Una democracia con determinados fines “universalistas” que tendrían que gobernar para todos, nopara ellos mismos. La democracia se ha convertido en un obstáculo para el cambio.

El shiboleth de la democracia: gobierno del pueblo para el pueblo (autogobierno) asume ahora la forma de na identificación a larga escala del pueblo con sus gobernantes, caricatura de la soberanía popular. Rousseau cabeza abajo; la voluntad general está incorporada al gobierno, mejor, a la rama ejecutiva del gobierno. El disentimiento y la oposición son libres en la medida en que son manipulables.

La democracia burguesa retine la estructura de clase capitalista; al mismo tiempo, la clase dominada, la población subyacente en el sentido amplio, se convierte en sujeto-objeto de la política, de la democracia: el pueblo, “libre” en el sentido y dentro de los límites del capitalismo y en esta libertad reproduciendo su servidumbre.

Desplazamiento de la clase obrera al “pueblo”.

Pero, quén es el pueblo? En el argot oficial, especialmente el legal, el pueblo es la sumo total de los ciudadanos [americanos] (incluidos los gobernantes), considerado como representado en y por instituciones específicas y organizaciones (en este sentido, “el pueblo contra x”). Este no es ciertamente el sentido del “poder para el pueblo”. Tampoco es, como el eslogan, el pueblo coexxtensivo con la “clase obrera” en el sentido restringido; incluye amas de casa, minorías raciales y nacionales, empleados, desempleados, en suma, prácticamente toda la población sometida.

El pueblo ha elegido – un gobierno de representantes de grandes corporaciones (¡y gran trabajo!), un gobierno incapaz (y sin voluntad) de detener la inflación y eliminar el desempleo, un gobierno que recorta el bienestar y la educación, un gobierno empapado de corrupción, propulsado por un congreso que se ha reducido a sí mismo a una máquina de decir sí (desoupes de akgunas críticas no muy serias)-. Y este gobierno fue elegido por un considerable voto obrero del pueblo, rechazando a un candidato que era sin gran esfuerzo de la imaginación un radical, un anticapitalista.

“… Y si el socialismo es lo qe existe en la URSS y sus satélites (¿y qué otra cosa hay allí sino las nociones irreales de unos intelectuales?).

El pueblo está manipulado, con el cerebro lavado; los media, prácticamente su única fuente de información, reflejan y expresan los intereses del gobierno y sus políticas –o más bien los del establisment capitalista, lo que no excluye cierta crítica de unos límites-. Y la educación, si es que alcanza, es cada vez más funcional: orientada a los trabajos que deben tenerse y deben hacerse: servicio recompensado por el establishment.

“Es erróneo decir que el pueblo no tiene la culpa, que no tiene poder para cambiar las cosas sólo con quererlo. Con toda seguridad, el pueblo ha querido desde hace mucho que la introyección continúe determinando eficazmente su mente y conducta a la vista de su crueldad evidente y su obsolescencia.”

¡El pueblo puede hacer algo! Por ejemplo, puede votar contra la administración belicista, puede salir en masa a protestar y manifestar su voluntad como soberano. Es libre para conseguir información no conformista, no manipulada ni censurada (la así lamada prensa underground…)

La unión de los opuestos que permea la sociedad capitalista entera hoy día ha creado, con la ayuda de los medios tecnológicos que no tenía previamente a su disposición, entre la población sometida una estructura mental que responde y refleja las exigencias del sistmea. En esta estructura mental que responde y refleja las exigencias del sistema. En esta estructura mental están las raíces individuales profundas e instintivas de la identficación de la mayoría conformista con la brutalidad y la agresión institucionalizada.

“Una afinidad prevalece entre facismo y el carácter sadomasoquista” (Revisar Horkheimer, Adorno, Fromm, Brunswik, Reich).

“De acuerdo con Freud, el instinto de muerte opera por un largo rodeo: destruyendo a otros antes y mientras se destruye a uno mismo.”

“La subversión de esta ideología no puede ser alcanzada por la educación en el materialismo, ateísmo, etcétera; requiere fuerzas más sólidas. Lo que está en cuestión es la conquista del miedo que siempre es miedo al dolor, al sufrimiento, a la pérdida. Aquí la ciencia está en su dominio al dar a la humanidad madura control sobre la muerte: haciéndola fácil, indolora. El resto podría ser cuidado por un comprensivo y adecuado seguro de salud.”

El análisis de la integración capitalista desplaza el énfasis desde las clases al “pueblo”, la población dependiente en su conjunto.

La liberación depende de la lucha revolucionaria en la que la estructura instintiva que prevalece experimentaría una transformación decisiva. La agresividad dominante no debe ser suprimida sino reorientada contra el enemigo rel, las tangibles y visibles del sistema capitalistas –sus deficiencias así como sus virtudes: en el gobierno, la industria, el ejército, las universidades, las iglesias, etcétera-. La acción debe ser sin los rasgos anales, sin la crueldad y cinismo que son las prerrogativas del establishment. Tal acción llegará a los límites mismos de la legalidad siempre que trascender esos límites pudiera ser contraproducente, y deberá ser preparada por una ilustración política completa de la comunidad respectiva para neutralizar su hostilidad e indiferencia.

La unión del gran capital y el estado es la más inmediata y abierta: la noción de conflicto entre intereses privados y gobierno público ya no se toma más en serio y, si es necesario, es abolida por un fiat administrativo.

Y el derecho a la resistencia: como lo ejerce el pueblo soberano, la resistencia ha sido siempre un evento revolucionario, un hecho más que un derecho. El derecho de resistencia nunca ha sido concedido al pueblo en su conjunto, actuando en masa; ha sido siempre investido en una parte específica del pueblo mismo: “magistrados”, parlamento. Pero en la democracia americana, hoy incluso, esta resistencia popular restringida ha cesado de operar: con la actividad “equilibradora”

del congreso concentrado en el presupuesto y la protesta verbal, con el control ubicuo del poder del ejecutivo la democracia burguesa no presenta ya una barrera efectiva al fascismo.

De menos, a boicotear la ley seca.

Destrucción progresiva de la autonomía psíquica de los ciudadanos.

La progresiva desustancialización de los mecanismos democráticos

a través de su reducción al formalismo eleccionario, ampliamente manipulado

y manipulable, por otro lado.

Dominio de la diversidad, interdependencia desigual, amplia integración

a través de la identificación psíquica de los ciudadanos con los intereses de la

dominación, tolerancia represiva, democracia formal y legitimadora, amplias

posibilidades para todo reformismo que acepte la premisa del mercado como regulador

o, en resumen, un muncio nuevo, un nuevo modo de dominación, que

requiere un marxismo de nuevo tipo.

El renacimiento de la democracia, su generalización y valoración

general, no implican en absoluto que los pueblos hayan aumentado su participación

real y efectiva en la determinación de los procesos que los afectan. Si la

dictadura era no sólo la forma límite sino el modo recurrente de la política en la

época de la Industrialización de baja tecnología, la democracia como procedimiento

es el espacio más conveniente para vchiculizar y legitimar un dominio que opera

en y sobre lo diverso.

Nos quieren unidos para nada más votar. Ganó méxico, en realidad ganó grupo higa,

El camino de desunion, fracaso, fructración, grandes fracturas. En cambio el de la unión, es el del progreso. “Son problemas de estado, no de gobierno”.

Durante la ceremonia conmemorativa del 102 aniversario de la Marcha de la  Lealtad, el general aseveró que hay quienes quieren distanciar "al Ejército del pueblo" pero no hay "más que ver el rostro, la piel y el corazón" para entender que en el Ejército "somos pueblo".

el gobierno puso en marcha un operativo a escala nacional para vigilar la jornada electoral de mañana. 

La marcha de la lealtad fue el recorrido que realizó el presidente Francisco I madero, escoltado por los soldados del colegio militar, tras el golpe de estado fraguado por los generales manuel mondragón y gregorio ruiz, en febrero de 1913: “unos cuantos malos mexicanos, militares y civiles se han sublevado esta madrugada contra mi gobierno”, “ustedes herederos de las puras y nobles tradiciones de lealtad a las instituciones legalmente constituidas, van a escoltarme, en columna de honor, hasta el Palacio Nacional, para demostrar al pueblo capitalino, que hemos triunfado derrotando a los infidentes y desleales”. Pronunció el presidente madero ante su escolta.

Así este año en el aniversario de la Marcha de la Lealtad, contra las protestas del conflicto de interés y la desapareción de 43 estudiantes de la normal de ayotzinapa, y ante las acusaciones que había sido el ejército quien había desaparecido a los estudiantes, el general cienfuegos, secretario de la defensa nacional, aseveró que hay quienes quieren distanciar "al Ejército del pueblo" pero no había "más que ver el rostro, la piel y el corazón" para entender que en el Ejército "somos pueblo".

Hoy en día es impopular hablar de lucha de clases. Los burócratas leales a las instituciones, candidatos a partidos políticos, prefieren hablar de “el pueblo”, de “los mexicanos”, como si efectivamente, todos tuviésemos tantas oportunidades, tantas libertades como ellos. La democracia de sus instituciones han promivido esta idea, para así señalar a “los malos mexicanos” o “los que no son pueblo”, a todo aquel que valla encontra de los intereses de estas instituciones y de los dueños de las industrias. Conviene mejor hablar de “El pueblo” y no hablar de explotados y explotadores. Conviene no referirse a los jornaleros que ganan menos pesos por explotación y humillación intermitente al día, ni a los burócratas que ganan más del doble por picarse el ombligo. Para ellos no hay promesas de campaña, sí para los burócratas y los empresarios.

El general cienfuegos, puede amenazar de que sólo la unión del pueblo, es decir, la sumisión de explotados para los explotadores, puede llevar al progreso, es sólo señal de que efectivamente, es más pueblo y más mexicano que los militares y policías que pierden la vida por proteger los intereses de los dirigentes. Todos sabemos que estas instituciones a las que les son leales no nos representan, no funcionan y además nos cuestan mucho. Otra democracia y otro estado es posible. Para ello será necesario superar el miedo en el que nos ha sumido la lucha contra el narcotráfico, y cambiar de enemigos. Es posible organizarnos de otra manera que podamos superar la democracia y el estado que nos imponen. Hacer de la democracia una práctica de libertad y no una legimitización de lo mismo de siempre. Los jornaleros de san quintin en baja california, que lucharon durante los últimos meses para recibir un aumento salarial, han logrado conseguir un mísero aumento de 30 pesos. Esta lucha no habría que ceder sino expandirse e intensificarse, aumentar el salario de los trabajadores, y además, disminuir las horas de trabajo. Más salario, menos horas de trabajo, finalmente el patrón depende de los trabajadores. Es lo mínimo que tendríamos que exigirle a esta democracia.