cristalización de su potencial político.

Estas formas de asociación están basadas en la diso-

ciación del territorio con las personas que viven en él,

y en general en la disociación de las personas con un

territorio dado. Son, por tanto, comunidades desterri-

torializadas, puesto que los límites del grupo y los lí-

mites del territorio no son vistos como necesariamente

correspondientes.

En tercer lugar, es importante resaltar que estas aso-

ciaciones tienen poca o ninguna relación con comu-

nidades utópicas en las que todos los elementos son

iguales. Es posible que pequeños grupos puedan ser

formados por personas que tienen algo en común, pero

ni las personas ni los grupos que se encuentran en in-

ternet, o las personas que participan en redes de ongs

son todas iguales. En las ongs, tanto la membresía

como los objetivos tienen que cambiar constantemen-

te, de acuerdo con las prioridades de las fundaciones

que les apoyan. Las redes internacionales de activistas

también son grupos voluntarios unidos por una causa

común. Su membresía, tácticas y recursos, sin embar-

go, varían con el tiempo porque el clima político y la

situación socioeconómica de quienes integran las redes

también varían constantemente. Igualmente, los gru-

pos de chat, de discusión y de juego que se forman en

internet son fluídos e inestables, y no son nunca de ac-

ceso universal, ya que sigue siendo en países de altos

ingresos, como los Estados Unidos, Canadá, la Comu-

nidad Europea y Japón donde un mayor porcentaje de la

población tiene acceso cotidiano a computadoras y en

particular a internet.

Al respecto, la investigadora Naomi Klein, autora del

libro No Logo, sostiene: «He comparado la estructura

del movimiento anti-trasnacional con Internet (antes de

su centralización y corporativización): es una telaraña,

y el trabajo de teoría que necesita hacerse consiste en

no sólo decir que nos podemos encontrar en tal esquina

para hacer una protesta, sino en verdaderamente traba-

jar para identificar cuáles son los hilos de la telaraña,

qué significan, cuáles son sus conexiones verdaderas, y

cuál es la conexión entre la militarización en el mundo

y la represión aquí en casa»16.

Estas «telarañas» señalan la disolución del concepto

tradicional de ciudadanía, así como de los espacios de

articulación democrática en la toma de decisiones, a la

vez que dan cuenta de lo social constituido por sujetos

múltiples y contradictorios, enlazados en sus relaciones

sociales y miembros de «comunidades diversas».

¿Objetos o sujetos de la historia?

Esto lleva a pensar en la relación entre el objeto/histo-

ria y el sujeto/histórico: ¿es posible pensar en la histo-

ria constituida como forma absoluta y trascendente, y a

la vez situarla discursiva y prácticamente; sin suponer

que el sujeto capaz de encontrarse en su curso es tam-

bién un universal prefijado en las determinaciones de

este recorrido sin fisuras? El abandonar esta relación

significa pensar que la distinción objeto/sujeto señala

la imposibilidad de la constitución de sus términos, ya

que como sujeto no se puede ser portador de una con-

ciencia absoluta, y esta propia imposibilidad provee al

objeto de subjetividad. «Eso» que aparece como pura-

mente ajeno, es ajeno en tanto no puede ser aprehen-

dido en su totalidad; ese pleno/vacío a ser colmado, es

imposible de ser colmado. Es como si pensáramos en

un juego de tá-té-tí infinito, que permita siempre agre-

16 Extractos de la conversación que sostuvo la investigadora y activista Naomi Klein, autora del libro No Logo (No al logotipo), con Sheri Herndon, del Independent Media Center (Centro de Medios Independientes), el 28 de agosto de 2000, sobre el movi-miento antiglobalización. La entrevista es difundida en la página www.indymedia.org

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Lo global y lo local

15

gar nuevas marcas sobre el tablero, y a la vez el tablero

se expande en tanto agregamos marcas.

La aparición de lo que denominamos nuevos movi-

mientos sociales y las formas de luchas que estos pro-

ponen han sido posibles a partir de la disolución de los

universales objeto/sujeto, y esto lleva a reflexionar so-

bre algunas características de esta configuración.

Anthony Giddens define a un movimiento social

«como un intento colectivo de promover un interés co-

mún, o de asegurar un objetivo compartido, mediante

la acción colectiva en el exterior de la esfera de las insti-

tuciones establecidas. (…) Algunos movimientos llevan

a cabo sus actividades dentro de las leyes de la sociedad

o sociedades en las que existen, mientras que otros ope-

ran como grupos ilegales o clandestinos. Con frecuen-

cia, desde luego, las leyes se modifican, parcial o total-

mente, como resultado de la acción de los movimientos

sociales»17. Esta definición plantea algunos interrogan-

tes. Por un lado: ¿es posible pensar lo particular úni-

camente a partir de una relación diferencial respecto

a lo universal?; y por el otro: ¿como la dicotomía entre

objeto/sujeto proporciona una articulación con un uni-

versal que establezca un compromiso político?

Al respecto, siguiendo a Ernesto Laclau, podemos se-

ñalar algunas formas históricas que establecen relacio-

nes entre lo universal y lo particular:

La propuesta de la filosofía antigua clásica: hay una a)

separación entre lo universal y lo particular, y el primer

término puede ser aprehendido en su totalidad por la

razón. Por ello no hay posibilidad de articulación entre

ambos, ya que lo particular corrompería lo universal.

La función positiva de lo particular es realizar en sí lo

universal, o bien puede actuar negativamente afirman-

do su condición de forma corrupta e irracional.

La propuesta del cristianismo: lo total corresponde b)

a Dios, no siendo asequible a la conciencia, por lo que lo

universal se presenta como sucesos de una serie esca-

tológica que se conoce a través de la revelación divina.

El hombre no sabe sobre su destino ni el del universo,

y sólo lo presiente a partir de las señales de Dios que

se materializan. Esto establece una división entre lo

esencial-universal (incognocible) y lo finito-particular

(encarnación), y entre ambas esferas no hay ninguna

conexión racional. Esto supone que habría un «agente

privilegiado» que portaría la universalidad, trascenden-

te a la forma en la que se encarna.

La propuesta de la modernidad: Dios es reempla-c)

zado por la Razón como garante universal de lo exis-

17 GIDDENS, Anthony (1991). Sociología. España: Gedisa. p.678.

tente, necesitando establecerse una transparencia en la

relación universal-particular, y por lo tanto, postulando

un particular que sea en sí y para sí lo universal. El Ilu-

minismo auguraba la institución de un futuro racional,

dejando atrás un pasado lleno de errores, perspectiva

que en Marx tendrá su última etapa, al determinar a

la clase obrera como el sujeto en el que se anularían la

particularidad y la universalidad.

La propuesta del marxismo: en cuyo discurso se d)

retoma la lógica cristiana. Tanto Europa, como la clase

obrera, serán la encarnación de los intereses humanos

universales. Pero la función universal del proletariado

y sus reclamos particulares, son mediados por la acción

del partido, garante del sentido objetivo de toda acción,

y órgano rector respecto a las falsas representaciones

que se aparecen.

Estas formaciones permiten apreciar que lo universal

se presentó como la acción de dominio de un particular,

siendo irresoluble la tensión entre ambos; pero parece-

ría que hoy existen únicamente multiplicidad de parti-

cularismos, y que lo universal ha perdido validez. Esto

hace suponer que cualquier particularismo es igual-

mente y que las relaciones de poder estarían ausentes,

ya que cada forma sería diferencial y no antagónica.

Esto significaría que la existencia de un grupo no ten-

dría relaciones de subordinación, exclusión, coopera-

ción o dominio con respecto a otro, y que su existencia

estaría garantizada por su «esencia» particular.

Esto no es así, ya que «…si la particularidad se afirma

a sí misma como mera particularidad, en una relación

puramente diferencial con otras particularidades, está

sancionando el statu quo en la relación de poder entre

los grupos»18. Esto lleva a pensar en comunidades ais-

ladas unas con respecto a otras, retomando las teorías

organicistas de lo social, y estableciendo la autogenera-

ción de los grupos y su plena autonomía.

Lo que se desprende de esto es que lo particular no

puede enunciarse sin relación a una totalidad de la que

se distingue, y que este acto da forma a lo total (que

puede ser únicamente visto a través de ese efecto políti-

co); y toda posibilidad de modificación de esa totalidad

incluye la modificación de lo particular. Las luchas con-

tra un sistema de poder se dan dentro de ese sistema,

que es a la vez lo que imposibilita esas luchas. Y de pro-

ducirse, la victoria contra el sistema configura nuevos

sentidos en las luchas que venían dándose.

Esta tensión antagónica es lo que constituye todo

particular; y de anularse, mediante la plena realización

18 LACLAU, Ernesto (1996). Emancipación y diferencia. Bs. As.: Ariel. p.54.

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Desdeelfondo N° 44

16

de su identidad, sólo puede darse como un nuevo uni-

versal. Y por el contrario, si quedan siempre restos de

ese particular sin encontrar satisfacer totalmente sus

demandas, estas únicamente pueden formularse como

principios y reivindicaciones de universalidad que se

comparten con el resto de la sociedad.

Lo universal se presenta entonces como la sutura de

la falta particular, un horizonte utópico que recompone

provisoriamente una identidad dislocada.

Podemos recordar que «Es cierto que la “sociedad”

fue siempre una entidad imaginada, que nunca fue po-

sible experimentar en su totalidad; no hace tanto tiem-

po, sin embargo, su imagen era la de comunidad que

“cuidaba y compartía”. Gracias a medidas asistenciales

consideradas como un derecho innato del ciudadano y

no como una caritativa limosna a los menos capaces,

inválidos o indolentes, esa imagen irradiaba una recon-

fortante confianza en un seguro colectivo frente a la

desgracia individual»19.

Y en el plano de lo político, esto implicaría dejar de

lado la construcción de identidades diferenciales sin

plantear a la vez la articulación con lo universal. La lógi-

ca binaria amo-esclavo, opresor-oprimido, no permite

más que una figura unitaria, donde la propia diferencia

es clave de la identidad con respecto al otro, y por lo tan-

to toda afirmación identitaria es afirmación de la iden-

tidad del otro. Ello implicaría un campo de negociación

instalado en la tensión antagónica misma: el otro ya no

es un enemigo, sino un adversario que permite la trans-

formación de las formas de su presencia. Lo universal

se desidementa y aparece el propio principio de cierre

como operación política: se puede pensar a la democra-

cia como forma de representación de la burguesía, pero

también se puede decir que esta relación es una produc-

ción contingente y que lo político puede transformarla,

ampliando los límites que esta forma propone.

«Si las luchas de los nuevos actores sociales mues-

tran que las prácticas concretas de nuestra sociedad

restringen el universalismo de nuestros ideales políti-

cos a sectores limitados de la población, resulta posible

retener la dimensión universal al mismo tiempo que se

amplían las esferas de su aplicación —lo que, a su vez,

redefine los contenidos concretos de esa universalidad.

19 BAUMAN, zygmunt (2003). Comunidad. En busca de seguri-dad en un mundo hostil. Madrid: Siglo xxi. p.132.

A través de este proceso el universalismo, en tanto hori-

zonte, se expande, a la vez que rompe su ligazón nece-

saria con todo contenido particular»20.

Pero si lo universal no tiene un contenido concreto,

sino que es posible a partir de la construcción que de

él hacen los particulares que denuncian su ausencia;

la condición de su existencia es su asimetría constante

con lo pleno. Renunciar a este antagonismo supondría

que se ha encontrado la esencia de la sociedad, su po-

sibilidad de realización última, terminando con lo polí-

tico, porque es esa diferencia insalvable entre particu-

larismo y universalismo, lo que lo hace posible. Es esa

imposibilidad permanente, o la posibilidad provisoria,

de la sociedad de instituirse como tal, lo que produce

significados temporarios producto de la lucha política,

y que permiten la interacción democrática.

Deberíamos tomar en cuenta que «entre las totalida-

des imaginadas a las que la gente fue capaz de creer

que pertenecía y en las que creían que podían buscar

(y tener la esperanza de encontrar) refugio, se abre un

vacío en el lugar que en otro momento ocupó la “socie-

dad”. En otro momento, ese término equivalía al estado,

armado de los medios de compulsión y con poderosos

instrumentos para rectificar al menos las injusticias so-

ciales más clamorosas. Este tipo de estado esta desapa-

reciendo del horizonte»21.

Pensar entonces hoy la posibilidad de integración en

una «nueva» comunidad implica la inclusión de lo sin-

gular, no ya para su exclusión u homogeneización, sino

como reconocimiento de lo heterogéneo y de lo plural.

Se trata de comenzar a pensar, no en un nuevo sujeto

universal, ni en el individuo comprendido en una serie,

sino en la singularidad en cuanto singularidad, y que

«Huasos, chinos, bárbaros, gauchos, cholos, huachi-

nangos, negros, prietos, jentiles, serranos, calentanos,

indígenas, gente de color y de ruana, morenos, mulatos

y zambos, blancos porfiados y patas amarillas, y una

chusma de cruzados, tercerones, cuarterones, quinte-

rones, salta atrás», como deseaba Simón Rodríguez,

importen.

20 LACLAU, Ernesto (1996). Emancipación y diferencia. Bs. As.: Ariel. p.67.21 BAUMAN, zygmunt (2003). Comunidad. En busca de seguri-dad en un mundo hostil. Madrid: Siglo xxi. p.133.

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Aporte universitario para el desarrollo local y la economía social. Experiencias de la facultad de ciencias económicas–UNERProf. Oscar Gerardo Barbosa

Este trabajo tiene por finalidad describir y hacer conocer la experiencia desarrollada en la Facultad de Ciencias Económi-

cas de Paraná (Entre Ríos) de la Universidad Nacional de Entre Ríos en apoyo al desarrollo de la economía social en la

escala local y regional. Desde 1999 a la fecha, un pequeño equipo de docentes y alumnos cumple una labor de docencia,

investigación, y servicios solidarios a la economía social y la sociedad civil.

En este proceso creemos haber alcanzado un cierto acercamiento con la trama de actores que en el nivel local y regional

participan del sector de la economía social.

El contexto social local

La Pobreza y la exclusión social, irrumpieron con fuerza

en nuestro país en particular en el primer quinquenio

de la década de los noventa, a partir de los procesos de

reestructuración y ajuste en las actividades productivas

y en el Estado que lo caracterizaron1 . Estas cuestiones

reflejan los modos de inserción de la economía nacional

dentro del proceso de Globalización hegemónica, sus re-

glas de juego y marcos regulatorios. También la capacidad

de respuesta y estrategias que se dan los actores socia-

les y políticos, los estados y los sistemas productivos lo-

cales en cada momento histórico frente a estos desafíos

(Ferrer, 1999).

Para el Aglomerado Gran Paraná, la población por

debajo de la línea de pobreza que estima el Instituto

Nacional de Estadística y Censo (indec) a través de la

Encuesta Permanente de Hogares (eph) llegaba a fines

del 2001 al 50 %. Este mismo indicador a fines del 2005

alcanzó un valor de 36,7 %, lo que significó una impor-

tante reducción2 .

1 Cabe señalar que los problemas de desempleo y subempleo ya se manifiestan en Argentina desde mediados de la década de los ochenta. Ver: Monza, Alfredo, 1995.2 Encuesta Permanente de Hogares (eph), indec.(www.indec.gov.ar).

Los indicadores de desempleo y subempleo (acumu-

lados) que nos aporta la eph para el aglomerado Gran

Paraná, también muestran una tendencia favorable.

Entre el 2001 (año de salida de la convertibilidad) y el

segundo semestre del 2005 hay en estos indicadores,

una disminución del 51%, pasando de 34,2 % a 17,6 %.

Sin embargo, la desocupación sigue teniendo una

gran gravitación y representa dentro de la fuerza laboral

local en el 2005 alrededor de 18.000 personas.

Si al sector de la población (desocupada y subocu-

pada) adicionamos la población encuadrada en la eph

como ocupados cuentapropistas (una aproximación al

sistema de economía informal urbana), el Aglomerado

Gran Paraná tiene en el segundo semestre del 2005,

aproximadamente 37.000 personas (un tercio de la po-

blación económicamente activa) con problemas absolu-

tos o relativos de empleo3.

Economía social y Economía del Trabajo

Existe un gran desconocimiento de las posibilidades de

la economía social como factor transformador de la eco-

nomía y como una de las estrategias más importantes

3 De acuerdo a estimaciones de la eph hacia fines del 2005 la po-blación total del Aglomerado superaba las 260.000 personas y la población económicamente activa las 101.000 personas.

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Lo global y lo local

19

para solucionar la cuestión de la pobreza. Tradicional-

mente se considera que: «la economía social agrupa acti-

vidades económicas ejercidas por sociedades, principal-

mente cooperativas, mutualidades y asociaciones cuya

ética se traduce en los siguientes principios: a) finalidad

de servicio a los miembros o a la colectividad en lugar

de beneficio, b) autonomía de gestión, c) procesos de

decisión democrática, d) primacía de las personas y del

trabajo sobre el capital en el reparto de los beneficios»

(Defourny, J.; Develtere, P.; Fonteneau, B., 2001, 57).

Estos conceptos no tienen en cuenta que una de las

particularidades en la economía de los países periféri-

cos es la presencia de un sector de economía informal

que canaliza necesidades de subsistencia de un impor-

tante sector de la población hacia diversas formas de

trabajos productivos de baja productividad o no pro-

ductivos y que actúan a modo de trabajo «inventado»,

producto de una insuficiente demanda empresarial de empleo frente a la oferta laboral de la población (Car-

bonetto, 1997). Esto es una cuestión estructural que,

como sostenemos en las conclusiones, sólo podrá resol-verse en el marco de una economía plural.

Desde un punto de vista más amplio consideramos

como economía social tanto las expresiones formales

de ésta, (anteriormente caracterizada) como las diver-

sas formas individuales, grupales, asociativas, pre- coo-

perativas, registradas y no registradas creadas por los

trabajadores y las familias (Coraggio, 2003).

Algunos autores perciben la aparición de nuevas for-

mas de economía social (u Economía de solidaridad),

hacia fines de la década de los setenta, en los países en

vías de desarrollo (Sanyal, B., 2001). Razeto, hacia la

década de los ochenta, introduce los conceptos de eco-

nomía popular: iniciativas, experiencias de sectores po-

pulares marginados sea de la economía formal privada

o de la actividad estatal que sirve a éstos para obtener

sus ingresos y satisfacer sus necesidades (Razeto, 1988,

1990). Todas estas cuestiones están recibiendo más re-

cientemente una especial atención, particularmente a

partir de percibirse la exclusión social manifiesta del

modelo de Globalización hegemónica4.

No obstante sus avances, la «Economía Popular», en

la actualidad, es (en buena medida) todavía un conjunto

inorgánico de actividades realizadas por trabajadores (ex-

4 Por ejemplo, el ii Encuentro Internacional sobre Globaliza-ción de la Solidaridad, Quebec Octubre de 2001; el Encuentro Internacional de Lima de 1998, sobre Economía Solidaria y Co-operación Norte-Sur; la Reunión Mundial Río Cooperativo 2000, promovida por la aci; el Foro Social Mundial de Porto Alegre de Enero del 2002, que desarrolló un ciclo especial de conferencias y debates sobre « La economía Solidaria: Un modelo renovado de desarrollo».

cluidos y subordinados), que para ser una respuesta real

y efectiva a la pobreza y la exclusión debe transformar-

se en un subsistema económico orgánicamente articulado

(Economía del trabajo posible); para ello la Economía

de Solidaridad debe estar abierta a la experimentación

sistematizando y aprendiendo de cada una de las mis-

mas, superar la fragmentación mediante la articulación,

el aislamiento mediante la asociación, la acción reacti-

va y defensiva mediante una acción programática que

de respuesta a la emergencia pero creando condiciones

para otra globalización (Coraggio, 2003).

En Argentina, especialmente hacia fines de la década

de los noventa se inicia un proceso en que las cooperativas

(como parte del sector mipyme) son afectadas por las con-

diciones macroeconómicas (convertibilidad, apertura, des-

regulación comercial y financiera) (Barbosa O.; Grippo R.,

2005). En el mismo tiempo histórico, nuevas cooperativas,

particularmente de trabajo y producción, se constituyen en

las ciudades más industrializadas, buscando mantener las

fuentes de trabajo, en circunstancias diversas pero gene-

ralmente conflictivas (empresas recuperadas) (Magnani,

2003). En otros casos sectores más pobres de la sociedad,

sea del campo como la en las ciudades, en forma autónoma

o alentada por sectores y organizaciones de la sociedad ci-

vil, constituyen grupos asociativos, cooperativas, pre-coope-

rativas (cooperativas informales) que agrupan a pequeños

productores, trabajadores desempleados, y que buscan me-

diante las mismas, integrarse a la actividad productiva, a

los circuitos de producción, comercialización y satisfacción

de necesidades (de vivienda por ejemplo).

A partir del 2004 los Ministerios de Desarrollo Social

y de Planificación Federal y Viviendas de nuestro país,

dan un impulso particular a la formación de grupos

asociativos y cooperativos como estrategia para la ge-

neración de puestos de trabajo mediante el Plan Manos

a la Obra (Ministerio de Desarrollo Social) y la cons-

trucción de Obras de Infraestructura social y comuni-

taria y Viviendas en convenio con los municipios. Ello

se concreta hasta mediados del 2006 en la creación de

oportunidades para 13.665 trabajadores y 911 coopera-

tivas de trabajo; además de ello el Programa Manos a la

Obra a financiado más de 15.000 unidades productivas

con una inversión de 171 millones de pesos 5. En Entre

Ríos entre 2004-2006 han sido creadas alrededor de

130 cooperativas de trabajo.

5 «Rendimos cuentas» 2005-2006, mds (www.desarrollosocial.gov.ar); (www.obraspúblicas.gov.ar)

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Desdeelfondo N° 44

20

Relaciones entre Economía Social y Desarrollo Local

La emergencia de las nuevas tecnologías de la informa-

ción y comunicación, los nuevos patrones de organiza-

ción industrial, las nuevas condiciones políticas de la

globalización, el accionar de las empresas mundiales,

la aparición de regiones «ganadoras» y otras «perdedo-

ras» pusieron en evidencia la importancia de lo territo-rial y local. Las empresas que se destacan en la compe-

tencia mundial adquirieron capacidad competitiva y se

expandieron primero en su región, es decir en su base territorial nacional (Porter, 1994).

Hay una revalorización de las capacidades locales de

iniciativa, del rol de la sociedad civil local y el reconoci-

miento de que la competitividad no se agota en lo mi-

croeconomía de las firmas, sino que por el contrario,

la competitividad de las mipymes y el desarrollo local demanda un sistema de innovación desplegado territo-

rialmente en lo local y sectorial (Alburquerque, 2004); la

cooperación entre instituciones y actores resulta clave y

el funcionamiento en red imprescindible para multipli-

car las posibilidades de crecimiento y empleo de la eco-

nomía territorial (Boscherini, F.; Poma,L., 2000). En

este proceso interesa no sólo la capacidad para mejorar,

innovar, «aprender» (incorporar creativamente) nuevas

prácticas productivas; también la capacidad de incorpo-

rar y desarrollar innovaciones en el plano social y cultu-

ral. En este proceso la calidad de las instituciones de la

sociedad civil, el grado de organización de los sectores

de la producción y del trabajo y del Estado cumplen un

rol similar a la levadura en el pan.

Es en este contexto donde podemos percibir las po-

sibilidades de una nueva economía social, que como

nunca se consolide en sus principios y valores: la edu-

cación popular, la cooperación, la democracia de fines y

medios, la lucha frontal contra la pobreza, la apertura al

conocimiento, el compromiso con la fuerza del trabajo.

Sin embargo existe en importantes sectores, el con-

cepto de que gran parte de las cooperativas de traba-

jos que fueron creadas en la década de los noventa son

«empresas de subsistencia» que no tienen futuro (Cla-

rín Económico, 2001).

De acuerdo con Coraggio, podemos sostener que la

superación de los niveles de subsistencia de las coope-

rativas de trabajo requiere insertar las iniciativas colecti-

vas y cooperarias en un sistema de economía del traba-jo orgánicamente articulado y avanzado dentro de una

estrategia de desarrollo local, capaz de plasmar un ver-

dadero sistema de innovación social y tecnológico, que

mediante la fuerza de la cooperación y solidaridad gene-

re empleos de calidad y mejora progresiva de las condi-

ciones de vida e ingresos de la población involucrada.

La economía popular de Solidaridad, la economía del

trabajo (al igual que en las experiencias internaciona-

les exitosas en materia de mipymes en red), puede ga-

nar en sustentabilidad y calidad si es capaz de utilizan

los recursos y posibilidades que abre la nueva Sociedad

del conocimiento y sus instituciones. En ello tiene una

gran responsabilidad la Universidad y sus intelectuales

ya que es clave que: «el sistema científico tecnológico,

las universidades e institutos terciarios y el sistema de

educativo público en general se conecten con las necesi-

dades de aprendizaje de los agentes y organizaciones de

este sector de la economía» (Coraggio, 2004 bis, 160).

Entre Ríos. Una provincia con gran tradición cooperativa

Entre Ríos es una Provincia con una gran tradición coo-

perativa, cuestión que está ligada a los procesos inmi-

gratorios que se desarrollan en la Provincia a fines del

siglo xix y principios del siglo xx. Hacia 1999 la Pro-

vincia de Entre Ríos registra oficialmente poco más de

500 cooperativas.

cader (Cooperativas asociadas de Entre Ríos) está in-

tegrada por unas 10 cooperativas, entre las que encon-

tramos cooperativas de vivienda, trabajo, servicios pú-

blicos, seguros. Las cooperativas Eléctricas agrupadas

en face (regional de la Federación de Cooperativas Ar-

gentinas Eléctricas) representan 13 empresas cooperati-

vas que prestan servicios en ciudades grandes, interme-

dias y pequeñas de la Provincia; proveen sus servicios

al 30% de los usuarios del sistema eléctrico provincial.

fecaper (Federación de Cooperativas de Agua Potable

de Entre Ríos) agrupa a 54 cooperativas de un total de

88 existentes en la Provincia que prestan servicios de

agua (entre otros) a aproximadamente el 50 % de la po-

blación provincial. fedeco (Federación de Cooperativas

Agropecuarias Ltda de e.r.) agrupa a cooperativas agro-

pecuarias, cooperativas tamberas-queseras (algunas de

ellas de singular importancia, diversificadas industrial-

mente), en un total de 10 empresas cooperativas agro-

pecuarias de gran importancia comercial y de servicios

de apoyo al productor agropecuario. Esta Federación

agrupa a un poco más del 40% de los productores agro-

pecuarios de Entre Ríos. fecoar (Federación de Coo-

perativas Arroceras) agrupa a 8 importantes coopera-

tivas agro-industriales arroceras con aproximadamente

2500 socios (productores y no productores de arroz ).

Sumando las cooperativas federadas y no Federadas se

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Lo global y lo local

21

considera que un 50% de los productores agropecua-

rios integran cooperativas. Las cooperativas federadas

mencionadas ocupan un poco más de 2300 empleos

directos6. Hay sin embargo un conjunto de pequeñas coo-

perativas de trabajo, apícolas, tamberas, sin estructuras de

segundo grado, y que no tienen los beneficios que dan a sus

asociados estructuras tan importantes como las menciona-

das. Estas cooperativas y grupos asociativos, relativamente

pequeños se vinculan comercialmente con aca, Asociación

de Cooperativas Argentinas, que opera en la exportación

de productos primarios y en el plano gremial con la Fede-

ración Agraria Argentina. A ello se suma una amplísima

gama de pequeños emprendimientos comunitarios, barria-

les, familiares especialmente en ámbitos urbanos, pero tam-

bién en sectores rurales donde se organizan solidariamente

grupos de pequeños productores.

«Aprendizaje, Investigación, Servicio»: una estrategia pedagógica

La Cátedra «Seminario de Metodología de Investiga-

ción Económico Social» de la Facultad de Ciencias Eco-

nómicas de Paraná, desarrolla el proceso de Enseñan-

za-Aprendizaje dentro de una estrategia denominada

de Aprendizaje-Investigación-Servicio. El alumno luego

de un proceso formativo previo, trabajando en grupos

pequeños, cumple un «aprendizaje» en materia de «in-

vestigación», orientado por los docentes integrantes de

la cátedra y bajo la responsabilidad de estos; parte de los temas de investigación abordados responden a proble-mas, necesidades, preocupaciones, de organizaciones sociales (ongs), instituciones sin fines de lucro, organi-zaciones de trabajadores, pequeños empresarios, coope-rativas, mutuales, etc. Se ofrece la realización de estos

pequeños estudios o trabajos de investigación económi-

co social aplicada, a instituciones y organizaciones es-

pecialmente de Paraná. Como resultado de ello se han

realizado pequeños estudios de empresas, encuestas a

socios, informes para la preparación de toma de deci-

siones, estudios sectoriales, estudios de casos de coo-

perativas centrados en la evaluación de cumplimiento

de principios cooperativos. El equipo docente orienta y

apoya en forma permanente la labor de los equipos de

trabajo. La propuesta de articular aprendizaje, investi-

gación y servicio al medio, y ofrecer desde la Facultad

estos trabajos es recibida favorablemente; sin embar-

go nuestra vinculación es modesta por lo limitado de

los recursos humanos con que contamos. En algunos

6 Mesa Coordinadora de la Federación de Cooperativas de la Pro-vincia de Entre Ríos, Anuario 2000.

casos el tema de investigación se corresponde con pro-

blemáticas locales del lugar de origen del alumno y los

resultados de la pequeña investigación ha sido puesto a

disposición de autoridades y organizaciones locales.

Actividad de Investigación 1998-2002. «Reconversión Productiva, competitividad, cultura empresarial y coopera-ria y aportes al desarrollo local: las empresas Cooperativas de Entre Ríos»7

Se analizó el modo en que las empresas cooperativas

agro-industriales de Entre Ríos, se insertan en la eco-

nomía internacional durante la década del 90, y sus

aportes a las economías locales y el empleo. Se analizan

como casos testigos, cooperativas de los sectores arroce-

ro, apícola y lácteo donde conviven grandes y medianas

cooperativas de larga tradición (arroz, lácteo), con coo-

perativas informales (apícola). Se observa hacia el 2000,

disminución de empresas cooperativas, disminución en

el número de socios y empleos, pérdida de posiciona-

miento en la estructura competitiva de sus sectores. La

competitividad de exportaciones se basan predominan-

temente en ventajas comparativas; las estrategias em-

presarias predominantes son por precios-costos bajos.

Salvo en lácteos predomina la inversión en tecnología

«incorporada», más que mejora continua de procesos

y desarrollo de productos nuevos. Hay una débil labor

de educación cooperativa. Dentro del mercado interno

las cooperativas arroceras tienen estrategias individua-

les, y compiten entre sí; un indicio de ello es al momento

de la investigación (1999-2000) las cooperativas arro-

ceras tienen en conjunto 20 marcas de arroz distintas.

No está desarrollado hasta el momento los espacios de

colaboración y cooperación entre cooperativas arroceras

en el plano de la comercialización en el mercado interno

y también en materia de un desarrollo industrial más

avanzado. Existe una labor importante desarrollada es-

tos años en materia de capacitación tecnológica a los

productores. No hay esfuerzos sistemáticos respecto de

la necesidad de formación integral del socio, de formar y

desarrollar una nueva generación de jóvenes dirigentes

cooperativos; hay experiencias en tal sentido, pero son

iniciativas parciales y sin continuidad. En materia de

crecimiento local, las cooperativas arroceras han tenido

una participación individual y sectorial importante para

la generación de empleos y la acumulación de capital en

sus respectivas localidades; asimismo, las cooperativas

7 Lic. Oscar Gerardo Barbosa (Director del Proyecto), Lic. Rodol-fo Grippo (fce, uner), , Alejandra Straitemberg (Ayudante alum-no de investigación, fce, uner). Durante el año 2000 el Dr. Víc-tor Ramiro Fernández, (unl, conicet al igual que el Lic. Javier Marsiglia (claeh, rou), colaboraron en actividades de formación de recursos humanos.

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arroceras han tenido un participación fundamental en

las gestiones a nivel Provincial y Nacional en momen-

tos de las crisis del sector de los años 98/2000. Salvo

algunas experiencias puntuales (Villa Elisa, San José de

Feliciano, Crespo), no hay experiencias de participación

en acciones de carácter colectivo para el desarrollo local.

En los grupos asociativos informales predomina la ges-

tión compartida de tomas de decisiones y un importante

nivel de información de los integrantes, pero no existen

espacios de cooperación o colaboración entre grupos

asociativos y cooperativos. Mejorar las posibilidades de

crecimiento y posicionamiento de las cooperativas en el

mercado y participar activamente en el desarrollo local

es posible si los consejos de administración de las coo-

perativas: incorporan en su agenda la evaluación de sus

estrategias empresarias, la educación cooperativa, la coope-

ración entre cooperativas y la construcción de sistemas loca-

les de innovación.

Actividad de extensión Universitaria. fce, uner, 2003-2004: «Asistencia técnica a iniciativas de recuperación reactivación, creación de empleos bajo formas cooperarias en coordinación con actores locales y cooperativos»

El objetivo general del proyecto fue establecer un vín-

culo de cooperación, y articulación entre Universidad,

instituciones y organizaciones locales y grupos de tra-

bajadores con la idea de recuperar, mantener fuentes

de trabajo existentes o la creación del propio empleo. El

punto de partida de la actividad fue una labor de apoyo

a una empresa recuperada, localizada en inmediacio-

nes de la ciudad de Victoria (Entre Ríos), Cantera sime por solicitud del Movimiento de Empresas Recupera-

das (mnner) con el cual colaboramos en otros empren-

dimientos cooperativos (Santa Fe, Rosario). Esta empre-

sa es un caso de vaciamiento empresario y un modelo

de lo que no se debe hacer en materia de organización y

gestión. Los trabajadores se organizaron en cooperativa

(instancia en que participamos) hacia el 2003.

Cantera sime es una empresa recuperada alrededor

del año el 2003 en funcionamiento en Entre Ríos con

un volumen de actividad entre el 40% y 60% aproxima-

damente. Los trabajadores tienen una tenencia precaria

de la empresa por decisión Judicial. La planta tiene un

decreto de expropiación del Gobierno Provincial que

también es un gran acreedor. Se destaca que sobre 30

trabajadores sólo cuatro tienen estudios secundarios y

terciarios. En general las condiciones de trabajo son la-

mentables y varios trabajadores han fallecido por enfer-

medades laborales (pulmonares). A pedido de los traba-

jadores se preparó una propuesta de explotación de la

cantera bajo la figura de tenencia temporaria de las ins-

talaciones de la misma; asimismo colaboramos en con-

sultas realizadas a nivel tecnológico universitario: ellos

permitieron detectar oportunidades desaprovechadas

que podrían dar lugar a nuevos productos finales. Ha-

cia Abril y Julio del 2004, organizamos el encuentros

cooperativos visctoria 2004, donde se desarrollaron te-

mas relacionados con la función del socio en la cooperativa

y su gestión democrática.

En la Cooperativa canteras sime se pudo observar un

proceso interno que tendía a reproducir formas de organi-

zación y gestión jerárquica pre-existentes en la empresa.

Estos modos de gestión rechazan los esfuerzos de mejorar

la racionalidad productiva, la transparencia y la construc-

ción de la identidad cooperativa mediante la educación.

Sin un proceso educativo y de aprendizaje internos sobre la

lógica de la cooperación y gestión democrática, se tiende a

reproducir las relaciones sociales para los cuales prepara-

ron a los trabajadores durante décadas. La propuesta coo-

perativa democrática entra en contradicción con prácticas

burocráticas de la gestión privada y pública tradicional y

prácticas clientelares. La cooperativa hoy ha desaparecido.

Los contactos que se hicieron en la ciudad de Victo-

ria en el marco de nuestra colaboración con la Empresa

Canteras sime, nos permitieron constatar que en dicha

ciudad funcionan desde hace tiempo, otras cinco coo-

perativas. Todas tienen un muy buen nivel de actividad

especialmente a partir de la post convertibilidad, pero

al mismo tiempo se constató que: a) no había activida-

des significativas en materia de educación, formación y

capacitación de los socios, b) las cooperativas se ciñen

a actividades específicas, las cuales se realizan desde

sus inicios, c) no existen vínculos (salvo algunos, es-

casas relaciones comerciales) entre las mencionadas

cooperativas, es decir no hay una experiencia de inte-

gración entre cooperativas (no obstante que esto es uno

de los principios cooperativos). En función de ello nos di-

mos una tarea de divulgar y discutir con líderes locales esta

oportunidad y esta necesidad de sumar esfuerzos entre las

cooperativas para participar en el desarrollo local con muy

pocos resultados. Estas cuestiones no están en la agen-

da de una parte importante de sus directivos; tampoco

de otros actores sociales, políticos, gubernamentales.

Articulación del Proyecto de Extensión con caritas Pa-raná

Durante el 2003 se realizó una experiencia de apo-

yo a pequeños emprendimientos productivos alentados

por caritas paraná. Una fábrica comunitaria-barrial

de jabón artesanal y una pequeña empresa textil que

produce ropa deportiva para instituciones educativas.

Se hizo una convocatoria a alumnos avanzados de la ca-

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Lo global y lo local

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rrera de contador público, en coordinación con el cen-

tro de estudiantes de la fce; como resultado de ello se

acercaron unos 15 estudiantes que superó las posibilida-

des de caritas. Se sumaron a la experiencia a dos pro-

fesionales ligados a caritas. Se realizaron reuniones

previas de capacitación, se preparó material orientador,

se facilitó a los alumnos bibliografía; alrededor de seis

alumnos en dos grupos tomaron contacto con las fami-

lias integrantes, en coordinación con profesionales de

caritas. Los estudiantes realizaron su trabajo en carác-

ter de voluntarios. Quedó en claro para los alumnos que

en estos emprendimientos los objetivos de las personas

no son los que se sostiene desde la teoría económica

que se enseña en las Facultades de Ciencias Económi-

cas. Se pudo observar en los alumnos participantes un

gran deseo de aprender en la práctica y también de sen-

tido de servicio.

Actividad de Investigación (FCE-UNER 2004-2006). «Desarrollo de cooperativas de trabajo en un contexto de pobreza, desempleo y exclusión. ¿Emprendimientos de sub-sistencia o economía social emergente ? Estudios de casos en la Micro Región de Paraná y zona de inf luencia» (anticipo de Investigación)8.

El trabajo realiza una sistematización y comparación

de casos y «experiencias», de cooperativas de trabajo y

pequeñas empresas de economía social; en total se es-

tudiaron 10 casos de Paraná y zona de influencia.

Los casos analizados muestran las restricciones que

hoy tienen las cooperativas de trabajo y empresas soli-

darias para llegar a desenvolverse con una lógica distin-

ta de las empresas consideradas capitalistas.

En general se advierte en los casos estudiados una

limitada labor de educación cooperativa y pocos casos

de colaboración entre cooperativas. Salvo casos muy

puntuales no hay una tradición de solidaridad entre

cooperativas consolidadas y cooperativas en formación.

La presencia del Estado en materia de educación coo-

perativa es casi inexistente. La información estadísti-

ca disponible muestra que en la década de los noventa

desaparecieron numerosas cooperativas de trabajo. Las

condiciones posteriores al 2001, brindan un contexto

favorable en los aspectos macroeconómicos para forta-

lecer las cooperativas existentes y alentarlas como es-

trategia de generación de empleos y mejora social. los esfuerzos que hoy se hacen desde el Estado Nacional en coordinación con los Municipios para promover la

8 Proyecto de i.d. desarrollado en la Facultad de Ciencias Econó-micas, Dpto de Economía, uner, 2005-2006. participan: Oscar Gerardo Barbosa (director), Graciela Mingo, Rodolfo Grippo, Sil-via Frutos, Edgar Reziale, Andres Gamarci, Fernando Corvoisier.

generación de empleo mediante pequeñas obras públi-cas realizadas por medio de cooperativas de trabajo no dejan de ser una iniciativa positiva; sin embargo la au-sencia de una labor educativa y formativa para el trabajo cooperativo deja a las cooperativas y sus trabajadores en una relación de fuerte dependencia del Estado al mismo tiempo que pone en duda su sustentabilidad y continui-dad en el tiempo.

La necesidad de contar con un sistema de innovación

local integrado (en lo educativo, laboral y tecnológico)

para las cooperativas nuevas o ya existentes no está ac-

tualmente en la agenda del Estado Provincial y local,

y de las organizaciones de segundo grado del sector

cooperativo con la relevancia y magnitud que tiene el desempleo, el subempleo y la pobreza, en nuestras so-ciedades locales.

Un 50% de los casos estudiados nos destacaron una

excelente relación de trabajo con los cuadros profesio-

nales, especialmente en los aspectos técnicos; sin em-

bargo, la distancia cultural y educativa existente entre

trabajadores y los niveles técnicos-profesionales es una

brecha que cuesta superar. Esta brecha no es sólo entre

el trabajador de planta y los profesionales universitarios

o de formación terciaria, sino entre trabajador de planta

y trabajadores administrativos; los saberes en materia

comercial, servicios bancarios, contables llevan a for-

mas de concentración de poder que terminan repro-

duciendo las formas jerárquicas propias de la historia

empresaria originaria. En tres casos encontramos si-

tuaciones conflictivas, sea con la experiencia de Geren-

tes «profesionales» o de profesionales que trivializan

absolutamente los aspectos democráticos de la gestión

cooperativa fundados en la lógica de la eficacia. Existe,

asimismo, un gran desconocimiento del cooperativis-

mo y la economía social en amplias capas profesionales

de los aparatos del Estado.

Si bien el organismo Provincial responsable de la

promoción del cooperativismo tiene limitaciones en su

capacidad de gestionar el desarrollo del sector de eco-

nomía social, cuenta con recursos humanos que, en el

marco de un proyecto estratégico de desarrollo local y

de la economía social, pueden ser valorizados y realizar

aportes significativos.

Algunas conclusiones

Algunas de las lecciones que nos deja la labor desarro-

llada se pueden sintetizar en lo siguiente.

a) Mayoritariamente los trabajadores involucrados en

nacientes experiencias cooperativas lo hacen con un

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concepto intuitivo de lo que es una cooperativa. El paso

de un cooperativismo por necesidad a un cooperativis-

mo por convicción requiere (como lo plantearon sus

pioneros) un esfuerzo educativo de larga duración, que

hoy esta cuasi-ausente en las políticas sociales públicas

y en acciones reivindicativas.

b) En general, los profesionales graduados en la uni-

versidad desconocen los «modos específicos de gestión

cooperativos»; lo que no favorece el afianzamiento del

carácter cooperativo de estos emprendimientos y es

fuente adicional de conflictos entre trabajadores y pro-

fesionales. El currículum de las carreras de grado de

Facultades de Ciencias Económicas (contador, adminis-

tración e incluso economía) no incluye el tratamiento

de los temas teóricos y prácticos de la Economía Social

y el estudio de las empresas que no están motivadas en

la lógica de la ganancia (lucro) y la lógica estatal.

c) En nuestra perspectiva el debate sobre el desarrollo

Argentino (especialmente en lo local), está polarizado en la relación estado-mercado; no obstante una labor

importante de organizaciones sociales, de ongs, actores

universitarios y franjas del cooperativismo y mutualis-

mo, todavía hay un gran desconocimiento respecto del

aporte concreto que puede hacer la economía social al

cambio social global y al desarrollo de las comunidades

locales; en algunos casos el positivo efecto demostrador

de nacientes experiencias cooperativas es desnaturali-

zado por las prácticas clientelares de la política o prác-

ticas burocráticas de la gestión privada y pública. Esta

cuestión requiere ser abordada interdisciplinariamente

einterinstitucionalmente.

d) Los procesos de formación y educación cooperativa

requieren de un enfoque desde la «educación popular»,

en el cual los trabajadores como conjunto, hacen suya

la sinergia entre producción, trabajo, educación, ciudada-

nía y desarrollo entendido como proceso de transformación

social.

e) La Universidad puede contribuir al desarrollo de la

economía social: sea mediante la formación de recur-

sos humanos (docencia de grado, postgrado, educación

no formal), también mediante la investigación y los ser-

vicios a la economía social y asumiendo un liderazgo

local en el debate pluralista y fundado de las políticas pú-

blicas, allí donde hay oportunidades para la economía

social y la construcción de nuevas relaciones entre esta-

do, mercado y sociedad.

f) La problemática de la pobreza y el desempleo es-

tructural sólo podrá resolverse en el marco de una eco-

nomía plural en la que conviven bajo formas históricas

e institucionales diversas tres componentes: a) la eco-nomía mercantil o de mercado b) la economía no mer-cantil (bienes públicos) tutelada o regenteada por el Es-

tado, y c) la economía de la reciprocidad o solidaridad.

El mercado no es el único productor de riquezas y empleo

y la demanda privada de trabajo tiene la imposibilidad de

atender por sí sola la oferta de trabajo que hacen las perso-

nas para reproducir su vida.

g) En las políticas de empleo y en el campo de la eco-

nomía social, para ganar en efectividad, se necesitan

una fuerte (e independiente) presencia de la sociedad

civil y las organizaciones del cooperativismo y mutua-

lismo, cumpliendo un rol de auditoria ciudadana.

h) El cooperativismo en nuestros territorios es una

fuerza económica y social, con experiencias exitosas en

ciertas localidades, empresas y sectores; sin embargo

observamos la ausencia de una visión sobre el papel

que puede cumplir la economía social en la solución

de los problemas de la pobreza. Seguramente por ello

no incide en la agenda de las políticas públicas que gra-

vitan no sólo sobre el cooperativismo y el mutualismo,

sino sobre la sociedad que estamos construyendo.

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Pensando el Desarrollo Local desde lo posible: la experiencia de Villa ElisaLic. Paula Insani

Al pensar en esta publicación mi primera reflexión fue qué decir, tanto se ha escrito y dicho sobre desarrollo local que

parece que todo está allí.

Por lo tanto, este no es un escrito académico, sino un intento por aproximar a la realidad cotidiana de los procesos de

desarrollo local, una síntesis entre la teoría y la práctica (ustedes serán quienes dirán si se logró) teniendo presente cuáles

fueron los obstáculos a los que nos enfrentamos cuando trabajamos en desarrollo local.

Al recibirme y con todo lo que sabía en un pequeño manual ilustrado de cómo salvar al mundo inicie mi carrera pro-

fesional.

La primera decepción fue porque siendo todo tan claro no puede llevarlo a la práctica. La respuesta a esto es multicau-

sal. Primero, trabajar con otros es difícil, cada uno tiene una visión de mundo, una historia, un régimen de creencias

que puede ser contradictorio y confrontativo o puede enriquecernos, esta es una primera opción que debemos realizar.

La segunda, es comprender que la teoría es una herramienta, disponible para aquel que quiera y sepa utilizarla pero que

debe ser entendida como «modelos ideales» tal cual lo plantea Weber, de allí en más todo depende de nuestra habilidad,

de nuestro compromiso, de nuestra capacidad de tolerancia y aprendizaje, y de nuestra pasión e imaginación.

Pensar y trabajar el desarrollo local es pensar y trabajar desde la integralidad, desde abordajes de lo posible pero pensan-

do más allá, sin perder de vista que aquello que tiene un enfoque preponderantemente económico sólo es preponderante-

mente económico, es decir, no hay que perder de vista la multiplicidad de elementos que están en juego. El desarrollo local

reúne en sí elementos desde lo social, lo cultural, la construcción de la transparencia, la vinculación con el conocimiento,

etc., dando un modelo integral al proceso de desarrollo y fomentando la sinergia local, evitando lecturas reduccionistas

en la búsqueda del bien público.

A su vez, es preciso reconstruir en la sociedad una cultura colaboracionista, logrando que tanto instituciones como

vecinos entiendan y sean partícipes de esta lógica de trabajo, se sumen al proyecto como propio y logremos fortalecer a

partir de la sinergia.

Esto implica pasar de una lógica competitiva a una lógica colaboracionista entre instituciones para que vigoricen estos

procesos.

Una primera aproximación al desarrollo local como idea

Cuando hablamos de desarrollo local, estamos hablan-

do de un conjunto de procesos que emergen y se retroa-

limentan entre sí en un espacio-tiempo circunscripto al

ámbito de lo comunitario, esto último como construc-

ción de relaciones pensada para la intervención social.

Desarrollo Local incluye crecimiento económico, pero

también es distribución y re distribución de ese creci-

miento; es también su sustentabilidad (viabilidad de di-

cho crecimiento en el largo plazo) que implica en sí mis-

mo el cuidado de los «recursos» (naturales, financieros,

políticos, sociales, institucionales, educativos, etc, etc.)

Desde nuestra concepción incluimos, como condi-

ción sine qua non, procesos de democratización de las

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Lo global y lo local

27

comunidades, desde una ampliación de la ciudadanía

y para lo cual es preciso contar con ciudadanos y en un

mismo «movimiento» incluir y formar nuevos. En de-

finitiva, cuando hablamos de desarrollo local estamos

poniendo al ciudadano en un primer plano, como pro-

tagonista activo, como sujeto de derechos y obligacio-

nes, con el objetivo de incrementar la calidad de vida

de todos los habitantes de un determinado territorio y

crear oportunidades para cada uno de nosotros. Esta-

mos hablando, ni más ni menos, que de lograr una me-

jor distribución de la libertad, para poder elegir y forjar

nuestro destino.

El Desarrollo Local en el contexto provincial actual

La propuesta de reforma constitucional colocó sobre el

escenario, tal vez de manera única, la cuestión local y la

autonomía municipal.

Se habla de Autonomía Municipal como si ésta por

sí sola solucionara los problemas de los gobiernos mu-

nicipales y las «cuestiones locales». Como si esta auto-

nomía y este exceso de constitucionalismo resolviera el

problema que padece la gran mayoría de los municipios

entrerrianos: presupuestos desequilibrados, endeuda-

miento progresivo, déficit estructurales, dependencia

de los fondos de coparticipación para hacer frente a los

costos cotidianos de funcionamiento, estructuras arcai-

cas sin profesionalización del personal, ineficiencia en

la gestión de servicios públicos, sobre dimensión de la

planta de personal, etc.

Con la actual Constitución Provincial y la Ley 3001,

que establece municipios autárquicos (esto es, cumplen

funciones que le fueron delegadas por instancias supe-

riores, en este caso la Provincia, pero establecen su pro-

pio presupuesto) algunas ciudades se han permitido y

permiten pensarse a sí mismas proyectadas al futuro.

Toda una rareza ante quienes promulgan el fin de la

historia.

La cuestión jurídica no ha sido un impedimento (y en

lo personal tampoco creo que en el futuro los fomente

ipso facto) para iniciar procesos muchos más complejos

que la mera letra jurídica pueda (o no) establecer.

Explicar estos procesos requiere gran flexibilidad: cada

lugar tiene características propias que les permiten pen-

sarse, soñar y trabajar en un proyecto de ciudad propio.

En general, aquellos que ocupamos roles técnicos-

profesionales trabajamos desde lo que «modelos idea-

les». Con los procesos de desarrollo local, éstos deben

ser una herramienta más para el análisis, pero de nin-

guna manera podemos pensar en situaciones perfectas

que den surgimiento a estos procesos.

Como todo proceso social, es imperfecto, tiene antes

de su instauración repetidos intentos y su génesis pue-

de darse por una multiplicidad de elementos que en un

momento y en un lugar determinado marcan el punto

de partida, pero que estos elementos no necesariamen-

te son reproducibles ni determinantes en otro lugar.

Debe tenerse en cuenta que el Desarrollo Local es un

proceso, fundamentalmente un proceso de aprendizaje

y cuanto más personas y organizaciones formen parte

de ese aprendizaje, más sólido es el proceso, en un in-

cesante feed back que permite una retroalimentación y

«enriquecimiento» constante.

En este contexto y en base a estos elementos debe en-

marcarse la experiencia del Plan de Desarrollo Local

(pdl)«Villa Elisa entre Todos».

El Desarrollo Local en Villa Elisa

Si bien existe un consenso de los protagonistas, que

debe respetarse, de ubicar el nacimiento del pdl en el

2001, donde ante la crisis algunos miembros de orga-

nizaciones vieron la necesidad de juntarse y pensar en

cómo resolver algunas cuestiones que el Estado eviden-

temente no tenía la capacidad de hacer, hay además an-

tecedentes muy valiosos que están marcando un histo-

rial de pensar el futuro.

El más importante, a mi entender, es la Asociación

para el Desarrollo de Villa Elisa y su zona, fundada en

1990, en base a la Corporación para el Desarrollo de

Gualeguaychú y cuya comisión directiva está confor-

mada por representantes de distintas organizaciones

de la sociedad civil con personería jurídica. Orientada

fundamentalmente al desarrollo económico, presa de

internas políticas que junto a la no incorporación de

profesionales, no logró su desarrollo pleno.

A partir del 2001, se dio un proceso embrionario no

lineal del pdl, con avances y retrocesos muy notorios,

donde la aparición de la Cooperación Técnico Financie-

ra Internacional dio oxigeno y exigió un mayor desarro-

llo organizacional, que sin embargo no fue suficiente.

Los gobiernos municipales, si bien simpatizaban con

el proceso, no se involucraron plenamente en el mismo

sino hasta el 2005 y a partir de allí con la incorporación

de profesionales, permitió el desarrollo de este proceso

de manera acelerada.

La forma de organización lograda a través del consen-

so es única en el país, sumamente horizontal, donde la

Mesa de Coordinación (órgano directivo) está confor-

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Desdeelfondo N° 44

28

mada por nueve instituciones, en la que el municipio

es uno más, sin poder de veto ni doble voto.

Existen miembros permanentes (Municipalidad de

Villa Elisa y Asociación para el Desarrollo de Villa Eli-

sa y zona); semipermanentes (Centro Saboya Argentina

Villa Elisa, cuya permanencia está ligada a la continui-

dad de la cooperación internacional saboyana, ya que

este centro es el nexo entre ambas partes ); y renovables

el resto, con mandato de dos años, cuya renovación se

realiza por mitades cada año, de manera de lograr una

continuidad en el proceso y en donde puede participar

cualquier organización y/o institución local, jurídica o

de hecho, de cualquier sector, por postulación de terce-

ros o autopostulación.

Sólo encuentran vetada su participación empresas

privadas (que sí pueden participar a través de sus re-

presentaciones gremiales o corporativas) y sí pueden

hacerlo las empresas de la economía social (Coopera-

tivas y Mutuales) cuya filosofía se corresponde con el

espíritu del pdl.

El crecimiento y la consolidación del pdl desde el

2001 a la fecha fue excepcional. Si miramos hacia atrás,

pasamos de no lograr que los representantes asistan a

las reuniones y que cuando así lo hacían, se pelearan

constantemente en el 2005, a pensar la ciudad y con-

sensuar líneas de trabajo que serán ejecutadas hasta el

2009. Esto se debe, fundamentalmente, a una actitud

crítica de los actores que permite identificar los erro-

res y aprender de los mismos; un altísimo compromiso

de las instituciones y organizaciones que forman par-

te de la Mesa de Coordinación; el involucramiento del

gobierno municipal que ha respetado el proceso y no

ha intentado partidizarlo ni politizarlo garantizando

su autonomía y lo ha reconocido presupuestariamente;

además de una gran pasión por parte de todos los que

formamos parte de este proyecto, entendiendo que aún

cuando nos falta mucho camino por recorrer estamos

en el buen rumbo, porque como dice el Quijote, ladran

Sancho, señal de que vamos avanzando…

Repensando el surgimiento del PDL «Villa Elisa entre Todos»

Teniendo en cuenta de que los procesos sociales son di-

versos, uno de los factores que podría explicar el surgi-

miento del pdl en Villa Elisa es la densidad de la trama

institucional que existe en la localidad, donde con ma-

yor o menor fortaleza existen alrededor de 80 organiza-

ciones de la sociedad civil en una localidad con 14.000

habitantes.

Estas organizaciones intervienen en el espacio y la

realidad local y van desde las Cooperadoras Escolares

y Bomberos Voluntarios a los Clubes, las Cooperativas

y Mutuales.

Si se toman en cuenta los antecedentes y el particular

contexto en el cual surge el pdl Villa Elisa, el mismo

tiene una primera instancia donde se ve al desarrollo

local con una lectura asociada al desarrollo económico,

así nace la Asociación para el Desarrollo de Villa Elisa

y zona en donde se une el desarrollo local al desarrollo

económico con participación de las organizaciones le-

galmente constituida, como elemento restrictivo de esa

participación.

Esta iniciativa es conducida por el Estado Municipal y

por el Centro Económico local y en el marco de la ante-

rior Ley 3001 se institucionalizan los aportes del Estado

Municipal a un ente autónomo que no va a ser admi-

nistrado por el propio Estado sino por las organizacio-

nes participantes. Los cambios políticos en las gestio-

nes posteriores colocaron a esta institución en el centro

de la escena debilitando el proceso de instauración. La

politización de dicho proceso repercutió negativamente

en el mismo hasta el punto de hacerlo peligrar.

En el contexto del 2001, el componente principal está

asociado a recuperar la participación en sí misma, sin

tener acabado el camino a recorrer, ni los cómo ni los

qué. Surge como una reapropiación de la soberanía,

desde un punto de vista en el cual, la población se con-

vierte en un sujeto activo de las transformaciones en

momentos de clara crisis del Estado como institución,

en donde no existe confianza de que por sí solo pueda

resolver y marcar un rumbo.

Es preciso tener presente el contexto de crisis de re-

presentación en el que estábamos y cómo el Estado

Nacional no logra construir soberanía y le «suelta» la

mano a las provincias (llegando a tener el en país casi

una veintena de monedas) y éstas a los municipios.

Por otro lado, el pdl «Villa Elisa entre Todos» si bien

se instala en un momento en donde el «que se vayan to-

dos» es el discurso preponderante, no busca confrontar

ni eliminar la figura del Estado (en este caso del Estado

local) sino reorientarlo y participar activamente en las

decisiones que éste toma

Los supuestos y los riesgos del desarrollo local

Cuando hablamos de desarrollo local, estamos hablan-

do de elementos que tienen y deben estar presentes

como la participación, la autonomía, el consenso. Estos

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Lo global y lo local

29

y otros elementos pueden ser una trampa en sí mis-

mos si no encontramos un equilibrio que nos permita

avanzar de manera democrática, no sólo al interior de

los municipios, sino en un marco regional, provincial e

incluso nacional e internacional.

La autonomía

Mucho se habla de autonomía, sobre todo en estos días

de reforma constitucional. En este sentido es preciso

realizar una observación. Los municipios de nuestra

provincia son autárquicos, es decir, la provincia dele-

gó sobre ellos funciones pero aún así manejan un pre-

supuesto independiente (este segundo punto es discu-

tible si analizamos los presupuestos de los municipio

entrerrianos, muchos de los cuales no logran una re-

caudación que les permita pagar los sueldos de sus

empleados, pero jurídicamente hablando es así). Tan-

to la Constitución Provincial (cp) como la ley 3001 de

municipios, recientemente modificada, son amplias y

permiten gran poder de acción por parte de las muni-

cipalidades. Es cierto, su mayor limitante es el trabajo

mancomunado entre municipios que no es fomentado

por la ley y que en el marco de un desarrollo regional,

es un obstáculo.

Por lo tanto hoy cualquier municipalidad entrerria-

na con voluntad de llevar adelante procesos de desarro-

llo local está en condiciones de hacerlo. Esto tiene que

ver con la falacia de los discursos. La autonomía como

concepto no nos garantiza que estos procesos, que son

de inicios imperfectos y de largo plazo, se consoliden o

simplemente surjan. Por otra parte, es necesario que

dichos procesos tengan una visión superadora del pro-

pio municipio, que permita el trabajo mancomunado y

el desarrollo solidario, no de una ciudad en detrimento

de otra, ni de reforzamiento de localidades más ricas

contra localidades menos ricas.

La Participación

Ésta es sumamente importante en los proceso de de-

sarrollo local y requiere especial énfasis. Cuando se

inician estos procesos, la primera tendencia es buscar

convocatorias permanentes y multitudinarias, lo que

constituye un error en sí mismo. Por un lado, la partici-

pación continua nos plantea una situación de asamblea

permanente que requiere al ciudadano comprometido

con la cosa pública 24 horas al día (lo que Bobbio ha

dado en llamar ciudadanos totales); este punto es im-

posible de lograr, incluso ni siquiera es deseable. Pri-

mero porque aquellos que están en condiciones de una

participación permanente son un grupo reducido que

no representará jamás a la gran cantidad de intereses

en juego que estos procesos involucra. Segundo, porque

como toda propuesta, requiere credibilidad por parte

del entorno en el que se inserta, y si bien son procesos

de largo plazo, es preciso lograr resultados en el corto

plazo y de manera continua para lo cual se requiere de

ejecución. Es el segundo equilibrio que hay que lograr

y que dependerá de cada ciudad según sus caracterís-

ticas. Equilibrio entre los momentos de participación

y los momentos de ejecución. Lo importante es lograr

reglas claras, consensuadas y conocidas por todos.

Por otra parte, las convocatorias multitudinarias en

tiempos de descreimiento por las instituciones y de

descompromiso con la cosa pública no son fáciles de

lograr y en algún sentido, ni siquiera necesarias. Tal

es el caso del presupuesto participativo de Ouro Pretto,

ejemplo en políticas participativas y en donde sólo el

6% de la gente se involucra en el diseño del presupues-

to de manera activa, pero más del 85% se siente parte

del proceso.

¿A que se debe? A que la participación no es sólo

una, sino que existen distintos grados de participación

y los procesos de desarrollo local deben estar prepara-

dos para dar respuesta a cada uno de ellos. A grandes

rasgos podemos identificar cuatros niveles o grados de

participación al respecto, distintos autores plantean

diversas categorías; nosotros optamos por la siguiente

distinción:

aquellos que participan a través de la información 1)

y de contar con canales de comunicación (sean estos

unidireccionales —emisor-receptor— o pluridireccio-

nales);

aquellos que requieren de la participación directa 2)

y esporádica, es decir que son convocados a momentos

específicos y asisten;

aquellos que requieren involucrarse con el proceso, 3)

en su crecimiento y dirección; y por último,

aquellos que requieren intervenir en la toma de de-4)

cisiones.

Para todas las categorías debe buscarse respuesta y

brindar el espacio, en este sentido las tecnologías de la

información son grandes aliadas.

El Consenso

En este sentido hay que ser cautelosos. Primero no

siempre se logra, hay que incorporar el disenso como

elemento de trabajo cotidiano y, de hecho, las diferen-

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30

cias y los aportes de los distintos actores es lo que le

da riqueza a los procesos. Por otro lado, es preciso di-

ferenciar aquellos momentos en los que se busca con-

senso de los que buscan legitimidad para decisiones ya

tomadas.

Estos procesos requieren de la decisión política y la

voluntad de «abrir el juego» a quien quiera jugar. Si lo

que queremos es lograr que se apoye lo que ya está de-

cidido, los procesos están condenados al fracaso, por-

que cualquier error no es una instancia de aprendizaje

colectivo, sino la muestra de que no tenemos todas las

respuestas.

El rol técnico y el rol ciudadano

Es fundamental asimismo, lograr un equilibrio entre

el técnico y el ciudadano que participa, es una vieja dis-

cusión que se renueva al plantearse el trabajo desde lo

local. Lo importante es entender que estos no son pro-

cesos lineales, sino que se basan fundamentalmente en

decisiones colectivas y en el aprendizaje en conjunto de

todos. En muchas ocasiones, a quienes nos toca desa-

rrollar un rol técnico, nos parece tener la mejor respues-

ta ante una situación. Si no es la que la comunidad se

plantea como óptima, sin duda no lo es. Y no es por-

que tengamos una visión romántica del «pueblo» y de

la «participación», sino porque si no existe apropiación

de las decisiones estamos generando nuestros propios

opositores o lo que es peor, la indiferencia, ese senti-

miento de «para que voy a participar si hacen lo que

quieren». Sí es preciso generar constantemente mo-

mentos de evaluación comunes en donde se logre un

aprendizaje del proceso, porque en definitiva de eso se

trata. El desarrollo local requiere de participación, pero

fundamentalmente de ciudadanos, para lograr no sólo

crecimiento económico sustentable y distributivo, sino

calidad de vida, ciudades capaces de incorporar las dife-

rencias, de tolerarlas, de hacer uso de las libertades y los

derechos respetando al Otro; porque cuando un dere-

cho resulta una violación al derecho del Otro, empieza

a constituirse en delito. Es preciso lograr visiones supe-

radoras de lo local y solidarias. Esto requiere de trabajo,

compromiso y aprendizaje.

Búsqueda del bien común

Por último, el quinto problema al que nos enfrenta-

mos es la búsqueda del bien común, tan difundido en

la Ciencia Política y tan anacrónico en un sistema ca-

pitalista en donde, tal como lo expresa Shopenahuer,

existen una multiplicidad de intereses, muchas veces

contrapuestos.

Aquí es preciso una renovada lectura de los contrac-

tualistas. Los planes de desarrollo local no buscan el

bien común sino el bien público, es decir, más allá de si

perjudica a alguien o no, que signifique una mejora. Y

esa mejora, ese horizonte debe estar consensuado, debe

ser común, debe ser, en lo cotidiano, negociado.

A pesar de la mala fama de la palabra, es en verdad

un recurso que nos permite avanzar hacia ese horizon-

te deseado. En la ciudad de Curitiba, se han realizado

grandes esfuerzos por revalorizar y preservar el patri-

monio arquitectónico de la ciudad, sin embargo, esta-

mos hablando nada más ni nada menos que de condi-

cionar al propietario en el uso que puede realizar de su

propiedad. De tal manera se estableció un margen de

negociación pública que determina, por ejemplo, que si

mantengo la fachada de un edificio histórico en vez de

construir tres pisos o realizar una ocupación del lote del

70% de la superficie tal como lo estipula la ordenanza,

puedo construir cuatro pisos o realizar una ocupación

mayor que ya está establecida y regulada y que es cono-

cida por todos.

Los requisitos del Desarrollo Local

Se escucha muchas veces decir «aquí es imposible» o

«aquí se puede porque». En realidad, planteemos los

procesos de desarrollo local como algo flexible, si bien

existen elementos que deben estar presentes, en cada

localidad van a tener características especiales.

Primer elemento: voluntad política. Cuando habla-

mos de voluntad política no sólo nos estamos refiriendo

a los funcionarios municipales, estamos hablando de

las instituciones locales, el sector económico y la so-

ciedad civil. En este sentido, es preciso tener presen-

tes que, al sentarnos en una mesa, todos los actores a

pensar nuestro futuro, cada uno de nosotros tiene algo

que perder y mucho por ganar. Es imprescindible que

el sector político entienda esto, o por claridad mental o

por convicción o por presión de los otros sectores, pues-

to que si no existe un involucramiento del Estado local,

no hay desarrollo local posible.

El segundo elemento: construcción permanente de

ciudadanía.

Como mencionábamos más arriba es preciso contar

con ciudadanos, desde una visión más amplia que sólo

aquel que participa en un acto electoral.

Hay que tener presente que muchos intereses se po-

nen en juego con recursos escasos, y que es preciso lo-

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Lo global y lo local

31

grar una visión superadora, para que no se constituya

en una lucha por la obtención de esos recursos, o que

éstos no se concentren en los más poderosos. Puesta

una confrontación de intereses, el rol del Estado vuelve

a ser priorizar el bien público y es, en última instancia

quien garantiza una mayor democratización y un mar-

co de acción igualitario de esos espacios. Es la recupera-

ción del Estado desde una redimensión del mismo, en

un espacio concreto.

El tercer elemento: la comunicación.

No estamos hablando de prensa, esto tiene que que-

dar claro, sino de comunicación en sus distintas ins-

tancias: de cada representante institucional con su

institución, de los procesos de desarrollo local con los

vecinos y viceversa, de los participantes activos entre sí,

de aquellos que desempeñan un rol político en el proce-

so con los técnicos recíprocamente, etc.

La comunicación debe lograr el estatuto público de la

discusión. Ésta se convierte en una herramienta para

la transparencia del proceso, facilita elementos para la

toma de decisiones, aporta información para la genera-

ción de consensos, impide la construcción de agendas

«ocultas» pero por sobre todo, es un instrumento para

facilitar el entendimiento de los actores.

La comunicación debe permitir por último, la con-

fluencia común de todos los actores, direccionando las

acciones de cada actor en un mismo sentido, es decir

desandar Babel. En la comunidad todos debemos ha-

blar de lo mismo cuando hablamos de desarrollo local.

Los procesos de desarrollo local no parten todos de

un mismo punto, no existen tampoco las condiciones

perfectas para que surjan, lo primero que hay que tener

claro es que la viabilidad de estos procesos también se

construye y que, al igual que la democracia, son perfec-

tibles. Son ante todo, un desafío a la creatividad colecti-

va, al compromiso y al aprendizaje, pero fundamental-

mente a los sueños, porque como dijo un amigo, cuando

hablamos del plan, el futuro parece más lindo…

[email protected]

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La confrontación «neomalthusianismo–sustentabilidad» en el debate demografía–medio ambiente–desarrolloProf. Ricardo Goñi

El 23 de Julio de 2003 se produjo en Washington el primer encuentro entre los presidentes de ee.uu. y la Argentina, George

Bush y Néstor Kirchner. Las noticias del momento centraron la atención en la celeridad con que se produjo la invitación

del presidente norteamericano, quien adelantó el encuentro en relación a la fecha prevista, justo en momentos que la

Argentina renegociaba un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, para la mayoría de los analis-

tas políticos de entonces pasó inadvertido un dato de gran relevancia: los regalos que intercambiaron ambos presidentes.

Mientras que Kirchner le regaló a Bush un cordero patagónico, éste le retribuyó el cordero con un libro sobre «Principios

de Economía Política». ¿Qué significado tiene el regalo de Bush? Aunque no sea posible asegurar la transmisión de un

«mensaje» a través de un libro, no deja de resultar curioso la elección del autor: Thomas Malthus.

Malthus (1766-1834) fue un economista y clérigo inglés, discípulo de Adam Smith e íntimo amigo de David Ricardo,

que se hizo célebre por su Ensayo sobre el principio de la población publicado en 1798 1 . Allí centró su preocupación en

el crecimiento de la población, el cual —según sus estimaciones— se producía en progresión geométrica, mientras que la

producción de alimentos (medios de subsistencia) lo hacía en progresión aritmética. Sobre esa base sostenía que, al menos

que ocurriera un control de las costumbres sociales para prevenir altos índices de natalidad (preferentemente mediante la

abstinencia), la hambruna sería inevitable.

En una crítica a la sociedad global de fin de siglo, Heinz Dieterich señala que la lógica neoliberal legitima «…como

único derecho genuino de sobrevivencia el que pueda conquistarse en el mercado. Los derechos humanos formales, sociales

y colectivos sólo tienen vigencia práctica en la medida en que puedan “validarse” en el mercado; caso contrario son letra

muerta»2 . Malthus fue pionero en esa línea de pensamiento; véase lo que planteaba al respecto: «…en un sentido estricto,

como el hombre no puede vivir sin alimentos, no puede caber duda alguna de que, en lo que respecta al orden de prece-

dencia, los alimentos tienen que ir por delante» 3 . Debe tenerse en cuenta que, por entonces, el alimento constituía uno de

los (sino el) más importantes elementos de subsistencia y bienestar. Por otra parte, sostenía que «cualquier hombre que

se decidiera a casarse sin contar con los medios para sostener una familia (…) no tiene ningún derecho a reclamar de la

sociedad la más pequeña porción de alimento, fuera de la que pueda procurarle su trabajo»4. Sin duda, Malthus fue una

importante fuente de inspiración del neoliberalismo. A propósito de ello, uno de sus próceres, Ronald Reagan, decía que la

restricción poblacional había que dejársela al mercado. Queda claro, entonces, que el regalo que Bush le hizo a Kirchner

aquel 23 de Julio de 2003 era, no sólo un libro, sino un símbolo del neoliberalismo de las últimas décadas. ¡Mejor regalo,

imposible!

1 MALTHUS, T. (1951). Ensayo sobre el principio de la población. México: Fondo de la Cultura Económica, 619 pp.2 Véase DIETERICH, H. (1999). «Teoría y praxis del Nuevo Proyecto Histórico». En: DIETERICH, H.; DUSSEL, E.; FRANCO, R.; PETERS, A.; STAHMER, C. y H. zemelman (Eds). Fin del Capitalismo Global. El nuevo proyecto histórico. Buenos Aires: Editorial 21, Colección Política, (p. 118). pp. 115-159.3 MALTHUS, op. cit. (p. 425).4 MALTHUS, op. cit. (pp. 477-478).

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Lo global y lo local

33

El Ensayo de Población

Como se señaló más arriba, para Malthus el crecimien-

to de la población era mayor que la producción de ali-

mentos (medios de subsistencia). En ese marco soste-

nía que debían entrar en juego poderosos «frenos» u

«obstáculos» para —valga la redundancia— frenar di-

cho crecimiento. Con rigurosidad taxonómica, diferen-

ciaba dos grandes grupos de frenos: los preventivos y

los positivos. Los primeros incluían la abstinencia (un

llamado, en palabras de Malthus, a la «prudencia» en

las costumbres sexuales), por un lado, y el retraso de

la edad del matrimonio, por el otro. Con el siguiente

párrafo se ilustra el concepto: «El hombre no puede mi-

rar a su alrededor y ver la miseria que aflige a menudo

a los que tienen familias numerosas; no puede mirar

sus actuales bienes o ganancias, que hoy casi consume

él solo, y calcular lo que le tocaría a cada uno cuando

hubiera de dividirlos entre siete u ocho, sin sentir duda

acerca de si, al seguir sus inclinaciones, podría soste-

ner la prole que seguramente traería al mundo» 1 . Más

adelante señala: «¿Tiene la seguridad de que, en el caso

de tener una familia numerosa, sus esfuerzos podrán

librarla de la pobreza y de la consiguiente degradación

en la comunidad? (…) Consideraciones de esta clase son

las que, en todas las naciones civilizadas, se oponen al

natural deseo de los jóvenes a contraer matrimonio. Si

esta restricción no diera lugar a los vicios, indudablemen-

te sería el menor mal que puede resultar del principio de

la población»2 (el subrayado es propio). Malthus estaba

preocupado por los vicios, es decir por «la promiscui-

dad en el intercambio sexual, las pasiones antinatura-

les, las violaciones del lecho matrimonial y los medios

indebidos para ocultar las consecuencias de las uniones

irregulares» 3. Sin embargo, también los incluía dentro

de los frenos preventivos, indeseables por cierto, pero

útiles para la causa.

Los frenos positivos, por su parte, eran considerados

aquellos «que parecen ser consecuencia de las leyes na-

turales y que caen bajo la denominación de miseria, y

los que es evidente nos acarreamos nosotros mismos…».

Este tipo de frenos, decía Malthus, «…contribuye en

mayor o menor grado a acortar la duración natural de la

vida humana (…) En este grupo habrá pues, que incluir

la pobreza extrema, la mala crianza de los hijos, la vida

de las grandes ciudades, los excesos de toda clase, toda

1 MALTHUS, op. cit. (p. 13).2 MALTHUS, op. cit. (p. 14).3 MALTHUS, op. cit. (p. 15).

la gama de enfermedades comunes y las epidemias, las

guerras, las pestes y las hambrunas»4.

En otro orden de cosas, quizá nadie haya formulado

una lógica de guerra contra los pobres de manera tan

brutal como Malthus: mientras que «…el salario de un

trabajador basta escasamente para sostener dos hijos,

el hombre se casa y tiene cinco o seis; como es natural,

se encuentra después en medio de los mayores apuros.

Acusa a la insuficiencia del salario la imposibilidad de

sostener una familia. Acusa a su parroquia por tardío

y parsimonioso cumplimiento de la obligación de soco-

rrerle. Acusa de avaricia a los ricos, que consienten que

él carezca de los que ellos podrían muy bien prescindir.

Tacha de parciales e injustas a las instituciones sociales,

que le han asignado una participación inadecuada en

los productos de la tierra. Llega quizás a acusar a la Pro-

videncia, que le ha asignado un puesto en la sociedad

tan rodeado de inevitable miseria y dependencia…»5. Al

mismo tiempo, proponía un plan para la supresión gra-

dual de las leyes de beneficencia, dado que contribuían

a empeorar la situación de dos maneras: «En primer

lugar porque tienden evidentemente a hacer que au-

mente la población sin que aumente la producción de

alimentos para sostenerla. Un pobre puede casarse aun

cuando no cuente con probabilidades de poder sostener

una familia sin la ayuda de la parroquia (…) En segundo

lugar, porque la cantidad de provisiones consumidas en los

asilos, para alimentar a una parte de la sociedad que, en

general, no puede considerarse como la más valiosa, dismi-

nuye la parte que de otro modo [con la supresión de tales

leyes] correspondería a los habitantes más industriosos y

más útiles…»6. Unos párrafos más adelante completa la

idea de manera grotesca: «Estoy persuadido que si no

hubieran existido nunca en este país las leyes de benefi-

cencia, aunque es posible que hubiera habido unos cuantos

casos más de aguda miseria, la suma de felicidad entre la

masa del pueblo hubiera sido mucho mayor de lo que es

al presente»7 (los subrayados son propios).

Si bien el casamiento de un pobre era, para Malthus,

un acto «a todas luces inmoral», proponía que no sea

castigado por la sociedad, ya que el castigo previsto por

las «leyes de la naturaleza» harían lo propio con mayor

severidad. «Cuando la naturaleza se encarga del gobier-

no y del castigo en lugar nuestro, es una ambición bien

mísera el querer quitarle de la mano el palo y atraer so-

bre nosotros el odio que siempre recae sobre el ejecutor

4 MALTHUS, op. cit. (pp. 14-15).5 MALTHUS, op. cit. (p. 449).6 MALTHUS, op. cit. (pp. 330-331).7 MALTHUS, op. cit. (p. 333).

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Desdeelfondo N° 44

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de la justicia. Deberá, pues, dejársele al castigo impues-

to por la naturaleza, a la necesidad (…) Debe negársele

todo socorro parroquial y debe abandonársele al soco-

rro inseguro de la caridad privada. Debe hacérsele ver

que las leyes de la naturaleza, que son las leyes divinas,

le han condenado a él y a su familia al sufrimiento por

desobedecer su repetidas advertencias…»8.

En materia de derechos laborales, el neoliberalismo

seguramente también debe haber tomado nota de las

recomendaciones de Malthus, particularmente el neoli-

beralismo vernáculo de los años 90 y de principios del

nuevo siglo, quien parece haberlo seguido al pie de la le-

tra. Véase, por ejemplo, el siguiente párrafo del Ensayo:

«El Dr. Smith ha demostrado con gran claridad que la

tendencia natural de un año de escasez es o bien dejar

parado a un cierto número de trabajadores, u obligarles

a trabajar por menos paga de la que recibían antes, a

causa de la incapacidad de los patronos de emplear el

mismo número de obreros al mismo precio. El alza de

los salarios tiende por necesidad a dejar parados más

obreros, y a impedir por completo los buenos efectos

que, según él, se derivan algunas veces de un año de

escasez moderada y que son, por un lado, hacer que las

clases más bajas del pueblo trabajen más [más horas] y,

por otro, que se hagan más prudentes y laboriosas»9.

En la segunda edición de su obra, publicada en 1807,

Malthus rectifica algunos puntos clave de su trabajo.

Probablemente porque una de las críticas que más le

preocupó fue aquella que marcaba una fuerte contra-

dicción entre el Ensayo y el mandamiento original del

Creador: «creced y multiplicaos y poblad la tierra» (no

hay que olvidar que, además de economista, Malthus

era un cura anglicano). El caso es que, autocrítica o

culpa, en el prefacio decía: «…he tratado de suavizar

algunas de las conclusiones más ásperas y desagrada-

bles del primer Ensayo»10. El mismo Kingsley Davis (un

«maltusiano» de la Universidad de Columbia, autor de

la Introducción del Ensayo publicado en 1951) expresa

que «las teorías de Malthus no tienen hoy validez, ni

la tuvieron nunca, pero, con todo, ocupan un lugar fir-

me en la historia intelectual y representan un estímu-

lo y tienen significación para los problemas de nuestro

tiempo»11.

Pero más allá de la validez o no de las hipótesis de

Malthus a la hora de formularlas, las nuevas técnicas

de producción de alimentos de la segunda mitad del Si-

8 MALTHUS, op. cit. (p. 477).9 MALTHUS, op. cit. (p.328).10 MALTHUS, op. cit. (p. 5).11 MALTHUS, op. cit. (Introducción, p. VII).

glo xx dieron por tierra las hipótesis del Ensayo, lo cual

hizo que la mayor parte de sus seguidores reconociera

que los postulados eran infundados. Increíblemente,

sin embargo, la discusión sobre el estado de los recur-

sos naturales y el medio ambiente de la década de los 70

trajo aparejada la «reencarnación» de Malthus a través

del Informe del Club de Roma-Instituto Tecnológico de

Massachusetts (mit), el movimiento ecologista y mu-

chas instituciones científicas y organismos estatales de

los países industrializados. Paradójicamente, el debate

sobre la cuestión demográfica, era reeditado, 140 años

después de la muerte de su precursor, con una virulen-

cia inusitada.

Malthus no era tan Malthusiano

Los comienzos de la década de los 70 estuvieron signa-

dos por la denominada «crisis del petróleo», crisis que

en realidad nada tuvo que ver con el agotamiento físi-

co de los combustibles fósiles sino con una cuestión de

mercado. No obstante, a partir de este hito el problema

del potencial agotamiento de los recursos naturales co-

mienza a relacionarse con la temática de la superviven-

cia humana y, en ese contexto, la ecología adquiere un

nuevo perfil en el debate sobre el desarrollo. Algunos

países industrializados plantearon la necesidad de es-

tablecer límites al comercio de automóviles, lo cual fue

percibido como una señal catastrófica. Consecuente-

mente, la temática ambiental pasó a ser parte de la pre-

ocupación ciudadana, curiosamente cuando los medios

de comunicación centraban la atención en la conquista

del espacio en el marco de la Guerra Fría.

Uno de los motores fundamentales de este fenómeno

fue, sin duda, la publicación en 1972 de Los Límites del

Crecimiento (en adelante Informe del Club de Roma)12,

un célebre informe elaborado, a solicitud del Club de

Roma, por un grupo de científicos del Instituto Tecno-

lógico de Massachusetts (mit). Entre las múltiples re-

percusiones que efectivamente tuvo, dos de ellas deben

ser remarcadas por el impacto que generaron a escala

global: (a) su influencia en la política internacional im-

perialista del gobierno de los ee.uu. (la cual adopta un

perfil de neto corte malthusiano), y (b) su fundamental

contribución doctrinaria al desarrollo y expansión de

12 MEADOWS, D. H.; MEADOWS, D. L. y J. Randers (1972). Los Límites del Crecimiento. Informe del Club de Roma sobre el Predica-mento de la Humanidad. México: Fondo de la Cultura Económica, 253 pp. Esta fue la presentación del informe al público en general; sin embargo, los resultados del mismo ya habían sido difundidos por el Club de Roma en 1971 en dos reuniones internacionales celebradas en Moscú y Río de Janeiro.

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Lo global y lo local

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un hito histórico del momento: el movimiento ecologis-

ta, quien, haciéndose eco de la preocupación generali-

zada de los países industrializados (aunque particular-

mente del pánico de la población yankee), encuentra en

el Informe una paradigmática fuente teórica.

El Informe se basó en el análisis y proyección de cin-

co factores críticos: crecimiento poblacional, produc-

ción de alimentos, contaminación, industrialización y

agotamiento de recursos no renovables, ordenados me-

diante un modelo matemático denominado World 3. En

un contexto mundial homogéneo, se consideró el mun-

do como un todo, sin diferenciar regiones ni países, y

sin tener en cuenta las asimetrías correspondientes.

Así, se pronunció sobre el futuro de la humanidad con

un atractivo de dramatismo que fue reflejado por los

titulares de la prensa mundial: «Un ordenador mira al

futuro y tiembla», «Un estudio vislumbra el desastre

para el año 2100», «Los científicos advierten sobre la

catástrofe global»13.

El tema del crecimiento de la población mundial fue

uno de los puntos centrales del informe. Sobre la base

de un «riguroso manejo de los datos estadísticos», se

afirmaba: «Podemos decir que el crecimiento de la po-

blación ha sido “súper” exponencial, pues la curva de

población se eleva con más rapidez que si el crecimiento

fuera estrictamente exponencial»14. De acuerdo con las

proyecciones del modelo, los autores señalan: «A me-

nos que la mortalidad registre una señalada elevación,

que obviamente la Humanidad se esforzaría por evitar,

puede preverse que en treinta años habrá una población

mundial de cerca de 7.000 millones. Y si sigue dismi-

nuyendo la mortalidad, pero no se logra disminuir la fe-

cundidad con mayor éxito que en el pasado, en 60 años

habrá 4 personas por cada una de las que actualmente

vive en el mundo»15. ¿Cuál era la opción ante el colap-

so? Implícitamente quedaba claro que la única alterna-

tiva era el advenimiento de nuevas catástrofes (guerras,

enfermedades, hambrunas, etc.), tan indeseadas como

necesarias, dado que hasta el momento no se había lo-

grado disminuir la fecundidad con mayor éxito que en

el pasado. Nótese que algunas apreciaciones de este in-

forme superan holgadamente al Ensayo. Por ejemplo, el

carácter «súper» exponencial que se le asigna al creci-

miento poblacional, o la proyección sobre la población

13 Los titulares corresponden, respectivamente, al Star-Fhoenix de Saskatoon (Canadá), al Plain Dealer de Cleveland (EEUU) y al Mainichi Daily News de Tokio (Japón). Los titulares correspon-den, respectivamente, al Star-Fhoenix de Saskatoon (Canadá), al Plain Dealer de Cleveland (EEUU) y al Mainichi Daily News de Tokio (Japón).14 MEADOWS et al., op. cit.: (p. 53).15 Ibídem (p. 57).

mundial para el año 2000, que pese a la supuesta rigu-

rosidad en el manejo de la información, se excedió en

nada menos que 1.000 millones de habitantes!

Las conclusiones fueron, francamente, sombrías y ca-

tastrofistas. En el tema demográfico se señalaba: «Si se

mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la

población mundial, industrialización, contaminación

ambiental, producción de alimentos y agotamiento de

los recursos, este planeta alcanzará los límites de su

crecimiento en el curso de los próximos cien años. El

resultado más probable sería un súbito e incontrolable

descenso tanto de la población como de la capacidad

industrial»16 (los «frenos» positivos de Malthus). El in-

forme puede resumirse en pocas palabras: el problema

principal era el crecimiento exponencial de la pobla-

ción mundial, sobre todo en los países pobres; conte-

nerlo constituye la condición indispensable para poner

un límite a la producción industrial, disminuir el con-

sumo, aliviar la presión sobre los recursos naturales y,

finalmente, evitar la catástrofe. El control de la conta-

minación, el uso sustentable de los recursos, etc., eran

medidas complementarias para alcanzar el equilibrio

global.

El informe del Club de Roma tuvo numerosas críti-

cas: por poseer un escaso valor analítico, por las subje-

tividades en la definición del modelo, por errores en los

análisis prospectivos, por otorgarle credenciales cientí-

ficas a una serie de lugares comunes que anidaban en

la llamada opinión pública, etc. Sin embargo, la mayor

parte de esas críticas soslayó uno de los rasgos principa-

les de este informe: el de no poner en duda el sistema cen-

tral de valores que sustenta la sociedad capitalista. Esto es

crucial, si se parte de la premisa de que los problemas

más importantes que afronta el mundo son sociopolíti-

cos más que físicos. Una de las excepciones la constitu-

yó el Informe Bariloche (véase más adelante): «…la catás-

trofe contenida en esas predicciones constituye ya una

realidad cotidiana para gran parte de la humanidad.

Hambre, analfabetismo, muerte prematura, carencia

de viviendas adecuadas, etc. —en otras palabras, condi-

ciones miserables de vida—, conforman el destino co-

mún compartido por gran parte de los habitantes de los

países subdesarrollados. Corregir esta situación es, por

lo tanto, el objetivo prioritario de toda visión prospecti-

va del mundo»17 . En síntesis, la catástrofe que predecía

el Club de Roma para un futuro mediato, no era más

que el presente y la realidad cotidiana de gran parte de

los países del Tercer Mundo.

16 MEADOWS et al., op. cit.: (pp. 40-41).17 HERRERA et al., op. cit. (pp. 30-31).

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Respecto a las influencias del Informe del Club de

Roma sobre la política de los ee.uu., debe decirse que el

impacto de los pronósticos catastrofistas fue tan grande

que alentó a los gobiernos norteamericanos de los años

70 en adelante a propiciar la disminución de las tasas

de natalidad en los países de América Latina, promo-

viendo el consumo masivo de píldoras anticonceptivas

como alternativa a un futuro de escasez de alimentos18.

Más aún, los llevó a plantear la cuestión del crecimien-

to demográfico en el Tercer Mundo como un tema de

seguridad nacional. El presidente Richard Nixon en-

comendó al Consejo Nacional de Seguridad (presidido

por el Secretario de Estado Henry Kissinger) una po-

lítica al respecto, que se cristalizó en el año 1974 con

el «Estudio de Seguridad Nacional Memorando 200:

Implicancias del crecimiento de la población mundial

para la seguridad y los intereses ultramarinos de los

Estados Unidos». El Memorando 200 recomendaba

una serie de medidas para evitar que el crecimiento

poblacional en los países pobres pudiera provocar un

desequilibrio de poder y un perjuicio a los ee.uu. «Fi-

nanciar programas de control de población mediante el

Banco Mundial; destacar en los programas los derechos

de los individuos y parejas a determinar el número de

hijos, y a obtener los medios necesarios para ello; evitar

que la aplicación de los programas tenga apariencias de

influencia extranjera; utilizar organizaciones no guber-

namentales para implementar los programas de control

de la natalidad; recomendar a las embajadas de los Esta-

dos Unidos que aprovechen toda oportunidad para pro-

mover los programas…» fueron, entre otras, algunas de

las recomendaciones19.

La segunda gran repercusión del Informe del Club

de Roma fue su influencia en el desarrollo explosivo del

ecologismo, si bien el surgimiento de este movimiento

data, informalmente, de fines del Siglo xix y, tal como

hoy se lo conoce, del año 1962. Fue entonces cuando la

opinión pública de los Estados Unidos se vio profunda-

mente conmovida con la aparición del libro de la bió-

loga norteamericana Rachel Carson, Primavera Silen-

18 Una de las estrellas del neomaltusianismo norteamericano fue Robert McNamara, un funcionario caracterizado por la pro-moción del control de la natalidad en el Tercer Mundo. Cabe re-cordar que previamente se había desempeñado como Secretario de Defensa de los ee.uu. (1961-1968) y, como tal, fue responsa-ble de la escalada militar en Vietnam. En los albores del fracaso bélico en aquel país, asumió la presidencia del Banco Mundial (1968-1981), desde donde —se dice— mató a más seres humanos que en su función anterior, presionando a los países más pobres a aceptar condiciones de miseria para obtener préstamos de la institución.19 DE ESTRADA, F. (1994). ¿Población o despoblación en la Con-ferencia de El Cairo? Gerencia Ambiental n° 5: 286-289.

ciosa, quien en un tono nostalgioso alertaba sobre los

problemas de contaminación derivados del uso de agro-

químicos. La segunda obra relevante del ecologismo la

produce otro biólogo, también norteamericano, Paul

Erlich, con su libro La bomba demográfica publicado en

el año1968. Allí pronosticaba la congestión de las gran-

des ciudades, el descontrol de la contaminación y la cri-

sis alimentaria. Así como Carson se había concentrado

en los problemas de la contaminación, Erlich lo hizo

en torno al tema del crecimiento demográfico, en una

clara apología neomalthusiana. Pero fue, sin duda, la

aparición del Informe del Club de Roma el hecho más

importante en el vertiginoso crecimiento del ecologis-

mo. A partir de allí en los países industrializados se

publicaron centenares de libros sobre medio ambiente,

se organizaron miles de debates ecológicos, se funda-

ron decenas de miles de organizaciones protectoras de

la naturaleza, etc., y hasta se abrió al ecologismo una

perspectiva política (a través, por ejemplo, de los movi-

mientos verdes de Europa).

Hacer una radiografía del ecologismo no es tarea fá-

cil, debido al complejo y variado espectro que lo inte-

gran. Sin embargo, dos autores son paradigmáticos en

la definición de su perfil ideológico: el biólogo norte-

americano Garret Hardin y el psicoanalista mexicano

Fernando Cesarman. Sin abundar demasiado, los dos

son unos maestros de la fantasía, la tragedia, el terror y

el arte de transmitir las preocupaciones de las clases y

países dominantes. Hardin se hizo famoso por su ética

del bote salvavidas, a la cual desarrollaba de la siguien-

te manera: «Metafóricamente, cada nación rica se en-

cuentra en un bote salvavidas lleno de gente compara-

tivamente rica. Los pobres del mundo están en otros,

mucho más limitados. Continuamente los pobres caen

al agua fuera de sus propios botes, esperando ser ad-

mitidos en los botes de los ricos para beneficiarse de

los bienes de a bordo. ¿Qué deberían hacer los pasaje-

ros de un bote rico ante esto?»20. Hardin responde su

pregunta afirmando que las minorías privilegiadas, en

tanto salvadoras de la civilización, tienen la responsabi-

lidad moral de mantener los recursos para las futuras

generaciones, controlar la reproducción de los pobres,

obviamente, no compartiendo los botes. Por su parte

Cesarman es autor de Ecocidio (1972), Freud y la Reali-

dad Ecológica (1974) y Yo Naturaleza (1981), cuyos títu-

los eximen de cualquier comentario. También partida-

rio del control demográfico, afirmaba que «…la falta de

comida en una parte muy importante de la población

20 HARDIN, G. (1974). Living in a life boat. Bioscience 24: 561-568.

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Lo global y lo local

37

mexicana y de la población mundial es, básicamente,

un problema ecológico»21.

De acuerdo a la lógica reduccionista del ecologismo,

la ecología sería la ciencia de las ciencias; un nuevo es-

tilo de pensamiento, donde lo económico y social que-

dan incluido en lo ecológico. Básicamente se procura

reemplazar la idea de «crisis económico-social» por

la de «catástrofe ecológica total». No debe perderse de

vista, sin embargo, que las cuestiones ecológicas han

alcanzado una magnitud política porque sus relacio-

nes con otras formas de conocimiento, no ecológicas,

le han dado la posibilidad de articularse con lo político.

Porque la ecología en sí no plantea objetivos políticos

a realizar: no existe un sistema ecológico ideal para la

ecología; el sistema ecológico ideal es una formulación

extraecológica que se construye a partir de valoraciones

de tipo ideológicas y éticas. Por ello, como señala Mires,

«…no hay que pedirle a la ecología más de lo que como

disciplina científica puede aportar, y menos exigirle lo

imposible: pues de la pura ecología no hay que esperar

ninguna alternativa»22.

En síntesis, con el Informe del Club de Roma, las po-

líticas de estado norteamericana de los ”70 y el ecolo-

gismo, quedaba inaugurada la era del malthusianismo

tardío o neomalthusianimo, cuyas posturas seguramente

horrorizarían al propio Malthus. Los asesores de Ronal

Reagan y Margaret Thatcher admiraban a Friedrich von

Hayek, no por su premio Nobel en economía, sino por

sus posturas neomalthusianas extremas. El afirmaba:

«La desigualdad no es deplorable, sino sumamente sa-

tisfactoria y sencillamente necesaria (…) Según parece,

la población mundial volverá a duplicarse en los próxi-

mos años. Para un mundo basado en ideas igualitarias,

el problema de la superpoblación es insoluble. Si se nos

ocurriese garantizar la vida de todo el que viene al mun-

do, al poco tiempo seríamos incapaces de cumplir nues-

tra promesa. Para la superpoblación no hay más que

un freno: que se conserven y multipliquen tan sólo los

pueblos capaces de alimentarse ellos mismos». Como

se advierte, es probable que Malthus se hubiera sentido

incómodo e incluso arrepentido ante las prédicas de von

Hayek, como así también ante las de Hardin y Cesar-

man. Ante semejantes afirmaciones es loable suponer,

en efecto, que Malthus no era tan malthusiano.

21 CESARMAN, F. (1981). Diario Uno más Uno, 3 de Enero, México.22 MIRES, F. (1990). El Discurso de la Naturaleza. Ecología y Polí-tica en América Latina. Buenos Aires: Espacio Ed. (p. 37).

¿Escasez o distribución desigual?

En respuesta a las predicciones catastrofistas del In-

forme del Club de Roma, en el año 1977 un grupo de

intelectuales y científicos de la Fundación Bariloche

publica el informe ¿Catástrofe o nueva sociedad? Mode-

lo Mundial Latinoamericano23, también conocido como

Informe Bariloche. El título fue más que elocuente: se

procuraba demostrar que el futuro de la humanidad no

dependía de barreras físicas insuperables, como soste-

nían científicos del mit, sino de transformaciones polí-

ticas y sociales. Frente a la «catástrofe» pronosticada, la

«nueva sociedad» constituía la alternativa. El informe

centró su análisis en las asimetrías entre países ricos

y pobres, en la desigual distribución del poder y los re-

cursos, tanto a nivel internacional como dentro de cada

país, y en la necesidad de lograr un mundo donde la

población en su conjunto alcance mejores condiciones

básicas de vida.

Las conclusiones más importantes del informe son:

«(1) El modelo muestra que el crecimiento de la po-

blación puede controlarse, hasta alcanzar el estado de

equilibrio, mediante la elevación general de las condi-

ciones de vida, especialmente las relacionadas con las

necesidades básicas (…) (2) Se comprueba, además,

que los obstáculos que actualmente se oponen a un

desarrollo armónico de la humanidad no son físicos o

económicos, en el sentido estricto, sino esencialmen-

te sociopolíticos. (…) (3) Las tasas de crecimiento de la

economía requeridas para conseguir los objetivos de-

seados —y que pueden obtenerse fácilmente sin impo-

ner sacrificios sociales intolerables— contrastan con las

que serían necesarias para satisfacer, aproximadamen-

te en el mismo plazo, las necesidades básicas mante-

niendo la estructura actual del ingreso y, por ende, la

misma organización económico-social. Estas tasas de

crecimiento económico (…) son inalcanzables en la rea-

lidad. El plantear este tipo de “solución”, por lo tanto,

sólo tiene como objetivo preservar el actual statu quo y

disimular las verdaderas causas de la crisis que afecta

al mundo contemporáneo. (...) (4) Por último, el mode-

lo demuestra, dentro de las limitaciones que necesaria-

mente tiene este tipo de trabajo, que el destino huma-

no no depende, en última instancia, de barreras físicas

insuperables, sino de factores sociales y políticos que a

23 HERRERA, A. O.; SCOLNIK, H. D.; CHICHILNISKY, G.; GALLOPÍN, G. C.; HARDOY, J. E.; MOSOVICH, D.; OTEIzA, E.; DE ROMERO BREST, G.; Suárez, C. E. y L. Talavera (1977). ¿Catástrofe o Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano. (Segunda Edición). Treita Años Después. Ottawa, Canadá: idrc–crdi. 127 pp.

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los hombres compete modificar. Nada fácil es la solu-

ción, porque cambiar la organización y los valores de

la sociedad, como lo prueba la historia, es mucho más

difícil que vencer las limitaciones físicas. Intentarlo, sin

embargo, es el único camino abierto hacia una huma-

nidad mejor»24. El informe concluye con una reflexión:

«Se podría decir que esta propuesta es utópica, y que

sería más realista postular soluciones que implicaran

una modificación menos radical de las estructuras so-

ciopolíticas del mundo. A quienes sostienen esa posi-

ción, cabe recordar lo que escribiera John Stuart Mill

hace ya un siglo: Contra un gran mal, un pequeño reme-

dio no produce un pequeño resultado, simplemente no pro-

duce ningún resultado»25.

La publicación de la segunda edición del Informe Ba-

riloche en 200426 constituyó un hecho académico de

gran relevancia. Entre tanto pesimismo y desesperan-

za, vale la pena mostrar que hace alrededor de treinta

años un grupo de científicos e intelectuales (de la Ar-

gentina) presentó un camino posible hacia un mundo

mejor. Tal como lo plantea Ana Hardoy en su editorial,

«este libro debería ser leído por todos los jóvenes que

inician su formación universitaria y particularmente

por los políticos, académicos y los técnicos responsables

de la planificación estratégica tanto en el ámbito nacio-

nal como regional y mundial»27.

Desde el punto de vista conceptual, el Informe Bari-

loche sigue siendo un hito insoslayable en la definición

del desarrollo sustentable. Tal como ha sido expresa-

do en El Desarrollo Sustentable en Tiempos Interesantes,

en su concepción más amplia, «la sustentabilidad es

un término aplicable a la sociedad en su conjunto, no

a sectores específicos (e.g., “el ambiente”, “la política”,

“la economía”). En otras palabras, no existe sustenta-

bilidad real, ni perspectivas de sustentabilidad, si no

se identifica al cuerpo social como beneficiario final

de de la misma»28. Para esta concepción del desarrollo

la problemática pasa por: definir un modelo mundial

de sociedad más justa; establecer límites superiores de

consumo en los países y sectores sociales privilegiados

de la humanidad, e impulsar el crecimiento de los paí-

24 HERRERA et al., op. cit. (pp. 123-125).25 HERRERA et al., op. cit. (p. 125).26 HERRERA, A. O.; SCOLNIK, H. D.; CHICHILNISKY, G.; GALLOPÍN, G. C.; HARDOY, J. E.; MOSOVICH, D.; OTEIzA, E.; DE ROMERO BREST, G.; SUAREz, C. E. y L. Talavera (2004). ¿Catástrofe o Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano. (Segunda Edición). Treita Años Después. Ottawa, Canadá: idrc–crdi. 127 pp.27 HERRERA et al., op. cit. (p. 4).28 GOñI, R. y F. Goin (2006). El Desarrollo Sustentable en Tiem-pos Interesantes. Contextos e Indicadores para la Argentina. La Pla-ta: Scalabrini Ortiz Editorial, (p. 76).

ses y sectores sociales más pobres, hasta lograr un nivel

de vida aceptable de sus habitantes y compatible con la

supervivencia de los ecosistemas y los procesos ecoló-

gicos. No se trata del crecimiento de la población, como

lo plantean los neomalthusianos; se trata, en cambio, de

definir un modelo social justo, seguramente más austero

en lo material aunque más rico en lo espiritual, en el que

puedan distribuirse los recursos entre los 6.000 millones de

habitantes del planeta de manera más equitativa.

Sin embargo, el catastrofismo ecologista todavía «…

presupone que la madre de todas las batallas está aún

por librarse: el control demográfico de la población hu-

mana. Aunque hoy levemente demodèe, es probable que

con los acontecimientos por venir [como consecuencia

de la escasez de los combustibles fósiles y el cambio cli-

mático global], estos prejuicios se vean agudizados: es-

casez de recursos, migraciones, empobrecimientos en

masa, etc., darán lugar a nuevas y quizás más refinadas

versiones de la denominada ética del bote salvavidas»29.

Los sectores académicos e intelectuales argentinos, y si

es posible la dirigencia política, tendrán que adecuar su

pensamiento y accionar ante las graves circunstancias

que eventualmente podrían desprenderse de situacio-

nes como las antes señaladas en un futuro de corto y

mediano plazo.

Conclusiones

Con las incertidumbres y limitaciones propias de un

ensayo breve de estas características, seguidamente se

enumeran, a modo de síntesis conclusiva, los puntos

de mayor relevancia que se desprenden del desarrollo

del mismo.

Del mismo modo que lo hicieron otros economis-a)

tas clásicos, como David Ricardo, cuando Malthus fun-

damentaba su hipótesis de escasez, lo hacía desde la

perspectiva de defensa de los intereses de la clase domi-

nante inglesa. Ni más ni menos, el ecologismo, con las

actuales posiciones catastrofistas (particularmente con

su cruzada demográfica), no hace más que justificar el

status quo de los países centrales.

Sin embargo, tras la máscara de su «neutralidad» b)

ideológica, el ecologismo encuentra tierra fértil para

su desarrollo en la denominada «crisis ambiental» (e.

g., Greenpeace en la Argentina). Debe hacerse la adver-

tencia, no obstante, que su propio argumento (el de la

supuesta neutralidad) constituye una limitación insal-

vable. Porque la crisis ambiental no es más que una

29 GOñI, R. y F. Goin, op. cit. (p. 212).

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Lo global y lo local

39

consecuencia de la crisis de los modelos de desarrollo

basados en la economía de mercado y, por ende, irreso-

luble mediante políticas tecnológicas, postulados éticos

u otras alternativas que no planteen cambios de fondo.

El concepto actual de desarrollo sustentable, tal c)

como lo señalara en la década de los 70 el Informe Ba-

riloche, plantea que los obstáculos a un desarrollo ar-

mónico de la población mundial en su conjunto, hoy

como entonces, no son físicos (escasez de recursos) o

económicos sino, esencialmente, de naturaleza socio-

política.

El problema central pasa, entonces, no por la cues-d)

tión demográfica (el cuántos) sino por cómo procurar

distribuir los recursos entre los 6.000 millones de ha-

bitantes del planeta para alcanzar una sociedad justa.

El contexto de insustentabilidad global de la ac-e)

tualidad plantea, no obstante, muchas incertidumbres

acerca de cuáles son, hoy por hoy, las alternativas. Sin

embargo, parece quedar cada vez más claro cuáles no

lo son. Ejemplos emblemáticos de estas últimas son el

Club de Roma, el ecologismo, el unimundialismo de

Naciones Unidas y buena parte del sector académico-

universitario mundial (cuyos informes no explican que

el hambre del Tercer Mundo y el sobreconsumo de los

países industrializados son las dos caras del desarrollo

capitalista desigual).

Finalmente, sobre la base del modelo de sociedad f)

ideal, se deben delinear políticas poblacionales, cons-

cientes de que cuando se debate ese tema no sólo se

discuten estrategias demográficas sino, esencialmente,

cuestiones de poder. Entonces, hay que analizar a quié-

nes no le conviene la propuesta y quiénes son los que se opo-

nen para poder evaluar si la misma resulta beneficiosa

para el país y la sociedad toda. Porque, en palabras de

Alejandro Dolina, «…siempre es recomendable recorrer

la vida a contramano, sobre todo si uno sospecha quién

ha puesto las flechas del tránsito» 30.

30 DOLINA, A. (1988). Crónicas del Ángel Gris. Buenos Aires: Ediciones de la Urraca (p. 255).

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Desdeelfondo N° 44

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El plan estratégico Rosario Metropolitana. Una estrategia de desarrollo localLic. Luciano Durand

ResumenLa experiencia de planificar y gestionar con perspectiva estratégica en la ciudad de Rosario ha permitido una visión más

integral y abarcativa de la realidad constituyéndose en un instrumento a través de cual la sociedad y sus instituciones

fijan sus prioridades.

Asimismo, al experimentar los beneficios de contar con un plan estratégico pensado para la ciudad, se comenzó a vi-

sualizar sus limitaciones dadas por las fronteras jurisdiccionales que separan procesos funcionalmente integrados. Hay

temas que trascienden los límites de gestión de cada espacio urbano tomado individualmente y no pueden ser abordados

sólo desde la óptica aislada de cada una de las ciudades por separado.

Es necesario, entonces, ampliar el marco de actuación y avanzar en la formulación de un Plan Estratégico Rosario Metropolitana para encontrar espacios colectivos adecuados para resolver cuestiones específicas. Este plan constituye un

instrumento de planificación para facilitar la gestión estratégica del desarrollo territorial a escala regional.

El presente artículo analizan los alcances y enseñanzas del Plan Estratégico Rosario, para luego, continuar con la

necesidad del abordaje regional, el ámbito de actuación regional, y una propuesta metodológica de actuación es-

tratégica.

Introducción generalLa experiencia de planificar y gestionar con perspectiva estratégica en la ciudad de Rosario, ha permitido una visión más

integral y abarcativa de la realidad, constituyéndose en un instrumento a través de cual la sociedad y sus instituciones

fijan sus prioridades.

Esta experiencia de planificación estratégica, iniciada hace casi diez años, exhibe hoy resultados positivos y es recono-

cida nacional e internacionalmente. El Plan Estratégico Rosario (per) impulsó un cambio cultural basado en la inte-

gración de diferentes perspectivas en una visión común; en la priorización de líneas de acción que proyectasen la ciudad

hacia el futuro; y en la colaboración público—pública y público-privada como motor de las transformaciones deseadas.

Además, incluyó una mirada atenta y preocupada por el reconocimiento y desarrollo de una estrategia regional para el

Area Metropolitana de Rosario. Porque Rosario es una región con una historia común y múltiples oportunidades.

Al experimentar los beneficios de contar con un plan estratégico pensado para la ciudad, se comenzó a visualizar sus

limitaciones dadas por las fronteras jurisdiccionales que separan procesos funcionalmente integrados. Hay temas que

trascienden los límites de gestión de cada espacio urbano tomado individualmente y no pueden ser abordados sólo desde

la óptica aislada de cada una de las ciudades por separado.

Por lo antes dicho, es necesario, entonces, ampliar el marco de actuación y avanzar en la formulación de un Plan Es-

tratégico Rosario Metropolitana para encontrar espacios colectivos adecuados para resolver cuestiones específicas. Este

segundo plan constituye un instrumento de planificación para facilitar la gestión estratégica del desarrollo territorial a

escala regional.

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Lo global y lo local

41

Hoy, la región Rosario está dispuesta a establecer un espacio de encuentro, de coordinación de intereses comunes y de

visiones compartidas en el presente y hacia el futuro. Ese es el espacio del Plan Estratégico Rosario Metropolitana (pem).

Un espacio de construcción común y de aprendizaje colectivo y, a su vez, un espacio de planificación con objetivos y metas

concretas.

El presente artículo intenta plantear distintos disparadores para la discusión teórica-práctica respecto de la planifica-

ción estratégica y el desarrollo local. A los efectos de su presentación, este documento está estructurado en distintos puntos

interrelacionados que se pueden abordar específicamente. En primer lugar, se analizan los alcances y enseñanzas del Plan

Estratégico Rosario. Luego se continuar con el ámbito de actuación del plan. El tercer punto, lo constituye la propuesta

metodológica en la que se establecen las fases en el proceso de planificación estratégica metropolitana. Por último, se

exponen las orientaciones estratégicas de actuación y sus programas y proyectos vinculados.

1. Alcances y enseñanzas del Plan Estraté-gico Rosario

En 1995 Rosario iniciaba un desafío inédito: la fijación

de objetivos estratégicos consensuados entre distintos

actores públicos y privados. Por primera vez, el futuro

se discutía y se concebía como una tarea de toda la co-

munidad. Se asumía la importancia de contar con un

plan que no buscaba sustituir al plan de gobierno, sino

complementarlo con la riqueza de diversas miradas y

trascender en el tiempo, más allá de una gestión.

Esta experiencia de gestión orientada hacia la promo-

ción del desarrollo y la participación, constituye un re-

ferente en el ámbito nacional que, por su trayectoria,

aciertos y dificultades, puede arrojar algunas enseñan-

zas a la hora de formular procesos de planificación es-

tratégica en otras ciudades del país.

La metodología adoptada avanza a través de etapas di-

ferenciadas. La primera, iniciada en octubre de 1996 y

finalizada formalmente en junio de 1997, tuvo relación

con el diagnóstico. Luego, comenzó la etapa de formula-ción, que se extendió desde junio de 1997 hasta octubre

de 1998. La tercera etapa fue la implementación, para

cuya concreción se estableció un plazo de cuatro años

a partir de esta última fecha. La cuarta fue la ejecución, donde se priorizaron 20 proyectos de infraestructura

logística, de calidad de vida y de gestión institucional.

El diagnóstico se encaminó a identificar «los gran-

des temas» de la ciudad, para ello se utilizaron diversas

técnicas que llevaron a ordenar cuatro ejes sectoriales

de trabajo: Económico-Productivo; Socio-Institucional;

Físico-Ambiental; y Centralidad Regional y Proyección

internacional. El diagnóstico conoció sucesivas versio-

nes que fueron puestas bajo consideración de las orga-

nizaciones integrantes del Plan y de especialistas de

distintas disciplinas.

Culminada esta primera etapa, se debió encarar el

pasaje a la etapa de formulación, en la cual se optó por

ampliar el horizonte, saliéndose de los límites impues-

tos por la división previa de los problemas a resolver en

ejes temáticos sectoriales. Para ello, se detectaron los

«temas transversales» existentes, dotados de suficiente

fuerza como para convertirse en «líneas estratégicas de

transformación».

En lo referente al componente de interpelación «emo-

cional» de los actores, se lanzaron una serie de slogans:

la definición del per como «un espacio para ponernos

de acuerdo» o «una utopía posible», y se recurrió a los

«sueños» como herramienta metodológica para lograr

un mayor compromiso social y una apropiación del Plan.

En esta etapa, las actividades más importantes se orien-

taron a tratar de generar consenso respecto de los «sue-

ños», transformados en líneas estratégicas, así como ela-

borar programas y diseñar proyectos específicos.

Para ello se realizaron talleres de trabajo, reuniones

periódicas de Comisiones Temáticas, discusión en Pa-

neles previos al trabajo en talleres y se conformaron

Grupos de Trabajo para el tratamiento de temas espe-

cialmente importantes. Fruto de este proceso, la formu-

lación del Plan adoptó un diseño ordenado de acuerdo

cinco instrumentos:

Un (1) 1) Horizonte como objetivo a largo plazo. La

visión del per: «Rosario, una ciudad sustentada en el tra-

bajo y en la creación, con oportunidades de vida y progreso

para todos sus habitantes, que recupera el río y se constitu-

ye en punto de integración y encuentro del mercosur».

Cinco (5) 2) Líneas Estratégicas. Son los caminos para

alcanzar el objetivo final, y se expresaron «como sueños,

de una manera sintética, ilusionadora, comunicable».

La ciudad del río π

La ciudad de las oportunidades π

La ciudad del trabajo π

La ciudad de la creación π

La ciudad de la integración π

Doce (12) 3) Objetivos Particulares, en definitiva los

propósitos a alcanzar en cada línea estratégica.

Veinte (20) 4) Programas, reunión y articulación de los

proyectos concretos del plan que respondían a cada línea.

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Desdeelfondo N° 44

42

Setenta y dos (72) 5) Proyectos. Es decir, tareas concre-

tas de acción sobre la realidad.

No se trataba sólo de hacer diagnósticos y formular

proyectos, sino de gestionarlos y proyectar acciones

a mediano y largo plazo. Esto requirió un proceso de

aprendizaje de todos los actores que impuso la necesi-

dad de crear instrumentos propios, basados en las expe-

riencias de otras ciudades pero orientados a servir a las

particularidades de la ciudad de Rosario.

En 1998 se presentó el Plan Estratégico rosario (per).

Un ambicioso menú de proyectos que sintetizaba las as-

piraciones de los actores locales, representados por más

de 100 instituciones que participaron en su elabora-

ción. De esta manera se abría una nueva dimensión de

la gestión local. Poco a poco, y a medida que el per fue

ganando visibilidad, se posicionó como el ámbito más

adecuado para el análisis y el debate de los principales

temas de la ciudad.

Para la ejecución de proyectos se priorizaron aquellos

más significativos e importantes para los participantes

del plan. Resulta interesante detenerse un momento en

el análisis del grado de avance registrado por cada uno

de los proyectos en relación con los actores involucra-

dos. Entre las prioridades establecidas se encuentran

los siguientes proyectos:

Valoración de los Proyectos Priorizados

n° Proyecto Estado de Avance1

1 Descentralización y Moderniza-

ción del Municipio

En funcionamiento

2 Agencia de Desarrollo Regional En funcionamiento

3 Puente Rosario-Victoria En funcionamiento

4 Hidrovía Paraguay-Paraná En funcionamiento

5 Polo Tecnológico Rosario En funcionamiento

6 Aeropuerto Internacional Rosa-

rio (air)

En funcionamiento

7 Preservación del patrimonio

urbano

En funcionamiento

8 Nuevo Hospital de Emergencias En funcionamiento

9 Reconversión del Puerto Rosario En funcionamiento

10 Programa Rosario Hábitat Con avances signifi-

cativos

11 Gestión del Sistema Vial Metro-

politano de Accesos a la ciudad

Con avances signifi-

cativos

12 Reconversión urbana del frente

ribereño de la ciudad

Con avances signifi-

cativos

13 Autonomía Municipal (se nece-

sita una Reforma de la Constitu-

ción Provincial)

Con avances medios

14 Autopista Rosario-Córdoba Con avances medios

15 Reconversión del Sistema Ferro-

viario Regional de Cargas

Con avances medios

1 Estado de Avance: En funcionamiento es igual a proyecto fi-

nalizado (100%); Con avances significativos se encuentran en

marcha y resta poco para su ejecución (menos de una cuarta

parte); Con avances medios es igual a 50%; y con avances

mínimos contempla los proyectos que por diferentes razones

demoraron su concreción.

Los avances obtenidos hasta hoy son el resultado de lo

que la sociedad rosarina, en su conjunto, ha logrado ma-

terializar a través del esfuerzo común. No todos los pro-

yectos han concitado en este tiempo el mismo interés y

dedicación. Por su peso específico, algunos se transfor-

maron en ejes de la acción estratégica de la ciudad, y fue-

ron priorizados para potenciarlos de modo particular.

El Plan Estratégico Rosario logró superar, con mu-

cho, cualquier otro intento anterior de coordinar y mo-

vilizar fuerzas hacia objetivos predeterminados. Entre

otras cosas, ha conseguido generar dinámicas sociales

de compromiso y acuerdo, superando la modalidad de-

clarativa para viabilizar efectivos cursos de acción.

La experiencia concreta de los últimos años en Rosario

puso de manifiesto una apertura del plan de gobierno a

una visión más integral y abarcativa, que contemplaba la

opinión y los intereses directos de los distintos actores

sociales y económicos de la ciudad. De esta manera, el

plan estratégico lejos de ser una mera expresión de bue-

nas intenciones, se convertía en un instrumento concre-

to a través del cual la sociedad fijaba sus prioridades.

Sin embargo, al experimentar los beneficios de con-

tar con un plan estratégico pensado para la ciudad, se

comenzó a visualizar sus limitaciones dadas por las

fronteras jurisdiccionales que separan procesos fun-

cionalmente integrados. Temas como: transportes de

carga y de pasajeros, tratamiento integral de residuos,

políticas medioambientales, redes institucionales de

coordinación, infraestructuras y logística, servicios bá-

sicos y avanzados, marginalidad social, etc., trascien-

den los límites de gestión de cada espacio urbano to-

mado individualmente y no pueden ser abordados sólo

desde la óptica aislada de cada una de las ciudades por

separado, debido a los grandes niveles de interacción e

interdependencia que los ligan en múltiples aspectos.

Desde los primeros tiempos de la formulación del per

resultaba claro que adquirir una visión metropolitana/

regional para abordar las diversas problemáticas sería

el próximo paso a dar. En este sentido, algunos antece-

dentes fueron abonando el camino de construcción me-

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Lo global y lo local

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tropolitana: la constitución de la Agencia de Desarrollo

de la Región Rosario, los proyectos del Programa de De-

sarrollo Integral de Grandes Aglomeraciones Urbanas

del Interior (bid 1068/oc–ar), la firma del Acta Acuer-

do Metropolitano en noviembre de 2001, que significó

la adhesión del Gobierno Provincial y de Municipios y

Comunas del Área Metropolitana a impulsar iniciati-

vas institucionales comunes de carácter metropolitano,

y las reuniones de Intendentes, Presidentes de Comuna

y técnicos de la Región Metropolitana con más de 50

Municipios y Comunas a partir de febrero del 2004.

Es necesario, entonces, ampliar el marco de actua-

ción y avanzar en la formulación de un Plan Estraté-

gico Metropolitano, para encontrar espacios colectivos

adecuados para resolver cuestiones específicas. El pem

se constituye en un instrumento de planificación para

facilitar la gestión estratégica del desarrollo territorial a

escala regional.

2. El ámbito de actuación: la Región Metro-politana Rosario

A partir de febrero del año 2004, se abre un nuevo espa-

cio: el Plan Estratégico Rosario Metropolitana con el ob-

jetivo de encontrar conjuntamente canales adecuados

para resolver cuestiones específicas. Esto es, una nueva

organización del espacio y su administración que ofrez-

ca un entorno favorable para la cooperación inter-insti-

tucional y la solución consensuada y co-responsable de

las cuestiones metropolitanas de la Región Rosario.

En Argentina, según los datos del último censo, las

dos terceras partes de la población residen en aglomera-

ciones urbanas de naturaleza metropolitana. Sin embar-

go, ninguna de ellas ha logrado institucionalizar esta nueva

realidad urbana. Es decir, no existe correspondencia entre

unidad política institucional y sociedad metropolitana.

La Región Metropolitana Rosario no posee una demar-

cación territorial preestablecida, a través de fronteras ju-

rídico-administrativas, sino que responde a dinámicas

metropolitanas que se desarrollan en el territorio y se

extienden por varios departamentos provinciales (5).

En los últimos años, se ha producido un importan-

te crecimiento urbano de la región, tanto de su núcleo

central (Rosario), como de las ciudades aledañas. Este

nuevo fenómeno urbano se caracteriza por su conti-

nuidad física y por los grandes niveles de interacción

e interdependencia social y económica que ligan a to-

das sus partes en múltiples aspectos. Existen varios nú-

cleos urbanos con presencia en la región, como Puerto

Gral. San Martín, San Lorenzo y Villa Gobernador Gál-

vez, que muestran fluidos intercambios con la ciudad

cabecera (de mercancías, transporte, comunicaciones,

población o mano de obra), cuya característica distinti-

va es que parten del núcleo central.

Efectivamente, la Región Rosario se encuentra en un

proceso de metropolización caracterizado por interco-

nexiones sociales, económicas y urbanas que se produ-

cen a lo largo de una extensión territorial mucho más

amplia que la ciudad central ya que involucra a varios

municipios y comunas. Por ello, al reconocer la exis-

tencia de cuestiones metropolitanas que requieren una

gestión conjunta e integral, se plantea la necesidad de

avanzar en la maduración de una nueva forma de orga-

nización política que articule los asuntos comunes.

Por lo tanto, estas dinámicas metropolitanas requie-

ren intervenciones de gran escala que articulen el te-

rritorio, que coordinen las acciones a través de la ges-

tión común de los servicios más importantes, como por

ejemplo, transportes, residuos, salud, etc.

Estas problemáticas resaltan la necesidad de generar

estructuras metropolitanas de planificación territorial y

estratégica, de programación conjunta del desarrollo ur-

bano y de gestión de los servicios de ámbito supra-muni-

cipal. En las regiones donde se desarrollaron estas accio-

nes, se favoreció el crecimiento económico de la región;

se contribuyó a aumentar la capacidad de negociación

ante terceros; se incrementó la posibilidad de acceso a

la información; y se incentivó a la ejecución conjunta de

obras públicas y la provisión de servicios públicos.

Lo metropolitano no es sólo fuente de problemas

sino, también, de oportunidades. Una primera visión

puede detenerse sólo en su condición problemática. En

este caso, lo metropolitano como espacio de coordina-

ción demanda acciones correctivas. La visión de lo me-

tropolitano como oportunidad demanda además accio-

nes creativas capaces de contribuir a canalizar estadios

superiores del desarrollo de la comunidad regional. Es

en este plano complejo de actuación donde se ubica el

Plan Estratégico.

El territorio metropolitano no es algo dado a priori

(producto del crecimiento de los municipios que de él

forman parte), sino un proceso de construcción social

(territorio construido), resultado de las estrategias de

organización de los actores y del tipo de instituciones

que conforman el territorio. Esto implica considerar al

territorio como una estructura compleja e interactiva,

en la cual el contenido define el continente (límites, di-

mensiones y otros atributos geográficos). Es decir, un

espacio geográfico que sólo puede convertirse en terri-

torio a partir de variables políticas. Por lo cual, el territo-

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rio se constituye en el espacio privilegiado de la interacción

y del conflicto, donde se desenvuelven múltiples relaciones

sociales que lo identifican como tal.

A partir de lo expuesto, desde Rosario Metropolita-

na, se propone situar el ámbito de actuación concreto,

tomando como marco de referencia las siguientes defi-

niciones:

π Ciudad central (Rosario): otorga origen y denomi-

nación al espacio ampliado. Posee una visible fortaleza

regional, en el sentido de que es una ciudad metropoli-

tana con 907.884 de habitantes y configura un centro

industrial, comercial, de servicios y financiero asentado

en el corazón de la región productiva agrícola-ganadera

más importante del país.

π región Metropolitana: es un ámbito urbano-rural

que se estructura en torno a la ciudad central y se ar-

ticula con otros centros urbanos que cuentan con mer-

cados de trabajo y ámbitos comerciales propios, vincu-

lados al centro. Incluye municipalidades relativamente

alejadas de la de Rosario. Es el ámbito de las infraes-

tructuras y actividades económicas regionales vincula-

das. Esta demarcación no es definitiva, su flexibilidad

y movilidad está sujeta a las dinámicas económicas,

productivas y sociales que involucran a los diferentes

actores, en el proceso de construcción de un territorio

metropolitano.

La región Metropolitana rosario abarca a más de 50

municipios y comunas del sur de la Provincia de Santa

Fe con casi 1.500.000 de habitantes. En ella, se localiza

el 62 % de los establecimientos industriales de la pro-

vincia, y se genera el 53 % del empleo de la Provincia.

La industria manufacturera y la construcción lideran

la recuperación en la creación de empleo, con tasas in-

teranuales de crecimiento de 10% y 28,6%. Concentra

más del 40% de la población provincial, y contribuye

con el 60 % del Producto Bruto Provincial y con el 5 %

del Nacional.

3. Proceso de Planificación Estratégica

La planificación estratégica es un proceso de concerta-

ción de actores locales con el fin de establecer objetivos

comunes a largo plazo que transformen la realidad ac-

tual, superando las debilidades y potenciando las for-

talezas. Es un proceso político y social que requiere,

para funcionar, el compromiso activo de los distintos

actores locales y regionales. Es asimismo, una herra-

mienta que busca optimizar las actuaciones y esfuer-

zos de una comunidad para concretar una estrategia de

desarrollo local.

Esta herramienta concibe el desarrollo desde un nue-

vo enfoque no vinculado exclusivamente al crecimien-

to económico, a la atracción de inversiones externas

o a la solicitud de ayuda ante las instituciones guber-

namentales nacionales. Se trata, más bien, de identi-

ficar y dinamizar los recursos existentes y potenciales

del territorio, para de este modo, aprovechar los flujos

y recursos externos en una estrategia local articulada.

Es decir, intentar mejorar las condiciones de respuesta

organizada de la sociedad local ante las exigencias del

nuevo entorno.

Para ello, se debe visualizar al territorio, ya no como

un espacio o soporte físico de las actividades económi-

cas y sociales, sino como la expresión de la organización

y movilización de los distintos agentes locales en pos de

su propio desarrollo. Es decir, se considera al territorio

como factor decisivo del desarrollo.

Rosario Metropolitana recoge, explícita y formaliza,

de manera clara, concisa y ordenada, el consenso y el

compromiso responsable de todos los implicados en el

proceso planificador del desarrollo a largo plazo en el

territorio concreto.

La Planificación Estratégica es:

Multidisciplinaria, integral, dinámica (sujeta a eva- π

luación y cambio), participativa y (multi) escalar.

Estimulante más que reguladora. π

Preventiva más que correctiva. π

Fundamentalmente orientada a las mejoras inte- π

grales a mediano y largo plazo.

Promotora de la participación y del consenso co- π

rresponsable en torno a objetivos estratégicos más que

arbitradora de conflictos.

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Lo global y lo local

45

Apoyada en el consenso y la corresponsabilización π

más que en el control institucional.

Los objetivos de rosario Metropolitana son:

π Incorporar los grandes temas del territorio metro-politano en una agenda común de política pública.

π Fortalecer la gestión local de cada municipalidad y

comuna de la región articulando las acciones estatales

(municipales, provinciales y nacionales) y sociales en

el territorio.

π generar un sistema de gestión propia para el área

metropolitana con medios para reunir y analizar la in-

formación, planificar atendiendo las necesidades y to-

mar decisiones conjuntas que permitan superar sus

problemas.

π Promover un proyecto de desarrollo equitativo, en

lo económico, social y territorial, en condiciones de

transparencia, previsibilidad y co-responsabilidad.

El dinamismo de la realidad territorial impone una

metodología de trabajo flexible e inclusiva a la hora de

emprender un proceso de planificación para nuestra re-

gión metropolitana. Para tal fin, se establecen cuatro

(4) fases de trabajo como guías de actuación.

Fases del proceso de planificación:

1. Diagnóstico

e Identifica-

ción de Temas

Críticos

Identificar los temas críticos del territorio

El diagnóstico estratégico es el punto de

partida para dar cuenta de la situación

actual. Se trata de identificar de manera

justificada, mediante un análisis cuali y

cuantitativo, cuál es el potencial de desa-

rrollo endógeno y la prospectiva sectorial

de las diferentes actividades del territorio

así como las oportunidades y amenazas

futuras del entorno de actuación.

2. orientacio-

nes de Actua-

ción

Establecer los ejes de actuación prioritarios

La etapa comienza con la definición de la

visión estratégica colectiva por parte de los

actores clave de la región. Las orientaciones

definen los caminos seleccionados a través

de la gestión. Deben estar claramente ex-

puestas y relacionadas con las limitaciones

y potencialidades de los niveles de análisis

del diagnóstico, contemplar una adecuada

interpretación de la dinámica interna de la

cultura local y su adaptación a las tenden-

cias del entorno, junto con la cooperación

y corresponsabilidad entre los diversos

actores públicos y privados.

3. Formulación

de Programas

y Proyectos

Acordar un conjunto de proyectos que per-

mitan concretar los objetivos y las acciones

prioritarias

Se trata de actuar sobre los factores deter-

minantes de la productividad y competiti-

vidad de la región, la integración social, la

calidad de vida, la articulación institucional

y la sustentabilidad ambiental.

4. organización

del Seguimien-

to del Plan

Explicitar el modelo de formalización del plan

El «modelo de formalización del plan»

garantiza su posterior gestión a largo plazo.

En el mismo, se debe determinar el modelo

organizativo que asegure el control y segui-

miento del Plan, su actualización y mejora

periódica.

Entonces, si se apunta a promover el desarrollo local

es preciso concertar voluntades, animar diálogos, cons-

truir agendas públicas e institucionales, construir re-

des territoriales, y asumir y compartir responsabilida-

des. En este sentido Rosario Metropolitana se propone

asumir el desafío de promover las acciones necesarias

para el logro de estos objetivos. Estrategias que requie-

ren de un diagnóstico apropiado, que brinde la base de

conocimiento e información necesaria para la posterior

planificación y gestión de políticas. Para ello resulta ne-

cesario identificar, fundamentalmente, los problemas y

las capacidades (recursos) que caracterizan a un territo-

rio determinado, así como las orientaciones estratégicas

de actuación necesarias para el desarrollo de la región.

Durante el año 2004, la tarea estuvo centrada en la

etapa de Diagnóstico e Identificación de Temas Críti-cos de la Región Rosario. Para ello, se desarrollaron Re-

uniones de Trabajo de Técnicos municipales, Encuen-

tros de Intendentes y Mesas de Debate para reflexionar

sobre problemáticas específicas. Todo esto se reflejó en

la presentación de un Documento Base 2004 que buscó

promover un proceso de debate intenso y la participa-

ción activa de los distintos actores de la región.

Este documento borrador se sometió a la discusión

pública en Talleres de Trabajo, donde la participación

comprometida de numerosas instituciones públicas y

privadas permitió alcanzar una serie de Acuerdos Es-

tratégicos Metropolitanos. Comenzaba así, un proceso

de construcción colectiva que se proponía dotar a la re-

gión de una estrategia de desarrollo.

Semejante desafío necesitaba comprometer la par-

ticipación y protagonismo de los principales actores.

Fue así, como representantes de doscientas setenta or-

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46

ganizaciones de la región discutieron alrededor de los

siguientes ejes: Territorio, Sistema Económico, Socie-

dad e Instituciones. Estos constituyeron las primeras

dimensiones de análisis a partir de las cuales surgieron

los acuerdos y acciones a implementar.

Simultáneamente, se organizó un proceso de sensi-

bilización para completar el abordaje de los temas crí-

ticos, a través de un Ciclo de Seminarios denominado

«Construyendo la Región Metropolitana». Estas instan-

cias de intercambio de ideas y propuestas fueron fun-

damentales para poder avanzar en la definición de las

primeras líneas de acción de alcance metropolitano.

Durante el año 2005, la tarea de planificación se con-

centró en la definición de la visión estratégica colectiva

por parte de los actores clave de la región y a partir de

la misma, posibilitar el compromiso público de los pro-

tagonistas en las principales orientaciones Estratégicas de Actuación.

Las Orientaciones Estratégicas de Actuación se orga-

nizaron en cinco ejes que quedaron definidos de la si-

guiente manera:

Eje 1: Producción, Empleo y CompetitividadEje 2: Ciencia, Educación y CulturaEje 3: Territorio y Medio AmbienteEje 4: Equidad Social y CiudadaníaEje 5: Posicionamiento Nacional e InternacionalA partir de estos ejes, el año 2006, estuvo signado

por la tarea de Formulación de Proyectos. Se realizó

una nueva convocatoria a los actores de la región con el

objeto de formular técnicamente los proyectos que per-

mitieran concretar los objetivos, así como las acciones

prioritarias. Se organizaron Comisiones Temáticas a

partir de cada uno de los ejes de actuación y entre abril y

julio de 2006, las instituciones se abocaron al debate.

Esta etapa se complementó con el desarrollo de dis-

tintas modalidades de trabajo: foros de discusión, talle-

res participativos, reuniones con especialistas, entrevis-

tas en profundidad, comisiones específicas de impulso

y seguimiento.

Todos estos mecanismos han sido insumos funda-

mentales en el proceso de planificación que, tal como

se lo concibe desde Rosario Metropolitana, no concluye

su tarea en la formulación de proyectos sino que debe

gestionar, junto a los actores territoriales, la ejecución

corresponsable de los mismos.

Rosario Metropolitana se propone ser un espacio de

participación de las distintas organizaciones públicas y

privadas. Para esto, es importante el diseño de una red

interorganizativa que asuma la función planificadora y

establezca el modo de funcionamiento para la gestión

del plan. Esto implica crear un armazón organizativo

capaz de responder a largo plazo a la complejidad y plu-

ralidad de intereses y actuaciones prácticamente inse-

parables en las actuales comunidades locales.

Sobre esta forma de organización y Seguimiento se

trabajó durante el 2006. Así, la Junta Coordinadora de

Rosario Metropolitana está conformada por las institu-

ciones más representativas de la ciudad y la región, para

promover e impulsar las acciones del proceso de plani-

ficación a escala metropolitana. Algunas de estas insti-

tuciones, como por ejemplo, Universidad Nacional de

Rosario, inta, aprocaboa, Cáritas y Bolsa de Comercio

se reconocen interna y externamente como regionales,

por lo cual sustentan la instancia organizativa de Rosa-

rio Metropolitana.

Si lo que se apunta es a promover el desarrollo local será

preciso entonces, concertar voluntades, animar diálogos,

formular agendas públicas e institucionales, construir re-

des territoriales y asumir responsabilidades compartidas.

Rosario Metropolitana se plantea como la herramienta

que facilite la concreción de semejante desafío.

4. Visión Estratégica Colectiva

Una visión estratégica para la Región Rosario implica una

propuesta global, dinámica y abierta basada en el querer

ser de toda la comunidad. Es el sustento de una planifica-

ción organizada e inclusiva de los medios reales y poten-

ciales del territorio y de los actores comprometidos para

alcanzar las metas que de la misma se desprendan.

A las puertas del 2010, Rosario Metropolitana se

plantea transitar hacia un nuevo horizonte sobre la base

de una concertación amplia e incluyente, que defina la

nación que se pretende construir y el protagonismo que

asumirá la región en ese proceso A partir de distintas

instancias de debate y participación ciudadana, los acto-

res regionales han decidido que el desafío futuro podría

resumirse en la siguiente Visión Estratégica Colectiva:rosario Metropolitana, una región con identidad, te-

rritorialmente integrada, socialmente inclusiva y políti-camente participativa que se proyecta como polo de pro-ducción, innovación y conocimiento.

Esta visión estratégica colectiva pretende aportar a un

profundo cambio cultural, redefiniendo las instancias

decisorias y las prácticas cotidianas de los actores públi-

cos y privados de la región, incorporando los intereses

sectoriales a una concertación que propone responsabi-

lidades y beneficios compartidos.

Intenta proyectar el presente a través de tres dimen-

siones mutuamente dependientes. La primera vincula-

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Lo global y lo local

47

da al reconocimiento de la planificación como un atributo

insustituible de un proyecto político sustentable. La se-

gunda relacionada con la recuperación de la integridad

territorial que reposiciona el territorio como base del ha-

cer y el pensar. Finalmente, la tercera que incorpora la estrategia como conjunto de pautas concretas que orien-

tan la acción, suponen la participación, definen los ob-

jetivos y marcan plazos acortando las distancias entre

presente y porvenir.

La visión es motivacional, ya que está pensada en el

presente pero se proyecta como potencialidad futura. El

concepto “Rosario Metropolitana” posee una connota-

ción amplia e inclusiva de la realidad regional, que hoy

posee una identidad propia pero necesita consolidarse.

Planteado el horizonte, se detectan las orientaciones estratégicas de actuación. Es decir, aquellos caminos in-

tegrales que conducen hacia ese sendero posible. Para

ello, se adoptaron ejes transversales con la impronta su-

ficiente como para constituirse en verdaderas líneas de

transformación.

El objetivo es plantear un conjunto de iniciativas

como horizontes temporales que motiven y movilicen

a los actores regionales y constituyan el enunciado de

grandes líneas de trabajo que permiten hacer operati-

vos los desafíos de la visión estratégica. Su pretensión,

es ubicarse —sin desconocerlos— más allá de los tiem-

pos políticos y recuperar la noción de mediano y largo

plazo en cada una de las áreas propuestas, evitando la

fragmentación de múltiples iniciativas individuales y

construyendo sinergia a través de los objetivos comu-

nes.

Las orientaciones son:

orientación Estratégica I: región Productiva e In- π

novadoraObjetivo: Consolidar la Región Rosario como nodo de

Innovación y Competitividad, profundizando el perfil pro-

ductivo agroalimentario y tecnológico

orientación Estratégica II: región Integrada y Pro- π

tegidaObjetivo: Construir la Región Rosario como un Territo-

rio Conectado y Sustentable

orientación Estratégica III: región Más Humana π

Objetivo: Promover una Región Equitativa y Democrá-

tica con instituciones que garanticen la participación y el

ejercicio efectivo de los derechos ciudadanos

Principios Transversales

Son un conjunto de nociones básicas que sustentan las

orientaciones estratégicas de actuación y la visión colec-

tiva. Es decir, los distintos cursos de acción apropiados

para alcanzar esa situación planteada a largo plazo se

asientan en determinados principios que recorren todo

el plan estratégico.

Ellos son:

La responsabilidad compartida sobre los asuntos π

comunes

La solidaridad, la necesidad de impulsar la cohe- π

sión social, la igualdad de oportunidades y la equidad

El respeto por el consenso y la participación π

El valor de la cooperación público-privada e inter- π

municipal

El equilibrio ambiental, económico, social y terri- π

torial

La cultura como factor de convivencia π

El trabajo y producción como generadores de opor- π

tunidades

La innovación, creatividad y conocimiento como π

base del desarrollo

Es menester menciona los proyectos estratégicos me-

tropolitanos, este primer menú de acciones en relación

con las orientaciones enunciadas. Estas ideas surgieron

de un amplio debate entre ciudadanos y representantes

de instituciones interesados en pensar la región a me-

diano y largo plazo.

Orientación Estratégica I: Región Productiva e Innovadora

π 01: Parque científico y tecnológicoEl territorio como nodo de innovación

π 02: Rosario autoridad alimentaria del mercosur

Para reafirmar el perfil productivo territorial

03: π Sistema regional de radicaciones productiva

Un entorno territorial competitivo

π 04: Financiamiento para el desarrolloUn centro financiero para la inversión

π 05: Rosario digitalUso democrático de las nuevas tecnologías

π 06: Plan de posicionamiento de Rosario y su región

Imagen y marketing del territorio

π 07: Promoción del trabajao decenteLa generación de empleo como objetivo de desarrollo local

π 08: Sistema de información metropolitanoDemocratización y difusión del conocimiento

π 09: Instituto Tecnológico Ferroviario Nacional

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Una identidad territorial y productiva

π 10: Predio feriaLa actividad ferial y de eventos como eje del turismo

Orientación Estratégica II: Región Integrada y Protegida

π 11: Reordenamiento integral del trasporte de cargas

Conexión y movilidad del transporte de cargas

π 12: Tren de alta velocidadEl transporte como eje de desarrollo

π 13: Sistema integral de movilidad y transporte de personas

Un servicio público de calidad para conectar la sociedad

regional

π 14: Estación multomodal de pasajerosUna nueva y moderna estación

π 15: Infraestructuras viales metropolitanasMovilidad y accesibilidad para conectar ciudades

π 16: Parque de la cabeceraUso de los espacios verdes metropolitanos

π 17: Comité de cuencasInstancias de gestión metropolitana

π 18: Uso de energías limpiasReconversión energética como estrategia de desarrollo

sustentable

π 19: Agenda ambiental metropolitanaPacto territorial para el desarrollo sustentable

Orientación Estratégica III: Una Región Más Humana

20: π Ente de Coordinación y Planificación Me-tropolitana

Un sistema de gestión metropolitano

π 21: Vivienda y habitat metropolitanoIntegración física y social

22: π Sistema integrado de emergencias sanita-rias metropolitano

Una región saludable

π 23: Espacios para la culturaLa cultura como mecanismo de integración e intercambio

π 24: Centro de alto rendimiento deportivoUn lugar que fomenta el deporte y la competencia

π 25: Formación de agentes de desarrollo localLa educación y el desarrollo de la región

26: π Juegos del BicentenarioLa región como sede del deporte internacional

π 27: CeroveinticincoUn proyecto inspirado en nuestros jóvenes

π 28: Seguridad y convivencia ciudadana

Una garantía para el respeto de los derechos ciudadanos

Desde hace más de 10 años, en Rosario se imple-

mentan diferentes acciones cuyo eje principal es pro-

fundizar la construcción de ciudadanía a partir de la

implementación de políticas públicas integradas que

promueven una condición de vida digna. Así, aún cuan-

do los problemas y crecientes demandas actuales se han

complejizado y necesitan más de una mirada para ser

atendidos y solucionados, se ha ido tejiendo una red de

contención y desarrollo urbano y social que cruza los

diferentes espacios de la gestión pública.

Conclusiones

La necesidad de la planificación estratégica regional se

vincula, en principio, a que las políticas existentes no son

suficientes para generar empleo y riqueza en la región, o

a que la dimensión de los problemas económicos, labo-

rales y de competitividad empresarial es de tal magnitud

que se requiere de respuestas innovadoras e integrales.

Para interpretar la dinámica económica de las ciu-

dades y territorios, y para proponer medidas que esti-

mulen los procesos de acumulación de capital, bajo las

condiciones de aumento continuo de la competencia

entre empresas y territorios, la teoría del desarrollo en-

dógeno (Vázquez Barquero; 2000) ofrece una respuesta

innovadora. Esta considera como determinantes para

el desarrollo territorial a un conjunto de factores clave

que intervienen en los procesos de acumulación de ca-

pital, a saber: difusión de innovaciones y nivel de cono-

cimiento entre las empresas y organizaciones; adopción

de formas flexibles de organización de la producción;

desarrollo de las economías urbanas; y densidad del te-

jido institucional.

Existen rendimientos crecientes cuando todos estos

factores actúan conjuntamente, reforzando su impac-

to individual sobre la acumulación de capital. Es im-

portante destacar que en la política de desarrollo local, el

factor sinergético es el que permite mejorar el compor-

tamiento de cada uno de los aspectos determinantes de

la acumulación de capital. «Cuando se produce sinergia

entre todos los factores, las economías de las ciudades

y territorios entran en una fase de desarrollo autososte-

nido que impulsa la mejora de la competitividad y, por

lo tanto, permite el cambio de su posicionamiento com-

petitivo en el sistema urbano y regional internacional»

(Vázquez Barquero, 2000).

Por ello, la actividad política debe ser entendida como

la generación de compromisos explícitos, de liderazgos

asumidos y estrategias claras, es en definitiva, la base

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Lo global y lo local

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para el éxito de iniciativas que apunten a dinamizar el

proceso de crecimiento económico y el desarrollo inte-

gral. Es aquí donde radica, a nuestro entender, el pro-

blema básico para el éxito o fracaso de las experiencias

innovadoras que se pretenden impulsar en la Región.

En este sentido, es necesario asumir que un proceso

local transformador requiere de la combinación de tres

elementos centrales: liderazgo decisional, por parte de los

agentes locales más relevantes; consenso organizativo, ex-

presado en la voluntad explícita de cooperación entre go-

bierno, empresariado y sociedad civil local; y conocimiento pertinente, esto es, información y habilidades adecuadas

a la realidad particular local generadas específicamente a

partir del proceso de planificación estratégica. Este es el

trípode fundamental y sinergético sobre el que se asien-

tan los procesos locales de desarrollo (Boisier, 1999).

El proyecto local reclama capacidad decisional, orga-

nizativa y cognoscitiva de los actores territoriales. Cree

en la capacidad convocante, aglutinadora y movilizado-

ra de la política. Por ello, se expresa y fortalece a través

de nuevas herramientas para el desarrollo, como la con-

certación público/privada, la planificación estratégica y

las redes de confianza alternativas a las redes jerárqui-

cas y de mercado.

Una nueva forma de gestionar las políticas públicas

necesita de actores dispuestos a asumir, a partir de una

acción colectiva, la generación de reglas de juego que

permitan afrontar políticamente esta nueva realidad ur-

bana y, a la vez, poder cumplir con la realización de sus

intereses sectoriales. Este constituye uno de los proble-

mas básicos de la acción colectiva. Los actores involu-

crados deberían percibir en la interacción, una manera

más adecuada para desarrollar sus propias estrategias

y, para alcanzar sus propios objetivos.

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50

Un desencanto llamado DesarrolloForo Ecologista de Paraná

«La concepción moderna del espacio, al entrar en correspondencia con los conceptos de progreso y desarrollo, generó en

nuestras ciudades un proceso de transformación significativa vinculada a la artificialización de la vida, la desfiguración

de identidades territoriales y la consecuente homogenización de los lugares, principalmente en estas últimas décadas.

Los órdenes naturales del acontecer urbano, desde lo político a lo cultural, paisajístico, educativo, sanitario, económico

y social, fueron impregnados por la lógica apremiante de los tiempos del mercado, del consumo, la velocidad devoradora

de la tecnología, la aceleración de los intercambios y de la producción.

Esta alteración fundamental de la vida, sin duda trastocó los espacios y los modos de habitar nuestros lugares, que

hoy son interpelados por una crisis ambiental, cuya expresión más elocuente es el cambio climático, demandándonos un

tiempo para repensar-nos y revisar-nos».

(Extracción del libro Ciudades que Enamoran, editorial

Verde-Ser -Foro Ecologista de Paraná-. Paraná abril 2007)

Una evaluación de los andares y experiencias que el

Foro Ecologista de Paraná viene realizando por la de-

fensa del ambiente en los últimos tiempos, posibilitó

un proceso fecundo de reflexiones y debates en el seno

de la organización, que generaron, a su vez, el desafío

de intentar nuevas formas y nuevos rumbos a fin de

poder multiplicar en nuestro entorno un compromiso

mayor con el cuidado del ambiente a través de la parti-

cipación, la construcción conjunta de prevenciones, el

cuidado y soluciones de las causas de la crisis ambien-

tal general que padece el planeta y se manifiesta en el

territorio local.

Es ineludible la relación que existe entre los proble-

mas socioambientales actuales de nuestra ciudad y la

visión —no integradora de los distintos aspectos que

influyen y condicionan la vida— de quienes desde el

poder político definen los destinos de nuestros espa-

cios, en este caso urbanos.

Estas miradas demuestran su falta de conectividad

con los escenarios políticos de mayores escalas, como

ser la iniciativa para la Integración de la Infraestructu-

ra Regional Sudamericana (iirsa) donde los 12 gobier-

nos de esta región junto con instituciones de financia-

miento internacional planifican hace ya 6 años obras de

infraestructura para la supuesta «integración» de sus

territorios, en donde la escala de producción global y el

traslado de las industrias del norte al sur, es un hecho

en nuestros territorios.

La misma visión reduccionista que actúa en el esce-

nario local interviniendo sus espacios naturales here-

dados —que posibilitarían una regeneración socioam-

biental en la ciudad—, los que nombra como «bordes»,

«límites», «barreras», «elementos fragmentadores», se

plasma en iirsa en toda su plataforma, dando su más

acabada manifestación al utilizar términos como «obs-

táculos« o «barreras naturales» a nuestra Cordillera de

los Andes, la Amazonía, el Pantanal, el Istmo del Darién

y los grandes ríos que fluyen sobre nuestros territorios.

En el escenario local, nuestra ciudad sufre un acele-

rado proceso de degradación ambiental y consecuente-

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Lo global y lo local

51

mente social, económica y cultural propios a este mo-

delo que planifica desde los intereses globales, que son

nada más y nada menos que aquellos que responden al

mismo paradigma que iirsa, a través de:

Ensanchamiento innecesarios de calles; construc-

ción de avenidas y autopistas que sólo extienden la frag-

mentación física y social; proyectos inmobiliarios que

se apropian y arrasan de espacios públicos de gran valor

histórico paisajístico ambiental (por ejemplo el proyecto

Termal y urbanización en el «Parque Nuevo»; shopping

en el Hipódromo de la ciudad, etc.); desvío y entuba-

miento de arroyos; «consolidación de áreas metropoli-

tanas»; modificación de márgenes ribereñas; construc-

ción de megamercados que eliminan la producción y

comercialización de pequeña escala remarcando y acre-

centando la frontera social bajo los paradigmas de la

exclusión; avance de la frontera agrícola con su paquete

de agrotóxicos sobre las zonas suburbanas que históri-

camente cumplían el rol de abastecedoras de productos

de granja y huerta a la ciudad; entre otros.

En lo regional todo responderá a las grandes obras

que se vienen de otras geografías, para potenciar el

«flujo comercial» proyectado para nuestros lugares:

Puente Paraná-Santa Fe; Puerto de Santa Fe frente a

la ciudad de Paraná; Autopistas; Región Centro: Córdo-

ba, Entre Ríos y Santa Fe conformando el polo produc-

tivo más importante del país; Mega-metrópolis Paraná

Santa Fe.

las obras propuestas son en su mayoría de altos im-pactos socioambientales, debido principalmente al des-conocimiento premeditado de las culturas locales y ecosistemas que las contienen. las similitudes no son coincidencias, es la misma impronta de esta «moderni-dad insustentable».

Creemos entonces que desocultar los verdaderos ob-

jetivos (desestructurar los discursos) de iirsa, debe ir

acompañado por un trabajo simultáneo con la gente y

en nuestro ámbito local, para advertir cómo impactan

esos proyectos físicos e ideologías en nuestros entornos

más próximos, las consecuencias futuras y la actitud de

nuestros gobiernos, funcionales a los mandatos globa-

les productivos. Así, el pintoresco paisaje que singula-

riza a Paraná, va dando paso a la fisonomía homogénea

de las ciudades globales.

Frente a este panorama, el Foro Ecologista de Paraná,

ha decidido apostar fuertemente al trabajo local.

No hay dudas de que el modelo civilizatorio vigente

en los países «desarrollados», exportado e impostados a

los nuestros, ha generado una crisis socioambiental sin

precedentes, fruto de los constantes agravios y vulne-

raciones de los ecosistemas de nuestros territorios que

sustentan la vida —o debieran hacerlo.

El modelo único y universal de la vida promulgado

por la modernidad ha llegado a su fin. Este proyecto de

la modernidad consumidora que propugna el desarrollo

productivo sin límites, así como modos de apropiación

basados en la división territorial y social de funciones y

usos, han dejado sus huellas de carácter fragmentario

de lo social y ambiental, convirtiendo así la ciudad de

hoy en la ciudad del fragmento. Dicho modelo está hoy

dando sus últimos respiros y es conciente de su «fra-

caso» en la incapacidad de dar respuestas a las reali-

dades locales. Por tal motivo, nuestra tarea debiera ser

el replantearnos esos paradigmas en la búsqueda de

nuevos entendimientos, de nuevos caminos a transitar

hacia la sustentabilidad de nuestros territorios y sus co-

munidades, en miradas que entiendan la complejidad

y la diversidad del mundo, que no pretendan reducirlo

ni simplificarlo, sino por el contrario «construir en la diferencia». Construir sociedades sustentables implica

defender la diversidad social.

«Recuperar la cultura como una construcción de

muchos», como partícipes y no como consumidores.

«Tejiendo nuevas territorialidades, fundadas en la ac-

tualización de los procesos históricos que han ido trans-

formando las relaciones de la cultura con la naturaleza,

construyendo otra territorialidad fundada en la produc-

ción de sentidos, saberes que describen y se inscriben

en un territorio».

Es necesario crear modelos nuevos, propios, no trans-

plantados de realidades que ya han demostrado su fra-

caso. «O creamos imaginando o erramos copiando»,

decía Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar.

El desarrollo local basado en el paradigma de la sus-

tentabilidad, deberá ser resultado de una construcción

compleja, con infinidad de interrogantes que darán lu-

gar a una multiplicidad de caminos a seguir. Entendien-

do el devenir histórico y sus relaciones, de una manera

de ver al mundo y a la vida, comprendiendo la realidad

de hoy como resultado de las prácticas sobre el territo-

rio, claves para des-cubrir las verdades que le ha dado

«forma» a sus comunidades, siendo críticos reflexivos

de las mismas, para encontrar los «haceres» equivoca-

dos, despertando la memoria como única condición a

la hora de estudiar las coordenadas sociales, culturales,

geográficas y ecológicas de cada lugar, «no para volver a

ellos en una melancólica contemplación, ni para restau-

rar formas abolidas, sino para que nos enseñe cuáles

son los métodos y andares con los que se defrauda el

presente, e impedirlos», decía Arturo Jauretche .

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52

Por lo tanto, creemos que sólo tendrá sentido siempre

y cuando logre miradas capaces de transversalizar estos

saberes adquiridos en la realidad propia de cada uno en

el /los territorios —entendiendo por territorio a todo es-

pacio en el cual cada uno encuentra coordenadas que lo

contienen—, descubriendo así, en una visión holística,

nuevas herramientas que permitan construir el nuevo

«mapa socioambiental» de la realidad.

«La travesía real del descubrimiento no consiste en

buscar nuevos paisajes, sino en poseer nuevos ojos.»

Marcel Proust